CHURCHILL Y FRANCO

September 7, 2017 | Author: claudio9 | Category: Francisco Franco, Winston Churchill, Francoist Spain, Spanish Civil War, Axis Powers
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LONDRES Y MADRID EN LA II GM

CHURCHILL

EL PALO Y LA MEDIANTE EL BLOQUEO NAVAL, EL LÍDER BRITÁNICO TRATÓ DE MANTENER A FRANCO FUERA DE LA II GUERRA MUNDIAL. CON MOTIVO DE UNA EXPOSICIÓN EN MADRID, ENRIQUE EL GENERALÍSIMO FRANCO rinde

homenaje a los caídos en la Guerra Civil, brazo en alto y rodeado de la parafernalia falangista, a principios de los años cuarenta.

MORADIELLOS ANALIZA LA POLÍTICA DE LONDRES HACIA ESPAÑA AL FIN DE LA GUERRA CIVIL Y SU NEGATIVA A INTERVENIR CONTRA EL DICTADOR TRAS 1945, POR NO DARLE OTRA BAZA A STALIN URANTE

LOS

AÑOS

TREINTA,

Winston Churchill era un simD ple diputado conservador en la Cámara de los Comunes, enfrentado a la dirección de su propio partido en un punto cada vez más crucial: el perfil de la política exterior británica y su respuesta al desafío que suponía para el Reino Unido la política revisionista de los nuevos regímenes totalitarios de Alemania (el nazismo de Hitler) e Italia (el fascismo de Mussolini). Al contrario que sus correligionarios, encabezados por Neville ChamENRIQUE MORADIELLOS. AUTOR DE FRANCO FRENTE A CHURCHILL. ESPAÑA Y GRAN BRETAÑA EN LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL.

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ANTE FRANCO

ZANAHORIA EL DIPUTADO berlain (primer miCONSERVADOR nistro desde mayo Winston Churchill saluda a sus de 1937), compropartidarios, metidos con una durante un paseo por las calles “política de apacide Londres, a guamiento” que infinales de la década de 1930. tentaba preservar la paz a casi cualquier precio, Churchill subrayó desde el principio el grave peligro que representaban el rearme alemán y la constitución del Eje italo-germano para la seguridad del Imperio británico y para la continuidad del sistema liberal-parlamentario occidental. Por ello, se opuso a una política que consideraba condenada al fracaso y retomó la defensa del “equilibrio continental” que había guiado a los gobernantes británicos desde el siglo XVIII. Una alternativa que exigía la contención del temible coloso alemán, como había sucedido en la I Guerra Mundial, mediante la constitución de una Gran Alianza entre las democracias occidentales europeas, los Estados Unidos y la Rusia soviética.

NEUTRALIDAD INTERESADA. El estallido de la Guerra Civil española en 1936 no alteró su proyecto ni su percepción del peligro nazi como una amenaza mayor para la seguridad del Imperio británico que el peligro comunista recrudecido en la Península Ibérica. Por eso, secundó la estricta neutralidad aplicada desde el principio por el Gobierno conservador británico en la contienda española, a pesar de que un bando incluía al gobierno oficialmente reconocido y el otro representaba unas fuerzas rebeldes no reconocidas. Le predisponía a ello no sólo su preocupación por preservar la paz europea a toda costa, sino también la prevención con que había observado la convulsa evolución española en los meses previos a la sublevación militar. El objetivo básico de esa neutralidad incondicional, pronto protegida por el Acuerdo de No In- ¸

LAS CLAVES EL MIEDO. La evolución de la

convulsa situación en España le hacía temer que ésta se inclinara hacia la URSS de Stalin. LA HERRAMIENTA. Londres

podía bloquear a España con su flota, asfixiando más al económicamente estancado régimen. EL COLOFÓN. A Churchill le

molestó la marginación de España en Potsdam, en 1945, pues creía que era ingerirse en asuntos internos de otro país. LA AVENTURA DE LA

