Construcción de redes de interacción social como producción artística

January 21, 2018 | Author: Viviana Martínez | Category: Jacques Lacan, Knowledge, Society, Image, Psychoanalysis
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Descripción: Tesis para obtener el grado de maestra en estudios visuales por Viviana Martínez...

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MÉXICO FACULTAD DE ARTES CONSTRUCCIÓN DE REDES DE INTERACCIÓN SOCIAL COMO PRODUCCIÓN ARTÍSTICA Trabajo que para obtener el grado de Maestra en Estudios Visuales Presenta: Paula Viviana Martínez Hernández. Director (a): M. en A. V. Angélica Marengla León Alvarez. Asesores Adjuntos: M. en A. V. Eduardo Bernal Gómez, D. en E. L. Cynthia Ortega Salgado, M en A.V. Laila Eréndira Ortiz Cora, M. en H. Jarret Julian Woodside Woods. Toluca Estado de México 2012

CONSTRUCCIÓN DE REDES DE INTERACCIÓN SOCIAL COMO PRODUCCIÓN ARTÍSTICA

Para mi abuelo, Juan Hernández García (1932-2011). Que estará orgulloso de que siga trabajando e inventando cosas que a la mayoría de las personas le parezcan ilógicas.

Agradecimientos A mi madre, que siempre es mi punto de apoyo para poder actuar con libertad y sinceridad. A mis amigos: Marcela, Julian, Alex, Luis y Bere que siempre me acompañan en mis locuras y los quiero cómo si fueran mi familia. A mis maestros: Marengla León, Lalo Bernal, Janitzio Alatriste, Laila Cora, Cynthia Ortega y Julian Woodside, que han guiado mi camino en esta aventura académica llamada estudios visuales. A todas las personas que colaboraron conmigo para realizar y registrar los proyectos artísticos incluidos en esta investigación: Antonio Monroy, David Corona, José Ramón Vázquez, Yuriko Rojas Moriyama, Paulina Quiroz y Edybet Carballo. A Gala y a Gildardo Meda por ayudarme con los ultimos detalles del documento y a todos los artistas que participaron en las exposiciones realizadas. Un agradecimiento especial a Eder Perales por apoyarme y estar siempre presente en mi vida a pesar de las distancias.

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN_________________________7 Propuesta metodológica___________________8 El modelo psicoanalítico__________________11

La complejidad como modelo de pensamiento_15

CAPÍTULO 1: Mis vínculos con los otros 1.1 Producción anterior como detonador de investigación____________________________18 1.2 La sensación del encuentro con los otros_22 1.3 Identificarnos en los espacios__________31 1.4 Relaciones y movilidad espacial_________37

CAPÍTULO 3: El imaginario del arte 3.1 Acercamientos al mundo, por medio del arte: La construcción de una creencia_________74 3.2 El campo del arte____________________81 3.3 Del objeto al arte como proceso________91 3.4 Redes de relaciones en el arte_________106 3.5 Producciones visuales: Estética de los espacios artísticos en construcción

3.5.1 Selección de selecciones____________116 3.5.2 Objeto de pensamiento_____________122 3.5.3 Instante límite___________________126 Conclusiones_________________________135

CAPÍTULO 2: Espacios e interacciones sociales en la era de la virtualidad 2.1 Un hogar posible, entre espacio y tiempo__46 2.2 Espacios de relación__________________49 2.3 Redes de interacciones complejas_______59

Bibliografía___________________________141 Créditos_____________________________145

INTRODUCCIÓN Usar el arte para crear un modus vivendi, una forma de entender la vida, es decir, por el momento tratar de convertir mi vida misma en una obra de arte, en vez de pasarla creando obras de arte en forma de pinturas o esculturas. Ahora creo que fácilmente uno puede tratar su vida, la forma en que respira, actúa e interactúa, con las personas como una pintura, un cuadro vivo o una escena fílmica. Marcel Duchamp.

Construcción de redes de interacción social como producción artística. La realización de esta tesis para la Maestría en Estudios Visuales, se convirtió en un proceso de investigación que no termina con este documento; más bien representa el inicio de una forma de hacer que me permite integrar distintas disciplinas en un mismo proyecto, desde distintos aspectos teóricos, hasta los aspectos formales en los que se difunden las diferentes manifestaciones de visualidad en la cultura. Desde hace muchos años elegí el camino del arte como una forma de vida, y considero que aunque siga navegando entre distintas disciplinas, mi interés primordial siempre será el arte, que siendo tan complejo y cambiante, tan extenso que se vuelve imposible conocer lo que representa el arte en su totalidad. Eso me anima, porque me ofrece la oportunidad de seguir siempre aprendiendo lo absurdo e interesante que puede ser el arte contemporáneo. Una cualidad de lo cultural, lo afectivo y de lo estético: es aquello que no sirve para nada y por lo tanto sólo sirve para sí mismo, es decir, para estar bien, para pertenecer a la especie humana, para dar razón de ser a la sociedad: que el mundo pueda ser un lugar donde se puede estar, y que con eso baste. (Fernández Christlieb, 2011: 6) Me queda bastante claro que el arte es una creencia, y como tal, limita el acceso a su conocimiento a quienes no creen en ello. “La cultura es una creencia en el mundo... Y una creencia es una sabiduría sin conocimiento” (Fernández Christlieb, 2011: 249). En lo particular, me considero creyente de esta pseudo-religión contemporánea, y me interesa difundir su palabra, efectuando un acto de fe en el arte. En la era de la multitarea, las nuevas generaciones crecen haciendo muchas cosas al mismo tiempo, la experiencia en la web nos ofrece rápido acceso a la información de cualquier disciplina, y hemos creado el hábito de navegar entre datos de diferentes categorías y hacer en la propia vida distintas actividades, con diferentes intereses entre sí. En mi caso me encuentro efectuando múltiples roles en una misma escena, que constituye el campo del arte. Sin embargo, me rehuso a abandonar la posición que he adoptado desde la figura del artista, ya que creo que esta me permite cohesionar diferentes actividades que complementan mi formación, para entender el arte desde diferentes puntos de vista. El arte ha conformado un lenguaje y una herramienta que me ha ayudado a interpretar la realidad conforme a mis vivencias, trasladando mis experiencias a un lenguaje visual, y por ese medio he buscado la manera de comunicarme con otras personas. He realizado diferentes produc-

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Introducción ciones en las que he involucrado simbólicamente a personas cercanas a mí y que han formado parte de mi vida, en algún momento cercano en el que he exhibido esas obras; al mismo tiempo que he creado una interacción distinta entre estos personajes retratados en mi obra y yo misma; nuevos diálogos que partieron de la creación de imágenes, insertas en un espacio socializado como lo es la galería de arte. Ahora creo que es posible utilizar las relaciones que tengo con otras personas para crear nuevas formas de hacer arte y producir conocimiento. Este ejercicio de investigación me ha ayudado a descubrir nuevos ámbitos de pensamiento que impregnarán mi vida y formas de trabajo continua e indefinidamente. Tengo muchas inquietudes para crear, promover y difundir el arte contemporáneo. El arte, sus creencias y su mundo, al igual que mis relaciones afectivas, son dos temas que me apasionan, y este trabajo de investigación me ha ayudado a comprender que la interacción de estos dos ámbitos puede ayudarme a saciar, de cierta manera (incompleta), mis inquietudes respecto al arte actual y la relación que tengo con este. En una práctica tan vertical y centralista dentro del mundo del arte, la opción que tenemos productores jóvenes es crear nuestras propias redes de interacción y difusión, a partir de nuestras herramientas sociales, que nos proporcionan un vehículo para promover las nuevas formas de conocimiento que se desprenden de las experiencias estéticas brindadas por la visualidad contemporánea. El trabajo en conjunto y la colaboración entre diversos agentes culturales, me parece la mejor estrategia para crear movimientos alternos dentro del sistema artístico, aprovechando las herramientas tecnológicas actuales, las facilidades de movilidad y comunicación con las que contamos ahora. Es más fácil proponer proyectos en los que la participación colectiva sea la base de nuevas redes y nuevos vínculos que provoque, a partir de las interacciones sociales dentro de las comunidades artísticas, se difunda, mezcle e interactúe el arte con la sociedad de una manera más cercana y cotidiana en diferentes espacios. El concepto de producción abarca distintas disciplinas, múltiples formas de hacer, utilizando diversos lenguajes y medios. Los medios que utilizamos para percibir y compartir distintos conocimientos, se convierten en extensiones de nuestros sentidos y operadores simbólicos del pensamiento. En la medida en que la sociedad se va complejizando, construyendo cada vez más hibridaciones culturales, hace posible que los fenómenos de la cultura y la visualidad se complejicen también. Cada vez se hace más difícil formular la idea de la frontera disciplinaria, ¿donde termina el pensar y comienza el hacer? ¿El pensamiento también es producción? Pablo Fernández Christlieb dice que la cultura es lo que se siente pensar, porque pensar y sentir es la misma cosa, pensar y hacer podrían parecer conceptos opuestos, pero más bien son

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

complementarios y no es posible el uno sin el otro. El mundo que conocemos es la materialización de las ideas a través de lo real que nos acontece y a lo cual le otorgamos un significado. Hacemos nuestras ideas visibles a través de un hacer con el pensamiento. ¿A qué ámbito pertenece la actividad que se está realizando? ¿A la sociología, la política, los estudios culturales, al arte, al comercio, a la academia, al diseño, al ocio? Nosotros somos los que le damos estructura y sentido a todo lo que hacemos, a todo lo que vemos y a lo que vivimos. Es muy difícil hablar sobre las ‘disciplinas puras’, para mí la producción se ha vuelto un ejercicio de reflexión y de ampliación de los espacios de acción, se convirtió en una profesión por sí misma, que funciona bajo un dispositivo de movilidad conceptual. En el tiempo en que realicé este trabajo, aprendí a convivir con el concepto de la inestabilidad, como un vehículo que me ha llevado a lugares que ni siquiera me había planteado, desde la disciplinaria, la espacial, la emocional, he encontrado una estrategia que me permite reintegrar muchas actividades que realizo en distintos espacios, para conformar un solo proyecto, donde conviven mis gustos y aficiones con mi trabajo y mi profesión, que todavía no he alcanzado a definir totalmente, pero sé que se encuentra en el mundo del arte y la cultura contemporánea.

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Introducción

PROPUESTA METODOLÓGICA Elegir un modelo de investigación concreto para la disciplina de los estudios visuales1 es un asunto complejo: ¿cómo simplificar las formas visuales de una cultura tan bombardeada de imágenes como la nuestra? Mi línea de investigación dentro de los estudios visuales es la producción, y para hablar de ello mi trabajo es una mezcla de varias expresiones de lenguaje; expresiones que se complementan entre sí y producen varias manifestaciones, que buscan crear múltiples formas de conocimiento o acercamientos cognitivos acerca de la imagen; por un lado con el texto y, por el otro, la producción de estrategias y objetos artísticos. Estos ‘lados’ por decirlo de alguna manera, no se excluyen ni actúan de manera aislada con respecto a los otros, sino que todos forman parte de una red en la que igual como pueden verse de manera independiente, están también íntimamente relacionados y ligados entre sí. Mi producción artística siempre se ha generado a partir de experiencias propias, una manera imaginaria de interpretar lo que sucede a mi alrededor, ahora intento construir un argumento que enriquezca y complemente la producción de mi obra. Realizando este trabajo de investigación, he seguido un proceso en el que tomo en cuenta los fenómenos que me son significativos y me afectan de alguna manera en mi vida personal, como un punto de partida para desarrollar un proceso de conocimiento. He tomado como ejes metodológicos dos propuestas teóricas para el desarrollo de este trabajo: el psicoanálisis lacaniano y la complejidad de Moran. He utilizado el sistema tríadico descrito con el nudo borromeo de Jacques Lacan, como estructura general del documento, para darle un orden a las ideas que he desarrollado; al mismo tiempo el acercamiento multidisciplinario que tuve como paradigma principal de la investigación, me hizo relacionarme con la idea de la complejidad, complementando la práctica y la reflexión teórica. A continuación describo cómo utilizo estas herramientas teóricas para plantear una metodología de investigación propia, acerca de los estudios visuales.

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1 Estudios sobre la producción de significado cultural a través de la visualidad.

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EL MODELO PSICOANALÍTICO La estructura de análisis que me ha ayudado a organizar mi investigación ha sido el modelo psicoanalítico lacaniano, proponiendo la constitución del sujeto en una lógica sistémica relacional, que discurre por tres espacios o registros psíquicos: Real, Imaginario y Simbólico (Assoun, 2004). Lo Real interpretado como un espacio cualitativo, donde la sensación de la vivencia se vuelve una experiencia que no puede ser representada en su totalidad, y sólo puede ser conocida mediante los otros dos espacios: lo Imaginario y lo Simbólico. Lo Simbólico constituye el espacio de los códigos que hemos aprendido a reconocer socialmente como un acuerdo cultural. Lo Imaginario, representa el ámbito del mundo como imagen, el espacio de la expresión no lingüística de la psique (fig. I). Tomando este modelo como una estructura para organizar mis pensamientos y mi trabajo, comencé en la primera parte de la investigación a analizar un fenómeno que me interesa y me afecta de manera personal, que se ha convertido en uno de los ejes centrales de mi investigación: las relaciones personales que he construido y que me afectan de una manera más emotiva (Real) y que han estado presentes en algunas producciones artísticas que he elaborado. Tomando como referencia estas afecciones presentes en creaciones visuales anteriores, desarrollé una investigación más elaborada, buscando referencias de algunos autores en los que he encontrado una manera de entender muchas situaciones que pasan en mi vida, a partir de distintas posturas y discursos, estableciendo un argumento que explica algunas multiplicidades teóricas de esta parte de la sensación, de mis vivencias, resignificándolas a un espacio dentro del lenguaje escrito. La tercera parte de mi estructura está enfocada principalmente al ámbito de lo imaginario, hablando sobre la imagen producida a partir del arte, explorando distintas 12

Real

Imaginario

Simbólico

Fig. I Nudo Borromeo

Introducción cualidades que me interesan para construir un discurso que finalmente deriva en la creación de un proyecto de producción artística, en la que intervienen todos estos espacios de sensación y argumentación, para construir un proceso y sistema de producción, con diferentes resultados formales. La influencia que tengo por parte de varias disciplinas de conocimiento, ha sido muy heterogénea: desde la antropología, la sociología, la filosofía, la literatura, el cine, el arte, la estética, etc. y he utilizado estos distintos ámbitos de la cultura con el afán de producir un conocimiento más complejo, desde lo estético, a partir de diversas formas de hacer e interpretar, hasta la base de una conceptualización más amplia de los fenómenos que me afectan como persona. Mi propósito es ‘aterrizar’ este conjunto de conocimientos hacia una producción artística fundamentalmente procesual, donde traslado algunos conceptos a un espacio de movilidad estética transdisciplinaria, que ha hecho posible producir nueva obra artística, en diversas formas de visualidad y argumentación. Con el afán de conocerme más a mí misma, utilizo como un medio de conocimiento los fenómenos y personas que me rodean. Me interesa poder utilizar las experiencias que he vivido, como un referente y un detonador de procesos de creación, que deriven en distintas manifestaciones, como lo mencioné anteriormente, la creación de texto e imágenes, y la utilización de diferentes recursos sociales como materia prima para la gestión cultural y la producción de obras de arte. El desarrollo de la presente tesis consta de tres partes principales: En el primer capítulo Mis vínculos con los otros, parto de la experiencia que ha detonado mi interés por hacer esta investigación, tomando como referencia una producción visual que ilustraba algunas relaciones entre las personas, la identidad juvenil como imagen. Las maneras en que nos relacionamos son tan diversas como los espacios en los que nos podemos relacionar, y en ese aspecto me interesa también indagar cómo ha influenciado en nosotros la presencia de la tecnología, como un medio en el que se hacen posibles nuevas formas de conocer y relacionarnos e identificarnos con los otros, inclusive cuando nos encontramos en constante movilidad.

El segundo capítulo Espacios e interacciones sociales en la era de la virtualidad, es la parte del argumento, en la que me concentro en desarrollar ideas a partir

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

de situaciones que forman parte de mi cotidianidad. Los fenómenos que se derivan de la tecnocratización de nuestra vida cotidiana, han influenciado y condicionado nuestras formas de relación, en las que nos vemos inmersos en una compleja red de relaciones sociales, que permiten ampliar nuestros horizontes de conocimiento. El análisis de las posibilidades que ofrece la vida virtual, me ayudó a descubrir diferentes estructuras de relación, como las redes sociales complejas, acerca de las cuales hago un desplazamiento desde lo teórico a lo práctico, que deriva en la tercera parte de mi investigación. En el tercer capítulo El imaginario del arte, que consiste en el desarrollo de una producción visual, tomando como punto de partida el análisis del campo de producción simbólica que constituye el mundo del arte, y la manera en la que creo en el arte y el poder de la imagen. Planteo el desarrollo de una táctica para una producción visual que conjunta diferentes análisis teóricos y, finalmente incluyo la descripción del proceso creativo y la producción visual resultante, que consiste en la conformación de redes de interacción social en el arte, como materia prima para la elaboración de un proyecto de arte procesual en la que, como artista, tomo las funciones de un curador para producir exhibiciones de arte, generando un documento que será exhibido como obra artística.

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Introducción

LA COMPLEJIDAD COMO UN MODELO DE PENSAMIENTO El término complejidad no puede más que expresar nuestra turbación, nuestra confusión, nuestra incapacidad para definir de manera simple, para nombrar de manera clara, para poner en orden nuestras ideas... es complejo aquello que no puede resumirse en una palabra maestra, aquello que no puede retrotraerse a una ley, aquello que no puede reducirse a una idea simple.

Edgar Morin La composición de todas las partes que integran esta tesis tiene una estructura no lineal; es decir, no es la sucesión evolutiva de un concepto a otro o de una acción o una idea a otra, sino que integran un proceso conjunto en el que todo está íntimamente relacionado. Coexisten diferentes fenómenos que determinan un cúmulo de situaciones que han multiplicado mis cuestionamientos y mis formas de crear posibles respuestas a un ‘algo’ que me afecta. A través de este proceso de exploración e investigación, he descubierto que este ‘algo’ provenía de un intento por descifrar los efectos que crea en nosotros la configuración de espacios o momentos sociales que nos permiten acercarnos y relacionarnos con otras personas. En esta búsqueda encontré varios caminos que desde la teoría y la práctica me han ayudado a entender estos fenómenos de interacción, que crean sistemas orgánicos de relaciones entre las personas. Creo que los intentos por tratar de conocer cualquier condición humana, tendrán que inmiscuirse en varios tipos de conocimiento, ya que nunca podremos vislumbrar completamente en qué consiste la totalidad de nuestra naturaleza, mente o cultura. Intentar reducir a un camino simple cualquier tipo de conocimiento en relación a la condición humana será un proceso limitado, porque es imposible reducirnos a una cosa analizable, por medio de una única disciplina. La naturaleza de lo humano es lo complejo, porque estamos conformados por una multiplicidad de fenómenos que dependen de condiciones culturales y sociales, así como otros aspectos que van desde lo biológico hasta lo tecnológico, sin que esto signifique que no somos capaces de ser entes autónomos. Para ser nosotros mismos, nos hace falta aprender un lenguaje, una cultura, un saber, y hace falta que esa misma cultura sea suficientemente variada como para que podamos hacer, nosotros mismos, la elección dentro del surtido de ideas existentes y reflexionar de manera autónoma. Esta autonomía se nutre, por lo tanto, de dependencia; dependemos de una educación, de un lenguaje, de una cultura, de una sociedad, dependemos, por cierto, de un cerebro, él mismo producto de un programa genético, y dependemos también de nuestros genes. (Morin, 2005: 98) 15

Construcción de redes de interacción social como producción artística.

Cualquier acercamiento que realicemos para llegar a un conocimiento relacionado con lo humano será un conocimiento incompleto, ya que es imposible hablar de ello como algo único o absoluto, no es posible hablar de una verdad cuando tratamos de describir algún fenómeno o acercarnos a su comprensión total, así que de lo único de lo que me siento capaz de hablar y mostrar es mi propia visión de lo que percibo, que proviene de un sin fin de estímulos a los que me encuentro sometida desde siempre. Al mismo tiempo, todo el proceso de análisis que he recorrido a partir de mis vivencias, ha derivado en diferentes discursos y formas de producción, muchas interpretaciones posibles en torno a una búsqueda para reconocerme e identificar las formas de relacionarme con los otros, intentando resolver o entender los fenómenos que me rodean y que son importantes para mí ahora. Mi forma de hablar del mundo es a partir de lo que conozco, de lo que supongo y lo que interpreto de éste. Me he identificado mucho con el pensamiento de Edgar Morin, con su idea de la complejidad como una estructura de conocimiento, y me resulta ideal para plantear una metodología general en mi trabajo. Creo que mi propuesta de investigación para hablar de los estudios visuales, es algo que no puede resumirse en un concepto simple, sino que es un conjunto de ideas, cuestionamientos, vivencias, que desembocan en construcciones imaginarias y simbólicas simultáneas. Muchas formas de conocimiento actuales se inclinan por integrar a su sistema de conocimiento la inclusión de distintos tipos de disciplinas, para tratar de ampliar el alcance de su discurso, que probablemente nunca deje de ser parcial, ya que llegar a una forma de conocimiento total, es más o menos imposible. “Estamos condenados al pensamiento incierto, a un pensamiento acribillado de agujeros, a un pensamiento que no tiene ningún fundamento absoluto de certidumbre” (Morin, 2005: 101). Los humanos hemos aprendido a desarrollar un gran sentido de creencia, para compensar el vacío al que nos puede empujar vivir en una absoluta incertidumbre. Este intento de acercarme al conocimiento es más bien una ampliación de mis creencias, complejizándolas y diversificándolas, pero en ningún momento tratando de ser absolutas, comprobables ni totalmente objetivas. El pensamiento complejo según Morin, nos invita a pensar en una forma de conocimiento que contempla la simultaneidad de fenómenos que podrían resultarnos contradictorios a primera vista, sin embargo, crean un sistema incluyente en el que sus elementos funcionan de manera complementaria. En un espacio complejo conviven el orden y el desorden, lo simple y lo complejo, lo estable y lo inestable, formando todo parte de esta red de interacciones posibles y cambiantes. La complejidad es el “tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico. Se presenta con los rasgos inquietantes de lo enredado, de lo inextricable, del desorden, la ambigüedad, la incertidumbre” (Morin, 2005: 32). A mi forma de ver, el estudio acerca de los fenómenos que experimentamos como personas, tendrá necesariamente relación con la ambigüedad, con la incertidumbre, ya que no somos reductibles a lo concreto y lineal. Los humanos somos seres complejos, y parece que cada vez más, a medida que pasa el tiempo, sin embargo, siempre volvemos a nuestras necesidades más básicas, pero en un contexto distinto. 16

Mis vínculos con los otros

CAPÍTULO 1

Construcción de redes de interacción social como producción artística.

