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CÓMO
NO SER ELEGIDOS EN UNA SELECCIÓN DE PERSONAL (y viceversa)
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José Luis Múgica Melgar
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© copyright. José Luis Múgica Melgar. 2011 Queda totalmente prohibida, sin la autorización del titular del “copyright”, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático.
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INDICE -‐Advertencia
pag. 7
-‐Consejos de urgencia para ser rechazados pag. 9 -‐El proceso de selección clásico
pag. 21
pag. 31
-‐Currículos y otros papeles
-‐La temida entrevista pag. 49 -‐Típicas preguntas del seleccionador pag. 89 -‐Hipotéticas preguntas del candidato pag. 111 -‐Final pag. 115
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-‐¿Desea usted hacerme alguna pregunta sobre el trabajo o sobre la empresa? -‐Pues si. ¿Cuándo cogeré mis vacaciones?
Esta es una buena pregunta para, sin más complicaciones, conseguir ser rechazado en una selección de personal. Pero sin duda hay otras muchas maneras con las que se puede lograr eficazmente la misma finalidad. No es difícil ni complicado. Se puede conseguir con un mínimo de esfuerzo. Por si pudiera existir algún despistado que no tiene clara esta cuestión, en las siguientes páginas -‐entre otras cosas-‐ expondré un muestrario de situaciones, diálogos y presentaciones que sirvieron para que sus actores fueran rechazados como candidatos a un puesto de trabajo. 7
Es posible que algunas situaciones resulten inverosímiles. Por haber sido testigo de la mayoría de las mismas, puedo afirmar que todas son auténticas. Este libro que ha caído en sus manos puede ser útil para evitar cometer errores y para aclarar algo las ideas de quienes sin, o con poca, experiencia en estos asuntos vayan a participar como candidatos en una selección de personal. Como he dicho, se expondrán conductas que, por su improcedencia, produjeron que los candidatos no fueran elegidos en procesos de selección de Personal. De ahí el título del libro. Pero también, se comentarán actitudes que resultaron eficaces para conseguir un trabajo. Por eso el libro incorpora en su título las palabras “y viceversa”.
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Consejos de urgencia para ser rechazados. ¿Porqué algunas preguntas y expresiones son muy eficaces para ser rechazado? Sencillamente porque denotan poco, o nulo, interés por el trabajo solicitado y, sobre todo, porque dan una imagen de desgana del demandante. ¿Qué puede pensar un seleccionador de un candidato que, en pleno proceso de selección, demuestra que su preocupación más importante es sus vacaciones o, por ejemplo, la hora de salida del trabajo? Evidentemente, el encargado de seleccionar elegirá aspirantes que –al menos al principio-‐ den mínimamente una imagen de querer trabajar y rendir al máximo. Todo ello, naturalmente, supuesta su preparación y su cualificación profesional. No obstante los hay perseverantes. No dejan pasar la ocasión de demostrar que sus deseos por conseguir un 9
puesto de trabajo son muy escasos, o nulos. Estas personas ofrecen un comportamiento sorprendente cuando se presentan a una selección de personal. Generalmente consiguen su objetivo que, aunque no lo confiesen, se centra en ser rechazados. En un estado intermedio están aquellos que lo que buscan realmente es “ocupar”, sin más, un puesto de trabajo que, como todo el mundo sabe, no es exactamente lo mismo que dedicar la mayor parte de su tiempo y, por tanto, de su vida, a trabajar. Trabajar equivale a desarrollar con éxito una profesión en la que aplicar los conocimientos teóricos adquiridos durante el periodo de formación. Hay personas que consiguen –no sin importantes sacrificios-‐ llegar a puestos de responsabilidad sólo por sus méritos y esfuerzos. Incluso los hay que logran, a la vez, estar satisfechos con su trabajo. Si, eso a lo que hace unos años se decía estar realizado. Pero, con sinceridad, muchos de los que dicen que buscan un trabajo y se presentan a las selecciones de personal, lo hacen con una actitud que más parece que están a “dejarlas pasar”. Cualquier entrevistador medianamente experimentado se dará cuenta inmediatamente del tipo de candidato que tiene delante sin necesidad de que le contemos nuestra vida. Y no digamos nada si, encima, el candidato, sin solicitárselo y sin ningún empacho, se empeña en relatar detalles y circunstancias de sucesos, más o menos pintorescos, y muchas veces hasta inadecuados.
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Con independencia de lo que se explica en el capítulo titulado “Típicas preguntas del seleccionador”, a continuación pondré algunos ejemplos reales que me ha tocado conocer de forma directa, relacionados con información no solicitada y, de dudosa conveniencia, que algunos candidatos no tienen inconveniente en ofrecer: -‐¿Vive usted en la ciudad? -‐Si, en un piso con otros dos chicos. Lo compartimos todo, así nos sale más económico. Estamos bien. Sólo tenemos problemas con la limpieza y la cocina. A veces es difícil ponernos de acuerdo a la hora de organizar a quien le toca limpiar y cocinar. Por lo demás bien. El piso tiene dos habitaciones, una salita, una pequeña cocina y un baño. Marché de casa de mis padres porque, con independencia de que tenía la comida y la casa gratis, me faltaba independencia y libertad en los horarios y no aceptaban que llevara a casa a mis amigas, ya sabe… La pregunta concreta era simplemente: ¿vive usted en la ciudad? No se ha preguntado otra cosa, pero el candidato ha optado por explayarse con una, se supone que para él, interesante respuesta –insisto que no solicitada-‐ dando una imagen de una forma de vivir que, por mucho que digamos
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que es respetable, puede que el entrevistador no comparta. En una palabra, se ha liado un poco innecesariamente. -‐Según su currículo ha finalizado la carrera el año pasado. ¿Ha realizado alguna actividad laboral, o formativa durante este último año? -‐No. Prácticamente sólo me he dedicado a enviar currículos. Me anoté en la Oficina de Empleo pero no me ha salido nada. Resulta aburrido estar así y no es agradable depender económicamente de los padres hasta para poder salir con los amigos y tomar unas copas. La verdad lo que más me gusta es salir con los amigos y charlar de fútbol, de música… de todo menos de política y de curas, que a estos bastante tuve que aguantarles en el colegio. De políticos, como a casi todos mis colegas, no me gustan X… Insisto, una vez más, que todas las ideas son respetables. ¿Pero qué necesidad hay de retratarse ante un desconocido que, además, no ha preguntado nada referente a tales temas? Las convicciones personales son, eso, personales. Y una entrevista de trabajo no es el lugar ni momento adecuado para determinados comentarios. Sobre todo, repito, no solicitados. Daría igual el signo ideológico de la respuesta. 12
-‐¿Ha trabajado anteriormente? -‐Bueno, más o menos. Estuve casi dos meses de dependienta en una tienda de ropa, pero lo dejé. La encargada era una mandona y, la verdad, no valgo para soportar al público. Las señoras gordas se empeñan en comprar tallas pequeñas en las que no entran. Lo tomaban a mal cuando se lo decía. Además, para ganar justo mil euros y no tener los sábados libres, prefiero quedarme en casa. Lo que busco es un trabajo fijo con un horario también fijo. Mis padres, bueno, sobre todo mi padre, me dice que así no se llega a nada y que ya tengo 27 años. Pero yo no quiero complicarme la vida. Con tener para mis gastos… Es otro autorretrato de un “prototipo”, generalmente, no aceptado por los seleccionadores de personal. Con mucha probabilidad le mostrarán tarjeta roja. En honor a la verdad se puede decir que numerosos candidatos muestran gran preocupación por compartir con el entrevistador determinados detalles de su vida personal que, aparte de no interesar ni venir a cuento, sólo sirven para destacar y poner en evidencia comportamientos y formas de ser que, aparte de opinables, en muchos casos resultan inadecuados para el puesto de trabajo solicitado. 13
De todos modos, si su deseo es no ser aceptado en la selección de personal, no lo dude. No le importe que quien le escucha pueda tener opiniones diametralmente opuestas a las suyas. ¡Que se fastidie! (¿me entiende, verdad?). En ese caso exponga directamente y sin esperar a que le hagan preguntas, los detalles más escabrosos de su vida. Si, por ejemplo, ha estado detenido por cometer algún grave delito del que no se arrepiente, ¡dígalo! Eso es muy eficaz para abreviar una entrevista. En dicho caso no tenga vergüenza en reconocer conductas socialmente rechazables. Anímese pensando en lo bien que quedan algunas señoras, y señores, que aparecen en determinados y exitosos programas televisivos cuando descubren y ofrecen al respetable asombrosos aspectos de su vida privada. Cuanto más abruptos mejor. Puede resultar divertido. Y usted, sin más vueltas, será rechazado. Antes de seguir y aunque más adelante volveremos a tratar este asunto, creo oportuno hacer un comentario previo sobre determinadas preguntas que inciden en el ámbito (palabra que tanto gusta a los políticos) de lo estrictamente personal. Hay que señalar que la tan denostada reforma laboral de 2010 amplía las sanciones a las empresas que, durante los procesos de selección, soliciten a los candidatos datos de carácter personal. Para que no haya dudas prohíbe las discriminaciones, favorables o adversas, por razón de sexo, origen, incluido el racial, edad, estado civil, discapacidad, religión, convicciones, opinión política, orientación sexual, afiliación sindical, condición social y lengua dentro del Estado. 14
Habrá que suponer y desear que no se produzcan conflictos cuando, por ejemplo, un candidato entienda y denuncie, que se le preguntó –o que indicó en el currículo-‐ su edad e interprete que dicho dato ha sido el motivo para ser rechazado. Como en casi todo las cosas que se apartan del sentido común terminan siendo absurdas. La mayoría de las preguntas que realizan los entrevistadores no persiguen tanto el sentido y contenido de las respuestas si no más bien comprobar la forma en que el candidato defiende sus puntos de vista, sobre todo en unas circunstancias tensas y difíciles como son las que se producen en una entrevista. Sirven para observar cómo el aspirante se desenvuelve y aborda cuestiones complicadas, discutibles o controvertidas. En definitiva pretenden averiguar la capacidad del candidato para salir airoso de la situación. Esto es especialmente aplicable para puestos de trabajo relacionados con las ventas y en general con el trato al público. Así que dicho todo lo anterior, teniendo en cuenta los pros y contras, el equilibrio entre lo estrictamente legal y lo conveniente para conseguir el puesto de trabajo, es aconsejable utilizar cierto grado de diplomacia y no suscitar conflictos, ni ofenderse, ni negarse a contestar si un entrevistador –consciente o inconscientemente-‐ realiza alguna pregunta de tipo personal y que no tiene nada que ver con el puesto de trabajo solicitado. 15
-‐En su currículo indica que está soltera. Supongo que tiene novio, ¿Piensa casarse si obtiene este puesto de trabajo? -‐Tanto mi novio como yo creemos que el matrimonio es una cosa muy seria, por tanto es una decisión que hay que meditar. En cualquier caso, somos novios porque, obviamente, además de querernos, pensamos casarnos aunque no tengamos fijada una fecha. Ante esta respuesta, probablemente, el entrevistador anotará que usted es una persona responsable y, sin más inconvenientes, seguirá con la entrevista. Metidos en preguntas espinosas voy a continuar mostrando algunas que, aunque pudieran considerarse más o menos inoportunas, me consta que se han formulado, y en las que los candidatos supieron salir airosos con sus respuestas: -‐¿Qué diría usted de un compañero que al comienzo del trabajo diario colocara un símbolo religioso en la mesa? -‐La religión es un asunto absolutamente respetable. Muchas personas encuentran en la religión un apoyo a su 16
vida y les ayuda a seguir una rectitud de conducta. Pero por ser un asunto estrictamente personal y debido al respeto que todos debemos a todas las creencias, es razonable que muchas personas piensen que sería mejor que las convicciones religiosas no trascendieran públicamente en la actividad laboral. Obviamente la respuesta da a entender que el candidato tiene una mente abierta y respetuosa hacia las convicciones de sus posibles compañeros, lo cual es muy positivo. -‐¿Qué opinión le merece la política fiscal del Gobierno? -‐Podría responder que carezco de suficientes datos y que, por lo tanto, no tengo una opinión formada. Pero eso no pasaría de ser una respuesta políticamente correcta y daría la impresión de no tener un criterio formado. Quiero pensar que todos los Gobiernos pretenden el bien común. Es su obligación. Cierto es que en la práctica no siempre se percibe así por todos los ciudadanos. Es lícito que cada uno tenga una opinión propia. La actual situación parece difícil y cualquier política será discutida. Los resultados dirán si las decisiones tomadas son acertadas. Es una respuesta diplomática, aparentemente no elude contestar una pregunta comprometida. El candidato será calificado positivamente. 17
De todo lo expuesto hasta ahora ya habrá sacado algunas conclusiones sobre la importancia y finalidad de las preguntas y respuestas. Como dije, en realidad y casi siempre, lo trascendente es comprobar la forma y la soltura con que se desenvuelve el candidato ante cuestiones peliagudas. Hay que advertir que no se debe mentir en las respuestas ya que, entre otras cosas, con toda seguridad seríamos rápidamente descubiertos. Generalmente bastarán cinco minutos para que un buen entrevistador, ayudado por el nerviosismo del candidato, descubra que no somos sinceros. Suele ser normal que al sentirse “cogido” el aspirante pierda el control, se bloquee y termine por “confesar” cosas que quería ocultar. Algunos candidatos suelen falsear cuestiones, sobre todo en lo que se refiere a su historial profesional (ocultan experiencias negativas, o trabajos de corta duración, o inflan conocimientos, sobre todo en idiomas). Se dice que un 40% de los currículos que se reciben contienen datos erróneos o que no son verdaderos. Naturalmente, en tiempos de crisis e incertidumbre, quienes buscan trabajo sienten una mayor tentación de mentir y de inflar su currículo. La crisis también lleva al efecto contrario. Hay quien desinfla su currículo para acceder a empleos en los que no sería necesaria su experiencia y su formación. No olvidar que la empresa puede tener establecidos mecanismos para controlar todo esto, por ejemplo: solicitar referencias, y
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documentos. De todos modos la mejor “comprobación” son las propias contradicciones en que puede caer un candidato durante la entrevista. Más adelante, cuando hablemos de los currículos, volveremos sobre este tema y aclararemos que una cosa es mentir y otra presentar datos de forma atractiva.
