Constelaciones Familiares II Resumen
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CAP. 7. DE LOS ORDENS DEL AMOR A LOS MOVIMIENTOS DEL ESPÍRITU Las constelaciones familiares, ofrecen una compresión de la existencia y de las leyes que tutelan las interacciones entre los individuos; son una filosofía de vida y una metodología de intervención al servicio de la vida y de los grupos humanos para que el flujo del amor retomé su cauce natural. El término de constelaciones constelaciones familiares alusión a la intervención hellingeriana en sistemas o grupos que en sí mismo tiene entidad propia y característica específica que los diferencian diferencian de otros sistemas. Constelaciones familiares, intervención transgeneracional, sistémica y fenomenológica Transgeneracional en la medida que la información viaja de
generación en generación. generación. Cada uno de nosotros, como uno más en la cadena interminable de hechos y acontecimientos, seguimos las huellas de nuestros ancestros para saldar y restablecer restablecer lo que quedo pendiente. Sistémico en la medida que todos los miembros de la familia
se relacionan interdependientemente, interdependientemente, de tal suerte que cada uno realiza afecta necesariamente necesariamente a los otros, individual y grupalmente. Fenomenológico porque la intervención implica estar presente
con mente, percepción y corazón abiertos, sin prejuicios ni expectativas respecto respecto a lo que se pueda encontrar y sin temor de lo que pueda surgir. Amerita también aceptar lo que aparece, mas allá de la mirada humana; sin intenciones, preconceptos, interés ni juicios.
Las constelaciones familiares develan lo ancestral silenciado
Cada individuo tiene conexiones con su familia de origen y con sus antepasados. Cada uno lleva consigo la información de su historia familiar, así no se conozca de manera consciente. Cada uno de nosotros posee, a través de la memoria celular, información histórica de nuestros antecesores que es transmitido de generación en generación. Esta información, a manera de huella, forja una urdimbre inconsciente, un tramado de espacios que aglutina nuestra familia y condiciona gran parte de nuestras relaciones, por no decir que todas, tantos la que producen en nuestra vida in impacto armónico y gratificante, como las que producen un impacto doloroso, traumático o desestructurante, sin que de ellos se alcance a percibir la influencia decisiva en nuestra cotidianeidad y sin que se establezcan nexos claros con ese inconsciente familiar invisible a nuestros ojos. Las constelaciones, una escenificación que libera Las constelaciones: constelador, constelado y representantes
El método se instrumenta a través de la aplicación de prácticas psicológicas y terapéuticas llevadas a cabo por el constelador, quien, fuera de ser de ser un conocedor de la psicología transgeneracional y del manejo de grupos, es un experto en la interpretación y decodificación del simbolismo que se despliega en el campo. Finalizado el proceso, la energía movilizada durante la constelación continua desbloqueando lo que se ha configurado, no solo en el protagonista, sino también en los representantes y en los representados, a quienes alcanza más allá del tiempo y del espacio, de la misma manera como la
información y energía emitida por ellos también había impactado a los representantes.
