February 10, 2017 | Author: Mario Pereyra | Category: N/A
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Mario Pereyra
CONSTRUYENDO
FAMILIAS FELICES LA PAREJA
Montemorelos Publicaciones Universidad de Montemorelos
CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES I LA PAREJA Autor: Mario Pereyra Primera edición: Universidad de Montemorelos, Montemorelos, N.L., México, julio de 2008 Página web: www.mpereyra.com E-mail:
[email protected] Editor: Luis Alberto del Pozo Moras Diseño de carátula: Mayana Salguero S. Diseño de interiores: Eliseo Vergara M. Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión en forma idéntica, extractada o modificada en castellano o en cualquier idioma. Esto incluye fotoduplicación, fotocopia o escaneado, ya sea para fines de lucro o por encargo directo de estudiantes; no puede ser memorizado con sistemas de archivo ni transmitido por cualquier forma o medio electrónico o mecánico. La reproducción no autorizada por el editor viola los derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada. © Copyright de todas las ediciones por Publicaciones Universitarias de la Universidad de Montemorelos, Ave. Libertad 1300 Pte.,Apdo. 16 México 67530, Tel. 52-826-2630900 Impreso en los talleres de Editorial Montemorelos, S.A. de C.V. Montemorelos, N .L., México Impreso en México I Printed in Mexico
ÍNDICE INTRODUCCIÓN
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CAPÍTULO 1 – Hacia un hogar sin sombras Del amor al desprecio. La virtud del agradecimiento. Un testimonio de gratitud.
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CAPÍTULO 2 - El arte de amar El mimetismo conyugal. Aceptación y estímulo. El arte de amar. Conjuro Sioux.
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CAPÍTULO 3 – El secreto encanto del amor “Adentrando en la niebla”. El virus de la desesperanza. La esencia del amor.
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CAPÍTULO 4 – Etapas y estilos conyugales El amor en tiempos de divorcio. En qué etapa del matrimonio me encuentro? Estilos de relación conyugal
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CAPÍTULO 5 – ¿Cómo están las relaciones en casa? Ambivalencia. Conflicto. Cómo ser más solidario.
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CAPÍTULO 6 – El compromiso matrimonial Ante el altar. “Los primeros principios”.
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CAPÍTULO 7 - El terror detrás de la puerta: La violencia doméstica El límite de la infamia. El circuito de la violencia. Hacia una sana convivencia.
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CAPÍTULO 8 - ¿Hay solución para el adulterio? Radiografía de la traición. Los mitos de la infidelidad. La terapia del adulterio.
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CAPÍTULO 9 – ¿Cómo liberarse de los celos? “El monstruo de ojos verdes”. Tipos de celos. ¿Cómo controlar los celos?
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CAPÍTULO 10 -La fórmula de la felicidad conyugal: 5 x 1 Mitos y realidades. Predictores del divorcio. Estilos matrimonial. La fórmula 5 x 1. CAPÍTULO 11 –¿Qué dicen las investigaciones? Matrimonio y bienestar. ¿Cómo duermen los casados?. Felicidad, pero con anillo. Matrimonio feliz, corazón contento. CAPÍTULO 12 -¿Cuál es el grado de su satisfacción conyugal? La evaluación de la satisfacción conyugal. Evaluación del ESM. Interpretación. BIBLIOGRAFÍA
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INTRODUCCIÓN “Mejores son dos que uno; Porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.” Eclesiastés 4: 9-12.
En las crónicas del suplemento social del diario Milenio de Monterrey, “¡hey!”, aparece la noticia del divorcio de la periodista Carmen Dominicci y el regiomontano Fernando del Rincón. El título de la información es: “Sólo 10 meses de matrimonio”, ya que ese fue todo el tiempo que duró la pareja. Agrega que “la causa de la ruptura es diferencias irreconciliables” y lo que originó la debacle conyugal “fue un suceso de violencia doméstica ocurrido el pasado fin de semana”. Un dato llamativo que incluye la información periodística es que la Dominicci “estuvo casada antes con el actor puertorriqueño Oswaldo Ríos, con quien vivió una relación en la que también hubo violencia física y psicológica”. MARIO PEREYRA
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Después de leer estas noticias —que cada vez son más frecuentes—, uno se pregunta, ¿dónde ha quedado el ideal matrimonial de “hasta que la muerte nos separe”? ¿Acaso Carmen y Fernando no hicieron un compromiso, ante el juez y quizás ante Dios, de consumar el matrimonio hasta el fin de sus vidas? ¿Por qué en tan breve plazo ahora deciden terminar con esa promesa? Parece que Carmen fue quien dio por finiquitado el matrimonio al sufrir un acto de violencia de su esposo. Es cierto que esas situaciones son graves y pueden ser razones apropiadas para terminar una relación que se ha convertido en dañina o peligrosa. Pero no es la primera vez que le sucede, ¿cómo se casó otra vez con un hombre violento? ¿Han hecho algún tratamiento de pareja para superar la violencia? ¿No hay que luchar para vencer las diferencias? ¿No resulta muy apresurado etiquetar los desacuerdos como “irreconciliables”? Estas y otras preguntas quedan suspendidas en el espacio ante el anuncio de un divorcio, especialmente ante matrimonios estables. Queda la sensación que no se hizo todo lo posible por sobreponerse y vencer la desavenencia. Por lo general, las parejas más fuertes y exitosas son aquellas que han derrotado las discrepancias y lucharon por sostener el vínculo. ¿Por qué todos no lo hacen? ¿Les faltó información de que hay tratamientos efectivos para triunfar sobre las divergencias y disputas y poder alcanzar una relación feliz y satisfactoria? Uno de los objetivos de este libro es intentar hacer un aporte en esa dirección. CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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Uno de los investigadores sobre parejas más reconocido a nivel mundial que ha estudiado miles de matrimonios durante más de veinte años seguidos, es el Dr. John M. Gottman de la Universidad de Washington. Sintetizando su vasta experiencia en el tema, ha propuesto “siete reglas de oro para vivir en pareja” (Gottman y Silver, 2000). El primer principio se titula: “mejora tus mapas de amor”. ¿Qué significa tal cosa? “El mapa de amor es esa parte de la mente donde almacenamos toda la información relevante sobre la vida de nuestra pareja” (Ídem, 66). Se trata de conocer bien al otro, recordar los eventos importantes de la vida de nuestro compañero, saber cuáles son sus preocupaciones, intereses, deseos, esperanzas, temores, lo más posible. “Si ella trabaja hasta tarde, él le graba en el vídeo su programa favorito porque sabe cuál es y cuándo lo emiten. Él sabe lo que ella piensa de su jefe y sabe cómo llegar a su despacho desde el ascensor. Sabe que para ella la religión es importante… Ella sabe que a él le da miedo parecerse demasiado a su padre y que se considera un ‘espíritu libre” (Íbid). ¿Será que Carmen y Fernando —el caso que mencionamos al principio— llegaron a conocer sus respectivos “mapas de amor” para alcanzar esa compenetración profunda que debe existir en todo matrimonio? Aunque la información periodística no lo menciona, nos queda muchísimas dudas que ello haya acontecido, más bien, dan la impresión que no llegaron a conocerse, al punto que CarMARIO PEREYRA
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men se sorprendió ante ese acto de violencia de la semana anterior y llena de indignación “descubrió” que Fernando era un hombre violento igual que Oswaldo. Probablemente si Carmen hubiera conocido bien a Fernando no se habría casado con él. ¿Cuántas parejas fracasan por falta de conocimiento mutuo? Afirma bellamente Khalil Gibrán: “Vuestro prójimo es vuestro otro ego que vive detrás de un muro. Con el conocimiento todos los muros caerán.” Es cierto, el conocimiento mutuo derrumba muchos muros de separación, aun aquellos que parecen “irreconciliables”. Si bien las estadísticas proclaman estrepitosamente la debacle conyugal con el incremento incesante de separaciones y divorcios, también es cierto que no es la institución matrimonial la que está en crisis, sino las parejas que no logran armonizar y prefieren transitar el camino de la ruptura que persistir en la concordia. La prueba de esta afirmación es que la gente continúa casándose, aun aquellos que fracasan persisten en volver a casarse, como ocurrió con Carmen Dominicci. Pero también las estadísticas se empeñan en pregonar que son los casados quienes gozan de mayor felicidad, en comparación con los solteros, los divorciados o los separados. Un solo ejemplo es suficiente. En un estudio realizado sobre 35.024 casos, el porcentaje de aquellos que reportaron sentirse “muy feliz” fueron los casados en casi el 40%, en relación a los solteros, divorciados y separados que puntuaron en menos del 20% (Myers, 2000). Quizás una explicación para CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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sentirse así pueda ser que el “matrimonio ofrece intimidad psicológica y física, un contexto en el que tener hijos y crear un hogar, un rol social como cónyuge y progenitor y un contexto en el que afirmar la propia identidad y crear una posteridad” (Carr, 2007, 44). Esto significa que el matrimonio proporciona un soporte social mayor que otras organizaciones, como lo ha comprobado la investigación (v.gr., Mueller, 2006; North et al., 2008). Si la institución conyugal monogámica, fiel y permanente es el mejor tipo de convivencia existente, ya que la inventó el mismo Dios (ver Génesis 1:27-28; 2:18-25), ¿por qué no estudiar, conocer, investigar y poner toda la energía en saber más de cómo vivir la comunidad matrimonial? Hay muchos buenos libros (también regulares y malos) sobre el matrimonio. Este intenta proveer un aporte positivo al conocimiento de la conyugalidad e incrementar la satisfacción marital. Al recorrer las librerías y observar los libros sobre matrimonios se encuentran una enorme cantidad de obras que enseñan cómo “hacer” el amor: “Técnicas sexuales modernas”, “Yoga sexual”, “La pareja multiorgásmica”, “Nuevo informe Kinsey sobre sexo”, “Sexo, ecología y espiritualidad”, “Tantra, espiritualidad y sexo”... ¿Qué es lo que la gente busca en esos manuales del placer? ¿Acrecentar la satisfacción conyugal o el placer sexual? ¿La satisfacción de la vida matrimonial se obtiene con ejerMARIO PEREYRA
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cicios sexuales, con nuevas y mejores técnicas de obtener placer? ¿Es necesario “erotizar el cuarto”, “con luces, sábanas nuevas, ubicación estratégica de algún espejo”, como aconseja uno de esos libros? ¿Dónde se encuentra la verdad, tanto de la mujer como del hombre, que buscan un matrimonio dichoso y satisfactorio? Decía el filósofo francés Jean Guitton: “El sexo se sirve del otro, el amor sirve al otro”. Es cierto que el sexo es un componente importante en la vida matrimonial feliz, pero no es el único ni forzosamente exclusivo. Conozco muchos matrimonios que me han confesado que tienen muy buen sexo, pero no pueden congeniar la mayor parte del tiempo, alentando ideas de separación. Actualmente hay espacios suficientes para catar las mieles y también las hieles del sexo, televisión erótica, videos y CDs eróticos, sexo de la Internet, sin embargo, toda esa información no ha mejorado los matrimonios, que continúan su curva descendente en las estadísticas de separación y divorcios. Hay otros que sostienen que la base de todas las parejas es el enamoramiento. El enamoramiento es una emoción y tiene un fuerte componente de pasión, afecto, ternura y sexo. Para ello es preciso desarrollar la intimidad y la validación. Intimidad supone abrirse y contar cosas y recibir aceptación por parte del otro. Cuando estamos enamorados nos ponemos completamente en manos de nuestra pareja y de esta forma construimos la intimidad. CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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Pero una emoción es pasajera, está sometida a la ley de la habituación. Por lo general, el enamoramiento se pasa y muchas parejas, basadas solamente en esa emoción, se disuelven. Otros aseguran que para convivir es preciso saber comunicarse, escucharse y respetarse. La capacidad de comunicarse y de resolver los conflictos es fundamental para la continuidad de la pareja. También otro aspecto muy importante es el apoyo mutuo. Se materializa en la fórmula de estar juntos en la salud y en enfermedad, en las alegrías y en las tristezas. Así, pues, el cónyuge es el principal sostén en las dificultades, el mejor medio para enfrentar las amenazas de la vida y el apoyo en el desarrollo personal y social, como asegura el proverbio del sabio Salomón que transcribimos en el epígrafe. Por otra parte, en la vida matrimonial hay convergencias y divergencias, momentos de encuentros y desencuentros, acuerdos y desacuerdos, situaciones de armonía y de discordia. No es anormal tal cosa ni tampoco necesariamente malo. Lo malo es cuando frecuentemente hay desavenencias y disconformidades e incluso cuando nunca ocurre una diferencia, porque probablemente es un indicador de sometimiento y autoritarismo; alguien siempre impone su voluntad y el otro siempre dice que sí. Pero si bien son normales las afinidades y las disparidades, lo ideal es que incrementemos las primeras y aprendamos MARIO PEREYRA
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a aceptar las segundas. Es importante crecer en las coincidencias y en los acuerdos, desarrollar la armonía y la satisfacción del uno hacia el otro. A medida que se avanza en la experiencia conyugal es muy bueno compartir ideales y valores, concordar, por ejemplo, en cómo manejar el dinero y educar a los hijos. ¡Qué hermoso es cuando los esposos pueden orar juntos por los mismos motivos y con idénticos propósitos! El matrimonio es un trabajo en equipo que requiere luchar juntos para alcanzar los objetivos y las metas que como pareja se han propuesto. Seguramente el amor crece y fructifica cuando domina un espíritu de concordia y colaboración. De estos temas tratamos en este libro. En él vuelco mi experiencia de 30 años de terapeuta asistiendo a miles de parejas en el consultorio y de casi una década como educador familiar, dirigiendo talleres, seminarios, conferencias y otros eventos de enriquecimiento conyugal. También incluyo los conocimientos que trasmito como profesor universitario del posgrado de la maestría de Relaciones Familiares de la Universidad de Montemorelos y como profesor visitante en diversos países, como Argentina, Chile, Perú, El Salvador, Haití, España y Francia de ultramar (Martinica, Guadalupe y Guyana francesa). Finalmente, otra fuente de conocimientos son los reportes de las investigaciones sobre los matrimonios que día a día se multiplican y nos presenta hallazgos novedosos sobre
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las variables que los estudios científicos demuestran que están asociadas con los matrimonios felices. Esperamos que este libro responda a las expectativas que ha generado y pueda ofrecer un aporte útil para construir familias y matrimonios de éxito. Dr. Mario Pereyra Ciudad de Montemorelos, Nuevo León, México 30 de junio de 2008
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CAPÍTULO 1
HACIA UN HOGAR SIN SOMBRAS
De la admiración al desprecio «¿Por qué ya no me amaba Emilia? ¿Cómo había llegado a esa indiferencia?” Alberto Moravia
El novelista italiano Alberto Moravia escribió acerca de las desventuras de la vida matrimonial en un célebre libro, titulado: El desprecio; que fue llevado al cine por Jean-Luc Godard. Narra las vicisitudes de la pareja de Ricardo, un guionista de cine, y su esposa Emilia. Los dos primeros años del matrimonio fueron «perfectos», según reconoció Ricardo, quien relata la historia. Fueron años de dificultades económicas ya que apenas se las arreglaban con el precario trabajo de Ricardo como crítico de cine. Las condiciones mejoraron cuando un productor cinematográfico le ofreció trabajo como guionista. Sin embargo,
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de alguna manera, la mejora financiera trajo el empeoramiento progresivo de las relaciones matrimoniales. Ricardo observó, al principio, sin darse claramente cuenta, que Emilia fue perdiendo su amor. «En aquellos momentos, únicamente advertía que el comportamiento de Emilia para conmigo era cada vez más tenso, por más que yo no le encontraba explicación alguna y me resultaba imposible de comprender; era como cuando, en un cielo todavía despejado y sereno, uno nota, por un cambio en el aire, que se hace más espeso, que se acerca una tormenta(p.14). Varios indicios exhibían el deterioro progresivo del matrimonio: Emilia ya no le disgustaban sus ausencias, incluso parecía alegrarse cuando él se iba, se fue a dormir a la sala porque no soportaba que el marido tuviera abierta la ventana y, especialmente, el cariño de otrora se convertía en indiferencia y rechazo. Con dolor, Riccardo tuvo que reconocer que el sentimiento de unidad y amor que antes le unía a su esposa, ahora ya no existía y para peor, tenía la horrible sensación que había desaparecido para siempre. Invadido por un agudo sentimiento de impotencia, intentó hablar varias veces con Emilia para aclarar la situación, sin que ella diera una respuesta satisfactoria. Esa etapa fue fatal para Ricardo. «Acepté, pues, vivir como un hombre que lleva dentro de sí el malestar de una enfermedad amenazadora, pero que no acaba de decidirse a ir al médico; es decir, intentando no reflexionar demasiado ni sobre el comportamiento CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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de Emilia respecto a mí, ni sobre mi trabajo(p.40). Sin embargo, no podía dejar de sentirse intensamente desdichado. «De pronto me pregunté: ‘¿Por qué me siento tan desgraciado?’ Y entonces recordé que la primera punzada de dolor vino cuando escuché, hacía poco, la voz de Emilia por teléfono, una voz tan fría, tan cuerda… » (p.48). En esas circunstancias ocurre una escena clave donde Ricardo toma conciencia de la importancia del amor conyugal. Aconteció cuando visitó la casa de un empresario que lo había contratado. Estaban comiendo cuando Ricardo observó algo que le llamó profundamente la atención y le hizo reflexionar en la trascendencia de la mirada del amor. Así describe el protagonista el caso: «Luego la criada cambió los platos y yo, por romper el silencio, le formulé una vaga pregunta a Pasetti (el empresario) sobre sus proyectos inmediatos. El me contestó con su voz fría, precisa y mezquina, en la que la falta de imaginación y la modestia parecían inspirar no sólo la elección de las palabras, sino también la de las más leves entonaciones. Yo callaba, porque los proyectos de Pasetti no me interesaban y porque, aunque me hubieran interesado, su voz monótona y descolorida hubiera conseguido que los aborreciera. Como sea que mis ojos fastidiados erraban de un objeto a otro sin hallar nada que retuviera mi atención, se detuvieron en el rostro de la mujer de Pasetti que, con la mano en el mentón, estaba escuchando también a su marido, la mirada fija en él, como de costumbre. Fue enMARIO PEREYRA
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tonces, mirando aquel rostro, cuando me impresionó la expresión de sus ojos: amorosa, lánguida, con una mezcla de admiración sumisa, de gratitud sin reservas, de enamoramiento físico y timidez casi melancólica. La expresión me dejó intrigado, quizá porque el sentimiento que transmitía era para mí un completo misterio: Pasetti, tan descolorido, tan canijo, tan mediocre, tan visiblemente privado de las cualidades que pueden gustar a una mujer, parecía un objeto indigno de atención semejante. Luego me dije que todo hombre acaba por encontrar a la mujer que le quiere y le aprecia, y que juzgar los sentimientos de los demás partiendo de los propios es un error. Sentí simpatía por ella, tan devota de su hombre, y complacencia por Pasetti, hacia el que, como ya he dicho sentía una especie de amistad irónica. Y, de pronto, cuando empezaba a distraerme y a dirigir los ojos hacia otra parte, un pensamiento o, mejor dicho, una súbita percepción venida de no sé dónde me conmovió: ‘En estos ojos se halla todo el amor de esta mujer por su marido… Y él está contento de sí mismo y de su trabajo porque ella le quiere… Pero en los ojos de Emilia hace ya mucho tiempo que no luce un sentimiento semejante: Emilia no me quiere y ya no me querrá jamás’.» Ricardo comprendió que la confianza de un hombre en sí mismo, su éxito y su felicidad dependen de tener una mujer que lo admire y lo quiera. Cuando se carece de ese sentimiento, de ser objeto de una mirada de amor por una CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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mujer afectuosa, la vida del hombre se torna árida, vacía y desgraciada. Esa fue la experiencia de Ricardo, que por su incapacidad para corresponder al amor de Emilia, hizo que esta se fuera alejando, hasta la indiferencia y aún peor, hasta llegar a despreciarlo. «¡Esta es la verdad! ¡Te desprecio y me das asco!», finalmente le confiesa.
Cómo conservar el amor La triste historia de Ricardo y Emilia es un modelo de lo que ocurre en muchos matrimonios. El relato de Ricardo presenta evidencias que él tenía una concepción equivocada de lo que es amar y ser amado y lo más grave es que a pesar del fracaso y la tragedia de su matrimonio (Emilia muere en un accidente automovilístico probablemente queriendo escapar a su desgracia) no queda claro si finalmente se dio cuenta de su error. Ricardo tenía un alto concepto de sí mismo y en realidad consideraba en menos a su esposa, quien provenía de una familia humilde y había sido una simple mecanógrafa antes de conocerlo. No se interesaba mucho en Emilia hasta que ésta se decepcionó de su marido. Él creía que el amor era algo «mecánico», «natural», como respirar, que Emilia debía amarlo incondicionalmente sin que él tuviera que hacer algo para cultivar ese amor. Ricardo creía poseer cualidades superiores, ya que era muy inteligente, creativo, un intelectual sobresaliente, un escritor agudo destina-
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do a grandes triunfos. Si la mujer de Pasetti admiraba y amaba a su esposo siendo tan inferior a él, ¿cómo podía ser posible que Emilia no lo amara? Eso era algo que no podía entender, un profundo misterio para él. Al contrario, suponía que siendo él tan grandioso, Emilia debía estar agradecida a Dios por tener junto a ella un hombre tan excelente. Es cierto, que eso nunca llegó a decirlo; al ser tan inteligente jamás caería en una vulgaridad, sin embargo, da evidencias para creer que ese era su pensamiento íntimo. Lo cierto es que no protegió a su esposa cuando ella esperaba que actuara como un hombre que la quiere, cuando la dejó viajar junto a un seductor y mujeriego como Battista, uno de los empresarios que lo contrató. También Emilia se cansó de soportar las imposiciones de su esposo (tenía que dormir con la ventana abierta todas las noches porque él se «asfixiaba» y no podía descansar bien porque él se acostaba muy tarde) y el hecho que fuera tan engreído y que la subestimara. Por eso, el amor se transformó en indiferencia y finalmente en desprecio. ¿Qué hacer para mantener el amor conyugal siempre activo y fragante? ¿Cómo evitar el desgaste del tiempo y el deterioro de la rutina? A lo largo de este libro estaremos dando muchas orientaciones y sugerencias para conservar y aún incrementar el vínculo del cariño, aquí solamente queremos enfatizar una virtud muy importante para la buena salud matrimonial: el agradecimiento. Ricardo nunca le reconoció a Emilia lo importante que CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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era para su vida; nunca le dijo que ella era su principal motivación, que sin ella su talento era estéril y que era ella quien le hacía sentir dichoso. Realmente ella era la esencia de su vida, quien le daba energía para salir adelante y quien le hacía experimentar la alegría para vivir. ¿Por qué nunca se lo dijo? Ernesto Sábato declaró una vez: «Gozos verdaderos son aquellos que embargan el alma de gratitud y nos predisponen al amor» (2000, 81). La gratitud es una expresión del amor y fomenta el amor. ¿Cuán agradecidos somos con los que amamos? ¿Se lo decimos? ¿No deberíamos cultivar más el agradecimiento en el matrimonio? ¿De qué sirven las flores después de muerto el cónyuge? No es el testimonio del amor póstumo lo que ayuda, sino cuando ambos gozan de vida y de oportunidades para gratificar la relación. En nuestro libro Sea feliz (Pereyra y Mussi, 2005), proponíamos un ejercicio de gratitud siguiendo la sugerencia de Martín Seligman (2003). A esos fines, indicábamos seguir las pautas que aparecen el Cuadro 1, que sigue a continuación. Lo que ahora agregamos es realizarlo con su cónyuge. ¿Qué le parece si lo lleva a la práctica? Yo me decidí hacerlo y mi esposa se emocionó mucho. Quedó muy satisfecha. En la siguiente sección comparto mi experiencia.
