Cómo Olvidar Un Gran Amor (Spanish Edition)

December 19, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Cómo olvidar un gran amor

 

Cómo olvidar un gran amor Indagaciones sentimentales de la doctora Eros Prólogo de Jorge Fernández Díaz

Marcela Labarca

 

Índice Ín dice de contenido Portadilla Legales Prólogo. La doctora doctora Eros Introducción Primera parte. Cómo parte. Cómo olvidar a olvidar a un gran amor Qué es olvidar olvidar y por qué es necesario Cuando la decisión es seguir sufriendo El deseo deseo y la derrota La memoria memoria idealizada del pasado pasado El apego emocional Ejercicios Ejercici os que ayudan La mirada mirada científica. El cerebro enamorado enamorado ¡Viva la diferencia! El cerebro según el género Las clases clases de amor El amor El  amor romántico romántico Ese loco, loco amor Vos y vos vos y nadie más que vos Olvidar el yamor ¿Qué es lo que más se extraña de estar en pareja? El retorno hacia uno mismo. Diario de una recién separada Los duelos Controlando el impulso del regreso Las relaciones puente y los mientras tanto La cárcel de la piel La mirada psicoanalítica

 

Conclusiones Segunda parte. Lecciones ¿El amor es un sentimiento o una decisión?… Instrucciones para destruir un matrimonio Cuando pensamos que no somos responsables de nada El tiempo La familia El humor Los hijos El sexo Instrucciones para arruinar una primera cita Confesiones de una dama Hombres para olvidar I. Hombres-papelón: los espantadores de gente II. Hombres pesados: los collares de melones III. Hombres impropios (no enteramente propios, de una): generadores de sufrimiento IV. El hombre-poco: los artistas de la insatisfacción (ajena) V. Hombres peligrosos VII. El más importante. El príncipe azul Tipos de mujer para olvidar Los Grandes Mitos del amor Mitos El Príncipe Azul Cuanto más te hace sufrir, más te ama La media naranja Cuanto más te celan, más te aman Con el amor alcanza, o el amor todo lo puede Si te ama, nunca será infiel

 

Bibliografía Agradecimientos

 

Labarca, Marcela Cómo olvidar un gran amor / Marcela Labarca. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Planeta, 2017. Libro digital, EPUBdescarga y online Archivo Digital: ISBN 978-950-49-6040-9 1. Autoayuda. I. Título. CDD 158.1

© 2017, Marcela Alejandra Labarca Diseño de cubierta: Departamento de Arte de Grupo Editorial Planeta S.A.I.C. Todos los derechos reservados © 2017, Grupo Editorial Planeta S.A.I.C. Publicado bajo el sello Planeta® Independencia 1682, (1100) C.A.B.A. www.editorialplaneta.com.ar Primera edición en formato digital: septiembre de 2017 Digitalización: Proyecto451 Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático. Inscripción ley 11.723 en trámite ISBN edición digital (ePub): 978-950-49-6040 978-950-49-6040-9 -9

 

Saberte solo en este mundo para siempre.

 

 A la memoria de mi padre, Carlos Martín Labarca.

 

 El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal.

SIMONE DE BEAUVOIR

 

PRÓLOGO

LA DOCTORA EROS Nos encontramos en el aire, una mañana de invierno en una larga mesa de radio que presidía Jorge Lanata. Ella estaba haciendo un reemplazo como locutora, pero rápidamente se prendió en la ruidosa sección que, medio en broma y medio en serio, armábamos cada día sobre los vínculos amorosos. Todo había empezado mucho tiempo atrás, cuando para escribir relatos («Corazones desatados») y una novela («La segunda vida de las flores») yo había salido a la calle con mi libreta y había recolectado historias de amor de gente común, confidencias de la vida privada y revelaciones susurradas por psicoanalistas. Luego las había transformado en literatura de ficción y me habían dejado una experiencia imborrable. El asunto se solapaba con el análisis político, que yo ejercía, y Lanata percibió que también en la radio debía desdoblarme y hacerme cargo de las dos cosas al mismo tiempo. Es tan aburrido ser una sola persona. Cada mañana me metía entonces en los asuntos más escabrosos de la política y la economía, y después de la una de la tarde animaba una tertulia en la que participábamos todos, y donde se probaba una vez más que el amor era un tema mucho más complejo que la inconstitucionalidad de un decreto o que cualquier plan antiinflacionario. Marcela Labarca, de visitaen porlasese programa matutino, intervino manera sorpresiva y brillante tertulias, y Lanata la bautizó de de inmediato como la Doctora Eros. El asunto tuvo tanto éxito y tantos oyentes, que los directores de la radio me propusieron hacer un programa nocturno con esa temática, y sumarle al envío temas culturales, filosóficos e históricos. Quise que Eros me acompañara en esa apasionante aventura. Se llamó «Sentimientos encontrados» y alcanzó rápidamente el liderazgo absoluto de la noche. Marcela Labarca, Guido Martínez y yo discutíamos de lunes a viernes el amor y sus consecuencias, y lo hacíamos de manera seria pero también irónica, e incluso interpretábamos juegos de rol e improvisábamos una por entregas: historia Roberto (unque veterano ya la habíaradionovela tirado la toalla) y Estela la (una mujerdevoluntariosa quería que recuperar

 

pasión perdida). Aprendimos unos de los otros, y creo que de ese experimento deriva este libro que hoy el lector tiene en sus manos; de lo que se decía en el aire, y de lo que se comentaba en los cortes, y además de la cronología sentimental de una mujer que ha vivido y que ha sufrido, y que como pedía Hemingway, ha sido capaz de vivir con los ojos: mirando de frente y de soslayo el mundo, anotando y apuntando paradójicas conductas humanas. Marcelasus es mutaciones locutora pero también eslas actriz, ejerce el periodismo y tiene mucho conocimiento sobre los vericuetos psicológicos del hombre y de la mujer. Una enorme mochila de múltiples recursos e intuiciones, que ahora le han servido para una obra articulada: su libro pone justamente la lupa en esos sentimientos cambiantes, inexplicables, llenos de códigos secretos, donde se cruzan la ley del amor y la ley del deseo. Un tema que nunca se agota, porque nunca terminamos de comprenderlo del todo. Grandes novelistas, poetas, filósofos y científicos de diversas escuelas han dedicado cientos de páginas, a veces tomos, a descifrar el amor: lo máximo que han conseguido es realizar obras memorables. El amor sigue necesitando que se lo explique. No hay manuales verdaderos para transitarlo, porque es resbaloso y enigmático, y porque cada envase humano lo vuelve único y distinto. Cómo olvidar un gran amor trata precisamente sobre el olvido, la decisión de seguir sufriendo o de romper las cadenas, el doble filo de una emoción fuerte que es idealizada y que, en verdad, viene muchas veces acompañada de efectos tóxicos y que está llena de postergaciones, simulacros y dolor. Labarca se vale de las neurociencias, el psicoanálisis, el ensayismo y los testimonios directos para analizar el apego, el cerebro enamorado, las distintas clases de relaciones y la romantización, esa cultura ficcional que con libros y películas se nos impone desde chicos y que a veces produce inconscientemente la irresistible tentación de transitar, aunque sea una vez en la vida, un amor sufriente e imposible. Para ser el héroe o la heroína de ese cuento dramático que se nos impone como un mandato. El trabajo de la Doctora Eros avanza sobre los interiores de la pareja, y en el capítulo «Diario de una recién separada», explora los pasadizos del desamor, las mutaciones, los duelos, y finalmente, la cárcel de la piel, ligazón sexual que nos ata a lo que quisimos y debemos dejar atrás. Discute, por ese camino, la idea de que el amor se impone como un rayo: piensa que siempre se trata de una decisión personal. La autora despliega su humor en «Instrucciones para destruir un matrimonio» y en sus

 

«Instrucciones para arruinar una primera cita», textos divertidos y lúcidos sobre las peripecias de las damas y los caballeros de estos tiempos líquidos. Con particular agudeza, y sin dejar a salvo a las mujeres, crea una tipología del hombre de cuidado: el ignorante, el adicto, el hipocondríaco, el pesado, el inútil, el inmaduro, el depresivo, el vividor, el casado, el avaro, el inseguro. el páginas psicópata. Al leerYlas de Cómo olvidar un gran amor, recordé las batallas dialécticas, las actuaciones, las risas, los descubrimientos y los asombros que vivimos durante un año y medio de esta rara tertulia radial. Y recordé también cómo al principio Marcela Labarca escuchaba con fascinación a los especialistas, y cómo al final del ciclo, sólo le producían tedio. Había aprendido mucho, muchísimo, en ese curso intensivo que duró más de trescientas noches. El resultado de ese saber atesorado es este libro ágil y agridulce que mete el escalpelo hasta el fondo en ese sentimiento extraño, inasible, fantasmal. JORGE FERNÁNDEZ DÍAZ

 

INTRODUCCIÓN

La Doctora surgióa un díaFernández en que unaDiaz acalorada aire en Radio MitreEros nos llevó Jorge y a mídiscusión a intentaraldesentrañar los misterios que giran en torno a las parejas. No era mi espacio ni mi rol pero defendí con fuerza mis ideas. Jorge Lanata, que ya lo había bautizado a él como el Doctor Amor y le había creado una sección en su programa de radio para hablar de estos temas, observaba interesado la fulgurante contienda. Era su programa, claro. Y los que lo conocemos sabemos de su generosidad; sólo Lanata puede generar esos espacios para que las magias sucedan. Tiene una escucha verdadera que genera confianza y eso es decididamente estimulante. Cuando terminó ese programa, decidió llamarme Doctora Eros y tiempo después me propuso ser su en columnista. Así de nació todo, como una casualidad que luego se convirtió un programa radio con el Doctor Amor, «Sentimientos encontrados» y más tarde, en este libro que fue idea de Jorge Fernández Díaz. Una noche en medio de una tanda me dijo que yo debía escribir un libro y que buscara una idea. Si bien ya había publicado cuentos en antologías, en las épocas en que estudiaba Letras en la Facultad, un libro era una cosa muy seria. Y si hay algo que me identifica con él, es la imposibilidad de ser una persona que se dedica a una sola cosa. Sé que es un tanto desconcertante porque la gente necesita rotular y entender dónde uno está parado. Lejos de eso, soy alguien que se define por una serie de búsquedas muy distintas, búsquedas todas que me van construyendo. Siempre me ha fascinado el tema del amor y sus daños colaterales. Así fue entonces cómo una idea ajena en principio creció como un germen y terminé por hacerla propia. Idea que me despertó mayor curiosidad y entusiasmo aunque también cierta desilusión. Porque a veces conocer más te impide sentir más y eso no es todo lo bueno que parece. Entender ciertos engranajes complejos que hacen que dos personas puedan amarse para siempre o las lleve a separarse conflictivamente te paraliza en tu vida personal. A mí me pasó. En un determinado momento tuve que parar la pelota y tomar la distancia suficiente para que la lupa con la que diseccionaba todos los temas amorosos no me llevara puesta. Los temas que he desarrollado en este libro los he encarado con la mayor

 

honestidad posible. El trabajo periodístico me llevó a investigar, estudiar, leer todo el material que tuve a mi alcance, a hablar horas y horas con las personas involucradas y a entrevistar a muchos profesionales de la salud mental, psicólogos, terapeutas, médicos, científicos y filósofos que ampliaron mi visión. debo reconocer han sidodesmesurada los sufrientes, los Pero que no pueden lidiar que con los sus verdaderos emociones maestros y con su entrega cuando se sienten enamorados y sufren toda la vida por un amor no correspondido y estrellado. En carne viva. Ellos me introdujeron en un mundo con otras reglas, un mundo que reconoce el castigo divino aquí en la tierra cuando llega la hora de amar, y de perder hasta la conciencia. Son los que duermen a la intemperie y le ponen nombre a las estrellas para sentirse eternos, sabiendo que así demoran el desconsuelo de un final. Por momentos me sentí superada por ese dolor que no se le parece a nada y que reconocí en los ojos de quienes respondían mis preguntas. Cuando uno se enamora, mira hacia un horizonte lejano e inalcanzable; en cambio, cuando te abandonan, tu horizonte se cierra a dos metros a la redonda y no hay nada más. Llegué a algunas conclusiones que atesoraré para siempre como grandes descubrimientos que han cambiado mi manera de relacionarme con los hombres y también con las mujeres. Desde ya que no son verdades absolutas; sólo describen mi experiencia o mi adhesión a ciertos pensamientos después de mucho tiempo de trabajo. Y más allá de ciertas teorías con las que se puede estar o no de acuerdo, he llegado a una conclusión: todos tenemos una página para contar en la historia de esos grandes amores que no pudimos olvidar, que se han quedado como imágenes congeladas en una pantalla. Bienvenidos a sumergirse en este libro, cuyo propósito —un tanto insolente— es el deseo de que todos estemos un poco mejor. M. L.

 

PRIMERA PARTE

CÓMO OLVIDAR UN GRAN AMOR 

 

Lo que más duele aceptar cuando uno se separa de una pareja es que no va a ser registrado por esa persona nunca más. La idea de seguir siendo protagonista de sus pensamientos y de su vida se terminó para siempre y eso nos vuelve un poco locos. ¿Acaso alguien puede fácilmente aceptar que dejamos de ser un gran plan paraEnelelotro? ¿Cómo posible no sea su primera duelo uno seesqueda conque esayarepresentación: en elelección? fondo daríamos cualquier cosa por seguir siendo mirados y acariciados por ese ser tan querido, pero la realidad nos muestra que esto no volverá a suceder. Ahí comienza la parte más difícil de aceptar. Entonces aparecen cataratas de pensamientos que nos dan soluciones mágicas para que los hagan desistir. Por ejemplo, si durante algún tiempo su reclamo fue que no hacíamos nada por progresar en la vida (como lo escuché alguna vez en la voz de un hombre en medio de una cena ante la vergüenza de su mujer por semejante humillación pública), aparecen las ganas de anotarnos en cuanto curso hay, o terminar esa carrera universitaria que dejamos suspendida. Repentinamente, nos volvemos personas que quieren enmendar el error para que todo vuelva a ser como antes. Ideas que sentimos que tienen que ser legitimadas por la otra parte como un embrión que despertó con el abandono. Siempre fuimos emprendedores pero algo nos pasó últimamente que proyectamos la apariencia de alguien que se ha vencido. A no preocuparse, en minutos reorganizo mi vida para satisfacerlo y que quede contento con la mujer que tiene a su lado o con el hombre que eligió para pasar el resto de sus días. Error. ¿Sabremos responder por qué no fuimos capaces de hacerlo por nosotros mismos? Con dolor y en un golpe certero a nuestra autoestima, la tarea es aceptar que dejamos de ser interesantes para el otro. Ya nos dijo que no nos ama más, ¿para qué insistir si nos volvimos invisibles? Ya no nos ve. La ilusión se disolvió. Primero, la distancia afectiva que comenzó hace mucho tiempo y no la vimos venir, luego se precipitó el final y tampoco lo vimos venir porque estábamos distraídos o porque de tan doloroso, lo negamos. ¿A quién no le pasó alguna vez? Hace poco tiempo, un amigo que se estaba separando me contaba lo difícil que le resultaba desarmar las rutinas de su vida. Rutinas que hasta hace muy poco eran de a dos, ahora debía emprenderlas en singular. Desde las compras

 

cotidianas para organizar las comidas semanales, hasta dejar de reunirse con amigos los sábados a la noche. Algo así como la desazón que provoca descolgar cuadros de una pared. Y ni hablar si en el adiós hay hijos. ¿Cómo podré acostumbrarme a no estar en sus desayunos? Ya no será lo mismo. A todos nos duele la vida y nos muerde el amor de vez en cuando. Gracias a Dios, de vez enhablar cuando, no, Lo quéevitamos sería de nosotros. No nos gusta desiesto. y así estiramos ese momento por goteo como si fuera una solución. No solamente cuando nos abandonaron, también es difícil olvidar cuando la decisión de la ruptura fue nuestra, cuando vivimos una gran historia que duró años, por la que valió la pena arriesgar, con la que atravesamos momentos felices y desdichados pero siempre juntos y cuando pensamos que la vejez iba a sorprendernos de la mano, algo comenzó a evaporarse y empezamos a sentirnos infelices. Entonces, fue mejor enfrentarlo y hablar con todo el dolor y la tristeza que eso significa y poner un punto final. ¿Habrá sido losolo correcto? ¿Y si nunca más vuelvo a encontrar alguien?estamos ¿Y si me quedo para siempre? El mundo se vuelve tragediaa cuando en crisis y el desconsuelo parece eterno. Son los vaivenes que aparecen con el tiempo y sobre todo cuando queremos volver a enamorarnos y se pone difícil conocer a alguien que valga la pena. Es ahí cuando nos asaltan las ideas perturbadoras que nos hacen cuestionar si no nos deberíamos haber quedado en esa relación. ¿Cómo saberlo? Andrea se había separado después de veintitrés años de casada y por primera vez salía al ruedo. Le costó al principio tener que ir sola a los cumpleaños y a las reuniones donde la invitaban. Lugares donde siempre había ido de a dos, es decir, socialmente ella estaba habituada a moverse de a dos, a pensar en plural en cada situación. Se sentía un poco desprotegida al principio aunque después de un tiempo, lo superó. Tuvo historias efímeras con varios hombres que conoció «circulando» aunque ninguna que protagonizara su vida como había sido su ex marido. Una noche volvió de una fiesta triste e inquieta por un encuentro que no se dio pero que le había generado una tibia expectativa. Cuando volvió a su casa, abrió una cerveza fría que sacó de la heladera y no tuvo mejor idea que llamar a su ex a las 4 de la mañana y decirle, en un semitono, que lo extrañaba. Por alguna razón misteriosa, todas las palabras que se pronuncian de noche tienen una trascendencia superior. Ella sabía, en realidad, que no lo extrañaba a él sino a

 

la sensación de sentirse acompañada y resguardada. El hábito de vivir como par. Él estaba despierto aún, respondió extrañado y como seguía enamorado a pesar de que se habían separado hacía tiempo, la invitó a dormir. Andrea llegó a su casa llorando y ebria. Una pésima combinación. Él la abrazó y la condujo hacia la cama y descansaron juntos el resto de la noche con todo lo que la memoria sussecuerpos les permitió. Se despertaron veces más mirándose a los de ojos, acariciaron y se volvieron a dormir.algunas No pudieron que eso. Al otro día, el ex marido entusiasmado le hizo el desayuno como tantas otras veces en su vida de casados y se lo llevó a la cama para despertarla. Andrea tomó el café en silencio y apenas probó una tostada mientras él no dejaba de hacer planes para el próximo fin de semana, porque daba por sobreentendido que el episodio de la noche anterior podía traducirse en un principio de reconciliación. Fue difícil explicarle lo que había sentido y por qué lo había llamado, y que todo había sido un gran error. Él se enojó y la agredió vez más. Ahí mismo ella entendió porreaccionó qué habíamal, decidido separarse de eseuna tipo que podía clavarle puñales con las palabras hasta humillarla, cuando un rato antes había sido el hombre más dulce y tierno del mundo. Tuvo que abandonarlo por segunda vez y prometerse a sí misma que no habría una tercera vez.

Qué es olvidar y por qué es necesario Olvidar es no volver a vivir el pasado en tiempo presente. No es ignorar, no es tapar ni ocultar la historia del vínculo que nos marcó a fuego. En este sentido, olvidar es aquietar la cabeza, detener el recuerdo que produce llanto como si la separación hubiera sucedido ayer. Un recuerdo que lastima, que no deja de acecharnos y nos impide avanzar. Olvidar es también poder superar lo que sucedió para poder trascenderlo y reiniciar algo nuevo. Olvidar es recordar sin amor, sin dolor, con la distancia necesaria para aceptar la resolución. Pero olvidar es también una decisión. Difícil, dolorosa y hasta casi imposible por momentos, pero necesaria. Es elegir no volver a hundirse en las arenas movedizas de la duda, de lo que pasó, de lo que pasa o podría

 

pasar. Hay algo del orden de la determinación que nos propone no volver a entrar en contacto con esa zona de peligro que lleva el nombre de la persona que alguna vez amamos. En cierto modo, «amamos» es un verbo atemporal, puede aplicarse —al mismo tiempo— al pasado y al presente así conjugado. Analizar su tiempo seráSabemos nuestro gran desafío. que su nombre siempre sonará mágico, especial y con una musicalidad extrema, pero la idea es convertirlo en personaje. Les propongo este ejercicio: tratar de imaginar nuestra vida como una ficción donde hay personajes, conflictos y resoluciones. Uno de esos personajes es Él o Ella, con sus características propias, su entorno y sus debilidades. Algo así como tomar una silla y sentarse a ver la película de nuestra vida. Ponerse del lado del espectador duele un poco menos y hace ver ciertos detalles con más claridad porque al ser protagonistas y sufrientes, el espejo siempre está empañado.

Cuando la decisión es seguir sufriendo La decisión de olvidar es también ese discreto encanto de sacarle poder y restarle importancia a esa persona que nos hizo daño para ponerla en el pasado. Claro que al principio parece algo imposible de lograr. «Mientras Mariano esté en mí, no me entra bala», me dijo una amiga mientras revolvía el café y devoraba el cigarrillo hasta el filtro. No se lo dije, pero con esas palabras ya había decretado no olvidarlo jamás. No importaba quién tuviera adelante, ella quería perpetuarlo y así el dolor por su falta sería su más estrecha compañía, como si eso la ayudara a sentir que no se había despedido del todo. Ya para el segundo café, las confesiones se convertían en autitos chocadores que iban y venían por toda la pista a gran velocidad. Y así llegó el relato más doloroso en el que la autoestima y la humillación produjeron la estampida. «No hice más que buscarlo y producir encuentros casuales que de verdad no lo eran, porque me ocupé de estudiar detalladamente todos sus horarios y los lugares donde entraba y salía durante el día. Entonces llegó el primer

 

encuentro, nos cruzamos en la calle cuando estaba por subir a su auto. Vino a saludarme con una sonrisa tierna y a preguntarme cómo estaba. Me pareció que hasta se había alegrado de verme y me ilusioné. Estaba más lindo que nunca, se afeitó y se cortó el pelo como a mí me gusta, como “él sabe” que a mí me gusta. ¿Querés una señal mejor? »Cuando Yo llegó fin deocupado semana de nospedir volvimos a cruzar a la al salida kinesiólogo. meelhabía un turno próximo de éldel con la complicidad de la secretaria que se ablandó frente a mi voz temblorosa y apesadumbrada. Todo vale por amor, ¿no?» Respondí con un par de interjecciones para animarla a continuar el relato. «Dejé el amor propio de lado y me animé a invitarlo a cenar a casa. No me rechazó. Le cociné su plato favorito: lomo al horno con papas rústicas y de postre mousse de chocolate blanco. Me bañé y me encremé durante horas, elegí un vestido rojo escotado que dejaba ver el tatuaje que me hice en la espalda con su inicial hace tres años. A las diez tocaron el timbre y entró con un vino que hastalaelnoche, final. respondiendo Traté de no engancharme pendiente deltomamos celular toda su whatsapppero cadaestuvo vez que le sonaba. »Puse música para alejarlo del teléfono y recordamos algún lento de los ochenta. Una risa nos llevó a la otra y terminamos en la cama aullando como lobos en medio de una tormenta de nieve. Hicimos el amor como antes, como siempre. Tuve todos los orgasmos que tenía retenidos desde que nos separamos hace unos meses. Nunca tuvimos problemas en ese sentido, más bien te diría que todo lo contrario, porque sé que puedo volverlo loco cuando quiero y él también a mí. »El tema es que después Mariano se vistió para irse, yo pensé que se iba a quedar a dormir y me angustié mucho. Terminé llorando, pidiéndole de rodillas que no se fuera, que se quedara conmigo, que mi vida sin él no tenía sentido. Que si quería, podíamos hablar incluso de que me había servido toda la separación para darme cuenta de las cosas que yo tenía que cambiar, que él tenía razón. Se quedó inmóvil mirando desde arriba mi cuerpo desnudo y mis súplicas. Si en algún momento dudó en quedarse, cuando le pregunté si aún me quería, decidió irse. Las veces siguientes que nos cruzamos estuvo distante aunque sonriente. »En algún momento va a volver, vas a ver, cuando se dé cuenta de que me está perdiendo del todo. Porque una también se cansa de esperar». Es muy difícil querer a alguien que no se quiere ni se respeta. La decisión

 

fue quedarse a esperar su regreso como si estuviera en medio de una confusión y algo lo iba a hacer entender razones. Seguramente, ella pensaba que no merecía algo mejor para su vida. Con el tiempo la invadió una tristeza profunda que aún hoy se cuela en forma de llanto bajito cuando menciona el tema. Mariano ya formó otra pareja. Ella no pudo.

El deseo y la derrota Vivien Greene murió a los 98 años en su casa de Oxford al sur de Inglaterra. Sobrevivió doce años a la muerte de su esposo, de quien nunca se divorció debido a la fe católica de ambos y a la mala imagen pública que significaba en aquel tiempo semejante decisión, pese a que en 1948 se habían separado. Greene fue para supero esposa «un hombre e infeliz» con en quien tuvoGraham «un matrimonio intenso desgraciado, quefrío la iba a perseguir sus últimos años». Así lo definió Vivien lastimosamente en una de sus pocas entrevistas públicas, un año después de la muerte del autor de  El poder y la gloria, El americano impasible y El tercer hombre, entre otras grandes novelas que se popularizaron cuando fueron llevadas al cine. En 1926, con solo 22 años el escritor se convirtió al catolicismo un año después de conocerla, a quien consideraba «una católica ardiente», en comparación con la supuesta frialdad del anglicanismo, la religión oficial británica. Toda la obra del novelista está recorrida por la carga del catolicismo, su reflexión sobre el pecado, el sufrimiento y el mal, y los conflictos espirituales, en una serie de ambigüedades que lo persiguieron tanto en su vida como en sus personajes. En 1927, Graham y Vivien se casaron y comenzaron una relativa vida en común. Graham y su pasión por el sexo en casas ajenas con sus constantes arrepentimientos que ella muchas veces toleró, incluso con prostitutas por las que sentía una especial predilección según describió su biógrafo Norman Sherry. «Graham tenía un enorme apetito sexual, pero al mismo tiempo le gustaba el sexo sin compromiso. Le encantaba la idea de dejarles a las prostitutas el dinero encima del aparador». Según la biografía, en un diario personal en el que anotaba sus sueños,

 

reveló una fantasía que había tenido sobre la comisión de un acto de alta traición con la Reina de Inglaterra, lo que en la interpretación del biógrafo se trataba de una referencia a un acto sexual con la Soberana. Vivien conoció al menos a ocho de las amantes de su esposo, quien la abandonó con dos hijos Caroline y Francis pero no la olvidó en su testamento, redactado antes de fallecer en 1991, la residencia que habitaba en Suiza con poco Yvonne Cloetta, la amiga con laenque convivió sus últimos veinticinco años. Después de la separación y mientras la fama de su esposo como escritor crecía, Vivien Greene pasó sus últimos años de vida coleccionando prolijamente en su hogar casas de muñecas victorianas. Logró convertirse en toda una autoridad en la materia y escribió dos libros sobre este tema. Esas casitas de muñecas diminutas donde quizás ella hubiera querido vivir. Su exhaustiva colección fue expuesta en un museo de Oxford antes de que las miniaturas fuesen vendidas en una subasta. Hasta el fin de su vida, siguió firmando artículos comoaquella la señora de Graham Greene. Quizássus para hacer cierta metáfora que dice que la vida no consiste en esperar a que pase la tormenta sino en aprender a caminar bajo la lluvia.

La memoria idealizada del pasado Me sorprendió ver en varias oportunidades cómo ciertas personas permanecen atadas a un recuerdo. Cuando comparten el relato de algunas anécdotas de su vida, su tono es monocorde, lineal, unidireccional, diría. No aparecen interferencias en el recuento de hechos y anécdotas hasta que aparece un nombre. Ahí les cambia la expresión; inevitablemente miran al techo o al cielo. La evocación exige mirar las alturas inalcanzables como pidiendo ayuda o buscando respuestas. Su voz adquiere otros colores, un quiebre de relato. Vuelven a vivir a través de la narración de los hechos: cómo se conocieron, cuáles eran las coincidencias, y así sucesivamente. Personas que vuelven a vivir a través del recuerdo de ese gran amor que nunca soltaron del todo y que en muchos casos les impidió volver a deslumbrarse por alguien. Acaso quién podía estar a su altura. Una historia que da identidad, la identidad de abandonado o desdichado, la mala suerte en el amor, siempre poniendo algún culpable afuera para no sentirse responsable

 

de nada. Siguen viviendo su vida a medio luto con la añoranza de aquellos tiempos, remontando la melancolía que permanece escondida en cada foto, en cada carta guardada, en los regalos que se hicieron «y todavía tengo guardados en la mesita de luz». Un duelo eterno. Un designio. Un destino.  Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir  y al fin andar sin pensamientos.  Perfume de naranjo en flor,  promesas vanas de un amor que se escaparon con el viento.  Después, qué importa el después toda mi vida es el ayer que me detiene en el pasado, eterna y vieja juventud que me ha dejado acobardado como un pájaro sin luz. ¿Qué le habrán hecho mis manos, qué le habrán hecho  para dejarme en el pecho tanto dolor?

HOMERO Y VIRGILIO EXPÓSITO «Este tango me hace acordar al 20 de junio que para mí no es una fecha más. Es mentira cuando dicen que el amor no llama a tu puerta», cuenta Rubén. «A mí me pasó, ese día tocaron el timbre y era Daniel, un muchacho hermoso de sólo 24 años que venía a verme por una consulta profesional. Yo tenía 35 y estaba solo en esa época. Fue vernos y un flechazo nos atravesó. Así empezó todo, las visitas se hicieron más seguidas y yo lo esperaba cada semana mientras escuchaba un vinilo de María Martha Serra Lima que era muy romántico. A la tercera o cuarta vez que vino a casa, me confesó que se sentía atraído por mí y que era la primera vez en su vida que sentía algo por un hombre. No pudimos hacer nada esa tarde, él estaba muy nervioso y me pidió disculpas. entendí. Con se el dieron tiempocuenta. se volvió un que amorélapasionado pero se interpusoYo su lo familia apenas Creo tampoco

 

pudo luchar contra los prejuicios. Cuando nos conocimos, estaba a punto de casarse. Un día, en un ataque de furia y después de una fuerte discusión, llegó a romper, frente a mí, la alianza de casamiento con un martillo como prueba de amor. En invierno nos escapábamos a la costa los fines de semana. Las mujeres lo miraban, era muy atractivo y yo moría de celos. Daniel siempre intentaba «¿Por qué te inquietas tantode si nuestra yo a la noche soyfue tuyo?» «El díaaliviarme: que su hermana empezó a sospechar relación, la punta de lanza de toda la familia que lo único que quería es que se casara con su noviecita. Todo fue adverso. Un día tomó la decisión, y lo acompañé durante el viaje en tren. Se lo iba a decir a su novia, que vivía en zona sur. Recuerdo que llovía torrencialmente. Yo defendía con uñas y dientes nuestra relación. No le contestes más, le dije en un momento y me lo llevé de vuelta a la estación. Ahí se quedó ella llorando y gritándole cosas horribles en la vereda. Si la familia no nos hubiera hecho la guerra, creo que hubiéramos seguido juntos. Pero él no pudo. siete años nuestro un la recuerdo agridulce,«Tuve fue el muchas gran amor y a «Duró la vez el desamor», relataamor. RubénEscon voz temblorosa. pasiones pero el amor lo conocí con Daniel, eso de quedarnos abrazados los viernes a la noche mirando una película… era distinto. Cuando me dejó, lo hizo desde un teléfono público, el día de mi cumpleaños. “Esto no va más —  me dijo— y si se corta es porque me quedé sin monedas”. Una crueldad». Olvidar es también sanar. Es dejar de aferrarse a esa historia que nos dio identidad para abrirnos a otra cosa. Cuando dejamos que algo se vaya, le estamos dando la bienvenida a algo nuevo, con el abismo que eso significa en términos de arriesgar y abrir nuestro afecto más sincero, con el temor legítimo de volver a sufrir.

