CB. CON TODO MI CORAZON.pdf
March 6, 2017 | Author: May | Category: N/A
Short Description
Download CB. CON TODO MI CORAZON.pdf...
Description
Con Todo Mi Corazón Catherine Burke
Capítulo 1 El humo del tubo de escape del motor del autobús escolar flotaba en el frío aire del mes de enero. El frío era un efecto secundario, de la masiva tormenta, que actualmente golpeaba el área de Baltimore. Seis centímetros de nieve mullida blanca cubrían toda la superficie adherente. A medida que el mercurio continuaba cayendo a un solo dígito, todos los residentes de la zona se esforzaban en mantenerse en el interior de sus casas, aunque los entrenadores y jugadores del Bayview de Secundaria no tenían la misma suerte. De pie en la entrada de la escuela secundaria, Tracey Campbell se frotaba las manos. No se había anticipado a la severidad de la tormenta. Por la seguridad de su equipo, deseó haber seguido el consejo de la junta escolar y cancelar el partido contra el pueblo rival de Jefferson. Como entrenadora terca y dedicada, del equipo de las muchachas del equipo universitario, no quería decepcionar a las jóvenes cancelando la final del campeonato. Desde su primer partido, las chicas querían llegar a las eliminatorias estatales. El partido había terminado, y el equipo en vez de estar festejando su triunfo, se concentraba en el clima exterior. Durante el tiempo que habían estado en el interior, una tormenta de invierno rugía en el exterior. Cuando el equipo de Bayview barrió a los Bulldogs de Jefferson, la ira de la madre naturaleza siguió afuera. Sólo podía pensar en meter a su equipo victorioso en el autobús y llegar a casa. Miró hacia el cielo, en la noche oscura, para ver copos de nieve caer pesadamente. Silenciosamente deseó que la junta hubiera cancelado el partido del sábado. Baltimore era conocida por sus fuertes nevadas, y la tormenta exterior parecía no tener fin. La verdad es que tampoco había querido cancelar el partido. De hecho, había disfrutado ganando al equipo de Becky Kramer. Vencer a los Bulldogs de Jefferson, en su All-State Center, sirvió para darse cuenta que podían ser capaces de entrenarse a equipo más importantes. Habían sido más rápidas en aprovechar las pérdidas de balón y escapadas. Las dos centrales no habían tenido demasiado impacto en el juego. En cambio, Zoey Papa, armadora señor, jugó el partido de su vida. Anotando una carrera de veintiocho puntos y diez robos. La pequeña rubia había sido el catalizador de su equipo. Cuando una ráfaga de aire frío golpeó su rostro, Tracey se volvió y vio una figura corriendo por la puerta. Volvió los ojos gris plata al cielo lleno de nieve, pensando que no podía esperar a llegar a casa. Esta noche, se quedaría sentada en su sofá, bajo una manta, con un libro y una taza caliente de café moca cerca. El zapateo de las botas, sobre la alfombra de la entrada, fue el aviso de la llegada del conductor a la escuela. Una sonrisa apareció en su rostro mientras Carl Parker, el conductor del autobús, se limpiaba la nieve de la cabeza. Dio una palmada, a sus manos enguantadas, y arrastró los pies en dirección a ella, con movimientos lentos debido al tiempo y a su edad. “¿Mucho frío Carl?” Tracey bromeó al jubilado. Carl era el conductor favorito, tanto de los estudiantes como del personal. Solía bromear diciendo que había aceptado aquel trabajo para salir de las garras de Millie. Durante años Tracey había oído hablar de la famosa Mille, pero no había llegado a conocerla. Al parecer tenía una actitud muy humilde con los niños de la escuela secundaria. Rápido con su consejo o palabras de sabiduría, era respetado por los
estudiantes, personal y padres. Había habido un par de veces en las que había tenido que intervenir para disolver peleas entre los estudiantes. Era un veterano de la guerra de Vietnam que podía con todo. La semana pasada, había tenido que intervenir para detener una pelea desagradable entre dos chicos altos por una chica. “Sra. Campbell hace bastante malo fuera. ¿Y el frío? Todavía me duele el pecho.” Se encogió de hombros y se frotó el pecho. “Deberíamos irnos tan pronto como nos sea posible.” El conductor del autobús le devolvió la sonrisa a la atractiva maestra. Le gustaba la manera amistosa con la que la Sra. Campbell trataba a todos. Era muy respetada por el profesorado y los estudiantes. Nunca había utilizado sus atributos femeninos para conseguir lo que quería, aunque a casi todos los varones, en el campus, les encantaría ser objeto de su afecto. A pesar de los diversos comentarios que había oído, sobre la atractiva maestra, ésta no les daba importancia. Le agradaba tratar con aquella mujer de espumosa sonrisa, ojos gris claros y cabello ondulado. Aunque amaba a su mujer Millie, le agradaba ver la sonrisa de la Sra. Campbell cada vez que podía. Se atrevía a adivinar que, la joven profesora de Biología, tenía a muchos hombres jóvenes detrás de ella, y no precisamente interesados en sus logros académicos. “Voy a buscar a Andy y a las chicas. Nos lo tomaremos con calma. No me gusta este clima.” Se volvió hacia el vestuario para conseguir que su equipo se pusiera en movimiento. Vestida con un jersey con cuello en v, de color gris paloma, que resaltaba el color de sus ojos, unido a unos pantalones ajustados negros, a juego con unas botas de vestir con un tacón que le daba un aspecto de lo más atractivo. Llevaba una larga chaqueta de cuero negra sobre los brazos. El canal del tiempo, había pronosticado nieve durante el día, pero la furiosa tormenta del exterior, no estaba en el pronóstico. Llamó con fuerza a la puerta del vestuario, y la abrió unos centímetros. “¡Vamos señoras! Que es sábado. No creo que lo queráis pasar conmigo o con entrenador Morgan!” Soltó la puerta, que se cerró, y entró en el gimnasio. Andy Morgan, su entrenador asistente, estaba hablando con Becky Kramer, la entrenadora del equipo de Jefferson. Tracey suspiró. Tendría que prepararse para una nueva conversación con Kramer. La entrenadora del equipo contrario había estado pidiéndole, durante años, que salieran. Tracey había hecho todo lo posible para evitar ser grosera con aquella mujer. Becky miró Tracey acercarse a ellos. “Bueno, supongo que hemos pagado el no poder resolver las torceduras del equipo durante las últimas semanas. Tus chicas nos lo han hecho ver.” Jefferson realmente sólo se había acercado una sola vez en su juego. “Zoey y Michelle han intensificado su juego”. Su equipo había estado muy bien. Sus dos mejores jugadora, Michelle Stanley y Zoey, la habían impresionado con su liderazgo. En un primer momento, Michelle había tratado de tomar las riendas ella sola. Pero después de ser rechazada, dos veces, por el centro de Jefferson, comenzó a pasar y conseguir que sus compañeras de equipo se implicaran. A medida que el juego avanzaba, fueron capaces de meter la pelota, en la clave, para que Michelle pudiera anotar diez puntos. Mirando hacia atrás, los ojos de Tracey buscaron a Andy. Tenían que ir saliendo a la calle. “¿Ha jugado Zoey Papa para el equipo universitario antes?” Kramer estaba haciendo todo lo posible para mantener a Tracey dentro de la conversación. Ésta la miró como si estuviera loca, sabiendo que sólo estaba haciendo tiempo para volver a enviarla a salir. Su equipo había hecho un comentario sobre la entrenadora de Jefferson, diciendo que parecía a una pelirroja Goofy. Aquella referencia al personaje de dibujos animados de Disney era una descripción muy exacta. Cada vez que hablaba con aquella mujer, todo lo que podía imaginarse era a la entrenadora diciendo: “Ah... yuck puaj”
“Ha estado lesionada el último par de años. Pero este último año ha sido muy bueno.” Andy saltó de nuevo, ayudando a Tracey. Sabía que su compañera de trabajo que no quería hablar con la entrenadora Kramer, a pesar de que estaba disfrutando de su incomodidad, con la situación. “Andy, tenemos que ponernos movernos. Carl tiene el autobús en marcha, y la nieve está empezando a bajar de nuevo.” Vio al entrenador asistente ocultar la sonrisa en su rostro, sintiendo que Kramer la observaba. Se volvió intentando escapar de la situación. Andy se alejó con ella, que le dio un codazo, en el costado, maldiciendo en silencio. “Eso por ponerme en esa situación.” “Entrenadora Campbell.” Escuchó la voz de Kramer llamándola. Andy soltó se rio entre dientes. Tracey se volvió hacia la mujer y Andy continuó hacia la salida. “Entrenadora Tracey.” Sin darse cuenta, el espacio entre ellas se vio reducido. “Realmente me gustaría invitarte a cenar.” Tracey miró por encima del hombro para ver si alguno de sus alumnos o padres podían oírlas. “¿Becky? Mira, realmente creo que eres una buena persona, pero no me gusta mezclar mi trabajo y la vida social.” Había hecho todo lo posible para rechazar a la mujer, sin ofenderla. Becky no era su tipo. No quería citas con mujeres con las que ni tan si quiera podía mantener una conversación. Su vida social consistía en sus amigos: Yvonne Piper y Maxie, Maxine Kendall, su amiga una vez y compañeros de la universidad. Por un corto periodo de tiempo había estado saliendo con Maxie. Al final, Tracey sintió que estaban mejor sólo como amigas. Por lo general, solía coincidir con sus amigas jugando a softbol, durante los meses de verano, y saliendo los fines de semana. Solía salir más cuando no estaba en la escuela. Durante la temporada de baloncesto, rara vez se aventuraba a salir con el dúo dinámico, un apodo para sus amigos cuando ella no podía salir. “Espero que lo entiendas.” Dirigió su mirada hacia Andy, que estaba apoyado en la pared de ladrillo viendo el espectáculo. “¿Se ha enfadado?” preguntó a su compañera y amiga. “Lo dudo. Ya es una niña grande.” Se dirigió ahora a sus jugadoras. “¡Vamos chicas!” Andy se apartó de la pared y se puso delante de ella. Durante los últimos tres años, Andy Morgan había trabajado como su asistente técnico. Se habían conocido en el gimnasio, durante su primer año en Bayview. Andy era ex militar y enseñanza por primera vez. Estaba teniendo problemas para adaptarse a las demandas para un profesor de sexto grado. Ambos se hicieron amigos de inmediato. La familia de Tracey se había mudado varias veces durante toda su niñez, terminando finalmente en Washington DC, cuando su padre, un hombre de carrera en la marina, obtuvo un puesto en el Pentágono. Andy le recordaba a su padre, o al menos su estilo de corte de pelo. Aquel estilo de corte de pelo, estándar y estrecho, era una buena y rápida solución por las mañana, o al menos era lo que ambos hombres le habían confesado. A veces, cuando se preparaba por las mañanas, entendía por qué su padre y Andy continuaban con aquel estilo de corte. Desde que se había conocido, hacía ya seis años, se hicieron muy cercanos, tanto que incluso escucharon rumores sobre su posible emparejamiento. El verano pasado, Andy y Allison se habían casado. Había pedido a Tracey le fuera el padrino. Según Vonnie Piper, su mejor amiga, estaba muy elegante con un esmoquin. Para ella, pedirle que fuera su asistente de entrenador, cuando se había hecho cargo del equipo, hacía ya tres años, había sido una elección muy sencilla. Las jóvenes caminaron rápidamente hacia el autobús seguida por Tracey. De pie, en la parte superior de las escaleras, le hizo un guiño a Carl y empezó a contar cabezas. Miró a Andy y levantó dos dedos.
Se puso de pie para contar. Confirmó su número con un movimiento de cabeza. Se ajustó su chaqueta de cuero alrededor de su cintura y volvió a entrar en la escuela. En el vestíbulo, Zoey Papa estaba inclinada mirando su bolsa de lona. Parecía como si hubiera estado llorando, por el enrojecimiento de los ojos y las marcas de las lágrimas. Colocando una mano sobre el hombro de la jugadora, Tracey hizo un gesto a Zoey para que fueran a los vestuarios. La pequeña rubia se secó la cara con el antebrazo, agarró su bolsa y siguió a la entrenadora. Sus pasos eran pequeños en comparación con las largas zancadas de la entrenadora. Tracey entró primero, sin detenerse a los bancos vacíos, si no que continuó para comprobar las alcobas, asegurándose de que nada pudiera escuchar su conversación. Hizo un gesto a la joven para que tomara asiento en el banco de madera. Las lesiones habían plagado la carrera de Zoey y, finalmente, en su último año, estaba sana. “¿Estás bien?” La voz de Tracey era suave y relajante. El partido de hoy, había sido el mejor de su carrera. Las lágrimas no eran el resultado de su estupendo partido. Después de llevar enseñando varios años, había aprendido la manera de llegar a los estudiantes para que hablaran. Dejando caer su voz, a un nivel tierno y cariñoso, como usaría una madre para si hija, se acercó a Zoey. Vio como la joven sacudía la cabeza mientras fluían sus lágrimas. “¿Estás herida?” Otra sacudida. “¿Quieres hablar de ello?” Observó la mezcla de emociones jugar en el rostro de la persona mayor. “A veces es útil hablar acerca de las cosas que nos están molestando.” Le tembló el labio inferior y Tracey hizo una mueca, pensando que parecía doloroso. Zoey vaciló. “¿Alguna vez has tenido a alguien que te importaba tanto, pero que a su vez esta persona no cree en ti o no se preocupa de la misma manera?” Tracey procesó la pregunta que su jugadora estaba haciendo. Su familia siempre había sido de apoyo. Era la única chica de una familia de cuatro hijos, que nunca tuvo que preocuparse de que sus hermanos o sus padres no creyeran en ella. Cuando se lesionó la rodilla, en su segundo año de universidad, su hermano Tommy estaba a su lado trabajando con ella durante su rehabilitación. Después de aquella lesión, nunca fue capaz de jugar de la misma forma, por lo que tuvo que cambiar sus prácticas deportivas. Jugaba a softbol con un grupo de amigos pero se vio obligada a dejar el mundo de los deportes de competición. “No puedo decir que tenga ese problema. Mi familia es muy solidaria. Hizo una pausa, podía ver que la joven estaba sufriendo. “¿Quién no cree en ti, es una persona que no necesitas en tu vida?” Sabiendo que sus palabras no estaban ayudando a la joven, se puso de pie y recogió a la joven rubia en un abrazo. “Verás cómo todo se soluciona. Sé que ahora puede doler, pero en seis meses, cuando llegue el verano, te olvidarás de todo y seguirás con tu vida.” Sentía la cabeza de la rubia contra su hombro. “¿Me sentiré mejor? ¿Lo prometes?” Zoey dijo con voz apagada. “Zoey, todavía eres muy joven, acabas de empezar a convertirte en un adulto. Te lo prometo.” Se echó hacia atrás para ver la cara de la joven. “Eres es una mujer hermosa, joven y talentosa, sea quien sea, es un tonto.” Aquello hizo que la joven mostrara una leve sonrisa. “Tómate tu tiempo, pero tenemos que salir de aquí. No creo que ninguno de nosotros quiere ser atrapado, en Towson, durante la noche.” Zoey se rio entre dientes y se limpió la cara. Le revolvió el cabello y salió por la puerta. Se encontró con la entrenadora Kramer. “Tracey. Pensé que ya os habríais ido.” Kramer sonrió mientras apoyaba un portapapeles en su pecho.
“Lo intento”. ¿Podría este día ser peor? “He tenido un pequeño problema con una de los jugadoras.” Miró hacia la puerta para ver a un muy preocupado Andy Morgan caminar hacia ellas. “Hey... Michelle.” Andy la informó que faltaba una de las jugadoras. “Tengo a Zoey.” Tracey respondió. “Ya nos veremos, entrenadora”. Tracey pasó junto a la pelirroja a sabiendas de la mujer caminaba a su lado. Siendo testigo de su malestar, de nuevo, Andy se estremeció interiormente ante la capacidad de compañera de no mostrar su disgusto por aquella mujer. Tracey llamaba la atención. Era una mujer hermosa, con el pelo castaño que le llegaba un poco más allá de los hombros, con unos ojos grises plateados que brillaban cuando estaba feliz. Sabía que de vez encunado había tenido alguna que otra cita, pero no había habido nadie especial desde que la había conocido. Cuando él empezó a salir en serio con Allison, ésta quiso conocer a Tracey. Andy pensó que estaba celosa de su relación con la entrenadora jefe. Después de salir a cenar con Tracey, Andy le preguntó a Allison que pensaba de Tracey. Esta se rio y dijo que realmente le gusta, y que no estaba preocupada porque él pasara tiempo con ella. La miró durante un momento. Aquella no era la reacción que esperaba. Allison no se lo explicó hasta que llegaron a su casa. “Sabes que es ella es gay, ¿verdad?” Allison le preguntó, mientras la acompañaba hasta la puerta. La mirada en el rostro de su entonces novio palideció ante su incredulidad. “¿Pero si ella es?” “¿Atractiva? ¿Sexy?”, le interrumpió, encogiéndose de hombros. “Es lo que hay dentro Andy. No su imagen exterior. La otra única persona que se ha dado cuenta es la Chef, la rubia que se acercó a nuestra mesa para preguntar cómo estaba nuestra comida.” “¿En serio?” “Totalmente”. Allison dejó que Andy abriera la puerta y esperó un momento en el umbral. “¿Te molesta que a Tracey le gusten las mujeres?” “Umm...” El profesor reflexionó sobre sus pensamientos por un momento. “No, no me importa. Ella es sólo Tracey. Realmente nunca pensé en ella de otra manera. Es mi amiga. Realmente no me importa con quién se acueste.” “Bien.” Allison le agarró la mano y tiró de él al interior de su apartamento. Meses después, cuando Andy conoció a Simon, el muy extravagante hermano de Allison, se dio cuenta de lo importante que era su respuesta a aquella pregunta. “¿Zoey viene?, en el momento en que habló, la pequeña rubia apareció desde el vestuario, con una gorra de trineo en la cabeza, tapándose los oídos. La jugadora pasó junto a los entrenadores y se acomodó en el asiento justo detrás suyo. Tracey miró a la persona mayor, sabiendo que este no era su lugar habitual, en el autobús del equipo, Zoey solía sentarse más atrás con Michelle. La entrenadora levantó los ojos hacia la forma desgarbada en el pasillo frente a ella. “Ya estamos todos Carl. Vayamos a casa.” Tracey bajó los ojos y rezó en silencio para que pudieran llegar a casa con total seguridad.
~ Una brisa suave se serpenteaba, mientras la luz del sol brillante se deslizaba sobre la mujer acostada boca arriba en la playa. Pasando sus dedos en la arena, junto a la toalla debajo de ella, sintió los granos cosquillear sobre sus dedos y por su piel. La tierra dura, en su espalda, era irritante, pero estar bajo el sol valía la pena. En momentos como
este, podía saborear la tranquilidad con la luz del sol de un paraíso tropical. Si simplemente tuviera la compañía de una mujer hermosa de compartirlo…. Su mente inmediatamente imaginó la cabeza de una mujer echada hacia atrás mientras besaba su garganta, sus hombros, bajando hasta los pesados pechos y pezones tensos, en espera de su boca los saboreara. Sonrió a la fantasía de querer estar en el medio de una de esas novelas románticas cursis. Mujeres en medio de un paraíso tropical, teniendo sexo alucinante, durante horas, o tal vez era una película porno. Sintió la humedad entre sus muslos. El silencio que la rodeaba, era interrumpido, solo por el suave sonido del canto de los pájaros en los árboles. El signo revelador de una novela romántica de mala calidad. Ahora lo que realmente necesitaba era conocer a una mujer hermosa. Un pequeño ruido llamó su atención, seguido por el suave murmullo de su nombre. “¡Holly!” Arrastrando su mano perezosa por la arena y miró hacia la luz cuando la sombra de una mujer apareció a su lado. El movimiento de su mano seguía llegando a la mujer haciendo señas hacia ella. Segura de poder hacerlo. Una sonrisa pasó por encima de sus labios mientras los humedeció con la punta de la lengua. Tenía el pelo oscuro. Se dio cuenta que la mujer era una morena cuando alcanzó a tocar el hombro desnudo de la mujer. ¿Más cerca? Más cerca. Quería deslizar su mano por el pelo de la mujer para acercar la boca de la extraña. Saborear la dulzura de sus labios, tocar la suavidad de su piel. Deslizó las manos y la boca a través del suave y plano estómago. Acariciar los pezones duros y saborearlo como agua en el desierto. Quería tener sexo, alterar su vida y escapar de todas las relaciones que había tenido. Escapar y olvidar la crisis desgarradora que su ex la hizo pasar. Escapar para olvidarse de su familia. Desaparecer de su vida solitaria en los brazos de una mujer suave, que la cuidara y amara. Quería llegar al clímax una y otra vez, mientras esta mujer se aferrara a ella gritando su nombre. “¡Doctora Graham!” El grito la sacó de su mente inconsciente, despertándola de un profundo sueño, de un sueño semi erótico. Junto a ella, delante del sofá del salón, estaba la jefa de enfermeras de la planta, Sandra Rollins. “¡Doc!” La voz de Sandra penetró a través del paisaje de ensueño, mientras se perezosamente se despertaba. “¡Doc!” Una vez más la llamada vibró a través de sus sentidos. Con un movimiento de su pelo rubio corto, Holly finalmente se despertó. La mujer de pelo corto, con una circunferencia sólida africana, la miró con los brazos cruzados esperando con impaciencia que la médica despertara. Las luces fluorescentes generales caían sobre el médico. Holly volvió en sí y puso su mano para bloquear el resplandor de las luces. Su sueño tropical era una farsa. Estaba en el trabajo. Otra fantasía arruinada por la realidad de ser la Jefe de Residentes, en la sala de emergencias. Reconoció por la expresión en el rostro Rollins, que iba a ser un largo turno. “¡Estás viva!” Rollins bromeó. La enfermera sabía que la Dra. Graham se había quedado dormida, hacía sólo unas horas, cuando la tormenta había empezado. Después de la pausa de la mañana, la sala de urgencias estaba al borde del infierno provocado por la tormenta que rugía fuera. El Condado de Jessup y el Departamento de Transporte de Maryland no habían declarado el estado de emergencia. ¿Quién sabe lo que estaban pensando los políticos?
Rollins dio a la médica un pequeño empujón en el brazo. Los grandes ojos marrones de ésta la miraron alertada. Llevaba trabajando con Holly desde hacía ya diez años, y recordaba el primer día que sus grandes ojos marrones la miraron en sala de emergencias. Acababa de salir de la escuela de medicina, y parecía una niña asustada. No era tan mayor como los otros internos, pero mostraba una gran madurez con sus apenas veinticuatro años. A través de conversaciones y pequeños comentarios, Sandra supo que Holly se había graduado, en la escuela muy temprano e inmediatamente se había matriculado en la universidad. La vía rápida a la escuela de medicina, comenzó su residencia tan pronto como pudo. En cuestión de semanas, sabía que la alta rubia sería una médica. Una adicta al trabajo y mérito adicional por naturaleza, Holly nunca parecía superada por las largas horas y turnos dobles. Siempre se ofrecía a hacer cualquier turno, en caso de ser necesario. De hecho, Rollins no podía recordar la última vez que la médica había tenido tiempo libre. Cuando algunos residentes no llegaban más allá de las primeras seis semanas, por no hablar de los años de formación que estaban obligados a pasar, la joven bien equilibrada no sucumbió al agotamiento o depresión. La única vez que la vio vacilar, a la buena doctora, había sido hacía ya cuatro veranos, cuando una extraña mujer se presentó en la sala de emergencia pidiendo ver a Holly. El resplandor de la ira que apareció en el rostro de Holly, hacia la otra mujer, todavía le provocaba escalofríos a la enfermera jefe. Sabía que la rubia era una persona muy privada, y rara vez hablaba de su vida familiar o personal. Bien respetada y fácil de trabajar, Holly era la favorita del personal y de los internos. “Vamos bella durmiente. Tenemos entradas.” Rollins se aseguró de informar a Holly, antes de salir de la sala de estar. Como a cámara lenta, la mujer dormida balanceó sus pies del sofá de cuero de imitación, deslizándolos sobre las baldosas de vinilo blanco y gris cuadradas. Bajó la cabeza, mirando las manchas de color azul y rojo, salpicado como una pintura de Jackson Pollock. Tenía que despertarse y rápido. Estirando sus largos brazos sobre su cabeza, sintió la liberación de la tensión cuando su columna sonó. El sonido parecería que pudiera infringirle algún tipo de dolor, pero simplemente sintió alivio, mientras su espalda se aflojaba. Después de diez años trabando en el Hospital Jessup, debería saber mejor que nadie que no debía dormirse sobre aquellos cojines implacables. En su residencia, se especializó en Medicina de Urgencias, y acertó en su primera elección, el Jessup Community Hospital, una rama del programa de la Universidad de Maryland. Después de su residencia, le ofrecieron un puesto de asistente en el prestigioso hospital de Maryland. Poniéndose de pie, agarró el estetoscopio de la mesa, se dirigió a la cafetera y se sirvió una taza alta de java. La olió, reflexionando si realmente quería saber cuánto tiempo llevaba hecho. El olor de granos tostados la llevó de nuevo a su primer año en la universidad cuando se aficionó al café. Acababa de cumplir dieciséis años, y lo prefería con leche y azúcar. Ahora, casi veinte años después, lo tomaba solo. Como profesional médico, sabía que debería cambiar a descafeinado pero iba en contra de la finalidad del líquido oscuro. Aprendió a usar la grapa del desayuno como una muleta durante sus años escolares. Había pasado con rapidez sus estudios de secundaria y universitarios, aterrizando en la Universidad de Maryland, en la Escuela de Medicina, a la edad de diecinueve años. Sus compañeros de clase se burlaban pensando que era una adolescente rara y torpe, aunque fuera más inteligente que la mayoría de ellos. Sin embargo, cuando se trataba de estudiar en parejas o grupos, Holly era la estudiante más solicitada. Se centró en la práctica de la medicina, sin que ninguna burla interfiriera en su objetivo.
