Ciencia y arte en el domino - tigre de carayaca.pdf

September 29, 2017 | Author: juanmorenob | Category: Science (General), Science, Leisure, Science And Technology, Philosophical Science
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EL TIGRE DE CARAYACA HECTOR SIMOSA ALARCON

CIENCIA Y ARTE EN EL DOMINO

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ADVERTENCIA Código PmiaI. Artículo 338 (copia textual): Todo e l que hubiere falsificado o a fíerado los nombres, marcas o signos distintivos de fas obras de/ingenio o de los productos de una industria cualquiera; y, asimismo, lodo e l que haya hecho uso de los nombres, marcas o signos legalmente registrados asf falsifi­ cados o alterados, aunque la falsedad sea proveniente de un tercero, será castigado con prisión de uno a doce mases. La misma pena será aplicada ai que hubiere contrahecho o alterado los dibujos o modelos industriales y a l que haya hecho uso de los mtsmos asf contrahechos o aüerados, aunque la taisedadsea obra de un tercero.

P R O L O G O D E LA SE G U N D A E D IC IO N

La autoridad judicial podrá disponer que la condena se pubüque en un diario que effa Indique, a costa del reo.

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" Ciencia y Arte en el Dominó" cuando cumple 23 años de vida reaparece en una V Edición actualizada. La experiencia adquirida en estos últimos veinte años ha sido llevada a esta nueva Edición, que es presentada en un formato de mayor tamaño, con una portada y contra­ portada diferentes , con múltiples ilustraciones y con un tipo de letra distinto que con toda seguridad hará su lec­ tura más amena. Sería bueno precisar aquí, que la técnica aplicada al Dominó que se juega en la actualidad, supera abiertamente a la técnica aplicada hasta el año 60. Creo estar autorizado para emitir esta opinión, ya que más de medio siglo jugando al dominó me ha conferido la experiencia suficiente para decirlo así, y por cuanto conoz­ co los jugadores de antes y los de ahora, la técnica antigua y la moderna.

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HECTOR SLMOSA ALARCON

“ Ciencia y Arte en el Dominó " nació en 1957 y a partir de este momento ha contribuido a aumentar el cono­ cimiento de este difícil y apasionante juego a muchos afi­ cionados. M i propia observación y los reconoámientos recibidos dan fe de ello. Estas son las pequeñas cosas que satisfacen y halagan, y las que justamente me han incitado a lanzar esta nueva Edición aumentada y corregida.

IN TR O D U C C IO N

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E l juego de dominó es muy antiguo, se desconoce su origen y etimología. Dicen unos que fue inventado por un francés apellidado Dominó, de allí su nombre; dicen otros que lo inventaron los griegos, otros que los árabes, otros que los egipcios y otros que los chinos, y hay quien diga como complemento, que fue inventado por un mudo, cosa que se ha hecho proverbial, al tratar de justificar que du­ rante el juego no se debe hablar. Cualquiera que sea su origen, lo cierto es que este juego es antiquísimo, y de esto no cabe la menor duda, renació en Francia a mediados del siglo X V III, cuando lo volvieron a poner en moda, lo mismo que en España e Italia. E l G ran Diccionario Universal del Siglo X I X , por Pierre Larouse, explica la etimología de una manera muy ca­ prichosa: dice que este juego por su sencille 2 , debió estar muy en uso en los Conventos, y que cuando uno de los jugadores ganaba una partida, d ed a: B EN ED IC A M U S D O M IN O , por lo cual el juego recibió el nombre que tiene. —

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Menos caprichosa parece la explicación que da Littré en su Diccionario de la Lengua Francesa, cuando dice que “ El juego ha sido llamado así a causa del revestimiento ne­ gro que cada ficha lleva encima” , es decir, que se le dio el nombre de Dominó, porque parece que cada ficha vaya cubierta con un traje de Dominó. En conclusión, dos ver­ siones importantes recogen los libros: una se refiere a los M onjes; la otra al Carnaval. La versión Santa y la versión Pícara, como dice Cazalis en su reportaje aparecido en el Suplemento Dominical del periódico " E l Nacional" de Ca­ racas, en su fecha: septiembre 9, 1956. E l Dominó, juego popular y de salón, no en vano fue llamado D epone de Reyes en una época en que fuera in­ troducido en las Cortes; se practica en casi todo el mundo, y en nuestro País está muy difundido y goza de una gran afición. E s un juego sumamente interesante y recreativo, con caracteres propios, donde intervienen una serie de factores: saber, psicología, malicia, azar y criterio deduc­ tivo, que cultivándolos convenientemente, permiten llegar a ser un magnífico jugador del mismo. Es un juego mitad ciencia y mitad suerte que en algunos momentos adquiere un profundo carácter matemático, como se verá más ade­ lante al describir la infinidad de combinaciones que encie­ rra este excelente juego. Jugando bien el Dominó, es como se disfruta de un verdadero rato de placer; aunque parezca paradógico, di­ vierte más el perder jugando bien, que el ganar jugando mal; porque en Dominó no todas las buenas jugadas se coronan con el triunfo, ni todas las malas jugadas terminan con la derrota: a veces jugando mal se gana.

Desde hace muchos años conozco muy buenos aficio­ nados que han llegado a viejos jugando exactamente igual, es decir: han llegado a un tope, son jugadores rutinarios que, aunque pasan el tiempo con el juego, no han llegado nunca a vivir la emoción de una buena jugada, y que cuan­ do la practican la hacen por azar, desconociendo la mag­ nitud y la repercusión que van a conseguir con la misma. Yo soy aficionado al Dominó desde muy pequeño, desde los quince años maduré mis conocimientos en este juego y hasta la fecha los conservo y creo que en los restantes años de mi vida, seguiré jugando con el mismo rendimiento y la misma afición. E sto explica, sencillamente, que los conocimientos adquiridos en este juego tienen su límite, y que cuando se llega a éste no se hacen más progresos evidentes. Si este libro contribuye a aumentar las cualida­ des dominocísticas de algunos aficionados, me sentiré sa­ tisfecho de la labor realizada. Desde hace algún tiempo buenos aficionados y amigos me han incitado a escribir sobre este tema., y después de haber pensado y recapacitado mucho me he dado a la larea de publicar el presente libro, contenido de un análisis muy personal del juego y de la experiencia que he adqui­ rido del mismo. Al publicarlo, sólo me guía el orientar a la afición tratando de hacer un estudio y descripción, más o menos completo, de cómo se debe jugar al Dominó, contemplando al mismo tiempo casi todas aquellas situa­ ciones especiales que se presentan en el desarrollo de una mano, e incluyendo consejos útiles para todos aquellos que deseen jugar al Dominó con sentido común y fundamento científico. Amigo lector: no te vayas a imaginar que al empa­ parte del contenido modesto de esta obra vas a ser un — 15 —

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CIENCIA Y ARTE EN EL DOMINO

dominocista con carácter campeonil; solamente el análisis aplicado con tesón a las jugadas que se ce presenten d u ­ rante los momentos en que dediques parte de tu tiempo a realizar partidas de este juego, te formarán un verdadero criterio, una conciencia realmente dominocística, que te permitirá descollar con carácter peculiar entre ios demás aficionados.

ran mantenido el mismo ritmo de juego desplegado en sus primeras partidas.

Procura siempre aprender un poco más de lo que se­ pas, lo que conseguirás en partidas donde lleves la peor pane, y no en partidas donde tú seas superior a los con­ trarios. Aquel que sabe menos que tú no puede enseñarte nada, y, por el contrario, tú serias su maestro. Cuando el contendor sea superior a ti, te enseñará algo siempre que te acostumbres a razonar el por qué de sus jugadas; y cuando no estés jugando en la partida, trata siempre de observar aquel que juega más, y sin dedicarte a criticar, cosa común en los mirones, analiza y estudia todas las ju­ gadas que veas realizar, sin ocuparte de ver las cartas del contrario, lo que podría desviarte en cualquier razonamien­ to que estés practicando, trastornándote así el hábito de razonar y deducir, tan fundamental en este juego apasio­ nante y divertido. Debes en todo momento ponerle al juego un gran in­ terés, aun cuando vayas a realizar partidas “ am istosas"; solamente así te acostumbrarás a ser un jugador de rendi­ miento y efectividad durante todas las partidas que realices. T e aconsejo esto porque la mayoría de jugadores regula­ res juegan tres o cuatro partidas con muy buena técnica, para después caer entregados y rendidos por cansancio u otras causas, dando lástima en partidas donde en realidad han debido ser triunfadores con toda seguridad, si hubie­

Mucha gente cree y dice que dos malos jugadores pue­ den ganarle a dos buenos. Esto no es cierto. D os malos jugadores podrán ganar una o dos partidas en una serie de diez; jugar Dominó no es sentarse a efecLuar una partida de cien tantos, es realizar una serie de partidas en contra de la misma pareja y superarlos abiertamente durante diez partidas como mínimum. Es a la larga donde se aprecia la calidad y la efectividad de un buen jugador. En Dominó dos jugadores regulares, o malos, pueden ganarle a un buen jugador que tengan por contrario, siempre y cuando el com­ pañero de éste sea tan malo como los oíros dos. Én esta situación, el buen jugador estará jugando contra tres ene­ migos, siendo el tercero su propio compañero. Se sabe que el Dominó entre cuatro, es decir, en compañía de dos contra dos. es un juego de equipo, donde las parejas coor­ dinan y combinan sus juegos para así desplegar un desa­ rrollo efectivo durante la mano, persiguiendo siempre un mismo fin: o ganar, o “ descartarse’ cuando se vean per­ didos. Cualquiera que sea el dominador, la anotación se hará en la columna que les corresponda, de hecho el buen jugador participará de las pérdidas que acarreen las malas jugadas de su compañero. Cuando juegues en contra de un jugador de real valía, procura siempre que al maestro lo acompañe un jugador que sea inferior a ti y lograrás desarrollar una partida donde las fallas del compañero del sabio te permitirán igualar las posibilidades de triunfo. Es ésta la razón por la cual muchos se jactan de que el Dominó no necesita sino suerte para ganar y ya a través de este libro te darás cuenta

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CIENCIA Y ARTE EN EL DOMEÑO

del concepto erróneo de estos sujetos que confunden la gimnasia con la magnesia, y se creen unos grandes tacos, cuando en esas oportunidades doblegan a un magnífico jugador, por el solo hecho de que éste no tenía en la partida quien lo acompañara. Aquél que juegue bien no tiene derecho a perder, siempre y cuando vaya bien acom­ pañado.

Miguel Emmanuelli, al Dr. Dinias Bajo Michelena, a Jesús Rodríguez, a D on Chucho Flores, viejo campeón caraqueño, a Benito Rivero, al popular negro '‘Comisario” , a Blas Avilés, a Marcos Espinoza ( M arquitos), a Luis Adolfo Mayorca, a mi dilecto compañero actual en victorias y de­ rrotas, Carlos Núñez Trujillo, y a todos aquellos otros cuyos nombres omito por no alargar demasiado esta nó­ mina de "celebridades” en el juego de Dominó. A todos ellos va también dedicada de manera especial esta obra.

E s oportuno aquí advertir que por considerarlo muy justificado he empleado en este libro las voces y modismos corrientemente usados en nuestro país por los jugadores de Dominó, lo cual, además de dar razón a la obra, pro­ curando su lectura más amena, sirve al mismo tiempo para dar mayor precisión a las ideas expuestas, por cuanto tales expresiones llevan más rápidamente a la mente de cada jugador los conceptos que se desean exponer.

E s de hacer notar que esta Dedicatoria fue escrita hace más de veinte anos y que la mayoría de los grandes amigos y Maestros del Dominó que se citan aquí, han fa­ llecido, incluyendo a mi padre; es ésta la razón por la cual no he dudado en ratificar mi dedicatoria a los que todavía viven, sino también a los fallecidos como un homenaje postumo a la memoria de estos hombres.

Igualmente sea también esta oportunidad propicia para solicitar disculpas ante el lector por la pobreza lite­ raria de la obra, alegando en descargo mi carencia de dotes de escritor. N o ha de olvidarse que al tomar la decisión de escribir y publicar este libro sólo me ha guiado el deseo de corresponder, complaciéndolos, al afectuoso reclamo en tal sentido hecho por los numerosos amigos y viejos camaradas de juego, que desde largo tiempo han venido instán­ dome a hacerlo. A todos ellos va por eso dedicada con sincero cariño. Un sentimiento de afecto es también el que me im­ pulsa a mencionar aquí a mi querido padre Don Marcos Simosa, mi primer maestro; a Don Tomás Abreu, fallecido; a Witremundo Alcibíades; a José Navarro C ., quienes con­ tribuyeron a darme luces con sus magníficas jugadas; a

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El Autor

PRELIMINARES

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E l Dominó que se juega en Venezuela y en algunos otros países consta de 28 fichas, cartas o piedras, combi­ nadas a base de puntos, con una suma total de 168, con siete unos, siete doses, siete treses, siete cuatros, siete cin­ cos, siete seises y siete blancos; y repartidos esos 168 tan­ tos entre las 28 fichas, dan un promedio de seis tantos por ficha, teniendo cada una su complementaria, y entre ambas, por consiguiente, han de sumar doce tantos. La complementaria del doble seis, es el doble blanco; la del seis-cinco es el uno-blanco; la del cuatro-tres, es el dostres, etc., etc. En consecuencia, con las fichas del Dominó se forman catorce docenas, ya que son 28 fichas. Como se ve, el valor medio de las fichas es igual a la mitad del doble mayor. Así, para este tipo de juego de Dominó limitado al seis y donde el doble mayor es el doble seis, el valor medio de las fichas es de seis. E l nú­ mero de fichas de un Dominó limitado al seis es igual a la mitad del producto de 7 x 8. En otras palabras, es igual

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a 56 dividido entre 2, lo que nos da 28. Para un juego limitado al siete, en cambio, será 8 x 9 dividido entre 2, lo que nos da 36. Y así sucesivamente se puede calcular el número de fichas que tenga cualquier Dominó conocien­ do solamente el doble mayor. La suma total de los puntos de las fichas de un juego de Dominó, limitado al seis, es igual a 6 x 7 x 8, dividido entre 2, lo que nos da 168. Si el juego está limitado al siete se tendrá 7 x 8 x 9, dividido entre 2, lo que nos da 252. Y así sucesivamente se puede calcular el numero de puntos que tiene un juego de Dominó, conociendo sola­ mente el límite de la ficha.

JU E G O S Q U E S E PRACTICAN CON E L D O M IN O

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Entre los juegos que con más frecuencia se practican con el Dominó en nuestro país, podemos citar los siguien­ tes: 1) Mano a mano trancado; 2 ) Mano a mano cargado o robado; 3 ) Mano a mano con catorce piedras; 4 ) Entre tres con siete piedras cada uno; 5 ) Entre tres con nueve piedras cada uno, sacando el doble blanco; 6 ) Entre cuatro con siete fichas cada uno, jugando cada jugador para sí; 7 ) Entre tres o cuatro con cinco fichas cada uno, jugando cada jugador para sí; 8 ) Decimales; 9 ) Cruz española; 10) Cruz venezolana o crucecita; 1 1 ) Amarrado o pegado; 12) El cicguito y 13) El dos para dos o compañía.

Mano a mano trancado .— Este juego se hace bara­ jando las 28 fichas del Dominó y cogiendo cada jugador 7 fichas, quedando las otras 14 tapadas. Como se com­ prende, es un juego entre dos personas. Se juega a puntos estipulados: 25, 50, 75, 100. Tanto en este juego, como en el siguiente, la primera salida corresponde al doble mayor, y en el caso de que no

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C IE N C IA Y A R T E EN

E L DO M IN O

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se coja algún doble, la salida entonces debe hacerse por la ficha mixta que mayor puntuación tenga; las salidas sub­ siguientes se hacen alternativamente.

Mano a mano cargado o robado .— Como en el juego anterior, después de barajar, cada jugador toma siete fi­ chas, y la diferencia estriba en que en esta modalidad, cuando no se tiene ficha para jugar, e l jugador no dice paso, sino que debe cargar o robar de la pila restante, ficha a ficha, hasta conseguir una que pueda ser colocada. Como en el anterior, se ¡uega también a puntos o tantos estipu­ lados. Es muy interesante y enseña mucho al novato. M ano a mano con catorce piedras .— Considero esta modalidad de gran utilidad para el aprendizaje. Como su nombre lo indica, cada jugador, después de barajar toma 14 fichas, entrando así en juego las 28 fichas del Dominó. E s muy bonito, y permite ya al aficionado acostumbrarse al razonamiento. E s la única modalidad de juego que tiene estrictamente base matemática, y, como se comprende fá­ cilmente, en este tipo de juego siempre gana el que juegue más; y entre dos jugadores iguales debe dominar el que le toca la salida. La primera salida corresponde al doble seis y las salidas subsiguientes se hacen como en los ante­ riores, alternativamente. Es en esta modalidad de juego donde se luce el ju­ gador, al permitirse el lujo de calcular y anunciar, antes de salir, el número de tantos que se va a anotar, apare­ ciendo como un coloso del juego ante los neófitos que ignoran los cálculos matemáticos que encierra el juego en mohientos determinados. Necesariamente, para realizar es­ tos cálculos rápidos, el jugador debe saber dos cosas im­

portantes: en primer lugar, cuántos tantos suman siete fi­ chas iguales, y en segundo lugar qué es una combinación. Para el primer punto existen dos fórmulas muy sencillas que permiten rápidamente calcular el número de pintas que tienen siete fichas iguales: en una de ellas basta agre­ gar tres al número de la pinta y multiplicar por siete. Ejem plo: los siete doses tienen 35 puntos, porque al agre­ gar tres a dos tenemos cinco, que multiplicado por siete, nos da un resultado de 35. D e la misma manera, los siete cuatros tienen 49 puntos y los siete seises 63. La otra regla quizás es más complicada que la ante­ rior, pero la considero también de una gran facilidad, y es asi: multiplicar por siete el número de la pinta y agre­ gar 21 al resultado. Ejemplo: los siete cincos tienen 56 tantos, por la sencilla operación de 7 x 5 = 35 más 21 nos da un total de 56 y así sucesivamente. Como se ve, en orden numérico, la cantidad de pintas aumenta de siete en siete; así: los siete blancos tienen 21. los siete unos 28, los siete doses 35, los siete treses 42, los siete cuatros 49, los siete cincos 56 y los siete seises 63. Conociendo estos sencillos cálculos y sabiendo que el total de puntos de las 28 fichas es de 168, nos es muy fácil saber cuántos puntos vamos a contar mediante una combi­ nación conocida. Si, por ejemplo, se trata de una combina­ ción entre cuatros y seises, combinación normal donde van a entrar en juego exclusivamente todos los cuatros y todos los seises, hacemos el siguiente cálculo: los siete seises que suman 63 puntos más los 49 puntos que suman los siete cuatros, nos da un total de 112 puntos, al que descontados los 10 puntos que suma el cuatro-seis, ya que esta ficha se repite en el cálculo, nos queda en definitiva un total de — 29 —

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Para Raúl Clemente Editores C.A es motivo de crgjllo la publicación de la oclava edició- de esla obra, con l« certeza de que va a ser recibida con beneplácito oor el púdico lectcr. por su lrleresan:e y ameno contenido. Ella to rn a pato de una se' e de exitosos títulos de nueslra editorial I.S.B.N. 980-258-021-X Ilustración de la portada: G w a n n i Ramírez

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Dr. HECTOR SIM O SA ALARCON El Tigre d e Carayaca

CIENCIA Y ARTE EN EL DOMINO

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102 puntos. Como las 28 fichas del Dominó tienen 168 puntos, sabemos que solamente 66 puntos no entrarán en juego, que equivalen a la suma total de las otras cartas que no sean ni cuatros ni seises, y sabiendo que nosotros cenemos en nuestro poder 20 puntos, concluimos que al contrario le anotaremos 46, o sea: la diferencia que hay con los 66 puntos restantes, que como dije anteriormente, no entrarán en juego.

Combinación fo r io *. y e x * . . .

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de 4 « « « o . V d' ’

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C IE N C IA Y A R TE EN EL D O M IN O

Combinaciones .— Se entiende por combinación un nú­ mero de siete u ocho fichas enlazadas de tal manera que, las reventadas de las primeras, permiten las entradas de las segundas, y así mismo, las reventadas de éstas permiten las entradas de las primeras, y teniendo entre ellas uno o los dos dobles correspondientes y la ficha mixta que enlaza los dos juegos, digamos la que forma llave con los mismos, es decir, si la combinación es a base de cincos y seises, la ficha llave es el cinco-seis y si la combinación es a base de treses y doses la ficha llave es el tres-dos. En las modalidades de juego: mano a mano cargado y mano a mano con catorce piedras, existen estas combi­ naciones en número de 1.680.

Desarrollo de la combinación que se aprecia en la figura anterior — Salida por c* doble-cuatro. Resultaco de h 'ranea: 16 x 20. ' :

Como ejemplo de combinación normal, o sea, una combinación donde van a entrar en juego todos los seises y todos los cincos, ya que llamaremos combinación anormal donde necesariamente se ahorque a un doble, voy a dar­ les el siguiente: se trata de cuatro cincos combinados con cinco seises, teniendo los dos dobles correspondientes y también el cinco-seis, las fichas en cuestión son: doble-seis, seis-uno, seis-dos, seis-cuatro, seis-cinco, doble-cinco, cincoblanco y cinco-tres; se trata de una combinación normal de ocho fichas, siempre que se inicie el juego saliendo por el doble-cinco, porque si la salida se hace por el doble-seis o por el cinco-seis, únicas salidas que permiten el desarrollo de la combinación, ya no sería una combinación normal, puesto que el doble-cinco necesariamente tiene que ser ahorcado, para poder completar la combinación, se trataría de una cosa anormal, y es por eso que estas combinaciones desarrolladas en esta forma las llamo anormales.

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Volviendo al ejemplo anterior, como se aprecia, la mano se desenvuelve así: al salir por el doble-cinco, el jugador contrario tiene para jugar tres fichas: cinco-uno, cinco-dos o cinco-cuatro, todas estas jugadas o reventadas, permiten la entrada del seis, cualquiera que sea la res­ puesta del contrario nos permitirá efectuar un cuadro a favor de uno u otro, para en la siguiente jugada del con­ trario volver a atacar nuevamente con una de las fichas de la combinación y terminar en las siguientes jugadas con la tranca o cierre de la mano. En la figura se aprecia con más objetividad el desarrollo de la jugada. En páginas anteriores hablé a ustedes de la existeiv cia de 1.680 combinaciones forzosas en este tipo de juego. En la figura se observa, para mejor ilustración, una se­ rie de combinaciones a base de siete u ocho fichas, com­ binando entre sí cuatro fichas de una pinta con cuatro fichas de otra, cuatro fichas de una pinta con cinco fichas de otra, tres fichas de una pinta con cinco fichas de otra y tres fichas de una pinta con seis fichas de otra.

Desarrollo de una com binaran forzosa y exacta a base de 4 cincos y de 5 seises, — Salida por él ¿oble-cinco Resultado de ,a tranca: 42 x 18.