El apego emocional Muchas personas son víctimas de relaciones enfermizas. Pero también son sus propias víctimas porque aman desaforadamente y establecen una adicción afectiva. Se desviven, trituran su amor propio, se deshacen como pétalos que el otro deshoja a su antojo. Se dejan llevar por la ansiedad que les produce que su ser amado no esté todo lo que necesitan. Los transforman en una droga que les suministra su cuota de amor y placer, como un «tapa agujeros».

 

Incluso existen quienes están en una relación donde son maltratados, humillados, incluso traicionados pero no pueden vivir sin la otra parte. Siempre encuentran alguna excusa para no renunciar. Es la misma actitud que tiene el adicto; aunque todos señalan que la droga es peligrosa, la siguen consumiendo. Entienden que armar un vínculode es alta fusionarse, comoDe unalaaleación de metales producida por condiciones temperatura. única manera que entienden la pareja es como el bronce, tras la fusión del cobre y el estaño. Está socialmente aceptado que así sea. Incluso históricamente se ha puesto siempre el foco en la ausencia, en los relatos de desamor más que en aquellos donde gobierna el arrojo y la desmesura por la abundancia. En líneas generales, amar mucho está bien. El paradigma es la dependencia y la subordinación lejos de toda libertad, porque un amor independiente incomoda. Depender emocionalmente de otro mantiene prisioneras a muchas personas mundo, loalgo que tendría quesuser un deseo se La convierteen en su unapropio necesidad, es porque decir, en vital para supervivencia. pareja se ha vuelto imprescindible como el aire para respirar. Llegan a decir frases como «No puedo vivir sin vos», «Te necesito», «Mi vida no tiene sentido si te vas», «No puedo respirar si no te tengo». Lo cierto es que una separación bajo estas circunstancias es muy difícil de superar. La adolescencia alberga estas características por su propia naturaleza de experimentación y aprendizaje. Nada de lo que sucede en ese tiempo de la vida es ajeno. Allí se dan los primeros acercamientos a un mundo amoroso que no conocemos pero por el que dejamos todo al empezar a saborear las primeras salidas, los primeros besos, las primeras caricias, los primeros arrebatos, las primeras relaciones. Todo se vuelve apasionante e irracional. También está el lado b: los primeros rechazos, las primeras peleas, los escarceos sentimentales profundos y lastimosos que nos atraviesan hasta los huesos. El tiempo joven de la vida tiene su correlato en el amor; el aprendizaje de ese tiempo joven redundará en nuevas experiencias, para poder relacionarnos de una manera saludable y adulta. Claro que la confianza en uno mismo es fundamental porque nos brinda mejores herramientas a la hora de armar relaciones. Ser autónomos de las emociones no es amar menos sino poder gobernarnos, poder tener control. Todo lo que no hacíamos en tiempos adolescentes. Entregarse por amor es maravilloso si tenemos la capacidad de soltar

 

cuando es necesario y de poner límites si duele.

Ejercicios que ayudan Para poder olvidar, primero es necesario recordar. Recordar con la objetividad que tengamos disponible para ponernos imaginariamente los guantes y colocar a la persona que se quiere olvidar en una pecera, y observarla con una luz muy potente y una lupa. Para eso es necesario ir de a poco y tratar de escribir todos los sentimientos y las broncas que aparecen. ¿Cómo se inició la relación? ¿Dónde nos conocimos? ¿Qué fuefueron lo primero que meque enamoró de esa persona? ¿Cuáles los sucesos me fueron alejando? ¿Cuándo dejé de sentirme feliz? ¿Qué cosas me lastimaron? ¿Qué expectativas tenía puestas en esta relación? ¿Cuáles de ellas se cumplieron? Para responder estas preguntas, tal vez sea útil escribir las respuestas y hablar sobre ellas para que nos ayuden a entender qué sucedió, cómo nos sentimos y, lo más importante, aceptar lo que nos haya pasado. El tiempo se encargará del resto. personal, debo confesar que un ejercicio en apariencia Como experiencia sencillo y afable me llevó a sanar muchas heridas. De vez en cuando lo vuelvo a hacer como quien pasa un antivirus a su computadora. La indicación vino de la mano de Beatriz, una señora sabia y generosa. «Cuando estés sola, escribí en una hoja blanca quién sos como mujer. Conectate con la niña que fuiste, que luego creció, se hizo adolescente y más tarde la mujer que sos hoy. Qué sentiste en todo ese proceso, qué te duele, qué te ha hecho sufrir y aún sufrís hoy, cómo te trataron los otros. Escribí todo lo que puedas a partir de Marcela como mujer. Vas a llenar cataratas de hojas, y de pañuelos lo pueden hacer los hombres, preguntándose cómo de se papel. sientenTambién como hombres».

 

El resultado es sorprendente.

La mirada científica. El cerebro enamorado No existe ningún tema que haya inspirado más reflexiones, preocupaciones y cuestionamientos. Se han escrito libros, compuesto poemas y canciones, boleros, filmado películas y un sinfín de otras manifestaciones artísticas en nombre de este sentimiento. Y no sólo en el arte: la filosofía, la historia, la psicología se han preguntado y respondido acerca del derrotero amoroso. También las neurociencias se han dedicado a investigar sobre este asunto y nos invitan a sumergirnos en terrenos apasionantes. Para empezar, las neurociencias son un conjunto de disciplinas científicas que estudian la relación entre la mente, la conducta y la actividad del tejido nervioso. esta forma, a partir del de distintos niveles (molecular, neuronal, De conductual y cognitivo) lasestudio neurociencias intentan entender y explicar de qué manera la actividad del cerebro se relaciona con la psiquis y los comportamientos. En el caso particular que nos ocupa, las neurociencias se encargan de analizar qué ocurre en nuestra cabeza cuando nos enamoramos. Pero antes de saber qué dicen las neurociencias sobre el amor, veamos primero cómo describen a sus actores principales: los hombres y las mujeres.

¡Viva la diferencia! El cerebro según el género

Los hombres y las mujeres no somos iguales. Así como tenemos muchas cosas en común, también tenemos muchas diferencias, lo que no significa que unos sean superiores a los otros. Si se comparan anatómicamente el cerebro femenino y el masculino, queda claro que son distintos. Así como los cuerpos de hombres y mujeres son diferentes, lo mismo ocurre con el cerebro. Una diferencia que salta a primera vista, por ejemplo, es que el cerebro de las mujeres es un poco más pequeño que el de los hombres, lo que de ninguna manera está relacionado con la inteligencia sino con el volumen corporal. Pero hay muchas más diferencias: nuestros cerebros evolucionan de forma distinta según el género.

 

Hasta la octava semana de gestación, todos son iguales, unisex; a partir de ese momento, comienzan a diferenciarse: en los futuros niños aparecen los testículos que empiezan a bombear grandes cantidades de testosterona (la hormona sexual masculina más importante), que modifica los circuitos cerebrales. Como consecuencia, las células, que están en el área cerebral que controla el impulsonosexual en los varones, multiplican.y En cambio, el con cerebro femenino está perturbado por lasetestosterona sigue creciendo tranquilidad. Entre los 9 y los 15 años, en los varones se produce una especie de tsunami de testosterona, lo que produce un cambio biológico enorme. A su vez, en las chicas adolescentes, los mecanismos de la fertilidad lanzan contra el cerebro dos hormonas —estrógeno y progesterona—, que tienen un papel esencial en la regulación del ciclo menstrual. Por eso, los días difieren en el cerebro femenino: dos días antes de la ovulación las mujeres se muestran más seductoras e intentan atraer la atención del sexo opuesto. Estas diferencias en formas: el desarrollo cerebralpor femenino y masculino manifiestan de muchas las mujeres, ejemplo, poseen unasemayor habilidad de expresión verbal; son más hábiles para encontrar rápidamente la palabra exacta y articularla de manera correcta. Esta habilidad se manifiesta de forma más patente en la mitad del ciclo menstrual, cuando los niveles de estrógeno alcanzan su pico; aunque incluso durante la menstruación son mejores que el hombre promedio. Otras habilidades muy desarrolladas en el cerebro femenino son la negociación, la memoria y la inteligencia emocional. Esto se debe a que tenemos el hipocampo ligeramente más grande, que es donde se registran los datos emocionales. Otra competencia altamente desarrollada en las mujeres es la empatía. Muchos científicos explican que dado que históricamente las mujeres estuvimos a cargo del cuidado de los hijos, debimos ejercitarla para interpretar las emociones del bebé que no habla. Otra característica femenina es la imaginación y la planificación a largo plazo. El mapa que contiene todas las rutas de conexiones del cerebro de las mujeres es muy diferente al de los hombres. El doctor Daniel López Rosetti, especialista en Clínica Médica y Cardiólogo Universitario, cuenta que en el hombre existen muchas más conexiones que van desde la parte anterior o frontal de cada hemisferio hasta la parte posterior del hemisferio correspondiente, es decir que predominan las conexiones en un mismo hemisferio. Estas conexiones facilitan particularmente la comunicación entre

 

las áreas neurológicas de la «percepción» y las encargadas de la «acción», lo que podría interpretarse en que los hombres tienen una tendencia más pronunciada a la acción, fundamentalmente de tipo físico. Esto tendría su explicación en el pasado evolutivo: fueron los machos los que salieron a cazar para conseguir alimento y por esa razón necesitaron ser los más agresivos Lasen mujeres, en cambio, muestran nosino sóloque un número importantefísicamente. de conexiones un mismo hemisferio cerebral presentan un mayor número de conexiones interhemisféricas, facilitando la integración de las funciones «analíticas» del hemisferio izquierdo con las funciones «intuitivas» del derecho. Estas conexiones aclaran también por qué el hombre tiende a realizar y aprender sólo una tarea a la vez, desecha lo que considera superfluo, se enfoca en lo que está haciendo y se mueve en un patrón de pensamiento en pasos. De acuerdo con la antropóloga estadounidense Helen Fisher, también estas conexiones explican por qué las mujeres piensan de forma contextual, holística. Muestran mayor mental, más intuitivos y más imaginativos y tienenflexibilidad una tendencia másaplican marcadajuicios a hacer planes a largo plazo. Las mujeres integran más detalles del mundo que las rodea. Detalles que pueden ir desde las inflexiones de la voz al pronunciar una frase, hasta la disposición de los objetos de una habitación. Cuando las mujeres toman decisiones, calibran más variables, consideran más opciones y resultados, recuerdan más puntos de vista y ven mayor número de formas de proceder. Y en general, toleran la ambigüedad mejor que los hombres, probablemente porque pueden visualizar más factores relacionados a cualquier asunto. Las mujeres tienden a pensar en redes de factores interrelacionados, no en línea recta. Helen Fisher llama a este modo de pensar femenino «pensamiento en red». En definitiva, para las neurociencias tanto el cerebro masculino como el femenino pueden alcanzar las mismas conductas, aun en aquellos aspectos en que el cerebro del otro género le dedica mayor espacio. Además, con respecto a los coeficientes de inteligencia, el promedio de hombres y mujeres es el mismo. Ambas formas de pensar son buenas y complementarias.

Las clases de amor Según Helen Fisher, existen tres sistemas cerebrales básicamente diferentes

 

que evolucionaron a partir del instinto de apareamiento y la reproducción: • El impulso sexual, el deseo de gratificación sexual. • El amor romántico, la euforia y obsesión por una pareja que recién comienza. • El apego, la sensación de calma y seguridad que se siente por una pareja de largo plazo. El impulso sexual, el más instintivo de los tres, evolucionó creando el amor romántico y el apego como una forma de asegurar la unión entre dos personas durante una cantidad de tiempo considerable, al menos, el tiempo suficiente para tener y criar hijos juntos. Por eso tiene sentido comprobar que cuando se experimenta un orgasmo se obtiene un pico de dopamina, que es un neurotransmisor importante en todas las respuestas nerviosas relacionadas con la expresión de las emociones y que está asociada al amor romántico. Además, con el orgasmo se obtiene una elevación de los niveles de oxitocina (se la conoce como «la hormona de la confianza») y vasopresina (también llamada «hormona de la monogamia»). Estas dos últimas hormonas están asociadas con el apego. Estas tres clases de amor no necesariamente se presentan juntas. Alguien puede sentir estas tres emociones en momentos distintos de su vida o puede experimentarlas simultáneamente hacia tres personas distintas. También es cierto que muchas veces se dan al mismo tiempo y en la misma persona.

El amor romántico ¿Quién no escuchó alguna vez frases como «las cosas del corazón» como sinónimo de amor, o «le rompieron el corazón» cuando se referían a que alguien había sufrido una decepción amorosa? Las neurociencias no están de acuerdo con esas frases, dado que toda nuestra actividad mental está dictaminada por el cerebro, desde los procesos inconscientes como respirar o parpadear hasta los pensamientos filosóficos más elaborados. El corazón, en realidad, es la víctima de las emociones que se originan en el cerebro. El amor lo cambia todo, hasta nuestromanifestaciones cerebro. Cuandosomatosensoriales: alguien está profundamente enamorado, tiene fuertes

 

siente el amor en su cuerpo, en su mente, está más motivado, tiene mejor capacidad para enfocar su atención y asegura ser más feliz. Cuando es correspondido, por supuesto; si no lo es, se siente profundamente desdichado y también lo experimenta biológicamente. Cuando alguien se enamora, en su cerebro ocurre un conjunto específico de fenómenos. Lo primero que sucede es quepara una persona particular comienza a cobrar un «significado especial» quien seen está enamorando; su atención se enfoca en esta persona y su cerebro registra una gran cantidad de dopamina (la hormona que está relacionada con la expresión de las emociones). La persona que inspira ese amor se vuelve más importante que el resto de la gente y experimenta mucha energía y una gran dependencia hacia esa persona. Para Helen Fisher, el amor romántico no es una emoción, es un impulso. Se origina en el motor de la mente, la parte que desea, que ansía y es más fuerte que el impulso sexual. El neurólogoes Facundo Manes sostiene que el amor, desde el el punto de vista neurocientífico, una experiencia que involucra masivamente sistema cerebral de recompensa. Este sistema se activa frente a un estímulo externo y envía señales mediante conexiones neuronales, para que se liberen a los neurotransmisores responsables de sensaciones placenteras. En otras palabras, cuando alguien interpreta una señal como promesa de un placer (por ejemplo, ve pan casero recién horneado en una panadería), su cerebro se inunda de una sensación de ansia, anticipando el placer que comer ese pan le produciría. En el caso de una persona enamorada, por supuesto, la promesa de placer es cualquier cosa que le recuerde o le anticipe un acercamiento al ser amado. Por eso, el objetivo del sistema cerebral de recompensa es hacer que queramos repetir uno o más comportamientos. Esta es la razón por la que el amor romántico reúne todas las características de una adicción: la persona enamorada piensa de manera obsesiva en la persona amada, se vuelve intensa dependiente y posesivo sexualmente, y —por el contrario a cuando se tiene sexo ocasional— asume grandes riesgos para conseguir o preservar el vínculo y distorsiona la realidad (el enamorado sólo ve lo que quiere ver). Asimismo, en la persona que está enamorada existe una perseverancia extraordinaria al punto de necesitar encontrarse cada vez más con su ser amado. Se han realizado estudios de neuroimágenes funcionales (una técnica de investigación que permite medir la actividad cerebral) que han descubierto

 

que una de las partes del cerebro que se activa cuando una persona ve la foto de su amado es la misma que se activa cuando se experimenta un subidón de cocaína. Además del sistema de recompensa, cuando una persona está enamorada se desactivan los circuitos cerebrales responsables de las emociones negativas yuicio, de la se evaluación social.nos Enenamoramos. otras palabras: la corteza frontal, sólo clavesepara el apaga cuando Pero este «apagón» produce cuando a alguien se le muestra una foto de la persona que lo apasiona, logrando que se suspenda toda crítica o duda. Esta conducta del cerebro tiene una importante razón biológica: hace que la reproducción sea más segura. Si el juicio se suspende, hasta la pareja más improbable puede unirse y reproducirse. Estos estudios de neuroimágenes han demostrado, además, que un área del cerebro importante en la regulación del miedo y otras regiones implicadas en emociones negativas baja su actividad. Esto podría explicar por qué nos sentimos muy felices con el mundo sin temor a nada, cuandoque estamos enamorados. Del ymismo modo, se observó el amorlocamente está relacionado con el encendido en las áreas del cerebro que miden funciones cognitivas complejas, como la cognición social, la imagen corporal y asociaciones mentales que se basan en experiencias pasadas. Como ya señalamos, este sentimiento está íntimamente relacionado con la perpetuación de la especie y, por lo tanto, tiene una función biológica de crucial importancia.

Ese loco, loco amor Tal como lo escribió Mario Benedetti, el amor es ciego y la locura lo acompaña. Así es en el amor romántico. Con respecto a la ceguera amorosa, algunos estudios realizados sobre los cerebros de personas enamoradas lo confirman: ciertos sectores del cerebro asociados con la toma de decisiones que reciben menos irrigación sanguínea están menos activos y, en consecuencia, la persona desestima todos los problemas y se enfoca sólo en la persona amada. En cuanto a la locura, también es cierto: las neurociencias revelan que la corteza frontal del cerebro, que es fundamental para ser juiciosos, se desactiva cuando nos enamoramos y así se suspende toda crítica o duda. Y, por si fuera poco, en neuroimágenes también se observó que «se apaga un

 

área del cerebro importante en la regulación del miedo». Hay más. Se comprobó en diferentes investigaciones que al ver una foto del ser amado, se activan áreas del sistema de recompensa cerebral en las que hay gran cantidad de receptores de hormonas, como la oxitocina y la vasopresina, que generan euforia y alegría. En estos casos, se libera adrenalina aumenta la dopamina que baja lade serotonina, clave apetito y elyestado de ánimo. La disminución la serotonina separa da, el asimismo, en personas que sufren trastorno obsesivo compulsivo (más conocido por sus siglas TOC), lo que explicaría por qué alguien enamorado también siente ansiedad. La oxitocina es una sustancia segregada por el cuerpo que actúa como una droga, es decir, como una sustancia introducida en el cuerpo desde el exterior, liberando transmisores como la dopamina, la noradrenalina (norepirefrina) o la serotonina. Estos neurotransmisores permiten inundar el cerebro de feniletilamina, que es un compuesto químico de la familia de las anfetaminas. chocolate es ricoseenconsuman este compuesto, eso es tan común que durante elEl«mal de amores» grandespor cantidades.

Vos y vos y vos y nadie más que vos Más de una vez nos hemos preguntado, después de una ruptura o de un desengaño, por qué sigo pensando en esa persona y no en otra. Paradójicamente, mientras seguíamos sufriendo, en todos lados aparecía gente disponible que parecía ser buena, gentil, razonable, dispuesta al compromiso. ¿Porsola qué?respuesta ¿Por qué? qué?una sola explicación. Muchas No existe una ni ¿Por tampoco veces esa elección desafortunada tiene muchísimas razones y de todo tipo. Las neurociencias señalan que el momento de la vida que estamos atravesando es importante para enamorarnos, la proximidad con la persona elegida es importante, el misterio también lo es. El misterio eleva los niveles de dopamina en el cerebro y probablemente eso te empuje al umbral del enamoramiento. Existen más posibilidades de enamorarnos de las personas que están dentro de lo que Helen Fisher llama «mapa del amor». Algo así como una lista de rasgos que se fue formando en la infancia conforme fuimos creciendo. Por eso, cuando miramos atrás, encontramos rasgos en común

 

entre nuestras ex parejas. Asimismo, cada uno tiende a estar más cerca de ciertas personas con sistemas cerebrales, de alguna forma, complementarios. Ya dijimos que el amor libera hormonas asociadas con el placer, la euforia y el bienestar y es por eso que cuando nos enamoramos nos sentimos excitados, llenos de energía, y nuestra percepción de la vida es magnífica. Pero cabo de tiempo (paracuando algunosalguien investigadores, aproximadamente cuatroalaños), al un igual que pasa consume drogas durante un período largo de tiempo, llega la tolerancia o lo que comúnmente se conoce como habituación. Cuando la cascada química disminuye, hay muchas personas que lo interpretan como pérdida de amor. En realidad, lo que sucede es que los receptores neuronales ya se acostumbraron a ese exceso de flujo químico, y el enamorado necesita aumentar la dosis para seguir sintiendo lo mismo. Eso puede transformar una fluctuación natural en una crisis; muchas veces aparece la famosa frase: «Ya no siento lo mismo». Pero dejar una relación no siempre simple: el cerebro necesita un proceso recuperación volver a es lostan niveles normales de flujo químico, los quedetenía antes de para enamorarse, y hace falta que pase un tiempo para que se recupere la estabilidad.

Olvidar el amor  Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

PABLO NERUDA Aunque parezca contradictorio, el olvido es uno de los aspectos más importantes de la memoria, que constituye una faceta esencial del aprendizaje. Olvidar significa eliminar toda aquella información que no es útil para aprender adecuadamente y es un proceso normal y necesario. Si no reforzamos o repetimos la información que nos interesa, la perdemos. Se cree que durante el sueño, además de recuperarnos físicamente, nuestra memoria se consolida porque se refuerza la información importante, y todos los datos que no lo son se «filtran». Estanislao Bachrach, biólogo molecular y profesor de Harvard explica que el funcionamiento correcto de la memoria es necesario para todo lo que

 

hacemos. Para decirlo de manera muy simple, contamos con memoria de corto plazo —también conocida como memoria de trabajo—, de mediano y de largo plazo. Cuando el cerebro aprende algo nuevo, le cuesta mucho trabajo procesarlo y convertirlo en una nueva memoria. Pero una vez que algo fue aprendido, es transformado en formato de «fácil acceso», que consume menosenenergía. Pordeeso es tan fácil repetir errores del pasado, ya que son guardados formatos memoria de largo plazo de acceso fácil, barato y rápido. Es decir, se necesita pasar mucho tiempo explorando y practicando nuevas acciones para que se consoliden en memorias de largo plazo. De lo contrario, los comportamientos del pasado volverán. Memoria y olvido son dos procesos constantes y necesarios en el fenómeno del aprendizaje, dos caras de la misma moneda. Y, por supuesto, cualquiera de los dos extremos es malo. Imaginemos el caso del olvido: si olvidáramos todo, sólo podríamos vivir en un eterno presente desconectados del pasado, cometiendo una y otra vez los mismos errores y sin posibilidad de proyectarnos hacia eldescartar futuro. Muchas el acto de olvidar es beneficioso porque nos permite datos queveces, ocupan espacio de nuestra mente sin ninguna utilidad. Es un proceso fisiológico que requiere gasto de energía. Tomemos, por ejemplo, el caso de mi amiga Chana. Por distracción y olvido volvió a aquella peluquería en Palermo donde meses antes le habían teñido el pelo de un zanahoria fluorescente. Previsiblemente, el error del colorista volvió a producirse, con la diferencia de que esta segunda vez mi amiga salió a la calle con un color casi verde fluorescente. Como corolario, tuvo que comprarse otro gorro, porque tampoco podía recordar dónde había guardado el que compró la primera vez. Y está visto que olvidar cosas importantes puede salirnos muy caro. Del mismo modo, el otro extremo también es malo. Mi amigo de la infancia se acuerda de todo. Su memoria también le trae problemas. Las discusiones con él pueden ser eternas, es capaz de sacar a relucir detalles que sucedieron hace décadas. Como dice su esposa, más vale darle la razón de entrada que contradecirlo y tener que aguantarse su «puesta al día del archivo». Aunque a primera vista esto puede resultar positivo (a quién no le encantaría que le den siempre la razón) él la pasa mal: hay malos recuerdos, situaciones feas y rencores pasados que es mejor sepultar. Es que el olvido también se utiliza para ciertos hechos traumáticos de la vida que no se desean recordar. Para eso, existen mecanismos cerebrales inhibitorios que permiten subdividir ciertas memorias. Manes explica que

 

«durante estos procesos, se produce una gran activación del área frontal y una menor activación de un área crítica para la memoria, el hipocampo» y aclara que además existen otros olvidos que se realizan de forma involuntaria. En esos casos, automáticamente el cerebro vuelve inaccesible la evocación de ciertos recuerdos, aunque esto no ocurre con recuerdos vinculados a emociones muy fuertes. Las emociones, además de guiar el recuerdo y el olvido, son fundamentales en procesos cognitivos, como la toma de decisiones. Por otra parte, en el amor existe una curiosa persistencia: con el paso del tiempo, uno puede haber «olvidado» a la persona amada hasta que, por ejemplo, escucha una canción, vuelve a un lugar significativo o huele un perfume que inevitablemente le recuerdan a ese sujeto del pasado. Bien sabemos que el amor no es necesariamente una experiencia feliz. La obsesión de la que hablábamos antes puede empeorar cuando uno no es correspondido. Se estudiaron cerebros de personas que habían sufrido el rechazo y, que entreforma otrosparte descubrimientos, se observó que había la gran actividadamoroso en el área de la red de recompensa cerebral, misma que se activa en el amor romántico correspondido. Esto significa que, muchas veces, aunque uno quiera olvidar, el fuego sigue encendido. El cerebro que pasa por una situación de desamor sufre mucho estrés: problemas para conciliar el sueño, el ritmo cardíaco afectado e inclusive cambios en el sistema inmunológico (bajan las defensas). Cuando alguien sufre emocionalmente —como puede ser el corte de una pareja—, en el cerebro se activan las mismas zonas que se activan al sufrir dolor físico, ya que el cerebro interpreta que la persona realmente ha padecido un dolor real constatable. Los cambios corporales que se producen en una separación generan una sensación de cansancio crónico que se relaciona con la ansiedad, la imposibilidad de conciliar el sueño y frecuentemente la pérdida de apetito como si se tuviera un nudo en el estómago. También el corazón se ve impactado y dañado por la gran cantidad de sustancias químicas que envía el cerebro a todo el cuerpo, que terminan debilitando sus tejidos, proceso que se conoce como «síndrome del corazón roto». Sin duda, a veces amar es morir un poco. El amor, además, es adictivo. Cuando se producen situaciones de desamor, en el cerebro se activan las mismas partes que se activan cuando una persona adicta a las drogas deja de consumir.

 

Algunos especialistas aseguran que todos los dolores que se sufren a partir de un desencuentro amoroso duran aproximadamente entre seis meses y dos años, dependiendo de la relación y de cuánto fue su duración. Por suerte, con el tiempo el cerebro y el corazón se fortalecen para continuar con la vida después de haber atravesado un proceso doloroso, para poder finalmente aventurarse, por ejemplo, en una nueva experiencia.

¿Qué es lo que más se extraña de estar en pareja? He aquí algunos testimonios: «Nunca extraño si el final lo decido yo. Si me dejan, extraño todo y desesperadamente, es así». «Yo extraño todo, los abrazos, la pregunta ¿te sentís bien?, te sirvo un cafecito, abrazame, estoy triste, no llores, ya va a pasar, y muchas cosas más. Sé que no me va a volver a pasar nunca más». «Después de la muerte, que no elegí, la piel, el amor, la pasión, los abrazos interminables, los proyectos, el ruido del auto cuando llegaba a la noche de trabajar, la complicidad… todo». «La compañía más que el sexo, y también el olor de su piel». «El diálogo. La contención de una mirada, la seguridad que te brinda que alguien te esté esperando». «El poder compartir cosas… la compañía, los amigos en común, discrepar acambiarse veces en yloservirle cotidiano… bañar una bajo la ducha, llevarla a upa a algo rico… sexomujer se consigue del bueno si eliges una partenaire sin complejos». «Extraño que conozcan tanto de vos, que sepan exactamente lo que te gusta y tener demasiado sexo, en distintas situaciones, horarios y momentos, extraño mucho el compañerismo, jugar con el otro, proyectar, vivir varias cosas de a dos». «Un cafecito antes de dormir en la terraza y por supuesto el sexo casi todos los días». «El saber que pase lo que pase siempre habrá alguien que te brinde su abrazo en los Pero porque no cualquier sino queque te te hace sentir quemomentos estás en eldifíciles. mejor lugar, sentísabrazo ese olor de ese su piel

 

estremece y aunque pase el tiempo seguís sintiendo eso especial solo cuando esa persona te abraza o te mira o te sonríe. Eso se extraña, sentirse enamorado de alguien se extraña». «Simplemente compartir, el amor, las noches, el invierno, las locuras, la magia, pero eso no volverá». «Proyectar de a dos, compartir, mimarse con cariño, los silencios y las miradas amorosas». «Que me duermo al toque en estado de paz y no me quedo hasta las 3 a.m. dando vueltas por toda la casa. Extraño las noches, la cena. La convivencia en sí parece más fácil cuando uno se separa y extraña, y mientras convivía la vida sola parecía más simple o más atractiva. ¡La complejidad del ser humano! Igual, ¡estar sin sus hijos hinchas adolescentes es un alivio… No sé si eso lo extraño!» «Extraño compartir un libro, una peli, hablar de la vida, reírnos de nosotros, de nuestros hijos, resolver temas cotidianos, lo cotidiano en toda su amplitud, posibles un paisaje,los unproyectos, viaje, hacerloselsueños, amor…los ¿qué más?»y los imposibles, un abrazo, «Qué triste haber estado con alguien y no extrañar nada. ¡Qué tiempo perdido!» «La incondicionalidad de estar con el otro y aceptarse mutuamente con lo bueno, lo malo y lo feo, y saber que estará siempre ahí para apoyarte. Eso no lo voy a encontrar nunca más». «Extraño ir del brazo a todos lados, éramos muy compañeros, nos gustaba leer en silencio, mirábamos los mismos partidos, las mismas películas, me falta una parte mía. Es triste la vida así». «Depende terminó la relaciónjuntos, y quiénunos quedó más fritos herido. Después podés extrañarcómo un desayuno, ducharse huevos bien hechos, que pidas un consejo y te den el mejor, las mañanas y los misterios del otro». «El girar ciento ochenta grados las metas y los horizontes. Uno deja de funcionar en forma dual y regresa a la individualidad». «Los viernes al final de la jornada y de la semana, compartir con tu pareja un aperitivo en una linda terraza. Momentos que no volverán». «Dormir cucharita. Durante el día la surfeo y hasta disfruto de muchos de los aspectos de la soledad. Pero me voy a dormir y lo primero que hago es poner la almohada de costado, para abrazarla.» «Hace veinte años que quedé viuda, hoy ya no extraño nada». «Compartir momentos, la complicidad, reír juntos, largas charlas sobre la

 

vida, los besos, los abrazos… Obvio, ¡todo lo lindo de estar bien con alguien!» «Sentir ese apoyo y amor leal e incondicional, eso añoro. Que realmente le importás al otro, sin intereses raros en el medio. Poder compartir la vida y especialmente lo más simple. Son cosas que se viven por única vez». «Nada lindo que la complicidad, amigo, alguien quemás te conoce lo bueno y lo malo,encontrar y aun así en notute pareja suelta un la mano, alguien que te da alas para volar y motivos para quedarse… Una vez que encontrás eso, ya está». «Que me agarren de atrás mientras cocino o se metan en la ducha mientras me baño. Lo inesperado, la sorpresa. El café de la noche en invierno o los tragos en verano, como excusa para tener largas charlas antes de irnos a dormir. Las miradas y risas cómplices. Esa mirada en la que ambos nos entendemos, y muchas cosas que no se pueden explicar con palabras». «Nada más lindo desde que te levantás hasta que te acostás: esperar el momento compartir desde el hastadel un mate, unaallá caricia, un trago, caminar depara la mano. Se extraña la sexo presencia otro más de todas las frivolidades. Pero esto no volverá a suceder y eso duele». «Entenderse sin hablar, seducirse con la sola mirada. Estar en paz con el otro sin dejar de ser uno mismo. Eso solamente lo experimenté con mi marido pero lo perdí para siempre y no quiero conocer a nadie más». Comparto estas respuestas en medio de otras que me conmovieron. Escuché horas y horas relatos dolorosos y sufrientes de experiencias que no fueron felices. También me acerqué a otros relatos que tal vez habían entendido de la vida, que para restosostenido, había sidoavedado: exitosa. Elalgo resultado indiscutible deelhaber lo largo la depareja los años, vínculos poderosos de entendimiento, respeto, paciencia y negociación enmarcado por un amor resistente a las tormentas. Tengo que decir que no son muchos los que lo logran, el porcentaje es más bien bajo. Aun así, compartir sus secretos me llenó de entusiasmo y de inquietudes. Cuando les pregunté qué cosas extrañan de estar en pareja, no pude dejar de pensar que persiste en los seres humanos ese deseo poderoso y ambivalente de amar, y a la vez existe el miedo de amar, y el miedo a sentir que tal vez eso no ocurra jamás. Muchas veces vivimos en esa oscilación. Aunque esas ganas nos nos paraliza sirvan deunlinterna tratar de encontrar persona adecuada, también poco elpara miedo a sentir que esa la persona

 

especial no aparecerá jamás, como una fantasía que nos creamos para seguir ustificándonos con creencias equivocadas. «Mientras tememos conscientemente no ser amados, el temor real, aunque habitualmente inconsciente, es el de amar», señaló Erich Fromm. Amar como una aventura de conocimiento del otro y principalmente de nosotros mismos. Una aventura que para muchos significa perder correr algo, dar hasta vaciarse, entregar lo más importante que tenemos e incluso el riesgo de ser lastimados. Después de varios meses de escuchar y compartir historias, comprendí que había logrado descifrar —entre líneas— un sentimiento que les era común: un miedo básico y profundo que para mí fue una revelación. Lo que aparece en el fondo de esta cuestión es un profundo miedo a vivir. El miedo a la vida es el miedo de enfrentarse a un mundo donde hay dificultades, en medio de pequeñas batallas cotidianas, y de pronto sentir que no se podrá lidiar con ellas y que nos vencerán como si fueran un escudo que amás atravesar. Es podremos un espiral que limita, que detiene, que tiñe de melancolía todo lo que aparece e impide tomar la temperatura que propone la vida para ser protagonista. El miedo a la vida al que me refiero, no es el miedo a morir, sino a enfrentar, a perder lo que se obtiene, es el miedo a sufrir y a quedarnos solos. Solos en medio de tanta gente.