PRODUCCIÓN ANTERIOR COMO DETONADOR DE LA INVESTIGACIÓN. Una manera de acercarme a entender lo que vivo ha sido mediante la producción de imágenes, donde deposito inquietudes y maneras de ver lo que me pasa en determinados momentos de la vida. Siempre ha sido una preocupación personal, el trasladar elementos de mi vida cotidiana a la creación de piezas de arte, anteriormente he producido algunas series de imágenes en las que utilicé la imagen fotográfica como una posibilidad de detener algunos momentos de mi vida y trasladarlos al espacio de la galería para socializarlos. Realicé diferentes producciones visuales para tratar de comprender las relaciones de las personas cercanas y contemporáneas a mí, en un contexto nocturno lleno de frenesí por vivir las fiestas, las relaciones sociales y afectivas en medio del caos. Me interesaba reflejar la visión que percibí en estas fiestas, documentando mucho de lo que sucedía en esos momentos, siempre que iba a cualquier lugar llevaba cámara en mano, para retratar todo eso que veía a mi alrededor. Intenté llevar un pequeño fragmento de ese mundo a los espacios artísticos y comencé a organizar una exposición colectiva en la que convoqué a algunos amigos que estaban relacionados con el ambiente de las fiestas y que también hacían producción visual en diversos

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Mis vínculos con los otros

Fig. II La comida del futuro, Instalación, 2007

ámbitos informales, como el street art o la decoración de fiestas raves. El resultado fue una muestra que evocaba los ambientes de las fiestas iluminadas por luz de neón y colores fosforescentes propios de las llamadas fiestas raves. A mí en lo particular me interesaba el tema de las drogas como una manera de socializar y ensimismarse al mismo tiempo. Realicé una instalación que evocaba el comedor de una cena para dos, en forma de píldora bicolor. (Fig. II) El piso de la galería estaba lleno de píldoras vacías que crujían al momento que el espectador caminaba alrededor de la sala. En los muros había unos murales hechos con pintura fosforescente evocando a unas chicas tomando pastillas. (fig. III) Lo interesante de esta exposición y lo más memorable para mí en ese momento, fue lo difícil de coordinar a un grupo de personas que no tienen familiaridad con el mundo de las exposiciones de arte. Esa fue una de las primeras experiencias que tuve organizando exposiciones colectivas, actividad que he seguido realizando posteriormente. Con la documentación que he hecho de mi vida en ese mundo nocturno, y las personas a mí alrededor, decidí traducir estas imágenes fotográficas a pinturas. La serie de obras tituladas Te prometo que me voy a portar bien consta de 8 piezas, que aludían a personajes retratados en diferentes espacios, como las raves, conciertos, bares, o afters (fig. IV, V y VI). Partiendo de

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

estos ejercicios artísticos, me interesa hacerme planteamientos acerca de las relaciones entre las personas y cómo me encuentro yo con respecto a estas relaciones. Todo esto me llevó a cuestionarme acerca de la forma en que desarrollamos modos de relacionarnos e identificarnos con cierto tipo de personas y ambientes distintos para cada quién. Las personas que he conocido y que se han transformado también en mis amigos, son una parte muy importante en mi vida, he aprendido mucho de ellos. Generalmente las fiestas son el punto de encuentro de muchas personas a las que quiero y cada vez que nos encontramos inventamos nuevas anécdotas al vivirlas juntos. Siempre me la paso documentando los eventos a los que asisto, me gusta tomar fotos de la gente, en su ambiente natural, en la mayor desinhibición posible. Ahora se ha vuelto tan fácil mostrar todas esas imágenes de una manera masiva a mis amigos por medio de la web el ejercicio de tomar fotografias y publicarlas en el Facebook, ha hecho más habitual esta forma de comunicación. Cuelgo las fotografías en mi espacio, etiqueto a las personas que retraté, y empezamos a hablar de esas imágenes, a mantener estas historias expuestas ante todos los amigos ligados por medio del Internet. Después de la serie de pinturas Te prometo que me voy a portar bien, decidí hacer una serie de dibujos para una exposición que titulé Just Gonna Have Fun retomando el ejercicio de retratar a mis contemporáneos. Pero en el tiempo transcurrido entre la realización de una y otra serie,

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Fig. III La comida del futuro, Intervención, 2007

Mis vínculos con los otros

algo cambió en la manera que me veía a mí misma relacionarme con los otros: el uso cotidiano de las redes sociales de Internet (Fig. VII y VIII). Ahora la manera de mirarse a uno mismo y mirar a los otros es distinta, entre la vida real y la vida virtual, los comportamientos cambian radicalmente. Los nuevos medios condicionan la forma de relacionarnos con nuestro entorno, pero una de las constantes sigue siendo relacionarnos y divertirnos, -de ahí el título de la exposición-. Y aunque también hice el ejercicio de retratar a las personas que me rodeaban, incluí algunas imágenes que me apropié de la web.

Fig. IV After, óleo s/tela, 2008

Siempre estoy haciendo una colección de imágenes que me gustan, extraídas de la red, y siento que ahora se vuelven un fetiche, que al mismo tiempo me refleja como voyerista y exhibicionista, porque también estoy subiendo constantemente fotos mías en la web. Seguramente el deseo de ser mirados, es lo que impulsa el gran éxito que han tenido redes como la del Facebook, estamos obsesionados por esa devolución de las miradas, ver y que nos vean. Ahora tengo a mis amigos de verdad o a los imaginarios2 de las redes sociales, con ellos me relaciono, y sigo fascinándome por sus vidas, enterarme de lo que les pasa, lo que les gusta, y ha sido una manera muy fácil de conocer cosas nuevas, enterarme de eventos, vídeos, noticias, etc. Más allá de la imagen, en las redes sociales también se intercambian contenidos que influencian nuestros pensamientos continuamente. No dudo que pronto surjan nuevas redes, nuevas tecnologías que cambien de nuevo las formas de relacionarse, pero al final es siempre el contacto con los otros, lo que nos mantendrá explorando estos caminos que amplia la tecnología

2 imaginario en cuanto imagen e imaginación.

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

LA SENSACIÓN DEL ENCUENTRO CON LOS OTROS. Mi vida y mi vínculo con el mundo se juegan, necesariamente en la relación con los otros (…) el pensamiento de la alteridad se configura como nuestro vínculo con la diferencia, es decir, con el otro. Así pensar al otro se convierte en la única alternativa para pensarse a sí mismo.



Esther Cohen.

En el desarrollo de esta investigación, comencé a explorar la manera en que he procesado la vivencia de algunos fenómenos que han afectado mi producción artística, como un punto de partida de la experiencia lúdica con la que he desarrollado algunas producciones. Estos fenómenos consisten principalmente en las relaciones personales y la interpretación que tengo de la vida que construyo con otras personas, a partir de los diferentes espacios donde me he relacionado con ellos de manera personal. He tratado de ampliar la idea acerca de que mirar a los otros, ha influido la forma de mirarme a mí misma, creando ciertas identidades que muestro a las demás personas y que siempre están en constante renovación, influenciándose e intercambiándose con otros al interactuar con diferentes personas en distintos espacios. Una de mis preocupaciones siempre ha sido cómo, al tratar de formarme como una persona definida, he

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Fig. V Fiesta improvisada, óleo s/tela, 2009

Mis vínculos con los otros

encontrado una especie de identidad que me ha hecho sentir que pertenezco a algún grupo de personas, y al mismo tiempo esta identidad me ha hecho diferenciarme de otros. Ahora pienso que la identidad es un concepto muy móvil, que implica situaciones muy complejas, diversas y arbitrarias, así que el tratar de identificar una identidad concreta, definida y absoluta es un asunto realmente difícil, sino es que imposible, porque siempre estamos en un continuo fluir que nos cambia, entre un tiempo o un espacio y otro. Como menciona Edgar Morin “Cada ser tiene una multiplicidad de identidades, una multiplicidad de personalidades en sí mismo, un mundo de fantasmas y sueños que acompañan su vida” (Morin, 2005: 87). Nuestra personalidad está conformada por muchas formas más o menos inconstantes que se modifican con el paso del tiempo, el contacto con otras personas y el vivir día a día, que nos lleva a experimentar diversas emociones y pensamientos a lo largo de nuestras existencias. Nunca volvemos a ser los mismos, ni siquiera a nivel biológico, sin embargo, nunca dejamos de ser nosotros. Fig. VI Neón, acrílico s/tela 2008

En mi propia experiencia, viajar fue lo primero que me hizo reparar en estas diferencias, creo que cuando conoces cosas y personas diferentes a lo que estás acostumbrado a ver cotidianamente, poco a poco vas cambiando tu forma de mirar a los otros y las fronteras entre las identidades se hacen cada vez más sutiles, porque se combinan con otras ideas, imágenes,

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

costumbres, etc. Ahora que interactuamos más cotidianamente con otras personas utilizando los nuevos espacios que ha abierto la tecnología, como las redes sociales en Internet, también creamos nuevas formas de relacionarnos y de conocer el mundo, por ende desarrollamos nuevas conductas y formas de ser en nosotros mismos. Las personas que estamos inmersas en el campo artístico de alguna u otra manera, también nos influenciamos por estos fenómenos de sociabilidad contemporánea, y aprovechamos las nuevas plataformas, espacios y vínculos para crear producciones culturales. La relación con los otros siempre ha sido una necesidad humana, toda nuestra vida nos formamos a partir de las creencias construidas culturalmente por la gente cercana a nuestra vida, por ejemplo cuando aprendimos por primera vez un lenguaje para comunicarnos con los demás y comenzamos a construir ideas ‘propias’ que en realidad son una nueva organización de ideas que nos preexisten. Una de las creencias que tenemos más naturalizadas y que hemos adoptado de un contexto socio-cultural, es buscar una pertenencia con los otros seres humanos; sentir que pertenecemos a algo más grande que nosotros, ya sea una sociedad, una familia o un círculo de amigos. En mi propia experiencia siempre han sido muy importantes las maneras de relacionarme, de mirar y convivir con los otros, para poder reconocerme a mí misma en

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Fig. VII Juego de niñas, grafito e hilo s/papel, 2010

Mis vínculos con los otros

Fig. VIII Yo también quiero ser una chica popular, lápiz graso e hilo s/papel, 2010

un ambiente distinto, buscando semejanzas reflejadas en distintos círculos de amigos. Cada grupo al que me acerqué tenía muy particulares y distintos gustos musicales, formas de vestir, preferencias sexuales, lugares a los que les gustaba asistir; ciertos rituales adquiridos, que para mí, les definían. Todas estas experiencias han detonado en mí un interés por conocer las formas en las que nos relacionamos. A partir de mis propias vivencias, intento interpretar cómo es que he aprendido a interactuar con otras personas, cómo he utilizado diversos medios para comunicarme con ellos y tratar de conocer a aquellos a los que llamo amigos y otras personas que están presentes en mi vida de alguna manera. Personalmente he navegado en muy distintos círculos sociales, sin embargo, creo que la única pertenencia arraigada que he desarrollado en este tiempo, es en cuanto al campo profesional en el que me he desarrollado, es decir, el mundo del arte. Los campos a los que pertenecemos ideológicamente también construyen un tipo de sociabilidad definida, que muchas veces trascienden las fronteras, al pertenecer a un imaginario colectivo definido por estas ideologías propias de un campo definido, incluyendo la estética y los quehaceres de éste. La identidad generalmente se ajusta a la idea de concebirse individualmente en una sociedad, una persona distinta a las demás. En un primer momento del planteamiento de esta investiga-

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ción, pensé que sólo me interesaba hablar de la identidad, porque al sentirte distinto a algún otro, parece lógico pensar que con quien tienes más cosas en común es con quien te identificas más. Muchas veces lo primero que identificamos en distintos grupos sociales, es cómo se diferencia un grupo de otro a partir de gustos definidos que se manifiestan entre otras cosas a través de la imagen que portan. Retomando una idea de George Simmel: “Unir y diferenciar son las dos funciones básicas de la moda” (Simmel, 2002: 46) reflexioné acerca del fenómeno más inmediato para hablar de la identidad es justamente el de la moda, como creadora de una ritualidad que se manifiesta en las apariencias de los individuos que se relacionan de una manera determinada con sujetos que se visten parecido o tienen gustos similares y hasta se les nombra de cierta manera, como haciendo una definición taxonómica o pseudo-etnográfica de los grupos sociales, a partir de la imagen que manifiestan. La mimesis entre integrantes de un grupo social se hace evidente, generalmente por la apariencia, en una actitud o una vestimenta, en la que el afán de parecerse a aquellos a los que se siente identificado, el sujeto marca el territorio donde quiere demostrar hasta donde abarca su ideología, tratando de diferenciarse de aquellos a los que no se quiere sentir cercano. En su ensayo sobre la moda, George Simmel menciona que “la imitación libera al individuo de la afición de tener que elegir y le hace aparecer como un producto del grupo, como un receptáculo de contenidos sociales.” (Simmel, 2002: 43). Incluyendo la pertenencia a algún campo profesional definido, esta definición que creamos por medio de la apariencia nos hace pertenecer también a un tipo de ideología, desde el ámbito

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coloquial hasta las relaciones profesionales, ya que las relaciones sociales existen a diferentes niveles durante toda nuestra vida, renovándose en cada etapa e interés que desarrollamos. Las colectividades, como los individuos que se incorporan a ellas, tienen necesidad simultáneamente de pensar la identidad y la relación y para hacerlo, de simbolizar los constituyentes de la identidad compartida (por el conjunto de un grupo), de la identidad particular (de tal grupo o de tal individuo con respecto a los otros) y de la identidad singular (del individuo o del grupo de individuos en tanto no son semejantes a ningún otro). (Augé, 2000: 57) La identidad es una forma de simbolizar la relación que tenemos con los otros, una forma de hacer notar la individualidad que nos distingue de otros externos a nuestro grupo social, una especie de conciencia que tenemos de ser una persona en sí y distinta a las demás, para poder crear lazos de relación más directos, tomando como punto de partida la imagen con las personas que hemos desarrollado algún tipo de identificación. Un fenómeno ligado al de moda y la identidad podría ser el de la otredad, considerando que a partir de mirar a otras personas, convivir y aprender de ellas, conformamos nuestra manera de desear, creer y vivir, a partir de cómo lo hacen otras personas. Aprendemos todo en la vida a partir de ver y escuchar a los otros, desde el lenguaje hasta los sentimientos, nacemos perteneciendo ya a una sociedad que es la que nos hace definirnos como humanos, y es a

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partir de esta pertenencia, como nos construimos una forma de ser, de relacionarnos, de entender nuestro entorno. Nos creamos una visión propia de la realidad, influenciada por los sujetos y los ideales que nos rodean. Aún sin quererlo, formamos parte de algo a lo que comúnmente se le llama sociedad que nos preexiste, pero el aprendizaje nunca termina, siempre estamos en un proceso de continuos cambios, aún así reconocemos ideas o sentimientos estructurales que nos hacen empatizar con los otros. Podemos reconocer en el otro algún sentimiento parecido al nuestro, vemos en otras personas cosas que nosotros sentimos y al reconocernos en esos sentimientos, sentimos una afección por el otro. La relación del sujeto con su Otro y el deseo de este último, es crucial para la identidad misma del sujeto (...) el deseo ‘realizado’ (escenificado) en la fantasía no es del sujeto, sino el deseo del otro: la fantasía, la formación fantasmática es una respuesta al enigma del ‘che vuoi? (qué desea?)’. (Zizek, 2009: 18) La mezcla de adquisiciones ideales a partir de otros, nos conforma una identidad múltiple construida a partir de los demás, que conforman un mundo exterior a nosotros. Identificar el deseo en concreto es difícil porque no sabemos a ciencia cierta lo que deseamos, entonces buscamos qué es lo que hipotéticamente quieren los demás de nosotros para formarnos una idea de cómo somos nosotros mismos y qué es lo que queremos, esa creencia

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conformaría al gran Otro en términos lacanianos. Cuando somos pequeños, aprendemos a concebirnos como una persona distinta a los demás, como un ente definido que se contiene a sí mismo, y se diferencia del resto del mundo, nos miramos en un espejo, nos reconocemos a nosotros mismos y nos vamos diferenciando del otro3. Cuando se habla del Otro extranjero, se habla de una persona extraña a la concepción de un Yo-nosotros, (en el sentido de definir una identidad grupal, en el que el nosotros se vuelve uno) y en mi caso, el enfrentarme por primera vez en mi vida a la extranjería, me hizo reflexionar acerca del ser distinto en una comunidad debido a un origen o a una nacionalidad. Viajar y enfrentarme con un evidente choque cultural estando en otro país lejano al mío, me hizo meditar acerca de lo que me definía como una persona que pertenecía a una sociedad particular y distinta a las demás, que en ese momento me rodeaba. Esta condición de nómada es una de las cuestiones que más han detonado la inquietud por hacer esta reflexión en torno a la identidad, al mismo tiempo que me fascina aspirar a vivir en movimiento constante y navegar en diferentes círculos sociales. A partir de las experiencias de movilidad que he tenido, se han despertado muchas inquietudes para conocerme y tratar de definirme a mí misma en relación con los demás y con el entorno que me rodea, la presencia de la tecnología es una constante en los viajes, y en mi vida cotidiana; en los viajes este acceso a los medios tecnológicos me ha ayudado a estar en contacto con las personas que están lejos, y me acompaña a todo lugar que 3 El “Otro” con mayúscula, (o gran Otro) se diferencia del otro con minúscula, en que el primero designa la dimensión simbólica, donde se enuncia un conjunto de ideas, que quizás podríamos conocer como cultura o creencia, un modelo de idealización y de identificación que nos permite acceder a un código, para interpretar la realidad. El pequeño otro, es la imagen del otro, el semejante. (Assoun, 2004: 105)

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voy. El Internet, la música y el arte, entre otras cosas, me han acompañado en los momentos que me encuentro en algún lugar sola, sin conocer a nadie (aunque el espacio cultural sea diferente al que estoy acostumbrada), me ayudan a sentir espacios de neutralidad, donde habito mis gustos y sensaciones reconocibles. Para mí el viaje no es solamente la movilidad física a algún espacio distante, también la movilidad virtual, como una posibilidad que nos hace conocer cosas distintas y amplía nuestras formas de conocer el mundo. Los espacios de virtualidad que habitamos cotidianamente, nos permiten tener una vida análoga a la cotidianidad en el mundo Real. En nuestra construcción humana de la cotidianidad ya nos parece ‘natural’ este desplazamiento a través de la virtualidad, lo que antes ni siquiera podía ser imaginado.

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IDENTIFICARNOS EN ESPACIOS El aventurero constituye el ejemplo más recio del hombre ahistórico, de la criatura del presente. Si por una parte no se haya determinado por ningún pasado, por otra el futuro no existe para él. Georg Simmel.

Viajar nos hace ver las cosas distintas, ver de diferente manera a las personas que nos rodean, porque nos rodeamos de cosas nuevas que nos influyen, como hasta entonces lo han hecho todas las cosas que conocemos. Estas impresiones nos empujan un poco a redescubrir lo propio. El acto de viajar siempre modifica nuestra forma de apreciar el mundo en el que nos desenvolvemos cotidianamente. Modificamos nuestra mirada simplemente con el hecho de estar en una carretera que más allá de llevarnos desde un lugar a otro, se convierte en un no lugar4 móvil, que habitamos intermitentemente a lo largo de nuestras vidas, conduciéndonos a adoptar una mirada distinta en cada recorrido. El espacio del viajero sería entonces, el arquetipo del no lugar (Augé, 2000: 91), un espacio en el que se transita por un tiempo definido, sin asentarse de manera prolongada, tomando la idea del no lugar como un trayecto, un movimiento, un desarraigo, muy distinto por ejemplo al espacio que habita una persona que vive o trabaja en este tipo de lugares como la carretera, mientras para un viajero es sólo un espacio de tránsito, para otros puede ser su casa, o su campo de trabajo estabilizado.

4 Marc Augé acuñó el concepto no-lugar para referirse a los lugares de transitoriedad que se oponen a la concepción del lugar como cultura localizada en el tiempo y en el espacio.

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Cuando comienzas un viaje sientes el entusiasmo del momento en el que te separas de lo conocido y te internas en una aventura que supones tiene un principio y un final: el irte y volver a casa, a excepción de las personas que viven un estilo de vida en que el que desplazarse de un lugar a otro se vuelve su ‘hogar’ y su vida cotidiana se desarrolla precisamente en el no-lugar, como los gitanos, los nómadas y la gente que vive en la deriva permanente. Comenzar un viaje de algún modo implica no volver jamás a lo mismo, porque quizás el viaje no termina en el regreso a casa, algo cambia desde que respiras un aire distinto al acostumbrado; el sentir incertidumbre por lo que encontraremos, la suerte de experimentar algo nuevo, desconocido, donde todo puede pasar y que nos provoca tener encuentros cercanos con nosotros mismos. “Andar es no tener lugar. Se trata del proceso indefinido de estar ausente y en pos de algo propio” (De Certeau, 2007: 116). Al desarraigarnos de nuestro estadio de confort, parece que es inevitable sentir la diferencia con lo que nos rodea. Como viajero te acostumbras a vivir una neutralidad constante, a cargar sólo con lo necesario. Al regresar a casa muchas veces uno mismo se transforma en extranjero, aún sin haber salido del país, las imágenes con las que nos encontramos pueden ser tan distintas, o más bien dicho, tan vistas de otra manera, que nos hacen sentir un poco extraños ante ellas. Pareciera que aparte de que los lugares están separados por las distancias, una especie de vivencia distinta del tiempo, también se hace notar.

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Quizás sea en ese momento que sentimos una noción de identidad; o por lo menos para mí así lo ha sido, al sentirme distinta a los otros que me he enfrentado, en un ambiente diferente al acostumbrado, logré reconocer algunos parecidos con estos otros, buscando algo de lo cual asirme, pero no pude evitar marcar las diferencias evidentes desde la imagen hasta las costumbres e ideales. Estas situaciones me hacen replantear nuestras formas de existencia y reconocimiento, el enfrentarme con otros contextos constituye un proceso en el que se construyen experiencias de confrontación cultural, que al tratar de conceptualizarlas, me hace reflexionar en qué es lo que define a un ‘nosotros’ totalmente hipotético, como menciona Benedict Anderson en su libro Comunidades imaginadas, sentimos pertenencia a una comunidad que imaginamos, porque está comunidad inevitablemente está construida a través de una idea, si por ejemplo habláramos de una nación, por muy pequeña que fuera, sus integrantes nunca serán conscientes de la totalidad de personas que la integran, independientemente del número que sean, sólo en su mente que pueden concebir la imagen de esta ‘comunión’ que los hace formar parte de lo mismo (Anderson, 2007: 23). Algo se modifica en nosotros al enfrentarnos con la diferencia, ya no se es lo que era, estamos continuamente contagiándonos de nuevos conocimientos provenientes de diferentes lugares y este fluir de intercambios, nunca nos permitirá ser de nuevo los mismos. Somos una hibridación cultural, con identidades múltiples, en constante movimiento, gracias a todos los desplazamientos que se

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han dado a través de la historia, y el continuo flujo de intercambio de informaciones que vivimos cotidianamente, que ya es muy difícil, sino es que imposible, hablar de identidades puras. El andar produce cierta transformación en la mirada, es una especie de shock, que casi inevitablemente nos hace compararnos con aquello a lo que nos sentimos diferentes, surgen inquietudes, por saber cuánto hay de parecido o distinto. Entre un individuo y otro, hay un espacio vacío que espera ser llenado con respuestas y definiciones, pero que realmente se llena de preguntas, y muchas de ellas sin respuesta, porque es imposible saber qué es y qué es lo que quiere el otro. Es el enfrentamiento que surge al encontrarse con el otro que es distinto a nosotros: La individualidad absoluta es impensable: la transmisión hereditaria, la herencia, la filiación, el parecido, la influencia, son otras tantas categorías mediante las cuales puede aprehenderse una alteridad complementaria, y más aún, constitutiva de toda individualidad. (Augé, 2000: 25) Nos desarrollamos aprendiendo de los otros, adoptando características de lo que vemos en los ellos, haciéndolas propias. Así creamos nuestra propia cultura que es siempre cambiante, como nosotros mismos formamos parte varios estratos culturales, micros y macros. La individualidad irónicamente es una construcción social y vivencial, que creamos al reflejarnos ante la mirada del otro. Construimos nuestras personalidades y nuestros deseos que hemos aprendido de los que nos rodean, pero al mismo tiempo,

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sólo puedo saber que soy yo cuando me diferencio de los demás. La historia de la humanidad se construye en base a las relaciones sociales que se crean en esta interacción con los otros. “Cada ser tiene una multiplicidad de identidades, una multiplicidad de personalidades en sí mismo, un mundo de fantasmas y sueños que acompañan su vida” (Morin, 2005: 87). Hablar de la identidad es un proceso irreductible a la simpleza, la conformación de la vida social humana que define las particularidades de cada ser humano que habita alguna sociedad, es un fenómeno complejo y multifacético. La vida social se convierte en juego continuo que se prolonga cada vez que ampliamos nuestros horizontes en la vida, y se mueve entre incluirnos y diferenciarnos de los demás, ¿Será este juego lo que nos hace fascinarnos tanto por la interacción con los otros? Siempre estará la incertidumbre de saber qué es lo que quiere el otro de mí, y cómo me veo yo a través de sus ojos. De un lugar a otro y de una persona a otra estos deseos son infinitamente mutables. Estas concepciones contradictorias, la inclusión y la diferencia, crean el fenómeno que nos constituye como personas, como nos menciona Edgar Morin: La noción de autonomía humana es compleja porque depende de condiciones culturales y sociales. Para ser nosotros mismos, nos hace falta aprender un lenguaje, una cultura, un saber, y hace falta que esa misma cultura sea suficientemente variada como para que podamos hacer, nosotros mismos, la elección dentro del surtido de ideas existentes y reflexionar de manera autónoma. Esta autonomía se nutre, por lo tanto, de dependencia; dependemos de una educación, de un lenguaje, de una cultura, de una sociedad, dependemos, por cierto, de un cerebro, él mismo producto de un programa genético, y dependemos también de nuestros genes. (Morin, 2005: 98)

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Nuestra concepción como individuos está condicionada por un sin fin de condiciones que nos hacen construirnos como las personas que somos, e inevitablemente una de estas condicionantes son los espacios que habitamos y que recorremos. De Certeau dice que el espacio es un cruzamiento de movilidades. Un lugar practicado, en el acto de un tiempo, sujeto a modificaciones y carente de estabilidad (De Certeau, 2007: 129). Un espacio se construye en un lugar realizado a partir del movimiento. El espacio es determinado por los recorridos de los que transeúntes que labran y ocupan continuamente. Esta relación que construyen las personas con un espacio determinado, termina por influirnos y contagiarnos de su carácter, por ejemplo en el caso de habitar una ciudad, la experiencia de recorrerla, se vuelve una particular e inestable aventura y lucha continua, por el gran uso que se da de su espacio. Vivimos relacionándonos con otras personas en diferentes espacios, y a los que nos toca vivir en las ciudades nos toca presenciar la interactividad de sus residentes produce tanta agitación que provoca una especie de indolencia hacia el entorno, a veces incluyendo a las personas. Es inevitable convivir con las condiciones que nos brinda el espacio, así que terminamos naturalizando las formas y creando tácticas al habitarlo. Muchas veces tanto ajetreo nos provoca una especie de anestesia por saturación, hacia el entorno.

