COMPILADO Winnicott (PDF)

January 25, 2017 | Author: Angie Nataly Albornoz Alvarez | Category: N/A
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INTRODUCCIÓN A LA CLÍNICA DE D. W. WINNICOTT Un recorrido cronológico por todas sus obras __________________________________________

SEBASTIÁN LEÓN PINTO SEMINARIO DE EXTENSIÓN ICHPA

Selección Bibliográfica

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Es mucho más difícil ocuparse de la salud que de la enfermedad. D. W. Winnicott

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ÍNDICE 1.- Introducción: Vida y obra de D. W. Winnicott …………………………...... 4 2.- «Conozca a su niño» ………………………………………………………... 6 3.- «El niño y el mundo externo» …………………………………………….... 8 4.- «Escritos de pediatría y psicoanálisis» ………………………………...….. 10 5.- «El niño, la familia y el mundo externo» ………………………...……….. 12 6.- «La familia y el desarrollo del individuo» ……………………………...… 14 7.- «Los procesos de maduración y el ambiente facilitador» ……………….... 16 8.- «Realidad y juego» ……………………………………………………..…. 19 9.- «Clínica psicoanalítica infantil» ………………..…………………………. 22 10.- «Psicoanálisis de una niña pequeña» ………………..…………………… 25 11.- «Deprivación y delincuencia» ………………………………………….... 27 12.- «El hogar: nuestro punto de partida» ……………………………..……… 30 13.- «Sostén e interpretación» ………………………………………..………. 33 14.- «Los bebés y sus madres» ……………………………………………...... 35 15.- «El gesto espontáneo» ………………………………………………….... 38 16.- «La naturaleza humana» …………………………………………………. 41 17.- «Exploraciones psicoanalíticas (I)» ………………………………...…..... 43 18.- «Exploraciones psicoanalíticas (II)» …………………………………...... 45 19.- «Conversando con los padres» …………………………………………... 48 20.- «Acerca de los niños». Síntesis ……………………………………..…… 51

4 Introducción: Vida y obra de D. W. Winnicott 1.

WINNICOTT. INTRODUCCIÓN. “Winnicott [descubrió], siendo un estudiante, «El origen de las especies», de Charles Darwin. (…) En el plano maestro de la evolución del hombre, sobre el que trabajó durante más de cuarenta años, Winnicott intentó explicar cómo el individuo crece, a través de la dependencia, hacia una forma de ser personal (…). Él subrayaría que era necesaria la continuidad del cuidado («la madre suficientemente buena») para sostener lo que él llamaba el «seguir siendo» [being], «la línea de vida» del infante, en las primeras etapas de su vida. Consideraba que la vida instintiva posiblemente constituía una complicación para la necesidad más importante del hombre de relacionarse, lo que para un psicoanalista resultaba enigmático. Para él, la enfermedad significaba la inhibición de aquella espontaneidad potencial que, desde su punto de vista, caracteriza el hecho de estar vivo en una persona. Y llegaría a la conclusión de que la psicopatología se origina en los cortes de esa continuidad, las distracciones en el desarrollo temprano de una persona: brechas causadas por las intrusiones, las deprivaciones y las catástrofes naturales de la infancia, muchas de las cuales consideraba como resultado de las fallas en el cuidado brindado por los padres” (Phillips, 1988 [1997]), p.15-16).

2.

LO QUE LLAMAMOS EL PRINCIPIO. “Donald Woods Winnicott nació en Plymouth el día 7 de abril de 1896. Le pusieron el nombre de su abuelo materno. Cuando Donald nació, Frederick y Elizabeth Winnicott ya tenían dos hijas mujeres, Cathleen y Violet, de cinco y seis años respectivamente. Según Winnicott, creció de algún modo… como si fuese hijo único con varias madres y con un padre que durante mi infancia dedicaba todo su tiempo a la política y a los negocios” (op. cit., p. 39-42).

3.

TOMANDO LA HISTORIA. “Winnicott daría tanta importancia como Anna Freud a los padres reales –cuya ayuda a menudo formaría parte del tratamiento- y las circunstancias en las cuales vivían. Klein, por ejemplo, se refiere en escasas oportunidades en su trabajo a las condiciones económicas y sociales. También al igual que Anna Freud, Winnicott no sería tan estricto como había sugerido Klein respecto de la no connivencia [complicidad] con el niño. Sin embargo, Winnicott tendía naturalmente a seguir la teoría de Klein. Gracias a su experiencia como pediatra (…) abordó el trabajo de Klein con su propia convicción acerca de la importancia que tenía el desarrollo del período pre-edípico en la vida del niño” (op. cit., p. 58).

4.

TIEMPOS DE GUERRA. “Durante la guerra sería cada vez más difícil ignorar la presión de la realidad externa. Winnicott se convirtió en su vocero representativo ante la Sociedad Británica [de Psicoanálisis]. (…) En diciembre de 1939 Winnicott y dos psiquiatras, John Bowlby y Emmanuel Miller, enviaron una carta al British Medical Journal en la que explicaban por qué «la evacuación de niños pequeños de entre dos y cinco años de edad crea grandes problemas psicológicos». Así como la llamada «neurosis de guerra había tenido gran influencia en el desarrollo de la teoría psicoanalítica, los problemas de los niños evacuados en Gran Bretaña modificaron el pensamiento psicoanalítico acerca de la infancia. La separación prematura del hogar podía significar mucho más que la experiencia real de tristeza para el niño; de hecho, podría llegar a producir un apagón emocional». Los problemas evolutivos que presentaba la evacuación, tanto para las madres como para los niños, marcaron un hito en el trabajo de Bowlby y de Winnicott, lo que no fue tan evidente en el de Melanie Klein” (op. cit., p. 74; 77).

5.

EL SELF EMERGENTE. “Winnicott (…) destacó la importancia de tratar los problemas emocionales mediante la no intervención y la provisión de un medio ambiente de sostén en el que los procesos «naturales» de crecimiento pudieran reafirmarse. (…) Un psicoanálisis demasiado militante había usurpado lo que él llamaba «procesos esencialmente naturales» o no confiaba en ellos. (…) Klein y sus discípulos eran (…) los objetos de la crítica implícita de Winnicott. Su creencia en la naturaleza se había convertido, entre otras cosas, en una crítica encubierta de los métodos hiperinterpretativos del psicoanálisis que no confiaba en el desarrollo como una tendencia humana natural. Era imposible

5 hacer que las personas se desarrollaran, pero sí se les podía proporcionar un marco relativamente no intrusito en el que el desarrollo resultaba posible” (op. cit., p. 113). 6.

CONSTRUYENDO LO REAL. “Winnicott señala: «Aún debemos considerar la cuestión acerca de qué es la vida misma». Para Winnicott, no se trataba de (…) una esencia conocida (…) sino de lo que, para cada persona, «proporciona la sensación de lo real». Esto era algo que sólo cada persona podía descubrir por sí mismo. La experiencia de estar vivo (…) no podía darse por sentada. Había personas que habían experimentado una falla tan severa del sostén ambiental temprano, que sentían que no habían comenzado a existir. Sus vidas se caracterizaban por una sensación de futilidad nacida de la complacencia. Para estas personas, el psicoanálisis implicaba la provisión de un medio en el que (…) «el paciente encontrará su propio self y podrá existir y sentirse real»” (op. cit., p. 141-142).

7.

EL JUEGO DE LA INTERPRETACIÓN. “Mientras que para Freud el psicoanálisis era en esencia una «talking cure» (…), para Winnicott la relación madre-bebé, en la que la comunicación era relativamente no verbal, se había convertido en el paradigma del proceso analítico, y esto modificaba el papel de la interpretación en el tratamiento psicoanalítico. Para el paciente neurótico y el psicótico, para el niño y el adulto, la interpretación era una extensión sofisticada del cuidado infantil (…). La característica definitoria del marco analítico no era, para Winnicott, exclusivamente un intercambio verbal. (…) Tanto para el paciente como para el analista, el juego reemplazó el conocer como la meta y el medio del análisis. (…) Jugar es el proceso de encontrar lo que nos interesa a través del placer, pero por definición constituye un estado de conocer transicional, creativo en virtud de lo que siempre está inconcluso. Y, desde luego, si bien es posible jugar con las palabras, el juego no es exclusivamente verbal” (op. cit., p. 151-152; 156-157).

6 «Conozca a su niño. Psicología de las primeras relaciones entre el niño y su familia» (1957a [1945-1957]) {«The child and the family»} 1.

CONOZCA A SU NIÑO. LA MADRE [DEDICADA COMÚN Y CORRIENTE] Y SU BEBÉ. UN “El hecho de convertirse con el tiempo en individuos adultos, sanos, independientes y positivos para la sociedad depende en forma absoluta de un buen comienzo que la naturaleza asegura por medio del vínculo entre el bebé y su madre, lo que se llama amor. (…) Esto incluye también al padre, no sólo porque pueden ser buenas «madres» durante períodos limitados, sino también porque pueden ayudar a proteger a la madre y al bebé contra todo aquello que ponga en peligro el vínculo que los une y que constituye la esencia y la naturaleza misma del desarrollo normal del niño” (Winnicott, 1957a, p. 15-16). CÓMO CONOCER A SU BEBÉ [1945]. El cuidado de un niño recién nacido constituye una tarea de dedicación exclusiva y (…) sólo hay una persona que puede hacerla bien” (op. cit., p. 24). HOMBRE OPINA SOBRE LA MATERNIDAD [1949];

2.

EL BEBÉ: UNA EMPRESA EN MARCHA [1949]. “Su bebé no depende de usted para su crecimiento y desarrollo. Cada bebé es una empresa en marcha. En cada uno de ellos existe una chispa vital, y ese anhelo de vida, crecimiento y desarrollo forma parte del bebé, es algo con lo que el niño nace y que se cumple en una forma que no necesitamos comprender. Por ejemplo, si usted entierra un bulbo en una maceta, sabe muy bien que no necesita hacer algo para que se convierta en un narciso; simplemente se limita a proveer la clase de tierra adecuada y proporcionarle el agua que necesita. El resto se produce naturalmente, porque el bulbo contiene vida en sí mismo. Ahora bien, el cuidado de los niños es mucho más complicado que el de un narciso, pero el ejemplo es adecuado porque, en ambos casos, tiene lugar un proceso del cual usted no es responsable” (op. cit., p. 28-29). EL BEBÉ COMO PERSONA [1949]. “Hay quienes sostienen que, hasta los 6 meses, un bebé no es más que un cuerpo y un conjunto de reflejos. Por favor, no se deje impresionar por quienes hablan así. Disfrute a medida que vaya descubriendo la persona que es su bebé, porque éste necesita que usted lo haga, y así estará preparada, aguardando sin apuro, agitación o impaciencia a que el bebé comience a jugar. Esto es lo que indica, por encima de todo, la existencia de una vida personal interna en el bebé. Si encuentra en usted una correspondiente capacidad para el jugar, la riqueza interior del bebé florece, y los momentos en que juegan juntos se convierten en la mejor parte de la relación entre ustedes dos” (op. cit., p. 59).

3.

EL MUNDO EN PEQUEÑAS DOSIS [1949].

4.

LOS PROBLEMAS FAMILIARES. ¿Y EL PADRE? [1945]. “Cuando tanto la madre como el padre aceptan con facilidad la responsabilidad por la existencia del hijo, el terreno está preparado para un hogar feliz. (…) El niño conoce en primer lugar a la madre. Tarde o temprano llega a reconocer ciertas cualidades de la madre, algunas de las cuales quedarán asociadas a ella para siempre: suavidad, dulzura. Pero la madre exhibe también toda clase de cualidades severas; por ejemplo: puede mostrarse dura, severa y estricta. (…) Ciertas cualidades de la madre, que no constituyen parte esencial de ella, se agrupan gradualmente en la mente del niño y atraen hacia sí los sentimientos que éste, con el tiempo, se inclina a experimentar hacia el padre. Es mucho mejor tener un padre fuerte a quien se pueda respetar y amar, que simples cualidades maternas, normas y reglamentos, permisos y prohibiciones, cosas muertas e indiferentes. De modo que, cuando el padre aparece en la vida del niño como tal, se hace cargo de sentimientos que el hijo había experimentado ya hacia ciertas

“La persona normal tiene, al mismo tiempo, el sentimiento de la realidad del mundo y de la realidad de lo que es imaginario y personal (…). Nuestra ventaja es grande, porque ello nos permite utilizar nuestra imaginación para tornan más atractivo al mundo y aprovechar los objetos del mundo real para enriquecer nuestra imaginación. ¿Se trata de una evolución natural? No, a menos que al comienzo cada uno de nosotros cuente con una madre capaz de presentarnos al mundo en pequeñas dosis. (…) Es mucho lo que depende de la forma en que el mundo se presenta al bebé y al niño que crece. La madre corriente puede comenzar y llevar a cabo esta desconcertante tarea de presentar el mundo en pequeñas dosis, no porque sea inteligente, como los filósofos, sino simplemente por el amor que siente hacia su hijo” (op. cit., p. 84; 90).

7 características de la madre, y para ésta constituye un gran alivio que el padre las asuma” (op. cit., p. 128-129; 126-127). 5.

“Trataré de explicar por separado de qué maneras el padre es valioso. En primer lugar, el padre es necesario en el hogar como ayuda moral y material de la madre. (…) La unión del padre y la madre proporciona un hecho, un hecho sólido sobre el cual el niño puede construir una fantasía, una roca a la que aferrarse y a la que puede atacar y, además, forma parte de los cimientos naturales para una solución natural frente al problema de la relación triangular. En segundo lugar: (…) el padre es necesario para proporcionar apoyo moral a la madre, para respaldar su autoridad, y constituirse en el ser humano que representa la ley y el orden que la madre implanta en la vida del niño. (…) En tercer lugar, el niño necesita al padre por sus cualidades positivas y por lo que lo distingue de los otros hombres, y de la vitalidad de su personalidad. (…) El padre enriquece enormemente el mundo del niño. (…) Los niños forman su ideal, por lo menos en parte, según lo que ven, o creen ver, cuando miran al padre. (…) Y si el padre interviene alguna vez en sus juegos, inevitablemente aportará nuevos y valiosos elementos que enriquecen la actividad infantil. (…) Una de las cosas que un padre hace por sus hijos es estar vivo y mantenerse vivo durante los primeros años de la infancia. (…) Es sabido que a veces existe un vínculo particularmente vital entre un padre y su hija. En realidad, toda niñita sueña con ocupar el lugar de la madre o, por lo menos, sueña con aventuras románticas. (…) También puede suceder que un niño y su padre se sientan rivales con respecto a la madre. Esta situación no crea ansiedad si el padre y la madre son felices juntos y se sienten seguros de su mutuo amor” (op. cit, p. 127-131).

6.

¿QUÉ ENTENDEMOS POR UN NIÑO NORMAL? [1946]. “Un niño puede emplear todos o cualquiera de los recursos provistos por la naturaleza como defensa frente a la ansiedad y el conflicto intolerable. Los recursos empleados (en la salud) se relacionan con el tipo de ayuda disponible. La anormalidad se exhibe en una limitación y una rigidez en la capacidad del niño para utilizar síntomas, y en una relativa falta de relación entre los síntomas y lo que cabe esperar en cuanto a ayuda. (…) Tenga plena confianza en la capacidad de su niño para jugar. Si un niño juega, hay lugar para un par de síntomas, y si un niño puede disfrutar del jugar, sea en soledad o en la compañía de otras criaturas, no se avecinan dificultades serias. (…) El jugar demuestra que ese niño es capaz, en un medio razonablemente satisfactorio y estable, de desarrollar una forma personal de vida y de convertirse eventualmente en un ser humano completo, deseado como tal y bien recibido por el mundo en general” (op. cit., p. 155; 159).

7.

LOS HIJOS ADOPTIVOS [1955].

“Todo niño adoptivo debe enterarse de su situación lo antes posible y (…) son sus padres adoptivos quienes deben aclarárselo. (…) El principal [motivo] es que, de una u otra manera, los niños lo descubren con el tiempo. Cuántas veces he podido atribuir la causa de un cambio negativo en una criatura normal a un comentario escuchado camino de la escuela, cuando el hijo de un vecino repite lo que ha oído decir a los adultos que creían que nadie escuchaba su conversación. (…) Los niños adoptivos exigen reflexión, incluso cuando son sanos. Es muy natural que un adolescente trate de descubrir todo lo que pueda acerca de sus verdaderos padres. He ayudado a muchos adolescentes en este tipo de investigación. (…) Si esto ocurre con su hijo adoptivo, confío en que no se sienta insultada; es natural que un ser humano quiera saber todo acerca de su origen” (op. cit., p. 191; 194).

8 «El niño y el mundo externo» (1957b [1938-1954]) {«The child and the outside world»} 1.

EL NIÑO Y EL MUNDO EXTERNO. EL CUIDADO DE LOS NIÑOS EN CRECIMIENTO. NECESIDADES DE LOS NIÑOS MENORES DE CINCO AÑOS EN UNA SOCIEDAD CAMBIANTE [1954]. “Es necesario pensar todo el tiempo en el niño en desarrollo. (…) Cada niño de cuatro años, tiene también tres, dos y uno, y es al mismo tiempo un bebé recientemente destetado o recién nacido e incluso en el vientre materno. En términos de personalidad y de desarrollo emocional, hay una enorme distancia entre el bebé recién nacido y el chico de cinco años. La única manera de recorrer esa distancia consiste en proporcionar ciertas condiciones. Tales condiciones sólo necesitan ser tolerablemente buenas, ya que la inteligencia de un niño se torna cada vez más capaz de soportar las fallas y hacer frente a las frustraciones mediante una preparación anticipada. (…) Una necesidad del niño de cuatro años bien desarrollado es la de contar con padres con los que pueda identificarse. (…) El hogar, basado en la relación entre los padres, cumple una función a través de su existencia y supervivencia; el odio manifiesto del niño y el odio que aparece en los desastres de los sueños, puede tolerarse debido a que el hogar sigue funcionando a pesar de lo peor y a causa de lo mejor. (…) Una criatura de cualquier edad que necesita sentirse afectuosamente sostenida requiere una forma física de amor que la madre le proporcionaba naturalmente cuando lo llevaba en su seno” (Winnicott, 1957b, p. 13-15).

2.

LA TIMIDEZ Y LOS TRASTORNOS NERVIOSOS EN LOS NIÑOS [1938].

3.

LOS NIÑOS BAJO TENSIÓN. LA MADRE DEPRIVADA [1939]. “Cuando un niño es alejado de sus padres surgen sentimientos muy intensos. Quienes se ocupan de los problemas relativos a la evacuación de niños deben tener en cuenta los problemas de las madres tanto como los de las madres circunstanciales, si aspiran a comprender las consecuencias de lo que hacen. Cuidar de niños ajenos puede ser una tarea difícil y exigente, y puede vivirse como una tarea de guerra. Pero el simple hecho de verse privada de los propios hijos es una tarea de guerra muy poco satisfactoria, que no puede atraer a ningún progenitor, y que sólo puede tolerarse si se aprecia debidamente las posibilidades de peligro. Por esa razón es necesario hacer un verdadero esfuerzo por descubrir cómo se siente una madre privada de su hijo” (op. cit., p. 88).

4.

EL NIÑO EVACUADO [1945].

“El uso adecuado de la historia clínica y la forma en que se la toma pueden ayudar (…), si ello se combina con un conocimiento (…) del desarrollo emocional del niño. (…) El médico obtiene de los padres un cuadro tan claro como puede de la vida pasada del niño y de su estado actual, y trata de relacionar los síntomas por los cuales le han traído al niño, con su personalidad y con sus experiencias externas e internas. (…) A menudo (…) puede llegar a saber cómo son los padres de un niño, sobre todo en el caso de progenitores «imposibles», demasiado exigentes o descuidados; también puede averiguar cuál es la posición del niño en la familia. Pero hay tanto más. Incluso si se ignora el desarrollo interno, a menudo es posible relacionar muchas cosas con hechos tales como la muerte de un hermano, una tía o un abuelo predilecto o, desde luego, la pérdida de uno de los padres mismos. (…) Desde luego, conviene recordar que la nerviosidad y la timidez ofrecen un aspecto sano, normal” (op. cit., p. 4547).

“No sería raro que una muy necesaria comprensión del cuidado infantil llegara a difundirse como consecuencia de lo que esa gente [padres circunstanciales] ha vivido” (op. cit., p. 89). EL RETORNO DEL NIÑO EVACUADO [1945]. “Me he referido ya al niño evacuado, y he tratado de mostrar que en los casos en que la evacuación constituyó un éxito, ello nunca fue por casualidad, sino que significó en todos los casos un logro. Como probablemente ya lo supongan, no es probable que yo afirme que el retorno del niño evacuado es un asunto simple y directo. Sin duda, no puedo decirlo porque no lo creo. El retorno del niño que ha estado durante largo tiempo lejos de su hogar es algo sobre lo cual vale la pena reflexionar, porque un manejo poco cuidadoso en el momento crítico puede ser causa de mucha amargura. (…) La renovación del contacto lleva tiempo, y (…) el manejo de cada retorno debe estar personalmente supervisado” (op. cit., p. 94; 98).

9 5.

“Cuando se investigan las neurosis siempre se encuentra que el bloqueo que impide el desarrollo emocional tiene su origen en la temprana infancia. A los 2, 3 y 4 años se experimentan las relaciones interpersonales más intensas y es entonces cuando surge una honda ansiedad. La ansiedad lleva al individuo a levantar defensas, y son estas defensas organizadas las que aparecen como enfermedad neurótica o trastornos caracterológicos” (op. cit., p. 138). POR QUÉ JUEGAN LOS NIÑOS [1942]. “¿Por qué juegan los niños? He aquí algunas de las razones, quizás evidentes, pero que vale la pena revisar. Placer. (…) Para expresar agresión. (…) Para controlar ansiedad. (…) Para adquirir experiencia. (…) Para establecer contactos sociales. (…) Integración de la personalidad. (…) Comunicación con la gente” (op. cit., p. 154-157).

6.

EL NIÑO Y EL SEXO [1947]. “Un niño es tanto más que sexo, tal como una hermosa flor es tanto más que agua. Con todo, un botánico fracasaría en su tarea si al describir una planta olvidara mencionar el agua, principal componente de aquélla. En psicología realmente se ha corrido el peligro de que los aspectos sexuales de la vida infantil fueran dejados de lado por un tabú sobre la sexualidad infantil. El instinto sexual se integra en la infancia, en una forma sumamente compleja, a partir de todos sus componentes, y existe como algo que enriquece y complica toda la vida del niño sano. Muchos de los temores infantiles están relacionados con ideas y excitaciones sexuales, con los consiguientes conflictos mentales conscientes e inconscientes. Las dificultades en la vida sexual del niño explican muchos trastornos psicosomáticos, sobre todo los de tipo recurrente. La base para la sexualidad adolescente y adulta se establece en la infancia, así como las raíces de todas las perversiones y dificultades sexuales” (op. cit., p. 171).

7.

LA AGRESIÓN [1939].

HACIA UN ESTUDIO OBJETIVO DE LA NATURALEZA HUMANA [1945].

“El amor y el odio constituyen los dos principales elementos a partir de los cuales se elaboran todos los asuntos humanos. (…) En el niño hay amor y odio de plena intensidad humana. (…) Esta agresividad instintiva (…) originalmente forma parte del (…) amor instintivo. Es algo que aumenta durante la excitación, y su ejercitación resulta altamente placentera. (…) Cuando existen esperanzas con respecto a las cosas interiores, la vida instintiva es activa, y el individuo puede disfrutar del uso de sus urgencias instintivas, incluyendo las agresivas, para reparar en la vida real lo que ha dañado en la fantasía. Esto constituye la base del juego y el trabajo. (…) Los padres y los maestros deben cuidar de que los niños nunca encuentren una autoridad tan débil que pierdan el control, o bien, debido al miedo, que se hagan ellos mismos cargo de la autoridad. (…) La agresividad madura [ej.: competencia y potencia en adolescentes varones] no es algo que deba curarse, sino algo que debe observarse y permitirse. (…) Una de las finalidades del desarrollo de la personalidad es la de tornarse capaz de recurrir cada vez más a lo instintivo (…), al servicio de la actividad sublimada” (op. cit., p. 172-179).

10 «Escritos de pediatría y psicoanálisis» (1958 [1931-1956]) {«Collected papers: Through paediatrics to psycho-analysis»} 1.

