COLUTORIO

November 22, 2017 | Author: VardocEfrainFuentesRuiz | Category: Oral Hygiene, Human Tooth, Prescription Drugs, Medical Specialties, Wellness
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HIGIENE BUCAL Y ENFERMEDAD PERIODONTAL La cavidad oral posee, al igual que el tubo digestivo, una flora microbiana propia que recubre tanto tejidos blandos (mucosa oral) como superficies duras (esmalte dentario). Los microorganismos presentes en la cavidad bucal constituyen una población rica y compleja formadora de un verdadero ecosistema como es la placa bacteriana. La «placa» es un conjunto de microorganismos firmemente adheridos entre sí y a una superficie, y que están rodeados y entremezclados con material abiótico extracelular. La microflora normal de la cavidad oral contiene una gran cantidad de microorganismos, incluyendo patógenos como Sthaphylococcus aureus o Streptococcus viridans. De hecho, las infecciones orales se atribuyeron inicialmente a estafilococos, estreptococos o coliformes que hoy son considerados contaminantes de muestras defectuosamente obtenidas, pero no genuinos agentes etiológicos en la mayor parte de los casos. Se ha establecido en la actualidad que la infección odontógena típica es una infección mixta de gérmenes aerobios y anaerobios con gran predominio de estos últimos (cocos grampositivos como Peptococcus, Peptostreptococccus y gramnegativos como Veillonela, y bacilos grampositivos como Eubacterium, Actinomyces y Propionibacterium y gramnegativos como Bacteroides y Fusobacterium). En condiciones fisiológicas, la presencia de esta flora microbiota bucal no es origen de enfermedad, pero el desequilibrio cualitativo y/o cuantitativo de este ecosistema microbiano es la base etiopatogénica de infecciones prevalentes en la población como la caries dental (placa bacteriana cariógena) y las enfermedades periodontales (placa bacteriana periodontopatógena). Determinadas intervenciones comunes, como el propio cepillado dental – y también las actuaciones profesionales como la limpieza dental – pueden ocasionar bacteriemias transitorias sin consecuencias en condiciones normales, pero que en situaciones especiales (v.g. disminución de las defensas inmunológicas) pueden causar infecciones locales y sistémicas (por ej. endocarditis bacteriana). Los dos procesos infecciosos bucales de mayor prevalencia poblacional en la actualidad son la caries dental (véase PAM 232) y la enfermedad periodontal. La enfermedad periodontal engloba al conjunto de procesos infecciosos localizados en las estructuras periodontales, los cuales –si no son tratados adecuadamente– pueden evolucionar hacia la destrucción progresiva de los tejidos de soporte del diente con la pérdida final del mismo. Aunque las diferentes formas clínicas de la enfermedad periodontal (gingivitis, periodontitis, etc.) difieren en el tipo de flora bacteriana patogénica, ésta deriva básicamente de la existente en la placa bacteriana subgingival. Entre las distintas formas clínicas de enfermedad periodontal la más prevalente es quizá la gingivitis, cuyo diagnóstico –al menos orientativo– puede establecerse cuando el paciente describe enrojecimiento (eritema) gingival, así como gingivorragia más o menos marcada con el cepillado o el uso de la seda dental. El «descarnamiento» o retracción

