Comprensión y producción de Textos
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Curso de Ingreso
Comprensión y Producción de Texto
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Índice
Programa del curso................................................................................................
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Imágenes de la lectura y los lectores...................................................................
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El universo de los textos.......................................................................................
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Narración.................................................................................................................
33
Explicación..............................................................................................................
57
Argumentación........................................................................................................
77
Integración............................................................................................................... 112
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Curso de Ingreso
COMPRENSIÓN Y PRODUCCIÓN DE TEXTOS
La comunicación escrita es una práctica social que se despliega en el seno de las diversas instituciones que componen la trama de una cultura. Estas instituciones regulan la comunicación a través de una serie de formas genéricas cuyo conocimiento y control no se adquieren espontáneamente. Su dominio es el resultado de un entrenamiento específico que se va haciendo progresivamente más complejo a medida que las exigencias intelectuales y comunicativas de los sujetos se vuelven más especializadas. En particular, las prácticas de lectura y escritura en la universidad suponen que el estudiante sea capaz de analizar e interpretar críticamente la información; componer textos a partir de la síntesis de materiales de origen diverso; producir información nueva; distinguir, interpretar, sostener o refutar diferentes puntos de vista en torno de un objeto e investigar en distintos tipos de fuentes. También es una necesidad de la vida universitaria familiarizarse con las características estructurales y retóricas de un conjunto de géneros (resumen, reseña, artículo científico, monografía, etc.) que modelan la comunicación en el ámbito académico. Sin embargo, es sabido que no todos aquellos que inician sus estudios universitarios se encuentran en condiciones de hacer frente a las exigencias planteadas por el trabajo académico y esto se debe, en buena medida, a que la escuela media no ofrece un entrenamiento suficiente en las prácticas de lectura y escritura que les permita desarrollar las destrezas necesarias en este terreno. En este contexto, el curso de Comprensión y producción de textos tiene como finalidad, por un lado, potenciar el uso de la escritura como instrumento de trabajo intelectual y, por otro, preparar a los estudiantes para desempeñarse eficazmente en distintas situaciones comunicativas en el ámbito académico. Para alcanzar estos objetivos, el curso se propone promover en los estudiantes la reflexión sobre los textos propios y ajenos; plantear problemas de lectura y escritura complejos, cuya resolución represente un verdadero desafío; orientar y asistir a los productores a lo largo del proceso de escritura desde la definición de metas y planes hasta la revisión y reescritura; facilitar la adquisición de estrategias de generación de ideas, reformulación y edición y favorecer la cooperación de escritores y lectores en el espacio del aula.
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OBJETIVOS GENERALES Los objetivos generales del curso de Comprensión y producción de textos están orientados a lograr que los estudiantes: -
conozcan las características estructurales, estilísticas y temáticas de una amplia variedad de géneros discursivos ficcionales y no ficcionales;
-
conozcan y apliquen a la comprensión y producción de textos los modelos estructurales de organización textual (narración, explicación, descripción y argumentación);
-
conozcan y apliquen nociones de análisis del discurso a la lectura crítica de textos correspondientes a distintos tipos textuales y géneros discursivos;
-
analicen y produzcan textos explicativos y argumentativos pertenecientes a diversos géneros académicos.
METODOLOGÍA La dinámica del curso responde a la modalidad de taller, es decir, el aprendizaje se construye a partir de la práctica y de la reflexión sobre la práctica. Por lo general, las clases comprenden una fase de trabajo individual −de resolución de consignas de lectura o escritura−, y otra grupal en la que el conjunto de los estudiantes discute los resultados obtenidos. Las consignas plantean problemas de escritura y/o lectura que focalizan diferentes cuestiones relacionadas tanto con las distintas fases de los procesos de composición como con aspectos formales y propiedades del lenguaje y de los textos. En todos los casos, para la resolución de las consignas se promoverá la construcción de estrategias de metacognición que permitan a los estudiantes monitorear sus propios procesos de escritura a fin de que sean capaces de identificar sus dificultades, diagnosticar sus problemas y ponderar sus logros.
EVALUACIÓN Los alumnos deberán rendir dos exámenes parciales presenciales en los que se evaluarán sus destrezas de lectura y escritura por medio de consignas de comprensión y producción de textos similares a las resueltas a lo largo del curso. Son requisitos para la aprobación del eje: a) Obtener un promedio de 60 o más puntos entre los dos parciales. b) Los alumnos que no cumplan con el requisito del Inc. a) tendrán la posibilidad de rendir un examen integrador que deberá ser aprobado con un puntaje de 60 puntos o más. En todas las pruebas se utilizará una escala de 0 a 100 puntos. c) Registrar una asistencia no inferior al 75% de las clases y presentar la carpeta con el conjunto de trabajos realizados durante el curso.
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PROGRAMA ANALÍTICO
1. La lectura como práctica social y como proceso cognitivo. Niveles de cooperación textual: códigos lingüístico, sociocultural, retórico e ideológico. Modalidades de lectura: lectura intensiva vs. lectura extensiva. La lectura literaria. Bibliografía: ECO, Umberto; Lector in fabula; Barcelona, Lumen, 1993. (cap. 3) SARLO, Beatriz; “El lector y sus límites”, en Clarín, Suplemento “Cultura y Nación”, 19 de enero de 1995. MONTES, Graciela; “Las plumas del ogro. La importancia de lo raro en la lectura” Publicado en Imaginaria Revista quincenal sobre literatura infantil y juvenil, nº 165, Buenos Aires, 12 de octubre de 2005. REALE, Analía; Comprensión y producción de texto. Cuaderno de lecturas y consignas de trabajo, Bernal, UNQ, 2007. VANDENDORPE, Christian, Del papiro al hipertexto. Ensayo sobre las mutaciones del texto y la lectura, Colección "Lengua y estudios literarios", México, Fondo de Cultura Económica, 2003.
2. La narración. Historia y relato. La construcción del verosímil. Técnicas de representación: focalización y punto de vista. El tiempo en el relato. Géneros narrativos no ficcionales: la crónica periodística y el relato testimonial. Bibliografía: ATORRESI, Ana; La crónica periodística, Buenos Aires, Ars Editorial, 1995. BAL, Mieke, Teoría de la narrativa (Una introducción a la narratología), Madrid, Cátedra,1995. REALE, Analía; Comprensión y producción de texto. Cuaderno de lecturas y consignas de trabajo, Bernal, UNQ, 2007.
3. La explicación. Características enunciativas. La estructura del texto explicativo. Procedimientos facilitadores: la definición, la reformulación, el ejemplo y la comparación. Bibliografía: REALE, Analía; Taller de lectura y escritura, Buenos Aires, Ediciones de la masa amorfa, 2003. REALE, Analía; Comprensión y producción de texto. Cuaderno de lecturas y consignas de trabajo, Bernal, UNQ, 2007. ZAMUDIO, Berta y Ana ATORRESI; La explicación, “Enciclopedia semiológica”, Buenos Aires, Eudeba, 2000.
4. La argumentación desde la perspectiva retórica. La situación argumentativa: persuasión y convicción. Características del discurso argumentativo. Argumentación y valores. El papel del implícito en la argumentación. La dimensión polémica.
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Bibliografía: PERELMAN, Chaïm y Lucie OLBRECHTS-TYTECA; Tratado de la argumentación. La nueva retórica, Madrid, Gredos, 1989. REALE, Analía y Alejandra VITALE, La argumentación. Una aproximación retórico-discursiva. Colección “Cuadernos de Lectura”, Buenos Aires, Ars Editorial, 1995. REALE, Analía; Comprensión y producción de texto. Cuaderno de lecturas y consignas de trabajo, Bernal, UNQ, 2007.
5. La estructura de la secuencia argumentativa: argumento, tesis, ley de pasaje. Bibliografía: PLANTIN, Christian, L’argumentation; Collection Mémo, Paris, Seuil, 1996 REALE, Analía; Taller de lectura y escritura, Buenos Aires, Ediciones de la masa amorfa, 2003. REALE, Analía; Comprensión y producción de texto. Cuaderno de lecturas y consignas de trabajo, Bernal, UNQ, 2007.
6. El proceso de elaboración del texto argumentativo: la invención (problemas y tipos de argumentos), la disposición (el orden del discurso), y la puesta en palabras (las figuras). Argumentación y contra-argumentación: técnicas de refutación. Bibliografía: BARTHES, Roland; Investigaciones retóricas. La antigua retórica. Barcelona, Ediciones Buenos Aires, 1982. REALE, Analía; Taller de lectura y escritura, Buenos Aires, Ediciones de la masa amorfa, 2003. REALE, Analía; Comprensión y producción de texto. Cuaderno de lecturas y consignas de trabajo, Bernal, UNQ, 2007.
7. El discurso científico-académico. Características enunciativas y estructurales. Texto y paratexto científico: aparato crítico, bibliografía, recursos gráficos. La explicación y la argumentación en el marco del discurso científico. Los géneros académicos: resumen, reseña crítica, monografía, artículo académico, ensayo. Bibliografía: MARI MUTT, José A.; Manual de redacción científica, Caribbean Journal of Science, www.caribjsci.org/epub1/ REALE, Analía; Comprensión y producción de texto. Cuaderno de lecturas y consignas de trabajo, Bernal, UNQ, 2007. REALE, Analía, ¿Qué es una monografía?, Buenos Aires, CECSO, 2002. REALE, Analía (ed.); El ensayo breve, Buenos Aires, CECSO, 2005.
Analía Reale Coordinadora Eje de Comprensión y Producción de Textos
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Imágenes de la lectura y los lectores En las páginas que siguen les proponemos la lectura de un conjunto de textos de orígenes y géneros muy variados que se plantean diversos interrogantes acerca de la lectura. Qué significa leer, cómo leemos, qué papel tienen autores y lectores en la lectura, qué tipos de pactos regulan esta práctica son algunas de las preguntas que intentaremos responder con las actividades que se presentan a continuación.
El lector y sus límites por Beatriz Sarlo
Pocos piensan hoy que el significado de un texto se fija en el momento de su escritura y queda inmóvil e idéntico a sí mismo para siempre. Hans Robert Jauss y Félix Vodicka desde la hermenéutica literaria, Michel de Certeau desde el análisis de la cultura, Umberto Eco y Jurij Lotman desde la semiología, Carlo Ginsburg desde la historia, Barthes desde todos los lugares, han discutido la existencia de un sentido único, transhistórico y congelado en la página de un libro. Si algo nos demuestra la historia de la literatura, de las ideas o de las religiones, es que los libros (incluso los libros "sagrados") cambian como paisajes iluminados por luces diferentes, recorridos por sendas que cada uno va inventando según sus deseos, sus destrezas y sus límites. Cada lector encuentra su perspectiva favorita, desde la que organiza el espacio y da sentido a cada uno de los elementos; desde algunas perspectivas, el paisaje puede verse completo; desde otras, sólo se perciben los detalles más próximos o los más evidentes. El recorrido por el paisajetexto se hace como se puede, es decir, con los saberes que se han aprendido antes, en esos otros escenarios que son la escuela, la vida cotidiana las relaciones sociales y económicas, las experiencias más públicas y las más secretas. Los lectores derivamos por los textos impulsados por una corriente cuya fuerza se origina en nuestra propia historia tanto como en la historia de otros lectores. La libertad de los lectores no es siempre la misma: en algunas épocas, los textos ejercen más poder e indican de modo más fijo cómo son las condiciones de uso; en otros momentos, la libertad de los lectores es pensada como un ejercicio sin límites ni condiciones. Como sea, nunca puede anularse del todo la posibilidad de que los lectores realicen recorridos privados y secretos en el paisaje de los textos; las lecturas herejes no desaparecen nunca, aunque los guardianes de los textos quieran defenderlos de las invasiones de lectores "indeseables". ¿Quiénes son los guardianes? Depende: a veces un sistema político, a veces una iglesia, con frecuencia los propios autores de textos o los críticos que escriben sus interpretaciones y se figuran que ellas son preferibles.
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Ahora bien, ¿se puede hacer cualquier cosa con un libro?, ¿se puede recorrer de cualquier modo el paisaje de sus signos? Evidentemente, no. Como el cazador furtivo ( la imagen es de Michel de Certeau) o como el aficionado ingenioso que con viejas piezas de motores arma una máquina nueva, los lectores encuentran en los libros (y también en las películas, los programas de televisión o la música) imágenes, ideas, configuraciones que ofrecen su propia resistencia. Para decirlo brevemente, el cazador furtivo o el aficionado al bricolage descubren en los textos cosas que les sirven y cosas cuyo manejo es enigmático, piezas útiles, que rápidamente se incorporan a su mundo, y fragmentos duros, con los que parece que no puede hacerse nada, hasta que otro lector imagina el modo de armarlos en una nueva máquina. Las lecturas enfrentan límites definidos por lo que los lectores saben y pueden hacer con lo aprendido en otros lugares (en la vida, en textos anteriores, en la escuela). Hay lectores que comienzan el recorrido por el paisaje de los libros equipados con todo lo necesario; pero también hay lectores que no han recorrido otros paisajes ni han aprendido en ninguna parte cuáles son las estrategias para cazar sentidos en la red de los textos; hay lectores que están casi presos en un solo paisaje. Entonces, el ejercicio de la lectura remite a otros ejercicios: el de la diferencia social en los gustos y las habilidades. No hay una democracia de los textos donde todos somos iguales; por el contrario, hay clases de textos y clases de lectores donde la desigualdad ha plantado, de antemano, sus fronteras.
Clarín, Suplemento Cultura y Nación, 19 de enero de 1995
1. Antes de resolver las consignas que siguen, lean atentamente los indicios paratextuales de este texto. ¿Dónde fue publicado originariamente? ¿Qué información tienen sobre la autora y sobre el medio en el que se publicó?
2. Seleccionar el enunciado que mejor sintetice la tesis sostenida en este artículo: a. b. c. d. e.
Los lectores tienen limitaciones para encontrar en los libros lo que ellos buscan. La posición de clase determina los límites del lector. El sentido de los textos no es único. Su significación cambia a lo largo del tiempo. Toda lectura está determinada por las habilidades y saberes del lector. El universo de los textos no es democrático sino que es el reino de la desigualdad.
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3.
Explicar la siguiente afirmación. Ilustrar la explicación con un ejemplo: "los libros (incluso los libros "sagrados") cambian como paisajes iluminados por luces diferentes, recorridos por sendas que cada uno va inventando según sus deseos, sus destrezas y sus límites."
4.
Explicar el sentido que produce el uso de comillas en "sagrados" e "indeseables".
5.
De la siguiente lista de enunciados, seleccionar aquellos que podrían integrarse en el texto de Sarlo sin violentar su coherencia. Indicar, para cada uno de los enunciados elegidos, un posible lugar de inserción en el texto y la forma en que se integrará (como continuación del texto, como cita de autoridad, como nota al pie, etc.):
a.
Al mismo tiempo que categorizan y ubican a sus lectores, los autores entablan un diálogo con ellos. La suposición de actitudes sociales y políticas compartidas afecta la naturaleza del diálogo en tanto los escritores pueden anticipar objeciones o acuerdos de sus lectores en algunos temas.
b.
¿Quiénes levantan la barrera que constituye al texto en isla siempre fuera del alcance del lector?
c.
Cuando leemos un texto que nos interesa mucho por su contenido es mucho más difícil que nos dejemos distraer, establecemos relaciones con mayor facilidad, explotamos mejor su significado.
d.
Imaginemos a un lector capaz de leer un folletín en clave "kafkiana": es totalmente posible. Tomemos El proceso de Kafka y leámoslo como si fuera un folletín. Legalmente esto está permitido, el texto podría soportar muy bien esta interpretación, pero textualmente el resultado sería, sin duda, muy pobre. Valdría más la pena usar las páginas del libro para armar cigarrillos de marihuana.
e.
El mejor lector que he conocido era miope y astigmático, lo que demuestra que para la práctica de la lectura los factores de reconocimiento del texto no son principalmente de naturaleza óptica sino mental.
f.
El texto sólo tiene significación a través de sus lectores, cambia con ellos, se organiza de acuerdo con códigos de percepción que le escapan. Se convierte en texto en su relación con la exterioridad del lector.
g.
Esta ficción del "tesoro" escondido en la obra, cofre del sentido, es creada por las instituciones sociales que ejercen un control sobre la relación entre texto y lector.
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Lectura intensiva y extensiva o los derechos del lector1 La transformación del acto de lectura que hoy se observa se halla en curso desde hace varios siglos. Dominante todavía en la primera mitad del siglo XVIII, el modelo tradicional imponía leer una obra de punta a punta, de modo de asimilarla por completo. Víctima de este modelo intensivo que había llevado al límite, Jean-Jacques Rousseau revela en las Confesiones los espantos que le ocasionaban sus lecturas de juventud La falsa idea que tenía de las cosas me llevaba a creer que para leer fructíferamente un libro había que tener todos los conocimientos que éste suponía. Muy alejado estaba de pensar que a menudo el propio autor no los tenía, y que los extraía de otros libros a medida que los necesitaba. Con esta loca idea, a cada momento me detenía, forzado a correr incesantemente de un libro a otro, y en ocasiones, antes de llegar a la décima página del que quería estudiar, hubiera necesitado agotar bibliotecas enteras. (VI: 210)
lo cual no le impedirá dar a su personaje de Julia, en La nueva Heloísa, un precepto similar: “Leer poco, y meditar mucho nuestras lecturas; o, lo que es lo mismo, charlar mucho de ellas entre nosotros es el medio de digerirlas bien” (1967:29). Encontramos aquí la imagen que asocia el libro a un alimento y la lectura a un trabajo de digestión y rumia, metáfora que Michel de Certeau mostró que también gozaba de la estima de los místicos (1982). Característico de la cultura tradicional, ese modo intensivo cedió su lugar a un modelo extensivo en la segunda mitad del siglo XVIII, época en que los historiadores diagnosticaron una revolución de la lectura. Con la expansión de los gabinetes de lectura y la multiplicación de los impresos se pusieron entonces a alentar un modo de lectura silenciosa y rápida, privilegiando la cantidad y preocupándose mucho menos de leer una obra de la primera a la última página o de asimilar un texto en profundidad. Este modelo es hoy ampliamente dominante, aunque debe reconocerse que lectura intensiva y extensiva siempre pueden coexistir en un mismo individuo, según los objetivos enfocados o la índole de los textos leídos. En efecto, con la tabularización del texto, el lector pudo elaborar estrategias de selección propias de la rapidez de las percepciones visuales. Este movimiento fue reforzado entre los lectores por una voluntad creciente de tener tanto 1
VANDENDORPE, Christian, Del papiro al hipertexto. Ensayo sobre las mutaciones del texto y la lectura, Colección "Lengua y estudios literarios", México, Fondo de Cultura Económica, 2003 [Título original: Du papyrus à l’hypertexte, (1999) Paris, Éditions Boreal] (Texto adaptado).
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control como sea posible sobre su lectura y poder circular en los textos a su antojo, sin verse demorados por barreras artificiales debidas a la índole del soporte utilizado. En suma, el lector dejó de ser progresivamente una cantidad desdeñable, compañero obligado y anónimo de la producción escrita, para volverse una libertad con la cual, en adelante, se debe contar. Este advenimiento del lector adquirió una amplitud sin precedentes en el curso de las últimas décadas y se refleja sobre todo en la evolución de las teorías literarias. A partir de 1948, en un texto famoso, Sartre había formulado la pregunta “¿Para quién se escribe?”. Algunos años más tarde, la polémica ente Barthes y Picard, a propósito de Sobre Racine, legitimará el sitio de la teoría y, por carambola, el del lector en el juego de las interpretaciones. En efecto, lo que se reivinidica en este debate es la posibilidad de proponer una lectura personal de una obra al interrogarla a través del prisma de una idea fuerte o una red determinada de análisis. Esta operación adquirió tanta más legitimidad cuanto que e texto, al pasar del imperio de la oreja al del ojo, cambió de instancia enunciativa. Se convirtió en una entidad abstracta e impersonal, susceptible de ser deslindada de su autor y de su anclaje histórico, ofrecida al consumo individual y a la deconstrucción en todas sus formas. Al reconocer este barajar y dar de nuevo en la aprehensión del fenómeno literario, las teorías de la recepción de la Escuela de Constance consagrarán al lector como horizonte de referencia de la obra literaria. Como lo observa Iser: A todas luces, una teoría de los textos literarios no puede ya abstenerse del lector. Éste aparece como sistema de referencia del texto, cuyo pleno sentido es dado por el trabajo de constitución que exige dicho texto. (1985:69)
Este nuevo estatus del lector equivale también a una dispersión de las prácticas de lectura generalmente aceptadas, hasta a su disolución, e incluso ésta, en ocasiones, es reivindicada con fuerza por la cultura popular. Así, para Enzensberger, El lector siempre tiene razón. […] [Él] tiene el derecho de hojear el libro de cabo a rabo, saltar pasajes enteros, leer frases al revés, deformarlas, recomponerlas, entrelazarlas y mejorarlas con todo tipo de asociaciones, extraer conclusiones que el texto ignora, rabiar o regocijarse de su lectura, olvidarlo, plagiarlo y hasta arrojar el libro a un rincón. (Cit. Por Petrucci, 1997:423)
Hasta en la institución escolar, donde mal que bien sobrevivía, el modelo intensivo finalmente será objeto de un ataque frontal, desde el mismo interior del sistema, con la publicación de la carta de los “derechos imprescriptibles del lector”, propuesta por Daniel Pennac. En ese best-seller que es Como una novela, y cuyo éxito testimonia un amplio consenso social sobre la cuestión, el narrador enuncia de manera muy persuasiva la lista de los derechos que la escuela y los adultos deberían reconocer a los jóvenes en materia de lectura:
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1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10.
El derecho a no leer. El derecho a saltearse páginas. El derecho a no terminar un libro. El derecho a releer. El derecho a leer cualquier cosa. El derecho al “bovarismo” (enfermedad textualmente transmisible) . El derecho a leer en cualquier lado. El derecho a picotear. El derecho a leer en voz alta. El derecho a callar.
En el retrato en germen que dibujan estos “derechos”, ¿quién no reconocería a los lectores de diarios, revistas, novelas descartables en que casi todos nos hemos convertido? La lectura intensiva y continuada, en la que el lector es conducido por su actividad y permite que un texto lo guíe cognoscitivamente, a todas luces no desapareció y se practica todavía en el ensayo y el texto literario en general. Pero asistimos a la multiplicación de las situaciones de lectura selectiva, donde el lector circula en un texto según sus necesidades, seleccionando, eligiendo, no extrayendo más que los elementos que concuerdan con su intención. Sin embargo, no cabe duda de que la misma índole de la web va a acentuar más aún ese modo de lectura extensiva. Independientemente del costo eventual de la comunicación telefónica con el proveedor de servicios, por lo menos tres razones incitan a una lectura febril y ubicada bajo el signo de la urgencia. Primero, la lectura sobre pantalla no permite al lector adoptar una postura tan cómoda como la que permite la lectura sobre papel, lo que lo lleva a leer rápido y en diagonal, más que de manera continua. Luego, los textos por leer están desmigajados, y las múltiples invitaciones a cliquear que jalonan el menor texto tienden a llevar al lector por atajos, haciéndole perder su contexto inicial. Por último, la inmaterialidad de los textos y la rigidez de los fierros (tablero, pantalla) impiden que el lector pueda subrayar fácilmente o anotar los pasajes que le interesan y considerar los textos leídos como susceptibles de una relectura. REFERENCIAS ISER, W. (1985), L’acte de lecture, Bruselas, Mardaga. PENNAC, D. (1992) Comme un roman, Paris, Gallimard. [Trad. Al español: (2001), Como una novela, Barcelona, Anagrama.] PETRUCCI, A. (1997), “Lire pour lire, un avenir pour la lecture”, en G. CAVALLO y R. CHARTIER, Histoire de la lecture dans le monde occidental, paris, Seuil. [Trad. Al español (1998) Historia de la lectura en el mundo occidental, Madrid. Taurus.] SARTRE, J.-P. (1948), Situations II. Qu’est´ce que la littérature?, Paris, Gallimard. [Trad. Al esp.: (1993), Obras completas, Madrid, Alianza.]
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1. Antes de resolver las consignas que siguen, lean atentamente los indicios paratextuales de este texto. ¿A qué clase de obra corresponde? ¿Cuál es el tema general que aborda? ¿Quién es su autor? ¿Qué editorial lo publicó? ¿Cuándo? ¿Qué otras indicaciones paratextuales lo distinguen del texto anterior? 2. Caracterizar las dos modalidades de lectura a las que se hace referencia en este texto. ¿A qué clases de escritos se aplica preferentemente cada una de ellas? Señalar los ejemplos que aparecen en el texto y proponer por lo menos otros tres diferentes. 3. ¿A qué modalidades de lectura corresponde cada una de las imágenes de la página siguiente? 4. ¿Por qué y de qué modo se relacionan estas dos formas de lectura con los derechos del lector? 5. ¿Con cuál de estas dos modalidades identifican predominantemente sus propias prácticas de lectura? 6. ¿Qué se entiende aquí por “tabularización” del texto? ¿Por qué se la vincula con la libertad del lector? 7. Entre los “derechos imprescriptibles del lector” que se citan en este capitulo figura el derecho al “bovarismo”. Buscar el significado de este término en una enciclopedia o glosario de literatura o psicología. Escribir un texto breve (diez líneas) que defina el concepto y justifique por qué el bovarismo es un derecho imprescriptible de todo lector.
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Imagen 1. Don Quijote imaginado por Goya
Imagen 2: una clase de lectura
Imagen 3: lectora
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El proceso de la lectura2 […] Desde hace algunos años, los investigadores de la lectura tanto en lengua materna como en segunda lengua han argumentado en contra de la concepción que sostiene que los textos son objetos autosuficientes cuyo significado el lector debe simplemente recuperar y, en cambio, han postulado una relación dinámica entre texto y lector. Los textos no “contienen” significado sino que “tienen potencial” para significar. Este potencial se actualiza solo en la interacción entre texto y lector. Es decir que el significado es creado en el curso de la lectura a medida que el lector recurre tanto a su conocimiento lingüístico y de esquemas conceptuales como a los datos provistos por el texto impreso o escrito.
6.1. La lectura como proceso psicolingüístico Frank Smith (1971) fue uno de los primeros investigadores en caracterizar la lectura como proceso al rastrear el recorrido del lector a través del texto en lugar de evaluar la comprensión basándose en los resultados de la lectura. Describió la lectura como “reducción de incertidumbre”. Esto es, a medida que progresamos a través de un texto, nuestras opciones acerca de lo que debemos seleccionar están limitadas, a menudo rígidamente, tanto por los rasgos del texto mismo como por otros externos a él como los que se relacionan, por ejemplo, con los esquemas de conocimiento discutidos en el capítulo 5. […] Su famoso ejemplo: “El capitán le ordenó al oficial de cubierta que tirara el an_” lo lleva a examinar la reducción de incertidumbre en función de cuatro rótulos: “información gráfica”, “información fonética”, “información sintáctica” e “información semántica”. Por ejemplo, en lo que se refiere a la información gráfica, nuestro conocimiento de la ortografía del español nos dice que hay un número limitado de posibilidades para definir qué letra puede continuar la secuencia “an_”. La “p”, por ejemplo, no es una posibilidad dado que no existen palabras en español que tengan la secuencia a–n–p. La información fonética también tiene un papel en la tarea de reducir las posibilidades en relación con las clases de sonidos que pueden co-ocurrir. La incertidumbre se reduce aún más gracias a nuestro conocimiento de la sintaxis, que nos indica que sólo un adjetivo o una frase nominal puede continuar la serie iniciada por el determinante “el”. Finalmente, en lo que concierne a la información semántica, nuestro conocimiento proposicional limita los tipos de objetos que es humanamente posible tirar – por ejemplo “anticiclón” no sería aquí una posibilidad. También podemos movilizar esquemas de conocimiento más específicos para predecir los tipos de cosas que razonablemente los capitanes podrían pedirle que hiciera a un oficial de cubierta. En síntesis, necesitamos evocar un esquema “náutico” que nos propondrá “ancla” como el item más probable. Debería agregarse, sin embargo, que el conocimiento del género tenderá a hacer caso omiso de otras fuentes de conocimiento, de tal modo que, por ejemplo, si sabemos que el género al que pertenece el texto es un cuento de hadas o un relato fantástico, “antipático monstruo marino” podría ser una opción mucho más probable que “ancla”.
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WALLACE, Catherine; Reading, Oxford, Oxford University Press, 1992 (traducción y adaptación: A. Reale).
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Kenneth Goodman, en un famoso artículo escrito en 1967, se refiere a la lectura como “una adivinanza psicolingüística” de manera muy similar a Smith. En la concepción de Goodman, el lector hace uso de tres sistemas de indicios representados por tres niveles de lenguaje dentro del texto que él denomina grafofónico, sintáctico y semántico. En otras palabras, primero los lectores hacen uso de su conocimiento de los rasgos visuales y fonéticos del español; luego, activan su conocimiento de las reglas sintácticas tales como orden de palabras posible y, en tercer lugar, advierten las restricciones semánticas relacionadas con el significado de las palabras y con las clases de palabras que pueden compartir un mismo contexto. Más aún, el conocimiento semántico y proposicional es mediado por esquemas de conocimiento. Con frecuencia, los indicios sintácticos y semánticos son tan poderosos que los lectores eficaces sólo necesitan recurrir al nivel grafofónico para refinar y comprobar sus predicciones. A menudo, aun si una palabra es eliminada de un texto, el soporte contextual para ese item es lo suficientemente fuerte como para ser descifrada o reemplazada por un sinónimo aproximado. Tomemos el ejemplo siguiente: Llegó el café con una rebanada de ________. Julio echó un ______. Hacía mucho tiempo que no _______ y tenía por delante una larga ________. El conocimiento de las posibilidades sintácticas de la lengua española determinará, por ejemplo, que a la preposición de ha de seguir un sustantivo o una frase nominal. Al mismo tiempo, la conciencia de las restricciones semánticas nos permite predecir que se tratará de un sustantivo concreto y no de uno abstracto como “felicidad”. Este conocimiento es refinado aún más por el saber cultural específico acerca de las clases de cosas que se consumen típicamente con el café a ciertas horas del día o de la noche (algunos ejemplos pueden ser; “pan” o “budín” pero no “banana” o “bife”). Los indicios semánticos pueden operar en el nivel de la oración, del párrafo o, más globalmente, en el texto en su totalidad. Por ejemplo, en el caso del fragmento anterior, el relato que precede a este pasaje ha establecido que son las 8 de la noche. Esto hace que “budín” sea una opción ligeramente preferible a “pan” para completar el primer blanco, y que “noche” sea una alternativa mejor que “mañana”.
REFERENCIAS SMITH, F. 1971. Understanding Reading: a Psycholinguistic Analysis od Reading and Learning to read. Orlando, Fla.: Holt, Reinhart and Winston. GOODMAN, K. 1967. “Reading: a psycholinuistic guessing game” in F. K. Gollasch (ed.): Language and Literacy: The Collected Writings of Kenneth S. Goodman. Vol 1: Process, Theory, Research. London: Routledge, 1982.
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1. Antes de resolver las consignas que siguen, lean atentamente los indicios paratextuales de este texto. ¿A qué clase de obra pertenece? ¿Cuál es el tema general que aborda? ¿Quién es su autora? ¿Qué editorial lo publicó? ¿Cuándo? 2. En el texto se emplea un número considerable de términos técnicos, identificarlos y señalar a qué disciplina corresponden. 3. Proponer una definición de la expresión “esquema de conocimiento” a partir de los datos que aportan los contextos en los que aparece empleada en el texto. 4. En la introducción de este capítulo se sostiene que “Los textos no “contienen” significado sino que “tienen potencial” para significar”. Explicar esta afirmación. Relacionarla con las posiciones sostenidas por B. Sarlo en el primero de los textos leídos en esta guía. 5. ¿Cómo se caracteriza a la lectura en este texto? ¿Con qué tipo de actividad se la compara?
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Síntesis Completar el siguiente cuadro comparativo con la información recogida en los tres textos sobre la lectura que se presentan en las actividades anteriores. (A modo de ejemplo se incluyen algunos de los datos requeridos.)
Referencia bibliográfica
Destinatario
Tema
Problema planteado en relación con el tema
Lectores del suplemento cultural de un diario de circulación nacional. Público con intereses y competencias especializadas en temas de la cultura letrada.
