Clase - Guillermo Calderón
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Clase
de guillermo calderón
Personajes Profesor Alumna
Sala de clases vacía. La alumna ensaya su disertación.
Alumna Yo soy el Buda. Nací hace 2500 años en el norte de la India. Junto a un río a los pies de la montaña. Me llamo Siddhatta Gotama Mi padre era un millonario. Construyó paredes altas para protegerme de la vida. Amé a una mujer, tuve un hijo. Era feliz. Pero me preguntaba ¿que habrá afuera? Un día salí y vi a un hombre viejo. Me quería morir, nunca había visto la miseria. Cuando tuve 29 años, me fui de la casa, dejé todo, me corté la barba me corté el pelo. Me puse una túnica amarilla y salí a buscar el camino, a caminar la vida santa. En esa época había muchos hombres y mujeres que buscaban un maestro y un camino. Querían iluminarse. Yo era uno de ellos, pedía limosna con un platito, dormía en el bosque. Durante los monzones dormíamos en cuevas y conversábamos acerca de que hacer para no tener que nacer de nuevo. Primero busqué en el yoga el camino del control del cuerpo y la mente. Después ayuné y por meses comí puro aire. Estaba tan flaco que si me tocaba la guata me sentía la columna. Quería estar solo. Salía corriendo si veía un pastor a lo lejos. Andaba sin ropa, dormía en una cama de clavos, me tomaba mi orina y comía mi caca. La piel se me puso negra, parecía un árbol. Hasta que un día, tirado al lado del camino, casi a punto de morir, me acordé de algo. Una vez, cuando era niño, vi una tierra recién arada. Había gusanos muertos junto a sus huevos aplastados. Me dio tanta pena. Por un momento dejé de pensar en mí y me senté por horas en la sombra de un árbol de pomarrosa. Hasta que me vinieron a buscar y gritaban: Siddhatta Siddhattita. Y yo sentado pensando, tranquilo. Y me acordé de eso. Hace miles de años. Y dije: no me tengo que matar, tengo que comer, tengo que sentarme a pensar. Me senté bajo una higuera, un Ficus Religiosa, con las hojas en forma de corazón. Y por años dejé que mi mente se vaciara. Hasta que un día luminoso entendí el sufrimiento. Y como terminar de sufrir. Y cuando estaba a punto de iluminarme se apareció Mitra en un elefante de 150 leguas de alto para tratar de derrotarme. Pero yo le dije: Mitra me voy a iluminar, yo he vivido vidas pasadas enteras de pura compasión. Pero Mitra no me creyó. Entonces yo puse mi mano así en el suelo y le dije: la tierra es mi testigo. Esperé un poco y la tierra respondió diciendo: soy tu testigo. ¿Sabe que pasó? El elefante gigante de Mitra se arrodilló ante mí. Y después me iluminé. Me iluminé y pude ver las cosas sin ilusión, como son de verdad. Todas las flores que florecen florecieron y los frutales que frutan frutaron. Me iluminé. Y después partí a caminar, a contar que había encontrado el camino, y que era para todos. Y eso que ni siquiera tengo fe. Le contaba a la gente que en la vida se sufre. Que sufrimos por desear y desear y desear. Que se puede dejar de sufrir, que hay un camino. Les decía que hablaran despacito, que ayudaran porque sí. Que pensaran cosas bonitas, que se ganaran la vida sin hacer daño a nadie. Que fueran compasivos. Que vieran las cosas como son. Que no odiaran. Yo descubrí eso. La gente me preguntaba, ¿me va a transformar? ¿Va a secar el dolor de la vida, va a liberarme del ciclo de vivir y de morir? Y yo les decía. Siéntate. Respira con pausas largas. Vacíate. Es como si entraras a una pieza y la encontraras vacía. Como tragarse el fuego sagrado y quemarse por dentro. Todos podemos ser puros. Y me creían. Y yo les decía. Esto no es para creer, hay que vivir así. Hay que caminar un camino. Antes de morir tomé agua limpia de un río sucio. Me brillaba la piel como si fuera oro. Me acosté en un bosque de mangos que florecieron y cayeron pétalos sobre mi cuerpo. Finalmente dije. Todas las cosas pasan. Busquen su liberación. Soy el Buda. Y me extinguí como la llama de una vela.
Entra el Profesor.
Profesor Buenos días. Alumna
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Buenos días. Profesor La tragedia… Claro. La tragedia, es una visión extrema de la experiencia humana. Porque, claro. Uno llega a clases y existe el tiempo. ¿Tus compañeros? Alumna En la marcha. Profesor ¿En la marcha?
Alumna Si, en la marcha Profesor Ya. ¿Y tú? Alumna ¿Yo? Profesor ¿Por qué no estás en la marcha? Alumna No puedo faltar. Profesor Ah. Alumna Tengo que hacer mi disertación. Profesor Ah. Pero no hay nadie. Alumna La quiero hacer aunque no haya nadie. Profesor ¿Soy nadie? Alumna No. Profesor Te voy a hacer una clase especial. Alumna
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¿Y la disertación?
Profesor Que disertación? Alumna Mi disertación Profesor No, Vamos a dejar tu disertación para el final de la clase, porque artes te voy a enseñar. Porque me extingo. Me extingo. Y te tengo que entregar el árbol. Alumna ¿Qué árbol? Profesor El árbol del conocimiento. Alumna Ah. Profesor Te voy a enseñar lo que me gustaría que me hubieran enseñado a mi cuando era una niño como tu. Cuando todavía podían moldear mi cerebro. Ahora yo te lo voy a moldear. Para que aprendas a vivir. ¿Sabes lo que te quiero enseñar? Te quiero enseñar a derrocar a un régimen con la guerra de guerrillas. A llorar con el arte. A pedir perdón. A caminar triste por la playa. A que no te importe tu apariencia física. A dar consejos inútiles. A pensar cosas profundas a partir de cosas cotidianas. A insultar y dañar a los que más quieres. A esconder el dolor. A vivir en el pasado. A dar besos largos. A cortar sandías y tortas de cumpleaños. A plantar menta y ruda en el patio. A detestarte. A enamorarte de nuevo. Y de nuevo. Y de nuevo. Todo eso te quiero enseñar. Pero no sé si tenga tiempo. Alumna Por eso mismo, sería mejor que hiciera la disertación ahora. Profesor No. Todavía no. ¿Tú crees que a mi alguien me enseñó algo? ¿Tú crees que me dieron otra oportunidad? Nada. Los profesores me miraban y se reían. Hablaban de cosas interesantes pero yo no aprendía nada. Me interesaba jugar y recoger nueces mojadas. Pero rezar, escribir con letra bonita, nada. Yo era un niño brillante. Tenía opiniones. Hacía reír a las mujeres. No le tenía miedo a la humillación ni a que me gritaran. Me sentía un artista. Vivía el momento. Me aburría como si estuviera casado. Era un niño insoportable. Pero con el tiempo cambié y me puse idealista. Quería un mundo sin fronteras, quería tener un millón de amigos y ver películas en video. Me gustaba la naturaleza. En esa época había tigres y zarzamoras. Te estoy hablando de los años ochenta. En esa época había cuervos rojos en los postes de luz. En la noche había que salir armado. Teníamos que cuidarnos de los elefantes. Había vacas pero no les podíamos hacer nada. En esa época yo ni siquiera era inocente. Desconfiaba hasta de lo que la gente pensaba. No hablaba con extraños. No había computadores, pero había calculadoras científicas y eso era impresionante. Todavía vivía gente que había peleado en la guerra. Y mujeres mayores que habían trabajado en espectáculos eróticos y comedias musicales. Había una cantidad increíble de poetas felices con capa negra. Los que ahora se están muriendo eran jóvenes y no te puedes imaginar lo bonitos que eran. Casi ninguno conocía el extranjero. Sentían que vivían en una isla y les encantaba. No había negros. Yo vi ese mundo. Desde esa época he visto cambiar todo. Yo era un niño insoportable. No aprendía nada pero no importaba. Para que iba a aprender si el cerebro no sirve para nada. Yo uso mi cerebro y me equivoco en todo. Sirve para pensar pero para nada más. Hay cosas que he pensado mucho y he terminado tomando decisiones espantosas. No hay que esperar mucho del cerebro. Anota eso.En la vida hay que esperar mucho. Pero no del cerebro. Tus compañeros están en la calle. Marchando. Son los idealistas. Y prefieren estar allá que oír tu disertación. Son egoístas. ¿Sabes para que marchan?
