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April 2, 2017 | Author: Pedro Martínez González | Category: N/A
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Pedro Martínez González

Temario de Catequesis de preparatoria para el Sacramento de la Confirmación Elaborado por: Pedro Martínez González

Primer Nivel 1. ¿Qué es la Confirmación? 2. Miembros de una Iglesia 3. Los sacramentos de la Iniciación Cristiana 4. El Catecismo de la Iglesia Católica 5. El Adviento 6. Miembros de un pueblo 7. Dios se hizo hombre en Belén 8. Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre 9. El ser humano, responsable de sus actos 10. El credo de la fe y las Bienaventuranzas 11. La Eucaristía 12. La Cuaresma 13. La Conciencia 14. El sacramento de la Penitencia 15. Semana Santa

Segundo Nivel 16. Dios es Padre 17. La Historia de la Salvación (Génesis) 18. La Historia de la Salvación (Abraham) 19. La Historia de la Salvación (Moisés) 20. La novedad del Cristianismo I 21. La novedad del Cristianismo II 22. María 23. Jesús y sus discípulos 24. El Reino de Dios

27. Murió y resucitó II

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26. Murió y resucitó I

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25. Oramos porque somos cristianos

28. La Pascua de Jesús 29. Os doy un mandato nuevo 30. La búsqueda de Dios

Tercer Nivel 31. Seguir a Jesús 32. El Espíritu Santo 33. La Iglesia al servicio de los hombres 34. La Iglesia Diocesana 35. El sacramento del Matrimonio 36. El sacramento del Orden Sacerdotal 37. El sacramento de la Unción de Enfermos 38. La vida, un don sagrado 39. Recordando y reflexionando: la Eucaristía 40 y 41. La Confirmación I 42. La Confirmación II 43 y 44. Y después de la confirmación ¿qué?

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Anexo: El rito de la Confirmación

Tema 1 ¿Qué es la Confirmación?

Empezamos la catequesis de confirmación

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¿Te apuntas?

¿Por qué estoy aquí? No sé si te habrás preguntado por qué y para qué estás aquí, pero sería muy bueno que te lo preguntases. ¿Cuál de estas respuestas sería la tuya? Porque soy cristiano y quiero recibir el Sacramento Porque mis padres quieren que me confirme Porque mis amigos se han apuntado Porque el día de la confirmación puedo montarme la fiesta con mis colegas No lo sé, o simplemente porque sí Quizás conviene que analicemos cada uno de estos motivos Porque mi padres quieren que me confirme No está mal que hagas aquello que tus padres quieren, pues ellos nunca desearán nada malo ni perjudicial para ti, eso seguro. Cuando naciste, ellos te ofrecieron lo que consideraban bueno: el bautismo. Tú eras demasiado pequeño para poder decidir si querías bautizarte o no, por eso ellos continuaron con la trasmisión de la fe; es decir, igual que ellos fueron bautizados y han vivido en la fe cristiana desean que tú también lo hagas y han optado por ti. Cuando fuiste creciendo te ofrecieron el Sacramento de la Eucaristía, tu Primera Comunión, ¿te acuerdas?. Ese día fue especial: regalos, besos, abrazos, amigos, te sentías protagonista. Pero… has ido creciendo y ya vas tomando tus propias decisiones. Se sincero… ¿haces siempre lo que tus padres quieren?.

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Todos formamos parte de una sociedad, y dentro de ella elegimos nuestros amigos y formamos un grupo en el que no sólo salimos de fiesta, sino que con ellos compartimos muchas más cosas: los gustos, los proyectos e incluso en ocasiones las penas. Pero también es verdad que no somos nulos, es decir, que también tomamos nuestras propias decisiones y ello no tiene por qué afectar a nuestra relación con nuestros amigos, ya que si no las aceptan quizás no sean tan amigos como creemos… Una vez un joven me dijo que no se apuntaba a clase de religión, a pesar de quedarse con las ganas, porque sus amigos no lo habían hecho. Le conteste que en lugar de hacer él lo que sus amigos querían, porque no hacían sus amigos lo que él quería, que no era una marioneta para cumplir los gustos de los demás. Se cambió a clase de religión, y al poco tiempo lo hicieron sus amigos. Me temo que esta respuesta

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Porque mis amigos se han apuntado

tampoco te vale, porque no siempre haces lo que ellos quieren, tomas tus propias decisiones y, además, debes de hacerlo. Tú eres importante. Porque el día de la confirmación puedo montarme la fiesta con mis colegas Y la verdad es que no está mal pensado. Las personas, y los cristianos también, celebramos los acontecimientos importantes, normalmente, con un rito y a continuación una fiesta unida al rito que hemos celebrado. Pero eso sí: la fiesta y el rito van unidas y la primera es la expresión de la alegría por el acontecimiento. El problema surge cuando la fiesta no tiene nada que ver con el acontecimiento. Y sinceramente, en estos tiempos no necesitas ninguna escusa para pegarte una fiesta con tus colegas… es más ¿merece la pena estar tres años en catequesis sólo por una noche de fiesta y un par de regalos? No lo sé, o simplemente porque sí Mal rollo colega, ya va siendo hora de que sepas el por qué de las cosas y decidas en consecuencia. Hacer las cosas porque sí no parece tener mucho sentido y es precisamente ahora cuando estás forjando tu personalidad. Si por algo nos distinguimos los seres humanos es por actuar en consecuencia y no precisamente por hacer lo que hacen los demás… Porque soy cristiano y quiero recibir el Sacramento Bueno… esta respuesta es mi bonita y vas a quedar muy bien delante de tu catequista, pero: ¿sabes lo que significa ser cristiano? ¿Sabes lo que es un sacramento?

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Ser Cristiano es ser constante en la oración, o que ir a la Iglesia los domingos no suponga una carga y un tostón que hay que aguantar, sino una necesidad que surge de ti; ser Cristiano es un estilo de vida, es un cambio dentro del corazón de la persona que inevitablemente se refleja en la vida diaria y en los ambientes en los que nos movemos; no todo el que se llama Cristiano realmente lo es de verdad, por lo general porque no saben lo que implica, o no entienden la responsabilidad que requiere el llevar ese nombre. Cristiano no es solamente el que cree en Cristo, sino el que está dispuesto a seguirlo y a escuchar su palabra; porque tiene una relación personal con El. El que se llame a si mismo Cristiano y lleve una vida que contradice su palabra no es un verdadero Cristiano, no conoce a Cristo. ¿Difícil? No, es más fácil de que piensas, porque ser cristiano es querer serlo e intentarlo cada día, sin miedo a las risas de los demás, sin miedo a decirlo con libertad y, sobre todo:

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Ser cristiano

SABER QUE ES JESÚS QUIEN NOS AYUDA A SERLO CADA DÍA. SE TRATA DE SER VALIENTE.

"Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres". Juan 8,31-32.

¿Y qué es la Confirmación? Por hoy, nos quedaremos solo con lo que la Iglesia nos dice. Poco a poco iremos desarrollando ésta pregunta. Si está realmente decidido y te atreves, tenemos mucho tiempo por delante… La Confirmación perfecciona la gracia bautismal; es el sacramento que da el Espíritu Santo para enraizarnos más profundamente en la filiación divina, incorporarnos más firmemente a Cristo, hacer más sólido nuestro vínculo con la Iglesia, asociarnos todavía más a su misión y ayudarnos a dar testimonio de la fe cristiana por la palabra acompañada de las obras. (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1316)

Por si te apetece navegar un rato: http://www.mercaba.org/ARTICULOS/Q/que_significa_ser_cristiano.htm http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p2s2c1a1_sp.html Y si quieres jugar un poco: http://personales.com/mexico/chihuahua/divercatoli/conzona.htm

Nos hacemos algunas preguntas:

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Muchas veces decimos que somos cristianos sin más. ¿Podrías dar tres motivos por los que tú dices que lo eres? ¿Qué te viene a la cabeza (si te viene algo, claro) cuando oyes la palabra: Jesús de Nazaret?

Oración de un joven Señor, estoy hecho un lío. Descubro que en mi vida hay muchas posibilidades y caminos. No sé por dónde ir, ¿cuál es mi camino? ¿cómo saber si acierto en la elección? Señor, ¿qué me dices en estos momentos? ¿dónde encontrar tu palabra que me habla? Señor, enséñame a descubrir las necesidades que tienen los hombre y mujeres de nuestro mundo y a cuál de ellas debo responder. Señor, dame valor para hacerlo, sin importarme que puedan decir los demás. Siempre quiero que mis cualidades tengan utilidad, pero ¿cuál es el camino? Señor, me fío de tu palabra, que se haga en mí según tu voluntad.

El Padre Nuestro

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PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO, SANTIFICADO SEA TU NOMBRE, VENGA A NOSOTROS TU REINO, HÁGASE TU VOLUNTAD ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO, DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA, PERDONA NUESTRAS OFENSAS COMO NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN, NO NOS DEJES CAER EN TENTACIÓN, Y LÍBRANOS DEL MAL

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¿No te ha pasado muchas veces que no sabes cómo hablar con Dios, se te hace difícil ¨ORAR¨ y no encuentras qué decirle? Los discípulos habían visto cómo Jesús le rezaba a su Padre y le pidieron que les enseñara a ellos también a rezar. Jesús les dijo: Cuando oréis, hacedlo así:

Tema 2 Miembros de una

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Iglesia

Miembros de un pueblo Todos hemos nacido en un lugar determinado, y por eso decimos que pertenecemos a éste o aquel lugar. Nos denominamos totaneros, mazarroneros, murcianos, lorquinos, etc. El lugar donde hemos nacido y donde vivimos nos hace tener una serie de costumbres y unas determinadas tradiciones. Ocurre lo mismo con la fe: nos llamamos cristianos porque hemos sido bautizados, es decir, “somos de Cristo” y pertenecemos a la Iglesia, aunque la verdad es que Ella es para nosotros una gran desconocida…

¿Qué es la Iglesia?

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“En el lenguaje cristiano, la palabra "Iglesia" designa no sólo la asamblea litúrgica (cf. 1 Co 11, 18; 14, 19. 28. 34. 35), sino también la comunidad local (cf. 1 Co 1, 2; 16, 1) o toda la comunidad universal de los creyentes (cf. 1 Co 15, 9; Ga 1, 13; Flp 3, 6). Estas tres significaciones son inseparables de hecho. La "Iglesia" es el pueblo que Dios reúne en el mundo entero. La Iglesia de Dios existe en las comunidades locales y se realiza como asamblea litúrgica, sobre todo eucarística. La Iglesia vive de la Palabra y del Cuerpo de Cristo y de esta manera viene a ser ella misma Cuerpo de Cristo” (Catecismo 752). Como podemos ver, la Iglesia no son solo las piedras de un templo, sino que más bien son las personas que la componen y el trabajo que esas personas realizan en la búsqueda de Jesús y de hacer presente su mensaje en medio del mundo. Que hayamos sido bautizados no implica que seamos Iglesia, somos Iglesia cuando formamos parte de una comunidad parroquial, participamos en sus actividades y no es algo ajeno a nosotros. Muchas personas van a la Iglesia a exigir sus “derechos”, olvidándose de sus obligaciones… pertenecemos a una comunidad parroquial, tu parroquia no es solo el lugar donde vas, sino que es tu propia casa. Puedes ser cristiano de verdad o de la conocida BBC (y no me refiero a la cadena de televisión, sino a aquellos que son solo de bautizosbodas-comuniones). ¿Sabes? Cristianos de la BBC sobran a montones. Jesús necesita cristianos de verdad y personas que deseen hacer comunidades verdaderamente vivas.

La Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica En la Profesión de Fe -nuestro "Credo"- los cristianos hablamos de cuatro características inseparables de la Iglesia, que indican sus rasgos esenciales y su misión, según la voluntad de Cristo. Decimos a cerca de la Iglesia que es: UNA. Tiene un solo Señor, confiesa una sola fe, nace de un solo Bautismo, forma un solo cuerpo, vivificado por un solo Espíritu, orientado a una única esperanza a cuyo término se superan todas las divisiones. SANTA. Dios mismo es su autor. Cristo, se entregó por nosotros para santificarla; el Espíritu de Santidad la vivifica, aunque esté formada por pecadores. En los santos brilla su santidad; y en María que es ya la enteramente santa. CATÓLICA. Quiere decir UNIVERSAL. Anuncia la totalidad de la fe; es enviada a todos los pueblos; se dirige a todos los hombres; abarca todos los tiempos; es por su propia naturaleza, misionera. APOSTÓLICA. Está edificada sobre sólidos cimientos: "los doce apóstoles de Cristo", es indestructible; Jesús prometió "estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt. 28,20) se mantiene infaliblemente en la verdad; Cristo la gobierna por medio de Pedro y los demás apóstoles, presentes en sus sucesores, el Papa y el Colegio Episcopal (de Obispos), y nosotros mismos somos apóstoles cuando somos anunciadores del Amor de Dios y de su Evangelio.

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Benedicto XVI nos dice cómo: Dialogar diariamente con Dios, leer la Biblia, acudir a la Misa del domingo, contar las alegrías y penas a Cristo, dar ejemplo o ser útil a los demás: son algunos de los consejos que el Papa da a los jóvenes (9 de abril: Jornada de la Juventud): En resumen… “Construir la vida sobre Cristo, acogiendo con alegría la palabra y poniendo en práctica la doctrina: ¡he aquí, jóvenes del tercer milenio, cuál debe ser vuestro programa! Es urgente que surja una nueva generación de apóstoles enraizados en la palabra de Cristo, capaces de responder a los desafíos de nuestro tiempo y dispuestos a para difundir el Evangelio por todas partes. ¡Esto es lo que os pide el Señor, a esto os invita la Iglesia, esto es lo que el mundo – aun sin saberlo – espera de vosotros! Y si Jesús os llama, no tengáis miedo de responderle con generosidad, especialmente cuando os propone de seguirlo en la vida consagrada o en la vida sacerdotal. No tengáis miedo; fiaos de Él y no quedaréis decepcionados”.

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¿Cómo somos Iglesia?

La Iglesia es el cuerpo de Cristo, cuya cabeza es Cristo mismo. 1 Corintios 12. Las partes del cuerpo son muchas, pero el cuerpo es uno; por muchas que sean las partes, todas forman un solo cuerpo. Así también Cristo. Hemos sido bautizados en el único Espíritu para que formáramos un solo cuerpo, ya fuéramos judíos o griegos, esclavos o libres. Y todos hemos bebido del único Espíritu. Un solo miembro no basta para formar un cuerpo, sino que hacen falta muchos.

Por si te apetece navegar un rato: http://www.mercaba.org/ Un testimonio que te impactará: http://mufli.blogia.com/2009/101701-el-valor-de-vivir.php

Nos hacemos algunas preguntas: ¿Qué opinas tú de la Iglesia? ¿Cómo te gustaría que fuese? ¿Qué aportarías tú a tu parroquia para mejorar? ¿Te atreverías a comprometerte aquí y ahora a algo para colaborar en tu parroquia?

¿Le conoces?

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Es D. José Manuel Lorca Planes, y es el Pastor (Obispo) de nuestra diócesis. Nosotros pertenecemos a la Diócesis de Cartagena y nuestro Obispo es quien nos guía en la Fe y nos preside. Por cierto, él es nacido en un pueblo de Murcia llamado Espinardo. Comenzó su labor como sacerdote en el año 1975 en Totana.

ORACIÓN DE LA MADRE TERESA DE CALCUTA "Nosotros predicamos un Dios bueno, comprensivo, generoso y compasivo. Pero, ¿lo predicamos también a través de nuestras actitudes? Si queremos ser coherentes con lo que decimos, todos deben poder ver esa bondad, ese perdón y esa comprensión en nosotros."

EL CREDO Las verdades de nuestra religión, de nuestra fe católica se encuentran en la oración del Credo. El Credo es lo que creemos los católicos. Si alguien de otra religión nos pregunta ¿qué es lo que creéis los católicos? podemos contestarle con todo lo que rezamos en el Credo. Podemos decir que es como un resumen de nuestra religión.

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Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor. Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de la Virgen María. Padeció bajo el poder de Poncio Pilato. Fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos. Al tercer día resucitó de entre los muertos. Subió a los cielos, y está sentado a la diestra de Dios Padre. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos, y la vida eterna. Amén.

Tema 3 Los Sacramentos de la Iniciación Cristiana

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La Eucaristía

Los Sacramentos Los sacramentos no son simplemente signos, como piensan muchos. Son algo más importante: son la presencia viva de Dios en nuestra vida; es decir: es a través de ellos como hacemos presente a Jesucristo de una forma especial en nuestro caminar por la vida humana. Son ellos los que hacen posible la fuerza y la gracia de Dios de una manera explícita para poder vivir como auténticos cristianos. Una vez un joven me dijo: “es que yo no necesito estar confirmado para ser cristiano”. Querido amig@, mucho me temo que sí; porque no necesitas estar confirmado para ser cristiano, sino que porque eres cristiano estas confirmado. Es lo mismo que decir aquello que tantas veces oímos: yo soy cristiano no practicante. De eso nada, el cristiano o es practicante o no es cristiano, no se puede ser cristiano no practicante, eso sería como si yo digo que soy ciclista no practicante: me gusta ver el tour y me siento al lado de la bicicleta para verlo. ¿Soy por ello ciclista?

Los sacramentos de la Nueva Ley fueron instituidos por Cristo y son siete, a saber, Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden sacerdotal y Matrimonio. Los siete sacramentos corresponden a todas las etapas y todos los momentos importantes de la vida del cristiano: dan nacimiento y crecimiento, curación y misión a la vida de fe de los cristianos. Hay aquí una cierta semejanza entre las etapas de la vida natural y las etapas de la vida espiritual (Catecismo 1210).

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Mediante los sacramentos de la iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, se ponen los fundamentos de toda vida cristiana. "La participación en la naturaleza divina que los hombres reciben como don mediante la gracia de Cristo, tiene cierta analogía con el origen, el crecimiento y el sustento de la vida natural. En efecto, los fieles renacidos en el Bautismo se fortalecen con el sacramento de la Confirmación y finalmente, son alimentados en la Eucaristía con el manjar de la vida eterna, y, así por medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana, reciben cada vez con más abundancia los tesoros de la vida divina y avanzan hacia la perfección de la caridad" (Pablo VI, Const. apost. "Divinae consortium naturae"; cf OICA, praen. 1-2).

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Los sacramentos de la iniciación cristiana

En resumen, no olvides que la Confirmación es más importante de lo que te piensas, pues es cuando hemos recibido el sacramento cuando pasamos a ser CRISTIANOS ADULTOS. Por el bautismo: formamos parte del cuerpo de Cristo, es decir, somos miembros de la Iglesia de Cristo. Por la confirmación: recibimos la fuerza y la gracia del Espíritu Santo para poder vivir como auténticos cristianos. Por la eucaristía: esto ya es lo más… "La Eucaristía significa y realiza la comunión de vida con Dios y la unidad del Pueblo de Dios por las que la Iglesia es ella misma. En ella se encuentra a la vez la cumbre de la acción por la que, en Cristo, Dios santifica al mundo, y del culto que en el Espíritu Santo los hombres dan a Cristo y por él al Padre".

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El sacramento de la Eucaristía lo conocerás más por el nombre de “la misa”. Pues resulta que es lo más importante y lo más grande que tenemos los cristianos. Es más, podemos afirmar que sin ella no somos cristianos, porque Ella es Jesús mismo. Un cristiano que no celebra la Eucaristía es como un tenista sin raqueta: le falta lo más importante para ser quien es. Me aburro en misa, decimos muchas veces. Pero quizás esto te ocurra por tres motivos: 1. No entiendes que es eso que hace el cura allá arriba. 2. Vas a misa como simple espectador, no participas en nada. 3. Hace tanto que no vas que no sabes ni lo que haces allí. Más adelante, dedicaremos varios temas a la Eucaristía, ahora nos quedamos con saber sus partes: Ritos iniciales: da comienzo con el saludo del Sacerdote. Lo primero que hacemos es ponernos en la presencia de Dios, darle gracias por todo y pedirle perdón por las veces que no hacemos las cosas como deberíamos. Liturgia de la Palabra: escuchamos su palabra, es decir: él no habla a través de las lecturas del Antiguo y del Nuevo Testamento. De una manera especial lo hace Jesucristo desde la proclamación del Evangelio. En la homilía (eso a lo que llamamos sermón) el sacerdote nos explica el significado de las lecturas y cómo aplicarlas a nuestra vida diaria. Liturgia Eucarística: bendecimos a Dios con el canto del “Santo”, el sacerdote, mediante la consagración, hace posible que Jesucristo esté presente en las especies del pan y del vino. Y lo más importante: en la Comunión, es Cristo mismo quien entra dentro de nosotros mismos para vivir junto a nosotros y darnos su fuerza. Ritos finales: damos gracias a Dios por haber podido celebrar la Eucaristía y le pedimos que se quede con nosotros durante toda la semana, hasta que el próximo domingo podamos volver a recibirlo, que nos de su fuerza y que nos acompañe en cada instante.

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La eucaristía

Y ¿por qué hacemos esto?, porque es el mismo Jesús quien, en la última cena, dijo a sus discípulos y nos dice a nosotros ahora:

“Esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros. Haced esto en conmemoración mía. Esto es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía."

Nos hacemos algunas preguntas: ¿Qué partes de la misa son las que no entiendes? Me aburro en misa… decimos muchas veces. ¿Se te ocurre que podrías aportar tú a nuestras celebraciones parroquiales? ¿Cuántas veces has participado en la Eucaristía? ¿O simplemente vas como espectador? ¿Te gustaría participar de forma más directa? ¿Cómo explicarías tú a un niño pequeño los sacramentos? ¿Y la Eucaristía?

Por si te apetece navegar un rato: http://www.misas.org/docs/partes-de-la-misa http://laverdadcatolica.org/F14.htm

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¿Cuál es el nombre de cada Sacramento?

Oración de un joven Señor, escucha mi oración; viene de un corazón joven. Te invoco, Señor; he decidido buscar en ti ayuda. No mires mis palabras torpes; mira mi interior empobrecido. Alarga tus manos y aprieta entre las tuyas mis pobres manos. No sé dónde mirar cuando la sociedad me ofrece cosas contradictorias. No sé escoger entre caminos que marchan sin encontrarse. Me siento indeciso ante lo que es o no es esencial en la vida. No soy capaz de hacer opciones en esta dura encrucijada. Dame, Señor, un corazón limpio y generoso; un corazón limpio donde el otro encuentre un espacio de libertad; un corazón limpio donde el otro encuentre un rincón para ser acogido; un corazón limpio donde el otro encuentre un clima para ser feliz; un corazón limpio donde el otro encuentre un oasis donde descansar; un corazón limpio donde el otro encuentre una llama encendida donde ardas tú. Busco tu rostro, Señor, y me acojo al calor de tus manos; busco sentirme seguro contigo y que nada me falte a tu lado; busco la fuerza y el poder de tu Espíritu de Vida, para que aliente los pasos de mi camino hacia tu casa. Mi corazón tiene hambre y sed de ti y quiere saciarse con tu presencia Sé para mi, Señor, la roca firme en quien me apoyo cada día y dame la seguridad de sentirme amado por tu corazón de Padre.

ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

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Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo,

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El Gloria

Tema 4 El Catecismo de la Iglesia Católica

¿Qué es el Catecismo de la Iglesia Católica? El Catecismo de la Iglesia católica es la exposición de la fe de la Iglesia y de la doctrina católica, atestiguadas o iluminadas por la Sagrada Escritura, la Tradición apostólica y el Magisterio eclesiástico. La Tradición Apostólica o Sagrada Tradición es, según la definición de la Iglesia Católica, la Palabra revelada por Dios que ella transmite. Esa transmisión del mensaje de Cristo fue llevada a cabo, desde los comienzos del cristianismo, por la predicación, el testimonio, las instituciones, el culto . Los apóstoles transmitieron a sus sucesores, los obispos y, a través de éstos, a todas las generaciones hasta el fin de los tiempos todo lo que habían recibido de Cristo y aprendido del Espíritu Santo El magisterio de la Iglesia es la expresión con que la Iglesia Católica se refiere a la función y autoridad de enseñar que tienen el Papa y los obispos que están en comunión con él.

Partes del Catecismo La profesión de la fe Esta parte del Compendio explica el proyecto de Dios Padre, creador del cielo y de la tierra como casa de los hombres, la fe en Jesucristo, y la acción del Espíritu Santo a través de la Iglesia como camino de salvación para todos, hasta desembocar en la vida eterna. Resume el símbolo de la fe (o Credo). Es importante no solo saber lo que creemos, sino también saber por qué lo creemos. La celebración del misterio cristiano

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En esta parte el Compendio explica los medios el cristiano recibe para vivir como hijo de Dios y cumplir su misión en el plan amoroso de Dios. Se exponen las razones últimas del ser cristiano, por los sacramentos del Bautismo y la Confirmación, el sentido y finalidad del matrimonio, o la vocación de los sacerdotes, todo ello desde lo que la Iglesia católica considera como fuente de la vida, a saber Jesucristo en la Eucaristía.

La vida en Cristo El Catecismo define lo que considera dignidad de la persona humana, creada a imagen de Dios, su vocación a la santidad, el sentido de la libertad y el valor de la conciencia moral. La oración cristiana La cuarta y última parte del catecismo expresa la necesidad del diálogo de los hombres para conocerse a sí mismos. Ese es el origen de la oración a un Dios único y personal, especialmente reflejada en el Padre Nuestro, la oración creada por Jesucristo para todas las necesidades de los cristianos y síntesis del Evangelio, y que muy significativamente comienza dirigiéndose a Dios como «Padre nuestro».

¿Para qué el Catecismo? Como ya has visto en los puntos anteriores, el Catecismo es algo fundamental para el cristiano que realmente quiere conocer su fe. Es curioso como algunas personas dicen que la iglesia no habla sobre esto o sobre aquello, y lo que realmente ocurre es que esas personas no tienen ni idea sobre la existencia del Catecismo. Quizás alguna de las preguntas que tú mismo puedes tener sobre la iglesia, esté resuelta en el Catecismo… ¿Por qué no lo compruebas? Ah, claro, se me olvidaba que igual no tienes un catecismo en tu casa. Puede que sea hora de comprarte uno. Parece llamativo que en la casa de un cristiano falten los dos textos fundamentales: La Biblia y el Catecismo, ¿es tu caso?, seguro que en tu casa hay por lo menos un par de teles, de dvd’s, un móvil por persona… y seguro que estos dos textos de tu fe tampoco faltan en tu casa.

Nos hacemos preguntas: ¿Cuáles son los documentos básicos de un cristiano? ¿Los tienes en casa? Elabora tres preguntas que te gustaría conocer sobre la Iglesia, sobre la fe o sobre la vida del cristiano. Intenta buscar la respuesta en el Catecismo. Por si te quieres conectar un rato: http://www.catecismoiglesiacatolica.com/

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Para aprender jugando: http://www.ecatolico.com/sopaletras/personajes/sopa.htm

Lc 10,25-37

En aquel tiempo, se levantó un maestro de la Ley, y dijo para poner a prueba a Jesús: «Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?». Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Le dijo entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás». Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?». Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Le dijo Jesús: «Vete y haz tú lo mismo».

Comentamos en grupo este texto: ¿Qué te llama más la atención del texto?

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¿Qué hubieses hecho tú?

Oración del Joven por sus Padres Señor, esta vida joven, que yo siento bullir en mi sangre, viene de mis padres, tú les comunicaste tu fuerza creadora y yo vine al mundo, los días van pasando y yo encuentro mayor energía en mi alma y en mi cuerpo, mientras veo a mi padre que se va gastando en el trabajo. Este trabajo, Señor, ha hecho el milagro de mi juventud, los días van pasando y yo encuentro mayor gozo de vivir en mi alma y en mi cuerpo, mientras veo a mi madre que se va consumando por el cuidado de sus hijos. Es esa solicitud, Señor, ha hecho el milagro de mi alegría. Ellos me han enseñado a amarte y a tenerte por amigo recompénsalos tu mismo, Dios todopoderoso, todo lo que han hecho por mí consérvalos jóvenes de alma, sé tú su consuelo. Y extiende sobre nuestra familia tu mano poderosa para que, unidos, vayamos pasando de esta casa a la casa que nos has preparado en el cielo. Amén.

Oración al Espíritu Santo

Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén

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Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

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Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Tema 5

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El Adviento

Significado Adviento significa venida. Este tiempo nos prepara para la venida del Señor. La venida de Cristo al mundo es: PASADO: venida histórica a Palestina. PRESENTE: venida sacramental, hoy. FUTURO: venida gloriosa al fin del mundo. Se trata de un tiempo de reflexión y profundización, de un tiempo para parar nuestra vida y, a la luz del Evangelio y el Amor de Dios, revisar como cristianos nuestras actitudes. Es, sin duda, un tiempo de Gracia, pues Dios mismo se hace un poco más presente en la búsqueda del crecimiento como personas y como cristianos.

Los grandes personajes del Adviento Son tres los grandes personajes del Adviento: El profeta Isaías, Juan el Bautista y la Virgen María. Isaías anuncia cómo será el Mesías que vendrá. Sacude la conciencia del pueblo para crear en él actitud de espera. Exige pureza de corazón. Juan el Bautista señala quién es el Mesías, que ya ha venido. Él mismo es modelo de austeridad y de ardiente espera. María es la figura clave del adviento. En ella culmina la espera de Israel. Es la más fiel acogedora de la palabra hecha carne. La recibe en su seno y en su corazón. Ella le prestó su vida y su sangre. María es Jesús comenzado. Ella hizo posible la primera navidad y es modelo y cauce para todas las venidas de Dios a los hombres. María, por su fidelidad, es tipo y madre de la Iglesia.

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1. Actitud de espera. El mundo necesita de Dios. La humanidad está desencantada y desamparada. Las aspiraciones modernas de paz y de dicha, de unidad, de comunidad, son terreno preparado para la buena nueva. El adviento nos ayuda a comprender mejor el corazón del hombre y su tendencia insaciable de felicidad.

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LAS ACTITUDES FUNDAMENTALES DEL ADVIENTO

2. El retorno a Dios. La experiencia de frustración, de contingencia, de ambigüedad, de cautividad, de pérdida de la libertad exterior e interior de los hombres de hoy, puede suscitar la sed de Dios, y la necesidad de «subir a Jerusalén» como lugar de la morada de Dios, según los salmos de este tiempo. La infidelidad a Dios destruye al pueblo. Su fidelidad hace su verdadera historia e identidad. El adviento nos ayuda a conocer mejor a Dios y su amor al mundo. Nos da conocimiento interno de Cristo, que siendo rico por nosotros se hace pobre. 3. La conversión. Con Cristo, el reino está cerca dentro de nosotros. La voz del Bautista es el clamor del adviento: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios ... » (Is 40,3-5). El adviento nos enseña a hacernos presentes en la historia de la salvación de los ambientes, a entender el amor como salida de nosotros mismos y la solidaridad plena con los que sufren. 4. Jesús es el Mesías. Será el liberador del hombre entero. Luchará contra todo el mal y lo vencerá no por la violencia, sino por el camino de una victimación de amor. La salvación pasa por el encuentro personal con Cristo. 5. Gozo y alegría. El reino de Cristo no es sólo algo social y externo, sino interior y profundo. La venida del Mesías constituye el anuncio del gran gozo para el pueblo, de una alegría que conmueve hasta los mismos cielos cuando el pecador se arrepiente. El adviento nos enseña a conocer que Cristo, y su pascua, es la fiesta segura y definitiva de la nueva humanidad.

La corona del Adviento

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Origen: La corona de adviento encuentra sus raíces en las costumbres pre-cristianas de los germanos (Alemania). Durante el frío y la oscuridad de diciembre, colectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida de la primavera.

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La corona de adviento se hace con hojas verdes sobre las que se insertan cuatro velas. Tres velas pueden ser de color violeta, una es rosa. El primer domingo de adviento encendemos la primera vela y cada domingo de adviento encendemos una vela más hasta llegar a la Navidad. La vela rosa corresponde al tercer domingo y representa el gozo. Mientras se encienden las velas se hace una oración, utilizando algún pasaje de la Biblia y se entonan cantos. Esto lo hacemos en las misas de adviento y también es recomendable hacerlo en casa, por ejemplo antes o después de la cena. Significado: la luz que aumenta con la proximidad del nacimiento de Jesús quien es la Luz del Mundo. La corona se puede llevar a la iglesia para ser bendecida por el sacerdote.

Nueva realidad: Los cristianos supieron apreciar la enseñanza de Jesús: Juan 8,12: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.». La luz que prendemos en la oscuridad del invierno nos recuerda a Cristo que vence la oscuridad. Nosotros, unidos a Jesús, también somos luz: Mateo 5,14 «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte." Las ramas de verde perenne recuerdan que Jesús es la luz eterna. En los países fríos se escogen ramas de los árboles que no pierden sus hojas en el invierno, para simbolizar que Dios no cambia. El círculo nos recuerda que Dios no tiene principio ni fin, es eterno.

El año litúrgico

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Nos hacemos preguntas: ¿En qué se parecen y en qué se diferencian el primer Adviento y el Adviento actual? ¿Cómo debemos prepararnos los cristianos para recibir la visita de Jesús? ¿Te atrevería a hacer algún compromiso para este tiempo de adviento?

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Mc 1,1-8: Apareció Juan Bautista en el desierto predicando un bautismo de penitencia para remisión de los pecados. Y toda la región de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. Juan llevaba un vestido de pelo de camello con un ceñidor de cuero a la cintura y comía langostas y miel silvestre. Y predicaba: «Después de mí viene el que es más poderoso que yo, ante quien yo no soy digno de inclinarme para desatarle la correa de las sandalias. Yo os he bautizado en agua, pero él os bautizará en el Espíritu Santo».

Oración de Adviento María, Virgen del Adviento, esperanza nuestra, de Jesús la aurora, del cielo la puerta. Madre de los hombres, de la mar estrella, llévanos a Cristo, danos sus promesas. Eres, Virgen Madre, la de gracia llena, del Señor la esclava, del mundo la reina. Alza nuestros ojos hacia tu belleza, guía nuestros pasos a la vida eterna.

Ave María Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

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Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Tema 7

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en Belén

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Dios se hizo hombre

Significado de la Navidad Cuando hablamos de la Navidad, en lenguaje cristiano, nos estamos refiriendo al misterio de la Encarnación: El Misterio de la Encarnación nos enseña que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, o sea el Hijo, se encarnó y se hizo hombre en las purísimas entrañas de la Virgen María. Encarnar significa hacerse carne, esto es, hacerse hombre. Cuando decimos que el Hijo de Dios se encarnó, queremos expresar que se hizo hombre, tomando un cuerpo y un alma como los nuestros. Cristo, es pues, Dios y hombre verdadero. Hay en Él dos naturalezas, la divina y la humana, cuya unión forma una sola Persona que es la divina. Es importante no perderlo de vista: El verdadero significado de la navidad es uno solo: Jesucristo. El vino al mundo con un solo propósito: entregar su vida y morir por nuestros pecados. El salvador entraba al mundo, en un humilde pesebre pero con un destino glorioso. El venía por ti y por mí. Él es el regalo de navidad, el camino que te lleva al Padre, el don celestial. Solo debes aceptarlo hoy como cuando un niño extiende sus manos y recibe su regalo navideño. Por desgracia, para muchas personas, la navidad se ha convertido solo en una fiesta sin más sentido, donde es precisamente Jesús quien menos pinta. No caigas en es error, pues se puede celebrar una auténtica Navidad sin renunciar a la fiesta.

