Clifford Geertz - Negara. El Estado-teatro en El Bali Del Siglo XIX

July 2, 2018 | Author: ariel | Category: Bali, Quotation Mark, Indonesia, Netherlands, Historiography
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Clifford Geertz

Negara E sa-a n  Ba  sg XIX

Título oriinal: Negara ublicado en inglés por inceton University ess, Nueva Jersey Traducción de lbet Roca Ávarez Cubierta de Mario Eskenazi

Quedan rgurosamee prohibi,  la auoizacin escri de los lare del cpht, bajo la ancioes eblecidas en la leyes, la eproducción o al o par cial de eta obra o cualquier edio o pocedimieo, compredidos la reproa y el raaieo inrmático, y la disribucón de ejemplares d e ela mediante alquiler o présamo público © 1980 inceon Universiy es  © 20 de la raducción, e Roc varez © 2000 de todas las edicioes en caelano,

Ediciones Paidós Ibérca, SA, Marano Cubí, 92 - 08021 Barcel oa y Editoria Paidós, SAICF, Defsa, 599 - Buenos Ares

ISBN: 84-4930806-2 Depósito legal: B49.71/1999 Impreso en A & M Grc,  L. 0813 St eptua de Mogoda (Barcelona) Ireo en España - inted i Spain

ParaL uristonTardy, GeorgeR. eige yTalcottParsons, maestrs

SUMARIO

List e ilustrcioes                                    



Prefcio                                              

3

ntroucció. Bl y el métoo hstórico .                     Notas                          

5 22

Cítulo  Decó olítc: ls etes el ore . . . . . . . . . . . El mito del centro ejemplar  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . L geogfíay el equilibrio de poder                      Notas                      

27 27 36 41

Cítulo 2. Atomí olítc: l orgizció ite de l clse rgete                                      Grupos deliacióny hundimiento de estatus              

Clientelas  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Alianzas                                            Notas                        

49 49 58 63 69

Capítulo 3 Atomí olític: el ueblo y el Estdo  . . . . . . . . . . . L olity pueblerina  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . El sistemaerbekel                                    L política del riego                                   L sformas del comercio                               Notas                      

75 75 84 00 9 130

10

NEGARA

Capítulo 4. La afrmación política: espectáculo y ceremonia ........ ........ ........     

177 177 188 196 20

Conclusión. Bali y la teoría política  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

217

Notas                         Bibliograa  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Glosario  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Índice analítico y de nombres  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

233 249 267 277

L simbología del poder  . . . . . . . . . . . . . . El palacio como templo  . . . . . . . . . . . . . . Incineracióny lucha por el estatus  . . . . . Notas               

.. .. .. 

.... .... ....  

.. .. .. 

LISTA DE ILUSTRACIONES

Mapas

. Bai                                                2 2 Casas reaes de Tabanan y casas aiadas e n a caita, arede dor de 100                       86 3 Casas reaes de Tabanan y casas aiadas e n e camo, ared edor de 100                                             87 4 Puerto comercia de Kuta                               123

Fguras 1.

Modeo de la estructura de dadia

53

2 3.

Ascenden cia nobe: e rinciio de hun dimiento de e statu s . .  E inaje rea de Tabanan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  Diagrama esquemático de sistema reiminar de suministro de agua de una subak «tíica» de Tabanan . . . . . . . . . . . . . . . . . .  Un modeo de cuadrícua de riego ara a subak             Subak de as tieas bajas infriores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  Subak de as ti eas bajas m edias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  Subak de as tierras atas su eriore s . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  Subak de as tie rras atas medias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  Subak de as tierras atas sueriores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  Pano de paacio de rey de Kungkung, arededor de 105   

55 8

4.

5 6.

7 8.

9. 10.

1

102 104 10 10 110 110 110 10

PREFACIO

E i rd llgar a úbli divr, ,  la raza d  iva aí l haga, ha id rid d al ra qu d sr Parilar, líd d diia laara diiió d la a  a grgaió  al x h ar d la   habia  l rabaj   grá: la lav d rfria ri ól  vaga a la ágia y lía  uió,  lgar d ilizar l ri ídi ra d 1 l x d la a a a ra á bi xaiva, a   cha d lla  ari gral br a iad  l x, evii ríia  d a ira xió d la bibligraa rlaiva a  u r ,  ilu iia br i alg agial a la narraiva ral. E ia, l x ha id r d al ara  algi -aadéi, dia   lr g ér- da lrl páia i adir a la a, algi irad   l Ead ra diial,  la ría líia,  l aálii arlógi   aluir oa a, r  artilar rad r l di  dir d l edi idi. Pr ra ar, r lr drá dr a mrtaia ríia a la a, arilar all -idólg,  peialia  l r aiái   Bali- iad  a viió ir cuaial d la ba br la   r l arg dl x   l darrll d  éi í;    aí, br d, a por l a l Ead balié radiial a había id raad i tegral  arirdad  ralidad aa había id raad  tal,  r la ara rlva ara  di á  d 1. N del t: Esta disposición ha sido coegida en la edición en casellano, uilizando el isema de superínices numéricos pero ratando de respetar e espíritu del autor.

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NEGARA

pedigadas y son extemadamente heteogéneas en a tipoogía y desiguales en la calidad. Muchos lectoes se posicionaán en agún luga inteedio en este continuum ente el genealista y e espciaista; a distibución más bien poco usua ente texto y comentaio ha sido diseñada paa ciitales e acceso a la poción de apaato académico que paezcan dictar sus popósitos espectivos. Un tabajo con una concción tan aga como e pesente genea un gan númeo de deudas. Cito en es noas a mis pincipaes neses y mi gatitud paa con ellos inconmensu abe. De inmantes aqueos quebaihan eído el manuscito, debo da as gacias esecícamente a Hided Gz , que también me ayudó a ecoge matea, James Boon, Shey Eingon, F K Lehman y Pete Caey, aunque no sean más que una muesta signi cativa de los muchos que me han ayudado y no asuman ninguna espnsabilidad particula po el hecho de se nombados. La señoa Amy Jackson me popocionó una asistencia secetaia de ua ampitud poco usua, o la cua estoy muy agadecido. También me gusaría da as gacias a seño Wiliam Hivey, de a Pinceton Univesity Pess,  sus cnses y su asistencia editoial. Finalmente, divesas instituciones han cnbuido a a eización de este tabajo en aspectos distintos: la Fundación Rckfee, e Cmité ara el Estudio Compaativo de as Naciones Nuvas de a Univsidad de Chicago, y el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.

NTRODUCCIÓN

BALI Y EL MÉTODO HISTÓRICO

El pecado capital en la ciencia es hacer peguntas paa las que no ves posibilidad de espuesta, en serán política lo es da oódenes que piensascomo que no obedecidas en religión eza po aquello que no piensas que ios vaya a da .G.LLW

Hy, cad  ctema Idesia arámicamete, ésta arece rma a sisis idatabe de s ri asad, cm cad, despa rramads ecima de a mesa, s artefcts rcedetes de distits i vees de  siti arqeógic cad r arg tiem resme e u vistaz histriae hmaa. as crrietes cuturaes qe, amies detrásdedeañs tradedurate crs de Tdas s tres mieis, ha id hacia e archiiéag -desde a Idia, Chia, Oriete Medi y Era tiee s reresetació ctemráea e agú ugar: en e Bai hidú; en s barris chis de Jakarta, Semarag  Srbaya; e s basties musmaes de Aceh, Makassar  as tierras atas Padang; e as regies cristiaizadas, caviistas e Miahassa y Amb,  catóicas e Fres y Timr. La gama de estrctras sciaes es iguamete amia, igame te recaitadra: s sistemas tribaes maayliesis de iterir de Be  as Céebes; s ebs camesis tradiciaes de Bai, Java occideta y ates de Smatra y las Céebes; s ebs de rletariad rra «stadicia» de cetr de Java y de las aras viaes e e levate de esta misma isa; s ebs escadres y ctrabadistas de metaidad mercati e as cstas de Be y de as Céebes; as mar

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NEGARA

chitas capitales provinciales y ciudades del interior de Java y de las Isas Exteriores; y las enormes, disocadas y semimodeizadas metrópolis de Jakarta, Medan, Surabaya y Makassar. La variedad de rmas económi cas, sistemas de estraticación u organizaciones del parentesco es igual mente grande: agricultores de roza en Boeo, castas en Bali, matriinea lidad en Suatra occidenta. Sin embargo, en todo este vasto despiegue de patrones sociaes y culturaes, una de las instituciones más ipor tantes -quizá la indonesia más importanteen elprácticamente modead o de ausente, carácter bá sico de a ci vilización se encuentra desvanecida de una frma tan copleta que, en un sentido perverso, tal ausencia atesigua su centraidad hisórica: el nega el Estado lásico precolonia en In donesia. Nega (nagar nagari negeri) un préstamo del sánscrito que ori ginalmente signiaba «ciudad», se usa en las enguas indonesias para denominar, de manera más o menos simultánea e intercambiabe, «pala cio», «capital», «Esado», «reino» y también «iudad». En su sentido más amplio, es el término para civiizción (cásica), para el mundo de la gran ciudad tradicional, par a alta cutura que la gran ciudad abergaba, y para el sistema autoridad poítica jerarquizada que alídel tenía su centro.que, Su opuesto es de desa también un préstamo ingüísico sánscritocon una flexibilidd rerencia simiar, quiere decir «campo», «región», «pueblo», «lugar», e incluso, en ocasiones, «dependencia» o «área gober nada». En su sentio más amplio, desa es e término para el mundo rural rganizado de frma tan variada en os distintos rincones de archipié lago-, para el mundo de los campesinos, de los arrendados, de os súbdi tos, del «puebo», e la gente. Entre estos dos poos, nega y esa, 1 cada uno denido e n contraste con e otro, y en e seno de un contexto gene r de cosmología índia transpanada, a polit2 cásica se desarroló y tomó su rma distintiva, por no decir pecuiar.3 2

Saber cuántos negara ha habido en Indonesia va más alá de cualquier intento de registro histórico, pero es seguro que e número debe contrse por centenares, probabemente por miles4 Desde e tiempo de as más an tiguas inscripciones en sánscrito n a primera mitad del siglo v- en adelante,5 reinos de variadas dimensiones surgieron, intrigaron, lucharon y cayeron en un flujo de crecimiento constante. Los nombres más iustres -Mataram, Shailendra, Shrivijaya, Melayu Singarasi, Kediri, Majapahit y después de la conversión al Isam Demak, Bantam, Aceh, Mkassar y neoMataram- no son más que participantes prominentes en un proceso

INTRODUCCÓN

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ctiu de rmció y dislució de Estds l que úicmete  dmi ció hdes us ut  (e gus rtes del rchiiélg só l hiz e l resete ceturi). E desl ític de  Idesi re cli  csiste e u imlcbe desiegue de u «destism rie t» mític, si e u ube e exsió de equeñs ricids, lclizds, ágies e iterrelcids lxmete.6 U esbz de este desll -u tre udmet r culquier recud idesi, e etedersi s tmbié uts ítics  sódeci l se ídic de  civiizció de l isámic, l reubi c que  sucedier- se ve cucid r u rsió de dicutdes, bue rte de es mucturds rticimete. N só s dts s equívcs, está deserdigds y, c demsid ecueci, se ecuetr bremete resetds, si que, c lgus excecies tbes, e md de iterretrs -u sut rimrdimete e ms de s i lógs- h decid de u t extrem de reism scilógic. A lgís -hbitumete c Eur, cásic, udl  icus mde-, cróics ivetds -imrbbes, e ricii y esecucies  ri ri sbre  turez de «esmiet idesi» h cducid  u imge del eríd ídic que, uque  crete de eemets de lusi bilidd, quizás icus de verdd, exh ese ire icdibe de tsí istemtizd que deriv de itetr ccer quell que  hy rm de ccer. Muchs estudiss de l Idesi ídic h buscd escribir e ti e histri r l cu  h disuest de mteri ecesri -mteri el que, c td rbbiidd, jmás disdrá-, descuidd recis ete  cfecció de quel ti de histri r el cul sí cuet c teri ,  mes, tiee l sibiidd de bteer. L histri de u r civilizció se uede reresetr cm u serie de ctecimiets e imrtci dmet -guerrs, reids y revu cies- que, odee    dich civiizció,  mes mrc ls cmbis rici es e su curs. Tmbié uede ser reresetd cm u sucesió  de chs, ugres  erss rmietes, si de ses geeres de des rroll sciculturl. U ésis e el rimer ti de histrigr tiede  presetr l histri cm u sucesió de eríds igds etre sí, ui ades de tiem crcterizds r gu sigicció ri: serí e veimiet de ls Shiedrs, el Deslzmiet hci Oriete de  iviizció Jves,  l Cíd de Mjhit. Si embrg, el segud enque reset e cmbi históric cm u rces sci y culturl re lativmete ctiu, u rces que es muestr ruturs bruts si es que l hce-, si  que desieg u t erció let, uque u a, e  cu, si bie se uede disceir ses de desrrl cud se observ l evlució de dich rces cm u td, csi siemre resut

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muy dici, i o impoibe, poer e dedo en el lugar e e cual la coa dejaro de er o que era para covertire e ago ditito. Eta viió de cambio, o del proceo, o iite tato e la cróica «aalítica» de o que a peroa hiciero, como e lo modeo rmae, o etructurae, de actividad acumuativa. La aproximació «periodizate» ditribuye agrupa mieto de eveto cocreto a o argo de u continuum tempora e e cua la pricipa diició e «aterior» o «poterior»; a aproximació «proceua» ditribuye tempora rma deeorgaizació y patroe cuturae a o argo de u continuum e cua la pricipal ditició e «pre rrequiito» o «coecuecia».7 E amba, e tiempo e u eemeto crucia: e la primera, e el hilo a o argo del cua e eritran lo acotecimieto epecíco; e a eguda, e e medio a tavé de cua e mueve cierto proceo abtracto.8 Naturamee, ambo tipos de hioriograa o váido y, cuado o poibe, reulta compemetario. E fuir de lo uceo epecíco, re gitrado e detae, coere ubtacia a boquejo equemático de cambio etructura; a e cotruida de a hitoria proceua -a mima marco para a percepció hiórica, o egmeto de a reaidad hitórica proporcioa ua rma iteligible a fujo ídica, de icidecia regi trada. Pero cuado, como e a Idoeia e grueorealmete de a icde cia e impemete iecuperabe, i importar o miucioamete que uo ea etre líea e mito e icripcioe o ituya paraeo etre artecto diate, u iteto de recotruir lo hecho particulare eva, e e mejor de o cao, a iacababe (por o impoibe de tomar ua deciió) cotr veria obre cuetioe hipotética y, e e peor, a a iveció de u «rea to»9 obre o tiempo cáico que, auque parece hitoria, o e má que u vitazo reropectivo a ua boa de crita. C. C. Berg ha eñaado: «La hitoria hidojavaea de om e u reato obre reye y u ogro e a cua encoramo apue dipero obre eemeto cuturae. Por ua vez, habría prerido ua hioria de a cutura y de lo eemeto de civii zació e a cua e ector ecotrara apute diperso obre reye».1º E jutamete ete tipo de hitoria la que o permie ecribir o documeo, icripcioe y texo de período cáico, iterpretado e térmio de pro ceo ecoógico, etográco y ocioógico. Si embargo, aparte de agu o efuerzo agmetario y abortado como o de B. K. Schrieke y J. C va Leur,11 dicha hitoria cotiúa i er ecrita. 3

