Cisneros, Antonio - Las Inmensas Preguntas Celestes

November 15, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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  NTONIO C I S N E ROS

POESI

REUNIDA

1961-1992)) . 1961-1992

Lima   1996

·-

 

Primera edición 1996

18592

©

Editora P e rú

Av. Alfonso Ug Ugaar t e 87 873 3   Lima 1 Teléf. 4283460

Dibujo de la c a r átula: Rafael Hastings

Impreso en el P e rú

 

L S INMENS S PREGUNT

CELESTES 1992)

S

 

l   P___

lo o

U N PUE R T O E N E L PACIFICO

AQUÍ

e s donde ella deja l a habitación

con esa pintura d e unos niños genoveses

perdidos e n el bosque N o ha y fuego e n e l fogón

porque hace más calor que d e costumbre

Y a unque e s d e noche la ventana que d a a l patio se halla abierta casi d e p a r e n p a r sobre u n paisaje del siglo XIX Ese tr aje de seda verde

es e l mismo del verano pasado pero la enagua es nueva

o p o r lo menos está recién _ avada Ella mira hacia el fondo del espejo como quien busca u n amante oculto e n l a arboleda

Se coloca el sombrero d e paja y apaga l a lámpara d e gas. Aquí es donde cierra l a puer ta con doble v u e lta d e llave

baja las escaleras como u n gato siamés .

E.n l a calle hay u n resplandor de bronce viejo Aquí es donde aparece u n coche d e alquiler con dos caballos amarillos

Pe ro también pueden aparecP r las barcazas q u e llevan los costales d e carbón

hasta e l atracadero d e L a Punt a Las casas del malecón

tienen l a s luces encendidas

y u n macizo de petunias e n l a entrada E l coche d e alquiler se detien e con sus dos caballos amarillos

87

 

288

e n l a noche calurosa d e verano   Aunque n o tan calurosa como las noches del verano anterior 

Aquí ella se recuerda d e snuda

triste

e n l a noche de Paita   Aquí aparece Paita a medianoche. Los caballos están cansados.

Abrevan a l a sombra d e esa tienda donde venden tabaco

y tiene l a cabeza d e u n león pi nt a da e n l a vidriera. Una sombra desciende del coche. Ella l a sigue con s u vestido verde y su enagua

recién lavada. Aquí aparece otra vez ese resplandor d e bronce viejo  

Hay u n ba rc o a m a rra do e n e l muelle lleva u n nombre e n italiano

y una ba nde ra azul. Está a lgo inclinado a estribor d e modo que la corriente lo bambolea cada seis horas. Aquí los amantes pueden subir a l barco acomodarse e n el camarote más fresco

y be be r u n gra n vaso d e ginebra antes de apagar la linterna

y hacer e l am o r   O pueden también permanecer e n el muelle contemplando cómo esa niebla tan caliente

ocupa todo el espacio

y los envuelve igual que l a saliva al gusano d e seda  

Aquí ella regresa a l a habitación

donde está el cuadro d e los niños perdidos

y s e recuesta e n u n diván pegado a l a ventana. Desde a hí puede ver

 

e l gra n bar co italiano iluminado

p o r u n a luna roja Aquí aparece su rostro e n la ventana

el b a r co reclinándose

estribor

Entonces cepilla su cabellos

y recoge su falda ar r iba de los muslos poco antes d e morir

89

 

29

 

REQUIEM

0..1 _

__ ···

· · ······ ············ ········  

Las aguas agitadas.

tumbos

· ···· · ·

 

1)

EL PRÓJIMO e n e l lago . Los patos se encabritan y vibra la rata

Los

· ·

los

Los patos esmeralda

graznidos ,

vespertina .

s u cuello tornasol. L a r a t a gris.

los chillidos.

cielo

El

s u ~ e r g i d o

s e remoja

tras los cañaverales. Inmóviles las aguas d e cartón . Las plumas

se

e r r

disuelve .

L a sombra d e los patos e n el aire. E l lago

E l prójimo e n e l lago .

A l a hora puntual.

se

c o t

las cabezas . L a rata

desagua . Las tinieblas.

