Conflictos Socioambientales

August 8, 2017 | Author: Diana Wall | Category: Mining, Peru, Science (General), Science, Economy (General)
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Descripción: Conflictos socioambientales La megaminería en Mendoza, 1884-2011 Lucrecia Wagner 2014...

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Lucrecia Soledad Wagner

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Conflictos socioambientales La megaminería en Mendoza, 1884-2011

(11) Universidad Nacional de uilmes Editorial

Lucrecia Soledad Wagner

UNIVERSIDAD NACIONAL DE QUILMES Rector Mario E. Lozano

Conflictos socioambientales La megaminería en Mendoza, 1884-2011

Vicerrector Alejandro Villar

al

Universidad Nacional de Quilmes Editorial

Bernal, 2014

Colección Convergencia. Entre memoria y sociedad Dirigida por Noemí M. Girbal-Blacha

INDICE Wagner, Lucrecia Soledad Conflictos socioambientales. La megaminería en Mendoza, 1884-2011. - la ed. - Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2014. 248 p.; 22x15 cm. - (Convergencia)

AGRADECIMIENTOS

11

INTRODUCCIÓN

15

ISBN 978-987-558-305-4 CAPÍTULO I. CONFLICTOS Y MOVILIZACIONES SOCIOAMBIENTALES

1. Historia Social. I. Título CDD 306

EN PERSPECTIVA HISTÓRICA

39

CAPÍTULO II. INTENTOS Y PERSPECTIVAS DE DESARROLLAR LA MINERÍA Y PROTEGER EL AMBIENTE

73

CAPÍTULO III. CRISIS DE REPRESENTATIVIDAD, ASAMBLEAS Y CONFLICTIVIDAD SOCIOAMBIENTAL EN LA ARGENTINA

105

CAPÍTULO IV. CONFLICTOS Y MOVIMIENTOS SOCIOAMBIENTALES EN DEFENSA DEL AGUA Y EN OPOSICIÓN A LA MINERÍA A GRAN ESCALA EN MENDOZA . .

Lucrecia Soledad Wagner. 2014 Universidad Nacional de Quilmes. 2014 Universidad Nacional de Quilmes Roque Sáenz Peña 352 (B1876BXD) Bernal, Provincia de Buenos Aires República Argentina editorial.unq.edu.ar [email protected] ISBN 978-987-558-305-4 Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 Impreso en Argentina

145

REFLEXIONES FINALES

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BIBLIOGRAFÍA

231

A mi mamá, ejemplo de vida. A todas aquellas personas que transformaron mi investigación en una experiencia inolvidable.

AGRADECIMIENTOS

Vamos desandando este camino. / Vamos resistiendo en este olvido [...] / Somos trashumantes de la historia. / Somos artesanos de memoria / y está lleno de rostros nuestro amor [...] / Soy esta tierra, soy esta gente, / soy mi memoria, y soy esta historia. / Brota nuestra luz de las cenizas, lágrimas de amor y de injusticia / y está lleno de barro nuestro andar, está lleno de vientos... RALY BARRIONUEVO, "Esta historia", Noticias de mi alma, 2008.

Este libro es el resultado de mi tesis doctoral y de los avances sobre mi proyecto posdoctoral. En primer lugar, quiero brindar mi más sentido agradecimiento a Orieta Zeberio, por haberme contagiado la pasión por la investigación, por su confianza y acompañamiento en los primeros años de mi doctorado. Llegar a esta instancia no hubiera sido posible sin el acompañamiento de Gustavo Zarrilli, a quien agradezco además por su guía en todos estos años, por las oportunidades abiertas y toda la ayuda brindada. Mónica Blanco también fue parte de este logro, porque de forma totalmente desinteresada se convirtió en una entusiasta consejera en los quehaceres historiográficos. Un especial agradecimiento a mis jurados de tesis doctoral: Hector Alimonda, Elma Montaña y Guido Galafassi, quienes con sus rigurosos comentarios, críticas y sugerencias, aportaron a la relectura y revisión de mis líneas de trabajo, que hoy se plasman en este libro. En Mendoza, han sido clave los aportes a mi formación de Diego Escolar, a quien agradezco por sus respetuosos consejos, su apuesta sobre mis líneas de trabajo y su acompañamiento en estos últimos años. A Leticia Saldi, Facundo Martín y Facundo Rojas, les debo la constitución de un valiosísimo grupo de trabajo, del que han surgido debates y publicaciones compartidas que han contribuido enormemente a complejizar mi mirada e introducir nuevas dimensiones a la problemática. Los últimos años pasados en el Grupo de Historia Ambiental y Antropología del JANIGLA han contribuido sustancialmente a generar un ambiente propicio para el desarrollo de mi trabajo. Agradezco especialmente a Charo Prieto, Teresita Castrillejo y Ricardo Villalba por la cordialidad brindada en este espacio. 11

Las mañanas y tardes de escritura no hubieran sido tan cálidas sin la compañía y los mates de Leticia Saldi, Laura Besio y Julieta Magallanes, a quienes agradezco además por el empuje y la paciencia en los últimos meses de trabajo. Desde Buenos Aires, un apoyo incondicional he encontrado en el Centro de Estudios de la Argentina Rural (cEAR), de la Universidad Nacional de Quilmes. Agradezco especialmente a Gustavo Zarrilli, Noemí Girbal, y a los becarios —algunos ya investigadores— por el aliento en todo momento y la buena predisposición en mis visitas a Quilmes. Un agradecimiento especial a Juan Cerdá por sus amables consejos siempre disponibles cuando los solicité. A Lucas Pinto, por las discusiones y los trabajos compartidos, y por todos sus aportes sobre la mirada brasileña y campesina de la conflictividad ambiental. A Fernanda Leyva, por su amistad y su empuje, y a ella y a Lucas por la compañía en los andares por la capital. Esta investigación no hubiera sido posible sin las becas otorgadas por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Tuve la oportunidad de contar con diversos centros como lugar de trabajo. Un cariño entrañable guardaré siempre hacia el Centro de Investigaciones y Estudios Ambientales (cINEA) y el equipo docente de la carrera de Gestión Ambiental de la Facultad de Ciencias Humanas, de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (uNICEN) sede Tandil. Este lugar constituyó mi primer espacio de formación. Agradezco enormemente el cariño y el acompañamiento de Marcela Guerrero y Kuky Coria, siempre dispuestas a brindarme su colaboración. También a Roxana Banda Noriega y Alejandro Ruiz de Galarreta por su interés en mis avances y la buena predisposición brindada en todo momento. Recordando Tandil no podría dejar de agradecer a mis amigos y colegas de Gestión Ambiental, por el sueño compartido de que se puede intentar mejorar este mundo cada día, en especial a Esteban y Fernando, por sus palabras de aliento y su amistad. A mi querido Pablo Pablo, quien sé que estará sonriendo por este nuevo logro. Un sentido agradecimiento a la Rueda Femenina de Rotary Club Olavarría por su apoyo en mis primeros pasos, en especial a mi querida madrina Neil Vazquez de Ippólito y a Enrique Alfieri por su confianza. En los años en los que transcurrió mi doctorado tuve la posibilidad de hacer una estadía en Sáo Leopoldo, Brasil. Agradezco enormemente a los profesores del Posgrado de Historia de la Universidade do Vale do Rio dos Sinos (uNisiNos), en especial a Marluza Marques Harres, por sus consejos, calidez humana y acompañamiento durante aquellos meses. Ya en Mendoza tuve la oportunidad de conocer personas que no solo fueron fuente de conocimiento sobre mis inquietudes, sino que además me

brindaron sus aportes con gran calidez humana. Un agradecimiento especial a los miembros del Consejo de Desarrollo Sustentable de Mendoza, en especial a Ángel Berra, Carlos Pincolini, Ana Sedevich, Mariela Superina, Guillermo Ferrari, Claudia Timoner y a la querida memoria de Guillermo Padín. A Federico Soria, por toda la información y la experiencia transmitidas. A Eduardo Sosa, por las extensas charlas, por su amistad, consejos e información. A Aldo Rodríguez Salas, por sus aportes a mi conocimiento sobre la realidad ambiental mendocina. A Diego Bombal, por alentar mi investigación desde los primeros pasos, va un eterno agradecimiento también por su hospitalidad mendocina. No alcanzan las palabras para agradecer la amistad y el conocimiento brindado por mi querido "compamigazo" Marcelo Giraud, con quien tengo el orgullo de haber compartido memorables instancias de los conflictos mineros en la provincia de Mendoza, por su humildad y ejemplo de calidez humana. En la misma línea es un orgullo haber publicado junto a reconocidos intelectuales de los que además destaco su integridad humana: mi querida Mirta Antonelli, Maristella Svampa, Horacio Machado, Norma Giarracca, Quique Viale y Miguel Teubal, por el escribir caminando y percibiendo nuestras realidades territoriales. Nuevamente un sentido agradecimiento a Héctor Alimonda por los espacios que me ha permitido compartir, y a César Padilla, del Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina (ocmAL), por viabilizar los intercambios entre las realidades latinoamericanas en materia de conflictividad socioambiental. Para el desarrollo de mi trabajo fueron esenciales los documentos aportados por el personal de la Dirección de Protección Ambiental y de la Dirección de Minería de la provincia de Mendoza, así como también del personal del Segemar-Delegación Mendoza, a quienes agradezco por la información brindada y la buena predisposición ante las consultas. Un especial agradecimiento a Eddy Lavandaio, por sus pacientes y pedagógicas explicaciones sobre los procesos mineros en la Argentina. Y desde los comienzos del andar que hoy se plasma en este trabajo, el agradecimiento eterno a mi mamá, por ser mi mayor ejemplo de vida y de mujer, por su acompañamiento incondicional en todos los caminos que elijo recorrer. A mi abuelo, por su cariño que llenó los vacíos de mi niñez, y a mi abuela, por su cuidado y paciencia. A mis tíos, tías, primos y primas, por sus palabras de aliento y los encuentros esporádicos que llenan los kilómetros que hoy nos separan. A mis hermanas y hermanos de la vida: a Guada, por todos los momentos y apuestas compartidos, por su fiel apoyo y paciencia, por ser parte de muchas de las experiencias aquí relatadas, por llenar mis días de escritura

con tortas, comidas ricas y palabras de aliento. A Bel, por esa manera directa y llana de alentarme y acompañarme en mis andares, por los viajes y los sueños compartidos, por su compañía que trasciende las distancias. A Noé y a Vane, por estar a pesar de los kilómetros y los tiempos que nos separan; a Ana, Guille y Lucho, por haber llenado de compañía y amistad mis andanzas por Baires. A Caro, Ana, Lore, Paula y Flor, por los tiempos compartidos en aquel Tandil universitario. A Yesi, por el Brasil que descubrimos juntas y por estar siempre, por nuestras largas y divertidas charlas que siempre espero retomar. A Francis, por las entrañables conversaciones compartidas y sus reflexiones inspiradoras, a Juan, por su cariño sin igual. A las vergelinas, por la red en continua construcción, por su cariño y su cuidado, por las siembras y cosechas que vendrán. A Claudia, por escucharme siempre, por la paciencia y la amistad. A Cristina, madre de mi nido capitalino, por las charlas interminables y su apoyo incondicional. A Facu, por los mapas de este libro y los de la vida, por su compañía y amistad en los devenires del destino. A los tres soles de mi vida: Nicolás, Bruno y Vicente, por hacerme día a día descubrir esos pequeños detalles que hacen que la vida tenga sentido. Finalmente, a todas las personas que integran las diversas organizaciones que construyeron la realidad que este libro relata, y sin cuya colaboración esta investigación no hubiera sido posible: a los Vecinos Autoconvocados de San Carlos, Tunuyán y Tupungato; la Multisectorial de General Alvear; los Autoconvocados de Punta del Agua, la Asamblea del Pueblo de Alvear; la ¿Uranio? No Gracias; la Multisectorial del Sur; la Asamblea Popular por el Agua del Gran Mendoza; la Asamblea por el Agua Pura de Lavalle; la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Uspallata, y a todos aquellos que desde el anonimato aportaron a este trabajo, por la paciencia, predisposición y atención recibida durante mi investigación en Mendoza. Un agradecimiento eterno a la Asamblea Popular por el Agua del Gran Mendoza, por su apertura y colaboración. A mis queridos Mariano y Cari, Gachi, Mariano, Guni, Sergio, Claudio, Gera, Claudia, Luis, Polo, y a todos aquellos que se han ido sumando y a los que, aunque ya no están, nutrieron de experiencias mis días en Mendoza. A los Agalón, por su trabajo en pos de una mayor información que aporte a los necesarios debates que deben venir. Un reconocimiento especial a quienes conforman la Unión de Asambleas Ciudadanas, por las contribuciones a esta investigación, la confianza y los encuentros compartidos.

INTRODUCCIÓN

La única solución que la ideología del desarrollo del actual capitalismo ofrece para el futuro es más del mismo proceso de amenaza a los recursos naturales con los que ha prosperado desde siempre. Las comunidades mineras se están acercando rápidamente a ese día de destrucción previsto en los mitos precolombinos, cuando el mundo natural, luego de perder su balance, manifieste su molestia y disgusto, y los monstruos primitivos sean desatados por el espíritu de las colinas, para devorar a la gente que abandonó su vida agro-pastoril para trabajar en las minas. JUNE NASH1

EL ABORDAJE DE UNA PROBLEMÁTICA ACTUAL CON ANCLAJE HISTÓRICO

En la Argentina, la última década ha estado caracterizada por la emergencia de diversos conflictos asociados a problemáticas ambientales, entre los cuales se han destacado los originados por la potencial instalación de proyectos mineros a gran escala, en su mayoría a cielo abierto. A diferencia de otros países de la región, como Chile, Bolivia o Perú, la minería, si bien ha tenido algunos impulsos en determinados períodos de la historia nacional —la realización de planes con el fin de inventariar los recursos mineros existentes, o casos puntuales de proyectos mineros en funcionamiento—, no ha sido una actividad central para la economía argentina, con la que su población, salvo excepciones, esté mayoritariamente acostumbrada a convivir. En un país con un modelo agroexportador imperante, y con determinadas economías regionales que lograron perpetuarse en algunas provincias, la actividad minera quedó relegada a ciertos territorios, y su mayor desarrollo se produjo para el tipo de minería que el Código de Minería argentino clasifica como de tercera categoría, es decir, las canteras de las cuales se extraen materiales de construcción y ornamento. Para analizar la emergencia de esta conflictividad socioambiental en los inicios del siglo xxl, es imprescindible establecer la relación con los aconNash, J., Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros. Dependencia y explotación en las minas de estaño bolivianas, Buenos Aires, Antropofagia, 2008. 1

tecimientos de la década previa, auge del modelo neoliberal en el país. Es a partir de la década de 1990 cuando cobran impulso, con la sanción de una serie de leyes nacionales que tuvieron como finalidad atraer inversiones extranjeras, numerosos proyectos de minería a gran escala en la Argentina. Las nuevas tecnologías, y la disminución de yacimientos con minerales de alta ley —en vetas, extraídos mediante galerías subterráneas—, determinaron la rentabilidad de la explotación de minerales de baja ley, dando lugar a la minería a cielo abierto, con el uso de sustancias que separan el mineral de la roca —como cianuro y ácido sulfúrico, entre otras, dependiendo del mineral que se desee separar. La llegada de estos emprendimientos mineros a gran escala generó diferentes reacciones en diversas localidades del país. En algunas fueron concebidos como fuente de empleos y la población vivió pasivamente su llegada e instalación, con ciertos conflictos que fácilmente fueron dispersados o con críticas que emergieron luego del inicio de la actividad minera. Pero, en otras poblaciones, posiblemente por la existencia de actividades percibidas como incompatibles con la minería —especialmente por la competencia por agua y tierra, entre las que se destacan el turismo y la agricultura—, las sospechas de posible contaminación y el riesgo de afectación de los modos de vida generaron un rechazo social que fue tomando forma en organizaciones de vecinos autoconvocados, asambleas y otros grupos que iniciaron fuertes acciones de oposición a la instalación de la megaminería en el país.' En consecuencia, la primera década del siglo xxi se caracteriza por el aumento de la conflictividad socioambiental hacia la potencial explotación de yacimientos minerales —en su mayoría metalíferos—, así como también por la emergencia de procesos de organización social con el fin de rechazar proyectos mineros, que ganaron visibilidad a nivel nacional y se multiplicaron en vastas regiones del país. En 2003, Esquel, una localidad de la provincia de Chubut, fue la primera en oponerse contundentemente a un proyecto minero metalífero a cielo abierto —llevado adelante por una empresa canadiense—, mediante un plebiscito que dio como resultado el 81% de votos por el "No a la mina", constituyéndose como la segunda experiencia de este tipo realizada en América Latina, después de la consulta vecinal en Tambo Grande, Perú. 3 La proliferación de resistencias a la instalación de En este libro, "megaminería" y "minería a gran escala" se utilizan como sinónimos. Más adelante se caracterizará a esta modalidad de minería, y se darán ejemplos de los casos en que esta actividad fue pasivamente recibida y también de aquellos en los que ha sido foco de fuerte rechazo social. 3 Para una mayor profundización del caso de Tambo Grande, véase Alvarado Merino, G., "Políticas neoliberales en el manejo de los recursos naturales en Perú: el caso del conflicto agrominero de Tambogrande", en Alvarado Merino, G. et al., Gestión ambiental y conflicto 2

la megaminería en la Argentina, denominada efecto Esquel, se extendió a lo largo y ancho del país, dando lugar a la sanción, en algunas provincias, de leyes que limitan o prohiben la actividad, fruto de trascendentes movilizaciones y debates sociales. En otras provincias, se han generado instancias de discusión sobre la conveniencia de permitir la instalación —o no— de proyectos mineros socialmente cuestionados, y en algunas de las provincias, que poseen las leyes antes mencionadas, el sector empresarial minero ha abierto demandas judiciales, aún sin resolución, reclamando la inconstitucionalidad de estas leyes. Paralelamente, las organizaciones que se oponen a la megaminería, además de haber aumentado en cantidad, han establecido redes de comunicación y articulación de acciones. Esta situación argentina de creciente conflictividad socioambiental en torno a la megaminería y otras actividades extractivas es compartida con otros países latinoamericanos, entre los que se destacan Perú, Ecuador, Chile, México, Bolivia, Colombia y Uruguay. El enfoque que guía este libro parte de la necesidad de explicitar, ante el creciente debate generado por esta conflictividad socioambiental —tanto en el ámbito científico-académico como en el mediático y de la opinión pública en general—, la diversidad de motivaciones que confluyen en los grupos organizados para resistir a los proyectos mineros. Entre estos grupos, y en su interior, existe una importante heterogeneidad en cuanto a las características identificadas de la megaminería que la convierten en rechazable. Ello obliga a examinar exhaustivamente la variedad de cuestionamientos que los proyectos megamineros generan: desde la preocupación por la potencial contaminación, a la crítica del modelo de desarrollo que este tipo de minería representa, incluyendo también controversias en torno a los mecanismos de participación social y control ambiental, y al rol del Estado en estas disputas de carácter socioambiental. De este primer objetivo parte el presente trabajo, que es el resultado de la investigación plasmada en mi tesis doctoral, revisada a partir de los comentarios del jurado durante su defensa y enriquecida con discusiones y trabajos conjuntos con diversos colegas. En la investigación se abordarán la conflictividad socioambiental generada en la última década en la provincia de Mendoza por la potencial instalación de proyectos mineros a gran escala, la conformación de organizaciones sociales —grupos de vecinos autoconvocados, multisectoriales y asambleas— y su accionar, haciendo especial hincapié en su interacción con las instituciones estatales de carácter ambiental existentes en la provincia. social en América Latina, Buenos Aires, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, 2008, pp. 67-103.

Otro aspecto considerado serán los valores que guían a los actores que entran en disputa en estos conflictos. Sumado a ello, es importante enfatizar que la investigación que sustenta este libro fue realizada paralelamente al ya destacado ascenso —y complejización— de la conflictividad social relacionada con la megaminería, tanto a nivel regional —América Latina— como nacional, específicamente en Mendoza. Esto llevó a la visibilización del tema y a su instalación en la opinión pública, en los medios de comunicación y en las líneas de investigación de un creciente grupo de intelectuales de diversas disciplinas, que tomaron el tema como eje de sus trabajos y publicaciones. Ante ello, y por las propias especificidades del conflicto en la provincia elegida, se consideró que podría constituir un aporte original a la producción sobre la temática profundizar en el análisis de las implicancias de la conflictividad socioambiental en los mecanismos de evaluación ambiental de las actividades cuestionadas —enmarcados en la legislación actual y en las instituciones que se relacionan con la gestión del ambiente y los recursos naturales en Mendoza—. La elección del caso tuvo que ver justamente con las particularidades de las protestas allí acontecidas, que presentan una determinada correspondencia con la institucionalidad estatal en materia ambiental, anclada también en la fuerte impronta del agua como bien escaso, que a su vez tiene raíces en la conformación histórica provincial. En este sentido, el período analizado se inserta en un contexto histórico más amplio, ante la necesidad de situar los procesos examinados en la continuidad de acontecimientos que les dieron lugar. Por un lado, a fin de explicitar la especificidad de las características de la minería transnacional a gran escala que la convierten en objeto de resistencia de nuevos sujetos colectivos, la investigación debió remontarse a fines del siglo xfx, cuando fue sancionado el Código de Minería argentino, para dar cuenta además de los vaivenes de las políticas estatales respecto a esta actividad, y del ingreso en los últimos años de la inversión extranjera que hoy caracteriza a la megaminería. Otro hecho esencial de fines del siglo xix, que también se pretende abordar en este trabajo, fue la sanción de la Ley de Aguas en la provincia de Mendoza, la cual inaugura una serie de hitos en la historia de la estatalidad ambiental mendocina. Paralelamente, la investigación regresa a mediados del siglo xix con la finalidad de examinar el nacimiento y la historia de otro proceso que es clave para comprender los hechos actuales aquí analizados: las manifestaciones sociales que se enmarcan en las nociones de ambientttlismos y ecologismos. Conocer la diversidad de experiencias que engloban estas denominaciones, así como su devenir a lo largo del tiempo —hasta llegar a las actuales movilizaciones de carácter socioambiental en la Argentina—, contribuye a profun-

dizar su estudio y comprensión, potenciados por la mirada en perspectiva histórica de los fenómenos analizados.'

SOBREVOLANDO EL CONTEXTO Y EL ESTADO ACTUAL DE CONOCIMIENTO SOBRE LA TEMÁTICA ELEGIDA

Los conflictos y movilizaciones por la minería a gran escala en la Argentina son un objeto de estudio reciente. La investigación se inserta en este marco, por lo que el conocimiento sobre el estado de la cuestión en el tema permite comprender la elección de los aspectos a examinar en este libro, que ya han sido destacados. Teniendo en cuenta que estos conflictos emergen y ganan visibilidad en la década del 2000, las investigaciones en torno a este tema se han realizado principalmente en los últimos diez años, en los que también se han propiciado espacios de encuentro y debate entre quienes abordamos, desde el campo científico-académico, la problemática generada por la llegada al país de la minería a gran escala. Sin circunscribirse a los conflictos que emergen por la preocupación ante la potencial contaminación del ambiente, responde a un abordaje más integral, en el que la minería y sus consecuencias sociales, políticas, económicas y ambientales, entre otras, han sido foco de numerosas investigaciones.' Sin el objetivo de agotar aquí el relevamiento de la producción intelectual sobre esta temática, pero sí de dar cuenta de aquellas obras que, por los aspectos que abordan, han sido fuente de inspiración y han contribuido sustancialmente a enriquecer este trabajo, se realizará a continuación un recorrido por las publicaciones que nutrieron mi investigación. Una primera línea a considerar es la que aborda el tema de las condiciones de trabajo y de vida de los mineros y sus familias. En ella se destaca, a nivel latinoamericano, 6 desde una perspectiva histórica y etnográfica, ya en El recorte temporal elegido para este trabajo busca hacer hincapié en la trascendencia de la sanción de la ley provincial de aguas de Mendoza (1884, y unos años después, del Código de Minería argentino) hasta el año del rechazo legislativo al proyecto minero San Jorge (2011), cuyo proceso es parte de los análisis de caso que el libro incluye. Sin embargo, algunos hechos importantes en materia de conflictividad socioambiental, y algunas fuentes bibliográficas que enriquecen este libro, tienen fechas posteriores. 5 Gran parte de los autores aquí mencionados tienen una vasta producción respecto a esta temática. Al igual que para la producción a nivel latinoamericano, aquí se citan los trabajos que han sido fuente de consulta e inspiración para esta investigación, lo que no implica una recopilación exhaustiva de todo lo producido al respecto. 6 Sin embargo, es imprescindible citar, fuera de la región, el libro Noir Canada, de Alain Deneault, Delphine Abadie y William Sacher, quienes analizaron el rol de las empresas 4

1979, la paradigmática obra de June Nash, We eat the mines and the mines eat us (Comemos a las minas y las minas nos comen a nosotros),' un estudio sobre la explotación de los trabajadores en las minas de estaño bolivianas, que hace foco en aquellos elementos culturales que refuerzan la solidaridad y la conciencia de clases de los mineros y les dan un sentido a sus vidas en un ambiente deshumanizado. Por su parte, en Perú, otro país donde la minería es una actividad que históricamente forma parte de su matriz económica, desde la década del 2000 han proliferado los abordajes sobre la expansión de la minería y su relación con las comunidades aledañas a los yacimientos, analizando aspectos tales como la gobernabilidad, los procesos de diálogo, la consulta y la participación en relación con las políticas públicas estatales. 8 Más recientemente, ante la creciente escalada de violencia en los conflictos mineros en este país, José de Echave, Raphael Hoetmer y Mario Palacios Panéz coordinaron el libro Minería y Territorio en el Perú: conflictos, resistencias y propuestas en tiempos de globalización, del que participó la Confederación Nacional de Comunidades del Perú Afectadas por la Minería (Conacami), una compilación que examina los principales conflictos acontecidos en el país.' Este trabajo también incluye un artículo del geógrafo Anthony Bebbington, autor de numerosos trabajos que analizan la relación de los movimientos sociales, el territorio y la minería, y del libro Minería, movimientos

sociales y respuestas campesinas: una ecología política de transformaciones territoriales.' También en Perú, meses antes del cierre de este libro, José de Echave y Alejandro Diez presentaron su libro Más allá de Conga, en el que analizan los diferentes aspectos del último conflicto emblemático del país, haciendo hincapié en las razones que lo motivaron y en las lecciones que pueden extraerse de allí para pensar escenarios de transición. Conga, un proyecto que la empresa minera Yanacocha pretende explotar en Cajamarca, trascendió las fronteras peruanas debido al alto grado de movilización social y la represión vividos en los últimos años. 11 Las limitaciones del modelo extractivo, cada vez más evidentes en el caso peruano, están llevando a diversos intelectuales a pensar alternativas para este país, reflexiones que compilan en publicaciones grupales como la titulada Transiciones: postextractivismo y

alternativas al extractivismo en el Perú.12 En Chile —primer país productor mundial de cobre—, las publicaciones existentes analizan diferentes aspectos. Entre ellos, la crítica al proceso de desnacionalización de la minería de cobre es impulsada por Julián Alcayaga Olivares, quien en su libro El país virtual: el lado oscuro del tratado minero chileno-argentino,13 abordó los privilegios otorgados por ambos países a empresas transnacionales para la explotación de los yacimientos mineros en la cordillera de Los Andes. El primer proyecto binacional que se realizaría en el marco de este tratado, Pascua-Lama, y la conflictividad generada por él es abordada en otro trabajo de Bárbara Salinas y Javier Karmy. 14 Dentro de esta conflictividad, Pablo Romero ha analizado las disputas entre minería, agroindustria y agricultura tradicional, haciendo hincapié en el poder político, las organizaciones sociales y la división interna en la comunidad diaguita propiciada por la empresa minera.' 5

mineras canadienses en el continente africano. Sus autores y la editorial Ecosociété fueron querellados por la empresa minera Barrick Gold, acusados de difamación y demandados por seis millones de dólares. Esto derivó en un acuerdo extrajudicial que detuvo la circulación de Noir Canada, y la editorial debió pagar una suma significativa a Barrick Gold. En razón de ello, un grupo de intelectuales, en su gran mayoría latinoamericanos y europeos, decidieron encarar lo que denominaron "Proyecto Traductor@s y Corrector@s Colectiv@s", con el objetivo de traducir el libro (los primeros cuatro capítulos), y acercarlo al lector de habla castellana. Gracias a ello, se encuentra disponible la "versión latinoamericana": Denault, A. et al., Negro Canadá: saqueo, corrupcióny criminalidad en África, Traductor@s y Corrector@s Colectiv@s, 2012. 7 Nash, J., op. cit. 8 Véanse: De Echave, J., Construyendo un proceso de toma de decisiones frente a operaciones mineras, Lima, CooperAcción-Saywa Ediciones, 2001; De Echave, J. et al., Los procesos de diálogo y la administración de conflictos en territorios de comunidades. El caso de la Mina de Tintaya en el Perú, Lima, CooperAcción, 2005; Alayza Moncloa, A., No pero sí. Comunidades y minería. Consulta y consentimiento previo, libre e informado en el Perú, Lima, CooperAcción, 2007; De Echave, J., Diez años de minería en el Perú, Lima, CooperAcción, 2008. 9 De Echave, J., R. Hoetmer y M. Palacios Panéz (coords.), Min¿'ría y territorio en el Perú: conflictos, resistencias y propuestas en tiempos de globalización, Lima, Programa Democracia y Transformación Global-Conacami-CooperAcción, Acción Solidaria para el Desarrollo-Fondo Editorial de la Facultad de Ciencias Sociales, Unidad de Posgrado, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2009.

ruano de Estudios Sociales, 2007. 11 De Echave, J. y A. Diez, Más allá de Conga, Lima, Red Peruana por una Globalización con Equidad (RedGE)-CooperAcción, 2013. 12 Alayza, A. y E. Gudynas (eds.), Transiciones: postextractivismo y alternativas al extractivismo en Perú, 2a ed., Perú, Centro Latinoamericano de Ecología Social-RedGE, 2012 [20101. 13 Alcayaga Olivares, J., El país virtual. El lado oscuro del tratado minero chileno-argentino, Chile, Editorial Tierra Mía, 2009. 14 Salinas, B. y J. Karmy, Pascua Lama: Conflicto armado a nuestras espaldas, Santiago de Chile, Editorial Quimantú, 2009. 15 Romero, E, "Minería, agroindustria y agricultura tradicional: Conflictos socioambientales en el semiárido chileno, el caso de la comuna de Alto del Carmen", en Alimonda, H. (coord.), La naturaleza colonizada. Ecología política y minería en América Latina, Buenos Aires, Clacso-Ciccus, 2011, pp. 285-301.