de la encía dejando ver los cuellos dentales es también indicativo de periodontitis, y en estos casos debe recomendarse la consulta profesional a la mayor brevedad posible. En todo caso, la higiene oral es una medida fundamental para la eliminación de la placa bacteriana y la prevención del proceso cariógeno y la patología periodontal. Entre las medidas de higiene oral o bucal más importantes y asequibles se encuentra el cepillado dental con o sin uso de la seda dental. El paciente debe ser instruido por un odontoestomatólogo o higienista dental sobre la técnica correcta de cepillado dental, que puede incluir el cepillado dorsolingual. El tipo de cepillo (tamaño y forma, consistencia de las cerdas, uso personal estricto para evitar contagios, renovación aproximada mensual), las maniobras de cepillado (manual, o eléctrico en algunos pacientes con dificultades motoras), el tipo de pasta dentífrica (anticaries, de blanqueamiento, anti-hipersensibilidad dentinaria, etc.) y el uso de seda dental (tipo y grosor) u otros sistemas de higiene dental dependen de las características del paciente y deben ser aconsejados por el facultativo, el cual puede también recomendar medios auxiliares de higiene (colutorios; vide infra), así como la conveniencia de higiene bucal por el profesional en su gabinete para realizar por ejemplo una tartrectomía mecánica (remoción mediante curetaje, ultrasónica, etc. del tártaro o sarro dental, es decir la placa bacteriana calcificada que se forma en la superficie dental y resulta visible cuando es supragingival), indicando al paciente la frecuencia o periodicidad con que debe someterse a limpieza dental por el odontoestomatólogo (por ej. cada seis meses) en función de sus características individuales, sobre todo según lo aconseje el resultado del examen de las encías (coloración normal o por el contrario, enrojecimiento y sangrado) y del espacio subgingival (atención a la aparición de sarro). Debemos recordar que el uso indiscriminado o no controlado de antisépticos puede enmascarar la progresión de periodontitis coexistente con otras infecciones bucales leves. El colutorio es un lavado o enjuague de la boca con un medicamento en solución destinado a este uso. El enjuague bucal puede completarse o no con un gargarismo, maniobra que permite mantener un líquido en la garganta, con la cabeza echada hacia atrás, agitándolo por la contracción de los músculos del velo del paladar y la acción del aire espirado. El enjuague bucal está indicado en patologías de la mucosa oral (estomatitis como por ejemplo, aftas), dientes y estructuras de soporte dental (v.g. caries dental, piorrea, periodontitis y parodontitis, alveolitis), encías (gingivitis), y lengua (glositis), mientras que las indicaciones del gargarismo serían las afecciones de la garganta, es decir faringoamigdalitis, o incluso laringitis. Tampoco es infrecuente la impresión de una patología «bucofaríngea» en la que la afección de la cavidad orofaríngea tiene un carácter general y el objetivo es por tanto mejorar la infección y/o inflamación de la mucosa que tapiza esta cavidad de modo global mediante enjuagues y gargarismos. Aunque se trata de una forma de administración de medicamentos bien conocida, conviene recordar y realizar algunas precisiones. Debe insistirse al paciente sobre el carácter tópico o local de la medicación, y por tanto, que no debe ingerirla o tragársela de forma voluntaria. Sin embargo, es inevitable la deglución de una pequeña cantidad del colutorio lo cual no debe ser motivo de preocupación para el paciente. El paciente debe comprender que para favorecer el contacto del producto con las superficies a tratar, el enjuague debe tener una duración mínima de 30 segundos antes de expulsarlo. Durante ese tiempo, el líquido debe movilizarse por la boca utilizando la musculatura de los carrillos. En ocasiones, si la adhesividad del producto es baja, se puede recomendar que el enjuague bucal se retenga durante un tiempo de hasta tres minutos (atender la recomendación del prospecto). Alternativamente, puede recomendarse una mayor frecuencia de enjuagues al día. Otro aspecto sobre el que debe llamarse la atención del paciente es respecto a la dilución o no de la solución tópica para enjuagues. Hay colutorios que pueden ser utilizados directamente para el enjuague bucal porque ya están preparados a la concentración apropiada, mientras otros deben diluirse a la mitad o incluso en mayor proporción de agua.

