Civismo Para Renovar La Sociedad
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Descripción: Asombrosamente el civismo o la educación cívica, se ha considerado desde hace años como una materia de segu...
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Civismo para renovar la sociedad. Por: Jaime Redondo Leal Concluía un tarde como todas, en la radio se escuchaba el último éxito de los Beatles quienes se encontraban el la cúspide de su carrera artística, los autos no tenían cinturones de seguridad y si alguno los llegaba a tener, parecían tan sólo un accesorio decorativo pues prácticamente nadie creía necesario usarlos. No habían productos naturistas y todos comían cualquier tipo de alimento sin remordimiento alguno, ya que no estaban atentos al hecho de si contenían o no grasas trans, que además ni se sabía de su existencia. La Nueva Ola generaba un sinfín de controversias entre los adultos y los jóvenes medio "Hippies" quienes por su parte se declaraban pacifistas y protestaban por la larguísima e inexplicable Guerra de Vietnam, que parecía por fin llegar a su término. La década de los setentas fue sin duda muy particular. En una casa de los suburbios (el nuevo tipo de fraccionamientos urbanos de la época), una familia común charlaba sentados a la mesa, era muy frecuente que la familia se reuniera a cenar y eso sucedía prácticamente en todos los hogares. El mayor de tres hermanos aparentemente se encontraba en aprietos pues sus calificaciones en la escuela no eran precisamente lo que sus padres esperaban de él, algo también muy frecuente. Estoy decepcionado de ti, -‐le dijo enérgicamente el padre a Alberto-‐ volviste a sacar un seis en matemáticas y reprobaste biología, reclamó. Alberto en un afán por defenderse le contestó que al menos había sacado nueve en Historia y Civismo... el rostro de su padre aumentó el tono rojizo y le respondió subiendo el volumen de la voz: ¿Y eso de qué diablos te sirve?, ¡eso no te llevará a ser ingeniero, contador o médico!, además todo mundo tiene buenas calificaciones en civismo, sólo los tarados reprueban esa materia de cuarta categoría, insistió. Aparentemente más de uno pensaba como el papá de Alberto pues en la reforma educativa de los años setenta, durante el mandato de Luis Echeverría, se eliminó la materia de Civismo de la educación primaria y se integraron algunos de sus conceptos a la nueva materia llamada Ciencias Sociales, que al igual que su antecesora, se centraba más en el celo de los intereses patrios, y tal vez hasta algún maestro con exceso de iniciativa, revestía la materia con tintes políticos y comunistoides. Durante años la materia de Civismo se interpretó como algo bueno pero no indispensable, complementario pero nunca fundamental. Efectivamente para los estudiantes rara vez era motivo de preocupación estudiar para un examen de Civismo, el libro de la SEP era tan delgado que apenas parecía una revista. Vaya, se le trataba como una materia de relleno y nada más. Con el paso del tiempo la sociedad se fue deteriorando ante la impotencia de muchos y la inconsciencia de otros, el Civismo seguía siendo visto sólo como una parte menor de su totalidad, tratando en aquel entonces de impulsar a la obligatoriedad de las votaciones frente una inexistente democracia y los Valores fundamentales cada vez se desvanecían de la vida cotidiana de las personas. Estrictamente hablando el civismo no sólo contempla la parte de sociología política, tiene sin duda un ámbito de influencia mucho más amplio. Hoy en día en la educación Cívica, comprende el respeto a la diversidad cultural, a las ideologías y religiones, el respeto a la familia, a uno