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1 ° Bebbington, A., Minería, movimientos sociales y respuestas campesinas: una ecología política de transformaciones territoriales, Perú, Instituto de Estudios Peruanos y Centro Pe-

Específicamente sobre conflictos ambientales, en su libro publicado previamente a los antes destacados, César Padilla Ormeño y Pablo San Martín Saavedra 16 vincularon estos procesos con las rediscusiones sobre la democracia y las modalidades de participación, temáticas que son eje, en los últimos años, de álgidos debates en relación con el extractivismo, tema que será abordado más adelante en este trabajo. Desde Ecuador, Alberto Acosta, paradójicamente exministro de Energía y Minas y expresidente de la Asamblea Constituyente de Ecuador, escribió La maldición de la abundancia,'' libro en el que discute cómo un país poseedor de riquezas naturales se convierte en una nación sentenciada a exportar materias primas. Acosta y William Sacher elaboraron recientemente otro libro, Minería a gran escala en Ecuador,18 en el que describen la situación de la minería en este país, especialmente las de gran escala y metálica, problematizando su rol como motor de la economía, en un país en el que, similarmente a lo que acontece en la Argentina, la megaminería se presenta como una "alternativa de desarrollo", no está históricamente arraigada —si se la compara con otros países de la región— y es puesta en cuestionamiento por diversos sectores de la sociedad. También existen trabajos realizados por redes internacionales, como el elaborado desde el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, 19 que sistematizó los principales impactos sociales y ambientales de la minería en diferentes lugares del mundo, incluido el caso ya mencionado de Esquel, en la provincia argentina de Chubut. Si se ahonda en la producción argentina sobre la temática, los primeros trabajos que abordan conflictos socioambientales vinculados a la minería a gran escala fueron escritos por sus propios protagonistas y, casi paralelamente, estas disputas se convirtieron también en tema de investigación de tesis de grado y posteriormente de posgrado. En este sentido, desde los actores del conflicto, puede citarse el libro coordinado por Lucas Chiappe La Patagonia de Pie. Ecología vs. Negociados, en el que se relatan diversas movilizaciones llevadas adelante en la Patagonia, entre ellas, el caso de Esquel. Aquel libro tuvo como finalidad, según las palabras de Chiappe, recopilar la información que se había juntado a través de los años, "His16 Padilla Ormeño, C. y P San Martín Saavedra, Conflictos ambientales. Una oportunidad para la democracia, Santiago de Chile, Observatorio Latinoamericano de Conflictos Am-

torias que habían sido olvidadas por los medios masivos y que durante tanto tiempo quedaron restringidas a un pequeño grupo de pobladores memoriosos, sin obtener ningún tipo de difusión a pesar del escándalo que significaron en su momento".' Así, el coordinador de estos relatos cuenta cómo, en dieciocho meses, se agotó la primera edición de 1.600 ejemplares, ensamblados a mano en una imprenta artesanal de Mallín Ahogado, "Demostrando por un lado la necesidad que existe en nuestra biorregión [Patagonia] de recuperar la memoria ambiental silenciada, y por otro, la avidez de la población por contar con textos bien documentados, creíbles y medianamente optimistas, sobre tantas historias de las que ningún 'periodista convencional' jamás va a derramar una sola palabra". 2 ' Es importante destacar que algunos de los conflictos relatados se iniciaron durante la última dictadura militar argentina (1976-1983), y sus protagonistas llevaron adelante sus acciones en un contexto de censura, amenazas e inseguridad. Pasados veinte años del regreso a la democracia, el caso Esquel colocó esta conflictividad en la tapa de diarios patagónicos y nacionales, y recibió cobertura de radio y televisión, incluso extranjeros. Lo que permite la obra coordinada por Chiappe es rastrear los antecedentes de esta movilización de vecinos autoconvocados, en una realidad patagónica mucho más rica y completa en materia de conflictividad socioambiental, generalmente poco conocida en el resto del país. Sobre este conflicto emblemático de la Argentina —e incluso de América Latina, por ser, como ya fue destacado, la segunda experiencia de consulta por minería, luego de Tambo Grande, en Perú— se cuenta, en la misma línea del registro desde los protagonistas, con la obra de Juan A. Zuoza. "Escrito en Esquel" es una frase que se destaca en la tapa de este libro, cuyo autor llegó a esta localidad en su adolescencia y años después fue partícipe de los acontecimientos de organización vecinal que desembocaron en el plebiscito, hechos que relata en Esquel y su No a la Mina: Cronología de la lucha de un

pueblo en contra de los abusos del poder político y económico." Posteriormente, en el año 2006, el periodista Javier Rodríguez Pardo —copartícipe de la idea de aunar los relatos sobre conflictos patagónicos, junto con Chiappe en el libro ya destacado— publicó su propio libro En la Patagonia No,23 en el que narra las movilizaciones realizadas en contra del

bientales (occA)-Instituto de Ecología Política, 1996. 17 Acosta, A., La maldición de la abundancia, Ecuador, Abya-Yala-uPs Publicaciones, 2009. 18 Sacher, W y A. Acosta, La minería a gran escala en Ecuador:Análisis y datos estadísticos sobre la minería industrial en el Ecuador, Quito, Abya-Yala, 2012. 19 Carrere, R. (coord.), Minería: impactos sociales y ambientales, Uruguay, Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, 2004.

20 Chiappe, L. (coord.), La Patagonia de pie. Ecología vs. negociados, Chubut, Proyecto Lemu-Grupo de Amigos del Libro, 2005, p. 191. 21 'bid., p. 193. 22 Zuoza, J. A., Esquel y su No a la Mina. Cronología de la lucha de un pueblo en contra de los abusos del poder político y económico, Esquel, 2005. 23 Rodríguez Pardo, J., En la Patagonia No. Crónica de la epopeya antinuclear de Gastre, El Bolsón, Proyecto Lemu-Grupos de Amigos del Libro, 2006.

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proyecto de repositorio nuclear en Gastre, Chubut, otro conflicto que llegó a tener cobertura mediática nacional, a mediados de la década de 1990. 24 Retomando el caso Esquel, este también fue tema de investigación de algunas tesinas de grado, como las realizadas por Hernán H. Schiaffini, 25 deslmarcoCinsAtplógca,yorLuisMnelCpy Diego Sebastián Colao, 26 desde las Ciencias de la Comunicación. Los autores también podrían enmarcarse en la línea del registro desde los protagonistas, ya que han participado de las acciones de oposición a los proyectos mineros. Schiaffini examinó el conflicto a partir de la constitución de las fuerzas sociales que fueron capaces de generar y llevar adelante un enfrentamiento como el acontecido en Esquel. El autor introduce en el análisis un término estratégico en los debates actuales sobre los conflictos por megaminería: "territorio". Al considerar que las fuerzas sociales se fundan en la constitución de territorios, plantea investigar qué territorios se gestan y cómo interactúan con otros territorios para generar las capacidades de movimiento que posteriormente se demuestran posibles. Por su parte, Claps y Colao analizaron las estrategias discursivas que utilizó cada actor para imponer un proyecto de gestión de los recursos naturales, en el marco de la lucha política y simbólica que desembocó en el plebiscito de marzo del 2003. Los autores determinaron que los recursos naturales constituyeron el objeto en disputa, es decir, el centro del conflicto, en íntima relación con la definición de información/comunicación y comunidad, relacionada a su vez con la problemática del derecho a la información y la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones. La constitución identitaria de la comunidad esquelense fue un tópico que estuvo presente en ambos trabajos. Este, y el enfoque territorial, también han guiado otra investigación en torno al caso Esquel llevada a cabo por la cientista social Ana Mariel Weinstock, 27 desde un enfoque sociote-

"Promete ser multitudinaria la protesta contra el repositorio atómico en la meseta patagónica, ecologistas y políticos recorrerán 450 km bajo la nieve y por caminos de ripio", relataba Sergio Levit en una nota peridística en uno de los principales medios de prensa escrita de la Argentina, La Nación, bajo el título "Marcharán en Chubut contra el depósito nuclear", del 15 de junio de 1996. Disponible en . 25 Schiaffini, H. H., —El agua vale más que el oro'. La constitución de fuerzas sociales en torno al conflicto minero en Esquel. 2002-2003", tesis de licenciatura, Departamento de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 2003. 26 Claps, L. M. y D. S. Colao, "Comunicación, recursos naturaléS y comunidad en el caso Esquel", Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, 2005. 27 Weinstock, A. M., "No a la mina de Esquel: un primer acercamiento socio-territorial", ponencia presentada en las Terceras Jornadas de Jóvenes Investigadores, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Gino Germani, 2005; y Weinstock, A. M., "No todo 24

rritorial de los movimientos sociales, y con hincapié en la influencia que ejerce la conformación histórico-cultural de la región para el desarrollo del conflicto. Así, Weinstock reflexiona que "Coexisten dinámicas que acentúan el contacto transnacional con un resurgir de las identidades regionales. Al tiempo y a medida que se abren fronteras y las relaciones sociales aparecen como más Vesterritorializadas', se observa una búsqueda de las raíces culturales y se experimenta un nuevo localismo". 28 La autora destaca, ya en 2005, el efecto multiplicador que tuvo el caso Esquel —también denominado efecto Esquel— en otros puntos del país, destacando la creación, en noviembre de 2003, de la Red de Comunidades Afectadas por la Minería de la Argentina (Red CAMA) con la participación de pobladores de diferentes provincias. Pasando del caso Esquel, con un rotundo rechazo poblacional, a lo investigado sobre el primer proyecto de megaminería instalado en la Argentina, La Alumbrera, en la provincia de Catamarca, puede destacarse el abordaje de Andrea Mastrangelo, que hace hincapié en el desencanto de las expectativas de los catamarqueños con "la gran minería", y en la conformación de un mercado de trabajo étnicamente sesgado. Desde una perspectiva antropológica, en su libro Las niñas Gutiérrez y la mina Alumbrera. La articulación con la economía mundial de una localidad del Noroeste argentino,29 la autora describe las consecuencias de la instalación de la compañía minera transnacional en la localidad de Belén. Mastrangelo narra cómo, a partir de la puesta en marcha del proyecto minero, se produjo un crecimiento con concentración económica que fragmentó la organización social de Belén y transformó a los sectores que no participaron de la articulación con la economía global, en un sobrante cuya viabilidad depende de la intervención y asistencia del Estado. Volviendo al sur del país, los conflictos en torno a las actividades extractivas, especialmente en la Patagonia argentina, también han sido objeto de numerosos artículos. Una de las revistas pioneras en esta temática fue Theomai, de la que pueden citarse trabajos de Guido Galafassi sobre el renovado perfil extractivo de recursos naturales en los espacios rurales patagónicos, y los conflictos socioambientales en torno a la minería metalífera. 3° Junto con Andrés Dimitriu, Galafassi también ahonda en las carac-

lo que (brilla) vale es oro. El caso del 'No a la mina' de Esquel", Argumentos, N° 7, 2006, pp. 1-22. 28 Weinstock, A. M., "No a la mina de Esquel....", op. cit., p. 1. 29 Mastrangelo, A., Las niñas Gutiérrez y la mina Alumbrera. La articulación con la economía mundial de una localidad del Noroeste Argentino, Buenos Aires, Antropofagia, 2004. 30 Entre los artículos de Guido Galafassi véanse: "Estado, capital y acumulación por desposesión. Los espacios rurales patagónicos y su renovado perfil extractivo de recursos naturales"; "Minería de oro y plata y conflictos sociales. Un proceso de historia reciente en Patagonia"; "Producción, tierra y conflictos socio-ambientales en Patagonia. Una pri-

terísticas de la minería a gran escala y sus efectos en el artículo "El Plan B de los capitales mineros", 31 que surge como respuesta a la nota de Nicolás Gutman "Inversiones mineras en Argentina", publicada en mayo de 2007 en el periódico Le Monde Diplomatique. Asimismo, en otros artículos de esta misma revista, Andrés Dimitriu analizó temas tales como las contradicciones del crecimiento, los saberes locales y el saqueo, el compromiso de los intelectuales y la noción de la Patagonia como mercancía. 32 Específicamente sobre Navidad, uno de los proyectos mineros emblemáticos en Chubut, localizado en la meseta de esta provincia, puede consultarse el trabajo de Luis Claps: "Navidad: minería y saqueo en la meseta central del Chubut". 33 Se suman a los anteriores aportes sobre los movimientos que se generaron en rechazo a estos emprendimientos, especialmente en oposición a la minería del oro y al uso de cianuro, los análisis de Carlos Gustavo Espinoza, 34 que también hace referencia al caso Esquel, y de Lino Pizzolón, 35 quien reflexiona sobre el rol de los profesionales universitarios, a partir del análisis de una carta del Colegio de Ingenieros de La Rioja —publicada en un diario riojano—, que repudia la ley sancionada en esta provincia con el fin de limitar la actividad minera.

Recientemente, los investigadores que abordamos esta temática hemos construido redes a fin de articular nuestras producciones y reunir publicaciones en libros y dossiers que buscan acompañar intelectualmente a esta creciente movilización socioambiental, es decir, difundir datos y procesos basados en investigaciones científico-académicas, a fin de potenciar la apertura, en diversos ámbitos, del debate sobre la conflictividad social que la megaminería está generando y los efectos que está produciendo en múltiples dimensiones: social, política, económica, ecológica, jurídica, ética, entre otras. 36 De esta necesidad surge el libro Minería transnacional, narrativas del desarrollo y resistencias sociales, editado por Maristella Svampa y Mirta A. Antonelli. 37 En este trabajo, Maristella Svampa, Lorena Bottaro y Mallan Sola Álvarez analizan el modelo minero en la Argentina y las resistencias que ha ocasionado, los lenguajes de valoración existentes en torno al tema y las territorialidades en pugna. Para ello, realizan un recorrido por la creciente conflictividad suscitada en diferentes provincias del país, desde el efecto Esquel al efecto La Alumbrera como casos testigo innegables en el cambio de oportunidades políticas. f... ] si bien el "efecto Esquel" fue altamente beneficioso en todo el país en términos de multiplicación de las resistencias, también lo es el hecho de que la exitosa experiencia, que sorprendió a las compañías mineras, produjo el posterior reacomodamiento de organismos nacionales, gobiernos provinciales y de las propias empresas transnacionales, que multiplicaron sus intervenciones en defensa de este tipo de minería y comenzaron a ensayar nuevas estrategias de "disuasión". 38

mera aproximación", disponibles en el sitio web de la revista Theomai: . 31 Este Plan B surge, por parte de quienes poseen intereses particulares alrededor de la extracción minera, con el fin de mitigar el rechazo de las poblaciones hacia estos proyectos. "Si el plan Vs: era —o es— 'ir, extraer todo lo posible y retirarse antes de que la población se dé cuenta', el plan 'B' es la suma de maniobras imaginables destinadas a ganar consenso, legalizar estas formas de enriquecerse, lograr obediencia y/o complicidad, publicitar sus objetivos como si fueran idénticos a los de la sociedad y desacreditar las alternativas como si fueran 'ataques'. Plan 'C', no hace falta decirlo, es cuando —con intervención del Estado— el rechazo al saqueo es criminalizado para justificar el uso de la fuerza física (guerra por recursos, persecución política). Volviendo al cruce científico-político; es sabido, aunque no muy divulgado, que siempre fue estratégica la subordinación de muchos científicos y muchas instituciones —asociadas a la administración de la ciencia y la técnica— al capital". Galafassi, G. y A. Dimitriu, "El Plan 'B' de los Capitales Mineros. A propósito de las notas sobre 'Inversiones mineras en Argentina' en Le Monde Diplomatique de mayo 2007", Theomai, N° 15, 2007. Disponible en . 32 Entre los artículos de Andrés M. Dimitriu véanse: "Las contradicciones del 'crecimiento— , "Montañas, entre mitos y mapas satelitales", "Cuando los saberes locales enfrentan al saqueo: 'Acuerdos Multi- (o Bi) laterales', privatización del conocimiento y compromiso intelectual", "Producir y consumir lugares: Reflexiones sobre la Patagonia como mercancía", disponibles en el sitio web de la revista Theomai: . 33 Claps, L. M., "Navidad", Theomai, N° 15, Buenos Aires, 2007. 34 Espinoza, C. G., "¿Más valor que el oro? Los movimientos populares en oposición a la minería con cianuro", Theomai, N° 9, Buenos Aires, 2004. 35 Pizolón, L., "La quimera del oro", Theomai, N° 15, Buenos Aires, 2007.

Ello no implica que en cada una de las publicaciones destacadas están todos los investigadores de la mencionada red, pero sí que ésta potencia un fluido intercambio de los avances de nuestras investigaciones. Svampa, M. y M. Antonelli (eds.), Minería transnacional, narrativas del desarrollo y resistencias sociales, Buenos Aires, Editorial Biblos, 2009. 38 Svampa, M, M. Sola Álvarez y L. Bottaro, "Los movimientos contra la minería metalífera a cielo abierto: escenarios y conflictos. Entre el 'efecto Esquel' y el 'efecto La Alumbrera — , en ibid., p. 128. 39 Se refiere a las provincias que han sancionado leyes que limitan o prohíben la minería. Este tema será profundizado más adelante, ya que Mendoza forma parte de las provincias que poseen este tipo de legislación.

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Así, las autoras afirman que las provincias patagónicas se debaten entre el efecto Esquel y la implantación de un destino minero, mientras que, en el centro del país, se pueden localizar las provincias que han tenido legislaciones del no —Mendoza, Córdoba y San Luis- 39 y los casos marginales —La Pampa y Buenos Aires—. Es en el noroeste y el norte argentino donde Svampa, Sola Álvarez y Bottaro identifican a las provincias pioneras en implantar el modelo 36

minero, es decir, su núcleo duro en el país, " f... compuesto precisamente por las provincias de La Rioja, San Juan y Catamarca, las cuales presentan una matriz social jerárquica así como un entramado socioeconómico poco diversificado y gobiernos tradicionalmente atravesados por lazos clientelares y procesos de corrupción". 40 El caso de la provincia de San Juan y su construcción como capital nacional de la minería, en relación con el rol del Estado y los medios de comunicación, es analizado especialmente por Silvina Giovannini, Mauro Orellana, Dolores Rocchietti y Ángelica Vega, en un artículo también incluido en el libro de Svampa y Antonelli. 4 ' Otros temas cruciales para el análisis del conflicto, como las concepciones en torno a licencia social, desarrollo sustentable y minería responsable, son abordados por Mirta A. Antonelli, examinándolos desde el poder semiótico del capital y el modelo discursivo de la democracia prominera: En el trabajo de construcción de un lenguaje común, la "minería responsable" se inscribió como un lugar vacío para ser llenado en el futuro, gracias al promisorio avance de investigaciones para reducir daños —y costos— y la adopción de instrumentos y medidas de gestión pública que promovieran la licencia social para que las empresas operaran. En el cruce entre responsabilidad y minería, la ciencia y la tecnología definirían su estatuto "sustentable". 42

Retomando el caso Esquel, pero desde una óptica diferente a la de los primeros trabajos existentes, Marcela Cecilia Marín analiza el No a la mina como acontecimiento, " [ es el espacio de 'emergencia de una discontinuidad'. El acontecimiento 'anuncia que ha sido creado algo en el orden de lo posible, que se expresaron nuevas posibilidades de vida y que se trata de llevarlas a cabo'"." En su trabajo, Marín plantea que el No a la Mina emerge como nicho conflictivo que debe ser neutralizado, "ingresa dentro de esta construcción de neomapas de la Argentina minera a modo de los excluidos que son incluidos en términos de 'territorios en resistencia' y, en este sentido, la estrategia del dispositivo hegemónico consiste en desactivar el conflicto (constitutivo de lo social) y deslegitimar la resistencia a través de

la construcción del consenso".' Nuevamente, el territorio, esta vez como base de las resistencias sociales a la minería transnacional, se constituye en elemento esencial del análisis del conflicto. En coincidencia con ello, Horacio Machado Aráoz analiza el caso de la minera La Alumbrera desde las luchas por el territorio y la dialéctica de la expropiación, enfatizando la producción colonial de la naturaleza como ecología de la expropiación.' Para Machado Aráoz, La Alumbrera constituye un caso de colonialismo ejemplar, determinando, en la provincia de Catamarca, "postales de una sociedad mineralizada"." Ello contrasta con la imagen de otras provincias, en las que las proclamas en defensa de la vida y de bienes naturales —principalmente el agua—, son característicos de gran parte de las resistencias provinciales, entre las que se destacan las provincias de Mendoza y La Rioja. Este último caso ha sido analizado desde la política de vida y agua en el centro de las disputas manifiestas y latentes, por Norma Giarracca y Gisela Hadad. 47 En el mismo año que el libro de Svampa y Antonelli, el periodista Javier Rodríguez Pardo, ya mencionado en este apartado por su vinculación con el conflicto por el repositorio nuclear en Gastre —transformándose posteriormente en referente de las movilizaciones en rechazo a la megaminería—, publicó su segundo libro Vienen por el oro, vienen por todo: las invasiones mineras 500 años después, en el que narra la resistencia de las comunidades afectadas por la instalación de empresas mineras en diferentes provincias de la Argentina. Posteriormente, el libro 15 mitos y realidades de la minería transnacional en la Argentina reúne diferentes tópicos que se debaten en torno a la megaminería con la finalidad tanto de problematizar y responder a los argumentos esgrimidos por el lobby minero, como de avanzar en una discusión sobre la colonización del saber en las universidades, sistemas científicos y educativos en general, llevada adelante por grandes poderes económicos." En concordancia con el trabajo previo de Svampa y Antonelli, también coau" Ibid., p. 186.

° Svampa, M., M. Sola Álvarez y L. Bottaro, op. cit., p. 157. Giovannini, S. et al., "La construcción de San Juan como capital nacional de la minería: el concierto de voces entre el Estado y los medios de comunicación", en Svampa, M. y M. Antonelli (eds.), op. cit., pp. 255-275. 42 Antonelli, M. A., "Minería transnacional y dispositivos de 'Intervención en la cultura. La gestión del paradigma hegemónico de la 'minería responsable y el desarrollo sustentable— , en Svampa, M. y M. Antonelli (eds.), op. cit., p. 67. 43 Marín, M. C., "El 'no a la mina' de Esquel como acontecimiento: otro mundo posible", en Svampa, M. y M. Antonelli (eds.), op. cit., pp. 229-253.

Machado Aráoz, H., "Minería transnacional, conflictos socioterritoriales y nuevas dinámicas expropiatorias. El caso de Minera Alumbrera", en Svampa, M. y M. Antonelli (eds.), op. cit., pp. 205-228. 46 Machado Aráoz, H., "Naturaleza mineral. Una ecología política del colonialismo moderno", tesis doctoral, Doctorado en Ciencias Humanas, Mención en Estudios Culturales y Sociales, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Catamarca, 2012. 47 Giarracca, N. y G. Hadad, "Disputas manifiestas y latentes en La Rioja minera. Política de vida y agua en el centro de la escena", en Svampa, M. y M. Antonelli (eds.), op. cit., pp. 229-253. 48 Machado, H. et al., 15 mitos y realidades de la minería transnacional en la Argentina. Guía para desmontar el imaginario prominero, Buenos Aires, El Colectivo-Herramienta, 2011.

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toras de este trabajo, otro de sus objetivos es el de evidenciar las asimetrías de fuerzas que caracterizan la conflictividad en torno al modelo extractivo. Estas redes no se circunscriben a la Argentina, lo que ha posibilitado la existencia de publicaciones en las que participan autores de diversos países, como el libro coordinado por Gian Carlo Delgado-Ramos, Ecología Política de la minería en América Latina, editado en México. 49 Un año después se publicó el libro coordinado por Héctor Alimonda, La naturaleza colonizada. Ecología política y minería en América Latina, 50 que combinó abordajes teóricos desde la ecología política, análisis desde esta perspectiva en relación con la gran minería, estudios de caso de conflictos en torno a la minería en diferentes países, y testimonios de quienes participan de la resistencia al avance del modelo minero en Perú —país en el que se realizó el evento que dio lugar posteriormente a la edición del libro—. 5 ' Esta obra constituyó el cuarto y último libro de los producidos por el Grupo de Trabajo en Ecología Política del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), coordinado por Héctor Alimonda. Por otra parte, un tema de álgido debate público ha sido el ingreso de dinero proveniente de la explotación de la mina La Alumbrera en las universidades nacionales, lo que ha dado lugar a discusiones en los ámbitos académico-científicos sobre el ingreso de fondos privados —y provenientes de actividades cuestionadas por sus impactos ambientales y sociales— a las instituciones estatales. Ello también impactó en la producción científica, generándose, por este y otros hechos, debates en algunas revistas donde profesionales problematizaron desde sus disciplinas su rol ante el avance de determinados proyectos productivos y extractivos. Ejemplo de ello fue el N° 19 de la revista Ecología Austral en cuya sección "Debate" ecólogos y biólogos reflexionaron sobre su rol ante la crisis ambienta1, 52 sobre cómo la ecología, al estar fuertemente vinculada a las demandas de la sociedad por la búsqueda de soluciones a los problemas ambientales, puede ser usada por sus financiadores para legitimar intereses diferentes a las demandas sociales

que dan lugar a dichas investigaciones, 53 y sobre por qué y cómo involucrarse en el conflicto minero-ambiental. 54 Esta temática, que implica la necesidad de incluir a diversos sectores de la sociedad en la toma de decisiones —a diferencia de la imposición de un determinado modelo para un territorio como su "destino inexorable"—, está estrechamente vinculada a otros debates de gran actualidad, como los que abordan el desarrollo y el modelo extractivo," y las consecuentes preocupaciones y denuncias ante el avance de ciertos proyectos sobre los lugares de vida de determinadas comunidades, y las políticas públicas sobre este tema. 56 Asimismo, en los últimos tiempos, el auge de los conflictos y las movilizaciones socioambientales se ha reflejado en la producción académicocientífica, constituyéndose como la temática central de diferentes dossiers de revistas, como los ya publicados en Herramienta N° 42 —"Ecología, Medio Ambiente, Crisis Civilizatoria", de 2009—, y N° 50 —"El capitalismo y la lucha ambiental en Latinoamérica," de 2012—. 57 Otras revistas que recientemente han abordado el tema son la ya destacada Theomai, en su N° 25, dedicado especialmente a "Modos de acumulación, recursos naturales y dominio colonial en América Latina: Un intento de mirada crítica sobre la `reinvención' del modelo extractivo"; 58 y el N° 3 de Entramados y Perspectivas, la revista de la carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires (uBA), con su dossier "Ecología Política y Ciencias Sociales: las disputas socioambientales". A nivel latinoamericano, destacamos el apartado especial de la revista Letras Verdes, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso)Ecuador, titulado "Minería, Ambiente y Movimientos Sociales". Desde Europa, la temática ha sido abordada en la reconocida revista dirigida por Joan Martínez Alier, Ecología Política, en su N° 43 titulado "Nuevas fronteras extractivas y sumideros de residuos". 59

Núñez, P. G. et al., "Práctica científica y financiación...", op. cit., pp. 239-245. Donadio, E., "Ecólogos y mega-minería...", op. cit., pp. 247-254. 55 Véase Grupo Permanente de Trabajo sobre Alternativas al Desarrollo, Más allá del desarrollo, Quito, Fundación Rosa Luxemburg-Abya Yala, 2011. 56 En relación con este tema véase: Aranda, D., Argentina originaria: genocidios, saqueos y resistencias, Buenos Aires, La Vaca Editorial, 2010; Dimitriu, A. (comp.), ¿Nuevas fronteras 53

Delgado Ramos, G. C. (coord.), Ecología política de la minería en América Latina: aspectos socioeconómicos, legales y ambientales de la megaminería, México, Centro de Investiga-

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ciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, Universidad Nacional Autónoma de México, 2010. 5 ° Alimonda, H. (coord.), La naturaleza colonizada. Ecología política y minería en América Latina, Buenos Aires, Clacso-Ciccus, 2011. 51 Seminario internacional "Luchas por el territorio: Minería, Amazonía y Ecologismo Popular", organizado por Clacso y el Programa Democracia y Tránsformación Global (PDTG) de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú, 24 al 26 de junio, 2009. 52 Gurvich, D. E., D. Renison y E Barri, "El rol del ecólogo ante la crisis ambiental actual" y Paruelo, J., "En relación con el artículo 'El rol del ecólogo ante la actual crisis ambiental', de Gurvich et al.", Ecología Austral, vol. 19, N° 3, 2009, pp. 233-238 y pp. 255-258.