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RELACIONES Y MOVILIDAD ESPACIAL. El enamorado de la vida universal entra en la multitud como en un inmenso depósito de electricidad. (...) Es un yo insaciable del no yo, que a cada instante, lo restituye y lo expresa en imágenes más vivas que la vida misma, siempre inestable y fugitiva.



Charles Baudelaire.

La figura del Flâneur concebida por Baudelaire y retomada por Walter Benjamin, como una persona que camina por la ciudad con el fin de la experiencia y que cómo rasgo distintivo se negaba a ser parte de la multitud, se nos muestra como una antítesis de el hombre sedentario que vive en una sociedad definida y estandarizada. “El flâneur legitima su paseo ocioso. Su indolencia es solamente aparente… conforma modos del comportamiento tal y como convienen al tempo de la gran ciudad. Coge las cosas al vuelo...” (Benjamin, 1972: 56). Hay un tipo de personas que sienten pasión por el movimiento, por vivir en un continuo fluir, por dejarse llevar por las circunstancias sin demasiados apegos, algo parecido al Flâneur de Baudelaire. Por medio de los viajes, se abren nuevas experiencias y formas de concebir el mundo. El enfrentarse con personas y situaciones distintas a las cotidianas hace sentir más las diferencias de un individuo a otro, abre un mundo de posibilidades que puede llegar a convertirse en adicción a los cambios. Este personaje descrito por

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Baudelaire, responde a una visión estética del mundo en el que el paseante, se fascina con todo lo que encuentra. “¡La curiosidad se ha convertido en una pasión fatal, irresistible!” (Baudelaire, 1863: 6), El paseante se convierte entonces en un ciudadano del mundo. El concepto de identidad definida queda diluido en un continuo intercambio cultural y es más fácil que nos sintamos parte de una aldea global. Estar fuera de casa, y sentirse, sin embargo, en casa en todas partes; ver el mundo, ser el centro del mundo y permanecer oculto al mundo, tales son algunos de los menores placeres de esos espíritus independientes, apasionados, imparciales, que la lengua sólo puede definir torpemente (Baudelaire, 1863: 8). Los situacionistas5 emplearon el término la deriva para reflexionar acerca de las formas de ver y experimentar la vida urbana dentro de la propuesta más amplia, de lo que ellos llamaron psicogeografía. Así, en lugar de ser prisioneros de una rutina diaria, se planteaba seguir las emociones y mirar a las situaciones urbanas en una forma nueva radical. “la deriva se presenta como una técnica de paso ininterrumpido a través de ambientes diversos” una forma de abandonarse hacia una aventura de lo desconocido, del azar, oponiéndose a una forma clásica de pasear o viajar. Una interacción con las posibilidades que ofrece el espacio que se construye al ser practicado. En mi 5 El situacionismo fue una corriente, cuyo planteamiento central fue la creación de situaciones, emergió debido a una convergencia de planteamientos del marxismo y del avant-garde, deseando revivir el potencial político radical del surrealismo.

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experiencia particular, como lo he mencionado anteriormente, habitan en mí estas dos perspectivas, la pertenencia y el desapego, pero creo que al final entiendo que el formar parte de algo es más una construcción simbólica, y aunque no dejo de sentir empatía por muchas personas cercanas o no a mí, me fascina esa idea de aventurarme hacia lo desconocido, despegarme de la estabilidad que me brindan las cosas demasiado conocidas por mí y que me hacen sentir una especie de pertenencia y provocarme una incertidumbre de no saber qué es lo que pasará en el instante siguiente. Cuando emprendí mi primer viaje largo, había en mí una angustia que me hacía sentir el equipaje más pesado de lo que realmente era, metafóricamente hablando; el no poder desprenderme de aquello a lo que pertenecía, hacía que pareciera que cargaba a todos aquellos que creía, de alguna manera, como parte de mí. Me doy cuenta que estas dos situaciones, la inclusión y la independencia, no están necesariamente peleadas. Las relaciones entre las personas se mantienen, porque siempre habrá muchas cosas en común aunque las distancias y los espacios cambien la manera de ver y percibir al mundo. Existe cierto tipo de personas, que se mueven de un lugar a otro sin tener un ancla permanente en un sólo lugar continuamente, una especie de nowhere man sin rumbo fijo; como el personaje que crearon The Beatles, que parece que tener poco tiempo y mucho que aprender, que sabe tanto

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que ya ni sabe lo que sabe y en su vida se la pasa corriendo siempre hacia ningún lugar, buscando algo que no entiende qué es ni para qué lo quiere. Pareciera como si estos raros personajes pertenecieran a la deriva en sí, viviendo desapegados de muchas cosas a las que la mayoría de la gente toma como eje central de su vida, como una estabilidad, un círculo de amigos, una rutina, y la visión de un futuro a partir de esta pertenencia y fijación a un espacio. La película Permanent Vacation, (Jim Jarmusch 1980) explora este fenómeno tan particular de las personas que viven a la deriva, que se dejan llevar por las circunstancias y no están apegadas a situaciones, lugares o personas en concreto, sino que se la viven migrando de un lugar a otro sin un punto fijo. Jarmush nos habla de la deriva como forma de vida por medio de un personaje totalmente anárquico llamado Allie. Un personaje que vive su vida como una improvisada pieza de jazz, moviéndose de un lugar a otro pero sin pertenecer a ninguno. Allie dice que su historia es como la de esos dibujos con puntos que se unen por líneas y que terminan por formar una imagen, una figura construida a partir de una línea que recorre la distancia entre varios puntos interconectados, como sí su vida fuera una imagen construida a partir de diferentes puntos que representan espacios en los que ha estado y que es imposible ver esta imagen en toda su definición, si quitamos uno de esos puntos en los que él ha estado, ya que forman parte de la imagen total de su vida: alguien que va desde un lugar y una persona, a otro lugar y otras personas construyéndose una vida entre un punto y

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otro. No pude evitar identificarme con este personaje, creado por Jarmush, a últimas fechas los viajes y la migración de una ciudad a otra, son un asunto cotidiano para mí. Cambio mi residencia en máximo un año y mis círculos de amistades siempre son distintos hasta en una misma ciudad. A veces quisiera creer en el destino y echarle toda la culpa a él, pero en realidad, me doy cuenta que yo he elegido vivir de esta manera, me gusta vivir en cambio constante, conocer cosas nuevas cada vez y seguir aprendiendo. Pareciera a veces que cuando ya estoy estable en algún lugar y me encuentro muy cómoda, es el momento de partir hacia otro lugar. Ya no es un ir y un volver, como dice Allie, es un ir de ahí a ahí. La metáfora que utiliza el personaje central de Vacaciones permanentes, de habitar a las personas cómo si estas realmente fueran una habitación, como unos “Espacios liberados, susceptibles de ser ocupados” (De Certeau, 2007: 117), simboliza que el estar con una persona es parecido a estar en algún lugar, dependiendo de la persona con la que estamos, nos comportamos de una manera particular, pensamos determinadas cosas o hacemos cosas distintas, quizás porque con algunas personas compartes unas cosas y con otros tienes otras, pero muchas veces hacemos varios otros de nosotros mismos, creamos personajes diferentes para relacionarnos con distintas personas de una manera consciente e inconsciente. A mí me pasa así con los espacios que habito intermiten-

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temente, dependiendo del lugar en donde estoy, me comporto o pienso de manera distinta. Pensamientos que tengo constantemente en un espacio y que inevitablemente están relacionados con los motivos y personas que conozco de ese lugar, en otro ni siquiera los tengo en cuenta, porque pienso cosas distintas, me preocupan otros motivos y vivo otras situaciones. La visión de una persona que está en constante movimiento, desarrolla una mirada más dinámica, más abierta, por estar en continuo contacto con diferentes formas de habitar y vivir los espacios del mundo, en cambio alguien que vive en una concepción cerrada y privatizada, que cuando tiene la oportunidad de salir a otros espacios, viene guardando y protegiendo todo lo que conoce dentro de un caparazón que lleva a todos lados, y le impide relacionarse con el entorno exterior de manera abierta. Como lo dice Pablo Fernández Christlieb, insertando su espacio privado, en ámbitos más públicos, sin lograr hacer una traducción de lo propio en el espacio de lo ajeno. Los habitantes de unos espacios conocen otros, si quiera porque pasan por la calle de vez en cuando. Pero resulta que cuando realmente quieren salir a un espacio más público no saben cómo, porque el único discurso que conocen es el suyo, y para ellos no existe otro lenguaje, ni parámetro ni estilo ni mundo que el suyo; viven encerrados dentro de un sólo sistema de lógica y de estética, y por lo tanto son incapaces de hacer una traducción a otra retórica. (Fernández Christlieb, 2004: 86)

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Estructuralmente la gente que está fija en un lugar de manera permanente es hasta cierto punto parecida, en cuanto a que nuestra cultura determina casi siempre las mismas metas en la vida. Creo que la estabilidad espacial no es la única manera de vivir, sino que existen diferentes estilos de vida y no hay una correcta manera de hacer nada, en mi caso me gusta conocer nuevos lugares y ver las diferencias que hay entre los lugares y las personas que ya conozco con respecto a los que voy descubriendo, encontrando poco a poco cosas que me gustan y que son particulares de cada lugar. Normalmente donde nacemos o donde vivimos la mayor parte de nuestra vida es donde consideramos que está el lugar al que pertenecemos, pero creo que lo que nos encadena a los lugares son los recuerdos que tenemos de ellos, no necesariamente estar ahí físicamente todo el tiempo o haber nacido en ese sitio, sino los afectos que desarrollamos en esos espacios. En cada parte en la que hemos estado vamos construyendo historias; me gusta llegar a algún lugar por primera vez y tener esta sensación del vértigo que da el no conocer nada ni nadie, y después de un tiempo de convivir con la gente de la zona y aprender de ellos. Poco a poco, todo lo que parecía ajeno en un primer momento se va transformando en cercano y familiar, las palabras que se usan son más conocidas y llegan a formar parte de mi lenguaje propio, uno que se ha formado de pequeños fragmentos de palabras de otras personas. Michel De Certeau habla mucho sobre el habitar los espacios, hacer un lugar a partir del vacío, trazar un camino al recorrerlo, de vivirlo, practicarlo, habitarlo y llenarlo

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de relatos propios, “Los lugares son historias fragmentarias y replegadas pasados robados a la legibilidad por el prójimo, tiempos amontonados que pueden desplegarse pero están allí como relatos a la espera y que permanecen en estado jeroglífico, en fin simbolizaciones enquistadas del dolor o placer del cuerpo. ‘Me siento bien aquí’ es una práctica del espacio” (De Certeau, 2007: 121). ¿Qué significó para ti haber estado en ese lugar? Nos construimos una idea acerca de cualquier cosa, persona o lugar, a partir de lo que hemos enmarcado en nuestro espacio afectivo, la memoria es el mejor lugar donde he podido estar.

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CAPÍTULO 2

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UN HOGAR POSIBLE ENTRE ESPACIO Y TIEMPO Siempre que trato de recordar algún suceso de mi vida, pienso en dónde vivía en ese momento, como si los lugares que he habitado sumaran una línea de tiempo que permite ubicarme en una espacialidad y temporalidad específicas. Desde que me emancipé de mi familia he vivido en muchos lugares distintos, pero actualmente mi residencia está en constante movimiento, dependiendo de mis actividades y mis relaciones personales, vivo entre la Ciudad de México, Toluca y Guadalajara. En estas circunstancias me es muy difícil hablar de un ‘hogar’ físico estable, así que la vida que he desarrollado en la web se ha convertido en un lugar ‘estable’ que habito como si fuera mi hogar, en una especie de reproducción virtual, de la experiencia de la realidad, a partir de una selección de fragmentos de la vida en su forma Real,6 y su abstracción me permite llevarlo a todos lados donde estoy físicamente, inclusive si cuando me desplazo de un lugar a otro, cuento con acceso a Internet. Entonces, mi actual casa es el espacio que tengo en las redes sociales, es el lugar donde estoy más tiempo y del que dependo más, ya que me permite interactuar con las personas que conozco en distintas ciudades al mismo tiempo y simultáneamente, me sirve de bitácora de vida, donde por medio del texto y las imágenes, voy documentando los eventos que forman parte de mi existencia y que considero factibles de ser publicados.

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Slavoj Zizek - The Reality of the virtual http://www.youtube.com/watch?v=CBKMfXy_aF8

Espacios e interacciones sociales en la era de la virtualidad

Todos los pequeños pedazos de mí que están en la red, son el autorretrato de mi vida íntima que se vuelve selectivamente pública. Siempre estoy editando lo que quiero mostrar de mí, hago una selección de momentos de mi vida. Una mezcla de tiempos, espacios y afectos que me son difíciles de desprender uno de otro. Vivo varias vidas en una, dependiendo del espacio físico donde me encuentro, y estas se alcanzan a mezclar un poco más en la web, para crear una imagen pública de mí. El Facebook y su time line, es una carretera con muchas vías alternas y nodos viales, que impiden verla como una simple línea. Tiene muchas funciones y rutas de acceso que están en constante cambio, haciendo difícil asir lo que sucede en ella. Al mismo tiempo que habito el ciber-espacio de manera cotidiana, en el ámbito profesional me ha permitido aprovechar la facilidad y la velocidad con la que es posible lograr la comunicación con otras personas, permitiéndome desarrollar proyectos simultáneos en distintos espacios físicos. Y tomando como ejemplo varios de los fenómenos que suceden dentro de la red en el espacio virtual, me encuentro formulando distintos proyectos artísticos, que dependen principalmente de la comunicación y relación entre individuos, en los que elaboro algunas estrategias a partir de los modelos de conexión, relación y socialización provenientes de las redes sociales creando un desplazamiento de estos hacia el campo artístico. La figura de la red social popularizada por el creciente uso de plataformas en Internet que se han popularizado, a tal grado que comienza a ser uno de los vehículos más importantes de algunas manifestaciones

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sociales actuales. Podríamos incluso hablar de una generación que se define como un importante grado por el uso de las redes sociales, y por ser nativos digitales. El concepto de la red social, es una estructura que conforma el tejido social y que podemos detectar fácilmente en cualquier ámbito de la sociedad, al ver cómo vamos conformando distintas conexiones con las personas que nos relacionamos, y entre más va creciendo nuestra propia red de contactos aumentan las posibilidades de seguir incrementándolas, creando más vínculos entre personas con circunstancias cercanas, gustos, estilos de vida, etc. Así se van conformando especies de grupos entre personas que interactúan de manera más constante, aunque siempre están interconectados de alguna manera con otros grupos de características similares. Generar más vínculos entre los campos sociales, provoca más movimiento de la información que circula entre sus integrantes, el presente trabajo pretende provocar movilidad de conocimiento a partir de la vinculación de distintas personas dentro del campo del arte, intentando generar progresivamente una red de proyectos artísticos en movilidad por distintos lugares en México, utilizando los enlaces sociales como base del movimiento, para crear este tejido de movilidad artística, haciendo uso de las plataformas digitales, para hacer posible la relación entre personas que habitan lugares distintos en el espacio, y para realizar una especie de bitácora virtual, donde se almacenan diferentes fragmentos de la investigación y de la realización del proyecto.7

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http://bitacoravisual.blogspot.mx

Espacios e interacciones sociales en la era de la virtualidad

ESPACIOS DE RELACIÓN La realidad no es nada más que el resultado transitorio de lo que hacemos juntos. Karl Marx Podríamos hablar de la kinestesia como la percepción o sensación de movimiento, lo que percibimos en el contacto con lo “Real”8 en ese sentido entendiendo lo Real como irrepresentable, (Zizek, 2009: 120) y que lo percibimos principalmente a través del cuerpo y los sentidos. En nuestro andar por el mundo, descubrimos un sin fin de sensaciones, experienciamos9 lo Real día a día, sin que esto signifique que podemos definirlo totalmente, ya que lo percibimos desde el ámbito de lo simbólico, desde el pensamiento. El contacto que podemos tener con otras personas físicamente se antoja como una experiencia Real en toda la extensión de la palabra. Sentimos al otro en la manera que quizás sea la más próxima y real en la que podríamos acercarnos. Sin embargo, este encuentro común con las personas en un mundo real, ahora se ve acompañado de relaciones que se dan en otros escenarios, que no implican una presencia física tal cual. Los medios de comunicación nos permiten conocer el mundo a través de una traducción o una sustracción del mundo real, al ámbito más explícito de lo simbólico. Entonces nos encontramos con que existen muchos tipos de realidades, de interpretaciones, formas de acercamiento y entendimiento del mundo. 8 Utilizo aquí la palabra real para distinguirla de lo Real lacaniano, si bien la denominación de planteamientos lacanianos utiliza mayúsculas para nombrar lo simbólico, la distinción que hago es meramente funcional “real” con minúscula entendida como una percepción de la realidad, y “Real” con mayúscula, en el sentido lacaniano, como una instancia inaprensible simbólicamente en la que nos desenvolvemos pero no alcanzamos a definir totalmente. 9 El término experienciar no existe como tal en lenguaje de la Real Academia de la Lengua Española, para mí es una forma de decir que la experiencia también es un tipo de acción, en la que entramos en contacto con lo otro que existe fuera de nosotros.

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La realidad como una verdad absoluta, por definición no está nunca completa (Zizek, 2009: 120), se podría decir que el concepto de realidad es la versión particular que tenemos de lo Real que construimos o inventamos para tratar de entenderlo. Lo que normalmente conocemos como real entonces sería nuestra visión propia de la realidad, que hemos formado de antemano como un constructo social, que no es la cosa misma, ya que esta se encuentra siempre ya simbolizada, constituida, estructurada, mediante mecanismos simbólicos- y el problema reside en que a fin de cuentas la simbolización siempre falta, que nunca logra ocultar totalmente lo real, que siempre involucra una deuda simbólica irresoluta e impagada (Zizek, 2009: 118). ¿Qué pasa cuando nos comunicamos con una persona en Internet? ¿Esta experiencia no será real? La llegada de la tecnología del ciber-espacio, que nos lleva a vivir más cotidianamente la idea de la realidad virtual, ha modificado y ampliado las formas que concebimos la comunicación. Si bien, hemos aprendido a comunicarnos de distintas maneras, desde las cartas, los faxes, el teléfono, hasta el e-mail, los twitts, etc. guardo una especial predilección por el contacto físico (o real) con otros seres humanos. La web se nos muestra como una interfaz, como una zona de comunicación o acción de un sistema sobre otro, una zona de contacto para experienciar de una manera más simbólica a los otros que se encuentran representados por medio de textos, imágenes, sonidos, en una pantalla. La interfaz constituye la forma de hibridación entre el sujeto y la máquina (Cruz Sánchez, 2005: 101). El trayecto que recorremos en nuestras estancias en la web podría decirse que se sitúa en un espacio entre espacios: El ‘espacio entre espacios’ es esa ‘tierra de nadie’, sin apenas realidad que se intercala entre dos fronteras y que, legalmente no pertenece a ninguno de los dominios cerrados que la acotan. En apariencia se trata del espacio liberado de la tensión territorial que vertebra los mismos y que, legalmente no pertenece a ninguno de los dominios cerrados que lo acotan, por consiguiente, permite que todas aquellas experiencias que se produzcan en él se caractericen por su mayor libertad y ausencia de reglas. (Cruz Sánchez, 2005: 100)

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El mundo real y el mundo virtual, parece que borran las fronteras tan nítidas y definidas, al atraparnos en esta fascinación por relacionarnos con otros en este mundo de la representación, que existe en los dos ámbitos; uno donde nos comunicamos a través de imágenes, textos o sonidos que acaparan toda nuestra atención y otro donde percibimos sensaciones, que a veces no podemos definir claramente, pero también simbolizamos lo que conocemos para poder reconocer lo que sucede a nuestro alrededor. Parece que el mundo virtual nos ofrece libertad y dinamismo para transmitir ideas en una escala mayor y distinta. Michael Hardt y Antonio Negri postulan que la ‘virtualidad’ describe algo que ‘no carece de realidad solamente de realización’ (Graziano, 2005: 178) y al ofrecernos este infinito mundo de posibilidades, la experiencia virtual, se nos presenta atractiva e incluyente. Una posibilidad que puede llegar a ser real. Simón Marchán explica el sentido de lo virtual de la siguiente manera: El término virtual procede del adjetivo latino virtualis, el cual, según los diferentes léxicos, tanto puede significar la virtus en su acepción de potencia o fuerza para producir un efecto, de lo que tiene existencia aparente pero no real efectiva, empírica, cuanto sugerir lo que existe como posibilidad según sus disposiciones o capacidades, pudiendo llegar a ser real, aunque aún no lo sea, si satisface ciertos requisitos para su realización… Lo posible se desdobla en lo posible real y lo posible lógico, en un mundo posible y un mundo de lo posible. (Marchán, 2006: 40) Entendemos entonces que el término de la virtualidad está ligado a una experiencia mucho más simbólica que el simple hecho de relacionarnos por medio de la red de Internet. Es más bien una idea de algo como posibilidad, una

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objetualización de la idea por medio del pensamiento. La experiencia que vivimos cotidianamente detrás de las computadoras, los teléfonos y muchos otros medios de comunicación, nos ofrecen básicamente una idea, que nosotros completamos para convertirla en experiencia, transformando nuestra manera de percibir al/lo otro. Para las personas que estamos integradas a una sociedad tan tecnocratizada como la nuestra, es muy difícil huir del uso de la tecnología para comunicarnos, percibir el mundo se hace un ejercicio más complejo cada vez, más saturado de sensaciones e información. La utilización cotidiana del llamado ciberespacio en las sociedades post-industriales, ha hecho que millones de usuarios alrededor del mundo vivan en mundos paralelos o complementarios entre una realidad real y una virtual. Nuestras personalidades en la red parecen análogas y aunque existe la posibilidad de crear un personaje totalmente distinto para mostrar en la web, creo que la mayoría de las personas intentamos mostrarnos tal cual creemos que somos, sobre todo ahora que vivimos comunicándonos por medio de las redes sociales, ya que ahí estamos en contacto con personas que en verdad conocemos tanto como las que no. El conformarnos un perfil se vuelve una práctica, en la que nos estamos redescubriendo a nosotros mismos, editamos imágenes, contenidos y episodios de nuestras vidas que queremos mostrar a los ojos de una sociedad que habita espacios virtuales. Parece que la única constante en la vida es que todo cambia junto con nosotros y que gracias a esto nos encontramos en constante redefinición, al igual que nuestras fotos en el Facebook. Es inevitable ignorar el afán que nos caracteriza de denotar lo que somos a partir de las apariencias, crear una imagen que nos defina y nos permita ser a través de ella.