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CUAD RO D E C O M B IN A C IO N E S FO RZO SA S Y EX A C T A S

Combinaciones a base de siete y ocho fien ». — De arriba ahajo se aprecia: J) Combinación de 4 treses con 4 cuatros y salica sen el doble-tres. 2) Combinación de ¿ blancos con 5 seises y salida per c-1 doble-blanco. 31 Combinación de 3 unos con 5 cuatros y salada por ci cr.We-uno. 41 Combinación de 3 doses con 6 trsscs ysalida por el doble-dos E l lector deberá realizar estos ejercicios con -ir. juego de Dominó, a tu. de familiarizarse con el desarrollo de estas combinaciones forzosas y exactas

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Combinaciones posibles a base de seises y cincos: Con Con Con Con Con Con Con Con

3 3 3 3 4 4 4 4

seises y 5 cincos cincos y 5 seises seises y 6 cincos cincos y 6 seises seises y 4 cincos cincos y 4 seises seises y 5 cincos cincos y 5 seises

Total de combinaciones

15 combinaciones 15 5 5 10 10

10 10 80

Combinaciones posibles a base de seises y cuatros: Con Con Con Con Con

3 3 3 y 4

seises cuatros seises cuatros seises

y 5 cuatros y 5 seises y 6 cuatros y 6 seises v 4 cuatros

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15 combinaciones 15 5 5 10

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Con 4 cuatros y 4 seises Con 4 seises y 5 cuatros Con 4 cuatros y 5 seises Total de combinaciones

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10 10 10

ros; la de cincos y doses, 84; la de cincos y unos, 90, y la de cincos y blancos, 96 tantos.

80

Y así sucesivamente y con base al seis se forman 480 combinaciones. Lo mismo sucede si la base que tomamos es el cinco, el cual nos daría también un total de 480 com­ binaciones y en síntesis concluimos que en este juego exis­ ten. 1.680 combinaciones forzosas y exactas, que por su desarrollo en las jugadas pueden ser normales o anorma­ les. Debo hacer notar que estas combinaciones son a base de dos pintas, pero en Dominó existen otras combinacio­ nes a base de tres pintas, donde no entran en juego todas las fichas de la combinación, sino dos juegos completos de pintas y solamente tres fichas del otro juego de pintas, quedando naturalmente siempre cuatro fichas sin jugar. Ya en el capítulo que trata sobre curiosidades del Dominó hablaré extensamente sobre este particular. Amigo lector, debo decirte que todas las combina­ ciones donde intervienen dos juegos, tienen un ascenso progresivo de seis en seis tantos, de tal manera que si la combinación normal de seises y cincos permite contar 60 tantos, de seises y cuatros, 66 tantos, la de seises y treses, 72 tantos, las de seises y doses, 78 tantos, la de seises y «unos, 84 tantos, y la de seises y blancos, 90 tantos. Vamos ahora a referirnos a las combinaciones restan­ tes. Lo mismo que en las de seises, las combinaciones de cincos aumentan de seis en seis tantos; así la de cincos y cuatros producen 72 tantos; la de cincos y treses, 78 tan-

De la misma manera: la de cuatros y treses dan 84 tan­ tos; la de cuatros y doses 90 tantos; la de cuatros y unos 96 tantos, y la de cuatros y blancos, 102 tantos. L a de treses y doses dan 96 tantos; la de treses y unos, 102 tan­ tos. y la de treses y blancos, 108 tantos. La de doses y unos, 108 tantos, y la de doses y blancos, 114 tantos, y, por último, la de unos y blancos, 120 tantos. En el siguiente cuadro se puede apreciar con más cla­ ridad lo que ha sido expuesto en estos últimos párrafos:

Combinaciones cincos cuatros treses doses unos blancos

60 66 72 78 84 90

cuatros treses doses unos blancos

72 78 84 90 96

cuatros y treses cuatros y doses cuatros y unos cuatros y blancos

84 90 96 102

De De De De De De

seises seises seises seises seise» seises

De De De De De

cincos cincos cincos cincos cincos

De De De De

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Tantos

y y y y y y y y y y y

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De De De De De

treses treses treses doses doses

y y y y y

doses unos blancos unos blancos

96 102 108 108 114

D e unos y blancos

120

Como se demuestra por este cuadro, la combi que da menos rendimiento es la de seises y cincos, que solamente producen 60 tantos, y la que da más rendimien­ to es la de unos y blancos, que producen 120 tantos. Tam ­ bién se puede notar que las combinaciones cuyos dos palos sumen un número igual, dan el mismo resultado, así por ejemplo: las combinaciones de seises y unos, la de cincos y ¿loses y la de cuatros y treses, cuyos palos sumados dan siete, tienen exactamente igual el mismo producto de 84 tantos. Así mismo, las que suman ocho, como la de seises /d o s e s y la de cincos y treses, producen 78 tantos. Como puede verse, solamente las pintas que sumadas dan: uno. dos, diez u once son aisladas, y por eso no se repite el número de tantos que cada una de ellas producen en par­ ticular.

Entre tres con siete piedras cada uno.— En esta mo­ dalidad, después de barajar y tomar cada jugador siete fichas, juega cada uno para sí, anotándose el ganador los tantos que sumen las fichas que queden en poder de los otros dos jugadores. En este juego l;t primera salida co­ rresponde al jugador que tenga el doble mayor, y en el supuesto caso de que ninguno de los jugadores tenga do­ ble, entonces la salida corresponde a aquel que le haya tocado la ficha mixta mayor. Esta condición también se

aplica en las dos primeras modalidades que en páginas anteriores fueron descritas. Las salidas subsiguientes se hacen por la mano. E s un tipo de juego que enseña poco, pero divierte y hace pasar el rato.

Entre tres con nueve piedras cada uno, sacando el do­ ble blan co — Juego en el que 27 fichas toman parte. Se excluye el doble-blanco porque tratándose de una ficha pa­ siva no modifica las jugadas y no se necesita para anotar­ se, ya que su valor es cero y su exclusión permite que ios jugadores vayan a la partida equiparados. La salida inicial corresponde al doble-seis y las demás se hacen por la mano. E s de gran utilidad para el apren­ dizaje porque enseña a razonar, por lo cual lo recomiendo practicar a menudo.

Entre cuatro con siete fichas cada uno.— Este lo lia* man en algunas partes “ cara de perro” . Es un juego en que cada uno juega para sí, a la guerrilla, y el que domina la mano, se anota los puntos que suman las fichas que le quedan a los demás jugadores. La salida inicial corresponde al doble-seis y las demás se hacen por la mano. Es de una importancia relativa ya que entran en juego las 28 fichas del Dominó.

Entre tres o cuatro con cinco fichas cada uno.— Este lo denominan también “ Rapidol” . Se juega entre tres o cuatro personas, tomando cada jugador (después de bara­ jadas ) cinco fichas cada uno y quedando tapadas a un lado

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C IEN C IA

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el resto de las fichas. Se acostumbra sacar el doble-blanco del juego, siendo esto convencional. Cada jugador juega para sí y es frecuente jugar las partidas a 30 tantos, lo que permite una terminación rápida de las mismas y de allí su nombre. La primera salida corresponde al doble mayor y en las salidas siguientes, el jugador que haya dominado la mano anterior es al que le toca iniciar, es decir, aquel que gana la mano, vuelve a salir. E s un juego puramente de azar. Este personas, cional de colocadas entrar en

juego puede ser realizado también entre 5 ó 6 teniendo el acuerdo de hacer un reparto propor­ las piedras, a fin de que siempre queden cartas boca abajo a un lado de la mesa que no podrán juego durante la mano.

Dominó loco .— Esta es una modalidad del juego an­ terior y siempre debe jugarse entre 3 ó más personas. Difiere del anterior, en que las apuestas se pagan por dominadas y también por pasos, lo que lo hace interesante y divertido. Hay dos maneras de realizar el pago de los pasos: una de ellas consiste en que el jugador que dice paso, debe pagar al jugador que se lo produce una cantidad de dinero estipulada previamente, bien mediante efectivo, o bien mediante fichas substitutivas valorizadas. En la otra forma, el jugador que dice paso, debe poner lo estipu­ lado por este concepto en un platillo colocado a un lado de la mesa, formándose de esta manera un fondo común o polla, que tomará el jugador que haga la dominada,



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Y A R TE EN E L D O M IN O

recibiendo además de cada uno de los otros jugadores lo que se haya acordado por este concepto.

Decimales .— Es un juego popular en Inglaterra, don­ de lo llaman M uggins, en Estados Unidos le dan el nom­ bre de Moon; y en ambos países las jugadas se realizan por la izquierda, en contrario a como lo acostumbramos noso­ tros. La base del juego consiste en poner las fichas de ma­ nera que los extremos del juego, sumados, den 5 ó un múltiplo de cinco. E s necesario advertir que para esta suma, si la piedra que en ese momento índica un extremo, se trata de un doble, se considera la cantidad total de puntos que tenga el doble; así, por ejemplo: si por un lado está colocado el doble-seis y por el otro lado se juega doble-cuatro o cuatrotres, la anotación se hará a base de 20 ó 15 tantos, respec­ tivamente. De la misma manera si la salida se efectúa por doble-cuatro o doble-seis, la colocación de cuatro-dos o de seis-tres, según uno u otro caso, permitirá al jugador ano­ tarse la cantidad de 10 ó 15 tantos, respectivamente. El buen jugador en sus jugadas trata de hacer cinco o un múltiplo de éste y en evitar al mismo tiempo que el jugador de tum o pueda hacerlo. Las anotaciones se con­ siguen al llenar el requisito de hacer cinco o múltiplos del mismo y las partidas se juegan a tantos estipulados. Puede jugarse entre dos, tres o cuatro personas y cada jugador se anota para sí. También puede jugarse en compañía de dos contra dos y las anotaciones corresponden por pareja. Una modificación de este juego es otro en el que las anotaciones se hacen cuando las puntas en juego sumen ires o múltiplo de tres.



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C7F.NCIA Y ARTF EN KL DOMINO

En la salida inicial no es obligatorio salir por cartas determinadas, está sometida a sorteo y el jugador puede utilizar la ficha que más le convenga. En este caso es con­ veniente salir por fichas que sumen cinco o diez, aprove­ chando así la condición del juego para abrir la anotación.

robar solamente una ficha de la pila restante cuando el jugador de turno no tenga fichas por colocar o. por el con­ trario. resolver que esas fichas restantes permanezcan des­ conocidas y no tomen parte durante la mano.

El jugador que domina la mano se anota a su favor los tantos que sumen las demás fichas que queden en po­ der de los otros jugadores, pero esta anotación se hará a base de cinco o múltiplo de cinco y naturalmente siempre que se esté jugando individualmente, ya que en las parti­ das jugadas en compañía de dos contra los, las anotaciones se harán solamente los puntos que tenga la pareja per­ dedora. Si esta suma no da exactamente cinco o un múltiplo de cinco, se anota entonces el múltiplo de cinco más pró­ ximo a la cantidad de tantos que se hayan contado. Así, por ejemplo, si los tantos suman 42, el jugador tendrá que anotarse 40, pero si en cambio la suma es de 43, se ano­ tará 45; lo mismo sucede si la suma está cerca de cinco, pudiendo anotarse esta cifra siempre que la cogida en la mano sea 3, 4 , 6 ó 7. Como se comprenderá, si lo cogido suma dos, no se hará ninguna anotación.

Cruz española. — Juego muy divertido, especialmente para jugar copas o comida. Se puede jugar entre 2, 3 ó 4 personas, siendo preferible esto último. Cada jugador toma cinco fichas, el resto quedan tapadas para robar cuando no se tiene ficha para jugar. Se roba por pareja de fichas, es decir, de tíos en «.los. y deben quedar siempre sin conocer dos fichas tapadas; de aquí se comprende que en el caso de que quedan tres fichas, al jugador que le corresponda robar no puede coger sino una solamente, dejando las otras dos. En este juego, el doble-blanco es el doble mayor y vale catorce puntos. En primera mano es al doble que le toca salir. En su defecto, la salida corresponde al dóble­ se K; y si no está en juego, al doble cinco, y así sucesiva­ mente hasta llegar al doble-uno. Pero siempre es obligado salir por un doble.

Como al jugarse entre 5 ó 6 personas quedarán 3 ó 4 piedras sin conocer, convencionalmente se puede acordar

El juego consiste en que-después de la salida hay que jugar fichas por los cuatro costados del doble, formando de esa manera una cruz; una vez jugadas estas cuatro fi­ chas, se sigue colocando los dobles correspondientes a las cuatro puntas libres. En el caso de que el jugador de turno no renga fichas para colocar debidamente, debe robar de !a pila dos fichas y si con esto no consigue fichas para jugar, debe decir paso. A veces sucede que estos últimos dobles no entran en juego en su totalidad y es- corriente que no entre en juego algún doble, pero es difícil que falten dos, no siendo esto imposible. Cuando esto sucede» por ese

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Este juego puede también realizarse entre más de cuatro personas individualmente, recomendándose fijar las partidas a un número considerable de tantos que permi­ tan que un jugador no pueda irse en una sola mano, a fin de crear durante el juego interés y emoción.

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lado o punto no se puede jugar y esta punta queda tran­ cada o archivada, como se dice en el argot.

a las demás salidas se hacen por la mano. En el caso de que el jugador que le toca salir no tenga doble, debe robar dos fichas de la pila tratando de conseguirlo. Si después de este intento no logra algún doble, debe decir paso y enton­ ces la salida corresponde al jugador de turno. E ste para salir también se ajustará a lo dicho anteriormente: robaT dos fichas si no tiene doble, etc., etc., y así sucesivamente hasta que la salida se haga por un doble.

Una vez realizada la jugada de colocar los dobles, se continúa jugando por cualquier punta ( menos las tran­ cadas ) a juicio de cada jugador. En este juego hay solamente un perdedor y es aquel que no ha logrado en el desarrollo de la mano colocar todas las fichas que le tocaron. En otras palabras: el ju­ gador que no ha llegado a salirse en la mano. E l juego se decide por cruces: dos o tres cruces. Es convencional y cada cruz vale 50 ó 100 tantos (también convencional). La anotación se hace a base de todos los puntos que sumen todas las piedras sin jugar, incluyendo las tapadas y tomando en cuenta que el doble-blanco vale catorce puntos. Como se comprende, pierde una cruz aquel que pri­ mero llegue a los tantos estipulados, y pierde la partida, aquel que se anota de primero todas las cruces estableci­ das y en este caso, este jugador es el pagador de la apuesta. Como dato complementario, diremos que este juego puede hacerse entre más de cuatro personas, teniendo siempre el cuidado de distribuir las fichas proporcionalmente al nú­ mero de jugadores y en el acuerdo de que deben quedar no menos de tres fichas tapadas, a fin de dar oportunidad de robar si no se tienen para jugar las fichas necesarias. Al referirme a la salida, se dijo que la primera salida correspondía al doble-blanco (doble mayor en este juego) y que siempre era obligatorio salir por un doble, en cuanto

Si en alguna oportunidad la mano se tranca, pierde el jugador que tenga más tantos en su poder, y en los casos de empate se divide proporcionalmente el total de tantos por los jugadores empatados, y cada uno de éstos tendrá que anotarse los tantos que le correspondan por la división.

Cruz venezolana.— A pesar de que el nombre es pare­ cido al anterior, el juego se hace de una manera dife­ rente. Las partidas se realizan entre 2, 3 ó 4 personas, tomando cada jugador seis fichas, después de barajadas y quedando las demás tapadas a un lado. La salida corresponde al que tenga el doble mayor, es decir, la primera salida; y a diferencia del juego ante­ rior en donde el doble mayor es el doble-blanco, aquí el doble mayor es el doble-seis. Es obligatorio salir por un doble. Como se ve, el doble-seis es el doble salidor para la primera mano. Si por casualidad no entra en juego, le toca salir aquel que tenga el doble que sigue al doble-seis, que no es otro que el doble-cinco. Las demás salidas corres­ ponden al jugador que haya sido el ganador de la mano anterior. En otras palabras, el que domina vuelve a salir

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y siempre que tenga doble. En caso contrario, la salida corresponde al jugador que está a la izquierda; y éste al mismo tiempo recibe del jugador que pierde su salida, una cantidad estipulada por este concepto. M ás abajo se explicará qué significa esto. En caso dado de que este úl­ timo jugador tampoco tenga doble, Ja salida entonces corresponde aJ siguiente jugador de la izquierda, quien recibirá al mismo tiempo lo pagado por el primer juga­ dor más lo que debe entregar el segundo; y así sucesiva­ mente hasta que la salida se haga por un doble. Cada juga­ dor debe jugar por su lado, y en esto también difiere del anterior, encadenando las fichas una detrás de otra y natu­ ralmente siempre que esas fichas casen.

fichas estipuladas por este concepto. Pueden ser dos fi­ chas por la dominada o una ficha por cada una de las piedras que no pudieron jugar.

Los pasos se dan colocando una ficha de Poker o un grano de leguminosa o cualquier cosa que se pueda utilizar en defecto de éstas: fósforos, piedrecillas, etc., en el sitio que le corresponde jugar. Estas fichas para marcar el paso se las puede coger el jugador que juegue por ese lado, aunque sea un doble que vaya a colocar. El jugador trancado, es decir, aquel que está marcando fichas porque no tiene para jugar por su lado, debe jugar cuando otro de los jugadores se ponga en sus mismas condiciones; en otras palabras, que también se tranque, colocando entonces sus piedras por el lado correspondiente al otro jugador que quedó trancado (e s obligatorio). Al finalizar la mano o base, jugador juega su última piedra, las fichas que estaban marcando tantes jugadores deben pagar al

lo que sucede cuando un éste debe recoger todas pasos y además, los res­ ganador una cantidad de

Las apuestas de esté juego se hacen en dinero, valo­ rizando cada ficha de Poker o ficha de paso a un precio previamente convenido. Para terminar, diré que este juego puede también hacerse en compañía de dos contra dos. Se ha convenido que cuando un jugador levanta cua­ tro dobles, se baraja la mano. Sí por casualidad levanta cinco dobles o más, entonces gana automáticamente sin jugar, teniendo los otros jugadores que pagar como si hubie­ ra sido una dominada, y para los efectos de la salida se considera como si hubiera sido el ganador.

Amarrado o pegado .— Juego que se estila mucho por el Oriente de la República. Su desarrollo es parecido al de la cruz venezolana, pero difiere en algunos puntos. Siempre se juega entre 2, 3 ó 4 personas; en este úl­ timo caso se acostumbra jugar en compañía, aunque tam­ bién se puede jugar cada uno para sí. Cada jugador debe coger siete fichas después de barajadas. Así es que entran en juego las 28 fichas del Dominó. Corresponde la pri­ mera salida al que tenga el doble mayor, si es que se juega entre 2 ó 3 personas. Si es entre cuatro la salida le toca al doble-seis. Las salidas siguientes se hacen por la mano, siendo en esto diferente al juego anterior, en el cual siem­ pre sale nuevamente el ganador. Corno en la modalidad anterior, cada jugador juega por su lado, es decir: por el lado del doble que está frente

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a él. A diferencia con el juego anterior, cuando un jugador está trancado no puede jugar por otro lado, quedando como lo indica la denominación del juego, amarrado o pegado a su punta. Y a vimos que en el juego anterior el jugador trancado sí puede jugar por el lado del jugador que se tran­ que. Por último, difiere del juego anterior, en que no se puede robar las fichas de marcar pasos con la colocación de un doble, lo que en el otro juego sí es posible. Como en la cruz venezolana, las fichas de marcar pasos se valo­ rizan previamente y por las dominadas se pagan o cobran fichas estipuladas convencionalmente.

La primera salida se sortea previamente y las demás se hacen por la mano, o vuelve a salir el ganador de la mano anterior, es cuestión convencional. La ficha de salida tiene que ser la primera del extremo derecho de la fila de fichas que pertenecen al salidor, cualquiera que ella sea; y siguiendo en el orden de derecha a izquierda volteará su segunda carta, que debe ser jugada si casa con la piedra de salida, y si así sucede continuará virando fichas en el mismo orden y jugándolas siempre que casen; en caso con­ trario, o sea cuando la ficha no pueda ser jugada porque no casa con la que en ese momento indica juego en la mesa, el jugador debe decir paso, y esta última ficha debe ser colocada al descubierto en el extremo izquierdo de la fila.

E l Cieguito .— Juego sumamente fácil, donde intervie­ ne el azar durante casi todo el desarrollo de la mano. Especial para niños, quienes así tienen oportunidad de practicar con números conocidos, consiguiendo al mismo tiempo pasar el rato distraídos. Los adultos también pueden disfrutar de este tipo de juego, con la ventaja de poder ser jugado por más de cuatro personas. En este caso se hará el reparto de fichas propor­ cionalmente al número de jugadores, con el acuerdo de que si sobran fichas, éstas se dejarán tapadas a un lado y se utilizarán para robar cuando el jugador correspondiente al tocarle turno no tenga fichas para jugar y siempre que to­ das sus fichas estén al descubierto. Describiremos el juego entre cuatro personas, estando sobreentendido que esta descripción se aplicará a cualquiera que sea el número de jugadores. Después de barajadas, cada jugador toma siete fichas que deberá colocar en fila horizontal frente al mismo sin haber visto el juego que le ha tocado en ningún mo­ mento, de aquí que a este tipo de juego se le llama '‘el cieguito5’.

El jugador de tum o procederá en la misma forma que el salidor, es decir, volteará su primera ficha del ex­ tremo derecho, la jugará si es posible su colocación; en caso contrario, dirá paso y la ficha se quedará al descubier­ to en el extremo izquierdo, como se ha explicado más arriba. Como se comprende, un jugador puede en el mo­ mento de su turno jugar todas sus fichas, si ha tenido la suerte de que las fichas a medida que se van volteando pueden irse jugando al mismo tiempo. Para las jugadas ulteriores se presentará el caso de tener varias fichas al descubierto que podrán ser coloca­ das, no importa su cantidad, pudiendo así un jugador rea­ lizar varias jugadas, mediante la oportunidad de echar tiros, como se dice frecuentemente en el lenguaje del Dominó. Estas jugadas se efectuarán sin que el jugador haya vol­ teado otra ficha de la fila, maniobra que tendrá que hacer

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una vez haya agotado las fichas que estaban al descubierto y que podían ser jugadas. Se sobreentiende que la ficha que se descubre nuevamente, también podrá ser jugada en el mismo turno y siempre que case con las otras que en ese momento indica el juego.

jante tarea, en un medio donde abundan tantos magos en este juego.

