Colusión Willi

August 30, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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EL CONCEPTO DE “COLUSIÓN”: UNA INTEGRACIÓN ENTRE EL ENFOQUE SISTÉMICO Y PSICODINÁMICO EN LA TERAPIA DE PAREJA Jürg Willi Terapia Familiare, 23 de Marzo de 1987, 27-30 Traducción: Fernando Carrasco

La terapia de pareja ha padecido siempre una falta de identidad propia. El enfoque más individuo que en las relaciones entre psicoanalítico, los cónyuges, centrándose identifica en unenyoel bien individuado el prerequisito necesario para un buen funcionamiento de la pareja. Por el contrario, las teorías sistémicas consideran las relaciones de pareja en el contexto de las familiares, subrayando los aspectos relacionales y descuidando los individuales. Personalmente estoy convencido que las estrategias de la terapia de pareja deberían resultar de la integración de los dos aspectos: sistémico y psicoanalítico.

DISCUSIÓN DE ALGUNOS CONCEPTOS PSICOANALÍTICOS Correlación entre neurosis individual y fracaso fr acaso de pareja El psicoanálisis define la importancia para la pareja de unas relaciones objetales maduras y recíprocas, entendidas como la capacidad de mantener vínculos de apego y de cuidado más allá de las vicisitudes creadas por los cambios afectivos, las desilusiones y las frustraciones. Las relaciones objetales maduras hacen estable el funcionamiento emotivo de un individuo también en situaciones de dificultad (9). Las relaciones con los otros que un individuo dependiente y carente de integración y diferenciación a nivel del yo, tiende a crear, representan una compensación a fallos narcisistas, apoyándose en importantes objetos y manteniendo de esta forma un equilibrio narcisista muy frágil. Se hipotetiza, por lo tanto, que la neurosis individual está correlacionada con el fracaso de pareja. Esta teorización psicoanalítica choca contra la evidencia clínica: existen relaciones estables y felices entre individuos altamente neuróticos los cuales, siendo conscientes de sus propios problemas, esperan menos del otro de lo que se estila hoy día, facilitando de este modo el buen funcionamiento de la pareja. Existen, por otro lado, individuos aparantemente sanos, incapaces de mantener relaciones estables con los otros, de la misma forma que los conflictos de pareja pueden surgir en ausencia de cualquier patología individual significativa (4, pág. 454). La patología individual es una de las causas principales en la repetición de los errores en las nuevas relaciones Esta idea no ha sido confirmada hasta hoy por los datos clínicos. Presupone que el comportamiento individual sea virtualmente independiente de los factores relacionales. Desde mi punto de vista, es sobre todo la estructura de la relación la que determina si prevalecerá un comportamiento enfermo

 

sobre el sano o al revés. El comportamiento individual es diverso según las relaciones en el que se expresa.  Al psicoanálisis le falta una perspectiva fenómeno por el cual las estructuras comportamiento específico pero no de determinan cuál de los comportamientos expresado en una determinada relación “personalidad interactiva” (22).

holística y relacional e ignora el relacionales dan razón de un otro. Los factores relacionales potenciales de un individuo será y por eso propongo el término

Historia personal y psicopatología individual son, por tanto, profetas en los que no se puede confiar porque cada pareja desarrolla sus propias dinámicas relacionales.

DISCUSIÓN DE ALGUNOS CONCEPTOS DE TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA Díada conyugal contra díada parental Existen algunas diferencias fundamentales entre el sistema pareja y el sistema familia: EnlaTerapia sistemaa menudo no se somete a 1ª.- En discusión. Terapia Familiar, de Pareja,laenfamilia cambio,como el problema tiene que ver con la misma existencia del sistema.

2ª.-  La formación y el mantenimiento de un sistema de pareja implican un continuo proceso de elección. En el sistema familia no existe este problema: los hijos no pueden escoger a sus padres ni los padres pueden hacerlos con los hijos.

3ª.-  Por eso en la Terapia de Pareja es importante hacer frente a los temas relativos a la díada, los miedos, las necesidades, las expectativas y las perspectivas de crecimiento. Todo esto es todavía más importante en el tratamiento de parejas que están en vías de separación, porque el insight y la comprensión de estos puntos puede facilitar el proceso de separación y la posibilidad de hacerse libres y disponibles para nuevos vínculos.