Enfoque/ perspectiva
Sociología de la cultura
Los modos de leer
WALLACE, Catherine; Reading, Oxford, Oxford University Press, 1992
¿Cómo se desarrolla el proceso psicolingüístico de la lectura?
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Escritura: Entrada enciclopédica Escribir la entrada “Lectura” de un diccionario enciclopédico. El texto deberá presentar: -
una definición de “lectura” una breve reseña de la evolución de las prácticas lectoras una caracterización de la lectura que contemple distintas perspectivas de abordaje
En el texto de la entrada deberán aparecer por lo menos una cita textual y dos referencias a algunos de los textos leídos a lo largo de esta guía. El autor de la entrada definirá las características generales de la obra en la que se insertará esta entrada: puede tratarse de una enciclopedia de divulgación –es decir, destinada a un público amplio– o bien de un texto más especializado, orientado hacia lectores con un conocimiento previo más profundo acerca del tema. Extensión: 450-600 palabras.
Actividades de pre-escritura Como paso previo a la escritura es recomendable elaborar un plan que tenga en cuenta: -
las características del género entrada enciclopédica (su formato, su estilo: se sugiere la lectura de varios ejemplos para identificar sus rasgos distintivos),
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la selección de la información que se presentará en el texto (la “materia prima” es la que ofrecen las lecturas anteriores de esta secuencia, pero no toda la información recogida allí es pertinente para la entrada enciclopédica por eso es importante seleccionar y jerarquizar la información teniendo en cuenta la importancia relativa de los datos relevados y su adecuación al género discursivo en el que se va a plasmar el escrito),
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las características de la enciclopedia en la que se insertará esta entrada (su nivel de complejidad, el enfoque –puede tratarse de una enciclopedia o diccionario especializado en temas de comunicación o de semiótica o de literatura–, la difusión –dónde se consigue: en kioskos de revistas en forma de fascículos coleccionables o se trata de un libro que sólo se puede comprar en librerías–)
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el plan textual, es decir, la organización de los contenidos de la entrada (qué información presentará el párrafo inicial, qué lugar ocuparán la reseña y la comparación de distintas perspectivas de abordaje del problema de la lectura, cómo concluirá el texto).
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El universo de los textos En “El lector y sus límites” Beatriz Sarlo hace referencia a las clases de lectores y las clases de textos que conforman el universo de nuestra cultura. En este universo heterogéneo, cambiante y en permanente evolución, la dominante es, sin duda, la diversidad. Para constatarlo basta echar una mirada a la infinita variedad de textos con los que nos encontramos habitualmente en la escuela, en el trabajo, en los medios de comunicación, en nuestra esfera privada. Sin embargo, esta diversidad no es caótica ni desorganizada: detrás de esta variación pueden advertirse ciertas constantes que imponen un orden, una regularidad sin la cual sería imposible la comunicación. En efecto, este orden que nos permite distinguir la unidad en la variedad, la similitud entre las diferencias, facilita enormemente la tarea de leer y escribir textos. Las actividades que integran este capítulo proponen una serie de criterios para explicar uno de los muchos órdenes posibles del universo de los textos: el de los géneros discursivos. 1. Lean el texto siguiente e intenten clasificarlo. ¿Qué rótulo(s) le pondrían? ¿Por qué? ¿Qué indicios tomaron en cuenta para su clasificación?
§ 2. LUGAR DE LA LENGUA EN LOS HECHOS DE LENGUAJE
Para hallar en el conjunto del lenguaje la esfera que corresponde a la lengua, hay que situarse ante el acto individual que permite reconstruir el circuito de la palabra. Este acto supone por lo menos dos individuos: es el minimum exigible para que el circuito sea completo. Sean, pues, dos personas, A y B, en conversación:
El punto de partida del circuito está en el cerebro de uno de ellos, por ejemplo, en el de A, donde los hechos de conciencia, que llamaremos conceptos, se hallan asociados con las representaciones de los signos lingüísticos o imágenes acústicas que sirven a su expresión. Supongamos que un concepto dado desencadena en el cerebro una imagen acústica correspondiente: éste es un fenómeno enteramente psíquico, seguido a su vez de un proceso fisiológico: el cerebro transmite a los órganos de la fonación un impulso correlativo a la imagen; luego las ondas sonoras se propagan de la boca de A al oído de B: proceso puramente físico. A continuación el circuito sigue en B un orden inverso
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del oído al cerebro, transmisión fisiológica de la imagen acústica; en el cerebro, asociación psíquica de esta imagen con el concepto correspondiente. Si B habla a su vez, este nuevo acto seguirá −de su cerebro al de A− exactamente la misma marcha que el primero y pasará por las mismas fases sucesivas que representamos con el siguiente esquema:
Este análisis no pretende ser completo. Se podría distinguir todavía: la sensación acústica pura, la identificación de esa sensación con la imagen acústica latente, la imagen muscular de la fonación, etc. Nosotros sólo hemos tenido en cuenta los elementos juzgados esenciales; pero nuestra figura permite distinguir en seguida las partes físicas (ondas sonoras) de las fisiológicas (fonación y audición) y de las psíquicas (imágenes verbales y conceptos). Pues es de capital importancia advertir que la imagen verbal no se confunde con el sonido mismo, y que es tan legítimamente psíquica como el concepto que le está asociado. De Saussure, Ferdinand; Curso de lingüística general, Buenos Aires, Losada, 1979 (primera edición en español: 1945), Introducción, Cap. III, “Objeto de la lingüística” págs 54-55.
Los géneros discursivos La comunicación es un práctica esencialmente social y es por esto que, al igual que otras prácticas sociales como el comercio, la política o la producción artística, se desarrolla siempre en un ámbito específico de la actividad humana que determina la manera en la que nos relacionamos. No hablamos ni escribimos en soledad ni en absoluta libertad sino que nuestra producción discursiva se enmarca siempre en un espacio social y, por lo tanto, como toda interacción debe respetar un conjunto de reglas o “protocolos” que establecen cómo comunicarnos. Todos los usuarios de una lengua somos conscientes de esta necesidad: sabemos que no hablamos de la misma manera en el ámbito familiar que en el laboral; no escribimos del mismo modo una monografía que una crónica periodística, ni nos dirigimos de la misma forma al director de la escuela que a un compañero de curso. Estas diferencias, que derivan de las situaciones en las que interactuamos, se manifiestan en la
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comunicación a través de rasgos particulares que caracterizan a los discursos propios de cada ámbito. En las distintas esferas en las que se desarrolla la actividad humana se elaboran un conjunto de prácticas discursivas destinadas a encauzar la comunicación. La iglesia, la justicia, la universidad, la prensa son espacios en los que se despliegan distintos tipos de situaciones comunicativas a las que corresponden, a su vez, formas relativamente estables de mensajes adecuados a cada una de esas circunstancias. Estas formas discursivas son las que, siguiendo a Mijail Bajtín3, denominamos géneros discursivos. El conjunto de estos géneros constituye el discurso propio de cada ámbito. Así, por ejemplo, en el seno de la iglesia y de su discurso relacionado, el discurso religioso, encontraremos, entre otros, géneros como la plegaria, el sermón, la biografía de santos, la parábola; en el discurso periodístico: la crónica policial, el editorial, la crítica de espectáculos; en el discurso académico: la monografía, la tesis, el examen, el tratado, la clase, la conferencia; en el discurso jurídico: la demanda, el alegato, la sentencia. El gráfico siguiente ilustra la relación entre esfera de actividad, discurso (conjunto de prácticas discursivas) y géneros discursivos:
Prácticas discursivas de la esfera académica
DISCURSO ACADÉMICO
Géneros discursivos
Textos Enunciados
monografía
T1
T2
Tn
tesis
T1
T2
parcial
Tn
T1
T2
Los géneros son imprescindibles para producir e interpretar textos. Si en el discurso no hubiera regularidad –sostiene Bajtín–, si no existieran estos “moldes” en los cuales plasmar nuestra producción, sería imposible la comunicación. Si cada hablante tomara la palabra como si fuera la primera vez, si tuviera la libertad más absoluta para decir lo que quisiera, de la manera que quisiera, el destinatario de la 3
BAJTÍN, Mijail; “El concepto de género discursivo” en Estética de la creación verbal, México, Siglo XXI, 1982.
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Tn
comunicación se sentiría perdido porque no tendría “pistas” que le permitieran procesar ese discurso que está escuchando o leyendo. Cuando un niño escucha decir a su madre “Había una vez un niño muy pequeño que tenía siete hermanos...” se dispone a escuchar un cuento y, por lo tanto, activa en su memoria las reglas que le indican cómo interpretar ese texto teniendo en cuenta su pertenencia al género discursivo “cuento infantil”: sabe, por ejemplo, que en un cuento infantil se encadenan acontecimientos sucesivos, que estos acontecimientos muchas veces son extraordinarios, que se relacionan con un héroe o heroína, y que finalmente se resuelven de manera feliz. Del mismo modo, cuando leemos el titular de la primera página de un diario sabemos, por lo general, que nos encontramos frente a una noticia importante, que seguramente en el interior del diario podremos leer una crónica que narrará los hechos relacionados con esta noticia, que se tratará de hechos no extraordinarios aunque sí lo suficientemente sobresalientes como para que se les dedique una crónica. El sistema de los géneros que conforma el universo discursivo de una cultura depende de los hábitos sociales y de las prácticas que cada esfera de la actividad humana va desarrollando a lo largo del tiempo y va estabilizando a la manera de moldes o protocolos. Los géneros tienen carácter normativo para los hablantes de una lengua, es decir, funcionan como leyes o normas que nos impone el uso social del lenguaje y que, como dijimos antes, nos indican cómo debemos producir e interpretar cada uno de los textos que enunciamos o leemos/escuchamos. En el universo heterogéneo de los géneros, Bajtín establece una distinción entre dos grandes clases: los primarios y los secundarios. Esta distinción no depende de su función sino de su forma, es decir, del grado de complejidad en la elaboración y de su relación mediata/inmediata con el contexto extraverbal. Los géneros primarios o simples nacen de la comunicación discursiva inmediata (cartas, diálogos familiares, conversación espontánea). Su adquisición no requiere un entrenamiento específico sino que los hablantes aprenden a usarlos de la misma manera en que adquieren su lengua materna: por simple exposición al contexto. Los géneros secundarios o complejos, en cambio, surgen en condiciones de comunicación cultural más desarrollada y organizada, principalmente escrita. En el proceso de su formación, estos géneros absorben y reelaboran distintos géneros primarios. Son ejemplos de esta clase: los géneros literarios, los géneros de la comunicación científica, los géneros periodísticos, etc. A diferencia de lo que sucede con los primarios, el dominio de las reglas de producción y comprensión de estos géneros sí demanda un aprendizaje especial. Según Bajtín, los enunciados reflejan las condiciones específicas y el objeto de cada una de las esferas de la actividad humana, en su contenido temático (su objeto o tema), su estilo verbal (que comprende la selección de recursos léxicos, sintácticos y gramaticales) y su forma de composición o estructuración (su estructura). Estos tres aspectos están indisolublemente vinculados y se determinan recíprocamente. Volvamos al texto de la actividad anterior para ver cómo estas tres variables −tema, estilo y forma de composición− inciden en la construcción del texto. El tema de este fragmento es propio de la esfera de la ciencia, en particular de la lingüística, la disciplina que se ocupa del estudio de los fenómenos del lenguaje. Su título y, en general, el título de la obra a la que pertenece dan cuenta de este hecho. En cuanto al estilo, el primero de los rasgos que permite caracterizar a este texto es su paratexto. La subdivisión en partes, capítulos y parágrafos (Introducción, Cap. III, “Objeto de la lingüística”, § 2. LUGAR DE LA LENGUA EN LOS HECHOS DE LENGUAJE ) y la presencia de imágenes y gráficos es propia de los textos científicos con función didáctica. El vocabulario empleado −otro de los aspectos que definen el estilo de un texto− es preciso, tiende a evitar la ambigüedad, y está compuesto por
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una cantidad considerable de términos técnicos como, por ejemplo, “signo lingüístico”, “imagen acústica” y “fonación”. También el uso de la primera persona del plural y las formas verbales del presente (Supongamos que un concepto dado desencadena en el cerebro una imagen acústica correspondiente...) es un rasgo distintivo del discurso científico didáctico. La tercera de las dimensiones que definen al género, la forma de composición, se refiere al nivel de la organización estructural de los textos. Desde este punto de vista, un texto puede analizarse como una estructura compuesta de unidades elementales que corresponden a cuatro tipos básicos de organización: descripción, narración, explicación y argumentación. Así, por ejemplo, en el fragmento del Curso de lingüística general que acabamos de analizar encontramos una descripción (la del circuito de la palabra) enmarcada en un conjunto cuya finalidad es argumentativa (establecer cuál es la verdadera naturaleza de los hechos de lenguaje). En otras palabras, la estructura de este texto (como la de buena parte de los textos pertenecientes al género científico didáctico) está constituida por una secuencia argumentativa que engloba otra descriptiva. Más adelante veremos cómo están constituidos los esquemas elementales de cada uno de estos cuatro tipos de secuencias cuando nos ocupemos de los tipos de organización textual. En síntesis, el conocimiento de los rasgos que definen a los distintos géneros discursivos es una condición fundamental para poder interpretar y producir textos. Sus rasgos temáticos, de estilo y de estructura son las pistas que debemos seguir para comprender y componer eficazmente las distintas clases de textos con los que nos comunicamos en los diversos ámbitos en los que desarrollamos nuestra actividad.
2. Indicar a qué géneros discursivos pertenecen los textos siguientes. Caracterizarlos teniendo en cuenta su tema, estilo y forma de composición.
a.
¡Increíble! El choque de dos continentes produjo las montañas más altas del mundo Cuando la India, que se encontraba cerca del polo Sur, chocó con Asia, se produjo una gran deformación de la superficie terrestre que originó las montañas del Himalaya. En ellas se encuentra el pico más alto del planeta, el Monte Everest, de unos 8.848 metros de altura. Esto ocurrió hace unos 15 millones de años. Manual Aique Multiciencias EGB5
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b.
ROBERTO ARLT Hijo de un inmigrante prusiano y una italiana, Roberto Godofredo Christophersen Arlt nació en Buenos Aires, en el barrio de Flores, el 2 de abril de 1900. Publica El juguete rabioso, su primera novela, en 1926. Por entonces empieza también a escribir para los diarios Crítica y El mundo. Sus columnas diarias Aguafuertes porteñas, aparecieron de 1928 a 1935 y serían después recopiladas en el libro del mismo nombre. Se divertía contando de sus mistades con rufianes, falsificadores y pistoleros, de las que saldrían muchos de sus personajes. Al mismo tiempo de su actividad como escritor, busca constantemente hacerse rico como inventor, con singular fracaso. Formó una sociedad, ARNA (por Arlt y Naccaratti) y con el poco dinero que el actor Pascual Naccaratti pudo aportar instaló un pequeño laboratorio químico en Lanús. Llegó incluso a patentar unas medias reforzadas con caucho, que no fueron comercializadas, y al decir de un amigo, "parecen botas de bombero". En 1935, viaja a España y África enviado por El Mundo, de donde salen sus Aguafuertes Españolas. Pero salvo este viaje y alguna escapada a Chile y Brasil, permanece en la ciudad de Buenos Aires, tanto en la vida real como en sus novelas Los siete locos y su continuación, Los lanzallamas. Muere de un ataque cardíaco el 26 de julio de 1942. Literatura argentina contemporánea, http://www.literatura.org
c. EL ORIGEN DE ALGUNAS PALABRAS DE NUESTRO LÉXICO POPULAR Ensalzaré con esmero al benemérito "fiacún". Yo, cronista meditabundo y aburrido, dedicaré todas mis energías a hacer el elogio del "fiacún", a establecer el origen de la "fiaca", y a dejar determinados de modo matemático y preciso los alcances del término. Los futuros académicos argentinos me lo agradecerán, y yo habré tenido el placer de haberme muerto sabiendo que trescientos setenta y un años después me levantarán una estatua. No hay porteño, desde la Boca a Núñez, y desde Núñez a Corrales, que no haya dicho alguna vez: –¡Hoy estoy con "fiaca"! O que se haya sentado en el escritorio de su oficina y mirando al jefe, no dijera: –¡Tengo una "fiaca"! De ello deducirán seguramente mis asiduos y entusiastas lectores que la "fiaca" expresa la intención de "tirarse a muerto", pero ello es un grave error.
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Confundir la "fiaca" con el acto de tirarse a muerto es lo mismo que confundir un asno con una cebra o un burro con un caballo. Exactamente lo mismo. […] La “fiaca” en el dialecto genovés expresa esto: “Desgano físico originado por la falta de alimentación momentánea”. Deseo de no hacer nada. Languidez. Sopor. Ganas de acostarse en una hamaca paraguaya durante un siglo. Deseos de dormir como los durmientes de Éfeso durante ciento y pico de años. Sí, todas estas tentaciones son las que expresa la palabra mencionada. Y algunas más. ARLT, Roberto, Aguafuertes porteñas, Buenos Aires, Losada, 1991, p. 40.
d. DEL RÍO YUYAPARI Por la provincia de Paria sube un río que se llama Yuyapari, más de doscientas leguas tierra arriba: por él subió un triste tirano muchas leguas el año de mil e quinientos e veinte y nueve con cuatrocientos o más hombres, e hizo mansas grandísimas, quemando vivos y metiendo a espada infinitos inocentes que estaban en sus tierras y casas sin hacer mal a nadie, descuidados, e dejó abrasada e asombrada y ahuyentada muy gran cantidad de tierra. Y, en fin, él murió mala muerte y desbaratóse su armada: y después, otros tiranos sucedieron en aquellos males e tiranía, e hoy andan por allí destruyendo e matando e infernando las ánimas que el Hijo de Dios redimió con su sangre. DE LAS CASAS, Fray Bartolomé; Brevísima relación de la destrucción de las Indias, “Biblioteca de la Historia”, Madrid, Sarpe, 1985
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e.
Ciencia/Salud Sábado 11 de marzo de 2006 Noticias | Ciencia/Salud
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Nota
Según un estudio estadounidense
Los exámenes pueden mejorar la capacidad de retener información Proponen incorporarlos no sólo para evaluar, sino como herramienta de estudio
Si una propuesta de psicólogos estadounidenses prospera, los alumnos tendrán que perderle el miedo al temido "saquen una hoja". Basándose en un estudio reciente que sugiere que los exámenes ayudan a fijar los contenidos en forma duradera, los expertos proponen que éstos sean incorporados como una herramienta de estudio más. En otras palabras, lo que sugieren es que los exámenes dejen de ser un evento que señala el fin de un cuatrimestre, de una materia o de un ciclo lectivo, y se conviertan en algo mucho más cotidiano dentro de las aulas. Es más, los investigadores aconsejan que los mismos alumnos adopten la costumbre de recurrir a las autoevaluaciones como herramienta de estudio. "Los estudiantes que realizan autoevaluaciones frecuentemente mientras estudian solos son más capaces de aprender más y en mucho menos tiempo que si simplemente estudiaran el material una y otra vez", declaró Henry Roediger III, investigador de la Universidad Washington en Saint Louis, Estados Unidos, y principal autor del estudio que publica la revista Psychological Science. "Nuestro estudio indica que los tests pueden ser utilizados como una poderosa forma de mejorar el aprendizaje, y no sólo para evaluarlo -agregó Roedinger III-. Hacer que los tests sean más frecuentes en el aula probablemente mejore el aprendizaje y promueva la retención del material mucho tiempo después de que el curso haya finalizado."
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Este experto estadounidense en memoria llegó a esas conclusiones tras realizar experimentos en los que comparaba cuál era la capacidad de recordar lo leído de alumnos que empleaban distintas estrategias de estudio. Roedinger III observó, entonces, que aquellos que leían y releían varias veces los textos retenían una menor cantidad de información que los que se sometían a tests luego de leer unas pocas veces el material de estudio. Más precisamente, Roedinger III halló que estos últimos fueron capaces de recordar el 60% de lo estudiado, mientras que los que sólo leyeron y releyeron el material sólo pudieron recordar el 40 por ciento. Sin embargo, hay quienes no coinciden con la metodología empleada para fundamentar la postulada utilidad de los exámenes como método para fijar conocimientos. "Si uno se para en el territorio de la pedagogía, debe tomar en cuenta que hay efectos del aprendizaje que no se pueden percibir y captar en el momento posterior inmediato a la enseñanza -comentó la doctora en ciencias de la educación Graciela Frigerio, directora del Centro de Estudios Multidisciplinarios-. El efecto del aprendizaje debe valorarse también en qué deja lo aprendido en otros escenarios de la vida del sujeto, como el contexto social y subjetivo del individuo." Para esta investigadora, "hay otras cuestiones que escapan a los exámenes, como la capacidad de escucha, de atención y de registro que el educador debe evaluar en sus alumnos, y que pueden tener un valor mayor que los resultados de los exámenes. El verdadero efecto de la educación no puede ser evaluado en su totalidad a través de un examen, ya que no todo lo aprendido es cuantificable".
Un aliado de la memoria Pero más allá de cuestiones metodológicas, lo cierto es que la neuropsicología ha aportado numerosas evidencias a favor de las conclusiones del psicólogo estadounidense. "Existen muchos estudios que demuestran los efectos positivos de las situaciones de examen en el aprendizaje y en la consolidación de la información -aseguró la licenciada Teresa Torralva, investigadora del Centro de Estudios de la Memoria y de la Conducta, del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco)-. Según esos estudios, el ser expuesto a situaciones de examen hace que el aprendizaje sea más efectivo que la exposición pasiva al material de estudio." ¿Cuáles son las razones que respaldan la utilidad del examen como herramienta de aprendizaje? Como explica Torralva, "en la situación de examen repetida se practica de manera recurrente la evocación de la información que se debe aprender, y esto hace que quien aprende tenga que acceder al conocimiento sin depender de pistas externas y que, por lo tanto, necesite organizar la información para que pueda ser evocada". "Desde el punto de vista neuropsicológico -agregó la investigadora-, hay estudios que sugieren que las situaciones de examen refuerzan el aprendizaje, produciendo una mayor elaboración de los recuerdos existentes y de las pistas que hacia ellos conducen. Otros trabajos sugieren que las situaciones de examen multiplican el número de rutas de acceso hacia los eventos almacenados." Por Sebastián A. Ríos De la Redacción de LA NACION
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3. Transformar el texto (c) en una definición del Diccionario Enciclopédico del Lunfardo. 4. Caracterizar el género discursivo al que pertenece el texto siguiente. Transformarlo en una noticia breve para publicar en el suplemento de divulgación científica de un diario.
Más de cuatrocientas especies de la flora y fauna silvestres argentinas se encuentran en peligro de extinción. Un problema más serio de lo que parece, ya que en muchos casos son plantas y animales que, además de alimentarnos, nos proporcionan medicinas y materias primas indispensables para la elaboración de innumerables productos industriales. Y que si llegaran a desaparecer, alterarían el delicado sistema ecológico del cual usted, nosotros, todos, formamos parte. La lechuza de los campanarios, por ejemplo, al igual que muchas lechuzas, se alimenta principalmente de roedores y actúa como un importante factor de control en la explosión demográfica de estos animales. Pero las poblaciones de lechuzas están reduciéndose dramáticamente debido al envenenamiento por los plaguicidas que en un grado cada vez mayor saturan los campos argentinos y a la matanza indiscriminada que realizan cazadores desaprensivos. Al desaparecer sus predadores naturales, los roedores se reproducen con mayor facilidad, causando significativos daños en miles de hectáreas de terreno cultivado. Un verdadero desastre ecológico que no sólo pone en peligro parte de nuestra producción agrícola, sino que también amenaza nuestras vidas, dado que algunas variedades de estos roedores transmiten el virus de Junín o el mal de los Rastrojos. Es necesario que tomemos conciencia de los muchos peligros que amenazan a las especies de la flora y fauna silvestres argentinas. Y que lo hagamos hoy. Porque, después de todo, los problemas de cada una de ellas son también nuestros problemas. FUNDACIÓN VIDA SILVESTRE ARGENTINA
De la mano con la naturaleza
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Narración Los textos reunidos en este capítulo, aunque pertenecen a distintas clases de discurso –literario, periodístico, histórico– y géneros –crónica, cuento, ensayo histórico–, tienen todos, como denominador común, su estructura narrativa. Su lectura permitirá explorar, entonces, distintos aspectos de la narración: las elementos constitutivos del relato; las relaciones entre historia, relato y narración; la representación de la temporalidad en el relato; la construcción de la mirada narrativa y las relaciones entre descripción y narración .
1.
Lean atentamente los textos que siguen y señalen, entre ellos, los que pueden caracterizarse como relatos. Indiquen los rasgos que tuvieron en cuenta para la selección.
a.
El vuelo del Plus Ultra El 10 de febrero de 1926, Buenos Aires brindó un recibimiento triunfal al Plus Ultra, la aeronave que había cruzado el océano Atlántico. Partió de Palos de Moguer, España, el 22 de enero. Integraban la tripulación Ramón Franco (hermano del que sería generalísimo), Ruiz de Alda, Durán y Rada. El Plus Ultra voló sobre el océano, pasando por Las Palmas, Cabo Verde, la isla Fernando de Noronha, Pernambuco, Río de Janeiro y Montevideo, concluyendo su viaje en Buenos Aires. Cuando el hidroavión inició su descenso en el sector sur del Muelle de Pescadores (donde acuatizó), todas las sirenas de los barcos del puerto sonaron al unísono. Una multitud recibió triunfante a los héroes, que se confundieron en un abrazo con el presidente Alvear. Carlos Gardel les dedicó un tango: “El vuelo del Águila”.
La Argentina en el siglo XX, Buenos Aires, edición del diario La Nación , (s/f)
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b.
Arión Arión de Lesbos, un hijo de Poseidón y de la ninfa Onee, era un maestro en el arte de tocar la lira. Un día su patrocinador, Periandro, el tirano de Corinto, le concedió permiso, aunque de mala gana, para ir a Ténaro, en Sicilia, a concursar en un festival de música. Arión ganó el premio, y obtuvo tantos obsequios valiosos que éstos incitaron la codicia de los marineros encargados de traerlo nuevamente a Corinto. —Lo siento mucho, Arión,—advirtió el capitán del barco—pero tendrás que morir. —¿Qué crimen he cometido? —preguntó Arión. —Eres demasiado rico —respondió el capitán. —Si me perdonas la vida, te daré todos mis premios—dijo, suplicando, Arión. —En cuanto llegaras a Corinto faltarías a tu promesa —dijo el capitán—, y yo haría lo mismo, en tu lugar. Un regalo forzado no es un regalo. —Muy bien —dijo Arión resignado—. Pero te ruego que me permitas cantar una última canción. Cuando el capitán le hubo concedido el permiso, Arión, vestido con su más hermosa túnica, subió a la proa y allí invocó a los dioses con melodías apasionadas, y después se arrojó por la borda. El barco siguió navegando. Sin embargo, su canción había atraído a un grupo de delfines, uno de los cuales hizo que Arión montase sobre su lomo, y aquella noche adelantó a la nave y llegó a Corinto varios días antes de que anclara allí. Periandro se alegró muchísimo al enterarse de su milagrosa huida, y cuando el barco entró en puerto, mandó venir al capitán y a la tripulación, a quienes pidió noticias de Arión con simulada preocupación. —Se ha entretenido en Ténaro —respondió el capitán— debido a la pródiga hospitalidad de los ciudadanos. Periandro les hizo jurar a todos que ésta era la verdad, y entonces los enfrentó de pronto con Arión. Incapaces de negar su culpa, fueron ejecutados allí mismo. Más adelante Apolo colocó las imágenes de Arión y de su lira entre las estrellas.
GRAVES, Robert, Los mitos griegos, Buenos Aires, Hyspamérica, “Biblioteca personal Jorge Luis Borges”, 1985, págs 102-103
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c.
Un día en la vida de Galina, enfermera en Kiev… por Galina Komarnitska, enfermera ucraniana.
Vuelvo a pensar a menudo en ese día del año pasado. Era el 27 de mayo, día
siguiente a mi cumpleaños. Acababa de cumplir 28 y francamente no tenía ganas de ir a trabajar, pero, como dice el aforismo ucranio: “Hiba hotchech, mousych!” (¡Quieras o no, tendrás que ir!). Esa mañana, como de costumbre, antes de que la ambulancia saliera a las calles de Kiev, practiqué todos los controles de rigor. El médico había llenado los formularios de llamada, una colega había verificado el material. En resumen, cuando todos estuvimos listos, emprendimos la marcha. Nuestro servicio de urgencias recibe llamadas de todo tipo. Pero la mayoría de las veces tenemos que atender enfermedades cardiovasculares o gástricas, envenenamientos diversos y, desde luego, traumatismos. Así pues, de las diez de la mañana a las cuatro de la tarde recorrimos la ciudad de acuerdo con un ritual cotidiano. Tal vez a causa de los caprichos de la meteorología en esa primavera, los ataques cardíacos eran frecuentes. Algunos enfermos eran atendidos a domicilio, otros eran trasladados al hospital de guardia. A un hombre le había caído un tonel de 200 litros en una pierna. Precio de su imprudencia: fractura de un pie… Hacia las cinco y media recibimos una llamada. Se nos informaba que el herido ya no daba señales de vida. Corrimos. Era un vagabundo. Estaba borracho perdido, incapaz de la más mínima reacción. Fuimos tres las muchachas que entramos –soy la mayor de las tres–, a levantar a esa “criatura de Dios”, pobre y sucia, para instalarla en una camilla y arrastrarla hasta la ambulancia. Nuestro chófer, por cierto, nos ayudó, pero ningún hombre, y menos aún una mujer, puede conformarse con un trabajo semejante. Hay veinte kilómetros por recorrer hasta el hospital y otros tantos para regresar, en medio de los atascos, es tiempo suficiente para hacerse algunas preguntas. Ésta, por ejemplo: ¿para qué ir a la escuela durante diez años y seguir después varios cursos de formación superior –tres años para ser enfermera, seis para ser médico– si se trata sólo de recoger borrachos? En momentos así me da la sensación de que mi profesión, mis conocimientos, mis ocho años de experiencia son inútiles. ¡Qué inmensa decepción! Pero basta de pensamientos sombríos. Dentro de dos meses, me voy de vacaciones con mi novio a orillas del Mar Negro. Antes iba allí con mis padres, pero de eso hace mucho tiempo. Parece un sueño… Queremos detenernos en Feodocia, la ciudad en la que vivió Ayvasovsky, el pintor de marinas. Después iremos más al sur, a Sudak y Novi Svet, allí donde el príncipe Galitzín ordenó excavar galerías para producir un champaña premiado en 1900 en la Exposición Universal de París. Muy cerca se encuentra la gruta donde el cantante Chaliapin, famoso en el mundo entero, daba recitales improvisados. Además, me han hablado de un bosquecillo de enebros con aromas tan sutiles que es imposible describirlos con palabras. Conozco el perfume de la rosa, la lila o la lavanda, pero no sé cómo huele el enebro. Una nueva llamada nos lleva a un callejón sin salida, cerca de la estación, donde alguien ha encontrado a un muchacho sin conocimiento. Suena la sirena. Nos adentramos en lo desconocido, hacia un lugar sin calles ni viviendas. Es casi medianoche. Publicado en El Correo de la Unesco, mayo 2001 (texto adaptado)
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Los constituyentes del relato Todo lector, más o menos intuitivamente, tiene una idea bastante general acerca de lo que es un relato, sin embargo no resulta igualmente evidente decidir qué rasgos lo definen y permiten distinguirlo. La narratología −la teoría que se ocupa de describir y explicar el funcionamiento de los textos narrativos− sostiene que para caracterizar a un texto como “relato” éste debe satisfacer seis criterios: tiene que haber sucesión de acciones, unidad temática, una transformación, proceso, causalidad, evaluación.
