Cecilia García Robles - Astrogenealogía

March 29, 2024 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Cecilia García Robles Astrogenealogía: un viaje hacia las raíces familiares

Se hallan reservados todos los derechos. Sin autorización escrita del editor, queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio mecánico, electrónico u otro y su distribución mediante alquiler o préstamo público. García Robles, Cecilia Astrogenealogía: Un viaje hacia las raíces familiares / Cecilia Garcia Robles. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Kier, 2022. 240 p.;; 23 x 16 cm. ISBN 978-950-17-6052-1 1. Astrología. l. Título. CDD 133.501

LIBRO DE EDICION ARGENTINA ISBN 978-950-17-6052-1 Queda hecho el depósito que marca la ley N º 11. 723 © 2022 Editorial Kier S.A. Av. Santa Fe 1260 (C1059ABT) Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Tel: (54-11)4811-0507 http://www.editorialkier.com.ar - E-mail: [email protected]

Se terminó de imprimir en agosto de 2022 en Mundo Gráfico S.R.L. E. Zeballos 885 Avellaneda, Pcia de Bs.As. República Argentina mundografico_ [email protected]. ar Impreso en Argentina Printed in Argentina Material de uso personal y exclusivo para [email protected]

Cecilia García Robles

Astrogenealogía: un viaje hacia las raíces familiares

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Este libro va dedicado a todo mi árbol, a cada una de aquellas personas que han transitado antes de mí allanándome el camino. A mi hija, Emma; cuyo embarazo acom­ pañó la escritura de este libro. A mi compañero de vida; mis padres; mi hermano, y mis amigos, por su apoyo incondicional. Pero; principalmente, quiero dedicárselo a mi ami­ ga y hermana del corazón, lrina Antolini; cuyas vidas y árboles quedaron eternamente entrelazados. lrina dejó prematura e inesperádamente este plano poco antes de la publi­ cación de este libro, pero su dulzura, compañía y amorosidad me acompañarán toda la vida. Esta despedida no es un adiós sino un hasta pronto. Gracias por ser mí luz en mo­ mentos de oscuridad; tu vida cambió mi existencia para siempre. 1e llevo en mí corazón.

INDICE

Introducción

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Capítulo I : Fundamentos teóricos de la astrogenealogía Trauma y epigenética La compulsión a la repetición

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Lealtades familiares

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Los campos morfogenéticos y el inconsciente colectivo La relación con la astrología ¿Cómo usaremos la astrología para el estudio transgeneracional?

18 20

¿Para qué sirve la astrogenealogía?

26 30 31

Capítulo 2: Memorias sistémicas Repetición o compensación

35 35

Balance de elementos

37

Balance de elementos (versión simple) Balance de elementos (versión compleja)

38 41

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8

¿Podemos tener varias memorias? Memoria de Fuego Memoria de Tierra

44 45

Memoria de Aire Memoria de Agua

SS 60

Capítulo 3. La matriz zodiacal Combinatoria entre elementos y ritmos Aries

69 70

Tauro Géminis Cáncer Leo Virgo Libra Escorpio Sagitario Capricornio Acuario Piscis Capítulo 4. Los planetas en astrogenealogía Planetas personales El Sol La Luna Mercurio Venus Marte

so

72 73 75 77 79 80 82 84 86 88 90 93 97 99 99 103 107 110 113

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Planetas sociales Júpiter Saturno Planetas transpersonales Urano Neptuno Plutón

Capítulo 5. Linajes femenino y masculino Planetas en Aries Planetas en Tauro Planetas en Géminis Planetas en Cáncer Planetas en Leo Planetas en Virgo Planetas en Libra Planetas en Escorpio Planetas en Sagitario Planetas en Capricornio Planetas en Acuario Planetas en Piscis Aspectos a los planetas Aspectos de Plutón Aspectos de Neptuno Aspectos de Urano Aspectos de Saturno Reflexiones finales sobre los linajes

9

I I7 117 121 124 125 128 132 137 142 144 145 147 149 151 153 155 157 159 161 163 165 166 167 168 169 171

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Capítulo 6: Las doce casas en astrogenealogía Algunas consideraciones Triángu lo de Fuego Casal CasaV CasaIX Triángulo de Tierra Casall CasaVI CasaX Triángulo de Aire Casalll CasaVII CasaXI Triángu lo de A gua CasaIV CasaVIII CasaXII

173 173 174 175 178 180 183 183 185 188 192 193 195 198 200 201 204 207

CarlG.Jung

211 212 219 225 231

Bibliografia

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Capítulo 7. Análisis de casos John F. Kennedy Drew B arryrn ore Marilyn Monroe

INTRODUCCION

Desde el principio de los tiempos, el ser humano ha mirado al cielo y se ha preguntado qué significan esas luces brillantes sobre su cabeza. Ob­ servó el movimiento del Sol y de la Luna, los eclipses y su relación con las mareas. Testimonio de ello son las pinturas rupestres del Paleolítico, hace más de veinticinco mil años. Luego vinieron los babilonios y los caldeos, que sistematizaron el es­ tudio del cielo, contando con conocimientos mucho más sofisticados. Comenzaron a buscar patrones, explicaciones en el cielo de los fenómenos terrestres. Estos son los albores de la astrología, que se desarrolló durante siglos con una fuerte tradición predictiva, ya que postulaba que en el mo­ vimiento de los astros a lo largo de la eclíptica se encontraba la causa de lo que le ocurría al ser humano en la Tierra. Tuvieron que pasar cientos (y hasta miles) de años y una etapa de os­ curantismo para que apareciera un pensador corno Carl Jung y definiera el principio de sincronicidad corno "coincidencia en el tiempo de dos o más eventos no relacionados causalmente que tienen el mismo o similar significado" (Jung, 2001 ). Esta cosmovisión -de innegable similitud con

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el principio hermético de correspondencia, que dice: "Como es arriba es abajo; como es abajo es arriba" (Tres Iniciados, 1908 )- hablaría de una re­ lación de simultaneidad entre dos planos: el mental y el material, o el espi­ ritual y el terrenal. Dicho de otra manera, los fenómenos que nos ocurren no tienen una causa en el cielo, sino que el cielo es un reflejo de la realidad humana. Existe una sincronicidad entre el cielo y la tierra. El principio de sincronicidad, las teorizaciones sobre la sombra, el inconsciente colectivo, los arquetipos, los complejos psicológicos y las proyecciones fueron los antecedentes de lo que actualmente conocemos como astrología humanística, de la cual la astrogenealogía es heredera. La astrología humanística surge en la década de los sesenta junto a las corrientes humanistas de la psicología que buscaban superar la dualidad mente-cuerpo, ubicar a los sujetos en un contexto y pensar al ser humano de manera más holística, menos fragmentada, en comparación con lo que venía realizando la psicología experimental y conductual. La obra de Jung se enmarca en la ola transpersonal de la psicología, que, aunque no fue incorporada en los currículos universitarios por carecer de postulados científicamente probables (uno de los grandes debates en la psicología), fue ampliamente difundida entre eruditos, académicos y estu­ diantes de distintas disciplinas. De este modo, para llegar a la astrogenealogía fue necesario, prime­ ro, que la astrología comenzara a comprender el estudio de la carta natal desde una mirada psicológica y humanística, lo cual fue posible gracias al desarrollo de la psicología como disciplina de estudio y a los primeros as­ trólogos (como Dane Rudhyar) que tendieron puentes entre la psicología junguiana y la astrología. Se sabe que Jung, erudito en muchas disciplinas esotéricas, manejaba la astrología a la perfección y hasta levantaba la carta natal de sus consultantes.

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Si desglosamos la palabra astrogenealogía, encontraremos que se com­ pone del prefijo astro- (vinculado al estudio de la astrología y la carta natal) y genealogía (referente a nuestra ascendencia familiar). Por lo tanto, esta disciplina particular, a diferencia de la astrología humanística (o psicológi­ ca) no estudia únicamente a la carta natal en términos intrapsíquicos, sino que incorpora un componente familiar, sistémico. Simultáneamente a los desarrollos de la astrología humanística a prin­ cipios de siglo XX, en Europa comienza a aparecer otra disciplina que sien­ ta las bases teórico-conceptuales del estudio de la astrogenealogía, que se denominó psicogenealogía. La psicogenealogía es el estudio de las heren­ cias familiares y transgeneracionales para comprender por qué se produ­ cen ciertas sintomatologías o alteraciones en el bienestar psicofísico-emo­ cional de los individuos que no encuentran causas claras en los factores meramente psicológicos o físicos. De la mano de psicoanalistas de origen francés y húngaro, se comienzan a observar patrones de repetición de una generación a otra de ciertas pautas, mandatos, fechas, conductas, que en muchos casos no se pueden explicar por la exposición a dichos hábitos ya que se saltean varias generaciones y se sustentan en secretos y traumas fa­ miliares. Algunos de los principales exponentes de este estudio son lvan Boszor­ menyi-Nagyy AnneAncelin Schützenberger, quienes han teorizado sobre la influencia de la historia familiar en la descendencia y son autores de dos libros célebres y de cabecera: Lealtades invisibles y ¡Ay, mis ancestros!, respec­ tivamente (Boszormenyi-Nagy, 2012; Schützenberger, 2006). El estudio del transgeneracional ha dado lugar a varios métodos de sa­ nación energética y holística que actualmente han cobrado mucho renom­ bre e importancia, como la técnica de constelaciones familiares, creada por Bert Hellinger, o la Biodecodificación.