4ª.- El sistema pareja se puede romper, el familiar no; los hijos pueden cambiar la relación con los padres, pero no pueden anular la relación con ellos. Los conflictos que se refieren a la organización, la estructura y las reglas de la pareja tienen que ver a menudo con importantes aspectos psicodinámicos. Explorara los objetivos y los temas emotivos de la díada, clarificar modalidades colusivas, trabajar sobre cómo se han desarrollado los sentimientos de esperanza, deseo, frustración, ansiedad, vergüenza y culpa en la historia de la pareja, son todos instrumentos importantes en el proceso terapéutico.

IMPORTANCIADE DEPAREJA LOS CAMBIOS SOCIALES EN LA FORMACIÓN DE LOS CONFLICTOS

 

  El estudio de parejas formadas por cónyuges muy neuróticos y sin embargo implicados en relaciones estables durante 16 años y más, nos informa del hecho de que el éxito de una pareja no depende exclusivamente de la presencia o no de una patología personal o relacional, sino también de la calidad de los ideales compartidos. Cónyuges con altas expectativas libidinosas recíprocas incurren fácilmente en desilusiones respecto a la realidad, lo cual puede conducir a una desestabilización de la homeostasis de la pareja. Cambios muy rápidos a nivel de las normas y los valores hace muy difícil a los cónyuges desarrollar ideales de pareja mutuos y distintos que permitan una buena identificación y faciliten el nacimiento de estructuras definidas en el sistema. La presencia de ideales compartidos y de estructuras de pareja claras y definidas permite el encausamiento del stress. Hoy en día hay una gran confusión entre normas, ideales, valores, reglas y estructuras de la vida de pareja, lo cual conduce inevitablemente a sensaciones de inseguridad, inadecuación, ansiedad, vergüenza y culpa. Estos sentimientos, a su vez, refuerzan la confusión entre valores, reglas y estructuras. Por ejemplo, ambos cónyuges pueden desear intimidad y franqueza recíprocas y al mismo tiempo rechazar la idea de un compromiso continuo en la relación que exigiese inversiones emotivas muy altas. Pero la falta de inversión crea celotipia que a su vez lleva a la evitación de la inversión emotiva. Desde el momento en que, hoy en día, el sustento material ya no es el objetivo primario del matrimonio, las emociones son las que han adquirido una gran importancia. La promesa de acoger las necesidades individuales favorece la emotivización de las dinámicas intradiádicas, lo cual a su vez no hace más que acentuar las manifestaciones de disposiciones neuróticas por parte de cada cónyuge. El concepto de colusión (22, 23) tiene que ver con este tipo de interacción emotiva. Está basado en las ideas de Henry Dicks (3) y en conceptos sistémicos. Conceptos parecidos han sido propuestos por Bowen, Meissner y Gurman (2, 9, 4).

PAREJAS COLUSIVAS La totalidad diádica determina el comportamiento individual en el sistema pareja En cada relación, el comportamiento individual se modela, es neutralizado o amplificado según la personalidad de ambos miembros. Los estudios sobre la formación de la pareja que examinan a los dos miembros separadamente no tienen en cuenta el hecho de que, en realidad, no se ocupan de aspectos de las personalidades interactivas que tienen gran importancia en la elección del otro, sino más bien de algunos parámetros no interactivos. La estructura de la personalidad o el comportamiento de los miembros debe ser estudiado durante la interacción (21). En el interior de las dinámicas diádicas, ambos miembros manifiestan un comportamiento, unos ajustes y una división de funciones que son