El retorno hacia uno mismo. Diario de una recién separada Por fin llega el sábado, me digo, puedo quedarme en la cama hasta tarde y, sin embargo, desde las siete estoy arriba. Desde que abrí los ojos siento que casi no dormí. Me enredo con las palabras y con los pensamientos, mucho más. Por supuesto que tomé algo para relajarme pero es evidente que me está haciendo efecto recién ahora que es de día. Todo al revés. Como mi vida: a la deriva. Pensé toda la noche en él como era previsto. Nos separamos hace un mes pero se fue casa haceeconómicas tres días. Tres días y medio. Una decisión demoró porde cuestiones y que emocionalmente nos llevóque unse

 

tiempo concretar. Los finales son siempre difíciles, menos para los que están afuera. Asignado el día, preferí no estar. Supuse que iba a ser un tanto desgarrador presenciar semejante despedida. Celebro ese acto de lucidez que me impidió ver cómo iba sacando su ropa, abriendo cajones y vaciando su parte de sorpresa la casa. Volví a las pocas cuando ya tododehabía terminado para mi sentí cierto aliviohoras y un silencio difícil explicar. Una y omisión que se podía escuchar por la presencia que faltaba. Nadie se separa por una sola razón, pero sí es cierto que cuando algo se fugó, cuando nos empieza a costar reconocernos, no es conveniente quedarse. Una sabe que los primeros días son decisivos y hay que tratar de ser coherentes con la decisión. Al menos la intención está. Me tienta escribirle pero me freno. «Buen día a pesar de todo», no es una gran frase para mandarle. Quiero que me sienta entera pero afligida pero más lo primero, que lo segundo. «¿Cómo estás?», tampoco. Cómo va a estar. Espero que se sienta hundido en el fondo del mar como yo, y no por maldad, sólo para homenajear la relación. Trato de medir la diferencia entre mostrarme interesada por cómo está y la desesperación de no tenerlo acá. Tampoco puedo exigirme tanta sutileza. Hago lo que puedo. Mi cabeza luce como el crochet que tejía mi abuela Victoria cuando decidía usar al mismo tiempo tres lanas de diferentes colores y se le enredaban. Es un consuelo recordar que al final le quedaba bonito y prolijo. Tomo coraje y me levanto de la cama. Una pata de elefante en el pecho me lo impide. En un tercer intento lo consigo. La cama me recuerda demasiado delsemana otro lado nomí durmió nadie. Todo el que fin de para me hace ilusión. Me dura poco. Por suerte son sólo dos días que pasan rápido. Me hago el desayuno. Abro la lata de galletas y encuentro sus bizcochos light. Un hombre que desayuna bizcochos. Estuve viviendo con un hombre que come bizcochos para desayunar. Abro la heladera y encuentro lo que compramos el sábado pasado en el supermercado. Nuestra última compra juntos. Luego se fue. Cuando uno se separa, se rotula todo como «última vez». La última vez que fuimos, que compramos, que nos reímos, que nos besamos, que nos amamos. Uno se va despidiendo de todo a veces sin darse cuenta. En la alacena veo mucha comida que le gusta a él, y poca de la mía. Como

 

en casi todo. ¿Dónde estaba yo? Es como la casa de otro. Trato de recordar qué me gustaba desayunar antes de comenzar yo también a comer bizcochos. Apenas me acuerdo. ¿Galletitas de salvado o de avena? Seguramente elegía el salvado porque evita la constipación. Por alguna misteriosa razón, todas las mujeres nacemos constipadas aunque a veces teoría.el que te constipa es el tipo que tenés al lado y no la comida. Es mi Qué diálogo interior tan apasionante. Yo sí que tengo talento para afrontar los grandes temas de la vida. Convengamos que el panorama no es el mejor. Esto se trasladará al almuerzo, a la cena y así. Hay que remontar el día, total pronto será lunes de nuevo y a trabajar. Qué alivio poner la cabeza en un frasco durante ocho horas. El diario sigue atascado debajo de la puerta. Me olvidé de suspenderlo. «¿Se van de vacaciones?», me preguntará el diariero. «No, sabe que me separé, evitar. mi marido se fue de casa y el que lo leía era él». Un momento para Encuentro sus medias debajo del sofá. ¿Qué hago? ¿Lo llamo y se las devuelvo o las prendo fuego en una ceremonia simbólica? Debería arrojarlas por el balcón, huelen tan mal. Pensar que lo amenacé más de una vez con hacerlo como un acto aleccionador y no obtuve ningún resultado. Fracaso total. «Es un poco dejado», me dijo una vez su madre en una sobremesa de domingo. A esta altura, decir tan suelta de cuerpo «un poco» podría ser considerado una traición. A veces uno se entusiasma y lucha con cosas que cree que va a poder cambiar. Otras veces se detiene en el intento que loelva a poder superarsicomo todo lo que uno le molesta del otro.y Opiensa comienza juego del espejo: vos cambiás, yo acambio. Empezá vos. No, vos. Como hacen los niños. Nunca tuve en cuenta que llamaba ídolos a los que parecían vagos. Un detalle esclarecedor. Los oportunistas. Los que la hacen sin trabajar. Los que se la llevan de arriba. Los inescrupulosos pero vivos. Entraban varios rubros en esa lista. Casi de manual. A propósito, hoy cumple años su madre. ¿La llamo para saludarla o espero hasta la noche, que seguro irá su hijo a cenar y a ver el partido? ¿La llamo en el entretiempo para que él escuche, o es alevoso? ¿Y si le pasa el teléfono, qué hago? Mejor mañana y le pido disculpas por el olvido, al fin y al cabo ya no tengo más compromiso y ella nunca me cayó del todo bien; sí

 

su marido. No sé cómo la soporta. Bueno, él viaja mucho durante el año y se ven poco. Debe estar muy contenta, ya tiene de vuelta a los hombres de su vida. Me da ánimo pensar que ahora tengo que hacer sólo lo que siento. ¡Libertad! Abro el cajón de la mesa de luz de su lado y aparecen pequeños bollos de pañuelos último resfrío. qué momento dejé de ser ordenada?descartables Me digo quedeyosuno era así una y ¿En mil veces. Hay papeles y ropa acumulada por toda la casa, que olvidó llevarse. ¿Se la habrá olvidado a propósito para tener la excusa de volver a casa? En algún momento él me llamó «maniática del orden» y me ablandé, montándome a su hippismo. Una pareja puede vivir en la mugre siempre y cuando ningún integrante de la misma lo advierta. ¿Debería haber sido más inflexible? Miro mis uñas descascaradas. Arreglarme las manos se transforma en una gran actividad que descarto a los minutos por falta de ganas. ¿Para quién me voy a arreglar ahora? Tampoco me quiero abandonar. Voy por el quitaesmalte sacarmeeleste rojo furioso Sin querer,para transcurre sábado. Reviso,agrietado. tiro, junto, guardo, leo, acomodo, ordeno, descarto. Escucho mi respiración por primera vez. Antes, sólo escuchaba la de él porque era frecuente que se le tapara la nariz. Es alérgico; a qué, nunca supimos. Con el tiempo, yo también empecé a estornudar para no dejarlo solo. ¿Se habrá curado del espasmo? Lo llamo. Mejor no. ¿Recordará que tiene que tomar el antibiótico cada ocho horas durante nueve días y hacerse nebulizaciones? Es grande, que se arregle solo. Solo. Prendo la tele. La apago. Prendo y apago. Me engancho con la primera temporada una serie vimos No juntos año pasado. Puedo recordar las escenas quedefestejó con que risotadas. son elgraciosas. Lloro. Lo extraño. ¿Habrá salido ya la segunda parte? Le escribo y le pregunto. Mejor no. Está llegando la noche y no hice ningún plan. Mi primer sábado sola desde hace años. Me siento desprotegida. Tengo que llamar a mis amigas y encontrarme a charlar. Ellas creen que no estoy disponible los sábados y se siguen juntando a beber y a reírse. Es el efecto «Sex and the city» inevitable que hace que todas las mujeres que tienen entre treinta y cincuenta años crean que la incertidumbre de la vida se resuelve mejor en un bar. El perro no salió en todo el día, debe estar aguantando. Parece que lo extraña porque no probó bocado. Lo miro y mueve la cola. Lo extraña, confirmado. Vuelvo a llorar. ¿A qué hora le tenía que dar las gotitas para la

 

alergia? De eso se encargaba él. El veterinario dijo que era alérgico y nos dio ternura. «Salió a papá», dijo él. Y así nos volvimos los tres estornudadores profesionales. Las gotas, dónde están. Lo llamo y le pregunto. Mejor no. Pobre perro, no tiene la culpa. Tengo hambre. Supongo que es una buena señal. Cuando uno está solo, ¿pone la mesa? ¿Cómo era antes? si pongo platos en la la bandeja mesa y hago de cuenta que invité a alguien que ¿Y nunca llegó?dos Mejor armo y la llevo a la cama. Las horas pasan más lento de noche, está comprobado. Con la oscuridad me falta el aire y vuelvo a sentir la pata de elefante en el pecho. Algo me hace llevar la mirada hacia la biblioteca y siento que un libro me elige. La mujer rota de Simone de Beauvoir. Dudo unos segundos, pero lo abro en la página doscientos once que está marcada. Decididamente es una señal. «Me torturo. ¿Cómo me ven los demás? Y objetivamente, ¿quién soy? ¿Soy inteligente lo queaimagino? Esteque es el de preguntas que es inútil menos plantear, nadie se de atreverá contestarme soytipo tonta. ¿Y cómo saber? Todo el mundo se cree inteligente, hasta las personas que a mí me parecen estúpidas. Por eso una mujer siempre es más sensible a los cumplidos que se le hacen sobre su físico que a los que conciernen a su espíritu: en lo que hace al espíritu tiene sus evidencias íntimas, que todo el mundo tiene y que en consecuencia no prueban nada. Para conocer sus propios límites habría que poder superarlos: eso es saltar por encima de su propia sombra». El lunes empiezo el gimnasio. No sé cómo pude abandonarme. Eso sí que será saltar sobre mi propia sombra y por encima de mis caderas. Vuelvo libros que así me dejo de escuchar el ticque tachago del reloj de la cocina.a los Necesito otrodistraigo autor mey conteste. Es un juego desde chica como si fuera mi propio oráculo. Cada autor me propone una salida que interpreto como mejor me conviene, esa es la gracia. Al azar, abro un libro muy pequeño que está sin marcar. Cierro los ojos y aquí va: Gastronomía de las drogas. Usos y consumos de Enrique Santamaría e Ignacio Piñó. «No es raro entonces que la gente se hinche de algo tan urbano y técnico como son las medicinas, los fármacos para el coco, los psicofármacos. Son, en muchos casos, un necesario elemento para sobrevivir, adaptarse a una situación molesta. Y ahí se utilizan. Una persona cualquiera va al médico con una enfermedad cuya causa no está clara y recibe como tratamiento “mágico”

 

una pastilla para dormir, o tranquilizarse, o meterle marcha a la vida. Para cada cosa hay una píldora de colores. Hasta tal punto que hace relativamente poco tiempo se hablaba de un “antidepresivo amoroso”, la endorfina, hijo de las investigaciones pertinentes realizadas en Alemania Federal. No era una depresión cualquiera, sino la producida por razones amorosas: separaciones, desengaños, La repanocha. Según esta gente, la endorfina es undeproducto natural en el etc. hombre que se distribuye por la sangre en situaciones bienestar afectivo. La historia personal, las personas, la biología individual y el psiquismo resumidos en unos miligramos de droga humana. Interesante forma de entender la vida. Con esta concepción de las cosas, no es extraño que la gente se atiborre de pastillas sin preguntarse por sus efectos. A más infelicidad, más pastillas». Y yo que estaba por sacar otra del blíster. Más infelicidad, más pastillas. Lloro. ¿Qué será la repanocha? Para estos casos no hay nada mejor que un buen chocolate que también calma ansiedad:entengo la habilidad de comerme unodoy entero pestañear. Comerlachocolate la cama y llorar. Un clásico. Me pena.sinMientras estoy terminando de comer otro chocolate, me levanto a poner un disco tratando de evitar las canciones que me recuerdan a él. Momento irresistible. Todas las canciones me recuerdan lo triste que estoy. Encuentro una que por fin me saca de la letanía que propone la cama. Bailo. Me suelto el pelo y me muevo sexy. Miro mi cuerpo proyectado en el reflejo de una ventana que se mueve de manera ondulante. El vecino de enfrente me mira y me aplaude. Bajo la persiana. Voy por otro chocolate que no encuentro. Revuelvo toda la casa como si buscara miraba una joya al recordar que el tercero se lo comió él cuando el robada. partido Desisto hace unos días. Lo extraño. Quiero un helado. Nadie llama y lo pide. Tengo que hacerlo yo, y no encuentro el imán con el teléfono. Me siento forastera en mi propia casa. Me repito que quiero helado y que esto también pasará. Soltar. Soltar. Soltar. El lunes me regalará rutina y no tendré tiempo de pensar, pero hoy sigue siendo sábado y quiero comer helado. Lo mejor es salir, caminar un poco, cambiar de aire. El dulce siempre aplaca, las mujeres lo sabemos. La calle me devuelve la imagen de cientos de parejas juntas y felices comprando helado. No hay nadie solo. Me prometo cambiar de heladería a la brevedad, o de barrio. Decido volver sin helado, no puedo esperar mi mousse de maracuyá y

 

arándanos rodeada de tanta gente feliz besándose y riendo por nada que valga la pena. Él siempre pedía granizado y frutilla porque decía que en esos dos sabores se podía medir la calidad de una buena heladería. La rutina siempre fue su fuerte y también mi debilidad. Odio hacer siempre lo mismo y él amaba repetir. Éramos tan diferentes. ¿Pensará en mí? ¿Habrá salido? ¿Estará con otra para olvidarme? Reviso los mensajes, tal vez hay una llamada perdida y yo distraída por un helado que ni llego a comprar. ¿Los hombres olvidan más rápido o se distraen más rápido? Caminé tanto que ni sé dónde estoy. Me perdí. ¿Qué hago conmigo? ¿Quién soy ahora? ¿Qué hago con los proyectos que teníamos juntos? ¿Y el viaje a México? ¿Y la Navidad blanca? ¿Qué hago con la maternidad? Tengo 38 años, para la medicina ya soy una mujer añosa, en cualquier momento aterrizan los 40 y se termina todo. Pensar que cuando él quería, yo no, y cuando yo quise, él dudó. La vida está llena de rincones inhóspitos. Me detesto pensamientos de señora conservadora que necesitacuando resolvermesuasaltan vida unestos sábado a la noche sólo para satisfacer el qué dirán. ¿Qué parte de los sueños me tocará en la división de bienes? ¿Seré madre alguna vez? Dejar fluir. Soltar. Fluir significa soltar. Me alineo con el universo. Andar liviano de equipaje. Aprender de la experiencia. No ofrecer resistencia. Perdonar y soltar. Dejar llegar lo que viene. Dejar ir lo que se va. Inspiro y suelto el aire. De todo se aprende. Ommm… Todo vuelve. Esa me gusta más. Le va a volver, en algún momento le va a volver. Lloro de nuevo. funciona. Ya es domingo. SóloNo faltan veinticuatro horas para que llegue el lunes. Nunca esperé tanto volver a trabajar. Mi primer fin de semana de recién separada está por terminar. Albricias. El lunes tiene turno con el dentista. ¿Se acordará? Lo llamo. Mejor no. Le escribo y se lo recuerdo. Tampoco. ¿Cuánto tiempo hace que no pido un turno con el dentista?

Los duelos

 

Las preguntas que surgen, que son necesarias: ¿Por qué me abandonó? ¿Lo podría haber evitado? ¿En qué medida fui culpable? ¿Debería haber cambiado cosas para el bien de la pareja? ¿Se enamoró de otra persona y no se anima a decírmelo? ¿Desde cuándo dejé de gustarle? ¿Será una crisis y después de un tiempo volverá? ¿Y si se arrepiente y vuelve, lo estaré esperando? Y a partir de ahora, ¿cómo seguirá mi vida? ¿Cómo le diré a mi familia que nos separamos? ¿Cómo era vivir de nuevo solo? ¿Cómo no me di cuenta antes de que venía el final? ¿En los últimos tiempos, yo era feliz? ¿Algún día me volveré a enamorar, o esta fue la última oportunidad? ¿Hice bien en cortar la relación? ¿No podría haber peleado por la pareja para salvarla del naufragio? ¿Habré hecho todo lo posible? ¿Y si nunca más vuelvo a estar en pareja? Son preguntas inevitables que aparecen en el primer tiempo, donde todo es desconcierto y uno trata de acomodarse como puede. La herida está abierta yhace sangra, despacito el dolor intenso creergotea que no se podráy con él. Yesdetan verdad queque no lo seocupa puede.todo y nos La vida se transforma en algo penoso, sobre todo cuando vemos gente feliz y nosotros estamos muy lejos de serlo. Es un espejo que no hace más que devolvernos una alegría de amor suspendida, a veces por propia decisión. Los pensamientos caóticos se acumulan y uno está devastado. Mientras tanto, los amigos nos insisten en salir y no quedarnos solos. Sin embargo, lo que más necesitamos es estar solos para poder enfrentarnos con lo que sentimos, y comenzar a procesarlo. Ellos insisten, y nos quieren arrastrar a las salidas, los festejos, la noche; sin embargo, el mejor plan es hacer contacto con lo que sentimos enprimeros silencio. días. ClaroEsque socializar ayuda a superar una separación, pero no los razonable que cuando una relación termina, la cabeza intente bucear, dar respuestas para darle pausa a tanta angustia. Más allá del lugar que se ocupe en la separación —si nos abandonaron o nosotros decidimos la separación—, cuando se rompe una relación que significó algo importante en nuestra vida, se pierde el horizonte y uno comienza a preguntarse a dónde fue a parar todo ese amor que nos tuvimos. Las expectativas, los proyectos, las ilusiones, las emociones nobles que depositamos en el otro. Qué hicimos con eso. La separación es una decisión que necesita elaboración; así como el vínculo necesitó un tiempo para construirse, para cerrarse también lo requiere.

 

Entender por qué se produjo el final permite ordenar pensamientos y emociones. A veces no podemos hacerlo por nuestra cuenta y necesitamos de un espacio psicoterapéutico que nos ayude a abrir la mirada sobre lo que nos sucedió y nos brinde las herramientas necesarias para atravesar el duelo. Según la doctora Elisabeth Kübler-Ross, médica psiquiatra especializada en tanatología (su trabajo se basa en la experiencia con pacientes en fase terminal) luego de la muerte se inicia un proceso por el cual la gente lidia con la pérdida del ser querido. Después lo hizo extensible a los duelos que ocasionan las separaciones y divorcios por el fuerte impacto emocional que generan. Describió el proceso del duelo en cinco etapas fundamentales:

1) Negación: «Me siento bien», «Esto no me puede estar pasando a mí». La negación es sólo una defensa temporal. Este mecanismo busca amortiguar el shock que produce la nueva realidad para dejar entrar el dolor que podemos soportar. Se trata de una respuesta temporal que nos paraliza y nos hace escondernos de los hechos, pero es pasajera.

2) Ira: «¿Por qué a mí? ¡Qué injusto!», «¿Cómo me puede estar pasando esto?» Aquí es el momento en que se reconoce que la negación no puede continuar, y el enojo toma protagonismo. El enojo con el otro que ya no está más, con nosotros mismos, con amigos, con la familia que intenta ayudarnos, incluso con personas extrañas. Es importante que se pueda expresar libremente, por lo que propongo escribir. Hacer catarsis poniendo en palabras ese vendaval que sentimos que nos desborda. Escribir, escribir, todo lo que aparezca porque ayuda muchísimo a aclarar ideas, a calmar la ira abrumadora que aparece.

3) Negociación: «Dios mío, te prometo que si vuelve, cambio, haré todo mi esfuerzo», «Hablaré y volveremos a estar juntos otra vez». Es un mecanismo de defensa para protegerse del presente tan doloroso pero no ofrece una solución que pueda sostenerse en el tiempo. La rabia, la negación, la baja autoestima y la tristeza llevan al intento de negociación desesperada. La ansiedad por volver a la vida anterior donde todo era felicidad, poder rebobinar la historia y aterrizar de nuevo en el pasado a cambio de la ilusión de una promesa. La sensación de que si uno

 

habla, soluciona todo y aquí nada ha pasado.

4) Depresión: «Estoy tan triste», «¿Qué sentido tiene vivir?», «Extraño todo, no tengo ganas de seguir sufriendo». Se siente miedo e incertidumbre por lo que vendrá. Estos sentimientos también aparecen en las otras etapas del duelo: sensación de vacío, angustia por la soledad. La sensación de no tener ganas de hacer nada y que eso será para siempre y no se terminará jamás. Días eternos de mucho desánimo, tal vez de mucha televisión, de silencio inquietante, de llorar y llorar hasta quedarse sin lágrimas. Es tan grande la pérdida que parece que nunca se logrará superar. 5) Aceptación: «Esto tiene que pasar», «Ya vendrán tiempos mejores». Finalmente, aparece el tiempo donde todo comienza a acomodarse, aparecen las ganas de salir, de socializar, se firma la paz con el enojo aceptando el dolor de la pérdida. Es un proceso que permite la reflexión, revisar los deseos postergados y proyectarlos para rearmar la vida. Estas cinco etapas no necesariamente aparecen en este orden, ni tampoco son vivenciadas en todas las separaciones, ya que el efecto «montaña rusa emocional» no lo permite, pero es sano que sucedan. Sin embargo, hay muchas personas que se quedan ancladas en un duelo crónico que no llega a cerrarse y viven en un calvario. Los especialistas le ponen un límite: este proceso lleva entre seis meses y un año; hay quienes lo estiran al año y medio dependiendo de cada persona y de la historia personal. Silvio estuvo casado muchos años. Su esposa, madre de sus dos hijos, lo acompañó en cada uno de los avatares de la vida. Mientras trabajaba de día en el Banco Francés, de noche estudiaba ingeniería con mucho sacrificio restándole horas al sueño. Mientras tanto, ella lo apoyó incondicionalmente, acomodando cada detalle para que él pudiera llegar a cumplir su meta. Nunca faltó un plato caliente cuando el frío se colaba entre los libros, porque cortaban la calefacción en las últimas horas para poder ahorrar plata para los gastos que se presentaban. La noche se hacía larga mientras Silvio preparaba los parciales, y a la hora señalada siempre aparecía una taza caliente de café que Cecilia le acercaba con todo el amor del mundo. Los hijos cuidados y el hogar funcionando. Ella supo entretejer lo cotidiano para que no le faltara nada, hasta que por fin se recibió y fue todo alegría.

 

Sin embargo, un día Silvio encontró un mensaje que lo alarmó y empezó a investigar el celular de su mujer. Los mensajes caían siempre a las cuatro de la tarde, hora en que él no estaba y los chicos aún no habían salido del colegio. Con el tiempo y ante la confesión de su mujer comprobó que en todo ese tiempo de ausencia, ella se había «tentado con algo» que en un principio era fugaz pero que con el tiempo se había ido convirtiendo en una historia de pasión que a ella la tenía desconcertada y que, según sus palabras, no había podido manejar. Se le fue de las manos. La separación inesperada llegó para sorpresa de familiares y amigos que siempre los habían visto como una pareja modelo. De pronto, Silvio había ganado su título y había estrenado un nuevo trabajo después de haber abandonado su puesto de bancario, al mismo tiempo que hacía lo propio con su estado civil de divorciado. De a poco se fue quedando, y su vida fue perdiendo intensidad hasta que un día no volvió a levantarse de la cama porque sintió que los huesos ya no le respondían. Padecía insomnio y comenzó beber dos un vaso de whisky bajarsólo el frío y la tristeza. noche siguiente,afueron y luego más. Alpara tiempo, se levantaba de A la la cama para conseguir un bar abierto y ahogar la angustia por ese amor que se le había escapado sin darse cuenta. El duelo enseña. La experiencia ayuda a encarar la vida desde una perspectiva más sabia, a posicionarnos de otro modo frente a lo que vivimos, abandonando nuestras zonas oscuras, que nos muestran invulnerables cuando de verdad no lo somos. Nadie podría hacer una escala para evaluar qué duelo es más difícil de afrontar, cada uno lo lleva de forma muy íntima y personal. El tiempo es una de las mejores herramientas quever tenemos paraensuperar cualquier circunstancia dolorosa. La distancia nos hace las cosas perspectiva y soltar amarras. Con cierta ironía, Fabio Lacolla, psicólogo clínico, sentenció: «No hay peor noticia que el común acuerdo. Separarse de común acuerdo empobrece el delicado vértigo de aprender de una ruptura y una separación insulsa corresponde a un tibio transitar sin pena, sin gloria y sin pasión. Contra el común acuerdo, está bueno que en una separación uno corra con la culpa y el otro con el abandono; ahí hay sangre, abismo, turbulencia. Si las parejas se separaran de común acuerdo, chau poesía». Las lágrimas nos dicen que en la vida también hay que estar dispuesto a perder. Nadie nos enseñó esto de chicos, más bien todo lo contrario, nos enseñaron a acumular y ganar. A tener siempre y a no soltar jamás.

 

A re-tener que es como tener dos veces. Hay tanta resistencia a asimilar las pérdidas que nadie habla de esto y se continúa como si fuera imperceptible. Qué importante hubiera sido si nos hubieran entrenado en el arte de arriesgar, aun sabiendo que si uno pierde lo puede volver a intentar. Es de una gran fortaleza. Tengo la certeza de que vivimos en un mundo donde la idea del amor está sobrevalorada. Un mundo tan poderosamente voraz que el amor se ha convertido en un objeto de consumo, y la pareja en un status al cual todos quieren pertenecer sin el menor replanteo: «La vida es de a dos», «la felicidad te la da el encuentro con el otro». Si el plural no te incluye, entonces te sentís en falta. Y solo. En nuestra sociedad, que te amen es sinónimo de éxito social, no importa cómo ni cuándo, que alguien te elija te da un valor agregado, diferente, te hace especial, te hace madre, padre, aunque se viene luchando desde hace tiempo para cambiar estos paradigmas que permanecen arraigados. está sobrevalorado el concepto de felicidad. Hoy todos ser También desesperadamente felices a cualquier precio aunque les cueste la quieren vida. Qué paradoja. Vivimos sufriendo toda la vida para llegar a la meta que es la felicidad, pero siempre que estamos a punto de alcanzarla desaparece, como una zanahoria que se le escapa en el último mordisco a un conejo que corre agitado, con los ojos rojos y vidriosos. Vivimos sin tiempo, apurados por las sobreexigencias cotidianas que nos pide una sociedad que nos juzga por ser lo que no somos. Cada día al despertarnos, intentamos ser buenos padres, buenos esposos, buenos amantes, buenos hijos, buenos compañeros, buenos profesionales, buenos amigos. Vivimos apurando los mientras procesos aquí hastaestamos la crueldad pero los nosy dan son siempre los otros, esperando porque todo no pena esperando nada. Ansiosos por medir los resultados después de tanto esfuerzo, porque eso también lo aprendimos de nuestros padres y abuelos. A sacrificarnos por todo aquello que valga la pena aunque nos cueste la vida y no hayamos disfrutado de nada, corriendo con una tristeza a cuestas que nos corroe el alma. Más solos que nunca, postergando la promesa de una felicidad que nunca llega. Desesperados de amor pero solos. Una epifanía. ¿Acaso la felicidad no es otra cosa que sentir que después de muchas decisiones, uno está en el camino correcto, en ese que uno quiere estar para desde allí poder compartir la perspectiva? No es una abstracción sino la firme decisión de elegir un modo de vida que también va a tener dificultades,

 

desaciertos y tristeza. Que a pesar de todo, uno puede ser feliz. Que no todo será alegría ni sonrisas pero tendremos la obligación de comprometer todo nuestro esfuerzo para superar los malos momentos que nos presente la vida. La felicidad debería asociarse más bien a los sueños, y no tanto a los logros. Tita Merello decía que la felicidad es sólo una palabra y que no creía que hubiera mucha gente feliz. Yo creo que la hay, en la medida en que no pensemos que la felicidad son instantes porque empobrecemos el concepto al reducirlo sólo a la alegría. No debemos tomarla como un puerto al que hay que llegar sino un puerto desde donde debemos partir. Aceptar es la palabra mágica. El duelo nos ayuda a entender que la esperanza no siempre es la mejor aliada y que no debemos perseguir los imposibles. La aceptación por lo que nos toca vivir siempre es el mejor camino y la memoria nos regalará en el futuro bonitos momentos compartidos. Sé que es difícil asimilarlo cuando estamos en carne viva pero el tiempo permitirá que eso suceda. El tiempo y, por supuesto, nosotros. Cómovidas olvidar gran amor cuando no volvió a aparecerLa alguien en nuestras queun nos despertara los mismos sentimientos. comparación sigue siendo inevitable, nadie como esa persona ni como nosotros en esa situación. Pero tal vez no se trata de olvidarla para siempre sino de dejarse llevar por ese recuerdo perfumado que aparece cuando hablamos del amor. Un recuerdo que ya no lastima ni nos hace llorar, ni nos genera una ansiedad descontrolada. Un sentimiento luminoso y agradecido por haber entendido el amor desde adentro. Nadie que pretenda enamorarse puede ponerse a resguardo del dolor que implica construir una relación tan íntima con alguien. Es parte del juego si entendemos las reglas de ganar o perder a las queenfrente. estamosEs expuestos. veces nos esta vereda y otras, desde algo queAtenemos quetoca saber y al mismo tiemposaludamos guardar para que no sea una alarma que nos atemorice de tal manera que nos impida relacionarnos con alguien. Porque enamorarse también es arriesgar.