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Y, como no podía ser de otra manera, la astrología, al constituir una me­ tadisciplina (como campo de estudio e investigación que trasciende toda ciencia, método o paradigma, y puede aplicarse al estudio de todo lo exis­ tente), comenzó asimismo a incorporar conceptos de la psicogenealogía para aplicarlos a la lectura de la carta natal. La escuela inglesa de Liz Greene, CPA London, a través de conferencias y libros dictados por distintos docentes (Howard Sasportas, Erin Sullivan y la misma Liz Greene), comenzó a divulgar estos saberes que combinan la investigación astrológica con las dinámicas familiares. Luego le siguie­ ron autoras francesas como Martíne Barbault, y estas ideas llegaron a La­ tinoamérica en la década de los noventa de la mano de Daniel Dancourt, astrólogo y psicogenealogista peruano, quien impartió sus conocimientos a través de una serie de conferencias y talleres por varios países. En Argen­ tina dio sólo dos conferencias en el Centro Astrológico de Buenos Aires, pero fue suficiente para despertar la chispa de la curiosidad en muchos as­ trólogos y astrólogas presentes, quienes continuaron enriqueciendo este campo. Y así hemos finalmente arribado a este maravilloso e innovador estudio, que se siguió nutriendo de las nuevas disciplinas que fueron apareciendo y consolidándose en el horizonte sistémico, y sigue cada día creciendo un poco más. Heredera de estos maravillosos maestros (y muchos más que no he mencionado), me propuse realizar un estudio detallado y profundo, nu­ triéndome no sólo de mis estudios en astrología, sino también en psico­ logía, psicoanálisis, psicogenealogía, biodescodificación, constelaciones familiares y muchas otras disciplinas sistémicas, sumados a la práctica de varios años en el terreno sistémico y astrológico. De este modo he llegado a lo que denominé astrogenealogía integral.

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El objetivo de este libro es proporcionar lineamientos daros1 profun­ dos e integrados para nutrir la práctica profesional de los astrólogos o estudiantes de astrología1 así como también de los que se dediquen a las terapias sistémicas y transgeneracionales y quieran sumar a su práctica el estudio de la carta natal. En el primer caso1 adquirirán un nuevo lenguaje: el astrogenealógico. Aprenderán a leer los símbolos zodiacales con una mirada sistémica y transgeneracional; incorporarán conocimientos básicos sobre estas dis­ ciplinas que sirven de fundamento y complemento a la astrogenealogía; podrán leer en la carta natal herencias familiares1 los linajes femenino y masculino1 temáticas vinculares1 roles, experiencias traumáticas. En el segundo caso1 incorporarán una técnica única para sus consultas que les permitirá ver con más facilidad y rapidez las situaciones complejas que vivió ese árbol, los núcleos conflictivos y el rol del consultante en su sistema. Espero que la lectura de este libro nutra a los lectores no solo profesio­ nalmente1 sino también a nivel personal y familiar1 y les permita compren­ der los misterios que su árbol oculta y que se encuentran encriptados en su código natal, esperando a ser develados y descubiertos.

CAPITULO

1

Fundamentos teóricos de la astrogenealogía

Para poder abordar el estudio de la carta natal desde una mirada sis­ témica, debemos acercarnos a ciertos conceptos fundamentales sobre el estudio del árbol genealógico y las dinámicas familiares. Partimos del presupuesto de que ciertas experiencias que han vivido padres, abuelos, bisabuelos y ancestros, que dejaron una huella profunda en su psique, no solo afectaron a cada uno de esos individuos y a los que lo rodeaban. Estas experiencias, además, pueden tener implicancias en miembros del sistema familiar varias generaciones después, incluso sin que esos miembros de generaciones posteriores hayan conocido a la per­ sona que vivió esa experiencia. Podemos pensar a la familia como un recorte de la sociedad, que fun­ ciona como una unidad y tiene el objetivo de aportar estabilidad y protec­ ción. La familia posibilita el desarrollo del niño hasta la adultez, transmite el lenguaje, las costumbres y la identidad de los miembros, aporta conoci­ mientos, creencias y valores, y es la base de la socialización que es necesaria para que ese niño se convierta en un adulto funcional.

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Encontraremos en el seno de nuestra familia una narrativa, una forma de explicar y contar los hechos, que no solo incluye los acontecimientos vividos objetivamente por los miembros del sistema, sino también la in­ terpretación que se ha hecho de esos acontecimientos: cómo estas expe­ riencias han impactado psicológicamente en los miembros de la familia y cómo ellos han podido responder para hacer frente a estos eventos. Las circunstancias que vivimos, así corno las emociones que experi­ mentamos, en muchos casos no provienen de nuestra historia personal1 sino que podernos rastrear su origen en la historia de nuestros padres1 nuestros abuelos o generaciones anteriores.

Trauma y epigenética Este postulado queda claro al estudiar los efectos del trauma y ha sido explicado científicamente por la epigenética. Las experiencias traumáticas experimentadas por un ancestro dejan una huella rnnérnica que se traduce en sus descendientes corno síntornas1 dificultades, fracasos o temores irra­ cionales. La epigenética ha descubierto en nietos de prisioneros de guerra la misma respuesta hormonal ante determinado estímulo que sus antepa­ sados, quienes vivieron el trauma en carne propia. Esto implica que el arn­ biente1 en especial las vivencias traurnáticas1 es capaz de alterar los genes. Los hijos concebidos durante la gran hambruna de 1944 en Holanda1 en plena guerra rnundiat presentaron mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y obesidad. 1 También se descubrió que los hijos de super"Las inesperadas enseñanzas que nos dejó la hambruna causada por los nazis en Holanda''.

BBC News, 06/11/2016. Disponible en https://www.bbc.com/mundo/noticias-37876970 (última consulta: abril de 2022).

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vivientes de guerra o del Holocausto viven menos años. Todo esto demues­ tra que no solo heredamos el color de pelo o de ojos, sino que heredamos también cierto modo de respuesta frente a los estímulos del entorno. Mark Wolynn llama a esto traumafamiliar heredado y explica que el do­ lor de las experiencias más dificiles que no pudieron procesarse adecuada­ mente no desaparece con los años, sino que queda grabado como recuer­ dos y sensaciones corporales (Wolynn, 2017). Por trauma entenderemos aquellos acontecimientos que, sea por su alta intensidad o por la incapacidad de la psique de dar una respuesta adap­ tativa, produce un efecto psicopatológico. Suelen ser experiencias difíciles de procesar, asociadas a situaciones que producen asco, temor, dolor, ver­ güenza o miedo extremos, y dejan al sujeto en un estado de indefensión y alta vulnerabilidad, sin defensas para hacerle frente. Este fenómeno que encontraremos en lo's sistemas familiares es lo que Freud denominó compulsión a la repetición. Freud sostiene que repetimos en lugar de recordar, ya que repetir es una forma de recordar lo reprimido, actuarlo, en lugar de ponerle palabras y representación psíquica. De esta manera, repetir nos permite, por un lado, evitar tomar contacto con el con­ tenido que produce dolor o incomodidad; y; por otro lado, intentar darle una solución efectiva al conflicto (Freud, 1980 [1914]). El trauma tiende a repetirse en el aparato psíquico con la finalidad de ser re-ligado, vuelto a unir, a integrar en la trama psíquica. Por eso es tan importante la narrativa familiar: qué historias se cuenta esta familia en re­ lación con lo ocurrido. Encontraremos que, muy probablemente, el hecho no coincida exactamente con el relato, pero es en el cómo es relatado don­ de encontraremos información valiosa sobre el funcionamiento familiar, ya que aquí se anudan el evento y la interpretación que a este le ha dado la familia.

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Si esa vivencia traumática se interpretó como una situación arbitraria y caótica, carente de explicación y lógica, y sin ningún sentido, tiende a pro­ ducir un sentimiento profundo de soledad y es un factor de riesgo para una futura psicopatología (depresión, trastorno de ansiedad, estrés postrau­ mático, etc.). Por el contrario, si se logra simbolizar, dar sentido, encontrar el para qué de aquella experiencia dolorosa, se logrará lo que se conoce como resiliencia: la posibilidad de fortalecerse ante la adversidad en lugar de salir debilitado. El sentido trascendente que se les asigne a las experiencias vividas de­ pende necesariamente del sistema de creencias con el que se las interpreta. Si el árbol se apoya en creencias expansivas sobre el mundo, viviendo con esperanza y sabiduría, los individuos que lo integran podrán transformar el dolor en aprendizaje, mientras que, si sus creencias son limitantes (respec­ to _a sí mismos o al mundo), es probable que la experiencia no sea procesa­ da adecuadamente y tienda a repetirse en siguientes generaciones.