Emancipada de sus padres, a los dieciséis años, justo antes de la muerte de su padre, aprovechó su determinación y habilidades para poder aprender a sobrevivir. Durante la mayor parte de su licenciatura, y a pesar de ser todavía mejor de edad, rara vez se metía en problemas. Vivía sólo con becas para cubrir sus estudios, por lo que nunca había tenido casi dinero para diversión. En ocasiones, el olor a pino le recordaba a los dormitorios vacíos durante las vacaciones. Estos eran solitarios. Aquellos tiempos difíciles cuando cinco dólares parecía como una fortuna. Su cuenta bancaria rara vez superaba los cincuenta dólares. Pasó la mayor parte, de su tiempo libre, en la biblioteca de la escuela. En las fiestas, solía ir a la estación de tren para observar a la gente. Era su forma de entretenimiento gratuito. Tratando de adivinar las historias detrás de los viajeros. Un escape fácil de su realidad, viendo a las familias ir y venir. Los viajeros se juntaban o despedían de sus familiares o amigos, con besos y abrazos. Los observaba como un voyeur, imaginando cómo serían sus vidas. Tal vez ella tendía una vida similar algún día. Tener una relación donde no le frenaran. Amor y confianza eran algo que nunca había tenido, ni en la relación con sus padres y con su antigua amante. De nuevo volvió a su actual consuelo, una taza de café caliente. Durante las Navidades, sus compañeros de trabajo le habían pedido que les cambiara los turnos. Lo hizo sin pensarlo dos veces. No tenía nada mejor que hacer en las fiestas. Para ella sólo era un día más de trabajo. Con la taza en la mano, abrió la puerta de vaivén al pasillo principal. Las imágenes tomando el sol en la playa, rápidamente desaparecieron al recordar la cantidad de nieve acumulada en el exterior. “¿A dónde fuiste esta vez doctora Graham?” Musah, la recepcionista de piel oscura le preguntó, bajo el fuerte sonido de las sirenas de las ambulancias, que entraban en la bahía de emergencia. “South Beach!” respondió con una gran sonrisa. Pasando los dedos por su cabello rubio muy corto, cerró los ojos por un momento, reviviendo su sueño. Sonriendo ante la idea de una hermosa mujer acariciando su espalda, fue sorprendida por un codazo de Rollins, que la llevó de nuevo al centro de la sala de emergencias. Miró el reloj, y desvió la mirada hacia la nieva del exterior. Una larga noche estaba por delante. “La próxima vez que vayas allí llévame contigo. En Beats Baltimore es invierno todos los días. ¡Aquí vamos!” Su gran dedo negro señaló hacia las puertas de entrada de emergencia cuando dos técnicos sanitarios rugieron arrastrando una camilla. “¿Estamos preparados, Martínez?” preguntó Holly, esperando que hubiera algún cirujano de guardia. “Él está en el camino. Llamó desde el coche. Creo que se ha quedado atascado en la 295.” Musah podía ver el destello de alivio en su rostro, mientras se dirigía hacia la sala de trauma. Su bata blanca aleteaba abierta cerrándose con sus movimientos. Tomando un pequeño respiro, entró en la habitación. Mel Watkins, la EMT y una de sus amigas más cercanas de Holly, estaba sentada a horcajadas sobre el paciente, con sus manos bombeando en su pecho, mientras su compañero, John Dillon empujaba la burbuja de aire para su ventilación. La sangre cubría el vendaje en la frente del paciente. “¿Qué tenemos niños?” preguntó Holly cuando captó los ojos azul cielo de John. Si fuera hetero consideraría al EMT como un hombre guapo. El profundo gesto de concentración, en la cara de Mel, era un signo revelador de una mala noticia. “¿Bien mamá?” John comenzó, pero la mirada de ricos ojos color avellana de su compañera, detuvo su comentario sarcástico. “¿Tienes un hombre de sesenta y ocho años? Trauma en la cabeza con un posible ataque al corazón. Dejó de respirar en el campo. Resucitado dos veces en el camino y parece que no puede estabilizarse.”
“¿Tenemos su historia o hay un miembro de la familia aquí?” preguntó Holly mientras sus ojos recorrían el monitor del corazón y sus oídos recogían la información vital, cuando la enfermera los recitó. “No. La escena sigue siendo un lío. Demasiadas víctimas. Trajimos a los más críticos en primer lugar.” Habló la voz cansada de Mel. “¡Fuera!” Holly ordenó a la EMT de pelo castaño rojizo, mientras el personal preparara las sondas de la víctima. “Carga”. La señal volvió seguida por la letra “Claro.” Todas las manos se levantaron. Con las paletas de desfibrilación en la mano, esperó a asegurarse que todas las manos estaban fuera de la víctima. Su cuerpo esbelto se cernía sobre el hombre mayor. Pensó en la familia que estaría esperándolo. Llevaba un anillo de matrimonio bien empañado en su mano anular izquierdo. No podía dejarlo ir. El impacto de las paletas, en el pecho desnudo de la víctima hizo que su cuerpo subiera y bajara. Miró el monitor, un clip leve apareció, seguido por una serie de pequeños pero constantes pulsos. Una vez estabilizado al paciente, Holly continuó su examen. Pasó los dedos a lo largo de su caja torácica y abdomen, su principal preocupación eran las hemorragias. Cuando pasó sobre la parte superior del abdomen, se detuvo y se retractó de su camino. Encontró signos de hemorragia interna que esperaba que no hubiera, gritó. “Él tiene que ir para arriba. Avisar a cirugía.”
Capítulo 2 Con los nudillos blancos curvados sobre el asiento de atrás, Tracey miró a Andy que se había trasladado más cerca de Carl, con el fin de ayudar al conductor del autobús. La parte de atrás del autobús se deslizó y un coro de gritos llenó el aire. Tracey se inclinó sobre el asiento. Su atención se centró en los rostros asustados de sus jugadoras. Una de las estudiantes de primer año realmente estaba llorando. “Señoras, por favor mantengan la calma. Estaremos en casa pronto y entonces todos podemos olvidar este viaje.” Se volvió y miró a los limpiaparabrisas aleteando salvajemente, aunque no parecían ayudar a despejar la nieve. Andy le lanzó una mirada de preocupación. Carl soltó una palabrota y giró bruscamente el gran vehículo de color amarillo. Había un número múltiple de luces rojas y vehículos de emergencia, en el camino por delante. El autobús frenó intentando luchar contra el potente motor. Un destello de luces, desde el lado izquierdo del autobús, llamó la atención a los ocupantes por sorpresa. Un gran Cadillac Escalade negro pasó de largo, demasiado cerca del gran vehículo de pasajeros, a gran velocidad. “¡Loco hijo de puta!” Carl gritó al conductor del coche. En ese momento, el conductor vio a los vehículos de emergencias, por delante, y cambió rápidamente de carril, cortando el camino del autobús. “¡Frena!” Andy gritó con voz alta y llena de miedo. Todos los ojos se dirigieron a la parte delantera del autobús, viendo al SUV deslizarse a través de la carretera cubierta de nieve. Las carreteras heladas y la alta tasa de velocidad provocaron que el SUV girara, haciendo una serie de piruetas y finalmente golpea la barandilla en la mediana de la derecha. El vehículo negro se salió de la división central, rebotando en el carril de en frente del autobús. Con el rugido del motor diesel y los frenos de los neumáticos chirriando, Carl luchó para frenar el autobús de doce toneladas hacia. Tracey vio pasar la escena frente a ella, a cámara lenta. Carl condujo el bus hacia la derecha, en su esfuerzo por evitar la colisión. Un lateral del autobús chocó contra el parachoques delantero del lado del pasajero del Escalade. Sonidos de crujidos metálicos y gritos de adolescentes llenaron el aire mientras los pasajeros se tambalearon de sus asientos. Tracey aterrizó contra la estructura metálica de las ventanas. Sus dientes se sacudieron contra su mandíbula superior. Sintió que de dolía todo el cuerpo. Estaban en serios problemas. El humo burbujeó desde el extremo frontal del SUV hasta el interior del autobús. Las chispas y el metal contra el metal raspado volaban del lado del acompañante cuando el vehículo se estrelló contra la barrera ferroviaria de tres niveles. Carl giró el volante hacia la izquierda, con tanta fuerza, que su cabeza se golpeó contra la ventana de su izquierda. La sangre empezó a derramarse por su rostro. El giro envió, de nuevo, al autobús al carril izquierdo de la carretera, de dos carriles. El lado del autobús acabó contra la barrera de cemento, a unos seis metros de los vehículos de emergencias. Tomando una respiración profunda, confirmó que se habían detenido. A continuación se desplomó, en el asiento del conductor, agarrándose el pecho. Sus ojos grises miraban cómo un gran número de personal de emergencias, corrió hacia el lugar del accidente. De pie con las piernas temblorosas, Tracey miró la cara atónita de Andy, mientras se arrodillaba junto a Carl. “¿Andy?” Tracey lo gritó a su espalda. Él asintió con la cabeza e hizo un gesto hacia las jugadoras. Rápidamente se volvió, para ver las caras desencajadas y asustadas de sus jugadoras. “¿Zoey?”
La entrenadora puso una mano en el hombro de la joven. “Estás sangrando.” Sus grandes ojos azules estaban llenos de lágrimas. “Sra. Campbell.” Zoey extendió la mano para tocarle la cara, pero la entrenadora y profesora de Biología la detuvo. Tracey sabía que tenía una buena contusión y llevaría las marcas negras y azules, durante unos días. “Estoy bien. ¿Y tú?” Zoey se aferró a su hombro derecho. “¿Te duele?” Zoey asintió sabiendo que sus lágrimas eran más de miedo que del dolor. “Déjame ver cómo está el resto del equipo”. La conmoción, en la parte delantera del autobús, agarró su atención. Técnicos de emergencias médicas estaban atendiendo a Carl. Vio la salida de emergencia, en la parte trasera del autobús, que se abría. Un oficial de policía de pie en el pasillo había dado paso al resto de los técnicos de emergencias médicas. Vio sangre en la ventana rota junto a Tabitha Timmons. Tabby estaba sentada sosteniendo su mano izquierda en el regazo. Unas lágrimas silenciosas corrían por sus mejillas. Tracey tomó el pañuelo de su cuello y envolvió la mano de la joven. “Tabby Hey.” Se situó frente a la pecosa jugadora. “Duele.” La jugadora lloró, apoyando un hombro contra la entrenadora. “Mantén la presión en ella. Al igual que en la clase de primeros auxilios. ¿Lo recuerdas? Ahora recibirás ayuda. Sólo sé fuerte por un rato.” “Quiero ver a mi madre.” La chica gritó y comenzó a sollozar. Sin saber qué decir para consolar a la estudiante, se encontró con Zoey pie junto a ella. “Me sentaré con ella.” Zoey le informó. Continuó por el pasillo comprobando al resto de las jugadoras. Se detuvo a mitad de camino, cuando vio a Michelle Stanley sosteniendo su pierna, gimiendo de dolor. Su mandíbula estaba tensa, mientras sus manos se envolvían alrededor de su muslo superior. El olor a combustible y humo golpeó sus sentidos, mientras miraba por la ventana. Afuera, en el contexto de la caída de nieve, vio como varias chispas de metal, saltaban de la estructura metálica del negro Escalade. Los bomberos se gritaban los unos a los otros, mientras el caos frenético de la escena se desarrollaba. “¡Necesitamos que todo el mundo salga de aquí!” El alto funcionario de piel oscura gritó desde la parte trasera del autobús. Sus ojos conmovedores llegaron a Tracey, el único adulto de pie en la parte trasera del autobús. Su mirada se dirigió a la camioneta y de nuevo a Tracey. “Está bien, de una a una.” Tracey se dirigió a sus jugadoras. “Lo habéis hecho cientos de veces. Si necesitáis ayuda, sólo quedaros quietas.” Vio como Zoey llevó a Tabby a la parte trasera del autobús, ayudando a su compañera de equipo hacia la salida. Contó las cabezas que se habían quedado sentadas. Todavía había seis personas en el autobús. Carl y Andy habían sido sacados por la puerta delantera. “Señora, tiene que bajar. ¡Ahora!” Los ojos del oficial, delante de ella, hablaron de la situación peligrosa que se estaba desarrollando al otro lado. “No hasta que estén todos fuera.” Se mantuvo firme. “Está perdiendo el tiempo, señor. Saldremos todos.” “¡Señora!” El policía insistió. “Mi padre es contraalmirante y no voy a dejar a mi equipo atrás. ¡Entendido!” La inflexión en su voz reflejó sus años creciendo en un hogar Naval. El oficial de policía retrocedió, centrando su atención en las estudiantes heridas en el autobús. Tracey estaba en el asiento de delante de Michelle, mientras le colocaba un inmovilizador. Se volvió y corrió por el pasillo a su asiento. Necesitaba el maletín de emergencia. “¡Entrenadora, no me dejes!” La voz frenética de Michelle llenó el interior del autobús. Encontró el maletín en el suelo, y se apresuró a regresar al lado de su jugadora.
Para cuando volvió, vio a los técnicos sanitarios sacar rápidamente a Michelle del autobús y trasladarla a una ambulancia. Tracey finalmente salió del vehículo ayudada por el oficial al que se había enfrentado. “¿Almirante?” Preguntó con una ceja levantada en cuestión. “Y tres hermanos” Le dedicó una sonrisa y escuchó el pequeño escape de un silbato. Su padre era un director financiero jubilado. El rango de Almirante fue usado porque lo necesitaba en ese momento. “Esta es una mujer con la que no puedes meterte.” Lyle Sands comentó a sus compañeros de trabajo. Él, en realidad, sentía lástima por las jugadoras si es que alguna vez cabreaban a esta mujer. Tracey encontró a Andy en una acalorada conversación con el teniente Eckhart del departamento de bomberos. El teniente señaló hacia la camioneta y luego al autobús. “Señor Morgan, tenemos que dividir a los estudiantes. Simplemente no hay manera de que podamos disponer del mismo hospital para recibir a todos los heridos. He hablado con el Dr. Graham en Jessup. Aceptaron al conductor del autobús. Condado está recibiendo al conductor del SUV “. “Andy, él está ahí. Uno ER no puede tratar a las víctimas. Iré con Michelle a Jessup. Tú ve al Condado. A partir de ahí ya iremos viendo.” Tracey se cerró la chaqueta más fuerte, alrededor de su cuello. Cada vez estaba habiendo más frío y discutir con el teniente no estaba ayudando. “Gracias, señorita. Es posible que desee que le revisen su barbilla mientras está en Jessup. Pregunte por el doctor Graham para coordinar todo lo que necesite entre los hospitales.” Tracey tocó distraídamente su barbilla. Había olvidado el corte y la contusión, con todo lo que había sucedido. “Una vez allí, atenderán a las chicas y podremos avisar a sus padres.” Con un plan puesto en marcha, Tracey se dirigió hacia la ambulancia donde Michelle estaba siendo tratada. Ella juró que la EMT femenina le había dado un ligero repaso. Con la atractiva entrenadora, dentro de la ambulancia, Pam se quedó fuera de las puertas del autobús, esperando a ser necesarios sus servicios. La sangre seca en la barbilla de la mujer no le restaba nada a su belleza. Cabello de color canela, con una mezcla de reflejos rojos, barría su cara por efecto del viento. Sus altos pómulos estaban rojos por el color de las bajas temperaturas. Ahora estaba sentada, cogida de la mano de la adolescente, susurrando palabras de aliento y fuerza. Fuera de las puertas de la ambulancia, estaba a la espera de tener la oportunidad de hablar con aquella mujer. Después de oír algunas palabras, sabía que se dirigían a Jessup. Ella había sido asignada al Condado y no quería perder la oportunidad de conocer a la mujer. “Rich. ¿Te cambiarías conmigo?” La mujer pidió a su compañero de trabajo mientras cerraba las puertas. El calvo miró a sus pacientes y negó con la cabeza. “Retrocede Pam. Te juro que eres peor que un chico.” La ambulancia arrancó y se dirigió a Jessup. Las sirenas estaban en plena marcha mientras la ambulancia se alejaba del lugar del accidente, con Tracey aferrada a la mano de Michelle. El MT sonrió a la entrenadora, mirando sus manos. Tracey aflojó su agarre, dejando que el hombre le pusiera una vía a la joven. Dejando escapar un profundo suspiro, se apoyó contra el costado de la
ambulancia. Cerrando los ojos, el destello del autobús golpeando al vehículo la seguía persiguiendo. Deberían haber cancelado el partido. Deberían haber cerrado la carretera hacia abajo. Los pensamientos corrían por su cabeza, como un tren a punto de descarrilar. Levantó sus manos, apoyando su rostro contra ellas. El dolor de su lesión en la barbilla la hizo estremecerse. “¿Quieres que te mire eso?” el EMT le preguntó al ver la mueca de dolor. “Esperaré a que me lo miren en Jessup.” Giró la cabeza y miró por la ventana, a los copos blancos de nieve que continuaban cayendo. Tratando de vaciar su mente, de los acontecimientos que habían sucedido en los últimos sesenta minutos, pensó en su padre. Él estaría orgulloso de ella. No dejar el barco hasta que todas las jugadoras estuvieran fuera. No había manera de que el policía la sacara del autobús con sus jugadoras ahí dentro. Una pequeña risa escapó de sus labios al pensar en lo que Piper le diría, una vez escuchara la historia. Seguro que tendría que escuchar a la alta y fuerte veterana de la Policía de Baltimore. Incluso la gran masa muscular de Piper, no habría conseguido sacarla de ese autobús hasta que sus chicas estuvieran a salvo. “¿Viste lo que pasó?” Preguntó el EMT, mientras quitaba el manguito de presión arterial del brazo de Michelle. “El SUV perdió el control. Nos cortó el paso, en nuestro y Carl...” Sus ojos se empañaron de lágrimas, no derramadas, pensando en el conductor. “Carl trató de mantener el control del bus, pero el SUV chocó contra la pared y volvió a entrar en nuestro camino.” Cerró los ojos. Perdió el patrón de pensamiento, durante un momento, cuando se dio cuenta que podía haber sido mucho peor. “¿Estaba usted en el otro accidente?” “No, llegué a la escena justo después de su accidente. Creo que Melanie y John se llevaron al conductor de inmediato. Puedo preguntarles cuando lleguemos a Jessup.”
