CHESNEAUX ¿HACEMOS TABLA RASA DEL PASADO?

May 9, 2017 | Author: Marcelo Nukitano | Category: N/A
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Descripción: A propósito de la historia y de los historiadores....

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¿HACEMOS TABLA RASA DEL PASADO? A propósito de la historia y de los historiadores. JEAN CHESNEAUX -Presentación La historia es en efecto un saber intelectual que concierne a medios muy amplios. Espero alentar a cuantos participan en todas las luchas sociales y políticas, obreros o ecólogos, mujeres, etc a romper con estos automatismos del saber histórico dominante. A ellos corresponde construir por si mismos su relación con el pasado, sobre la base naturalmente de los conocimientos comunes; pero en igual medida apoyándose en su experiencia propia y sus necesidades propias, y formando su pasado una de las amarras de su reflexión fundamental. Invertir la relación jurídica entre pasado y presente, para saber de que historia tiene hoy necesidad la lucha revolucionaria. Si la historia es realmente una referencia activa y colectiva al pasado, la reflexión sobre la historia no puede ser sino activa y colectiva también; las contribuciones individuales solo cuentan en la medida en que se insertan en esta relación colectiva para darle mas fuerza. -La historia como relación activa con el pasado El pasado, próximo o lejano, tiene siempre un sentido para nosotros. Nos ayuda a comprender mejor la sociedad en que vivimos hoy, a saber que defender y que preservar, a saber también que derribar y destruir. La historia es una relación activa con el pasado. El pasado esta presente en todas las esferas de la vida social La relación colectiva con el pasado, el conocimiento activo del pasado es a la vez coacción y necesidad. El pasado pesa y se quiere romper con el. Con todo, nuestro conocimiento del pasado es un factor activo de la sociedad. El pasado, el conocimiento histórico pueden funcionar al servicio del conservatismo social o al servicio de las luchas populares. La historia penetra en la lucha de clases; jamás es neutral. Al situar la relación colectiva con el pasado como base del conocimiento histórico, se invierte la relación presente-pasado. Ya no es el pasado el que esta en el puesto de mando, el que da lecciones. Es el presente el que plantea las cuestiones y hace las exigencias. Pero el presente no necesita del pasado sino en relación con el porvenir.

-Historia y practica social en el campo del poder En las sociedades de clases, la historia forma parte de los instrumentos por medio de los cuales la clase dirigente mantiene su poder. El estado, el poder, organizan el tiempo pasado y conforman su imagen en función de sus intereses políticos e ideológicos. Las clases dirigentes y el poder del estado suelen apelar al pasado de manera explicita: la tradición, incluida en sus componentes culturales específicas, la historia, son invocadas como fundamento de principio de su dominación. A veces la utilización es menos explicita. Si se llama a la historia en defensa del orden establecido y de los intereses de las clases dirigentes, es por el rodeo de la ideología difusa en manuales escolares, filmes y televisión. El poder controla todavía el pasado de manera mucho más activa y directa. Funda su práctica política, su decisión, sus opciones, en el pasado reciente, tal como lo conoce por medio de su policía, sus oficinas de investigación. Se trata de una “historia inmediata” de estado. Funciona en provecho exclusivo del poder. La ocultación es uno de los procedimientos más corrientes en este dispositivo de control del pasado por el poder. ¿En que casos no es otra cosa que un discurso de manipulación? El control del pasado por el poder es un fenómeno común a todas las sociedades de clase; pero se efectúa según modalidades específicas, en función de las exigencias de cada modo de producción. Extraer de cada etapa del pasado la relación especifica entre el saber histórico y el modo de producción dominante, tal debería ser la verdadera función de la historiografía. -Historia y práctica social: en el campo de las luchas populares. Para las fuerzas populares en lucha por la liberación nacional y social, el pasado es por lo tanto un objetivo político, un tema de lucha. Pero es al mismo tiempo el lugar de una ruptura, la ocasión de afirmar que debe comenzar un mundo que sea cualitativamente nuevo. Para esto, esto preciso arrancarse del campo histórico clásico y por lo tanto de su cronología. Lo cualitativo afirma así su primacía sobre lo cuantitativo, lo discontinuo sobre continuo. Se siente que hay que empezar de cero. -Invertir la relación pasado↔presente.