E ecribir ee útimo ipo de hitoria depede críticamete de a poi biidad de coruir u modeo de proceo ociocutura apropiado, uo

INTRODUCCIÓN

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que sea preciso conceptualmente y esté asentado empíricamente, que pue da ser empleado para interpretar los agmento del pasado arqueológico, inevitablemente ambiguos y dispersos. Hay distintas maneras de hacer esto.•no puede acudir a lo que se sabe de secuencias comparables, pero más prondamente estudiadas, en otros lugares n el caso que tenemos entre manos, las de la América precolombina o las del antiguo Próxio Oriente, por ejempl. Sobre la base de una sociología histórica de am plio puede rmular unadeserie de paradigmas ideales,relevante típicos, que espectro, aíslen losuno caracteres centrales la clase de nómenos apoximación popularizada, naturalmente, por Max Weber-. O uno pue e describir y analizar en algún detalle la estructura y el ncionamiento de n sistema actual (o reciente) que presente - que uno crea que presen a- al menos un parecido fmiliar con aquellos que uno busca reconstuir, iluminando lo que es más remoto con lo que lo es menos. Utilizaré todos estos enques complementarios, en la esperanza de poder corregir las de bilidades e uno con los puntos ertes de otro. Pero colocaré el tercero, el enque etnográco, en el centro de mi análisis, tanto porque pienso que es el más adecuado al presente ejemplo, como porque, ya que soy antpólo o más que o histoiador, aquel sobre el que un alguna mayor ontrol y enarqueólogo el marco del cual tengo es más posibilidades detengo apotar contibución novedosa. Especícamente, a partir de mi propio trabajo de campo y a partir de la ibliograa existente, construiré un retrato circunstancial de la organiza ión estatal en Bali durante el siglo XIX y, entonces, trataré de extraer un onjunto de líneas maestras, generales pero sustantivas, para la ordenación de material pre y protohistóico en Indonesia, y, más allá, en el sureste asiá ico índico en general. A menudo se ha resaltado la aparente relevancia de Bali, el último re gio de la cultura «hindú» en el archipiélago, para una comprensión plena el período índico en Indonesia y, especialmente, en su centro, Java. Para clarar de qué mas precisas puede recurrirse al Bali reciente para arro a luz sobre el pasado distante de Indonesia (e, igualmente importante, de é rmas no se puede hacerlo), es esencial desprenderse en primer lu r de una serie de flacias metodológicas ampliamente extendidas. Éste es un terreno tan traicionero que uno debe dar cada paso con una parsimo nia obsesiva, como una oruga que se arrastra sobre el agua, tal como reza n símil javanés. La primera de dichas flacias que se debe hacer estallar es la noción, izá popularizada en srcen por Thoma Rales, de que el Bali moder no es un «museo» en el cual se ha preservado intacta la cultura precolonial de la Indonesia interior. Pese al aislamiento de Bali especto a la corriente incial del desarrollo de ndonesia desde la islamización del resto del ar 12

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chipiélago -un aislamiento que en ocasiones se ha exagerado-, no hay razones para pensar que la isla n haya cambiado durante los trescientos cincuenta años que sigieron a la destrucción de Mahapajit (alrededor de 1520). Por tanto, se debe dudar muy seriamente de cualquier intento de ver en el Bali decimonónico una réplica más elaborada de la Java de los siglos x1v y xv. Sea cual sea la utilidad que un estudio sobre Bali peda tener para la historia inonesia, dicho estudio no se puede asentar en la suposición de qe,En porsegundo una raralugar, rtuna, la isla se habíaque ahorrado una historia. se debe reconocer la evidencia para la existencia de cualquier práctica social particular, rma cultural, costmbre especí ca, creencia o institución en Java o en otras partes del sureste asiático, no debe reposar en última instancia en na evidencia balinesa, sino en datos procedentes de cada región encuestión, sea Java, Camboya o cualqier otra. El hecho de que los balineses tengan patrilinajes endógamos, sociedades de regantes y un clto a las brujas desarrollado no spone en sí mismo na prueba de qe costmbres similares existieran en la antigua Java. Más bien, todos stos hechos pueden sugerir posibilidades que deben ser sondeadas en Java (o en Camboya, Tailandia, Birmania, etc.). Son úti ls para derivar hipótesis, pero inútiles para apoyar dichas hipótesis na vez derivadas. Quizás, ésta sea una premisa elemental, pero ha sido igno rada más a menudo, y con ectos más peiciosos, que cualquier otra má xima metodológica de la reconstrucción antropológica, no sólo en Indone sia, sino en general. Y en tercer lugar, an cando se toma plenamente en centa la mta ción históica de Bali y cuando se reconoce la lta de lógica en los inten tos de probr teorías sobre Java a partir de evidncias balinesas, también es necesario comprender qe, incluso en el siglo x1v (por no hablar del siglo x o del v11), Indonesia estaba ljos de ser unirme, social, cultral y, sobre todo, ecológicamente: pese a la «conquista» de Mahajapit, Bali continaba diriendo del este de Java, y todavía más respecto al conjnto de regiones del archipiélago englobables de una u otra manera dentro del ámbito índi co. Así, aun si se está satischo con la idea de qe alguna pauta balinesa en paticular se encontraba presente en toda la Indonesia índica iga mos, como muestra, un ete énsis en la estraticación según el presti gio-, no se puede asumir que tomara la misma rma extea en todas pates. Por ejemplo, la escala de los Estados balineses, apiñados en las es trechas ldas montañosas del sur, e, casi con seguridad, siempre menor a la de los Estados de la más espaciosa Java, con los efectos obvios qe esto dbía tener sobre su organización. Más aún, la orientación natural de la isla hacia el sur y el traicionero Océano Índico, en lugar de hacia el note y el tranqilo Mar de Java, provocó s marginación casi absoluta en la elabora da economía comercial que jugó n papel tan crucial en la economía gene

NTRODUCCIÓ N

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ral del período índico. El soberbio drenaje naural de las ierras balinesas y su clima -tal vez el más adecuado de oda Indonesia para el cultivo sawah radicional- hicieron que el riego resulara menos problemáico técnica mene y menos inciero esacionalmene que casi en cualquier otro lugar en Java. Y, como ésas, mil. Los daos procedentes de Bali deben ser corregi dos y contrasados no sólo en el tiempo, sino ambién en el espacio, antes de que puedan ser usados como líneas maesras en la inerpretación de l civilización índica en Indonesia y más allá. 4

Entonces, ¿cómo puede la etnograa balinesa resultar útil en absoluto para dicha interpreación? En pmer lugar, aunque la vida balinesa cambió ignicativamene entre los siglos XIV y XIX, el cambio ue en gran medida endógeno. Picularmente, en Bali, no se dieron dos aconecimientos revolucio narios que transrmaron radicalmente el orden social y cultural en otros iios, lalaislamización unanodominación holandesa anto, hisoria de la yisla es menos dinámica queintensa.13 la de orasPor regiones unque el archipiélago que también habían experimentado algún grado de acultu ación índica, es una historia mucho más ortogenética y basante más me urada. En la última mitad del siglo XIX, Bali podía no ser una réplica del ali del siglo XIX, pero, al menos, mostraba una coninuidad plena con él, un desarrollo razonablemente regular a partir de él. En consecuencia, en ali permaneció mucho de lo que en ava o en las regiones coseras de Su atra se había borrado o se había alterado más allá de cualquier posibilidad e reconocimieno. Como el Tíbe o el Yemen, esta isla pequeña y apretu a, sin ser un sil cultural, era de todas maneras basante conservadora ulturalmente. En segundo lugar, renunciando a cualquier ineno de escribir una cró nca del período clásico, nos liberamos del principal incentivo para generar bulas históricas. Si no traamos de emplear material etnográco para re onstruir una secuencia conexa de incidenes pariculares, un relao de los eyes y sus logros, la enación de dar respuesas a lo que no las iene dis inuye poderosamene. Si Keranagara era un vulgar borracho o un sano noxicado, si los Shailendra eran una dinasía javanesa gobeando Suma ra o una dinastía sumatresa gobeando ava, o si realmente se dio la divi ón del reino en iempos e Airlangga (odas ellas conroversias duraderas en la bibliografía analísica del período índico), son el ipo de cuesiones ara las cuales el análisis de la organización política en Bali no iene nin una pertinencia. Para lo que sí resula perinene es para un enendimien

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to de la rma característica del Estado índico en Indonesia, es decir, de la estructura intrínseca de la polit clásica. Y esto es así porque, independientemente de qué alteraciones hubiera sufrdo el Estado balinés hacia 1906, independientemente de lo especíco qe ese su medio natural o de lo divergente que resultara su contexto cl tural, no dejaba de ser un ejemplo más de un sistema de gobieo que en un tiempo había estado mucho más extendido. En consecuencia, sobre la base del material balinés, uno puede construir un modelo del negara como una variedad distinta de orden político, un modelo que podrá ser usado consi guientemente para extender nuestra comprensión sobre a historia proce sual de la Indonesia índica (y también de Camboya, Tailandia, Birmania o del resto del sureste asiático que, en mayor o menor medida, podríamos considerar merecedor del adjetivo índico) Un modelo tal es abstracto en sí mismo. unque se construya a partir de datos empíricos, debe ser apicado experimental, qe no deductiva mente, a la interpretación de otros datos empíricos. Es, por tanto, una en tidad conceptual, no una entidad histórica. Por un lado, es una representa ción simplicada necesariamente inel y teóricamente tendenciosa de una institución sociocultural relativamente bien el Estado nés del siglo xrx. Por otro lado, es una guí, unaconocida: especie de maquetabli so ciológica, para la constucción de representaciones -no necesariamente, ni siquiera probablemente, idénticas a ella en s estructura de todo un conjnto de instituciones similares peor conocidas, pero presumible mente similares-: los Estados clásicos de sureste asiático índico de los siglos v al xv. 14

NOAS   Sobre nega véanse Gonda 1952 págs 6 1 73 243 423 432; Juyngoll, 1923 pág  10; Pigeaud sf págs. 303 309 Sobre desa véanse Gonda 1952 págs 65 8 1 342; Juynboll, 1923 pág 302; Pigeaud sf pág 66. n Bai e término desa ya se encuentra en inscripciones de mediados del sigo x, y nega, al menos desde mediados e sigo XI (véa se Goris, 1954 vol 1 págs 7 1 106). Ambos vocabos apecen repetidamente en los es critos javaneses cláicos, paticuamente en el Nagarakrtagama (véase Pigeaud 19601963 vol. 5 págs 144 205206) El uso de desa en el sentido de «dependencia» «teitorio gobeado por un sultán» (véase Gonda, 1952 pág 8 1) se halla en a lengua dyak, en a que e verbo mandesa signi ca «someter», «pacicar» En algunas áreas -Sumatra occidental (Wilinck 1909) o Am bon (Cooley 1962) por ejempl, prece haberse dado el reverso de este proceso de tal rma que el érmino negeri es empleado para designa complejos de asentamienos ocaes políticamente como expresión dedesunega independencia Bali, el término puri («palacio») se autónomos usa más habitualmente que el como talEn pero tiene esenciamente el mismo signicado múltiple (Pigead 1960 1963 vol 3 págs 9 13). Deriva de sánscri

INTRODUCCÓN

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to pura, que sgna «astlo», «udad» (Gonda, 95, pág. 19). Aunque hoy en día en Ba, pu s der, on unaa nal en lugar de unai sgna «templo», no paree que, en el pasado, se haya heho ta dstnón (Ko, 93, págs. 0). En ndoneso odeo, negara quere der «Estado», y negeri, «país» o «regón», aun que a vees se nteramban Sobre el uso de térno desa en Bal [y otros térmnos alter natvos], véase apítulo 3, nota 0. 2. N. del t: La paabra -«rmaón poíta», «sstema de gobeo»- es un neoogsmo no reonodo por la Real Aadema, pero tan empleado en enas soales, pauarmente en antropología políta, que nos ha paredo más adeuado mantenerlo en la traduón. 3. La denomnaón de «período áso» en a hstora de Indonesa ha sdo una fuente ontnua de dutades. Muhos estudosos han usado «hndú» o «hndújava nés», haendo notar smplemente que se pretendía que el térmno «hndú» reubrera formas tanto de budsmo omo de brahmansmo (véanse Coeds, 1948; Krom, 93). En un ntento de evtar e probema, Hason (954) ha utlzado «ndanzado» (ompárese la traduón de Coeds, 1948; Coeds, 968); sn embargo, este térmno sugere un m pato de la nda sobre Indonesa ás ampo y proundo de que paree haber tendo lu gar. He eegdo «íno» [Jndc] (e «ndzado» [ndcized, Indczation]) para resatar la naturaeza e a nfuena nda, predomnantemente estétoregosa, más que soal, eonóma o poíta  del t: S a dstnón respeto a Hndu es ara, Geertz no aaba de justar por qué elge ndic, en ugar de ndan. Una razón, que paree subyaer en otras eleones term nológas de autor, podría ser a menor euena de uso de ndc -un utsmo sólo ut lizado en ertos ontextos-, que personazaría a seleón. Tambén puede señalarse que el sujo c es más genéro que e sujo -an, que tene a menudo una onnotaón loat va, o que por ontraste podría querer justar a dudosa adsrpón de ndc a la esra «estétoregosa» (más genéro, «ultura», no rzosamente ubado en a Inda, nlu yendo a ésta pero tabén a otras soedades) y de indan la «soa, eonóma o poít ca» (terrtorazado en el Indostán, on una arga geopolíta más onreta que podría conrre onnotaones «oonaes» totamente desorentadoras) . En ual quer aso, esta desón opoa seros probemas en la traduón, no tanto respeto a «índo», sno a s teóros dervados, «ndzado» o «ndzaón» Mantener e rtero expíto del autor upondría tener que usar paabras nuevas de dudosa aonía néta, que provoan una ceta onusón on a paabra «índe», y uyo uso dlmente odría legar a genera zarse. Por tanto, restando el rtero de autor respeto a la dstnón que onere a «Ín do», se ha optado por susttur los dervaos de ta palabra («ndzado» o «ndza cón» por períass o por e propo térno «índo» (omo tabén hae el autor, que no vuelve a reurrr a os dervados que é msmo ha propuesto más aá de la ntroduón) Véase ntroduón, nota 5. 4 Naturalmente, seejante uantaón depende en buena medda de o que uno consdera oo un Estado propamente dho y de la vsón que ada uno tenga sobre a naturaeza de a organzaón poíta lása. Así, Kro ( 193 ), on su vsón atamente inegradora de a esttura del Estado tradona -«modeo Impero Roano»-, puede redur e número de «renos» [ «kngdoms»] de la Java preolona a unas poas doenas como uho, mentras que Shreke (1957, págs. 157), on una aproxmaón soo lga ás reasta, puede lstar más de dosentos «renos» [«realms»], de varos tpos, desrpones y grados de autonomía. Para e arhpéago en onjunto, Puad ( 196) se xx, todavía exstían por o menos tresentos nuenta ala que, a prnpos del sgo ri npados ndeendentes o semndependentes, vuamente todos uera de Java por uel entones

