Cobertura Espiritual-Bernardo Stamateas

March 22, 2019 | Author: facundo | Category: Adam And Eve, Love, God, Soul, Religious Belief And Doctrine
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Cobertura espiritual por Bernardo Stamateas

Romanos 12:2: "No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta".

La cobertura es todo en la vida vi da de una persona. Dice este versículo que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta. Uno tiene que decidir en la vida si va a agradar a la gente o va agradar a la voluntad de Dios. Cuando querés agradar a la gente entonces sos esclavo de ella, porque se genera en uno la simpatía. Simpatía es seducir al otro para agradarlo. Empatía, en cambio, es sentir lo que el otro siente: "yo veo lo que vos sentís y yo también lo siento". Cuando una persona quiere agradar a la gente, le da más de lo que la gente ha pedido solo para agradarle. Agradar a la gente trae maldición. Las personas que buscan agradar a la gente tienen baja estima, por eso quieren quedar bien delante de los demás. Por ejemplo, hay parejas que se llevan mal pero cuando c uando están frente a otras personas se dicen uno a otro: "Sí, mi bomboncito". Actúan así porque necesitan mostrar una apariencia para agradar a la gente. Jesús dijo que el que quiera ser el primero (es decir, agradar a la gente), va a terminar siendo el servidor de todos. Pablo dijo que no tenemos que adecuar nuestra mente al mundo. El "mundo" representa a la gente que piensa de una determinada manera. Pablo dijo: "No te acomodes a agradar al mundo, a la gente y a lo que ellos te enseñan; acomodá tu mente a la voluntad de Dios, porque la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta".

Eso no quiere decir que si agradás a Dios, te vas a llevar mal con la gente. ¡Al contrario! Cuando descubrís que todo lo bueno, lo agradable y lo perfecto de Dios viene a tu vida, te empezás a llevar bien con casi todo el mundo. ¡Quién no quiere estar con alguien que tiene cosas buenas, agradables y perfectas! La Palabra dice que Jesús crec ía en gracia para con Dios y los hombres (Lucas 2:52). Porque cuando decidís quién va a ministrar tu mente, entonces vas a determinar si agradarás a la gente para maldición o si buscarás la voluntad del Señor.

La cobertura es quien te enseña. Si te enseña el mundo, la cobertura es el mundo, pero si te enseña Dios, tu cobertura es Él.

Cobertura es de quién aprendemos, por eso, desde que nacemos todos estamos bajo distintas coberturas; es decir, venimos aprendiendo distintas cosas (a amar, a pelear, a vivir en pareja, a hacer negocios) de diferentes fuentes. Hay gente que tiene de cobertura a famosos personajes de telenovelas, a personas del mundo del espectáculo o de la moda. Todos tenemos cobertura, porque la cobertura es quien nos enseña. Pero tenemos que buscar siempre las mejores coberturas, necesitamos elegir a los mejores. Por ejemplo, no es lo mismo una secretaria que se formó en Harvard, que una que se formó en un almacén de barrio, porque tuvieron coberturas distintas. La secretaria que estudió en Harvard tuvo gente que le enseñó distinto a lo que le enseñaron a la que vino del almacén de barrio. Esta es la verdad. ¡Tenés que elegir las mejores coberturas! No te dejes enseñar por gente mediocre, ¡te tiene que enseñar gente profesional! Tené presente que te vas a parecer a tu cobertura, por eso tenés que buscar las mejores coberturas, aquellas que siempre te lleven a más. Cuando vamos a dar charlas en los barrios, rápidamente nos damos cuenta quiénes son discípulas de Alejandra porque estas mujeres están bien arregladas y perfumadas, ellas estudian y trabajan. La cobertura de Alejandra les enseña a soñar en grande, a tener ganas de ser millonarias, a querer prosperar. Y es que se volvieron como su cobertura, se parecen a ella.