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La digitalización de la vida cotidiana forma parte de los estilos de vida de niños y adultos, la mayoría de los urbanitas tenemos acceso a una cámara fotográfica digital en cualquiera de sus presentaciones, desde la cámara réflex digital, hasta la cámara web y el celular. Hay miles de formas de mostrar estas imágenes ante la sociedad, tenemos más naturalizado el uso de la tecnología virtual como parte de nuestras vida, y es por eso muy difícil mirar estos dos fenómenos, -lo virtual y lo real- como entes separados, virtualizar es idealizar algo a partir de una de sus posibilidades, ya que no podemos percibir todas las posibilidades que ofrece el mundo Real, y así como lo hacemos en el ciberespacio, también lo hacemos cuando nos encontramos en relación física directa con las personas, sólo siendo capaces de relacionarnos de manera fragmentaria, idealizando e imaginando una parte del otro. El espacio que ofrece la web, es una vía más para la comunicación humana. Aún con estos radicales cambios hay algunas personas que aún se resisten a convivir con estas nuevas formas de relación, es claro que existen muchas posturas respecto al uso de la tecnología, independientemente de la situación generacional o de la edad, cada uno tiene su criterio respecto a la euforia por las novedades o las añoranzas por los medios de comunicación predominantes en el pasado, algo parecido a lo que menciona Umberto Eco, donde los términos Apocalípticos e integrados, ejemplifican cómo distintas actitudes pueden ser pesimistas u optimistas respectivamente hacia las novedades que ofrece la percepción de la cultura contemporánea (Eco, 2009: 28). Inevitablemente la vida virtual se ha hecho una parte útil y de ocio, fundamental en nuestras vidas. A la par de tener experiencias con personas

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reales y tangibles, asistir a eventos, poder tocar a las personas, y sentirlas en un medio real, la documentación de un fragmento de esta vida eventualmente aparecerá ante el público de Internet. Aspirando a aprehender los momentos y tener un fácil acceso a ellos, publicamos nuestras vivencias en los distintos modos a los que tenemos acceso llámese mail, blog, Facebook, hi5, Myspace, Twitter, Youtube, secondlife, Tumblr, etc. La experiencia multisensorial que vivimos a través del mundo virtual, es especialmente seductora: vemos muchos tipos de imágenes, nos comunicamos por medio de textos, sonidos, vídeos y la interactividad que tenemos con ellos es especialmente atrayente. Cuando la televisión, y la radiodifusión comenzaron a ejercer la hegemonía de los medios masivos de comunicación, se podría pensar que se consumía información sin tener nada que aportar a estos medios, aunque creo que todo depende de la mirada que le ponemos a este tipo de fenómenos, como lo menciona Nicolas Bourriaud: “el zapping es también una producción, la producción tímida del tiempo alienado del ocio: con el dedo en el botón se construye una programación” (Bourriaud, 2009: 45). La selección que hacemos de la información que nos llega, es una forma de crearnos un estilo y un uso de nuestros propios intereses mediáticos, como De Certeau señala, al consumir también creamos, reinterpretando la información que consumimos, a través de las maneras de hacer que constituyen las mil prácticas cotidianas a través de las cuáles los usuarios se apropian del espacio organizado por los técnicos de la producción sociocultural. (De Certeau, 2007: XLIV) Y aunque todos tenemos una manera distinta de mirar lo que acontece a nuestro rededor, de canalizar y apropiarnos de toda la información que llega hasta nosotros, el boom que ha hecho tan atrayente a la web, es la interactividad directa a la que se tiene acceso, puedes intervenir directamente en las situaciones que se presentan en la red, hasta descargar informaciones, imágenes y apropiarte de ellas, convirtiéndonos en un usuario y co-creador.

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Dice Pablo Fernández Christlieb en su ensayo sobre la abstractez que las personas que vivimos en el siglo XX carecemos de una materialidad en nuestras acciones cotidianas, en las que nuestro trabajo nos hace sentir que siempre terminamos con las manos vacías y esta ‘abstractez’ nos hace terminar en lo que llamamos realidad virtual: “un conjunto de actividades de oficina desconectadas de la vida material y corporal de la gente, a quienes, cuando apagan su computadora, les entra la sensación de desaparecer, al descubrir que lo que estaban haciendo no existe” (Fernández Christlieb, 2009: 43). Bajo esta percepción, la única solución para no perderse en este mundo abstracto, sería realizar acciones que nos permitan existir afuera, aunque el monitor esté apagado. Un vínculo entre este medio y la realidad concreta. La vida real no pierde su encanto, sigue siendo atrayente vivir el día a día, convivir con otros seres humanos, y sentir nuestro entorno. Parece que ahora, que somos conscientes de estas dos instancias -la real y la virtual- valoramos las experiencias cotidianas de una manera distinta, sin que ninguna pierda importancia en nuestras vidas, simplemente se manifiestan como experiencias distintas de conocer lo que construimos como realidad. No se ha sustituido una cosa por otra, percibimos el mundo real también por medio de códigos o signos, porque es imposible acercarse de otra manera a lo Real, pero la inclusión de estas nuevas formas de relación ha modificado la manera de percibir el mundo en sobremanera, utilizando un lenguaje de signos más sintetizados que en una experiencia real, conformando diferentes realidades posibles. La virtualidad abre muchos efectos de posibilidad; un mundo posible está ahí dentro, a veces más que acá afuera. En este afán de ser reconocidos, valorados, vistos, la web ha abierto un sinfín de posibilidades, para reinvertarnos día a día, como lo señala Zizek:

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Jugar en espacios virtuales me permite descubrir nuevos aspectos de ‘mí’, un cúmulo de identidades cambiantes, de mascaras sin una ‘persona’ real tras ellas, y así experimentar el mecanismo ideológico de la producción del Yo, la inmanente violencia y arbitrariedad de esta producción-construcción. (Zizek, 2009: 152) Pareciera que vivir una vida dentro de la red se nos presentara como un juego, en el que las formalidades no son tan necesarias como en la vida real y quizás sea por eso, que nos permitimos mostrar cosas o decir cosas que en la cotidianidad no nos atreveríamos. Lo que se muestra en la red es una selección de lo que se quiere mostrar ante el público, todo está editado, seleccionado, aunque no es absolutamente controlado, es más común ver a la gente ‘feliz’ en el Facebook, que en la misma vida cotidiana, aunque tampoco sorprende cuando alguien muestra sus sentimientos de manera pública, su enojo, su tristeza, para buscar algo de consuelo entre sus contactos ¿cuantas parejas en el mundo no han tenido problemas por estas exhibiciones virtuales sociales? Mostramos a veces más lo que quisiéramos ser, todo aparece como subrayado o enmarcado, todas nuestras publicaciones tienen más resonancia, al entrar directamente a este mundo simbólico, quizás algo diferente a lo que realmente somos o aquello que ya no alcanzamos a contener en nosotros mismos, encontrando una vía de escape más en el espacio digitalizado esta actividad de mostrar nuestra vida en la web, estimula muchos aspectos que en otros espacios no sería posible mostrar. Y cómo he dicho antes, las identidades que portamos son tan mutables e indefinibles, que en los espacios virtualizados se potencializan más, por el control que poseemos con las imágenes que creamos acerca de nosotros mismos. Menciona Zizek que las fantasías son inmediatamente externalizadas cada vez más en el espacio simbólico público, y la esfera

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de la intimidad está cada vez más directamente socializada (Zizek, 2009: 172). La vida privada inserta en el contexto público, ha modificado la sensación de fronteras entre lo que puede ser mostrado y lo que no. El Internet es un espacio construido a través del tránsito de miles de usuarios diariamente conformando lugares que habitamos como un lugar propio, donde tenemos un perfil más o menos definido, como una página web, un perfil del Facebook, un blog, mail, etc. hay también espacios donde sólo navegamos intermitentemente, o sirven meramente como un espacio de comunicación, como los chats o el Messenger. Este tipo de espacios podrían ser la mayor abstracción espacial donde vemos materializarse la idea casi literal del no lugar. Los no lugares se desarrollan en un entorno a lo que Augé llama sobremodernidad que es la sobrecarga de movimiento, información, acontecimientos, superabundancia espacial del presente. Retomando esta idea, el Internet puede ser un espacio de transporte imaginario que nos ofrece la posibilidad de usarlo como un punto de encuentro con otras personas, un centro comercial, o un espacio donde refugiarnos de manera simbólica. La neutralidad que ofrece el espacio virtual y a la que todos nos postramos haciendo uso de ellos, nos permite transitar por diferentes vías, como por ejemplo el Messenger, o el Time Line del Twitter, que funcionan solamente como un espacio de tránsito de información, pública o privada, a diferencia por ejemplo de un correo electrónico donde contamos con un lugar privado más concreto y selectivo, en el que controlamos un espacio definido, y de cierta forma lo habitamos como si fuera nuestro hogar, donde almacenamos contactos e información que está limitada, y no es accesible para todo el mundo. “Es solamente lo privado lo que necesita tener

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límites y a lo que le gusta poner fronteras. Así el espacio informático tiene, como las casas, sus formas de cerrar la puerta, y como los cafés, sus formas de salir a la calle” (Fernández Christlieb, 2004: 68). La función de los espacios consiste en el uso que hacemos de ellos, incluso dentro de la web. Las redes sociales son los nuevos espacios de tránsito y relación entre los individuos. Navegar en Internet es un nuevo viaje, que transforma al aventurero de las redes. Así como en la carretera se forma un no-lugar que nos conduce de un lugar a otro, así también habitamos intermitentemente en nuestra vida al ciberespacio, pasamos muchos momentos mirando la pantalla de la computadora, conduciéndonos a través de un recorrido virtual, en la medida que se hace posible conocer muchos sitios y personas detrás de estos espacios de los que aprendemos, interactuamos, miramos y ponemos nuestra concentración muchas horas de nuestra vida. Todo esto sin dejar de lado nuestra experiencia en el mundo real, no es que se sustituya un mundo por otro, sino que se complementan.

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REDES DE INTERACCIONES COMPLEJAS No hay mas que una red formal de relaciones, hay realidades, pero que no son esencias, que no son una sola sustancia, que son compuestas, producidas por los juegos sistémicos, pero dotadas de todos modos, de cierta autonomía. Edgar Morin.

Las distancias ahora no se miden igual que antes, así como se mide el tiempo. Como un ejemplo extremo, tenemos la historia de Marco Polo, que junto con su padre y su tío, se dedicaba al comercio con Oriente. Su primer viaje rumbo a Asia comenzó en Venecia hacia 1255 y alcanzaron China en 1266, llegando a lo que hoy conocemos como Pekín. Ahora un viaje desde Venecia hasta Pekín dura 10 horas en avión, pero es posible que en segundos tengas contacto con alguna persona en Pekín, desde cualquier parte del mundo a través de un teléfono o por Internet, donde además puedes tener un acceso rápido a imágenes e información sobre el lugar. En la época de Marco Polo, además de la distancia en tiempo y espacio, enfrentarse a una cultura tan lejana implicaba una distancia ideológica y cultural incluso más grande que la física. Actualmente, nuestra manera de dimensionar el mundo es muy distinta, porque no tenemos que vivir la experiencia de recorrerlo metro a metro. Parece que en nuestros días todo se ha vuelto un poco más cercano a medida que avanza el tiempo y evoluciona la tecnología, creando la ilusión de que todo se vuelve más rápido: nuestra manera de procesar

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la información, de comunicarnos y de conocer el mundo cambia vertiginosamente con el uso de nuevas tecnologías que avanzan día a día. Ahora hasta las formas de viajar son distintas. Normalmente simbolizamos todo lo que existe en el mundo para poder decodificar lo que pasa en nuestro entorno y poder llamarlo realidad; la tecnología es una herramienta más para interpretar el mundo e interactuar con otras personas, son una extensión mental de nosotros mismos, como Amber Case lo menciona (en sus estudios sobre la nueva rama de la antropología llamada ciber-antropología), estas nuevas herramientas hechas por los humanos para los humanos, nos permiten ir más rápido y comunicarnos de diferentes maneras, así como almacenar grandes cantidades de información en muy poco espacio físico real, incluso, el acceso a los espacios virtuales nos permite seguir en comunicación cuando no estamos conectados en tiempo real. “No es que las máquinas estén tomando el control; sino que nos están ayudando a ser más humanos; nos están ayudando a conectarnos mutuamente... termina siendo algo más humano que tecnológico, porque nos estamos co-creando unos a otros todo el tiempo.”10 La comunicación es lo que nos mantiene unidos con las personas, la diferencia es que ahora usamos medios más plurales para ampliar nuestros procesos de comunicación con los otros. La comunicación es un fin en sí mismo en tanto que no sirve para nada excepto para comunicarse, o sea, para entender la vida y encontrarle algún sentido que haga que valga la pena vivirla, y hasta hoy en único sentido encontrado ha sido la comunicación misma. (Fernández Christlieb, 2004: 17)

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Amber Case: Ahora todos somos ciborgs, TED Talks. http://www.ted.com/talks/amber_case_we_are_all_cyborgs_now.html

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La experiencia virtual que tenemos con el uso del Internet y otros medios interactivos, de una manera tan cotidiana, ha hecho que nuestras vidas se vuelvan más complejas; contamos con gran variedad de medios que nos ponen en contacto con el mundo de maneras simbólicas, todas nuestras construcciones sociales y culturales están presentes en el carácter propio de la época, llena de vertiginosos cambios y una renovación constante en tecnologías, ideologías, métodos de procesamiento y convivencia con estos. “Nuestra experiencia visual se ha vuelto compleja, enriquecida por un siglo de imágenes fotográficas y luego cinematográficas, permitiéndonos reconocer como ‘mundo’ una colección de elementos dispersos” (Bourriaud, 2008: 20). La manera de concebir nuestra existencia en el mundo, se va diversificando a medida que estamos en contacto con más elementos que nos muestran diferentes interpretaciones y formatos acerca de lo que pasa en el ámbito de lo humano y con ello nuestra relación con el mundo. Ahora estamos más habituados a intervenir las imágenes, a apropiarnos de lo que vemos coleccionando cosas que nos gustan o participando de diferentes maneras en el uso de los nuevos medios y las relaciones que generamos haciendo uso de ellos. Vivimos el proceso de conformación de una generación que ha presenciado una serie de cambios dramáticos en la concepción del uso de los nuevos medios audiovisuales. La transición de lo análogo a lo digital; del disco de acetato al mp3, pasando por los cassettes y los cd’s, del teléfono fijo a los Smart-phones, de la carta al e-mail, etc. Ahora estamos acostumbrados a grabar video y fotografía con un celular en cualquier momento y hasta tenemos aplicaciones

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que pueden editarlos en el mismo celular, pero hace no mucho tiempo esto era inimaginable. Tenemos cada vez más medios de acceso y formatos distintos para acercarnos a un sin fin de producciones audiovisuales, desde grabaciones caseras hasta cine, videoarte, vídeos musicales, etc. Hemos visto año con año, cómo han surgido nuevos medios y nos hemos adaptado rápidamente a vivir todos estos cambios y a utilizarlos de manera cotidiana, para relacionarnos con otras personas y estar en contacto con diferentes producciones realizadas por otros. Parece que ahora el carácter de los medios de comunicación implica necesariamente una forma específica de socializar a través de ellos, o usarlos como un pretexto para hacerlo. Ir al cine, por ejemplo, generalmente forma parte de un ritual de socialización, un acontecimiento que ya forma parte de nuestras costumbres. Ver la televisión ha sido una de las primordiales formas de educación de nuestras mentes y es un punto central para las reuniones, desde la familia hasta los amigos, así como también es una buena compañera cuando no quedan ánimos para hacer nada más que ver la programación que nos brinda la televisión, ahora es más habitual pasar horas frente a las pantallas solo o en compañía. Las formas de comunicación visual van modificando nuestros rituales sociales, y nosotros evolucionamos junto con ellos. Sabemos muy bien cómo adaptarnos a cada novedad y hacerla parte de nuestras vidas. El sentido de lo nuevo ya no aparece como algo lejano, ya no pertenece a un futuro modernista, sino a una práctica cotidiana, en la que hemos aprendido a movernos continuamente, a correr junto con el desarrollo tecnológico y cambiar nuestras formas de hacer, que influyen a nuestras formas de pensamiento.

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Las imágenes que percibimos a través de señales electrónicas como la televisión, el cine o las computadoras, participan en nuestras vidas yendo más allá de la realidad física, creando un mundo que no tiene un referente palpable, que es una mera abstracción y construcción simbólica a la que nos hemos adaptado y de la que hemos aprendido a depender, para formar parte de nuestra sociedad actual. Estas formas de actuar, ver, pensar, han influenciado nuestra manera de ser, nuestras estructuras mentales, que se han vuelto simultáneas, veloces, inestables, multifacéticas. Se ha convertido en un fuerte atractivo el poder navegar de una página a otra, de una noticia a otra, de una imagen a otra intermitentemente, volviendo a ella cada vez que se quiere y que el sistema lo permite, para ya no tener que depender completamente de una programación establecida como pasa en la televisión, dependiendo de su disponibilidad en la web, (inclusive puedes ver programas de televisión OnLine) en Internet no hay interrupciones impuestas por los comerciales en medio de un programa, porque la publicidad tiene un espacio ya definido en lugares predispuestos para ello, que no interfieren con los tiempos en los que estamos en una página u otra y muchas veces estamos tan habituados a ellos que los ignoramos y no notamos que siempre están ahí, al lado derecho de la pantalla. Estas características abren la posibilidad de que el usuario mantenga sus propios ritmos y se entregue a la sensación de atemporalidad provocada a partir de una multiplicidad de informaciones que suceden al mismo tiempo, y no acontecen de manera lineal, provocando un sentido de la urgencia ante los cambios informáticos, una mirada rápida a la que le cuesta trabajo detenerse a esperar.

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La vida en el ciber espacio abre también las posibilidades de descargar información de otros tanto cómo subir la propia y compartirla a un público virtualizado. La vida cotidiana se ha facilitado en tantos aspectos que las preocupaciones de una persona inmersa en este mundo de la ciber-cultura son otras, comenzando desde un contexto lleno de ideas e información, para a partir de esto generar nuevas interpretaciones, jugando un remix con los datos que nos encontramos alrededor nuestro. El mundo floreciente de las imágenes actuales junto con la accesibilidad a la información e intercambio cultural, ofrece una mayor posibilidad a las personas de elegir que personaje mostrar, públicamente. Una persona cualquiera puede coleccionar experiencias, en el mundo real, que de alguna manera se mantendrán como una bitácora de su vida en imágenes Online, con la sensación de que el tiempo que parecía que se acababa, por pasar tan rápido, se queda congelado en las imágenes que se almacenan en un espacio sin tiempo, sujeto a la mirada de las personas que tengan el privilegio de tener acceso a ellas. Auto-exponerse a la mirada pública, subir fotos privadas, actualizar el estatus de las relaciones en las redes sociales, se ha vuelto una práctica cotidiana, las personas que participan de estos nuevos grupos sociales que se articulan en la web, están más conscientes de que son una figura pública y cuidan su reputación, hacen una edición de su vida, y la cámara fotográfica se convierte en una nueva especie de espejo de bolsillo, donde nos vemos diariamente, y evaluamos la calidad de nuestra imagen que mostramos hacia el mundo, aunque no siempre se puede tener el control

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total de las imágenes y contenido así como el uso que se hace de ellas ya estando publicadas en la web. Las nuevas generaciones con tanto acceso a la información y a los cambios vertiginosos estamos acostumbrados a navegar entre los cambios, parece que por momentos nos extraviamos entre la multitud de gente y de información, haciendo necesario elegir filtros para ordenar las experiencias entre tanto contenido y personas en nuestras vidas. Es difícil entender el lenguaje que se ha desarrollado a partir de este caos informático, ya que se ha creado un modo no lineal de pensamiento, que refleja exactamente el lenguaje de Internet, donde un sin fin de asuntos pueden ser acompañados a un mismo tiempo, haciendo natural el proceso de iniciar con una cosa y terminar en otra11. Cada día surgen nuevos soportes y nuevas estrategias para la transmisión de mensajes, en nuevos medios de comunicación. Ahora es posible que cada persona sepa acerca de muchas cosas aunque no estén completamente especializados en una sola cosa, las nuevas generaciones se aprenden muchas técnicas a partir de los tutoriales que encuentras en páginas como YouTube y diversas informaciones que circulan por la web. La cultura, la ciencia y el entretenimiento conviven en espacios que se trastocan unos con otros, el usuario común de las redes informáticas tiene acceso a estas formas de conocimiento de una manera accesible y cotidiana. La tecnología va de la mano con nuestros pensamientos, hábitos, maneras de hacer, forma parte de la cultura y permite reinventarnos cada vez en múltiples formas de concebir la vida y nuestras acciones en el mundo. Habitamos un

11 We all want to be young por BOX1824 una firma de investigación especializada en tendencias de comportamiento y del consumo. http://www.youtube.com/watch?v=7HGW9hNlwhs&feature=player_embedded

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mundo en el que se vive la noción de un espacio inmerso en la atemporalidad o más bien una idea de tiempo más compleja y apresurada que la que alguna vez se vivió, como si fuese un pasado, presente y futuro en una misma situación, no sólo mirando hacia los avances de un futuro próximo, o sólo una nostalgia por el glorioso pasado, sino una época en la que conviven muchos acontecimientos muy distintos entre sí, con ritmos diferentes; mirando hacia adelante, tomando en cuenta el pasado y viviendo el presente simultáneamente, compartiendo existencia dentro de una estructura mas o menos esquizofrénica y caótica, llena de complejidad. La aparición de un sinfín de pensamientos existiendo a un mismo tiempo, sin que se creyera que es hay una única postura válida, creó la necesidad de pensar el mundo a partir de una ruptura de la estructura de pensamiento histórico-lineal, y pensar en la coexistencia e interacción de una multiplicidad de pensamientos en un mismo espacio y tiempo. Ahora sólo falta estar en contacto con el mundo virtual, para darnos cuenta cómo miramos a otros a través de ventanas simbólicas, y que en cada una de estas ventanas se guardan un tiempo y un espacio distintos para cada uno, un tiempo distinto para cada relación que tenemos con los otros. Una manera de medir este tiempo tan inaprensible podría ser identificando la aparición de nuevos descubrimientos tecnológicos, que han llegado a formar parte de nuestra vida cotidiana y permiten multiplicar nuestras formas de comunicación, es posible rastrear la aparición de estos avances tecnológicos como una forma de organización de

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nuestras vidas a partir de la utilización de estos descubrimientos que se integraron a nuestra cotidianidad al grado de haber creado una dependencia con ellos para definir nuestros estilos de vida actuales. A través de la historia hemos visto cómo las maneras de transmitirse información, han influido totalmente en la concepción de nuestras culturas, desde las afecciones propias hasta los conocimientos que nos han permitido reconfigurar nuestras formas de mirar al mundo y de vivir en él. Una de las primeras manifestaciones de la impresionante revolución de la información que se veía venir, fue con el surgimiento del telégrafo (Solé, 2009: 50) creando una inmensa red de comunicaciones al rededor del mundo, por primera vez de manera masiva e inmediata, precediendo a la aparición del teléfono y lo que actualmente conocemos como la red de Internet. Estos sucesos han acelerado tanto nuestro poder de comunicación, sobre todo tomando en cuenta que reducen simbólicamente las distancias, que han hecho posible que la concepción de la geografía del espacio cambien y el mundo parezca más pequeño cada vez, ante nuestras reducidas conciencias. Pareciera que estas interconexiones que he construido socialmente en los mundos virtuales hacen que las distancias entre una información y otra sean más cortas, se ‘achica’ el mundo, paradójicamente, cuando el pequeño y personal mundo de relaciones se va ampliando. La compleja red que forma a la World Wide Web, hace posible que nos comuniquemos simultánea y rápidamente con muchas personas, porque no se necesita que la información vaya recorriendo de manera lineal de un dato al otro, sino que un complejo sistema

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de interconexiones y de relaciones entre todos los elementos que componen el sistema de Internet crean atajos entre los datos que están relacionados, similar a lo que nos ocurre con nuestras amistades y nuestras relaciones sociales, en espacios reales o simbólicos; cada vez que conocemos más gente, es posible que conozcamos más y más, y poco a poco vamos ampliando nuestra red de relaciones, aunque no nos sea imposible cuantificar las relaciones que existen fuera de nosotros, vamos conformando poco a poco una red propia ampliando nuestras conexiones con más gente cada vez, constituyendo un ejemplo de la construcción de lo que Ricard Solé llamaría una red compleja: Nuestra percepción del tejido de la sociedad está fuertemente limitada por nuestras relaciones cotidianas, con amigos compañeros de trabajo o simplemente conocidos. Éstos forman aquella parte de la sociedad con la que estamos directamente relacionados y definen en gran medida lo que denominaríamos entorno social. Podemos imaginar estas conexiones como dentro de una red de vínculos sociales. (Solé, 2009: 30) El hecho de pertenecer a una extensa red social que ha trascendido las fronteras por medio del Internet, nos hace creer algunas veces que el mundo es más pequeño. Esta red compleja está armada por situaciones de interconexión simultánea, como por ejemplo cuando tus amigos están conectados contigo, y ellos a su vez pueden estar conectados entre sí, al mismo tiempo que están conectados con otros que tú no lo estás. Así muchas informaciones que posee gente que aparentemente no está conectada con nosotros de manera directa nos llegan por medio de los contactos

