Conferencia 4 y 5 de Freud

May 19, 2021 | Author: Anonymous | Category: N/A
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CUARTA CONFERENCIA En la cuarta conferencia, la cual es la conclusión de los actos fallidos, Freud señala que lo investigado hasta el momento sobre las operaciones fallidas –que son actos psíquicos que tienen sentido y que nacen por la interferencia de dos propósitos- es el primer resultado del psicoanálisis. Lo que ahora tiene que averiguar es la naturaleza de las dos intenciones diversas que se interfieren, pero principalmente el de la intención perturbadora. Citando a Freud, “las intenciones perturbadas no dan motivo a preguntas ulteriores, pero de las otras queremos saber, primero, qué clase de intenciones son esas que emergen como perturbadoras de otras y, segundo, cómo se comportan las perturbadoras con respecto a las perturbadas”. Tratando de aclarar estas interrogantes señala que en el trastrabarse a) la intención perturbadora puede mantener un vínculo de contenido con la perturbada o, b) la intención perturbadora nada tiene que ver en su contenido con la perturbada. Un ejemplo puede ser cuando se declara cerrada la sesión. Aquí la intención perturbadora expresa el opuesto de la perturbada; la operación fallida es la figuración del conflicto entre dos aspiraciones incompatibles. En todos los casos, el trastrabarse proviene del contenido de la intención perturbada. Por otra parte, el segundo caso es para Freud más interesante. Si no tienen ninguna relación con la intención perturbada, Freud se cuestiona ¿de dónde viene entonces y a qué se debe que se haga notable como perturbación precisamente en ese punto? La respuesta que nos da enseguida es que la perturbación proviene de una conexión de pensamientos que poco antes había ocupado previamente a la persona y que ahora se exteriorizaba. Ahora bien, reconociendo que las clases de intenciones que se expresan perturbadoramente son de índole muy diversa, procede a separarlas en tres grupos. En el primer grupo están todos los casos en donde al hablante la tendencia perturbadora le es notoria y, además la notó antes de trastrabarse. En el segundo grupo pertenecen aquellos casos en los que el hablante también reconoce la tendencia perturbadora pero no supo que estuvo activa en él justamente antes del desliz. En el tercer grupo, el hablante niega y no reconoce la interpretación de la intención perturbadora; no sólo impugna que se hubiera despertado en él antes del trastrabarse, sino que pretende aseverar que le es absolutamente extraña. Esta desautorización hecha por el hablante no desestima para Freud la interpretación del acto fallido. Pero, ¿por qué no aceptar la respuesta y el desconocimiento de la intención del trastrabarse hecho por el mismo hablante? Esta negación es debida a un miedo que esta supuesto en la interpretación de Freud: la interpretación incluye el supuesto de que en el hablante pueden exteriorizarse intenciones de las que él mismo nada sabe, pero que yo puedo discernir por indicios”. Consecuentemente, para aplicar esta concepción de las

operaciones fallidas se tiene que aceptar este supuesto: la exteriorización de intenciones que la persona no sabe que tiene. Entonces, ¿qué es aquello que tienen en común estos tres grupos? Con respecto a los dos primeros grupos, lo que tienen en común es que la tendencia perturbadora ha sido refrenada. Este es precisamente el mecanismo del trastrabarse, en donde el hablante ha decidido a no trasponerla en un dicho, y entonces le ocurre el desliz, vale decir, la tendencia refrenada se traspone contra su voluntad en una exteriorización, ya sea alterando la expresión de la intención que él había admitido, entreverándose con ella o bien directamente sustituyéndola”. Pero, lo mismo ocurre en el tercer caso solo que la diferencia entre un caso u otro es el alcance mayor o menor con el que la intención fue refrenada. Así, lo que descubre Freud es que la intención perturbadora había sido frenada, quizás desde hace muchísimo tiempo, y por este último punto puede no ser reconocida por el hablante. Por ello, lo que se extrae es que: la sofocación del propósito ya presente de decir algo es la condición indispensable para que se produzca un desliz en el habla. Este propósito ha sido empujado hacia abajo y, por tanto, ocultado. Hasta este punto tenemos que las operaciones fallidas son actos anímicos en los que se puede reconocer un sentido y un propósito; no solo surgen por la interferencia entre dos diversas intenciones, sino que, además la ejecución de una de estas intenciones tiene que haber sufrido cierto refrenamiento para que pueda exteriorizarse mediante la perturbación de la otra. Existen condiciones particulares que permiten el advenimiento de estas interferencias. Por ello, debemos concebirlos como indicios de un juego de fuerzas que ocurren dentro del alma, como exteriorización de tendencias que aspira a alcanzar una meta y que trabajan conjugadas o enfrentadas. Por ello, Freud busca alcanzar una concepción dinámica de los fenómenos anímicos. QUINTA COFERENCIA El estudio del sueño se ha encontrado con diversas dificultades, pero principalmente es el poco que valor que se le da. Este problema está relacionado con la naturaleza misma del objeto de estudio, porque éste desafía todas las exigencias de una investigación exacta. El sueño a veces no puede ser recordado, se encuentra fragmentado, puede ser alterado a la hora de ser contado o recordado. Sin embargo, a pesar de que médicos han encontrado que el sueño no es algo nimio y puede estar relacionado con una enfermedad mental, los círculos científicos aún muestran desprecio por el sueño. Según Freud, esta reacción se debe a la sobreestimación de que fue objeto en épocas anteriores. Luego de mencionar lo habitual que era la interpretación del sueño en la época helenístico-romana y cómo se fue degradando en superstición