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Cuadro 1 - Ejercicio de agradecimiento
1. Escoja a una persona importante de su pasado (esposa o esposo) que haya marcado una gran diferencia positiva en su vida y a la que nunca ha expresado su agradecimiento por completo.
2. Escriba un testimonio lo suficientemente largo para llenar una página.
3. Tómese su tiempo para redactarlo. 4. Invite a esa persona a su casa, o viaje hasta
donde ella vive. Es importante que lo exprese en forma personal, no por teléfono o por escrito. No informe previamente a la persona del propósito de su visita. Un sencillo “quiero verte” bastará.
5. Lleve una versión plastificada de su discurso como regalo.
6. Cuando llegue el momento adecuado, lea su testimonio lentamente, de forma expresiva y manteniendo el contacto visual con la otra persona.
7. Luego, deje que ésta responda sin prisas. Re-
cuerden juntos los acontecimientos concretos por los cuales esa persona es importante para usted.
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Un testimonio de gratitud
“Pues no hay otra propiedad del hombre que sea tan adecuada para conocer su estado de salud interior, espiritual y moral como la capacidad de sentir gratitud” Otto F. Bollnow (1962).
“Mi querida esposa: Desde aquel glorioso 28 de septiembre cuando nos prometimos, ante el trono de Dios, amarnos hasta que la muerte nos separe, en la Iglesia Central de Montevideo, hasta el día de hoy ha transcurrido mucho tiempo (no voy a decir cuánto, porque a ti no te gusta contar las edades). Sin duda, hemos recorrido más de la mitad del camino que iniciamos en aquella feliz ocasión. Y en todo este tiempo tengo que reconocer, un tanto avergonzado, que no te he agradecido suficientemente lo que has significado para mí. Ahora trato de remediar esa falta. Pienso que durante mucho tiempo no me he dado cuenta de todo tu valor. ¡Qué horrible ceguera! ¿Cómo uno puede creerse inteligente y no darse cuenta de la trascendencia que tiene una esposa? MARIO PEREYRA
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Me siento un poco (debería decir mucho) identificado con Riccardo, el personaje de la novela de Moravia. Gracias a Dios me tuviste más paciencia que la que tuvo Emilia con su esposo. Ese es otro motivo que debo reconocer y agradecerte. Uno de los hechos que me hizo tomar conciencia de tu función protectora fue cuando sufrí aquel accidente automovilístico, al dormirme en la ruta. No estabas a mi lado y por eso casi perezco. Fueron los ángeles de Dios quienes me salvaron y seguramente tus oraciones a la distancia. Mi compañero de ruta venía durmiendo y no tenía ni una pizca de tu cautela y cuidado. Comprendí que habías sido mi ángel de la guarda durante muchísimo tiempo sin que lo notara. Tu compañía a mi lado, en la infinidad de viajes que hemos realizado en auto, fue mi seguro de vida. Reconozco que muchas veces me fastidiaban tus constantes advertencias y tus reclamos exaltados a manejar más lento; pero desde aquella ocasión comprendí que ellos me libraron de muchos posibles accidentes. ¡Muchas gracias por tu cuidado protector durante tantos años de servicio no reconocido! ¡Perdona mi inconsciencia y mis reacciones destempladas! Ahora lo entiendo y como habrás observado en los últimos tiempos, ya no me molestan tanto tus exhortaciones y amonestaciones, aún cuando sean reiteradas y dichas con esa impaciencia que a veces gana tu ánimo. Hace poco comprendí otra dimensión increíble de tu interés por mí, que cada vez que lo recuerdo me emoCONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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ciona hasta las lágrimas (te lo digo en serio). Fue un hecho que terminó siendo cómico, pero que en el fondo es enternecedor. Tiene que ver con tus temores por la inseguridad que domina en México ante tanta gente muerta por criminales a sueldo. Seguro que te acuerdas cuando aquella noche sentiste ruidos como de disparos y viste fogonazos en el patio, junto a nuestra recámara. No sé cómo hiciste para pegar ese salto prodigioso, sacarme de la cama y tirarme al piso en el baño. Fue una proeza increíble. Yo sentí que me levantaban en vilo y me llevaban por el aire hasta aterrizar en el suelo del baño, viéndote encima de mí en forma amparadora. Recuerdo que me dijiste que andaban matones a los balazos. Cuando escuché bien, descubrí que el ruido que parecía de metralla y los fogonazos, provenían del cortocircuito del transformador de la esquina. Efectivamente había muchos chispazos producidos por la electricidad chirriante del aparato. Al concluir los mismos todo quedó a oscuras y entonces entendiste que mi explicación era correcta. Terminamos a las risas por tu temor exagerado. Pero lo que nunca te agradecí fue tu gesto asombroso de amor protector. Toda ese acto audaz y heroico fue para defenderme de un posible intento de asesinato, y te echaste encima de mí para salvaguardarme con tu propio cuerpo. ¡Estabas salvando mi vida, cuando era yo quien debería protegerte! Mil gracias. ¡Eres increíble, aun mientras duermes!
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Son tantas las cosas que debería agradecerte y pedirte perdón por mi insensibilidad que todo el libro no me alcanzaría. Sólo quiero agradecerte profundamente por tu cariño, tu interés en mí y en todo lo que yo hago, el seguirme aun a lugares que sé que no son de tu agrado. También, muchas gracias, porque me has librado de ir a sitios que hubieran sido arriesgados y peligrosos, como cuando quise ir a estudiar a aquel país tan precario (¿te acuerdas?). Gracias por tu fe en Dios, tan intensa, sentida y sincera. Me ha ayudado mucho en mi propia experiencia religiosa. Me asombra cómo Dios te escucha y responde tus oraciones, tanto en cosas pequeñas (por ejemplo, cuando habíamos perdido los tickets de avión y después de orar el ángel te dijo dónde estaban) como en cosas grandes. Me acuerdo cuando aquel funcionario de inmigración de los Estados Unidos no te quería dejar pasar la frontera, poniéndonos en una situación desesperante. “Vamos a orar a Dios para que solucione este problema”, dijiste con esa convicción tan segura que te caracteriza. No lo podía creer cuando vino el jefe de la sección y te dijo: “Señora, puede pasar”. Eso fue un milagro increíble. Estoy seguro, que si finalmente llego a ir al cielo, te lo voy a deber en un noventa, sino en el ciento por ciento. Si no fuera por ti, yo ni estaría en la iglesia. Fueron tu fe, tus oraciones y tus palabras tan emotivas las que me trajeron a Dios. Nunca
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olvidaré cuando te confesé mis dudas y mi incredulidad, y me respondiste emocionada: “Mario, quiero entrar contigo en el Reino de los Cielos.” Eso me conmovió tanto que el castillo de dudas que había construido con tantas lecturas de filósofos ateos, se desmoronaron al instante. Así que, como puedes ver, este agradecimiento es una simple introducción insuficiente, del agradecimiento que tendré que seguir dándote en el cielo por toda la eternidad. Espero que no te canse.
Un beso de quien mucho te quiere,
Mario
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CAPÍTULO 2
EL ARTE DE AMAR MIMETISMO CONYUGAL “Dos que duermen sobre el mismo colchón acaban siendo de la misma condición”. Aforismo español
Una investigación ha demostrado la veracidad del refrán del epígrafe. Se trata de un estudio efectuado por Robert Zajonc, psicólogo de la Universidad de Michigan, Estados Unidos, quien presentó a distintos observadores fotografías de frente de hombres y mujeres, pidiéndoles que emparejaran cada varón con la mujer a la que más se pareciera. Veinticuatro fotografías correspondían a parejas de recién casados y otras veinticuatro a parejas retratadas 25 años después de casados. Los observadores pudieron descubrir las parejas de fotografías que correspondían a los matrimonios de 25 años de existencia en una proporción altamente significativa con relación a los matrimonios recién casados. Según la interpretación de Zajonc, eso fue posible porque los cónyuges tienden a
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imitar las expresiones del marido o de la esposa en una especie de fenómeno de entendimiento silencioso. Durante la vida en común se llega a compartir expresiones análogas que terminan por dar una configuración parecida a la cara. De acuerdo a la hipótesis de los psicólogos que han estudiado el tema, un matrimonio comparte a lo largo de 25 años numerosas experiencias alegres y tristes, que por un fenómeno de imitación gradual y en forma imperceptible imprimen su huella en los rasgos faciales hasta darle un aspecto parecido. El psicólogo sueco Olaf Dimberg, confirmó esta idea en un interesante experimento donde midió las tensiones de los músculos faciales cuando una persona miraba una fotografía de una cara con expresión de disgusto. Por medio de una serie de aparatos se encontró que los músculos del rostro del observador imitaban, en un grado invisible pero mensurable, los gestos de la persona de la fotografía. Se ha dado en llamar “mimetismo conyugal” a ese fenómeno de compenetración empática física, aludiendo al conocido mecanismo que tienen algunos animales, como el camaleón, para camuflarse y pasar inadvertidos, reproduciendo el color del lugar en que se encuentra. El propósito de estas reflexiones es mostrar que si este mecanismo de identificación física pudiera conseguirse también en el plano emocional y espiritual, en una forma positiva y mutuamente satisfactoria, descubriríamos la naturaleCONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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za última del amor conyugal y la razón básica que daría consistencia a los matrimonios para que no fracasen y puedan cumplir con el mentado ideal —cada día más lejano— “hasta que la muerte nos separe”. De acuerdo, con el psiquiatra español Enrique Rojas, padecemos una suerte de “analfabetismo sentimental” que nos incapacita para el uso adecuado de nuestras emociones. La educación se ha ocupado casi exclusivamente de lo intelectual y la razón abstracta, desdeñando lo concerniente a la vida afectiva. Por eso fracasan las parejas, debido a la ignorancia para entender las leyes que rigen los sentimientos, especialmente aquellas relacionadas con el trato interpersonal. El remedio que propone Rojas es cultivar el “amor inteligente”. En su obra —que lleva precisamente ese nombre—, convertida en best seller, propone una serie de pautas, consejos y reglas destinadas a lograr la convivencia armoniosa y alcanzar el mimetismo en el sentir y en hacer de la pareja. ¿Cuáles son esas normas de compenetración conyugal? Son las conocidas desde siempre, pero igualmente difícil de practicarlas. La necesidad de fomentar lo positivo, utilizar palabras amables, poner buena cara, tratar a la pareja de forma casi excepcional, ser diplomático con ella o con él, elogiar al cónyuge y admirarlo, con alguna frecuencia en público, ser espontáneo, natural, desarrollar la ternura en el trato y mantenerse siempre enamorado. ¿Cómo puede hacerse eso posible? MARIO PEREYRA
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Aceptación y estímulo El Dr.Robert Lauer y su equipo de la U.S. International University de San Diego, California, estudiaron a 351 parejas que llevaban por lo menos 15 años de casadas. Descubrieron que una de las características de la mayoría de los matrimonios felices era la capacidad de reconocer y fomentar las cualidades ocultas del cónyuge. Es decir, darse cuenta de las cosas que gustan e interesan al otro para brindárselas o favorecerlas, lo que podríamos llamar el arte de estimularse mutuamente a mejorar y crecer. Colaborar para que nuestro cónyuge se supere no es lo mismo que tratar de cambiarlo. Cuando uno intenta cambiar al otro, inevitablemente ejerce presión, manipula y promueve una lucha de poder por someter. Se quiere imponer el criterio de perfección propio, cómo debe actuar el cónyuge, corregirlo si lo hace mal, provocando un estado de descontento y malestar continuo. Es absolutamente distinto el hecho de aceptar al otro tal cual es y alentarlo a descubrir por sí mismo sus dones y condiciones que quiera desarrollar. Procurar que el otro llegue a ser todo lo que puede ser. En cierta ocasión me invitaron a dictar una serie de conferencias en Miami y tomar algunas horas para el aconsejamiento matrimonial. Entre quienes atendí estaba una pareja joven. Después de ocho años de matrimonio feliz y dos hijos, descubrieron que no podían vivir juntos. CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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Los últimos seis meses los pasaron separados. Me resultó muy curioso cuando ambos reconocieron virtudes excelentes en el otro y lamentaron profundamente la separación, viviéndolo con dolor, como una desgracia. Si había tantas cosas que los unían, ¿por qué estaban separados? Después de dos consultas pude esclarecer varios desacuerdos. El esposo finalmente me confesó la razón principal de la discordia. Su rostro airado daba evidencia de un gran disgusto. Contó lo siguiente: “Juzgue usted, doctor. Durante ocho años de convivencia me cansé de decirle a esta mujer (señalando a la esposa) que no me lavara mi ropa. A mí me gusta tener la ropa bien planchada, doblada, ubicada en su lugar en el closet. Ella lava toda la ropa junta y la deja entreverada, sin doblarla, en un recipiente. Eso me pone frenético. Ver mis camisas hechas un nudo con sus polleras y la ropa de los chicos no lo soporto. Le he pedido de mil maneras, que al sacarla del secarropa, la doble y me la deje separada, incluso le pedí que no lave mi ropa, que yo lo haría, así la ordeno a mi gusto. Pero nunca conseguí que me hiciera caso. No entiende, no me explico cómo alguien tan inteligente como ella no pueda entender algo tan simple. ¿Cómo cree usted que pueda vivir con una mujer así?” Me quedé sorprendido mirándolo. No podía creer que un matrimonio promisorio, de personas cultas, de profesionales exitosos y sensatos, con dos hijos chicos, que decían quererse y valorarse, estuviesen separados por esa MARIO PEREYRA
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tontería. Le pregunté: — ¿Durante ocho años estuvo diciéndole que no lave su ropa junto a la de ella? —Sí, doctor— respondió con énfasis. — ¿Y siempre fracasó? — Sí, doctor. — ¿Y aún así continuó insistiendo en el fracaso durante todos estos años? — Sí, volvió a responder sin tanto entusiasmo. — No puedo creerlo — Sí, es increíble, ¿no es cierto? Él pensaba que estaba reconociendo la insensatez de la señora, pero yo no me refería a ella sino a él. — No, es su actitud lo que no entiendo — ¿Por qué? preguntó intrigado. — Porque si a usted le produce tanto fastidio este asunto, ¿por qué estuvo insistiendo tanto tiempo si no funcionaba? Si se dio cuenta que no lograba cambiarla, ¿por qué persistió? Es como dar un puntapié descalzo a un clavo con el propósito de doblarlo. Es usted quien se daña. CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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Me miraba con los ojos bien abiertos, sorprendido, como quien escucha una revelación insólita. Continué. — Siempre hay cosas que podemos cambiar y otras que no podemos hacerlo, ¿qué hacer? Pues, aceptar al otro como es. Si ella tiene tantas virtudes ¿por qué no tolerar un defecto? Y si no pudiera hacerlo, mande su ropa al lavadero. Quedó mirándome un rato en silencio, como si estuviera ante un prodigio, hasta que contesto: — Nunca lo había pensado de esa forma. Desde ese momento cambió totalmente su actitud. A la próxima entrevista parecían novios. Me comunicaron que habían solucionado el problema de la ropa y del matrimonio. Habían acordado mandar la ropa al lavadero y el esposo había decidido volver al hogar. Estaban de fiesta. Indudablemente, la reconciliación es una experiencia maravillosa que recupera la alegría de vivir y descubre el arte de la convivencia.
El arte de amar Vivimos la hora del desencanto. Después de la caída del muro de Berlín, el derrumbe del marxismo, el fin de las utopías y de todas las ideologías hay un vacío flotando por doquier. Hoy se ha perdido la fe. Las creencias es-
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tán en crisis. La desconfianza y la sospecha ensombrecen la cotidianidad. La incertidumbre gana espacio. El matrimonio no es ajeno a este panorama. Muchas veces un signo de duda pende sobre la fidelidad y el amor del cónyuge. ¿Cómo salvaguardar la pareja del recelo erosivo y destructivo? ¿Qué hacer para recuperar la fe en el otro? ¿Cómo puede un matrimonio sobrevivir a la decepción? Entre la fugacidad de la dicha y la continuidad del desencanto, ¿se puede eliminar toda disonancia? Sí, se puede, la respuesta es el amor, la eterna fórmula del amor. Pero, ¿qué es el amor?, ¿cómo desarrollar el arte de amar? Amar no es ir a refugiarse en casa de mamá o papá cuando surgen las dificultades sino buscar juntos la solución. Amar no es comparar con quien realmente sabe hacer las cosas, sino callar y decir: “No importa querido o querida, ya saldrá mejor”. Amar es ir juntos al ginecólogo y tranquilizar al cónyuge que teme la aparición del hijo; es ayudarse mutuamente a asumir el rol de padre o madre y todos los demás roles. Amar es planear juntos, no imponer sino elegir de común acuerdo, es satisfacer los antojos (no todos, por cierto), acompañar en el parto, levantarse de noche a pasear el bebé para que el cónyuge descanse, cambiar los pañales sucios, colaborar con las tareas del hogar, jugar con los hijos. Amar no es desaparecer a la hora de los compromisos, sino ser responsable, tener una actitud de cuidado y apoCONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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yo permanente. Amar es dejar de decir “yo” y aprender a decir “nosotros”. Amar de verdad significa, “te respetaré como persona”. Implica lealtad, valoración y reconocimiento de la individualidad del cónyuge. Esta idea de unidad y aceptación de las diferencias en el matrimonio, la expresa bellamente una poesía de Khalil Gibrán, que recita estas palabras: Nacisteis juntos y juntos permaneceréis para siempre. Estaréis juntos cuando las alas blancas de la muerte esparzan vuestros días. Sí; estaréis juntos aun en la memoria silenciosa de Dios. Pero dejad que haya espacios en vuestra unión, y dejad que los vientos dancen entre vosotros. Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una cadena; que sea, mejor un mar moviéndose entre las orillas de vuestras almas. Llenaos uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una misma copa. Compartid vuestro pan, pero, no comáis del mismo trozo. Cantad y bailad juntos, y estad felices, pero que cada uno de vosotros sea independiente. Las cuerdas de un laúd, están solas, aunque palpiten con la misma música. Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo tenga, porque únicamente la mano de la Vida puede contener los corazones. Y estad juntos, pero no demasiado juntos. Porque los pilares del templo están separados. Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés, ni el ciprés bajo la del roble. MARIO PEREYRA
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Se dice que a los veinte años todo se ve brillar esplendorosamente bajo los cálidos rayos del sol. A los treinta empieza a aparecer la luna y luego deviene la hora del desencanto. Es un hecho irrefutable que la vida matrimonial y familiar es una escuela, quizás la más importante, donde nos desarrollamos, crecemos, maduramos y realizamos el aprendizaje del arte de las relaciones humanos, en su forma más ardua, el arte de amar. Aprenderlo, ejercitarlo cada día y cada noche, mantenerlo siempre fresco y lozano, he ahí el secreto del éxito conyugal.
Conjuro Sioux Cuenta una vieja leyenda de los indios Sioux, que una vez llegaron hasta la tienda del viejo brujo de la tribu, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Azul, la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu. — Nos amamos —empezó el joven. — Y nos vamos a casar —dijo ella. — Y nos queremos tanto que tenemos miedo, queremos un hechizo, un conjuro, o un talismán, algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos, que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar la muerte. CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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— Por favor —repitieron—, ¿hay algo que podamos hacer? El viejo los miró y se emocionó al verlos tan jóvenes, tan enamorados y tan anhelantes esperando su palabra. — Hay algo.... —dijo el viejo— pero no sé, es una tarea muy difícil y sacrificada. — Nube Azul... —dijo el brujo— ¿ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos. Deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de luna llena. ¿Comprendiste? — Y tú, Toro Bravo —siguió el brujo—, deberás escalar la montaña del trueno, cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas las águilas, y solamente con tus manos y una red, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mí, viva, el mismo día en que vendrá Nube Azul. ¡Salgan ahora! Los jóvenes se abrazaron con ternura y luego partieron a cumplir la misión encomendada... ella hacia el norte y él hacia el sur. El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con las bolsas que contenían las aves solicitadas.
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El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas. Eran verdaderamente hermosos ejemplares. — Y, ahora, ¿qué haremos? —preguntó el joven— ¿los mataremos y beberemos el honor de su sangre? — No, —dijo el viejo. — ¿Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne? —propuso la joven. — No —repitió el viejo—. Harán lo que les digo: tomen las aves y átenlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero. Cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres. El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros. El águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero sólo consiguieron revolcarse por el piso. Unos minutos después, irritados por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta lastimarse. —Este es el conjuro. Jamás olviden lo que han visto. Son ustedes como un águila y un halcón. Si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose. Sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse el uno al otro. Si quieren que el amor entre ustedes perdure... ¡Vuelen juntos!, pero jamás atados”. CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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CAPÍTULO 3
EL SECRETO ENCANTO DEL AMOR “Adentrando en la niebla” “Vuestro amor sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros; con un celo sin negligencia; con espíritu fervoroso... con la alegría de la esperanza...” San Pablo (Rom.12:9 12)
¿Como evitar las desdichas monogámicas? ¿Sólo es posible alcanzar la aleación de cuerpo y alma más que en ráfagas fugaces? ¿Hay alguna clave que permita preservar las alianzas matrimoniales sin que el tiempo las dañe? Quizás una respuesta posible pueda extraerse de un espléndido poema escrito por Mario Benedetti que lleva como título: “La culpa es de uno”. Describe el drama de un hombre que sufre la pérdida de su amor. En primera persona, narra la vivencia atroz de padecer “una hecatombe de esperanzas”, a partir de la decisión de su amante de ponerle fin a la relación, considerado como “una manera MARIO PEREYRA
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tierna y a la vez implacable de desahuciar mi amor”. El protagonista está meditando en “sus lóbregos cuarteles de invierno, con los ojos bien secos, por si acaso”, recordando las palabras de despedida, envuelto “en nostalgia”, mirando “como te vas adentrando en la niebla”. ¿Qué pasó en el último encuentro? No lo dice explícitamente, pero fue cuando se concretó la separación y se hizo evidente el fracaso. El protagonista tenía muchas ilusiones depositadas en el futuro de la relación (“hasta aquí había hecho y rehecho mis trayectos contigo, hasta aquí había apostado a inventar la verdad”), por eso fue terrible cuando conoció el “pronóstico” fatídico, de ser dejado en “los suburbios de tu vida posible”. Entonces, en la soledad de su desgracia, mirándose al espejo, descubre que él es el único culpable. Confiesa: “Creo que tenés razón, la culpa es de uno cuando no enamora y no de los pretextos, ni del tiempo”. Esa fue la causa principal de la ruptura, su incapacidad para despertar amor y trasmitir la certidumbre de estar frente al ser de la vida. Cuando se enamora siente que no hay otro, que nadie más que el ser amado puede proporcionar la felicidad. “La culpa es de uno” cuando no se consigue germinar el apego apasionado, la exaltación anímica y física, cuando no se logra despertar la esperanza de la dicha compartida. La parte más trágica del poema es el final, cuando “todas mis intuiciones se asomaron” para descubrir, “un deCONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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rrumbe de algún modo previsto”. ¿Por qué? ¿Si sabía que la relación estaba destinada al fracaso, por qué solamente intentó “forzar la realidad”, “inventando” otra verdad, en lugar de ejercer el auténtico arte de amar? Si en su fuero íntimo sabía que su incapacidad para enamorar era la razón que llevaría al fracaso, no intentó alguna otra cosa que cambiara el desenlace final. Hay que pensar, que en última instancia, fue su pesimismo el que lo hundió en el ruina; fue su desesperanza lo que impuso inexorablemente el destino adverso, la ineptitud para construir un nuevo futuro iluminado por la fuerza de la esperanza. Por eso sucumbió en el abismo de la soledad, quedando condenado a escuchar el eco repetido de su desgracia, frente al espejo de su cobardía.