Disponibles en . Disponible en . 59 De las publicaciones destacadas, la autora ha participado en Machado, H. et al., 15 mitos y realidades . . op. cit.; Alimonda, H., La naturaleza colonizada..., op. cit., y del dossier de la revista Entramados y Perspectivas.

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con múltiples cercamientos? Hacia una revisión crítica de la política territorial y extractiva en la Patagonia, General Roca, Publifadecs, 2010; Di Risio, D. et al., Zonas de sacrificio: impactos de la industria hidrocarburífera en Salta y Norpatagonia, Buenos Aires, América Libre, 2012. 57 58

Considerando lo expuesto hasta aquí, y como ya fue destacado, la investigación que se pretende dar a conocer en este libro se ha realizado en un marco de creciente conflictividad social en torno a la megaminería acompañada por una vasta producción sobre el tema tanto científico-académica como desde los propios protagonistas de los conflictos. En este marco, con este libro se pretende aportar a la discusión iniciada por algunos de los trabajos antes mencionados, en especial, aquellos que ahondan en el examen de los procesos identitarios implicados en el conflicto, la importancia de la historia y cultura locales y las disputas por la apropiación de los bienes naturales de un determinado territorio. Sumado a ello, se ha constatado que son escasos los estudios sobre el tema que vinculen la conflictividad socioambiental con los procedimientos que desde el Estado se generan para evaluar y viabilizar los proyectos cuestionados. En este sentido, el principal aporte que este trabajo pretende realizar es el análisis de la relación entre estos conflictos, los movimientos socioambientales que de ellos se generan y los espacios institucionales existentes en materia ambiental, que intervienen en la concreción —o no— de las explotaciones mineras. Así, se parte del análisis del inicio y problematización de ciertos procesos, como las evaluaciones de impacto ambiental de los proyectos mineros, que se dan en paralelo e interactúan con las denuncias de falencias e irregularidades en estos procesos. Sumado a la exposición pública de estas evaluaciones, se afirma que esta conflictividad ha potenciado, en determinados casos —como el aquí analizado—, una mayor supervisión social sobre el otorgamiento de licencias ambientales, sumada a la proliferación del debate sobre la toma de decisiones en relación con las alternativas de desarrollo. La trascendencia de la relación entre conflicto socioambiental y evaluaciones ambientales radica también en que el caso argentino —y en especial el mendocino— comparte lo destacado por Andréa Zhouri y Raquel Oliveira para el Estado brasileño. Brasil, según las autoras, ha creado un marco regulatorio para la gestión de los impactos ambientales ante la orientación de sus políticas desarrollistas: Un paquete de gobernanza ambiental ha sido construido, teniendo como su principal instrumento el proceso de licenciamiento ambiental. Sin embargo, tal instrumento está basado en modelos urbanos de sociedad y la perspectiva de su planeamiento guarda poca apertura para contemplar las condiciones ecológicas específicas y la diversidad de las organizaciones sociales locales. 60

El análisis de caso elegido —los conflictos y movilizaciones socioambientales por la megaminería en Mendoza— será acompañado por debates teórico-epistemológicos que guiarán el análisis del conflicto. Entre ellos, un lugar central es ocupado por las discusiones en torno a ecologistas y ambientalistas como categorías denominadoras de sujetos colectivos implicados en demandas de carácter "ambiental". Estas categorías han sido reconfiguradas en el caso argentino, tanto desde los propios sujetos colectivos como desde el campo científico académico que ha acompañado estos procesos conflictivos, para dar lugar a la categoría socioambiental, tema que merece ser analizado profundamente, ya que surge como una respuesta a ciertos prejuicios y preconceptos —entre ellos, su vinculación con conservacionismos norteamericanos y europeos—, con los que los medios de comunicación y otros sectores imputan a los denominados ecologistas y ambientalistas acentuando su carácter de "fundamentalismo verde". Se trata en parte, como destaca Enrique Leff, de una lucha conceptual.6' Para este abordaje se tomaron aportes de aquellas perspectivas que plantean el análisis de problemáticas ambientales desde una mirada transdisciplinaria, principalmente: la historia ambiental, la economía ecológica y la ecología política. En cuanto a esta última, Joan Martínez Alier la define como el estudio de los conflictos ecológicos distributivos, partiendo de que la economía ecológica provee la teoría del conflicto estructural entre la economía y el medioambiente, a la que la ecología política le adiciona el análisis del conflicto de poder. 62 Como destaca Germán Palacios, la ecología política, que este autor sintetiza con la denominación "Ecopol", debe discutir los aspectos de la fabricación, construcción o sistematización social de la naturaleza, no sólo en cuanto a los asuntos materiales, como tales, sino a su construcción imaginaria o simbólica, ya que estos imaginarios tienen implicaciones políticas. 63 A su vez, Héctor Alimonda destaca que la ecología política no pretende ser una ciencia, sino una mirada que interconecta, un punto de vista que intenta llamar la atención sobre algunas cuestiones: "Es una perspectiva que integra disciplinas, y que por ello no tiene método. Es un campo de conocimientos y saberes que se nutre día a día de las luchas de nuestras comunidades, y de los recuerdos y los sueños en los que basan sus resistencias". 64

Zhouri, A. y R. Oliveira, "Development and environmental conflicts in Brazil: Challenges for anthropology and anthropologists", Vibrant, vol. 9, N° 1, Brasilia, 2012, p. 182. Traducción propia del original en portugués.

Leff, E., "La ecología política en América Latina. Un campo en construcción", en Alimonda, H. (comp.), Los tormentos de la materia, Buenos Aires, Clacso, 2006, pp. 21-39. 62 Martínez Alier, J., El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y lenguajes de valoración, Barcelona, Icaria Antrazyt-Flacso, 2004. 63 Palacios, G., "Breve guía de introducción a la Ecología política (Ecopol): orígenes, inspiradores, aportes y temas de actualidad", Gestión y Ambiente, vol. 9, N° 3, Universidad Nacional de Colombia-Universidad de Antioquía, 2006, pp. 7-20. 64 Alimonda, H., "Introducción a la ecología política", seminario de doctorado, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Catamarca, 2008.

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Desde la mirada de la justicia ambiental, en palabras de Henri Acselrad, las luchas por los recursos ambientales son, simultáneamente, luchas por sentidos culturales. 65 Como veremos a lo largo del libro, y parafraseando nuevamente a Acselrad, 66 la relación entre el plano discursivo y el plano de las prácticas está dada por el hecho de que cada inflexión en las representaciones dominantes sobre el medio cambiará, consecuentemente, el poder relativo de los actores en el campo de fuerzas donde se configuran los conflictos ambientales. Sumado a ello, desde la historia ambiental se pretende rehabilitar la naturaleza como agente histórico activo, porque el medio natural cambia más rápidamente de lo que puede parecer, sobre todo si se alteran bruscamente los lazos recíprocos entre naturaleza y cultura en los diferentes sistemas. 67 Acorde a lo antes mencionado, es importante destacar también que otros autores de diversas disciplinas que han tomado la cuestión ambiental entre sus temáticas de investigación han constituido imprescindibles aportes a este trabajo, entre ellas se destacan la historia, la sociología, la geografía y la antropología. 68

POR QUÉ MENDOZA

Como destaca Horacio Machado Aráoz, las modalidades expropiatorias no son ajenas a la dinámica de la alienación territorial; más bien, constituyen una de sus dimensiones. 69 Enfatizando la especificidad de cada conflicto, otro de los objetivos de este trabajo es insertar el caso mendocino en el mapa de la conflictividad nacional. Se parte de la situación actual, en la que en la Argentina existen aproximadamente setenta asambleas de base, nucleadas desde el año 2006 en la Unión de Asambleas Ciudadanas (uAc), que conforman lo que Maristella Svampa y Mirta Antonelli han denominado territorios

de resistencia:7° Mendoza, que forma parte de estos territorios, constituye una provincia argentina cuya vida socioeconómica y política se ha desarrollado en estrecha relación con la escasa disponibilidad de agua y con una fuerte administración

estatal de este recurso. Los asentamientos de población y las actividades agrícolas desarrolladas en la mayoría de sus departamentos dependen de los ríos que nacen en la Cordillera de los Andes y de un particular sistema de irrigación que se encarga de distribuir el agua por el territorio provincial, configuración que ha influido profundamente en el imaginario ambiental mendocino. 71 Desde principios de siglo xx, en Mendoza, los campos académico, científico y de gestión estatal apelaron a la noción de crisis ambiental para explicar el devenir de la historia, la estructura socioeconómica y la identidad provincial. Ciertas características ambientales y geográficas, como la aridez, la presencia del macizo andino y su sistema hidrográfico fueron tal vez más que en otros contextos provinciales colocadas como la causa y origen de la sociedad provincial, constituyéndose como limitantes naturales que impondrían determinadas lógicas de desarrollo, diferenciación geográfica e intereses políticos. Pese a que las zonas no irrigadas constituyen más del 90% del territorio provincial, los oasis de riego y las ciudades se transformaron en la imagen prototípica del paisaje provincial y la identidad mendocina, mientras que "el desierto" es un ámbito ocultado» Sin embargo, esto no debe ser entendido desde una perspectiva de determinismo geográfico. Por el contrario, lo que se busca es resaltar otras relaciones que permanecen invisibilizadas en muchos análisis de una realidad concreta. En palabras de Facundo Martín: La falacia contenida en la dicotomización de la identidad parcial sociedad-

naturaleza y su consecuente concepción de recurso natural, la idea de que la escasez de recursos en un determinado lugar es determinada por factores estrictamente naturales o la naturalización de las explicaciones sociales, constituyen argumentos políticos que intentan ligar a la sociedad y la naturaleza a una ecología pretendidamente apolítica. 73

Sumado a ello, y como destaca Juan Manuel Cerdá al sistematizar los estudios existentes sobre las transformaciones sociales a la luz del crecimiento económico en Mendoza, el Estado provincial ha tenido un papel central en la configuración de las relaciones económicas, sociales y políticas. 74 Cerdá,

Acselrad, H. (org.), Conflitos amb entais no Brasil, Río de Janeiro, Relume DumaráFundacáo Heinrich Boll, 2004.

Escolar, D. et al., "Imaginario ambiental mendocino. Sus efectos en las políticas estatales y la producción científica", en Salomón, A. y A. G. Zarrilli (comps.), Historia, política y gestión ambiental. Perspectivas y debates, Buenos Aires, Imago Mundi, 2012, pp. 77-98.

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Ibid.

Ibid.

Galafassi, G. y A. G. Zarrilli, Ambiente, sociedad y naturaleisa. Entre la teoría social y la historia, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2002. 68 Los autores serán detallados a lo largo de este libro. 69 Machado Aráoz, H., Minería transnacional..., op. cit. Svampa, M. y M. Antonelli (eds.), op. cit.

Martín García, E, "La naturaleza del poder. Ecología política del desarrollo (capitalista) regional en Mendoza, Argentina. 1879-2000", tesis doctoral, Doctorado en Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, 2010. 74 Cerda, J. M., Condiciones de vida y vitivinicultura: Mendoza, 1870-1950, Bernal, Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes, 2011.

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en su investigación sobre la relación entre el crecimiento económico y sus alcances en los diferentes sectores de la sociedad y las condiciones de vida de las personas, concluye que este crecimiento y la modernización de finales de siglo xIx se mostraron como procesos heterogéneos y no lineales tanto a nivel provincial como entre los grupos sociales, a pesar de que el Estado provincial sería el primer eslabón posible de distribución ya que sus políticas deberían atender las desigualdades existentes." A esta deuda planteada en materia social, la investigación que aquí se desarrolla pretende anexar la de carácter socioambiental. Los trabajos de Juan Manuel Cerdá, como así también los de Facundo Martín, se realizaron casi en forma paralela a la investigación que fundamenta este libro. Unos años después, la posibilidad de contar con estos aportes permite enriquecer la perspectiva aquí plasmada. En este sentido, Martín avanza en explicar cómo el Estado mendocino ha gubernamentalizado la apropiación de la tierra y el manejo del agua, y destaca que este proceso, lejos de haber concluido a principios de siglo xx, se reproduce y actualiza a través de lo que se ha denominado "la recreación de la acumulación originaria", posibilitado asimismo por los desplazamientos dentro de esta razón de Estado moderna hacia una gubernamentalidad ambiental neoliberal. Ello implica claramente una permanente ampliación de los procesos políticos que sustentan a esta naturaleza estatal ahora "globalizada". 76 En una línea similar, Martín, junto con Facundo Rojas y Leticia Saldi, afirman que el modelo basado en un fuerte control y reorganización de la naturaleza, lejos de propiciar el logro de los ideales de la modernidad, implicó una estructuración social asociada a un régimen de naturaleza capitalista, donde el recurso agua fue uno de los articuladores que determinaron el lugar de cada grupo social en el modelo de acumulación que se consolidaba!' En concordancia con estos trabajos, en esta investigación se destacará cómo, en Mendoza, el uso y la apropiación del agua han estado vinculados desde siempre a las disputas y relaciones de poder. En este contexto, la llegada a la provincia de empresas mineras con el fin de llevar adelante proyectos mineros a gran escala de oro, cobre y sales de potasio, y la intención de la Comisión Nacional de Energía Atómica (cNEA) y del gobierno nacional de reabrir la mina de uranio "Sierra Pintada", generaron la movilización de diversos sectores de la sociedad mendocina, que rechazaron estas iniciativas. Ibid., p. 230. Martín, E, op. cit., pp. 143-144. 77 Martín, E, E Rojas y L. Saldi, "Domar el agua para gobernar. Concepciones socio-políticas sobre la naturaleza y la sociedad en contextos de consolidación del Estado provincial mendocino hacia finales del siglo xix y principios del xx", Anuario del Centro de Estudios Históricos "Prof. Carlos S. A. Segreti", año 10, N° 10, Córdoba, 2010, pp. 159-188.

Es así como grupos de vecinos autoconvocados, asambleas, multisectoriales y otros colectivos sociales, en diferentes departamentos de la provincia, vienen organizándose desde hace una década, y articulando sus acciones a nivel provincial, regional, nacional e incluso con ciertas organizaciones de otros países. La movilización social generada en los últimos años en torno a la posibilidad de desarrollar o no proyectos de megaminería ha llevado a que este tema sea considerado en la actualidad como uno de los principales conflictos que se ha producido en esta provincia. En función de desarrollar los tópicos antes mencionados, este trabajo está organizado en cuatro apartados. En el primero de ellos, se pretende sentar una base que permita insertar en un proceso de ambientalización más amplio, a las demandas y acciones que tuvieron lugar en Mendoza y que son objeto de este libro. Para ello, se describirá como fueron denominados, interpretados y clasificados los fenómenos que han sido identificados como corrientes del ambientalismo/ecologismo a lo largo de la historia y por diferentes autores. Además, se ahondará en la denominación que los propios protagonistas de estos conflictos utilizan para caracterizar su accionar, y la trascendencia de esta autonominación como parte de estas disputas ambientales. En el capítulo II se profundiza en la historia de la actividad minera en el país, haciendo hincapié en la sanción del Código de Minería a fines del siglo xIx, y en los planes estatales llevados adelante en algunos períodos del siglo xx, hasta llegar al arribo de la minería a gran escala, generalmente llevada adelante por inversores extranjeros. Se realizan también algunas referencias al caso mendocino, que se complementarán con lo desarrollado en el capítulo III. La finalidad de exponer este devenir histórico es facilitar la comprensión de los discursos que entran en disputa en el conflicto generado por la megaminería como una nueva tipología de actividad extractiva que se asienta en una historia nacional de vaivenes respecto a la actividad minera. Por otra parte, en este mismo capítulo se realiza una breve descripción y reflexión sobre los postulados de protección del ambiente plasmados en la política ambiental de la Argentina a través de su legislación, ya que estos determinan cómo se llevan a cabo las evaluaciones de impacto ambiental de proyectos potencialmente dañosos para el ambiente, entre ellos, los de minería a gran escala. El capítulo III está destinado a enmarcar las movilizaciones sociales en relación con la megaminería en Mendoza, en el contexto nacional. Para ello, el análisis debe retraerse a la década de 1990, caracterizada por el avance de las privatizaciones y la apertura a la inversión extranjera. De esta manera toma forma la minería como actual política de Estado, y cobra relevancia la alarma de diferentes sectores estatales y empresariales ante la conflictividad socioambiental en los inicios del nuevo siglo, que dio lugar al surgimiento

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y desarrollo de las movilizaciones socioambientales en la Argentina. En este sentido, no podrían describirse sus formas de organización sin reconocer la impronta dejada por las asambleas nacidas y/o resurgidas en la crisis de diciembre de 2001, por lo que también se realiza una breve reseña de este momento crucial para la historia argentina. Como ya se explicitó, en cuanto a los conflictos ambientales, en 2002 Esquel iniciaba una lucha que hoy se extiende por todo el país: el No a la Mina. Por ello, se aborda especialmente este hecho y se detalla la ya mencionada existencia de otros movimientos previos en la región patagónica. La reunión de diversas asambleas del país en el año 2006 para articular sus reivindicaciones y acciones, dando lugar a la conformación de la Unión de Asambleas Ciudadanas (uAc), es analizada también en este capítulo. Finalmente, se describen las legislaciones restrictivas a la actividad minera que fueron sancionadas en nueve provincias argentinas, haciendo hincapié en los procesos de algunas provincias, y en los conflictos socioambientales que permiten introducir temas centrales para el análisis de las disputas en relación con la megaminería. En el cuarto apartado se profundiza en el caso elegido: los conflictos y movimientos socioambientales en defensa del agua y en oposición a la megaminería en Mendoza. Para ello es imprescindible ahondar en algunos aspectos de la historia de esta provincia, a fin de explicar su configuración tanto en el marco nacional como en su interior. Se detallan sintéticamente algunas características de los principales proyectos mineros que fueron foco de conflicto, y cómo ellos son cuestionados desde el imaginario ambiental mendocino por diversos sectores sociales que también lo interpelan. Si bien se destacan las especificidades de cada conflicto, también se examina la particularidad de estos procesos en Mendoza, la articulación de organizaciones que se generó a nivel provincial, y la interacción de estos grupos socioambientales con el Estado provincial, a partir de los espacios institucionales existentes en materia ambiental. Así, cobra relevancia el análisis del accionar de los movimientos socioambientales respecto a los procedimientos de evaluación ambiental de los proyectos megamineros, y su contribución a la difusión y denuncia de las irregularidades y vacíos existentes en estos procesos, poniendo en relieve la necesidad de ahondar en la determinación de los mecanismos de toma de decisiones, en una provincia que se presenta como estrictamente regulada en materia ambiental. Finalmente, se vuelcan las reflexiones sobre los temas abordados a lo largo de esta investigación.

CAPÍTULO I CONFLICTOS Y MOVILIZACIONES SOCIOAMBIENTALES EN PERSPECTIVA HISTÓRICA

Los movimientos sociales han sido siempre entendidos como momentos decisivos por sus protagonistas, y la respuesta más común desde los grupos dominantes ha sido, lógicamente, criminalizarlos en términos éticos y tratar de impedirlos en términos políticos. Por eso la historia de los movimientos sociales es un campo historiográfico especialmente apropiado para rastrear las conexiones existentes entre historia y política o, a nivel más general, entre las ciencias sociales y su entorno social. PEDRO LUIS LORENZO CADARSO'

En el presente capítulo se describen las principales denominaciones e interpretaciones de los fenómenos que se designaron o que fueron identificados como corrientes del ambientalismo/ecologismo a lo largo de la historia. La finalidad de este recorrido es sentar una base que permita situar en este marco los acontecimientos y actores vinculados a la conflictividad socioambiental en torno a la megaminería en Mendoza. Otro tema en el que se ahonda, al final de este apartado, es la denominación que los propios protagonistas de estos hechos utilizan para caracterizar su accionar, y las implicancias de estas denominaciones.

AMBIENTALISMOS Y ECOLOGISMOS: UNA DIVERSIDAD HOMOGENEIZADA

En las últimas décadas, a las crisis ya existentes en los planos sociales y políticos se suma una nueva dimensión, que a su vez presenta características de mayor universalidad: la crisis ambiental. Esta crisis actual, que se vincula con la crítica a la racionalidad moderna —y a sus postulados en torno a la economía y a la cultura—, se ha transformado en un conflicto que va más allá Cadarso, Pedro Luis Lorenzo, Fundamentos teóricos del conflicto social, Madrid, Siglo XXI, 2001, p. 5.

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de la pérdida de bienes y servicios ecológicos, generando también una pérdida de la existencia no solo en el aspecto material, sino en cuanto al sentido mismo de la vida. Por ejemplo, para el reconocido epistemólogo ambiental Enrique Leff, lo inédito de la crisis ambiental de nuestro tiempo es la forma y el grado en que ha quedado demostrado cómo la racionalidad de la modernidad interviene en el mundo, socavando las bases de sustentabilidad de la vida e invadiendo los mundos de vida de diversas culturas. 2 Se trata de una crisis que se asocia también a la falta de capacidad de los Estados para dar respuestas y soluciones a una multiplicidad de conflictos y problemas contemporáneos, entre ellos los ambientales, y que obliga a replantear la legitimidad de las instancias de representación política, los análisis clásicos del Estado y las concepciones de democracia. Ante los conflictos ambientales y los movimientos sociales que en algunos casos surgen de ellos, el Estado se organiza para dar respuestas, plasmadas, en parte, en los intentos de institucionalización mediante estrategias de consenso: apertura de canales de diálogo, enfatización de los espacios institucionales ya existentes, o sanción de legislación sobre los temas que son ejes de conflicto, entre otros ejemplos de acciones que, sin embargo, no logran disminuir la emergencia de conflictos con creciente aumento en número y magnitud. La institucionalización de los conflictos sociales ha sido la principal estrategia de la sociedad política para responder a los movimientos sociales. A cada onda de movimientos surge una serie de leyes y nuevos órganos públicos destinados a cuidar la problemática. Pero la institucionalización jurídica —por sus características de rigidez, normatizaciones y tratamiento supuestamente igualitario—, no capta las especificidades de los problemas según los grupos sociales involucrados, no ha resuelto los problemas y apenas contribuye al aumento de la descreencia popular en el poder del Estado como instancia supuestamente promotora del bien común. 3

Son diversas las escalas y aspectos de la vida social y política en los que esta crisis ambiental se manifiesta: desde una invasión de los mundos de vida y la crisis de las instituciones estatales, hasta ciertos replanteos respecto a la construcción y validación del conocimiento. 4 Con mundos de vida, se hace referencia a la cotidianeidad que es reafirmada por la resistencia a determiAires, Leff, E., Racionalidad Ambiental. La reapropiación social de la naturaleza, Buenos Siglo XXI Editores, 2004, p. IX. Paradigmas clássicos e contemporáneos, 3 Gohn, M. D. G., Teorías dos movimentos sociais. 5' ed., San Pablo, Edicóes Loyola, 2006 [1997], p. 234. Original en portugués, traducción

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propia. México, Editorial Gedisa, 1994. 4 Leff, E., Ciencias sociales y formación ambiental, 40

nados proyectos de desarrollo, y que genera nuevos espacios de subjetivación política. 5 Es decir que, si bien se la denomina crisis ambiental, la variedad de aspectos destacados seguramente excederían lo que la mayor parte de la especie humana podría enmarcar dentro de las temáticas ambientales. En este sentido, Leff considera que la conexión entre lo natural y lo social ha estado guiada por el propósito de internalizar normas ecológicas y tecnológicas a las teorías y a las políticas económicas, y se ha dejado al margen el análisis del conflicto social y las relaciones de poder que allí se plasman y se hacen manifiestas en torno a las estrategias de apropiación social de la naturaleza. 6 Un tema que también genera significativos debates en relación con lo antes destacado es la potencialidad de esta crisis para forjar nuevos —o no tan nuevos— actores colectivos. En esta línea, dentro de las corrientes que abordan movimientos sociales, otro tema que genera trascendentes discusiones es el constituido por la emergencia, en las últimas cuatro o cinco décadas, de los denominados nuevos movimientos sociales (NMs) entre los que se incluye al ecologismo o ambientalísmo. Ya el concepto de movimiento social es polisémico y ambiguo, por lo que debe ser pensado también en relación con las diferencias entre los contextos sociohistóricos en los que se enmarcan las prácticas contestatarias analizadas y sus propias particularidades, así como también respecto de los escenarios concretos en los que se inscribe la reflexión misma.' Pero cabe preguntarse: ¿qué es lo que se identifica como nuevo en estos nuevos movimientos socia5 Por ejemplo, María Comelli utiliza esta denominación para hacer referencia a la vida de las mujeres que se enfrentan a la megaminería en Tinogasta, provincia de Catamarca, Argentina. Afirma Comelli: "De este modo, se podría pensar que en el marco de acción colectiva, la vida cotidiana de estas mujeres se politiza, haciendo cada vez más difusos los límites entre lo público y lo privado, otorgándole características particulares al conflicto entablado entre la asamblea y las corporaciones mineras". Comelli, M., "Autoconvocadas por la vida. Mujeres en acción frente a la megaminería a cielo abierto en Tinogasta, Catamarca", Conflicto Social, año 3, N° 4, diciembre de 2010, p. 150. Tanto Comelli como otros autores que han utilizado este término en conflictos por minería, como IPPM, retoman el concepto de mundo de vida de Schutz, A. y T. Luckman, Las estructuras del mundo de la vida, Buenos Aires, Amorrortu, 2003. Así, los mundos de vida cotidianos se modifican con la llegada de estos emprendimientos de minería a cielo abierto, convirtiéndose en escenario que, a la vez que limitan la acción social, la hacen posible. Es decir, se actúa dentro del mundo de la vida y a la vez se opera sobre él. Véase: Investigadores Populares sobre la Problemática Minera (IPPM), "Expansión de la minería a cielo abierto en la región cordillerana de Argentina: implicaciones y resistencias", en Del Viso, N., Postextractívismo: alternativas a un modelo agotado, Madrid, FUHEM Ecosocial, 2012, pp. 5-9. 6 Leff, E., op. cit. 7 Seoane, E., E. Taddei y C. Algranati, El concepto "movimiento social" a la luz de los debates

y la experiencia latinoamericana recientes, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Sociales, 2012.

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les? Según Jorge Riechmann y Francisco Fernández Buey, 8 se trata de una cuestión de perspectiva, de si nos interesa más destacar las continuidades o las rupturas en nuestra narración del decurso social. "Pues en la historia de cualquier colectividad humana se dan siempre las dos cosas, continuidades y rupturas, y podemos hacer hincapié en una cosa o la otra al narrar esa historia [ ...1 ." 9 Sin embargo, estos autores proclaman que los NMS son nuevos en un sentido sustancial, haciendo foco en los grandes problemas globales de especie que provocan la formación de una incipiente conciencia de especie, procesos cognitivos que son presupuestos para la aparición de NMS, y que han de interpretarse como expresión de una crisis de civilización, y en respuesta a ella. Así, la conciencia de los límites civilizatorios constituye el denominador cultural común de estos NMS y su novedad sustancial. Así, cuando se aborda el surgimiento del movimiento ambiental o ecológico —también denominado ambientalismo/ecologismo— este aparece, dentro de la mayor parte de la bibliografía existente sobre NMS, no solo como uno de ellos sino en algunos casos como el más destacado, ya que suele ser interpretado como la máxima expresión de una crisis de civilización, y como respuesta a ella. Si bien el ecologismo se relaciona con movimientos o submovimientos sociales anteriores, desde el incipiente ambientalismo del movimiento obrero decimonónico hasta el movimiento pro ciudades jardín en los primeros años del siglo xx, desde el proteccionismo que luchó en el siglo xIx por la creación de parques nacionales hasta el naturismo burgués o el anarquismo obrero que en los primeros decenios del siglo xx intentaba nuevas formas de trabajar, producir y consumir, [... ] desde el higienismo decimonónico, el ambientalismo obrero, la protección de paisajes y el naturismo, hasta la toma de conciencia de la amenaza ecológica global, media un verdadero salto cualitativo, que no se producirá sino en la segunda mitad del siglo xx, y muy señaladamente a partir de los años setenta. Lo que así se forma es un nuevo movimiento social, que responde a una situación socioecológica radicalmente nueva."'