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➳ tervención auspiciado

por la diplomacia británica y francesa, era evidente y dual: evitar cualquier ayuda directa o indirecta a un gobierno cuya legalidad formal encubría un aborrecido proceso revolucionario y, a la par, eludir cualquier enfrentamiento con unas fuerzas militares insurgentes ilegales pero de naturaleza meramente nacionalista y contrarrevolucionaria. Consciente de su ascendencia sobre las aturdidas y divididas autoridades francesas, el 31 de julio de 1936 Churchill había hecho llegar a través del embajador francés en Londres una clara advertencia a los gobernantes franceses: “Creo mi deber informarle que, a mi juicio, la gran mayoría del partido conservador está muy a favor de animar a los llamados rebeldes españoles. Una de las mayores dificultades que yo encuentro para defender la posición tradicional (de alianza franco-británica) es el cuento alemán de que los países anticomunistas deben permanecer unidos. Estoy seguro de que si Francia envía aviones y demás al Gobierno actual de Madrid mientras los alemanes e italianos hacen lo mismo en sentido contrario, las fuerzas dominantes aquí mirarán complacidas a Italia y Alemania y se alejarán de Francia (...). Tengo la certidumbre de que, en el presente, la única actitud correcta y segura consiste en una estricta neutralidad con una enérgica protesta contra toda infracción de la misma”. Durante el resto de la contienda, Churchill contempló con temor la marcha de la guerra española y la progresiva identificación política y

Los problemas de Churchill y de la monarquía inglesa al COMIENZO DE LA II GUERRA MUNDIAL, caricaturizados en

una postal española impresa en el año 1940.

diplomática del régimen franquista con sus valedores italianos y alemanes, cada vez más proclives a desafiar la posición estratégica de Francia y Gran Bretaña en Europa y en el Mediterráneo. A la postre, Churchill llegó a contemplar la inevitabilidad de la victoria franquista como una solución final ante un problema enquistado. Por eso asumió, como el propio Gobierno británico, que los riesgos implícitos en la victoria de un régimen franquista fascistizado habrían de contrarrestarse con dos recursos básicos en caso de emergencia: el poder de atracción de la libra esterlina para encabezar (o frustrar) la re-

EL PRIMER MINISTRO,

fumando su característico puro, pasea acompañado del duque de Alba a comienzos de los años treinta. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid.

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construcción económica española, y el poder de disuasión de la flamante Royal Navy, con capacidad dual para bloquear las costas y archipiélagos españoles o para garantizar sus comunicaciones internas y externas. La hora de la verdad llegaría a partir de marzo de 1939, una vez terminada la Guerra Civil española con la victoria incondicional y absoluta de un régimen que era una dictadura personal, carismática y omnímoda del Caudillo de la Victoria. LA INCÓGNITA ESPAÑOLA. El estallido de la guerra mundial en septiembre de 1939, supuso el regreso de Churchill al Gobierno como responsable del Almirantazgo en un Gobierno presidido por Chamberlain y que no contaba con miembros del partido laborista ni del partido liberal. Para alivio británico, Franco se vio obligado a permanecer al margen de la contienda en atención al agotamiento de su población, a las destrucciones materiales provocadas por el conflicto civil y al estado de postración económica y hambruna creciente que sufría el país. Esa situación dejaba al régimen español, a pesar de sus simpatías por la causa de Alemania (Italia fue inicialmente no beligerante), a merced de una alianza franco-británica que dominaba con sus flotas los accesos marítimos españoles y controlaba los suministros alimenticios y petrolíferos vitales para la recuperación. Desde su puesto al frente del Almirantazgo, Churchill tuvo a su cargo la tarea de dirigir a la flota de guerra británica en sus labores de vigilancia, interceptación y blo-

El político británico y su esposa entrando en el Hotel Colón de LA PLAZA DE CATALUÑA , durante una visita a Barcelona, en diciembre de 1935, foto Brangulí, ANC.

queo del tráfico mercante dirigido a países enemigos o poco fidedignos. La España de Franco asumió la necesidad de someterse a esos controles para lograr importar los alimentos, bienes y materias primas exigidas por su maltrecha economía. Pero la suerte de las armas británicas cambió dramáticamente a partir de mayo y junio de 1940, con las súbitas victorias alemanas sobre Noruega, los Países Bajos, Bélgica y Francia, reforzadas por la entrada de Italia en la guerra al lado de Alemania. Con Gran Bretaña acosada yesperando la inminente invasión nazi, Chamberlain se vio forzado a dimitir y su previsto sucesor, el también “apaciguador” lord Halifax, declinó sucederle. Entonces llegó inesperadamente la hora de Churchill, con cerca de 66 años, que el 10 de mayo de 1940 se vio catapultado al cargo de primer ministro de un Gobierno de coalición entre conservadores, laboristas y liberales. Churchill tuvo el mérito imperecedero de haber resistido los cantos de sirena de Hitler (la paz a cambio de la supuesta integridad del imperio y del reconocimiento del dominio alemán so-

siguió sus objetivos (a fines de julio de 1940 Roosevelt empezó a prestar apoyo financiero, logístico y armamentístico a la resistencia de Gran Bretaña) y fue un factor decisivo para la victoria última. LA TENTACIÓN BELIGE-