 

291

REQUIEM 2) i m Hans Stephan

N o EL muro lateral n i el cielo blanco los gorgojos a l fondo

y l a ru d a tan densa. No al final d e todas las visiones. No el gajo d e limón e n los pantanos

o el tufo del carburo. No el fofo bamboleo del mosquito

donde empieza l a selva

y l a gran confusión . Más bien e l rostro amado

esos poros pequeños piel de playa y brillos de salmuera e n el poniente . U n aire muy ligero sin frituras l a cama bien tendida las rodillas holgadas

l a m a nt a leve y fresca. Las uñas cortas de l a mano amada

sobre el lomo e n pavor d e los rebaños. Kyrie eleison Christie eleison Kyrie eleison.

U n ciervo azul y calmo como e l hielo sea certeza d e l a resurrección .

 

292

REQUIEM (3)

A

LAS

inmensas preguntas celestes

n o tengo más respuesta que comentarios simples y sin gracia sobre las muchachas que viven p o r rm casa

cerca del faro y el malecón Cisneros . y n o pre t e nda n ver e n l a cháchara tonta esa humildad d e los antiguos griegos .

Ocurre apenas que las inmensas preguntas celestes sacan a flote mi desencanto y mis aburrimientos . Que a la larga me tienen dando vueltas como u n zancudo a l final d e la tarde.

Haciendo tiempo

mientras llega l a hor a de oficiar mis pompas funerarias

que n o serán gran cosa

p o r supuesto. E n estos tiempos malos bastará con una mula vieja

y u n ánfora de palo brillante y negra como el lomo mojado de u n delfín. ¡Ah las preguntas celestes Las inmensas.

 

. .

REQUIEM 4) SE

293

este cordero a l a nort e ña

alegre

abundante

como los bares el viernes p o r l a noche .

Siempre esté con nosotros es decir e n nuestro corazón pero también e n nuestro calmo vientre. Compasivo

sabroso sepa ser

e n e l lecho d e muerte donde cesan l a gula

l a memoria.

Sea e l cordero símbolo y consuelo. Agnus Dei.

Sea eterno e l cordero con sus papas doradas partidas en mitad. Mas n o s tenga

p o r cosa d e comer o digerir. Sea sólo u n farol u n a bengala

e n medio d e los fondos submarinos .

Algo e n l a mano p a r a esa travesía tan oscura y feroz como u n mandril .

 

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REQUIEM 5) LGODÓN

verano de los años 70. Otra vez el silencio ruidoso en l a sala

d e espera

violetas d e papel del Dr. Meinrad Hoff y el tobogán d e esa cura d e su eñ o . Apuremos los jarros d e frondosa cerveza y esta pierna d e lechón estofado.

L a terraza asoma a l serpentín donde u n taxi brillante y muy veloz da muerte y

abandona

a una d am a antigua repleta d e tomates italianos y p a n desparramados a l fondo de l a noche . E l jamón d e montaña y los huevos revueltos e n las mañanas como una

duda eterna . Tiempo d e las peníns.ulas lacustres, los tranvías , las rosas talismán d e

invernadero.

Así viajamos, entre las somb r a s que y a no pertenecen a esta medianoche. Más allá d e la Isla Margarita y los altos graneros restaurados. Río abaj o,

atados a l a pr oa como u n farol o u n t o r so d e sire n a , navegamos

por ciénagas y sauces y unos cuantos plantígrados sin sexo n i familia. Ahí donde el Danubio se estanca p ara siempre.

 

111

octurnos

TABERNA N LAS tinieblas

los cuerpos envejecen

sin que nadie r epar e e n e l escándalo.

U n rostro amable

terso se confunde

con los belfos que van hacia la muerte .

P o r eso somos hijos de l a noche

a l a puer ta del templo. U n lamparín es también el anuncio de reposo p a r a los cazadores extenuados.

Una taber na, por ejemplo, es e n l a noch e e l frontispicio d e las maravillas.

O a l menos una luz e n las colinas donde r ondan los perros salvajes . Nadie teme a l a m u erte adormecido

e n s u mesa de palo

sin embargo

entre los altos vasos apacibles se enfría el corazón con l a insolencia

y el encanto tal vez) d e u n tigre adulto e n l a plaza del pueblo a pleno d í a . Ninguna confidencia e n verdad nos degüella. N i l a risa recu e r d a a u n jabalí

d e pelambre dora da

fino precio.

E l pá nc re as es u n campo de ciruelas.

Los diablos apagan l a linte r n a . Aguardan como sueleJ?J donde cesa l a luz.