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que tenemos en común con otras personas. Un ejemplo de esto es una de las más importantes redes sociales que se encuentran en el espacio del Internet, el Facebook, es más grande que muchos países que existen físicamente delimitados, sólo superado por la cantidad de personas que viven en China e India, formando una inmensa comunidad de personas que sería imposible reunir en el espacio físico, pero que comparten muchas cualidades y hábitos entre sí, y que utilizan muchas herramientas informáticas en común. Los habitantes virtuales de estas grandes redes desarrollan muchas de las actividades que también realizan en la vida cotidiana, manteniendo comunicación con muchas personas, comparten aspectos de su vida diaria, y utilizan el espacio que brinda la web para obtener y aprender información al mismo tiempo que se mantienen al tanto de los asuntos de la actualidad, juegan en línea con otras personas, compran artículos, contratan servicios diversos, ven vídeos, películas, programas de televisión y escuchan música, entre otras múltiples actividades que se realizan a través de muchos viajes cotidianos al mundo virtual. Normalmente los usuarios que están interconectados con nosotros proceden de nuestros contactos reales en la vida cotidiana, y otras relaciones se construyen a partir de experiencias totalmente virtuales. Formamos parte de un sistema complejo de relaciones sociales, que de por sí son inherentes a nuestra condición humana, comparada con una red común: los nudos en la red o nodos como les llama Ricard Solé, serían una representación simbólica de las personas o los usuarios de esta red, y el espacio entre un nodo y otro, las relaciones que mantenemos con nuestros semejantes. (fig. IX)

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Fig. IX Redes complejas

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Existen muchas redes complejas inmersas en el mundo, ya sea en el mundo natural, el cerebro, un ecosistema o simplemente una célula viva, hasta los sistemas informáticos relacionados por el Internet, y la sociedad misma. Estas redes constituyen sistemas de relación, que inevitablemente se vuelven complejos, al ser imposible ser reducidos a pequeñas partes independientes del todo, “El todo es más que la suma de las partes o quizá más apropiadamente, el todo es distinto a la suma de las partes” (Solé, 2009: 24). Las conexiones que existen entre los elementos y las interacciones entre estos, constituyen una parte muy importante de todo el fenómeno que abarca todo el sistema “…Las interacciones entre elementos crean nuevos fenómenos. Este poder creativo del intercambio de información es lo que hace al mundo tan interesante y complejo” (Solé, 2009: 19). Ricard Solé nos invita a reflexionar acerca de los diferentes fenómenos que constituyen redes de relación, en las que es imposible tener un acercamiento reduccionista, a menos que se tenga en cuenta la complejidad que implica un sistema donde el todo no se reduce a las partes. Cuando Morin describe la red que implica lo complejo, nos dice que es “lo que está tejido en conjunto... la paradoja de lo uno y lo múltiple. El tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico” (Morin, 2005: 32). Nuestra participación en un mundo social que traspasa los formatos y las fronteras de diferentes formas, nos incluye en un sistema de relación que sólo somos capaces de imaginar y que es imposible de medir. Este continuo intercambio de informaciones nos influye y nos modifica constantemente,

Espacios e interacciones sociales en la era de la virtualidad

Todo sistema complejo posee elementos que, en una u otra forma, intercambian información entre sí a través de algún medio. Este flujo de información es generado por los elementos constituyentes, y a su vez cambia el estado de los últimos, en un círculo lógico que no podemos romper. (Solé, 2009: 21) El constante fluir de relaciones en continuo movimiento, nos hace aparecer como un nodo dentro de esta extensa red o tejido de complejidad. Sin embargo, estos sistemas relacionales no sólo están inmersos en el espacio virtual, sino también en el espacio cotidiano, pero lo hacen más evidente, hasta en el uso del lenguaje que describe estos fenómenos sociales a partir del contacto con la tecnología. El uso del término redes sociales definitivamente nos condiciona a pensar en los nuevos foros creados a partir del medio del Internet, para ofrecernos nuevas formas de relación. Pero el uso de las redes sociales, es algo que hemos practicado desde que inició la conformación de sociedades en la raza humana. Siempre hemos estado conectados con otros de distintas maneras, aunque no siempre haya sido OnLine. La manera de entender nuestras relaciones sociales y la constitución de sistemas, está ligada al contexto de estructuras que soportan estas formas de relación, es imposible mirar este fenómeno sin tener presente el impacto del ambiente en el que se produce. “La inteligibilidad del sistema debe encontrarse no solamente en el sistema mismo, sino también en su relación con el ambiente, y esa relación no es una simple dependencia, sino que es constitutiva del sistema” (Morin, 2005: 44). Estos sistemas de relaciones también existen en el medio social cotidiano que conforma los campos culturales, los sistemas artísticos por ejemplo, se basan también en el flujo de información que circula entre diferentes agentes activos en la cultura y el medio artístico.

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CAPÍTULO 3 El imaginario del arte

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ACERCAMIENTOS AL MUNDO POR MEDIO DEL ARTE. La conformación de una creencia.

Nuestra mente tiene una asombrosa capacidad para organizar nuestras percepciones, dándoles coherencia y a menudo buscando patrones en el desorden. Aunque no lo parezca, la información que procesamos en cada momento es fragmentaria y sesgada. Es tarea del cerebro darle formas para que el mundo externo tenga sentido, aunque la explicación final carezca de él o resulte paradójica.

Ricard Solé Es inevitable que sólo podamos percibir una versión limitada de lo que es Real en el universo. Nuestro acercamiento al mundo siempre estará condicionado a lo que los sentidos son capaces de captar acerca de las experiencias que nos provoca el contacto con lo Real12, todas esas experiencias que vivimos pero que no podemos describir completamente a nadie, porque nosotros mismos no somos capaces de entenderlo totalmente. Así cada uno nos formamos una manera particular de interpretar nuestro entorno, y esta manera es a lo que le llamamos realidad. “La realidad es de aquello de lo que puedo hablar con el otro” (Bourriaud, 2008: 100). Esta forma de entender la realidad está construida a partir de los códigos que hemos aprendido a lo largo de nuestras vidas, para darle sentido a este mundo, formas de reconocimiento que no dejan de ser más que construcciones edificadas en torno a las creencias de un medio social que nos precede, es decir, de lo que aprendimos de los otros alrededor de nosotros. Nunca seremos capaces de entender ni captar todo lo que existe, ya que nuestra forma de conocer el

12 Real con mayúscula, en el sentido lacaniano, como una instancia inaprensible simbólicamente en la que nos desenvolvemos pero no alcanzamos a definir totalmente.

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mundo siempre será incompleta y en constante cambio. Todo el tiempo estamos interpretando lo que sucede en el entorno y los fenómenos que nos rodean van ejerciendo múltiples influencias en nosotros modificando la manera de mirar el mundo; cada vez aprendemos, vemos y sentimos más cosas. Así nuestras variadas formas de ver son “resultado de una construcción cultural, y por lo tanto siempre un hacer complejo, híbrido... relacionado con el ver y ser visto, el mirar y ser mirado, el vigilar y ser vigilado, el producir las imágenes y diseminarlas, o contemplarlas y percibirlas” (Brea, 2005: 9). Nuestra sociedad actual está inmersa en un frenesí por el consumo de imágenes mediáticas, continuamente estamos modificando nuestras formas y nuestros ritmos de mirar lo que acontece en nuestra cotidianidad, nuestras maneras de interactuar y participar con el mundo de las imágenes con las que identificamos lo que existe en nuestro entorno.  Los fenómenos culturales ligados a la imagen a través del acontecer histórico, han ido marcando las pautas para la conformación de las miradas de la humanidad, a partir de las diferentes formas visuales que han ido marcando nuestra cultura. Por ejemplo, la forma que tenemos de darle perspectiva al mundo está influenciada por los fenómenos pictóricos que han trascendido a la historia, como sucedió con la pintura del Renacimiento, partiendo de la idea de que no existe una visión natural del mundo, “la perspectiva pictórica estructuró nuestra visión, no simplemente de los cuadros, sino de ver el mundo” (Wajcman, 2001: 37). El arte siempre se ha preocupado por producir diferentes formas de relacionarse y percibir el mundo, de establecer vínculos que nos permitan acercarnos a eso de lo que no es tan fácil hablar, cómo la existencia misma; necesitamos de la imagen para referirnos a algo, un objeto en el que podamos aplicar nuestras ideas y buscar conocimiento, concentrando nuestras especulaciones y nuestras divagaciones en un ‘algo’ concreto, que podamos relacionar con nuestros pensamientos. Muchas veces necesitamos ver para poder creer.

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El arte ha tratado de cumplir con la función de crear vínculos con nuestras creencias, y nuestras aproximaciones a algo que es más grande que nosotros mismos, “el arte se proponía establecer modos de comunicación con lo divino; funcionaba entonces como una interfaz entre la sociedad humana y las fuerzas invisibles que la rigen... el arte fue desechando poco a poco esa ambición, para explorar las relaciones entre el hombre y el mundo” (Bourriaud, 2008: 30). El fenómeno del arte siempre ha estado inmerso en la concepción de nuestro actual paradigma ocular, planteando nuevas formas de relacionarnos con el mundo, por medio de los sentidos y procesos cognitivos. Las prácticas artísticas, siempre han sido un proceso sintetizador de la cultura, reintegrando muchos procesos de interpretación a través de la historia, a la concepción de nuevos acomodos de estas informaciones, en constantes reinterpretaciones, apropiaciones y concepciones de los objetos culturales, y del mundo en sí mismo, en el que participamos continuamente cambiando nuestros puntos de vista. La función que cumplimos como espectadores, es crear una relación que vincule los objetos artísticos dentro del contexto de la cultura de un momento específico. La obra de arte es una apreciación particular de los signos reconocidos por el imaginario colectivo, pero insertos en espacios que enmarcan su existencia, aislándolos de la mirada cotidiana, promoviendo una reflexión estética, para interactuar con ciertos públicos que tienen acceso a estas imágenes. La obra de arte nos muestra diferentes formas de ver, y concebir el mundo, de interpretar la realidad, modificando las funciones de los signos ya existentes, para crear nuevas significaciones, abiertas a una libre interpretación y reflexión. Lo que se suele llamar realidad es un montaje. Pero, ¿acaso este en el que vivimos es el único posible? A partir del mismo material, (lo cotidiano), podemos realizar diferentes versiones de la realidad. El arte contemporáneo se muestra así como una edición alternativa que perturba las formas sociales, las reorganiza o las inserta en escenarios originales. (Bourriaud, 2009: 91)

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El mundo cotidiano ofrece un sin fin de imágenes e ideas que son reutilizadas por el artista para crear diversas sensaciones en los espectadores. Las imágenes nos ayudan a conformar metáforas para intentar hacernos una idea de lo que pasa afuera y dentro de nosotros. Una forma de acercarnos, a darle sentido a lo que percibimos y experimentamos. Mientras el lenguaje nos ayuda a entender nuestra realidad por medio de las palabras, la imagen nos ayuda a entender aquello para lo cuál no alcanza a describir el habla, pero que está lleno de emociones que tienen resonancia en nosotros, y forma uno de los aspectos más dominantes en la sensación de la percepción de lo que sucede en el mundo. “El pensamiento se hace de las cosas miradas...” (Fernández Christlieb, 2011: 31), las ideas se conforman como imágenes mentales, con las que podemos asociar lo que percibimos de nuestro entorno, y nuestras construcciones simbólicas, para acercarnos a concebir de manera más aproximada lo que nos afecta. Las metáforas están hechas de imágenes, y son estas imágenes las que hacen que un pensamiento sea comprensible, y también que sea interesante, emocionante, estético. Una imagen es aquella parte de lo pensado que no tiene palabras, que es sabido pero no puede ser explicado, sólo visto, oído, palpado, experimentado, sentido: allí están los sentimientos. (Fernández Christlieb, 2004: 5) El acto de ver y percibir el mundo de las imágenes, nos permite gozar de un pensamiento vivo, el arte subraya o enmarca sus imágenes en un contexto que lo separa del entorno común. Un espacio para ser contemplado, analizado o simplemente gozado. El arte cumple la función de “volver visible lo visible” (Wajcman, 2001: 39) de hacernos ver lo que comúnmente no miramos. El mundo de los objetos artísticos nos permite detenernos a reflexionar o gozar de distintas formas la experiencia que brinda relacionarnos e involucrarnos afectivamente con los

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objetos y las imágenes. “Hacer gozar y hacer ver. Aquí despunta el acto del objeto” (Wajcman, 2001: 35). La función del arte más que darnos una interpretación concreta de lo que hay que ver en el mundo, es modificar nuestras formas de mirarlo, implicarnos en lo que vemos. Cuando nos enfrentamos a una obra de arte, la construimos bajo nuestra mirada, llena de informaciones, de experiencias, y para cada uno de nosotros se abre una diversidad de posturas que se confrontan con el objeto de arte, que posibilita ampliar las formas de relacionarse con este, permitiendo la apertura de diferentes lecturas para un mismo objeto. Al arte le corresponde crear en nosotros formas de pensamiento, de reflexión de lo visible, de sentir lo que pensamos, “La cultura es lo que se siente pensar” (Fernández Christlieb, 2011: 11). Hacernos preguntas acerca de lo que vemos y cómo lo vemos, de crearnos deseos, de atravesarnos por medio de su mirada, los objetos miran y son mirados a su vez, nos hacen ver cosas en nosotros que no sabíamos que teníamos. Nos evocan lo que hay dentro de nosotros, o atrás de las cosas que vivimos, y nos hacen conformarlos como lo que somos. Nos acercan a algo que le llaman interioridad, como comenta Christlieb: “Es curioso que todo aquel que se pasa un largo rato mirando una pintura en un museo comienza pensando en el cuadro y termina pensando en sí mismo, en su pasado, en su futuro y en otros temas profundos...” (Fernández Christlieb, 2011: 45). Haciendo una mezcla interna entre los estímulos exteriores que se traducen en imaginaciones interiores. Dice Gérard Wajcman que “Para pensar hace falta un objeto. Un objeto de pensamiento.” (Wajcman, 2001: 31), el enfrentarnos con las imágenes nos conecta con un proceso de descubrimiento acerca de lo que vemos. Las obras de arte están hechas para ser contempladas, para ser vividas de una manera particular y distinta en los procesos internos de cada espectador “el artista está llamado ahora a confeccionar, en

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lugar de lo que eran objetos de arte, objetos de pensamiento” (Wajcman, 2001: 154). El proceso en el que creamos conocimiento, siempre parte de la necesidad que tenemos por respondernos preguntas que nos hacemos a nosotros mismos. Los límites para conocer las cosas son los sentidos, y la relación que conformamos con ellos, nos da como resultado un objeto. Lo que convierte un algo cualquiera en cosa, es la manera que nos acercamos a ello, cómo pensamos a través de ello, el sentido, valor o uso que le damos. El objeto artístico tiene el efecto de crearnos dudas, de hacernos reflexionar acerca de nuestra realidad y no darnos una versión resuelta de ella, sino insertarnos la inquietud de crear formas propias de construir ideas acerca de lo que percibimos. “Las obras de arte no se brindan fácilmente, hacen preguntas, y las obras importantes, más preguntas que las demás. Lo que no les impide ser también respuestas. Es decir, que ellas mismas son respuestas a preguntas.” (Wajcman, 2001: 33). Evidenciar lo que no se ve, por medio de lo que se puede ver. Volver visible algo que está en el objeto, pero que es invisible a una simple mirada superficial. No es una respuesta literal, no es una ilustración plana de lo que debe ser algo, sino una pregunta siempre abierta, imágenes materializadas en distintos medios y distintas formas, que nos hacen encontrarnos con nosotros mismos, con nuestros deseos y nuestros fantasmas. Insertarnos la duda, la incertidumbre, para preguntarnos más cosas, desarrollar más ganas por conocer y acercarnos a sentir lo Real del mundo, es la función del arte en nuestra sociedad. El arte es una forma de conocimiento que participa en el imaginario colectivo, evocando una vivencia social o individual, que nos permite experimentar formas subjetivas de pensamiento para interpretar lo que somos, lo que nos pasa y lo que existe en contacto con nosotros. El arte nos invita a crear diferentes posibilidades de vida, señalándonos que no hay una manera correcta de ver las cosas, que podemos inventarnos múltiples formas de vivir y presenciar el mundo, insertándonos en un continuo proceso creador, impulsándonos a vivir la experiencia de un pensamiento orgánico, estético.

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El sentido es el producto de una acción entre el artista y ‘el que mira’, y no un hecho autoritario. Ahora bien en el arte actual ‘el que mira’ debe trabajar para producir el sentido a partir de los objetos cada vez más livianos, imposibles de delimitar, volátiles... no sentir nada es no trabajar lo suficiente. (Bourriaud, 2008: 101) El arte pone en juego el proceso de creación de diferentes miradas entre el espectador, el creador, y la obra misma. Un planteamiento de comunicación entre diferentes agentes, en el que más que transmitir directamente una idea, se plantean preguntas acerca de la interpretación de los roles que pueden efectuar los signos, formas, gestos u objetos, puestos en cuestión, desestabilizando sus significados en un ámbito cultural o personal. El arte se presenta ante el espectador como un reto frente a sí mismo, en el que el acercamiento cognitivo no es lineal, y exige de cierta apertura e interés por parte del observador, para compenetrarse con la obra. El arte contemporáneo requiere de espectadores activos, que despierten su bagaje en conjunto con sus propios fantasmas, sus sentimientos, sus aficiones, sus conocimientos previos. El arte de ahora necesita herramientas que le acerquen a la multidisciplina, a la hibridación de formas de pensamiento tanto formales, como ideológicas porque no hay una sola forma de mirar lo que pasa, sólo podemos crearnos algunos intentos de acercamientos hacia el fenómeno de las vivencias del entorno real. El arte se especificaría por ser pensamiento en objeto y que apunta a lo real... allí donde el filosofo tiene que demostrar, el artista tiene que mostrar; ahí donde uno está obligado a explicarse, el otro puede guardar silencio, es decir, que deja la palabra al objeto, al silencio del objeto etcétera. (Wajcman, 2001: 154) El lenguaje del arte realiza diferentes formas de materializarse, siendo la imagen y sus múltiples interpretaciones, el objeto de sus inquietudes principales. El sistema artístico crea una red de relaciones e interacciones complejas en las que se implican diferentes elementos, entre el objeto artístico y lo que acontece alrededor de él, los sujetos que implican su mirada para crearla y recrearla continuamente, para producir diferentes sentidos de la existencia.

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EL CAMPO DEL ARTE Si la reflexión sobre el arte es tan difícil, es porque el arte es un objeto de creencia. Pierre Bourdieu. El sistema artístico actual mantiene relaciones que determinan diferentes procesos, en los que dialogan e interactúan distintos personajes que completan en conjunto el circuito del arte; desde los espacios de difusión, los artistas, los intermediarios, hasta la publicidad que utilizan y un público especifico al que van dirigidas estas manifestaciones. Así como ha cambiado la manera en que se concibe una obra de arte a través de la historia, también lo han hecho las funciones e intenciones de los integrantes de este sistema. La figura del museo y la creación de la galería de arte, la emergencia de los críticos de arte, historiadores de arte, comisarios o curadores, la concepción e interpretación que se tienen los mismos artistas y cómo los vemos, son ejemplo de esta serie de cambios, que han sucedido más vertiginosamente las últimas décadas, formando una especialización más compleja y una diversificación de funciones entre los actores dentro del campo del arte, en un conjunto de redes y relaciones que han provocado que la concepción del arte ahora también sea más plural y compleja. Todas las manifestaciones artísticas están impregnadas de una ideología análoga a la sociedad de un determinado espacio y tiempo al que pertenecen. El acontecer cotidiano de cualquier civilización es una condicionante primordial para cualquier tipo de manifestación cultural que se dé en ella; el arte y su medio no son una excepción de ello. Cualquier fenómeno ordinario o extraordinario que sea representativo en un determinado espacio, repercute directamente en la forma de mirar la cultura, el arte y lo que se concibe como la vida misma, condicionando la forma que las personas tenemos de concebir el mundo.

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El campo cultural es una red de relaciones sociales y productivas, que está implícita e inserta en una red más amplia que es la sociedad misma. Existe una influencia inmediata entre todos los tipos de relación que suceden en distintos ámbitos de la cultura que coexisten en un mismo tiempo, como si al coexistir se contaminaran unos a otros de sus cualidades básicas, o les preocuparan cosas similares por vivir en una realidad parecida, desde la economía, la política, la religión, la historia, la tecnología, modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc. La suma de este conjunto de campos es lo que conocemos como cultura, integrando distintos conocimientos y formas de percepción en una misma sociedad. El sistema del arte, parece un ecosistema autorregulado, es un campo de producción simbólica, en los términos descritos por Pierre Bourdieu, que funciona de manera paralela e interconectada con la vida cotidiana y demás manifestaciones culturales, al mismo tiempo que establece sus paradigmas internos y estructurales propios dentro de su campo. Las características que adoptan los distintos agentes del arte obedecen a distintas necesidades que se han ido modificando con las diferentes circunstancias históricas, la cultura se ha vuelto más compleja, y los papeles que se desarrollan en distintos campos se han vuelto más especializados. “El comportamiento de cada integrante del proceso artístico -el artista, la obra, el intermediario, el espectador- es una consecuencia de su posición en ese campo. Los vínculos que mantienen entre ellos son organizados por el sistema de relaciones (de producción, difusión y consumo) que el campo hace posibles.” (García Canclini, 2006: 90). El sistema artístico mantiene unas relaciones de producción que determinan, diferentes funciones para cada agente inmerso en el campo, que se van modificando paulatinamente conforme a las necesidades y los procesos que va recorriendo el camino de la cultura.

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Los campos de producción simbólica descritos por Bourdieu son “...espacios estructurados de posiciones (o de puestos) cuyas propiedades dependen de su posición en dichos espacios y pueden analizarse en forma independiente de las características de sus ocupantes” (Bourdieu, 1990: 135), son estructuras sociales que determinan distintas funciones y jerarquías que ejecutan los actores involucrados en un campo, formas que constantemente están siendo reproducidas, apropiadas, desplazadas y transformadas por los agentes inmersos dentro del mismo, y aún así es posible rastrear sus arquetipos en distintos círculos pertenecientes a un mismo campo, ya que estas funciones obedecen a la misma ideología que les conforma. Esta forma de organización parece reproducirse en distintas disciplinas relacionadas con la producción de bienes culturales como el arte, la literatura, la filosofía, la política, etc. cada una de estas disciplinas conforma una serie de creencias relacionadas a su campo, con sus propios códigos y sus propios lenguajes, que se comparten entre los creyentes y ejecutantes de dicha disciplina. Bourdieu define esta pertenencia a un determinado campo, como la corporalización de las reglas que están implícitas dentro de este, a lo que llamó habitus, conformando una especie de creencia en lo que está juego, que se define por tener ciertos intereses compartidos entre los integrantes o jugadores, distintos a los otros campos externos. Para poder integrarse a algún campo, el principiante se enfrenta como primer requisito para incorporarse a este espacio social, conocer y reconocer las reglas del juego (enjeu), y para lograrlo necesita de toda una formación dentro de la disciplina que le compete, ya que son hábitos que se adquieren a través de un proceso de educación y convivencia dentro de los parámetros establecidos por la disciplina y conforme a su conocimiento, se vuelven parte del sujeto mismo, permitiéndole acceder a mejores posiciones jerárquicas dentro de la estructura del campo conforme estos conocimientos se van ampliando y mejorando, encarnando el espíritu del campo o del juego inmerso en este. Es como una especie de gran Otro lacaniano en una colectividad definida ya que establece un modelo idealizado respecto a lo que se espera de un sujeto que se identifica con ese código, que además

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es sobreentendido y que no es explícito abiertamente, sino que es una interpretación subjetiva y colectiva. Para pertenecer a un campo es necesario conocer y atender sus reglas, pero más aún, constituye un acto de fe en el juego mismo, para poder incorporar estas ‘reglas’ y transformarlas en una actitud, que se integre orgánicamente al sistema y desarrollar al máximo el habitus. Bourdieu, también nos habla de la acumulación del capital simbólico que permite que los agentes involucrados en la ‘escena’ establezcan su papel dentro del sistema del campo y determinen una jerarquía respecto a las diferentes posiciones de los demás jugadores. En este sistema, siempre existe una especie de lucha, por obtener las mejores posiciones dentro de este espacio social, que representa el éxito simbólico ligado a la pertenencia de la disciplina. Se convierte en una competencia por alcanzar el poder simbólico, muchas veces más importante que el dinero, está el reconocimiento de sus colegas. En el mundo del arte vemos reflejado en la conformación misma de su historia, cómo diferentes actores dentro de este van transitando por distintas posiciones dentro de las jerarquías de importancia dentro del circuito artístico y cómo se van estructurando nuevas formas de entender las reglas del juego, cómo surgen nuevas definiciones de lo que se llama arte, de como son los estereotipos del artista, del mecenas, del curador, del coleccionista y cómo todo cambia casi al mismo ritmo. Incluso definimos por medio de corrientes o estilos muchas de las transformaciones que ha habido dentro de la historia del arte y su campo. Hemos visto una y otra vez cómo existe un grupo dominante que en el momento dispone del mayor capital simbólico, al que le es reconocido por su contexto artístico-social contemporáneo, pero que constantemente se modifica con la aparición de nuevas propuestas de artistas que esperan ser legitimados también dentro de la comunidad, conformando diversas estrategias para ello, mientras los empoderados tratan de oponerse y excluir a la competencia. Lejos de ser esto una historia romántica sobre la vida de los artistas, Bourdieu propone que estas

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estructuras de poder se reproducen en la mayoría de los campos y es posible rastrearlo observando las jerarquías que existen para alcanzar el poder o reconocimiento simbólico, el éxito dentro de un campo. El rastro que dejan todas estas constantes luchas por el poder, es lo que conforma las reglas del juego dentro del campo, que es una acumulación de paradigmas de varias generaciones pertenecientes a ese espacio de conocimiento. Bourdieu dice que los que monopolizan el capital simbólico específico al campo, y de alguna manera se vuelven autoridad dentro de él, “se inclinan hacia las estrategias de conservación, las que dentro de los campos de producción de bienes culturales tienden a defender la ortodoxia, mientras que los que disponen de menos capital que suelen ser también los recién llegados, se inclinan a utilizar estrategias de subversión: las de la herejía” (Bourdieu, 1990: 137). Así, la presencia del hereje condiciona a que la parte conservadora y empoderada dentro del sistema, demuestre su discurso de derecha en contra de la ruptura crítica que propone el sujeto que cuestiona al sistema, y trata de ponerlo en crisis. Sin embargo, “la subversión herética afirma ser un retorno a los orígenes, al espíritu, a la verdad del juego, en contra de la banalización y degradación de que ha sido objeto” (Bourdieu, 1990: 138), ya que para poder cuestionar las reglas dentro del sistema, primero hay que dominarlas. En ese sentido, tiene más posibilidades integrarse a una mejor posición dentro del sistema del campo, si se maneja un mejor nivel de conocimiento y creencia dentro de este. A la creencia fundamental dentro de este sistema de relaciones específicas, Bourdieu le llamó illusio: “creencia fundamental de que el juego vale la pena, de que merece ser jugado y es bastante más fuerte que el deseo de gloria” (Bourdieu, 2010: 40). Así que participar dentro del juego, implica creer en el campo, para pertenecer a este como si fuese una religión a la que pertenece y la posición en la que se encuentra dentro del campo obedece al grado de acumulación de capital simbólico, que implica un nivel de prestigio, que es reconocido por otros dentro del mismo sistema.