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En el Tiempo de Navidad, además de la solemnidad de la Natividad del Señor, celebramos otras fiestas con distinta intensidad y con características propias. La Solemnidad de Santa María Madre de Dios. Celebramos a la que con su Sí al proyecto de la santa Trinidad hizo posible la encarnación del Verbo de Dios. La Fiesta de la Sagrada Familia, por el carácter de fiesta de familia, hogar, propio de la Navidad. Cuando no hay domingo dentro de la octava de la Navidad, celebramos esta fiesta el día 30 de diciembre. La Solemnidad e la Epifanía, o Manifestación del Señor, es la otra gran solemnidad del Tiempo de Navidad. Contemplamos en este día a Cristo "manifestado en la carne, y predicado a los paganos". La liturgia hace memoria en este día no sólo de los magos que, "conducidos por la estrella van al pesebre", sino del agua convertida en vino en las bodas de Caná y de "Cristo bautizado por Juan en el Jordán para salvarnos". La Fiesta del Bautismo del Señor cierra el Tiempo de la Navidad. Esta Fiesta se celebra el primer domingo después de la Epifanía. En ella recordamos que Jesús instaura un bautismo nuevo y distinto al que el pueblo judío celebraba.

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Partes de la Navidad

El árbol de Navidad Los antiguos germanos creían que el mundo y todos los astros estaban sostenidos pendiendo de las ramas de un árbol gigantesco llamado el “divino Idrasil” o el “dios Odín”. En cada solsticio de invierno, cuando suponían que se renovaba la vida, le rendían un culto especial. La celebración de ese día consistía en adornar un árbol de encino con antorchas que representaban a las estrellas, la luna y el sol. En torno a este árbol, bailaban y cantaban adorando a su dios. Cuentan que San Bonifacio, evangelizador de Alemania e Inglaterra, derribó el árbol que representaba al dios Odín, y en el mismo lugar plantó un pino, símbolo del amor perenne de Dios y lo adornó con manzanas y velas, dándole un simbolismo cristiano: las manzanas representaban las tentaciones, el pecado original y los pecados de los hombres; las velas representaban a Cristo, la luz del mundo y la gracia que reciben los hombres que aceptan a Jesús como Salvador. Esta costumbre se difundió por toda Europa en la Edad Media y con las conquistas y migraciones, llegó a América. Poco a poco, la tradición fue evolucionando: se cambiaron las manzanas por esferas y las velas por focos que representan la alegría y la luz que Jesucristo trajo al mundo.

popularizó rápidamente en todo el mundo cristiano. De los seres vivos se pasó a la utilización de figuras de barro y demás materiales.

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Al parecer el origen de los belenes se sitúa en plena edad media. Se cree que fue San Francisco de Asís, fundador de la Orden Franciscana, el iniciador de la representación del nacimiento entre los años 1200 y 1226. En la Navidad de 1223, estando en la ermita de Greccio, una fuerza divina lo impulsó a reproducir en vivo el misterio del nacimiento, para lo que pidió la autorización al Pontífice Honorio III. El hecho lo narra San Buenaventura y Tomás de Celano. San Buenaventura dice: "Tres años antes de su muerte, él (Francisco) quiso celebrar en Greccio el recuerdo del nacimiento del Niño Jesús, y deseó hacerlo con toda posible solemnidad, a fin de aumentar mayormente la devoción de los fieles. Para que la cosa no fuese adjudicada a manía de novedad, primero pidió y obtuvo el permiso del Sumo Pontífice" (S, Buenaventura, Legenda Maior, c. X, n. 7). Francisco, ayudado por un soldado llamado Juan de Grecio, comenzó los preparativos 15 días antes del 25 de diciembre. Eligió un lugar abierto donde pusieron un paño blanco, igual que sobre un altar y llevaron una gran cantidad de heno. Luego trasladaron un asno, un buey y gran cantidad de otros animales. Nueve días antes del 25 de diciembre convocó a todo el pueblo para celebrar una misa en presencia de la representación del nacimiento. La idea de reproducir el nacimiento se

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El Belén

A partir de aquí, su uso se extendería en todos los conventos de la orden franciscana qué serían los encargados de exportarlos al resto del mundo. Sin embargo, el gran difusor sería el Papa Juan XXIII.

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Su verdadero nombre es San Nicolás de Bari y nació en el año 310 después de Cristo, en un tiempo de persecución, donde la enseñanza de la doctrina de Jesús suponía estar en Contra del Imperio Romano. Por lo alejado de la época es difícil saber con exactitud su nacionalidad Países como Rusia, Turquía y en general medio Oriente se atribuye este privilegio. Los padres de Nicolás que eran gente adinerada habían inculcado en su hijo el espíritu de generosidad entre otras virtudes, de modo que en una ocasión cambió a su caballo por un esclavo en una subasta para regalarle su libertad, lo que provocaba la burla entre los paganos y falta de respeto entre los Cristianos, todas las caridades las hacía en nombre de Jesús y con su ejemplo muchos se convertían a Cristo. Siendo aún muy Joven mueren sus padres y comienza a dar a manos llenas entre los más necesitados; al llamarle la atención su administrador, San Nicolás, responde que si sólo ha dado la tercera parte de su herencia se preocuparía por dales más. Se cuenta que en una ocasión supo de tres jovencitas que pretendían casarse pero su padre no podía pagar la dote correspondiente. Al saberlo Nicolás (pretendiendo realizar la caridad sin ser visto), dejó caer por la chimenea unas monedas de oro que coincidentemente cayeron en unas medias de lana que las jóvenes habían dejado secando (por eso se cuelgan las medias tejidas que sirven para que ahí nos deje a nosotros los regalos que el niño Jesús nos manda desde el cielo, y por eso es el mito de que no puede ser visto por los que recibirán el regalo). Así, es conocido como el patrono de las parejas que desean tener un buen matrimonio y como protector de las familias en problemas económicos. En algunos países su imagen aparece con tres monedas de oro en las manos. En esos tiempos era emperador Diocleciano quien ordena a Cesar Galerio acabar con los cristianos con toda la fuerza. Es en esta época que San Nicolás es nombrado Obispo de Myra Turquía (de ahí el color rojo de su vestimenta). A pesar de vivir la feroz persecución Nicolás no perdía su sentido del humor y su alegría especialmente al hablar con los niños acerca del Nacimiento de Jesús en quién ponía toda su Esperanza (de ahí el amor a los niños y el típico Jo, Jo, Jo). En una de las persecuciones fue aprehendido y encarcelado por casi 30 años, aún desde la cárcel se sacrifica y ora por su Iglesia, a pesar que los soldados romanos se burlaban de Él diciéndole que ya se había acabado la fe en Cristo. Al convertirse al cristianismo el emperador de Roma, Constantino, hijo de Santa Elena, el Obispo Nicolás fue liberado, ya anciano con el pelo largo y la barba blanca, y

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Santa Claus

convencido que era el único creyente que quedaba, regresa a su ciudad dispuesto a empezar otra vez la Iglesia de Cristo. Su sorpresa fue grande cuando llegando al lugar observa la Catedral que había sido reconstruida y en ella los Cristianos entonaban el cántico Adestae Fidelis ya que estaban celebrando la fiesta de Navidad (por eso la relación de Navidad con la llegada de San Nicolás). Uno de los milagros más sorprendente es el de haber resucitado por su intercesión a tres niños que habían caído de un árbol y muerto al instante. Motivo por el cual también se le representa con tres niños a su lado. A pesar de ser anciano, seguía viajando, evangelizando y entregando juguetes a los niños para recordar a todos que en Navidad recibimos el mejor de los regalos a través de Cristo, la esperanza de la salvación Eterna. Sus restos descansan en la Basílica de San Nicolás, en Bari Italia, desde el siglo XI (1087) y a falta de precisión de su fecha de paso a la vida eterna lo veneramos (o deberíamos) el 6 de Diciembre. Otra de las formas en las que se representa su imagen en Holanda, es con un barco en las manos ya que por su mediación se salvo un barco de zozobrar en la tormenta. La imagen que conocemos actualmente del clásico Santa Claus, fue modificada por el inmigrante Alemán recién llegado a Nueva York el protestante Thomas Nast quien lo ilustra para el semanario “Harper” en 1864 mostrándolo con el traje rojo las botas, un gran saco de juguetes y entrando en una chimenea. Por ser uno de los primeros santos de nuestra Iglesia su nombre se ha modificado con los siglos del vocablo Sajón Saint Nickleaus, a santa Claus.

EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 2, 11- 14 En aquel tiempo salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero. Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad. También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret en Galilea a la ciudad de David, que se llama Belén para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada. En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. Y un ángel del Señor se les presentó: la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: --No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la

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señal encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

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ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la

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verdadero Hombre

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Jesús, verdadero Dios y

Dios y Hombre Por la fe que hemos recibido afirmamos que Jesús es el hijo de Dios, verdadero Dios y verdadero hombre, que se encarnó, vivió entre nosotros y, por nosotros también, murió y resucitó. Que Jesús fue un hombre como nosotros no podemos negarlo, porque es lo que nos dicen los testimonios de la historia que nos han llegado y hablan de Él. Sus discípulos se encuentran con este lado humano, y a partir de esa experiencia, de ese conocimiento de hombre como ellos, será cuando lo descubran Hijo de Dios. La experiencia de la resurrección, la presencia del resucitado entre ellos, era una realidad tan clara para ellos que no admitía duda, y así es como se nos ha transmitido, "Jesucristo es el hijo de Dios vivo, verdadero Dios y verdadero hombre." Solo existe una diferencia entre Él y nosotros en su humanidad: Él no ha cometido pecado alguno. CIC 464. El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. Él se hizo verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. La Iglesia debió defender y aclarar esta verdad de fe durante los primeros siglos frente a unas herejías que la falseaban.

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Jesús realizó prodigios tales que incluso sus amigos más cercanos se asombran y preguntan ¿Quién es éste?. También encontramos a un Jesús muy sencillo y solidario

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La palabra de Dios nos habla

con todos los hombres, no reprocha a los pecadores. Su lenguaje es sencillo pero toca profundamente los corazones, es decir, habla con autoridad. En otros muchos lugares de la Sagrada Escritura, Jesús afirma que el Padre y Él son uno: “Ahora, Padre, dame junto a Ti la misma Gloria que tenía a tu lado antes que comenzara el mundo” (Jn 17,5) “¿No crees que estoy en el Padre y que el Padre está en Mí?” (Jn 14,10) "Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer" (Gálatas 4,4) “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la Vida eterna“ (1 Jn 5, 20) Resumiendo

Porque lo demostró con sus palabras y con sus obras y milagros, especialmente con su resurrección, apareciendo así como señor de la vida y de la muerte. Lo demuestra con palabras ante la pregunta de Caifás: Él es hijo de Dios y estará sentado a la derecha del Dios Padre. Lo demuestra con obras: Anuncia su propia muerte y resurrección al tercer día. Sus milagros dan testimonio de que él es Señor de la vida y de la muerte. Jesús no busca la popularidad, ni hacerse famoso, con sus milagros desea ayudar a quien le necesita y, sobre todo, manifestar la grandeza de Dios que no se desentiende de sus hijos.

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1. ¿Si Jesús te hiciese la pregunta: “¿Quién soy yo para ti?”, qué contestarías? 2. Indica tres características de Jesús como Dios y tres como hombre, ninguna de ellas puede ser de las que hemos visto en el tema.

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Trabajando un poco:

Plegaria de un adolescente Cada día nos trae un nuevo comienzo. Decisiones que debemos tomar. Yo soy el único que escoge el camino que seguiré. Yo puedo elegir entre el camino de la vida que lleva al gran éxito, o viajar por el oscuro camino que conduce a la gran angustia. Por favor abre mis ojos, amado SEÑOR. Que pueda ver claramente. Ayúdame a definir lo que es correcto. Saca lo mejor que hay en mi. Ayúdame, Señor, a decir "No" cuando la tentación venga a mí. Que yo pueda mantener mi cuerpo limpio y vivir cada día a plenitud; y así, cuando mis años de adolescente terminen, yo sé que voy a ver que la vida se vive de la mejor manera, Contigo, caminando junto a mí.

LOS 10 MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS

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Estos diez mandamientos se resumen en dos: Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.

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1. El primero, amarás a Dios sobre todas las cosas. 2. El segundo, no tomarás el nombre de Dios en vano. 3. El tercero, santificarás las fiestas. 4. El cuarto, honrarás a tu padre y a tu madre. 5. El quinto, no matarás. 6. El sexto, no cometerás actos impuros. 7. El séptimo, no hurtarás. 8. El octavo, no dirás falso testimonio ni mentiras. 9. El noveno, no consentirás pensamientos ni deseos impuros. 10. El décimo, no codiciarás los bienes ajenos.

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responsable de sus actos

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El Ser humano:

"LA VERDAD OS HARÁ LIBRES" (Jn 8, 32) Madrid, 20 de noviembre de 1990 INSTRUCCIÓN PASTORAL de la Conferencia Episcopal Española sobre la conciencia cristiana ante la actual situación moral de nuestra sociedad.

“La realización del hombre, ciertamente, debe apoyarse en convicciones verdaderas pues, por su condición de "imagen de Dios", el hombre está llamado a realizarse en la verdad. Fuera de la verdad, la existencia humana acaba oscureciéndose y casi insensiblemente, se entenebrece en el error y puede llegar á falsearse a si mismo y su vida prefiriendo el mal al bien. Sin la verdad, el hombre se mueve en el vacío, su existencia se convierte en una aventura desorientada y su emplazamiento en el mundo resulta inviable. En la situación cultural contemporánea, es necesario, ante todo, recordar y proclamar estas afirmaciones”. La libertad es un don de Dios, es decir, se trata de un regalo precioso que Dios nos hace al nacer. Él no quiere que seamos nosotros quienes tomemos nuestras propias decisiones, quienes busquemos hacer el bien en todo momento. Pero no es un regalo sin más, se trata de un regalo que hay que cuidar constantemente y, sobre todo, ser responsable en su uso. Pero no hay que olvidar las palabras que nos dice el catecismo: "En la medida en que el hombre hace más el bien, se va haciendo también más libre. No hay verdadera libertad sino en el servicio del bien y de la justicia" (1733). Es decir, la auténtica libertad no es para hacer lo que queramos, o lo que nos apetezca en cada momento; es para hacer el bien y buscar siempre la justicia.

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Todo acto de libertad, lleva unida una responsabilidad. Es decir, cada vez que yo libremente hago algo, ello conlleva una responsabilidad; me hago responsable de las consecuencias derivadas de tal acto, sea para bien o para mal. Dios siempre quiere que hagamos el bien, por eso nos enseña el camino para hacerlo por medio de su Palabra. El ejemplo más claro lo encontramos en el Génesis. Dios pide a Adán y Eva que no coman del árbol prohibido, pero aun así deciden hacerlo. Por eso, han de asumir su responsabilidad por no haber obedecido a Dios.

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Cuando nos limitamos solo a lo que nos apetece, la libertad pasa se convierte en libertinaje, en verdadero egoísmo, porque entonces solamente buscamos nuestro beneficio. Y eso no es lo que Dios quiere de nosotros. El egoísmo, buscar mi propio beneficio, es contrario al mensaje de paz, justicia y solidaridad de Jesús.

En la medida en que el hombre hace más el bien, se va haciendo más libre Un hombre en busca de la Verdad

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Entrando Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un Lc.19,1ss: “Habiendo hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa. Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban diciendo: Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador. Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo. Jesús le dijo: Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.”

Reflexionando: Lucas 10, 25-37 Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?» Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva." ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?»

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1. De los personajes que aparecen en la parábola, ¿Quién actuó bien y quién mal y por qué? 2. ¿Cómo hubieses actuado tú y por qué?

Oración del joven adolescente ¡Señor! Te llamo desde mi soledad... para los mayores a veces soy "una cosa cualquiera" para mí mismo, "un enigma", ¡Que edad la mía! río locamente y lloro al instante. Me acobardo y ambiciono, amo y odio, no comprendo la vida, ni me comprendo a mí mismo. Y los mayores tampoco comprenden mi situación, a ti, que fuiste adolescente, ofrezco mis alegrías, mis ilusiones. Mis dudas, mi dolor, mis primeros fracasos. dame tu luz, tu gracia y tu amor los necesito. ¡Tu luz! Para ver claro mí camino, mi futuro, mis posibilidades, mi limitación. Amén.

LOS 5 MANDAMIENTOS DE LA IGLESIA

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El primer mandamiento (oír misa entera los domingos y fiestas de precepto) exige a los fieles participar en la celebración eucarística, en la que se reúne la comunidad cristiana, el día en que conmemora la Resurrección del Señor, y en aquellas principales fiestas litúrgicas que conmemoran los misterios del Señor, la Virgen María y los santos. El segundo mandamiento (confesar los pecados mortales al menos una vez al año, y en peligro de muerte, y si se ha de comulgar) asegura la preparación para la Eucaristía mediante la recepción del sacramento de la Reconciliación, que continúa la obra de conversión y de perdón del Bautismo. El tercer mandamiento (comulgar por Pascua de Resurrección) garantiza un mínimo en la recepción del Cuerpo y la Sangre del Señor en relación con el tiempo de Pascua, origen y centro de la liturgia cristiana. El cuarto mandamiento (ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia) asegura los tiempos de ascesis y de penitencia que nos preparan para las fiestas litúrgicas; contribuyen a hacernos adquirir el dominio sobre nuestros instintos y la libertad del corazón. El quinto mandamiento (ayudar a la Iglesia en sus necesidades) señala la obligación de ayudar, cada uno según su capacidad, a subvenir a las necesidades materiales de la Iglesia.

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Según el Catecismo de la Iglesia Católica nº 2041-2043 Los mandamientos más generales de la Santa Madre Iglesia son cinco:

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las Bienaventuranzas

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El Credo de la fe y

El Credo Las verdades de nuestra fe se encuentran en la oración del Credo. El Credo es lo que creemos los católicos. Si alguien de otra religión nos pregunta ¿qué es lo que creen los católicos? podemos contestarle con todo lo que rezamos en el Credo. Podemos decir que es como un resumen de nuestra fe. El Credo está dividido en tres partes: 1. La primera parte habla de Dios Padre y de la obra de la Creación. 2. La segunda parte habla de Dios Hijo y de la Redención de los hombres. 3. La tercera parte habla de Dios Espíritu Santo y de nuestra santificación.

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Hay dos textos del credo: El Credo de los apóstoles (corto) que se origina en Roma y se forma en la profesión de fe de los que eran bautizados. Luego tenemos otro (largo) que reafirma la doctrina del Dios trinitario, es decir: Padre-Hijo-Espíritu Santo. (Credo Niceno-Constantinoplano). En realidad no se trata de dos credos, sino del mismo, con la diferencia de que el segundo explica un poco más el primero.

Recuerda: el Credo es la expresión de nuestra fe, por eso no es suficiente con saberlo, sino que es mucho más importante saber qué significa. Como puedes ver, el Credo es más importante de lo que parece a simple vista. A lo largo de los años, son muchas las personas que han buscado respuestas a sus interrogantes. La confesión que los cristianos hacemos en el Credo, supone una respuesta que nace desde la experiencia de los primeros cristianos hasta nuestros días. Recitar el Credo es decirle a Dios que creemos en Él y que queremos seguir conociéndole y, en ese proceso de conocerle la Iglesia, que es Madre y Maestra, nos ayuda y nos acompaña. Ella es la encargada de poner palabras a la revelación de Dios.

Las Bienaventuranzas

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Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los manso , porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

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En Mateo 5.1-12 y en Lucas 6.20-26, se nos narra la enseñanza de Jesús conocida como el Sermón de la montaña o bienaventuranzas. No se trata de una enseñanza limitada a los doce apóstoles, sino que es más bien un itinerario o camino que, el mismo Jesús, nos marca para poder hacer un mundo más justo en el que sea posible el Reino de Dios.

Esta enseñanza de Jesús ha sido siempre el "ideario" de la Iglesia y, sin duda, debe de ser la referencia del cristiano que desea vivir como tal. Uno de los ejemplos más claros y actuales de la llamada de Jesús, lo encontramos en CARITAS. Los más pobres eran sus preferidos. Seguro que en tu pueblo o parroquia existe. En español se traduce "caridad". Caritas es una organización humanitaria que agrupa 162 organizaciones católicas de asistencia, desarrollo y servicio social. Los trabajos humanitarios de Caritas son realizados sin tener en cuenta la confesión, raza, género o etnia de los beneficiarios. Sus integrantes son voluntarios (¡No cobran!), y desean hacer realidad el mensaje de Jesús en medio del mundo. Ellos llevan a cabo una forma de hacer presente el Reino de Dios en medio del mundo.

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Recuerda: Las bienaventuranzas son el camino que Jesús nos propone para ser felices y para hacer felices a los demás. Cuando se hacen cumplen, es posible vivir en un mundo mejor y que el Reino de Dios deje de ser un sueño para convertirse en una realidad.

Reflexionemos un poco:

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En este enlace encontrarás la web de Caritas España: http://www.caritas.es

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¿Conoces Caritas de tu Pueblo o de tu parroquia? ¿Qué podrías decir de su trabajo? ¿Crees que tú podrías aportar algo para que las bienaventuranzas de Jesús se hiciesen realidad en tu mundo cotidiano? ¿Qué?

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La Eucaristía

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Tema 11

En un tema anterior ya hablamos sobre el sacramento de la Eucaristía, ¿recuerdas?. Así la define el catecismo: 1324 La Eucaristía es "fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11). "Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua" (PO 5). 1327 En resumen, la Eucaristía es el compendio y la suma de nuestra fe: "Nuestra manera de pensar armoniza con la Eucaristía, y a su vez la Eucaristía confirma nuestra manera de pensar"

¿Por qué celebramos la Eucaristía? La primera Misa fue celebrada por el mismo Señor Jesucristo en la noche antes de morir. Esa noche la llamamos Jueves Santo, y la cena que se celebró la llamamos la última Cena. En los tiempos de Jesús, (y hoy en día también) los judíos celebraban una vez al año la fiesta de Pascua. Esta fiesta era para dar gracias a Dios por haber liberado al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto. Jesús, como también era judío, quiso celebrar la Pascua con sus amigos, los Apóstoles. Él hizo reunir a los doce Apóstoles esa noche para celebrar la Pascua, lo que ellos no sabían era que Jesús iba a morir el próximo día. Es por eso que Jesús tanto deseaba celebrar con ellos esa cena, porque era su última antes de morir. Y esa misma noche, durante la cena, tomó pan, lo partió, y lo dio a sus discípulos diciendo: “Tomad y comed todos de él, porque este es mi Cuerpo que será entregado por vosotros, haced esto en memoria mía” y tomando el cáliz, lleno de vino, dijo: “Tomad y bebed, todos de él, porque este es el cáliz mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en memoria mía.” (Lc 22,14-20; Mt 26,26-30; Mc 14,22-26; 1 Cor 11,24-25) ...así es como nació la primera Misa. Y cuando nosotros celebramos la Misa, es

olvidarnos de Él.

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nos mandó porque Él es Dios, y también porque Él es nuestro amigo y nunca queremos

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porque el Señor dijo: “Haced esto en memoria mía.” Nosotros hacemos lo que Jesús

Trabajemos un poco: 1. ¿De cuantas formas crees tú que se hace presente Jesús? 2. ¿Te gusta ir a Misa? ¿Por qué si o por qué no?

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3. ¿Si Jesús instituyese hoy la Eucaristía, como crees tú que lo haría?

Motivos comúnmente aducidos para no ir a Misa. 1. Pereza. "Prefiero quedarme durmiendo". En realidad los motivos que siguen son sólo excusas para cubrir este primero. No parece que sea un motivo muy racional, meritorio o valioso. No parece que diga mucho de ti.

2. No tengo ganas/No lo siento. ¿Desde cuándo tus ganas son una ley que hay que obedecer? ¿Es que tus ganas son más importantes que la voluntad de Dios? Además a Misa no vas porque a ti te guste sino para agradar a Dios y crecer en amor. Se va a Misa a honrar a Dios y no a honrarte a ti. Es decir que mientras que a Dios le agrade… no hay problema… la cosa va bien. Y si te cuesta… ¿acaso Dios no merece ese sacrificio que incluso hace más valioso y meritorio el acto?

3. Me aburro. La acusación más frecuente contra la Misa es que es aburrida. Refleja bastante superficialidad… porque a Misa no vamos a divertirnos… Y es un problema personal, pues no parece que Dios sea aburrido -es la perfección absoluta-. Además si tanta gente va a Misa con gusto, algunos incluso todos los días… será que algo le ven… que a ti se te escapa… La solución será descubrir qué tiene la Misa para que los cristianos la consideren tan importante.

4. Es siempre lo mismo. Si se tratara de una obra de teatro o de una película.. estaría absolutamente de acuerdo contigo. Pero no es una representación teatral… Es algo vivo, que pasa ahora. No eres (al menos no deberías ser) un espectador. Eres partícipe, actor. Imagínate que alguien dejara de asistir a una cena porque en las cenas siempre pasa lo mismo…

5. Desinterés. Las cosas de Dios no me interesan. Si Dios te resbala… estás en problemas… porque tú a él no le resbalas.

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No parece que lo que te pide Dios -1 de las 168 horas de la semana- sea una pretensión excesiva. En concreto, quien te creó, te mantiene en el ser y te da lo que te queda de vida -y sólo Él sabe de cuánto se trata…- se merece el 0,59% del tiempo que Él te da. Si no tienes tiempo para Dios… ¿para quién lo vas a tener?

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6. No tengo tiempo.

7. Otros planes mejores. No parece que a Dios le interese competir con el fútbol, baloncesto, cine… No te olvides que el primer mandamiento es "amar a Dios sobre todas las cosas"… Si tienes otros planes que te importan más que Dios… quizá el problema más que en el tercer mandamiento está antes en el primero…

8. Tengo dudas de fe. La fe es un don de Dios, con lo cual hay que pedirla. Alejarte de Dios dejando de ir a Misa, no parece el mejor método para resolver dudas la fe e incrementarla… La frecuencia de sacramentos -confesión y comunión- es la más efectiva manera de aumentar la fe.

9. Estoy peleado con Dios. "Hubo algo que pasó en mi vida (la muerte de un ser muy querido, un fracaso muy doloroso, una enfermedad… o cualquier otra tragedia) que me hizo enojar con Dios: si El me hace esto… ¿por qué yo voy a ir a Misa? Es la manera de mostrarle a Dios mi disconformidad con la forma de tratarme". Hay quienes dejan de ir a Misa como una manera de vengarse de Dios. Pero, en los momentos de dolor ¿no será mejor refugiarnos en Dios y buscar su fortaleza más que reaccionar como un niño caprichoso de tres años? Él sabe más… Además, acusar de maltratarnos a quien más nos quiere y murió por nosotros… ¿no será demasiado? ¿No seré yo el que pierdo… alejándome de Dios?

10. "Hay gente que va y después se porta mal". “No hace falta ir a misa para ser cristiano”. "Además, hay otros que no van, y son buenos". Es evidente que ir a Misa sólo no basta. Pero, no se puede mezclar la física nuclear con el dulce de leche, ya que las dos cosas no tienen nada que ver. En aquellos que van y después no son honestos, lo que es malo es ser deshonestos… no el hecho de ir a Misa… que sigue siendo algo bueno aunque ellos después se porten mal… Además la causa de su supuesta deshonestidad no es el ir a Misa. Por otro lado, yo creo que nadie en el mundo se atrevería a decir que los que no van a Misa son mejores que los que van… Finalmente, esto no es un concurso de bondad, ni comparaciones… sino tratar de determinar cuán bueno es ir a Misa. Y claramente, el dejar la Misa no mejora a nadie… en todo caso lo empeora… y si los que van a misa a veces son malos... ¿no serían peores aún si no fuesen?.

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Ofender a Dios para hacer sufrir a tus padres no parece una actitud muy inteligente…, entre otras cosas porque el único perjudicado eres tú.

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12. Llevarle la contraria a mis padres.

13. El cura me cae mal. Por más tarado que te parezca el cura, no vas a Misa para darle el gusto, ni para hacerle un favor. El no gana ni pierde nada con tu asistencia o ausencia. El que gana o pierde, eres tú: tu amor a Dios. Además, ¿te has preguntado alguna vez cómo le caes tú al cura?.

Aunque otras veces ocurre que no vas a misa, y la verdad es que... no sabes ni por qué. ¿Te ocurre a ti?... ¿no será que en el fondo lo que pasa es que cuando vas a misa no te enteras de nada?. Pero... ¿quieres enterarte del por qué de todo aquello que se hace y dice en misa?.

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¿Dónde crees que te sitúas tú y por qué?

LITURGIA DE LA PALABRA Escuchamos a Dios, que se nos da como alimento en su Palabra, y respondemos cantando, meditando y rezando. comprende Primera Lectura - Salmo Responsorial Segunda Lectura - Aleluya - Evangelio Homilía - Credo - Oración universal.

SALUDO INICIAL Después de besar el altar y hacer la señal de la cruz, el sacerdote saluda a la asamblea. ACTO PENITENCIAL Pedimos humildemente perdón al Señor por todas nuestras faltas. GLORIA Alabamos a Dios, reconociendo su santidad, al mismo tiempo que nuestra necesidad de Él. ORACIÓN / COLECTA Es la oración que el sacerdote, en nombre de toda la asamblea, hace al Padre. En ella recoge todas las intenciones de la comunidad.

SALMO Meditamos rezando o cantando un salmo. SEGUNDA LECTURA En el Nuevo Testamento, Dios nos habla a través de los apóstoles. EVANGELIO El canto del Aleluya nos dispone a escuchar la proclamación del misterio de Cristo. Al finalizar aclamamos diciendo: "Gloria a ti, Señor Jesús". HOMILÍA El celebrante nos explica la Palabra de Dios. CREDO Después de escuchar la Palabra de Dios, confesamos nuestra fe. ORACIÓN DE LOS FIELES Rezamos unos por otros pidiendo por las necesidades de todos. LITURGIA DE LA EUCARISTÍA .Tiene tres partes: Rito de las ofrendas, Gran Plegaria Eucarística (es el núcleo

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PROCESIÓN DE ENTRADA Llegamos al templo y nos disponemos para celebrar el misterio más grande de nuestra fe. Acompañamos la procesión de entrada cantando con alegría.

PRIMERA LECTURA En el Antiguo Testamento, Dios nos habla a través de la historia del pueblo de Israel y de sus profetas.

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RITOS INICIALES Son ritos introductorios a la celebración y nos preparan para escuchar la palabra y celebrar la eucaristía. Comprende: Entrada - Señal de la cruz - Saludo Acto penitencial - Gloria - Oración colecta.

de toda la celebración, es una plegaria de acción de gracias en la que actualizamos la muerte y resurrección de Jesús) y Rito de comunión.

COMUNIÓN Llenos de alegría nos acercamos a recibir a Jesús, pan de vida. Antes de comulgar hacemos un acto de humildad y de fe.

PRESENTACIÓN DE LAS OFRENDAS Presentamos el pan y el vino que se transformarán en el cuerpo y la sangre de Cristo. Realizamos la colecta en favor de toda la Iglesia. Oramos sobre las ofrendas. PREFACIO Es una oración de acción de gracias y alabanza a Dios.

ORACIÓN Damos gracias a Jesús por haberlo recibido, y le pedimos que nos ayude a vivir en comunión.

EPÍCLESIS El celebrante extiende sus manos sobre el pan y el vino e invoca al Espíritu Santo, para que por su acción los transforme en el cuerpo y la sangre de Jesús.

RITOS DE DESPEDIDA Son ritos que concluyen la celebración. BENDICIÓN Recibimos la bendición del sacerdote. DESPEDIDA Y ENVÍO Alimentados con el pan de la Palabra y de la Eucaristía, volvemos a nuestras actividades, a vivir lo que celebramos, llevando a Jesús en nuestros corazones.

CONSAGRACIÓN El sacerdote hace "memoria" de la última cena, pronunciando las mismas palabras de Jesús. El pan y el vino se transforman en el cuerpo y en la sangre de Jesús. ACLAMACIÓN Aclamamos el misterio central de nuestra fe. INTERCESIÓN Ofrecemos este sacrificio de Jesús en comunión con toda la Iglesia. Pedimos por el Papa, por los obispos, por todos los difuntos y por todos nosotros.

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PADRENUESTRO Preparándonos para comulgar, rezamos al Padre como Jesús nos enseñó.

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DOXOLOGÍA El sacerdote ofrece al Padre el cuerpo y la sangre de Jesús, por Cristo, con él y en él, en la unidad del Espíritu Santo. Todos respondemos: "Amén".

Los colores de la celebración. ¿Por qué y para qué los diversos colores en la celebración litúrgica? El color como uno de los elementos visuales más sencillo y eficaces, quiere ayudarnos a celebrar mejor nuestra fe. Su lenguaje simbólico nos ayuda a penetrar mejor en los misterios celebrados: “La diversidad de colores en las vestiduras sagradas tiene como fin expresar con más eficacia, aun exteriormente tanto las características de los misterios de la fe que se celebran como el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del año litúrgico.”

Los colores actuales de nuestra celebración: Actualmente el Misal ofrece este abanico de colores en su distribución del Año Litúrgico:

a) Blanco: Es el color privilegiado de la fiesta cristiana y el color más adecuado para celebrar: -La Navidad y la Epifanía -La Pascua en toda su cincuentena -Las Fiestas de Cristo y de la Virgen, a no ser que por su cercanía al misterio de la Cruz se indique el uso del rojo. -Fiestas de ángeles y santos que no sean mártires. -Ritual de la Unción -Unción y el Viático

b) Rojo: Es el color elegido para: -La celebración del Domingo de Pasión (Ramos) y el Viernes Santo, porque remite simbólicamente a la muerte martirial de Cristo. -En la Fiesta de Pentecostés, porque el Espíritu es fuego y vida.

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-Las fiestas de los Apóstoles, Evangelistas y Mártires, por su cercanía ejemplar y testimonial a la Pascua de Cristo.

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-Otras celebraciones de la Pasión de Cristo, como la fiesta de la Exaltación de la Cruz.

-La Confirmación (Ritual Nº 20) se puede celebrar con vestiduras rojas o blancas apuntando al misterio del espíritu o a la fiesta de una iniciación cristiana a la Nueva Vida.

c) Verde: El verde como color de paz, serenidad, esperanza se utiliza para celebrar el Tiempo Ordinario del Año Litúrgico. El Tiempo ordinario son esas 34 semanas en las que no se celebra un misterio concreto de Cristo, sino el conjunto de la Historia de la salvación y sobre todo el misterio semanal del Domingo como Día del Señor.

d) Morado: Este color que remite a la discreción, penitencia y a veces, dolor, es con el que se distingue la celebración del -Adviento y la Cuaresma -las celebraciones penitenciales y las exequias cristianas.

e) Azul: Con sus resonancias de cielo y lejanía es desde el siglo pasado un color privilegiado para celebrar en España la solemnidad de la Inmaculada, aunque en el misal romano no aparezca.

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Te presentamos a continuación un documento con los objetos fundamentales que se utilizan en la Eucaristía. También un anexo con las respuestas de la Eucaristía. Ahora no tienes la escusa de que no lo entiendes, lo que hagas es cosa tuya.

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La Cuaresma

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Tema 12

¿QUÉ ES LA CUARESMA? Llamamos Cuaresma al período de cuarenta días (cuadragésima) reservado a la preparación de la Pascua, y señalado por la última preparación de los catecúmenos que deberían recibir en ella el bautismo.

¿QUÉ ES LA PENITENCIA? La penitencia, traducción latina de la palabra griega metanoia que en la Biblia significa la conversión (literalmente el cambio de espíritu) del pecador, designa todo un conjunto de actos interiores y exteriores dirigidos a la reparación del pecado cometido, y el estado de cosas que resulta de ello para el pecador. Literalmente cambio de vida, se dice del acto del pecador que vuelve a Dios después de haber estado alejado de Él, o del incrédulo que alcanza la fe.

¿CUÁNDO ES CUARESMA? La Cuaresma comienza el Miércoles de ceniza y concluye inmediatamente antes de la Misa Vespertina in Coena Domini. (jueves santo).

¿QUÉ ES EL VÍA CRUCIS? El Vía crucis es, para muchos cristianos, un ejercicio de piedad lleno de contenido y de cariño agradecido. Consiste en seguir espiritualmente este mismo trayecto, deteniéndose ante 14 escenas o estaciones para meditar los sufrimientos de Jesucristo y unirse interiormente con Él. De una manera especial, se celebra durante todos los viernes de cuaresma.