en la edad Media, señala que la única contribución valiosa hecha por la ciencia exacta con respecto al sueño es la influencia ejercida sobre el contenido del sueño por ciertos estímulos corporales sobrevenidos mientras se duerme. Sin embargo, ¿cómo reaccionaría esta ciencia exacta si se propone descubrir el sentido de los sueños? De igual manera como las operaciones fallidas pudieron tener un sentido, quizás ocurra lo mismo con el sueño. Lo que ahora busca Freud es encontrar aquello común a todos los sueños. El primer rasgo común es que ocurre mientras dormimos, que es además una vida propia del alma mientras se duerme. Existe así una relación entre el dormir y el sueño y, parecería que el sueño es un estado intermedio entre el dormir y la vigilia. Por ello, es necesario comprender qué es el dormir. Esta definición puede ser comprendida desde un aspecto fisiológico-biológico o psicológico. En el primer caso el dormir es la reparación de las fuerzas, mientras su carácter psicológico es la suspensión del interés por el mundo. Un punto interesante aquí es que la relación del hombre con el mundo, no puede ser aguantada por él de manera ininterrumpida. Por ello, es necesario retirarse a un estado pre-mundano. En otras palabras, buscamos en el dormir un regreso al vientre materno y por eso nos disponemos de las cosas necesarias para reproducir aquella suspensión de interés por el mundo. Siguiendo esta línea el sueño no sería más que la interrupción del dormir, un intruso inoportuno. Esta visión lleva a comprender al sueño simplemente como el resultado directo de una estimulación somática. Los sueños no son más que restos de la actividad anímica de vigilia y, por tanto, sería un tema inapropiado para el psicoanálisis. Sin embargo, a pesar de que el sueño sea superfluo, no obstante existe; y podemos intentar dar razón de su existencia. Si la vida del alma no se duerme, es porque existe algo que no se lo permite. Consecuentemente, el sueño viene a ser la reacción frente a un estímulo. Ahora bien, Freud quiere dejar en claro que las diversidades de los sueños (coherentes y lineales, o confusos y caóticos, etc.) no tienen relación con los diversos grados del dormir. No por estar más cerca a la vigilia uno sueña de manera más caótica o viceversa. El sueño como reacción frente a un estímulo que perturba el dormir es el único punto sobre el cual puede venir en nuestro auxilio la psicología experimental. Así, el autor discute ejemplos de cómo determinados estímulos externos perturban el dormir. Los ejemplos todos, muestran cómo el sonido del despertador es incluido en el sueño de las personas y pone fin al dormir. Ahora, el sueño no reconoce al despertador –y tampoco este aparece en el sueño-, sino que sustituye el ruido del despertador por otro; interpreta el estímulo que pone fin al dormir, pero en cada caso lo interpreta de manera diversa. Lamentablemente, la interpretación del sueño como una reacción a este estímulo externo es dejada de lado porque solo logra explicar un pequeño fragmento del sueño y no la reacción onírica entera.

Estos estudios han permitido no obstante echar luz sobre un determinado aspecto del sueño. Este no devuelve simplemente el estímulo, sino que lo procesa, alude a él, lo inserta dentro de una concatenación, lo sustituye por algo diverso. Es un aspecto del trabajo del sueño que ha de interesarnos, porque quizá nos acerque más a la esencia del sueño: cuando un individuo hace algo movido por una incitación, está última no agotará forzosamente la obra de aquel. En otras palabras, la transformación del estímulo en el sueño no agota la totalidad de lo que el sueño es. El otro rasgo común a los sueños es la particularidad psíquica que es difícil de aprehender con lo cual en vez de buscar los rasgos comunes se debería tratar de comprenderlos a partir de sus diferencias. Sin embargo, este tipo de ensayo no echa nuevas luces sobre el tema. En este punto, propondrá ir hacia el uso lingüístico de los ‘sueños diurnos’. Los ‘sueños diurnos’ son fantasías que están presentes tanto en personas sanas como enfermas y el contenido de estas fantasías está presidido por una motivación muy transparente. Son escenas o circunstancias en que encuentran satisfacción los afanes de ambición o de poder, o los deseos eróticos de la persona. Estos sueños son variados, sufren cambiantes destinos, se los sustituye por otros, o conservan, o son modificados de acuerdo a las circunstancias vitales de la persona. Marchan, según Freud, junto con la época, y de ella reciben un ‘sello fechador’ que atestigua la influencia de la situación nueva. Son la materia prima de la producción literaria, pues el artista, tras ciertos arreglos, disfraces y omisiones deliberadas, crea a partir de sus sueños diurnos las situaciones que introduce en sus novelas o piezas teatrales”. Lo importante en estos sueños es que el héroe es siempre la persona propia. La razón por la cual rescata estos sueños diurnos es porque esta comunidad de nombres descansa en “un carácter psíquico del sueño”. Glosario FANTASÍA: Guión imaginario en el que se halla presente el sujeto y que representa, en forma más o menos deformada por los procesos defensivos, la realización de un deseo y, en último término, de un deseo inconsciente.

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