Cómo trabaja psicoanalista (OCR)

September 1, 2017 | Author: JuanOrtiz44 | Category: Psychoanalysis, Hypnosis, Sigmund Freud, Jacques Lacan, Unconscious Mind
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COMO TRABAJA UN PSICOANALISTA Texto traducido y establecido por Ana María Gómez

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~11~ PAIDÓS Buenos Aires Barcelona México

ÍNDICE

?rólogo, Ana María Gómez .. ......... ..... .... ................. ? LUNIONES DEL SEMINARIO l . ......................................................................... II. lll. IV. ............................................................. ............ V . ......................................................................... VI . ............................... .................. ........................ \"II .......................................................................... \111 ..........................................................................

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PRÓLOGO

Prologar un libro es una tarea peculiar. En relación .::on éste, en particular, realicé las tareas de traducirlo :- establecer su texto. Dos formas distintas, quizá, de aquello que Lacan llamó "un caso particular de la su s::itución", o sea la traducción. En el primer caso se trató :le sustituir los t érminos franceses por términos caste~anos. En el otro, mucho más complejo, "traducir" un :iecir coloquial al cuño de la letra escrita, tratando de ::iantener en vigencia dos decires de las lenguas: cuiiar el espíritu, que es lo que vivifica, y procurar que las ;>alabras no quedaran encerradas en ningún enclave iiferente del que su autor quiso procurarles - como es el caso del último capítulo, que fue reescrito por Juan :::>avid Nasio-. Cómo trabaja un psicoanalista no califica dentro de :as colecciones de máximas, axiomas, dogmas o aforis:::ios del imperativo del "deber ser". Considero que tiene, fundamentalmente, dos vertientes: una, la de poner ~n interrogación nuestra práctica, y otra, la de participar en la transmisión de la teoría que surge de esa ;:ráctica y, al mismo tiempo, de la teoría que la posibi~ta.

Juan David Nasio se ocupó de este seminario duran9

te ocho reuniones, en París y en lengua francesa. Y consideramos que allí su brújula pudo haber sido una frase que él mismo enunció en una de esas clases: "Si este año de seminario sobre la técnica tiene una idea fundamental que quisiera transmitirles es ésta: la apuesta de la técnica analítica se decide en la posición que el analista ocupa, en el estado en el cual se encuentra cuando actúa, y no en la forma como actúa". Entonces, Cómo trabaja un psicoanalista es sobre todo una reflexión sobre el trabajo que el analista hace consigo mismo para poder hacer con el analizante. El trabajo que el analista realiza con él mismo para poder ocupar el buen lugar desde donde llevar adelante el "saber lo que hace" en relación con "no saber lo que dice". Como decíamos, no es un manual del deber o el no deber ser o hacer, sino que, como todo lo que se refiere a la transmisión, el lector se encontrará en él, también, con ciertos matices de lo inefable, o sea lo que no entra en el campo de la palabra, lo que no puede ser dicho. Sin embargo, "aún ...", he aquí la propuesta y la apuesta a la transmisión, al aporte de aquello que hace a la formación de los analistas. Cómo trabaja un psicoanalista no pretende trasladar conocimientos; es un decir cuyo "punto de mira" apunta a la posible producción de saber. Si los analistas nos ubicamos en la buena posición, propiciaremos el saber producido en el seno de la relación analítica. Dos saberes están aquí comprometidos: el saber-hacer del analista y el saber inconsciente que vendrá a producirse por impacto del acto y del significante. Si este libro hace letra y testimonio de un decir, de un dicere, no está lejos de la docencia [docere] ni de un camino por el cual conducirse [ducere]. Las acciones enunciadas por los verbos latinos hacen cierta conso-

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nancia y nudo en el texto que hoy tenemos el privilegio de presentar. La transmisión no es cuestión de los intercambios conscientes; es cuestión del deseo que circula. Del deseo que circula y se pone a correr en términos de significantes, de palabras, letras, que pueden o no hacer eco en los lectores, en este caso. Es, parafraseando a Lacan, como esa antigua moneda que corre de mano en mano hasta que alguien se deti.e ne a corroborar su valor, a considerar qué dice su acuñación. Ese instante de detención, ese momento propicio, ese kaírós, esa oportunidad, se pone en clave deseante. Botella lanzada al mar que encierra su contenido de palabras, hoy hechas letras, este libro seguramente querrá arribar a muchas playas para encontrar su tiempo de reposo fecundo y proseguir su viaje llevado por las corrientes del deseo que no es otro, ni más ni menos, que el deseo de los analistas. No dudamos, porque así está dicho por su mismo autor, que la máxima pretensión que aquí se sostiene es que algo de su lectura produzca no pruebas sino "trazas que hacen soñar". ANA MARÍA GóMEZ