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El proceso de selección clásico Llegados a esta página debo decir que creo que no hemos empezado bien. O, al menos, no hemos seguido el orden tradicional en este tipo de libros. O sea, que igual no hemos empezado por el principio. Por eso, vamos a hacer un alto y nos vamos a entretener en comentar, aunque sea por encima, como suelen desarrollarse los procesos de selección. Existen diversas teorías para el reclutamiento de colaboradores. Casi todas coinciden –por lo menos para niveles iníciales y medios de puestos de trabajo-‐ en plantear baterías de test y, superados éstos, someter a los candidatos (en estos casos más bien sufridores) a entrevistas individuales o, lo que es más cruel, a dinámicas de grupo.
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Naturalmente se pretende buscar el candidato ideal para el puesto de trabajo cuyo perfil ya se habrá definido anteriormente. Y aquí empiezan los problemas: definir correctamente el perfil de un puesto de trabajo. Cuando se precisa cubrir un puesto de trabajo, el jefe del Departamento correspondiente, con toda razón, pretenderá que el candidato sea conocedor a la perfección y de manera exhaustiva de todas las tareas que se le van a asignar, e incluso, de las que nunca se le van a asignar. Exigirá también que tenga aptitud de adaptación y que sepa moldearse a la empresa y a sus compañeros. Que tenga aptitudes para trabajar en equipo etc. etc. Por supuesto que terminará su petición diciendo: “¡ah, y sobre todo que sea trabajador y que no sea revoltoso!”. Con esos datos –que son aplicables a cualquier puesto de trabajo-‐ el director de personal tiene que buscar al candidato ideal, añadiendo a sus características que, encima, se conforme con el salario prefijado. Generalmente, al comienzo, mísero. Cuando se trata de buscar candidatos para puestos de trabajo de bajo nivel, no suele haber problemas ya que la oferta suele superar a la demanda y, ante cualquier anuncio u ofrecimiento, se presentarán numerosas personas entre las que sea posible elegir. Yo aquí quiero aportar un dato no sólo obtenido con mi experiencia personal sino también contrastado con otros colegas: en los procesos de selección el porcentaje de
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personas que superan el conjunto de pruebas raramente llega al 10%. Es necesario conocer y practicar lo mejor posible, técnicas correctas en la selección de personal. Tanto para reclutar personal con eficacia, como para conseguir ser elegido. Esto es importante ya que el rendimiento de un trabajador no resulta efectivo desde el mismo día en que se le contrata. Tiene que pasar un periodo de adaptación e incluso de formación. Y todo eso cuesta esfuerzos, tiempo y dinero. Es lugar común decir que la formación es cara. Para mí, es aún más cara la ignorancia. Por eso es importante equivocarse lo menos posible en la selección Y aún con todo, es una realidad que una parte significativa de las relaciones laborales termina deteriorándose con el tiempo. Parece que en el trabajo, al igual que en el matrimonio, también se produce el clásico descontento a los 5 años. ¿Porqué aquella empresa en la que ingresé y que parecía tan estupenda, con aquellos ejecutivos y jefes tan agradables y simpáticos y en la que me contrataron con un sueldo interesante, llegó a desencantarme y a transformarse en un lugar inhóspito y desagradable? ¿No me habían comentado que aquella era una empresa “fetén”? ¿Y que ese iba a ser el trabajo de mi vida? ¿Qué está fallando para que aquel empleado que parecía tan eficaz y dedicado se transforme en un avinagrado displicente cuya principal preocupación es que llegue la hora de salida?
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¿Qué pasa? Quizás en esto tuvo mucho que ver que la selección no fue del todo buena. Quizás no se eligió a la persona más adecuada para el puesto de trabajo en cuestión. Hay una cosa que es obvia; si se parte de una selección de personal incorrecta, inevitablemente se producirán conflictos e inadaptaciones en el trabajo. ¿Qué sucede en la realidad cuando nos enfrentamos a la búsqueda de un trabajo? Los estudios sociológicos explican que las características de los puestos de trabajo han experimentado cambios importantes y, por tanto, los sistemas de captación de personal necesitan adaptarse a la nueva situación. No sirven procedimientos que no tengan presente las nuevas expectativas tanto del trabajador como del empresario. Un buen seleccionador de personal es, tiene que ser, a la vez varias cosas. Recuerdo que cuando me asignaron la responsabilidad de seleccionar personal –de esto hace más de 25 años-‐ era creencia general que los directores de personal debían ser abogados (se entendía que la situación de conflictividad laboral de entonces requería la formación de abogado). Los cambios sociales hicieron que unos años después se considerara que era mejor que los jefes de personal fueran sicólogos. Se opinaba que así Iban a entender mejor las necesidades de las personas dentro del mundo laboral.
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Pero después, ya en plena época de triunfo de la figura fulgurante del ejecutivo y la invasión del stress, se decía -‐no sin gracia-‐ que la mejor formación para ejercer el cargo de jefe de personal era la de siquiatra. Reitero, por tanto, que se necesita conocer y practicar lo mejor posible, las técnicas adecuadas para la selección de personal. Tanto para reclutar personal como para conseguir ser elegido. Hay estudios, manuales, teorías, consejos. Mil cosas que dan pautas para que una selección de personal resulte lo más adecuada posible. Y aún así no siempre se acierta. Es más el porcentaje de fracasos es, a mi modo de ver, alto. Desde el punto de vista del candidato los problemas iniciales que se le presentan básicamente son: *que exista oferta para el puesto de trabajo deseado que, lógicamente, debiera estar relacionado con la formación y/o experiencia adquiridas. *que los otros candidatos estén en inferioridad –o así lo crea el seleccionador-‐ en preparación, experiencia etc. *que la personalidad, disposición y predisposición del candidato sea compatible y adaptable al perfil establecido para el puesto de trabajo en cuestión. Así las cosas, la mayoría de las empresas medianamente importantes suelen seguir métodos preestablecidos para la captación de colaboradores. Si su tamaño o importancia no les permite mantener un departamento específico propio suelen acudir a empresas externas especializadas. Aquí hay que hacer una 25
observación: Por eficaces, importantes e invariablemente caras (no sé si es políticamente correcto que diga esto, sobre todo teniendo en cuenta que entre los lectores igual hay alguna persona que se dedica a la selección de personal) siempre, siempre, la última palabra, la última y decisiva entrevista con el candidato debe ser mantenida por personal responsable de la empresa y, a ser posible, también, por el jefe directo del potencial nuevo trabajador. Aunque pueda equivocarse hay que dar derecho de veto en la contratación al futuro jefe del candidato. El proceso de selección suele comenzar con una criba de las candidaturas presentadas. Inevitablemente se reciben solicitudes y currículos que nada tienen que ver con las características del puesto de trabajo ofrecido. Los currículos debieran redactarse en función del puesto de trabajo concreto que se solicita y, por supuesto, tiene que existir un mínimo de relación entre las características exigidas y las aptitudes confesadas de los solicitantes. Curiosamente esto no siempre se produce y a veces se dan incoherencias insalvables. Por ejemplo, para puestos de trabajo administrativos he recibido currículos de personas de las más diversas profesiones e, incluso, con alta cualificación pero sin idea de cuestiones administrativas, como por ejemplo cocineros o físicos. Cuestión especial es cuando se solicita dominio de idiomas y se carece totalmente del mismo. En el capítulo siguiente comentaremos algo más sobre los currículos. Aquí quiero pararme en una cuestión. Los anuncios de oferta de empleo – sobre todo los relativos a cierto nivel-‐ 26
suelen exigir características que es difícil que sean poseídas conjuntamente por el mismo candidato: conocer dos o tres idiomas a la perfección, licenciatura acompañada de algún máster a ser posible realizado en el extranjero y, para animar, experiencia mínima de un par de años en puesto similar. Paso por alto lo de la disponibilidad para residir en otra ciudad o país. Aconsejo que si el puesto de trabajo interesa, aunque no se tengan todas las características exigidas, se solicite participar en la selección. Al menos servirá para adquirir experiencia y comparar como se desarrollan los procesos de selección en distintas empresas. No es bueno ir solicitando trabajo diciendo “busco lo que sea”. El seleccionador preferirá a alguien que muestre poseer habilidades para el puesto de trabajo en concreto. Pues bien, siguiendo. Tras la criba inicial de solicitudes, se suele citar a los candidatos a unas pruebas de contenido mixto. Unas, llamadas psicotécnicas, intentan interpretar los rasgos de la personalidad y las habilidades, y otras pretenden evaluar los conocimientos específicos para el puesto de trabajo que se desea cubrir. Por ejemplo, se incidirá en cuestiones contables y financieras si se trata de un puesto administrativo. Dichas pruebas proporcionan información que, posteriormente, podrá ser matizada en las entrevistas personales. Durante éstas, el seleccionador tratará de resolver las posibles contradicciones que se detecten entre los datos que aportan las pruebas escritas y la información que se obtenga en la conversación. 27
Aunque no hay recetas mágicas para superar un examen los expertos recomiendan entrenamiento. El entrenamiento previo es útil porque, cuanto más se practiquen, más soltura se adquiere en la resolución de este tipo de pruebas. Para preparar los test se puede acudir a academias y consultar multitud de manuales. Hay que tener en cuenta que, muchas de las cuestiones planteadas en estos cuestionarios, no tienen una sola respuesta correcta. Por eso puede ocurrir que un perfil que no encaja para el puesto de trabajo de una empresa determinada puede ser totalmente adecuado en otra. Hay infinidad de test (de Rorschach, Szondi, Van Leenep, Murria, Jung, Pigem…) Incluso hay quien somete los escritos a pruebas grafológicas. Con las pruebas sicotécnicas se elige a las personas que, en principio, parecen equilibradas, rechazándose a las que sobresalen por revelar unas características que no se consideran adecuadas para el puesto de trabajo en cuestión. Por ejemplo, para un puesto de relaciones públicas ya sería rechazado en esta fase un candidato que, del resultado de las pruebas iniciales, se deduzca que posee una personalidad pasiva y timorata. La personalidad es el modo en que el sujeto enfrenta su “Yo” en el mundo, es decir, la forma espontánea de reaccionar. Por eso resulta de interés conocer la tipología de los posibles colaboradores. Dando por supuesto que su preparación técnica es suficiente y que ya ha superado los test y demás pruebas de aptitud, nos enfrentaríamos al punto más cuestionado y 28
para mí más importante y decisivo en los procesos de selección de personal. Ha llegado a la ansiada (lo digo porque produce ansiedad) entrevista. Lo veremos más adelante, después de hablar un poco de los currículos.
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Currículos y otros papeles A todos nos han dicho que, para solicitar un puesto de trabajo es habitual, o necesario, redactar lo que llaman currículo, o currículo (palabra que por cierto suena bastante mal). Un currículo, es ese documento que dice quiénes somos, lo que hemos aprendido a hacer y lo que hemos hecho laboralmente. Es decir, viene a ser una relación con los datos personales básicos de un candidato a un puesto de trabajo que incluye, también, detalles sobre su formación y experiencia. Cosa muy distinta es si busca un puesto como político. En esa caso ya sabe que la preparación no es un dato que importe especialmente. Y ¿para qué hay que redactar un currículo? Es obvio, para hacerlo llegar a los encargados de una selección de personal. Ya lo suponía ¿verdad? Los seleccionadores de personal, ya se trate de empresas especializadas, agencias de colocación o incluso de los propios empresarios, reciben los currículos y… una gran parte –desgraciadamente-‐ terminan en la papelera.
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¿Por qué? Porque muchos de esos currículos, que se entregan casi siempre con toda la ilusión del mundo, no cumplen las expectativas de la persona que los recibe y que está encargada de su criba. El jefe de personal o el seleccionador profesional, según los casos, acaba teniendo una serie, mejor un mazacote de currículos. A veces demasiados para que los pueda prestar suficiente atención. ¿Qué hace con ellos? Todo el mundo dirá: leerlos. Pues no. No puede. Son muchos y el encargo que tiene para seleccionarlos suele ser urgente. Antes de seguir. Si usted se dedica, o se ha dedicado, a estos menesteres de seleccionar currículos, pido que me perdone por lo que estoy diciendo. Si usted cree que no le afecta –es una posibilidad-‐ no se sienta aludido. Sigo diciendo que (hay que decirlo todo) puede que el seleccionador tampoco tenga muchas ganas de leer tantos rollos parecidos, que no destacan, que parecen formularios rellenos sin interés... También él está muy ocupado y esas cosas. En realidad, lo que suele hacer es…verlos. No tanto leerlos. En todo caso, inicialmente los lee como si fueran titulares de un periódico. Y digo que sólo los ve porque la atención que les presta, o puede prestarlos, es muy superficial. Y en esa vista preliminar, y muchas veces sin entrar en detalles, pues…aligera el montón de papeles. Retira, mejor
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dicho, suprime los que no le llaman la atención para centrarse en unos pocos que, esos sí, los leerá con detalle. Y ¿cuáles descarta? Pues, como he dicho, aquellos que en una primera impresión –vamos, a simple vista-‐ no parece que se ajustan a las características del puesto de trabajo que tiene que cubrir. Es lógico que si lo que busca es un electricista, descartará de inmediato los candidatos en cuyos currículos se destaque especialmente que su experiencia o, incluso su preparación, es únicamente la de gruísta, por poner un ejemplo. Y puede darse el caso de que ese candidato también esté capacitado para trabajar como electricista, pero no lo destacó. Aquí llegamos a una primera observación a tener siempre en cuenta cuando se redacta un currículo. Los currículos deben redactarse ex profeso para el puesto de trabajo concreto para el que son presentados. De la lectura del currículo debe deducirse que su titular es la persona más adecuada para –precisamente-‐ el trabajo ofertado. Insisto, y no me canso. Un currículo debe centrarse de manera especial y muy concreta en las exigencias del puesto de trabajo que se ofrece. Si yo sé de electricidad y ese es el puesto de trabajo ofrecido, es absolutamente conveniente que insista que poseo dichos conocimientos. Y, además, lo haga de forma destacada y hasta detallada, y en el comienzo de la redacción del apartado en que se indica la preparación. 33
Quiero hacer otra observación. Hay currículos –yo diría que la mayoría y son miles los que han pasado por mis manos-‐ que contienen o amplían datos que voy a llamar traicioneros. Me explico. Son datos innecesarios o inconvenientes que hacen que el seleccionador se forme una idea determinada, aunque pueda ser equivocada, del candidato y le excluya o rechace sin más análisis y, por tanto, le prive de continuar en el proceso de selección. No podrá pasar a la parte más difícil e importante para ser elegido, que es la entrevista personal. Después, en un capítulo específico, hablaremos sobre las entrevistas. Volviendo a los datos traicioneros. Aparte de los incoherentes y contradictorios que, naturalmente, hay que evitar, ¿cuáles son los datos traicioneros en un currículo? Como la mejor forma de explicarse es con ejemplos, voy a contar un par de casos de lo que, desde mi punto de vista, considero inadecuada, o mejorable, la redacción de currículos. Evidentemente también contenían cosas positivas. Un caso: Indica como experiencia: “Empleada del hogar en varias casas durante cuatro años”.
