Conferencia de Postdam, El Gran Desencuentro
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Descripción: Excelente ensayo sobre el encuentro de los vencedores...
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FIN DE LA II GUERRA MUNDIAL
LAS CLAVES TERCERA CITA. Tras la de Tehe-
rán (1943) y Yalta (1945). DÓNDE. En el palacio de Cecilienhof, antigua residencia del príncipe heredero alemán, a 25 kilómetros de Berlín. CUÁNDO. Del 17 de julio al 2 de
agosto de 1945. QUIÉN. Los Tres Grandes, los lí-
deres de la URSS, Estados Unidos y Reino Unido. Entretanto, Churchill perdió las elecciones y fue sustituido por Attlee.
DINAMARCA
Mar Báltico
Mar del Norte
Berlín POLONIA
HOL BEL
Potsdam ALEMANIA
200 km REP. CHECA
FRANCIA AUSTRIA SUIZA
CONFERENCIA DE POTSDAM
EL GRAN DESENCUENTRO ¿QUÉ HACER CON EUROPA? Y, SOBRE TODO, ¿QUÉ HACER CON ALEMANIA TRAS EL FIN DE LA GUERRA? ÁLVARO
LOZANO EXPLICA LOS PLANES DE LOS VENCEDORES LA AVENTURA DE LA
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Sentados, de izquierda a derecha, los líderes de Gran Bretaña, ATTLEE; Estados Unidos, TRUMAN, y la URSS, STALIN, en la Conferencia de Potsdam, 1945.
N EL PALACIO NEOTUDOR DE CECILIENHOF,
antigua residencia del príncipe heredero alemán ubicado en la localidad de Potsdam a 25 kilómetros de Berlín, se celebró la tercera y última gran conferencia, que mantuvieron los jefes de gobierno del denominado grupo de los Tres Grandes –la URSS, EE UU y Reino Unido– para reorganizar el mundo tras la II Guerra
E
ÁLVARO LOZANO. HISTORIADOR, AUTOR DE STALIN, EL TIRANO ROJO (2012).
Mundial. Stalin odiaba volar y tan solo lo había hecho para asistir en 1943 a la Conferencia de Teherán. Su paranoia le hizo exigir que se celebrase en la zona controlada por los soviéticos a la que podía llegar en tren. La conferencia, bautizada con el premonitorio nombre de Terminal, tuvo lugar del 17 de julio al 2 de agosto de 1945. Europa era, como afirmó Winston Churchill, “un montón de escombros, un osario, un semillero de pestilencia y odio”. Tras la reunión de Teherán, los Tres Grandes se volvieron a reunir en febrero de 1945 en Yalta (Crimea), para sentar las bases de Europa tras el conflicto mundial. El encuentro transcurrió en una cordialidad oficial que enmascaraba las sospechas mutuas. Ambas partes se encontraban separadas por la desconfianza tal y como lo habían estado desde la Revolución bolchevique de 1917 y los compromisos alcanzados fueron temporales. Se llegó al acuerdo de dividir a Alemania en cuatro zonas administradas por EE UU, la URSS, Francia y Gran Bretaña –ver La Aventura de la Historia, núm. 195– pero no se alcanzó ningún arreglo definitivo sobre su sistema de gobierno, ni sobre las reparaciones que debían exigir a Alemania. Uno de los puntos más discutidos fue Polonia, sobre la que se acordó que su frontera sería desplazada hacia el oeste, aunque se postergó a Potsdam la decisión definitiva. Las desavenencias sobre el futuro político de Polonia y de Europa del este debilitaron los acuerdos alcanzados en Yalta y aumentaron las sospechas entre la URSS y las potencias occidentales. Se aprobó también la denominada Declaración sobre la Europa liberada, en la que los Tres Grandes se comprometían a que la reconstrucción europea se realizara mediante gobiernos democráticos ampliamente representativos. Antes de iniciarse la conferencia de Potsdam, Harry Truman sustituyó al presidente Franklin D. Roosevelt, que había fallecido el 12 de abril. Aunque solo era dos años más joven, Truman proyectaba una imagen de juventud y vitalidad. Era consciente de que debía reemplazar a alguien a quien consideraba “imposible de sustituir”. LA AVENTURA DE LA
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“¿Quién demonios es Truman?”, había preguntado Roosevelt cuando se enteró en 1944 de que había sido propuesto para ser vicepresidente. Durante su mandato, Roosevelt lo mantuvo apartado de las principales cuestiones de la política bélica y le pidió que limitara las comunicaciones entre ellos a las “estrictamente urgentes”, dejando claro que no tenía intención de prepararle para tomar las riendas del gobierno. Ni siquiera se le informó del proyecto de la bomba atómica. EL AISLAMIENTO DE TRUMAN. A la vis-