Primer criterio: sucesión de acciones Tradicionalmente estamos acostumbrados a caracterizar de este modo al relato pero, si bien ésta es una condición necesaria, ella sola no basta para definirlo. Otros tipos de texto también satisfacen este criterio, es decir, se construyen sobre la base de una sucesión de acciones aunque no por eso se convierten en relatos. Es el caso de las recetas de cocina, por ejemplo, que presentan acciones articuladas sucesivamente sobre un eje temporal pero con un sentido instruccional (primero hay que disponer la harina en forma de círculo, después echar dos huevos en el centro, etc...). Una sucesión de acciones de este tipo es descriptiva pero no narrativa. Algo similar sucede con textos más cercanos a la idea generalizada de la narración como, por ejemplo, los anales, que consistían en listados de acontecimientos de distinta índole ordenados cronológicamente. Se trata de documentos muy antiguos (datan de la Edad Media) en los que se registraban los sucesos sobresalientes de cada año en forma de lista ordenada. El siguiente es un ejemplo de un texto del siglo X, los Anales de Saint−Gall4: 709 Duro invierno. Murió el duque Godofredo. 710 Un año duro y con mala cosecha. 711 ……………………………………… 712 Inundaciones por doquier. 713 ……………………………………… 714 Murió Pipino, mayor de palacio. 715, 716, 717……………………………… 718 Carlos devastó a los sajones causando gran destrucción. 719 ……………………………………… 720 Carlos luchó contra los sajones. 721 Carlos expulsó de Aquitania a los sarracenos. 722 Gran cosecha.
En estos textos tampoco hay, estrictamente hablando, un relato: hay simplemente una sucesión de acciones que no llegan a constituir un relato. Para que podamos considerar a un texto como narrativo, deben cumplirse además los criterios siguientes.
4
Citado por ALVARADO, M. y A. YEANNOTEGUY, En La escritura y sus formas discursivas, Buenos Aires, EUDEBA, 1999.
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Segundo criterio: unidad temática El segundo de los criterios que definen al relato es el de la unidad temática. Las acciones que conforman la materia del relato no sólo tienen que encadenarse sucesivamente sino que además tienen que estar asociadas al menos con un actor/sujeto que las conecte entre sí. Este sujeto no necesariamente tiene que ser un individuo, un ser humano, puede ser un colectivo (el pueblo, por ejemplo) o un ser no humano (el rey León o el soldadito de plomo). En el caso de los anales citado más arriba, claramente no hay unidad temática dado que las acciones no se relacionan con un sujeto común que garantice su unidad.
Tercer criterio: transformación El tercer criterio exige que se produzca una transformación. En otras palabras: tiene que suceder algo, tiene que haber lo que se denomina una peripecia, un cambio de estado. En efecto, una secuencia de acciones asociadas con un sujeto (un héroe) en la que no haya una peripecia tampoco es un relato. Por ejemplo, en un enunciado como éste: “Luis se levantó a las 8:30. Se dio una ducha, desayunó café con leche con tostadas, se vistió, salió a la calle, tomó el tren, llegó a la Universidad y asistió a sus clases. A las 15:30, volvió a su casa.” hay sucesión de acciones, hay un sujeto que las unifica (Luis), pero no hay una transformación, no sucede nada. Para que un texto se convierta en relato tiene que haber una alteración de un cierto estado de equilibrio, una ruptura de la normalidad que haga que los acontecimientos de los que se ocupa puedan ser considerados “memorables” –es decir, dignos de ser registrados en la memoria y, por lo tanto, narrados–. Para que exista relato tiene que haber, por lo tanto, una tensión generada por esta peripecia, por este cambio en las condiciones “normales”. Esto es lo que sucede, para tomar un ejemplo ya mencionado, en el cuento infantil “El soldadito de plomo” de Hans Christian Andersen. En este cuento, un héroe (el soldadito de plomo preferido de un niño) se enamora de una bailarina de juguete y es correspondido. Esta situación de equilibrio inicial se trastorna cuando –quizás por obra de la envidia de un diablillo o simplemente por la fatalidad− los enamorados deben separarse. El soldadito sufre un accidente (cae a la calle desde el alféizar de una ventana) y se ve arrojado a una serie de desventuras. Tras esta peripecia, el soldadito deberá sortear varios peligros hasta poder retornar finalmente junto a la bailarina y unirse a ella para siempre.
Cuarto criterio: proceso El cuarto criterio exige que las acciones estén integradas de tal modo que puedan percibirse como una unidad. Es decir que, para que una historia se convierta en relato, es necesario percibir esa sucesión como una serie integrada, como un proceso con un comienzo, una transición y un desenlace. Esto no significa que estos componentes tengan que estar necesariamente explícitos en el texto narrativo sino solamente que deben poder explicitarse, es decir, el lector debe poder reponerlos en el acto de lectura. En otras palabras, lo que hace que una historia sea leída como un relato es la integración de estos componentes en una trama en la que todas las acciones conducen un fin. Esta forma de articulación de las acciones en un proceso es lo que se conoce como “puesta en intriga”. El desciframiento de la intriga es el motor que lleva a los lectores a avanzar en el relato, a buscar una respuesta −un desenlace− a la tensión que plantea la peripecia. En el ejemplo de los anales se advierte claramente que los hechos que aparecen en ese listado no forman un conjunto unitario, integrado, sino que se trata de una colección de hechos ordenados cronológicamente. En el caso del cuento, en cambio, sí es posible distinguir un comienzo del proceso, que está marcado por la situación inicial en la que el
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soldadito y la bailarina se conocen y se enamoran, una transición –la peripecia marcada por la caída y el derrotero del soldadito– y un desenlace (un nuevo estado de equilibrio hacia el que se orienta la resolución del conflicto: la situación final), en el que el soldadito y la bailarina vuelven a encontrarse y se unen para siempre.
Quinto criterio: causalidad El quinto criterio exige que las acciones que integran un relato se vinculen a través de relaciones de causa y efecto. En el relato, la sucesión temporal también se interpreta como sucesión causal: es decir que para los lectores todo hecho anterior a otro es considerado la causa del siguiente (si A es anterior a B, entonces A es la causa de B). En el cuento de Andersen, por ejemplo, un personaje secundario −el diablillo encerrado en una caja de sorpresas− al enterarse del amor que une al soldadito y la bailarina, siente celos y amenaza al soldadito para conseguir que se aleje de ella. Pero ni el soldado ni la bailarina hacen caso de esta amenaza. Poco después, cuando sucede el accidente, el narrador sugestivamente recuerda a los lectores el rencor de este diablillo hacia el soldadito y, si bien no afirma que el diablillo sea responsable de la suerte del héroe, la sucesión de esas dos situaciones indudablemente crea un vínculo que puede ser interpretado en términos de causalidad. Esta lógica de la causalidad que se superpone a la de la temporalidad es la que organiza y da sentido a la trama narrativa.
Sexto criterio: evaluación Toda narración implica una evaluación, una interpretación de cómo es o debería ser el mundo narrado. El relato organiza la representación del mundo de acuerdo con reglas que establecen lo que está bien y lo que está mal, lo que debe condenarse o premiarse. En la mayoría de los relatos hay héroes y antihéroes, conductas valiosas y conductas negativas. Todos estos elementos configuran un saber acerca de cómo es (o debería ser) la experiencia. Todo relato “enseña” algo acerca de la experiencia. Muchas veces esta enseñanza aparece en forma explícita en el texto narrativo, como sucede, por ejemplo, en la moraleja de la fábula, un género narrativo con finalidad didáctica. En la mayoría de los casos, sin embargo, la evaluación moral o ideológica está implícita y es el lector el que deberá descifrarla. Por supuesto, las evaluaciones no siempre son fácilmente identificables. Hay textos que dejan un margen amplio a la tarea interpretativa del lector (son textos “abiertos” a interpretaciones variadas) mientras que otros restringen esa libertad interpretativa y orientan mucho más fuertemente la lectura, como sucede con la fábula o con relatos fuertemente convencionalizados como la telenovela. En síntesis, para que un texto sea leído como un relato debe cumplir con los seis criterios expuestos más arriba: debe ofrecer una sucesión de acciones unificadas a través de la figura de un agente (el héroe), que representen una transformación y se integren en el marco de un proceso. La lógica de vinculación de las acciones debe darse tanto en el plano temporal como causal para configurar una trama que hace posible la interpretación o evaluación en el relato.
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2. Teniendo en cuenta los criterios que se acaban de exponer, escribir un comentario breve que justifique por qué este texto es un relato.
El eclipse Augusto Monterroso en Obras completas (y otros relatos), 1959 Cuando Fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de Los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora. Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de si mismo. Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas. Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de ese conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida. –Si me matáis –les dijo– puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura. Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén. Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.
a.
¿Quién narra la historia? Caracterizar al narrador de este relato.
b.
En este relato hay silencios, hechos que no son narrados sino solamente sugeridos, ¿por qué? ¿Qué sentido tienen esos “blancos” en la narración?
c.
Este relato propone una reflexión sobre varios problemas: la comunicación, la relación con el otro, los prejuicios raciales; escribir un texto de alrededor de quince líneas en el que se explicite la visión del narrador acerca de estos temas.
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Historia y relato Conocemos el mundo, los objetos, los acontecimientos a través del lenguaje. Gracias a él y a sus productos −los textos− estas realidades se vuelven inteligibles y podemos tener una visión de lo que sucede o sucedió, aunque –claro está– habrá tantas visiones como versiones se ofrezcan de los hechos. Los tres textos que siguen se ocupan de un mismo acontecimiento. Léanlos detenidamente para resolver las consignas que se presentan a continuación. Miércoles | 18.09.2002
Clarín.com » Edición Miércoles 18.09.2002 » Sociedad » UNA TERRIBLE SOSPECHA: INVESTIGAN UNA DENUNCIA
¿Un chico se ahogó porque policías lo obligaron a tirarse al Riachuelo? Según los padres, estaba con dos amigos en Pompeya cuando fueron detenidos por un patrullero de la comisaría 34. Llevaron a todos bajo el puente Uriburu y los obligaron a saltar al agua. Los otros dos sobrevivieron, pero él, de 19 años, está desaparecido Leonardo Torresi y Rolando Barbano. DE LA REDACCION DE CLARIN.
Descalzo –había perdido las zapatillas en el barro–, en medio de las plantas y la basura, Rodolfo Suárez miraba con pena el agua negra brillosa, a 40 metros del puente Uriburu. Desde temprano el hombre buscaba a su hijo Ezequiel, que está desaparecido desde el sábado a la madrugada. La familia asegura que el chico, que tiene 19 años, fue obligado a tirarse al Riachuelo por un grupo de policías que lo habían llevado hasta ese lugar después de detenerlo junto a dos amigos. La Justicia y la propia fuerza ahora investigan si eso fue lo que sucedió. Los investigadores recién a última hora de ayer lograron ubicar a uno de los chicos que estaban con Ezequiel en el momento en que supuestamente los policías lo hicieron tirarse al agua. Tiene 14 años y, según dijeron fuentes judiciales a Clarín, al cierre de esta edición ratificaba la versión de la familia del desaparecido. Temprano, el mismo chico había hecho su relato con una capucha puesta y sentado de espaldas a un cámara del canal TN. "Nos tiraron al agua y nos gritaron ''¡Nadá! ¡Nadá!'' Después a Ezequiel no lo vi más", contó entonces. La Policía, en un comunicado que emitió anoche, sostuvo que "a partir de las versiones periodísticas" que se difundieron, la comisaría 34 inició actuaciones por "averiguación de ilícito". La Federal no confirmó, pero tampoco negó la vinculación de policías con la desaparición del chico. Pero la preocupación en el Departamento Central es grande. La Dirección General de Comisarías, la Superintendencia de Asuntos Internos y el jefe de la Federal, Roberto Giacomino —en persona— se concentraron en el tema todo el día. El fiscal Marcelo Roma, mientras tanto, les tomaba anoche declaración –en principio como testigos– a los nueve policías que el sábado a la madrugada trabajaron en el servicio de calle de la comisaría 34, de Pompeya. El caso también causó impacto en el Gobierno: la Secretaría de Seguridad de la Nación tomó contacto con la familia del chico para ofrecerle "garantías" durante la investigación.
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Ezequiel Demonty vive a tiempo repartido con su novia −en la villa Cildáñez– y con su familia en una casa humilde del barrio Illia, en el Bajo Flores. El año pasado hizo el tercer año del secundario y ahora trabaja con su padrastro, que compra y vende cartón. Hincha de Nueva Chicago, sus amigos lo describen como "un chico tranquilo, de salir poco". Pero el viernes a la noche, Ezequiel rompió la rutina y fue con dos amigos a la bailanta Peñambí, en Constitución. "Era la primera vez que iba. A él no le gusta mucho ir a bailar, pero lo invitaron y lo convencieron", contó a Clarín Emanuel, uno de los siete hermanos del chico. Un poco después de las cinco de la madrugada del sábado, Ezequiel volvió a su casa. Estuvo unos minutos, dejó la campera y se fue a acompañar a sus amigos a tomar un remís. Uno es un chico de 14 años y el otro es un joven que, según el hermano de Ezequiel, tiene 18. No consiguieron un auto en la remisería del barrio y entonces fueron a una agencia que está a unas cuadras, en avenida Cruz y La Constancia. En ese lugar, según la familia, comenzaron los problemas. La madre de Ezequiel, Dolores Ingamba, contó que los amigos estaban tocando el timbre de la remisería cuando llegó un patrullero de la comisaría 34.
"Los policías los tiraron al piso, les pegaron y los patearon. Después, llegaron otros dos patrulleros, los subieron a cada uno en un auto distinto y les avisaron que los iban a llevar al Riachuelo. Cuando llegaron, los hicieron bajar y les dijeron: ''Si saben nadar, ¡naden!'', y los tiraron al agua", contó. Según la versión de la familia de Ezequiel, uno de los chicos se agarró de una planta porque no sabía nadar. El otro nadó un trecho y llegó a la ribera. "Mi hijo se hundió en el medio", dijo a Clarín el padrastro de Ezequiel, que crió al chico desde que tenía 3 años. La propia familia sostiene que habría un testigo que vio a Ezequiel salir caminando del Riachuelo. Pero no se descarta que pudo haberse tratado de una confusión con otro de los chicos. El testigo, de cualquier manera, hasta anoche no había sido localizado por los investigadores. Los padres de Ezequiel denunciaron la desaparición el domingo a las ocho y diez de la noche. En la comisaría abrieron actuaciones por "averiguación de paradero". Al día siguiente, la familia también presentó un hábeas corpus ante la Justicia. La madre todavía no puede entender qué ocurrió: "Si estaban haciendo algo malo, tendrían que haberlos llevado a la comisaría, que es donde corresponde". La Defensoría del Pueblo de la Ciudad elevó un pedido de informe al jefe de la Policía Federal. Anoche, los vecinos de Ezequiel organizaban una marcha que saldrá hoy a las 9 de la casa de la familia.
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Miércoles 18 de setiembre de 2002
Información general En el barrio de Pompeya
Acusan a la policía por una desaparición La familia de un joven denunció que efectivos lo obligaron a tirarse al Riachuelo, tras detenerlo. Ezequiel Demonty, de 19 años, estaba con dos amigos frente a una remisería del Bajo Flores. Dicen que los efectivos de tres patrulleros los golpearon y los obligaron a arrojarse al agua.
Descalzo, con gesto cansado y los pantalones embarrados, Rodolfo Suárez miraba ayer, aún con esperanzas, las aguas del Riachuelo. Allí su hijastro, Ezequiel Demonty, de 19 años, fue obligado a arrojarse al agua por policías federales que lo detuvieron junto a dos amigos de 14 y 18 años, el sábado último, según denunció. Los compañeros de Ezequiel, obligados a nadar en el Riachuelo, salieron del agua, pero del muchacho no hay noticias. Suárez, ayer, a las 18, cuando fue entrevistado por LA NACION, señalaba el desagüe por donde habrían hecho bajar a Ezequiel, bajo el puente Valentín Alsina, en Pompeya. A cien metros de allí hay dos destacamentos de la Policía Federal y de la bonaerense. "Vine a ver qué hay acá, porque ya no sé dónde ir a buscarlo. Recorrimos hospitales y comisarías, desde Avellaneda a Ezeiza, y nadie nos supo decir nada", afirmó. Ayer, la madre de Ezequiel, Dolores Ingamba, denunció ante el fiscal Marcelo Roma lo que le contaron los chicos que sobrevivieron. Cómo fue que los detuvieron y los golpearon y los obligaron a arrojarse al Riachuelo. El Gobierno está preocupado por el problema, según fuentes oficiales, que señalaron que interviene Asuntos Internos de la Policía Federal. En un comunicado, anoche la fuerza informó que la comisaría 34a. inició actuaciones por "averiguación de ilícito", al conocer la noticia por la prensa. "Lo único que sé es lo que los otros chicos le contaron a la novia de mi hijo", afirmó Suárez, que vive con su mujer en una casa prefabricada del Barrio Illia, en el Bajo Flores. Ezequiel, de 19 años, es el tercero de los ocho hijos de la familia y vive con Yamila, su novia, en Villa Cildáñez, a algunas cuadras del lugar. "El viernes a la noche, Ezequiel fue a bailar a Constitución con dos amigos. Cuando salieron, de madrugada, acompañaron a uno de los chicos a tomarse un remise en la esquina de la avenida Cruz y el pasaje La Constanza, en Barrio Illia. Mientras estaban en la puerta de la remisería, la policía los golpeó y se los llevó en tres patrulleros hasta el río. Uno de los amigos de mi hijo me dijo que los autos eran de la comisaría 34a.", dijo Suárez.
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La remisería donde golpearon los chicos para conseguir un auto es un pequeño local situado sobre la avenida Cruz, una arteria comercial. Entre las 5 y las 7 del sábado, cuando ocurrió el hecho, no había negocios abiertos. Empleados de la remisería dijeron a LA NACION que cerraron a las 24. Rodolfo Suárez dijo que los policías "los trajeron hasta la orilla y ahí los siguieron golpeando y los obligaron a tirarse al río y nadar. Después se fueron. Uno de los chicos cruzó a nado hasta la otra orilla, el otro no sabía nadar así que ni lo intentó. Con mi hijo (así lo llama) no sé qué pasó. El domingo apareció la novia en casa preguntando si nosotros sabíamos dónde estaba, y ahí nos enteramos de todo". Fuentes policiales dijeron a LA NACION que la comisaría 34a., con jurisdicción en la zona, se enteró del suceso el domingo, cuando la familia de Ezequiel presentó una denuncia por averiguación de paradero. Los habituales voceros de la fuerza dijeron desconocer que el sábado hubieran detenido a los chicos. Asuntos Internos quiere saber qué se hizo con la denuncia de averiguación de paradero. Ezequiel estudiaba hasta el año pasado el cuarto año en la Escuela Nacional de Educación Media N°4, distrito 21, situada en Riestra al 5000. Su madre dijo que nunca fue detenido y que no tiene antecedentes penales. Dejó la escuela para hacer changas y luego se presentó para poder rendir libres las materias, dijo a LA NACION el defensor adjunto de la Ciudad, Gustavo Lesbegueris. La madre de Ezequiel afirmó ayer que un vecino vio a su hijo salir del agua, aunque no tiene certezas de ello. Anoche, Suárez buscaba a su hijo en el río por sus propios medios. Embarrado y ya sin fuerza. Esperaba que la Justicia ordenara rastrillar el Riachuelo. "No sabemos a quién recurrir, y como tardan tanto estamos buscando nosotros", dijo. Link corto: http://www.lanacion.com.ar/432652
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Sociedad del Miércoles, 18 de Septiembre de 2002
DENUNCIA CONTRA LA FEDERAL POR UN ADOLESCENTE DESAPARECIDO
“La policía nos tiró al Riachuelo” Un chico denunció que policías de la 34ª lo obligaron a tirarse al agua junto a sus dos amigos. Uno de ellos, de 19, no salió. Por Horacio Cecchi “Nos preguntaron si sabíamos nadar y nos tiraron al Riachuelo. ‘Naden, naden’, nos decían. A él no lo vimos salir más.” Quien habla es un chico de 16 años, de Ciudad Oculta. Según su denuncia, el viernes por la noche él y dos amigos fueron detenidos por policías de la Comisaría 34ª, golpeados en el piso, y trasladados al borde del Riachuelo a 200 metros de Puente Alsina. Allí, los arrojaron al agua densa. Dos de ellos llegaron a la otra orilla. Ezequiel Demonti, de 19 años, de la villa del Bajo Flores, jamás apareció. Ayer por la noche, irritadísimos vecinos cortaban Avenida de la Cruz y Perito Moreno reclamando justicia. La misma 34ª puso un moño a la actuación de sus hombres, iniciando una investigación de oficio sobre sí misma. Página/12 se comunicó con la 34ª. La respuesta sugiere que el Riachuelo es más profundo que la autoinvestigación: “El hecho es un rumor –dijo un oficial–. Acá estamos como Tarzán en el Día de la Madre”. El viernes pasado, Ezequiel Demonti y dos amigos (uno de 16 y el otro de 14 años) decidieron ir a bailar por Constitución. De regreso, eran alrededor de las 5.30, los tres pasaron por la casa de Ezequiel, en el barrio Illia, pegado a la villa del Bajo Flores, para dejar una campera. Después, Ezequiel los acompañó a una remisería del pasaje La Constancia y Avenida de la Cruz, a pocas cuadras de allí, porque sus dos amigos viven en Ciudad Oculta. “Cuando tocábamos el timbre cayó un patrullero de la 34ª”, dijo ayer a TN uno de los dos amigos, de espaldas a la cámara y cubierto con la capucha del buzo. “Después vinieron otros dos patrulleros. Nos pegaron en el piso, después nos hicieron subir. Uno a cada auto.” En la calle, junto a la remisería, quedó aterrada la novia de Ezequiel. “¡Es mi novio!”, gritaba ella. “Andá a buscarlo a la comisaría”, le gritaron. “En el camino me preguntaban si sabía nadar – prosiguió el chico–. Yo creía que era en joda. Pero llegamos al Riachuelo (a la altura de la calle Matanza, a unos 200 metros de Puente Alsina), nos volvieron a pegar. A él (Ezequiel) le pegaron con la culata y lo tiraron al agua. ‘¡Naden, naden!’, nos gritaban. Después vi que se fueron y vi que uno de mis amigos salía. Yo nadé para otro lado y salí también. A Ezequiel no lo vimos salir.” Ezequiel es el tercero de ocho hermanos. El domingo por la mañana, los dos amigos relataron a uno de sus hermanos lo que había ocurrido. Sus padres, Rodolfo y Dolores Sigampa, se enteraron de lo ocurrido y comenzó la búsqueda. Con esperanzas, porque contaban con un dato: al salir del Riachuelo, un hombre les comentó a los amigos de Ezequiel que “un flaco salió del agua hace un rato”. Pero Ezequiel no apareció y no volvió a su casa. El domingo, Rodolfo presentó una denuncia por búsqueda de paradero en la misma comisaría señalada. “Lo que queríamos era encontrarlo y si presentábamos una denuncia se iba a complicar”, confió Rodolfo a este diario ayer, por la noche, mientras los vecinos indignados cortaban Perito Moreno y De la Cruz.
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La búsqueda de la 34ª ni siquiera fue superficial. Sin resultados, la noche del domingo, los padres presentaron un hábeas corpus ante el juez Roberto Grispo. El caso comenzó a crecer. El propio jefe de la Federal, Roberto Giacomino, ordenó al comisario Pereyra, a cargo de la 34ª, que pusiera manos a la obra. O sea: la misma comisaría señalada comenzó una investigación de oficio sobre sí misma. Y Pereyra se presentó ayer ante el fiscal 13, Marcelo Romá, para ofrecer su colaboración y entregar lo que sabía, es decir, nada: “Es un rumor. No se presentó ninguna denuncia. Acá no sabemos nada. Estamos como Tarzán en el Día de la Madre”, respondió a este diario un oficial de la 34ª. O sea, la ley de la selva. Indignados, los vecinos y amigos de Ezequiel arrastraron a su desconsolada familia. A las 19.30, gomas quemadas, bombos y medio centenar de personas cortó espontáneamente Perito Moreno y De la Cruz. “Hay que hacerlo ahora, si no, nos matan a todos”, dijo uno de ellos. Rodolfo levantaba un cartel bien explícito: “Justicia para Ezequiel. Comisaría 34. Asesinos”. Mientras los vecinos, al grito de “¡Ahí viene la yuta!”, insultaban a un patrullero, uno de los improvisados piqueteros denunciaba: “Lo de tirarnos al Riachuelo es una costumbre de la 34ª. Esta es la tercera vez que pasa este año”. “Es muy buena gente –reveló a Página/12 Norma Colombato, directora de la Escuela Media 4 nocturna, donde cursaba hasta el año pasado–. Ezequiel no es de esos chicos que caminan sobre la cornisa. El año pasado, cursando 3º, se quedó libre porque no tenía plata para viajar. Pero hace poquitos días vino a decirme que a fin de año pensaba dar libre las materias que le faltaban para inscribirse en 4º el año que viene. Hay chicos que nosotros sabemos que están en riesgo permanente. No es el caso de Ezequiel.” Como una burda justificación con tufillo policial, una versión señalaba que los tres chicos fueron detenidos porque intentaban robar la remisería. La versión no es oficial porque la justificación se acaba en la orilla del Riachuelo. Ayer, además del Bajo Flores, el ambiente se había caldeado alrededor de la Federal y sus innecesarios edictos. El secretario de Seguridad, Alberto Iribarne, decidió forzar la búsqueda del chico, ofrecer su colaboración a la fiscalía, garantizar la seguridad de la familia de Ezequiel, e investigar a Tarzán y los monos. “No es una búsqueda tan difícil. Es una comisaría y un horario determinado”, señaló un vocero.
1.
Comparar los paratextos de los tres artículos. Señalar similitudes y diferencias. ¿Qué hipótesis de lectura pueden plantearse teniendo en cuenta estos datos?
2.
¿A qué género discursivo pertenecen estos textos? Caracterizarlo teniendo en cuenta el tema tratado, el estilo y su forma de composición o estructura.
3.
Describir la situación comunicativa que da origen a cada uno de estos artículos: quién narra, a quién se dirige, cuál es el referente, en qué contexto se desarrolla la comunicación, por qué medio o canal se difunde.
4.
La distinción ente historia y relato. Todo texto narrativo hace referencia a una cierta realidad, un acontecimiento o conjunto de acontecimientos que ocurrieron (o habrían ocurrido o podrían ocurrir −en el caso de la ficción−) y una o más personas o personajes que los protagonizan. Esta “materia” narrable es la que denominamos historia. Ahora
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bien, una historia puede narrarse de distintas maneras, a través de distintos géneros o aún de distintos lenguajes (como sucede, por ejemplo, con las trasposiciones cinematográficas de textos literarios como El Señor de los Anillos o Los tres Mosqueteros). Pero también una historia puede contarse de maneras diferentes a través de textos correspondientes a un mismo género discursivo, como los tres artículos que acaban de leer, cada uno de los cuales configura un relato distinto. Estas diferencias son, en última instancia, las que permiten reconocer las distintas perspectivas ideológicas y estéticas desde las que se interpreta la historia. Emplearemos, entonces, las nociones de historia y relato para distinguir estos dos aspectos de lo narrativo: la materia narrable −la historia−, por un lado, y el texto narrativo que permite conocer esta historia, –el relato– por otro. Releer los tres textos y señalar las similitudes y diferencias que se advierten en el plano de la historia (qué hechos son referidos en cada texto) y del relato (cómo se presentan los acontecimientos, quiénes aparecen como responsables de las acciones y cómo se los caracteriza, qué comentarios hace o no el narrador, qué vinculaciones se establecen entre los hechos –relaciones de causalidad, finalidad, etc−, qué interpretación se hace de lo sucedido). Volcar la información recogida en un cuadro de doble entrada que grafique los contrastes y semejanzas entre los tres textos.
Escritura En su edición del domingo 22 de septiembre, el diario Clarín publicó la siguiente cronología de los hechos del caso Demonty. Tomando en cuenta la información que presenta esta nota, escribir una crónica para publicar en un diario de circulación regional, que reseñe todo lo sucedido hasta esa fecha.
Clarín.com » Edición Domingo 22.09.2002 » Sociedad »
Las etapas de un caso que provoca conmoción PRIMERA DENUNCIA. En la noche del domingo 15 de setiembre, los padres de Ezequiel Demonty fueron a la comisaría 34 de Pompeya y denunciaron que su hijo había desaparecido en la madrugada del sábado anterior. Se abrió un sumario policial por "averiguación de paradero". SEGUNDA DENUNCIA. El lunes 16, a la mañana, la madre de Ezequiel presentó un hábeas corpus ante el juzgado de Roberto Grispo. TERCERA DENUNCIA. El martes 17, los padres de Ezequiel denunciaron ante los medios que su hijo había sido obligado a tirarse al Riachuelo por un grupo de policías de la 34. Según dijeron, el viernes a la noche el chico había ido a una bailanta de Constitución con unos amigos. Había vuelto con dos de ellos a su casa en el barrio Illia y luego los había acompañado a tomarse un remís. Entonces, aseguraron los padres, policías de tres patrulleros los detuvieron, los llevaron al lado del río y los empujaron al agua.
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LA INVESTIGACION. En la comisaría se abrió una investigación de oficio que cayó en manos del fiscal Marcelo Roma. Los amigos de Ezequiel ratificaron que policías los habían empujado al agua. MEDIDAS. El miércoles 18, la Federal desplazó a la cúpula de la 34 y puso en "arresto preventivo" a once policías. Equipos de buzos empezaron a buscar el cuerpo de Ezequiel en el Riachuelo. Pero no tuvieron éxito. TESTIGO CLAVE. Una mujer dijo que vio el "arresto" de Ezequiel y sus amigos. Ese era el testimonio más importante hasta que, el viernes 20, un policía se "quebró" ante el fiscal y dijo que participó en el arresto del chico y sus dos amigos. También contó que los llevaron hasta el Puente Uriburu. Pero no habló de la última parte del hecho, cuando los obligaron a tirarse a las aguas contaminadas del Riachuelo. HALLAZGO. A las 9,30 de ayer un equipo de buzos del Destacamento La Boca, de la Prefectura, encontró el cuerpo de Ezequiel cerca del puente Victorino de la Plaza, a la altura de la avenida Vélez Sársfield. El cadáver estaba enganchado en una rama de la orilla. Según las primeras pericias el chico murió ahogado.
Actividades de pre-escritura Como paso previo a la escritura es recomendable elaborar un plan que tenga en cuenta: -
las características del género crónica periodística
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la selección de la información que se presentará en el texto (la materia principal del relato está dada por la información que ofrecen los artículos analizados −y que permiten construir plausiblemente una historia−, a la que se suman los datos que aporta la cronología publicada por Clarín).
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las características del medio en el que se publicará la crónica (el lugar de publicación, su difusión más o menos masiva, su posición ideológica, el sector del público al que va dirigido)
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las características que tendrá la crónica (el grado de compromiso del narrador con el enunciado −más o menos interpretativo o distanciado de los hechos–, la finalidad −informar, denunciar, persuadir, etc...−, la evaluación de los hechos que presenta).