Esta situación socioecológica nueva, se materializó a nivel internacional, con el informe Meadows,ll titulado Los límites al crecimiento, que fue elabo-

rado a inicios de la década de 1970 y que acompañó el surgimiento y el fortalecimiento de organizaciones que constituyen lo que actualmente podría considerarse ambientalismo/ecologismo.' 2 Para algunos autores, estos NMS —entre los que también se incluyó a los urbanos, estudiantiles, populares, pacifistas, de género, de minorías étnicas— con sus formas "a-políticas de hacer política", aportaban nuevas perspectivas a la cultura política.n Para otros, que analizaron críticamente a la "Escuela de los nuevos movimientos sociales", es cuestionable la posibilidad de que, al hacer hincapié en nuevos elementos de los movimientos sociales, se deje de lado la cuestión central de las disputas sociales: Dichos "nuevos movimientos sociales" no solo se diferenciaban sino que

además tendían a contraponerse al movimiento obrero demonizado ahora por su arcaísmo. En esta perspectiva, los movimientos de clase dejaban lugar a la aparición de nuevos movimientos caracterizados por orientarse a la disputa por los recursos culturales o simbólicos, formulándose de esta manera una crítica a los esquemas interpretativos del paradigma marxista en particular, y del pensamiento crítico en general. Se postulaba así el abandono de la consideración del antagonismo de clase capital-trabajo y de las formas de explotación inherentes a esta relación social bajo una pretendida superación de aquel por corresponder a un modelo social del pasado. En este sentido, esta novedad era la expresión del advenimiento de una nueva sociedad que, surgida desde la década de 1970, fuera nombrada de diferentes maneras —como postindustrial, posmoderna, posmaterial, de la información, o compleja— y que dejaba atrás una matriz de preponderancia industrial para asignar un lugar relevante a la producción y circulación del conocimiento y la información. Ciertamente, resulta por lo menos sugestivo que esta transformación social —que diera nacimiento a lo que luego recibiría el nombre de "neoliberalismo"—, signada por un profundo, extenso y trágico proceso de concentración del ingreso y la riqueza a escala internacional, fuera justamente interpretada como el advenimiento del predominio de la disputa sobre los recursos culturales y las identidades. Así, la crítica al análisis de triales, académicos y personas de la sociedad civil—, que se reunió para discutir sobre el consumo ilimitado de recursos en el mundo. Este grupo encargó al Massachusetts Institute of Technology (Mn) un informe que se tituló Los límites del crecimiento —también llamado Informe Meadows, en relación con quien dirigió su realización, D. Meadows—, y

Riechmann, J. y E Fernández Buey, Redes que dan libertad. Introducción a los nuevos movimientos sociales, Barcelona, Paidós, 1994. 9 Ibid., p. 69. En cuanto al ecologismo, estos autores afirman que puede rastrearse un protoecologismo al menos desde mediados del siglo xix, pero que, en el caso del ecologismo contemporáneo, pesan más las rupturas que las continuidades. 1 ° Ibid., p. 111. Para mayor detalle sobre estos precedentes del movimiento ecologista se recomienda su capítulo III: "Ecologismo, proteccionismo, ambientalismo". 11 A fines de la década de 1960 nació el Club de Roma —un grupo de diplomáticos, indus-

fue publicado en el año 1972. Si bien hay quienes criticaron este informe por su actitud alarmista, o porque su mirada solo responde a los países denominados desarrollados, contribuyó a instalar en la agenda mundial la discusión sobre la contradicción entre el crecimiento ilimitado del consumo y un mundo finito en recursos. 12 Más adelante se desarrollarán en este capítulo las diferentes implicancias que tienen estas denominaciones. 13 Maiwaring, S. y E. Viola, "Los nuevos movimientos sociales, las culturas políticas y la democracia: Brasil y Argentina en la década de los ochenta", Revista Mexicana de Sociología, vol. 47, N° 4, Universidad Nacional Autónoma de México, 1985, pp. 35-84.

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clase y el énfasis en el entramado de la nominación simbólica de los diferentes sistemas societales conducía a concebir ahora la naturaleza del conflicto como no contradictoria y cuya resolución no supondría necesariamente una transformación profunda de la sociedad existente que parecía adoptar cierto aire de eternidad. De esta manera, se producía el ocultamiento de la llamada "cuestión so cial". 14

Como ya se mencionó antes, dentro de estos NMS, el ecologismo se destaca por ciertas características propias de la problemática que aborda. Ante ello, cobra importancia resaltar que la cuestión social de la problemática y, específicamente, de la conflictividad socioambiental, es el eje central de este trabajo y que, como se examinará más adelante en este capítulo, sienta la base para la emergencia de los denominados movimientos socioambientales. Además, la importancia de las identidades y las disputas simbólicas no debería negar la materialidad inherente a los conflictos por bienes naturales. En este sentido, Martínez Alier, retomando a Peter Brosius, 15 distingue dos estilos de ecología política: por un lado, el materialista —con el que él se identifica—, que insiste en los intereses materiales a la vez que en los valores sociales. Es el estudio de una serie de actores, con diferentes niveles de poder e intereses distintos, que se enfrentan a las demandas de recursos de parte de otros actores en un contexto ecológico particular. Por otra parte, el estilo constructivista —cuyo referente sería Arturo Escobar— consiste en el análisis del discurso y tiene que ver con cuestiones relacionadas con el significado, o la falta de significado, de expresiones como "recursos y servicios ambientales" para las diferentes culturas, con la "constructividad social" o "las reinvenciones de la naturaleza". Sin embargo, Martínez Alier considera que se puede establecer una conexión entre ambos estilos, ya que los diferentes actores de los conflictos ecológicos distributivos, 16 con sus diferentes dotaciones de derechos y poder, ponen en duda y desafían las reivindicaciones de otros, apelando a distintos lenguajes de valoración, dentro de su amplio repertorio cultural. Como plantearon Martínez Alier y Ramachandra Guha:

"las luchas por los recursos, aun cuando sus orígenes son materialmente tangibles, siempre han sido también luchas sobre significados". 17 Avanzando en la caracterización de los movimientos que emergen de estos conflictos y luchas, Enrique Leff afirma que los grupos ecologistas o ambientalistas se diferencian de otros nuevos movimientos de la sociedad civil por sus móviles y objetivos, como así también por sus formas específicas de organización, sus estrategias de lucha y las diversas formas en las que dan significado y valorizan su naturaleza desde sus culturas. Considera también que su diversidad dificulta sistematizar sus experiencias, tipificar sus estrategias y determinar sus tendencias. Es decir, los movimientos ambientalistas parecen mostrar un mayor grado de flexibilidad, adaptabilidad, capacidad de respuesta y posibilidades de radicalizar sus demandas, lo que les da ventajas estratégicas frente a las organizáciones políticas institucionalizadas, partidos políticos y sindicatos, constituyendo un movimiento que atraviesa todo el tejido socia1. 18 Es decir que una característica que numerosos autores coinciden en otorgarles a estos movimientos es su diversidad, su heterogeneidad que les ha permitido contar con la participación de integrantes de los más diversos sectores sociales. Podría decirse, tal como afirma Carlos W Porto Gonwlves, que parece no haber campo del hacer humano con el cual los ecologistas no se envuelvan, empleando deliberadamente un estilo que transita entre el rigor científico-filosófico y el manifiesto político.' 9

¿POR QUÉ MOVIMIENTOS SOCIALES? TRASCENDIENDO EL CONFLICTO

A fin de profundizar la discusión precedente, se hará referencia brevemente a algunas categorías utilizadas en este trabajo para referir a los actores colectivos. Existen innumerables discusiones en torno a los conceptos de acción colectiva (Ac) y movimientos sociales (MS). Las mayores diferencias destacadas por los autores que han abordado este tema permiten concluir que AC es un concepto más amplio que el de ms: hace referencia a un actor social colectivo, que presenta menores garantías respecto a su continuidad, su nivel de integración interna, su estructura y organización, la construcción de una

Seoane, E. et al., op. cit., pp. 9-10. Brosius, J. P, "Comentario a Escobar: Alter Nature: Steps to an Antiessentialist Political Ecology", Current Anthropology, vol. 40, N° 1, 1999. Joan Martínez Alier, define la Ecología Política como el estudio de los conflictos ecológicos distributivos. Esta consideración parte de la relación que este autor establece entre la Economía Ecológica y la Ecología Política: la Economía Ecológica provee la teoría del conflicto estructural entre la economía y el medioambiente, a la que la Ecología Política le adiciona el análisis del conflicto de poder. Para Martínez Ali é. r, el hecho de que las materias primas y su transporte sean baratos y que los sumideros tengan precio cero no es señal de abundancia, sino el resultado de la distribución de los derechos de propiedad, del poder y de los ingresos. Martínez Alier, J., El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y lenguajes de valoración, Barcelona, Icaria Antrazyt-Flacso, 2004.

17 Guha, R. y J. Martínez Alier, "Varieties of Environmentalism", Essays North and South, Delhi, Earthscan, London and Oxford University Press, 1997. 18 Leff, E., op. cit. 19 Porto Goncalves, C. W, Os (Des)caminhos do meio ambiente, San Pablo, Editora Contexto, 2005.

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identidad, y la planificación de tácticas y estrategias. "La expresión 'conducta o acción colectiva' es excesivamente amplia [ ] , únicamente excluye, en un extremo, los comportamientos de agregado y, en el otro, las acciones individuales" . 2° La Ac comparte con el concepto de vis ciertas características, como la identificación de un actor social y la existencia de valores compartidos. Sin embargo, la continuidad en el tiempo, los grados de organización, el desarrollo de tácticas y estrategias de lucha, la conformación de una identidad colectiva, la amplia visión de los problemas, solidaridades fuertes y la interacción con el proceso histórico de la sociedad de la cual forman parte, son algunas de las características más relacionadas específicamente con la noción de ms. La propia definición lleva a pensar el movimiento social como fundador de vínculos sociales y potenciador de la conformación de una identidad colectiva. 21 Otro concepto vinculado al de acción colectiva y movimiento social, sobre todo a este último, es el de identidad. En la intersección entre prácticas y discursos que interpelan a los sujetos (señalando una particular locación social de pertenencia y a la vez marcando al otro) y los procesos que producen subjetividades, se encuentra la identidad. Esta determina que un colectivo se enfrente a otro, y el ordenamiento del mundo como parte primordial de la identidad también se refiere a la naturaleza que rodea a los seres humanos, y con esto a las relaciones que entablan con ella. Se puede decir, entonces, que las categorías que definen a las identidades no están especificadas a priori sino que su dinamismo deviene de construcciones históricas discursivas en contextos de relaciones de poder." En este trabajo, un movimiento social hace referencia a un cambio de comportamiento llevado a cabo por personas que poseen afinidad de in-

tereses y valores, y se movilizan en común para lograr ciertos objetivos u oponerse a ciertos cambios que los afectan directa o indirectamente. Son fenómenos sociopolíticos que surgen ante la falta de respuesta de las instituciones existentes, o del cuestionamiento al modelo de desarrollo o participación dominante, interviniendo en el proceso de transformación social, promoviendo cambios u oponiéndose a ellos, mediante formas de acción institucionales y no institucionales, e intentando movilizar círculos más amplios de la sociedad. Asimismo, poseen formas de acción y organización variables, una composición social heterogénea y modalidades de participación múltiples y cambiantes. Están basados en condiciones sociales e históricas específicas, y mantienen una continuidad que los diferencia de otros fenómenos sociales (como la protesta social). 23 Relacionado con ello, con movilizaciones sociales se denominará a procesos menos organizados que un movimiento social, pero que contienen algunos de sus elementos y poseen perspectiva de conformar un movimiento, lo que los diferencia de las acciones de protesta. 24 También puede utilizarse el término "movilización" para hacer referencia a diferentes acciones en el espacio público que los movimientos sociales llevan adelante en el marco de un conflicto con la finalidad de visibilizar sus demandas.

20 Ramírez Sáiz, J. M., "El movimiento urbano popular (MUP): teoría y método", en Muro, V G. y M. Canto Chac (coords.), El estudio de los movimientos sociales. Teoría y método, México, El Colegio de Michoacán-Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco, 1991, p. 95. 21 Para un abordaje más profundo respecto a las corrientes teóricas sobre movimientos sociales y acción colectiva, y las características de cada una de estas nociones, se recomienda la lectura de Gohn, M. D. G., Teorías dos movimentos sociais. Paradigmas clássicos e contemporáneos, 5' ed., San Pablo, Edicóes Loyola, 2006 [1997]. 22 Saldi, L., "Procesos identitarios, naturaleza y políticas estatales en el noreste de Mendoza (Argentina)", tesis doctoral en Ciencias Sociales, Mención Sociología, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional de Cuyo, 2011. Las concepciones sobre identidad que la autora resalta están tomadas de Stuart Hall y de John Comaroff. Véanse Hall, S., "Introducción: ¿quién necesita Identidad'?", en Hall, S. y P Dugay (comps.), Cuestiones de identidad cultural, Buenos Aires, Amorrortu, 2003, pp. 13-39, y Comaroff, J., "Of totemism and ethnicity: Consciousness, practice and the signs of inequality", Ethnos, vol. 52, N° 3-4, 1987, pp. 301-323.

La protesta social representa toda manifestación, episodio o evento, con diferentes organizaciones internas, donde se da una red natural de conexión y el conflicto "se pone en la calle" —se liga a la demanda en el proceso institucional—. Podría decirse que se caracteriza por su espontaneidad. De todos modos, existe una discusión teórica acerca de la espontaneidad o militancia. Si bien una protesta puede generar una movilización espontánea, se discute que, para llegar a ese momento en el que se "hace visible" al resto de la sociedad, previamente se fue gestando un proceso que, sin ser evidente, hizo posible que el conflicto desembocara en una protesta social. Es decir, puede haber acción colectiva más allá y previamente a su materialización a simple vista. Scribano, A., "Movimientos sociales, acción colectiva y protesta social", seminario de doctorado, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, mayo junio de 2005. Federico Schuster también hace referencia al proceso previo a la protesta, ya que si bien afirma que puede existir el caso en que la acción constituya una auténtica novedad —que no ha surgido de ningún movimiento conocido ni reconoce antecedente alguno en acciones anteriores de sus miembros—, destaca que es muy raro encontrar esta categoría de protesta en su forma pura, ya que siempre hay alguna clase de interacción social antes de una acción de protesta. Schuster, E L., "Las protestas sociales y el estudio de la acción colectiva", en Schuster, E (comp.), Tomar la palabra. Estudios sobre protesta social y acción colectiva en la Argentina contemporánea, Prometeo, Buenos Aires, 2005, pp. 43-83. 24 Wagner, L. 5., "Problemas ambientales y conflicto social en Argentina: movimientos socioambientales en Mendoza. La defensa del agua y el rechazo a la megaminería en los inicios del siglo xxl", tesis doctoral, Mención en Ciencias Sociales y Humanas, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2010. Disponible en .

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Siguiendo a Maria Da Gloria Gohn, se considera que los movimientos sociales son expresiones de poder de la sociedad civil, y su existencia, independientemente del tipo de sus demandas, siempre se desenvuelve en un contexto de correlación de fuerzas social, conformando, por lo tanto, procesos políticos. Puntualizando así en el conflicto social y político (y dejando de lado el conflicto del individuo en el nivel psicológico), se establece la inherente vinculación entre movimientos y la existencia de un conflicto. Sin embargo, es importante diferenciarlos, ya que no todos los conflictos potencian la emergencia de movimientos sociales. En cuanto a la significación de conflicto, "Hay acuerdo sobre el hecho de que el conflicto es una forma de interacción entre individuos, grupos, organizaciones y colectividades que implican enfrentamientos por el acceso a recursos escasos y su distribución". 25 Para Norberto Bobbio, Niccola Matteucci y Gianfranco Pasquino, autores de uno de los más reconocidos diccionarios de política, los recursos escasos se presentan bajo formas de poder, riqueza y prestigio. Incluyen en esta noción al territorio, y destacan que algunos recursos pueden desearse como fines en sí mismos, mientras que otros pueden servir para mejorar las posiciones en vista de nuevos y probables conflictos. En el próximo apartado se retorna este tema a fin de caracterizar los conflictos socioambientales y los movimientos homónimos.

CONFLICTOS Y MOVILIZACIONES SOCIOAMBIENTALES: ¿LA EMERGENCIA DE UNA NUEVA CATEGORÍA DE ANÁLISIS O LA RESPUESTA A UN AMBIENTALISMO HEGEMÓNICO?

Desde la perspectiva que guía este libro, resulta evidente la vinculación de las problemáticas ambientales con la emergencia de conflictos y cambios sociales enfrentados por una población determinada. De ello se desprende que la invisibilización o la relegación de esta relación en la mayor parte de los casos responden a objetivos determinados. Por lo tanto, el continuo intento de separar la crisis ambiental de las crisis económicas y políticas del sistema en que vivimos, es una forma ideológica de intentar no debatir realmente las contradicciones estructurales de este sistema, 26 que son las que generan las problemáticas ambientales, y que afec-

tan tanto al "medio" como a los seres humanos, especialmente a los más pobres y/o a las minorías étnicas, desigualdad que se ha denominado "racismo ambiental", y que tiene su correlato en los movimientos de justicia ambienta1. 27

La naturaleza social del ambiente Para caracterizar un conflicto ambiental, resulta pertinente comenzar por preguntarse: ¿Cómo se define lo ambiental? ¿Es el ser humano parte de este ambiente y causante de su transformación? En este sentido, este trabajo parte de considerar que el ambiente es un objeto de estudio diferente al de los sistemas naturales por un lado y al de los sistemas sociales por el otro. "Este nuevo objeto fue tomado inicialmente por la ecología para ser estudiado ya que era la disciplina científica especializada en el estudio del funcionamiento de la naturaleza. Pero una visión exclusivamente natural hubiera resultado insuficiente, de allí que debieran incorporarse los análisis sociales." 28 Son diversas las causas de la separación naturaleza-sociedad. El concepto de ambiente, que nace justamente de la confluencia y del análisis de esta relación, ha sido llevado por las diferentes disciplinas de la ciencia a enfatizar uno u otro componente relacional. Entre ellas, desde las ciencias sociales, ha habido una resistencia a la incorporación de lo ambiental. Es en las últimas cuatro décadas, ante la proliferación de organizaciones de carácter ambiental, la realización de encuentros internacionales que colocaron la temática ambiental en la agenda global y la creciente conflictividad asociada a lo ambiental, cuando los integrantes de algunas disciplinas sociales se han interesado por abordar las problemáticas ambientales y sus consecuencias. Por ejemplo, desde la sociología, a fines de la década de 1970, Riley Dunlap y William Catton definieron el campo de la sociología medioambiental como "el estudio de la interacción entre el medioambiente y la sociedad", sosteniendo que el examen de esa interacción requeriría superar la reticencia tradicional y profunda de la sociología a reconocer la relevancia del entorno físico para comprender las sociedades contemporáneas, ocasionada en gran parte por la tradición durkheimiana de explicar los fenómenos sociales solo en términos de otros hechos sociales, y la aversión a los excesos inicia-

25 Bobbio, N., N. Matteucci y G. Pasquino, Diccionario de Política, 6' ed. en español, México, Siglo XXI Editores, 1991, p. 298. 26 "La ideología representa la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones reales de existencia", en Althusser, L., Ideología y aparatos ideológicos de Estado / Freud y Lacan, Buenos Aires, Nueva Visión, 2003, p. 43.

27 Wagner, L. y L. Pinto, "Ambientalismo(s) y bienes naturales: desafíos al extractivismo en Argentina y Brasil", Revista Letras Verdes, dossier "Minería, Ambiente y Movimientos Sociales", Ecuador, Flacso. 2013, en prensa. Foguelman, D. y E. González Urda, Qué es la ecología, Buenos Aires, Capital Intelectual, 2009.

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les del determinismo geográfico y biológico. Estos autores también destacan que las tendencias societales, como el crecimiento de la urbanización, hicieron suponer que, al menos en las sociedades industriales, la vida humana era cada vez más independiente del mundo físico. Sin embargo, el cambio de circunstancias —como la crisis energética de 1973-1974— requirió que la sociología "se quitara las anteojeras" impuestas por este exencionalismo y adoptara un paradigma ecológico o una visión del mundo que reconociera la dependencia del ecosistema de todas las sociedades humanas. 29 Por su parte, Richard Norgaard afirma:

creencia en la determinación fisicobiológica de las sociedades, ya sea por la consideración del hombre como un animal más. Es decir, en algunos casos ha habido una sujeción absoluta a las leyes de la ecología y de la termodinámica, que ha despertado ciertas críticas: "La dinámica de las sociedades difícilmente pueda explicarse en función de esas leyes de funcionamiento de la naturaleza; ello es tan absurdo como pensar que puedan explicarse sin su influencia". 32 La superación de la dualidad sociedad-naturaleza constituye uno de los cimientos de la historia ambiental, tal como lo plantean Manuel González de Molina y Joan Martínez Alier:

Los pocos sociólogos que se han esforzado por explicar cómo han surgido los cambios medioambientales, han situado el origen del problema en el distanciamiento social asociado a la modernidad o en la estructura inherente al capitalismo. Aunque estas explicaciones son socialmente históricas, no son medioambientalmente históricas, porque el mundo biofísico no ha representado un papel histórico en el modo en que se han manifestado los problemas socioambientales. 3°

Este replanteamiento crítico [de la historia] debe partir de un cambio epistemológico que restituya la unidad que nunca debió perderse entre el Género Humano y la Naturaleza. Esta separación artificial, que reposa en la vieja idea de que los seres humanos debían y podían dominar la Naturaleza en su propio beneficio, tomó cuerpo con la Ilustración y sigue dominando

En la misma línea, Frederick Buttel destaca que, si bien lo que distingue a la sociología del medioambiente de la sociología dominante es que la primera reconoce que las variables biofísicas afectan a la estructura y al cambio social tanto como las puramente sociales, el grueso de la investigación sociológica del medioambiente se inspira esencialmente en los esquemas sociológicos que dan primacía a las variables sociales. 31 Desde la historia, la cuestión ambiental también se inserta en esta consolidada disciplina a partir de la historia ambiental, que viene adoptando enfoques en los que se busca reforzar la presencia medioambiental en las investigaciones históricas, y rehabilitar a la naturaleza como agente histórico. En algunos casos, se ha entendido a la historia ambiental como la historia de los recursos naturales, e incluso algunos historiadores confunden la historia de los seres humanos con una historia natural, ya sea por la Dunlap, R., "Evolución de la sociología del medioambiente: breve historia y valoración de la experiencia estadounidense", en Redclift, M. y G. Woodgate (coords.), Sociología del medio ambiente. Una perspectiva internacional, Madrid, McGraw Hill, 2002, pp. 3-26. Estos autores originalmente denominaron a la perspectiva dominante de la disciplina "ex-

aún tanto el quehacer científico como la mayor parte de nuestros comportamientos. Cualquier revisión historiográfica debiera reintroducir en el análisis histórico las variables ambientales; no desde la perspectiva de los obstáculos que para el desarrollo económico suponen las condiciones impuestas por el ambiente, sino desde la consideración de los humanos como componentes indisociables de la Naturaleza. 33

En relación con lo que se mencionaba al inicio de este apartado, sobre los motivos que generaban la escasa incorporación de los conflictos ambientales en los análisis de las ciencias sociales, Gustavo Zarrilli reflexiona sobre ello: El escaso interés y atención que ha merecido este aspecto en las ciencias sociales desde fines de siglo XIX seguramente no es ajeno a un sesgo ideológico que tiende a desviar la atención de uno de los determinantes decisivos de la desigualdad social y de la estructura de poder. En el desarrollo de los países periféricos, se generalizó —en estos últimos años— la apropiación privada de la tierra, el agua y los recursos naturales, con el propósito de usarlos como factores generadores de renta e ingresos monetarios. 34

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Estos aspectos son compartidos por la historia ambiental o ecológica y otro campo en construcción en América Latina: la ecología política. Como

cepcionalismo humano", pero luego la redefinieron como "paradigma del exencionalismo humano", a fin de admitir que no estaban cuestionando que el homo sapiens posee características "excepcionales", pero sí que por esas características nuestra especie estuviera "exenta" de las constricciones ecológicas. so Norgaard, R., "Una sociología del medioambiente coevolucionista", en Redclift, M. y G. Woodgate (coords.), op. cit., p. 167. 31 Buttel, E, "Instituciones sociales y cambio medioambiental", en Redclift, M. y G. Woodgate (coords.), op. cit., pp. 27-44.

Quilmes, 2002, p. 90. 33 González De Molina, M. y J. Martínez Alier, Historia y ecología, Serie Ayer, N° 11, Madrid, Asociación de Historia Contemporánea-Marcial Pons, 1993, p. 12. 34 Zarrilli, A. G., op. cit., pp. 68-69.

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32 Zarrilli, A. G., "Historia y medioambiente", en Galafassi, G. y A. G. Zarrilli, Ambiente, sociedad y naturaleza. Entre la teoría social y la historia, Bernal, Universidad Nacional de

sugiere Víctor Toledo, 35 la naturaleza, agredida por las consecuencias perversas de las alteraciones en su metabolismo provocadas por el modelo civilizatorio productivista industrial, reacciona globalmente, transformándose en un actor político. 36 El abordaje de la problemática ambiental necesitaría romper con las viejas estructuras que permitían dejar de lado los aspectos antes destacados. Como destaca Estefanía Gallini, en la sectorialización de las disciplinas que caracteriza la organización del conocimiento en Occidente, el oficio del historiador/a es típicamente sedentario y enceldado en cubículos de bibliotecas, archivos por definición polvorientos, y estudios angostos. Si la historia que se lee, como denunciaba hace años Donald Worster, es desodorizada y empacada al vacío para que tenga la relación más remota posible con la naturaleza que finalmente está detrás de la política, el orden social y la vida económica de nuestras sociedades, lo es en parte porque la investigación histórica no contempla una necesaria relación directa con los ambientes que produjeron esa historia. 37

Un aspecto primordial que deseamos destacar del análisis de esta autora es que los investigadores y las investigadoras ecohistóricas deberían ser conscientes de que abordan unas fuentes cargadas de relaciones de poder, de identidad de clase, género y etnia, de preferencias políticas y condiciones desiguales de acceso a la investigación, entre otras variables, por lo que la contraposición entre evidencia científica y evidencia histórica, o social, no parece ni útil ni necesaria. Todo ello constituye un desafío para una historiografía tan centralista y estatalista como la latinoamericana y una posibilidad de abrir el campo a historias alternativas, más incluyentes y localizadas, "lo cual también demuestra que cualquier metodología es, a la vez, epistemología". 38 Como afirma Carlos W Porto Goncalves, toda sociedad, toda cultura crea, inventa, instituye una determinada idea de lo que es naturaleza. En ese sentido, el concepto de naturaleza no es natural, sino creado e instituido por los hombres, y se constituye en uno de los pilares sobre el que construyen sus relaciones sociales, su producción material y espiritual, es decir, su cultura. "El hombre es la naturaleza que toma conciencia de sí misma y este es Toledo, y., La paz en Chiapas. Ecología, luchas indígenas y modernidad alternativa, México, Quinto Sol, 2000. 36 Alimonda, H., "Presentación", en Alimonda, H. (comp.), Lii's tormentos de la materia. Aportes para una ecología política latinoamericana, Buenos Aires, Clacso, 2006, pp. 9-15. 37 Gallini, S., "Problemas de métodos en la historia ambiental de América Latina", Anuario. Instituto de Estudios Histórico-sociales, N° 19, 2004, p. 163. 38 Gallini, S., op. cit., p. 166.

un descubrimiento verdaderamente revolucionario en una sociedad que de ello se olvidó al colocar su proyecto de dominación de la naturaleza." 39 Esto no va en detrimento del hecho de que la naturaleza existe más allá de como sea conceptualizada por el ser humano. Lo que se desea enfatizar aquí, como destaca Henri Acselrad, 4° es que se requiere del esfuerzo de no tratar por separado la caracterización de las dimensiones físicomateriales y la explicitación de las dimensiones simbólicas asociadas a los modos de representar el medio, ya que ambos son elementos indisociables en la explicación de las estrategias de los diferentes actores envueltos en los procesos conflictivos.