La compulsión a la repetición Acabamos de mencionar un concepto clave, que es la repetición. Todos los sistemas familiares buscan la homeostasis (mecanismo de autorregu­ lación para mantener el medio interno constante ) y para ello utilizan una serie de estrategias que han funcionado en el pasado. Si la familia cumple la función de asegurar la protección, seguridad y supervivencia de los miembros, activará mecanismos que hayan funcionado en el pasado con tal fin. Estos son los llamados programas de supervivencia, una serie de có­ digos compuestos por modos de respuesta ante los desafíos del entorno, que han sido satisfactorios para nuestros antepasados. Por ejemplo, si una

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abuelita fue víctima de violencia de género, es posible que en su código haya incorporado que, "para sobrevivir, es mejor estar sola". De este modo, la nieta puede tener una compulsión ciega a seguir el destino de soledad de la abuelita, que, aunque a nivel consciente lo rechace, a nivel inconsciente le aporta seguridad y le asegura la supervivencia. El árbol genealógico funciona como un organismo, como un aparato psí­ quico con su estructura, su dinámica y sus leyes de funcionamiento.Al ser un sistema, cada miembro cumple un rol dentro de él y cualquier cambio en un componente del sistema alterará el funcionamiento de la totalidad. Este sistema tiende a la repetición con el objetivo de resignificar esas experiencias traumáticas para que dejen de producir dolor. Lo que muchas veces ocurre es que la repetición ciega, sin conciencia, sin comprender qué se está repitiendo ni por qué, no conduce a la elaboración, sino que queda en un loop eterno donde nada cambia, todo se repite de manera circular. Por eso, para poder generar un cambio, tenemos que incluir un tercer com­ ponente: la toma de conciencia. Esta sería la representación del trauma cuando conduce a la repetición ciega:

e

TRAUMA )

( REPETICIÓNCIEGA)



El trauma se repite, lo cual vuelve a activar el trauma (ya que no se elabora) y vuelve a conducir a la repetición. Este mecanismo fue amplia­ mente estudiado por Freud después la Primera Guerra Mundial, cuando observaba en los combatientes que tenían sueños a repetición de aquellas

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vivencias ocurridas durante la guerra. Llamó a esto neurosis de guerra, ya que es un mecanismo desadaptativo que no conduce a la sanación, sino que re­ pite sin cambio las mismas escenas traumáticas. Él se preguntaba por qué la psique humana es capaz de revivir escenas tan dolorosas sin un motivo apa­ rente y descubrió que es un intento de nuestro aparato psíquico de re-ligar esos contenidos, encontrarles un sentido, anudarlos a la trama psíquica. Actualmente, ese fenómeno se conoce como trastorno de estrés postrau­ mático (TEPT) y se sabe que ocurre ante varios eventos traumáticos, tales como muertes prematuras o repentinas, accidentes, separaciones, viudez, abusos sexuales, maltrato físico o emocional, guerras, terrorismo, ¡hasta mudanzas frecuentes! H ay muchas situaciones que pueden ser traumáti­ cas y estas situaciones se pueden potenciar si ocurren en un corto lapso, ya que el quantum emocional supera lo que la psique puede tolerar. La psique no encuentra mecanismos de afrontamiento lo suficientemente fuertes para resolver dicho conflicto y este queda fijado inconscientemente. La psicogenealogía estudia el fenómeno de la repetición del trauma y da un paso más allá: no se queda únicamente en el trauma individual, sino que comienza a descubrir que las experiencias más dolorosas e intensas que vive un individuo se repiten en siguientes generaciones. O, como dice Frarn;oise Dolto en La imagen inconsciente del cuerpo: "[l] o que se calla en la primera generación, la segunda lo lleva en el cuerpo" (Dolto, 1984).

Lealtades familiares Las lealtades ciegas son otro mecanismo que hace que un individuo quede atado al sistema familiar, lo que le dificultará vivir una vida propia y auténtica. Ivan Boszormenyi-Nagy, uno de los pioneros de la psicogenea-

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logía, describe una serie de factores por los cuales las personas establece­ mos lealtades que nos conducen al fracaso y al dolor (Boszormenyi-Nagy, 2012). La mayoría de ellas son inconscientes, aunque puede haber tam­ bién un componente de conciencia involucrado en algunos casos. Pode­ mos encontrar la coerción externa, el sentirse obligado o presionado por los miembros de la familia a seguir tal o cual destino; la búsqueda de reco­ nocimiento y aceptación de parte de ellos, que otorga un sentimiento de pertenencia; el miedo a ser excluido del sistema familiar si no se obedece; mandatos, culpas, creencias, etc., entre varios factores. Dice Anne Ancelin Schützenberger en ¡Ay, mis ancestros!: La lealtad familiar supera las nociones simples de comportamientos respetuosos de las leyes y del orden y de las tradiciones familiares. Hay, si se toman las nociones de Moreno, una "espera-en-cuanto-al-papel". El individuo está sometido a las conminaciones a la vez de las esperas exter­ nas y de las obligaciones interiorizadas, que pueden ser las mismas o que pueden ser diferentes (Schützenberger, 2006).

De este modo, por lealtad no solo tendremos determinada conducta o elección (de pareja, de vida, de profesión), sino que también cumpliremos un rol que nos han adjudicado. Un rol es un guion que nos confiere la fa­ milia, que el sistema necesita que cumplamos. Podemos ocupar el rol del hijo bueno, del niño síntoma, de la oveja negra, del chivo expiatorio, del líder positivo, del saboteador y muchos más. Como si hubiera una obra de teatro y a cada miembro le correspondiera interpretar un personaje. Ese rol nos lo adjudica todo el sistema, pero también hay un proceso de asunción por parte de nosotros. Podemos rehusar interpretar ese libreto, lo que en muchos casos provocará un sentimiento de culpa por no estar haciendo lo que nuestro sistema espera de nosotros.

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Por lealtad nos mantenemos unidos al grupo y se establecen las jerar­ quías, los contratos familiares. La lealtad es la sustancia que cohesiona al sistema, al mismo tiempo que aporta un sentimiento de hogar y lo que Bert Hellinger, creador de las constelaciones familiares, denominó una buena conciencia. La buena conciencia aparece cuando cumplimos con lo que el sistema espera de nosotros, aunque nos perjudique directa o indi­ rectamente y presuponga un sacrificio o sufrimiento; y mala conciencia será el sentimiento de culpa (consciente o inconsciente) provocado por todo acto de rebeldía hacia o emancipación de esas normas, leyes y expec­ tativas familiares. Aquellos que cumplen con las expectativas familiares (sean estas cuales fueren) adquieren méritos. Por el contrario, los que se rebelan y rehúsan ocupar ese papel que les fue adjudicado cargarán con deudas. Los méritos aportan merecimiento y créditos, que más adelante serán permutados por otra cosa, como un favor que se devuelve. Asimismo, el que tiene méritos cree que los demás están en deuda con él, ya que dio más de lo que recibió. Por el contrario, los que cargan con deudas tendrán que cumplir ciertas obligaciones; vivirán con un sentimiento de culpa y tarde o temprano pa­ garán de alguna manera esa deuda para dejar al sistema equilibrado. Esto se ve en muchos casos en la relación de hermanos. Es frecuente encontrar que un hermano pudo estudiar una carrera universitaria1 sin necesidad de aportar en el hogar, pero que años después otro hermano no corrió con la misma suerte por las circunstancias familiares1 debiendo renunciar a sus proyectos para ayudar a la familia. En este sistema se creó una deuda: el hermano mayor tomó más de los padres que su hermano menor, gozó de un privilegio que el otro no tuvo. Lo que he observado en muchos casos es que de una manera u otra esta injusticia se salda y el sistema se equilibra. Por ejemplo, el hermano mayor puede, sin saber por

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qué, cederle parte de su herencia a su hermano menor u ofrecerle dinero sin pedirle que se lo devuelva (lo que se conoce como retribución sistémica). Por eso no es de extrañar que las deudas que se generen entre hermanos se salden con las herencias o, en algunos casos, en generaciones siguientes.

Los campos morfogenéticos y el inconsciente colectivo Este fenómeno de transferencia de conflictos varias generaciones des­ pués, sin conocimiento de lo que los ocasionó, es difícil de explicar por la razón y la lógica. Para comprenderlo más cabalmente tenemos que explo­ rar la teoría del Dr. Rupert Sheldrake acerca de los campos morfogenéticos (Sheldrake, 1990). En los años cincuenta se había observado un fenómeno muy peculiar entre los monos: cuando un grupo de cierta región del planeta aprendía un comportamiento (por ejemplo, usar un palo para mover una rama y de este modo tirar una banana), de algún modo inexplicable esta habilidad se replicaba en otras regiones del globo, sin posibilidad de que hubiera sido adquirida a través de la observación del fenómeno. Esto sólo se producía cuando se alcanzaba un número (más de cien) de iniciados en esa conduc­ ta, lo que se denominó masa crítica. La causa de este proceso de generaliza­ ción era desconocida hasta entonces, pero fácilmente observable. El Dr. Sheldrake se dispuso a estudiar este fenómeno y otros, como la telepatía, o el hecho de que ciertos animales puedan anticipar catástrofes naturales o de que dos investigadores en lugares remotos y sin ningún con­ tacto entre ellos alcancen el mismo descubrimiento simultáneamente. Sheldrake propone la existencia de algo que denomina creada y lo expli­ ca de este modo: si arrojamos una bolita en la arena, esta generará un surco,

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algo similar a los surcos neuronales que se forman en nuestro cerebro por repetición de hábitos mentales. Lo que este surco produce es que, al tirar otra bolita, lo más probable es que vuelva a entrar en ese surco y lo agrande un poco más. Después de cien veces este surco estará bien marcado y esta­ blecerá un camino para futuras bolitas. De este modo, sostiene que hay un campo colectivo, similar al incons­ ciente colectivo que propone CarlJung (2012), del que todos formamos parte. Este campo nos contiene, aporta "surcos" en los cuales apoyamos para guiar nuestras experiencias, pero también formamos parte de él como sujetos activos cocreadores. Nos precede, nos condiciona, y a la vez lo re­ producimos y lo modificamos con nuestra existencia. De este modo, de acuerdo con la teoría de la creoda, cuantas más veces ocurra un fenómeno, más probabilidades habrá de que vuelva a producirse. Y esto funciona como una especie de memoria colectiva que compartimos los humanos, pero también se encuentra en la naturaleza: en la inteligencia de los animales, las plantas y todo ser, animado o inanimado. A este fenó­ meno de repetición en la naturaleza Sheldrake lo llama resonancia mó,:fica. De este modo, si somos parte de una memoria colectiva que va marcan­ do surcos, como caminos por donde circular, también formamos parte de una conciencia y un inconsciente familiar, cuyas experiencias nos prece­ den, pero también aportan surcos de aprendizaje que tendemos a repetir.