ta del deterioro de la salud de Roosevelt, el aislamiento del vicepresidente resulta sorprendente. Truman no había salido de EE UU desde su regreso del campo de batalla en Francia en 1919 y no había tenido que reflexionar sobre los imperativos de la posguerra. No comprendía la doble política de Roosevelt que combinaba la retórica pública sobre los principios que debían regir el mundo, con su discurso privado con Stalin en el que reconocía las preocupaciones de seguridad soviéticas. La lamentable ausencia de las minutas oficiales de Teherán y Yalta hizo que Truman dependiera de los recuerdos contradictorios de los asesores del expresidente. Deseaba continuar la política de Roosevelt pero esta no estaba clara: ¿se había reconocido en Yalta una esfera de influencia soviética en Europa del este? ¿Se había acordado que la democracia y la soberanía serían los principios rectores de los gobiernos de la Europa de posguerra? No obstante, Truman llegó a Potsdam con un nuevo Secretario de Estado, James Byrnes que no era un neófito en temas internacionales. En su primer encuentro con el ministro de Exteriores soviético, Vyacheslav Molotov, en abril de 1945, Truman defendió que en el futuro los soviéticos tendrían que mantener sus acuerdos. Las relaciones no podían ser “unilaterales”. Molotov respondió: “Nunca me habían hablado así en toda mi vida”, a lo que Truman replicó: “Cumplan sus compromisos y no habrá necesidad de hablarles así”. Churchill, anticipando su célebre discurso en Fulton,
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había escrito a Truman: “Ha caído
En Potsdam, los participantes eran al tiempo amigos y enemigos, ya que una unión en tiempos de paz requería de la buena voluntad de los principales líderes, algo que evidentemente no existía. Las agencias de seguridad soviéticas describían ya a EE UU en sus informes como el “principal adversario”. Sin embargo, Stalin era consciente de que la enorme destrucción de su país hacía imposible que librase una guerra en al menos veinte años –según las proyecciones que manejaba junto a Molotov– y era ese periodo de paz el que deseaba obtener en Potsdam. Stalin era el más veterano de los tres líderes y realizó una preparación concienzuda para la conferencia solicitando incluso perfiles psicológicos de los otros líderes. Durante la conferencia apenas cometió errores, respondiendo con frases breves y sin revelar nunca más de lo que debía. Molotov lo hizo de forma vaga. En las discusiones, este jugó
AMIGOS Y ENEMIGOS A LA VEZ LOS TRES GRANDES, Y SUS TITULARES DE EXTERIORES, TENÍAN PERSONALIDADES E INTERESES POLÍTICOS MUY DISTINTOS
T
EE UU
ruman no había salido de EE UU desde 1919 y Roosevelt le había mantenido apartado de los principales asuntos de la política bélica. En Potsdam trató de agradar a Stalin y llegó incluso a negarse a hablar con Churchill de temas importantes si el líder soviético no estaba presente. En la cena del tercer día, insistió en que sonara música de Chopin porque le agradaba a Stalin a pesar de que a Churchill le disgustara. No obstante, deseaba seguir la política de Roosevelt y llegó acompañado de James Byrnes, su secretario de Estado, que era experto en temas internacionales.
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talin desdeñaba a Truman, pero pensó que conocerle personalmente ayudaría a gestionar mejor la posguerra. Era el más veterano de los tres líderes y siempre se mostró cauto, reservado y parco en sus palabras. Se reservó para sí un papel de “blando” dejando que fuera su titular de Exteriores, Molotov, quien representara el rol de “duro”. Ambos creían que la devastación que había sufrido la Unión Soviética durante el conflicto la incapacitaba para participar en otra guerra en al menos las dos décadas siguientes y acudieron a la conferencia de Potsdam tratando de ganar ese tiempo.