Aquí gana la mano el jugador que realiza la dominada, o sea aquel que juega su última carta. En los casos de tran­ ca, el ganador será quien tenga menos tantos en su poder. Las apuestas se hacen por partidos a una cantidad de tantos estipulados o por dominadas

E l dos para dos o compañía .— Considero esta moda­ lidad la más interesante y La que gusta más al aficionado y, en consecuencia, la que se analiza con más amplitud en este libro. Ya dijimos anteriormente de que este juego, mitad ciencia y mitad suerte, a pesar de ser a base de números, no tiene en su desarrollo verdadero fundamento matemá­ tico, excepción hecha del que se hace con catorce piedras; de aquí depende lo difícil del juego y también lo difícil de enseñarlo a jugar bien. Debo advertir que las opi­ niones aquí expuestas son producto de mi experiencia, y sintetizan, como dije al comienzo de esta obra, los conoci­ mientos que tengo de este juego. Las teorías y técnica que menciono en este aparte son expresión de mi manera de jugarlo y van dirigidas especialmente a aquellos aficionados que ya sepan colocar más o menos bien sus piedras y tengan deseos de ampliar sus conocimientos. Mas, para aquellos que se consideran unos sabios del mismo, sabré soportar en silencio las críticas a que me expongo al lanzarme a seme­

A pesar de que esta modalidad es un poco difícil, no se necesita tener inteligencia privilegiada para llegar a cono­ cerle lodos sus secretos y adquirir un dominio del mismo. Es suficiente solamente un poco de retentiva y un poco de razonamiento, en la mayoría de las veces de lógica elemen­ tal, para llegar a descifrar jugadas aparentemente oscuras y difíciles. Pero si difícil es el juego, ya lo dije anterior­ mente, es más difícil enseñarlo a jugar bien. Todo aquel y quien le gusta jugar al Dominó tiene su criterio muy per­ sonal con respecto al mismo. Se considera un buen juga­ dor y no admite observaciones y sugerencias de aquel que juega más, porque sencillamente no lo reconoce, porque en este juego nadie respeta a nadie; a menos que se trate de partidas donde se apuesta dinero. Ya la experiencia me lo ha enseñado así. Abundan los malos jugadores, los regulares en la ma­ yoría de las veces pasan más a ser malos que buenos; estos últimos son muy escasos, tan escasos que considero que no llegan al i 96. N o me incluyo en este porcentaje tan pequeño porque todavía me falta por aprender para jugar mejor al Dominó. Después de estos comentarios, vamos a entrar de lleno a explicar el desarrollo de una mano o base de Dominó en una partida realizada entre cuatro personas y en compañía. Barajadas las cartas, fichas o piedras, cada jugador toma siete de ellas. Al levantar las fichas correspondientes, el jugador debe hacer el siguiente juicio: , y las tu cas fich as so :i g ran d e s

Tn cv.e c t s o

raaia-doble.

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p re fe rib le hacer un a salida

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salir por el doble. N o se debe desconocer el poderío de estas seis fichas. 2?) Juego donde exisíen vanos dobles en pelo .— Salgo por el doble mayor. Esta salida no Liene justifica­ ción como el caso anterior. Se trata de una salida capri­ chosa. A mi criterio se debe salir por uno de los dobles y, en consecuencia, prefiero el doble mayor para salir: es lo que mejores resultados me ha dado. N o encuentro motivo para tratar de conservar el ma­ yor número de tantos en mis fichas, en un juego que podría ser malo, al perder la oportunidad de iniciar el descarte en una mano que amenaza pérdida. En el supuesto caso de que solamente hayan dos dobles, la salida por el doble mayor está más justificada, ya que así voy aprovechando la oportunidad de ir transformando mi juego en uno bue­ no. Se darán cuenta que insisto en este criterio de juego y así lo haré cada vez que sea necesario, porque considero este asunto de una gran importancia.

Juego donde existen vanos dobles en pelo. — Salid® por el doble mayor romo lo indica la flecha.

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39 ) Juego donde existe un solo doble acompañado. Salgo por el doble. Este caso no amerita explicación algu­ na, se trata de una salida clásica.

4? ) Juego donde existen varios dobles acompaña­ dos .— Salgo por el doble mayor. E s lo que más conviene, es una salida franca y no se presta a confusión por parte del compañero. Algunos acostumbran salir por el doble que tenga mayor compañía, esto es correr un riesgo innecesario al engañar tácitamente al compañero. Ejemplo: si tengo doble-cinco acompañado de un cinco, y al mismo tiempo doble-tres acompañado por tres treses, la salida correcta es por doble-cinco y no por doble-tres; ya que si salgo por este ultimo, al tener que iniciar el cinco, no se me hará el doble corres­ pondiente, porque lógicamente he debido de haber salido por doble-cinco. En consecuencia, correré el riesgo que se me ahorque este último doble, por mi salida indebida. Como se ve, es posible que hayan aficionados que sosten­ gan un criterio diferente, pero no se puede dejar de reco­ nocer que la salida en esas condiciones es confusa e im­ precisa.

Juego conde existe cxccpcionrs.

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-ola doble ocorr.pamio.

Sa'idfl por -i doble, .‘ in

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5'') Juego donde existen varios dobles: uno o varios en pelo y otro u oíros acompañados .— Salgo por el doble acompañado, o por el doble mayor si es que son varios los dobles acompañados. Para mí se trata de una salida clásica, que no nece­ sita explicaciones. Sencillamente es producto de los razo­ namientos anteriores.

Juego donde existe» varios dobles acompnñndos. - Snlcda por rl doble ma yor, como lo indica ía flecha.

J ucjío donde existen varios dobles: uno o varios en pelo v otro u otros aeorjii'jftadubSalida por el doble acompañado, o por c! doble mayor, si son varios los dobles acompañados. ( {.lomo lo indica la Hecha).

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6 °) Violines de cinco piezas con el doble: son blan­ cos, unos o doses .— Salgo mixto por una pieza del violín, siempre que en las otras dos cartas no tenga doble; en este caso salgo por este doble si es uno solo y así esté en pelo; o salgo por el doble mayor si las dos cartas son dobles. Esta salida tiene una excepción que es el estado de la tantera o anotación: si faltan pocos tantos, salgo como lo he descrito, y si, por el contrario, me faltan muchos tantos, salgo por el doble del violín. La razón de esto es violentar la mano y se explica en el siguiente punto.

lida mata-doble, sobre todo en aquellos casos donde no se tiene otro doble ajeno a la pinta d d violín, ya que la salida entonces debe hacerse por este doble.

Al principio he dicho que salgo mixto por una ficha del violín, y para ello debo utilizar la ficha más alta del violín, siempre y cuando tenga apoyo por la otra pinta ajena al violín. Por ejemplo, si se trata de un violín de cinco blancos, teniendo e! blanco-seis, salgo por esta ficha, siempre y cuando tenga otro seis que indique por su otra punta juego pequeño (uno o d o s); en su defecto, hago el mismo razonamiento si debo elegir el blanco-cinco o el blanco-cuatro.

La Salida mixta por la ficha más alta del violín debe ser interpretada como una salida mata-doble a la pmta grande y la conveniencia de desarrollar el juego de la pinta pequeña. Aparentemente esta salida puede traducir una jugada en desventaja, como si se tratara de un jugador al descubierto; pero yo diría que es todo lo contrario; es ven­ tajoso jugar al descubierto, todos los jugadores de Dominó saben perfectamente que el compañero del Fantasma siem­ pre lleva la ventaja.

En algunas ocasiones estos violines de pintas peque­ ñas y de cinco fichas con el doble, van acompañados de una ficha que traduce juegos grandes por sus dos puntas; por ejemplo, van acompañados por el seis-cinco, o el seiscuatro, o el cinco-cuatro, etc., y en estos casos específi­ cos, si la ficha grande en cuestión tiene apoyo por sus dos puntas por fichas del violín, a saber, si tenemos un violín de cinco blancos con el doble, acompañado por el seiscinco y al mismo tiempo entre las fichas del violín tene­ mos el cinco-blanco y el seis-blanco, es de buena técnica hacer la salida mixta por la ficha grande (seis-cinco), sa­ — 75 —

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j üV • s a,ta d d vl0,in» siempre y cuando no se tenga otro doble ajeno por supuesto n lu pinta del violín I..i salida por la ficha mas más alta del violín nene que tener apoyo por la otra punta ajena al violín (Lom o lo índica la flecha).

Volint-s de dohle, pta ficha resulta ser en este momento la "llave de la mano" e indudablemente es la jugada correcta. Estudiemos las cuatro jugadas que se le presentan al salidor, a saber: Seistres, seis-cinco, cuacro-dos y cuatro-blanco. Castigar al seis es malo por dos razones: en primer lugar por cuanto sabe que el doble-cinco lo tiene el contrario y tiene que conservar el seis-cinco apoyado con el otro seis, para no exponerse a que se lo saquen "buchero", y en segundo lugar, porque no sabe donde está el doble-seis, podiendo ser su compañero el que lo tenga. En consecuencia, el salidor debe castigar su salida dejando corret el seis. Para castigar su salida tiene 2 cuatros: el cuatro-dos y el cuatro-blanco. Con el primero no persigue ningún objetivo, mientras que con el segundo el objetivo es doble: repetir el blanco ini­ ciado por su compañero y al mismo tiempo iniciar el doble-blanco que le incomoda. De tal manera que su carta a jugar tiene que ser el cuatro blanco y una veü realizada esta jugada la mano se desarrolla de una ma­ nera obligada, como se aprecia en la presente figura, con un resultado de tranca de 64 x 36.

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FALLA

Esta es otra jugada que amerita ser efectuada con al­ gún objetivo. Es lo que corrientemente se llama irse de la falla y que algunos jugadores practican sistemáticamen­ te sin analizar las consecuencias que pueda tener. Yo acostumbro a irme de la falla en casos especiales y siempre que no tenga otras fichas importantes que jufar. Por ejemplo, me voy de la falla en caso de que vaya a hacerle la guerra a un doble, para no exponerme a que me la saquen “ buchera” . Naturalmente y como se com­ prenderá, en este caso prefiero retener aquellas fichas co­ rrespondientes al doble que deseo ahorcar, cuando están acompañadas por fichas iguales a la otra punta de las mismas. Pegar con falla en la salida debe estar sujeto a ciertas normas. Así, por ejemplo: si el salidor es el jugador con­ trario a la derecha, pego con fallas iniciando juegos mayo­ res que su carta de salida. Si en cambio el salidor es mi 155 —

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compañero, o el jugador contrario a la izquierda, pego con fallas que inicien juegos menores a la salida. Se sobreentiende que estas jugadas deberán estar su­ jetas a cierta motivación, ya que no se deben preferir a otras jugadas que puedan resultar más importantes. Igualmente hay que tomar en cuenta el estado de la tantera para pegar con la falla. Si las anotaciones están a nuestro favor con gran margen, debe pegarse con la falla que inicie juego grande. Si por el contrario la tantera se encuentra con desventaja notable para nosotros, debe pe­ garse con fallas que inicie juegos pequeños. La razón de esto es obvia. Aconsejo siempre estudiar y analizar las consecuen­ cias que pueda tener esta jugada. Solamente la práctica enseñará cuando se debe preferirla a otras jugadas.

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H A CER G U ER R A A UN D O B LE CO N T R E S FIC H A S IG U A LE S

La mayoría de los jugadores, cuando tienen tres fichas de una misma pinta y sobre todo si la pinta es alta, acos­ tumbran sistemáticamente hacerle la guerra al doble co­ rrespondiente cuando la pinta en cuestión ha sido iniciada por el contrario. Esto solamente es aceptable cuando se tiene la seguridad de que el doble está en poder del con­ trario. Recuérdese que ésta es una de las condiciones necesarias para hacerle la guerra a un doble, como se dijo más arriba. A pesar de estar en incertidumbre sobre la ubicación del doble, no sería despreciable castigar con la primera ficha siempre y cuando con ella se vaya a iniciar un buen juego; o a repetir uno iniciado; o a indicar un doble que incomoda; o a respetar la otra punta porque traduce juego nuestro. En la jugada subsiguiente y si para esta altura todavía se desconoce el paradero del doble, sería más conveniente dejarlo correr a fin de que sea co­ locado. Entonces nosotros pasaremos de hecho a atacar con el juego que nos ocupa, ya que en nuestro poder nos queda — 159 —

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la mayoría. Me parece ser esto lo más correcto, ya que así clarificamos la mano. H e presenciado a un jugador en estas mismas condi­ ciones hacerle la guerra al doble, sin pasearse por la posi­ bilidad de que su compañero pueda tenerlo, habiendo re­ sultado que justamente éste, es el que lo tenía y, por consiguiente, ha sido victimado de una manera contumaz por su propio compañero. No se puede negar que estas sorpresas mayúsculas suceden con una gran frecuencia por el solo hecho de violar las condiciones requeridas para hacerle la guerra a un doble. Para terminar este asunto, diré que cuando en mi poder tengo tres fichas mixtas de una misma pinta y siem­ pre que sean blancos, unos o doses, y si el contrario inicia Ja pinta en cuestión, acostumbro desarrollar este juego que por obra y gracia de mi enemigo, me lo ha transformado en un magnífico juego de ataque; ya que me ha hecho prácticamente cinco piezas iguales, puesto que el doble correspondiente es una carta pasiva y no modifica la punta, y ligar cinco piezas iguales de este tamaño no es cosa que se presenta a cada rato. D e tal manera que siempre en estos casos no pierdo la oportunidad que se me brinda, cualquiera quien haya sido el salidor.

CUADRAR CO N CUATRO FICH A S CON E L D OBLE

E s cuestión de aprovecharse un buen juego que no se tenía y que no se debe sacrificar por otro que está por verse. El jugador de Dominó en estos casos debe ser ter­ minante, y como tiene la seguridad de un buen juego, ya que lo está viendo, debe utilizarlo sin prejuzgar, por puro capricho, los juegos que su compañero debe tener.

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Este es uno de los casos que se presenta corriente­ mente. Necesita condiciones especiales. Se trata de que el jugador de la izquierda inicia un juego del cual nosotros poseemos cuatro fichas iguales te­ niendo al mismo tiempo el doble. Por ejemplo: este juga­ dor contrario inicia un cinco y nosotros tenemos cuatro cincos con el doble-cinco. En esta situación la mayoría de los jugadores practican el cuadro a cinco. Es justa­ mente a esta jugada a la que me quiero referir. Se trata de una jugada aparentemente buena reali­ zada en la forma ya descrita. Pero a mi parecer, es una jugada de una gran debilidad y de un riesgo formidable, porque para resultar buena, necesita que los dos cincos restantes estén en manos de un solo jugador, cualquiera que sea de los otros tres. En caso contrario, si están repar­ tidos, el- jugador que practica la jugada de cuadro y que tiene en su poder los cincos restantes, se ha puesto inne­ — 163 —

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cesariamente al borde de que le sean contados estos tan­ tos; porque ni más ni menos la jugada realizada en esa forma es un cuadro mata-doble aparentemente y al efec­ tuarla se descubrirá de inmediato con el contrario de la izquierda, que es quien lo arrea y quien tratará por todos los medios de evitar que entre con su juego descubierto. Y por otra parte su compañero no sabiendo este asunto, ignorando el juego que el otro ha querido hacer, sosten­ drá un criterio equivocado y buscará la manera de que los cincos no entren. Como se puede ver, prácticamente esta jugada es una variante de la salida mata-doble. En consecuencia, en este caso particular, recomiendo que en vez de cuadrar se coloque el doble y se espere para otra oportunidad el desarrollo del juego; adaptándose así a lo que aconsejé cuando hablé de la salida al referirme a los juegos de cinco piezas iguales con el doble cuando se trata de juegos grandes, donde se vio que era conve­ niente la salida por el doble a fin de no correr el riesgo que se presenta cuando en las condiciones actuales se realiza la jugada de cuadro. Esta jugada de cuadro sí debe realizarse en todos los casos, cuando nuestro compañero es el jugador que ha iniciado la ficha correspondiente; o cuando se trata de juegos pequeños ( blancos, unos o doses). En caso contra­ rio es temeraria y no tiene ninguna lógica.

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G A RA N TIA D E L D O BLE

La jugada que consiste en garantizarse el doble es de una gran conveniencia y efectividad, ya que se cohíbe al contrario para jugar por esa punta que se castiga y que corresponde al doble que se garantiza. Y por otra parte, se ataca con un juego distinto que en la mayoría de las veces permite a nuestro compañero desarrollar juegos que convienen; lo que no se consigue si se hubiera dejado la punta libre mediante la acostada, puesto que sigue en vi­ gencia la ficha de ataque, que naturalmente corresponde al contrario. Al garantizarse uno el doble, lleva al contrario una ventaja apreciable; ya que éste para el final necesitaría ju­ gar las dos cartas correspondientes al doble garantizado para poder efectuar la dominada. A cambio de esto, el jugador que tiene el doble solamente necesitaría colocar su doble para realizar la llegada. Como se ve, mediante esta jugada se gana ventaja en el factor tiempo y se gana también en el factor tantos, — 167 —

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puesto que el doble tiene menos pintas que las otras dos fichas correspondientes. De tal manera que, si para el poseedor del doble existe la ventaja en el final, para el otro jugador esta ventaja está en el curso de la mano. De aquí que en estos casos, aquel jugador que tiene las dos fichas que garanti­ zan el doble, debe jugar en la primera oportunidad que se le presente, la ficha que encabece, sin tomar en consi­ deración que el doble va a ser colocado. Sería una teme­ ridad tratar de contar un doble que se encuentre en ga­ rantía. Es preferible darle su salida, puesto que si nos empeñamos en cogerlo, podemos correr el riesgo de que nos dominen con él. En consecuencia, las dos jugadas son buenas y reco­ mendables. Por una parte, garantícese el doble, siempre que se tenga la seguridad de ello, y cuando no haya otra jugada mejor que hacer; y por otra parte, désele salida al doble garantizado, si es que se tienen las dos fichas que lo garantizan. Creo haber contemplado aquí las situaciones especiales que con más frecuencia se presentan en una base de Dominó. Indudablemente que muchas se han omitido debido a que son de rara aparición y a que en la mayoría de ellas no se pueden dictar normas generales, por cuanto cada una encierra una solución dependiente del criterio que se tenga del juego y del desarrollo que tenga cada mano en particular.

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LO C A LIZA C IO N D E CARTAS I

Ordinariamente los jugadores de Dominó consideran el hecho de producir un paso al adversario como una ven­ taja apreciable, al pensar que con ello retrasan efectiva­ mente la dominada del jugador que da el paso. Con base a este concepto es que frecuentemente los dominocistas sienten una inclinación marcada a verificar la jugada capaz de producir un paso. Dando paso no se gana, dice el pro­ verbio, que estos jugadores toman en cuenta como funda­ mento para apoyar la conveniencia de que la jugada de paso debe ser efectuada sistemáticamente y por la misma razón tratan de evitarla en carne propia. Indudablemente que muchas veces esta jugada propor­ ciona muy buenos resultados, y en tales casos debe ser prac­ ticada; pero en otras oportunidades los resultados son completamente contradictorios y entonces vale la pena abs­ tenerse de producirlos. El paso en el juego de Dominó significa mucho más de todo esto, y como se podrá ver no siempre es conve­ niente provocarlo, dependiendo su importancia sobre todo

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del desarrollo mismo de la mano. En consecuencia, pode­ mos decir que en algunos casos es preferible dar paso que jugar determinada carta, ocasión que permite exclamar a muchos jugadores: paso y gano. Hay que tener mucho cui­ dado con esto, por cuanto algunos inescrupulosos dicen paso con ficha para jugar, porque naturalmente les convie­ ne agarrarse de semejante artimaña. En otras palabras, existen los pasos ganadores.

Como se comprenderá, semejante conclusión apoya los fundamentos a seguir, para cualquier razonamiento que haya de practicarse con la finalidad de localizar las fichas que faltan por jugar.

Para mí y yo creo también para otros jugadores, el paso representa además de lo dicho anteriormente, una orientación precisa para efectuar cálculos que terminan por hacer conocer la ubicación exacta de las cartas que faltan por jugar, cosa que ayuda a realizar muy buenas jugadas, aparentemente oscuras a otras personas: mirones y juga­ dores. Sería bueno aclarar que no es necesario que un juga­ dor haya dado paso por una pinta determinada para pre­ sumir que no lleva fichas correspondientes a esa pinta, y para los fines de cálculos en estos casos, se procede, como si el jugador hubiera dado paso por la pinta en cuestión. El jugador de Dominó, para llegar a una conclusión segura sobre la falla o las fallas que en realidad tiene cual­ quiera otro, además de tomar en consideración el hecho evidente de un paso dado por una o varias pintas determi­ nadas, necesita un poco de intuición o psicología para pre­ cisar las posibles fallas no descubiertas por un paso. De tal manera que cuando se juega al Dominó, se debe estar pendiente de todos aquellos hechos o llamémosle gestos o simplemente forma de jugar, que utilizan los jugadores durante el desarrollo de una mano y que traducen por sí mismos la obligatoriedad de una jugada.

En el siguiente cuadro se puede apreciar hasta dónde se reduce el número de fichas del juego de Dominó, que es de 28, a los jugadores que dan paso o que sencilla­ mente se le descubren fallas por otro procedimiento. En otras palabras, por exclusión se pueden conocer las fichas posibles que puede llevar el jugador que no tiene cartas de determinadas pintas, ya que sus propias fichas tienen que estar contenidas en el número de las reducidas. Paso o falla por 1 pinta se reduce a 21 fichas el juego de Dominó. Paso o falla por 2 pintas se reduce a 15 fichas el juego de Dominó. Paso o falla por 3 pintas se reduce a 10 fichas el juego de Dominó. Paso o falla por 4 pintas se reduce a 6 fichas el juego de Dominó. Paso o falla por 5 pintas se reduce a 3 fichas el juego de Dominó. El paso o falla por 5 pintas es muy difícil que suceda, materialmente imposible y no se puede presentar sino en un final de mano, en muy contadas excepciones; de todas maneras representa la posibilidad de tener exclusivamente fichas sobre una base de 3. El paso o falla por 4 pintas no es frecuente, pero en su presentación descubre automá­

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ticamente al jugador correspondiente. Es bueno tenerlo en cuenta.