Ambientalismos, ecologismos, ¿movimientos socioambientales? Otra causa de esta fragmentación —entre sociedad y naturaleza— puede asociarse a las características de algunas organizaciones de la sociedad civil que se autodenominaron o fueron reconocidas públicamente como "ambientales". La mayor parte de estas organizaciones, cuyo número creció y ganaron visibilidad en las décadas de 1960-1970 en los países desarrollados, tomaron como centro la conservación de la naturaleza prístina, sin incluir en su objeto de protección a las poblaciones que habitaban en esos ambientes, contribuyendo a la construcción de una imagen del medioambientalismo ligado a la defensa de una naturaleza de la cual el ser humano no formaba parte. Es la corriente del ecologismo que Joan Martínez Alier define como "culto a lo silvestre", basado en la defensa de la naturaleza inmaculada, y representada desde hace ya más de 100 años por John Muir y el Sierra Club en Estados Unidos. 41 Esta corriente del ambientalismo no ataca al crecimiento económico, sino que se preocupa por preservar y mantener lo que queda de los espacios naturales prístinos fuera del mercado. Durante los últimos 30 años, el culto a lo silvestre ha estado representado en el activismo occidental por el movimiento de la ecología profunda, que propugna una actitud biocéntrica ante la naturaleza. La principal propuesta política de esta corriente consiste en mantener reservas naturales, libres de la interferencia humana. Se trata de organizaciones conservacionistas, en muchos casos de los países del Norte, que se centran en la preservación de la naturaleza salvaje,

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Porto Gorwalves, C. W, op. cit., p. 9. ° Acselrad, H. (org.), Conflitos ambientais no Brasil, Río de Janeiro, Relume Dumará-

Fundnáo Heinrich Bóll, 2004. Original en portugués, traducción propia. 41 John Muir (1838-1914) fue un naturalista, escritor y conservacionista norteamericano, fundador del Sierra Club, en 1892. Sobre la organización y su fundador puede consultarse más información disponible en su página web: .

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intacta, así como en la restauración de áreas degradadas. Es decir, no hay un cuestionamiento al crecimiento económico como tal, pero se busca la preservación de la naturaleza quitándola del mercado. Esta corriente se encuentra muy preocupada por el crecimiento poblacional, y está respaldada científicamente por la biología de la conservación.42 Estas organizaciones, que como ya fue mencionado, son internacionalmente reconocidas desde las décadas de 1960-1970, se han ocupado de la parte del ambiente vinculada a las áreas naturales y alejada de los problemas sociales, lo que quizás contribuyó a invisibilizar la relación entre el cuidado del ambiente y las problemáticas sociales inherentes a la definición de qué es preservado y qué no, y las políticas que en ese sentido puedan desarrollarse. Otra de las críticas hacia esta corriente conservacionista está dirigida hacia la interpretación del incremento del apego a la vida silvestre en términos de posmaterialismo. El politólogo Ronald Inglehart, en la década de 1970, interpretó el aumento de personas preocupadas por la naturaleza en términos posmateriales, es decir, en el surgimiento de nuevos valores sociales a medida que las necesidades materiales disminuyen al haber sido satisfechas. En cambio, para otros autores, si bien esta afirmación puede responder a la situación de una parte de la población de los Estados Unidos y otros países ricos, el término "posmaterialismo" es terriblemente equivocado en sociedades como la de los Estados Unidos, la Unión Europea o Japón, cuya prosperidad económica depende del uso per cápita de una cantidad muy grande de energía y materiales, y de la libre disponibilidad de sumideros y depósitos temporales para el dióxido de carbono» Para algunos, el ecologismo sería únicamente un nuevo movimiento social monotemático, propio de sociedades prósperas, típico de una época posmaterialista. Había que rechazar esa interpretación. En primer lugar, el ecologismo —con otros nombres— no era nuevo. En segundo lugar, las sociedades prósperas, lejos de ser postmaterialistas, consumen cantidades enormes e incluso crecientes de materiales de energía y, por tanto, producen cantidades crecientes de desechos. Si acaso, la tesis de que el ecologismo tiene raíces sociales que surgen de la prosperidad se podría plantear, no en términos de una correlación entre riqueza e interés "posmaterialista" por la calidad de vida, sino precisamente en términos de una correlación entre riqueza y producción de desechos y agotamiento de recursos. 44

Ya en 1992, Martínez Alier había ejemplificado este planteo: el movimiento antinuclear solo podía nacer allí donde el enorme consumo de energía y la militarización llevaron a la construcción de centrales nucleares. El movimiento por la recogida selectiva de basuras urbanas solo podía nacer allí donde las basuras están llenas de plásticos y papel, y donde hay razones para inquietarse por la producción de dioxinas al incinerar tales basuras. Desde luego, sería absurdo negar que exista ese ecologismo de la abundancia. Pero también existe un ecologismo de la supervivencia, un ecologismo de los pobres, que pocos han advertido hasta que el asesinato de Chico Mendes,45 en diciembre de 1988, lo hizo entrar por vía televisiva en los tibios hogares de los países del Atlántico Norte. 46 De esta manera, Martínez Alier explica por qué considera que el ambientalismo occidental de la década de 1970 no creció debido a que las economías hubieran alcanzado una etapa posmaterialista, sino precisamente por las preocupaciones "muy materiales" sobre la creciente contaminación química y los riesgos o incertidumbres nucleares. También lo relaciona con el caso de la organización Amigos de la Tierra, que nació en 1969, cuando el entonces director del Sierra Club, David Brower, se molestó por la falta de oposición de esta organización a la energía nuclear. Actualmente, Amigos de la Tierra es una confederación de grupos de distintos países, algunos orientados a la vida silvestre, otros a la ecología industrial, y otros involucrados en los conflictos ambientales y de derechos humanos causados por empresas transnacionales en el Tercer Mundo. 47 En relación con lo anterior, algunos analistas, como los ya destacados Jorge Riechmann y Francisco Fernández Buey, consideran la escisión del Sierra Club como una marca de la ruptura entre el viejo conservacionismo y el nuevo ecologismo radical que surgiría en la década de 1970: [ _] la escisión del Sierra Club que acabo de evocar resulta paradigmática: en todos los países occidentales se da, en los años setenta y ochenta, una tendencia en el mismo sentido. Las viejas organizaciones conservacionistas

(o partes de ella) se adecuan a la novedad que representa la crisis ecológica global renovándose o refundándose como organizaciones ecologistas, y la piedra

Guha, R. y J. Martínez Alier, op. cit. 44 Martínez Alier, J., "El ecologismo de los pobres, 20 años después: India, México y Perú", Curso de Ecología Política, Buenos Aires, Consejería de Educación de la Embajada de España en Argentina, 2009, p. 3.

Chico Mendes fue un activo líder rural brasileño del estado de Acre. Contribuyó a la organización sindical de los seringueiros, e instituyó una forma pacífica de resistir al desmonte planificado por los ganaderos de la zona: los empates, en los que los trabajadores se colocaban entre las motosierras y los árboles, incluso con sus familias. Fue asesinado por un hacendado en 1988. Para mayor información sobre Chico Mendes se recomienda: Nakashima, M., Chico Mendes por ele mesmo, San Pablo, Editora Martin Claret, 2006. 46 Martínez Alier, J., "América Latina. El ecologismo de los pobres", Envío Digital, Nicaragua, N° 125, 1992. Disponible en . 47 Martínez Alier, J., El ecologismo de los pobres.. . , op. cit.

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Martínez Alier, J. op. cit. ,

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de toque entre el viejo conservacionismo y el nuevo ecologismo suele ser la posición respecto a la energía nuclear."

Por otra parte, otra crítica hacia la tesis del posmaterialismo es que las necesidades básicas del ser humano pueden satisfacerse de múltiples maneras, es decir, la riqueza se define culturalmente. La relación entre elecciones, valores y necesidades es compleja. Por ejemplo, se critica la afirmación de Inglehart de que el impacto de los valores sobre la conducta tiende a ser mayor entre los que tienen niveles relativamente altos de educación, información, intereses y habilidades políticas. Las personas con estas características pueden también ser de estratos privilegiados de la sociedad, y podrían tener también más interés en defender globalmente el statu quo.49 A diferencia de estas corrientes conservacionistas, existen también algunas organizaciones que, si bien ciertos medios de comunicación, sectores gubernamentales o empresas que resultan afectadas por su accionar denominan ambientalistas, en general no se consideran como tales. Para este tipo de movimientos —asambleas socioambientales, movimientos campesinos e indígenas, entre otros—, esta crisis llamada ambiental es el reflejo directo de la política económica vigente que, si bien no es la única posible, es la actualmente —e históricamente— hegemónica. 5° Una parte de estos grupos estaría incluida en lo que Joan Martínez Alier denomina ecologismo popular o ecologísmo de los pobres, corriente que será explicada más adelante en este capítulo. En contraposición a ello, otras corrientes del ambientalismo, con una lectura que podría denominarse ecoeficiente, ven a la crisis ambiental como una crisis técnica, donde la modernización verde de los medios y procesos de producción, bajo la misma lógica capitalista de consumo que la origina, alcanzaría para sanar la problemática de la contaminación actual, a pesar de que sea obra más que nada del alto consumo de los países centrales, y de las clases medias y altas de los países empobrecidos." Por su parte, y como ya fue destacado previamente, gran parte de los representantes del culto a lo silvestre consideran la cuestión ambiental como un problema esencial donde son los humanos (y más específicamente los pobres) sin educación ambiental, y no las formas hegemónicas de apropiación del medio, los responsables del desequilibrio entre el hombre y el ecosistema apropiado por este. 52

48 Riechmann, J. y E Fernández Buey, op. cit., p. 114. 49 Ibid. 5 ° Wagner, L. y L. Pinto, op. cit. " Martínez Alier, J., "El ecologismo de los pobres, 20 años después...", op. cit. 52 Wagner, L. y L. Pinto, op. cit.

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Por lo tanto, la mayor parte del ecologismo o ambientalismo, como se lo conoce en la actualidad, va a emerger entre las décadas de 1960 y 1980. Décadas en las que confluyeron diversos sucesos que colocaron la problemática ambiental en la agenda internacional: accidentes y negligencias que evidenciaron impactos ambientales de gran magnitud en diferentes actividades» y la proliferación de libros, informes y conferencias internacionales sobre medioambiente, que comenzaron a hacer hincapié sobre los límites del planeta ante la industrialización, la contaminación y el crecimiento económico. Entre las publicaciones que alcanzaron gran repercusión, se destaca el libro Silent Spring (Primavera Silenciosa), en 1962, de la bióloga norteamericana Rachel Carson. 54 Una reflexión crítica sobre la línea que Carson marcó y que fue seguida en aquellos años es realizada por Víctor Toledo: El libro de Carson marcó el camino con su concepción abstracta y pesimista, dosis sutiles de alarmismo, y un empleo cuidadoso de la información científica, a todo el alud de publicaciones que aparecieron en los años siguientes: ni una palabra sobre el carácter histórico y social del conocimiento y la técnica y, en consecuencia, nada sobre la posibilidad de modificarlos; por lo tanto, el verdadero culpable de la crisis ambiental es "El Hombre", es decir, todos y nadie. 55

Sin embargo, para muchas organizaciones ambientales, de carácter conservacionista, Rachel Carson es considerada una referente del movimiento ambiental, que puso en cuestión los efectos de una potente industria —la de los agroquímicos— y que instauró el debate de la función de la ciencia en estos temas. Otra influyente publicación fue The population Bomb (La bomba de la población), en 1968, del biólogo norteamericano Paul Erlich, que vinculaba el 53 Entre los que alcanzaron mayor repercusión internacional se destacan: a) el naufragio de buques petroleros y la contaminación de mareas y costas: en 1967, el naufragio del petrolero Torrey Canyon frente a las costas de Inglaterra; en 1989, el naufragio del buque petrolero Exxon Valdez, en Alaska; b) la contaminación industrial y sus efectos en la población, sumados a algunos accidentes: contaminación con mercurio de la Bahía de Minamata, en Japón, producida por la industria Chisso Corporation, cuyos efectos comenzaron a evidenciarse a mediados de la década de 1950; la explosión de la planta química ICMESA en Seveso, Italia, en 1976; la fuga de isocianato de metilo (mic) en la fábrica de pesticidas de Union Carbide en Bhopal, India, en 1984; y c) los accidentes nucleares: en la central nuclear Three Mile Island, en 1979, en Pennsylvania, Estados Unidos, y Chernobyl, Ucrania, en 1986. 54 Rachel Carson aborda en este libro los efectos de pesticidas como el DDT en el ecosistema. Se considera que la investigación realizada por ella y los efectos en la opinión pública del libro llevaron a la prohibición de este pesticida en Estados Unidos. 55 Toledo, V, "Ecología, ecologismos y ecología política", en Goin, E y R. Goñi (comps.), Elementos de Política ambiental, La Plata, Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, 1993, pp. 899-910.

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carácter limitado de los recursos naturales con el crecimiento desmedido de la población. Posteriormente, se publicó un reporte del equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts, que se tituló Limits to Growth (Los límites al crecimiento) y fue preparado para el Club de Roma. Además de publicaciones y debates internacionales," en 1972 se desarrolló en Estocolmo la "Conferencia de Naciones Unidas Sobre el Medio Ambiente". Unos meses después, la llamada "crisis del petróleo" —el incremento de su precio determinado por los países exportadores— generó otra señal de alarma sobre los límites. Esta dimensión planetaria del debate sobre el ambiente se tradujo en los años siguientes en la creación de numerosas organizaciones sociales y políticas. 57 También es la década donde, como ya fue mencionado, se produce el mayor quiebre entre el movimiento conservacionista y el nuevo ecologismo —de una mayor radicalidad—, ejemplificado por la ruptura del Sierra Club y la creación de Amigos de la Tierra, como caso referente. También en la Argentina, algunos autores como Mainwaring y Viola 58 identifican los primeros movimientos ecologistas en la década de 1970. Sobre el abordaje de estos procesos como objeto de investigación, Leff destaca que las investigaciones sociológicas sobre los NMS han puesto de relieve los problemas teóricos y metodológicos que surgen para la percepción y caracterización del ambientalismo, debido a su complejidad, que no puede ser abordada desde la tipología de los actores de los movimientos sociales tradicionales, ni puede ser definida en función de sistemas de referencia a los que se remite la acción colectiva. 59 Pero... ¿son ecologismos o ambientalismos? ¿Cuál es la diferencia entre ambas definiciones? Algunos autores las utilizan de forma indistinta. Sin embargo, otros marcan diferencias entre estos términos, que detallaremos a continuación a fin de responder a la siguiente pregunta: ¿Por qué muchas organizaciones que son denominadas como ambientales por otros actores —los medios de comunicación, funcionarios de gobierno y sectores empresarios, entre otros— rechazan esta denominación? Por un lado, la bibliografía española disponible sobre el tema —haciendo hincapié en este país debido a la existencia de referentes en el análisis de esta

problemática— utiliza los términos "ambientalismos" o "ecologismos" para referirse a las diferentes corrientes dentro del movimiento, aunque puede detectarse un mayor uso del término "ecologismo" relacionado con una mayor radicalidad de los grupos a los que se alude. Por ejemplo, en relación con el surgimiento de la historia ambiental y su vinculación con estos movimientos, se encuentran afirmaciones de reconocidos analistas del tema, como la siguiente: No fue casual que la historia ambiental surgiera y se difundiera rápidamente en Alemania y Estados Unidos, países donde el movimiento ecologista fue pionero y gozó desde el principio de bastante respaldo social. Las peculiaridades del proceso político español, marcado por la transición política y la tardía crisis de los partidos y movimientos sociales vinculados a la izquierda tradicional, explican la tardía implantación del movimiento ecologista. 6°

Por otra parte, se remarca el relativo divorcio de la ecología como ciencia y la historia ecológica como enfoque historiográfico, que tiene su razón de ser "en la vinculación de un puñado de historiadores al movimiento ecologista y en el rechazo de la mayoría de los ecólogos profesionales por este movimiento social". 61 El último aspecto mencionado, la separación o vinculación entre ecología —o ecólogos— y ecologistas, también es abordada por otros analistas. Entre ellos, Peter Bowler explica: Ecología es meramente la disciplina que estudia las interacciones de los organismos con su medio. La historia muestra que tales estudios pueden emprenderse dentro de toda una variedad de sistemas de valores [...] . Solo en décadas más recientes se ha creado, con el crecimiento del ecologismo, una situación en que un número importante de ecólogos están dispuestos a emplear su ciencia en apoyo del combate a la explotación. 62

Asimismo, el inglés Bowler forma parte de los autores que utilizan la denominación "ecologismo" para referirse a un amplio abanico de movimientos: El ecologismo es un movimiento complejo que ha disfrutado del apoyo de toda una variedad de intelectuales cuyas posiciones sobre otros problemas están lejos de ser uniformes. En su forma más limitada, el ecologismo demandó la protección de áreas seleccionadas del medio natural [...] , todo esto

56 Se publicaron 300 libros sobre medioambiente, ecología y contaminación en Estados Unidos, se desarrollaron debates internacionales organizados por la revista francesa Le Nouvel Observateur, en Inglaterra aparece el libro A blueprint for Survival de Edward Goldsmith (fundador y editor de la revista británica The Ecologist), en Italia L' Imbroglio Ecologíco, de Paccino, y en México Ecocidio, de E Cesarman, ehtre otros. Toledo, "Ecología, ecologismos y ecología política...", op. cit. " Ibid. 58 Maiwaring, S. y E. Viola, op. cit. 59 Leff, E., op. cit.

González de Molina, M. y J. Martínez Alier (eds.), Naturaleza transformada, Barcelona, Icaria Editorial, 2001, p. 11. Énfasis agregado. 61 González de Molina, M. y J. Martínez Alier, op. cit., p. 12. 62 Bowler, E J., Historia Fontana de las ciencias ambientales, México, Fondo de Cultura Económica, 1998, "Ecología y ecologismo", p. 370.

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reconociendo la necesidad de desarrollo en otras partes. Los partidarios más activos del movimiento verde, en contraste, se han opuesto al entramado total de la sociedad industrial moderna [...I. Tal extremismo ha garantizado que una preocupación por la naturaleza haya sido vinculada a programas que son igualmente radicales con respecto a otros temas. 63

Se desprende de las palabras de Bowler —que utiliza también la denominación "movimiento verde"— otra característica esencial de estos movimientos: la posibilidad de reunir bajo esa bandera a actores sociales que en otras temáticas podrían tener posicionamientos totalmente divergentes, o que nunca se hubieran sentado a dialogar entre sí. En la misma línea, desde América Latina, el uruguayo Eduardo Gudynas destaca que la ecología, como ciencia, logró que desde ella se generara un movimiento social y una militancia ambientalista. Sin embargo, afirma que, aunque ecólogos y ecologistas guardan estrechos lazos, igualmente se han generado tensiones. Para Gudynas, ello se debe a que es posible identificar dos maneras de concebir la ecología: una que apunta a la investigación básica, estudiando por ejemplo la distribución y abundancia de plantas y animales y las características de los ecosistemas, pero dejando en segundo lugar al ser humano, ya sea por invocar una restricción epistemológica (neutralidad valorativa) o la especificidad de su objeto de estudio (restringido a los componentes naturales). La otra perspectiva estudia al ser humano integrado en esos ecosistemas y las consecuencias de sus acciones, y desde allí opina sobre múltiples temas, como los políticos y económicos. El ambientalismo surge de la segunda corriente. 64 Es decir que Gudynas utiliza como sinónimos "militancia ambientalista", "ecologistas" y "ambientalismo" para hacer referencia al mismo proceso. Por su parte, los españoles Riechmann y Fernández Buey realizan la siguiente diferenciación, en la cual comparten con los otros autores españoles ya destacados la identificación del ecologismo con la línea más radical: • El conservacionismo o proteccionismo es el movimiento de protección de la naturaleza, los paisajes y las especies vivas. 65 No se trata de un movimiento directamente político, toma cuerpo en el tejido de asociaciones y grupos de presión que luchan por la conservación de la naturaleza local, nacional o internacionalmente, pero se centran en los efectos y en lo puntual, en lugar de considerar también las causas y los contextos globales.

• El ambientalismo es aquella actividad y aquellos movimientos sociales que luchan por un mejor ambiente y una mejor calidad de vida para los seres humanos, desde un punto de vista exclusivamente antropocéntrico. Solo las amenazas a la salud humana y a la calidad de vida movilizan a los ambientalistas. 66 Es decir, tanto el ambientalismo como el proteccionismo tienden a ser reformistas: no cuestionan de forma radical los modos actuales de producción y consumo. • El ecologismo, en cambio, se constituye como ecología política, ecología social o ecología humana, anulando la separación que plantean el proteccionismo y el ambientalismo. Aborda la cuestión de las relaciones humanidad-naturaleza con una perspectiva renovadoramente global. Este movimiento social, activo desde los años setenta en los países capitalistas avanzados y radicalizado sobre todo por la lucha antinuclear, desea reestructurar la totalidad de la vida económica, social y política y tiende, por tanto, a ser un movimiento antisistema. 67 En coincidencia con lo anterior, el estadounidense Scott Maiwaring y el argentino —radicado en Brasil— Eduardo Viola, en un artículo en el que analizan los nuevos movimientos sociales, las culturas políticas y la democracia de Brasil y la Argentina en la década de 1980, explicitan que, en ambos países, es necesario diferenciar el movimiento ecológico del movimiento del medioambiente, [...] el cual se ha centrado en preocupaciones más específicas relacionadas con la preservación y protección del ambiente, los efectos de la contaminación, la protección de los bosques y la conservación del suelo. El movimiento ecológico participa de estas preocupaciones respecto del medio natural, pero también propone y practica formas activas de organización social. El movimiento ecológico, por lo general, ha suscitado interrogantes con respecto a las formas de interacción humana, a las relaciones del individuo con su trabajo y en torno a otras cuestiones relacionadas con el estilo de vida. 68

Por su parte, el biólogo mexicano Víctor Toledo utiliza la denominación "ecologismo" como sinónimo de las organizaciones sociales y políticas que

Bowler, P. J., op. cit., p. 374. Énfasis agregado. Gudynas, E., "Ecólogos y Ecologistas", Revista Arrib entico, ,N° 48, San José de Costa Rica, 1997, pp. 3-97. 65 Relacionado con la creación de parques naturales, como el Yellowstone, en 1872, o de instituciones como la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (uicN), en 1948.

Esta definición es tomada de la sugerencia de Ramón Folch (véase: Folch, R., "Sobre ecologismo y ecología aplicada", Ketres, Barcelona, 1977). En Estados Unidos, esta posición ambientalista estaría representada por Gifford Pinchot, fundador del Servicio Forestal de Estados Unidos quien, para los autores, quería mantener la naturaleza como recurso productivo y fuente de recreo. Por su parte, John Muir, el creador de Sierra Club, representaría al proteccionismo. También relacionan estas corrientes con el ambientalismo obrero y el movimiento aristocratizante de protección de los paisajes, respectivamente. Incluso puede relacionarse al ambientalismo con el evangelio de la ecoeficiencia y al proteccionismo con el culto a lo silvestre, planteados por Joan Martínez Alier. 67 Riechmann, J. y E Fernández Buey, op. cit. 68 Maiwaring, S. y E. Viola, op. cit., p. 50. Énfasis agregado.

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surgieron en la década de 1970, llamando la atención sobre sus límites, a saber: su arraigo casi exclusivo entre los que podrían llamarse "sectores privilegiados de la sociedad moderna", y el carácter superestructural de las motivaciones que dan lugar a la protesta y que movilizan a los individuos. "Ambos fenómenos quedan expresados por el hecho de que la mayor parte de quienes han hecho suya la lucha por la defensa de la naturaleza son precisamente aquellos que más lejos quedan —en el sentido material y espacial— de ella." 69 Para este autor, la introducción de la problemática ecológica de los países subdesarrollados al debate medioambiental permitiría "desenredar el intrincado nudo político-ideológico" que representan los movimientos ecologistas de las sociedades industriales. Toledo también denuncia que la pretensión de los ecologistas por mantenerse puros de toda ideología política (y en particular del marxismo) esconde el temor de que su universo de preocupaciones quede invalidado a la luz de lo "práctico-concreto". Para él, es necesario que el ecologismo reconozca que la explotación de los trabajadores y la dilapidación de la naturaleza son dos dimensiones de un mismo proceso. En este sentido, bajo el encuadre político de izquierda, las luchas por la naturaleza son finalmente luchas por abolir los procesos de producción que no solo destruyen a los ecosistemas sino que también explotan al productor. Es decir, el ecologismo debe ser transformado en una verdadera ecología política. 70 Por otra parte, el mexicano Enrique Leff considera que existe una variedad de ambientalismos. Es decir, que es posible descubrir expresiones, manifestaciones, actividades y luchas que van desde la diferenciación de las ideologías y demandas de los países ricos y pobres hasta las expresiones que adquieren estos movimientos dentro de diferentes ideologías teóricas, así como sus formas de expresión, generalmente asociadas a otras reivindicaciones sociales por los derechos humanos, la etnicidad y la justicia distributiva. Respecto a los movimientos ambientalistas en los países subdesarrollados, están directamente asociados con las condiciones de producción y de satisfacción de las necesidades básicas de la población y se caracterizan por su diversidad cultural y política, que les confiere una perspectiva más global.'"

Sobre esta variedad y complejidad del movimiento ambiental, un investigador chileno, Carlos Aldunate Balestra, afirma: "está en plena formación un fenómeno surgido a fines del siglo xx que es más un espíritu o una intención que una doctrina fija. A ese espíritu llamaremos aquí 'factor ecológico'". 72 En su libro El factor ecológico..., Aldunate Balestra abre el factor ecológico a dos líneas: la ambientalista y la ecologista. Para ello, toma la definición del británico Andrew Dobson,73 quien considera al ambientalismo como una aproximación administrativa a los problemas ambientales, sin cambios fundamentales en los actuales valores o modelos de producción y consumo. En cambio, para Dobson, el ecologismo es el que plantea cambios radicales en nuestra relación con el mundo natural y en nuestra forma de vida social y política. Aldunate Balestra reconoce que la definición tomada no es fácil de aceptar, ya que considera que la opción de los especialistas es excluir al establishment de cualquier expresión ecológica. En este sentido, hace referencia a Manuel Castells, quien define al medioambientalismo como "todas las formas de conducta colectiva que, en su discurso, y práctica, aspiran a corregir las formas de relación destructivas entre la acción humana y su entorno natural, en oposición a la lógica estructural e institucional dominante". 74 Para Castells, el ambientalismo es la ecología puesta en práctica, pero Aldunate Balestra lo critica al considerar que olvida algo sustancial: que esa propia lógica no es inmutable y que puede experimentar cambios en dirección a una mayor conciencia ecológica. Este autor se refiere a la "inoculación de lo ecológico" en cada vez más niveles de decisión, como los pasos institucionales que representan ciertas normas de calidad ambiental y regulaciones ambientales. Para este investigador, el punto de partida del factor ecológico se encuentra en la tesis de los "límites del crecimiento" incubada a fines de la década de 1960 en el Club de Roma y publicada en 1972 para la Conferencia de Estocolmo. "De la toma de posición frente a esta máxima se desprende todo el movimiento ambiental ecologista que conocemos hoy, incluyendo la gestión que opera desde las instituciones." 75 Este factor tiene a su vez un movimiento espontáneamente transversal, se pasea de izquierda a derecha, y viceversa. Por otra parte, los distintos ecologismos generados no son per-

Toledo, V, "Ecología, ecologismos y ecología política...", op. cit., p. 903. 70 Ibid. Énfasis agregado. 71 Por ejemplo, las luchas por la tierra están pasando a ser luchas "económicas" por la apropiación de los procesos productivos de los que dependen tas condiciones de vida de la población y luchas "políticas", en tanto que cuestionan las estructuras de poder y plantean una participación activa de las poblaciones en los procesos de toma de decisiones. Las demandas de socialización de la naturaleza van más allá del rescate de un patrimonio natural y cultural y se presentan como una lucha por la apropiación del potencial ecoló-

gico de sus recursos productivos. Propugnan la participación creativa de las comunidades rurales en la construcción de una nueva economía. Leff, E., op. cit. 72 Aldunate Balestra, C., El factor ecológico. Las mil caras del pensamiento verde, Santiago de Chile, LOM Ediciones, 2001, p. 17. 73 Dobson, A., Pensamiento político verde, Barcelona, Paidós, 1997. In74 Castells, M., El poder de la identidad, segundo volumen de su libro La Era de la formación, Madrid, Alianza editorial, 1998, "El reverdecimiento del yo: el movimiento ecologista". Citado en Aldunate Balestra, op. cit., p. 18. 75 Ibid., p. 18. Énfasis agregado.