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NEGARA

 del t: La dudosa distinción entre kingdom y realm utilizada por el autor, sin xplici tar su naturaleza, es de dicil traducción en castellano y juega con rmas distintas debidas a etimologías distintas, pero ambas relacionadas con el concepto de realeza. En too caso, puede señalarse que el uso de realm en inglés suele ser más genérico, más ecuentment asimilable n ciertos contextos a «ámbito, dominio, campo». 5 Sobre las inscripciones más antiguas, véanse Krom, 193 1, págs. 7 1-80; D Caspa ris, 1956 Inrmes chinos sobre Estados índicos en el archipiélago aparecn algo más tem prano, pero no son del todo seguros (véase Krom, 193 1, pág. 62) Además, hoy está era de toda duda que el proceso de rmación de Estados ya estaba en marca cuando se inició Ja «indicización» ([ del t] un proceso de inculturación/aculturación más o menos pro nda, con co srcinal en la India y aplicación en el sureste asiático en sentido amplio, que dará lugar al «universo índico» del que habla C. Geertz) (véase Van Leur, 1955, págs 92 y sigs.) Para una revisión general de los problemas historiográcos indonesios, véase Soed jatmoko y otros, 1965 6. Para una caracterización similar, véanse Stutterheim,1932 págs. 3 133; Weeim, 1965 La rerencia al «despotismo oriental» alude a las teorías del «Estado hidráulico» de Wittgel ( 1957; para sus rerencias sobre Bali, véanse págs. 5354) 7  del t: En esta oración todos los entrecomillados son del traductor En el caso de las distinciones en el tiempo generadas por ambas aproximaciones, las comillas rspondn a un afán de claricar el texto para el lector. En el caso de la apelación de las aproxima ciones -«priodizante» o «analística» y «procesual»-, las comillas quieren singulari zar -únicamente en esta primera apar ición- el uso que de tales téinos hace el autor y que puede no coincidir con otros a los que el lctor puede estar habituado El término «pro cesual» es el que se utiliza correntemente en castellano para denominr lo que Geez lla ma developmental el uso de «procesual» viene aconsejado además por la dicultad de derivr adjetivos de la palabra «desaollo» y la consión que supondría utilizar un téi no como «desarrollista» -término que ha adquirido un signifcado especial en el estudio de las llamadas «sociedades en desaollo», y que deriva de «desarrollismo» más que de «dsaollo»- Por lo que se reere a la expresión «analística», baste recordar que deriva de «anales» -«crónicas, registros»-, y no de «análisis» 8 Para una explicación metodológica y una aplicación en el Nuvo Mundo de la apro ximación «procesual» ([N del t] developmentalen el orginal) o «estctural», véanse Pi llips y Willey, 1953; Willey y Phillips, 1955 Para una argumentación coactiva sobre la uti lidad (prospectiva) de la aproximación anterior en el sureste asiático, junto con una multitud

de sugerencias sobreCon los problemas dicha«analísticas» aproximacióndepodría em pezar conontar, véase Benda, 1962 mucho, lasque síntesis la historia del por período índico que resultan más comedidas, útiles y legibles son la de Coeds ( 1948) -traducción ingle sa, Coeds, 1968, para un tratamiento global, y la de Krom ( 193 1 ), para un tratamiento circunscrito a ndonesia. Hall ( 1955) contiene el mejor resumen en inglés. La abilidad de las historias «analísticas» de Indonesia puede mjorar cuando se sondean sistemática mente fuentes chinas y del sureste asiático continental, algo que raramente se ha hecho. Para una revisión sobre los escasos intentos de escribir una historia procesual, véase Wert heim, 1965 ue la denomina histora «sociológica»- Sobre mi propio intento, desde una perspectiva local y reciente, véase C Geertz, 1965 (compárese con C. Geez, 1956) Koentjaraningrat ( 1965) revisa las aproximacions «antropológicas» al estudio general de la historia indonesia. 9  del t: El texto utiliza la xpresión sto «relato», «anécdota», «cuento». La dis tinción grácaconceptuales unida a la relativa homonía y la etimología de stodada y histo per miten juegos y de palabras de dicil traduccióncomún al castellano, la polise mia de «historia».

INTRODUCCIÓN

2

10 Véase Beg 1961b El tabajo de Ko al que se eee es Ko 1931 11. Véanse Scheke195; Van Leu 1955; véase tabén Bosch1961b Tanto Bu ge (1948-1950) coo Wehe (959) adoptan un enfoque geneal de la hstoa ndone

sa ás ben pocesual que analístco peo nnguno de ellos está nteesado en e odo índco ás que de ra ncdenta 12. Véase Raes 1830, vol 2, pág cxl De todos odos lo que Raes djo eal ente es que Ba confaba «una espece de coentao de las antguas condcones de Java» una fulacón ucho ás aceptabe Coo ejeplo de este tpo de uso acítco de a etnogaa balnesa en a econstuccón de a vda socal y elgosa de la Java índ ca opletado po pntuas a cago de Walte Spes que se petendían ágenes de los tepos de Majapaht o ncuso de los Shalenda- véanse los capítulos sobe «De Maat schppj» y «De Godsdent» en Stuttehe 193 13. Pa un esuen geneal de la hstoa de Bal véanse Swellengebe1960; Hanna 976. Van Eck ( 878-1880) oece un exceente epaso esqueátco del cuso de los acon tecentos hasta ceca de 1840, y Shast (1963) ofece un elato a odo de anales de pe íodo peMahapajt basándose pncpaente en entes y tadcones balnesas Paa una hstoa excelente de la confeccón de a hstoa balnesa véase Boon 1977, pate 1 E gobeo decto de Holanda en el coazón del su balnés sólo se ncó en la p mea década de este sglo E Ba septentonal ue soetdo ente 1846 y 1849, nsta lándose una adnstacón efectva en 1882. Las áeas balnesas de Lobok -paa su hstora véase Van de Kaan 1973 eon puestas bajo contol adnstatvo en 1894 Natualente la «sobeanía ofcal» de Holanda sobe as Indas Holandesas en conjunto así coo el contol holndés sobe as elacones ente as slas había tendo un acado ecto sobe Bal ucho antes Las ntefeencas hoandesas sgnfcatvas en os asuntos inteos de Ba datan de fnales del sglo XVIII, en elacón con el táco de escavos y en 839, vaos eyes y píncpes de Bal edonal faon os peos contatos que con edían a sobeanía nonal a Holanda (véase Van Eck 878-1880) Paa una descpcón del aspecto lta de la actvdad hoandesa en Bal duante el sglo XIX, véanse ypels 897, y Van Vjan 1875; paa una pespectva balnesa sobe el so tea véanse Ge ia, 957; paa un tataento partcula del áea de Lobok véase Coo 1896 Beves esúenes de la toa de Ba po los holandeses pueden encontase en Tate 1971, ágs. 307-311; Hanna 1971 Pese a todo esto y al enos en copaacón con su pac  en Java e gobeo holandés no tuvo ás que un ecto agnal en la vda ntea de ali hasta el pesente sgo 4

[lndic]

usolos delEstados térnopcados «índco» estabanenconspcuaente el pesente tabajo ete po exclusvaente a echo deE que acados algunas deas áctcas síboos e nsttucones pocedentes de la Inda; su uso no pca nngún juco sbe a poanca elatva de las nfuencas de la Inda Chna u Oceanía (sobe todo de a Polnesa) n en la fracón de Estados n en sus as deconóncas En partcula  se tata de una vsón «coonalstanda» y esuta equvalente a la denonacón de lásco» téno con el que se ntecaba de ra ndstnta a lo lago del estudo

APfTULO 1

DFINICIÓN POLÍTICA: LAS FUNTS DL ORDN

L MITO DEL CENTRO EJEMPAR

1891, el qe iba a resltar el último de la docea aproximada de re es  de Megwi - paatiado del iterior de Bali sitado a os qice ilómetros al orte de la capita actal De Pasar-1 se ecotró co qe s apita había sido asediada por ss dos eemigos más habitales Tabaa y adg aliados al  e s cotra. Co s ejército e desbadada ss o les hidos o mertos y las tropas de Badg cabezadas por a com añía de sileros bgis2 mercearios peqeña per terriblemete eciete ete a defesores armados úicamete co lazas y dagas- esperado e  lide de la cidad era como  rey de ajedrez al al de lapartida si ga as i piezas. Viejo ermo icapaz de camiar ordeó a ss sirvietes ue o trasportara desde el palacio hacia los ivasores e s palaqí al Los tiradores bgis qey había estado talqe aprició aro sobre los porteadores el rey rodó poresperado el selo si adie ledispa ay ase. Las tropas de Badg -mayoritariamete sdras de casta baja- se vazaro para prederlo pero él rechazó ser captrado y e razó de de ido respeto se viero obligados a matarlo. Los siete pricipales reios del orazó de Bali meridioal -Tabaa Badg Giayar Klgkg Ka ngasem Bagli y Megwi- se viero por tato redcidos a seis.3 Pero los vecedores sólo pdiero disfrtar s goria momentáeame  E 1906, por razoes propias el ejército holadés apareció e Sar e a costa sr y se abrió camio lchado hasta Badg dode el rey ss ujeres ss hijos y s séqito marcharo cotra el ego directo de ss ri s en  esplédido sicidio colectivo n el pazo de a semaa, ero trados el rey y el prícipe heredero de Tabaa pero drate s pri a tarde bajo cstodia holandesa ambos consigieron poer n a s

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vida, el uno con veneno, el otro con un cuchillo.4 Dos años más tarde, en 1908, este extraño ritual se repitió en el más ilustre de los Estados, Kng kng, la «capital» nominal del Bali tradicional. Nuevamente, en parte en estado de trance, en parte aturdidos por el opio, el rey y su corte deslaron desde el palacio hacia el ego renente de las tropas holandesas, qe por aquel entonces se encontraban absolutamente perplejas. Era, de rma totamente literal, la muerte del aniguo orden. xpiró tal como había vivido: absorto en el espectáculo ceremonial. 2

La naturaleza expresiva del Estado balinés e aparete durante la to talidad de su histora conocida, ya que siempre estuvo dirigido no acia la tiranía uya típica concentrac ión sisemática de poder e siempre inca paz de conseguir-, ni siquier demasiado meódicmen hacia e gobier no -ue persiguió dubitativamente y con indiferecia-, sino más be hacia e espectáclo, hacia la ceremonia, acia la dramatización públca de las obsesiones domintes de la culra baes: desigaldd socia y r guo de rango.5 ra un Estadoteatro, en e que los reyes y prncpes era los empresarios, los sacerdotes los directores, y los campesos el reparto secndario, los tramoyisas y la audiencia. Las estupendas incineraciones, empastes dentaes, dedicaciones de tempos, peregrnacines y sacricios sngrientos ue movilizaban a cientos, iclso a mies, de individos y sponía el gasto de grandes cantidades de riqueza-, no eran medios pra nes policos: eran nes en sí mismos, era qello par lo que ser e Estado. l ceremonialsmo de a corte era la erza condctor de a políti ca de dicha corte; y los rituales de masas no eran n inveo pra apuar e Esado, sino qu más bien e stado, incso en s último aiento, era u invento para la promoción de os rituaes de masas. l poder serví a l pompa, no a pompa al poder. Detrás de esta relación xtrañmente inverid a nestrs ojos- en tre la substancia y la parafealia del gobieo, subyace n concepció general de la naturaleza y el ndameto de la soberanía, concepció que, meramente para simplicar, podramos denominar como la doctr del centro ejemplar. s decir, la teoría según a cual a corteycapia es a la vez un microcosmos de orden sobrenatural -«una imagen del ( ...) ni verso en una escaa menor»-6 y la encaación matera del orden políi co. No es simplemente el núcleo, el motor o el pivoe del Estado, es e Es ado. El concepto de negara expresa una ecuación de la sede del gobieo con el dominio del gobieo que es más qe una metára accidentl: es una armación de una idea de conrol político -a saber, qe or el mero

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aco de pro porcionar un modelo, un parangón, una i magen i ntach able de l a exisencia civilizada, la coe modela el mundo que la rodea, al menos como una ruda aproximación de su propia excelencia Así, la vida riual de la core -y, de hecho, la vid a de la core en general- es para digmái ca y no un simple relejo del orden social. Como declaran los sacerdoes, de lo que sí es relejo es del orden sobrenaural -«el inemporal mundo in dio de los dioses»7 en el cual, y en proporción esrica con el esatus de cadaLauno, loscrucial hombres deben buscar las pauas de sus vidas. area de la legiimación -la reconciliación de esa measi ca políica con la di sribución del poder exisen e en el Bal i del siglo x1xse eecuaba por medio del mio; de rma haro caracerísica, por medio de un mio colonizador. En 1343, los ejércios del gran Esado de Mahapa ji, en el ese de Java, habran derroado supuesamene, cerca de Pjg, a los del «rey de Bali», un monsruo sobreaural con cabeza de cerdo8 Los balineses ven en ese aconecimieno sin par la ene de oda su civiliza ció, incluso su propio srcen, ya que, con u puñado de excepciones, se cons idera n a sí mis mos descendienes de los invasore s javaneses , no de los densores indígenas.9 Como el mio de los Padres Fundadores en los Es ados Unidos, o el de laenrevolución el mio deellacual Conquisa de Mahapaji se convirió el cueno en de Rusia, srcen mediane se explica bn y ju sifca ban las relaciones reales de mdo y obed iecia. «En el prin cipio era Mahapaji; lo que se encuenra anes, es un caos de demonios y villanos sobre el cual el blinés no sabe prácicamene nada.» 10 Sin embargo, aquello que viene después lo conoce de rma verdadera ene precisa, aunque no siempre demasiado sisemáica 11 Tras la con quisa, Gajah Mada, el moso primer minisro de Majapahi, pidió ayuda espiriual a un sacerdoe brahmana 1 2 javanés para pacifcar su isla vecina -Bali-, sumida enonces e el caos debido a la ausencia de dirigees. Es e ace rdoe ení a cuar o n ieos semi divino s ( su h ijo había desposa do un ángel ). A l primero de ésos, Gaj ah Mada l o nombró rey de Bl ambagan, un reino insignifcane en el exremo más orieal de Java; al segundo, lo esableció como dirigene en Pasuruan, un reino ouario de la cosa nor dese de Java; a la ercera, una mujer, la casó con el rey de Sumbawa. l cuaro, Ida Dalam Keu Kresna Kepakisan, lo despachó para gobernar Bali. En 1 352 , ese rey bricado, acompañado por un séquio de alos no bles javaneses, esableció s u core y s u palacio -su negara- en Sampran  gan, a unos pocos kilómeros del lugar donde el diigente balinés con ca beza de cerdo había hallado su desino. Prono hizo surgir el orden de la anarq uía con l a ayuda an o de s u erza carismáica i nnaa como de var ios objeos sagrados que había raído como reliquias desde Majapahi. El rela o coninúa diciendo que, en 1380, esallaron disensiones en el grupo go beane cuando el heredero de Kepakisan demosró ser un demene (casó