Salida por el doble-dos, el jugador “ B ” , que es mi compañero, pensó largo rato y jugó el dos-blanco; el juga­ dor “ C ” , compañero del salidor, jugó el dos-seis rápida­ mente. Al jugar en esta forma, tuve la impresión que no tenía más doses ni tampoco blancos, ya que, en caso con­ trario, hubiera pensado en la jugada, es necesario ir razo­ nando a medida que se va jugando. Yo me acosté en el doble-blanco, aspiraba que mi compañero tuviera el blancoseis y preferí esta jugada a la del seis-cinco, por cuanto no quería iniciar un juego grande del cual no llevaba mayo­ ría, ni el doble correspondiente. Había clasificado mi jue­ go como malo, y el hecho de que mi pareja había pensado mucho para castigar la salida iniciando un juego de blan­ cos, me indicaba que tenía buen juego y mi conducta a seguir en esta mano era de sacrificio. El salidor cuadró a seis rápidamente, lo que me hizo pensar que no tenía más blancos, cosa que confirmé con su siguiente jugada; mi compañero dio paso y el siguiente jugador se acostó en el doble-seis de una manera pensada; yo jugué seis-cinco rá­ pidamente, ya que era la única ficha que tenía que jugar. Con esta jugada mi pareja debía de comprender que no llevaba el doble-cinco, ni me interesaba el juego a cincos, por cuanto en mi primera jugada había preferido dejar co­ rrer el seis, acostándome en doble-blanco, y así lo hice basado en lo que se dijo más arriba, no quería iniciar un juego grande que no me convenía. El Salidor en perfecto Dominó y después de pensar, castigó el seis con seis-uno. Debía dejar los otros dos seises en poder de su pareja, puesto que así tenía más poderío el juego a seises. Esta jugada del Salidor se justifica por el hecho de tener el cinco-uno y de no tener más blancos; en este caso lo co­ rrecto era castigar al seis, ya que de ninguna manera podía

Entre todos los pasos o fallas por su relativa frecuen­ cia, es necesario estudiar bien aquellos dados por 2 ó 3 pintas, especialmente cuando éstos se presentan o se cono­ cen para un desarrollo avanzado de la mano. En estas condiciones descubren tácitamente al jugador que los da, con aquel jugador que en su poder tenga la o las fichas restantes que encierra el procedimiento, tomando en consi­ deración el cuadro ilustrado anteriormente y que por esta situación, puédese con toda seguridad saber las fichas del jugador a quien se le aplica el cálculo por sus pasos o fa­ llas, hecho que también contribuye a localizar al mismo tiempo las fichas que están en manos de los otros juga­ dores. Veamos el desarrollo de una mano a íin de familiari­ zarnos con estos razonamientos tan importantes que nos ayudan a ubicar fichas, en muchos casos con una exactitud sorprendente. He aquí la ubicación de los juegos: Jugador “ A ” : Doble-dos, dos-uno, dos-cuatro, cuatro-tres, cinco-uno, seis-uno y seis-blanco. Jugador “ B ” : Dos-tres, dos-cinco, dos-blanco, uno-blanco, cinco-blanco, cuatro-blanco y cuatro-uno. Jugador “ C ” : Dos-seis, doble-seis, seis-tres, seis-cuatro, tres-uno, doble-cuatro y doble-cinco. Jugador “ D ” : Doble-blanco, tres-blanco, doble-tres, trescinco, cuatro-cinco, seis-cinco y doble-uno.

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buscar el cuadro a seises, castigando al cinco por cuanto lo más probable era que el siguiente jugador atacara con los blancos y su compañero entonces se vería obligado a castigar el seis, produciéndose así una disociación del juego de seises; además, con su jugada evitaba la tranca por los blancos, que de haber jugado el cinco-uno ésta se presen­ taba irremediablemente. El aficionado debe verificar esta variante. En consecuencia, el Salidor jugó muy bien al de­ jar los dos seises en manos de su compañero.

fallaba por esas tres pintas y, en consecuencia, sus cuatro fichas debían estar contenidas *entre diez posibles, o sea, aquellas a las que el juego de Dominó se le había redu­ cido y que naturalmente no eran ni blancos, ni unos, ni doses. De estas diez fichas dos estaban en juego: el dobleseis y el seis-cinco, y tres tenía yo: doble-tres, tres-cinco y cuatro-cinco. Para mí era muy fácil saber las cartas de este jugador y necesariamente con toda seguridad tenían que ser: los dos seises, el doble-cinco y el doble-cuatro, ya que eliminaba la posibilidad de que el Salidor tuviera este úl­ timo doble, porque de tenerlo tenía que estar acompañado, y en este caso su salida hubiera sido por el mismo, por cuanto no podía tenerlo en pelo, puesto que mi compa­ ñero en dos cartas no podía tener tres cuatros, situación que apoyaba en otro razonamiento que era una consecuencia del anterior. Para este momento el Salidor tenía cuatro fichas y una de ellas era el cinco-uno; de esto no me cabía la menor duda. Faltaban tres cincos: doble-cinco en manos del contrario, que me precedía, y cinco-dos en poder de mi compañero, ya que el Salidor no podía tener esta última ficha, porque si no la hubiera jugado en vez de castigar el seis con seis-uno en su tercera jugada; en estas condiciones era lo más correcto reproducir su salida y dejar correr el seis; en consecuencia, el Salidor tenía el cinco-uno, que corroboraba con la pensada que hizo para pegarle al seis y mi compañero no podía llevarlo porque si no hubiera cuadrado a unos en ese momento y el otro jugador ya vimos que tampoco lo podía tener, de tal manera que mi pareja tenía el cinco-dos, conjuntamente con los otros dos blan­ cos (blanco-cuatro y blanco-uno; yo tenía el blanco-tres).

. Tocándole tum o a mi pareja, jugador “ B ” , pensó en la jugada y castigó el cinco con el cinco-blanco; la jugada así era perfecta, ya que yo no debía tener juego a cincos; el siguiente jugador compañero del Salidor, jugó el unotres rápidamente, lo que me indujo a razonar en esta for­ ma: este jugador no tiene ni blancos, ni unos, ni doses, es como si hubiera dado paso por estas tres pintas y para ello me basaba en lo siguiente: en su primera jugada colocó el dos-seis rápidamente, no debía tener blancos ni más do­ ses, porque si no hubiera pensado en la jugada, tampoco podía tener más unos, a saber: no podía tener el blancouno, porque hubiera cuadrado a unos en esta oportunidad; no podía tener el doble-uno porque yo lo tenía; no podía tener el uno-dos, porque ésta hubiera sido su jugada, re­ produciendo así la salida y evitando al mismo tiempo el cuadro a blancos; no podía tener el uno-cinco, porque lo hubiera jugado, indicando así el doble-cinco, que ya le teníamos descubierto mi compañero y yo, amén de evitar el cuadro a blancos y, por último, no tenía el uno-cuatro porque no pensó en la jugada, y que de haberlo tenido, lo hubiera preferido al uno-tres por ser una carta mayor y por cuanto con la jugada no podía evitar el cuadro a blancos. De tal manera que este jugador conmigo se descubría que



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Como se ve, quedaban cinco cartas por descubrir en manos de dos jugadores: tres al Salidor y dos a mi com­





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pañero, y estas cartas necesariamente tenían que ser cinco fichas mixtas que no eran ni blancos, ni cincos, ni seises, ya que la's otras cinco que completaban la decena de fi­ chas que encerraban la triple falla por blancos, cincos y seises, dos de ellas estaban en juego: doble-dos y uno-tres, dos tenía yo que eran doble-uno y doble-tres y el doblecuatro ya localizado con gran probabilidad en el contrario que me arreaba. Teniendo el juego descubierto en estas condiciones, mi carta a jugar debía ser el tres-cinco, puesto que con ella obligaba al salidor a jugar el cinco-uno, lo que mi compa­ ñero aprovechaba para cuadrar a blancos, dar paso al si­ guiente jugador y entonces yo jugar el blanco-tres, con la esperanza de que el Salidor solamente tuviera el tres-cuatro forzado, para que así se presentara la tranca con el cuatroblanco. Debía correr este albur que me daba un chance de 5096 de probabilidad, puesto que solamente dos treses podía tener el Salidor: tres-cuatro y tres-dos, y yo aspiraba que mi pareja llevara este último, apoyado en la larga pen­ sada que hizo cuando jugó el dos-blanco en su primera jugada; y aunque el Salidor tuviera el tres-dos, como mi compañero pensó largo rato al jugar el cinco-blanco, cuan­ do por la otra punta tenía un uno, también daba opor­ tunidad a que éste tuviera el dos-uno y lo jugara, buscando así entonces el uno-cuatro en el pie, lo que siempre termi­ naba con la tranca. La mano se desarrolló tal como lo había previsto, y mi pareja trancó por los blancos, anotándose 46 tantos.

Comentario : Lo importante de esta mano está en la jugada del tres-cinco ( llave de la m ano) que fue la jugada

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que obligó a este final; cualquiera otra jugada que yo hubiera practicado en vez del tres-cinco, los contrarios hubieran sido los ganadores, y como dato curioso para los que le gusta producir un paso, les diré que, si hubiera practicado el cuadro a blancos con el tres-blanco, cuadro aparentemente bueno para los principiantes y para muchos otros jugadores, el dominador hubiera sido el contrario que me precedía, jugador “ C ” , a pesar de tener en su poder doble-cinco, doble-cuatro y los dos seises: seis-tres y seiscuatro y de estar en condiciones de retraso con respecto a los demás jugadores; ya que después de cuadro a blancos mi pareja se hubiera bajado por el blanco-uno, evitando así la entrada de los seises y esta jugada le costaba la mano como se puede apreciar por el siguiente desarrollo: des­ pués de cuadro a blancos, pasó el siguiente jugador; blancouno mi pareja, pasó el otro jugador; doble-uno yo, unocinco el Salidor, había dejado correr el primer cinco y ahora debía reproducirlo, cinco-dos el compañero, llegando la jugada hasta el Salidor, que jugaba el dos-uno, ya que no debía poner la tranca; en estas condiciones daba así las dos cabezas a mi pareja: la de unos y la de blancos; éste tenía que reventar con un cuatro, era obligatorio, lo que aprovechaba el siguiente jugador para entrar con los seises, mi pareja reventaba la otra cabeza con el otro cuatro; el contrario entonces se acostaba en el doble-cuatro, yó tenía que jugar cuatro-cinco forzado, que llegaba hasta el juga­ dor pie, acostándose éste en el doble-cinco, reventaba yo la cabeza de cincos con el cinco-tres,, el Salidor entraba con el tres-cuatro y su pareja dominaba con el seis-tres, contándonos así 11 tantos.

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CIENCIA V ARTE EN EL DOMINO

Las otras variantes que se pueden derivar de no haber jugado el ties-cinco (llave de la mano) el aficionado debe verificarlas con un juego de Dominó.

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Para conocer rápidamente las fichas que encierra un cálculo por eliminación, basta considerar los dobles de las pintas por las cuales se pasa o se falla, y las fichas mixtas que enlazan estos dobles. Por ejemplo, un jugador que falla o pasa por tres pintas (blancos, unos y doses) nece­ sariamente sus fichas estarán comprendidas entre las si­ guientes: doble-tres, doble-cuatro, doble-cinco, doble-seis, tres-cuatro, tres-cinco, tres-seis, cuatro-cinco, cuatro-seis y cinco-seis. Esto quiere decir que a este jugador el dominó se le ha reducido a estas diez (1 0 ) fichas.

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Ubicación de las fichas para desarrollar una mano donde se analiza una tri pie falla que permite la localización de fichas. Jugador "A ” .— Doble-dos, dos-uno, dos-cuatro, cuatro-tres, cinco-uno, seisuno y seis-blanco, Jugador "R ".— Dos-tres, dos-cinco, dos-blanco, uno-blanco, cinco-blanco, cuatro-blanco y cuatro-uno. Jugador " C " .— Dos-seis, doble-seis, seis-tres, seis-cuatro, tres-uno, doble-cua­ tro y doble-cinco. Jugador “ D ".— Doble-blanco, tres-blanco, doble-tres, tres-cinco, cuatro-cinco, seis-cinco y doble uno

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II PARTE

BU Ni Desarrollo de la mano con los juegos ilustrados en la figura anccrior.

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Al continuar con este tema, analizaremos una situa­ ción presentada durante el desarrollo de una mano, donde se pudo ubicar las fichas que faltaban por jugar, debido a que un jugador fallaba por cuatro pintas. En el caso anterior pudimos apreciar el razonamiento aplicado cuando se descubre una triple falla y cómo, en virtud de esa localización, practicamos la jugada que con seguridad nos proporcionaba el triunfo; en el presente caso se demostrará de la misma manera la importancia que tiene el conocimiento del cuadro ilustrado anteriormente. Como se recordará, una falla por cuatro pintas traduce que solamente se pueden llevar fichas comprendidas en numero de seis, a las cuales se ha reducido el juego de Dominó; en otras palabras, al fallar por cuatro pintas, por ejemplo: blancos, unos, doses y treses, esto quiere decir tácitamente que solamente se pueden llevar estas fichas: doble-cuatro, doble*cinco, doble-seis, cuatro-cinco, — 185 —

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cuatro-seis y cinco-seis, únicas que en el Dominó no son: ni blancos, ni unos, ni doses y ni treses.

cuatros, para así conseguir la cuádruple falla de blancos, doses, cincos y cuatros, que nos permitirán descubrir las posibles cartas que tenga este jugador, exceptuando el cuatro-tres como ficha ya descubierta. De tal manera, que si el jugador para ese momento tiene cuatro fichas, al considerar el caso como falla cuádruple, solamente tendre­ mos que descubrirle tres fichas, entre seis posibles, como se sabe por lo dicho anteriormente.

Como se puede apreciar, en una situación semejante de falla por cuatro pintas, es muy fácil localizar en ese ju­ gador las cartas que puede llevar, mediante el sencillo cálculo de eliminar determinadas fichas, o bien porque ya están jugadas, o bien porque ya se tienen localizadas en otros jugadores. En aquellos casos, cuando han sido juga­ das todas las fichas correspondientes a una misma pinta, una falla triple por aquellas pintas que faltan por jugar, traduce una cuádruple falla, para los fines de cálculo; de la misma manera una falla doble traduce una triple falla y así sucesivamente; la razón de esto es obvia y no amerita comentarios de ninguna naturaleza. Es una cuestión de eliminación: si una ficha está jugada, no puede faltar por jugar, y si uno tiene determinada ficha, otro jugador no la puede llevar. En consecuencia, al estudiar el ejemplo dado más arriba, si un jugador tiene cuatro cartas y falla por las cuatro pintas ya mencionadas, estando en juego el doble-seis y el cinco-cuatro, con toda seguridad matemática esas cua­ tro fichas serán: doble-cuatro, doble-cinco, cuatro-seis y cinco-seis; de esto no cabe la menor duda. De la misma manera, cuando a un jugador se le des­ cubre que está encabezado, para efectuar el cálculo con la finalidad de conocer las otras fichas que tiene este jugador, se considera como falla la pinta a la cual corresponde la cabeza, y naturalmente se elimina la misma del número de fichas que para ese momento tenga el referido jugador. Es así, que si un jugador está encabezado con el cuatro-tres, último cuatro, y sí se sabe que éste ha fallado por blancos, doses y cincos, habrá que agregar también la falla por los

El desarrollo de una mano nos ilustrará mejor en rela­ ción con el tema que se está tratando. He aquí la ubicación de los juegos: Jugador “ A ” : Doble-cuatro, tres-cinco, cinco-blanco, seiscinco, seis-tres, seis-blanco y tres-blanco. Jugador “ B ” : Doble-seis, seis-dos, seis-cuatro, seis-uno, doble-uno, uno-blanco y doble-blanco. Jugador “ C ” : Doble-tres, tres-cuatro, cuatro-blanco, cua­ tro-cinco, doble-cinco, cinco-uno y dosblanco. Jugador “ D ” : Tres-uno, cuatro-uno, dos-uno, doble-dos, dos-cuatro, dos-cinco y dos-tres. El jugador “ A ” sale por el doble-cuatro, el jugador “ B ” que en este caso me representa, juega el cuatro-seis, única ficha, iniciando así cuatro seises con el doble. En estos casos siempre es bueno pensar en la jugada, ya que con ella se va a iniciar un juego grande que conviene. El jugador “ C ” , compañero del Salidor, piensa largo rato y castiga la salida con el cuatro-cinco, iniciando así el doblecinco, mi compañero juega el cinco-dos rápidamente, lo que me hizo pensar que no tenía más cincos; con esta ju­

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gada iniciaba un violín de cinco doses con el doble; el Sali­ dor pensó en su jugada y castigó el seis con el seis-cinco; jugada perfecta, debía de reproducir el cinco iniciado por su pareja; yo jugué el dos-seis rápidamente; era la única ficha que tenía para jugar; el siguiente jugador, después de pen­ sar se acosto en el doble-cinco y mi compañero dio paso por los cincos y los seises; el Salidor pensó y castigó el seis con el seis-tres, lo que me hizo comprender que el Salidor tenía la muerte del doble-seis; yo di paso, lo que aprovechó el siguiente jugador para acostarse en el dobletres, era su jugada correcta; mi compañero pensó y jugó el tres-dos, lo que indicaba que llevaba más treses; repe­ tía así su juego ya iniciado y que naturalmente era el que le convenía; el Salidor pensó y jugó el cinco-tres, jugada correcta, puesto que así evitaba el cuadro a doses y repro­ ducía una carta fuerte para mí; yo di paso, el compañero del Salidor castigó el dos con el dos-blanco; ésta era su jugada, ya que tenía descubierto al siguiente jugador con el resto de los doses; mi pareja jugó el tres-uno rápida­ mente, lo que me hizo pensar que no tenía más treses ni más blancos; el Salidor pensó largamente y jugó el blancocinco, dando así la cabeza de cincos a su compañero; al tocarme turno para jugar, razoné de la siguiente manera, éste era el momento preciso en que debía de hacerlo: mi compañero fallaba por cuatro pintas, a saber: cincos, sei­ ses, blancos y treses, de tal manera que sus cuatro fichas tenían que ser: cuatro-dos, doble-dos, dos-uno y cuatrouno, ya que las otras dos fichas que encerraba esa cuá­ druple falla, eran doble-cuatro ya jugado y doble-uno que lo tenía en mi poder; el Salidor tenía dos cartas, una de ellas era el seis-blanco con toda seguridad; la otra podía ser un cuatro (cuatro-blanco o cuatro-tres), ya que había salido por el doble-cuatro y en este caso estábamos irreme­

diablemente perdidos; pero también la otra carta del Sa­ lidor podía ser el tres-blanco, ante la posibilidad de haber salido en pelo por haber cogido solamente ese doble, lo que era fácil de verificar., por cuanto doble-cinco y dobletres habían sido jugado por su pareja, mi compañero tenía el doble-dos descubierto y yo tenía los otros tres dobles que faltaban por jugar; además, el compañero del Salidor pensó mucho para castigar la salida en su primera jugada con el cuatro-cinco, hecho que me hacía abrigar la posibi­ lidad de que este jugador tuviera los otros dos cuatros (cuatro-blanco y cuatro-tres) y si así fuera, forzosamente entonces el Salidor tendría el blanco-tres, única ficha que le hacía perder.

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Como se comprenderá, ante esta situación y en el su­ puesto caso de que el Salidor tuviera el tres-blanco ganá­ bamos la mano cualquiera que fuera la jugada que yo prac­ ticara, excepción de acostarme en el doble-uno por cuanto así se presentaba la tranca con el uno-cinco. Como no podía correr este albur con el uno-blanco, porque así me contaban más tantos si el Salidor no tenía el blanco-tres, yo tenía que jugar al mismo tiempo el des­ carte, mandándome a ahorcar el doble-seis, de tal manera que jugué el uno-seis, el siguiente jugador reventó la cabeza de cincos con el cinco-uno, mi compañero entró con el uno-dos, el Salidor ahorcó el doble-seis con el seis-blanco, yo entonces ataqué con el blanco-uno, dando así las dos cabezas a mi pareja, quien aprovechó acostarse en el dobledos y pedir doble-uno para reventar con el dos-cuatro, jugada que llegó hasta el pie, quien pudo así botar el cuatro-tres y mi compañero hacer la dominada con el unocuatro, contando así siete ( 7 ) puntos a nuestro favor y

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ganándose así una mano aparentemente perdida, debido al hecho de haber descubierto las cuatro fichas que tenía mi pareja mediante el proceso de la cuádruple falla por cincos, seises, treses y blancos. Esta cuádruple falla era evidente, no podía tener ni cincos ni seises por cuanto había dado paso por esas pintas, no podía tener más tre­ ses, porque jugó rápidamente el tres-uno y no podía tener más blancos, por muchas razones: yo tenía doble-blanco y blanco-uno, no podía tener el tres-blanco, porque en­ tonces hubiera cuadrado a treses para quedar encabezado con el tres-uno; no podía tener el blanco-cuatro, porque ésta hubiera sido su jugada para evitar la entrada de los cincos descubiertos en manos del contrario, puesto que los dos habíamos dado paso por esta pinta, por la misma razón no podía tener el blanco-cinco, y, por último, no podía tener el blanco-seis, porque ya había dado paso por los seises.

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Desarrollo de la mano con los juegos ilustrados en la iigura anterior.

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Con este título vamos a iniciar una serie de capí­ tulos, por cierto muy interesantes, por cuanto con ellos se va a demostrar una vez más que el factor suerte en el juego de Dominó es una cosa influyente, pero de nin­ guna manera una cosa decisiva. En las numerosas combinaciones que tiene el Dominó en siete fichas ( 1 .184.040), aproximadamente el 52% de ellas se refieren a juegos buenos y en el 4 8 % restante están comprendidos los juegos malos y regulares de acuer­ do a nuestra clasificación. Como se puede apreciar, el fac­ tor suerte en el juego de Dominó representa aproximada­ mente un poco más de la mitad de lo necesario en sentido general. Ya en la Introducción de esta obra digo que el juego de Dominó es “ mitad ciencia y mitad suerte que en algunos momentos adquiere un profundo carácter mate­ mático” . Como se ve, como jugador de Dominó, no subestimo el levante en el juego, sino que, por el contrario, doy a éste

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el valor que se merece, reconociendo, al mismo tiempo, que hay que aprovechar este factor a fin de jugar bien al D o­ minó. Como dije al principio, este factor es solamente influyente y hay que jugar con técnica precisa indepen­ dientemente de este factor para poder ganar en Dominó. La idea perseguida con estos capítulos es la de demos­ trar la posibilidad de ganar con juegos malos y al mismo tiempo las de perder con buenos juegos. Yo insisto que la mayoría de los jugadores pierden manos con la carta de ganar, por cuanto ignoran la ciencia del juego y consideran exclusivamente como factor decisivo en una mano el buen levante. Quien participe de este criterio, jamás podrá jugar bien al Dominó, porque al levantar mal juego de hecho se considerará perdido, y aunque tenga la ficha necesaria para desarrollar un juego que lo lleve al triunfo, llegará a ne­ garla, por ejemplo, para realizar una acostada ante el temor de que le puedan ahorcar un doble determinado. Comenzaremos planteando un caso por demás elo­ cuente que se presentó en una partida donde intervine en un Torneo de Dominó y que ahora aprovecho para llevar a ustedes como un ejemplo digno de tomarse en cuenta. La ubicación de las cartas se hará de acuerdo con el Salidor designado con la letra “ A ” y así sucesivamente se utilizarán las siguientes letras: “ B ” , “ C ” y " D ” como correspondientes a los otros jugadores en su turno res­ pectivo. He aquí la ubicación de los juegos: Jugador “ A ” : Uno-blanco, uno-cinco, uno-cuatro, doscuatro, tres-cuatro, seis-cuatro y seis-tres.