Por tanto, hay que leer y seguir las instrucciones del fabricante, pero el farmacéutico debería ofrecer su cooperación en este aspecto que puede no ser fácilmente comprensible para el paciente, explicándole si es necesario las equivalencias volumétricas de medidas vulgares pero prácticas como la cucharada, el vaso de agua, etc. El uso del colutorio a una concentración inapropiada puede ocasionar reacciones indeseables como irritación, sobre todo para ciertos antisépticos (v.g. formaldehído, formaldehído, pero también clorhexidina y otros). Aquellos colutorios preparados en solución alcohólica también pueden resultar irritantes, sobre todo en determinados pacientes (niños y ancianos) y debe advertirse que el uso prolongado de soluciones alcohólicas es perjudicial para la mucosa oral. Con el enjuague se pretende una actuación amplia en la cavidad oral. Si por el contrario interesa una actuación más puntual, se indicará su aplicación en el sitio de la lesión mediante «toques» utilizando una espátula, o bien una torunda o palito con algodón en la punta. Si se usa espátula debe limpiarse antes de reintroducirse en el frasco para no contaminar la solución, y si se usa un aplicador de algodón debe ser desechado tras su utilización. En ocasiones los productos tópicos vienen en forma de aerosol para utilizar con un spray dirigido al sitio de la lesión. También es frecuente la presentación en forma de gel para aplicar sobre la lesión, intentando mejorar con esta forma farmacéutica la adhesivididad y permanencia del producto. En cuanto a los comprimidos de uso tópico, es evidente que lo primero es advertir al paciente que no debe tragárselos ya que se trata de un producto que actúa localmente. Instruirlo para que deshaga lentamente el comprimido en la boca evitando su trituración con los dientes. Si existe una lesión definida localizada (v.g. aftas), puede intentar mantener el comprimido con la lengua en la proximidad de la lesión. De todos modos, la saliva redistribuirá el producto por toda la boca. Lo ideal sería que lograra una disolución lenta durante un periodo de 15-30 minutos, evitando en lo posible una excesiva deglución de saliva durante este periodo. Una consideración general para todos estos productos tópicos es su frecuencia de administración y el momento apropiado. La periodicidad es variable, y puede estar condicionada también por el grado de afectación bucal. También puede recomendarse una administración más frecuente los primeros días, aumentando el intervalo con la mejoría sintomática del paciente. En general, una administración 2 a 3 veces al día resulta apropiada en la mayoría de los casos. La administración del producto debe ir precedida de un buen cepillado dental y lingual, con aplicación de seda si procede (v.g. paciente con espacios interdentarios amplios donde queda residuo alimentario), y un enjuague cuidadoso y completo con agua. La razón es que la mayoría de los antisépticos disminuyen su actividad antimicrobiana con la presencia de materia orgánica. No tiene sentido por tanto realizar un enjuague bucal con un antiséptico u otro producto medicinal bucal y ponerse a comer a continuación. Asimismo, en coherencia con este principio, se recomienda abstenerse de comer y beber durante al menos una hora tras la aplicación del producto medicinal tópico. También se desprende de lo dicho que un excelente momento para el colutorio es tras la higiene dental previa a acostarse ya que de este modo el producto actúa durante la noche sin interferencia de alimentos sólidos o líquidos. Finalmente, hay que rogar al paciente que no se enjuague la boca después del colutorio, ya que un lavado bucal post-tratamiento disminuye la retención local del producto, ya de por sí pequeña (quizá alrededor del 25% de la dosis), y en algunos casos aumenta el sabor amargo del mismo (v.g. clorhexidina). Los colutorios con o sin gargarismos pueden producir cierto grado de anestesia tópica, aunque no contengan anestésicos locales, y por tanto contribuir así al alivio de lesiones orales dolorosas. Este efecto puede ser más marcado con algunos antisépticos de estructura fenólica. Aunque se trata de productos tópicos, el paciente debe ser advertido del riesgo de reacciones adversas, aunque en general, con el uso correcto del producto, éstas serán leves, infrecuentes y transitorias. Es frecuente la sensación de quemazón y/o