La relación con la astrología A través del estudio pormenorizado de la carta natal podemos descu­ brir cuáles son las tramas más importantes que hemos heredado de padres, abuelos y antepasados, hasta más de tres generaciones. Ya que las experien-

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cias de nuestro árbol nos afectan directamente, establecen los nudos más complejos de nuestra vida, configuran estilos vinculare�, predisposicio­ nes, gustos e intereses, incluso influyen en la elección de carrera y pareja, es una conclusión lógica pensar que sus influencias aparecerán marcadas en nuestra propia carta natal. La familia en la que nacemos va a establecer nuestra visión del mundo, a través de las creencias y mandatos que nos lega. Las experiencias de nues­ tros ancestros dejan huellas de dolor, miedos y esperanzas. ¿Acaso no llevamos a nuestros antepasados en el ADN? ¿Podemos ne­ gar que heredamos rasgos físicos de un padre, una madre, una abuela, un tío? ¿No es frecuente encontrar una misma profesión en varias generacio­ nes? ¿No es lo más normal encontrar repeticiones de una generación a la siguiente?

De hecho, sí lo es, porque nuestros ancestros nos habitan. Sus historias son nuestras historias. Nuestra familia conforma nuestra identidad. Aun­ que tenemos la posibilidad de diferenciarnos, ya que hemos nacido en otra generación, y de cuestionar muchos de los roles y condicionantes que nos han adjudicado, no podemos negar que ellos constituyen la base de nues­ tra identidad. Dice Brian Clark en su libro 1hefamily lega cy: La astrología nos permite reflexionar sobre esa materia prima heredada de la familia y nos ofrece formas en las que podemos ser auténticos en respuesta a las herencias ancestrales. Mientras que la psicología del de­ sarrollo enfatiza la influencia de los padres y lafamilia en el crecimiento humano, la doctrina astrológica sugiere que su improntaya está grabada en el alma al nacer.

[ ... ] Lafamilia es nuestro destino (Clark, 2016; la

traducción es mía).

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A través del análisis de la carta natal investigaremos cuáles fueron las ex­ periencias más traumáticas para nuestros ancestros, qué efecto pudieron haber tenido para ellos, cuáles fueron los mayores desafíos que vivieron, pero también los talentos que nos transmitieron. Veremos las creencias y los mandatos que conformaron su visión del mundo, cómo fue el apego primario en el sistema familiar, el deseo, las relaciones sociales, el vínculo con el trabajo, el dinero y muchos temas más. H ay muchas teorías respecto a cómo interpretar las herencias ancestra­ les en la carta natal. Algunos sostienen que es necesario conocer la carta natal de toda la fami­ lia. Si bien este abordaje (que he denominado astrología sistémica y es asunto para otro libro) es muy interesante, no es necesario estudiar la carta de todos los miembros del sistema para poder estudiar las herencias transgeneracio­ nales. El estudio de las cartas en red permitirá tener un panorama mayor, más global y de conjunto, pero perderemos especificidad a la hora de investigar qué es lo que este sujeto en particular viene a trabajar y resolver de su árbol. Otros autores afirman que, para comprender las herencias ancestrales y transgeneracionales, hay ciertos indicadores en la carta natal, como la casa N (referida a las raíces y el hogar) y la casa XII (lo heredado de ancestros más lejanos, lo que traemos de más atrás). Otros les suman las casas de aire (casa III, de hermanos; casa VII, de pareja, y casa XI, de grupos), ya que son casas vinculares. Mi abordaje es distinto. Yo postulo que toda la carta natal puede estu­ diarse a la luz de las herencias familiares. Aquello que repetimos o busca­ mos reparar de nuestra historia familiar es visible no solo en ciertas partes de nuestra carta. Las crisis, dificultades o desafíos se hallan escondidos en cada rincón de esta: en esa cuadratura entre Mercurio y Júpiter, en esa casa VII, en el nodo sur o hasta en la preponderancia de uno o varios elementos.

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Esta mirada está inspirada en la astrología humanística. La astrología que se apoya en la obra de Carl Jung parte de la base de que la carta natal funciona como un holograma, donde el todo está contenido en la parte. Del mismo modo, el todo sistémico está presente en la propia carta natal. Y voy a poner una analogía. Cuando observamos un bosque desde arriba, vemos un montón de ár­ boles similares. No son exactamente iguales: algunos son más frondosos, otros menos, algunos tienen hojas más oscuras que otros, algunos alcan­ zaron mayor altura, tienen más o menos ramas. Sin embargo, si tomamos un pedazo de un árbol cualquiera (una hoja, una rama, parte de la corteza), encontraremos en suADN fundamental los mismos componentes que en cualquier otro árbol. Veremos que el todo (el bosque) se encuentra conte­ nido en la parte (la hoja). Seguramente notemos algunas diferencias entre los árboles -distintos tamaños, distintas formas, colores más oscuros o cla­ ros-, pero tienen la misma estructura básica. Esto podemos aplicarlo al estudio de la carta natal.Analizar la carta na­ tal individual de forma astrogenealógica es similar a poner una hoja bajo el microscopio: encontraremos información fundamental de todo el siste­ ma familiar. Sin embargo, esa hoja no es exactamente igual a la hoja de al lado. Cuando comparamos las cartas de los distintos miembros del siste­ ma (hermanos, padres e hijos, primos, abuelos, etc.), es muy significativa la cantidad de coincidencias que encontramos, aunque no serán jamás cartas idénticas. Por lo tanto, usaremos la carta natal del individuo a modo de radio­ grafía para observar y comprender esos conflictos y traumas heredados, los talentos y complejos que aquel toma de ellos. El estudio astrológico, al igual que una placa de rayos X, revela lo que a simple vista no surge, lo que no se puede ver con la mera observación o cuesta mucho más tiempo

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identificar. Por eso, nos ayuda a ir más rápidamente al hueso del problema. O, citando a Daniel Dancourt, [l]a expresión más directa de la carta astrológica de un ser humano es que esta representa o simboliza la atmósfera familiar del momento de nacimiento (serfamos más precisos si habláramos de la atmósfera emo­ cional que reinaba en lafamilia). Esa atmósfera del momento de nuestro nacimiento viene dada por la historiafamiliar y por ello podemos supo­ ner que nuestra carta astrológica representa también el momento de la historiafamiliar en que hemos nacido (Dancourt, 2005 ).

¿cómo usaremos la astrología para el estudio transgeneracional? Deberemos aprender primero el abecé astrogenealógico. Quizá mu­ chos de los lectores ya tengan conocimientos de astrología, pero estén más acostumbrados a abordar una carta natal desde una mirada humanística, predictiva o kármica. Por lo tanto, es necesario sacarnos las gafas astrológi­ cas que llevamos puestas, para aprender a pensar la carta natal de manera sistémica y familiar. Estamos acostumbrados a leer la carta natal de forma individual. Sin embargo, en astrogenealogía los indicadores de la carta natal no solo nos hablarán del sujeto, sino de todo su sistema de base. Y, siguiendo con la metáfora del teatro, pensaremos a los planetas como los actores de obra, o sea, los miembros de la familia y el sistema. Los sig­ nos serán los ropajes que vistieron esos actores: los temas de los que habla­ ron, las circunstancias que experimentaron nuestros ancestros. Las casas astrológicas son los distintos escenarios donde se llevó a cabo la obra, los

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ámbitos donde aquellos se encontraron más cómodos. Y los aspectos son las dinámicas vinculares1 las relaciones entre ellos. Como verán los lecto­ res1 el uso del pretérito es frecuente, ya que estamos explorando el pasado, lo que vivieron los miembros de la familia durante su vida, y estudiaremos cómo eso afecta a las personas en la actualidad. Por lo tanto, dejaremos (al menos parcialmente) de pensar a los plane­ tas como propios, sino que ahora son del sistema familiar.

¿Para qué sirve la astrogenealogía? La astrogenealogía tiene múltiples propósitos: por un lado, nos ayuda a determinar con qué miembros del sistema hay más implicaciones (lealta­ des ciegas\ de quiénes heredamos más situaciones, con quienes nos atan más hilos invisibles. Nos permite delimitar mejor cuáles son esas historias que estamos re­ pitiendo: ¿se trata de un tema de pareja?¡ ¿estamos aferrados a un duelo que no se pudo tramitar?¡ ¿es acaso nuestro fracaso profesional una lealtad a un ancestro que no pudo desarrollarse?¡ ¿estamos compensando una deuda sistémica? En algunos casos también encontraremos que estamos identificados inconscientemente con un excluido del sistema, con una he­ rida primaria o con un no nacido. Este estudio nos ayudará a comprender mejor el rol que venimos a ocupar en ese sistema familiar, qué es lo que la familia necesita de nosotros. La astrogenealogía pone de relieve información que no nos parecía rele­ vante. Muchas veces naturalizamos cierta historia familiar porque la hemos escuchado en repetidas ocasiones o porque nos criamos con esa información. Pero no reconocemos cuán importante ha sido para esa abuelita el maltrato