Jugador “ B ” : Tres-blanco, cuatro-blanco, cirao-blanco, cinco-tres, cinco-seis, doble-seis y dobledos. Jugador “ C ” : Uno-tres, uno-seis, uno-dos, blanco-dos, tres-dos, cinco-dos y seis-dos. Jugador “ D ” : Doble-cuatro, cuatro-cinco, doble-cinco, do­ ble-blanco, blanco-seis, doble-uno y dobletres. Los jugadores “ A ” y “ C ” eran mis contrarios, mi compañero está representado por “ B ” y como se compren­ derá yo era el jugador “ D ” . Al analizar los juegos, apreciamos en “ A ” un juego sin fallas y sin dobles con dos grupos de pintas combi­ nados a base de 3 unos y 4 cuatros. Este tipo de juego se considera como un juego completo y-de un poderío for­ midable y se clasifica como juego bueno. El compañero de este jugador “ A ” y que es el jugador “ C ” , tiene un vio­ lín de 5 doses sin dobles, pero con falla a cuatros, cosa despreciable en este caso por cuanto su compañero es el que tiene juego a cuatros y quien al mismo tiempo posee el cuatro-dos, ficha que sirve para enllavar los dos juegos. Mi compañero, jugador “ B ” , tiene un juego malo, por cuanto tiene 2 dobles y la falla de unos, y por lo que res­ pecta a mí, el juego que he levantado con 5 dobles y falla por los doses, constituye algo de lo más malo que se puede tener en una mano de Dominó. En resumen, los jugado­ res contrarios tienen 6 unos, 6 doses y 4 cuatros combina­ dos; más no se puede exigir, como juegos buenos, para ganar una mano de calle. Aunque parezca imposible, esta mano, como se apre­ ciará en su desarrollo, fue ganada por nosotros, y todo de­

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bido a malas jugadas realizadas por el contrario. He aquí, pues, un ejemplo que demuestra que no es decisivo sola­ mente levantar buenos juegos, y que hay que jugar debi­ damente las cartas para ganar. En este criterio fundamento la opinión que emito en este libro, al decir, que dos malos jugadores no tienen derecho a ganarle a dos buenos juga­ dores. Este es mi punto de vista con respecto al Dominó; hay quien sostenga lo contrario, demostrando así ignoran­ cia sobre la técnica que encierra el juego.

El jugador “ A ” practica su salida por el cuatro-tres. Para mí en este caso específico se trata de una salida inco­ rrecta, pues al tener un juego semejante sin dobles, su salida ha debido ser una mata-doble, y con este juego, el seis-tres era la única ficha que le permitía iniciar la mano con esta finalidad, ya que perseguía al mismo tiempo el doble-seis y el doble-tres; con la salida por el cuatro-tres solamente perseguía el doble-tres, por cuanto el doblecuatro lo tenía en garantía. Después de esta salida, mi com­ pañero atacó con el tres-cinco, iniciando así juego grande, jugada que se justifica porque su juego era malo y por cuanto llevábamos una ligera ventaja en la tantera; el ju gador “ C ” jugó el cinco-dos, única ficha, con la cual con­ seguía también iniciar su violín de doses; yo jugué cuatrocinco de una manera pensada, ya que tenía el doble-cuatro; con esta jugada reproducía el cinco iniciado por mi pareja, y al mismo tiempo indicaba que tenía el doble-cinco; se trataba de una mano que amenazaba pérdida y había que buscar el descarte desde las primeras jugadas. El jugador “ A ” , o sea, el salidor, castigó el cinco con el cinco-uno,

jugada correcta; mi compañero se acostó en el doble-dos, única ficha; hasta aquí el desarrollo iba más o menos bien; con la siguiente jugada, el jugador “ C ” incurre en un error grave, ya que éste jugó el dos-tres. En estas condi­ ciones la jugada correcta era cuadrar a doses con el unodos, lo que le hubiera permitido hacer una dominada rápidamente donde contaba 43 tantos (el aficionado debe verificar esta variante). Siguiendo con el desarrollo real de la mano, creo que este jugador dio el tres con la fina­ lidad de jugar para el compañero, quien era el Salidor y cuya salida fue por el cuatro-tres y quizás con el criterio sustentado por muchos jugadores de que hay que respetar la mano, de que hay que jugar para la mano, etc., etc., es la única justificación que le encuentro a la jugada; yo me acosté en el doble-tres, tenía dos dobles para jugar y naturalmente preferí el mayor, lo que me parece de sen­ tido común; el Salidor atacó con el uno-cuatro, jugada correcta; en estas condiciones reproducía su salida; mi com­ pañero le pegó al cuatro con el cuatro-blanco, pegando con llave, puesto que también tenía el tres-blanco que evitaba el cuadro a treses; era más correcto castigar el tres, por cuanto yo había pensado para pegarle al cuatro con el cua­ tro-cinco en mi primera jugada y nuestro juego a todo tiem­ po se debía inclinar hacia el descarte; el jugador “ C ’\ compañero del Salidor, jugó el blanco-dos, jugada correcta, respetaba el tres y buscaba la entrada de los cuatros; yo di paso, el salidor se encabezó con el dos-cuatro, era la mejor de las dos fichas que tenía para jugar, ya que la otra permitía la entrada de los cincos; mi pareja jugó el tres-blanco, única ficha; el siguiente jugador dio paso, yo siempre en la mano me agarraba al descarte, y sabiendo que mi compañero tenía los 2 cincos, me acosté en el

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Veamos el desarrollo de la mano con algunas críticas a determinadas jugadas:

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doble-blano®, persiguiendo que el Salidor me ahorcara el doble-cuatro.descubierto en mis manos, a fin de nosotros poder jugar los 3 cincos que faltaban; sin embargo, no lo hizo, lo que le hubiera asegurado el triunfo en la mano, por cuanto perdíamos irremediablemente; en vez de ahor­ carme jugó el blanco-uno en buen Dominó, ya que buscaba su cabeza de tres y, al mismo tiempo, retrasaba la entrada de los cincos, mi compañero dio paso, y el siguiente ju­ gador se encabezó con el uno-dos, jugada muy mala, ya que la única para ganar era el uno-tres, dándole así dos cabezas a su pareja; yo entonces me acosté en el doble-cua­ tro, única ficha; el Salidor reventó la cabeza con el cuatroseis; mi compañero, en perfecto Dominó, entró con el seiscinco no acostándose en el doble-seis; el jugador de turno reventó la cabeza de dos con el dos-seis, y entonces puse la tranca forzada con el seis blanco; mi pareja desde luego trancó a cincos, lo que me permitió colocar el doble-cinco con un resultado de tranca favorable a nosotros de 14 x 20.

Salidor a c u r r a r a cuatros con el dos-cuatro. Esta jugada de mi compiñero solamente se puede censurar, por cuanto evitaba el descarte, que, como dije anteriormente, era la única finalidad que debíamos perseguir en la presente mano. En el deseo de no herir susceptibilidades, me reservo el nombre de los otros jugadores que intervinieron en esta partida, pidiéndoles, al mismo tiempo, mis disculpas más sinceras por haber lanzado esta publicación, y si ellos lle­ garen a recordar lo sucedido, sabría agradecerles aceptar como crítica constructiva y consejo amistoso, lo que con­ sidero de una gran importancia para todos los aficionados dominocistas.

Recomiendo al aficionado reconstruir con un Dominó estas jugadas a fin de verificar el desarrollo descrito. Como se puede apreciar, en el curso de esta mano se practicaron cuatro malas jugadas, a saber: salida indebida, el cuadro a doses que dejó de dar el jugador “ C ” con el uno-dos por atacar con el dos-tres, la jugada de no ahorcar el doble-cuatro hecha por el salidor y, por último, que fue la peor, la encabezada que el compañero del Salidor hizo con el uno-dos. La jugada de mi pareja de castigar el cuatro con el cuatro-blanco en vez del tres con el tresblanco, posiblemente hubiera proporcionado el mismo de­ sarrollo, pero con la ventaja de haber colocado el doblecuatro con toda seguridad, lo que hubiera inducido al — 200 —

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U bicación de lo s ju e g o ? para d esarrollar una m ano d o n d e se dem uestra el valor cjue tiene la técnica dom in ocística. Ju g a d o r " A ” .— U no-blanco, uno-cinco, uno-cuatro, dos-cuatro, tres-cuatro, seis-cuatro y sois-tres. Ju g a d o r " B ” .— Tres-W ánco, cuatro-blanco, cinco-blanco, cinco-tres, cincose is, doble-seis y dob le d os. Ju g a d o r “ C ” .— U no-tres, uno-seis, unos-dos, blanco-dos. tres d ó s , cinco-dos y seis-dos. Ju g a d o r “ D ” .— D ob le-cuatro, cuatro-cinco, doble-cinco, doble-blanco, b la n c o seis, doble-uno y doble-tres.

D esarro llo d e la m ano con los ju egos ilu strad o s en la ítgu ra anterior.

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C IEN C IA CONTRA SU ERTE II

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Otra mano jugada durante un Torneo, donde también se demuestra que no basta Levantar buen juego para ganar en Dominó, que sobre todo hay que saber jugar para no perder con la carra de ganar en nuestro poder. He aquí la ubicación de las cartas: Jugador “ A ” : Cinco-tres, tres-blanco, doble-blanco, cua­ tro-blanco, dos-blanco, dos-seis y dos-uno. Jugado i1 “ B ” : Seis-tres, cuatro-tres, cuatro-cinco, cincoblanco, seis-blanco, blanco-uno y doble-dos. Jugador “ C ” : Seis-cuatro, seis-uno, doble-uno, cuatrouno, cuatro-dos, cinco-dos y doble-tres. Jugador “ D ” : Doble-cuatro, doble-seis, seis-cinco, doblecinco, cinco-uno, uno-tres y dos-tres. Al analizar los juegos apreciamos en el jugador “ A ” , quien es el Salidor y que me representa en esta mano, un — 207 —

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juego bueno a base de 4 blancos con el doble-blanco y sin fallas; trátase de un juego completo que podtfa conside­ rarse como imperdible, cuya fortaleza se multiplica por cuanto nos corresponde la salida; el jugador “ B ” tiene también un juego completo, no tiene fallas, pero a cambio de esto lleva a doble-dos que hace su juego clasificarlo entre los regulares con gran opción de transformarse en juego bueno si llega a colocar este doble que le estorba. El jugador “ C ” , quien en este caso es mi compañero, tiene juego regular al poseer dos dobles y falla por los blancos, lo que deberá obligarlo a jugar siempre para mí, y, por último, el jugador “ D ” tiene un juego muy malo: los tres dobles grandes y falla por los blancos, lo que no resulta muy halagador, y así lo demostró este jugador con un ges­ to al levantar sus siete fichas; este jugador estará obligado a jugar sacrificios a toda costa a favor de su compañero. Veamos el desarrollo de la mano que fue dominada por el jugador “ B ” , quien contó por este concepto 10 tan­ tos a cambio de 59 que a nosotros nos correspondía anotar, si mi pareja no hubiera incurrido en una marfilada en su cuarta jugada. Yo salí por el doble-blanco, el siguiente jugador cas­ tigó con el blanco-cinco. En este caso era preferible haberse ido de la falla con el blanco-uno, por cuanto al no tener juego ni a seises ni a cincos y ni siquiera d dóble de éstos, su jugada más correcta era el blanco-uno, lo ^ue se justi­ ficaba aún más, ya que ellos llevaban una les^fentaja no­ table en la tantera (9 8 x 192) y en estos c|Sus siempre es conveniente irse de la falla, iniciando ju«gv% pequeños, sobre todo si no se tiene otra ficha que jugar*«Q¿damente; mi compañero castigó el cinco con el cinco-dojrfcra la única

ficha que tenía para jugar; el jugador de turno colocó el dos-tres, única ficha; inmediatamente cuadré a blancos en mi tumo, el jugador “ B ” jugó el blanco-seis, mi pareja le pegó al seis con el seis-cuatro; en este caso su jugada correcta era el seis-uno por cuanto así iniciaba el dobleuno; el jugador “ D ” se acostó en el doble-cuatro, única ficha; nuevamente cuadré a blancos con el cuatro-blanco sin pensar en la jugada; el siguiente jugador colocó el blanco-uno, única ficha, mi pareja se acostó en el dobleuno; era su jugada más efectiva, no debía dar ni el seis ni el cuatro, ya que yo había cuadrado a blancos de una manera rápida y, además, con la acostada buscaba la tranca con el uno-dos que faltaba por jugar; el jugador " D ” pre­ firió repetir el tres, así es que jugó el uno-tres, aparente­ mente era la carta más fuerte para mí y al mismo tiempo buscaba la repetida del cinco con la finalidad de poder desarrollar el juego a cincos; yo jugué el tres-cinco, eta una ficha que me estorbaba la posibilidad de conseguir el en­ ganche por los doses y no me importaba que el siguiente jugador se acostaia en el doble-cinco y mi compañero die­ ra paso, pues las reventadas de los cincos que pudiera tener el otro contrario me permitirían la entrada de los doses sin necesidad de reventar la cabeza de los blancos, dándo­ me así seguridad de dominar y de irme en la mano por cuanto nosotros llevábamos 192 tantos y solamente nece­ sitábamos 8 de ellos; el siguiente jugador jugó el cincocuatro, única ficha, y mi pareja, en vez de reproducir el dos que ya había iniciado con el cinco-dos en su primera jugada y que al mismo tiempo era la jugada correcta pues­ to que buscaba la tranca y evitaba la entrada de los cin­ cos, jugada que por otra parte nos hubiera proporcionado el triunfo inmediatamente al poder contar 59 tantos con la tranca que era inevitable ó 55 tantos en virtud de no

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trancar ya que no había necesidad de ello, y al practicar cuadro a doses y bajarme por el dos-uno, dando paso el siguiente jugador, lo que hubiera aprovechado mi pareja para jugar el uno-cuatro, no permitiendo así al contrario jugar una ficha más. Sin embargo, inocentemente mi com­ pañero jugó el cuatro-uno, lo que permitió al jugador de turno entrar con los cincos, yo tuve que reventar la ca­ beza de blancos con el blanco-dos, el siguiente jugador se acostó en el doble-dos, única ficha; mi compañero jugó el dos-cuatro, única ficha, el jugador de turno se acostó en el doble-cinco, yo di paso, lo que permitió que el juga­ dor “ B ” jugara el cuatro-tres, mi pareja el doble-tres, el otro contrario reventaba su cabeza con el cinco-seis, yo jugaba el seis-dos y el siguiente jugador hacía la dominada con el tres-seis, contándonos así 10 puntos, en una mano donde las esperanzas de ganar estaban muy lejos. Afor­ tunadamente los contrarios estaban muy retrasados y a pe­ sar de que ganaron la siguiente mano, pudimos en la otra dar la puntilla necesaria para terminar con el partido. Vale la pena recordar aquí que, en una partida de Dominó cualquier mano puede ser decisiva y que en nin­ gún momento se debe menospreciar la jugada de ganar, por cuanto el juego de Dominó castiga y se recuesta en aquellos que desperdician el triunfo cuando se les brinda en ban­ deja de plata.

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Ubicación de los juegos para desarrollar una mano donde se demuestra valor que tiene la técnica dominocística. Jugador "A ".—Cinco-tres, tres-blanco, doble-blanco, cuatro-blanco, dos-blan­ co, dos-seis y dos-uno. Jugador “ B ".— Seis-tres, cuatro-tres, cuatro-cinco, cinco-blanco, seis-blanco, blanco-uno y doble-dos. Jugador “ C ” .—Seis-cuatro, seis-uno, doble-uno, cuatro-uno, cuatro-dos, cincodos y doble-eres. Jugador " D ” .— Doblc-cuatro, doble-seis, seis-cinco, doblc-cinco, cinco-uno, uno-tres y dos-tres.

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C IEN C IA CO NTRA SU ERTE III

Desarrollo de ) • mano con loa juegos ilustrado* cu la figura anterior.

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Otra mano de Dominó jugada durante un Torneo In­ ter-Clubes y en la que se demuestra una vez más que no es suficiente levantar buen juego para decidir favorablemen­ te una mano, que es necesario jugar la carta debidamente y en su momento oportuno para conseguir el triunfo de­ seado. He aquí la ubicación de los juegos: Jugador “ A ” : Doble-cinco, cinco-dos, uno-dos, seis-cua­ tro, seis-blanco, blanco-tres y trcs-cuatro. Jugador “ B ” : Tres-seis, cinco-seis, cinco-cuatro, uno-cua­ tro, dos-cuatro, blanco-cuatro y dobleblanco. Jugador “ C ” : Doble-seis, seis-dos, tres-dos, dos-blanco, uno-blanco, uno-tres y uno-cinco. Jugador “ D ” : Doble-tres, tres-cinco, blanco-cinco, dobledos, doble-uno, uno-seis y doble-cuatro. — 215 —

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Al clasificar los juegos apreciamos en “ A ” un buen juego por cuanto es el Salidor, condición que le permi­ tirá iniciar con el doble-cinco, quedando en su poder seis cartas mixtas sin fallas; el jugador “ B ” tiene 4 cuatros sin el doble, no tiene fallas y solamente posee un doble, el doble-blanco; este juego puede considerarse como bueno, especialmente si tiene la oportunidad de colocar el dobleblanco; el jugador “ C ” tiene un juego regular por cuanto falla por los cuatros y posee el doble-seis, único doble, que si llega a colocar su juego, entrará en la categoría de los buenos y, por último, el jugador “ D ” , que en este caso me representa, tiene un juego malo, ya que en las siete fi­ chas aparecen cuatro dobles, no se tiene fallas; pero de hecho este juego tendrá que utilizarse para jugar al sacri­ ficio.

El jugador “ A ” salió por el doble-cinco, mi compa­ ñero pensó y jugó el cinco-cuatro, el siguiente jugador cas­ tigó la salida con el cinco-uno, única ficha, yo debía acos­ tar uno de los dos dobles; se trataba de una jugada pasiva que no modificaba las puntas y, en consecuencia, preferí jugar el doble mayor, y así coloqué el doble-cuatro; el Sa­ lidor castigó el cuatro con el cuatro-seis, debía respetar el uno y castigar el cuatro; para ello utilizó el cuatro-seis, ficha que considero correcta por cuanto con ella trataba de localizar el doble-seis, en esta forma debía razonar el Salidor; a primera impresión los contrarios tenían buen juego a cuatros y al jugar el cuatro-seis, si el siguiente ju­ gador poseía el doble-seis, indudablemente que lo coloca­

ría y de esa manera se retrasaba la entrada de los cuatros; el jugador “ B ” jugó el uno-cuatro; de esa manera trataba de violentar la mano por los cuatros y dejaba correr el seis con la finalidad de localizar el doble correspondiente; el siguiente jugador se acostó en el doble-seis, jugada correc­ ta, yo jugué el seis-uno, única ficha; el Salidor castigó nue­ vamente el cuatro con el cuatro-tres, jugada correcta, ya que debía dejar correr el uno que inició su compañero; el jugador de tumo jugó el tres-seis, única ficha, y en estas condiciones el compañero del Salidor castigó el seis con el seis-dos; en esta forma pretendía desarrollar el juego de unos, era preferible castigar el uno con uno-tres, repi­ tiendo así el tres y dejando correr el seis, ambas fichas iniciadas por el salidor, jugada que con toda seguridad le hubiera dado el triunfo en la mano, pero no lo hizo así, sino que como se dijo anteriormente, jugó el seis-dos; yo tenía los dos dobles, que en ese momento indicaban las puntas; de acuerdo con mi técnica preferí acostar el mayor, de tal manera que jugué el doble-dos, y el Salidor en su' tumo cuadró a unos con el dos-uno; daba así el juego de unos a su compañero y al mismo tiempo evitaba la entrada de los cuatros; esta jugada de cuatro era mala; su jugada correcta era castigar el dos con el dos-cinco, buscando así la cabeza de seis y evitando al mismo tiempo la entrada de los cuatros, de esa manera hubiera ganado y también cuadrando a doses ganaba aunque entraran los cuatros, pero así ganaba jugando mal; pero como cuadró a unos, siga­ mos el desarrollo de la mano: mi pareja dio paso, el juga­ dor “ C ” castigó el uno con el uno-blanco, jugada perfecta, por cuanto buscaba la repetida del tres para trancar la mano, ya que el tres era la ficha fuerte para el jugador que le precedía y su compañero ya lo había iniciado; to­

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Veamos el desarrollo de esta mano que fue ganada por nosotros mediante una tranca con resultado favorable de 1 0 x 8 .

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cándome jugar debía evitar la tranca y la única jugada que me garantizaba este deseo era el blanco-cinco, aunque me ahorcaran el doble-uno, ya que yo tenía en mi poder el cinco-tres que evitaba la repetida del tres, así lo hice y jugué el blanco-cinco, el Salidor jugó el cinco-dos, única ficha, lo que me permitió descubrir en poder de mi com­ pañero el cinco-seis; por muchas razones: mi pareja pensó para castigar el cinco con el cinco-cuatro y no había ju­ gado más cincos; el contrario, que me arreaba, había cas­ tigado en su primera jugada el cinco con el cinco-uno, te­ niendo el doble-seis que ya había jugado no podía llevar el cinco-seis, ya que éste hubiera sido su primera jugada; más tarde este mismo jugador castigó el seis con el seisdos, jugada que corroboraba que no tenía el seis-cinco, el Salidor tampoco llevaba el seis-cinco, por cuanto en su última jugada no lo dio, a cambio de eso jugó el cinco-dos que permitía la entrada de los cuatros; con cualquiera de estos razonamientos se ubicaba el seis-cinco en manos de mi pareja; al seguir con el desarrollo de la mano y tocán­ dole jugar a mi compañero, éste se encabezó con el doscuatro, el siguiente jugador reventó la cabeza de unos con el uno-tres, ahorcándome así el doble-uno, yo jugué el tres-cinco con la finalidad de darle las dos cabezas a mi pareja, el Salidor dio paso y mi compañero en perfecto Dominó jugó el cinco-seis; la jugada llegó hasta el Salidor, que tenía la cabeza de seis que tuvo que reventar con el seis-blanco, para que mi compañero trancara la mano por los cuatros con la seguridad de ganar, ya que yo tenía el doble-uno descubierto, y aunque la otra ficha restante hu­ biera sido la mayor de las que faltaban, la tranca se ganaba, de tal manera que así ganamos una mano perdida y anota­ mos la cantidad de 10 tantos.

Como podrán apreciar en el desarrollo de la presente mano, los jugadores “ A ” y “ C ” practicaron dos malas ju­ gadas: el jugador “ C ” cuando castigó el seis con el seis-dos en vez de jugar el uno-tres, y el jugador " A ” , cuando toda­ vía podía ganar la mano, cuadró a unos con el dos-uno' en vez de jugar el dos-cinco. Así de esta manera se pierden muchas manos de Dominó y, en consecuencia, muchas par­ tidas del mismo, por el solo hecho de no jugar la carta de ganar en su momento oportuno, indistintamente del juego levantado. Recomiendo al aficionado desarrollar con un juego de Dominó estas manos, a fin de verificar las diversas varian­ tes que se puedan presentar.

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jg n n fC H fl Ubicación de los juegos para desarrollar una mano donde se demuestra el valor que tiene la técnica dominoclstica Jugador "A ".— Doble-cinco, cinco-dos, uno-dos, sets-cuatro, scis-blanco, blan­ co-tres . y tres-cuatro. Jugador " B ” .—Tres-seis, cinco-seis, cinco-cuatro, uno-cuatro, dos-cuatro, blan­ co-cuatro y doble-blanco. Jugador "C ".—Doble-seis, seis-dos, tres-dos, dos-blanco, uno-blanco, unotres y uno-cinco. Jugador "D '\- Doblctrcs, tres-cinco, blanco-cinco, doble-dos, doble-uno, uno S e is y doble-cuatro.