 

interdependientes. La complementariedad es el modelo relacional más estable y más corriente. En general la relación está construida de una manera tal que los miembros de la pareja tienen necesidad el uno del otro: el miembro A puede ser débil e impotente hasta el punto en que lo permitan las capacidades de cuidado de B; y B por su parte puede prestar sus cuidados hasta el punto en que la debilidad y la necesidad de A lo permitan. Actividad/pasividad, autonomía/dependencia, dominancia/sumisión, etc. se expresan en las díadas en roles complementarios. Generalmente el hiperfuncionamiento de un miembro provoca la inactividad en el otro; el comportamiento pseudomaduro y forzadamente adulto de uno puede hacer surgir el comportamiento regresivo, infantil e irresponsable del otro, y viceversa. Bowen (1,2) habla del mismo fenómeno refiriéndose a él en términos de adecuación/inadecuación, subrayando que “las personas tienden a escoger compañeros que han alcanzado el mismo nivel de inmadurez pero que hayan adoptado modelos opuestos de organización defensiva” (9, pág. 43). Personalmente prefiero los términos regresivo y progresivo porque se refieren a los aspectos de desarrollo y de proceso de la relación. Dentro de la relación cada miembro es desafiado a crecer y a hacerse más maduro y responsable, y al mismo tiempo le viene ofrecida la posibilidad de regresar para recibir apoyoa allí donde sea Los términos progresivo y regresivo se refieren las relaciones connecesario. otros significativos como a un proceso coevolutivo. En lo que se refiere a la totalidad diádica, un buen nivel de complementariedad disminuye el miedo de perder al compañero y refuerza la interdependencia y la cohesión en el sistema pareja. Los modelos de comportamiento diádico pueden ser fácilmente explicados –retrospectivamente- en términos de experiencias relacionales infantiles. Sin embargo, es imposible prever el tipo de comportamiento conyugal usando el mismo parámetro. Una mujer con un padre dominante puede elegir tanto un compañero dominante como uno sumiso, repitiendo o evitando, de esta forma, la experiencia ya vivida, o podría desplazar el problema de la dominancia a las relaciones profesionales y elegirse un compañero fraterno y amoroso en el cual poder apoyarse, según su manera de hacer frente a sus miedos de ser dominada. El comportamiento interactivo como parte de la organización defensiva El matrimonio ofrece un marco dentro del cual se pueden expresar tanto necesidades regresivas como progresivas. Una relación de pareja estable implica la dilación en el tiempo de las necesidades personales, exige responsabilidades recíprocas e implicarse frente a los objetivos comunes, pero ofrece también satisfacción de necesidades regresivas. Las parejas que van a terapia expresan a menudo comportamientos sumamente polarizados; no obstante no existe clara ente complementariedad neurótica y normaleso, (4, pág. 475).una Estadiferencia polarización puede estar causada por factores situacionales y ser, por tanto, funcional. Cuanto más de tipo defensivo es la polarización y por ello motivada por miedos recíprocos a

 

menudo inconscientes, más disfuncional y neurótica puede ser considerada la relación. El mismo tipo de trauma infantil puede llevar a un comportamiento regresivo o progresivo, según el miedo que predomine o el estilo del individuo en cuestión. El compañero progresivo refuerza el comportamiento regresivo del otro y viceversa. Esta estrategia promueve en el primero sentimientos de superioridad, control de sí y autoestima, permitiendo al mismo tiempo la negación de fantasías regresivas que son delegadas en el otro. El compañero regresivo, a su vez, busca la satisfacción de sus propias necesidades de seguridad, dependencia y atención, reprimiendo las instancias progresivas de su propia personalidad. Así, dentro de esta acomodación recíprocamente defensiva, cada miembro de la pareja delega en el otro aquellas emociones y aquellos comportamientos de los que tiene miedo; el miembro progresivo puede, por ejemplo, tener miedo de ser ridículo al sacar fuera las partes de sí mismo más regresivas, mientras que el otro puede entrar en ansia al descubrir que no tiene más necesidad de las funciones progresivas del primero. El miembro progresivo puede pensar: “puedo comportarme de una manera tan autónoma porque tú tienes necesidad de mí” y el otro obviamente piensa de una manera absolutamente complementaria (fig. 1).

PARTNER “A”

CIRCUITO INTERACTIVO

PARTNER “B”

Asume sobre sí el rol regresivo:

Escogiendo un partner

Asume sobre sí el rol progresivo:

Débil Pasivo Influenciable Dependiente Idealiza al partner

Niega y delega al partner:   Capacidad de enfadarse Cuidado  Actividad Solicitud Hacer de guía activa  Autonomía Necesidad de admiración

Puedo portarme tan regresivame nte porque tú...