¿QUÉ ES EL MIÉRCOLES DE CENIZA? Es el principio de la Cuaresma; un día especialmente penitencial, en el que manifestamos nuestro deseo personal de CONVERSIÓN a Dios. Al acercarnos a los templos a que nos impongan la ceniza, expresamos con humildad y sinceridad de corazón, que deseamos convertirnos y creer de verdad en el Evangelio.

¿DE DÓNDE PROVIENE LA CENIZA? La ceniza procede de los ramos bendecidos el Domingo de la Pasión del Señor, del año anterior, siguiendo una costumbre que se remonta al siglo XII. La fórmula de bendición hace relación a la condición pecadora de quienes la recibirán.

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El simbolismo de la ceniza es el siguiente: Condición débil y caduca del hombre, que camina hacia la muerte. Situación pecadora del hombre. Oración y súplica ardiente para que el Señor acuda en su ayuda; Resurrección, ya que el hombre está destinado a participar en el triunfo de Cristo.

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¿CUÁL ES EL SIMBOLISMO DE LA CENIZA?

¿A QUÉ NOS INVITA LA IGLESIA EN LA CUARESMA? La Iglesia persiste en invitarnos a hacer de este tiempo como un retiro espiritual en el que el esfuerzo de meditación y de oración debe estar sostenido por un esfuerzo de mortificación personal cuya medida, a partir de este mínimo, es dejada a la libertad generosidad de cada uno.

¿QUÉ DEBE SEGUIRSE DE VIVIR LA CUARESMA? Si se vive bien la Cuaresma, deberá lograrse una auténtica y profunda CONVERSIÓN personal, preparándonos, de este modo, para la fiesta más grande del año: el Domingo de la Resurrección del Señor.

¿QUÉ ES LA CONVERSIÓN? Convertirse es reconciliarse con Dios, apartarse del mal, para establecer la amistad con el Creador. Supone e incluye dejar el arrepentimiento y la Confesión de todos y cada uno de nuestros pecados. Una vez en gracia (sin conciencia de pecado mortal), hemos de proponernos cambiar desde dentro (en actitudes) todo aquello que no agrada a Dios.

¿CÓMO CONCRETAR MI DESEO DE CONVERSIÓN? De diversas maneras, pero siempre realizando obras de conversión, como son, por ejemplo: 1.Acudir al Sacramento de la Reconciliación (Sacramento de la Penitencia o Confesión) y hacer una buena confesión: clara, concisa, concreta y completa. 2.Superar las divisiones, perdonando y crecer en espíritu fraterno. 3.Practicando las Obras de Misericordia.

¿CUÁLES SON LAS OBRAS DE MISERICORDIA?

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Las Obras de Misericordia espirituales son: 1. Enseñar al que no sabe. 2. Dar buen consejo al que lo necesita. 3. Corregir al que yerra. 4. Perdonar las injurias. 5. Consolar al triste. 6. Sufrir con paciencia las adversidades y flaquezas del prójimo.

7. Rogar a Dios por los vivos y los muertos 8. Las Obras de Misericordia corporales son: 9. Visitar al enfermo. 10. Dar de comer al hambriento. 11. Dar de beber al sediento. 12. Socorrer al cautivo. 13. Vestir al desnudo. 14. Dar posada al peregrino. 15. Enterrar a los muertos.

¿QUÉ ASPECTOS CONVIENE RESALTAR EN LA CUARESMA?

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El tiempo de Cuaresma es un tiempo litúrgico fuerte, en el que toda la Iglesia se prepara para la celebración de las fiestas pascuales. La Pascua del Señor, el Bautismo y la invitación a la reconciliación, mediante el Sacramento de la Penitencia, son sus grandes coordenadas. Se sugiere utilizar como medios de acción pastoral: 1 ) La catequesis del Misterio Pascual y de los sacramentos; 2) La exposición y celebración abundante de la Palabra de Dios, como lo aconseja vivamente el canon. 767, & 3, 3). 3) La participación, de ser posible diaria, en la liturgia cuaresmal, en las celebraciones penitenciales y, sobre todo, en la recepción del Sacramento de la penitencia: "son momentos fuertes en la práctica penitencial de la Iglesia" (CEC, n. 1438), haciendo notar que "junto a las consecuencias sociales del pecado, detesta el mismo pecado en cuanto es ofensa a Dios"; y, 4) las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna y las obras caritativas y misioneras.

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La cuaresma, como cristianos, es un tiempo especial para llevar a cabo algún propósito a realizar que te ayude a crecer. ¿Te atreves?. ¿Cuál es tu propósito?

El Vía Crucis Cuando rezamos el Vía Crucis, después del enunciado de cada una de las estaciones, se puede decir: V/ Te adoramos, Cristo, y te bendecimos. R/ Porque con tu santa Cruz redimiste al mundo Después se suele rezar un Padrenuestro y un Avemaría. Finalmente, antes de comenzar la siguiente estación, y para mover nuestro espíritu de penitencia, de reparación, de asociarnos a la redención de Cristo, podemos decir: V/ Señor pequé. R/ Ten piedad y misericordia de mí.

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1. Jesús es condenado a muerte. 2. Jesús carga con la cruz. 3. Jesús cae por primera vez. 4. Jesús encuentra a su Santísima Madre. 5. Simón el Cirineo le ayuda a llevar la cruz. 6. La Verónica limpia el rostro de Jesús. 7. Jesús cae por segunda vez. 8. Las mujeres de Jerusalén lloran por Jesús. 9. Jesús cae por tercera vez 10.Jesús es despojado de sus vestiduras. 11. Jesús es clavado en la cruz. 12. Jesús muere en la cruz. 13. El cuerpo de Jesús es bajado de la cruz. 14. El cuerpo de Jesús es colocado en el sepulcro.

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La Conciencia

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Tema 13

¿Qué es la Conciencia? Cada vez que tenemos que tomar una decisión para ejercer cualquier acción, surgen en nosotros diversas opciones posibles, como ya vimos; unas buenas u otras no tan buenas. La conciencia es lo que nos ayuda a optar, desde la libertad, por la opción buena rechazando el mal. En el fondo, escuchar la conciencia, es escuchar la voz de Dios mismo que nos habla y nos guía en la toma de decisiones a lo largo de nuestra vida. Es importante optar bien, pues nuestras decisiones siempre implican a los demás. Como decía el Papa Juan Pablo II, en ocasiones puede ser muy difícil e incluso doloroso, pero nunca nos arrepentiremos de haber optado por el bien. La conciencia no es algo que aparezca de golpe; ni se trata de un libro de texto al que podamos acudir en un momento determinado. La conciencia se va formando a lo largo de la vida, somos nosotros mismos, con la ayuda del Espíritu Santo, quien la vamos formando. ¿Cómo? Con la escucha atenta y constante de la Palabra de Dios, con la ayuda del Espíritu Santo, con la continuada opción por el Bien y, dejándonos guiar por nuestra madre la Iglesia, que siempre está ahí para ayudarnos. Recuerda que la conciencia va unida siempre a la justicia. Sobre todo, cuando no sepas que hacer a la hora de optar, busca el consejo de la Palabra de Dios y de la Iglesia, nunca te llevarán a optar por el mal, sino a optar por el bien en la búsqueda de la Verdad. Es precisamente la conciencia recta lo que hace posible que la persona pueda asumir con responsabilidad las consecuencias de sus actos. Cuando se actúa en conciencia, somos capaces de reconocer que nos hemos equivocado, si es así, incluso somos capaces de pedir perdón. Porque quien actúa movido por la conciencia, busca siempre el Bien y nunca el mal. Para que tu conciencia se forme correctamente, nunca debes de olvidar estas reglas: — Nunca está permitido hacer el mal para obtener un bien. — La “regla de oro”: “Todo [...] cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros” (Mt 7,12; cf Lc 6, 31; Tb 4, 15).

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— La caridad debe actuar siempre con respeto hacia el prójimo y hacia su conciencia: “Pecando así contra vuestros hermanos, hiriendo su conciencia..., pecáis contra Cristo” (1 Co 8,12). “Lo bueno es [...] no hacer cosa que sea para tu hermano ocasión de caída, tropiezo o debilidad” (Rm 14, 21).

Las Virtudes Las virtudes son como un campo bien cuidado, una tierra bien abonada, que hará posible que crezcan unas flores hermosas y bellas. La virtud es la disposición que hay en el ser humano para hacer el bien; “permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma” (CIC 1803). Por eso podemos decir que el hombre verdaderamente virtuoso es el que busca siempre hacer el bien y rechaza el mal. VIRTUDES CARDINALES Se las llama así porque son como el corazón (cardine) de la persona que busca hacer el bien, la guía y el camino que nos ayuda a no hacer el mal. Son cuatro: PRUDENCIA, JUSTICIA, FORTALEZA Y TEMPLANZA. PRUDENCIA: “Es la virtud que dispone la razón práctica a discernir siempre el bien y a elegir los medios buenos para realizarlo” (CIC 1806). La prudencia nos ayuda en todo momento a no precipitarnos en la toma de decisiones, a valorar pros y contras, consecuencias y responsabilidades de nuestras acciones. JUSTICIA: “Es la virtud que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y el prójimo lo que es debido” (CIC 1807). La justicia nos ayuda en todo momento a ser respetuosos y valorar a cada cual en su dignidad personal. Evita nuestro egoísmo y nos hace pensar en el bien justo de los demás. FORTALEZA: “Es la virtud que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien” (CIC 1807). La fortaleza nos ayuda en todo momento a mantenernos firmes en la búsqueda del bien, a pesar de lo que ello pueda costarnos, al estilo de Jesús: “En el mundo tendréis tribulación. Pero ánimo, yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33).

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TEMPLANZA: “Es la virtud que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados” (CIC 1809). La templanza nos ayuda en todo momento a dominarnos a nosotros mismos y no dejarnos llevar por los impulsos. No hacer o decir simplemente lo que nos apetece en cada momento, sino lo que en conciencia hemos de hacer y decir, buscando siempre el bien.

VIRTUDES TEOLOGALES Son las que hacen posible al ser humano vivir más cerca de Dios y vivir como auténtico cristiano. Son, al igual que la libertad, un regalo que Dios nos hace de forma voluntaria para que podamos buscar vivir la auténtica Felicidad. La Fe nos ayuda a confiar más y más plenamente en Dios, sobre todo frente a aquellos que quieren hacernos dudar. Pero cuidado, es un regalo de Dios que hay que cuidar. Al igual que si plantamos una semilla y no la regamos no saldrá el fruto, si no cuidamos la Fe, podemos llegar a perderla. La Esperanza nos ayuda a mantenernos alegres, a saber que el Reino de Dios es una realidad y no un sueño. Es la mejor medicina contra el desaliento y la tristeza, porque quien vive con Esperanza sabe en quien ponen su confianza: en Jesucristo. ¿Recuerdas la Bienaventuranzas?, pues la Esperanza es vivir confiados en que reales y sentirse dichoso para ser Feliz y hacer felices a los demás. La Caridad es el sinónimo del Amor, pero no un amor cualquiera, sino el auténtico Amor de Dios. ¿Y cómo sabemos realmente si se trata de este amor? Es Jesús mismo quien nos lo dice en Jn 15, 9-10; y el apóstol San Pablo nos lo explica de una forma aún más detallada en 1Cor 13, 13.

Un compromiso…

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Indica un compromiso sencillo para intentar hacer realidad cada una de estas virtudes

HIMNO A LA CARIDAD San Pablo, 1 Corintios 13, 1-13 (1)Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tuviera caridad, sería como el bronce que resuena o címbalo que retiñe. (2)Y si tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y si tuviera tanta fe como para trasladar montañas, pero no tuviera caridad no sería de nada. (3)Y si repartiera todos los bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme quemar, pero no tuviera caridad de nada me aprovecharía. (4)La caridad es paciente, la caridad es benigna; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, (5) no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, (6) no se alegra por la injusticia, se complace con la verdad, (7) todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. (8)La caridad nunca acaba. Las profecías desaparecerán, las lenguas cesarán, la ciencia quedará anulada. (9)Porque ahora nuestro conocimiento es imperfecto, e imperfecta nuestra profecía. (10)Pero cuando venga lo perfecto desaparecerá lo imperfecto. (11)Cuando era niño, hablaba como niño, sentía como niño, razonaba como niño. Cuando he llegado a ser hombre, me he desprendido de las cosas de niño. (12)Porque ahora vemos como en un espejo, borrosamente; entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de modo imperfecto, entonces conoceré como soy conocido. (13)Ahora permanecen la fe, la esperanza, la caridad: las tres virtudes. Pero de ellas la más grande es la caridad.

Salve a María

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Amén

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Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva, A Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Tema 14

El sacramento de la Página

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penitencia

¿Qué es el Sacramento de la Penitencia? El sacramento de la Penitencia es la acción que Dios realiza a través de su Iglesia, por medio de los sacerdotes que administran el sacramento, por el cuál el pecador, al recibir el perdón de sus pecados, se reconcilia con Dios y con la Iglesia. El ofende primeramente a Dios nuestro padre y Señor; pero también es una ofensa a la Iglesia, ya que todos formamos un solo cuerpo, el Cuerpo Místico de Cristo; y al cometer pecado mortal, perdemos la vida de la gracia, y por ello dañamos a toda la Iglesia, que en lugar de recibir fuerza de nosotros, nos da su fuerza para llevarnos a la conversión.

¿Quién perdona nuestros pecados? Sólo Dios perdona los pecados (Mc 2,7). Y porque Jesús es el Hijo de Dios, porque es Dios de Dios, dice de sí mismo: "El Hijo del hombre tiene poder de perdonar los pecados en la tierra" (Mc 2, 10) y ejerce ese poder divino: "Tus pecados están perdonados" (Mc 2,5; Lc 7,48) le dijo al paralítico. Y todavía más, en virtud de su autoridad divina, Jesús da este poder a los hombres (cf. Jn 20, 21-23) para que lo ejerzan en su nombre.

Pasos para una buena confesión Estos pasos expresan simplemente un camino hacia la conversión. La Iglesia nos propone cinco pasos a seguir para hacer una buena confesión y aprovechar así al máximo las gracias de este maravilloso sacramento. Estos pasos expresan simplemente un camino hacia la conversión, que va desde el análisis de nuestros actos, hasta la acción que demuestra el cambio que se ha realizado en nosotros. 1. Examen de Conciencia. Ponernos ante Dios que nos ama y quiere ayudarnos. Analizar nuestra vida y abrir nuestro corazón sin engaños. Puedes ayudarte de una guía para hacerlo bien. 2. Arrepentimiento. Sentir un dolor verdadero de haber pecado porque hemos lastimado al que más nos quiere: Dios.

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4. Decir los pecados al confesor. El Sacerdote es un instrumento de Dios. Hagamos a un lado la “vergüenza” o el “orgullo” y abramos nuestra alma, seguros de que es Dios quien nos escucha.

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3. Propósito de no volver a pecar. Si verdaderamente amo, no puedo seguir lastimando al amado. De nada sirve confesarnos si no queremos mejorar. Podemos caer de nuevo por debilidad, pero lo importante es la lucha, no la caída.

5. Recibir la absolución y cumplir la penitencia. Es el momento más hermoso, pues recibimos el perdón de Dios. La penitencia es un acto sencillo que representa nuestra reparación por la falta que cometimos.

Forma de confesarse a) Rito inicial: Penitente: Ave María Purísima Sacerdote: Sin pecado concebida. Penitente: Bendígame padre porque he pecado. Hace … que hice mi última confesión. Mis pecados son los siguientes… b) Cuerpo del sacramento - El penitente confiesa sus propios pecados, - escucha después la palabra del sacerdote; - acepta la obra de penitencia que le es propuesta para satisfacción de sus pecados y para enmienda de su vida, - manifiesta su arrepentimiento recitando el ACTO DE CONTRICCIÓN - finalmente el sacerdote da la absolución al penitente. c) Despedida Sacerdote: El Señor ha perdonado tus pecados. Vete en paz.

Examen de Conciencia Examínate —ayudado por estas preguntas— ¿qué pecados has cometido desde tu última confesión? Trata de no quedarte en lo exterior, sino en las actitudes del corazón y las omisiones.

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¿Amo en verdad a Dios con todo mi corazón o vivo más pegado a las cosas materiales? ¿Me he preocupado por renovar mi fe cristiana a través de la oración, la participación activa y atenta en la misa dominical, la lectura de la Palabra de Dios, etc.? ¿Guardo los domingos y días de fiesta de la Iglesia? ¿He cumplido con el precepto anual de la confesión y la comunión pascual? ¿Tengo una relación de confianza y amistad con Dios, o cumplo solamente con ritos externos? ¿He manifestado mi condición de cristiano en la vida pública y privada? ¿Ofrezco al Señor mis trabajos y alegrías? Recurro a Él constantemente, o ¿sólo lo busco cuando lo necesito? ¿Tengo reverencia y amor hacia el nombre de Dios o le ofendo con blasfemias, falsos juramentos o usando su nombre en vano?

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RUPTURA CON DIOS:

¿He recibido dinero ilícito?

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RUPTURA CON LOS HERMANOS Y CON LA CREACIÓN: ¿Amo de corazón a mi prójimo como a mí mismo y como el Señor Jesús me pide que lo ame? ¿En mi familia colaboro en crear un clima de reconciliación con paciencia y espíritu de servicio? ¿Han sido los hijos obedientes a sus padres, prestándoles respeto y ayuda en todo momento? ¿Se preocupan los padres de educar cristianamente a sus hijos y de alentarlos en su compromiso de vida con el Señor Jesús? ¿He abusado de mis hermanos más débiles, usándolos para mis fines? ¿He insultado a mi prójimo? ¿Lo he escandalizado gravemente con palabras o con acciones? Si me han ofendido, ¿sé perdonar, o guardo rencor y deseo de venganza? ¿Comparto mis bienes y mi tiempo con los más pobres, o soy egoísta e indiferente al dolor de los demás? ¿Participo de las obras de evangelización y promoción humana de la Iglesia? ¿Me preocupado por el bien y la prosperidad de la comunidad humana en la que vivo o me paso la vida preocupado tan sólo de mi mismo? ¿He cumplido con mis deberes cívicos? ¿He pagado mis tributos? ¿Soy envidioso? ¿Soy chismoso y charlatán? ¿He difamado o calumniado a alguien? ¿He violado secretos? ¿He hecho juicios temerarios sobre otros? ¿Soy mentiroso? ¿He hecho algún daño físico o moral a otros? ¿Me he enemistado con odios, ofensas o peleas con mi prójimo? ¿He sido violento? ¿He procurado o inducido al aborto? ¿He sido honesto en mi trabajo? ¿He usado rectamente de la creación o he abusado de ella con fines egoístas? ¿He robado? ¿He sido justo en la relación con mis subordinados tratándolos como yo quisiera ser tratado por ellos? ¿He participado en el negocio o consumo de drogas? ¿He caído en la estafa o el fraude?

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RUPTURA CONMIGO MISMO: ¿Soy soberbio y vanidoso? ¿Me considero superior a los demás? ¿Busco aparentar algo que no soy para ser valorado por otros? ¿Me acepto a mi mismo, o vivo en la mentira y el engaño? ¿Soy esclavo de mis complejos? ¿Qué uso he hecho del tiempo y de los talentos que Dios me dio? ¿Me esfuerzo por superar los vicios e inclinaciones malas como la pereza, la avaricia, la gula, la bebida, la droga? ¿He caído en la lujuria con palabra y pensamientos impuros, con deseos o acciones impuras? ¿He recurrido a métodos artificiales para el control de la natalidad?

El hijo pródigo

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En aquel tiempo, se acercaban a Jesús todos los publicanos y los pecadores para oírle. Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este acoge a los pecadores y come con ellos. Jesús les dijo esta parábola: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: "Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. «Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros." Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: "Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus siervos: "Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado". Y comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: "Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano." Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: "Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!" Pero él le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado."

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Lc 15, 1-3.11-32

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Semana Santa

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Tema 15

La Semana Santa Es la semana más intensa del Año Litúrgico, en la cual se reza y reflexiona sobre la Pasión y Muerte de Cristo. La Semana Santa Explicación de la celebración La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año. Sin embargo, para muchos católicos se ha convertido sólo en una ocasión de descanso y diversión. Se olvidan de lo esencial: esta semana la debemos dedicar a la oración y la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús para aprovechar todas las gracias que esto nos trae. Para vivir la Semana Santa, debemos darle a Dios el primer lugar y participar en toda la riqueza de las celebraciones propias de este tiempo litúrgico. A la Semana Santa se le llamaba en un principio “La Gran Semana”. Ahora se le llama Semana Santa o Semana Mayor y a sus días se les dice días santos. Esta semana comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Pascua. Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el arrepentimiento de nuestros pecados. Asistir al Sacramento de la Penitencia en estos días para morir al pecado y resucitar con Cristo el día de Pascua. Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra. La Semana Santa fue la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.

Domingo de Ramos: Celebramos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en la que todo el pueblo lo alaba como rey con cantos y palmas. Por esto, nosotros llevamos nuestras palmas a la Iglesia para que las bendigan ese día y participamos en la misa.

Jueves Santo: Este día recordamos la Última Cena de Jesús con sus apóstoles en la que les lavó los pies dándonos un ejemplo de servicialidad. En la Última Cena, Jesús se quedó con nosotros en el pan y en el vino, nos dejó su cuerpo y su sangre. Es el jueves santo cuando instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio. Al terminar la última cena, Jesús se fue a orar, al Huerto de los Olivos. Ahí pasó toda la noche y después de mucho tiempo de oración, llegaron a aprehenderlo.

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Ese día recordamos la Pasión de Nuestro Señor: Su prisión, los interrogatorios de Herodes y Pilato; la flagelación, la coronación de espinas y la crucifixión. Lo conmemoramos con un Vía Crucis solemne y con la ceremonia de la Adoración de la Cruz.

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Viernes Santo:

Sábado Santo o Sábado de Gloria: Se recuerda el día que pasó entre la muerte y la Resurrección de Jesús. Es un día de luto y tristeza pues no tenemos a Jesús entre nosotros. Las imágenes se cubren y los sagrarios están abiertos. Por la noche se lleva a cabo una vigilia pascual para celebrar la Resurrección de Jesús. Vigilia quiere decir “ la tarde y noche anteriores a una fiesta.”. En esta celebración se acostumbra bendecir el agua y encender las velas en señal de la Resurrección de Cristo, la gran fiesta de los católicos.

Domingo de Resurrección o Domingo de Pascua: Es el día más importante y más alegre para todos nosotros, los católicos, ya que Jesús venció a la muerte y nos dio la vida. Esto quiere decir que Cristo nos da la oportunidad de salvarnos, de entrar al Cielo y vivir siempre felices en compañía de Dios. Pascua es el paso de la muerte a la vida.

¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año? El pueblo judío celebraba la fiesta de pascua en recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto, el día de la primera luna llena de primavera. Esta fecha la fijaban en base al año lunar y no al año solar de nuestro calendario moderno. Es por esta razón que cada año la Semana Santa cambia de día, pues se le hace coincidir con la luna llena. En la fiesta de la Pascua, los judíos se reunían a comer cordero asado y ensaladas de hierbas amargas, recitar bendiciones y cantar salmos. Brindaban por la liberación de la esclavitud. Jesús es el nuevo cordero pascual que nos trae la nueva liberación, del pecado y de la muerte.

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La unidad del misterio pascual tiene algo importante que enseñarnos. Nos dice que el dolor no solamente es seguido por el gozo, sino que ya lo contiene en sí. Jesús expresó esto de diferentes maneras. Por ejemplo, en la última cena dijo a sus apóstoles: "Vosotros os entristeceréis, pero vuestra tristeza se cambiará en alegría" (Jn 16,20). Parece como si el dolor fuese uno de los ingredientes imprescindibles para forjar la alegría. La metáfora de la mujer con dolores de parto lo expresa maravillosamente. Su dolor, efectivamente, engendra alegría, la alegría "de que al mundo le ha nacido un hombre". Otras imágenes acuden a la memoria. Todo el ciclo de la naturaleza habla de vida que sale de la muerte: "Si el grano de trigo, que cae en la tierra, no muere, queda solo; pero si muere, produce mucho fruto" (Jn 12,24). La resurrección es nuestra pascua; es un paso de la muerte a la vida, de la oscuridad a la luz, del ayuno a la fiesta. El Señor dijo: "Tú, en cambio, cuando ayunes, úngete la cabeza y lávate la cara" (Mt 6,17). El ayuno es el comienzo de la fiesta. El sufrimiento no es bueno en sí mismo; por tanto, no debemos buscarlo como tal. La postura cristiana referente a él es positiva y realista. En la vida de Cristo, y sobre todo

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Pensamientos para el triduo.

en su cruz, vemos su valor redentor. El crucifijo no debe reducirse a un doloroso recuerdo de lo mucho que Jesús sufrió por nosotros. Es un objeto en el que podemos gloriarnos porque está transfigurado por la gloria de la resurrección. Nuestras vidas están entretejidas de gozo y de dolor. Huir del dolor y las penas a toda costa y buscar gozo y placer por sí mismos son actitudes equivocadas. El camino cristiano es el camino iluminado por las enseñanzas y ejemplos de Jesús. Es el camino de la cruz, que es también el de la resurrección; es olvido de sí, es perderse por Cristo, es vida que brota de la muerte. El misterio pascual que celebramos en los días del sagrado triduo es la pauta y el programa que debemos seguir en nuestras vidas.

Para trabajar:

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¿Perteneces a alguna hermandad? ¿Qué momento de la pasión de Jesús representa? ¿Cuáles de estos aspectos te parecen más importantes? Si el Triduo Pascual es la celebración más importante de año ¿por qué muchos cristianos se conforman simplemente con las procesiones?

PREGÓN PASCUAL

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Que se haga la luz hasta los confines de la tierra y la alegría se desborde en el corazón de la humanidad. Que renazca la esperanza; que surja la vida y que el amor se derrame impetuoso llenando de armonía nuestras relaciones. Os lo anunciamos con fuerza y esperanza en esta noche gozosa. Quiere ser nuestra vida el grito de todos los hombres, el grito de la Iglesia, que proclama apasionada que Cristo ha resucitado y que la humanidad está llamada a resucitar. Esta es la noche en la que todos los excluidos de nuestra sociedad de bienestar y opulencia pueden aspirar, como los publicanos y las prostitutas, a las primicias del Reino de Dios. ¡Cristo vive! Hermano, esta es la noche de Pascua. Es el Paso del Señor en medio de su pueblo, esta es la noche de la liberación. Esta es también nuestra noche, esta puede ser nuestra Pascua, si abrimos el corazón a la fuerza de Cristo que da vida al desierto de nuestra existencia. ¡Cristo ha resucitado! Esta es la noche de los pobres de la tierra, de quienes sufren y lloran, de quienes viven en soledad. Esta es la noche de quienes arriesgan su vida por la paz y la justicia. Esta es la noche de quienes sueñan el Sueño de Dios de una nueva Humanidad, de una nueva creación. Dios, nuestro PADRE - MADRE, se dispone a reunir los jirones para tejerlos de nuevo: reúne los jirones de nuestras tristezas, las lágrimas, las frustraciones, el dolor, la ignorancia, la muerte... Y reúne también los jirones del trabajo duro, la compasión de muchos corazones, las iniciativas por la paz, las luchas por la justicia y a favor de la vida, las intuiciones sobre sendas nuevas, la fe en la otra, en el otro... Está recreando un nuevo tapiz mucho más bello que el anterior, una nueva vida... y nos invita a tomar parte en su trabajo. ¡Alegraos! ¡ Cristo ha resucitado!

Tema 16 16

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Dios es Padre

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Ya en otro, vimos que el símbolo fundamental de nuestra fe (el Credo), comienza remarcando que Dios es Padre. Pero quizás, para ir aclarando un poco el lenguaje, sería conveniente recurrir a las palabras del Papa Pablo VI, a quien le gustaba referirse a Dios como un Padre que ama con corazón de Madre. Es el propio Jesús quien lleva esta visión incluso más allá, pues se refiere al Padre como ABBA, que significa “papaíto”. Mucha gente de su época se escandalizó al ver cómo Jesús le llama así, pero a él no le importó, pues lo que quería era mostrarnos que Dios no es un Padre tirano que castiga a los malos y premia a los buenos, sino un Dios del Amor, un Dios de la libertad: “Dios hace salir el sol sobre buenos y malos, sobre justos e injustos” (Mt 5, 45). Este Dios ABBA, no quiere siervos, ni esclavos; sino personas libres que se sientan hijos amados, capaces de amar y de dejarse amar. Este Dios es además Creador. Pero igual que crea, nos hace a nosotros co-creadores con él y como él: cuenta con nosotros y pone en nuestras manos la posibilidad de poder crear un mundo mejor y más justo; sobre todo en este tiempo, donde parece que cada vez más el ser humano se ha vuelto egoísta y tirano, estamos llamados por Dios Creador a ser creadores de Esperanza; creadores de Amor entre aquellos que son despreciados; Creadores de paz en los ambientes donde no la hay. Recuerda que has sido creado para crear. Al crearnos por amor y no tener otra finalidad que el bien de sus creaturas: Dios no puede buscar su propio bien, sino el que seamos seres que progresen en todas y cada una de nuestras dimensiones. Para ello nos da la fuerza del Espíritu que nos acompaña siempre: “mi Padre siempre trabaja” (Jn 5, 17) para que “tengamos vida y la tengamos en abundancia” (Jn 10, 10).

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Al plantearnos nuestra imagen de Dios como Padre, en ocasiones, surgen muchos tópicos en nuestro pensamiento, tópicos que nos hacen ver a Dios de una u otra forma determinada. Incluso al decir que Dios es Padre, nos hacemos una imagen de un padre al estilo humano, con sus aciertos y sus errores. Elabora una lista con 5 características sobre lo que entiendes por Dios Padre.

Toda esta realidad la descubrimos, de una manera especial, en la oración del Padre Nuestro, donde se descubre esa presencia real del Padre ABBA en nuestra vida:

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¿Qué piensan tus amigos (los que no están aquí) sobre Dios? ¿Puedes descubrir “señales” de cómo Dios no abandona en ti la obra de sus manos?

DIOS CREADOR Romano Guardini

¡Oh Señor!, tú has creado todas las cosas. Tú les has dado su ser y las has puesto en equilibrio y armonía. Están llenas de tu misterio, que toca el corazón si es piadoso. También a nosotros, ¡oh Señor!, nos has llamado a la existencia y nos has puesto entre ti y las cosas. Según tu modelo nos has creado y nos has dado parte de tu soberanía. Tú has puesto en nuestras manos tu mundo, para que nos sirva y completemos en él tu obra. Pero hemos de estarte sometidos, y nuestro dominio se convierte en rebelión y robo si no nos inclinamos ante ti, el único que llevas la corona eterna y eres Señor por derecho propio. Maravillosa, ¡oh Dios!, es tu generosidad. Tú no has temido por tu soberanía al crear seres con poder sobre ellos mismos y al confiar tu voluntad a su libertad. ¡Grande y verdadero Rey eres tú! Tú has puesto en mis manos el honor de tu voluntad. Cada palabra de tu revelación dice que me respetas y te confías a mí, me das dignidad y responsabilidad. Concédeme la santa mayoría de edad, que es capaz de aceptar la ley que tú guardas y de asumir la responsabilidad que tú me transfieres. Ten despierto mi corazón para que esté ante ti en todo momento, y haz que mi actuación se convierta en ese dominio y esa obediencia a que tú me has llamado.

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Amén.

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Tema 17 17

La palabra Génesis, significa principio. Como su propio nombre indica, se recoge en este libro la tradición de la creación y del nacimiento de la vida, tanto animal como humana.

No se trata de un relato histórico, aunque sí recoge bastante de historia que los arqueólogos han testificado. No se trata de un libro de ciencia ficción, sino que sus páginas están plagadas de la experiencia de Dios de todo un pueblo que le honra y le ama, aunque también encontramos en sus páginas relatos con un marcado tinte de acontecimientos extraños inexplicables a la ciencia humana. El génesis nos retrata, de manera hermosa y simple, el nacimiento de la vida en la tierra; pero no sólo eso, también nos habla del nacimiento del pecado, de todo aquello que hace que el ser humano no sea todo lo feliz que puede llegar a ser. Y nos habla sobre todo del principal pecado del ser humano, lo que llamamos el “pecado original”, que consiste en querer ser como Dios. Te recomendamos que veas esta peli de Jim Carrey llamada “Como Dios”; en ella se nos muestra qué ocurre cuando una persona quiere ser Dios y que todo ocurra como él cree que tiene que ocurrir.

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Adán y Eva, los primeros padres de la humanidad, la primera creación de Dios. Muchos piensan que su existencia está reñida con la famosa “Teoría de la Evolución”. Nada más lejos de la realidad: el Génesis nos habla de una experiencia vivida por Adán (cuyo nombre significa primer hombre) y Eva (cuyo nombre significa primera mujer). La teoría de la Evolución (aún por demostrar del todo) nos habla de una hipótesis explicatoria a la aparición del ser humano sobre la tierra. Son dos ámbitos bien distintos: la fe y la razón, dos ámbitos distintos pero que se necesitan el uno del otro para su existencia. No olvides que la fe sin razón es fanatismo, y la razón sin fe puede ser ideología.

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El Génesis gira en torno a la fascinante vida de siete personajes fundamentales:

Noé, quien nos presenta una nueva creación. Con el Arca de Noé comienza una vida nueva para el ser humano, una vida en la que Dios quiere que viva siendo lo que está llamado a ser: imagen divina. Que busque el bien de los demás y de la naturaleza misma. Una vida en la que, una vez más, la libertad sea el timón que guie la vida del ser humano.

Abraham, quien nos habla y nos testimonia el valor de la confianza en Dios. Igualmente, con Abraham, nacerá un pueblo nuevo: el pueblo Judío (del que proviene Jesús) y una nueva concepción de lo Divino: el monoteísmo. La historia de Abraham, es la historia de la fe de cada creyente, con razón es llamado “el padre de la fe”.

Isaac, el encargado de dar continuidad a la obra de Dios por medio de su padre Abraham. El será el modelo de que Dios elige lo débil, lo que no cuenta para el mundo. El pastor convertido en guía de su pueblo buscando la paz y confiando en la misericordia de Dios. Isaac nos muestra cómo ama Dios a su pueblo, cómo su ternura y su misericordia son infinitas.

Jacob. Su nombre será después Israel: de él nacerán las 12 tribus de Israel. Él será el hacedor del nuevo pueblo de Dios constituido ya como tal. Ah, en la historia de Jacob podemos descubrir la importancia de… comer lentejas (Génesis 25,34). Jacob es el padre del pueblo de Dios y será siempre un punto de referencia para todos a lo largo de la historia del pueblo judío, como lo será también para los cristianos.

José. El joven vendido por la envidia y la codicia de sus hermanos, pero a la vez, el modelo del perdón, del que no guarda rencor.

Moisés. Él será el encargado de liberar al pueblo de la esclavitud, de caminar hacia la tierra prometida. Moisés es el ejemplo de Jesús: quien libera de la esclavitud para darnos la libertad en el Amor y una vida nueva. No creas que se acaban aquí los personajes. Estos son sólo algunos de ellos, pero son muchos más y, en cada historia, podemos encontrar a un Dios que camina con el ser humano, a un Dios que no nos deja solos en ningún momento.

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http://www.youtube.com/watch?v=oZRkNsL2PX4

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Si quieres saber cómo es Dios:

Todo el relato del Génesis es una historia viva, es decir: cada uno de estos relatos nos siguen enseñando hoy día. Dios se muestra en ellos como un Padre que Ama a sus hijos y les va enseñando cuál es el verdadero camino para encontrarse con Él. Jesús está presente en todo el Antiguo Testamento de forma simbólica y todo él nos habla de la llegada del Mesías.