URSS
un telón de acero tras el frente. No sabemos qué se esconde detrás”. Truman pronto adoptó una aproximación realista a las relaciones internacionales y defendió la idea de que la URSS necesitaba más a EE UU que viceversa. No esperaba conseguir todo lo que deseaba pero consideraba que en “asuntos relevantes” debían “ser capaces de obtener el 85 por ciento”. Necesitaba tener a Stalin de su lado para derrotar a Japón y hacer realidad el sueño de Roosevelt de una paz permanente basada en la alianza forjada durante la guerra. Creía que contaba con el apoyo del pueblo ruso: “Llevémonos bien”, apuntó en su diario. Al principio, Stalin consideró que Truman era “vulgar” y que “no estaba preparado ni era listo”, pero pensó que conocerle personalmente podía ayudar a limar asperezas. Ante la insistencia soviética se decidió convocar la cumbre en Berlín, lo que subrayaría la derrota alemana y destacaría el esfuerzo de guerra soviético. No habría posibilidad de que los líderes alemanes le dijeran a sus soldados que “volvían invictos del campo de batalla”, como había sucedido tras la Gran Guerra y que había dado lugar a la funesta leyenda de la “puñalada en la espalda” que esgrimió Hitler durante el ascenso del partido nazi en el periodo de entreguerras.
CONFLICTO IMPOSIBLE.
A
ttlee sustituyó a Churchill al ganar las elecciones generales mientras se desarrollaba la conferencia. Churchill le despreciaba y lo había calificado de “cordero con piel de cordero”. El nuevo premier británico tenía menos experiencia internacional, pues había hecho su carrera política como defensor de los trabajadores, y pidió a Churchili que se quedara con él en Potsdam, a lo que el conservador se negó. A Stalin tampoco le gustaba su nuevo interlocutor y despreciaba a los laboristas. No obstante, Attlee, que se llevó a su nuevo titular de Exteriores, Ernest Bevin, no introdujo ningún cambio en la política exterior que había seguido su antecesor.
GRAN BRETAÑA
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EN BUSCA DEL CADÁVER DE HITLER El jefe del Estado Mayor alemán, general Krebs, se presentó con bandera blanca a las 4 de la madrugada del 1 de mayo, doce horas después del suicidio de Hitler. Llevaba una carta de Goebbels y Bormann pidiendo alto el fuego que informaba: “El 30 de abril a las 15.50 hora de Berlín, el Führer ha puesto fin a sus días”. Stalin fue informado inmediatamente. El líder soviético era un paranoico, pero esta vez era razonable que se mostrase escéptico y exigiera el cadáver de Hitler. Veinticuatro horas después, los rusos se apoderaron de la cancillería y encontraron los cadáveres del matrimonio Goebbels y sus seis niños. Pero de Hitler, nada... Bajo absoluto secreto, la búsqueda se encomendó a tres agentes del SMERSH (espionaje militar): el coronel Gorbushin, el mayor Bystrov y la teniente Rzhevsakaya, aunque fue un soldado raso, Iván Churakov, quien el 4 de mayo encontró casualmente el cadáver del Führer. Sin embargo, el Ejército Rojo ya tenía “un cadáver de Hitler” y lo había mostrado a la prensa. Era
Croquis con la DENTADURA DE HITLER, la teniente RZHEVSAKAYA y un fragmento del CRÁNEO DEL FÜHRER.