Desarrollo de

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lo

mano con los juegos ilustrados en 1» figura anterior.

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C IEN C IA CONTRA SUERTE IV

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Continuando con el mismo tema, analizamos otra inte­ resante mano donde también se demuestra que el factor suerte no basta para ganar, que es necesario conocer la téc­ nica del juego para decidir favorablemente muchas manos aparentemente perdidas por el hecho de levantarse mal juego. He aquí la ubicación de las fichas: Jugador “ A ” : Doble-dos, blanco-uno, uno-tres, uno-cua­ tro, uno-cinco, uno-seis y cinco-cuatro. Jugador “ B ” : Blanco-tres, dos-tres, doble-tres, tres-cinco, doble cinco, doble-seis y dos-seis. Jugador “ C ” : Dos-uno, doble-uno, dos-blanco, dos-cinco, blanco-cuatro, doble-cuatro y cuatro-tres. Jugador “ D ” : Doble-blanco, blanco-cinco, blanco-seis, tres-seis, cuatro-seis, cinco-seis y dos-cuatfO ;

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AI clasificar los juegos apreciamos en el jugador “ A ” , quien es el Salidor, un violín de 5 unos sin el doble-uno y quien al salir por el doble-dos, que lo tiene en pelo, hará una transformación por un juego que se considera muy bueno. Nótese que se trata de un juego completo, sin fa­ llas. El jugador “ B ” , quien es mi compañero, tiene un juego malo, posee tres dobles y una falla. El jugador “ C ” tiene juego regular, ya que el doble-uno es una carta de fácil colocación y al desprenderse de él, tendrá la opor­ tunidad de ir transformando su juego en juego bueno. Yo, por mi parte, y que estoy representado por el jugador “ D ” , tengo juego regular por cuanto poseo solamente un doble, doble-blanco, y la falla por los unos.

a unos rápidamente, lo que produjo paso a mi compañero; el siguiente jugador se acostó en el doble-uno, única ficha, dando yo paso, lo que descubrió en manos del contrario un juego a base de 7 unos; el Salidor castigó con el unocinco, debía utilizar o uno-cuatro o uno-cinco para esta jugada, siendo indiferente cualquiera de los dos prefirió el mayor; mi pareja se acostó en el doble-cinco, jugada co­ rrecta en este caso, ya que la otra ficha que podía jugar era el cinco-tres, indicando su juego a treses, pero él no sabía dónde estaba el tres-uno, y desde luego, mediante la acostada, evitaba el cuadro a unos y al mismo tiempo se desembarazaba del doble-cinco; el jugador de turno, com­ pañero del Salidor, castigó el cinco con el cinco-dos, única ficha, yo jugué d dos-cuatro, única ficha; el Salidor cuadró a unos con el cuatro-uno, echando tiros por los mismos y reventando con el uno-tres; esta reventada era mala por cuanto si mi compañero en esta oportunidad hubiera ju­ gado debidamente, nosotros ganábamos la mano como se verá más adelante; era más correcto y decisivo que el Sa­ lidor hubiera reventado por el uno-seis lo que le daba el triunfo inmediatamente, yo había pensado para castigar el seis con el seis-blanco y ya esto le garantizaba la coloca­ ción de la ficha que le sobraba que.era el cinco-cuatro; para el Salidor era más efectiva la jugada del cuatro-cinco sin cuadrar a unos, repitiendo así el cinco y largando la única ficha que le estorbaba, dejando en su poder los tresunos para cuadrar en otra oportunidad, lo que sí le ase­ guraba la dominada automáticamente.

Esta mano la perdimos a consecuencia de una mala jugada y el contrario se anotó 53 tantos en la misma, a cambio de 24 tantos que hubiéramos ganado si una carta, el' tres-dos, hubiera sido jugada debidamente. Al describir el desarrollo de la mano se apreciará con toda objetividad lo que se acaba de decir. El jugador " A ” salió por el doble-dos, salida en pelo que considero ajustada a la técnica dominocística moderna y sobre la cual no voy a repetir argumentos ya menciona­ dos. Mi pareja indica el doble-seis con el dos-seis, jugada que considero de buen Dominó, por cuanto si hubiera ju­ gado dos-tres, indicando así su juego a treses, entonces en la oportunidad de jugar el dos-seis, nunca le hubiera hecho el doble-seis; el jugador “ C *\ compañero del Sali­ dor, castigó la salida con el dos-uno, no llevaba seises y así indicaba el doble-uno, yo tuve que castigar el seis por no llevar unos y lo hice con el seis-blanco de una manera pensada e indicando así el doble-blanco; el Salidor cuadró

Volviendo al desarrollo de la mano, tocaba jugar a mi compañero, y aquí su jugada debía tender en todos ios casos a evitar la tranca, procurando al mismo tiempo que el Salidor reventara para así tener oportunidad de co­

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locar el doble-seis. Al analizar las cuatro jugadas que tenía mi pareja, ya que poseía 4 treses, su jugada más correcta era el tres-dos, por cuanto así buscaba la repetida del blanco para el Salidor; recuérdese que este jugador cuadró a unos con el blanco-uno de una manera rápida y que era muy presumible que no llevara más blancos, cualquiera de las otras 3 jugadas que tenía mi pareja no llenaba el requisito de evitar la tranca. En mal Dominó jugó el doble-tres, lo que permitió al siguiente jugador dar el tres-cuatro, única ficha, que me obligó a jugar el cuatro-seis forzado poniendo así una tranca que aprovechó el contrario para anotarse 53 tantos.

puede apreciar en la descripción dada mas arriba. E l hecho de perder esta mano significaba un handicap de 77 puntos, distribuidos así: 53 que se anotaron los jugadores contra­ rios y 24 tantos que nosotros dejábamos de anotamos.

Si mi pareja en vez de acostarse en el doble-tres, hu­ biera jugado la carta correcta que era el tres-dos, la mano hubiera seguido un desarrollo favorable a nosotros que nos hubiera permitido ganar y anotarnos 24 tantos. Al jugar tres-dos, el siguiente jugador da el dos-blanco, yo me acues­ to en el doble-blanco pensando en la jugada, el salidor revienta la cabeza de unos con el uno-seis, mi compañero se acuesta en el doble-seis, el jugador de turno juega blancocuatro, única ficha, yo entonces cuadraba a seis echando tiros por los mismos y reventaba con el seis-tres ya que tenía que presumir un cinco en manos del Salidor por haber éste iniciado el primer cinco, este jugador daba paso, mi compañero entonces por la misma razón localizaba el cinco-cuatro en poder del salidor, ya que debía de saber que yo tenía el cinco-blanco y con este juego así descubierto debía entonces jugar el tres-cinco poniéndome la tranca directa, la que practicaba para obtener un resultado favo­ rable de 14 x 24. Lamentablemente perdimos una mano ganada, a pesar de los buenos juegos que el contrario desarrollaba como se

Si mi compañero sé hubiera detenido a analizar esta situación, con toda seguridad nunca hubiera negado el tres­ dós, única ficha que le garantizaba lo que debía aspirar, es decir, que no se presentara la tranca; pero incurrió en el deseo de jugar por los treses ( jugador personalista) ya que éste constituía su juego de ataque y menospreció de esa manera la oportunidad de una gran satisfacción que hubiera conseguido al haber practicado la jugada decisiva que nos daba el triunfo en una mano sumamente interesante. De esta manera se perdió una vez más con la carta de ganar en la mano, perdiéndose así el momento de vivir la emo­ ción de una buena jugada.

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CIENCIA Y ARTE EN EL DOMINO

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SSSSSi* Ubicación de los juegos para desarrollar una mano donde se demuestra el valor que tiene la técnica dominocística. Jugador 'A ” .— Doble-dos, blanco-uno, uno-tres, uno-cuatro, urKxiftco, uno leía y cinco cuatro. Jugador “ B ” .—Blanco-tres, doa-trea, doble-tres, tres-cinco, doble-cinco, d o ble-seis y doa-seis. Jugador MC M.—D o*u n o, doble-uno, doa-bUnco, d e lin e o , blancocuatro, do­ ble-cuatro y cuatro-tres. Jugador “ D” .—Doble-blanco, blanctxinco, blanco-adi, tres-seis, cuatroaeu, cineo-seu y dos-cuatro.

Desarrollo de la mano con los juegos - ilustrados en la figura anterior.

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SEÑ A S O T E LE FO N O S

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En el juego de Dominó y especialmente en esta moda­ lidad más que alguna otra, existen una serie de señas o teléfonos que los inescrupulosos utilizan para llevar la ven­ taja en una partida a interés. En el caso de que presumas que en una partida te están jugando con señas, debes abandonar la partida, para así acabar con las vivezas del contrario.

L a Colombiana.— No sé por qué se llama así; si es originario del país hermano o fue inventado por uno de allá, es cuestión que ignoro; pero existe y lo conozco des­ de hace mucho tiempo. Es un teléfono de gran envergadura y debe ser practicado por jugadores que conozcan a fondo el Dominó. Consiste en jugar la ficha mayor en todo tiem­ po, excepción hecha cuando con la jugada nos vamos a ahorcar un doble, donde es preferible colocarlo de una manera pensada a fin de indicar a nuestro compañero que se tiene la corrida. 235 —

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Este teléfono permite descubrir las fichas restantes con su ubicación más o menos exacta. De tal manera que una vez conseguido este descubrimiento, conviene seguir jugando Dominó correctamente en el curso de la mano. Un ejemplo permitirá apreciar el alcance de este teléfono: si nuestro compañero juega el tres-dos, no tiene en su poder ningún tres mayor que éste, ni tiene fichas correspondien­ tes a la otra punta que sume más de cinco puntos. Si nuestro compañero sale por doble-tres, no tiene en su poder ninguna ficha que sume más de seis puntos.

sí. De hecho, en oportunidades especiales se ordenará a nuestro compañero, mediante el teléfono, castigar deter­ minada punta para así facilitar el encierro de algún doble, que naturalmente se tiene la seguridad de ahorcar. Este teléfono es importante porque no necesita de gestos vulgares y permite localizar los dobles: condición fundamental y suficiente para incomodar al contrario, o para facilitar su salida, si es que uno los tiene; ambas situaciones favorables y decisivas para ganar cualquier mano de Dominó.

Como se ve, esta Colombiana es un teléfono que en­ seña en Dominó a pensar, a ejercitar la retentiva, y a agudizar el razonamiento, contrarrestando en todo momen­ to la acción de cualquiera de los otros teléfonos vulgares. Es sencillamente, un teléfono científico. Hay que saber ju­ gar para dominarlo abiertamente.

Mata-Doble .— Otro teléfono, no menos importante que el anterior, pero sí de una ejecución más fácil, es el que llaman “ mata-doble” . E s muy sencillo. Consiste en mirar una de las puntas que están en juego, en el momento que toca jugar a nues­ tro compañero, indicando de esa manera que no se tiene ese doble y, por el contrario, que sí se tiene el doble co­ rrespondiente a la otra punta. Como se comprenderá, nuestro compañero tácitamente debe castigar la punta que se mira, puesto que el doble que corresponde a esa punta lo tiene el contrario. En el su­ puesto caso de que no se tenga ningún doble perteneciente a las puntas que están en juego, debemos mirar nuestras mismas fichas, es decir, las que uno tiene paradas frente a

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M IRO N ES Q U E H A C EN SEÑ A S: T ELEFO N O D E L A S VO CA LES

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En el juego de Dominó existen los mirones que hacen señas. A estos señores se les llama comúnmente “ antenas” . Es obvio pensar que los “ antenas” en Dominó constituyen algo mucho más efectivo que las maniobras que puedan realizar los mismos jugadores. Por lo regular los “ antenas” practican sus señas por medio de palabras. De aquí justamente ha nacido lo que se llama “ teléfono de las vocales” que, por otra parte, también pueden realizar los mismos jugadores. En el teléfono de las vocales las palabras que comien­ zan por “ B ” o “ V ” significan los blancos; y aquellas que empiecen por “ S ” o “ Z ” , significan los seises. Para las otras pintas se consideran las cinco vocales en el mismo orden, así: A, E, I, O y U por unos, doses, treses, cuatros y cincos, respectivamente. Para interpretar el teléfono se toma en cuenta la ini­ cial de la primera palabra que se pronuncie en cualquier frase; y si esta letra no coincide con alguna de las ya men241

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Clonadas, entonces se tomará en consideración la letra que sigue a la inicial y así sucesivamente hasta encontrar la letra que corresponda con una de las ya descritas. Como se comprende habrán palabras donde la letra que traduce el teléfono es la que está en el segundo o en el tercer lugar. Por ejemplo: la palabra “ Q U IE N ” , indica juego a cincos, y de la misma manera la palabra “ PRES­ TA M E” indica juego a doses, ya que la letra “ U ” en la primera y la letra “ E ” en la segunda, son las que deciden. Como se ve fácilmente, no puede prohibirse a un mi­ rón que diga: “ Dame un café” , “ ¿Quién tiene fósforos?” , “ Yo quiero fumar” , “ Botiquinero, dame un palito” . Ni tampoco se le puede prohibir a un jugador que diga: “ ¿Quién salió?” , “ Salgo yo” , “ Sales tú” , “ Perdí un buen juego” , “ ¿Por qué jugaste m al?” , y así sucesivamente, hablando inocentemente se pueden hacer una serie de señas. Es bueno tener esto pendiente, sobre todo cuando se espera el comienzo de la mano y con las cartas ya vistas para pronunciar estas frases aparentemente ingenuas y que pueden llevar un veneno formidable; lo mismo que cuando son pronunciadas por mirones en el momento de realizarse jugadas decisivas. Abundando en este mismo tema, mediante la coloca­ ción de la ficha también se puede al efectuar la jugada, indicar al compañero si se tiene o no el Doble de la pinta correspondiente al juego que se señala, de tal manera que si la ficha se coloca atravesada, se está indicando que no se lleva el Doble, y si, por el contrario, su colocación se hace en forma longitudinal siguiendo la hilera de fichas ya jugadas, se demuestra que se tiene el Doble correspon­ diente.

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E L G O LPEA IT O

E s uno de los ardides más modernos que utilizan los ventajistas cuando se apuesta dinero. Con este sistema no solamente se anuncia el Doble que se pueda llevar, sino también el juego que conviene desarrollar. Este sucio procedimiento, como se comprenderá, es una de las señas o teléfonos más vulgares conocidos en Dominó. Como su nombre lo indica, consiste en golpear la ficha sobre la mesa en el momento de la jugada, para así indicar con este golpe, que se tiene el Doble o que conviene desarrollar el juego de la pinta que se señala, y si no se golpea la mesa, traduce lo contrario. Es de notar que este golpeteo no se hace en forma ruidosa, sino que, por el contrario, su ejecución es tan sua­ ve o sutil que solamente es audible para los interesados. Esto no es jugar bien al Dominó. Jugar bien es vivir la emoción de una buena jugada, hecha limpiamente, sin subterfugios, sin vagabundería, producto de un razona*



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miento lógico, deductivo, lo demás es vulgarizar un juego popular, apasionante, recreativo y de gran tradición en nuestro pueblo; y pensar que tengo grandes amigos, bue­ nos aficionados que practican esta modalidad, jamás apren­ derán a jugar bien al Dominó. Que me perdonen.

E L C H O R R EA ITO

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Es esta otra modalidad parecida a la anterior. Con­ siste en arrastrar o chorrear la carta en el momento de la jugada, cuando se va a indicar un Doble que se tiene o un juego que conviene desarrollar; por supuesto, si la carta es jugada sin arrastrarla o sin chorrearla traduce lo con­ trario. Cuando en una partida de Dominó surgen elementos practicando este sistema de juego, lo recomendable es le­ vantarse y no jugar más. Es lo que yo acostumbro, sobre todo, si después de una primera observación, donde re­ clamo que las cartas deben ser jugadas todas iguales, es decir, si las van a golpear, hay que golpearlas a todas; si las van a chorrear hay que chorrearlas a todas, si des­ pués de esta observación los jugadores incurren en una reincidencia, me levanto y no juego más. E s la única manera de acabar con esto, es la única forma de adecentar el juego de Dominó. \

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Para terminar, debo aclara!, que al describir estos teléfonos de ninguna manera perseguimos que el juego de Dominó se vulgarice. Fs solamente el deseo de alertar a los aficionados que gustan apostar dinero en el Dominó, lo único que nos induce a aconsejarles medidas de protección y de defensa, en contra de los que han hecho del Dominó una profesión» menospreciando así el sentido altamente recreativo que tiene este juego

C U R IO SID A D ES CON E L DOMTNO

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En el Dominó existen una serie de curiosidades de las cuales voy a indicar algunas, ya que con toda seguri­ dad hay otras que desconozco.

Tranca más grande .— La tranca más grande en una base de Dominó y en una partida entre cuatro personas, la considero una curiosidad y como tal la voy a describir. El mayor número de tantos posibles de coger en una mano de Dominó y mediante una tranca, es de ciento tres. Necesita de una situación especial y es sólo mediante la ubicación exacta de las fichas como se indica en la figura como puede realizarse semejante tranca. En la figura si­ guiente se aprecia con toda objetividad el desarrollo de la mano con el resultado de una tranca de 103 x 23.

N ota : Es posible contar mediante una tranca la can­ tidad de 105 puntos, pero en este caso las jugadas se hacen de una manera caprichosa, en contra de toda técnica dominocística y bajo la dirección de una persona que ordena — 253 —

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jugar determinadas fichas. Como no la considero una cu riosidad, prefiero omitir su descripción.

Ubicación exacta de las fichas para contar mediante una tranca la mayor cantidad posible de tantos, en una mano con un desarrollo técnico y normal

Desarrollo de la mano mediante los juegos ilustrados en la figura anterior. Salida por el doble-blanco. También puede salirse por el tres-blanco con el mismo resultado; pero en este caso el compañero del salidor castigará el tres con el tres-cuatro, obe­ deciendo a la técnica que ha de seguirse en la salida mata-doble, ya descrita. Como se puede apreciar, la mano termina con una tranca por los blancos con el resultado de 103 x 23.

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Tranca más pequeña.— Asimismo, como dato curioso diré que la menor tranca posible que existe en una base de Dominó tiene un resultado de empate de 3 x 3. En las figuras se aprecia la ubicación de las fichas y el desa­ rrollo correspondiente de la mano.

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Desarrollo de la mano con los juegos ilustrados en la figura anterior. Salida por el doble-seis, el jugador de turno juega el seis-blanco, única ficha; el compañero del salidor juega el blanco-cinco, iniciando el doble-cinco; el jugador de turno realiza cuatro mina-doble a cincos con el scis-cinco; el sali­ dor juega el cinco-cuatro, única ficha; el siguiente jugador castiga el otro

U bicación exacta d e las fich as p ara con ellas realizar un a b ase q u e mina con la tranca m enor h asta ahora conocida.

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HECTOR SIMOSA ALARCON cinco con el cinco-uno; recordar que se trata de un cuadro mata-doble y de aquí el sacrificio de este jugador al dejar de acostarse en el doble-cuatro; ej compañero del salidor juega el uno-seis, reproduciendo así lq salida; el siguiente jugador juega el cuatro-blanco, repitiendo asi la primera jugada de su compañero y evitando, «1 mismo tiempo, el cuadro a seises; el salidor juega e) blanco-tres, buscando la oportunidad de que entren los cincos, poeste que en su poder está el seis-tres, que podrá utilizarlo para repetir el tres, el siguiente jugador coloca el tres-cuatro, única ficha; dice paso el compañero del salidor; el jugador que sigue castiga el cuatro con el cuarrou d o , repitiendo así el uno iniciado por su compañero, y por otra parte evi­ tando el cuadro a seises, ya que el seis-uno está jugado y al mismo tiempo cohibiendo al salidor de repetir el seis por el cuatro; el salidor se acueste en el doble-uno, ficha que le estorba; el siguiente jugador dice paso; el comañero del salidor juega el uno-tres, ya que no debe largar la corrida de lancOs y sí repetir el tres iniciado por su compañero, que al mismo tiem­ po le proporciona la oportunidad de buscar la corrida de cincos o de favo­ recer la entrada del seis; el siguiente jugador castiga el seis con el seisdos, por no gastar el doble-tres que apoya el tres-cmco y que piensa uti­ lizar para ahorcar el doble-cinco, el salidor se encabeza con el tres-seis, ya que no debe largar la corrida de blancos que también presume en manos del contrario; el siguiente jugador se acuesta en el doble-dos, pues­ to que la otra ficha sería la tranca forzosa y no le conviene; el compañero del salidor insiste nuevamente con el tres, pidiendo su corrida de cincos; el siguiente jugador se acuesta en el doble-tres; el salidor revienta la ca­ beza de seis dando el cuatro; el jugador de turno se acuesta en el doblecuatro; el compañero del salidor dice paso; el siguiente jugador larga el tres-cinco forzado, el salidor pasa, el jugador que sigue revienta la cabeza de cuatros con d cuatro-dos y el compañero del salidor ‘necesariamente debe trancar la mano a cincos, ya que si juega de otra manera perdería la mano. El resultado de la tranca es de 3 x 3.

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Mayor dominada .— El mayor número de tantos posi­ bles que se puede coger en una mano de Dominó mediante una dominada es de 109. Como las curiosidades anterio­ res, necesita de juegos especiales y con situación definida de las fichas.

Ubicación exacta de las fichas para con ellas realizar una mano que termina con una dominada donde se cuentan 10*5 tantos.

Nota: E s posible contar hasta 112 tantos mediante una dominada, pero el desarrollo de la base es caprichoso y en contrario a la técnica del Dominó, razón por la cual no incluyo su descripción. En las figuras se aprecian: por una parte, la situación especial de las fichas, y por la otra, el desarrollo de la mano para contar con una dominada la suma de 109 tantos.

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FORM ULAS A LG EBRAICA S

Desarrollo de la mano con los juegos ilustrados en la Figura anterior. Salida por el doble-blanco, el siguiente jugador pasa, el compañero del salidor da el blanco-tres, única ficha, el jugador de turno dice paso, el salidor juega el tres dós, nuevamente pasa el jugador siguiente, el compañero del salidor ataca con el dos-uno y el contrario que sigue a este juega el uno-seis, el salidor cuadra a blancos reventando con el blanco dos con la finalidad de producir paso al siguiente jugador, el compañero del salidor juega el dos-cuatro, única ficha, dice paso el siguiente jugador, lo que apro­ vecha el salidor para cuadrar a blancos y reventar con el blanco-uno, pasa el siguiente jugador y el compañero del salidor se acuesta en el doble-uno tara que así domine el salidor con el blanco-cinco, contando a los contrarios a cantidad de 109 tantos.

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En el juego de Dominó mano a mano con catorce piedras, o mano a mano cargado, se puede, mediante el conocimiento de dos fórmulas matemáticas, saber con toda seguridad el juego a escoger, para con él contarle al con­ trario la cantidad de puntos que se desee, siempre y cuan­ do esa cantidad oscile entre 27 y 116. Una de esas fórmulas se utiliza exclusivamente para contar una cantidad comprendida entre 27 y 75. La otra fórmula se refiere para contar anotaciones comprendidas entre 60 y 116. La primera fórmula es a base de una triple combina­ ción; y la segunda a base de una doble combinación. En otras palabras, para la primera fórmula hay que utilizar un triple juego; y para la segunda, un doble juego.