Por parejas, elegid una cita de la Sagrada Escritura para leerla en la reunión y conocer un poco más cada uno de estos personajes:

La creación. Génesis 1-2 (Gn)

La Primera Pascua. Éx. 12

Adán y Eva. Gn. 3

La travesía del Mar Rojo. Éx. 13-14

El relato de Noé. Gn 6-9

El Sinaí. Los Diez Mandamientos. Éx. 19-20

La historia de Abraham. Gn. 12-13, 15-17, 21-22 La historia de José. Gn. 37-48 Nacimiento e infancia de Moisés. Éxodo 2 (Ex) La vocación de Moisés. Éx. 3-4 Moisés y el Faraón. Ex. 5

El éxodo por el desierto. Números 1114 (Nm) Las últimas palabras de Moisés. Deuteronomio 1-3 (Dt) La Ley de Moisés. Dt. 6-7 La muerte de Moisés. Dt. 29-31

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Las plagas de Egipto. Éx. 7-10

ORACIÓN DE LA CREACIÓN

Tú nos diste la vida para convivir y nosotros lo llevamos todo a la muerte, a la guerra, a la competencia y a la indiferencia. Tú nos diste árboles y bosques y nosotros estamos talándolos. Tú diste la primavera a los pájaros y ríos a los peces, y nosotros no hacemos más que contaminarlos con los residuos de las industrias.

La primavera se hace amorfa y los ríos quedan vacíos y el aire se corrompe. Tú nos diste el equilibrio de la creación y nosotros la hemos desequilibrado y nos encaminamos al fracaso. Nuestro tiempo pasa, Señor. Danos tiempo para que podamos vivir. Danos el valor de servir a la vida y no a la muerte. Danos tu futuro a nosotros y a nuestros hijos.

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J. MOLTMANN.

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“Abraham era un hombre excelente y muy rico. Estaba casado con Sara. Tenía grandes rebaños de ovejas y bueyes. Lot era sobrino suyo. Dios guio a Abraham hacer un largo viaje, para ocupar unas tierras magníficas donde habitarían sus descendientes. Aunque él y Sara no tenían hijos y eran viejos los dos. Pero Dios le anunció a Abraham que su descendencia sería numerosa como las estrellas del cielo y que de ella nacería el Redentor esperado. Abraham se puso en marcha. Sara lo acompañaba. También Lot y su mujer. Y toda la peonada marchó con ellos. Iban montados en dromedarios y camellos. Tiempo después llegaron a la Tierra Prometida por Dios a Abraham. Esa tierra se llamaba País de Canaán. Y allí desensillaron Abraham y los suyos. Pasaron algunos años. Sara seguía sin tener hijos y ya dudaba tenerlos. Abraham, en cambio, confiaba en Dios, que le había anunciado descendencia. Abraham y Lot empezaron a disgustarse y a tener diferencias, pues se mezclaban sus haciendas y sus pastores se peleaban. Así que decidieron dividir el campo. En la fracción que le tocó a Lot había dos ciudades, pobladas por hombres y mujeres de lo peor. Y Dios resolvió castigar a los hombres y mujeres de esas ciudades, llamadas Sodoma y Gomorra. Abraham intercedió por ellos. Dios le contestó que si allí había al menos cincuenta personas decentes perdonaría a las ciudades. Regateó Abraham con Dios y consiguió que le fuera rebajado el número de personas decentes, hasta que Dios se plantó en diez, fue inútil que Abraham hubiera regateado porque ni diez había. Entonces llovió fuego sobre Sodoma y Gomorra. Hoy día, un mar salobre cubre el lugar donde estaban. Lot huyó, pues Dios le avisó con tiempo, por medio de dos ángeles. Y también le indicó que nadie se detuviera a mirar la destrucción de las ciudades. Mientras huían, la mujer de Lot se paró para curiosear y quedo convertida en una estatua de sal. Abraham tuvo un hijo con su sirvienta Agar, el hijo se llamó Ismael y de la tribu de Ismael nacería Mahoma, fundador del Islam. Sara por fin tuvo un hijo. Que se llamó Isaac. Y que hizo las delicias de sus padres. Abraham jugaba con Isaac y, según fue creciendo, le enseño la historia de su pueblo y le contó que de su estirpe nacería el Redentor, como Dios le había anunciado. También le enseñaba a cazar, a montar en camello, y a adorar y servir a Dios. Una noche, mientras Abraham dormía, le habló Dios y le dijo: “Quiero que me ofrezcas a tu hijo en sacrificio”. Abraham se puso pálido y sintió un dolor tremendo. No entendía nada: si tenía que matar a Isaac y él estaba viejo para tener más hijos ¿cómo podía de su descendencia

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Te presentamos a continuación, a modo de cuento, la historia del primer Patriarca, del Padre de la Fe y modelo de confianza en Dios: “Abraham”:

nacer el Redentor? Pero se dispuso a obedecer. Caminó con Isaac hasta la punta de una montaña. Abraham llevaba el cuchillo e Isaac cargaba con la leña para el sacrificio. -¿Y dónde está el cordero? preguntó Isaac. -Dios proveerá -contestó Abraham. Y siguieron trepando. Cuando llegaron arriba, con el corazón destrozado y lágrimas en los ojos, Abraham tuvo que decirle a Isaac cuál era la terrible realidad. Ya estaba atado Isaac sobre el montón de leña y ya levantaba Abraham el cuchillo sobre él cuando retumbó la voz de Dios. -¡Alto, Abraham! -ordenó Dios. Has demostrado que me quieres sobre todas las cosas, porque estás dispuesto a ofrecerme tu único hijo. Serás bendecido por eso. Loco de alegría, Abraham desató a Isaac, le dio un abrazo y le llenó de besos. Advirtieron un cordero que se había enredado los cuernos en un matorral espinoso. Agarraron el cordero y lo ofrecieron en sacrificio: Dios había provisto. Abraham y Sara murieron viejísimos”. La historia completa la encontrarás en el Génesis, desde el capítulo 11, versículo 26 al capítulo 25, versículo 18. Si te apetece también puedes verlo en película: http://es.gloria.tv/?media=117558

Como puedes comprobar, Abraham no es sólo un personaje fascinante, sólo alguien cuyo valor sea de admirar; es también un modelo fundamental para cada uno de nosotros, pues nos enseña lo que significa la Confianza en Dios y el valor de Fe.

¿Qué crees que significan estas palabras del Catecismo (60, 68 y 72)? Intenta explicarlas con tu lenguaje.

3. “Dios eligió a Abraham y selló una alianza con él y su descendencia. De él formó a su pueblo, al que reveló su ley por medio de Moisés. Lo

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2. “Israel es el pueblo sacerdotal de Dios (Cf. Ex 19,6), el que "lleva el Nombre del Señor"(Dt 28,10). Es el pueblo de aquellos "a quienes Dios habló primero" (MR, Viernes Santo 13: oración universal VI), el pueblo de los "hermanos mayores" en la fe de Abraham”.

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1. “El pueblo nacido de Abraham será el depositario de la promesa hecha a los patriarcas, el pueblo de la elección (Cf. Rom 11,28), llamado a preparar la reunión un día de todos los hijos de Dios en la unidad de la Iglesia (Cf. Jn 11,52; 10,16); ese pueblo será la raíz en la que serán injertados los paganos hechos creyentes (Cf. Rom 11,17-18.24)”.

preparó por los profetas para acoger la salvación destinada a toda la humanidad”.

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ORACIÓN DEL ADOLESCENTE

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¡Señor! Te llamo desde mi soledad... Para los mayores a veces soy una cosa cualquiera Para mí mismo, un enigma". ¡Qué edad la mía! Río locamente y lloro al instante. Me acobardo y ambiciono, amo y odio. No comprendo la vida. Ni me comprendo a mí mismo. Y los mayores tampoco comprenden mi situación. A ti, que fuiste adolescente, Ofrezco mis alegrías, Mis ilusiones. Mis dudas, mi dolor, mis primeros fracasos. Dame tu luz, tu gracia y tu amor. Los necesito. Tu Luz ! Para ver claro mi camino, mi futuro, mis Posibilidades, mi limitación. Amén.

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DESCUBRE LOS ERRORES DE ESTA FICHA, SI LOS HAY…

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“Las tribus hebreas que habitaban en Egipto fueron reducidas a la esclavitud por un faraón, que ordenó la muerte de todos los niños varones, para evitar cualquier levantamiento; la madre y la hermana de Moisés decidieron ponerlo a salvo, escondiéndolo hasta la edad de tres meses, y luego lo colocaron en una cesta de papiro calafateada con pez que lanzaron al Nilo. Una hija del faraón, que fue a bañarse en el río, encontró al niño y decidió criarlo. Le dio el nombre de Moisés (salvado de las aguas,) y creció en la corte del faraón. La juventud de Moisés en la corte del faraón transcurrió en silencio según el relato bíblico, hasta el momento en que Moisés dio muerte a un capataz egipcio que maltrataba a un esclavo hebreo. Tras el asesinato, se vio forzado a huir y se exilió en el país de Madián, donde se refugiaban las personas que huían de Egipto. Allí, ayudó a las hijas del sacerdote Jetro, que fueron agredidas por pastores, y permaneció unos cuarenta años junto a este hombre que le dio en matrimonio a su hija Séfora. Cuando Moisés apacentaba el rebaño de Jetro, en la región del monte Horeb, Dios se le apareció en forma de una zarza ardiente, que no se consumía, y le reveló su voluntad de enviarlo a Egipto para liberar a su pueblo. Moisés se mostró primero reticente, pero Dios le ordenó dirigirse a sus compatriotas diciéndoles: «Él es (Yahvé/YHWH), el Dios de vuestros padres, el que me envía hacia vosotros». De vuelta en Egipto, Moisés se presentó ante el faraón para pedirle que dejase partir al pueblo hacia el desierto durante tres días, para ofrecer sacrificios a Yahvé. Pero el faraón se negó y acentuó su opresión contra el pueblo hebreo. Entonces Yahvé ordenó a Moisés castigar a Egipto con diez plagas: el agua del Nilo se convirtió en sangre; ranas, zancudos y tábanos infestaron el territorio. El ganado moría, los hombres estaban cubiertos de póstulas, el granizo caía asolando Egipto, las langostas devoraban las cosechas y espesas tinieblas cubrían la región. Cada vez, el faraón prometía que dejaría partir al pueblo, pero tan pronto cesaba la plaga, su corazón se endurecía. Entonces, Moisés anunció la muerte de todos los primogénitos y ordenó a sus compatriotas inmolar un cordero de un año de edad, al interior de cada familia, durante la

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Conozcamos un poco de la vida de Moisés, que podrás ampliarlo en el libro del Éxodo y del Deuteronomio:

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noche del 14 al 15 de Nisán (marzoabril). Su sangre debía esparcirse sobre las dos jambas y el dintel, para señalar las casas de los hebreos, quienes serían los únicos perdonados por la desolación. La víctima y, en consecuencia, el rito se llamaban pessah, «pascua», es decir, «pasar más allá». Por la mañana, el faraón cedió y ordenó la salida de los hebreos de Egipto. Salieron guiados por Moisés y llevando con ellos algunas de sus pertenencias y ganados. Dios condujo a su pueblo por el camino del desierto, que está cerca del mar Rojo. Iba el Señor delante para mostrarles el camino, de día en una columna de nube y por la noche en una columna de fuego, sirviéndoles de guía en el viaje, día y noche. Tras dos días llegaron a las orillas del mar Rojo. El faraón se dio cuenta de que había dejado partir un pueblo de esclavos que le rendían importantes servicios, y se arrepintió de haberlo permitido, por lo que decidió darles alcance para obligarles a regresar a Egipto. Se puso al frente de un ejército de seiscientos carros de guerra con sus mejores oficiales, sacó la numerosa caballería, además de la tropa en los transportes de combate. La persecución se inició a toda marcha. El estruendo de los carruajes y la polvareda que levantaban se podía apreciar desde lejos en el desierto. Los israelitas los vieron avanzar y el temor se apoderó de ellos. Tenían algunas armas, pero no eran guerreros expertos. Clamaron a Dios y se quejaron ante Moisés por haberlos sacado a morir en el desierto, pues el mar Rojo les impedía proseguir su huida. Moisés les dijo que no temieran y confiaran en Dios. Extendió una mano y un viento fuerte empezó a soplar abriendo el mar y separando las aguas, dejando un paso seco. El pueblo podía cruzarlo a pie, sin mojarse. El ejército del faraón los siguió, penetrando en el lecho seco del mar. Cuando los israelitas acabaron de pasar a la otra orilla Moisés extendió de nuevo la mano, cesó el viento y las aguas volvieron a su nivel, pereciendo en ellas el faraón y todos sus soldados, jinetes y caballos. El pueblo de Israel lo presenció desde la otra orilla del mar Rojo y por boca de Moisés entonó un canto triunfal a Dios Todopoderoso y continuaron su marcha por el desierto. Tras muchos años de marcha, llegaron a una tierra que parecía agradable y próspera. Se llamaba Palestina, que es como los hebreos llamaban a los filisteos, una pequeña tribu de cretenses que se había instalado en la costa al ser expulsada de su isla. Desgraciadamente, en Palestina vivía otro pueblo semita, el de los cananeos. Los judíos los obligaron a huir a los valles y allí construyeron sus ciudades. En una de ellas, a la que llamaron Jerusalén o «tierra de paz», erigieron un gran templo. Pero Moisés

ya no era el guía de los judíos. Vio la silueta de las montañas de Palestina desde lejos y cerró sus ojos cansados para siempre. Había trabajado duro, con mucha fe, para agradar a Yahvé. No sólo había liberado a sus hermanos del yugo de la esclavitud y los había conducido a una nueva tierra donde serían libres, sino que también convirtió a los judíos en el primer pueblo que adoraba a un único Dios”. (Cf. Historia de la Diáspora Judía) Durante este camino, Moisés demuestra en todo momento su confianza en aquel Dios que, desde la zarza ardiente, le ha pedido que saque a su pueblo de la esclavitud. Dos de los pasajes más famosos de esta peregrinación durante 40 años por el desierto son la abertura del Mar Rojo (Ex. 14, 19-31) y la entrega de los 10 mandamientos (Ex. 20). Ambos pasajes nos muestran cómo Dios no se desentiende de aquel pueblo, sino que decide caminar junto a ellos y guiar su peregrinación. Dios aunque pueda hacerlo, nunca actúa solo. La obra liberadora de Dios empieza con la llamada de un hombre quien va a ser el instrumento de tal salvación. Lo maravilloso del Éxodo no son los milagros, sino la fe del pueblo y la voluntad salvífica de Dios, quién sirviéndose de acontecimientos naturales y de la historia de un pequeño pueblo como Israel, empezó con él una alianza de salvación. Los cristianos decimos que Moisés es figura de Jesucristo: Él nos libera de la esclavitud y va por delante de nosotros como guía, para conducirnos a la tierra prometida: el Reino de Dios y la Resurrección. Para ver la peli: http://mufli.blogia.com/2011/100401-el-principe-de-egipto.php

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Una vez que has conocido la vida y figura de Moisés, contesta a estas preguntas: ¿Qué te llama más la atención de su vida y por qué? ¿Qué parecido encuentras entre Jesús de Nazaret y Moisés?

¿Te acuerdas de los 10 mandamientos? Ya los repasamos en un tema anterior, pero no viene mal recordarlos:

Nuestra vida dura apenas setenta años, y ochenta, si tenemos más vigor:

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SALMO 90 (89) Oración de Moisés, hombre de Dios. Señor, tú has sido nuestro refugio a lo en su mayor parte son fatiga y miseria, largo de las generaciones. porque pasan pronto, y nosotros nos Antes que fueran engendradas las vamos. montañas, antes que nacieran la tierra ¿Quién puede conocer la violencia de y el mundo, desde siempre y para tu enojo y ver el fondo de tu siempre, tú eres Dios. indignación? Tú haces que los hombres vuelvan al Enséñanos a calcular nuestros años, polvo, con sólo decirles: "Vuelvan, para que nuestro corazón alcance la seres humanos". sabiduría. Porque mil años son ante tus ojos ¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...? como el día de ayer, que ya pasó, Ten compasión de tus servidores. como una vigilia de la noche. Sácianos en seguida con tu amor, Tú los arrebatas, y son como un y cantaremos felices toda nuestra vida. sueño, como la hierba que brota de Alégranos por los días en que nos mañana: por la mañana brota y afligiste, por los años en que florece, y por la tarde se seca y se soportamos la desgracia. marchita. Que tu obra se manifieste a tus ¡Estamos consumidos por tu ira y servidores, y que tu esplendor esté consternados por tu indignación! sobre tus hijos. Pusiste nuestras culpas delante de tus Que descienda hasta nosotros la ojos, y nuestros secretos a la luz de tu bondad del Señor; que el Señor, mirada. nuestro Dios, haga prosperar la obra Nuestros días transcurren bajo el peso de nuestras manos. de tu enojo, y nuestros años se AMEN acaban como un suspiro.

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1- Amarás a Dios sobre todas las cosas 2- No tomarás el nombre de Dios en vano 3- Santificarás el día del Señor 4- Honrarás a tu padre y a tu madre 5- No matarás 6- No cometerás actos impuros 7- No robarás 8- No levantarás falsos testimonios ni mentirás 9- No consentirás pensamientos ni deseos impuros 10-No codiciarás los bienes ajenos

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Juan Pablo II, en un encuentro con 4000 peregrinos en el año 2000 en la plaza de San Pedro del Vaticano, definió la auténtica novedad del cristianismo como el hecho de poder llamar a Dios “Papá”. Esta novedad choca frontalmente con la concepción de Dios en el contexto de otras grandes religiones, donde es visto como un ser lejano, al margen de la vida del ser humano. En el cristianismo, nos dice el Papa Juan Pablo II: “Quien hace verdaderamente la experiencia del amor de Dios, no puede dejar de repetir con una emoción nueva la exclamación de la primera carta de Juan: Mirad que amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues lo somos (1Juan 3, 1)”

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Dios no es para el cristianismo algo ajeno a nosotros, sino que es alguien presente en nuestra vida. La fe comienza en el bautismo, donde recibimos la fuerza del Espíritu Santo, pero necesita de la experiencia personal de ese Amor de Dios para poder sentirnos verdaderos hijos amados por el Padre. El cristianismo tiene como finalidad principal provocar ese encuentro. No se trata de realizar unos ritos o repetir unas oraciones, sino que esos ritos y esas oraciones han de surgir en el cristiano como una necesidad interna. No vamos a misa a escuchar la cura, o a cumplir un precepto; sino a celebrar el misterio cristiano que nos hace encontrarnos cara a cara con Aquel que sabemos que nos ama, y lo encontramos en la celebración y en las palabras del sacerdote y, de una manera especialísima en la Comunión. No rezamos oraciones para cumplir con la tradición o sin sentido, sino que hacemos de la oración ese diálogo personal con quien sabemos que nos escucha; es un diálogo de amigos, no un monólogo.

El Evangelista san Juan, en esta carta, no nos habla de teorías o posibles hipótesis, sino de una certeza a la que él ha llegado desde la propia experiencia. El Papa Benedicto XVI, en la carta encíclica “Deus Caritas est”, afirma:

El acontecimiento al que se refiere el Papa es esa experiencia personal que cada uno de nosotros tenemos de Dios; lo que nos atrae de la persona de Jesucristo no son sólo palabras, sino saber que van acompañadas de una vivencia. Cristo no dice una cosa y hace otra en su vida, sino que vive aquello que dice. Los cristianos no creemos en algo, creemos en Alguien, como dice el Papa. Cuántas veces hemos oído decir aquello de “algo tiene que haber”, como respuesta a la pregunta ¿crees en Dios? Para los cristianos no hay algo, sino Alguien: Cristo Jesús, el Señor.

Bienaventurado es, Señor, el que te ama a Ti, al amigo en Ti, y al enemigo por Ti...

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San Agustín de Hipona

Nos hacemos preguntas: 1. ¿Qué crees que significan estas palabras de Benedicto XVI en la Encíclica Deus caritas est?

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2. ¿Puedes narrar alguna experiencia personal que tú hayas tenido de encuentro con Jesucristo o que conozcas de otras personas?

Oración de San Francisco de Asís ¡Señor, haz de mi un instrumento de Tu PAZ. Que donde haya odio yo ponga AMOR. Donde haya ofensa, yo ponga PERDÓN. Donde haya duda, yo ponga FE. Donde haya error, yo ponga TU VERDAD. Donde haya tinieblas, yo ponga TU LUZ. Donde haya discordia, yo ponga UNIDAD. Donde haya desesperanza, yo ponga ESPERANZA. Donde haya tristeza, ponga yo ALEGRÍA.

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Concédeme Señor la gracia de no buscar ser amado, como amar. Ser comprendido como comprender. Ser consolado como consolar, porque dando es como somos perdonados y muriendo en TI es como nacemos a la VIDA ETERNA.

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De esta manera define el Papa Benedicto XVI la esperanza cristiana en la encíclica “Spe Salvi”, publicada en el año 2006. Allí afirma: "El hombre necesita a Dios, de lo contrario se queda sin esperanza". "Esta gran esperanza sólo puede ser Dios, que abraza el universo y que nos puede proponer y dar lo que nosotros por sí solos no podemos alcanzar". La esperanza cristiana va más allá de la esperanza propuesta por la sociedad. En la esperanza propuesta por el mundo y la sociedad, los valores fundamentales los da el trabajo, el puesto social, la economía, y un largo etcétera de cosas que, si no están, parece que no es posible. Son muchas las persona que ponen su esperanza en el cupón de la lotería de navidad, en el tarot y los adivinos, o en otras realidades que no van más allá de lo humano y de la búsqueda de un bien particular. Desde esta esperanza, si yo estoy bien (y los que tengo a mí alrededor) todo lo demás parece no importar mucho.

Caminar desde la esperanza no es fácil, sobre todo cuando los problemas nos acechan y parece como si el mundo entero estuviese contra nosotros. Es difícil porque vivimos en una cultura, hecha por nosotros mismos, totalmente desanimada y en una sociedad desmotivada que ha puesto gran parte de su esperanza sólo en lo material y lo económico, cuando esto falla, parece fallar todo. Hoy apenas podemos pensar en el futuro, porque lo que importa es el aquí y el ahora, pero sobre todo el “yo”. Este panorama parece totalmente desolador, ¿verdad? Pues es precisamente en este mundo y en este entorno donde tiene que brillar la esperanza cristiana. Pero para que pueda hacerlo, primero tenemos que saber que ésta es la esperanza en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo: Nuestra esperanza es el amor del Padre. Así lo afirma el salmo 22: “el Señor es mi Pastor, nada me falta”. Nuestra esperanza es Jesucristo. “El príncipe de este mundo, ya está derrotado” (Jn 12, 31). Nuestra esperanza es el Espíritu Santo. “Él es la fuerza de Dios derramada en nuestros corazones, él viene en ayuda de nuestra debilidad” (Rm 5;8). Hay algo que conviene recordar de forma urgente: SIN ESPERANZA, NO PODEMOS VIVIR.

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El cristianismo, Jesucristo, nos ha traído una visión nueva de la Esperanza: el mundo no es sólo lo que vemos, lo que tenemos a nuestros pies. El ser humano no está en función del ser humano, sino al contrario: las cosas están en función al ser humano. La dignidad de una persona no se mide por su nivel económico o social, sino que todos tenemos una misma dignidad inviolable, desde el más rico al más pobre y desde el más pobre al más rico. En Dios Padre somos todos hijos amados por igual. En Dios Hijos todos somos hermanos de la misma “categoría”. En Dios Espíritu Santo todos somos “movidos” e impulsados del mismo modo por su fuerza interna que lo transforma todo. La esperanza cristiana es ese motor que nos hace comprender que, en primer lugar, las cosas pueden ser de otra manera distinta y que yo soy responsable de que lo sean. El Reino de Dios da comienzo aquí y ahora con la necesidad surgida de mi corazón de transformar las cosas. El final de las guerras da comienzo por el final del odio y el rencor a pequeña escala. Que hipócrita resulta decir que se quiere la paz mientras me peleo con mi vecino…

Pero la esperanza cristiana no es sólo eso, es también saber en quien hemos puesto nuestra confianza: en un Dios que está presente, que nos da la libertad y la fuerza de transformarlo todo y hacerlo todo nuevo. Jesucristo no es un charlatán que diga cómo hay que hacer las cosas mientras se queda al margen, Él se mete de lleno en cada uno de los problemas de sus conciudadanos, en la defensa de los pobres, los oprimidos y los marginados de su ciudad. La esperanza cristiana es esa confianza plena que nos hace entender que cada vez que buscamos la justicia y la paz, lo hacemos con Él a nuestro lado, con su fuerza transformadora y renovadora. Para eso recibimos el Espíritu Santo, no para ser testigos ajenos del mundo, sino para hacer realidad el Reino de Dios en nuestro mundo, en nuestra sociedad, en nuestro entorno y, sobre todo, en nosotros mismos. La esperanza cristiana no es algo que aparezca de forma espontánea, como los buenos frutos, necesita del cuidado y cultivo diario. Algunos trucos para cultivarla: Orar diariamente, aunque sea cinco minutos. La oración nos hace estar en contacto permanente con Dios, quien alimenta nuestra esperanza constantemente. Estar atentos a los “signos de los tiempos”, es decir, saber tener una mirada crítica y solidaria desde el amor para detectar en nuestro entorno los signos de desesperanza (injusticia, racismo, discriminación, etc.) y poder ayudar a cambiarlos. Colaborar constantemente con un mundo mejor, pero no es necesario hacer grandes cosas. Lo grande se construye desde lo pequeño. Comienza por tu casa, tus amigos, tu trabajo, etc. Sé tú signo de esperanza en medio de tu mundo y tu ambiente.

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“Jesús no era Espartaco, no era un combatiente por una liberación política como Barrabás o Bar-Kokebá. Lo que Jesús había traído, habiendo muerto Él mismo en la cruz, era algo totalmente diverso: el encuentro con el Señor de todos los señores, el encuentro con el Dios vivo y, así, el encuentro con una esperanza más fuerte que los sufrimientos de la esclavitud, y que por ello transformaba desde dentro la vida y el mundo” (Spes Salvi, 4).

¿Qué signos desesperanza encuentras tú en el momento presente y en tu ambiente?

¿Qué crees que podrías aportar tú para hacer que la esperanza siga vigente en nuestros días? Indica al menos 5.

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http://www.youtube.com/watch?v=-mZWKW54S0A&feature=related

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Te recomendamos el siguiente video, Tony Meléndez nos hace ver que es posible la esperanza:

UNA SONRISA

Sonriámosle a Dios con la aceptación de todo lo que Él nos envié y tendremos el merito de poseer la mirada radiante de su rostro con su amor por toda la eternidad. Las palabras de Cristo son muy claras, pero debemos entenderlas como una realidad viviente, tal como Él las propuso. Cuando El habla de hambre, no habla solamente del hambre de pan, sino hambre de amor, hambre de ser comprendido, de ser querido.

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Sonriamos a los rostros tristes, tímidos, enfermos, conocidos, familiares y amigos.

El experimentó lo que es ser rechazado porque vino entre los suyos y los suyos no lo quisieron. Y El conoció lo que es estar solo, abandonado, y no tener a nadie suyo. Esta hambre de hoy, que está rompiendo vidas en todo el mundo destruyendo hogares y naciones, habla de no tener hogar, no solamente un cuarto con techo, pero el anhelo de ser aceptado, de ser tratado c con compasión, y que alguien abra nuestro corazón para recibir al que se sienta abandonado Madre Teresa, M.C.

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Una sonrisa en los labios alegra nuestro corazón, conserva nuestro buen humor, guarda nuestra alma en paz, vigoriza la salud, embellece nuestro rostro e inspira buenas obras.

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Sobre la Virgen María sabemos muchas cosas (sabemos cómo se llama, cómo se llamaban sus padres, dónde vivía,...). Todo ello nos hace caer en la cuenta de que María era una persona como nosotros, es decir, no se trata de alguien especial (con superpoderes y cosas de esas), sino de una chica de apenas 12 años que sabe encontrar su fuerza en la confianza plena en Dios. Seguro que tuvo dudas, incluso puede que se sintiese un poco desbordada por aquello que le estaba pidiendo Dios. Pero su grandeza radica precisamente en saber que quien le estaba llamando, le daría la fuerza que necesitaba para llevar adelante la misión que le encomendaba. Recordemos el texto de aquella llamada (Lc. 1, 26-38):

Esta fortaleza y confianza, no la demuestra María sólo en este momento, sino que será una constante a lo largo de toda su vida. En el Evangelio apenas aparece unas cuantas veces, pero siempre está ahí. Siempre es la mujer que está detrás de su hijo, Jesús, animándolo y atenta a sus necesidades. Incluso en el momento más dramático de la vida de Jesús, su pasión y muerte, ella está presente, por eso podemos hablar también de “la pasión de María”:

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"Estaban junto a la cruz de Jesús su Madre y la hermana de su madre, María la de Cleofás y María Magdalena” (Juan 19,25). 19,25).

Pero no acaba la historia de María ahí. En Pentecostés, cuando los apóstoles estaban escondidos por miedo a ser detenidos, ella continuó a su lado dándoles fortaleza y animándoles:

Hechos 1, 12-14; 2,1: “Todos perseveraban unánimes en la oración con algunas mujeres, con María la madre de Jesús”. María Madre, alma y aliento de la Iglesia naciente. La presencia de María en el Cenáculo es solidaridad activa con la comunidad de su Hijo. María es una mujer del espíritu. Su vida está jalonada de intervenciones del Espíritu Santo. El Espíritu Santo fue quien la cubrió con su sombra y obró en ella la Eucaristía del Hijo de Dios. En la primera comunidad el papel de María cobra notable importancia. Después de la ascensión, y en espera de Pentecostés, la Madre de Jesús está presente personalmente en los primeros pasos de la obra comenzada por el Hijo. Y no sólo eso, sino que se convierte en madre de los apóstoles, madre de la Iglesia naciente y madre nuestra. El mismo Jesús, en la cruz, nos pidió que la aceptásemos como nuestra madre: "Cuando Jesús vio a su madre y junto a ella, al discípulo que él amaba, dijo a su madre: "Mujer, "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Después dijo al discípulo: "Ahí tienes a tu madre". Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa" Juan 19, 2626-27

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Los dogmas son aquellas doctrinas que la Iglesia propone para ser creídas como formalmente reveladas por Dios. Los dogmas pertenecen al depósito de la fe de una manera irreversible. Una doctrina se reconoce como dogma por una de las siguientes razones:

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Cuando nos referimos a María, hemos de conocer también lo que llamamos dogmas marianos1:

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“Desde lo alto de la Cruz. Desde el dolor. Desde el olvido y traición de tantos, la incomprensión de tantos, el Señor Jesús tiene unas palabras cargadas de dulzura y sentido profético para con su Madre. ¡Mujer, ahí tienes a tu Hijo!, le dice a Santa María. Es una palabra con ecos que provienen de los umbrales de la historia cuando Dios le prometió al hombre que la Salvación habría de venir. Desde la misma Cruz del dolor y de la esperanza, el Señor ilumina la identidad de su Madre. Jesús le dice que Ella es la Mujer, aquella de quien dependió el ingreso de la Salvación en la historia. En esta palabra el Señor esboza y resume lo grandioso del misterio de María, su rol dinámico participatorio en la historia salvífica de la humanidad. Su maternidad no es un hecho aislado, revela Jesús; su maternidad es piedra angular de la vida del cristiano, luz que esclarece, calor que alienta, fuerza y esperanza que cimientan”. Autor: Luis Fernando Figari

1. María es Madre de Dios y Madre Nuestra: La Virgen María es la Madre de Dios porque es la madre de Jesús, y Jesús es Dios. Y Ella es la Madre de Dios desde el momento de la concepción, desde el momento en que el ángel Gabriel le preguntó, de parte de Dios, si quería ser su madre. 2. Pero también es Nuestra Madre, porque estando Jesús en la cruz, a punto de morir, nos dejó en testamento a María, para que fuera también Madre Nuestra porque Jesús pensó en todos nosotros cuando estaba en la cruz y vio a san Juan junto a su Madre, y le dijo: “Ahí tienes a tu Madre”). Además los cristianos formamos un gran Cuerpo Místico (la Iglesia) cuya Cabeza es Jesús; y si María es la Madre de la Cabeza que es Jesús, también lo tiene que ser del resto del Cuerpo, nosotros. 3. Inmaculada Concepción de María: María es la única persona humana que nació sin pecado original. Ella fue librada del pecado original antes de que naciera incluso, para que fuese totalmente limpia. La razón es clara: ¿cómo iba a estar sucia la mujer de quien había de nacer el Señor? Dios la preservó de todo pecado, incluso del pecado original. 4. Virginidad Perpetua: María fue virgen antes, durante y después del parto; es decir que Jesús pasó a través de Ella sin menoscabar para nada su integridad, su virginidad, igual que un rayo de luz pasa a través de un cristal sin romperlo ni ensuciarlo. 5. La Asunción de María en Cuerpo y Alma al Cielo: La que fue librada de la corrupción del pecado no iba a mancharse por la corrupción de la tumba, por eso Dios la quiso llevar enseguida al Cielo en cuerpo y alma. ¿Y cuáles son las principales devociones marianas?

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1- Ha sido solemnemente definida como tal por el Magisterio de la iglesia. Esto puede ocurrir en un Concilio Ecuménico o por un pronunciamiento ex cathedra del Papa. (Ejemplo: La Inmaculada Concepción de María) 2- Ha sido enseñada como tal por la Tradición invariable de la Iglesia y no requiere ser proclamada dogmáticamente.

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1. Las Tres “Ave Marías”: A santa Matilde la Virgen María le prometió que quien rezara todas las noches tres Avemarías, contarían con su especial ayuda a la hora de la muerte. 2. El Santo Rosario: Es la oración que más agrada a María, por la excelencia de las oraciones que en él se rezan: el Padrenuestro (enseñado por el mismo Jesús), el Avemaría (palabras que el ángel dijo a María en la Anunciación, y que la Iglesia reza desde muy antiguo) y el Gloria (oración con que se da gloria a la Santísima Trinidad). Esta práctica surgió cuando santo Domingo de Guzmán, que sentía un gran amor hacia la Virgen, caminaba rezando avemarías, y cada avemaría le parecía una rosa que él recogía y ofrecía a la Virgen; ella se le apareció y le enseñó a rezar el Rosario. Cada día se rezan cinco misterios del Rosario (misterios gozosos los lunes; misterios dolorosos los martes y viernes; misterios gloriosos los viernes, sábados y domingos; misterios

luminosos los jueves). En cada misterio (1 Padrenuestro, 10 avemarías y 1 gloria) se contempla un pasaje de la vida del Señor. 3. El Ángelus: es saludar a la Virgen María recordando la escena de la Anunciación del Ángel y la Encarnación del Niño Jesús en su seno. 4. El Mes de las Flores: El mes de mayo es el mes más bonito, pues está la naturaleza en su máximo esplendor: los campos están verdes, llenos de flores,... En este mes cada día se ofrece a la Virgen María una flor. Esa flor que se le ofrece es una flor espiritual, que consiste en tener un detalle de amor a María (hacer un sacrificio, una oración especial, una obra buena,...), y que puede ir acompañada por una flor auténtica.

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Si quieres conocer más: http://www.corazones.org/maria/a_maria.htm

¿Qué significa para ti decir que María es tu madre? ¿En qué medida ella es un ejemplo para nuestra vida?

Te recomendamos una pelí, la puedes ver en: http://www.cinetube.es/peliculas/drama/natividad_espanol-dvd-rip-downupload288035.html LA ORACIÓN DEL ÁNGELUS V. El Ángel del Señor anunció a María. R. Y concibió por obra del Espíritu Santo. Dios te salve, María... Santa María... V. He aquí la esclava del Señor. R. Hágase en mí según tu palabra. Dios te salve, María... Santa María... V. Y el Verbo se hizo carne. R. Y habitó entre nosotros. Dios te salve, María... Santa María...

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Oremos: Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

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V. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios. R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.