CAP. 8. LOS ÓRDENES DEL AMOR, UNA PUERTA HACIA LA FELICIDAD Nacer implica pertenecer, hacer la aparición en un nido de paja entretejido a través de un tiempo que vienes, sin que lo sepamos, desde muy atrás. El nido que nos contiene inicialmente está formado por nuestros padres como núcleo básico, que desde pareja constituye la semilla de la familia. Pareja, familia, comunidad y cadena humana de las cuales apenas somos un eslabón, constituidos por lazos de unión; es decir, por relaciones que se entretejen, por vínculos que les dan sentido, por trama que las contiene. Un superior que nos contiene
Los vínculos que nos reúnen en una pareja, en una familia o en un grupo se rigen por leyes que los ordenan y que permiten que dentro de los mismos aflore el amor como esencia primordial, como resonancia originaria que descubre nuestra verdadera naturaleza abriendo puertas hacia la felicidad. Estas leyes reclaman que prevalezca la unidad a la que pertenecemos en tal forma, que lo que haya sido excluido pueda incluirse en la totalidad. La interdependencia entre el orden y el amor
La expresión órdenes del amor contiene necesariamente la interrelación entre los términos que lo conforman. El amor llena lo que el orden abarca. El amor impulsor de toda conducta. Sostiene que en toda conducta humana, bien sea desde un amor ciego, infantil o primitivo, o desde un amor maduro y despierto, está presente el amor como impulsor de la conducta, sea esta circunstancia perceptible o no. CUANDO EL AMOR SE ENCUENTRA OCULTO, PARA QUE AFLORE ES NECESARIO RESTABLECER EL ORDEN. Cuando el amor no se encuentra alineado con los órdenes de pertenencia, origen y equilibrio, se distorsiona, enmascarándose en conductas infantiles que evidencian un amor ciego desde el cual así sea a ultranza, se paga cualquier precio por obtenerlo. Tres ordenes del amor
El derecho de pertenecer, el respeto por el orden de origen y el equilibrio entre el dar y el recibir son las piedras angulares sobre las que se construye la teoría de Hellinger en cuanto a órdenes del amor se refiere. Las constelaciones develan los órdenes del amor
Órdenes del amor y constelaciones familiares van de la mano y se sostiene mutuamente; son interdependientes en la medida en que evidencian la importancia de los vínculos que sostienen las relaciones sea reguladas por leyes, que al custodiar el orden dan paso al amor. Estos órdenes son el eje desde el cual las lealtades invisibles y la justicia de los sistemas preservan el equilibrio y regulan el funcionamiento de los mismos. Los órdenes, leyes pre-existente. Son inamovibles en cuanto esta presentes, y como leyes pre-existente rigen los vínculos y las interacciones. La pertenencia, el orden de origen y al
compensación entre el dar y el recibir se encuentra permanentemente en un juego dinámico de interconexión. Cuando la pertenencia es vulnerable y alguna exclusión hiere el sistema, muy probablemente en una generación posterior otro ocupa el lugar vació con el propósito de reivindicar al ausente, con la consecuencia lógica de alterar también el segundo de los órdenes: la jerarquía. La implementación de las constelaciones familiares permite conocer aquello que ha estado alterado dentro del sistema. Durante el transcurso de la constelación y a partir de los movimientos del espíritu, se van develando nuevas dinámicas que hablan de restructuración del sistema. Se reedita una nueva estructura vincular ( imagen de la solución) que abre paso a la liberación de la historia que pesa, a la sanación, al abrazo del presente y a la honra de la vida tal cual es y tal cual fue. Soltar el pasado para vivir el presente. Abrazar el presente implica haber aceptado y trascendido el pasado. Rendirnos al destino es ocupar nuestro lugar en el universo. Permanecer atados la historia orientado al pasado y en esta forma contravenimos el orden natural de la evolución.
