Claves del ecologismo social

January 18, 2017 | Author: Círculo Ometeotl | Category: N/A
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Claves del ecologismo social Agustín Hernández Aja, Alicia H. Puleo, Carlos Taibo, Cristina Rois, Cthuchi Zamarra, Daniel López García, David Llistar, Dolores Romano Mozo, Edith Pérez, Erik Gómez-Baggethun, Eva Aneiros, Fernando Cembranos, Francisco Castejón, G e m m a Tarafa, Iñaki Barcena, Jaime S. Barajas, jorge Riechmann, José Vicente Barcia, Juan Carlos del Olmo, Julio Alguacil, Luis González Reyes, Luis Rico García-Amado, Mar R. Gimena, María González Reyes, Marta Pascual, Marta Soler Montiel, Paco Segura, Ramón Fernández Duran, Rosa Lago, Theo Oberhuber, Yayo Herrero.

Colección ENSAYO, n° 1

La editorial de

ECOL©GISTA$

Título: Claves del ecologismo social A u t o r e s : Agustín Hernández Aja, Alicia H. Puleo, Carlos Taibo, Cristina Rois, Cthuchi Zamarra, Daniel López García, David Llistar, Dolores Romano Mozo, Edith Pérez, Erik Gómez-Baggethun, Eva Aneiros, Fernando Cembranos, Francisco Castejón, G e m m a Tarafa, Kaki Barcena, Jaime S. Barajas, jorge Riechmann, José Vicente Barcia, Juan Carlos del Olmo, Julio Alguacil, Luis González Reyes, Luis Rico García Amado, Mar R. Gimena, María González Reyes, Marta Pascual, Marta Soler Montiel, Paco Segura, Ramón Fernández Duran, Rosa Lago, T h e o Oberhuber, Yayo Herrero. [ d e a o r i g i n a l , m a q u e t a c i ó n y p r o d u c c i ó n : Ecologistas en Acción C u b i e r t a : Biográfica C o o r d i n a c i ó n editorial: Valentín Ladrero Edita:

Libros en Acción La editorial de Ecologistas en Acción, C / Marqués de Leganés 12, 2 8 0 0 4 Madrid, Tel: 915312739, Fax: 915312611, [email protected] www.ecologistasenaccion.org

© Ecologistas en Acción y los autores y autoras P r i m e r a e d i c i ó n : noviembre 2 0 0 9 Impreso en papel 100% reciclado, ecológico, sin cloro. ISBN: 978-84-613-5255-5 Depósito Legal: M - 4 3 5 3 0 - 2 0 0 9

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índice

IVúlogo, 11

li Causas de una enfermedad sistémica: ideologías de la destrucción, 13 l )na mirada crítica al concepto de progreso Yuyo Herrero, 15 (ultura del crecimiento en un m u n d o finito

. Idilh Pérez, 21 mito del mercado y la democracia liberal Iñaki Barcena Hinojal, 2 7 l ,a pobreza desde el ecologismo Marta Pascual, 33 Deuda ecológica: la mirada medioambiental de los desiguales inlercambios económicos Iñaki Barcena Hinojal y Rosa Lago Aurrekoetxea, 41 1 ,a escapada virtual: el desarrollo de una ceguera colectiva Fernando Cembranos Díaz, 47 Defensa de qué, de quién: miedo a la carta para la guerra global Mar R. Gimena y Jaime S. Barajas, 53 (Capitalismo global Carlos Taibo, 59

II. Diagnóstico de un sistema colapsado: consecuencias de la insostenibilidad, 65 Biodiversidad: tirando piedras contra nuestro propio tejado Theo Oberhuber, 67 Del crédito a la deuda ecológica en una generación Juan Carlos del Olmo, 73 Cambio climático Cristina Rois, 79 El inicio del fin de la era de los combustibles fósiles y sus consecuencias, Ramón Fernández Duran, 85 ¿El final del capitalismo global? Luis González Reyes, 91 Crisis alimentaria: agricultura industrial y transgénicos Marta Soler Montiel, 97 Urbanización contra sostenibilidad Agustín Hernández Aja, 103 Riesgo químico Dolores Romano Mozo,

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III. Escuchar la vida: mensajes para una alternativa necesaria y posible, 117 Sostenibilidad: cultura de los límites Erik Gómez-Baggethun y Luis Rico García-Amado,

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Decrecimiento: menos para vivir mejor Luis González Reyes, 125 Biodiversidad: elemento central de un nuevo paradigma Theo Oberhuber, 131 Democracia directa, colectiva y cooperativa Julio Alguacil Gómez, 135 Acerca de la tecnociencia y el principio de precaución Jorge Riechmann, 143

Anticooperación: aportes al ecologismo social Gemma Tarafa y David Liistar, 155 Soberanía alimentaria: un pacto social por la agricultura Daniel López García, 163 Ecofeminismo: la perspectiva de género en la conciencia ecologista Alicia H. Puleo, 169 Las mujeres, protagonistas de la sostenibilidad Marta Pascual, 175 Las alternativas de la defensa antimilitarista Eva Aneiros Vivas y Cthuchi Zamarra de Villanueva, Cambio de paradigma energético Francisco Castejón, 189 Menos transporte: los desafíos de la proximidad Paco Segura, 197 C o n s u m o crítico: límites a la bulimia social María González Reyes, 2 0 3 La batalla del lenguaje: toponimia de la resistencia ¡osé Vicente Barcia Magaz, 2 0 9

Indice alfabético, 219

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Prólogo

Si miramos y nos fiamos de lo q u e observamos, llegaremos a la conclusión de que la mayor parte de las cosas verdaderamente importantes van a peor. El agua limpia, las reservas pesqueras, los espacios naturales, los bosques, la energía fósil, la biodiversidad o el tiempo que las personas tienen para dedicar a cuidar y relacionarse con los demás son bienes cada vez más escasos y degradados. La brecha económica q u e separa a las personas enriquecidas de la gran parte de seres h u m a n o s empobrecidos y expoliados crece de una forma obscena. El enorme aumento de emisiones de gases de efecto invernadero, fruto de la actividad humana sobre todo en el m u n d o rico, o la proliferación de productos químicos ajenos a la dinámica de la biosfera, están alterando los equilibrios dinámicos y cambiantes de la naturaleza que explican la existencia de la especie humana. El cambio global es de tal calado q u e ya hay quien propone que nuestra era geológica pase a denominarse Antropoceno, ya que la especie humana se ha erigido en el principal configurador de las dinámicas biogeofísicas de la Tierra. A pesar de que cada vez existe un discurso verde aparentemente más .isentado y de q u e se ha multiplicado la existencia de institutos, investigaciones, instituciones y publicaciones que tratan sobre los problemas ambientales y sus soluciones, por el m o m e n t o , parece que la humanidad continúa sin virar el r u m b o q u e conduce al deterioro social y ambiental. En nuestra opinión, el gran problema es q u e aún no está asumido por una gran parte de la población, ni desde luego por la clase política y económica q u e ostenta el poder, la gran contradicción fundamental que debe afrontar nuestra especie: la incompatibilidad esencial entre un sistema socioeconómico basado en la extracción y generación de residuos creciente y un planeta con límites.

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El ecologismo social pretende desde hace décadas afrontar la situación de encrucijada en la q u e nos encontramos, colaborando en el impulso de un cambio de modelo q u e permita ajustar los procesos económicos humanos a los límites biofísicos, a los tiempos de regeneración y a las dinámicas de los ecosistemas, con criterios de equidad, de tal m o d o q u e la redistribución y reparto igualitario de la riqueza ocupe un lugar central en la política y la economía. Para deshancar al lucro y los beneficios del puesto central q u e ahora ocupan, debemos conseguir que muchas personas desplacen la mirada hacia s lo verdaderamente importante: el mantenimiento de la vida y la justicia y la equidad entre las personas. Este libro quiere ofrece algunas claves básicas para poder interpretar la realidad desde el prisma del ecologismo social: cómo funciona y se articula la vida en la naturaleza; cuáles son los principales síntomas del desajuste entre sociedad y naturaleza y cuáles sus consecuencias; por d ó n d e deben ir los cambios para torcer esta trayectoria suicida; c ó m o y quién se apropia de los bienes y servicios que presta el planeta; q u é riesgos supone el calentamiento global; qué papel juega la visión de lo femenino sobre el m u n d o para facilitar el cambio; q u é caminos pueden conducir a la sostenibilidad... Esperamos poder contribuir a cambiar la mirada sobre lo que vemos y animar a volcar esfuerzo y trabajo en la construcción de un m u n d o justo y compatible con la lógica de la vida. Ecologistas en Acción

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I. Causas de una enfermedad sistèmica: gías de la destrucción

CLAVES DEL ECOLOGISMO SOCIAL

I. CAUSAS DE UNA ENFERMEDAD SISTÈMICA: IDEOLOGÍAS DE LA DESTRUCCIÓN

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Una mirada crítica al concepto de progreso Yayo Herrero Centro Complutense de Estudios e Información Medioambiental y miembro de Ecologistas en Acción

I D los últimos siglos, y sobre todo en las últimas décadas, el conocimiento científico ha avanzado de una forma impresionante. En todas las áreas del pensamiento: física, matemáticas, química, biología, economía, sociología, etc. han aparecidos nuevas teorías y descubrimientos cuya aplicación ha cambiado la vida a una velocidad vertiginosa. Máquinas, artefactos, medios de transporte, nuevos negocios y formas de relacionarse son resultado de esta vorágine de generación y aplicación de la tecno-ciencia. ("uñosamente, a la vez, vemos c ó m o casi todos los factores básicos en los que se apoya la vida, tal y como la conocemos, van a peor. Las reservas pesqueras en todo el m u n d o disminuyen rápidamente; los suelos pierden paulatinamente la capacidad de producir alimentos; el ritmo de extracción ile petróleo, imprescindible para mantener nuestra organización productiva y económica, no va a poder seguir a u m e n t a n d o debido a su agotamiento; el agua, el aire y el suelo se degradan debido a la contaminación química; las desigualdades sociales se profundizan porque existe una desmesurada ¡ipropiación de bienes y riqueza por parte de una minoría; la articulación comunitaria q u e ha garantizado la reproducción social (los cuidados en la Infancia, en la vejez o a las personas enfermas, por ejemplo) se está destruyendo, entre otras cosas, porque hombres y mujeres dedican la mayor parte de su tiempo a trabajar para el mercado; lo q u e se llama democracia se ha convertido en un sistema hegemónico que dispone de medios de difusión masivos, y una e n o r m e maquinaria tecno-militar capaz de convencer o Imponer el modelo global... i Por q u é a la vez que se ha generado tanto conocimiento y al mismo

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I. CAUSAS DE UNA ENFERMEDAD SISTÈMICA: IDEOLOGÍAS DE LA DESTRUCCIÓN

tiempo que nacían más universidades, institutos y centros de investigación, las variables que explican la vida se han ido deteriorando progresivamente? ¿Por qué el agua, el aire, los territorios, los mares, la biodiversidad o la vida comunitaria se van destruyendo al mismo ritmo con q u e aparentemente aprendemos sobre ellos? ¿Por qué, en medio de tanto deterioro, las personas continúan creyendo firmemente q u e nuestra sociedad sigue un camino lineal desde un pasado de atraso y superstición hacia un futuro emancipador de mayor bienestar? Para virar esta trayectoria que conduce al colapso, es preciso reflexionar sobre la noción de progreso que han construido las sociedades occidentales, un concepto que se basa en la separación entre cultura y naturaleza, y q u e ha contribuido a construir una esfera social, tecnológica y económica que ignora el funcionamiento de los sistemas naturales y crece a costa de su destrucción.

Saber de dónde venimos para poder cambiar La génesis del modelo de pensamiento occidental tiene su origen en la Modernidad. Éste es un periodo complejo y largo en el q u e se consiguen indudables logros, c o m o el establecimiento de los Derechos del H o m b r e y la consolidación del concepto de ciudadanía (masculina). Sin embargo, es también el m o m e n t o en el que se asientan las relaciones entre las personas y la naturaleza q u e han terminado conduciendo a la actual crisis ecológica. ' En efecto, es durante el período m o d e r n o cuando se cimientan las bases de un sistema tecno-científico que se ha venido desarrollando de espaldas a los procesos de la biosfera q u e sostienen la vida, y al servicio de un modelo socioeconómico q u e reduce el concepto de riqueza a lo estrictamente monetario y q u e no conoce límites. La ciencia moderna se construyó sobre la creencia de q u e la persona que pensaba podía separarse del m u n d o y contemplarlo c o m o algo independiente de sí misma. Al poder observar la realidad desde fuera, el conocimiento generado se consideraba objetivo; neutral y universal. La revolución científica moderna condujo a considerar la naturaleza como una enorme maquinaria q u e podía ser descompuesta y estudiada en partes. La naturaleza pasaba asía ser comprendida como una gran máquina previsible, que funcionaba sujeta a unas leyes matemáticas, eternas e inmutables, que determinan su futuro y explican su pasado. En la actualidad sabemos que este modelo diseccionador, q u e ha sido tan útil para aplicar en la industria, no es válido para comprender la vida

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UNA MIRADA CRITICA AL CONCEPTO DE PROGRESO

sobre la Tierra. La lógica de las máquinas no sirve para entender el m u n d o vivo. En un ecosistema, vegetales, animales y microorganismos interactúan intensamente. Lo que una especie desecha es el alimento de otra; la materia se recicla constantemente a través de la trama de la vida; la diversidad, lauto natural como social, asegura la recuperación... La vida, desde sus inicios, hace tres mil millones de años, se ha extendido por el planeta, no por la fuerza, sino creando una red compleja y no es posible comprenderla ignorando su dinamismo. La visión atomizada y dispersa de la realidad tiene importantes repercusiones en nuestro entorno. Muchas decisiones en temas urbanísticos, a lu hora de planificar infraestructuras o de dispersar productos químicos o xenobióticos al medio, alteran esta compleja red de relaciones con consecuencias imprevisibles y no deseadas. A pesar de q u e la propia ciencia desautorizó hace muchos años la mecánica clásica o la separación entre cultura y naturaleza como visiones i micas que pudiesen explicar la complejidad del m u n d o , estas miradas siguen fuertemente ancladas en los esquemas mentales de nuestra sociedad y continúan siendo aplicadas en el ámbito tecno-científico. Concebir el saber occidental como objetivo y universal, la oportunidad de extenderlo q u e ofrecieron la colonización del resto del m u n d o y los avances tecnológicos que hicieron posibles los deseos de crecimiento sin limites, han hecho de la ciencia occidental el sistema de conocimiento hegemónico y pretendidamente único, ante el que cualquier otro es considerado atrasado o supersticioso. De este m o d o , se ignora q u e hay otras muchas formas de conocimiento que han demostrado su utilidad y validez. Si pensamos en la eficacia de la arquitectura vernácula para conservar el calor y el frío de las casas, o en la. capacidad de muchos pueblos indígenas para conservar los bosques en los q u e viven y la biodiversidad que éstos albergan, comprobaremos que han existido otras culturas más eficaces que l.i nuestra en estos empeños. 1

Un progreso lineal e ilimitado

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I ,a revolución científica e ideológica que instaura el proyecto de la Modernidad se amplía y consolida durante la Ilustración. Por una parte aparecen los ideales ilustrados basados en la libertad intelectual y el desarrollo del conocimiento al margen de la Iglesia; por otro, surgen dos fenómenos asociados: el capitalismo y la Revolución Industrial. La ciencia y su aplicación, desvinculadas de la ética gracias a su supuesta objetividad y neutralidad, se

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pusieron al ^servicio de la industria naciente y del capitalismo, consiguiendo unos aumentos enormes en los ritmos de extracción y transformación, gracias a la bonanza energética que ofrecieron las energías fósiles, primero el carbón, y posteriormente, y hasta hoy, el petróleo. El capitalismo y la Revolución Industrial, con la tecnología a su servicio, terminaron instrumentalizando los ideales de la libertad e igualdad e imponiendo unas relaciones entre las personas y la naturaleza guiadas por la obtención de beneficios a cualquier coste. El concepto de progreso de la humanidad se fue construyendo, por tanto, basado en el distanciamiento de la naturaleza, de espaldas a sus límites y sus dinámicas autoorganizadoras. El avance tecnológico fue considerado el motor del progreso q u e posibilitaba construir uria -idea simplifieadora de bienestar asociada al sobre-consumo de todo tipo de artefactos, bienes y servicios. Esta dimensión consumista se ha consolidado sobre todo en las últimas décadas, en la que la sociedad de consumo se ha autoproclamado como la solución para todos los problemas humanos. El lema "si p u e d e hacerse, hágase" se impuso, sin cuestionar el para qué o para quién de las diferentes aplicaciones. La ausencia de reflejo dé los deterioros sociales y ambientales en los indicadores reduccionistas que asociaban de forma biunívoca riqueza y valor monetario, hicieron estas degradaciones invisibles, y al no verlas, se siguió estimulando la maquinaria de la producción de forma cada vez más creciente, a u m e n t a n d o en la misma medida la inevitable destrucción que acompañaba a este crecimiento. La palabra progreso dotaba de un sentido positivo a esta tendencia de la evolución sociocultural. Se consideró que todas las sociedades, de una forma lineal y universal evolucionaban de unos estadios de mayor atraso (caza y recolección o ausencia de propiedad privada) hacia etapas más avanzadas y modernas (civilización industrial o economía de mercado) y que en esta evolución, tan natural y universal como las leyes de la mecánica que explicaban el funcionamiento del m u n d o físico, las sociedades euro, peas se encontraban en el punto más adelantado. Al concebir la historia de cada pueblo como una serie de acontecimientos q u e conducían desde el salvajismo a la civilización, los europeos, convencidos de representar el paradigma de civilización por excelencia, expoliaron los recursos de los territorios colonizados para alimentar su sistema económico basado en el crecimiento. Sometieron mediante la violencia militar, económica y simbólica a los pueblos colonizados, a los q u e se consideraba salvajes y en un estado muy cercano a la naturaleza. Esta concepción de progreso, vigente en el presente, ha sido trágica para

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UNA MIRADA CRITICA AL CONCEPTO DE PROGRESO

los pueblos empobrecidos y también para los sistemas naturales. La idea de que más es siempre mejor, el desprecio.de]'saber tradicional, la concepción de la naturaleza.como/un infinito almacén de recursos; la reducción de la riqueza a lo estrictamente rrionetarie y la fe en que la tecnología y la ciencia pueden salvarnos de cualquier problema, incluso de los que ellas mismas han creado, suponen una remora en un m o m e n t o en el que resulta urgente un cambio de paradigma civilizatorio. 1

Cambiar no es una opción l.n un planeta físicamente limitado, resulta imposible ampliar el estilo de vida occidental, con su e n o r m e consumo de energía, minerales, agua y alimentos, al conjunto de toda la humanidad. El deterioro social y ambiental no son ajenos a este modelo de desarrollo, sino q u e son parte inevitable del mismo. Cambiar, por tanto, no es una opción sino una necesidad imperativa: nos encontramos ante una crisis civilizatoria, q u e exige un cambio en la forma en la que las sociedades se relacionan con la naturaleza y entre ellas. La producción de necesidades y de bienes para satisfacerlas han condicionado la configuración de las relaciones entre las personas. Si la dinámica consumista y la obtención del beneficio en el menor plazo posible rigen la organización económica, esta misma lógica se instala en los procesos de socialización y educación, determinando finalmente que la vida de cada individuo se oriente hacia la acumulación, olvidándose de poner en el centro de interés el mantenimiento de vidas que merezcan la pena ser vividas. Hoy, el progreso es afrontar la insoslayable incompatibilidad que existe entre un planeta Tierra con recursos limitados y finitos, y un sistema socioeconómico, el capitalismo, que se b a s a e n la expansión continua y genera L'i)ormes desigualdades. Se trata de establecer un nuevo contrato social que considere a hombres y mujeres como seres interdependientes entre sí y dependientes de la naturaleza. Progresar será, por tanto, avanzar desde una lógica de guerra contra las personas, los pueblos y los territorios a una cultura de paz que celebre la diversidad de todo lo viva, que permita a todas las personas el acceso a los bienes materiales en condiciones de equidad y que se ajuste a los límites y ritmos de los sistemas naturales. Vivir ejerciendo menos presión sobre los recursos y servicios que presta rl planeta es una exigencia que viene impuesta por la finitud de los recursos m.itcriales./¥fvíf'bíén con menos y en condiciones de justicia y equidad, es

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un camino que hay que encontrar, sumando mayorías que puedan impulsar los cambios. Esta nueva visión permitirá establecer alternativas, recuperar lo valioso que perdimos y explorar nuevos caminos que permitan vivir en armonía social y en paz con el planeta. Muchas personas, en todos los continentes, lo están haciendo ya.