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Jesús no actuó solo. Desde el comienzo de su ministerio quiso rodearse de un grupo de discípulos y colaboradores cercanos. La denominación “discípulo’ parece aplicarse predominantemente a aquellas personas que acompañaban a Jesús de forma permanente y formaban el círculo de sus amigos más íntimos. Jesús va formando poco a poco el grupo de discípulos con hombres y mujeres, con personas de distintas profesiones, niveles sociales y hasta posiciones políticas. Y los somete a un proceso de educación creciente para que comprendan y vivan los valores del Reino. En este proceso se producen crisis. Muchos de los llamados se vuelven atrás, como lo consignan los mismos evangelistas: «Desde entonces, muchos de sus discípulos se retiraron y ya no iban con él» (Jn 6,66). Otras veces se producen incomprensiones: a los discípulos les cuesta entender la enseñanza de Jesús y, sobre todo, aceptar sus consecuencias vitales: «Ellos no entendían lo que quería decir y les daba miedo preguntarle» (Mc 9,32). Incluso llegaron en alguna ocasión a enfrentarse con él: «Pedro lo tomó a parte y se puso a increparlo» (Mc 8,32). Al final de su vida, unos lo abandonaron, otros le negaron y uno lo traicionó colaborando con los que querían acabar con él2.

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Texto original del tema: Miguel Payá, “Discípulos de Jesús”.

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De entrada, un cambio radical e instantáneo. Desde el mismo momento de la llamada, hay que dejar a la espalda toda la anterior manera de vivir y aceptar a Jesús como sentido único y absoluto de la vida: «Vete, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres… Luego ven y sígueme» (Mc 10,21); «Si alguno quiere venir conmigo y no está dispuesto a renunciar a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, hermanos y hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío» (Lc 14,26); «El que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, no es apto para el Reino de Dios» (Lc 9,62). Con estas palabras, Jesús no exige a todos sus discípulos el desprendimiento total de sus bienes ni la renuncia a formar una familia. Y mucho menos la indiferencia y abandono respecto a padres y parientes, cosa que reprochó a los fariseos (cf. Mc 7,9-13). Pero quiere dejar claro cuál ha de ser el objetivo prioritario de la vida para quien acepte su seguimiento: él por encima de todo. Jesús vuelve a poner delante la exigencia con que comenzó toda la historia de la salvación: «Dijo Dios a Abraham: “Sal de tu tierra y de tu parentela y de la casa de tu padre, y ven a la tierra que te mostraré”» (Gén 12, 1-2) (Miguel Payá, “Discípulos de Jesús.

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¿Qué pide Jesús a sus discípulos? discípulos?

Las condiciones para ser discípulo: 1. «El que quiera venir en pos de mí…»: Jesús propone un camino de amor; y no hay amor sin libertad. La respuesta del amor ha de ser personal, consciente, libre, e implica a toda la persona. Para seguir a Jesús hay que tomar una decisión personal e intransferible. 2. «…niéguese a sí mismo…»: Estas palabras se explican con las que vienen a continuación: «el que quiera ganar su vida la perderá y el que esté dispuesto a perderla la ganará». Hay dos maneras de entender la vida: de fuera hacia adentro, es decir, buscándonos a nosotros mismos, con lo cual quedamos cada vez más atrapados en nuestro propio egoísmo y nos perdemos; o, al contrario, de adentro hacia afuera, olvidándonos de nosotros mismos y sirviendo a los demás, y así nos encontramos, somos lo que debemos ser. Amor posesivo o amor de entrega, ganar la vida o entregar la vida; vivir para sí o vivir para los demás. 3. «…tome su cruz…»: Primero la mía. Más pronto o más tarde, en la vida de todo hombre aparece el sufrimiento que lo cambia todo. Es una prueba que, o destruye o madura. El sufrimiento mal encajado rebela, endurece y agría el corazón humano; el sufrimiento aceptado ensancha la capacidad de amar y comprender, humaniza y fecunda. Aceptar el sufrimiento es tratar de vivirlo con amor y situarlo en la perspectiva de la esperanza, vivirlo como dolor de parto y no como dolor de muerte. Decía Jesús: «Os afligiréis, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría» (Jn 16,20). Pero, además, hay que llevar también las cruces de los otros. Tomar la cruz significa también saberse complicar la vida en favor de los hermanos; no sólo preocuparse por lo propio, sino hacer del dolor y sufrimiento de los otros nuestro propio sufrimiento.

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4. «…y sígame»: Aquí está el secreto. Porque se trata de un camino difícil, imposible de recorrer con nuestras propias fuerzas. Sólo hay una forma de hacerlo: ponernos detrás de Jesús y hacer que nuestros pies vayan pisando sus mismas huellas, vivir con él y como él. Convivencia y aprendizaje: así el Maestro va moldeando al discípulo para que sea imagen viva de su presencia en el mundo. El resultado de este seguimiento será la plena identificación con él. Decía Pablo: «Ya no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí» (Gál 2,20).

Vale la pena reproducir un comentario de Juan Pablo II en la primera encíclica que dirigió a los cristianos: «La dignidad de nuestra vocación, que puede definirse como “realeza”, se expresa en la disponibilidad para servir, según el ejemplo de Cristo, que “no ha venido para ser servido sino para servir”. Si, por consiguiente, a la luz de esta actitud de Cristo sólo “sirviendo” se puede verdaderamente “reinar”, a la vez el “servir” exige tal madurez espiritual que es necesario definirla como el “reinar”» (Redemptor hominis, 21). Es decir, cuando encontremos a alguien que entiende y vive su vida como un servicio, debemos decirle con admiración: Tú eres verdaderamente rey.

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“Su destino estará de ahora en adelante íntimamente ligado al de Jesús”. Y no de cualquier manera, sino que el apóstol se convierte en “un «especialista» en Jesús” (catequesis del 22-III-2006).

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Nos dice el Papa Benedicto XVI en una de sus catequesis dedicadas a los apóstoles, que Jesús llama a los Doce a entrar en una relación personal con Él, desde el mismo momento de la llamada, que algunos recuerdan muy exactamente (“sería más o menos la hora décima” Jn 1,39):

¿Recuerdas el nombre de los apóstoles? Intenta ponerlo:

¿Qué es lo que te llama más la atención de la respuesta de los discípulos a Jesús?

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¿Qué le contestarías tú a Jesús si te llamase a ti?

ORACIÓN DEL DISCÍPULO Aquí estoy, Señor, tal como Tú me has hecho, dispuesto a vivir interdependiente y libre sin buscar fuera lo que llevo dentro, y descubriendo en el día a día el sentido que tu voluntad ha impreso a mi vida. En ese caminar propio, me sobreañades gratuitamente, la vida de Jesús -el hombre nuevo-, que me ayuda , marcando mojones en el camino: soy uno entre los demás, hermano universal de todos, igual que todos, servidor de todos, superservidor de los más pobres. Mi ser es amor, prolongación del tuyo, verificable en mi relación con el prójimo, vicario tuyo. Sirenas falaces nos aturdieron robándonos fe en nosotros y en nuestra dignidad. Sé que estás en todos, creyentes o no, y que cuentas con todos, para ese mundo esperadamente nuevo, que Tú has proyectado.

cuando soy yo, lo que Tú me hiciste, interconectado en todos y con todo, pues en la totalidad creada fermenta y crece la realidad de tu Reino. Estaré a la escucha, activamente, en respeto y comprensión, sin estorbar, sin discriminar, sin imponer, sin lamentarme, sin enfadarme, atisbando el reverbero de tu amor, que de todos sale y a todos vuelve. Seré feliz, cuando en todos me vea feliz, en esa familia tuya universal, Sustentadora de todo amor, justicia, libertad y paz. Voy a seguirte con María, campesina de Nazaret, y madre universal que nos hermana en la talla del hijo y hermano mayor.

Benjamín Forcano

Anuncio tu Evangelio

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Tu Palabra ha llegado, y llega a cada alma humana, como sólo Tú sabes.

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No me queda sino trabajar, acreditándote pacífica y amorosamente, en todo lugar, pues tu Reino allí está y crece, donde está y crece la vida de cualquier persona.

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¿Qué es el Reino de Dios?

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Es un deseo. Que puede hacerse realidad si se quiere con tal fuerza, que seamos capaces de vencer todo aquello que nos separa de Dios, de los demás y de nosotros mismos. Es una alegría contaminante. Quien ha vivido, aunque sea un poquito, la verdadera alegría que supone estar con Jesús y sentirle cercano, sabe qué es la alegría del Reino y que ésta necesita ser comunicada a los demás. Es un compromiso. El Reino de Dios no es un momento puntual donde soy bueno o hago una cosa buena, sino la suma de muchos compromisos que adquiero por intentar hacer todo cada vez con mayor Amor. Es Esperanza. Saber que llegará aunque los demás me digan lo contrario o parezca que no tiene sentido. No se trata de una vana esperanza, sino de plena confianza en Jesús mismo. Es un trabajo diario. El Reino de Dios no llegará de forma espontánea, sino que somos cada uno de nosotros quien va haciendo cada vez más posible su llegada con nuestro esfuerzo y trabajo diario.

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Es una fiesta. El ser humano ha sido creado por Dios para ser feliz, no para el sufrimiento y el dolor, por eso se entiende el Reino como un gran banquete de celebración donde lo que se celebra es el Amor. Es una Gracia que nos transforma. En el Padre Nuestro decimos: “Venga a nosotros tu Reino”, es decir, lo esperamos como un regalo de Dios, algo que se nos da de forma gratuita. Una semilla que se implanta en nuestro corazón. Pero como toda semilla que es plantada ha de ser cuidada para que crezca y nos transforme desde dentro, para poder estar cada vez más cerca del modelo de Jesús. Es un nuevo estilo de vida. Se trata de cambiar por completo nuestras formas de comportarnos en cuatro sentidos: Con Dios. Con nosotros mismos. Con los demás. Con las cosas.

Las Parábolas del Reino. Para explicar el Reino de Dios, Jesús utilizó algunas parábolas que explican muy bien su significado. Las encontramos sobre todo en el capítulo 13 del Evangelio de san Mateo y en san Marcos. Las parábolas no son cuentos, sino que reúnen una serie de características:

2.

3.

1. Toda parábola tiene un mensaje central, incluso si es larga y llena de detalles. Por tanto, no hay que intentar ver el significado de cada detalle, sino preguntarse: «¿Qué idea principal me quiere comunicar esta parábola?» Las parábolas del Evangelio intentan hacernos comprender algún aspecto o cualidad del Reino de Dios. Por eso tenemos que preguntarnos: «¿Qué me dice esta parábola acerca del Reino de Dios?» Las parábolas pretenden provocar una reacción ante la llegada del Reino. Y por eso hemos de preguntarnos también: ¿Qué respuesta espera de mí?»

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Y les dice: «¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas? El sembrador siembra la Palabra. Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos. De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, al punto la reciben con alegría, pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumben en seguida. Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento».

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En ellas Jesús nos pone ejemplos muy sencillos, veamos algunas de ellas para comprender un poco más el Reino de Dios. Antes de nada es importante recordar que Jesús se dirige con ellas a la gente sencilla, no a los "sabios" de su época, por eso utiliza en todo momento ejemplos de la vida cotidiana, es decir, cosas que él mismo ve hacer a la gente cuando pasea por un camino o por la orilla de un lago. Esta es la llamada "parábola del sembrador", en ella Jesús compara el Reino de Dios con una semilla que un sembrador planta. La encontramos en el Evangelio de san Mateo, capítulo 13, versículos del 1 al 9. En el Evangelio de san Marcos (4, 1-20), es el mismo Jesús quien explica la parábola a aquellos que no la habían entendido:

En Mateo 13, 31-35, encontramos la llamada parábola del grano de mostaza. En ella Jesús compara el Reino de Dios con un granito de mostaza y nos enseña la importancia de las cosas pequeñas. Búscala tú en casa y léela.

El Reino de Dios, ¿cuándo? El pueblo judío llevaba mucho tiempo esperando un mesías que les liberara, pero no se trataba de un mesías como Jesús. Lo que ellos realmente esperaban era alguien que organizase las tropas de rebeldes y fuese su líder para revelarse contra los romanos, que en ese momento dominaban Jerusalén, Al principio vieron en Jesús a ese líder, incluso en un momento quisieron nombrarlo rey. El problema surge cuando Jesús comienza a decir que su reino es un reino de paz y de justicia; en ese momento comienzan a abandonarlo y a darle la espalda. El Reino de Dios es muy distinto a lo que ellos esperaban. Jesús no es un líder político o un revolucionario de las armas que nos hable de la lucha con derramamiento de sangre para acabar con ningún poder humano. Es revolucionario porque revoluciona el corazón y su lucha es la del Amor, donde no caben ni armas, ni odios, ni guerras. El Reino de Dios no es algo invisible, sino que es algo ya visible en la persona de Jesús mismo. Él con su decir y su actuar nos indica ya cómo es ese Reino y que ya está presente en Él. Presente en este mundo, aunque de forma parcial y no completamente. Por lo tanto, el Reino de Dios está en el pasado, en el presente y en el futuro.

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Y de una manera especial lo podemos encontrar en Iglesia como encargada de hacer realidad las palabras y deseos de Jesús. La Iglesia es la comunidad de hombres y mujeres encargada de continuar la misión de Jesús en nuestro mundo. Para ello el mismo Jesús eligió a los apóstoles y les prometió su espíritu, el Espíritu Santo. El Reino de Dios ha comenzado ya. No es algo que llegue de forma espectacular: Lc 17, 21: “y no se podrá decir: "Está aquí" o "Está allí". Porque el Reino de Dios está ya entre vosotros".

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En el pasado está, como hemos dicho, en la persona misma de Jesús, en sus palabras y sus acciones. En el futuro está en la vuelta de Jesús; con ella Jesús nos trae el Reino de Dios de forma completa. En el presente el Reino de Dios lo encontramos en todos aquellos lugares y personas que dan cumplimiento al mensaje de Jesús, sobre todo a las bienaventuranzas expresadas en el sermón de la montaña. Allí donde hay alguien que tiende su mano para ayudar a quien lo necesita se está realizando el Reino de Dios.

El Reino de Dios y los milagros. ¿Podemos decir que hay algún momento concreto en el que comience el Reino? Sin duda alguna hay un momento, unos acontecimientos que nos dejan ver ya un anuncio del Reino: la aparición de Jesús en público y sus milagros. En ellos vemos ya como una realidad nueva, es decir, lo enfermo es sanado. Las acciones realizadas por Jesús que nosotros llamamos “milagros” significan la presencia del Reino de Dios. Jesús no realiza milagros para maravillar a la gente, o para que su fama crezca, sino para dar testimonio de que el Reino de Dios es una realidad ya presente con su persona que lo transforma todo. En cada uno de esos acontecimientos milagrosos hay una lectura, una enseñanza y sobre todo, una esperanza de que algo cambia, no solamente lo físico, sino también el interior de la persona. Uno de los milagros más llamativos de Jesús, lo encontramos justo tras el sermón de la montaña y la parábola del sembrador: la multiplicación de los panes y los peces (Mt 14, 13-21).

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En un lejano país hubo una vez una época de gran pobreza, donde sólo algunos ricos podían vivir sin problemas. Las caravanas de tres de aquellos ricos coincidieron durante su viaje, y juntos llegaron a una aldea donde la pobreza era extrema. Era tal su situación, que provocó distintas reacciones a cada uno de ellos, y todas muy intensas. El primer rico no pudo soportar ver aquello, así que tomó todo el oro y las joyas que llevaba en sus carros, que eran muchas, y los repartió sin quedarse nada entre las gentes del campo. A todos ellos deseó la mejor de las suertes, y partió. El segundo rico, al ver su desesperada situación, paró con todos sus sirvientes, y quedándose lo justo para llegar a su destino, entregó a aquellos hombres toda su comida y bebida, pues veía que el dinero de poco les serviría. Se aseguró de que cada uno recibiera su parte y tuviera comida para cierto tiempo, y se despidió. El tercero, al ver aquella pobreza, aceleró y pasó de largo, sin siquiera detenerse. Los otros ricos, mientras iban juntos por el camino, comentaban su poca decencia y su falta de solidaridad. Menos mal que allí habían estado ellos para ayudar a aquellos pobres... Pero tres días después, se cruzaron con el tercer rico, que viajaba ahora en la dirección opuesta. Seguía caminando rápido, pero sus carros habían cambiado el oro y las mercancías por aperos de labranza, herramientas y sacos de distintas semillas y grano, y se dirigía a ayudar a luchar a la aldea contra la pobreza. Y eso, que ocurrió hace tanto, seguimos viéndolo hoy. Hay gente generosa, aunque da sólo para que se vea lo mucho que dan, y no quieren saber nada de quien lo recibe. Otros, también generosos, tratan de ayudar

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Los milagros de Jesús hoy.

realmente a quienes les rodean, pero sólo para sentirse mejor por haber obrado bien. Y hay otros, los mejores, a quienes no les importa mucho lo que piense el resto de generosos, ni dan de forma ostentosa, pero se preocupan de verdad por mejorar la vida de aquellos a quienes ayudan, y dan mucho de algo que vale mucho más que el dinero: su tiempo, su ilusión y sus vidas. ¡Aún estamos a tiempo de cambiar al grupo bueno! (Pedro Pablo Sacristán, Cuentos para Dormir)

¿Qué lecturas sacas de este cuento?

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¿Dónde crees tú que se encuentra el Reino de Dios hoy? ¿Qué podemos hacer para que todo el mundo lo conozca? ¿Y para colaborar en su construcción?

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“Enséñanos a orar” “En respuesta a esta petición, el Señor confía a sus discípulos y a su Iglesia la oración cristiana fundamental. San Lucas da de ella un texto breve (con cinco peticiones: cf Lc 11, 2-4), San Mateo una versión más desarrollada (con siete peticiones: cf Mt 6, 9-13). la tradición litúrgica de la Iglesia ha conservado el texto de San Mateo” (CIC 2759): Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

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Todo cristiano debe orar, pero no como una imposición, sino como una necesidad que nos ayude a estar en contacto continuo con Dios. Se puede orar de muchas formas: con oraciones aprendidas, meditando la Palabra de Dios e incluso, haciendo de la propia vida una oración.

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Para los cristianos, la oración es algo muy importante, es más, algo absolutamente imprescindible. Es gracias a la oración como poder establecer un diálogo que Dios. Nadie puede decir que otra persona es amiga suya si nunca habla con ella. ¿Te imaginas tener un amigo con el que no hayas hablado nunca? Es imposible. Pues con la oración ocurre lo mismo, es la forma de hablar con nuestro amigo Dios. Si decimos creer en Dios y no oramos, no tiene sentido.

La oración no es algo que quede reservado a unos cuantos, o que haya tener una carrera académica para poder hacerla. Es mucho más sencillo que eso: es la humildad de dirigirse a un Dios que sabemos que nos escucha como un Padre, como un amigo. El único requisito imprescindible para la oración es querer hacerla. Y no creas que no sirve para nada: sirve mucho y para mucho. Sobre todo para ti.

Que estás en el cielo (cfr. Catecismo, 2794 y 2795): Dios está en todas partes y el Espíritu Santo mora en nuestra alma en gracia, junto con el Padre y el Hijo, mientras no le expulsemos por un pecado grave.

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Padre nuestro: con esta invocación nos dirigimos a Dios padre, que es la Primera Persona de la Santísima Trinidad, Dios Padre, que nos ha hecho hijos suyos adoptivos (cfr. Catecismo, 2782).

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El Padrenuestro es la oración por excelencia, porque nos la enseñó Jesucristo. Es el modelo de toda oración. En la Iglesia de los orígenes, y durante mucho tiempo, la oración de Jesús fue el camino para aprender a orar, y también la mejor síntesis de la causa por la cual Jesús vivió y dio la vida. Llamar a Dios "Papá Bueno", rogar que llegue ya su Reino, pedir por el pan y el perdón y comprometerse a realizar su proyecto fue, y debiera ser, la señal de los cristianos.

Santificado sea tu nombre (cfr. Catecismo, 2807) Pedimos para que Dios sea conocido, amado, honrado y servido por todos los hombres de la tierra. Venga a nosotros tu Reino: queremos que Dios reine en nuestra alma por la gracia y que su Reino en la tierra (la Iglesia) se extienda cada día más, para que todos podamos reinar con Él en el Cielo (cfr. Catecismo, 2818). Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo: la Voluntad de Dios es que todos los hombres se salven (cfr. Catecismo, 2822). Nosotros le pedimos siempre que se haga lo que Dios quiera, no lo que queremos nosotros, porque a veces no sabemos pedir lo que realmente nos conviene. Danos hoy nuestro pan de cada día: le pedimos a Dios lo necesario para la vida del alma -el Pan de la Eucaristía- y para la vida del cuerpo (cfr. Catecismo, 2830 y 2831). Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden: si perdonamos al prójimo -es decir a todos los que nos rodean-, también Dios nos perdonará a nosotros (cfr. Catecismo, 2839 y 2840). No nos dejes caer en la tentación: le pedimos a Dios que nos ayude a vencer las tentaciones: huir de las ocasiones de pecar, a ser constantes en la oración, a acudir con frecuencia a los sacramentos, etc. (cfr. Catecismo 284647). Y líbranos del mal: le pedimos a Dios que nos libre del único verdadero mal, que es el pecado; le rogamos también que nos libre de la pena que trae consigo el pecado, que es la condenación. (cfr. Catecismo, 2850-51).

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Fíjate en algo hermosísimo: el Padrenuestro lo rezamos no en singular (Padre mío que estás en el cielo.... perdona mis ofensas....) sino en plural (Padre Nuestro... líbranos del mal...). Jesús nos lo enseñó así porque quiere que a la vez que piensas en ti mismo al rezarlo, pienses también en todos tus hermanos del mundo. Como ves, el Padrenuestro es una oración preciosa, que nos llena de tranquilidad al rezarla, pues sabemos que nuestro Padre NOS ESCUCHA.

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Atrévete. Elabora tu propia oración:

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Si tuviésemos que indicar cuál es el centro de nuestra fe, es decir, lo que resume y condensa todo aquello en lo que los cristianos creemos, lo haríamos refiriéndonos al “Kerigma”. Esta palabra significa “anuncio”, y fue el slogan de los discípulos de Jesús al comienzo de su predicación, cuando la Iglesia comenzaba a nacer. Pero aquel slogan sigue siendo el mismo hoy en día: “Jesús, murió y resucitó por nosotros”. Su muerte no es simplemente un hecho histórico, sino que desde los ojos de la fe es mucho más que eso: es su entrega libre y amorosa por cada uno de nosotros. Pero la muerte de Jesús sería sólo un acontecimiento ejemplar si nos quedásemos ahí: la muerte injusta de alguien que luchó por la justicia y la dignidad del ser humano. Hay otro factor fundamental que convierte aquel acontecimiento histórico en un acontecimiento de salvación: la Resurrección.

La entrega del Hijo es la manifestación suprema del amor de Dios. Con razón comenta San Pablo: «El que no reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos va a regalar todo lo demás con él? (Rom 8, 32). En una palabra, en la muerte de Jesús se manifiesta definitivamente que Dios es amor. Y por eso es el momento supremo en que la gloria de Dios aparece en toda su luminosidad y potencia. Dios nos descubre su ser demostrándonos que es capaz de morir en Jesús por nosotros.

Los evangelios nos narran con todo detalle la detención, el juicio y la ejecución. Vale la pena recordar brevemente los hechos.

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Denunciado por uno de sus apóstoles, fue detenido por la guardia judía del Templo, en el huerto de Getsemaní, la noche de un jueves. Durante esa

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Jesús no murió de muerte natural sino que fue ejecutado en una cruz.

noche fue sometido a dos interrogatorios; primero ante Anás, ex sumo sacerdote que había sido depuesto por los romanos, y después ante Caifás y todo el tribunal supremo judío, el Sanedrín. En este juicio religioso se le acusó de blasfemia y fue condenado a la pena capital. Pero como el Sanedrín no podía ejecutar esta pena, hubo que traer a Jesús ante el procurador romano, que a la sazón estaba en Jerusalén con motivo de las fiestas de Pascua. Ante el procurador las autoridades judías cambiaron de estrategia y lo acusaron de agitador político contra Roma. Poncio Pilato se percató enseguida de que no había motivo para condenar a Jesús a muerte. Ante la presión creciente de los judíos, ideó varias estratagemas para no condenarle. Primero lo remitió a Herodes Antipas, presente también en Jerusalén y que era quien tenía la jurisdicción en Galilea. Después quiso aprovecharse de la costumbre de soltar a un preso por la fiesta de la Pascua. Por último, le impuso a Jesús el duro castigo de los azotes para ver si con ello se conformaban sus acusadores. Pero todo fue en vano. La pertinacia de los dirigentes judíos, que habían logrado movilizar a una masa de gente contra Jesús, hizo temer a Pilato mayores males. Sobre todo cuando se oyó decir: «Si sueltas a ése, no eres amigo del César. El que se hace rey va contra el César» (Jn 19,12). Amenazado en su puesto, cedió pronunciando la sentencia de muerte, no sin antes hacer un gesto absolutamente hipócrita: se lavó las manos mientras decía: «No soy responsable de la muerte de este inocente» (Mt 27,24). Jesús fue crucificado en el lugar llamado «La Calavera», a las 9 de la mañana del viernes, víspera de la Pascua judía del año 30, y murió hacia la media tarde. La causa de la condena, que figuraba en un letrero sobre la cruz, fue la de agitador político: «Éste es Jesús, rey de los judíos» (Mt 27,37).

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Hay que reconocer que la actitud de Jesús ante la Ley de Moisés, la «Torá», ponía en crisis toda la institución legal sobre la que se apoyaba la autoridad religiosa y social de los dirigentes de Israel. Con la libertad propia de un hombre que viene de Dios, Jesús se coloca por encima de la Ley y da la última palabra al amor. Por otra parte, anuncia a un Dios Padre, abierto a todos los hombres, incluso a los extranjeros y pecadores, con lo que está rechazando el carácter privilegiado del pueblo judío y de su alianza con Yahvé. Predica que se acerca el Reino de Dios, pero no

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Ante estos hechos, no hay más remedio que preguntarse: ¿Qué ha defendido Jesús para llegar a ser tan insoportable a las autoridades judías y romanas? ¿Cómo ha podido provocar una acción tan violenta?

como un juicio para paganos y pecadores, sino como una buena noticia de perdón y de gracia. De este modo, contradice todas las esperanzas judías, que se basaban en la pertenencia al pueblo elegido y en el valor absoluto de la «Torá». Y, por si fuera poco, se presenta como superior a Moisés, a quien corrige en varias ocasiones. Más aún, se coloca en un plano de igualdad con Dios, a quien llama «mi Padre» en un sentido excepcional y exclusivo, que el monoteísmo judío no podía aceptar. Se entiende así la animosidad visceral de las autoridades religiosas del judaísmo y su acusación de blasfemia. Además, su actuación libre frente a toda autoridad, su obediencia radical a Dios por encima de cualquier señor o césar, y su anuncio decidido del Reino de Dios, podían interpretarse como un peligro contra la «pax romana», como una perturbación del orden socio-político establecido por Roma. Aunque Jesús se esforzó por evitar este malentendido, las expectativas políticas de los judíos de su tiempo se prestaban a malinterpretar su mensaje. Aunque resulta curioso que estas expectativas motivaran primero la decepción de las masas y se utilizaran después para acusarle. El pueblo esperaba que condujera a Israel hacia la destrucción del imperialismo romano y, al verse defraudado, lo abandonó y colaboró en su ejecución. Y los dirigentes le acusaron ante Pilato de subversión para lograr su condena3. Entre tanto, sus discípulos, los que habían estado junto a Él los años anteriores, lo dejan solo. Incluso Pedro, quien había afirmado no abandonarlo e incluso dar la vida por él, niega conocerle cuando le reconocen. Jesús no hace lo mismo. Lejos de abandonar a sus discípulos, en la noche del Jueves se reúne con ellos y celebra la “cena de pascua”. Allí les anuncia su entrega a la vez que les dice que Él se queda junto a ellos de una forma real en el pan y el vino que, desde aquél momento serán su cuerpo y su sangre. Jesús sí cumple lo que dice, por eso sigue estando presente de forma real en la Eucaristía, su cuerpo y su sangre, su palabra y su presencia sigue siendo el cumplimiento de su promesa para los discípulos de hoy: nosotros. “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 1616-20)

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Del original: Miguel Payá, Los discípulos de Jesús.

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La Eucaristía es la presencia real de Jesucristo, su promesa se hace realidad.

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La Eucaristía es el encuentro personal con Cristo Resucitado. ¿Acudes semanalmente a la celebración de la Eucaristía? ¿Por qué?

(Recuerda que el libro de 1º te entregamos ya una ficha con los momentos y respuestas de la Eucaristía).

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¿Qué es lo que te llama la atención de la Eucaristía? O ¿Qué es lo que te impide asistir a la Eucaristía?

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La vida y pasión de Cristo adquiere su significado en el momento de la Resurrección. Y no sólo su vida, sino también la nuestra: CIC, 638 "Os anunciamos la Buena Nueva de que la Promesa hecha a los padres Dios la ha cumplido en nosotros, los hijos, al resucitar a Jesús (Hch 13, 32-33). La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz: Cristo ha resucitado de los muertos, con su muerte ha vencido a la muerte. Y a los muertos ha dado la vida. (Liturgia bizantina: Tropario del día de Pascua) Pero para poder comprender bien esta realidad, primero tenemos que comenzar por saber lo que NO es la resurrección4:

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Del original de Miguel Payá, La Resurrección de Crito.

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Toda la Historia de la Salvación, adquiere un carácter nuevo con el acontecimiento de la Resurrección. La resurrección no es un hecho más, sino que constituye la verdad más importante de nuestra fe en Jesús “el Cristo”. Si sólo creyésemos en el personaje histórico de Jesús, estaríamos hablando de una persona fenomenal e importante que, con su mensaje y su vida, consiguió marcar la historia de la humanidad. Pero no es sólo eso, la resurrección convierte la historia en verdadera Historia de la Salvación. Jesús es el Señor, es Dios mismo que quiere romper la última frontera que separa al ser humano de Él: la muerte.

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1. No es «revivir», es decir, volver a la vida terrena como antes. Eso es lo que hizo Jesús con Lázaro, con el hijo de la viuda de Naim y con la hija de Jairo: restituyó su cuerpo a la vida ordinaria. Pero después volvieron a morir. 2. No se trata tampoco solamente de la «inmortalidad del alma», que sería una especie de resurrección a medias. La resurrección se refiere a la entrada en la vida sin fin de toda la humanidad de Jesús, incluido su cuerpo. Por eso el sepulcro quedó vacío. 3. Tampoco se trata de una «rencarnación», como admiten el hinduismo y el budismo, que consiste en la transmigración del alma a un cuerpo distinto. El cuerpo de Jesús sigue siendo el mismo. 4. Mucho menos es como un «recuerdo vivo» de Jesús, que habría provocado en sus discípulos la convicción de que seguía presente. Porque fue el encuentro con Jesús resucitado lo que suscitó en sus discípulos la fe en la resurrección, no al revés. 5. Y tampoco se trató de una realidad «inventada» por los discípulos por fraude o alucinación. Después de la muerte de Jesús, los discípulos estaban tristes, miedosos, incrédulos, escépticos. Sólo un gran acontecimiento pudo cambiarlos, devolviéndoles el primitivo entusiasmo por Jesús y por su seguimiento.

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Benedicto XVI: “La resurrección de Jesús es la plenitud de la vida no sometida ya a la caducidad del tiempo, sino inmersa en la eternidad de Dios. Inicia una nueva condición del ser hombres, que ilumina y trasforma el camino de cada día y abre un futuro diverso y nuevo para toda la humanidad”.

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El Evangelio de San Mateo (28, 1-10), nos narra así el acontecimiento:

La resurrección es una verdad fundamental del cristianismo. Cristo verdaderamente resucitó por el poder de Dios. No se trata de un fantasma, ni una mera fuerza de energía, ni de un cuerpo revivido como el de Lázaro que volvió a morir. La presencia de Jesús resucitado no se trata de alucinaciones por parte de los Apóstoles. Cuando decimos "Cristo vive" no estamos usando una manera de hablar, como piensan algunos, para decir que vive solo en nuestro recuerdo. La cruz, muerte y resurrección de Cristo son hechos históricos que sacudieron el mundo de su época y transformaron la historia de todos los siglos. Cristo vive para siempre con el mismo cuerpo con que murió, pero este ha sido transformado y glorificado (Cf. Cor.15:20, 35-45) de manera que goza de un nuevo orden de vida como jamás vivió un ser humano.

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Juan Pablo II

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“Cristo resucitó en un determinado momento de la historia, pero aún espera resucitar en la historia de innumerables hombres, en la historia de los individuos y en la de los pueblos. Esta es una resurrección que supone la cooperación del hombre, de todos los hombres. Pero es una resurrección en la cual se manifiesta siempre una oleada de esa vida que surgió del sepulcro una mañana de Pascua hace ya tantos siglos. Dondequiera que un corazón, superando el egoísmo, la violencia y el odio, se inclina con un gesto de amor hacia el necesitado, allí Cristo resucita hoy de nuevo. Dondequiera que en empeño operante por la justicia emerja una verdadera voluntad de paz, allí retrocede la muerte y se consolida la vida de Cristo. Dondequiera que muera quien ha vivido creyendo, amando y sufriendo, allí la resurrección de Cristo celebra su victoria definitiva. La última palabra de Dios sobre las vicisitudes humanas no es la muerte, sino la vida; no es la desesperación, sino la esperanza.5”

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Dialogamos en grupo: ¿Crees en la Resurrección? ¿Por qué?

Oración anónima a Cristo resucitado No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido; ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte. Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido; muéveme el ver tu cuerpo tan herido, muéveme tus afrentas y tu muerte. Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que, aunque no hubiera cielo, yo te amara, y, que aunque no hubiera infierno, te temiera.

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No me tienes que dar por que te quiera; pues, aunque cuanto espero no esperara; lo mismo que quiero te quisiera.

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En aquellos días, como el número de discípulos aumentaba, los helenistas comenzaron a murmurar contra los hebreos porque se desatendían a sus viudas en la distribución diaria de los alimentos. Entonces los Doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: «No es justo que descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para ocuparnos de servir las mesas. Es preferible, hermanos, que busquemos a siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros les encargaremos esta tarea. De esa manera, podremos dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra». La asamblea aprobó esta propuesta y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo (…) Los presentaron a los Apóstoles, y estos, después de orar, les impusieron las manos. Así la Palabra de Dios se extendía cada vez más, el número de discípulos aumentaba considerablemente en Jerusalén y muchos sacerdotes abrazaban la fe. Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y signos en el pueblo. Algunos miembros de la sinagoga llamada «de los Libertos», como también otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él. Pero como no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba en su palabra, sobornaron a unos hombres para que dijeran que le habían oído blasfemar contra Moisés y contra Dios. Así consiguieron enfurecer al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y llegando de improviso, lo arrestaron y lo llevaron ante el Sanedrín. Entonces presentaron falsos testigos, que declararon: «Este hombre no hace otra cosa que hablar contra el Lugar santo y contra la Ley. Nosotros le hemos oído decir que Jesús de Nazaret destruirá este Lugar y cambiará las costumbres que nos ha transmitido Moisés». En ese momento, los que estaban sentados en el Sanedrín tenían los ojos clavados en él y vieron que el rostro de Esteban parecía el de un ángel (…) El Sumo Sacerdote preguntó a Esteban: «¿Es verdad lo que estos dicen?». El respondió: «Hermanos y padres, escuchad: El Dios de la gloria se apareció a nuestro padre Abraham, cuando aún estaba en Mesopotamia,

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La palabra Pascua significa “paso”. Por lo tanto, el título de este tema sería: el paso de Jesús. Como ya hemos visto en los temas anteriores, el paso de Jesús no deja indiferente a nadie: unos desean seguirle, otros desean matarlo y otros “pasan” de Él. Sea como fuere, todo el mundo se posiciona ante su figura y su mensaje. Proclamar la fe en Cristo Resucitado implica tomar posición. No puedes decir que Cristo ha resucitado y, por el contrario, vivir como si Cristo no fuese más que un “hecho histórico”; eso implicaría ser hipócrita. Por eso decimos que ante el acontecimiento de Cristo Resucitado, para los que creemos en él, comienza un tiempo nuevo, un tiempo distinto. Los primeros apóstoles vivieron esta realidad de una forma “radical”. Hubo quien abandonó a Jesús, pero los que decidieron seguirle lo hicieron hasta el extremo. El caso más significativo fue el de Esteban, el primer mártir (Hechos de los apóstoles 6 y 7:

antes de establecerse en Jarán, y le dijo: «Abandona tu tierra natal y la casa de tu padre y ve al país que yo te indicaré»(…) ¡Hombres rebeldes, paganos de corazón y cerrados a la verdad! Siempre os resistís al Espíritu Santo y sois iguales que vuestros padres. ¿Hubo algún profeta a quien ellos no persiguieran? Mataron a los que anunciaban la venida del Justo, el mismo que acaba de ser traicionado y asesinado por vosotros, los que recibieron la Ley por intermedio de los ángeles y no la cumplieron». Al oír esto, se enfurecieron y rechinaban los dientes contra él. Esteban, lleno del Espíritu Santo y con los ojos fijos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús, que estaba de pie a la derecha de Dios. Entonces exclamó: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios». Ellos comenzaron a vociferar y, tapándose los oídos, se precipitaron sobre él como un solo hombre, y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon. Los testigos se quitaron los mantos, confiándolos a un joven llamado Saulo. Mientras lo apedreaban, Esteban oraba, diciendo: «Señor Jesús, recibe mi espíritu». Después, poniéndose de rodillas, exclamó en alta voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado». Y al decir esto, expiró. Con Esteban comienza el tiempo de la persecución de los primeros cristianos. Pero lejos de amedrentarse, los apóstoles toman fuerza de su fe en Cristo Resucitado y no temen a la muerte. Comienza el tiempo nuevo en que el mensaje de Cristo se extiende y se proclama al mundo entero. No se trata de un mensaje que los primeros cristianos proclamen con su palabra, sino que muchas veces han de dar testimonio con su propia vida, depositando toda su confianza en quien les ha llamada y su fuerza en el Espíritu que les impulsa.