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del abuelo, para esa madre la renuncia a su profesión, para ese padre su orfan­ dad o para ese sistema ese ancestro alcohólico. Lo tomamos como una ob­ viedad y desconocemos el impacto que tiene en nuestro sistema y en nuestra vida actual. De este modo, exploraremos la sombra familiar: todos aquellos conflic­ tos, temores, traumas, vergüenzas y tabúes que desde el silencio impactan en todo el sistema de forma negativa. Estudiaremos y comprenderemos mandatos, condicionamientos y creencias limitantes que hemos reprodu­ cido sin darnos cuenta, para poder trascender esas lealtades. Recién allí podremos tomar nuestra vida y hacer de ella lo que nosotros queramos, sin sentir culpa o miedo a perder la pertenencia al sistema. Reconocer un desorden sistémico ya es un primer paso para poner orden en él. Esta es una labor para nada lineal ni rápida, sino más bien cíclica, con al­ tibajos, idas y venidas: por momentos el árbol se abre a que lo exploremos y en otros momentos se cierra para reorganizarse y reequilibrarse. Muchas veces estamos años investigando, trabajándonos, hasta que un día se pro­ duce un insight respecto de algo que era aparentemente obvio, y la informa­ ción dentro de nosotros se ordena y todo parece tener más sentido. Esto suele producir efectos, a veces más sutiles y otras veces más drásti­ cos, pero seguro muy difíciles de predecir. Notaremos que de a poco sen­ timos más liviandad en nuestra vida. Aquellas situaciones que siempre es­ tuvieron bloqueadas, de la noche a la mañana se liberan. Ese síntoma físico desaparece o empieza a aplacarse. La vida y la abundancia empiezan a fluir y nos sentimos más auténticos. Un día estamos disponibles para esa pareja o para ese cambio de profesión. Esto no solo lo pude corroborar en mi vida, sino a través del relato de pacientes, consultantes y cientos de estudiantes de mis formaciones que comenzaron a ver cambios sustantivos en sus vidas después de trabajar

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con su árbol genealógico. Como todo, esto no es una panacea, no es la solución a todos los pro­ blemas. De más está decir que, ante cualquier dolencia física o mental, se debe siempre recurrir al profesional de la salud (médico o psicólogo) co­ rrespondiente. Este trabajo no reemplaza ningún tratamiento, sino que es un complemento. El objetivo que debemos perseguir no es superar pro­ blemas individuales (aunque esto ocurra por decantación), sino ordenar el sistema familiar, para que cada miembro esté en el lugar que le correspon­ da, no ocupe el lugar de otro miembro, no viva un destino trágico ni actúe por lealtad ciega, ya que esto sólo provoca sufrimiento en los involucrados. Partimos de la máxima junguiana que dice: "Lo que niegas te somete; lo que aceptas te transforma''. Esta máxima, que también nombramos en astrología humanística, implica que, cuanto mayor sea la conciencia que tengamos de las energías que nos habitan ( psicológicas, energéticas, sisté­ micas), menos experimentaremos escenas de destino, es decir, situaciones en las que la vida nos trae nuestra propia energía de afuera (a través de expe­ riencias o vínculos) para que aprendamos a reconocernos en ella. Cuanto más conscientes seamos de los roles que estamos ocupando, tenderemos a repetir mucho menos y a vivir de forma más auténtica.

CAPITULO 2

Memorias sistémicas

Comenzaremos el estudio astrológico del transgeneracional a través de la interpretación de las memorias sistémicas. Con memorias me refiero a pautas heredadas de generaciones anteriores vinculadas al predominio de un elemento (Fuego, Tierra, Aire o Agua) en el árbol genealógico. Estas pautas se traducirán en ciertas creencias, dinámicas vinculares, modos de conducta y talentos que se verán facilitados gracias a la repetición transge­ neracional.

Repetición o compensación La tendencia general que encontramos es que una carta en la que h ay un predominio de cierto elemento, por ejemplo, el Aire, nos habla de un sistema donde las funciones de dicho elemento (la comunicación, el mo­ vimiento, el aprendizaje) han sido fundamentales para la supervivencia del grupo.

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En la mayoría de los casos, como dije, veremos que es así. Sin embargo, a veces aparecerán otras dos posibilidades. La primera es que haya un descendiente que tenga una cualidad distin­ ta al resto del clan. Por ejemplo, si en la familia hubo mucho Fuego (acción, emprendimiento, riesgo) 1 con las consecuencias que esto haya tenido para todo el sistema, nace una persona con mucha energía de Tierra. Pareciera una contradicción: ¿por qué1 en una familia donde todos se mueven por el impulso y la pasión, nace alguien más precavido1 con los pies en la tierra, que más que correr riesgos prefiere evaluar las consecuencias? La respues­ ta se desprende de la pregunta: en este caso1 el sistema se ha desbalancea­ do. El exceso de Fuego ha provocado acciones desmedidas o exageradas, acarreando consecuencias devastadoras1 como la pérdida de bienes o la inestabilidad. El mismo sistema se equilibra trayendo un nuevo miembro que tomará decisiones más concienzudas1 medirá sus acciones y frenará sus impulsos. De este modo, aparece un miembro diferente al promedio, pero que cumple una función fundamental para aportar al sistema lo que necesita para su adecuado funcionamiento. Es decir, cumple una función compensatoria. La segunda es que un hijo, nieto o bisnieto herede más de un ancestro que de otro. No todos los nuevos miembros del sistema heredan toda la información de su árbol. Es muy frecuente que ciertos programas y nudos conflictivos aparezcan más marcados en uno de los descendientes y que su hermano o hermana traiga otro conflicto a resolver. Es decir1 si bien el todo se encuentra en la parte de una u otra manera (y esto se constata compa­ rando cartas de hermanos y viendo la gran repetición de indicadores as­ trológicos en ellas)1 hay ciertas temáticas que están más enfatizadas en uno que en otro hermano. Resumiendo estos tres escenarios1 encontraremos:

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Replicación: Se da en la mayoría de los casos. Es la repetición del mismo material de generaciones anteriores. En el caso de los ele­ mentos, predominio del mismo elemento que en el resto del sis­ tema.



Mutación: Es un cambio, la incorporación de una cualidad nueva, distinta, que compense cierta temática familiar que precisa equili­ brarse para el funcionamiento adecuado del sistema. • Herencia especifica: Cada miembro del sistema trae ciertas temáti­ cas más marcadas que los demás, incluyendo también la tendencia al predominio de un elemento.

Balance de elementos Para establecer qué memoria predomina en una carta natal, debemos apelar al balance de elementos para investigar las preponderancias o caren­ cias, es decir, determinar qué elemento se halla más fuerte, por una mayor presencia de indicadores astrológicos en dicho elemento, así como tam­ bién qué elemento tiene menor presencia de planetas. A la hora de establecer cuál de todos es prevalente en una carta, debe­ mos realizar un cálculo cuantitativo. Hay múltiples técnicas para calcular el predominio de un elemento. Lo primero que tendremos en cuenta es qué indicadores de la carta natal vamos a considerar para el balance. ¿Cualquier planeta cuenta? ¿Se toma alguna cúspide o ángulo de la carta natal? En un principio, tendremos en cuenta los factores más personales de la carta natal, es decir, los planetas personales y luminarias (Sol, Luna, Mer­ curio, Marte y Venus), los planetas sociales (Júpiter, Saturno), en menor

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medida, y dos puntos fundamentales de la carta natal, que son Ascendente y Medio Cielo. También, se puede dar un puntaje al gobernante de la carta natal, es decir, el (o los) planeta(s) que rigen el signo del Ascendente. Los planetas transpersonales, al encontrarse durante muchos años en un mismo signo (Urano, siete años; Neptuno, catorce años, y Plutón, en­ tre once y treinta y tres años aproximadamente), no se considerarán en el balance, ya que su función por signo habla de desaflos y cambios que se producen en un determinado momento histórico, no son factores perso­ nales en una carta natal. Una vez establecidos los indicadores astrológicos que usaremos para el balance de elementos, es importante determinar si le daremos el mismo puntaje a cada uno de ellos o si los distinguiremos de acuerdo con la rele­ vancia de cada función en el mapa natal. Invito a los lectores a usar el balance que más resuene con sus cono­ cimientos y práctica profesional. Es posible que aquellos que ya cuenten con conocimientos de astrología vengan usando un balance hace mu­ chos años. No pretendo cambiar su modo de trabajo, pero sí proponer dos balances, uno simple (y, como tal, imperfecto) y otro más complejo, pero también más apropiado, para establecer preponderancias y carencias. Siéntanse libres de adherir a estas propuestas o usar sus técnicas preferidas. Balance de elementos (versión simple) Empezaremos recordando, a los recién iniciados en el lenguaje de la astrología, cuáles son los signos de cada elemento: • Los signos de Fuego son Aries, Leo y Sagitario. • Los signos de Tierra son Tauro, Virgo y Capricornio. • Los signos de Aire son Géminis, Libra y Acuario. • Los signos de Agua son Cáncer, Escorpio y Piscis.

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Dicho esto, el primer balance que vamos a presentar es un cálculo muy rudimentario y simple, ideal para los que recién se están adentrando en la astrología, pero que sería mejor ir superando con el tiempo ya que sus resultados son inespecíficos. El cálculo se basa en adjudicar un punto a cada elemento en función de la presencia de uno u otro planeta en la carta natal, tomando en cuen­ ta los indicadores astrológicos señalados más arriba: Sol, Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno y Ascendente. Estos son los factores más im­ portantes de una carta natal por signo, aunque algunos querrán sumar el Medio Cielo o el gobernante de la carta (regente del Ascendente ). ¿Qué ventajas tiene este balance? Es fácil, rápido y no requiere cálculos rebuscados. ¿Qué desventajas tiene este balance? Se le adjudica el mismo puntaje a Saturno (planeta social, que se encuentra dos años y medio promedio en cada signo) que a la Luna (luminaria, que se encuentra dos días y medio en cada signo) o al Ascendente (punto cardinal Este, horizonte de la carta na­ tal, que se encuentra dos horas promedio en cada signo). No se discrimina factor personal de factor social. No se jerarquiza. Recordemos los símbolos de los planetas y los signos: Agua

Fuego

Tierra

rv1 Aries

c,Tauro

ól,Leo

rr:t>Virgo

.n. Libra

ll1.Escorpio

X' Sagitario

'1 Capricornio

�Acuario

tf Piscis

Aire

n

Géminis

e:i5 Cáncer

40

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Sol

Luna

Mercurio

Venus

Marte

Júpiter

Saturno

0

))

Q

Q

d

l.