RANTE. La crítica situación británica en el verano de 1940 generó en Franco la tentación de sumarse al bando vencedor para realizar los sueños imperiales de su régimen: recuperación de Gibraltar y creación a expensas de Francia de un resistencia a ultranza. Como declaró en gran imperio norteafricano. Pero Espasu discurso del 4 de junio de 1940: ña no podía realizar un esfuerzo bélico “Lucharemos en las playas, luchare- prolongado dada su debilidad económos en los lugares de aterrizaje, lucha- mica, su vulnerabilidad militar y su deremos en los campos y en las calles, lu- pendencia del control naval británico. charemos en las colinas. No nos rendi- Por eso el caudillo español, entre junio remos jamás. Y aunque (…) esta isla o de 1940 y enero de 1941, trataría de hauna gran parte de ella esté subyugada cer compatibles sus objetivos expany muerta de hambre, nuestro imperio sionistas y su grave situación interna meallende los mares (…) librará la lucha diante el recurso de una intervención hasta que, si Dios quiere, el nuevo mun- militar en el último momento, a la hora do, con todo su poder y su fuerza, avan- de la victoria italo-germana, para participar como beligerante en el reparto del botín. Esa ERA EL POLÍTICO BRITÁNICO QUE HABÍA COMPRENDIDO arriesgada estrategia tenía MÁS TEMPRANAMENTE LA NATURALEZA DEL APETITO DE como principal dificultad LA BESTIA NAZI Y LA NECESIDAD DE PONERLE COTO determinar la hora oportuna para declarar la bebre Europa) y de haber optado por lu- ce para rescatar y liberar al viejo”. ligerancia, así como la aceptación alemaLa clave de la estrategia de resisten- na de sus demandas territoriales (que char hasta el final. Había decidido, por convicción moral tanto como por cálcu- cia a ultranza defendida por Churchill arruinaría el armisticio firmado con la lo racional, que era mejor tratar de so- era aguantar hasta que los Estados Uni- Francia colaboracionista de Pétain) y de brevivir “con gloria” antes que perder dos pudieran acudir, con sus inmen- sus reclamaciones de ayuda alimentila libertad “con oprobio”. De hecho, era sos recursos humanos y materiales, en cia y bélica (cifradas en volúmenes imel político británico que había com- ayuda de Gran Bretaña y en contra de posibles de asumir por una Alemania prendido más tempranamente la natu- una Europa nazificada y aliada con el ya con dificultades). raleza inapaciguable del apetito de la enemigo norteamericano en el PacífiPara fortuna de Franco, Hitler desprebestia nazi y la necesidad de ponerle co, el Japón militarista. Por eso escribió ció inicialmente su costosa y dudosa coto de modo resolutivo. Ysu firmeza y reiteradamente al presidente Roosevelt oferta de beligerancia en el momento de su oratoria consiguieron, al cabo de para urgirle a salir de su aislamiento capitulación de Francia, de intervención poco tiempo, arrastrar a la opinión pú- neutralista y prestar una ayuda vital por de Italia y de supuesta derrota final de blica británica detrás de su política de su propio interés. Esa apelación con- Gran Bretaña. Ytampoco resolvió ➳ LA AVENTURA DE LA

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LONDRES Y MADRID EN LA II GM HIMMLER Y SERRANO SÚÑER

descienden la escalera del Palacio del Pardo, tras la audiencia concedida por Franco al jefe de las SS, Madrid, 1940.

➳ el desencuentro la entrevista per-

sonal entre Hitler y Franco en Hendaya, el 23 de octubre de 1940. Para entonces, el Caudillo ya tenía conocimiento de la victoria defensiva británica en la Batalla de Inglaterra y el Führer hubo de rechazar las demandas territoriales y materiales españolas porque consideró prioritario mantener la colaboración de la Francia de Pétain antes que asumir la carga de la beligerancia de una España hambrienta, desarmada y semidestruida. Desde entonces, el régimen franquista mantuvo su alineamiento con la causa del Eje sin traspasar el umbral de la no beligerancia oficial. El momento cumbre de esa identificación llegaría el 22 de junio de 1941, tras la invasión alemana

de la Unión Soviética, cuando Franco envió un contingente de voluntarios y oficiales (la División Azul, formada por un total de 47.000 hombres) a luchar contra el comunismo. Era la contribución de sangre española al esfuerzo del Eje que habría de avalar las reclamaciones territoriales en caso de victoria. Ypodía defenderse ante los Aliados como una réplica a la intervención soviética en la Guerra Civil en un conflicto oriental que carecía supuestamente de conexión alguna con el frente occidental entre Gran Bretaña y el Eje italo-germano. AFRONTANDO EL PROBLEMA. La réplica británica consistió en tratar de evitar la entrada de España en la guerra con medidas en varios frentes. En primer lu-