295

 

  96

INFANCIA

1 P

R

qué recordarte

rebanando unas lonjas d e chancho

curado p o r l a sal enloquecida igual que u n alacrán

cercado p o r e l fuego

2 E l sol se bambolea sobre e l m a r

y cae entre los tumbos verdinegros.

El olor d e los ajos

es u n claro del bosque.

3 Un gran sofá d e cuero

e n l a pe num bra

y ese triciclo azul como una mosca

a l a luz de l a luna.

 

LAS ESTACIONES l

PRIM VER

C U NDO

lleguen los tiempos

de l a fiebre del oro qué felices seremos los pastores. Sin tormentas d e a re na  

· Prósperos e n e l comercio del tocino de fina calidad

y bajo precio. Inmortales seremos los pastores   Admirados.

Hasta el fin de los siglos   2. VERANO

E l jugo de nar anja era tan rojo como el casco de u n b ar co   E l jugo de nar anja que bebiste e n pleno malecón el mismo día

que e l m a r se retiró 4 0 millas

antes de desplomarse.



ÜTOÑO

Amo l a soledad d e es tos parajes

los bien cocidos alimento s que no h e d e compartir. Aleluya.

E s l a hora e n que e l ferry d e Dover se aproxima a Calais

bajo u n cielo sin aves. L a h o r a e n que e l océano carece d e importancia.

297

 

298



INVI RNO

Es el aire fila y helado revuelto p o r l a proa del avión que avista el aeropuerto

y a repleto de luces y animales  

E l aire d e Ayacucho   Ningún otro.

 

NOCTURNO

vals criollo) rvo e n una casa protegido p o r mujeres pequeñas   alegres y benignas. Fuer a d e es o   e l aire es áspero y azul y malo p a r a el asma).

U n ab ra entre las nubes y l a tráquea atrás del horizonte . Inmóvil dentro y fuera del pulmón compacto y plano. Las hormigas pululan a luz d e la luna

y sin destino. Las aguas se retiran y nos privan

de todas las especies comestibles. No tardes Nora Elvira   amada y lenta.

Lenta mía y bucólica no tienes

n i siquiera la excusa d e algún verde pasado rural.

99

 

300

TWO 1

AMERICAN POEMS

ÁUSTIN EN

·

C NÍCUL

L

ENTONCES e l calor no tenía que ver con e l calor ingenuo d e l a r opa sudada

o los labios partidos. L a hélice d e sauce que giraba en

el techo

n ad a podía contra e l aire amontonado como u n torreón d e adobes. El

cielo rojo hasta l a medianoche

las grandes mecedoras

e n l a veranda azul d e Ja ne y Larry cuarentones la hierba superior de Matamoros.

Aquí terminan las casas d e madera

y empieza una foresta interminable. Me ar dían las orejas

p o r entonces. Todo temblaba bajo el d e millones de ardillas

estrue:ndo

correteando nerviosas

a los grillos y los escarabajos. Inmóviles d e golpe e n los nogales ocultas a l acecho. Tensas como una piel

curtida p o r l a sal crueles como el am o r .

J

 

2. COLINAS DE BERKELEY {1979

Fue una tardecita enrojecida con olores a pizza.

E l sol aún, la luna todavía entre los pinos.

Y allí

estaba,

junto a las latas d e ba sur a e n e l j a r d í n . Un mapache

d e color terracota .

Me miró burl ón y sin apremio , seleccionó su presa y se perdió otra vez e n e l bosque . Quizás n o fue gran cosa,

pero allí estuvo con s u parsrmonia

y l a p ie l brillante . Mi casa e n las colinas de Berkeley lecherías) .

Verdad que los vecinos

habían visto e n antiguos veranos orgullosos n o sólo ese mapache, sino muchos coyotes y zorros

y ciervos incluyendo u n ciervo imperial)

y los osos mayores . A m í me bastó ese mapache. Además solía regodearme con u n bue n vinito d e Burdeos

muy seco y saludable .

301

 

302

MARINA p

U

GUARDACABALLO

contra l a luz

r

Tito

lores Galind o

gigantesco reposa sobre el techo de mi casa. Sombra

los cangrejos calientes del cantil. cantil. Es la frontera.

Más allá sólo existen l a China y l Ja pón suelo decir) au n q u e en ve rda d primero están los montes de coral. Y antes todavía

una recua d e islotes e n naufragio blancos y viejos como esta misma orilla. Finisterre. Las lizas argentadas

las lornas remontan l a corriente d e las aguas

servidas. Y los pubis son agrios bajo el peso d e las moscas zumbonas.