Puedo portarme tan progresivam ente porque tú...

En el conflicto Debo ser aún más progresivo porque tú...

Debo ser aún más regresivo porque tú...

 Amoroso  Activo  Atento Que guía  Autónomo Pide admiración

Niega y delega al partner: Debilidad Pasividad Influenciabilidad Dependencia Idealización del partner

Fig. 1. Las dinámicas progresivo-regresivas en el conflicto de pareja.

 

Los partner polarizan sus modelos de comportamiento dentro de un marco constituido por un tema mutual Los miembros de una pareja pueden sentirse atraídos y al mismo tiempo repelidos por un tema que puede ser al mismo tiempo fascinante y molesto. La polarización funcional de los roles conduce a posiciones en las cuales los miembros se integran y se completan el uno con el otro al mismo nivel relacional. En una pareja con una estructura oral, el amor es definido en términos de ofrecer y recibir cuidados y atención. Las díadas sádico-anales están caracterizadas por temas que giran en torno al binomio autonomíadependencia. En un nivel fálico, el amor tiene el significado de conseguir y ofrecer prestigio social, mientras que las relaciones narcisistas están caracterizadas por tensiones hacia la armonía y la simbiosis. Estos temas constituyen –a menudo inconscientemente- la base sobre la cual se estructuran las relaciones de pareja. Miedos semejantes pueden llevar a la construcción de un sistema organizado de manera recíprocamente defensiva, es decir, dirigido a permitir a ambos miembros la neutralización de estos miedos, la compensación respecto a las injusticias padecidas, la evitación o la capacidad de dominar las situaciones amenazantes. De aquí puede derivarse como consecuencia, una conflictos colusión, un  juego inconsciente y recíproco de los dos, basado en parecidos no resueltos, y actuado a través de roles polarizados. El resurgir de los miedos y de las necesidades reprimidas lleva a la escalada del conflicto La estabilidad de la estructuración defensiva de la pareja está continuamente amenazada por el resurgir de las necesidades y de los miedos reprimidos. El miembro regresivo teme romper la relación si se comporta de una manera más autónoma e independiente y de este modo no hace más que animar al otro a perseverar en el comportamiento activo de cuidados y protección. De forma parecida, el miembro progresivo evita cuidadosamente comportarse de manera regresiva reforzando así el comportamiento regresivo del primero. Recíprocamente, por tanto, y a menudo de manera implícita, cada miembro de la pareja define el rol del otro dentro del marco constituido por la construcción defensiva de la díada. Nacimiento, licenciamiento, enfermedades, muerte y otras vicisitudes amenazan tanto el comportamiento regresivo como su opuesto. En las relaciones que funcionan, los roles de la pareja son constantemente redefinidos, cada miembro compensando al otro, de forma que los diversos problemas encontrados son resueltos cambiando las posiciones de los cónyuges respecto al binomio progresivo-regresivo. Esta flexibilidad permite a la pareja el adaptarse y crecer. Los modelos d de e comportamie comportamiento nto en las parejas muy neu neuróticas róticas son muy rígidos. En una relación de este tipo, cambiar roles significa romper la construcción defensiva recíproca y hacer emerger en consecuencia los miedos

 