"2

En el cuadro a continuación, se puede colocar el símbolo del planeta o ángulo en el casillero correspondiente al elemento en el que se encuentra y luego sumar para ver qué elemento tiene más planetas presentes. Fuego

Tierra

Aire

Agua Planetas Puntaje total

Vamos a poner un ejemplo de práctica: Esta es la carta de John F. Kennedy con el programa de astrología Meri­ dian. Si seguimos el balance simple propuesto, el cuadro quedaría así:

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Fuego

O puntos

Tierra

Aire

Agua

)HJ d '21.

0 Q AC

ti

Planetas

4puntos

3 puntos

1 punto

Pontaje

Al tener el Sol y Venus en Géminis, se suman dos puntos al Aire. Ade­ más, el Ascendente en Libra suma un punto más para el Aire. La Luna en Virgo y Marte,Júpiter y Mercurio en Tauro dan un total de 4 puntos en Tierra. Hay un solo planeta en Agua, Saturno. No hay planetas en Fuego. Como verán los lectores, se consideran los factores fundamentales de la carta natal, dándole un punto a cada uno sin hacer diferencia entre ellos. Encontramos una preponderancia de Tierra (con bastante Aire tam­ bién) y una carencia de Fuego. Posteriormente pasaremos a la interpreta­ ción de las memorias sistémicas¡ por el momento, la intención es presentar las técnicas fundamentales para hacer balances de elementos. Balance de elementos (versión compleja) A continuación presentaré otro balance de elementos, que es el que se utiliza en el Centro Astrológico de Buenos Aires y se encuentra explicado en el libro Manual de técnicas de síntesis astrológica, de Jerónimo Brignone (2005). Su cálculo es un poco más complejo, pero también más afinado, ya que contempla las distintas velocidades planetarias y su importancia y relevancia en una carta natal. De cualquier manera, no hay un único modo de realizar balance de elementos; simplemente son distintos criterios as­ trológicos que vamos adoptando, considerando si la técnica tiene o no sentido para nosotros a la hora de utilizarla.

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Según este cálculo, se le dará un valor diferencial a cada factor astroló­ gico. Al Ascendente, por ser el indicador más personal de la carta natal (ya que representa el horizonte que se encontraba en el cielo en el momento y lugar exactos del nacimiento) se le darán 1 O puntos. Al Sol y a la Luna se les asignan 7 puntos respectivamente. A Mercurio, Venus y Marte, 4 puntos. Del mismo modo, se incorpora el Medio Cielo y se le asignan 4 puntos. A los sociales, Júpiter y Saturno, 3 puntos. Les daremos un puntaje muy pe­ queño a los planetas transpersonales (2 puntos a Urano, 1 punto a Neptu­ no y 1 punto a Plutón), pudiéndose quitar 1 punto de Urano para dárselo al regente del Ascendente. En lo personal, yo prefiero darle los 4 puntos de los transpersonales al regente del Ascendente¡ en caso de que este se halle en un signo con dos regentes (Escorpio, Acuario o Piscis), se le pueden dar 2 puntos a cada uno de ellos (en el caso de Ascendente Escorpio, le doy 2 puntos a Marte y 2 a Plutón¡ en el de Ascendente Acuario, 2 puntos a Saturno y 2 a Urano¡ y en el de Ascendente Piscis, 2 puntos a Júpiter y 2 a Neptuno). Para los que no tengan muy claras las regencias planetarias o necesiten repasarlas, comparto el siguiente cuadro:

II

Signo

Regencia

d

Signo

.n.

Regencia

m. dé

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En esta técnica el puntaje final siempre debe dar 50. Si no da 50, se pro­ dujo un error de cálculo. Volveremos a calcular el balance de la carta de Kennedy con este segundo método. Para diferenciar el puntaje, al lado del planeta coloqué la puntuación correspondiente: Fuego

O puntos

Tierra

Aire

JJ/24 d/2!.3

07 94 AC 10 RA4

18 puntos

25puntos

Agua �3

MC4

7 puntos

Planetas Pontaje total

RA quiere decir 'regente del Ascendente'. Elegí darle 4 puntos a Venus por ser regente del Ascendente, y quitárselo a los transpersonales. Como ya dije, la influencia del planeta transpersonal por signo es ínfima, ya que al permanecer tantos años en un signo solemos compartirlo con todos los que nacieron durante esos años. Al ser el puntaje final 50, se puede pasar el resultado a porcentajes, de manera tan simple como multiplicar los valores parciales por dos( 50 pun­ tos x2= 100). Por lo tanto, el balance quedaría así: • Fuego: O puntos(0% ). • Tierra: 18puntos(36%: 18x2=36). • Aire: 25 puntos( 50%: 25 x 2= 50 ). • Agua: 7puntos (14%: 7x2= 14). Tanto sea que usemos los valores absolutos como los porcentajes, ve­ mos que al considerar el gobernante o regente del Ascendente (Venus) y

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dar un valor diferencial a los planetas y ángulos, el Aire toma mayor predo­ minio que la Tierra. Los valores no son completamente distintos a los que daba el balance anterior: sigue habiendo fuerte presencia de Aire y Tierra y poco Fuego. Sin embargo, con este método, los resultados son más espe­ cíficos. Algunos astrólogos usan otros balances, dándoles otros puntajes a los planetas: 2,5 puntos a las luminarias, 2 puntos a los planetas personales, 1 a los sociales, por ejemplo. Hay múltiples técnicas que se pueden usar para calcular el balance de elementos. Como dije, estas son sugerencias, pero, si los lectores ya cuentan con un balance que es de su agrado y han compro­ bado su funcionamiento, no es necesario cambiarlo. Incluso, con la práctica, el predominio y la carencia saltan a la vista sin necesidad de rebuscadas sumas y cálculos. Pero ¡esto suele ocurrir con los años y después de haber visto y trabajado con cientos de cartas natales! Sugiero a los principiantes no pretender realizar el cálculo rápidamente o a ojo porque terminarán equivocándose y frustrándose. Con el tiempo y la pericia esto se irá automatizando.

¿podemos tener varias memorias? Es frecuente que haya una memoria que predomine por sobre las de­ más y es allí donde encontraremos más presencia planetaria. Sin embargo, puede ocurrir que haya dos elementos que tengan la misma incidencia en la carta natal. No es necesario que el puntaje sea exactamente igual, sino aproximado. En ese caso podemos tener fuertes lealtades con un linaje y con el otro, con un tipo de conflicto y con el otro. En ocasiones menos frecuentes encontraremos tres memorias muy marcadas.

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Pero, también, a veces ocurre que hay un equilibrio entre los cuatro ele­ mentos. En este último supuesto, no vemos una memoria más fuerte que otra. Ahí debemos acudir a otro tipo de técnica para comenzar a abordar la carta natal, ya que las memorias no están apuntando a un tipo de conflicto u otro en particular, aunque podemos dar mayor relevancia e importancia al signo o signos donde se encuentren el Sol y la Luna. En las cartas natales donde hay un equilibrio entre los cuatro elementos centraremos la atención en otros indicadores importantes, como la presen­ cia de una configuración planetaria, planetas en casa XII, planetas en los ángulos de la carta natal (Ascendente, Descendente, Medio Cielo y Fondo de Cielo) o factores astrológicos que se repiten por distintos lugares de ma­ neras diversas (ejemplo: Luna en casa 111, Mercurio en el Medio Cielo, As­ cendente en Géminis, todo apuntando a un tema de hermanos a trabajar). Muchos de estos indicadores los iremos desarrollando a lo largo del libro. A continuación, pasaremos a interpretar las cuatro memorias sistémi­ cas de acuerdo con el predominio de un elemento (Fuego, Tierra, Aire, Agua) en la carta natal.