Banda del m a r Pacífico que ninguno codicia Un a casa rosada, sus florones d e yeso y u n reloj.

Aquí estoy, e n el límite exacto d e l a tierra. Las ratas del cantil son como acacias abiertas p o r l a sal.

Finisterre·  Los cirros y los cúmulos descienden en tropel d e Pacasmayo y se demoran e n el aire del Sur.

L a isla del Front ón se bambolea como una vaca muerta a l a puesta del

sol Y n a d a resta   Vuela e l guardacaballo sobre las olas. Se disuelve el paisaje y los navíos

evitan es t a costa imaginaria.

 

. .

L OSFUNE R AL E SDE AT AHUAL PA

(O leo

EN

e Luis Montero

UÁL d e los infiernos se hallará

el alma de Atahualpa, señor antiguo y muerto.

S u gesto n o señala ninguna preferencia   Aunque detrás del pá rpa do d e piedra se arremolina u n viaje inacabable. Apenas la nariz tiene u n mohín d e triunfo

o d e soberbia   Sus inmensas orejas reposan como u n p a r d e escarabajos

a los lados del cráneo. Sus labios son aún esa gra n bocanada que limita e l mundo d e los vivos y los muertos.

Un a columna asiria según boceto de Malet) distribuye los tonos de verde igual que e n una fuente de ensalada.

Alumbra u n reflector. L a luz se tambalea e n e l lugar del crimen. Unas matronas blancas como la cal

lloran a l inca   Las vírgenes del sol

R a ro linaje p a r a unas labradoras italianas posando en e l estudio del pi nt or sito e n Florencia) a l a mitad del siglo X I X  

303

 

304

L A CAZA D E LOS LOBOS D E MAR

Ceramio mochica) A

SIMPLE vista uno diría que

esos guerreros de la cultura Moche 500 d.C. e n l a costa norte del Perú ataviados con sus cascos d e plumas apalean a los lobos d e mar por l ritual de u n malsano deporte o simplemente

p a r a tomar l a piel, algo d e carne

y los tejidos grasos. Sin embargo si uno observa con calma l a boca abierta de los lobos mayores pueden verse unas cuentas brillantes como pepas de oro o d e carbón

que desbordan los límites del vaso

y flotan sobre el mar. No sobre el mar representado p o r la cultura Moche hace más de 1000 años, sino el inasible origen de la vida , agitado

azul

como el apareamiento de los lobos adultos

e n los islotes de la corriente fría.

 

UNA VIEJA SERIE DE TELEVISION S M

hi j a m ayor ayor orde ña ra una vaca

y mi hija pequeña orde ña ra una cabra habr ía leche fresca y fino requesón todos los días

Si

m

mujer horneara pasteles d e maíz

y calabaza y yo cortara leña e n e l bosque vecino tendríamos comida

u n bue n sol contra el invierno que hiela las colinas Seríamos felices correteando

detrás de las ovejas remedando el canto del tordillo

y el zorzal felices celebrando los sembríos azules y el salto del

s a l ~ ó n

Si así fueran las cosas m i familia sería otra familia:

n i más ni menos que l a familia lngalls

y m i casa sería l a casita en la verde pr ader a

Y n o habr ía más muertos que los muertos p o r dolor de costa d o por vejez

o p o r las pestes que nos envía Dios

3 5

 

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L E B ONHE UR p a ra

A Leo d e este esplendor iluminaba

ugusto

ernardette

los aires holandeses el día e n que conú

esas angulas p o r l a primera vez.

Ma nj a r d e dioses sabios comparable a l cebiche d e ancocos en San Pedr o o los pasteles chinos e n l a calle Capón. Aunque a estas alturas

y 2 0 años después) h e olvidado y a casi por

completo e l glorioso sabor d e las angulas . Lo que tampoco tendría mayor importancia si n o fuera que tampo co

recuerdo e l peso y color d e las corrientes que navegan Holanda .

Y n o sólo eso sino (y es lo más grave) olvidé d e repente dónde se hallan los terrenos ganados a las aguas (incluso los que lindan co con n F r islandia ) aptos p a r a vacunos y el cultivo d e mies. Con decirle señor que n i m e acuerdo qué.cuerpo se tumbaba junto al núo

e n un jar dín oscuro d e l a ciudad d e B r e d a .