Cuando estaba ya cerca de la ciudad, a la hora del mediodía, vio bajar del cielo una luz más resplandeciente que el sol. Cayó al suelo y oyó una voz

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Pablo nació de una familia judía acomodada, de la tribu de Benjamín, en Tarso de Cilicia (hoy Turquía). Su nombre semítico era Saulo. Por ser Tarso una ciudad griega, gozó de ciudadanía romana. La fecha de su nacimiento se calcula alrededor del año 3 A.D. Destacado estudioso de la Ley y defensor acérrimo de la ortodoxia judía, su celo lo llevó a perseguir a la naciente Iglesia cristiana por considerarla una secta hebrea contraria a la Ley y que debía ser destruida. El joven Saulo lleno de celo contra los cristianos se ofreció voluntario para ir a Damasco y apresar allí a los judíos que se habían hecho cristianos, a fin de llevarlos a Jerusalén para que fueran juzgados y asesinados. Era un modelo de judío fanático e intransigente. Fue en todo caso Saulo uno de los que con mayor saña persiguió a los cristianos y Caifás le envió a Damasco con este propósito.

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Como has leído en el texto sobre el martirio de San Esteban, cuando le lapidan, dejan sus capas a los pies de un joven llamado Saulo. El tal Saulo será después conocido como San Pablo. Su historia es igual de fascinante.

que decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Contesto él: “Señor, ¿qué quieres que haga?”. Sin que los que le acompañaban vieran ni oyeran nada especial, por más que percibieran que su amigo le estaba ocurriendo algo extraño y que parecía estar hablando con una visión desconocida. A partir de ese momento, cambiará su vida y, tras ser curado de la ceguera provocada por aquella luz resplandeciente, se convertirá en un intrépido apóstol-misionero hasta ser decapitado en Roma por su amor a Cristo. Algunas de sus palabras nos hablan de su profunda fe y testimonio: "Lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo" (Flp 3,7-8).

“Por este motivo estoy soportando estos sufrimientos; pero no me avergüenzo, porque yo sé bien en quién tengo puesta mi fe, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día”. II Timoteo 1,12 Si quieres conocer un poco más su vida, puedes encontrarla en los Hechos de los Apóstoles. También en comic: http://mufli.blogia.com/2011/122701comic-sobre-la-vida-de-san-pablo.php, o puedes ver la peli sobre película: http://mufli.blogia.com/2011/122702-pabloel-apostol-misionero.php. Son muchos más los que dieron y dan su vida por Jesús de Nazaret, los que ha descubierto el tiempo nuevo inaugurado en la Pascua de Jesús. Si lees un poco sobre la vida de los primeros cristianos, descubrirás un montón de testimonios. También puedes leer los Hechos de los Apóstoles, donde se narra el comienzo del Cristianismo y la entrega de los primero cristianos. Reflexionando

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¿Qué te parece el testimonio de estos dos apóstoles? ¿Crees que hoy día sigue habiendo personas que dan su vida por su fe en Jesús de Nazaret? ¿Cómo? ¿Conoces algún caso cercano a ti? ¿Cómo das tú testimonio de tu fe?

Salmo 61 La Paz en Dios

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Sólo en Dios descansa mi alma, porque de él viene mi salvación; sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré. ¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre todos juntos, para derribarlo como a una pared que cede o a una tapia ruinosa? Sólo piensan en derribarme de mi altura, y se complacen en la mentira: con la boca bendicen, con el corazón maldicen. Descansa sólo en Dios, alma mía, porque él es mi esperanza; sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré. De Dios viene mi salvación y mi gloria, él es mi roca firme, Dios es mi refugio. Pueblo suyo, confiad en él, desahogad ante él vuestro corazón, que Dios es nuestro refugio. Los hombres no son más que un soplo, los nobles son apariencia: todos juntos en la balanza subirían más leves que un soplo. No confiéis en la opresión, no pongáis ilusiones en el robo; y aunque crezcan vuestras riquezas, no les deis el corazón. Dios ha dicho una cosa, y dos cosas que he escuchado: «Que Dios tiene el poder y el Señor tiene la gracia; que tú pagas a cada uno según sus obras».

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El amor a Dios, que resulta posible gracias al don del Espíritu, se funda, por tanto, en la mediación de Jesús, como Él mismo afirma en la oración sacerdotal: «Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos» (Jn 17, 26). Esta mediación se concreta sobre todo en el don que Él ha hecho de su vida, don que por una parte testimonia el amor mayor y, por otra, exige la observancia de lo que Jesús manda: «Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando» (Jn 15, 13-14).

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Como ya sabes, el Amor es el mandato principal de todo el mensaje de Jesús. Hasta tal punto que lo único que nos pide es que este Amor sea nuestro propio carnet de identidad como cristianos. Pero conviene que entendamos bien a qué Amor se refiere Jesús. Estas palabras del Papa Juan Pablo II lo explican muy bien. El Amor al que Jesús se refiere no es sólo un amor al estilo “humano”, sino un Amor que va mucho más allá: hasta dar la propia vida. En el tema anterior hemos visto el ejemplo de algunos personajes que fueron capaces de entregar su propia vida por Jesús; lo hicieron como testimonio del auténtico Amor. Amar es ser capaz de dar la propia vida. El Amor de Cristo es entrega total y, sobre todo, desinteresada. Quizás, quien mejor haya expresado a qué se refiere Jesús, haya sido el apóstol San Pablo en lo que es

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La caridad cristiana acude a esta fuente de amor, que es Jesús, el Hijo de Dios entregado por nosotros. La capacidad de amar como Dios ama se ofrece a todo cristiano como fruto del misterio pascual de muerte y Resurrección. (Catequesis sobre Dios Padre de Juan Pablo II)

denominado como “el himno a la Caridad”, recogida en su carta a los corintios (12, 31-13, 13):

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Sin duda, este Amor, no va en detrimento de otras opciones sino que lo marca como puramente cristiano, es decir: la solidaridad, la ayuda a los demás, el trabajo altruista, etc., son verdaderamente admirables, pero lo que constituye una acción en cristiana es hacerlo desde el Amor; viendo en el “otro” la figura misma de Cristo. Este mandato de Jesús, lo entendió bien la Madre Teresa de Calcuta. Ella decía que todo aquello que hacía lo hacía porque veía a Jesús mismo en cada una de las personas a las que ayudaba: "Tengo que dejar el convento y ayudar a los pobres viviendo entre ellos. Oigo la llamada a abandonarlo todo y seguir a Cristo en las chabolas, a fin de servirle entre los más pobres de los pobres. Es su voluntad y debo cumplirla". El estilo de vida al que nos llama Jesús es un estilo distinto a todo lo conocido, no sentir lástima por los demás sino con-pasión (vivir su pasión, sus sufrimientos y sus anhelos). Llegar a esta forma de vida no es algo que se consiga de la noche a la mañana, sino con un “entrenamiento” diario, viviendo

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Hermanos: Ambicionad los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional. Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles; si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que aturden. Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no soy nada. Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve. El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca. ¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?, enmudecerá. ¿El saber?, se acabará. Porque limitado es nuestro saber y limitada es nuestra profecía; pero cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño. Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce. En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.

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cada circunstancia de nuestra vida con ese Amor. No podemos dar la vida por los demás sino no comenzamos por amar a los que tenemos alrededor. Cuántas veces hemos oído decir aquello de: “a mí me gustaría irme a las misiones a ayudar a los demás”, y en cambio no somos capaces de ayudar a los que tenemos a nuestro alrededor, los más cercanos. No se puede amar, como dice Jesús, a quien no se conoce si antes no se ama los que se conoce. Otro gran santo que entendió bien esto del Amor de Jesús, fue San Agustín, quien nos dice: “Ama y haz lo que quieras”. ¿Por qué dice esto?, muy sencillo: quien ama como nos dice Jesús, puede hacer lo que quiera porque nunca hará el mal a nadie ni a nada. Seguro que en tu parroquia existe algún movimiento que intenta vivir este mandato de Jesús: caritas, manos unidas, grupos misioneros, etc… ¿los conoces?, sería una ocasión estupenda el conocerlos para comprender esta llamada al Amor. Recuerda: si quieres realmente seguir a Jesús, habrás de comenzar por poner en práctica su mandato: “amaos unos a otros como yo os amado”. No tengas miedo, es difícil, pero si de verdad deseas hacerlo no te faltará la fuerza del Espíritu Santo para ello. Esa fuerza es la que vas a recibir con el Sacramento de la Confirmación, una fuerza que te ayudará poder hacerlo. Muchos jóvenes son los que reciben este Sacramento, pero pocos son los que se atreven a ponerlo en práctica, ¿en qué grupo te encuentras tú, cómo y por qué?:

Señor6: Qué hermoso es tener un corazón con capacidad para amar y perdonar, para ayudar y comprender, para creer y confiar. Pero qué difícil me resulta practicarlo, hacerlo vida en mis actos de cada día. Mis fuerzas son muy limitadas y son más las horas bajas que las buenas. Tú siempre estás ahí, esperándome, creyendo en mí, confiando en mí. Que una caída de hoy sea un peldaño que me acerque más a ti y a mis hermanos; que cada día tenga el coraje de volver a empezar en el camino del amor. Que al cerrar cada noche, pueda refugiarme en tu regazo de padre compresivo y amoroso. Dame la valentía de saber unir

el arco iris del amor y de la amistad. 6

http://www.tuforocristiano.com

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para hacer crecer entre todos

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mi mano a otros hombres, mis hermanos,

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La pregunta sobre dónde está Dios ha sido y es, a lo largo de la historia de la humanidad, uno de los interrogantes que más se ha repetido en el ser humano. Todos queremos ver a Dios, nos gustaría poder verle o que alguien nos demostrase, de forma irrefutable, su existencia. Pero nos olvidamos así de lo más fundamental: la fe. Verle le hemos. Es Jesús quien nos dice: “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14, 9). Incluso nos ha mostrado en diversas ocasiones su realidad divina. Pero parece como si para nosotros no fuese suficiente. Necesitamos más. También puede ocurrir que, cuando buscamos a Dios, lo que en realidad estemos buscando es “nuestro dios”; es decir: un ser que haga lo que nosotros queremos, alguien que nos solucione los problemas y a quien culpar cuando las cosas no nos van bien o no son como nosotros queremos. Si buscas a ese dios, seguro que lo encuentras sin problemas, porque ese dios eres tú mismo. El Dios de Jesucristo es bien distinto de ese otro dios:

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José L. Caravias “El Dios de Jesús”.

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El Dios de Jesús es el Padre. Del que Jesús habla constantemente. Es el Padre bueno. Y es bueno con todos. El Padre que manda su sol sobre justos y pecadores; y la lluvia sobre buenos y malos. El Padre que acoge al hijo perdido, sin reprocharle nada, sin pedirle explicaciones, ni exigirle cuentas. El Padre que quiere tanto a su hijo extraviado, que, cuando vuelve a la casa, muerto de hambre, el Padre le pone lo mejor que tiene y le organiza una fiesta por todo lo alto. Pero, sobre todo, es el Padre que se nos da a conocer y se nos revela en Jesús. De forma que, cuando el apóstol Felipe le dice a Jesús "enséñanos al Padre", Jesús le contesta: "Felipe, ¿todavía no me conoces?". Y añade el mismo Jesús: "Felipe, el que me ve a mí, está viendo al Padre" (Jn

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“La vida de Jesús, sus actitudes, sus amistades, sus compromisos, todo en él se halla animado de tal manera por la realidad "Dios", que adquieren un estilo y originalidad que resultan sorprendentes para los que tratan con él: "¿quién es éste?" (Lc 8,25). Es imposible comprender a Jesús y su mensaje sin conocer al Dios en el que creyó y del que se dejó penetrar hasta las últimas consecuencias. Para Jesús lo principal no es la palabra "Dios", sino los hechos que hacen presente al hombre la realidad "Dios". Él nunca se enreda en "palabrerías" teológicas, ni en oraciones vacías de sentido (Mt 6,5-8). Jesús nunca se sirvió de teorías sobre "Dios" para adoctrinar a sus oyentes, sino que se refería a él en situaciones concretas, buscando siempre descubrir los signos de su presencia en el mundo7”.

14, 8-10). Ver a aquel hombre, Jesús, que acababa de cenar con los demás y como los demás, en aquel hombre bueno se veía a Dios, se conocía a Dios. En el hombre Jesús, se revelaba Dios. Es decir, en Jesús, conocemos a Dios. Por eso, es una tesis fundamental de la teología del Nuevo Testamento que Jesús es el Revelador de Dios y la Revelación de Dios8. Por lo tanto, la búsqueda de Dios tiene que comenzar siempre por saber a quién estamos buscando, a nuestro dios particular o al Dios de Jesucristo. Si seguimos las indicaciones del propio Jesús para buscar a Dios, no hemos de buscarle en las grandes cosas sino lo humilde y lo sencillo. Dios no forma parte de complicados esquemas sociales o coyunturas globales, Dios es mucho más sencillo y, según la experiencia de la Biblia, no escoge lo grande y magnífico para manifestarse, sino más bien lo sencillo y humilde.

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Del original: http://josemariacastillo.blogspot.com

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Cuando observo el campo sin arar; cuando los aperos de labranza están olvidados; Cuando la tierra está quebrada y abandonada me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios? Cuando observo la injusticia, la corrupción, el que explota al débil; cuando veo al prepotente pedante enriquecerse del ignorante y del pobre, del obrero, del campesino carente de recursos para defender sus derechos, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios? Cuando contemplo a esa anciana olvidada; cuando su mirada es nostalgia y balbucea todavía algunas palabras de amor por el hijo que la abandonó, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios? Cuando veo al moribundo en su agonía llena de dolor; cuando observo a su pareja deseando no verle sufrir; cuando el sufrimiento es intolerable y su lecho se convierte en un grito de súplica de paz, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios? Cuando miro a ese joven, antes fuerte y decidido, ahora embrutecido por la droga y el alcohol; cuando veo titubeante lo que antes era una inteligencia brillante y ahora harapos sin rumbo ni destino, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios? Cuando a esa chiquilla que debería soñar en fantasías, la veo arrastrar su existencia y en su rostro se refleja ya el hastío de vivir, y buscando sobrevivir se pinta la boca, se ciñe el vestido y sale a vender su frágil cuerpecito, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios? Cuando aquel pequeño a las tres de la madrugada me ofrece su periódico, su miserable cajita de dulces sin vender; cuando lo veo dormir en una puerta titiritando de frío; cuando su mirada me reclama una caricia; cuando lo veo sin

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¿DÓNDE ESTÁ DIOS?

esperanzas vagar con la única compañía de un perro callejero, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios? Y me enfrento a Él y le pregunto: ¿Dónde están tus manos, Señor? Para luchar por la justicia, para dar una caricia, un consuelo al abandonado, rescatar a la juventud de las drogas, dar amor y ternura a los olvidados. Después de un largo silencio escuché su voz que me reclamó: "No te das cuenta que tú eres mis manos, atrévete a usarlas para lo que fueron hechas: para dar amor y alcanzar estrellas". Y comprendí que las manos de Dios somos "TÚ y YO", los que tenemos la voluntad, el conocimiento y el coraje de luchar por un mundo más humano y justo, aquellos cuyos ideales sean tan altos que no puedan dejar de acudir a la llamada del destino, aquellos que desafiando el dolor, la crítica y la blasfemia se retienen a sí mismos para ser las manos de Dios. Señor, ahora me doy cuenta que mis manos están sin llenar, que no han dado lo que deberían de dar, te pido ahora perdón por el amor que me diste y no he sabido compartir, las debo usar para amar y conquistar la grandeza de la creación. El mundo necesita de esas manos llenas de ideales, cuya obra magna sea contribuir día a día a forjar una nueva civilización que busque valores superiores, que compartan generosamente lo que Dios nos ha dado y puedan llegar al final habiendo entregado todo con amor. Y Dios seguramente dirá: ¡ESAS SON MIS MANOS!

Dialogamos en grupo: ¿Buscas tú a Dios? ¿Dónde y cómo lo buscas? ¿Crees que es posible encontrarlo? ¿Conoces alguna experiencia propia o ajena sobre el encuentro con Dios? ¿Has sentido alguna vez su presencia en tu vida? Si te atreves, cuéntala en el grupo. Si no te atreves di por qué no lo haces. Reflexionemos un poco sobre estas frases de la Madre Teresa de Calcuta:

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"No hay que tener alas para ir a buscar a Dios, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí". "Dios no ha de forzar nuestra voluntad; toma lo que le damos; más no se da a sí del todo hasta que nos damos del todo".

En Busca de Dios “¡Te necesito, Señor!, porque sin Ti mi vida se seca. Quiero encontrarte en la oración, en tu presencia inconfundible, durante esos momentos en los que el silencio se sitúa de frente a mí, ante Ti. ¡Quiero buscarte! Quiero encontrarte dando vida a la naturaleza que Tú has creado; en la transparencia del horizonte lejano desde un cerro, y en la profundidad de un bosque que protege con sus hojas los latidos escondidos de todos sus inquilinos. ¡Necesito sentirte alrededor! Quiero encontrarte en tus sacramentos, En el rencuentro con tu perdón, en la escucha de tu palabra, en el misterio de tu cotidiana entrega radical. ¡Necesito sentirte dentro! Quiero encontrarte en el rostro de los hombres y mujeres, en la convivencia con mis hermanos; en la necesidad del pobre y en el amor de mis amigos; en la sonrisa de un niño y en el ruido de la muchedumbre. ¡Tengo que verte! Quiero encontrarte en la pobreza de mi ser, en las capacidades que me has dado, en los deseos y sentimientos que fluyen en mí,

cuando me acerque a las puertas del encuentro cara a cara contigo”. Teilhard de Chardin

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y, un día, en la debilidad de mi vida,

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en mi trabajo y mi descanso

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El comienzo de una aventura. El comienzo de este nuevo curso concluye con el Sacramento de la Confirmación. Vamos a concluir un proceso que iniciábamos hace dos cursos y cuyo objetivo no es “simplemente” recibir el Sacramento, sino que este Sacramento te pueda llevar a plantearte la pregunta que todo cristiano debe de hacerse: ¿Deseo seguir a Jesús? ¿Qué significa él en mi vida? El seguimiento de Jesús implica también otra pregunta mucho más radical y sincera: ¿Qué espera Dios de mí? Hoy, como ayer, Cristo sigue cruzándose en la vida de muchos hombres y mujeres y los invita a seguirlo en el servicio a los demás. Algunos han aceptado la invitación: Martin Luther King, el obispo brasileño Hélder Cámara, el hermano Roger de- Taize (Francia), la Madre Teresa de Calculta, Raúl Follereau, Pedro Casaldáliga, etc. Cristo nos invita también a nosotros a seguirlo. Creer en él es ponerse en camino y seguir sus huellas. EI auténtico seguidor de Cristo es, en primer lugar, aquel que tiene las ACTITUDES FUNDAMENTALES que vivió Jesús: actitudes de servicio, de solidaridad, de liberación, de perdón, de obediencia y entrega total a Dios y a su proyecto de salvación. Quien desea seguir a Jesús es UN TESTIGO del Evangelio que se pone a anunciar y construir el Reino de Dios que está ya en marcha. No bastan las cosas para ser felices. La felicidad que ellas nos ofrecen es efímera, pasajera. En cambio, la felicidad que Jesús pone a nuestro alcance es distinta. No se pasa, no caduca ni cambia según las circunstancias. Vivir la experiencia de amistad con Jesús es el fenómeno más extraordinario que le puede ocurrir a una persona. Es sentirse abrazado por su ternura, su bondad, su personalidad desbordante. Jesús ama; y ama gratuitamente.

radicalmente. No quiere cristianos de medias tintas, de mediocridades. Lo dice con toda claridad: “El que no está conmigo está contra mi. El que no recoge conmigo, desparrama”. Nos invita a participar de su plenitud, para llegar a la perfección del Padre. Quiere que

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rato, hacer como que interesa… pero “esto” no funciona así: Jesús lo exige todo. Seguir

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Pero esta experiencia no es para cobardes. Lo sencillo es disimular, pasar el

participemos de su plenitud para ser testigos en medio del mundo, para ser constructores de su Reino. Es Jesús quien llama. Jesús llama, propone, invita. Respeta totalmente nuestra libertad. No fuerza, no rompe, no obliga. Pero si entre tú y él hay una verdadera amistad, al Amigo no se le defrauda. Al amigo se le da todo. “Aquí estoy para hacer tu voluntad”. “Elegir a Cristo es todo o nada, no hay término medio. ¿Llegarás hasta llevar en tu cuerpo la marca candente de Jesús y de su amor? Se reconoce en ti cuando puedes decirle: “Tú me has amado primero”, tú eres mi alegría, mi amor esencial; que eso me baste”. (Hno. Roger Schut, Taizé). Cuando se toma la decisión de seguirle, no hay tiempo para excusas, para el temor o las indecisiones. Me fío de su Palabra y eso me basta. Porque el momento es urgente. Hay que ponerse manos a la obra. La mies es mucha; los obreros pocos. Dejemos las actitudes de la oscuridad, de la noche. Pertrechémonos de las armas de la luz: (la alegría, la paz, la fe, la esperanza, el servicio, la amabilidad, la mansedumbre, la ternura, la humildad... el amor. La clave para saber si realmente le has elegido a Él o vas en el buen camino es sencilla.

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Repasa cada uno de estos SI y piensa en cual pondrías tú un SI, un NO o un NO LO SE.

ERES DISCÍPULO DE JESÚS SI…

1. SI clavas sonrisas como banderas en todos los caminos de los que están sentados en la angustia existencial y en la marginación. SI - NO - NO LO SE 2. SI prestas a Cristo tus manos para que siga acogiendo y acariciando a los sin rostro atrayente… si prestas a Cristo tus labios, tu corazón, tu ser entero, para que siga amando a los desheredados de caricias y de los más elementales cuidados. SI - NO - NO LO SE 3. SI pasas por la vida disminuyendo las tristezas y las penas de los hermanos, que es, según el poeta, el trabajo más grande. SI - NO - NO LO SE 4. SI ofreces la propia sangre a cada instante como moneda de rescate por los aburridos y desencantados. SI - NO - NO LO SE 5. SI tienes manos abiertas para acoger, acariciar, levantar, sostener y ayudar a los débiles y pequeños. SI - NO - NO LO SE 6. SI tienes un estilo festivo de vivir, y el encanto, la sonrisa, el saludo y felicidad son los cuatro

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SI - NO - NO LO SE

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pilares de tu personalidad.

7. SI pasas por este mundo brindando alegría y disminuyendo las tristezas de los enganchados a las esclavitudes de la sociedad de consumo. SI - NO - NO LO SE 8. SI repartes a diario el pan de la alegría a los hambrientos del gozo y de la sonrisa. SI - NO - NO LO SE 9. SI te haces fortaleza para el débil, amistad para el abandonado y sonrisa para el desilusionado. SI - NO - NO LO SE 10. SI proclamas que el Cristianismo es una convivencia festiva, un estar de fiesta con Jesús, que es El mejor amigo, porque es el amigo que nunca falla. Si das a entender que el elemento festivo es algo esencial al Cristianismo… Si vives todo esto desde tu corazón, tú, chica o chico, serás "discípulo de Jesús".

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SI - NO - NO LO SE

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Una gran crisis rodea a los apóstoles tras la muerte de Jesús. Parecía que todo había terminado. Con la muerte de Jesús parecía que todo había terminado. Los apóstoles vuelven a sus tareas inmersos en una profunda tristeza. Pero las apariciones de Jesús vivo les hacen caer en la cuenta de que ha resucitado. Una nueva fe y esperanza se abre en ellos. El día de PENTECOSTÉS, reunidos en Jerusalén, los apóstoles reciben el ESPÍRITU SANTO, que les lanza a confirmar el proyecto de Jesús.

TAMBIÉN NOSOTROS SENTIMOS EL FRACASO Y LA DECEPCIÓN En la vida sufrimos desilusiones y crisis, a veces se vienen abajo nuestros planes o incluso fracasan nuestros proyectos. Es entonces cuando nos sentimos derrumbados y sin ganas de luchar. Todos sufrimos en la vida decepciones y crisis que nos hacen

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desilusiones y su reacción:

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derrumbarnos y se nos quitan las ganas de luchar. He aquí algunas

DESILUSIONES

REACCIONES ANTE LA CRISIS



Desencanto amoroso.





Suspenso en un examen.

encerrarse en uno mismo.



Castigo de los padres.





Proyectos

(fin

de

semana, • •

viaje) truncados.

Aislarse

de

los

demás

y

Deprimirse y llorar. Protestar de forma agresiva. Evadirse con la bebida, la droga,

... •

Pedir ayuda a alguien.



Reflexionar y pensar.

Di si has sufrido alguna crisis importante y cuál es tu reacción más frecuente ante la crisis. Escríbelo y cuéntalo si crees que puede ser útil a los demás.

LAS CRISIS DE LOS APÓSTOLES Tras la muerte de Jesús, los apóstoles quedaron sumidos en la tristeza y en la soledad; se sentían decepcionados y fracasados. ¿En qué crees que consistió su decepción, su crisis? Lee

Lc 24, 21

Jn 20, 19

y

Mc 16,10 y da tu

respuesta.

PENTECOSTÉS Lee Hch 2, 1-4.

El Espíritu Santo irrumpe en medio de los apóstoles,

los transforma y les hace comprender cuál va a ser su tarea. Una vez transformados por el E.S., los apóstoles anuncian por 1ª vez la Muerte y Resurrección de Jesús: es el primer anuncio KERIGMÁTICO. Por el Espíritu, los apóstoles han descubierto que su desilusión no tenía

poderoso. Ellos tienen que anunciarlo así a todos las gentes: Mt 28, 20.

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que el mundo no tenía razón y que el Crucificado ha sido exaltado como juez

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sentido; que Cristo había vencido a la muerte; que Dios Padre estaba con él;

Los que creen este anuncio y se bautizan forman una nueva Comunidad de la que TÚ formas parte: LA IGLESIA. (Hch 2, 41 -- Hch 2, 47. 4, 4. 6, 1). El mismo Espíritu Santo que recibieron los apóstoles, lo recibiste tú en el Bautismo y lo recibirás en la Confirmación.

SIGNIFICADO DE PENTECOSTÉS: LA IGLESIA NACIENTE

Aquel día, el Espíritu les hizo comprender que ellos, que habían convivido con el Señor Jesús, eran los elegidos para continuar su obra, para darla a conocer a todos los pueblos: “Entonces Pedro, en pie con los once, levantó la voz y declaró solemnemente: Israelitas, escuchad: Jesús de Nazaret fue el hombre a quien Dios acreditó ante vosotros con los milagros, prodigios y señales que realizó por medio de él entre vosotros, como bien sabéis. Dios lo entregó conforme al plan que tenía previsto y determinado, pero vosotros, valiéndoos de los impíos, lo crucificasteis y lo matasteis. Dios, sin embargo, lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte, pues era imposible que ésta lo retuviera en su poder.” (Hch 2, 14a 22-24).

El testimonio de los apóstoles es, como puedes comprobar, radical y concreto. Léelo atentamente. ¿Crees que das tú testimonio de Cristo en los diversos ambientes en los que te mueves? Si es no, explica por qué. Si es si,

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pon algún ejemplo de ello:

Tú que lo aclaras todo

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Espíritu Santo, Tu que me aclaras todo, que iluminas todos los caminos para que yo alcance mi ideal. Tú que me das el don Divino de perdonar y olvidar el mal que me hacen y que en todos los instantes de mi vida estás conmigo. Quiero en este corto diálogo agradecerte por todo y confirmar que nunca quiero separarme de Ti, por mayor que sea la ilusión material. Deseo estar contigo y todos mis seres queridos en la gloria perpetua. Gracias por tu misericordia para conmigo y los míos. Gracias Dios mío.

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El mundo habla alguna vez sobre la Iglesia, unos bien y otros mal. También tú tienes una opinión sobre la Iglesia fundada en lo que has oído, en lo que crees, en lo que ves y no te gusta,... lo cierto es que la iglesia es una realidad profunda que es necesario conocer desde dentro. Para ayudarte a conocerla (y a quererla) está destinado este tema.

1. ¿QUÉ ES PARA LA GENTE LA IGLESIA? En nuestra sociedad existen formas de pensar muy variadas sobre la Iglesia. He aquí algunas opiniones sobre ellas y su respuesta verdadera.

La Iglesia entierra a los muertos: Pero acompaña al hombre en cada etapa de su vida

El Vaticano

La Iglesia busca servir, no crecer económicamente. Su misión es anunciar el mensaje de Jesús y para ello necesita recursos económicos

El Papa y los Obispos

También se llama Iglesia al Templo. Lo importante es la Comunidad y no el lugar donde se reúne.

Un edificio

Los sacerdotes y religiosos tienen su misión , pero no son toda la Iglesia. También los seglares y laicos son iglesia y tienen su misión.

Una institución orientada a los muertos

Eso es la Iglesia. Jesús quiere que los que creyeran en Él y los que aceptaran el Kerigma, formen una comunidad en la que él esté presente.

Cosa de curas y monjas

Es la residencia habitual del Papa. Allí trabaja él y sus colaboradores al servicio de toda la comunidad de la Iglesia

La Comunidad de los que siguen a Jesús

Aunque la iglesia está integrada por todos los bautizados, algunos tienen un servicio especial hacia los demás. Son los continuadores de los apóstoles.

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Un poder económico

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Búscala y únela con flechas.

2. ¿QUÉ ES LA IGLESIA PARA LOS CREYENTES? La Iglesia, en su realidad profunda, sólo puede entenderse desde la fe. Es un misterio que sólo se comprende desde Dios y desde Jesús.

Tú,

desde

tu

bautismo

perteneces a ella. Ahora, en la Confirmación

quieres

hacer

ésta

participación más consciente y viva. ¿Sabes cómo nació la Iglesia? Tiene su origen en Jesús. Mira estos pasos de formación. Reflexiona y contesta. Jesús es

"le siguió una gran muchedumbre

seguido por

de Galilea, Decápolis, Jerusalén y

una multitud

Judea, y del otro lado del Jordán."

de personas.

(Mt 4, 25)

¿por qué sigue a Jesús tanta gente?

"Después de esto, designó el Señor Jesús se rodea de un grupo de discípulos.

a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las

¿Qué tarea les

ciudades y sitios a donde él había

encomienda?

de ir." (Lc 10, 1)

"Subió al monte y llamó a los que Jesús elige a doce y los tiene como compañeros.

él quiso; y vinieron donde él. Instituyó

Doce,

para

que

estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar

¿A qué y con qué poder los envía?

los demonios." (Mc 3, 1313-15)

Pedro, y sobre esta piedra edificaré

Pedro como

mi Iglesia, y las puertas del Hades

cabeza

no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los

¿Qué papel confía a Pedro dentro del grupo?

171

Jesús escoge a

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"Y yo a mi vez te digo que tú eres

Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»" (Mt 16, 1818-19)

"Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes Jesús les envía a continuar su obra con la ayuda del Espíritu Santo.

bautizándolas en el nombre del

¿Con qué

Padre y del Hijo y del Espíritu

misión les

Santo, y enseñándoles a guardar

envió al

todo lo que yo os he mandado. Y

mundo?

he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»" (Mt 28, 1818-20)

3. LA IGLESIA HACE PRESENTE LA OBRA SALVADORA DE JESÚS EN EL ESPACIO Y EN EL TIEMPO Como miembro de la Iglesia, mi actitud ante ella debe ser: • Aceptarla

como

regalo

de

Jesús y amarla. • Comprenderla a pesar de sus fallos (que yo también tengo). • Sentirme

contento

de

pertenecer a ella porque es comunidad de salvación. • Colaborar con sus tareas y

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actividades.

"LA IGLESIA es..." Ya hemos visto como nació la Iglesia. Ahora vamos a ver sus comienzos y a profundizar algo más en lo que ella es. 1. LAS PRIMERAS COMUNIDADES Los primeros cristianos (los que aceptaron el Kerigma) fueron formando pequeñas comunidades que vivían siguiendo a Jesús y causaban admiración en el resto de la gente. Así es su vida:

Hch. 2, 42 - 46 "Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones. El temor se apoderaba de todos, pues los apóstoles realizaban muchos prodigios y señales. Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno. Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón." Hch. 4, 32 - 35 "La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos. Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía. No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían campos o casas los vendían, traían el importe de la venta, y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a cada uno según su necesidad." 2. COMUNIDAD DE HERMANOS Dios es amor y comunión. Se hizo hombre para enseñarnos a vivir (desde nuestra propia realidad) la hermandad y la paz. En la vida y en la

"Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a

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• Nos transmite el mandamiento del amor: Jn 13, 34-35

173

predicación de Jesús, el amor y la unidad tienen su importancia. Decían:

los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos:si os tenéis amor los unos a los otros.»" • Pide al Padre que sus discípulos permanezcan unidos: Jn 17, 21 - 27 "para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí." • Da su vida para reconciliar a los hombres y construir un pueblo bien unido: Ef 2, 14

"Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo

uno, derribando el muro que los separaba, a enemistad" Gl 3, 28 "ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús."

3. LA IGLESIA ES UN MISTERIO DE COMUNIÓN "La Iglesia es en Cristo como una señal e instrumento de la íntima unión con Dios y de la vida del género humano" (LG 1)

4. COMUNIDAD CON DISTINTAS FUNCIONES Ya

sabes

que

la

Iglesia

es

una

comunidad formada por los bautizados; todos tenemos la misma dignidad y participamos de la misma misión. Sin embargo, hay diversas funciones

y

servicios

distintos:

papa,

cardenales, ob¡spos, sacerdotes, religiosos y seglares. Todos somos importantes.

mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos

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(Aquí comprobarás la diversidad e importancia de cada miembro. Pues del

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Lee 1 Co 12, 12- 21. 25:

los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo) "Porque

en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no

formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Así también el cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si dijera el pie: «Puesto que no soy mano, yo no soy del cuerpo» ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso? Y si el oído dijera: «Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo» ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso? Si todo el cuerpo fuera ojo ¿dónde quedaría el oído? Y si fuera todo oído ¿donde el olfato? Ahora bien, Dios puso cada uno de los miembros en el cuerpo según su voluntad. Si todo fuera un solo miembro ¿dónde quedaría el cuerpo? Ahora bien, muchos son los miembros, mas uno el cuerpo. Y no puede el ojo decir a la mano: «¡No te necesito!» Ni la cabeza a los pies: «¡No os necesito!». Para que no hubiera división alguna en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocuparan lo mismo los unos de los otros. Por tanto, la Iglesia está formada por: MINISTROS

Laicos o

RELIGIOSOS: que pueden estar

ORDINARIOS:

seglares

formados de entre los otros dos

Papa, obispos, sacerdotes

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175

Pregunta al catequista la función de cada uno y escríbelo.