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Descripción y relato Capítulo V
Vida de Juan Facundo Quiroga Au surplus, ces traits appartiennent au caractère original du genre humain. L'homme de la nature, et qui n'a pas encore appris à contenir ou déguiser ses passions, les montre dans toute leur énergie, et se livre à toute leur impétuosité. 5 Alix, Histoire de l'Empire Ottoman
Infancia y Juventud Media entre las ciudades de San Luis y San Juan un dilatado desierto, que por su falta completa de agua, recibe el nombre de travesía. El aspecto de aquellas soledades es por lo general triste y desamparado, y el viajero que viene del Oriente no pasa la última represa o aljibe de campo, sin proveer sus chifles de suficiente cantidad de agua. En esta travesía tuvo una vez lugar la extraña escena que sigue: las cuchilladas tan frecuentes entre nuestros gauchos habían forzado a uno de ellos a abandonar precipitadamente la ciudad de San Luis, y ganar la travesía a pie, con la montura al hombro, a fin de escapar de las persecuciones de la justicia. Debían alcanzarlo dos compañeros tan luego como pudieran robar caballos para los tres. No eran por entonces sólo el hambre o la sed los peligros que le aguardaban en el desierto aquel, que un tigre cebado andaba hacía un año siguiendo los rastros de los viajeros, y pasaban ya de ocho los que habían sido víctimas de su predilección por la carne humana. Suele ocurrir a veces en aquellos países en que la fiera y el hombre se disputan el dominio de la naturaleza, que éste cae bajo la garra sangrienta de aquélla: entonces el tigre empieza a gustar de preferencia su carne, y se llama cebado cuando se ha dado a este nuevo género de caza: la caza de hombres. El juez de la campaña inmediata al teatro de sus devastaciones convoca a los varones hábiles para la correría, y bajo su autoridad y dirección se hace la persecución del tigre cebado, que rara vez escapa a la sentencia que lo pone fuera de la ley. Cuando nuestro prófugo había caminado cosa de seis leguas, creyó oír bramar el tigre a lo lejos, y sus fibras se estremecieron. Es el bramido del tigre un gruñido como el del cerdo, pero agrio, prolongado, estridente, y que sin que haya motivo de temor, causa un sacudimiento involuntario en los nervios, como si la carne se agitara, ella sola, al anuncio de la muerte. Algunos minutos después, el bramido se oyó más distinto y más cercano; el tigre venía ya sobre el rastro, y sólo a la larga distancia se divisaba un pequeño algarrobo. Era preciso apretar el paso, correr en fin, porque los bramidos se sucedían con más frecuencia, y el último era más distinto, más vibrante que el que le precedía. Al fin, arrojando la montura a un lado del camino, dirigióse el gaucho al árbol que había divisado, y no obstante la debilidad de su tronco, felizmente bastante elevado, pudo trepar a su copa y mantenerse en una continua oscilación, medio oculto entre el ramaje. Desde allí pudo observar la escena que tenía lugar en el camino: el tigre marchaba a paso precipitado, oliendo el suelo, y bramando con más frecuencia a medida que sentía la proximidad de su presa. Pasa adelante del punto en que ésta se había separado del camino, y pierde el rastro: el tigre se “Por lo demás, estos rasgos pertenecen al carácter original del género humano. El hombre de la naturaleza que no ha aprendido aún a contener o disfrazar sus pasiones, las muestra en todo su vigor y se entrega a todo su ímpetu.” ALIX, Historia del Imperio Otomano. 5
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enfurece, remolinea, hasta que divisa la montura, que desgarra de un manotón, esparciendo en el aire sus prendas. Más irritado aún con este chasco, vuelve a buscar el rastro, encuentra al fin la dirección en que va, y levantando la vista, divisa a su presa haciendo con el peso balancearse el algarrobillo, cual la frágil caña cuando las aves se posan en sus puntas. Desde entonces ya no bramó el tigre: acercábase a saltos, y en un abrir y cerrar de ojos, sus enormes manos estaban apoyándose a dos varas del suelo sobre el delgado tronco, al que comunicaban un temblor convulsivo que iba a obrar sobre los nervios del mal seguro gaucho. Intentó la fiera dar un salto impotente; dio vuelta en torno del árbol midiendo su altura con ojos enrojecidos por la sed de sangre; y al fin, bramando de cólera, se acostó en el suelo batiendo sin cesar la cola, los ojos fijos en su presa, la boca entreabierta y reseca. Esta escena horrible duraba ya dos horas mortales: la postura violenta del gaucho, y la fascinación aterrante que ejercía sobre él la mirada sanguinaria, inmóvil del tigre, del que por una fuerza invencible de atracción no podía apartar los ojos, habían empezado a debilitar sus fuerzas, y ya veía próximo el momento en que su cuerpo extenuado iba a caer en su ancha boca, cuando el rumor lejano del galope de caballos le dio esperanza de salvación. En efecto, sus amigos habían visto el rastro del tigre, y corrían sin esperanza de salvarlo. El desparramo de la montura les reveló el lugar de la escena, y volar a él, desenrollar sus lazos, echarlos sobre el tigre empacado y ciego de furor, fue obra de un segundo. La fiera, estirada a dos lazos, no pudo escapar a las puñaladas repetidas con que, en venganza de su prolongada agonía, le traspasó el que iba a ser su víctima. "Entonces supe lo que era tener miedo", decía el general D. Juan Facundo Quiroga, contando a un grupo de oficiales este suceso. También a él le llamaron Tigre de los Llanos, y no le sentaba mal esta denominación, a fe. La frenología y la anatomía comparada han demostrado, en efecto, las relaciones que existen en las formas exteriores y las disposiciones morales, entre la fisonomía del hombre y de algunos animales a quienes se asemeja en su carácter. Facundo, porque así lo llamaron largo tiempo los pueblos del interior; el general D. Facundo Quiroga, el Exmo. Brigadier general D. Juan Facundo Quiroga, todo eso vino después, cuando la sociedad lo recibió en su seno y la victoria lo hubo coronado de laureles: Facundo, pues, era de estatura baja y fornida; sus anchas espaldas sostenían sobre un cuello corto una cabeza bien formada, cubierta de pelo espesísimo, negro y ensortijado. Su cara un poco ovalada estaba hundida en medio de un bosque de pelo, a que correspondía una barba igualmente crespa y negra, que subía hasta los juanetes, bastante pronunciados para descubrir una voluntad firme y tenaz. Sus ojos negros, llenos de fuego y sombreados por pobladas cejas, causaban una sensación involuntaria de terror en aquellos sobre quienes alguna vez llegaban a fijarse; porque Facundo no miraba nunca de frente, y por hábito, por arte, por deseo de hacerse siempre temible, tenía de ordinario la cabeza inclinada, y miraba por entre las cejas, como el Alí-Bajá de Monvoisin. SARMIENTO, Domingo Faustino, Facundo. Civilización y barbarie, Buenos Aires, EUDEBA, 1961 (primera edición: 1845)
1. Señalar en el texto los pasajes descriptivos. ¿Qué funciones tienen la descripciones en este relato? 2. Teniendo en cuenta los datos que ofrece el paratexto (título, subtítulo, epígrafe, título del libro, etc.) ¿cuál es la finalidad que tiene la inclusión de esta anécdota en la biografía de Facundo Quiroga escrita por Sarmiento? Justificar la respuesta con ejemplos tomados del texto.
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Escritura A partir de la siguiente cronología y del fragmento del Facundo de Sarmiento analizado en 1, escribir un perfil biográfico de Facundo Quiroga. El texto debe narrar los hechos más importantes de la vida de Quiroga e incluir una descripción física y una semblanza moral del personaje.
Cronología
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1788. Nacimiento en San Antonio, un caserío situado al pie de la sierra de los Llanos de La Rioja. Su padre, un importante hacendado de la región, durante varios años, capitán de las milicias de la comarca.
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1816. A los 28 años hereda el cargo militar de su padre. Hasta entonces, mozo andariego y jugador. Anteriormente, estadía en Buenos Aires, probablemente en el Regimiento de Granaderos a Caballo.
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1817. Fin de las andanzas juveniles. Capitán de las milicias de los Llanos. Casamiento. Dedicación a tareas rurales.
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1821. Participación en derrocamiento del gobernador Ocampo y la instalación de Dávila.
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1823. Responsable del derrocamiento del gobernador Dávila. Quiroga, hombre fuerte de La Rioja, declina la gobernación y se dedica a hacer fortuna. Funda una empresa local para la explotación de las minas del cerro Famatina y acuñación de monedas. La Legislatura catamarqueña le otorga la concesión de los yacimientos mineros de esa provincia.
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1826. Rivadavia, encargado del gobierno central (unitario), concede la explotación del Famatina a una compañía inglesa. Lamadrid, enviado por el Congreso a Tucumán, derroca al gobernador federal y se prepara a liquidar todos los liderazgos provinciales opositores al plan unitario: Bustos (Córdoba), Ibarra (Santiago del Estero) y Quiroga (La Rioja) son los primeros destinatarios del golpe. Quiroga sobre Tucumán. Derroca al gobernador de Catamarca (aliado de Lamadrid) y al jefe unitario en la batalla de El Tala. Ocupa Tucumán por uno o dos meses para retornar hacia Cuyo.
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1827. En julio (batalla del Rincón) fin del régimen presidencialista: renuncia de Rivadavia y disolución del Congreso. Quiroga, jefe virtual del partido federal. Su influencia es decisiva en una liga de once provincias creada para integrar un nuevo Congreso que dará al país una constitución bajo el sistema federal.
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1828. En Buenos Aires Lavalle (unitario) toma el poder por asalto. El General José María Paz marcha al interior para reducir a las provincias al dominio unitario.
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1829. Batalla de La Tablada (22 de junio): los federales al mando de Quiroga y Bustos, derrotados por las tropas unitarias del General Paz. José María Paz toma Córdoba. Quiroga de vuelta en La Rioja. Hace fusilar a diez vecinos por su filiación unitaria. Enfermo, Quiroga se instala en San Juan con su familia para reconstituir su ejército. Rosas, gobernador de Buenos Aires con poderes extraordinarios (6 de diciembre).
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1830. A fines de febrero las tropas de Quiroga, derrotadas nuevamente por los unitarios en Oncativo, a pocas leguas de Córdoba. El interior, en poder de los unitarios. Quiroga instalado en Buenos Aires.
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1831. 4 de enero: firma del Pacto Federal, que establece una alianza de provincias federales. En febrero, partida de Quiroga al interior para enfrentar a los unitarios. Ocupa San Luis, Mendoza y San Juan. En Mendoza se entera del asesinato de Villafañe, su viejo camarada. En represalia, hace fusilar a veintisiete oficiales unitarios. En noviembre, batalla de la Ciudadela: los unitarios comandados por Lamadrid son derrotados por Quiroga.
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1833. Quiroga, gravemente enfermo de reuma, se instala en San Juan y Mendoza. A fines de 1833 llega a Buenos Aires con su familia. Amistad con Rosas.
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1834. Maza, gobernador provisorio de Buenos Aires, y Rosas le piden a Quiroga que intervenga como mediador en un conflicto armado entre Salta y Tucumán.
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1835. Durante el mes de enero se reúnen en Santiago, bajo su presidencia, los representantes de las provincias del Norte. Rumores sobre planes para matarlo. El 13 de febrero parte de Santiago sin escolta. El 16 de febrero en Barranca Yaco, Córdoba, es asesinado por una partida al mando de Santos Pérez.
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La construcción de la mirada en el relato En todo relato los acontecimientos narrados se muestran siempre desde una posición determinada. En este sentido, la elección de un punto de vista desde el cual presentar los hechos es una decisión central en toda narración tanto ficcional como histórica. Un narrador que elija mostrar los hechos “objetivamente” (en realidad, debería decirse “que pretenda generar en el lector la ilusión de objetividad”) optará por limitar la mirada exclusivamente a aquello que ve, evitará introducir apreciaciones o comentarios personales que manifiesten una interpretación. Sin embargo, la percepción depende siempre de la ubicación de quien percibe (y, en este sentido, siempre es producto de la mirada de un sujeto). En ella influyen distintas clases de factores: la relación de familiaridad o no del sujeto con el objeto percibido, la distancia que lo separa de él, las características ideológicas y la disposición psicológica del sujeto a través del cual el lector ve los hechos narrados. La relación entre el sujeto que ve y el objeto percibido se denomina “focalización”, y el agente desde el cual se percibe la acción, “focalizador”. El focalizador puede coincidir con un personaje del relato (focalización interna) o bien ser ajeno a él y narrar la historia desde “afuera” (focalización externa). En el primer caso, el lector recibirá una visión de los acontecimientos estrictamente acotada a la percepción de ese personaje, la narración se vuelve manifiestamente subjetiva ya que el relato está construido desde la mirada de este sujeto-personaje (sus emociones, pensamientos, interpretaciones) . La visión “desde afuera” es la que generalmente predomina en textos pretendidamente “objetivos”, en los que el sujeto de la percepción no aparece de manera explícita en el texto ni se identifica con la percepción de un personaje. La focalización puede variar a lo largo del relato y alternar distintas posiciones. 1. Releer el cuento “El eclipse” de Augusto Monterroso y analizar la focalización en el relato. Indicar si se mantiene constante a lo largo de la narración o si hay variaciones de focalizador. ¿Qué efecto de lectura produce la focalización en este cuento? 2. Leer atentamente el texto que sigue para resolver las consignas que se presentan a continuación.
Sin paraguas ni escarapelas por Osvaldo Soriano
El 24 de mayo por la noche, el coronel Saavedra y el doctor Castelli atraviesan la Plaza de la Victoria bajo la lluvia, cubiertos con capotes militares. Van a jugarse el destino de medio continente después de tres siglos de dominación española. Uno quiere la independencia, el otro la revolución, pero ninguna de las dos palabras será pronunciada esa noche. Luego de seis días de negociación van a exigir la renuncia del español Cisneros. Hasta entonces Cornelio Saavedra, jefe del regimiento de Patricios, ha sido cauto: "Dejen que las brevas maduren y luego las comeremos", aconsejaba a los más exaltados jacobinos.
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Desde el 18, Belgrano y Castelli, que son primos y a veces aman a las mismas mujeres, exigen la salida del virrey, pero no hay caso: Cisneros se inclina, cuanto más, a presidir una junta en la que haya representantes del rey Fernando VII –preso de Napoleón–, y algunos americanos que acepten perpetuar el orden colonial. Los orilleros andan armados y Domingo French, teniente coronel del estrepitoso regimiento de la Estrella, está por sublevarse. Saavedra, luego de mil cabildeos, se pliega: "Señores, ahora digo que no sólo es tiempo, sino que no se debe perder ni una hora", les dice a los jacobinos reunidos en casa de Rodríguez Peña. De allí en más los acontecimientos se precipitan y el destino se juega bajo una llovizna en la que no hubo paraguas ni amables ciudadanos que repartieran escarapelas. El orden de los hechos es confuso y contradictorio según a qué memorialista se consulte. Todos, por supuesto –salvo el pudoroso Belgrano–, intentan jugar el mejor papel. Lo cierto es que el 24 todo Buenos Aires asedia el Cabildo donde están los regidores y el obispo. "Un inmenso pueblo", recuerda Saavedra en sus memorias, y deben haber sido más de cuatro mil almas si se tiene en cuenta que más tarde, para el golpe del 5 y 6 de abril de 1811, el mismo Saavedra calcula que sus amigos han reunido esa cifra en la Plaza y sólo la califica de "crecido pueblo". La gente anda con el cuchillo al cinto, cargando trabucos, mientras Domingo French y Antonio Beruti aumentan la presión con campanas y trompetas que llaman a los vecinos de las orillas. Esa noche nadie duerme y cuando los dos hombres llegan al Cabildo, empapados, los regidores y el obispo los reciben con aires de desdén. Enseguida hay un altercado entre Castelli y el cura. "A mí no me han llamado a este lugar para sostener disputas sino para que oiga y manifieste libremente mi opinión y lo he hecho en los términos que se ha oído", dice monseñor, que se opone a la formación de una junta americana mientras quede un solo español en Buenos Aires. A Castelli se le sube la sangre a la cabeza y se insolenta: "Tómelo como quiera", se dice que le contesta. Cuatro días antes ha ido con el coronel Martín Rodríguez a entrevistarse con Cisneros que era sordo como una tapia. " ¡ No sea atrevido ! " le dice Cisneros al verlo gritar, y Castelli responde orondo: "¡Y usted no se caliente que la cosa ya no tiene remedio!" Al ver que Castelli llega con las armas de Saavedra, los burócratas del Cabildo comprenden que deben destituir a Cisneros, pero dudan de su propio poder. Juan José Paso y el licenciado Manuel Belgrano esperan afuera, recorriendo pasillos, escuchando las campanadas y los gritos de la gente. Saavedra sale y les pide paciencia. El coronel es alto, flaco, parco y medido. El rubio Belgrano, como su primo, es amable pero se exalta con facilidad. Paso es hombre de callar pero luego tendrá un gesto de valentía. Entrada la noche, cuando French y Beruti han agitado toda la aldea y repartido algunos sablazos a los disconformes, Belgrano y Saavedra abren las puertas de la sala capitular para que entren los gritos de la multitud. No hay más nada que decir: Cisneros se va o lo cuelgan. ¿Pero quién se lo dice? De nuevo Castelli y el coronel cruzan la Plaza y van a la fortaleza a persuadir al virrey. Hay un último intento del español por formar una junta que lo incluya, pero Castelli, que tiene 43 años y está enfermo de cáncer, se opone. Los "duros" juegan a todo o nada. Cisneros trata de ganarse al vanidoso Saavedra, pero el coronel ya acaricia la gloria de una fecha inolvidable. Quizá piensa en George Washington mientras Castelli se imagina en la comuna francesa. Su Robespierre es un joven llamado Mariano Moreno, que espera el desenlace en lo de Nicolás Peña.
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Entre tanto French, que teme una provocación, impide el paso a la gente sospechosa de simpatías realistas. Sus oficiales controlan los accesos a la Plaza y a veces quieren mandar más que los de Saavedra. Por el momento la discordia es sólo antipatía y los caballos se topan exaltados o provocadores. Al amanecer, Beruti, por orden de French, derriba la puerta de una tienda de la recova y se lleva el paño para hacer cintas que distingan a los leales de los otros. Alguien toma nota y nace la leyenda de la escarapela en el pecho. Al amanecer, para guardar las formas, el Cabildo considera la renuncia de Cisneros, pero la nueva Junta de gobierno ya está formada. Escribe el catalán Domingo Matheu: "Saavedra y Azcuénaga son la reserva reflexiva de las ideas y las instituciones que se habían formado para marchar con pulso en las transformaciones de la autognosia (sic) popular; Belgrano, Castelli y Paso eran monarquistas, pero querían otro gobierno que el español; Larrea no dejaba de ser comerciante y difería en que no se desprendía en todo evento de su origen (español); demócratas: Alberti, Matheu y Moreno. Los de labor incesante y práctica eran Castelli y Matheu, aquél impulsando y marchando a todas partes y el último preparando y acopiando a toda costa vituallas y elementos bélicos para las empresas por tierra y agua. Alberti era el consejo sereno y abnegado y Moreno el verbo irritante de la escuela, sin contemplación a cosas viejas ni consideración a máscaras de hierro; de aquí arranca la antipatía originaria en la marcha de la Junta entre Saavedra y él." Matheu exagera su importancia. Todos esos hombres han sido carlotistas y, salvo Saavedra, son amigos o defensores de los ingleses que en el momento aparecen a sus ojos como aliados contra España. El delirio y la compasión La mañana del 25, cuando muchos se han ido a dormir y otros llegan a ver "de qué se trata", el abogado Juan José Castelli sale al balcón del Cabildo y, con el énfasis de un Saint Just, anuncia la hora de la libertad. La historiografía oficial no le hará un buen lugar en el rincón de los recuerdos. El discurso de Castelli es el de alguien que arroja los dados de la Historia. Aquellas jornadas debían ser un simple golpe de mano, pero la fuerza de esos hombres provoca una voltereta que sacudirá a todo el continente. Dice Saavedra: "Nosotros solos, sin precedente combinación con los pueblos del interior mandados por jefes españoles que tenían influjo decidido en ellos, (...) nosotros solos, digo, tuvimos la gloria de emprender tan abultada obra (...) En el mismo Buenos Aires no faltaron (quienes) miraron con tedio nuestra empresa: unos la creían inverificable por el poder de los españoles; otros la graduaban de locura y delirio, de cabezas desorganizadas; otros en fin, y eran los más piadosos, nos miraban con compasión no dudando que en breves días seríamos víctimas del poder y furor español". La audacia desata un mecanismo inmanejable. Saavedra es un patriota, no un revolucionario, pero no puede oponerse a la dinámica que se desata en esos días El secretario Moreno, un asceta de la revolución, dirige sus actos y sus órdenes a forzar esa dinámica para destrozar el antiguo sistema. Habla latín, inglés y francés con facilidad; ha leido –y hace publicar– a Rousseau, conoce bien la Revolución Francesa y es posible que desde el comienzo se haya mimetizado con el fantasma de un Robespierre que no acabará en la tragedia de Termidor. El ateo Castelli está a su
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izquierda, como French y el joven Monteagudo que maneja el club de los "chisperos". Todos ellos celebran en los templos del Norte el culto de La mort est un sommeil éternel, que Fouché y la ultraizquierda francesa usaron como bandera desde 1792. Belgrano, que es muy creyente, no vacila en proponer un borrador con apuntes sobre economía para el Plan terrorista que en agosto redactará Moreno. En la primera junta gana la gauche (la acepción de "izquierda" se pronuncia, todavía, en francés): Moreno, Castelli y Belgrano son un bloque sólido con una política propia a la que por conveniencia se pliegan Matheu, Paso y el cura Alberti; Azcuénaga y Larrea sólo cuentan las ventajas que puedan sacar y simpatizan con el presidente Saavedra que a su vez los desprecia por oportunistas. Las discordias empiezan muy pronto, con las primeras resoluciones. Castelli parte a Córdoba y el Alto Perú como comisario politico de Moreno, que no confiaba en los militares formados en la Reconquista. Es él quien cumple las "instrucciones" y ejecuta a Liniers primero y al temible mariscal Vicente Nieto más tarde. Belgrano, el otro brazo armado de los jacobinos, va a tomar el Paraguay; no hay en él la cólera terrible de su primo, sino una piedad cristiana y otoñal que lo engrandece: en el Norte captura a un ejército entero y lo deja partir bajo juramento de no volver a tomar las armas. Manda a sus gauchos desharrapados con un rigor insostenible y no mata por escarmiento sino por extrema necesidad. Sufre sífilis, cirrosis y tiene várices, pero conserva la fe cristiana y el sentido del humor. Las victorias de Castelli en Suipacha y la suya en Tucumán afirman la posición de Moreno en la Junta, pero las catástrofes de fines de año aceleran su caída. Frente a frente, uno de levita y otro de uniforme, Moreno de Chuquisaca y Saavedra de Potosí, se odian pero no se desprecian "Impío, malvado, maquiavélico", llama el coronel al secretario de la Junta; y cuando se refiere a uno de sus amigos, dice: "El alma de Monteagudo, tan negra como la madre que lo parió". El primer incidente ocurre cuando los jacobinos descubren que diez jefes municipales están complotados contra el nuevo poder. En una sesión de urgencia Moreno propone "arcabucearlos" sin más trámite, pero Saavedra le responde que no cuente para ello con sus armas. "Usaremos entonces las de French", replica un Moreno siempre enfermo, con el rostro picado de viruela, que acaba de cumplir 30 años. Al presidente lo escandaliza que ese mestizo use siempre la amenaza del coronel French, a quien hace espiar por sus "canarios", una especie de soplones manejados por el coronel Martín Rodríguez. Los conjurados salvan la vida con una multa de dos mil pesos fuertes, propuesta por el presidente. "¿Consiste la felicidad en adoptar la más grosera e impolítica democracia? ¿Consiste en que los hombres impunemente hagan lo que su capricho e interés les sugieren? ¿Consiste en atropellar a todo europeo, apoderarse de sus bienes, matarlo, acabarlo y exterminarlo? ¿Consiste en llevar adelante el sistema de terror que principió a asomar? ¿Consiste en la libertad de religión y en decir con toda franqueza me cago en Dios y hago lo que quiero?", se pregunta Saavedra en carta a Viamonte que lo amenaza desde el Alto Perú. Desde fines de agosto, Moreno ha hecho aprobar por unanimidad el Plan secreto de operaciones que recomienda el terror como método para destruir al enemigo emboscado. Ese texto feroz, por momentos descabellado, no se conoció hasta que a fines del siglo XIX. Eduardo Madero –el constructor del puerto– lo encontró en los archivos de Sevilla y se lo envió a Mitre. Para entonces, los premios y castigos de la historia oficial ya estaban otorgados y Moreno pasaba por un periodista y educador
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romántico influido por las mejores ideas de la Revolución Francesa. Pero es laplicación de ese método sangriento lo que garantiza el triunfo de la Revolución. Hasta la llegada de San Martín la formación de los ejércitos se hizo a punta de bayoneta, la conspiración de Alzaga, como la contrarrevolución de Liniers, terminaron en suplicio y los españoles descubrieron, entonces, que los patriotas estaban dispuestos a todo: "Nuestros asuntos van bien porque hay firmeza y si por desgracia hubiéramos aflojado estaríamos bajo tierra. Todo el Cabildo nos hacía más guerra que los tiranos mandones del virreinato", escribe Castelli antes de ser llevado a juicio. Fragmento del artículo publicado en Página/3, revista aniversario de Página/12, junio de 1990. a. Antes de resolver las consignas que siguen, explorar el paratexto de este artículo y reconstruir la situación comunicativa que le dio origen. ¿Qué sentido tiene el título en este contexto? ¿Quién es el autor del texto? b. Identificar el o los focalizadores del relato y analizar el efecto de lectura que produce la focalización en este texto. c. Señalar en el texto los pasajes en los que se introducen comentarios. ¿Cómo afectan la lectura? d. Señalar los segmentos descriptivos y explicar su función en este texto. e. Teniendo en cuenta la focalización, los pasajes en los que se incluyen comentarios y las descripciones analizadas, ¿qué interpretación de la Revolución de Mayo promueve este relato?
Escritura Reescribir el texto anterior en el marco del género “manual didáctico”. Construir la narración desde la perspectiva de un focalizador externo exclusivamente.
Actividades de pre-escritura Como paso previo a la escritura es recomendable elaborar un plan que tenga en cuenta: -
la situación de comunicación que da origen a este nuevo texto (quién escribe, para quién, con qué fin, en qué contexto)
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las características del género manual particularidades que adoptará en este escrito.
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la selección de la información que presentará en el texto.
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didáctico,
y
las
Explicación ¿Qué significa explicar? Con frecuencia resulta difícil definir claramente el discurso explicativo; en el lenguaje corriente "explicar" se confunde a menudo con "exponer" o aún con "informar". Sin embargo, un examen de las situaciones comunicativas en las que se desarrolla una explicación permite delimitar el alcance y las características de este tipo de organización textual. Desde el punto de vista discursivo, la explicación es una forma de composición típica de textos pertenecientes a géneros académicos como, por ejemplo, artículos científicos, tesis, tratados, monografías, informes de investigación y ocupa un lugar central en el discurso didáctico. Pero si bien son estos géneros los que sirven de marco habitual para la explicación, este tipo textual suele aparecer también en una amplia variedad de contextos cuya característica común es la necesidad de comprender o hacer comprender un problema (por qué o cómo se produce un fenómeno, un hecho o un proceso). En todos los casos explicar supone, como lo indica su etimología, desarrollar, desplegar, desenvolver algo que resulta confuso u oscuro. 1.
Lean atentamente los dos textos que siguen e indiquen los pasajes en los que se presenta una explicación ¿Qué es lo que se busca hacer comprender en cada caso?
a.
La invención de la escritura El desarrollo de la escritura por parte de los sumerios está considerado como el logro cultural más importante de la humanidad y el hito que marca el paso de la prehistoria a la historia. Gracias a la representación del lenguaje mediante símbolos gráficos, las personas y los pueblos, que hasta entonces sólo contaban con la palabra hablada, pudieron difundir y perpetuar sus ideas y conocimientos. El origen de la escritura, no obstante, fue más práctico que místico, puesto que está relacionado con el sistema que los agricultores del Neolítico inventaron -hacia el 6000 a. C- para controlar el almacenamiento y la distribución de los alimentos. Se trataba de pequeñas piezas de barro que, gracias a sus diferentes formas, permitían registrar a modo de inventario las reses y los productos agrarios. Para evitar que se manipulara la contabilidad, posteriormente, se tomó la costumbre de introducir estas piezas de cálculo en unas bolas huecas de arcilla. Estos recipientes, llamados bullas, eran sellados y marcados numéricamente. Estas medidas, sin embargo, se mostraron insuficientes cuando los pequeños asentamientos de Sumer pasaron a ser ciudades. Así, los administradores de los templos, que debían registrar diariamente grandes cantidades de bienes y recursos, decidieron abandonar el tradicional sistema de fichas y comenzaron a grabar signos y dibujos en tablillas de barro. Al principio, cada signo representaba un objeto real; es lo que se conoce como escritura pictográfica. Algunos dibujos, realizados siempre con la astilla de una caña, eran naturalistas, mientras que otros eran muy esquemáticos y poseían connotaciones simbólicas –para escribir "mujer", por ejemplo, se dibujaba un triángulo invertido que recordaba el pubis femenino–. Los sumerios llegaron a utilizar unos 2000 pictogramas en las primeras fases de su escritura. Historia Universal, Clarín, Tomo I, pág. 100
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b.
Mis galaxias y yo Por Mariano Ribas Se calcula que en el universo existen entre 50 y 150 mil millones de galaxias. Y perdida anónimamente en esos números está la Vía Láctea. Es una formidable estructura espiralada, formada por 200 mil millones de soles, coloridas nubes de gas, y oscuros senderos de polvo a la deriva. Su núcleo es una bola resplandeciente y amarillenta, donde se concentra la mitad de la población estelar. Y de allí parten varios brazos, que se retuercen a su alrededor, elegantes estructuras donde abundan las estrellas azules, jóvenes y calientes. En uno de esos brazos –conocido como el “Brazo de Orión”– está el Sistema Solar y casi todas las estrellas que vemos en el cielo. Allí estamos nosotros, en un rincón que está más cerca del borde que del centro de la galaxia. Sólo una galaxia, una más entre tantísimas. Sin embargo, todavía a principios del siglo XX la mayoría de los astrónomos creía que la Vía Láctea era todo el universo. Recién a mediados de los años ’20, un astrónomo parco, amigo de las pipas y el buen tabaco, descubrió que las difusas siluetas que mostraban los telescopios no eran otra cosa que galaxias muy distantes: Edwin Hubble había corrido el velo que nos separaba del verdadero reino galáctico. Un reino que, con el correr de las décadas, se fue revelando cada vez más rico y variado. Desde aquellos tiempos no tan lejanos, los astrónomos han observado y fotografiado incontables galaxias. E incluso especímenes que el propio Hubble nunca hubiese soñado. Pero también han tratado de explicar su génesis, sus estructuras, sus interacciones y su evolución a lo largo de los miles de millones de años. Hoy en día, y a partir de distintos modelos teóricos y evidencias de observaciones, los astrónomos creen que las galaxias nacieron a partir de las ligeras asimetrías en la distribución de la materia que siguieron al Big Bang. Es curioso, pero sin esas asimetrías iniciales, las galaxias nunca hubiesen existido (y nosotros, tampoco, pero ese es otro gran tema). “Esos «grumos» ya estaban presentes cuando el universo sólo tenía 100 mil años, y con el correr del tiempo la gravedad los fue haciendo crecer”, explica el astrónomo Chris Impey (Universidad de Arizona) en un notable artículo publicado en la revista Astronomy. Y agrega: “Así, durante cientos de millones de años, se formaron objetos cada vez más grandes”. Esas estructuras gaseosas, completamente deformes, eran las protogalaxias. Y por acción de la gravedad fueron colapsando, es decir, fueron fusionándose como burbujas de mercurio y ganando cuerpo, mientras que en sus zonas internas más densas empezaban a encenderse las primeras estrellas.
Página/12 Suplemento Futuro, 21 de febrero de 2004 (texto adaptado)
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Características del discurso explicativo Para entender las características del discurso explicativo es necesario tener en cuenta que el objetivo de toda explicación es comprender o hacer comprender algo. Es precisamente esta finalidad la que define la naturaleza de los problemas que desencadenan una secuencia explicativa y la que determina la relación que se establece entre destinador y destinatario (y, consecuentemente, las características del enunciado). En efecto, la explicación presupone un diálogo (explícito o implícito) entre un enunciador que se presenta como una fuente de saber y un destinatario que demanda una respuesta para un interrogante que le plantea una situación problemática. El análisis de la dinámica del intercambio siguiente permite ilustrar de qué manera se compone una explicación y sus similitudes y diferencias con la argumentación:
A: –La lluvia ácida es un problema tan serio para el medio ambiente como el agujero de ozono y sin embargo parece que nadie le da importancia. B:–¿Qué es la lluvia ácida? A:–La lluvia ácida es un fenómeno de contaminación muy grave que afecta los suelos de grandes regiones de América del Norte. Se produce como resultado de un proceso que comienza con la descarga en la atmósfera de ciertos gases como el dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno que provienen de plantas de energía eléctrica o refinerías de petróleo, por ejemplo. Estos gases, cuando se combinan con el vapor de agua suspendido en la atmósfera, forman ácido sulfúrico y ácido nítrico. Cuando llueve, el agua que cae arrastra esos ácidos y al llegar al suelo contamina las napas de agua más superficiales. Esta acidificación de los suelos tiene consecuencias muy graves sobre todo el ecosistema de esas regiones. B: –¿Pero entonces, no habría que hacer algo para resolver este problema? A: –Por supuesto hay que tomar medidas y con urgencia pero a las potencias industriales les preocupan más sus ingresos que el cuidado de la ecología y no están dispuestas a invertir en políticas que reduzcan la contaminación. B: –Pero con el agujero de ozono sí se está haciendo algo, o sea que interés en el medio ambiente hay. ¿Por qué sí se le presta más atención a ese tema, entonces? A:–Porque el gasto necesario para reducir el agujero de ozono es mucho menor. En cambio, solamente para transformar las plantas de energía eléctrica para evitar el uso de compuestos de azufre se necesitaría una inversión sideral que los países industrializados no están dispuestos a hacer. En el curso de este diálogo se suceden una serie de preguntas que van pautando su desarrollo. Esas preguntas son de distinto orden y dan lugar a formas diferentes de organizar el texto. Frente a la afirmación inicial de A, que introduce la noción de "lluvia ácida", su interlocutor, B, –que desconoce este fenómeno– quiere entender de qué se trata. Su pregunta, "¿Qué es la lluvia ácida?", hace que A construya una secuencia en la que da cuenta de cómo se produce, en qué consiste y cuáles son los efectos de este fenómeno sobre el medio ambiente. En otras palabras, para responder a la pregunta planteada por B, A debe explicar el origen y las características del objeto en cuestión para que B logre comprender su naturaleza y, por lo tanto, pueda interpretar el alcance de la afirmación inicial de A.