un sosias, pero en el estalinismo nadie se pasaba de listo y el jefe de Churakov decidió no hacer ni decir nada. El coronel Gorbushin se enteró y recuperó los cuerpos carbonizados de un hombre, una mujer y, pista importante, dos perros. En secreto los llevó a una impro-
visada morgue en Berlin-Buch, donde un forense del SMERSH encontró veneno, aunque la única forma segura de establecer la identidad era a través de la dentadura. Gorbushin confió las mandíbulas en una caja a la teniente Rzhevsakaya, que hablaba alemán y había establecido
días antes que Hitler estaba en la cancillería tras interrogar a un niño soldado que lo había visto. Convertida en escritora de éxito, en 1960 sería autorizada a publicar su experiencia. Localizaron al doctor Aikhen, otorrino del Führer, que los encaminó a la consulta del profesor Blachk, un dentista de lujo de Kurfürstendamm. No encontraron radiografías, pero la ayudante de Blachk, Käthe Khoizerman, que conocía de memoria la dentadura de Hitler, pintó un croquis. Coincidía con la que llevaban. ¡Tenían el cadáver de Hitler! Pero Stalin ordenó silencio. La prensa soviética inició una campaña de desinformación –Hitler había escapado a España o Argentina–, y se montó una falsa operación de caza y captura del Führer. Quien lo encontrase sería Héroe de la Unión Soviética, lo que provocaría un colofón sangriento. Eugeni Khaldei, el famoso fotógrafo de la toma del Reichstag, contaba: “Los alemanes eran tontos, aun después de la derrota conservaban bigote y peinado a lo Führer. Cada día deteníamos y fusilábamos a unos 12 o 15 falsos Hitler”. LURRRES
el papel de duro dejando a Stalin el rol cano. Churchill, muy afligido por la desagradaba a Churchill. Tanto Truman del moderado que reprendía a su minis- muerte de Roosevelt, intentó forjar como Stalin se mostraron aburridos por tro. Ambos formaban un dúo formidable. en Potsdam una amistad con el nuevo los largos discursos del inglés. Según esStalin ni siquiera comentó que sus tro- presidente norteamericano. Sus inten- cribió su ministro de Exteriores, Anthopas habían identificado el cadáver de tos de aparecer unido a Truman bordea- ny Eden, “Churchill estuvo mal. No Hitler para jugar con el temor de que ron lo patético cuando insistió en sen- se había leído ningún informe y se mosla amenaza alemana seguía siendo real y tarse a la derecha de Truman para la fo- traba confuso y con verborrea”. Fracaexigir así fuertes medidas punitivas. Para tografía oficial en vez de en el centro só en cimentar una relación especial con EE UU y Truman se contrarrestar las pérnegó a discutir cuesdidas de la guerra “CHURCHILL ESTUVO MAL”, ESCRIBIÓ EDEN. tiones relevantes con Stalin podía presen“NO SE HABÍA LEÍDO NINGÚN INFORME Y SE él a menos que Stalin tar la enorme expanMOSTRABA CONFUSO Y CON VERBORREA”. estuviera presente sión de la influencia TANTO TRUMAN COMO STALIN SE ABURRÍAN para no ofrecer la soviética. A través de imagen de que Occila red de espionaje conocida como los Cinco de Cambridge como sugería el fotógrafo, y comenzó dente se enfrentaba a la URSS. Durante la conferencia, por sorpresa, estaba al tanto de las crecientes de- a mover su silla para acercarse a la del savenencias entre los occidentales en te- presidente norteamericano, mientras Churchill y Eden fueron derrotados en mas coloniales y financieros. este la desplazaba hacia la de Stalin que las elecciones y sustituidos por el líder británico laborista, Clement Attlee y Erse reía de todo aquello. En otro detalle ilustrativo, durante nest Bevin. “Un [solo] partido es mejor” DEBILIDAD BRITÁNICA. Gran Bretaña emergía de la guerra débil y, lo que era la cena del tercer día, Truman insistió le dijo cínicamente Stalin a Churchill. más preocupante para sus líderes, más en que sonara música de Chopin, que Este despreciaba a Attlee, al que descridependiente de su aliado norteameri- sabía que le gustaba a Stalin pero que bía como “un cordero en piel de LA AVENTURA DE LA
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que esta pudiera responder contra la población norteamedecir que durante la guerra ricana y Byrnes señaló que la había tenido dos enemigos: bomba haría a Rusia “más ma“Hitler y Attlee”. Sin embarnejable en Europa”. go, dado que pensaba vencer En realidad, la bomba hizo en los comicios, no tuvo reque Stalin se mostrase más inparos en que Attlee le acomtransigente en su determinapañara a Potsdam. ción de controlar la Europa Attlee tenía menos expeoriental. Los norteamericanos riencia en asuntos internaciocomprendieron que no servía nales que su ilustre predecontar con un arma superior si cesor habiendo destacado el otro bando no creía que fuecomo defensor de las clases ra a ser utilizada contra ellos. trabajadoras y, tras las eleccioDespués