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manentes ni configuran una base teórica definitiva. Finalmente, el tercer criterio que Aldunate Balestra le confiere a este factor es superar la simple frontera de los "modos de hacer" y trascender al plano de lo espiritual con fuertes influjos de una doctrina nueva: el ecocentrísmo. 76 Por su parte, Joan Martínez Alier destaca la existencia de las tres corrientes del ambientalismo antes mencionadas: el culto a lo silvestre, el evangelio a la ecoeficiencia y el ecologismo de los pobres o ecologismo popular; cada una de las cuales sustenta diferentes lenguajes de valoración que pueden entrar en disputa durante un conflicto. Los miembros de la corriente de la ecoeficiencia se preocupan por los impactos ambientales y los riesgos para la salud de las actividades industriales, la urbanización y también la agricultura moderna. Creen en el desarrollo sostenible o "uso prudente" de los recursos naturales, y en el control de la contaminación a partir de la "modernización ecológica". 77 En este sentido, sus postulados descansan en la creencia de que las nuevas tecnologías y la "internalización de externalidades" son instrumentos decisivos de la modernización ecológica. Están respaldados por la ecología industrial y la economía ambiental. A diferencia de la primera corriente, se preocupa por los impactos de la producción de bienes y por el manejo sostenible de los recursos naturales, y no tanto por la pérdida de los atractivos de la naturaleza o de sus valores intrínsecos. Su sinónimo de naturaleza serían: recursos naturales, capital natural o servicios ambientales. El Instituto Wupperta1, 78 en Alemania, aparece como uno de sus mayores representantes. "La ecología se convierte en una ciencia gerencial para limpiar o remediar la degradación causada por la industrialización." 79 Sus herramientas son los indicadores e índices de uso de materiales o energía por unidad de servicio, el análisis del ciclo de vida de productos y procesos, y la auditoría ambiental, entre otros. "Este es hoy un movimiento de ingenieros y economistas, una religión de la utilidad y la eficiencia técnica sin una noción de lo sagrado." 8° En síntesis, la corriente antes mencionada no se opone al crecimiento económico, pero promueve un "aprovechamiento racional eficiente de los recursos". No considera apreciaciones de la naturaleza en términos de sa-

cralidad, y tiene como conceptos clave al desarrollo sostenible, las certezas científicas, los expertos y la innovación, entre otros. 81 Tanto el sector conservacionista como el ecoeficiente son puestos en cuestión por la tercera corriente, que viene desde los países pobres —aunque también reconoce raíces en los grupos menos favorecidos de los países ricos : la justicia ambiental, el ecologismo popular o el ecologismo de los pobres. La ética de esta tercera corriente nace de una demanda de justicia social contemporánea entre humanos. Además de que el crecimiento económico implica impactos al medioambiente, esta corriente enfatiza el desplazamiento geográfico tanto de las fuentes de recursos como de los stfínideros de residuos. En este sentido, ciertas "fronteras", como la frontera del cobre y la frontera del oro, avanzan hacia nuevos territorios, "esto crea impactos que no son resueltos por políticas económicas o cambios en la tecnología, y por tanto caen desproporcionadamente sobre algunos grupos sociales que muchas veces protestan y resisten (aunque tales grupos no suelen llamarse ecologistas)". 82 Podría decirse que esta corriente combina la apelación a la sacralidad de la naturaleza con el interés material por el medioambiente como fuente y condición de sustento. En el caso de los Estados Unidos, el movimiento por la justicia ambiental es un movimiento social organizado contra casos locales de racismo ambiental: la contaminación del aire, la pintura con plomo, las estaciones de transferencia de la basura municipal, los desechos tóxicos y otros peligros ambientales que se concentran en barrios pobres y de minorías raciales. 83 Tienfurtsvíclo mientdrchosvleMatin Luther King de los años sesenta. —

El movimiento por la justicia ambiental es potencialmente de gran impor-

tancia, siempre y cuando aprenda a hablar a nombre no solo de las minorías dentro de Estados Unidos sino de las mayorías fuera de Estados Unidos (que no siempre se definen en términos raciales) y que se involucre en asuntos

Así, el autor reconoce la existencia de "cuatro ecologías": la ecología profunda, la ecología social, la ecología normativa y las ecologías liberadoras. Para mayor información sobre esta clasificación, véase Aldunate Balestra, C., op. cit., pp. 51-105. Énfasis agregado. 77 La modernización ecológica es un concepto inventado por Martin Jaenicke y Arthur Mol en la década de 1990. Tiene dos presupuestos: uno económico —ecoimpuestos y mercados de permisos de emisiones— y otro tecnológico —apoyo a los cambios que llevan a ahorrar energía y materiales—. Martínez Alier, J., El ecologismo de los pobres... , op. cit. 78 Para mayor información sobre el Instituto Wuppertal, puede consultarse su página web, disponible en . 79 Martínez Alier, J., El ecologismo de los pobres..., op. cit., p. 21. 89 Ibid., p. 20.

Algunos autores postulan que en Estados Unidos, el culto a lo silvestre es más reciente que el evangelio a la ecoeficiencia. Más allá de cual haya sido la primera, ambas corrientes conviven actualmente. Pueden, en algún caso, oponerse una a la otra en cuanto a sus intereses, o desarrollar discursos compartidos. "A veces, aquellos cuyo interés en el ambiente pertenece exclusivamente a la esfera de la preservación de lo silvestre exageran la facilidad con la que puede desmaterializarse la economía, y se convierten en creyentes oportunistas en el evangelio de la ecoeficiencia. ¿Por qué? Porque al afirmar que el cambio tecnológico hará compatible la producción de bienes con la sustentabilidad ecológica, enfatizan la preservación de aquella parte de la naturaleza que todavía queda fuera de la economía. Entonces, el 'culto a lo silvestre' y el 'credo de la ecoeficiencia' a veces duermen juntos". Martínez Alier, J., El ecologismo de los pobres..., op. cit., p. 26. 82 Ibid., p. 27. as Purdy, J., "Shades of Green", The American Prospect, 3 de enero de 2000.

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como la biopiratería y bioseguridad y el cambio climático, más allá de los problemas locales de contaminación. Lo que el movimiento de la justicia ambiental hereda del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos también tiene valor a nivel mundial debido a su contribución a formas gandhianas de lucha no violenta."

Si bien este movimiento en gran parte ha estado limitado a su país de origen, existen en países latinoamericanos, como por ejemplo en Brasil, redes que han tomado el nombre de justicia ambiental y otros movimientos que • toman este argumento entre sus reivindicaciones. Se identifican dentro de esta línea los movimientos contra minas, pozos petroleros, represas, deforestación y plantaciones forestales para alimentar el creciente uso de energía y materiales, dentro o fuera de sus propios países, y los conflictos por el uso del agua, entre otros. Es decir, esta corriente adhiere a la protección del ambiente no como valor posmaterial, sino en defensa de las bases de supervivencia ante los impactos y riesgos del crecimiento económico. Desde esta perspectiva, el ambiente no es un objeto de lujo o esparcimiento, sino que está asociado a una diversidad de lenguajes de valoración: cultural, social, económico, cognitivo, entre otros. Amplían así los postulados de las corrientes conservacionistas y ecoeficientes, haciendo hincapié en los impactos sociales que sufren de manera desigual diferentes sectores de una sociedad. Sin embargo, las otras dos corrientes —posiblemente por no atacar directamente al neoliberalismo sino bloquear su avance en ciertas áreas, en el primer caso, o gestionar sus consecuencias ambientales, en el segundo— poseen una mayor visibilidad para la sociedad en general, y una mayor capacidad de conseguir financiamiento para sus acciones y campañas —proveniente muchas veces de empresas cuestionadas por la tercera corriente—. Por este motivo, en general, los movimientos sociales que pueden clasificarse dentro de esta tercera corriente rechazan la denominación de ambientalistas o ecologistas —que identifican con el conservacionismo o la ecoeficiencia— aunque, paradojalmente, en algunos casos recurran a argumentos de carácter conservacionista o ecoeficiente para enfrentarse al avance de los modelos extractivos. "La percepción ecológico-popular se expresa a veces en la terminología científica de flujos de energía y materiales, de pérdida de biodiversidad, cambio climático, recursos agotables y contaminación, pero ese no es siempre el lenguaje utilizado por los movimientos ecologistas actuales o históricos. Ellos disponen de otros lenguajes [ . "85

Movimientos socioambientales: una denominación en respuesta a la fragmentación temática del ambientalismo En este trabajo se abordará el caso de una provincia con trascendentes movilizaciones socioambientales en rechazo a la megaminería en la Argentina. Estos hechos forman parte de un proceso que, sobre todo en las últimas décadas, se ha generado en el país, donde emergen y hacen eco en la opinión pública diversos conflictos socioambientales —o que consideramos que pueden ser abordados como tales—. Hacemos esta diferenciación porque, como señala Martínez Alier, han existido y existen conflictos y movimientos socioambientales que no fueron identificados o que no se autodenominan como tales. " [ ] los actores de tales conflictos muchas veces no utilizan un lenguaje ambiental, y esta es una de las razones por la cual esta tercera corriente del ecologismo [el ecologismo popular] no se identificó hasta los años ochenta." 86 El caso aquí analizado se enmarca en un proceso de ambientalización de las luchas sociales. La noción de ambientalización puede designar tanto el proceso de adopción de un discurso ambiental genérico por parte de los diferentes grupos sociales, como la incorporación concreta de justificativas ambientales para legitimar prácticas institucionales, políticas, científicas, entre otras. En concordancia con ello, la profundización del conocimiento sobre los conflictos y movilizaciones locales posibilita la caracterización de procesos de ambientalización específicos a determinados lugares, contextos y momentos históricos, en los que nuevos fenómenos van siendo construidos y expuestos a la esfera pública, o viejos fenómenos son renombrados como ambientales. 87 Así, la ambientalización de los conflictos sociales construye una nueva cuestión social, una nueva cuestión pública. "El proceso histórico de ambientalización así como otros procesos similares implican simultáneamente transformaciones en el Estado y en el comportamiento de las personas en el trabajo, en la vida cotidiana y en el tiempo libre." 88 La cuestión ambiental constituye así una nueva fuente de legitimidad y de argumentación en los conflictos. 89 En este sentido, lo que se considere ambiental y lo que no,

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Martínez Alier, J., El ecologismo de los pobres..., op. cit., p. 31.

Ibid., p. 31. Acselrad, H., "Ambientalizaeáo das lutas sociais —o caso do movimento por justita ambiental", Estudos Avamados, vol. 24, N° 68, 2010, pp. 103-119. Original en portugués, traducción propia. 88 Leite Lopes, J. S., "Sobre processos de `ambientalizaeáo' dos conflitos e sobre dilemas da participaeáo", Horizontes Antropológicos, año 12, N° 25, Porto Alegre, 2006, pp. 31-64. Original en portugués, traducción propia.

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Ibid., p. 20.

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biental" busca enfatizar el hecho de que sus demandas van mucho más allá de una reivindicación estrictamente preservacionista de una "naturaleza prístina" o remediadora de los impactos ambientales generados. Podría decirse, parafraseando la expresión de Diana Lenton para referirse a otras denominaciones, 91 que el término "socioambiental" "nace contrahegemónico". Lenton describe este tipo de nacimiento al referirse al concepto de daño cultural, producido por empresas extractivas al intervenir en territorio de comunidades mapuches. Lenton explica:

puede tener implicancia directa en lo que se legitime —o no— en la toma de decisiones. Su nominación —o sea, la designación de aquello que es o no es ambientalmente benigno— redistribuye el poder sobre los recursos territorializados, por la legitimación/deslegitimación de las prácticas de apropiación de la base material de las sociedades y/o de sus localizaciones. Las luchas por los recursos ambientales son, así, simultáneamente, luchas por sentidos culturales [ _], o sea, por la afirmación de ciertos proyectos en contextos de desigualdad sociopolítica. 9°

En la Argentina, gran parte de los movimientos que surgieron de conflictos ambientales, y que luchan y resisten a los proyectos y actividades ya enumerados en este capítulo, aceptan o autoproclaman la denominación "socioambiental". Este término fue tomado por diversas organizaciones del país, en su mayor parte por asambleas de vecinos autoconvocados, para hacer hincapié en la imposibilidad de separar las problemáticas que afectan al ambiente del perjuicio social que implican, por un lado, y de la estructura social y política que las origina, por otro. Si bien se podría utilizar la denominación "movimiento ambiental", considerando el ambiente como un concepto holístico, que, como ya fue mencionado, abarca los aspectos sociopolíticos, económicos, ecológicos y culturales, entre otros, diversas situaciones llevaron a estos movimientos a rechazar esta acepción. En primer lugar, ya fue destacada la profusa bibliografía existente en torno al tema, con diferentes usos para los mismos conceptos. Como fue ejemplificado, algunos autores hacen un uso indistinto de ambas denominaciones —"ecologismo" y "ambientalismo", o sus correlatos en "movimiento ambiental" y "movimiento ecológico"—, considerándolas sinónimos. Otros prefieren utilizar una u otra, pero sin dar detalles del porqué de su elección, y un último grupo las utiliza para diferenciar la radicalidad de los movimientos a los que hacen referencia. Otro aspecto a destacar, que es esencial en el rechazo a estos términos, es la evidencia de un uso en términos despectivos u ofensivos, desde ciertos sectores —principalmente, sus oponentes en el conflicto: los vinculados a la defensa de los emprendimientos cuestionados por quienes denominan ambientalistas o ecologistas— y gran parte de los medios de comunicación masivos. Es decir, la primacía en el imaginario social de lo ambiental ligado al ambientalismo conservacionista o ecoeficiente, ha sido aprovechada en la actualidad por ciertos actores para invisibilizar los contenidos sociales de la protesta ambiental. En respuesta a ello, la denominación "socioamAcselrad, H. (org.), Conflitos ambientais no Brasil.. op. cit. 68

En ese sentido, la eficacia posible de este se verifica y es constatable en la prevenida negativa sistemática del poder hegemónico —estatal o empresario— a considerarlo dentro de los límites de lo debatible. Dicho de otras maneras: no es que por ejemplo las empresas demandadas afirmen que el daño cultural es bajo o que ha sido apropiadamente reparado, sino que pretenden que este ni siquiera existe como concepto o como demanda posible. De allí la importancia de la intervención profesional, para establecer sus condiciones de posibilidad sobre bases inequívocas y diseñar su aplicabilidad. 92

Es interesante trasladar estas reflexiones al concepto socioambiental, ya que la acción de lo que Lenton denomina poder hegemónico —estatal o empresario— pasa en este caso por la negación a incorporar al debate algunos aspectos de los emprendimientos cuestionados por estos movimientos, acentuando de esta manera el conflicto latente. En otras palabras, tanto el sector empresarial como ciertos sectores del poder estatal —y en menor medida el sector científico-académico-profesional— en ocasiones se niegan a discutir los aspectos políticos, éticos e ideológicos del modelo de desarrollo que respalda a las actividades extractivas, como, por ejemplo, la minería a gran escala. Es decir, parafraseando a Lenton: no es que las empresas cuestionadas afirmen que el sistema capitalista-neoliberal que sustenta la explotación de recursos naturales no renovables es el mejor de los modelos de desarrollo posibles, o que esté probado que la explotación de minerales a la tasa de extracción que ellos plantean responde a las necesidades de las comunidades que la cuestionan, sino que pretenden que estos aspectos no sean considerados a la hora de aceptar o no sus proyectos. Con este fin, la estrategia de estos sectores hegemónicos es la reducción de cualquier discusión a los aspectos técnicos, frenando así la posibilidad de

i Lenton, D., "Acuerdos y tensiones, compromiso y objetividad: el 'aporte antropológico' en torno a un conflicto por territorio y recursos entre mapuches, gobiernos y capitales privados", ponencia presentada en el IX Congreso Argentino de Antropología Social, Posadas, 5-8 de agosto de 2008. 9

92

Ibid.

69

solucionar el conflicto, ya que los mayores cuestionamientos —los que van más allá de lo que consideran estrictamente técnico— ni siquiera son incluidos en el debate. Ante esta situación, cobra fuerza la necesidad de dar visibilidad, también discursiva, a aquellos componentes no técnicos del problema ambiental, para evidenciar los motivos por los que los conflictos estallan o permanecen latentes. Los aspectos sociales —incluyendo los políticos, culturales, éticos e ideológicos, construidos históricamente—, dejados de lado en las evaluaciones, generalmente en nombre de la cientificidad y la objetividad, son centrales en las reivindicaciones de los movimientos socioambientales que se analizarán. La visión fragmentada de sus reclamos, y la denominación a priori de estos movimientos como activistas, piqueteros verdes, ecoterroristas, fundamentalistas, entre otros calificativos, pueden tergiversar su caracterización e impedir conocer en profundidad la complejidad de sus demandas, que conforman junto a las de otros actores una parte esencial del conflicto ambiental que abordaremos. Parafraseando a Joan Martínez Alier, el poder aparece en dos formas: como la capacidad para imponer una decisión sobre otros, y como poder de procedimiento que, triunfando en apariencia sobre la complejidad, es capaz de imponer a todas las partes implicadas un lenguaje de valoración determinado, como criterio básico para juzgar un conflicto ecológico distributivo.' Considerando lo antes mencionado, puede afirmarse que el concepto socioambiental ha sido configurado de manera estratégica, principalmente desde los movimientos, ante la suerte de cooptación que el concepto de ambientalismo ha tenido desde su vinculación a los aspectos más conservacionistas de los movimientos que comenzaron a identificarse bajo esta denominación. Sin embargo, es importante mencionar que también pueden encontrarse en la Argentina reconocidos trabajos que aluden al movimiento ambiental para interpretar experiencias similares a las que se toman en este libro bajo la noción de movimiento socioambiental. Como ejemplo, resulta pertinente traer a este apartado las reflexiones del sociólogo y politólogo argentino Vicente Palermo y del geógrafo argentino Carlos Reboratti, en su análisis sobre un conflicto emblemático en la Argentina: el caso de las pasteras sobre el río Uruguay, que será abordado en el capítulo III de este libro. Estos autores, en concordancia con otros, también encuentran en el ambientalismo características que permiten configurarlo como movimiento social.

93

Martínez Alier, J., El ecologismo de los pobres. op. cit.

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Considerando el vecinalismo de Gualeguaychú como movimiento social, sin duda puede decirse que aporta una novedad, la entrada plena del ambientalismo en la esfera pública y la politización de un nuevo valor (precisamente esto lo habilita a ser considerado movimiento social). Esto no quiere decir que el tema ambiental haya estado ausente hasta entonces, pero carecía de la densidad política y cultural que al parecer ha adquirido, y si bien los antecedentes de pequeños movimientos de defensa ambiental en algunas otras provincias argentinas no deberían ser para nada despreciados, podemos estimar que el punto de inflexión en lo que atañe a la afirmación de una conciencia ambiental está constituido por la eclosión de este conflicto. Retomando lo sugerido en el punto anterior, es inevitable mencionar que tanto en términos identitarios como culturales el ambientalismo es un nuevo ingrediente que se mezcla con otros que lo preexistían en la preparación de platos, algunos muy conocidos y otros más novedosos, pero todos difíciles de digerir."

Palermo, V. y C. Reboratti, "Introducción", en Palermo, V. y C. Reboratti (comps.), Del otro lado del río: Ambientalismo y política entre uruguayos y argentinos, Buenos Aires, Edhasa, 2007, pp. 9-14.

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CAPÍTULO II INTENTOS Y PERSPECTIVAS DE DESARROLLAR LA MINERÍA Y PROTEGER EL AMBIENTE

No solo la economía forma parte de la naturaleza, sino que la economía está imbricada también en una estructura de derechos de propiedad y en una distribución social de renta y poder. Los problemas ecológicos —y las políticas para hacerles frente— no pueden analizarse al margen de los conflictos sociales 1_1. JOAN MARTÍNEZ ALIER y JORDI ROCA JUSMET'

En este apartado se profundizará en los antecedentes de la actividad minera en el país, haciendo hincapié solo en algunos eventos considerados clave, tales como la sanción del Código de Minería a fines de siglo xtx, pasando en algunos períodos del siglo xx por planes estatales, hasta llegar al arribo de la minería a gran escala —megaminería—, generalmente llevada adelante por inversores extranjeros. Se realizarán también algunas referencias al caso mendocino, que se complementarán en el desarrollo del capítulo 111. 2 Ello Martínez Alier, J. y J. Roca Jusmet, Economía ecológica y política ambiental, México, Fondo de Cultura Económica, 2000, p. 481. 2 Este apartado tiene como finalidad situar en el devenir histórico de la actividad minera en la Argentina la creciente llegada al país de empresas que pretenden llevar adelante proyectos de minería a gran escala. La información brindada no pretende agotar la extensa bibliografía en relación con el tema, aunque también es necesario destacar que se trata de un campo muy poco desarrollado y en parte, por eso, poco diversificado en sus maneras de historiarlo. Para ampliar se recomiendan las siguientes obras, sumadas a las que son citadas a lo largo de este capítulo: Juan, J., La minería de Mendoza, Mendoza, Editorial Mendoza Datos, 1998; Cueto, A., Minería e impacto en Mendoza, Mendoza, Centro Interdisciplinario de Estudios Regionales-Universidad Nacional de Cuyo, 2003, t. 1; Lavandaio, E. y E. Catalano (eds.), Historia de la minería argentina, Buenos Aires, Segemar, 2004, tt. 1 y 2; Juan, J. E, "Mendoza", en Lavandaio, E. y E. Catalano, op. cit., pp. 175203; Benavídez de Albar Díaz, M., Oro y plata en San Juan. Minería, protagonistas y vínculos 1890-1930, San Juan, Editorial Fundación Universidad Nacional de San Juan, 2007; Aceñolaza, E G. (coord.), Los geólogos y la geología en la historia argentina, San Miguel de Tucumán, Insugeo, 2008; Alonso, R. N., Los antiguos mineros. Ensayos para una Historia de la Minería de Hispanoamérica, 3' ed., Salta, Mundo Gráfico Salta Editorial, 2010;

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facilitará la comprensión de los discursos que entran en disputa en el conflicto generado por la megaminería, en los que se profundizará en los próximos capítulos. Para este apartado, se recurrió a reconocidos analistas de la cuestión minera en la Argentina y de las causas del devenir de la actividad en el país, también se introducen reflexiones de algunos representantes del sector minero en la provincia de Mendoza. Posteriormente, se realizará una breve descripción y reflexión sobre los postulados de protección del ambiente plasmados en la política ambiental de la Argentina a través de su legislación, que han pautado el modo en que se llevan a cabo las evaluaciones de impacto ambiental de proyectos potencialmente dañinos para el ambiente. Este aspecto sentará la base que permitirá avanzar, en especial en el capítulo IV, sobre la interacción de la conflictividad ambiental con estas instancias de evaluación ambiental de proyectos de minería a gran escala. 3

MINERÍA EN LA ARGENTINA: UN RELATO DE VAIVENES A DIVERSAS ESCALAS

minera en el actual territorio argentino son más bien escasas. En el siglo xv, los conquistadores europeos se plantearon como prioridad la búsqueda y explotación de minerales de plata, metal de elevado valor que para esa época se constituyó en el patrón monetario. Mucha información sobre este tema se habría perdido en el transcurso de las guerras civiles, así como también por la negligencia de los funcionarios. Sin embargo, numerosas crónicas hacen referencia al distrito minero de Famatina, mina de oro y plata ubicada en la actual provincia argentina de La Rioja. 4 Retomando el relato histórico, a mediados del siglo XVII llegaron al territorio de lo que hoy es la Argentina, por entonces colonia, las misiones jesuíticas que, hasta la expulsión de la orden de América en 1773, explotaron el Famatina y numerosas minas de oro y plata en distintas regiones, entre ellas, en la actual provincia de Mendoza, las de la zona de Paramillos de Uspallata [ ] Alonso de Ovalle (1642), sacerdote jesuita, cuenta que alrededor del año 1638, muchos mineros potosinos vinieron a trabajar algunas minas de oro en la región de Paramillos de Uspallata y que en general los laboreos eran pequeños y casi nunca llegaron a atravesar la capa freática. El mencionado sacerdote dice que vio esas minas, cuya posición dio a conocer en sus cartas a Roma ...1 . 5

Si bien este trabajo toma como punto de partida la sanción del Código de Minería —hacia finales del siglo xx—, entendiendo que ello implicó plasmar en un documento estatal las pautas que regirían la política minera en la Argentina, resulta importante también hacer un breve recorrido por los procesos que antecedieron a esta sanción, tanto en el período colonial como en las primeras décadas de la independencia, a fin de situar, en el devenir histórico del desarrollo de la minería en el país, los eventos aquí destacados, y abordar la conflictividad actual que genera esta actividad desde una perspectiva que permita contextualizarla históricamente.

En relación con lo anterior, la historiadora argentina Raquel Gil Montero destaca la existencia del "mito de los jesuitas", en las narrativas de algunos viajeros que sentaron las bases de la historia de la minería, como Brackebusch y Hoskold. "Los textos a los que apelaron tanto Brackebusch como Hoskold eran principalmente eclesiásticos o provenientes de las regiones centrales del Virreinato. No resulta por ello difícil pensar que fueron sus fuentes las que sugirieron algunas de las afirmaciones vertidas por estos dos científicos." 6 Gil Montero destaca que ambos no podían concebir que los "indígenas locales" o los "brutales conquistadores" pudieran haber sido capaces de desarrollar tecnología minera, por eso aparecen los jesuitas en la

Minería en la Colonia, primeras décadas independientes

y boom y declive de la minería metalífera

Méndez, V, "Historia del desarrollo minero argentino", en Zappettini, E. O. (ed.), Recursos minerales de la República Argentina, Buenos Aires, Instituto de Geología y Recursos

Según menciona Vicente Méndez en el inicio de su artículo "Historia del desarrollo minero argentino", hasta el siglo xvi las evidencias sobre la actividad Alonso, R., Historia de la Minería de Salta y Jujuy, Salta, Mundo Editorial, 2010; Sironi, O., "Reflexiones epistemológicas y propuestas metodológicas para una Arqueología de la Minería", Revista de Epistemología y Ciencias Humanas, 2013, pp. 32-45. 3 Deseo agradecer especialmente a Facundo Rojas y a Diego Bombal por sus exhaustivas lecturas del borrador de este capítulo, y por los aportes que contribuyeron a enriquecer sustancialmente este apartado.

Minerales-Segemar, 1999, pp. 5-25. 5 Méndez, V., op. cit., p. 8. Paradójicamente, y como se describirá en otros capítulos de este trabajo, Famatina es actualmente uno de los principales conflictos argentinos en materia minera, ya que nuevas incursiones de empresas transnacionales allí, en la década de 2000, han despertado un importante rechazo social de las poblaciones aledañas, generándose una resistencia emblemática a proyectos mineros bajo el lema "El Famatina no se toca". 6 Gil Montero, R., "Ludwig Brackebusch y el 'mito' de los mineros jesuitas", ponencia presentada en el Coloquio Humboldt: Ideas Viajeras y sus Objetos: El Intercambio Científico entre Alemania y América Austral, La Plata, Universidad Nacional de La Plata, 14-16 de septiembre de 2009, p. 15.

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historia. Sin embargo, los españoles se dedicaron desde los primeros años a la explotación minera, y lo hicieron utilizando tecnología indígena adaptada por ellos mismos a la escala de la producción que se impuso después de la Conquista. Muchos de los mineros de las tierras altas, sobre todo en regiones marginales como la Puna, fueron simplemente indígenas. Lógicamente los españoles incursionaron también en este territorio y explotaron muchas vetas, pero no hay que olvidar que el conocimiento minero ya existía desde tiempos prehispánicos y con la Conquista se sumó un nuevo aliciente: el uso de los metales en diferentes transacciones, incluyendo el pago de tributos.'