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Alumna Sí. Profesor ¿Para tener mejor educación? Alumna Sí. Profesor No. ¿Para que les enseñen latín? ¿Para que les enseñen a pensar? Alumna Sí. Profesor No. ¿Para que les enseñen a ser mejores seres humanos? Alumna Sí. Profesor No. ¿Sabes lo que quieren? Alumna No. Profesor Quieren que les enseñen mejor. Que el capitalismo los abrace. Quieren que se los coma la ballena. Quieren llegar lejos. Quieren triunfar. Quieren vestirse de blanco y pasar los veranos mirando el mar. Quieren teñirse el pelo. Quieren tener amigos extravagantes. Quieren comer como animales. Quieren tener hijos de colores. Quieren reírse con la boca abierta. Quieren moralizar a los niños. Quieren tener abuelos arrepentidos. Quieren que los vean arrodillados ante dios. Quieren que el dinero se transforme en libertad y la libertad en silencio. Quieren dormir la siesta del oso y despertar flotando en un río de leche. Quieren brillar con la luz del antiguo amanecer. En el fondo no quieren romper nada. Sólo quieren un poco de fiesta. Yo los entiendo. Y entender es perdonar. Y perdonar es casi querer. Sí, casi quiero a tus compañeros de clase. Los que están allá afuera… como que los quiero. Y si se equivocan por querer que se los trague el cachalote, es en parte por mi culpa. Porque no les alcancé a enseñar de verdad. Por que llegué tarde. Por que no estuve aquí para enseñar como hoy te voy a enseñar a ti. Hace una semana encontraron en el baño de mujeres un muñeco de tela tamaño natural con mi nombre escrito en la frente. La señora que limpia dice que lo dejó ahí toda la tarde porque creyó que era un trabajo para la clase de artes plásticas. Cuando lo sacaron al otro día estaba lleno de agujas, rayado con obscenidades. Me mostraron las fotos. Las niñas saben palabras espantosas. Estaba cubierto con sangre y excrementos. En los bolsillos tenía cartas de amor y de odio. Al cuello tenía colgada una botella de veneno para ratones. En la entrepierna había un pedazo de carne cruda. Y en los ojos pusieron un par de bolitas. La boca se la pintaron con rouge y le enterraron un lápiz a pasta en el pecho. Eso piensan de mí. Eso me harían muchas niñas si me quedara una tarde encerrado en su baño. Me convertirían en una obra de arte. Me harían llorar de placer. Lo que pasa es que enseñar despierta mucho odio. Mira a tus compañeros, mira como corren detrás de los autos blindados. Como queman todo. Están felices. No los culpo, todos queremos tener una juventud fascinante, todos queremos tener las manos con olor a parafina, y llorar con las bombas que hacen llorar. ¿Has llorado por las bombas? Alumna Sí.
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Profesor ¿Has tenido una bomba entre tus brazos? Alumna No. Profesor ¿Has llorado por que una bomba a la que querías explota? Alumna No. Profesor ¿Has visto llorar a una bomba? Alumna No. Profesor ¿Has consolado a una bomba que llora haciéndole el amor? Alumna No. Profesor ¿Le has pedido perdón a una bomba por haber tratado de consolarla con tu pene y con amor? Alumna No. Profesor No hay que esperar tanto de sexo. El sexo no consuela. Anota eso. Se han visto milagros en sudarios domésticos pero no me han ocurrido a mí. Todos queremos tener una juventud fascinante. Todos queremos vivir indignados. Queremos que todo sea espantoso. Queremos jugar con fósforos. Tus compañeros allá afuera no son más que un montón de caspa. No saben hacer la revolución. No quieren guillotinar a nadie. Se van a perder tu disertación. Mírame las manos. Alumna ¿Qué? Profesor Yo podría haber sido un hombre de la tierra. Un poeta del hambre. Un folklorista. Un pionero del desierto. ¿Y que he sido? Un farol de generaciones. Un profeta del aburrimiento. Un perdido. Como tú. Un cansado. Un pulmones blancos. Un profesor. Durante semestres te he mirado a los ojos rogándote que me enseñes algo pero tus ojos tristes sólo me dicen: recreo, recreo. No creas que no entiendo. Yo también fui un escolar con bolsón de cuero. Me gustaba salir a recreo para no tener que pensar… igual que ahora: tampoco quiero pensar. Alumna ¿Entonces puedo hacer la disertación ahora? Profesor
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Todavía no. Lo más importante en la vida es encontrar el hambre y saciarla. Me vas a tener que perdonar, pero hoy no me siento muy humano. Siento que estoy en un cuerpo de hombre. Pero no quepo. Siento las orejas peludas por dentro. Pienso en carroña y en perros atropellados y me da hambre. Veo mejor en la noche. Percibo los olores de las mujeres. Escucho latidos del corazón ajenos. Si alguien pestañea me llega la brisa. Me siento animal. Me dan ganas de repartir mi semilla y pelear por mis hembras. Y si los tiempos vienen mal, comerme a mis hijos. En la noche me dan ganas de gritar, de dormir en el patio. Con las uñas cortas me siento vacío. Veo todo en blanco y negro. No tengo culpa. Quiero que entiendan que si mato es para comer y sobrevivir. Cada día tengo más miedo. Y ya no siento lo que es el amor. Seguramente tú no me conoces de verdad. Para ti yo debo ser simplemente un hombre generoso, el que te enseña. Quizás un poco gris, misterioso. Un hombre duro, ridículamente masculino, atractivo. Un libro abierto en la parte del clímax. Seguramente me miraste con deseo y te preguntaste como se sentirá que te lo meta. Alumna ¿Qué? Profesor El pene. No te pongas así, es normal. Mal que mal todos los días te meto cosas en el cerebro. Cosas que te están marcando para siempre. Mírame bien, por que te estás mirando a ti misma en el futuro. Vas a ser igual a mí. ¿Te gusta lo que ves? Por supuesto que sí. Pero no me idealices. Porque debajo de esta piel de elefante. Hay una estatua de sal y un corazón de paloma. No soy el hombre maravilloso que tú crees que soy. Soy imperfecto. No me miro al espejo desde hace décadas. Me afeito de memoria. Odio mi cuerpo. No es que me encuentre gordo, pero me gustaría ser musculoso. Además no soy un genio. No sé tanto como tú crees. Lo que pasa es que tú no sabes nada. No sé ganarme la vida. Siempre me pierdo los eclipses. Hay tantas cosas que no sé. Veo televisión en vez de leer. Miento a cada rato. Miento para que nadie me odie y me odio por mentir. Soy falso, odio a los extranjeros. Odio bañarme en el mar. Odio a mi clase. ¿Ves? Ese es mi problema. Mi problema es que lo digo todo. Soy un hombre sin misterio. Soy un hombre moderno. Pienso. Entiendo que dios está en los detalles, pero yo no tengo detalles. Soy medio modernista. Tengo buen lejos. A dos cuadras prometo mucho. Pero de cerca tengo cara de arrepentido. Sin ropa soy chocante. Tengo las manos cortadas por encumbrar volantines. Tengo la piel mucho más suave de lo que te podrías imaginar. Casi no tengo pelos. Bello púbico, sí. Pero liso. Sí. Tengo las axilas rojas. Tengo una cicatriz en la cabeza que me ha servido para hacerme la víctima. Y me falta un pezón, me lo sacaron de un mordisco. ¿Qué te estaba enseñando? Alumna La tragedia. Profesor Ah. Sí. La tragedia. Bueno. Es muy simple. La vida puede ser espantosa. Por ejemplo yo siento un oído tapado. Como hace un año. Y antes estaba buenísimo. Este oído escuchó tantas cosas. Este es el oído del amor porque cuando uno está acostado con alguien así, ella te cuenta secretos. Esta es la oreja que oye. Bueno, esta oreja parece que ya no