~ “¿Quién es el siguiente?” Revisó la pizarra que servía como sistema nervioso central, en la sala de emergencias. Holly miró hacia arriba para ver al recepcionista con dos teléfonos contra sus oídos. La fuerte tormenta de la noche, estaba pasando factura a todo el personal. Muchas enfermeras y médicos no habían podido hacer el viaje, a través de la tormenta, para llegar al trabajo. Se dio cuenta que la nieve seguía cayendo y se preguntó cómo volverían a sus casas. Los servicios de emergencia del condado habían presionado a los burócratas para que finalmente lo declararan como “estado de emergencia” y se cerraran las carreteras. Sólo se permitía el paso a través de las carreteras al personal médico y las fuerzas de protección. Una vez que declarado el estado de emergencia, el procedimiento estándar era que los Servicios de Emergencia debían enviar a los casos de trauma, a partes iguales, entre los dos centro hospitalarios de la zona, es decir, a Jessup y a el Condado. Limpió los datos de su último paciente del tablero, esperando a ver qué era lo siguiente en su lista. Incluso el mejor de su personal administrativo, Musah, cuya conducta habitual nunca se había visto afectada por el ambiente caótico, estaba colgando de un hilo. Sus largos y delgados dedos se movían rápidamente por las teclas de su ordenador, tratando de obtener toda la información que necesitaban. Escuchó fuertes voces, que provenían de la sala de espera, mientras observó cómo la cara de un paciente era empujada contra la mampara de cristal. Dejó caer la carta
sobre la mesa y se dirigió a la fuente de aquella conmoción. Su atención inmediata se centró en una mujer musculosa y alta, vestida con uniforme de policía, que tenía a un paciente contra la pared, sujetándole un brazo por la espalda, lo suficientemente alto como para dislocarle el hombro, si el oficial no tenía cuidado. Su compañero estaba a su lado intentando razonar con el paciente, a sabiendas de que no sería fácil. “¡Deja tu mierda machista en la calle Xena!” La voz de Holly retumbó sobre los policías que discutían. “Ya tengo suficientes problemas esta noche.” Los dos oficiales se miraron atónitos, mientras la médica cubierta de sangre se acercaba. El hombre fue retirado inmediatamente de la ventana de plexiglás. “¿Cuál es su problema, Oficial Piper?” preguntó mientras se acercaba lo suficiente para leer el nombre, en el uniforme de la mujer alta, con el pelo rubio arena, cortado justo por encima de la línea del cuello. “Seguro terminas con un esguince en la muñeca.” Piper arqueó las cejas hacia la médica sin sentido del humor. “Haré que alguien lo lleve a radiología, y así no dañarás más al sospechoso, en mi sala de emergencia.” Se dio la vuelta y miró al sospechoso esposado. Miró a Musah que asintió con la cabeza, y se llevó a los dos policías hacia su escritorio. Los oficiales lo siguieron hacia el escritorio, con sus sombreros bien ajustados sobre sus cabezas y sonriendo. “Esa mujer te llamó Xena.” Darrell Williams, en un ataque de risa. “Ella está un poco despistada. Soy más como Gabrielle.” Piper silbó entre dientes. Se sentía como si acabara de ser castigada por la Hermana María Margarita, su maestra de segundo grado. “Con esteroides”. Williams intervino, mostrando sus brillantes dientes, en contraste con su piel oscura. Los oficiales se rieron mientras escoltaban a su cargo a un área de espera privada. “Cortina 3!” le gritó a Musah, al pasar junto al mostrador de admisiones, agarrando la tabla que le dejaba. Había tenido suficiente con los oficiales de la ley. Dame un respiro, pensó en silencio. Se llevó una mano alrededor de su cuello dándose cuenta de la cantidad de sangre que cubría su ropa. Con un suspiro, se dirigió a los vestuarios para cambiarse. No tenía tiempo para esta mierda. Agarrando una nueva vestimenta, de la bandeja, se quitó la parte superior e inferior sucia y se puso las ropas limpias. Después de una parada rápida, en boxes, fue al cuarto de baño para aliviar su vejiga, y se apoyó en el fregadero, mirando su reflejo en el espejo. Esto tenía que ser el cambio más difícil de su carrera. Su pelo corto rubio de punta iba de mal en peor, podría haber estado de moda. Las mejillas hundidas y los círculos oscuros, bajo los ojos, eran signos evidentes de su falta de sueño. Se salpicó la cara con agua fría, hasta que sus ojos marrones le devolvieron la mirada. Se preguntó que más le esperaba esa noche. Necesitaba dormir. Necesitaba una vida fuera de aquellas paredes bloques de cemento. “Mi trabajo es mi vida.” Su mantra por el último par de años. No me extraña que no tenga vida social y mi última relación terminara mal. Decidió buscar un nuevo mantra. Su última relación, un completo desastre que supuso la cohabitación con Pam Farmer, una EMT que trabajaba para el condado, había terminado hacía unos meses. La paramédica había coqueteado sin parar hasta que finalmente Holly había accedido a salir a una cita con ella. La encantadora rubia paramédica consiguió llevarla a la cama
en la primera cita. Avergonzada, después de dieciocho meses, y dos confirmaciones de infidelidades después, Holly puso fin a la relación. Cuando Pam contaba que su última conquista había sido a la Dra. Gram. Ésta se ponía furiosa. Si ella quisiera salir con toda la población de pacientes o de personal, lo haría por su cuenta, no indirectamente a través de su exnovia. Su vida social, antes de Pam, consistía en haberse visto con varias mujeres, de forma intermitente, durante unos meses. Nunca había estado demasiado involucrada. Nadie había despertado su interés, el tiempo suficiente, para pensar en la posibilidad de una relación a largo plazo. Incluso en la escuela secundaria y la universidad, había estado tratando de averiguar dónde encajaba. Pasó muy rápido por la escuela primaria. Se graduó de la escuela secundaria a los quince años. La universidad había sido una pesadilla. Debido a la diferencia de edad, con sus compañeros de clase, nunca recibió una segunda mirada. En el momento en que tenía diecinueve años, Holly sabía que prefería a las mujeres. Era difícil, para una adolescente desgarbada, conseguir una cita en la universidad, aún más difícil para una lesbiana. Siempre más alta que la mayoría de las mujeres que había conocido, vivió la mayor parte de su carrera académica como un patito feo. Decidió practicar la natación. Cada mañana, se aventuraba a la piscina del campus. En poco tiempo, se cortó el pelo, haciéndolo más manejable. Sus largas extremidades empezaron convertirse en músculos. Antes de darse cuenta, que casi no reconocía su imagen en el espejo. Empezó a salir. Nada serio, más o menos como si fuera una liberación de tensión. Le gustaba salir con mujeres, pero nunca pasar demasiado tiempo con ellas. Solía haber un poco de chispa, pero no el “factor sorpresa” que estaba buscando. Después de unas agradables cenas y necesidades básicas satisfechas, solía romper con ellas. Debido el poco tiempo que pasaba con ellas, casi nunca sabían a qué se dedicaba. La mayoría de las mujeres, cuando se enteraban que era médico, enseguida trataban de aprovecharse de ello y de su dinero. No era millonaria. Vivía muy modestamente. Su casa era una casa que necesita reparaciones, situada en una zona agradable de Baltimore. Con Pam, “granjera encantadora” como la llamaban, fue diferente. Ella se había colado por Holly. En algún lugar, en los primeros seis meses de noviazgo, Pam había cambiado. Solían tener conversaciones sobre el futuro, y sobre la carga de trabajo de Holly. Después de varios meses, en verano pasado, se dio cuenta de que Pam ya no estaba tan cerca. Dejaron de dormir juntas. Pam dijo que era debido a los malos horarios de Holly, que trastocaban su sueño, por lo que se trasladó a la habitación de invitados. Pronto se convirtió en la rutina de saludarse cuando una se iba y la otra llegaba a casa. Holly empezó a centrarse más en el trabajo y menos en su relación. Pam estaba más centrada en una enfermera de la Unidad Pediátrica. En la cuarta semana de julio, Holly cambió su horario y salió más temprano para sorprender a Pam. Después de un mal turno, en el hospital, sintió la necesidad de volver a conectar con su novia. Nada más entrar por la puerta, oyó ruidos calientes y pesados procedentes de la habitación de invitados. Tumbada sobre la cama de matrimonio, Pam estaba con su nueva novia. Las piernas de la enfermera Peds estaban alrededor de la cabeza de Pam. Los gritos de pasión que provocaba Pam, en su nueva novia, fueron más de podía soportar. Inclinó la cabeza, debería haber escuchado a Mel, su mejor amiga y EMT, que había trabajado con Pam. Tendría que haber recordado el consejo de su amiga, de no involucrase seriamente con Pam. Encontrar a la EMT y a la enfermera en la agonía de la pasión fue la gota final. Los rumores que circulaban por todo el hospital, y que se había
negado a escuchar, sobre su carismática y atractiva novia, cayeron como una losa. Mel había trabajado con Pam durante un unos cuantos años, sabía cómo era, y había tratado de advertir a Holly para que tuviera cuidado. Mel le había insistido, demasiadas veces, sobre las actividades adicionales de Pam. La enfermera Peds estaba al tanto de la relación entre Holly y Pam, y gritó cuando vio a la médica, de pie a los pies de la cama. Una acalorada discusión se produjo, con Pam sosteniendo una sábana contra su cuerpo desnudo. La enfermera hizo una salida rápida, recogiendo su ropa y salió por la puerta. Cuando Pam trató de seguirla, Holly tiró de la sábana. Quería que Pam soportara la vergüenza por lo que estaba haciendo, pero ésta sostuvo la sábana, apretada contra su pecho, mientras llamaba a la otra mujer que huía. En ese momento, Holly se dio cuenta de lo cansada que estaba. Se dio cuenta de que quería que su novia se fuera. Preferiblemente desnuda. Finalmente, soltó el agarre y dejó libre a la mujer. “Sólo lárgate.” Fueron las últimas palabras que le dirigió. De pie en la puerta, vio cómo Pam subió a su coche con la enfermera y se fue. Las sábanas de algodón egipcio habían sido un regalo de cumpleaños de Pam, un regalo que ya no tenía ningún valor. Pam le había roto el corazón. Esa misma tarde, se había llevado todas sus cosas, mientras ella esperaba en su porche trasero, viendo los fuegos artificiales, llorando y bebiendo hasta terminar totalmente borracha. En las semanas siguientes a la ruptura, Holly recuperó el tiempo perdido, saliendo con cualquier persona que se le ponía delante. Cuando comenzó a salir con una enfermera, Carmen, del servicio de cardiología, la aventura ocasional se convirtió en un caso de acoso completo. Carmen solía “dejarse caer” la sala de urgencias todo el tiempo, tratando de pasar todo su tiempo con Holly. Su posesividad y celos empezaron a interferir con el trabajo de Holly, y el cuidado de los pacientes. Al final, no le quedó más remedio que presentar una denuncia ante el departamento de Recursos Humanos. Justo antes de Acción de Gracias, oyó que Carmen había sido despedida por su falta de rendimiento. Decidió no volver a salir con ningún miembro del hospital. No había vuelto a tener una cita desde el incidente con Carmen. Paranoia y desconfiada, decidió que su mejor apuesta era permanecer desesperadamente sola. Había pasado bastante tiempo desde que se había acostado con alguien. No era extraño que sus sueños se estuvieran volviendo más y más eróticos. Tenía que salir y encontrar a alguien para terminar con ello. Sólo sexo anónimo, sin ningún tipo de compromiso. Echó un vistazo a su reloj, la noche todavía era joven y la sala de espera aún estaba llena. Tenía que empezar a moverse. Se había tenido que cambiar tres veces de ropa. No podía esperar a que su turno terminara. La noche estaba siendo demasiado larga. Cogió una nueva tabla de la ranura, en la pared, junto a la puerta. Abrió la puerta de madera, de una sala común con cuatro camas. Miró a la chica que estaba llorando. La chica tendría unos dieciséis o diecisiete años. Justo lo que no necesito. Holly no era muy paciente con las mujeres que lloraban, y ésta parecía no terminar. Acostada en la cama más cercana a la ventana, la joven parecía estar mirando hacia el exterior, donde la nieve seguía cayendo. “Hola. Soy la Dra. Graham. ¿Está usted...?” Miró la tabla para buscar el nombre de la paciente. El diagnóstico era “fémur izquierdo roto”, Stanley, Michelle. Michelle?” Cogió la radiografía de encima de la cama, mirándola contra la luz de fondo, que empezó a parpadear durante un par de segundos. Ahora tenía toda la atención de la adolescente. “¿Tus padres están aquí?”
“No. Nos estábamos de camino a casa desde un partido de baloncesto. Algún idiota nos cortó el paso y se estrelló.” El comentario venenoso y la ira de la adolescente la tomaron por sorpresa. Esta joven tenía más que una pierna rota. “¿Ganasteis el partido?” “Sí.” La pregunta fue contestada por la morena, totalmente agotada, que entró en la habitación. “Personalmente, me hubiera gustado perder el partido a tener herida a alguien.” Holly dejó de mirar a su paciente, para volverse hacia la figura que había entrado en la habitación. La mujer tenía unos treinta años, y era muy atractiva. Su pelo castaño largo estaba recogido en una coleta, que le llegaba hasta los hombros. Tenía un corte en la barbilla y una hinchazón debajo de los ojos. Seguro que también habría tenido un día de lo más estresante. “Por la radiografía puedo ver una rotura. Posiblemente un pedazo de su hueso.” Pasó la punta de su pluma sobre la línea en el fémur destacando la rotura. La mujer se acercó para ver la radiografía. El dulce aroma de cítricos y flores llenó los sentidos de Holly. Supuso que la fuente de ello, era simplemente el perfume de la mujer o su champú. Se volvió para ver la preocupación en los ojos grises de la mujer a su lado. “¿Podré volver a jugar de nuevo?” La voz de la joven sonó muy débil, a la espera de la respuesta de la doctora. “Sí, pero no este año. Lo siento. Pero parece que el de hoy ha podido ser tu último partido de la temporada.” Sabía que no era lo que su paciente quería oír, pero rara vez lo era. “Lo siento mucho.” Se trasladó al lado de la cama y puso su mano en la pierna sana. “Tu madre” Hizo un gesto hacia la mujer al final de la cama “puede que quiera que un especialista revise las radiografías de mañana o el lunes.” “Discúlpeme.” La mujer miró a Holly. Sus ojos eran de color gris plata y parecían bailar sobre el rostro de Holly, perforando su alma. “Soy su entrenadora, no su madre”. Le explicó, esperando que la médica no pensara que tenía edad suficiente para tener una hija de diecisiete años. “Pido disculpas. Sólo pensé que usted era uno de los padres, ¿o?” La médica dejó de hablar antes de volver a meter la pata. “Ha sido un día largo, entrenadora.” Le tendió la mano. “Holly Graham.” “Tracey Campbell.” Sintió el calor engullendo su mano, pensó por un momento. “¿Dra. Graham?” Tracey vio como la alta y rubia doctora asentía. “El Teniente Eckhart me dijo que preguntara por usted. Nos vimos implicados en un accidente de tráfico. El equipo. El bus. Oh mi Dios.” Tracey se llevó la mano izquierda a la frente. Holly se fijó, enseguida, que la mujer no llevaba ningún anillo de boda, en su dedo anular, mientras escuchaba una serie de palabras que volaban de los labios fruncidos de la entrenadora. Parecían muy besables, y Holly estaba teniendo ciertos problemas para concentrarse en lo que le estaba diciendo. “Espera, espera.” Levantó las manos, mientras la morena continuaba vomitando grandes cantidades de información, durante ese corto lapso de tiempo. “Habla más despacio. ¿Qué necesitas?” Pregunté mientras su mente corría. ¿A mí? Seguro que estaría feliz de… Sacudió esos pensamientos, nada profesionales, de su cabeza, y levantó los ojos marrones para satisfacer el color azogue de la entrenadora. ¿Con qué rapidez cambiaban de color? Todavía eran grises, pero un color más ligero, más penetrante, como si fueran las nubes de una tormenta.
“Tengo que conseguir enviar todo esto al hospital de Condado.” Tracey levantó una pila de papeles. Los suaves ojos de la médica miraron la pila. “Por supuesto.” Asintió y le indicó a Tracey que la siguiera, mientras le abría la puerta a la mujer de cabello oscuro. Mientras caminaban por el suelo de baldosas blancas del pasillo, estudió a la entrenadora. Era un poco más baja que ella. Holly estaba más delgada, por las largas horas de trabajo y por no comer adecuadamente. El café y la adrenalina se habían convertido en su rutina, frente a sentarse y tener una comida o un aperitivo. La entrenadora parecía saludable y en forma. Con una estrecha cintura y una masa muscular amplia, en un cuerpo atlético pero muy femenino. “¿Eres la única entrenadora o sois más?” “Sí, Andy, que es mi entrenador asistente. Se fue con las otras chicas a Condado. ¿Hay algún teléfono que pueda usar? Sé que no podemos usar los móviles aquí dentro, pero tengo que conseguir localizar a los padres, ¿y?” Fue interrumpida por la risa suave de la figura a su lado. Tracey se detuvo y puso una mano en la cadera. “No veo el humor en esto.” “Sra. Campbell ¿se da cuenta que ha dicho más de treinta palabras seguidas sin respirar?” Hizo una pausa y miró a los ojos grises clavados en ella. “Va a ser mucho más eficaz, si para un momento y toma un respiro. Por favor dígame que usted no enseña Inglés.” “Biología”. El susurro de una respuesta vino de la profesora - entrenadora. La respuesta hizo que las comisuras de los labios de Holly giran hacia arriba. Sus ojos se encontraron de nuevo. Holly podía sentir el calor que subía por su cara, y recorría todo su cuerpo. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que Pam se había mudado? ¿Cuándo fue la última vez que había sentido algo parecido? Llegaron a la mesa de admisiones, que parecía estar en un caos total. “No es bueno. Ven por aquí. Vamos con el Plan B.” Mantuvo abierta la puerta de las escaleras y subió al siguiente piso. Al otro lado del pasillo de las escaleras y tres puertas más a la izquierda, una placa con el nombre Dra. H Graham colgaba junto a la puerta. Deslizando la llave sobre la perilla, se volvió y abrió la puerta de madera maciza de roble, revelando una gran oficina cómoda. Junto a la ventana había un gran escritorio, hecho de madera de cerezo, así como un unas estanterías, a juego, donde se alojaban numerosos libros de tapa dura y aglutinantes de la información médica. Completando el set, había una mesa redonda pequeña con cuatro sillas, cerca de la puerta con la última AMA en el centro. En virtud de la gran ventana, había numerosas plantas que podrían haber sido muestras de agradecimiento de familias o pacientes. Caminó hacia el aparador donde había una pequeña máquina de café y una jarra de agua. A lo largo de la pared, había un gran sofá acolchado que seguramente sería usado por la médica. “Hay una máquina de fax allí, detrás de la pared. También un pequeño cuarto de baño, por si lo necesita. Siéntase libre de utilizar el teléfono y el sofá si lo desea. Si quiere café, este no es malo. Sabe cómo el cielo en comparación con el chapoteo de la cafetería. “ “No quiero molestar.” Tracey se sentía como una intrusa en el espacio personal de la médica. “Esta noche ha sido dura para todos. Creo que mi Secretario de Admisión está a punto de matar a alguien, así que por favor, me siento mucho más segura con usted aquí.” No dudó en dejar que la entrenadora atractiva usar su oficina privada. En los diez años, que llevaba en el hospital, nunca se sintió en la obligación de dejar a nadie en su oficina. Admítelo, crees que es atractiva. Heterosexual, pero muy atractiva. Suspiró,
sabiendo que sus pensamientos eran ciertos. “Siéntese como en su casa. Creo que hay un sándwich club en la nevera si está desesperadamente hambrienta. Lo siento, eso es todo lo que tengo que ofrecer.” El localizador en la cadera de Holly empezó a chillar. “Mierda”. Murmuró mientras miraba la lectura. La buscaban en urgencias. “Me tengo que ir.” Se despidió de la otra mujer, se dirigió escaleras abajo con el sonido de una ambulancia entrando en la bahía. “¡Herida de bala en la cabeza!” Gritó un EMT por el pasillo, tan pronto como Holly llegó a su lado.
Capítulo 3 Después de devolver el teléfono a su soporte, Tracey se pasó las manos por el pelo en señal de frustración. Hizo una mueca cuando tocó un punto sensible por encima de su oreja derecha. Debía haberse golpeado bastante fuerte contra la ventana. ¿Qué decía su padre? Que tenía la cabeza muy dura. Finalmente había hablado con Andy, obteniendo noticias de Allison. Estaba muy agradecida en Jessup, siendo tratada como una reina, en lugar de en Condado, donde Andy fue acusado de ser un pedófilo. El personal del hospital había estado haciendo preguntas acerca de su relación con el equipo. ¿Por qué estaba solo con todas aquellas menores de edad? En su mayor parte, las chicas estaba asustadas, sus lesiones eran mínimas. La pierna rota de Michelle era la peor lesión del equipo. La había puesto en una cama de hospital, en una suite privada. Su padre, Geoff Stanley tenía mucho poder en la ciudad, y había sido capaz de llegar al hospital a pesar de que las carreteras estaban cerradas. Además de la información, recibida de Allison, Tabby había necesitado seis puntos de sutura en la mano y estaba en un dolor extremo. Zoey se había dislocado el hombro, y se lo habían colocado, en su lugar, en la sala de emergencias. La joven se había desmayado del dolor y la habían tenido que sedar. La principal preocupación de Tracey era Zoey. Sabía que la señora Papa era madre soltera y trabajaba en más de un sitio. Esperaba que pudiera llegar al hospital. Las carreteras, en toda el área de Maryland, habían sido cerradas justo después del accidente. Tracey estaba agradecida por haber estado en la I-195 y I-95 no. Aquella carretera hubiera dado todavía más problemas. Los padres desesperadamente buscaban formas de recuperar a sus hijas, después de averiguar que estaban sanas y salvas. La mayoría un poco golpeadas y magulladas, pero en su mayor parte sanas. Excepto Carl. Se preguntó qué había pasado con el conductor del autobús. Se lo habían llevado tan rápidamente de la escena del accidente. No estaba segura de a qué hospital había sido enviado. Recordó a una EMT diciendo algo sobre enviar al conductor a Jessup. Esperaba que él estuviera a salvo, aunque no parecía estar bien en el accidente. Su esfuerzo heroico los salvó de ser gravemente heridos, el autobús podría haberse volcado o salido fácilmente de la carretera, si no hubiera sido por su pericia al volante. Tal vez le preguntaría a la Dra. Graham para ver si él estaba en Jessup. La Dra. Graham había sido muy amable con ella. Asegurándose de que estuviera bien cuidada. Sonrió por un momento. No había sentido demasiada calidez en la voz de la médica, aunque su tacto le había puesto la piel de gallina. Una vez más, estaba agradecida por estar en Jessup y no en Condado, donde Andy estaba aguantando ser criticado. Después de contactar con todos los padres, decidió llamar a su madre. El timbre de la línea sonó de nuevo en su oído. Al tercer tono, la llamada fue atendida. “Tracey!” La voz frenética de Ellen Campbell llegó a través del receptor. “Mamá, estoy bien.” Sintió una oleada de mareo, por un momento. Se agarró al borde de la mesa de madera mientras esperaba que la extraña sensación pasara. “Un pequeño rasguño en el mentón, nada grande. Algunas de las chicas no tuvieron tanta suerte.” Pasó a explicarle lo ocurrido. “¿Cariño cómo irás a casa?”
Tracey se volvió para mirar por la ventana. La nieve se había aligerado pero todavía seguía cayendo. Realmente no había pensado en eso. Su coche estaba en el aparcamiento de la escuela secundaria, seguramente con una capa de nieve en la parte superior del mismo. “Puedo ver si Piper está de servicio. Ella podría ser capaz de venir a buscarme por la mañana.” Desvió los ojos hacia el sofá de la oficina. Parecía cómodo. Pensó en el infierno que estaría pensando Andy, sentando en aquellas sillas de plástico duro. “Bueno, quédate ahí si no puedes llegar a casa. Oh, tu foto del anuario y algunos de los vídeos del torneo de las vacaciones han sido publicadas.” Tracey se encogió de hombros. Pensó en la foto. No era una de sus mejores. Cualquiera de sus amigas las vería y se reirían. Se preguntó si podría desaparecer. Su cabello estaba muy abultado. No recordaba cuándo había sido tomada la foto, pero sabía que tenía que haber sido algún día de mucha humedad. Terminada la llamada con su madre, se puso de pie y se dirigió al aparador. ¿De verdad quiero otra taza de café? La médica tenía razón, era mucho mejor que el líquido negro de la cafetería. En su espacio privado, Holly Graham no revelaba mucho sobre sí misma. Sólo unos pocos artículos personales estaban esparcidos por la oficina. Un diploma de la Escuela de Medicina del Estado de Maryland colgada en la pared, debajo de él, un título de licenciatura de la Universidad Estatal de Kent, en Ohio. Pasó la mano por el año de graduación. Un cálculo matemático rápido, decidió que la médica se veía muy bien para su edad.
~ Enfermera Rollins entró en la habitación de suturas y recibió una sonrisa amable de la Dra. Graham, mientras cosía la cabeza de un pandillero nervioso. “Rollins, ¿me puedes hacer un favor?” Holly bateó sus suaves ojos marrones a la enfermera, que conocía desde hacía más de diez años, sabiendo que podía contar con ella. “¿Has visto esto?” La respuesta era lo que ella esperaba, así que en un rápido destello, un kit de utensilios apareció delante suya y del paciente. “Lo he visto Sandra. ¿Qué es eso que estoy cosiendo al Sr. Biggy?” Con el comentario, el hombre negro joven mostró su parrilla de plata a la enfermera corpulenta. Holly rio ante la reacción de la enfermera por los dientes del paciente. “Tengo un invitado especial usando mi oficina. ¿Puedes comprobarlo?” Escuchando la petición para ir a la consulta de la médica, la enfermera la miró como si estuviera loca. Cuando Holly la miró fijamente, levantando una ceja, la enfermera le despidió con un gesto de la mano. “Sólo para que lo sepas. No voy a estar haciendo recados personales para ti.” “Ella estará a la altura. No puede estar sin saber lo que está pasando.” Holly prestó atención a su paciente. “Debería mantenerte alejado de los problemas.” Golpeó su dedo sobre la herida en la frente del adolescente. “Tuviste suerte esta vez.” Holly había tratado a Biggy en más de una ocasión. El Dr. Martínez quería entregar al adolescente a la policía. Después del incidente, en el área de tiraje con la policía, Holly no quería más problemas esa noche. Biggy era un buen chico, sólo estaba viviendo con opciones muy limitadas. Su madre, adicta al crack, había dejado a Biggy al cargo de sus tres hermanos. Él hizo todo lo posible para mantenerlos juntos y fuera de problemas. Pero debía ganarse la vida en las calles, haciendo lo que tenía que hacer para mantener un techo y comida en la mesa de sus hermanos.