 

Controlando el impulso del regreso Todavía quedan restos de humedad, sus olores llenan ya mi soledad, en la cama su silueta se dibuja cual promesa de llenar el breve espacio en que no estás.

SILVIO RODRÍGUEZ Cuando te abandonan y uno se queda muy enganchado en esa relación, los recuerdos se agolpan y se vuelven obsesivos a tal punto, que es posible pensar que se trata de una confusión pasajera, y que esa persona nos pertenece. Ahí comienza la operación rescate, el impulso desenfrenado que nos hace creer que aún no agotamos todos los recursos para torcer esa decisión. «No es un final, es una crisis pasajera, por algo mi vida giró a su alrededor». «Tengo señales, algo me dice que lo tengo que intentar», me confesó Adrián desolado, cuando su pareja dio por terminada la relación. «¿Cuáles son esas señales?», le pregunté. Me describió objetos que había encontrado por la casa cuando se puso a ordenar. «Incluso, el martes pasado después de desayunar, me apareció su perfume de la nada, como una premonición», Para olvidaraseguró. también es necesario no perseguir, no espiar, no investigar. No hacer una hoja de ruta con los movimientos del otro. Las redes sociales son una tentación en esta materia, porque están al servicio del seguimiento. Uno puede enterarse de todas sus actividades, a quién ve, si activó su vida social después de la separación, o si pasa sus fines de semana mirando Netflix. Puede deducir a través de las fotos que sube y los comentarios cómo se siente, si nos extraña. Es una trampa mortal. Es difícil no caer en la tentación de los rastros y las huellas, como un Sherlock Holmes desorientado por el desamor. Un perfil su círculo dea amigos por ejemplo, un es posteo te llevate allleva de ala otros, lado, alos losdecomentarios, sus respuestas. Lo mejor

 

tomar la decisión de abandonar el espionaje. Cuanta menos información se tenga, más liberador será el proceso del duelo, porque seguir buscando pistas con sus movimientos es seguir teniendo presente la pareja que no se terminó. Al principio es aconsejable no entrar en contactos frecuentes, y si es nulo, mejor. Recién cuando las aguas se hayan aquietado, poder restablecer un buen contacto será enriquecedor y civilizado para todos, en homenaje a la relación que tuvieron. Pero si uno siente que puede entrar en zona de riesgo, lo mejor es la exclusión. La tentación a veces está a un paso; es mejor no alimentar la esperanza de una segunda oportunidad.

Las relaciones puente y los mientras tanto Adiós a los amigos que nos dan consejos equivocados, los que buscan venganza por el daño hicieron y que con la partido mejor intención más que hablarnos delque ex. nos Adiós a los que tomaron por el otronoyhacen se quedan en la vereda de enfrente. Adiós a los que ponen su cuota de tragedia en nuestros días insistiendo en que los finales son terribles, a los que nos critican sin piedad y se enfocan sólo en comentarios negativos desde su postura de jueces. Adiós a los que ponen énfasis en nuestros errores y en lo duro que es vivir en soledad. Adiós. Todos tenemos amigos que a veces no son la compañía indicada en momentos de crisis, cuando estamos frágiles y vulnerables. Hacer una limpieza de campo es necesario para despojar estímulos negativos e inconducentes. La sensación sentirnos bajo elhay resguardo afecto, del cuidado, es importante en estadeetapa. Así como amigos del demasiado festivos que subestiman nuestro duelo, también hay otros que a lo único que nos mueven es a seguir llorando. Saber acompañar es una característica que no poseen todas las personas. Por eso es necesario elegir con quién estar. Entre medio de ellos, también aparecen esas amistades que esperan la oportunidad de convertirse en otra cosa. Es común que con tal de sacarnos de la cabeza a nuestro ex, nos obliguemos a encarar una vida social activa que incluye terminar intimando con alguien a quien le dimos poca chance, o iniciando relaciones para que terminen de aplacar nuestra aflicción sin un compromiso tan pocas… fuerte y duradero. Claro que existen las excepciones, pero son

 

Los amigos nos presentan gente, comenzamos a circular en reuniones sociales y nos terminamos enganchando con alguien rápidamente. Son las parejas puente, las que nos ayudan a navegar por las aguas turbulentas después de una separación y que no tienen otro destino que conducirnos a un puerto seguro. Representan ese tránsito necesario que aplaca la ausencia, la soledad, la angustia, aunque también hay que admitir que sentirnos de nuevo elegidos y deseados hace la diferencia. Las redes sociales y las aplicaciones son una fuente de encuentros, estamos a un click de conocer al amor de nuestras vidas o de ilusionarnos con alguien que apareció en medio de la nada. No obstante, hay quienes se preguntan en qué medida estos dispositivos erosionan los encuentros personales. La mayoría de las personas que nacieron en el siglo anterior seguro responderían que la mejor manera de conocer a alguien es cara a cara; para las nuevas generaciones, en cambio, es otro el modelo. Es increíble pensar que sus recuerdos de infancia —a diferencia nuestra—, están asociados a suahistorial de amistades internet. Sus vidas están totalmente por las redes, establecer desde lo virtual. Sólo paraatravesadas nosotros, los no millennials, quedaron los recuerdos del barrio y las tardes de bicicleta al sol en la vereda. Muy lejos de satanizar su uso, destacaría algo fundamental: la accesibilidad a perfiles lejanos a nuestro mundo cotidiano (aunque si analizamos la cantidad de amigos que tenemos, observaremos que en su mayoría se corresponden con nuestras dimensiones sociales, profesionales, educativas y territoriales; en la medida que se distancian de esos límites, su número es menor), y también la posibilidad de entrar y salir de las relaciones con rapidez cuando interés. Losde vínculos son más volátiles peromayor también hay que tenerseenpierde cuentaelque muchos ellos pasan al campo de la realidad en un encuentro cercano. Un aspecto muy significativo en los últimos tiempos ha sido los reencuentros a través de Facebook. Cualquiera puede buscar a un amor del pasado, del colegio, la facultad, del barrio o el club con sólo poner su nombre y mantener por un tiempo la fantasía de que todo volverá a ser como antes, o aun mejor. ¿A quién no le resulta irresistible pensar que volverá a tener un romance con su primer amor al que recuerda en su juventud esplendorosa y dorada, si así quedó perpetuada esa imagen en su memoria? Leonor se vistió sensual, se perfumó, fue a la peluquería con tiempo para

 

llegar puntual a la cita. Rafael, el dentista, la había sorprendido hace unas semanas con frases románticas. Ella estaba muy entusiasmada con la idea de volver a verlo. Habían sido novios a los diecinueve años por un corto tiempo pero lo suficientemente intenso como para que quedara grabado en la memoria para siempre. Con él había tenido su debut sexual cuando se fueron de vacaciones de verano a Villa Gesell, hace más de treinta años. Con sorpresa vio, al entrar en su perfil de Facebook después de haber aceptado su amistad, que él había posteado una foto donde estaban juntos, con un comentario nostálgico. Le dio cierta ternura y le respondió, al poco tiempo estaban chateando día y noche, recordando risueños, festejando cada ocurrencia con la chispa adolescente de entonces. ¿Cómo iba a perder la oportunidad de volver a verlo ahora que ella por fin se había separado y estaba libre de toda libertad? Los dos estaban dispuestos a reeditar ese amor de verano que se había cortado por razones que ninguno de los dos entendía. «Yo también me separé, estoy solo, me gustaría cenar con vos el viernes, ¿quéLeonor te parece?» llegó quince minutos tarde al restaurante y después de recorrer las mesas, decidió caminar entre ellas dando por descontado que él todavía no había llegado. Pasó dos veces por la mesa donde estaba él, y no lo reconoció. Rafa esperó unos minutos hasta que agitó los brazos y se levantó para saludarla. Se quedó helada. El shock fue tan grande que le costó unos días recuperarse. Había envejecido a lo ancho como un viejo ombú, con una panza enorme y lucía desalineado. Pero el recuerdo de aquel rubio de rulos corriendo desnudo por  Lamás laguna azul fue la playa como el protagonista poderoso que terminaron saliendo un tiempodecon voluntad quetan pasión. Enseguida fueron apareciendo comentarios poco agradables respecto a todo lo que se le cruzaba, su vocabulario era más bien rústico, desmenuzaba temas de la política hasta ponerse violeta, golpeando la mesa sin recato al grito de «¡Me quiero ir a vivir a otro país porque este es una mierda!» Furia que se le pasaba poniendo un CD de Litto Nebbia a todo volumen apenas se subía al auto. Así fue cómo Leonor tuvo la constatación palpable de que no tenían nada en común salvo un pasado veloz. Eso más algunos detalles escatológicos que no vale la pena mencionar, hicieron que solita se convenciera de que era momento para comunicar la decisión final.

 

Se trató de una despedida pegajosa más de lo que creyó, Rafael se puso insistente frente al rechazo y empezó a llamarla a toda hora, a esperarla a la salida de la oficina hasta que apareció una madrugada en su casa, totalmente sacado y le terminó confesando que estaba gordo y tenía pechos porque su mamá le había dado mucho pollo de chico «y viste cómo es ese temita de las hormonas» pero aún así pensaba ponerse las pilas para reconquistarla. Enojadísima, Leonor terminó por bloquear todos los accesos: a sus teléfonos, al whatsapp, a las redes y también a su vida que últimamente la hacía reeditar películas en blanco y negro.

La cárcel de la piel Abro una revista de moda y me detengo en una nota donde sorprenden a una pareja famosa recién separada, a los besos en un cumpleaños. Como epígrafe de la foto aparece «Donde hubo fuego, cenizas quedan» y me pregunto si más que cenizas no quedarán brasas. Brasas todavía humeantes que nunca se apagaron del todo. ¿Es posible que siempre quede una puerta abierta, o es una trampa? Lo mejor fue ir al encuentro de un experimentado cronista de aguafuertes sentimentales. Él que había visto todo y vivido lo suficiente, que había entrevistado a muchos sufridores compulsivos que andaban por la vida deambulando en busca de respuestas, tendría seguramente para aportarme una gran definición. Sus libros, sus columnas y sus crónicas habían abordado este temaseque para mí erasiempre. un interrogante. Porque pienso que cuando algo se termina, termina para Sin embargo, empezó con una recomendación tajante: «A veces lo mejor es no volver a entrar en contacto», dice Jorge mientras revuelve un café con leche espumosa. Por supuesto que no estoy de acuerdo, y se lo discuto a muerte porque parecería que uno está bajo los efectos de una droga poderosa y que frente al menor contacto, se sucumbirá. Dónde está el amor propio le digo, dónde están los recursos, la autoestima ¿Cómo es que uno hace terapia toda la vida para fortalecerse y viene alguien que se transforma en el mismísimo demonio de Tasmania? Yo, sin embargo, puedo ser amiga mislanzó: ex en «Eso memoria amor que nos tuvimos. Él me miró en silencio y alderato es del

 

imposible si quedó encendida una llama». «Qué llama», le digo. «La llama que une la piel. La cárcel de la piel». Me corrió un frío. Al escucharlo, no puedo más que asentir y bajar la cabeza derrotada por un punto de vista que no había tenido en cuenta: el sexo. Y así recordé una vieja historia. Hace ya mucho tiempo habíamos decidido separarnos y digo «habíamos decidido» cuando en verdad el que toma la decisión siempre es uno y el otro se queda sin más remedio que acompañar la jugada. El caso es que nunca más volvimos a vernos desde que la relación terminó. Por mi parte, traté de evitar su barrio y los circuitos donde sabía que podía cruzármelo. Así de prolijo fue. Él desanduvo rutinas y comenzó una nueva vida, lejos de mí. Lo cierto es que después de cinco años ahí estábamos, otra vez, a metros de distancia. Por casualidad coincidimos en el cumpleaños de un amigo en común, aunque recuerdo al que asistidoPor juntos. Él fue con su nuevanopareja y youn consolo un festejo galán que me hayamos tenía encantada. supuesto nos saludamos con una sonrisa y eso bastó para situarnos en lugares alejados, así nadie se sentiría incómodo. No comprendí muy bien qué hacía ahí, lo conozco y sé que no le gustan las fiestas, los lugares concurridos ni la música fuerte porque no se puede conversar. Y a él, si hay algo que le gusta, es conversar. Como era previsible después del feliz cumpleaños y de cortar la torta, asomó la música, corrieron los tragos y se dio por inaugurada la noche. Cuando lo vi tomar de la cintura y sacar a bailar a su chica, fue inevitable recordar cantidad veces queÉl mesabía negóque esos aun sabiendo nada me la gustaba másdeque bailar. yomomentos, me sentía feliz y libre al que hacerlo pero nunca me regaló esa oportunidad cuando fuimos pareja. Ahí me asaltó cierta bronca retroactiva. Necesitaba ir a decírselo pero me detuve, ya se daba por prescripto después de tantos años, tampoco era el momento más adecuado, pero quería reclamárselo. Era justo. Fue un largo rato de discusión interna. Y por supuesto, no tuve mejor idea que tomar de la mano a mi galán y emprender también mi camino hacia la pista improvisada. Bailamos juntos, separados y en grupo algunos viejos éxitos de Los Beatles. De pronto, como si unos hilos invisibles nos hubieran centrifugado, quedamos a pocos pasos de distancia mirándonos de frente casi por primera vez. Reconozco que me brotó bronca, qué egoísta había sido conmigo, pero en el mismo momento

 

que se llevó las manos a la cintura me quedé ahí suspendida… al mirar sus manos, me ablandé y recordé cómo me acariciaba cuando fuimos pareja. Qué talento. Para eso se nace. Me calentaba sólo con sacarme una pelusita del pulóver. Esa sensación me quitó de escena. Es que muchas veces discutíamos y peleábamos por nimiedades pero la cama siempre nos devolvía al paraíso. Una y otra vez como destino. Inolvidable, único. Ahora creo que más de una vez hemos llegado a pelear descarnadamente para terminar acostados y amándonos. El conflicto nos encendía la piel. Un empujón inocente de alguien que pasó, me hizo volver al cumpleaños. Estaba de regreso, entre la gente que cantaba, reía, bailaba, brindaba y ugaba, y yo probando daiquiris tricolores y mirándolo desafiante. Él respondía tímidamente levantando su copa. No me perdía de vista, ni yo a él. Como un puma que va y viene esperando que su cuidador le abra la jaula. Ignoré a su acompañante, a mi galán y a la gente. Me hice presente como su dueña la escritura en mano. Era mío. En con la escalera que daba a la terraza nos terminamos matando bajo la parra en el sentido más hondo de la palabra. Matando de dudas, de broncas, de miedos y de piel. Esa memoria epidérmica que nunca se dio por vencida nos llevó a enredarnos en manos que se hundieron bajo mi vestido y en otras, que entraron por completo en su pantalón. El tiempo se detuvo y nos besamos con ferocidad. Con la desesperación de entregarnos a una pasión insólita pero que seguía teniendo vida en los vaivenes húmedos que nos convertían nuevamente en aquellos que fuimos. Volví a su olor, a encontrar mi rastro en su manera de tocarme. No me importaba nada. «¿Dónde estabas, desapareciste?», me preguntó mi galán al salir del baño, cuando yo ya olía a otro hombre. Difícil de disimular, pero tenía los ojos llorosos. Le sonreí, lo tomé de la mano y nos fuimos. Al otro día, nos encontramos con mi ex a tomar algo en un bar y en pocos minutos aparecieron todas las razones que nos hicieron volar todo por los aires. La decisión de separarnos, coincidimos, era irremontable. Por suerte para todos. Aunque antes de despedirnos y desearnos buena suerte, decidimos pasar por un hotel.

 

La mirada psicoanalítica Llego puntual a la cita. Entro a su consultorio que huele a jazmines. Minutos antes, me había saludado desde el balcón herrumbroso de un edificio señorial. María Luisa Lererpero, es psicóloga e investigadora especializada en Sexualidad Humana más allá clínica de los títulos y de su extenso currículum, tiene el reconocimiento de ser la pionera en la Argentina Argentina en la difusión de temas de salud mental tan difíciles como la sexualidad y el género, con todos los mitos, tabúes y leyendas que representan. Como todo psicoanalista, tiene una escucha astuta, interpretativa y una mirada fosforescente que está entrenada hasta para nadar de noche. Ve donde otros no ven. ¿Será posible alguna aproximación a una fórmula secreta para olvidar un gran amor que sigue estando presente? ¿Qué puerta abrirá la técnica psicoanalítica paraminutos dejar depensativa, sufrir por hace un desamor? Se queda unos una pausa y dice: «Cómo olvidar un gran amor encierra una pregunta muy profunda porque creo que está planteando cómo uno puede sobrevivir a los distintos duelos que un ser humano tiene en la vida. Es muy profundo ese planteo: si uno tiene un yo frágil, no sobrevive a los duelos. Cuando uno está de duelo, está triste y lo hace; los que no lo hacen, desarrollan un trastorno melancólico, que es el gran tema de Freud de Duelo y melancolía. Tal vez se vuelven a enamorar pero siempre está ese fantasma interno que no se los permite. Por eso dicen que detrás de cada suicidio hay un homicidio porque es como si se hubieran tragadoque al muerto tienen duelar».que es el novio, el esposo, el amante, la persona a quien Aparecen en su relato las distintas formas que tenemos los seres humanos para terminar una relación, y la mención indiscutida de la tragedia que implica para la ficción romántica, el hecho de separarse: o se mueren juntos o se muere alguno de los dos, como Romeo y Julieta. Su primer consejo es crucial: dejar pasar el tiempo. Y otro consejo que es vital: recoger las redes que uno tenía puestas sobre la otra persona, como esperanzas e ilusiones. Es preciso recogerlas nuevamente porque ya no son recibidas allí y hay que buscar un lugar donde nuevamente nuestro amor pueda ser reconocido, aceptado. Para olvidar se necesita tiempo. Vuelve a este punto con énfasis.

 

Luego, aborda el tema del abandono que se vuelve crucial en el proceso de corte y olvido: «Es diferente la separación amorosa cuando te dejan, porque están en juego todos los abandonos que tuviste en la vida desde chico, los que sufriste; se van sumando y aparecen todos los abandonos juntos y es muy duro ese momento. Se instalan los sentimientos de la negación de la autoestima, uno se siente muy mal. Hay diferentes formas: hay que ver cómo se llegó al amor, cómo vivió todas las separaciones de su vida, desde la primera separación (desde el nacimiento, cuando uno se separó del vientre materno), o cuando tu mamá no estuvo cuando la necesitabas. Aparece todo eso. Y depende de qué huellas dejó en vos, la forma en que lo fuiste viviendo, porque no es algo consciente, no es algo que uno pueda manejar, es algo totalmente inconsciente que abruma la personalidad, que tira abajo el yo, que es la parte más adulta, como si fuese un maremoto que inunda totalmente la personalidad, y no se puede reaccionar frente a todo eso. Ahora, si uno ha tenido buenos mecanismos de defensa, eso puede ayudar para poder salir. Pero es una crisis vital dolorosa que pone en juego todo lo que uno ES hasta ese momento». Lerer piensa que este tema está atravesado por una cuestión de género: a diferencia de las mujeres, los varones, en la mayoría de los casos, desarrollan más la violencia. Y lo explica mediante la siguiente hipótesis: «Creo que al macho lo crían de una forma muy diferente que a una mujer, y muchas veces se siente superior a ella. Para ese macho amar significa unirse a una persona que descalifica, y por eso la tiene que desear más que amar. No la puede amar porque corre peligro su machismo, corre peligro su forma de ser, teme que se tiña con la debilidad de la mujer, por lo que amar le es muy difícil si nopara revisa esteque tema. La no tiene que estáestá “más permitido” untodo macho amar, para undesear. varón. Desear La mujer acunada y modelada con todos los mitos románticos. “No vamos a ser más dos, sino uno” es algo terrorífico porque eso habla de la desaparición de una de las dos personas. En mi libro La ceremonia del encuentro lo explico. Si un hombre dice «Te quiero tanto que vamos a ser uno», la mujer tiene que huir, porque ella es la más débil y lo más probable es que la anulen en pos del macho. La mujer tiene una debilidad por entregarse. Quizás, vos, Marcela, que pertenecés a otra generación, seas diferente porque te acunaron cosas diferentes. Pero la mujer sufre, está hecha para sufrir y sufre, sufre». María Luisa mi reacción. Sí,hace sufre.una Es pausa, verdadesperando que culturalmente no ha hecho más que padecer los

 

embates de una sociedad que la ha bajado de todos los ámbitos posibles para que el hombre sea el protagonista. Sufrió y sufre, eso está claro. Pero también creo que en los últimos años ha podido soltar un poco esas amarras, entendiendo de qué está hecha su naturaleza y eso la ha vuelto poderosa, porque luchadora siempre fue. Observo, por ejemplo, que el discurso materno en la educación de las hijas ha cambiado y es un gran puntapié, ya no hay un relato para «las nenas» sino para «las personas», esto se ve cada día más. Incluso las heroínas de los cuentos infantiles ya no son tan débiles ni dependientes como antes, sino combativas, curiosas y aguerridas. Las diferencias de género en los roles se van suavizando de a poco, para suerte de todos, aunque el trabajo recién comienza. Sobre la influencia del romanticismo en la ficción agrega que a las mujeres les hacen creer que el amor es esa entrega total en función del otro, las han acunado con esa idea. Las canciones, los boleros, toda la cultura piensa a la mujer como alguien débil, muy romántica, sin inteligencia emocional. varones tienen más desarrollado su lado femenino, son los más«Hay sensibles. Peroque el macho detesta ese aspecto, lo guarda, no loesos acepta, a pesar de que todos tenemos atributos femeninos y masculinos», señala. Coincido con ella: por lo general a nadie le gusta que le hablen de inteligencia en el amor. De elegir más con la cabeza, que con el corazón o el cuerpo. El amor puede ser una herramienta muy controladora. Necesitan más el arrebato y la ensoñación del cuento, eligen más la irracionalidad del principio. La pasión que no es amor —aclara— sino el inicio de algo que puede llegar a ser amor, o no, y aunque es muy intenso, dura poco. Si bien ese te lleva atravesarque todo estar con esa persona, el amorsentimiento es otra cosa, aclara,a querer es un proyecto se para construye. Otro aspecto de la separación es cuando no se logra la ruptura total; algunos ex tienen un enganche sexual y reinciden, siguen teniendo relaciones aun estando distanciados. Se les hace muy difícil terminar, porque ya se conocen. Y si bien terminaron con un proyecto, continúa el vínculo. «Si bien no se le puede decir a una paciente que no lo vea más, sí se puede pensar con ella; por qué acepta (si es que lo decidió él) tener sexo cuando el sexo tiene mucho que ver con el afecto. En este tema desde ya que hay muchas diferencias generacionales. Creo que la mujer pone mucho más proyecto,ymás ellos. Evidentemente, tengo más puesta la luz en las mujeres, vos amor en losque hombres».

 

Le aclaro que no los veo tan diferentes en el sufrimiento, aunque sí obviamente en el comportamiento social. Lerer me sorprende con este ejemplo: MLL: Marcela, yo te conocí cuando a tus veintipico te estabas por separar de Héctor Cavallero y vinieron a verme juntos para hacer terapia de pareja. ML: ¡Cómo olvidarlo! MLL: ¿Vos estabas mal? ML: Sí. MLL: ¿Y él estaba mal? ML: Sí, también. Pero creo que se recuperó más rápido, yo no pude. Me llevó un tiempo porque lo había idealizado. Lo que sucede es que ahora a la distancia entiendo tantas cosas, los años explican casi todo. MLL: El paso del tiempo, claro. ML: Recuerdo ese ejercicio que le hacías hacer a tus pacientes cuando estaban sufriendo mucho. ¿Cómo era? Cuenta Maríadel Luisa que, según la tradición judía, cuando alguien, después entierro se reúnen diez personas durante se unamuere semana a hablar todo el tiempo del muerto: se habla, se reza, alternativamente. Tras una semana, ya se agotó todo lo que se tenía para decir. Ella piensa que es una buena forma de elaborar un duelo. Lo hace la gente muy religiosa, en general son diez varones que se reúnen en la casa del difunto, con la familia presente. Se tapan todos los espejos porque como el hombre genérico está hecho a imagen y semejanza de Dios y de Dios no hay imágenes, en la religión judía se tapan los espejos. Y hablan todo el tiempo del difunto y se lo recuerda y se lo llora. Luego, se lo deja descansar. Es probable que apara partirsusdepacientes: esa memoria milenaria judía que hayano creado este ejercicio hablar mucho ydesiendo la persona está, en determinados horarios, casi como una obligación. «Al principio tenés que pensar todo el tiempo en esa persona. Todo el tiempo. Sugiero que ese ejercicio lo hagan cinco veces por día pero no en cualquier momento. Hay que sentarse, hay que cruzarse de piernas, si uno quiere, puede poner música. Hay que hablar y pensar y escribir todo el tiempo acerca de ese amor. Por ejemplo, a las nueve, a las doce, a las quince y a las dieciocho horas. Pasada una semana están “hartos” de eso. Es parte del duelo: hablar mucho, contar lo que pasó, decir, llorar, enojarse, golpear un Todo pero pautado porentonces un terapeuta: consensuar quealmohadón. hacerlo de tal horaeso a tal hora, porque se despeja un pocoque el hay

 

pensamiento. Este ejercicio produce disociar de alguna manera lo abrumador, para ir encontrando caminos yoicos que tienen que ver con la motricidad, la memoria. Caminos más adultos, no tan infantiles que no te dejan pensar. Las mujeres, frente a una separación, están muy perplejas, muy doloridas, no pueden pensar, no pueden discernir. Con este ejercicio, empiezan a tranquilizarse. Es una catarsis. Para una persona que está muy invadida, lo que puede pasar a los dos o tres días de hacer este ejercicio, es que se dé cuenta de que tiene que empezar a pensar en sí misma, por ejemplo, en el fastidio que le produce haberse separado y tener que hacer este ejercicio. Entonces ahí vamos discriminando: ver qué te paso, qué sentiste, por qué te fastidiaste, qué te pasaba en la relación con él, acaso también te fastidiabas, cómo reaccionabas. Ahí hay todo un camino para empezar a trabajar». ¿Hombres y mujeres olvidan por igual? Desde ya que el género incide porque los hace reaccionar diferente, aunque también es determinante el factor de la edad. En este es categórica: varón ponerse le cuestaen mucho llorar, mandato depunto que ellos no lloran y«Al le cuesta contacto contiene sus el sentimientos. Aclaro que estoy hablando del macho tradicional. Aparentemente, se reponen más rápido de una separación. Sin embargo, mientras la mujer llora, grita, los que se mueren de infartos, sobre todo, son ellos. No hablan, no demuestran pero se mueren. El tener sensibilidad y poder expresar te libera. A veces veo que el varón que no dice, se va muriendo de a poco. Para mí el varón es el que empieza a reconocerse en el dolor, en la pérdida, en la separación». Si bien coincido con María Luisa, creo que en estos tiempos los hombres muestran más sensible deloconexión. Anteaunque el reclamo de las empezaronuna lado conectarse más con que sienten, también es mujeres, cierto que a las mujeres no les atrae completamente ese tipo de hombres porque las deserotiza. Les resulta débil la imagen de un hombre que llora en contraposición a su reclamo. Es muy curioso: se vuelve alguien desconocido. Es que salir del reclamo es muy desorientador porque eso la obliga a reposicionarse. Lerer pone especial énfasis en el peligro que se corre en esos casos, ya que se puede adoptar el rol maternal frente a un hombre que se percibe «débil» para calmarlo y cobijarlo. Y ya sabemos que en una pareja cuando entra lo maternal, el sexo sale por laadvertir ventana.en aquellas mujeres que ponen Creo que esto también se puede

 

énfasis en mejorar el aspecto físico de su pareja, lo conocen desprolijo o indiferente por su cuidado exterior y ellas con ese instinto de reparación innato, se disponen a comprarle ropa y lookearlo con resultados verdaderamente sorprendentes. Para estos casos también, dice la psicoanalista, se corre el riesgo de adoptar ese rol «como quien hace esas tareas es la madre, puede ser que esa relación se convierta en un vínculo muy familiar, donde el sexo ya no tiene la misma intensidad y se deja de tener relaciones. Se aman; y como la madre está tan idealizada una vez que ocurre esto, la relación pierde vitalidad. Por eso es tan difícil una relación en el tiempo porque se va deserotizando». Mi hijo me ha enseñado sobre esto a partir de una publicación que hice en Facebook donde confundí amor con pasión. Entonces él me dijo: «Bueno, si la pasión dura tan poco tiempo, no tenés proyectos, no tenés historia conjunta para recordar. Puede ser que tengas pasión pero no hacés un proyecto histórico. No sé si el amor es eso —me contestó— yo creo que el amor tiene momentos momentos depero crecimiento, de tolerar que elLas otro no es comode lo pasión, soñaste,tiene de desilusionarte aun así, seguís amando. personas más inmaduras se separan frente a cualquier debilidad del otro, no lo toleran. Entonces es muy difícil hacer un proyecto en la vida porque todos tenemos esos aspectos infantiles emocionales». Por su experiencia observa que al varón se le exige que sea el proveedor, que sea el que contenga la casa, que pueda ayudar en las tareas domésticas, que pueda sentarse a charlar dos horas. Las mujeres esperan que un hombre las haga felices sexualmente, las haga tener muchos orgasmos, y que sea un gran amante. Que cuando tengan hijos sea un muy buen padre, una persona presente. Mientras que los hombres esperan de las mujeres que sean contenedoras, que cuando lleguen a la casa, esté todo bien, que la mujer esté de buen humor, que no le plantee problemas porque él llega cansado después de haber trabajado todo el día, que ella sea agradable, que esté bien arreglada, que lo espere amorosamente con la comida hecha. Que sea una muy buena amante en la cama y una señora fuera de ella, asegura María Luisa. Son puntos en continuo movimiento. ¿Y qué pasa con la historia sexual de la mujer? ¿Los hombres la aceptan o prefieren negarla y enseñarle, porque en eso se juega su hombría? EnPorque principio, hace unaun aclaración del momento la vida, El y lamás edad. es diferente varón derespecto sesenta años que uno de treinta.