El virus de la desesperanza El apóstol Pablo enseña —en el texto que aparece encabezando el capítulo—, que el amor debe ser “sin fingimiento”, es decir, sin sospechas, ni vaciado de contenidos. Ahora, pues, ¿con qué llenarlo? El Apóstol prescribe una serie de componentes esenciales. Ellos son la cordialidad, la actitud cálida y condescendiente; debe sobrestimar las excelencias del ser amado no las propias, manifestando una entrega total, “sin negligencias”, con un ánimo ferviente. Pero hay otro rasgo, quizás el más importante, el amor debe contener la “alegría de la esperanza”. En el célebre himno al amor de la primera carta a los Corintios, MARIO PEREYRA
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capítulo 13, Pablo enfatiza que “el amor... todo lo espera” (vers. 7). Así, pues el amor debe estar imbuido o impregnado totalmente de esperanza. Pero, ¿qué significa esperar con alegría? ¿Qué tipo de espera es esa cuando la esperanza acerca del ser amado es jubilosa o exulta de contento? Para ilustrarlo, vemos un caso por contraste. Norma, una señora de 33 años, internada en tratamiento psicológico, lloraba, al confesar su decepción con el marido: “Me dejó sola; cuando más necesitaba de él, no estuvo. No estuvo al nacer mis hijos y ahora que me enfermé, tampoco está; me internó en el hospital y se fue”. Ella esperaba la compañía del esposo en esas circunstancias crítica en que se encontraba, anhelaba oír su palabra de afecto y consuelo, pero sus expectativas se frustraron por su ausencia. Le pregunté si era apropiado esperar eso del esposo. “¿Será que está capacitado para ayudarla en su angustia?” Conozco ese hombre sencillo, trabajador incansable, que jamás le había dejado faltar nada, pero a quien las tristezas y aflicciones lo paralizan, no sabiendo otra cosa que salir corriendo. Es forzoso diferenciar la esperanza de la ilusión o la utopía. Se nos pide que pongamos esperanza en el amor no fantasías irrealizables. La esperanza es realista, espera y cree en lo posible, no en lo quimérico. Entendemos que el texto paulino indica que debemos esperar del otro todo lo que pueda dar, lo mejor de sí, lo que surge con alegría no en forma forzada, que escapa a sus posibilidades. CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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En muchas parejas se percibe una suerte de resignación, donde el amor aparece congelado por actitudes frías y rutinarias, donde se ha apagado la pasión y la esperanza. Cuando no se espera nada del otro, el amor muere fatalmente. Aparece ese desolado paisaje de pérdida de la fe en las construcciones del futuro, donde sólo perviven las huellas gastadas del pasado. Esas parejas que carecen de la “alegría de la esperanza” son seres obligados a transitar por la marchita geografía de la convivencia en una atmósfera de esfuerzo y, quizás, de doloroso suplicio. Podrían incluirse dentro de aquella sombría declaración de Borges: “no nos une el amor sino el espanto”. Matrimonios que padecen del síndrome de inmunodeficiencia conyugal, víctimas del virus letal de la desesperanza.
La esencia del amor Cuando estalla la magia del amor con sus dulces arrebatos emocionales, se experimenta el encanto de las excelencias del ser amado y el corazón se llena de entusiastas ilusiones, más que de una esperanza auténtica. En ese momento se espera todo del otro. El futuro aparece iluminado por un optimismo exacerbado. En esa etapa, estremecida por las oleadas de la pasión, domina la ficción idealista, los espejismos del ensueño y la fantasía en una quimera erigida por la imagen soñada del ser amado. A esto se llama “enamoramiento”. Por lo general, se mantiene durante el noviazgo y la “luna de miel”, después suele MARIO PEREYRA
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sobrevenir la “luna de hiel”. Es la hora de la desilusión (a veces, sobreviene después de varios años de matrimonio), cuando la clarividencia de la dura realidad resquebraja los sueños románticos. En los casos en que el amor persiste más allá del desencanto, es frecuente encontrar que se mantiene el apasionado apego a la imagen del amor idealizado. Entonces se somete al cónyuge al acoso permanente para forzarlo a desempeñar ese modelo de fantasías; se espera que lo cumpla en todo, que se ajuste plenamente a él. “Tienes que adelgazar, te estás poniendo gordo(a)”, “vístete mejor”, “no hagas eso”, “quiero que seas más ordenado(a)” y otras exigencias por el estilo. Es la dictadura del ideal conyugal, una suerte de servicio militar obligatorio que impone el aprendizaje del ideal del otro, la lucha por conservar la ilusión. Esta es una etapa de prueba y desgaste del matrimonio. Inevitablemente suceden las crisis. Muchas parejas sucumben en ella y se separan. Es el fracaso de no poder responder a lo esperado del amor romántico. Si el amor sobrevive a esa difícil prueba, entonces, puede aparecer la auténtica esperanza. ¿En que consiste? En abandonar el ideal del amor y aceptar la realidad de la persona amada. En renunciar al terrorismo conyugal, aceptando la libertad de conciencia, no exigiendo nada, respetando la personalidad de la pareja. Cuando se reconoce al otro en su forma de ser y de querer, se abre la CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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posibilidad de experimentar la alegría de la esperanza. Consiste en esperar todo lo que el otro realmente puede dar, sin exigirlo, asumiendo una actitud comprensiva, de confianza, creyendo en sus virtudes, estimulando las excelencias de su carácter y expresando continuamente el amor en el mejor de los lenguajes posibles. Erich Fromm, en su famosa obra El arte de Amar, definió el amor maduro como la actitud de dar más que de recibir. No es dar cosas meramente sino darse a sí mismo. Dar aquello que uno tiene de vivo, las alegrías y tristezas, los intereses y todas las expresiones de aquello que palpitan en uno. Este tipo de amor que da, no para recibir sino por el acto mismo de dar, según Fromm, tiene cuatro componentes básicos. Ellos son: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento. Cuidado es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de quien amamos. La responsabilidad es la capacidad de responder, el deber de estar a disposición del amor. Respeto es reconocer al otro en la realidad de su persona no en función de mis deseos. Por último, el conocimiento es un saber del interior del otro, un responder sin que haya un pedido sino porque se conoce sus necesidades. Pero a esta lista le falta otro componente, como hemos visto, la esperanza. El amor no consiste solamente en conocer y reconocer a la pareja, valorarla, cuidarla y respetarla, también implica verla en todas sus posibilidades futuras, no como es sino como podría llegar a ser en la medida que crezca como persona, en todos sus valores humanos y espirituales. MARIO PEREYRA
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Elena de White, describe con notable claridad cómo Jesús veía a la gente. El ejemplo del gran Maestro cristiano de todos los tiempos, puede constituirse en modelo de aplicación matrimonial, con respecto a la actitud de esperanza que debería dominar en el hogar. Jesús, en cada ser humano, “percibía posibilidades infinitas. Veía a los hombres según podrían ser transformados por su gracia... Al mirarlos con esperanza, inspiraba esperanza. Al saludarlos con confianza, inspiraba confianza. Al revelar en sí mismo el verdadero ideal del hombre, despertaba el deseo y la fe de obtenerlo. En su presencia, las almas despreciadas y caídas se percataban de que aún eran seres humanos, y anhelaban demostrar que eran dignas de su consideración. En más de un corazón que parecía muerto a todas las cosas santas, se despertaron nuevos impulsos. A más de un desesperado se presentó la posibilidad de una nueva vida” (1978, 80). Este ejemplo y modelo es la mejor definición del amor, la expresión tangible de la “alegría de la esperanza” operando en el vínculo de las relaciones humanas, particularmente en el ámbito de la intimidad de la vida matrimonial.
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CAPÍTULO 4
ETAPAS Y ESTILOS CONYUGALES El amor en tiempos de divorcio “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy” 1 Corintios 13:1-2
Se ha roto la postal del amor. La foto de la felicidad que retrataba la pareja abrazada, con una amplia sonrisa de ilusiones, duerme amarillenta en algún álbum empolvado del desván. El sueño del hogar feliz hoy es, para muchos, la pesadilla de padres separados y de hijos que sufren el abandono o el maltrato. La familia tradicional, constituida por el padre, la madre y los hijos, está siendo sustituida por la familia “monoparental” —madre o padre MARIO PEREYRA
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solos con sus hijos—; la familia “ensamblada” —la de “los tuyos, los míos y los nuestros”, pareja con hijos de matrimonios anteriores—; la familia “extendida” —quienes viven con parientes u otros integrantes—; la pareja con “cama afuera” —cada uno pernocta en su casa—; los “desacompañados” o solos, y otras fórmulas de asociaciones exóticas y a veces perversas, como las “parejas de tres”, de gays y de lesbianas. La crisis que vivimos es colosal y desestabilizadora. Pero lo abrumador no es que estemos en crisis, porque hace mucho que vivimos en este estado de cosas, lo nuevo es el tamaño de la crisis. Nunca nuestra sociedad ha vivido una crisis como la actual. Jamás el dulce hogar de antaño ha pasado por un proceso de disolución de tanta envergadura, que para peor, aparece con la siniestra sensación de algo irreversible. Hace mucho tiempo existían las familias ampliadas, integradas por los parientes que se reunían y compartían frecuentes encuentros llenos de algarabía y risa. Luego el matrimonio y sus hijos impusieron la modalidad “cápsula” o “nuclear”, abandonándose aquellas apoteóticas jornadas de la parentela para ocuparse exclusivamente cada cual en su cónyuge e hijos. Hoy, este proceso de disgregación alcanzó el matrimonio, haciendo que los padres funcionen en los turnos indicados por el juez, en el rincón infantil de una plaza, del shopping o un cine.
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Vivimos tiempos de cambio. Ha desaparecido la figura del tío, convertido en un mito del pasado, igual que el padrino o la madrina. También el abuelo o la “nona”, que antes vivían en casa, en el centro de las reuniones familiares de los domingos, ahora hay que visitarlos en el geriátrico. Las nuevas figuras del escenario familiar actual son el “tercero”, el “novio” de mamá o la “novia” de papá, el novio-esposo o la novia-esposa del hijo adolescente, que frecuentemente pasa la noche en casa, el padre ausente o el “esposo de fin de semana”. Prevalece el sistema de amor-negociación, es decir, la relación de pareja como algo transaccional y de conveniencia. En este contexto, las escenas que se despliegan suelen exhibir espectáculos dramáticos y novelescos, cuando no trágicos, como el maltrato, los abusos, el incesto y la violencia. Otros permanecen enzarzados en pleitos y disputas, alimentando odios y resentimientos por años. El hogar, cada vez más, dejó de ser aquel refugio idílico, placentero, el espacio íntimo de tregua y refrigerio. En muchos casos es un buen hotel. Cada vez son menos los que cumplen las funciones para la cual Dios destinó al hogar. En síntesis, las sombras de la crisis están apagando las risas y alegrías del firmamento familiar. Los románticos días del amor y de la dicha compartida ha devenido en desencanto y frustración.
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Las estadísticas proclaman elocuentemente los signos del deterioro. Informan que cada vez la gente se casa menos, se divorcia más y tiene menos hijos. Además, es más probable nacer de una relación extramatrimonial que en el seno de un hogar bien constituido que espera al niño. Las evidencias de la desorganización familiar son sólidas y preocupantes. Por ejemplo, en Estados Unidos los índices de divorcio durante la década del 80 oscilaban en torno al 50%, es decir, fracasaban la mitad de los matrimonios. En cambio, durante los años de esta década la información establece que se divorcian el 67% de los que se casan, esto es, casi dos de cada tres matrimonios. Con posterioridad a 1990, el número anual de matrimonios y de nacimientos aceleró bruscamente su caída. La progresión del porcentaje de los hijos extramatrimoniales ha aumentado sensiblemente en los últimos años. Otro dato significativo indica que las uniones consensuales han aumentado su tendencia ascendente. Según los especialistas las causas principales de los trastornos familiares son los problemas económicos, la desocupación, la salida de la mujer del hogar y la falta de inserción laboral estable. Esto conduce a posponer la formación de uniones legales (más difíciles de romper) y la llegada de los hijos. A nuestro criterio este proceso de desestructuración obedece a razones más profundas que una cuestión económica o laboral. Denuncia una crisis de valores. Son responsables la actitud hedonista, autocomCONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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placiente, egoísta, la falta de solidaridad y altruismo, la superficialidad o actitud light y especialmente, la pérdida de la fe, el haber olvidado de mirar hacia el cielo, lo trascendente o los valores eternos. Sin embargo, más que explicaciones necesitamos soluciones, más que buenos diagnósticos lo importante son los buenos tratamientos. Por eso hay que preguntarse, ¿cómo recuperar lo recuperable? ¿Cómo alcanzar un hogar sin sombras? Un medio es conocer los procesos de la vida conyugal y familiar, entender que la existencia transita por etapas y estilos determinados; eso nos permitirá comprender y optimizar nuestro funcionamiento, de acuerdo al rol que desempeñemos en la familia. Estudiaremos estos desarrollos y transformaciones que vivimos a lo largo del ciclo vital de la familia.
¿En qué etapa de la vida matrimonial se encuentra? Las etapas son fases predecibles y necesarias en el proceso normal del desarrollo que involucran componentes físicos, emocionales, relacionales y espirituales. Un ejemplo de ellas son los niveles de maduración que atraviesa el niño, desde su nacimiento hasta la edad adulta. En forma similar, el matrimonio avanza normalmente de etapa en etapa en su desarrollo, de acuerdo al número de años que lleva desde su inicio. La importancia de estudiar las etapas se debe a que éstas son indicadoras de crecimiento y permiten evaluar una pareja, en un moMARIO PEREYRA
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mento determinado. Por ejemplo, un niño de cinco años debe tener todas las características correspondientes a su edad, si un niño específico le faltara algunas de esas características, tendría un déficit (v.gr., que todavía no haya aprendido a hablar) que requerirá un tratamiento para superarlo. Lo mismo ocurre con las etapas del matrimonio, ellas nos informan si la pareja está creciendo o ha quedado estancada en su maduración. Si el matrimonio no crece, como ocurre con cualquier organismo vivo, está mostrando alguna perturbación o está en proceso de enfermarse. Como decíamos, cada vez son más los matrimonios que fracasan en completar el ciclo completo, y fallan en lograr superar las dificultades que encuentran en cada etapa que tienen que atravesar. Entonces, ¿cuáles son las etapas que transitan los matrimonios a lo largo de la vida? ¿Qué tipos de problemas aparecen en cada una de ellas? Aunque no hay pleno acuerdo entre los expertos de cuáles son las etapas y sus respectivas dificultades, consideramos los planteamientos de los doctores Minirth, Newman y Hemfelt (1994) son los que tienen bases más sólidas y resultan más instructivos. Ellos sugieren la existencia de cinco etapas, con sus problemas y desafíos. En forma sintética, las mismas son las siguientes: Primera etapa. Se denomina Amor joven. Comprende
los primeros dos años de vida matrimonial. La tarea prinCONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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cipal de esta etapa es lograr el acople o la unidad entre los dos miembros de la pareja, que son independientes y diferentes. Es necesario dejar atrás los patrones familiares de origen, construir nuevas ideas y comportamientos, determinar quién manda y cómo hacer para sobreponerse a la tendencia de luchar por el control e imponerse. Hay que decidir en forma realista y responsable entre las diferentes opciones, edificar la unión sexual y lograr un compromiso de unidad de propósito y de acción, para crecer en todos los aspectos, como pareja y como individuos. Segunda etapa. Es la del Amor realista. Va del terce-
ro al décimo años. Los desafíos son “persistir en el amor aunque la realidad golpee”, “reconocer los contratos ocultos” (v.gr., expectativas, mensajes, conductas e ideas que cada uno tiene con respecto al otro, no siempre conscientes) que maneja el matrimonio, para crear nuevos acuerdos. Es la etapa cuando frecuentemente aparecen los hijos, donde hay que desarrollar la paternidad y reforzar la pareja para que pueda soportar la prueba de mantener la unidad del vínculo y acordar los criterios educativos y su aplicación. Tercera etapa. Va desde el decimoprimero al vigésimo
quinto años y es distinguida como Amor confortable. Aquí la cuestión es saber mantener la individualidad propia y una interdependencia saludable, sin caer en dependencias o independencias exageradas. Suelen aparecer MARIO PEREYRA
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los desencantos producidos por la ilusión del sexo y del compañero perfecto. Muchas veces surgen los adulterios, que exigen un adecuado tratamiento, y la práctica del verdadero perdón. Es un período de crisis y cambios, donde hay que aceptar las pérdidas inevitables (por ejemplo, la pérdida de la juventud, de la buena salud, de los sueños financieros, de los padres, etc.) y lidiar con los hijos adolescentes para ayudarlos a conseguir la autonomía. El matrimonio debe aprender a trabajar como equipo y adquirir nuevas formas de satisfacción mutua en compañerismo y en intimidad. Cuarta etapa. Es la del Amor renovado. Va desde el vigésimo sexto al trigésimo quinto años. Es la etapa que atraviesa por el “nido vacío” (cuando se van los hijos), la menopausia y la andropausia, la jubilación, los efectos negativos de los cambios psicofísicos y se sufren pérdidas importantes (por ejemplo, de los padres, amigos, finanzas y otras). Todavía persiste la amenaza de la infidelidad. Por lo tanto, hay que combatir las crisis generadas por todos estos factores. Según los autores, la tarea principal del matrimonio en esta etapa es la renovación de la intimidad, el compañerismo y la unidad. Quinta etapa. Es la del Amor trascendente. Del trigésimo sexto año en adelante. Es cuando hay que aprender a vivir como jubilado, lo cual no significa pasividad. Al contrario, es importantísimo la actividad física e inteCONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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lectual, mantener una red de relaciones amplia y hacer nuevos planes de vida. Como dice el dicho, “tiburón que se duerme se lo lleva la corriente”. La pareja debe continuar renovando su amor e intimidad. Sin embargo, la tarea principal para la etapa es desarrollar una “perspectiva trascendente” de vida, que les permita crecer espiritualmente y enfrentar la muerte como una culminación de la vida y un paso hacia la eternidad. Seguramente, esta descripción no abarca todos los aspectos de la compleja e inmensa variedad de la vida conyugal, pero es importante para que cada uno pueda evaluarse en si ha completado exitosamente las etapas del matrimonio. Para los especialistas, la raíz del desastre es cuando se atasca en una etapa y no se avanza. En esos casos hay que investigar las razones y luchar por superarlas. El hogar puede llegar a ser un “pedazo de cielo en la tierra”, pero es necesario trabajar diligentemente para disfrutar los frutos de un matrimonio maduro y realizado.
Estilos de relación conyugal Todas las parejas adoptan una manera característica de relacionarse con el otro, una modalidad principal que constituye su “impronta personal”, durante cualquier etapa del ciclo matrimonial, aunque puede variar en situaciones especiales. La calidad de la interacción marital MARIO PEREYRA
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dependerá de esta modalidad peculiar de la pareja; ella establece una relación única, determinada por su contrato interaccional, ya sea explícito o tácito. Según Clifford Sager (1977), hay siete modos principales de reaccionar ante el compañero, los que denominó “perfiles de conducta”. Cada uno de estos tipos de cónyuge representa una modalidad de relación con amplias características generales. No son categorías rígidas; la mayoría de las personas manifiestan rasgos correspondientes a diferentes perfiles, o pueden pasar de uno a otro en un mismo día. Personalmente, al aconsejar a parejas, procuro descubrir cual es el perfil que utilizan con mayor frecuencia en sus interacciones decisivas, el que mejor refleja el estilo y la calidad de la relación. Resulta muy útil para identificar los patrones disfuncionales con los cuales están operando. Toda pareja constituye un sistema dotado de sus propias reglas, convenciones, costumbres, prohibiciones, obligaciones y maneras de hacer o no hacer las cosas, las cuales pueden coincidir o no con las creencias personales de uno o ambos esposos, o con su forma de actuar con otras personas. Conforman un sistema determinado, por la suma de la herencia y de las experiencias vitales de cada uno, independiente y distinto de otras díadas, que es como las impresiones digitales de cada persona.
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Al considerar los siete patrones de Seger, hay que tener presente tres puntos importantes. Primero: ellos no comprenden todos los tipos posibles, sino aquellos más comunes y generales. Segundo: el individuo puede elegir pareja guiándose por su percepción de pertenecer a un tipo determinado, aunque no es igual para todos. Tercero: uno y otro cónyuge pueden comportarse (repentina o gradualmente) en forma distinta a la típica de la relación, ya que las experiencias y las circunstancias pueden alterar la dinámica individual y la del sistema marital. Cada uno de los perfiles aquí descritos tipifican casos normales o con algún grado leve o moderado de patología, lo que podría rotularse como “patología diádica interaccional de la vida cotidiana”. Cada perfil se define, en parte, de acuerdo con un tipo conyugal complementario, lo cual esclarece las dimensiones de la interacción y la índole del tipo de esposo. Los siete perfiles, que exponemos son: el cónyuge igualitario, el romántico, el parental, el infantil, el racional, el camarada y el paralelo. Cónyuge igualitario La persona que interactúa como cónyuge igualitario busca una relación basada en la nivelación de ambos esposos, la desee o no su compañero. Espera que los dos tendrán los mismos derechos, privilegios y obligaciones, aunque no haya ninguna cláusula cubierta o encubierta. MARIO PEREYRA
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Espera que él y ella serán personas completas por derecho propio, autónomas en sus trabajos y amistades, pero sensibles a las necesidades del compañero y emocionalmente interdependientes. En consecuencia, cada cual respetará la individualidad del otro, incluyendo sus debilidades y falencias. Frederick S. Perls buscó resumir esta relación, tenida por “ideal” en la década de 1960, escribiendo el siguiente poema: Yo hago lo mío y tú lo tuyo. No estoy en este mundo para vivir según tus expectativas, ni tú lo estás para vivir según las mías. tú eres tú y yo soy yo. Y si, por casualidad, nos encontramos el uno al otro, eso es hermoso.
Cuando leí por primera vez estos versos me parecieron convincentes, pero poco a poco me di cuenta del individualismo atroz que encierran. No hay ninguna alusión a “lo nuestro”, no trasmite ninguna noción de compromiso ni proyecto común futuro por el cual luchar, ninguna voluntad para tratar de mantener vivo el matrimonio. El cónyuge igualitario debe ser razonablemente capaz de aceptar y tolerar una relación de paridad madura, no rivalizar demasiado con el compañero, y comprender y respetar las diferencias.
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Cónyuge romántico El elemento excitante y multiforme del amor adquiere una importancia suprema para este tipo de estilo. Como cree que sólo puede ser feliz y funcionar en forma óptima relacionándose con otro romántico, se vuelve vulnerable cuando su cónyuge se niega a desempeñar ese papel, e insiste en tratar de hacer de él un romántico. La romántica dice que su esposo “no es sensible, amante, etc.” y el otro protesta porque “vive aferrándose a mí y planteándome exigencias, ya que siempre quiere estar conmigo, siempre quiere poner a prueba mi amor”. El cónyuge romántico sobrevalora mucho a su compañero y se siente incompleto sin él, por eso, tiende a ser muy celoso y a proteger excesivamente la relación. Suelen ser muy posesivos y dominantes, aunque parezcan sumisos. Los románticos tienden a dar gran importancia a los símbolos sentimentales, posiblemente como un método para materializar su exclusividad y aferrarse a la pasión de los primeros tiempos, o buscar recuperarla. Por eso dan enorme repercusión a los aniversarios (la fecha de su primer encuentro, su primer beso o su primera relación sexual), así como a compartir canciones que encierran un significado especial para ellos.