Salí de las malas coberturas. El tenista Guillermo Vilas decía que estuvo años para aprender a jugar al tenis porque agarraba mal la raqueta. Lo primero que tuvo que aprender fue a agarrar bien la raqueta. Cuando tenía nueve años mi papá me regaló mi primer clarinete. Tuve varios profesores hasta que a los doce años empecé a estudiar con Salomón Jacobson, uno de los mejores clarinetistas contemporáneos. En la primera clase me dijo: "Luisito --él me llamaba 'Luisito'--, ponga el clarinete en los labios", pero yo mordía con los dientes... "No; ponga el labio arriba, Luisito". Y cuando no me miraba mordía con los dientes y él se daba cuenta. Estuve muchos años así, hasta que aprendí que tenía que salir de una cobertura mal enseñada para pasar a una bien enseñada.

Tenemos que aprender a huir de las malas coberturas. Cuando Adán y Eva estaban desnudos en el jardín del Edén, Dios les preguntó quién les había enseñado que estaban desnudos, quién había sido su cobertura, porque en el tema de la desnudez Él no les había enseñado. A Adán y Eva algunas cosas se las había enseñado Dios, pero otras se las había enseñado la serpiente. ¡Elegí las mejores coberturas para parecerte a ellas! ¡Huí de las malas coberturas!

Cambiar de lugar no siempre implica sacarnos la cobertura vieja. Por ejemplo, un hombre me dijo: --Pastor, yo dejé el trabajo porque estaba maldecido. --¿Quién te enseñó en este ministerio que te tenés que dejar un trabajo por creer que está maldecido? ¿Acaso acá no te hemos enseñado que para el que Dios bendijo no hay maldición que lo toque? ¿No leíste que serás bendición, tú y toda tu casa? ¡¿Quién te enseño esa tontería?! --le contesté. Hay gente que viene a la iglesia pero, sin embargo, "le saltan" las viejas coberturas. En nuestra iglesia se congregaba un pastor que había llegado de otro lado siendo pastor. Un día me dijo: --Me siento mal, ¿me contenés? --¡¿Qué?! ¿Cuándo escuchaste en este ministerio que a un pastor hay que contenerlo, hay que empujarlo para que salga a conquistar? ¿De dónde sacaste eso? --le respondí. A este pastor le "había saltado" la vieja cobertura, el viejo aprendizaje. Otro ejemplo es el de una chica que me confesó: --Pastor, yo sufro mal de amores. Estoy enamorada de él y aunque él me haya engañado cinco veces, yo lo amo. ¡Quiero salvar mi pareja! --¿Qué pareja? En el enamoramiento no hay pareja, porque el enamoramiento es ciego. En el amor, cuando ves los defectos del otro y construís proyectos, es donde se puede hablar de pareja. ¿Quién te dijo que estar enamorada es tener una pareja? ¿Quién te dijo que alguien que te deja, que te engaña, es una pareja? ¡Vos no perdiste nada! --le dije, y cambié su cobertura porque la chica estaba sufriendo. La cobertura de Dios siempre es buena, agradable y perfecta. Todo lo que haya en tu vida que sea malo, desagradable e imperfecto es una cobertura que tenés que cambiar. Dios le preguntó a Adán: "¿Quien te enseñó que estabas desnudo? ¿Quién fe tu cobertura en e l

área del cuerpo?". Si te va mal en el área financiera, hay una cobertura vieja que aún está funcionando en vos y no identificaste. Cuando uno empieza a revisar va identificando algunas cosas. Cuando tocaba el clarinete me había acostumbrado a tirar la partitura al piso. Salomón me dijo: --¿Por qué tirás la partitura al piso? ¿Viste a algún músico de la Sinfónica tirar la partitura al piso? --No. Lo vi en una banda de rock --le contesté. --Pero vos no sos del rock, ¡vos sos un profesional, Luisito! --exclamó. Finalmente aprendí a no tirar la partitura al piso. Así me llamó la atención en varias cosas hasta que se fue la vieja cobertura.