reprimidos. Las díadas neuróticas tienen un nivel de adaptación muy bajo, una discreta capacidad de crecimiento y pueden volverse muy fácilmente disfuncionantes. Allá donde son amenazadas, tienden a polarizar el comportamiento cada vez más, excediendo el comportamiento habitual o actuando la negación inicial de complementariedad de roles. Como se demuestra en el Cuadro I, un comportamiento que al principio puede ser complementario, puede convertirse en disfuncional si se pone en marcha el mecanismo descrito más arriba: un partner débil e indefenso puede transformarse en una persona insaciable e ingrata: y otro, antes pasivo, puede transformarse en una persona absolutamente negligente o provocativamente activa. Para mantener el equilibrio relacional, la provocación produce una contraprovocación por la cual se pone en marcha un círculo vicioso y un mecanismo de escalada y entonces ambos partners pierden el control de este proceso. Su comportamiento se hace sintomático por el esfuerzo de encontrar un compromiso entre las tensiones neuróticas y las defensas. Pero este tipo de escalada es debida también a la exageración del comportamiento de los partner. El regresivo piensa: “debe ser todavía más regresivo para que tú seas tan progresivo”, y viceversa. Cada tentativa de dar la vuelta a este mecanismo produce ansia y encuentra notables resistencias. Tensiones excesivas pueden conducir a la formación reequilibrarde el síntomas, sistema. coaliciones y también a la separación, en el intento de Relaciones narcisistas-simétricas En los últimos años, un número siempre mayor de parejas caracterizadas por la colusión narcisista-simétrica, se han dirigido a centros especializados. Ambos miembros se esfuerzan por alcanzar altos niveles de libertad e independencia individual dentro de la relación. Se trata de parejas que evitan la complementariedad, desde el momento en que ésta aumenta la cohesión y la interdependencia, así como reprimen las necesidades de intimidad y las proyectan sobre el otro.  Asustados de la complementariedad, los miembros de una pareja de este tipo están implicados en un mecanismo frustrante e negación recíproca de una verdadera intimidad, manifestando más bien una especie de pseudofranqueza verbal. Al principio de la relación pueden decir: “te amo porque me permites mantener mi autonomía en esta relación”. Si surge un conflicto se hacen daño entre sí con demostraciones provocativas de independencia y negación de las necesidades de amor y atención. Sintiéndose amenazados por la necesidad de seguridad y de dependencia pasiva, en ese momento podrían decir: “debo salir de esta relación porque tu presencia me limita y no puedo ser yo mismo”.  A menudo se separan, y terminan por llevar l levar una vida solitaria y aislada o empiezan otras relaciones, renovando así la ilusión de ser capaces de implicarse seriamente en una relación. Mutualidad contrapuesta a colusión como adaptación defensiva

 

  El seguimiento realizado con parejas que han estado en terapia desde hace 5 a 16 años en nuestro servicio, indica que los miembros presentan todavía trastornos del carácter de tipo neurótico, pero han aprendido a manejar estas tendencias dentro de las relaciones, de forma que evitan y previenen el surgimiento de escaladas destructivas. No entran en colusión, es decir, no dan vida a interacciones en las cuales cada miembro está obligado a actuar un comportamiento siempre más regresivo o progresivo, forzando al otro a la posición complementaria. Están en grado de aceptar necesidades regresivas sin frustrarlas ni reforzarlas demasiado y son capaces de evitar responder a las necesidades neuróticas del partner sin ser por eso excesivamente atraídos, fascinados, amenazados o puestos ansiosos por el otro. La relación con el partner puede, por tanto, corregir el comportamiento neurótico individual, en la misma medida en que permite a los dos aprender a soportar la frustración de las propias necesidades y la carencia de respuesta a los propios deseos.

APLICACIÓN TERAPÉUTICA DEL CONCEPTO DE COLUSIÓN La terapia basada en el concepto de colusión tiene como objetivo la reestructuración de los modelos de interacción entre los partners a través de una mejora en la demarcación de los límites intradiádicos y extradiádicos y de la despolarización de los comportamientos extremos progresivoregresivo. Cada miembro de la pareja es respecto ayudado aalos entrar en contacto con partes de sí mismo reprimidas y delegadas en el otro. No es un objetivo primario de esta terapia el hacer frente a conflictos profundos o fijaciones neuróticas.  A.- Demarcación de los límites  Análogamente a las observaciones de Minuchin sobre estructuras familiares patológicas, rígidas o difusas (10, 11), los límites rígidos o difusos se vuelven a encontrar en casi todas las parejas que vienen a terapia (14, 16, 17). Hoy en día es muy difícil obtener una clara organización de la pareja porque también los psicoterapeutas contribuyen a la persecución de ideales irrealizables. Por ejemplo, hay personas que hace difícil la propia vida llevando lo que se ha llamado un “matrimonio abierto”. En terapia a menudo niegan los celos y el dolor acarreado por la relación del partner con una tercera persona, y a menudo ellos se encuentran a su vez a un tercero por venganza y no por necesidad, entrando así en una escalada recíproca. Todo esto puede ser agravado por la presencia de un terapeuta que pide apertura absoluta, sinceridad de sentimientos y de fantasías y busca la realización de una relación muy íntima. Pero la diferenciación de las personalidades dentro de la pareja necesita una clara delimitación de los ámbitos de cada partner, comprendida su posibilidad de abrirse y compartir. Los miembros de una parejaa deberían estar endeben gradotambién de comunicar sobre cualquier cosa que se refiera su relación, pero saber aceptar la necesidad de un área personal y privada en otros campos. Cada persona