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La comprensión de este concepto mueve a B a plantear una nueva pregunta (¿Pero, entonces, no habría que hacer algo para resolver este problema?) que, a diferencia de la primera, no conduce a una nueva explicación sino que deriva en un encadenamiento de tipo argumentativo destinado a influir sobre las creencias de B. ¿En qué radica la diferencia entre estos dos tipos de interrogación? En el primer caso, el objeto de la pregunta explicativa es un fenómeno cuya causa y naturaleza se busca establecer. La operación se inscribe en el marco del conocimiento, su finalidad es producir un saber unívoco. Las otras dos preguntas, en cambio, se ocupan de cuestiones opinables, materias de controversia en torno de las cuales pueden fijarse distintas posiciones según el punto de vista que se adopte para analizarlas. Este segundo tipo de interrogación corresponde al planteo de un problema argumentativo. Por otra parte, estas dos clases de preguntas también difieren formalmente: la pregunta explicativa típica suele estar encabezada por los interrogativos cómo o por qué y exige respuestas que articulan lógicamente datos fácticos. La pregunta argumentativa suele adoptar la forma de una interrogación total (¿Pero entonces, no habría que hacer algo para resolver este problema?) que requiere una respuesta por sí o por no, cada una de ellas representativa de las posiciones que pueden surgir a propósito de la cuestión de debate planteada. Estas respuestas se traducirán discursivamente en orientaciones argumentativas contrapuestas. Si nos detenemos ahora en los rasgos enunciativos de uno y otro segmento, veremos que el que corresponde al encadenamiento explicativo se caracteriza por el predominio de verbos en modo indicativo, la ausencia de evaluaciones subjetivas, el empleo de terminología específica, una distribución progresiva de la información tendiente a garantizar la comprensión del destinatario (se avanza desde lo conocido hacia lo desconocido evitando producir “lagunas” de información) y una estructuración lógica que dispone los datos según el criterio de la causalidad. También se recurre a ejemplos para ilustrar la explicación. En el segmento argumentativo, en cambio, el modo indicativo coexiste con otras formas como la hipótesis y la obligación, aparecen juicios de valor y la organización lógica ya no se somete exclusivamente al criterio causa–efecto.
2.
3.
Entre las preguntas siguientes, distinguir las que requieren una explicación de las que dan lugar a una argumentación.
a.
¿Qué causas favorecieron la expansión de la alfabetización en el siglo XIX?
b.
¿Es necesario simplificar la ortografía del español?
c.
¿Cómo se produce la clonación de embriones?
d.
¿Es legítimo clonar embriones humanos con fines terapéuticos?
e.
¿Cómo surgieron las lenguas románicas (español, francés, italiano, etc.)?
f.
¿En qué lengua debería impartirse la enseñanza en las escuelas de las comunidades aborígenes?
Elegir una de las preguntas anteriores y escribir un texto breve a partir de ella.
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4.
En el texto siguiente identificar el problema explicativo, formularlo como una pregunta e indicar cuál es la explicación que se ofrece para resolverlo.
Charles Darwin y la selección natural Por Leonardo Moledo Fue la feliz conjunción de un viaje en barco y la lectura de Malthus lo que permitió desentrañar el mecanismo de la evolución. La eternidad -tan engañosa como poco deseable- siempre atrajo a los hombres, pero hacia la primera mitad del siglo XIX, la antiquísima doctrina de la fijeza de las especies había entrado en una fase terminal y empezaban a circular los vientos de la evolución. Faltaba encontrar el mecanismo que la producía. En 1809, en Shrewsbury, Shropshire, Inglaterra, nacía Charles Darwin, quien, en la impiadosa primavera de 1831, se embarcó en el Beagle, Barco de Su Majestad, como naturalista de una expedición científica que recorrería los mares del mundo. La expedición duró cinco años; Darwin vio el curioso -y arbitrario- dibujo de las costas patagónicas, vio al sol ponerse tras sus dunas, recibió la alcohólica confesión de un tabernero en Punta Arenas que se consideraba el Mesías, vio la improbable finitud del Pacífico, oyó, de unos labios desconocidos, el temible susurro de un secreto, conoció las múltiples formas de la monotonía y el atinado despuntar de la aurora, creyó ver un palacio de precisos cristales (era una lluvia de estrellas fugaces), comprobó -topográficamente- la realidad de Tasmania y la desmedida extensión de Australia, visitó Tahití sin saber que Gaugin la visitaría más tarde, en las islas Galápagos -a ochocientos kilómetros de un país que intentaba ser el Ecuador- vio tortugas gigantes y especies de pájaros (más tarde llamados “pinzones de Darwin”) que a causa del aislamiento habían evolucionado diferenciándose de las especies del continente, y se preguntó cómo lo habrían hecho. Más tarde, en las solitarias tardes de Inglaterra, leyó a Malthus, que sugería, como ya lo habían hecho el falso Balduino y Anastasio Areópago, que los hombres eran más numerosos que los alimentos, y que competían tenazmente por ellos: este enunciado banal le entregó el concepto clave de la evolución: la selección natural. De la multiplicidad de animales de una especie que nacen, sólo una parte sobrevive a la lucha por la existencia y llega a poder reproducirse. Ahora: cada camada presenta variaciones puramente estadísticas, habrá animales más y menos fuertes, con un color más y menos propicio al mimetismo, más y menos ágiles, con mayor o menor capacidad alimentaria, etc. Aquellos con un carácter más adaptativos, tendrán más posibilidades de dejar descendencia. En sucesivas generaciones, la selección actuará nuevamente en favor de ese rasgo que tenderá a hacerse predominante. Estos rasgos diferenciados, cuando se acumulan, a través de las eras, terminan por dar lugar a una nueva especie. La publicación en 1859 de El origen de las especies (cuya primera edición, dicho sea de paso, se agotó en un solo día) donde se expuso por primera vez el mecanismo de la selección natural, capaz de explicar la larga línea que va desde el primer balbuceo de la vida hasta las formas más complicadas, coloca a Darwin, en la biología, en una situación parecida a la de Copérnico en astronomía: aunque los detalles internos de la teoría fueron -y siguen siendosometidos continuamente a revisión, a la luz de la genética y otros hallazgos del siglo XX, el mundo y la visión del mundo y de sí mismo que tenía el hombre ya nunca volvieron a ser los mismos. Página/12, Suplemento Futuro, 17 de mayo de 1997
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La organización de la explicación Todo texto explicativo consta básicamente de dos componentes: por un lado el problema a explicar (el explicando6) y por otro la explicación (el explicante). Las relaciones7 entre estos dos componentes pueden ser de dos tipos: o bien causales (las que se identifican por los operadores lógicos por qué o cómo y porque) o bien ecuativas, (las que establecen una relación de equivalencia entre dos términos, señalada por distintas clases de reformulaciones, sustituciones por sinónimos, ejemplos o comparaciones). En el intercambio que analizamos más arriba ambas formas, causal y ecuativa, se combinan para construir la explicación. La primera parte de la respuesta a la pregunta "¿Qué es la lluvia ácida?" responde a la forma ecuativa: "La lluvia ácida es un fenómeno grave de contaminación que afecta los suelos de grandes regiones de América del Norte." [lluvia ácida = un fenómeno grave de contaminación que afecta los suelos de grandes regiones de América del Norte]
Mientras que el resto de la explicación toma como modelo la matriz causal: "Se produce como resultado de un proceso que comienza con la descarga en la atmósfera de ciertos gases [...] tiene consecuencias muy graves sobre todo el ecosistema de esas regiones." En cuanto a su organización, la secuencia explicativa típica responde al siguiente esquema: 0.
Esquematización inicial
1. ¿Por qué X? (o ¿Cómo?)
Problema (pregunta)
2. Porque
Explicación (respuesta)
3.
Conclusión (evaluación)
La esquematización inicial prepara el terreno para el planteo del problema explicativo, define un estado de situación que funciona como una introducción al verdadero encadenamiento explicativo. En el ejemplo que venimos analizando, esta es la función del enunciado inicial de A: " La lluvia ácida es un problema tan serio para el medio ambiente como el agujero de ozono y sin embargo parece que nadie le da importancia." 6
La palabra explicando en latín significa: "lo que debe ser explicado". Cf. ZAMUDIO, B. y ATORRESI, A.; La explicación; "Enciclopedia Semiológica", Buenos Aires, EUDEBA, 2000. 7
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El problema explicativo se formula explícitamente en la pregunta de B que da lugar a la explicación. La explicación propiamente dicha se extiende desde "La lluvia ácida es un fenómeno... hasta ... que, al llegar al suelo, contamina las napas de agua más superficiales." En este segmento la explicación se despliega a través del enlace de una serie de datos ordenados lógicamente:
La lluvia ácida es un fenómeno grave de contaminación que afecta los suelos de amplias regiones de América del Norte. [Dato 1 definición del objeto de la explicación = estructura ecuativa] Se produce como resultado de un proceso que comienza con la descarga en la atmósfera de ciertos gases como el dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno que provienen de plantas de energía eléctrica o refinerías de petróleo, por ejemplo. [Dato 2 causa 1: liberación de gases en la atmósfera] Estos gases, cuando se combinan con el vapor de agua suspendido en la atmósfera, forman ácido sulfúrico y ácido nítrico. [Dato 3 efecto 1: formación de compuestos ácidos causa 2] Cuando llueve, el agua que cae arrastra esos ácidos y al llegar al suelo contamina las napas de agua más superficiales. [Dato 4 efecto 2: acidificación de la lluvia]
Si observamos la serie de enunciados que constituyen el núcleo de la explicación veremos que los datos que se presentan deben respetar rigurosamente el orden lógico marcado por la relación causa efecto. Cada nueva proposición supone la comprensión de la proposición anterior para poder seguir progresando con la explicación. Finalmente, la explicación se cierra con una conclusión ("Esta acidificación de los suelos tiene consecuencias muy graves sobre todo el ecosistema de estas regiones.") que introduce una evaluación del problema explicado. Desde el punto de vista de su organización textual, se puede describir el texto explicativo, entonces, como una serie estructurada de unidades elementales como la que acabamos de describir. Sin embargo, es necesario tener en cuenta, por un lado, que no todas las secuencias explicativas concretas que encontramos en los textos se actualizan de la misma manera: la pregunta explicativa no siempre aparece en forma explícita sino que es el lector quien debe reponerla; la conclusión tampoco es indispensable.
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1. Leer atentamente los textos que siguen y describir en cada caso la organización de la explicación. Formular el problema explicativo y reconstruir la cadena de datos que articulan la explicación. a.
El desierto avanza Hace unos diez millones de años, en la Patagonia crecían las palmeras y los cocodrilos recorrían los pantanos. Hoy en día los suelos de la Patagonia tienen graves problemas de erosión, causada por el viento, que hace volar la tierra. Pero la tierra se vuela porque no hay vegetación que la proteja. ¿Y por qué no hay vegetación? Por la escasez de agua y porque las ovejas, traídas por el hombre, arrancan el pasto completo; por eso es muy difícil que vuelva a crecer. Finalmente, para las ovejas se hace difícil conseguir alimento. La erosión afecta al suelo, a las ovejas y también al hombre. De este modo, el desierto avanza en la Patagonia, es decir, cada vez hay menos plantas y el suelo se seca. Página/12, 29 de enero de 1995 (texto adaptado)
b. Umberto Eco escribió, con motivo del fin del segundo milenio, que lo que posibilitó a la humanidad superar el largo período de oscurantismo, es decir casi siete siglos de historia que abarcan la llamada primera Edad Media, fueron las legumbres: los porotos, habichuelas y arvejas en sus diferentes formas. Según Eco, en esos tiempos en los que se vivía bien y se comía bien sólo dentro de los castillos, el campesino y el resto de la humanidad excluida que vivía fuera de los muros, no tenía fuentes de proteínas en su alimentación ya que la carne era reservada a los poderosos y sus familias. Los campesinos podían probar carne sólo si tenían éxito con la caza furtiva pues la caza también estaba reservada a los señores. Con el advenimiento del segundo milenio, allá por los años 1000, se introdujeron en Europa herramientas agrícolas que permitieron el arado de la tierra y el mejor manejo de los animales, lo que posibilitó un mejor aprovechamiento de la tierra. Uno de los productos de estos cultivos fueron las legumbres, que constituyeron la base de las dietas de los campesinos. De este modo las proteínas (en este caso de origen vegetal) fortalecieron nuevamente a la población y permitieron que se reprodujera y desarrollara mejor. Y todos sabemos que un niño bien alimentado es un futuro hombre de bien y de potencial sabiduría. El resto de la historia de Europa es bien conocida por todos (o al menos algunas ideas tenemos): Colón se cansó de mirar las olas y vino a descubrirnos, varios años más tarde un montón de gente se cansó de la irracionalidad de Europa y vinieron a inmigrarnos... y así los argentinos empezamos a descender de los barcos. Wall, Luis Gabriel, Plantas, bacterias, hongos, mi mujer, el cocinero y su amante (sobre interacciones biológicas, los ciclos de los elementos y otras historias), Bernal, UNQ, 2002
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2. Una explicación eficaz8 En tono humorístico, Darwin ilustró la teoría de la relación entre las especies demostrando, de manera inesperada, que cuanto más viajan los marinos ingleses, más crece el trébol en Inglaterra. He aquí los elementos que le permitieron arribar a esta conclusión:
• • • • • •
Los marinos ingleses, cuando viajan, prefieren tomar por esposas a mujeres extranjeras. Las solteronas inglesas se ocupan de proteger a los gatos. Los gatos destruyen a los pequeños roedores. Durante el invierno, los pequeños roedores hambrientos saquean los nidos de los abejorros y los destruyen. Los abejorros hacen nidos en el suelo donde acumulan reservas para pasar el invierno. Las flores del trébol necesitan ser fecundadas por insectos, sobre todo por abejorros que fijan el polen sobre sus patas cuando buscan el néctar en las flores y así lo depositan sobre los ovarios, lo que hace posible la producción de granos.
Reconstruir el razonamiento de Darwin a partir de los datos siguientes: •Cuanto más viajan los marinos, más mujeres extranjeras toman por esposas y entonces más inglesas... •Cuantas más solteronas hay, más... •Cuantos más... hay, menos roedores sobreviven. Cuantos menos... hay, más... hay. ....................................................................................... Entonces, aumenta la cantidad de tréboles.
8
Consigna adaptada de AAVV, Maîtrise de l’écrit , Paris, Nathan, 1995.
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Escritura Durante su expedición en el HMS Beagle, Darwin registró minuciosamente sus observaciones y especulaciones en un diario de viaje que más tarde se publicó con el título de Cuadernos sobre la transmutación de las especies. Escribir la explicación de la teoría de la relación entre las especies que Darwin incluyó en este diario. Ilustrar la explicación con el ejemplo propuesto en la consigna b, que establece la relación entre el viaje de los marinos ingleses y el crecimiento del trébol en Inglaterra.
Actividades de pre-escritura Como paso previo a la escritura es recomendable elaborar un plan que tenga en cuenta: -
Las características del género diario de viaje. Para eso, conviene reflexionar acerca de la situación que da origen a este escrito y que involucra, por un lado, a un escritor científico que registra sus observaciones a medida que las va haciendo y, por otro, a un lector interesado en estos hallazgos y que necesita explicaciones sencillas sobre temas novedosos par su época.
-
La selección de la información que se incluirá en el escrito y su organización.
-
El estilo a emplear, adecuado a la situación comunicativa descripta más arriba.
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Procedimientos explicativos Dado que la finalidad de toda explicación es hacer comprender un fenómeno (o hecho o proceso), el enunciado explicativo debe recurrir necesariamente a una serie de procedimientos que tienden a facilitar la comprensión y contribuyen de ese modo a garantizar la eficacia de la explicación. Entre ellos, los más importantes son la reformulación, la definición, el ejemplo y la comparación. La reformulación es un procedimiento que consiste en modificar la expresión en un enunciado sin alterar su contenido conceptual o sea se trata de "decir lo mismo con otras palabras". A menudo las reformulaciones son introducidas en el enunciado a través de giros o frases como "es decir", "o sea", "en otras palabras", "dicho de otro modo" que identifican los segmentos reformulados o parafraseados. Por ejemplo, en el final del texto de la consigna 1, “El desierto avanza”, encontramos una reformulación introducida por “es decir”, que refuerza la conclusión: “De este modo el desierto avanza en la Patagonia, es decir, cada vez hay menos plantas y el suelo se seca”). La lengua ofrece una gran variedad de procedimientos morfológicos y sintácticos de reformulación como, por ejemplo, la nominalización, la aposición y las construcciones relativas con valor apositivo. La nominalización es una transformación léxica que permite derivar un sustantivo de un verbo: matar ⇒ matanza, redactar ⇒ redacción. La aposición es una construcción sintáctica que establece una relación de identidad entre dos términos o construcciones yuxtapuestas, como se advierte en este ejemplo: la lluvia ácida, fenómeno de contaminación que se localiza en vastas áreas de América del Norte, afecta seriamente el ecosistema de esa región. Las aposiciones siempre aparecen delimitadas por comas. Las construcciones relativas con valor apositivo tienen una función similar a la de la aposición pero su estructura sintáctica es más compleja ya que se trata de una proposición insertada en el marco de una oración y conectada a su antecedente a través del relativo que: La lluvia ácida, que arrastra smog, contamina gravemente las napas superficiales. La definición es otro procedimiento habitual en el texto explicativo. Como vimos cuando hablamos de la estructura de explicación, la definición funciona a la manera de una ecuación, que establece una relación de identidad entre los términos que vincula. Hay dos grandes clases de definiciones: las que describen o especifican características propias del objeto a definir (definiciones “connotativas” o “intensionales”) y las que permiten conocer al objeto a partir de la enumeración de la serie de individuos que conforman la clase a la que pertenece el objeto (definiciones “denotativas” o “extensionales”).
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La definiciones que encontramos en el diccionario, por ejemplo, son típicamente connotativas: Modo (del latín “modus”): m. Gram. Categoría gramatical del verbo expresada mediante flexión, que manifiesta la actitud del hablante hacia lo enunciado o la dependencia de algunas clases de subordinación.
mientras que casos como éste: “Los modos verbales en español son: indicativo, imperativo, condicional y subjuntivo.” Son ejemplos de definiciones denotativas. Muy próximo a este procedimiento se encuentra el ejemplo. Los ejemplos presentan casos particulares, fragmentos de realidad, que permiten al destinatario de una explicación “ver” un concepto abstracto traducido a un objeto (hecho o proceso) concreto. La comparación, por su parte, establece una relación entre un objeto o concepto nuevo con otro objeto ya conocido por el destinatario del discurso explicativo: “La lengua es también comparable a una hoja de papel: el pensamiento es el anverso y el sonido el reverso: no se puede cortar uno sin cortar el otro; así tampoco en la lengua se podría aislar el sonido del pensamiento ni el pensamiento del sonido;...” (Ferdinand de Saussure, Curso de Lingüística General, IIa Parte, cap. IV). Nociones tan abstractas y complejas como la relación entre sonido y pensamiento en la lengua, requieren de analogías como ésta para volverse accesibles. Todos estos procedimientos, más allá de sus diferencias, comparten una finalidad: adecuar la explicación a las capacidades y saberes de su destinatario para hacer posible la construcción de conocimientos nuevos a través del lenguaje.
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1. Leer los textos siguientes e identificar en cada caso el problema explicativo, formularlo de manera explícita como una pregunta y reconstruir la cadena de datos que articula la explicación. Identificar los procedimientos facilitadores de la comprensión empleados. a.
La lógica de la risa La gama de experiencias que mueven a la risa es enorme, desde las cosquillas físicas hasta las fulguraciones intelectuales de los tipos más variados. Sin embargo, existe una unidad en esta variedad, un denominador común de un patrón específico y especificable que refleja la "lógica" o la "gramática" del humor. El ejemplo siguiente puede ayudarnos a descubrir ese patrón: "Un marqués de la corte de Luis XV regresa inesperadamente de un viaje y, al entrar al tocador de su esposa, la encuentra en brazos de un arzobispo. Después de un momento de duda, el marqués camina tranquilamente hasta la ventana, se asoma y comienza a dispensar bendiciones a la gente que pasa por la calle. –¿Qué estás haciendo? grita la mujer angustiada. –Ya que Monseñor está cumpliendo mis funciones, yo cumplo las suyas." El comportamiento del marqués es tanto inesperado como perfectamente lógico, aunque de una lógica no aplicada habitualmente a este tipo de situación. Se trata de la lógica de la división del trabajo, gobernada por reglas tan antiguas como la civilización. Sin embargo habría sido previsible que sus reacciones hubieran sido gobernadas por un conjunto de reglas diferentes: las que conforman el código de la moral sexual. Es este súbito choque entre dos códigos –o contextos asociativos– mutuamente excluyentes lo que produce el efecto cómico. Esto impulsa al receptor a percibir la situación en dos marcos de referencia consistentes en sí mismos pero incompatibles al mismo tiempo; su mente tiene que operar simultáneamente en dos longitudes de onda diferentes. Mientras esta condición inusual persiste, el acontecimiento no sólo no se asocia con un único marco de referencia sino que se lo "disocia" en dos. Arthur Koestler en
Encyclopædia Britannica Multimedia 99 (texto adaptado)
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b.
“Un signo es un estímulo asociado a otro estímulo del cual evoca la imagen mental. La significación es, por tanto, un proceso psíquico; todo ocurre en la mente. La naturaleza de esta asociación constituye el problema fundamental de la teoría de los signos y de la psicología; el conductismo (behaviorismo) o psicología de la conducta y la psicología experimental en general han concedido un sitio preponderante al problema del signo, y lo han situado en el centro de sus observaciones y de sus hipótesis: es de sobra conocido el experimento clásico del perro de Pavlov. Dicha psicología supone que todo estímulo deja una huella mnemónica en el organismo, que todo nuevo estímulo idéntico o asociado al primero puede hacer surgir. De esta manera, ver una nube evoca la imagen de una nube ya vista, y al mismo tiempo evoca las imágenes asociadas con esa nube, en particular la de la lluvia; el ruido de platos, la de la comida; la vista de una llama, el recuerdo de una quemadura; el ladrido de un perro, la imagen de un perro; y del mismo modo la palabra “perro”, es decir, los sonidos que forman esta palabra, evoca, al llegar a nuestros oídos, la imagen del animal al cual están asociados. Veremos más tarde las críticas a este punto de vista, algo anticuado a los ojos de la psicología moderna. En todo caso, era el punto de vista de Saussure.” GUIRAUD, Pierre; La semántica “Breviarios” México, Fondo de Cultura Económica, 1960 (cap. 1: “La significación: el proceso semántico”). c.
No hay tu tía Expresión que suele usarse ante los hechos consumados. Al oír ¡No hay tu tía! la persona a quien va dirigida comprende que la situación que pretendía modificar no está sujeta a cambios ni revisión. Pero ¿qué tiene que ver esta parienta, por mejor voluntad que se le atribuya, con la posibilidad de encontrar soluciones para nuestros males? Ocurre que tu tía nació de la mala interpretación de atutía o tutía, término que el diccionario registra en ambas formas y que define como “la costra que queda en la chimenea del horno después de procesar ciertos minerales”. Con esa mezcla se preparaba un ungüento que contenía óxido de cinc –todavía empleado con ese objeto– que actúa como cicatrizante. “No hay tutía” se usó entonces como equivalente a “no tiene remedio”. Ese sentido se mantiene actualmente. Pero al poner a la tía de por medio se ha convertido un recurso medicinal en una cuestión de familia. Zimmerman, Héctor; Tres mil historias de frases y palabras que Usamos a cada rato. Buenos Aires, Aguilar, 1999.
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2.
El texto que sigue, a pesar de su carácter predominantemente argumentativo incluye un pasaje explicativo. Señalarlo, formular el problema e identificar los procedimientos facilitadores empleados en la explicación.
Tinta digital Un grupo de científicos del MIT se aboca a la creación de volúmenes electrónicos en los que los textos se generan digitalmente sobre delgadas páginas con mallado metálico. Afirman que será el último libro. CAMBRIDGE, Massachusetts (The New York Times). En el Laboratorio de Medios de Comunicación del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) se está desarrollando un proyecto al que llaman el último libro. Esto podría sonar como un mal presagio para todos los amantes de los libros. Después de todo, el Laboratorio de Medios de Comunicación se dedica principalmente a las computadoras. Estar frente a una computadora significa leer sobre una pantalla electrónica, lo cual no es definitivamente la manera en que la gente quiere leer un libro, especialmente el último. Leer un texto sobre la pantalla de la computadora es tedioso y limita al individuo. El lector –o lectora− no ve por dónde va ni cuánto le falta. No puede hojear las páginas para comparar pasajes del texto ni tampoco ver lo que la vista suele encontrar al azar. No es muy cómodo llevar de un lado a otro la pantalla de la computadora, por ejemplo, a la cama, a la playa o al baño. No se puede coleccionar pantallas de computadora, ni encuadernarlas en bello papel pergamino, ni tampoco exhibirlas sobre estantes con el espíritu que el novelista inglés Anthony Powell evocó cuando tituló una de sus obras Los libros ciertamente decoran una habitación. Pero, ¡alto ahí! La noticia no es tan siniestra como parece. El libro del futuro, que fue descripto aquí durante una visita al Laboratorio de Medios de Comunicación, es realmente un libro, igual que Goodnight Moon, El paraíso perdido o la Biblia de Guttenberg. Tiene una encuadernación que podría estar hecha de cuero, si uno quisiera, y cientos de páginas que se pueden pasear de a una u hojear rápidamente. Y es posible llevarlo consigo a la cama, a la playa o al baño. La clave de este libro es algo llamado tinta electrónica o tinta-E que puede ser aplicada a la página desde adentro en lugar de que lo haga una máquina impresora. Desarrollada actualmente por Joseph M. Jacobson, profesor adjunto del MIT, con la colaboración de Things That Think (Cosas que piensan) y News in the Future (La noticia en el futuro), dos grupos comerciales integrados por unas 75 compañías, esa tinta electrónica consiste en esferas microscópicas, cada una de las cuales mide 40 micrones de diámetro o el equivalente aproximado a la mitad del espesor de una hoja de papel. Cada esfera es mitad blanca y mitad negra y pueden ser aplicadas por millones al papel, y luego giradas electrónicamente hacia su lado blanco o su lado negro para producir lo que aparentemente es una página impresa tradicional.
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De acuerdo con la idea concebida en el Laboratorio de Medios de Comunicación, cada una de las páginas del libro tendrá finísimos hilos metálicos conductores de electricidad, que permitirán girar los puntos en la dirección que indique la computadora oculta en las tapas del volumen. El usuario podrá seleccionar tal o cual libro de una lista que aparece en un visor instalado en el lomo del libro. Si el dueño del objeto electrónico selecciona la obra Ulises, la computadora hará que el texto de la obra aparezca en las páginas del libro girando las esferas apropiadas hacia su lado blanco o su lado negro, según corresponda en función de dónde debería verse tinta con los métodos de impresión tradicionales. A medida que aumenta la capacidad de memoria del dispositivo será posible instalar en él bibliotecas enteras. Jacobson pronostica que se podrá almacenar allí toda la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, que contiene más de 17 millones de volúmenes. Un usuario también podrá armar un libro sobre la base de fuentes múltiples y adecuarlo a sus necesidades personales y específicas. Las ilustraciones serían animadas. La tinta electrónica también permitiría recibir transmisiones de noticieros que se autoimprimirían para crear un diario al instante. “Además tendría todas las ventajas de un libro común”, explicó Jacobson. Se podrá desenchufar y llevarlo a cualquier parte. El visor estará diseñado para detectar la presencia de una lapicera o de una birome, de manera que será posible subrayar o insertar notas en él. Incluso se podrá marcarlo doblando la punta de cualquiera de sus páginas. El llamado último libro, ¿cuándo estará a la venta? “Un prototipo de apenas unas pocas páginas podría ser armado para dentro de dos o tres años, mientras que uno de 400 o más páginas tardaría uno o dos años más”, expresó Jacobson. ¿Cuánto costará el último libro? Jacobson sostuvo que un volumen probablemente se venda al por menor a un precio de 2 a 4 dólares por página reutilizable, o bien a un precio que oscilará entre los 500 y 1000 dólares por un libro que contenga todos los libros. Sin embargo, Jacobson indicó que está analizando la forma de reducir los costos aún más. ¿Y qué hay respecto del costo del contenido del libro? “Los libros de dominio público podrían ser ingresados en la memoria por nada −manifestó Jacobson−. En el caso de obras y libros nuevos con propiedad intelectual −prosiguió− se podría establecer un sistema de derechos por medio del cual los textos se codificarán y los lectores interesados podrían adquirir el código de acceso mediante una transacción vía Internet o radioteléfono. Algunas preguntas siguen sin respuesta. ¿Qué implica todo esto para la industria editorial? ¿Y qué hay de las bibliotecas? ¿Las librerías? ¿Los remanentes? ¿Los libros usados? ¿Las primeras ediciones? ¿Los libros raros? ¿Los ejemplares registrados por el autor? ¿Los autógrafos? ¿Qué será, por todos los cielos, de aquellas benditas personas que se la pasan pidiendo libros prestados? Los libros, ¿ya no decorarán las salas y habitaciones? Parecería que no, a menos que −como yo− el lector insista en conservar ciertos títulos en su propia biblioteca que le recuerden acerca de su existencia y de la promesa de su dueño de leerlos en alguna oportunidad. Quienes pensamos de ese modo tendremos que seguir coleccionando los libros impresos a la usanza tradicional. O quizás recurrir al despliegue en nuestras bibliotecas, de hileras e hileras de libros huecos −como las aldeas ficticias concebidas por Potemkin− con nuestros títulos favoritos y encuadernados coloridamente para que combinen con la tonalidad de los muebles y el pelaje de nuestras mascotas.
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Aunque tan sólo uno de ellos sea real y pueda ser extraído de la biblioteca. Y contenga no páginas ahuecadas que permitan guardar en él una pistola, una botella de whisky, dinero en efectivo o diamantes, sino un tesoro mucho más preciado: con sólo oprimir un botón, acceder a cualquier libro que haya sido escrito. Y cada vez que alguien lo saque de la biblioteca, los miembros de la familia podrán, sin inhibiciones, preguntar a los gritos algo que alguna vez pudo haber reflejado cierta ignorancia: “¿Quién está usando el libro?” Christopher Lehmann-Haupt (traducción de Luis Hugo Pressenda) La Nación, Informática, 1º de junio de 1998 [texto adaptado]
3. El gráfico que se reproduce aquí ilustra el artículo "Tinta digital". Completarlo con una breve explicación que corresponda a cada uno de los puntos que aparecen rodeando la imagen.