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Fig. X El campo del arte

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El mundo del arte está conformado por estas características descritas por Bourdieu, como lo menciona Sara Thornton: “El mundo del arte contemporáneo es una red dispersa de subculturas superpuestas, vinculadas por el simple hecho de que todas creen en el arte” (Thornton, 2009: 9). El sistema artístico esta conformado por diversas funciones que se cumplen por varios perfiles de personas inmersas en la creencia del arte (fig. X). Algo a lo que Bourdieu llamaría “campo de producción y circulación de los bienes simbólicos” como un sistema relacional entre diferentes instancias o agentes culturales, que cumplen distintas funciones que implican la producción, reproducción y de difusión de los bienes simbólicos (Bourdieu, 2010: 89). Dentro del campo del arte, una de las condicionantes para pertenecer a este, es diferenciarse de los que no pertenecen. El recorrido histórico a través de diferentes pensamientos habidos en la historia del arte, conforman un capital cultural con una multiplicidad de criterios, puntos de vista, y creencias, que hace más complejo el entendimiento de los códigos del arte, para los que no tienen relación con los fenómenos que han acontecido dentro de este campo. Ese es uno de los motivos por los que se hace más difícil para el espectador que cuenta con muy poca información respecto al arte entender de lo que se trata o lo que implica una obra de arte contemporáneo. Porque muchas de las producciones hechas por los artistas están construidos para la legitimación dentro del sistema artístico, y que sea reconocido por otros artistas y por los

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agentes inmersos dentro del medio en posiciones privilegiadas. Esto constituye una relación histórica con las modificaciones de las reglas dentro del sistema del arte, conformando una epistemología propia, haciendo una continua reflexión acerca del sistema mismo, muchas veces haciendo más difícil ingresar a los códigos que plantea el arte, para quien no pertenece o no está enterado de estas premisas desarrolladas dentro de la disciplina. Unas de las más grandes cuestiones dentro del mundo del arte, siempre polémica, es la de quién tiene derecho a llamarse artista, para ser el autor de algo a lo que llamamos obra de arte, que siempre está en continua re-definición. Pierre Bourdieu13, hace una reflexión acerca de este fenómeno de la designación del artista: El artista es aquel de quien los artistas dicen que es un artista. O bien: el artista es aquel cuya existencia en cuanto artista está en juego, en ese juego que llamo campo artístico. O, incluso, el mundo del arte es un juego en el cuál lo que está en juego es la cuestión de saber quien tiene derecho a sentirse artista y, sobre todo, de decir quién es artista. Se trata de una definición que no llega a ser una definición y que tiene el mérito de escapar de la trampa de la definición, sin perder de vista que es ella la que está en juego en el campo artístico. (Bourdieu, 2010: 25) El sistema artístico es un campo que en su misma estructura almacena el espíritu del cuestionamiento constante, provocando la reconfiguración incesante de su sistema. Hemos visto grupos de artistas hacer postulados, debatir opiniones, reaccionar ante los estilos pasados y proponer acciones opuestas a estos, o por lo menos, en contraposición a ellos, siempre uno dando respuesta a otro, hasta que en la época

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En una conferencia que ofreció en la Escuela de Bellas Artes de Nîmes.

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a la que llamamos modernidad se vio una multiplicación de estilos e ideologías, como no se había visto o conocido antes en la historia del arte, hasta que la cuestión se volvió sobre su propio eje, en una constante serie de rupturas, con una sobresaturación de ideas dentro del campo que se ha vuelto tan cotidiana la coexistencia de distintas creencias y enfoques dentro del arte, que la cuestión se vuelve hacia el sistema en sí mismo. “La obra de arte funciona pues como la indeterminación temporaria de una red de elementos interconectados, como un relato que continuaría y reinterpretaría lo relatos anteriores” (Bourriaud, 2009: 16). Conformando una red infinita de contribuciones, en la que el reciclaje de formas, ideas, signos e imágenes que no parece detenerse. Así han cambiado las necesidades estructurales, los modos, las estrategias, los agentes inmersos dentro del arte, hablando específicamente del ámbito de las artes visuales, que culminan (hasta ahora) en lo que conocemos como arte contemporáneo y su sistema de relaciones. Este sistema de relaciones es el que determina las funciones de diferentes personajes a los que les compete resolver distintas necesidades dentro del campo. Thornton en su investigación etnográfica acerca del comportamiento de los diferentes sujetos que viven inmersos en el mundo del arte a nivel internacional, identifica seis funciones definidas: artista, galerista o marchand, curador, crítico, coleccionista o subastador (Thornton, 2009: 10). Aunque puede que existan otras funciones, todas cumplen con una importancia dentro del mundo del arte actual y la posición que tienen dentro del campo responde a la acumulación de capital simbólico de reconocimiento, de notoriedad. Por ejemplo, la posición en la que se encuentre un artista dentro de la estructura determina también sus estrategias de generación discursiva o formal, dependiendo de cómo se conciba el artista a sí mismo dentro del circuito del arte. La figura del artista se encuentra constantemente comprometida con la idea de la transgresión, entonces tiene que buscar la legitimidad primero en sí mismo, para poder enfrentarse con la

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tradición actual del sistema que le precede. En términos de Bourdieu el imaginario del artista sería un eterno hereje, hasta el momento que es integrado al sistema del arte y se vuelve ortodoxo al sistema, al ser reconocido y legitimado, pero tratando de mantener esta imagen de desdén hacia el sistema aunque ya esté integrado a este. Incluso bajo estas reglas tenemos registro de ciertos herejes que no pararon de cuestionar al sistema hasta el final de sus días. Casualmente son los que más han acumulado capital simbólico ante los ojos de la historia del arte, y muchas veces se habla del arte señalado en un punto antes y después de ellos. Dos de ellos son Marcel Duchamp y Joseph Beuys, que con su vida y obra, encarnaron el espíritu del sistema en su totalidad, claro que conociendo perfectamente las reglas del juego y manejando su posición privilegiada dentro del sistema para cuestionarlo y revertirlo continuamente. Dice Bourdieu que “Duchamp conocía la historia, conocía bastante la lógica del campo como para desafiarla y explotarla al mismo tiempo.” (Bourdieu, 1990: 139). Duchamp tenía la creencia de que vivía la vida de tal manera como si fuese una obra de arte, y cada uno de sus actos parecía tener un significado, dejó simple y sencillamente actuar su habitus que lo llevó a romper muchos de los paradigmas del sistema del arte hasta entonces. Otros de los agentes involucrados en la gestión, teoría, venta y colección manejan distintos códigos que se ejercen en la función que desempeñan cada uno de ellos, pero comparten todos su creencia en el Arte. Estas determinaciones en cuanto a las funciones de cada agente, no son absolutas y existen excepciones en las que algunos elementos de este sistema, no atienden necesariamente a un rol estricto o ‘puro’ de funciones predeterminadas por estos estructuramientos internos. Entonces se integra a ese campo de manera distinta; entre niveles de posición en el campo, y diferentes funciones dentro de un sistema, existe una especie de intercambio dentro de los parámetros de capital simbólico, ya que de lo que dependen formalmente casi todas, es del prestigio, el crédito, la fama, la honorabilidad, talento, gusto, inteli-

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gencia, etc. A este valor de cambio también se le otorga cierta flexibilidad, y distintos agentes dentro de la cultura del arte pueden fungir con funciones paralelas, sin estar fuera de la misma creencia que constituyen las reglas o los vínculos dentro del campo. Las funciones de muchos agentes inmersos en la vida cultural son multifacéticos y movibles, precisamente porque el ámbito del arte es un espacio que crea ideas y estructuras, pero al mismo tiempo, pertenece a un sistema tan eficiente actualmente en su continuo cuestionamiento y afirmación de su estructura, que reintegra a sí mismo casi cualquier manifestación que cumpla con las reglas de integración a su paradigma de constante ruptura, aunque aparentemente la supuesta intención sea huir de él. Pablo Helguera es un artista-curador-teórico-maestro del arte y desarrolla su producción en torno a la crítica del sistema artístico en distintos formatos, siempre con un tono de burla, hace un análisis de los fenómenos sociales dentro del mundo del arte. En su libro Manual de estilo del arte contemporáneo describe lo que sucede internamente en el mundo del arte, y hace un paralelismo entre este y las reglas del ajedrez, otorgando un carácter a cada una de las figuras del tablero relacionado con los sujetos activos en el arte. Así el rey sería el director del museo, la reina los coleccionistas, las torres los curadores, los caballos los galeristas, los alfiles los críticos y los peones los artistas (Helguera, 2005: 25). Los desplazamientos de estas piezas pueden ser de tipo económico, social o político, para relacionarse con otras piezas del tablero, el poder de cada una de las piezas depende de su posición dentro del tablero, en teoría el que captura al director del museo, gana el juego, y la figura del coleccionista es quien tiene más poder dentro del juego, y la idea es más bien dejarse atrapar por este. Los artistas son a la vez las piezas más importantes e irrelevantes del tablero, el que logra avanzar en el tablero, recibe apoyo de otras piezas, que a la larga le puede permitir avanzar hasta la última casilla y ‘coronar’ o consagrarse en la historia del arte, maniobrando con tanto poder como la pieza más importante del tablero.

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DEL OBJETO AL ARTE COMO PROCESO. Creerse algo es por definición un acto estético; como se sabe la estética consiste en convertirse en un punto menos que el objeto, es decir, entrar en él sin perderse en él, esto es, sentir su pensamiento y pensar su sentimiento, y asumir su lógica, sus reglas; su material y movimiento. Pablo Fernández Christlieb.

Existen muchas maneras de hacer arte, y actualmente se reconoce que todas esas maneras pueden formar parte del fenómeno artístico mientras hayan alcanzando en este el grado de legitimación, asunto en el que en teoría no se pretende contemplar sólo una forma de hacer y pensar, para acceder a lo que se denomina obra de arte, sino que cabe la posibilidad de aprovechar muchas posibilidades para su realización. Sin embargo, aún existe la tendencia a mirar las obras a partir de categorías artísticas, dependiendo de la intencionalidad (si es que la tienen) de la pieza o las creencias y hábitos del artista. El recorrido histórico que ha hecho el campo del arte, conformándose con el paso del tiempo en un grupo autónomo que se puede diferenciar de otros entornos sociales y productivos, así como el paso de un sin número de militantes o creyentes en el mundo del arte desde su conformación, han reconfigurado continuamente la idea con la que reconocemos el objeto artístico. Estos objetos acumulados en la historia, establecen una línea de tiempo visual, reflejando las formas de ver de cada cultura que ha atravesado el objeto, en espacio y tiempo. Así nos encontramos hasta nuestros días, en los que la comprensión del objeto artístico contemporáneo se ha vuelto un ejercicio complejo, ya

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que al haber tanta información y tanta historia precedente, el poder de reconocimiento del código para descifrar el objeto artístico se ha convertido en un conocimiento de cierta exclusividad para sólo algunos iniciados en materia de arte. Bourdieu comenta que el campo del arte es el mayor ejemplo de la encarnación de la estructura de los campos de producción simbólica, almacenando en el espíritu de su sistema de reglas implícitas el cuestionamiento constante del mismo sistema, que deriva en la legitimación de muchas prácticas que constantemente están cuestionando y enfrentando los ideales establecidos en el campo, paradójicamente. Las altas esferas del arte, como las de otros campos, establecen campos de producción restringida que constituye un campo de producción para productores, buscando el éxito simbólico reconocido por sus iguales, o sus colegas y al mismo tiempo competidores, por la consagración cultural (Bourdieu, 2010: 90), importándoles más este reconocimiento de las figuras que están dentro del campo que los externos. El limitado público que está cerca simbólicamente al arte, se convierte en una especie de iniciado, un adepto más a una especie de religión contemporánea, que entre sus requisitos apunta la flexibilidad de mirada, gusto por los cambios constantes, y que por supuesto no requiera de significaciones únicas, sino que esté abierto a múltiples interpretaciones de un mismo fenómeno. El arte en general, ha puesto la responsabilidad de interpretar las piezas que produce, en el espectador, tratando de mantener un posible signo de distinción frente a otras manifestaciones de la cultura. El arte de ahora está hecho para pensar y sentir, que se supone son la misma cosa, según Fernández Christlieb. Para acercarse a él, se hace necesario estar en contacto con muchas partes de la cultura, estar al tanto de lo que piensa la sociedad, y darse un momento de poder reflexionar acerca de lo que hablan las imágenes, e intentar descifrarlas. Para introducirse a entender y vivir el arte, se necesita un código, al que no se puede acceder sólo con dinero, se necesita introducirse en su forma de conocimiento.

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El objeto artístico en su constante ir y venir por las rupturas históricas, se convirtió en una maquina de interpretación visual, en un objeto que le hace preguntas al espectador, guardando las posibles respuestas en el objeto mismo, ofreciendo siempre una interpretación virtual y nunca definitiva. Así la relación que se crea entre el espectador y el objeto hace suponer que siempre hay algo que ver detrás del objeto, que siempre hay una pregunta que no parece ser explícita, y en el mismo acto de preguntárselo y tratar de reflexionar acerca de lo que quiere decir alguna obra, está el primer paso al inclusión a la ‘religión’ del arte. La prueba de ingreso a la “religión del arte” será que “el ateo dirá ‘no hay nada’ y el creyente dirá ‘hay algo’” (Wajcman, 2001: 100). Así comienza el recorrido a través de la religión de la significación. La obra de arte considerada como bien simbólico sólo existe como tal para quien posee los medios de apropiársela mediante el desciframiento, es decir, para quien posee el código históricamente constituido, reconocido socialmente como la condición de apropiación simbólica de las obras de arte ofrecidas a una sociedad determinada en un momento dado del tiempo. (Bourdieu, 2010: 72) Cuando el objeto artístico es analizado y contextualizado en algún determinado tiempo, perteneciente a un definido extracto cultural, enriquece la capacidad de interpretación del fenómeno en el cual se vio envuelto ese objeto, que guarda una memoria de muchas concepciones ideológicas de la época y del espacio donde fueron realizadas. “La obra vive sólo en las interpretaciones que de ella se hacen...” (Eco, 2001: 31), constituyendo una obra abierta a la significación, pero siempre haciendo guiños a referentes anteriores, excluyendo a los profanos y creando complicidad entre los que detectan las interrelaciones y las interacciones con el fluir del medio del arte, cuya huella silenciosa es la obra misma (Bourdieu, 2010: 227). Así el que coleccione mayor capital simbólico en su mirada, tendrá más posibilidades de interpretación, a esta obra abierta.

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La historia del arte se entrecruza con las otras historias que constituyen la memoria de lo humano, haciéndose análogos en muchas de sus características denotativas. Así que no es difícil imaginar, que para una sociedad en crisis, nos encontramos en una concepción del arte que también esta continuamente en un estado crítico, producido y aceptado por sujetos también inmersos en un continuo estado de revalorización de conceptos. El mundo ahora se nos presenta como un espacio de continuos cambios, que requiere rápidas capacidades de adaptación a la información, la mayor parte como provisional a la que estamos acostumbrados, en una cultura urgida por la novedad y los cambios paradigmáticos, que se superan continuamente y hace necesario su re-entendimiento. El arte no ha hecho más que respetar el ritmo que la ciencia ha dado a nuestro modo de ser en el mundo; no ha podido esperar a que su público se acostumbrase a una solución para proponer otra, porque en realidad se trataba de habituar a un público a no adquirir hábitos, habituarse a la sucesión, a no descansar nunca en un modelo adquirido. (Eco, 2001: 229) A través de su recorrido, la obra de arte ha ido una y otra vez atravesando los nuevos paradigmas del espíritu de la cultura, y las rupturas de conceptos de creencia postulados como tales, siempre la ponen en cuestión, haciendo necesaria más fe en la existencia misma del campo, entendiendo el arte como un espacio del deseo, donde se entrecruzan distintas ideologías. El arte influye en la manera en que miramos las cosas, complementa las formas de mirar el mundo. Artistas como Marcel Duchamp (1887-1968) o Kasimir Malevich (1878-1935), transformaron algunos de los paradigmas del arte más radicalmente que muchos otros artistas relevantes en la historia. En el tiempo en que desarrollaron su obra, se comenzó a fragmentar la idea de mirar la historia del arte en sucesión lineal, en la que una idea dominante, es reemplazada por otra en respuesta casi directa a la anterior propuesta. Duchamp y Malevich se convirtieron en los nuevos profetas de una nueva civilización que idolatra el arte de la idea, poniendo en su obra radicales retos a la interpretación, buscando algo más que el simple objeto bello o grotesco, un arte mental, más que un arte retiniano o complaciente al ojo. Ellos

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ayudaron a construir el gran mito que constituye el supuesto fin del arte, constituido por un cambio radical en la mirada del objeto artístico. Malevich nos heredó una de las más polémicas premisas del arte: la supuesta muerte de la pintura, sepultada por un cuadrado blanco sobre blanco. A la par también nos heredó la creencia de una liberación espiritual por medio del arte, (el suprematismo) en un tiempo de crisis ideológicas y religiosas. Duchamp puso en cuestión las funciones creativas del artista, con una técnica impecable en el ejercicio de la ruptura, se convirtió en el gurú con poderes estéticos transformadores de un objeto cualquiera en estatuto de obra de arte con el Readymade. Conociendo profundamente las reglas del juego del arte, corporalizó todos los conocimientos acumulados en una vida al lado de las principales corrientes de vanguardia en Europa, navegó entre diversos estilos, y transformó su vida en una obra de arte preocupándose más por las reglas mismas del Arte y el funcionamiento de este sistema para designar un objeto artístico, que por pertenecer a un estilo definido. Con la resignificación que le otorgó a un objeto cualquiera convertido en arte, cambió radicalmente los paradigmas del arte hasta entonces. “En el rdm, el objeto es vaciado desvitalizado, pero no por ello rebajado: Elevado, por el contrario. Al rango de arte.” (Wajcman, 2001: 86). Instauró la era del arte reflexivo antes que la adoración por el placer retiniano que ofrecen los objetos, cargándolos de inteligencia, haciendo arte con la mente, instaurando un nuevo discurso y una nueva forma de hacer, modificando la condición simbólica que representa un objeto modificando su significación. Cada objeto lleva en sí una carga de significados, constituye casi un término del lenguaje con sus concretas referencias, como si se tratase de una palabra; aislemos el objeto, sustraigámoslo a su contexto habitual e insertémoslo en otro contexto: adquirirá un nuevo significado, se rodeará de referencias impensadas, dirá cosas que hasta entonces no había dicho. (Eco, 2001: 217)

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Al mismo tiempo Duchamp evidenció el problema que aún sigue vigente para el mundo del arte: ¿Cuál es la verdadera naturaleza del arte? ¿En qué consiste el objeto artístico? ¿Qué es un acto creativo? ¿Qué es un artista? Evidenciando los huecos del sistema artístico, ensanchando sus límites y reintegrando estos cuestionamientos y sus posibles racionalizaciones en objetos de culto. “El arte no puede revelar la verdad sobre el arte sin ocultarla, haciendo de esa revelación una manifestación artística” (Bourdieu, 2010: 161). Se instauró a partir de entonces que cualquier cosa puede ser una obra de arte, o más precisamente, que el juego del arte implica el cuestionamiento constante de lo que es posible que se enuncie como arte, representando un acto de poder simbólico dentro del campo la determinación de quién es permitido para crear una obra de arte o legitimar qué lo es. Entablando con esto una discusión más intelectual de lo que representa el objeto artístico, a partir de la cual, vemos en cada obra de arte contemporáneo una posible respuesta a estos cuestionamientos. “Sólo cuando quedó claro que cualquier cosa podría ser una obra de arte se pudo pensar en el arte filosóficamente” (Danto, 1999: 36). La concepción de estética y de gusto ha sido reconfigurada constantemente a lo largo de la historia, “se ha convertido de placer de carácter emotivo e intuitivo que era en un principio, en placer de carácter intelectual...” (Eco, 2001: 267) no siempre accesible a los deseos de todos los espectadores. Así transformándose la obra de arte en objeto de conocimiento, los artistas se libraron de la carga de la historia lineal, en la que una teoría artística le respondía en su idea y forma a la anterior y se creaba una sucesión de pensamientos que se concebían como únicos y verdaderos. Hubo un momento que surgieron tal diversificación de ideologías coexistiendo en un mismo espacio y tiempo, que se hizo cada vez más difícil creer que sólo hay una forma de hacer arte y entonces los artistas fueron libres para hacer arte en cualquier sentido que desearan, o sin ninguno, con la premisa de que ese objeto artístico, tendría que ser producido con al intención de ser arte (Danto, 1999: 211). Se evi-

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denció más que nunca en la historia que esta suerte de sacrilegios rituales, que continuamente efectúan los artistas, desacralizaciones aún sacralizantes que sólo escandalizan a los creyentes, están condenadas a ser a su turno, sacralizadas y fundar una nueva creencia (Bourdieu, 2010: 161). Así es como se juega en el mundo del arte. Mientras haya artistas que tengan por nomos la anomia; que, en otros términos, tengan por ley fundamental no reconocer a ninguna autoridad el derecho de imponer un principio único y unánimemente reconocido de visión y división, un sistema de criterios comunes, siempre habrá algo para trastocar el principio de visión que parece imponerse como absoluto, incluso para enunciar públicamente esta ley paradójica y poner así en juego su identidad misma de artistas. (Bourdieu, 2010: 279) Frecuentemente nos encontramos con propuestas artísticas que evidencian las relaciones de poder en las estructuras internas del mundo del arte. Así como hay escritores que en sus novelas hablan de las vidas de los escritores, muchos artistas se encuentran hablando del mundo del arte en sus propias obras, criticando y evidenciando las maniobras entre los participantes del mundo del arte, que irónicamente le reconocen y aplauden ante esta ‘osadía’ que se ha vuelto una de las prácticas mas recurrentes y legitimables. Coexistiendo este tipo de posturas al mismo tiempo y espacio con otros ‘géneros’ por llamarlo de algún modo, como arte político, arte social, arte sonoro, net-art, etc., todos utilizando diversos soportes para mostrar sus ideologías por medio de las imágenes, siendo de suma importancia, la manera de formar estas obras de arte, que conforman más un proyecto operativo que expresa la idea de la pieza, “muchas operaciones críticas consideran la obra formada como instrumento accesorio para comprender un nuevo modo de formar, un proyecto de poética.” (Eco, 2001: 129). Más allá de los nombres de las técnicas con las que se realizó la obra de arte, o las ideologías, cada vez se hace más presente la categorización artística por

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un tipo de estética de producción, o de realización. Guardando cada una de estas posturas estéticas ciertos códigos sutiles a los que el artista trata de adaptarse para decir lo que quiere, hacerlo de una manera creativa e insertarse en alguna postura dentro del arte contemporáneo. Joseph Beuys (1921-1986) fue un artista que terminó de extender los límites de la concepción del arte y el artista, así como su legitimación: creía que no sólo cualquier cosa podría ser obra de arte, sino que, más radicalmente, cualquiera era un artista (Danto, 1999: 210). Y concebía su vida y todas sus actividades dentro de un mismo proyecto, su vida era en sí una obra de arte. Todo su proyecto sería en términos wagnerianos una obra de arte total. Como prueba de eso podemos encontrar una gran “cantidad y variedad de trabajos y registros: objetos, múltiples, plásticas, instalaciones, películas, acciones, fundación de organizaciones políticas, conferencias, discusiones, apariciones en medios de comunicación...” (López Ruido, 1995: 375). Beuys tenía una gran fe en el arte, inclusive criticaba a su antecesor Marcel Duchamp, por no haber acercado lo suficiente a las personas a conocer el arte, sin embargo reconoció que le había preparado ya un terreno en la concepción del arte de una manera amplia, modificando muchos de los preceptos conceptuales más arraigados en el mundo del arte, como lo es el objeto mismo. Tanto Duchamp como Beuys plantearon una nueva discusión acerca de la figura del artista, construyendo nuevos mitos, estrategias, y concepciones de la realidad, haciendo un radical ejercicio de cambio de significación de un mismo objeto, un cambio en la concepción semiótica de la obra por medio de un discurso filosófico del arte, manipulando semánticamente objetos producidos por la cultura. “Irónicamente también se reafirma más la idea del artista como sacerdote de una nueva religión,” (López Ruido, 1995: 373) como había sido en épocas anteriores a la historia del arte europeo renacentista, un chamán de la cultura con poderes semánticos.