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Cónyuge parental Este cónyuge puede considerarse una suerte de amo, aunque suele percibirse a sí mismo como un progenitor, un maestro, preceptor o profesor, que se relaciona con el compañero como si este fuera un niño. Otra variante es el cónyuge “salvador”. Domina a su pareja gobernándola y velando por él o ella, infantilizándolo(a). Puede actuar así por inclinación propia, porque el otro de alguna manera lo induce a hacerlo, o por una combinación de ambas. El cónyuge parental puede desempeñar un rol benévolo y cariñoso, fomentando la necesidad de crecimiento e independencia del “niño”, dentro de ciertos límites, o bien puede mostrarse riguroso y autoritario, procurando que su pareja desempeñe el papel de hijo obediente sometiéndolo a una servidumbre psicológica. La esencia de su dinámica consiste en que el cónyuge parental necesita apuntalar su sentido de adultez actuando como progenitor de un partenaire infantil y obediente. Su palabra es ley. Tal vez tolere las transgresiones, pero sólo mientras representen las acciones de un niño tonto o apenas rebelde, cuyas flaquezas irresponsables pueden ser perdonadas por el progenitor comprensivo, benévolo y condescendiente. Este cónyuge no tiene tiempo para escuchar a su compañero cuando le habla de crecer y tomar decisiones por sí mismo. Cuando el cónyuge “niño” llega a trabajar, estudiar o realizar algún acto de autonomía y de CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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realización personal, es posible que el cónyuge parental reaccione contra esas conductas, mediante un sabotaje sutil o con miedo o con ira, al verse amenazado por esos cambios que probablemente los estimará como una traición a la relación. Cónyuge infantil Es la contrapartida del anterior, en su forma extrema y más enfermiza. El cónyuge “niño” se convertirá en el “esclavo” del “cónyuge amo”. Busca que lo cuiden, protejan, corrijan y guíen; a cambio de esto, le ofrece al cónyuge parental el derecho de sentirse más adulto y necesario. Actúa en forma dependiente y pasiva, experimenta un miedo intenso o angustia al abandono, lo que motiva que se adhiera con tenacidad a su pareja. Por lo general, se somete a la posesión y el dominio del cónyuge, sin embargo, en algunos casos puede utilizar su posición down para controlar y exigir atenciones especiales, manipulando a su compañero. También el cónyuge dominante puede aprovechar la situación de dependencia emocional de su pareja para ejercer poder e imponer su voluntad. Cónyuge racional Como su nombre lo indica, este tipo de cónyuge se niega a admitir que las emociones puedan influir en su conducta, y trata de establecer una relación marital razonaMARIO PEREYRA
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da, lógica y bien ordenada, estableciendo con claridad las obligaciones y responsabilidades de cada uno. El cumple las suyas y le resulta difícil entender cuando su compañero no hace lo mismo. Si esta falla en la ejecución de una tarea o la asunción de una responsabilidad, es posible que reaccione dando explicaciones lógicas y pacientes. Si el otro no se corrige puede llegar a la exasperación y a reacciones hostiles. El cónyuge racional es pragmático, realista, comprende las reglas del sistema y tiene la tendencia inherente a vivir de acuerdo con ellas; rara vez crea reglas nuevas o cambia las existentes. Con frecuencia, el cónyuge racional es bondadoso, considerado y cortés en el trato y suele acudir cuando su esposo o esposa lo necesita, aunque no parezca sensible a todos los matices de sus sentimientos. Empero, su aparente insensibilidad hacia los sentimientos y necesidades emocionales del compañero contribuye muchas veces a producir malestar y crear discordias. Cónyuge camarada Este tipo de cónyuge actúa, más que nada, para evitar la soledad; por lo común, es capaz de aceptar el trato íntimo. No espera recibir amor, pero sí busca bondad y cuidado y está dispuesto a retribuir, quizá con el agregado de una seguridad económica. Esencialmente busca un camarada con quien compartir la vida diaria y no aspira CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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a un amor romántico (aunque pueda desearlo profundamente) y acepta de buena gana las transacciones exigidas por la vida conyugal. Algunos pueden clasificarse como “románticos apagados”. Ven su relación como un acuerdo realista entre personas que ya no tienen ilusiones, que saben cuáles son sus necesidades y lo que están dispuestos a dar a cambio de una buena y segura compañía. Cónyuge paralelo Este tipo de cónyuge interactúa evitando una relación íntima compartida. Por más que asegure lo contrario, quiere que el compañero respete su distanciamiento emocional y su independencia. Desea todos los accesorios convencionales del matrimonio, incluyendo la casa, los hijos, el perro, las pantuflas y el lavarropas, pero no quiere mantener un trato íntimo. Prefiere dormir en camas o dormitorios separados, y hasta vivir en lugares distintos. En una palabra, prefiere rozarse con la punta de los dedos antes que estrecharse en un abrazo. “Compartirá” los hijos, las reuniones familiares y las comunitarias, entre otras, sin más compromisos. El cónyuge paralelo y su compañero pueden aparecer unidos ante los ojos de los demás, pero sin que lo estén en la íntimdad. Es de hacer notar, que los estilos de conducta interrelacional pueden ir cambiando con el transcurso del tiempo, debido al influjo de los hechos y las circunstanMARIO PEREYRA
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cias externas; el sistema no es estático y siempre hay un potencial de cambio. Diríamos que lo importante, más allá del estilo de relación, es alcanzar un vínculo satisfactorio y duradero. Para ello es preciso que los esposos se acepten a sí mismos y a su compañero tal como son, construyendo una relación basada en la esperanza o en la promesa del amor. La mayoría de las relaciones buenas tienden a presentar una adecuada compatibilidad —no es necesario que haya similitud— de propósitos y cierta homogeneidad de comportamiento. También puede darse una complementariedad sin ambivalencias, además de una falta de hostilidad.
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CAPÍTULO 5
¿CÓMO ESTÁN LAS RELACIONES POR CASA? Ambivalencia “La posibilidad de que dos seres humanos se miren directamente a los ojos y se escuchen —de que tengan una relación yo-tú— es un milagro. En general, cuando dos personas hablan, aunque estén enamoradas, no se están escuchando. Por eso un diálogo real,un momento de verdadero encuentro, es un milagro.” Anónimo
Si bien las relaciones familiares comportan una importante complejidad emocional y presentan diferentes configuraciones, de acuerdo con los especialistas, se pueden distinguir tres tipos frecuentes de organización de los vínculos del hogar. Ellos son las relaciones ambivalentes, las conflictivas y las de solidaridad. ¿Cómo se caracterizan cada uno de estos comportamientos? ¿Qué podemos aprender de ellos para mejorar los intercambios en nuestra propia vida de familia? Las páginas que siguen buscan responder estas preguntas y conocer más acerca de cómo funcionan las relaciones familiares. MARIO PEREYRA
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El escritor argentino, Jorge Luis Borges, decía de su unión con la ciudad de Buenos Aires algo que probablemente describa muchas relaciones de pareja: “No nos une el amor sino el espanto. ¿Será por eso que la quiero tanto?” Querer y espanto, atracción y rechazo, pasión y repulsión, son actitudes opuestas pero habitualmente vigentes y presentes al mismo tiempo en los comportamientos familiares. Por ejemplo, en los bebes o niños pequeños es usual que lloren desconsoladamente cuando se encaprichan por algo que no puede obtener, pero si simultáneamente se les hace cosquillas o algún gesto cómico, el rostro lloroso empieza a dibujar una sonrisa y por momentos el lloro se confunde con la risa. También los adolescentes son dados a comportamientos ambivalentes, abrazando a los padres con ardor y gran fogosidad, para un momento más tarde encolerizarse y reaccionar con desconsideración hacia quienes antes les había jurado un amor absoluto e ilimitado. Un hecho destacado es que esas conductas ambivalentes no son patrimonio exclusivo de los pequeños o más jóvenes; a veces ocurren entre los mayores, quienes deberían dar muestras de equilibrio emocional, ecuanimidad o estabilidad anímica. Las conductas ambivalentes describen las contradicciones que se experimentan en las relaciones interpersonales. Pueden manifestarse en los deseos de cercanía y de distanciamiento, la búsqueda de intimidad y el rechazo, el ansia de pasión y la frialdad de la indiferencia. CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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La ambivalencia es una realidad de la experiencia humana universal, un reflejo de los dilemas que padecemos en la interioridad, resultado de sentimientos opuestos, que aparecen confundidos o disociados. Es probable que engendre sentimientos de malestar y puede ser también un síntoma de estado transitorio de crisis o una etapa de cambios bruscos. Se distinguen dos tipos de ambivalencia: una, estructural y otra, circunstancial. La primera es cuando las contradicciones están instaladas en la estructura misma de las relaciones familiares, cuando existen diferencias enquistadas en las entrañas del vínculos. Así, por ejemplo, si un hijo siempre es favorecido por los padres con regalos y privilegios es normal que los otros hijos actúen con ambivalencia, reaccionando, a veces, con enojo por la injusticia y otras veces con expresiones de cariñoso movidos por el sentimiento filial. Otro ejemplo, es cuando la esposa reprocha con acritud la indiferencia del esposo y luego adopta conductas zalameras y de mucho cariño para despertar el sentimiento amoroso de su cónyuge. Es obvio, que en estos casos, corresponde modificar esos patrones arraigados de ambivalencia, modificándolos por otros más justos y ecuánimes. La ambivalencia circunstancial es cuando ella aparece espontáneamente, por algún motivo fortuito. Aquí hay que detectar la causa que la produjo y proceder a superarMARIO PEREYRA
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la. Quizás alguien se enojó en casa por algún hecho que interpretó como arbitrario. Entonces habrá que negociar las demandas y las posibilidades de cambio para suprimir las ambivalencias y recuperar la armonía familiar.
Conflicto Dostoievsky, en una de sus obras, ha descrito un conflicto hogareño con gran emotividad y lucidez. Son situaciones de alta tensión, que muchas veces llegan a la violencia. Es la historia de Nicolás Sergueich Ikmeniev, un modesto granjero, excelente administrador y persona. El problema surgió con el príncipe Pedro Alejandrovich Valkovski, quien había contratado a Ikmeniev como administrador de su hacienda. Durante años la sociedad marchó de maravillas, hasta que el príncipe creyó en las calumnias de quienes envidiaban al administrador y trató de ladrón a Ikmeniev en presencia de testigos. Sostuvieron una violentísima escena y se entabló un juicio. Ambos hombres se transformaron en enemigos acérrimos. Un destino aciago quiso que el hijo del príncipe y la única hija de Ikmeniev, Natacha, se enamoraran. La tragedia ocurrió cuando Natacha, no pudiendo sufrir más el amor clandestino, después de varios días de agonía, decidió huir del hogar para vivir con su amante. La noche de la partida sucedió una escena dramática, muy emotiva. Natacha silenciosamente besó la mano de CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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su madre y dio un paso hacia la puerta; pero de repente, girando sobre sus pasos, se aproximó a su padre. ― Papá, bendíceme tú también! ―dijo entre sollozos, cayendo arrodillada a sus pies. El padre, aturdido, la miró unos instantes. ―¡Natacha! ¡Hija mía, mi querida pequeña, mi cariño! ¿Qué te sucede? ―pudo preguntar finalmente, derramando abundantes lágrimas― ¿Cuál es tu pena? ¿Por qué lloras día y noche?.. Natacha, mi querida niña, dímelo todo. Confía tus penas a tu viejo padre, y nosotros... No pudo acabar: cogió a su hija entre los brazos y la estrechó contra sí. Ella se apretó convulsivamente contra el pecho del anciano, ocultando la cabeza en su hombro. ― Nada, no es nada; tan sólo que... no me encuentro bien... ―repetía entre sacudidas de llanto reprimido. Sollozando, vacilando y presa de una gran emoción, Natacha no confesó su huida ni el abandono que hacía de sus padres, hasta que salió de la casa. Otra escena patética, de alta tensión, fue cuando se planteó el tema del perdón, varios meses después. El viejo Ikmeniev permanecía hosco, irritable, estallando ante la MARIO PEREYRA
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mínima causa, aunque en su fuero íntimo sufría intensamente la falta de su hija y el dolor de la esposa, que pasaba llorando en silencio su enorme pesar e indirectamente suplicando perdonar a Natacha. Ante el pedido de piedad y clemencia, más violento se pone el viejo, que trata a su hija de depravada y maldita, “¡Por culpa de ella he sido deshonrado y difamado!” La pobre madre suplica a los gritos, “¡No maldigas a tu hija! ¡Todo menos eso!” Con los ojos ardiendo de furia y el rostro arrebato, continuó vociferando la humillación recibida, como el príncipe estaba aprovechando esas circunstancias para derrotarlo en el juicio, tirando sobre la mesa los papeles del tribunal que tenía en su bolsillo, hasta que ocurrió algo inesperado. Un medallón perdido, que tenía pintado el rostro de Natacha cae del bolsillo del padre, dejándolo perplejo. Era evidente que el anciano padre, en la intimidad de su soledad, había contemplado con infinito amor, la carita de su amada hija. Sin poder contenerse, la madre corrió a abrazarlo: ― ¡Querido, querido mío! ¿Verdad que aún la quieres? Al oír tales exclamaciones, los ojos del anciano se encendieron coléricos otra vez. Impulsivamente cogió el medallón, lo arrojó violentamente contra el suelo y lo pisoteó furiosamente.
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―¡Maldita, maldita sea por siempre! ―gritó fuertemente. ―¡Señor Dios mío! ―suplicó Ana Andreievna. ¡Ella! ¡Ella! ¡Mi Natacha! ¡Pisotear su carita! ¡Tirano! ¡Cruel! ¡Orgulloso! ¡Tienes el corazón de piedra! Al oír los lamentos de su mujer, el insensato anciano se detuvo y, horrorizado de lo que estaba haciendo, recogió el medallón y trató de salir precipitadamente de la habitación; pero apenas había dado algunos pasos se le doblaron las piernas, vaciló, apoyó las manos en un sofá cercano y, agotado, reclinó en él la cabeza. Lloraba como un niño. Los sollozos le ahogaban y diríase que su pecho iba a estallar. En unos segundos, el terrible anciano se había convertido en una tierna y débil criatura... La ternura hacia su hija, durante mucho tiempo oculta en su corazón, se le escapaba ahora sin poder resistirla, sacudiendo con violencia todo su ser. ―¡Perdónala, perdónala! ―gritó la mujer, deshecha en llanto, abrazándose a él―. ¡Tráela a nuestro lado! ¡Dios, en el Día del Juicio, tendrá en cuenta tu humildad y tu clemencia! ―¡No, no! ¡Jamás! ―negó tercamente, con voz entrecortada y ronca―. ¡Nunca! ¡Nunca! MARIO PEREYRA
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Cómo ser más solidario El otro tipo de relaciones familiares está constituido por los procesos de solidaridad. Son los que contribuyen a la integración de la familia, ya que favorecen la cohesión y la unidad de objetivos y propósitos. Es útil señalar que el término solidaridad viene del latín “solidus”, que designaba una moneda de oro sólido. De ahí se derivó al español, “soldada”, “soldar”, “solidez”, “consolidado”, y a mediados del siglo XIX, aparece la expresión solidaria y solidaridad. Por lo tanto, la palabra solidaridad alude a algo configurado, sólido, y terminado en el ensamblaje de una realidad, que aplicado a las relaciones familiares significa la composición segura y estable de los vínculos hogareños. Según Bengtson y sus colaboradores (2002), hay seis diferentes dimensiones de la solidaridad. Ellas son, 1) La “solidaridad afectiva” o emocional, representada por las expresiones de acercamiento y apoyo emocional, especialmente en circunstancias donde se requiere consuelo, aliento o reconocimiento; 2) La “solidaridad consensual”, consiste en establecer acuerdos, que superen las disensiones y estimulan la colaboración mutua;
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3) La solidaridad funcional, es la que ayuda a no caer en situaciones de dependencia, ni en el extremo del individualismo, que separa a los miembros de la familia entre sí. 4) La solidaridad de asociación, es la que llega a la integración y a evitar el aislamiento; 5) La solidaridad estructural, crea oportunidades de ayuda mutua e impide que surjan barreras que distancien a los miembros de la familia; 6) La solidaridad normativa, es tener por norma que la familia está primero y entender que todos son un equipo que deben trabajar juntos. Los autores aseguran que estas diferentes dimensiones de la solidaridad están sinérgicamente relacionadas, unas con otras, de maneras tal que se enriquecen mutuamente. Hay muchas oportunidades para mostrar solidaridad en la familia, por ejemplo, cuando algún miembro se encuentra enfermo y no puede comer alguna cosa, digamos un helado por estar dolorido de la garganta, la solidaridad es dejar de saborear el helado, aunque se tenga deseos, para no hacer sufrir al enfermo. Otro ejemplo de solidaridad es cuando alguien de la familia necesita silencio porque tiene que estudiar para un examen, entonces los otros miembros van apagar la radio o la TV para no MARIO PEREYRA
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molestar. Esos pequeños detalles son los que ayudan a conformar la armonía en la familia, gracias a la solidaridad de todos sus integrantes y de la buena comunicación existente. En esta época cuando las familias se diversifican, desintegran y las normas son cada vez más ambiguas, el hogar debiera ser el principal lugar de solidaridad, haciendo que las responsabilidades se compartan entre todos sus integrantes. También la solidaridad se muestra hacia fuera, pues podemos ser solidarios con nuestros tíos, primos u algún otro familiar, de diferentes maneras que pueden ir desde la colaboración a realizar alguna actividad hogareña (ejemplo, ayudar en la limpieza de la casa o el jardín o en cambiar los muebles) o doméstica (ayudar en la preparación de la comida) hasta otras tareas más específicas. No podemos dejar pasar por alto que la solidaridad desempeña un papel importante especialmente en las situaciones adversas, en las crisis o en la enfermedad. En esos momentos es cuando más se necesita de las demás personas para recibir su apoyo, una mano que levante o consuele, en fin, ese alguien que muestre solidaridad.
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CAPÍTULO 6
EL COMPROMISO MATRIMONIAL Ante el altar “Sin confianza, se desintegra el entramado de compromisos humanos haciendo del mundo un lugar todavía más peligroso y temible” Zygmunt Bauman (2005).
Ante el púlpito el ministro pregunta públicamente a los novios: “¿Vinieron con plena libertad a celebrar el matrimonio?”. La Iglesia quiere cerciorarse de que los contrayentes quieren casarse de verdad, es decir, si asumen libre y conscientemente los compromisos naturales y cristianos que son inherentes al estado matrimonial. Al casarse, los esposos se comprometen a ayudarse mutuamente a conseguir los fines fundamentales de la vida matrimonial. Dicho de otra forma, el “si” que se dan el uno al otro si supone la libre y consciente aceptación de la serie de compromisos inherentes a la relación de pareja, MARIO PEREYRA
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si se comprometen a poner todo en pro del matrimonio, a luchar el uno por el otro, además de si son capaces de “consagrarse” en fidelidad mutua de manera exclusiva. La causa de muchos de los fracasos matrimoniales proviene de que los contrayentes no tienen una idea clara sobre la naturaleza de la relación que decidieron aceptar. El compromiso matrimonial (con sus componentes específicos) es algo sagrado y constituye el punto central del vínculo conyugal. La manera como los esposos comprendan y vivan esos compromisos determinará la calidad humana y cristiana del matrimonio. Cada cultura enfoca los compromisos de una manera peculiar. Eso no quiere decir que todos los enfoques sean igualmente válidos, ni favorables para la formación de una sana relación de pareja casada. Los cristianos tenemos una visión sobre la vida matrimonial basada en la fe religiosa, que a menudo contradice la visión de la cultura secular prevaleciente. Los patrones de vida matrimonial que ofrece la sociedad no siempre son garantía de inspiración para los cristianos que quieren vivir de acuerdo con la vocación contraída delante de Dios. Por eso se impone la necesidad de reflexionar acerca del significado del compromiso, tanto en el nivel de los novios, como en el de los esposos que quieren crecer en su relación conyugal cristiana. También esta reflexión es útil para quienes hayan convivido antes de casarse. El hecho del matrimonio camCONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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bia señaladamente las reglas de la relación existente entre ambos. ¿En qué se diferencian una pareja de esposos, de la relación entre novios, amantes o amigos? Hay personas que no son conscientes de esas diferencias, porque no son conscientes de las exigencias que el compromiso matrimonial implica. Por eso es frecuente que quienes de novios juegan a ser esposos, luego cuando están casados tienen la tendencia a jugar a ser solteros. Conviene hacer explícitas las responsabilidades concretas que incluye el compromiso de los que se casan. Cuando no sabemos a qué nos comprometemos no estaremos dispuestos a cumplir con los mismos. Y cuando estos compromisos no se cumplen, es imposible que el matrimonio traiga las satisfacciones que se esperan de él; lo contrario, puede ser la fuente de malestares y fastidios. “LOS PRIMEROS PRINCIPIOS” A. H. Chapman (2004) expone las cláusulas que constituyen el compromiso matrimonial, que él califica de “primeros principios”. Este autor recomienda que las parejas que experimentan dificultades en la relación revisen estos compromisos como un camino para buscar soluciones a los problemas que tienen. La experiencia ha demostrado la utilidad, tanto para los novios que se preparan para el matrimonio, como para las parejas casadas que se esmeran en mejorar la calidad de su relación; incluso MARIO PEREYRA
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es útil para las parejas que se preparan para renovar su compromiso matrimonial en un retiro espiritual, un seminario, taller o en reuniones de enriquecimiento conyugal. Estos principios o componentes del compromiso matrimonial constituyen un decálogo que el autor explica de la siguiente manera:
1. Compromiso de vivir juntos en afectuosa armonía Este compromiso es obvio, pero por lo mismo son muchos los cónyuges que no lo tienen en cuenta. No ven más allá del capricho del momento, la intoxicación sexual y la diversión de la luna de miel. Cuando empiezan las responsabilidades de la vida conyugal cotidiana (sostener la economía familiar, cambiar pañales, atender y cuidar del otro, tolerar las diferencias, etc.), aparecen las incomodidades y las exasperaciones que ello implica. Enamorarse de una persona y disfrutar una luna de miel son experiencias muy placenteras y atractivas, pero una relación afectuosa y armónica requiere una cadena de duros esfuerzos, flexibilidad y tolerancia recíproca, cosas que no siempre se está dispuesto a soportar. La idea de lograr que un matrimonio se desenvuelva dentro de los límites de una cariñosa armonía quizá no resulte muy romántica, pero es una necesidad básica que todo matrimonio debe lograr.
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2. Compromiso de mantener una relación sexual sana, dentro del matrimonio A los esposos que celebran su matrimonio el ministro no les pregunta qué tan locamente enamorados están, sino: “Al elegir el estado del matrimonio, ¿están dispuestos a amarse, a honrarse y a respetarse durante toda la vida?”. El “sí” que dan ambos no es sólo para una fiesta y una luna de miel, es para vivir juntos, luchando diariamente para que su convivencia sea, no sólo tolerable, sino agradable y enriquecedora. Dicho de otra forma, a mantener entre los dos una relación sexual fiel, exclusiva y sana. Por más que digan otra cosa la inmensa mayoría de los que se casan tienen en mente, al menos el día de la boda, mantener una relación sexual sana sólo con su respectivo cónyuge y no andar en aventuras amorosas. Si ambos no ponen empeño en lograr esta buena relación sexual o si uno de los cónyuges descubre que el otro se entrega a galanteos, vienen los disgustos, las reclamaciones y los resentimientos y el matrimonio fracasa.