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Mi opinión: o sobra lo de varias casas o sobra lo de cuatro años. ¿Por qué? Porque se está induciendo al seleccionador a pensar que no debe ser la persona adecuada por su aparente inestabilidad laboral ya que en cuatro años ha pasado por muchas casas. Seguro que hay razones que lo explican y lo aclaran muy bien pero el seleccionador, cuando lo lee, no tiene delante a la candidata para que se lo aclare y es muy probable que con esta combinación innecesaria de datos saque dicha conclusión. Otro caso que incluye datos innecesarios relacionados con la experiencia: Ayudante de cocina en la empresa “A” en 2004 y 2005 Ayudante de cocina en la empresa “B” en 2006 y 2007 Ayudante de cocina en la empresa “C” en 2008 y 2009 Ayudante de cocina en la empresa “D” en 2010, durante un mes El seleccionador puede pensar que esta persona es de las que no para en un sitio, y que –como dicen en mi aldea-‐ “por algo será”. Y la descarta. El dato, que además nadie le 35
ha solicitado, de “durante un mes” empeora el asunto ¿Para qué indicar tanto detalle que, además de no añadir mérito especial, puede inducir a una interpretación negativa. Podía haber dicho simple y llanamente: “Ayudante de cocina desde el año 2004 al 2010”. Incluso hay datos que aunque pretendan aclarar o completar lo expuesto terminan por inducir al seleccionador a opiniones más negativas que positivas. Por ejemplo. En el apartado de formación, leo: ”Diplomado en empresariales, acabado el pasado mes de septiembre”. Nadie le ha preguntado, de momento, en que mes ha acabado la diplomatura en empresariales pero, al decir que ha sido “el pasado mes de septiembre”, lo que está haciendo es inducir a pensar al seleccionador que no ha sido un buen estudiante ya que, para aprobar, ha tenido que presentarse a los exámenes de septiembre. Podría seguir poniendo ejemplos de datos “traicioneros” no solicitados, pero vamos a avanzar con otros aspectos. Voy a copiar a continuación el contenido esencial de una solicitud de trabajo y de tres currículos. Los cuatro 36
documentos son auténticos y nos van servir para hacer algunos comentarios. El puesto de trabajo ofrecido era de administrativo en el Departamento de compras de una empresa de distribución alimentaria. Se exigía: *conocimientos para la utilización de programas ofimáticos y para tratar documentación administrativa-‐contable, *facilidad para el trabajo en equipo y *capacidad para relacionarse con proveedores”. La empresa ofrecía una remuneración que se negociaría en caso de ser admitido, y sería superior a la pactada en el Convenio Colectivo, buen ambiente de trabajo y facilidad para promocionar. Solicitud de trabajo recibida: ... Estudios: Hice la EGB en el Colegio Dr. Fleming. Después pasé al Instituto Miguel de Cervantes, y más tarde estuve estudiando informática. Ahora estoy sin trabajo y me dirijo a esa empresa ya que me he enterado que necesitan personal, por eso, con la presente, les envío mi currículo. … 37
Currículo nº 1: … Formación: Estoy licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de S. He realizado los siguientes cursos de postgrado: -‐Contabilidad y fiscalidad para Pymes; -‐Mercados internacionales y exportaciones; y un curso de seis meses sobre el idioma inglés en los negocios. En la actualidad estoy haciendo prácticas en la Cámara de Comercio. … Currículo nº 2: … Formación: -‐Licenciada en Filología Hispánica en la Universidad de M. Experiencia laboral: -‐Administrativa en el Departamento Comercial, y en el de Logística de una empresa industrial. Pretensiones: -‐Busco un nuevo trabajo donde poder seguir desarrollando mi carrera como administrativa, auxiliar administrativa o, incluso como recepcionista. Otros datos: Persona afable y comunicativa. Flexible, se adapta con facilidad a las necesidades de la empresa. 38
El firmante del primero de estos documentos fue descartado del proceso de selección. A simple vista no destaca. No parece que satisfaga las exigencias de la oferta de trabajo. Por otro lado, la redacción es extremadamente elemental. Es una de esas solicitudes que se envían sin diferenciar a cualquier empresa. Currículo nº 1. En principio se amolda bastante a lo que necesita la empresa. El aspecto formativo sería suficiente y, además, ya tiene cierto grado de experiencia administrativa puesto que está haciendo prácticas en la Cámara de Comercio. Pero –y quizás por la misma razón del caso anterior-‐ ha pasado por alto dos aspectos. La empresa solicitaba “conocimientos en el manejo de programas ofimáticos”, “facilidad para el trabajo en equipo y capacidad para relacionarse con proveedores”. Con toda seguridad este candidato, como la gran parte de personas con formación semejante, se maneja perfectamente como usuario de los programas informáticos habituales, pero no lo dice y es una de las condiciones exigidas por la empresa. Se arriesga a que se interprete que carece de dichos conocimientos. Tampoco dice nada de sus cualidades para el trabajo en equipo ni de su capacidad para relacionarse que seguro, en alguna medida, también las tiene, y que, en cualquier caso, si tiene voluntad podría adquirirlas. Insisto en la conveniencia de redactar los currículos de forma personalizada para cada oferta de trabajo en concreto. Currículo nº 2. Destaca la experiencia laboral lo cual es positivo, pero da una impresión inicial negativa que habiendo trabajado en más de un departamento de una empresa (se supone, ya que no lo dice, que durante algunos 39
años) no haya promocionado, y ahora desee “seguir desarrollando su carrera como administrativa, auxiliar administrativa, o incluso –palabra fatal-‐ como recepcionista”. A falta de otras explicaciones por las que quiera cambiarse de empresa, da la impresión de cierto derrotismo y conformismo que, por cierto, contrasta con lo de que “se adapta con facilidad a las necesidades de la empresa”. En relación la oferta de trabajo que estamos comentando voy a copiar a continuación los datos básicos del currículo de la persona que fue admitida tras superar satisfactoriamente la entrevista de trabajo: Currículo nº 3 Formación: -‐COU, -‐Formación Profesional II (Administrativo), -‐Curso de experto en sueldos, salarios y nóminas. -‐usuario habitual en entorno profesional de MS Office, internet y correo electrónico. -‐usuario habitual del programa de gestión SAP (módulos de compra y facturación) -‐conocimientos (lectura) de inglés. Experiencia: Desde hace tres años trabajo en el Departamento de Compras de empresa multinacional relacionada con la importación y exportación. En mi grupo de trabajo nos encargamos de la emisión de ofertas, 40
negociación con proveedores, tramitación de pedidos, resolución de incidencias, planificación de stocks etc. Otros datos de interés: Persona organizada, responsable y con gran capacidad y deseos de aprendizaje. Acostumbrada a trabajar en equipo y en entornos muy dinámicos. Un error bastante frecuente, en esta ocasión por defecto, consiste en reflejar los puestos de trabajo que se han ocupado y no indicar lo que se ha conseguido, ni las aptitudes que se tienen. Detalles que interesan al seleccionador. Transcribo parcialmente el apartado de experiencia laboral de dos currículos relativos a una oferta de trabajo como responsable del Departamento comercial de empresa de equipamiento: Nº 1 ... Experiencia: Trayectoria profesional siempre relacionada con áreas técnico-‐comerciales en empresas del sector del automóvil. En mi actual empresa desempeño las tareas de promoción y seguimiento comercial, además de supervisión de ofertas y presentación a clientes, negociación de precios y colaboro en la elaboración de los programas de fabricación. … 41
Nº 2 … Experiencia: Responsable del Servicio de Distribución y Administración Comercial en empresa fabricante de automoción, en lo que se refiere al sector de vehículos industriales. Estoy encargado principalmente de gestionar la distribución de vehículos en contacto directo con la red de concesionarios. Mi Departamento ha sido nominado el último año con la calificación de “departamento líder en cumplimiento de objetivos” por el grado de satisfacción de los clientes. … Los dos candidatos fueron llamados para participar en el proceso de selección. En los dos currículos se han resaltado capacidades concretas que pueden interesar a la empresa. Es curioso, pero muchos candidatos no se hacen justicia a sí mismos y no exponen atractivamente sus cualidades. Antes advertí sobre la no inclusión de datos traicioneros en los currículos. Hay también otros datos cuya inclusión debe evitarse ya que, además de ser comprometedores, resultan innecesarios, por no decir inadecuados. Pongo algunos ejemplos: 42
Nº 1 -‐Participé en la creación de una empresa de gestión de alojamientos rurales, en la que desempeñé el cargo de gerente durante el primer trimestre, cargo que abandoné por incompatibilidad con los otros socios. … Nº 2 -‐Otras aptitudes: Premio en un Concurso organizado por Coca Cola. –Accésit en el concurso de carteles de las fiestas patronales de A. … Nº 3 -‐Aficiones: asistencia a partidos de fútbol federado … Nº 4 -‐Como actividades y aficiones: el deporte en general y las buenas tertulias después de comer. … Nº 5 -‐Gran afición al deporte: he sido miembro del equipo de fútbol del colegio. … Nº 6 -‐He desempeñando funciones de representante de la Asociación Acción Política para la Defensa de … … Nº 7 -‐Preparé el examen para el First Certificate in English, aunque no lo aprobé.
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… Nº 8 -‐Estudios musicales elementales: empecé el primer curso de solfeo, aunque lo dejé. … Nº 9 -‐Idiomas: chapurreo el inglés. … El nº 1 confiesa gratuitamente que ha tenido un problema de inadaptación laboral. Los nº 2, 3, 4 y 5 proporcionan datos, al menos, irrelevantes y fuera de lugar en un currículo. El nº 6 confiesa innecesariamente una afiliación que, aunque legítima, y respetable, puede no ser compartida con la otra persona y que, además, no parece que añada, ni proporcione en sí misma ningún mérito especial para ocupar el puesto de trabajo. Los casos nº 7 y 8 están dando informaciones negativas. Nadie les ha obligado a indicar que suspendieron o que no acabaron determinados estudios. Especialmente inadecuado es indicar que se iniciaron estudios de solfeo (ya que no se solicita esta formación) para terminar confesando que no fue capaz de continuarlos. La expresión “chapurreo el inglés” del caso nº 9 es de las que se puede calificar como “para nota”. Se debe resaltar lo que interesa a la empresa. De poco sirve indicar cualidades, formación o actividades que no 44
tienen ningún interés para el puesto de trabajo solicitado y, sin embargo, no resaltar determinadas actitudes y aptitudes que, bien explicadas y presentándolas con originalidad, pueden influir positivamente en la selección y que, además, pueden propiciar temas de conversación en las entrevistas. El seleccionador pretende encontrar al candidato ideal para el puesto de trabajo cuyo perfil ya tiene definido, por tanto, vuelvo a insistir: los currículos debieran redactarse en función de ese puesto de trabajo concreto. El currículo debe despertar la atención del seleccionador. Debe formularse como si fuera un elemento publicitario de nosotros mismos; de nuestras habilidades y conocimientos. Y para ello, como dije, se debe utilizar las frases y contener los datos adecuados que impacten a ese seleccionador en concreto. La finalidad del currículo, la principal, es conseguir ser llamado a realizar una entrevista de trabajo. Este documento tiene que “vender” lo que somos y lo que podemos ofrecer. Y todo en el menor tiempo de lectura posible. No debe aburrir al destinatario con un memorándum autobiográfico largo y prolijo. No; Tiene que despertar en el seleccionador interés y deseo por conocernos. De la lectura del currículo debe deducirse que somos una persona, al menos potencialmente, válida para el puesto de trabajo en cuestión. En cualquier caso, todos los seleccionadores de personal saben y dan por supuesto, que la mayor parte de la gente se aproxima a la perfección cuando rellenan una 45
solicitud de empleo y relatan sus conocimientos y habilidades. Para demostrar la importancia que tiene la forma de decir las mismas cosas, y aunque seguro que es conocida, voy a recordar aquí la anécdota de la mendiga ciega. Estaba una ciega sentada en el suelo detrás de un cartón en el que ponía: “Por favor, ayúdenme. Soy ciega”. Tenía pocas monedas en el platillo. Pasó una persona. Leyó el letrero. Lo cogió. Lo dio la vuelta, y escribió unas palabras volviéndolo a colocar junto a la ciega, y se fue. Horas después el mismo señor volvió a pasar junto a la ciega que pedía limosna. El platillo estaba lleno de monedas. Lo que el señor había escrito en el letrero era: “Hoy ha comenzado la primavera y yo no puedo verla por que soy ciega. ¡Ayúdeme!”. Sólo con un cambio de frase se había conseguido conmover a los paseantes. Aunque puede que sea lo mismo, no suena igual decir “tengo conocimientos de informática a nivel de usuario”, a decir “tengo experiencia en el manejo de programas informáticos de office y similares” (y si no se sabe se aprende). Tampoco suena igual decir “he sido ayudante de cocina en cuatro bares-‐restaurantes”, a decir: “tengo experiencia como cocinera en cuatro establecimientos hosteleros”.
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La verdad es que existen infinidad de publicaciones en las que se dan pautas e instrucciones para redactar una carta de solicitud de empleo o un currículo. Lo cierto es que al final todos recomiendan la misma estructura. En cualquier caso no olvidar lo importante que resulta adaptarlos al puesto de trabajo solicitado y resaltar nuestras cualidades. También hay muchas publicaciones que informan de direcciones y lugares a los que hay que enviar los currículos. En cuanto a las solicitudes de empleo cuando son acompañadas con currículos, deben recalcar, también, los conocimientos y competencias relacionados con la empresa –mejor, con el puesto de trabajo concreto-‐ dando el mayor énfasis posible a esta cuestión. Tienen que llamar la atención. Una forma adecuada, entre otras, es manifestar el motivo por el que nos dirigimos precisamente a esa empresa determinada. No pedir un empleo, sino solicitar una entrevista o una prueba. Eso demuestra la seguridad en la propia valía personal del candidato, y eso le dará la oportunidad de mostrar al seleccionador que él/ella es la persona adecuada. Doy por supuesto que usted es una persona valiosa, con ganas de trabajar, que está capacitado para comerse el mundo, que usted si que vale…pues dígalo. ¿O no está convencido?. Si es así necesita prepararse más a fondo. También, al igual que con los currículos, todo lo que se indique en las solicitudes de empleo debe poder ser defendido en la fase de la entrevista. 47
Y, como dichas solicitudes van dirigidas a una empresa determinada, debe figurar el nombre, dirección de la misma (y, si es conocido, el de la persona encargada de recibir nuestro escrito). Insisto, una vez más, y me parecen pocas, en que, tanto los currículos como las solicitudes de empleo, han de redactarse como si fueran originales y únicos para cada caso en particular. En más de una ocasión he recibido solicitudes de empleo que, al igual que los currículos que acompañaban, eran fotocopias ordinarias (bastas, vulgares o sin distinción, según el DRAE) y, encima, indicando como destinatario: “A quien pueda interesar” Y ¿es recomendable enviar candidaturas espontáneas a una empresa? Sí, porque eso demuestra pro actividad. Como ya se ha podido dar cuenta, esto no es un mini manual al uso para la búsqueda de empleo. Ya he dicho, que hay muchas publicaciones que tratan muy bien esos temas. Aquí estoy intentando exponer algunas de mis experiencias para que sea el propio lector, a la vista de conductas ajenas, quien distinga las que se consideran adecuadas o inadecuadas en la búsqueda de empleo.