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I

Retomo mi seminario en su décimo año. Hace ya una década inauguré esta enseñanza destinfida a los analistas, en la Escuela Freudiana de París -en 1977 y 1978-. En aquella época estaba preocupado por demostrar y justificar una tesis que era la siguiente: creía, y lo creo aún, que la posición del psicoanalista es tal que se aproxima en sumo grado a una posición femenina y en esa época la llamé posición femenina del analista. Hoy damos un paso más y hablaremos del analista, pero para la ocasión, del analista que está instalado en el lugar desde donde dirigir una cura. El título que había pensado para este seminario -"La dirección de la cura"- retoma el título de un texto de Lacan que se encuentra en los Escritos y que se llama "La dirección de la cura y los principios de su poder". La elección de ese título - "La dirección de la cura"- es totalmente intencional. En el transcurso de estas reuniones es mi intención llegar hasta los resortes íntimos de la labor del analista en su propio campo, y así demostrar que el psicoanalista trabaja, ante todo, con su inconsciente. La caricatura del analista eternamente silencioso, que deja que el análisis se despliegue según la voluntad de la palabra, es una mala posición; es una caricatura

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errónea de nuestro trabajo de analistas. Lo que quisiera demostrar este año es que l_os analistas trabajamos activamente, que trabajamos de otro modo que el de dejar, simplemente, uefa alabra actúe. Quiero decir que tenemos expectativj!_s, fines, decepciones, porque estamos en J.lna _12Q_sición muy precisa, e~na posición que puede llamarse - como lo dice Lacan en ese textopolítica, de estrategia y táctica. ---El analista dirige la cura. En lugar de un retorno a Freud, como Lacan lo proclamó en su época, hoy nuestra consigna sería la de retornar a la afirmación que expresa que la cura se conduce y se dirige. Me parece necesario en la actualidad retomar los principios de nuestra acción y ver cómo esos principios han evolucionado desde Freud hasta nuestros días, y considerarlos en esa actualidad. En los siguientes seminarios trataré de retomar diferentes capítulos y cuestiones. Esta noche, a su tiempo, vamos a abordar la cuestión muy general de los momentos del desarrollo de la cura, las fases de una cura. E inmediatamente comenzaré por recordar los orígenes de la técnica psicoanalítica, es decir, los orígenes a nivel del método catártico. Antes de comenzar quisiera plantear unas preguntas que quizá muchos de ustedes ya están imaginando y concibiendo: ¿cómo puede decirse que el analista dirige la cura?, ¿cómo puede hablarse de política, de estrategia, de táctica?, ¿no resuena todo eso de modo diferente de los términos y conceptos con los cuales estamos habituados a pensar y reflexionar? Si definimos la técnica, en general, como el conjunto de medios aplicados a una materia con el propósito de lograr un fin, debemos inmediatamente decir y concluir que esta concepción tradicional de la técnica no es aplicable al psicoanálisis por dos razones: en primer lugar porque, ¿cuál es la materia sobre la que se apli-

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carían los medios de la técnica? Precisamente, en el caso del psicoanálisis esta materia es~ el deseo del analizant e, y para el psicoanálisis, esta materia - deseo del analizante- es idéntica al deseo del operador. Como si el operador, en la técnica psicoanalítica, debiera operar sobre sí mismo. La segunda razón que hace que no podamos aplicar esta definición tradicional de la técnica es que los medios téc~i~os no son, como habitualmente en otras disciplinas, exteriores a los procesos sóbre los cuales esos medios operan. Esos medios - por ~ ejemplo, una intervención analítica- no son exteriores: son la expresión del proi;~sQ.. La intervención de tiñ psicoanalista en el curso de una sesión no es un medio que viene del exterior a operar sobre el proceso analítico, sino que d~l?e ser considerada como la manifestación de lo que ucurre en esa relación. No podemos pensar la técnica psicoanalítica sosteniendo una concepción instrumental de ella. Sin embargo, existe una técnica de dirección de la cura. Pero no debe ser considerada como un instrumento maniobrable. Lo repito. Mientras imaginemos la técnica analítica como un medio para operar, permaneceremos capturados en la voluntad de dominarla y dejaremos de lado la esencia de esa técnica. ¿Cuál es esa esencia? La esencia de la técnica analítica es eJ fondo establ~~e _§e decanta en el psicoana-: lista en la medida en que e.aaJécnica instrumental se aplica. La obtención de ese fondG-e_!3table signjfici ja creación, en el -psicoanalista, d~ un estado particular de esperq; de una espera elegida, de una disposición orientada, poiarizada, por la realización de una e xperiencia smgÜlar. - - . Todo analista está dispuesto hacia algo; ese algo es una experiencia singular: saber percibir fuera de él mismo -percibir de modo inconsciente- e1 inconsciente el análisis. Esto quiere decir que la ..es~cia 0r esa formulación, el analista vehiculiza el ideal del ~álisis, vehiculiza el psicoan-áliaj.s como_un id~ ::Jscribe él mismo e inscribe a s:u..paciente ep una filia
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