entumecimiento bucal, e incluso irritaciones con lesiones descamativas. Aquellos pacientes que refieran lesiones bucales tras la aplicación de alguno de estos productos, debieran ser remitidos al especialista en odontoestomatología. También pueden aparecer reacciones locales de hipersensibilidad y no puede descartarse la alergia o la intolerancia al producto. Si el excipiente tiene alguna particularidad, debería informarse al paciente. Este podría ser el caso de la sacarosa como excipiente en pacientes sometidos a restricción de glúcidos (aunque es tópico, la deglución parcial en mayor o menor grado es inevitable), pero también cuando el excipiente es alcohólico ya que el etanol tiene un efecto irritante mucosal que el paciente debe conocer. Otro aspecto es el del control o seguimiento del paciente. Es necesario indicarle al paciente que el producto debe ser utilizado para lograr un alivio sintomático de su afección bucal (o bucofaríngea) pero no de una forma indefinida. Un periodo prudente de uso puede ser entre siete y catorce días consecutivos. Sin embargo, si no existe mejoría durante los primeros cinco días, y sobre todo si existe empeoramiento del paciente con aparición de síntomas indicativos de afectación general (v.g. fiebre), debería consultarse a un odontoestomatólogo o médico ya que en ocasiones el uso de antisépticos, antiinflamatorios o analgésicos-anestésicos puede enmascarar y dificultar el diagnóstico de un absceso dental, una periodontitis u otro cuadro subyacente. Igual o más preocupante son los casos de colutorios o gargarismos que pueden retrasar la consulta al especialista por ronquera o afonía que pueden ser síntomas banales de gripe o resfriado, pero también la expresión inicial de una afección neoplásica de cuerdas vocales. Antisépticos Los antisépticos son productos químicos capaces de destruir (germicidas) o inhibir (germistáticos) el crecimiento de microorganismos en las superficies biológicas mediante un mecanismo de toxicidad no selectiva. No se trata por tanto de verdaderos antibacterianos (cuyo paradigma de toxicidad selectiva sería, por ejemplo, la ejercida por los antibióticos beta-lactámicos), y la capacidad de los antisépticos para destruir células eucariotas restringe su uso al ámbito local (en nuestro caso, uso tópico en mucosa oral). También deben distinguirse de los «desinfectantes » (aunque a veces se trate del mismo producto a mayor concentración) y de la «esterilización química» cuya aplicación se realiza sobre superficies inanimadas (material quirúrgico, etc.). Como consecuencia de su mecanismo de acción poco selectivo, la mayoría de los antisépticos se caracterizan por su amplio espectro que extiende su capacidad de destrucción desde formas elementales de vida (virucidas) hasta los protozoos (amebicida) y hongos (fungicida) incluyendo formas resistentes de vida bacteriana (esporicida). Sin embargo, no todos los antisépticos son igualmente activos frente a todas las formas de vida mencionadas. En general, los microorganismos más sensibles son las bacterias grampositivas, seguidas en sensibilidad por las bacterias gramnegativas, los hongos, las micobacterias, los virus y las esporas. Existen por tanto antisépticos de amplio espectro y otros de espectro limitado.