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En un sentido muy parecido al de Malevich, Beuys creía en una especie de salvación espiritual por medio del arte, ambos provenientes de culturas con grandes conflictos militares internacionales, como lo son Rusia y Alemania, circunstancia que influiría de manera considerable en sus cosmologías artísticas. A raíz de una experiencia catártica en el que casi pierde la vida, siendo piloto en la segunda guerra mundial, Beuys se estrelló en Crimea y fue rescatado por unos nativos que lo envolvieron con grasa y fieltro para que se protegiera del frío y se acomodaran sus huesos. En su imaginario como artista utilizó frecuentemente estos materiales para hablar de la salvación, la curación. Realizó múltiples actividades en las que su principal preocupación se convirtió en la socialización de su palabra, y de su creencia, diciendo que era necesario restaurar la unidad entre el hombre y la naturaleza, y pensaba que se podía hacer por medio de una magia, el arte, al conseguirse que el arte y la vida sean una misma cosa (López Ruido, 1995: 372). Creía que el arte se extendía hasta cumplir acciones sociales en el nombre del arte, creó la universidad libre, dando conferencias para grandes públicos, expuso en galerías de arte, formó parte activa en el partido verde naciente en su época, organizó la primera reforestación con 7000 Robles que su proceso de gestación duró desde fue de 1982 a 1987, un “llamamiento masivo a la reforestación de la ciudad a través de la plantación de un roble (vertical) + una columna de basalto (horizontal), que comienza en la Dokumenta VIl (1982) y acabará tras la muerte del artista en la Dokumenta VIII (1987). (López Ruido, 1995: 381) dejando un documento vivo del auténtico testamento de Beuys. La participación social se convirtió para él en la sustancia que conformaría el arte en su concepto de escultura social que sería “toda manifestación que ayude al mundo a recuperar su alma, su espíritu y su solidaridad (el gran motor de cambio) para poder renacer.” (López Ruido, 1995: 376). Como si el arte fuera un cambio moral y político entre los hombres, originado por el movimiento entre la parte sensible y la parte calculadora del humano, como caracteres constitutivos de su naturaleza que en su combinación crea una forma termodinámica como motor para la producción de un proyecto de realización antropológica. (López Ruido, 1995: 376). El acto artístico se volvió más como una operación, una lógica de ver el mundo, una trans-

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formación en la mirada, parecido a lo que hacía Duchamp. El artista francés (Duchamp) evidenció la estructura interna del campo artístico, creando un lenguaje propio para mostrar su visión del mundo y las relaciones humanas por medio de códigos que él mismo determinaba, al final de sus días se concibió como una personalidad que en su radicalidad conceptual cambió las reglas del juego del arte. El alemán, trató de externalizar su creencia en la liberación espiritual, convertir su público a creyentes de la nueva fe. Estiró los límites del campo hasta casi desaparecerlos. Hacer la pregunta ¿Existen límites en el arte? La respuesta será seguramente que no. La marca del rastro que han dejado distintas ideologías reconocidas por la historia del arte, plantean que no. La condición será que estas obras de arte sean reconocidas por la institución legitimadora, integrándose a sus códigos, ya sea de una manera naif en la que alguien dentro del campo legitima a alguien que en un grado de inconsciencia hace algo que puede pertenecer a la ideología de este, o de una manera más ortodoxa, siguiendo las leyes del sistema uno a uno para escalar en las posiciones en el campo de la legitimación. Tenemos también la postura del hereje, que como Duchamp y Beuys cambiaron las reglas del sistema desde su cuestionamiento filosófico. La producción de la obra de arte como objeto sagrado y consagrado, es “producto de una inmensa empresa de alquimia social, en la cual colaboran, con la misma convicción y con beneficios desiguales, el conjunto de los agentes comprometidos en el campo de la producción.” (Bourdieu, 2010: 163) La creación de la obra de arte está inmersa en una incubadora cultural a la que llamamos “el mundo del arte” una competencia que se hace entre los creyentes del arte, para ver quién es capaz de poner los huevos de oro. Quién será el privilegiado de acompañar al objeto artístico en su recorrido por alcanzar la trascendencia histórica. En la época de las vanguardias artísticas, la idea de la firma como signo legitimador del artista dotado con los poderes mágicos que le ofrecía su posición en el campo, la relevancia social de su obra, en un gesto del culto moderno a la personalidad en su máxima expresión. “La eficacia casi mágica de la firma no es otra cosa que el poder, reconocido a algunos, de movilizar la energía simbólica producida por el

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funcionamiento de todo el campo, es decir, la fe en el juego y sus apuestas que el mismo juego produce.“ (Bourdieu, 2010: 162). Hemos visto como han aparecido personajes una y otra vez como personajes que se convierten en mitos, como Picasso, Dalí o Warhol, que el gran público llega a ver como excéntricas sus rarezas, el bohemio intelectual que se rodearía de fama y de fortuna al hacer una propuesta propia al mismo tiempo que se maneja la figura del artista como empresa, como marca legitimada por la firma del artista. Warhol se encargó de llevar al máximo el concepto de mercancía al mundo del arte, vendiendo obras fácilmente reproductibles como obras de arte legitimadas por el autor como objeto valioso, haciendo alarde del estatus de su personalidad en el mundo del arte. Sus obras actualmente en el mercado del arte se cotizan como de las más caras y codiciadas. La obra Eight Elvises de 1963 se vendió en 100 millones de dólares en el año 2006. Ana Maria Guasch dice que el arte de las primeras vanguardias en la historia del arte se analizan generalmente en base a dos paradigmas principales que representan su carácter: “El de la obra única en la que la concepción y la ejecución constituyen un todo cuya aportación reside en la ruptura formal y cuyo carácter de singularidad se deriva, por lo tanto, de su efecto de shock” y “el de la multiplicidad del propio objeto artístico, el de su reversibilidad... el de la destrucción de los cánones tradicionales en la definición del objeto artístico.” (Guasch, 2011: 9). En su concepción teórica-histórica del arte, Guasch propone la inclusión de un posible tercer paradigma: el archivo. Los dos primeros paradigmas nos remitían a la idea del objeto artístico áurico y la destrucción de este. El paradigma de archivo se refiere al tránsito que va del objeto al soporte de la información, como un método para contener la memoria. La concepción de la obra de arte ha cambiado muchos de sus arquetipos, pero sigue siendo “un instrumento concebido para hacer ver lo que no podemos representar en palabra ni en imagen.” (Wajcman, 2001: 23), algo que es más que el objeto mismo, algo que guarda un secreto

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a la lógica, y entra en contacto con otro tipo de conocimiento y sensación, algo que transforma la conciencia a partir de ver. Muchas de las prácticas artísticas se han diversificado a tal grado que muchas de ellas se han vuelto inaprensibles, se viven más como una experiencia estética que tiene una dimensión temporal. Y como es tan difícil eliminar el fetichismo del mundo del arte que adora los objetos, se volvió la generación de restos de un suceso en forma de documentación, un método para conservar la memoria de la vida de la obra de arte. ¿Es posible recordar algo que no dejó resto? El mundo al que estamos acostumbrados a recibir tantas estimulaciones desde distintos ámbitos de la cultura, se hace difícil retener en la memoria algo que no tenemos registrado materialmente. Tenemos fotografías de cada suceso importante en nuestras vidas para poder memorarlo, guardamos objetos que a lo largo de nuestra historia han sido representativos de momentos emotivos, que nos remiten a una historia, a una pertenencia. Las instancias de legitimación y conservación de los objetos artísticos tales como los museos y las colecciones de arte, aunque están abiertas a acoger obras perennes, desean conservar una documentación del fenómeno artístico para poder socializar este conocimiento o impresión estética al público del arte. La estética del archivo tiene muy distintas concepciones y materializaciones, sin embargo “el archivo se ha convertido en una de las metáforas más universales para todo tipo de memoria y sistemas de registro y almacenamiento.” (Guasch, 2011: 165). Una estética cercana a la del antropólogo que guarda restos de la presencia del humano en un contexto globalizado, en un mundo y un campo urgido por signos de legitimación se hace necesario guardar una memoria con características estéticas como vestigio de un suceso artístico. Muchas de las practicas artísticas contemporáneas han puesto más su mirada en lo que constituye el desarrollo o realización de una obra, que en el objeto mismo. Los objetos son portadores de una memoria; han tenido un recorrido antes de que lleguemos a mirarlos, pero se constituyen sólo

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como un resto del proceso que los ha construido. Así en el arte procesual se hace más importante la realización de la obra de arte que el objeto en sí, y al espectador se le muestra una pieza incompleta, abierta a la interpretación de esta memoria oculta detrás del resto. Este arte muchas veces hace uso de la estética del archivo para tratar de evidenciar su forma de crear arte. Este tipo de acercamiento al arte toma como parte fundamental para su conceptualización, cómo se construye un proceso, cómo una búsqueda, un recorrido, deja a su paso algún objeto que se presta para la materialización de un fragmento del recorrido, desde la recolección o formación de objetos materiales, fotografías y vídeos como documento de la acción que conformó el proceso artístico. Algunos conceptos cercanos a la idea del arte procesual podrían ser los de ritual, rito, performance, viaje creativo, como una manera de producir una estética usando como ingrediente primordial el tiempo, es más importante la ejecución del hacer en el que se construye la obra de arte que el objeto en sí, la materialización de este proceso se nos muestra como un residuo, que contiene la memoria de construcción, pero sólo en una de sus caras, haciendo indispensable que el espectador complete la idea de la pieza, ya que esta se muestra como fragmentaria, no es posible captar totalmente en un objeto material todo el espíritu de una vivencia, pero ofrecen una referencia para evocar información cognitiva y visual del fenómeno que se efectuó, creando narrativas que refieran a esos cambios, formando una especie de crónica visual. Siendo más importantes los procesos formativos que la forma producida, se hace necesario que la materialización de ese signo resguarde el espíritu de ese proceso, que responda a la lógica de la memoria, pero que al mismo tiempo sea un contenedor en la estética del arte contemporáneo. Que se establezca una gramática o un modelo que se relacione efectivamente con los discursos que se está formulando, pero generando también una multiplicidad de significados. El archivo lejos de aspirar a lo estable y lo perfecto, se refiere más bien a una figura móvil e inestable, un proceso infinito e indefinido más que querer definir algo en concreto, el archivo podría ser explicado como una tendencia o un intento de forma de ser. Los archivos no son nunca completos, pues

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no son un lugar o un corpus de manera absoluta, sólo una tendencia a serlo. El archivo podría definirse como una estructura precisa sin un significado completo...” (Guasch, 2011: 167). Es una de las maneras para mostrar la impresión de un suceso que aconteció en un determinado espacio temporal, generando una colección de evidencias que ayuden a conformar una idea de algo que sucedió, como si se construyera una memoria impuesta, a través de las imágenes por asociación, creando hipotéticas historias mentales acerca de cómo sucedió ese proceso. Como ejemplo tenemos la referencia de cómo se conoció el trabajo de Jackson Pollock, con algunos vídeos del proceso de pintar como si fuera un performance, que aunque se clasificó como “expresionismo abstracto”, con su técnica del dripping parecía más interesante su manera de hacer el cuadro, que el objeto resultante. Los vídeos que quedaron como memoria de ese proceso de elaboración, reflejan la emoción el ritmo y el ánimo del autor construyendo sus legendarias obras. Entre algunos de los artistas que utilizan el método del archivo para contener su proceso artístico, tenemos por ejemplo a Annette Messager, en una búsqueda por poseer y apropiarse para sí misma la vida y sus acciones, constantemente inspeccionó, coleccionó, ordenó y clasificó muchas cosas en sus álbumes (Guasch, 2011: 61). Creando instalaciones en las que por medio de vitrinas y otros soportes museográficos, mostró sus colecciones. En un periodo entre 1971 y 1974 llevó a cabo un centenar de cuadernos y notas de álbumes en los que trataba de documentar su vida diaria. Entre su colección de álbumes se puede destacar “Le mariage de Mademoiselle Annette Messager (álbum-colletion nº 1, 971), que agrupa fotos de bodas de periódicos en las que la artista sustituye nombres y rostros de las novias por el suyo propio...” (Guasch, 2011: 62), intentando hablar y reflexionar acerca de los roles tradicionales de la mujer, muchas veces entrando en una dimensión un tanto irónica. Así en varios de sus álbumes existen retratos de ella misma dibujados con tinta, colecciones de fotografías de hombres caminando, grupos de gente besándose, etc. Robert Morris, en un ejercicio de arte conceptual, crea un archivo en todo su formato, con la obra Card File: july 11-December 31, 1962, construyendo un fichero industrial, que almacena la información de su existencia y cualidades en que se ha formado el mismo fichero, así como la fecha en que es concluida la obra (Guasch, 2011:

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64). Por otro lado tenemos a Kiki Smith, con su Book of hours que es un libro con 365 estampados con sellos de goma, que emulaban a los libros de las horas medievales, que mostraban que había que rezar a horas específicas del día. En lugar de eso crea un calendario con fluidos escritos en él, con letras góticas, remplazando los rezos, nombrando 12 fluidos o residuos humanos, como la orina, las lagrimas, semen, leche, saliva, etc. Acompañadas por una fecha asociando el fluido con un estado anímico, con una corporalidad en cambio constante (Weitman, 2003: 18) y en una concepción del tiempo no lineal, sino afectivo. Cinthia Marcelle es una artista brasileña que genera una reflexión puntual sobre el problema escultórico, la definición del objeto como parte de un proceso y problematiza el papel de la institución como inevitable contenedora de discursos y objetos simbólicos14. En su pieza Marco Zero (Kilometro cero), utiliza como material de la pieza a 5 Albañiles, basalto, cemento, andamio, vidrio y comida, y con ellos realiza un proceso llevado a cabo en una acción para desarrollar una situación que sintetiza los procesos de la construcción física y producción simbólica de una ruina contemporánea. Para la realización de la obra los albañiles construyeron una estructura que reproduce arquitectónicamente el lugar donde fue expuesto (El Cubo de la Sala de Arte Público Siqueiros) y en su centro colocaron un andamio que sostuvo una roca de basalto, misma que fue colocada para señalar el uso capital de la roca volcánica en la construcción de las viviendas locales y que fue obtenida de la zona sur de la ciudad de México. Al finalizar la edificación del cubo blanco, los trabajadores destruyeron la estructura después de tomar un descanso para cenar, y realizaron una procesión en pos de regresar el basalto a su lugar de origen, dejando en la galería los restos de la acción, que literalmente son unas ruinas contemporáneas (ruina express), y un documento de los sucesos, como un cronograma de las actividades que se efectuaron en el proceso, sellado por el museo. El objeto que hace presencia en la sala de exhibiciones aparece como una evidencia de un proceso que tuvo una vida propia, que vio gestar un proyecto, que rápidamente edificó un espacio dentro de otro espacio, llegando al apogeo de la vida del objeto, para luego llevarlo a su muerte como tal, para resurgir con otro significado, con una carga de vivencia potencializada. La ruina parece un objeto más vivo, con una anécdota para ser imaginada.

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Sala de arte público Siqueiros. http://www.saps-latallera.org/saps/?page_id=3327

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

REDES DE RELACIONES EN EL ARTE. El puente común entre todos los objetos que agrupamos bajo el nombre de “obra de arte” radica en su facultad de producir el sentido de la existencia humana, de indicar trayectorias posibles, en el seno del caos de esta realidad.

Nicolas Bourriaud. El sistema de jerarquías sociales en el mundo del arte, se rigen por un sistema meritocrático15 en el que hacerte de un mejor currículum y demostrar mayor capacidad creativa y social abre las puertas a un espacio artístico más alto, o a tener mejores relaciones sociales que permitan mostrar el trabajo personal en distintos niveles y circuitos. Así las fronteras entre la gestión cultural, y la autopromoción son líneas delgadas que pierden rigurosidad en una contienda por buscar más espacios para ser mostradas las creaciones de los artistas, y figurar dentro del campo, así como acceder a distintos medios de promoción, difusión y financiación para sus proyectos. En mi caso, la promoción y gestión cultural ha sido una labor que he desarrollado paralelamente a la producción artística; desde organizar eventos culturales, conciertos, fiestas, exposiciones, colaborar en museografías, etc. Tomando en cuenta todas estas vivencias, que también han influido en mi trabajo, decidí integrar estas actividades a mi producción visual como una forma de crear arte. El ámbito artístico es un espacio que crea ideas y estructuras, pero al mismo tiempo, pertenece a un sistema tan eficiente actualmente que reintegra a sí mismo cualquier manifestación a su misma red, por eso considero pertinente este proyecto, que cuestiona y utiliza las líneas divisorias entre las diferentes “especialidades” o funciones de diferentes agentes culturales en el circuito del arte. Me interesa hacer una colaboración con un grupo de personas que laboran en distintos estratos de los circuitos artísticos, fungiendo como un eje de interrelación entre estos, trabajar con la obra de varios artistas con el afán de crear un discurso y un proceso que funcione como una producción visual propia utilizando la documentación de los eventos

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realizados, registrando el proceso en el que se teje una compleja red de interacciones sociales que tienen como eje central la producción de una exhibición de arte, generando al mismo tiempo un circuito colectivo de trabajo. En el mundo del arte, ¿Qué pasa con las relaciones personales que ejercen los diferentes personajes involucrados en medio de la cultura? Aunque muchas de las posiciones sociales de las personas que están inmersas en las estructuras internas de los campos artísticos, tienden a una verticalidad de posiciones de ‘dominación’ o de poder dentro del campo, las redes de relación social que se extienden entre las personas, parten de procesos de comunicación, intercambio y empatía entre las personas involucradas muchas veces desde lo afectivo, creando una mirada más horizontal, que permite el flujo de intercambios de una manera más flexible, haciendo un poco de lado las jerarquías institucionales, pero sin perder la conciencia de que estas existen, incluso aprovechándolas de muchas maneras posibles, ya sean pertenecientes al campo de la producción, circulación o consumo de los bienes simbólicos. El ámbito del arte a nivel mundial, está constituido a base de un montón de pequeñas redes de interacción social, de intercambio de conocimientos que van constituyendo fenómenos más complejos, a partir de la producción, influencia y contacto entre pequeños círculos, que constituyen una sociedad metafórica e imaginaría que constituye el mundo del arte. Las relaciones sociales dentro de este mundo, son fundamentales para la gestación de proyectos y discursos, que generalmente surgen en espacios informales, constituyendo uno de los paradigmas fundamentales del arte, que se basa en la socialización de información a distintos niveles: desde lo puramente visual, lo argumentativo o lo lúdico. El espacio en el que se desarrollan los proyectos de arte contemporáneo procuran un espacio de proximidad con los otros, un lugar donde se dialogue e interactúe con diferentes públicos, propiciando el encuentro con otras personas y que al mismo tiempo se pueda

15 La meritocracia es un sistema basado en el mérito, donde hay una predominancia de valores asociados a la capacidad individual o espíritu competitivo.

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interactuar con estas de una manera reflexiva, produciendo nuevas formas de socializar en un ambiente específico abierto al diálogo. “En una exposición aunque se trate de formas inertes la posibilidad de una discusión inmediata surge en dos sentidos: percibo, comento, me muevo en un único y mismo espacio. El arte es el lugar de producción de una sociabilidad específica” (Bourriaud, 2008: 15). El campo del arte es un ámbito social en el que se aprecia de una manera más clara que en otros campos, el culto a la personalidad, al artista, al glamour, el snobismo, la vida bohemia y todos los mitos que se desprenden del contexto del arte, refuerzan este paradigma de conductas, pero es innegable que el mundo del arte toma como eje conductor de su sistema las relaciones humanas. El proyecto que propongo frente a este análisis del campo del arte, consiste principalmente en generar una red de interacción social entre sujetos inmersos en el mundo del arte, para crear distintas propuestas de divulgación del arte contemporáneo en algunas ciudades de México, (principalmente Toluca y Guadalajara) sin que se genere formalmente un colectivo, sino sencillamente promover un sistema de relaciones entre personas involucradas en el campo artístico y generar cada vez más vínculos entre ellos. Mi condición actual de movilidad entre distintos puntos de la república, me permite fungir como un nodo de conexión entre los artistas y las instituciones involucradas en la realización de este proyecto, que consiste en la elaboración de una estrategia para generar proyectos móviles y fomentar el flujo de interacciones en torno al arte contemporáneo. Aprovecho ciertas ocasiones de las actividades que realizo de manera cotidiana y móvil, como es la constante socialización y gestión de proyectos culturales en múltiples lugares, sin ocupar un lugar fijo, utilizando las plataformas de Internet como uno de los vehículos para construir un proceso de producción artística, interconectar a diferentes personas en diversos lugares.

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En este proyecto utilizo diferentes herramientas teóricas: Nicolas Bourriaud habla de la estética relacional como una teoría que valora la experiencia estética en torno a la función de las relaciones humanas (Bourriaud, 2008: 142) y un arte relacional como una manera de hacer de las artes, que toman como punto de partida estas relaciones humanas y su contexto social desde un punto de vista práctico o teórico. Algunos artistas se han preocupado por crear nuevas experiencias, nuevos modelos de interpretación respecto a las relaciones humanas, poniéndolas en cuestión, criticando sus formas preestablecidas, confrontando los sistemas de comunicación e interacción, para crear nuevas experiencias que despierten al espectador a nuevas formas de intercambio, nuevos acercamientos al campo de lo humano. Recientes formas de producir experiencias estéticas invitan al espectador a crear espacios libres, en tiempos distintos a los que nos impone el ritmo de la vida cotidiana común al que nos enfrentamos continuamente “parece más urgente inventar relaciones posibles con los vecinos en el presente, que esperar días mejores” (Bourriaud: 2008, p. 54). Pensar que las relaciones afectivas son capaces de construir discursos y producir interacciones culturales que inviten a la reflexión, “modus vivendi que posibiliten relaciones sociales más justas, modos de vida más densos, condiciones de existencia múltiples y fecundas” (Bourriaud, 2008: 55). Nuevas estrategias que nos permitan re-elaborar nuestra concepción de formas de vida, insertándolas en espacios simbólicos expuestos a la interpretación libre, del espectador y de los mismos actores implicados en los circuitos artísticos. Ricard Solé nos habla de la constitución de las redes complejas en distintos ámbitos de la naturaleza, la tecnología, a ciencia y las relaciones humanas. Tomando como referencia esta estructura planteada por él, la base del presente proyecto consiste en ir tejiendo una red extensa de relaciones con fines productivos dentro del arte. Cada uno de los personajes implicados en el proyecto, desde los artistas invitados, directores de galerías o museos, gestores, se relacionan con la imagen del nodo dentro de la red y las conexiones entre estos nodos constituyen una relación social y de trabajo.