Cómo puede funcionar un libro electrónico
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4. Leer atentamente el texto siguiente para resolver las consignas que se plantean a continuación
Acerca del concepto de hipertexto El hipertexto ha sido definido de muchas y muy variadas maneras según la perspectiva desde la cual se lo considere. En principio, podemos decir que se trata de un enfoque para manejar y organizar información en el cual los datos se almacenan en una red de nodos conectados por enlaces. Los nodos contienen textos y si contienen además gráficos, imágenes, audio, animaciones y video, así como código ejecutable u otra forma de datos se les da el nombre de hipermedio, es decir, una generalización de hipertexto. El paradigma hipermedial intenta representar el proceso cognitivo del sujeto, que opera por asociación, saltando de un item al próximo en forma casi instantánea, con enlaces entre bloques de información contenidos en nodos. A diferencia de lo que sucede con los libros impresos, en los cuales la lectura se realiza en forma secuencial desde el principio hasta el final, en un ambiente hipermedial la lectura puede realizarse en forma no lineal, y los usuarios no están obligados a seguir orden establecido, sino que pueden moverse a través de la información y hojear intuitivamente los contenidos por asociación, siguiendo sus intereses, en busca de un término o concepto. En la figura, a continuación, se representan el estilo secuencial, el estilo jerárquico, el estilo reticulado y el hipermedio.
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Algunas definiciones de hipertexto en la bibliografía especializada George Landow [1991] respecto de la relación entre literatura e hipertexto, sostiene que la escritura hipertextual trae aparejada una transformación de la concepción tradicional de la práctica literaria, dado que "trasciende la linearidad,
límites y calidad fija de la tradicional forma de escritura de texto".
Por su parte, Bolter [1991] también desde el campo de la literatura dice que
el "hipertexto consiste de tópicos y sus conexiones; los tópicos pueden ser párrafos, oraciones o palabras simples. Un hipertexto es como un libro impreso en el cual el autor tiene disponible un par de tijeras para cortar y pegar pedazos de redacción de tamaño conveniente. La diferencia es que el hipertexto electrónico no se disuelve en una desordenada carpeta de anotaciones: el autor define su estructura estableciendo conexiones entre esas anotaciones". Conklin [1987], define al hipertexto de la siguiente manera: "son ventanas, en una pantalla, que son asociadas a objetos en una base de datos, y enlaces provistos entre estos objetos, tanto gráficamente (iconos etiquetados) como en la base de datos (apuntadores)". En publicaciones no académicas como la revista Byte, por ejemplo, Fiderio [1988] da la siguiente definición: "hipertexto, en el nivel más básico, es un manejador de base de datos que permite conectar pantallas de información usando enlaces asociativos. En un nivel mayor, hipertexto es un ambiente de software para realizar trabajo colaborativo, comunicación y adquisición de conocimiento. Los productos de este software emulan la habilidad del cerebro para almacenar y recuperar información haciendo uso de enlaces para un acceso rápido e intuitivo". Para Balzer [1989] el hipertexto es "una base de datos que tiene referencias cruzadas y permite al usuario (lector) saltar hacia otra parte de la base de datos, si éste lo desea". Finalmente, según Rada [1991], el término hipertexto "se relaciona con el término 'espacio hiperbólico', debido al matemático Klein, en el siglo XIX. Klein utilizó el término hiperespacio para describir una geometría de muchas dimensiones; por lo anterior, se puede deducir que hipertexto es texto multidimensional, mientras que el texto es considerado como una estructura unidimensional". Referencias CONKLIN, J.: "Hypertext: An Introduction and Survey" (Hipertexto: introducción y reseña), IEEE Computer, Septiembre 1987. pp. 17-41 http://www.ai.univie.ac.at/~paolo/lva/vu-htmm1998/html/conklin87/Conklin87.html BALZER, R., BEGEMAN, M., GARG, P., SCHWARTZ, M., SHNEIDERMAN, B.: “Hypertext and Software Engineering” (Hipertexto e ingeniería de software). Hypertext 1989. pp.395-396 BOLTER, J. (1991): Writing Space: The Computer, Hypertext, and the History of Writing (La computadora, el hipertexto, y la historia de la escritura), Lawrence Erlbaum Associates, 1991. Review: http://bubl.ac.uk/journals/lis/ae/ejournal/v01n0291.htm
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FIDERIO, J. (1988): "A Grand Vision--Hypertext mimics the brain's ability to access information quickly and intuitively by reference" (Una gran visión. El hipertexto reproduce la habilidad del cerebro para ubicar rápida e intuitivamente la información a partir de referencias). Byte Magazine, Vol. 13, Nº 10. October 1988. pp.237--244 LANDOW, G. y P. DELANY, (1991): Hypermedia and Literary Studies (Hipermedia y estudios literarios). Cambridge: Massachusetts Institute of Technology Press. RADA, R. (1991): Hypertext: from text to expertext (Hipertexto: del texto al expertexto). McGraw-Hill. 1991.
Adaptado de BIANCHINI, A.: "Conceptos y definiciones sobre hipertexto". Reporte Técnico Interno. Departamento de Computación y Tecnología de la Información, Universidad Simón Bolívar. Caracas. Diciembre 1999. Disponible para consulta en http://www.ldc.usb.ve/~abianc/hipertexto.html
a.
Analizar el paratexto e indicar qué clase de texto es éste y cuál es la situación de comunicación que le da origen.
b.
Formular una definición para cada uno de los términos que aparecen subrayados y en negrita en la primera parte del texto. En todos los casos, las definiciones deben adecuarse al contexto en el que se integran y contribuir a la comprensión de este texto.
c.
En la segunda parte del texto se ofrecen diferentes definiciones de hipertexto: i.
¿A cuál(es) de ellas recurrirían si tuvieran que definir el término en el contexto de una monografía sobre historia de las prácticas de lectura y escritura?
ii. ¿Cuál(es) de ellas sería(n) la(s) más adecuada(s) en un artículo sobre sistemas informáticos? iii. ¿En cuál de ellas se aborda el objeto desde una perspectiva cognitiva?
d.
Formular una definición de hipertexto para un manual destinado a un curso introductorio de informática. La definición debe ofrecer información sobre su etimología y explicar cómo funciona un hipertexto.
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Argumentación El parlamento, el tribunal, la prensa, los medios audiovisuales de comunicación, las instituciones académicas, la escuela, entre otros muchos, son espacios en los que se desarrollan un conjunto de géneros discursivos que tienen en la argumentación un denominador común. En efecto, aun cuando los objetos propios de estas áreas (los asuntos públicos, la justicia, la actualidad, la ciencia, la educación) difieren notablemente, en todas ellas encontramos ciertas formas discursivas cuya estructura y planteo enunciativo muestran características similares. Hablamos, entonces, de géneros argumentativos para referirnos a aquellas familias de textos que comparten una forma de organización (una estructura) y un conjunto de rasgos de estilo. Son géneros típicamente argumentativos: la arenga política, el debate parlamentario, el alegato, el editorial, el artículo periodístico de opinión, el mensaje publicitario, el ensayo, el artículo científico, entre otros.
1.
Lean atentamente los dos fragmentos que siguen y señalen si se tratan o no de textos argumentativos. ¿Qué indicios tuvieron en cuenta para identificarlos?
a.
¿Por qué se rechaza y hasta se persigue al “diferente”, al de “aspecto extranjero”, al “raro”? ¿Por qué se lo considera un “enemigo”? Creo que esa hostilidad surge, en primer lugar, del cuestionamiento de las propias peculiaridades, planteado por esas “divergencias”. Esa fue también −si se dejan de lado los motivos de las instancias políticas− la causa de la intolerancia religiosa. Porque la fe religiosa no se basa en razones evidentes, aceptables para cualquiera, como las de la geometría euclidiana. Se trata más bien de una profunda creencia en principios revelados, sin más reafirmación concreta que la comunión de los creyentes. Por esa razón, la existencia de personas y comunidades que no comparten esas creencias crea una notoria inseguridad. Cuanto más incierta e insegura es la propia fe, tanto mayor es la necesidad de hacer a un lado a aquellos incómodos testigos de que se puede vivir también de otra manera, que se puede encontrar apoyo en otras creencias. Y entonces se ahuyenta a los heterodoxos, por lo menos, se los obliga a practicar su credo en privado y a desaparecer de la vida pública. FETSCHER, Iring; La tolerancia, Barcelona, Gedisa, 1999.
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b.
Dentro de la familia, teóricamente, la esposa obedece y sirve al marido, aunque por supuesto el marido dominado por la mujer es un fenómeno frecuente. En familias de alta jerarquía, el servicio personal al esposo pasa a ser efectuado por la taupo y el jefe hablante, pero la esposa retiene siempre el derecho a brindar servicios personales a un alto jefe, tales como, por ejemplo, cortarle el pelo. La jerarquía de una esposa nunca puede exceder a la de su marido porque siempre depende de dicho rango. Su familia puede ser más rica y más ilustre que la del esposo, y ella puede en realidad ejercer más influencia que él sobre los asuntos de la aldea a través de sus parientes consanguíneos, pero en la vida de la familia y de la aldea es una tausi, esposa de un jefe hablante, o una faletua, esposa de un jefe. MEAD, Margaret, Adolescencia, sexo y cultura en Samoa, Barcelona, Planeta-Agostini, 1985. (p.113)
Características del discurso argumentativo Lo que define al discurso argumentativo y permite distinguirlo de otras formas discursivas es, en primer lugar, su finalidad. Argumentamos para defender nuestras convicciones, nuestras ideas, nuestras opiniones o para refutar las de otro. La argumentación se presenta, entonces, como una operación tendiente a justificar elecciones éticas, estéticas, sociales o políticas. El objetivo de una argumentación es, según la definición tradicional "provocar o acrecentar la adhesión de un auditorio a las tesis que se le presentan para su asentimiento"9. Esto significa, en otras palabras, que su función principal es persuadir o convencer a los destinatarios del discurso de que las posiciones sostenidas por el enunciador son creíbles y, por lo tanto, dignas de ser apoyadas. Para alcanzar sus objetivos, quien argumenta tiene frente a sí dos caminos posibles: uno psicológico (movilizar las emociones) y otro lógico (apelar a la razón) de su destinatario. Para ello dispone de un repertorio de técnicas tendientes o bien a conmover (movilizar los sentimientos de piedad, ira, temor, etc.) o bien a construir un acuerdo fundado en datos o argumentos que sirvan de apoyo racional a sus tesis. Dado que el propósito de la argumentación es influir sobre las creencias o las actitudes de sus destinatarios, la naturaleza del discurso argumentativo es eminentemente dialógica, es decir, su dinámica reproduce al menos virtualmente la escena de un diálogo. En efecto, toda argumentación, para ser eficaz, necesita adecuarse al auditorio que busca persuadir, al que concibe como otro locutor, virtual, pero siempre susceptible de sostener un contradiscurso. Consecuentemente, el enunciado argumentativo exhibe las huellas de ese diálogo –real o posible– entre enunciador y destinatario a través de distintas formas de interpelación al auditorio como referencias a la segunda persona (empleo de vocativos –¡Camaradas! ¡Compañeros! ¡Hombres y mujeres de mi Patria!– o pronombres personales de segunda persona singular o plural que remiten al destinatario); uso del modo 9
PERELMAN, Ch. y L. OLBRECHTS-TYTECA; Tratado de la argumentación. La nueva retórica; Madrid, Gredos, 1989.
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imperativo (¡Síganme, que no los voy a defraudar!) o el recurso a interrogaciones retóricas (¿Acaso no resulta evidente que es hora de cambiar de rumbo?). Este diálogo también se manifiesta a través de la introducción de enunciados venidos de otros discursos, que pueden adoptar formas diversas tales como: a) la evocación ("El fantasma comenzó recorriendo, como corresponde, Europa..." este pasaje, tomado de un artículo periodístico de Martín Caparrós, recuerda el célebre fragmento con el que se inicia el Manifiesto comunista de Marx y Engels: "Un fantasma recorre Europa..."); b) cita textual ("Por eso me comprometo, como dice nuestra Constitución, a «asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino...»"); c) discurso indirecto ("Me extraña que el presidente Aznar, que hace apenas unos meses dijo que era amigo de los pueblos árabes, acompañe ahora la invasión estadounidense de Irak.") d) y otros procedimientos claramente desvalorizadores como la ironía y la parodia, muy empleados como figuras de la agresión en el contexto de discursos polémicos. Por otra parte, puesto que la argumentación es una práctica destinada a justificar decisiones éticas o fundamentar opiniones, el enunciado argumentativo está fuertemente marcado por la presencia explícita del enunciador. Esta presencia se manifiesta en el empleo de pronombres personales como el "yo" o el "nosotros"; de términos que expresan juicios de valor (adjetivos o adverbios, uso de sufijos que traducen una evaluación como en “intelectualoide”, “muchachote”) o modalizadores lógicos (seguramente, indudablemente, probablemente, es cierto/verdadero/falso) que caracterizan el objeto del enunciado como posible, imposible, necesario, verdadero, etc.
1.
Completar el cuadro siguiente con las características del discurso argumentativo reseñadas en el apartado anterior.
Finalidad
Orientación
Características del enunciado
79
2.
El texto que se reproduce aquí es un ejemplo de discurso argumentativo. Identificar y señalar en él las características señaladas más arriba.
Siempre habrá libros Escribe: Manfred Grebe1 No creo que el futuro de la galaxia Gutenberg, es decir, del libro como soporte de la palabra escrita en el que hemos sido educados, esté amenazado. Es indudable que las nuevas tecnologías abren posibilidades insospechadas por permitir la transmisión y acumulación de cantidadades ingentes de información y porque, además de ocupar muy poco espacio físico, hacen posible una actualización permanente de los contenidos. Pero la lectura satisface otras necesidades más relacionadas con la vida del espíritu, desde la imaginación hasta la reflexión; creo seguir encontrando en el papel impreso un soporte especialmente preciado por sus posibilidades de belleza formal y tipográfica y su propia sensualidad como objeto, con independencia de que coexista con otros nuevos soportes de formación, información o entretenimiento. Caeríamos en una simplificación al pensar que el avance que se está dando en el terreno de los nuevos artefactos pueda llegar a suponer la desaparición de la letra impresa, puesto que la palabra es el vínculo más sólido de la relación entre los hombres, distintivo de nuestra propia naturaleza frente al resto de las especies animales y expresión de lo sagrado (incluso en el sentido más laico que quiera dársele a este término). Los avances en el libro electrónico son constantes. El grupo Bertelsmann tiene la obligación de investigar en todo aquello que pueda contribuir a extender y democratizar el acceso al conocimiento. Tenemos una división dedicada al desarrollo en el campo del libro electrónico. Es el caso del Rocket e-Book, con capacidad para cien mil páginas y una pantalla con mayor resolución que la de las computadoras normales. Algo que me parece igualmente importante son las librerías virtuales, que permitirán al lector informarse de libros de su interés cuya existencia ignora. Centrándonos en el ámbito idiomático del español, la próxima puesta en marcha de una librería virtual, en la que el grupo Bertelsmann tiene un papel importante, creo que será decisiva para la creación de un espacio único entre las dos orillas del idioma.
LA NACION LINE | 28.03.99 | Revista 1
El autor es el presidente de Bertelsmann, editorial alemana que se ha convertido en el tercer grupo multimedia más importante del mundo.
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La estructura del texto argumentativo La estructura del texto argumentativo da cuenta del hecho de que toda argumentación se propone hacer creíble o aceptable un enunciado, al que llamaremos conclusión, que es sostenido de diversas formas por otro enunciado, que puede denominarse argumento, dato o razón. En el origen de toda situación potencial de argumentación se encuentra una Proposición (P)10 que un enunciador le plantea a su interlocutor, por ejemplo: (P) :
“El libro del futuro será exclusivamente electrónico”
El interlocutor puede estar de acuerdo y aceptar la proposición. En ese caso, no hay necesidad de argumentar y, por lo tanto, la serie se cierra:
(P) :
“El libro del futuro será exclusivamente electrónico.” “Sí, seguramente.”
NO HAY ARGUMENTACIÓN
Si, en cambio, el interlocutor cuestiona la afirmación, el enunciador se verá en la necesidad de continuar el diálogo para alcanzar su objetivo persuasivo: (P): “El libro del futuro será exclusivamente electrónico (P1): “No, no lo creo. El libro tradicional seguirá existiendo.”
En efecto, la argumentación supone que se cuestione si la proposición (P) planteada por el enunciador está debidamente fundada. Para que tenga lugar una argumentación siempre debe haber una puesta en duda de una proposición, una divergencia de opiniones y, finalmente, una oposición de discursos (un contradiscurso). No puede haber argumentación si no hay un desacuerdo en torno de un tema, es decir, una confrontación de un discurso y un contradiscurso. Al enfrentarse a una oposición, la proposición inicial es problematizada, puesta en duda. De este cuestionamiento se desprende el problema argumentativo que, en este caso, es posible sintetizar en la pregunta: ¿El libro del futuro será exclusivamente electrónico? El enunciador de (P) sostiene que sí, el enunciador de (P1) sostiene que no. Para defender su punto de vista, el primero deberá apoyarse en pruebas que puedan darle la razón. Encadenará entonces un cierto número de datos que justifican la proposición inicial, por ejemplo:
10
En este contexto, el término “proposición” se emplea con el sentido que la retórica clasica asignaba a la “propositio”, es decir, al juicio o enunciado que constituía el objetivo persuasivo del discurso y que, en términos de Roland Barthes representaba “una definición concentrada de la causa, del problema a discutir” (ver más adelante, el apartado 3.2.).
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a) b) c) d) e) f) g)
Los libros electrónicos son más económicos. La tecnología informática avanza a pasos agigantados. Me parece que va a ser así. Me lo dijo mi tío, que sabe mucho de informática. Lo leí en el diario. Los libros electrónicos son más atractivos. Los libros electrónicos ofrecen posibilidades de interacción que el libro tradicional no permite.
Estos datos sirven de apoyo a la proposición solo si son pertinentes, es decir, solo si es posible captar la relación entre ellos y (P). Si el interlocutor no comprende por qué la cuestión del valor económico (ejemplo a) permite afirmar (P) en el encadenamiento: “El libro del futuro será exclusivamente electrónico porque los libros electrónicos son más económicos”; o si no ve cómo el dato acerca del progreso de la tecnología informática (b) puede servir para sostener (P) en la serie: “La tecnología informática avanza a pasos agigantados, por eso el libro del futuro será exclusivamente electrónico”, podrá reaccionar con una nueva pregunta (¿Y entonces?) o con un rechazo explícito (No veo la relación entre el avance de la informática y la desaparición del libro tradicional). Para que pueda establecerse la conexión entre los enunciados (a) o (b) y la proposición (P) o, dicho de otro modo, para que sea comprensible por qué es legítimo afirmar (P) a partir de (a) o (b), es necesario invocar una ley o principio general que autorice el pasaje del dato a la conclusión. Esta ley de pasaje o “licencia para inferir” funciona a la manera de un puente que vincula el dato con la conclusión. En los casos que analizamos, las correspondientes leyes de pasaje podrían formularse así: (L): Un objeto es preferible a otro a causa de su valor económico. (L): El avance de la tecnología informática produce cambios en las prácticas de lectura. En la medida en que son sostenidos por una ley de pasaje adecuada, los datos alcanzan el estatuto de argumento, y la proposición inicial, el de conclusión.
El esquema de la secuencia argumentativa El hipotético intercambio que acabamos de presentar permite reconstruir la dinámica dialógica de la argumentación. En efecto, a partir de cualquiera de las series que analizamos es posible establecer el esquema mínimo de la secuencia argumentativa. Por ejemplo, en: “Los libros electrónicos son más económicos, por eso el libro del futuro será exclusivamente electrónico.”
la relación entre las dos afirmaciones que integran esta serie puede esquematizarse conectando con una flecha el dato y la conclusión autorizada por él:
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DATO: Los libros electrónicos son más económicos.
CONCLUSIÓN: El libro del futuro será exclusivamente electrónico
Si integramos a este esquema la ley de pasaje explicitada más arriba, obtendremos el siguiente esquema argumentativo mínimo:
DATO: Los libros electrónicos son más económicos.
CONCLUSIÓN: El libro del futuro será exclusivamente electrónico
LEY DE PASAJE: Un objeto es preferible a otro a causa de su valor económico.
Ahora bien, en todo proceso argumentativo existe siempre la posibilidad de que se presente una nueva oposición al argumento propuesto que puede dar lugar a otra secuencia argumentativa. Si integramos al esquema esta oposición o restricción como un nuevo elemento, obtenemos: DATO: Los libros electrónicos son más económicos.
entonces
LEY DE PASAJE: Un objeto es preferible a otro a causa de su valor económico.
CONCLUSIÓN / TESIS: El libro del futuro será exclusivamente electrónico
RESTRICCIÓN a menos que otras cualidades resulten ser más importantes
Si la restricción no opera, es decir, si no se reconocen otras razones por encima de la económica, el interlocutor estará en condiciones de aceptar la proposición como tesis. Si la restricción es considerada válida, quien argumenta deberá recurrir a otros datos-argumentos para fundamentar su proposición y lograr la adhesión de sus interlocutores o lectores.
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Un último elemento completa el esquema de la secuencia argumentativa mínima: se trata de un refuerzo de la ley de pasaje, un dato que funciona a la manera de una garantía o apoyo adicional para sostener el principio de inferencia:
DATO: Los libros electrónicos son más económicos.
entonces
LEY DE PASAJE: Un objeto es preferible a otro a causa de su valor económico.
CONCLUSIÓN / TESIS: El libro del futuro será exclusivamente electrónico
RESTRICCIÓN a menos que otras cualidades resulten ser más importantes
GARANTÍA Dado que la gente tiende a economizar dinero siempre que esto es posible
Argumento, tesis, ley de pasaje Una vez definido el esquema de la secuencia argumentativa es necesario hacer algunas observaciones acerca de este modelo. En primer lugar, recordemos que el predominio de este tipo de organización en un texto determinará su pertenencia al tipo textual argumentativo. También es importante tener en cuenta que este esquema es solo una forma vacía, abstracta. En los textos concretos que leemos y producimos, este modelo puede actualizarse de maneras diversas: una o varias secuencias pueden estar incompletas o bien el orden de presentación de los elementos puede variar. Por ejemplo, en el caso que venimos analizando, podemos decir tanto
“Los libros electrónicos son más económicos, por eso el libro del futuro será exclusivamente electrónico.” (ARGUMENTO CONCLUSION/ TESIS) como “El libro del futuro será exclusivamente electrónico porque los libros electrónicos son más económicos.” (CONCLUSION /TESIS ARGUMENTO) Nótese que la inversión del orden exige el reemplazo del conector consecutivo (por eso, por lo tanto, consecuentemente, en consecuencia) por un conector causal (porque, puesto que, ya que)
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Finalmente, es interesante hacer algunas observaciones acerca de la naturaleza de los componentes de este esquema: un dato sólo se convierte en argumento si es posible percibir su relación con la tesis que se propone fundar. Esa relación, por su parte, debe estar garantizada por una ley de pasaje cuya función es transferir a la conclusión el acuerdo atribuido al argumento. Esta ley suele expresar una verdad general, a veces de tipo proverbial, atribuida a un enunciador colectivo: “Es sabido que los objetos más económicos son preferibles a los más caros”. Esta ley de pasaje, que a menudo se mantiene implícita, permite a quien argumenta asociar sus dichos a un principio, una convención generalmente admitida en la comunidad a la que pertenece. Y es precisamente de este acuerdo general de donde el argumento extrae su fuerza.
1. La lista que se presenta a continuación reúne una serie de proposiciones que pueden ser enunciadas como tesis o bien como argumentos. Armar tres secuencias argumentativas conectadas por el nexo que corresponda (causal o consecutivo, según el orden elegido). En cada caso, identificar el problema argumentativo que da origen a la secuencia. a. b. c. d. e. f.
La televisión es nociva para el desarrollo intelectual de los jóvenes. Los jóvenes universitarios desconfían de la política. Los modelos que ofrece la televisión representan valores cuestionables. La corrupción política está generalizada en los tres poderes del Estado. Los políticos no son creíbles. Es necesario que la clase política se renueve totalmente.
2. Oponer una nueva tesis a cada una de las tesis identificadas en la consigna anterior y elaborar un argumento que la sostenga.
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La producción del discurso argumentativo En las páginas anteriores analizamos las características discursivas de la argumentación y vimos de qué manera se organiza la estructura del texto argumentativo. En esta sección nos ocuparemos del proceso de elaboración del discurso argumentativo y para ello recurriremos a las enseñanzas de la retórica clásica. La retórica, concebida como arte o técnica de la palabra, comprende cinco operaciones principales involucradas en la producción de un discurso argumentativo: la Invención (fase de descubrimiento, guía la búsqueda de los argumentos), la Disposición (corresponde a la tarea de composición u organización de las partes del discurso), la Elocución (o expresión, enseña cómo "poner en palabras" la materia argumentativa), la Acción (instruye sobre las maneras de representar oralmente el discurso) y la Memoria (facilita la memorización del discurso). Dado que nos ocuparemos exclusivamente de la argumentación escrita, en las páginas que siguen nos detendremos sobre las tres primeras fases del proceso de elaboración de un texto argumentativo, que comprende las operaciones de generación, organización y puesta en palabras.
La invención El momento de la invención (en latín: inventio) corresponde a la operación de búsqueda y recolección de argumentos. Estamos acostumbrados a identificar “invención” con “creación de la nada”, sin embargo, etimológicamente “inventar” significa “ir al encuentro de algo” es decir, buscar. La tarea que se desarrolla en esta etapa está orientada por dos objetivos: uno psicológico (emocionar al auditorio) y otro lógico (convencer por medio de pruebas). Para emocionar, el escritor debe tener en cuenta las características de su auditorio, sus sentimientos, su estado de ánimo. Quien argumenta debe hacer un diagnóstico lo más ajustado posible de sus destinatarios para decidir qué modalidad adoptará y qué sentimientos intentará movilizar: la ira, el temor, la piedad, la admiración. Para convencer, el orador deberá recurrir a las pruebas o argumentos. Tradicionalmente se distinguen dos tipos de pruebas: las extratécnicas, que dependen de la naturaleza del objeto (es decir, del caso tratado o del tema del discurso), y las intratécnicas, que dependen del poder de razonamiento del orador. Las primeras se componen de testimonios, fragmentos de lenguaje no elaborados por la técnica del orador. Esta clase de pruebas “extrínsecas” son específicas del discurso judicial: la versión de un testigo del hecho que da origen a la causa, un objeto hallado en la escena del crimen son pruebas extratécnicas. En cambio, las intratécnicas son el resultado de la práctica retórica que transforma los materiales lingüísticos en fuerza persuasiva. Los argumentos intratécnicos resultan de dos tipos básicos de operaciones lógicas: inducción (generalización a partir de ejemplos) y deducción (entimema). Estas dos vías son ineludibles: según Aristóteles todos los oradores, para lograr persuadir, demuestran mediante ejemplos o entimemas; no hay otros medios fuera de éstos. Sin embargo, entre el ejemplo y el entimema existe una diferencia de estilo: el ejemplo produce una persuasión más suave, más débil; el entimema, en cambio, produce una persuasión más vigorosa, apoyada en la fuerza demostrativa del silogismo.
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Los argumentos inductivos: ejemplo, ilustración, modelo y analogía En el ejemplo se pasa de un particular a otro particular por el eslabón implícito de la generalización. El esquema al que responde esta clase de argumentos es el siguiente: “Afirmo P, como lo muestra el ejemplo E.” Este es el mecanismo que sostiene el argumento en este caso: “La prohibición de fumar en espacios públicos permitirá reducir el presupuesto estatal destinado a la salud, tal como sucede en los países que ya han adoptado esta medida.”
La ilustración, por su parte, no apunta a establecer una regla por generalización sino a reforzarla señalando su interés a través de sus múltiples aplicaciones: "Hemos entrado en el Primer Mundo: tenemos shoppings, podemos comprar todo tipo de artículos importados, el peso tiene el mismo valor que el dólar, etc."
El modelo es una clase particular de ejemplo. El auditorio reconoce en él un paradigma que incita a la imitación: así, San Martín es entre nosotros el modelo de las virtudes morales y patrióticas. Su contrapartida, el antimodelo, representa el conjunto de las cualidades negativas con las que una cultura identifica lo que es digno de reprobación. La asociación de un modelo o un antimodelo con una persona en un discurso tiende a proyectar los valores positivos o negativos de aquellos sobre esta última. La analogía establece una relación de similitud entre dos estructuras. Su fórmula más general es: A es a B como C es a D. En su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, Fray Bartolomé de Las Casas, recurre de esta manera a la analogía para afirmar la crueldad de los españoles hacia los aborígenes en América: "A este infinito número de gentes (se refiere a los aborígenes de la La Española) Dios los creó simples, sin maldades ni dobleces, muy obedientes y fieles a sus señores naturales y a los cristianos a los que sirven. Son humildes, pacientes, pacíficas y quietas. [...] Entre estas ovejas mansas y dotadas de las cualidades antes dichas por su Hacedor y Creador, llegaron los españoles como lobos y tigres y leones muy crueles, hambrientos de muchos días. Y desde hace cuarenta años no han hecho otra cosa hasta hoy más que despedazarlos, matarlos, angustiarlos, afligirlos, atormentarlos y destruirlos con extrañas, nuevas, variadas y nunca vistas ni leídas ni oídas formas de crueldad."
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La argumentación deductiva: el entimema El entimema procura persuadir mediante un razonamiento deductivo que parte de premisas verosímiles o probables para alcanzar conclusiones probables. También se suele definir al entimema como "silogismo incompleto" (silogismo al que le falta uno de sus términos). Así, por ejemplo, el siguiente encadenamiento de enunciados: "El cólera se propaga con facilidad en ambientes donde no se cuida la higiene. En Salta y Jujuy se registra diariamente un gran número de casos de cólera." llevará al auditorio a extraer la conclusión "La gente contrae el cólera en Salta y Jujuy porque no presta atención a la higiene." que está implícita en este razonamiento. Los entimemas pueden servir, también, a la refutación de una tesis adversa. Así, podemos imaginar que alguien responderá al razonamiento anterior diciendo: "El cólera se propaga con facilidad en ambientes de extrema pobreza." que evocará la afirmación "En Salta y Jujuy hay mucha pobreza". Las premisas de los entimemas se buscan en ideas generales adecuadas para formar la base del razonamiento. Estas ideas, en cierto modo, están depositadas en la memoria colectiva a la manera de “lugares comunes” a los que recurrimos para justificar nuestras elecciones. Entre los lugares a los que se recurre con más frecuencia para fundar los razonamientos se encuentran el de la cantidad, la cualidad, el existente y el orden. El lugar de la cantidad afirma que “una cosa vale más que otra por razones cuantitativas”. Esta es la premisa presupuesta en distintas argumentaciones en los campos más diversos. Por ejemplo, la idea de que debe seguirse la opinión de la mayoría vale tanto en la toma de decisiones en el marco de la democracia como en la apelación al “sentido común”, o en la razón para establecer lo que se considera “normal”. Con frecuencia, constituyen las premisas de buena parte de los argumentos empleados en la publicidad, como sucede en este clásico slogan: “Nueve de cada diez estrellas de cine usan jabón Lux”. El lugar de la cualidad se opone típicamente al anterior. Es el que se encuentra en la base de las ideas de quien combate la opinión de la mayoría, de quien afirma que la cantidad va en desmedro de la cualidad, de quien exalta lo único como incomparable. Este lugar también es recurrente en la argumentación publicitaria, en razonamientos que activan el valor de lo exclusivo: “Decídase ya a formar parte del selecto grupo ...” El lugar del existente propone la preeminencia de lo real por sobre lo posible, de lo actual sobre lo virtual. Su aplicación se verifica tanto en el proverbio “mejor pájaro en mano que cien volando” como en la razonable preferencia por un resultado observable antes que por un proyecto no realizado. En este sentido, un ejemplo característico de la aplicación del lugar del existente es el lema: “Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar”. El lugar del orden concierne la superioridad del primero respecto del siguiente, de los principios respecto de las aplicaciones concretas, de las leyes respecto de los hechos, de las causas sobre los efectos. Un ejemplo típico es el que encarna la idea de la prioridad: llegar antes que otros a comprender algo, a hacer un descubrimiento, a traspasar un límite. Un claro caso de aplicación de este lugar lo encontramos en afirmaciones como éstas: “Antes que preguntarse cómo estamos es preferible preguntar por qué estamos como estamos.” “Nuestro movimiento fue el primero en plantear en el Congreso la necesidad de incorporar las leyes sociales a la Constitución.” Finalmente, es importante notar que los entimemas pueden fundarse sobre distintos tipos de relaciones tales como: la causalidad (“Hay que limitar el tiempo que los chicos pasan frente al televisor si queremos que se eduquen en un clima menos violento”) y la identidad (“Si por democracia se entiende un sistema en el que todos tengan igualdad de oportunidades, esta no es una democracia”).