UNA LARGA RELACIÓN CON ESPAÑA La sala de exposiciones El Águila, de la Comunidad de Madrid, presenta la muestra Winston Churchill y España: 1874-1965. Caminando con el destino. La ambiciosa exhibición, que ocupa 200 m2, recuerda que en 2010 y en 2011 se cumplen años (60 y 65 respectivamente) de los dos períodos de gobierno de sir Winston Churchill: 1940-1945 y 1951-1955. La exposición plasma la biografía del ilustre político británico y su relación con España con piezas originales,

artículos de prensa, fotografías, correspondencia y fuentes audiovisuales. El objetivo de la muestra es contribuir a una mejor comprensión de la evolución del liberalismo conservador que Churchill defendió desde la caída de los imperios europeos decimonónicos hasta la Guerra Fría y el presente. El recorrido está dividido en cuatro etapas: · 1874-1918. “Etapa Formativa”, Winston Churchill y España ante al apogeo y caída de los imperios europeos. · 1918-1946. “La Hora Más

Grande”, Winston Churchill y España desde la crisis de entreguerras a la derrota del nazismo y el origen de la Guerra Fría. · 1951-1955. “Ocaso del Estadista”, Winston Churchill y el Liberalismo Conservador frente al triunfo de la Socialdemocracia. · Winston Churchill. Estadista y Mito en la Memoria Colectiva. ■ SALA EL ÁGUILA, Madrid, C/ Ramírez de Prado, 3, 28045 (Metro Delicias). De 9 de marzo a 8 de mayo. Comisario: David Sarias Rodríguez.

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gar, habría de intensificarse el bloqueo naval de importaciones vitales de alimentos y materias primas (el petróleo) para reducir la capacidad económica del país al mínimo. En segundo orden, habría de poner en marcha varios planes para atacar si fuera preciso las zonas más expuestas y vulnerables (Canarias, Marruecos, el área en torno a Gibraltar). Y, en tercer lugar, habría que articular un programa de ayuda económica condicionada al mantenimiento de la neutralidad y de la no beligerancia como mal menor y tolerable. En otras palabras, la táctica de the carrotorthe stick: la disuasión por medio de la exhibición del palo y la atracción mediante el ofrecimiento de la zanahoria. El único límite impuesto por Churchill a esa estrategia política residió en el posible uso de la baza de Gibraltar como factor de negociación política. En sus propias palabras confidenciales ante el gabinete de Guerra el 26 de junio de 1940: “Estoy seguro de que no ganaríamos nada con el ofrecimiento de ‘discutir’ Gibraltar al final de la guerra. Los españoles sabrán que, si ganamos, la discusión no dará frutos, y si perdemos, no sería necesaria. No creo que la mera palabrería de este tenor afecte nada a la decisión española. Sólo sirve para mostrar debilidad y falta de confianza en nuestra victoria, lo que les estimulará a pedir más”. El grave deterioro de la situación española en el invierno de 1940, junto con los desacuerdos hispano-germanos sobre el coste de la eventual beligerancia española, permitieron a la política británica en España lograr éxitos insospechados. La llegada del invierno, con la hambruna generalizada y el riesgo de paralización de la industria y el transporte por falta de crudo y materias primas, acentuaron la vulnerabilidad española. En esas condiciones, Churchill escribió al presidente Roosevelt el 23 de noviembre para que los Estados Unidos se sumaran a esa política de suministros