DEF IN ICIÓ N POL ÍTICA : LAS FUENTES DEL

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 su hermana con un caballo) y uvo que ser depueso en vor de su her ano menor, que solamene era disoluo. Por razones espiriuales, la cor e debió mudarse a Glgl, inmediaamene al sur de Klungkung, y se nauguró lo que los balineses consideran el período más grande de su his XVII, una rebelión más seria  ia. Se dice que, hacia comienzos del siglo ovocó la di soluc ión de l a unidad de la cl ase gobean e, haciendo añicos e reino. La core principal recorrió la milla aproximada que separaba su iguo emplazamieno de Klungku -Badung, ng, el lugar d onde la enconr la his  ria, y las oras cores imporanes Karengasen, Tabananaría y de  ás- se espa rcieron por el país , esable ciéndo se con una i ndependencia ubsancial respeco a la primera, pero sin dejar, de odas maneras, de re nocer almen e su superi orida d espi riual. Cuesquiera que sean los eemenos de hisoricidad que encierra ue obablemene son bien pocos apare de algunas chas redondeadas, cier s aconecimienos esquemaizdos y unos pocos personajes repuados-, 13 esta leyenda expresa, a ravés de las imágenes concreas de un relao aec óico, la visión balinesa de su propio desaollo políico. A ojos de los ba nese s, la ndación de una core javanesa, primero en Samprangan y l uego e gl (dond se m especular aniene, el del pa lacio e del di señado hasplar a elde míi Gl dealle como e, unasegún imagen palacio más ejem l os enros ejemplares, el propio Majapahi), no supuso simplemene la crea ón de un cenro de poder que ya había exisido anes-, sino más bien el esableci mieno de un esán dar de civi li zación. La conquisa por p are de japahi e, y es, considera da como el principal hio de la hi soria ba esa porque separa ajanemene el Bali aniguo -de un barbarismo  ma- del Bal i renacien e -de una ele gancia eséica y de un espl endor úrgic . El raslado de la capial e el raslado de la civilización, como, s adelane, la dispersión desde la capial e la dispersión de a civiliza ón. A pesar del hecho de que, en un ciero senido, ambos son mios co iales, ya que empiezan con asenamienos procedenes de cosas exran jeras más culivadas, la concepción balinesa del desaollo poíico propio e dsingue de la americana por no presenar dicho desarrollo como la r j de la unidad a parir de una diversidad srcinal, sino como la disolución de una unidad srcinal en una diversidad creciene; no se raa de un pro es o incesane hacia una sociedad mejor, sino de un desvanecimieno gra a l, un leno ndido en negro, de un modelo clásico de perfección. 3

os balineses conciben el mencionado desvanecimieno ano en el es   o como en el empo. Se dice qu e, duran e el perí odo de Glgl ( 1 400-

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aprox.), los distintos gobeantes de las regiones de Bali (Badung, Tabaan, Blahbatuh, Karengasem, Bangli, Kapal y demás), supuestos des cedientes de alguo de los nobles del séquito que había acompañado al rey inmigrante, vivían en palacios secundarios que, ordenados adecuada mente, rodeaban el del rey supremo, el descendiente directo del propio Kepakisan. Así -en teoría, aunque, casi con seguridad, no de hecho-, Bali era gobeado desde una sola capital cuya organización intea era 1 700

una expr esió n de la estructur a delceremoniales, r ein o, ua expr esió n plas mada no sólo en términos espaciales, sino también estraticadores o admi nistrativos. 14 Cuado se produjo la revuelta liderada por el señor de Karen gasem, el rey suprem o huyó al inter ior, a la re gión conocida como Bangl i; los distintos seño res, que se mantuviero n leales co l a obvia excepción del señor de Karengasem, se retiraron a otras regiones diversas. Tal como se ha señalado , cuado la revuelta e aplast ada, el rey -, más bie, su su ceso r- no volvió a la espiritualment e desa credita da Glg l , sio que se dirigió a Klungkung para empezar de nuevo, mientras los señores, otrora adyacente s a la residecia real, permaneciero n en sus domi nios regioa les. 15 Se cosidera que, con el tiempo, y no necesariamente de rma vi ole nta,de el ferenci mis moaproceso gmet separació n espacia l apartuvo eja da a una rmal -se continu adaación respeycto a la l ínea parentallugar e cada una de dichas regiones y subregiones, produciendo como cosecuencia l a prosión de co rtes -grandes, pequeñas, m inú sculas e ín mas- que putea n el paisaje h istóri co coo cido. El resultado nal -es decir, el observable durante el siglo XIX- e una acrobá tica pirámide de reinos c on di stintos grados de autoomí a subs tancial y de poder efectivo. Los señores importates de Bali sostenía al señor supremo sobre sus hombros y se mantenía a su vez sobre los hom bros de aquellos señores cuyo estatus derivaba del suyo propio, y así suce sivamente en setido descendete. En aparete paradoja, toda la estructura se basaba primariamete e la ceremonia y en el prestigio, covirtiédose el domiio político real de los reinos en más ágil y tenue a medida que uno ascendía e n la pirámide; es ta const atación evoca el símil del castil lo de naipes, levantado la por la hasta su temblorosa cima. El centro ejemplar de todos l os centros e jempl ares contin uaba siendo Klu nkun g, hered ero di recto de S ampragan, Glg l y, a tr avés de ello s, M ajapahit ; u na im agen qu e se diminaba a medida que se dindía por un medio progresivamente más burdo, más ordinario. No sólo se borraba al tiempo que se extendía «horizontalmente» sobre los campos, sino también como resultado de un proceso intrínseco de co rrosión cultural que podríamos llamar modelo o patrón de hundimiento de estatus, ya que se prolongaba «verticalmente» a través de las genera ciones.

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El modelo de hundimiento de estat us re posa sobr e la noción de que la humanid ad descien de de l os dioses, no sólo genealó gicame nte, si no t m bién en el sentido de qu e posee u na valía in trínseca men or que la de éstos . l declive se ha producido a ritmos distintos a lo largo de distints líneas y a través de dversos acontecimentos mundanos y sociales, arrojando como resultado la mera humandad con su presente y extraordnariamen e comple jo si stem de rnking de prestig io. 16 Debido a su parafeali a ín ica,Bali se alude a menudo este si stema comoununs s stema istemade de títulos castas,oaunqu e sería más exacto ar erirse a él como de grue os de títulos. Al menos en teoría, dicho sstema confere a cada balinés (o má precsmente, a cda fmila balinesa) un estatus inequívoco que lo adscribe dentro de una jerarquía honoríca, y que, por lo que se reere a los ndvidu os, no pued e cambiarse. La posción de cada homb re o mu  er, in dexa da por su título, es un refl ejo de l a hi storia mítica de l a l íne pa  ea de dicha persona, del hundimiento constante desde su srcen ances al div ino a su m eno s augusto est ado actual. 17 La direncia cual itativa en el prestigio de diversas líneas -y, consiguientemente, distintos títulos e el resultado de los direntes ritmos de declve: no todas ellas se han hudido hasta el msmo difrencia de de cada cual en la Idia, el rango balinés nonvel. es la A consecuencia dellascsta acciones de cada indi duo en encarn aciones pr evias, sino de los s mpl es accid ente s de un a his oria caprichosa. 1 8 Por lo que respecta a la línea real balinesa, la expresión de este modelo e maniesta y percibida de a bastante conscente. La línea empieza, como empiezan todas las líneas humanas, con un io s, cuyo título es, po r lo tanto, B aara. Entonces , descie nde a tr avés de di erss gura s semidivinas, que deten tan el título de Mpu, h asta el padr e del  imer rey javanés de Bali, un sacerdote brahmana con el título de Dan ag. El propio rey, Kresna Kepkisan, no continuó sendo un brahmana s su viaje a Bal, sno que bajó un punto hasta el estatus de satria, con lo ue su título -así como el de todos los reyes de Glgl que le sucedie o- ya no e el d e Dangiang, si no el de Dalem. 19 Pero, mientras que,   muerte, los seis primeros de entre estos reyes ascendieron directamente al mundo de los dioses sin dejar un cadáver tras ellos -un proceso cono  o como moksa, «desencaación», «liberación», el séptimo, precisa ete aquel durante cuyo renado estalló la guerra civil que signicó la  a de Glgl, tuvo una muerte ordinaria, mundana. Más aún, e el últi o soberano que recibió el apelativo de Dalem. Su sucesor, el ndador de  ngkung e llamado Déwa Agung, un título todavía más bajo por el  l iban a ser conocidos todos los subsguientes reyes de Klungkung. Algo si mil ar ocurrió con los reyes «secundaros», regonales. Como no   descendientes de Kepakisan -brahmana en orgen-, sino de los sa

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trias javanes es de s u séquito ue ta mbién cayeron u n punto e n e l tránsi to a la isla-, empezaron desde más abajo y se eron hundiendo en grados di versos y debido a distintas razones, incluyendo su «error» inicial de dejar Glgl para establecer sus propios negara. Los protagonistas de las fsiones terci arias, q ue sup usieron el abandono de los palacio s region ales para nd ar otros en las proximidades, detentaron títulos aún más bajos. Y así sucesiva 20 mente, descendiendo hasta los niveles inriores de la pequeña nobleza. Luego -si dejamosnia unirmemente un lado los detalles etnográfcos, siempre comple tmente coherentes percep tibles-, elnocuadro general es el de un declive global del estatus y del poder espiritual, no sólo de las líneas periéricas a medida que se alejaban del núcleo de la clase dirigente, sino tmbién del propio núcleo a medida que dichas líneas periéricas se distan ciaban de él. Durante el curso de su desaollo, la erza ejemplar del otrora unitario Estado balinés se debilitó en su corazón al tiempo que se diluía en sus exemos. O al menos, eso es lo que piensan los balineses. 4

Sin embrgo, esto no era sentido como un deterioro inevitable, como una decadencia predestinada desde una edad de oro. Ciertamente, un pu ñado de intelectuales sofsticados invocan con una cierta desgana el siste ma índico de «eones» o Mahayuga, considerando el presente como un Ka liyuga, la última y peor de las cuatro edades, que precede el reinicio del ciclo; pero no parece que ésta haya sido una concepción paticularmente importante a nivel general.21 Para muchos balineses, el declive es la rma en que la historia ha acabado ocuriendo, no la rma en que tenía que ocurrir. Consecuentemente, los eserzos de los hombres specialmente de sus l íderes políticos y espi rituales- no han de enca minarse hacia la re versión de dicha historia -imposible, dado que los acontecimientos son incoegibles- ni hacia su celebr ación sin senti do, ya que aquéll a se com pone de una serie de alejamientos acumulados respecto a un ideal-, sino hacia su a nulación, hacia la ree xpresión direc ta, i nmediata, y con la mayor erza y viveza posibles, del paradigma cultural que, en su tiempo, había guiado las vidas de los hombres de Glgl y Majapahit. Como ha señala do Gregory Bateson, l a vis ión balin esa del pasado no es en absol uto histó rica en el sentido propiamente dicho de esta palabra.22 Su recurso explica tivo a los hitos mít icos sugiere que los balineses no buscan en el pasado las causas del presente, sino e l e stándar que permi ta ju zgar el ti empo act ual ; e s decir, buscan el patrón inmutable sobre el que se debería modelar el pre sente, aun que tan a menud o no se haga, deb ido a accident es , i gnora ncia , in disciplina o negligencia.

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Precisamene, con sus grandes reablos ceremoniales, los señores esa an inenando eecuar esa corrección casi eséica del presene para con pasado. Desde rmarlo con una visión de lo que alguna vez había sido el el más insignifcane al más grande, cada uno en su propio nivel, esaban uchando coninuamene para esablecer un cenro ejemplar más verdade , un auénico negar, que, si no podía equipararse o simplemene apro marse a la brillanez de Glgl -y unos pocos de los más ambiciosos in uso aspiraron a ello-, podía al menos inenar imiarla y, sí, recrear puno la imagen radiane de civilización que había encaado hasa ciero e Esado clásico y que el Esado posclásico hbí oscurecido. En ese senido, la políica balinesa en el siglo XIX se puede consider mo una ensión enre dos uerzas que iran en direcciones opuesas: la enrípea, propia del riual del Esado ejemplar, y l cenríga, propi e la esrucura de dicho E sado. Por un lado, ex isía el eco unifc ador de s ceremonias de masas, ba jo e l l iderzg o de uno u oro señor. Por oro, se polit con aa el carácer inrínsecamene dispersor y segmenrio de la sderda como una insiución social concrea o, si así se quiere, como un ssema de poder compueso por docenas de dirigenes independienes o semiindependienes en mayor o menor grado. Como hemos viso, el primero, el elemeno culural, ib desde la cim hcia abajo, y del cenro hacia aer. Como veremos, el segundo, el ele eno de po der, crecía desd e el n do hacia arriba, y de sde l a peri a h a adenro. A resulas de eso, cuano más amplio era el alcnce a que as raba el li deraz go ejem plar, más ágil er la e srucur políica que debía senerlo, ya que se veía más y más obligado a apoyarse en la lianza, la triga, la adulación y el engaño, e l camelo y el arol . Los señor es, aiza dos r el ideal culural de un Esado consumadamene expresivo, se esrz n consanemene por exender su capacidad par movilizr genes y re ursos a fn de poder auspicir ceremonis más grndes y espléndidas, y nsruir emplos y palaci os más grandes y esplé ndidos que las lber grn. Hciendo eso, sin embargo, rabajaban direcamene en conra del germen e una organización políica cuya endencia naural era la agmenación gresiva, sobre odo bajo la inensifcación de presiones unifcadoras. ero, en conra de dicho germen o no, combaieron hasa el fnal conra e ta paradoja enre megalomanía culural y pluralismo organizaivo, y no epre sin algún grado de éxio pasajero. No hay duda de que, si el mun  modeo no hubiera acabado por alcanzarlos, odavía coninuaría lu  hando conra ella