oye. Oye pero un poco. Y para mi es una tragedia. Pero eso no es tragedia. Porque para que sea tragedia tiene que haber algo que hice. Algo que merece castigo. ¿Yo merezco castigo? ¿Hice algo malo? Quizás. Vivir es como caminar por el bosque. Ramas van a caer. Insectos van a morir. Cuando uno camina por la vida hace daño. Yo he tirado basura. He criticado a la juventud. ¿Pero merezco perder el oído en este lado? ¿Que pasa si empiezo a perder el equilibrio y tengo que caminar afirmado de las paredes? Hay gente que mira el cielo con desconfianza. Gente que ha rezado por años con los brazos abiertos. Llorando. Rogando. Y que no la escuchan. Bueno, el mundo no es malo. Ni bueno. Claro. Es cierto que hay días de risa y abrazos. Pero cuando llueve, llueve. Yo antes tenía un amigo. Jugábamos ping pong los viernes en la noche. Tampoco confiaba en él. No te voy a negar que consumíamos drogas. Fumábamos marihuana. ¿Qué tiene de malo? Uno se ríe.No pasa nada. ¿Por que me miras así? ¿Crees que vas a caer bajo si respiras hierba quemada? Bueno, déjame decirte que, te guste o no, ya estás abajo. Eres humana. ¿Y sabes lo que te va a ocurrir con el tiempo? Alumna No. Profesor Bueno. Te va ocurrir lo que le ocurre a todos. Te va a ocurrir la vida. Y en la vida se sufre. Mírame a mí. Yo era tan feliz. Me andaba riendo de la risa. Y ahora mírame. Sólo me rió del futuro. Te aseguro que en el futuro te va a doler tanto el pecho que vas a querer parar. Vas a querer sedarte. Yo me sedo. Vas a estar en tu pieza un día y vas a decir, soy pobre. Soy fea. Soy feo. Por que me dejó. El mundo se va a acabar. Odio a mi mamá. Mi computador es una mierda. Por que me saco puros cuatros. Por que me como las uñas. Por que tengo la
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cabeza grande. Por que no nací en Suiza. Que hago con este pene que me está volviendo loco. Empezó el verano. Se acabó el verano. Por que estoy tan triste si es domingo en la tarde. En fin: la condición humana. Y cuando te sientas así, te recomiendo fumar marihuana. Despedirte un poco de la sobriedad. Despedirte. Morir un poco. Morir un poco. Y renacer un poco. Y reírte. Y pensar. ¿Qué tiene de malo? Reventarse. ¿Qué tiene de malo? ¿Qué tiene de bueno? Bueno nada. No hay que pensar en esos términos. Nada tiene que ser bueno o malo. Eso es la moral. Y la moral es para los humanos. Pero nosotros somos animales. ¿Como va a ser el futuro de nuestra raza? Esto se decide aquí, en esta relación. Yo te muestro el camino en el bosque. Para que seas alguien. Para que seas feliz. Para que ganes plata. A mí me encargaron eso. A mí que soy nadie. A mí que he sido infeliz y que no tengo plata. Todo lo que te he enseñado es lo que yo creo que podría resultar. Pero para ser honesto, no sé. Pregúntale a alguien que haya sido feliz. Te quiero pedir perdón por haberte enseñado que la tierra gira alrededor del sol. Que se yo, nunca lo he visto. Yo miento, te he mentido. Te dije que si uno se esfuerza y trabaja duro pude lograr todo en la vida. Bueno, no es así. No es así. Hay gente que se esfuerza y trabaja duro toda la vida y no logra nada. Ni el esfuerzo, ni la responsabilidad, ni ser optimista sirven. Porque yo fui así y mira como terminé. Siento como que fracasé. Tenía planes pero como que no resultaron. A veces uno echa dos tazas de harina, un par de huevos, mantequilla, azúcar, un poco de sal, el horno caliente… Y no resulta. No resulta. A veces no resulta. Y me esforcé, trabajé duro. ¿Te acuerdas cuando salimos de paseo? Alumna Sí. Profesor Fuimos al zoológico. Nos fuimos en metro hasta plaza Italia y de ahí caminamos por Pío Nono hasta el cerro. Yo fui con corbata. Y con una fila de niños tomados de la mano. Me sentía tan simpático. Compré globos y maní confitado para todos. Y una máscara del hombre araña para el que se portara mejor. Alumna Fui yo. Profesor ¿Fuiste tú? Alumna Sí, fui yo. Profesor Sí. Fuiste tú. Me dijiste que te encantaba el olor de la máscara por dentro. Alumna Sí Profesor Le tomabas la mano a los que lloraban. Alumna Sí. Profesor Fuiste buena con ese niño cojito; tenía tanto miedo de ir al zoológico que vomitó en la calle. Vomitó en la calle. ¿Has vomitado en la calle? Alumna No. Profesor
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Bueno, yo sí. Se siente alivio y no mucha vergüenza. Pero se rompe algo aquí dentro. Uno se pone permisivo. Y empieza a tolerar cosas en uno que nunca debiera tolerar. Bueno. Me esforcé y los llevé al zoológico.Pero cuando llegué a la casa me sentí tan vacío. Hasta los leones tenían la dignidad de la sabana perdida. El sol, el nacimiento del Nilo. De allí venimos nosotros también. Hace miles de años nos mordieron las mismas moscas en la sombra del Kilimanjaro. Pero nosotros los pensantes dijimos ya suficiente me aburrió esta cuestión. Ya no quiero ver estos leones. Me quiero ir. Quiero dejar todo. Quiero caminar. Quien quiere venir conmigo. Metimos las cosas en un saco y partimos caminando con los amigos, las chiquillas y los perros. Hace miles de años. Éramos todos jóvenes porque en esa época moríamos de la muela del juicio. A tu edad serías una abuela. Y yo a mi edad sería profeta. Estaría fundando religiones. Tendría los ojos brillantes. Sabría escribir. Y partimos felices, con el pelo largo. A caminar. Y llegamos a Asia. Y dijimos ya no nos soportamos. Ustedes sigan esa estrella, ustedes esa otra. Anota. No hay que tomar decisiones importantes en la noche. Ni tampoco llorando. Y llegamos aquí. Y nos gustó la vida del valle. Nos gustó la agricultura. Esa mierda. Y nos quedamos sentados como los leones del Kilimanjaro. Y pasaron los años y la peste. Y la tierra se puso cada vez más redonda. Y el tiempo y el espacio se pusieron relativos. Nos llenamos de nostalgia por ese viaje lleno de pájaros negros en el cielo y de sexo libre. Por que en esa época no sabíamos lo que era el amor. Sentíamos cosas cuanto enterrábamos a alguien con que habíamos fornicado. Sentíamos algo. Decíamos, chuta. Por treinta segundos fuimos felices. Nos olvidábamos de las miserias de la vida. Del frío. Del calor. De las separaciones dolorosas. De sentir que la vida y el viaje no tienen sentido. Y fornicábamos. Pero no sentíamos ni el asomo de lo que con el tiempo y con la domesticación de las vacas íbamos a llamar amor. Lo sentíamos en la tumba cuando aplastábamos la tierra con el pie. Y una mujer como tú decía: me gustaba mirarlo de lejos. Me gustaba abrazarlo. Lo habría abrazado para siempre. Pero en esa época tampoco se había inventado el siempre. Se caminaba. Se vivía. Y después de las pestes y de la nostalgia y años de esfuerzo voy al zoológico y me encuentro con el león. Me reencuentro con el león del Kilimanjaro. Mírate León. Después de miles de años viniste a parar aquí. No quisiste caminar pero te trajimos igual. En barco. Ahora sabes lo que es la nostalgia. Aquí las moscas son insignificantes. Pero ya no puedo viajar. Si hago una maleta y dejo todo me canso a las dos cuadras. Ya ni siquiera soy salvaje. Miro al cielo y ningún buitre me quiere comer porque saben que estoy vencido. ¿Has mirado el sol? ¿Te has mirado las manos contra el sol y dicho “estoy viva, estoy viva, los pájaros también están vivos”? A veces siento que la naturaleza piensa. Y me sorprendo de que existan las olas del mar. Te voy a mostrar algo. Un poema. Hay