3. Compromiso de formar una unión feliz El hecho de que muchos de los futuros contrayentes han tenido una sucesión de relaciones sexuales antes del matrimonio complica las cosas. Porque el compromiso de limitarse en lo sucesivo a una sola persona significa un notable cambio del estilo de vida, no imposible pero sí diMARIO PEREYRA
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fícil. Además, como los que han de someterse a este cambio son los dos, el porcentaje de posibilidades de fracaso en este punto se duplica. Los futuros esposos van a necesitar tiempo y paciencia y mucho amor para lograr una relación sexual armónica y mutuamente satisfactoria.
4. Compromiso de convivir los dos con los hijos La satisfacción de las necesidades y los caprichos de ambos han de pagarse de los ingresos comunes; ingresos que aportará un sólo cónyuge o los dos. Surge entonces el problema de las prioridades. Y como los anhelos de cosas y servicios han de satisfacerse de la misma fuente básica, las ocasiones de conflicto se presentan a cada paso. Después de satisfacer las necesidades básicas comunes (vivienda, salud, alimentación, vestido, impuestos) la pareja debe establecer acuerdos sobre lo que puede gastar cada uno en otras cosas (ella en lujos y cosméticos, él en deportes y hobbies). Cada uno tendrá que asegurarse de que sus propios gastos no se excedan y ofendan al otro. Cuando este acuerdo no se hace o cuando se hace y no se cumple, vendrán a fin de cada mes peleas y mutuos reproches por los gastos realizados. La austeridad (diferente de la tacañería) y la generosidad (diferente del despilfarro) son dos virtudes que ambos deben aprender a practicar para lograr una armónica gestión de la economía hogareña.
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5. Compromiso de actuar en común acuerdo La relación con los hijos aporta muchas satisfacciones a la pareja, pero también implica mantener con ellos relaciones que pueden ser difíciles o enojosas. Cuando los hijos entran en escena, la relación entre los esposos se vuelve más compleja. Y si a esto se agrega la presencia de hijos provenientes de anteriores uniones de uno o ambos cónyuges, la cosa se complica todavía más. Los hijos son de los dos y ambos tienen que velar igualmente por ellos. La pareja debe ser consciente de que el ingreso de los hijos en sus vidas va a exigirles cambios y adaptaciones que van a perturbar la comodidad de ambos. La pareja debe lograr un buen entendimiento sobre los criterios de crianza, la educación, el ejercicio de la disciplina, cómo formar sus personalidades y cómo habrán de desarrollar las relaciones con papá y mamá con cada uno de sus niños.
6. Compromiso de dar preferencia al cónyuge por encima de toda otra persona Esto significa que ambos deben presentarse ante parientes y conocidos y ante el público en general, como personas unidas por un lazo especial y exclusivo. Ya no son sólo novios o amigos, son esposos. En sus relaciones con amigos y conocidos, especialmente si son del otro sexo, ambos deben evitar todos aquellos comportamientos que puedan ofender al otro, respetando las exigencias de la MARIO PEREYRA
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fidelidad conyugal. Tal vez sea necesario revisar las relaciones sociales que se tenían antes de casarse. Con frecuencia las amistades de solteros no siempre son convenientes como amistades de casados. Hay que respetar las sanas costumbres que establecen las fronteras entre los solteros y los casados.
7. Compromiso de mantener entre los dos una íntima comunicación que incluya ideas, sentimientos y actitudes El viejo precepto bíblico de “dejar padre y madre” expresa una necesidad de la vida de pareja y, por tanto, implica un compromiso que ambos deben respetar. El esposo debe estar más atento a las necesidades y a los sentimientos de su esposa que a los de su propia madre. La mujer debe conceder prioridad a las necesidades y sentimientos de su marido que a los de sus queridos padres o hermanos. Son muchos los matrimonios que fracasan porque no se cumple este compromiso. Quienes dicen “Primero conocí a mis padres y a mis hermanos que a mi esposa o a mi marido” están afirmando algo obvio; pero olvidan algo, también obvio, que al casarse se comprometieron dar a su cónyuge la prioridad. Aún las relaciones con los hijos que tienen una especial preponderancia sobre otras relaciones, tampoco deben sobrepasar la primacía que se deben los esposos entre sí. El matrimonio queda más protegido cuando las relaciones con los hijos se enfocan en forma de CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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pareja-hijo que cuando se enfocan unilateralmente padrehijo o madre-hijo.
8. Compromiso de ayuda mutua en todas las formas posibles La comunicación es fundamental en el matrimonio. Sin ella no se mantiene la vida de pareja. No es posible enriquecer el matrimonio sin una buena comunicación. Cuando los esposos ignoran la existencia de este compromiso o no lo cumplen, o conociéndolo y queriéndolo cumplir no saben cómo hacerlo, crean entre ellos una situación que hace imposible el mantenimiento de una vida matrimonial sana. La pareja necesita destinar tiempo y crear un ambiente propicio para mantener la comunicación, aislándose de personas y de situaciones que los distraigan (televisión, teléfono, etc.). Los especialistas en matrimonio y familia aconsejamos, por lo menos, tener una reunión matrimonial de una hora por semana. Un alto porcentaje de problemas matrimoniales se solucionarían adecuada y oportunamente, sin necesidad de llegar hasta el psicólogo o el psiquiatra, si los esposos dedicaran un tiempo para estar a solas y conversar juntos de sus dificultades en forma periódica. La mayor parte del trabajo de los consejeros matrimoniales se dedica a ayudar a las parejas a reiniciar la comunicación interrumpida y, a veces, hasta iniciarla porque de novios tampoco supieron hacerlo. MARIO PEREYRA
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Este compromiso tiene como objetivo hacer efectiva la solidaridad que debe caracterizar la vida de los esposos, como se prometió en el voto matrimonial: “Tanto en la alegría, como en la adversidad; en el dolor, como en la salud; en la pobreza como en la prosperidad”. En la voluntad creadora de Dios nos hizo varón y mujer para ser una mutua ayuda y compañía. Cada uno debe ser para el otro la persona con quien pueda contar siempre en las necesidades, la primera a quien habrá de llamar para compartir las penas y las alegrías. Esta mutua ayuda debe ser habitual, pero debe darse especialmente en los momentos de necesidad extrema. El anhelo profundo de los que se casan es tener compañía en las buenas y en las malas. Y el matrimonio ofrece la esperanza de garantizar esta ayuda y esta compañía. Cuando este compromiso se rompe, así sea en pequeñas cosas, la soledad invadirá a la pareja y se arriesgará a dar lugar a intervenciones de extraños, tal vez necesarias pero que pueden ser dañinas y llevar a la disolución del matrimonio.
9. Compromiso de pasar mucho tiempo en mutua compañía Hay parejas que durante el noviazgo y el primer tiempo de vida matrimonial pasan mucho tiempo juntos, pero después, frecuentemente, permiten que el trabajo, las relaciones sociales invadan el tiempo de la pareja, la televisión, los hijos y al final pueden llegar a mirarse como CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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extraños. Si hicieran un recuento de las horas semanales que pasan juntos, se darían cuenta de que él permanece más tiempo en la oficina con su secretaria que con su esposa, y ella está más tiempo con sus amigas, parientes o con sus compañeros de trabajo que con su marido. Durante el matrimonio van a necesitar revisar con frecuencia las prioridades de tiempo y la forma como aprovechan las oportunidades de estar juntos y solos. El pretexto de “no tengo tiempo” arruina muchos matrimonios y es indicio de no querer empeñarse en conseguir una vida matrimonial de buena calidad. Las parejas que de verdad, por razones independientes a la voluntad de cada uno (v.g., las condiciones de trabajo y la profesión de los dos o de uno), tienen especial dificultad para dedicar tiempo a estar juntos, necesitan ingeniarse para aprovechar el tiempo hasta el máximo. De lo contrario se generaría una situación de abandono emocional, de pésimas consecuencias.
10. Compromiso de formar juntos una relación que dure toda la vida Para los esposos cristianos el compromiso de indisolubilidad significa empeñarse en una relación que nada ni nadie pueda romper: “Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”. Es empeñarse en que la relación dure. Los novios o los amantes pueden romper su relación cuando lo estimen conveniente, los esposos no. Esta afirmación quizá parezca anticuada, ingenua o tonta cuando el porMARIO PEREYRA
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centaje de divorcios y separaciones aumenta con mayor velocidad que los precios en los supermercados. Pero esto es lo que los cónyuges se prometieron ante el altar: “Me entrego a ti y te acepto como cónyuge... para amarte y honrarte hasta que la muerte nos separe”, o más claramente “por todos los días de nuestra vida”. A propósito de la mentalidad divorcista, tan en boga hoy, observa Chapman: “Actualmente está de moda, en algunos círculos, el proponer que los cónyuges se separen voluntariamente y formen nuevas uniones. Según un autor, la primera boda sería por amor, la segunda para criar hijos y la tercera para tener compañía en la edad madura y en la vejez. Desde el punto de vista cristiano, tal recomendación es perniciosa e insensata. Este consejo presupone que ciertas personas en diferentes épocas de sus vidas están mejor dotadas para el amor, o para criar hijos, o para hacerse compañía la una a la otra. Tal combinación sólo serviría para triplicar las probabilidades de que formarán matrimonios desdichados… El casarse con la idea concreta de divorciarse al cabo de un tiempo, significa decidirse a perder el partido antes de empezarlo. Un matrimonio laborioso, feliz, con todas las complejidades de la educación de los hijos y sus consecuencias sociales y económicas es mucho mejor que la superficialidad y la inestabilidad de una relación fundada en el tic-tac de una bomba de relojería”.
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Esto lo dice un especialista desde la óptica de la psiquiatra. El cristiano por la fe sabe que el matrimonio es obra de Dios y que debe tratarse como él manda. El matrimonio es un pacto para perfeccionarlo en la realidad diaria y no para romperlo ante las primeras o segundas dificultades. El conflicto es inherente a toda relación entre personas diferentes. Aprender a resolverlo en forma constructiva es la tarea y el desafío que tienen los esposos, desde antes de casarse. La oración de cada esposa y esposo que se aman sinceramente debe ser: “Señor, concédenos que los dos lleguemos juntos a la vejez”. Y no sólo un anhelo, sino también un programa de vida. Dios les regala el tiempo, pero es responsabilidad de cada pareja de esposos aprender a caminar juntos cada día para llegar juntos a la vejez, con la ventaja de abrirse un espacio para la eternidad en el hogar de los redimidos.
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CAPÍTULO 7
EL TERROR DETRÁS DE LA PUERTA: LA VIOLENCIA DOMÉSTICA Ante el altar “Aún no sabía con claridad lo que iba a hacer, pero sí sabía que ya no se dominaba, que bastaría el más pequeño empujón para que llegara en un santiamén hasta el último límite de alguna infamia”. Fedor Dostoyevski
América González hace un esfuerzo para levantarse a la mañana. Tiene dolorido todo el cuerpo y la cara llena de moretones. La noche pasada, Correa, su amante, se puso furioso y le propinó una nueva paliza. Mirándose al espejo, coloca gran cantidad de maquillaje sobre los hematomas y zonas inflamadas, cambiando la raya del pelo para tapar el ojo amoratado, a fin de mostrar una imagen más presentable para cumplir sus tareas de mucama en el hotel donde trabaja. Otro caso: Viviana fue abusada sexualmente cuando tenía seis años. Durante su infancia vivió aterrorizada con el pensamiento que nunca tendría MARIO PEREYRA
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hijos. Hizo una crisis al llegar a la pubertad y atrasarse la menstruación. Ahora, a los treinta años, con mucha angustia y fuertes deseos suicidas, está convencida que ese episodio infantil fue el responsable de su vida desgraciada. José es un alcohólico crónico. Cuando llega a casa ebrio los hijos temen lo peor. Por eso huyen por la ventana y quedan escondidos afuera, a la intemperie, escuchando los gritos, peleas y golpes. Cuando, finalmente se apagan las voces desaforadas y la luz del dormitorio, los niños se dan cuenta que el padre se ha dormido y el peligro ha pasado, entonces dejan el escondite y regresan al lecho. Escenas como éstas y otras peores (publicadas en las crónicas policiales, como el mentado caso del boxeador Carlos Monzón que mató a su esposa a golpes), se repiten por millones en el mundo actual. La violencia se ha instalado en el hogar en forma oprobiosa y brutalmente destructiva. Las estadísticas estiman que una tercera parte de las mujeres van a ser físicamente abusadas por su pareja entre los 25 y los 45 años. “De acuerdo con datos proporcionados por la directora de Atención y Prevención de la Violencia Familiar del Gobierno del Distrito Federal (México), Susana Tenreyra, el fenómeno se presenta en uno de cada tres hogares de esta capital. Ello implicaría a más de siete millones y medio de viviendas” (MujeresHoy, 2002). ¿Cómo es posible que el golpe y la barbarie aparezcan en el contexto del amor y de los sentimientos filiales? ¿De qué manera entender el dicho, “como te amo te apoCONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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rreo”, que algunos declaran denunciando su confusión? ¿Qué produce tales salvajismos? ¿Por qué se ocultan? La violencia familiar asume diferentes formas, pero todas son igualmente crueles y abominables. Quizás una de las peores sea el maltrato al niño. Se ha confeccionado una lista de las infamias más comunes que se perpetran a los menores: 1. recluir al niño en un espacio cerrado; 2. alentarlo a la delincuencia; 3. humillarlo y denigrar sus cualidades, capacidades y sentimientos; 4. amenazarlo y atemorizarlo; 5. someterlo a demandas inapropiadas a su edad; 6. hacerle dudar de la veracidad de lo que siente, piensa o percibe; 7. someterlo a estados de ánimo inconsistentes del mayor; 8. culparlo de cosas que no puede controlar; 9. criticarlo por todo lo que hace; 10. ejercer un control extremo sobre el niño; 11. triangularlo entre los padres, al hacerlo participar en secretos de adultos;
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12. expresarle hostilidad; 13. el Síndrome de Cenicienta, separar a uno de los hijos de sus hermanos para explotarlo, tratarlo con desprecio o darle las tareas más humillantes de la casa (Martín, 1997, 13 14). Además, de estas formas específicas, en sentido general, podemos decir, que toda actitud de falta de amor es, en esencia, un acto de violencia. Ciertamente habitamos un mundo contaminado por la violencia (v.gr., social, política, delictiva), pero la originada, actuada y sostenida en la domesticidad es la más grave ya que muchas veces llega a ser la escuela de los otros tipos. Es un hecho distintivo que frecuentemente la violencia hogareña es repetida y encubierta, solapada con una cosmética de silencio o disimulo (como hacía América González), que de alguna manera la alimenta y perpetúa. Pero, por otro lado, cuando ella se la enfrenta, entiende y trata adecuadamente puede ser superada. De allí la importancia de lanzar un grito de alerta que impida mayores males y ayude a su tratamiento. Es entonces cuando la esperanza puede ser liberada y se abre un camino para construir una sana convivencia. Decía muy bien Teilhard de Chardin: Somos una esperanza acorralada que debemos liberar o sólo seremos una desesperanza. CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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El circuito de la violencia En toda historia de iracundia familiar actúan tres personajes claves: el agresor, la víctima y los testigos. El abusador por lo general es el marido o el padre, ocasionalmente, la esposa, la madre, un pariente o un amigo de la familia. La víctima suele ser la esposa o el hijo, algunas veces un anciano. Con respecto al tercer actor hay que decir que ocupa un lugar importante, que a veces resulta clave para cortar el circuito perverso entre el abusador y el abusado. Los testigos son aquellos que están en contacto con la familia afectada, pueden ser los padres, abuelos, vecinos, la maestra del hijo, el sacerdote, el médico o alguna otra persona significativa que pueda intervenir. Estas personas, que por alguna circunstancia llegan a ser testigos o conocedores de la violencia, pueden ejercer una acción decisiva para frenar esos actos destructivos, influyendo sobre cada una de las partes intervinientes o sobre todos a la vez, asesorando o tomando alguna medida que pueda detener las hostilidades. Además de los actores en juego hay también ciertas condiciones facilitadoras de los actos punitivos. Es importante identificarlas para interrumpir su circulación y sus efectos perniciosos. ¿Cuáles son esos móviles, patrones o circunstancias que propician la violencia? Según Ravazzola (1997), una experta en estos temas, las variables fundamentales son tres: a) determinadas ideas o creencias; MARIO PEREYRA
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b) ciertas acciones; y c) algunos tipos de relacionales especiales. En síntesis, las ideas más importantes que suelen estar asociadas a la violencia familiar son: “la persona abusadora no puede controlarse”, “la persona abusada es inferior”, “la familia debe mantenerse unida a cualquier costo” y “en cuestiones familiares no deben intervenir los de afuera”. Por supuesto, que estas creencias o cualesquiera otras (derivadas del “machismo”), no justifican ni legitiman los actos de barbarie. Por otra parte, algunas ideas que pueden ser viables en ciertos contextos dejan de serlo en otros. Por ejemplo, apelar a la privacidad, diciendo: “Nadie tiene derecho a intervenir en mi relación con mi esposa” o “en mi casa mando yo”, es legítimo en cierto ámbito, pero cuando se ataca el derecho a la vida o se avasalla la integridad física, los otros derechos quedan suspendidos y la autoridad puede intervenir en el matrimonio e incluso puede ingresar al hogar tomando medidas controladoras o de sanción. Con respecto a las acciones de maltrato que se observan con mayor frecuencia son: • N o ayudar a la víctima cuando está seriamente lesionada. • M inimizar la lesión, el dolor y las consecuencias (ejemplo: “No es nada, ella es un poco frágil”). • S ilenciar o tratar de ocultar el daño sufrido por la víctima. CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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• U sar frases descalificadores (por ejemplo: ella es tonta, es torpe, etc.). • M anifestar gestos de desprecio, amenazas u órdenes. • U tilizar frases disciplinadoras, imponiendo lo que la víctima tiene que hacer (ejemplo: “es bueno que..”; “deberías hacer...”, “haz esto...). En lo que se refiere a las relaciones que favorecen y sostienen la violencia, Ravazzola, insiste en que las mismas dependen de los sistemas autoritarios. Aunque nuestro sistema jurídico dice apoyar la igualdad, los derechos humanos individuales y la democracia, todavía quedan residuos de organizaciones que favorecen la moral del amo sobre el esclavo, el poder del hombre y la autoridad jerarquizada y rígida. Algunas ideas están tan internalizadas que muchas veces hasta la misma víctima piensa que es normal ser castigada y que seguramente se lo merece. “La persona abusada siente genuina vergüenza y supone que hizo o está haciendo algo que nadie debe saber... Las mujeres y los niños abusados creen genuinamente que están en falta, y esto les impide muchas veces, hablar francamente con otros sobre lo que están viviendo” (Ídem, 87). Estos componentes del circuito terrorífico que protagonizan las desgracias y tragedias que se vive detrás de la
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puerta del hogar, operan como anestesia y facilitan la reiteración de esos actos de barbarie. Insistimos que son importantes descubrirlos y enfrentarlos con coraje, incluso denunciarlos, como reclama las leyes en muchos países, como México. Por lo general, se necesita la ayuda idónea para asistir a las víctimas, que pueden ser: el asesor jurídico, las asociaciones expertas en el tema que brindan ayuda y orientación (como los DIF), el profesional de la salud mental y, a veces, la intervención de la fuerza policial. Cuando una puerta se cierra, muchas otras pueden abrirse. Lo importante es buscar la mejor de solución posible. Hacia una sana convivencia ¿Es posible convivir en armonía y con dicha después de una historia de abusos y crueldades? Sofía, una joven señora de treinta años, no pudo tolerar más los golpes de su esposo. A pesar del cariño que sentía por él, comprendió que era enfermizo sostener una relación así y decidió ponerle fin, iniciando la separación. Ahora vive con su hija, manteniendo una relación amistosa y pacífica con su ex esposo. Otra historia es la de José y Mabel, quienes después del último episodio terrible de violencia, se dieron cuenta que el problema los superaba y decidieron buscar ayuda. En la terapia de pareja descubrieron algunos motivos que alimentaban la hostilidad recíproca y asu-mieron el desafío de superarlos. Todavía tienen alguCONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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nos roces y disgustos, pero han hecho avances notables. Aprendieron a distinguir las señales que anunciaban los estallidos de violencia, tomando algunas providencias que les ayudaron a evitarlos. Además, empezaron a cultivar el diálogo en la resolución de problemas, por ejemplo, a discutir como manejar ciertas situaciones que les planteaba Raquel, la hija adolescente, con sus salidas y regresos en la madrugada. Encontraron fórmulas de acuerdo que los unió como parejas y ayudó a la hija a tener parámetros más claros en su comportamiento Quizás, como en el caso de Sofía, la actitud más sana sea la separación y poner entre el agresor y la víctima una distancia física protectora. Especialmente, esa conducta está prescrita cuando el vínculo está muy sobrecargado de experiencias traumáticas que han construido una historia perversa, que ha sofocado o matado el afecto. Pero, también es cierto, que en muchas ocasiones el amor puede triunfar sobre el mal. Cuando persiste el cariño y la voluntad de sostener la convivencia más allá de los episodios de violencia, es posible encontrar un camino de concordia, paz y restauración. Entonces, habrá que escribir una nueva historia, realizar el duro aprendizaje de la convivencia sana y respetuosa, que reconozca los límites y los derechos del otro. Es difícil, pero no imposible. Probablemente se requerirá la ayuda externa. Pero debe ser bienvenido todo aquello que propenda a la reconciliación y a los intercambios felices. MARIO PEREYRA
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Es de destacar que hay programas que enseñan a encontrar las claves de una adecuada convivencia familiar. Un proyecto muy interesante es el dirigido por el Grupo Bert Hellinger basado en el desarrollo de catorce valores. Los valores que ellos proponen para alcanzar el ideal de una sana convivencia familiar son: la actitud hacia el cambio, el respeto por la diferencia, confianza, solidaridad, manejo de conflictos y negociación, trabajo en equipo, responsabilidad social, autoestima, habilidades sociales, toma de decisiones, sinceridad, honestidad, autocontrol y actitud de servicio. Estamos persuadidos que desarrollar estos valores y las actitudes como los comportamientos que los mismos comprende ayudará al manejo de los conflictos en forma pacífica y ha incrementar el bienestar de las partes y de toda la familia.