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LA GEOGRAFÍA

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 L EQUL BRO D PO DR

Como en todas las laderas al pie de las montañas o en todos los litora les, la rma en que contemples el paisaje del sur de Bali depende de si te yergues en las pendientes volcánicas y m iras ha ci a el mar o si , desde la pla ya, miras hacia dichas pendientes Si te colocas a medio camino, puedes, des de muchos l ugares, mirar en lo s dos sentidos y ver, inme diatament e por encima, conos que se alzan cinco, la a diez pies, como directos hacia las e que nubes , e,losinmediatament e por de bajo pla yamilnegra el azabach describe suavement e un arco, como el borde manchad o de holl ín de una gi gantesca pava. 23 La escena, una cascada de arrozales en terraza y de repisas naturales cubiertas de palmeras, resulta de una escala liliputiense: íntima, conrtable mente envolvent e. No hay más que unas veinticinco m ill as desde el gra n lago del cráter del Monte Batur hasta Gianyar, aproximadamente en el centro de la región y unos tres mil pies por debajo del primero (véase mapa 1). Desde la línea más alta de cultivo intensivo y regado de arroz (alrededor de dos mil pies) hasta la costa sólo hay de quince a veinte millas en el oeste (Tabanan), veinte a veinticinc o en elconstruida centr o (Den y de diezque a qui n ce en el estede (Klungkung) La carretera porPasar), los holandeses atraviesa la región desde Tabanan a Karengasem, pasando por Den Pa sar, Gianyar y Kl ungkung- apenas rec orre unas sesenta mila s, pese a su trazado serpenteante y pese al hecho que no evita las numerosas hondona das del terreno; a vuelo de pájaro, la distancia se reduce a treinta y cinco mi las . 24 Hoy en día ( 971 ), en esta área compacta e unas 1 .35 0 millas cuadradas en conjunto-, se aprieta el 80 % de los 2. 1 00.0 00 habitantes de Bali, arrojando una densidad de 15000 personas por milla cuadrada. Hay pocas razones para creer que este patrón de concentración demográca -naturalmente, no puede decirse lo mismo del nivel de poblamiento XIX o incluso durante la mayor uera signicativamente distinto en el siglo parte de la hi storia de Ba li  25 S i en algún momento hubo un escenario obli  gado para el crecimiento de una civilización singular, tuvo que ser este pe queño y acogedor anteatro; y quizá no deberíamos sorprendeos si lo que surgió resultó ser una orquídea más ben particular No sólo la región en su conjunto tiene las dimensiones de una sombre rera, sino que además está accionada por una serie de gargantas fluviales muy proundas que, abriéndose paso desde las montañas hasta el mar, di viden e l compl eto sistema de dr enaje 26 mer idional en al go así como una se rie de poriones de tarta Y dado que los asentamientos se enristran en los estrechos espolones de terreno que se extienden entre las gargantas, las co municaciones esteoeste, transversales, resultan mucho más diciles que las nortesur, longitudinales. Incluo hoy en día, un hombre que viva en

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uno de di chos ramales de terr eno pr erir á -sobre to do si , como suel e ser el caso, está tran sportand o algo- descender hasta la ca rretera, via jar una illa o dos bien hacia el este bien hacia el oeste , y entonces subir por el si uiente espolón, antes que tratar de pasar directamente de la una a la otra. Y esta prerencia se transfrmará en obligación si viaja en automóvil, bi cic leta o carr o. En el siglo XIX, cuando a carretera no existía, este movimiento trans versal másejemplo, arduo, aunque estaba ser imposible. En e 1 876, por de todavía para viajar laslejos ochodemilas hasta Klungkung Bangiera era necesario atra vesar no menos de siete pr ondos b arrancos y en ningu  o de ellos había un puente; era más cil exportar mercancías a través de Bullg, unas setenta mill as al norte más a lá de las montañas, que a tra vés de Karengas em, alrede dor de vei nte mil a s al este en línea recta. 27 Más al ur, cerca de la costa, e terreno es menos accidentado, nivelándose en una estrecha llaura, aunque ni siquiera allí es totalmente plano. Pero incluso sí, un se ñor que se dispusiera a visi tar a un vecino , en lugar d e ir direc ta ente, encontraba más sencilo viajar hasta la playa, piotar una barca pes uera a lo largo de la costa hasta el lugar de atraque adecuado, y entonces dirigirse de nu evo hacia e l i nteri or. Por o que respecta a a org anización es tal, e  ecto de este tipo de paisa je e e e stablecim iento de un campo de erzas geopolíticas extremadamente intrincado y heterogéneo cuya ac cón era cualquier cosa menos integradora 2

Simpicando este cuadro de una frma más bien drástica, existía una  ontinua uch a ongitudina  entre os señores ubicados arri ba, hacia l a mon , y os asentados abajo, hacia el mar, por e control de cualquier con nto particular de ramaes de teeno; paraeamete, os participantes más eitosos en estas contiendas locaes se enzarzaban en un conicto trans ersal, compitiendo por la preeminencia en el sistema de drenaje en su in erdad. Para complicar más as cosas, estos dos tipos de procesos  o primario, a pequeña escala y continuo, el otro, secundario, a gran es l y espor ádico- no eran simpement e concur rentes, sino que se in enciaban mutuamente. La política «inteacional» de combates interre  on les se superponía, y a menudo se ndía, a la política «doméstica» de  vali dad intrarregional; no se desarrollaban en el seno de una serie de Es  os encapsu lados, imp eri os en mini atura, si no más bien a tra vés de un red    nt errumpida de alianzas y oposiciones que se desplegaba irregularmen e por todo el paisaje. Desde la base hasta el vértice del sistema, la política ría en cuanto a la escaa, pero no en cuanto a su naturaleza. Incluso re

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ajustes poíticos marginaes podía tener implicaciones de ampio acance, y cuaquier cambio signifcativo en el equilbrio de poder en a isla se reejaba casi instantáneamente en a mayor pate de os contextos provincianos, ocaes. La primacía, desde un punto de vista sociológico, de a ucha ongitudin a por e poder a peque ña esca a sobre a u cha transversa tenía diversas implicaciones en e carácter de a poítica bainesa. La primera, y a más obvia, signifca os reinos de sur Ba s,i, se enorientaban a medidasienempre que podían ser con sideradbaosque como u nidades terridetoiae de nore a sur en ugar de hacero de este a oeste, o que es conría una rma aargada, generamente más bien estrecha, simiar a tiras o anjas. En segundo  ugar, querí a decir que  a atitud, es decir, a posi ción reativa a o argo de as pendientes, era e ctor más signifcativo en e modeado de as nociones señoriaes sobre o aproiado de una estrategia poítica determin ada. Y en tercer ug a, sig nif caba que e ce ntro de gravedad po ítica de caa región tendía a situarse arededor de punto en que as coinas empezaban a transrmarse en anuras. En esta dimensionaidad de arriba y abajo, a poítica consistía en un esuerzo intigabe por parte de os señores situados hacia a costa para contr oar  domesticar p odría ser una paabra más adecuada a aqueos situados más ariba, hacia as montañas, y en os iguamente intigabes eserzos de aqueos situados en o ato, en as montañas, para permanecer independientes y para recortar e poder de aquelos situados por debajo de eos mismos Así, a corto pazo, e interés de os señores de as tierras atas era siempre a agmentación, a menos de a región en su conjunto; e de os de as tierras bajas era a integración. O, dicho de otra rma, a preocupación por a unidad regiona y por su anverso a independ encia oca o subre giona variab a a medida que o hacía a a28 tura r espect o a nive de mar. Con una posibe excepción, todas as cortes verdaderamente importantes de Bai decimonónico se encontraban en os extremos meridionaes de sus espoones o conjunto de espoones particuares; y, aparte de Badung ue, un tanto en desventaja, se encontraba más hacia e mar, en as tierras bajas propiamente dichas, todas se locaizaban casi exactamente en a ínea de os 350 pies, es decir, ju sto p or encima de os u gares en que se podía decir razonabemente que empezaban as anuras. E resutado era, por tanto, un conjunto de rmaciones obongas e incinadas, paraeas as unas a as otras, cada una de as cuaes uctuaba constantemente entre un Estado de integración política caramente defnido aunque, como veremos, extremadamente compejo, cuando los señores de as tierras bajas tenían a situación bajo control, y un Estado cercano a la anarquía, no menos compejo y a mens tan ecuente como e ante

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or cuando dicha situación se les escapaba de las manos. El mayor poder e las teas bajas no reposaba en ning ún gradiente acusado en el control de os excedentes agrícolas. Aunque en los llanos había más bancales y más ensdad demográfca las terrazas de las colnas estaban mucho mejor irri das y eran más productivas. En el mejor de los casos la correlación en e la riqueza de una región y el poder de su señor supremo siempre e ja ; y como veremos la naturaleza de la organzacón política tendía a searar la terra de ylariqueza «propedad» las de personas con o cualla la«propedad» corr elacó ndeentre poder en el sobre nterior cada uno de lo s enos no era habitualmente más alta que la que se podía observar compando los unos con los otros. En realidad en una stuación que siempre e y uida  lo que otor gaba a los señ ores de las erras bajas una c ierta ven ja era su ubicación crucial en las redes de comunicación. Dada la topograa el borde de la llanura era el punto estratégico para ontrolar el tráfco que circulaba en la drección esteoeste. La ventaja de  señore s tuados a l o largo del arco virtual descrito entre Tabanan Gian  y Klungkung era que podían establecer y mantener tanto lazos rans esales como longitudinales y a través de la diplomacia o la guerra ari lar las dos dmensiones enen algún tipo de unión ágil y habitualmente poral. Como más arriba la pendente se encontrara la corte mayor ía su aislamiento geográfco; como más abajo se situara más se desa ollaían sus contactos transversales. En su nivel más general la política n esa era más una c uestión de geome tría geome tría de sól idos que  aritmética. - una ndepe ndencia En el combate por mantener la independencia cial ya que no es pos ible distingur una hegemoní a genuina en ni ngún nt o del sistema  los señore s de las terr as alta s tenían un puñ ado de ar propias. En primer lugar se encontraban siuados estraégicamente  lo que respecta al sistema de irrigación y podían perturbar o amenazar n perturbar el suministro de agua de aquellos que vivían ladera abajo.29 En egundo lugar ubicados en un territoro más accdentado los señores  as tierras altas gozaban de una ventaja natural cuando se trataba de re  presiones mltares; de hecho en las cotas más altas algunas comu des de campesinos habitualmente practicando una agricultura de se no subs istían e ra del alcance de los señores. 30 Y, en tercer lug ar l o más mportante un señor prncipal estaba habitualmente encantado de ec er ayuda y apoyo a cualquier rebelión de las tierras altas que pudiera  ltar a alguno de sus vecinos rivales de las tierras bajas.1 En conse nci a el equlbrio en el nterior de cada reino era sempre de lo más de o ora inc l nándose hacia l a capital d e la s terra s bajas y l a nteg ración  alejándose de la primera y deslzándose hacia la agmentación. Como o lo relaconado con la organización del Esado balinés este juego de

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equilibrios era un asunto relativo; y durante la mayor parte del tiempo, en cada una de las regiones se podía distinguir algo defnible mínimamente como un reino con un centro. Pero, en tanto que polit, dico reino nunca era más que una alianza inestable, un arreglo temporal contra el que ma quinaban tantos como os que trabajaban para mantenerlo. Si la competencia longitudinal se acercaba y se alejaba de maen de as llanuras, la competencia transversal se movía a lo largo de é. En este último eje, eltendía centroa migrar de gravedad era arco de todo el Bai meridional acia epoítica l puntoque mediolodel trazado e ntre Tabanan y Karengasem s decir, en los alrededores de GianyarKungkung, produciéndose la misma oscilación entre agmentación e integración según el proceso político luyera acia la zona cal o reluyera desde ella. En esta dimens ión, sobre este e je , e n ive de integ ración jamás alcanzó grandes alturas, a menos durante e siglo XIX. Una apuesta verdadera por la supremacía sobre la isa entera estimul aba inmediatament e u n poder oso movimiento contrario por parte de otros señores de as tierras bajas, y los probemas poíticos que debía aont ar el pret endido un ifc ador eran infni  tamente más complejos que aquelos que encaraba quien mantuviera sus ambicio nes den tro de ámbito r egional . Lo s príncipes establecidos m ás cerca de l c entro estaban s iempr e i nteres ados en extender el contro n es te caso, el control interregiona, mientras que los ubicados en áreas más a este o al oeste estaban más ocupados en mantener a independencia. El grado en el que, en un momento d eterminado, pre valecía una u otra tendencia era un reejo del grado en que los príncipes regional es eran capa ces de ga rantizar la frmeza de contro sobre sus propias áreas. Cuando los principados cenales eran más ertes, se producía una mutiplicación de as rea ciones transversaes; cuando los periéricos eran ás ees, se producía una reducción de tales relaciones. Pero, si intraegionamente e equiibrio se inclinaba levemente en vor de os unifcadores, interregionamente se incinaba, y más que levemente, en contra de ellos. 3

En resumen, una panorámica a vueo de pájaro sobre la organización política del Bali clásico no revela un conjunto nítido de Estados independientes estructurados jerárquicamente, tajantemente demarcados y enascados e «relaciones exteriores» a través de onteras bien dibujadas. Todaví a menos revela alguna dominación global por parte de un «aparato estatal centralizado» alrededor de un déspota absoluto, hidráulico o de otro tipo. Lo que revela es un extenso campo de relaciones políticas altamente deiguales, que se espesan asta constituir nódulos de erza y tamaño

DE FINICI ÓN POLÍTICA:

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aria be s en puntos es tratégicos de paisa je y s e vueven a acara r, acaando prácticamente por conectar, de rma maraviosamente enrevesada, ada cosa con todas as demás. Aunque existían anjas onterizas entre aunos de os principados regionaes n ocasiones dejadas deiberadaente sin habitar, pero más a menudo inftradas de espías y agentes proocadores, as onteras no eran «íneas caramente defnidas, sino zonas e mutuo interés», no eran «as precisas íneas MacMahon de a geograa olítica aísan un «país» de Josdedemás, que eran eas demodea» transición,ue ecotonos poíticos a través Jos cuaessino sistemas de 2 od er vecinos se «interpenetraban dinámicamente». 3 En cada punto de este campo diverso y móvi, a ucha era más por Jos  ombres por su der enci a, su apoyo y su ea tad persona que por a era. E poder poítico era menos inherente a a propiedad que a as per onas; era un asunto de acumuación de prestigio, no de territorio. Regisaos en edictos, tratados y eyendas o ta como eran recordados por os nrmantes, os desacuerdos entre os diversos principados prácticamente nunca se ocupaban de probemas onterizos, sino que atañían a as deica s cues tiones de estatus reativo, de a co rtesía mutua ad ecuada ( a causa nediata de una guea importante e una carta descortés sobre untema nsignifcante), y de os derechos a moviizar grupos de gentes incuso nividuos con cretos par a rituaes estataes y para a gue a,  o que venía a ser una mi sma cosa. V. E. Ko reata una anécdota sobre as Céebes meridionaes donde a aicu ación poítica se a proximaba a a de Ba i que expre sa Ja situa ón comentada con a grave ironía de ingenio tradiciona.33 Los hoande, debido a as habituaes razones administrativas, querían estabecer de na vez por todas e ímite exacto entre dos pequeños principados. Así ues, amaron a os príncipes invoucrados y es preguntaron dónde se si a verdadera mente a fon tera. Los do s acordaron que a fonte ra de ncipad o A se situab a e n e punto más  ejano d esde el cua u n hombre era ún capaz de d ivis ar os pan tan os, y que a fontera de  principado B se si aa en el punto más lejan o desde e l cual un h ombre aún podía div isar el a. Así pue s, ¿ nunca hab ían luchado por la tier ra mediane ra, desde la cual  no no podía ver ni e mar ni e  pantano? « Mijnheer», re spondió uno de os  os pncipes , «tenemo s razones m ucho mej ores para luchar el u no con-

 el otro que esas gastadas coinas.»