Bibliografía recomendada •

García, E. Medio ambiente, y sociedad: la civilización y los límites del planeta. Alianza Ensayo, 2 0 0 4 .



Mundford, L. Técnica y Civilización. Alianza, 1934.



Novo, M. El desarrollo sostenible: su dimensión ambiental y educativa. Pearson Prentice Hall, 2 0 0 6 .



Prigogine 1. y Stengers 1. La nueva alianza. Metamorfosis de la Ciencia. Alianza, 1983.

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Cultura del crecimiento en un m u n d o finito Edith Pérez Coordinadora del Área de Antiglobalización, Paz y Solidaridad de Ecologistas en Acción

"Cuanto más examinamos el papel del crecimiento en la sociedad moderna, más claramente vemos que nuestra obsesión por el crecimiento es un fetiche, es decir, un objeto sin vida venerado por sus aparentes poderes mágicos" Clive Eíamilton

La trampa del crecimiento continuo ¿Desempleo por doquier? Sólo el crecimiento creará puestos de trabajo. ¿La pobreza se multiplica? El crecimiento redimirá a los pobres, dará prosperidad a todo el m u n d o . Los señuelos del crecimiento son infinitos (Hamilton, 2 0 0 6 ) . Los gobiernos de cualquier tendencia sucumben ante él, posibilitando la convergencia de derecha, socialdemocracia y socialismo hacia este fin. La expansión de la producción de mercancías, servicios y dinero es el sueño de cualquier sociedad, maximizar el PIB el de cualquier país, y en consecuencia, en el ámbito micro, las personas se transforman en consumidores y los deseos humanos pasan a definirse en función de las mercancías, y por lo tanto, proporcionalmente a los ingresos. La ideología del crecimiento atraviesa todas las esferas y se justifica por sí misma, constituyendo el dogma de fe de la cultura capitalista: "el crecimiento es principio, medio y fin en sí mismo". Principio ideológico y motor del progreso, medio de acumulación y de realización social e individual para llegar al fin inevitable y único de la Política y de la Historia: crecer más.

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I. CAUSAS DE UNA ENFERMEDAD SISTÈMICA: IDEOLOGÍAS DE LA DESTRUCCIÓN

Para llegar a esta conclusión hay que asumir una premisa: el crecimiento tiene atributos de divinidad y es moralmente superior. A no ser que sus ideólogos puedan rebatir la lógica de los siguientes argumentos: v' 1. Para crecer sin parar en el ámbito macroeconómico hay q u e consumir sin parar en el microeconómico: a más ritmo de crecimiento del PIB se impone una mayor voracidad de consumo, y por lo tanto, la reproducción de los mecanismos financieros, publicitarios, mediáticos y culturales para mantenerla. •. 2. Para crecer de forma continuada y acelerada hay q u e alimentarse de algo real con lo que seguir impulsando esa dinámica. Cabría preguntarse si el crecimiento p u e d e nutrirse de algo ficticio, sin traducción material o productiva, dada la evolución de la economía financiera y la burbuja especulativa a lo largo de los últimos años. Si tenemos en cuenta la relación entre crecimiento global y consumo a pequeña escala parece que, a u n q u e sean mínimos, tienen que existir puentes entre la economía productiva y la especulativa. Se p u e d e n consumir ideas, pero incluso para ello hace falta un nexo con lo real, con lo tangible (llámese televisión, telefonía o materiales consumidos para producir la energía necesaria de una conexión a Internet). Aunque el dinero se pueda crear y acumular de forma virtual, su sentido último tiene un vínculo con la realidad claro. ¿De qué sirve tener dinero si no es para poseer más mercancías? Se p u e d e crecer de la nada pero no indefinidamente ya que ésta, a u n q u e no lo parezca, mantiene un nexo imprescindible con la realidad. 3. Vivimos en un planeta finito, con unos límites tanto en los recursos , existentes como en la capacidad de los sumideros para asimilar residuos, luego no se pueden extraer recursos y generar residuos de forma infinita. En menos de un siglo hemos pasado de un m u n d o casi vacío de actividad humana a otro excesivamente lleno. Hasta la Revolución Industrial, la especie humana vivió utilizando los recursos q u e provenían de los seres vivos y de materiales del entorno próximo, utilizando la energía solar, contribuyendo a cerrar los ciclos mediante el predominio de los movimientos verticales de materia de la naturaleza (el ciclo del agua sería un ejemplo: fluye hacia la cota cero de los mares y se va evaporando para renovarse, ganando cota a través de la precipitación). Al comenzar a usar de forma masiva los combustibles fósiles para acelerar las extracciones de la corteza terrestre y extender el transporte horizontal por todo el planeta se puso en marcha la espiral del crecimiento explosivo, característico de la actual civilización (Naredo, 2 0 0 6 ) . Además, los materiales extraídos son devueltos al medio tras su uso como residuos, sin cerrar los ciclos de materia y energía, y con

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CULTURA DEL CRECIMIENTO EN UN MUNDO FINITO

consecuencias negativas para el conjunto de la biosfera, que se acentúan por la necesidad de movilizar cantidades ingentes de tierras y materia vegetal. El crecimiento económico impulsa incesantemente este proceso del que se nutre, basado en un aprovechamiento exclusivamente económico ile los recursos, sin tener en cuenta su valor real q u e no p u e d e expresarse en términos monetarios, sino en el valor de la vida, en los servicios de los ecosistemas, etc. Las consecuencias de ello ya son tratadas en otros capítulos de este libro. 4. A través de la huella ecológica, se ha comparado la demanda anual de recursos por poblaciones humanas con la superficie de tierra necesaria para generarlos y absorber residuos, incluyendo en sus cuentas la superficie disponible para distintas actividades humanas. Si todos los habitantes del m u n d o consumieran tanto como el consumidor medio de los países enriquecidos necesitaríamos cuatro planetas del tamaño de la Tierra. Esto nos lleva a la conclusión de que para seguir en este planeta, es indispensable que una mayoría de habitantes del m u n d o se queden fuera de las dinámicas de consumo. La desigualdad es una condición necesaria, a u n q u e no suficiente; para mantener el crecimiento, y lo es tanto en el acceso a los recursos como en el perjuicio por los impactos ambientales causados. 5. Por último, si el crecimiento necesita engullir el m u n d o real, y el ecosistema planetario tiene unos límites definidos y no sobrepasables, es obvio q u e el crecimiento continuo e ilimitado es imposible. Puede ser factible crecer asumiendo una brecha de inequidad cada vez más abrupta, en la que los que crecen sean cada vez menos y lo hagan de una manera más voraz y autoritaria. Aún así, esa pequeña élite planetaria, antes o después, chocaría inevitablemente con una realidad acotada. Puesta en evidencia la paradoja del crecimiento continuo, cabría preguntarse: ¿mejora el crecimiento la vida de la gente? ¿Aumenta la felicidad humana? Se ha visto cómo a partir de un nivel de renta no hay diferencias en la satisfacción declarada, en el grado de felicidad. A pesar de que en listados Unidos los ingresos reales se triplicaron entre 1950 y 1990, en la década de los 90 había menos estadounidenses satisfechos con sus ingresos que en 1950 (Hamilton, 2 0 0 6 ) . La O M S estima q u e para el año 2 0 2 0 la I depresión será la segunda causa de discapacidad en el mundo. Da la impresión d e que cuanto más se insiste en el éxito económico como medio principal para lograr la felicidad, más se fomentan las patologías psicosociales. Tal vez considerar la acumulación de bienes como el camino hacia la satisfacción sea, por lo tanto, un error. 1

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La anulación de los vínculos (o el vacío de la abundancia) "No hay duda de que el Poder el poder de joder se entiende el ejercicio mayúsculo y violento contra los vínculos es un contagioso corredor de fondo cansino e incansable" Ángel Calle "Podríamos decir q u e es el mal de nuestra época: estamos demasiado solos, pero no tenemos suficiente soledad" Clive Hamilton Todo este culto al crecimiento es difícil de comprender sin un "ejercicio mayúsculo y violento contra los vínculos" que en los distintos niveles establecen las personas: La construcción de la identidad sobre la base de la adquisición de mercancías dificulta establecer un,vínculo consciente y saludable con las propias necesidades humanas, favoreciendo sentimientos de insatisfacción constantes y haciendo posible la desconexión entre lo q u e consideramos importante para nuestro bienestar y el tipo de vida que llevamos. El vínculo con lo q u e nos rodea (convertido en bien de consumo) y su origen es aniquilado en la cultura del crecimiento. Las materias primas necesarias para su elaboración, el proceso de producción, el transporte, etc. El halo mágico que rodea al consumo nos hace percibir los productos como nacidos por generación espontánea de' la estantería de un centro comercial, aislados de su contexto de elaboración y procesamiento. La gente busca y necesita un sentido de comunidad y pertenencia. Para ser aceptada socialmente la persona ha de adoptar formas de comportamiento culturalmente aprobadas. El sentimiento de comunidad a partir del consumo despersonalizado en el mercado inhibe las relaciones comunitarias y vecinales de apoyo. C o m o señala Hamilton, a pesar de los enormes avances en las comunicaciones, la gente sabe sobre sus vecinos menos q u e nunca a lo largo de la historia. Desconfiamos de la gente, nos mostramos incapaces de establecer vínculos entre nuestras propias condiciones de trabajo y de vida y las de los demás. El otro se presenta como enemigo o, en el mejor de los casos, merecedor de nuestra desconfianza, lo que tiene como consecuencia la fragilidad y fragmentación de las redes

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CULTURA DEL CRECIMIENTO EN UN MUNDO FINITO

V movimientos sociales. Por otra parte, este proceso se acompaña de una pérdida de la memoria que nos permite aprender de los errores del pasado y de otras experiencias y alternativas: parece que nunca h u b o (y habrá) nada distinto, obviando las potencialidades de transformación social de los < procesos históricos. w¿ La vinculación cultura-naturaleza desaparece, por lo tanto, en un ífercicio de dicotomización imposible. Sólo de esa manera se p u e d e crear, y creer en, el crecimiento continuo en un planeta finito: alienándonos del mundo del q u e irremediablemente formamos parte.

Bibliografía recomendada •

Hamilton, Clive. El fetiche del crecimiento. Laetoli, 2 0 0 6 .



Naredo, ]osé Manuel. Raíces económicas del deterioro ecológico y social. Más allá de los dogmas. Siglo XXI, 2 0 0 6 .



Fernández Duran, Ramón. El crepúsculo de la era trágica del petróleo. Pico del oro negro y colapso financiero (y ecológico) mundial. Editorial Virus / Libros en Acción (Ecologistas en Acción), 2 0 0 8 .

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El mito del mercado y la democracia liberal Iñaki Barcena Hinojal Director del Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad del País Vasco y miembro de Ekologistak Martxan

l.n 1989 Francis Fukuyama, alto cargo de la Casa Blanca norteamericana, escandalizó al m u n d o con su provocativo y visionario artículo - d e s p u é s ampliado a libro- El fin de la-Historia. Sus tesis eran claras, diáfanas. Argumentaba que con la caída del Muro de Berlín, el socialismo soviético, burocrático y real, entraba en bancarrota y eso anunciaba, tras más de dos siglos de confrontación ideológica, la victoria sin reservas del capitalismo como sistema económico sobre la planificación socialista. También colegía l.i definitiva e inequívoca preponderancia de la democracia liberal c o m o sistema político-institucional frente a los regímenes de partido único. Decía Fukuyama que no dejaría de haber conflictos, enfrentamientos y disputas ideológicas, pero las consideraba residuales, integrables y poco problemáticas para un sistema político basado en un modelo de mercado que se extendería en breve por todo el m u n d o y que había penetrado incluso en el Irán del ayatolá ]omeini. Dos décadas después, el capitalismo ha entrado en crisis. Hemos asistido al anunciado pinchazo de la burbuja financiera, lo q u e ha traído consigo el declive de la economía productiva y el decrecimiento en el propio m u n d o occidental, dando origen a una situación que se ha llamado "socialismo para ricos", d o n d e los Estados tienen q u e tomar las riendas de la economía e intervenir en bancos y empresas transnacionales para que el negocio de la acumulación siga funcionando. Estas dos décadas han sido las de la aceleración de las dinámicas de la globalización, no sólo en el ámbito económico, sino también en el político y en el cultural. Los cambios tecnológicos han generado herramientas

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muy poderosas en el ámbito de la comunicación q u e hacen que los flujos de información sean mayores q u e nunca. Pero también son mayores q u e nunca las demandas de energía y materias primas para alimentar el crecimiento económico y la prometida desmaterialización de la economía no acaba de llegar. El proceso de globalizáóión neoliberal no solamente es asimétrico - h a y más teléfonos en la ciudad de Nueva York q u e en todo el continente africano- sino que además se topa con los límites del planeta. Es insostenible. El mito del mercado libre, que durante varias décadas ha sido reforzado tanto por el colapso del estalinismo como por el desarrollo sin precedentes de la producción y del consumo, se topa con los límites del planeta. Con la cruda realidad de la crisis ecológica que amenaza a ecosistemas y comunidades, generando malestar en millones de personas desahuciadas que en el Norte, y sobre todo en el Sur, no pueden aspirar a su parte de la tarta productiva y con la denuncia de millones de mujeres cuyo trabajo reproductivo no se contabiliza. Desde hace siglos, en Occidente, el mercado dejó de ser un lugar de trueque e intercambio, una parte más de la sociedad, para convertirse, en palabras de K. Polanyi, en un dispositivo idealizado para organizar las relaciones sociales. Es decir, el liberalismo económico c o m o ideología emergente en los tres últimos siglos ha convertido al mercado en el principio básico de una sociedad basada en contratos entre individuos, d o n d e trabajadores y trabajo son tratados c o m o meras mercancías. La "mano invisible" imaginada por Adam Smith es la metáfora preferida para expresar y justificar universalmente este mito, por el cual el egoísmo particular se convierte, por gracia del mercado, en hipotético provecho y beneficio para todos y todas. La división del trabajo y el poder transformador del mercado hacen que la moral burguesa sea el referente ideológico único para exportar urbi et orbi el desarrollo económico capitalista. Así lo expresa retóricamente A. Smith cuando escribe que "los ricos y los pobres son objeto de evaluaciones sociales opuestas, ya q u e existe una disposición para admirar y valorar'a los ricos y poderosos y a despreciar y desatender a las personas de pobre condición y entendimiento". Sin embargo, pese a la oposición de la clase obrera y del campesinado, el derrocamiento de las monarquías absolutistas y de la aristocracia feudal sirvió para que el mercado capitalista se transformara gradualmente en un fenómeno universal. Según el antropólogo Gérald Berthoud el liberalismo clásico burgués, la nueva ideología de las denominadas clases medias, restringió la sociedad humana a la lógica de los intereses individuales,

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expresada al completo en el libre intercambio, voluntario e intencionado, amparado por el Estado y regulado por el mercado, q u e se idealiza como una inextricable red de intercambios utilitarios que libera a las personas de sus ligaduras tradicionales y comunitarias. En este largo camino de idealización y de universalización del mercado como herramienta básica de regulación y organización social, llegamos al siglo XX cuando académicos c o m p EA. Hayel< definirán el mercado como una institución natural. Demostrando su aversión a todo tipo de institución comunitaria, este economista austríaco, en su obra Great Soáety, apuesta por una sociedad basada en individuos despegados de toda pasión o sentimiento gregario y solidario y por "emplear todos los medios materiales necesitados por los pobres de su propia sociedad para atender las demandas comerciales anónimas de miles de desconocidos". C o m o bien sabemos, no han faltado en todo este recorrido histórico, profundos y encendidos debates y críticas sobre la economía burguesa clásica basada en el llamado libre mercado. Karl Marx ha representado el exponente teórico anticapitalista más conocido, y en su crítica planteó que el capitalismo, c o m o cualquier otro m o d o de producción, no se limita a la esfera económica. El mercado capitalista no se c o m p o n e tan sólo de relaciones puramente materiales y económicas, sino q u e se asienta sobre una superestructura jurídica, política y cultural diseñada por la clase dominante. I as reglas de funcionamiento del mercado serán aquellas que convengan a las clases acomodadas, y tanto el Estado como el resto de instituciones defensoras del orden capitalista darán cobertura y legitimidad al m u n d o mercantil organizando toda una batería de mitos en torno al mercado. Ciiulio Palermo, economista de la Universidad de Brescia, los ha catalogado como el mito del mercado justo, el del mercado libre, el de la igualdad de oportunidades, el mito del mercado productor de riqueza y el del mercado que descubre y administra la información. Escoge acertadamente el concepto de mito para tratar de desmontar las falacias de la institución mercantil, que teóricamente actúa como mecanismo creador de incentivos, en libertad y sin relaciones de poder, sin clases. Toda persona parece actuar como consumidor racional, de forma disciplinada y siguiendo las señales ilc la oferta y la demanda. Democracia y mercado se pretenden parejos pero son dicotómicos. * C lomo dice G. Palermo siguiendo la tradición crítica marxista, "la igualdad que el mercado acarrea consigo es puramente formal. Es'cierto que la ley de mercado es igual para todos, pero somos nosotros los q u e no somos iguales en el mercado 1...1 son sólo aquellos con una adecuada capacidad

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de gasto quienes al final gozan de los bienes y de los servicios producidos por la sociedad y eso hace a los hombres diferentes". Y a las mujeres. C o m o escribía el politólogo canadiense C. B. Macpherson en su obra La democracia liberal y su época, la democracia es el sistema político elegido por el liberalismo burgués para justificar su orden económico asentándose sobre una concepción intermedia entre el Homo fabery el Homo economicus, entre un ideal de persona esencialmente consumidora de servicios y otra hacedora y creadora. Según Macpherson, esa democracia mercantil asociada a la existencia de una economía capitalista de mercado y a la aceptación teórica de la sociedad de clases, es un profundo error occidental, ligado a la filosofía del individualismo posesivo que fue creada por filósofos como Hobbes, Locke, H u m e y Smith. El liberalismo ha intentado interpretar su régimen democrático como protección de los ciudadanos frente a los abusos de poder, c o m o herramienta para el desarrollo de los individuos y como equilibrio entre las diferentes clases y élites. Macpherson crítica su falta de veracidad y propone la democracia como participación, como camino hacia la libertad positiva y la igualdad que no resultan del mercado capitalista sino de la propiedad colectiva del modelo socialista. Son muchos los autores que como Macpherson o E. P. Thompson han tratado de demostrar que liberalismo y democracia no son sinónimos y que los regímenes democráticos basados en el sufragio universal se han ido imponiendo tras largos y duros procesos de lucha y movilizaciones obreras, artesanas y campesinas frente a los privilegios de las clases adineradas. En el contexto actual de grave crisis ambiental, algo q u e reconoce en sus últimos escritos el propio F. Fukuyama (El fin del hombre), hay quienes se empeñan en ver.en el mercado y en el crecimiento económico la única vía de solución a los problemas socio-ecológicos. Sin embargo, al igual q u e en otros momentos históricos, s\ ecofascismo y las salidas autoritarias de la crisis ecológica son un riesgo palmario. Por eso el ecologismo social propone q u e para poder encaminarse a la sostenibilidad más allá del mercado las decisiones políticas deben derivarse de procesos deliberativos públicos, ya que la democracia en su versión participativa y directa p u e d e favorecer los procesos de cambio hacia la sociedad libre, decreciente, sostenible e igualitaria.