de todo, ¿usaría nes, pidió infructuosamente EE UU la bomba atómica para a Churchill que regresara a garantizar elecciones libres en Potsdam. Attlee eligió a ErEuropa oriental? Resultaba imnest Bevin para dirigir el Foposible traducir el poder nureign Office, por lo que amclear en ventajas tangibles en bas delegaciones occidentaEuropa. Se trataba de la “impoles experimentaron cambios tencia de la omnipotencia”, en completos en sus equipos de “En las siguientes dos millas usted estará en la ZONA la expresión del historiador política exterior para una conSOVIÉTICA”. Cartel de demarcación en la ciudad de Berlín. Lewis Gaddis. ferencia vital. Attlee era nueEl diplomático norteamericano Georve años más joven que Churchill, pero TRUMAN COMUNICÓ A ge Kennan, que conocía a los soviéticos, sin la energía de este y las voces más críSTALIN QUE POSEÍA LA observó la conferencia con “esceptiticas comenzaron a hablar de “los Dos BOMBA ATÓMICA. EL cismo y desazón”. El principal tema fue Grandes y Medio”. Sin embargo, ni Attlee ni Truman introdujeron cambios DATO NO IMPRESIONÓ Alemania. Era la segunda vez que los líderes de una coalición tenían que inradicales en la política exterior de sus AL SOVIÉTICO, QUE YA tentar solucionar el problema alemán en países y pronto entablaron una relación HABÍA PRACTICADO SU lo que iba de siglo y sabían lo mal que se fluida. A Stalin no le gustaban ni Attlee REACCIÓN: NO MOVIÓ había gestionado anteriormente. Los ni el partido laborista, al que no conmás duros exigían el desmantelamiensideraba un “compañero de viaje”. UN SOLO MÚSCULO to de Alemania y su conversión en un La conferencia fue larga y compleja. país agrícola, mientras los moderados Pese a la victoria sobre Alemania, el ambiente en Potsdam no fue el de los an- Arriendo, excepto aquellos destina- consideraban que sin una Alemania teriores encuentros y resultaba eviden- dos a la guerra contra Japón, fueron fuerte el continente no se recuperaría, te que la coalición aliada había surgi- interrumpidos. Las protestas de Sta- aunque debían evitar que volviese a do de la desesperación y no de la con- lin hicieron que se reiniciaran algunos amenazar la paz. Sin embargo, las condiciones no eran las de 1919. fianza. Para el secretario de Guerra nor- suministros. teamericano, Henry Stimson, no exisLos soviéticos recibían información tía base alguna para “unas relaciones puntual de sus espías sobre las investi- “ODIO A LOS ALEMANES”. Alemania hapermanentes” entre “dos sistemas tan gaciones nucleares occidentales. Tru- bía sido totalmente derrotada y sus crífundamentalmente diferentes”. Ya no man relató el famoso momento en que menes habían excedido en mucho los de existía un enemigo común pues téc- comunicó a Stalin la noticia en Potsdam: la Gran Guerra. Bevin confesó: “Intennicamente la URSS no estaba todavía “Le señalé de pasada que poseíamos una to ser justo pero en realidad los odio”. Se en guerra con Japón. nueva arma cuya potencia de destruc- acordó establecer una autoridad supreción era excepcional, pero no pareció in- ma interaliada en la que el poder resiteresarse demasiado por la noticia”. El diría en un Consejo Supremo de ConCARTAS GANADORAS. Los norteamericanos intentaron presionar a los sovié- dato no impresionó a Stalin que ya había trol, formado por los comandantes miticos para que realizasen concesiones practicado su reacción: “No movió un litares de las cuatro zonas de ocupación. jugando dos cartas supuestamente ga- solo músculo de la cara”, según el in- Se definió el llamado Plan de las Cuanadoras: su superioridad económica y térprete. La URSS contaba con millones tro D: desnazificación, desmilitarizael monopolio de armas nucleares. Tru- de soldados en Europa mientras los oc- ción, descartelización y democratizaman deseaba destacar la dependencia cidentales se enfrentaban a la presión ción. Las organizaciones nazis debían ser disueltas, la Administración depurada soviética del poder económico nortea- para desmovilizar a los suyos. Sin embargo, EE UU podía infligir un y los criminales de guerra, castigados mericano. Así, las entregas de materiales del Programa de Préstamo y daño devastador contra la URSS sin en un tribunal. La democratización pa-
cordero”. Había llegado a
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EL REPARTO DE ALEMANIA Stalin no quiso incluir a Francia en el reparto. Se dividió entre la URSS, Gran Bretaña y EE UU. Los dos últimos cedieron una porción de su territorio a Francia.
Se decidió crear una comisión interaliada para la administración de los territorios ocupados, aunque en apenas tres años la colaboración cesó.
Berlín
UNIÓN SOVIÉTICA
DINAMARCA
Refugiados y desplazados alemanes en un tren que abandona Berlín en 1945. Foto: Margaret Bourke-White.