E n todo caso jamás he de volver a l m a r d e Holanda aunque recuerde ese antiguo sabor de las angulas o los vastos semhríos .

A San Pe dro más bien tal vez retorne e n un p a r d e verano s . Per o a l a calle Capón regresaré con certeza absoluta el penúltimo viernes de este mes.

I r á n conmigo Alejandr a, L a Negra, Soledad y e l alto joven Diego . Compraremos unos doce pasteles calientes a l vapor.

E l resto es previsible. Haremos degollar tres o cuatro carneros e n señal d e regocijo

humildad.

 

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T R E S DECIMAS 1. L

M DRIN

M RÍ

ROS

EN

1870 p

r

Soledad

isneros

Los MUCH CHOS tienen e l rostro

bien limpio

afeitado. Sonríen.

Lucen sombreros

escarpines.

Uno lleva u n a guitarra sobre e l hombro e l otro simula t oc a r u n violín.

E ntr e los do s , una muchacha adolescente

se acomoda una flor e n e l pelo · teme a l futuro . Sus ojos tristes

vagan p o r alguna ciudad imaginaria. Vuelan. N o falta n a d a p a r a mediodía. 2. ESCEN

DE MOR G L NTE

Esos pe rros (

~ u e s o s

o masti les)

acosan a l a liebre

e n u n campo de rosas detrás del pabellón y la ramada con jazmines del Cabo.

Una estrella sin brillo

u n picaflor. Un a m i ra da oculta como polvo

debajo d e l a alfombra . 3 . UN DÍ

EN EL C MPO

Van las almas e n pena

p o r el camino d e Vilcashuamán. L a tolva helada las olas d e escarcha

ondean e n los pastos amarillos

y duros d e Cangallo. Una flor

r  

3 8

como u n pájar o muerto

corta el aire azulino

U n pájar o veloz que no puedo nombrar

 

• 1

CANTIGA DEL GRÜNEWALD rock alemán)

GU

d e ajos t u sangre

una alameda de

tilos florecida

u n verdulero turco u n edificio d e piedras en salmón

o lúcuma o melón donde nadie responde

o bien d e l a estación a l lago

a

trote p o r

el bosque

Grünewald ardillas comadrejas

donde nadie

y

ot r a vez

siempre igual

e l teléfono envuelto

e n una manta a l fondo del cajón encerrado con llave

entre

ese

closet

) t e ofrezco u n matrimonio

maronita la bufanda escocesa o u n cerdo d e Ceylán

3 9

 

310

DIE KLEINE PASSION Grabado de Durero) C NT N

los gallos d e 1511

A sus anchas Caifás e n l a cocina   Gordo y torpe. U n sujeto vulgar pese a l tocado de sumo sacerdote. Mirando d e reojo y celebrando las historias idiotas de los guardias. Mirando de reojo los espasmos del cordero vencido. D e reojo

l a sombra de u n gran pez con los ojos e n vela: seco a l sol salado y sin escamas  

 

FUNERALES E N LA CASA D E T E D E YUTAI E N PE KIN L S OFRENDAS

son tiras de papel con u n p a r de ideogramas pintados e n

rojo o a lo sumo e n azul). L a caligrafía es variable según las latitudes y linajes. Pe ro a l a larga depende de l a cambiante mano de los dioses .

Por lo que Mao Tse Tung desaconseja es t a vieja escritura a los jóvenes chinos) .

E l arco d e l a e n t r a d a debe ser brillante

verde como el esmalte marino

d e los barcos o l a puer ta del cielo .

E l zaguán más bien azul. Las columnas doradas. Los braseros d e bronce . L a neblina muy baja y principal.

E n las mesas de palo los borrachos alegres y letrados adivinan s u suerte con las tablas del templo d e Kon Li. Y entonan rancheras mexicanas .

Sólo duerme la grulla . Tensas son las fronteras e nt re e l ocaso y e l apogeo d e l a noche oscura. Es cosa d e pi c a r las tiras d e papel billetes d e 100 yuanes) y dispersarlas

p o r todo e l pabellón. Sobar e l cerdo d e Indias en l a frente d e cada parroquiano . Ofrenda d e difuntos . Los responsos pintados e n e l techo de l a casa d e té. Pasto de las arañas

sigilosas.. sigilosas Las columnas doradas , las rancheras. Beben y lloran p o r sus muertes e n vida.