un camino entre dos piedras, que son montañas. Y una puerta de metal. Yo soy la puerta que cierra el camino. A veces me abro con el viento. Y tu mano contra el sol. Veo los huesos de tus dedos. ¿Te gustó? Alumna Sí. Profesor ¿Te gustó? Alumna Sí. Profesor La escribió un amigo. Murió. ¿Sabes lo que significa esto? Te lo pregunto de verdad, porque yo no sé. ¿Qué significa? Y es raro porque cuando estaba vivo le entendía todo: “Vamos a comprar a la esquina. Comamos tallarines. Vayámonos de viaje para siempre”. Mi polola de esa época, muy callada, pensaba que estábamos planeando algo. Pero todo lo que hacíamos era muy normal. Nos juntábamos en fuentes de soda y hablábamos. Hablábamos de todo pero nunca planeábamos nada. ¿Te digo de qué hablábamos? De nuestras familias. De mujeres. De cosas tristes. De nada en especial. Simplemente reorganizábamos los cajones del cerebro. Era terrible porque yo encontraba que su cabeza tenía pocos cables. Y una vez se lo dije, y él me dijo que sí. Que tenía pocos cables pero gruesos. Gruesos. Tenía un hijo y a veces, en verano yo los acompañaba a andar en bote a la Quinta Normal. No tenía ninguna gracia. Era un poco jorobado y hasta a los quiltros de la calle se aburrían de él. Pero sabía escuchar. Y si uno quería llorar te pasaba la mano por la espalda. Chocó en bicicleta. Se tomó muchos ravotriles y salió a comprar chancaca. Estaba lloviendo, y terminó debajo de un camión. Ahora no tengo nadie con quien conversar. Me escribió este poema. ¿Sabes lo que significa? Yo no sé. Le faltaba una uña. La del dedo índice. Le sacaron las uñas con un alicate y todas le crecieron de vuelta menos
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la del dedo índice. Se le enfriaba el dedo. Se lo tocaba. Le daba lo mismo. Si me hubiera pasado a mí yo habría construido mi vida alrededor de ese dedo sin uña. Habría llorado. Me habría puesto amargo. Andaría con la mano en el bolsillo. No habría dejado que nadie me lo chupara. Pero él no. Él marcaba el teléfono. Apuntaba a la gente. Seguía el ritmo de la música tropical en la mesa. Se llevaba el dedo a la frente cuando se le ocurría una idea. Imagínate. Se le ocurrían ideas y se tocaba aquí. El cerebro. Así me hizo cuando pensó este poema. Y justo después de escribirlo en la orilla de un papel de diario su mamá le pidió que fuera a comprar chancaca para hacer sopaipillas pasadas porque estaba lloviendo. Y yo que pensaba que los días de lluvia eran los más alegres. Cuando salí a buscarlo lo encontré debajo de un bus. Alumna De un camión. Profesor Sí. De un camión. Debería haberme acercado a abrazarlo pero me hice pasar por un curioso. Y le pregunté a una señora que había visto todo si sabía algo. Me dijo que murió gritando de dolor. Fin. Y dejó escrito un poema que no entiendo y que no voy a entender nunca. No lo puedo olvidar. No me resigno. No era tan jorobado. Es terrible estar solo. Quizás tú piensas que soy un árbol del conocimiento. Un petete. Un pastor. Pero soy un recuerdo. Me encanta la nostalgia y he construido mi vida alrededor de un amigo muerto. Él es mi dedo índice sin uña. Me encanta estar triste. La vida se ve azul. Y amarilla. Los veranos son espantosos. Ni siquiera hay clases. Si hay música no la escucho. Si hay olores no los huelo. Si alguien está triste pienso: no saben lo que es la tristeza. No han visto a mi amigo golpearse la frente con un dedo cuando se le ocurre una idea. No lo han escuchado decir sus ideas en voz baja frente a sus papas fritas y un sándwich de palta y tomate en pan de molde tostado y néctar de damasco. Ideas geniales, por supuesto, pero sólo en ese contexto. Ideas sin futuro. Ideas que se van a olvidar como los sueños a colores. Eso sueños que son tan locos que uno dice: yo podría ser artista. Yo podría volar con los murciélagos. Yo podría tener una juventud fascinante. Yo podría ser artista. Ése tipo de sueños. Ese tipo de ideas. Y se le llenaba el pecho de amor. Por que era amor. Era entusiasmo. Era maravilloso. Tenía ideas. Quería que todo el mundo se enfermara de la peste al mismo tiempo y que por una vez nos dijéramos toda la verdad. Quería hacer daño pero no sabía a quien. Era un pobre huevón. Nunca me devolvía la plata. Las mujeres lo odiaban. Se creía inteligente. Le gustaba hablar a él no más. Me decía que dejara de enseñar. Que lo único que hacía era corromper mentes vírgenes con la infraestructura del capital. Y se tocaba la frente con el dedo. Y se tocaba la frente con el dedo. ¿Tienes la mente pura? Alumna Sí. Profesor ¿Cuándo cierras los ojos ves una página en blanco? ¿Una sábana limpia? Alumna No. Profesor Yo tampoco. Tengo la cabeza llena de ángulos rectos y olores de infancia. Y no me para nunca. Pero cuando duermo mi cabeza aprovecha de ordenar mis recuerdos. Tengo los ojos cerrados. Sé que estoy durmiendo pero mi cerebro me ignora. Me ignora y se dedica a ordenar todo. Por ejemplo. Si mi amigo se muere gritando debajo de un camión, mi cerebro lo saca del cajón donde se guardan los recuerdos felices y el néctar de damasco, y lo mete en el cajón de los recuerdos espantosos: la chancaca y los días lluviosos. Si mi esposa me deja por otro, mi cerebro espera que me duerma y la saca del cajón donde guarda las cosas por las cuales yo daría la vida y la mete en el cajón de las cosas que me están matando. La saca del cajón donde está mi mamá y la mete en el cajón en donde guarda el plomo. El aluminio. La soledad. La amargura. El alquitrán. Las cosas que me están matando. Una vez traté de tocar el violín pero la vida es tan corta. Me habría gustado tocar el órgano eléctrico. ¿Que quieres ser cuando grande? Alumna ¿Profesora? Profesor
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¿Profesora? No. No sueñes con tu profesión. Sueña con ver cambios en tu vida. Sueña por ejemplo con ver desastres naturales. No sueñes con trabajar. Sueña con enamorarte. Yo antes me enamoraba de las alumnas como tú. En secreto. Tenía fantasías con ellas. Hubo una el año pasado. ¿Te acuerdas la que cantaba con guitarra? ¿La que ganó ese festival de la canción? ¿La que tenía el pelo largo? ¿La que parecía canuta? Alumna ¿María? Profesor Sí. Ella. Ella. María. Muy conservadora. Muy seria. Muy estudiosa. Yo le ponía malas notas en las pruebas aunque era la mejor del curso. Mucho más inteligente que tu. Le ponía malas notas para quebrarla. Tenía una mente fascinante. Se sorprendía con todo lo que aprendía pero sabía todo de antes. Se reía sólo de cosas inteligentes. Y le brillaba la piel en los días de invierno porque era blanca y reflejaba la luz. Una vez le puse un 3,5 por una prueba que merecía un 7, 1. Vino a mi oficina a conversar de otra cosa, para que la ayudara a definir su futuro. Le dije, los libros te van a secar. Córtate el pelo. Conviértete en cantante profesional. Escribe canciones. Arruina tu vida. Ella me dijo que ese era su sueño. Cantar y arruinar su vida. Dilo. Alumna ¿Que? Profesor Eso es lo que quiero, escribir canciones y arruinar mi vida. Dilo. Alumna Eso es lo que quiero, escribir canciones y arruinar mi vida Profesor Pero que antes quiero estudiar algo que me dé estabilidad. Dilo. Alumna Antes quiero estudiar algo que me de estabilidad Profesor La estabilidad no existe. El universo es una explosión. Mírame a mí. Yo soy estable. De repente ella se puso a llorar. La alumna llora.