Rollins pulsó una serie de dos botones del ascensor. Su zapato blanco golpeó impacientemente contra la baldosa. ¿A quién habría dejado usar su oficina, la Dra. Graham? Esta noche estaba siendo una locura, pero a pesar de ello, nunca había dejado a otra persona utilizar su espacio personal de trabajo. Cuando llegó al segundo piso, del ala administración, se dio cuenta del extraño silencio en comparación con el caos de la sala de emergencias. Golpeó ligeramente en la puerta de madera, y asomó la cabeza para ver al invitado sentado, en el escritorio, con el teléfono pegado a la oreja. Reprimió una sonrisa. El invitado había resultado ser una mujer. Una mujer muy atractiva. Se aclaró la garganta, cuando la mujer alzó los ojos. Tan pronto como puso los ojos sobre la profesora, comprendió por qué a Holly le había ofrecido su oficina. Holly era muy inteligente a la hora de tratar y diagnosticar pacientes. Pero cuando se trataba de su vida personal, la rubia actuaba sin sentido. Pam, era un inútil pedazo de basura que arrastró a Holly y su reputación sobre las brasas durante los últimos seis meses. Había estado jugando con su doctora preferida. No podía esperar para coger a la EMT en la calle en alguna parte. La cogería y abofetearía en la cara. “¿Señorita?” Esperó a que la visitante la reconociera. “Soy Sandra Rollins.” La enfermera jefe observó cuando la mujer sonrió, a modo de saludo. “La Dra. Graham me pidió que viniera para ver cómo está. ¿Necesita algo?” “No, pero gracias por preguntar. He podido localizar a todos los padres de mis estudiantes, y enviar por fax los formularios de consentimiento para Condado. Por favor diga a la Dra. Graham la agradecida que estoy porque me dejara usar su oficina.” “No puedo recordar, en los diez años que ha estado aquí, que ella haya permitido a alguien que use su espacio. Consiguió esta oficina a los dos años de empezar a trabaja aquí. ¿Considérese afortunado señorita?” Hizo la pregunta que estaba deseando hacer. Tracey puso de pie y le tendió la mano a modo de saludo. “Campbell. Tracey Campbell, soy profesora y entrenadora del equipo de baloncesto que se vio implicada en el accidente de autobús.” Rollins se acercó a la otra mujer, tomando la mano que le ofrecía. Había estado en la oficina un par de veces. Un puñado de fotografías y algunos objetos personales estaban esparcidos alrededor de la oficina. Se fijó en las fotos alineadas a lo largo de la estantería. En su mayoría fotografías del personal y amigos de la médica. Cogió la foto en que salían Melanie y Holly en el lago. Estaban vestidas con ropa de sport, gafas de sol metimos en la parte superior de la cabeza de Holly, con Mel plantando un beso juguetón en la mejilla de la médica. Era bien sabido que la Dra. Graham prefería a las mujeres. Al principio había una gran cantidad de comentarios, por parte del personal del hospital, pero terminaron una vez empezaron a trabajar con la médica. Todos la respetaban. “Créeme, lo sé. Mi entrenador asistente se encuentra en el hospital Condado en una silla de plástico duro al lado de un teléfono público.” Las dos empezaron a reír cuando Tracey giró la cómoda silla de oficina, en un movimiento nervioso mientras permanecía de pie detrás de ella. Sandra hizo un gesto de aprobación de la mujer valiente por la silla de Holly. Podía ver por qué la médica había ofrecido su oficina a esta mujer. Tal vez si las cartas estaban en lo cierto, la médica podría encontrar un poco de suerte en su vida personal.
Tracey pensó lo que la enfermera la acabada de decir. “¿La doctora Graham lleva trabajando aquí diez años? No parece tan mayor.” Dejó de hablar al darse cuenta de que la enfermera con el pelo y la piel de ébano toffe la estudiaba. “Si, lleva aquí diez años. Ella no es un pollo de primavera. Esa mujer sabe mucho. He estado con ella desde el primer día en que puso un pie en la sala de emergencias. Estaba totalmente asustada.” Tracey se rio, de todo corazón, con la visión de la jefa de enfermeras le estaba dando, aunque captó su sabia mirada. “Me resulta difícil imaginar a la doctora asustada.” Tracey se unió a Rollins delante de la estantería. La foto de la doctora con una mujer linda besándola en la mejilla era hermosa. Había un brillo en sus ojos y una cierta mirada traviesa. Se la veía feliz. Se preguntó si la mujer de la foto era algo más que una simple amiga. Su gaydar había comenzado a hacer ping, fuertemente, cuando entró en la habitación de Michelle Stanley y vio la figura impresionante mirando la radiografía. “A veces, ella todavía lo está, cuando se trata de la vida fuera de este edificio.” Rollins dijo mientras dejaba la foto en el estante. “No estoy segura si Doc tendrá algo de tiempo libre esta noche. Parece ser una noche completa para todos nosotros. Las autoridades han cerrado los caminos y Condado no está aceptando más pacientes. Sólo quedamos nosotros.” Le explicó con orgullo, la carga de atender a tantos pacientes como fuera posible. Ellos nunca cerraban las puertas. “Es posible que desee aprovechar el sofá. No creo que pueda irse a ningún lado por un tiempo.” “Gracias Enfermera Rollins.” Le dijo, mientras la mujer salía. Cogió la foto y suspiró. Parecían estar en una relación. Examinando la foto más cerca, se preguntó donde fue tomada. El fondo le recordaba a la zona alrededor de la cabaña de Maxie. Seguramente su madre aprobaría una relación con una médica. No importaba con quién saliera con Tracey. Ellen Campbell rara vez aprobada las relaciones de su hija. Tal vez su madre su madre reaccionaría de forma positiva, si empezara a salir con una médico. En la mayoría de las demás fotos, pudo ver caras conocidas del personal del área de emergencias. Una muy hermosa Holly estaba vestida con un vestido ajustado, de color salvia, con su brazo envuelto alrededor de un muy apuesto hombre de pelo oscuro, vestido con un esmoquin. Un cartel que anunciaba, Campaña de Derechos Humanos, colgaba detrás de ellos con una fecha de hacía dos años, en la parte inferior derecha de la foto. El hombre le resultaba familiar, pero no podía ubicarlo. Echó un vistazo a los números digitales rojos del reloj. Once treinta. ¿De dónde había ido el día? Miró a la nieve que caía y luego hacia el sofá. Al parecer no iría a ninguna parte pronto. Se quitó los zapatos y se tumbó en el sofá. Cerró los ojos. El accidente brilló en el ojo de su mente. Se enderezó en el sofá. ¿Cómo iba a dormir? ¿Sus jugadoras tendrían el mismo problema? Frotándose los ojos grises lo intentó de nuevo. Tirando de su chaqueta sobre el pecho, se acomodó en el sofá y cerró los párpados, rezando para que aquellas visiones se alejaran de su mente.
~ La luz del pasillo se filtraba a través de la habitación oscura, cuando Holly entró en su oficina. Según el reloj digital, el día estaba cerca de amanecer, aunque el sol parecía no querer salir esa mañana. Su atención se dirigió a la forma acurrucada en el sofá. Una cazadora de cuero cubría a la profesora como una manta. Maldijo, debería haber enviado una manta a su invitada. Fue al armario y localizó una toalla limpia. Se acercó
a la figura durmiente, que cubrió sobre la cazadora. No era mucho, pero era mejor que nada. Retiró la silla de la mesa. Se quitó las zapatillas, levantó las piernas sobre la superficie plana de la madera de cerezo. Cerró los ojos, se echó hacia atrás, apoyándose en la silla de cuero y rápidamente se quedó dormida.
~ Un grito llenó la oficina, sacando a Holly de su sueño. Desorientada por un momento, perdió el equilibrio en la silla, hacia atrás, cayendo sobre su espalda. “Oomph”. Un chillido estridente escapó de los labios de la médica. El grito la había sobresaltado, y su reacción instintiva la había llevado al suelo de su oficina. Lentamente miró a su alrededor. Todo estaba correctamente. El cuerpo de la entrenadora se balanceaba adelante y atrás, liberando pequeños suspiros mientras lo hacía. Sabía que la entrenadora Campbell había estado involucrada en un accidente de ayer. Al caer la tarde, se dio cuenta que había tratado a los heridos más graves, causados por el accidente de autobús. Tracey y los estudiantes habían resultado con las lesiones menos graves. Cuando los gritos se hicieron más fuertes, Holly se acercó de rodillas a la otra mujer que, al parecer, estaba experimentando un ciclo REM bastante malo. “¡Hey! Sra. Campbell!” Se sentó en el borde del sofá y tiró del brazo de la entrenadora. Esta se dio la vuelta, con los ojos muy abiertos por el miedo. Se lanzó a los brazos de Holly y su cuerpo se vio envuelto en un abrazo. Sostuvo a la mujer asustada en sus brazos, frotándole las manos por la espalda para mayor comodidad. El cuerpo de la entrenadora se sacudía de miedo, mientras Holly susurraba palabras para calmar sus pesadillas. Así continuaron hasta que la entrenadora pareció empezar a calmarse. Sentada allí con Tracey en sus brazos, Holly le siguió acariciando la espalda, tratando de memorizar el paisaje suave. La culpa tiró de su conciencia, ya que estaba disfrutando del momento y de la sensación de aquel cuerpo caliente y suave presionado contra el suyo. Se echó hacia atrás para estudiar a la otra mujer que parecía estar todavía dormida. Tenía los ojos cerrados, pero Holly podía visualizar sus grises y tormentosos iris. Acomodada contra el resto del brazo, Tracey se acurrucó contra su pecho, recibiendo un sentimiento desconocido de la paz a través de su cuerpo. Holly disfrutó de la sensación y se relajó. Se quedó dormida en el instante en que cerró los ojos.
Un zumbido lejano se infiltró a través del sueño que estaba disfrutando, el ruido persistente se unió a la ligera vibración contra su cadera. Volviendo a sentir todos sus sentidos completos, sintió un peso contra su pecho. El rostro oscuro de la otra mujer estaba presionado contra la curva de su pecho. No le importaba la presencia de Tracey, pero sabía que la mujer estaría avergonzada de su actual posición. Tratando de no despertarla, levantó las caderas un poco para crear espacio. La profesora inmediatamente tiró de ella, deslizando su muslo entre las piernas de Holly, presionando contra su núcleo. ¡Jesús! Holly se mordió el labio inferior. Su libido se disparó, sintiendo a la atractiva mujer, envuelta alrededor de su torso, empujando contra ella sin proporcionar ningún tipo de alivio. Un jadeo debió habérsele escapado porque Tracey abrió sus ojos clavándolos en los marrones suaves de Holly. El destello en los ojos de la profesora desapareció rápidamente cuando se dio cuenta de cómo estaba colocada.
“¿Ah, sí? ¿Estoy? ¿Cómo?” “Estabas teniendo una pesadilla.” Se movió cuando Tracey separó su cuerpo de ella. “Sólo vine a asegurarme de que estabas bien, y bueno, el cansancio se hizo cargo del resto.” Estiró su brazo, tratando de conseguir que la circulación volviera a la extremidad. Tracey se sentó, llevando sus manos al cabello para ahuecarlo. Sus ojos se dirigieron a la ventana, hacia la luz que brillaba a través de ella. Su mirada cayó sobre la silla de la oficina, volcada detrás del escritorio. “¿Que ha pasado?” Preguntó mientras se volvía hacia su compañera de asiento. “¿Estaba durmiendo en la silla y me caí?” Sintió el aumento de calor en sus mejillas. “¿Estás herida?” “Sólo mi orgullo.” Pasó la mano por su cadera, agarrando el localizador de su lado. Bostezó y miró a la lectura. “Tengo que hacer una llamada.” Se puso de pie y su espalda y rodillas empezaron a sonar, como si fueran a romperse. “Te he traído algo de ropa limpia para que te pongas, si quieres.” Apilado en el centro de la mesa había un conjunto de ropa del hospital, de color verde. “¿A qué hora volviste?” “Hacia las cuatro. No está mal, he podido dormir tres horas.” Sus ojos miraban hacia el reloj digital. “Si puedo llegar a casa, tengo un par de días libres para poder descansar.” Se acercó a la mesa y cogió el teléfono. “Soy la doctora Graham.” Escuchó la voz en el otro extremo. Sus ojos se desviaron hacia la otra mujer, que todavía estaba en su sofá. “Gracias. Se lo haré saber.” Se rio y colgó el teléfono. “Parece que eres una persona muy popular. Hay un policía y un padre buscándote. No estoy segura de si estás en problemas o no señorita, pero es posible que quieras ver quién te está esperando en el vestíbulo.” Se volvió hacia la ventana mirando los picos blancos que cubrían el paisaje. Por una vez, estaba agradecida por tener un SUV. Se volvió hacia Tracey. ¿Sería verdad? La profesora, obviamente tenía a gente preocupada por ella y que la esperaban. Un par de horas de mimos, hacia esa mujer, le serviría como una imagen duradera en su memoria. “Bueno, si yo no te veo, buena suerte con la temporada, entrenadora”. “¿Ah, sí?” Tracey se levantó, deslizando al suelo la toalla blanca, que la había estado cubriendo. “Un… gracias Dra. Graham. No sabes lo mucho que me has ayudado.” se agachó para recogerla, a la vez que Holly había lo mismo. Sus cabezas chocaron, cada una dando un pequeño gemido. “Esta fue una mala idea.” Holly dijo mientras se llevaba una mano a la frente. Tracey dobló la bata blanca y se la entregó. “Me alegro de que tú y tu equipo estéis bien.” Cogió la bata y la guardó en el armario al lado del baño. “Si necesitas algo, no dudes en llamarme.” Agarró el estetoscopio de la mesa y se dirigió a la puerta de la oficina. “Ha sido un placer conocerte, Tracey.” “Holly, Dra. Graham.” Tracey la llamó cuando ésta salía por la puerta. “todavía tenemos un par de partidos más, esta temporada, si te apetece-” puso los ojos, sabiendo lo que ninguna persona, en su sano juicio, podría disfrutar viendo un partido de una escuela de niñas “venir a vernos jugar.”
“Lo pensaré.” Dijo mientras miraba a la barbilla de la profesora. “Me hubiera gustado haberte revisado eso antes.” Se acercó y le tocó la herida. “Quién te hizo esta cura debe volver a la escuela.” “Lo hice yo.” Tracey admitió. “Urgencias era una locura, y no quería molestar a nadie, simplemente con esto.” “No habría sido una molestia. Es posible que te quede una cicatriz.” Sacó su luz pluma de su bolsillo. “Siéntate.” Era una orden más de una solicitud. “¿Cómo te lo hiciste?” Dirigió a la morena hacia la silla. Acercó la pequeña luz y la dirigió a los ojos. Le cogió las manos y las pasó a lo largo de los lados del cráneo de Tracey. Esta retrocedió cuando Holly tocó un punto sensible. “¿Te golpeaste en la cabeza?” “Contra la ventana”. Le confesó. Se sentía bien. El mareo en el accidente no había vuelvo a tenerlo. “Estaba un poco mareada en el accidente, pero yo...” “Deberías haber dicho algo. Podrías tener una ligera conmoción cerebral.” Le reprendió. “¿Te espera alguien en casa?” Su cara se ruborizó. Su preocupación profesional por el bienestar de la mujer podría haber sido malinterpretada. “Nop. Mis padres viven en Silver Springs. Tengo un par de hermanos y algunos amigos, pero no hay nadie en casa.” Sonrió a la médica burlándose de ella. “¿Y tú?” “¿Qué?” Dio un paso atrás, al ver aquellos relucientes ojos grises mirándola. “He visto algunas de tus fotos y te veo bien con la pelirroja.” Holly miró las fotos en su escritorio. “Quiero decir, pareces feliz.” “¿Ah, sí?” dijo mientras se recordaba aquel día, en que ella y Mel estaban en Deep Creek de acampada con un grupo de amigos. “Esa es Mel. Somos buenas amigas. Ella podría estar abajo. Incluso creo que trabajó en tu accidente de ayer por la noche.” “Carl”. Tracey susurró el nombre del conductor. “El conductor del autobús. Se lo llevaron al primero. ¿Crees que podría saber cómo está? Prácticamente nos salvó la vida.” Tracey comenzó a temblar pensando en el accidente. “Hey Hey…” la envolvió en sus brazos, de nuevo. “Voy a ver cómo está el conductor del autobús. Las chicas están bien. Un poco maltratadas, pero con el tiempo sanarán”. La calidez del abrazo era embriagadora, mientras sus manos recorrían la longitud de la espalda de Tracey. ¿Qué estoy haciendo? Esta mujer ha llegado más cerca de mí, en las últimas doce horas, de lo que nadie había hecho en mucho tiempo. El corazón le latía fuertemente en su pecho. Necesitaba que su cerebro empezara a trabajar de nuevo. La privación del sueño había paralizado su cerebro. En los diez años en Jessup, nunca había cruzado la línea profesional con un paciente. Ir en contra de las normas morales y éticas podría arruinar carreras y vidas. Una lección que aprendió en una vida anterior. Sin embargo, la atractiva mujer en sus brazos, hacía querer olvidar el juramento que había hecho. “Iré a comprobar el estado de Carl” separó su cuerpo del de Tracey, con un gemido de decepción, cuando su brazo rozó el pecho de la entrenadora. “Si no te veo, ten cuidado al ir a casa. Si sientes dolor de cabeza o vuelven los mareos, te sugiero que veas a tu médico.” La profesora asintió con la cabeza. Holly no quería ser médico en ese momento. Quería conocer a esta hermosa mujer sentada frente a ella. Sus ojos se encontraron de nuevo. Intenso, era la única palabra que podría utilizar para describir los sentimientos que estaba teniendo.
“¿Tienes los ojos más hermosos e interesantes que he visto? ¿Son de color plata líquida?”. Se dio cuenta de que había expresado en voz alta sus pensamientos. Tracey se sonrojó y se alejó. “Gracias. Algunos de las chicas dicen que mis ojos tienen mal aspecto.” Se rio nerviosamente. “Me alegro de que no pienses de esa manera.” “Yo… no es muy profesional. Por lo general no dejo que los pacientes usen mi oficina.” “Yo no soy tu paciente.” Tracey intervino. “Esa es una línea muy fina.” Se puso de pie. “¿Por qué no recoger tus cosas? Mientras iré a ver si puedo encontrar algo de información sobre Carl.” “Dejaré la información en el mostrador de admisiones.” Se alejó de Tracey. Una ola de decepción rodó por todo el cuerpo de la profesora, mientras observaba a la alta rubia alejarse. Quería conocer a la hermosa e intrigante médico, que había sido demasiado complaciente. Recogió sus cosas, y las colocó en una pila ordenada en la mesa de cerezo. Hizo una parada rápida en el pequeño cuarto de baño, en la oficina, encendió la luz y se quedó sin aliento cuando vio su imagen en el espejo. Una gran moretón amarillo/azulado recorría a lo largo de la longitud de su cara, desde debajo de la línea del cabello hasta su mandíbula. En su barbilla tenía una tira estéril aseada. Su cabello se agitaba en todos los ángulos y de pie punta, en la parte de atrás. Ahora sé por qué corría. Abrió el grifo, salpicando su cara y tocando con cautela la decoloración. Fuera de su bolso, cogió un cepillo y trató de domesticar los pelos en un estilo algo más presentable. Se soltó la coleta, que llevaba antes, dejando su pelo en una larga melena.
~ Holly encontró a Musah trabajando en el escritorio de administración cuando se aventuró de nuevo al piso urgencias. Esperó mientras terminaba su llamada telefónica. Cuando sus ojos cansados inyectados en sangre volvieron hacia ella, ésta ofreció una sonrisa reconfortante. “¿Te irás pronto a casa?” “Creo que será más fácil encontrar una cama aquí.” “Hey Doc.” Musah la llamó antes de que Holly pudiera escapar. En sus largos dedos sostenía un trozo delgado de papel. “Te han dejado una nota.” “¿Sí?” “No me gusta ser tu servicio de mensajería.” Su sonrisa se ensanchó mientras recogía la línea que sonaba. Se apartó de la mesa y la desdobló lentamente. La letra era limpia y clara. Sus ojos recorrieron el nombre en la parte inferior. Holly, Vete a casa y consigue un poco de tu merecido descanso. Me gustaría invitarte a cenar. Llámame. Tracey El número de teléfono estaba escrito debajo de su nombre. Sonrió y de repente ya no se sentía tan cansada.
~
“Así, ¿que lo qué era esa nota misteriosa?” Yvonne Piper preguntó mientras sacaba su vehículo de policía, por la calle recién despejada. Piper y Geoff Stanley habían esperado a Tracey en el vestíbulo del hospital. Piper los estaba llevando a su casa o a casa de sus padres. El Sr. Stanley despotricaba sobre la demanda que había sido presentada contra el sistema escolar por negligencia. Aquello ponía en peligro la salud de si hija y su beca de baloncesto universitario. “Conocí a alguien.” Tracey reprimió una leve risita. Se sentía como uno de sus alumnos. “No me digas.” Piper dijo, mientras giraba el coche patrulla en la estación de policía. Miró a su acompañante. “¿Algún detalle que quieras compartir?” “Por favor, Piper, no tengo detalles que compartir. Tuve que dejarle una nota en la recepción. Ella puede que no quiera llámame”. Le confesó. No creía ganas de sufrir su rechazo. Si le llamaba, sería porque su intuición era correcta. Si no, así no tendría que enfrentar el rechazo. Aparcaron el vehículo en un lugar despejado en el garaje. “Cuéntame lo que quieras, pero por favor, dime que no fue la Dra. Graham.” Piper dijo mientras salía del coche. La expresión del rostro de Tracey lo dijo todo. “Mierda”. “¿Por qué?” “Tranquila, ella no le interesa.” Piper tenía que explicarle a Tracey su incidente en la sala de emergencias. “Ella me llamó Xena.” “Xena?” Levantó una ceja como cuando sus estudiantes se estaban portando mal. “¿Estabas haciendo algo que no deberías?” “Soy policía. Hago lo que es necesario”. “Seguro”. Tracey había oído muchas historias de Piper, como para saber cómo era su amiga. “¿Dónde estaba Darrell?” “Forjando relaciones.” Piper sonrió para explicarle el comportamiento de su compañero. “Que Dios nos ayude”.
Capítulo 4 Holly condujo su SUV por las calles y carreteras secundarias de Baltimore. La mayoría de las carreteras habían quedado al margen de los vehículos. Puso el pequeño SUV, en modo tracción a las cuatro ruedas, y se dirigió por el callejón que corría detrás de su casa. Pulsó el botón de la puerta del garaje y se deslizó sobre la nieve. Tuvo que empujar la puerta principal con un hombro para poder abrirla contra el peso de la nieve. Crecer en Ohio, suponía ver una gran cantidad de nevadas. Cogió su bolsa de noche, que por lo general lleva de ida y vuelta entre el hospital y su casa. Se aseguró de que no se mojara por la nieve. Lo último que quería era que la nota que había dejado, en la parte superior, se mojara y perdiera los números. Los había memorizado, pero quería mantener la nota. Luchó sobre la nieve hasta el porche de atrás. Pisoteando sus pies calzados con botas, en el porche trasero, abrió la puerta de su casa. No era gran cosa. El porche de atrás llevaba a un cuartito en la entrada de la cocina, la sala de estar, corría a lo largo de la casa y una pequeña sala de estar formaba el frente de la casa. Arriba tiene dos dormitorios y un baño. Había otro baño en el sótano que ponía. Había comprado la casa en una zona barata, que ahora estaban intentando revitalizar el barrio. Su cocina era una demo de un programa de vivienda que se había celebrado en el centro de convenciones de hace tres años. Un trabajador del centro de convenciones se la había vendido. A pesar de que ambos habían regateado durante mucho tiempo, al final había conseguido una cocina de gourmet a precio de un mendigo. Agarró el receptor, fuera el soporte de pared, y marcó el número mientras se quitaba la chaqueta y botas. Desenvolviendo el pañuelo de su cuello y miró el reloj en el microondas. Diez y media, calculó el tiempo de sueño en su cabeza. Si localizaba a Tracey, podía saber si la profesora querría reunirse alrededor de las seis y media para cenar. Su siguiente turno era miércoles, así que tenía unos días para recuperar el tiempo de sueño. El zumbido en el otro extremo de la línea no fue respondido. Mierda. Cuando la voz de Tracey intervino, tuvo que dejar un mensaje. “Hola Tracey, soy Holly, umm la doctora Graham. Recibí tu nota. Fue una sorpresa muy agradable. No estoy segura de cuál es tu horario, pero si estás libre esta noche, tenía pensado pasarme por Johnny Diner esta noche. Ahora estoy bastante agotada, así que voy a tomar una siesta. Si deseas venir, sería genial. Llame si no puedes. ¿Mi número es? ” Y dejó el número de su móvil en el mensaje. Esperaba que la profesora al menos le devolviera la llamada. Comprobó el termostato y se dirigió a la cama. Rezó en silencio para que aceptara su oferta.