ESCRITOS DE PEDIATRÍA Y PSICOANÁLISIS. PRIMERA PARTE [PEDIATRÍA]. NOTA SOBRE LA NORMALIDAD Y LA ANGUSTIA [1931]. “Si bien, desde un punto de vista puramente físico, toda alteración de la salud puede considerarse anormal, no por ello se debe decir que todo decaimiento físico causado por conflictos y tensiones emocionales es necesariamente anormal. «Es normal estar enfermo». (…) No es necesariamente el niño normal el que vive los primeros años de su vida sin mostrar la existencia de conflictos emocionales en la dilación de su desarrollo físico y el deterioro de su salud. Este aspecto de la formación de síntomas permite al observador vislumbrar cuál es la causa de un gran número de dolencias infantiles, y en todo trabajo sobre pediatría clínica es necesario hacer frecuentes referencias al papel desempeñado por la angustia. (…) La angustia es normal en la infancia. La salud física se ve a menudo trastornada en la infancia a causa de factores que no son físicos. (…) Si se comprende el manejo de los niños ansiosos, lo que a menudo quiere decir observación inactiva sin ansiedad por parte del médico, en muchos casos es posible acelerar el regreso de la buena salud” (Winnicott, 1958, p. 15-36).

2.

SEGUNDA PARTE [PEDIATRÍA DE ORIENTACIÓN PSICOANALÍTICA]. REPARACIÓN CON RESPECTO A LA ORGANIZACIÓN ANTIDEPRESIVA DE LA MADRE [1948]. “La consecución de la capacidad para hacer reparaciones referentes a la culpabilidad personal es uno de los pasos más importantes en el desarrollo del ser humano sano. (…) Clínicamente, nos encontramos con una falsa reparación que (…) se manifiesta a través de la identificación del paciente con la madre y su factor dominante (…) lo constituye (…) la defensa organizada por la madre con el fin de combatir la depresión y la culpabilidad inconsciente. (…) En casos extremos, estos niños se enfrentan a una tarea que nunca puede ser cumplida. En primer lugar, su tarea consiste en afrontar el estado de ánimo de la madre. Si lo logran, no hacen más que crear un ambiente en el que pueden empezar sus propias vidas. (…) Lo que suele observarse es que la madre (o el padre) del niño posee una personalidad dominante. (…) En un caso favorable resulta posible tomar partido por el niño en contra de los padres y al mismo tiempo ganarse y conservar la confianza de éstos. (…) A veces ellos [mis pacientes] producen realmente la clase de cosas que a ellos les parece que a mí me gusta oír. (…) En la transferencia se ha revivido una depresión paterna o materna. Yo debo ser capaz de darme cuenta de ello. (…) Cada uno (…) debe lograr su propio crecimiento a su propio ritmo, y debe desarrollar su propio sentido de responsabilidad (…). La necesidad individual de reparación puede estar relacionada menos con el sentimiento personal de culpabilidad que con el sentimiento de culpabilidad o de depresión anímica del padre o de la madre” (op. cit., p. 127-134).

3.

TERCERA PARTE [PSICOANÁLISIS]. EL ODIO EN LA CONTRATRANSFERENCIA [1947]. “Los fenómenos de la contratransferencia podrían clasificarse de la siguiente manera: 1. Anormalidad en los sentimientos de contratransferencia, y relaciones e identificaciones fijas que se hallan bajo represión en el analista. 2. Las identificaciones y tendencias correspondientes a las experiencias personales del analista y a su desarrollo personal y que aportan el marco positivo para su labor analítica y que hacen que la índole de su trabajo difiera del de cualquier otro analista. 3. De estas dos distingo la contratransferencia verdaderamente objetiva o, si esto resulta difícil, el amor y odio que siente el analista como reacción ante la personalidad y el comportamiento del paciente, contratransferencia basada en la observación objetiva. Sugiero que si un analista debe analizar a psicóticos o antisociales, debe ser capaz de ser tan plenamente consciente de la contratransferencia como para separar y estudiar sus reacciones objetivas ante el paciente. El odio se halla incluido entre ellas” (op. cit., p. 264).

4.

LA MENTE Y SU RELACIÓN CON EL PSIQUESOMA [1949].

“La aceptación del no saber [por parte de la paciente le] produjo un tremendo alivio. «Saber» se transformó en «el analista sabe», es decir, «se comporta como digno de confianza en la adaptación activa a las necesidades del paciente». La vida entera de la paciente se había edificado en torno al funcionamiento mental que falsamente se había convertido en el lugar (la cabeza) del que partía su vida, y su vida, que acertadamente a ella le había parecido falsa, se había desarrollado partiendo de este funcionamiento mental. (…) La regresión (…)

11 ha producido un avance hacia una nueva existencia en calidad de individuo real que se siente real” (op. cit., p. 335-337). 5.

REPLEGAMIENTO Y REGRESIÓN [1954].

“«Replegamiento» se refiere a un distanciamiento de la relación despierta con la realidad externa, distanciamiento que a veces cobra la forma de un breve sueñecillo. Al hablar de «regresión» me refiero a la regresión a la dependencia y no específicamente a la regresión en términos de zonas erógenas. (…) Si inmediatamente después de la aparición de dicho estado [de replegamiento] el analista es capaz de sostener al paciente [a través de la comprensión profunda de sus necesidades], entonces lo que hubiese sido un replegamiento se convierte en una regresión. La ventaja de la regresión estriba en que lleva consigo la oportunidad de corrección de la inadecuada adaptación a la necesidad en el pasado del paciente, es decir, en el cuidado recibido por el paciente durante la infancia. En contraste, el estado de replegamiento no resulta provechoso y el paciente no ha cambiado cuando se recupera de tal estado. Siempre que comprendemos profundamente a un paciente y que se lo demostramos por medio de una interpretación correcta y oportuna, de hecho lo que estamos haciendo es sostenerle y participar en una relación en la cual el paciente se halla en cierto grado de regresión y dependencia” (op. cit., p. 341; 349).

6.

ASPECTOS METAPSICOLÓGICOS Y CLÍNICOS DE LA REGRESIÓN DENTRO DEL MARCO PSICOANALÍTICO [1954]. “El análisis no es solamente un ejercicio técnico. Es algo que somos capaces de realizar

cuando hemos alcanzado una fase determinada en la adquisición de una técnica básica. Lo que somos capaces de hacer nos permite cooperar con el paciente en el seguimiento del proceso, que en cada paciente tiene su propio ritmo y su propio curso; todos los rasgos importantes de este proceso emanan del paciente y no de nosotros en tanto analistas. Por consiguiente, convendrá que tengamos claramente presente la diferencia entre la técnica y la ejecución del tratamiento. Es posible llevar a cabo un tratamiento con una técnica limitada y, a la inversa, con una técnica altamente evolucionada es posible fracasar en la puesta en práctica del tratamiento. (…) La regresión [es] un mecanismo curativo, un mecanismo que queda en potencia a no ser que exista una nueva adaptación ambiental digna de confianza que el paciente pueda utilizar para corregir el fracaso originario de adaptación. (…) Al recobrarse de la regresión, el paciente (…) necesita del análisis ordinario tal como se ha creado para el control de la posición depresiva y del complejo de Edipo en las relaciones interpersonales” (op. cit., p. 371-372; 390). 7.

VARIEDADES CLÍNICAS DE LA TRANSFERENCIA [1955-1956]. “Los casos límite o (…) los casos o momentos psicóticos que se presentan en el transcurso del análisis de pacientes neuróticos o de personas normales (…) [amplían] el concepto de transferencia, ya que en el momento del análisis de estas fases, el yo del paciente no puede suponerse como entidad instaurada, y no puede haber una neurosis de transferencia (…). Aquí (…) se halla la dependencia absoluta. Hay (…) una tendencia regresiva (…). El marco cobra mayor importancia que la interpretación. (…) El comportamiento del analista, representado por lo que he llamado «el marco», por ser suficiente en lo que hace a la adaptación a la necesidad, es percibido por el paciente como algo que da pie a una esperanza de que el verdadero self pueda por fin correr los riesgos propios de empezar a experimentar la vida. A la larga, el self falso se entrega al analista. (…) Una de las características de la transferencia en esta fase es (…) que el presente (…) es el pasado. (…) La adaptación suficiente por parte del analista produce (…) el cambio del centro principal de operaciones del paciente, que pasará del self falso al verdadero. Por primera vez (…). En estas fases de la labor analítica, lo que llamaríamos «resistencia en la labor con pacientes neuróticos» indica siempre que el analista ha cometido una equivocación o que se ha comportado mal en algún detalle; de hecho, la resistencia persiste hasta que el analista haya descubierto el fracaso y haya tratado de explicarlo y lo haya utilizado. (…) De esta manera, la transferencia negativa del análisis «neurótico» es reemplazada por la ira objetiva acerca de los fracasos del analista (…). Es sólo mediante el empleo de sus propias equivocaciones que el analista podrá llevar a cabo la parte más importante del tratamiento en estas fases, la parte que permite al paciente enfadarse por primera vez por los detalles del fracaso de adaptación que (en el momento en que ocurrió) produjo la disrupción. Es esta parte del trabajo la que libera al paciente de su dependencia del analista” (op. cit., p. 391-396).

12 «El niño, la familia y el mundo externo» (1964 [1945-1964]) {«The child, the family and the outside world»} 1.

EL NIÑO, LA FAMILIA Y EL MUNDO EXTERNO. PRIMERA PARTE: MADRE Y NIÑO. NUEVAS REFLEXIONES SOBRE LOS BEBÉS COMO PERSONAS [1947]. “«No hay tal cosa como un bebé» (…). Si uno se propone describir un bebé, se encontrará siempre con que debe describir a un bebé y a alguien. Un bebé no puede existir solo, sino que constituye una parte esencial de una relación. (…) El desarrollo del ser humano es un proceso continuo (…). La salud es madurez, madurez adecuada a la edad. (…) En otras palabras, en el desarrollo emocional de un ser humano, si no hay tropiezos o distorsiones en el proceso de desarrollo, hay salud. (…) Todo el cuidado que una madre y un padre dedican a su bebé (…) [es] algo absolutamente necesario, sin lo cual el bebé no puede crecer y convertirse en un adulto sano o valioso. (…) La madre maneja sus estados de ánimo, ansiedades y excitaciones en su propia vida privada, y reserva para el bebé lo que pertenece al bebé. (…) La madre se adapta (…) activamente (…) a las necesidades del bebé sobre todo al comienzo (…), elemento esencial para el crecimiento emocional del bebé (…).La madre es necesaria como una persona viva. (…) La madre es necesaria para presentar el mundo al bebé. (…) La madre resulta necesaria (…) [para] la tarea materna de desilusión” (Winnicott, 1964, p. 85-92).

2.

LOS INSTINTOS Y LAS DIFICULTADES NORMALES [1950]. “Por más sano que sea un niño no puede crecer sin ocasionar eventuales preocupaciones y angustias, presentando todo tipo de síntomas. (…) La respuesta tiene que ver principalmente con la cuestión de los instintos (…). Incluso en la salud se producen estados de agitación. (…) El niño tiene hambre, el cuerpo tiene necesidades, o instintos, o (…) el niño comienza a tener ideas excitantes. Estas experiencias excitantes desempeñan un papel fundamental en el desarrollo infantil y promueven, a la vez que complican, el crecimiento. (…) Todo lo que usted necesita hacer es mantenerse tranquila y esperar (…). La acción del tiempo traerá alivio. Cuando el niño tenga 5 o 6 años todo se calmará, y se mantendrá así hasta la pubertad” (op. cit., p. 98-102).

3.

SEGUNDA PARTE: LA FAMILIA. SUS NORMAS Y LAS DE SUS HIJOS [1945]. “Los niños (…) tienen también sus propias creencias e ideales, y su propio criterio para establecer un determinado orden de cosas (…). Puede dañar a su hijo si está tan preocupada por establecer sus derechos en su propia casa, que no puede comprender ni permitir la tendencia innata de su hijo a crear en torno de sí un pequeño mundo con su propio código moral (…). Si usted se siente bastante segura de sí misma, creo que disfrutará comprobando hasta dónde puede dejar que cada uno de sus hijos domine la escena con sus propios impulsos, planes e ideas de forma localizada, dentro de su más amplia esfera de influencia. (…) La madre que, sin renunciar a sus propios valores, puede aguardar hasta que el sentido de valores de su propio hijo se desarrolle, obtiene una gran recompensa. (…) Usted ayuda al niño si le permite desarrollar su propio derecho a dominar. Habrá un choque entre su propio derecho a dominar y el de su hijo, pero esto es natural y mucho mejor que imponer su propio criterio en la creencia de que es el mejor” (op. cit., p. 119-123).

4.

EL ROBO Y LA MENTIRA [1949].

5.

TERCERA PARTE: EL MUNDO EXTERNO. SOBRE EJERCER Y SUFRIR LAS INFLUENCIAS [1941]. “No cabe duda de que el gran obstáculo para la investigación científica de asuntos humanos es la dificultad que tiene el hombre para reconocer la existencia y la importancia de los sentimientos inconscientes. (…) Se necesitó mucha valentía para descubrir los sentimientos inconscientes, un descubrimiento que siempre estará vinculado al nombre de Freud. Se necesitó valentía porque, una

“Los padres que comprenden este problema podrán adoptar una actitud suave frente a los traspiés ocasionales del niño que, con grandes dificultades, está pasando del robo natural de los primeros años a la etapa posterior en la cual, si todo anda bien, su parte severa y su parte impulsiva llegarán a un acuerdo, lo cual le permitirá manejar sus impulsos amorosos primitivos sin violar demasiado su propio sentido moral. (…) Los impulsos amorosos primitivos, que son ávidos, implacables y mágicos, quedarán por el momento satisfechos sin que el niño haya tenido que negarlos y perderlos. (…) A medida que la confianza en el mundo aumenta, el niño se siente capaz de esperar” (op. cit., p. 161-166).

13 vez que aceptamos el inconsciente, nos encontramos en un camino que tarde o temprano nos conduce a algo muy penoso: el reconocimiento de que por mucho que intentemos considerar la maldad, la bestialidad y las malas influencias como algo ajeno a nosotros, o que incide sobre nosotros desde afuera, al final comprobamos que, cualesquiera sean las cosas que hace la gente y las influencias que la mueven, están en la naturaleza humana misma, de hecho, en nosotros mismos. Sin duda, puede haber lo que se llama un ambiente nocivo, pero, siempre que hayamos tenido un buen comienzo, las dificultades que encontramos para manejar ese ambiente surgen sobre todo de la existencia de conflictos básicos en nuestro interior” (op. cit., p. 199-204). 6.

“La delincuencia juvenil es una vasta y compleja materia, pero intentaré decir algo simple sobre los niños antisociales, y la relación entre delincuencia y deprivación de la vida hogareña. (…) Si el hogar le falla al niño antes de que él se haya hecho la idea de un marco como parte de su propia naturaleza (…), él no se sentirá más libre. Se pondrá ansioso, y si tiene esperanza procederá a buscar un marco en otro lugar. El niño cuyo hogar fracasa en entregar un sentimiento de seguridad busca fuera de su hogar las cuatro paredes; él todavía tiene esperanzas, y busca en sus abuelos, tíos y tías, amigos de la familia, en el colegio. Él persigue una estabilidad externa sin la cual puede enloquecer (…). En la delincuencia totalmente desarrollada (…) lo que nos sale el encuentro es la necesidad aguda del niño por el padre estricto, que protegerá a la madre (…). El padre estricto que el niño evoca puede también ser amoroso, pero primero debe ser estricto y fuerte. (…) La delincuencia indica que aún queda alguna esperanza. (…) La psicoterapia personal está dirigida hacia posibilitar al niño completar su desarrollo emocional. (…) Vuelvo a la idea de ‘sostén’ {holding}, y del encuentro con la dependencia. Más que estar compelidos a sostener a un niño o adulto enfermo que es antisocial, cuánto mejor es ‘sostener’ a un infante bien al principio” (op. cit., p. 227-231).

7.

RAÍCES DE LA AGRESIÓN [1964]. “La agresión tiene dos significados. En uno de sus significados es directa o indirectamente una reacción a la frustración. En el otro sentido es una de las dos fuentes principales de la energía de un individuo. (…) El comienzo de la agresión en un individuo (…) es el hecho del movimiento infantil. (…) Estos golpes infantiles tempranos llevan al descubrimiento del mundo que no es el self infantil, y a los inicios de una relación con objetos externos. Lo que pronto será una conducta agresiva es por lo tanto al comienzo un simple impulso que lleva al movimiento y a los inicios de la exploración. La agresión está siempre conectada de esta manera con el establecimiento de una clara distinción entre lo que es el self y lo que no es el self” (op. cit., p. 232239).

ASPECTOS DE LA DELINCUENCIA JUVENIL [1946].

14 «La familia y el desarrollo del individuo» (1965a [1950-1964]) {«The family and individual development»} 1.

LA FAMILIA Y EL DESARROLLO DEL INDIVIDUO. PREFACIO [1965]. “El tema central de este libro es la familia, y el desarrollo de grupos sociales a partir de este primer grupo natural. Incluyo aquí (…) la teoría del desarrollo emocional del niño individual, pues considero que la estructura de la familia obedece, en gran parte, a las tendencias a la organización existentes en la personalidad individual. La familia tiene un papel claramente definido en el momento en que el niño en desarrollo se enfrenta a las fuerzas que operan en la sociedad. El prototipo de esta interacción es la relación original madre-hijo, en la que, de una manera sumamente compleja, el mundo representado por la madre promueve u obstaculiza la tendencia al crecimiento que el bebé ha heredado” (Winnicott, 1965a, p. 9).

2.

LA RELACIÓN INICIAL DE UN MADRE CON SU BEBÉ [1960].

“En nuestra labor terapéutica (…) nos encontramos ligados a un paciente; (…) como (…) la madre, nos identificamos con el niño que depende temporariamente de nosotros (…); observamos cómo el niño se va desprendiendo de su falso self; presenciamos el comienzo de un verdadero self (…). Lo que hacemos en terapia equivale a un intento de imitar el proceso natural que caracteriza la conducta de cualquier madre con respecto a su propio bebé. (…) La pareja madre-bebé es la que puede proporcionarnos los principios básicos para fundamentar nuestra labor terapéutica, cuando trabajamos con niños cuyo temprano contacto con la madre fue deficiente o se vio interrumpido” (op. cit., p. 34-35). CRECIMIENTO Y DESARROLLO EN LA INMADUREZ [1950]. “Nos interesa ofrecer un medio que resulte adecuado a la edad del niño en cuestión que permita a cada individuo, en forma gradual y personal, transformarse en una persona capaz de ocupar un lugar en la comunidad sin perder su individualidad” (op. cit., p. 37).

3.

LOS EFECTOS DE LA ENFERMEDAD DEPRESIVA EN AMBOS PROGENITORES O EN UNO DE ELLOS [1958]. “He tenido oportunidad de observar la depresión en madres y padres (…). A menudo el niño no está enfermo, pero la madre está preocupada (…) por su hijo (…). No tardé en aprender a pensar en (…) el manejo de la hipocondría materna y paterna. (…) Para las madres es importante poder llevar a sus hijos al médico cuando se sienten algo deprimidas. (…) Una madre trae a su hijo al consultorio externo porque observa que ha adelgazado durante la semana anterior. Me resulta evidente que se trata de una mujer crónicamente deprimida, y doy por sentado que, por el momento, la preocupación por su hijo le proporciona cierto alivio, ya que habitualmente se preocupa algo vagamente por sí misma. A través de mi contacto con el niño descubro que su enfermedad comenzó con uno de los habituales choques entre el padre y la madre, ocasión en que el padre preguntó de improviso a los dos hijos: «¿Quieren vivir conmigo o con mamá?», dando a entender que pensaban separarse. (…) El marido maltrata a su esposa constantemente; es un hombre inmaduro e irresponsable” (op. cit., p. 7475).

4.

EL EFECTO DE LA PSICOSIS EN LA VIDA FAMILIAR [1960]. “La (…) psicosis (…) es una enfermedad de naturaleza psicológica (…). Significa «muy enfermo» (…). Designa esquizofrenia, depresión maníaca y melancolía con complicaciones (…) paranoides. (…) Representa una organización de las defensas, y detrás de todas las defensas organizadas existe la amenaza de la confusión, de un derrumbe de la integración. (…) [Cuando] la psicosis se da en el progenitor, (…) su efecto sobre el niño es tal que la única salida posible es el desarrollo de un falso self. (…) Su verdadero self ha conservado su integridad, oculto y a salvo de toda violación. (…) A veces, cuando enfrentamos una enfermedad muy seria, no debemos intervenir demasiado, sino aguardar” (op. cit., p. 84; 93). EL EFECTO DE LOS PADRES PSICÓTICOS SOBRE EL DESARROLLO EMOCIONAL DEL NIÑO [1959]. “[Considero] a los enfermos mentales no tanto como un conjunto de enfermedades, o casos, sino como seres humanos que integran la lista de bajas en la lucha del hombre para poder desarrollarse, adaptarse y vivir (…). A menudo (…) un niño queda irremediablemente atrapado en la enfermedad de un progenitor” (op. cit., p. 98-100).

5.

LA ADOLESCENCIA [1960].

“El adolescente no desea que se lo entienda (…). Ésta es una época que debe vivirse, una época de descubrimiento personal. Cada individuo está comprometido en una

15 experiencia vital, en un problema de existencia. (…) Existe un solo remedio efectivo para la adolescencia (…): el transcurso del tiempo y los procesos graduales de maduración (…). En esta etapa, el medio desempeña un papel de inmensa importancia (…). Buena parte de las dificultades de los adolescentes por las que se solicita la intervención profesional derivan de fallas ambientales (…). Una característica de la adolescencia es la brusca alternación entre una independencia desafiante y una dependencia regresiva, e incluso la coexistencia de ambos extremos en un momento dado. (…) El adolescente es pre-potente. (…) Con el correr del tiempo, comprobamos que el adolescente ha salido de esa fase y puede comenzar ahora a identificarse con la sociedad, con los padres y con toda una gama de grupos más amplios, sin sentirse amenazado con la aniquilación personal” (op. cit., p. 106-116). 6.

“Junto con la psicoterapia, siempre hay algo de trabajo asistencial; siempre es necesario hacer algo con los padres del niño, u ofrecer alguna alternativa si el hogar no resulta satisfactorio. Tal vez sea necesario poner en antecedentes a la escuela. En algunos casos, inciden sobre el terapeuta los resultados de las conversaciones con los padres, las maestras y otras personas que conocen al niño. La expresión «trabajo asistencial» parece aplicarse algo vagamente a todo lo que se hace en el manejo de un caso, y que no es psicoterapia. (…) El trabajo asistencial se convierte en el elemento principal cuando un niño está mentalmente enfermo y, al mismo tiempo, es necesario compensar una deficiencia ambiental. (…) Debido a la presencia de una tendencia desintegradota, es necesario desarrollar un proceso activamente integrador a fin de resolver el problema. Aquí lo importante no es tanto la labor cumplida, sino la organización de una tendencia activamente integradora o una contención {holding} del material potencialmente desintegrador. Lo que sugiero es que ésta es precisamente la situación en que el empleo de la expresión trabajo asistencial está más justificada” (op. cit., p. 160; 170).

7.

EL NIÑO DEPRIVADO Y CÓMO COMPENSARLO POR LA PÉRDIDA DE UNA VIDA FAMILIAR [1950].

TRABAJO ASISTENCIAL CON NIÑOS QUE PADECEN UNA ENFERMEDAD MENTAL [1959].

“Un niño deprivado es un niño enfermo (…). En el mejor de los casos, (…) comienza a mejorar, y (…) se vuelve cada vez más capaz de experimentar rabia por la deprivación pasada. (…) La salud no se alcanza hasta haber experimentado ese odio. (…) Una depresión en un niño deprivado puede constituir un signo favorable (…). Asimismo, los actos antisociales, como mojarse en la cama y robar, indican que (…) existe todavía alguna esperanza, esperanza de redescubrir una madre suficientemente buena, un hogar suficientemente bueno, una relación entre los padres suficientemente buena. Incluso la rabia puede indicar que hay esperanzas” (op. cit., p. 173-175).

16 «Los procesos de maduración y el ambiente facilitador: Estudios para una teoría del desarrollo emocional» (1965b [1957-1964]) {«The maturational processes and the facilitating environment: Studies in the theory of emotional development»} 1.