Memoria de Fuego El Fuego es la llama que nos mantiene vivos, que insufla energía, deseo de vivir, confianza en nosotros mismos y en la vida, impulso para iniciar nuevos proyectos o para luchar por lo que queremos. Representa lo eleva­ do, la llama del corazón, el fuego del espíritu que nos conecta con la tras­ cendencia y la búsqueda de la verdad. Cuando en una carta natal encontramos una preponderancia de Fuego (podemos pensar en su preponderancia cuando es el elemento que domi-

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na la carta natal o tiene más presencia que los otros tres), encontramos que la persona proviene de un clan donde ha primado el deseo, el impulso, la búsqueda de experiencias, la acción y la agresión. Era más importante co­ rrer riesgos que medir los resultados. La máxima de esa familia era "Quien no arriesga no gana': Estamos en presencia de un clan marcado por figuras con un fuerte li­ derazgo y carisma personal, que han hecho lo necesario para conseguir sus metas, guiadas por la ambición, el emprendimiento y la lucha por la super­ vivencia. Personas que han viajado, han corrido riesgos y se han encontra­ do gran parte de su vida en constante actividad: aventureros y migrantes, se animaron a descubrir nuevos rumbos y tierras para hacer avanzar a toda la familia. En general encontremos fuertes lealtades con el linaje masculino (pa­ dres, abuelos, tíos) del clan. Y aquí vale hacer una aclaración importante: ¿por qué hablamos de varones al referirnos al Fuego?; ¿es porque las muje­ res no tienen Fuego en su carta natal?; ¿no hay mujeres líderes o empren­ dedoras? No se trata de que las mujeres no tengan el talento de abrirse camino en el mundo, sino que es importante situar el contexto sociocultural que es­ tamos estudiando. Al remontarnos a las vidas e historias de nuestros ante­ pasados, nos encontraremos que, dos o tres generaciones atrás, las mujeres tenían prohibido votar, ingresar a la universidad, heredar tierras o trabajar. Por lo tanto, la causa de que el Fuego de la familia esté más fuertemente asociado a los hombres del clan no reside en factores intrínsecos al hom­ bre. El varón no es por naturaleza más "fogoso" que la mujer, ya que hay hombres con fuertes energías yin (impulso pasivo y receptivo) en sus car­ tas natales, del mismo modo que encontramos mujeres con fuertes ener­ gías yang (impulso activo y directivo). El acceso a ciertas oportunidades y

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potenciales está determinado por la distribución desigual del poder entre los sexos y la jerarquía sexual establecida por un sistema patriarcal, donde los hombres son educados para encarnar la dominación, la fuerza, el co­ raje (ya desde pequeños sus primeros juguetes son cochecitos, pelotas y armas) y las mujeres son socializadas para reprimir sus enojos y mostrarse pasivas, sensibles y empáticas (dándoseles desde pequeñas muñequitos de bebés con cochecitos y mamaderas, maquillaje y cocinitas para jugar). Esto ha hecho que gran parte de la energía potente haya quedado repri­ mida en las mujeres y proyectada en sus parejas hombres, padres y herma­ nos, así como, en los hombres, la energía más receptiva, sensible e intuitiva fue rechazada, por no ser culturalmente aceptada para un varón, y proyec­ tada en las figuras femeninas (madres, abuelas, esposas y hermanas). Por eso, encontraremos en la mayoría de los casos con un predominio de memoria de Fuego una fuerte influencia de los hombres del clan, quie­ nes podían brillar, tomar decisiones autónomas e independientes, desta­ carse, correr riesgos y priorizar sus deseos e impulsos personales, mientras que las mujeres quedaron relegadas a los roles de cuidado y protección de las crías y la familia (vinculadas a la energía de la Tierra y del Agua). Un clan con predominio de Fuego estará asociado a la presencia de per­ petradores, aquellos miembros de la familia que han provocado algún daño, sea intrasistémico (dentro del sistema familiar, a sus esposas, hijos, etc.) o extrasistémico (fuera del sistema familiar, a otras personas del entorno). Las lealtades con los perpetradores, también llamados victimarios o agresores, producen muchas veces culpas inconscientes, necesidad de re­ parar constantemente, saldando las deudas que generaron los ancestros que produjeron un daño a otros. Encontramos escenas como violencia machista, abandono de hijos y familia, crímenes, delitos, agresiones, narci­ sismo patológico, psicopatía, acciones excesivas o desmedidas, riesgos in-

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necesarios que produjeron un dolor en la familia, alcoholismo, ludopatía, búsqueda de dominio o control de otros, irresponsabilidad, autoritarismo y tiranía. También podemos encontrar ancestros que estuvieron en guerras o luchas civiles, realizaron activismo político o fueron líderes sociales o em­ presariales. En algunos casos veremos que tuvieron problemas con la auto­ ridad, sea porque cometieron actos delictivos o porque se rebelaron frente a sus mandatos familiares. Es la memoria migratoria, que en muchos casos produjo un corte de los lazos familiares: ancestros que emprendieron y li­ deraron olvidándose de los demás, dejando atrás a sus esposas o hijos. El Fuego debe aprender a vincularse con otros, a compartir, a cuidar a los demás y dejarse cuidar por otros. Bien integrado, dará un fuerte sen­ timiento de amor propio, pero en sus octavas bajas puede producir una necesidad de autonomía que le dificulta el encuentro con los demás y el contacto con sus emociones. En el Fuego no hay espacio para la ternura, la vulnerabilidad, la tristeza; rápidamente busca traducir esas emociones en acciones. También, el Fuego debe aprender a medir sus actos y pensar en las consecuencias antes de actuar, para evitar situaciones irreversibles (tareas que realiza la Tierra). Así como puede ser egoísta, violento, corrupto y autoritario, también puede aportar grandes talentos al que tiene una carta con predominio de este elemento: la habilidad para liderar, tomar decisiones con convicción, animarse a emprender, salir de la inercia, luchar por los sueños y deseos. Se hereda la capacidad de defensa personal, la búsqueda de la verdad, la facilidad para explorar y animarse a descubrir nuevos horizontes. Quienes reciben este legado son personas con una gran energía, vitalidad y fuerza de voluntad. Actúan con pasión y convicción personal, y tienen una fortí­ sima intuición.

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Para el Fuego la autenticidad es un gran valor, y la búsqueda de la ver­ dad, un requisito básico. Qµienes tienen predominio de este elemento ne­ cesitan estar motivados constantemente, aunque a veces se aburren por demás. Tienen la capacidad de ser fieles a sí mismos, transparentes, y bus­ can que las relaciones sean lo más auténticas posible. En los sistemas con mucho Fuego no suele haber secretos. Por el con­ trario, tienden a "sacar los trapos al sol': lo que suele ocasionar entornos familiares de peleas y discusiones constantes. En algunos casos, el predominio de Fuego en una carta natal será la manera que encuentre el árbol de compensar la falta de impulso o indi­ vidualidad de los miembros del sistema. A veces nace un heredero con mucho Fuego en un árbol donde hubo mucha indiferenciación, miedo o conservadurismo, para que alguien se anime a abrirse camino, como un pionero o buscador, trayendo una energía que equilibrará al árbol. Esta otra posibilidad se corrobora comparando la carta del nativo con la de sus padres y antepasados, o en el diálogo durante la consulta y la devolución astrológica. Los enojos afectan al hígado, que es el órgano relacionado con la ira y la irritabilidad, tanto para la medicina tradicional china como para el Ayur­ veda y la biodescodificación. Sea que vivamos en constantes ataques de ira o que reprimamos la ira y no le demos una salida sana, el hígado se sobre­ cargará y se manifestará a través de dolores de cabeza, enrojecimientos y contracturas. Además, es el primer órgano que se afecta con el exceso de alcohol. En astrología el hígado se vincula con Júpiter, que es un planeta de Fuego que nos puede llevar al fanatismo, el exceso y el riesgo. Otro órgano que se puede dañar es el corazón. Así como el Sol (quien rige el corazón) es el centro vital del sistema solar, el corazón es el centro del ser humano, irradiando la sangre a todos los órganos y tejidos.

so

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Una forma de encauzar el enojo es a través del deporte y la competen­ cia. La actividad física, las artes marciales, la competición son una buena manera de gastar energía y transformar las tendencias dominantes y agre­ sivas en algo lúdico y saludable. Convertir la agresividad en asertividad es una tarea importante para las personas que vienen de sistemas con mucho Fuego, porque lo más proba­ ble es que esto no haya sido posible en generaciones anteriores. Tenemos que considerar el contexto político y económico en el que se criaron nues­ tros padres, nuestros abuelos, nuestros bisabuelos. La mayoría de ellos huyó de guerras, sobrevivió gobiernos militares, atravesó hambrunas, pes­ tes, enfermedades, y tuvo que trabajar y luchar duramente para sobrevivir. Sin embargo, nuestra realidad actual, en la mayoría de los casos, es distinta. Tenemos acceso a mucha más educación y oportunidades que la mayoría de nuestros antepasados, lo que nos da cierta ventaja. Canalizar ese Fuego constructivamente hacia metas, objetivos, y ser claros con lo que deseamos en lugar de imponerlo es una gran tarea de reconciliación con el elemento Fuego que nos toca a las siguientes generaciones integrar.

Memoria de Tierra La Tierra es la fuerza de la vida que tiende a la materialización. A través de ella podemos habitar la realidad material, encarnar en un cuerpo físico que tiene necesidades concretas (de alimento, de descanso, de higiene, de contacto), podemos construir o adquirir objetos reales, concretar proyec­ tos y ocuparnos de las cuestiones cotidianas. La Tierra se asocia al sentido del deber, a las obligaciones diarias, a la necesidad de obtener dinero a través de nuestro trabajo. Nos impulsa a cuí-

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dar los logros obtenidos, a ponernos metas y ambiciones, y a trabajar dura y diligentemente para alcanzar esos objetivos. La Tierra se ocupa de lo que hay que hacer, aquí y ahora. Por eso se dice que alguien "tiene los pies sobre la tierra" cuando es alguien realista, responsable y serio. Con esta descripción, no es dificil imaginar cuáles habrán sido las preo­ cupaciones de nuestros ancestros si tenemos un predominio de Tierra en la carta natal. Nos encontramos un sistema orientado a la productividad, la utilidad, la resolución de los problemas cotidianos, materiales y econó­ micos. Podemos heredar la tarea de mejorar el estatus social de la familia, sumada a un gran sentido del deber y de realidad. Temas como el cuidado de niños y enfermos, la atención a la salud y la obtención de dinero y ali­ mento fueron importantes para nuestros antepasados. Las personas con un predominio de Tierra en su carta natal suelen te­ ner lealtades con las personas del clan que se hicieron cargo de las tareas cotidianas y rutinarias, de la preparación de los alimentos, de la limpieza, del cuidado de los niños y enfermos, generalmente, las madres y abuelas. Solemos encontrar personas en la familia que se han sacrificado mucho por los demás, ocupándose de los asuntos materiales, realizando tareas que beneficiaban al resto. Cuando tenemos un fuerte predominio de Tie­ rra en la carta natal traemos programas inconscientes de que, para asegurar que las necesidades básicas estén cubiertas, hay que esforzarse demasiado (muchas veces renunciando a los propios deseos, gustos, placeres y volun­ tad personal). Veremos figuras muy autoexigentes, autónomas y responsables, que hacían lo que hiciera falta para sostener a la familia, que trabajaron incan­ sablemente para alcanzar sus metas, que tuvieron carencias o enfermeda­ des de todo tipo. Es importante preguntarse si hubo enfermos en la familia