Según Bloch hay que comprender el pasado por el presente. ¡Comprender el pasado seria, por lo tanto, el objetivo principal del historiador! El recurso al presente no pasaría de ser un truco de trabajo, un artificio pedagógico o heurístico (de investigación), un medio hábil de encontrar las buenas pistas, así como también de hacer el pasado interesante. Pero es preciso ir mas lejos, es preciso afirmar en principio la primacía del presente sobre le pasado. Es preciso, y esto trastorna todavía mas nuestros hábitos, tomar en cuenta el hecho de que la reflexión histórica es regresiva, de que funciona normalmente a partir del presente, en sentido inverso del fluir del tiempo y que esta es su razón de ser fundamental. Si el presente tiene primacía sobre el pasado, es porque únicamente el presente impone y permite cambiar el mundo, Marx. Mientras que la relación pasado↔presente esta fundada en el silencio, la ocultación, la compartimentación, lo no dicho, la relación inversa, presente↔pasado, debe ser explicita y por lo tanto politizada. - Las falsas evidencias del discurso histórico. El hecho histórico, que sería verdadero o falso de una vez para siempre, y que se debe tener la ambición de establecer en su desnudez, en su objetividad absoluta. Este positivismo del siglo XIX cientificista sigue siendo muy profundo entre los historiadores. No tiene en cuenta ni los efectos de la observación humana sobre todo fenómeno real, ni las contradicciones inherentes a cada uno de ellos. Los hechos históricos son reconocibles científicamente. Por una parte, los hechos históricos son contradictorios como el curso mismo de la historia; son percibidos diferentemente, según el tiempo, el lugar de la clase, la ideología. Por otra parte, son inasequibles a la experimentación directa, a causa de su naturaleza pasada; no son susceptibles sino de enfoques progresivos, cada vez más próximos a lo real, jamás acabados ni completos. La exigencia de rigor científico, indispensable para precaverse de los mitos y las fabulas, debe tender a liberarlos de todo lo que los deforma y los oculta. Todo esto, lejos de reclamar cualquier neutralidad política, cualquier objetividad de parte del historiador, no puede realizarse sino a través de las exigencias de la lucha política. Hay que denunciar en sus raíces políticas las interpretaciones erróneas y lagunas voluntarias, que están ligadas a prácticas de opresión y de alienación en provecho del poder de las clases dirigentes.

El criterio esencial del saber científico sigue siendo el vaivén entre teoría y práctica. Y la historia, por definición, no puede realizar este vaivén sino al contacto del presente. Para conocer el pasado, claro que no se puede obrar sobre el… Pero el conocimiento del pasado debe ser una relación activa con aquello de lo que ese pasado es el resultado: el mundo en que vivimos -Tiempo corto y tiempo largo Las guerras, los sistemas de fuerzas internacionales, las luchas por el poder político, las revoluciones, apenas interesan. Excepto para castrarla, como se ha intentado con la revolución francesa, que se reducirá a algunas crisis de mal humor de las multitudes y a algunos despidos hábiles en el personal político. Más todavía, la dimensión política está ausente incluso de los fenómenos de larga duración. Existe una larga duración pero es tan política como esa historia de los acontecimientos tan criticada. La larga duración es política, no es, pues, continua que en apariencia, puesto que va a dar siempre a lo discontinuo, a las mutaciones profundas y las sacudidas brutales. La sustancia misma de esas mutaciones está constituida por fenómenos de larga duración. La historia está constituida por revoluciones, por momentos. Estos momentos son a la vez puntos en el tiempo, y un complejo de procesos llegados a su ruptura. La amplitud y el alcance de estos momentos sobrepasa, pues, el acontecimiento.

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