LOS PROCESOS DE MADURACIÓN Y EL AMBIENTE FACILITADOR. INTRODUCCIÓN [1964]. “Los trastornos psiquiátricos se relacionan con fallas del desarrollo en la infancia. (…) La enfermedad (…) se muestra como el negativo de los procesos positivos de maduración (…). La dependencia en la temprana infancia es un hecho (…). La emergencia del yo depende al principio casi absolutamente del yo auxiliar provisto por la figura materna y de la falla de la adaptación, cuidadosamente graduada por la madre. Esto forma parte de lo que he denominado «quehacer materno suficientemente bueno» (…). Un aspecto de la perturbación de la emergencia del yo producida por la falla ambiental es la disociación, observable en los «casos fronterizos», en términos de self verdadero y falso. (…) En un vivir sano (…) el self privado (…) se reserva para la intimidad, y el self público [está] adaptado a la socialización (…). En el extremo de la enfermedad veo el self verdadero como una potencialidad oculta y preservada por un falso self acomodaticio (…) [Promuevo] la satisfacción de la necesidad de dependencia que tiene el paciente en la relación y la situación analíticas. (…) La tendencia antisocial (…) es una reacción a la deprivación (…) que corresponde a la etapa de la dependencia relativa (…). Los trastornos psicóticos se consideran estrechamente relacionados con factores ambientales, mientras que la psiconeurosis es más esencialmente natural, un resultado del conflicto personal, que no puede evitarse con una crianza (atención y cuidados) satisfactoria. (…) Estas nuevas consideraciones encuentran su aplicación práctica en el tratamiento de los casos limítrofes” (Winnicott, 1965b, p. 11-12).

2.

PRIMERA PARTE. ESCRITOS SOBRE EL DESARROLLO. LA CAPACIDAD PARA ESTAR SOLO [1958]. “La capacidad para estar solo es un fenómeno (…) estrechamente relacionado con la madurez emocional. La base de la capacidad para estar solo es la experiencia de estar solo en presencia de alguien (…) gracias al yo auxiliar confiable” (op. cit., p. 45). DE LA DEPENDENCIA A LA INDEPENDENCIA EN EL DESARROLLO DEL INDIVIDUO [1963]. “He optado por describir el crecimiento emocional en los términos del recorrido desde la dependencia hasta la independencia. (…) Me parece útil pensar por separado en: la dependencia absoluta [0-6 meses]; la dependencia relativa [6-24 meses]; hacia la independencia [desde 2 años]. (…) El ambiente facilitador hace posible el progreso constante de los procesos de maduración, pero el ambiente no hace al niño. En el mejor de los casos permite que el niño advierta su potencial. (…) Los padres dependen de las tendencias heredadas del infante. (…) Los adultos (…), en cuanto han hallado un nicho en la sociedad gracias al trabajo, y tal vez se han casado o llegado a una solución de transacción entre copiar a los progenitores y la identidad personal desafiante, una vez, entonces, que se han producido estos desarrollos, puede decirse que se inició la vida adulta” (op. cit., p. 108-111; 120).

3.

SEGUNDA PARTE. TEORÍA Y TÉCNICA. EL ANÁLISIS DEL NIÑO EN EL PERÍODO DE LATENCIA [1958]. “No tiene por qué haber ningún contraste entre el psicoanálisis y la psicoterapia (…). Ambas expresiones pueden significar lo mismo, y a menudo lo hacen. (…) Después de la superación del complejo de Edipo, se desarrollan defensas enormes. (...) Niños de esta edad (…) han logrado un grado de cordura y abandonado el proceso primario. El desempeño de su yo no debe ser violentado. (…) Yo soy económico en mis interpretaciones, y si no estoy seguro de que hay que interpretar, no vacilo en ganar tiempo (…) jugando, construyendo con el niño (…). Lo que le importa al paciente no es tanto la exactitud de la interpretación como la disposición del analista a ayudar, la capacidad del analista para identificarse con el paciente y creer en lo necesario, y para satisfacer la necesidad en cuanto ésta es indicada verbalmente o por medio del lenguaje no verbal o preverbal” (op. cit., p. 150158).

4.

LA DISTORSIÓN DEL YO EN TÉRMINOS DE SELF VERDADERO Y FALSO [1960].

“Nos hemos referido a la importancia de reconocer la personalidad del self falso cuando está realizándose un diagnóstico (…). En el análisis de una personalidad falsa debe reconocerse el hecho de que el analista sólo puede hablarle sobre el self verdadero al self falso del paciente. Ocurre como si al principio el analista

17 discutiera el problema del niño con la niñera que lo llevó, sin tomar un contacto directo con éste. El análisis no se inicia hasta que la niñera ha dejado a solas al niño con el analista, y el niño tolera esa situación y empieza a jugar. (…) En el punto de transición, cuando el analista empieza a entrar en contacto con el self verdadero del paciente, debe haber un período de dependencia extrema (…): el paciente tiene una enfermedad, o de algún otro modo le da al analista la oportunidad de asumir la función de self falso (niñera). (…) En uno de estos casos, (…) mi trabajo con él comenzó realmente cuando le planteé con claridad que yo reconocía su no-existencia. (…) Él sintió que se había comunicado por primera vez” (op. cit., p. 196-197). 5.

LA CONTRATRANSFERENCIA [1960].

“No soy un intelectual (…). Hago personalmente mi trabajo (…) partiendo del yo corporal (…). La palabra contratransferencia puede designar los rasgos neuróticos que malogran la actitud profesional y perturban el curso del proceso analítico tal como lo determina el paciente. (…) Pero (…) el paciente diagnosticado como psicótico o esquizofrénico, (…) con la transferencia dominada por la necesidad (…) de hacer regresión a una dependencia infantil, (…) gradualmente atraviesa las barreras que yo he denominado la técnica del analista y la actitud profesional, y obliga a una relación directa de tipo primitivo, incluso al extremo de la fusión. Esto se hace de un modo gradual y ordenado, y la recuperación es consecuentemente ordenada, salvo cuando, como característica misma de la enfermedad, el caos debe reinar supremo tanto dentro como fuera. (…) Sería mejor (…) permitir que el término contratransferencia recobre su significado y designe lo que esperamos eliminar (…). [A lo] que los analistas pueden hacer con los pacientes psicóticos en regresión temporal y dependientes, (…) podríamos aplicarles la expresión (…): la respuesta total del analista a las necesidades del paciente” (op. cit., p. 212-216).

6.

LOS FINES DEL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO [1962]. “Al hacer psicoanálisis me propongo: Mantenerme vivo. Mantenerme sano. Mantenerme despierto. Pretendo ser yo mismo y comportarme bien. Una vez iniciado un análisis, espero continuarlo, sobrevivir a él, ponerle fin. Disfruto analizando y siempre espero con esperanza el final del análisis. El análisis por el análisis mismo no tiene sentido para mí. Analizo porque es lo que el paciente necesita y le conviene. Si el paciente no necesita análisis, hago otra cosa. En el análisis uno se pregunta cuánto puede permitirse hacer. Y, en contraste, en mi clínica el lema es hacer lo mínimo necesario. (…) Al principio siempre me adapto un poco a las expectativas del individuo. No hacerlo es inhumano. (…) La mayor parte de lo que hago tiene la índole de una verbalización de lo que el paciente me trae para usarlo el día de la sesión. Hago interpretaciones por dos razones: (1) Si no interpreto, el paciente tiene la impresión de que lo comprendo todo. En otras palabras, al interpretar logro conservar una cierta cualidad externa por no dar totalmente en el blanco, o incluso por equivocarme. (2) La verbalización en el momento oportuno moviliza las fuerzas intelectuales. Movilizar los procesos intelectuales sólo es malo cuando ellos se han vuelto seriamente disociados del ser psicosomático. Mis interpretaciones son parcas; es lo que espero. Una interpretación por sesión me deja conforme si se refiere al material producido por la cooperación inconsciente del paciente. Digo una cosa, dividida o no en dos o tres partes. Nunca utilizo oraciones largas, a menos que esté muy cansado. Si estoy al borde del agotamiento empiezo a enseñar (…). [En un] análisis de investigación (…) el peligro consiste (…) en que las necesidades del paciente, en términos de dependencia infantil, se pierdan en el curso del desempeño del analista. (…) Si nuestro fin sigue siendo verbalizar la conciencia naciente en términos de transferencia, estamos practicando análisis; en caso contrario, somos analistas que practican alguna otra cosa que consideramos apropiada para la ocasión. Y, ¿por qué no?” (op. cit., p. 217-222).

7.

LA PSICOTERAPIA DE LOS TRASTORNOS DEL CARÁCTER [1963]. “La expresión «trastorno del carácter» (…) resulta específicamente valiosa en la descripción de la distorsión de la personalidad generada cuando el niño necesita hacer lugar a algún grado de tendencia antisocial. (…) La tendencia antisocial proviene de una deprivación y representa el reclamo del niño que quiere volver a antes de la deprivación y recuperar el estado de cosas del que él disfrutaba cuando todo estaba bien. (…) Lo que yo denomino «tendencia antisocial» (…) se encuentra regularmente en la disección del trastorno del carácter. (…) [Implica] una esperanza (…) y la necesidad de hacer que la sociedad reconozca y repare (…) una falla de la crianza. (…) El acting-out [S.O.S.] es la alternativa a la desesperación. (…) Fases de acting-out son intrínsecas del trastorno y pueden tener un valor positivo. (…) La meta (…) del tratamiento es llegar al trauma original [vía] regresión a la dependencia (…). El

18 reconocimiento de la falla del analista (…) le permite al paciente experimentar la rabia conveniente, en lugar de quedar traumatizado. El paciente necesita retrotraerse a través de la transferencia al estado de cosas que había logrado antes del trauma originario. (…) La reproducción en el tratamiento de (…) la falla ambiental (…) libera los procesos de la maduración (...). Los casos tratados sólo mediante manejo son innumerables” (op. cit., p. 267-275; 283).

19 «Realidad y juego» (1971a [1951-1971]) {«Playing and reality»} 1.

REALIDAD Y JUEGO. INTRODUCCIÓN [1971]. “Este libro es una ampliación de mi trabajo «Transitional Objects and Transitional Phenomena» (1951). (…) [Se trata de un] territorio del desarrollo y la experiencia individuales [distinto de] la realidad psíquica, que es personal e interior, y [diferente de] la realidad exterior o compartida. [Es el ámbito donde] la experiencia cultural (…) ha encontrado su verdadero lugar (…). Se puede describir como zona intermedia (…) [donde acontece] la magia de la vida creadora e imaginativa. Me ha tocado (…) [intuir] la importancia de ese universal en la vida de los pequeños y los niños (…). No es el trozo de tela o el osito que usa el bebé; no se trata tanto del objeto usado como del uso de ese objeto. Llamo la atención hacia la paradoja que implica el uso, por el niño pequeño, de lo que yo denominé objeto transicional. Mi contribución consiste en pedir que la paradoja sea aceptada, tolerada y respetada, y que no se la resuelva. Es posible resolverla mediante la fuga hacia el funcionamiento intelectual dividido, pero el precio será la pérdida del valor de la paradoja misma. Una vez que se la acepta y tolera, tiene valor” (Winnicott, 1971a, p. 13-14). OBJETOS TRANSICIONALES Y FENÓMENOS TRANSICIONALES [1951 (1971)]. “Introduzco los términos «objetos transicionales» y «fenómenos transicionales» para designar la zona intermedia de la experiencia (…) entre lo subjetivo y lo que se percibe en forma objetiva. (…) Estudio, pues, la sustancia de la ilusión (…). Se permite que su destino sufra una descarga gradual (…). Mi tema se amplía y abarca el del juego (…). Un niño no tiene la menor posibilidad de pasar del principio del placer al de realidad (…) si no existe una madre lo bastante buena (…) que lleva a cabo la adaptación activa a las necesidades de este y que la disminuye poco a poco” (Winnicott, 1971a, p. 18-27).

2.

EL JUEGO. ACTIVIDAD CREADORA Y BÚSQUEDA DE LA PERSONA [1971].

3.

LA CREATIVIDAD Y SUS ORÍGENES [1971].

“La psicoterapia se realiza en la superposición de las dos zonas de juego, la del paciente y la del terapeuta. Si este último no sabe jugar, no está capacitado para la tarea. Si el que no sabe jugar es el paciente, hay que hacer algo para que pueda lograrlo, después de lo cual comienza la psicoterapia. El motivo de que el juego sea tan esencial consiste en que en él el paciente se muestra creador. (…) Persona [es] creatividad. (…) La persona a quien pretendemos ayudar necesita una nueva experiencia en un marco especializado. (…) Me refiero a los aspectos que hacen posible el relajamiento. En términos de libre asociación, ello significa que al paciente en el sofá o al niño entre los juguetes, en el suelo, se les debe permitir que comuniquen una sucesión de ideas, pensamientos, impulsos, sensaciones, que no tienen relación entre sí (…). En el relajamiento correspondiente a la confianza y a la aceptación de la seguridad profesional del marco terapéutico (…) hay cabida para la idea de secuencias de pensamiento no relacionadas entre sí, que el analista hará bien en aceptar como tales, sin suponer la existencia de un hilo significante de unión entre ellas (…). El terapeuta abandonó el papel profesional (…) al esforzarse en ser un analista penetrante y ver orden en el caos. (…) Durante prolongados períodos me abstengo de hacer interpretaciones (…). Mi recompensa por abstenerme de efectuarlas llega cuando las hace el propio paciente, quizás una o dos horas después. (…) Permitan que el paciente exhiba su capacidad de jugar, es decir, de mostrarse creador, en el trabajo analítico. Esa creatividad puede ser robada con suma facilidad por el terapeuta que sabe demasiado. Por supuesto, en realidad no importa cuánto sabe este, siempre que pueda ocultar sus conocimientos o abstenerse de divulgarlos. (…) Nuestra indicación para el procedimiento terapéutico: ofrecer oportunidades para la experiencia informe y para los impulsos creadores, motores y sensoriales, que constituyen la materia del juego” (op. cit., p. 80-83; 91). La idea de creatividad. “La creatividad (…) [no es la creación exitosa o aclamada, sino] una coloración de toda la actitud hacia la realidad exterior. Lo que hace que el individuo sienta que la vida vale la pena de vivirse es (…) la apercepción creadora. Frente a esto existe una relación con la realidad exterior que es relación de acatamiento; se reconoce el mundo y sus detalles pero solo como algo en que es preciso encajar o que exige adaptación. El acatamiento implica un sentimiento de inutilidad en el individuo, y se vincula con la idea de que nada importa y que la vida no es digna de ser vivida. (…) Vivir en forma creadora es un estado saludable, y (…) el acatamiento es una base enfermiza para la vida. (…) La creatividad (…) es un universal. Corresponde a la condición de estar vivo. (…) La pérdida, por los individuos, de su

20 ingreso creador en la vida (…) [se debe a] factores ambientales (…) Tanto Freud como Klein (…) se refugiaron en la herencia. Se podría describir el concepto de pulsión de muerte como una reafirmación del (…) pecado original” (op. cit., p. 93-100). Los elementos masculinos y femeninos separados que se encuentran en hombres y mujeres. “Vinculo [el elemento masculino] con el impulso relacionado con los objetos (y también la pasiva de esta formulación), en tanto que la característica del elemento femenino la encuentro en el contexto de la relación de objeto que es identidad, que proporciona al niño la base para ser y luego, más adelante, para el sentimiento de persona. (…) La madre satisface o no el primer funcionamiento del elemento femenino (…).Carece de sentido usar la palabra «ello» (…). Después de ser hacer y que se le haga a uno. Pero primero ser” (op. cit., p. 116). 4.

EL USO DE UN OBJETO Y LA RELACIÓN POR MEDIO DE IDENTIFICACIONES [1968].

“Solo en los últimos años me fue posible esperar y seguir esperando la evolución natural de la transferencia que proviene de la creciente confianza del paciente en la técnica y marco psicoanalíticos, y evitar la ruptura de ese proceso natural con interpretaciones. (...) Interpreto para que el paciente conozca los límites de mi comprensión. (…) Sólo él conoce las respuestas. (…) Si se lo desea usar, es forzoso que el objeto sea real en el sentido de formar parte de la realidad compartida, y no un manojo de proyecciones [como en la relación de objeto]. (…) [El analista suficientemente bueno sabe] llevar al [paciente] del relacionarse al uso (…). Para usar un objeto es preciso que el sujeto haya desarrollado una capacidad que le permita usarlos. Esto forma parte del paso al principio de realidad. (…) El desarrollo de la aptitud para usar un objeto es otro ejemplo del proceso de maduración como algo que depende de un ambiente facilitador. (…) Este paso (de la relación al uso) significa que (…) el objeto sobrevive a la destrucción por el sujeto (…). Entonces el sujeto puede utilizar el objeto que ha sobrevivido. (…) La destrucción desempeña un papel en la formación de la realidad, pues ubica el objeto fuera de la persona. (…) Esta experiencia depende de la capacidad del objeto para sobrevivir [«no tomar represalias»]. (…) El analista, la técnica y el marco analíticos aparecen como sobrevivientes o no de los ataques destructivos del paciente. (…) Los cambios positivos (…) no dependen del trabajo interpretativo, sino de la supervivencia del analista a los ataques (…), [de] ser digno de confianza (…). Es mejor esperar a que la fase haya terminado, y luego discutir con el paciente lo que ha ocurrido” (op. cit., p. 117-124).

5.

PAPEL DE ESPEJO DE LA MADRE Y LA FAMILIA EN EL DESARROLLO DEL NIÑO [1967].

6.

EL INTERRELACIONARSE APARTE [MÁS ALLÁ] DEL IMPULSO INSTINTIVO Y EN TÉRMINOS DE IDENTIFICACIONES CRUZADAS [1971]. “La supervivencia del analista a la destructividad [del acting

“Mi paciente (…) se encuentra en la etapa de descubrir cosas por su propia cuenta, y en tales circunstancias una interpretación prematura aniquila su creatividad y resulta traumática, en el sentido de que contraría el proceso de maduración. (…) La psicoterapia no consiste en hacer interpretaciones inteligentes y adecuadas; en general es un devolver al paciente, a largo plazo, lo que este trae. Es un derivado complejo del rostro que refleja lo que se puede ver en él. (…) Creo que si lo hago lo bastante bien el paciente encontrará su persona y podrá existir y sentirse real. (…) No querría dar la impresión de que (…) esa tarea de reflejar lo que trae el paciente es fácil. No lo es, y resulta emocionalmente agotadora. Aun cuando nuestros pacientes no lleguen a curarse, se muestran agradecidos con nosotros porque los vemos como son, y ello nos proporciona una profunda satisfacción” (op. cit., p. 154-155).

out] (…) permite (…) el uso del analista por el paciente y la iniciación de una nueva relación basada en identificaciones cruzadas [proyectiva e introyectiva; empatía recíproca] (…). El paciente puede ya ponerse con la imaginación en el lugar del otro y (al mismo tiempo) al analista le resulta posible y bueno ubicarse en el lugar del paciente a partir de una posición que consiste en asentar los pies en la tierra. (…) Se logra, no tanto con la labor de interpretación como por medio de ciertas experiencias específicas en las sesiones analíticas (…) [y] tiempo. Las interpretaciones, por exactas y oportunas que fueren, no pueden dar la respuesta completa. (…) Las interpretaciones son de naturaleza verbalizadora de experiencias en el presente inmediato de la experiencia de la consulta (…). El terapeuta actúa como un espejo. (…) El psicoanálisis atrajo en buena medida la atención hacia el funcionamiento del instinto y hacia su sublimación. Es importante recordar que existen significativos mecanismos para la relación de objeto que no son determinados por los impulsos. Yo he subrayado

21 los del juego (…) [y] la interrelación correspondiente a los fenómenos de dependencia y adaptación” (op. cit., p. 157-158; 176-178). 7.

CONCEPTOS CONTEMPORÁNEOS SOBRE EL DESARROLLO ADOLESCENTE Y SUS IMPLICANCIAS PARA LA EDUCACIÓN SUPERIOR [1968]. “Si se hace todo lo posible para promover el crecimiento personal de los

descendientes, (…) si sus hijos llegan a encontrarse a sí mismos, (…) ello incluirá la agresión y los elementos destructivos que existen en ellos, tanto como los (…) amorosos. Y se producirá esa larga pendencia a la que habrá que sobrevivir. (…) Las recompenses que ustedes obtengan vendrán en la forma de la riqueza que aparezca poco a poco en el potencial personal de tal o cual joven o muchacha. (…) El crecimiento no es una simple tendencia heredada, sino, además, un entrelazamiento de suma complejidad con el ambiente facilitador. Si todavía se puede usar a la familia, se la usa, y mucho (…). Crecer significa ocupar el lugar del padre. (…) Los padres están en condiciones de (…) sobrevivir, mantenerse intactos y sin cambiar de color, sin abandonar ningún principio importante. (…) Mientras se encuentra en marcha el crecimiento las figures paternas deben hacerse cargo de la responsabilidad. Si abdican, los adolescentes tienen que saltar a una falsa madurez y perder su máximo bien: la libertad para tener ideas y para actuar por impulso. (…) La confrontación se refiere a una contención que no posea características de represalia, de venganza, pero que tenga su propia fuerza. (…) Que los jóvenes modifiquen la sociedad y enseñen a los adultos a ver el mundo en forma renovada; pero donde existe el desafío de un joven en crecimiento, que haya un adulto para encararlo. Y no es obligatorio que ello resulte agradable. En la fantasía inconsciente, estas son cuestiones de vida o muerte” (op. cit., p. 185-193).

22 «Clínica psicoanalítica infantil» (1971b [1962-1970]) {«Therapeutic consultations in child psychiatry»} 1.

CLÍNICA PSICOANALÍTICA INFANTIL. PRIMERA PARTE. INTRODUCCIÓN [1970]. “[La consulta terapéutica es una] aplicación del psicoanálisis a la psiquiatría infantil (…), dando así sentido al psicoanálisis en términos económicos. (…) El tipo de trabajo que expongo en este libro tiene una importancia de que el psicoanálisis carece cuando se deben enfrentar las presiones y necesidades sociales en los consultorios. (…) Obviamente, no es útil ni práctico aconsejar un tratamiento psicoanalítico para cada niño. (…) El aprovechamiento cabal de la primera entrevista me pone en condiciones de hacer frente a las dificultades ofrecidas por cierta proporción de casos de psiquiatría infantil (…). Difícilmente pueda llamarse técnica al modo de operar en este trabajo. No existen dos casos iguales, y entre el terapeuta y el paciente se da un intercambio mucho más libre que el que se produce en un tratamiento psicoanalítico ortodoxo. Esto no significa desmerecer la importancia del análisis de larga duración en el cual el trabajo se lleva a cabo a partir de la emergencia día por día en el material clínico de elementos inconscientes en la transferencia – elementos que llegan a hacerse conscientes como consecuencia de la continuidad del trabajo. El psicoanálisis sigue siendo la base de mi tarea, y si algún estudiante me lo preguntara respondería siempre que el entrenamiento para este trabajo (que no es psicoanálisis) es el entrenamiento en psicoanálisis” (Winnicott, 1971b, p. 9-10).

2.

“Podríamos ya adelantar, por ejemplo, que (…) [para estar] en condiciones de hacer el trabajo [de consultas terapéuticas] aun careciendo de entrenamiento psicoanalítico (…) debe existir una manifiesta capacidad de identificación con el paciente sin mengua de la identidad personal; que el terapeuta debe poder asimilar los conflictos del paciente; esto es, asimilarlos y aguardar a que su resolución se opere en el paciente mismo, antes que perseguir ansiosamente su cura; que la tendencia a la represalia frente a la provocación no debe operar. Al mismo tiempo, todo sistema de pensamiento proclive a la solución fácil constituye en sí una contraindicación, ya que el paciente no quiere sino la solución de sus conflictos internos, a la vez que el tratamiento adecuado de las obstrucciones externas de naturaleza práctica que puedan gravitar en el origen o el mantenimiento de su enfermedad. Está de más decir que la confiabilidad profesional del terapeuta debe surgir como algo natural y ser capaz de mantener un continente profesional en todo momento, aun cuando se estén soportando severas tensiones en la vida privada y en el proceso de maduración personal, el cual, idealmente, jamás debe detenerse. (…) La experiencia personal de un tratamiento analítico profundo y prolongado es prácticamente fundamental” (op. cit., p. 10).

3.