SEÑOR, DIOS NUESTRO QUE HAS CONSAGRADO TU IGLESIA, Y HAS HECHO DE ELLA EL CUERPO DE TU HIJO Y QUE CON PIEDRAS VIVAS Y ELEGIDAS EDIFICARAS EL TEMPLO ETERNO DE TU GLORIA, TE PEDIMOS QUE AUMENTES LOS DONES QUE EL ESPIRITU SANTO HA DADO A LA MISMA, PARA QUE TU PUEBLO FIEL, CRECIENDO COMO CUERPO DE CRISTO, REUNIDO EN TU NOMBRE, TE VENERE, TE AME, TE SIGA Y, LLEVADO POR TI, ALCANCE EL REINO QUE LE TIENES PROMETIDO, POR NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, TU HIJO

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176

AMEN

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177

La iglesia como institución tiene una

organización

jerárquica,

para

realizar su catolicidad y su misión en el mundo, la encomendada por Jesús a los apóstoles. El Papa es el sucesor del apóstol Pedro y los obispos son los sucesores de los apóstoles. La iglesia se organiza de forma territorial a través de las Diócesis. Su organización es la siguiente: Papa: es el obispo de Roma y el sucesor de San Pedro. Es el vicario o representante de Cristo en la tierra. Su misión es gobernar la Iglesia católica, alentar a los fieles del mundo entero y transmitir el mensaje de Jesús a través del Magisterio. Los obispos: son los sucesores de los apóstoles de Jesús. En comunión con el Papa, su misión es la misma, pero en sus diócesis y en comunión siempre con los demás obispos y el Santo Padre. Los sacerdotes: son los colaboradores del obispo y santifican y pastorean la parroquia o comunidad que el obispo les ha encargado. Los diáconos: son los colaboradores de los sacerdotes en la administración de algunos sacramentos y en las actividades de caridad. Los laicos: ejercen el apostolado con su trabajo para la evangelización y santificación de los hombres, y para la función y el desempeño de los negocios temporales, llevado a cabo con espíritu evangélico de forma que su laboriosidad en este aspecto sea un claro testimonio de Cristo y sirva para la salvación de los hombres

(Apostolicam

Actuositatem, 2). Los religiosos y religiosas: se

(promesas a Dios) de vivir en la castidad, en el celibato, la pobreza

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Dios, por la profesión de los votos

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consagran de un modo especial a

y la obediencia.

¿Qué son los concilios? Los concilios son asambleas donde los obispos, los religiosos y los laicos debaten y deciden aspectos relacionados con la iglesia y su funcionamiento en el mundo. El concilio ecuménico (universal): convocado y presidido por el Papa, reúne a todos los obispos del mundo. El concilio nacional: reúne a todos los arzobispos y a todos los obispos de un país. El sínodo de los obispos: es una asamblea de obispos del mundo. Y el sínodo diocesano es la asamblea de sacerdotes y de laicos de una diócesis con su obispo.

Nuestra diócesis. Como ya sabes, nosotros pertenecemos a la Diócesis de Cartagena. Conozcámosla un poco: La tradición remonta los orígenes del culto cristiano en Cartagena a la predicación en España del Apóstol Santiago, de quien se dice desembarcó en la ciudad para iniciar su misión en la Hispania romana. En 1248 el Papa encarga un estudio sobre los antecedentes de la Diócesis, que concluye con la bula "Spiritus exultante" dictada en Roma el 31 de julio de 1250 y en la que comunica al rey Fernando III de Castilla la restauración de la Diócesis de Cartagena. El Papa nombró al franciscano Fray Pedro

Gallego,

Alfonso,

como

Cartagena. nuestros

confesor primer

Desde

días

han

del

Obispo

entonces sido

príncipe de hasta

muchos

los

Planes. Nació en Espinardo (Murcia), diócesis de Cartagena, el 18 de octubre de

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actualidad es D. José Manuel Lorca

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pastores que Dios nos ha enviado, en la

1949. Cursó los estudios medios en el Seminario menor y después los eclesiásticos en el Seminario mayor "San Fulgencio" de Murcia. Es Licenciado en Teología Bíblica por la Facultad de Teología de Granada. Recibió la ordenación sacerdotal en la Parroquia de "San Pedro Apóstol", de Espinardo (Murcia), el 29 de junio de 1975. ¿Sabes cuál fue su primer cargo pastoral como sacerdote? 1975 - 1980: Coadjutor de la Parroquia de "Santiago el Mayor", de Totana. El 15 de enero de 2004 se hacía público su nombramiento como Obispo de Teruel y Albarracín. Recibió la ordenación episcopal en Teruel el 6 de marzo de 2004 por el Nuncio Apostólico Mons. Manuel Monteiro de Castro. Nombrado Obispo de Cartagena el 18 de julio de 2009, tomó posesión el 1 de agosto de ese mismo año. Todos los obispos eligen un “escudo” como forma de explicar su episcopado: “Cristo, la Palabra misma del Padre, presente en la Sagrada Escritura y hecha carne en la Inmaculada Virgen María, es el Alfa y la Omega, el Principio y Fin de toda la creación. Él es el centro de nuestra vida y la luz que nos ilumina”. El Obispo, sucesor de los apóstoles, representa sacramentalmente en plenitud a Cristo Pastor y está llamado a conducir hasta Cristo a la grey que Dios le ha confiado, por medio del Espíritu Santo y de la Iglesia: el amor de Cristo nos apremia. En el escudo queda reflejada su tierra natal simbolizada por las siete coronas y el corazón. Abandona Lorca, lugar del que fue nombrado hijo adoptivo, y que simboliza con el castillo de oro sobre rocas. En ella fue párroco, y vicario episcopal de aquella zona pastoral, durante diez años.

diario es la parroquia y, como cristiano adulto que vas a ser has de ocupar un lugar en ella…

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papel juegas tú, dónde te sitúas. Como ya hemos dicho, el órgano de trabajo

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Ya conoces lo que es una diócesis, pero lo importante es saber qué

¿Dónde te sitúas como laico? ¿Qué puedes aportar tú a la

Página

181

Iglesia?

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182

El sacramento del matrimonio

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Todos formamos parte de una familia, en ella hemos crecido y crecido, no sólo físicamente sino también interiormente. Esa familia cristiana tiene su fundamento en el matrimonio entre un hombre y una mujer, llamados a ser colaboradores en la obra creadora de Dios. Esa unión adquiere un carácter especial cuando es santificada por la presencia de Dios. Esa unión adquiere un carácter especial es santificada por la presencia de Dios. Cuando decimos que el sacramento del matrimonio significa la unión de Cristo con la Iglesia, estamos diciendo que igual que Cristo fue capaz de una entrega hasta la muerte por su Iglesia (nosotros), así los esposos están llamados a una entrega total e incondicional del uno hacia el otro. Esta entrega se manifiesta en el día a día y, de una manera especial en la formación de una familia cristiana. Para que un matrimonio sea auténticamente cristiana, hace falta un paso previo y fundamental: la libertad de los contrayentes. Ambos han de ser absolutamente libres y, bajo ningún concepto, estar coaccionados por nada ni por nadie; no olvidemos que desde el Sacramento del Bautismo estamos llamados a la felicidad, y ésta no es posible si no se da antes la libertad. Por este motivo los novios, antes de recibir el sacramento, son preguntados en privado y en confidencialidad, tanto por sus intenciones como

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Como recordarás de temas anteriores, los sacramentos son “huellas de Dios” para nuestra vida, un camino que nos va conduciendo hacia Él; esas “huellas de Dios”, se traducen en siete momentos concretos en los cuales recibimos la fuerza del Espíritu Santo para vivir como cristianos.

por su libertad. Igualmente, son preguntadas al menos dos personas que les conozcan bien por la existencia de esta libertad. Llegado el momento de la celebración, ambos hacen manifestación pública de su total entrega el uno al otro y, ante la asamblea reunida, se entregan los anillos como símbolo que les recuerde esta entrega. Su misión fundamental, su vocación, a partir de ese momento, será amarse el uno al otro, ser reflejo y presencia del amor de Dios y formar una familia cristiana, con la ayuda de Dios, donde se manifieste esta promesa. Es Dios mismo quien valida y santifica esta entrega, es decir: es Dios mismo quien, a través del Espíritu Santo, se hace presente en medio de ellos para acompañarles y ayudarles en la realización de su proyecto de vida. Como cristianos, ese nuevo proyecto de vida pasa por vivir en una sola carne, recordando el pasaje del Génesis (2, 24) sobre la creación del hombre y la mujer: “Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne”. ¿Y por qué es diferente la unión civil del matrimonio cristiano? En primer lugar, hay que señalar que cada uno, desde su libertad, elige el tipo de compromiso que desea para su vida y, en tanto que es una decisión libre, ha de ser respetada por todos. Pero ocurre también que la persona ha de ser consecuente consigo misma, es decir: un cristiano lo es por convencimiento propio y, por lo tanto, quiere y desea recibir el Sacramento como fuerza e impulso de Dios mismo. En segundo lugar, hay que señalar que la unión civil, supone un acuerdo o contrato entre dos personas que, de forma libre, deciden unirse y puede romperse sin mayor trascendencia. El matrimonio cristiano no es sólo una unión, sino que ésta va precedida del compromiso y de la entrega total. Ya no son dos parte individuales que viven tras una acuerdo, sino que, por el Sacramento del matrimonio se convierten en una sola carne: en la tristeza y en la alegría, en la pobreza y en la abundancia, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte les separe.

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Los anillos de boda. Son el símbolo tradicional de la unión y lo eterno y además hacen referencia a la fidelidad. El rito de los anillos en el matrimonio fue tomado de la ceremonia pagana entre los romanos. El anillo de compromiso también tiene su simbolismo. El novio se lo entrega a su amada para simbolizar su amor sin final, por su forma circular. Pueden ser de diferentes materiales, pero los más comunes están hechos de oro y

184

Símbolos del matrimonio

diamantes, lo que además significa que el amor será tan fuerte y puro como esos materiales. Los anillos de compromiso se llevan en el dedo anular por la vieja creencia popular de que la vena de ese dedo llega hasta el corazón. Las arras. Son otro de los símbolos típicos en las bodas y representan los bienes a compartir en la pareja. Este ritual se realiza a través de una entrega mutua de 13 monedas El arroz. El arroz que se arroja a la salida de la ceremonia religiosa simboliza la prosperidad y la fertilidad que se desea al nuevo matrimonio, para que tenga una gran familia. Hoy en día también es usual arrojar pétalos de rosa, que representan un futuro dulce y lleno de alegría. Parábola: ¿Qué es realmente el Matrimonio? Un famoso maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes que estaban en contra del matrimonio. Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas y que es preferible acabar con la relación cuando este se apaga en lugar de entrar a la hueca monotonía del matrimonio. El maestro les dijo que respetaba su opinión, pero les relato lo siguiente: "Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno y sufrió un infarto. Cayó. Mi padre la alcanzo, la levanto como pudo y casi a rastras la subió a la camioneta. A toda velocidad, rebasando, sin respetar los altos, condujo hasta el hospital. Cuando llego, por desgracia, ya había fallecido.

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"Fueron 55 buenos años... ¿Saben? Nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer así'". Hizo una pausa y se limpio la cara. "Ella y yo estuvimos juntos en aquella crisis. Cambio de empleo" continúo': "Hicimos el equipaje cuando vendimos la casa y nos mudamos de ciudad.

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Durante el sepelio, mi padre no hablo, su mirada estaba perdida. Casi no lloro. Esa noche sus hijos nos reunimos con él. En un ambiente de dolor y nostalgia recordamos hermosas anécdotas. El pidió a mi hermano teólogo que le dijera, donde estaría mamá en ese momento. Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte, conjeturo como y donde estaría ella. Mi padre escuchaba con gran atención. De pronto pidió "llévenme al cementerio". "Papá" respondimos " ¡Son las 11 de la noche! ¡No podemos ir al cementerio ahora!" Alzo la voz y con una mirada vidriosa dijo: "No discutan conmigo por favor, no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años". Se produjo un momento de respetuoso silencio. No discutimos más. Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador, con una linterna llegamos a la lapida. Mi padre la acaricio, oró y nos dijo a sus hijos que veíamos la escena conmovidos:

Compartimos la alegría de ver a nuestros hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de seres queridos, rezamos juntos en la sala de espera de algunos hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad, y perdonamos nuestros errores... Hijos, ahora se ha ido y estoy contento, ¿Saben porque? porque se fue antes que yo, no tuvo que vivir la agonía y el dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida. Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios. La amo tanto que no me hubiera gustado que sufriera..." Cuando mi padre termino de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro empapado de lágrimas. Lo abrazamos y él nos consoló: "Todo está bien hijos, podemos irnos a casa; ha sido un buen día". Esa noche entendí lo que es el verdadero amor. Dista mucho del romanticismo, no tiene que ver demasiado con el erotismo, más bien se vincula al trabajo y al cuidado que se profesan dos personas realmente comprometidas. Cuando el maestro termino de hablar, los jóvenes universitarios no pudieron debatirle. Ese tipo de amor era algo que no conocían. Reflexionando

Página

186

1. ¿Qué te sugiere esta parábola? 2. ¿Crees que es posible vivir el amor de esta forma? 3. Imagina que estas a punto de casarte… ¿Qué le pedirías a tu pareja? ¿Qué estarías dispuesto a aportar tú al matrimonio?

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187

S. Pablo dice a su discípulo Timoteo: «Te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos» (2 Tm 1,6), y «si alguno aspira al cargo de obispo, desea una noble función» (1 Tm 3,1). A Tito decía: «El motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené» (Tt 1,5).

La Iglesia entera es un pueblo sacerdotal. Por el bautismo, todos los fieles participan del sacerdocio de Cristo. Esta participación se llama «sacerdocio común de los fieles». A partir de este sacerdocio y al servicio del mismo existe otra participación en la misión de Cristo: la del ministerio conferido por el sacramento del Orden, cuya tarea es servir en nombre y en la representación de Cristo-Cabeza en medio de la comunidad. El sacerdocio ministerial difiere esencialmente del sacerdocio común de los fieles porque confiere un poder sagrado para el servicio de los fieles. Los ministros ordenados ejercen su servicio en el pueblo de Dios mediante la

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gobierno pastoral (munus regendi).

188

enseñanza (munus docendi), el culto divino (munus liturgicum) y por el

Desde los orígenes, el ministerio ordenado fue conferido y ejercido en tres grados: el de los Obispos, el de los presbíteros y el de los diáconos. Los ministerios

conferidos

por

la

ordenación

son

insustituibles para la estructura orgánica de la Iglesia: sin el obispo, los presbíteros y los diáconos no se puede hablar de Iglesia (cf. S. Ignacio de Antioquía, Trall. 3,1).

El obispo recibe la plenitud del sacramento del Orden que lo incorpora al colegio episcopal y hace de él la cabeza visible de la Iglesia particular que le es confiada. Los Obispos, en cuanto sucesores de los apóstoles y miembros del colegio, participan en la responsabilidad apostólica y en la misión de toda la Iglesia bajo la autoridad del Papa, sucesor de S. Pedro.

Los presbíteros están unidos a los obispos en la dignidad sacerdotal y al mismo tiempo dependen de ellos en el ejercicio de sus funciones pastorales; son llamados a ser cooperadores diligentes de los obispos; forman en torno a su Obispo el presbiterio que asume con él la responsabilidad de la Iglesia particular. Reciben del obispo el cuidado de una comunidad parroquial o de una función eclesial determinada.

Los diáconos son ministros ordenados para las tareas de servicio de la Iglesia; no reciben el sacerdocio ministerial, pero la ordenación les confiere funciones importantes en el ministerio de la palabra, del culto divino, del gobierno pastoral y del servicio de la caridad, tareas que deben cumplir bajo la autoridad pastoral de su Obispo.

El sacramento del Orden es conferido por la imposición de las manos

ordenación imprime un carácter sacramental indeleble.

Página

ordenando las gracias del Espíritu Santo requeridas para su ministerio. La

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seguida de una oración consecratoria solemne que pide a Dios para el

La

Iglesia

confiere

el

sacramento del Orden únicamente a varones

(viris)

bautizados,

cuyas

aptitudes para el ejercicio del ministerio han sido debidamente reconocidas. A la autoridad de la Iglesia corresponde la responsabilidad y el derecho de llamar a uno a recibir la ordenación.

Predica la Palabra: Habla en nombre de Jesucristo para que quienes le escuchan le conozcan y se puedan convertir a él.

Preside los Sacramentos: Actúa en nombre de Jesucristo ante la comunidad. Preside la Eucaristía en la que proclama la Palabra de Jesús y parte y reparte a la comunidad el Cuerpo de Cristo, perdona los pecados, en nombre de Dios, y así en los demás Sacramentos.

Es Pastor y Guía del Pueblo: Aconseja, reprende, ilumina la fe, etc. Es decir, es el buen pastor que conoce a las ovejas y estas le conocen a él.

¿QUÉ ES EL SEMINARIO? El Seminario es la institución diocesana que, por mandato del Arzobispo, forma según las normas de la Iglesia a los futuros sacerdotes diocesanos. El Seminario es una comunidad de fe, formada por los superiores y aquellos jóvenes que se sienten llamados por el Señor al sacerdocio. El Seminario es el corazón de la Diócesis, pues a través de él nuestra Iglesia particular realiza el deber propio y exclusivo de formar a los que van a ser sus sacerdotes. Por ello, toda la comunidad diocesana y cada miembro de

parroquiales o sectores pastorales que tienen encomendados mediante la

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Todos los sacerdotes han de colaborar desde las comunidades

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ella debe asumir su específica responsabilidad con el Seminario.

oración por nuestro Seminario, a través de una pastoral vocacional que con la gracia de Dios dé los frutos que nuestra Iglesia necesita.

¿QUÉ CUALIDADES SE NECESITAN PARA SER SACERDOTE?

1) No hace falta ser un “súper”, pero sí estar con ganas de “superarse” cada día y “superar” los propios defectos. 2) Ser una persona equilibrada, que le gusta la verdad y hacer el bien a los demás. 3) Tener una inteligencia normal, con capacidad

para

estudios

universitarios. 4) Gustarle

lo

relacionado

con

Jesucristo, su Evangelio y la Iglesia. 5) Estar dispuesto a buscar la voluntad de Dios y cumplirla. 6) Prepararse durante unos años en el Seminario, adquiriendo una base suficiente de formación humana, teológica, espiritual, pastoral y comunitaria.

¿Te has planteado alguna vez la vocación sacerdotal? ¿Por qué? Si quieres saber más:

Página

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http://seminariodemurcia.org

Página

192

¿Cómo se comporta la Iglesia con los enfermos? La iglesia, habiendo recibido del Señor el mandato de curar a los enfermos, se empeña en el cuidado de los que sufren, acompañándolos con oraciones de intercesión. Tiene, sobre todo, un sacramento específico para los enfermos, instituido por Cristo mismo y atestiguado por Santiago: ¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. (Compendio del CIC 315).

Página

El sacramento de la unción de enfermos comenzó a practicarse en la Iglesia primitiva muy pronto, como lo atestigua el texto que hemos leído de la Carta del apóstol Santiago. Los primeros cristianos entendieron la eficacia y la necesidad de este sacramento por su fuerza redentora, sanadora y salvadora. Jesús siempre había estado muy cerca, desde el principio, de los enfermos. No los rechazó ni miró para otro lado, sino que tendió su mano hacia ellos para hacerse presente y darles su fuerza. El sacramento de la unción es administrado por el sacerdote a aquellas personas que se encuentran en peligro de muerte, son ancianos o han de someterse a alguna intervención de carácter grave. Mediante los

193

La unción con aceite simboliza la unción del Espíritu que conforta y auxilia en la enfermedad, identificando al cristiano con Jesucristo resucitado. El sentido fundamental de este sacramento lo podemos concretar en estas afirmaciones: A través del sacramento de la Unción, la Iglesia se dirige al Señor para pedir la salvación y el alivio de sus miembros enfermos, así como la fortaleza para aquellos que afrontan la debilidad de la vejez. Por la Unción, el enfermo y el anciano se ven fortalecidos en su fe porque se hace patente la relación profunda que su situación guarda con la muerte y resurrección de Jesucristo. Este sacramento perdona los pecados de aquel que lo recibe, haciendo presente la misericordia de Dios La solidaridad y el servicio de la Iglesia para con sus enfermos y ancianos se concentran litúrgicamente en los gestos que se realizan en este sacramento.

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CIC 1501: La enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue sobre sí mismo, a veces incluso a la desesperación y a la rebelión contra Dios. Puede también hacer a la persona más madura, ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia, la enfermedad empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a Él.

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gestos y las oraciones se invoca a Dios para que acompañe y de fuerza a la persona en ese momento especial de su vida. Recuerda que los cristianos creemos ante todo en la Resurrección, una vida plena y nueva tras nuestra vida material. Por eso, al igual que al nacer recibimos el sacramentos del bautismo para vivir como cristianos, al estar cerca el momento de la muerte, recibimos el sacramentos de la unción como nacimiento a la Vida Nueva. En nuestro mundo el sufrimiento y la enfermedad han perdido su valor, es decir: hoy día se piensa que la persona enferma o anciana no es “útil” a los objetivos de la finalidad social. Este pensamiento está tan extendido que es la razón fundamental que está detrás de la eutanasia como “solución”. Pero Dios no piensa así. Él nos da su aliento de vida y, llegado el momento, el Creador nos llama a participar de la vida eterna. Nadie tiene derecho a decidir cuándo empieza y acaba la vida de otra persona. A veces podemos decir aquello de “es mi vida y hago con ella lo que quiero”; pero quizás no sea tan tuya como piensas. Tú has recibido un regalo precioso: la vida; la has recibido para vivirla desde el mandato nuevo de Jesús y vivirla plenamente, pero es Dios quien la ha hecho posible, o ¿puedes tú añadir un solo segundo a tú vida o decidir cuándo naces? La vida es un regalo que hay que cuidar y defender. Es posible que oigas también aquello de “para que esté sufriendo…” Quizás sea este uno de los argumentos más egoístas que existen, porque por lo general quien dice esto no piensa en la persona enferma, sino en el sufrimiento propio al tener que contemplarlo en otros. Por cierto: la elección de la eutanasia nunca es una elección libre, porque quien está sufriendo no es libre para decidir, o ¿dejaríamos a alguien tirarse por una ventana porque está pasándolo mal? El sacramento de la unción nos recuerda también que el sufrimiento tiene un valor. Evidentemente, nadie quiere ni desea el sufrimiento, pero éste forma parte de la condición humana y constituye un punto de encuentro con Dios. Jesús no quiere el sufrimiento de nadie en absoluto, pero se hace presente en el y está cerca, de una manera especial, de las personas que lo padecen:

El óleo con el que los enfermos son ungidos es un aceite consagrado, que simboliza la fuerza y el vigor de Cristo resucitado que se hace presente de una forma plena y real. Al ser bautizados somos ungidos con el óleo de los catecúmenos y con el Crisma. Al recibir el sacramento de la Confirmación lo somos con el Crisma, el aceite perfumado que nos recuerda y hace presente a Cristo y nos da la fuerza del Espíritu Santo. Esta presencia vuelve a manifestarse de una manera concreta en el óleo de los enfermos: es Cristo mismo quien sale a nuestro encuentro para conducirnos a la Vida Nueva.

Página

195

¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de este tema y por qué?

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196

La vida es un don La vida es un don de Dios, esto quiere decir que es un regalo de Dios que Él nos hace por puro amor. La vida es lo que más valor tiene, porque sin ella nada es posible. Para los cristianos, además, la vida tiene un valor fundamental porque somos criaturas hechas a imagen y semejanza del creador. Además de la vida biológica, Dios nos ha regalado la dignidad que nos da el ser hijos de Dios. Pero este regalo también nos hace responsables de él. Esta responsabilidad conlleva: o Recibirla. La vida se recibe y se agradece, la propia y la de los demás. Recibirla como lo que es: un signo del amor y de la presencia de Dios. o Conocerla. La vida es un verdadero desafío. La ciencia está llamada a

de las preguntas sobre su sentido, origen y finalidad.

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antropología y la filosofía se encargan de reflexionar sobre ella a través

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conocer cada vez mejor su funcionamiento. Otras ciencias como la

o Promoverla

y

cuidarla.

Es

importante que la vida se desarrolle desde su dignidad propia. Por eso el ser humano está llamado a buscar y promover las condiciones sociales y particulares en las que esta pueda desarrollarse

dignamente.

Su

promoción responde también a la llamada del Creador a la fecundidad. Somos co-creados con el Creador. o Defenderla. Precisamente por ser el valor más grande que tiene el ser humano, ha de ser defendida por encima de todo. No podemos olvidar nunca, como cristianos, que la vida no es una posesión sino un don. En nuestra sociedad actual, donde sólo tiene valor lo productivo, la vida se ve amenazada de diversas formas. La Iglesia, y en su nombre los cristianos, está llamada a alzar la voz en su defensa continua. Nadie tiene derechos sobre la vida, sí derecho a la vida.

La vida es un valor absoluto La vida es un valor absoluto en sí misma, es decir, no hay ningún otro valor por encima de ella. Además, para el creyente, es también un valor sagrado. A NADIE le está permitido destruirla, porque es gravemente contrario a la dignidad de la persona. Las amenazas en el mundo actual contra la vida son constantes; e incluso

muchos

pretenden

justificarlas

desde

falsos

derechos

y

argumentaciones que se contradicen en sí mismas. Como seres humanos y como creyentes, hay seis principios generales que debemos olvidar nunca: 1. No matarás. El respeto a la vida humana es el principio más universal. 2. Más allá de la ley del talión. La ley del talión es el principio según el cual:

sufrimiento peor que lo que se intenta evitar.

Página

porque si lo aplicásemos desencadenaría una espiral de violencia y

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ojo por ojo y diente por diente. Este principio debe de ser eliminado,

3. Se deben procurar las mejores condiciones posibles en cada caso para el desarrollo de la vida humana, buscando la mayor y mejor calidad de vida para cada persona. 4. La vida humana tiene un valor en sí misma que no depende de las circunstancias en las que se desarrolle. Una vida no vale más o menos según sus condiciones o contextos, como quieren hacernos pensar cuando desean justificar su desaparición. Aunque este disminuida o deteriorada, su valor no depende del grado de salud o de “normalidad” que tenga, su valor es por sí misma. 5. La persona no es dueña absoluta de su vida ni de la de los demás. No se puede hacer lo que se quiera con la vida. Somos responsables de la vida que hemos recibido y, en cierta medida, de la de los demás. 6. La vida humana comienza en el momento mismo de la concepción. Cuando el espermatozoide fecunda el óvulo, comienza a existir un nuevo ser humano distinto del padre y de la madre. Un nuevo ser humano dotado de dignidad y de derechos; y su primer derechos u fundamental es el derecho a la vida, un derecho que NADIE tiene la potestad de negarle. Cuando se acaba con una vida humana, sea cual sea, se produce un asesinato de hecho, por mucho que se quiera

Asociación Protectora de Seres Humanos

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Si usted mata a un animal cuya especie está protegida, sufrirá terribles sanciones e incluso la cárcel... Si mata una tortuga protegida le puede caer una multa de varios miles de €uros... Si corta una palmera, hasta años de prisión... No digamos lo que le puede caer encima si mata un delfín o una ballena... Pero si alguien aborta un ser humano o aplica la eutanasia a un enfermo… no pasa absolutamente nada... Me estoy planteando fundar la

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justificar. No olvidemos que la vida es un derecho absoluto.

¿Qué opinas tú sobre el valor de la vida en la sociedad actual?

Oración por la vida de Madre Teresa de Calcuta La vida es una oportunidad, aprovéchala. La vida es belleza, admírala. La vida es beatitud, saboréala. La vida es un sueño, hazlo realidad. La vida es un reto, afróntalo. La vida es un juego, juégalo. La vida es preciosa, cuídala. La vida es riqueza, consérvala. La vida es un misterio, descúbrelo. La vida es promesa, cúmplela. La vida es amor, gózalo. La vida es tristeza, supérala. La vida es un himno, cántalo. La vida es una tragedia, domínala.

Página

200

La vida es aventura, vívela. La vida es felicidad, merécela. La vida es vida, defiéndela.

Página

201

INVITADOS A LA MESA DEL SEÑOR Vamos a recordar en este tema algo que ya vimos, pero que es conveniente

no

olvidar,

porque

constituye la base y el fundamento de la vida cristiana. Te invitamos ahora a recordar y, sobre todo, a reflexionar. Desde siempre, comer y beber juntos

es

convivencia

signo íntima.

de

amistad

Los

y

hombres

suelen celebrar los acontecimientos más importantes de su vida familiar y social con una comida festiva, con un banquete. De la misma manera, los cristianos celebramos la gran fiesta, la Pascua de Jesús, con un banquete.

RECORDANDO 1. LA CENA DE JESÚS El pueblo judío celebraba todos los años la liberación de la esclavitud de Egipto mediante una cena, la Cena Pascual. En ella recordaban las maravillas de Dios para con ellos, que los había librado de la esclavitud, y le daban gracias porque seguía estando a su favor. Lee Ex 12, 1-14 para conocer más detalles. Jesús también cenó con sus amigos la noche antes de morir: 1 Cor. 11, 23-26. Jesús, al celebrar la Cena de Pascua, le da un nuevo sentido como ofrenda de amor al

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Padre y de salvación de los hombres.

2. LA IGLESIA REPITE Y ACTUALIZA LA CENA: LA EUCARISTÍA Jesús mandó a sus discípulos que repitieran esta cena “haced esto en memoria mía” hasta que vuelva. La Iglesia cumple su encargo y reúne a los cristianos para celebrar la muerte y resurrección del Señor hasta el final de los tiempos.

REFLEXIONANDO CUANDO CELEBRAMOS LA EUCARISTÍA: a) Nos reunimos como comunidad de hermanos. Estamos llamados a -Encontrarnos como hermanos y amigos -A compartir lo que somos y tenemos y a practicar el perdón b) Proclamamos la Palabra de Dios -Escuchamos la lectura de la Biblia -Respondemos con cánticos y salmos y guardamos silencio c) Hacemos presente la Muerte y Resurrección de Jesús d) Recibimos un alimento de vida e) Anticipamos la gran fiesta del Reino

3. NUESTRAS EUCARISTÍAS La eucaristía es la celebración más importante para un cristiano, pero, ¿cómo la celebramos?, ¿cómo es nuestra participación? Salgo animado a mejorar mi vida Una ocasión para vivir el perdón Escucho con atención la Palabra de Dios Es algo importante en mi vida cristiana Es un momento importante para sentirme

Pido al Señor por los demás y por los problemas del mundo

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Supone para mí un encuentro con Jesús

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unido a los demás

PARA EL DEBATE Y ACLARAR IDEAS ¿Te suenan estas frases? Reflexionemos un poco sobre ellas: 1. Yo me confieso directamente con Dios; no necesito al sacerdote 2. No tengo pecados, o los que tengo no son graves porque no robo ni mato 3. No me confieso porque los sacerdotes son peores que yo 4. No me confieso porque la última vez el sacerdote me regañó. 5. No voy a misa porque me aburro. 6. No voy a misa porque mis amigos tampoco van. 7. No voy porque los que van son peores. 8. No lo necesito para ser bueno.

El catecismo nos recuerda que: 1406 Jesús dijo: "Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre [...] El que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna [...] permanece en mí y yo en él" (Jn 6, 51.54.56). 1407 La Eucaristía es el corazón y la cumbre de la vida de la Iglesia, pues en ella Cristo asocia su Iglesia y todos sus miembros a su sacrificio de alabanza y acción de gracias ofrecido una vez por todas en la cruz a su Padre; por medio de este sacrificio derrama las gracias de la salvación sobre su Cuerpo, que es la Iglesia. 1408 La celebración eucarística comprende siempre: la proclamación de la Palabra de Dios, la acción de gracias a Dios Padre por todos sus beneficios, sobre todo por el don de su Hijo, la consagración del pan y del vino y la participación en el banquete litúrgico por la recepción del Cuerpo y de la Sangre del Señor: estos elementos constituyen un solo y mismo acto de culto. 1409 La Eucaristía es el memorial de la Pascua de Cristo, es decir, de la obra de la salvación realizada por la vida, la muerte y la resurrección de Cristo, obra que se hace presente por la acción litúrgica. 1410 Es Cristo mismo, sumo sacerdote y eterno de la nueva Alianza, quien, por

ofrenda del sacrificio eucarístico.

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mismo Cristo, realmente presente bajo las especies del pan y del vino, la

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el ministerio de los sacerdotes, ofrece el sacrificio eucarístico. Y es también el

ORAMOS Gracias Señor, porque en la última cena partiste tu pan y vino en infinitos trozos, para saciar nuestra hambre y nuestra sed... Gracias Señor, porque en el pan y el vino nos entregas tu vida y nos llenas de tu presencia. Gracias Señor, porque nos amaste hasta el final, hasta el extremo que se puede amar: morir por otro, dar la vida por otro. Gracias Señor, porque quisiste celebrar tu entrega, en torno a una mesa con tus amigos, para que fuesen una comunidad de amor. Gracias Señor, porque en la eucaristía nos haces UNO contigo, nos unes a tu vida, en la medida en que estamos dispuestos a entregar la nuestra... Gracias, Señor, porque todo el día puede ser una preparación para celebrar y compartir la eucaristía... Gracias, Señor, porque todos los días puedo volver a empezar..., y continuar mi camino de fraternidad con mis

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205

hermanos, y mi camino de transformación en ti...

Página

206

Ya

desde

el

Antiguo

Testamento

los

profetas anunciaron que el Espíritu del Señor reposaría sobre el Mesías esperado para realizar su misión salvífica (Cfr. Is 11,2; 61,1). El descenso del Espíritu Santo sobre Jesús en su Bautismo en el río Jordán por Juan fue el signo de que Él era el que debía venir, el Mesías, el Hijo de Dios. Aquel que cumpliría la promesa hecha por Dios desde el principio Habiendo sido concebido por obra del Espíritu Santo en María, toda su vida y toda su misión se realizan en un continuo cumplimiento de la voluntad de Dios y su vida transcurre movida por ese mismo Espíritu. Esta plenitud del Espíritu Santo no debía permanecer únicamente en el Mesías, sino que debía ser comunicada a todo el pueblo de Dios a través de los apóstoles y de los sacramentos. Muchas veces Jesús prometió el envío del Espíritu, promesa que realizó primero el día de Pascua y luego de manera más manifestada en Pentecostés. Llenos del Espíritu Santo los Apóstoles comienzan a proclamar "las maravillas de Dios" (Hch 2,11), los que creyeron en la predicación apostólica y se hicieron bautizar recibieron a su vez el don del Espíritu Santo. (Hch 2,38). En ese momento comenzó la nueva aventura del seguimiento de Jesús por la fuerza del Espíritu Santo. La Confirmación desde los primeros tiempos de la Iglesia El nombre de este sacramento proviene del latín confirmatio = fortalecimiento. Sin embargo, a lo largo de la historia ha sido denominado de diversas maneras: crismación (unción de aceite perfumado y consagrado),

hacemos cada día y en cada momento. Se trata de que, por medio del

Página

No se trata de que nosotros confirmemos nuestra fe en Dios, eso lo

207

imposición de manos, crisma.