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Otra técnica argumentativa frecuente es la que recurre al prestigio de una autoridad para hacer valer las propias opiniones, como sucede en este enunciado: “Debemos respetar a nuestro planeta si queremos que nuestros hijos tengan un futuro, porque como dijo Francis Bacon: “A la Naturaleza se la domina obedeciéndola” .
1.
Completar el siguiente esquema con la clasificación de los argumentos. Incluir en el cuadro las definiciones correspondientes a cada tipo
Argumentos
2.
Leer atentamente los fragmentos que se reproducen a continuación e indicar, en cada caso, cuál es el problema argumentativo, cuál es la conclusión que se busca establecer y qué clase de argumento (inductivo o deductivo) se emplea para fundarla.
a.
b.
"Es cierto que la revolución femenina ha moldeado una nueva sociedad en la que el divorcio, los hijos que rebotan de un lado a otro entre sus padres separados, las mujeres solas por un lado, los hombres solos por el otro, las miserias morales, los proyectos inconclusos, las relaciones superficiales, el miedo al compromiso, se han convertido en moneda corriente. Y, sin embargo, ¡que maravillosa es la vida cuando se la encara de a dos!"
«La restricción del acceso a la universidad evitará la emigración de profesionales». Esta tesis peca de miopía: del hecho de que egresen pocos médicos no se deduce que los pocos que egresen no elegirán la emigración. Mientras las condiciones de trabajo sean más favorables en los países centrales posiblemente seguirán partiendo. Es decir, formaríamos pocos para quedarnos sin ninguno. Torrado, Susana; "Mitos y verdades sobre la universidad argentina", Clarín, 12 de abril de 1999
89
c.
La clonación es antinatural, por lo tanto es indebida. Jugar en contra de la naturaleza es letal. La naturaleza es quien nos creó, por lo tanto es quien nos puede destruir, y nada podemos hacer para evitarlo. ¿Acaso hay algo, algún invento de científicos que pueden evitar un tornado, un huracán o un terremoto?
d.
Es necesario luchar contra la contaminación sonora. Si no lo hacemos, ciertas zonas de la ciudad van a volverse inhabitables.
e.
Jugar al fútbol es un ejercicio grotesco y plebeyo (se suele elogiar a los que lo practican con un repugnante: "ha sudado bien la camiseta"), pero al menos resulta en bastantes casos disparatadamente rentable. Y, como decía el doctor Johnson, "pocas actividades hay más plácidas y recomendables para un hombre que dedicarse a ganar dinero". Savater, Fernando; “Cada cuatro años llega mi calvario: el Mundial de fútbol” en Clarín, 28 de mayo de 2006
90
La organización del discurso La dispositio era, en la retórica, el capítulo destinado a enseñar como disponer u organizar las distintas partes del discurso. De acuerdo con el modelo de la dispositio clásica, la estructura del discurso argumentativo consta de cuatro partes principales, gobernadas, a su vez, por dos objetivos básicos: emocionar y convencer. El siguiente esquema grafica la organización general de estos componentes de acuerdo con el modelo del discurso que se profería frente al tribunal:
DISPOSICIÓN
convencer emocionar
EXORDIO 1
NARRACIÓN 2
descripción presentación
CONFIRMACION 3
proposición hechos
EPILOGO 4
discusión argumentación
seducción del auditorio
El exordio, la apertura del discurso, comprende dos momentos: la llamada "captatio benevolentiae" (captación de la benevolencia o intento de seducción del auditorio, cuya finalidad era predisponer favorablemente a los destinatarios del discurso) y la presentación del plan de la argumentación (es decir, el anuncio de las partes del discurso). La narración, el segundo momento de la argumentación, consistía en el relato de los hechos involucrados en la causa. No se trata estrictamente de una narración en el sentido "novelesco" sino de la presentación de pruebas. Su función es preparar el terreno de la argumentación. A la narración de los hechos, sigue la confirmación o exposición de los argumentos: es aquí donde se presentan las pruebas elaboradas en el curso de la inventio. La confirmatio comprende tres elementos: la proposición, una definición concentrada de la causa, del problema a discutir; la argumentación, la exposición de los argumentos, que carecía de una estructura fija aunque en general respondía al principio que recomendaba comenzar por la presentación de pruebas fuertes, continuar por las más débiles y finalmente concluir con las más contundentes; la discusión, especie de diálogo en el que el orador se enfrentaba con el adversario. El epílogo, la clausura del discurso, presentaba por lo general un resumen de la causa expuesta y apelaba a los sentimientos del auditorio. Es esencial insistir en el hecho de que este orden codificado por la retórica no es ni universal ni necesario. Ya Aristóteles había observado que no hay más que dos partes indispensables en el discurso argumentativo: la enunciación de la tesis que se ha de defender y los medios para probarla. Sin embargo, el orden de presentación de los argumentos es fundamental para construir las condiciones de recepción más
91
favorables para la aceptación de la tesis. En todos los casos, la organización de un discurso argumentativo debe tener en cuenta la situación en que se desarrolla: el destinatario al que se dirige, el objeto del discurso, la posición del enunciador, deben ser considerados en el momento de la elección y presentación de los argumentos.
La “puesta en palabras” Una vez encontrados los argumentos y organizados en las distintas partes del discurso, queda la tarea de "ponerles palabras", función que correspondía, en la retórica clásica, a la elocutio. Este es, quizás, el terreno de mayor controversia en los estudios del discurso argumentativo. Su evolución a lo largo de los siglos ha sido bastante azarosa y su expansión alcanzó un grado tal que condujo finalmente a su identificación lisa y llana con el conjunto de los estudios retóricos, reducidos a la mera catalogación de "figuras". Aquí nos limitaremos a presentar una serie -incompleta y arbitraria- de procedimientos de gran productividad en el discurso argumentativo:
Figuras de la aserción Preterición Es la figura por la cual se atrae la atención sobre un objeto, simulando que no se le otorga mayor importancia: "Vamos a pasar por alto dos o tres contradicciones en las que incurre M. cuando afirma que..."
Amplificación, acumulación Se puede reforzar la aserción de una tesis por el simple hecho de repetir los datos por amplificación o acumulación: "La falta de solidaridad, el individualismo, el culto del yo, el ombliguismo, son el signo de la época."
Pregunta retórica El carácter dialógico de la interrogación retórica, que obliga al destinatario a asumir la respuesta implícita en la pregunta formulada por el orador, opera como un notable enfatizador de la aserción: "¿Existe acaso algo más irritante que esta manía de los nacionalistas de atribuirse el monopolio del patriotismo? Hipérbole La hipérbole funciona sobre la exageración, ya sea por exceso "más astuto que Ulises" o por defecto "más lento que una tortuga".
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Contraste y paradoja Oxymoron El oxymoron es un procedimiento que se funda en la conjunción de opuestos: "proletario mundano", "audaz conformismo", "pasión deliberada" .
Paradoja La paradoja no es, en rigor, una figura: es una proposición que contradice una opinión general. A nivel superficial, el pensamiento paradójico se manifiesta a través de un contraste cuya finalidad es producir un escándalo lógico: "Algunos creen gozar mejor de la libertad solamente cuando atacan la libertad de los demás."
Empleo argumentativo de la metáfora La metáfora funciona argumentativamente como una analogía condensada. A partir de la forma A es a B como C es a D, la metáfora tomará una de las formas «A de D», «C de B», «A es C». A partir de la analogía "la vejez es a la vida lo que la noche es al día", se derivarán las metáforas "la vejez del día", "la noche de la vida" o "la vejez es una noche". La metáfora puede contribuir, por ejemplo, a justificar una opinión: "George W. Bush es un bloque de granito. Es imposible razonar con un bloque de granito." La remotivación metafórica a menudo amplía una imagen banal con connotaciones desvalorizantes: si en el discurso cristiano el pueblo de fieles es designado como el "rebaño", un polemista podrá hablar de sus "balidos". Se produce así un efecto de subversión dialógica: la imagen prestigiosa tomada del adversario es degradada por el polemista que la reemplaza por un elemento análogo de carácter irrisorio. Al margen del análisis de la metáfora en su papel argumentativo, hay que señalar que la elección de un campo metáforico a menudo puede funcionar como un indicio ideológico. Por ejemplo, las metáforas de origen biológico-médico son características del discurso de derecha, en el que son habituales imágenes como éstas: "la corrupción del idioma", "las mentalidades intoxicadas por el psicoanálisis", "la democracia podrida", "la amputación del miembro enfermo (=el opositor)", etc.
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1.
Leer el texto que sigue para resolver las consignas que se proponen a continuación:
H. G. Por Juan Gelman Wells ¿era fascista o no? La reciente publicación de otra biografía del autor de La guerra de los mundos reabre fugazmente esa vieja discusión. Michael Foot, el biógrafo, dice que no y recuerda que en 1924 H.G. Wells denunció el asesinato de Matteotti, secretario general del Partido Socialista italiano, a manos de una squadra fascista. Pero el crítico y escritor Peter Kemps precisa que en 1932 Wells pedía en Después de la democracia la aparición en Gran Bretaña de "fascistas liberales, de nazis ilustrados". Lo cual no le impidió al año siguiente discursear en Yugoslavia contra nazis alemanes y fascistas italianos. Podría ser un caso de fascismo recurrente. No caben dudas, sin embargo, acerca del elitismo, el racismo y el antisemitismo de Wells, rasgos que lo acercan a una visión no precisamente democrática. Quien comenzó como autor de exitosos thrillers científicos que pronosticaban el futuro y terminó como una suerte de profeta predicando cómo debía ser el presente, pensaba que un mundo ideal tenía que ser la "obra de una élite pequeña y devota" (Phoenix, 1942) a cuyos vástagos había que resguardar de "sus contemporáneos, de mente indiferenciada y moral confusa" (¿Qué hacer con nuestras vidas?, 1931). "El mundo no es para las multitudes, sino para los mejores", proclamó en Después de la democracia. Ya en 1901 (Anticipaciones) había rechazado "el espectáculo de un hombrecito pobre de espíritu, bajo, enfermizo... casado con una mujercita subalimentada, ignorante, contrahecha, vulgar y enfermiza, culpables ambos de la vida de diez o doce chicos feos y quejosos", y advertido que los dirigentes del Estado que él quería "poca piedad y menos benevolencia" tendrían con esos especímenes inferiores del género humano. A fines del XIX Wells se convirtió en miembro destacado de la Sociedad de los Fabianos, una invención inglesa que impulsó la instauración por vía evolutiva de un socialismo módico y que contribuyó a la fundación del Partido Laborista británico. Pero las utopías del creador de La máquina del tiempo ni siquiera eran socialdemócratas; ofrecían un modelo de sociedad gobernada por un grupo selecto, aunque no electo, con un sistema de cuatro castas debajo: la Poética, la Cinética, la Obtusa y la Base, en orden descendiente (Una utopía moderna, 1905). En tal sistema no habría lugar para "quienes no alcanzaren un nivel determinado de eficiencia social". Por ejemplo, "esos enjambres de gente negra y morena, y amarilla, y de color blanco sucio". Son ideas que asoman en la obra narrativa de Wells. Su novela Hombres como dioses (1923) describe un
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mundo futuro espléndido en que -señala al pasar- se había llevado a cabo "una cierta eliminación deliberada de individuos feos, nocivos, estrechos, estúpidos y melancólicos". No muy distinta -y tan increíble- fue la argumentación esgrimida para eliminar a 6 millones de judíos. En pleno nazismo y aún durante la guerra contra el nazismo, Wells no regateó sus sentimientos antisemitas. En Anatomía de la frustración (1936) había hablado del "parasitismo del micelio judío en los organismos sociales y culturales donde vive". En Viajes de un radical republicano (1939) afirmó que "los judíos serán golpeados con mucha más dureza que nunca" porque pagan "las culpas de una egolatría racial cultivada". En La perspectiva del Homo Sapiens (1942) les propina la calificación de "foráneos inasimilables". Es conocido el comentario que Wells dejó caer ante el representante de la resistencia polaca, Jan Karski, quien lo visitaba para pedir su solidaridad con los judíos en la Europa ocupada: "¿Por qué surge el antisemitismo en todos los países donde viven judíos?". Para Wells, la respuesta a esa pregunta era obvia: "Por culpa de los judíos". El tono de los últimos libros de Wells es forzadamente optimista, pero los recorre, como a su obra anterior, una desesperanza sorda. Este inventor de futuros científicos fantásticos apenas supo, en sus utopías sociales, proponer una repetición de las desigualdades e injusticias presentes. Murió un año después de Nagasaki e Hiroshima, catástrofes que tampoco pudo imaginar.
Página/12, Contratapa del 17 de enero de 1996
a.
Describir la situación argumentativa que diseña este texto. Indicar cuál es el problema argumentativo, cuál es la finalidad que persigue y qué posiciones sostienen el enunciador y su adversario.
b.
Analizar la dispositio, es decir, la organización de las partes del discurso.
c.
Subrayar los fragmentos que se atribuyen a la palabra de H.G. Wells. ¿Qué función cumple su introducción en el texto de Gelman?
d.
¿Qué tipo de argumento predomina en este texto?
Escritura Escribir un texto que sostenga la tesis: “Wells no era fascista”. Emplear como argumentos las mismas citas de Wells que aparecen en el artículo de Gelman.
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2.
Leer el texto que sigue para resolver las consignas que se proponen a continuación:
Comunicación y creación La información ocupa un lugar tan central en la civilización industrial, que ha dado lugar al curioso mito de que el universo no está hecho de cosas materiales sino de bits o unidades de información. Pero un instante de reflexión basta para caer en la cuenta de que esta tesis es falsa. En efecto, un sistema de información, tal como un circuito telefónico o una red de televisión, está compuesto por seres humanos (o por autómatas) que operan artefactos tales como codificadores, señales, transmisores, y receptores. Todos estos, empezando por los usuarios, son objetos materiales. Ni siquiera las señales son inmateriales: en efecto, toda señal cabalga sobre algún proceso material, tal como una onda electromagnética. En otras palabras, no es verdad que el mundo social se esté desmaterializando o, como lo expresó John Archibald Wheeler, que los bits estén reemplazando a los its. Comemos y secretamos moléculas, no bits. Lo que sí es verdad es que el correo electrónico está reemplazando al correo ordinario. Pero ambos procesos, la señal que se propaga por una red y la carta que es llevada de un lugar a otro, son procesos físicos. La revolución informática es una innovación técnica que no requiere un cambio de ontología. Nos reímos de los adoradores de las máquinas, porque creen que ellas pueden reemplazar al cerebro. Pero olvidamos que personajes parecidos ocupan puestos de mando en la sociedad moderna. ¿Qué si no un maquinólatra es el ministro de educación que pretende inundar las escuelas y universidades de computadoras, sin ocuparse en cambio de la calidad de los instructores, de la motivación de los estudiantes, del contenido de la enseñanza y de la utilización de laboratorios y talleres? ¿Qué otra cosa sino un tecnólatra, o supersticioso de la técnica, es el administrador de fondos para la investigación que da prioridad a los proyectos que involucran el uso intensivo de computadoras, sin importarle el valor del problema ni la originalidad del enfoque? Todos esos tecnólatras confunden formación con información, e investigación con elaboración o difusión de información. Lo mismo se aplica a los técnicos informáticos, tales como Ray Kurzweiler (2001), que profetizan que "dentro de pocas décadas la inteligencia de las máquinas sobrepasará a la inteligencia humana", y que incluso se fabricará "seres humanos inmortales basados en software". ¡Cuánto más fácil es trabajar de profeta que de investigador serio! Todos quisiéramos saber más y, al mismo tiempo, recibir menos información innecesaria. En efecto, el problema de nuestro tiempo no es tanto la escasez de información como su exceso. Piénsese, por ejemplo, en un médico o un ejecutivo: ambos están sometidos a un bombardeo constante de información electrónica, telefónica y postal. Para disponer de tiempo para aprender algo nuevo deben usar filtros; o sea, deben ignorar la mayor parte de la información que reciben. Hoy día hay que ignorar mucho para llegar saber algo: paradójico pero cierto. […]
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Sin duda, la creación de algunos conocimientos requiere el uso de computadoras. Por ejemplo, la búsqueda de tendencias centrales en una montaña de datos económicos ya no puede hacerse a mano. Y muchos cómputos en física, química, economía, ingeniería y otras disciplinas son tan complejos que, de hacerse a mano, exigirían un ejército de calculistas que trabajasen duro durante varios años. No hay duda, pues, que la computadora se ha vuelto indispensable en ciencia y técnica, así como en la gestión de empresas y organismos estatales. Pero de aquí no se sigue que las computadoras puedan reemplazar a los cerebros. Jamás podrán hacerlo, aunque más no sea porque las computadoras son diseñadas y construidas para ayudar a resolver problemas, no para encontrarlos o inventarlos. Y sin problema nuevo no hay investigación original, ya que toda investigación consiste, precisamente, en encontrar, analizar e intentar resolver algún problema. Más aun, un programa de computadora sólo puede atacar un problema muy bien planteado y con ayuda de un algoritmo preciso. La máquina más potente es impotente frente a un problema mal planteado, o bien planteado pero sin algoritmo para resolverlo. En particular, no hay ni puede haber algoritmos para diseñar nuevos algoritmos. En general, no hay programas para inventar ideas radicalmente nuevas y por lo tanto inesperadas. Sólo un cerebro vivo bien entrenado, curioso y motivado puede inventar ideas radicalmente nuevas, en particular analogías y principios de alto nivel. Las computadoras sólo pueden combinar ideas conocidas, y aun así a condición de que se les suministre las reglas de combinación. Esto vale, en particular, para los llamados programas genéticos, de los que se ha dicho que inventan. Lo que hacen es combinar elementos que se les da. Si bien es cierto que algunas de estas combinaciones son originales, son combinaciones que la máquina no es capaz de evaluar. Esto se parece a los monos de la fábula, que, tecleando al azar durante siglos, pueden producir algún texto novedoso sin que ellos mismos sean capaces de apreciarlo. Por añadidura, las computadoras trabajan a reglamento. No tienen espontaneidad, curiosidad ni corazonadas; carecen de intuición, no conciben proyectos, ni evalúan la importancia de proyectos o de resultados. Ni siquiera entienden lo que hacen ni para qué o para quién lo hacen. Para un elaborador de información, las oraciones "Perro mordió a hombre" y "Hombre mordió a perro" valen lo mismo, porque tienen la misma cantidad de información. No así para el periodista del viejo chiste. En suma, los medios de información, sean electrónicos o tradicionales, facilitan la elaboración o la difusión de información, pero no producen conocimiento. En particular, las computadoras no descubren hechos en el mundo exterior ni inventan teorías capaces de explicar o predecir hecho alguno. Por consiguiente, no pueden reemplazar al descubridor ni al inventor. Bibliografía Kurzweil, Ray. 2001. The law of accelerating returns. KurtzweilAl.net March 7, 2001. BUNGE, Mario. “Información + evaluación = conocimiento”, en Pliegos de Yuste, Revista multilingüe de cultura y pensamiento europeo 2003, Vol. 1. no 1
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a.
Analizar la situación comunicativa que da origen a este texto: • • •
caracterizar al enunciador y al destinatario al que se dirige, señalar su finalidad, identificar el género discursivo al que pertenece.
Justificar las respuestas con ejemplos tomados del texto. b.
Plantear el problema que se debate en este texto en forma de pregunta.
c.
Formular en sus propias palabras la respuesta que propone el texto para este problema.
d.
Identificar y sintetizar en sus propias palabras los argumentos que sostienen la posición del enunciador del texto.
e.
Identificar los enunciados referidos que aparecen en el texto y explicar la función que cumplen.
f.
Definir en los términos más precisos posibles la palabra “tecnólatra”.
Escritura En el recuadro que se presenta a continuación se reproducen el título y el copete de un artículo editorial publicado en el suplemento de Informática del diario La Nación. Escribir un texto que argumente convincentemente a favor de la tesis sostenida en este artículo.
Los libros no son máquinas Los intentos por reemplazar el papel por dispositivos electrónicos son fascinantes y pronto llegarán a producir aparatos muy útiles. Pero los libros que conocemos tienen alma, y seguirán con nosotros.
Guía para la planificación del escrito: Invención -
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-
Tener en cuenta el auditorio al que va dirigido este texto. Analizar sus características y trazar un perfil lo más preciso posible de este lector virtual. Elaborar argumentos. Para esta tarea es recomendable la lectura del capítulo “Fronteras del libro” y del artículo “Tinta digital” incluido en el cuaderno sobre explicación. Seleccionar los argumentos que resultan más convincentes teniendo en cuenta el auditorio al que se dirige.
Disposición
-
Elaborar un plan textual que comprenda la presentación del problema, los argumentos, la discusión de los posibles contra-argumentos y una conclusión.
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3. Leer atentamente el texto que sigue para resolver las consignas planteadas a continuación.
Botella al mar para el dios de las palabras Por Gabriel García Márquez A mis doce años de edad estuve a punto de ser atropellado por una bicicleta. Un señor cura que pasaba me salvó con un grito: ¡Cuidado! El ciclista cayó a tierra. El señor cura, sin detenerse, me dijo: ¿Ya vio lo que es el poder de la palabra? Ese día lo supe. Ahora sabemos, además, que los mayas lo sabían desde los tiempos de Cristo, y con tanto rigor, que tenían un dios especial para las palabras. Nunca como hoy ha sido tan grande ese poder. La humanidad entrará en el tercer milenio bajo el imperio de las palabras. No es cierto que la imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al contrario, está potenciándolas: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto alcance, autoridad y albedrío como en la inmensa Babel de la vida actual. Palabras inventadas, maltratadas o sacralizadas por la prensa, por los libros desechables, por los carteles de publicidad; habladas y cantadas por la radio, la televisión, el cine, el teléfono, los altavoces públicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de la calle o susurradas al oído en las penumbras del amor. No: el gran derrotado es el silencio. Las cosas tienen ahora tantos nombres en tantas lenguas que ya no es fácil saber cómo se llaman en ninguna. Los idiomas se dispersan sueltos de madrina, se mezclan y confunden, disparados hacia el destino ineluctable de un lenguaje global. La lengua española tiene que prepararse para un ciclo grande en ese porvenir sin fronteras. Es un derecho histórico. No por su prepotencia económica, como otras lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su dinámica creativa, su vasta experiencia cultural, su rapidez y su fuerza de expansión, en un ámbito propio de diecinueve millones de kilómetros cuadrados y cuatrocientos millones de hablantes al terminar este siglo. Con razón un maestro de letras hispánicas en los Estados Unidos ha dicho que sus horas de clase se le van en servir de intérprete entre latinoamericanos de distintos países. Llama la atención que el verbo pasar tenga cincuenta y cuatro significados, mientras en la república del Ecuador tienen ciento cinco nombres para el órgano sexual masculino, y en cambio la palabra condoliente, que se explica por sí sola, y que tanta falta nos hace, aún no se ha inventado. A un joven periodista francés lo deslumbran los hallazgos poéticos que encuentra a cada paso en nuestra vida doméstica. Que un niño desvelado por el balido intermitente y triste de un cordero, dijo: «Parece un faro». Que una vivandera de la Guajira colombiana rechazo un cocimiento de toronjil porque le supo a Viernes Santo. Que Don Sebastián de Covarrubias, en su diccionario memorable, nos dejó escrito de su puño y letra que el amarillo es el color de los enamorados. ¿Cuántas veces no hemos probado nosotros mismos un café que sabe a ventana, un pan que sabe a rincón, una cereza que sabe a beso? Son pruebas al canto de la inteligencia de una lengua que desde hace tiempos no cabe en su pellejo. Pero nuestra contribución no debería ser la de meterla en cintura, sino al contrario, liberarla de sus fierros normativos para que entre en el siglo veintiuno como Pedro por su casa.
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En ese sentido, me atrevería a sugerir ante esta sabia audiencia que simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros. Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indígenas a las que tanto debemos lo mucho que tienen todavía para enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y científicos antes de que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con los gerundios bárbaros, los ques endémicos, el dequeísmo parasitario, y devolvamos al subjuntivo presente el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el armonioso muéramos en vez del siniestro muramos. Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revolver con revólver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una? Son preguntas al azar, por supuesto, como botellas arrojadas a la mar con la esperanza de que le lleguen al dios de las palabras. A no ser que por estas osadías y desatinos, tanto él como todos nosotros terminemos por lamentar, con razón y derecho, que no me hubiera atropellado a tiempo aquella bicicleta providencial de mis doce años. Discurso pronunciado en la apertura del Primer Congreso de la Lengua Española para La Jornada, México, 8 de abril de 1997
a.
Describir la situación argumentativa que diseña este texto: indicar cuál es el problema argumentativo, qué finalidad persigue, cuál es la tesis que sostiene el enunciador y cuál es el destinatario de la fuerza persuasiva.
b.
Identificar por lo menos dos clases de argumentos empleados en este artículo. Ejemplificar con pasajes tomados del texto.
Escritura Escribir un artículo de opinión que desarrolle argumentativamente la posición sostenida en una de las citas siguientes. Indique el medio periodístico en el que prevé su publicación. (Extensión: entre 20 y 30 líneas).
a.
Las reglas siempre están para algo. Tienen un sentido y ese sentido suele ser histórico, filosófico, cultural. La falta de reglas y el desconocimiento de ellas es el caos, la disgregación cultural. Y eso puede ser gravísimo para nosotros, sobre todo en estos tiempos en que el español intenta resistir al avance del inglés omnipresente y del ciberlenguaje.
b.
Conservar letras inútiles por amor a las etimologías me parece lo mismo que conservar escombros en un edificio nuevo para que nos hagan recordar el antiguo.
100
4. Leer atentamente el texto que sigue para resolver las consignas planteadas a continuación.
Juguetes El adulto francés ve al niño como otro igual a sí mismo y no hay mejor ejemplo de esto que el juguete francés. Los juguetes habituales son esencialmente un microcosmos adulto; todos constituyen reproducciones reducidas de objetos humanos, como si el niño, a los ojos del público, sólo fuese un hombre más pequeño, un homúnculo al que se debe proveer de objetos de su tamaño. Las formas inventadas son muy escasas: algunos juegos de construcción, fundados en la tendencia a armar objetos, son los únicos que proponen formas dinámicas. En todos los otros casos, el juguete francés siempre significa algo y ese algo siempre está totalmente socializado, constituido por los mitos o las técnicas de la vida moderna adulta: ejército, radio, correos, medicina (maletines de médico en miniatura, salas de operación para muñecas), escuela, peinado artísitco (cascos rizadores), aviación (paracaidistas), transportes (trenes Citroëns, lanchas, motonetas, estaciones de servicio), ciencia (juguetes marcianos). Los juguetes franceses, al prefigurar literalmente el universo de las funciones adultas prepara al niño para que las acepte en su totalidad; le genera, aun antes de que reflexione, la seguridad de una naturaleza que siempre ha creado soldados, empleados de correos y motonetas. El juguete entrega el catálogo de todo aquello que no asombra al adulto: la guerra, la burocracia, la fealdad, los marcianos, etc. Por otra parte, el signo de renuncia no es tanto la imitación, sino su literalidad: el juguete francés es como una cabeza de jíbaro, en la que encuentra, del tamaño de una manzana, las arrugas y los cabellos del adulto. Existen, por ejemplo, muñecas que orinan; tienen un esófago, se les da el biberón, mojan sus pañales; dentro de poco, sin duda, la leche se transformará en agua dentro de su vientre. Así, se puede preparar a la niñita para la causalidad doméstica, “condicionarla” para su futuro papel de madre. Solo que, ante este universo de objetos fieles y complicados, el niño se constituye, apenas, en propietario, en usuario, jamás en creador; no inventa el mundo, lo utiliza. Se le preparan gestos sin aventura, sin asombro y sin alegría. Se hace de él un pequeño propietario sin inquietudes, que ni siquiera tiene que inventar los resortes de la causalidad adulta; se los proporciona totalmente listos: solo tiene que servirse, jamás tiene que lograr algo. Cualquier juego de construcción, mientras no sea demasiado refinado, implica un aprendizaje del mundo muy diferente: el niño no crea objetos significativos, le importa poco que tengan un nombre adulto; no ejerce un uso, sino una demiurgia: crea formas que andan, que dan vueltas, crea una vida, no una propiedad. Los objetos se conducen por sí mismos, ya no son materia inerte y complicada en el hueco de la mano. Pero esto es poco frecuente: de ordinario, el juguete francés es un juguete de imitación, quiere hacer niños usuarios, no niños creadores.
Barthes, Roland; Mitologías, México, Siglo XXI Editores, 1985 (primera edición en francés, 1957)
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a. Describir la situación argumentativa que diseña este texto: indicar cuál es el problema argumentativo, qué finalidad persigue, cuál es la tesis que sostiene el enunciador, y cuál el destinatario de la fuerza persuasiva. b. Identificar por lo menos dos tipos de argumentos empleados en este artículo. Ejemplificar con pasajes tomados del texto.
Escritura Escribir un artículo de opinión que desarrolle argumentativamente la posición sostenida en la cita siguiente. Indicar el medio periodístico en el que prevé su publicación. (Extensión: entre 20 y 30 líneas).
En la actualidad, el valor lucrativo y económico de los juguetes y el juego está puesto por encima de su valor educativo. Por lo tanto, las estrategias de marketing y el interés por aumentar las ventas del producto son los que definen las características del juguete.
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5. Leer atentamente el texto que sigue para resolver las consignas planteadas a continuación.
Los genes culturales Por Enrique Bellocopitow11 Hoy se admite que en la competencia económica internacional, tiene más valor para un país el conocimiento científico que sus recursos naturales o la mano de obra barata. Teniendo en cuenta este concepto, la emigración de un investigador capacitado no solo significa, para la Argentina, la pérdida de sus futuros descubrimientos y el aprovechamiento que a partir de ellos se pueda hacer, sino algo igual o más importante para el futuro: la pléyade de discípulos que este científico formará, ya no en nuestra tierra sino en su país de adopción. Es muy excepcional que un buen investigador se forme sin un maestro. El análisis de las listas de los Premios Nobel apoya esta afirmación. Luis Federico Leloir, ganador del premio en 1970, se formó con Bernardo Houssay12. El mismo César Milstein13 hizo sus primeras armas como investigador con Andrés Stoppani, quien a su vez se formó con Bernardo Houssay. Milstein viene a ser como el nieto científico de este último. Carlo Cori, premio Nobel junto con Houssay en 1947, tuvo como discípulos a Earl Sutherland que lo recibió en 1971 y la dupla Edward Fischer y Edwin Krebs que lo recibieron en 1992. Los discípulos del físico Max Born, Wolfgang Pauli y Werner Heisenberg, lo recibieron antes que su maestro, en 1945 y 1932, respectivamente. Born lo obtuv en 1954. Antes de hacer pie en la Argentina, la investigadora Eugenia Lustig estudió en investigó en Italia en el mismo grupo de su prima y compañera de estudios Rita Levy Montalcini, Nobel en 1986, de Renato Dulbeco, premiado en 1975, y de Salvador Luria, en 1969. La explicción de la conjunción de tres premios Nobel en el mismo grupo la dio la doctora Lustig: para ella la causa fue la calidad humana y la capacidad como investigador del director del grupo, el profesor Giuseppe Levy. Existen, además, ejemplos en los que la relación maestro alumno incluye relaciones familiares: Marie Curie ganó su primer premio Nobel en 1903, con su maestro, y luego esposo, Pierre. En 1911, ya viuda, consiguió su segundo premio, y sus discípulos, su hija Irene y su yerno Federico Joliot, lo ganaron en 1975. William Henry Bragg lo logró con su discípulo e hijo en 1915, mientras Niels Bohr lo obtuvo en 1922 y su hijo y discípulo en 1095. Es una política suicida no cuidar como un tesoro a los investigadores científicos de excelencia. Expulsarlos, como de hecho se lo hace en nuestro país, se convierte en un verdadero autosabotaje.
Publicado en revista El Arca del nuevo siglo, No 45−46, Buenos Aires,
11 Doctor en Química y director del Programa de Divulgación Científica de la Fundación Campomar. 12 Científico argentino, ganador del Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1947. 13 Científico argentino que debió exiliarse en el Reino Unido tras el golpe militar de 1962. En 1984 obtuvo el Premio Nobel de Medicina por el desarrollo de los anticuerpos monoclonales.