“Cuando tengo la intención de dar a conocer un caso, tomo nota de todo lo que sucede a lo largo de la entrevista, incluyendo lo que yo mismo hago y digo (…). En casi todos ellos he utilizado un intercambio de dibujos (…) que podría llamarse juego de garabatos (Squiggle Game). (…) El juego es, simplemente, un medio de hacer contacto con el niño. (…) Ofrece la ventaja de ganar confianza de los padres al permitirles saber cómo se comportaba su hijo (…). A menudo quedan sorprendidos ante la secuencia de esos garabatos en los que se manifiestan rasgos de su personalidad (…). La consulta terapéutica (…) [implica el] aprovechamiento de la primera entrevista (o primeras entrevistas reduplicadas). (…) El paciente traerá consigo y expondrá (aunque al principio en forma tentativa) el problema actual, el conflicto emocional o la pauta de tensión que prevalece en esa etapa de su vida. (…) Lo que intento (…) es brindar ejemplos de comunicación con niños. (…) [En] estas entrevistas terapéuticas (…) la interpretación del inconsciente no es lo principal. (…) Una interpretación que no funciona significa siempre que he hecho la interpretación en un momento o de una manera inapropiados, y la retiro incondicionalmente. Aun cuando la interpretación sea correcta, me he equivocado al verbalizar este material, de esa manera y en ese momento particular. Las interpretaciones dogmáticas dejan al niño sólo dos posibilidades: una aceptación de lo que he dicho como propaganda o un rechazo de la interpretación, de mí y de toda la situación” (op. cit., p. 11-17).

4.

CASO I: «IIRO», 9 AÑOS Y 9 MESES [1966]. “El niño [finlandés] estaba en el hospital a causa de una sindactilia [fusión de los dedos], una condición congénita por la que venía recibiendo una atención prácticamente permanente desde la infancia. (…) Nos sentamos [durante una hora] frente a una

23 pequeña mesa donde había dos lápices y algunos papeles colocados previamente, y muy pronto estábamos volcados en el «juego de garabatos», que expliqué brevemente. Dije: «Cierro los ojos y hago así en el papel, y tú lo conviertes en algo; luego te toca a ti, procedes de la misma manera y yo lo convierto en algo». (1) Hice un garabato que resultó ser del tipo cerrado. Rápidamente dijo: «Es la pata de un pato». Esto me tomó de sorpresa y se hizo inmediatamente evidente que deseaba comunicarse conmigo respecto de su incapacidad. No hice observaciones, pero deseando examinar la situación, hice (2) un dibujo que mostraba la pata palmeada de un pato. Quise asegurarme de que estábamos hablando de la misma cosa. (3) Entonces él optó por dibujar y presentó su propia versión de la pata palmeada de un pato. Supe en ese momento que estábamos firmemente metidos en el tema de las patas palmeadas y que podía esperar a que la situación pasara a ser una comunicación acerca de su incapacidad” (op. cit., p. 20-22). 5.

“(4) Después hice un garabato abierto que él transformó inmediatamente en un pato nadando en el lago. Sentí que Iiro me había comunicado una sensación positiva acerca de los patos, la natación y los lagos. En Finlandia abundan lagos e islas, y todos los niños finlandeses practican natación, remo y pesca. (5) Entonces hizo este garabato y lo convirtió en un cuerno. Nos habíamos apartado del tema de los patos y comenzamos a hablar de música y de la manera como su hermano tocaba la trompeta. Dijo: «Puedo tocar un poco el piano…»; pero su incapacidad era tal que sólo pude suponer que se estaba refiriendo a la idea de tocar una melodía con un dedo deformado. Dijo que le agradaba la música y que le gustaría tocar la flauta. Aquí hice mi primera referencia al material. Viendo que Iiro era un niño saludable y que tenía sentido del humor, le dije que sería difícil para un pato tocar la flauta, y esto lo divirtió. Nótese que no le expliqué que estaba representando su propia incapacidad por medio de patos. Esto hubiera sido una torpeza, ya que era sumamente improbable que supiera lo que estaba haciendo o que tuviera una intención consciente de utilizar un pato para representar su propia incapacidad. Pienso, en realidad, que no estaba en condiciones de reconocer y hacerse cargo de su sindactilia” (op. cit., p. 22-23).

6.

“(12) Entonces hizo esto [dibujo similar a sindactilia], y le dije: «Es como tu mano izquierda, ¿no es cierto?» (…) Dijo: «Oh, sí, un poco». (…) En ese momento consideraba con objetividad sus manos y no estoy seguro de que hubiera hablado antes objetivamente de su condición con nadie. Me dijo que había sufrido muchas operaciones y que debía soportar muchas más. Agregó que sus pies estaban en las mismas condiciones (…). Dijo: «Tengo sólo cuatro dedos en los pies; antes tenía seis». Y yo dije: «Es casi como el pato, ¿no? (…) Los cirujanos están tratando de cambiar como eras cuando naciste». (…) Respondió rápidamente: «Yo mismo elegí que me operaran; es mejor para trabajar tener los dedos, y no como antes, cuando tenía los cuatro dedos unidos». (…) Sentí (…) que había hecho una significativa verbalización de su problema. Pienso que era esto (sin intención consciente) a lo que él quería llegar en el contacto profesional que yo le estaba brindando. (…) (13) Volvimos a los garabatos (…). Siguió con un dibujo que quiso hacer, y al que llamó una anguila. (…) Le dije: «¿La volveremos a arrojar al lago o la cocinamos y la comemos?». Y él dijo en seguida: «La vamos a dejar que vuelva y nade en el lago, ya que es muy chiquitita» Ahora se había identificado con la anguila (…). [Dijo:] «Mamá tiene lo mismo que yo…» (…). En algún momento, como alivio de las tensiones del tema central, hablamos de su familia y su hogar. Dijo cosas positivas” (op. cit., p. 2832).

7.

“(18) Llegamos ahora al último garabato, que es mío. Lo hice deliberadamente complejo, con los ojos cerrados, y lo desafié diciéndole: «Apuesto a que no eres capaz de hacer algo con eso». Lo colocó al revés y vio rápidamente lo que quería, agregando un ojo y el pie palmeado, y dijo una vez más: «Es un pato». (…) Debe destacarse (…) la necesidad que tiene de ser amado en el estado en que nació (…). (19) Finalmente, a mi pedido, escribió su nombre y edad (…) en el reverso del nº 18” (op. cit., p. 32). Entrevista con la madre. “Inesperadamente, me encontré con que la madre me necesitaba. (…) La sesión (…) se prolongó casi una hora. (…) La madre rompió a llorar (…). Lo que dijo fue esto: « (…) Lo que siempre he sentido es que la deformidad de mis dedos (…) sería heredada por alguno de mis hijos. (…) Con cada embarazo, estaba cada vez más angustiada (…). Con Iiro, (…) allí estaba él, con los dedos (…) como los míos (…). Cuando lo vi, lo odié. Lo repudié por completo (…) y supe que nunca más podría volver a verlo. Debían alejarlo de mí. Entonces comencé a pensar que yo podía lograr que sus dedos se modificaran utilizando repetidamente la cirugía ortopédica.

24 Decidí inmediatamente insistir en que los dedos de Iiro fueran operados, aun cuando eso parecía imposible, y desde ese momento recobré mi amor por él y creo que lo amé más que a los otros. (…) He estado obsesionada con este impulso de utilizar la cirugía ortopédica». (…) Me estaba diciendo exactamente lo mismo que Iiro me había estado diciendo en la manera como utilizó la consulta terapéutica. (…) Se me informó posteriormente que, después de este trabajo, se había adoptado una actitud más realista con respecto a la corrección de los dedos de Iiro. Las limitaciones habían sido aceptadas con mayor facilidad, y esto provocó un alivio general (…). El muchacho (…) ha permanecido en contacto conmigo por medio de cartas, (…) y me envía fotografías de él con su perro o pescando con su amigo en un lago. Han transcurrido ya cinco años desde aquella entrevista” (op. cit., p. 33-35).

25 «Psicoanálisis de una niña pequeña. (The Piggle [Chanchita])» (1977 [1964-1966]) {«The Piggle: An account of the psychoanalytic treatment of a little girl»} 1.

2.

PSICOANÁLISIS DE UNA NIÑA PEQUEÑA (THE PIGGLE). INTRODUCCIÓN [1965]. “Los padres entraron en contacto conmigo en enero de 1964, cuando Gabriela tenía dos años y cuatro meses. Vi a Gabriela catorce veces, «a pedido», comenzando a sus dos años y cinco meses. Tenía cinco años en ocasión de la decimocuarta sesión. (…). No aseveraría que el tratamiento haya terminado. Siempre me resulta difícil considerar completo un tratamiento cuando el paciente es tan joven que el proceso de desarrollo en sí puede tomarse por un comienzo de éxito analítico. En este caso es dable apreciar que al principio la enfermedad de la niña domina la escena, de modo que es fácil atribuir la mejoría clínica al trabajo realizado en análisis. Con el tiempo, sin embargo, la niña comienza a liberarse de las pautas de la rígida organización defensiva que constituye la enfermedad, y entonces se hace muy difícil distinguir entre mejoría clínica y desarrollo emocional, entre el trabajo realizado en tratamiento y el proceso de maduración que entonces encuentra trabas” (Winnicott, 1977, p. 21-22). LA PACIENTE. EXTRACTO DE LA PRIMERA CARTA DE LOS PADRES, ESCRITA POR LA MADRE “Nuestra hija Gabriela, que tiene dos años y cuatro meses (…) despierta por las noches (…). Parece en muchos aspectos una persona adulta (…). Tuvo una hermanita (actualmente de siete meses) a los veintiún meses (…). Esto (…) parece haber dado lugar a un gran cambio en ella. (…) Las fantasías que la llevan a llamarnos a gritos hasta bien entrada la noche [se refieren a que] tiene una mamá y un papá negros. La mamá negra se le presenta por la noche y dice: ‘¿Dónde estás mis yams?’ (‘Yam’=comida. Se señala las tetillas, las llama ‘yams’ y las estira, buscando agrandarlas). A veces la mamá negra la pone en el váter. La mamá negra, que vive en su vientre, y con la cual se puede hablar por teléfono, se enferma con frecuencia, y es difícil que mejore. El segundo producto de la fantasía, de aparición posterior, es el ‘babacar’. Cada noche grita: ‘Háblame del babacar, dime todo acerca del babacar’. La mamá y el papá negros suelen estar juntos en el babacar, o algún hombre solo. Muy de tanto en tanto se manifiesta una ‘Chanchita’ negra (llamamos ‘Chanchita’ a Gabriela). (…) Es rara la vez en que la Chanchita se concentra en el juego; es difícil inclusive que acepte ser ella misma: es el ‘baba’ o, más frecuentemente, la mamá” (op. cit., p. 25-27).

[04/01/1964].

3.

PRIMERA CONSULTA [03/02/1964]. “Intenté hacer [pasar] a la Chanchita a mi despacho. (…) Dijo a su madre: «¡Soy demasiado tímida!». Por esta razón hice pasar a la madre (…). Me encontraba en la parte trasera de la habitación, entreteniéndome en el suelo con los juguetes. Dije a la Chanchita (…): «Trae el osito aquí, quiero mostrarle los juguetes». (…) Al cabo de cinco minutos la madre salió discretamente (…). Dejamos la puerta abierta; era importante para la niña. (…) Entonces comenzó algo que fue dicho una y otra vez: «Aquí hay otro uno… y aquí hay otro uno». (…) Lo tomé como mensaje y dije: «Otro bebé. El bebé Sush» {así es como Gabriela llama a su hermanita Susana, de ocho meses}. (…) Había sido la observación correcta (…). Dijo lo siguiente: «Yo era un bebé. Estaba en una cuna. Estaba dormida. Sólo tenía el biberón». (…) Cogió un objeto (…) e inquirió: «¿De dónde viene esto?». Contesté (…): «¿Y de dónde vino el bebé?». Replicó: «La cuna». (…) Cogió a continuación un palillo, lo introdujo en la ventana y comentó: «El palillo entra». Dije algo acerca del hombre poniendo algo dentro de la mujer para hacer un bebé. Me hizo sabe: «Tengo un gato. La próxima vez traeré el gatito otro día». En este punto quiso ver a su madre y abrió la puerta. (…) Había cierta ansiedad (…). Hice la tentativa de verbalizarla: «Estás asustada; ¿tienes sueños que te asusten?». Respondió: «Sueño con el babacar». Esa era la palabra (…) relacionada con el bebé (…). Comenzó a guardar todo (…). Le [dije]: «Estás haciendo bebés como si cocinases, mezclándolo todo». (…) [Dijo]: «Debo poner orden» (…). Aludí a la mamá negra: «¿Alguna vez te enfadaste con la mamá negra?». (…) Dijo: «Me gustaría ir a buscar a papá y mamá». Entonces me entrevisté con la madre, en tanto el padre cuidaba de la niña en la sala de espera” (op. cit., p. 29-32).

4.

SEXTA CONSULTA [07/07/1964]. “La paciente tenía entonces dos años y diez meses. La saludé cuando llegó al umbral, diciéndole «Hola, Gabriela». Esa vez supe que debía llamarla Gabriela, no Chanchita. Se dirigió a los juguetes inmediatamente. Yo: «Gabriela ha vuelto a verme». Gabriela: «Sí». Puso uno junto al otro los dos grandes animales suaves y dijo: «Están juntos y se quieren».

26 También reunió dos vagones de un tren. Yo: «Y están haciendo bebés». Gabriela: «No, están haciendo amigos». Seguía reuniendo trozos de trenes y yo observé: «Puede que estés reuniendo las diferentes veces en que me vista». «Sí», replicó. (…) «Yo soy mayor que el Bebé Sush». (…) CARTA DE LA MADRE. «Ha vuelto a dormir bien por la noche. Su único comentario sobre la sesión fue: ‘Quería decirle al Dr. Winnicott que mi nombre era Gabriela, pero él ya lo sabía’. Lo dijo con satisfacción»” (op. cit., p. 91-97). 5.

UNDÉCIMA CONSULTA [16/06/1965]. “Gabriela: (…) «Mira ahora este largo tren. (…) Es largo (…) como una serpiente». Yo: «¿Es como la gran cosa de papá?». Gabriela: «No, una serpiente. (…) Susana no puede decir: ‘Fuimos’; así que dice: ‘Pap fuim’. Es idiota. (…) Yo soy muy grande. (…) Pastelitos, pastelitos, panadero. Hágame una torta cuando antes». (…) Yo: «¿Tal vez los pastelitos sean los pechos de mamá?». Gabriela: «Sí [dicho con poca convicción…]». (…) Dije que se estaba riendo de mí al considerarme un hombre con wee-wee en lugar de pechos. (…) Yo: «El hombre es un ladrón. Roba los pechos a la madre. Luego usa los pechos robados como una cosa larga (como el tren), un wee-wee, que pone dentro del agujero para bebés de la muchacha, y siembra allí bebés [animales en el juego]. No le hace sentir tan mal el haber robado» {Nota al pie: Véase el trabajo de Melanie Klein sobre reparación y potencia viril}. (…) Gabriela: «Mejor nos vamos (…)». CARTA DE LA MADRE. «Gabriela (…) se ha sumido de repente en la tristeza (…). Se golpea a sí misma, cuando le hago algún comentario, por ejemplo, acerca de hacer ruido y despertar a su hermana. (…) Otra cosa que quiero referirle: sus ideas acerca de ser una niña. Me preguntó dónde estaba el agujero por el cual entraban los bebés, y luego si yo también deseaba ser un chico; desea enormemente ser varón». CARTA MÍA A LOS PADRES. (…) «El rumbo que toman las cosas no me lleva a desesperar en absoluto. Los niños deben trabajar sobre sus problemas en casa, y no me extrañaría que Gabriela fuese capaz de dar por sí sola con la salida de la fase presente»” (op. cit., p. 146-154).

6.

DECIMOSEXTA CONSULTA [28/10/1966]. “Gabriela tenía ahora cinco años y dos meses. Esta sesión no fue como las visitas previas. De hecho, se asemejó más a la visita de un amigo a otro. (…) Hizo rodar el rodillo hacia mí, y cuando golpeó mis rodillas, caí muerto. Cuando estuve muerto, se escondió. (…) Yo debía revivir, empezar a recordar que había alguien a quien tenía olvidado, y, poco a poco, buscarlo. Al cabo, la hallaría. A veces era ella quien moría del mismo modo; entonces me buscaba. Siguió hasta estar satisfecha, hasta haber tenido lo suficiente (…). Mientras me sentaba en la pequeña silla para tomar notas, como en los viejos tiempos, se sentó en el suelo dándome la espalda… «sola en mi presencia». Hablaba a los animales y a los juguetes, y sólo ocasionalmente me aclaraba que esperaba que yo escuchara. (…) Yo: «Estás recordando para ti misma lo que los juguetes significaban cuando eras una pequeña Chanchita en vez de una gran Gabriela». Gabriela: «Vamos a volver a jugar». (…) Al final, eligió mirar un libro de animales. (…) Le di la oportunidad de hablarme de cosas; la palabra «negro» apareció en uno de los relatos y le recordé la mamá negra. (…) Yo: «Yo sé cuando estás verdaderamente avergonzada, y es cuando quieres decirme que me quieres». Su gesto de asentimiento fue muy definido. (…) Sonó enteramente natural al decir adiós, y dejó la impresión de ser una niña verdaderamente fresca y psiquiátricamente normal, de cinco años” (op. cit., p. 201-204).

7.

POSFACIO. POR LOS PADRES DE LA CHANCHITA [1975]. “Ha sido de gran valor para los padres el que se les permitiera participar en un proceso de crecimiento y reparación. Ello ha evitado lo que es frecuente observar: el que los padres se sientan abandonados a la intemperie, y así alimenten sentimientos de rivalidad y competencia con el terapeuta (…). [Son notorios] el tacto, «sensibilidad» y larga experiencia del terapeuta, la cual aparece avalada por un conocimiento tan grande que se puede prescindir de recordarlo permanentemente, para emplearlo de una forma libre y espontánea, con una seguridad de contacto digna de la mayor confianza. (…) En la actualidad, (…) Gabriela [tiene catorce años y] no es tímida, es una muchacha espontánea, muy integrada a un grupo de compañeros de escuela de la misma edad. (…) Alrededor de los ocho años tuvo algunas dificultades de aprendizaje (…), pero ahora es muy competente en su tarea (…). Se muestra más doméstica que varonil en sus inclinaciones. De momento, aspira a ser profesora de biología. El cultivo de plantas de interior constituye su principal afición. Es [evidente] su seguridad en lo que respecta a los valores, su independencia interior de juicio, y también quizás un modo de ponerse en contacto con la gente en muchas longitudes de onda” (op. cit., p. 207-209).

27 «Deprivación y delincuencia» (1984 [1939-1970]) {«Deprivation and delinquency»} 1.

DEPRIVACIÓN Y DELINCUENCIA. PRIMERA PARTE: NIÑOS SOMETIDOS A TENSIÓN: LA EXPERIENCIA BÉLICA. EVACUACIÓN DE NIÑOS PEQUEÑOS [1939-1940]. “La evacuación de niños pequeños, de 2 a 5 años de edad, crea grandes problemas psicológicos. Se están elaborando planes para la evacuación, y antes de que se los complete desearíamos llamar la atención sobre estos problemas. (…) Uno de los importantes factores externos que causan la delincuencia persistente es la prolongada separación del niño y la madre (…) durante seis meses o más en los primeros 5 años de vida. (…) La separación [es] el factor etiológico sobresaliente en estos casos (…) [y en] los trastornos leves de conducta, la angustia y la tendencia a contraer diversas enfermedades físicas (…). Puede equivaler a un «apagón» [blackout] emocional y dar origen fácilmente a una grave alteración del desarrollo de la personalidad, capaz de perdurar toda la vida. (…) La evacuación de niños pequeños sin sus respectivas madres puede ocasionar muy graves y generalizados trastornos psicológicos. Por ejemplo, puede provocar un gran aumento de la delincuencia juvenil en la próxima década. (…) La unidad de la familia le ofrece al niño una seguridad sin la cual no puede realmente vivir, y en el caso de un niño pequeño la falta de ella no puede dejar de interferir en su desarrollo emocional ni de empobrecer su personalidad y su carácter” (Winnicott, 1984, p. 25-33).

2.

SEGUNDA PARTE: NATURALEZA Y ORÍGENES DE LA TENDENCIA ANTISOCIAL. LA “La palabra «preocupación» se utiliza para referirse, en positivo, al mismo fenómeno al que se alude en negativo con la palabra «culpa». (…) La preocupación entraña una integración y un desarrollo más avanzados y se relaciona de modo positivo con el sentido de responsabilidad del individuo, sobre todo con respecto a las relaciones en que han entrado las mociones instintivas. La preocupación se refiere al hecho de que el individuo cuida o le importa el otro, siente y acepta la responsabilidad. (…) La madre debe continuar viva y disponible (…). La madre-objeto sobrevive a los episodios impulsados por los instintos (…). La madreambiente (…) [debe] sentir empatía hacia su bebé, estar presente para recibir el gesto espontáneo de su hijo y mostrarse complacida. (…) Este proceso suministra uno de los elementos constructivos fundamentales del juego y el trabajo” (op. cit., p. 121; 125-126). CAPACIDAD DE PREOCUPACIÓN POR EL OTRO [1962].

3.

LA AUSENCIA DE UN SENTIMIENTO DE CULPA [1966]. “Querría llamarles la atención con respecto al caso especial del niño afectado por la tendencia antisocial que tal vez está en vías de convertirse en un delincuente. En este caso, más que en ningún otro, la gente nos dice: «Este muchacho (o esta chica) no tiene el menor sentido moral, carece de todo sentimiento clínico de culpa». Empero, nosotros refutamos esta idea, porque descubrimos su falsedad cuando tenemos una oportunidad de investigar psiquiátricamente al niño, sobre todo en la etapa previa al afianzamiento de los beneficios secundarios. La aparición de estos beneficios va precedida de una etapa en la que el niño necesita ayuda y se desespera porque dentro de él hay algo que lo compele a robar y destruir. Este proceso se atiene de hecho a la siguiente pauta: a) todo marchaba suficientemente bien para el niño; b) algo alteró tal estado de cosas; c) el niño se vio abrumado por una carga que excedía su capacidad de tolerancia y sus defensas yoicas se derrumbaron; d) el niño se reorganizó, apoyándose en una nueva pauta de defensa yoica de menor calidad; e) el niño empieza a recobrar las esperanzas y organiza actos antisociales, esperando compeler así a la sociedad a retornar con él a la posición en que se hallaban ambos cuando se deterioró la situación, y a reconocer el hecho; f) si esto sucede (ya sea luego de un período de cuidados especiales en el hogar o, en forma directa, durante una entrevista psiquiátrica), el niño puede dar un salto regresivo hasta el período previo al momento de la deprivación y redescubrir tanto al objeto bueno como el buen ambiente humano que lo controlaba a él, cuya existencia, en principio, lo habilitó para experimentar impulsos (incluidos los destructivos). Se advertirá que esta última fase es difícil de cumplir, pero ante todo se debe comprender y aceptar el principio general” (op. cit., p. 133-134).

4.

LA TENDENCIA ANTISOCIAL [1956].

“El caso siguiente demuestra (…) con qué facilidad podemos tratar a veces una tendencia antisocial, si la terapia es complementaria de una asistencia ambiental especializada. (…) Le propuse [a la madre] lo siguiente: «Dígale que usted sabe que él no roba

28 porque desee o necesite lo que roba, sino porque busca algo a lo que tiene derecho: está formulando una demanda a su madre y su padre, pues se siente deprivado de su amor». Le aconsejé que usara un lenguaje comprensible para el niño. (…) Juan se había convertido hasta cierto punto en un niño deprivado, pese a tener un buen hogar. Tiempo después recibí una carta de mi amiga (…): «Le dije que cuando robaba dinero, comida y objetos, en realidad quería tener a su mamá. (…) Le pregunté si pensaba que no lo amábamos porque a veces era muy desobediente; él me contestó sin ambages que no se creía muy amado. (…) Le dije que nunca más volviera a dudar de nuestro cariño (…). [Ahora] me muestro mucho más efusiva con él» (…). La madre había conversado con la maestra de Juan, explicándole que el niño necesitaba ser amado y apreciado. La maestra accedió a cooperar, pese a que Juan causaba muchos problemas en la escuela. Transcurridos ya ocho meses, puedo informar que Juan no ha vuelto a robar y que sus relaciones con la familia han mejorado muchísimo. (…) La tendencia antisocial implica una esperanza. (…) No es un diagnóstico (…). Se la puede encontrar en un individuo normal (…) [como] reacción ante una deprivación (…). La causa (…) radica en una falla ambiental (…). El tratamiento adecuado para la tendencia antisocial no es el psicoanálisis, sino el manejo. (…) Consiste en proveer al niño de un cuidado que él pueda (…) poner a prueba, y dentro del cual pueda volver a experimentar con los impulsos del ello. La terapia es proporcionada por la estabilidad del nuevo suministro ambiental. (…) El ambiente debe proporcionar una nueva oportunidad (…). Si el niño es un paciente psicoanalítico, el analista tiene dos alternativas: 1) hacer posible que la transferencia cobre peso fuera del marco analítico; 2) (…) estar preparado para soportar el impacto” (op. cit., p. 145-156). 5.