~ La pequeña campana por encima de la puerta de entrada sonó, como Holly empujó la puerta. Haciendo una pausa, de un segundo, para que sus sentidos disfrutaran de las vistas familiares y olores de la cafetería. Su boca comenzó a salivar por el olor de tocino que chisporrotea en la parrilla. Le gustaba Johnny porque siempre estaba abierto. Los propietarios, Jerome y Patsy Rankle vivían al lado del restaurante. Johnny, el homónimo del restaurante era el abuelo
de Patsy. Su sueño todavía vivía en medio de la pareja. Pasty estaba apoyada en la encimera de formica, que corría a lo largo de la cocina. Los ojos de la mujer mayor se levantaron automáticamente ante el sonido la campana de la puerta. La sonrisa que se formó en su cara no era la típica sonrisa ensayada del propietario de un restaurante. “Miss Holly! ¿Visitando a sus viejos amigos en una noche tan fría?” Patsy envolvió a Holly en sus brazos y le dio un abrazo lleno. Esta se rio de la pequeña anciana. “Ha pasado mucho tiempo. Tienes que venir más a menudo.” Ayudo a la joven a quitarse el abrigo. “Mírate todavía demasiado flaca. Necesitas comer más. Ponga un poco de carne en esos huesos.” “Yo también te extrañé Patsy.” Dijo mientras colgaba su abrigo en un gancho de metal, cerca de la entrada de la cocina. En una mesa, lejos de las ventanas, Tracey estaba sentada con una humeante taza de café delante de ella. “He quedado con una amiga.” Hizo un gesto hacia Tracey. “Ella acaba de llegar. Es muy linda.” Patsy tomó el brazo de Holly. “No parece ser como tu última novia.” Ella y Pam solían ir de vez en cuando a desayunar a Johnny. Pam odiaba a la dueña. Holly le guiñó un ojo a Patsy, mientras se desenganchaba del brazo de la propietaria. Confiaba en el juicio de Patsy. Le había dado de comer, demasiadas veces, cuando la joven había sido estudiante, y apenas podía permitirse una taza de café. Recordaba, casi llorando, cuando Pasty le había servido un plato de panqueques frente a ella. Nunca había olvidado la generosidad de aquella mujer, que se había asegurado de que no muriera de hambre. “Hola.” Dijo mientras se deslizaba en la mesa de Tracey. La contusión en la barbilla era de un azul profundo con toques de amarillo. “Ouch”. Señaló a su propia barbilla en referencia a la lesión de Tracey. “Hola. Y sí, me duele. No estoy bromeando.” Afirmó cuando vio la sonrisa arrastrándose en el rostro de Holly. “¿Cómo está tu cabeza?” “¿Estás siendo un médico? ¿Porque pensé que me encontraba con un amigo?” “Lo siento.” Levantó las manos. “No haré más preguntas médicas para el resto de la noche.” ” Mejor “. Tracey dijo mientras tomaba un sorbo de café. “Tienen el mejor café.” Tracey la había estudiado por un momento. La interacción con la pequeña mujer y la alta médico, preguntándose sobre su tipo de relación. “Por vuestro saludo, voy a suponer que eres una cliente frecuente de este elegante establecimiento.” “Solía venir mucho cuando estaba en la escuela. Pasé muchas noches en esa mesa con una taza de café y un libro de medicina.” Señaló a la mesa de la esquina. “Patsy es la dueño y ella me ayudó mucho. Yo no era una chica punk. Nunca causé ningún problema.” “¿Cuántos años tienes?” Tracey había estado esperando la respuesta en toda la noche. “Treinta y cinco de julio. ¿Y tú?” “Veintinueve. Llevas en Jessup diez años.” Holly asintió. Tracey hizo rápidamente las cuentas en su cabeza. “¿Cuántos años tenías cuando te convertiste en Residente en Jefe?” “Veinte y ocho.” Observó como Tracey luchaba por entenderlo. “Terminé la escuela secundaria cuando tenía quince años. Había un poco de mierda, rodeando mi familia, así que no empecé la universidad hasta que los dieciséis. Me licencié en tres años y fui a la escuela de medicina.”
“¿Sabías que querías ser médico?” “Más o menos”. Se recostó cuando Patsy colocó una taza de café frente a ella. El menú en frente de las mujeres se mantuvo intacto. “Danos un par de minutos más.” Patsy se alejó de ellas. “Nunca me interesó ninguna otra cosa. ¿Y tú? ¿Siempre has querido ser profesora?” “El principio no, pero pensé en la gente que yo admiraba. Mis maestros fueron las primeras personas que vinieron a la mente. Poca paga, poca recompensa, pero ellos continúan haciéndolo.” “Mi padre era profesor.” Holly oyó la amargura en su voz. No se dio cuenta de que todavía tenía fuertes sentimientos acerca de la profesión. Hacía mucho tiempo que no había hablado de su padre. Podía sentir su estómago apretarse. Estaba cansada de tener que empujar los recuerdos de a donde pertenecía. “¿Inglés?” Tracey rio. “Matemáticas”. Holly sintió el pesar por dejar que el bit de información sobre su padre se deslizara. “¿Se retiró?” “Está muerto”. Cogió el menú de la mesa. No tenía la intención de dejar que sus emociones interfirieran en la conversación. No había pensado en su familia en mucho tiempo. No tenía sentido hacerlo ahora. “Lo siento.” “Yo no lo hago.” Respondió con todo duro. “Me emancipé de mis padres cuando tenía quince años.” Explicó viendo la reacción de la otra mujer, ante su declaración. “No quiero hablar de ello. No sé por qué te lo he mencionado.” Holly estaba enfadada por dejar que ese tipo información saliera. “¿Qué me recomiendas?” Tracey dijo, al darse cuenta de que la rubia no estaba cómoda con la conversación. Cogió el menú y la miró, por encima del menú manchado, desgastado y sucio de grasa. “Lo siento.” Sintió la retirada de Tracey. “Te contaré la historia, pero no hoy. Ok?” “Me parce bien. Además, esto no cuenta como la cena. Tenía la esperanza de que poder cocinar para ti.” “Si me estás ofreciendo una comida casera, acepto tu oferta.” Cogió el menú de la mujer morena. “Normalmente desayuno aquí, así que la tostada francés está muy bien, es bastante más grande que las de Texas.” “Suena muy bien.” Tracey dijo mientras se inclinaba sobre la mesa y apretaba la mano de Holly. Esta dio un suspiro de alivio cuando aquellos cálidos dedos tocaron los de ella. No quería asustar a Tracey. Esta era su primera cita. Patsy tomó sus pedidos y continuó hablando a través de su comida. Dos horas más tarde, las mujeres se sentaron en el stand, donde Patsy les volvió a llenar las tazas de café. Cuando Tracey le indicó que se detuviera, sonrió a la propietaria. “A este paso, estaré toda la noche en vela, y mañana tengo clases.” “Tal vez tengas un día de nieve.” Patsy se rio entre dientes. “Me gustaría, o hacer novillos.” “No tienes que ir, después del accidente.” Holly bromeó, pero vio el destello de preocupación en el rostro de Tracey. “¿Estás teniendo problemas?” Pensó en las pesadillas en su oficina. “Esa es una pregunta paciente médico.” Movió un dedo hacia su acompañante. “Y nunca vas a ser mi médico”. “¿Por qué? ¡Ella es una gran doctora!” Patsy la regañó.
Holly se encogió de hombros. Sabía que había una línea muy fina entre la paciente y la médica. “Hay líneas no voy a cruzar Patsy.” Sonrió a Tracey mientras hablaba con la mujer entrometida, un par de mesas más allá. “¿Qué hay de tu próximo partido?” “Wow eso va a ser otra cosa. Michelle está lesionada. Zoey está lesionada. Ahí van dos de mis mejores jugadoras. Mi delantera tiene varios puntos de sutura. Dudo seriamente que cualquiera de nosotras quiera volver a poner un pie, en un autobús escolar, a corto plazo. Jugaremos pero no será un bonito espectáculo “. “Me gustaría ver el partido, entrenadora. No disfruté de esa experiencia cuando era estudiante.” “Cierto, te graduaste temprano.” Tracey recordó. “¿Te dejaron en el banquillo?” “No, ser una cría demasiado alta fue una experiencia totalmente diferente.” Recordaba cómo se habían reído de ella cuando era sólo una niña. Fue una experiencia que nunca se la deseó a nadie. Excavando en su bolso, Tracey sacó una pequeña agenda tri-color, con la mascota de los Senadores de Bayview impresa audazmente en un lado. Deslizo varias hojas, escaneando la agenda rápidamente. Se dio cuenta de que sólo tenía unos pocos partidos por delante. “Hay un partido del jueves.” Le entregó el calendario a Holly. “No tengo muchas opciones.” Holly miró las fechas. Le tocaba trabajar la mayor parte del resto de los partidos. Echó un vistazo a las fechas, señalando el día de San Valentín, que sería dentro de un par de semanas. Tal vez le preguntaría si querría ir a cenar en ese día tan especial. Si consigo no estropear esta noche. Sus pensamientos sacudieron su cabeza. Su trayectoria, con respecto a la citas, no era nada positiva. “Es probable que pueda ir a este partido del martes.” La fecha era dentro de dos semanas. Probablemente podría salir del trabajo antes de que el partido hubiera terminado. “Déjame ver.” Tracey miró la fecha. “Glenn Bernie en casa. Será un buen partido.” Tracey le decepcionó, un poco, ya que al parecer no quería volver a vela hasta dentro de dos semanas. Sólo conocer a alguien y simplemente querer llegar a conocerlos, en realidad nunca antes había una prioridad para ella. Hoy, después de recibir el mensaje de Holly, había cancelado sus planes de quedarse en la casa de su padre para cenar. Cuando se cuestionó, si salía con Holly, sonrió y se encogió de hombros. No podía recordar la última vez que había cancelado una cena familiar por una cita. Llama si no puedes venir. Holly había dicho en su mensaje. Se preguntó si la doctora estaba preocupada por ser cazada. El próximo martes, pensó Holly. Trataría de pasar ese tiempo lo mejor posible. Por alguna razón, quería pasar más tiempo con esa mujer. Había tenido dificultades para dormir después de su turno, porque no podía dejar de pensar en la profesora. Cuando finalmente cayó en un profundo sueño, recordó la sensación de aquella morena en sus brazos. Y cómo por la mañana, esos ojos grises la habían mirado con total confusión. El hermoso rostro de Tracey se veía empañado por el moretón amarillo verdoso desagradable en la barbilla. Había pasado mucho tiempo desde que una mujer le había llamado la atención. Sentado frente a la mujer, en lugar de disfrutar de su compañía, estaba pensando en lo que haría durante esos diez días hasta el partido. Aquello le parecía un largo camino por recorrer. “¿Puedo llamarte?” preguntó Holly de manera burlona. Sabía que Tracey tenía que trabajar a la mañana siguiente, y no quería interferir con su horario.
“Por supuesto.” Le ofreció una sonrisa rápida. “Debería irme. Tengo pruebas de grado. Se lo prometí.” Una rápida mirada al reloj de la pared confirmó que eran las nueve. Habían estado acaparando el stand en Johnny durante casi dos horas. “Yo me encargo.” Holly dijo mientras agarraba por nota de Patsy. “Yo invito.” Explicó mientras sacaba su billetera de su bolsillo trasero. Cogió unos cuantos billetes y los dejó sobre la mesa. “La próxima vez invitaré yo.” Tracey se deslizó de la mesa. Iba vestida con unos vaqueros desgastados y un jersey de color caramelo. “Pensé que ibas a cocinar para mí” Dijo mientras se deslizaba junto a la otra mujer. “si es que tu oferta sigue en pie.” “Desde luego, pero puede ser que sea una cocinera horrible.” “Me arriesgaré.” Poco a poco se abrieron paso hacia el perchero. Holly cogió la chaqueta de Gore-Tex del gancho, mientras Tracey hizo un gesto a la cazadora de cuero. La mujer rubia la ayudó a ponérsela, saboreando, por un momento, la sensación de los hombros de Tracey bajo sus dedos. “Gracias por venir.” “Gracias por invitarme.” Vaciló. Quería pasar más tiempo con la médica pero mañana era día escolar. “¿Vives en el barrio?” Holly sonrió. “¿Qué?” “Demasiado cerca.” Se explicó. “Compré una casa vieja, en una subasta, cuando el ayuntamiento estaba deshaciéndose de toda la chusma para rehabilitar el barrio. Está a unas cinco calles andando.” Tracey se sorprendió de que un profesional como Holly caminara y viviera en un barrio como Mt Vernon. “Te llevaré en mi coche. No me sentiría bien si te dejara ir a casa cambiando.” “Gracias, eso sería genial.” Holly estaba eufórica. Podía pasar un poco más tiempo con Tracey. Esta no cuestionó por qué la médica eligió vivir en el interior de la ciudad de Baltimore, mientras que la mayoría de los profesionales huyeron hacia oros barrios más seguros. Quizá sea muy cuidadosa con su dinero. Holly había comprado una casa en malas condiciones, que había decidido renovar a su gusto. La mayor parte de la renovación la había hecho ella misma. Sólo había contratado a un contratista para la electricidad y la fontanería. Derribó las paredes y las volvió a levantar. El proyecto le llevó casi cinco años, pero la recompensa había valido la pena. “¿Así que te lleva a casa?” Tracey tiró de su pelo hacia atrás para poder ponerse bien el cuello de la chaqueta, mientras se dirigía hacia la puerta. De repente se detuvo y se volvió a Patsy. “La comida y el servicio han sido fantásticos.” Saludó a la dueña y se dirigió hacia la puerta, haciendo sonar la campana mientras salía. “Me gusta.” Patsy le dijo a Holly, mientras miraba a la morena deslizarse en el asiento del conductor de un Jeep Cherokee rojo. “A mí también.” “No lo estropees.” Patsy la regañó. Holly, siguiendo el ejemplo de Tracey, se dirigió hacia el coche aparcado en la calle. El interior del Jeep estaba helado. Tracey se frotó las manos mientras observaba el remolino de su aliento frente a ella. Tal vez debería haber dejado puesta la calefacción. Aunque éste no era un barrio como para dejar el coche en marcha. Sus ojos siguieron a Holly a través de la puerta del restaurante, con una sonrisa en su rostro. Se estaba riendo
de algo Patsy le estaba diciendo. La observó mientras abrió la puerta y deslizó su cuerpo alto, en el asiento del pasajero, cerrando rápidamente la puerta detrás de ella. “Hace frío.” Holly se frotó las manos. “Deberías subir la cremallera de tu chaqueta.” Le dijo, con sus ojos centrados en el pecho de la rubia. Pudo ver el pezón duro bajo su camiseta, debajo de la chaqueta. Sintió una fuerte oleada de calor recorrer su cara y su centro. Desviando la mirada, se encontró con los ojos de Holly que la estudiaban divertida. “Vas a coger un resfriado.” “Sí, doctor.” Sonrió, sabiendo que había pillado a Tracey. Aquello la hizo sentir bien. Estiró una mano y tocó la barbilla de Tracey. “Esto está bastante bien. Espera hasta que se ponga en tono morado y verde.” “Muy bien, así lo pondré compaginar con el color de mi ropa.” Tracey puso el coche en marcha y miró a la rubia. “¿Qué camino?” Con instrucciones rápidas, circularon las cinco calles hasta la casa de Holly. Aparcó justo delante de la misma. “Wow, esto se ve muy bien.” Tracey dijo mientras miraba la hermosa casa de dos pisos. El porche era grande y sobre todo libre de nieve. El camino había sido liberado con una pala, pero el resto estaba cubierto de blanco. Unas luces dispersas iluminaban las ventanas en toda la casa. Era capaz de distinguir algunos detalles. Todo el frente de la casa estaba hecho de grandes piezas de piedra arenisca. Seis peldaños de piedra llevaban a una puerta de roble grande con una ventana de cristal. Las ventanas de la segunda planta eran del mismo diseño. Un gran ventanal estaba al lado de la puerta, revelando una sala de estar con un sofá mullido y una mesa antigua. Al ver algunas plantas, en la repisa de la ventana, pudo darse cuenta de que las plantas en la oficina de la médica no eran regalos. “¿Quieres un tour rápido?” No quería presionarla, así que si Tracey tenía que llegar pronto a casa o si se sentía incómoda, podría decidirlo ella misma. “Claro, si no te importa” Tiró de la manilla de la puerta antes de Holly pudiera arrepentirse de la oferta. El salir del coche, Holly trató de recordar el estado de su casa. Había llegado a casa, esa misma mañana, justo después de su turno, y se había quedado dormida. Se despertó para su cita con Tracey en Johnny. No sabía lo que iba a encontrar. “No hay promesas sobre la limpieza. La criada lleva fuera desde el año 2000.” Subió los escalones de la entrada, feliz porque su vecino Joey Rose había limpiado el camino con pala. Rápidamente abrió las múltiples cerraduras con su llave y abrió la puerta para que Tracey entrara. “Tengo temporizador para encender las luces.” Se volvió hacia un pequeño panel blanco para pulsar el código de seguridad. “De esta manera parece que alguien está en casa.” “Me encanta el trabajo de cristal.” Tracey estudió la artesanía integral. El suelo de madera corría a través de la puerta de entrada y hacia las otras habitaciones, otro toque que añadía la belleza de la casa. “Fui a West Virginia para conseguirlas de una casa que estaban derribando. Las ventanas de peltre son uno de los diseños originales de este tipo de casas. No hay forma de conseguirlas en Depot.” “Seguro.” Pasó la mano por la escalera de roble a juego. Estaba toda ella perfectamente barnizada. A la derecha del vestíbulo había un comedor con grandes ventanales, y plantas de laurel. Justo enfrente de la puerta principal estaba la escalera, a la izquierda un pequeño pasillo que llevaba a un desnivel donde se encontraba la sala de
estar con chimenea. Un televisor de pantalla plana estaba colocado frente a un sofá de cuero. Una alfombra bereber amarillenta suave cubría el suelo. “Me gusta sentarme en el suelo. Los suelos de madera me encantan, aunque esta sala y los dormitorios, en la planta alta, tienen alfombra.” “¿Con ese sofá tan grande y prefieres sentarte en el suelo?” Tracey cuestionó. “Es una cosa de comodidad”. Le confesó. En un momento en su vida, apenas tenía una silla y una mesa. La silla era tan horrible que prefería sentarse en el suelo. Todavía lo hacía hoy en día. “¿Quieres algo de beber?” Pasó junto a la morena, en su camino hacia la cocina. Tracey la siguió, estudiando todos los detalles de las remodelaciones que Holly había hecho. Prácticamente lo había remodelado ella misma. Cuando dio un paso arriba, en la cocina, se sorprendió. Parecía la cocina de un diseñador. Para alguien que no solía cocinar, aquello era muy sorprendente. Había una cocina de isla, con un quemador de gas, que recorría en diagonal toda la cocina. Un gran número de armarios, junto con una despensa, cubrían toda la pared. Una ventana, sobre el lavabo, daba una gran vista del patio trasero. Era evidente que se trataba de una cocina diseñada por un chef. “Me encantaría tener esta cocina.” Tracey comentó. “La conseguí en una oferta. Había un espectáculo en la ciudad. Hice algunos contactos y tuve la oportunidad de llegar a un acuerdo sobre ella. Algo que no suele suceder a menudo.” La mirada que recibió la hizo dar más explicaciones. “Que tenga suerte, quiero decir.” “Tal vez tu suerte está cambiando.” Extendió la mano y le tocó la manga. Justo cuando estaba a punto de continuar, su teléfono móvil sonó con fuerza. Retrocediendo unos pasos, Tracey miró su teléfono. Sonrió y levantó el teléfono a la oreja. “Hola. Veo que sobreviviste.” Había visto el nombre de Andy en la pantalla LCD. “Dios ojalá hubiera ido yo a Jessup y no quedarme atascado en el condado.” Andy se quejó. “No llegué a casa hasta por la madrugada.” “Allison me llamó para hacerme saber que estaba bien, y me informó sobre el estado de las chicas.” “Sí, ella me dijo. Todo el mundo está bien, por lo que sé. A la señora Papa le costó mucho tiempo poder llegar al hospital. No recibí una llamada de ella, así que asumiré que Zoey está bien “. “Es bueno saberlo. Estaba preocupada por ella. Entonces, ¿qué pasa?” Se apoyó en el mostrador de la cocina, mientras Holly abría la nevera y sacaba una botella de agua. Le mostró la botella como preguntando si Tracey quería algo más. Esta le indicó que esperara un momento. Escuchó a la persona en el otro extremo de la línea, negando con la cabeza. La conversación fue breve, y cuando terminó Tracey miró como fuera un gato que se hubiera trabado un canario. “¿Qué pasa?” “¿Tienes algo de vino?” preguntó mientras se acercaba. Holly tragó saliva mientras los dedos de Tracey tocaron su antebrazo. “Parece que la escuela ha sido cerrada por las inclemencias del tiempo. “ Le tomó unos segundos darse cuenta de lo que la profesora le estaba diciendo. Dejó el agua donde estaba y sacó una botella de Pinot Grigio. En el mostrador tenía un buen Merlot reposando. “¿Rojo o blanco?” preguntó mientras sostenía una botella en cada mano. Tracey tomó la botella de blanco examinando la etiqueta. Luego hizo lo mismo con el rojo.
“¿No es una canción de Billy Joel? ¿Botella de tinto, una botella de blanco? Creo que es el estribillo de una canción.” Observó como Tracey ponía la parte posterior del blanco en el frigorífico bajo cero. “El rojo es bueno.” Dijo mientras le entregaba la botella a Holly. “¿Necesitas ayuda?” Preguntó mientras le tocaba la mano. “¿Qué tal si lo sirves y yo voy encendiendo el fuego?” Le ofreció el sacacorchos y unos vasos. Tocó el hombro de Tracey con la mano. Aquello le gustaba. En lugar de tener que despedirse, podrían disfrutar juntas del resto de la noche. “Si quieres que retire tu coche del camino de entrada, puedo. Solo tengo que dejarlo en la parte trasera. Estará más oculto.” “¿No te importaría? Le tengo mucho cariño, y si algo le sucede…” le confió, tendiéndole las llaves. Sus dedos se tocaron, enviando una descarga de electricidad a través de ellas. Holly no pudo contener la sonrisa. “¿Por qué estás sonriendo?” Tracey le preguntó. “Por ti”. Se acercó y envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Tracey. Deseaba a la hermosa mujer que estaba de pie en su cocina, y necesitaba mantener su libido bajo control. Envolvió sus brazos alrededor de la cintura sin presionarla. “Gracias por venir a cenar conmigo.” Sintió que los brazos de Tracey también se deslizaron alrededor de su cintura, Holly levantó la mano para tocarle la cara. Sus dedos trazaron la mandíbula de la mujer morena, deteniéndose en os labios. Buscó algún tipo de vacilación, por parte de la otra mujer, antes de inclinarse y sustituir sus dedos por sus labios. Una exploración lenta y suave comenzó cuando sus labios se tocaron. Buscó la importancia en esta nueva sensación. El beso comenzó lentamente. Sintió que Tracey se acercaba y presionaba su muslo entre la uve de sus piernas. Deseaba aquello. Cuando abrieron la boca, se produjo el intercambio de un beso largo y lánguido. Holly dio un paso atrás, rompiendo el hechizo. El corazón le latía con tanta fuerza, en su pecho, que no le quedó más remedio que serenarse. No quería jugar todas sus cartas. Esta era su primera cita, si es que se podía considerar como una cita. Los ojos de Tracey estaban llenos de preguntas y preocupación. Si con tan sólo mirar esos lirios de plata podía volver loco a su corazón de tanto palpitar, Holly sólo podía imaginar lo que sería cuando la tocara. “Voy a empezar el fuego y luego moveré tu coche.” Balbuceó mientras dejaba que sus dedos tocaran a la otra mujer. Después de un rápido apretón, se retiró a la sala de estar para encender la chimenea de gas. Una película de transición de llamas azules y blancas envolvió la chimenea. Deslizándose en su abrigo, salió al porche, dejando que el clima invernal enfriara la temperatura de su cuerpo. Empujando las manos en los bolsillos del abrigo, bajó corriendo los escalones de la entrada hacia el vehículo. Al golpearse las rodillas contra el volante, maldijo, mientras se deslizaba el asiento hacia atrás. Tendría que recordar volver a dejarlo como estaba, para Tracey. Arrancó el vehículo. Tomó cuidadosamente la curva cerrada mientras maniobraba el Jeep por el camino de acceso a la entrada de su casa y al garaje. Acercó el Jeep tan cerca de la casa como pudo, tratando de mantener las huellas de esta mañana, en su entrada al garaje. Las huellas de pie, que habían hecho anteriormente, ya estaban llenas de nieve fresca. Tal vez debería enviar a Tracey casa, antes de que el tiempo empeorara. Si no, tal vez la profesora se quedaría atascada durante la noche. Lo pensó un segundo, desando que su segundo pensamiento se cumpliera.