 

oven está más dispuesto a aceptar que la mujer ya ha tenido historias, que ha vivido otras experiencias, y la verdad, poco le importa. Hay una pregunta que el varón piensa en forma permanente: «¿El otro habrá sido mejor amante que yo? ¿Ella habrá disfrutado más con el otro que conmigo?» Así como hay otra parte muy machista, que no lo acepta. ¿El amor es un sentimiento o una decisión? MLL: El amor es un sentimiento que tiene muchos componentes: uno es el de la intimidad, el querer estar a solas con esa persona, el querer tenerlo cerca, el desear. Una se puede enamorar de aquella persona que evoca situaciones, emociones, colores, olores, perfumes que resuenan dentro de la propia biografía. Se llega con muchas fantasías, con muchas situaciones internas y necesidades y se proyecta sobre el otro. ML: Pero uno puede elegir no enamorarse de alguien que no sea bueno para su vida… MLL: Marcela, ¿conocés a mucha gente que se enamore de una buena persona? ML: Depende de la edad. MLL: Claro, porque está la intimidad, la pasión que tiene que haber en una relación. ¿Si el amor es una decisión? Yo no creo que sea una decisión volitiva, creo que es un sentimiento que te despierta algo que viste en esa persona. Y luego cuando surge la desilusión, todo lo que viste no está. Es una proyección de todo lo que necesitás, ¿se entiende? Y hay un juego en el apasionamiento que parece que te brinda lo que necesitás, en ese momento crees que es así. Una mujer es muy diferente a sus 30, 40, 50, 60, 70 sobre lo que siente acerca del amor. Todos estos temas hanlasido abordadoslas porneurociencias las neurociencias comoen hemos visto. Sin embargo, para psicoanalista, no toman cuenta el factor desencadenante: lo social. Si bien admite que lo hormonal incide en estos procesos, su crítica apunta a lo siguiente: si bien las neurociencias hacen una descripción interesante sobre lo que ocurre en el cerebro, no tienen en cuenta cómo llegó esa persona a enamorarse de alguien, cómo fueron sus modelos. A las neurociencias les falta el componente social que ella juzga indispensable para el abordaje. Aun así, le comento que me resulta muy interesante ver cómo describen el «síndrome de corazón roto»: cuando se sufre por amor, el cerebro produce determinadas toxinas que circulan por el torrente sanguíneo, algunas llegan corazón y lo debilitan, bajan las pulsaciones, el ritmo, y se enferman; se al

 

entiende por qué esas personas sufren infartos. «Es cierto, pero pienso que cuando eso ocurre, no ocurre en cualquier persona. Hay una personalidad previa. A las neurociencias les falta tener en cuenta la historia y el contexto, lo social, el factor desencadenante. Yo en eso soy muy freudiana. Creo que es así. No todas las personas hacen infartos o ACV. Depende de la historia previa en cada caso», explica Lerer. «Marcela, ¿y vos cómo hiciste para hacer el duelo frente a grandes amores?», inesperada pregunta que aparece y sostiene mirándome con sus ojos profundamente azules. Es tan suave y cuidadosa en su tono de voz que es imposible no responderle. Sabe crear ese clima tan íntimo y especial para generar confianza. Y entonces seguimos hablando. ML: En este momento, estoy tratando de superar la ausencia del gran amor de mi padre que murió unos meses antes de comenzar a escribir este libro. Es durísimo ese duelo. »Creo que a las mujeres que hemos tenido padres tan encantadores nos cuesta mucho más enamorarnos porque es difícil encontrar a alguien que pueda superar esa imagen. ¡Será un Edipo no resuelto! Mi papá era carismático, inteligente, divertido, seductor, pícaro, sensible, protector. MLL: ¡Y además era muy buen mozo! ML: Yo le tenía mucha admiración. Era profesor de Física y Matemáticas y tenía un talento único para explicar con paciencia todos los temas. Tenía características que lo hacían especial para las mujeres, reconozco. Incluso yo tuve una amiga que estaba deslumbrada por él y una vez le escribió una carta que por supuesto no le di y se la rompí, muerta de celos. Yo era adolescente. Claro que también tenía una lista de defectos, incluso discutíamos mucho porque los dos éramos confrontativos. conen una imagen muy fuerte al tener un padre así. Saber Pero que élcrecí estaba este mundomasculina me daba mucha seguridad porque era muy protector conmigo, por eso crecí casi sin miedos. Su muerte es algo que todavía me cuesta creer. Es un duelo atravesado que me corta la respiración, como si no hubiera llorado lo suficiente. Ay, las hijas con los padres tenemos un idilio eterno, una fascinación que a Freud lo ha vuelto loco. MLL: ¿Es a partir de ese duelo que escribís este libro? ML: Es probable, no lo sé. MLL: Ahora, con respecto al Edipo hay que ver qué lugar ocupa la madre en estos casos. Porque doble trabajo, se tienenesque separar de su madre para unirsepara conlas su mujeres padre. Enescambio, en los varones directo

 

porque tienen el Edipo con la madre. ML: Puedo asegurarte que a la hora de elegir pareja, la imagen de un padre así, por similitud o por oposición, tiene su propio peso. Es poderosa. MLL: Pero con ese amor no tenías sexo. ML: No, claro. Pero pesa mucho a la hora de elegir con quién estar. MLL: Pesa mucho y a uno lo puede llevar inconscientemente a no tener sexo en la pareja, como con el padre. No es algo tan lineal, no a todos nos sucede lo mismo. Pero es interesante el tema de desexualizar las parejas y por qué sucede. ML: Hablando de poder, María Luisa, ¿por qué a las mujeres las seduce los hombres con poder? ¿Será porque tal vez no lo tuvieron? MLL: Yo te conocí hombres con mucho poder, Marcelita. ML: Es cierto, que me llevaban una gran diferencia de edad. MLL: Hombres a quienes les gustaban las mujeres hermosas. Uno en especial, podía tener la mujer que quería en ese momento porque era muy poderoso, era el número uno del país y tuviste un amor de muchos años con él. Ser la elegida de un señor así es sumamente importante para una mujer porque otra vez estás en el lugar de una hija dilecta. ML: ¿Sentís en el fondo que es como si te eligiera tu papá cuando te elige ese tipo de hombres? ¿Así funciona? MLL: Claro, pero sería como un papá con el que es posible tener sexo. No sólo sucede en el vínculo con los hombres sino también es interesante lo que pasa con las mujeres que establecen lazos maternales con sus parejas. Es un tema tan profundo y tan largo para investigar que lo vamos a dejar para pensarlo juntas.

ML Ese timbre debe próximo paciente. metanta voy. Salí :aBuena la calleidea. a golpear mi cara conserel tu viento, a caminar y aMejor procesar información. A romper ese clima confesional para tomar distancia, y cerrar las compuertas necesarias para que todo decante. Ya era de noche. La ciudad tan llena de gente durante el día estaba silenciosa y vacía. Casi como yo.

Conclusiones ¿Cómo se hace para aceptar queelquien estaba que a nuestro lado hoy no lo está? ¿Cuándo se termina dolorhasta si aúnayer sentimos esa persona nosya

 

pertenece? ¿Cómo hacer para que un amor del pasado no vuelva a lastimarnos en el presente? Dolores, broncas acumuladas, temores, desconsuelos. Estamos llenos de fantasmas que nos convencen de que no hay nada mejor que lo que supo ser y no fue. Es la fantasía peligrosa que luego se convierte en una trampa. El amor está lleno de lugares indescifrables. Necesita seguridad pero quiere sorpresa. Se nutre del vértigo pero se acomoda en la rutina. Lo tienta la sospecha pero se fortalece en la confianza. Nada muy diferente a nosotros mismos. Por eso el pasado debería servirnos para recordar quiénes fuimos, qué vivimos y cómo somos ahora a partir de esa experiencia y ver si podemos hacer algo bueno con todo eso. ¿Cómo olvidar un gran amor si no es recordándolo desde un lugar que no duela? No hay amnesia posible. Sólo el descubrimiento de que después de que pase la tormenta uno vuelve con la memoria a un lugar en el que es lindo estar. Como decía Cerati, «Poder decir adiós es crecer».

 

SEGUNDA PARTE

LECCIONES

 

¿EL AMOR ES UN SENTIMIENTO O UNA DECISIÓN? ¿De qué está hecho el amor? ¿Cuál es la esencia que lo compone? ¿Dónde queda guardado cuando dejamos de amar? El amor está hecho de nuestras ilusiones, de nuestros proyectos y expectativas, de nuestra historia personal, de la manera en que hemos sido amados por nuestros padres o hemos superado o no su ausencia, del modo en que hemos sido queridos por parejas anteriores, está hecho de abandonos del pasado, de justificaciones personales que arrastramos, de las primeras experiencias adolescentes, en que todo está por verse. Está compuesto por las creencias personales que tenemos acerca de este sentimiento, está hecho de frustraciones y desencuentros. Y también de nobles reintentos. El amor es incómodo. Es un sentimiento profundamente desestabilizador que, por momentos, te hace creer que vas a abrazar a alguien que se quedará para siempre en tu vida y eso te da tranquilidad; en otros momentos, vas a abrazar a alguien que te dirá «no te amo más» y te hundirá para siempre en la desdicha. Vivimos así, haciendo malabares en una línea delicada, tratando de surfear esas coordenadas, sintiendo que estamos en manos del otro y eso nos vuelve frágiles. Pero las definiciones son diversas y bien distintas para todos: mientras que para el periodista Jorge Lanata la pareja es una ficción y el amor romántico es el amor más egoísta de todos, el psicoanalista Federico Andahazi adhiere a la defección aristotélica, según la cual en el amor es más importante la felicidad del otro que la propia. Si esa definición se da de manera recíproca, los pesos se equilibran y tenderá a la felicidad de ambos. El poeta y ensayista francés Charles Baudelaire sumó un aspecto heroico y desinteresado: «Es el anhelo de salir de uno mismo»; le agregaría, sin fusionarse en el otro ni perderse de vista. Es que amar en estos términos supone correrse de un primer plano y viajar por el mundo del otro, desinstalar nuestros hábitos individuales para ponerlos al servicio de la relación. Aprender aceptar lo diferente, a negociar, incluir a tu corregir pareja enlolas decisiones,a considerar los intereses propios ya los ajenos, que

 

molesta y aceptar más allá de todo que no es un espejo nuestro. Toda esta maquinaria que se pone en movimiento merece dedicación, y un tiempo de esfuerzo que nos aleja de la zona de confort. Pero es tan mágico y movilizante que logra que valga la pena este recorrido para generar un espacio interno de atención, búsqueda, de certezas y también de descubrimientos. Sin lugar a dudas, el deseo de amar a alguien es una suerte de urticaria que nos recorre el cuerpo, nos hace atravesar zonas muy gozosas y placenteras y a la vez puede sorprendernos con enormes tempestades. Nadie que lo haya vivido puede negar que te volvés indefenso y a la vez combativo por un espacio que sentís propio. Por más que las frases de señaladores o fondos de pantalla insistan en lo contrario, no hay certezas que puedan detener ese estado de vulnerabilidad que supone. No por nada, Dalmiro Sáenz siempre repetía: «Si yo te abandono, ¿quién te va a seguir dando inseguridad?» Ahora bien, ¿el amor es tan sólo un sentimiento que aparece súbitamente o hay una decisión de la inteligencia para que suceda y permanezca? Según la Real Academia Española, el sentimiento es un estado afectivo del ánimo producido por causas que lo impresionan vivamente mientras que la decisión es definida como una determinación o resolución que se toma. ¿Acaso los define como un oxímoron, como elementos que no pueden contenerse entre sí, que necesitan estar en lucha constante? Nadie podría dudar que se inscribe en el orden de los sentimientos más importantes del universo afectivo muy arraigado en el alma humana. No obstante, para la mayoría incorporar la inteligencia o la racionalidad en ese campo resulta inadmisible. Cada vezpor más sospecho que esa negación explica,sagrado en algunos casos, por qué sufrimos amor y nos relacionamos con personas que poco tienen que ver con nuestra manera de ver la vida. Razones que generalmente entendemos después. Cuando nos preguntan qué es estar enamorado, muchas personas describen un estado de enajenación que incluye reacciones corporales como «mariposas en el estómago», «manos transpiradas», «palpitaciones incontrolables», «aceleración cardíaca», «insomnio permanente» y se inclinan por ese estado de alteraciones físicas como indicador de que es lo correcto. Se dejan llevar por las emociones básicas y la atracción física. Ese sudor fríoirresistible, que te produce ver, por ejemplo, a tu compañero de trabajo un imán y te lanzás hacia allí con todas las ilusiones de serresulta

 

retribuido como si sólo eso alcanzara. Elegimos desde esa necesidad de ser correspondidos en la atracción, pero nos cuesta pensar en esa elección y eso a veces, es peligroso. Recuerdo a una amiga que insistía con un muchacho que le resultaba resbaladizo, que aparecía de vez en cuando, que jugaba a las escondidas con su disponibilidad, mientras ella le aplicaba, al caso, una paciencia sorprendente. A toda pregunta, ella insistía con «Algo me dice que es él», «Me lo dice el corazón, somos almas gemelas», «Me tengo que poner en su lugar» y un repertorio de respuestas que de lo único que hablaban era de una obsesión idealista. Muchas veces solemos elegir con el corazón o con la cintura para abajo, pero pocas veces lo hacemos pensando. Una tarde hice la prueba: reunida con unos amigos, les pregunté en qué parte del cuerpo habían sentido el amor. Las primeras respuestas que aparecieron estuvieron asociadas a la piel en el sentido erótico (la «dermis») y luego se refirieron al corazón, al estómago, a los intestinos. Casi nadie lo asoció a la mente. Es que no somos seres racionales, somos seres emocionales que razonan. Nos cuesta aceptar que los sentimientos puedan ser pensados, que podemos incorporar algunos criterios que nos puedan ayudar. Es lógico que haya sido así. Los modelos y mandatos culturales nos han llevado en esa dirección, como si hubiera existido una sola manera de abarcar estos temas. En este sentido, la ficción ha hecho invaluables aportes. Las mujeres hemos crecido viendo películas de amores tormentosos, interesados, inaceptables, contradictorios, con besos eternos, apasionados pero siempre estéticos. Unaenmanera de hacer en cámara lenta, amantes que el cinesobreactuada atravesaban todo tipo el deamor adversidades pero que luchaban hasta la propia muerte incluso con otros caballeros armados con espadas, mujeres que pagaban con su vida la elección de un hombre inapropiado, otras que sobrevivían a las peores atrocidades pero que sobre el final de la historia eran recompensadas. Todos lloraban y sufrían en silencio como en un grito ahogado. Hemos crecido viendo cómo los galanes prometían cosas que después no podían cumplir, que engañaban aun queriendo, que las mentiras eran sus mejores armas de seducción aunque luego se les volvieran en contra. Generaciones leyendo novelas románticas o esperando conseguir el último libro de Corín Tellado en el quiosco que incluía dibujos oníricos

 

encantadores. Así aprendimos, por ejemplo, que las mujeres esperan pasivamente en un pueblo chico y prejuicioso, la llegada de ese ser celestial que les cambiará la vida, que tal vez no se sentían dignas de su amor pero que eran capaces de cualquier cosa para cumplir su sueño. Aprendimos que la conquista es un juego histérico donde la mujer debe entregar hasta ahí, en cómodas cuotas, que siempre es bien amada por alguien que ella no desea, que los hombres cuando prometen cumplen, que el amor se trata de resistir y esperar. Que el sexo se concreta siempre de manera romántica y estética, donde el que desea siempre es él y no ella. Ella simplemente se «deja hacer» por ese hombre que viene a poseerla apasionadamente, a arrancarle algo muy valioso que había sido atesorado como una joya guardada en el fondo del placard, con una música que acompaña a través de sus acordes, la intensidad de los amantes. Aprendimos que las dudas nos debilitan, que lo mejor es desprenderse de los «malos consejeros» que nos quieren abrir los ojos y actuar según dicta el corazón. Que en nombre del amor, todo está bien visto, que no importa postergar los propios deseos en pos de esa relación porque de seguro nos llevará a la felicidad. Aprendimos que todas debemos ser madres sin cuestionamientos posibles, y las que no lo son, son consideradas «estériles o frustradas», a quienes les falta un detalle de terminación, pobrecitas. Que los hombres nos van a amar hasta el final, pase lo que pase, y que nuestro deber es sostener su deseo para que no se distraiga por ahí, porque si eso llega a suceder, nadie sale vivo y no está bien visto perdonar. Aprendimos quecelos nos van a resolverconsiguen casi todo,buenos que el resultados, poder siempre masculino, que los desmedidos queeslos hombres siempre te hacen sufrir y eso es garantía de que te quiere. Que cuanto más te resistas a él, más grande será la entrega y que esa entrega será total y para toda la vida. Aprendimos a posicionarnos como víctimas de un amor no correspondido pero eterno, a que es válido que cualquiera se meta en una relación, y su opinión siempre incidirá en el destino de los amantes. Aprendimos que la soledad no es buena consejera, que hay que buscar «el amor de tu vida», que será uno solo y duradero. Incorporamos por herencia la idea deQue la media naranja, lo que posible si noyesabnegada, uniéndose a otro. una mujer quepor lo da todono porhay unfuturo hombre es valiosa

 

aunque su propio deseo quede suspendido en el viento, por los siglos de los siglos. Nuestra educación sentimental fue proporcionada, en gran medida, por las novelas, las películas y las obras literarias románticas; ni hablar de la poesía y las canciones que han hecho lo suyo. Fuimos descifrando lo oculto del amor a través de los personajes que hemos visto o leído, sus comportamientos, sus reacciones, sus maneras de entender la realidad fue para nosotras el vasto territorio de lo que nos esperaba en la vida adulta. En esa construcción emocional merecería un capítulo aparte lo que vimos de nuestros padres, su modo feliz o desdichado de vincularse que, sin lugar a dudas, define nuestra manera de relacionarnos por semejanza a ellos o por oposición. No es lo mismo haber crecido con padres que se maltrataban, se insultaban a toda hora, discutían a los gritos cada vez que se sentaban a la mesa, se ocultaban o mentían; a haber tenido padres que han sabido llevar su vínculo de una manera constructiva y amorosa dándole espacio al enojo pero también a la ternura y a las demostraciones afectivas, más allá del tiempo que estuvieron juntos. Lo importante es entender y valorar con qué calidad afectiva han enfrentado los problemas que aparecían. Nuestra vida adulta afectiva dependerá de cómo fuimos amados en la infancia, si hubo caricias, expresiones cariñosas en las palabras y en las acciones, si fuimos cuidados o abandonados al ojo indiferente de padres muy ocupados, por ejemplo, que poco les interesaba nuestro mundo. Si contamos con todos estos aprendizajes, es posible que repitamos patrones que nos enseñaron a amar (con todos los errores posibles) con la solemnidad de algo que porque ya fue probado en generaciones anteriores. Idealizamos el amor así lo aprendimos de grandes autores, grandes actores, novelistas, historias que necesitaban de ese entramado de valientes y desdichados. La ilusión romántica está en el ADN de todos (en mayor proporción en las mujeres) porque nos cuesta asociar la racionalidad a ese estado misterioso de ensoñación que supone la llegada de un caballero a nuestras vidas. Hay que admitir que para ellos también ha sido difícil el camino. Tanto escombro y maleza bordeando el camino no dan otro resultado que un desgaste agotador. Responder a esos mandatos culturales que describen hombres superhéroes, económicamente solventes, abastecedores y sexualmente rendidoresexitosos, los ha expuesto a una exigencia despiadada que a lo

 

largo de las generaciones (y seguramente después de haber sufrido las consecuencias) les permitió ir encontrando su mejor perfil, su costado posible, más real. Si pensamos en nuestros padres o abuelos, vemos varones que aprendieron a aguantarse las ganas de llorar clavando las uñas en sus manos. Eran otros tiempos y todo el peso estaba puesto sobre ellos; las demandas irracionales de una sociedad que ellos mismos construyeron y diseñaron se les volvía en contra, y no les permitía ver sufrir a un hombre «de pelo en pecho». A ellos también y en cierta medida los alcanzó el héroe romántico de los cuentos, y los príncipes encantados que galopaban por los bosques, capaces de dejar la vida por la aceptación de una mujer en la gran batalla del amor. En el fondo sabemos o sospechamos que el amor real no es ese. Es el que se construye día a día con cuidado, con imperfecciones que le dan sentido, ladrillo a ladrillo. Es el sentimiento que provoca la decisión de elegir a esa persona cada día. En algo vamos a coincidir: nadie decide amar a alguien. Nadie puede determinar cuándo sucederá. Pero sí podemos elegir con quién estar para que sea posible un encuentro feliz. No es algo que sucede a pesar nuestro, que aparece o desaparece sin nuestra intervención. Y en esa apelación racional deberíamos preguntarnos cuánto conocemos de esa persona que apareció hace poco en nuestras vidas, qué información tenemos, si es suficiente o no nos alcanza y queremos ir un poco más allá, para evitar formar parte de una relación de pareja que termina por causarnos dolor cuando desde el comienzo lo podríamos haber advertido. Seguramente, esta primera etapa de será difícil responder algunasenpreguntas. El interés porenamoramiento el otro  photoshopea  todo lo que ve. Lo vuelve a imagen y semejanza de lo que deseamos y lo hace lucir espléndido. Casi sin defectos. Sin embargo, a medida que van transcurriendo esos primeros tiempos efervescentes y apasionados como en todo inicio, creo que valdría la pena no perder de vista algunos puntos que pueden resultar importantes en el futuro de la relación. Podemos preguntarnos si tiene rasgos que nos resultan o no esenciales. ¿Manifiesta sus sentimientos, es comunicativo, es generoso o tal vez le cuesta compartir? Si este punto nos resulta vital, lo deberíamos poner en negritas; si no lo es, ylocreemos que por son alto. aspectos que pueden mejorarse con el tiempo, seguramente pasaremos

 

¿Su escala de valores se corresponde con nuestro estilo de vida? ¿Tiene un trabajo que en el futuro no se tornará en un impedimento para estar juntos? Deberíamos saber qué tipo de intereses compartimos, qué le gusta y qué no. A medida que pasa el tiempo, lo iremos descubriendo. ¿Qué piensa de algunos temas que a nosotros nos pueden parecer valiosos en la vida: hijos, familia, verdad, justicia, dinero, honestidad? Si el valor de la honestidad está por encima de otros valores, si para nosotros es vital estar al lado de una persona sincera, valdría la pena preguntarse cuando conocemos a alguien, si su trabajo o su manera de manejarse en la vida condice con ese valor. Ahora bien, ¿cuánto de todo esto podríamos responder para saber si esa será la persona con la que queramos compartir nuestra vida? ¿No nos estamos anticipando demasiado, empujados por el romanticismo o la fogosidad de la piel? ¿Disfruta del sexo tanto como yo, o le es indiferente? ¿Es una persona que tiene características controladoras? ¿Podré sostener una relación con alguien que estará pendiente de cada uno de mis pasos no por interés sino por control? ¿Es una persona que tiene tonos imperativos en su manera de manejarse con los demás? ¿Hasta qué punto yo soportaría esa manera poco gentil? La idea es no anticiparnos en elegir a esa persona sólo por lo que nos hace sentir, sino ponerle la cabeza para no terminar dolorosamente sometidos en una relación donde debimos cambiar nuestros valores y principios, acomodarlos al otro para preservar la relación, volviéndonos forasteros de nuestra propia vida. Respuestas que desde ya van apareciendo en los primeros tiempos, en que el intercambio de información debería estar en el parámetro de lo verdaderamente importante. No ir a ciegas descubriendo cómo es el otro hasta que aparece una verdad revelada que nos lastima. Claro, seguramente pensás: «no importa, conmigo va a cambiar», y eso es un error. Es un error creer que cuando conocés a alguien que te gusta o te atrae sexualmente pero que tiene cosas que no te cierran, o no te gustan completamente, le des más oportunidades porque pensás que lo vas a cambiar. Sólo se pueden cambiar ciertas cosas, como conductas o hábitos cotidianos. la no esencia, lo que no se puede cambiar. Si alguien te pide eso, Pero es que te quiere. Esoteesdefine, una ilusión que nos hace permanecer

 

acompañados más de la cuenta. Incluso hay estudios que demuestran que las personan opuestas tienen más posibilidades de terminar mal, que las parecidas o semejantes. ¿Qué es una pareja sino un espacio de profunda afinidad emocional donde los egos se encuentran y se sorprenden juntos de sus puntos en común? Concluimos en que el amor implica atracción emocional y sexual hacia la otra persona con la que se quiere compartir la vida, y está compuesto del sentimiento, del pensamiento y de la acción (lo que hacemos o dejamos de hacer). Es un sentimiento que se siente y se piensa, entendiendo que pensar no reemplaza el sentir sino que lo acompaña y lo completa. Según mi experiencia, muchas personas se niegan a cruzar estos dos atributos humanos: la emoción y la inteligencia. Tal vez porque los tienen asociados a la idea de que la racionalidad se lleva muy mal con los sentimientos. Cuando sabemos que no son enemigos, son decididamente complementarios. Hoy, las neurociencias ya sostienen que las ideas están acompañadas de los sentimientos. Es un mito que se ama con el corazón. Será una linda metáfora pero no es real. El origen de nuestros sentimientos y emociones está en nuestro cerebro. Esta idea, si bien atenta contra el amor romántico, tiene mucho peso en nuestra cultura. Se ama con el corazón, ahí se siente, en el pecho. Se siente y se sufre allí como si no fuera un órgano sobrecargado de tareas; ni hablar, entonces, de ponerle una cuota de inteligencia, como si otras formas de quererse no fueran posibles. ¿Racionalizar el amor es posible? Creo en amor pordesobre el pensamiento mágico. Esto significa queelhay queinteligente desvestirlo encantos, de deslumbramientos y no debilitarlo. Razón y emoción en su justa medida nos pueden proporcionar una pareja que nos acerque más al goce que al sufrimiento. ¿Acaso hay algo más poderoso que poder unir la inteligencia y el amor? ¿No es acaso una fórmula indestructible? Amor inteligente. Claro que eso supone abandonar para siempre ese entusiasmo irreflexivo, esa manera obstinada de amar casi adolescente donde el pensamiento mágico anestesia las decisiones. Es muy interesante ver, por ejemplo, lo que ha ocurrido recientemente en Estados Unidos. Jeremy Meeks fue declarado el delincuente más atractivo de Internet y

 

generó una locura total en las redes sociales a partir de que la policía de Stockton (California) colgó su foto en su página de Facebook luego de haberlo detenido en un operativo. No importó que el joven de 30 años fuera arrestado por robos y posesión de armas, y que la policía de su ciudad asegurara que es uno de los delincuentes más peligrosos de la zona, con un amplio historial delictivo por pertenecer a una banda de amplio prontuario. Las mujeres se volvieron locas por él. Hicieron explotar las redes con miles de mensajes, ya que pensaron que un hombre tan guapo no merecía estar entre rejas y cientos de ellos le aconsejaron reconducir «su carrera» hacia el modelaje o la actuación luego de salir en libertad, que de hecho lo hizo después de cumplir veintisiete meses de prisión y hoy se ha convertido en un modelo requerido por las grandes agencias de moda. «Con vos me caso», «Puede robar mi casa y asaltarme cuando quiera», «Violame», «Que venga esta noche armado» fueron los mensajes más delicados. La erótica de la delincuencia no es noticia; incluso la ficción, a través de series y películas, se ha valido de ella para su entramado. Pero lo que hacen las redes es alimentarla al extremo. El criminal más lindo del mundo, como titularon los portales de noticias, quien además tiene la particularidad de tener tatuada una lágrima debajo de su ojo izquierdo, ha producido una atracción irresistible en un público femenino que intentó conquistar al chico malo a cualquier precio, para asegurarse una cuota de aventura y adrenalina y, de paso, para convertirlo en alguien dócil que un sábado a la noche se quede cenando en su casa y viendo una peli tranquilo. Todo lo que necesitás es amor. Un amor inteligente.

 

INSTRUCCIONES PARA DESTRUIR UN MATRIMONIO Cuando pensamos que no somos responsables de nada Cuando una mujer se casa, en el fondo espera que su marido cambie, y él permanece igual. Cuando un hombre se casa, espera que su mujer permanezca igual, y ella cambia.

AFORISMO POPULAR Una pareja es susceptible de cambios, de evoluciones, de oscilaciones, y también de derrumbes. Hombres y mujeres viven modificando y negociando constantemente sus deseos en pos de la pareja; pueden permanecer una vida entera hombro con hombro. Algunos, en cambio, no resisten el menor sacudón y se separan; otros, siguen juntos peleando, a veces agobiados. Para evitar sufrimientos innecesarios, les propongo iniciar un proceso de pequeñas destrucciones cotidianas. Se trata de una sumatoria de acciones que decididamente pueden pulverizar un matrimonio hasta convertirlo en cenizas esparcidas al viento. Es importante tener en cuenta que vamos a trabajar sobre la base de estas creencias populares: «Que nada cambie para seguir juntos. Los cambios siempre son una amenaza. Si cambiás, te pierdo; si cambio, puedo no elegirte más». A continuación, les detallo algunas situaciones que ayudan a darle la bienvenida a un final. Hombres y mujeres llegan al matrimonio con diferentes expectativas, ilusiones y sueños. El propósito es ir deteniéndonos en algunas situaciones que seguramente nos resultan reconocibles. Algo así como un espejo un tanto deforme, pero que contiene verdades irrefutables.

 

Primer paso: Para emprender la destrucción de un matrimonio, es necesario entender «la destrucción como una verdadera obra de arte» como decía la terapeuta alemana Eleonore Hofner, es decir, debe haber talento, creatividad y planificación. Algo sublime. Para eso es imprescindible desplegar un repertorio de técnicas que incluyan mentiras, justificaciones, amenazas, resentimientos, extorsiones, escándalos, críticas e inclusive alianzas. Resentimiento: Recuérdele constantemente cosas que no hizo bien y no sabe hacer; serán indispensables las comparaciones y los referentes con otros más talentosos. «No sabés hacer nada de la casa, todo lo que tocás lo rompés». «Dejalo, no sos como mi hermano que se da maña con todo». También sirve recordar todo lo que dejó de lado por apostar a esta relación, vaya en busca de sus cuentas pendientes: «Pensar que por vos dejé la facultad y nunca pude recibirme», «Nunca más vi a mis amigas de la secundaria, por vos me fui alejando de todo». Extorsiones y amenazas: Si bien es un método antiguo, su eficacia es inapelable. Adviértale a menudo que la relación es sinónimo de transacción. «Si no me acompañás al casamiento, quiere decir que ya no me amás», «Si esta noche no vamos al cine, mañana hacete el desayuno solo», «Pensé que yo te interesaba más que tu trabajo», «Cuando me pidas algo, ya me voy a acordar que me dijiste que no». Escándalos: Para nuestro plan de destrucción es importante que él sienta que está todo el tiempo sentado sobre un volcán, que sienta miedo de una escena. Esto lo situará en un lugar de vulnerabilidad constante. La idea es que le tenga miedo y obre en consecuencia. Si le cumple algún capricho, no se lo agradezca. ¿Acaso no es su obligación hacerla feliz? Críticas: Los comentarios descalificadores y negativos deben ser diarios, bajo una insistente mirada perfeccionista; subestimar a su pareja y compararlo con otro

 

lo lograrán. «Sos un cero a la izquierda», o algo más sutil, «Cómo te cuesta siempre entender lo que me pasa, no te das cuenta de nada, vivís como aislado». Este manojo de estrategias de poder servirán para controlar a su pareja, a cercarlo y, por lo tanto, a asfixiarlo. Sólo en el caso que su temperamento se lo permita, cállese, sea complaciente en todo, aguante, resista con hidalguía cada minuto desagradable, no diga lo que siente, tráguese todo. Luego, cúlpelo de haberle arruinado la vida, de no haberle «permitido» su desarrollo profesional, de haberle negado su propio progreso. Siéntase víctima con libertad y grítelo a los cuatro vientos. Hágalo responsable de todos sus fracasos y no olvide recordarle, de vez en cuando, lo distinto que hubiera sido su destino si se casaba con otro. Frase de cabecera: «Si se casó conmigo, ya no necesito seguir esforzándome por nada». Como parte de esta guía, analicemos algunos puntos que serán el eje de este proyecto.