TERCERA PARTE: LA PROVISIÓN SOCIAL. LAS BASES DE LA SALUD MENTAL [1951]. “Las bases de la salud mental del adulto se echan en su infancia y niñez y, por supuesto, en su adolescencia. (…) [Es innegable] el efecto que provoca en el desarrollo emocional de los bebés y niños la separación del hogar y, específicamente, de la madre. (…) Bowlby logra demostrar, citando cifras convincentes, cómo la separación puede aumentar la tendencia a desarrollar una personalidad psicopática. (…) El efecto que provoque en el niño la separación de su madre dependerá, por supuesto, del grado de deprivación y la edad del niño. (…) En lo posible no se debe apartar a ningún niño del cuidado de su madre. (…) Se llega así a dos conclusiones importantes: 1) la crianza impersonal de los niños tiende a producir personalidades insatisfactorias y aun caracteres antisociales activos; 2) cuando existe algo parecido a una buena relación entre el bebé o niño en desarrollo y sus padres, se debe respetar la continuidad de esta relación y no interrumpirla nunca sin motivos justificados” (op. cit., p. 197-200).

6.

CUARTA PARTE: TERAPIA INDIVIDUAL. VARIEDADES DE PSICOTERAPIA [1961]. “CATEGORÍA I (psiconeurosis). Suministrar una terapia psicoanalítica, un encuadre profesional que brinde confiabilidad y en el que lo inconsciente reprimido pueda hacerse consciente Esta transformación se provoca mediante la aparición, en la "transferencia", de innumerables muestras de los conflictos personales del paciente. En un caso favorable, las defensas contra la angustia originada en la vida instintiva y su elaboración imaginativa pierden gradualmente su rigidez, y van sometiéndose cada vez más al sistema de control deliberado del paciente. (…) No es tan agotadora como la terapia destinada a tratar los trastornos psicóticos. (…) CATEGORÍA II (falla en la asistencia y cuidados tempranos [psicosis]). (…) Es preciso darle al paciente la oportunidad de tener las experiencias propias de la infancia en condiciones de dependencia extrema. (…) Aquí entra en juego la asistencia social (…), un "sostén" de personas y situaciones, mientras se da una oportunidad a las tendencias de crecimiento. (…) CATEGORÍA III (deprivación). Cuando los pacientes se ven dominados por un área de deprivación de su pasado, el tratamiento debe adaptarse por fuerza a este hecho. Como personas pueden ser normales, neuróticas o psicóticas. Apenas si podemos identificar la pauta personal porque, no bien empieza a revivir la esperanza, el niño produce un síntoma (robar o ser robado, destruir o ser destruido) que obliga al ambiente a reparar en él y actuar. La acción suele ser punitiva pero, por supuesto, lo que necesita el paciente es un pleno reconocimiento y resarcimiento de su deprivación. (…) La psicoterapia para el tratamiento de una tendencia antisocial sólo da resultado si el paciente está casi en los inicios de su trayectoria antisocial, o sea, antes de que se hayan afianzado los beneficios secundarios y las habilidades delictivas. (…) El psiquiatra clínico tiene que ser capaz de pasar fácilmente de un tipo de terapia a otro y,, si es preciso, de aplicarlos todos a la vez. (…) En las personas normales esta capa intermedia entre lo inconsciente y lo

29 consciente está ocupada por los intereses y aspiraciones culturales. (…) Explorar la zona intermedia (…) conducirá al arte, la religión o el juego” (op. cit., p. 273). 7.

LA DISOCIACIÓN REVELADA EN UNA CONSULTA TERAPÉUTICA [1965]. “Se describe con detalle una entrevista terapéutica, mostrando cómo se resuelve la compulsión de robar en una niña de 8 años. En el momento crítico, la niña negó que hubiera robado alguna vez. Al mismo tiempo, atravesó la barrera y llegó hasta lo perdido, convirtiendo así su «¡No!» en una verdadera afirmación. Dicho de otro modo, en ese instante la disociación dejó de ser operativa. En este caso, no se intentó en absoluto inducir a la niña a admitir su conducta, o sea, a pasar de la disociación a un área de comprensión intelectual e integración. Se trabajó en un estrato más profundo; allí, la entrevista pudo producir un resultado que no fue el insight consciente ni la confesión, sino la verdadera curación de una disociación” (op. cit., p. 322).

30 «El hogar, nuestro punto de partida. Ensayos de un psicoanalista» (1986a [1940-1970]) {«Home is where we start from»} 1.

EL HOGAR, NUESTRO PUNTO DE PARTIDA. PARTE I: SALUD Y ENFERMEDAD. EL CONCEPTO DE INDIVIDUO SANO [1967]. “Desde el punto de vista del desarrollo puede decirse que salud significa una madurez acorde con la que corresponde a la edad del individuo. (…) Un trauma representa la ruptura de la continuidad de la línea de la existencia del individuo. Sólo en una continuidad de existir puede el sentido del self, de la propia realidad, el sentido de ser, llegar a establecerse (…). La salud (…) es (…) la libertad dentro de la personalidad, la capacidad de experimentar confianza y fe, la formalidad y la constancia objetal, la liberación del autoengaño, y (…) la riqueza como cualidad de la realidad psíquica personal. (…) El hombre o la mujer sanos son capaces de alcanzar una identificación con la sociedad sin perder demasiado de su impulso individual o personal. (…) Salud no es comodidad. Los temores, los sentimientos conflictivos, las dudas y las frustraciones son tan característicos en la vida de una persona sana como los rasgos positivos. Lo importante es que esa persona siente que está viviendo su propia vida y asumiendo la responsabilidad de sus actos y omisiones y es capaz de atribuirse el mérito cuando triunfa y la culpa cuando fracasa. Una manera de expresarlo es decir que el individuo ha pasado de la dependencia a la independencia o a la autonomía. (…) La salud tiene relación con el vivir, con la riqueza interior y (…) con la capacidad de tener experiencia cultural. (…) Salud [incluye] a) integración, b) asociación psicosomática, y c) relación objetal” (Winnicott, 1986a, p. 28-47).

2.

VIVIR CREATIVAMENTE [1970].

3.

SUM, YO SOY [1968]. “La característica principal del desarrollo humano es el advenimiento y la firme permanencia de la etapa del yo soy (…). Si asignamos al bebé una dotación intelectual muy por encima del promedio, él y su madre pueden confabularse para explotar ese intelecto, que queda entonces escindido de la existencia y la vida psicosomáticas. (…) Una paciente que contribuyó a enseñarme todo esto aprendió con facilidad «El flautista de Hamelin» a los cinco o seis años, pero se sentía cada vez más insegura de sí misma y finalmente se sometió a un tratamiento para perder su capacidad intelectual escindida (de la que sus padres estaban orgullosos) y descubrir su self verdadero. A los seis o siete años dictó a su niñera, para que fuera incluida en la revista de la familia, la historia de una niña (evidentemente ella misma) a quien le iba muy bien en la escuela pero que gradualmente fue convirtiéndose en una deficiente mental. Tenía ya más de cincuenta años cuando logró liberarse gracias al análisis. Comprenderán ustedes que para mí el intelecto es algo excelente, pero en mi trabajo veo cómo puede ser explotado, y en un informe descriptivo de la personalidad tengo que tomar en cuenta los asombrosos logros del intelecto escindido sin perder de vista la existencia psicosomática del individuo” (op. cit., p. 67-71).

“Definición de la creatividad. (…) La vida sólo es digna de vivirse cuando la creatividad forma parte de la experiencia vital del individuo. Para ser creativa, una persona tiene que existir y sentir que existe, no en forma de percatamiento consciente, sino como base de su obrar. La creatividad es, pues, el hacer que surge del ser. Indica que aquel que es, está vivo. (…) Algunos individuos (…) son simples reacciones a un estímulo. (…) Para que uno sea y sienta que es, es preciso que la actividad motivada predomine sobre la actividad reactiva. (…) La creatividad es, pues, la conservación durante toda la vida de algo que en rigor pertenece a la experiencia infantil: la capacidad de crear el mundo. (…) Algo más sobre los orígenes de la vida creativa. (…) La desilusión (aceptación del principio de realidad) sólo puede basarse en la ilusión. (…) Puede introducirse gradualmente el principio de realidad, y el niño, que ha conocido la omnipotencia, experimenta las limitaciones que impone el mundo. (…) Todo lo que hacemos puede hacerse de manera creativa o no creativa. (…) Feliz es la persona que actúa creativamente todo el tiempo, tanto en su vida personal como a través de su pareja, sus hijos, amigos, etcétera. (…) El síntoma de una vida no creativa es el sentimiento de que nada tiene sentido, de futilidad, de «A mí qué me importa». (…) Vida creativa en el matrimonio. (…) Cuando dos personas no temen separarse tienen mucho que ganar (…). Si somos lo bastante sanos, (…) cada uno tiene su propio mundo privado, y además aprendemos a compartir experiencias recurriendo en diverso grado a las identificaciones cruzadas [empatía]” (op. cit., p. 48-65).

31

4.

EL CONCEPTO DE FALSO SELF [1964]. “Cada cual tiene un self cortés y socializado, y también un self privado sólo accesible en la intimidad, Es lo que sucede habitualmente y podemos considerarlo normal. Si miran a su alrededor, verán que en la salud esta división del self es un logro de la maduración personal; en la enfermedad es un cisma de la mente que puede llegar a ser muy profundo: en el punto de máxima profundidad se denomina esquizofrenia. (…) Un niño (…) de diez años (…) puede utilizar un self que agrada a todo el mundo, pero esto lo hace sentirse terriblemente mal. (…) Solucionar estos problemas es una de las cosas que hacen los adolescentes (…); se los puede ver obrando mal y desilusionando a todo el mundo de forma casi deliberada” (op. cit., p. 7982).

5.

EL VALOR DE LA DEPRESIÓN [1963]. “Se llega (…) a una etapa en la que el niño es ya una unidad, puede expresar yo soy, tiene un interior, es capaz de dominar sus tempestades instintuales y de contener las presiones y tensiones que surgen en su realidad psíquica interna. El niño ha adquirido la capacidad de sentirse deprimido. Se trata de un logro del desarrollo emocional. Mi opinión sobre la depresión, por lo tanto, está estrechamente relacionada con mi concepto de la fortaleza yoica, el afianzamiento del self y el descubrimiento de la identidad personal, y es por eso que podemos examinar la idea de que la depresión es valiosa. En psiquiatría clínica la depresión puede presentar características que la definen claramente como enfermedad, pero siempre, incluso en los trastornos afectivos graves, la presencia del humor depresivo proporciona cierta base a la creencia de que el yo no está desorganizado y tal vez pueda mantener sus posiciones, cuando no hallar algún tipo de solución a la guerra interna” (op. cit., p. 87).

6.

LA CURA [1970]. “El encuentro de la confiabilidad y la dependencia es el tema de esta charla. (…) El psicoanálisis no consiste tan sólo en interpretar el inconsciente reprimido; consiste más bien en proporcionar un marco profesional a la confianza, en el cual esa interpretación pueda llevarse a cabo. (…) Lo importante es la relación interpersonal con todo su rico y complejo colorido humano. Las jerarquías cumplen una función en la estructura social, pero no en la confrontación clínica. (…) El hecho de decirle a otra persona «Usted está enfermo» me pone en la posición de responder a una necesidad, es decir, de adaptarme, preocuparme y ser confiable, de curar en el sentido de cuidar. (…) En el rol de cuidadores-curadores no somos moralistas. (…) El paciente sabe que nuestra misión no es juzgarlo. (…) Somos absolutamente honestos, sinceros; cuando no sabemos algo, reconocemos que no lo sabemos. (…) Siendo (profesionalmente) confiables, protegemos a nuestros pacientes de lo impredecible. (…) Aceptamos el amor y el odio del paciente, y nos sentimos afectados por ellos, pero no los provocamos ni esperamos obtener de una relación profesional satisfacciones emocionales (amor u odio) que deberían lograrse en nuestra vida privada (…). Si el médico se presenta a la hora convenida, percibe que la confianza del paciente en él ha aumentado muchísimo, y (…) también refuerza (…) la curación (…). El deseo de venganza no tiene cabida en nuestra labor profesional. (…) Cuidar-curar constituye una extensión del concepto de sostén. Comienza con el bebé en el útero (…). Aporta algo mucho más satisfactorio que la sensación de haber sido inteligente. (…) Nuestro trabajo se vincula a fenómenos totalmente naturales, con patrones universales de la conducta humana y con lo que esperamos hallar en las mejores expresiones de la poesía, la filosofía y la religión” (op. cit., p. 132-140).

7.

PARTE III: REFLEXIONES SOBRE LA SOCIEDAD. LIBERTAD [1969]. “Sería oportuno (…) examinar la idea de la libertad a la luz de los conceptos de salud y creatividad (…). Durante la mayor parte del tiempo la mayoría de las personas se sienten en libertad de elegir. Este sentimiento de que podemos elegir libremente y volver a crear es lo que resta pertinencia a la teoría determinista: en general nos sentimos libres. (…) El trastorno psiquiátrico se experimenta como una especie de prisión (…). En la salud psiquiátrica la organización defensiva es flexible, mientras que en la mala salud psiquiátrica las defensas son relativamente rígidas. En la salud psiquiátrica, por ejemplo, se puede observar un sentido del humor que es parte de la capacidad de jugar (…). Es esta rigidez de la organización defensiva lo que hace que la gente se queje de falta de libertad. (…) La libertad incumbe a la (…) flexibilidad de la organización defensiva, tiene que ver con la salud del individuo (…). Sin embargo, nadie es independiente del medio, y ciertas condiciones ambientales destruyen el sentimiento de libertad (…). Aquellos cuya falta de libertad supera cierto límite [es] porque sufren

32 los efectos de una falla ambiental o hereditaria (…). Lo que Heinz Hartmann llamó «el ambiente previsible normal» yo lo he denominado «la madre devota corriente» (…). En lo que se refiere a la etiología última, lo que importa es el ambiente” (op. cit., p. 263-272).

33 «Sostén e interpretación. Fragmento de un análisis» (1986b [1955-1956]) {«Holding and interpretation: Fragment of an analysis»} 1.

SOSTÉN E INTERPRETACIÓN. FRAGMANTO DE UN ANÁLISIS. PALABRAS PRELIMINARES “Este fragmento de un análisis se ofrece como ejemplo de la posición depresiva tal como aparece en el curso de un análisis. El paciente es un hombre de treinta años, casado y con dos hijas. [Su esposa le fue infiel]. (…) Vino en un estado de depresión con fuertes tintes homosexuales, aunque sin homosexualidad manifiesta. Se hallaba (…) en un estado de irrealidad. (…) Tenía un cerebro muy bueno (…). Siguió la profesión de su padre pero no lo satisfacía y pronto pasó a estudiar medicina, con lo cual probablemente pudo retener (de manera inconsciente) su uso de mí como figura paterna que desplazó a su padre real, quien había muerto. [Poseía conocimientos de psicoanálisis]. (…) Era un caso esquizoide (…) [falto] de espontaneidad (…). Su hermana había padecido una enfermedad esquizofrénica (…). [Por medio de una regresión a la dependencia,] el análisis cambió de carácter y pude tratar directamente con el niño, que era el paciente. (…) El material fue produciendo gradualmente una neurosis de transferencia de tipo clásico. (…) El primer signo del nuevo proceso fue (…) un sentimiento, totalmente nuevo, de amor por su hija (…). Hasta entonces había sido incapaz de llorar o de reír, así como había sido incapaz de amar. Por imperio de las circunstancias este hombre sólo pudo concurrir tres veces por semana, pero lo permití porque el análisis obviamente andaba bien e incluso con rapidez” (Winnicott, 1986b, p. 31-33).

[1956].

“El paciente llegó excitado. Paciente: «Me siento mejor» (exaltado). Contó que se había estado riendo con otra gente. Había algo novedoso en todo esto. Obraba con naturalidad. Analista: Comprobé que no recordaba lo que había sucedido en la sesión anterior y le hice un resumen. Al hacerlo, no pude recordar el contenido de la fantasía de retraimiento, y se lo dije. (Siempre le es útil a este hombre que yo sea capaz de recordarle el material de la última sesión). (…) Sonó varias veces el timbre porque un operario lo estaba reparando. Esto obligó a hacer una interrupción, y el paciente se sintió extrañado de que le importara. «Normalmente ocurre lo contrario: es usted el que parece preocuparse demasiado cuando hay interrupciones, y yo no entiendo por qué. Ahora, sin embargo, como estamos tratando estas cuestiones tan íntimas, por primera vez entiendo que usted tenía razón al señalarme la importancia del encuadre en el análisis». Analista: Vinculé esto con el tema de la dependencia” (op. cit., p. 38-40).

2.

[SESIÓN DEL] MIÉRCOLES 9 DE FEBRERO [DE 1955].

3.

[SESIÓN DEL] LUNES 28 DE FEBRERO [DE 1955]. “Paciente: «Mientras venía para aquí estaba pensando que en realidad no sirve para nada hablar sobre la realidad, sobre las cosas reales. Estas cosas parecen menos reales que los sueños. (…) Hoy estuve deprimido (…). Debo renunciar a mi chica [amante]». (…). Analista: «Esto se siente como algo real, y lo es. Usted está verdaderamente en un dilema». Paciente: (…) «Estaba planeando irme de vacaciones con ella en el verano… pero en ese caso sería verdaderamente necesario decírselo a mi esposa». (…) Analista: «Usted y su chica tienen algunos intereses en común, y cuando los comparten pueden jugar, mientras que con su mujer no hay juego». (…) Paciente: (…) «Una vez ella me dijo: ‘Nunca te abandonaré’» (…). Analista: Le dije que estas cosas reales no habían modificado el hecho de que existía una fantasía muy importante en el horizonte, con la angustia concomitante: la fantasía de las chicas con pene de sus sueños adolescentes. Quizá la situación de la realidad se recompuso de acuerdo con esa fantasía, de modo tal que su esposa tenía pene y presentaba un problema por eso, mientras a su chica la usaba como a la chica de sus sueños diurnos, donde por lo común era femenina” (op. cit., p. 62-63).

4.

“Paciente: (…) «En los últimos tiempos los problemas cotidianos parecen haber sido mucho más útiles». (…) Analista: (…) «Usted ha estado mucho menos disociado (…). Ya no se trata tanto de fenómenos externos o fenómenos internos, y yo pude situarme en la frontera y hablar de ambos, a causa de los cambios que hubo en usted». Paciente: (…) «Un año atrás sentía como si yo fuera dos personas, y ahora esas dos personas parecen enredarse. (…) Puedo darme cuenta cuando hice algo bien». Analista: «Junto con esto estaría la capacidad de aceptar que yo puedo hacer las cosas bien con usted». Paciente: «Sí, usted ya no es un mago, como antes. Antes debía suponer que usted era profesionalmente perfecto, y ahora puedo verlo como una persona que hace lo mejor que puede para aplicar lo que aprendió». (…) (El paciente apoyó su pie en el piso). [SESIÓN DEL] MARTES 5 DE ABRIL [DE 1955].

34 Pausa. Paciente: «A veces pongo el pie en el piso, y (…) es como si pusiera los pies en la tierra, y como si en ese movimiento hubiese una leve protesta: ¿por qué tengo que quedarme en este diván?» (…). Analista: «En cierto modo, es el primer paso para finalizar el análisis, y en otro sentido, para establecer una igualdad conmigo que es lo opuesto de la dependencia»” (op. cit., p. 110-111). 5.

[SESIÓN DEL] MIÉRCOLES 1 DE JUNIO [DE 1955].

“Paciente: «Por primera vez siento que estoy aquí yo mismo. Eso quiere decir que al final de la última sesión perdí la cuenta del tiempo. Me dejé llevar». Analista: «Su verdadero self tiene su propio tiempo, a la inversa de su falso self que se mantiene en contacto con los relojes». Paciente: (…) «Sigue planteándose la cuestión de cómo ocupar el tiempo (…), pero ya no hay tanta presión como antes. (…) Hay cierto progreso en esto, porque estoy menos inquieto». (…) Analista: «Me está diciendo que por primera vez pudo estar solo, que es la única base satisfactoria para entablar relaciones con los demás. (…) Ha habido una evolución gradual en el curso de su análisis, que lo ha traído a su situación actual». Pausa. Paciente: «En esta pausa se me confundieron las ideas. Era algo abstracto, que posiblemente no pueda ser reproducido». Analista: «De todos modos, ese estado no integrado que usted describe es su verdadero self». (…) Paciente: «Quisiera saber cuándo dejó mamá de ser una figura materna. (…) Esto me sugiere que papá no era capaz de jugar y se tomaba todo demasiado en serio, así que yo tuve que tratar de ser adulto. De vez en cuando me pongo a especular sobre los huérfanos». (…). Analista: «Si usted tiene padres a los que puede incorporar dentro de sí, mucho depende de que esos padres sean rígidos de un modo u otro, o de que sean adaptables. Si usted sólo tiene padres rígidos para incorporar, está en una situación parecida a la de los huérfanos que carecieron de algún aspecto humano en sus cuidados tempranos. En el análisis, usted me estuvo usando para reemplazar a su madre y a su padre, en diferentes momentos»” (op. cit., p. 163-166).

6.

[SESIÓN DEL] MIÉRCOLES 13 DE JULIO [DE 1955].

7.

FIN DEL PERÍODO [1956]. “(Casi nueve meses más tarde, el paciente me envió la siguiente carta). «10 de abril. Estimado Dr. Winnicott: Creo que le debo una disculpa por no haberle escrito antes. La última vez que tomé contacto con usted, resolví interrumpir por lo menos hasta las Pascuas, mientras trabajaba en…, y después comunicárselo. En general resultó muy satisfactorio y, en la actualidad, mis planes son continuar igual que ahora hasta que expire mi contrato, en agosto. No estoy seguro en absoluto sobre lo que haré después de eso. Todavía no me es posible planear con tanta anticipación. Por momentos me siento tentado de dejar el análisis, ya que ahora estoy tan bien. Por otro lado, me doy cuenta de que el proceso está incompleto, y tal vez entonces decida retomar con usted, o bien, si eso ya no es posible, empezar con alguna otra persona. Me parece que he dado un gran paso adelante al poder aceptar tan fácilmente esta idea. En caso de que no retomemos más adelante, quisiera aprovechar esta oportunidad para expresarle mi gratitud por todo lo que usted hizo. Atentamente»” (op. cit., p. 241).

“Paciente: «No conseguí el empleo. (…) Esta tarde me siento más inclinado a interrumpir el tratamiento por un tiempo. (…) Siento que ahora venir a análisis depende más bien del empleo que consiga, y no al revés. (…) Pausa. (…) Usted no formula ningún comentario sobre si yo voy a seguir en análisis o no». (…) Analista: «Yo diría que, decididamente, prefiero que usted continúe viniendo. Sin embargo, también hay que tener en cuenta su progreso, que me complace, por el cual usted es capaz de darle prioridad al trabajo sobre el tratamiento. (…) Pienso que está bien que usted deje, aunque puede extraer más cosas del análisis en torno al tema de la rivalidad, que sólo ahora usted empieza a poder aceptar con todas sus implicaciones. De modo que, le repito, es mejor que pudiera volver en septiembre y seguir. (…) Sin duda, tiene mucho por descubrir en sí mismo como resultado de los cambios que se han producido recientemente en el análisis». Paciente: (…) «¿Es probable que haya un derrumbe más adelante?». Analista: «No, ahora no diría eso. (…) Cuando le digo que quiero que vuelva, soy una figura materna, y esto le es útil en la medida en que usted es infantil. Pero hay otra manera de verlo, en la cual yo, como padre, le digo que debe volver. Ahora usted está en una posición desde la cual puede desafiarme. Y una tercera manera de considerarlo es que el análisis es la mamá que usted quiere, y yo soy papá. O yo lo mato a usted, o usted me mata a mí, porque hay rivalidad entre nosotros»” (op. cit., p. 235-240).