mos estado en guerra” y “sobre bases ideológicas”: “No estoy más de acuerdo con el gobierno interno de Rusia de lo que lo estoy con el de España, pero estoy seguro de que preferiría vivir en España más que en Rusia”. Además, subrayaba que derribar a Franco, podría reactivar en España una guerra civil y “no debe suponer que nuestras advertencias debilitarán la posición de Franco” porque “él y quienes le apoyan nunca consentirán ser masacrados por los republicanos, que es lo que sucedería” y “nosotros seríamos responsables de otro baño de sangre”. Finalmente, reiteraba que el problema español formaba parte del contexto de problemas europeos generados por la futura hegemonía soviética sobre el este del continente y su influencia en el resto El casco subrayaba la imagen guerrera de a través de los partidos comunistas. Y FRANCO COMO CAUDILLO, en la propaganda de su elevación a la jefatura del Estado en desestimaba hacer de la supervivenplena guerra, 1 de octubre de 1936. cia de la España de Franco un motivo de fricción simbólico nuevo y potencialmente desestabilizador para las democracias: “Lo que usted está proponiendo hacer es poco menos que provocar una revolución en España. Empieza con (embargo de) petróleo pero terminará rápidamente con sangre. No hay motivo para que el embajador no presente muPREPARANDO EL FUTURO. Tras el comchos de sus puntos a Franco en una conpás de espera de 1943, la suerte se volversación, pero no veo por qué debecó a favor de los Aliados en 1944. La exmos tratar de enrolar a los Estados Unipectativa de derrota del Eje fue replandos en la tarea. Ya estamos siendo acuteando el futuro de la España franquissados en muchos ámbitos responsables ta en la nueva Europa de la posguerra. de entregar los Balcanes y Europa cenDecidido a permanecer en el poder a tral a los rusos y, si ahora ponemos las toda costa, Franco escribió una carta manos en España, estoy seguro de que privada a Churchill el 18 de octubre nos crearemos infinidad de problemas de 1944. En ella ofrecía la plena cooy tomaremos partido definitivo en teperación de una España “sana”, “con mas ideológicos. Si los comunistas se una situación estratégica” envidiable, Por su tenaz defensa de Gran Bretaña hacen dueños de España debemos esante un futuro incierto, dada la creciendurante la II Guerra Mundial, Churchill fue perar que la infección se extienda rápite “hegemonía” de Rusia en el este comparado con UN FEROZ BULLDOG, tal y continental y el “insidioso poder del como le representa esta caricatura de 1942. damente por Italia y por Francia (...). Sería mucho mejor permitir que esas bolchevismo” en el oeste. Y advertía que todo intento de derribar su régi- Franco y restaurar la democracia en Es- tendencias españolas dieran su propio men “sólo serviría al interés de Rusia”. paña. Pero Churchill se opuso tajante- fruto en vez de precipitar una reanudaLa velada petición de apoyo franquis- mente, en una meditada carta confi- ción de la guerra civil que es lo que ta ocasionó un agudo debate en el Go- dencial a Eden fechada el 10 de no- haría si persistiera en esta línea”. En atención a la posición firme de bierno de coalición nacional presidido viembre de 1944. En ella rechazaba el por Churchill, en el que los laboristas principio de injerencia en los asuntos Churchill, el gabinete británico desesexigían medidas duras para derribar a internos de un país “con el que no he- timó cualquier medida eficaz y decisiva para forzar la caída de Franco y la restauración EN ATENCIÓN A LA POSICIÓN FIRME DE CHURCHILL, EL monárquica o democrátiGABINETE BRITÁNICO DESESTIMÓ CUALQUIER MEDIDA ca en España. Y en virtud EFICAZ Y DECISIVA PARA FORZAR LA CAÍDA DE FRANCO de la tensión entre ➳ condicionados basada en la idea de “abrir el grifo pero regularlo y estar atento a cerrarlo”. Según el primer ministro, España estaba al borde “del estado de inanición” y “una oferta suya de entrega de alimentos mes a mes en tanto que permanezcan fuera de la guerra podría ser decisiva”. La aceptación norteamericana de esa política rindió sus frutos y, en adelante, la estrategia de guerra económica británica en España pasó a ser una iniciativa conjunta anglo-norteamericana, mucho antes de que se formalizara la entrada de los Estados Unidos en la contienda (diciembre de 1941). Yquizá su ocasión de triunfo decisivo tuvo lugar en noviembre de 1942, cuando se produjo por sorpresa el desembarco aliado en el norte de África, al otro lado de las fronteras del Marruecos español y de Gibraltar, que supuso la apertura del segundo frente europeo contra el Eje en el mismo momento en que los alemanes perdían la Batalla de Stalingrado en el frente soviético. Franco decidió abstenerse de cualquier acto que pudiera precipitar la hostilidad aliada contra una España inerme y hambrienta e impuso un gradual retorno a la neutralidad.