Raquel Gil Montero resume así, como característico de la minería colonial, que los españoles explotaron desde muy temprano las minas en América, y resolvieron muchos problemas técnicos utilizando primeramente la tecnología nativa y luego la europea aunque adaptada. Destaca que la masiva experiencia potosina fue la principal "escuela minera" de los Andes. "Muchos de sus expertos (incluidos —por cierto— los indígenas) fueron contratados para construir socavones, para catear, para adaptar tecnología y para resolver los innumerables problemas que suponía la explotación a una altitud desconocida en Europa." 8 Un dato de la situación de la minería en aquella época es la afirmación de Sobremonte, gobernador de Córdoba —realizada en 1778 al visitar la zona de la actual provincia de La Rioja—, de que si bien había vestigios de antiguas explotaciones, "las legendarias minas seguían siendo más una esperanza que una realidad". 9 Luego de la independencia de España se mantuvieron, en las primeras décadas, los intentos de continuar con la actividad minera. Edmundo E Catalano afirma que el desarrollo minero argentino, en sus actuales límites territoriales, estuvo condicionado desde el comienzo por las características estructurales de la economía que España había impuesto a sus colonias. Solo las regiones que poseían grandes yacimientos de metales preciosos podían aspirar, en esa época, a un desarrollo minero consecuente. Y si bien en los nuevos límites del Estado la producción de los metales nobles había sido siempre insignificante e irregular, sin que existiera un distrito que mostrara posibilidades de una expansión constante y acorde con las necesidades del

momento, "el signo de los metales preciosos, como fuente principal de riqueza y del crédito público, va a seguir dominando, al igual que en la Colonia, nuestro frágil desarrollo minero ".io La atención de los entonces gobernantes, con el fin de cubrir las necesidades financieras del Estado, fue puesta en las minas del Famatina (provincia de La Rioja), Capillitas (Catamarca), el Paramillo de Uspallata (Mendoza) y La Carolina (San Luis). Así, el 7 de mayo de 1813 se sancionó la Primera Ley de Fomento Minero, en homenaje a la cual se establece ese día como el Día de la Minería. Esta ley permitió a los extranjeros denunciar minas en los mismos términos que los nacionales, y declaró el libre ingreso al país de maquinaria y de utensilios destinados al trabajo minero, entre otros cambios. El gobierno de Rivadavia va a constituir, en este contexto, el primer esfuerzo republicano por impulsar la minería. Es a partir de 1823, bajo su mandato, cuando se iniciaron los primeros negociados mineros. En este sentido, en 1824 se dictó un decreto cuyo objetivo sería promover la formación de una sociedad en Inglaterra, destinada a explotar minas de oro y plata que existían en el territorio, conformándose la Río de la Plata Mining Association." Catalano argumenta que el rechazo que surgió de las provincias hacia este proyecto no fue tanto en contra de la participación del capital extranjero en la actividad minera, sino contra la forma autoritaria en que Rivadavia gestó el negocio, en momentos en que las provincias se oponían a los intereses de su gobierno y se levantaban en resistencia. Así, podría decirse que, en la década de 1820, se produce un auge de proyectos mineros impulsados por Rivadavia, con fuerte protagonismo de capital europeo, principalmente inglés, que chocaron con los intereses de otros sectores regionales y del Litoral. Estas disputas son mencionadas en la historiografía nacional como procesos disparadores de las guerras civiles y de las disputas entre Buenos Aires y los caudillos del interior, como Facundo Quiroga. 12 Hay que destacar que hasta fines de siglo xix la plata era el mineral más aprovechado, aun cuando los yacimientos poseían oro en menor cantidad y cobre, además de otros metales. El auge del cobre comenzó recién hacia fines de siglo xix, y descendió la importancia relativa de la plata. Sin embargo en este período [1800-1850] tampoco se logra una producción minera importante.

1

° Catalano, E. E, Breve historia minera de la Argentina, Buenos Aires, Ediciones Depalma,

Ibid., pp. 15-16. 8 Ibid., p. 12.

11

Crovara, E. y H. Hünicken, "La Rioja hasta los albores del siglo xx", en Lavandaio, E. y E. Catalano (eds.), Historia de la minería argentina, Buenos Aires, Segemar, 2004, t. 2, p. 160.

Rojas, J. E, "Procesos ambientales: deforestación y actividades productivas en los valles y bolsones del oeste de La Rioja y Catamarca desde mediados del siglo )(IX", tesis doctoral, Universidad Nacional de Cuyo, 2013.

76

77

1984, p. 23.

7

Ibid.

12

Aunque no se dispone de números exactos sobre cantidades explotadas de mineral, sí sabemos que se produjo cierta expansión de la actividad desde principios de siglo xlx, más específicamente entre 1817 y 1826."

En 1826, el presidente Rivadavia sancionó la Ley de Consolidación de la Deuda, que declaraba nacional el empréstito de Buenos Aires y aumentaba su garantía con todas las tierras y demás bienes inmuebles de las provincias que pasaban a ser propiedad nacional, entre ellos, las minas. Méndez destaca que: [ ] sin duda, este lapso de la historia argentina de tan intensa especulación, no tuvo la contracara de un desarrollo minero importante. Sin embargo, en este período hay evidencias indudables de una incipiente actividad minera, puesta de manifiesto a través del relato de jefes militares, sacerdotes, historiadores, geógrafos y naturalistas que recorrieron los distintos rumbos del país [...]. 14

Catalano agrega que a la falta de una política minera se sumaba "el estado de inseguridad interna provocado por las crecientes luchas civiles que comenzaban a asolar el territorio, la falta de brazos absorbidos por las guerrillas, y la ausencia de una constitución general del país y de una organización política que diera al capital inversor en negocios mineros las garantías propias de un estado de derecho"." Según el autor, a partir de 1827, la tradición minera heredada de la Colonia fue derrumbándose ante la rápida primacía que adquirieron otras actividades económicas esencialmente dinámicas, como las ganaderas y saladeriles, que concentraron y monopolizaron los factores de influencia del litoral. En el mismo sentido, el geógrafo Alejando Benedetti afirma que la minería ofrecía menor rentabilidad y mayores riesgos frente a los grandes beneficios ganaderos de la región pampeana. Esta sería una de las causas de la poca importancia que tuvo esta actividad a nivel nacional, en comparación con países como Chile o Bolivia, ya que, en la Argentina, los esfuerzos económicos se centraban en el fomento de la ganadería y la agricultura. 16 En las décadas siguientes, la actividad minera se verá interrumpida, principalmente debido a las guerras civiles, reactivándose en la segunda mitad de siglo xix. Este último período, según detalla Edmundo Catalano, cons-

tituye una época de verdadero renacer del interés minero en la República, cuando se realizan los primeros intentos serios de los particulares para llevar adelante proyectos de relativa importancia, en un grado que hasta entonces el país no había conocido. Estos proyectos tienen sus principales asientos en las provincias de Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza y San Luis.'' Entre las minas más importantes de aquel momento se encuentran las de Famatina, en La Rioja, y Capillitas, en Catamarca. Como destaca Facundo Rojas, hacia 1850 comienza una explotación de los recursos naturales bajo criterios capitalistas modernos en esta región, de forma mucho más intensa que hasta entonces. Esto sucede tanto en Famatina como en Capillitas. Por ejemplo, para el caso riojano: En la segunda mitad del siglo XIX Hünicken (1894) y Plaza Karki (2001, 2004) hablan de un despegue de la actividad minera riojana, que va a marcar "el mejor momento de su historia" debido a que la producción es la más

pronunciada que se haya conocido hasta esos momentos. En este contexto crece la inversión de capitales nacionales y extranjeros, se descubren nuevas minas y aumenta la instalación de nuevos trapiches y plantas de fundición.' 8

En cuanto a la perspectiva desde la cual estos procesos han sido analizados, Facundo Rojas destaca que: [...] han sido trabajados principalmente a partir de miradas focalizadas en la productividad minera, la rentabilidad empresarial y siempre apuntando a entender a la minería y a todo proceso modernizador como actividades necesariamente proveedoras de desarrollo y progreso social, sin discutir mayormente sus consecuencias socio-ambientales, cómo se vincularon dichas actividades con las particularidades geográficas e identidades locales y con otras actividades como la agricultura o la ganadería. 19

Rojas afirma también que entre los informantes y autores contemporáneos al período de auge minero que escribieron sobre el tema se destaca una gran cantidad de geólogos y actores implicados en dicha actividad, por lo que predominan enfoques derivados de las ciencias naturales, con una importante carga de positivismo en sus enunciados. Sumado a ello,

13

17 Catalano, E. E, op. cit., p. 75. El autor afirma que en aquel momento regresan al país exiliados que habían vivido en Chile, como Sarmiento y Malbrán, donde habían experi-

16 Benedetti, A., "Los secretos de la montaña. Minería y geografía histórica del territorio de los Andes (1900-1943)", Estudios sociales del NOA, N° 9, Instituto Interdisciplinario Tilcara, 2007, pp. 5-48.

mentado el "florecimiento" de la minería chilena. Entre los grandes descubrimientos que se producen en ese país en la primera mitad del siglo xtx se encuentra el distrito minero de Chañarcillo, en 1832. 18 Rojas, J. E, op. cit., p. 169. 19 Ibid., pp. 154-155.

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79

Ibid., p. 168. 14 Méndez, V., op. cit., p. 10. 15 Catalano, E. E, op. cit., p. 52.

en autores más recientes como Catalano (1984) y Plaza Karki (2001, 2004), Crovara y Hünicken (2004), se reconocen miradas con cierta influencia revisionista, donde se destaca la importancia del rol del Estado y los capitales nacionales en el desarrollo de la minería; aunque no se avanza demasiado en el análisis de los costos y contradicciones socio-ambientales de tal actividad. 20

En este período, un hecho trascendente resulta la entrada en vigencia, en 1887, del Código de Minería, que la Constitución de 1853, en su artículo 67, establecía que el Congreso debía dictar. Sin embargo, estos intentos de constituir un país minero se sostuvieron solo en las primeras décadas de vida independiente, hasta que, desde fines del siglo mx, el éxito del modelo económico agroganadero generó una cultura agroganaderaparalela en la comunidad, y la vieja cultura minera se fue perdiendo a través del tiempo. 21 Rojas destaca que, entre las diversas causas del declive minero, se adjudicaron responsabilidades de las crisis mineras a los inadecuados manejos empresariales en el período minero con capitales europeos (1900-1914), al descenso del precio internacional de los minerales, los altos costos de transporte, la sobrevaloración de yacimientos mineros, fallas en la administración empresarial, poca atención del gobierno nacional y escasa pericia de las dirigencias regionales para negociar con el poder central de Buenos Aires. "Otros aspectos citados son la competencia de otras actividades como la caña en Tucumán y la vitivinicultura en Cuyo, que ofrecían ventajas en la rentabilidad, en las mejores condiciones de transporte y en las condiciones de trabajo —menos sufridas— para los trabajadores." 22

La presencia estatal en la actividad minera A partir de 1920, la minería pasará a tener progresivamente una nueva orientación: el mercado interno, y el Estado asumirá un rol más activo en esta actividad. De esta manera se buscaba apoyar el proceso de industrialización que comenzó a operarse en el país, especialmente después de 1930, aumentando la pluralidad de rubros de minerales, otorgando menos importancia relativa a los minerales metalíferos y más a los asociados a la industria metalmecánica y de construcción, entre otros sectores. 23 La excepción, en

Ibid., p. 155. Lavandaio, E., Conozcamos más sobre minería, Buenos Aires, Segemar, 2008. 22 Rojas, J. E, op. cit., p. 155. 23 Catalano, E. E, op. cit.

20 21

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cuanto a su antigüedad y su carácter de inversión privada, es Mina Aguilar, 24 enlaprovicdJujy,qeslaúnicmdtpoelífraquv casi 75 años de explotación. Así, desde fines del siglo xix y hasta la década de 1940 se advirtió un moderado progreso minero, como consecuencia de los descubrimientos de tungsteno, estaño, hierro, plomo, plata, zinc, cobre, azufre y especialmente petróleo, en respuesta al proceso de industrialización por el que atravesaba el país y al impacto de la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Esta coyuntura obligó al Estado a asumir el protagonismo en la evaluación y explotación de los recursos naturales no renovables en virtud de que la empresa privada no estaba preparada ni decidida a afrontar los grandes riesgos emergentes de este tipo de actividad, 25 y en función también del auge de ideologías nacionalistas y keynesianas. Con esa perspectiva, el Estado creó en aquel entonces una serie de organismos en relación con la actividad minera: Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM), Secretaría de Minería de la Nación, Servicio Geológico Minero Argentino (Segemar) y las direcciones de Minería provinciales, que se han dedicado a prospectar y explorar zonas, con la finalidad de ofrecerlas a la actividad privada, pero no de explotarlas. 26 La DGFM se crea en 1941, como una empresa del Estado nacional con capacidad de explorar, explotar y solicitar minas en todo el país. Como ya se destacó, la exploración de materias primas minerales se orientó a sustentar el modelo de desarrollo industrial impulsado en el país. Se evaluaron e investigaron los depósitos minerales conocidos y los descubiertos en el transcurso de los trabajos realizados a lo largo de todo el territorio nacional. Las sustancias exploradas con mayor detalle fueron: plomo, plata y zinc (evaluándose entre otros el distrito de Uspallata, en Mendoza), cobre (Las Cuevas, en Mendoza), tungsteno, estaño, hierro, litio, manganeso, niobio y tantalio, bismuto y berilo en otras provincias. Las exploraciones realizadas entre 1942-1960 no arrojaron los resultados esperados: los depósitos pequeños no permitieron alumbrar las reservas necesarias para satisfacer los requerimientos de la industria nacional. Por este motivo, ningún tipo de promoción del Estado a

24 Mina Aguilar está en producción desde 1936. La compañía Minera Aguilar S.A. extrae mineral polimetálico de plomo, plata y zinc; estos metales son sometidos a los procesos de trituración, molienda, clasificación, flotación y concentración, para obtener concentrados de plomo y zinc, que son los productos finales comercializables. Asimismo, la firma realiza tareas de prospección y exploración. Más información disponible en . 25 Méndez, V., op. cit.

Entrevista al geólogo Alberto Rubio, exdirector de Minería de la provincia de Mendoza, realizada el 22/05/2007. 26

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través de créditos liberales, exenciones impositivas, políticas aduaneras preferenciales, construcción de huellas mineras, entre otras, pudieron activar la minería. Se concluyó que la nueva política minera debería sustentarse en la prospección y exploración sistemática y regional, planteando como objetivo el descubrimiento de depósitos de gran volumen de reservas, principalmente diseminados, polimetálicos y explotables a cielo abierto?' Entre los planes mineros que el Estado nacional llevó a cabo, se encuentra el Plan Cordillerano, realizado en forma conjunta con Naciones Unidas de 1963 a 1968. Este plan priorizaba a las provincias de San Juan, Mendoza y Neuquén como regiones objeto de exploración. Se realizaron así relevamientos aerofotogramétricos, muestreos geoquímicos, prospecciones geofísicas y perforaciones. Las áreas de reserva identificadas permitieron reconocer, por primera vez, que en el país había importantes depósitos, tipo pórfido de cobre, 28 a los que luego se sumaron otros minerales. Las exploraciones geológicas así iniciadas encontraron continuidad en el Plan Cordillerano Centro, que estableció un convenio entre la DGFM y las provincias de San Juan, Mendoza y Neuquén por el cual se seleccionaron áreas de reserva y se dividieron en tres grupos (A, B y c) de acuerdo a su potencial económico. Entre ellas, en la provincia de Mendoza, se destacaron: Paramillos Norte (A), Paramillos Sur (A), Las Cuevas (B), Cacheuta (B) y Laguna Diamante (B). Ante estos cambios en la política exploratoria, impulsados por una minería de carácter extensivo que va imponiéndose a escala mundial, se dicta entre 1969 y 1973 una serie de leyes que otorgan a los organismos intervinientes en la prospección (DGFM y Secretaría de Minería) el derecho a ampliar las áreas de los trabajos y a ser ejecutados por terceros. 29 Posteriormente se realizaron planes específicos en algunas regiones del país, entre ellos el Plan Mendoza, llevado a cabo entre 1973 y 1979, que tuvo como objetivo desarrollar un trabajo sistemático de prospección y exploración de recursos minerales de primera y segunda categoría en aquel sector del territorio provincial que no fue incluido en el Plan Cordillerano. El informe concluyó que la región bajo estudio no contaba con indicios favorables para ampliar sus posibilidades mineras con relación a la presencia de nuevos depósitos minerales. La prospección, exploración y explotación de uranio, por su parte, fue llevada a cabo, a partir de la década de 1950, por un ente creado con obje-

tivos específicos, la Comisión Nacional de Energía Atómica (cNEA). De este modo fueron descubiertos catorce distritos uraníferos en el país, dos de ellos en la provincia de Mendoza: Sierra Pintada y Huemul. 3° De esta manera, la inversión realizada por el Estado en programas de investigación y prospección ejecutados durante varias décadas, especialmente en las de 1960 y 1980, demostraron, en líneas generales, que la República Argentina poseía condiciones geológicas muy favorables para el hallazgo de yacimientos metalíferos de importancia. 31 En el caso específico de Mendoza, a través del ya mencionado Plan Cordillerano, junto con otros planes del Segemar y de la Dirección de Minería (provincial), se encontraron entre 35 y 38 zonas prospectivas, es decir, zonas de interés minero. 32 Podemos concluir que parte de las zonas de interés minero hoy en conflicto —por ejemplo, en Mendoza, Paramillos y Yalguaraz— fueron relevadas por esos planes y quedaron olvidadas por cierto período de tiempo, pero con las reformas realizadas entre 1993 y 1995 entrarían en valor para ser potencialmente explotadas.

El Código de Minería y sus reformas En el año 1980 va a realizarse otra de las reformas al Código de Minería. Este había entrado en vigencia en el año 1887, determinando las condiciones y responsabilidades relativas a la actividad minera, así como también el procedimiento administrativo que debe realizar un privado para que el Estado le conceda una mina. En este sentido, El Código rige los derechos, obligaciones y procedimientos referentes a la adquisición, explotación y aprovechamiento de las sustancias minerales. Este código generó prontas críticas, incluso desde el sector minero, especialmente por su complejidad, que dificultaba su aplicación e iba en detrimento de la propia actividad minera. Un ejemplo de ello es lo planteado por Emilio Hünicken en 1890, 33 cuando el entonces gobernador de La Rioja, Joaquín V. González, le solicitó la revisión del Código de Minería: [ ] me encargó [el gobernador de La Rioja] la redacción de unos apuntes que sirvieran de base para la confección de una Ley que no ponga tantas trabas al minero y no lo obligue al cumplimiento de tantos trámites como

Méndez, y, op. cit. Lavandaio, E., op. cit. 32 Entrevista a Alberto Rubio, op. cit. 33 Ingeniero de minas y geólogo procedente de la escuela alemana, reconocido por sus aportes a la minería argentina, especialmente en la zona de La Rioja. 30

Méndez, V, op. cit. 28 Los pórfidos de cobre son depósitos de baja ley y gran tonelaje. Son, en general, la fuente principal del cobre. 29 Catalano, E. E, op. cit. 27

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exige el Código de Rodríguez, 34 obra demasiado complicada para el simple minero. [ ...] Es mi deseo que progrese nuestra Industria Minera en general y en particular la del sonante y único Nevado del Famatina. 35

En 1915, Joaquín V González, por entonces ministro de la Nación y comisionado por el Poder Ejecutivo para proponer la reforma del Código de Minería, fundamenta sus argumentaciones en los informes de Hünicken:

operarios —lo que parece ser una solución al problema planteado previamente por J. V. Gonzalez— y reemplazarlo por el pago al Estado de un canon y la inversión de determinado capital fijo, se buscó alentar la inversión, pero, según Catalano, se pasó a desalentar el trabajo, ya que pagando este canon no había obligación de trabajar el área concesionada. Y la reforma de 1980 buscó principalmente aumentar el canon de las concesiones. Catalano agrega que este código constituye un instrumento antiguo, cuyas bases e instituciones fueron copiadas de viejas ordenanzas coloniales de los siglos xvn y xvtn que se mantienen intactas, a pesar de la reforma del año 1980, 37 que contribuyó también a ampliar las superficies para áreas de cateo y minas diseminadas. Más tarde, en 1993 y 1995, se operaron nuevos cambios parciales en algunas de las instituciones dinámicas del Código. Sin embargo, ,

Los gobiernos de los estados que desde tiempo inmemorial son dueños de los tesoros subterráneos, exigen en todos los países del orbe, como única recompensa para la cesión de una pertenencia de minas, que sea trabajada, por este, el trabajo, el único medio de hacer progresar la industria minera, este ramo importantísimo de la economía o hacienda nacional. Nadie puede negar que tal obligación es lo más sano necesario y justo que pueda haber, pero al imponerla, hay que reflexionar muy bien sobre todas las circunstancias del caso. Es necesario conocer bien el estado social e industrial del país para el cual se quiere legislar, conocer su población, su agricultura, su vialidad, su topografía, su meteorología, el carácter de sus habitantes, su comercio, los recursos generales, etc. Poco de esto ha tomado en cuenta el redactor del Código de Minas para la República Argentina. Es imposible que las leyes sobre minería sean cortadas por la misma tijera para todos los países; aun en nuestra república, que es más grande que el imperio Federal Alemán y la República Francesa juntos, se deben hacer las diferencias del caso entre los estados del sur y los del norte [ ] . El mandato de amparar las minas con cuatro operarios y por tantos días fijos en el año, se ha hecho ya estereotipo para todos los códigos, y [ _1 en vez de favorecer la minería riojana, la matan. Son estas: el que carece de dinero para costear el pueble, debe buscar otro oficio, pues lo principal es el caudal para la labor y el pueble [ ] . Creo que esta máxima es completamente errónea, ella da a los acaudalados el monopolio a trabajar las minas [ ...]. 36

[ ] subsisten y coexisten, de este modo, en el texto del viejo Código, junto con las reformas sancionadas en diferentes épocas, antiguas instituciones históricas, plasmadas por las costumbres coloniales, recibidas como herencia legal, que no tienen razón de ser en una minería de avanzada, conceptos y limitaciones impuestas que se contradicen con las reformas recientemente sancionadas, defectos que no se han podido superar totalmente y vacíos de fondo y de forma que no han sido resueltos en los sucesivos cambios y, por último, como telón de fondo, un sistema legal obsoleto de asignación de la propiedad minera a los particulares, que no tienen antecedentes en minería contemporánea. 38

El nuevo ordenamiento del Código de Minería —es decir, la introducción de las modificaciones de 1993 y 1995 en el cuerpo del Código— fue aprobado en 1997, pero [ ] de ninguna forma podrá disimular los defectos, atrasos y vacíos que aquel contiene y que se mantienen, los cuales no pueden ser corregidos en el trabajo de ordenamiento dispuesto, ya que para superarlos se hará necesario el rediseño del viejo Código, de su sistema concesional y de las instituciones que lo sustentan o acompañan, que no tienen vigencia en el derecho minero contemporáneo. 39

Estos condicionantes que parecían entorpecer el desarrollo de la minería, intentaron modificarse con la Reforma de 1917. Sin embargo, Edmundo E Catalano explica en su Código de Minería comentado que, si bien se introdujeron reformas, tanto en 1917 como en 1980, estas no cambiaron en nada el sistema legal de la minería y no aportaron efectos positivos para su desarrollo. Si bien la reforma de 1917 tuvo como finalidad derogar el sistema de amparo de concesiones mineras por medio del trabajo obligatorio con

Es pertinente para el trabajo aquí desarrollado, insistir con la crítica de Edmundo Catalano, como una de las grandes falencias de este Código, al régi-

Se denominaba así al Código de Minería debido a que su redacfór fue Enrique Rodríguez. 35 Hünicken, M. y H. Hünicken, "Contribución de Emilio Hünicken en el inicio de la Minería y Geología en la Argentina", en Aceñaloza, E G., Historia de la geología argentina 1, Serie Correlación Geológica, N° 24, 2008, p. 88.

Es importante destacar que Martínez de Hoz intentó una reforma tendiente a liberar parcialmente la actividad de la injerencia de las fuerzas armadas (FFAA) y sancionó un año antes una ley de promoción. 38 Catalano, E. E, Código de Minería comentado, Buenos Aires, Zavalía Editor, 1999, pp. 13-14. 37

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Ibid., pp. 88-89. 84

Ibid., p. 13. 85

men de asignación de los derechos sobre las minas, es decir, de su concesión, utilizando expresiones tales como "sistema de adjudicación y apropiación de estas supuestas riquezas".' Este autor cuestiona la escasa exigencia técnica necesaria para obtener el título definitivo de propiedad de la supuesta mina descubierta, lo que permite que estas permanezcan inscriptas en los registros y padrones a nombre de sus dueños, ocupando las tierras correspondientes, sin haber desarrollado trabajo alguno que justifique la existencia de la concesión minera. En conclusión, para Catalano, este sistema legal adoptado en la Argentina es contrario al interés público, al autorizar a extender un título de propiedad sobre una riqueza insuficientemente demostrada. Estos tópicos sobre los que Catalano argumenta, desde una defensa del interés nacional, serán retomados por distintos actores en los conflictos ambientales generados por la llegada de emprendimientos mineros. Por ejemplo, quienes cuestionan la megaminería criticarán el modelo liberal con que el Estado concede la explotación de los minerales, así como también el aprovechamiento por parte del sector privado de la prospección llevada adelante por el Estado, y quienes están a favor argumentarán el interés público bajo el que se intenta proteger a la actividad minera.

o menos paralelamente se dan dos casos: la ampliación de los distritos ya conocidos, o el interés por nuevos distritos. Respecto a las potenciales inversiones en minería a gran escala, Eddy Lavandaio (integrante del Segemar sede Mendoza), afirma que, en general, los empresarios argentinos no incursionaron en inversiones de riesgo, y que los empresarios foráneos consideraban inestables y poco atractivas las reglas de juego del país. Ante ello, el Gobierno Nacional intentó promover esta inversión mediante leyes y mecanismos destinados a favorecer a las empresas de capital nacional, como la Ley de Promoción Minera, vigente desde 1973 hasta 1993, 44 que significó grandes sacrificios fiscales y magros resultados. Esa realidad llevó a los dirigentes del país en la década de 1990 a formular una nueva política minera. En correlación con lo mencionado previamente, en la década de 1990 se sancionaron leyes que tuvieron por finalidad atraer inversiones hacia la actividad minera. Entre las más importantes a nivel nacional, se encuentra la Ley de Inversiones Mineras (N° 24.196), que por los beneficios que introdujo45 fomentó la participación de empresas privadas en la inversión de riesgo que antes había intentado asumir el Estado. 46

Ibid., p. 11. Énfasis agregado. Lavandaio, E., op. cit. 42 Méndez (op. cit., p. 10) cita a Popper, J., "Exploración de la Tierra del Fuego", Bol. Inst. Geológico Argentino, N° 8, Buenos Aires, 1887. 43 Méndez, V, op. cit.

Existieron tres leyes de promoción minera sancionadas en 1972, 1973 y 1979: "Las tres leyes han enfocado el problema con el mismo esquema promocional: la desgravación impositiva a favor de la empresa y de los inversores y el auxilio del crédito para la ejecución de programas de exploración, que puede adoptar la forma de un subsidio de hasta el 80% del costo de los trabajos, en caso de resultados desfavorables". Catalano, E. E, op. cit., p. 255. La ley de 1979 establecía que toda la industria minera tendría un tratamiento similar desde su promoción: es igual la pequeña, mediana y gran minería; la empresa extranjera recibe la misma consideración que la nacional, excepto que no tiene acceso al crédito o subsidio de exploración. Catalano argumenta que no existen determinaciones políticas que orienten las metas buscadas, y que es objetable el tratamiento fiscal indiscriminado que se acuerda con la empresa extranjera. 45 Estabilidad fiscal; deducciones en el impuesto a las ganancias; amortización acelerada de inversiones al efecto del impuesto a las ganancias; avalúo y capitalización de reservas, sin efectos impositivos; exención de derechos, gravámenes y tasas aduaneras para importación de bienes de capital, equipos e insumos para desarrollar proyectos mineros; fijación de un tope de 3% del valor de boca de mina para el cobro de regalías, entre otros. Otra de las leyes importantes fue la 24.585 (1995) de Protección Ambiental para la Actividad Minera. Además, se pueden destacar: Ley 24.228 (1993) de Ratificación del Acuerdo Federal Minero (entre el Poder Ejecutivo Nacional y los gobernadores de las provincias); Ley 24.224 (1993) de Reordenamiento Minero; Ley 24.402 (1994) de financiamiento para el pago del IVA; Ley 25.243 (2000) de Ratificación del Tratado de Integración y Complementación Minera con Chile; Ley 24.498 (1995) de Actualización Minera (introduce reformas en el Código de Minería, entre ellas, restableció la concesibilidad de minerales nucleares); Ley 24.466 (1995) de Creación del Banco Nacional de Información Geológica; Ley 24.523 (1995) de Creación de un Sistema Nacional de Comercio Minero; Ley 25.161 (1999) que define el valor boca de mina a utilizar para el pago de regalías; Ley

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La década de 1990: privatizaciones e impulso a la inversión extranjera Desde los analistas actuales de la situación de la minería en el país, pertenecientes al sector minero que desea impulsar la actividad, se considera que, en la etapa previa a 1990, la minería habría tenido un escaso desarrollo, con algunas empresas estatales que se ocuparon de ciertas actividades consideradas estratégicas —como la minería del hierro, del carbón, del uranio y del cobre—, y empresas privadas que se dedicaron a la minería inducida, que provee materiales de construcción y minerales industriales." Asimismo, se destaca la persistencia en la reconsideración y revisión de los viejos distritos mineros, fuente tradicional de discordias, especulaciones y mitos. 42 Dentro de este ámbito singular, la minería se estableció, en una primera fase, en los distritos ya conocidos y, a partir de ellos, nuevos flujos de inversiones, muchas veces discontinuos en el tiempo, impulsaron la actividad hasta llegar en algunos casos a la etapa de explotación.'" En una segunda fase, más

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Este marco legal propició el advenimiento de la inversión privada no solo nacional sino también extranjera, aumentando la prospección y exploración minera en el país. En un documento de la Cepal del año 2005, Oscar Prado destacaba, para el caso de la minería metalífera, que "En la Argentina el sector minero se ha convertido en uno de los más dinámicos en la recepción de inversión directa extranjera (IDE), al haberse incrementado en casi ocho veces entre 1992 y 2002. No obstante, el stock de IDE en minería en dicho período representó apenas el 2% del total registrado en el país". 47 EsteconulrdaCpmbiénestcqu190olietmprsa extranjeras radicadas desarrollaban actividades en minería, mientras que, al momento de su informe, 55 empresas participaban en el sector minero. La Argentina resultaba además un país muy atractivo para los inversionistas, ocupando el tercer lugar a nivel mundial, después de Sudáfrica y Chile, en lo que se refiere al carácter promocional de su régimen tributario. Sin embargo, es importante destacar que las características antes mencionadas han variado en los últimos años, como será desarrollado más adelante en este trabajo. Andrea Mastrangelo, quien ha abordado el caso de La Alumbrera —la mina metalífera más grande del país, en la provincia de Catamarca—, considera que, a diferencia de otros países del área andina, como Bolivia, Chile y Perú, la Argentina, hasta la instalación de este proyecto, no tenía antecedentes históricos de grandes emprendimientos mineros. Hasta la reforma del Estado en 1990, el Código Nacional de Minería representaba a los "recursos naturales no renovables como el reaseguro de la soberanía nacional". Entre 1930 y 1980 la minería y la metalurgia fueron, casi exclusivamente, un tema de militares. Fue recién en los primeros años de la década de 1990 cuando el gobierno nacional promovió, a partir de un conjunto de leyes, la desregulación de la minería, y permitió la elaboración de importantes proyectos de inversión al sector privado externo. 48 Como reflejo de esos cambios, respecto a Mendoza, durante la última década del siglo xx, se produjo un rápido y acentuado incremento —seguido por un fuerte descenso— en los niveles anuales de tramitación de expedientes semejando, el conjunto de ambas tendencias, un movimiento típicamente cíclico. Este hecho da cuenta de una correlación positiva entre el comportamiento de algunos indicadores generales muy afectados por la nueva po-

25.429 (2001), en la que se introdujeron modificaciones destinadas fundamentalmente a

aclarar y precisar el alcance de varios artículos del texto de la Ley 24.196. Prado, O. A., Situación y perspectivas de la minería metálica en Argentina, Santiago de Chile, Comisión Económica para América Latina y el Caribe, mayo de 2005. 48 Mastrangelo, A., op. cit.