No debe olvidarse, que al igual que sucede con los antibióticos, existen especies resistentes a la acción de los antisépticos, y una consecuencia indeseable del uso de estos productos puede ser la selección de especies y cepas resistentes cuyo crecimiento oportunista se ve favorecido por la desaparición de los especimenes de la microflora normal. Por tanto, igual que se habla de una política de uso racional de antibióticos, debería hablarse también de una política de antisépticos/desinfectantes aunque hay pocos estudios debidamente contrastados a este respecto. Así, en el ambiente doméstico no parece recomendable el abuso de productos de desinfección agresivos, siendo suficiente con las medidas habituales de higiene en condiciones normales, evitando de paso determinadas reacciones adversas locales (por ej. dermatitis de contacto) y sistémicas (ingestión accidental), así como la mencionada selección de cepas resistentes. Biguanidas La más conocida es la clorhexidina. Su espectro antimicrobiano alcanza a bacterias grampositivas y gramnegativas y también hongos (Candida albicans). No obstante, P. aeruginosa y otras Pseudomonas spp., así como Klebsiella, cepas de Proteus, y cocos gramnegativos (Veillonela) son resistentes o poco sensibles. Su mecanismo de acción está vinculado a alteración de la permeabilidad de la pared celular con resultados bactericidas y a menor concentración bacteriostáticos. La clorhexidina es el antiséptico que ha demostrado mayor eficacia en el control químico de la placa bacteriana (con actividad frente a la práctica totalidad de microorganismos patógenos periodontales), no sólo retrasando e inhibiendo su formación (valorada en un hasta 90% de inhibición de contenido bacteriano en saliva aunque quizá no es tan eficaz en placa subgingival) sino incluso favoreciendo el desprendimiento parcial de los depósitos de placa aún no mineralizados. Por supuesto, puede utilizarse también en el tratamiento de infecciones orofaríngeas. Su acción es rápida y duradera por su adhesividad tisular o «sustantividad» (al menos 24 horas post-aplicación). Sin embargo su penetración mucosal y gingival es escasa, lo cual resulta ventajoso en términos de una escasa absorción sistémica desde la mucosa oral o la gastrointestinal (en caso de deglución de una pequeña parte del colutorio). También puede utilizarse en la desinfección de prótesis (tras lavado de la dentadura postiza, sumergirla en solución de clorhexidina durante 15 minutos dos veces al día; si es necesario, cepillar la dentadura postiza con la solución de clorhexidina). Los efectos adversos o indeseables de la clorhexidina son en general menores. Este producto deja un sabor amargo en la boca (evitar enjuagarse la boca después de su aplicación porque aumenta el sabor amargo). Puede producir tinciones sobre la superficie dentaria, y materiales de relleno y restauraciones dentales (empastes, aparatos, prótesis, etc.) e incluso sobre la mucosa oral por ej. dorsolingual (menores para 0,12%), así como trastornos del sentido del gusto (disgeusias), y sensación urente de la lengua (irritación bucal por lesiones descamativas).

Puede haber reacciones de hipersensibilidad en algunos pacientes aunque no es frecuente. No se han descrito problemas en embarazo y madres lactantes pero deben adoptarse las precauciones habituales. Sales de amonio cuaternario (detergentes catiónicos) El cloruro de dequalinio es un surfactante de tipo catiónico que actúa alterando la permeabilidad de la membrana bacteriana. Su espectro es bastante amplio (grampositivos y negativos, antifúngico) y la tolerancia es buena (excepto algún caso infrecuente de alergia). El cloruro de benzalconio es otro amonio cuaternario utilizado como antiséptico bucal en asociaciones con esteroides. Especialmente activo frente a grampositivos. Debe advertirse que los amonios cuaternarios se inactivan por la presencia de detergentes aniónicos (ej. jabones) lo que debe ser advertido al paciente ya que, aunque pueda parecer raro, existen personas que se frotan las encías con productos jabonosos para su higiene bucal. También se antagonizan con otros surfactantes aniónicos, citratos, yoduros, nitratos, permanganatos, salicilatos y sales de plata. Halógenos - COMPUESTOS IODADOS: El iodo elemental o compuestos que lo liberan (iodóforos) son potentes germicidas de amplio espectro. El producto más utilizado es la povidona iodada, un homopolímero (etenil-pirrolidona) con el que el iodo forma un complejo que en solución acuosa permite su liberación, logrando una acción antimicrobiana (por reacciones de oxidoreducción con diversas moléculas) muy rápida (efectivo en 15 segundos) aunque poco duradera. Es un antiséptico de amplio espectro: bactericida y fungicida, antiviral, Antiprotozoario y esporicida. Se utiliza en adultos y niños mayores de 6 años en solución al 0,7% para enjuagues y gargarismos sin diluir o diluida en igual cantidad de agua. Si se usa la solución al 7,5-10%, hay que diluir 10 ml en medio vaso de agua para enjuagues y gargarismos. Es un producto bien tolerado y no suele producir tinción tisular pero pueden aparecer reacciones alérgicas. Debe prestarse atención a los pacientes con alteraciones tiroideas. Hay pocos estudios comparativos entre clorhexidina y povidona iodada respecto a su efectividad en antisepsia bucodental. La clorhexidina parece mejor frente a bacterias grampositivas pero es peor contra las gramnegativas. También puede utilizarse la tintura de iodo (iodo 2% en solución alcohólica). - COMPUESTOS CLORADOS: Los cloratos tienen débil actividad antiséptica derivada de la liberación de ácido clórico (oxidante). También poseen actividad como sialagogos y astringentes (vide infra). Se utilizan más para aliviar la sequedad bucal y halitosis consiguiente. Aunque su tolerancia es buena, dosis excesivas pueden ocasionar molestias gastrointestinales, anemia hemolítica y metahemoglobinemia. Evitar tratamientos prolongados, sobre todo en insuficiencia renal y hepática y hemópatas. Su uso estomatológico es bastante reducido en la actualidad. Fenoles El fenol es un antiséptico clásico (introducido por Lister en 1865 para controlar la sepsis postoperatoria), con actividad bactericida y fungicida, que mantiene su vigencia (el coeficiente fenólico es un estándar de valoración de antisépticos) así como una gran variedad de derivados. Posee también cierta acción anestésica local que le confiere un discreto efecto analgésico y antipruriginoso. Sin embargo es algo irritante de mucosas. Se utilizan en odontología como componentes de colutorios, pastas dentífricas, u otros productos dentales (v.g. obturador de conductos) varios derivados fenólicos como el eugenol (alilguayacol, obtenido del aceite de clavo), timol (proviene de la esencia del tomillo), cresol y creosota, resorcinol (disponible como producto de prescripción en solución tópica con tetraborato de sodio), y triclosan.