Caen los papelitos recortados como copos d e nieve o e l polvillo d e las polillas muertas.

Caen sobre todas las cabezas .

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312

E n l a tensa fron t e r a amarilla

morada igual que u n ají limo brilla

Venus p o r u n preciso instante   Y luego el cielo negro de botellas se hunde en las ventanas bufa deambula como una res sin dueño.

Brama e n l a casa de Yutai  

 

ANIVERSARIO D E BODAS oy a lucir

m

camisa azul marino

casi negro) que compré

e n u n remate de Na vid a d y mis zapatos d e lona recién lavados.

T ú llevarás esa falda d e cuero que te traje d e Chile , una blusa d e seda

y los labios pintados de rojo. Tenemos que estar orgullosos d e nuestro matrimonio. Como d e los cubiertos

que guardamos e n el armario verde d e l a cocina.

3 cuchillos p a r a comer pescado , 7 tenedores p a r a carne, 5 cucharas soperas, 1 4 cucharitas de café sin contar las de Aµierican Airlines . También podemos

ya que estamos e n verano) considerar al sol como una pertenencia . S u luz

contra los muros del patio principal

y las hojas de vid. Aunque sobre todo debemos alabar las luces d e t u pelo ·

amarrado hacia atrás y recogido con una cinta azul.

Ahora el m a r se bambolea en una ventana d e l a sala.

También nos pertenece.

Esta noche ordenaremos

nuestra ropa d e fiesta con sumo cuidado y dignidad.

Esa falda d e cuero que y o traje ·d e Chile



313

 

314

y l a blusa d e seda m i camisa a z u l   os cubriremos apenas

con unas túnicas de algodón sin car dar como los japoneses

e n las noches más rojas del verano  

 

rv

Drácula de

INTRODUCCION A LA HEROINA MIN

Murray soltera 2 4 institutriz

tocada por l a luna . Conocida p o r sus feas maneras. Loca d e a t a r   brillante como u n hollejo d e uva. Redactora

d e cartas. Convencida

que ahor a l a cordura

es sólo u n animal flaco y pequeño apachurrado

p o r el vagón final d e los trenes no c turnos.

Mina Murra y   tremenda loba vieja

e n plena juventud. Mujer maravillosa o r ata infecta según los cambios ~

y las horas d e luz.

aire

r a m Stoker

3 5

 

316

E L NOVIO D E MINA MURRAY PARTE A TRANSILVANIA LA

D M

duerme. Aún tiene los labios entreabiertos y el corazón mojado.

E l novio se viste e n silencio antes del canto d e los gallos

a l final d e l a

hora . La dama s e vuelve boca arrib a y muestra sin quer er un seno tibio, diminuto

azul.

Los porteros instalan u n baúl entre los equipajes del coche de segunda .

E l novio fuma u n cigarro de Turquía mientras pasan los campos amarillos.

Y l a dama despierta sin apuro e n la mitad dor ada d e s u lecho. E l tren d e los ingleses llega exactú a los muros salinos de Folkestone. Ahora el novio recuerda

como puede

su infancia entre e l a m or

el

matadero, sueña con el largo camino a Transilvania . E l barco cabecea e n el canal. Las ratas del mercado devoran las costillas de res

las verduras .

L a dama desenreda sus cabellos e n el agua lodosa.

E l novio tiembla como una gaviota y olvida el seno tibio, di.minuto y azul.

 

7

CARTA DE MINA MURRAY A LUCY WESTENRA

317

E a rls Court, Londres) DESPERTÉ ba j o un

cielo d e aguanieve. Y sin embargo

tienes q u e creerme)

ha c e una s c ua nt a s hor as, c ua ndo vine desde Nevern S q u a r e p a r a instalarme

e n este cafetín d e Old Brompton Road donde a hora t e escribo) , a l volver l a cabe cabez z a m e topé con

los

aires de julio desatados

sobre u n paisaje tonto pero amable

sin grandes sorpresas.

Las manzanas d e l a sabiduría, las fresas del

m o r ~

las colinas azules

y

soleadas.

Todo dispuesto como u n pue nt e d e reses dormidas hasta e l mismo horizonte .

Eso. fue

hace tres .horas. Ahora hiela

el

aire que ocupan las

estt rellas es

más allá d e los postes d e luz. E l aire negro d e los lobos obesos

y los tristes

festines del pastel d e riñones. Alguien ha roto u n gran plato d e jade e n l a mesa de al lado

un

p epino.