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CAPÍTULO 8
¿HAY SOLUCIÓN PARA EL ADULTERIO? Radiografía de la traición “Amor que el alma emociona, con sus locas fantasías, amor que el amor traiciona, con una cruel cobardía, amor que causa tristeza, amor que causa dolor, amor que enciende mi cuerpo y mata mi corazón.” Anónimo
De acuerdo con los datos estadísticos de las encuestas norteamericanas, entre el 50 y el 70% de los hombres y el 30 al 50% de las mujeres serán infieles en algún momento de la vida matrimonial. Las informaciones indican que los índices de infidelidad van aumentando entre las mujeres. Por ejemplo, una encuesta del año 80 de una revista femenina de Estados Unidos, encontró que el 50% de las mujeres habían tenido por lo menos un affaire; en 1987, otro estudio descubrió que el 70% de las mujeres casadas hacía más de cinco años habían sido infieles (Eaker, 1994, 32). Las estimaciones dan cuenta que el 80% de los matrimonios sufren alguna vez una experiencia de infidelidad. Del número de las parejas fracasadas, se calcula que el 65% llegan a la separación a causa del adulterio. MARIO PEREYRA
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Las investigaciones agregan otros datos de interés, por ejemplo, la época del año de mayor riesgo a las aventuras amorosas es Navidad y Año Nuevo, favorecidas por el espíritu de diversión y el incremento del consumo de bebidas alcohólicas. También se ha descubierto que la infidelidad es significativamente más frecuente cuando hay antecedentes en la familia. La Dra. Bonnie Eaker (1994), quien trató más de 1000 parejas, declaró que “nueve de cada diez casos” tienen, por lo menos, un antecedente de padre adúltero. En otro estudio realizado en 1992 por McGue, de la Universidad de Minnesota, halló que los índices de adulterio aumentaban según el grado de parentesco, siendo mayor en gemelos, que en mellizos y cuando había un padre infiel. Estos datos han llevado a sostener la hipótesis de la presencia de un gen portador del sexo extramarital. Otra explicación sería aquella que asigna al acto desleal un patrón de comportamiento aprendido durante la infancia, sin dejar de reconocer una cuota de responsabilidad en los sujetos intervinientes. Otro aspecto de la traición al vínculo conyugal son las emociones que despiertan en la víctima. En una encuesta que preguntó, “¿qué haría si sospechase que su esposo/a tiene una aventura?”, el 75% respondió que reaccionaría violentamente contra el engañador y el 6% afirmó que lo echaría de la casa. Como mencionamos más arriba, más de la mitad de los divorcios se producen por esa causa. La frialdad de las estadísticas son incapaces de reproduCONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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cir las vivencias perturbadoras y terriblemente dolorosas que acompañan los actos de infidelidad. Un señor me confesaba: “Hace nueve años que pasé por esa experiencia y todavía tengo la herida abierta. ¡No se lo deseo a nadie! Para mí era todo jarana hasta el día que encontré a mi esposa moribunda. Ahí me di cuenta el daño enorme que le había hecho. No puedo dejar de pensar en eso”. Una dama que se había enredado en una relación extramarital describía, con lágrimas en sus ojos, las angustias que vivía con su conflicto de conciencia y las situaciones que tenía que afrontar con su esposo herido, al cual quería amar sin lograrlo y con el amante que la perseguía, al cual quería abandonar sin lograrlo totalmente. La faceta positiva de esta triste y dramática realidad es que si el adulterio se trata, en el momento oportuno, por profesionales competentes, la gran mayoría de las parejas superan la discordia (hay fuentes que aseguran un 98% de éxito) y aún pueden conseguir una experiencia de fortalecimiento y crecimiento para el matrimonio. LOS MITOS DE LA INFIDELIDAD Los mitos son creencias falsas que suelen ser compartidas por la mayor parte de la gente o sostenida por la sociedad como verdades indiscutibles, dificultando la comprensión de las cosas y creando confusión. Los más importantes, con respecto al adulterio, son los siguientes: MARIO PEREYRA
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1. El adulterio siempre tiene que ver con el sexo Muchas veces causa sorpresa conocer que el o la amante no tiene cualidades físicas superiores al cónyuge, ni tampoco valores morales, intelectuales y de otro tipo que los destaquen. La gente se pregunta: “¿Qué le vio?” Lo que ocurre es que la aventura puede estar motivada por una multitud de razones, que muchas veces no tiene nada que ver con el sexo o la pasión. Hay quienes se involucran en relaciones extramaritales buscando compañía o por conveniencia o por curiosidad o para llamar la atención al consorte o para vengarse de él o por mil razones más.
2. El adulterio puede beneficiar al matrimonio Un paciente manifestó: “Sentí que si obtenía el sexo que necesitaba en algún otro lugar, me mantendría más feliz y satisfecho, y salvaría mi matrimonio”. Hay quienes llegan a decir que el sexo extracurricular enseña a ser mejores amantes y contribuye al goce de todos. Tal creencia es un error peligroso y artero; es un pretexto para justificar las transgresiones. La realidad es que el adulterio destruye la pareja, traumatiza a los hijos y desintegra la familia.
3. El adulterio es inofensivo Hay expresiones populares que consideran el adulterio en forma liviana y jocosa, por ejemplo, “aventura de CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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una noche”, tirarse una “cana al aire”, una “travesura juvenil”, etc. Se trata de eufemismos para liberar al infiel de la culpa, calificándolo de simple placer pasajero que no daña a nadie. Alguien decía: “No es para tanto, sólo un poco de estímulo y excitación. No le afecta a nadie. Para mi no es sólo una cuestión del momento y mi esposa no sabe nada. Es como ir al cine”. Tratar el adulterio con indulgencia es negar la realidad, igual al alcohólico que subestima su enfermedad para seguir bebiendo. Además, de los peligros para la salud física, la mayoría de las veces es falso que constituya un placer pasajero intrascendente; suelen ser relaciones reiteradas y complejas. El adulterio es, por lo general, una forma de adicción, con los síntomas típicos de toda toxicomanía: negación de la realidad, búsqueda compulsiva del consumo, síndrome de abstinencia y la inconsciencia progresiva de autodestrucción.
4. El adulterio debe terminar en el divorcio Podemos asegurar que el adulterio es un mal curable. Los resultados recogidos en la experiencia clínica como la información trasmitida por la bibliografía especializada lo confirman. El remedio es el perdón. Administrado adecuadamente, ya sea por medio de un tratamiento profesional o por un manejo conveniente de parte de los involucrados, puede recuperar la salud matrimonial y familiar. Es un grave error pensar que la infidelidad es un pecado imperdonable. No sólo es tratable sino, como afirmamos MARIO PEREYRA
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anteriormente, la experiencia puede ayudar a un crecimiento y maduración de la pareja. La terapia del adulterio Élida (52) y Jorge (53), llegaron a la consulta en situación crítica. La señora, con su rostro crispado por la indignación e invadida por el llanto, decía: “Odio a mi esposo. No puedo aceptar que me haya mentido”. Reconoce haberlo “idealizado”, creyendo que jamás la engañaría. Jorge tuvo relaciones con su secretaria y después de algún tiempo, sintiéndose culpable por el hecho, lo confesó todo a su esposa. A partir de ese momento, la armonía conyugal de 20 años, se hizo añicos. Élida agredía violentamente a Jorge, hasta que éste, superado en su paciencia, reaccionaba contratacando. Sucedieron hechos dolorosos con agrias discusiones. Cuando llegaban a los momentos álgidos, pensando en los hijos y en la conveniencia de preservar la familia, proponían una tregua. Pero luego de algunos días, nuevamente estallaba el conflicto y se reanudaba el clima belicoso. Durante siete meses habían vivido en ese infierno. Intentaron varios tratamientos de psicoterapia individual y de pareja sin resultados positivos. Estaban agotados, a punto de claudicar. El deterioro de la relación amenazaba con la separación. Jorge no sabía qué más hacer. Élida estaba sumida en una profunda depresión ansiosa. El recuerdo lacerante e insistente del engaño es-
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taba siempre presente en su mente como una obsesión. Le asaltaba impulsos incontrolables de agresión a su esposo. “No lo hago a propósito, es que no puedo asumirlo”. Reconocía que no podía vivir torturándolo permanentemente, ni sometiendo a sus hijos a la angustia continua de ver a sus padres peleando, pero la compulsión era incontenible. “Este es nuestro último intento. No quiero ser una mujer resignada, sino una esposa enamorada. Necesito volver a creer en él”, manifestó en la primera entrevista. Decidimos internar a Élida y permitir el encuentro de pareja únicamente en las comidas para descomprimir la tensión. Trabajamos intensamente con Élida y liberamos a Jorge del acoso culpabilizador. Acordamos ciertas normas para guiar esos encuentros; básicamente un pacto de no agresión y abstenerse a dialogar sobre cuestiones conflictivas. Uno de los miembros del equipo trabajó con Élida con técnicas de control de sus obsesiones. Además le preparamos un programa de actividades diarias (hidroterapia, musicoterapia, expresión corporal, caminatas, deportes, actividades grupales recreativas, etc) que le dejaba poco tiempo libre. Asimismo, recibió la asistencia psiquiátrica y clínica para su depresión. A los pocos días cambió su rostro. Se la veía sonriente, participando con buen ánimo en las actividades y dando evidencia de estar aprendiendo algunos recursos para manejar sus pensamientos perturbadores. Le sugerimos a Élida entrevis-
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tar al capellán del servicio para buscar ayuda espiritual y trabajar con el perdón. Aceptó por complacernos, pero manifestó su “falta de fe”. “Me gustaría creer —dijo—, estoy segura que eso me ayudaría, pero lamentablemente no tengo fe. No he recibido educación religiosa y tengo muchas dudas sobre Dios.” A Jorge le dimos libertad de acción. Se dedicó a la lectura de libros de Psicología, especialmente sobre depresión, para intentar comprender el estado de su esposa. A la semana tuvimos la primera sesión de pareja. Encontramos un clima distendido. Élida admitió sentirse mejor de ánimo, había disminuido la angustia y la tristeza, descansando bien (se había internado con un insomnio pertinaz). Lo único que le preocupaba era el regreso. Una sombra de dudas nubló su rostro. Intervino Jorge: “Estoy más tranquilo que cuando vine —declaró—. Leí muchas cosas interesantes sobre la depresión.” Y continuó hablando de cómo construir un futuro nuevo, aunque también le temía al “fantasma” de los recuerdos. Entonces presentó algunas ideas posibles de cambio para intentar contrarrestar esos espectros, como mudarse de la ciudad, establecerse en otro lugar con buenas perspectivas laborales para ambos, etc. Se habló de comenzar “una nueva etapa, una hoja en blanco”. Élida insistió con su miedo y la dificultad para olvidar. “A veces me siento como que tengo todo superado, pero cuando vuelvo a hablar del tema me doy cuenta que no he superado nada”. Realizamos algunas intervencioCONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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nes para redefinir la situación de manera positiva. Sin embargo, en determinado momento, Élida reivindicó su condición de víctima “¿Por qué me tiene que pasar esto a mí?” La frustración y desilusión se pintó en su rostro. “No entiendo que queriéndolo tanto me haya engañado”. A pesar de estas expresiones de dudas, dominaba un clima apacible, de respeto mutuo. Estas mejorías nos predispusieron a aceptar el pedido del matrimonio para salir una tarde juntos. Esa salida fue nefasta. En el mismo momento de subir al coche aparecieron las obsesiones de Élida y se reanudaron nuevamente los reproches hostiles. Fue muy duro para Jorge soportar esas horas de persistente recriminación. Ambos volvieron desesperanzados. Al otro día tuvimos otra sesión de pareja donde evaluamos la situación. Fuimos pesimistas. Les dijimos que estaban dando pruebas de la imposibilidad de vivir juntos y que pensaran seriamente en la separación. Propusimos hacer una separación transitoria de prueba. Jorge se iría y Élida quedaría internada. El objetivo era intensificar el tratamiento de las impulsiones agresivas de la señora y que Jorge pensara en la separación o contrarrestar los agravios de su esposa. Fue una prescripción muy dura para los dos. A pesar de vivir peleando jamás se habían separado. Sentían que no podían vivir uno sin el otro, pero tampoco podían vivir juntos. Élida tuvo una crisis de nervios. Jorge quedó apesadumbrado. Finalmente aceptaron tener un distanciamiento. MARIO PEREYRA
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Para Élida fue una semana de cambios espectaculares. Comprendió que podía vivir sin estar dependiente y pendiente de Jorge y consiguió comunicarse mejor con otros pacientes y el personal. La terapia psicológico descubrió las motivaciones de su resentimiento profundo; estaba originado en un sentimiento de desvalorización propia. El no haber podido tener hijos (lo habían adoptado) le hacía sentir inferior. Ciertas escenas de rechazos sufridos alimentaban más la subestimación. Comprendió que la fidelidad de Jorge era lo que la confirmaba como mujer y lo que encubría su falta de autoestima. Incluso entendió que esa falta de valoración propia había promovido la retracción en la vida sexual que era otra de las causas que llevó a Jorge al adulterio. Por primera vez percibió que no era la víctima inocente, sino que también tenía algo de responsabilidad. Ese cambio de actitud fue decisivo. Hasta sintió la necesidad de hablar con el capellán. En una de esas entrevistas, mientras oraban, experimentó la emocionante sensación de la fe. De alguna manera empezó a percibir que era ella quien necesitaba ser perdonada. La obsesión fue desapareciendo y el resentimiento diluyéndose como la niebla del amanecer. Cuando se reencontró con Jorge era otra persona. Las próximas entrevistas psicoterapéuticas fueron muy productivas; se logró esclarecer cuestiones muy importantes de la vida de pareja que habían quedado encubiertas por el silencio. Fue como realizar un nuevo contrato conyuCONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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gal sobre pautas más claras, definidas y sólidas, teniendo como base el amor perdonador. Lamentablemente no siempre las historias de las vicisitudes de las parejas terminan bien, pero en el caso de Élida y Jorge, gracias a Dios, se logró desarrollos de maduración importantes. Incluso tuvo escenas emocionantes de reconciliación, que nos hizo pensar que Élida finalmente había alcanzando su propósito de “no ser una mujer resignada sino una esposa enamorada”. Son los milagros que logra el remedio del perdón auténtico.
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CAPÍTULO 9
¿CÓMO LIBERARSE DE LOS CELOS?
El monstruo de ojos verdes Yago: ¡Señor, cuidado con los celos! El monstruo de ojos verdes que se burla del alma en que se ceba. Es venturoso el engañado que su oprobio sabe, y odia a la engañadora; pero en cambio, ¡qué ratos tan amargos pasa el pobre que adora y duda, que recela y quiere! Shakespeare, Otelo.
Narra la Biblia que los primeros hijos gestados en este mundo, Caín y Abel, inauguraron la desdichada historia de los males que nos azotan, protagonizando la primera tragedia. El conocido relato del Génesis cuenta que los hijos de Adán y Eva ejercieron oficios diferentes, siendo el primogénito labrador y el segundo, pastor de ovejas. Pasado el tiempo, ocurrió que “un día Caín llevó al Señor una ofrenda del producto de su cosecha. También Abel llevó al Señor las primeras y mejores crías de sus ovejas. MARIO PEREYRA
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El Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda, pero no miró así a Caín ni a su ofrenda, por lo que Caín se enojó muchísimo y puso muy mala cara. Entonces el Señor le dijo: ‘Por qué te enojas y pones tan mala cara? Si hicieras lo bueno, podrías levantar la cara; pero como no lo haces, el pecado está esperando el momento de dominarte. Sin embargo, tú puedes dominarlo a él’” (Gén.4:3 7, DHH). A pesar de la advertencia ese primer arrebato de celos no pudo ser controlado, por el contrario, continuó su cauce de enojo y venganza, causando el primer crimen. Se ha dado en llamar Complejo de Caín (Orbis, 1985, T.1, 49), el sentimiento de rivalidad fraterna que suele manifestarse en el hijo mayor en ocasión del nacimiento de un hermano. El cariño que hasta ese momento era exclusivamente suyo ahora se ve obligado a compartirlo, provocando animadversión hacia el intruso, que puede manifestarse en actitudes de hostilidad y rechazo, hasta actos de agresión física. Estos sentimientos de aborrecimiento del hermano probablemente sean la expresión más temprana de los celos. Otro relato muy conocido de celos es el célebre drama de Shakespeare, Otelo, considerado por los críticos como su realización máxima (Pagés, 1952, XXXIX). El protagonista principal que da nombre a la obra, es un noble moro que ostenta el cargo de general del Ejército de Venecia. Se casa con Desdémona, hija del senador Brabantio, en conCONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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tra de los deseos del padre de ella. El asistente de Otelo, Yago, ofendido porque su jefe prefiriera a Cassio para un ascenso, conspira una venganza contra ambos. Estimula los celos de Otelo, sugiriendo que Desdémona mantiene una relación amorosa con Cassio. Otelo, enloquecido y cegado por “las pérfidas sospechas”, estrangula a Desdémona y se suicida. En esta obra, Yago personifica a Lucifer, un monstruo subterráneo y perverso que conduce sutilmente su tarea corrosiva por medio de maquinaciones ladinas buscando promover la furia celotípica, hasta lograr su cruel objetivo. El mismo Yago sabe que los celos son un “veneno” que en un principio “ni al paladar ofenden, mas en filtrando luego por la sangre, abrazan como cráteres de azufre” (Shakespeare, 1952, 305). La obra describe, precisamente, cómo opera la acción ponzoñosa de la maldad, que inyecta el veneno de los celos en una pareja desprevenida e inocente hasta llevarla a la destrucción. Los celos son visitantes conocidos por todos. Constituye una emoción universal. No depende de la condición social, ni del nivel intelectual, poderío económico o educación. Cualquiera puede ser víctima de esos arrebatos apasionados. Además, de los celos entre hermanos y la pareja, esas pasiones pueden atacar la amistad, el compañerismo y todo tipo de vínculo de afecto. Aparece cuando el sentimiento de posesión egoísta se ve frustrado o cree descubrir su falta de exclusividad. Pero seguramente donde adquiere mayor virulencia e intensidad es en la MARIO PEREYRA
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vida matrimonial. La expresión más terrible de los celos es cuando cae bajo sospecha el amor que une a una pareja. Es cuando el “monstruo de ojos verdes” amenaza con destruirlo todo; donde el amor se convierte en espanto y tortura, transformando el cariño en desprecio. La palabra “celos” deriva etimológicamente del latín zelus, que significa “ardor”. Es sinónimo de “aplicación”, “entusiasmo”, “fervor”. Tiene varias acepciones, desde “Amor extremado y eficaz a la gloria de Dios y al bien de las almas”, a la sospecha, inquietud y recelo de que la persona amada haya mudado o mude su cariño, poniéndola en otra” (Peuser, 1962, Vol.II, 402). Podría explicarse como una ansiedad caracterizada por los continuos sentimientos de desconfianza y sospecha en relación con la persona amada. Es un intenso dolor hecho de inseguridad, inquietud y suspicacia. Sin embargo, hay que reconocer que existen diferentes manifestaciones de los celos: algunas son positivas; pero la mayoría penetra profundamente en la parte oscura del ser, y marchita la flor de la alegría. TIPOS DE CELOS Una esposa recelosa lanzaba frecuentes alusiones a su cónyuge en público, como arañazos, tales como: “La verdad que no sé que opina Daniel (el esposo), últimamente lo veo tan poco...” O bien: “¿Conocen ustedes a la nueva CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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secretaria de Daniel? Debiera trabajar en un sauna, donde están de moda las rubias oxigenadas”. O respondiendo: “No, nunca le pregunto donde se queda hasta tan tarde, ¡me da miedo saberlo!” Las indirectas o expresiones veladas, que a veces son dichas en broma: “No tomes en serio estas cosas, querido, son ocurrencias mías”, pueden ser fatales. Los celos se inician en el recelo. Esas suspicacias son un juego peligroso para la salud de la relación. Las dudas siembran desconfianza y cosechan destrucción. Esas formas incipientes de sospechas pueden provocar situaciones inimaginables. Además, de los celos “normales”, se distinguen los celos neuróticos y los delirios celotípicos derivado de trastornos psicóticos o demenciales. Un ejemplo de tipo neurótico, es el caso de Otelo; son personas que enferman de celos, haciendo que cualquier hecho, por insignificante que parezca: por ejemplo, un cabello en la ropa, el olor de un perfume, una tardanza, sea considerado como una “evidencia” de infidelidad, que lleva a protagonizar una crisis de nervios o promover una multitud de reproches. “Sombras livianas como el aire vano son a los ojos del celoso (las) pruebas”, afirma Shakespeare. Lo trágico de esos episodios es que muchas veces se transforman en profecías autocumplidoras, es decir, las críticas y las desconfianzas pueden llevar a que el cónyuge, harto de tanta persecución, finalmente cometa adulterio como represalia. Por lo general, quienes tienen la tendencia a celar son personas que han vivido MARIO PEREYRA
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en la infancia experiencias traumáticas, por ejemplo, el abandono del padre de la casa con una amante. Cuando los celos llegan al delirio, adquiere su forma más exagerada; es cuando la imaginación inventa la figura del rival afortunado y cree que la persona amada se conduce escandalosamente. Aunque no existe ninguna “evidencia” ni razones para sospechar, el pensamiento alterado construye una obra de ficción que la vive como real. Una perspicacia morbosa lo mantiene en vigilancia continua, lo lleva a sondear los sentimientos del ser amado, a descubrir intenciones en gestos y actos nimios y a buscar desbaratar el complot perverso de artimañas que imagina. Sobre esas ideas se movilizan resentimientos y odios, que pueden llevar a reacciones violentas contra la pareja. Las ideas delirantes celotípicas son frecuentes entre los alcohólicos crónicos y en quienes padecen procesos demenciales por involución (personas que sufren deterioro mental durante el envejecimiento). Por supuesto, que en estos casos los celos son síntomas de patologías severas que requiere un tratamiento especializado. Si bien hay distintos tipos de celos, en todos está el tercero, amenazante, intruso y competitivo. Por eso, se ha dicho que los celos tienen la misma raíz que la envidia, donde también aparece la figura del rival que posee el objeto deseado. Por otra parte, los celos y la envidia son emociones emparentados por el sentimiento de posesión. CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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Decía La Rochefoucauld: “Hay en los celos más amor propio que amor”, ya que la naturaleza de estos afectos es el egoísmo. El fenómeno de los celos, antigua debilidad humana, parece haberse convertido en la actualidad en signo de nuestro tiempo. Hoy todo el mundo quiere gozar del sexo y disfrutar del derecho irrenunciable de amar con la mayor libertad posible, aunque rechaza y teme esa conducta en el ser amado. Vivimos bajo la hegemonía de la desconfianza. La sospecha impera en todos los campos, haciendo germinar los celos, el rumor, el chisme, la crítica, la maledicencia, los miedos, el rencor y otras conductas detestables. ¿Cómo controlar los celos? Proponemos, a continuación, una lista de orientaciones prácticas que pueden ayudar a la hora de luchar contra la esclavitud de los celos. 1) Hable de sus celos. Silenciar el sufrimiento es negativo para quien lo reprime como para la relación. No hablar, frecuentemente, potencia el problema y sabotea cualquier posibilidad de ayuda. A veces la infidelidad es un hecho comprobado o declarado, lo cual abre otras alternativas y tratamientos, desde la separación al perdón.