35 «Los bebés y sus madres» (1987a [1950-1970]) {«Babies & their mothers»} 1.

LOS BEBÉS Y SUS MADRES. LA MADRE DE DEVOCIÓN CORRIENTE {LA MADRE DEDICADA COMÚN Y CORRIENTE} [1966]. “Me gustaría hablarles a las madres sobre lo que hacen correctamente, por el simple hecho de que cada una de ellas realiza con devoción la tarea a su cargo, que consiste en cuidar a un niño (…). La Madre de Devoción Corriente (…) corrientemente (…) entra en una fase de (…) identificación con (…) un bebé (…) (de la que corrientemente se recupera durante las semanas y los meses que siguen al nacimiento del bebé) en la cual, en gran medida, ella es el bebé y el bebé es ella. (…) Me conformo con utilizar la palabra sostén y con extender su significado a todo lo que la madre es y hace en este (…) período crítico. (…) Lo esencial es la más simple de todas las experiencias, aquella basada en el contacto en ausencia de actividad, en la cual existe un espacio para el sentimiento de unidad entre dos personas. (…) Todo esto es sumamente sutil, pero su continua reiteración constituye la base de la capacidad de sentirse real del bebé. (…) Con el tiempo, el bebé comienza a necesitar que su madre falle en adaptarse, siendo esta falla también un proceso gradual (…). El fracaso de las madres en actuar con devoción corriente es uno de los factores en la etiología del autismo. (…) Mencionaré (…) tres tipos de problemas (…): una madre se enferma y muere, y no puede evitar faltarle a su hijo (…). O vuelve a quedar embarazada en un plazo menor que el que había considerado apropiado. (…) O una madre se deprime y siente que no le está dando a su hijo lo que necesita, (…) esta íntima adaptación a las necesidades (…), pero no puede evitar tal estado de ánimo, que bien puede ser una reacción ante algo que ha irrumpido en su vida privada” (Winnicott, 1987a, p. 19-26).

2.

SABER Y APRENDER [1950]. “La comprensión intuitiva de la madre (…) le permite cuidar a su hijo sin haber aprendido a hacerlo. (…) Es natural (…). Quiero que ustedes confíen en su capacidad como madres (…). Ustedes poseen (…) conocimientos (…) simplemente porque son especialistas en esta cuestión particular del cuidado de sus niños. (…) Sólo si conservan aquello que es natural en ustedes podrán, sin peligro, aprender cualquier cosa que tengan para enseñarles los médicos y las enfermeras” (op. cit., p. 34-40). LA LACTANCIA NATURAL COMO UNA FORMA DE COMUNICACIÓN [1968]. “Todo lo natural suele tener muy buenos fundamentos. (…) La supervivencia de un pecho, que es una parte de la madre, tiene un significado completamente diferente del de la supervivencia de una mamadera de vidrio. Estas reflexiones me inducen a considerar a la alimentación al pecho como uno más de aquellos fenómenos naturales que tienen su justificación, aun cuando pueden, si es necesario, ser dejados de lado” (op. cit., p. 41-53). EL RECIÉN NACIDO Y SU MADRE [1964]. “«Preocupación maternal primaria» (…) es la (…) capacidad para identificarse con el bebé (…). El desarrollo emocional primitivo (…) incluye tres tareas principales: integración del yo, establecimiento de la psique en el cuerpo, y formación de relaciones objetales. Con ellas se corresponden (…) las tres funciones de la madre: sostén, manejo y presentación de objetos” (op. cit., p. 55-59).

3.

EL COMIENZO DEL INDIVIDUO [1966]. “(1) Fantasía. Los hijos comienzan a ser cuando son fantaseados. (…) (2) Concepción. (…) Materialización de la fantasía o bien un accidente. (…) (3) El cerebro como órgano. (…) Formación del cerebro. (…) (4) Percepción de los movimientos del feto por parte de la madre. (…) Pruebas de que el feto está vivo y «patea». (…) (5) Viabilidad. (…) Si nace prematuramente, tiene posibilidades de sobrevivir. (…) (6) La psicología se torna significativa. (…) El momento adecuado para el nacimiento en sentido psicológico es aquel en que (…) ha llegado el momento de que el feto abandone el útero. (…) (7) El nacimiento. (…) Más relacionado con los cambios (…) en la madre (…) y en el padre que con los cambios en el bebé. (…) Se trata de un bebé, que todo el mundo reconoce como individuo. (…) (8) Yo/no-yo. (…) A partir de este punto no tendremos que ocuparnos de la fisiología. (…) La psicología que nos interesa aquí es la que se ocupa de los factores emocionales de la constitución de la personalidad y de la transición gradual desde la dependencia absoluta, pasando por la dependencia relativa, hasta la independencia. Gran parte de esto depende del aprovisionamiento ambiental (…). Llega un momento en el cual, si el niño pudiera hablar, diría «yo soy». (…) Este momento (…) [es] el comienzo de la existencia del individuo (…). (9) Objetividad. (…) Éste acepta el principio de realidad (…). Capacidad del niño para aceptar (…) un mundo que es externo al niño y que podríamos denominar real (…), aunque (…) sigue siendo

36 personal (…). (10) Código moral. (…) Se siente responsable por sus ideas y por sus actos. (…) (11) El juego y la experiencia cultural. Como premio (…) a la combinación satisfactoria de las influencias ambientales con los procesos madurativos heredados, se constituye un área intermedia (…) de gran importancia en la vida del individuo. (…) (12) La realidad psíquica personal. (…) El individuo, según sus experiencias y su capacidad de acumularlas, desarrolla una capacidad de creer… o de confiar” (op. cit., p. 73-81). 4.

“Mucho más importante que el tratamiento de los trastornos psiquiátricos (lo que ha constituido mi trabajo) es su profilaxis; esta última puede ser instituida inmediatamente, no enseñándoles a las madres cómo ser madres, sino haciendo que los médicos y las enfermeras comprendan que no deben interferir con los delicados mecanismos que intervienen en el establecimiento de relaciones interpersonales como la del bebé con su madre. (…) Sostén y manejo. (…) Agresión es la palabra que expresa el efecto de un sostén inadecuado del bebé, y puede decirse que la mayoría de los bebés transcurren sus primeras semanas o meses sin recibir agresiones. (…) No lo duden; estas agresiones tienen importancia. Contribuyen, según lo comprobamos en nuestro trabajo con niños mayores y con adultos, a provocar un sentimiento de inseguridad, y también sucede que el proceso de desarrollo se demora debido a las reacciones ante la agresión, las cuales fragmentan el hilo de continuidad que es el niño. Relaciones objetales. (…) Cuando la madre y el bebé se amoldan recíprocamente en la situación alimentaria, ello constituye el comienzo de una relación humana. Se establece así el modelo para la capacidad del niño de relacionarse con objetos y con el mundo. (…) Manejo de las excreciones. (...) Los padres permiten que los bebés encuentren su propia manera de ser (…) «limpios»” (op. cit., p. 83-94).

5.

LA CONTRIBUCIÓN DEL PSICOANÁLISIS A LA OBSTETRICIA [1957]. “Debe recordarse que la habilidad de la partera, basada en el conocimiento científico de los fenómenos físicos, es lo que hace que los pacientes depositen en ella su confianza, por otra parte tan necesaria. Sin esta habilidad básica en el terreno físico, será inútil que estudiara psicología, ya que la comprensión psicológica no puede reemplazar al conocimiento de qué es lo que debe hacer cuando se presenta una complicación como la placenta previa. Pero si cuenta ya con los conocimientos y la habilidad necesarios, no cabe duda de que la partera puede cumplir con mucha mayor eficacia su tarea si además adquiere una comprensión de su paciente como persona. (…) En nuestro trabajo, si todos nos convertimos en personas, lo que hacemos se torna más interesante y grato. (…) La partera (…) no sólo es una técnica sino también un ser humano; tiene sentimientos y estados de ánimo, excitaciones y decepciones; quizás desearía ser la madre, o el bebé, o el padre, o todos ellos sucesivamente. En general se siente satisfecha, y a veces un tanto frustrada, por ser la partera” (op. cit., p. 95-97).

6.

LA DEPENDENCIA EN EL CUIDADO DEL NIÑO [1970].

7.

COMUNICACIÓN DEL BEBÉ CON LA MADRE Y DE LA MADRE CON EL BEBÉ: COMPARACIÓN Y CONTRASTE [1968]. “Hablaré de la comunicación entre el bebé y la madre. (…) No mencioné la palabra inconsciente. La razón es obvia: la palabra inconsciente sólo se

SALUD AMBIENTAL EN LA INFANCIA [1967].

“Detrás de estas necesidades [de dependencia] se halla el hecho de que los bebés están expuestos a sentir las ansiedades más severas que puedan imaginarse. Si se los priva del contacto familiar y humano durante demasiado tiempo (horas, minutos) tienen experiencias que sólo podemos describir con palabras como éstas: partirse en pedazos; caída interminable; morir, morir y morir; total desesperanza de que se renueven los contactos. Un hecho importante es que la mayoría de los bebés atraviesa las primeras etapas de la dependencia sin tener estas experiencias, y ello es así porque su dependencia es reconocida y satisfechas sus necesidades básicas, y porque la madre o la figura materna adapta su modo de vida a estas necesidades. Es posible apreciar que, con buenos cuidados, estos terribles sentimientos se convierten en buenas experiencias, que son el fundamento de la confianza en la gente y en el mundo. Por ejemplo, el partirse en pedazos se convierte en relajación y en sosiego si un bebé está en buenas manos; la caída interminable se convierte en el goce de ser llevado en brazos y en la excitación y el placer que se asocian con el hecho de ser transportado; el morir, morir y morir se convierte en una deliciosa conciencia de estar vivo; la pérdida de la esperanza con respecto a las relaciones se transforma, cuando la dependencia es correspondida por la constancia, en un ceñimiento de confianza en que, aun estando solo, el bebé tiene a alguien que lo cuide” (op. cit., p. 115-116).

37 aplicaría a la madre. Para el bebé, aún no existen un consciente ni un inconsciente en el área que deseo examinar. Lo que hay es una brazada de anatomía y fisiología, y además, un potencial para el desarrollo de una personalidad humana. Hay una tendencia general hacia el crecimiento físico, y una tendencia hacia el desarrollo en la parte psíquica de la unidad psicosomática; hay, tanto en el área física como en el área psicológica, tendencias heredadas, y en el aspecto psíquico, estas tendencias heredadas incluyen aquellas que conducen a la integración o adquisición de la totalidad. (…) Para que el potencial heredado tenga oportunidad de actualizarse, en el sentido de manifestarse en la persona del individuo, el aprovisionamiento ambiental debe ser adecuado” (op. cit., p. 119-120).

38 «El gesto espontáneo. Cartas escogidas» (1987b [1919-1969]) {«The spontaneous gesture. Selected letters»} 1. EL GESTO ESPONTÁNEO. CARTA A VIOLET WINNICOTT [1919]. “Terapia significa tratamiento. Psicoterapia significa el tratamiento de los trastornos de la mente, aparte de los que dependen de una enfermedad cerebral. (…) Cerebro y mente no son iguales (…). La sugestión es el principio activo de casi toda la medicina. (…) Es la influencia de la personalidad de un hombre (…). Psicoanálisis (…) designa un método creado por Freud por el cual pueden curarse los trastornos mentales sin ayuda de la Hipnosis, y con un resultado duradero (…). La mente está dividida en lo consciente y en un subconsciente (…). Los instintos (…), no importa cuántos sean, de cualquier manera son las direcciones naturales en que debe viajar hacia el exterior ese algo a lo que llamamos la fuerza vital. (…) El Psicoanálisis es un método por el cual, simplemente dando sucesivos pasos hacia atrás, se lleva al paciente a rastrear sus sueños y obsesiones hasta su origen que a menudo han quedado alojados en él desde la infancia o la niñez. Al paciente lo sorprende encontrar así explicado su curioso comportamiento y traída a la conciencia su causa. Puede entonces hacer participar en la batalla su voluntad, se le da a su voluntad una buena posibilidad. (…) Probablemente yo sea acusado de blasfemo si digo que Cristo fue un psicoterapeuta de vanguardia. (…) Mediante la psicoterapia es posible lograr que muchos fanáticos o extremistas en materia religiosa (si son tratados tempranamente) lleguen a una real comprensión de la religión (…). Así, dejan de ser un estorbo para la comunidad y un foco de contagio religioso y se convierten en miembros sociales normales y útiles, en condiciones de desarrollarse según los lineamientos propios de cada cual” (Winnicott, 1987], p. 45-48). 2. CARTA A ANNA FREUD [1948]. “Los problemas del mundo no se deben a la agresión del hombre, sino a la agresión reprimida en cada individuo. (…) El remedio no es educar a los niños sobre el modo de manejar y controlar su agresión sino proporcionar, al máximo número de bebés y de niños, condiciones estables y confiables (de ambiente emocional) como para que cada uno de ellos pueda llegar a conocer y a tolerar, como parte de sí mismo, la totalidad de su agresión (amor voraz primitivo, destructividad, capacidad de odiar, etc.). (…) A fin de posibilitar que los seres humanos (bebés, niños o adultos) toleren y acepten su propia agresión, es necesario respetar la culpa y la depresión y reconocer plenamente las tendencias reparadoras cuando ellas existen” (op. cit., p. 5859). CARTA A ANNA FREUD [1954]. “Ahora mi propósito será tratar de correlacionar mis ideas con las de Kris y Hartmann, pues creo que (…) todos estamos tratando de expresar las mismas cosas, sólo que yo tengo una manera irritante de decir las cosas en mi propio lenguaje en lugar de aprender a utilizar los términos de la metapsicología psicoanalítica. (…) Estos términos me despiertan (…) profundas sospechas (…) porque pueden dar la apariencia de un entendimiento común, cuando ese entendimiento no existe” (op. cit., p. 119-120). CARTA A ANNA FREUD Y MELANIE KLEIN [1954]. “Los Grupos A y B eran esenciales diez años atrás y (…) la adopción de estos grupos salvó a la Sociedad de la escisión (…). En la actualidad ha cesado la razón de este ordenamiento (…).La Sociedad se ha avenido, como cualquier otra sociedad, al hecho de que existen discrepancias científicas (…). Me consterna la perspectiva de tener que tratar con (…) grupos rígidos” (op. cit., p. 137-139). CARTA A ANNA FREUD [1955]. “Pienso que usted ha dicho tantas cosas importantes (…), que ellas llevan naturalmente a una enunciación más definida del estado emocional de la madre en los inicios de la existencia del bebé. Se ha hecho mención a esto, pero más bien en términos de un estado biológico, y se ha utilizado la palabra simbiosis. Todo esto se liga muchísimo con las dificultades que la Sociedad tienen en la actualidad para rastrear las raíces tempranas de la agresión no fusionada, lo cual se refleja, en mi opinión, en la insistencia temporaria (confío en que lo sea) de la señora Klein sobre lo que ella llama envidia innata, algo que envuelve la idea de un factor genético variable” (op. cit., p. 169). 3. CARTA A MELANIE KLEIN [1952]. “Pienso que en correspondencia con mi deseo de decir cosas a mi modo hay algo de parte suya, a saber, la necesidad de que todo sea reformulado en sus propios términos. (…) Personalmente creo que es muy importante que la obra suya sea reenunciada por personas que hagan los descubrimientos a su manera y que presenten lo que descubren en su propio lenguaje. Sólo de este modo se mantendrá vivo el lenguaje. Si usted estipula que en el futuro sólo su

39 propio lenguaje debe ser utilizado para la enunciación de los descubrimientos de otra gente, el lenguaje se convertirá en un lenguaje muerto, como ya se ha convertido en la Sociedad. Le sorprendería saber cuántos suspiros y gemidos que acompañan toda reenunciación de los clisés sobre los objetos internos por parte de quienes voy a llamar kleinianos. Sus propias formulaciones {las de M. Klein}, desde luego, se hallan en una categoría muy distinta, ya que la obra es su obra personal y a todo el mundo le complace que usted tenga su propia manera de enunciarla. Quizás el peor ejemplo sea el artículo de C., en el que simplemente pasó de boca en boca mucho de lo que ahora se ha dado en llamarse contenido kleiniano, sin trasmitir en modo alguno la impresión de que aprecia los procesos personales del paciente. (…) Usted es la única capaz de destruir este lenguaje denominado doctrina kleiniana y kleinismo y todo eso, con un propósito constructivo. (…) Usted está tan bien rodeada por lo que la aprecian y valoran su obra, y tratan de llevarla a la práctica, que corre el riesgo de perder contacto con otros que, aunque hacen un buen trabajo, no están, por acaso, bajo su influencia. (…) Pienso que a algunos de los pacientes que acuden a los «entusiastas kleinianos» para ser analizados no se les permite crecer o crear en el análisis. (…) Sé por cierto que en sus propios análisis nada de esto que estoy criticando ocurre. (…) Usted es la mejor analista, así como la más creadora en el movimiento analítico. No obstante, lo que usted no aborda es la oposición al kleinismo., (…) tanto como lo fue el darwinismo” (op. cit., p. 88-93). 4. CARTA A JAMES STRACHEY [1951]. {Analista de Winnicott entre 1923 y 1929}. “Me he comprometido a entregar un artículo el 30 de mayo sobre lo que he denominado «objetos transicionales». (…) Le escribo porque me he preguntado si usted aceptaría leer lo que yo he bosquejado de este artículo ya, y permitirme comentarlo con usted. Me interesa particularmente recoger en la sección teórica del artículo la teoría psicoanalítica corriente en grado suficiente como para volver aceptable lo que, según creo, es mi propia contribución” (op. cit., p. 75). CARTA A JOAN RIVIERE [1956]. {Analista de Winnicott entre 1933 y 1938}. “Después del artículo de la señora Klein {‘Envidia y gratitud’}, usted y ella (…) me dieron a entender que (…) yo no puedo hacer ninguna contribución positiva (…) a la psicología de las primerísimas etapas que Melanie lleva a cabo permanentemente. (…) Usted me ha manifestado a menudo que valora mis enunciaciones sobre la relación madre-bebé y quiero preguntarle si podría (…) contemplar la posibilidad de que en este punto yo pueda quizás contribuir en algo a la teoría. (…) La única cosa que me habría hecho dudar en escribirle es la oración del prefacio del libro de Klein que usted redactó y que, como sabe, me sacudió, en la que da a entender que el sistema de pensamiento de Klein ha abarcado todo, de modo que nada queda por hacer sino extender la aplicación de las teorías. (…) No acepto lo que usted y Melanie dieron a entender, o sea, que mi preocupación por la forma en que Melanie ha enunciado la psicología de la más temprana infancia se basa en factores subjetivos y no en factores objetivos” (op. cit., p. 170-173). 5. CARTA A JOHN BOWLBY [1954]. “Entre las personas con las que tomé contacto, me encuentro con muchas que están preocupadas por la forma en que han utilizado su obra los que quieren cerrar las guarderías. {Los trabajos precursores del Dr. Bowlby sobre los efectos adversos que tiene sobre los niños pequeños separarlos de su madre habían sido utilizados como argumento a favor del cierre de las guarderías [salas cuna]}. (…) Me temo que en la actualidad el hecho de que se lo haya mencionado a usted en conexión con el cierre de las Guarderías esté perjudicando la valiosísima tendencia de su argumentación. Me pregunto si hay algo que usted pueda hacer al respecto. Una carta a los diarios negando que le interese el cierre de las Guarderías haría que las cosas fuesen muy distintas” (op. cit., p. 129-130). CARTA A ROBERT TOD [1969]. {Amigo de Winnicott}. “Me vi envuelto en los fracasos del plan de evacuación y por tanto no pude eludir el tema de la tendencia antisocial. A la postre me interesé por la etiología de la delincuencia, y por consiguiente me sumé, muy naturalmente, a John Bowlby, quien a la sazón comenzaba su obra basada en la relación que observó entre la delincuencia y los períodos de separación sobrevenidos en momentos significativos de la vida temprana del niño” (op. cit., p. 300-301). 6. CARTA A WILFRED BION [1955]. “Pienso que usted es el gran hombre del futuro en la Sociedad Psicoanalítica Británica. (…) [Pero] se tuvo la impresión de que (…) la señora Klein y los prokleinianos (…) lo protegían a usted de la Sociedad. (…) La señora Klein parece incapaz de ver que sus seguidores están desquiciando la Sociedad pues se han congregado en un bloque al cual es

40 imposible entrar, salvo mediante el procedimiento de ser analizado por la señora Klein o por alguien analizado por ella, etcétera. (…) Me interesa mucho su desarrollo del tema de la parte neurótica de la personalidad que, por así decir, trae al análisis a la parte psicótica, tema (…) al que yo he hecho referencia diciendo que el falso self oculta al verdadero self y a la larga permite que éste emerja para el análisis. Creo que tenemos por delante una época apasionante en cuanto al aspecto científico del psicoanálisis. Espero que la escena política no continúe arruinando la labor científica” (op. cit., p. 164-168). CARTA A WILFRED BION [1960]. “Lo que quiero preguntarle es si, a su juicio, los psicóticos en los cuales se basan sus ideas han tenido la capacidad de soñar y la han perdido. O, de otro modo, ¿con personas que jamás alcanzaron ese amplio espacio entre lo concreto y lo abstracto, o entre la realidad psíquica y la realidad externa?” (op. cit., p. 216). CARTA A WILFRED BION [1961]. “Mi estimado Bion: (…) Estoy tratando de elaborar la relación entre sus enunciados y mi afán de dar cuenta de los procesos intelectuales, como medio utilizado por el bebé para aminorar la herida narcisista del principio de realidad, comprendiendo de una manera localizada las razones de la falla de su madre para adaptarse en forma inmediata y completa” (op. cit., p. 218). CARTA A WILFRED BION [1967]. “No he despejado mis dudas acerca de la idea de la memoria y el deseo o intención. (…) En la aplicación de esa misma idea a la labor psicoanalítica, no puedo sustraerme a utilizar la palabra intención; siento que deseo no es correcta. (…) Tengo que ser capaz de permitir al paciente ser una persona separada, así como el paciente tiene que llegar a ser capaz de permitirme quedar fuera de su control omnipotente” (op. cit., p. 265). 7. CARTA A JACQUES LACAN [1960]. “Estimado Dr. Lacan: Me alegra mucho tener el quinto volumen de La Psychanalyse y le escribo para agradecerle que haya publicado una traducción de mi artículo sobre los Objetos Transicionales. Me parece que alguien se ha tomado un inmenso trabajo en torno a los detalles de la traducción, y probablemente haya sido usted mismo. De cualquier modo, a usted le debo que este artículo esté disponible ahora en lengua francesa. He estado trabajando en su artículo sobre la Teoría del Simbolismo en recuerdo de Ernest Jones, pero aún no he asimilado apropiadamente su significado ni evaluado su importancia. Dicho sea de paso, mi apellido termina con una doble «t» (Winnicott), pero esta clase de cosas no me preocupan. No he olvidado que usted me preguntó si podía leer un artículo por aquí, y sin duda debe pensar que me he mostrado muy indolente al respecto. En verdad, sabrá lo que quiero significar si le digo que primero era necesario que la Sociedad hiciera un pedido oficial a un Miembro de la Societé Psychoanalytique de Paris. Creo que ahora esto ya ha sido arreglado y que alguien vendrá a darnos una conferencia, tras lo cual quedaremos en libertad para invitarlo a usted. Lamento que tenga que haber sido dispuesto de este modo, pero también lamento la división del psicoanálisis francés, y permanentemente deseo que puedan volver a unirse. Temo que el malestar haya aumentado a punto tal que ya no pueda corregírselo, pero desde mi punto de vista las personas que se hallan a uno y otro lado de la controversia siguen siendo muy humanas, hombres y mujeres corrientes que luchan por algo que cada cual cree que es lo bueno. Mi esposa y yo recordamos con el mayor placer la cena con que usted nos agasajó en su departamento, aquel día en que su hija rompió una botella de vino en la cocina. Quisiéramos saber cómo anda ella, y le enviamos a todos ustedes nuestros mejores deseos. Muy atentamente” (op. cit., p. 214-215).

41 «La naturaleza humana» (1988 [1954]) {«Human nature»} 1.