Igual que

los

gobiernos

E l l ocal de moda e n otros. iempos) es

a

medio destajar

me importa

o linajes.

sólo u n mausoleo repleto de ballenas

pieles d e cordero.

Ese biombo con flores de lavanda Las tinieblas chorrean por

l e otorga sin embargo un

aire pastoril.

los muros como jugo d e moras d er r am ad o . E s

h o r a d e volver.

Mi rostro es u n color sin plantas n i animales . Las atmósferas claras d e l a luna contienen a l a t i e rra p a r a siempre ).

 

318

LUCY WESTENRA SE MIRA AL ESPEJO

ACERCA

el candelabro principal.

Mira qué bella me h e puesto p ara t i   Mira esta piel, señora, firme

fresca

como l a superficie d e u n estanque  

U n año entero sin p r o b a r adobos o pasteles. Cinco estaciones sin u n grano d e sal.

Mírame   Así n o desearás n a d a distinto a m cuerpo o m sombra.

N i siquiera e n las noches de verano.

Cierra los ojos   Imagíname ahora saliendo d e l a espuma como Venus  

Salta u

salmón)

Mejor abre los ojos otra vez

búscam e e n el fondo del espejo   Más allá d e m i cuerpo sin asomo d e g r a s a Más allá d e los prados azules

donde tus alaridos me despiertan cuando duermo t e sueño  

 

319

CARTA D E MINA MURRAY A S U NOVIO Sobre el.fin del verano UNA MANCHA

y

de paso, del sigl siglo o

d e sol y u n olor agrio me restan del verano.

Las olas que revientan como gordas ovejas.

E n l a antigua vitrina del comercio d e sedas

abanicos del Japón

u n gato muerto peludo y ordinario) anuncia el _in del siglo N i tus mejores besos e n l a nuc a ahí donde recojo mis cabellos)

n i este dolor de muelas pueden por e l momento siquiera postergar l a certeza d e una vida agotada, inútil como u n violín sin cuerdas. Esas olas, las ovejas que revientan e n e l fondo d e u n pozo. ~ n g u a s

d e fuego blanco que

r o m e t ~ n

nuestro juicio final.

 

320

FRAGMENTOS DEL DIARIO DE JONATHA JONATHAN N HARKER HOTEL ROYAL DE KLAUSEMBURG)

1 LAS LUCES d e los grandes camiones

son dur as y flexibles como las antenas d e una cucaracha.

No s é entender este aire que respiro

más negro y más brillante que l a laca reflejado e n e l techo d e los autos lustrosos

y e n l a luz. Aquí termina l a autopista de Viena.

3 Anoche me h a rondado

l a idea d e l a muerte. No er a p a r a menos

e n esa pensión con c o rtinas de Prusi a

y muebles viejos. Qué otra cosa

podrí a ronda rm e a n o ser u n ventarrón obsceno y atrevido como u n gato.

4 L a que bra da cubierta d e granados permanece igual que todas las quebradas

cubiertas de granados e n la más completa oscuridad .

U n lugar ideal yo pensé)

 

p a r a el cultivo d e hongos comestibles,

dorados

redondos

e n u n as bolsas d e bue n polietileno. Agujereadas

p a r a impedir que los musgos arruinen s u apariencia compacta s u sabor.

5 E l anticiclón de primavera proveniente de Islandia

se aproxima a gran velocidad al puerto d e Southampton Te pienso con el rostro

quebradizo y azul

a más de 20 grados bajo cero, ofreciéndote

a u n joven pescador d e muslos muy oscuros

p a r a ser u n inglés.

6 Ignoro s i las Tres Marías que brillan e n verano son l a cola d e l a Osa Mayor

o u n flanco del Centauro   Ahora ignoro todo.

321

 

322

EL

BR

DEL BORGO

1 E s imposible nombrarlo . No es una r a t a

n i u n cangrejo de río n i siquiera

u n cerdo montañés. Sin embargo parece comestible

y es veloz . L o vimos ayer a las 5 a.m. L o vimos y n o nos recordó

a ningún s e r . Asustó a los caballos

y casi estrellan el coche c ont ra u n roquedal. No es cangrejo n i cerdo n i r ata

pero igual puso e n peligro m i vida y la vida del cochero que tampoco

h.a podido nombrarlo a unque aprecia también s u aspecto comestible

y s u velocidad.