NOAS Laeas tradición balinesa la fndy sus ación de M engwi 1 728 (véa 959, se Si págs mpen 1 l3958a)  1. e g anteriores de sitúa Mengwi v ecino s, vé ase en Friederich, 1 - 1 32. P  n  breve descripción de Mengwi y ss gobernantes por parte de n doctor militar



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e n 1 88 1 , vé ase acob , 1 883 , pá gs 1 98 y sigs ; co mpárese co Van den Br oek , 1 834, págs  1 78 1 80, que r ealizó una visita d e un día e  Megwi, alre dedor de 1 820. La gue rra de 1 89 1 es descrita b revem ent , desde el puto de vista de T aban an, e  Tabanan , s. . , págs 104106. 2. N del t.: ombre que rec iben los m iembros de un pueblo de las is las Su lawesi (Céebes) y la legua que hablan 3. Tambi én existían otr os dos rein os im portat es , Bu l lng en el norte, y Jembrana en el oeste, pero, por aquel entonces, ambos se encotraban ya bajo directo control ho andés. 4. En Badung, al igu al que en Mengwi, el rey ue llevado a hombros por sus cria dos. Las marchas suicidas puputan, litera lmente « n») so descrit as e Covabias, 1 956, págs 3237 ; Haa, 1 976, págs . 74 75 Baum ( 1 936, págs 33 741 7) pre senta u rel ato novelado, pero convincente, de las mismas, y ieuwekamp (19061910, págs. 169176, 20103) proporciona agunas breves descripciones de testigos oculares. Van Geuns ( 1 906) descr ibe el aspecto d e Badu ng y Tab anan justo después de las marchas sui cidas. Para algunas persp ectivas balinesas, véanse Sim pen, I 858b; Mishra, 19731976; Tabanan s ., págs. 1 1 41 26 De hech o, en Badung hubo dos puputan separados, ya que había más de un rey; y aún parece ser que u n tercer gobeante ue asesinado por su sacerdote suprem o mientras avan zaban las tro pas hola ndesas. Mishra (  973 ), a pai r de un manuscrito bainés, estima que «no menos de» 3600 balineses muriero en los pupuan de Badung. Las bajas holandesas (de u n ejército de 5. 000 hombres para aiba) son desconocid as, aunque co n segurdad ueron muy escasas. El puputan es una vie ja tradición en Bali. Frieder ich ( 1 959, pág. 24) in ma sobre u o en la parte bali nes a de Lombok dur ate la primera mi tad del s igl o x1x: el rey y toda la milia real, exce pto dos iembros, se sui cidaro al ser de otados por un Estado rival de la mis ma área balinesa de Lombok (M ataram) V éase Worsley, 1 972, pág. 23 1 , para u ejemplo en Bullng. 5. Aparte de la literat ura ci tada, a dscripción y el anális is que siguen se basa en una prolongada sere de entrevistas, cocertadas principalmente con getes de edad avanzada, ect uada s entre 1 957 y 1 958 . Los tr es princ ipales inrmant es eran 1 Wayan Gusti Pua de Tabana, Ida Bagus Putu Maron de Ubud, y Cakorda Gdé Oka jeg (yeg) de Klungkug. Gusti Pua, un wesia nacido alred edor de 1 880, era u  ncionario d e bajo rago perbekel) del Esado de Tabanan a principios de siglo, sucediendo a su padre que había luchado en a s gueas d e Mengw i. Después de la conqui ta holandesa en 1 906, e nomb rado «j e (bendesa) ofcial de que pueblo» la ciudad administrativa, posic ió de tentó hasta su de retiro en 1 93de7. Tabaan Ida Bagusuna Maronueva n, u uidad brahm ana, ació en 1 88 5 e Meg wi, don de su padre era sace rdote de la corte Tr as la conq uista de Megw i por Badug y Tabanan, h uyó a Pl iatan, dond e su padr e vol vió a ser asociado a la cort e, m ientra el propio Ida Bag us Maron se convirtió en recaudado r de impuestos e in spector de riego (se dahan gdé) durante el período holadés. Fue uno de los irmantes de V. E. Ko sobre la «ley adat» durante los años veinte y treinta (véase J Grader, s.., págs 29 y sigs.). Caorda Gdé jeg, u satria, ació en 1 895  Miembro de rango de la mi li a real de Klu gk ung par ticipó e el puputan [sui cidi o ritual] de 1 908, siendo primero herido por ar ma de ego y, a sobrevivir al disparo, apuñalado después por su madre. De todas maeras, se recobró y ue exiliado por los holandeses a Lombok, durate veintidós años. Transcuido este tiempo, e envi ado a buscar para encabez ar el departam ento de obras públ icas , resposabi li dad que mantenía en 1958. Junto a estos individuos, otra treintena de personas me proporcionaron

in maciones mayor o menorresultaba ex tesi reeva ón ; naturalmente material de trab ajo generalé de campo ha sid o de in clu ido cuando te para la, descripc ió.miProbablemente ste es el lugar adecuado para reconocer que una buea parte del material sobre e que se basa

DE FIN ICIÓN POLf TICA : AS F UENTES D E ORDEN

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ste estudio ue recogido por mi mujer y colaboradora, Hildred Geertz, como también otra arte lo e por E. Rukasah, un asistente indonesio. 6. La cita ha sido extraída de HeineGelde, 1 942 7. La cita es de Swele ngrebel , 1 960. Véase más so bre el mi smo tema e n C. Geez, J 68, l 973c,  973g, l 977a. 8. La cha de 1 343 procede de entes javanesas s decir, de l Negakertagama ae Pigeaud, 1 960 1 963, vol. 3, pág. 54) y estas u entes s ugieren no uno, sino varios re balineses (véase Pigeaud, 19601963, vol. 4, pág 143) La tradición balinesa locaiza la nquist a algo antes y relata dos expedic ione s (véase Swe llengrebel , 1 960, pág. 22). 9. En contra de o que se ha a frmado en ocasiones, no es sólo a case dirigente a que lama ser won g Majapahit [«hombres de Mah apajit » , sino q ue toda la pobación o hace, n echo que ya e percibido por Van Eck a mediados de sigo XIX (citad o en Ko, 1 932,  g 1 60) Lo s pocos hoy en día, pr obabemente menos del 1 %- que no o hacen, son nominados Bal i Aga, un término generalme nte desdeñoso y burlón que vendría a sig nifl 960c). Algunos pebeyos baineses se ven como r «baineses indígenas» (véase Goris, scendientes de los «pioneros» que inmigraron a Bai desde Java antes de a invasión de apajit (véase Sugriwa, 1957b). N delt.: La expr esión util izada por Ge ez es urBalinese, siendo ur - un prefjo de etiología germánica que signifca «primitivo, temprao, anterior, srcinal». Más adeante g 7 5) , Geertz habla de «indigenous urBalinese culture»; a períasis eegida en a traucción, «la más arcaica cultura balinesa indígena», pretende reejar esa connotación de XIV) y que se rioridad que alude a los tiempos previos a a invasión de Majapahit (s.  en e texto de la idea de «autentic idad» , dando pie a una crtica posterior del auto r O. La cita ha sido extraída de Swellengrebel, 1960, pág. 23. Los estudiosos saben  más. La primera inscripción datada sobre e estabecimiento de un monasterio y de  sidencia real de repos se remonta al fnal del siglo  (véase Gors, 1 95, vol. 1 ,  6 ; vol. 2, pág s. 1 1 9 1 20; so bre inscripc iones bainesas, vé anse tambié n Stein C aen  92 5; Stutterheim, 1 929; Dam ais, 1 95 1  1 99; De C asparis, 1 956); y las e ntes escri ás antiguas no van más allá de 6 dC (véase Goris, s., pág 25) A principios del  x1, aparece el primer rey del que se especifca e nombre, y e lenguaje de os edictos ia del balinés ant iguo al javanés an tiguo (véa se Goris , 1 95, vo l 2, págs. 1 29 1 30)  rlaciones históricas con Java se conocen desde el siglo XI, y hay ines de expedi ns javanesas contra Bai desde el sigo m (véanse Swelengrebel, 1960; pág 20; Pid 1 9601 963, vol. 3, pág. 48). Pero, a pair de todo esto, poco de lo que em erge tien e n «índica» substancia, exceptuando e dato resante d e que ya podía se r el considera n antes de desaollar un inte contacto intensivo conBai Java, así como hecho dedo una  lgunas costumbres actuales parecen muy atiguas (ciclos de tres días para los mercados, sociedades de regantes, corbea ritua). Para una periodización mayormente arbitra  d la h istoria ba li nesa en cinco estadios  prehistórico , indíge na antiguo, hi ndobalinés  uo, h indobalin s reciente, mode , véase Goris , s Para algunas espe cuaciones so  l Bai ante rior a Majapahit, v éase Quarit chWae s, 1 974, págs. 1 05 1 1 5. . o sól o práctic amente todos los nobl es y sacerdotes varones pueden rela tar la si    t  lyenda, si no que qui zá la mayoría de l os plebeyos también puedan hacerl o. Como con ds las leyendas, los detalles del reato varían signifcativamente de acuerdo con a ón socia del naador, que se preocupa en justifcar o recotar este o aquel aspecto eto de la variante que propone. En Bai, las principales versiones son regionaes, y la n que aquí se oece sigue a la de mis inrmantes de Klungkung. Para una versión es kn957; lengua diseñada para la enseñanza Njo paraindonesia), una versión en engua balinesa, Regeg,en s.las (a);escuelas para un primarias, reumen envéase holandés, Kersten, 1 947, págs 99 1 0 1 ; para un tex to baliné s clásico pr ocedente de Gg l,



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Berg, 1929; para textos primarios procedentes de otras egiones, Worsley, 1972; Tabanan, s.. ; Berg, 1 922. 12. N delt El Dicciona rio de la Rea l Academia admite dos transcripciones castellanas «brahmá» y «brahmín» para la palabra de srcen sánscrito que designa a los miembros de la «primera de las cuatro castas tradicionales de la Idia»; también lo hace «chatria» para los miembros de la segunda que cali fca de obles o guerreros, pero prescinde de las dos últimas castas Podría propoerse una castellanización bastante aceptada: «Vaisia» y «s udra». Si  embargo, el autor el ige una transcr ipció n que pre tende «bali nesa» supuestam ente distinguible de otra «hindi» con el fn de hace r not ar que pese a su comu nidad etimo lógica e ideoló gica el uso de los té rminos en Bal i y las i ntituciones o categorías a las que se referen no son exactamene las mismas que en la India; de hecho, cuando el autor se refere al pensamieno indio en esa materia, así como al papel de los «sacerdotes» e la Idia, habla de «brahminismo». Es por esto que, en la castellanización propuesta, hemos respetado la transcripció elegida por el autor, auque también ella presente algunas inc oherencias (como el uso de la angloindia «Vaa» en vez d e la balines a «waa» , únic a con entr ada propia en el glosario). Sobre las palabras «b rahmana», «satria», « wes ia» , «sudra» y «aa», véase el glosario. 1 3. Sobre la opinión según la cual los materiales literario s del período índico son más útiles para com prende r los concepos políticor el igiosos indones ios que como regist ros his tóricos fables, v éanse Ber g, 1 927, 1 939,  95 l a,  96  a. A pesar de esta p ercepción y de l a fabil idad su pecial de dichos material es, Berg ha inentado «reiner pretar los» (  950, 195 b,  965) , aojando como resulado una his toria analísica hasta entonc es oculta, un es uerzo algo criptográfco que no me siento inclinado a seguir. Para críticas a algunos de los argumentos y conclusiones h istór icas más subst anciales de Berg, véanse Bosch,  956; De Casparis, 1 96 1 ; Zoetmulder,  965. 1 4. El B ali de dicho tiemp o es i magina do como un Estado uniio involucr ado en combaes casi perpetuo s con B lambagan en el oeste y Lombo k en el este, y, más al lá de éstos, y de rma menos continua , con Pasuruan, Makass ar y Su mbava. Tras la di solución de Glgl h acia el mis mo momento en que el poder holand és empezab a a establece rse só lidamente en el chipiéla g, la leyenda se concenra en eramene en conlictos restringi dos al inerio r de Ba li , ete señores y entr e regiones. 15. N del t.: La palabra empleada por Geertz es «baiiwick» «jurisdicción o distrito de un bail (bail designa a varios cargos menores denro de la monarquía inglesa y del sistema de adminisración de tieas, compartiendo srcen etimológico laino con el case llano «baile» o el catalán «b atlle» ; wick, palabra d e probable ogen latino, que designa «aldea, pequeña c iudad, di srito ... »). En diversas ocasiones, y para denominar a as sociopolíticas o administrativas balinesas, el autor recoe a términos propios del régimen dominial o del sistema administraivo de las monarquías europeas (particularmente de In glate a y Francia). Estas «traducciones» se deben considerar si n más como axament e il ustradoras, si o metaóricas, y nunca estrictamente analógicas ; de ah í que su «reraducción» al castellao no tenga po r qué ser puntillosa (l o cuál resultía muy d ici l, da da la vari ación en el tiempo y en el espacio del cont enido de esas catego rías, var iación qu e sólo podría res tringirse haciedo rerencia a un contexto de uso concreto, algo que, naturalmente, Geertz no meciona).  6. El extr aordi nariamente complejo y altamene ie gular sistema balinés de estra tifcación de prestigi o todavía no ha s ido adecuadamen te descrio, pes e a que Korn (  932 , págs.  36 y si gs. ) oece ua gran cantidad d e datos út il es , aunque desorgani zados y exen tos el densamiento análi sis . Dado que, yenl elos presente tr abajo, meatifcació upo únicamente la relación ende tre político conceptos sob reyo estr n, no hago de n ingún intento delinear el sistema como tal. Para algunos comentarios sobre la esratifcación, o la jer