El tiempo Reconozca que el matrimonio significa, más allá de todo, «vida en común», por lo que se terminó la soledad y los espacios propios para ambos. Entender este concepto es clave para concretar nuestro plan. Haga todo con su pareja, absolutamente todo. Vayan juntos a todos lados, absórbalo, préndase como una garrapata en sus salidas, no las desaproveche. En definitiva, ¿con quién va a pasarla mejor que con usted? Los proyectos de su pareja son sus proyectos; por lo tanto, lo correcto es que se apropie de ellos, y los haga suyos. Al fin y al cabo, si alguno fracasa, fracasan de a dos y juntos, ¿existe acaso una posibilidad mejor? Piense que lo que a usted le gusta, también le gustará a su pareja por carácter transitivo. De eso se trata el matrimonio: estar fusionados, sentir que ya dejaron de ser dos almas y ahora son una sola, una contra todos, unidos en tiempo y espacio en todos los aspectos posibles. Poder decidir los tiempos del otro, juntos, tanto en las buenas como en las malas.

 

Fagocite, asfixie, que nunca es demasiado y nadie murió por ello. Eso sí, acorrale y exija ritmo cuando decae. No sea cuestión de que el otro se nos escape de la jaulita. Si no bailan la misma música, ¿para qué se casaron? ¿Acaso no debe haber compromiso de ambas partes en pos de la felicidad eterna? Piense en estos términos: «Cada pensamiento independiente no es otra cosa que una traición». En otras palabras, no le dé lugar al otro, ya que siempre debe estar incluido para bien de los dos. El control del tiempo es un arma fundamental, todo debe estar definido con exactitud, pautado, medido. Sin improvisaciones. El tiempo solitario es un sinsentido; deje de lado las sorpresas y los imprevistos que resultan desagradables. Que no quede nada librado al azar.

La familia Este capítulo es muy conveniente si es consciente de su capacidad estratégica. Utilice a su familia para sembrar discordia, para alterar el orden de su hogar. Para disolver la letanía de un domingo en una electrizante disputa. Al fin y al cabo, la sangre siempre tira. Desde ya que la familia política adoctrinada con paciencia y devoción puede ayudar. Aunque si no logra que estén de su lado, combátalos pero, eso sí, nunca los pierda de vista. Sea proclive a los encuentros con fogonazos de discusiones álgidas. Haga docencia. Las visitas familiares son muy provechosas en ese sentido, meta a los suyos todo el tiempo en su casa, conviértala en un shopping con gente entrando y saliendo en manada a cualquier hora y cualquier día de la semana. El timbre a la hora de cenar siempre será un buen augurio y nunca una intromisión. Sus hermanos, ahijados, su mamá y su papá, sus tíos, los cuñados… ¡todos de visita! ¡Qué lindo que nunca haya silencio! La soledad no es buena consejera y nada más lindo que la familia compartiendo sus grandezas y desventuras. Si no, piense la alegría que le puede dar a esos abuelos, que ya están mayores, invita pasar el finque de semana ustedes. Bueno, se Al enteraron siloslostíos que ahace mucho no ve y con también quieren venir.

 

final, donde comen cuatro comen cinco y así. Si en algún momento su pareja tuviera el coraje de insinuarle que no tolera a su suegra, no haga caso. Su madre es su madre y debe ser la centinela de su hogar y en todos los casos quieren lo mejor para sus hijos. Siempre. Siempre con la mejor intención. Si abren los cajones, se apropian de todo, le usan la casa, le abren la heladera, entran sin avisar, sepa justificarlos. ¿No es lindo que se sientan como en su casa? Comience sus frases con «Mamá opina que» así termina por respetarla y valora que usted la tenga en cuenta. Haga alianzas con ellos, utilícelos a su favor, que sean la pieza fundamental para lograr lo que quiere pero tácitamente, pues no se trata de revelar ningún juego. Súmelos a los proyectos matrimoniales, convóquelos para salirse con la suya, para concretar sus anhelos, como ese viaje tantas veces postergado. Para esto, es necesario que su capacidad de observación se agudice, elija los aspectos más favorables de cada uno de ellos para sacar rédito. Si es necesario compartir intimidades o debilidades, no lo dude, es su gran oportunidad. Nadie que tenga corazón pasará por alto sus intenciones de luchar por su familia para integrarla, unirla e incluso, si es necesario, amalgamarla a su pareja. En quién poder confiar si no es en alguien cuya historia comparte, alguien que conoce de usted como nadie, que sabe que es una persona sensible y que finalmente todo lo hace por los demás, aun dejando de lado su propio bienestar. Los sábados a la noche en la casa de su cuñado, con sobrinos jugando a las escondidasSobre y tropezando con los jugueteselque quedaronen enelelpartido piso, son encantadores. todo cuando comienza entretiempo de fútbol que lo arrasa todo y se ponen sobre la mesa las preferencias partidarias. «¡Viva Perón!», suelta por ahí el nono que se está durmiendo en el sofá y usted lo mima, acercándole el iPad con la marchita en la voz de Hugo del Carril. Qué hermosa es la familia.

El humor

 

Visto como resultado de la inteligencia, será su carta secreta. Viva en drama, tómese todo a la tremenda. Prohibido reír juntos, lo mejor es reírse del otro, siempre. Cuanto más en serio se tome las peculiaridades de su pareja, tanto mejor. Luche sin tregua por la perfección y no olvide mantener siempre bien en alto el dedo acusador. Tampoco sea tolerante con las debilidades; cuantas más críticas le realice, mejor será la destrucción. Nadie podría poner en duda que el enojo consigue más que una sonrisa, por eso bienvenido su mal genio. Ante todo póngase susceptible, irritable, no deje pasar nada por alto. Sea capaz de juntar malas contestaciones para arrojarlas oportunamente como un ventilador, cuando lo sienta necesario. Oh, ¡el mal carácter! Si escucha un comentario fuera de lugar, hágaselo saber de inmediato mostrándole los dientes como un perro que se acerca al portón. Oféndase a menudo si le apetece, y no afloje ante sus artimañas de conquista. La queja constante por la falta de gusto en sus comentarios podría ser un capítulo muy bien aventurado en nuestro plan. Piense en la cantidad de años que le viene dedicando y qué pocos resultados se ven de semejante inversión. Cuando su pareja esté de buen humor, recuérdele que la plata no alcanza y que no gana lo suficiente. Hágaselo sentir victimizándose. «¡Qué difícil se está haciendo llegar a fin de mes y encima llegó la factura de luz sin subsidio!» Esto siempre resulta. Recuérdelo: una lágrima que cae es todopoderosa. ¿Qué es la vida sino un gran valle de lágrimas, lleno de problemas y dificultades? «No sé por qué estás de tan buen humor, si nos cortaron la tarjeta» es la frase perfecta para arremeter en el desayuno y recordarla durante el día. Nunca olvide que usted necesita de tomarse realidades todo el tiempo, y también de resultados. Entonces, ¿cómo podría todo a risa con lo complicado que es llevar una casa adelante? ¿Qué le podría producir risa acaso, no sentirse reconocido? ¿No sentirse respetado lo suficiente? Hay una sola manera de ver la vida y es activando el modo tragedia. Para la comedia habrá tiempo en el futuro. Tampoco es cuestión de tomarse todo a la ligera. Usted merece que lo que pide se realice, por las buenas, aunque por las malas lo logrará. «Esperaba otra cosa de tu parte» a la hora de la cena, volverá todo maravillosamente detestable. Sin duda, es un momento del día que se espera después unamomento jornada agotadora de trabajo, y eso lo hace más oportuno. Deje paradeese tan particular un listado mental de cosas que no están

 

bien entre ustedes, cosas que reclama, que exige y no se están cumpliendo. ¿Se ha preguntado alguna vez por qué sus deseos siempre son desoídos? Si a esta altura del plan, en lugar de una sonrisa a usted le sale espuma por la boca, ha llegado a la meta.

Los hijos Hay que reconocer que los chicos son pequeños anarquistas y dictadores, y muchas veces marcan el ritmo del hogar cuando todos los espacios están tomados por ellos. Por eso, el mejor consejo es: ¡Llénese de niños! Muchos y de distintas edades, pero sobre todo serán bienvenidos los más pequeños porque hay que admitir que en los primeros años de crianza no hace falta demasiado para estropear un matrimonio, ya que ellos ayudan mucho para que eso suceda, si uno está distraído. Todo es reclamo y demanda permanente, los horarios personales y los momentos íntimos de la pareja vuelan por los aires. Si un día amanece percibiendo que el concepto pareja se extinguió dos cuadras a la redonda, vamos bien. Conviértase en madre o padre las veinticuatro horas. Hablar todo el día de los niños debe ser el único tema de conversación en la pareja, eso le permitirá sentir cierta hermandad. Elija los temas según las edades: bebés (pañales, óleo calcáreo, provechito, vacunas, teta, quién se levanta de noche, sí o no a la leche de complemento), jardín de infantes (el delantal, los primeros dibujitos), primaria (la maestra, los compañeros, fútbol o danza). Si tiene hijos adolescentes, lo mejor es contradecir a su pareja delante de los chicos. Eso los empodera para siempre. «Tu padre habla como si hubiera sido el mejor alumno del colegio y se llevó hasta el recreo», «¡Callate, si vos empezaste a fumar a los trece!». Aprenda a hacer alianzas con los hijos en contra de su enemigo en común, eso es muy rendidor. Póngalos de su lado, prometiéndoles cosas que desean, arme coaliciones que funcionen como un frontón donde la pelota rebota e inevitablemente Se agradecenvuelve. mucho los comentarios del estilo: «Es un inútil, todo lo hace

 

mal, no sé para qué insisto si todo lo rompe y después tengo que pedir ayuda afuera», «Yo te compraría el iPad pero tu padre prefiere gastarse la plata en cambiar el auto». La noche merece un párrafo especial. Allí no hay nada que no pueda suceder y, cuando se habla de niños, la noche es una fuente de imprevistos que decididamente contribuyen a arruinar la vida sexual de cualquier pareja. Lo cierto es que luego de una jornada agotadora, los padres llegan exhaustos y con el deber pendiente de tener relaciones. La noche es implacable. Cuando uno está a punto de arrojarse a los brazos de Morfeo, entra el más chiquitito y se sube como puede a la cama. Al rato, la otra llora como condenada porque quiere la teta. Qué lindo, ya no estamos solos. Ahora somos tres, cuatro, cinco, todo el tiempo y a toda hora. Y pensar que alguien le recuerda que alguna vez durmió ocho horas seguidas y a usted le suena a cuento, como si le hablaran de otra persona. Nada más encantador que entregarse por completo a la crianza. No es como antes, ahora con hijos la pareja cambió y ya no está para frivolidades. Ya no está para esos arrebatos en la cocina, qué pasaría si los vieran sus pequeños, quedarían traumados de por vida, seguro. Ni pensarlo. Nada de ver películas que no sean infantiles, los espacios están tomados por esas pequeñas sabandijas encantadoras. Una vez llegado este punto, sus nervios crispados lograrán lo mejor para destruir aquella semilla que alguna vez los unió. Además, los hijos proponen uno de los grandes desacuerdos en la pareja que es discutir la crianza, la elección del colegio, la religión, los límites, y las frustraciones cotidianas porhablan. no poder conseguir que nolotiren la comida mantel ni escupan cuando Ahora bien: ¿usted vio comer a él?del ¿Qué se puede esperar de los hijos si él se comporta en la mesa como un mono? Si lo piensa bien, puede tejer un conflicto que en principio le puede parecer poco rendidor pero luego, se lo aseguro, se hará gigante.

El sexo El está directamente relacionado conpor el futuro relación amorosa. Lossexo problemas son, en general, causados la faltadedelainformación y el

 

conocimiento del cuerpo. Recuerde que es de nuestro interés alejar a la pareja, así que comience por llenarse de prejuicios y excusas. Nada como sentirse presionada y obligada a una relación. Lo importante es deshacerse de la idea de erotismo. Por lo tanto, nada de marcar citas amorosas, bañarse juntos, renovar lencería, encender velas de vainilla y muchas otras actividades que desvían la atención. Manejaremos entonces el concepto sexual como un electrodoméstico: OnOff. Encendido. Apagado. El sexo bien utilizado es un arma de control extraordinaria. Nadie dudaría que los hombres dan amor para recibir sexo, y por el contrario, las mujeres dan sexo para recibir amor. Por eso, como nuestro objetivo es arruinar la relación vamos a comenzar a practicar el ayuno sexual. Que sea algo esporádico y mecánico. Así convertiremos a la «petit mort» en un trámite. La rutina, el acostumbramiento, la falta de interés en el sexo o la incomunicación son algunas de las razones que propician el aburrimiento en la pareja. Por lo tanto, eche una mano a esto y ejecútelo. Puede convertirse en una gran receta si se tiene en cuenta que lo sexual para la mayoría de los hombres es un condimento sumamente imprescindible que los puede adherir como un vinilo a una mujer, o distanciarse para siempre. Déjese estar. Relájese de una vez por todas. ¿O acaso tiene ganas de andar arreglándose cada noche, y esperarlo depiladita y bañada como cuando era soltera? Encima, lo más probable es que él ni se dé cuenta. Ocupe la cama con todos los dispositivos tecnológicos que encuentre: celulares, tablets, inalámbricos. el imágenes correr de los le dirá que buenas noches a una pantalla que seguroCon tiene másdías atractivas lo que duerme a su lado, ya verá. Este efecto será contagioso y ambos se meterán entre las sábanas sólo para conectar con aquello que le interesa como, por ejemplo, chatear con su grupo favorito de whatsapp. Si este camino no es el que mejor le sale y no quiere resignar lo sexual, vaya por lo opuesto. Conviértase en alguien a quien le interesa el sexo, sólo para comprobar que tuvo mejores amantes. Nada como recordar en voz alta y con gestos cómo fue aquella experiencia con seis marineros en alta mar navegando por el Mediterráneo en pleno verano. Eso sí que era vida. sentir que su usted tiene expectativas de mejor sexual, esoHágale debilitará mucho autoestima y le provocará ciertarendimiento flaccidez emocional.

 

También puede probar acosarlo en lugares donde lo hagan sentir incómodo: la fila del supermercado, una cena con sus amigos, un velorio de un familiar o apenas llega exhausto de trabajar. De este modo, lo confundirá y, al final, el que nunca tendrá ganas será el otro y no usted.

Recomendaciónn final Recomendació Sugiero a los principiantes que sigan al pie de la letra los consejos y sean prolijos y cuidadosos en la ejecución. No den nada por sobreentendido. A los avanzados, ni respiro.

 

INSTRUCCIONES PARA ARRUINAR  UNA PRIMERA CITA Momento difícil. Todo a estrenar. Todo a romper. Para llevar adelante la tarea es preciso recordar el concepto de «obra de arte» desarrollado anteriormente. Establecimos que debemos contar con cierto talento y creatividad para que todo vuele por los aires. Nada será espontáneo, sino que pondremos en juego los recursos indispensables para que sólo sea una cita y no nos quieran volver a ver. Para eso el consejo es: •Hablar mucho de uno mismo. Recorrer nuestra infancia, nuestra adolescencia, nuestro barrio, el colegio, el primer almacén donde mamá nos mandaba a hacer las compras con todo anotado en un papelito arrugado, llevar adelante nuestro relato entrando en minuciosos detalles intrascendentes. Como un pavo real, desplegar todas las plumas egocéntricas posibles. •Contar nuestras historias de superación personal como si fueran sumamente interesantes para quien las oye, e incluso imaginar que durante el relatocon suena de fondo la música «Carrozas de escena; fuego». yEso le permitirá revivir verdadera emoción e hidalguía cada puede agregarle a esta escena un par de lágrimas para darle mayor verosimilitud. Haga de este pasaje, un momento inolvidable. Serán bienvenidos aquí comentarios del estilo: «Yo vengo de una difícil», «Si te cuento lo que me pasó una vez», «Todos me cagaron», «A mí todo me costó mucho» y «No fue nada fácil mi vida». •Mostrarse combativo, peleador, discutidor, cuestionador, irracional, obstinado obsesivo. abanico potencia la en huida, mayor o menor intensidad,yya que «el Este contrincante» (de ahora más con contrincante u

 

opositor) puede sentirse identificado con alguna cualidad y ahí no será nada fácil el despegue. •Contar proezas sexuales propias y ajenas. Este punto puede herir la susceptibilidad del receptor, ya sea por un faltante o porque se sienta disminuido en la comparación. Tener en cuenta que el relato debe incluir detalles que el otro no quiere saber. •Mostrarse sexualmente demandante e insatisfecho. Aquí la sugerencia sería agregar frases del estilo «Cuando algo me gusta, nada me detiene», «Yo puedo quedarme toda la noche sin dormir» y «Me gusta más que comer». •Hablar malautoridad. de los demás los comportamientos ajenos con Deleincesantemente rienda suelta a ysujuzgar dedo acusador. Señale, remarque y fije posición sobre todos los temas de la vida. Usted es una de esas personas que la tiene clara. •Describir hasta el cansancio, lo ocupados que estamos con nuestro trabajo, las responsabilidades cotidianas y la falta de tiempo para las cuestiones sentimentales. Describirlo como una postergación con la que usted es incapaz de lidiar. «No tengo tiempo para nada», «Vivo corriendo», «Mi vida es un caos». •Relate otras primeras citas y lo mal que terminaron por detalles que usted desconoce. «Me dijo que moría por mí pero no me llamó nunca más. Se debe haber muerto, ¿no te parece?» •Referirse a la ex suegra con términos displicentes y peyorativos del estilo: «Viejabrujamalalechehijadesumadre». •Hágale sentir que su vida dependerá del otro. ¿Acaso no es halagador para cualquiera semejante sensación? Vaya si es una gran responsabilidad. La dependencia emocional y económica establecida desde el vamos para que la relación funcione debe quedar clara como el

 

agua. Usted ya es grande para que le hagan perder el tiempo. Y la vida es corta. •La tacañería es difícil de tolerar, sobre todo para las mujeres. Hay algo ensamblado en lo erótico-generoso y deserotizante-tacaño de los hombres. La avaricia y la miserabilidad son características decididamente irremontables. Por lo tanto, no deje propina al mozo, cuando llegue la cuenta revea minuciosamente el costo de cada cubierto, discuta en la caja si le cobraron los aderezos y llévese un pancito en el bolsillo por si después le agarra hambre. Y por supuesto, elija el estacionamiento más barato para dejar su auto aunque quede a diecisiete cuadras. «Total la noche esta linda para caminar». •Nombrar permanentemente al ex y usarlo para referenciar todo relato. «En 1998, cuando fui a Madrid con mi ex», «Lo agridulce tampoco le gusta a mi ex», «Como dice siempre mi ex…». •Desarrollar un discurso donde los hijos sean los únicos protagonistas (incluye nietos si los hay). Aquí tienen cabida un montón de frases: «¿Te conté cuando mi nene dejó de hacerse pis en la cama?», «¡Lo que le costó dormir en su habitación! Bueno, en realidad más me costó a mí», «Mis hijos siempre trajeron buenos boletines, no me puedo quejar», «Todavía guardo su primer dibujito, ¿lo querés ver? Tengo la foto en el celular». Además, remarcar que los hijos son nuestra prioridad y aclararlo permanente y enfáticamente. •Hacerse la caperucita al extremo. Algunas interpretaciones aconsejan no hacer uso y abuso de esta sugerencia, pues más que ahuyentar puede atraer eróticamente a los hombres. Para que eso no suceda, puede utilizar diminutivos al mejor estilo conductora de programa infantil de televisión. «No encuentro la servilletita», «¿Pediste la cuentita?», «Este vinito me mareó un poquito». Lo importante es que el otro imagine que este vocabulario se trasladará luego a las sábanas y será aterrador.

 

•No poner límites y contarlo. «Justo anoche mi ex se quedó a dormir. ¿No te molesta, verdad?» •Comer en demasía. Como si estuviera solo con su bandeja frente al televisor, enfermo de soltería un sábado a la noche. Devore, devore, devore. •Mostrarse inflexible en las diferencias. «Yo a ese lugar no voy», «Esa música es una porquería», «Odio el mar, si voy ni piso la playa en verano», «No como pastas, tenés que dejar las harinas». •Coquetee con el de la mesa de al lado, con el mozo, con el encargado, el cuida coches, con todos. Lo importante es que sienta que usted tiene ojos para todos y que, en esta batalla, gana el más fuerte. •Adueñarnos de la conversación. Casi sin respirar, acorrale con las palabras: es ahora o nunca. Muestre los naipes. •Habilitar una confianza excesiva. «¿Te conté que tengo colon irritable? Hace poco me hice una colonoscopía y ahí me saltó». •Mostrar ansiedad por estar nuevamente en pareja. Aquí se agradecen frases del estilo: «Lo mejor está por venir», «¿Tenés planes para este domingo?«, «¿Te parece si en la próxima cenamos con mi familia?», «Ya les dije a mis amigas que por un tiempo voy a desaparecer». •Hablar mucho de dinero y logros económicos. Este campo suele ser habitado por los hombres. Lo reconocerá en las siguientes frases: «Yo la hice laburando», «Conseguí un contrato que me salvó por unos años», «Tengo, tengo, tengo», «Me falta, me falta, me falta». •Brindar detalles de sueldo, porcentajes, deudas, ganancias y pérdidas. Piense que una primera cita puede significar involuntariamente un balance financiero de su año: trátelo como a su contador/a.

 

•Interrumpir. No escuchar. «Pará, pará, que no te conté esto, que te va a gustar», «Te cuento lo que me pasó a mí, oíme». •Mostrar malhumor por cosas intrascendentes: «Cada vez que me acuerdo que no me dio el vuelto, me pongo mal de nuevo». •Tratar mal al mozo: «Servime, que para eso te pagan». •Hacer preguntas indiscretas: «¿Vos sos propietario o inquilino?», «¿Figuraste alguna vez en el veraz?», «¿Cuándo fue tu debut sexual?». •Quejarse melancólicamente de la vida que tuvo. «Como dice el tango», «Ya estamos grandes para eso», «Las cartas están echadas», «El tren pasa una sola vez en la vida y yo, desgraciadamente, no lo supe aprovechar». •Para ellos: hablar mucho de la mamá, «Si me escuchara mi mamá», «Los ñoquis amasados por mi vieja son de otro planeta, no me hagas acordar». •Para ellas: «Mi viejo es mi héroe y el único hombre del mundo». •Mostrar inseguridad, miedo, duda. «No sé, no sé, no sé», «Tal vez este no sea el momento», «¿Te parece?». La excesiva inseguridad ayuda muchísimo. Busque en el contrincante alguien que le levante el ánimo; al fin y al cabo, si llegaron a un primer encuentro es porque vio algo interesante en usted. •Contar chistes toda la cita. ¡¿«Sabés el del gallego que dice zeñor, zeñor?!» •Hacer insinuaciones sexuales o, en doble sentido, groseras. «A mí me gusta todo grande», «Chiquito pero bien fuerte… el café.», «¿Acabaste? De comer, digo». •La falta de higiene y la emanación de olores, sin entrar en detalles, son insuperables.

 

•Mostrar celos por lo que vendrá: «Conmigo se terminó eso de salir con tus amigos los jueves». •Ponerse recurrente con temas que resultan ásperos para conversar. «Hay demasiados inmigrantes ocupando nuestros puestos de trabajo», «Mi mamá y mi papá en realidad son hermanos», «Yo a este gobierno no lo voté», «Mi cuñado me estafó» o «Debo andar con cistitis». •Compartir anécdotas más aventureras, como aquella vez en que te robaste un auto o terminaste en la cárcel por error. «¡Qué risa, no sabés!» •Insistir con temas que al otro no le despiertan interés: «Bueno, como te decía recién, yo comencé en los setenta a militar en política cuando estaba en la facultad. Época difícil para nuestro país…», «Este color de labial combina con mi cartera» o «¿Sabías que soy fan del animé?» •Mostrarse demasiado disponible. •Mostrarse demasiado inalcanzable. •Mostrarse demasiado fácil. •Mostrarse demasiado difícil. •No perder de vista el celular y estar pendiente de todos los whatsapps y de las notificaciones de Facebook que llegan. Responder todo en el momento, y alternar con «No puedo dejar de responderle si no me mata» o «Es alguien que no para de invitarme a salir». •Hacer un inventario de enfermedades. Al fin y al cabo, es mejor que se entere ahora: «Me duele la cintura», «Tengo una contractura cervical terrible por la computadora, ayer me pedí un turno en el médico», «Dejé de tomar café por la gastritis», «Uso anteojos de sol por la conjuntivitis que me agarré el fin de semana en la pileta», «Me duele la mano, ¿tendré reuma como mi abu?».

 

•Proyectar demasiado rápido. A veces hay que ayudar, y con un envión vienen otras cosas, a usted no se la van a contar. Casi como acciónreacción. En el fondo, usted sabe que no está para un ratito ni quiere perder tiempo. La vida es breve y cuando se enamora mete el acelerador hasta el fondo. Hágaselo saber y muéstrese con un perfil que tenga un alto nivel de compromiso. «Debe ser una señal que nos hayamos conocido», «Te escucho y siento que nos conocemos de toda la vida, somos como almas gemelas, ¿no te parece?». Si aun así se quedó, que no se escape. Sin duda, es un ejemplar único. Recuerde: La certeza quita el deseo. El misterio funciona.

 

CONFESIONES DE UNA DAMA La romantización del amor que produjeron los cuentos, las películas, los libros, los folletos, y las novelas y la ficción en general, ha provocado una serie de consecuencias. Una de ellas —de alto impacto para mí— ha sido comprobar que diseminó en muchas personas la semilla del amor imposible. Aunque no lo confiesen abiertamente, piensan que hay una parte de la vida que no se quieren perder y sienten el legítimo derecho de vivirla. Como cuando le prometés algo especial a un chico y no se lo olvida jamás. Es el deseo de ser héroe o heroína de una gran historia que posea los ingredientes indispensables que propone la ficción: pasión, desenfreno, incertidumbre, obstáculos e imposibles. Sentirse protagonista de un relato con estas características en muchas mujeres que más allá de la serenidadha deaparecido su hogar, principalmente encuentran en este deseo algo que permanece latiendo en espera de una oportunidad, sin entender que todo el entramado que tejen los autores en una telenovela, por ejemplo, está al servicio del interés del espectador y no de la posibilidad de amar y ser correspondido de una manera sana. Aquí va un relato. Anoche pensaba, bajo la tenue luz del velador, que a pesar de tener un marido hace más de treinta años al que quiero, de tener una familia hermosa que siempre fue motivo de orgullo, me faltó vivir algo. conclusión después de haber pasado a una cajaEsa repleta de fotosme ensobrevino plena madrugada, revisando una porhoras una frente sin grandes sorpresas, mi propia historia. Una historia llena de certezas y resultados felices que, sin embargo, no llegan a dar respuesta a los interrogantes nocturnos que me raptan de la paz cotidiana en la que suelo vivir. Las personas estamos llenas de pequeños engaños, de creencias falsas que nos alejan al menos por un rato, de la angustia de pensar que algo puede suceder y, de repente, esa vida apacible se acabe. Para eso ponemos en funcionamiento un montón de artilugios que nos hacen olvidar lo que a veces nos cuesta aceptar. Cuántas veces vivimos al ras, creyendo que lo mejor es conformarnos con

 

lo que nos tocó en suerte y que no hay mayor seguridad que tener a alguien que nos quiera bien. Sin ir más lejos, soy de esas personas afortunadas, feliz de lo que me tocó vivir. Entonces, ¿por qué preferiría torcer mi destino? Anoche, entre las fotos, encontré una cajita de música rosada que alguna tía me regaló para los quince. La volví a abrir y vi cómo la bailarina daba constantemente vueltas sobre su eje con la misma música. Es curioso que algo que al comienzo resulta angelical, a los diez minutos se vuelva insoportable. Me fui a dormir un tanto aturdida. Aunque pensaba que en mi vida siempre había bailado una sola música, sentía al mismo tiempo que todavía estaba a tiempo de poder soñar con otro ritmo. Y si bien alguien puede pensar que soy una mujer aventurera, ocasional o inestable por esta confesión, más bien me define todo lo contrario. Siempre fui familiera, hasta un poco rígida en ciertos aspectos si se quiere, de un temperamento tranquilo, más bien hogareño. Mi casa, mis hijos correteando por el parque, el ladrido del perro como fondo, y la mirada de mi esposo que me toma de la mano cada vez que puede, son imágenes que sin duda se acercan más a mi propio paraíso. Por supuesto, y tal como se estilaba en mis épocas, fui mujer de un solo hombre: me casé para toda la vida. Juré ante el juez y ante Dios que no quebraría ese mandato que tan gentilmente la vida me otorgó. Y aquí seguimos, derribando cualquier viejo pronóstico. Si bien tuvimos momentos difíciles, como toda pareja, creo que los supimos atravesar con la inteligencia y la paciencia necesarias para sortear cada etapa que nos tocó vivir. Todo pasó tan rápido. Pero continuamos juntos, codo a codo, como se dice. Aun así, a veces tengo la sensación de que en mi vida hubo algo que faltó. Como si uno comprara un libro y le faltara un capítulo. Me refiero a un romance apasionado, revoltoso, soñando despierta durante días. Un huracán que arrase con tu vida y te deje pensando a toda hora en él y esperando que llegue el momento para poder verlo. Tan sólo eso: verlo. Repito: estoy casada hace muchos años y soy feliz en mi matrimonio pero sospecho que fue un tanto quieto, tranquilo; tal vez la palabra justa sea predecible. Es extraño en verdad admitirlo porque esa calma me dio, con el transcurso seguridad. Una aquietóde a mis ánimosdey los me años, permitió a lo largo decerteza la vida muy poderplacentera pensar enque un futuro

 

dos. Es verdad que lo que me ha ayudado mucho es que mi marido es muy distinto al resto de los hombres: siempre llegó a casa con una sonrisa. Aunque más de una vez se encontró con una mujer malhumorada por el cansancio de correr todo el santo día con los chicos y el colegio, con sus besos y sus modos supo como nadie encontrar la forma de bajar mis defensas y calmar mis broncas. De a poquito lo lograba todo. No hubo día en que no me preguntara cómo había sido mi jornada, para luego mostrarse predispuesto, si era necesario, a alivianarme las tareas domésticas. Y así la burbuja que habíamos construido, nos alejaba de todo lo malo o negativo del mundo. Un dulce equilibrio que en algún momento también me pesó. Lo sé. Quién entiende a las mujeres… podrían decirme, y yo, para su sorpresa podría contestarles sin dudar: mi marido. Siempre me entendió, escuchándome en silencio o pronunciando las palabras esperadas. A pesar de las malas épocas, fuimos una pareja que nunca atravesó grandes crisis ni peleas. Muchas personas pueden decirme que soy venturosa por ello y, de hecho, así me siento. Llena de felicidad al ver que nunca pusimos un punto final, sino algunos puntos suspensivos cuando tuvimos algún desacuerdo. Adoro a este hombre que duerme a mi lado, y estoy segura de que es mi gran amor. Lo veo hermoso y viril a pesar de los años. Su mirada todavía me conmueve y me siento suya como la primera vez, aquella tarde de agosto en el campo de unos amigos donde el frío y mis miedos lo demoraron todo. Años más tarde, pudimos comprar la casa, y plantamos juntos cada roble que hay en el parque, al tiempo que compartimos cada brote con un sencillo festejo, resultado de una dulce armonía familiar. Es verdad, admito que nunca me faltó nada junto a él, un caballero noble, fiel, digno, educado que siempre puso especial esmero en hacerme sentir protegida y amada. Pero a esta altura de la vida en que ya soy una mujer grande, y que dentro de unos días cumpliré 65, me pregunto si es todo lo que esperaba del amor o lo que acepté para mi vida, porque era el candidato que me ofrecía seguridad, sin vaivenes amorosos ni escarceos. ¿Será que me hubiera gustado sufrir? No, decididamente no, me falta vocación para eso. Elegí a alguien que también eligió.a Fui correspondida, en todos los sentidos posibles. Y jamás me sentíme tentada coquetear con otro

 

hombre, ya que quise dormir todas las noches de mi vida abrazada a mi marido. Siempre me aboqué a los resultados dentro de una vida llena de sueños cumplidos, de aciertos, de hijos que fueron llegando a nuestras vidas a medida que los deseábamos, y de nietos ya criados, felices de estar en una casa que siempre olió a sopa caliente. Conozco como nadie lo que es llevar adelante un hogar, cumplir con todas las expectativas que se plantearon (propias y ajenas), construir una familia no sin esfuerzo. Supe manejarme bastante bien en organizar horarios y actividades paralelas para que eso congeniara amistosamente, y que todos se sintieran satisfechos. Eso es lo que mejor me sale: ordenar y planificar todo, que nada quede librado al azar. Tal como me dijo una vez una amiga analista, dejar algún cabo suelto es, para mí, sinónimo de peligro. Acompañé cada minuto el crecimiento de mis hijos, y fui una esposa fogosa. Pude llevar adelante mi casa y a la vez atender las vicisitudes cotidianas con entereza. Si bien los hijos siempre tendrán alguna factura para pasarnos (los padres lo sabemos), en el conjunto de las cosas pienso que fui una madre presente y cariñosa. Los amé y cuidé, aprendiendo cada instante junto a ellos. Mi marido se involucró en la crianza de los chicos, lo que nos ayudó a sortear juntos y despiertos la angustia de la fiebre repentina a las tres de la mañana, las preguntas difíciles, los amigos nuevos, los malos hábitos. Además tuve tiempo para estudiar, sin sentir la culpa de que mis hijos se quedaban a la intemperie, sino más bien todo lo contrario, con un padre presente e interesado en sus desvelos. Desde ya que estoy agradecida por la vida que he tenido, sin escándalos, desventuras ni grandes adversidades. Si bien no dejo de sentirme bendecida, cuando confieso que algo me faltó, hablo de otra cosa. Algo más hondo. Suena descabellado decirlo pero me hubiera gustado sentir un fuego interior, una historia prohibida, una gran pasión. Me faltó haber vivido una pasión prohibida y secreta. De esas que cuentan las películas o las novelas, que arrebatan el corazón hasta detonarlo. Los libros hablan de amantes, de sensaciones que te llevan a cometer locuras o actos impensados hasta perder la cabeza. Sinceramente no sé tampoco si tengo temperamento para atravesar ese fuego o es sóloy la de en algo que nodecumplí. veces mi salir. mente se vuelve incontrolable mefantasía «enredo» lugares los queAme cuesta

 

Pero tengo la curiosidad por saberlo. La idea de esperar hasta desesperar por un hombre, ¿cómo hubiera sido? Ahora puedo imaginarlo: Una cita inesperada con un desconocido, los nervios indispensables para salir corriendo si hace falta y de pronto, ahí están, enroscados entre las sábanas sin saber si alguna vez se volverán a encontrar. Ni los nombres se contaron, mucho menos sus vidas. Sólo lo necesario para ponerse de acuerdo con la piel que compartirán minutos después. Entonces cierro los ojos y puedo imaginarme esa situación, ahora ella se da vuelta y tiene mi cara. Soy yo. Con pocos prejuicios y unos cuantos años menos, avanzo segura y me entrego por completo a un hombre que acabo de conocer en el subte. Un rato antes nos miramos con intensidad y un pequeño envión fue suficiente para bajarnos en la misma estación y caminar juntos un par de cuadras a plena luz del día. Sin temor a que me vean en pleno microcentro, radiante como un pájaro a la mañana, atravesamos la puerta principal de un hotel alojamiento y como una gran conocedora entro a la habitación, dejo mi cartera y voy hacia el baño sin mirarme en el espejo. Cuando salgo, lo veo completamente desnudo frente a mis ojos. Se me corta la respiración en el mismo momento en que me acerco y él oprime su pecho contra el mío. Está claramente fascinado conmigo y yo con él, entonces trato de manejarme como una profesional. Sin vacilar un minuto, lo recorro de punta a punta. Entro en el juego que me pide con un vértigo alocado. Dicen que se puede llegar a sentir tanto, que es posible alcanzar altura. Lo logro una y otra vez y así sigo siendo ese pájaro que sobrevuela al amanecer. Encantador, liviano. Como desesperados nos aferramos a nuestros cuerpos, dándole la espalda al tiempo que pasa. Entonces me doy cuenta de que llega la despedida; él se convierte en un misterio que preciso descifrar. Y así comienza todo y termina todo. Cuando intento convertir ese fuego sagrado en un lugar común, el desconocido se niega enfáticamente y sólo me ofrece encuentros clandestinos que se prolongan con los meses. La intimidad que logramos en poco tiempo se deshace en frases hechas, en reclamos que desoye, en súplicas vergonzosas que me convierten en una desconocida.