Muchas veces tomamos decisiones rápidas y no nos detenemos a revi sar si a quien nos enseñó lo que estamos a punto de hacer le fue bien. Por ejemplo, ¿la persona que consultaste para mejorar tu pareja tiene una pareja feliz? Tenemos que mirar más para adentro y no ser tan impulsivos. Las parejas de ahora dicen: "Nos estamos conociendo", y lo primero que hacen es tener relaciones sexuales para ver si de esa manera empieza el amor. ¡¿Quién les enseñó que de esa manera se descubre si hay amor?! Por eso todas las parejas están lastimadas. Nadie se sienta a mirar para adentro preguntándose: "¿Quién me enseñó esto?, ¿quién me enseñó a tratar así a mis hijos o a mi esposo?". En vez de echarle la culpa al otro, necesitamos empezar a mirar para adentro para revisar todo lo que hemos aprendido. De esa manera podremos sacarnos todas esas coberturas negativas y poner la cobertura de Dios. Porque cuando mi cobertura es La Palabra de Dios, Él activa Su voluntad buena, agradable y perfecta. Las cosas del diablo son buenas, son agradables, pero son imperfectas. ¡Pero las cosas de Dios siempre terminan en victoria!

Si te peleás con tu mujer, por ejemplo, y decís que es una loca, pensá ¿quién te enseñó a echarle la culpa al otro, cuando sabemos que "el tango se baila de a dos"? Tenés que pensar de qué manera contribuiste para que esa loca sea tan loca. O decís: "Yo soy una olla a presión". ¿Quién te enseñó a tragarte la bronca hasta un día explotar? Otro ejemplo: Si tenés un almacén y se te van diez clientes, ¡te diste cuenta tarde!, ¡tendrías que haber reaccionado cuando se te fue el primero! Pero, ¿quién te enseñó a darte cuenta cuando se te va el décimo cliente? Cuando mi profesor Salomón me insistía en que

pusiera los labios para tocar el clarinete y yo le respondía que era doloroso, él agarraba el instrumento y tocaba algo genial. Después me decía: "¡Escuche, Luisito! Si quiere tocar como yo, tiene que tener una llaga como la que tengo yo". Alejandra y yo le agradecemos a Dios porque nuestros padres nos enseñaron a ir a la iglesia. Y eso mismo es lo que hacemos con nuestras hijas. Tenemos dentro de nosotros el hábito de la alegría de reunirnos, de congregarnos. ¿De qué nos serviría a Alejandra y a mí ganar Argentina y perder a nuestras hijas? Nosotros incorporamos esa cobertura buena que es traer a nuestros hijos a la iglesia. No les decimos: "Bueno, elegí vos. Si no querés venir, no vengas". Hay padres que llevan a su hijo al jardín de infantes con el guardapolvo en la mano, y cuando la maestra les pregunta por qué no se lo ponen, ellos contestan: "¡Es que el nene no quiere ponérselo!". ¡¿Quién les enseñó que tienen que preguntarle a un nene si se quiere vestir o no?! Esas cosas son las que tenemos que revisar.

Todos somos cobertura de otra gente. Alguien está mirando lo que hacés, escuchando lo que decís. ¿De qué serviría que me pusiera acá a hablar de la gloria de Dios si cuando llego a casa les pego a mis hijos o maltrato a mi esposa? ¡¿Qué cobertura es esa?! Vos también sos cobertura, y tenés que ser la mejor cobertura que puedas ser, aunque no seas perfecto, aunque te equivoques. Decile al Señor: "¡Yo quiero ser lo mejor, quiero dar el mejor ejemplo!". Yo estudié tres años en el I.R.E.T. (Instituto de Reflexión de Estudios Teológicos), siete años en el Seminario Bautista, hice la licenciatura, la maestría y dicté clases siete años, pero después de todo eso, cuando me vino el Espíritu Santo, me puse a revisar cosa por cosa todo lo que me habían enseñado. "¿Será así?", "¿tendré que hacerlo de esta manera?", ¡estuve años cuestionándome todo! Dios me fue sacando coberturas equivocadas, malas, falsas, y empecé a buscar coberturas nuevas, y a recuperar las buenas que había en mi casa y las que me enseñaron algunos pastores. Así empecé a crecer. Ahora ya no lo hago con tanta frecuencia, pero todavía sigo revisando cosas.