La puerta trasera daba a un cuartito junto a la entrada de la cocina. Se quitó las botas, todavía con restos de nieve, colgó su chaqueta y se aventuró en la cocina. El corcho de vino estaba sobre en el mostrador. Dejó las llaves de Tracey sobre la mesa. Oyó los suaves sonidos de música procedentes de la radio del salón. Se acercó descalza por la cocina hasta la sala de estar, y se apoyó en la jamba de la puerta, observando a Tracey mirar sus CDs. “Ese está muy bien.” Dijo asustando a Tracey, ante el sonido de su voz. “Lo siento, no era mi intención asustarte.” “Está bien, no te he oído entrar.” Movió unos CDs en sus manos, viendo el diverso surtido de música. “Espero que no te importe.” Sostuvo los discos en la mano. “De ningún modo.” Le gustó el hecho de que Tracey hubiera puesto un cd con los éxitos de K-Ci y Jo-Jo. Su estado de ánimo se tranquilizó. Un poco de música romántica, vino, un incendio y una mujer hermosa. Estaba viviendo una fantasía. “¿Quieres bailar?” Tracey preguntó cuándo una canción más lenta empezó a sonar. Se acercó a Holly y la agarró de la mano, antes de que ésta pudiera responder. Se abrazaron, en el centro de la sala de estar, moviéndose lentamente a ritmo de la música, con sus manos entrelazadas, en alto, cerca de los hombros de Holly. Esta llevó sus manos a la cintura de la morena. Tracey apoyó una mano en la espalda de Holly. “Esto es gusta. Nunca había bailado en mi sala de estar.” “Cuando era pequeña, mi madre obligaba a mis hermanos a bailar conmigo para enseñarnos”. Se inclinó y apretó la mejilla contra el hombro de Holly. “¿Tú eres?” No terminó su pregunta, en cambio, volvió la cabeza y la besó en el hombro. La música continuó mientras se balanceaban adelante y atrás. La mano de Holly se trasladó a la parte baja de la espalda de Tracey, haciendo pequeños círculos. Le gustó la sensación de esta mujer en sus brazos. “Tienes que estar agotada.” Tracey murmuró mientras acariciaba, con mano, la espalda de Holly. Se apartó un poco para mirarla a la cara. Holly le acarició el pelo suavemente, luego se inclinó hacia Tracey colocando un pequeño beso en los labios. “Estoy bien.” La atrajo más y continuó hablando. “He visto a miles de pacientes y estoy muy contenta de que no fueras uno de ellos. Siempre recordaré esta tormenta. Estoy tan feliz de que vinieras a Jessup.” “Hace dieciocho horas yo estaba pasando por el peor día de mi vida. Mi equipo estaba en un accidente. Mi mejor jugadora se rompió una pierna. Carl estaba malherido. Ahora creo que todo estaba destinado a suceder.” Reduce la velocidad, disminuye la velocidad, Holly repitió en su cabeza. Volvió a deslizar las manos en la cintura de Tracey. Los brazos de la profesora estaban alrededor de su cuello. Se mantuvieron así, con la mirada fija la una en los ojos de la otra. “Nunca me había sucedido algo así antes.” Tracey susurró. Se inclinó hacia delante y hundió la cara en el cuello de Holly. Esta la abrazó más fuerte, saboreando su perfume. Bailaron en silencio hasta que la canción terminó. Holly no pudo contener la sonrisa cuando Tracey se inclinó de puntillas y la besó. Entrelazó sus dedos con los de Tracey y la llevó hasta el sofá. El fuego estaba desprendiendo un poco de calor, pero a todos los efectos, era sólo decorativo. Se sentaron en la esquina del sofá con la mejor vista de la chimenea. Las llamas azuladas lamían la cortina metálica de protección. Disfrutaba de la calidez de Tracey junto a ella, con sus dedos aún entrelazados. “¿Alguna ex novia o novio que deba tener en cuenta?”-preguntó Holly mientras llevaba su mano libre alrededor de los hombros de Tracey.
“Unas amigas. Nunca tuve un novio. He estado fuera desde que tenía catorce años, al menos para mí. Le di la noticia a mi madre cuando tenía dieciséis años. A mi padre un año después.” “Eras muy joven para saberlo”. “Así es como me sentí. Es la forma en que siempre me he sentido. Estábamos viviendo en Jacksonville, Florida, justo al lado de la base. Mi padre estuvo destinado allí, durante un par de años. Cuando fue trasladado a DC, me sentí morir.” “Por una chica.” “Sí, una chica latina muy bonita, con grandes ojos castaños y una gran sonrisa. Estaba bastante desarrollada ahora que lo pienso.” “¿Si te que te gustan desarrolladas?” “No, me gustaban sus ojos marrones. Sus conmovedores ojos marrones.” Se inclinó hacia delante y tomó la copa de vino de la mesa. Se la ofreció a Holly y cogió la otra. “Un brindis.” “Por el destino” “Por las nuevas amistades”. “Me gusta.” Sonrió mientras levantaba su copa a los labios. Le gustaba la sensación del calor de Tracey a su lado. Tracey chocó su copa contra Holly, agradeciendo a la tormenta por no tener que trabajar mañana. No habría manera de que pudiera dormir esta noche. Había pasado demasiado tiempo sin sentirse atraída por nadie. Aquí sentada junto a esta maravillosa y dulce mujer se sentía muy feliz. Pensó lo atractiva que estaba Holly, mientras el pánico y la histeria las había rodeado la noche anterior. Lo bien que la había tratado. Sentada junto a la médica, se dio cuenta de que no era sólo su apariencia, lo que le atraía, sino también la fuerza y confianza que envolvía a la médica. Ni una sola vez, con todas las actividades a su alrededor, hicieron que perdiera la calma. De su conversación, sabía que había un poco de inquietud respecto a su familia, de la que al parecer no le gustaba hablar. Se preguntó qué la médica se habría independizado de sus padres a una edad tan temprana. “¿Y tú? ¿Algún esqueleto en tu armario?” “Hay unos pocos. En cuanto a exnovias, salí de una relación medio-seria el verano pasado.” “¿Qué pasó?” “La sorprendí en la cama con otra mujer.” “Jesús”. “Por lo menos fue en la habitación de invitados.” Se encogió de hombros. No había mucho que pudiera hacer Pam. “Luego, durante un tiempo, tuve una acosadora en el trabajo. No fue muy agradable. Tuve que presentar una queja en su contra.” “¿Trabajabas con ella?” “Era una enfermera de planta.” Sintió que Tracey se relajaba un poco más, mientras el fuego y la cercanía de los cuerpos creaban un ambiente acogedor. Se quedaron durante un rato en silencio, escuchando sólo el ruido ocasional de la chimenea o la nieve, que caía desde el techo rompiendo el silencio. Tracey dejó que su cabeza descansara sobre el hombro de Holly. Envueltas en la calidez de los brazos la una de la otra, disfrutaron del momento. No había prisa. No se oía el bullicio de la sala de urgencias. No había buscas o teléfonos sonando, sólo dos mujeres disfrutan de sus propias compañías.
“¿Tiene planes para mañana?” preguntó en voz baja, con la mejilla apoyada en la cabeza de Tracey. “Tengo que preparar ciento treinta pruebas a grado. Si me quedo aquí esta noche, sé que podré hacerlo mañana por la tarde. Por la noche iré a cenar a casa de mis padres.” Se incorporó un poco, mirando a los ojos de Holly. “Eres bienvenida a venir a cenar. Una más persona no será un gran problema.” Holly sintió la pérdida de los colores de la cara. Esta sólo era su primera pseudo cita y ya estaba siendo invitada a conocer a la familia, no sabía qué hacer. Se movió incómoda en el sofá. Podía sentir las gotas de sudor que se habían formado en la frente y labio superior. Su estómago se rodó, mientras debatía la posibilidad de conocer a los padres de Tracey. “Puedes dejarlo pasar.” Rescató a Holly de su debate interno. “Hay días en que ni tan siquiera yo quiero ir.” “Tal vez en otra ocasión.” Dio un suspiro de alivio. Quería conocer a Tracey, un poco más, antes de que poder conocer a su familia. “Te estoy asustando.” Oyó la risa en la voz de Tracey mientras sentía el cuerpo de la morena moverse. “Si hay una cosa que sé, es que tenemos una gran diferencia de opinión sobre la familia.” La médica le comentó. “Me gusta la mía. ¿No te gusta la tuya?” Preguntó. Sintiendo que Holly preferiría no hablar más sobre el tema de la familia, lo dejó pasar. Sabía que había alguna razón para ello, pero tendría que esperar a que ella misma se lo contara. Estaba claro que Holly no había tenido la más mínima vida familiar. Se había independizado de sus padres. Su padre había muerto. Decidió que era mejor no insistir en el tema. Soltándose del agarre de los dedos de Holly, se puso de pie. La otra mujer, la miró impresionada. “¿Te vas?” La decepción del fin de la noche se oía en la voz de Holly. “Me gustas.” Se inclinó hacia la médica, dejando que sus labios rozaran los de Holly. Esta puso una mano en la parte posterior de su cuello y la acercó más, aumentando la intensidad del beso. Tracey colocó las manos en los muslos de Holly para que no caerse sobre la rubia. Las lenguas bailaban y Tracey podían sentir que sus rodillas empezaban a balancearse. Tomando aliento, Tracey encontró su voz. “Si me quedo, vamos a continuar con lo que estábamos haciendo.” Le acarició la cara. La médica apretó la mejilla en su palma. “Lo sé.” La voz suave y sexy respondió. “No estoy lista.” Le dio una débil sonrisa. “Espero que lo entiendas.” “Oh.” Fue su única respuesta. De repente, Tracey se estaba siendo completamente y brutalmente honesta con ella. No quería tomarse las cosas a la ligera. Holly sintió que su pecho se paraba un momento. Vio la mirada de la morena. “Lo entiendo. De verdad.” Se sintió mal por la retirada de Tracey, pero no quería un rollo rápido en la cama. Quería algo más que una cita con sexo rápido y arrepentirse al día siguiente. “¿Tú lo haces?” Tracey la miró de nuevo a los ojos. “Yo hago”. Sabía Tracey tenía razón. Sería mejor para ellas, si se tomaban un tiempo para llegar a conocerse mejor. Lo último que quería era arrepentirse por haber tomado una mala decisión con esta mujer. “Me gustaría verte antes del martes. Si te parece bien.”
“Eso realmente me gustaría.” Dio un paso atrás, cuando Holly dio un paso. “¿Puedo llamarte después de la cena con mis padres?” “Suena bien.” Dijo mientras la observaba prepararse para irse a su casa. La acompañó hasta la puerta de atrás, la abrió, sin importarle si el calor se escapaba en la noche de enero. Quería asegurarse de que Tracey fuera capaz de sacar su Jeep sin problemas. Cuando la morena levantó la mano y se despidió, Holly se quedó triste. El martes sería un día muy largo por recorrer.
Capítulo 5 El sol se asomó a través del cielo de enero. Holly apoyó su alta figura contra la pared de ladrillo del hospital. Tenía sus brazos envueltos alrededor de su pecho, como si la bata del hospital pudiera protegerla de los elementos. Una sonrisa apareció en su rostro como Mel Watkins se acercó con dos tazas de plástico en la mano. “¡Si eso es un café con leche, me casaré contigo ahora mismo!” Le dijo a su amiga. “Promesas, promesas. Eres demasiado exigente y que no eres mi tipo”. Le respondió mientras le entregaba una de las tazas. Acababa de traer a un herido. Se había acercado a Holly, mientras su compañero llenaba el papeleo. “Además, hay millones de mujeres que aún tienen que tener una oportunidad conmigo.” Mel puso una mano detrás de la cabeza, media cubierta, y adoptó una pose digna de Madonna. Holly rio mientras se inclinaba hacia atrás y tomaba un sorbo. “¿Qué haces esta noche?” “Me voy a un partido de baloncesto.” Miró a los cielos grises fríos de invierno. Tenía un largo día por delante. Estaba desando ver a Tracey esta noche. “¿U de M?” Mel preguntó si la Universidad de Maryland tenía partido esa noche. Generalmente seguía los deportes de las mujeres, pero no lo podía recordar. “No, es de la Escuela Secundaria de Bayview.” Le explicó, viendo la confusión en el rostro de Mel. Bayview era una pequeña comunidad fuera del Condado de Baltimore, cerca de la orilla de la bahía de Chesapeake. “¿Por qué demonios vas a un partido de baloncesto de la escuela?” Apoyó su trasero contra la pared al lado de Holly. Pudo ver un cierto brillo en aquellos ojos marrones. Mel conoció a Holly hacía ya unos años, cuando ésta había entrado a trabajar como EMT para la ciudad. Se hicieron amigas después de que Mel había tenido un caso extremadamente difícil y perdido a su primer paciente en una carrera. Un accidente de tráfico había dejado inmovilizada una mujer joven de la edad de Mel contra un poste de cemento de un puente. La mujer estaba despierta en el lugar y habló sus últimas palabras a Mel, mientras la EMT oía el miedo en la voz de la mujer, por lo que le prometió que viviría. La víctima murió durante el transporte. La pequeña mujer perdió la compostura y desapareció. Holly la había encontrado acurrucada, en posición fetal, y llorando, en un armario de suministros. Dejó que la nueva EMT gritara su frustración. Desde entonces las dos mujeres se habían hecho muy buenas amigas. “¿Te acuerdas del accidente de autobús?” Le preguntó a su amiga. Esta asintió y tomó un sorbo de su café con leche. “La entrenadora me invitó a un partido.” “La entrenadora” Mel asintió. “¿Es atractiva?” “Dios, sí. Es hermosa.” “Bien por ti. Ella es GCN” era la palabra que Mel utilizaba para decir “gente como nosotras”. Era una forma de referirse a la sexualidad de una persona, sin crear un gran revuelo en público. “Sí, estuvimos hablando el domingo pasado.” “¿En serio? ¿Fuiste a la iglesia con ella?” reprimió su sonrisa. “No, nos reunimos para cenar en Johnny.” “¿Planificado?” “Casi”
“¿Qué dijo Patsy sobre ella?” Sabía que la dueña del local tenía debilidad por su amiga. Patsy trataba a Holly como si fuera su hija. Mel sabía que Pasty odiaba a Pam y sólo por eso ya le gustaba la mujer. Mel había advertido a su amiga sobre Pam, pero su amiga extremadamente inteligente, no tenía la misma habilidad con los asuntos del corazón. “Dijo que era mejor que Pam, creo que le gustó.” Pensó en cómo Pasty felicitó a Tracey después de cenar. Recordó la sensación de la mano de Tracey en su brazo. Sus labios en la boca, su sabor. Sintió el revuelo del deseo. Tracey había puesto el freno. Había detenido la sesión de caricias y se había alejado. Aunque Holly se sintió frustrada, y todavía lo estaba, había respetado de decisión de la otra mujer. “Cualquier delincuente es mejor que Pam. ¿Es ella una criminal? Dios no me gustaba nada esa mujer. ¿En qué diablos estabas pensando?” “¿Quién sabe? Creo que en el sexo.” “¿Y la entrenadora?” Dejó que sus pensamientos se fueran hacia Tracey. Hace una semana, estaba sentada en su sofá, sintiéndose como una adolescente. Esta noche sería la primera vez que se citaría realmente con ella. Se habían llamado varias veces por teléfono, pero con su horario y el calendario de entrenamientos de Tracey, sólo habían podido hablar dos veces. “Ella es profesora.” Dijo Holly. Mel inmediatamente escupió su café, a través de la cubierta de nieve del pavimento. “¿Qué?” Se limpió la cara con una mano, cubierta por un guante. “¡Una profesora! ¿Me estás tomando el pelo?” Su rostro y su voz estaban llenas de sorpresa. “¿Cuál es el problema?” Estaba irritada por la reacción de Mel. Esta sabía sobre sus padres. Sabía de su padre, Don, siendo acusado de ser inapropiado con una estudiante y su suicidio justo antes de que comenzara el juicio. Cómo su madre, Rita, la dejó y se fue a trabajar a Chicago. Holly apenas tenía quince años cuando toda su vida se vino abajo. Si no fuera por Jordan Norwood, probablemente se habría perdido. En su lugar, se tomó a sí misma y se forjó un futuro. Nunca miró hacia atrás. Ni siquiera cuando Don se suicidó. Hace cuatro años, Rita entró en la sala de urgencias. Holly la miró una vez y se alejó. Cuando Rita corrió tras ella, Holly pidió a Rollins que llamara a seguridad. Desapareció por el área restringida, dejando a su madre mirando la puerta cerrada. “¿Tu padre? Quiero decir, bueno ya sabes.” Mel se detuvo un momento buscando las palabras correctas. “Holly, tu padre era profesor y si estás interesada en una profesora, puede traerte algunos problemas todavía sin resolver.” “¿Mi padre?” miró a su mejor amiga, confundido. “¿Qué demonios tiene él que ver con Tracey?” “Tracey?” Mel asintió con la cabeza, al escuchar el nombre de la profesora. “No es nada, es sólo que no quiero verte sufrir.” “Mel, mi padre fue acusado de follar con una de sus estudiantes. No creo Tracey tenga por qué lidiar con nada de eso.” Recordó a Tracey alejándose de ella. Su opinión de dormir juntas había sido muy clara. No desaprobó la decisión de la morena. Si Tracey quería esperar, esperaría. Jesús, no era como si en realidad hubieran tenido una cita. No todas las lesbianas necesariamente acaban en la cama, en la primera cita. “Me preocupo por ti.” Mel dijo mientras le daba un golpecito en el brazo. “¡Oh mierda!” Silbó entre dientes, ante la rubia y alta oficial de policía, que caminaba hacia la entrada.
“Oh, sí, problemas” Holly murmuró viendo a la oficial que había maltratado al sospechoso, bajo custodia, en la sala de urgencias. “Oficial”. Saludó a la rubia. “Doctora Graham.” Yvonne Piper miró los ojos marrones de la médica, luego desvió la mirada hacia la EMT, más pequeña, con expresivos ojos color avellana. Vio el pequeño repunte en la boca de la EMT. “Hoy no quiero problemas.” Le advirtió a la policía al pasar. La rubia asintió y le dio la espalda, cuando las puertas se abrieron. “Me portaré bien.” La oficial saludó a la pareja y se dirigió a la sala de emergencias. “¡Oh, madre mía!” Mel puso su mano libre sobre su corazón y cerró los ojos mientras inclinaba la cabeza contra la pared. “¡Oh, no! Esa no traerá más que problemas. La sorprendí golpeando a un delincuente contra el cristal.” Recordó cuando se había enfrentado a los dos agentes de policía. “La llamé Xena.” “Ella no se parece a Xena. Quizá a D’Anna Biers... la número tres” “¿Quién diablos es Número Tres?” “La número tres en Battlestar Galactica. Ya sabes, Lucy Lawless, del canal Sci-Fi”. “Ves demasiada televisión.” “Es lo que pasa cuento tu hermana trabaja para compañía de cable. No puedo evitarlo tenemos todos los canales gratis.” “No tengo hermanas.” Declaró. Había salido con las hermanas Watkins en más de una ocasión. Mel vivía con su hermana mayor, Michelle. “¿Por cierto, cuándo es la boda?” “En Julio. No había manera de Michelle se vuelva a casar en junio.” “¿Es la tercera no?” Sonrió mientras su beeper sonaba. “Mierda. Me tengo que ir. Gracias por el café.” Se dirigió a las puertas. “Sí. Su nombre es Beau.” “¿Beau?” “Es un nombre del sur. Dicen que a la tercera va la vencida”. Mel dijo mientras saludaba a su amiga, que desaparecía a través de las puertas. Esperó unos minutos antes de entrar en la sala de urgencias, en busca de su compañero Juan. Esperaba que Holly acertara con la profesora. Estaba feliz de ver a su amiga interesada y citándose con alguien normal. Lanzó su taza al contenedor de basura, y fue en busca de su compañero, pero manteniendo un ojo hacia fuera para intentar ver a la infame oficial.
~ El reloj de la pared se había movido menos de cinco minutos desde su última mirada. Estiró el cuello hacia las ventanas de su clase. Este había sido el día más largo de su carrera docente. Miró alrededor de la habitación, hacia los estudiantes que estaban ocupados trabajando en una prueba genética. Podía ver el pánico en los rostros de algunos de sus estudiantes, leyendo las preguntas. Sabía que la pregunta número tres tendrían a algunos de ellos rascándose la cabeza. Vio como Michelle Stanley intentaba pasarle un trozo de papel a su vecino de asiento. Se aclaró la garganta y miró cómo el adolescente disparaba sus ojos de nuevo hacia su papel. Desde el accidente, había notado que Michelle y Zoey Papa habían dejado de hablarse. Zoey, por otra parte, estaba tratando de arreglar sus problemas. Las dos adolescentes eran completamente diferentes, por lo que no le sorprendió que esa
amistad no durara. Michelle era la hija de un oficial del condado prominente y Zoey había sido criada por una madre soltera. Michelle podía permitirse el lujo de ir a cualquier universidad, sin necesidad de sus calificaciones. Por otro lado Zoey, tenía las suficientes calificaciones para entrar en cualquier universidad de su elección. El aspecto económico era una distancia difícil de superar. Tracey sabía que Sophie Papa, la madre soltera trabajaba duro, manteniendo dos trabajos a la vez, para poder dar una buena vida a su hija. Zoey también trabajaba, a tiempo parcial, en una pizzería a unas pocas calles del apartamento de Tracey. Deseó que el día terminara. Estaba tan nerviosa, como una novia el día de la boda. Esta noche, Holly estaría en el partido. No sabía por qué sentía el aleteo de mariposas en el estómago. Esta era la primera vez, que una potencial novia, acudía a uno de sus partidos. Las dos eran adultas, pero si Holly estaba buscando algo rápido y fácil, mejor que lo buscara en otro lugar. Tracey había tenido muchas admiradoras en la escuela secundaria y en la universidad. Aprendió rápidamente que la mayoría de sus citas sólo querían meterse lo antes posible en sus pantalones. Ellas no estaban interesadas en ella. Era solo una conquista para todas ellas. Prefería el antiguo período de cortejo lento y constante. Siempre había mantenido sus relaciones, con cierta prudencia, hasta que estaba lista para pasar al siguiente nivel. Holly había sido la primera persona, por la que se había visto lo suficientemente interesada, como para cerrar la brecha personal y profesional. Invitarla a un partido de su escuela, había sido todo un gran paso. Holly era una de las primeras mujeres, que quería que conociera sus padres, que aceptara a sus hermanos, y la idea del no tener a la rubia en su vida, la estaba volviendo loca. Normalmente, no era una persona insegura. Sabía que era una persona segura y bien centrada. Su vida personal no había sido tan importante, hasta que ahora había conocido a esta mujer. Nunca nadie le había causado los sentimientos tan intentos como los que estaba sintiendo por esta mujer. Sólo hacía diez días que la había conocido. Había dormido en sus brazos la noche del sábado, y había regresado a los brazos al día siguiente. Se sentía a salvo y segura en los brazos de Holly. No pasaba una hora sin que sus pensamientos se dirigieran a la alta y rubia médica. Rezó para que esa noche apareciera. Quería verla. Necesitaba verla. Sabía que tendría que enfrentarse a las consecuencias de su retirada el pasado domingo. Se preguntó qué habría ocurrido si se hubiera lanzado a sus brazos. Si se hubiera dejado llevar por el momento. Pensó sobre las posibles reacciones que Holly hubiera mostrado al día siguiente. ¿Pensaría que estaba siendo una puta? ¿De verdad me gusta Holly, o sólo era su título en medicina, lo que le atraía de ella? Aquella noche, se había dirigido a su casa, y despertado, a la mañana siguiente, sola en su apartamento bajo un paisaje cubierto de nieve y las pruebas de grado por hacer. Su vida personal se limitaba a su familia y unos amigos que había hecho mientras vivía en Maryland. Aprendió rápidamente, que ser parte de una familia naval, no le permitía quedarse mucho tiempo en un mismo sitio. Cada cuatro o seis años, su familia era trasladada de una base a otra. Desde Bangor a San Diego. Habían vivido por toda línea costera de los EE.UU. El trabajo de su padre, Frank, le llevó hasta Italia. Aunque esta vez fue sin su familia. Su madre, Emily, se negó a que los niños se fueran al extranjero. Por ello, la familia se quedó en Jacksonville, Florida, donde su hermano David pudo terminar la escuela secundaria. Emily se puso firme a la hora de criar a sus hijos. La última parada
para los niños Campbell fue Maryland. Frank tenía una buena posición en el Pentágono y trabajó en Anápolis, durante un período de tiempo. Chris, Tom y Tracey fueron capaces de ir a la escuela secundaria en Bowie, Maryland. David se matriculó en la Universidad Estatal de Florida. Chris se unió rápidamente a su hermano mayor en Tallahassee cuando se graduó. Tracey y Tommy, tenían un año de diferencia, y fueron a la Universidad de Maryland. Tracey había logrado una beca completa de baloncesto. Varias universidades estaban interesadas en ella, pero al haber estado viajando la mayor parte de su infancia, decidió quedarse en Maryland y estar cerca de su familia. Su familia era una parte muy importante de quién era. Los amaba. No podía imaginarse haber estado sola a los dieciséis años. Miró los rostros de sus estudiantes. Dudaba que alguno de ellos pudiera sobrevivir en el mundo sin el apoyo de sus familias. Sin embargo, Holly le había contado que no había tenido ningún apoyo familiar, y que se había independizado de sus padres a los quince años. Había encontrado su camino. Un futuro. Se preguntó cómo de inteligente era su nueva amiga, para poder graduarse en la universidad, cuando la mayoría de los estudiantes todavía no habían terminado la secundaria. Holly había sido aceptada en un programa médico de prestigio, cuando tenía diecinueve años, y terminó su residencia, cuando tenía veinticinco años. Tracey recordó sus veinticinco años, y cómo la escuela no era su prioridad. Sus calificaciones bajaron durante un semestre hasta ponerse en una situación de casi alerta académica. Una mirada de Frank fue todo lo que necesitaba. Dejó su vida social nocturna, y empezó a acudir a la biblioteca. Cada fin de semana acudía a casa de sus padres para tomar un café o algo de comida. Esta última semana, ella y Frank habían ido a almorzar a Gunning y habían visto un partido de baloncesto. Holly no tenía familia. No tenía a nadie cercano. Patsi y Johnny se preocupaban por ella, y la enfermera jefe del hospital parecía protectora con la médica. De alguna manera dudó de que Holly fuera la culpable del distanciamiento de su familia. Tendría que esperar a que Holly se sintiera lo suficientemente cómoda para contar su historia. Sólo esperaba que algún día se lo explicara. Sus ojos volvieron al reloj en la pared. “Faltan diez minutos.” Sonrió al ver a Cole Hanson tratar de mirar a prueba de Zoey. El jugador de fútbol guapo estaba un poco perdido. Se rio, el chico no tenía ni idea. “Problemas Sr. Hanson?” “No señora Campbell.” Murmuró mientras escribía una respuesta en el espacio en blanco.