Otros antisépticos - ALDEHÍDOS: El amplio espectro antimicrobiano y la elevada toxicidad de los aldehídos (alergénicos e irritantes) hace que se utilicen más como desinfectantes (v.g. glutaraldehído al 2%). Sin embargo, el clásico formol (formaldehído o metanal) sigue estando presente en algunas mezclas utilizadas como solución tópica (atender a la dilución del producto por su efecto irritante). - AMINAS: El más utilizado es la hexetidina, antiséptico bacteriostático con buena tolerancia aunque produce excepcionalmente reacciones alérgicas. - OXIDANTES : El peróxido de hidrógeno o agua oxigenada es un antiséptico muy popular. Su capacidad bactericida es pobre, excepto frente a anaerobios. Tiene además un efecto de limpieza mecánica por la efervescencia producida por la liberación de oxígeno al entrar en contacto con la catalasa tisular. Su acción es rápida pero de corta duración. Se utiliza en forma de colutorios y gargarismos (máx. 1,5%). También se ha usado como colutorio en el tratamiento de la gingivitis ulcerativa aguda (al 6%), y en el blanqueamiento de dientes endodonciados (al 30%). Otros oxidantes también utilizados en odontología son el ácido bórico y sus sales (v.g. tetraborato y biborato sódicos). Astrigentes Los astringentes o estípticos son sustancias de acción local que producen precipitación de proteínas con resultado de constricción o retracción de tejidos vivos. Si hay necrosis tisular y formación de escara hablamos de cáusticos, cauterizantes o cateréticos. Algunos de ellos tienen acción hemostática local. La eficacia y utilidad de estos productos ha sido cuestionada. Tienen actividad astringente los derivados del zinc (cloruro de zinc y sulfato de zinc) y plata (nitrato de plata). Combinaciones de antisépticos y otros productos Merece destacarse la listerina (mezcla de aceites esenciales, timol, mentol, eucaliptol y salicilato de metilo) que alcanza niveles importantes de reducción de placa, aunque inferiores a los obtenidos con clorhexidina (este colutorio contiene niveles importantes de alcohol), y la sanguinarina (alcaloide de Sanguinaria canadensis denominado benzofenantridina, utilizado también en asociación con cloruro de zinc), que aunque es reductor de placa bacteriana se ha visto recientemente relacionado con la aparición de lesiones leucoplasiformes por lo que su uso debe ponderarse cuidadosamente. Existen disponibles otras especialidades farmacéuticas para uso tópico como antisépticos estomatológicos que contienen una notable diversidad de ingredientes, desde algunos antisépticos ya mencionados hasta otros principios activos tales como cineol, mentol, clorofila cupro-sódica, sulfato de aluminio-potasio, y productos complejos como tinturas de ipecacuana, mirra, acónito, árnica, manzanilla, ratania, cochinilla, guayaco, y clavo, agua de laurel-cerezo, esencia de menta, y anís verde. Junto a estos productos se asocian otros con actividad antimicrobiana (sulfanilamida, tirotricina), anestésica (procaína, clorobutanol), antioxidante (ácido ascórbico), analgésica-antiinflamatoria (bencidamina, ácido salicílico, salicilato de metilo) generando así una serie de especialidades con actividades farmacológicas difíciles de definir con precisión. Principios activos Povidona iodada 10% Clorato potásico 200 mg