CAP. 9. PERTENER ES INHERENTE A LA EXISTENCIA. La pertenencia se deriva de un derecho fundamental que tiene todo ser humano, por el solo hecho de existir, de ser parte de algo. Este derecho viene de una instancia superior que propicia la unidad. Pertenecer significa ser parte de. Más allá de estar vivo o muerto, la persona que existe tiene necesariamente un lugar de pertenencia y esto cobija aun a quienes por pérdida o aborto no han llegado a ver la vida; es decir, los bebes que no alcanzaron a nacer. En ese sentido, desde la pertenencia se agrupa una familia o cualquier sistema más allá de cualquier consideración moral, socioeconómica o política. Alma familiar y pertenencia
Respeto a la familia, el alma que la aglutina dentro de una comunidad y que marca la pertenencia tiene entidad propia y desborda el concepto tradicional de lo que entendemos habitualmente. La red familiar es más que la familia y a ella pertenecen los hermanos, padres, tíos, abuelos y en ocasiones algún bisabuelo mas allá, en generaciones atrás, aquellos que tuvieron un destino difícil. ADEMAS ESTA INTEGRADA POR QUIENESA DE QALGUNA MANERA PERTENECIERON A ESTA COMUNIDAD UNIDOS POR EL DESTINO Y QUE CEDIERON EL LUGAR PARA QUE OTROS LO OCUPARAN, COMO EN EL CASO DE PRIMERAS PAREJAS DE ABUELOS, PADRES U OTRAS REALCIONES SIGNIFIVCATIVAS, NOVIOS AMANTES. Incluye relaciones más allá de la meramente consanguínea. Justicia del alma familiar
En esta comunidad unidad por el destino, todos se hallan atados a todos y, en este sentido, cada quien se convierte en destino para el otro. Esa comunidad de destino se encarga de restablecer el orden de pertenencia cuando algún miembro de la familia ha sido excluido u olvidado o cuando otro miembro lo sustituye desplazándolo. La pertenencia vulnerada reclama la expiación. Todo aquel que ha sido excluido, de alguna forma, en el camino, reaparece más adelante. Se trata de un derecho fundamental, cuya exigencia de cumplimiento, desde el alma familiar, a ultranza se pregona so pena de que la justicia del sistema reclame la expiación. Así la justicia del alma familiar, el derecho de pertenencia y la conciencia de culpa o de inocencia se entrelazan para que un miembro de generaciones posteriores, en aras de la compensación, se abandere el lugar del excluido en la presente o anteriores generaciones. Todo con el propósito de
equilibrar el alma familiar que ha sido vulnerada en su integridad. Mas allá de que la conciencia inconsciente vele por preservar el equilibrio del sistema familiar, quien se encuentra ocupando el lugar de un excluido asume características de este último, negando su propio lugar y afectando su identidad. Así provocando una alteración en el sistema. Afectando la dinámica del presente como de próximas generaciones. La injusticia de la exclusión se expía en la familia nuclear y en toda la red familiar. Pertenencia e igualdad
Considerar la vida misma como el don primordial que nos fuese dado detona que el derecho a la pertenencia se torna incuestionable, más allá de cualquier consideración o circunstancia. La igualdad de los miembros de una familia, en consecuencia también se privilegia, en cuanto está al servicio de la familia y todos se tornan imprescindibles. La desigualdad genera alteraciones importantes en el funcionamiento armónico de los grupos familiares. Las constelaciones, camino hacia la inclusión.
Las constelaciones abren un nuevo espacio para que, en la configuración llamada de solución, se dé cabida a quienes estaban excluidos, en forma tal que se restablezca completamente la red familiar y todos lo que no fueron incluidos, puedan hacer parte del sistema al que pertenecen. Esto es restablecer el orden respeto a la primera ley. Es una pertenencia vulnerable y así las constelaciones, se reconcilian quienes estaban separados: maridó y mujer, padres e hijos, sanos y enfermos, presente y ausente, vivos y muertos, digno y indignos.
CAP. 10. EL ORDEN DE ORIGEN PROYECTA LA VIDA
Evolucionar significa proyectar la vida, ir hacia el futuro honrando la historia y mirar al horizonte con la fuerza de lo vivido, en tanto que mirar sólo hacia el pasado y regresar a él implica retroceder o detenernos en el camino del crecimiento. Una mirada acorde con el orden de origen
El orden de origen, llamado también orden jerárquico, mira hacia el futuro. La alteración del mismo mira hacia el pasado. Así dentro de toda organización vincular es necesario priorizar el orden jerárquico de cada uno de los miembros, de tal suerte que quienes están primero ser les reconozca su lugar frente a lo que llegan posteriormente. El respeto por las jerarquías privilegia el amor
Respetar el orden jerárquico implica honrar el lugar entes que cualquier circunstancia de vida; esto es, privilegiar el amor verdadero, esclarecedor en sí mismo, por encima de cualquier hecho que pudiera cuestionarlo, por encima de cualquier hecho que pudiera ponerlo en peligro. Así como socavar la primogenitura tiene un costo sistémico. Padres adoptados versus padres biológicos
Las constelaciones familiares como proceso fenomenológico han revelado la necesidad imperante de reconocer y honrar a los padres biológicos a través de quienes los representa en una configuración constelar. Solo a partir del respeto por el orden de origen de los dadores de vida es posible que el niño adoptado pueda tomar como padres a los adoptantes, a cuyo cargo está el cuidado de la vida que recibió de sus progenitores.