Fue terrible el chillido oriental d e los cuatro caballos asustados

e n e l fondo d e l a oscura que bra da . Luego el cochero

los llevó a de vora r flores d e valeriana

p a r a calmarlos. Lo logró y continuamos

e n e l mismo silencio donde todos los ecos han muerto

y el viento se detiene.

 

323 N o hablo de grandes edificios

pero tal vez

podrían levantarse unas casitas d e dos o tres pisos con terraza

sobre el lecho del río No lo sé Per o sé

que m e acerco al destino soñado pues e l aire es más ralo

cada vez Lo que supone

otro sistema pulmonar y u n cora zón z ón intenso como el ojo del jaguar 

r

 

324

BrusTITA, KoLosvAR) Aquí no es fácil distinguir las golondrinas del lodo matinal

o la b a s u r a d e u n restaurante antiguo

Son silentes

sucias

aplastadas con sus ojos pintados sobre el vidrio d e una botella verde siempre fijos

e n e l aire que flota más allá  

Hasta que se deslizan como u n roe dor ebrio

y otra vez se hunde n e n la tierra

Sólo levantan vuelo p a r a aparearse

o escapar de la muerte Transmiten una r a r a enfermedad

 

  EL

CASTILLO DEL CONDE DRÁCULA

1

A l despertarme

tenía

los ojos

clavados

e n u n armario d e roble . Aunque no er a en verdad rm primera v1s1 n .

d e l a mañana.

Sin duda alguna

había permanecido toda l a noche con los ojos clavados

e n las vetas del armario d e roble

mientras dormía como dicen que duerme

u n lirón. 2

La habitació habitación n

es tan

alta

sólo con dificultad percibo e l cielo raso hondo y oscuro

que

sobre

m

cabeza

poblado d e pantanos

y

saurios relucientes

d e ojos entreabiertos iguales

am

padr e

e n alguna taberna d e Hammersmith Street

donde pasé mi infancia diciéndole papá dice mamá

que vayas

a

l a casa

mientras papá decía

dile que y a voy y no iba papá, pe ro eso ya no cuenta sino este cielo raso que no tiene final como l a eternidad .

325

 

326

3 Cuando el conde me dijo buenas noches con suma cortesía

y se marchó y o abr í los ventanales

que da n a l precipicio y respiré

a todo pulmón

el aire d e las sombras

húmedo y negro como las narices

d e u n perro pastor.

4 L a habitación podrí a ser sencilla sin ese V eJO armario con dragones y hojas d e acanto.

Hay una mesa

y u n banco de trabajo contra l a pared. L a cama es confortable temo que a rrui ne

m i columna vertebral). Hay también

una silla d e Viena con incrustaciones d e marfil. Debe costar unas 4 libras por lo menos  

5 No h e d e ocultarle a Mina

que ayer fui visitado

p o r tres hermosas damas d e muy alto linaje. Tampoco h e d e ocultar

que desde entonces me siento u n animal

acorralado por l a carne

a ú n a mediodía  

 

E L DUELO

327

Grabado por Archibald Constable e n 1902 H Y UN

estampa del entierro

d e Lucy Westenra dond e está Mina Murra y con e l rostro cubierto reclinada

ante u n portalón donde asoman las rata s como t r u chas

subi endo una c o r riente   L a m a ña na es azul

aunque e n la cripta e l frío y los candiles son prop1c1os

p a r a l a medianoche. onathan Har ker ladea s u cabe z a

contra una guardilla d e crespones floridos.

E n la cruz reposa u n papagayo igual que u n alarido

e n las tinieblas. L a difunta es ese sueño

d e pulpos agitados y sábanas revueltas  

e n alguna posada del camino)  

 

v.

328

J

lo_g' _ 

UN PERRO NEGRO

U n pra do   U n per r o negro sobre u n gran pra do verde  

U

PERRO

¿Es posible que e n u n país como éste a ún exista u n pe rro negro sobre u n

gra n pr ado verde? U n perro negro ni grande n i pequeño n i peludo n i pelado n i manso n i feroz  

U n pe rro negro común

corriente sobre u n pr ado ordinario

U n per r o   U n prado

E n este país u n pe rro negro sobre u n pr ado verde es cosa de maravilla d e rencor

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