 

tiene que ver con áreas más fácilmente comprensibles por extraños que por el propio partner. La definición sistémica de una pareja incluye la distinción de la relación de pareja con otras relaciones diádicas. Otros encuentros transitorios pueden ser tensos y también enriquecedores a nivel personal y sexual, pero son siempre diversos de una relación conyugal.  A pesar del alto número de divorcios, el matrimonio está aún pensado en términos de proyecto “de por vida” y tiene, por eso, una realidad y una historia propias. Para estar de acuerdo no es necesario que las personalidades de los partner cambien, pero es indispensable que estos aprendan a aceptar al otro con sus límites; y esto en interés de ambos, desde el momento que evita entrar en el círculo vicioso que lleva solamente al fracaso de la relación. La demarcación de límites claros y la organización sistémica de la relación, por tanto, acompañan el trabajo sobre los miedos de pérdida y de la vinculación, de los cuales se defienden con el comportamiento disfuncional. B.- Reequilibrio en la polarización regresivo-progresivo Objetivo terapéutico muy importante es la rotura de la colusión y el equilibrio del comportamiento polarizado. Cada partner debe estar en condiciones de tomar posición –regresiva/progresiva- sobre diversos temas y actuar, en consecuencia, de una manera adecuada y flexible. Esto ocurre, generalmente, evitando la posible destructividad que está insertada en la confrontación entre los partner, y apoyando los aspectos positivos del comportamiento regesivo-progresivo. La redefinición es un instrumento muy útil para crear un clima terapéutico positivo; el terapeuta, por ejemplo, puede redefinir el excesivo (progresivo) control como preocupación, y el retiro depresivo (regresivo) como sensibilidad frente a los problemas relacionales que la pareja presenta. Puede también desafiar indirectamente a los partner afirmando que ellos se ayudan demasiado uno a otro, sobrecargándose así de un peso difícil de soportar. La creación de una atmósfera terapéutica positiva y constructiva permite después la prescripción de tareas en casa que tienen siempre el objetivo de disminuir la polarización. Para un terapeuta individual puede resultar difícil pedir al partner regresivo que se comporte de una manera más progresiva, desde el momento en que este tipo de terapeuta ha aprendido a conseguir una regresión (terapéutica) todavía más sensible que la que presentaba al principio el paciente. En mi opinión, sin embargo, comportándose de una manera más autónoma las personas adquieren rápidamente un mínimo de autoestima y están, por tanto, mayormente motivadas a seguir en terapia. La con el miembro puede representar dificultades ya relación que a menudo este tipoprogresivo de personas tienden a entrarmayores en simetría con el terapeuta, proponiéndose como coterapeutas.

 

  La empatía y el continuo apoyo por parte del terapeuta facilitan el cambio comportamental y cognitivo del partner progresivo. Para los conductistas y los terapeutas sistémicos, el promover el insight es por lo menos inútil, si no es que resulta destructivo (5, 6, 7, 15, 16, 18, 19, 20). Según mi experiencia clínica puedo afirmar, en cambio, que es muy útil trabajar sobre la base de los conflictos y de las dinámicas intrasíquicas de la situación actual, es especial con parejas ambivalentes respecto a la terapia. Hay personas que están en condiciones de transferir el insight a la historia de la pareja y transformar las dinámicas actuales en cambios de comportamiento. La estructura sistémica conyugal influye en las dinámicas psíquicas de la pareja misma, así como las dinámicas intrapsíquicas influencian la estructura. La importancia del concepto de colusión reside en la esfera más ancha de los problemas diádicos y confiere una notable flexibilidad y un espectro más amplio de posibilidades de intervenir en la terapia.