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La temida entrevista En un proceso de selección intervienen, al menos, dos partes: el candidato y el seleccionador. Merece la pena entretenerse en analizar, aunque sea en unas pocas líneas, la figura del seleccionador. El entrevistador o entrevistadora, al igual que los candidatos, pueden ser de diversa tipología (o, si lo preferimos, de cualquier condición o pelaje). Se nos pueden presentar como: *Simpáticos, más o menos amables. A pesar de su amabilidad las entrevistas con este tipo de seleccionador resultan bastantes complicadas. Parece que está de nuestro lado. Suele surgir entre él y el candidato un clima de confianza que, con frecuencia, provoca que el candidato se descuide y caiga en indiscreciones. Hay que entender que el seleccionador está interpretando su papel. Cuidado con las 49
observaciones y comentarios que son más bien preguntas con respuestas inducidas. -‐El sector en que usted trabajaba es muy difícil; es normal que tuviera algunos problemas… -‐No es el primero que me dice lo mismo de su anterior empresa… Se espera que ante frases de este tipo y tras la pausa, el candidato siga la conversación. Lo tiene difícil. Si, con su respuesta, acepta sin más explicaciones que en su anterior empresa existían problemas puede interpretarse que es una persona crítica e indiscreta que no sabe guardar la necesaria confidencialidad. Si lo niega –y es evidente que la empresa atravesaba por problemas-‐ puede dar la impresión de que miente o de que no se entera. Lo ideal hubiera sido no haber dado ocasión a que se plantearan este tipo de situaciones. Es muy frecuente que ante los seleccionadores “simpáticos” los candidatos no avisados se confían y caigan como moscas. *Duros: más o menos desagradables. Actúan aplicando diversos grados de impertinencia. Se les suele llamar 50
agresivos, aunque hay quien les llama de otra manera más grosera. Abordan las cuestiones de forma intimidatoria. Sus preguntas suelen ser del tipo: -‐¿Se fue de la empresa anterior porque no era capaz de soportar la presión? … -‐Por la falta de promoción que ha tenido y por el nivel de salario que tiene, no sé si es que estoy equivocado, pero me da la impresión que no coordinaba bien al equipo que tenía a su cargo, ¿es así?. … Ante este espécimen de entrevistador no hay que perder nunca la calma. Hay que demostrar seguridad y responder de manera breve y precisa a todas las cuestiones, manteniendo la distancia que el propio entrevistador ha querido marcar. ¡Ah, y sin poner cara de enfado ni desagrado!. Recuerde, usted es una persona sensata, o al menos eso me pareció entenderle. *Quedones y/o bordes. Una variante del tipo anterior pero que en lugar de agresividad optan por la mofa. No les sobraría un poco más de educación, pero existen… Lo mismo o parecido: paciencia, sensatez y seguridad. 51
*Técnicos: Pretenden descubrir, sin demasiadas vueltas, si los conocimientos y experiencia del candidato se ajustan al perfil prefijado. Sus preguntas suelen ser concretas, como por ejemplo: -‐¿En su anterior trabajo hacía informes de calidad? … -‐¿Qué ratios de eficacia cree que debe conseguir esta compañía? ¿Qué haría usted para ello? … No queda más remedio que exponer la experiencia y conocimientos y relacionarlos con el puesto de trabajo solicitado. Demostrar que conoce las características del trabajo solicitado y que tiene conocimientos suficientes (aunque, naturalmente, menos de los del que le está entrevistando). No se quede callado. Póngase usted también técnico y responda con propiedad. Este tipo de preguntas podrían tener respuestas, más o menos, así: “Los informes de calidad resultan indispensables y fundamentales para conseguir que el producto llegue al mercado en las debidas condiciones. En mi anterior trabajo teníamos por norma verificar e informar que todo lo que salía de fábrica cumplía los estándares. Personalmente soy un convencido de su necesidad. Soy consciente de lo que está
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en juego con este tema. Estoy acostumbrado a presentar informes –entiendo que rigurosos-‐ a mis superiores”. “Interesante pregunta y que creo resulta fundamental para tomar decisiones sobre la implantación de programas. Aunque hay que estudiarlo a fondo y con datos concretos-‐ podríamos tomar como dato de partida …” *Psicológicos: (no sicólogos). A estos les importa sobre todo la personalidad del candidato. Intentará conocer su forma de ser, su capacidad para integrarse en un equipo de trabajo. Este tipo de seleccionadores suelen preguntar por los aspectos personales que han podido influir en el candidato. Aquí, es mejor mostrarse tal y como es cada uno, sin olvidar vender convenientemente las capacidades y conocimientos propios. Seguro que usted los tiene. Sólo necesita un poco de empuje para exponerlos. *Técnicos-‐psicológicos: Evalúan simultáneamente si la personalidad del candidato encaja en el puesto de trabajo teniendo en cuenta su preparación y experiencia. Es el tipo de entrevistador más completo. Sus preguntas suelen ser del tipo: -‐¿Por qué desea trabajar en nuestra empresa? … -‐¿Qué puede aportar usted al puesto de trabajo que estamos seleccionando? … 53
Más adelante se ofrecerá posibles respuestas a este tipo de preguntas. Naturalmente, un mismo seleccionador puede ir adaptando y cambiando de estilo varias veces durante una sola entrevista. En todos los casos no cabe más remedio que capear la situación lo mejor posible, y pensar que ellos están intentando cumplir su trabajo de la mejor manera que saben. Con independencia de la tipología de cada entrevistador, el sistema que siguen en el desarrollo de las entrevistas y la actitud que adoptan, básicamente se pueden resumir en tres: 1.-‐Los que una vez expuestas las reglas generales de la entrevista, dejan explayarse al candidato, limitándose a hacer algún comentario. Este tipo de entrevistas son muy agotadoras. Sólo se sale airoso de ellas si se consigue exponer con calma durante 5 ó 6 minutos las razones por las que se ha presentado nuestra candidatura. No es bueno improvisar. Hay que redactar la argumentación, y ensayarla, antes de acudir a la entrevista. 2.-‐Los que llevan la entrevista como un interrogatorio. Estos entrevistadores preguntan todo. Conviene responder con brevedad y precisión, ciñéndose a los hechos, sin explicaciones ociosas, aunque tampoco con sólo un si ó un no. Tanto las vacilaciones como la 54
verborrea producen mala impresión. Aprovechar las ocasiones para poner de relieve nuestra experiencia y formación. 3.-‐los que utilizan un sistema mixto. La entrevista toma un aspecto de conversación amable. A pesar de las apariencias es en las que más difícil resulta comportarse. Se precisa habilidad para no cortar la palabra al entrevistador y orientar la conversación hacia aspectos que permitan explicar lo mejor de nuestra preparación y personalidad. Como no sabemos de antemano qué tipo de entrevista, ni de entrevistador, nos va a tocar, lo mejor es prepararla teniendo presente todos los supuestos anteriores. Muchos candidatos comentan que la entrevista se desarrolló de forma muy diferente a lo que se había imaginado. Que le afectaron negativamente las interrupciones del entrevistador, o que alguna llamada telefónica “cortó” el desarrollo de la entrevista. Se suele decir también que el entrevistador no nos resultó simpático. Que tuvimos la sensación de “caerle mal” desde el principio. Quizás es que no hemos tenido en cuenta cuáles son los objetivos del entrevistador, o quizás no hemos preparado la entrevista de manera correcta. Posiblemente hemos creído que todos los entrevistadores son iguales y que todos nos van a hacer el mismo tipo de preguntas. Nos hemos descuidado y, claro, “nos han pillado”.
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Nuestra actitud durante la entrevista debe, por tanto, tener también en cuenta lo que nosotros mismos observamos respecto a la actitud del entrevistador: lo que trasciende de su personalidad. Y ¿cómo no?, su propia edad, ya que no se ven igual las cosas a los 50 como a los 20 años y es que, si se vieran igual, querría decir que habría perdido 30 años de su vida. A veces las entrevistas son realizadas por más de un seleccionador. Yo no soy muy partidario de este sistema. La actuación simultánea de dos entrevistadores me recuerda los interrogatorios por el poli malo y el poli bueno de las películas policiacas. La entrevista se suele desarrollar en un clima –al menos inicialmente-‐ tenso. Es labor del entrevistador intentar relajar el ambiente. Pero entonces es bastante frecuente que se produzcan situaciones indeseadas: el candidato se relaja en exceso, se confía y empieza a ver al entrevistador como una excelente persona, simpática y agradable, casi como si fuera un amigo, o mejor un coleguita. Y el candidato termina, no sólo diciendo cosas indebidas o inconvenientes sino, lo que puede ser peor, mostrando una actitud, que no puede considerarse correcta y que, por supuesto, resulta muy peligrosa. El entrevistador, aunque siga el mismo tono de colega, sacará muy probablemente la opinión de que tiene enfrente un candidato que se toma confianzas indebidas ¿hará lo mismo cuando se encuentre ante un cliente? Probablemente si, y ante la duda lo descartará.
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Algunos critican el valor de las entrevistas diciendo que es relativo ya que su resultado está muy influido y condicionado, no sólo por el estado de ánimo y personalidad del candidato, sino también por los del entrevistador. A mi entender es el método con el que mejor se puede conocer a los candidatos. Por eso, pienso, que es la fase fundamental de los procesos de selección. Otra cuestión son las entrevistas “en grupo”. También las llaman dinámica de grupo. Terrible experiencia para los que las sufren y encima no son seleccionados. Creo que deben quedar restringidas para puestos de trabajo muy concretos. ¿Quién se puede sentir cómodo en una habitación en la que, además de seleccionadores, hay un grupo de personas desconocidas y potencialmente enemigas?. Es evidente que todos desean ser elegidos lo que, consecuentemente, implica que los demás deben ser eliminados. Por puro instinto tratarán de enfrentarse ”a degüello”. Si no hay más remedio, resignarse, y ¡al ataque!. Firmeza y contundencia. Entrénese para tomar la iniciativa y esquivar los golpes. Observe como lo hace su deportista favorito. Argumente lo que diga. Una buena estrategia sería intentar que la discusión se centre en los productos y características de la propia empresa, y hacer preguntas en el aire a los demás –sin esperar respuestas-‐ sobre lo que piensan del tema. Naturalmente se debe ir totalmente preparado y documentado. Con educación, respetando 57
puntos de vista, sin agresividad pero con firmeza y –como se ha dicho-‐a ser posible llevando la iniciativa. Recuerdo que, con ocasión de seleccionar candidatos para puestos comerciales, se decidió someter (y nunca mejor utilizada la palabra) a grupos de 6 personas a una dinámica de grupo. Pues bien, sorprendió un candidato que demostró gran madurez y supo aprovechar hábilmente la reunión. El tema de debate propuesto fue: “cómo organizarían el trabajo de sus subordinados (teóricos captadores de negocio) que se suponía no estaba resultando eficaz”. Se fijaron dos rondas de intervención. En la primera un candidato debía adoptar el papel de jefe y los otros cinco serían sus colaboradores. Después se irían rotando en el roll de jefe. Se significó un candidato cuando le correspondió asumir su papel de jefe. Solicitó a cada uno de los cinco restantes candidatos, en ese momento sus subordinados, que le expusieran los malos resultados obtenidos. No quiso escuchar las disculpas para justificar la gestión de cada uno. Exigía datos concretos sobre planificación del trabajo. Fue preguntando uno a uno: -‐¿Qué te habías propuesto hacer hoy?
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-‐¿Cuáles han sido los objetivos que te habías marcado para hoy? Los otros candidatos se quedaron sorprendidos y ni siquiera fueron capaces de fingir que tenían un plan ni que habían cuantificado unos objetivos para ese día. Les siguió vapuleando con elegancia. Finalmente remató la faena recordándoles que, como se indica en la entrada de la Universidad de Harvard, había que pararse diariamente para auto fijarse los objetivos y, al final, hacer balance del rendimiento y de la eficacia de su trabajo. Los demás sólo supieron ofrecer disculpas, más o menos justificadas, de los motivos por los que sus resultados eran deficientes. Pero el vencedor les pedía soluciones, no disculpas. El ambiente durante la entrevista, en muchos casos, adquiere aspectos dramáticos. Nos encontramos con una persona consciente de que en unos minutos se juega su futuro laboral. Estará naturalmente nerviosa. Sentirá lo que se suele llamar “miedo escénico”. Puede que le hayan dicho que hable, que no pare de hablar, de lo que sea. Que lleve él la iniciativa. Y hasta puede que, fatalmente, siga este consejo al pie de la letra.