Primera fórmula .— En páginas anteriores dije que en Dominó existen las triples combinaciones, es decir, com­ binaciones a base de tres juegos. — 263 —

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Estas triples combinaciones, en contrarío de las dobles que son muy numerosas, vienen a ser muy escasas. Así como de las dobles existen 1.680, de las triples su número alcanza la exigua cantidad de 35. En estas triples combinaciones no entran en juego la totalidad de sus fichas, en contrario de lo que sucede con las combinaciones dobles. Solamente las fichas de dos jue­ gos toman parte íntegramente en ellas y exclusivamente tres fichas del otro juego; quedando sin jugarse cuatro fi­ chas de la triple combinación y en poder del que la desa­ rrolla, justificándose de esta manera que las bases a jugar tienen que terminar obligatoriamente con la tranca. A con­ tinuación presentamos un cuadro de estas combinaciones y de los tantos que producen: T R IP LES CO M BIN ACIO N ES

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Seises, cincos y b lan c o s...................................... Seises, cincos y u n o s ........................................... Seises, cincos y d o s e s ......................................... Seises, cincos y t r e s e s ......................................... Seises, cincos y cuatros .................................... Seises, cuatros y blancos ................................. Seises, cuatros y u n o s ........................................ Seises, cuatros y d o s e s ...................................... Seises, cuatros y t r e s e s ...................................... Seises, treses y b lan co s...................................... Seises, treses y u n o s ........................................... Seises, treses y d o s e s ........................................ Seises, doses y b lan c o s...................................... Seises, doses y u n o s ........................................... Seises, unos y b la n c o s...................................... Cincos, cuatros y b lan co s................................. Cincos, cuatros y u n o s ...................................... Cincos, cuatros y d o s e s ...................................... Cincos, cuatros y t r e s e s ....................................

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50 tantos 45 40 35 30 55 50 45 40 60 55 50 65 60 70 60 55 50 tantos 45

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Cincos, tresesy b la n c o s..................................... Cincos, tresesy u n o s .......................................... Cincos, tresesy d o s e s ......................................... Cincos, dosesy b la n c o s ..................................... Cincos, dosesy u n o s .......................................... Cincos, unos y b la n c o s.......................................

65 60 55 70 65 75

Cuatros, Cuatros, Cuatros, Cuatros, Cuatros, Cuatros,

70 tantos 65 60 75 70 80

treses y b la n c o s................................ treses y u n o s ..................................... tresesy d o s e s ........................................ doses y b la n c o s ................................ doses y unos ..................................... unos y b la n c o s....................................

Treses, doses y b la n c o s................................................. 80 tantos Treses, doses y u n o s ...................................................... 75 Treses, unos y b la n c o s................................................. 85

ellas se pueden contar 80, 85 ó 90 tantos, según se puede apreciar en el cuadro anterior. También algunas cifras com­ prendidas entre 76 y 90 que no sean múltiplo de cinco pueden contarse con estas triples combinaciones y me­ diante la primera fórmula, que más adelante se explicará, pero como no sucede con todas las cifras, he omitido este margen, ya que no garantiza el cálculo exacto. Es esta la razón por la cual limito las cantidades entre 27 y 75 y dejo las otras para que sean calculadas por la segunda fór­ mula, ya que esto simplifica de una manera notoria el cálculo. Para calcular con estas triples combinaciones el juego que se ha de escoger a fin de contar una cantidad de tantos que oscile entre 27 y 75, podemos utilizar una fórmula que nos permitirá conocer un número que repre­ senta la suma de las pintas de los tres juegos que debemos seleccionar para efectuar la partida (mano a mano con catorce piedras). La fórmula en cuestión es la siguiente: 165 — a

Doses, unos y b la n c o s................................................... 90 tantos

--------------- 12 5

Al examinar el cuadro que antecede, se darán cuenta que aquellas combinaciones cuyos palos sumados dan el mismo resultado, producen exactamente el mismo rendi­ miento. Así tenemos que aquellas combinaciones que su­ man ocho como: las de seises, doses y blancos, las de cin­ cos, doses y unos, las de cuatros, treses y unos y las de cincos, treses y blancos, producen todas 65 puntos. Y por otra parte, que estas combinaciones tienen en común pro­ ducir una cantidad de tantos siempre múltiplo de cinco.

En esta fórmula, el factor ( a ) será sustituido por la cantidad de puntos que fije el contrario. Para facilitar el cálculo, dicho factor debe ser reemplazado por un número que sea un múltiplo de cinco. De tal manera que en el caso de que nos propongan una cifra que no sea múltiplo de cinco, sustituiremos la misma por el múltiplo de cinco in­ mediatamente superior.

Estas combinaciones permiten anotar una cantidad de tantos que oscilan entre 27 y 75 puntos, pero de hecho también sirven para contar un número mayor, ya que con

Una vez realizado el cálculo correspondiente, escoge­ remos, como dije más arriba, una combinación a base de tres juegos para realizar una partida mano a mano con

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catorce piedras cada uno. La combinación se escogerá de acuerdo con el resultado de la operación. Si por ejemplo este resultado es nueve, tendremos que tomar uno de los siguientes juegos: seises, treses y blancos; o seises, doses y unos; o cincos, cuatros y blancos; o cincos, treses y unos. La suma de las pintas de todas estas combinaciones dan nueve, y todas producen exactamente el mismo resultado de 60 tantos. Es decir: que con cualquiera de ellas se pueden contar 60 puntos.

de la combinación. Siendo así que si vamos a jugar con una triple combinación a base de cincos, cuatros y blancos, debemos cambiar el doble-uno, que suma dos» por el doblecuatro que pertenece a la combinación.

Hadendo los cálculos realizamos la siguiente opera­ ción: al sustituir el factor (a ) por 60 que tomamos como cantidad propuesta, tenemos el siguiente resultado: 165 — 60 105 ---------------- 12 = ------------1 2 = 5 5

21 — 12 =

9

Como se ve, en el caso de que se nos proponga una cifra que al mismo tiempo de estar comprendida entre 27 y 75 sea un múltiplo de cinco, la escogencia del juego se simplifica. En caso contrario, procederemos como ya se ha aconsejado, sustituyendo la cifra en cuestión por el múl­ tiplo de cinco inmediatamente superior y reteniendo al ter­ minar el cálculo una ficha igual al número de tantos agre­ gados para la sustitución por el múltiplo de cinco, que se cambiará por uno de los dobles de la triple combinación, lo que nos permitirá jugar con catorce piedras sin influir en el resultado. Por ejemplo, si el contrario nos exige 58 tantos, el cálculo se efectúa tal cual como se ha realizado la operación anterior, o sea que debemos escoger un juego que sume nueve; pero como el punto es 58, debemos cam­ biar una ficha que sume dos puntos por uno de los dobles

Las combinaciones a base de tres juegos deben tener catorce fichas. En la combinación de ejemplo tomaremos los siete cincos y los siete cuatros que suman trece piedras y para completarnos cogeremos también el doble-blanco, que es la ficha que cierra la triple combinación de cincos, cuatros y blancos. El juego se desarrolla saliendo por el doble que cierra. En otras palabras, por el doble que complementa, en este caso la salida corresponde al doble-blanco y el juego se desarrolla por los cincos, terminando con la tranca por los mismos. Recordar que todas estas triples combinaciones terminan con la tranca. En las figuras se aprecia el desa­ rrollo de la mano.

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**+ *+ ■

Triple combinación a base de cincos, cuatros y blancos para contar al contrario 58 tamos, mediante una partida mano a mano con catorce fichas. Nótese que fue necesario cambiar el doble-cuatro por el doble uno.

Desarrollo de la triple combinación ilustrada en la Figura anterior. Salida por el doble-blanco, terminado con una tranca por los cincos con resultado de 58 x 30. Practíquese este ejercido con el Dominó.

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Ha de recordarse que estas combinaciones se forman tomando siete fichas iguales de dos palos, completándose con el doble del tercer palo; y que la salida siempre hay que hacerla por este doble complementario. Seguidamente unos ejemplos. Combinación a batee de seises, tres y unos: se cogen ios siete seises, los siete treses y el doble-uno, con salida por el doble-uno. Combinación a base de cincos, cuatros y doses: se cogen los siete cincos, ios siete cuatros y el doble-dos, con salida por el doble-dos. Combinación a base de treses, unos y blancos: se cogen los siete treses, los siete unos y el doble-blanco, con salida por el dobleblanco. Y así sucesivamente, de tal manera que si el nú­ mero que indica la operación o fórmula, es quince, la com­ binación a escoger es la que está formada por seises, cincos y cuatros. En este caso se tomarán los siete seises, los siete cincos y el doble-cuatro. Es bueno tener presente que el orden de los juegos en una combinación triple no altera los resultados en relación con los tantos que se le van a contar al contrario; mas no sucede lo mismo con los tantos que quedarán en nuestro poder. Siempre se pretiere des­ cartar el mayor número de tantos quedándonos con una cantidad que sea inferior a la que aspiramos contar. Es necesario tener en cuenta esto, ya que para poder contar 27 puntos, mínimum a contar, se utiliza k combinación a base de cuatros, cincos y seises. Y como el menor número de tantos posibles que puede quedar sin jugarse para con­ tar 27 tantos es de 52, lo que en el final proporciona una tranca con el resultado de 25 x 27. De tal manera que tendremos obligatoriamente que desarrollar el juego de cin­ cos y seises, reservándonos los cuatros, que son los meno­ res y que son los que al mismo tiempo nos garantizan este resultado favorable en la tranca.

En consecuencia, la combinación será a base de los siete cuatros, los siete cincos y el doble-seis, o también así: los siete cuatros, los siete seises y el doble-cinco, haciendo la salida siempre por el doble complementario, como se dijo más arriba. No olvidar que estas triples combinacio­ nes permiten contar solamente 30 puntos, pero que si al mismo tiempo se retiene una ficha que sume tres puntos (tres-blanco, dos-uno), cambiándola por uno de los dobles de la combinación (no el doble complementario), nos faci­ litará el poder contar al contrario 27 tantos.

Segunda fórmula .— La segunda fórmula nos permite contar una cantidad de tantos que oscila entre 60 y 116, mediante una doble combinación y medíame el desarrollo de una partida mano a mano cargado o robado. Ya estas combinaciones dobles fueron tratadas cuando se habló de la modalidad de juego “ mano a mano con ca­ torce piedras” . Me resta explicar cómo sería el funciona­ miento del cálculo para conocer el juego o combinación necesario a fin de cogerle al contrario los tantos que él desee, entre 60 y 116. La fórmula aplicable es la siguiente: 1 6 8 -— a ---------------- 7 6' En esta fórmula el factor (a ) está representado por la cantidad de puntos por anotar estipulada por el jugador contrario y necesariamente tiene que ser igual a un múl­ tiplo de seis. Si el número propuesto no es múltiplo de seis habrá que transformarlo en el múltiplo de seis inme­ diatamente superior para los fines de cálculo.

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El resultado de la operación nos dará un número que representa la suma de Jas dos pintas del juego que hay que escoger. Así, por ejemplo, si el resultado es igual a once, habrá que tomar una combinación forzosa y exacta, a base de cincos y seises. Es decir: una combinación donde exclu­ sivamente entren en juego todos los cincos y todos los seises; combinación que nos permitirá anotar la cantidad de 60 tantos, ya que esta combinación encierra en su tota­ lidad la suma de 108 tantos, quedando fuera de juego como se sobreentiende la cantidad de 60 tantos. Como se com­ prenderá, éste sería el juego a desarrollar siempre que el contrario exija que se le cuenten 60 puntos; ya que ai sustituir ( a ) por 60 en la fórmula anterior, los cálculos arrojarían el siguiente resultado: 168 — 60 ---------------- 7 = 6

108 ------------7 = 6

18 — 7 =

11

Como se ve, en el caso de que la cantidad propuesta sea un múltiplo de seis, el cálculo se simplifica y siempre dará un número igual a la suma de dos pintas del Dominó: dicho número tendrá que estar comprendido entre uno y once inclusive. Y es así como un juego a base de blancos y unos, que suma uno, nos permitirá contar 120 tantos. En un juego a base de blancos y doses, que suma dos, contaremos 114 puntos, y en cualquier juego cuyas pintas sumen seis, por ejemplo: seises y blancos, cincos y unos, y cuatros y doses, siempre contaremos el mismo número de tantos que es de 90. En páginas anteriores, en el cuadro de las dobles combinaciones, se aprecia el número de tan­ tos que produce cada combinación en particular.

Como dije anteriormente, cuando la cantidad propues­ ta no sea múltiplo de seis, habrá que sustituirla por el múltiplo de seis inmediatamente superior. Así, por ejem­ plo, si el contrario exije que se le cuenten 68 tantos, como esta cifra no es múltiplo de seis, al sustituirla por el múl­ tiplo inmediatamente superior, nos dará 72; de tal ma­ nera que al sustituir en la fórmula el factor (a ) por esta última cifra, tendremos un resultado igual a nueve. En otras palabras, necesitamos escoger un juego a base de dos pintas que sumen nueve para poder contar 72 puntos. Pero como el contrario no precisa sino 68 tantos, para poder realizar la partida contándole exactamente la cifra que él propone, tendremos que retener del resto de las fichas que no tomarán parte en la combinación una o varias fichas que sumen cuatro tantos, que es justamente la cantidad de tantos que fue necesario agregar para transformar su nú­ mero propuesto en el múltiplo de seis inmediatamente superior. E s así como al desarrollar la mano contaremos 68 tantos. Como dije anteriormente, el juego tiene que ser a base de pintas que sumen nueve. En otras palabras, tendrá que ser a base de cincos y cuatros, o a base de seises y tre­ ses; ambos suman nueve y ambos nos permitirán contar 72 puntos. Pero si antes de comenzar las jugadas, además de las fichas de la combinación que se va a utilizar retenemos el doble-dos que suma cuatro puntos, con toda seguridad anotaremos exactamente 68 tantos. La combinación que suma uno, o sea, la que es a base de blancos y unos, nos permite contar 120 tantos. Es el máximo de puntos que se puede contar jugando en esta .forma. Ahora bien, se preguntarán, ¿por qué no se

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pone esta cifra de 120 romo límite superior? Porque sen­ cillamente no es posible contar las cantidades 117, 118 y 119, ya que para ello necesariamente habría que descon­ tar una ficha que sume tres, dos o uno; y éstas correspon­ den en su .totalidad a las fichas que tienen que entrar en juego para el desarrollo de la combinación a base de blan­ cos y unos. En cambio, sí es posible contar 116 tantos, puesto que se puede retener al doble-dos que suma cuatro y desarrollar al mismo tiempo la combinación a base de blancos y unos. En resumen, con una doble combinación y en juego mano a mano cargado, es posible contar 120 puntos exclu­ sivamente o cualquier cantidad que esté comprendida en­ tre 60 y 116 tantos. Para terminar, diré como dato com­ plementario, que las manos terminarán con una dominada siempre que la cantidad propuesta sea un múltiplo de seis, y necesariamente con una tranca cuando las cantidades no sean múltiplos del mismo número seis. Aconsejo realizar esta lectura con un juego de Dominó por delante, a fin de que se vayan verificando todas estas cosas, aparentemente difíciles si se concretan exclusivamen­ te a la lectura. Ya la práctica les permitirá realizar este tipo de curiosidad, inclusive sus operaciones, de una manera mental; lo que hace mucho más interesante la demostra­ ción, llegándose hasta atribuirle a un jugador poderes má­ gicos sin tenerlos.



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PASATIEM PO S

Con el Dominó se pueden hacer también una serie de juegos recreativos y de ilusión, con una gran base mate­ mática, que los hace muy interesantes y divertidos. En algunas tenidas de Dominó, en ratos de tedio, o en reuniones sociales, estos juegos permiten pasar el tiempo más ameno, ya que casi siempre en estos casos algunas per­ sonas presentes gustan de disfrutar de estos trucos apa­ rentes. Digo trucos aparentes porque como se verá más adelante, no son verdaderos trucos, sino juegos realmente científicos y profundamente matemáticos. Uno de ellos es el siguiente: se invita a una persona que tome una ficha cualquiera, estando todas tapadas, a fin de adivinársela. Se le pide al sujeto que multiplique uha punta de la ficha por seis y que a este resultado agregue el total de puntos que tiene la ficha. Se exige entonces el resultado



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de la operación y ya con éste conocido, es suficiente divi­ dirlo entre siete y en esta última operación, el cuociente representa una punta de la ficha y e! residuo la otra punta.

ñárnosla, que la ponga a un lado y que separe en otro mon­ tón tantas fichas como tantos falten para sumar doce con la ficha que ha cogido. Por ejemplo: si la. ficha es el trescuatro, que suman siete puntos, se separarán cinco fichas. Luego que coja otra y que haga lo mismo. Así continuará haciéndose hasta que no quede ninguna ficha en el montón general.

Ejemplo: la ficha tomada es el cinco-dos, al multipli­ car 5 x 6 tendremos 30, que agregados al tota) de puntos de la ficha, que son siete, nos dará un resultado de 37. Con este resultado, al dividirlo entre 7, tocará a cinco (cuo­ ciente ) y nos dejará a dos como residuo. En consecuencia, la ficha en cuestión es ei cinco-dos. También puede adivinarse una ficha por otro procedi­ miento. Es el siguiente: se pide doblar el valor de una punta, se ordena agregar un número cualquiera, y luego multiplicar por cinco; al resultado se suma el valor de la otra punta. Una vez finalizado este cálculo se invita al inte­ resado que nos diga el resultado. Con éste ya conocido, basta deducirle el producto del número agregado por cinco y así obtendremos una cifra de dos números que corres­ ponden a las puntas de la ficha escogida. Ejemplo: la ficha tomada es el seis-tres, se dobla una punta, digamos el seis, tendremos 12. Ordenamos, por ejemplo, agregar 4. En tal caso tendremos 16. Se pide mul­ tiplicar por cinco: resultará 80. Para finalizar ordenamos agregar el valor de la otra punta y así nos dará un resul­ tado de 83. A este resultado debemos descontar el pro­ ducto del número agregado, a saber 4 x 5, o sea, 20. Ai efectuar la operación nos quedará 63 Este número repre­ senta las dos puntas de la ficha escogida, la cual no puede ser otra que ei seis-tres. Otro pasatiempo. Se pide a uno de los presentes, con el Dominó tapado, que coja una ficha cualquiera sin ense­

Cuando no alcancen las fichas que corresponda sepa­ rar de acuerdo con el número de la ficha escogida para su­ mar doce, dejará en el montón general tantas fichas como las que le faltaron para completar doce. Para la realiza­ ción de esto, el adivinador se separará, es decir, se alejará de la presencia'de los demás y volverá al sitio cuando se le avise que ya la escogencia ha terminado. A su regreso tomará información del número de fichas escogidas que deberán estar aparte y al mismo tiempo indagará cuál es el montón que traduce las fichas que faltaron. La finali­ dad de todo esto es adivinar el número de tantos que suman las fichas escogidas y ya teniendo todos los datos necesa­ rios, procederá en esta forma: a las fichas escogidas se dará el valor de cuatro un tos a tres de ellas y de tréce tantos a las demás; se suman todos estos valores imagina­ rios y se resta del total el número de fichas sobrantes más una. La diferencia será el total de tantos contenidos en las fichas escogidas. Ejemplo: supongamos que hay cinco fichas en el montón a adivinar y ocho fichas en el montón de las so­ brantes. Como hay cinco fichas en el montón para acertar, las tres primeras tienen un valor de cuatro tantos cada una que suman doce; y las otras dos trece puntos cada una que suman 26, más doce tendremos 38. Restando a

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esta suma las ocho fichas que han sobrado más una, que son nueve, quedan 29 tantos, que con toda seguridad equi­ valen al total de tantos que tienen las cinco fichas escogidas. Hay otro pasatiempo muy parecido a este último, pero que difiere en que solamente se escogen tres fichas, luego el adivinador se informa por las fichas que sobraron o fal­ taron. Con base al número once se resuelve esta operación. En el caso de que sobren fichas es suficiente agregar al nú­ mero. de fichas sobrantes la cantidad de once, y así tendre­ mos el total de puntos contenidos en las tres fichas esco­ gidas. Si, por el contrario, faltan fichas y así lo hará constar la persona que ha estado escogiendo, habrá que restar de once el número de fichas que faltaron y así tendremos tam­ bién el total de puntos que encierran las tres fichas esco­ gidas. Ejemplo: si se nos hace saber que sobraron seis fi­ chas, la cantidad de tantos será de 17; y si, por el contra­ rio, se nos dice que faltaron seis fichas, la cantidad de tantos será de cinco. O tro pasatiempo. Se invita a una persona, después de barajadas las fichas, que tome siete de ellas, a fin de adi­ vinarle cuántos dobles ha cogido entre esas siete fichas. Una vez que el sujeto tenga sus siete fichas, se le pide nos vaya diciendo, en orden numérico del blanco al seis, el número de fichas que tiene de cada palo en particular. Así, por ejemplo: tengo tres blancos, un uno, no tengo doses, dos treses, etc., etc., hasta llegar a decir todas las

pintas. La solución de esto es a base del número catorce. A medida que se nos vaya diciendo la cantidad de fichas correspondientes a una misma pinta, mentalmente se van sumando, cuando esa suma total es igual a catorce, con toda seguridad en las siete fichas no hay doble; en caso contrario, dicha suma no llegará a catorce. Entonces se busca la diferencia que hay entre este número y la suma total de pintas y ella traduce el número de dobles levanta­ dos. Si por ejemplo el total de pintas es de once, los dobles estarán en número de tres; si el mismo total es de trece, uno será el doble levantado, y así sucesivamente. O tro pasatiempo. Ordenamos trece fichas que vayan de izquierda a derecha, comenzando con el doble-seis y terminando con el doble-blanco, decreciendo numérica­ mente de uno en uno, así: doble-seis, seis-cinco, seis-cuatro o doble-cinco, es igual porque ambas suman diez, y segui­ mos luego con una ficha que valga nueve tantos, 8, 7, 6, etc., hasta llegar a cero, que es el doble-blanco. A con­ tinuación del doble-blanco se colocan las demás piedras en cualquier orden pero tapadas todas, inclusive las ya seleccionadas, hasta poner las 28 fichas del Dominó en una misma fila. Una vez colocadas así todas en fila y tapadas, se dirige uno a los presentes, asegurándoles acertar el número de fichas que pasen de derecha a izquierda, siempre que este número no sea mayor de doce. Para saber la cantidad de fichas pasadas por primera vez, basta contar hasta trece de izquierda a derecha y vien­ do disimuladamente o de una manera abierta la ficha en que terminaron de contar. El número de tantos de la misma



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será igual al número de fichas pasadas. Supongamos, por ejemplo, que han pasado seis fichas. Al contar el número trece, ha de coincidir con una ficha que sume seis tantos.