COMENTARIO DE ANNA MARIA NICOLO-CORIGLIANO El trabajo aquí presentado recapitula algunas de las principales líneas teóricas de referencia del trabajo de Jürg Will (profesor asociado de Medicina Psicosocial en la Universidad de Zurich). Fue publicado en la revista “Family Process en 1984, pero las ideas expresadas ya estaban contenidas en el libro “Couples in collusion” de 1975. El uso del término “colusión” está generalmente considerado como una tarjeta de presentación para una visión terapéutica de marca psicoanalítica, y de hecho el subtítulo del artículo habla de una integración psicodinámica y sistémica. No está fuera de lugar, por tanto, recordar a quién se debe este término y qué es lo que se pretendía al principio con él. Por lo que yo sé, el primero en usar el concepto de colusión fue Ronald Laing en su famoso libro “El Yo y los otros” de 1969. Haciendo referencia a la raíz latina del término, Laing usaba el término de colusión tanto con el matiz del “jugar” como con la de “engañar”, y él lo consideraba un proceso interpersonal a través del cual se expresa “una cooperación entre el yo y los otros... en el cual cada uno juega voluntariamente al juego de los otros, incluso sin darse cuenta completamente”. (Nota del traductor: en Derecho, la colusión es el acuerdo fraudulento entre dos parte y en perjuicio del propio cliente.) La colusión es un mecanismo de funcionamiento relacional que puede ser usado tanto de modo fisiológico como patológico, también para Henry Dicks que en su libro clásico en estos temas “Marital tensions”, lo pone como fundamento del funcionamiento de la pareja. Dicks especifica que “el atribuirse recíprocamente sentimientos compartidos a nivel inconsciente, constituye la esencia del proceso colusivo”. Haciendo clara referencia a los trabajos de Fairbarn y de Melanie Klein, Dicks profundiza el concepto de complementaridad inconsciente en los partner

 

conyugales, entendida como “un cierto tipo de división de las funciones según la cual cada partner ofrece una cierta gama de dualidad, cuya suma crea una unidad diádica completa”. Se crea así, según Dicks, una personalidad conjunta o integrada que permite a cada unidad el redescubrir aspectos perdidos de las relaciones objetales primarias escindidas o reprimidas, y que son re-experimentadas en la coimplicación con el cónyuge mediante identificación proyectiva”. El partner es, por lo tanto, tratado según cómo se valora este aspecto del self: mimado, consentido, denigrado, perseguido, etc.”. El aspecto revolucionario de este concepto es quizá precisamente el de personalidad conjunta o integrada por la cual los límites de las personalidades individuales, en otros términos los confines del Yo, se solapan y en esta dimensión ya no es posible hablar de una patología del individuo, sino que es necesario mirar, en cambio, en términos de una patología de la relación. Los mecanismos defensivos a los que Dicks se refiere son precisamente aquellos mecanismos primitivos subrayados por Klein: la idealización, la escisión y sobre todo la identificación proyectiva, entendidas como mecanismos de funcionamiento relacional útiles, dentro de ciertos límites cuantitativos (y no cualitativos) para la vida y el mantenimiento de la colusión. También para Willi la colusión es un juego inconsciente y recíproco entre los dos partners, pero a diferencia de los que opinan los otros autores que se insertan en esta corriente, para Willi es de naturaleza patológica, “organizado de manera defensiva, dirigido a permitir la neutralización de miedos, la comprensión de injusticias padecidas, la evitación o la capacidad de dominar situaciones amenazantes”.  A la colusión entendida como adaptación defensiva, se contrapone el concepto de mutualidad. En una situación colusiva los partners, según Willi, están obligados a dos polaridades: o uno asume la posición progresiva y el otro está obligado a la regresiva, o viceversa. Ulteriores distinciones de estas posiciones son calificadas como comportamientos que, según Willi, pueden ser orales, anales, fálicos o narcisistas. Vuelve a entrara así, a través de estas descripciones, una concepción analítica estructural que el psicoanálisis, según mi opinión, ha abandonado a favor de otros conceptos más dinámicos como los de “oscilación” entre diferentes posiciones o estados mentales, o las de transfert y contratransfert como aspectos más específicamente relacionales. La pareja, en la concepción del autora alemán, no es considerada como una estructura que de por sí es capaz de promover y favorecer el crecimiento de sus miembros y, al menos en este artículo, es vista como desgajada de las transformaciones del ciclo vital que, en cambio, la pueden modificar. Al concepto de proyección y de identificación proyectiva de emociones, necesidades y partes del self, en el cual se insertan muchos otros autores de formación psicoanalítica Giannotti, Carau,ypor los italianos), Willi sustituye (Giannakoulas, el de “delegación de lasNicoló emociones las citar pautas comportamentales”, probablemente atribuyendo a la palabra “delegación” una matriz más sociológica.