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Tuve en una entrevista un candidato prácticamente nada más empezar me preguntó
que
-‐¿Tengo que hablar de algo en concreto o prefiere que elija yo el tema? -‐Bien, como usted quiera, si desea decirme alguna cosa, pues yo le escucho. Sin más preámbulos comenzó, y con celeridad, a contarme las mejores jugadas del partido de fútbol del Celta de Vigo del domingo anterior. Después de un par de minutos de mi asombro, intenté pararle. Dije, algo así: hombre muy interesante lo que me cuenta, pero si le parece pasamos a hablar de otras cosas. Me cortó para decirme: -‐¡Ah, claro¡ es que no le gusta el fútbol. Si quiere puedo hablarle de cine o de ciclismo. 60
Evidentemente los nervios, y los malos consejos, le estaban equivocando. Es cierto que es más cómodo escuchar y, como principio, esa debiera ser la actitud a seguir. No olvidar que tenemos dos orejas y una sola lengua, por algo será. Hay que acudir preparados para saber explicar las razones por las que la empresa debe decidirse precisamente por nosotros. ¿De qué sirve saber mucho de una cuestión si luego no se sabe explicar? Es verdad que el paso inicial es el currículo pero una buena venta personal de nosotros mismos es lo que decide que seamos elegidos. Una cuestión que puede parecer tonta y, sin embargo, no todo el mundo la tiene clara es que a la entrevista de trabajo debe acudir, necesariamente, el candidato. De cuerpo presente. No vale que lo haga otro en su nombre ni por delegación. Y debe acudir de una pieza y con apariencia, por lo menos, de que lo hace voluntariamente. Repito, señalar estas cosas no es ninguna tontería; y por si no se cree cito un par de ejemplos, como siempre, auténticos. Estaba en la entrada de la sala donde se iban a celebrar unas pruebas escritas. Observo que un joven veinteañero pretende entrar agarrado del brazo de una señora mayor. Suponiendo que se equivocaban de oficina, me dirigí a la señora y con cortesía le dije 61
-‐Mire señora, me parece que se equivocan de lugar. No creo que usted venga a examinarse aquí para trabajar en este Banco. -‐No, si no es para mí. Y, levantando ligeramente el brazo con el que agarraba al muchacho, continuó diciéndome: -‐El que viene a examinarse es éste que es mi hijo. Lo que pasa es que como no lo traiga así, este no viene solo. Una variante del modelo anterior fue el caso de otro aspirante, también veinteañero. En esta ocasión le acompañaba una linda señorita, también veinteañera. Protagonizaron en la misma puerta de la sala una escena de despedida altamente emotiva en la que no faltaron apasionados besos y abrazos. Esforzándome por superar la emoción, les dije: -‐Miren, ya es la hora. Así que lo mejor es que terminen, de momento, y que entre en la sala el que se vaya a examinar. -‐Sí, si, ahora mismo –me dijo la señorita con una sonrisa angelical-‐ pero es que mi novio, que es el que viene a examinarse, es muy tímido, y si no le animo se derrumba. 62
Mi secretario me dijo que considerara que aquello era normal. Que ahora es muy frecuente proporcionar apoyo emocional de esta manera. También los hay que acuden a los exámenes absolutamente obligados y, llenos de sinceridad, hasta lo dicen. -‐Mire, yo vengo aquí porque necesito presentar un justificante en la oficina de empleo del Ayuntamiento de mi pueblo; así que, si me sellan un comprobante, me marcho y no les hago perder el tiempo. Los anteriores son sólo algunos ejemplos –insisto que auténticos-‐ de personas que desean que se sepa que no quieren presentarse personalmente a un examen. O, sencillamente, que desean NO ser admitidos. Puede que le hayan prevenido de cómo es el entrevistador y del tipo de preguntas que suele hacer. Le habrán aconsejado que esté tranquilo y también “que se muestre natural”. Esto último lo aconseja todo el mundo. Pero como he dicho, nada le librará de estar nervioso, sentir miedo y angustia, o incluso terror. Las personas citadas a una entrevista, antes de ir, suelen plantear una serie de cuestiones, llamémoslas de 63
intendencia, que no dejan de ser importantes. Es frecuente que pregunten: ¿cómo debo mostrarme?, ¿hasta dónde debo ser sincero en las respuestas?, ¿cómo debo ir vestido?, ¿es mejor mantenerse callado, o tomar la iniciativa y no parar de hablar?, ¿qué debo preguntar?, ¿cómo debo tratar al entrevistador?, ¿y si es entrevistadora y, además más joven que yo?... De las páginas precedentes ya habrá sacado algunas conclusiones respecto a las cosas que se deben hacer y, especialmente, las que no se deben hacer. Todos los manuales y consultores de estos asuntos aconsejan acudir relajados y mostrarse con naturalidad, dando la imagen propia de cada uno. Es decir, tal como somos. Esto está bien. Pero surge una duda ¿qué hay que hacer si el natural del individuo es un auténtico desastre? Pues… enmendarse y, en cualquier caso, evitar todo aquello que pudiera considerarse inadecuado. Yo también participo en que lo mejor es la naturalidad y la sinceridad. Es muy posible que cualquier entrevistador medianamente experimentado se dé cuenta de que le intentan engañar. Y eso suele ser, inevitablemente, motivo de descalificación. Pero, una cosa es engañar y otra esforzarse en recalcar, y hasta exagerar, determinadas cualidades exigidas. Hacer esto último con estilo y buen sentido yo lo valoraría positivamente. La presentación la manera de expresarnos son muy importantes. Ofrecerán la primera imagen de nosotros ante el entrevistador. Le van a condicionar durante el resto de la entrevista. Hay quien dice que todos nos hacemos idea y sacamos una conclusión de quien tenemos delante en los 64
primeros 30 segundos. Por tanto, nuestra presentación es fundamental. La imagen va a ser el primer impacto que reciba el seleccionador. Nunca se tiene una segunda oportunidad para causar una primera impresión favorable. Por eso, si se tiene la suerte de ser llamado para una entrevista de trabajo es fundamental cuidar todos los detalles para que el seleccionador nos prefiera antes que a otro candidato. Entre dos currículos semejantes se optará por el candidato que se desenvuelva con buenos modales y transmita una actitud positiva. Si lo que se desea es “pasarla” , es decir, si no se tiene excesivo interés en superar la selección, es evidente que no importará mucho que usted se presente, por ejemplo, con una linda vestimenta gótica que incluya cadenas, largas uñas metálicas, llamativos tatuajes y un completo muestrario de pircings en los labios, cejas y orejas. Un gorro en forma de cucurucho, a ser posible de ala ancha, puede resultar muy sugerente. Lo anterior es de mucho efecto para ser rechazado cómodamente en algunos trabajos como secretaria de alta dirección o como vendedor de alta peletería o joyería exclusiva, por poner unos ejemplos. Ya queda advertido. De todos modos, mostrarse “como vamos habitualmente” creo que es una cuestión que debe ser matizada. Por eso me parece que es bueno hacer algún comentario sobre vestimentas. En una selección para un puesto de empleado de Banca cuya dedicación se anunciaba que sería “captar 65
clientela de alto standing” (ya sabe, de esos que se dice que poseen bastante dinero) tuve la ocasión de asombrarme ante un candidato, recién licenciado en derecho, que se presentó ataviado con un vistoso y debo reconocer que original, bañador tipo bermudas. Caí en la tentación de preguntarle si esa era la forma en que se presentaba habitualmente a solicitar trabajo. Su respuesta fue rotunda: -‐Depende del día que haga. Ciertamente aquel día hacía mucho calor. Por mi parte, cumplí con los deseos del candidato que, a todas luces, eran no continuar con el proceso de selección. No me lo imaginaba visitando a circunspectos financieros en días muy calurosos luciendo un floreado bañador. Merece la pena mencionar la variedad de modelos de cinturón-‐falda con que airosamente se presentan algunas candidatas. Por supuesto que, tampoco, son adecuadas las ropas minúsculas, y prendas que, aún siendo muy bonitas, contribuyen a distraer la atención. Son preferibles atuendos que no llamen demasiado la atención lo cual no está reñido, sino todo lo contrario, con la elegancia.
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No se trata de lucir modelitos –salvo casos concretos-‐ sino vestir con prendas propias de nuestro estilo personal. (Si es que nuestro estilo personal es el adecuado, claro) y que, a su vez, estén en consonancia con el puesto de trabajo solicitado. El tipo de trabajo nos marcará las pautas en el vestir. Evitar el exceso y la ostentación. Preferibles los zapatos a las zapatillas deportivas y no digamos nada a las chanclas havaianas. Hay que tener presente que no vamos a un casting para la televisión. La forma de vestir o de comportarse poco usual pueden despertar reacciones adversas, e inducir a pensar que se desea ser eliminado inicialmente de una selección para puestos de trabajo concretos. Seguro que no será su caso pero, si estrenara traje ese día, quítele las etiquetas que suelen venir cosidas en la parte exterior de las mangas de la chaqueta. Digo esto porque me ocurrió lo que cuento a continuación. Me fijé que un candidato, al saludarme dándome la mano, llevaba una tirilla de tela colgada de la manga de la chaqueta. Por iniciar la conversación de algún modo le avisé que tenía colgando una etiqueta y él me contestó: -‐¡Vaya! (realmente dijo otra palabra) se me ha descosido. -‐Ah. ¿Pero no la quita? Le dije. 67
Y su respuesta fue: -‐No, hombre, no, que si la quito no se sabe que es de marca. En una palabra, lo deseable sería que la ropa, y hasta el estilo en la forma de presentarse sean los que se esperan para el tipo de trabajo que pretendemos. En resumen: los adecuados. Otros detalles. Decir que, aun aceptando el estilo personal de cada uno, no parece que cueste, ni sea pedir mucho, acudir peinado y aseado (también las uñas). Eliminados los olores corporales. Aclaro, aunque supongo que es sabido, que este tipo de aroma no se eliminan con colonias ni con desodorantes por fuertes que sean. Un remedio eficaz es el agua y jabón (cuando el servicio militar era obligatorio, las órdenes eran usar agua y jabón maquillado marca el “chimbo”). Los olores bucales también deben ser eliminados cuidadosamente. Digo todo esto porque en demasiadas ocasiones mientras entrevistaba he estado próximo a sufrir un shock olfativo. Los perfumes en exceso, también, contribuyen a distraer la atención.
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En resumen, acudir con aspecto pulcro. Las señoritas no deben olvidar que existen unos artilugios muy prácticos llamados horquillas de pelo que, colocadas convenientemente, antes de iniciar una entrevista, resultan muy útiles para no tener que estar apartándose constantemente el cabello de la cara. Avancemos. Vamos a suponer que estamos vestidos adecuadamente, que ya hemos ido al lavabo en previsión de contratiempos, aprovechando el momento para beber un poco de agua y, también, para eliminar el reseco que la tensión nos ha provocado en los labios. Dé unos saltitos para que la sangre le fluya al cerebro (aunque sea sólo en esta ocasión) y así reaccione con fuerza y energía. Ya conoce que el cerebro es esa parte del cuerpo donde se guardan y desarrollan las ideas. Cuídelo. Por si no se le ocurrió. Antes de entrar en el despacho es imprescindible despojarse de determinadas cosas y utensilios que nos pueden estropear una entrevista. Si. ¿Qué hay hacer con el paraguas, con el abrigo o con las bolsas de El Corte Inglés?... Hacerlas desaparecer antes de entrar. ¿Y los MP3, y los móviles?: Suprimirlos antes de entrar. Por favor, en ningún caso dejarlos encima de la mesa del entrevistador. ¿Y el tabaco? ¡Fuera! ya hemos aprendido del Ministerio que los fumadores contaminan.
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Recordar que las llaves que se guardan en los bolsillos son para abrir las puertas y no para juguetear con ellas durante la entrevista. Las gafas de sol ¿para qué las necesita dentro de un despacho?. Evitan que se vean sus ojos que son una parte muy interesante de su cuerpo. Ni se le ocurra llevar gafas de sol colocadas sobre el hueso frontal de la cabeza. Evite al máximo llevar con usted cualquier objeto que pudiera provocar alguna distracción. Y lo voy a decir porque también me ha pasado. Tampoco acudir con cochecitos de niño. Sobre todo si encima – como fue el caso que presencié-‐ la criatura tenía, lo que en mis tiempos se llamaba una perreta, al parecer porque llevaba mucho tiempo sin cambiar el pañal. Después me dijeron que el niño no era de la candidata, y que al traerlo pretendía estimular mi ternura. Lo que sí es verdad es que me desconcertó. Doy por sentado que no llegamos tarde, ni sudorosos, ni jadeantes. Y ahora que ya estamos delante de la puerta del despacho de nuestro entrevistador (realmente quien está delante de la puerta es usted) ¡agigante su ánimo!. ¡Es su momento!. En los siguientes minutos se jugará un puesto de trabajo y, ¿quién sabe?, hasta un brillante porvenir profesional. Lo primero –no se ría-‐ es entrar en el despacho. No es un asunto intrascendente. Aunque parezcan muy, pero que
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muy básicas, hay cuestiones que no todo el mundo conoce, o quizás, se le olvida practicarlas. Por ejemplo: llamar a la puerta de un despacho antes de entrar, saludar dándose la mano, sentarse correctamente en una silla, mirar precisamente al entrevistador, percatarse de que, en un momento dado, le están dando a entender que la entrevista ha finalizado y por tanto que debe despedirse… Entrando en detalles y sin querer herir a nadie, comentaré algunas cosas que a pesar de su obviedad, a veces, pasan desapercibidas. Los despachos, entre otras cosas, suelen tener puerta y tales puertas pueden estar abiertas o cerradas. En los dos casos se supone que, antes de entrar en un despacho, tenemos permiso para hacerlo. Y para obtener dicho permiso habría que pedirlo. Desciendo a estos detalles porque dentro de mis experiencias he vivido situaciones pintorescas. Recuerdo el caso de un joven con un currículo que, en principio, cumplía las exigencias solicitadas. El caso es que entró en el despacho con aire de aquí mando yo y, dirigiéndose a mí –que permanecía de pie-‐ se aproximó y mientras me estrechaba la mano con su mano derecha, con la mano izquierda me dio unos golpes en la espalda –fuertes por cierto-‐ a la vez que con amplia sonrisa me espetó: 71
-‐¡Hola!. ¿Qué tal estás? ¿Qué?, ¿Tú eres el que hace las entrevistas, verdad?, ¡Vaya trabajo más cojonudo que tienes macho! Pero siéntate que este es tu despacho. Tú me dices por donde quieres que empecemos que yo estoy a tu disposición y, además, no tengo prisa. Confieso que me quedé perplejo y casi sin reflejos. El, naturalmente, lo que se quedó es sin trabajo. Pues en este sentido no es el caso más sorprendente. En otra ocasión acudió un joven acompañado de su madre y de su novia. Ambas franqueaban al mocetón, y los tres, mejor dicho, las dos, querían hablar “con el jefe”. En definitiva querían explicar las cualidades del candidato porque, me llegaron a decir, que era tan apocado y tan modosito que él solo no se iba a atrever a contarme todo lo que sabía y lo bueno que era. Estuve de acuerdo en que, evidentemente, se trataba de una persona muy modosa y muy apocada que, por supuesto, no entró a trabajar. ¿Alguien se imagina a la madre y a la novia acudiendo periódicamente a la empresa 72
para explicar las cualidades y las gracias que sabía hacer aquel niño grande? Otra variante de entrada triunfal fue la siguiente. Abrí la puerta de mi despacho para que pasara el siguiente candidato que iba a ser entrevistado. En la sala de espera estaba la persona citada. -‐¿Es usted J.L.?. -‐Si, si. -‐Muy bien. Pase y siéntese. -‐Le hice señal de que entrara mientras le tendía mi mano derecha. El pasó (¿se dice olímpicamente?) sin darme la mano y, para mi sorpresa, mientras yo cerraba la puerta, se sentó tranquilamente en mi sillón. Para hacerlo tuvo que bordear la mesa. Por la disposición de la propia mesa, la del sillón y la de las butacas llamadas “confidentes”, no podía haber dudas de que aquel era mi sitio. No se percató de su metedura de pata. Como se sentó antes que lo hiciera yo mismo opté por sentarme en el sillón en que debiera haberlo hecho él y le dije: -‐Se le ve muy bien sentado en mi sillón… No hizo ningún ademán por levantarse y, realzando su torpeza, dijo: -‐Es que como no me ha dicho donde me tenía que sentar… Siguió sentado y continuamos una corta entrevista cuyo resultado se puede imaginar. 73
Se han saludado. Y quiero decir que usted ha sabido saludar correcta y normalmente. Aunque no sería necesario, pero como lo he vivido, aclaro que no es aceptable saludar con la mano sudada ni con la otra mano metida en el bolsillo, ni ofrecer para saludar la mano que sujeta el bolso, ni saludar mirando a otro lado que no sea la cara, o mejor el entrecejo, del entrevistador o entrevistadora. El saludo inicial también brinda excelentes oportunidades para ser descalificados sin necesidad de más esfuerzos posteriores. Saludar con la mano sudada puede provocar rechazo. Llevar un pañuelo con el que secarse la humedad de la mano –antes de entrar en el despacho-‐ es una buena solución para superar este primer engorro. Y, al saludar estrechando la mano derecha, ¿qué hago con la mano izquierda? Pues obviamente mantenerla en su sitio, que es el lado izquierdo del cuerpo. Y si uno es un poco patoso en esto de tomar con naturalidad la iniciativa para saludar, recomiendo llevar una agenda tamaño libro en las manos. Sirve como excusa para tener ocupadas las manos mientras se espera la reacción del entrevistador. Por cierto, saludar con una mano “muerta”, o torcer la mano, o prolongar más de la cuenta el agarrón se interpretan como síntomas de personas inexpertas y poco acostumbradas a relacionarse. La distancia prudente entre entrevistado y candidato es justamente la limitada por los brazos al saludarse.