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Bibliografía recomendada •

Berthoud, Gerald. "Market" in Sachs, W. (ed.) The Development Dictionaty. Zed Books Londres, 1992.



Encina, |. y Barcena, I. (coords.) Democracia ecológica. Formas y experiencias de participación en la crisis ambiental. Atrapasueños-Casa de las Américas, Sevilla, 2 0 0 6 .



Fukuyama, Francis. El fin de la Historia y el último hombre. Planeta. Barcelona, 1992.



Macpherson, C. B. La democracia liberal y su época. Alianza, Madrid, 1997.



Palermo, Giulio. El mito del mercado global. Crítica de las teorías neoliberales. El Viejo Topo, Barcelona, 2 0 0 8 .



Polanyi, Kart. La gran transformación. La Piqueta, Madrid, 1989.

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La pobreza desde el ecologismo Marta Pascual Coordinadora del Área de Educación Ecológica de Ecologistas en Acción

l.l ecologismo social dirige necesariamente su mirada al bienestar de los seres humanos. Si la pérdida de biodiversidad, el deterioro de los ecosistemas naturales o la crisis climática son indicadores del fracaso de nuestro modo de vida, no lo es menos la constatación de las carencias de recursos esenciales q u e sufren millones de seres humanos y la profunda inequidad en la distribución de dichos recursos. Pobreza es el nombre que hoy se da a esta situación de carencia. Aunque Iras la palabra se esconden interpretaciones muy diferentes. Según corno comprendamos la pobreza y d ó n d e coloquemos sus márgenes, perseguíremos u n o u otro.rnodo de estar en el m u n d o . Esta comprensión es clave a la hora de darle respuesta política y económica. No es fácil delimitar de qué hablamos cuando nombramos la pobreza. 1 os Objetivos del Milenio de la O N U se proponen en su primer punto reducir la pobreza . Hacen referencia a las personas q u e viven con menos ile un dólar al día. No especifican, sin embargo, si son propietarias o no de una parcela suficiente de tierra fértil, si consumen alimentos contaminados o si viven en un suburbio urbano. Las estadísticas hablan de países pobres o ricos en función de su Producto Interior Bruto, no en función de los recursos naturales q u e poseen o de aquellos que poseyeron y de los q u e fueron expoliados. Indicadores como la renta o el PIB son hoy herramientas centrales para medir la riqueza y la pobreza. También se manejan otros índices más amplios c o m o el IDH (índice ile Desarrollo Humano) que combina el PIB con otras variables como la 1

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Objetivo 1: Erradicar la pobreza extrema y el hambre. Meta 1 A: Reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, la proporción de personas con ingresos inferiores a 1 dólar por día. Objetivos del milenio, ONU, 2 0 0 0 .

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\ esperanza de vida, el analfabetismo o la nutrición. Aunque se acercan un poco más a la realidad de algunos pueblos, su dependencia del PIB, su dificultad para medir variables relaciónales, de dependencia o de deterioro ecológico y el carácter etnocéntrico de sus mediciones (¿qué educación se considera, qué alimentación?) siguen escondiendo buena parte de la realidad. En un m u n d o gobernado por el mercado, el indicador esencial de la pobreza es el acceso a consumos mercantilizados. El resto de consumos, aquellos que se pueden resolver sin dinero -progresivamente dificultadosse desprecian en tanto q u e subconsumos. La cultura del desarrollo avala la búsqueda de riqueza (es decir, de capacidad de consumo mercantilizado) y desprecia los modos de vida q u e no aspiran a ella (a m e n u d o modos de vida más cercanos a la sostenibilidad). Se insiste en que el crecimiento del PIB, el aumento de la productividad, el desarrollo tecnológico o el libre comercio reducirán la pobreza. Pero ni el PIB ni el índice de Desarrollo H u m a n o ni otros indicadores más sofisticados incorporan en sus contabilidades variables esenciales qué el desarrollo dañó, y que deciden la posibilidad o la imposibilidad de una vida digna. Entre ellas podemos señalar la existencia de una red próxima de apoyo afectivo y material, la relación con la tierra, el grado de deterioro del medio en el q u e se pretende vivir, la existencia de bienes comunales o servicios públicos de calidad, la organización colectiva, la propiedad y el poder sobre los medios de producción, las reglas sociales relativas al apoyo mutuo, o el riesgo de perder los bienes o la vida. f

"La gente no muere por falta de ingresos. La gente m u e r e por falta de acceso a los recursos... Los indígenas en la Amazonia, las comunidades montañesas en el Himalaya, los campesinos cuyas tierras no han sido expropiadas y cuyas aguas y biodiversidad no ha sido destruida por la deuda para crear una agricultura industrial poseen riqueza ecológica, incluso a u n q u e no ganen un dólar al día". Vandana Shiva 2

En cualquier caso es innegable q u e existen millones de personas q u e han sido expropiadas de la posibilidad de resolver sus necesidades esenciales, de vivir con dignidad, y en muchos casos, de sobrevivir, especialmente en las zonas sobreurbanizadas del planeta (sin acceso a la producción de ' 2 •K

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Vandana Shiva, Cómo poner fin a la pobreza. ZNet, 11 mayo 2 0 0 5 . Consultable en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=15959

LA POBREZA DESDE EL ECOLOGISMO

alimentos), d o n d e la economía de mercado es prácticamente la única vía para resolver las necesidades básicas. A escala mundial, los países del Sur se han convertido en pozos de extracción y sumideros de vertidos para el Norte poderoso. El hurto de recursos toma diferentes formas: apropiación directa de la producción de alimentos y otras materias primas, expulsión de las poblaciones de sus lerritorios, destrucción de ecosistemas y desaparición de especies, robo de semillas, uso como vertedero... hurtos estos, que se hacen visibles bajo el término de deuda ecológica} Esta apropiación explica que el fenómeno de la pobreza en los países del Sur tenga rasgos específicos. Las crecientes migraciones hacia el Norte son u n o de ellos. En las c o n d P ciones actuales de deterioro y escasez de recursos -agravadas por el fuerte .consumo de una minoría-, es necesario despertar una alerta: no sería descabellado pensar en un horizonte en el que se defendiera abiertamente la - >;,; desaparición de esas poblaciones excedentarias. Es posible imaginar un nuevo fascismo q u e plantee la propuesta de mantener la sostenibilidad ecológica del planeta (nos referimos al mantenimiento de los recursos y el nivel de vida), pero con una población significativamente más reducida. El cínico "aquí ^ no cabemos todos", pronunciado desde el robo y el despilfarro del Norte, puede hacerse hueco entre los sectores de población más favorecidos, y ti orientar salidas políticas inhumanas a la crisis ambiental. Si salimos de este marco sombrío moderno, etnocéntrico o desarrollocéntrico que explica la pobreza como una enfermedad a eliminar, encontraremos interpretaciones diferentes. En las principales lenguas del África Subsahariana no existe una palabra para designar al pobre en el sentido económico del término. Las palabras q u e se utilizan para traducir esta palabra a m e n u d o significan huérfano . Es decir, no carente de dinero sino de apoyo social. No existe término q u e signifique "carente de lo necesario". En Mali el término más cercano a pobreza es faantanya, es decir, "sin poder". Para las culturas de lo colectivo (buena parte de las culturas centradas en lo local) no es posible una pobreza sufrida de forma individual. A u n q u e de forma excepcional se puedan pasar periodos de penuria debidos, por ejemplo, a una mala cosecha, no es imaginable q u e una familia pase hambre si a su lado vive otra que dispone de recursos excedentes. La penuria tiene en éstas una dimensión grupal. Por tanto es menos frecuente que en 4

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Ver campaña Quién debe a quién, www.quiendebeaquien.org Latouche, Serge. La otra África. Autogestión y apaño frente al mercado global. Oozebap, 2007. p. 110.

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las culturas individualistas. La historia y la antropología también muestran cómo la pobreza voluntaria, la vida humilde, no fueron siempre despreciadas o temidas, antes bien, podrían considerarse en muchas religiones y culturas como un estado de equilibrio o de virtud. Pero conviene tener en cuenta un matiz fundamental. La pobreza extrema es bien diferente de la falta de ciertos medios. El binomio pobremiserable se representa, por ejemplo, con palabras diferentes en lengua wolofy recibe una valoración muy diferente en cada una de sus acepciones. La pobreza es bien diferente de la miseria. Si la primera no pone en riesgo la vida, pero sí ciertos consumos deseables, la segunda amenaza la dignidad y la supervivencia. En las economías de subsistencia la pobreza, es decir la dificultad para el acceso a bienes superfluos, no era una desgracia, sino una expresión de la vida en un m u n d o que tenía sus reglas y sus límites. El despilfarro no era posible en ellas. La vida de las economías de subsistencia puede considerarse pobre, pero no indigna. La miseria, sin embargo, podría definirse como la carencia de lo básico para vivir, a veces coexistiendo con la propiedad de bienes superfluos, paradójicamente más accesibles. Las economías de subsistencia han estado, salvo excepciones, a salvo de la miseria. Esta se extendió cuando el desarrollo expulsó a las personas del medio vivo q u e les permitía la supervivencia. Las categorías opuestas no serían entonces pobre-rico, sino mísero-rico, siendo la miseria un m o d o de vida en situación de carencia, dañino para los seres humanos, y la riqueza un m o d o de vida en situación de despilfarro, dañino para el planeta, para el colectivo y también para los individuos, no ricos y ricos. Pero las transformaciones económicas de las últimas décadas han trastocado, no sólo el estado y el acceso a los recursos, sino también nuestro sistema de valores, nuestro modo de entender y vivir la escasez. El mercado necesita del motor de la escasez para promover el consumo. Puede ser una escasez material, producida por la privatización de recursos antes comunales o por su monetarización, o subjetiva, inducida por el aparato publicitario. Pero existe un nuevo mecanismo creador de escasez que apenas tiene unas décadas de existencia. Consiste en reducir, deteriorar, envenenar o consumir los recursos en los que se apoya la vida y en consecuencia que resuelven nuestras necesidades más elementales. Hablamos del agua potable, del aire limpio, de la tierra fértil, de los bosques, de los mares vivos o de la biodiversidad.

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Si preguntáramos a la Tierra qué significa la pobreza, probablemente nos mostraría territorios deforestados, culturas desaparecidas, cauces secos, poblaciones humanas desplazándose en busca de agua, camiones de alimentos alterados con herbicidas, nudos de autovías. Quizá viera también como pobres (sin vida) muchos lugares que nosotros consideramos los escaparates de la opulencia. Los seres humanos hemos pretendido distanciarnos de la red biótica a la que pertenecemos. El resultado ha sido una pobreza ecosistémica que nos pone a todos y todas en riesgo. Un ecosistema pobre, en desequilibrio, es más dependiente y vulnerable. La destrucción de ecosistemas genera lo que podríamos llamar pobreza ecosistémica, que supone vulnerabilidad del sistema y en consecuencia vulnerabilidad de cada una de las especies que lo habitan. Los ecosistemas aún vivos que habitamos se están empobreciendo a gran velocidad. Es imposible entender un m o d o de pobreza ambiental que no repercuta en nuestra vida colectiva o en la de las generaciones futuras. Es imposible por otra parte imaginar un m o d o de organización social que no repercuta en los ecosistemas vivos. Los problemas ambientales son problemas socioecológicos. Los problemas sociales son también socio-ambientales . Sin embargo, curiosamente, la reflexión sobre la pobreza no suele hacerse interdependiente de la reflexión sobre la riqueza. La pobreza entendida c o m o un fenómeno aislado de la riqueza, requerirá soluciones independientes y localizadas, centradas normalmente en el aumento de ciertas rentas o el acceso a determinados consumos. Desde este enfoque de igualar sólo hacia arriba, la lucha contra a pobreza ha adoptado estrategias de mínimos (salario mínimo, prestaciones mínimas en servicios sociales, rentas mínimas, cobertura sanitaria, pensiones mínimas), con la pretensión de situar a toda la población del país o la comunidad por encima de la linea umbral de la pobreza. El sueño de igualar siempre hacia arriba sólo cabría en un m u n d o de recursos infinitos, con una tecnología omnipotente y cargado de buena voluntad. En un m u n d o lleno e interdependiente, no es admisible mantener esta ceguera. Más por un lado significa menos por otro. Es necesario completar las estrategias de mínimos con las estrategias de máximos. No es posible la eliminación de la miseria sin atajar drásticamente los altos niveles lie consumo de buena parte de la población del Norte y una pequeña parte de la del Sur, que pueden llamarse despilfarro o riqueza. Lá lucha contra la 5

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Martinez Alier, Joan. El ecologismo de los pobres. Icaria, Barcelona, 2 0 0 5 .

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riqueza, entendida ésta como despilfarro, será probablemente m u c h o más urgente y más eficaz q u e la supuesta lucha contra la pobreza. Cierto que la reducción de la riqueza económica no asegura la equidad en la distribución de los recursos, pero la hace posible, cosa q u e la riqueza incontrolada no permite. La tarea q u e sigue es la lucha por la equidad. Podemos pensar en dos vías para enfrentarnos a esta patología que es la riqueza y encaminarnos hacia un m u n d o más justo: las luchas colectivas en defensa de la tierra y la transformación de los modos de vida destructores de la sostenibilidad. Las alteraciones del ambiente natural debidas a la intervención humana no afectan por igual a todos los seres humanos. Desde hace tiempo han existido movimientos locales y globales de respuesta a estas injusticias ambientales. Las respuestas a se han d a d o especialmente en el Sur, pero también en el Norte. Son prácticas q u e se han agrupado bajo el nombre de ecologismo de los pobres. La ecología política ha estudiado muchas de estas prácticas. Joan Martínez Alier ha recogido una gran variedad de "conflictos ecológicodistributivos" y luchas, relativos a la extracción de materiales y energía (por ejemplo, sobre biopiratería, privatización del agua, minería, defensa de manglares, derechos sobre la pesca...), el transporte, los residuos (contra sustancias tóxicas, contaminación transfronteriza...). Cabe añadir las luchas centradas en la denuncia de las estructuras económicas y financieras, por ejemplo, en contra del comercio desigual (contra las políticas de la O M C o contra los acuerdos de liberalización comercial), en contra de las políticas de los organismos internacionales y otras estructuras sustentadores del sistema económico (contra el FMI, el Banco Mundial, el G-8...), en contra de las prácticas de las transnacionales (por ejemplo, contra RepsoD, en contra de la deuda externa o la deuda ecológica, etc. Existen también movimientos que relacionan el calentamiento global con el crecimiento de la pobreza y las migraciones, como Acción por el Clima . Quienes más sufren su pérdida, protagonizan buena parte de esas luchas. C o m o ya han mostrado los trabajos de las ecofeministas, las mujeres son protagonistas en no pocas de esas acciones de defensa y denuncia, así como en la organización comunitaria de alternativas. Cada ver es m á s patente q u e las luchas esenciales contra la pobreza están necesariamente unidas a la defensa de la tierra. Otros caminos para enfrentar el problema se dirigen a cambios culturales 6

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www.accionporelclima.org

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y til valores, q u e desemboquen en cambios estructurales de organización económica y política. "Tanto en Oriente como en Occidente, el hilo dorado di' la búsqueda de la felicidad a través de la autolimitación, ha atravesado Indas las épocas y todas las culturas... El ecologismo está al final de ese hilo dorado." I ,a inviabilidad del modelo y la producción de la miseria tienen su foco t*n los modos de vida del Norte rico. Es en él d o n d e se necesita una mayor V más radical transformación. Transformar nuestros modos de producción y consumo exige cambiar de vida. Éste nuevo m o d o de vida habrá de ser necesariamente más sobrio, pero no necesariamente menos feliz. El mercado no cesa de exhibir y prometer la felicidad, situándola en espacios de consumo parcialmente inaccesible. Nuestra infelicidad es necesaria para MI negocio. Por eso es clave hacerse colectivamente la pregunta sobre las: necesidades y la vida digna de ser vivida al margen del mercado. Desde el marco del ecologismo social y desde la crítica a la economía de mercado podríamos apuntar -algunas nuevas definiciones de lo q u e llamaremos miseria, mejor que'pobreza: hurto de los recursos naturales y ruptura del equilibrio que permite la supervivencia. Otra definición posible, cercana a la faantanya de Mali: imposibilidad de organizar la vida comunitaria sobre la tierra. Un m u n d o sin miseria habrá de ser un m u n d o comunitario que practique la suficiencia y la autocontención, un m u n d o libre de riqueza. Las luchas ya iniciadas desde el Norte - d e denuncia de nuestro modelo de desarrollo y de simplicidad voluntaria- y desde el Sur - p o r la defensa de l,i tierra y la justicia ambiental- muestran caminos posibles. 1

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Bibliografía recomendada •

Martínez Alier, Joan. El ecologismo de los pobres. Icaria. Barcelona, 2005.



Naredo, (osé Manuel. "Sobre pobres y necesitados" en Riechmann, ). Necesitar, desear, vivir. Catarata, Madrid, 1998.



Riechmann, Jorge. La habitación de Pascal. Catarata, Madrid, 2 0 0 9 .



Sahlins, Marshall. Economía de la edad de piedra. Akal, Madrid, 1977.



/iegler, Jean. El hambre en el mundo explicada a mi hijo. El Aleph, Bar-

/

Estovan, Antonio. El hilo dorado, Ediciones del Genal, 2007, p.14.

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celona, 2 0 0 0 . •

Bové, José y Dufour, Francois. El mundo no es una mercancía. Los agricul-

tores contra la comida basura. Icaria, Barcelona, 2001 •

Shiva, Vandana. Cosecha robada. El secuestro del suministro mundial de alimentos. Paidós, Barcelona, 2 0 0 3 .