De cualquier forma es más sano enfrentar la luz de la verdad, aun cuando sea cruel y brutal, que vivir torturado bajo las sombras de la sospecha. MARIO PEREYRA
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¿Cómo liberarse de los celos? 2) Busque información objetiva. Cuando los celos ase-
chan es fácil caer en susceptibilidades o en arrebatos que incapacitan para entender la realidad. A veces los celos son fundados, pero muchas veces son presunciones ficticias. Actuar apresurado y bajo los efectos de las emociones puede ser fatal. Es preferible esperar a sobreponerse del impacto para intentar asimilar la cuestión. Esfuércese en ser objetivo y aprende a diferenciar lo que son hechos reales de los que pueden ser manipulación de su imaginación. Esto no es otra cosa que tomar verdadera conciencia del problema e intentar hacer algo al respecto. Otro consejo es el de Liberman (1991, 174 5). Él sugiere: “No utilice palabras definitivas, ni amenace estérilmente con decisiones súbitas ni de ultimatum... No se refiera al tercero desvalorizándolo ni desacreditándolo ante los ojos de su pareja... En fin, no abrume a su pareja, no la acorrale ni con promesas ni con actos demostrativos de su propio deseo de cambio... Hable, dialogue, busque razones y motivaciones, pero sepa esperar”. 3) Trate de aumentar sus atractivos. A una esposa ator-
mentada por los celos, Vila (1976) le sugería que se ocupase en ser más atractiva para su marido. Sugería: “Un nuevo vestido y un peinado pueden ser de ayuda” (p.77). Por lo menos, es importante no atacarse a sí mismo, ni llenarse de culpas, procurando conservar una adecuada autoestima. Quizás es el momento de pensar en uno mismo y buscar aquellas cosas que ayuden a crecer. Todo lo CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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que haga por sí misma seguramente contribuirá más a mejorar la relación de pareja que alimentar los celos. 4) Procure ser más tolerante. Deje espacio a su pareja:
evite ese impulso irrefrenable que lleva a estar en todo momento controlando, llamando por el celular, revisando las llamadas y los e-mailes o preguntando sobre lo que está haciendo y con quien está. De esta forma lo único que se consigue es que la pareja se sienta cada vez más agobiada y atosigada. También evite utilizar amenazas. Hable claramente de lo que le ocurre, no permita que la rabia lo ciegue e intenta buscar soluciones al problema. 5) No tema pedir ayuda profesional si la necesita. Mu-
chas veces adoptamos una actitud omnipotente, creyendo que podemos salir adelante solos. Cuando el sufrimiento arrecia y el dolor se ensaña con uno, el apoyo del amigo o la ayuda profesional es de gran valor. Reconocer esa necesidad no es un gesto de debilidad; por el contrario, es una expresión de entereza para afrontar la verdad y asumir el problema de manera adecuada. 6) Alimente la fe en su pareja. Si los celos son la enfer-
medad del amor, la fe es su remedio. Alguien exclamaba: “¡Ay de las esposas de poca fe!” También se podría decir lo mismo de los esposos. Cuando falta la fe el mundo se hunde. El edificio del amor se cimienta en la confianza mutua, cuando está falla hay peligro de derrumbe. Es preferible MARIO PEREYRA
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pecar de crédulo que de desconfiado; por lo menos, así la vida no resulta tan desgraciada. Si no hay razones justificables para dudar ¿por qué no creer? Y ¿si se puede creer, por qué dudar? Cuando se siembra fe, por lo general, se cosecha confianza. Evita pensamientos destructivos que hacen que el problema de los celos se agrave e intenta sustituirlos por otros de seguridad y confianza que ayuden a frenarlos. Una actitud franca y transparente hacia la otra parte contribuye al sinceramiento y cultiva la lealtad; disipa las sombras de las dudas y estimula la comunicación sana del amor. La parte positiva en todo este proceso es que si se aprende a controlar esos impulsos, los celos pueden ayudar a apreciar y valorar a la persona que tiene a su lado y a cuidar el amor del otro sin darlo siempre por supuesto. También, desarrollar el autocontrol y el aprendizaje de la objetividad aporta mayor madurez y crecimiento espiritual, favorece la autoestima y la independencia emocional.
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CAPÍTULO 10
LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD CONYUGAL: 5 x 1 Mitos y realidades “El secreto de la felicidad conyugal consiste en exigir mucho de sí mismo y poco del otro”. Guinón
Hay parejas en apariencia incompatibles que tiene cada semana (a veces con más frecuencias) peleas espectaculares, dignas de los mejores teleteatros, que, sin embargo, siguen juntas toda la vida, a diferencia de otras que se tratan con respecto y consideración, pareciendo muy bien avenidas, no obstante, sucumben rápidamente en el divorcio. Asimismo, los especialistas en cuestiones conyugales suelen dar mal pronóstico a los matrimonios que jamás discuten y eluden las diferencias y problemas, considerándolas parejas “negadoras” o “reprimidas”, sin embargo, muchas de ellas llegan a festejar las bodas de plata, de oro y aun de diamante. Entonces, ¿la vida conyugal es un enigma misterioso e inexplicable? ¿Existe alMARIO PEREYRA
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gún tipo de regla que regule su funcionamiento o depende de tantos factores y componentes sutiles que resulta imposible anticipar resultados? A pesar de que las investigaciones y la práctica de la terapia familiar tiene alrededor de cincuenta años de trabajo fecundo, hay que reconocer que todavía desconocemos mucho acerca de los procesos emocionales e interrelacionales que ocurren entre dos personas de diferentes sexos que deciden compartir su vida. Aún cuando los tratamientos de parejas logran resultados positivos en muchos casos, las estadísticas informan que la mitad de las parejas que recibieron algún tipo de terapia marital no mejoraron y llegaron al divorcio. Considerando los altos índices de divorcio, habría que pensar que la enorme divulgación de los conocimientos psicológicos sobre el buen funcionamiento matrimonial y familiar, los millones de libros de autoayuda, revistas de circulación masiva y programas televisivos sobre temas del hogar, además de la multitud de seminarios que se dictan para el enriquecimiento de la pareja, no han sido de mucho ayuda. Se han volcado ríos de tinta para enseñar y señalar cuales son los factores culpables de esta avalancha de fracasos domésticos, sin que los resultados hayan contribuido a neutralizarlos. Los matrimonios de hoy no son más felices que lo que era hace 50 años atrás. Ciertamente hay una constelación de problemas y circunstancias responsaCONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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bles de estos cambios que no existían medio siglo atrás, como son la salida de la mujer del hogar para incorporarse al mercado laboral, la decadencia de la religión y los valores morales, la indulgencia de las leyes de divorcio, el estrés de las grandes ciudades, la competencia despiadada y salvaje, el individualismo hedonista, el consumismo insaciable que nos induce a comprar más y más confort, etcétera, etcétera. Si bien todas estas razones pueden explicar algunas de las causas del divorcio no pueden predecir que parejas se separarán o permanecerán juntas y cuales son más vulnerables o más resistentes a los embates destructores de la disolución familiar. Probablemente quien más ha avanzado en el conocimiento de este tema es el Dr. John Gottman, profesor de psicología de la Universidad de Washington. Él investigó durante más de veinte años miles de parejas para identificar las pautas específicas de los comportamientos, las actitudes, las emociones y reacciones fisiológicas que pudieran predecir el éxito o el fracaso matrimonial. De esa manera, construyó una base de datos con un total de dos mil parejas a las cuales videofilmó, aplicó decenas de cuestionarios, entrevistas y análisis clínicos de laboratorio. Estudió la expresión emocional, la voz, el lenguaje, los niveles de sentimiento, interés, diversión, alegría y otras emociones placenteras o displacenteras, como tipos determinados de conducta, a fin de estudiar cómo todas ellas interactúan en las parejas en diferentes circunstanMARIO PEREYRA
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cias. También, correlacionó esa información con datos fisiológicos, como el ritmo cardíaco, los índices de irrigación sanguínea y sudor en momentos de estrés, los movimientos de la musculatura gruesa y la presencia de hormonas asociadas al estrés en orina o sangre. Con todos esos datos siguió a las parejas estudiadas a través del tiempo, indagándolas cada dos años para averiguar cuáles eran los factores que podían predecir el divorcio. Un grupo de 484 parejas fueron seguidas por más de diez años y otro grupo por veinte años. Finalmente, Gottman llegó a identificar siete variables que son capaces de predecir, con una precisión del 96%, cuáles son los matrimonios que se encaminan al divorcio. PREDICTORES DEL DIVORCIO Los primeros cuatro patrones destructivos de los matrimonios, que pueden predecir el divorcio en el 82% de los casos, son los más letales. John Gottman (2000) los calificó: “los cuatro jinetes del Apocalipsis”. Ellos son los siguientes: a). Las críticas. Las críticas son diferentes de las que-
jas. Una queja se refiere a una acción específica que es objeto de la censura del cónyuge. La crítica, por lo contrario, es más global, incluye palabras negativas sobre el carácter o la personalidad de la pareja. Supongamos que Raúl le dice a Raquel: CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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―El coche se ha quedado sin gasolina. ¿Por qué no lo llenaste como te pedí? Eso es una queja. Pero si le hubiera dicho: ―¿Por qué nunca te acuerdas de nada? ¡Te he dicho mil veces que llenes el tanque! Eso una crítica. Aunque las críticas son comunes en los matrimonios, con el tiempo desgastan la relación y pueden dar lugar a que empiecen a cabalgar con los otros jinetes el camino que se dirige al divorcio. b). Desprecio. Sigamos con el ejemplo. Supongamos la
siguiente respuesta de Raquel después de la crítica.
―¿Cómo si a ti nunca se te olvida de nada? ¿Desde cuándo te has convertido en perfecto que no me había dado cuenta? Asume una actitud sarcástica y de burla. Otras formas de desprecio son el escepticismo, la burla, el humor hostil, los insultos o los gestos mordaces. Esas actitudes aumentan el conflicto en lugar de ayudar a la reconciliación. El desprecio es el peor de los cuatro jinetes, envenena las relaciones y las personas. Las parejas que muestran desprecio tienen más probabilidades de sufrir enfermedades infecciosas (resfriado, gripes, etc.) que otras que no recurren a esa actitud. MARIO PEREYRA
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La fórmula de la felicidad conyugal 5x1 c). Actitud defensiva. Consiste en sentirse atacado y de-
fenderse atacando. Imaginemos a Raquel seguir diciendo: ―De paso, a ti se te olvidó pagar la luz la semana pasada, que casi nos cortan el servicio. Me parece que el Alzeimher te esta atacando más fuerte que a mí (con ironía). El cónyuge agresivo no da su brazo a torcer ni pide perdón, lo que hace es culpar a la pareja, diciendo en esencia: “El problema no soy yo. Eres tú.” Las críticas, el desprecio y la actitud defensiva no siempre aparecen en ese estricto orden. Funcionan como una carrera de relevos, pasándose de una a otra, muchas veces sin saber cómo ponerles fin. d). Actitud evasiva. Es posible que Raúl, ante esas res-
puestas de Raquel no diga nada y se vaya a encerrarse en su escritorio. Quizás en el futuro también evite otras quejas temiendo una respuesta agresiva de parte de Raquel. Así se va alejando, amurallándose detrás del diario o mirando tele o trabajando en la computadora, hasta que el distanciamiento se profundice hasta llegar a la separación. Es un espiral negativo con resultados trágicos. La actitud evasiva, por lo general, aparece más tarde que los otros tres jinetes destructivos del matrimonio.
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A la presencia de estas cuatro actitudes —los 4 jinetes— que predicen el 82% de los divorcios se le agregan otros tres factores más, que puede predecir el 96% de los casos de separación. De modo que es importante también explicar estos otros agentes perjudiciales para estar prevenidos contra ellos. Los mismos son: 1. El fracaso en pedir perdón. Cuando después de una pelea no se habla más del asunto o se intenta resolverlo sin lograrlo, aumentan las posibilidades de separación. 2. Los malos recuerdos es otro factor destructivo. Cuánto más dominen los recuerdos negativos más las parejas se acercan al fin. Si se logra recordar momentos gratos y felices, la situación puede cambiar. 3. El sentirse abrumado. Cuando el grado de tolerancia ha disminuido y uno o los dos cónyuges se sienten muy mal con la relación es alta la posibilidad de la ruptura. Es decir, el grado de malestar acumulado es un indicador amenazador. Muchas veces son los actos de violencia que protagonizan los cónyuges los que llevan al agobio, el cansancio y finalmente al naufragio de la relación.
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Estilos matrimoniales La investigación de Gottman descubrió otros detalles interesantes sobre la dinámica de las relaciones matrimoniales. Uno de esos hallazgos se refiere a tres tipos de estilos matrimoniales diferentes. 1) el “convalidante”, 2) el “explosivo” y 3) el “evitador del conflicto”. El primer tipo, es el “buen” matrimonio, el que se caracteriza por la compatibilidad, el concordar en cuestiones importantes (religión, sexo, dinero, crianza de los hijos) y saber negociar en todos los otros asuntos. No es que no discutan nunca, pero lo hacen sin mala intención y acaloramiento. Tienden a reconocer y expresar sus conflictos y diferencias, enfocándolos con calma y sinceridad sin hacer de ellos una guerra para ver quién gana. Suelen escucharse respetuosamente y comprender el punto de vista del otro, no interrumpir cuando el otro habla y si no se pueden convencer, negocian una solución de compromiso. Por supuesto, que este modelo de interacción conyugal tiene buen futuro, siendo reconocido por todos los especialistas y sugerido a que todos los matrimonios lo reproduzcan. Sin embargo, la investigación demostró que el éxito conyugal no depende de todas las características de CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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los matrimonios compatibles, sino de algunas específicas que pueden encontrarse en otros estilos de pareja. El tipo “explosivo” es de los esposos peleadores. Son parejas muy emocionales, celosas, con entredichos espinosos, indirectas, irónicas y con conductas impulsivas. A diferencia del primer tipo que mantienen lides caballerescas, estos se excitan, atacan ferozmente y gritan para imponer su punto de vista, tratando de someter al otro. Son torrentes arrolladores, volcanes en erupción. Sin embargo, —¡oh enigmática naturaleza humana!—, pueden llegar a constituir matrimonios de toda la vida, que no pueden vivir el uno sin el otro. Por ser tan emotivos, también suelen tener escenas super románticas (para festejar la reconciliación) y vivir idilios apasionados después de muchos años de matrimonio a diferencia del modelo convencional del primer grupo, que son más estables, pero menos fogosos. En este tipo, también se descubrió que la fórmula de la felicidad no pasaba por el hecho de pelearse sino por otras condiciones básicas. Por último, el tipo evitador de conflicto, es totalmente contrario al anterior, eluden la lucha, minimizan sus conflictos, desvían la mirada de las dificultades, le tienen terror a pelear y todo lo tapan con “no hay problemas”; “está todo bien”. Estos se asemejan a un lago apacible y calmado. En el mejor de los casos, ante la evidencia insoslayable de un desacuerdo, manejan la discrepancia terMARIO PEREYRA
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minando en un diplomático empate, estando de acuerdo que están en desacuerdo, sin procurar convencer al otro ni negociar ninguna salida. Es el tipo clásico que cualquier terapeuta de familia diría que está condenado al fracaso, porque negar, reprimir o evadir los conflictos es un signo de mala salud mental. Sin embargo, aquí nuevamente las apariencias engañan y la práctica desmiente la teoría. Cuando en estos matrimonios se da la fórmula de la felicidad sobreviven como los anteriores ¿Cuál es esa dichosa fórmula? LA FÓRMULA: 5 x 1 La investigación de Gottman no solo identificó los predictores del divorcio, sino también logró descubrir cuáles son los factores que favorecen a la satisfacción conyugal y predicen que los matrimonios continuarán juntos, por lo menos en los próximos dos años. Claro, que si se mantiene los altos índices de satisfacción conyugal podrán ser felices hasta que la muerte los separe. El notable descubrimiento que realizó Gottman (1995) fue que el bienestar de una pareja está determinado por el saldo de las interacciones emocionales positivas sobre las negativas. Es decir, cuando los buenos momentos de pasión, placer mutuo, buen humor, afecto, generosidad, bondad y otros por el estilo sobrepasan cinco veces a uno, CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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a los malos momentos de crítica, ira, disgusto, indiferencias, frialdad y otros de la misma especie, se puede predecir que esa pareja tendrá buen futuro. Gottman, comprobó que las parejas felices, no tenían relación con el estilo o tipo de la relación, ni con el hecho de si peleaban o nunca se enojaban, sino con el saldo global de sus interacciones positivas y negativas. Afirma el investigador: “Del mismo modo que cualquier otro ser vivo, el matrimonio debe mantener una suerte de equilibrio emocional ecológico si pretende sobrevivir. Los matrimonios parecen prosperar cuando se da en ellos, proporcionalmente, un poco de negatividad y mucha positividad. Las cantidades totales varían en forma sustancial de un estilo matrimonial al otro, pero la proporción de interacciones positivas y negativas debe ser la misma. Un matrimonio exitoso mostrará gran cantidad de afecto positivo y algunos de tipo negativo, otro mostrará un monto moderado de ambos, y un tercero, una pequeña cantidad, pero en todos deberá existir la misma proporción... Comprobamos que las parejas satisfechas, no importaba el parangón que guardara su relación matrimonial con la ideal, eran en las que había una proporción de cinco momentos positivos por cada momento negativo” (1995, 28 y 26). No fue ese el único descubrimiento realizado por Gottman. También pudo “comprobar que si el hombre participaba en los quehaceres hogareños, era más probable que, cuatro años después de la primera entrevista en el MARIO PEREYRA
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laboratorio, fuese más feliz y estuviese más comprometido con su matrimonio, menos solitario, tensionado y propenso a contraer enfermedades” (Ídem, 31). La investigación reveló algo que todos los maridos debemos saber para aumentar nuestra salud, aunque sea en menoscabo de otras actividades que pueden resultarnos más placenteras (ir a la cancha, ver tele, pescar o simplemente no hacer nada): “los quehaceres hogareños, por sí solos, cuando se los examinaba como factor aislado en los hombres, se vinculaban con un menor ritmo cardíaco, una menor activación fisiológica en general y una mayor salud cuatro años después” (Ibíd.). Lo llamativo es que la participación masculina en la vida doméstica no sólo favorece el vínculo matrimonial, si no también constituye un factor de bienestar del organismo. Otro dato interesante de la investigación fue encontrar qué cosas enferman a las mujeres. Se descubrió que fue la indiferencia y el “amurallamiento” del esposo para no responder a sus preguntas y quejas. El desdén del marido predijo la tendencia a enfermar de la esposa. Por ejemplo, declara Gottman: “Contando la cantidad de expresiones faciales de desdén que mantenía un marido hacia su esposa, pudo calcular correctamente la cantidad de enfermedades infecciosas que ella habría de sufrir en los cuatro años siguientes” (Ibid).
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En general, el estudio mostró que los matrimonios hostiles y distantes, tenían un carácter tóxico, comprometiendo el sistema inmunitario del organismo, aumentando la vulnerabilidad de ambos para contraer distintos tipos de enfermedades. Por el contrario, aquellos que habían descubierto la fórmula de la felicidad demostraron mejor salud física y mental. Hay que concluir con la verdad inexorable, que si queremos vivir mejor en pareja y en salud, hay que seguir la vieja y eterna fórmula del amor, de proporcionar afecto y expresiones de reconocimiento, especialmente de manera quintuplicada si hemos tenido una discusión o un disgusto con nuestro ser amado.
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¿Qué dicen las investigaciones?
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CAPÍTULO 11
¿QUÉ ENSEÑAN LAS INVESTIGACIONES? Matrimonio y bienestar “..horas en que palpando el telón de la vida y del amor, no sabía aún qué habría de encontrar detrás de él” Herman Hesse (2004).
En los últimos 50 años, una creciente bibliografía ha investigado las familias y los matrimonios, tanto en cuestiones generales de la vida conyugal como en áreas específicas. Múltiples investigaciones se han enfocado en comparar los casados con quienes no lo son en el grado de felicidad, la economía, el estado de salud, tanto física como mental. ¿Será que los casados son más felices? ¿Viven más? ¿Gozan de mejor salud? ¿Cuáles son los beneficios o los perjuicios de la vida en pareja? Esas y otras preguntas han promovido muchos estudios con grandes poblaciones, en diversos países, grupos étnicos, culturas y sociedades para descubrir, por lo general, que los casados son más felices, gozan de mejor salud, viven más y mejor, MARIO PEREYRA
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además de contar con una mejor condición económica que aquellos que no viven en pareja. También se han publicado artículos que muestran conductas específicas de la conyugalidad, como por ejemplo, cómo duermen los casados felices, si en la misma cama o en camas separadas, o cómo tienen la presión arterial los casados con respecto a los solteros, divorciados o viudos, hasta otras cuestiones si el hecho de haber pasado por el registro civil o haberse consumado la ceremonia religiosa cambia con respecto a a las parejas que simplemente deciden vivir juntos, sin haber hecho ningún trámite legal o religioso. La mayoría de esos estudios son realizados por académicos, ya sea por tesistas doctorales o profesores universitarios que dedican parte de su trabajo a la investigación y publican sus hallazgos en revistas científicas o manuales de difícil acceso; la mayor parte de esa información permanece desconocida por el gran público, a no ser que algún medio popular decida difundirla. Asimismo, como las revistas especializadas son escritas en inglés, en el mundo latino también son poco leídos. Por eso, nos parece importante dar a conocer, por lo menos, los resultados más importantes o interesantes, para esclarecer algunos aspectos de la vida matrimonial. En esta sección nos referimos a investigaciones relacionadas con la condición de estar casados. Varios estudios han reportado que las personas casadas son más CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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felices que otros grupos. Basados en los datos proporcionados por 35.024 casos, del General Social Survey (USA), E. Myers (2000), encontró que tantos los hombres como las mujeres que están casados informaron sentirse “muy felices” en más del doble que los solteros y en un grado aún mayor que los divorciados y separados (ver Gráfica 1). Estos resultados se han observado en diferentes países (Mastekaasa, 1994) y en otras culturas (Diener et al., 2000). Ser feliz es muy importante ya que la investigación ha encontrado que se correlaciona fuertemente con tener mejores ingresos (Diener et al., 2002), mejor salud mental (Koivumaa-Honkanen et al., 2004) y una vida más prolongada (Danner et al., 2001). Precisamente, un estudio realizado por Diener y Seligman (2002) las personas que puntuaron alto en una escala de felicidad fueron más sociables y mantuvieron relaciones afectivas y sociales más estables, que las personas que puntuaron bajo en la misma escala. Así mismo obtuvieron mayores puntajes en la escala de extraversión y menores en la de neuroticismo; también puntuaron más bajo en algunas escalas de psicopatología de acuerdo con el MMPI. Los resultados de este estudio sugieren que las personas más felices tienen un sistema emocional funcional que les permite reaccionar apropiadamente ante los eventos de la vida. Otro estudio realizado en Japón (Keiko Otake et al., 2006), encontró que la felicidad está asociada a conductas bondadosas y de gratitud, suponiendo los autores que estas últimas son las que predisponen a ser más felices. Quizás, cultivar el MARIO PEREYRA
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agradecimiento y la bondad en la pareja, contribuye a ser más felices ambos.
GRÁFICO 1 – Felicidad y estado civil
Un dato muy llamativo es que los casados tienen mejor situación económica. Parecería que los solteros deberían tener menos gastos, al poseer menos obligaciones (como sostener los hijos y otros compromisos) y, por lo tanto, deberían contar con más recursos. Sin embargo, un informe de Christopher R. Tamborini (2007), de la administración del Social Security de los Estados Unidos, realizado sobre una población de más de 35 millones de personas, encontró que los que nunca se casaron tienen un porcentaje de 21,9 de pobreza, con relación al 4,5% de los casados (ver Gráfico 2). Es decir, los que jamás se casaron son casi 5 veces más pobres que los casados. Asimismo, el promedio de los ingresos de los casados, durante el año 2004, fue de 34.900 dólares, en comparación con los que nunca se CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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casaron que dispusieron un promedio de 15.000 dólares de ingresos (menos de la mitad de los casados), en tanto, los divorciados recibieron 19.979 y los viudos, 18.013 dólares. Estos datos dan la razón a la declaración bíblica del Eclesiastés que afirma: “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo” (4:9).