mismo y a la propia integridad, que involucra aspectos del cuidado de la salud y la prevención de enfermedades, los riesgos de las adicciones, el respeto de todos los seres humanos, desde la paternidad responsable hasta los derechos de los niños y adolescentes, el manejo responsable de la tecnología y los medios de comunicación y muchos otros que forman parte integral de la vida cotidiana de todos y cada uno de nosotros. En otras palabras, podemos vivir sin sabernos la tabla periódica de los elementos químicos o sin poder resolver una ecuación diferencial, incluso podríamos vivir sin dominar un segundo idioma, pero creer que podemos vivir una vida plena y digna sin la práctica decidida y disciplinada de los Valores Ciudadanos, es un error ancestral del cual aparentemente no hemos aprendido. Hay quien define al Civismo como "El comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública" y otros como "El conjunto de normas básicas que permiten una convivencia social en armonía", lo cual incluye evidentemente un absoluto respeto a los derechos ajenos y a los bienes públicos. Si observamos, el Civismo en un amplio significado, no se limita a las obligaciones cívicas como lo son votar para honrar los principios de la democracia, cumplir con el servicio militar o comunitario, etc. En realidad la virtud cívica radica en el interés y el trabajo comprometido en favor del bienestar de la comunidad, en ocasiones dando más importancia al bien común, que al de uno mismo. Para ejemplificarlo, veamos algunos hechos de la historia reciente. En el año de 1997 Corea enfrentaba un grave problema en sus finanzas públicas, para equilibrar las reservas cambiarias del país, entre la población se organizó espontáneamente una campaña para donar joyas de oro y plata y salvar a su país de la bancarrota. En Japón, tal vez una de las sociedades más civilizadas del planeta, si una persona tiene un resfriado, utiliza cubre-‐bocas y guantes o se abstiene de tocar pasamanos o utilizar teléfonos públicos para evitar contagiar a alguien más. En México ante la terrible devastación del terremoto de 1985, la cantidad de voluntarios de la sociedad civil superaba abrumadoramente a la cantidad de trabajadores de los cuerpos de auxilio, de quienes acataban instrucciones sin chistar con tal de ayudar a salvar a personas en desgracia. Cuentan que en Suecia, los empleados que llegan temprano a sus lugares de trabajo suelen estacionarse lejos de la entrada para dejar los cajones más cercanos a aquellos compañeros que vienen tarde, con tal de reducir su tiempo de retraso. Muchos hemos visto en Estados Unidos los dispensadores de periódico accionados por monedas, a los cuales se les deposita el monto para pagar un ejemplar y un dispositivo permite abrir el contenedor que tiene varias copias del periódico, el usuario toma sólo uno aunque tendría acceso a tomarlos todos. También en Japón y en ocasión del tsunami que recientemente causó grandes destrozos en las vías ferroviarias, muchas personas tienen que ir a trabajar a pié aunque les cueste varias horas recorrer varios kilómetros. Para ayudar a quienes tienen que hacerlo, los vecinos de las zonas por donde transitan los trabajadores han puesto unos carteles en
sus puertas que indican que en esa casa podrán beber agua y usar el baño durante su travesía si les hiciera falta. No sólo en grandes obras o catástrofes es posible ver manifestado un comportamiento civilizado, simplemente aquel que levanta una envoltura del piso aún que sea basura que él no tiró; quien que es capaz de caminar 200 metros hasta la puerta de una tienda con tal de respetar el lugar para los discapacitados, el que hace un esfuerzo extra con tal de cubrir la cuota común de un condominio, aquel que le dedica un día de descanso a limpiar el graffiti de un muro cercano a su casa, quien prefiere pagar una multa e incluso ir a rescatar su vehículo del corralón con tal de no pagar una "mordida" a un agente corrupto, quien cede el paso a otro conductor, el que guarda una envoltura plástica en el bolsillo para tirarla en un cesto de basura cuando lo encuentre. Como estos ejemplos podemos enumerar miles, incluyendo las recientes tendencias de conciencia ecológica en favor de reducir la contaminación, como el reciclaje de materiales o el cambio en los hábitos de consumo para evitar productos contaminantes. Afortunadamente, todo parece indicar que el ser humano es naturalmente proclive para trabajar unos con otros por un bien común, es más frecuente encontrar casos de civilidad que de comportamientos barbáricos