Clorato potásico 200 mg + Mentol 1 mg Clorhexidina 0,2%

Especialidades Publicitarias Indicaciones Betadine bucal (solución 125 Infecciones leves de boca y garganta: estomatitis, gingivitis, ml) faringitis, aftas, pequeñas úlceras. Halitosis. Afonías y ronqueras. Clorato potásico Brum (30 Alivio sintomático de la sequedad de la boca y la halitosis (mal comp.) aliento) consecuente. Clorato potásico Orravan (30 comp.) Clorato potásico Verkos (32 Estomatitis, gingivitis, amigdalitis, muguet (mayores de tres comp) años). Clorhexidina Cinfa (solución Alivio sintomático de las infecciones bucales leves. Higiene 250 ml) bucal: Combate y reduce la formación de la placa dental ayudando en el mantenimiento de la higiene oral. Profilaxis de

Clorhexidina 0,1%

Odol Med Dental (Gel 50 g)

ayudando en el mantenimiento de la higiene oral. Profilaxis de infecciones postquirúrgicas de la boca. Clorhexidina 0,1% Eludril (Solución 0,1% 200 Higiene dental, estomatitis, gingivitis, alveolitis, paradontitis, + Clorobutanol 0,1% ml) aftas. Dequalinio, cloruro 0,25 mg Dequadin (20 tabletas y infecciones leves de boca (0,5% tintura) tintura 20 ml) Benzalconio, cloruro 0,1% Odamida (Solución 135 ml) Higiene dental, estomatitis, gingivitis, alveolitis, paradontitis, + Zinc, cloruro 0,25% aftas. Hexetidina 0,1% Hextril (Solución 200 y 400 Alivio sintomático de las infecciones leves de boca y garganta ml) (estomatitis, faringitis), halitosis. Hexetidina 0,1% Mentamida (Solución 250 ml) Alivio sintomático de las infecciones leves de boca y garganta + Bencidamina 0,1% que cursen con dolor (estomatitis, faringitis, aftas, pequeñas heridas), halitosis. Bencidamina 0,15% Tantum Verde (Colutorio, Alivio local sintomático del dolor e irritación de la garganta, (colutorio), 3 mg (pastillas) 125 y 250 ml, 30 Pastillas) boca y encías que cursen con dolor y sin fiebre. Aluminio-potasio, sulfato 8% Cloroboral (2 sobres) Estomatitis, gingivitis, irritación de boca y garganta, piorrea. + Acido bórico 45% + Clorato potásico 45,2% + Timol 0,08% + Mentol 0,60% Clorofila 20 mg Clorofila Berna (10 y 50 Halitosis producida por tabaco, alcohol o comidas con fuerte grageas) olor. Benzocaína 5% Dentispray (Solución 5 ml) Alivio sintomático de las molestias de la mucosa oral, Nani Predental (Gel 10 ml) producidas por el roce de prótesis, extracciones dentales. Alivio sintomático de los dolores de muelas, dientes y encías. Benzocaína 14% Dentikrisos (Solución 5 ml) + Creosota 1% + Mentol 1% + Tetracaína 2% Benzocaína 20% Hurricaine (Aerosol 5 ml) Azafrán 22,2% Dentomicin (Jarabe 20 g) Molestias de la dentición. + Tamarindo 12% Almizcle, tintura 0,2% Tópico Dentición Vera + Pulsátila, tintura 1,2% (Solución 20 ml) + Tetraborato sódico 0,25% + Bromuro sódico 0,25% + Mentol 0,01%

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