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Ante el ofrecimiento del saludo por parte del entrevistador ofreciendo su mano los hay que, sencillamente, no hacen nada y se quedan deliciosamente pasmados. Este atolondramiento si, además, es acompañado de un gesto como si se preguntara ¿qué querrá este?, hasta pueden provocar en el entrevistador un sentimiento de lástima. Cosa totalmente inconveniente para superar el proceso de selección. Se tiene que notar nuestro entusiasmo e ilusión por trabajar en esa empresa. Y, consecuentemente, nuestra cara, como no podría ser de otro modo, mostrará su mejor semblante y sonrisa. Si, si, porque somos agradables y nos gusta agradar. Además una sonrisa intercalada en el momento adecuado resulta muy eficaz. Es la expresión externa de alegría y de buen humor y todos sabemos que el buen humor genera a su vez buen humor. Todo influirá en la opinión que se formen de nosotros: la forma en que movemos las manos, los gestos, la ropa etc. Una cuestión aparentemente tonta, pero que puede resultar desastrosa, es la utilización del tú o el tratamiento de usted. Lo educado, y como no nos equivocaremos, es tratando a las personas desconocidas de usted, incluso cuando el contrario utilice el tuteo. No me resisto a contar aquel antiguo chiste que pretendía explicar las diferencias de interpretación de los mismos hechos por la utilización del tú o del usted:
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El Director General de un Banco estaba preocupado por uno de los jóvenes directores muy brillante el cual, después de trabajar intensamente, justo a la hora de almorzar, se ausentaba precipitadamente durante tres horas. El Director General llamó al detective privado del Banco y le dijo: -‐Siga usted a López una semana entera, no vaya a ser que ande en algo malo o sucio. El detective cumplió el encargo e informó: -‐López sale normalmente al mediodía, toma su coche, va a su casa a almorzar, después se acuesta con su mujer, se fuma uno de sus excelentes habanos y vuelve a trabajar. -‐¡Ah, bueno, menos mal¡ No hay nada de malo en todo eso. Respondió el Director General. Pero el detective preguntó: -‐¿Puedo tutearle señor? Sorprendido, el Director General respondió: -‐Sí, cómo no. Y el detective le dijo: -‐Te repito. López sale normalmente al mediodía, toma tu coche, va a tu casa a almorzar, después se acuesta con tu mujer, se fuma uno de tus excelentes habanos y vuelve a trabajar
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Tras el anterior inciso, continuamos hablando de la entrevista. No nos sentamos hasta que nuestro interlocutor lo diga o insinúe. Y nunca antes que él. Y nos sentamos normales, evitando posturas que pueden provocar una situación comprometida, sobre todo en las señoritas. A ser posible que se nos vean las manos. Recuerde, y evite, las situaciones negativas relatadas en páginas anteriores. Con gestos naturales, no teatrales. Algunos preparadores de entrevistas recomiendan inclinar la cabeza porque, dicen, eso induce al interlocutor a cierta conmiseración. Cuidado, sin pasarse. He sido testigo de posturas y poses dignas del mejor histrión. No olvidar que es probable que el entrevistador haya seguido algún curso de interpretación del lenguaje corporal y, a modo de clase práctica, se entretenga en analizar sus gestos. En general aconsejo dejar que le dirijan la entrevista, por lo menos al comienzo. Y una cosa interesante: aprovechar las distracciones del entrevistador, o las interrupciones, para sacar partido sobre todo si el entrevistador da pie para ello. En cierta ocasión, durante una entrevista, sonó mi teléfono para informarme que los sindicatos y la patronal de mi sector (la AEB) acababan de ponerse de acuerdo para firmar el convenio colectivo. La noticia para mí, como Director de Recursos Humanos, era muy importante así que 77
hice alguna pregunta a la persona que me telefoneó. Al terminar me disculpé por la interrupción explicando que me habían interrumpido por tratarse de un tema tan importante en la empresa como es la firma del Convenio Colectivo. El candidato aprovechó correctamente la interrupción mostrando capacidad de reacción ante una situación inesperada. En efecto, además de aceptar la interrupción, aprovechó para exponer su punto de vista, muy constructivo, recalcando la importancia que tienen las relaciones laborales y la necesidad de que favorezcan a todas las partes. Es muy frecuente que el seleccionador inicie la entrevista con una exposición, más o menos amplia, de lo pretende que explique el candidato, como por ejemplo: -‐Aunque las pruebas que realizó aún no están totalmente corregidas resultará interesante conocernos, por eso me gustaría que me hablase sobre sus conocimientos, experiencias y aspiraciones futuras. Es decir, sobre los trabajos que ha desarrollado hasta ahora, sus estudios, intereses, aficiones y cualquier otra cosa que me desee contar.
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Naturalmente hay que ir preparado para, sin más, exponer las explicaciones solicitadas. Sin titubeos. Con seguridad. Es la ocasión de, como ya se ha dicho, vender nuestro producto más valioso: nosotros mismos. Es normal que en algún momento, el entrevistador interrumpa la conversación para solicitar alguna aclaración o introducir algún matiz. Durante la entrevista se van a hacer una serie de preguntas más o menos esperadas: que si la edad, que si los estudios, que si la experiencia, que si el estado civil…muchas. Es verdad que todos estos datos ya figuran en los currículos y en las solicitudes de empleo que, con anterioridad, están en poder del entrevistador. Además de tenerlo memorizado hay que acudir con un ejemplar del currículo, así evitaremos sorpresas si –como es habitual-‐ nos solicitan alguna aclaración o ampliación. Y lo mismo cabe decir de las características del puesto de trabajo ofertado. -‐Déjeme su currículo para examinar juntos algunos aspectos. -‐¡…! No lo he traído… como ya lo envié por correo… -‐Bueno, en cualquier caso, seguro que lo puede reproducir ahora de palabra. -‐Es que no me voy a acordar de las fechas… 79
Este candidato está dando una imagen pésima de sí mismo y va a tener difícil superar la prueba. Tener presente que casi todas las respuestas que demos al entrevistador van a tener una repregunta posterior para la que también hay que ir preparado. Los hay que salen airosos como el del ejemplo siguiente. En una solicitud de empleo, el candidato hacía constar de forma destacada que era una persona de naturaleza especialmente optimista. El resto de datos aportados eran normales. Tras superar los test usuales fue convocado a una entrevista. Caí en la tentación de preguntarle que, siendo tan optimista como decía, ¿cuál sería su reacción ante una desgracia? Sin ninguna dilación contestó que le gustaría tener una reacción semejante a como sucedía en la anécdota que me relató. La historia trataba de tres personas a las que se les preguntó ¿qué les gustaría que la gente dijera en su funeral? La primera deseaba que se dijera que había sido un buen padre y una buena persona. La segunda deseaba que se dijera que había sido un hombre maravilloso: un buen padre, buen esposo, y gran ejemplo para todos. El tercero respondió: A mí me gustaría que la gente dijera ¡eh, se está moviendo! 80
Durante la entrevista, el candidato debe ser capaz de transmitir la información solicitada con educación y seguridad. Sin mostrarse nervioso y sin responder con escuetos síes y noes pero tampoco con verborreas. Con un tono de voz que no resulte agresivo, pero tampoco excesivamente bajo. Suprimiendo latiguillos lingüísticos, palabrotas y juramentos. Sin tomarse confianzas aunque parezca que se las da el entrevistador. Y por supuesto, sin discutir sobre derechos, religión ni política. En el caso de que el entrevistador hiciera surgir este tipo de temas utilizar elegantemente la diplomacia. Por supuesto, no hacer comentarios despectivos, ni criticar a compañeros, jefes ni empresas en las que se ha trabajado. Algún ejemplo se ha comentado en páginas anteriores. Así mismo se debe mantener en todo momento el campo visual con el entrevistador al que se debe mostrar verdadera atención. Sin distraerle ni tampoco interrumpirle reiteradamente Si se produjera un silencio embarazoso, una manera de romper el hielo es decir algo así como: “por mi parte quisiera expresar que estoy encantado de estar aquí, agradezco mucho que me hayan llamado”. Mi experiencia me dice que hay entrevistas desastrosas pero las hay absolutamente brillantes. Me quedó especialmente grabada una. Estábamos seleccionando a una persona que se encargaría de fomentar el negocio en una población en la que los resultados no eran 81
los esperados. Se precisaba un vendedor dinámico y con ideas. El candidato había superado todas las pruebas y tests y fue convocado para una entrevista. La entrevista final la realizamos conjuntamente el Director de Producción y yo mismo. Tras las preguntas iniciales, mi compañero, el Jefe de producción, expuso que el problema comercial en la zona era que la venta de productos no aumentaba suficientemente a pesar de los esfuerzos de los empleados; y le preguntó: -‐¿Qué haría usted para aumentar significativamente el número de productos colocados? El candidato respondió inmediatamente: -‐Sencillamente, ofreciéndolos. -‐¿Cómo es eso? Insistió el Jefe de Producción? La respuesta recibida fue la siguiente: -‐Teniendo muy en cuenta lo sucedido en un restaurante de comidas económicas. Y pasó a contarnos la siguiente anécdota: -‐El dueño de un restaurante aleccionaba a sus dos camareros para que a todos los clientes que pidieran arroz les preguntaran si lo querían con huevo. Por cada huevo que vendieran les daría una comisión. Al terminar la semana, el camarero más nuevo cobró el doble de comisiones que el otro camarero. 82
-‐¿Cómo se las ha arreglado para colocar tantos huevos?, le preguntó el jefe. –Muy sencillo –respondió-‐ en lugar de preguntar si quieren arroz con huevo les pregunto si lo quieren con uno o dos huevos. Como era de esperar este candidato ingresó en la empresa y puedo decir que tuvo importantes éxitos. Subiendo un poco el nivel. Vamos a imaginar un tipo de entrevista que empieza a ser frecuente para la selección de personas a las que se les exige cierto grado de cualificación. Lo suelen practicar empresas multinacionales con sede central en países extranjeros. Usted, que ya mantenido una primera charla con el responsable español encargado de seleccionar personal, recibe una llamada telefónica que le informa que, sino tiene inconveniente, debe presentarse de nuevo en la empresa un día y a una hora determinada para mantener una charla con el Director General de Recursos Humanos cuyo despacho está en Londres, ciudad en la que la empresa tiene su sede social. La charla-‐entrevista será a través de video conferencia y, naturalmente, en inglés que es uno de los idiomas exigidos en el anuncio de la oferta de trabajo. Por supuesto, su dominio del inglés es suficiente como para mantener una conversación con fluidez, así que esta nueva cita no le producirá ningún ataque de pánico. De todos
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modos, por si acaso, no estará de más que repase términos y locuciones inglesas propias del tipo de trabajo ofertado. Lo de la video conferencia no debiera asustarle. Su generación está habituada a manejar toda esa variedad de artilugios que transmiten imágenes. Hasta me atrevo a decir que su fotografía está incluida en los perfiles de las redes sociales. Quizás esas no sean las imágenes que debe mostrar en este momento. Pero, ahora, va a tener la oportunidad de dar a conocer su dominio en el uso de las tecnologías de la imagen. Es una oportunidad para demostrar que también tiene talento como actor. Acuda impecable. Ya se ha tratado este asunto anteriormente. No es que tenga que maquillarse, pero su cara debe presentar aspecto iluminado natural. Piense que no es lo mismo una conversación presencial que la que se mantiene a través de una cámara. ¿Verdad que cuando se chatea se ven los rostros muy achatados y oscuros?. Si su ropa contrasta ligeramente con la tonalidad de su piel y de su pelo se le verá mejor en el aparato receptor de su oponente. Colóquese a una distancia de la cámara suficiente para que su cara, y otro tanto de su cuerpo hasta las manos apoyadas en la mesa, queden bien enmarcadas y sean totalmente visibles. Manténgase erguido, pero sin rigideces, ligerísimamente ladeado. Puede acompañar sus respuestas con cortos movimientos de las manos, sin salirse del marco de la cámara y sin abusar. Procure que las inclinaciones de su cabeza sean leves. Sonrisa sin forzar, pero comunicativa. En resumen su imagen tiene que convencer y…cautivar. Ensaye varias veces con la cámara web de su computador. Grabe sus actuaciones, incluyendo una conversación, y 84
observe el resultado. Será muy útil que lo haga dialogando con otra persona desde otro computador. En estos ensayos vista la misma ropa con la que acudirá a la conferencia. Le quiere conocer uno de los responsables más importantes de la empresa. Esfuércese. Tenga en cuenta que si ha llegado a esta fase es porque, hasta ahora, superó las pruebas que le han ido planteando. No lo estropee en el último minuto. Si fatalmente no consiga el trabajo -‐¡Dios no lo quiera!-‐ no dé por perdida esta preparación ya que, con ella, seguro que adquirirá soltura para presentarse a algún que otro casting. Pero no sólo hay que ensayar las formas. También debe prepararse a contestar y a preguntar las cuestiones que surjan. Entre lo que ha leído hasta llegar aquí, y lo que se indica en los capítulos siguientes, usted puede hacerse una idea de lo que suele hablarse en las entrevistas. Sin embargo, al intervenir en la entrevista una persona extranjera, es posible que muestre interés por aspectos de nuestro país que él conoce más superficialmente o que, huyendo de sutilizas, haga preguntas y comentarios directos. Imagínese: (hago el favor de trascribir el diálogo en español) -‐Me han informado que usted es una de las personas previamente seleccionadas que podrían incorporarse a nuestra empresa para trabajar en el proyecto que estamos desarrollando en su país. 85