Otro pasatiempo. Se colocan 21 fichas tapadas en el centro de la mesa, se invita a una persona a que escoja una de ellas y si es posible que la enseñe a otras personas, a fin de que puedan atestiguar la carta escogida. Una vez devuelta la ficha al centro de la mesa, se pide sean bara­ jadas por otra persona. A partir de este momento se colo­ can las 21 fichas en tres hileras de a siete fichas cada una, se voltean todas y pedimos se nos diga la hilera donde está la ficha escogida. Una vez conocida la hilera donde está la ficha, se colocan todas las fichas en una sola fila, con el cuidado de poner ia hilera-donde está la ficha escogida, entre las otras dos hileras. Nuevamente se forman tres hileras de siete fichas. Partiendo de un extremo de la fila se van tomando las fichas una a una y colocando las tresprimeras una debajo de la otra, de tal manera que cons­ tituyan cada una de eilas el extremo de las tres próximas hileras a formar. Terminado esto se pregunta nuevamente por la hilera donde está la ficha escogida y conocida ésta, se repite la operación anterior con el mismo cuidado de que esta hilera debe quedar entre las otras dos. Se vuelven a colocar las fichas en una soia fila y se procede nueva­ mente a formar tres hileras como se hizo anteriormente.

A la segunda vez, sin desbaratar ia fila, hay que tener pendiente de agregar ai número trece, el número de fichas que pasaron la vez anterior; o más fácil: acordarse de la ficha que se descubrió para agregarla al número trece. Vamos a suponer ahora que pasan cuatro fichas. Hay que contar como antes de izquierda a derecha, trece más las seis pasadas la primera vez, que suman 19. La ficha que termina con el número 19 será un cuatro, que indica el número de fichas pasadas. Si la tercera vez, por ejemplo, no pasan ninguna ficha, es suficiente para adivinar que sólo han hecho la mención de pasar, recordar el número anterior que era 19 y agre­ garle las pasadas últimamente que fueron cuatro y que suman 23. En este lugar, sin duda alguna, aparecerá el doble-blanco, que no representa nada y que indicará que no se ha pasado ninguna ficha más. Y así sucesivamente, teniendo en cuenta que cuando el número que se vaya sumando dé un resultado mayor que veintiocho o cualquiera otro número que sea múltiplo de veintiocho, se recuenta este número siempre de izquier­ da a derecha las veces que sea necesario.

La ficha escogida debe quedar en el centro de una de las tres hileras y será la que corresponda a la hilera que se nos indique en estos momentos.

El número de tantos que representa la ficha sobre la cual se completa ia cuenta de cada total nos indica el nú­ mero de fichas pasadas de derecha a izquierda. Así puede llegarse indefinidamente a adivinar siempre el número de fichas pasadas por las persona* concurrentes.

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BASES D E UN REG LA M EN TO PARA JU G A R A L DO M INO

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1.— Para comenzar una partida las fichas deben ser bara­ jadas por todos los jugadores, sucesivamente; es de­ cir, uno después de otro. 2.— Las partidas se jugarán a cien tantos ordinariamente. Convencionalmente podrán jugarse a menos o a más tantos. Las partidas de campeonato se realizarán a doscientos tantos, sin excepciones. 3.— La primera salida corresponde al doble-seis; las sali­ das subsiguientes se harán por la mano. La ficha de salida deberá ser colocada en el centro de la mesa en sentido transversal por el salidor y frente al mismo. Y si es de dos puntas se colocará con la pun­ ta mayor indicando hacia la derecha. 4.— Las fichas deben ser barajadas por el jugador que haya salido y tomadas en orden sucesivo y por la mano, de tal manera que el barajador sea el último ?n coger. — 291 —

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5.— El jugador debe coger siempre siete fichas. En el caso de que llegue a tomar más de esta cantidad, sin levantar las cartas, ofrecerá la o las excedentes a quien le corresponda, dejando a elección de éste la escogencia de la o las cartas que le faltan, sin pasarse del exceso correspondiente. El jugador debe habituar­ se a tomar exclusivamente siete fichas. No se ve bien que un jugador frecuentemente coja más de siete fichas. 6.— Al levantarse las fichas se deben dejar exactamente iguales como fueron colocadas y en su mismo sitio. N o es correcto incurrir en ordenamientos de cartas. 7.— Los espacios que queden en la fila al ser jugada cada ficha deben ser conservados hasta el final de la mano. 8.— E l jugador debe permanecer con las manos debajo de la mesa, a excepción del momento en que tenga turno para jugar. 9.— Las cartas no se deben manosear, ni se les debe im­ primir movimientos de ninguna naturaleza. 10.— Los jugadores no deben golpear las cartas sobre la mesa en el momento de jugarlas. 11.— Las cartas deben colocarse sobre la mesa en forma natural, con el acuerdo de que deben ser jugadas to­ das igualmente. 12.— En ningún momento se debe teclear, es decir, tocar varias cartas, una a una, en el momento de efectuar una jugada. Es incorrecto.

cada porque no casaba con las pintas que indicaban juego en ese momento. 14.— Con fichas para jugar no se debe decir paso. Si algún jugador incurre en esta aparente distracción, debe ser castigado con la pérdida de la partida o con multa de cincuenta tantos. Es convencional. 15.— Para decidir una jugada, no es suficiente la voz, hay que complementarla con la acción; ésta siempre pre­ dominará sobre la primera. Decir trancado sin colo­ car la piedra debidamente, no es tranca; pero si al mismo tiempo el trancador descubre su juego, la tranca se considera aceptada. 16.— 1C on juego descubierto no se deben regresar jugadas. Amerita pena quien descubre juego con motivo in­ justificado. Puede estar persiguiendo que se anule la mano. Multa de tantos para estos casos es conven­ cional. 17.— Está prohibido hablar o hacer señas durante las ju­ gadas. Muchos jugadores hablan pensando. Es inco­ rrecto. 18.— El

punto anterior también se refiere a los mirones.

19.— Las discusiones solamente son permitidas al termi­ nar la mano. Durante el desarrollo de una base, dis­ cutir es incorrecto y de mal tono.

13.— Carta tocada, carta jugada; a menos que el jugador la muestre para comprobar que no podía ser colo­

20.— El tiempo para pensar debe ser limitado: a dos mi­ nutos para una jugada ordinaria y a tres minutos para una jugada de tranca. Este punto se refiere a partidas de campeonato.

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NORM AS G EN ER A LES SOBRE E L JU E G O D E D O M IN O

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Algunas observaciones me inducen a recopilar una serie de normas generales aplicables al juego de Dominó en compañía, cualquiera que haya sido la calidad del juego levantado. Para mí constituye un hecho evidente el haber podido apreciar en un gran porcentaje de jugadores la misma rutina de juego que siempre ha caracterizado a aquellos engreídos que se jactan de saber mucho sin llegar a demostrarlo. No es que yo me considere un sabio del Dominó, pero creo haber adquirido cierta capacitación a través de mi experiencia en este juego, que me impulsa a escribir sobre él, sin mezquindades de ninguna naturaleza, con el deseo de que a este juego, del cual soy aficionado y admirador con profunda pasión, se le dé la importancia que tiene y la consideración que merece, como juego instructivo y recrea­ tivo, capaz de ayudar al desarrollo cultural de un pueblo, por cuanto el dominocista, en la mayoría de los lances — 297 —

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que encierra el juego, debe y tiene que poner en (unción los más elementales principios que aconseja la lógica y el sentido común. Es así que el juego de Dominó resulta ser un medio apropiado para hacer higiene mental y. al mismo tiempo., cultivar cualidades inherentes a la inteligencia humana.

siccs elementales, qpe no exigen para su realización cono­ cimientos avanzados del juego y que están al margen de toda la suspicacia que se le pueda atribuir, pudiendo ser pracncados a toda conciencia por elementos que se están iniciando en este interesante juego. Ya en capítulos ante­ riores se ha hecho notar la importancia de seguir estas aparentes reglas que deben servir de guía y orientación para dectuar jugadas en la mayoría de los casos de gran efectividad. El presente capítulo trata de recopilar las nor­ mas o reglas fundamentales y necesarias para jugar bien al Dominó, y voy a referirme a ellas seguidamente en número de diez ( 10):

Con base a estos conceptos, mi sistema de juéo, salvo algunas excepciones, siempre se debe a razones fundamen­ tales fácilmente apreciabies y deducibles; de tal manera que mis jugadas obedecen a razonamientos practicados y de ninguna manera pueden ser referidos a caprichos del azar o a maniobras prohibidas por los reglamentos de juego y condenadas por la decencia, como algunas personas han tratado de insinuarlo. Sería bueno aclarar que, como jugador de Dominó, durante todas las partidas que he realizado, nunca he recu­ rrido a subterfugios o hechos indecentes que me propor­ cionen ventaja; todos los que me conocen pueden atesti­ guarlo, y que solamente me disgusta perder con la carta de ganar en la mano, sencillamente porque a mi manera de ver las cosas, esto es inadmisible. El perder en estaícondiciones desmoraliza y enardece. Ahora, perder jugando bien y en gallarda lid, me entusiasma y divierte, obligán­ dome a reconocer hegemonía en el adversario. Después de esta pequeña aclaratoria, daré a ustedes una serie de normas que deben ser tenidas muy en cuenta por todo jugador de Dominó, por cuanto la práctica de ellas purifican y consolidan la calidad de un jugador. Muchas manos y, en consecuencia muchas partidas de Dominó se pierden debido a la violación de principios bá-

Y')

La primera ficha debe utilizarse para indicar un Doble que incomoda o un juego que conviene desa­ rrollar.

2o) Los juegos a base de pintas grandes ( 3, 4, 5 ó 6 ) no deben ser indicados a menos que se lleve el Doble correspondiente o una mayoría de juego. Se entiende por mayoría de juego tener cuatro o más fichas de la misma pinta. Recordar que tres fichas de la misma pinta sin el Doble, no es una mayoría de juego. 3? ) Cuando se va. a iniciar un juego que conviene es de buena técnica pensar en la jugada, así se tenga una sola que jugar. Nótese que la pensada es la única seña aceptada en Dominó. 4? ) Siempre es conveniente dar preferencia a la indica­ ción de Dobles que a la iniciación de juegos. 5? ) Los juegos iniciados por nuestra pareja e interpreta­ dos convenientemente, deben ser reproducidos a cos­ ta de sacrificios. Recordar que ésta es una jugada

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que en la mayoría de los casos decide el futuro de la mano, o bien violentándola, provocando así una terminación rápida con la ventaja de contar el mayor número posible de tantos, o bien favoreciendo desde ese momento el descarte por si se va a perder. No olvidar que el Dominó es un juego a base de tantos y no de manos, que hay que llegar a cien primero que el contrario, y que en 99 se gana y se pierde. 6 °)

7®)

Los juegos iniciados por el contrario no deben ser reproducidos, a menos que sea forzado o que lleve­ mos una mayoría de los mismos; en este caso se debe siempre pensar en la jugada; en el otro se debe jugar rápidamente. Algunas veces cuando se tiene el Doble correspondiente y especialmente si se trata de un Doble .grande, también pueden ser reproducidos los juegos del contrario, pero en todo caso y salvo las excepciones anotadas más arriba, no se debe en ningún momento reproducir el juego del adversario, porque sencillamente esta jugada de reproducción se asimila a la norma anterior (N ° 5 ) , pero con bene­ ficio exclusivo para los contrarios. Cuando se están desarrollando dos juegos hay que dar preferencia a aquel del cual falta el doble, y si no ha salido ningún doble o han salido los dos, hay que preferir el desarrollo del juego grande, de igual manera si tenemos ventaja apreciable en la tantera.

En una mano que me tocó jugar en un torneo de D o­ minó, por haberse violado esta norma, dejamos de contar mediante una tranca la cantidad de 83 tantos; a pesar de ello, ganamos la mano y solamente pudimos anotar 44 puntos.

La mano se desarrolló de la siguiente manera: mi compañero levantó mal juego, ya que tenía tres dobles y una falla; le correspondió la salida, la cual realizó por el doble-dos; el siguiente jugador inició juego a seises con el dos-seis; yo castigué el seis con el seis-blanco, iniciando así un juego de 4 blancos con el doble; el jugador que me seguía en turno castigó mi blanco con el blanco-cuatro, única ficha que tenía; seguidamente mi compañero cuadró a doses con el cuatro-dos; el siguiente jugador castigó el dos con el dos-uno, única ficha, tocándome jugar, pensé, y repetí ei blanco con el uno-blanco; dio paso mi contra­ rio a la derecha y entonces mi compañero repitió el cuadro a doses con el blanco-dos, violando así la norma que acon­ sejaba cuadro a blancos por cuanto faltaba el doble-blanco por jugar y en este caso había que preferir el desarrollo de este juego, que también nos correspondía. La mano se continuó desarrollando de la siguiente forma: después de este segundo cuadro a doses, dio paso el jugador de turno; yo jugué el dos-tres, única ficha; el contrario que me seguÍA castigó el tres con el tres-seis, lo que obligó a mi compañero reventar la cabeza con el doscinco por no tener un seis; el jugador- siguiente se acostó en el doble-seis y yo tuve que mandar el cinco-blanco forzado por no tener más seises; el siguiente jugador en­ tonces atacó con el seis-cinco, que mi compañero castigó con el cinco-uno, forzado por no tener otra ficha que ju­ gar; el contrario que sigue en turno me ahorcó el dobleblanco con el blanco-tres y yo entonces con el uno-tres practiqué cuadro a treses, repitiendo así un juego que yo había iniciado y evitando la entrada del seis; el siguiente jugador dio el tres-cuatro, mi compañero se acostó en el doble-tres que lo tenía en pelo; el otro contrario jugó el

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CIENCIA V ARTE EN E l DOMINO

doble-cuatro y yo castigué el cuatro con el cuatro-uno, que produjo paso en el siguiente jugador y permitió a mi com­ pañero hacer ia dominada con el doble-uno, contando noso­ tros así 44 tantos: 1.5 tantos en poder de mi contrario a la izquierda (cinco-tres y seis-uno) y 29 tantos en poder del otro contrario (doble-cinco, cinco-cuatro y seis-cuatro). Ahora bien, si mi compañero hubiera cuadrado a blan­ cos con el dos-blanco, como lo aconsejaba la norma a seguir en este caso, el desarrollo hubiera sido otro, más favora­ ble por supuesto, lo que nos hubiera permitido haber con­ tado 83 tantos mediante una tranca por los blancos, que se presentaba rápidamente. El aficionado puede reconstruir la jugada, y para ello voy a indicarle la ubicación exacta de las fichas en todos lps jugadores, considerando al Salidor como el jugador “ A ” , tal cual como lo hemos venido haciendo hasta ahora. Jugador “ A ” : Doble-dos, cuatro-dos, cinco-dos, blancodos, cinco-uno, doble-uno y doble-tres. Jugador “ B ” : Dos-seis, doble-seis, seis-uno, dos-uno, do­ ble-cuatro, cinco-tres y blanco-tres.

D esarrollo d e u n a m^i'.o «Jo^de se com pru eb a la im portan cia d e no violar el pun to sio ie cié la s N o rm as gen erales so b re el ju ego de D om in ó.

Jugador “ C ” : Seis-blanco, cinco-blanco, uno-blanco, doble-blanco, dos-tres, uno-tres y uno-cuatro. Jugador “ D ” : Blanco-cuatro, doble-cinco, cinco cuatro, cinco-seis, seis-cuatro, cuatro-tres y tresseis. Continuando con las normas generales, va la siguiente: 302 —

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89)

Los cuadros mata-dobles son todos aquellos practi­ cados a favor de juegos iniciados por el contrario que nos arrea. Estos mismos cuadros a favor de juegos pequeños no deben ser interpretados como matadobles; por lo tanto, no deben realizarse en ningún momento con esa finalidad. De tal manera que sola­ mente deben efectuarse cuando se tiene mayoría de esas pintas pequeñas o cuando menos dos fichas más correspondientes a la misma pinta. En consecuencia, si no se llena este requisito*, estos cuadros no deben ser practicados nunca, es decir, es­ tos cuadros a favor de juegos pequeños iniciados por el contrario que nos precede por cuanto son teme­ rarios y de gran riesgo y se prestan a confusión por parte de la pareja. Estúdiese el cuadro mata-doble en el Capítulo correspondiente.

9 °)

Cuando las dos puntas traducen juego diferente del contrario y tocándonos jugar tenemos la ficha del cuadro, hay que cuadrar a favor del juego donde está colocado el doble, y si en dado caso están ju­ gados los dos dobles o no está jugado ninguno, el cuadro hay que hacerlo a favor de la pinta menor. En sentido general ésta es la norma a seguir cuando las reventadas son iguales; en caso contrario, habría que precisar la ubicación de las cartas y cuadrar de acuerdo con las reventadas que más convengan, to­ mando también en consideración el número de fichas que tiene cada contrario en particular, para así dar juego naturalmente a aquel contrario que más fichas tenga. La razón de esto es obvia, retrasar el contra­ rio que menos fichas tiene. Pero en igualdad de con­ diciones, el cuadro hay que hacerlo de acuerdo con

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H188RISB9 iHMHDDBi Ubicación de los juegos con los cuales se desarrolla la mano ilustrada en la figura anterior. Jugador " A ” .—Doble-dos, cuatro dos, cinco-dos, blanco-dos, cinco-uno, do­ ble-uno y doble-tres. Jugador “ B ” —Dos-seis, doble-seis, seis-uno, dos-uno, doble-cuatro, cincotres y blanco-tres. Jugador " C ” .—Seis-blanco, cinco-blanco, unoblanco, doble-blanco, dos-tres, uno-tres y uno-cuatro. Jugador "D ".— Blanco-cuatro, doble-cinco, cincocuatro, cinco-seis, seis-cuatro, cuatro-tres y tres-seis.

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la norma que se aconseja, es decir, a favor de la pinta menor. 10v) Cuando el contrario ha cuadrado a favor de su juego faltando el doble correspondiente por jugar y tenien­ do dos fichas de la misma pinta, debemos castigar con aquella ficha de la cual no se tenga el doble que corresponda a la otra punta de la ficha y que natu­ ralmente falta por jugar. Es decir, debemos iniciar otro doble que falte por jugar y que nosotros no tengamos. Esta jugada debe hacerse rápidamente; persigue dos objetivos: por una parte, desconcertar al adversario, y por la otra, localizar uno de los dos dobles: el que indica el juego del contrario y el que nosotros debemos iniciar. E s recomendable no re­ producir nuestro propio juego, a menos que falte el doble de] mismo y que presumamos que lo tiene nuestra pareja.

(4 0 .1 1 6 .6 0 0 ) combinaciones a base de catorce fichas y que especialmente las combinaciones a base de siete fichas consideradas en el desarrollo de una mano cualquiera, la salida de cada ficha engendra la producción de SESEN TA Y CUATRO M ILLO N ES (6 4 .0 0 0 .0 0 0 ) de variantes, que multiplicadas por las 28 fichas, alcanzan la fabulosa cifra de UN M IL SETEC IEN TO S NO VENTA Y D O S M I­ LLO N ES (1 .7 9 2 .0 0 0 .0 0 0 ), que son las variantes que se pueden presentar en una mano cualquiera escogida al azar. Esto es lo que dicen los amigos que se dedican a jugar con la Computación. Evidentemente en un juego donde exis­ ten (1 .1 8 4 .0 4 0 ) combinaciones a base de siete fichas, las variantes tienen que ser extraordinariamente fabulosas.

En el capítulo que trata sobre las situaciones especia­ les que se pueden presentar durante el desarrollo de una mano de Dominó, se estudia este caso con más deteni­ miento. Recomiendo al lector aficionado dirigirse a él. Creo haber contemplado aquí las diez normas más im­ portantes que se necesitan para realizar una buena partida de Dominó. Aprendiendo a salir bien y ajustándose a estas normas las posibilidades de triunfo se multiplican en este difícil juego con UN M ILLO N C IEN TO O CHENTA Y CUATRO M IL CUARENTA ( 1.184.040) combinaciones a base de siete fichas, con CUARENTA M ILLO N ES CIENTO D IEZ Y S E IS M IL SE ISC IE N T A S

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INDICE

«a Prólogo de la Segunda Edición .....................................................................

7

Introducción ..........................................................................................................

11

Preliminares .......................................................................................................... Ju e g o s que s e practican con el Dominó ..................................................

21 25

Cuadro de Com binaciones Forzosas y ex actas ......................................

37

Cómo Jugar una mano de Dominó ............................................................ Salid a Mata D obles .........................................................................................

63 87

La Tranca ............................................................................................................ .. Situ aciones e sp e c ia le s que s e pueden presentar durante una mano

103

de Dominó ............................................................................................................ C artas ig u ales que traducen juego del c o n t r a r io ..................................

111 115

C artas diferen tes que traducen juego del c o n tr a r io ............................... Condiciones para ahorcar un doble ............................................................

121 125

Cuadro Mata-Doble o cuadro 8 muerte ....................................................

129

Cuadros en Dominó ...........................................................................................

135

Fichas p u e stas y fichas no p u e stas .......................................................... Pegar con Llave ................................................................................................. Pegar con falla ...................................................................................................

141 147 153

Hacer guerra a un Doble con tr e s fichas iguales ................................... Cuadrar con cuatro fichas con el doble .................................................... Garantía del Doble ...........................................................................................

157 161 165

Localización de cartas I Parte ........................................................................ Localización de cartas IIParte ........................................................................

169 163

Ciencia contra suerte I .................................................................................... Ciencia contra suerte II ........................................................................

193 205

Ciencia contra suerte III

213

........................................................................

Ciencia contra suerte IV ........................................................................ S e ñ as o Teléfonos ............................................................................................. Mirones que hacen se ñ a s: Teléfono de las vocales ........................ El Golpeaito .......................................................................................................... El Chorreaito ........................................................................................................ Curiosidades con el Dominó ..................................................................... Fórm ulas algebraicas ...................................................................................... Triples com binaciones ................................ ................................................... Pasatiem pos ........................................................................................................ B a se s de un reglam ento para jugar al D o m in ó ...................................... Normas g en erales sobre el Juego de D o m in ó ..................................

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223 233 239 243 247 2S1 261 265 279 289 295

CIENCIA Y ARTE EN EL DOMINO (8a edición) Edición Especial se terminó de imprimir en el mes de Noviembre de 1990 en los talleres de Raúl Clemente Editores, C.A. Tlf. (041) 56358 Valencia - Venezuela

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HECTOR SIMOSA ALARCON El doctor Héctor Simosa Alarcón nace en Aragua de Maturín, Estado Monagas. el 16 de Enero de 1921; muere en Caracas el 19 de Octubre de 1984. Médico traumatólogo, considerado como el Gran Maes­ tro del Dominó, comenzó su afición científica por este juego desde los doce años de edad viendo jugar a su padre, Don Marcos Simosa Millán, de quien aprendió la agudeza del estudio de las situaciones tácticas y estratégicas del Dominó. Jugador de una gran capacidad de análisis científico del juego, cambió el mundo dominocístico entre los 55 y 80. Desarrolló la técnica que expuso por primera vez en su libro en el año 1957. mientras estudiaba en la Universidad Central de Venezuela. Su libro, después de 32 años de publicado, continúa siendo un Best Seller.

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