 

Es el momento en que toda una vida se desarma en la espera de ese llamado, en mi obstinado intento por querer descifrar lo que esconde cada sonido de su voz. Me vuelvo cursi y vulnerable, desprotegida de la lluvia pero caminando sin rumbo debajo de ella. Me entusiasma creer que me extrañó todos los días en los que no me tuvo, «yo también te extrañé» le digo, aunque él no pregunte. Siento vergüenza al comprobar que ya casi no me queda orgullo y estoy dispuesta a todo por su amor. Mis noches se confunden con el día y se me va desarmando la piel. Creo que voy a enloquecer. El hombre, mi hombre, desaparece; estoy por estallar un vaso de whisky contra la pared. Yo, que nunca había bebido, ahora hundo el dedo en un vaso de alcohol mientras escucho a todo volumen la estrofa de una canción que me identifica. Ya no como ni duermo. Me la paso llorando por los rincones, obsesionada como nunca por un hombre que apareció y desapareció como en un soplido. Mi autoestima al borde del precipicio, mi ego desvanecido y yo soñando con volver a besarlo y vivir felices para siempre a pesar de su rechazo. Poco importa, me digo, con mi amor alcanzará para los dos. Y en eso estaba, ojerosa y triste, más despierta que nunca tratando de sanar las heridas, cuando de golpe suena el despertador en la mesa de luz de mi marido, y yo en puntitas de pie corro al baño para secarme las lágrimas y preparar, como cada día, el desayuno para toda la familia. Este relato podría resumir todos los relatos. Me impactó recibir tantos mensajes de mujeres que entre los sesenta y setenta años, hoy consideradas vitales para la sociedad, sentían que les había quedado pendiente una gran pasión a pesar de estar en pareja hace muchos años y sentirse felices.

 

HOMBRES PARA OLVIDAR  Olvidar sin querer es tan fácil: ¿acaso no tenemos olvidos cotidianos de fechas y pagos, de retirar análisis en el laboratorio, por ejemplo? Ahora, olvidar a propósito es otra cosa: cuanto más empeño le ponemos, más presente tenemos el objeto/sujeto o la idea que queremos borrar de nuestra mente. Si bien es difícil olvidar un problema que no depende de nosotros solucionar, más difícil es olvidar un amor. Por más que nos haya hecho sufrir, por más que te hayas dado cuenta de que es mejor dejarlo en el pasado, el amor resiste como si estuviera fuera de nosotros. Si nos empecinamos en mirar el vaso medio lleno, podemos consolarnos con la idea de que la dificultad señal demeque ese amor valió la como pena. dice «No la mecantante arrepientode deolvidarlo este amor,esaunque cueste el corazón», Gilda. Por eso, reconozcámoslo de una vez: hombres para olvidar hay unos cuantos, de todos los tamaños y colores. Para ahorrarte el mal trago de tener que olvidarlos, es mejor evitarlos apenas los encontrás. Acá va una breve guía para reconocerlos.

I. Hombres-papelón: los espantadores de gente Tal vez no adoremos todo el tiempo a todos los miembros de nuestra familia, pero la sangre tira. Quizás alguna vez nos dan ganas de mandar a la esquina a ver si llueve a alguna de nuestras amigas, pero las queremos. Es probable que nuestros vecinos no sean lo mejor que nos pasó en la vida, pero hay que convivir con ellos y seguramente en más de una ocasión nos alcanzaron una carta que llegó por error a sus domicilios o nos sostuvieron la puerta del edificio mientras entrábamos cargadas de paquetes. El tipo de hombres perteneciente a esta categoría tiene la peculiaridad de poner a prueba a nuestras relaciones, y ¡te hacen quedar muy mal!

 

1) El bruto Es la subespecie más inofensiva de esta lista (inofensiva para vos, no para tus adornitos de porcelana o el equipo de música). De cada tres veces que le pedís queinstrucción, te suba el cierre cuatro tepara lo rompe. Nunca se detiene leer una nuncadel se vestido, para a chequear qué lado se abre una a puerta, él empuja, y fuerte. Conclusiones: El bruto es un hombre para olvidar, a menos que estés dispuesta a comer con vajilla de plástico, usar muebles descartables y tener bajo llave todos los electrodomésticos.

2) El ignorante Es un habitante característico de todos los continentes y climas, pero los ejemplares foráneos cuentan con la ventaja de que como hablan otra lengua, generan la duda de si son realmente unos ignorantes o si todo se debe a un malentendido, producto de la diferencia de culturas o de tu dominio del idioma. Si te agenciaste un ejemplar autóctono, mucho cuidado con llevarlo a esa reunión de amigos cool o a la fiesta de fin de año con tus compañeros de trabajo: puede soltar con total desparpajo una pregunta del tipo «¿China es una provincia de Japón, no?». Conclusiones: El ignorante es un hombre olvidarteporque, aunque a vos siempre te ratoneó ser la maestrita, tarde opara temprano va a agotar. Y con razón.

3) El sabelotodo Como su nombre lo indica, son hombres que se las «saben» todas y no dudan en demostrarlo en toda ocasión oportuna o inoportuna. Se sienten cómodos con todos los temas: filología, teología hinduista, filatelia, nutrición, crianza de niños, de nutrias y deinstrumental ganado porcino; literatura escandinava, precolombina y música del medioevo. Sueltan consejos y

 

máximas como Rambo, granadas. Ellos son capaces de explicar la teoría de la relatividad hasta al mismísimo Einstein. Y corregirlo. Conclusiones: Si este consejo llega tarde y ya tienen en común quince pibes, te recomendamos que no lo muestres público hastapara asegurarte que la lo audiencia tiene el suficiente alcohol enensangre como creer que todo que dice es broma.

4) El borrachín Se trata de la versión simpática de la última categoría de este apartado (ver El adicto). Fácilmente detectable en fiestas, cócteles o bares. Podemos distinguir dos clases claramente diferenciables: El borrachín alegre: es el alma de la fiesta. Brilla tanto en una despedida de soltero como en un velorio, siempre con una botella a mano (de cualquier cosa menos de agua mineral). Es común que se presente como un híbrido de la especie El chistoso-grosero-compulsivo (ver próxima categoría). El borrachín triste: esta subespecie está emparentada con El depresivo (ver categoría II. 6). Desaconsejamos fuertemente el contacto prolongado con este tipo de sujetos. Conclusiones: El borrachín es un hombre para olvidar, a menos que no te moleste convertirte en la remisera oficial de todos los regresos.

5) El chistoso-grosero-compulsivo chistoso-grosero-compulsivo Esta especie está íntimamente emparentada con la categoría El sabelotodo. Comparte con ella el enamoramiento que sus ejemplares tienen por sus propias ocurrencias. Sin embargo, a diferencia de El sabelotodo (que basa su petulancia en el conocimiento), los pertenecientes a esta clase basan su arrogancia en elenamorados convencimiento que son ingeniosos y están completamente de sudehumor. Son los primeros en reírse de sus

 

propios chistes, y si no se los festejás, es porque no tenés sentido del humor. Completamente incapaces de distinguir la delgada línea que separa el humor del mal gusto. Conclusiones: chistoso-grosero-compulsivo uncomentarios tipo de hombre para olvidar porque,Elaunque vos te vuelvas inmune aessus desubicados, difícilmente lo haga el resto de la gente que te rodea.

6) El adicto Si al principio te pareció un tipo normal, con el tiempo va a demostrar conductas raras, desapariciones inexplicables y abruptos cambios de humor. Lo vas a pescar en mentiras tontas y sin sentido hasta que descubras la verdadera razón de todo: lo más importante en su vida no sos vos, sino aquello a lo que es adicto. Conclusiones: El ádicto es sin duda un hombre para olvidar porque por más que te jure que desde que te conoció ya no consume, mejor no creerle.

II. Hombres pesados: los collares de melones Hay momentos en gente la vidaque de supone cualquier los que que hacernos cargo de unmujer trabajoenextra: untenemos bebé prematuro, un pariente enfermo, una amiga deprimida, un adolescente con siete materias a marzo, un jefe demandante y ansioso. Nada comparado al trabajo que te puede proporcionar este tipo de sujetos.

1) El hipocondríaco hipocondríaco Un dolorcito misterioso, una molestia persistente, un mareo difuso. El hipocondríaco está convencido de que sufre una enfermedad incurable, gravísima. Los síntomas pueden ser variados: desde pulsátiles zumbidos en los oídos hasta intensos dolores en las cutículas, pasando por palpitaciones

 

nocturnas, opresiones, ardores. Cualquier manifestación corporal se convierte en una confirmación de que lo suyo es terminal. Y eso no sería tan terrible si se guardara todas estas reflexiones para sí mismo, pero no: el hipocondríaco es un hombre generoso y comunicativo que comparte, hace públicas sus preocupaciones y por supuesto pretende que estés constantemente pendiente de sus dolencias. Una característica bastante extendida en estos especímenes es la desconfianza a la exactitud de los análisis que les han practicado. No importa cuántas veces los repitan, si estos no confirman sus sospechas, existe una sola razón: los análisis están equivocados. Consejo: No intentes razonar con él, mucho menos cuando se encuentra en el medio de una crisis. Tampoco trates de advertirle que si sale en calzoncillos al patio en julio es razonable que se engripe o que le patee el hígado si se traga una palangana de papas fritas. Lo más saludable (para vos) es seguirle moderadamente la corriente y comprarle un boleto de ida (y no de vuelta) a Tombuctú. Conclusiones: El hipocondríaco es un hombre para olvidar porque jugar a la enfermerita puede ser divertido una o dos noches por década.

2) El desocupado En líneas generales, existen dos posibilidades, o es un hombre que recientemente se quedó sin trabajo (y si se queda en este estado mucho tiempo pasará a ser depresivo) o lleva algún tiempo en el asunto, no se siente incómodo y presenta un alto riesgo de transformarse en «vividor» o «vampirito» (puede pasar a estar muy pendiente de vos y sacarte mucha energía). Conclusiones: El desocupado es un hombre para olvidar porque va a tener todo el tiempo para vos y todo el tiempo es definitivamente mucho, muchísimo tiempo.

 

3) El inútil Hemos detectado dos grandes grupos: El inútil voluntarioso está muy relacionado con El bruto. Todo lo que toca se descompone, falla o directamente estalla en mil pedazos. Te duele el corazón verle la cara de frustración cuando le decís que es mejor llamar al service, pero ambas sabemos que es lo más práctico (y barato). El inútil que está feliz de serlo (muchas veces confundido con el hombre desocupado y con el hombre vividor, aunque existen diferencias muy sutiles entre estas tres especies) no sabe cambiar ni un cuerito, se asusta ante la más inofensiva amenaza de conseguir un trabajo y, si alguna vez conseguís que encienda el calefón o mate una cucaracha, va a sacar a relucir esa hazaña en todas las oportunidades imaginables. El inútil suele revelarse como un genio creador de excusas extravagantes y de coartadas fantasiosas: si no cambian una bombita, es para evitar el despilfarro de electricidad; si no secan el piso del baño después de ducharse, es porque después te vas a ir a bañar vos. Esgrimen su falta de pericia como razón natural y suficiente para no hacer nada. Conclusiones: El inútil es un hombre para olvidar porque experimentar todo el tiempo impotencia te va a hacer pasar mucha mala sangre y las cremas antiarrugas cuestan una fortuna.

4) El inmaduro Es una especie altamente extendida, se han encontrado ejemplares en los hábitats más variados. Se lo puede reconocer fácilmente después de diez minutos de charla. Se han logrado identificar tres niveles: El inmaduro leve: esta subespecie presenta los eventos inmaduros menos frecuentes y graves. Algunos ejemplares la manifiestan pasando un período no muy prolongado (1-3 horas) jugando a la play station o exigiendo alimentos no habituales para un adulto (como golosinas o chocolatada).

 

El inmaduro moderado: cada tanto un berrinche o un planteo infantil; algunos incluso prefieren hipotecar su casa antes que vender sus mugrosos autitos de colección o sus muñecos de Star Wars. El inmaduro severo: discute con sulehijo detrampa cinco años mismoy,nivel. Lelo ofrece competencias imprudentes, hace para alganarle cuando consigue, lo humilla con festejos ridículos. Asimismo, un hombre puede presentar inmadurez intermitente (es decir, sólo episodios ocasionales) o persistente (es decir, más que ocasional). Se han conocido casos de mujeres que han logrado ser felices con ejemplares de esta tipología en grado leve y hasta se sabe de una que lo logró con un inmaduro moderado. Hasta el momento no se registra ningún caso de felicidad conviviente con los grados más severos. Conclusiones: Más allá de las excepciones expuestas, aconsejamos el olvido del hombre inmaduro dado que es más gratificante (y barato) adoptar una mascota malcriada.

5) El nene-de-mamá Muchas veces se presentan como un híbrido de la categoría anterior, El inmaduro. Consejo: Si no pudiste evitarlo y te enamoraste perdidamente de un hombre de esta clase, seducí primero a su mamá. Podés, por ejemplo, ir a visitarla una vez por semana y escuchar atentamente todos los chismes sobre sus vecinas, mirar con interés las fotos de cuando era chica y festejarle con entusiasmo su comida. Conclusiones: El nene-de-mamá es un hombre para olvidar porque, como su nombre lo indica, no es hombre sino niño, y por más maravillosa que seas, nunca vas a llegar ni a los talones de su progenitora.

 

6) El depresivo En las primeras citas puede hacerte creer que es simplemente tranquilo y/o ligeramente pesimista. Puede pasar que sus comentarios oscuros te resulten irónicos y suprofunda. falta de interés los placeres mundanos, una intelectual, Pero a en medida que vaya avanzando la actitud relación, te vas a dar cuenta de que te invita a cenar a su casa para no sacarse el pijama. Conclusiones: Rápido, olvidate del hombre depresivo antes de que te arrastre a su pozo.

7) El vividor También de «parásitos», ser hombres simpáticosconocidos y atentos.con En el unnombre alto porcentaje refierensuelen vocaciones de conducencia improbable (generalmente filoartísticas) y/o negocios riesgosos. Son soñadores, románticos y extremadamente serviciales; pueden, por ejemplo, ofrecerse a ocuparse de pagar las cuentas de la casa, gestionar un préstamo a nombre tuyo, entre otros. Conclusión: El vividor es un hombre para olvidar, a menos que estés dispuesta a vivir escondiendo los códigos de seguridad de tus tarjetas de crédito.

 

III. Hombres impropios (no enteramente propios, de una): generadores de sufrimiento «Mejor sola que mal acompañada», decía mi mamá. Los hombres de esta categoría, justamente, acompañan tarde, mal y poco: son como hologramas, no tienen consistencia real. Quizás logres que vayan con vos a una fiesta o te esperen en la antesala de un médico pero nunca estarán enteramente ahí. Dan la sensación de que tienen más apego hacia el celular que a vos. Mi mamá también decía: «Dime con quién andas y te diré quién eres». Por eso, atención señoras: estar con estos hombres habla más de vuestra autoestima que de ellos.

1) El desamorado Ideal para los climas cálidos. Cuando te abraza, es vientito de aire acondicionado. A simple vista puede dar la impresión de que es misterioso, tímido y/o canchero. Pero si a los seis meses de relación todavía no tuvo un gesto cariñoso, confirmado: estás frente a un ejemplar de desamorado. Conclusiones: Para olvidar, porque no lo vas a cambiar, como al hombre inmaduro.

2) El infiel Se lleva el celular hasta el baño, donde pasa más tiempo aún que vos; sus excusas por llegar tarde son sospechosas; el perfume de su camisa está bastante lejos de parecerse a cualquier enjuague de ropa; siempre tiene viajes o reuniones de trabajo y en las reuniones, sus amigos siempre hablan entrecortado delante tuyo y están incómodos. Conclusiones: No vamos a negarlo, también hemos escuchado el mito de que

 

existen mujeres a las que no les importa que su pareja les sea infiel y que son felices. Sin embargo, todavía no hemos conocido a ninguna.

3) El casado

Existen muchas técnicas para detectar un Casado. Una de las más fáciles es fijarse si tiene alianza (conviene chequear tanto en el dedo o en el bolsillo del saco). Conclusiones: El casado es un hombre decididamente para olvidar porque en el supuesto caso de que deje a su esposa por vos, nunca vas a tener la garantía de que ya no pertenece a la categoría anterior.

4) El enamorado-de-otra enamorado-de-otra Suelen ser amables y gentiles. Son los amigos ideales, nunca te hacen escenas de celos ni reclamos de atención. Su singularidad, sin embargo, reside en que nombran cinco veces por hora a la que es dueña de su corazón, que ni siquiera es tocaya tuya. Conclusiones: Es difícil, pero cierto, este es un tipo de hombre para olvidar. Hasta la más masoquista tiene que tener un límite.

5) El gay Muchos especímenes comparten peculiaridades con El enamorado-de-otra (hasta podríamos decir que es una subespecie de estos, dado que están o pueden estar enamorados de otro). Si bien muchos ejemplares son excelentes amigos, compañeros de trabajo divertidos y solidarios, conocidos simpáticos, tenés que entender que no les vas a resultar atractiva ni ahora ni dentro de diez años. Tampoco de veinte. Conclusiones: Hay que olvidarlos porque nunca se va a dar.

 

IV. El hombre-poco: los artistas de la insatisfacción (ajena) Es cierto que a esta altura de la vida ya no estamos esperando al hombre perfecto. Los modelos de las publicidades nos resultan un poco anodinos y los personajes de las comedias románticas de Hollywood nos parecen más bien aburridos. Pero elegir a alguno de la lista que sigue… ¡es definitivamente caer en el otro extremo!

1) El inseguro Quizás al principio sólo te parezca indeciso. No sabe si ir al cine o al teatro, si tomarte de la mano o hacerse el distraído, si llevarte a un hotel alojamiento o a su casa. Después, puede que creas que es extremadamente democrático y que esa manía de consultarte si pide un café o un cortado es una extraña forma de galantería. Más adelante, cuando te pregunte cada quince minutos si lo seguís queriendo, ya va a ser demasiado tarde: te involucraste con un inseguro. Conclusiones: El inseguro es un hombre para olvidar porque para que te hinchen los cocos ya tenés a tu mamá y a tu tía Elvira.

2) El sobreocupado Suele presentar las mismas características que El hombre infiel sólo que en esta clase de especímenes en lugar de tener otra (mujer), tiene otras (cosas): trabajo, deporte, amigos, actividades sociales, hobbies, hijos. Conclusiones: El sobreocupado es un hombre para olvidar porque ni en vacaciones va a tener tiempo para vos.

 

3) El avaro Es extremadamente fácil detectar a los hombres pertenecientes a este grupo, sólo hace falta un ojo bien entrenado. Son aquellos que en la primera cita discuten conlugar el mozo porla 15 pesos o le piden al taxista que los deje en la esquina en de dar vuelta manzana. Conclusiones: Más vale olvidar a este tipo de hombres porque un amarrete es amarrete con todo: con la plata, con el afecto, con el placer…

4) El egoísta Estrechamente emparentados con los hombres de la categoría anterior (ver El avaro), se diferencian principalmente en el foco de su incapacidad para compartir. Por ejemplo, el avaro no te hace regalos caros por no gastar, El egoísta tampoco pero por otra razón: ni se le ocurre pensar en algo que no sea en él mismo. Conclusiones: Ídem categoría anterior.

5) El impotente Es importante aclarar que los hombres de esta especie son excelentes fuentes de ansiedad, insatisfacción y baja autoestima. Es difícil detectarlos antes de llevarlos a la cama, pero aconsejamos sumo cuidado si presenta manos sudorosas, pelo graso, tiene un auto modelo 98 y se llama Raúl. Conclusiones: Para olvidar, porque con un oso de peluche, una buena suscripción en Netflix y dos grupos de whatsapp lo reemplazás muy bien.

 

V. Hombres peligrosos Hay chicas a quienes les encanta producir adrenalina y salir de su área de confort. De esta forma, se ponen a prueba con deportes extremos como el salto en paracaídas o el motocross. Otras mujeres prefieren la aventura y deciden explorar sus propios límites realizando un viaje de miles de kilómetros por ruta con menores de tres años, suegra y mascotas ansiosas. Es cuestión de gustos y la idea de esta guía no es de ninguna manera andar criticando cómo decide divertirse cada una. Pero en una cosa nos vamos a poner muy firmes: si te cruzás con un hombre de esta categoría, rajale. Es más seguro bucear con tiburones.

1) El posesivo-controlador posesivo-controlador Les molesta que vayas a terapia («qué tenés que andar contando nuestras cosas a extraños»); te proponen que dejes tu trabajo así te mantienen, y a todas tus amigas les encuentra un defecto (y una razón para que dejes de verlas). Conclusiones: El posesivo-controlador es un hombre para olvidar. Si bien en algún momento frágil de tu vida puede hacerte sentir querida y cuidada… ese momento será efímero, muy efímero.

2) El turbio Nunca sabés en qué anda, de dónde saca tanta plata ni cómo hizo para comprarse esa Ferrari o pagar la fiesta a puro champagne en Punta del Este. Un día te pide la SUBE prestada para tomarse el 60 a las tres de la mañana y al otro, te pasa a buscar en un BMW. Decididamente no es una persona transparente.

Conclusiones: El turbio es un hombre para evitar. Y si no lo evitaste, es hora

 

de que lo olvides porque nunca se entiende bien en qué anda y, sobre todo, nunca se sabe en qué te puede meter.

3) El mafioso

Comparte con la categoría anterior (ver El turbio) la particularidad de no dejar bien en claro de dónde consigue el dinero. A diferencia de El turbio, esta clase de hombres no suele ser abiertamente ostentoso. En ocasiones puede estar acompañado de personas dudosas, aunque no muy habitualmente, dado que el mafioso tiende a separar le donne della famiglia de los negocios. Conclusión: Mejor olvidar al hombre-mafioso, yo sé por qué te lo digo.

4) El violento Sólo los ejemplares más básicos demuestran su condición al poco tiempo de tratarlos. Una pista para reconocerlos puede ser si les gustan sólo las series, las películas y los deportes violentos. Un indicio más claro puede ser que tenga denuncias de parejas anteriores (aunque él las describa como locas desahuciadas, mejor no le creas). Conclusiones: Olvidá al violento, aunque seas cinturón negro en karate y/o tengas tres hermanos rugbiers, sigue siendo muy peligroso.

5) El psicópata Es una de las tipologías más difíciles de detectar a tiempo, antes de ser víctima de su ataque. Incluso después del mismo, muchas mujeres dudan. Conclusiones: No hay que involucrarse con hombres de este tipo, pero si lo hiciste, olvidalo. Es simple: merecés ser feliz.

 

6) El hombre-trampa Es una versión más refinada (y aún más peligrosa) de la categoría anterior (ver El psicópata). A simple vista puede parecer maravilloso, un perfecto caballero. Te compra regalos increíbles, «adivina» todos tus deseos, te invita a lugares fantásticos, no te deja pagar ni los pañuelitos en el quiosco y está atento hasta en los detalles más inesperados. El enamoramiento te dura hasta que te das cuenta de que puso micrófonos en tu casa, te instaló un chip en el celular y le pagó a un detective para que te siga. Conclusiones: El hombre- trampa es un hombre para olvidar porque en cuanto bajes la guardia, te va a cobrar todos esos detalles fantásticos con intereses.

 

VI. Daños colaterales Quizás haya gente que nos acuse de imposibles de satisfacer, de inconformistas y hasta de tener poco sentido de la realidad. Tal vez tengan razón, pero no por eso vamos a dejar de advertirte de los inconvenientes que pueden resultar de los tipos de hombre que detallamos a continuación.

1) El hombre-qu hombre-que-cocina-demasia e-cocina-demasiado-bien do-bien Hizo cursos de coctelería, repostería alemana y pastelería vietnamita. Tiene su cocina llena de artilugios inauditos: diversas cacerolas, moldes para horno y batidores de varios tamaños, una colección de cuchillos de materiales insólitos, amplísima variedad de especias e ingredientes y, sobre todo, unas ganas bárbaras de mimarte y hacerte probar sus mejores platos. Conclusiones: Mejor que olvides a este hombre, vas a engordar como una ballena.

2) El hombre-qu hombre-que-tiene-demasiado e-tiene-demasiado-buen-gusto -buen-gusto Se visten maravillosamente, su casa-divina está en una zona bárbara. Todo lo que hace es irreprochable: desde elegir el vino hasta encontrar el mejor rincón de ese restaurante. Tanta perfección es sospechosa… ¿qué se trae entre manos? Conclusiones: Este sujeto es para olvidar porque vos, que siempre fuiste una pinturita, vas a ser la grasa de la pareja y no le vas a poder reclamar siquiera eso.

3) El hombre-qu hombre-que-tiene-la-familia e-tiene-la-familia-perfecta -perfecta

 

No es sólo una cuestión de afecto o de llevarse bien, él forma parte de una familia donde todos los miembros (sin excepción) son macanudos, no tienen defectos insoportables (no insistas: la alergia al polvo de la madre o la afición a los bonsais del padre no cuentan como defectos). En comparación a la suya, tu familia es impresentable: tu mamá habla mucho y le encanta meterse en la vida de los otros; tu papá (mal que te pese) pertenece a alguna de las categorías listadas más arriba, y tus hijos de matrimonios anteriores son bastante maleducados (seguro que salieron al padre). Conclusiones: Estos son sujetos para olvidar porque con el panorama descripto más arriba, adiviná quién va a sentir una culpa espantosa por elegir festejar todas las fiestas en casa de tus suegros.

4) El hombre-qu hombre-que-está-demasiadoe-está-demasiado-bueno bueno

Cuando van caminando por la calle, se dan vuelta a mirarlo no sólo las colegialas y las matronas sino también los señores y los muchachitos. Puede que toda esta gente, después de regodearse con el rostro y la figura de tu amorcito, pasen a observarte a vos con una expresión asombrada e incrédula. Conclusiones: Lamentablemente, este también es un hombre para olvidar porque la linda de la pareja sos vos, y nadie más que vos.

5) El hombre-que-ronca Tal vez, mientras está despierto es un encanto y te hace reír y nunca le molesta que tardes cuatro horas en maquillarte y otras cuatro en elegir zapatos. Pero es muy difícil recordar todas esas virtudes cuando estás en la mitad de la noche tratando de dormir, con su concierto laríngeo-buco-nasal. Conclusiones: A menos que cuentes con un dormitorio extra donde refugiarte, olvidate del Hombre-que-ronca porque a esta altura las noches mal descansadas no se compensan ni con la mejor siesta ni se disimulan con el mejor cubreojeras.

 

VII. El más importante. El príncipe azul Es huérfano (por lo menos de madre) y tiene sólo hermanos varones. Es buen mozo pero no llamativo. Es bueno con los niños y las mascotas. Conoce el poder de los detalles, nunca se olvida de los aniversarios ni de qué clase de facturas son tus preferidas. Siempre levanta la tabla del inodoro. No teme demostrar sus sentimientos para con vos y siempre lo hace en el momento oportuno y de la manera justa. Tiene plata pero no es millonario. Le encanta su trabajo, pero más le encantás vos. Sus amigos son copados, pero no garrapatas. Te presta su saco cuando tenés frío y cuando estás resfriada, siempre tiene a mano un pañuelo de tela impecable. Nunca se queja ni critica a tu familia y es correcto con la abuela, la tía y también con la tía abuela. No le molesta cenar una ensaladita. Es comprador y carismático, pero nunca te quita protagonismo. Sabe plancharse las camisas. Conclusión: Hay que olvidarlo porque no existe.