La pareja actual y sus familias de origen
Cuando este orden se altera, la pareja deja de serlo para volver al rol de hijos frente a los padres o frente a los suegros. No se trata de no escuchar otros puntos de vista, se trata de asumir con responsabilidad y respeto el nuevo rol de adultos con las consciencias de sus decisiones. Incluir las familias de origen dentro de vínculos armoniosos, de respeto, amor y reconocimiento no implica entregar el poder decisorio y por ende alterar el orden jerárquico del nuevo sistema. Por el contrario, incluir con amor y aceptación a los padres del cónyuge es simplemente extender el amor que sentimos por nuestra pareja hasta su familia de origen, es asentir su historia, su transcurrir y su futuro El hombre sirve a la mujer y la mujer lo sigue
Hellinger plantea con claridad que si bien el hombre sirve a la mujer, es ella quien sigue al hombre. Reconocer este orden implica simplemente asumir las diferencias de roles, funciones y características intrínsecas que por naturaleza corresponden a cada genero. Es tradicional que la mujer acoge, acuna y contiene, en tanto el hombre guía, provee, protege, dirige y abre caminos. Desde luego integrar tanto en el hombre como en la mujer funciones masculinas y femeninas solidifica y complementa la identidad. Así como también el hombre y la mujer se complementa enriqueciendo desde sus diferencias para llegar a la plenitud.
CAP.11. DAR, RECIBIR Y TOMAR: EQUILIBRIO DEL ENCUENTRO. La necesidad d vivir en equilibrio surge del principio natural de la homeostasis como proceso que pretende balancear los diferentes elementos internos entre sí o en su interrelación con el medio estreno. Esta necesidad imperante esta también presente en los intercambios humanos sin que la mayoría de las veces se tenga registro consciente de ello y determina gran parte de nuestro actuar. El balance entre el dar y el recibir se remonta al hecho innegable de empezar a tomar el alimento, la madre, el padre y la vida; es decir, todo lo que nos es dado. A partir de esta circunstancia primera lentamente se va incorporando el dar, como proceso identificatorio con quien nos da, sino porque lo tomado, metafóricamente, empieza a brotar por nuestros poros para también ser entregado. Es así como el vinculo primario con la madre establecemos la primera relación en donde el dar y el recibir signa el encuentro. En las relaciones de pareja en general tiene que existir un equilibrio entre dar y tomar. Y cuando se adquiere consciencia de los órdenes del amor y de la intuición, se pueden realizar movimientos del alma que hagan que disminuya la tensión de los vínculos. Las relaciones de pareja son un claro ejemplo en donde se tiene que tomar en cuenta, el dar y tomar como ley de las relaciones, porque son dos personas que están al mismo nivel... en donde el “orden sagrado” significa que ambos están en condiciones de igualdad y cualquier falta tiene que ser compensada para lograr mantener el equilibrio.