LA NATURALEZA HUMANA [1954]. INTRODUCCIÓN. “La tarea consiste en estudiar la naturaleza humana. (…) Es más fácil para un médico, y más habitual, que escriba sobre la enfermedad. A través del estudio de la enfermedad accedemos al estudio de muchas cosas importantes sobre la salud. No obstante, la premisa del médico, según la cual la salud consiste en una relativa ausencia de enfermedad, no es suficientemente buena. La palabra «salud» tiene un significado propio positivo, de modo tal que la ausencia de enfermedad no es otra cosa que el punto de partida de una vida sana. (…) Jamás abandoné la pediatría (…). En 1927 entré en contacto con Melanie Klein (…) y más adelante (…) [con] Anna Freud. (…) Tuve a mi cargo (…) casos antisociales organizados (…) y (…) pacientes adultos más psicóticos, y comprobé que podía aprender mucho acerca de la psicología de la temprana infancia a partir de las profundas regresiones de los adultos en el curso del tratamiento psicoanalítico, gran parte de lo cual no podía conocerse por observación directa de bebés, ni aun por el análisis de niños de dos años y medio. (…) Tuve siempre una constante necesidad de aconsejar a los padres que venían a la consulta” (Winnicott, 1988, p. 1719).

2.

PARTE I. EXAMEN DEL NIÑO HUMANO: SOMA, PSIQUE, MENTE. INTRODUCCIÓN. “He resuelto examinar la naturaleza humana a través de un estudio del niño. (…) El animal humano individual es unitario (…). Al escoger un enfoque evolutivo para estudiar la naturaleza humana (…), espero poner en claro que, primero, a partir de una fusión primaria del individuo con el ambiente, emerge algo, la pretensión del individuo de ser capaz de estar en un mundo que lo desconoce; luego, el fortalecimiento del self como entidad, como una continuidad del ser, como un lugar en el cual y desde el cual [emerge] el self como unidad, como algo ligado al cuerpo y que depende del cuidado físico; luego el incipiente percatamiento (que ya implica la existencia de una mente) de la dependencia, así como de la confiabilidad de la madre y de su amor, que al bebé le llega como un cuidado físico y una íntima adaptación a su necesidad; luego la aceptación personal de las funciones y los instintos con su apogeo, del gradual reconocimiento de la madre como otro ser humano, y junto con esto el pasaje de la crueldad a la preocupación por el otro; luego un reconocimiento de un tercero y del amor complicado por el odio, y del conflicto emocional; todo esto enriquecido por la elaboración imaginativa de cada función y el crecimiento de la psique al par que el del cuerpo; asimismo, la especialización de la capacidad intelectual, que depende de la dotación cerebral; y, además, el gradual desarrollo de la independencia respecto de los factores ambientales, que a la larga lleva a la socialización. (…) El funcionamiento del cuerpo es perturbado por cosas tales como la angustia, así como por un manejo hogareño deficiente. (…) Se corre el peligro de que (…) se reformulen las teorías para dar a entender que el trastorno psiquiátrico es un producto, no del conflicto emocional, sino de la herencia, la constitución, el desequilibrio endocrino y el manejo burdo del niño” (op. cit., p. 23-27).

3.

PARTE II: EL DESARROLLO EMOCIONAL DEL SER HUMANO. INTRODUCCIÓN. “[Existe] la necesidad de comprender el desarrollo emocional del individuo. (…) La psicología académica no da la respuesta; la única respuesta se encuentra en la psicología dinámica, o (…) psicoanálisis. Será indispensable ahora examinar el desarrollo del psique-soma que (…) poco a poco se convierte en la persona individual consciente de sí misma, una persona que no sólo está relacionada con el ambiente sino que a la larga toma parte en el mantenimiento y re-creación de dicho ambiente. (…) Deliberadamente mantendremos fuera de esta elucidación a la mente, en tanto y en cuanto ésta es lo que he llamado algo que florece al borde del psique-soma. (…) Mi exposición de la psicología dinámica se dividirá del siguiente modo: a) Las relaciones interpersonales y sus complicaciones concomitantes; b) El logro de una unidad personal y de la capacidad para preocuparse por el otro; c) Las tareas primitivas de cada niño y cada vez en menor medida (mientras el niño madura) forman: 1) Integración del self; 2) Modus vivendi psicosomático; 3) Contacto con la realidad a través de la ilusión. (…) Esta disección de las etapas del desarrollo es un procedimiento sumamente artificial. (…) Las necesidades de un niño (…) plantean a los padres y maestros problemas que están en

42 condiciones de abordar, poniendo el acento en tal o cual aspecto del cuidado corriente y la educación del niño” (op. cit., p. 57-60). 4.

PARTE III: ESTABLECIMIENTO DEL ESTADO UNITARIO. INTRODUCCIÓN. DESARROLLO EMOCIONAL CARACTERÍSTICO DE LA INFANCIA. “Gran parte de lo que sigue a continuación atañe al niño antes de que llegue a la edad del predominio genital. (…) En esta sección, que se ocupará del desarrollo emocional característico de la infancia, (…) no se presumirá que el niño ya se ha vuelto capaz de manejar una relación triangular, sino que nuestro tema de estudio será su capacidad para entablar una relación con otro (la madre). Una vez más, es menester dar por sentado el desarrollo sano en las etapas más tempranas. (…) Estoy describiendo la etapa del desarrollo en que el bebé se convierte en una unidad, se vuelve capaz de sentir que el self (y por ende los otros) es una totalidad, una cosa única con una membrana que la limita, y con un adentro y una afuera. Como he dicho, esto da por sentado todo el desarrollo previo que conduce a este sentimiento de ser uno” (op. cit., p. 101102).

5.

DIVERSOS TIPOS DE MATERIAL PSICOTERAPÉUTICO. “En el psicoanálisis (aparte del análisis adaptado a las necesidades del paciente psicótico), el tratamiento se inicia cuando se formula la primera interpretación que trae a la conciencia algún elemento del material presentado que ya estaba en condiciones de serlo pero aún no era plenamente aceptado por el paciente. (…) El material del análisis (de un niño o un adulto) puede clasificarse aproximadamente en estos tipos: 1) Relaciones externas como las que se dan entre personas totales. 2) Muestras del mundo interno y variaciones sobre el tema de la vida de la fantasía, situada dentro o fuera. 3) Material intelectualizado con el cual puede trabajarse, pero este trabajo necesita ser repetido en otra forma, con sentimientos, en la relación transferencial. 4) Material que indica principalmente las debilidades estructurales del Yo, la amenaza de pérdida de capacidad para la relación, y la amenaza de irrealidad y despersonalización. (…) La diferencia entre el análisis de un niño pequeño y el de un adulto es que en su mayor parte la actuación del niño pequeño cobra la forma de juego durante la sesión, en tanto que casi toda la actuación del adulto puede pertenecer a su vida externa al análisis, mientras que en éste el trabajo es verbal. Sin embargo, el analista está preparado para atender al niño pequeño que hay en el adulto, así como al adulto que hay en el niño pequeño” (op. cit., p. 131-137).

6.

PARTE IV: DE LA TEORÍA DE LOS INSTINTOS A LA TEORÍA DEL YO. INTRODUCCIÓN: DESARROLLO EMOCIONAL PRIMITIVO. “Algo artificialmente, elegiré tres lenguajes distintos para describir los fenómenos tempranos del desarrollo emocional. En primer lugar examinaré: A. El establecimiento de una relación con la realidad externa. Luego B. La integración del self unitario a partir de un estado no-integrado. Y C. El alojamiento {residencia} de la psique en el cuerpo. No encuentro ninguna secuencia clara en el desarrollo que pudiera usarse para determinar el orden de la descripción. Se apreciará que a medida que retrocedemos en nuestro estudio del ser humano en desarrollo, cada vez nos vemos más profunda y evidentemente envueltos en el estudio del ambiente, que en términos de la psicoterapia es el manejo” (op. cit., p. 143).

7.

RETRAIMIENTO Y REGRESIÓN. “El retraimiento es un procedimiento de protección, y es provechoso, pero el retorno del retraimiento no trae alivio; más aún, hay complicaciones inherentes a este proceso de retorno del retraimiento. Empero, la regresión tiene el carácter de una cura natural, ya que en ella pueden corregirse las experiencias tempranas y la experiencia y reconocimiento de la dependencia brinda un verdadero descanso. (…) Si esto es bien manejado por el terapeuta, el resultado es que la persona queda en mejor estado que antes del episodio. Desde luego, todo esto depende de que exista una capacidad para confiar y de que el terapeuta tenga capacidad para justificar dicha confianza; y puede haber una larga fase preliminar del tratamiento dedicada a la edificación de esa confianza. En una regresión psicoterapéutica, el paciente (de cualquier edad) debe ser capaz de llegar a la postre a una falta de percatamiento del cuidado ambiental y de la dependencia, lo cual significa que el terapeuta se adapta de modo suficientemente bueno a la necesidad. Hay ahí un estado de narcisismo primario, que debe alcanzarse en ciertos momentos del tratamiento” (op. cit., p. 197-198).

43 «Exploraciones psicoanalíticas I» (1989a [1939-1970]) {«Psycho-analytic explorations»} 1.

EXPLORACIONES PSICOANALÍTICAS I. PRIMERA PARTE. PSICOANÁLISIS: TEORÍA Y PRÁCTICA. DOS NOTAS SOBRE EL USO DEL SILENCIO [1963]. “En el caso que trataré aquí (…) la base del tratamiento es mi silencio. Toda la semana pasada permanecí en un silencio absoluto, salvo por un comentario que hice muy al principio. A la paciente esto le parece un logro suyo, mantenerme silencioso. (…) Yo debía aceptar mi situación como alguien que no dice nada. Esto me fue extremadamente difícil (…) porque podía entender lo que estaba sucediendo. (…) Sin embargo, esto trae complicaciones, porque (…) uno de los propósitos de la interpretación es plantear los límites de la comprensión del analista. El fundamento para no interpretar, y de hecho para no emitir ningún sonido, es la premisa teórica de que el analista realmente sabe lo que está aconteciendo. (…) Esta paciente (…) ha tenido una experiencia insuficiente de vivir omnipotente” (Winnicott, 1989a, p. 104110). LA INTERPRETACIÓN EN PSICOANÁLISIS [1968]. “Una parte importante de la técnica psicoanalítica es la interpretación. (…) En la forma más sencilla, el analista le devuelve al paciente lo que éste le ha comunicado. (…) El principio que estoy enunciando es que el analista refleja lo que el paciente le ha comunicado. (…) Reflejarle al paciente lo que él ha dicho o transmitido no es una pérdida de tiempo, sino que en rigor puede ser lo mejor que el analista está en condiciones de hacer en el análisis (…). Esta manera de concebir las cosas suscita cierta oposición, pues a los analistas les gusta ejercitar las habilidades que adquirieron, y sobre cualquier cosa que surja tienen mucho para decir. (…) Es mejor adherir al principio de reflejar el material presentado, en vez de pasarse al otro extremo, el de las interpretaciones «inteligentes»” (p. cit., p. 250-255).

2.

“El miedo clínico al derrumbe es el miedo a un derrumbe ya experienciado. Es el miedo a la agonía original que dio lugar a la organización defensiva desplegada por el paciente como síndrome mórbido. (…) De acuerdo con mi experiencia, hay momentos en que el paciente necesita que se le diga que el derrumbe, el miedo, el cual está destruyendo su vida, ya tuvo lugar. Es un hecho escondido en el inconsciente (…). En este contexto particular, inconsciente significa que la integración yoica no es capaz de abarcar algo. El yo es demasiado inmaduro como para recoger todos los fenómenos dentro del ámbito de la omnipotencia personal. (…) La experiencia original de la agonía primitiva no puede convertirse en tiempo pasado a menos que el yo sea capaz primero de recogerla dentro de su experiencia presente (…). El paciente debe seguir persiguiendo ese detalle del pasado que todavía no fue experienciado, que adquiere la forma de una búsqueda de ese detalle en el futuro. A menos que el terapeuta pueda operar con éxito sobre la base de que ese detalle es ya un hecho, el paciente tendrá que seguir temiendo encontrar lo que busca compulsivamente en el futuro. Por otro lado, si el paciente está en condiciones de aceptar de algún modo esta extraña especie de verdad –que eso que todavía no ha sido experienciado sucedió, empero, en el pasado-, queda abierto el camino para experienciar la agonía en la transferencia, como reacción frente a las fallas y errores del analista. El paciente podrá transmitir estos errores si las dosis no son excesivas, y podrá dar cuenta de cada falla técnica del analista como contratransferencia. Dicho de otro modo, poco a poco el paciente recoge la falla original del ambiente facilitador dentro del ámbito de su omnipotencia y de la experiencia de omnipotencia que corresponde al estado de dependencia (hecho transferencial). Todo esto es muy arduo, penoso y lleva tiempo, pero de cualquier manera no es fútil” (op. cit., p. 115-116).

3.

IMPORTANCIA DEL ENCUADRE EN EL MODO DE TRATAR LA REGRESIÓN EN PSICOANÁLISIS [1964].

EL MIEDO AL DERRUMBE [1963].

“Yo adhiero a los principios básicos del análisis (…). Intento seguir los establecidos por Freud, que me parecen fundamentales para toda nuestra labor. (…) Sin embargo, (…) en pacientes con determinado tipo de diagnóstico, la provisión y el mantenimiento del encuadre son más importantes que la tarea interpretativa” (op. cit., p. 122-123). NOTAS SOBRE EL REPLIEGUE Y LA REGRESIÓN [1965]. “Desde el punto de vista clínico, los dos estados son prácticamente iguales; se verá, no obstante, que hay una enorme diferencia entre ellos. En la regresión hay dependencia, y en el repliegue, una independencia patológica. (…) Uno en verdad está atento al pasaje del retraimiento a la regresión, a medida que el paciente se vuelve capaz de reconocer lo que hay de positivo en la actitud de uno. Se entiende que en el retraimiento la expectativa es que el ambiente será persecutorio” (op. cit., p. 183). EL CONCEPTO

44 DE REGRESIÓN CLÍNICA COMPARADO CON EL DE ORGANIZACIÓN DEFENSIVA [1967]. “En mi estudio de los fenómenos esquizoides noté que utilizaba el término «regresión» con el sentido de regresión a la dependencia. Ya no me preocupó más que el paciente hubiera o no dado un paso atrás en lo que atañe a las zonas erógenas. (…) Comencé a considerar la esquizofrenia, y en especial la enfermedad del caso fronterizo, como una sofisticada organización defensiva (…) con miras a la invulnerabilidad. (…) El resultado del trauma es por fuerza una cierta distorsión del desarrollo. (…) Si tenemos éxito, posibilitaremos que el paciente abandone la invulnerabilidad y se convierta en una persona que sufre. (…) Nuestras inevitables fallas, específicas y limitadas, a menudo provocadas por el mismo paciente, le dan a éste oportunidad de sentir rabia hacia nosotros y expresarla. (…) En lugar de traumas acumulativos lo que obtenemos son experiencias acumulativas de rabia, en las que el objeto (el terapeuta y su consultorio) sobrevive a la ira del paciente. El tratamiento de los casos fronterizos no puede estar nunca exento de sufrimiento, tanto del paciente como del terapeuta” (op. cit., p. 238-241).

4.

EL CONCEPTO DE TRAUMA EN RELACIÓN CON EL DESARROLLO DEL INDIVIDUO DENTRO DE LA FAMILIA [1965]. “La familia brinda al niño en crecimiento una protección contra el trauma. (…) La idea de

trauma implica tomar en cuenta factores externos; en otras palabras, corresponde a la dependencia. (…) El significado de un trauma varía según la etapa de desarrollo emocional del niño. (…) El trauma implica un derrumbe en el ámbito de confiabilidad del «ambiente previsible promedio» (…). Los procesos madurativos del individuo sólo se realizan en un ambiente facilitador” (op. cit., p. 161181). 5.

SOBRE LOS ELEMENTOS MASCULINO Y FEMENINO ESCINDIDOS [1968-1969]. “En mi paciente teníamos el caso extremo de la necesidad inconsciente de su madre de tener una niña, lo cual determinó el tipo de manipulación a que sometió a su bebé en las primerísimas etapas. El resultado, para mi paciente, fue que si bien conservó la certidumbre acerca de su identidad masculina, llevó consigo, hasta ese momento del análisis que describo, la convicción de que para mantener una relación con su madre debía ser una nena. En otras palabras, la locura estaba en este caso en la madre y no en el paciente, aunque clínicamente éste se había sentido loco y no podía liberarse de la psicoterapia que se veía compelido a continuar aun sabiendo que no ofrecía esperanzas. Lo llamativo fue que mi manipulación de la transferencia, en lo que respecta a ser yo un analista loco, logró liberarlo de esa terrible fijación a la psicoterapia. (…) Pude reexaminar (…) el enorme efecto que tiene sobre el bebé humano inmaduro la actitud de la madre, y más delante de los dos progenitores, en cuanto a adaptarse a su necesidad” (op. cit., p. 230-231).

6.

SOBRE EL USO DE OBJETO [1968-1969].

7.

DESARROLLO DEL TEMA DEL INCONSCIENTE DE LA MADRE, TAL COMO SE LO DESCUBRE EN LA PRÁCTICA PSICOANALÍTICA [1969]. “Estos niño me entretenían, como también pensaban que debían

“Al describir un tratamiento psicoanalítico prolongado, cabe afirmar en verdad que el paciente ha usado todo el tiempo al analista, (…) «hasta gastarlo». (…) Un padre fuerte le permite a un niño correr el riesgo, porque el padre está allí en medio o preparado para enmendar las cuestiones o impedir con su reciedumbre que sucedan. (…) [Un padre débil o ausente conlleva] inhibir toda espontaneidad e impulso (…). Tal vez el padre sea para el niño quien le brinde el primer atisbo de integración y de totalidad personal. (…) La supervivencia del objeto conduce al uso del objeto, y éste, a la separación de dos fenómenos: 1. la fantasía, y 2. la ubicación efectiva del objeto fuera del área de las proyecciones. Por lo tanto, este muy precoz impulso destructivo cumple una función vital positiva (cuando opera, por la supervivencia del objeto), a saber, la objetivación del objeto (el analista en la transferencia). A esta tarea se la elude en la personalidad esquizoide o el caso fronterizo, y presumiblemente en la enfermedad esquizofrénica. (…) [Con] los adolescentes (…) la tarea de los padres y de la sociedad consiste en sobrevivir, lo cual incluye sobrevivir en condiciones no vengativas, o sea, contener lo que el adolescente individual trae consigo sin dejarse provocar ni siquiera cuando hay provocación” (op. cit., p. 279-289).

entretener a su madre, para hacer frente al estado depresivo de esta última. (…) Esos niños estaban enfermos y me estaban mostrando una organización del falso self, en tanto que en su casa la madre debía vérselas con la otra cara de esto, a saber, la incapacidad del niño para seguir contrarrestando, durante las veinticuatro horas, el estado de la madre” (op. cit., p. 295).

45 «Exploraciones psicoanalíticas II» (1989b [1943-1969]) {«Psycho-analytic explorations»} 1.

2.

EXPLORACIONES PSICOANALÍTICAS II. PRIMERA PARTE. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE NIÑOS Y ADOLESCENTES. EL JUEGO DEL GARABATO [1968]. “El juego del garabato (…) es un juego sin reglas (…) en una sola sesión que yo denomino «consulta terapéutica». (…) No hay dos casos iguales (…). Cualquier mejoría clínica posterior a la sesión genera, naturalmente, una respuesta favorable en el hogar o la escuela. (…) Si el trabajo de la sesión no da lugar a un resultado clínico, el caso pasa a ser clasificado naturalmente entre los que necesitan un enfoque distinto, como la asistencia social o una larga psicoterapia. El juego del garabato no ha de dominar la escena durante más de una sesión, o a lo sumo dos o tres. Es conveniente pensar en términos de la repetición de una primera sesión, y decir entonces que el juego del garabato, o sus equivalentes, es útil como técnica para la primera sesión. (…) Contrariaría mis propósitos que el juego del garabato fuera estandarizado o descripto con excesiva claridad. El principio es que la psicoterapia se produce en un lugar donde se superponen la zona de juego del niño y la zona de juego del adulto o terapeuta. El juego del garabato es un ejemplo de cómo puede favorecerse esa interacción” (Winnicott, 1989b, p. 42-43). LA LOCURA DE LA MADRE QUE APARECE EN EL MATERIAL CLÍNICO COMO FACTOR AJENO AL YO [1969].

“Creo que el rol especial en que yo le fui necesario fue el de alguien capaz de mirarlo, de pensar en él (sesos inteligentes en la cabeza), de experienciar el contacto con él (comunicación a través del juego), de reconocer y respetar sus organizaciones defensivas (y la defensa extrema de ser «nada»), y luego de ser testigo de los estados en que es poseído por la locura de la madre, cuando ésta se enloquece delante de él. También necesitaba el otro tipo de contacto que yo establecí con la madre, mediante el cual pude enterarme de que cuando no está demente es una madre buena y responsable, y una buena esposa del padre. (…) Después de esta única consulta terapéutica hubo una mejoría clínica considerable, la que se manifestó en la desaparición del bloqueo del niño en sus tareas escolares, señalado por sus maestros; también se manifestó en la actitud general del chico en su casa, sus avances en dirección a la independencia y su capacidad para funcionar normalmente con respecto a sus deposiciones” (op. cit., p. 111-112). 3.

SEGUNDA PARTE. SOBRE LA OBRA DE OTROS ANALISTAS. JOHN BOWLBY [1953]. “Bowlby (...) está persuadido de que hay que empeñarse en presentar las cuestiones psicológicas en forma estadística (…). Los que tenemos inclinación clínica (…) desdeñamos un poco las cifras. (…) A los clínicos les preocupará permanentemente que Bowlby haya sobresimplificado las cosas con el fin de demostrar algo mediante estadísticas. (…) La naturaleza humana es harto compleja como para evaluarla mediante el método estadístico (…). Para simplificar las cosas, Bowlby debe dejar de lado toda consideración de los recursos con que cuentan los niños normales, en virtud de los cuales no se convierten inevitablemente en niños deprivados cuando están lejos de sus padres durante un lapso no demasiado prolongado. (…) En mi opinión la contribución de la etología es para el analista un callejón sin salida. (…) La cuestión que Bowlby examina es tanto más rica de lo que él parece sugerir, que temo que perdamos de vista todo lo que puede significar esa reacción ante la pérdida si nos vemos envueltos en una controversia sobre cuervos o patos. (…) El Dr. Bowlby habla como si no existiera nada semejante a la fantasía en la temprana infancia. (…) El conflicto inconsciente parece no tener cabida en la psicología de Bowlby” (op. cit., p. 160-170).

4.

MELANIE KLEIN: SOBRE SU CONCEPTO DE ENVIDIA [1959-1969]. “La palabra «envidia» no puede utilizarse para describir la vida temprana del bebé. (…) La introducción de la idea de agresión heredada debilita la argumentación principal del libro (…). Una argumentación metapsicológica (…) [no] puede (…) pasar a dar cuenta de los fenómenos por referencia a la herencia, antes de haber alcanzado una plena comprensión de la interacción entre los factores personales y los ambientales (…). Melanie Klein no podía desarrollar su argumentación sobre el «pecho bueno» del analista sin abordar la cuestión de la calidad del trabajo de éste, o sea, la capacidad del analista para adaptarse a las necesidades del paciente. (…) Klein se vio envuelta en una renegación implícita del factor ambiental, y en consecuencia se inhabilitó para describir a la infancia, que es un período de dependencia. Así, se vio obligada a llegar prematuramente al factor hereditario. (…) En un encuadre

46 transferencial en el que el trabajo realizado llega hasta etapas muy tempranas, influye por cierto cómo es el analista” (op. cit., p. 188-207). 5.