Profesor No, así no. Hay gente que llora con dignidad. Yo no. Ella sí. Le corrían las lágrimas. Y me miró muy serena. Hizo una pausa y me preguntó. ¿Por que pusiste una nota tan mala, un 3,5 si me merecía un 7,1? Dilo. Alumna ¿Por qué me pusiste una nota tan mala, un 3,5 si me merecía un 7,1? Profesor Me decepcionaste. Tienes que trabajar más duro, esforzarte más. Pero la verdad es que le había puesto mala nota por que quería verla llorar. Llorar como llora ella. Con la cara blanca y con dignidad. Aunque me odiara. Porque en ese momento me odió. Y se puso de rodillas. Y siguió llorando. Y lo que tuvimos en ese momento fue algo tan íntimo. Tan íntimo. Torturar a alguien puede ser tan lindo. Entraba el sol por la ventana y era agosto. Y estábamos solos. ¿Y si ella me dio el llanto, que le di yo? Le di consejos. Le dije. No se tortures más. La vida es maravillosa. Escríbeme una canción. Y después de eso ella venía a mi oficina una vez a la semana a llorar de rodillas. Y escribía canciones. Y me las cantaba. ¿Sabes lo que decía una de las canciones? Te odio pero te
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amo. Te amodio. Para mí eres un río nevado. No. Una Biblia abierta en la parte de los caballos. No, profesor: eres una herida abierta. Lo único que quiero es venir todos los días. Y volver a llorar sobre tu pierna. Hace tanto tiempo que no aprendo nada nuevo. Te odio. Te odio. Eres asqueroso. No sé que voy a hacer sin ti. No quiero irme. Sólo quiero seguir llorando y mojarte la espalda. ¿Extraño, no? ¿La entiendes? Después ganó un festival interescolar de la canción. Y ahora está estudiando medicina. La profesión de los felices. ¿Y yo? Me quedé aquí.Y ya nadie me llora en la palma de la mano. ¿Dónde me vas a llorar tú? Me recuerdas a ella, pero sin el olor a leche. ¿Qué tiene? ¿Qué tiene? Yo también tengo derecho a ser un degenerado. Yo también tengo corazón. Me enamoro como cualquier niño. Estoy completamente atrasado. He perdido mucho tiempo viendo televisión. He perdido mucho tiempo comiendo. He perdido mucho tiempo enseñando. Sí, he ido mucho al zoológico. He perdido mucho tiempo conversando. He perdido tanto tiempo en reuniones familiares. Me hace falta. Ella me hace falta. Ya nadie me llora en los zapatos. Ya nadie me odia. Nadie me amodia. No pienses que me voy a enamorar de ti.Tendría que ser recíproco. Yo jamás me enamoraría de ti. Además lees mucho. Y eso me mata. Me mata. ¿Sabes amar? Yo sé. Yo sé amar. Todo empieza con una mirada de la muerte, larga, profunda. Y con masturbación. Después tiene que haber indiferencia. Y por último tienes que dar besos. Es así. El amor empieza por la boca. Hay que comer. Hay que besar. Para amar hay que tener una boca maravillosa. Por eso los que no tienen dientes aman desesperados. Y hay que hablar, ojalá cantar.Tienes que contar tu infancia.Ojalá las historias tristes. Y mostrar tus cicatrices. Todos tenemos. A todos nos podrían haber querido más. Todos tuvimos miedo y se nos murió el perro. Todos vimos televisión hasta marearnos. Todos tenemos historias tristes que hacen que la gente nos ame. ¿Te cuento la mía? Mi papá era normal, mi mamá era normal, mis hermanos eran normales. Crecí en una casa. Comí arroz con huevo. Tomé jugo en polvo rojo cancerígeno. Hubo juguetes que nunca tuve. Pedí un piano, no me lo compraron. Pedí una hermana, la tuvieron. Pedí conocer la nieve, me llevaron al Cajón del Maipo. Aquí viene la parte triste. En mi casa no había libros. Sólo cariño. Mis padres tenían un corazón grande y la mirada simple. No tenían libros. A veces llovía y llegaba el otoño pero todo lo que sentíamos se quedaba ahogado aquí porque sabíamos pocas palabras. Partí tarde. Todos esos ministros crecieron mirando dinosaurios. Los criaron para ser dueños. Los llevaron a llorar a conciertos. A museos de arte llenos de cuadros colgados. Al mar. A visitar a los abuelos que tenían más libros. Les hablaban en francés o en inglés. Les silbaban canciones de películas. Les enseñaban a callarse. Yo podría haber volado. Si hubiera crecido como esa corte yo habría llegado. Pero ahora estoy tan lejos. Yo tenía mucho potencial. Cuando dibujaba a mi familia le ponía uñas. Pero partí tarde. Cuando yo iba en los números ellos iban en las letras. Cuando yo decía no ellos decían yes. Cuando yo tenía ideales ellos tenían cumpleaños. Y cuando yo tuve problemas ellos estaban enamorados. No sé si sabes pero los que nos educamos solos y atrasados tenemos que pasar por etapas para convertirnos en hombres. Tenemos que pasar etapas con problemas. Tenemos que pasar por una etapa en la que no podemos estudiar porque queremos jugar en la calle con los amigos. Y otra etapa en la que no podemos estudiar por que nos enamoramos de una niña que vive lejos. O no podemos estudiar porque pasamos una etapa perdidos o embriagados. Pero felices. Mirando las estrellas. Una etapa en la que no queremos que el sistema nos trague. Una etapa de vagar por el sur con amigos que no valen la pena. Una etapa de no ir a clases y caminar. Una etapa de leer libros argentinos. Y esas etapas son la que tenemos que superar para descubrir quienes somos. Y no lo descubrimos nunca. Pero descubrimos que nuestra juventud no ha sido fascinante. Y mientras tanto los hijos de los ricos estaban estudiando. Mientras nosotros nos acostábamos con nuestras compañeras de curso ellos estaban aprendiendo a ser dueños del mundo. A ser maravillosos. A tener una vida fascinante. Mientras nosotros perdíamos el tiempo en vivir ellos aprendían la ciencia y la industria. Y los transplantes de corazón. Y a nosotros, los verdaderos, nos dejaron las humanidades y las letras, que creo que a veces nos hacen un poco felices. Por eso llegué tarde. ¿Y sabes lo que pienso? Pienso que yo lo habría hecho mejor. Yo podría haber solucionado problemas graves. Yo podría haber plantado bosques. Yo podría haber construido pirámides. Yo podría haber logrado que todos fuéramos iguales. Pero eso nunca se va a saber porque siempre voy a ser un profesor indignado, siempre sabiendo que no pude desarrollar mi potencial. Porque yo tenía mucho potencial. Pero en mi casa no había libros. No puedo cambiarme de clase. Todos pasan de curso y yo me quedo en la misma clase. Esa es mi historia triste. ¿Te dan ganas de venir a besarme? ¿De secarme las lágrimas? ¿De pasarme la mano por la espalda? ¿De llorarme en la mano? ¿De enamorarte de mí? Bueno, así se conquista: cuenta una historia triste y vas a ver como la gente te va a querer chupar. ¿Vámonos? ¿Saquémonos la ropa? A veces entro a las iglesias y pienso que se sentirá. ¿Que se sentirá? Me encantaría saber todo. Muchas veces he tratado de hacer un pacto con el diablo. Me he metido debajo de una higuera con una guitarra. En la noche de San Juan. No lo hagas. Es decepcionante. No vale la pena. No se aparece ni dios. Quería pedirle al diablo que me hiciera joven y bello para siempre. Y quería saber todo, incluso la verdadera esencia de la vida. Quería volver a ser como tú, de tu edad, pero sabiendo lo que sé ahora. Me gustaría tener un pacto con el diablo para ser tu compañerito. Y sentarme a tu lado en clases de caligrafía. Sabría de todo. Viviría la vida como un diablo. Me aprovecharía de tu cuerpo. Tendría un jardín de flores. Salvaría a las mujeres del suicidio. Tendría un pacto con el diablo. Pero no lo tengo. Por ahora tengo otros pactos. Tengo un pacto para seguir haciendo clases en este liceo por dos años más. Tengo un pacto conmigo mismo para dejar de comer galletas antes de dormir. Tengo un pacto con otra mujer para no contar nunca lo que pasó. Un pacto que voy a romper ahora mismo. Por que hoy es un día alegre. Tuve una amante. Alumna ¿Quien?