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Deuda ecológica: la mirada medioambiental de los desiguales intercambios económicos Iñaki Barcena Hinójal y Rosa Lago Aurrekoetxea Docentes e investigadores de la Universidad del País Vasco. Miembros de Ekologistah Martxan

A principios de los años 9 0 , en el mismo m o m e n t o en q u e el desarrollo wstcnible hacia su aparición triunfal en el escenario de la crisis ambiental, emergió el concepto d e d e u d a ecológica^ En junio de 1992, en Río de laueiro, se reunió la C u m b r e de la Tierra, el acontecimiento diplomático que más jefes de Estado y de gobierno ha convocado jamás en el planeta. Alli también, pero a 60 kilómetros de distancia, se reunió el Forum Global, la cumbre alternativa a los gobiernos d o n d e se difundió el término deuda ecológica, que aparece en el seno de los tratados que firman los movimientos sociales y O N G . Éstos, tras posicionarse contra el pago de la denominada deuda externa, apelan al reconocimiento de la deuda ecológica y se comprometen a trabajar para identificar a escala internacional loilos los débitos de naturaleza ecológica. "De la misma manera, nos comprometemos a identificar tanto a los acreedores ecológicos (grupos étnicos, comunidades, países y comunidades golpeadas por el agotamiento de los recursos) como los deudores (responsables del deterioro ambiental y social) y a sostener la adopción de medidas de ajuste ecológico (cambio y modificación del actual modelo ile desarrollo y consumo) para interrumpir las acciones de devastación y contaminación hoy mismo. Pediremos a los gobiernos y al empresariado nacional e internacional la reparación de la degradación ambiental que les sea imputable y la provisión del resarcimiento económico de los daños" (Global Forum di Rio, 1993, p. 48-49). El desarrollo sostenible, hijo pródigo del matrimonio forzado entre el v

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crecimiento económico y la defensa de la naturaleza, ha sido durante años el marchamo utilizado por todo tipo de agentes políticos, económicos, académicos, sindicales, medioambientales... para aportar su grano de arena en la lucha por mejorar el medio ambiente, pero a m e n u d o confundiendo interesadamente crecimiento y desarrollo y poniendo en la dimensión económica el fundamento de su defensa, marginando las más de las veces los componentes social y ambiental. Desde su nacimiento c o m o concepteóla deuda ecológica ha tratado de revertir estas interesadas interpretaciones, poniendo a debate las desigualdades de los intercambios económicos y los impactos ecológicos de tales intercambios. Este concepto nació en el ámbito de los movimientos populares para tratar de contrarrestar el yugo de la deuda externa y hace referencia a la obligación contraída por los países enriquecidos a consecuencia del expolio continuo de los recursos naturales de los países empobrecidos, del intercambio comercial desigual con éstos y del aprovechamiento exclusivo del espacio ambiental global como sumidero de sus residuos. De esta forma, sostenibilidad y desarrollo, justicia ambiental y equidad, se unen a la hora de reclamar el reconocimiento de una deuda ecológica. En ese sentido p u e d e ser un instrumento conceptual sintético y eficaz para hablar de la injusticia en las relaciones Norte-Sur e intentar obtener: • el reconocimiento del desequilibrio en el uso de los recursos naturales y en la contaminación producida, ayudados por indicadores c o m o la capacidad de carga, el espacio ambiental y la huella ecológica, que reproducen de manera concisa y plástica la insostenibilidad de nuestro modelo de producción y consumo. / • la prevención, es decir, poner en marcha una serie de políticas ambientales y económicas que impidan la producción de nueva deuda, el dictado de normativas que pongan freno a la esquilrn'ación de los ecosistemas y busquen la desaparición de los daños sociales y ambientales infligidos. • la reparación monetaria y política de la deuda adquirida, asumiendo que una gran parte del deterioro natural y social producido no tiene vuelta atrás, porque es irreversible y no p u e d e ser reparado. , • la compensación, en la medida de lo posible, de la deuda ya creada y la abolición de la deuda externa. Lo cual supone la disposición a pagar por un uso abusivo o indebido reconocido y la disposición a aceptar tales compensaciones. En el ámbito de la política internacional, Evo Morales o Rafael Correa, presidentes de Bolivia y Ecuador respectivamente, han recogido el testigo

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DEUDA ECOLÓGICA: LA MIRADA MEDIOAMBIENTAL DE LOS DESIGUALES INTERCAMBIOS ECONÓMICOS

dejado en la década anterior por Virgilio Barco (Colombia) o Fidel Castro (Cuba) para asumir como propia la demanda de los movimientos indígenas y campesinos, ecologistas y feministas y esgrimir en foros internacionales los argumentos que se parapetan tras la denominada deuda ecológica. No es fácil evaluar la deuda ecológica en su conjunto. En primer lugar hay dificultades debidas al gran número de daños ambientales producidos desde la época del colonialismo hasta hoy, lo que hace que sea imposible cuantificarlos y evaluarlos todos. Un primer esfuerzo clarificador sería distinguir entre los mecanismos generadores de tal deuda (expolio de recursos, pérdida de soberanía alimentaria, intercambio comercial injusto, aprovechamiento abusivo del espacio ambiental global...) y los componentes de la misma (la deuda del carbono adquirida por los países industrializados a causa de la desproporcionada contaminación de la atmósfera a través de los gases de efecto invernadero, la biopiratería,» esto es, la apropiación intelectual con fines mercantiles de saberes y conocimientos locales e indígenas, la exportación de residuos, pasivos y externalidades ambientales o la pérdida de soberanía alimentaria, etc.). En segundo lulgar, la complejidad de las relaciones entre ecosistemas y sociedad humana hace q u e sea difícil determinar con exactitud las consecuencias de un d a ñ o ambiental. La contaminación se transmite y se acumula a lo largo de la cadena trófica, y los factores que aumentan el riesgo son muchos, a veces interactúan entre ellos y muchas veces tienen efectos a largo plazo. Por eso es difícil aislar el efecto de cada elemento contaminante y establecer una relación lineal de causa- efecto. En tercer lugar, la evaluación monetaria ignora muchos otros aspectos de las pérdidas q u e no pueden ser expresados con lenguaje económico. Además estas estimaciones son discutibles porque dependen de la renta (la muerte de un profesional es más cara que la de un empleado). Sin embargo, en el ámbito empresarial e institucional p u e d e revelarse más eficaz hablar un lenguaje cuantitativo y monetario. Del mismo modo, la evaluación monetaria de los daños ambientales es útil en un contexto judicial: la compensación monetaria del daño p u e d e ser la única manera para que las víctimas, por lo menos, reciban algo y el culpable del daño sea castigado, además de constituir un acicate preventivo o disuasorio que incentive a las empresas a tomar precauciones para reducir el riesgo de accidentes. La cuantificación monetaria no es la única manera de evaluar la deuda ecológica: se pueden y se deben usar preferiblemente métodos de cuantificación física. El flujo de materiales no es un indicador directo de contaminación (un gramo de mercurio contamina más que una tonelada de

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hierro), pero p u e d e dar una idea de la dimensión física de una economía. Usando esta metodología observamos que mientras desde un punto de vista monetario las importaciones europeas son aproximadamente iguales a las exportaciones, en términos de peso Europa importa aproximadamente cuatro veces más de lo q u e exporta. Además, las exportaciones europeas son m u c h o más caras que las importaciones, es decir, el ingreso obtenido de la venta de una tonelada de bienes exportados p u e d e ser utilizado para comprar cuatro toneladas de bienes importados. Por eso los países del Sur, a causa de la pobreza y la deuda exterior, se ven incentivados a vender una cantidad creciente de bienes primarios, como combustibles fósiles, metales, minerales, etc., q u e producen mucha contaminación y poca riqueza en el lugar de extracción y de procesamiento, mientras que los países del Norte se especializan en productos finales, más caros y menos contaminantes. Así la deuda ecológica responde de forma integral al modelo dé la globalizaclón capitalista. Incluye tanto la equidad c o m o la ecología, aporta la crítica al sistema dominante de forma transversal, intergeneracional y multidisciplinar. Es útil tanto para referirnos a las políticas internacionales como a las nacionales y locales, a los organismos internacionales (BM, FMI, O M C ) , las empresas transnacionales y los gobiernos y a poner en cuestión nuestro m o d o de vida cotidiano en el Primer Mundo. En el contexto de la crisis económica actual estamos asistiendo a una serie de fenómenos (la bajada del precio de materias primas, la disminución de las emisiones de C 0 , la disminución del comercio internacional o los cambios en el sistema de gobierno internacional) que en palabras del investigador catalán Miquel Ortega nos deberían hacer repensar el modelo económico actual en otros términos. El decrecimiento y el llamado Green New Beal, la reconversión ecológica de la economía, son nuevas propuestas a explorar y la deuda ecológica es un argumento central para caminar en este sentido. 2

Bibliografía recomendada •

Barcena, I.; Lago, R.; Villalva, U. (eds.) Energía y deuda ecológica. Transnacionales, cambio climático y alternativas. Icaria, Barcelona, 2 0 0 9 .



Global Forum di Rio. La Carta de la Terra. II manisfesto delTambientalismo planetario. ISEDI, Torino, 1993.



Martínez Alier, j. El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y len-

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DEUDA ECOLÓGICA: LA MIRADA MEDIOAMBIENTAL DE LOS DESIGUALES INTERCAMBIOS ECONÓMICOS

guajes de valoración. Icaria-FLACSO, Barcelona, 2 0 0 4 . Naredo, J. M. Raíces económicas del deterioro ecológico y social. Más allá de los dogmas. Siglo XXI, Madrid, 2 0 0 6 . Observatorio de la Deuda en la Globalización. Deuda ecológica. ¿Quién debe a quién? Icaria, 2 0 0 3 . Ortega, M. Impactes ecologics de la crisi económica ais pa'isos del Sud. Observatorio de la Deuda en la Globalización, Barcelona, 15 abril 2 0 0 9 . Ortega, M. (ed.) La Deuda Ecológica Española. Impactos ecológicos y sociales de la economía española en el extranjero. Muñoz Moya Editores y Universidad de Sevilla, 2 0 0 5 . Simms, A. Ecological Debí: The Health ofthe Planet & the Wealth ofNations. Pluto Press, London, 2 0 0 5 .

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La escapada virtual: el desarrollo de u n a ceguera colectiva Fernando Cembranos Díaz Psicólogo y miembro de Ecologistas en Acción

No resulta difícil imaginarse a un niño o una niña comenzando el día pegado a la pantalla viendo los dibujos animados, mientras sus papas apresurados le preparan el desayuno. De camino a la escuela, sin apenas mirar por la ventanilla del coche, probablemente estará viendo una película en el DVD del cabezal del asiento delantero, mientras permanece inmovilizado (por seguridad) en la parte trasera del automóvil. Una vez en la escuela se entretendrá en el rincón virtual aprendiendo formas en un programa interactivo. Sin apenas hacer caso de su merienda intentará jugar con la game-boy. De vuelta a casa y con el televisor de su habitación tratará de ver su serie preferida. Sus padres temerosos de dejarle fuera de la competición del futuro le compraron muy pronto un ordenador en el que ahora explora nuevos juegos. El día q u e finalmente fue al campo pasó una buena parte de la mañana en el centro de interpretación, d o n d e hay unos buenos simuladores del bosque y los animales q u e habitaban el valle antes de que lo devorara la nueva urbanización. La escapada virtual consiste en relacionarse, percibir, preocuparse, sentir emociones y ocuparse más de las pantallas q u e del territorio, mientras éste va siendo progresivamente devastado. En este capítulo nos centraremos en las pantallas de televisión y en las de los videojuegos, a las que la población española dedicamos unas 4 horas y media al día de media (3 horas SO minutos de televisión de media en la población general y 2 horas de videojuegos de promedio en jugadores habituales). Si se mira el planeta desde un satélite se observa que las llamadas zonas desarrolladas son manchas grises y borrosas q u e se expanden al m o d o de una enfermedad (las dos costas de EE UU, una amplia zona del centro

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de Europa, la costa mediterránea, Japón y las nuevas economías asiáticas). También se observa q u e las zonas áridas han ido creciendo en detrimento de las zonas boscosas, a u m e n t a n d o con ello el color parduzco. Otras manchas han ido apareciendo en diferentes partes y la atmósfera, en general, se ha hecho más gris. Pues bien, a la vez q u e el planeta se ha hecho más borroso y descolorido, las tecnologías de producción de realidad virtual, como si fuera una estudiada correlación inversa, han ido adquiriendo más colores, más definición y una mayor apariencia de realidad. Las ventanas han ido siendo sustituidas por las pantallas y se ha ido dejando de mirar la realidad de forma directa, prefiriendo ver lo que de ella se filma o se recrea. La referencia de la realidad ya no es la observación directa de millones de ojos, sino lo que la pantalla dice. Y lo que la pantalla dice es diseñado sólo por unos pocos que sirven a los fines de quienes la controlan. Por eso la riqueza se muestra en términos de ventas o de indicadores de la bolsa y no en la calidad del aire, el suelo, el agua, las relaciones humanas, la igualdad de oportunidades o la biodiversidad. La menor interacción con el territorio hace desconfiar a la gente de su propia observación, y la referencia más valiosa se convierte en la pantalla misma, Debilitadas las conexiones con los otros y con la realidad misma, no es fácil distinguir qué es realidad y qué es ficción y se crean las condiciones para implantar a través de las pantallas realidades falsas e interesadas. Los mass-media han ido creciendo hasta convertirse en una especie de nuevo medio ambiente. Para muchas personas ya no hay otra realidad relevante que la que produce la pantalla. "Lo ha dicho la televisión". En buena medida el tiempo con las pantallas es un tiempo manipulado por quienes las financian, las controlan, las poseen, o se enriquecen o aumentan aceleradamente su poder gracias a ellas. En el caso de la televisión se ve más claro. Por cada 10.000 minutos en los q u e la televisión habla bien de las multinacionales sólo aparece u n o en contra. La televisión es un medio por el cual las compañías más grandes del planeta se hacen aún más grandes gracias a ella. La televisión y los videojuegos convierten a la mayor parte de la población del planeta en espectadores o falsos protagonistas. Muchas personas opinan q u e la televisión en realidad ha contribuido a la conciencia ecológica ya q u e ocasionalmente han visto q u e en la programación se incluye un documental sobre el calentamiento global. Se olvida q u e la televisión es esencialmente una máquina de crear deseos sobre cosas q u e no se necesitan o q u e no p o d e m o s permitirnos desde el punto de vista ecológico (cuando algo es necesario no suele hacer falta q u e te lo

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digan insistentemente y de manera seductora, como hacen los anuncios de la televisión). La televisión se financia, existe y tiene su razón de ser precisamente por este mecanismo. La televisión dedica mucho más esfuerzo a hacer deseables los coches (publicidad del automóvil, carreras, películas en las q u e los coches marcan quién es quién) y a fomentar la movilidad horizontal que a hablar del calentamiento global. Y en cualquier caso nunca diría q u e General Motors, Renault y BMW son ¡unto con otras compañías responsables del cambio climático. En buena medida lo q u e propone la televisión son unos estilos de vidaí insostenibles. Las soluciones que propone suelen necesitar más energía,' emiten más residuos y son más mercantilizadas. En realidad lo que la . televisión promueve es la dependencia del mercado, y en especial de las grandes compañías, para conseguir la supervivencia y la felicidad. C o m o tecnología de implantación de imágenes en el cerebro, la televisión permite hablar directamente al interior de las mentes de millones de personas y depositar en ellas imágenes y asociaciones emocionales (que difícilmente se pueden modificar) capaces de lograr que la gente haga lo que de otra manera nunca hubiera pensado hacer. ¿ C ó m o conseguir suprimir las numerosas maneras diferentes de estar frescos, de desayunar o de percibir la belleza que había en los diferentes territorios y culturas, y sustituirlas por el aire acondicionado de Fuji, los potitos de Nestlé o la cabellera al aire de L'Oreal? No hay obreras, okupas, ecuatorianos o ecologistas controlando la programación. .Junto con el sistema financiero, la televisión es el acelerador más eficiente del proceso de globalización, en el que la producción y los residuos se crean a escala mundial, y los beneficios y el control de los recursos suelen concentrarse en los mismos sitios. Las televisiones más importantes del mundo son propiedad de las 100 compañías más grandes, que a su vez son las que más se anuncian en televisión. Las cadenas públicas o se privatizan o se mimetizan con las privadas y en cualquier caso quienes las financian, en buena parte, son las mismas compañías. En la actualidad existen unos conglomerados industrial-financiero-mediático-políticos, en los que resulta muy difícil saber quién controla a quién, pues son un mismo ente o hacia ello se encaminan. Se esperan además nuevas alianzas con los sectores de la energía, las telecomunicaciones, la industria del entretenimiento, la biotecnología, la aeronáutica, etc. En sólo dos generaciones, la enorme variedad de producciones locales en los diferentes sectores de la economía (alimentación, movilidad, energía,

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comunicaciones, entretenimiento, finanzas, etc.) están controladas por un reducido espectro de macrocompañías, q u e controlan la televisión o son parte de ella. Las grandes corporaciones pueden extraer beneficios de todos los rincones del planeta y de todos los rincones de nuestra conciencia, para ello es necesaria una tecnología que cambie las cabezas, y las relaciones en todos los lugares del mundo. Es necesaria una tecnología q u e legitime la e n o r m e concentración de poder y elimine paulatinamente cualquier otro sistema o alternativa en los cerebros y en los territorios. Esa tecnología es la televisión. La televisión es un aparato especialmente eficaz para suprimir millones de interacciones entre las personas y todo lo que la interacción produce: conocimiento, lenguaje, comunicación, cultura, estructuras de relación, afecto, contacto, conflicto, creación, organización social y poder. Es igualmente eficaz (en interacción con otros factores como el proceso de urbanización dispersa y el sistema de movilidad) para retirar a las personas del territorio próximo, perdiéndose con ello la observación directa, el conocimiento, las representaciones locales, las referencias físicas, la responsabilidad y el cuidado del mismo. Los mapas cognitivos se desarrollan en el cerebro a partir de las actividades que realizamos. La televisión se convierte en uno de los mayores campos de experiencia mental, desplazando a la experiencia directa con la realidad y con los otros. Una buena parte de nuestros mapas cognitivos han sido implantados por la televisión. Estos mapas están gravemente distorsionados, sesgados y desordenados con respecto a la realidad, al ser introducidos sólo con la finalidad de mantener la atención a la pantalla (para este fin, vale todo) y mientras ir introduciendo mensajes de naturaleza comercial. La televisión marca la agenda de los temas a tratar y pensar. La competencia de la pantalla de televisión con la realidad acarrea numerosas consecuencias. De entrada suprime o debilita la conversación inmediata, la de las comidas y las cenas, recorta la comunicación con las personas más próximas dificultando su conocimiento y convierte lo cercano en extraño. Favorece el aislamiento. La soledad que produce se resuelve a su vez viendo aún más horas de televisión. La televisión calma el dolor q u e ella misma provoca. Disminuye la información local, tanto de personas c o m o de realidades, y por lo tanto disminuye las posibilidades de articular relaciones y conocer y actuar sobre el territorio próximo. Homogeneiza las cabezas y suprime la sociodiversidad, al seleccionar la pantalla un trozo muy p e q u e ñ o de realidad y repartirlo a todos los cerebros por igual. Dejan de ser conocidas las realidades que no han sido seleccionadas por la pantalla,

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sin q u e por otra parte se echen de menos: al no aparecer otras realidades en ellas y ser las pantallas el principal referente, lo lógico es pensar q u e no existen. La televisión suprime la diversidad cultural. Con la ayuda de los satélites y las parabólicas envía los mismos mensajes a una parte importante de la población del planeta, aunque estos mensajes caen en lugares con condiciones muy distintas. Por eso pueden verse casas victorianas y campos de golf en Almería. La televisión rompe el delicado sistema entre cultura y territorio que buscaba la adaptación de las soluciones a las características de cada lugar y se sustituye por una propuesta única o trivialmente diferenciada, que por otra parte beneficia a las compañías fuertes en detrimento de la diversificación de la producción y de los beneficios.-'La' televisión viene a ser el equivalente del monocultivo cultural. A diferencia de la televisión, los video-juegos permiten la interacción fundamentalmente con la máquina, a u n q u e también con otros participantes. Permiten también una cierta actividad psicomotora e intelectual (resolución de problemas). A diferencia de la televisión ocurren cosas (aunque virtuales) como consecuencia de las acciones que la persona realiza. Si bien con la televisión se aprende la pasividad, con el vídeo-juego se aprende la irrelevancia de la acción. La persona actuante recibe una retroalimentación precisa sobre las consecuencias virtuales de sus acciones y con ellas sufre una ilusión de contingencia, una ilusión de poder. Sin embargo no es más q u e una ilusión porque la clave es que en el espacio real no ocurre nada c o m o consecuencia de sus acciones. En el espacio real cada vez son menos personas las q u e deciden lo q u e ocurre (qué se produce, qué se come, q u é se siembra, qué se ve). Cabe relacionar el éxito de los videojuegos (además de por razones de mercado y de su precisión para estimular) con la progresiva dificultad de acceso a la interacción con las personas y con el territorio. La participación en el espacio virtual se hace en buena medida en detrimento de las posibilidades de participación en el espacio real. Se aprende a ser protagonistas de la nada.