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todos los medios diplomáticos apropiaChurchill, dos. Sin embargo, la Roosevelt y ruptura de relacioStalin, fotografiados nes era una práctidurante un ca peligrosa en los descanso de la Conferencia de asuntos internacioYalta, 1945. nales. Además, encontraba todavía más dificultad en consentir cualquier acción que condujera a una reanudación de la guerra civil (...). Por tanto, él era contrario a intervenir, especialmente cuando las cosas parecía que estaban mejorando.” En atención a esa actitud de Churchill, secundada por Truman (y validada por Attlee tras su incorporación a las discusiones), la declaración final aprobada en Potsdam sobre la “cuestión española” no suponía más que una ratificación explícita de la previa condena indirecta de la España franquista aprobada por la conferencia fundacional de la ONU “en razón de sus orígenes, su naturaleza, su historial y su asociación estrecha con los Estados agresores”. Pero no contenía ninguna sanción efectiva contra el régimen de Franco. En realidad, la referencia había sido el resultado de un acuerdo de mínimos, laboriosamente alcanzado entre los tres dirigentes aliados para conciliar aspiraciones soviéticas y concesiones anglonorteamericanas. En consecuencia, se limitaba a imponer un ostracismo internacional desdentado dentro de cuyos ambiguos e inocuos contornos, al compás de la desintegración de la Gran Alianza y de su reemplazo por el clima de Guerra Fría, fue fraguándose la supervivencia del franquismo en la posguerra mundial. ■ LOS GRANDES LÍDERES DE LOS ALIADOS,

➳ las aspiraciones máximas laboristas

(el deseo de ver caer a Franco) y los temores patentes conservadores (el riesgo de desestabilización y aliento de los comunistas en caso de caída), el Gobierno británico sólo pudo arbitrar una política para España en la inmediata posguerra que contemplaba el ejercicio de tibias y cautelosas presiones diplomáticas (“fría reserva” y “alfilerazos” declarativos) para conseguir “la modificación del presente régimen por eliminación o supresión de sus elementos indeseables”. Precisamente lo que Franco comenzó a hacer desde principios de 1945 mediante varias medidas de constitucionalismo cosmético destinado a afrontar el triunfo aliado en la guerra mundial (Fuero de los Españoles, definición del régimen como “reino” basado en la “democracia orgánica y católica”, nombramiento de un nuevo gobierno de perfil nacional-católico y sin resabios fascistizantes previos).

CHURCHILL EN POTSDAM. El ostracismo diplomático del franquismo comenzó con el veto a su ingreso en la ONU, decretado por la Conferencia de San Francisco el 19 de junio de 1945. Su confirmación solemne se produciría el 1 de agosto y cobraría la forma de una referencia específica a España en el comunicado final emitido por la Conferencia de Potsdam que reunió por última vez a los tres máximos mandatarios aliados, el presidente Truman (en sustitución del recién fallecido Roosevelt), Churchill (sustituido al final por Clement Attlee después de la victoria electoral laborista) y Stalin, tras la derrota de Alemania en Euro-

pa y en vísperas de la capitulación de Japón en el Pacífico. En Potsdam se debatió el futuro de España, como resultado de una propuesta soviética para aplicar sanciones a fin de hacer caer al régimen franquista. Y fue Churchill quien se opuso con mayor contundencia a esas medidas, pese a afirmar la “fuerte repugnancia” que sentía el Gobierno británico por la naturaleza antidemocrática del régimen de Franco. Sin embargo, no aceptaba la “recomendación de que las Naciones Unidas rompieran todas las relaciones con el gobierno de Franco” porque sólo contribuiría a reforzar su posición dada la “orgullosa ysuspicaz naturaleza del pueblo español”. Además, Franco podría resistir la presión gracias a su ejército (“aunque probablemente no fuera muy bueno”) y a que España era fácilmente defendible por ser “un país montañoso”. Por tanto, o bien habría que “aceptar un desaire o utilizar la fuerza militar, a lo que él se oponía”. A continuación, apeló al principio de no intervención en los asuntos internos de un país neutral y al temor a desencadenar una nueva guerra civil: “Él no creía que debiéramos interferir en los asuntos internos de otro país; aunque por supuesto en el caso de un país que había luchado contra nosotros o que había sido liberado por nosotros, no podríamos consentir un sistema de gobierno que fuera repugnante para nosotros. Pero aquí había un país que no había luchado contra nosotros ni había sido liberado por nosotros y, por eso, lamentaría tomar el curso propuesto. Era de esperar que el régimen de Franco pronto desaparecería y nosotros deberíamos acelerar su terminación por LA AVENTURA DE LA

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