y es claro que la sociedad funciona gracias a que somos capaces de resolver disputas de manera cordial y en consenso. De hecho la historia de la humanidad misma es un claro ejemplo de ello, ya que de no ser capaces de vivir en sociedad jamás se habrían desarrollado las civilizaciones antiguas o las ciudades modernas. Adicionalmente, todo parece indicar que estamos reaccionando ante la pérdida de la conciencia cívica. El desgarrador estado de violencia, corrupción e impunidad que estamos viviendo nos hace pensar que debimos reaccionar hace mucho más tiempo para evitar el deterioro moral de la sociedad y las instituciones. Apenas desde hace unos cuantos años un criterio fundamental en la elección de un colegio para nuestros hijos ha sido la impartición de Valores y el manejo de los aspectos socio-‐emocionales de los alumnos. Fue apenas hasta el año 2008 que después de 25 años, las autoridades educativas de nuestro país decidieron que volverán los textos de Civismo y Ética a la currícula de la educación básica. "La decisión se tomó con el fin de construir mejores ciudadanos, desarrollar y fortalecer la identidad". Aseguró la titular de la Secretaría de Educación Pública. La funcionaria dijo que se busca inculcar los conocimientos de Civismo para que los niños puedan conducirse con responsabilidad y apego a la legalidad. Perdimos ya 25 años de educación cívica y aún ahora que ha vuelto, el Civismo sigue siendo una materia de menor importancia, aunque para fortuna de todos se le ha dado un poco más de impulso que en los años setentas. Por otra parte, resulta irresponsable el querer depositar la importantísima tarea de inculcar Valores Cívicos y de conciencia social en las instituciones educativas únicamente, ya que es en el seno del hogar principalmente donde se puede y debe formar a nuestros niños y jóvenes. A este respecto, Lourdes Denis Santana, catedrática venezolana, asegura en su libro Ética y Docencia: "En el proceso de formar ciudadanos virtuosos, la familia desempeña una función primordial. La familia es un invaluable agente educador, formador de Valores Ciudadanos y generador de propuestas de acción cívica. Es en la trama familiar cotidiana, más que en ningún otro ámbito social, donde se forja el espíritu del comportamiento humano. En el seno de las
enseñanzas hogareñas se interconecta la influencia de tradiciones, valores, creencias, actitudes y principios que dejan huella indeleble en generaciones y pueblos." Entonces pues, ¡manos a la obra!, es tarea de todos vivir con Valores Ciudadanos e inculcarlos a nuestros hijos, es momento de convencer a otros de la importancia de esta tarea por el bien de la sociedad actual y futura, es indispensable ponernos a trabajar para lograr una renovación moral de nuestra sociedad. Seamos ejemplo, un buen punto de partida es el no tolerar las faltas a la civilidad en nosotros mismos, no seamos parte de ese deterioro moral que nos invade, simplemente renunciemos a colaborar con la ilegalidad y la corrupción. Estimado lector de CityLife, para sembrar la semilla de la reflexión, quisiéramos plantear algunas preguntas que le invitamos comentar entre amigos y familia: ¿Con qué frecuencia utiliza usted las matemáticas, la biología o la física en su vida cotidiana?, ¿Con qué frecuencia convive y comparte un espacio con otra persona?, ¿La práctica de qué materia le permite a usted vivir en paz y armonía con su entorno?, ¿Con el ejercicio de qué conocimientos cree usted que puede un joven convencerse que el delito jamás podrá sustituir al trabajo honesto como una fuente de ingresos?, ¿En qué examen la respuesta correcta es CORRUPCIÓN cuando la pregunta es nombrar la más vergonzosa práctica de un servidor público?. Ahora bien, la pregunta de preguntas... ¿Qué nivel de importancia le daría HOY a la materia en la que a sus hijos le enseñen los Valores Ciudadanos para una vida digna y honorable?. No responda, sería terrible escuchar que alguien siga creyendo que las matemáticas, la física o el inglés son las materias más importantes en la escuela. ///
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