Bibliografía recomendada •

Baudrillard, J. Cultura y simulacro. Kairós, Barcelona, 1978.



Bordieu, P. Sobre la televisión. Anagrama, Barcelona, 1997.



Cembranos, F. "Televisión, interacciones sociales y poder". Revista Inter-

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vención Psicosocial. Vol 13, n° 1, 2 0 0 3 •

Debord, G. Comentarios sobre la sociedad del espectáculo. Anagrama, Barcelona.



Díaz Nosty, B. Informe anual de la comunicación: Años 2000-2001. Grupo Zeta, Madrid, 2 0 0 2 .



Mander,). Cuatro buenas razones para eliminar la televisión. Gedisa, Barcelona, 1984.

*•

Pignotti, L. La supernada: ideología y lenguaje de la publicidad. Fernando Torres Editor, Valencia, 1976.

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Defensa de qué, de' quién: miedo a la carta para la guerra global Mar R. Gimena y Jaime S. Barajas Alternativa Antimilitarista-Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC)

"La acción de preguntar supone la aparición de la conciencia." María Zambrano

Inevitabilidad del conflicto y evitabilidad de la violencia Partimos de q u e los conflictos entre personas, grupos humanos o países son inevitables. Son expresión de la vitalidad de una relación q u e lleva consigo una complejidad de intereses y actitudes. Se refieren, por tanto, a una realidad compleja y dinámica en la que se hacen presentes divergencias, discrepancias y desigualdades entre diferentes sujetos sociales. Sin embargo, los conflictos no tienen por qué abordarse de manera violenta. Una cuestión es el conflicto y otra las formas de regularlo. Por tanto, un conflicto, por muy grande que sea, no tiene que desembocar necesariamente en una guerra: no está destinado, de por sí, a militarizarse. "Lo q u e caracteriza a una posición pacifista no es la negación del conflicto, sino la negación de la inevitabilidad de la violencia. El pacifismo piensa en los seres humanos fundamentalmente como resultados culturales, en d o n d e la naturaleza coloca su base pero no su construcción. La cultura es una creación del ser humano, que ha sido y sigue siendo moldeado por ella a lo largo de la historia. Desde esta concepción, por tanto, el hecho de q u e la mayoría de las culturas hayan desarrollado la violencia como m é t o d o para dirimir los conflictos, (¿acaso no han desarrollado también la cooperación?, ¿en qué medida se amplifica por

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medio de la transmisión histórica el peso de la vía violenta?) no nos obliga a concluir que la violencia forma parte del ser humano. Ambos, el ser h u m a n o y la cultura, son conceptos dinámicos, cambiables y construibles. De ahí el e m p e ñ o en ir analizando los rasgos constitutivos de una cultura de la violencia y sus contrapuestos: los rasgos de una cultura de paz". Carmen Magallón . 1

De enemigos a criminales: el lento proceso de la militarización social Tradicionalmente los procesos de militarización han respondido a la lógi ca de fomentar el miedo a un determinado grupo para, a continuación, identificar a ese grupo c o m o el enemigo y convencer a la población de que hay que atacar/exterminar al tal enemigo con fuerzas militares y/o paramilitares. Ese proceso de generación de miedo y construcción del enemigo al que tradicionalmente han recurrido las élites militaristas, con el paso del tiempo se ha ido sofisticando y en la actualidad nos resultan incluso burdos los métodos que se utilizaban hace relativamente poco. La novedad a la que asistimos en estos momentos es el salto que supone la conversión de esos enemigos en criminales. Desde el 11-S se ha producido una abolición de las diferencias entre enemigos y criminales y se ha ido abriendo paso un modelo de lucha, a la q u e ahora se califica de antiterrorista, en la q u e se consagra la primacía del procedimiento sobre la ley, lo que sirve de cqartada para el recorte d e libertades y derechos, recorte q u e afecta igualmente a potenciales enemigos c o m o a las personas a las que se dice defender. Este recorte de derechos habría provocado airadas reacciones por parte de la sociedad civil en otro contexto sociopolítico. Pero en el contexto actual de miedo al terrorismo global lo que ha suscitado son adhesiones e incluso peticiones de mayores recortes. El concepto de seguridad que nace del miedo a la amenaza, cuanto más difusa o fantasmagórica mejor, pasa de ser un medio - m a n t e n i m i e n t o de un espacio seguro en el que desenvolverse- a convertirse en un fin: lo importante es la sensación de seguridad. Y cuanto más ilusoria es la sensación de seguridad, más margen hay para las restricciones de derechos 1

Magallón, Carmen. "Hombres y mujeres: el sistema sexo-género y sus implicaciones para la paz". Mientras Tanto, 54, mayo-junio 1993.

DEFENSA DE QUÉ, DE QUIÉN: MIEDO A LA CARTA PARA LA GUERRA GLOBAL

y la legitimación del uso de la violencia, llegando a hacer aceptable la aniquilación del etiquetado como enemigo/criminal, como única solución al problema de la inseguridad.

Crisis y control social: los ejércitos como garantes de la seguridad interna y externa Milton Friedman afirmaba que sólo una crisis, ya sea real o percibida, produce un cambio real, y cuando llega esa crisis, el cambio q u e desencadena d e p e n d e de las ideas q u e haya en el entorno. El contexto actual de crisis llega en un m o m e n t o en el que previamente hemos asistido a una revitalización del discurso militarista tradicional, en el que son los ejércitos, en sus diferentes modalidades, los únicos garantes de la seguridad. Pero nos encontramos con, al menos, una característica diferente, fruto de esta situación que Naomi Klein denomina "capitalismo fundamentalista". En este contexto se ha conseguido convencer a gran parte de la población de q u e los Estados no son buenos gestores y q u e lo más eficaz es la exlernalización de los servicios que tradicionalmente prestaban y gestionaban. Hemos asistido a la progresiva privatización de esos servicios -sanidad, educación, transporte- y la última vuelta de tuerca dentro de esta lógica era la privatización de las organizaciones encargadas de proporcionar esa sensación de seguridad. La empresa Blackwater (hoy llamada Xe tras los escándalos en que se ha visto envuelta en lraq) es el más claro ejemplo de esta tendencia. Xe entrena en sus propias instalaciones a más de 4 0 . 0 0 0 personas, cuenta incluso con aviones y helicópteros de combate y sus actividades van desde la fabricación de blindados hasta el entrenamiento de perros para las fuerzas de seguridad. Xe trabaja para el gobierno de Estados Unidos en lraq y una de sus ramas fue la encargada de la seguridad - e n teoría la logística y el transporte, en la práctica doscientas personas fuertemente armadas destinadas a proteger las instalaciones del g o b i e r n o - durante las operaciones de rescate en el Golfo de México tras el huracán Katrina. C o m o muestra de todo esto, sirva el dato de que el gobierno de EE UU en el año 2 0 0 7 estableció que el 7 0 % de su presupuesto de inteligencia lo gestionaran contratistas, privados. En el Estado español, el ejército, visto en la transición como mantenedor del sistema franquista, ha jugado bien su baza de lavado de cara, presentándose a su público como garante de las libertades fuera y dentro del territorio

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del Estado. Los ejércitos han pasado de ser los ejecutores directos de las guerras a los aliados de distintos pueblos para el mantenimiento de la paz y la libertad. C ó m o se ha operado el cambio en las personas de a pie se debe, entre otras causas, a una intensa campaña publicitaria -a pesar de la cual han tenido que esperar a q u e el paro se dispare para tener más de una solicitud por plaza ofertada en el ejército- y a una lógica de enemigomiedo-seguridad que ha permitido sembrar en terreno abonado las semillas del ejército humanitario.

Un nuevo orden mundial: (a guerra global La terminología de esta nueva guerra preventiva -lucha antiterrorista, operación quirúrgica, misión de p a z - intenta remitir a intervenciones con un alto grado de precisión, en las q u e se va a cauterizar el ¡ejido infectado pero respetando el sano, siempre justificadas en aras de la seguridad. Pero se llame como se llame la guerra sigue siendo guerra. Un enfren tamiento violento en el que fundamentalmente mueren y resultan heridas personas civiles , población del territorio d o n d e transcurren los bombardeos, combates, etc. En el q u e lo que se produce es destrucción, miseria, hambre y miedo. Y la guerra sigue siendo esencial para el funcionamiento del sistema capitalista. Según Umberto Mazzei, durante más de un siglo las crisis económicas del capitalismo nacen en el medio financiero y desembocan en una guerra. La posición hegemónica de EE UU en el m u n d o arranca del fin de la Primera Guerra Mundial, enfrentamiento del q u e salió convertido en gran acreedor financiero mundial. Desde entonces la economía de la primera potencia mundial ha sido una suerte de keynesianismo de guerra. De las sucesivas crisis se ha salido participando en sucesivas guerras: la Segunda Guerra Mundial, Corea, Vietnam y finalmente la Guerra Fría. El fin de la Guerra Fría supuso la pérdida del pretexto para esa economía de guerra, así que h u b o que inventar la "amenaza a la paz", situación q u e permitió atacar a países en los que no se corría riesgo: primero Iraq y después Serbia. Y los atentados del 11-S fueron la coartada definitiva para convertir esa guerra, para defender la paz amenazada, en la fase en la que 2

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Según señala Eric Hobsbawm, mientras en la Gran Guerra de 1914 sólo el 5% de las víctimas eran civiles, en la Segunda el porcentaje se elevó hasta el 6 6 % . Como apunta este anciano historiador que reside en Cambridge "en la actuali dad, la proporción de víctimas civiles de cualquier guerra se sitúa entre el 80 y el 90%".

DEFENSA DE QUÉ, DE QUIÉN: MIEDO A LA CARTA PARA LA GUERRA GLOBAL

nos encontramos ahora, la "guerra contra el terror": Afganistán, de nuevo Iraq y ya veremos si Pakistán, Irán... Pero no sólo EE UU ha participado y participa en misiones militares fuera de su territorio o lejos de sus fronteras. Un número cada vez mayor de Estados, entre ellos el español, se ha sumado a esta estrategia y despliega tropas fuera de sus fronteras desde la fase que hemos llamado de amenaza de ¡a paz, o envía tropas a zonas en las q u e los intereses económicos de sus empresas se ven amenazados. En el caso del Estado español, Bosnia, Iraq, Afganistán o el Indico son algunos ejemplos de esta política. La necesidad d e participar en estas misiones internacionales para ser alguien en el contexto mundial y la profesionalización total de las fuerzas armadas, ha servido de justificación para el incremento continuo del gasto militar en el Estado español. Así ha ocurrido con los sucesivos gobiernos, desde Felipe González hasta el actual de Zapatero, quien en el año 2 0 0 8 batió el récord de gasto: 18.926,83 millones de euros, más de cincuenta millones de euros al día. Esta tendencia de incremento del gasto militar se ha detenido en el Estado español en 2 0 0 9 debido a la crisis, pero en regiones del planeta como América Latina asistimos recientemente a un preocupante proceso de rearme. A nivel mundial el gasto militar ha crecido un 4 9 % en los últimos diez años, y sólo Estados Unidos representa el 4 5 % del total. La situación cotidiana de las personas q u e habitamos este planeta se ve directamente influida por las macro y micro políticas de militarización social progresiva que nos ha tocado vivir en los albores del siglo XXI. C ó m o actuemos dependerá de lo q u e interioricemos colectiva y personalmente para resistir y desobedecer.

Bibliografía recomendada •

Bricmont, |ean. Imperialismo Humanitario. El uso de los derechos humanos para vender la guerra. El Viejo Topo, Madrid, 2 0 0 5 .



Por qué el capitalismo necesita al terror. Entrevista a Naomi Klein 14-102007. www.nodo50.org/tortuga/article.php3?id_article=6753



Mazzei, Umberto. La situación económica mundial (II) www.argenpress. info/2009/07/la-situacion-economica-mundial-ii.html



Torres López, Juan; Garzón Espinosa, Alberto. Gasto militar, gasto contra la sociedad. 12-11-2007 http://altereconomia.org/web/index. php?option=com_content&task=view&id= 182

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Capitalismo global Carlos Tatbo Profesor de Ciencias Políticas y Administración de la Universidad Autónoma de Madrid

Lo común es que se considere que los últimos veinte años de la historia del capitalismo han estado marcados por lo q u e ha dado en llamarse globalización. Parece legítimo sostener, sin embargo, que ninguno de los elementos presuntamente característicos de esta última faltaba en el capitalismo de los decenios anteriores, con lo cual sobran los motivos para dudar de la idoneidad y la necesidad del término q u e utilizamos para describir una realidad sólo parcialmente nueva. En ese sentido, la decisión de otorgar a la palabra globalización un peso extraordinario tuvo en su m o m e n t o un carácter visiblemente interesado: a su amparo se trataba, por encima de todo, de desterrar de nuestro lenguaje otros dos vocablos, imperialismo y capitalismo, como si u n o y otro hubiesen dejado de servir para retratar una realidad, la de hoy, que, sin embargo, p u e d e describirse sin mayores problemas con el concurso de esos dos vocablos. Lo anterior no significa q u e el capitalismo de los dos últimos decenios no haya experimentado cambios. La consideración de esos cambios bien p u e d e obligarnos a aceptar, aun a regañadientes, la palabra globalización siempre y cuando por detrás agreguemos algún adjetivo q u e permita recuperar discurso crítico. Así, y en la que cabe entender que es la mejor opción, podríamos hablar de^globalización capitalista,^ expresión q u e tiene la virtud de rescatar, con el adjetivo, el principal de los vocablos que se intentaba desterrar de nuestro lenguaje. Los elementos que justificarían la aceptación de que existe una globalización capitalista se refieren tanto a factores q u e explicarían los cambios como a estos últimos, siempre en el buen entendido de que ni los primeros ni los segundos son estrictamente nuevos: más razonable parece identificar elementos que, ya presentes en el pasado, han adquirido un inusitado vigor en el presente.

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¿Cuáles son esos factores que estarían en el origen de la globalización capitalista? El principal es, sin duda, el crecimiento - u n 6 , 5 % a n u a l - registrado en los intercambios comerciales desde el final de la Segunda Guerra Mundial, mucho más rápido que el experimentado por la producción. De resultas, en la segunda mitad del siglo XX el comercio mundial se multiplicó por doce mientras la producción lo hacía por seis. El proceso fue posible merced a una general desaparición de las barreras aduaneras y se vio acompañado de un notable desarrollo de los flujos especulativo-financieros, con varias consecuencias interesantes: la quiebra del sistema de Bretton Woods y la crisis del petróleo del decenio de 1970, con las turbulencias esperables en las economías capitalistas; los esfuerzos para compensar lo anterior de la m a n o de inversiones en el Tercer Mundo; el impulso experimentado por la internacionalización de los mercados financieros, en estrecha relación con fórmulas desreguladoras; una activa desindustrialización en el Norte y, en suma, el giro operado desde la producción estandarizada y en masa hacia fórmulas más flexibles . Más recientemente, a todo lo anterior se sumaron los efectos del hun dimiento de los sistemas de tipo soviético y, si así se quiere, del progresivo agotamiento del modelo chino. Y se agregaron las secuelas de desarrollos tecnológicos como los vinculados con la producción en masa, la segmentación de los procesos productivos -facilita su internacionalización-, el control a distancia, la mayor rapidez y eficiencia en el transporte, y la uniformización de productos, hábitos de consumo, sistemas de venta y financiación , prácticas todas ellas que ganaron terreno al amparo de gigantescos rponopolios en buena medida sostenidos gracias a las inversiones acometidas por los Estados. Si se trata de resumir en un puñado de rasgos la condición de la globalización capitalista, el primero de ellos nos habla de una primacía radical de la especulación. En los dos últimos decenios los movimientos financieros se han desarrollado de forma espectacular, y han perdido paulatinamente su relación con los de bienes. Hoy en día se destinan en el planeta a operaciones de cariz estrictamente especulativo sesenta veces más recursos q u e los que corresponden a la compraventa efectiva, material, de bienes y servicios . Dominique Plihon ha recordado al respecto q u e "una sola jor1

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Hirst, P. y Thompson, G. Globalization in question. Polity, Cambridge, 1999, págs. 5-6. Vidal Villa, J.M. Mundialización. Icaria, Barcelona, 1998, pág. 90. Passet, R. La ilusión neoliberal. Debate, Madrid, 2001, pág. 123.