GRÁFICO 2 – Porcentajes de personas de 65 años o
más que están por debajo de la línea de pobreza, según su estado civil
Según Jane R. Rosen-Grandon y sus colaboradores (2004), del departamento de Aconsejamiento y Desarrollo Educacional de la Universidad de Carolina del Norte, el “matrimonio ha sido descrito como la relación humana más importante y fundamental, porque provee la estructura primaria para establecer las relaciones familiares y construir la próxima generación” (Ídem, 58). Estos autores, reconocen que a pesar de los muchos beneficios de MARIO PEREYRA
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vivir en pareja, no es fácil lograr convivir felices como lo demuestran fehacientemente los altos índices de divorcio, que alcanza entre el 50% y el 67% de los matrimonios en los Estados Unidos. Sin embargo, cinco años después del divorcio, el 77% de las mujeres y el 84% de los hombres, vuelven a casarse (Brubaker y Kimberly, 1993), aunque el 60% de los tales se vuelven a divorciar. De allí que sea tan importante descubrir como se puede conservar y aún incrementar la satisfacción conyugal, no solo durante un tiempo, sino en forma prolongada. En una investigación realizada por Fenell (1993), se descubrió cuáles son las diez características más importantes asociadas al éxito de los matrimonios a largo plazo. Ese decálogo que hace posible conservar el pareja está compuesto por los siguientes: 1) el compromiso por el curso del matrimonio; 2) la lealtad; 3) los fuertes valores morales; 4) el respeto mutuo; 5) el compromiso de fidelidad sexual; 6) el deseo de ser buen padre; 7) la fe en Dios y compromiso espiritual; 8) el complacer y sostener al cónyuge; 9) el proveer buena compañía; 10) la voluntad de perdonar y ser perdonado. Por su parte, Collins y Coltrane (1991), en una encuesta pública, encontraron que los componentes del matrimonio exitoso según la opinión de la gente, son: la confianza (93%), el entendimiento (86%), la buena vida sexual (75%), el tener niños (59%), los intereses comunes (52%), el compartir las tareas domésticas (43%), el tener bastante dinero (41%) y el compartir un CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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pasado similar (25%). Para ver cuáles de estas características eran las que realmente influían significativamente en la satisfacción conyugal, Rosen-Grandon et al. (2004), estudiaron a 201 personas casadas, aplicando un modelo de ecuación estructural, para descubrir que son el amor, la fidelidad y el compartir valores los factores de mayor peso. Por lo tanto, si queremos un matrimonio satisfactorio, siguiendo los resultados de las investigaciones, habría que dedicarse a cultivar el amor y hacer sentir al cónyuge la lealtad y evitar conflictos en cuestión de valores.
¿Cómo duermen los casados? Otros estudios exploran detalles curiosos e interesantes. Por ejemplo, una nueva investigación halla que las mujeres que son felices en su matrimonio tienden a dormir más profundamente que las esposas de matrimonios infelices. La investigación ha encontrado que las mujeres que son felices en su matrimonio tienen una probabilidad casi 10% mayor de dormir plácidamente, en comparación con las que son infelices. “El matrimonio puede ser bueno para el sueño, si es feliz. Sin embargo, un matrimonio infeliz puede constituir un factor de riesgo para los trastornos del sueño”, aseguró Wendy M. Troxel (Gordon, 2008), psicóloga de la Universidad de Pittsburg, quien dirigió el estudio.
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Troxel y sus colegas revisaron los datos de casi 2,000 mujeres casadas que participaron en el estudio “Salud de las mujeres” por todo el país (SWAN, por su sigla en inglés). Las mujeres tenían una edad promedio de 46 años. Un poco más de la mitad eran blancas, el 20% de raza negra, el 9% hispanas, el 9% chinas y el 11% japonesas. Todas las mujeres informaron sobre la calidad del sueño, el estado de su matrimonio, la frecuencia con la que tenían problemas para dormir, si tenían insomnio y qué tan temprano se despertaban. Las mujeres que estaban felizmente casadas tenían menos problemas de sueño, se quejaban menos del sueño, dormían más plácidamente y eran menos propensas a levantarse temprano o en medio de la noche que las mujeres cuyo matrimonio no era ideal. Incluso después de ajustar los datos para tomar en cuenta otros factores conocidos que causan problemas de sueño, los investigadores hallaron que las mujeres, que eran felices en su matrimonio, aún así dormían más profundamente. Y estos hallazgos parecían mantenerse en todos los grupos raciales. Los únicos grupos para los que los hallazgos no fueron estadísticamente significativos fueron para las mujeres chinas y japonesas, pero Troxel sospecha que podría deberse a que no había tantas mujeres chinas o japonesas en el estudio como blancas o negras. Hay otro estudio sobre el dormir de las parejas que es bastante polémico y genera muchas discusiones. Un estudio que reveló que las parejas que duran más tiempo CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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duermen en camas separadas o en habitaciones separadas. Incluso un sondeo de la Asociación Nacional de Constructores de Casas predijo que para el año 2015, el 60% de las casas construidas a pedido tendrán dos dormitorios principales para el matrimonio. Se ha argumento que el deseo de descansar mejor está detrás de esta tendencia, pues los expertos aseguran que la falta de un sueño decente puede provocar tensión marital. El tema ha sido debatido por algunas páginas de la Internet, provocando respuestas variadas, algunas muy cómicas. Alguien se opuso, comentando: “Huy noooooooo, para nada, dormir junto a la persona que amas es delicioso, además si tienes pesadillas lo abrazas y te sientes más segura, pierdes el temor, sientes su calor, duermen entrepiernados wowwwwwwwwwwww, te lo recomiendo, de allí a hacer el amor solo hay un paso!!!! Éxitos!!!” En cambio, otra persona opinó: “Hace tiempo vi una película que habla de eso. Al principio lo tomé en broma; pero fíjate que no es tan mala opción siempre y cuándo los dos estén de acuerdo es decir: si duermen en camas separadas se puede jugar a las visitas nocturnas, a que son desconocidos; no se lo crean, que si están de acuerdo sería divertido y sexy.” En cambio, otro participante optó por una solución intermedia según la etapa que va cursando el matrimonio. Dijo así: “Entre los 18 y los 25, juntitos y mezclados. Entre los 26 y los 35, cama super grande, o dos camas, con poquitita separación. Entre los 36 y los 40, MARIO PEREYRA
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ella en la cama, y él en el sofá. De los 40 en adelante, cada pareja ya tiene las cosas muy pero muy claritas, y deciden qué quieren hacer.”
Felicidad, pero con anillo Nick Powdthavee (2008), un estudiante de Tailandia, que actualmente está cursando un doctorado en el Departamento de Economía de la universidad de Warwick hizo un hallazgo sorprendente. Él está interesado en investigaciones en el campo de la economía laboral, la economía del desarrollo, la economía familiar y en el uso de los datos de la felicidad en el análisis económico. Como mencionamos más arriba, las parejas comparten el hogar, sus ingresos y las lágrimas como las alegrías de criar a sus hijos y otras experiencias que viven juntos. De esa manera, experimentan felicidad, beneficiándose grandemente por ese motivo. Pero el hecho que la investigación realizada en Warwick puso de manifiesto es que esos beneficios de la felicidad conyugal son verdaderos si las parejas han contraído nupcias, es decir, si ha formalizado su unión. Lo que hasta el momento se ha demostrado que un hombre o una mujer casados están considerablemente más satisfechos con su vida cuando comparten un matrimonio feliz, pero llama la atención que no había pruebas de que eso sea sólo verdadero para las parejas que se casaron no con aquellas que simplemente cohabitan. DuCONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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rante la investigación que realizó Powdthavee, se estudió la felicidad de 4.852 parejas casadas durante un período de seis años para indagar qué tan cierto era la creencia en ellos de que una persona casada es más feliz cuando su cónyuge es feliz. Esa certidumbre hace que sea más fácil pensar en el matrimonio como un intercambio en el cual dos personas acuerdan compartir las posesiones materiales, los buenos y malos momentos, como otras cosas no materiales que inciden en la felicidad de las personas. El autor descubrió que si un esposo o una esposa no comparten directamente la buena fortuna de su pareja, estaban más satisfechos de sí mismos si su pareja era feliz. El estudio encontró que el efecto estimado de satisfacción con la vida de un esposo es considerablemente alto al casarse, el cual se estimó en un incremento del 30% en la puntuación con la satisfacción exhibida el año anterior o antes de casarse. Ese grado de satisfacción puede compensar completamente el impacto negativo de la insatisfacción que generaría el desempleo, por ejemplo, considerado como un factor alto de estrés displacentero. También se calculó como considerablemente mayor que el efecto de ser dueños del propio hogar, es decir, la adquisición de la vivienda y es superior también al disgusto que originaría tener que pasar casi dos meses en el hospital. Todos estos cálculos se realizaron también con parejas que cohabitaban y se descubrió que el hombre y la MARIO PEREYRA
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mujer en estas parejas no dependen uno del otro hasta el mismo punto para su felicidad. La explicación que da el autor, que esto podría deberse al menor compromiso que se tiene en esas relaciones y, por consiguiente, al hecho que ambos miembros de la pareja podría importarles más su autonomía personal que la felicidad del otro. Esos hallazgos fueron presentados en la Conferencia Anual de la Royal Economic Society en Nottingham, el 22 de marzo de 2007.
MATRIMONIO FELIZ, CORAZÓN CONTENTO Otro reporte proviene de la Brigham Young University, donde han descubierto que las personas felizmente casadas tienen una presión arterial menor que los casados infelices o los solteros. En el estudio participaron 204 adultos casados y 99 solteros, que usaron monitores portátiles de presión arterial durante 24 horas. Los monitores registraron la presión arterial en intervalos aleatorios y suministraron un total de 72 lecturas. “Deseábamos capturar la presión arterial de los participantes mientras hacían las cosas normales cotidianas. Obtener una o dos lecturas en una clínica no representa realmente las fluctuaciones que ocurren durante el día”, apuntó HoltLunstad, la psicóloga que dirigió el estudio, especialista en temas de relaciones humanas y salud.
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Los resultados encontrados fueron, en términos generales, que las personas felizmente casadas tenían cuatro puntos menos en las lecturas de la presión arterial que los adultos solteros. El estudio también encontró que la presión arterial entre la gente casada, sobre todo en los matrimonios felices, bajaba más durante el sueño que entre la gente soltera. Este último dato confirma lo que mencionábamos anteriormente acerca del dormir de las mujeres felizmente casadas. La explicación que dio la autora, fue el siguiente: “Parece que el matrimonio conlleva algunos beneficios de salud exclusivos. Lo que beneficia la salud no es sólo estar casados, lo que más la protege es tener un matrimonio feliz.” El descubrimiento es importante, porque las investigaciones en el tema habían observado que tener una red social de apoyo no se traduce en un beneficio para la presión arterial, sino el hecho de estar casados en forma feliz. “La investigación ha demostrado que las personas cuya presión arterial permanece elevada durante la noche tienen un riesgo mucho mayor de tener problemas cardiovasculares que aquellas cuya presión arterial se reduce”, dijo Holt-Lunstad. También la autora aconsejó que “los cónyuges pueden fomentar hábitos saludables el uno en el otro, por ejemplo, llevando una dieta saludable y haciéndose revisiones médicas de manera regular. Las personas que tienen matrimonios felices también cuentan con una fuente mayor de apoyo emocional”, enfatizó MARIO PEREYRA
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CAPÍTULO 12
¿CUÁL ES EL GRADO DE SU SATISFACCIÓN CONYUGAL? La evaluación de la satisfacción conyugal “Además, corresponde señalar que la satisfacción y el placer derivados por ambos cónyuges del acto matrimonial forman parte de la razón por la cual Dios instituyó el matrimonio” Comentario Bíblico Adventista (tomo 6, 703).
Como hemos señalado más arriba, el grado de satisfacción conyugal entre los esposos es un termómetro efectivo para medir el estado actual de la pareja, pudiendo pronosticar la buena salud conyugal si muestra altos niveles, pero también puede augurar la separación si se encuentra muy baja. Por ese motivo se ha investigado sobre los procesos que contribuyen a incrementar o erosionar la satisfacción marital. Por ejemplo, algunos estudios han enfatizado que depende de los estilos comunicacionales (Noller et al., 2002), en tanto otros, han encontrado que lo gravitante es la actitud que se tenga hacia la pareja; por ejemplo, culpar al cónyuge por sus errores predice MARIO PEREYRA
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resultados negativos, mientras que perdonarlo eleva la satisfacción (Bradbury et al., 1990) y la estabilidad de la pareja (Orathinkal et al., 2006). También tener expectativas positivas sobre la pareja predice una alta satisfacción y la estabilidad del matrimonio a lo largo del tiempo, a diferencia de tener bajas expectativas, que se asocia a la declinación importante de la satisfacción (McNulty et al., 2004). Otro descubrimiento interesante fue observar que si los hombres expresan gran empatía hacia sus esposas y éstas manifiestan afecto hacia el esposo, esas parejas permanecían juntas cinco años después (Waldinger et al., 2004). Mahoney y colaboradores (1999), encontraron que compartir las creencias y las prácticas religiosas incrementan la satisfacción conyugal y contribuye al ajuste de la pareja en diferentes áreas de la relación. Incluso la satisfacción marital no solo ayuda al éxito y a la buena salud de la pareja, también disminuye los riesgos de sufrir una enfermedad cardíaca (Gallo et al., 2003) y permite recuperarse más rápidamente de un cáncer de seno (Wimberly et al., 2005). En consecuencia, la evaluación de la medida de satisfacción o insatisfacción es un indicador confiable de cómo se encuentra el matrimonio, una suerte de radiografía de su condición. Por eso es importante diagnosticar la salud matrimonial, ya sea para sentirse contento si los resultaCONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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dos son positivos o para administrar algún tratamiento si las conclusiones son negativas. En este capítulo proponemos un método de autoevaluación de la relación, de fácil realización, que todo interesado puede hacer en forma rápida y efectiva. Hay diferentes instrumentos para evaluar la satisfacción conyugal. Aquí sugerimos una escala, muy amigable y de fácil aplicación, la “Escala de Satisfacción Marital” (ESM) de Susan Pick y Patricia Andrade, dos psicólogas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Como es de esperarse, esta prueba está concebida para ser aplicada a personas adultas casadas o que viven en pareja. Técnicamente se la define como una escala Likert con tres opciones graduadas (me gusta como sucede actualmente, me gustaría que fuera un poco diferente y me gustaría que fuera muy diferente), compuesta de veinticuatro ítemes. Para su realización, que ocupa aproximadamente diez minutos, debe procederse de acuerdo a lo establecido en la consigna del Protocolo, que expresa lo siguiente: La prueba evalúa el grado total de la satisfacción conyugal y también aspectos específicos de la relación, ya que comprende tres escalas. La primera de ellas trata de la “Satisfacción con la Interacción Marital” (SIM, los ítemes 1 al 10 inclusive), la segunda, la “Satisfacción con aspectos emocionales del cónyuge” (SEM, ítemes 11 al 15) y, la última, la “Satisfacción con aspectos organizacionales MARIO PEREYRA
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y estructurales del cónyuge” (SOE, ítemes del 16 al 24). Los autores reportan los resultados de una investigación realizada en ocho colonias del Distrito Federal de México, elegidas al azar, sobre una muestra de 330 sujetos casados, 176 mujeres y 154 hombres. La edad promedio de los sujetos fue de 30 años, con un rango de 20 a 69 años. La escolaridad promedio fue de 12 años. El promedio de hijos de 3.1 y un 6.4% no tenían hijos. El promedio de casados fue de 13.87, con un rango de 1 a 42 años. Los sujetos fueron seleccionados de ocho colonias del Distrito Federal, elegidos al azar. Asimismo, hay información de otra investigación con la misma prueba, realizada por Isabel Reyes Lagunas, de la Universidad Nacional Autónoma de México, Teresita Castillo León y Ana María Anguas Plata, de la Universidad Autónoma de Yucatán, que administraron el ESM en Mérida sobre 150 sujetos. Allí encontraron 4 factores en lugar de los tres que encontraron las autoras. Por nuestra parte, también investigamos el ESM en varias aplicaciones. Trabajamos con una población de 336 padres con hijos, 168 mujeres y 168 hombres, la mayoría adventistas (91,9%), que informaron edades que oscilaban entre 21 y 67 años, con un promedio de 36 años. La mayoría tenían estudios universitarios (61,4%) o de posgrado (12,4%), que profesan sus creencias en forma práctica (41,5%) o siendo muy practicantes (51,6%). Se presentan los baremos de esta muestra. CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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Consigna Lo invitamos a completar el cuestionario siguiente. Para ello conteste las declaraciones que aparecen más abajo colocando una x en el casillero en blanco que exprese mejor su estimación con respecto a su esposo(a), en cada una de las situaciones planteadas. Cada declaración presenta tres opciones, la primera indica conformidad con el tema planteado: “Me gusta como sucede actualmente”-; la segunda expresa cierta disconformidad, con un deseo de cambio del caso: “Me gustaría que fuera un poco diferente”; y la tercera indica una total disconformidad con el tema: “Me gustaría que fuera muy diferente”. Es muy importante que responda todas las preguntas con una sola alternativa. Conteste con espontaneidad y sinceridad. Muchas gracias por su colaboración. Me gusta Me gustaría como sucede que fuera actualmente un poco diferente
Me gustaría que fuera Puntos muy diferente
1. El tiempo que mi cónyuge dedica a nuestro matrimonio. 2. La frecuencia con que mi cónyuge me dice algo bonito. 3. El grado en que mi cónyuge me atiende
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4. La frecuencia con que mi cónyuge me abraza. 5. La atención que mi cónyuge pone en mi apariencia. 6. La comunicación con mi cónyuge. 7. La conducta de mi cónyuge frente a otras personas. 8. La forma como mi cónyuge me pide que tengamos relaciones sexuales. 9. El tiempo que me dedica a mí. 10. El interés que mi cónyuge pone en lo que yo hago. 11. La forma como mi cónyuge se comporta cuando está triste. 12. La forma como mi cónyuge se comporta cuando está enojado. 13. La forma como se comporta cuando está preocupado. 14. La forma como mi cónyuge se comporta cuando está de mal humor.
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15. Las reacción de mi cónyuge cuando no quiere tener relaciones sexuales. 16. El tiempo que mi cónyuge dedica a sí mismo. 17. La forma como se organiza mi cónyuge. 18. Las prioridades que mi cónyuge tiene en la vida. 19. La forma como mi pareja pasa su tiempo libre. 20. La puntualidad de mi cónyuge. 21. El cuidado que mi cónyuge le tiene a su salud. 22. El tiempo que pasamos juntos. 23. La forma como mi cónyuge trata de solucionar los problemas. 24. Las reglas que mi cónyuge hace para que se sigan en casa.
Puntaje total
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EVALUACIÓN DEL ESM Para corregir la prueba debe procederse siguiendo las indicaciones que se presentan a continuación. 1. Calcule el puntaje de cada uno de los ítemes, adjudicando los puntos que corresponda al valor de la columna marcada con la cruz por parte del sujeto, de acuerdo a las indicaciones que aparecen en la tabla que se encuentra más abajo. La cantidad se especifica a continuación, de acuerdo al encabezamiento respectivo que cuantifica el grado de frecuencia del caso: Para la columna
Corresponde el puntaje
Me gusta como sucede actualmente 1 puntos Me gustaría que fuera un poco diferente 2 puntos Me gustaría que fuera muy diferente 3 puntos 2. Como puede apreciarse, debe acreditarse un número entre 1 al 3 a cada uno de los ítemes siguiendo el valor de las columnas, en dirección de izquierda a derecha. 3. Anote la cifra respectiva en la columna de PUNTAJE, para cada una de las filas correspondientes a las 24 declaraciones. CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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4. Luego, sume el total de los 24 ítemes, registrando el resultado en el casillero que está al final de la prueba, en la fila donde dice PUNTAJE TOTAL 5. Con la información precedente está en condiciones de proceder a la interpretación de los datos. A esos fines, siga los criterios que se instruye a partir de la página siguiente.
Interpretación La interpretación de los resultados puede realizarse en tres niveles diferentes y consecutivos de análisis, a saber: 1. Análisis de los ítemes. 2. Análisis de los factores o subescalas de la satisfacción marital 3. Análisis del resultado total. El primer punto, el análisis de los ítemes puede realizarse observando la ubicación de las respuestas dadas por el sujeto. Las mismas tienen tres posibilidades. Todas las respuestas de la columna izquierda que le corresponde un punto, son indicadores de satisfacción conyugal y por lo tanto están dentro de lo esperado. Las respuestas con significación diagnóstico son las ubicadas en la columna del medio y especialmente las asentadas en la columna MARIO PEREYRA
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de la derecha, que se anotan con tres puntos. La regla general es que todas esas respuestas son indicadoras de insatisfacción marital, en cuestiones específicas según el tipo de declaración que aparece en la fila respectiva. En consecuencia, en este primer nivel de análisis, puede fácilmente observarse cuántos puntos de insatisfacción presenta la prueba y en que áreas corresponde. Con respecto al análisis de los factores, según los autores de la prueba, encontró tres factores, a saber: F1 – Satisfacción con la interacción marital comprende los 10 primeros ítemes.
F2 – Satisfacción con aspectos emocionales del cónyuge: comprende los ítemes del número 11 al 15 inclusive. F3 – Satisfacción con aspectos organizacionales y
estructurales del cónyuge
Corresponde a los ítemes 16 al 24.
El segundo nivel de análisis consiste en determinar los puntajes para cada una de las tres subescalas. Para determinar la ubicación del puntaje de un sujeto específico hay que consultar la Tabla 2, donde se consignan los percentiles de la muestra de referencia que hemos tomado sobre la base de una población mexicana de 336 sujetos, estableciéndose cuáles son los puntos y la interpretación que le corresponde (muy bajo, bajo, medio, alto, muy alto). CONSTRUYENDO FAMILIAS FELICES - 1 - LA PAREJA
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Finalmente, se puede evaluar el puntaje total recurriendo a la Tabla 1 de la sección estadística, interpretando el resultado de acuerdo de acuerdo al nivel percentilar que le corresponde. Como puede apreciarse diferenciamos cinco categorías, que se refieren a los niveles de: Muy Bajo (percentiles de 0 a 5), Bajo (percentiles del 6 al 25), Término Medio (percentiles del 26 al 75), Alto (percentiles del 76 al 95) y Muy Alto (percentiles 96 al 100). También, en esta escala, discriminamos en el nivel medio, una franja baja, otra media y otra alta, para dar mayor precisión de la ubicación. Es de destacar, reiteramos, que los baremos fueron elaborados a partir de una muestra compuesta por 336 sujetos adultos, mexicanos, correspondiente al área de Montemorelos, Nuevo León, integrada por padres con hijos, de una edad promedio de 36 años, según puede observarse en los datos de la ficha técnica. Esperamos que los resultados de su evaluación exhiban una alta o muy alta satisfacción marital (SM). En ese caso, le expresamos nuestra efusiva felicitación, animándolo a sostener esos niveles para asegurar una excelente calidad de vida matrimonial. Pero si los resultados estuvieran en los rangos medios (medio alto, medio o medio bajo), no están mal, aunque hay puntos de la relación (ver la prueba cuáles respuestas estuvieron en la columna del medio o de la derecha) que presentan el desafío de meMARIO PEREYRA
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jorarlos. Si los puntajes de su prueba estuvieran en las categorías de baja o muy baja SM, es aconsejable visitar a un consejero matrimonial para ayudarlos a superar las dificultades y alcanzar el ideal de una relación altamente satisfactoria. ¡Mucho éxito! TABLA 1 - Distribución de la escala total del ESM PERCENTILES
PUNTAJE
INTERPRETACIÓN
1 al 5
24-27
Muy Alta SM
6 al 24
28-31
Alta SM
25 al 39
32-34
Media alta SM
40 al 60
35-38
Término medio SM
61 al 74
39-43
Media baja SM
75 al 94
44-55
Baja SM
95 al 100
56-72
Muy baja SM
TABLA 2 - Distribución de los factores del ESM PERCENTILES
PUNTAJES F1
F2
F3
1 al 5
10
5
9
Muy Alta SM
6 al 24
11
6
10
Alta SM
25 al 39
12
7-8
11
Media alta SM
40 al 60
13-14 9
12-13
Término medio SM
61 al 74
15-17 10
14-15
Media baja SM
75 al 94
18-23 11-13 16-21
Baja SM
95 al 100
24-30 14-15 22-27
Muy baja SM
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INTERPRETACIÓN
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