DEF IN ICI ÓN PO LÍ TICA : LA S FUENTES DEL ORDEN

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quía, en el ámbito de la aldea, coment arios que sugieren mi punto de vista general sobre su aturaleza, aun sin des aollarlo, véans e Geertz, 1 959, I 963b, 1964; Geertz y Geez, 1975. Compárese con Boon, 1977, págs. 145185 Boon, 1973, págs. 17326 Kersten, 1947, ágs. 99 y sigs . Para alg una s perspectivas balinesas, véase Bag us, l 969b. 1 7. Así, de Ja mi sma rma que cada región en Ba li tiene una leyenda pa ra exp lic ar Ja ramifcación espacial continua del poder real a partir de un centro único srcnal, virtualente cada grupo de título posee una leyenda propia para da r cuenta de su presente rango ,  términos de genealogía y de undi miento de estatus. Para algu nos ejemplos publicados, éanse Sugriwa, 197b, 1958; Regeg, s.. (b), s.. (c); Berg, 1922 Para ejemplos «reales»,  Jos que naturalmente convergen mitos «geográfcos» y mitos «genealógicos», véanse egeg, s.. (a) y, especialmente, Worsley, 1972. Algunos otros ejemplos se conservan en rma de manuscritos, como es el caso de Tabanan, s. . 1 8. En Bal i, l a doctrina de Ja reencaación  onocida de una rma vaga, general y ás bien id ios incrásica es relativamente poco impoante; por o tro lado, toda la doctrna armakarmasamsaa está ausente en tanto que creenca ectiva socalmente. Compe con C. . Grader, s. ., págs. 6669. 1 9. La aplicaci ón de si stema de vaa [grandes «castas»] indio a Ja jerarquía de títulos  inesa es, y parece haber sido siempre, una materia i egular y muy laxa sobr e Ja que Jos opios baineses no son siempre capaces de alcanzar un acuerdo. E concepto de vaa -waa en balinés tiene sus uti li dades , tanto para Jos balineses como p ara Jos académi s, a J a ora de o ecer un esbozo muy gener al de la si tuación estratifca toria en la sl a. Sin bargo, sólo se puede alcanzar un entendimiento circunstancial de nking de presti go ainés mediante Ja relexión en too a Jos valores literales de todos Jos títulos reales, una ateria de estudio ampia y diversa en Ja que Ja mayor parte de Ja investigación detallada tá por hacer. Para un esquema completo del patrón de pensamiento sobre Jos waa entre s i ntelectuale s bali neses  ompletado con las subcategorías «alto», «medio» y «bajo» en da una de las categorías generales, véase Ko, 1932, págs. 16 y sgs. El propo Ko ntempla todo esto como «de alguna rma tifcial», guyendo que, a pir de Ja colo ación, se abía producido una sistematización de dico patrón de pensamiento mayor que Ja q ue abía existido en cualquier momento ant eror, s istematización gener ada por el seo olan dés de pres ervar e s istema de castas como la « base ndamental de a sociedad inesa» y de us alo con fnalidad es administr ativas y legale s (págs. 1 7 1 76). Sobre la deifcación balinesa de sus antepasados de Majapait (Bata Maospait), véa Worsley, 1 972, págs. 54 , 96. Sobre camb ios reciente s en el ncionamen to del sistewaa,  de y de véanse Boon, partees2; Boon, cap. 4; Bagus, 1969b. 20títulos N del palabra utilizada por1977, Geert un téino un tanto ambiguo t: La gent,1973, ue viene a s igni fcar «de alto nacimi ento», pero que progres ivamente a pasado a design   inglés a la pequeña nobleza (a Ja que en castellano se designa a menudo como «idal ) o a Ja alta burgu esía. Pe se a que, en el índ ice analítico, Geez distingue entre gent y bili, Jos relaciona con un mismo término veáculo, triwangsa (véase glosaro), y, en  exto, no Jos utiliza para distinguir dos grados de noblez o de estatus (Geertz apenas uti  el término gent, y prácticamente sólo en esta ocasi ón lo a ce en re rencia explícita a  pequeña nobleza»). 2 1 . Sob el sistem a de Maayuga, véase Basham, 1 952, págs. 32 1 322. Los nivees más os del si stema l ciclo kalpa de cuatro mil millones de años o el ciclo manvantara de tres ilon es de años no parecen tener ninguna impoancia en Ba li. Sobre la perceión bali s a del tiempo, vé anse Covarbias, 1 956, págs. 3 1 33 1 6; Goris, l 960b; Gee rtz, l 973h.

22. N. Véanse 1 937 también , págs. 82. al apaato, extra23 del t:Bateson, La palab ra uti; ylizada por Worsley, el aut or es1 972 ettle, que75designa i nariamen te común en las cocinas anglosa jonas, empleado pa ra heir el agua de las in 

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sion es y que di stinguen del util izado pa ra servirlas ha bitualmente tea-pot La traducción de «pava» es más específca, por tanto, que la de «ttera» y remite a esa miliaridad doméstica que el autor util iza esti lísticamente pa con trastarla con un paisaje que resultará exótico para muchos de los lectores. 24 Karengasem, algo separado del corazón de la rgión por un área seca y plagada d coli nas, rma un a especie de bolsa l igerame nte aparte en un lado, pro a distanci a de la l ínea de rizicultura iigada a a costa e más o menos la mism a que n Klun gkung. Sobre la distribución de la rizicultura iigada en Ba i, véase Raka, 1 955  pág. 29. 25. Las cias sobre pobació n proce den de la Ocin a Indonesia del Censo. El porcentaje total de a pobación que habita n el sur permanece prácticamente inalterado en os censos de 1920 1930 1960 y 970. Aun siendo muy aproximativas y nada fables, las estimaciones de Ras a principios del siglo XIX daban las mismas proporciones sobre una población que s suponía me nos de la mitad de la ac tua (véase Rales, 1 830 vol. 2 pág. cxxx ii) . n 1 900 Van rde ( 1 9 1 0) estima la población d e Bali n uno s 750.000  añadiendo otros 20 0 en las área s de Lombok con asnta mintos ba ineses. La anti güedad de a cntraidad meridional de la civi lización balinesa s revela también por el hecho de que virtualmente todas as viejas inscripciones (Goris, 1954) proceden dl sur de a isl a (u n c ieo núme ro se encontraba en la montañosa región cn tra, pero habí an sido erigidas por sñores sureños), así como por el nombre tradicional que recibía el Estado noe ño de Bull ng, Den Bu kit , que si gnif ca literalmen te «en el otr o lado d e la( s) mon taña(s)». 26. N del t: La palabra driage hac e rerencia a la acci ón y s istemas de ev acuación de tiea, tanto naturaes como a tifc iaes. En castell ano, «drenaj e» y de a aún más específca «avenam iento» suee reri rse sobre todo a sistemas artifcial es, pero se man tiene en la traducción, dado que su apicación a sistmas naturaes s comprensible y utili zab e en geograía y geología , h a si do exp lícitamen te expli cada en el texto y las alteati vas omo «cuencas hidrográfcas»  no acaban de rsul tar fdedignas rspecto a l tipo de descripción de reliev balin és oecida por Gee rtz. 27. Véase Lieinck,  877  28. Dicha posible e xcepción es B angli. Sin emba rgo, l a preeminencia de B angli u e sóo un nómeno tmpora, un reejo de la prsencia holandesa en Bulng. De hecho, su papl, que nunca e crucial en contexto panisleño, era más el de la más poderosa coe de as tieas altas que e de la menos poderosa d las tieas bajas. De todas rmas, constitu yó una especie de caso marginal durante unos pocos años hacia la mitad de siglo pasado (véas29 e Lie rinck,algunos 1 877; y ejemplos l a pág.  e2 n1 de la present Véanse Ko,  932 páobra). g. 40 1 ; Frie derich, 1 959 pá g. 1 23. 30 Para una divi si ón, dema si ado tajante y algo malin terpretada, entr «áras de appa age» (es decir, regiones inuenciadas por los señores) y «áreas de los viejos bainses», véas Ko 1932 passim Lansing ( 1 977 ca p. 1 ) resum e la s teorías de Kor n y las aplica a algunos jemplos contemporáneos. Para una crítica al modelo d Ko, véase C. Geertz, 1961 N del t.: Appaage o apaage, rma derivada del ancés apanage (con las rmas ar caicas appaage o appeage). Designa la herencia o provisión n espcias, rentas, m tálico, tieas ...  hecha para l mantenim iento de los hijos menor es, hermanos o parien ts del rey que no lo sucederán en su cargo. Geertz ue sóo recue a la xpresión n notas e índice analítico, pero no n el text no le confere un signifcado tan preciso, sino que se trata de un cali fcativo equivaente a « tieas con sñors» (proba blmn te «tierras seño riaes o dominiales» en de Ko). todas rmas, la elección concreta xpresión tanto de Gee rtz como otrosDe autores no aparec de todo clara,de nlapart porquno e el autor apenas s ocupa de las tiea de « o appaage». En vista de esto, se ha prerido mantnr l

DE FINICIÓ

N POLÍ TICA : LAS F UENTES DEL ORDEN



téino srcinal en lugar de tenta una traducción al castellano, difcultosa de por sí y más desorientadora que otra cosa. 3 1 . Véanse alg unos ejemplos en Gunnin g y Van der Heijde n, 1 926 32. Las reerencia s al «despotism o», y demás , se dirigen nuevamente contra Wittgel ( 195) y los trabajos que se han derivado de él (por ejemplo, Hunt y Hunt, 196). Sobre el problema d e las ontera s en los Estados «índicos» , véase Leach, 1 960, del que he e xtraído la cita sobre la «l ínea MacMah on». Su trab ajo es en Bi rmani a, pero, en este aspecto, se corma precisamente con el caso balinés Sobre las «zonas neutrales» (kewalonan) en Bali, véanse Ko, 1 932, pág. 437; De Ka t Angelino, 1 92 1 a. Paa una pequeña excepción a a generalización según la cual las onteras no eran asuntos que conceieran a la política «inter estatal» , véase Ko , 1 922, pág. 63. Sobre la base del Hadad Bullng, Worsley ( 195, ág. 1 1 2) argumenta la exi stencia de lindes defni dos par a De n Bukit , pero parece tratarse de una ilusión óptica literaria 33. Véase Ko, 1 932 , pág 0. Una descripción d e las principale s «mil ias princ iescas» en el sur de Bali alrededor de a mitad del siglo XIX puede encontase en Fredeich, 1 959, págs. 1 19 1 36.

APÍULO 2

ANATOMÍA POL ÍTICA: LA ORGANIZACI ÓN INTERNA DE LA CLASE DIRIGENTE1

GRUPOS DE FILACÓN

Y

HUNDIMIENTO DE ESATS 2

Lo intrincado del equilibrio de poder en el sur del Bali tradicional rivazaba con la complejidad de las instituciones sobre las que reposaba. La ás elemental de éstas era la radical distinción adscriptoria entre nobleza y campesinado: entre aquellos cuyos títulos les conrían un dereco in nseco a reclamar una autoridad supralocal y aquellos, alrededor del 90 % e la población, cuyos títulos no comportaban dico dereco. Los prime os, conocidos colectivamente como triangsa («tre s gentes» ), consistían n las tres «castas» (es decir, vaa) superiores: brahmana, satria y wesia. o últimos constituían la cuata «casta», sudra. De los primeros tamn apelados ong }ero es decir, aproximadamente, «los de dentro», ocedían los líderes de Bali. De los últimos -ong jaba «los de e, procedían los seguidores. Si n embar go, como es abitual, la situac ión rea l era muco más i rregu ue lo que sugiere este resumen simplista. En primer lugar, no todos los  wangsa con títulos, incluso con títulos muy altos, representaban algún el pol ítico signifc ativo en un momento det ermi nado. Se establecía una tinción tajante entre los triangsa que «poseían el poder» (es decir, ten control sobre los instumentos reales de gobieo) y aquellos que no  tenían; mientras los primeros obtenían derencia y obediencia por par  e los sudras, los segundos sólo obtenían derencia. El crecimiento naa de la población tendía a incrementar el número de individuos con un XIX, echo nominal al poder, pero sin acceso a él; así, bien antes del siglo  c ase gobeante ectiva no debía conrmar más que una minoría en el o nunto de la nobleza.3 De todas rmas, ser un triangsa un ong }e,

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NEGARA

a  meos sigifcaba que uo ea potec iame te u  ajá. E cosecuecia, todos os hombes peteecietes a «castas» supeioes co idepede c ia de lo poíticamet e isi gi fcates que pudiea s e trabajaba para ha a u uga e e Estado, u luga desd e el cua mediate a aduaci ó,  a utiidad d e os ser vic ios prest ados o simpemete a suer te podía acazar a autoidad paa a cua su egado patricio os hacía teóricamente eegibes Peo icuso este esbozo o acaba de serocompeto. Auque osdichos sudras o podía covetise en señores, pícipes eyes popiamente dadas sus icapacidades de acimieto, o podían se fguas vedadeamete ejemplaes, sí odía epeseta papees cetaes e a poítica supaoca, y u cieto úmero de eos así o hizo.4 E e oto extemo, y co uas pocas excepcioes cuidadosamente deimitadas, se excuía sistemáticamete a os bahmaas de acceso a a ejecució coceta de mado y eo pese a que ea os únicos susceptibes de se eegidos para e estatus m ás pestigioso de  a cutua ba ie sa dejando aparte la eaeza, e  de sacerdote de Siva o padanda. E témios webeiaos, os sudas podía acaza e pode ecesario para estabece atoridadmora eectiva, inevitabemente de os símboos deuna caifcación que pero eran carecía igamente necesarios para semejate estabecimiento; por e contaio, os bahmanas, qe poseían dicha ca ifcació e gado sumo  e hech o, c onstituían a más pura encaació de a exceecia cutura, o podían coseguir e poder que reqería dicha autoidad ectiva. Sóo os satrias y os wesias poseían o y podían adqiir e otro, de ta rma que podían acceder a na atoridad geuina, a na egitimidad sustancia, covirtiédose en e pivote sobre e que giraba todo e sistema sacedotes, ebeyos y nobeza veida a meos. 2

La segunda institució sobre a que eposaba a organización estata y, si dud a, a de mayor tascendecia ea u tipo de sistema de parentesco iusua, ta vez icuso único.5 Todos os miembros de as castas supeiores se agutiaban en gupos de ascedecia agnaticia de tamaño y erza divesos, gupos que se podía denomiar inajes si o era porque, estrctramete, diían bastate de a descipción de iaje habitua e a modea iteatua atopoógica. E rime uga, estos gpos o ea exógamos, sio preenciamente edógamos; e matrimoio perido era e que se contraía con e primo pat i atea (es decir, paa un ego ma scui no, co  a hija de herma

LA ORGANI

ZACIÓN INTRN

A DE L A A SE DIRI GNT

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no de su padre) . En segundo l ugar, la rmacón de grupos nuevos a par tr e los vejos no tenía ugar a través de la fsón de los segundos los nueos aparecían en el nteror de os vejos. En un sentdo global, este proceo ue, más que segmentacón, sería adecuado llamar derencacón ejaba ntactos e naterado s a los grupos antguo s, pese a los c ambos q ue  habían dado en su nteror. En tercer lugar, las subpartes derencadas el todo más grande se clascaban jerárquca y explíctamente según el orden de su de nacm ento . Es decr, su rango se «cor ría» con el tempo y con grupos nuevamente derencados; e estatus reatvo de los la creacón bgrupos vejos se hundía a medda que aparecían otros nuevos. E resuado era que os grupos de flacón se artculaban en una estructura jerárca, muy lexble pero bastante sstemátca, sobre la cua podía descanar la dstrbucón rea de autoridad polítca. E sstema de títuos conría gtmdad; e sstema de parentesco confguraba las rmas socaes conetas La unda básca de este sstema l «caslnaje» que los balneses elen denomnar dadia-6 ncluye a todos aqueos ndvduos que suestamente son descendentes agnatcos de un ancestro común (en el aso de la nobleza, uno u otro de os más lustres nmgrantes de Majapaht). triwangsa sn poder  o gra nde Sa pequeño como en e caso de los omo en el caso de las íneas poítcamente pujantes, cada dadia es dadia nunca se reagrupan en unna entdad corporatva autónoma. Los ades más grandes, n sobre la base de las «castas», n sobre la de parensco o de la terrtoradad. Y pese a que, como veremos, están muy drncadas nternamente, son ndvsbes en un sentdo undamental nque, de to das r mas, teórico) : nunca se agment an en segmentos nendentes. En cada regón, subregó n o loca dad concr eta y, por lo qu e respec  este asunto, en Ba  en su c onjunt , eran o s dadia menconados los e competían por el poder y, una vez asegurado éste, os que se mpcan en la reclamacón rtua de la autordad egítma. Tanto s ncluían a nte personas como a doscentas, eran a un tempo rreductbles e ndvles como undades de a organzacón estata. Podían expandrse o con e rse, crecer o menguar, conqustar o colapsarse, pero no podían fsor se n combnarse, excepto en alanzas ncertas. Así, la nclnacón del    ma de dadia era haca e partcularsmo polítco. Los msmo ctores  hacían ertes a los grupos ndogama, ndvsbldad, capacdad de rrollo ntern hacían dcl su ntegracón hasta el límte de lo mble, acconand o l a poli balnesa en una sere de  ccones rvales de   nto tamaño, erza y complejdad estructural. Intername nte, los dadia estaban modelados de una rma mucho menos   le y, era cual se la autordad polítca potencal del grupo en con