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c. Describir la situación argumentativa que diseña este texto: indicar cuál es el problema argumentativo, qué finalidad persigue, cuál es la tesis que sostiene el enunciador, y cuál el destinatario de la fuerza persuasiva. d. Identificar por lo menos dos argumentos empleados en este artículo. Ejemplificar con pasajes tomados del texto.
Escritura Escribir un artículo de opinión que desarrolle argumentativamente la posición sostenida en esta cita tomada de una conferencia del Dr. Bernardo Houssay. Indicar el medio periodístico en el que prevé su publicación. (Extensión: entre 20 y 30 líneas).
“Algunos creen que la ciencia es un lujo y que los grandes países gastan en ella porque son ricos. Grave error […]. No gastan en ella porque son ricos y prósperos, sino que son ricos y prósperos porque gastan en ella.”
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6. Leer atentamente el texto siguiente para resolver las consignas planteadas a continuación.
El herrero, el biólogo y la ética científica Supongamos en primer lugar que un afamado herrero fabrica buenos cuchillos para carniceros. La tradición familiar, su profesionalidad y espíritu de superación le han llevado a producir unas herramientas casi perfectas. Son herramientas bien templadas y prestas a cortar con precisión músculos y cartílagos con el mínimo esfuerzo. Supongamos ahora que un delincuente se hace con uno de tales útiles y comete con él una de esas horripilantes fechorías que estremecen a la comunidad entera. Está claro que la policía, la justicia y el resto de la sociedad concentrará su interés y preocupación en el delincuente, en su historia, su psicología y sus relaciones con el prójimo. El arma del crimen, debidamente etiquetada, no será más que una prueba en el proceso judicial. Nadie se volverá hacia el herrero para pedirle explicaciones o responsabilidades. Supongamos ahora otro caso: un biólogo molecular desarrolla una depurada técnica para manipular genéticamente tomates convencionales y conseguir así tomates perfectamente cúbicos. La sociedad celebra el invento porque supone una gran ventaja a la hora de embalar los frutos para su transporte. Pero sigamos. Supongamos también que esa misma técnica permite que un desalmado manipule seres humanos y consiga inventar otra especie de humanoide, digamos, por ejemplo, un homínido de proporciones muy pequeñas (de un kilo de peso individual), laborioso, resistente, semiinteligente y manso. Un esclavo perfecto. Las consecuencias del engendro de origen humano son imprevisibles, pero, en este caso, la mayor parte de la sociedad se volverá, horrorizada, hacia el biólogo de los tomates cúbicos. Estamos ante el problema central de la ética en la ciencia y tecnología. ¿Qué es lo común entre ambos casos? ¿Por qué nadie plantea siquiera la responsabilidad del herrero? ¿Por qué todos cuestionan la del biólogo? ¿Es inocente el herrero y culpable el biólogo? ¿Son inocentes los dos? ¿Será que ambos casos no son comparables? ¿Por qué no lo son? ¿Es la investigación totalmente libre? ¿Será que los investigadores son siempre inocentes y que los aplicadores de tales investigaciones son los únicos que pueden ser culpables? ¿Será que no pueden dictarse normas morales generales y que cada caso, como el del herrero y el del biólogo, deben resolverse con una especie de «sentido común particular»? El problema es cada día más importante en una sociedad cada día más dependiente de la ciencia y la técnica (si en verdad existe alguna diferencia fundamental entre ambas, y creo que no) y en una sociedad que pretende avanzar cada día en su autogestión democrática. La cuestión parece compleja y confusa, pero, y a ello voy a dedicar estas breves líneas, a lo mejor resulta ser de una sencillez casi brutal. Veamos lo que la fábula del herrero y del biólogo da de sí. La clave está, creo, en que ambos casos son más que comparables. De hecho sólo existe una diferencia fundamental entre ellos. Y en el análisis de tal diferencia está la solución. ¿Por qué tendemos a considerar inocente al herrero? Sólo por una razón. Todos conocemos y aceptamos el peligro de que el cuchillo de carnicero llegue a tener un mal uso. Es un riesgo perfectamente evaluado y asumido por la sociedad entera. Y, como lo asumimos todos, el herrero es tan inocente y tan culpable como cualquier otro ciudadano. En otras palabras, el herrero comparte su presupuesto de riesgos y beneficios. ¿Por qué tendemos a considerar responsable al biólogo? Porque ese presupuesto no se comparte. Atención, no se trata de que el riesgo no esté claro (podría no estarlo, podría ser incluso difícil de evaluar), pero esa falta de claridad, el riesgo del riesgo, es justamente lo que hay que conseguir compartir. Si el biólogo hiciera tomates cúbicos compartiendo el riesgo de sus trabajos con la sociedad entera, entonces su caso no se distinguiría en nada del caso del buen herrero. Y ahora la clave de la clave. ¿Por qué no se comparte el riesgo? He aquí algunas razones, sólo dos, por las que tal clase de riesgos no se comparte:
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Primera: Para que dos entes compartan algo, en principio debe poseerlo uno de ellos. Y, en general (y aunque la situación ya ha empezado a invertirse), el científico no suele detenerse a evaluar los riesgos de las consecuencias de lo que produce. En otras palabras, la comunidad científica genera muy poca opinión científica. Y si la comunidad científica no la genera (no tiene costumbre de debatir dentro de la propia comunidad científica este tipo de temas), entonces difícilmente se generará opinión científica en la sociedad. Compárese por ejemplo el volumen de opinión científica con el volumen de opinión política, económica, artística y, sobre todo, ¡deportiva! que manejamos cada día. Recuérdese el desconcierto cósmico de los legisladores a la hora de tratar temas sobre la vida humana (aborto, eutanasia... ¿qué es la vida?), sobre el medio ambiente (calidad del agua, del aire, basuras... ¿dónde están los límites?) o la energía (centrales nucleares, pantanos... ¿cuáles son los riesgos?). Está claro que la creación de opinión científica entre científicos todavía necesita estímulos. Segunda: Un sentimiento común dentro y fuera de la comunidad científica podría expresarse más o menos así: «El hombre de la calle, pobre hombre, no está preparado para seguir los complicados argumentos de un especialista. Su opinión, por tanto, jamás tendrá el mismo valor. Por lo tanto, no queda más remedio que confiar en los científicos. Que inventen ellos, que ellos sean los responsables». Falso. Una buena hipótesis de trabajo es: Todo (absolutamente todo) lo científico es transmisible y comprensible.
Las hipótesis de trabajo son principios y como tales no son verdaderas ni falsas. Funcionan o no funcionan. La mencionada hipótesis se asume, por ejemplo, en los modernos museos de ciencia. Hay que admitir que en ciencia funciona mejor que en otras formas de conocimiento, como en el caso del conocimiento político, económico, artístico o místico. Pero entre asumir la hipótesis o rechazarla, mejor asumirla. El conocimiento, cualquiera que sea su forma, no es una riqueza aplazable a ninguna otra. El conocimiento es, literalmente, materia de subsistencia, no menos, por ejemplo, que la mismísima salud. El pensamiento es libre, libérrimo, y ello afortunadamente para el concepto idea. Y la prueba está en que, de momento y en condiciones normales, no se puede «pinchar» un cerebro como se pincha un teléfono. En el mundo de las ideas todo es posible y, por lo tanto, todo está permitido. Pero cuando uno pasa del mundo de las ideas al mundo de los objetos, cuando uno altera la realidad, cuando uno experimenta, entonces uno se encuentra con que en esa realidad preexisten otras libertades que en muchos casos pagan, gozan y sufren tales experiencias. En ese mundo no todo es posible. Ese mundo tiene sus ligaduras. Son las limitaciones del progreso, es decir, las limitaciones que hacen que el progreso sea posible. Y ésta es la conclusión:
La comprensión pública de la ciencia no es ni un gramo menos trascendente que la comprensión que de la ciencia tienen los científicos. Éste es, sin duda, el pilar central de la llamada ética científica.
Wagensberg, Jorge; Ideas para la imaginación impura, Barcelona, Tusquets, 1998
a. Indicar a qué género discursivo pertenece este texto. Justificar la respuesta teniendo en cuenta su objeto, estilo y forma de composición. b. Plantear el problema que se debate en este texto en forma de pregunta. c. Formular en sus propias palabras la respuesta que propone el texto para este problema. d. Identificar y sintetizar en sus propias palabras los argumentos que sostienen la posición del enunciador del texto.
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La argumentación en el discurso científico El discurso científico tiene como propósito central contribuir a la producción y difusión social del conocimiento. Esta intención es la que moldea en mayor medida sus características enunciativas más allá de las diferencias específicas que derivan de los hábitos comunicativos de cada disciplina particular. En efecto, si bien cada área del saber se organiza según prácticas que le pertenecen y que dependen de la naturaleza de su objeto de estudio, es posible definir una serie de rasgos que, en términos generales, se mantienen constantes en las diversas disciplinas y que identifican al discurso científico en su conjunto.
La enunciación científica En el plano del estilo verbal, estos rasgos se manifiestan en la elección de un léxico preciso y específico de cada campo; en la construcción sintáctica tendiente a garantizar la claridad y facilitar la comprensión lectora y en la relativa ausencia de marcas que remitan a la subjetividad del enunciador. En efecto, el enunciador del discurso científico suele presentarse como “la voz del saber” y , en tanto tal, el enunciado se plantea como un discurso sin sujeto, de ahí que sean más frecuentes las estructuras en voz pasiva que permiten el borrado del sujeto personal. A veces, el enunciador recurre también a la primera persona del plural que lo inscribe en el enunciado como un sujeto colectivo identificado con una tradición científica antes que con un conjunto de sujetos en particular. Otra característica notable del estilo científico es la tendencia a explicitar las conexiones lógicas entre las proposiciones. A diferencia de lo que sucede con otras formas de discurso, en la comunicación científica la necesidad de evitar la ambigüedad lleva a explicitar la información y su organización tanto como sea posible. Esto explica la ocurrencia más frecuente de conectores que hacen visible la articulación lógica de la exposición. La trama del enunciado científico, por su parte, se nutre de un diálogo permanente con la autoridad, entendida esta como la voz de los autores que han constituido el campo de una disciplina. Este diálogo se manifiesta en el discurso a través de la inserción de citas textuales y otras formas de polifonía. Asimismo, este diálogo da lugar a la elaboración de un aparato paratextual especializado, en el que se destacan las notas al pie o al final del texto, las referencias y los listados bibliográficas y una batería de recursos visuales (gráficos, tablas, cuadros) que complementan el discurso verbal.
La estructura de la composición Desde el punto de vista estructural, el discurso científico es predominantemente argumentativo. Efectivamente, la comunicación científica, en todas su variedades genéricas, tiene como finalidad presentar un saber como plausible, es decir, como aceptable en un momento dado de la evolución del campo científico (y esto es válido tanto para las ciencias llamadas“blandas”, es decir, las que pertenecen al campo de las ciencias sociales y las humanidades como para las “duras”, las exactas y naturales). Por eso, aun cuando los textos científicos se organizan extensivamente sobre la base de secuencias explicativas, descriptivas y narrativas, el marco general en el que se insertan estas estructuras es siempre de tipo argumentativo ya que tiende a establecer y fundamentar un conocimiento. Dicho esto, es importante notar que la argumentación en el marco del discurso científico tiene un tono diferente del que habitualmente adopta en otras esferas. Las exigencias de rigor lógico y conceptual que regulan la producción científica se aplican a la argumentación y definen el carácter de las hipótesis y el tipo de pruebas o
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argumentos aceptables en este contexto y, a diferencia de lo que ocurre con otros géneros argumentativos, la vía racional es la única posible, en principio, para sostener las posiciones. Las aseveraciones fundadas en creencias, por ejemplo, no son aceptables como prueba en esta clase de discurso dado que los protocolos del trabajo científico exigen que toda afirmación enunciada en este marco se apoye en una ley general que le otorgue sustento.
1. Leer el texto que sigue para resolver las consignas que se plantean a continuación
Fronteras del libro Desde los inicios de los años 1990 uno se pregunta regularmente en los coloquios o revistas si el libro electrónico algún día podrá reemplazar al "verdadero" libro. Para muchos todavía, un "verdadero" libro no puede ser sino una obra impresa sobre papel, que se puede tomar entre las manos, llevar consigo a una playa o en el subte, y que además proporciona sensaciones táctiles y olfativas vinculadas a la materialidad del objeto. Según esta definición, es muy evidente que el documento electrónico jamás podrá acceder a la "dignidad" del libro. Recordemos que un debate similar ya se produjo en la Roma del siglo III de nuestra era. La ocasión se originó en la interpretación de un testamento en el cual se legaban "los libros" del difunto: ¿había que entender con eso únicamente los rollos de papiro o incluir los códices? Según la opinión jurídica de un abogado de la época, era esta última concepción la que debía prevalecer: Los códices también deben ser considerados como libros. Se agrupa bajo el apelativo de libros no rollos de papiro sino un modo de escritura que apunta a un fin determinado. (Cit. por Roberts y Skeat, 1983: 32)
Así, este juicio obliga a tomar cierta distancia respecto de la pregunta inicial, y nos recuerda que un libro encierra un escrito con una intención determinada. Esta intención responde a dos imperativos mayores: transportabilidad y permanencia. Un libro es eminentemente portátil, porque permite transportar un contenido de información mucho mejor de lo que podría hacerlo una colección de tabletas de piedra o cera, o un montón de volantes. Pero un libro también es un texto o un conjunto de datos visuales que posee un valor y que es posible conservar. Desde tiempo inmemorial, el libro es visto como la quintaesencia del testigo cultural, el condensado por excelencia del pensamiento de los individuos y las sociedades que nos precedieron. Por eso la destrucción de libros siempre fue percibida como una violencia hecha a la cultura y a la historia. Quemar un libro es querer que desaparezca un pensamiento: los autos de fe son un medio espectacular de destinar una doctrina o una obra al olvido colectivo.
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¿Puede considerarse que el libro electrónico responde a la doble exigencia de transportabilidad y conservación? Por lo que respecta a lo primero, la respuesta es más bien positiva. Por cierto, las computadoras portátiles ocupan todavía mucho más lugar que un libro de bolsillo, pero su potencial de almacenamiento es infinitamente superior al del papel. Hoy se habla de la posibilidad de guardar dos gigaoctetos de datos en una superficie de un centímetro cuadrado, o sea, ¡el equivalente de 350 mil páginas a una interlínea simple! Así, un individuo podría transportar en el bolsillo de su camisa todo el contenido de la famosa biblioteca de Alejandría. Mañana, sin duda será el equivalente de una biblioteca universitaria del siglo XX. Además, una vez digitalizado, el texto puede ser manipulado con una facilidad que habría hecho soñar a los monjes instalados de por vida en los scriptoria medievales. Codificado en SGML, un texto electrónico puede ser exhibido o impreso en cualquier formato, en una tipografía respetuosa de la jerarquía original. Por último, puede ser copiado a la velocidad de la luz y transferido en millones de ejemplares de un continente a otro en algunas horas. La cuestión de la conservación no es tan segura. Si el pergamino y, en una medida menor, el papiro pudieron atravesar milenios, no se posee casi retroceso para los soportes electrónicos. Al parecer, los CD-ROM pueden resistir al tiempo, pero algunos especialistas nos aseguran que su duración de vida no debería superar los diez años. Y por otra parte, ¿encontraremos todavía lectores capaces de leerlos dentro de cincuenta años? ¿Quién puede leer hoy disquetes de formato 5¼? En cuanto a nuestra experiencia de internauta, no es mucho más alentadora. Sobre una lista de enlaces ofrecidos por una página web, cabe esperar que la tercera parte esté perimida dentro de dos o tres años. Las causas de esto son múltiples: el autor del texto se mudó o perdió su cuenta con el servidor, o éste fue reemplazado. El texto electrónico revela aquí sus límites, que son el revés de sus cualidades: es frágil y puede desaparecer en cualquier momento. Bajo una forma electrónica, el libro es enfrentado así a su postrer avatar. La extremada labilidad del texto y la facilidad con que se lo puede manipular, recortar y copiar contribuyen a convertirlo en un objeto trivial, repetitivo y de un valor más relativo que nunca. Por eso, el libro papel durante mucho tiempo seguirá existiendo en paralelo, como medio de reconocimiento social y cultural. Hasta hace muy poco tiempo todavía, la cultura escrita era reconocible en elementos materiales y finitos: la página era la unidad de base del libro que, a su vez, constituía la unidad de relleno de un estante de biblioteca. Y ésta, desde Alejandría, era el sitio que apuntaba a totalizar todos los saberes. La virtualización del texto modifica radicalmente esta situación milenaria. Más que simple elemento de la biblioteca, un hipertexto es susceptible de dar acceso a ésta en su totalidad, sin tener necesariamente una localización material fija. Nuestra representación del saber ya ha quedado perturbada. Mientras el libro estaba circunscripto en dimensiones físicas limitadas, todavía podía acariciarse la idea de que el saber estaba compuesto de compartimentos bien delimitados y con tabiques estancos, a la manera de esos paralelepípedos alineados sobre los estantes de las bibliotecas. Con el hipertexto, resulta evidente que todo elemento de conocimiento está relacionado con una cantidad de otros, en un encadenamiento infinito. Si un hipertexto carece de límites en el espacio, tampoco los tiene en el tiempo. Las antiguas tecnologías del escrito eran pesadas y estaban ubicadas bajo el signo de la permanencia ("verba volant, scripta manent"). Un autor no podía aportar fácilmente modificaciones a su texto una vez que éste había sido grabado sobre una estela,
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copiado sobre un pergamino o impreso. El texto digitalizado, por el contrario, es modificable a voluntad, y un autor puede retomarlo incesantemente para hacerle correcciones y añadidos. Un hipertexto jamás está cerrado. Dicho lo cual, es probable que el lector experimente durante mucho tiempo aún la necesidad psicológica de culminar una lectura comenzada, saber que ha recorrido una obra suficientemente para hacerse una idea atinada y coherente. El texto narrativo tradicional está construido por excelencia en función de la palabra "Fin", que constituye la línea de horizonte hacia la cual el lector avanza a marcha forzada y por la que está impaciente, y en ocasiones desolado, de acercarse. Este horizonte constituye una supervivencia de los grandes mitos explicativos que acunaron la infancia de la humanidad, así como de las historias a través de las cuales todos nos descubrimos y construimos progresivamente. Ciertamente, lo narrativo también puede funcionar sin alcanzar jamás esta frontera, así como lo acredita el éxito de esos relatos por episodios que son los hechos cotidianos y la gesta de las estrellas y los grandes de este mundo, antes de que sean segados por la muerte. Pero el efecto ficción no funciona realmente bien sino en la medida en que el lector se deje absorber totalmente en un relato, lo cual supone un espesor temporal y una plena atención al universo imaginario en curso de elaboración. Por lo que respecta a la lectura con fines informativos, no cabe duda de que, en el mundo del hipertexto, ésta será cada vez más gobernada por el lector más que por una operación externa de terminación. El libro papel permite que el lector determine su navegación y el trabajo de lectura colocando señaladores. De igual modo, una obra digitalizada puede contener en un rincón de la pantalla un gráfico que indique la parte respectiva de lo que se ha leído y lo que resta leer; una ventana puede exhibir la lista de las páginas ya leídas; los señaladores pueden colocarse sobre las páginas a las que uno querría volver. Esos procedimientos ya son corrientes para realizaciones sobre CD-ROM. Además, el hipertexto puede dar al lector la posibilidad de reorganizar la masa de informaciones en función de sus necesidades, según un orden cronológico o espacial, o según los personajes en discusión o, incluso, según los tipos de desafíos. En el caso de la navegación sobre la web, los índices se tornan cada vez más sofisticados, siendo el desafío reunir en un espacio tan compacto como sea posible elementos textuales y visuales. Algunas herramientas dan al usuario una visión dinámica global sobre la organización de un sitio complejo, como Hyperbolic Tree, puesto a punto por Xerox e Inxight. Pero la principal herramienta de que dispone el lector la ofrecen los buscadores, que desdichadamente todavía están aquejados por problemas de redundancia y pertinencia que a menudo transforman las búsquedas en pruebas de frustración. Así, cada uno de nosotros habrá aterrizado ya en una página personal sin interés precisamente cuando se había pedido a su buscador que descubra todos los sitios donde se hablaba de viajes aéreos a precio reducido o reproducciones de obras de arte. Como no es posible impedir que un fulano en busca de notoriedad coloque en su página todas las palabras del diccionario para atraer la mayor cantidad de gente posible, necesariamente habrá que producir analizadores semánticos capaces de estimar estadísticamente el interés de una página determinada en función de un requerimiento. A un análisis de contenido podrían añadirse diversos medios de testear la credibilidad y pertinencia de la información colocada en una página, evaluando sobre todo los enlaces hipertextuales que apuntan o salen de ella. La manera de especificar un requerimiento de búsqueda también deberá hacerse cada
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vez más riguroso, invitando al usuario a aclarar por ejemplo la red semántica, la cantidad de páginas que debe contener el sitio o la amplitud de los textos. Así, no cabe duda de que el lector de mañana podrá realizar casi automáticamente, sobre el tema que le interese, compilaciones de páginas espigadas en Internet, y luego recibir la información con ayuda de diversos instrumentos de edición y lectura asistida. Alguien que se interesara en la teoría del caos, por ejemplo, podría lanzar una búsqueda sobre ese término, recopilar las páginas pertinentes, seleccionarlas y reunirías para luego imprimirlas en un cuaderno para su uso personal: esta forma de libro bien podría valer una obra impresa. Por otra parte, algunas editoriales ya comenzaron a explotar comercialmente este filón con colecciones del tipo "Leído en Internet". Y muchos individuos, poseedores de una página web, se consagran indulgentemente a trabajos de compilación, nada más que para poder compartir su pasión por un tema con los "surfeadores" del mundo entero. Por consiguiente, en muchos casos, el proyecto de lectura no será ya determinado por un autor ni por una estructura editorial, sino por elecciones personales organizadas alrededor de una temática y llevadas a término con ayuda de agentes informáticos.
VANDENDORPE, Christian, Del papiro al hipertexto. Ensayo sobre las mutaciones del texto y la lectura, Colección "Lengua y estudios literarios", México, Fondo de Cultura Económica, 2003 [Título original: Du papyrus à l’hypertexte,
(1999) Paris, Éditions Boreal]
a.
Caracterizar al enunciador y al destinatario de este texto.
b.
Sintetizar en una frase el tema tratado en este capítulo
c.
¿Cuál es el problema que se debate en este texto? Formularlo como una pregunta.
d.
¿Qué posición sostiene el enunciador respecto del problema?
e.
Señalar los argumentos que emplea para sostener su tesis.
f.
Insertar notas al pie para explicar el significado de las palabras o expresiones subrayadas en el texto.
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Integración La siguiente secuencia integra actividades de lectura y comprensión de textos narrativos y argumentativos, la síntesis de fuentes diversas y la producción de un ensayo argumentativo. Tras la lectura atenta de las fuentes, resolver las consignas que se presentan a continuación.
1930 Buenos Aires
Yrigoyen Al despeñadero de la crisis mundial llega también el presidente argentino Hipólito Yrigoyen. Lo condena el desplome de los precios de la carne y del trigo.
Callado y solo, Yrigoyen asiste al fin de su poder. Desde otro tiempo, desde otro mundo: este viejo tozudo se niega todavía a usar teléfono y jamás ha entrado a un cine, desconfía de los automóviles y no cree en los aviones. Ha conquistado al pueblo sin discursos, conversando, convenciendo a uno por uno, poquito a poco. Ahora lo maldicen los mismos que ayer desenganchaban los caballos de su carruaje para llevarlo a pulso. La multitud arroja a la calle los muebles de su casa. El golpe militar que voltea a Yrigoyen ha sido cocinado, al calor de la súbita crisis, en los salones del Jockey Club y del Círculo de Armas. El achacoso patriarca, crujiente de reuma, selló su destino cuando se negó a entregar el petróleo argentino a la Standard Oil y a la Shell; y para colmo quiso enfrentar la catástrofe de los precios comerciando con la Unión Soviética. −Ha sonado otra vez, para bien del mundo, la hora de la espada− había proclamado el poeta Leopoldo Lugones, anunciando la era militar en la Argentina. En pleno cuartelazo, el joven capitán Juan Domingo Perón ve que sale del palacio de gobierno, corriendo a todo lo que da, un entusiasta que grita: −¡Viva la Patria! ¡Viva la Revolución! El entusiasta lleva una bandera argentina arrollada bajo el brazo. Dentro de la bandera, la máquina de escribir que acaba de robar. GALEANO, Eduardo (1986), Memoria del fuego III. El siglo del viento, Buenos Aires, Siglo XXI, 1988. a) Caracterizar al narrador y al destinatario de este relato. b) Señalar en el texto los pasajes en los que se retrata a Yrigoyen. ¿Cómo se lo caracteriza? ¿Qué función cumplen estos segmentos descriptivos en el relato? c) Analizar la función de los enunciados referidos en el texto. d) ¿Cuáles son, según el narrador, las causas de la caída del gobierno de Hipólito Yrigoyen? Justificar la respuesta con indicios tomados del texto.)
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El texto que se reproduce a continuación corresponde a un fragmento del libro La Revolución de 1930 y los problemas de la democracia argentina de José Nicolás Matienzo14, publicado en octubre de 1930. Léanlo atentamente para resolver las consignas que siguen. "Cualquiera que sea el período en que el pueblo argentino se encuentre con relación a sus gobernantes, lo que está fuera de duda, lo que cada ciudadano recto debe tener siempre grabado en su mente, es que no hay institución ni corruptela que dure cuando la opinión pública le retira francamente su consentimiento (...). En la conferencia de 1929 (...) predije que la generación que eligió a Yrigoyen en 1916 no podría impedir el advenimiento de la nueva generación que estaba ya criticándolo y preparándose para gobernar el país. No pude entonces prever que el gobierno existente había de extremar sus atentados contra la constitución y la moral política y administrativa hasta hacerse intolerable en pocos meses más. La revolución anticipó entonces, el cambio que la opinión había ya resuelto operar. El pueblo confirmó la obra revolucionaria con inequívocas manifestaciones de aprobación y entusiasmo (...). El presidente Yrigoyen emulando la personalidad de los ministros que sólo conservaron de tales el título y el sueldo, asumió él solo la responsabilidad de todos los desaciertos y, llegada la crisis inevitable, no quiso renunciar como Juárez Celman, sino conservar por la fuerza el gobierno, como Rosas, y como Rosas fue vencido por el pueblo argentino. Es, pues, indispensable para la consolidación y progreso de la democracia argentina devolver a los ministros la plenitud de su personalidad constitucional. [Otra] garantía constitucional es la del respeto de la autonomía de las provincias (...). Cuando el partido radical llegó al gobierno en 1916 se olvidó del principio de su carta orgánica y allanó las autonomías provinciales con una sorprendente facilidad, habiendo dispuesto 34 intervenciones en menos de catorce años de gobierno (...). La mayor parte de estas 34 intervenciones fueron decretadas por simple resolución del presidente sin ley del congreso. Yo fui ministro del interior durante la presidencia de Alvear, desde el 12 de octubre de 1922 hasta el 23 de noviembre de 1923, durante esos trece meses no se decretó ninguna intervención del poder ejecutivo (...). Me retiré del ministerio porque el presidente quiso dar al comisionado [nombrado para llevar adelante la reciente intervención a Tucumán establecida por ley por el Congreso Nacional] facultades administrativas que a mi juicio el gobierno nacional no tiene en las provincias intervenidas (...). La falta de [estas] garantías deja un vacío tan grande en nuestro país que no hay virtud republicana ni inteligencia perspicaz ni voluntad vigorosa capaces de llenarlo (...). El resultado más o menos inmediato es la creación de un ejecutivo prácticamente irresponsable o sea de una autocracia, como la derrocada el 6 de septiembre (...). La revolución que acaba de realizarse ha tenido por objeto esencial defender la constitución conculcada por el gobierno personal (...)."
e. Describir la situación argumentativa que diseña este texto: indicar cuál es el problema argumentativo, qué finalidad persigue, cuál es la tesis que sostiene el enunciador y a qué destinatario se orienta la fuerza persuasiva. f.
¿Cuáles son, según Matienzo, las causas del derrocamiento de Yrigoyen? Comparar las razones planteadas en este texto con las que propone Galeano en el texto. ¿En qué se diferencian?
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José Nicolás Matienzo (1860-1936). Jurista, historiador, funcionario público. Fue un ferviente opositor a los personalistas tanto en la vida política como en la interpretación de la historia. A lo largo de su vida pública ejerció funciones de senador provincial en Buenos Aires, Procurador General de la Nación (1917-1922) y Ministro del Interior en el gabinete del presidente radical Marcelo T. de Alvear (1923). En 1932 fue elegido senador nacional por su provincia natal, Tucumán, cargo que desempeñó hasta su muerte. De su extensa producción de escritos legales e históricos cabe mencionar El gobierno representativo federal en la República Argentina (1910), La política americana de Alberdi (1912) y Cuestiones de derecho público argentino.
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3.
Usted es un historiador a quien un diario de circulación nacional le solicita un artículo de opinión al cumplirse un nuevo aniversario del golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930 que derrocó al presidente Yrigoyen. El escrito debe presentar una breve caracterización de la situación nacional e internacional en el momento del golpe, una síntesis de la obra de gobierno, una semblanza del mandatario depuesto y una evaluación de las consecuencias que tuvo este acontecimiento en la historia argentina. Además, en el texto deberá insertarse la frase siguiente en el lugar y en la forma que usted decida: “Para salir del atraso hay que generar riqueza. Y ello se logra sólo dentro del marco del sistema republicano, que incluye el respeto a la Constitución y la ley, el estado de Derecho, y el funcionamiento autónomo de las instituciones.” Para resolver esta consigna puede recurrir a los textos presentados en las actividades anteriores y a la cronología que se ofrece a continuación. No olvide titular el artículo. (Extensión del escrito: entre 25 y 30 líneas). Segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen 1928-1930 1928 12 de octubre: asunción de Hipólito Yrigoyen, a los 76 años, a la presidencia de la Nación (segundo mandato). Proyecto yrigoyenista de nacionalización del petróleo. Conflicto con la Standard Oil por cancelación de la concesión de la explotación del petróleo . 1929 Firma del convenio Oyhanarte-D'Abernon de trueque con Gran Bretaña: se intercambian elementos para ferrocarriles (Reino Unido) por cereales y otros productos primarios (Argentina). Octubre: crisis financiera en Wall Street. En Argentina, caída de la renta aduanera por descenso de los precios de la carne y el trigo, devaluación del peso, quiebras de empresas, bajas de salarios, aumento de la desocupación. Aprobación de leyes sociales: jornada laboral de ocho horas y jubilación de los empleados bancarios. Noviembre: asesinato del dirigente opositor Carlos Washington Lencinas en Mendoza. Diciembre: atentado contra el presidente Yrigoyen. Asesinato del dirigente Emilio López Arango, director del diario anarquista La Protesta. 1930 17 enero: nueva presentación de Yrigoyen ante el Congreso para solicitar la nacionalización del petróleo, la creación del Banco Agrícola y la reforma a la ley de arrendamientos rurales. 2 de marzo: comicios para renovar la Cámara de Diputados de la Nación. En Capital Federal, triunfo del Partido Socialista Independiente, apoyado por los conservadores y los antipersonalistas. Intensa oposición legislativa y de la prensa. 18 de julio: el Poder Ejecutivo de Córdoba presenta un proyecto en la Cámara de Senadores para otorgar a la Compañía General de Electricidad (estadounidense) una concesión por 99 años para el suministro de energía eléctrica en todo el país.
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9 de agosto: publicación del "Manifiesto de los 44” en el que diputados y senadores nacionales del Partido Socialista Independiente, de la Unión Provincial de Salta y de los partidos Conservador de Buenos Aires y Autonomista de Corrientes responsabilizan al Gobierno por la crisis institucional y económica que atraviesa el país. 3 de septiembre: manifestación opositora de estudiantes universitarios en la Facultad de Medicina. 6 de septiembre: a las 7.30, el general José F. Uriburu llega al Colegio Militar y encabeza un golpe de Estado. En la ciudad de la Plata, a las 19, renuncia del presidente Hipólito Yrigoyen ante el comandante del 7' Regimiento de Infantería. Primera vez, en setenta años de vida institucional, que un Presidente es expulsado del poder. Yrigoyen es detenido y confinado en la isla Martín García.
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