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Profesor La profesora de educación física. Alumna ¿La miss Loreto? Profesor Sí. En esa época me habían asaltado. Estaba tomando mucho. Y me acerqué a ella. Tenía un auto y me llevaba a la playa los fines de semana. Se sacaba toda la ropa y me hacía tallarines. Comíamos ajo, y hablábamos de política. No nos importaba nada. Me compraba ropa. Yo le hacía el aseo. Nos contábamos los problemas. Una vez me dijo que yo la hacía feliz y se puso a llorar. Y yo no sabía que hacer. Así es que la abracé. Después salí a la esquina y volví con una botella de cerveza y unos empolvados. Al día siguiente me vino a buscar a la clase justo cuando yo estaba enseñando la historia de la república de Weimar. Me toca la puerta, yo salgo y dejo a los alumnos esperando. Y me dice que prefiere que no nos sigamos viendo. Me dijo que estaba bien. Que no había nadie más. Que sentía ahogada. Pero que era lo mejor para mi. Y se fue. Yo la miré caminar por el pasillo. Tenía puesto su buzo rojo. Medía como un metro cuarenta y tenía una trenza que le legaba a las rodillas. Imagínate como entré a la clase. La república de Weimar. La antesala del fascismo. La cumbre del arte. El mundo que se acaba. No podía hablar. Después le pedí que me explicara por que, por que. Pero me dijo que todo estaba dicho. Dicho, que. Dicho, que. Y después ella andaba feliz por los pasillos. Con el profesor Sepúlveda. Parece que sólo quería mi cuerpo. Imagínate. Eso me decepciona de ella. Es un poco sanguinaria. Tiene el estómago de acero. Lo que más me gustaba es como me hablaba. Me decía lindo. Imagínate. Nunca nadie me había dicho lindo. Me habían dicho te amo, pero lindo es distinto. Me decía lindo. Pero es mentira que soy lindo. Lo decía por decir algo íntimo. Por hacerme sentir bien. Por eso me gustó María. Porque canta. Y no se puede cantar y mentir al mismo tiempo. Enamórate pero no te vuelvas loca. Anota eso. Yo antes sabía cosas impresionantes. Sabía dibujar caballos corriendo por el prado. Y se me olvidó todo. Pero la sala de clases siempre me encantó. Aquí todos somos promesa. Si me muero ahora, mi funeral estaría lleno de niños. Se reirían. Algunas llorarían. ¿Tú llorarías? Alumna Sí. Profesor Gracias. Y dirían que yo era un profesor ejemplar. Que lo di todo por la educación. Que me esforzaba para que todos salieran adelante. Mentira. No dirían lo que realmente soy. Un ganapan. Un odioso. Dirían que voy a ser recordado para siempre. Y van a poner mi foto en la sala de profesores. Y ahí voy a quedar colgado. Condenado a asistir a todas las reuniones. Intoxicado con olor a café para siempre. Hasta que algún día alguien diga, ¿quién es este huevón? No sé. Y se llevan la foto a la bodega. Y un día la señora Zoila limpia la bodega y bota la foto a la basura. Si me muero hoy mi funeral va a estar lleno de niños. Y para muchos va a ser su primer enjuague con la muerte. Alguien va a decir: lo trágico es que murió joven. Y ustedes van a decir, ¿joven? Yo lo encontraba viejo. Te toca. Alumna ¿Que? Profesor Tu disertación. Alumna ¿En serio Profesor Sí. Alumna Ya. Yo soy el Buda. Nací hace 2500 años en el norte de la India. Mi padre era…
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Profesor ¿Que pasa? Alumna Profesor Carrasco. ¿Que edad dijo que tiene? Profesor 39. Alumna ¿39 años? En ese lapso ni siquiera cambian los nombres de las calles. Tenemos tan poco y es tan bonito. Lo que tiene que hacer es sentarse debajo de un árbol y ponerse a pensar. Acepte que la tierra gira y que en el sol hay tormentas. Deje que todo muera. Ríase con mueca de espantapájaros. Viva tranquilamente, no mienta, no haga daño, escuche, siéntese, mire pasar las nubes. Hay gente de su edad que está corriendo maratones, que está pololeando en el parque forestal. Que están marchando sin esperanza, felices de estar vivos. Piense que algún día fuimos millones de espermatozoides y ganaste tú, gané yo. En esa época no teníamos conciencia pero tiene que haber sido fascinante ir ganando y dejando a todos los demás pescaditos atrás. Pero fue un trabajo de equipo. Muchos quisieran haber vivido, pero dijeron, bueno, corrí, competí, perdí pero pucha que lo pasé bien. Decían: esta vagina, este útero, son mundos fascinantes. ¿Habrá otros úteros? ¿Habrá vida en otros úteros? ¿Qué se sentirá entrar en un óvulo?