 

TIPOS DE MUJER PARA OLVIDAR 

 

LOS GRANDES MITOS DEL AMOR  Inventario de frases escuchadas al pasar:  El amor es vida con alas.  El amor todo lo puede. Si hay amor, alcanza.  El amor no tiene límites.  Lo hice todo por amor.  Por amor hay que arriesgarlo todo.  El amor no exige nada a cambio. Sin amor la vida no tiene sentido.  El amor es perderse en el otro.  Primero amo después existo.

Me pregunto en qué momento empezamos a repetir estas frases y a hacerlas propias. Frases de señaladores de libro, de tarjetas, de posteos de Facebook a las tres de la mañana cuando el desaliento nos mostró una vez más en una oración sencilla y corta que la obstinación tiene recompensa. Me pregunto en qué momento recibimos esta piedra filosofal de ideas equivocadas pero bien intencionadas. En qué estábamos pensando cuando nos lanzamos a la aventura de enredarnos con alguien que después formó parte del peor aprendizaje. Me pregunto si por un instante nos dimos cuenta de que éramos parte del problema. Me pregunto en qué momento comenzamos a adherir a ideas que fueron señaladas por otros como irrefutables, y si de verdad nos interesaría cambiar esas ideas por algo posible y real. Me pregunto en qué momento de la vida algunos comienzan a sospechar que no son verdades reveladas. Y por qué a otros nos cuesta tanto salir de la comodidad de no pensar por nosotros mismos. Me pregunto si esas frases no se levantaron en bandera de miedos ocultos, si no es hora de pensarlas de nuevo y de hacer algo bueno con eso.

 

Mitos Un mito es un conjunto de creencias socialmente compartidas sobre un tema determinado que no son necesariamente verdaderas ni están validadas científicamente. Se transmiten de generación en generación aunque varían con el tiempo y según cada cultura. Con respecto al terreno del amor, los mitos son múltiples pero decididamente absurdos, ideales, crueles y hasta engañosos. Se originan en la manera en que fuimos socializados hombres y mujeres para poder cumplir con los roles que se nos pide dentro de la sociedad. Sin duda, los mitos no hacen más que apoyar esos modelos arcaicos. La doctora en psicología Esperanza Bosch Fiol (profesora de la Universidad de las Islas Baleares, España) en su investigación sobre los mitos románticos, ha delineado un recorrido histórico que ayuda a entender el origen: «El amor es una construcción cultural que cambia a lo largo de la historia. En la Antigua Grecia, por ejemplo, la sexualidad y las relaciones sexuales (heterosexuales u homosexuales) estaban claramente separadas del matrimonio. En Roma, sucedía algo parecido. En la Alta Edad Media, amor, matrimonio y placer eran cuestiones diferentes y totalmente independientes. Entre los siglos XVI y XVIII, convivían el matrimonio de conveniencia, sin necesidad de amor, y el amor romántico. Pero será a partir del siglo XIX cuando surja el concepto de Amor Romántico que ha sobrevivido hasta nuestros días: matrimonio, sexualidad y amor romántico conviviendo en la pareja. Actualmente, la mayor parte de las personas piensan que el amor romántico es la razón fundamental para mantener relaciones matrimoniales y que “estar enamorado” es la base fundamental para formar una pareja y para permanecer en ella». Decididamente, los mitos del amor romántico influyen en nuestra manera de entender las relaciones, y pueden llevarnos a aceptar, a minimizar o a tolerar cualquier conducta de nuestra pareja, incluso las que nos lastiman, por temor a fracasar o a no cumplir con estos mandatos y expectativas. Muchas veces, derribando esos mitos, se logra deshacer un fondo violento verbal o hasta físico que sustenta algunas relaciones. Todos damos poracaso sobreentendido que aquellos conceptos verdaderos. ¿No es un error adherir a conceptos que se mayoritarios transmiten deson

 

generación en generación, sin aceptar el más mínimo cuestionamiento? Tal vez la sensación que se apodera de nosotros es sentir que alguien alguna vez se ocupó de pensar estos temas y sacó un par de conclusiones irrefutables. ¿Por qué sucede queylasobre idea el fundamental es creer que elyamor es un flechazo que teesto? deja Creo inmóvil que no se puede discutir menos accionar, sólo hay que dejarse llevar. Una mirada romántica permite que una mujer sufra, se sacrifique y hasta sea humillada estoicamente como arquetipo femenino, y que un hombre actúe de acuerdo a lo que se espera de él sin pestañear y que disponga de otras libertades socialmente aceptadas (aunque cada vez menos). En la gente esta creencia aún es muy poderosa. «El Romanticismo consagró la infelicidad como destino del amor», dice la filósofa Roxana Kreimer y lo ejemplifica con un texto de la literatura clásica,  Madame Bovary. Agrega: «La novela realista de Flaubert describió la infelicidad de la mujer burguesa educada en el romanticismo, y fue una historia arquetípica en la descripción de los efectos indeseados que la “educación para el amor” (bovarismo) suele tener en gran cantidad de mujeres. Flaubert valora el amor-pasión en su justo límite: no lo juzga omnipotente e incluso lo desmitifica por la frecuencia con que conduce a la desdicha al abrevar en ausencias, idealización y expectativas desmedidas». En las grandes frases de pedestal podemos ver cómo se refuerzan roles estereotipados para las mujeres y también para los varones. A ellas les toca ser pasivas, delicadas, frágiles e incondicionales, mientras que de ellos se espera que tomen la iniciativa, sean activos, fuertes, protectores, dominantes y no demuestren sus sentimientos. Estos «mandatos» los aprendemos desde la infancia, en las relaciones familiares, en los mensajes de los cuentos, las canciones, las publicidades, los medios de comunicación, y en infinidad de lugares. Así se justifican y se reproducen socialmente, en parte, las relaciones de poder desiguales que existen entre mujeres y varones. Por eso no debemos olvidarnos de que la desigualdad es el origen de la violencia. En ninguna pareja hay una persona más importante o mejor que la otra. Después de hacer entrevistas durante mucho tiempo, y de escuchar historias, algunas muy dolorosas, de relatos sufrientes llenos de detalles demoledores, tengo la sensación de que existe un podio de mitos que se construyen alrededor de los vínculos. Hay creencias que se transmiten de generación en generación. Y no es un

 

dato menor porque son las promotoras de actos y comportamientos. Actúan como máscaras que nos permiten desarrollar un papel y ser aceptados por los demás. Creo que da mucho miedo vivir sin esas máscaras porque nos dan contención seguridad, nos agilizan losque movimientos pero la también impiden serycomo de verdad somos, ya sólo proyectan imagennos de seres siguiendo a la manada. Nos alejan de la oportunidad maravillosa de sentirnos libres y de poder manejar muchas posibilidades con todo el riesgo que eso significa. Por eso adherimos a las más votadas y tratamos de cuadrar en ellas sea como sea y a cualquier precio. Son los lugares comunes donde cualquiera se aloja y se atasca porque parecería que hay que estar «a tono». Pertenecer tiene su privilegio y sus desventajas. Las ideas que tenemos no sólo determinan nuestra forma de pensar sino también de vivir, y de allí su trascendencia. Les propongo que revisemos algunas ideas que damos por sobreentendidas y que son verdades consagradas.

El Príncipe Azul Olvídate del príncipe azul, búscate un lobo feroz que te vea mejor, te escuche más y te coma mejor.

MARIA FÉLIX Una amiga de mi madre una vez me dijo: «Si el príncipe azul no aparece, entonces agarrá un hombre y retorcelo hasta que se ponga azul». Más allá de la ironía, sentí que en el fondo esa búsqueda existe en la mayoría de las mujeres aunque no lo admitan jamás y pregonen la importancia de encontrar una persona que acompañe su desarrollo profesional y económico por sobre otras cuestiones. Todos recordamos a esas tías y abuelas buscándole un candidato potable a la soltera de la familia, un hombre bueno y trabajador que atesore en lo

posible una buena posición económica para reaseguro de la estabilidad

 

familiar. Costumbre que hoy he visto cómo se repetía en mujeres profesionales jóvenes y exigentes, cuyos parientes ensayan denodados esfuerzos para que por fin «enganche» algo acorde a las expectativas de la gente que la quiere bien. El príncipe azulyesseuna creencia que tiene origen de en que los cuentos los hermanos Grimm, refiere a la ilusión femenina en algúndemomento de su historia conocerá a su príncipe y con él llegará el fin de sus sufrimientos y el advenimiento de una vida armoniosa y feliz para siempre. Desde temprana edad, existe esa fantasía de ser despertadas con un beso por un hombre de ensueño que cambie nuestra vida para siempre. Que cumpla con un ideal lejano de encantamiento varonil que nos haga imaginar que él llegó para resolverlo todo y que ningún daño es posible si permanece a nuestro lado. Como una suerte de vigía que se desvive por nuestra entera felicidad, casi a costa de la suya y alejado de cualquier cotidianidad. Es una idea que parte de la base de que ese príncipe —por su condición de serlo— es mejor que nosotras, y hará todo lo posible por acondicionarnos para estar a la altura de las circunstancias. La espera del Príncipe Azul está relacionada con una ilusión infantil muy arraigada que representa la necesidad de los niños que buscan refugio paternal cuando reconocen la debilidad de sus propias fuerzas y los invade el miedo. Hoy podemos verlo en mujeres con baja autoestima que no ven al otro como un par, sino como alguien superior con el cual se establece una relación asimétrica cuyo esquema es: «El hombre puede, la mujer no puede». Como vimos anteriormente, es un mito que tiene vigencia cuando escuchamos decir «Ojalá te enganches un buen candidato». Consejo de madres, abuelas y también de tías que se quedaron «para vestir santos» y que ansiosamente añoran cumplir su deseo a través de las nuevas generaciones. Y una se encuentra de pronto en el centro de todas las miradas familiares, para ver de qué modo resolvemos los deseos ajenos. Asimismo, habría que analizar si ese rol de héroe que quieren encajarles a los hombres, se condice con lo que ellos esperan de una relación. ¿No es demasiado peso emocional cargarlos con semejante título de nobleza? Ser hombre en estos tiempos no es nada fácil, sobre todo en una cultura que les demanda un alto nivel de exigencia, por lo que es esperable que se sientan desconcertados. El desafío sería aprender a vivir la vida con un estilo menos romántico,

 

pero igualmente intenso, creativo y de profunda conexión, sin el decorado de contextos infantiles tan propios de la literatura y tan alejados de la realidad, que impiden que podamos amar a alguien en lo cotidiano, en su integridad humana y tangible de virtudes y sobre todo de defectos. Los superhéroes pertenecen a la ficción.

Cuanto más te hace sufrir, más te ama  Me enamoró con cada palabra, me destrozó con cada acción.

FRIDA KAHLO En principio, escuchar esta afirmación unaaquella relación tóxica, ya quealamarte implica castigarte opodríamos maltratarte.describir Recuerdo vieja frase de «porque te quiero te aporreo». Todos sufrimos por amor, andamos con el corazón arrugado y seguro tenemos más de una historia para contar. Sin embargo, creo que el sufrimiento en el amor no es una constante, es una posibilidad pero no una certeza. El amor sincero no duele. Nunca. Consultado sobre este mito, Nicolás Isola, filósofo y doctor en Ciencias Sociales, hizo un aporte fundamental sobre las dimensiones y los límites del sentimiento más universal. «Creo que la idea cristiana del amor ha influenciado mucho en que consideremos que para amar hay que sufrir. Darlo todo parece ser el gran rasgo del amor. Y a veces darlo todo es dar de más, es un error. Hay momentos en que dar todo significa desaparecer, callar, incluyo ayudar no haciendo nada. »Ese amor que implica tener que ser desgarrado no es el amor real que existe por ejemplo en la Biblia, como gran libro de la tradición cristiana. En muchos momentos, Jesús pone límites o no hace lo que le piden. Ahora, en vez de quedarnos con esa forma del amor que es saber preservarse y reconocer las propias necesidades e incluso poner márgenes al amor invasivo de otros, nos quedamos solo con la imagen de la cruz: dar la vida. »Esas imágenes han trascendido el ámbito religioso y han impregnado nuestra cultura. Pensemos en la imagen de la madre que debe soportarlo todo

y darlo todo porque eso

supuestamente

es ser una buena madre.

 

»Hay que tener cuidado con estos estereotipos absolutistas que buscan el todo. El amor es siempre una medida, una contraparte. Si el amor es unidireccional, algo debe ser revisado. Hay amores de pareja que son el 80% versus el 20%, lo cual pone en juego una “despareja”. En general, ese individuo que que poneimpide el 80%lano quiere que el vaya:relacional, el amor puede una extorsión fuga, se trata deotro una se coima pago ser esto para que me dejes tu presencia». Todos nosotros somos sujetos heridos por nuestra historia y abiertos a deseos infinitos. En ese sentido, nuestra capacidad de desear es inmensa, de modo que tendemos a querer amores que completen esas carencias multiformes. Por eso es tan importante trabajar nuestras carencias y necesidades: para no ser el talismán de otros carentes que nos agarren (sí, con garras) para colmar su insatisfacción. Y asimismo no pedirle a los otros que compensen las carencias de nuestra infancia, adolescencia o adultez. El otro no es un ser para mí, es un ser para sí mismo. C. S. Lewis, autor de Crónicas de Narnia en un libro bellísimo que se llama Cartas del Diablo a su sobrino dice que el Diablo piensa «que todos sean yo». Ese deseo de completarse con el otro es terrible y lastima mucho. Lamentablemente, en esta sociedad se habla poco de estas cosas y de los modos perversos del amor. Cada vez que me apropio de otra persona, de algún modo estoy tergiversando la sanidad de un buen vínculo. «Que vos seas vos».

La media naranja  La fusión de dos personas en una da como resultado dos medias  personas.

WAYNE DYER El origen de esta frase se remonta al año 380 a.C., cuando el filósofo griego Platón escribió uno de sus diálogos más notables,  El banquete, obra en la que el personaje Aristófanes (inspirado en el famoso comediante) proclama uno de los discursos más pintorescos de este texto. Aristófanes habla sobre el mito de la creación: había tres géneros, masculino, femenino y andrógino.

Los seres que pertenecían a esta última clase eran redondos, con cuatro

 

brazos, cuatro piernas, dos caras en la cabeza y, por supuesto, dos órganos sexuales. Estaban unidos por el vientre. Eran seres tan terribles por su vigor y fuerza que quisieron atentar contra los dioses. Pero Zeus no podía destruir la raza humana, por lo que los castigó partiéndolos por la mitad. Los andróginos fueron partidos dosmitad. y quedaron separados desde entonces, por lo que una mitad busca a suenotra La creencia de la media naranja se basa en la fantasía de que el otro viene a completar lo que nos falta, en la idea de que todos tenemos una «pareja ideal» que está predestinada para nuestra vida, como si no hubiera ninguna elección posible. Un malentendido que puede llevar a pasar el umbral y así permitir cualquier conducta de la «otra mitad» porque «es la pareja que me tocó». ¡Peligro! Este mito, además, fortalece la idea de que estamos incompletos hasta que no encontramos un gran amor que ocupe «la otra mitad» (aquello que nos falta), para sentirnos plenos. Nos hace creer que la solución a nuestros problemas y desarrollo personal está fuera de nosotros, está en otra persona que nos hará completos. De esta manera, nos vemos a nosotros mismos como la mitad de algo, y buscamos a alguien que cierre ese círculo para alcanzar la felicidad eterna. Entonces, es válido preguntarnos si dos seres incompletos pueden lograr la completud o, por el contrario, si aumentan esta condición de «faltante», o si dos seres incompletos se convierten en la suma de dos mitades. Matemática pura. ¿Y cómo ubicamos la idea de alma gemela? Algunas personas se llevan tan bien, que cuando están juntos sienten que el mundo desaparece; ellos son el mundo. Experimentan una conexión tan extraordinaria y alcanzan un nivel tan sublime, al mirarse o apenas tocarse, que no hacen falta las palabras. Da mucha ilusión pensar que a cualquiera le puede pasar ese encuentro único y mágico. Prefiero pensar, sin embargo, que ese encuentro no se trata de fundirnos el uno con el otro para ser uno solo, sino que en la medida en que podamos complementar nuestras diferencias sin querer cambiar al otro y respetar nuestra individualidad, enriqueceremos el vínculo y todo se volverá más mágico. Ciertamente, los miembros de una pareja se unen para completarse por sí mismos, siendo su motor la unión y la relación con su pareja. Pero no se completan sumándose. No se trata de fusionarse con el otro sino de caminar y crecer en paralelo, uno al lado del otro.

crecer en paralelo, uno al lado del otro.

 

Por eso, uno de los problemas de adherir a este mito es que si consideramos al otro mi «media naranja», nos veremos del mismo modo y dependeremos del otro para estar bien. Es sorprendente cómo mucha gente busca una pareja para no estar sola. En vez de fluir enestán una relación, inseguridad si no solos. creen que podrán resolver sus problemas de Convengamos en que la soledad necesita ser despojada de todo tinte dramático, ya que no es más que una parte de la condición humana que debemos entender y aceptar. Cuando aprendemos a estar solos y exploramos nuestra individualidad, descubriendo zonas ocultas, aceptando nuestros miedos y asumiendo que nuestro bienestar depende principalmente de nosotros mismos, somos más autónomos y podemos unirnos a otros libremente, sin depender de ellos para nuestro propio bienestar. Cuando dependemos del otro para sentirnos bien, en el fondo estamos esquivando nuestra propia responsabilidad, cargando al otro con un sobrepeso o una mochila muy pesada de llevar. Si no me quieren o no me siento querido como yo quisiera —si el otro no responde a mis expectativas  —, me sentiría mal y es probable que culpe al otro por mi malestar. malestar. De esta manera, se podrían desarrollar conductas poco saludables para uno mismo y para la pareja. Hace poco tiempo leí esta frase: «El amor es nuestro verdadero destino. No encontramos el sentido de la vida por nuestra cuenta, lo encontraremos unto a alguien» (Thomas Merton). Propuesta ambigua y complicada. En el más amplio sentido espiritual, tiene su asidero y comparto la dimensión trascendente del encuentro, de lo que en verdad significa, la profundidad y dimensión que le da sentido. Pero cuando este tipo de frases se manipulan y se sacan de contexto y sólo se dirigen al encuentro amoroso, las considero peligrosas porque se inscriben en la misma línea de creer que mi destino y mi felicidad sólo van a ser posibles si estoy acompañado. Si practicamos el autoconocimiento y, desde lo individual y propio le damos un sentido a nuestra vida, podremos relacionarnos con otra persona y sumar su visión del mundo a la nuestra. Visiones a veces similares y a veces distintas pero siempre complementarias.

 

Cuanto más te celan, más te aman Se sufre de dos clases de celos: los del amor y los del amor propio.

FIÓDOR DOSTOIEVSKI El celoso no sufre por lo que ve, sufre por lo que se imagina que puede suceder. Es un hacedor de imágenes y sonidos. Busca donde no hay y escucha lo que nunca se dijo. ¡Ay, si entendiéramos que en definitiva cada uno está donde quiere estar! Los celos y el amor están absolutamente enlazados ya que cuando se ama se vive en cierto estado de alerta y observando de cerca al otro. Los celos en pequeñas dosis son sentimientos naturales y hasta románticos siempre que no le abran la puerta al sufrimiento. Pero cuando se siente un miedo incontrolable por perder al otro y los celos sobrepasan en intensidad y frecuencia los límites, estamos frente a un problema. En una medida baja y tolerable, los celos habitualmente se consideran una demostración de afecto e interés. «Si me cela, es porque me ama y quiere estar conmigo». Y esto puede ser así en muchos casos y en cierta medida. El problema se produce cuando esto se convierte en la dinámica de la pareja y los celos pasan a ocupar un lugar central dentro del vínculo. Detrás de los celos, se esconde la falta de confianza. La confianza es un pilar fundamental que tiene que existir en cualquier relación, es la base y el vínculo debe descansar sobre ella. Si la confianza no existe o está dañada, la pareja se resiente. Para que una persona pueda confiar en otra, primero tiene que haber confiado en ella misma. Desde este punto de vista, lo mejor que le puede pasar a una relación es que exista confianza, que permite que ese vínculo no presente incertidumbre, que sea seguro y que también pueda construir y proyectarse. Distinto es cuando hubo un episodio de infidelidad o de traición en la pareja y las sospechas empiezan a incrementarse y no se pueden superar. Los fantasmas acechan a cada momento y son muy difíciles de controlar. Algunas, han naufragado en este intento; otras, han recompuesto su camino. Otro aspecto de los celos es su relación cercana con el control. Los celos patológicos terminan siendo una característica de los controladores y estos,

muchas veces, consideran que las personas son de su propiedad. Como si mi

 

pareja fuera una cosa de la que yo puedo disponer cuando quiero y como quiero. El amor como posesión. Hay un dicho que dice que el amor es buscar la felicidad del otro. En esta perspectiva, parece difícil que el otro sea feliz siendo celado y controlado, sino lo contrario. Más bien diríade que más me confía en mítodo y además me considera objeto sucuanto propiedad. Estecela, mitomenos es peligroso porque presenta como bueno algo que en realidad es malo y nocivo para cualquier pareja. La única forma de ver algo malo como algo bueno es que yo necesite hacerlo. Es decir, valorar los celos como algo positivo porque necesito sostener esa pareja, y que se deba a las carencias afectivas de alguno de ellos. Definitivamente, los celos desmedidos no son signos de amor (o están lejos de ser señales de amor).

Con el amor alcanza, o el amor todo lo puede  A veces necesito lo que sólo tú me puedes dar: tu ausencia.

ASHLEIGH BRILLIAN Este es un mito que circula con frecuencia y pocos se animarían a cuestionar porque aparece sellado a fuego en muchas personas. Es creer que en el caso de un matrimonio que dice amarse, se presente alguna dificultad, el amor «mágicamente» lo resolverá. En este mito se le atribuye al amor capacidades superlativas que pueden hacerle frente a cualquier problema que surja. Una variante de este mito es también «el amor todo lo tolera, todo lo acepta y todo le parece bien». Se origina en creencias religiosas y se extiende al amor de pareja. Entonces, si los integrantes de una relación se aman, no necesitarían capacidad de negociación y adaptación, tampoco asertividad y empatía, y mucho menos una buena comunicación. Este mito deja todo en manos del amor. Sobre esta idea, el licenciado Sebastián Girona, psicólogo clínico, fijó su postura a partir de las experiencias que ha tenido en su consultorio como

terapeuta de parejas:

 

«El mito también es reduccionista ya que deposita la suerte de la pareja en un solo factor. Simplifica demasiado la vida de pareja. Las relaciones humanas son complejas y muchas veces personas que se quieren no pueden estar juntas. Dos personas pueden quererse pero, a pesar de eso, también pueden querer la vida caminos diferentes. Es indudable que si existe amor en transitar una relación haypor muchas cosas que se facilitan y en ese sentido contar con eso será un aspecto muy importante para una relación. Pero lo malo del mito es que exime a la pareja del trabajo que se tiene que realizar en un vínculo. El riesgo de creer en ese mito es dejar de pensar que, nadie más que nosotros, como integrantes de la pareja, somos los responsables de cuidar el vínculo. Para que una pareja sea exitosa (entendiendo por exitosa que perdure en el tiempo con bienestar psicológico y afectivo) los dos deben querer y poder trabajar cuestiones del vínculo y también aspectos individuales. Además de todo esto, el mito frustra porque alguien se puede preguntar ¿por qué si nos amamos, igual la pareja no funciona? »La clave para entender que un mito así le hace mal a una relación tiene que ver con la categoría absoluta que contiene: TODO. Entonces el amor puede combatir y ganarle a TODO. Va a poder contra una infidelidad, contra el maltrato, la falta de respeto, el destrato, con la falta de apoyo, etc. La categoría absoluta le atribuye al amor una omnipotencia que en general no tiene. Otra de las claves de este mito es su relación con el pensamiento mágico. Entonces, si existe algún problema en la pareja (algo que seguro ocurrirá en algún momento) no se sabe cómo pero el amor lo resolverá de alguna forma. »Que exista amor en la pareja es una condición suficiente y muchas veces, como tal, una condición muy difícil. Pero sabemos también que además de la condición suficiente también se necesitan condiciones necesarias y, en ese sentido, el respeto, el diálogo, la tolerancia, el registro del otro, el poder potenciar al otro, entre otras cosas son condiciones necesarias además de la condición suficiente. »Sería idílico que sea cierto pero lamentablemente el amor no puede con todo y muchas veces para una pareja no es suficiente con amarse. Esto queda evidenciado en muchos ejemplos de relaciones que se terminan, se siguen queriendo pero no pueden permanecer en la relación».

 

Si te ama, nunca será infiel «No te fui infiel, sólo te busqué en otros cuerpos», le contestó.

Para Federico Andahazi, no se pueden establecer leyes generales en el amor ni tampoco en el sexo. Hay quienes sostienen que el amor y el sexo van por el mismo camino y son inseparables, y hay quienes dicen lo contrario. La fidelidad, en última instancia, tiene que considerarse desde el punto de vista del contrato tácito o explícito de cada pareja. Ahora bien, él sostiene que no se puede exigir fidelidad si uno no la sostiene con sus dichos y sus actos. Personalmente, siempre me llamó la atención que la palabra infidelidad se parece mucho a infelicidad y si se ambas se pronuncian en forma rápida, pueden incluso confundirse. En verdad, de la mano; la infidelidad asociada a la traición, a la mentira y a unvan desengaño. Cuando amamos aestá alguien, también implícitamente lo estamos eligiendo desde la exclusividad emocional y sexual, y no ser correspondidos en ese deseo produce infelicidad. ¿Acaso es posible amar a una persona y desear a otra? ¿Es posible sentirse atraído eróticamente por una persona que no es nuestra pareja? Sí, por supuesto es posible que esto suceda y eso lo convierte en un pensamiento inquietante que hay que desechar. Para todos es intranquilizador pensar que aun bajo el fogón amoroso, nuestra pareja se puede distraer con algún chispazo. Creo que se puede tener un vínculo amoroso con alguien pero eso no nos inmuniza de los encantos ni de las atracciones externas. Los lugares de trabajo son el mejor ejemplo porque la estadística los señala como el ámbito más sensible para ser infiel. ¿Será porque allí se produce el efecto submarino, donde pasamos muchas horas con personas ajenas a nuestro círculo familiar e íntimo, donde compartimos horas, alegrías, tristezas, todo lo que nos pasa cotidianamente? Esos compañeros de trabajo terminan conociendo nuestra vida, a veces se convierten en cómplices frente a un jefe exigente y demandante. Si hay buen humor, mucho mejor; la risa atrae, es un gran afrodisíaco que nos une con personas que antes no habíamos registrado y ahora nos interesan.

Y así, de a poco, vamos hilvanando un poco en broma y un poco en serio

 

una relación. Sin darnos cuenta, vamos creando la oportunidad del encuentro casual y si ese compañero o compañera reparó en un corte de cabello nuevo, o se fijó en un pantalón que hace mucho que no usamos e hizo comentarios elogiosos, se vuelve casi irresistible. Una tentación. Una oportunidad. Un peligro o una salvación, cuando se necesita romper pero no se puede comunicar y se van dejando pistas para que eluna otrorelación las descubra. Lo cotidiano se vuelve mágico para los ojos del que está distraído. Es un uego provocativo de efecto y respuesta inmediata. Así uno comienza a sorprenderse con las propias reacciones, ya que alguien que era un simple compañero se transforma en destinatario de confesiones y risas. Todo lo que pasa en el trabajo es ajeno al resto del día: la pasión por lo que a uno le gusta hacer, el esfuerzo, la contención cuando no tenés un buen día, el compañerismo lo es todo. Mucha gente está convencida de que el amor les provee de una armadura a prueba de encantos y los hace inmunes a la infidelidad. Insisto: la fidelidad es un acto de la voluntad y de decisión. Por supuesto que es mucho más difícil ser fiel que no serlo. Para eso se necesita evaluar los riesgos y las pérdidas, pensar si a pesar de eso uno está dispuesto a no perderse la aventura, o en virtud del vínculo que uno ha construido correrse del juego.

 

BIBLIOGRAFÍA

Barthes, Roland, Fragmentos de un discurso amoroso, Siglo XXI Editores, México, 1998. Beauvoir, Simone de, La mujer rota, Sudamericana, Buenos Aires, 1974. Bosch Fiol, Esperanza, Del mito del amor romántico a la violencia contra las mujeres en la pareja. Investigación para la Universidad de las Islas Baleares, España, 2014. Faur, Eleonor y Grimson, Alejandro, Mitomanías de los sexos. Las ideas del siglo XX sobre el amor, el deseo y el poder que necesitamos desechar  para vivir en el siglo XXI . Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 2016.  Por qué amamos. Naturaleza y química del amor romántico, Fisher, Helen,Ediciones Santillana Generales, Madrid, 2004. Fromm, Erich, El arte de amar, Paidós, Buenos Aires, 1985. Galán Santamaría, Enrique y Pérez Piñó, Ignacio, Gastronomía de las drogas. Usos y consumos, Zero Ediciones. Bilbao, 1979. Höfner Eleonore, Die Kunst der Ehezerrüttung, Rowohlt Verlag Gmbh. Reinbek bei Hamburg, 1993. Kreimer, Roxana, Falacias del amor: ¿Por qué anudamos amor y sufrimiento? Paidós, Buenos Aires, 2005. Kübler-Ross, Elisabeth, On death and dying, The Macmillan Company, Nueva York, 1969. Lacolla, Fabio, Amores tóxicos, reflexiones sobre el uso indebido del amor, Galerna, Buenos Aires, 2015. López Rosetti, Daniel, Ellas. Cerebro, corazón y psicología de la mujer, Planeta, Buenos Aires, 2016. Riso, Walter, Amar o depender. Cómo superar el apego afectivo y hacer del amor una experiencia plena y saludable, Norma, Buenos Aires, 2003. Riso, Walter, Ya te dije adiós, ahora cómo te olvido , Planeta, Buenos Aires, 2016. Rojas, Enrique, Remedios para el desamor, Planeta, Buenos Aires, 2008.

 

AGRADECIMIENTOS

A mi familia: Marta, mi mamá superpoderosa, mi hermano Martín. A Trinidad, mi niña, a su papá Fernando y a Carlos Pérez-Villamil. A Paula Pérez Alonso, mi editora sabia y paciente, por acompañar el proceso con las palabras que uno necesita escuchar. A Jorge Fernández Díaz por su confianza sostenida, por todo lo que me enseñó y mucho más. A Jorge Lanata, por el desafío y la generosidad. A Renata Marinelli, por su colaboración periodística y las charlas. A Alberto Ure, maestro e inspirador. A Dubois, de mi Radio profesor de Letras soñado. A Rubén las autoridades Mitre, siempre. Gracias a María Laura Santillán, Sebastián Girona, Federico Andahazi, Nicolás Isola, Ismael Paco Hasse, Don Vilanova Botafogo, Marcelo Zlotogwiazda, Arnaldo André, Leonor Miniño, Georgina Hutmacher, Rubén Campanella, Beatriz Gallano, Susana Navarro, Susana Larregui, Maitena Aboitis, Juan Pablo Skrt, Jimena Latorre, Olga Erntz, Andrea Ruso, Las Guapas, Los ViriViri. Y a los psicólogos que me ayudaron a hacer de mi vida algo feliz.

 

¡Seguinos!

 

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