MAR DEL N O RT E
Kiel Hamburgo
Bad Oeynhausen
Berlín Potsdam Karlshorst Leipzig
Baden-Baden Múnich
100 km
saría por la vuelta a la legalidad de los partidos y sindicatos, por elecciones locales y el restablecimiento de las libertades. Se trataron las fronteras de la posguerra de Polonia, la ocupación de Austria, el lugar político de la URSS en Europa del este, y en la Declaración de Potsdam se advirtió a Japón que debía rendirse o afrontar una “total destrucción”. Los japoneses, que desconocían la existencia de la bomba, la rechazaron. No hubo acuerdo sobre la frontera germano-polaca, pero la URSS impuso una política de hechos consumados anexionando a Polonia importantes territorios germanos, fijando la línea Oder-Neisse como frontera definitiva. Este cambio fue acompañado por la expulsión de diez millones de alemanes de territorios orientales, posibilidad que había avanzado Churchill en Yalta empujando cerillas sobre una mesa. En 1918 se habían movido las fronteras, en 1945 se desplazó a la gente. Sobre las reparaciones de guerra, se acordó que serían entregadas a cada potencia en su área de ocupación, aunque a la URSS se le permitió obtener del 10 al 15 por ciento del equi-
SUIZA Berna
AUSTRIA
MÁS YALTA. Los tres líderes ya no volvieron a verse. Como Yalta, la conferencia dejó un legado contradictorio. Los Tres Grandes se mostraron de acuerdo en gobernar Alemania como una unidad, pero insistieron en que cada potencia ocupante mantendría el control sobre su propio territorio. Para los soviéticos, Potsdam fue una continuación de Yalta: confirmaba la idea de que Europa del este y Alemania oriental se encontraban bajo su esfera y que su transformación social y política se llevaría a cabo conforme con los intereses soviéticos. LA AVENTURA DE LA
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POLONIA Breslau Ode r
Frontera del III Reich en 1937
Sede del Consejo de Control Aliado Cuartel general en las zonas de ocupación Pérdidas territoriales por el Tratado de Potsdam
pamiento industrial de las zonas occidentales a cambio de ciertos productos en su zona de ocupación. Se evitaron temas espinosos como el futuro de los judíos y no se hizo mención al Holocausto. Los ministros de Exteriores quedaron encargados de preparar un tratado de paz definitivo con Alemania. También se trató la situación de España. Stalin deseaba la ruptura con el gobierno de Franco, pero se llegó al acuerdo que EE UU, la URSS e Inglaterra se opusieran a la entrada de España en la ONU.
HISTORIA
Varsovia
Praga CHECOSLOVAQUIA
ZONA AMERICANA
FRANCIA
ADMINISTRACIÓN POLACA
se
Dresde
ZONA Fráncfort FRANCESA Sarre
ADMINISTRACIÓN POLACA
ZONA SOVIÉTICA
Neis
ZONA BRITÁNICA
ADMINISTRACIÓN SOVIÉTICA Konigsberg
er Od
Bremen (EE UU) HOLANDA
MAR B Á LT I C O
Desplazamiento de la frontera de Polonia
Dina Sánchez / LA AVENTURA DE LA HISTORIA
Las nuevas fronteras de Polonia, que ganaron terreno al antiguo Reich, provocaron 10 millones de desplazados alemanes.
A partir de Potsdam los analistas norteamericanos debatieron qué deseaba realmente Stalin. La respuesta llegó de Kennan en un telegrama enviado en febrero de 1946. El “telegrama largo” se convirtió en la base de la estrategia de EE UU con la URSS. Kennan advertía de que la hostilidad soviética con respecto al mundo capitalista era inevitable, pues se había producido una fusión de la tradicional inseguridad rusa con el dogma marxista-leninista. En vez de complacer al régimen soviético, era necesario que EE UU se dedicara a contener la expansión soviética hasta conseguir que en la URSS se estableciese una forma de gobierno más moderada. Concluía que la política soviética era una mezcla de celo ideológico comunista y del tradicional expansionismo zarista. La Guerra Fría estaba servida. J. LEWIS GADDIS, Nueva historia de la Guerra Fría, Madrid, FCE, 2012. A. LOZANO, Stalin, el Tirano Rojo, Madrid, Nowtilus, 2012. M. S. NIEBERG, Potsdam: The End of World War II and the Remaking of Europe, Londres, Chartwell Books, 2014.
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