CAPITALISMO GLOBAL

nada de especulación afecta a una masa de capitales superior a la totalidad de las reservas de cambio de los bancos centrales" . El segundo rasgo lo configura una notable aceleración en los procesos de fusión de capitales: en los dos últimos decenios del siglo XX se multiplicaron nada menos que por siete los activos afectados por las fusiones , de tal manera que hoy existen muchas empresas cuyo volumen de operaciones es mayor que el producto interior bruto de numerosos Estados. Joaquín Estefanía ha tenido a bien identificar al respecto una paradoja, toda vez que la "busca de una mayor liberalización de los mercados" ha provocado "una concentración de poder económico sin precedentes" . 4

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Un tercer elemento caracterizador es la deslocalización, propiciada por la integración de ambiciosas cadenas de producción y distribución esparcidas por todo el planeta. A su amparo son muchas las empresas que han trasladado su actividad a otros países para así sacar provecho de ventajas como las vinculadas con bajos salarios, ventajas fiscales o regímenes autoritarios que permitan garantizar la obtención del beneficio más descarnado. Un cuarto rasgo vertebrador de la globalización capitalista es, en fin, una general apuesta por \adesregulación,esto es, por la supresión de las normas que en su caso pudieran limitar la libre circulación de los capitales. El objetivo, evidente, no es otro que gestar una especie de paraíso fiscal de escala planetaria, de tal suerte q u e los capitales, y sólo los capitales, puedan moverse a lo largo y ancho del globo sin mayores obstáculos, arrinconando progresivamente a los poderes políticos tradicionales y desentendiéndose por completo de cualquier consideración de cariz humano, social o medioambiental. A duras penas sorprenderá que el proyecto q u e acabamos de retratar haya tenido dos consecuencias fundamentales. La una es un crecimiento notable de las redes del crimen organizado, directamente beneficiadas, claro, por la desregulación. La otra es una visible pérdida de peso de esos poderes políticos tradicionales de los que acabamos de hablar, que, si bien han ganado atribuciones en el terreno militar-represivo, las han perdido en el ámbito económico y social en provecho de formidables corporaciones económico-financieras q u e dictan la mayoría de las reglas del juego, en

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Plihon, D. Le nouveau capltalisme. La Découverte, París, 2004, pág. 76. Amin, S. "¿Nueva fase del capitalismo? (o cura de rejuvenecimiento del capitalismo senil)", en M. Monereo y M. Riera (dirs.) Porto Alegre. Otro mundo es posible. El Viejo Topo, Barcelona, 2001, pág. 72. Estefanía, J. La mano invisible. El gobierno del mundo. Suma de letras, Madrid, 2007, pág. 140.

61

I, CAUSAS DE UNA ENFERMEDAD SISTÉMICA: IDEOLOGÍAS DE LA DESTRUCCIÓN

lo q u e cabe entender q u e configura una agresión en toda regla contra las normas de la democracia representativa. Esto aparte, nada invita a concluir que la globalización capitalista es un proceso espontáneo - o b e d e c e , antes bien, a los intereses, bien tramados, de esas grandes empresas-, uniforme - s e despliega con arreglo a pautas muy distintas según los espacios geográficos, c o m o lo testimonia el hecho de que el continente más pobre, África, haya recibido en los últimos decenios un 0 , 6 5 % de los flujos de inversión frente al 7 1 % que tenian por destino Estados Unidos, la Unión Europea y j a p ó n - e igualitario -las diferencias de ingresos entre el 2 0 % más rico y el 2 0 % más pobre de la población planetaria no han dejado de crecer, y espectacularmente, en las dos últimas décadas-. Si la globalización estaba llamada a llevar al capitalismo a las mayores cotas de eficiencia y asentamiento, unos pocos años han servido para dar al traste con todas las ilusiones al respecto. Ello es así hasta el punto de que cabe preguntarse si el capitalismo mencionado, que históricamente demostró una formidable capacidad de adaptación a los retos más dispares, no está perdiendo dramáticamente esa habilidad y, guiado por un impulso poderosísimo encaminado a multiplicar espectacularmente los beneficios en un período de tiempo extremadamente breve, se muestra hoy incapaz de deshacer el escenario de caos y crisis general q u e ha provocado. Y es que, al respecto, importa subrayar q u e estamos obligados a dudar de la capacidad del capitalismo para resolver sus propios problemas o, lo q u e es lo mismo, para garantizar razonablemente los beneficios que desea obtener. La situación es tan dramática, y el riesgo de un caos general tan evidente, que los movimientos de contestación han empezado a percatarse de q u e el problema no reside, como lo sugiere el discurso dominante, en el capitalismo desregulado, sino en el capitalismo en sí mismo, en su doble dimensión de explotación e injusticia, por un lado, y de agresiones contra la naturaleza, por el otro. Acaso la única virtud del escenario contemporáneo - n o nos engañemos: a u n q u e del caos general que acabamos de invocar p u e d e n derivarse respuestas imaginativas, lo más razonable es concluir q u e provocará, está provocando ya, un sufrimiento ingente para buena parte de la población del planeta- es su capacidad para concitar respuestas cada vez más numerosas, más conscientes y más firmemente decididas a propiciar un nuevo orden de cosas marcado por la justicia, la solidaridad y la reconciliación con un medio natural castigado por el crecimiento sin 7

7

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Les Éconoclastes, Petit bréviaire des idées reçues en économie (La Découverte, Paris, 2003), pág. 59 (hay traducción castellana: Popular, Madrid, 2009).

CAPITALISMO GLOBAL

límites q u e ha postulado el capitalismo global.

Bibliografía recomendada •

Amin, S. El capitalismo en la era de la globalización. Paidós, Barcelona, 1999.



Arrighi, C. El largo siglo XX. Akal, Tres Cantos, 1999.



Arrióla,).; Guerrero, D. (dirs.) La nueva economía política de la globalización. Universidad del País Vasco, Bilbao, 2 0 0 0 .



Bauman, Z. La globalización. Consecuencias humanas. FCE, Buenos Aires, 1999.



Bello, W. Desglobalización. Icaria, Barcelona, 2 0 0 4 .



Centro Nuevo Modelo de Desarrollo. Norte Sur. La fábrica de la pobreza. Popular, Madrid, 2007.



Chomsky, N. El beneficio es lo que cuenta. Crítica, Barcelona, 2 0 0 0 .



Chossudovsky, M. Globalización de la pobreza y nuevo orden internacional. Siglo XXI, México, 2 0 0 2 .



Latouche, S. La apuesta por el decrecimiento. Icaria, Barcelona, 2 0 0 8 .



Martin, H. P; Schumann, H. La trampa de la globalización. Taurus, Madrid, 1998.



Martínez González-Tablas, A. Economía política de la globalización. Ariel, Barcelona, 2 0 0 0 .



Sampedro, ).L. El mercado y la globalización. Destino, Barcelona, 2 0 0 2 .

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II. Diagnóstico de un sistema colapsado: consecuencias de la insostenibilidad

Q.AVl'.S D E I ECOLOGISMO SOCIAL

Biodiversidad: tirando piedras contra nuestro propio tejado Theo

Oberhuber

Miembro de Ecologistas en Acción

"No se corta una flor sin que se estremezca una estrella" Proverbio Masai

A medida que los seres humanos hemos incrementado nuestras habilidades y capacidades, aumentamos de forma simultánea nuestro impacto sobre el entorno natural. En ocasiones por mera ignorancia, pero en otros casos con evidente alevosía, estamos poniendo en riesgo el único elemento generador de los bienes y servicios que nos resulta imprescindible para vivir y q u e incluso utilizando toda la tecnología que disponemos nunca seremos capaces de reproducir: la biodiversidad. A u n q u e muchas de las causas de la pérdida de biodiversidad a las q u e nos enfrentamos en la actualidad -destrucción del habitat, persecución directa de determinadas especies o la introducción de especies exóticas invasoras- eran problemas incluso en tiempos remotos, la diferencia hoy, fundamentalmente, es de escala y velocidad. Antes de la Revolución Industrial la degradación ambiental era mucho más gradual, produciéndose a lo largo de cientos o miles de años, y relativamente localizada. Sin embargo, las acciones acumulativas de las sociedades de rápido crecimiento e industrialización han dado paso a problemas más complejos. Los recursos q u e los seres humanos utilizamos cada año c o m o fuentes de materiales y energía, y c o m o sumideros de residuos, superaron hace tiempo la producción anual de la Tierra. La sobreexplotación de los recursos naturales por parte de nuestra especie ha provocado que prácticamente todos los ecosistemas de la Tierra hayan experimentado una transformación

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II. DIAGNOSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

radical. C o m o demuestran los cálculos de huella ecológica, una medida q u e traduce todo nuestro consumo a territorio, h e m o s rebasado los límites que impone el planeta y lo hemos hecho fundamentalmente a costa de la biodiversidad, de esa biodiversidad de la que dependemos para vivir en el presente y q u e requerirán las generaciones del futuro. Si no adoptamos las políticas adecuadas, el declive actual de la biodiversidad y la pérdida respectiva de servicios aportados por los ecosistemas van a proseguir, y en algunos casos incluso a acelerarse. Las investigaciones llevadas a cabo sobre el coste de la inacción muestran que si la actual tesitura no varía, sufriremos graves consecuencias de aquí a 2 0 5 0 : se producirá una disminución del 11% de las zonas naturales q u e existían en el año 2 0 0 0 , principalmente por su conversión a la agricultura, la expansión de infraestructuras o el cambio climático; cerca del 4 0 % de las tierras actualmente explotadas con medios de agricultura poco intensiva, podrían convertirse en tierras de cultivo intensivo, lo que conlleva pérdidas suplementarias de biodiversidad; y el 6 0 % de los arrecifes coralinos se encuentra en riesgo de desaparecer a partir de 2 0 3 0 por culpa de la pesca, la contaminación, las enfermedades, la invasión de especies exógenas o el blanqueamiento de los corales provocado por el cambio climático . La extinción de especies, que forma parte del curso natural de la historia de la Tierra, se ha acelerado mil veces respecto al ritmo natural, y no hay indicios de que este proceso se esté ralentizando, por lo que nos enfrentamos a una extinción en masa de especies comparable a la de los dinosaurios, pero que será la primera producida por las actividades h u m a n a s . Esta situación se podría calificar de grave si supusiese la alteración de nuestro entorno natural, la pérdida de los bosques y causase la desaparición de especies emblemáticas como el oso polar o el tigre siberiano. Sin duda, sería una importante pérdida para las futuras generaciones q u e nunca disfrutarían de estas bellas especies. Pero no, no es sólo este el problema al q u e nos enfrentamos. Desde hace miles de años venimos tirando piedras contra nuestro tejado, y esas piedras cada vez son más abundantes 1

2

1 2

68

Comisión Europea. La Economía de ¡os ecosistemas y ta biodiversidad. Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas. 64pp. Thomas, |. A., Telfer, M.C.; Roy, D.B.; Preston, C D . ; Greenwood,).|. D.; Asher, (.; Fox R.; Clarke, R.T. y Lawton. J. H. "Comparative Losses of British Butterflies, Birds, and Plants and the Global Extinction Crisis". Science 303:1879-1881. 2004.

BIODIVERSIDAD: TIRANDO PIEDRAS CONTRA NUESTRO PROPIO TEJADO

y pesadas, hasta el punto q u e estamos destruyendo la biodiversidad y los ecosistemas que generan los bienes y servicios de los q u e vivimos.

Biodiversidad y servicios ecosistémicos Huyendo de definiciones científicas, la biodiversidad,\ abreviación de diversidad biológica, es el conjunto de todos los seres vivos del planeta, el ambiente en el q u e viven y la relación q u e guardan con otras especies. Por ello, la biodiversidad está compuesta por todos los animales, todas las plantas y todos los organismos, así c o m o todos los ecosistemas, tanto terrestres como marinos, junto a las relaciones que establecen entre sí. La biodiversidad refleja el número, la variedad y la variabilidad de los organismos vivos y, también c ó m o éstos cambian de un lugar a otro y con el paso del tiempo. Se calcula que en la Tierra hay entre 5 y 30 millones de especies. Sin embargo, hasta el momento, sólo se han identificado unos 2 millones. Para subsanar esta deficiencia es imprescindible contar con investigaciones más completas q u e pueden contribuir a q u e no se extingan. Incomprensiblemente gastamos más dinero en conocer otros planetas que en identificar todas las especies del nuestro, el único d o n d e sabemos q u e podemos vivir. La biodiversidad sustenta la producción, a través de los ecosistemas sanos, de una amplia gama de servicios de los que d e p e n d e m o s : servicios de aprovisionamiento q u e nos facilitan por ejemplo alimentos; servicios de regulación, q u e purifican el agua; servicios culturales, en los q u e basamos por ejemplo muchas actividades de ocio, y servicios de apoyo, como los ciclos de nutrientes y la formación del suelo. Sin estos servicios ecosistémicos, sin el agua, la comida, la ropa, las medicinas, la protección contra el frío y la lluvia, la diversión, la regulación de los gases de efecto invernadero, y también la belleza de nuestros espacios naturales, nuestro planeta sería irreconocible. Aunque ni podemos ni debemos monetarizar la naturaleza, sí resulta ilustrativo conocer los resultados de algunos estudios realizados para valorar los servicios ecosistémicos. El primer estudio realizado a escala global, ya en 1997, se propuso valorar en dólares todos los servicios ecosistémicos que el ambiente natural vivo proporciona sin coste alguno a la humanidad, 3

3

EM. Millenium Ecosystem Assessment. Ecosystems and human well-being: a framework for assessment. Island Press, Washington, DC. 2 0 0 3 .

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II. DIAGNÓSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

y estimaron que la contribución era de 33 billones de dólares anuales o más. Esta cantidad es casi el doble del producto interior bruto combinado de todos los países del m u n d o en ese año. Esto resalta la importancia que tienen los servicios que nos da la biodiversidad, a u n q u e normalmente no sean recogidos por los indicadores económicos. Un ejemplo de la importancia de los servicios de algunos ecosistemas lo encontramos en el manglar, un ecosistema marino-costero ubicado en los trópicos y subtrópicos del planeta, que además de ofrecer leña, pescado y otros bienes, es una barrera natural que protege contra las marejadas. En diciembre de 2 0 0 4 , en el Océano Indico se produjo un tsunami muy devastador, que costó la vida de cientos de miles de personas. Sin embargo, en algunas zonas de Indonesia y Malasia la presencia de manglares intactos redujo ostensiblemente los daños y evitó la muerte de miles de personas. Si no se hubiesen destruido gran parte de los manglares de la región estos daños habrían sido mucho menores. Pese a ello, los manglares siguen desapareciendo por la construcción de hoteles, carreteras o aeropuertos. Los servicios ecosistémicos son también esenciales en aspectos tan importantes como la salud humana. Según la Organización Mundial de la Salud, más de la mitad de la población en los .países del Sur d e p e n d e para su asistencia sanitaria primaria directamente de las plantas localizadas en sus lugares de origen. En los países del Norte los productos vegetales aportan aproximadamente el 2 5 % de los fármacos que se emplean en la medicina. Otro 13% de los fármacos se hacen con productos derivados de los microorganismos, y el 3% a partir de animales terrestres. Cientos de especies de plantas medicinales, cuyos elementos químicos naturales constituyen la base de más del 5 0 % de todos los medicamentos que se prescriben, están amenazadas de extinción. Esta situación ha movido a los expertos a llamar a la movilización para "asegurar el futuro de la medicina mundial" . Y cada especie que desaparece es una posibilidad _ q u e se pierde de obtener nuevos medicamentos q u e puedan curarnos. La biodiversidad también es fuente de bienestar por el impacto emocional positivo que genera en la mayoría de las personas q u e se adentran en los paisajes d o n d e lo natural domina sobre lo artificial. Una reacción sentimental inspirada en la belleza, en el sentido de lo imponente y de la fascinación, que resulta extraordinariamente gratificante y placentera. El considerado padre de la biodiversidad, Edward O. Wilson, defiende que la 4

4

Hawkins, B. Plants for Life: Medinal Plant Conservation and Botanic gardens. Botanic Gardens Conservation international, Richmond, Reino Unido, 2 0 0 8 .

BIODIVERSIDAD: TIRANDO PIEDRAS CONTRA NUESTRO PROPIO TEJADO

vinculación emocional que experimentamos casi todos los seres humanos con otros seres de la naturaleza está en nuestros genes, forma parte de lo más íntimo y profundo de nosotros mismos. Esta conexión innata, o sentimiento de pertenencia, q u e aparece en la especie humana respecto al resto de los seres vivos, ha sido bautizado por Wilson como biofilia /: Sin embargo, según la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio , los servicios de los ecosistemas examinados se están degradando por las actividades humanas o se usan de manera no sostenible - a p r o x i m a d a m e n t e el 6 0 % (15 de 2 4 ) - , incluyendo el agua dulce, la pesca, la purificación del aire y del agua, la regulación del clima regional y local, los riesgos naturales y las plagas. Y esta debacle se acentuará aún más en el curso de los próximos decenios a causa de múltiples factores, entre los q u e cabe destacar el cambio climático global. Si seguimos minando las funciones naturales que mantienen la unidad de este planeta estaremos creando unas condiciones que harán la vida cada vez más difícil, especialmente para aquellos q u e ^ , están ya en el límite de la supervivencia. Y es que resulta claro el impacto desproporcionado que tiene la pérdida de biodiversidad sobre los más desfavorecidos, puesto que las consecuencias de esta pérdida de biodiversidad y de la degradación de los servicios aportados por los ecosistemas no están repartidas mundialmente de manera igualitaria. Eás.zonas con la biodiversidad y los ecosistemas más ricos se encuentran en países empobrecidos, en los que millones de personas dependen más directamente de ellos para cubrir sus necesidades básicas. Por ello serán los pequeños agricultores y pescadores, junto a los pobres de las zonas rurales y de sociedades tradicionales, y especialmente los 25 millones de refugiados ambientales, los q u e sufrirán la peor parte de esta progresiva destrucción de la biodiversidad. 5

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Bibliografía recomendada •

Wilson, E. O. El futuro de la vida. Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2 0 0 2 .



Leakey, R.; Lewin, R. La Sexta extinción. El futuro de la vida y de la huma-

5

Wilson, Edward O. "Biophilia and the conservation ethic" en Stephen R.Kellers y Edward O. Wilson (eds.) Theo Biophilia Hypothesis. Island Press, Washington D.C. päg 31. EM. Millenium Ecosystem Assessment. Ecosystems and Human 'Well-being-.Biodiversity Sfntesis. World Resources Institute, Washington, DC, 2 0 0 5 .

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I I . DIAGNÓSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

nidad. Tusquets, 1997. •

VVWF. Living Planet Report 2008. World Wildlife Foundation, Geneva, 2008



Comisión Europea. La Economía de los ecosistemas y la biodiversidad. Luxemburgo: Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas. 6 4 p p . 2 0 0 8 .

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Del crédito a la deuda ecológica en u n a generación Juan Carlos del Olmo Secretario General WWF España

Lo sabemos pero actuamos ignorándolo: tenemos un solo planeta, con una capacidad limitada para mantener toda la biodiversidad que alberga, incluyendo a los seres humanos. Al demandar de nuestro planeta más de lo que está disponible sobrepasamos los límites ecológicos: en última instancia, lo que está en juego es el bienestar y la supervivencia del ser humano. El hecho es que esta demanda se ha más q u e duplicado en los últimos 45 años, debido tanto al crecimiento de la población como al creciente consumo individual. Si en 1961 casi todos los países del m u n d o tenían capacidad de sobra para satisfacer su propia demanda, hoy muchos sólo pueden hacerlo importando recursos y utilizando la atmósfera global c o m o un sumidero de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Y de seguir así, en 2 0 3 0 serán necesarios dos planetas para satisfacer la d e m a n d a de bienes y servicios de la humanidad. Desde 1998, WWF publica cada año el Informe Planeta Vivo (1PV) para mostrar el estado del planeta en términos de biodiversidad global y el impacto de la actividad humana sobre sus recursos naturales. En su última edición, el IPV nos advierte de que estamos consumiendo los recursos que sustentan los servicios q u e d e m a n d a m o s del planeta demasiado rápido, a mayor velocidad q u e el tiempo que se requiere para renovarlos. Del mismo modo q u e el gasto desmedido está generando una recesión, el consumo irresponsable está agotando el capital natural del planeta, hasta el punto de poner en peligro nuestra futura prosperidad. El Informe Planeta Vivo se basa en dos indicadores: el índice Planeta Vivo, q u e refleja la salud de los ecosistemas del planeta, y la huella ecológica, q u e muestra el grado de demanda humana sobre esos ecosistemas.