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lítica minera desplegada por el Estado nacional desde el año 1991 con el nivel de actividad minera de la provincia, medida en términos de volumen de expedientes tramitados ante la autoridad minera. La política nacional se vio reflejada en el aumento del nivel de inversión sectorial, del número de empresas mineras internacionales operando en la Argentina, del número de proyectos de prospección y exploración en ejecución, del valor de las exportaciones mineras y en la adhesión de la provincia de Mendoza, entre otros aspectos ligados a un nuevo contexto económico general, dentro del cual se desenvolverá un nuevo modelo de crecimiento sectorial y de valorización de los recursos minerales. 49 Más allá de los beneficios económicos, el proceso de reforma y desregulación del régimen de concesión de áreas mineras formaba parte central de la nueva política minera desplegada a escala nacional por la administración menemista, reflejando una "coyuntura de transición" en la instauración de un nuevo modelo de valorización y apropiación de los recursos minerales a escala nacional. La explotación de estos recursos, que hasta fines de la década de 1980 fueron considerados estratégicos, se transfiere a las grandes corporaciones mineras transnacionales, "que los consideran commodities destinados a satisfacer las demandas provenientes del mercado internacional [...1". 50 Sumado a ello, los gobiernos provinciales de aquel momento ratificaron mediante sus legislaturas estas reformas y apoyaron a nivel nacional la nueva política minera. En cuanto al proceso de apertura a capitales extranjeros, desde el propio sector minero, las posturas no son homogéneas. Hay quienes piensan que esta legislación debe ser revisada, y que fue parte de una ola general de privatizaciones y apertura a la inversión extranjera. Desde otra óptica, están quienes consideran que esta legislación es justa, ya que recompensa a aquel que realiza una inversión de riesgo, y que, además, la actividad minera posee la característica de tener una ley específica que incorpora la protección del ambiente, sancionada también durante esta década (Ley nacional N° 24.585, de 1995). 5 '

Bombal, D., "Desregulación sectorial y demanda de áreas mineras en Mendoza durante la última década del siglo xx. Puntos de partida para una investigación acerca de la relación entre dominio minero y territorio", Departamento de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 2005. 50 Ibid., p. 262. 51 Se ha decidido proteger la identidad de los entrevistados que manifestaron estos diferentes posicionamientos. La misma protección se extenderá a los integrantes de los movimientos socioambientales eje de este trabajo, de los cuales solo se especificará la organización a la que pertenecen. 49

La minería como política de Estado y la alarma ante los conflictos socioambientales en los inicios del nuevo siglo Los gobiernos que siguieron a la década menemista mantuvieron el impulso a la actividad minera como política de Estado. En el año 2004, en la presentación del Plan Nacional Minero» el entonces presidente argentino Néstor Kirchner afirmó: El sector minero argentino es uno de los pocos que durante la década del 90, con cambios importantes en la legislación, 53 empezó a tener un principio y un punto de inflexión que le permitió avizorar un destino estratégico diferente [ ]. Más allá de una legislación que nosotros estimamos que fue positiva, que ayudó, evidentemente hoy estamos ante una posibilidad concreta de consolidar el proceso de inversión y de desarrollo minero en la Argentina con todas las calidades que marcaba con toda exactitud recién el responsable del área minera —ingeniero Jorge Mayoral—. También es cierto que creemos que en un proceso donde se consolide el desarrollo productivo, que ha comenzado como ser en la provincia de San Juan en estos días, más procesos de investigación y de producción que se están poniendo en marcha en el resto de la Argentina, estamos absolutamente confiados en que este proceso se va a afirmar, que va a crecer la producción minera, la exportación, las fuentes de trabajo, que van a crecer fuertemente los ingresos [ _]. Es muy importante también que el desarrollo minero vaya acompañado del crecimiento sustentable donde se hacen las inversiones [ ...], que la gente perciba que la minería trae progreso, trabajo, mejoramiento en la calidad de vida y que tiene que ver con el desarrollo económico y el crecimiento de la región donde se están desarrollando este tipo de inversiones [ ... ]. Así que nosotros desde el Gobierno Nacional vamos a jugar fuertemente a apoyar al sector E...1. 54

Asimismo, se le otorgó al sector minero estatus de Secretaría de Estado, dependiente del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios de la Nación. Posteriormente, durante el año 2006 se lanzó el Plan de Reactivación de la Actividad Nuclear Argentina, con el objetivo de reactivar la construc-

ción de la Central Nuclear Atucha II y retomar la producción de uranio enriquecido que se había interrumpido en la década de 1980. Este plan estratégico para el sector nuclear establecía como ejes: aumentar su participación en la matriz energética, la generación de energía nucleoeléctrica y las aplicaciones de la tecnología nuclear a la salud pública y la industria. En el discurso de su lanzamiento, el ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, hizo hincapié en la necesidad de impulsar la minería del uranio en el país, y en la constitución de una reserva estratégica nacional de este mineral para consumo de las centrales nucleares nacionales e incluso para la exportación." En correlación con ello, el Informe de Gestión 2003-2007 de la Secretaría de Minería calificaba este período como "el mejor momento de la actividad": Niveles récord de inversiones, exploración, exportaciones y generación de empleo, sumado al incremento de proyectos, un mayor desarrollo de proveedores locales, los salarios más altos de la industria y la ejecución de tareas en un marco de sostenibilidad ambiental y social, son consecuencia de las acciones realizadas. Provenientes de 23 países de los cinco continentes, en 2007 llegaron inversiones destinadas a actividades de exploración, desarrollo de proyectos y producción de minerales por más de $5.600 millones, un crecimiento acumulado de 748% con respecto al 2003. Esto derivó en que el país hoy cuente con más de 336 emprendimientos mineros en todo concepto, un crecimiento del 740% en relación con 2003. 56

En el Informe Minería en Números 2009, 57 la cantidad de proyectos, de diferentes tipos —no solo metalíferos— y en diversos grados de avance, asciende a 403. Sin embargo, la actividad minera es mucho menos visible que otras actividades económicas que involucran una mayor cantidad de mano de obra, o que tienen presencia en los territorios más poblados (ciudades o sus alrededores). No ha tenido la visibilidad en la prensa que sí tuvo, por ejemplo, la actividad agropecuaria o industrial. Entre las razones de su poca visibilidad está que la mayor parte de las explotaciones mineras está situada en tierras altas, donde la población es escasa, alejada de los circuitos de mayor circulación. Esta actividad se hace más visible ocasionalmente, por ejemplo,

El 23 de enero de 2004, en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno en Buenos Aires, se presentó el "Plan Minero Nacional", con exposiciones del secretario de Minería, el ingeniero Jorge Mayoral, y el entonces presidente argentino, Néstor Kirchner. 53 Como ya fue descrito, en la década de 1990 se sancionaron leyes (como la Ley N° 24.196 de Inversiones Mineras), que junto al Código de Minería regulan la actividad minera, y que tuvieron la finalidad de favorecer la inversión de empresas extranjeras en este rubro. Estas leyes son uno de los aspectos más criticados por quienes se oponen a los proyectos mineros a gran escala, por los beneficios otorgados a las empresas mineras. 54 El discurso completo se encuentra disponible en .

" El discurso del ministro De Vido durante el lanzamiento del Plan Nuclear Argentino puede consultarse en . 56 Secretaría de Minería, Informe de gestión. Minería 2003 2007, Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, Presidencia de la Nación, Argentina, 2007. Disponible en . 57 Disponible en .

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cuando cierra una mina grande y su población se instala en alguna ciudad cercana, o por conflictos por el agua o por la contaminación que producen como los que se han presentado con algunas poblaciones. Aunque la actividad minera del presente es muy diferente a la del siglo mx, tiene en común la invisibilidad, lo fluctuante de su producción y gran parte de su localización. 58 En cuanto a la relación de estos proyectos con los diversos sectores de la sociedad argentina, inversiones, empleo y responsabilidad social y ambiental han sido el estandarte de la minería a gran escala, en su afán por obtener la licencia social.59 Sin embargo, estos proyectos impulsados por el gobierno y las empresas han sido y siguen siendo rechazados por un número cada vez mayor de comunidades del país. Como destaca Luis Jiménez Herrero, especialista en gestión ambiental, en los procesos de elaboración y extracción de minerales existen altos costes energéticos y ambientales que reducen los efectos beneficiosos de esta actividad económica. Por este motivo, durante mucho tiempo seguirán subsistiendo conflictos entre los intereses nacionales e internacionales, especialmente con las compañías transnacionales que controlan ampliamente el sector de recursos minerales en todo el mundo. 6° También los aspectos sociales y económicos relacionados con la minería han generado el rechazo de grupos organizados en torno a esta problemática. Jiménez Herrero destaca lo que él denomina ciclo de prosperidad y miseria, que se produce en las comunidades cercanas a los proyectos mineros, relacionado con el carácter no renovable de los recursos minerales y el agotamiento en pocos años de los yacimientos. Según este autor, esto puede dar lugar a desequilibrios demoeconómicos, potenciados por la naturaleza cíclica de las inversiones mineras. También deben considerarse los efectos ambientales producidos por el desarrollo de infraestructura de acceso y comunicación de los centros mineros. A fin del tema central de este libro, resulta pertinente conocer las reflexiones sobre estos impactos ambientales y sus consecuencias sociales, de funcionarios de diferentes organismos de minería en la provincia de Mendoza. Desde el sector minero mendocino, estos conflictos son explicados, generalmente, a partir de la desinformación de la gente y, en algunos casos, como el que se destaca a continuación, por la falencia del propio sector minero en difundir su actividad hacia la sociedad:

Gil Montero, R., op. cit., pp. 4-5. Este concepto será abordado más adelante en este trabajo. 60 Jiménez Herrero, L., Medio ambiente y desarrollo alternativo: gestión racional de los recursos para una sociedad perdurable, Madrid, Ed. Iepala, 1992. 58 59

Apenas comenzado este nuevo siglo, se presentaron ciertos inconvenientes y algunos cuestionamientos a proyectos mineros que alcanzaron repercusión pública. Sin hacer juicios de valor, estos hechos han puesto de manifiesto, entre otras cosas, el déficit de conocimientos sobre la actividad minera a nivel general y la falta de comunicación por parte de los actores hacia la comunidad [ ...] . 61

También, como ya fue mencionado, existe el convencimiento de que la actividad puede ser realizada sin generar impactos ambientales significativos, que cuenta con la legislación necesaria para garantizar la protección del ambiente y que puede ser controlada. A ello se agrega el postulado, ya destacado, de que los beneficios que se les han otorgado a las empresas mineras en aspectos fiscales e impositivos son coherentes con la inversión de riesgo necesaria para estos proyectos, 62 que la legislación que los estableció fue parte de un plan más amplio de leyes que favorecieron las inversiones extranjeras y las privatizaciones, y que el rechazo a estos proyectos también responde a un marco reivindicativo más general. En esta línea, Alberto Rubio, director de Minería de la provincia de Mendoza durante los primeros años conflictivos para esta actividad en la provincia, 63 afirma: En el año 1992 hubo un acontecimiento, que fue la celebración de los 500 años del descubrimiento de América. Para algunos fueron festejos y para otros no, fue una fecha para entristecerse. Esto provocó que en toda América Latina aparecieran grupos, comunidades y hasta pueblos enteros que empezaron a hacer escuchar sus voces en contra de lo que fue la Colonia, el descubrimiento, el exterminio. Muchos pueblos desde México incluido hacia

Lavandaio, E., op. cit., p. 1. Por ejemplo, en cuanto a la ley N° 24.196, de Inversiones Mineras, Lavandaio destaca que los beneficios fiscales se otorgan a cambio de inversiones, es decir, que las empresas primero deben hacer la inversión para poder acceder al beneficio. Ibid. 63 Alberto Rubio asumió la Dirección de Minería de Mendoza luego de la renuncia de su antecesor en el cargo Carlos Monjo, ante el primer conflicto minero en Mendoza, acontecido en San Carlos, en el marco del cual se sancionó una ley que amplió un Área Natural Protegida y dejó a algunas empresas mineras impedidas de continuar con sus trabajos. Este caso será abordado más adelante, en el capítulo IV. En el año 2008, renunció Alberto Rubio y fue reemplazado por Pablo Navarra. En el diario provincial Los Andes, del 9/10/08, podía leerse: "Otra baja en el Gobierno de Celso Jaque [el entonces gobernador provincial]: ayer renunció Alberto Rubio, director de Minería, una de las áreas más sensibles por las numerosas manifestaciones y polémicas que genera la explotación minera en Mendoza. Hoy asumió Pablo Navarra, quien hasta ahora era responsable del proyecto de la reactivación de la mina de uranio Sierra Pintada en la Comisión Nacional de Energía Atómica". Disponible en , énfasis agregado. Estos cambios de funcionarios vinculados a la Dirección de Minería también serán tema del capítulo IV, así como el conflicto por la mina de uranio Sierra Pintada. 61

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el Sur, generaron muchas series de movidas, donde muchas comunidades autóctonas empezaron a mirar con recelo a la actividad minera y petrolera, y otras aceptaban que vinieran pero con ciertas condiciones [... ].64

posición [ H. La minería, igual que todo tipo de industria, impacta, pero la minería es la única reglamentada por leyes especiales: el Código de Minería y la Ley Ambiental Minera.'

En este sentido, Rubio reconoce que, en la Argentina, desde que se comenzaron a desarrollar, los proyectos de exploración produjeron tanto aceptación como rechazo por parte de las comunidades. Por otra parte, en cuanto a las leyes sancionadas durante la década de 1990, Rubio describe:

Para Eddy Lavandaio, también del Segemar delegación Mendoza, quien ha escrito cuadernillos de difusión sobre la actividad minera y ha dado conferencias sobre el tema en dicha provincia,

[ ] se entiende que en los noventa se la quiso beneficiar [a la minería]. Se trata de un negocio de riesgo. La década del noventa hay que revisarla por completo. En paralelo a las leyes mineras, hubo otros marcos legales: la privatización de líneas aéreas de bandera argentina, la privatización de Somisa,65 la privatización de los teléfonos, de la luz, del gas. El marco legal minero en el marco de la década de los noventa era "un artista más dentro del mismo show". Nadie levantó la mano para decir "las regalías son bajas", "¿por qué hay precios diferenciales?". Esto aparece ahora, cuando aparentemente hay plata, y hay sectores que empiezan a atentar contra la minería, en algunos casos justificadamente y en otros casos injustificadamente [ ...1, hay una deuda pendiente con la comunidad que es revisar la legislación en el tema regalías. Y el concepto de regalías hay que revisarlo porque no es un impuesto, los impuestos son otros, la regalía es un valor que hay que aumentarlo de hecho, hay que ver qué piensan los legisladores en este contexto de la minería argentina donde en algunas provincias se prohibió, en otras hay una apertura total y en otras, como en Mendoza, se está analizando. 66

Por su parte, Cayetano Fusari, director del Segemar delegación Mendoza, opina en relación con los conflictos ambientales generados por la potencial instalación de proyectos mineros, y el componente ideológico que se asocia a la presencia de capitales transnacionales en la actividad: La parte ambiental ha sido usada como "caballito de batalla", porque es un tema sensible para la población. El principal problema es ideológico. La pequeña minería no tiene conflictos ambientales, las grandes son de países del Norte, francesas, sudafricanas, españolas, australianas. El mayor porcentaje es canadiense y norteamericano. Mucha gente no quiere capitales de estos orígenes. Hay un grupo de gente que va rotando por el país y exponiendo su Entrevista a Alberto Rubio, op. cit. Sociedad Mixta Siderurgia Argentina. 66 Entrevista a Alberto Rubio, op. cit. En cuanto a la última .afirmación, respecto a la situación de Mendoza, es importante destacar que la entrevista fue realizada antes de la sanción de la ley provincial N° 7.722, que prohibió el uso de sustancias tóxicas en minería, junto a otras limitaciones, lo que implicó la ida de la provincia de algunas empresas mineras, como Portal Resources, como será analizado en el capítulo IV.

[ ...] en general se considera que la política minera implementada ha sido exitosa. En efecto, se produjeron grandes inversiones en exploración y en proyectos productivos, con una importante afluencia de capitales desde el exterior, se aumentó la producción y hubo un sustancial incremento de las exportaciones, y se crearon nuevas fuentes de producción y trabajo. 68

Sin embargo, y más allá de destacar estos aspectos de la minería y su regulación en la Argentina, los conflictos generados en torno a esta actividad han despertado la preocupación de los propios empresarios mineros y sectores vinculados. Como ejemplo de ello, en el año 2008, cuando la conflictividad cobraba visibilidad pública en diferentes provincias cordilleranas, el evento del sector empresarial minero Argentina Mining 2008, realizado en las ciudades de Mendoza y San Juan, fue foco y eco de estos procesos beligerantes. En este sentido, pudo constatarse como, en la conferencia "Comunidades, comunicación y responsabilidad social empresaria", las movilizaciones y la sanción en algunas provincias argentinas de leyes que limitan la actividad minera, fueron temas abordados en gran parte de las presentaciones de diferentes empresas con proyectos en distintos estados de avance. Algunos panelistas manifestaron así su percepción de que "en la Argentina no hay clima de negocios", y de un país dividido en dos —en referencia, por un lado, a las provincias que permiten la minería y, por otro, al grupo de provincias que la limitan—. Críticas hacia los sectores que se oponen, hacia el rol del gobierno, autocríticas y descripción de metodologías diseñadas con el fin de evitar y reducir estos conflictos, fueron otros aspectos desarrollados. En relación con la última dimensión abordada, gran parte de las conferencias rondaron en torno a la necesidad de lograr la licencia social de cada proyecto. Algunos representantes de empresas mineras mencionaron la licencia social como "un nuevo capital empresarial", 69 y otros rescataron la importancia de llevar

64 65

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Entrevista a Cayetano Fusari, entonces director del Segemar delegación Mendoza, 16/04/2007. 68 Lavandaio, E., op. cit., p. 49. 69 Presentación "Integración con la comunidad", a cargo de Horacio Gabriel, de Minera Tritón Argentina S. A., Conferencia "Comunidades, comunicación y responsabilidad social empresaria", Argentina Mining 2008, Mendoza, 27 de agosto de 2008. 67

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a cabo un "mapeo social". En este sentido, se mencionó la necesidad de conocer la idiosincrasia de las personas que viven en el lugar, de preparar a los prospectores y exploradores para comunicar a la gente las particularidades de la actividad, para ir tomando contacto con la comunidad e invitarlos a conversar desde el inicio, que es donde está el germen de los conflictos. Según se mencionó, cada vez que se acercan a una población, debe tenerse en cuenta la aparición de los denominados mitos de la minería: "los ríos se van a secar", "se utilizarán sustancias peligrosas", "hay rentabilidad excesiva", entre otros. Manejar un lenguaje simple, y tener proveedores locales, se plantearon como cosas simples que generan un vínculo con la comunidad. "Un buen mapeo social nos permite tener un buen plan de acercamiento [ . "70

Definiendo megaminería Es importante aclarar qué se dice cuando se hace referencia a "megaminería". Si bien aquí se utiliza como sinónimo de minería a gran escala, ello no implica que el prefijo "mega" se restrinja solo a la magnitud del proyecto minero. Incluye también otros aspectos de la minería vinculados a las características específicas que esta asume, tales como: explotación a cielo abierto; generación de pasivos ambientales importantes (open pit o rajo abierto, escombreras, diques de cola» entre otros); extracción acelerada de recursos naturales no renovables; uso de sustancias potencialmente contaminantes;

70 Presentación "Acercamiento a las comunidades", a cargo de Mario Hernández, de Minas Argentinas S. A. (Proyecto Gualcamayo), Conferencia "Comunidades, comunicación y responsabilidad social empresaria", Argentina Mining 2008, Mendoza, 27 de agosto de 2008. 71 Se denomina open pit o rajo abierto al hoyo que se forma en la explotación minera a cielo abierto mediante una excavación escalonada en la que se remueven importantes volúmenes de roca. Los depósitos de tipo diseminado, o de baja ley (bajo porcentaje de mineral por tonelada de roca extraída) se explotan de esta forma. En las explotaciones a cielo abierto, se realizan perforaciones y voladuras con explosivos. Luego, el mineral, junto con la roca, es cargado y llevado por diferentes medios, máquinas o instalaciones desde el frente de explotación hasta la planta de tratamiento o hasta el lugar de embarque (Lavandaio, E., op. cit). Por otra parte, las escombreras se conforman con el material estéril, es decir, la roca sin valor comercial en la que se encuentra el mineral extraído y que es separada de este durante el proceso. Asimismo, el material de desecho del proceso recibe el nombre de cola. "Las colas de las plantas de concentración son un desecho que no se puede , almacenar en cualquier parte porque está constituido por minerales de ganga molidos, con cierta proporción de agua, que pueden arrastrar consigo parte de los reactivos utilizados en los diferentes circuitos del proceso de tratamiento" (Lavandaio, E., op. cit., p. 40). El lugar donde se almacena este desecho se llama dique de colas.

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gran consumo energético; utilización de importantes volúmenes de agua; generación de drenaje ácido de mina (DAM) y potenciación del drenaje ácido de roca (DAR); liberación de metales pesados; 72 apertura de caminos y aumento de tráfico. En el cuadro 1 se brindan datos que sirven de ejemplo para cada una de estas características. Asimismo, es importante destacar que una explotación minera puede ser considerada megaminería, aunque cumpla solo con algunas de estas características. Por ejemplo, en el caso del proyecto PRC, de la empresa Vale en el sur de la provincia de Mendoza —uno de los casos que serán abordados en el capítulo IV—, no se trata de minería a cielo abierto, sino de minería por disolución. Es decir, se inyectará agua a alta temperatura a fin de diluir las sales de potasio —que se encuentran a 1.000 metros de profundidad aproximadamente— y se extraerá una "salmuera" (cloruro de sodio y de potasio diluidos) de la que posteriormente se separará el cloruro de potasio. Sin embargo, los aspectos más cuestionados de este proyecto han sido el consumo de gas (1 millón de m3/día) y la pila de cloruro de sodio (de 83 hm 3) que quedaría como pasivo ambiental de la explotación, además de la falta de integralidad en la evaluación del proyecto. En los próximos capítulos se brindarán mayores detalles sobre proyectos megamineros actuales, sus implicancias ambientales y las resistencias sociales que han generado. Sin embargo, deseamos destacar aquí la importancia que tiene este apartado en cuanto a la necesidad de situar la conflictividad socioambiental contemporánea en el devenir histórico de esta actividad. Ello nos lleva también a reflexionar sobre la deuda de la historiografía argentina en dar cuenta de los impactos ambientales, y en especial sociales de la actividad minera, no solo en el presente sino también en el pasado. Como subraya Facundo Rojas, quien ha indagado en los efectos de la minería y el ferrocarril en perspectiva histórica, E. ] es importante destacar que la comprensión de la forma en que operaron estos emprendimientos puede servir también para explicar otros procesos sociales, por ejemplo cómo se transfirieron externalidades, en general neSegún un estudio de cuatro especialistas en geología y minería, sobre una muestra representativa de las 183 mayores minas que operaron en Estados Unidos desde 1975, el 76% de ellas provocó en las aguas superficiales o subterráneas excesos de cobre, cadmio, plomo, mercurio, níquel, zinc, arsénico, sulfato o cianuro respecto de los estándares de calidad, a pesar de lo pronosticado por la mayoría de los respectivos informes de impacto ambiental y de las medidas de mitigación propuestas allí. Kuipers, J. R., citado en Machado, H. et al., 15 mitos y realidades de la minería transnacional en la Argentina. Guía para desmontar el imaginario prominero, Buenos Aires, El Colectivo-Herramienta, 2011, pp. 76-77. 72

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Cuadro 1. Ejemplos de características de la minería a gran escala, tomados de minas existentes y proyectadas' Característica

Proyecto

Open pit o rajo

Chuquicamata, región 4 km x 2,5 km y 900 m de profundidad2 de Antofagasta, Chile

abierto

Dique de colas

San Jorge, Mendoza

Escombreras

Extracción de recursos naturales no renovables

Uso de sustancias potencialmente contaminantes

Gran consumo energético Utilización de importantes volúmenes de agua

Dato

1.700 m x 950 m y 330-350 m de profundidad 1.381.886 m2 (1,38 km2)

8.019.542 m2 (8,02 km2). Incluyendo muro y bermas de San Jorge protección serían aproximadamente 10.000.000 m 2 (10 km2) Agua Rica, Catamarca 9,9 km 2 (o 990 ha) San Jorge

4,40 km2 (o 440 ha)

Agua Rica

7,9 km2 (o 790 ha)

Potasio Río Colorado (PRC), Mendoza

Depósito de cloruro de sodio: 200 ha x 50 m de altura aproximadamente 3

La Alumbrera

650.000 t anuales de concentrados que contienen aproximadamente 180.000 t de cobre metálico y 600.000 onzas troy de oro (18,66 t)

San Jorge

40.000 t anuales de cobre y 40.000 onzas de oro anuales (1,24 t) (promedio)

PRC

2,4 millones de t anuales de cloruro de potasio'

Pascua-Lama, Chile-Argentina

Cianuro de sodio: 379.428 t durante toda la explotación

San Jorge

Xantato: 20 g de reactivo/t de mineral Metil isobutil carbinol: 15 g de reactivo/t de mineral Poliacrilamida: 20 g de reactivo/t de mineral

PRC

La Alumbrera San Jorge La Alumbrera Veladero, San Juan PRC

Construcción de La Alumbrera infraestructura de transporte Veladero

gativas, desde un circuito productivo a otros actores y/o recursos naturales devaluados en su utilidad marginal, o directamente no tenidos en cuenta en la asignación de beneficios. 73

1.000.000 in' de gas natural/día (367 millones de m 3 de gas por año) y 78 megawatts 835.854.720 kilowatts (consumo directo de energía durante el año 2008) 141 1/s 21.100.967 m3 anuales (aproximadamente 6671/s) 110 1/s 1.000

1/s5

Mineraloducto de 316 km, que traslada el concentrado desde la mina hasta la planta de filtros ubicada en Cruz del Norte, Provincia de Tucumán Camino minero de acceso de 156 km

' Los datos fueron tomados de: para el proyecto Veladero, e Informes de Impacto Ambiental de los proyectos Veladero y Pascua Lama, disponibles en
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