Advierta que no le ha dicho “para ocupar un puesto de trabajo”, sino “para trabajar en el proyecto…” Tengo entendido que en España el absentismo laboral es muy alto, lo cual nos hace ser muy cautos en la contratación de personal para esa sucursal. Me gustaría conocer lo que opina usted sobre dicho problema… Interesante pregunta ¿verdad?. Como ya va entrenado, seguro que sale airoso del trance. Apuesto a que no se le ocurriría contestar diciendo que no sabe de lo qué le habla, ni que el problema se produce por el exceso de horas trabajadas o algo así. Usted tiene recursos suficientes para decirle, con auténtico convencimiento, por ejemplo: Tiene usted razón. El absentismo injustificado resulta totalmente insolidario con el resto de compañeros y hasta con la sociedad en su conjunto. Y, además de perjudicar a la empresa, perjudica al trabajador que, por su desinterés, quedará postergado en las oportunidades de promoción que ofrece la empresa. Es algo lamentable que se debería erradicar. 86
En definitiva -‐y como sucede en la vida diaria-‐ lo positivo es decir al entrevistador lo que inconscientemente quiere oír. En caso de ingresar en nuestra empresa, ¿Cuál sería su propuesta de implicación en el proyecto que le han explicado? Seguirá estando conforme en que esta también es una pregunta sumamente interesante y, más, para contestarla delante de una cámara de video. Bueno, es cierto que usted conoce el proyecto al que – con suerte-‐ sería incorporado ¿tendré que decirle que su implicación en el mismo sería auténticamente ilimitada?, ¿no le sobran argumentos para sentirse ilusionado por poder trabajo en esa empresa y en ese proyecto específico?. ¡Pues dígalo!. Como final de este capítulo, si tuviera que resumir cuál debe ser la tónica a seguir durante una entrevista diría que demostrando coherencia y credibilidad. El sentido común es el debe dictar las pautas. En el capítulo siguiente se indican una selección complementaria de preguntas-‐tipo que se puede esperar le hagan al candidato y cuyas respuestas debe llevar preparadas. 87
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Típicas preguntas del seleccionador Como ya se ha dicho en páginas anteriores, es habitual que el entrevistador no pregunta solamente para obtener datos. Y aquí una advertencia que no todos tienen en cuenta. Vuelvo a repetir, muchos entrevistadores (entre los que me incluía) con preguntas a veces intrascendentes lo que pretenden es averiguar la forma en que el interesado expone las cuestiones y defiende sus puntos de vista. Suele ocurrir que el propio candidato cae en contradicciones al pretender explicar y ampliar lo que ya había indicado en su currículum. Es muy ilustrativo comprobar cómo se desenvuelve y se explica una persona en una situación estresante. Es un dato útil para suponer como lo hará ante un cliente o ante una situación comprometida. Ciertamente hay preguntas que no deben hacerse. Tampoco se debería entrar en el terreno de lo llamado políticamente incorrecto. Pero conocer algunas circunstancias 89
puede ayudar a decidir la admisión. Por tanto, salvo que se trate de impertinencias, aconsejo responder a todas las cuestiones con naturalidad. De todos modos un entrevistador experimentado puede –directa o indirectamente-‐ obtener la información que considere necesaria. Es más, hábilmente, puede propiciar -‐quizás hablando de otras cosas o, incluso, de él mismo-‐ que el candidato facilite datos complementarios. En las contestaciones no hay que mostrarse vanidoso, ni autoritario ni dando una imagen de sabelotodo Hay que tener en cuenta que cuando respondamos eligiendo una opción, con casi total seguridad, se nos va a repreguntar el motivo por el que hemos elegido determinada respuesta. Es normal que las respuestas sean comentadas, o que se provoque una pausa que puede dar lugar a tener que volver a responder a manera de aclaración complementaria. Y ¿qué se suele preguntar en una entrevista, y cuáles son las respuestas más convenientes o menos inconvenientes? Como casi todos los seleccionadores estudian y leen los mismos manuales y tratados, al final, con igual o parecidas palabras, terminan preguntando las mismas cuestiones. En este sentido los entrevistadores no suelen ser especialmente originales. En efecto, hay una serie de preguntas que pueden considerarse clásicas, y para cuyas respuestas debemos ir preparados. Generalmente son preguntas de tipo abierto: No preguntará, por ejemplo, “¿le gusta este puesto?”, cuya
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respuesta sería un sí o un no. Probablemente lo que preguntará es: ¿qué aspectos le gustan más de este trabajo? En páginas anteriores ha podido leer algunos ejemplos de preguntas. Ahora vamos a examinar una selección de las preguntas que se consideran habituales. Evidentemente nunca hay una sólo respuesta correcta. Las indicadas son sólo una posibilidad.
-‐¿Porqué desea cambiar de empresa? …
-‐¿Porqué desea dejar su actual trabajo?
Estas preguntas son inevitables sobre todo cuando la diferencia salarial entre dos trabajos no es significativa. Doy por supuesto que nadie va a contestar aquello de “porque mi actual jefe es insoportable y no hay quien lo aguante”. A ninguna empresa le interesa a personas potencialmente problemáticas o que han protagonizado mal ambiente en empresas anteriores. Como ya se ha dicho, si tiene que hablar de su anterior empresa evite proporcionar información confidencial. Demostrará así que usted es una persona discreta. Puede y debe, haber razones positivas, por ejemplo: 91
-‐“Porque esta empresa es más moderna”. –“Porque en esta empresa hay más posibilidades para promocionar”. –“Porque esta empresa tiene planes de formación muy atractivos”… -‐“Porque no tengo miedo a este cambio que para mí es un reto que me abre nuevas posibilidades de futuro…” –“Porque esta empresa ofrece mayor estabilidad”. -‐¿Porqué quiere trabajar en esta empresa en concreto? … -‐¿Porqué desea trabajar con nosotros? Vienen a ser preguntas complementarias de las anteriores, y con posibles respuestas semejantes: -‐“Me atrae por su dinamismo y por las posibilidades de carrera que ofrece”. -‐“Creo que esta es una buena oportunidad para poner en práctica mis conocimientos y para adquirir experiencia y así crecer profesionalmente”.
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Mejorará las respuestas si, además, es capaz de exponer algunas características de la empresa que se adaptan a sus pretensiones. Por ejemplo: -‐“Me resulta muy interesante participar en los proyectos de la nueva gama de productos que están fabricando aquí ya que se relacionan, precisamente, con mi especialidad” -‐¿Cuáles cree que son las ventajas de este empleo que solicita? … -‐Me gustaría conocer algunas razones por las que ha elegido este puesto de trabajo. Como en el caso anterior, debiera incidirse en los aspectos positivos del puesto de trabajo: las posibilidades de promoción y formación. Estará de acuerdo en que no parece conveniente recalcar exclusivamente que el nuevo empleo es mejor porque se trabajan menos horas.
-‐¿Está usted satisfecho de las metas alcanzadas en su vida profesional?
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Es conocido que el 52% de los empleados no tiene en mente la idea de promocionar porque está cómodo con su labor y no siente la necesidad de hacer algo diferente. Es como un adocenamiento. Sin embargo la respuesta a esta pregunta no debe llevar implícito ningún tipo de conformismo, sino de entusiasmo por mejorar, por ejemplo: -‐“Estoy contento con lo conseguido hasta ahora pero no totalmente satisfecho. Creo que soy capaz de conseguir mejorías profesionales. Por eso he solicitado este puesto de trabajo” -‐¿Cuáles son sus aspiraciones profesionales? Pregunta relacionada y hasta complementaria de la anterior. Cuando se pregunta a alguien por sus perspectivas y planes profesionales lo más habitual es que no lo tenga nada claro y que demuestre cierto conformismo y resignación. Esa dejadez, ese conformarse con lo que le ha tocado, no es positivo y no debe transcender en nuestra respuesta. Como el pasotismo no será nuestro caso, la respuesta debe ser segura y positiva: -‐“Seguir mejorando en el desempeño de mi trabajo, adquiriendo más experiencia y así poder promocionar” 94
-‐¿Qué sabe usted sobre nuestra empresa? Una cuestión muy importante. Antes de la entrevista se debe obtener la información más completa posible sobre la empresa. No sólo porque igual le hacen esta pregunta sino porque puede ser motivo de repreguntas al entrevistador. Si le hacen esta pregunta, es el momento de demostrar y dar la impresión de que usted es una persona enterada. Responda empleando la jerga del oficio si es posible. Haga saber con habilidad sus conocimientos sobre la actividad de la empresa en cuestión. Es muy fácil conseguir datos. Internet es una buena fuente. -‐¿Cuáles son sus puntos fuertes y cuáles los débiles relacionados con el trabajo que solicita? … -‐¿Podría indicar tres de sus virtudes y tres de sus defectos? Al responder a estas preguntas hágalo mostrándose especialmente seguro. Puede comenzar diciendo que es difícil hablar de uno mismo, pero…
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Como puntos fuertes/virtudes, y según qué tipos de trabajo, podría indicar por ejemplo:
-‐su capacidad de trabajo y de aprendizaje.
-‐su facilidad para relacionarse.
-‐su flexibilidad y capacidad de adaptación a las innovaciones.
-‐la motivación que le supone acceder a un nuevo trabajo.
-‐su disposición para conseguir los retos que se le encomiendan.
-‐su capacidad de trabajar en equipo.
-‐soy una persona responsable y fiable.
-‐que le gusta la atención al público.
A ser posible haga hincapié en aquellas cualidades más adecuadas para el desarrollo del puesto solicitado. Cuando se responda sobre los puntos débiles/defectos, no aconsejo exponer los aspectos malos de nuestra personalidad, sino contestar adjudicándose “defectos” pero con un matiz positivo, por ejemplo:
-‐soy demasiado perfeccionista.
-‐me involucro demasiado en el trabajo.
-‐¿Qué haría si estuviera en desacuerdo con su jefe? 96
Pregunta peliaguda y tramposa. Con esta cuestión, el entrevistador pretende conocer el potencial grado de conflictividad del candidato. Naturalmente, se debe contestar con tacto, diplomáticamente, sin criticar. Aconsejo indicar que usted tiene capacidad de asumir las diferencias, colaborando y exponiendo lealmente las discrepancias que pudieran surgir sobre algún punto en concreto pero admitiendo que la responsabilidad final la tiene el superior, por lo que su criterio tendrá que ser el definitivo. -‐¿Por qué deberíamos contratarle a usted y no a otro candidato? … -‐¿Cree que es la persona adecuada para este puesto? … -‐¿Podría ofrecerme dos o tres razones para que deba ser usted el elegido? … -‐¿Se siente usted lo suficientemente preparado para trabajar con nosotros? Esta es la oportunidad que deberíamos estar esperando para demostrar que somos la persona idónea y que nuestro 97
perfil se adapta perfectamente a las condiciones requeridas por la empresa. Para ello podemos aprovechar la descripción del puesto de trabajo publicada por la empresa, o que nos explicó el seleccionador, e ir acoplando a la misma nuestra experiencia y formación, según convenga. La clave es presentarnos como la persona idónea. Todo ello con suficiente firmeza aunque sin pasarse. Ante este tipo de preguntas hay que mostrar gran seguridad en uno mismo: -‐“considero que soy la persona adecuada porque, además de ganas de trabajar, tengo capacidad suficiente para desempeñar este puesto; en concreto poseo los conocimientos solicitados de…” -‐¿No cree que este trabajo es poco para usted? Enfoque posible: “Ningún trabajo digno es poco para nadie. En concreto para mí resultará muy interesante aplicar mis conocimientos, adquirir experiencia y tomar contacto con la realidad del mundo laboral. Además en esta empresa veo oportunidades de desarrollo y crecimiento profesional”. Obviamente, debe desaconsejarse una respuesta del tipo: “¿Quiere que le sea sincero?, No me queda más remedio que aceptarlo”.
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-‐¿Por qué eligió estudiar…? … -‐¿Qué le parece la carrera que ha estudiado? … -‐¿Qué tal llevaba los estudios? … -‐¿Cuál es la nota media de su expediente? … -‐¿Qué asignaturas le gustaban más, o le resultaron más fáciles o más difíciles? Es importante realizar un balance positivo sobre estos temas. Las respuestas deben resaltar y relacionar los conocimientos y competencias estudiados con el puesto al que se opta. -‐¿Le gustan los trabajos rutinarios?
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Aunque todos los trabajos tienen algo de rutinarios, los hay que lo son especialmente y que llevan tal cualidad en su propia esencia. Sin embargo todo el mundo aspira, o debiera aspirar, a un trabajo que tenga suficientes aspectos de variedad. Resultará más atractivo y posibilitará que el aprendizaje sea más amplio. Pero el trabajo ofrecido en este caso es claramente rutinario y no tenemos mucho donde elegir. Positivemos la respuesta: -‐“Me gustaría que el trabajo fuera lo más creativo posible, pero tengo claro que lo importante es trabajar. En cualquier caso, estoy seguro que las políticas de personal de la empresa facilitan la rotación en los trabajos una vez que se va adquiriendo experiencia y conocimientos suficientes de los trabajos inicialmente asignados. Tengo ganas de trabajar y comprendo que, al principio, se me encargarán trabajos más o menos rutinarios”. -‐Me imagino que en su trabajo anterior, al igual que en todos, se le plantearon situaciones complicadas y desagradables, ¿verdad? … -‐Hábleme de los problemas más difíciles a los que se ha enfrentado en el trabajo. … -‐¿Cuáles cree que son las desventajas de este empleo?