Sacramento, él nos da su fuerza para

poder

nuestra

hacer

voluntad

discípulos

realidad de

de

ser Jesús

comprometidos de verdad. El Nuevo Testamento no habla

del

sacramento

de

la

confirmación como tal. Cristo anunció la venida del Paráclito -El Espíritu Santo- una vez que Él se marchara de este mundo. De lo que hay clara constancia desde la tradición y la historia es de la administración de los Apóstoles de este sacramento desde los primeros momentos -con la imposición de manos- Así puede leerse en los Hechos de los Apóstoles cuando Pedro y Juan van a imponer las manos a los recién bautizados de Samaría para que reciban así el Espíritu Santo (Hch 8,14-17) y cuando Pablo bautiza e impone las manos a unas cuantas personas en Éfeso, con lo que reciben el Espíritu Santo. (Hch 19, 5-7). Desde los primeros tiempos de la Iglesia, cuando se administraba el Bautismo, se tenía la costumbre de que el obispo utilizara un gesto o ritual de bendición "la imposición de manos" sobre la cabeza del bautizado, así se recordaba lo que hicieron los apóstoles. Igualmente existía la costumbre de ungir con aceite en la cabeza o en el pecho a los recién bautizados, este aceite había sido previamente bendecido por el obispo. Esta costumbre se mantuvo hasta el siglo V, no existía un rito religioso separado del Bautismo, todo se realizaba en la misma celebración. Cuando

diáconos administren el Bautismo, mientras que la imposición de manos y la unción se retardaba para

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nacidos, se ve la necesidad de que los presbíteros y

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se imponen los bautismos masivos de niños recién

cuando el obispo pudiera. Significado de la Confirmación El Concilio Vaticano II dice: "por el sacramento de la Confirmación se vinculan (los cristianos) más estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fuerza especial del Espíritu Santo y con ello quedan obligados más estrictamente a difundir y defender la fe como verdaderos testigos de Cristo, por la palabra juntamente con las obras" (Lumen Gentium, 11) Lo primero que conviene reafirmar es que el sacramento por el cual recibimos el Espíritu Santo, el Sacramento del Espíritu, es el Bautismo. Con él nacemos espiritualmente y nos hacemos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad y comenzamos a vivir una vida sobrenatural. La Confirmación es el robustecimiento de la Gracia Bautismal. Es un crecimiento espiritual, en este sacramento se van a renovar las promesas del Bautismo que otros hicieron por nosotros si es que se recibió al poco tiempo de nacer. Su fin es perfeccionar lo que el Bautismo comenzó en nosotros. Podríamos decir en cierto modo que nos bautizamos para ser confirmados. Lo que caracteriza el símbolo de la Confirmación es la imposición de manos y la unción con el crisma. Esta unción ilustra el nombre de cristiano que significa "ungido" y que tiene origen en el nombre de Cristo, al que Dios ungió con el Espíritu Santo. Veamos cuáles son estos gestos y su significado:

la Confirmación el obispo, en nombre de la Iglesia, bendice a los bautizados para que el Espíritu Santo los fortalezca y lleve a plenitud

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En este sentido se puede decir que en

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Imposición de manos:

la gracia del Bautismo, los haga testigos de Cristo en el mundo extendiendo y defendiendo la fe con sus palabras y sus obras. Con la imposición de manos se hace la inserción plena de las personas bautizadas en la comunidad apostólica, esta inserción es una verdadera participación en el profetismo de Cristo, que los cristianos tendrán que realizar asumiendo, anunciando y confesando la fe en Cristo, testimoniando con palabras y obras, la verdad evangélica, a través del espacio y del tiempo y siendo fermento de santidad en el mundo. Unción con el Crisma: En

el

Antiguo

Testamento

tiene

una

significación importante el gesto de ungir a los reyes (1Sam 10,1; 16,13; 1 Re 1,39). Mediante la unción, se otorgaba al rey el poder para ejercer su función que estaba estrechamente relacionada con la defensa de la justicia. Que consistía especialmente en la defensa de los pobres y desvalidos, los huérfanos y las viudas, es decir, de los que por sí mismos no podían defenderse. Para el Nuevo Testamento. Jesús es el Ungido por excelencia. Así lo manifiesta el evangelio de Lucas al narrar el suceso acaecido en la sinagoga de Nazaret, donde se lee el texto del profeta Isaías haciendo referencia a Jesús. "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres, me ha enviado a proclamar la liberación de los cautivos a dar vista a los ciegos, a libertar a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor" (Lc 4, 18-19) El cristiano, al recibir la Confirmación, queda ungido y enviado para la misión de anunciar la fe, testimoniar la verdad, comprometerse en la

caridad.

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de santidad y edificar la iglesia por medio de sus carismas y servicios de

210

implantación en el mundo de la justicia, la libertad y la paz, para ser fermento

La Confirmación, como el Bautismo, se da una sola vez en la vida, porque imprime en el alma una marca indeleble, el carácter que es el signo de que Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu, revistiéndolo de la fuerza de lo alto para que sea su testigo. Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre (Jn 6,27). El cristiano también está marcado con un sello, este sello marca la pertenencia total a Cristo, la puesta a su servicio para siempre. Efectos de la Confirmación El mayor efecto del sacramento de la Confirmación es la efusión plena del Espíritu Santo, y sus siete dones: Sabiduría, Entendimiento, Consejo, Ciencia, Piedad, Fortaleza y Temor de Dios, como fue concedida a los apóstoles el día de Pentecostés. Si el Bautismo hace al cristiano Hijo de Dios, la Confirmación le enriquece con una fuerza nueva y singular del Espíritu Santo, que le hace capaz de dar testimonio de su existencia y de irradiar la fe que la presencia y acción de Dios ha creado y mantiene en él. Si el Bautismo une al cristiano con Jesucristo, la Confirmación le hace testigo del Señor en plenitud, activando y profundizando continuamente la nueva vida que reside en él. Si el Bautismo llena al cristiano con los dones del Espíritu Santo y le ha incorporado a la Iglesia, la Confirmación, le estimula para hacer fructificar en el servicio esos dones recibidos y para estar plenamente

Página

211

unido a toda la Iglesia en su consagración y misión.

Los Dones del Espíritu Santo Para que el cristiano pueda luchar, el Espíritu Santo le regala sus siete dones, que son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu, estos dones son: 1) Sabiduría:

Nos

da

la

capacidad especial para juzgar las cosas humanas según la medida de Dios. Iluminado por este don, el cristiano sabe ver interiormente las realidades de este mundo; nadie mejor que él es capaz de apreciar los valores auténticos de la creación, mirándolos con los mismos ojos de Dios. 2) Ciencia: El hombre iluminado por el don de la ciencia, conoce el verdadero valor de las criaturas en su relación con el Creador. Y no estima las criaturas más de lo que valen y no pone en ellas, sino en Dios, el fin de su propia vida. 3) Consejo: Este don actúa como un soplo nuevo en la conciencia, sugiriéndole lo que es lícito, lo que corresponde, lo que conviene más al alma. El cristiano ayudado con este don, penetra en el verdadero sentido de los valores evangélicos, en especial de los que manifiesta el sermón de la montaña 4) Piedad: Mediante éste don, el Espíritu sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios y para con los hermanos. El don de la piedad orienta y alimenta la necesidad de recurrir a Dios para obtener gracia ayuda y perdón. Además extingue en

comprensión, de tolerancia, de perdón.

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amargura, la cólera, la impaciencia, y lo alimenta con sentimientos de

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el corazón aquellos focos de tensión y de división como son la

5) Temor de Dios: Con este don, el Espíritu Santo infunde en el alma sobre todo el temor filial, que es el amor a Dios, el alma se preocupa entonces de no disgustar a Dios, amado como Padre, de no ofenderlo en nada, de permanecer y de crecer en la caridad. 6) Entendimiento: Mediante este don el Espíritu Santo, que "escruta las profundidades de Dios" ( 1 Cor 2,10), comunica al creyente una chispa de esa capacidad penetrante que le abre el corazón a la gozosa percepción del designio amoroso de Dios, al mismo tiempo hace también más límpida y penetrante la mirada sobre las cosas humanas. Gracias a ella se ven mejor los numerosos signos de Dios que están inscritos en la creación. 7) Fortaleza: el don de la fortaleza es un impulso sobrenatural, que da vigor al alma en las habituales condiciones de dificultad: en la lucha por permanecer coherentes con los propios principios, en el soportar ofensas y ataques injustos; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y hostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez. Es decir, tenemos que invocar del Espíritu Santo el don de la fortaleza para permanecer firmes y decididos en el camino del bien. Entonces podremos repetir con San Pablo: "Me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte" ( 2 Cor 12,10).

¿Quién puede recibir este sacramento? Todo

bautizado

puede

recibir

el

sacramento de la Confirmación. Aunque se recomienda que se reciba cuando se tenga pleno uso de razón, pues este sacramento se considera

como

"el

sacramento

de

la

cristiana. El sacramento no es el final, sino el principio a una formación que has recibido durante estos tres años.

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confirmado pueda asumir mejor las responsabilidades apostólicas de la vida

213

madurez cristiana". Es necesaria una preparación previa para que el

Si una vez confirmado para ti todo ha terminado… HAS PERDIDO EL TIEMPO… Como se ha explicado anteriormente la especial gracia de este sacramento es el fortalecimiento de la fe, aumento de la gracia santificante. Dios no puede aumentar lo que no está presente, de ahí que el que lo recibe deba hacerlo en estado de Gracia, es decir arrepentirse y confesar los pecados antes de confirmarse. Recibirla en pecado mortal sería un abuso del sacramento, un grave pecado de sacrilegio. El ministro ordinario de la Confirmación es el obispo, aunque éste puede en caso de necesidad, conceder a presbíteros la facultad de administrar el sacramento, conviene que lo confiera el mismo, sin olvidar que por esta razón la celebración de la Confirmación fue temporalmente separada del Bautismo. Los obispos son los sucesores de los apóstoles y han recibido la plenitud del sacramento del Orden. Por esta razón, la administración de este sacramento por ellos mismos pone de relieve que la Confirmación tiene como efecto unir a los que le reciben más estrechamente a la Iglesia, a sus orígenes apostólicos y a su misión de dar testimonio de Cristo. (CIC, 1290) Celebración de la Confirmación En la celebración litúrgica de este sacramento concurren tres elementos que deben ser señalados y que constituyen el centro de la toda la celebración: I.

La renovación de las promesas del

Bautismo, por la que el confirmando hace expresión y compromiso explícito de vivir a la

La imposición de manos que el obispo hace sobre los confirmandos El momento culminante de la Confirmación por el que el Obispo impone su mano sobre la cabeza del confirmando y le unge la frente con el

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II.

214

manera de Cristo.

santo Crisma mientras pronuncia estas palabras: "recibe por esta señal el don del Espíritu Santo" El saludo de la paz concluye el rito, significa y manifiesta la comunión eclesial con el obispo y con todos los fieles

INDICA AL MENOS TRES FRASES O SIMBOLOS QUE MÁS TE HAYAN

215

LLAMADO LA ATENCIÓN Y DI POR QUÉ

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III.

ORACIÓN DEL CONFIRMANDO

Espíritu Santo, hoy como niño te pido: Dame Ciencia, Entendimiento y Sabiduría para estudiar y comprender tu misterio en mi vida.

Dame Consejo y Fortaleza para elegir siempre lo bueno y sobrellevar lo malo con fuerza.

Dame Piedad y Temor de Dios para ser un buen Testigo de Cristo y llegar a estar junto a vos.

¡¡¡ Con tus Dones y tu Amor:

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216

Confirma mi Corazón!!!

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LA CONFIRMACIÓN 1. UNA OPCIÓN POR SER CRISTIANO Por el bautismo ya sois cristianos, pero cuando os bautizaron no erais conscientes y no sabíais lo que significaba. La confirmación será para vosotros una ocasión para manifestar, de forma libre y responsable, la decisión de vivir como cristianos.

EN EL BAUTISMO I. Recibimos el regalo de la fe

POR LA CONFIRMACIÓN Asumo la fe conscientemente

Creo en Dios Padre, en Dios Hijo y en Dios Espíritu santo. Creo en la Iglesia y en los Sacramentos como encuentro con Jesús. Creo más allá de la muerte, en la Resurrección.

II. Quedamos unidos a Cristo •

Me comprometo a querer a Dios como a un padre y a fiarme de Él.

III. Somos liberados de todo pecado •

Trato de vivir como Jesús Busco la verdadera libertad

Renuncio a vivir solamente para el dinero, a aprovecharme de los demás, a mandar y a dominar, a destacar y a ser admirado, a vivir sin personalidad, a todo lo que destruye la salud (tabaco, droga, ...).

IV. Recibimos la fuerza del Espíritu Santo •

Para confesar a Jesús con mis palabras y obras delante de los demás.



El espíritu me anima y fortalece, habita en mí, me apoya y sostiene.

V. Somos incorporados a la comunidad cristiana

Me incorpora a la Iglesia

Quiero amar a la Iglesia, orar por ella y participar con ilusión en sus actividades.

¿TE SIENTES CONTENTO DE SER CREYENTE? ¿QUÉ CREES QUE PUEDES APORTAR A LA COMUNIDAD CRISTIANA?

218

¿EN QUÉ SITUACIONES PERCIBES MÁS LA FUERZA DEL ESPÍRITU?

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El Espíritu me transforma

2. UNA INCORPORACIÓN MÁS PLENA A LA IGLESIA Por la confirmación pasas a ser un adulto en la Iglesia. Has de colaborar en sus actividades y tareas y estará dispuesto a prestar los servicios necesarios para la buena marcha de la comunidad. Un adulto en la fe: A) La ama y la siente como a su gran familia. B) Siente satisfacción de pertenecer a ella y se preocupa de que funcione. C) Lucha para que se superen los fallos y colabora con ella. D) La defiende cuando la atacan. E) Es consciente de sus limitaciones. En la Iglesia, todos los miembros son importantes y cada uno aporta a ella lo que ha recibido según su vocación. Entre las tareas de la Iglesia está: a) El anuncio de la palabra. •

El confirmando la acepta como sentido de su vida.



La da a conocer.



La testimonia con su vida.

b) La caridad social. •

El confirmando es sensible a los problemas de su entorno.



Colabora a favor de los necesitados.



Participa en actividades de formación.

c) La liturgia o celebración de los sacramentos. •

El confirmando participa activamente en las celebraciones.



Colabora para que sean vivas.



Vive en su ambiente lo que celebra.

3. UNA FUERZA QUE NOS TRANSFORMA

Los discípulos de Jesús a veces se mostraron miedosos y cobardes. Los siguientes textos son una muestra de ello.

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que profundicemos en su significado.

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Se acerca el día de vuestra Confirmación, Vais a recibir un nuevo sacramento y es necesario

Lc 22, 24 Entre ellos hubo también un altercado sobre quién de ellos parecía ser el mayor. Jn 14, 18 No os dejaré abandonados, volveré a estar con vosotros. Mt 14, 31 Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?» Mt 26, 56 Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas.» Entonces los discípulos le abandonaron todos y huyeron. Jn 20, 19 Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.»

El día de Pentecostés, el Espíritu Santo vino sobre los apóstoles y los llenó de su fuerza. Hch 2, 1-4.

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.

LA CONFIRMACIÓN: UN NUEVO PENTECOSTÉS También vosotros recibiréis el Espíritu santo el día de vuestra confirmación. La fuerza del

VIVIR LA FE, mantener la esperanza y ser fuerte en la dificultad.



SEGUIR A JESÚS en el amor y servicio a los demás.



COMPRENDER EL EVANGELIO y el mensaje de Jesús y darlo a conocer.



INCORPORARNOS más plenamente a la Iglesia.

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220

Espíritu os capacitará para:



RESUCITAR CON CRISTO al final de los tiempos.

A partir de tu confirmación, vivirás en el Espíritu.

LOS DONES DEL ESPÍRITU Sabiduría

LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU Caridad

Entendimiento

Paz

Consejo

Alegría

Ciencia

Bondad

Fortaleza

Paciencia

Piedad

Generosidad

Temor de Dios

Castidad

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221

Escribe el don del Espíritu que con más insistencia pedirás el día de la Confirmación y por qué.

Secuencia de Pentecostés Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.

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Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.

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Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

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Te proponemos ahora, en estas últimas catequesis, reflexionar sobre el día después del Sacramento. Lo haremos a través de las palabras dirigidas por D. José Manuel Lorca Planes, nuestro obispo, a un grupo de jóvenes el día de su Confirmación y por una carta del obispo D. Javier Salinas dirigida a los jóvenes titulada: ¿Y después de la Confirmación, qué? Palabras de D. José Manuel Lorca Planes a un grupo de jóvenes el día de su confirmación: “D. José Manuel recordó las palabras del Beato Papa Juan Pablo II: “No tengáis miedo, abrid vuestro corazón a Cristo” y les invitó a dejarse seducir por Él, a confiarse en sus manos, a seguir caminando y crecer en la fe, a ofrecer las cruces de cada día a Dios, el único que no abandona nunca. En este tiempo de crisis, les animó a no cerrar los ojos y no desentenderse de las necesidades de los otros, a tener esperanza y a creer en un proyecto de vida para la entrega y el amor a los demás, a saber morir por el otro y vivir en gratitud. En definitiva, a seguir el ejemplo de Jesús, en palabras de San Pedro: “El que pasó haciendo el bien”. La Confirmación, dijo, es un paso más en el camino: No es la meta. Seguimos corriendo. Toda la vida se dirige hacia Dios, es un proyecto de eternidad. Y en este paso Dios nos regala los dones del Espíritu Santo. Les exhortó a vivir la Palabra de Dios con ilusión y coraje y a reaccionar ante la realidad actual como verdaderos creyentes, como hijos de Dios: movidos por el motor interno de la caridad y, sobretodo, con la alegría y la paz propias de quien se siente en el corazón de Dios”.

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¿Qué crees que significa la frase: “La confirmación es un paso más en el camino. No es el camino”? Explícalo.

Extracto de la carta de D. Javier Salinas: “¿Para qué recibir la Confirmación? Y después, ¿qué?9” Una nueva oportunidad para llegar a ser cristiano Todos deberíamos recordar que no nacemos cristianos. Llegamos a serlo por la acción de Dios en nosotros, unida a nuestra respuesta personal. Es una cuestión de relación, de encuentro y de respuesta. Una realidad que hoy hay que valorar de una forma nueva, pues vivimos en una cultura que sitúa al hombre en el centro de todo. Esta visión del hombre puede hacernos creer que el ser cristiano dependería fundamentalmente de nuestra respuesta, de nuestros esfuerzos, de nuestra capacidad de compromiso. Sin embargo no es así. Se sitúa más en la perspectiva de la amistad, del encuentro entre personas, de la admiración que provoca el otro en nosotros. Benedicto XVI nos lo ha señalado: “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus Caritas est, n.1). Esta es una realidad que no podemos olvidar, pues nos habla de un plus que no nace simplemente de nuestra inteligencia ni de nuestra voluntad. Hay algo que nos supera y que únicamente puede ser recibido como don. Como escribe Simone Weil, “los bienes más preciosos no deben ser buscados, sino esperados. Pues el hombre no puede encontrarlos por sus propias fuerzas” (La espera de Dios, p.77). Así acontece con todas las grandes experiencias humanas y así acontece con la experiencia de la fe.

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http://www.misionjoven.org/10/01/396_397_1.html

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¿Para qué confirmarse? Para llevar a plenitud el Bautismo y, así, ser realmente testigos de Jesucristo en nuestro mundo. Se trata de recibir más plenamente al Espíritu Santo, don gratuito de Dios, que quiere unirnos así a su vida misma, transformarnos con su presencia y hacernos libres para poder caminar siguiendo a Jesús. El don que Dios concede en la Confirmación es el Espíritu Santo, que es don de Dios Amor, que libera y recrea nuestra libertad. “Donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad” (2Co 3,17). Qué alegría saber que esta es la posibilidad que el Espíritu genera en nosotros: ser

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Un encuentro que transforma

realmente libres. A veces escuchamos que la fe cristiana quiere recortar nuestra libertad, nuestros deseos más profundos de felicidad. Nada más alejado de la realidad de la fe. La Iglesia, cuando en la fiesta de Pentecostés habla del Espíritu Santo, dice: “mira el vacío del hombre / si tú le faltas por dentro; / mira el poder del pecado / cuando no envías su aliento”(secuencia del día de Pentecostés). Así, el sacramento de la Confirmación perfecciona el don del Espíritu Santo recibido en el Bautismo y hace capaz, a quien lo recibe, de dar testimonio de Cristo. Es decir, hace más plenamente cristiano, pues el Espíritu Santo nos lleva a crecer, a parecernos más a Jesucristo. Porque, como ya he dicho, para llegar a ser cristiano no basta con saber cosas de Jesús, es preciso entrar en contacto con Él, es necesario dejarse alcanzar por Aquel que lo hace presente hoy entre nosotros, el Espíritu. El proceso de catequesis de confirmación, ¿ha supuesto para ti un inicio de transformación? Explica por qué.

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No es posible entender la lógica del regalo si éste no suscita una respuesta. Un regalo sin acogida no ha cumplido su misión. El don de la vida cristiana espera una respuesta. Y el sacramento de la Confirmación es, precisamente, expresión de la acción gratuita de Dios, de su voluntad de incorporarnos a su vida misma. De ahí que este sacramento nos introduzca más plenamente en la vida del Espíritu. De ahí también el valor de la respuesta de fe, de la acogida, de nuestro “amén”. Pero no podemos olvidar que quien la suscita es Dios mismo y, por tanto, que lo primero es el don, el regalo de su amor. Por ello no queda claro cuando la Confirmación se presenta sólo como una acción nuestra. A veces se dice: “la Confirmación es la celebración de mi decisión libre y

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Un don que merece una respuesta

personal de querer vivir como cristiano. Nadie la puede tomar por mí”. O también “la confirmación te ofrece ahora la oportunidad para que definas tu actitud ante esa fe que han tratado de transmitirte”. Cierto que la fe, el don de Dios, suscita una respuesta. Si nadie lo acoge quedaría sin producir su fruto, sin mostrar su fuerza salvadora. Pero no podemos olvidar qué es lo primero, quién va delante, quién sostiene e impulsa. Siempre es Dios el fundamento y la meta; siempre es Él quien toma la iniciativa; siempre será, para cada uno de nosotros, un don, un regalo, una gracia que está llamada a generar nueva vida y, por tanto, necesita también de nuestra respuesta. Por esto, en el sacramento de la Confirmación, a través de los ritos de la celebración expresamos este dejarnos tocar por la acción de Dios mismo, por el Espíritu Santo que actúa en nosotros. Siempre en camino

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Quien ha empezado a crecer en la amistad con Jesús tiene la posibilidad de dejarse transformar por Él, de sellar esta amistad. Se encuentras con Cristo en sus sacramentos, signos eficaces de su amor, que ha confiado a su Iglesia. Desde el día del Bautismo participa de la vida nueva de Jesús. Es un nuevo nacimiento. Ahora, será fortalecido por el sacramento de la Confirmación y recibirá la Eucaristía, el Pan de la vida eterna. Será más semejante a Jesucristo, quedará más unido a todos los cristianos, tendrá la misión de ser instrumento de su amor en medio de nuestro mundo. Será más plenamente cristiano. El tiempo de formación es una gran oportunidad para disponerse a la celebración en la que la Iglesia nos acogerá más plenamente, y en la que se

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Volvemos a la pregunta ¿para qué confirmarse?. Para fortalecer el don del Bautismo que nos hace cristianos. Es una llamada, de nuevo, a ponerse en camino. Para ello hay que disponerse, hay que dedicar tiempo y hacernos sensibles a este gran don que el Señor nos hace. De ahí el gran valor del tiempo de formación, para conocer y amar a Jesús, camino, verdad y vida. Sí, se trata de acoger su palabra, seguir sus pasos, dejarse transformar por Él. No se trata sólo de saber cosas sobre Jesús sino de participar en su vida misma. Jesús no nos deja solos. Él mismo nos prometió que vendría a habitar en nuestra vida, que nos enviaría al Espíritu Santo, que es Señor y Dador de vida. El día de Pentecostés se cumplió esta promesa. Desde entonces Jesús actúa en la Iglesia a través del Espíritu. No estamos solos en nuestro caminar. El Espíritu Santo nos da la vida nueva de Jesús, nos hace comprender mejor lo que Él nos dijo, nos da fuerza para seguirle y llevar la luz de su Evangelio a todos, nos reúne en una sola fraternidad: la Iglesia.

realizará un nuevo Pentecostés. Entonces, conducido por el Espíritu, reconocemos que Jesús es el Señor, que con Él empieza un mundo nuevo: Dios es nuestro Padre; todos los hombres somos hermanos. Y después, ¿qué? Algunas propuestas

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En esta línea, en el rito de la Confirmación hay un momento en el que expresamos este compromiso: nuestro “sí” al “Sí” del Espíritu en nosotros. El joven, con su sí se hace cargo de la misión de Jesús continuada por la comunidad cristiana. De hecho, la catequesis que prepara la Confirmación, ha de suscitar el sentido de la pertenencia a la Iglesia de Jesucristo, así como la participación en su misión. Recibir la marca del don del Espíritu lleva al testimonio y a la misión. En realidad, el confirmado sabe que la fe es un talento que hay que negociar, una experiencia que hay que contagiar a otros con el testimonio coherente de todo su ser y con la palabra, con la audacia de proponer a otros la buena nueva. Su sí, su amén, manifiesta la docilidad al Espíritu en el pensar y decidir el futuro según el plan de Dios; no sólo según las propias aspiraciones y actitudes; no sólo en los tiempos puestos a disposición sino, sobre todo, en sintonía con el designio de Dios, que tiene para cada uno una llamada propia y espera una respuesta para que seamos trabajadores de su Reino.

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Tenemos que reconocer que somos demasiado dados a la “cuenta de resultados”. En realidad, un sembrador siempre siembra, lo cual no significa que no prevea cómo seguirá su tarea, pero confía el crecimiento de su acción a Alguien más grande. Desde esta actitud que libera y esponja el ánimo, pero que únicamente se puede sostener desde la confianza en la acción del Espíritu, podemos abordar una cuestión también decisiva en todo esto: y después de la Confirmación, ¿qué?. En primer lugar, deberíamos preguntarnos si en el camino de preparación hemos propuesto la Confirmación como un fin en sí mismo o como un momento intenso de encuentro con el Señor. Porque de esto dependen muchas cosas. Si todo consiste en ser confirmado, con ello también termina la propuesta. Pero si la Confirmación es el sacramento que fortalece, que hace crecer el don del Bautismo, entonces todo cambia. Lo importante es ser cristiano y tratar de cultivar esta realidad que nunca termina, pues siempre estamos en camino para que se cumpla en nosotros el nuevo nacimiento que alcanzará su plenitud en “los cielos nuevos y la tierra nueva”. Mientras tanto, la Confirmación ha puesto de relieve el hecho de que no podemos hacer nada sin la acción del Espíritu en nosotros y sin nuestro sí decidido a su acción. Por ello, “la preparación para la Confirmación debe tener como meta conducir al cristiano a una unión más íntima con Cristo, a una familiaridad más viva con el Espíritu Santo, su acción, sus dones y sus llamadas, a fin de poder asumir mejor las responsabilidades apostólicas de la vida cristiana” (CIC, 1309).

¿Te has propuesto tú la confirmación como un fin en sí mismo? Por qué

Pastoral juvenil en y desde la comunidad

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La primera debe ser entrar más a fondo en la vida de la comunidad cristiana, especialmente en la celebración de la Eucaristía, que es el manantial de donde obtiene sus energías, y es también la meta, la cima, de los múltiples esfuerzos que desarrollan todos sus miembros en la familia, en el trabajo, en la amistad, en el logro del bien común. La Confirmación, precisamente en la medida que nos marca con el don del Espíritu, nos hace más parecidos a Jesucristo y, por ello, nos capacita internamente de una forma más plena para poder unirnos en la ofrenda y acción de gracias al Padre en unión con Jesucristo. La Confirmación nos lleva a la Eucaristía, en la que actualizamos en nuestro caminar el encuentro con el Señor y, desde Él y con Él, el encuentro

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Pero seamos realistas. Nada de esto puede hacerse sin una experiencia eclesial viva, subrayando que es en la comunidad cristiana, donde nos ayudamos unos a otros a crecer en la fe. Por ello la respuesta a la pregunta “después de la Confirmación, ¿qué?”, ha de realizarse en el marco de una pastoral de jóvenes, en la que ya se está y en la que se vive, tanto la formación cristiana como la celebración de la fe. En realidad, no podríamos ser cristianos sin la Iglesia, sin la comunidad. Y, por tanto, no hay futuro para la Confirmación sin un vínculo fuerte con la comunidad cristiana. Ciertamente, este vínculo se puede realizar de muchas maneras, pero existen algunas que son radicalmente importantes.

con todos los hermanos. La Eucaristía es el sacramento signo e instrumento de unidad y de paz. Y, por tanto, participando en ella recibimos nuevas energías para continuar el camino, pues nos encontramos con Jesús Resucitado, que nos ofrece su gracia, su luz, su amor y, sobre todo, la fuerza del Espíritu Santo. La Eucaristía hace la comunidad, como también la comunidad hace la Eucaristía. En nuestro caso es preciso aproximar esta realidad a la vida de los adolescentes y jóvenes. Y para ello es necesario encontrar ámbitos cercanos que orienten hacia la comunidad cristiana, pero que sean a la vez como un instrumento que ayude a vivir aquella experiencia que configura toda vida humana según el Evangelio: dar y recibir. Es en el grupo, en la pequeña comunidad, donde los jóvenes pueden encontrar una mediación que les ayude a configurarse con sus iguales y, al mismo tiempo, a introducirse en la gran comunidad eclesial. Sabemos que en esta etapa de la vida los jóvenes han dejado el ámbito familiar como referente fundamental y han entrado en un ámbito social en el que los amigos, el grupo, constituyen el punto de referencia, la realidad con la que identificarse para sentirse cómodos consigo mismos y orientarse en la vida. Esto plantea la gran cuestión del trabajo con ellos, de la pastoral de jóvenes. Se puede afirmar que parte de la falta de frutos en la pastoral de la Confirmación nace de su aislamiento de la vida comunitaria de la Iglesia, que se realiza en esta etapa de la vida a través de los grupos, asociaciones y movimientos de jóvenes. En este sentido, hay que valorar todas las formas de convocatoria de los jóvenes como camino para llegar a una propuesta de la fe. Así como el hombre es camino para encontrar a Dios, también la amistad de los jóvenes entre sí es camino para cultivar la amistad con Cristo.

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Si la Confirmación es un sacramento por el que se va completando nuestra iniciación cristiana, es decir, que nos hace más plenamente cristianos, no podemos pensarla sin una continuidad. Más cuando quienes han sido confirmados están todavía en una etapa de su vida

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Vivir el Evangelio en el corazón de la vida

en la que tienen que tomar decisiones y responder, de una forma realista, a los deseos de felicidad que hay en su corazón, y apartar los miedos y debilidades que oscurecen el futuro y que llevan a muchos a vivir únicamente el instante, cosa que muchas veces lleva al fracaso y al dolor, tanto para ellos como para las personas que les quieren. Precisamente el participar de un grupo, de un movimiento, ayuda a los jóvenes a crecer en amistad mutua, a compartir ideales, a soñar; porque sin estos sueños de un mundo nuevo, diferente, quedamos reducidos únicamente al consumo, al placer inmediato, a lo que en realidad no ayuda a crecer sino que satisface por un instante. Educar el deseo de plenitud que hay en el corazón de todo joven es una de las exigencias fundamentales de la hora presente, educar su afectividad para que realmente su amor no sea algo inmediato y mecánico sino un proyecto a largo plazo, una voluntad que implica también el olvido de uno mismo porque quiere el bien del otro.

+ JAVIER SALINAS VIÑALS Obispo de Tortosa

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Resume en pocas líneas lo que has comprendido de los textos que hemos leído.

Oración VEN ESPÍRITU DE DIOS SOBRE MÍ, ME ABRO A TU PRESENCIA, CAMBIARAS MI CORAZÓN.

Toca mi debilidad, toma todo lo que soy. Pongo mi vida en tus manos y mi fe; poco a poco llegarás a inundarme de tu luz. Tú cambiarás mi pasado. Cantaré.

Quiero ser signo de paz. Quiero compartir mi ser. Yo necesito tu fuerza, tu valor. Quiero proclamarte a Ti; ser testigo de tu amor;

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entra y transforma mi vida. Ven a mí.

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El rito de la Confirmación se compone de diversas partes. Te presentamos a continuación algunas

de

importantes.

las partes Asistir

a

más la

Eucaristía no es simplemente estar, sino participar. Junto con las respuestas ordinarias de la Eucaristía,

reflexionemos

un

poco sobre las preguntas y respuestas que el Obispo/Vicario te planteará durante el rito de la Confirmación.

Presentación de los Confirmandos Señor Obispo/Vicario: La comunidad parroquial de Santiago de Totana le presenta a este grupo de jóvenes para que por medio de la imposición de las manos y la unción con el crisma reciban la fuerza del Espíritu Santo para que les ayude en su vida de cristianos y sepan dar testimonio del amor de Dios a los hombres y mujeres de este tiempo. A lo largo de un tiempo estos jóvenes se han ido preparando y descubriendo la presencia de Dios en sus vidas. Como responsable en esta formación tengo la alegría de presentarlos para que usted les confiera el sacramento del Espíritu. He aquí sus nombres: (Se van nombrando a los confirmandos y ellos se levantan del sitio).

Renovación de las promesas del Bautismo Antes de recibir el don del Espíritu Santo, conviene que renovéis ante mí, pastor de la Iglesia, y ante los fieles aquí reunidos, testigos de vuestro

Obispo:

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profesaron el día de vuestro bautismo.

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compromiso, la fe que vuestros padres y padrinos, en unión de toda la Iglesia,

¿Estáis dispuestos a luchar contra el pecado, que se manifiesta entre otras cosas en: el egoísmo, la envidia, la venganza, la mentira, etcétera? Confirmandos: Sí, estoy dispuesto. Obispo: ¿Estáis dispuestos a perdonar cuando os hagan una injuria, a amar incluso a los que no os quieren bien, a ayudar a los que os necesiten aunque no sean vuestros amigos? Confirmandos: Sí, estoy dispuesto. Obispo: ¿Creéis en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra? Confirmandos: Sí, creo. Obispo: ¿Creéis en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos, y está sentado a la derecha del Padre? Confirmandos: Sí, creo. Obispo: ¿Creéis en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que hoy os será comunicado de un modo singular por el sacramento de la Confirmación, como fue dado a los Apóstoles el día de Pentecostés?

Obispo:

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Sí, creo.

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Confirmandos:

¿Creéis en la santa Iglesia católica, en la comunión de los Santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne y en la vida eterna? Confirmandos: Sí, creo. Obispo: Y de acuerdo con el Evangelio de Jesucristo ¿confiareis siempre en Dios en todas las circunstancias de la vida? Confirmandos: Sí, confiaré. Obispo: ¿Trataréis a todos los hombres como hermanos vuestros ? Confirmandos: Sí, los trataré. Obispo: ¿Imitaréis en todo a Jesucristo? Confirmandos: Sí, lo imitaré. Obispo: ¿Trabajaréis por la salvación de todos los hombres ? Confirmandos: Sí, trabajaré. A esta profesión asiente el Obispo proclamando la fe de la Iglesia: Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de profesar en Cristo Nuestro Señor.

PADRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO,

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DIOS TODOPODEROSO,

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Imposición de las manos.

QUE REGENERASTE, POR EL AGUA Y EL ESPÍRITU SANTO, A ESTOS SIERVOS TUYOS Y LOS LIBRASTE DEL PECADO, ESCUCHA NUESTRA ORACIÓN Y ENVÍA SOBRE ELLOS EL ESPÍRITU SANTO DEFENSOR; LLÉNALOS DE ESPÍRITU DE SABIDURÍA Y DE INTELIGENCIA, DE ESPÍRITU DE CONSEJO Y DE FORTALEZA, DE ESPÍRITU DE CIENCIA Y DE PIEDAD, Y CÓLMALOS DEL ESPÍRITU DE TU SANTO TEMOR. POR JESUCRISTO, NUESTRO SEÑOR. R. / Amén. Crismación N., recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo. Y el confirmado responde: Amén. El Obispo añade: La paz sea contigo. El confirmado responde:

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Y con tu Espíritu.

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