En vez de decidir rápido, hablar rápido y andar quejándote, preguntate: "¿Qué estoy haciendo, quién me enseñó esto que ahora está en mi cabeza?". Para cambiar las coberturas equivocadas hace falta esfuerzo, hace falta meditar en La Palabra de día y de noche. Decidí qué cosa entra a tu corazón y qué cosa no. Elegí a los mejores y hacé pasar todo por la voluntad de Dios que es buena, agradable y perfecta para tu cuerpo, para tu alma y para tu espíritu. Por ejemplo, podés drogarte y decir que es agradable, pero mañana no va a ser ni bueno ni agradable.

Pablo dijo: "Les ruego por las misericordias de Dios...", lo que traducido a nuestro lenguaje sería: "¡Ponete las pilas!". Te ruego por las misericordias de Dios que no acomodes tu mente a lo que te enseña el mundo, sino que la transformes y la pongas debajo de la mente de Dios. Entonces comprobarás que todo lo bueno, lo agradable y lo perfecto será para tu vida. David decía que en el corazón él guardaba La Palabra. Tu corazón es como una valija donde guardás las cosas de Dios. Sentate a revisar las diferentes áreas de tu vida (financiera, emocional, familiar). ¿Son buenas, agradables y perfectas? Si no lo son, es porque hay enseñanzas que tenés que cambiar. "¡Uy, pero eso lleva mucho tiempo!", podrás decir. No lleva mucho tiempo, ¡lleva toda la vida! Por eso en nuestra iglesia te desafiamos. Acá todos leen, escuchan los CD, escriben. ¡Esa es la cobertura que tenemos! Buscá las coberturas que más te exijan, las que te hagan que tengas callo en el labio, para que después puedas ser un instrumento en las manos del Señor. Sé una madera que el día de mañana pueda decir: "Soy un Stradivarius". Dejá que Dios te forme para cosas grandes. ¡No seas madera de cajón de verdura! Permití que las manos del Señor que es alfarero te moldeen y te exijan. Las reuniones con alabanzas, con adoración, con alegría son experiencia, pero también necesitamos revelación para que no nos conformemos al mundo, sino que seamos transformamos por medio de la renovación de nuestro entendimiento. Así comprobaremos cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. Si tu familia no se está congregando, sentate a revisar qué te enseñaron y no te sientas culpable ni con vergüenza. La culpa y la vergüenza son emociones tontas que no sirven para nada. Lo que sirve es permitirle al Señor que nos ayude a identificar lo que tenemos que cambiar y que tomemos responsabilidad del cambio. ¡Esta es la actitud que te llevará al próximo nivel!

Padre, te damos gracias y declaramos que nos vas a identificar todas las enseñanzas estúpidas y vencidas de las religiones, de las familias, del amor, de las finanzas, del carácter. ¡Todo lo que nos ha formado y que hoy no es ni bueno, ni agradable, ni perfecto lo vamos a identificar! Danos, Señor, espíritu de meditación para mirarnos un poco más para adentro, para no apresurarnos a tomar decisiones o hablar rápido, para no echar la culpa al otro, para no maldecir a la gente. Declaramos que no vamos a responsabilizar a nadie por lo malo que aprendimos, sino que vamos a crecer, vamos a ser maduros. Declaramos toda nuestra familia bendecida, sin pobreza, sin enfermedad, sin miseria, sin

dolor ni tristezas, sino con el gozo del Señor. Lo declaramos en el poder de La Palabra sellada con la sangre de Jesucristo. Amén.

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