Si bien es cierto que las relaciones de pareja conllevan uno de los mayores retos, también pueden convertirse en la fusión de dos fuerzas “masculina y femenina”, integradas en unidad para la transformación de la humanidad. Para ello es indispensable establecer relaciones de igualdad, entre dar y tomar... para que ese equilibrio pueda ir de un lado a otro y en donde por instantes se pueda gozar del éxtasis en un equilibrio perfecto, porque como en la vida misma… la balanza de la existencia tiende a ir rítmicamente buscando su equilibrio entre el caos y la creación. Como parejas es indispensable que ningún miembro de ella, reciba más de lo necesario porque el mensaje que se transmite es “yo soy el pequeño, cuida de mí”, lo que por un lado puede hacer que desee buscar a alguien con el cual pueda estar en relaciones de igualdad o el peso será tan grande que sólo se lo quitará dejando la relación. Por otra parte el que se mantiene dando más también puede estar jugando a padre o madre… es decir “jugar al grande”, se puede ver fácilmente cuando un miembro de la pareja habla y dice “es que tengo que cuidar de mi pareja, es muy inmadura”. Ese tipo de relación tiene los días contados para que llegue a su fin. En las relaciones de pareja es necesario la compensación, el mismo sistema llama a que reine el equilibrio... por ejemplo si una persona no puede dar hijos en una relación, pasa a tener una “especie de deuda” con el otro y ambos tienen que tener consciencia del precio que se paga y compensarlo.
Las relaciones que perduran a través del tiempo son aquellas donde existe un equilibrio más o menos permanente, y no significa que hay que dar de más en una relación... se trata de dar en la justa medida y compensar constantemente, si
alguno de los miembros de la relación comete un error el otro tiene la responsabilidad de hacer que se compense esa deuda con algo de menor valor y no colocarse en el lugar de víctima, dejando de hacer justicia, jugando al bueno pero teniendo una conducta “pasivo-agresiva”, generando tensión en la relación. Por el bien de la relación es indispensable que cada miembro tome la responsabilidad de tomar lo justo y de dar lo justo… si más ni menos, porque ambos establecen ese vínculo sagrado que puede unirlos de por vida, si respetan el equilibrio que su propio sistema les empuja a seguir consciente o inconscientemente.
CAP. 12. MODALIDAES DE LA CONCIENCIA, UN VALIOSO APORTE HELLINGERIANO La conciencia es una instancia interna que regula nuestros actos. Hellinger en sus planteamientos privilegia el valor que tiene la conciencia como determinante de nuestro actuar. Dentro del contexto teórico hellingeriano, la acepción conciencia se refiere tanto a una colectiva o familiar como una personal, cualificadas como inconscientes y conscientes respectivamente. Describe también una conciencia inocente o tranquila y una culpable o en malestar. Hay 3 tipos de conciencias cada una de las cuales constituye un campo espiritual. La primera de ellas es la conciencia personal; es estrecha y tiene un alcance limitado. A través de su diferenciación entre el bien y el mal reconoce la pertenencia de algunos únicamente, excluyendo a los otros.
La segunda conciencia es la conciencia colectiva; es más amplia y también defiende los intereses de los que fueron excluidos por la conciencia personal. Por eso está frecuentemente en conflicto con la conciencia personal. Entretanto, esa conciencia también tiene un límite porque abarca solamente a los miembros de los grupos que dependen de ella. La tercera conciencia es la conciencia espiritual y supera los límites que las otras conciencias establecen a través de la diferenciación entre bien y mal, y entre pertenencia y exclusión.