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II. DIAGNÓSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

El índice Planeta Vivo tiene en cuenta, para medir la biodiversidad global, las poblaciones de 1.686 especies de vertebrados en todas las regiones del mundo, y nos indica q u e las especies silvestres y los ecosistemas están bajo una enorme presión en todos los biomas y en todas esas regiones del mundo. Aunque la pérdida de biodiversidad se ha nivelado en algunas zonas templadas, la imagen abrumadora que se vislumbra al promediar las tendencias es la de una disminución global en la abundancia de las especies. El Índice Planeta Vivo ha descendido entre un 30 y un 4 0 % durante las últimas cuatro décadas. Es decir, en una o dos generaciones, hemos consumido un tercio de la riqueza natural del planeta. Por otro lado, la huella ecológica mide la demanda de la humanidad sobre la biosfera en términos del área de tierra y mar biológicamente productiva requerida para proporcionar los recursos q u e utilizamos, y para absorber nuestros desechos. La huella de la humanidad excedió la biocapacidad total de la Tierra por primera vez en los años ochenta; ahora excede la capacidad regeneradora del planeta en cerca del 30%. Un exceso global que va en aumento, desgastando los ecosistemas y haciendo q u e se acumulen desechos en el aire, la tierra y el agua. La deforestación, la escasez de agua, la decreciente biodiversidad y el cambio climático que resultan de ese exceso ponen en grave riesgo el bienestar y desarrollo de todas las naciones. En un m u n d o sobreexplotado, en particular los países con deuda ecológica se enfrentan al riesgo de una drástica disminución de los servicios que prestan los ecosistemas y de los q u e d e p e n d e la humanidad. La huella ecológica total de un país se determina por su población y por la huella promedio de sus ciudadanos. Esta última está en función tanto de la cantidad de productos y servicios que consume un ciudadano promedio, c o m o de los recursos utilizados o los desechos generados al proporcionar dichos bienes y servicios. A escala mundial, la población y la huella promedio han aumentado desde 1961. Sin embargo, más o menos a partir de 1970, la huella global promedio por persona ha sido relativamente constante, mientras que la población ha seguido creciendo. En 2 0 0 5 , la huella ecológica global fue de 17.500 millones de hectáreas globales (hag), es decir 2,7 hag por persona (una hectárea global es una hectárea con la capacidad mundial promedio de producir recursos y absorber desechos). La huella de un país es la suma de todas las tierras agrícolas, de pastoreo y de bosques, al igual que las zonas de pesca requeridas para producir los alimentos, fibras y maderas que ese país consume, para absorber los desechos emitidos por la generación de la energía q u e

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D E L CRÉDITO A LA DEUDA ECOLÓGICA EN UNA GENERACIÓN

utiliza y para proporcionar espacio para su infraestructura. Puesto que las personas consumen recursos y servicios ecológicos provenientes de todo el mundo, su huella es la suma de estas áreas, independientemente de d ó n d e estén ubicadas en el planeta. En cuanto a la oferta, el área productiva total, o sea la biocapacidad, fue de 13.600 millones de hag, es decir 2,1 hag por persona. Si este exceso continúa aumentando, ¿qué podemos esperar del futuro? Suponiendo un rápido crecimiento económico mundial y un cambio hacia una mezcla equilibrada de fuentes de energía, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático pronostica q u e las emisiones anuales de carbono se duplicarán para el año 2 0 5 0 . Por otro lado, los cálculos moderados de las Naciones Unidas indican que la población mundial ascenderá a 9.000 millones en el mismo período, mientras q u e las proyecciones de la FAO muestran un importante aumento en el consumo de alimentos, fibras y productos forestales. Es más, si persisten los actuales esquemas de gestión, se prevé q u e las zonas pesqueras disminuirán en más de un 9 0 % para el año 2 0 5 0 . La población crece a la vez que hay menos biocapacidad disponible para satisfacer las necesidades de cada individuo, lo que aumenta la dependencia y la presión de unas naciones sobre la biocapacidad de otras. Los ciudadanos de los países de ingresos bajos actualmente tienen en promedio una huella más pequeña q u e la que tuvieron en 1961. En África, por ejemplo, d o n d e la población se ha triplicado en los últimos 40 años, la biocapacidad disponible por persona ha descendido en más de un 67%, y la huella de una persona promedio ha disminuido un 19%. Contrastando con lo anterior, el desplome de la biocapacidad por persona en el m u n d o en su totalidad fue del 4 9 % . En ambos casos, esta disminución se d e b e principalmente al hecho de que ahora más personas comparten la misma cantidad de biocapacidad, y no a una disminución en la productividad de la Tierra. En muchos países con economías emergentes su creciente huella por persona está asociada con un patrón de industrialización acelerada, similar al fenómeno atravesado hace unas décadas por muchos países de ingresos altos. En China, por ejemplo, tanto la huella por persona como la población se duplicaron entre 1961 y 2 0 0 5 , un a u m e n t o de más de cuatro veces en su huella ecológica total. La creciente d e m a n d a sobre la biosfera de los países de ingresos altos ha sido generada principalmente por un aumento en la huella por persona, la cual creció un 7 6 % entre 1961 y 2 0 0 5 . La mayor parte de este

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II. DIAGNÓSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

aumento se debió a un crecimiento de nueve veces en el componente de carbono. Aunque el crecimiento de la población en los países de ingresos altos ha sido más lento q u e en los países de ingresos medios o bajos, este crecimiento rápido de la huella por persona sitúa a los países de ingresos altos con una participación del 3 6 % de la huella total de la humanidad, a pesar de tener sólo el 15% de la población mundial. Esto es, 2,6 veces mayor que la huella total de los países de ingresos bajos. Para una sociedad que ya ha sobrepasado la capacidad ecológica del planeta, el crecimiento continuo de la población y de la huella por persona es claramente un rumbo suicida e insostenible. Estos factores de consumo deberían ser gestionados con estrategias que permitan reducir simultáneamente el exceso en el consumo y mejorar el bienestar humano. La eficiencia con la cual se utilizan los recursos para proporcionar bienes y servicios p u e d e mejorarse e n o r m e m e n t e mediante el desarrollo de innovaciones a escala local, y la adopción de estrategias de gestión de los recursos y de tecnologías desarrolladas en otros países. El empoderamiento de la mujer, la educación y el acceso a la planificación familiar voluntaria pueden desacelerar o incluso revertir el crecimiento de la población. La transferencia de tecnología de los países de ingresos altos puede ayudar a los países' de ingresos medianos y bajos a obviar las fases del desarrollo industrial que requieren un uso intensivo de recursos. Puesto que más de la mitad de la población vive ahora en ciudades, las decisiones sobre infraestructuras que se tomen en las ciudades también tendrán una enorme influencia en la demanda futura sobre la biocapacidad local y mundial. Podrían asegurar mejores condiciones de vida para sus habitantes y minimizar su contribución a la huella global. Pero si no hacemos nada y seguimos ignorando los datos, el exceso de consumo actual del 3 0 % alcanzaría el 100% en la década de 2 0 3 0 , es decir, necesitaríamos una capacidad biológica equivalente a dos planetas Tierra para responder a la demanda de recursos y a la producción de desechos de la humanidad. Este escenario, siguiendo los patrones tradicionales de gestión, es incluso conservador puesto que asume que no habrá ninguna sorpresa desagradable e impredecible: que la escasez de agua dulce no provocará una gran perdida de biocapacidad, que no se dará una interacción entre procesos q u e pudieran ocasionar que el cambio climático alcance el punto de no retorno, que no habrá ningún daño irremediable debido a la contaminación o ningún otro factor que pudiera disminuir drásticamente la biocapacidad. Pero estas sorpresas p u e d e n ocurrir y deben ser previstas.

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DEL CRÉDITO A LA DEUDA ECOLÓGICA EN UNA GENERACIÓN

Cuanto más tiempo persista el exceso en el consumo, mayor será la presión que se ejerza sobre los servicios ecológicos, a u m e n t a n d o el riesgo del colapso de los ecosistemas, con pérdidas permanentes de la productividad. Los científicos no pueden predecir con exactitud el punto de no retorno en el cual la degradación de un ecosistema pueda acelerarse repentinamente, o generar una insuficiencia q u e tenga un efecto de cascada en otros ecosistemas. Sin embargo, la mayoría de los científicos están de acuerdo en la necesidad de terminar con el consumo excesivo lo más rápido posible para reducir este riesgo y permitir q u e los ecosistemas degradados se recuperen. La actual depresión en la economía mundial es una severa llamada de atención sobre las consecuencias de gastar más de lo que tenemos. Pero la posibilidad de una recesión económica palidece frente a la inminente crisis del crédito ecológico. La buena noticia es q u e tenemos el conocimiento y los medios para revertir esta crisis. El Informe Planeta Vivo identifica las áreas clave en las cuales debemos transformar nuestros estilos de vida y economías para acercarnos a la sostenibilidad. Ha llegado la hora de tomar decisiones vitales. Los cambios que mejoren nuestros estándares de vida al tiempo q u e reducen nuestro impacto sobre el planeta no se darán fácilmente. Pero las elecciones de hoy definirán durante m u c h o tiempo nuestras oportunidades futuras. Las ciudades, las plantas de energía y las viviendas que construyamos en el presente situarán a la sociedad en un escenario de consumo excesivo y dañino más allá de nuestras vidas, o impulsarán a esta generación y a las futuras hacia estilos de vida más responsables. Si la humanidad tiene la voluntad, p u e d e vivir con los medios disponibles en el planeta asegurando el bienestar h u m a n o y de los ecosistemas de los que depende. Es el m o m e n t o de hacerlo, es hora de cambiar.

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II. DIAGNOSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

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Cambio climático Cristina Rois Miembro del Área de Energía de Ecologistas en Acción

A m e n u d o se dice que el cambio climático es el principal problema medioambiental de este siglo. Puede parecer una afirmación m u y categórica en un m u n d o asediado por tan graves y diversos problemas ambientales, pero es q u e el clima tiene dimensión planetaria: la circulación de las masas de aire en interacción con el océano, los continentes y la cubierta vegetal no se restringe a una región, involucra a toda la Tierra. Posee una e n o r m e inercia, así que, a u n q u e se quiera, no p u e d e revertirse la situación en escala de generaciones. Afecta de modo directo al bienestar de la sociedad humana, a la disponibilidad de agua, a la capacidad de producir alimentos, a la seguridad de los asentamientos, etc. Todos los ecosistemas se han desarrollado durante los últimos milenios bajo unas ciertas condiciones climáticas que ahora están cambiando, lo que significa q u e muchos desaparecerán y otros habrán de transformarse. Puede imaginarse lo q u e esto implica para la biodiversidad. La causa del cambio climático es una alteración de la composición de la atmósfera q u e actúa aumentando la retención de calor. La luz solar atraviesa la atmósfera y calienta la superficie, en consecuencia ésta emite energía a la frecuencia del infrarrojo. Algunos gases de la atmósfera son capaces de absorber parte de esa radiación y el equilibrio resultante es el adecuado para mantener la superficie del planeta unos 30°C más caliente que la temperatura q u e le correspondería por distancia al Sol si estos gases no existieran. Su presencia tiene un papel semejante al de los cristales en un invernadero. Los principales gases de efecto invernadero son el vapor de agua, dióxido de carbono, metano y óxido nitroso. Cualquier factor q u e altere la radiación recibida del sol o la reenviada al espacio, o q u e altere la redistribución de energía entre atmósfera-tierra-

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I I . DIAGNOSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

océano, p u e d e afectar al clima. En la actualidad el factor más alterado es la concentración de los gases de efecto invernadero: casi todos alcanzaron niveles sin precedentes durante los años 90 y continúan aumentando. El C 0 es el más influyente en el desequilibrio climático, seguido por el metano . De 1750 a 2 0 0 5 , la concentración del C 0 aumentó en un 3 5 % . Estas tasas de aumento no tienen precedentes en los últimos 6 5 0 . 0 0 0 años. La causa es la quema de combustibles fósiles (carbón, fuel, gas) para producción de electricidad, transporte, procesos industriales, usos domésticos, etc. En definitiva para obtener energía. Tanto como el 8 0 % del C O emitido a la atmósfera tiene ese origen, y el resto p u e d e atribuirse a la disminución de su absorción por la vegetación, debido a cambios en el uso de las tierras, incluyendo la deforestación y los incendios. Las consecuencias ya son comprobables a u n q u e no espectaculares, precisamente por la inercia del sistema climático. La temperatura media global ha aumentado 0,74°C. Puede parecer poca cosa, pero cuando se trata de valores medios de todo un planeta, las pequeñas cifras tienen un significado enorme. Hace unos 10.000 años, al final de la última glaciación, cuando todo el hemisferio norte estaba sepultado por una espesa capa de hielo, la temperatura media era sólo 5°C más baja que la de hoy. El nivel del mar ha aumentado entre 12 y 22 cm, en su mayor parte por la dilatación del agua. La extensión del hielo ártico se ha reducido en un 3 8 % respecto al promedio 1978-2000 y su espesor ha disminuido un 4 0 % . La situación es tal q u e los países del círculo polar esperan que en pocos años el hielo no estorbe las perforaciones de extracción de gas y petróleo. Hay muchas evidencias de cambio, incluidos los sistemas biológicos, y la probabilidad de que se deban a pura casualidad es ínfima. Así lo ven la gran mayoría de los científicos, pero el hecho de que la variabilidad climática natural sea alta, y que las transformaciones, por ahora, sólo sean claramente visibles a los ojos de los especialistas, han permitido la ocultación del cambio climático a la opinión pública durante más de veinte años. La obcecada resistencia a admitir el problema sin duda se relaciona con su causa principal: los combustibles fósiles. Son el talón de Aquiles de la poderosa industria energética y un sistema socioeconómico ávido de energía porque el 8 0 % 2

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El agua es el principal gas de efecto invernadero, pero la enorme superficie del mar mantiene la participación de este gas en la atmósfera independientemente de la acción humana.

CAMBIO CLIMÁTICO

de la utilizada es fósil. A u n q u e esta disponibilidad de energía ha aportado bienestar también ha acarreado gravísimos inconvenientes (contaminación, degradación ambiental, expolio y abuso, guerra, etc.). La historia del siglo XX se ha construido sobre fuentes de energía muy concentradas que se han explotado con derroche en los países llamados desarrollados, generando impactos ambientales y sociales de ámbito mundial. El cambio climático va a ser uno de sus peores legados. Ya se estima en unos 3 2 5 millones de personas afectadas por el cambio climático puesto q u e sabemos q u e el número de desastres debidos al tiempo atmosférico se ha incrementado e n u n 4 0 % desde I 9 8 0 . El curso del siglo XXI dependerá de la cantidad de C O que se emita, en definitiva de c ó m o sea el sendero (económico, tecnológico, social...) que escojamos transitar: como hasta ahora o tendiendo hacia fuentes renovables y a la austeridad en el consumo. C o n el conocimiento actual del clima se puede estimar el intervalo de a u m e n t o de temperatura en que podríamos movernos a finales de este siglo: de 1,1 °C a 6,4°C, dependiendo del escenario. En correspondencia, las precipitaciones aumentarán en las regiones más al norte pero se reducirán en buena parte del cinturón tropical. Concretamente en la cuenca mediterránea podría haber una reducción de precipitaciones de hasta un 2 0 % en la última década del siglo. El mar aumentará su volumen tanto por expansión térmica c o m o por aporte de la fusión de hielos de Groenlandia y la Antártida. Esto se reflejará en más personas damnificadas por las inundaciones debidas a mareas y tempestades costeras. Los cambios previstos incluyen el calentamiento de las aguas superficiales, ciclones tropicales y extra-tropicales más intensos y tormentas con olas mayores q u e las actuales. La frecuencia e intensidad de estos fenómenos será variable según las regiones, pero los impactos van a ser abrumadoramente negativos. Las zonas expuestas a mayor riesgo por el número de afectados son Asia Meridional y Suroriental, con aumentos menores pero igualmente importantes en África Oriental y Occidental y el Mediterráneo, desde Turquía hasta Argelia. Si no se toman medidas preventivas o de adaptación, en los escenarios de mayor nivel del mar estas zonas vulnerables se p u e d e n convertir en inhabitables a final de siglo. El agua será el gran vehículo de los impactos del cambio climático. Aumentará la evaporación del agua superficial y la variabilidad en las lluvias. La subida del nivel del mar causará la intrusión de agua marina en acuíferos 2

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Human Impact Report: Climate Change - The Anatomy of a Silent Crisis. Global Humanitarian Forum, Geneva, 2 0 0 9 , www.ghf-ge.org

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costeros y estuarios. La disponibilidad de agua dulce va a ser un problema^ en muchas áreas, las que ya hoy se encuentran en situación de estrés hídrico y en nuevas zonas: norte y sur de África, la cuenca mediterránea, nordeste de Brasil, oeste de EE UU y Australia. Por otra parte, la sexta parte de la población mundial habita en cuencas fluviales dependientes de la fusión estacional de hielo (glaciares o nieves). Hasta ahora les garantiza un flujo uniforme tanto en invierno c o m o en verano, pero a medida que desaparezcan los hielos se encontrarán dependiendo sólo de irregulares (a veces torrenciales) flujos de lluvias en invierno y ausencia de caudal en verano. Al mismo tiempo, en 2 0 8 0 hasta un 2 0 % de la población mundial p u e d e encontrarse viviendo en cuencas que probablemente se verán afectadas por inundaciones. Las temperaturas cálidas y los flujos reducidos de agua promoverán la polución tanto por patógenos como pesticidas, sales e incluso exceso de nutrientes y sedimentos. Los países empobrecidos tienen actualmente muy poca capacidad para controlar la disponibilidad de agua. Carecen de infraestructuras para acumularla en pantanos, obtenerla del subsuelo o canalizarla para irrigación. El impacto del cambio climático sobre la agricultura es un complejo balance entre la fertilización que induce el C O , el posible estrés hídrico debido al aumento de la evapotranspiración de las plantas, junto con el déficit de agua disponible y el efecto sobre ellas del aumento de temperatura. En latitudes medias y altas un calentamiento moderado p u e d e beneficiar el rendimiento de cosechas y pastos, pero en las regiones tropicales, estacionalmente secas, incluso un p e q u e ñ o aumento de la temperatura los reducirá. Cuanto mayor sea la intensidad del cambio climático mayor será la disparidad de rendimientos entre los países desarrollados y el resto. Aunque el m u n d o pueda disponer de suficientes alimentos durante el resto del siglo, se prevé la polarización de la capacidad alimentaria con un sustancial incremento del riesgo de hambre entre las naciones más pobres. En definitiva, el impacto es mayor en las zonas cuya población es menos o nada causante del cambio climático y tiene m e n o r capacidad p a r adaptarse. Aparte de los impactos progresivos, se sabe q u e los procesos de realimentación de los fenómenos climáticos p u e d e n ser muy importantes y provocar cambios bruscos y no recuperables, causados no tanto por la variación rápida o lenta de la temperatura sino porque supere un valor umbral y desencadene otros fenómenos q u e impliquen una modificación veloz e irreversible del clima. Desde hace tiempo se señala que ese límite z