Profesor ¿Eso? Alumna ¿Que? Profesor ¿Esa es tu disertación? Alumna No. Lo que te quiero pedir es que dejes de sufrir. No nos eduques. Déjanos tranquilos. Muchas gracias por la clase especial, por el árbol del conocimiento. Pero ahora quiero salir a recreo. Quiero tener tiempo para ir al baño, mirarme al espejo y comer calugas. Mientras tanto tú podrías aprender a enseñar algo que sirva. Enséñanos la luna, el sánscrito, la vida miserable de los artistas. Quiero saber si en el fondo el dinero nos pone tristes. Quiero saber si vivir en el campo no me va a matar de aburrimiento. ¿Qué va a pasar en el futuro? Dicen que las explosiones nucleares son bellísimas. Y que la gente se mira a los ojos con cara de honestos y se dicen mentiras. Tengo muchas ganas de salir. Sal tú también. ¿Por qué no sales corriendo? El mundo está lleno de sitios eriazos en donde puedes gritar sin que nadie se ría. No naciste para la cárcel, en cambio yo nací para el convento. El pelo me sobra, me vas a ver pelada con los ojos entreabiertos, pensando en aliviar el sufrimiento de las niñas. Voy a ser amor infinito y voy a morir sentada, con una sonrisa en la cara. Pero no quiero vivir como una princesa, quiero vivir como una casa. Estar llena de fantasmas y piezas vacías. Ser combustible. Estar llena de rincones y de arañas. Mi vida podría haber sido mirar a los pájaros por unos días y eso habría estado bien. Estoy agradecida. Soy una rosa. Soy un suspiro. También voy a desaparecer. Pero mientras tanto, cuando salga, voy a celebrar. Voy a vivir en estado de milagro. Soy tú, eres yo. Somos polvo de la misma explosión. Acepta todo, ayuda a los que sufren, todos sufrimos, yo sufro, ayúdame a mi. Quiero mejor educación. Que me enseñen a ser inútil, a sentarme debajo de los árboles, a ponerles joyas a los elefantes. Si quieres te puedo llorar en la espalda. Pero te quiero ver feliz. Sálvate. Mírame a mí. Yo estoy casi salvada. Ya ni siquiera necesito comida. Vivo totalmente sorprendida. Te quiero iluminar, te quiero ver flotar, te quiero como si fueras una fruta. Hasta te podría dar placer, pero no vas a encontrar felicidad en mi cuerpo, vas a encontrar felicidad en mi camino. Todo va a pasar, tú vas a pasar, tu cuerpo va a volver a explotar. Por eso estoy tranquila pero no sé como ayudarte. No tengo leche materna, ni siquiera tengo hormonas. ¿Crees que quiero trabajar y ganar plata? No. Me conformo con escuchar a las gaviotas. Estoy llena de luz, tengo la boca llena de flores. ¿Quieres verme sin ropa? Quiero verte feliz. Profesor ¿Eso?
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Alumna Sí. Profesor Muy efectista. Un tres coma cinco. Alumna No. Espere. Esa no era la disertación. Profesor ¿Ah no? ¿Y que era entonces? Alumna ¿No entendió? Profesor Sí. Entendí. Escuché. Alumna No. Profesor Sí. Entendí. Pero no me sirve. Ya es muy tarde. Yo ya soy así. Alumna No. Profesor Sí. Tengo 39 años y ya se me acabaron las tragedias. Me voy a reencarnar en mi mismo. Quizás si hubieras hecho la disertación antes Alumna Yo la quería hacer pero usted se puso a hablar como 45 minutos. Profesor Porque yo te quería enseñar pero parece que tú ya lo sabes todo. Alumna No, si yo no se nada
Profesor ¿Ves? Por eso fracasé Alumna ¿Por que? Profesor
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Por que no sabes nada. Fracasé. Fracasé en todo. Sobretodo en la guerra popular. ¿Sabes lo que se siente ganar una revolución? Alumna No. Profesor Quizás no lo sepas pero algún día vas a tener que hacer una revolución. Vas a tener que reventar todo y empezar de nuevo. ¿Te gusta la música folklórica? Alumna No sé. Profesor ¿Podrías escuchar eso para siempre? Alumna No creo. Profesor Bueno. Lo primero que tienes que hacer es un análisis profundo de la situación política nacional. Todo está pésimo siempre, así que es fácil llenarse de rabia. Luego determina un enemigo. Obviamente el gran capital. La gran burguesía. Los dorados. Los rubios. Pero no es tan fácil derrocarlos porque controlan la economía. La cultura. La educación. Y están defendidos por esa jauría de parásitos. La milicia. Ese club de regalones de la olla que no saben trabajar. Y los defiende el águila republicana. Alumna ¿El águila republicana? Profesor Sí. Pero tienes que seguir. Encuentra a tus amigos. Los mutantes. Los panes con mortadela. Los que puedan ganar algo con que caiga el sistema. Luego encuentra tu mitología, inventa tus héroes. Pon a los más tímidos a leer el Lobo Estepario y el Libro Rojo de Mao. Y mándalos a la universidad para que aprendan a escribir con letra bonita un nuevo evangelio de los fuertes. Luego organiza la vanguardia. Junta jóvenes hermosos y obreros de manos ásperas. Y mujeres. Muchas mujeres. Que no se te olviden las mujeres porque son las que no se cansan. Los campesinos los dejas para el final para que hagan hoyos en los cerros. Luego organizas al pueblo. Haces alianzas. Peleas en la calle. Consigues armas. Aprendes artes marciales. Fumas marihuana. Haces discursos ahogados. Hablas en secreto con revolucionarios extranjeros. Tienes que admirar al ejército de Vietnam que vivía en un hoyo. Tienes que prometer dar la vida. Tienes que matar a alguien. Algunos de tus amigos tiene que morir Los niños pobres siempre te tienen que partir el corazón. Tienes que tener un presentimiento fatal. Así avanza la revolución. Y cuando estés a punto de llegar tienes que perder. Tienes que descubrir errores garrafales en tu estrategia. Tienes que sentirte traicionado por una minoría. Tienes que salvarte por milagro. Y después de salir de los hoyos de los cerros con los que quedaron, tienes que seguir peleando hasta quedar solo. Así, al final, vas a poder cantar que ganaste la revolución. Aunque no sea verdad y estés más triste que nunca. Mírame. Yo soy la revolución triunfante. Porque la revolución es como la belleza. Va por dentro. Por eso yo soy como la revolución. Estoy lleno de errores irreparables y fracasos vergonzosos. Yo era mejor cuando me soñaba. Después de tantos años lo único que queda de mi son las canciones. Cuando me pongo triste en la calle o en los días helados, cierro los ojos y oigo charangos. Oigo zampoñas. Oigo quenas. Cuando me río en las noches heladas mi saliva tiene sabor a vino navegado. Nadie entiende al Che como lo entiendo yo. Por que yo entiendo lo que es querer matar por amor. Es muy triste ser pobre porque uno se siente bueno. Uno se siente un Jesús. Pero la gente no nos reconoce. Debe ser porque no hacemos milagros. Aunque mi abuelita dice que soy un milagro. Porque llegué a la universidad y ahora le enseño a los niños. Todos estaban orgullosos cuando yo estudiaba. Me daban la presa de pollo más grande. Mi ex polola me miraba con respeto. Mis amigos del barrio me miraban y se reían pero no sabían que decir. Mi papá me comentaba las noticias importantes. Mi hermana me hacía la cama. Y yo iba a la universidad. Iba a la universidad. ¿Has sido estudiante y caminado pisando hojas secas de plátanos orientales? ¿Con el bolso artesanal lleno de libros, de cuadernos? La vida. La vida. Cuando leí a Carlos Marx le encontré toda la razón. Vengo de una familia sencilla. Guardamos las cosas viejas por si acaso. Comemos muchísimo pan. Nunca botamos comida. Curamos las enfermedades con cariño. No tenemos ideas, tenemos ganas. Hemos