ANNA FREUD [1969]. Reseña de ‘Indications for Child Analysis and Other Papers’ [1969]. “Puede apreciarse que la señorita Freud es coherente, al mismo tiempo que crece y se permite ser influida por la experiencia clínica y por los escritos de colegas como Ernst Kris y Heinz Hartmann, cuya obra se entrelaza con la suya propia. El libro le ofrece al neófito, además de una muy buena oportunidad de contemplar la teoría psicoanalítica con los ojos de una persona que estuvo íntimamente vinculada al último Freud y que luego de la muerte de éste siguió delante de acuerdo con los principios fundamentales defendidos por él, según ella siempre los había concebido. Como Anna Freud es básicamente una docente, pienso que los docentes hallarán agradable su exposición. Nunca dejaron de fascinarme los detalles observaos en las Guarderías de Guerra Hampstead. Los informes sobre esa experiencia singular son tan novedosos hoy como en la década de 1940, y el estudioso tiene mucho que aprender de esta obra bien documentada. Análogamente, hay buen material para el debate en otros trabajos clínicos –p.ej., la investigación especial sobre seis jóvenes huérfanos, judíos alemanes, cuyos padres murieron de la peor manera posible bajo el régimen de Hitler-. (…) Sin duda esta importante tarea práctica, en la que una psicoanalista salió al exterior para atender una necesidad social, significó mucho para ella. (…) Es obvio que la lectura de un libro como éste lleva tiempo, pero puede prometérsele al lector que le será fácil llegar al final, y que entonces habrá aprendido mucho; y lo habrá aprendido como se debe, observando el desarrollo de la conceptualización de la señorita Freud, basada en su visión personal de la obra de Freud y en su libertad para dejarse influir por la observación y el pensamiento original de sus colegas. (…) Este libro merece estar en los anaqueles y ser disfrutado. Está lleno de observaciones y de evaluaciones objetivas, y es digno de ser el octogésimo volumen de la Biblioteca Psicoanalítica Internacional” (op. cit., p. 260-261).

6.

TERCERA PARTE. SOBRE OTRAS FORMAS DE TRATAMIENTO. TERAPIA FÍSICA DEL TRASTORNO MENTAL: LA TERAPIA CONVULSIVA [1943-1947]. “En esta década de 1940 ya debería ser axiomático que los trastornos mentales son en esencia independientes de las enfermedades del tejido cerebral: son trastornos del desarrollo emocional. (…) El tratamiento de la enfermedad mental mediante convulsiones provocadas (…) pertenece a la variedad «tiro al aire», comparable a las «alternativas» de la medicina medieval (…). No sé cómo es que se obtiene autorización para realizar este tratamiento” (op. cit., p. 266-273). TERAPIA FÍSICA DEL TRASTORNO MENTAL: LOBOTOMÍA [19431956]. “[Objeto] de inmediato el tratamiento del trastorno mental por cualquier método que deje una deficiencia o deformidad permanente en el cerebro, aun cuando pueda demostrarse que en ciertos casos los resultados son favorables” (op. cit., p. 296). TERAPIA OCUPACIONAL [1949]. “La terapia ocupacional (…) de (…) un artista, alfarero, músico, escultor, ceramista, (…) se empeña en (…) hacerle descubrir gradualmente al paciente sus impulsos creadores y sus fuerzas integradoras positivas, se le permite echar una mirada a lo que está dentro de su self y ver lo que hay allí: el caos, las tensiones, la muerte, así como la belleza y la vitalidad innata” (op. cit., p. 314). TERAPIA CONDUCTISTA [1969]. “La Terapia Conductista (la escribo con mayúsculas para convertirla en una Cosa a la que se puede destruir) es una manera fácil de salir del aprieto. Todo lo que necesitan los terapeutas es ponerse de acuerdo sobre una cierta moral. Es una maldad chuparse el dedo, es una maldad mojar la cama, es una maldad armar lío y romper vidrios de las ventanas y robar. Es una maldad desafiar a los padres, criticar las normas escolares, encontrar fallas en los programas de estudio universitarios, abominar la perspectiva de pasar el resto de la vida en una fábrica ante una correa de transmisión o retroceder con terror ante la vida regulada por las computadoras. (…) Nadie puede impedir a una compañía de conductistas con sistemas morales más o menos idénticos que se unan y se dediquen a producir curas sintomáticas. Habrá fracasos, pero habrá muchos éxitos, y muchos niños saldrán diciendo: «¡Estoy tan contento de no mojarme más en la cama gracias (…) al aparato que hace sonar la campanilla eléctrica, o a algún otro ‘modelador de respuesta’!»” (op. cit., p. 318-319). (…) Los seres humanos (…) no son meros animales. (…) Me inclino a considerar la Terapia Conductista como un agravio” (op. cit., p. 318-319). PSICOTERAPIA Y RELACIONES HUMANAS [1969]. “El fisioterapeuta realiza su labor profesional partiendo (…) del cuidado amoroso en el manejo temprano del bebé. (…) [No debe olvidar] que hay una persona a la cual asistir, y que el cuidado del cuerpo es sólo la mitad de la tarea” (op. cit., p. 327).

47 7.

POSFACIO: D.W.W. SOBRE D.W.W. [1967]. “Me estaba apartando de la necesidad de la interpretación verbal en su forma más completa. Ya había pasado por el largo proceso de interpretar todo aquello que veía y podía ser interpretado, me sentía pésimamente mal cuando no podía interpretar nada y me abalanzaba sobre cualquier cosa que, según me parecía, podía ponerse en palabras. Ya había pasado por todo eso y me había dado cuenta (junto con otras personas que sé que hicieron lo mismo) de que en algunos casos no servía. Balint ya había escrito al respecto, y después lo hicieron otros, y mucho se dijo en los últimos cuarenta años sobre el tema de pasar la hora en silencio y sobre los períodos prolongados de dependencia. Una vez que me di cuenta de esto, tuve que sobrellevar muchas fases silenciosas de análisis que duraron mucho tiempo, y es difícil saber cuándo ese tiempo se pierde y cuándo ha sido enormemente productivo (…). Nuestros pacientes necesitan cada vez más sentirse reales, y si no se sienten así, la comprensión resulta tener una importancia absolutamente secundaria” (op. cit., p. 344-345).

48 «Conversando con los padres. Aciertos y errores en la crianza de los hijos» (1993 [1955-1969]) {«Talking to parents»} 1.

CONVERSANDO CON LOS PADRES. INTRODUCCIÓN. EDUCACIÓN PARA LA SALUD A TRAVÉS DE CHARLAS RADIALES [1957]. “Quisiera (…) hacer una sugerencia constructiva con respecto a las emisiones radiales en materia de salud: es deplorable que en ellas (…) se le diga a la gente lo que tiene que hacer. Es un agravio adoctrinar a la gente. (…) La alternativa es tratar de captar las cosas comunes que hace la gente y ayudarle a comprender por qué lo hace. Esta sugerencia se basa en que muchas de las cosas que hace la gente son realmente sensatas en las correspondientes circunstancias. (…) Lo que sí quiere la gente es que se le brinde comprensión de los problemas que aborda y se le haga tomar conciencia de lo que hace intuitivamente” (Winnicott, 1993, p. 16). PARA PADRASTROS [1955]. LA MADRASTRA MALVADA. “Hay todo tipo de razones para que los niños odien a sus madres. (…) No hay remedio: las madres, si hacen bien su tarea, son las representantes del mundo duro y exigente, son ellas las que gradualmente introducen la realidad, que tan a menudo es enemiga del impulso. (…) Si hubo dos madres, una madre real que murió y una madrastra, se darán cuenta ustedes fácilmente qué alivio puede obtener un niño frente a sus tensiones convirtiéndola en perfecta a una y en horrorosa a la otra. (…) Por fortuna, a la mayoría de los hijastros se los puede criar de modo que su actitud hacia la madrastra sea amistosa, y en muchísimas ocasiones, (…) terminan siendo iguales que los hijos reales” (op. cit., p. 21-26).

2.

¿QUÉ SABEMOS DE LA COSTUMBRE QUE TIENEN LOS BEBÉS DE CHUPAR LA ROPA O LOS OBJETOS DE TELA? [1956]. “Si un bebé se chupa el pulgar o un trozo de tela, no tenemos que intervenir para aprobarlo o desaprobarlo, y en cambio tenemos una oportunidad para aprender algo sobre ese bebé en particular. (…) Estas (…) actividades a las que nos referimos son un signo de que el bebé está allí presente como persona, y confía en la relación suya con la madre. Es capaz de utilizar objetos que son, diríamos, simbólicos de la madre o de alguna cualidad de ésta, y de disfrutar de acciones que no son otra cosa que un jugar, más o menos lejanas respecto del acto instintivo, vale decir, de la alimentación. Veamos qué acontece si el bebé empieza a perder su confianza. Una deprivación menor puede generar un elemento compulsivo en el hábito del chupeteo, o en alguna otra cosa, de modo tal que en vez de ser una ramificación secundaria sea el tronco principal; pero si la deprivación es más grave o prolongada, el bebé pierde por completo su capacidad de chupar el trozo de tela o de jugar con la boca o hacerse cosquillas en la nariz, y estas actividades lúdicas pierden su significado. Estos primeros objetos y actividades lúdicos existen en un mundo intermedio entre el bebé y el mundo externo. Por detrás de la demora con que el bebé distingue lo que es «parte de mí» de lo que es «distinto de mí» hay una enorme tensión, y le damos tiempo a fin de que esta evolución se produzca en forma natural. (…) ¿Acaso alguno de nosotros, al crecer, pudo prescindir de su necesidad de una región intermedia entre él mismo, con su mundo personal interno, y la realidad externa o compartida? (…) Me refiero, desde luego a cosas tales como la amistad y la práctica de la religión” (op. cit., p. 29-33).

3.

DECIR «NO» [1960]. “En mi tarea he aprendido mucho acerca de las dificultades que tiene las madres cuando su situación no es afortunada. Tal vez tengan grandes dificultades personales que les impiden realizarse aun cuando sepan cómo hacerlo; o sus maridos están ausentes o no les ofrecen el apoyo adecuado, o interfieren en la crianza o incluso están celosos; algunas no tienen marido y pese a ello deben criar a su bebé. Y luego están todas las que se ven envueltas en condiciones adversas, la pobreza, el hacinamiento, la hostilidad del vecindario, hasta tal punto que el árbol no les permite ver el bosque. Y hasta hay mujeres que cuidan los chicos de otras. (…) Les recordaré las tres etapas que diferencié (…). Primero, (…) uno está envuelto en un proceso que de hecho lo vuelve totalmente responsable de la protección del bebé. Luego viene un período en que puede decir «No», y por último llega el tiempo de las explicaciones. (…) Una palabra más acerca del ‘No’ de la madre. ¿No es éste el primer signo del padre? En parte, los padres son como las madres y pueden cuidar a los chicos y hacer toda clase de cosas igual que una mujer; pero en su condición de padres, creo que aparecen por primera vez en el horizonte del bebé como esa cosa dura de la madre que le permite decir que ‘No’ y ser coherente en ello. Gradualmente, con suerte, este principio del ‘No’ encarna en

49 el hombre, en el papá, al que se lo ama y hasta se simpatiza con él, y que puede administrar de vez en cuando un buen sopapo sin que por ello se pierda nada. Pero si quiere dar un sopapo tendrá que ganarse el derecho a hacerlo, y ganárselo con cosas como estar presente y no enfrentar a la madre poniéndose del lado del niño. Al principio tal vez les disguste la idea de la encarnación del ‘No’, pero pude que acepten un poco lo que quiero decir cuando les recuerde que a los niños pequeños les gusta que les digan ‘No’. No quieren jugar todo el tiempo con cosas blandas; les gustan las piedras, los palos y el suelo duro, y no sólo les gusta que los mimen y acaricien sino también que les digan que ya tienen que soltarse” (op. cit., p. 42-51). 4.

CELOS [1960]. “Los celos son normales y sanos. Derivan del hecho de que los niños aman. (…) Los niños que han sufrido celos y han llegado a avenirse a éstos fueron enriquecidos por la experiencia. (…) En los primeros momentos de celos es común ver a los niños tratando de retornar a la primera infancia (…). Hay necesidad de contar con un ambiente confiable (…). En la salud los celos se truecan en rivalidad y ambición” (op. cit., p. 53-73). ¿QUÉ ES LO QUE FASTIDIA? [1960]. “Los extremos, en uno y otro sentido, son por lo común signos de que algo funciona mal (…). Es muy fácil idealizar la tarea de la madre. (…) Todo trabajo tiene frustraciones y rutinas tediosas (…). ¿Cuál es el propósito de tratar de poner en palabras lo que fastidia a una madre? Creo que a las madres las ayuda poder expresar sus padecimientos en el momento en que los experimentan. El resentimiento contenido arruina el amor que está por detrás de todo. (…) Por ejemplo, este bebé en particular no es el bebé que la madre imaginó (…). A la postre es el padre quien tiene que intervenir en defensa de su esposa. También él tiene sus derechos. No sólo desea que su esposa vuelva a tener una vida propia, sino que además quiere tenerla para sí, aunque a veces esto implique la exclusión de los hijos. Así que con el correr del tiempo el padre se pone firme, lo cual me retrotrae a mi charla de unas semanas atrás sobre «Decir ‘No’». (…) Cuando se pone firme el padre se vuelve significativo para el niño pequeño, siempre y cuando antes se haya ganado, con su conducta amistosa, el derecho a adoptar esa firmeza. (…) Puede ser fastidioso cuidar niños pequeños, pero la alternativa, la regimentación del niño, es la idea más espantosa que puede ocurrírsele a una madre” (op. cit., p. 7792).

5.

SEGURIDAD [1960]. “Lo que los niños necesitan es seguridad (…). Es el entorno el que posibilita a cada niño crecer (…). Los padres sobreprotectores sin duda provocan desazón en sus hijos, así como los padres que nos son confiables los sumen en la confusión y el temor. (….) Los padres que logran mantener unido al hogar proporcionan a sus hijos, de hecho, algo inmensamente importante, y como es lógico cuando un hogar se quiebra hay víctimas entre los niños. (…) Para los niños la seguridad plantea una suerte de desafío a demostrar que son capaces de quebrantarla. (…) Son los adolescentes, en particular, los que someten a los demás a estas pruebas (…). Vemos todo esto en la obra de los artistas creativos” (op. cit., p. 93-97). SENTIRSE CULPABLE [1961]. “[Hay] numerosas formas en que diversas personas pueden sentir culpa por ideas que no esperaban tener acerca de sus hijos. (…) Todo el mundo tiene una noción preconcebida de algún tipo sobre un estado ideal en el que todo marcha bien, y las madres y bebés se aman mutuamente. (…) La mayoría de la gente, si tiene hijos, tiene toda esa fantasía vinculada al tener hijos junto con el hijo efectivo que nace” (op. cit., p. 102103).

6.

EL DESARROLLO DEL SENTIDO DE LO CORRECTO Y LO INCORRECTO EN EL NIÑO [1962]. “El sentido de lo bueno y de lo malo, como tantas otras cosas, le sobreviene naturalmente a cada bebé y niño, siempre que puedan darse por descontadas ciertas condiciones de cuidado ambiental. (…) El ambiente debe ser predecible y en un comienzo debe adaptarse en alto grado a las necesidades del bebé. (…) La base de la moral es la experiencia fundamental del bebé en ser auténticamente él mismo, de seguir siendo; en caso de tener que reaccionar ante lo impredecible, este seguir siendo se interrumpe y se produce una interferencia en el desarrollo del ser propio, del self” (op. cit., p. 107). AHORA TIENEN CINCO [1962]. “Su hijo irá a la escuela. (…) Algunos niños, por sus dificultades personales, no pueden dar estos nuevos pasos (…). Quizás uno tenga que ayudarlo. (…) Pero también (…) algunas madres funcionan en dos capas. En una de ellas (¿la llamaré capa superior?) sólo quiere que su hijo crezca (…). En otra capa –supongo que más profunda, y no consciente en realidad- no conciben que puedan desprenderse de su hijo o hija. (…) El niño siente esto enseguida. (…) Le tiene lástima a su mamá (…). Las cosas se le facilitan si la madre se muestra

50 contenta de desprenderse de él, así como de recibirlo de vuelta. (…) Muchísimas personas (…) pasan parte del tiempo deprimidas, o casi todo el tiempo. (…) La consecuencia habitual es que el niño se niega a ir a la escuela. (…) Los niños suelen sentirse desleales si disfrutan en la escuela y se olvidan de la madre” (op. cit., p. 115-121). 7.

TENSIONES EN LA EDAD PREESCOLAR: LA EDIFICACIÓN DE LA CONFIANZA [1969]. “Los niños muy pequeños necesitan cuidados continuos y confiables, pues de lo contrario no podrían desarrollarse en forma apropiada. (…) En los primeros tiempos esta fe en las cosas y en la gente está en curso de edificación. (…) Aunque confían en nosotros, su fe puede ser fácilmente quebrantada. Por esta razón, pondremos especial cuidado en resultarles confiables en los aspectos esenciales. (…) INTERACCIÓN. (…) La vida consiste en la interacción entre (…) las tendencias innatas del bebé y el hogar que sus progenitores le brindan. (…) DOS CLASES DE TENSIÓN [EL PROCESO INTERNO Y LA CUESTIÓN AMBIENTAL]. (…) En el individuo humano el proceso evolutivo es en extremo complicado y las cosas pueden andar mal desde adentro. De esto se ocupa el psicoanálisis. (…) La tensión puede concebirse [también] como una falla de la previsión ambiental precisamente en circunstancias en que se necesita confiabilidad” (op. cit., p. 123-131).

51 «Acerca de los niños» (1996 [1930-1970]) {«Thinking about children»} 1.

ACERCA DE LOS NIÑOS. PARTE I. OBSERVACIÓN, INTUICIÓN Y EMPATÍA. «SÍ, PERO… ¿CÓMO SABEMOS QUE ES CIERTO?» [1950]. “La psicología es una cuestión de sentimientos, de personas vivas, de emociones e instintos; además, se ocupa de lo inconsciente, y de los conflictos inconscientes que causan los síntomas por no tener acceso a la conciencia” (Winnicott, 1996, p. 48).

2.

PARTE III. LA FAMILIA. INFLUENCIA DEL DESARROLLO EMOCIONAL EN LOS PROBLEMAS ALIMENTARIOS [1967]. “La gran mayoría de las dificultades en la alimentación del bebé no tienen nada que ver con infecciones o con las malas propiedades bioquímicas de la leche, sino con el enorme problema que enfrenta toda madre para adaptarse a las necesidades de su criatura” (op. cit., p. 74). EFECTOS DE LA PÉRDIDA EN LOS NIÑOS [1968]. “Cuando nos encontramos con un niño retraído e infeliz, sin duda una operación de sostén comprensivo será más eficaz que arrastrarlo a un estado de olvido y de falsa animación, [con el cual] se crea una falsa personalidad, chistosa, superficial y capaz de distraerse infinitamente” (op. cit., p. 82). EL DELINCUENTE Y EL TRASNGRESOR HABITUAL [Comienzos de la década de 1940]. “Lo que he de decir concierne a los factores externos y su importancia en la etiología de la enfermedad antisocial, pero es incuestionable que a mi juicio lo importante para comprender a cualquier ser humano es su desarrollo interno. (…) Aunque no estoy totalmente de acuerdo con Bowlby en cuanto a los detalles, (…) nuestras concepciones coinciden (…) sobre la relación entre no ser querido al comienzo de la vida y la posterior tendencia antisocial” (op. cit., p. 87-89).

3.

PARTE V. ESTUDIOS Y OBSERVACIONES DE CASOS. EJEMPLO CLÍNICO DE LA SINTOMATOLOGÍA “Puede decirse, pues, que este niño era tan sano como parecía serlo, que no sufría ninguna enfermedad, que sólo encontraba difícil la vida. (…) El nacimiento de un nuevo bebé provocó un reconocimiento inevitable de la realidad” (op. cit., p. 140).

POSTERIOR AL NACIMIENTO DE UN HERMANO [1931].

4.

PARTE VI: ADOPCIÓN. LOS HIJOS ADOPTIVOS AL LLEGAR A LA ADOLESCENCIA [1955]. “A los niños adoptados la adolescencia les plantea más tensiones que a los otros niños (…). Esto se debe a la ignorancia sobre su origen personal (…). Es absolutamente necesario que se les diga a los niños adoptivos cuáles fueron los hechos de su vida” (op. cit., p. 178).

5.

PARTE VII. PROBLEMAS PSICOSOMÁTICOS. BREVE COMUNICACIÓN SOBRE LA ENURESIS [1930]. “La enuresis es casi siempre un síntoma de origen psicológico. (…) La enuresis (…) es en realidad uno de los productos colaterales de la angustia. (…) No menos frecuente es la enuresis no acompañada de angustia evidente. En este caso es principalmente nocturna (…). La enuresis es (…) parte de una regresión. (…) Ninguna teoría sobre la enuresis puede ser seriamente considerada si no toma en cuenta el material de las fantasías inconscientes del paciente” (op. cit., p. 211-216).

6.

PARTE VIII. AUTISMO Y ESQUIZOFRENIA.

LA ETIOLOGÍA DE LA ESQUIZOFRENIA INFANTIL EN

“Ya sea que al autismo se lo denomine o no esquizofrenia infantil, (…) [su] etiología (…) apunta a los procesos innatos del desarrollo emocional del individuo en el ambiente que le es dado. (…) El autismo es una organización defensiva sumamente sutil. Lo que se aprecia es la invulnerabilidad del sujeto. (…) El niño lleva consigo el recuerdo (perdido) de una angustia impensable” (op. cit., p. 260-262).

TÉRMINOS DE LA FALLA ADAPTATIVA [1967].

7.

PARTE IX. CUIDADO PROFESIONAL DEL NIÑO EN CRECIMIENTO. PSIQUIATRÍA INFANTIL, ASISTENCIA SOCIAL Y CUIDADO ALTERNATIVO [1970]. “Desde que pasé la marca de los sesenta he comprobado que los adolescentes se sienten más a gusto en la consulta, ya que dejé la categoría de padre para ingresar en la de abuelo, y en consecuencia el tema del asesinato se lo ve más bien de forma oblicua, en lugar de ser una amenaza directa en la transferencia. (…) Nuestra labor es siempre un punto de encuentro entre nosotros y las personas, no entre nosotros y un experimento (…). En lo que a mí concierne, el tema de estudio es la intercomunicación que tengo con el paciente como personas individuales, que están en un pìe de igualdad, y cada una le enseña a la otra y se enriquece

52 con la experiencia de la participación. Lo que hacemos juntos es siempre algo muy natural (…). Lo que hacemos en nuestra tarea es disponer un marco profesional compuesto de tiempo, espacio y conductas (…) de cuidado (…), y ver qué pasa. (…) Deseo decir que estoy contento de haber tenido como respaldo de mi trabajo al psicoanálisis” (op. cit., p. 317-318).-

53 REFERENCIAS Bibliográficas

Phillips, A. (1988 [1997]). Winnicott. Buenos Aires: Lugar Editorial. Winnicott, D. (1957a). Conozca a su niño. Edición en castellano de 1970 [1999]. Barcelona: Paidós. Winnicott, D. (1957b). El niño y el mundo externo. Edición en castellano de 1993. Buenos Aires: Lumen. Winnicott, D. (1958). Escritos de pediatría y psicoanálisis. Edición en castellano de 1999. Bs. As.: Paidós. Winnicott, D. (1964). The child, the family and the outside world. Edición de 1987. Cambridge: Perseus. Winnicott, D. (1965a). La familia y el desarrollo del individuo. Edición castellana de 1995. Bs. As.: Lumen. Winnicott, D. (1965b). Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Edición en castellano de 1999. Buenos Aires: Paidós. Winnicott, D. (1971a). Realidad y juego. Edición castellana de 1997. Barcelona: Gedisa. Winnicott, D. (1971b). Clínica psicoanalítica infantil. Edición castellana de 1993. Buenos Aires: Lumen. Winnicott, D. (1977). Psicoanálisis de una niña pequeña (The Piggle). Edición castellana de 1998. Barcelona: Gedisa. Winnicott, D. (1984). Deprivación y delincuencia. Edición en castellano de 1990. Buenos Aires: Paidós. Winnicott, D. (1986a). El hogar, nuestro punto de partida. Edición castellana de 1996. Bs. As.: Paidós. Winnicott, D. (1986b). Sostén e interpretación. Edición en castellano de 1996. Buenos Aires: Paidós. Winnicott, D. (1987a). Los bebés y sus madres. Edición en castellano de 1998. Barcelona: Paidós. Winnicott, D. (1987b). El gesto espontáneo. Cartas escogidas. Edición castellana de 1990. Bs. As.: Paidós. Winnicott, D. (1988). La naturaleza humana. Edición castellana de 2001. Bs. As.: Paidós. Winnicott, D. (1989a). Exploraciones psicoanalíticas I. Edición castellana de 2000. Bs. As.: Paidós. Winnicott, D. (1989b). Exploraciones psicoanalíticas II. Edición castellana de 1993. Bs. As.: Paidós. Winnicott, D. (1993). Conversando con los padres. Edición en castellano de 1993. Barcelona: Paidós. Winnicott, D. (1996). Acerca de los niños. Edición castellana de 1999. Buenos Aires: Paidós.

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