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estaría en 2°C sobre la época preindustrial (1,2°C sobre la actual), a u n q u e hay discusiones sobre si el umbral debería ser aún más bajo. En todo caso, los científicos señalan q u e las emisiones globales a mitad de siglo debieran ser la mitad de las de 1990 y que los países industrializados deberían reducir sus emisiones entre el 25 y el 4 0 % para 2 0 2 0 , t o m a n d o c o m o referencia los niveles de 1990 para llegar a mitad de siglo a reducciones del 8 0 % . En los últimos años la idea de que hay que frenar el cambio climático ha ganado aceptación casi general entre público y gobernantes, pero en gran medida se ha q u e d a d o en las palabras y sigue en contradicción con el comportamiento ciudadano y las políticas en curso. El panorama mundial se p u e d e resumir en que los países d o n d e han crecido más rápido las emisiones de C O de origen fósil en los últimos años son los países en vías de desarrollo, en los que el consumo de energía por habitante es bajo o muy bajo pero están muy poblados. Mientras, en la mayoría de los países ricos, partiendo de emisiones por habitante muy altas, las emisiones totales han venido creciendo más lentamente. Aunque China ha superado recientemente a EE UU como mayor emisor mundial -seguidos por la UE, India y Rusia-, en emisiones por habitante está muy por detrás de los países occidentales. La crisis está dejando su huella: las emisiones energéticas de EE UU entre 2 0 0 7 y 2 0 0 8 se han reducido en un 2,8%, debido sobre todo al precio de la gasolina; en la UE se estima una caída del 6% en 2 0 0 8 y otro tanto en 2 0 0 9 respecto al año anterior. Incluso España ha experimentado un fuerte descenso del 8% el pasado año. Sin duda es un freno a la progresión del calentamiento global, pero podría ser breve. Se teme que la recesión pueda conducir a un aumento de las emisiones a largo plazo, precisamente porque la contracción del consumo mantendrá bajos los precios de los combustibles fósiles al tiempo q u e se hace difícil conseguir la financiación necesaria para incrementar el peso de las energías renovables y las tecnologías eficientes . De hecho, según una reciente estimación de la Agencia Internacional de la Energía, la inversión mundial en renovables en 2 0 0 9 seguramente caerá hasta u n 3 8 % . 3

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A pesar de q u e el calentamiento global ha logrado cierto espacio en los 1

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Contribución del Grupo de Trabajo 111 al Cuarto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, Resumen Técnico pág. 31. www.ipcc.ch The Impact ofthe Financial and Economic Crisis on Global Energy Investment. O E C D / IEA, 2 0 0 9 , http://www.iea.org/Papers/2009/G8_investment_ExecSum.pdf





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medios de comunicación y las agendas, hay un serio riesgo de quedarnos anclados en una sociedad intensiva en carbono con unos gobernantes muy poco dispuestos a la urgente transformación energética y económica necesaria y con una opinión pública asustada ante el desempleo. Sería un tremendo error esperar a que el cambio climático golpee nuestra puerta para reaccionar. Debemos convencer a la sociedad de q u e frenarlo es prioritario y q u e no disponemos de mucho más de una década.

Bibliografía recomendada •

Varios autores (Convenio de colaboración entre el Ministerio de Medio Ambiente y la Universidad de Castilla-La Mancha). Evaluación Preliminar de los Impactos en España por Efecto del Cambio Climático. Ministerio de Medio Ambiente, 2 0 0 5 . http://www.mma.es/portal/secciones/cambio_climatico/areas_tematicas/impactos_cc/eval_impactos.htm



1PCC: Cambio climático 2007: informe de síntesis. Contribución de los Grupos de trabajo I, 11 y III al Cuarto Informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. Equipo de redacción principal: Pachauri, R.K. y Reisinger, A. (directores de la publicación). IPCC, Ginebra, Suiza, 104 págs. 2007. http://www.ipcc. ch/publications_and_data/publications_ipcc_fourth_assessment_report_synthesis_report.htm



Stern Review: La economía del cambio climático, resumen en español, 2 0 0 6 http://www.mma.es/portal/secciones/cambio_climatico/documentacion_cc/divulgacion/index.htm



El cambio climático en España. Estado de situación. Documento resumen noviembre de 2007 http://www.mma.es/secciones/cambio_climatico/ pdf/ad_hoc_resumen.pdf



Meira Cartea, Pablo Ángel (Dir.); Arto Blanco, Mónica, Montero Souto, Pablo. La sociedad ante el cambio climático. Conocimientos, valoraciones y comportamientos en la población española. Fundación Mapfre, 2 0 0 9 . http ://www.mma.es/portal/secciones/cambio_climatico/documentacion_cc/divu!gacion/index.htm

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El inicio del ñn de la era de los combustibles fósiles y sus consecuencias Ramón Fernández Duran Miembro de Ecologistas en Acción

"El pico del petróleo será un punto de inflexión histórico, cuyo impacto mundial sobrepasará todo cuanto se ha visto hasta ahora, y esto pasará en la vida de la mayoría de las personas que viven hoy en el planeta" W. Youngquist "El petróleo es demasiado importante para dejárselo a los árabes" Henry Kissinger

Doscientos años no es nada Hasta hace unos dos siglos la humanidad vivió prácticamente sin combustibles fósiles. A principios del siglo XIX la población sobre el planeta se situaba en algo menos de 1.000 millones de personas, de las cuales sólo un , 3 % vivían en ciudades. Su base energética era la energía humana y animal, complementada con el uso domesticado de diversas energías renovables. No sería hasta comienzos del siglo XX q u e el uso de energías fósiles (fundamentalmente el carbón, entonces, a u n q u e despuntaba ya el uso del petróleo) desplaza a la matriz energética renovable previa. En1900, la población humana había experimentado un salto discreto, aunque importante en términos históricos, hasta sobrepasar los 1.600 millones de habitantes, y la tasa de urbanización mundial se había multiplicado por 5,

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I I . DIAGNÒSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

alcanzando el 15%. La urbanización había estallado allí d o n d e se estaba produciendo la revolución industrial, especialmente en Europa Occidental, apareciendo las primeras urbes millonadas, aunque Londres había superado dicho umbral a finales del XVIII. Hoy en día, en los inicios del nuevo siglo, la población mundial supera ya los 6.700 millones de personas y, por primera vez en la historia, más de la mitad de ésta habita en ciudades. La población urbana es más de cien veces la existente en 1800, concentrándose especialmente en más de 5 0 0 grandes metrópolis millonarias. En la actualidad, la base energética renovable es claramente residual (6%), y el grueso de las necesidades energéticas, más del 8 0 % , se garantiza por los combustibles fósiles (crudo, carbón y gas), aunque es el petróleo la fuente principal q u e mantiene en funcionamiento un m u n d o crecientemente industrial (incluido el agrobusiness), urbano-metropolitano y altamente motorizado. Un 4 0 % de las necesidades energéticas globales están garantizadas por el oro negro, y en los últimos sesenta años su demanda se ha multiplicado por ocho. Sin él, y sin el carbón y el gas en ascenso también, el m u n d o cada día más globalizado y e n o r m e m e n t e devorador de recursos naturales (no sólo energéticos) que conocemos sería sencillamente inviable. Sin embargo, este m u n d o urbano-agro-industrial se enfrenta a dos, o mejor dicho tres, enormes retos. Uno es el obligado cambio de la matriz energética, pues como veremos estamos a punto de iniciar el principio del fin de la era de los combustibles fósiles, que se producirá c o m o resultado de alcanzar el techo o pico de la extracción del petróleo , m o m e n t o que inaugurará el declive energético. El otro es c ó m o se podrá hacer frente a la alimentación de una población en ascenso, cuyo crecimiento y nutrición ha sido en muy gran medida factible hasta ahora gracias a los combustibles fósiles, en especial al petróleo (debido a la agricultura y ganadería industrializadas), a pesar de la extensión de la subalimentación (y hambrunas) a sectores crecientes de la humanidad. Máxime si se pretende dedicar crecientes cantidades de grano a la generación de agrocarburantes, con el fin de paliar el declinar del petróleo, para el consumo principalmente del 1

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El pico del petróleo coincide grosso modo con el momento de la extracción de la mitad de reservas disponibles, es decir, aquellas más accesibles, de mayor calidad y, por tanto también más baratas. Para más información sobre el tema de este capítulo, ver Ramón Fernández Duran: El Crepúsculo de la Era Trágica del Petróleo. Virus y Ecologistas en Acción (Libros en Acción), 2 0 0 8 .

EL INICIO DEL FIN DE LA ERA DE LOS COMBUSTIBLES FÓSILES Y SUS CONSECUENCIAS

parque motorizado de EE UU y Europa, con el firme apoyo productor de Brasil, entre otros países exportadores. Además, estamos en un contexto de población mundial todavía en fuerte ascenso, y sobre todo de auge de nuevas demandas alimentarias (de carne) de las clases medias de China e India, así como de estancamiento de la producción agrícola mundial. Es por eso por lo que en los últimos años se han disparado los precios de los alimentos, junto con el alza del crudo, además de por la especulación. Por otro lado, los agrocarburantes' están agravando los impactos sociales y medioambientales de la agricultura' industrializada. Y el tercer gran reto es el cambio climático, en marcha como resultado sobre todo del consumo de combustibles fósiles, así como por la deforestación. En este breve texto nos intentaremos centrar en el primer gran reto, que condiciona los otros dos, que además serán tratados en otras partes del libro.

Crisis global, pico del petróleo e inicio del fin de los combustibles fósiles La crisis multidimensional planetaria que cristaliza en 2 0 0 7 , por el estallido de la tremenda burbuja financiera del capitalismo global, tiene también mucho q u e ver con la crisis energética y de recursos. La intensa expansión financiera y crediticia de los últimos treinta años no hubiera sido posible sin energía barata y, por supuesto, sin una política relajada de creación de dinero a todos los niveles q u e favoreciera asimismo el crecimiento económico. Tras las crisis energéticas de los 70, la intensificación de extracciones de petróleo por todo el m u n d o hizo factible este nuevo periodo de crudo barato, que además logró erosionar el poder de la OPEP. Las crisis energé-í ticas de los 70 fueron de carácter político, no por escasez física de crudo.'' En este último periodo, el capitalismo global ha podido disfrutar también de materias primas baratas y agua asimismo abundante. Pero la subida continua del precio del crudo desde 2 0 0 0 , y sobre todo desde 2 0 0 3 , a partir de la guerra contra Iraq, era un indicador de q u e una pequeña retirada de oferta de oro negro en el mercado (en este caso 1,5 millones de barriles día, debido a la feroz resistencia encontrada en Iraq) podía alterar bruscamente el precio del crudo. La razón es q u e la oferta existente a duras penas logra cubrir la demanda. La propia Agencia Internacional de la Energía reconoce q u e se ha atravesado el pico de petróleo convencional en 2 0 0 5 , y que desde entonces

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I I . DIAGNÓSTICO DE UN SISTEMA COLAPSADO: CONSECUENCIAS DE LA INSOSTENIBILIDAD

no ha hecho sino intensificarse la extracción de petróleo no convencional (en aguas profundas o muy profundas, y a partir de las arenas bituminosas de Alberta, en Canadá, o del crudo pesado del Orinoco), la obtención de líquidos parecidos al petróleo (a partir del carbón o del gas natural) y la producción de agrocarburantes, para hacer frente al auge de la demanda; y todo ello está implicando crecientes impactos sociales y medioambientales a escala planetaria. De esta forma, el alto precio del crudo en verano de 2 0 0 7 (70 $ el barril) fue un elemento determinante en el inicio del estallido de la burbuja crediticia, y su fortísima elevación en 2 0 0 8 (hasta casi 150 $ el barril), debida asimismo a la especulación, fue igualmente uno de los factores más importantes de la profundización de la crisis global. Además, no hay alternativas energéticas viables (masivas, concentradas y baratas, la triple condición necesaria en el presente modelo ) para cubrir el vacío energético que irá dejando primero el petróleo, en torno a 2010 muy probablemente, seguido poco después del gas natural. Es más, asistiremos seguramente a dos picos en uno, pues la extracción del gas natural en ascenso no podrá obviar el declive de la extracción de petróleo. Y poco tiempo más tarde veremos el inicio del declive asimismo de todos los combustibles fósiles, entre 2015 y 2 0 2 0 , a u n q u e el pico del carbón tenga lugar algo después (en torno a 2030). La razón es la misma, pues el declive conjunto del petróleo y el gas en muy pocos años arrastrarán la caída de todos los combustibles fósiles, ya que el carbón no podrá cubrir el tremendo agujero que dejarán. Además, el modelo económico actual tiene dos talones de Aquiles muy determinantes, para los cuales no hay alternativa al petróleo: la movilidad motorizada y la agricultura industrializada, y ambos son claves para su mantenimiento. 2

La profundidad de la crisis global ha traído un m o m e n t á n e o abaratamiento del precio del crudo, pues a lo largo de 2 0 0 9 llegó a caer hasta la tercera parte (menos de 50 $) desde su máximo en 2 0 0 8 . Pero esta alegría ha durado poco y los precios del crudo y de las materias primas han iniciado otra vez una fuerte subida. Probablemente, estamos entrando en una meseta turbulenta con fuertes subidas y bajadas, con una tendencia al alza, que se intensificará con toda seguridad cuando se inicie el declive energético fósil. Esto repercutirá gravemente también sobre el crecimiento económico, y especialmente sobre la dimensión financiera del actual capitalismo global, que probablemente se derrumbará. El castillo de naipes de activos financieros e inmobiliarios casi con toda seguridad se vendrá abajo. 2

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Ni el hidrógeno, ni la nuclear, ni la fusión lo son.

EL INICIO DEL FIN DE LA ERA CE LOS COMBUSTIBLES FÓSILES Y SUS CONSECUENCIAS

Ya ha empezado a colapsar desde hace dos años, pero una masiva ayuda estatal ha logrado frenar su caída por el m o m e n t o . Se iniciará, pues, una era de decrecimiento obligado sin fondo y sin fin, como nos alerta Richard Heinberg.

La necesidad de caminar hacia un mundo postfosilista La llamada Guerra contra el Terror no ha sido, y no es, otra cosa que la Guerra por Petróleo, y por extensión por la defensa de la hegemonía de EE UU y del dólar contra nuevos e importantes actores mundiales (China, India) que disputan ya los recursos fósiles escasos a Occidente. Más de dos terceras partes del petróleo y del gas mundiales están en Oriente Medio y, en menor medida, Asia Central. Europa se prepara ya también para este escenario, pues tiene una enorme dependencia externa de combustibles fósiles (entre otras zonas de Rusia). El incremento de las tensiones geopolíticas será aún más acusado cuando atravesemos el pico del petróleo. Todo indica que estamos entrando ya en la tercera crisis del petróleo, que sin lugar a dudas será la definitiva. Dicha crisis marcará el imposible futuro del actual modelo urbano-agro-industrial. La inviabilidad del crecimiento económico continuo a partir de entonces, debido a q u e el suministro energético será declinante desde ese m o m e n t o (la primera vez en más de doscientos años), será el mayor ataque q u e se p u e d e prever a la lógica capitalista de expansión y acumulación constante, especialmente en este capitalismo global basado en la explosión financiera. Pero el colapso del modelo actual p u e d e ser catastrófico u ordenado en la transición obligada a un suministro energético declinante, a u n q u e en cualquier caso es inevitable el paso a un nivel de complejidad e interrelación inferior al actual. La adaptación a ese nuevo escenario p u e d e ser una oportunidad de oro para caminar hacia otros mundos posibles si la hacemos de forma equitativa y consensuada, intentando solventar de forma pacífica los conflictos q u e sin lugar a dudas se producirán (que ya están aquí). Pero también existe el peligro de entrar en un periodo prolongado de caos sistémicp, militarismo, guerra y autoritarismo- generalizados, con escenarios tipo Maá Max. Por eso el No Blood for OH (no más sangre por petróleo) debería ser el lema q u e presida la movilización y transformación social en el futuro, pues de él se desprende también la necesidad de caminar hacia una profunda mutación del modelo de sociedad, pareja a una fuerte reducción del consumo energético. Se han perdido treinta años preciosos para esa gran transformación

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desde las últimas crisis del petróleo, y hoy nos encontramos en una situación aún más difícil para iniciar el camino hacia un m u n d o post-fosilista. Dicha metamorfosis debería haber sido ya obligada para abordar el cambio climático en marcha, pero tendrá que ser forzosa en las próximas décadas. Deberíamos caminar pues hacia ese nuevo mundo basado en energías renovables (principalmente solar y derivadas), con estructuras sociales y productivas más equitativas, autónomas y descentralizadas. Un nuevo mundo que sin duda será menos urbanizado, menos interdependiente, menos industrializado, menos jerarquizado, y seguramente menos poblado y con mundos rurales vivos y diversos. Un inmenso y tremendo reto, pero también una enorme oportunidad para caminar hacia mundos más justos y sustentables.

Bibliografía recomendada •

Bermejo, Roberto: Un Futuro sin Petróleo. Colapsos y Transformaciones Socioeconómicas. Catarata, Madrid, 2 0 0 8 .



Fernández Duran, Ramón: El Crepúsculo de la Era Trágica del Petróleo. Virus, Barcelona, 2 0 0 8 .



Heinberg, Richard: Se Acabó la Fiesta. Guerra y Colapso Económico en el Umbral del Fin de la Era del Petróleo. Barrabes Editorial, Benasque (Huesca), 2 0 0 6 .



Illich, Iván: Energía y Equidad. Barral, Barcelona, 1974.



Los Amigos de Ludd: Las Ilusiones Renovables. La Cuestión de la Energía y la Dominación Social. Muturreko Burutazioak, Bilbo, 2007.



Sempere, Joaquim y Tello, Enric: El final de la Era del Petróleo Barato. Icaria, Barcelona, 2 0 0 8 .

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¿El ñnal del capitalismo global? Luis González Reyes Co-coordinador de Ecologistas en Acción

Ciclos sistémicos de acumulación Vivimos tiempos turbulentos en los q u e parece, según afirman cada vez más economistas, q u e estamos en una crisis económica de la profundidad de la del 29. La crisis del 29 no fue una crisis más entre las crisis periódicas del capitalismo, sino una crisis sistémica q u e marcó el cambio de un ciclo sistémico de acumulación. Giovanni Arrighi sostiene q u e el capitalismo tiene ciclos largos (de aproximadamente un siglo de duración), q u e denomina ciclos sistémicos. En cada u n o de los ciclos ha habido una potencia hegemónica. De este modo, el primer ciclo sistémico fue el hispano-genovés, el segundo el holandés, al q u e siguió el británico y, ahora, estamos viendo el probable final del estadounidense. Cada ciclo ha tenido características propias, sin embargo hay importantes elementos comunes en cuanto a su desarrollo. Todos se caracterizan por una primera fase en la q u e la economía productiva es la preponderante. Por economía productiva nos referimos a aquella en la q u e un capital se invierte para producir una mercancía o un servicio q u e es posteriormente vendido con un beneficio en el mercado. Sería el que se caracterizaría por la fórmula D-M-D',. d o n d e D sería el capital, M la mercancía o servicio que se genera con ese capital inicial, y produce un nuevo capital D', siendo D500.000

100.001500.000

25.001100.000

10.00125.000

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