~ Nueve días, unas doscientos dieciséis horas. Pensó mientras entraba con su Honda CVR, de seis años, en el aparcamiento del Bayview High School. Parecía como si hubiera pasado una eternidad desde que había hablado o visto Tracey. Se había despedido de la profesora, el domingo pasado, en el porche trasero de su casa. Desde entonces, se habían llamado varias veces, pero no siempre habían podido hablar, debido a sus diferentes horarios. Aparcó su coche cómodamente entre dos grandes montones de nieve. Llegaba tarde. Algo muy habitual en su vida, pero realmente quería llegar al partido a tiempo. Una entrada en urgencias, justo cuando estaba lista para salir, la había retrasado dos horas y media. Echó un vistazo a su reloj.
Esperaba poder llegar para ver la mayor parte de la segunda mitad. No podía esperar a ver Tracey. Escuchó el alboroto del gimnasio, en cuanto entró en el edificio de la escuela. Un señor mayor estaba haciendo una doble función de vigilante en la entrada a la vez que miraba el partido. Se puso de pie, en la puerta abierta, viendo a una de las jugadoras uniformadas de azul lanzar un triple. “Llego un poco tarde.” Le confesó, mientras sacaba del bolsillo trasero de sus pantalones vaqueros su cartera. Llevaba un chaleco con el emblema de la Universidad de Maryland, con capucha roja debajo. Sus pantalones estaban desgastados en las rodillas, entrepierna y bajos. “No están haciendo muy buen partido. El pecio de estar algunas de ellas heridas.” El hombre dijo mientras abrió la caja pequeña de metal donde guardaba el dinero. “Sí, lo sé. Fui una de las médicos que las atendió.” Tracey le entregó un par de billetes. “¿Es usted la Dra. Graham?” Esta asintió. “La entrenadora la tiene apuntada en su lista de invitados. Puede pasar.” Se negó a coger su dinero. El hombre hizo una marca, a modo de verificación, junto al nombre de Holly. “Gracias” “Gracias No. ti.” El hombre dijo, mientras ella caminaba hacia el interior del gimnasio. Las luces del techo fluorescentes brillaban sobre el duro suelo de madera brillante. El brillo de la amplia zona abierta, provocó que se detuviera un momento, hasta que sus ojos se acostumbraran. En el centro de la pista, las jugadoras del Bayview estaban listas para la batalla. El color verde y negro bailaba bajo las luces deslumbrantes. Se quedó de pie, durante un momento, tratando de encontrar el mejor lugar para asentarse, sin molestar el partido o a los fans. Miró hacia la cancha donde Tracey paseaba por el margen. Esta estaba gritando instrucciones a sus jugadoras, mientras se movía sin parar, delante del banquillo. Al final del mismo, había una serie de jugadoras vestidas con ropa de calle. Sentada cerca de la acción, reconoció a Michelle Stanley. Su pierna elevada sobre una silla, con una manta, que cubría la mayor parte de su pierna, sobre unos pantalones cortados, que cubrían la otra pierna. Una jugadora más pequeña, estaba sentada frente a la muchacha, cerca del final, con un vendaje envolviendo su antebrazo. Al final del banquillo estaba sentada una rubia con un cabestrillo que sostenía su brazo izquierdo. Eran un grupo muy afortunado de señoritas. El accidente podría haber dañado seriamente a alguna de ellas. Los autobuses escolares no estaban diseñados pensando en la seguridad de los estudiantes. La contusión en la barbilla de Tracey todavía era visible, pero parecía como si la entrenadora lo hubiera intentado disimular con maquillaje. Todavía tenía un tinte amarillo parduzco en la piel. Esa fea marca no estropeaba su belleza. Esta noche, estaba vestida con un traje azul marino de falda y con una blusa plata brillante. En el banquillo, un hombre con el pelo coro, extendió la mano y le tocó el brazo. La entrenadora dejó de caminar y se inclinó para escuchar lo que el asistente le estaba diciendo. Le mostró un diagrama en su tablero. Ella asintió con la cabeza y volvió a llamar a una de sus jugadoras. Después de recibir el reconocimiento de su jugadora, dejó que sus ojos se perdieran hacia la entrada al gimnasio. La vio y le sonrío, antes de
volver al partido. Si Holly no la hubiera estado mirando, nunca habría notado su sonrisa. Sintió que sus entrañas se calentaban. Si la morena podía provocarle eso con tan solo una sonrisa rápida, sabía que estaría perdida. Al igual que había hecho Tracey, Michelle Stanley lanzó una mirada hacia la entrada. Holly detectó su mirada fría y aburrida. Estaba claro que esa chica tenía algunos problemas. La otra joven rubia miró hacia la entrada, aunque su mirada era más por curiosidad. Recorrió la multitud, con los ojos deteniéndose en ella, durante unos segundos, y luego siguió adelante. A la rubia no le importaba la presencia de la médica. Sintiéndose un poco incómoda allí de pie, se aventuró hacia las gradas. Los aficionados de ambos lados aclamaban a sus respectivos equipos, así que se acercó hacia la zona libre de la muchedumbre. Subió un poco más arriba, en las gradas y se sentó cerca de una mujer solitaria que de vez en cuando gritaba a favor de Bayview. Se sentó en la misma fila unos pocos asientos que la mujer, pero a un acierta distancia. Se recogió el pelo libre de su cuello, todavía húmedo. En su prisa por llegar al partido, no le había dado tiempo a secarse el pelo, después de una rápida ducha. Miró hacia el marcador. Al menos había llegado antes de que terminara el tercer tiempo. Era tarde, pero no se había perdido todo el partido, y tampoco quería perderse la oportunidad de ver de nuevo a la entrenadora. Bayview estaba perdiendo por diez puntos. Tracey estaba agitando sus manos, lo que demostraba que estaba frustrada por el juego de su equipo. Cuando el equipo contrario estaba a punto de lanzar un triple, una jugadora de Bayview le robó el balón y corrió la otra canasta. La jugadora lanzó la pelota del tal forma que golpeó en el aro y rebotó fuera de pista. El público la abucheó decepcionado. “¡Está bien Jill!” La mujer cerca de Holly gritó a la adolescente que estaba de pie con la cabeza inclinada. “Está jugando demasiado rígida”. Holly dijo en voz alta. “Ella no ha jugado mucho tiempo. Ha empezado a jugar más a raíz del accidente.” “¿Cuántas están lesionadas?” intentó recordar a las jóvenes, pero esa noche, con tantos pacientes entrando y saliendo de la sala de urgencias, fue un caos. “Michelle y Carl se llevaron la peor parte. Creo que otras seis resultaron heridas de alguna manera. Eso sin incluir a la entrenadora Campbell. Dijo que no quería que nadie se preocupara por ella.” “Traté de curarle la barbilla pero ya habían pasado caso doce horas, desde el accidente, y ya se lo había curado ella.” “¿Eres la Dra. Graham?” La mujer se acercó más cuando Holly asintió. “Soy Allison Morgan, la esposa de Andy.” La mujer le tendió la mano y Holly la aceptó. “Gracias por cuidar de Tracey. Al parecer ella estuvo en el Club Med en comparación con el tratamiento de Andy recibió en Condado.” “La verdad es que fue un día muy loco en todos los hospitales. Estoy segura de que hicieron todo lo posible en Condado.” “Eso es lo políticamente correcto.” Allison dejó una pequeña risa. “Gracias.” Holly sabía que había hecho mucho más de lo normal, por asegurarse de que Tracey estuviera bien atendida. Una silla de plástico y un teléfono público sería lo que habría recibido de la mayoría de la gente en cualquier hospital. “Escuché que Carl se estaba recuperando muy bien. Su esposa Millie está esperando por él, de pies y manos. Le dije a Andy que no se hiciera ilusiones.” Detuvo la conversación al ver que hacía una falta a una de las jugadoras de su equipo. “Dispara, esa tu posición.” Allison comentó sobre la jugadora. Se llevó un codo sobre su rodilla y
el puño de su mano a la barbilla. “Oh, Molly va a tener que entrar. Ella es estudiante de primer año que trajeron para ayudarlas.” “Por lo menos ella puede conseguir un poco de experiencia.” “Eres muy políticamente correcta.” Allison se rio entre dientes. “Culpable”. Holly sonrió. “Demasiados años frente a los burócratas del hospital.” “Ha sido bueno que vinieras al partido.” Allison mantuvo los ojos en el movimiento sobre la cancha. Andy le había comentado que Tracey estaba inquieta antes del partido. Dijo que lo atribuyó al primer partido después del accidente. Ahora Allison estaba segura que los nervios de la entrenadora tenían algo que ver con la rubia sentada a su lado. Sonrió cuando Andy sacó la cabeza por encima de la multitud para sonreírle. Todavía tenía la sensación de opresión en el estómago cuando él la miró. Jugó con el diamante en su dedo anular izquierdo. Ella había conseguido a un gran hombre. “¿Conocías a Tracey antes del accidente?” Allison intentó involucrar a la médica en la conversación. “Nos conocimos en el hospital.” Miró a la mujer con la chaqueta de Bayview. “Nos llevamos bien enseguida. Algunas veces los traumas conectan a la gente.” “Dímelo a mí. Mis padres se conocieron en un fuego.” “¿Resultó alguien herido?” la miró un poco sorprendida. “Creo que los filetes que mi madre estaba friendo se chamuscaron. Ella estaba cocinando la cena para su novio y quemó parte de la cocina. Mi padre fue uno de los bomberos que acudieran a la llamada. Ni que decir, que decir, que a partir de entonces él es el que cocina en casa.” Allison vio reírse a la médica de su historia. “¿Es una broma, verdad?” “Dios no, mi madre tiene prohibido acercarse a la cocina. Todos los hombres de mi familiar cocinan. Mi hermano, Simone es el chef principal de Tuxedo.” “¿En serio? Siempre he querido ir a cenar allí.” Pensó en el restaurante de moda de Baltimore, cerca de la dársena. Tuxedo de era el lugar más famoso de la ciudad. Hacer una reserva era imposible. “Házmelo saber, y te ayudaré a entrar. Él es mi hermano pequeño, todavía tengo un poco de presión sobre él.” Bromeó. “¿En serio?” Sintió que su corazón se aceleraba un poco. Si pudiera hacer una reversa en Tuxedo para el Día de San Valentín, sabía que impresionaría a Tracey. “Lo tendré en cuenta.” dijo simplemente en voz alta. El reloj estaba brillando con ceros en todos los ámbitos. “Bueno, parece que el partido ha terminado.” Allison se puso de pie. “Muy agradable conocerte Dra. Graham, espero verte de nuevo.” “Es Holly y fue un placer conocerte también.” Dijo mientras observaba a Allison empezar a caminar hacia su marido. “Ven conmigo. Así podremos alcanzar a los entrenadores antes de que entren en el vestuario.” Allison se detuvo en la parte inferior de las gradas, viendo a las jugadoras y entrenadores darse la mano con las del equipo contrario. Holly se paró junto a Allison. Michelle se puso de pie al final de la fila, golpeando las manos con el otro equipo. Cuando las jugadoras lesionadas fueron hacia el vestuario, Holly trató de no reaccionar cuando la chica con muletas la miró de arriba abajo. La dura mirada de Michelle hizo que sus defensas cayeran. El puro odio de aquellos ojos verdes, le hizo preguntarse qué problemas podría tener aquella adolescente. La pequeña rubia detrás de Michelle le sonrió sonrisa. Tracey seguía de cerca. Después de que estrechar la mano del oponente, pudo acercarse a Allison y Holly. “Hola. Siento que el partido no haya sido muy bueno.”
“Me gustó lo que vi. Tuve una situación de emergencia en el hospital.” Explicó Holly. Le estaba resultando difícil mirar directamente a Tracey. Tenía miedo de que la otra mujer pudiera leer fácilmente sus emociones. “¿Has cenado?” “Ni siquiera he comido.” “¿Qué tal un poco de pizza? Allison, ¿tienes hambre?” Tracey vio el destello de una sonrisa en el rostro de su amiga. “No, gracias. Andy y yo ya teníamos planes. Tracey, probablemente deberías cambiarte” Allison hizo un gesto a su amiga y entrenadora. “¿Por qué no le doy la dirección de tu casa a Holly y te esperamos allí?” “Eres un tesoro.” Tracey dijo mientras le daba Allison un abrazo y un rápido guiño a Holly. “Nos vemos allí.” Tracey sonrió a Holly y se dirigió a los vestidores. Esta sintió que sus mejillas se sonrojaban. “Mierda”. Dejó que la palabra saliera mientras observaba el trasero de Tracey. “No eres tan políticamente correcta.” Allison respondió dándole un guiño rápido. “Supongo que no.” Sonrió mientras cruzaba los brazos sobre el pecho. “Allison, ¿puedes ver si tu hermano me puede conseguir una reserva para el Día de San Valentín?” “¿Tienes una cita?” “Lo sabré mañana”. Sonrió y siguió a la mujer fuera de la escuela y al aparcamiento.
~ El Jeep Cherokee rojo entró en el camino de entrada del complejo de apartamentos. Holly estaba esperando, apoyada en su coche. Ella estaba agradecida de que Allison la llevara hasta su apartamento. Allison dijo que tenía una llave del apartamento si Holly quería esperar a Tracey en el interior, pero Holly se había negado, sintiéndose un poco rara por ir a un lugar que nunca había estado antes. Debía reflexionar sobre por qué Allison tenía una llave. Tracey se detuvo en un lugar vacío, no demasiado lejos de la puerta, y se bajó de su coche. Al abrir la puerta trasera, sacó una bolsa de lona, perchas con ropa de la tintorería, y un maletín. Volviendo sonrió a Holly. “¿Te ha resultado fácil venir?” “Allison me acompañó hasta la puerta principal.” Agarró la ropa de la tintorería. “Dame esto.” Tracey sonrió dulcemente mientras se dirigía hacia la puerta principal. “Estoy en el segundo piso.” Todos los edificios eran de sólo dos pisos de altura y en una bonita zona de Linthicum. “¿Allison no te habrá estaba molestando verdad?” Miró a Holly detrás de ella. “No, ella ha sido muy entretenida. Gracias por dejarme entrar como tu invitada. No tenías por qué hacerlo.” “Es una ventaja de ser la entrenadora”. Se paró delante de la puerta de su apartamento, abriendo una puerta rápidamente y tirando la bolsa de lona en el interior. Se volvió hacia Holly, y le cogió las perchas de la ropa de las manos. Entró en el comedor, abrió la puerta de un armario, colgó las perchas con la ropa. Su maletín, lo dejó sobre una pequeña mesa de comedor cuadrada.
“¿Quieres algo?” Tracey se volvió para ver a Holly apoyada en la puerta sonriendo. “¿Qué?” “Tu casa está muy limpia y ordenada.” Sonrió mirando el espacio de vida impecable, que le recordaba a una foto en la revista American Living. “Mi casa probablemente te ha disgustado.” “No es verdad.” Se acercó a ella, deslizando sus manos por la costura central de la ropa. “¿Y quieres saber por qué?” La rubia empezó a avergonzarse, mientras Tracey continuaba dirigiendo sus dedos a lo largo de su torso. “Porque eres la mejor parte de tu casa.” Se inclinó para besarla. En un segundo, se vio contra la puerta de entrada, con Tracey empujando contra ella. Cuando finalmente se separaron, se quedaron mirando la una a la otra. “Te extrañé.” Dijo mientras tocaba la boca de Holly con su dedo. “Esta ha sido una semana muy larga.” “Lo sé.” Tracey dio un paso atrás. La rubia tiró de ella en sus brazos y la besó profundamente. Tracey se apartó riendo. “¿Qué te parece si pedimos una pizza? ¿O prefieres salir?” “En, si no te importa, prefiero nos quedemos.” Dijo mientras recuperaba la compostura. Su cabeza daba vueltas y su corazón golpeaba contra su pecho. Después de la retirada Tracey, la semana pasada, no sabía cómo debía actuar. Recordó la ducha de vapor llena, con la cabeza ligeramente inclinada, mientras el agua caliente se precipitaba sobre su cuerpo. Cerró los ojos, pero las imágenes y pensamientos sobre Tracey danzaban en su mente. Esa mujer era la única cosa en la que podía pensar. Degustando la cascada de agua, sobre sus labios, sentía la emoción de un beso de Tracey. Comenzó a acariciar su cuerpo con una toalla de mano. Imaginó la ligera curva de la cadera de Tracey tocando su cadera mientras bailaban juntas, los ojos de Tracey mirándola intensamente, preguntándose en silencio qué pasaría entre ellas. Al tocar su pecho, Holly imaginaba cómo se sentiría al tener las manos de Tracey en su cuerpo. ¿Cómo la acariciaría y besaría? Rozó sus dedos sobre sus pezones, que instantáneamente se endurecieron. Con los movimientos suaves de un nuevo amante, acarició su pecho. Tirando y jugando al sentir la necesidad de su propio clítoris. Cerró los ojos. Dejó que su mano vagara más al sur, sintiendo su necesidad. Acarició con sus dedos deslizándose sobre la suavidad y contornos de su centro. Le dolía y latía, meciéndose mientras tocaba su clítoris de nuevo. Se corrió con fuerza, diciendo en voz alta el nombre de Tracey. Temblando como nunca, cerró los ojos mientras permanecía de pie bajo el agua caliente, con la cabeza contra la pared de la ducha. No podía esperar para verla. Ella sintió otra oleada de emoción a través de su cuerpo. Sintió que se sonrojaba por el calor de sus pensamientos. Dio un paso lejos de la mujer que perseguía en sus pensamientos, durante toda la semana. Se sintió un poco avergonzada por la intensidad de sus pensamientos. Había repetido su experiencia en la ducha, más de una vez, en los últimos nueve días. “¿Estás bien?” “Sí” Dejó escapar un suspiro contenido, preguntándose si Tracey podía leer sus pensamientos. “Mejor. ¿Te importa hacer el pedido mientras me cambio?” preguntó mientras sacaba un menú de un cajón de la isla de la cocina. El Menú de pizza de Papa Nick indicaba que se hacían entregas hasta la medianoche.
“Claro”. Observó trasero bien formado de la morena desaparecer por el pasillo. Abrió el menú y miró las diferentes opciones para hacer el pedido. Agarró el teléfono de su base, pero se detuvo justo antes de marcar. Se dirigió por el pasillo hasta la puerta de lo que supuso era el dormitorio. Golpeó ligeramente en la puerta entreabierta, que se abrió más, revelando a Tracey vestida sólo con un sujetador de encaje y un tanga. ¡Dios! Fue el primer pensamiento que atravesó la cabeza de la médica. Había visto muchos ejemplares de anatomía femenina, pero Tracey estaba claramente en el top ten. “¡Ahh!” tropezó con sus palabras ya que rápidamente le dio la espalda a Tracey. “Lo siento, pero ¿qué es lo que quieres en tu pizza? iba a pedir una vegetariana, pero no sé lo que te gusta.” “Mientras no tenga cebolla, me gusta todo.” Una suave voz le susurró al oído, mientras sentía el pelo de la morena deslizarse por su hombro. Su olor la llenó, mientras sentía el calor de una mano en la parte baja de su espalda. Holly asintió e hizo el pedido. Cuando el chico, en el otro extremo, pidió la dirección, su mente quedó completamente en blanco. Sintió a Tracey cogiéndole el teléfono. Esta le facilitó rápidamente la dirección de su casa. “La tendremos en cuarenta y cinco minutos.” Su lengua suavemente rozó la oreja de Holly. “¿Qué crees que podemos hacer para matar el tiempo?” Se volvió para ver Tracey de pie, muy cerca, vestida con un sujetador blanco de encaje, todavía visible, a través de los botones abiertos, y unos pantalones finos cubriendo sus piernas. “No sé si voy a sobrevivir.” Holly estaba muy nerviosa. No sabía si debía dejarse llevar o poner el freno, pero sabía que si no avanzaban, seguramente no podría soportar otros nueve días. “Lo sé.” Llevó las manos sobre los hombros de Holly. “Para mí también ha sido una semana muy larga.” Holly no pudo contenerse más. La atrajo y la besó profundamente. Sin pensarlo dos veces, la llevó hasta la cama de matrimonio y la empujó hacia abajo sobre el colchón. Sus bocas nunca perdieron el contacto. La rubia apoyó la mayor parte de su peso, fuera del cuerpo de Tracey. Sus piernas se deslizaron entre una y otra. Atrapó el labio inferior de Tracey entre los de ella y tiró suavemente. Oyó una risa tranquila. Cuando el calor en sus entrañas hervía en pasión por completo, se movió sobre su espalda. En lugar de recibir un beso, como Holly esperaba, Tracey se puso sobre ella, mirándola. Cambiando su peso de un lado, dejó que sus dedos exploraran el rostro de Holly. Le acarició la cara, dejando una estela de hormigueo que anhelaba más. Los ojos de Tracey brillaban pasando del gris plata al color del mercurio, claro y puro. Perdida en los ojos de la morena, Holly se sentía como si el mundo, por fin, se hubiera desplazado a su favor y todo estuviera bien. “Eres una mujer hermosa.” Dijo mientras pasaba sus dedos por un mechón de pelo castaño, saboreando la sensación de suavidad entre sus dedos. Creyó ver los ojos de Tracey empieza a llorar, pero no estaba segura. A una mujer tan hermosa como aquella, seguramente se lo habrían dicho muchas veces. “Gracias.” Dijo mientras hundía el rostro en el cuello de Holly. Luchando contra las lágrimas, pensó lo sinceras que eran aquellas palabras. Le había alagado por su físico muchas veces, pero mirando la cara de Holly y ver su expresión, aquello le resultó muy abrumador. Deslizó sus labios sobre el hueco de la garganta, degustando la salinidad de la piel y olor del aroma de las lilas. “Tracey?” Voz de Holly sonó algo tensa.