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y quiénes se ocuparon de ellos, para tener una pista de hacia qué antepa­ sados tendremos las mayores lealtades. Quizá se trate de esa abuelita que tuvo que cuidar a sus hermanos porque su mamá estaba deprimida o de ese bisabuelo que salió a trabajar desde pequeño para ayudar a sus padres. La Tierra aporta un sentido de solidez interna y responsabilidad como ningún otro elemento. Para los descendientes que heredan los talentos de la Tierra, todo es posible con suficiente voluntad. Pisan firme en su profe­ sión, saben lo que deben hacer y no le temen al trabajo duro. Suelen contar con una facilidad para planificar a largo plazo y materializar sus proyectos con constancia y paciencia. Tienen un sentimiento de autosostén y auto­ nomía, y la capacidad de administrar bien los recursos, sacando el mayor provecho al dinero. El lado oscuro de la Tierra es el apego a los bienes materiales, las ten­ dencias conservadoras y las cortas miras, ya que su función es cuidar la materia, no ponerla en riesgo. Por eso quienes tienen predominio de este elemento suelen ser extremadamente cautos y les cuesta actuar de forma espontánea (a diferencia del Fuego). También nos encontraremos con una dificultad para conectar con las emociones (trabajo del Agua), ya que la Tierra se ocupa de asuntos concretos, no emocionales. Este elemento le teme a lo novedoso, a todo aquello que lo saque de su statu quo y de su zona de confort. Es frecuente que haya problemas en la vinculación social, ya que la Tierra tiende al ostracismo (a diferencia del Aire, que es abierto y social). También hay que considerar, en algunos casos, la posibilidad de que un fuerte predominio de Tierra en la carta natal no sea una repetición de patrones familiares, sino una mutación como modo compensatorio. Si du­ rante la entrevista astrológica vemos que la persona cuenta anécdotas de mucho cambio, toma de decisiones impulsivas, falta de cautela en su clan

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familiar, o por comparación con la carta de sus antepasados encontramos que no hay demasiada Tierra en generaciones anteriores, podría ser que este sujeto haya nacido con mucha Tierra para equilibrar al árbol aportan­ do prudencia y estabilidad a las tendencias extremistas de generaciones anteriores. La emoción que predomina en estas personas es el miedo. Norberto Levy, en su libro La sabiduría de las emociones, dice: "El miedo es una va­ liosísima señal que indica una desproporción entre la amenaza a la que nos enfrentamos y los recursos con que contamos para resolverla" (Levy, 2008 ). Aunque el miedo en muchos casos nos congela, tiene como obje­ tivo marcarnos un peligro, una amenaza a nuestra integridad. Por eso, gra­ cias al miedo, la Tierra puede controlar todas las variables para proteger y asegurar la vida de los descendientes. Al ser obedientes y tradicionalistas, las personas con mucha Tierra sue­ len sentir culpa cuando no cumplen con las expectativas o mandatos. Esto puede traducirse en que encarnen el rol del chivo expiatorio. Se dice que antiguamente el pueblo hebreo elegía un chivo para expiar todas las culpas a través de un ritual llamado d(a de la expiación. La persona que encarna el chivo expiatorio de la familia es quien carga con toda la culpa familiar, in­ dependientemente de su inocencia. A veces, es el hijo adolescente al que le va mal en la escuela, el padre que pasa muchas horas fuera de casa, la nuera que se "robó al hijo'� etc. El chivo expiatorio cumple un rol familiar fundamental alivianando el padecer de los miembros del sistema. Hace un sacrificio por la familia, aunque la mayoría de las veces no de forma consciente. Podríamos decir que cumple un rol protector, ya que, cargando con las culpas, evita un mal mayor. Sin embargo, no es un rol sano ni agradable para quien lo ocupa, y exime de responsabilidad al resto de la familia. En astrogenealogía, en-

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contramos la energía de Saturno (planeta regente de Capricornio) fuerte­ mente asociada a esta figura, ya que Saturno nos obliga a hacernos cargo, responsabilizarnos: sentimos el peso en nuestros hombros. Saturno rige al sistema óseo, que puede verse afectado en las personas con mucha Tierra o que cargan con un exceso de responsabilidad. Según la biodescodificación, los problemas en los huesos hablan de un conflicto emocional de falta de soporte, a veces por soledad o desprotección. La per­ sona siente que no puede soportar todas las demandas del entorno o no se siente valorada. En muchos casos, estos conflictos los acarreamos de varias generaciones atrás, lo que muestra cómo estos roles de sacrificio tienen graves consecuencias para todo el árbol. También la Tierra tiende a la somatización, pudiendo verse afectada la digestión. Glándulas como la tiroides, por ejemplo, pueden alterar su fi.mcionamiento. Puede haber problemas de indigestión o intolerancia a ciertos alimentos, como fruto de los problemas nutricionales del pasado o por excesiva preocupación. Una forma de superar esta tendencia a dar de más de la Tierra es tra­ bajando muy bien los límites personales, algo que pudo costarles a los an­ tepasados. Aprender a poner límites sin culpa es un proceso sano. Saber cuándo debemos ayudar y cuándo no, reconocer si estamos realizando un sacrificio por la familia y poder corrernos, y, principalmente, responsabili­ zar a cada uno de lo suyo es una tarea a cumplir si tenemos predominio de Tierra. Debemos trabajar para renunciar a querer llevar el peso del mundo, cual Jesús en la cruz (símbolo, por cierto, capricorniano), y comprender que cada persona tiene su parte de responsabilidad y que las cargas se de­ ben compartir para que la situación sea justa para todos.

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Memoria de Aire Después de la Tierra viene el Aire, para poner un poco de movimiento y ligereza a la estricta Tierra. Este elemento, de naturaleza yang (extroverti­ da, expresiva, activa), es una energía libre, cambiante y creativa. Nos conec­ ta con la dimensión social y vincular de la vida, con la necesidad de comu­ nicarnos, establecer acuerdos, aprender cosas nuevas y soltar los apegos, para vivir de forma más liviana. El Aire no busca quedarse, fijarse o establecerse como la Tierra. Más bien quiere cambio, novedad, creatividad e ingenio. Necesita estar siempre . informado con las últimas noticias y aparatos informáticos, saber de todo un poco, no aferrarse a lo viejo, sino hacer un viaje al futuro. Cuando tenemos un predominio de Aire en la carta natal, encontramos personajes en nuestro árbol que fueron adelantados para su época, mos­ trando ideas vanguardistas y una disposición para la inventiva: ancestros que estudiaban en épocas en que eso no era tan común, con pensamien­ tos novedosos y una gran capacidad de transmitirlos. Heredamos de ellos talentos intelectuales inigualables y una facilidad para el aprendizaje y los idiomas. Por lo tanto, es importante preguntarse quiénes han sido los intelec­ tuales, estudiosos o genios creativos, ya que es probable que sus vidas e historias arrojen información interesante sobre las lealtades que estamos cargando a través de esta memoria. En muchos casos también es posible encontrar personas que han es­ tado comprometidas con actividades sociales, como el activismo por los derechos humanos, la política, las leyes y las ciencias sociales. Por eso, suele haber una lealtad mayor con los hombres del clan. Si bien cualquier persona, hombre o mujer, tiene capacidades intelectuales,

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cuando nos remontamos al pasado, recordamos que hasta principios de siglo XX las mujeres no podían acceder a los estudios universitarios, con la consecuencia de que el desarrollo intelectual, la inventiva y la creatividad se desplegaran más en los hombres del árbol. Las experiencias en un sistema de Aire incluyen cambios constantes, mudanzas, separaciones y, en muchos casos, un sentimiento de desarraigo. Es posible que nuestros antepasados hayan vivido en ambientes inestables, marcados por el desapego, el movimiento y la falta de seguridad. Si bien las relaciones sociales eran importantes, no lo eran desde un punto de vista emocional o sentimental (a diferencia del Agua), sino desde el costado so­ ciable, amigable y comunicativo. La falta de límites que produce el Aire, el sentimiento de no tener raíces sólidas, la pérdida de la cohesión, sumados a una constante superficialidad en las emociones, puede provocar en muchos casos una sensación de ines­ tabilidad en los descendientes de estos clanes. Veremos que las relaciones sociales y entre los miembros de la familia son uno de los puntos a mejorar. Es importante indagar cómo fue la rela­ ción entre hermanos o primos en el árbol, que en muchos casos es el gran tema a resolver para los descendientes. Otro de los conflictos a superar es con la comunicación. El Aire es livia­ no y muchas veées habla mucho, pero no de los asuntos realmente impor­ tantes. Por eso las personas con mucho Aire vienen a evidenciar lo dicho y lo no dicho en la familia. Es frecuente encontrar, en los sistemas en que predomina el Aire, al­ gunos miembros de la familia distintos, fuera de la norma, excéntricos o extravagantes: figuras que exploraron su singularidad única, que buscaron hacer su camino, aunque por momentos parecieran andar sin rumbo. Y en algunos casos, para poder hacerlo, cortaron lazos con la familia, volvién-

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