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hecho cosas increíbles por plata. La belleza nos dura sólo un par de años. Encontramos todo el vino bueno. Somos una familia pobre, de ahí vengo. De ahí vengo. Y para allá voy. A la carbonada. A la hallulla especial. A la carne de cañón. Y tus compañeros creen que marchando se van a poner rubios. Ya no llegaron. Ya no llegaron. Van a buscar cabezas y vuelven con anécdotas. Van a buscar libertad y vuelven fumando. Se sienten libres por un segundo. Por dos. Quizás por tres. Pero esos segundos van a pasar. Y la marcha no va a haber cambiado nada. Y un día me voy a encontrar contigo en la calle y te voy a preguntar que estás haciendo. Y me vas a decir. De todo un poco, soy especial. Y yo voy a estar igual. Rajado. Pasado a antibiótico. Y te voy a preguntar. ¿Valió la pena? No. No valió la pena. Y me vas a decir, me encontré con la María. Arruinó su vida. Se convirtió en artista. Está embarazada de otro artista. Van a tener un hijo maravilloso. Van a nadar felices en el agua de la vida. Se acuerda de usted. Dice que lo amó, pero que no podía seguir viviendo en esa clase. Que la vida es corta y ella quería ser feliz. ¿Soy tan feo? Alumna ¿Puedo decir algo? Profesor No. ¿No entiendes? Tus compañeros allá afuera no están sacando nada. Son unos protestantes. Quieren más derechos pero les dan sueños. Y soñar no sirve para nada. Quieren que los feliciten y les entreguen un siete coma uno en lucha e idealismo. Yo les voy a dar un siete coma uno. En oportunismo. Un siete coma uno en reformismo. Un siete coma uno en pose. Un siete coma uno en despliegue ante las cámaras. Quieren que el capitalismo mejore. Que se ponga generoso. Pero no te confundas. Desde esta ventana esto parece insurrección. Pero desde adentro es conformismo. Menchevismo. Blanquismo. Le están haciendo el trabajo a los gargantas profundas. Puede que haya algunas que sean verdaderos. Pero son los menos. Siempre somos los menos. Alumna No. Espere. Profesor. Mis compañeros de curso fueron a la marcha. Quizás quieren que el capitalismo los abrace. Pero también quieren comer los frutos de la tierra. También quieren tener una juventud luminosa y acarrear rencores eternos. Quieren ser artistas y vivir del dolor propio. Llorar por no haber tenido todas las oportunidades. Lo que quieren es tener una juventud feliz, una juventud indignada. Tener amigos muertos, cargar armas en vez de fotocopias. Quieren el auto volador. Quieren separarse a susurros y tomar la pastilla del amor. Tienen tantos sueños. Esperan tanto de la música. Quieren parecerse a los animales. Principalmente a los cisnes de cuello negro y morirse lento con pasos de ballet. Pero también quieren que se los mire con respeto. Quieren destruir un poco el transporte público. Y tener una relación ambivalente con la policía. Insultarlos pero al mismo tiempo ver en sus manos abiertas la historia triste de los obreros y los campesinos. Y en su sangre el color de la bandera. Quieren sufrir por no poder comer como reyes. Mis compañeros quieren educación pero necesitan aprender a sentarse. Quieren vivir y creen que vivir es violencia. Compañeros de mierda. No saben lo que es una cuchara de plata. Creen que la vida es puro placer. Pero no sacan nada porque hay que liberarse del deseo. Yo también podría estar en la marcha pero no quiero llenarme de rabia. Quiero llenarme de paz. Quiero viajar al fondo de la conciencia y dejar de sufrir. Vestirme de blanco. Y si hay otros que se comen todo y nos dan la educación de los siervos, nosotros tenemos que darnos la educación de los libres. Yo amo tanto la paz, pero a veces me gustaría tener la paz de la muerte. Estoy empezando a vivir y ya estoy cansada. Me gustaría que me pisara el crimen y la injusticia. Si la vida es tan absurda entonces es mejor cantar y bailar. Ya lo probé. Me tomé un éxtasis en la playa y me enamoré del amor. Pero la vida es más que eso. La vida es pensar debajo de los árboles en flor. La vida es totalmente real. Y hay que comer. Y hay que repartir el pan. Y a veces hay que marchar. Casi nada es tan lindo como marchar sabiendo que no se va a conseguir nada. Es lindo pensar en el futuro como si fuera a ser en colores. Yo también tuve las manos manchadas con pintura. Me das pena. Perdiste tu guerra popular y solo te quedan los hoyos en los cerros. Si dios existiera te diría que te puso aquí para algo y lo que no encuentres aquí lo vas a encontrar al otro lado del río, en la muerte, en el jardín de las manzanas, los higos y las rosas. Una felicidad eterna junto al hijo, una unidad completa con la ceniza. Pero soy tan escéptica. Ni siquiera creo en el arte. Te miro la cara y veo a mi profesor, un hombre ridículamente masculino, un acabado, un ex todo. Un tarro de duraznos. Un suspiro de elefante. Y no sabes vivir, estás lleno de deseo y de veneno. Pero acuérdate que somos un accidente de polvo y bacterias. Y un poco de electricidad. Pasamos. Nada es tan importante. Nada es trágico. El mundo es indiferente. Todo tiene una causa y un efecto. Si voy a la marcha usted se queda sin clase. Y usted siempre ha tenido ese problema: no puede salir de su clase. ¿Qué le voy a hacer? No puedo ir a la marcha porque tengo que contarle la vida del iluminado. Esta es tu clase. Este es tu sufrimiento, tu maestro y tu camino. Mis compañeros aprenden en la calle. Aprenden que el estado traiciona. Que la toma es la verdadera academia. Que los libros son la libertad. Y que cuando llueve, llueve. Quizás deberíamos haber tenido más ideología. Y haber desconfiado más de las mesas redondas. Pero no nos pongamos pesimistas. ¿Quién dice que en el futuro no van a volver los secundarios? Quizás. ¿Quién dice que no van a volver los dedos sin uña y los cordones industriales? Quizás. Tenemos como 16 años. Nos queda casi toda la garrafa. Todavía no le tenemos miedo a la pobreza. Quizás seamos las menos pero vamos a tener hijos insufribles. Y les vamos a leer los libros que quemaron. Y las tomas van a seguir para siempre. Mis compañeros allá afuera se ven preciosos en camisa. Pero el estado los va a seguir traicionando. Y la historia de esta estafa nos va a quedar para siempre. Vamos a ser la
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nueva generación decepcionada de la república. Vamos a ser como tú. Pero con más risa. Y quizás algún día lleguemos a ver el fin de los ministerios. El fin de la escuela. El fin de las clases. Soy la Buda. La iluminada, la sentada, la milenaria, la caminante, la humilde, la mendiga. Enterraron mis cenizas en el cruce de dos calles. Por donde pasa toda la gente. Soy del pueblo. Vivo entre los panes con mortadela. Vengo con las manos abiertas a ser compasiva, a liberar, a reírme de la risa. Te quiero ayudar. Estás lleno de agua. Estás lleno de sangre. Todavía estás vivo. Hay gente que está perdida, hay mucha gente que no me entiende. Algunos creen que quiero vivir como si fueran las últimas horas del la tierra. Pero yo quiero vivir como si no existiera el tiempo. No se me han olvidado los besos. Hay veces que toda mi familia se ha reído al mismo tiempo. Ha habido noches tibias con viento y música que viene de lejos. Siempre hay momentos así. Cuando marchamos los autos paran y la vida se pone fascinante. Se interrumpe el plan. Hay que vivir interrumpidos. Hay que dejar de estudiar. Yo creo que debe ser tan triste triunfar. Esos restoranes con cuatro tenedores deben ser espantosos. Viajar por el mundo debe ser decepcionante. El paisaje que tengo en mi cabeza es un bosque. Mejórate. Soy la Buda. Ya ni deseo. Todo lo que necesito lo puedo respirar. Soy libre. Soy simple. Si llueve está bien, si sale el sol está bien. Estoy llena de risa. Soy puro amor. Soy la Buda. Pongo la mano en la mano en la tierra y la tierra me responde. Tengo una juventud fascinante. Yo también tengo una juventud fascinante.
FIN
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