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-‐“En el desempeño de mi anterior trabajo, naturalmente y como usted bien dice, se ha producido alguna situación tensa y en definitiva desagradable. Afortunadamente, la profesionalidad y el carácter conciliador de mis superiores han resuelto las diferencias. En cualquier caso nunca han sido problemas irremediables ni excesivamente importantes: asignación de turnos para las comidas…poca cosa”. Respecto a las desventajas del empleo en cuestión, sea positivo. Para usted el nuevo empleo sólo puede tener ventajas y en caso de que surja algún inconveniente, seguro que sabrá superarlo. Recuerde que entre sus puntos fuertes figura el de ser flexible. -‐Descríbame el trabajo que realiza actualmente. … -‐¿Qué aspectos de su trabajo desempeñó mejor, o le gustaban más? ¿Por qué? Entiendo que este tipo de preguntas son muy fáciles de responder. ¿Quién mejor que usted para explicar perfectamente lo que está haciendo? Me corrijo: ¿quién mejor que usted para explicar perfectamente lo bien que está haciendo su trabajo 101
actual y lo satisfecho que está de su resultado?. Se quiere cambiar por mejorar y porque encuentra en la nueva empresa mayores posibilidades. De verdad, ¿sabría definir con soltura su actual trabajo?
-‐¿Está dispuesto a ir donde la empresa le envíe?
Piense cuidadosamente lo que le conviene responder. Vaya preparado para dar una respuesta conveniente. Puede darse el caso que la pregunta sólo tenga por objeto valorar su hipotética disponibilidad en un futuro no inmediato. En este caso no resulta temerario responder afirmativamente. Ya se verá después. lo importante ahora es conseguir el puesto de trabajo. -‐Hábleme de sus experiencias profesionales, de lo que más ha destacado en su vida profesional, o en sus estudios. … -‐Cíteme una o dos experiencias u ocasiones en las que haya demostrado iniciativa.
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No deje pasar esta ocasión y demuestre que usted es un tipo preparado y experimentado. Seguro que alguna vez le han dicho (aunque haya sido la persona que más le estima) que hace bien las cosas, aunque sólo sean algunas. Piense un poco y recuerde. Y, ahora, explíquelo. Su autoestima tiene que funcionar… -‐¿Prefiere trabajar en equipo o se desenvuelve mejor sólo? ¡En equipo, hombre!. Es como más se aprende y está mejor visto. Responda a la gallega: “No me importaría trabajar solo, pero prefiero trabajar en un equipo coordinado y bien dirigido. Entiendo que aumentan las posibilidades de desarrollo y aprendizaje. Poner en común conocimientos es muy positivo”. -‐¿Cómo ha conseguido sus empleos anteriores? … -‐¿Por qué los abandonó?
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La primera pregunta no tiene ninguna dificultad, bastará decir sencillamente la verdad, pero evitando decir que consiguió el empleo “por enchufe” o algo parecido. La segunda pregunta no es tan fácil. No cabe una respuesta del tipo de “me despidieron”, “me harté” etc. Hay respuestas mejores: “terminó mi contrato”, “la empresa cerró”, “suprimieron el departamento donde trabajaba”, “lo dejé para reanudar mis estudios, ahora que los acabé estoy buscando de nuevo trabajo”. Claro, parto de la base de que en estas respuestas, al menos, hay algo de verdad. En cualquier caso, cuando exponga los motivos procure evitar los aspectos negativos o de culpabilidad para usted. -‐¿Por qué no ha trabajado nunca? … -‐¿Por qué lleva tanto tiempo sin trabajo? En las primeras páginas de este libro se ha relatado un par de escenas que deben ser evitadas si no se quiere ser rechazado sin más trámites. Conviene que medite de nuevo sobre ellas. Naturalmente, las respuestas para este tipo de preguntas dependerán de su edad y circunstancias, sobre todo en el primer caso. Por ejemplo: “estaba estudiando”. Otra cosa es que habiendo acabado los estudios hace mucho tiempo permanezca 104
aún sin trabajar. Es cierto que el mercado laboral está complicado y resulta muy difícil encontrar un puesto de trabajo adecuado en un tiempo razonable, pero también es verdad que, precisamente por eso, no deben rechazarse empleos por no cumplir la totalidad de nuestras aspiraciones. Una respuesta que contenga este tipo de disculpas, probablemente, no sería considerada positiva. Insista en que durante ese tiempo se ha dedicado a completar su formación (como no debiera ser de otro modo) y también que ha sido activo en la búsqueda de empleo. Hay entrevistadores, sobre todo cuando seleccionan a vendedores, que plantean cuestiones como: ¿Sería usted capaz de venderme esta lámpara, este ordenador, este bolígrafo…? El buen vendedor entrará enseguida en situación. Dará a entender que primero quiere documentare sobre el “objeto” a vender (sus características, funcionalidad etc.). Así demostrará que no hablará a ciegas y sin conocer lo que va a vender. Después se interesará sobre las necesidades del posible comprador (en este caso el entrevistador) ante el que argumentará las cualidades del producto, explicándole que se adapta perfectamente a lo que buscaba. En páginas anteriores se ha expuesto algún ejemplo en los que el candidato ha demostrado que sabe salir bien de este tipo de situaciones. 105
También hay entrevistadores que, persiguiendo conocer la capacidad de expresión y desenvolvimiento del candidato, le proponen que defina algún objeto cotidiano, por ejemplo: -‐¿Sabría definir lo que es una silla, una locomotora, una escalera de caracol…? Utilice palabras normales, sin demasiada gesticulación, definiendo la funcionalidad y utilidad del objeto propuesto. “Una silla es un mueble que sirve para sentarse”.” Una locomotora es la unidad que, en los ferrocarriles, sirve para su tracción y movimiento”. “Una escalera de caracol (seguro que ha intentado definirla dando vueltas con el dedo índice) está construida en forma de muelle a manera de los bordes de un tornillo”. -‐En su currículo indica que posee conocimientos del idioma inglés a nivel de conversación. ¿Podríamos continuar esta entrevista en inglés?, (o lo que es peor: Can we to continue this interview in English?)
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¡Traición¡. Le han pillado si es que, contrariamente a lo que ha indicado en el currículo, su nivel de inglés no le permite mantener con fluidez una conversación. Si, ciertamente, es capaz de seguir la entrevista en inglés, no lo dude, responda algo así: -‐Agree. I will be happy to continue in English. Puede llevarse una sorpresa, ya que es posible que el entrevistador no domine especialmente el idioma inglés y prefiera seguir hablando en castellano. En ese caso cambie de idioma con naturalidad. Usted habrá demostrado su conocimiento. Por último, puede que el seleccionador suscite la cuestión salarial. El tema de la retribución salarial, a no ser que lo saque el entrevistador, sería mejor dejarlo al final o incluso no suscitarlo directamente. Claro que el asunto es de capital importancia para el candidato, pero igual no se considera elegante que lo pregunte directamente. En cualquier caso hay medios para enterarse del salario esperado aproximado, antes de acudir a la entrevista. -‐¿Qué sueldo cree usted que se le debe pagar en el caso de que ingrese en esta empresa? -‐Este sería mi primer empleo. Soy consciente de que, a pesar de los estudios que he realizado, me falta experiencia. Por eso, aunque mis deseos y aspiraciones son los de tener un salario alto, al principio debo aceptar el salario que tenga asignado la empresa para los casos como el mío. Estoy seguro de que, si me aceptan, demostraré en poco tiempo que sirvo para el puesto y que seré merecedor de mejores condiciones. 107
Tenga en cuenta que las aspiraciones excesivas son rechazadas por la empresa que, generalmente, maneja tablas retributivas ya establecidas. Si se ve forzado a contestar establezca un arco salarial en el que se comprenda sus aspiraciones y deseos y la cantidad (de la cual ya se habrá enterado) que suele pagar la empresa para ese puesto de trabajo. De todos modos, debe mostrarse abierto a negociar las condiciones salariales. Es posible que el seleccionador desee terminar la entrevista pretendiendo que sea el candidato quien se autoevalúe: -‐Me ha dado una amplia y detallada visión de sus experiencias profesionales y de su formación. Agradezco toda esta información que nos resultará muy valiosa a la hora de tomar una decisión. Pero, por último, quisiera conocer su propia impresión sobre el examen que realizó e, incluso, sobre esta misma entrevista… Bien, pues nos acaban de invitar a ponernos en el papel de ser el evaluador de nosotros mismos. No perdamos la ocasión. Es el momento de resumir lo que valemos, nuestra adecuación al puesto de trabajo y de matizar todo aquello que quedó deslucido durante la entrevista. 108
Agradezca el tiempo que le ha destinado el seleccionador y haciendo al salvedad de que no siempre somos buenos jueces de nosotros mismos, exprese sus opiniones. No está de más que diga que le ha resultado muy interesante la entrevista, ya que le ha dado oportunidad de exponer sus conocimientos y sus deseos. También, ¿por qué no?, que las preguntas que le han realizado han sido muy adecuadas para que su perfil quedase bien definido. Que ha contestado con sinceridad y que en todo caso desearía añadir… (aquellas cuestiones que no quedaron suficientemente explicadas y que desea aclarar). Que espera haber causado buena impresión, al menos tan buena o mejor, que la que usted ha obtenido de sí mismo. Que espera ser elegido y que reitera su agradecimiento por las atenciones recibidas…
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Hipotéticas preguntas del candidato ¿Se puede preguntar al entrevistador? No sólo se puede, sino que, en la mayoría de las circunstancias, se debe. Es positivo, como dije en páginas anteriores, interesarse por la empresa (cuyos datos, reitero, se han debido investigar y aprender previamente), por las características del puesto de trabajo, por las políticas de formación y promoción…Son preguntas que serán bien recibidas. No es tan adecuado interesarse por las vacaciones, o por la fecha del mes en que se cobra. Es decir, no está bien visto, mostrar demasiado interés por lo puramente material. A poco que se nos insinúe que podemos preguntar algo, debemos aprovechar la ocasión para mostrar nuestro interés y conocimiento de la empresa. Por ejemplo: 111
-‐¿Desea usted hacerme alguna pregunta sobre la empresa o sobre el puesto de trabajo que ha solicitado? -‐Pues sí, tendría interés en conocer: -‐¿Cuál es la cota de mercado de la empresa en su producto “A”? … -‐¿Cómo han conseguido aumentar los beneficios en los últimos años? … -‐¿Cómo son los planes de formación? ¿Podré participar en ellos? … -‐¿Cuáles son los planes de crecimiento para este año? … -‐¿Cómo está compuesto el equipo en que me incorporaría a trabajar? … -‐¿Podré asumir/asumiré progresivamente iniciativas y responsabilidades? … -‐¿Cuáles son las políticas de la empresa sobre movilidad en los puestos de trabajo?
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En definitiva, se pueden hacer preguntas que demuestren su interés y su conocimiento de la empresa y del puesto de trabajo. Supuesto que el entrevistador no haya suscitado el tema salarial y sea para usted muy importante conocer el sueldo a percibir y no haya podido enterarse por otros medios, podría plantearse la pregunta de la siguiente forma: -‐¿Qué sueldo puedo esperar? Atención. Esta pregunta es delicada y requiere cierta sutileza en su planteamiento. No preguntar diciendo, por ejemplo, “¿cuánto pagan aquí?”.
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Final Ya se ha examinado. Ya ha mantenido la entrevista. Hay quien recomienda enviar al seleccionador una nota, o un e-‐mail, de agradecimiento por haberle atendido, aprovechando para manifestar lo interesante que le resultó la entrevista. Si estima oportuno enviar dicha nota, aproveche para reforzar los aspectos positivos de su currículo y para aclarar lo que no quedó suficientemente contestado. En cualquier caso, al terminar la entrevista recuerde las preguntas que le hicieron y las respuestas que proporcionó. Analice todo y saque sus propias conclusiones. Haga un resumen de cómo le fue. Así podrá mejorar en otros posibles procesos de selección. Si al cabo de unos días recibe una carta o una llamada telefónica comunicándole que su currículo queda incluido en una base de datos para futuros procesos de selección, ya sabe lo que tiene que entender: debe mejorar y seguir siendo activo en la búsqueda de un trabajo. ¿Le queda alguna duda?. No haber sido el candidato seleccionado no significa que usted no sea un buen profesional. Lo que ha podido ocurrir es que la empresa en cuestión buscaba a una persona con unas cualidades personales y profesionales en las que no han 115
encajado las que usted les dio a conocer. Su perfil puede ser ideal para otra organización. Siga preparándose y ensayando lo que será su próxima presentación-‐entrevista. ¿Se puede ensayar las entrevistas? Si, es más, lo aconsejo vivamente. Mi experiencia en este sentido me dice que de todos los candidatos a los que he tenido ocasión de “preparar” a fondo una entrevista de trabajo, la mayoría fueron admitidos. La verdad es que sus currículos eran suficientemente completos y presentables, pero también es verdad que sólo con sus currículos no hubieran sido admitidos. Nunca caiga en el error de considerarse un inútil. Puede que no haya estado en su mejor momento, pero eso puede remediarse para futuras ocasiones. Hasta en esa circunstancia hay que ser positivo. Recuerdo lo que me dijeron sobre la reacción de un candidato que, tras conocer que no había sido elegido, se consolaba diciendo: -‐No soy un completo inútil; por lo menos sirvo de ejemplo negativo. Y eso que, francamente, no estaba bien preparado, Este pequeño libro se ha escrito pensando, sobre todo, en personas que acuden por primera vez a una selección de personal pero, algunas de las observaciones que se hacen, creo que también pueden servir para quienes se vean obligados, o deseen, cambiar de trabajo. Antes de dejar un trabajo, por malo 116
que sea, procúrese otro. Es más fácil, y está mejor valorado, buscar un trabajo cuando todavía se está empleado en otro. Busque las oportunidades de trabajo. Piense que el trabajo no es tan malo. Y, además, es algo necesario. Incluso hay quien dice que puede resultar divertido. Será por eso que hay otros que opinan que se puede pasar la vida, simplemente, observando tal diversión. Le deseo suerte y que se cumplan sus aspiraciones.
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