LA CONCIENCIA PERSONAL. El vinculo. Tenemos la vivencia de esta conciencia estrecha como buena y mala conciencia. Nos sentimos bien cuando tenemos buena conciencia y mal cuando tenemos mala conciencia. ¿Qué es lo que acontece cuando tenemos buena conciencia y qué cuando tenemos una mala conciencia? ¿Qué precede a la buena y a la mala conciencia para que sintamos buena o mala conciencia? Si observamos exactamente lo que ocurre cuando tenemos buena o mala conciencia podemos percibir que tenemos mala conciencia cuando pensamos, sentimos y hacemos algo que no está en sintonía con las expectativas y las exigencias de las personas y grupos a los cuales queremos pertenecer y a los que frecuentemente también necesitamos pertenecer. Eso significa que nuestra conciencia vela para que nos mantengamos conectados con esas personas y grupos. La conciencia percibe de inmediato si nuestros pensamientos, deseos y acciones ponen en peligro nuestro vínculo y nuestra
pertenencia a esas personas y grupos. Cuando nuestra conciencia percibe que nos alejamos de esas personas y grupos a través de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, ésta reacciona con un sentimiento de miedo a perder nuestro vínculo con estas personas y grupos. Sentimos ese miedo como mala conciencia. Inversamente, cuando pensamos, deseamos y actuamos de manera que nos movemos en sintonía con las expectativas y exigencias de esas personas y grupos, sentimos que pertenecemos y tenemos la certeza de que podemos pertenecer. El sentimiento de habernos asegurado nuestra pertenencia lo sentimos como bueno y benéfico. No necesitamos estar preocupados por que se interrumpa de pronto el contacto con esas personas y grupos y por experimentarnos solos y sin protección. Sentimos como buena conciencia el sentimiento seguro de poder pertenecer. La conciencia personal nos une, por lo tanto, a personas y grupos que son importantes para nuestro bienestar y nuestra vida. Entretanto, dado que esa conciencia nos une solamente a determinadas personas y grupos y simultáneamente excluye a otros, es una conciencia estrecha. Esta conciencia fue de suma importancia para nosotros cuando éramos niños. Los niños hacen cualquier cosa para pertenecer pues sin esa unión y sin ese derecho a pertenecer estarían perdidos. La conciencia personal asegura nuestra supervivencia junto a las personas y grupos que son importantes para nosotros. De ahí que su función sea, como no podría ser menos, muy apreciada. Vemos también la importancia que la conciencia personal ocupa en nuestra sociedad y en nuestra cultura. En el contexto de lo que es bueno o malo, podemos observar que las diferenciaciones que hacemos son diferenciaciones de
esa conciencia. Estas diferenciaciones establecen en qué medida algo asegura nuestra pertenencia y en qué medida la pone en peligro.
Aquello que asegura nuestra pertenencia lo vivimos como bueno. Lo vivimos como bueno a través de la buena conciencia sin que necesitemos reflexionar mucho acerca de si es realmente bueno cuando se observa más atentamente a cierta distancia, o si puede incluso ser malo para otra persona. Aquí lo que denominamos bueno es solamente sentido – sentido como algo bueno. Por lo tanto sentimos y defendemos lo bueno de modo irreflexivo, como algo bueno aunque al observador que está fuera de ese campo espiritual le parezca que es algo extraño, que pone en peligro la vida de muchos en lugar de colocarse a su servicio. Evidentemente, lo mismo es válido para lo malo. Además, sentimos lo malo con más fuerza que lo bueno, porque lo malo está unido con el miedo a perder nuestra pertenencia y al mismo tiempo nuestro derecho a vivir. La diferenciación entre lo bueno y lo malo sirve, por lo tanto, a la supervivencia dentro del propio grupo. Sirve a la supervivencia del individuo en su grupo. LA CONCIENCIA COLECTIVA. Por detrás de la conciencia que sentimos, aun actúa otra conciencia. Es una conciencia poderosa mucho más fuerte en su efecto que la conciencia personal. Sin embargo, en nuestros sentimientos es relativamente inconsciente. ¿Por qué? Porque en nuestros sentimientos la conciencia personal tiene precedencia con relación a esta segunda conciencia.
La conciencia colectiva es una conciencia grupal. Mientras que la conciencia personal es sentida por cada individuo y está al servicio de su pertenencia y de su supervivencia personal, la conciencia colectiva tiene en su campo de visión la familia y el grupo como un todo. Está al servicio de la supervivencia del grupo entero, aunque para eso algunos necesiten ser sacrificados. Está al servicio de la totalidad de ese grupo y de los órdenes que aseguran su supervivencia de la mejor forma posible... Cuando el interés de cada individuo se contrapone al interés del grupo la conciencia personal también se contrapone a la conciencia colectiva.
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