 

  De hecho se pueden delegar funciones, roles o también la expresión de emociones o pautas comportamentales; pero no es posible delegar partes del self, y el proceso de delegación permanece fuera de los aspectos constitutivos del self. Como esta distinción me parece de una importancia crucial, tanto para la comprensión del artículo de Willi como para una problemática más amplia que se refiere al uso correcto de un enfoque psicodinámico a la terapia familiar, me detendré sobre ella usando como ejemplo la cuestión de lo masculino y lo femenino en la pareja. “En cada matrimonio, tanto el hombre como la mujer llevan sus partes masculinas y femeninas y cada uno de los partner busca y confirma la masculinidad y la feminidad del otro”. “Sucede, de esta forma, que en la dinámica de la pareja cada partner considera al otro como una parte externalizada de sí, además de cómo un objeto nuevo con el cual relacionarse”. Esta posibilidad de intercambio permite la realización de una sexualidad bien integrada y, como recuerda Matte Blanco “L’inconscio come insieme infiniti”, Torino, 1981), en la elección heterosexual el hombre proyecta su propia feminidad en la mujer y la mujer su masculinidad en el hombre, de forma que ambas satisfagan sus tendencias bisexuales. Es la profundidad de este nivel proyectivo lo que permite la fusión somatopsíquica esencial a la pareja en momentos especiales y la persistencia y el desarrollo de aspectos y momentos regresivos, que sólo estructuras relacionales especiales como precisamente la pareja, pueden permitir de forma fisiológica. Fuera de estos momentos y de estas estructuras –si se hace excepción de la relación madre-hijo o de la relación terapéutica- estos niveles regresivos asumen connotaciones patológicas. Se podría así definir una geografía abigarrada hecha de múltiples niveles colusivos, desde aquellos más primitivos a aquellos más diferenciados y maduros. Los procesos de delegación que se refieren forzosamente a aspectos del Yo y de su expresión en el contexto ambiente, donde un nivel más externo o menos primitivo que los que estoy hablando. Este tipo de terapia que Willi nos propone pasa a través de la redefinición, y la prescripción de tareas en casa tiene como objetivo el cambio comportamental y cognitivo de los pacientes, la re-estructuración de modelos de interacción entre los partners y la despolarización de los comportamientos. Willi afirma bien claramente que no es un objetivo primario de este tipo de terapia el encarar conflictos profundos o fijaciones neuróticas. Y su modo de concebir el funcionamiento de la pareja es la prueba. Nos encontramos, por tanto, frente a una terapia que podría ser considerada “de solución de problemas” (Haley), aunque desde un punto de vista psicodinámico y no estratégico-paradójico; una ulterior confirmación de esto nos viene dada por la ausencia de referencias a las complicadas vicisitudes identificativas con los padres de origen y con su relación de pareja, que también caracterizan la vida mental y emocional de los partners conyugales.

 

Estas diferencias son, según mi opinión, fundamentales y hacen que Willi se sitúe casi como un puente entre un enfoque comportamental y otro psicodinámico en la terapia de pareja, dejando sin embargo una gran confusión al lector en torno a la naturaleza y los objetivos de un enfoque más específicamente psicoanalítico. Mayo, 1987

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