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NEGARA

junto, icha autoria se hallaba istribuia esigualmente en su interior, e una manea intrincaa y precisa a la vez. Cuanto más poeroso llegaba a ser un dadia más irenciaa evenía su estructura intea. Cuanto más i renciaa era su estructura intea, más complicaos y exigentes eran los problemas e integración que ebía conontar. El éxito político hacia el exteri or gen eraba tensión po lítica hacia el interio r. Cuano un dadia poeroso entraba en eclive, se ebía má a menuo a una ebilia intea que a una A presión meiaextea. que crecían, los dadia esar rollaban en su seno subgrupos e la misma naturaleza general que ellos mismos, es decir, conjuntos iscre tos e agnatos preerencialmente enógamos construyeno entidades cor porativas ritual y políticamente ambiciosas. Pero, aunque corporativos e inepenientes los unos e los otros, estos subgrupos no eran considerados indepenientes el dadia «pateo», que mantenía explícitamente su supe rioria juríica, moral y religiosa sobre todos ellos. En caso e conlicto, se suponía que los intereses el grupo más amplio eran los que tenían pre cedencia; se consieraba que la pertenencia a los subgrupos erivaba de la pertenencia al dadia y era secundaria respecto a ésta, e tal rma que, le galmente, losalsubgupos no tenían erecho a tratar irectamente gru- espos exteos dadia Aún más, nunca todos los miembros de un condadia taban englobaos en algún subgrupo n muchos casos, la mayoría no lo estaban. A irencia e l o que s ucee en un a estruct ura segmenta ra done caa iniviuo pertenece a un segmento en caa nivel de segmentación, la pertenencia a lo que podríamos llamar «sub-dadia» no aectaba a toos los miembros el dadia; en consecuencia, un dadia era un conjunto tanto e miembros afliaos a tal o cual subgrupo, como de otros que no peenecían a ninguno. Finalmente, en los dadia más granes e importantes, se daba en ocasiones un tercer nivel de irenciación, por el cu al se rma ban subgrupos ( «sub-sub-dadias», po r as í decirlo) en el interior e los subdadia; estos subgrupos manten ían con lo s sub-dadia el mismo tipo general de relación que estos últimos con respecto a los dadia. La estructu ra completa se aseme jaba más a un conjunto e «c aja s chi nas »7 en  castraas que a un árbol genealógico (véase fgura l). Sin embargo, aunque en teoría los grupos menores estaban subori naos a los mayores, e hecho, la autoria se istribuía a lo largo e las líneas efnias por los subgru pos. Al igual que los dadia competían por el poer en una región, así, los sub-dadia más pequeños y tupios, buscano caa uno convertirse en el co interior de la grandeur8 el grupo e ascene nci a compe tían po r el poer en el seno el dadia. La irencia estrib aba en que la compet encia e n el inter ior el dadia estaba cuiaosamente regulaa por instituciones de parentesco, mientras que la competencia inter no lo estaba, ya que, a este nivel, los

A ORGANZACÓN NTRNA DE L

A CLAS DI

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RIGN

        

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Ancestr fun. Diunto Vv Sin ntinuida (masuln)

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Susuadia

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·

dadia.

ompeidres n manenían ningún laz de parenesc Las reivindicaones de la auridad en un dadia n pdían dejarse al libre jueg del ombae plíic una simple lucha pr el pder enre accines auóomas si el dadia enía que ser capaz de acuar cn alguna unidad y ctividad en un escenari plíic más ampli. Tal cm se presenaba, la inegración inerna siempre era una cuesión inciera y arriesgada: las pares siempre amenazaban cn ragarse el d Per, sin la aplicaón glbal de u n si stema de jera rquización de ls subgrups basa d en l a fliación, es dicil ver cóm pdría haber exisid en abslut dicha   gración

3 dadia era la cnraEl sisema que permiía inegrar ineamene ls  i da insiucinal de l que en un nivel culural general ha sid llamad

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NEGARA

«patr ón de hundimie nto d e esta tus» , expresad o aqu en e l lengua je sociológicamente más concreto del parentesco agnaticio y la sucesión a través del prim ogénit o.9 Cada dadia de casta superior posea supuestamente una lnea nuclear de hijos mayores de los hijos mayores, estirándose con una pureza inquebrantada hasta el ndador srcinario del perodo de Majapahit; el representante actual de dicha lnea era considerado como la igura de más alto sub-dadia dedemás rango En todo momento, elcontemporáneo alto rango aquel aldelquedadia. perteneca el descendiente la lnea nu- era clear; el sub-sub-daia de más alto ra ngo era esencialmente su a mi lia extensa patrilateral; y él mismo era el candidato del dadia para la realeza ejemplar. Entonces, ya que en cada generación sola haber un cierto número de hermanos menores del señor supremo, además de la perpetuación de la lnea nuclear, tena lugar la génesis de un cierto número de lneas periéricas o cadet es , cada una  ndada por alguno de dichos hermanos m enores . Estas lneas eran continuadas en lo sucesivo según patrones de primogenitura propios, rmando dierentes sub-dadia, pero su estatus relativo

respecto a lael lnea nuclear declinaba frme y automáticamente a medida que pasaba tiempo. As, en la primera generación, se consideraba que las lneas cadetes haban cado un «punto» respecto a la lnea nuclear, en virtud simplemente de su rmación; luego, si debiéramos conceder un «valor de estatus» arbitrario de, digamos, diez a la lnea nuclear, las lneas periéricas rmadas por los hermanos menores del señor de la lnea nuclear tendran un valor de nueve. Sin embargo, en la siguiente generación, se repetira el mismo proceso. La lnea nuclear continuara teniendo un valor de diez; las nuevas lneas rmados por los hermanos menores del señor supremo de la segunda genera ción p rimogénito y hered ero del señor su premo de la pr imera gener ación tendrían un valor de nueve; las lneas cadetes que se hubieran rmado en la generación previa se hundira hasta un valor de ocho, siendo superados en rango por las lneas cadetes recién nacidas y los sub-dadia que creceran a partir de ellas. Y as sucesiva0 mente en la tercera, en la cuarta y, en teora, en la enésima generación1 (véase fgura 2) Naturalmente, esta descripción es un modelo ideal muy esquematizado (un ejemplo concreto es desarrollado más adelante, en el captulo 3). El punto más importante es: a proximidad respecto a  señ or supremo reinan  te e cabeza de la í nea nu cear contemporánea determinaba e estatus re ativo en e seno de os dadia gbeantes. Cuanto «más vieja» era la lnea de la que brotó un sub-dadia, más atrás en el tiempo habra cristalizado en

tanto que entidad socia l y, consecuentemente, más bajo sera el e status rmal de sus miembros. Era este principio general, y no ningún proceso ge

LA ORGANZAC

1

, 1

.



1

'  reals 1 I 1  onthm·les ss

ÓN  NTERNA DE LA CLASE DIRGENTE

Sub-ddi real Subd nobl di

1 Rey



I



Hermno el Rey " A



el Ry  B



Cas nble

Hermano del Rey

V  D"

"B"

Esttus A lto

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Cs nble A

-

Bajo

Figur 2. Ascendencia nobe: e prncipio del hundimiento de estatus.

nealó aó ,  l q a p a, ya q      ma pl baad  la laó- la ala  pda aip ar  l bj d alza aldad d pd d hh, y d ji ar la pd  vda d p, al q  haa d o ni. Ea la ó d hd d a la q aba a me l dadia ppad la a al a avé d as cal  xpaba la da  adad; dha ó  tía e a laó pva  l a y la pxdad al abza v  e  d la la, a laó pla a  l da  plby, dd   vaba la ala   daba erárqae l sub-dadia. S eba, la vdada azo d la  f ra  audad d d l dadia ble o eda an  la  g ica dl pa c  l aj d la plia. El rlad  o  d l a paó i ulána d d  pi  o s zado d l gp d laó  a  pud llaa

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NEGARA

era que cada dadia poíticamente importante venía a componerse de una serie jerarquizada de casas «reaes» y «nobes».11 Cada casa poseía un quantum determinado de autordad, pero, supuestamente, todas las casas estaban gadas entre sí por víncuos agnaticios; en consecuencia, y era cua ese la ntensidad de su rivadad en un momento dado, eran vistas como par tes n separa bes de un todo más grande, que co nstituía e grupo de ascendencia puri o«e je, LasLa dierentes casas eran denominadas su rango. casa de a ínea nucear se conocía como grandependendo puri» de (uri gdé); las casas nobes «más cercanas», «más recientes», se denominaban «puri ta» o «puri cua», siendo e mismo nombre más o menos arbitrario; as casas más distantes geneaógicamente se amaban >, «detene», «sos eer>>, «mantee», «eseva» , «gu ada», «aguana », «esisi », «eleba », «psee »    ), e pueden eniquece connotaivamente cualquie uso de la paaba, puede desacase una  i la a s igni cado más ampio del casel ano «ene» y que en el co nexo de a oba se  lg así como «se titul a»  Todo el lo daía una t aducción apo xi mada de «ju isdicció n» ¡no e ioial ! paa holding, ecodand que el ampl ísimo u so de la voz pasiva en inlés ha mentado la génesis de algunos susaivos no existenes en cast el lano Aun así, vale  pen a acompaña  dicha taducción de la de «popieda des» paa esalta  una connoación pot nte ano de la aducción popuesa po Geetz como del senido que a la conduca y esucua aducida quieen da en ocasiones las el ites aine sas 6 En ealidad, este e cuento es incompleto, ya que mi inane ya n podí a eco odas sus «posesiones», aunque decía que el eso, al vez otos teina hogaes, esaban galente despaamados, agunos de ellos en «pacelas» de un hoga en una adea Como e ha mencionado, las posesio nes de los perbekel vaiaban en canidad ene veinticuato y enos de hogaes (tan sólo dos perbekel, uno de Dangin Peken y oto de Malgankin, deeaban la úlima cifa), aunque el númeo ideal ea de unos doscienos y se manenía el ecus de a menos un perbekel que detenaba un único hoga, y vais otos con sólo edia docena o así También debe hacese nota que una casa, anto una je ro peiféica como una casa   e ne, podí a inc lui vaios perbekel dependiendo de su númeo de vaones adulos y esos perbekel podían esta vinculados a vais punggawa. Po ejemplo, Diod Ruug,  de las casas peiféicas de Tabann, enía asignaciones perbekel cn los puggawa e Anya, Kalan y Gdé, mi enas qu e una casa cliene s in eación con l a ane io las e on Gdé, Subamia y Anom Pasado ano iempo, es simpemente imposible desenma  oda la ed de lazos di speso es, tano ene kawula y perbekel como ene prbeke Y ggawa.

7  Paa una con ación contempoánea de l mo delo de gobieo de Tabn n y, en  e aspeco, de odo el su de Bali, no eioial, sino asenado sobe las genes, véase  hw az,  90   Había, sin embag o, unas poc as excepciones, especialmene ceca de los  des pemea bles del «eino» os «ecotono s políicos », al como los he denomin ado an e capíulosobe  )su en lo s cuales la seguida el conol sobe una al e omene comple (véase a, o al menos mayo pare, po pate ded dicaba un perbeke La ju isdicció n de   enta hogaes l grueso, aunque no l  oalidad, de la población de la aldea de i ,

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inmante ceca de la fontea con Jem bana ea u ee mpl o de esto Peo tales ca sos ean poco comunes, se consideaban anomales y, apaentemente, no ean muy duadeos. Opuestamente, en el ceto, Ta banan popia mente dicho nsi deado como un puebl e ui zás el á ea má altame nte dividid a: cada pugawa tenía algunos kawula e cada una de la  ui nce aldeas i cl uyendo Tabanan sin ue nin gu o ea claamente domi nante en ni ngun de ellas  E geneal, vale la egla según la cual «cuanto más gan de es la ceca nía especto a la cote  más gande es la di speión de los vínculos »; peo, en conta de lo ue han deducido en ocsio nes los teóicos de la «ley adat» peocupados po desa ol la un co taste nítido ente las llamadas áeas de appaage y de no appaage en la Indone sia índica (véase, p ejemplo , Van Vol lenhoven, 1  1 8 1 3 3)  la dispesión e a la noma po todo el eino y o simp lemente en las cecaní a de la cote 58  Un hog a balins -pekaga- consi stía c asi sie mpe sea en una mili a nuclea se en un gupo de mi lias nucleaes  elacionadas po vía agna tici a; peo sólo aa  mte todos los miembos de un linae viven en un mismo hoga (vase Geetz y Geetz,  97 5) . Po tanto, la costu mbe de asigna lealt ades a los señoes po hogaes segegaba ecuentemente a paientes cecanos ente distintos bekelan, tal como puede obsevase en l di stibución de siia de sacedotes bahmana po hoga, una distibución ue ha subsistido y en la que he manos canales tienen a menudo lealtades dientes Tmbin existían excepciones a este pató dispeso, elacionadas en este caso con algunos gupos atesanos paticulamente con los heeos; vase De Kat Angelino, 121 c y con exta neos hinos , bu gis. Ade más, en oca sion es, l os lin jes sacedotales ean signados en bloque a un úni co perbekel ecuentemente elegido ente ell os m ismos y, a t avs de l, a un único pungawa Peo estos aeglos tamb in ean poco co ientes y se los veía como algo especial. Los distintos bekelan de una alde estabn hbitualmente e cabezados po uno de su s miembos llam ado juru ah «healdo», un té mino también aplicado a un cieto númeo de oto tipo de «pegoneos» Su unción e tansmiti los meses del perbekel y oganiza a los miembos del bekelan local con es pecto a sus debees paa con el egara, peo pácticamente no tenía ningún pode independiente. 5 Vése Ko, 1 93 2 Ko n dice ue el conjunto de se tecientos estaba sueto al
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