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Podemos imaginar estas relaciones como conexiones dentro de una red, los nodos de la red son individuos y las conexiones entre estos indican que existe un vínculo social. Estableciendo conexiones de esta forma podríamos en principio trazar una malla de relaciones entre todos los individuos de una sociedad... Así pues aquellos que no están conectados con nosotros son en un grado mayor o menor, extraños. (Solé, 2009: 30) La idea primordial es generar vínculos, y crear movimiento por medio de ellos, retomar un poco la inercia que tengo al movimiento constante entre espacios, para involucrar a más personas a mostrar su trabajo y promover su obra, en distintas ciudades de la República Mexicana. Procurando que este movimiento se propague y genere nuevas movilidades, en base a los vínculos creados socialmente entre los actores de este proyecto artístico. “Nuestra sociedad en red hace cada vez más posible que pequeños cambios desencadenen grandes efectos. Cada uno de nosotros, empleando adecuadamente lo que la red ofrece, puede participar en la historia y su devenir” (Solé, 2009: 48). Los nuevos jugadores dentro del campo, les corresponde construir sus propias historias, y continuar con la línea de transformación de las reglas de juego, una y otra vez. Creo que existe un rezago en la difusión y la crítica especializada en cuanto a la actualidad del arte contemporáneo, sin mencionar la centralización de los principales poderes del arte en lugares específicos y cerrados, principalmente en el caso de México, en el Distrito Federal es donde se encuentra la mayor concentración de eventos, artistas y gente especializada en el medio, mientras en otras partes de la república existe un rezago increíble en la actualización de los paradigmas del arte, sin mencionar la falta de espacios y movimiento cultural en general. Intentar influenciar en este rezago de información, producción y divulgación acerca del arte contemporáneo, es una tarea bastante ambiciosa y difícil pero, es una muy buena opción generar este tipo de interacciones sociales entre los artistas y lograr intercambios, influencias y producciones nuevas que lleguen a distintos lugares cada vez.

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En mi proyecto de construcción de redes de relación, retomo esta idea de las redes complejas como estructura de un movimiento y generación dentro del campo, tomando como principal vía de realización las relaciones humanas como instrumento y espacio de acción, aplicando el término de la estética relacional planteado por Bourriaud, usando estas interacciones entre las personas como base fundamental para generar discursos y exhibiciones de arte, trasladando una actividad normalmente cotidiana en los espacios de gestación, circulación y consumo de proyectos artísticos, al campo de la producción simbólica del arte, generando una red de relaciones complejas entre varios agentes pertenecientes al campo artístico, y con los que además mantengo una relación de empatía y afecto. Al mismo tiempo juego con la relación de dos figuras inmersas en el sistema artístico: el artista y el curador, sin abandonar la postura del artista, es decir, este “juego” se convierte en la producción misma de la obra, formulando una estrategia dentro del juego del arte y sus reglas implícitas, planteo la labor curatorial como una acción artística a nivel personal, como un proceso que me permite construir relaciones personales y profesionales en colaboración con distintos agentes inmersos dentro del sistema del arte, al mismo tiempo que se construyen discursos visuales y se promueve la divulgación del conocimiento inmerso en el arte contemporáneo, generando una especie de nueva red de productores culturales fomentando la circulación de estos bienes simbólicos. Planteo la concepción de este proyecto desde la postura del artista como un eje que me permite mayor movilidad conceptual, considerando que mi “personaje” por llamarlo de algún modo, dentro del campo del arte siempre ha sido desde el artista, sólo que ahora la relaciono con la labor de gestión cultural que he realizado a la par de mi producción artística de manera cotidiana, sumado también la labor de investigación teórica desde los estudios visuales. La objetualización de este proyecto para el espacio de exhibición dentro de la galería (usándolo como espacio de legitimación como obra artística), será en forma de archivo, que

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se mostrará como un resto del proceso que conformó la realización de estas acciones a partir de fotografías y vídeos, como documento de estas acciones en las que se suma la colaboración entre muchas personas, con la transformación de los espacios donde se hicieron las muestras de arte. Tomando como figura dentro del campo al personaje del curador como táctica, apropiándome de sus funciones, me permite tener un mejor desplazamiento entre distintos puntos de interés dentro del arte, y rearticular diferentes componentes dentro del campo artístico: desde la teoría del arte, la gestión cultural, la museografía, incluso la relación con otros campos fuera del arte, como instituciones gubernamentales, académicas, medios de comunicación, etc. El curador actúa como interconexión con las instituciones, con museos, fundaciones y galerías, e inclusive con los patrocinadores, empresas y medios de comunicación. Es el conjunto de los campos artístico, empresarial y mediático el que se recompone para perseguir nuevos poderes y ganancias, para poner énfasis en las funciones intelectuales, en las innovaciones o relecturas de lo conocido. (García Canclini, 2006b: 47) Tomar el ejercicio curatorial como estrategia para generar nuevos movimientos en la divulgación de los fenómenos artísticos, me permite especular acerca de la conformación de una red de artistas y gestores del arte, que mantengan relación por medio del trabajo y la convivencia social. Utilizar entonces el capital humano para generar la difusión del conocimiento por medio de las imágenes del arte. El fácil acceso que tenemos ahora con los medios de comuni-

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cación virtual, simplifica mucha parte del proceso, ya que para este proyecto es fundamental la comunicación constante con los individuos inmiscuidos en el trabajo. Generar una estructura de relaciones, o una micro-sociedad destinada a desarrollar proyectos de arte, está casi obligada a mantener una estructura más orgánica que rígida, para que pueda fluir la empatía entre los agentes inmersos en el proyecto. Y con esto tratar de generar una red de relaciones entre los individuos que a su vez construyan un micro-circuito dentro del campo, en un acto de herejía frente al campo hegemónico del arte.

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

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PRODUCCIONES V I S U A L E S

ESTÉTICA DE LOS ESPACIOS ARTÍSTICOS EN CONSTRUCCIÓN Como parte del ejercicio de construcción de redes de interacción social como producción artística, se creó un proceso de acciones encaminadas a generar tres exhibiciones colectivas de arte; Seleccion de selecciones, Objeto de pensamiento e Instante Límite, producciones centradas principalmente en establecer redes de interacción y comunicación entre distintos agentes culturales de distintas partes del país, involucrando a las personas que laboran tanto en los espacios de exhibición, los artistas que muestran su trabajo y el público que acudió a presenciar la muestra. Este conjunto de acciones dejan como testimonio una serie de documentaciones de los procesos de la realización de las exposiciones, así como el montaje ‘oficial’ y los momentos de socialización de estas muestras durante las inauguraciones. Todos estos instantes documentados, conforman un proceso que se vivió entre las personas involucradas en la realización de estos eventos, conformando una serie de acciones que generan una producción visual definida y un intercambio de conocimientos estéticos que utilizo a modo de producción artística, tomando la postura de ‘curadora’ como un nodo de conexión entre los distintos agentes involucrados en las muestras, cuestionando los límites entre una disciplina y otra. Como objeto artístico queda el registro como un resto de los procesos realizados a lo largo de esta investigación, y para este documento queda como muestra un ensayo fotográfico como una especie de estética de los espacios artísticos en construcción, que incluyo en las siguientes páginas, mismas que se pueden ver en: http://bitacoravisual.blogspot.mx/.

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

SELECCIÓN DE SELECCIONES Exposición realizada en la ciudad de Guadalajara (enero 2012), integrada por obra de 6 artistas provenientes de distintas partes del país, como Toluca, México D. F., Monterrey y Tijuana. Parte de esta exposición fue originalmente titulada Cazadores de energía y se mostró por primera vez en X espacio de Arte, organizada por Bizonte Lab de Toluca, para el corredor cultural RomaCondesa. La muestra inauguró con su presentación un nuevo espacio en la Galería Ajolote Arte Contemporáneo, destinado a la muestra de artistas jóvenes. (Fig. XI a XXI) Artistas participantes: Christian Castañeda Cristóbal Gracia Antonio Monroy Toni y Erector Juan Villavicencio Cinthia Sánchez

Curaduría: Antonio Monroy y Viviana Martínez. Proyecto desarrollado en colaboración con Bizonte Lab y Galería Ajolote Arte Contemporáneo..

Fig. XI Invitación Selección de selecciones diseño: Antonio Monroy.

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El imaginario del arte

Texto de sala: -Acelera la proyección, Montag, aprisa. ¿clic? ¡película? Mira, Ojo, Ahora, Dentro, Fuera, Por qué, Cómo, Quién, Dónde, ¿eh? ¡oh! ¡bang! ¡zas!, Golpe, Bing, Bong, ¡bum! Selección de selecciones. ¿Política? ¡Una columna, dos frases, un titular! Luego, en pleno aire, todo desaparece. La mente del hombre gira tan a prisa a impulso de los editores, explotadores, locutores, que la fuerza centrífuga elimina todo pensamiento innecesario, origen de una película de valioso tiempo. Ray Bradbury / Fahrenheit 451. Exposición colectiva que alberga el trabajo de 6 artistas nacionales jóvenes, provenientes de diferentes ciudades del país: Monterrey, Tijuana, Toluca y Distrito Federal. Esta muestra parte de la premisa “El dibujo como reflejo del pensamiento”, entendiendo al dibujo como el primer medio para materializar una idea, de este modo la obra es la re-presentación de los intereses de cada artista, una pequeña selección del universo interno que han creado. Antonio Monroy.

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

PROCESO

Fig. XII

Fig. XIII

Fig. XIV

Fig. XV

Proceso de montaje, exposición Selección de selecciones, en Galería Ajolote Arte Contemporáneo.

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El imaginario del arte

SELECCIÓN DE SELECCIONES Fig. XVI

Fig. XVII

Museografía de la exposición Selección de selecciones.

Fig. XWVIII

Fig. XIX

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

INAUGURACIÓN.

Fig. XX

Fig. XXI

Inauguración de la exposición Selección de selecciones en la Galería Ajolote Arte Contemporáneo

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OBJETO DE PENSAMIENTO Exposición realizada en la sala de pequeño formato en la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de México en la ciudad de Toluca con los estudiantes de 4to semestre de la Maestría en Estudios Visuales, expuesta del 15 de febrero al 9 de marzo de 2012.

Artistas: Mario Bracamonte Marcela CadenaAlejandro García Carranco Viviana Martínez Mariano Carrasco Maldonado Gina Marcela Jiménez

Fig. XXII Invitación de la exposición Objeto de pensamiento diseñada por Oliver Hernández.

Curaduría: Viviana Martínez

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

Texto de sala: Un objeto inserto en el campo del arte, se somete a un proceso continuo de interpretación por parte del espectador, en el que más que otorgar respuestas, el objeto plantea una pregunta al que le mira, una pregunta en la que está implícita la respuesta a través de la imagen. Las imágenes dialogan con nosotros utilizando un lenguaje distinto al de las palabras, nos comunican cierto conocimiento que no siempre alcanza a ser descrito de manera literal, sino desnudando un poco nuestras emociones más íntimas, al ser cuestionadas y confrontadas por el objeto-imagen que espera ser leído e interpretado por nuestras miradas. Casualmente, cuando nos enfrentamos a una imagen, o propiamente a una obra de arte, siempre terminamos pensando en nosotros mismos, como si estos objetos fueran un espejo del alma, que reflejan y preguntan realidades distintas a cada uno que le mira.

Fig. XXIII Recorte de vinil de la exposición Objeto de pensamiento diseñado por Oliver Hernández.

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Esta muestra propone realizar distintos acercamientos a través de las imágenes, a múltiples formas de conocimiento, derivadas de la afectividad de los artistas, (que provienen cada uno de distintos ámbitos disciplinarios, como el arte, el periodismo, la comunicación o el diseño), transformando sus objetos de afecto y pensamiento a la resignificación de sus actividades personales, llevadas al contexto simbólico que crea la sala de exhibición. El estudio de la visualidad contemporánea, es el eje conductor de esta serie de trabajos, que reflejan un investigación profunda detrás de estas producciones, que contienen el espíritu multidisciplinario que conforma, lo que hoy conocemos como los Estudios Visuales. (Fig. XXIII a Fig. XXXI)

El imaginario del arte

PROCESO

Fig. XXIV

Fig. XXV

Fig. XXVI

Proceso de montaje, exposición Objeto de pensamiento, en galería de pequeño formato de la Facultad de Artes de la U AEM

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

OBJETO DE PENSAMIENTO

Fig. XXVII

Fig. XXVIII

Museografía de la exposición Objeto de pensamiento.

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Fig. XXIX

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INAUGURACIÓN

Fig. XXX

Fig. XXXI

Inauguración de la exposición Objeto de pensamiento en la UAEM

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

Exposición realizada en el Museo de Arte Raúl Anguiano en Guadalajara abierta al público del 22 de junio al 26 de agosto de 2012, presentando obra de nueve artistas provenientes del Estado de México. (Fig. XXXII a LIV)

Artistas: Agustín Aguilar Flor Consuelo Israel Esquivel David Alejandro Hernández Antonio Monroy Rafael Monroy Sara Monroy Yuvia Antonieta Pérez Cinthia Sánchez Curaduría: Viviana Martínez

Fig. XXXII Invitación de la exposición Selección de selecciónes diseñada por David Corona

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El imaginario del arte

Texto de sala: Muchas de las prácticas artísticas contemporáneas han puesto su mirada más en el desarrollo o realización de una obra que en el objeto mismo, tratando de hacer una analogía entre la forma y el contenido que representa. Los objetos son portadores de una memoria; han tenido un recorrido antes de que lleguemos a mirarlos, pero se constituyen sólo como un resto contenido en un instante objetualizado que hace evidente el proceso que los ha construido. Esta serie de trabajos, guardan en su ejecución el secreto de la idea que los formó, una exploración de las maneras de representación que son contenedoras de procesos mentales y formales que hacen imposible ver los objetos sólo como una degustación visual, sino que estimulan hacia una reflexión que complete la parte de una historia que nos inventamos secretamente con los objetos del arte. La serie de objetos que se exhiben en esta muestra, contienen la memoria de la experiencia de sus creadores, formas innovadoras de ver el mundo a partir de diversos filtros como el dibujo, el pensamiento, los rituales, la identidad, los recuerdos, los límites del cuerpo, la experiencia matérica, los procesos que se conforman en un tiempo determinado. El choque entre los límites del objeto y su tiempo de elaboración, declaran la obra “oficialmente inacabada” en términos de Marcel Duchamp, mostrando la obra abierta a múltiples formas posibles de completarse; la que corresponde a las circunstancias conceptuales del espectador.

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

PROCESO

Fig. XXXIII

Fig. XXXIV

Fig. XXXV

Proceso de montaje, exposición Instante límite, en el Museo de Arte Raúl Anguiano, Guadalajara, Jal.

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PROCESO

Fig. XXXVI

Fig. XXXVII

Fig. XXXVIII

Proceso de montaje, exposición Instante límite, en el Museo de Arte Raúl Anguiano, Guadalajara, Jal.

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

PROCESO

Fig. XXXIX

Fig. XL

Fig. XLI

Proceso de montaje, exposición Instante límite, en el Museo de Arte Raúl Anguiano, Guadalajara, Jal.

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El imaginario del arte

INSTANTE LÍMITE

Fig. XLII

Fig. XLIII

Fig. XLIV

Exposición Instante límite, en el Museo de Arte Raúl Anguiano, Guadalajara, Jal. 2012

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

INSTANTE LÍMITE

Fig. XLV

Fig. XLVI

Fig. XLVII

Exposición Instante límite, en el Museo de Arte Raúl Anguiano, Guadalajara, Jal. 2012

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INSTANTE LÍMITE

Fig. XLVIII

Fig. XLIX

Fig. L

Exposición Instante límite, en el Museo de Arte Raúl Anguiano, Guadalajara, Jal. 2012

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

INAUGURACIÓN

Fig.LI

Fig. LII

Fig.LIII

Fig. LIV

Inauguración Instante límite, en el Museo de Arte Raúl Anguiano, Guadalajara, Jal. 2012

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Conclusiones

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

CONCLUSIONES Las relaciones que establecemos con otras personas definen cada etapa de nuestra vida y lo que somos: sujetos construidos culturalmente con una identidad siempre mutable, móvil, que cambia conforme a las experiencias que vivimos cotidianamente a lo largo de nuestras vidas. El contexto y los espacios para las relaciones sociales también influyen en la conformación de nuestro carácter y forma de ver el mundo, permitiéndonos construir vínculos entre nosotros y el entorno. El trato que tenemos con otras personas, nos permite siempre aprender cosas nuevas, y constituye nuestra base de desarrollo para formar parte de la sociedad que habitamos. A lo largo de la vida pertenecemos a distintos círculos sociales, y ampliamos nuestra red de contactos que está construida por diferentes circuitos de comunicación y relación, Ricard Solé en su teoría sobre las redes complejas explica cómo podemos intuir el modelo de la complejidad en muchos ámbitos: desde la naturaleza hasta la informática. Hemos visto en los últimos años cómo se ha hecho popular el término de las redes sociales, por las nuevas plataformas como el Facebook o Twitter en Internet, sin embargo, estas se extienden en todos los ámbitos de las sociedades humanas, en las que como individuos siempre estamos creando relaciones y conexiones con otros, creando un tejido social del cuál desconocemos su extensión total y su alcance virtual. Las interacciones que se crean entre las personas crean nuevos fenómenos por sí mismos, el intercambio de información se vuelve un acto creativo (Solé, 2009: 19).

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El imaginario Conclusiones del arte

Cuando decidimos algún campo profesional al cuál afiliarnos y nos involucramos con personas que tienen intereses parecidos a los nuestros, creamos también redes de contactos, establecemos relaciones afectivas con los colegas, que al mismo tiempo representan una competencia en la lucha por alcanzar las mejores oportunidades dentro del campo. Pierre Bourdieu habla sobre los campos de producción simbólica que son formados cuando alguna disciplina logra diferenciarse de otras y es capaz de autorregularse independientemente de otros campos en la cultura. Son los círculos sociales que se crean en torno a una disciplina en concreto, que conforma un sistema de creencia propio y una competencia por alcanzar el prestigio reconocido por los otros integrantes del círculo y por tanto, el éxito profesional. Según esta visión podríamos concebir que este juego por el poder y la gloria es una encarnizada práctica verticalizada, y muchas veces parece ser así, para que el campo evoluciones debe existir siempre una gran competencia, por el poder que deviene de un conocimiento y reconocimiento del mismo. La estructura que conforma el estadio de posiciones dentro del juego, es más parecido a una red que una pirámide, y los nodos de conexión son los individuos dentro de la ideología del campo, los nodos con más y mejores relaciones son los que tienen más poder dentro del juego. El mundo del arte representa un campo en el que la creencia está puesta en la constante re-definición, su paso por la historia ha construido un discurso complejo, inclinado hacia muchas reflexiones filosóficas que recaen en la materialización de los objetos artísticos. A partir del siglo XX aparecieron diversas propuestas artísticas que cuestionaban los movimientos anteriores a ellos, algunos de una manera más radical que otros, enfrentándose al mismo tiempo a constantes cambios tecnológicos y de comunicación visual que han forzado al arte a cambiar su lógica continuamente. El arte de ahora apuesta por hacer énfasis en los modos de ver los fenómenos, más que en una estética clásica de belleza, y muchas veces hace de la paradoja una regla, como forma de subrayar lo absurdo de ‘la pureza’ ideológica.

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

Tomando como base estas ideas, propongo un proyecto artístico, que navega entre distintos ámbitos de los estudios de la visualidad. Para mí el arte ha sido un ejercicio constante de aprendizaje, una búsqueda de conocimiento materializando fórmulas propias que me permiten mirar lo que me pasa en algunos momentos de mi vida, hacer arte ha sido una forma de investigación. Mi acercamiento a los estudios visuales (E.V.) me ha permitido ampliar la mirada a muchos fenómenos que me rodean, pero desde una postura teórica, que me ha permitido una flexibilidad práctica, para seguir en una búsqueda por encontrar diversos caminos al conocimiento de la cultura visual y el arte contemporáneo. De alguna manera mi personalidad me ha permitido adaptarme de manera muy sencilla a la idea de la transdisciplina como un carácter análogo a los E.V. ya que me gusta hacer actividades distintas dentro del mismo campo al que pertenezco. Mi creencia está depositada en el Arte (con mayúscula) y para relacionarme con esta idea, me agrada la posibilidad de hacerlo desde diferentes miradas, que están interrelacionadas con el concepto de producción. Ahora mismo me dedico a la producción artística, de textos teóricos, y eventos. La idea de conjuntar estos ámbitos desde la visión de los E.V. me ha permitido navegar entre distintos campos, cuestionando la ‘pureza’ que supuestamente debería de cumplir cada disciplina. Esta ambición personal me ha puesto a reflexionar acerca de la intuición del camino profesional, ¿donde empieza una función y donde termina? las estructuras con las que vemos el mundo son creaciones desde las ideas, desde la mente, todo depende de la forma con la que miramos lo que sucede, de nuestro nivel de implicación en las creencias preexistentes. La manera en la que intento sintetizar todos estos procesos que han rodeado mi vida en el periodo que realizo la Maestría en Estudios Visuales, es a través de una propuesta de arte teórico, tomando como herramienta metodológica los E.V. y su ‘indisciplina’. En este periodo

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El imaginario Conclusiones del arte

he aprendido a aprovechar muchas situaciones de inestabilidad que se han presentado en mi vida personal, así como en mis interrogantes teóricas, encontrando un equilibrio a penas perceptible en el caos que se ha convertido mi vida, porque así como me la paso navegando entre distintas disciplinas, también lo hago entre distintas ciudades, y mi cotidianidad es la navegación constante: Entre lo Real y lo Virtual, entre Guadalajara, Toluca y Distrito Federal, así como entre el artista, el teórico, el curador, el gestor, o como lo comentamos coloquialmente entre quienes me conocen, entre el ‘mitote’. Sigo creyendo como al principio de la realización de esta tesis que el eje entre todo eso, son las relaciones personales, que en el mundo del arte como en otros campos, constituyen el ‘oro molido’, el gran tema de casi todos los asuntos de los humanos. Es por eso que me interesa la idea del arte relacional, como una propuesta filosófica que subraya las relaciones humanas en el contexto artístico. En base a eso, la mayor ganancia que he adquirido con este proyecto son las relaciones que conformado, los artistas que he conocido para invitarlos a colaborar conmigo, y que ahora son mis amigos, mis maestros con los que desde hace mucho desdibujamos la frontera entre maestro y alumno para ser ahora personas con las que también tengo una relación de afecto. En esta construcción, he aprendido a ver el arte como un proceso, y la producción artística como una profesión y una reflexión entre la teoría y la práctica. Una táctica para construir caminos propios dentro de las redes de arte. El tomar el ejercicio curatorial para generar nuevos movimientos en la divulgación de los fenómenos artísticos, me permite especular más fácilmente acerca de la conformación de una red de artistas y gestores del arte, que mantengan relación por medio del trabajo y la convivencia social. Utilizar entonces el capital humano para

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

generar la difusión del conocimiento por medio de las imágenes del arte. El fácil acceso que tenemos ahora con los medios de comunicación virtual, simplifica mucha parte del trabajo, ya que para este proyecto es fundamental la comunicación constante con los individuos inmiscuidos en el trabajo de producción. Planteo gestación de una red de interacción social como una producción artística, buscando circuitos periféricos de acción, nuevas relaciones humanas que generan una red de conexiones, un tejido social sin lugar fijo, situado más en un no-lugar que irónicamente se convierte en un espacio construido de acciones en el tiempo, más que en lugares fijos pero dentro del campo y la creencia en el arte. Producir una estética usando como ingrediente primordial el tiempo, siendo más importante la ejecución del hacer en el que se construye la obra de arte que el objeto en sí, la materialización de este proceso se nos muestra como un residuo, que contiene la memoria de construcción que ofrecen una referencia para evocar información cognitiva y visual del fenómeno que se efectuó, creando narrativas que refieran a esos cambios, formando una especie de crónica visual.

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

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Construcción de redes de interacción social como producción artística.

CRÉDITOS

Fotografía: Viviana Martínez Edybeth Carballo Diseño: Galatea la Llorona Viviana Martínez

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