“Hmmm” La respuesta fue un camino de besos desde el cuello hasta los labios de la rubia. “¿Es demasiado pronto para hacer planes para el día de San Valentín?” “No” “Bien. ¿Te gustaría ir a cenar conmigo? “preguntó, mientras disfrutaba del sabor de los labios Tracey. “Absolutamente, me encantaría.” Sintió una mano deslizándose bajo su camisa deteniéndose en su plano estómago. Quería sentir las manos de Holly en su piel. “Dios Holly!” Su cabeza cayó hacia atrás, ofreciendo más carne para ser degustada por los labios de Holly. Perdidas en la niebla de los sentimientos, tardaron en darse cuenta, que alguien estaba llamando a la puerta. “No.” “La pizza está aquí.” Holly se rio entre dientes, mientras rodaba lejos de Tracey. El corazón le latía con tanta fuerza que necesitaba conseguir mantener sus emociones bajo control. Y estaba a punto de perderlo. “Podría matar a alguien.” Tracey se levantó de la cama y gruñó mientras se dirigía hacia la puerta. “Hazlo” La rubia habló a la habitación vacía.
Capítulo 6 El exterior del edificio no parecía lo que realmente era. Parecía pequeño. En el interior, había varias paredes de escalada de altura. Salpicadas por las paredes, había varios escaladores dispersos como hormigas luchando por llegar a la cima. Un hombre con un arnés negro, entrecruzando en la espalda, subía bajaba por una cara de la pared central. Tracey inclinó la cabeza hacia atrás mientras lo observaba. Cuando Holly le había preguntado si le apetecía quedar con ella en Earth Treks, Tracey había aceptado sin saber lo que era. Llamó a su hermano, Tom, que se echó a reír. “¿Por qué vas allí?” Él preguntó. A ella no le gustó el tono en la voz de su hermano. Podía imaginar la sonrisa en su rostro. “Tom, ¿qué es?” “¿Te gusta esta persona?” Conociendo el temor de su hermana a las alturas, se burló de ella. “Sí, lo creo. Ella me gusta mucho.” Oyó su propia voz suavizarse mientras pensaba en Holly. “Dime Tommy.” “Es un centro de escalada en roca.” “Oh, mierda.” Tracey sintió el mareo en su estómago y su nivel de ansiedad se levantó. “Mierda, no puedo cancelarlo.” “Wow, ella debe ser alguien muy especial.” Tom silbó en el teléfono. “Lo es.” Explicó mientras miraba las gigantes paredes interiores, con motas de diferentes colores. Había acudido directamente desde el entrenamiento de baloncesto, sin tiempo para arreglar su pelo o preocuparse por maquillarse. Este era el único momento en que había podido quedar con Holly, debido a su apretado horario en el hospital. Grez, un compañero y amigo de la médica, le estaba cubriendo, en la sala de emergencias, durante unas horas para que pudiera llegar al centro y pasar tiempo con Tracey. “¿Qué te parece?” La voz de Holly llenó su oído. Se volvió para ver a Holly vestida con una ajustada camiseta, unos pantalones cortos de bicicleta, y un par de zapatillas especiales para escalada. “Vale la pena.” Dijo Tracey. “Aunque no estoy segura de lo que estaba pensando cuando acepté.” Desvió la mirada de los escaladores, dirigiéndola hacia el rostro de Holly. “Esta es una de las citas más interesantes que he tenido.” “Pues ni siquiera ha comenzado.” Holly rio. “¿Estás de acuerdo con esto?” “Holly, tengo un problema con las alturas.” “¿Alturas?” “Sí, tengo miedo a las alturas.” “Mierda, no lo sabía. Quizá haya sido una mala idea.” Al ver lo incómoda que es estaba poniendo Holly, la morena intervino antes de que la otra mujer quisiera cancelar la cita. “No. Realmente ha sido una gran idea. Simplemente me quedaré en las paredes más bajas.” Le acarició el brazo. “Además, ya va siendo hora de que empiece a superar algunos de mis miedos.” Holly le sonrió débilmente. El día no iba según lo planeado. “Vamos, te mostraré el vestuario. He reservado una clase para la una. Quería asegurarme de que te sentías cómoda, sobre las paredes, así que la reservé…” se pasó la mano por el pelo, frustrada.
Sabía que Tracey era una mujer deportista, así que pensó que escalar sería una buena idea “pero si quieres…” “Holly, está bien.” Le sonrió tratando de tranquilizarla. Llevó una mano el cuello de la rubia. “Será divertido.” Diversión era un eufemismo. En la clase con Colton, el instructor, Tracey se balanceaba adelante y atrás frente a la cara del muro. Disfrutó del proceso de tratar de vencer a la cara del muro. Totalmente concentrada en ello, no se dio cuenta de que estaban a doce metros del suelo. Tener la pared, de la roca, delante de ella le dio la estabilidad de tener un cierto control de la situación. Cuando llegó a dieciocho metros, y llegó a la cima, miró hacia abajo, donde estaban Holly y Colton. Soltó una carcajada, alzando su puño en el aire. Holly empezó a subir, y en unos pocos minutos estaba junto a ella. La rubia fue saludada con un beso y dos brazos muy fuertes envueltos alrededor de su cintura. “Esto es muy bueno.” Se apartó de Holly para mirarla a los ojos. “¿Quieres probar con una pared más alta?” Señaló hacia las pareces más alejadas de ellas. “O podemos tratar de subir las que tienen voladizos.” “Quedémonos con estas. No estoy segura sobre el resto.” Tracey alcanzó su punto máximo por encima del borde. “¿Me ayudarás a bajar?” “¿Necesitas mi ayuda?” “No estoy segura si necesidad es la palabra. Me gustaría asegurarme de llegar a bajo de una pieza.” Tocó su arnés. “Me aseguraré de que no te pase nada, incluso si tengo que bajarte en brazos.” Bromeó mientras le tocaba la cicatriz de la barbilla. “¿Lista?” Disfrutaron subiendo y bajando diferentes paredes durante tres horas. Tracey sabía que su cuerpo le dolería por la mañana, pero en este momento, estaba feliz de pasar tiempo con Holly, haciendo algo que la rubia disfrutaba. Mientras subían pared tras pared, los ojos de Tracey disfrutaban recorriendo el cuerpo de la médica. La forma de su camiseta se ajustaba sobre su torso, provocándole una nerviosa excitación. Cuando Holly se apoyaba sobre las manos, los tendones de las mismas, sobresalían sorprendiéndola por su capacidad de poder mantener allí todo su peso. Tracey imaginó lo que sería deslizar sus manos a través de la vasta llanura de la espalda de Holly. ¿Cómo se sentiría ante el tacto de aquellas manos? Al final de la clase, todavía estaba intentado enfriar su libido. “Espero que lo hayas pasado bien.” Holly dijo mientras agarraba una toalla del armario y se limpiaba el rostro. Empezó a guardar sus cosas en su bolsa de lona. “Me ducharé en el hospital.” La médica estaba buscando la forma de controlar su propia excitación. “Holly, ¿estás bien?” Observó el rostro de la médica caer ligeramente. “En realidad no.” Resopló, apoyando su espalda contra los casilleros metálicos. “Es un poco vergonzoso.” “¿Qué?” Tracey dijo mientras notaba su incomodidad. “Ahora mismo, no puedo ducharme contigo. No me malinterpretes, me encantaría.” Se pasó la mano por su pelo humedecido por el sudor. Se sentía frustrada. “Tracey, estoy tan excitada en este momento, que no creo que pueda actuar como una adulta
razonable, si estamos las dos desnudas.” Su cuello y cara irrumpieron en un color carmesí. “Es bueno saber que no soy la única que se siente así.” Tracey sonrió y cerró la distancia entre ellas. Se acercó y le puso una mano en el antebrazo. “Tu ropa me ha estado escondiendo tu precioso cuerpo.” “Ohhh...” Holly inclinó la cabeza contra las taquillas. “¿Estás tratando de matarme?” miró hacia abajo en las profundidades del gris plata de los ojos de la morena. “Esta semana, tengo que trabajar todas las noches. Así que no te podré volver a ver hasta el próximo sábado. Tenemos una cita, recuerda.” Holly había arreglado con Allison su reserva para el Día de San Valentín en Tuxedo. Haría todo lo posible para asegurarse de que esa cita fuera muy especial. “Puedo pasar por el hospital el miércoles.” Le acarició el antebrazo, haciendo que se estremeciera. “Esperar hasta el sábado va a ser un largo camino por recorrer.” Holly se rio. “¿Irás el domingo a casa de tus padres?” “No, tengo una reunión de softbol a las diez en Johnny. Nos reunimos antes del inicio de la temporada de saber si necesitamos más jugadores y concretar el tema de los patrocinadores. El último par de años, conseguimos que Gunning nos patrocinara.” “Tienen buena comida” comentó, sabiendo que el bar era un hito en Baltimore. “Dependiendo de a qué hora me levante, me podía pasar por Johnny para saludarte.” “¿Sólo para saludarme?” “Tal vez más.” Bajó los ojos a los labios de Tracey. Miró a su alrededor, en el vestuario y encontró una multitud de mujeres a medio vestir. “Dios, quiero besarte.” Le confesó. “Y yo quiero hacer algo más que besarte Dra. Graham.” Bromeó mientras se alejaba agarrando su bolsa y toalla de ducha. “Si cambias de opinión, estaré duchándome.” No se volvió al oír a la rubia soltar otro gemido. No creía que fuera lo suficientemente fuerte como para resistirse a la rubia si la seguía. Pronto, pensó Tracey. Sólo tenía esperar esta semana.
~ El grupo de mujeres había juntado tres mesas para que pudieran sentarse juntas. El brunch, de los domingos por la mañana, en Johnny, estaba en el programa del de softball de verano. Esta fue la primera vez que el equipo se juntaba desde antes de Acción de Gracias. Tendrían las mismas conversaciones. Hablar sobre los partidos ganados y perdidos. ¿Quién sería el patrocinador de este año? ¿Se necesitan más jugadoras? ¿Quién volvía a jugar el próximo verano? Tracey sonrió a Patsy mientras se acercaba a las mesas. Maxie la saludó con la mano y dejó su abrigo sobre la parte trasera de su silla. Piper se sentó frente a ellas. La sonrisa de Tracey iluminó la habitación. Estaba sonriendo de oreja a oreja. Su cita de ayer todavía estaba en su mente. Se había pasado la noche soñando con hacer el amor con Holly, una y otra vez. Tomándola en formas que nunca había pensado. Esta mañana, se había despertado en mitad de un orgasmo. Con una mano entre sus piernas, sus dedos enterrados profundamente en su centro. Se había corrido duramente. Imágenes de la rubia bailaban en su cabeza. La quería. La deseaba. Este sentimiento era nuevo para ella. Necesitaba que Holly la tocara, sentir su peso encima de ella, haciéndola perder el control. En sus relaciones anteriores, nunca había tenido estos sentimientos tan fuertes. Con Holly sentía una necesidad, un enorme deseo de estar con ella. Sabía que sólo con pensar en ella se excitaba.
“¿Qué pasa?” Piper le preguntó mientras miraba la sonrisa y la cara enrojecida de su amiga. “Te ves….” Piper iba a decir encendida pero decidió no hacerlo, ya que Maxie estaba allí. Amaba a Maxie pero esta, todavía estaba tratando de reavivar la relación que en el pasado había tenido con Tracey. “Feliz”. Maxie dijo mientras sacaba una silla para Tracey. Tracey tomó su abrigo y lo dejó en la parte posterior. “Lo estoy. Dios estoy tan feliz.” Les confesó, mientras se sentaba en su asiento. La camarera se acercó con la cafetera sirviendo a Tracey en su taza. “Nunca me he sentido así antes.” “La doctora”. Piper miró a su amiga, al otro lado de la mesa. Se echó hacia atrás en su silla y miró a una resplandeciente Tracey. Al parecer la Dra. Graham estaba haciendo feliz a su amiga. “¿Qué doctora?” Maxie preguntó mientras daba vueltas a su propio café. “Estoy saliendo con alguien. Su nombre es Holly y es médico.” Sabía que tenía que ser franca con Maxie, cuando hablara de sus posibles citas. La banquera aún tenía un interés romántico en ella. Ellas siguieron siendo amigas, pero Tracey se preguntaba si Maxie era consciente de lo posesiva que sonaba y lo celosa que actuaba. “Seguramente no será más que un quiropráctico. ¿Esos son realmente médicos?” Maxie levantó su café para tomar un sorbo. Vio la mirada a Tracey con una ceja levantada. “¿Qué?” “Ella es residente en el hospital Jessup, en urgencias.” Se preguntó por qué tenía que defender a Holly. Si Maxie era su amiga, debería sería feliz por ella. “Y ella es genial. Ayer, me llevó a hacer escalada en Earth Treks. Es muy interesante. Organizó una clase privada y luego pasamos la tarde escalando. Fue una explosión.” “Suena como un trabajo.” Tracey ignoró el sarcástico comentario Maxie. Si su amiga no iba a apoyarla, entonces no le daría la satisfacción de una respuesta. “Suena divertido para mí. Parece que lo pasasteis muy bien.” Piper podía ver la emoción en los ojos de su amiga. Ahora eran de un tono gris claro como una pieza de plata brillante. “Me lo pasé de maravilla.” Se recostó en su silla. No le importaba que sus piernas y culo estuvieran doloridos. “La verdad es que fue el mejor día que he tenido en mucho mucho tiempo.” “¿Así que fue una cita? ¿Acabar toda sudada y subiendo paredes? Puag.” Maxie estaba mostrando su irritación. “Si yo no te conociera mejor, diría que estás…” Piper miró a Maxie y de nuevo a Tracey. “Disfrutando mucho de tu tiempo con ella.” “No puedo dejar de pensar en ella. Jesús Piper, acabo de verla y quiero volver a verla. Nunca me he sentido así antes.” “Jesús”. Maxie dijo, en una rabieta, derramando su café. La ex novia de Tracey le dio un ligero ceño mientras se levantaba rápidamente para buscar un trapo con lo que limpiar. El puchero de Maxie, se añadió a la ya larga y patética lista de comentarios que se habían estado sucediendo desde su separación. “Creo que te estás enamorando.” Piper sonrió a su amiga. “Me alegro por tú.” “Oh, Dios mío. Creo que estoy… Quiero dormir con ella.” Por primera vez en su vida, Tracey se estaba enamorando y se sentía muy bien. “Eso es bueno.”
“No, eso es malo. Le he dicho que tenemos que esperar. Ella realmente lo entiende. No puedo cambiar de idea.” “¿Por qué no?” Piper se rio. “¿Crees que ella no quiere dormir contigo?” Tracey sonrió y asintió con la cabeza, sonrojándose, mientras recordaba su conversación en el vestuario. “Oh, estoy segura que el sentimiento es mutuo.” Sonrió. “Eso es triste.” Maxie dijo mientras le limpiaba, nada más volver. “Esta mujer te lleva de escalada y va a ver un partido de baloncesto de la escuela. ¿Qué tipo de citas son esas? ¿Todavía no te ha llevado a cenar?” “Vinimos aquí en nuestra primera cita.” Sonrió ante el recuerdo del fin de semana de la tormenta de nieve. Sus ojos miraron la mesa donde se habían sentado. “También comimos pizza la otra noche.” “Wow Tracey, no te merece. Si esa mujer es médico, ¿no crees que debería llevarte a un buen restaurante?” Maxie se fijó en la dueña del local, que a su vez la estaba mirando fijamente con cara de pocos amigos. “Maxi, fueron grandes citas. No importa cuánto cuesta una comida, es la calidad de la compañía. Me encanta pasar el tiempo con ella. Podría ser extremadamente pobre y no me importaría”. “¿No recuerdas la noche en que te llevé a La Rubino? Es sí que fue una gran cita.” Dijo mientras se echaba hacia atrás y miraba a Tracey por un momento. “Recuerdo que te emborrachaste, hablaste en voz alta y trataste de follarme en mitad del restaurante. Sí, diría que me acuerdo.” Vio la mueca en el rostro de su amiga. Patsy ocultó la sonrisa, en su rostro, mientras se acercaba a otra mesa con una jarra de café lista para servir. “Maxie, creo que tenemos una gran diferencia de opinión sobre nuestra relación anterior. Somos amigas, si no puedes lidiar con esto, entonces no sé qué decirte.” Había estado luchando, contra los avances de Maxie, durante los últimos dos años. Sólo habían estado saliendo unos meses, y en esa época, Maxie bebía demasiado. Esta se había excusado diciendo que lo tenía controlado, pero Tracey sabía que no era cierto. “No es una rabieta Trace. Estoy bromeando.” Maxie comentó mientras tomaba un sorbo de su café. “Ellen estará feliz al saber que estás con una médico.” “Mi madre no lo sabe todavía.” Había mencionado a su madre que había conocido a alguien. Pero no había dado demasiados detalles sobre Holly, hasta que ésta estuviera lista para conocer a su familia. La médica casi se había desmayado, la primera vez que había mencionado una cena familiar. No tenía intención de presionarla. “¿Así que cuando vamos a conocerla?” Preguntó Maxie, con su tono casual y arrogante. “Piper ya la conoce. Se han visto una vez o dos veces.” “¿Qué?” Maxie casi salió volando de su asiento. Daba miedo cómo la vicepresidenta del banco se había puesto celosa de Piper y Tracey. “Oh relajarte.” Piper dijo, mientras se echaba hacia atrás. “Ella es médico. He coincidido con ella un par de veces en el hospital. Creo que la conocí antes de que nuestra pequeña profesora se topara con ella.” “¡Hey!” Tracey se puso a la defensiva y golpeó Piper en el brazo. Las dos mujeres parecían olvidar que ella ya casi tenía treinta años. “No soy una pequeña maestro de escuela, Yvonne.” “Podría detenerte por golpearme”. Piper frotó el brazo. Cuando le llamaba por su nombre de pila, sabía que no debía fastidiar a su amiga. Su genio era legendario. No estaba segura de si era porque había crecido con tres hermanos o por el trabajo militar
de su padre, pero una vez que Tracey se enfadaba, era mejor no estar cerca. No es que Tracey perdiera su temperamento a menudo, pero cuando lo hacía…. “¡Atrévete a intentarlo!” Le sonrió, mientras desviaba la mirada, hacia la ventana para ver a una figura alta y rubia pasar de largo. Cuando entró en el local, pudo ver los círculos oscuros bajo sus ojos. Deba haber estado trabajando demasiadas horas, sin descansar. “¿Qué pasa?” Piper le preguntó, cuando expresión de su amiga, cambió de estar molesta a una sonrisa tonta. Tracey no le hizo caso, pero sus ojos siguieron a la figura que acababa de entrar. Piper se volvió en su asiento para ver quién estaba mirando embelesada su amiga. La rubia y alta médico de urgencias se acercó al mostrador y comenzó a hablar con la propietaria. “Oh, bueno, mira lo que ha traído el gato.” “¿Quién es la rubia?” Maxie se esforzó por mirar por encima del hombro de Piper. “No está mal, un poco demasiado alta y flaca.” Holly se volvió hacia la mesa. “Oh, demasiado tarde.” Piper dijo mientras se volvía de nuevo a sus amigas. Tracey estaba mirando a Holly, con una sonrisa digna de un comercial-ultra brillante pegada en su cara. “Trace, estás tan pillada.” “Lo sé y es genial.” Vio cómo Holly besaba a Patsy en la mejilla. Cuando la médica se dirigió hacia su mesa, Tracey se pudo de pie. “Hola.” Hubo un momento de incómodo silencio. “Ya he cumplido con mi promesa de venir a saludarte, pero quiero hacer algo más sólo saludarnos. Quiero pasar un poco más tiempo con contigo.” Holly se encogió de hombros. “Te ves muy bien.” “Tú te ves como una mierda.” Tracey tocó el rostro con su mano. “¿Tuviste una noche muy ocupada?” “Terriblemente ocupada.” Recordó la cantidad de pacientes que habían tenido. “Tengo que dormir unas pocas horas y luego volver de nuevo.” “Tienes que irte a casa y dormir. ¿Por qué estás aquí?” Miró a aquellos tristes ojos marrones oscuros. “¿Por qué?” “Por ti, Sra. Campbell. Eres la única cordura que tengo en mi vida.” Dejó escapar un suspiro. “Tracey, quería verte.” Esta tomó la mano de Holly y la llevó a la mesa. Cogió una silla entre las suyas y Maxie. “Ella es Maxine Kendall y ya conoces de Yvonne Piper. Supongo que la recuerdas.” “Hola.” Tendió una mano a Maxie. Esta echó un vistazo más de cerca a la mujer rubia. “Oficial Piper, parece que tenemos la costumbre de cruzar nuestros caminos.” “Dra. Graham, siempre es un placer.” Pipe sabía que la doctora podría contar algunos incidentes, con los que sus amigas no estarían muy de acuerdo. Pero ella hacía lo que tenía que hacer para mantener a los matones fuera de las calles. “Así que Dra. Graham.” Maxie comenzó. Tracey sintió que se le ponían los pelos de punta en la parte posterior de su cuello. “¿Cómo conoció a Tracey?” “Umm… en el hospital.” A Holly no le gustó aquella mujer de cabello oscuro que estaba sentada a su derecha. Sabía que era amiga de Tracey, pero había algo en su forma de mirar a Tracey, como si estuviera celosa. Hablaría con Tracey sobre ella más tarde.
“¿Qué demonios estabas haciendo en el hospital? ¿Estás bien?” Maxie arremetió contra Tracey sin dudarlo. “Sí, fue después del accidente de autobús.” Le explicó, preguntándose por qué Maxie no lo recordaba. “Pero no estabas herida.” “No, no lo estaba, pero era responsable de las estudiantes que estaban allí”. Sintió el muslo de Holly contra el suyo. “Recuerdo que si lo estabas.” Le tocó la pequeña cicatriz en la barbilla. Luego dejó caer su mano. “Si, lo recuerdo, siempre pendiente de tus estudiantes” intervino Maxie. “¿Cómo lo sabes?” “Porque salimos juntas”. Maxie sonrió, mientras Holly se removía incómoda en la dura silla de madera. “Por favor, saliste con Tracey durante un mes o así.” Piper exclamó, sintiendo la inquietud de la doctora. “Dos”. Maxie la corrigió. “Lo que sea.” Piper desestimó su amiga con un gesto de la mano. “Nos conocimos jugando al baloncesto, en la escuela secundaria. Tracey era una gran jugadora y me enviaron a protegerla.” “Más bien a maltratarme.” Tracey le recordó a su amiga y rival en la escuela secundaria. “Pero al final terminamos jugando juntas en un equipo de AAU, durante todo un verano, cuando teníamos diecisiete años.” “Y ha sido un infierno desde entonces.” Piper cruzó los brazos sobre su pecho y se rio, mirando a su amiga. “Después, conocimos a Maxie, cuando empezamos a jugar a softball hace unos seis años.” Piper levantó su taza de café a los labios. Patsy se acercó a la mesa con su cafetera. “¿Quieres un poco de café Holly?” “No, gracias. No me voy a quedar.” “Eso no está nada bien.” Maxie sonrió. Tracey, molesta, se levantó y tomó la mano de Holly. “¿Qué?” “Piper, ya me dirás si me necesitas para algo. Voy a acompañar a Holly a casa.” Y tiró de Holly fuera de la silla. “Eres idiota.” Piper dijo mientras lanzaba una mirada asesina a Maxie. “¿Qué he hecho?” Maxie se llevó una mano al pecho haciéndose la inocente, mientras Tracey y Holly se marchaban, no sin que antes Tracey le golpeara la parte trasera de su cabeza. “Te llamaré más tarde.” Piper dijo con un gesto de la mano. “¿Qué demonios estás tratando de probar?” Piper miró a Maxie. “Tú sigue así y conseguirás que nunca vuelva a hablar contigo.” Holly siguió a una cabreada procerosa, por la puerta del comedor y al aparcamiento. Tan pronto como dieron la vuelta al edificio ésta se volvió hacia Holly y la empujó contra la pared. Apretó los labios y el cuerpo contra Holly. Soltó toda la frustración que había sentido en las últimas veinticuatro horas. Quería que a Holly le gustaran sus amigas, pero el comportamiento de Maxie la había cabreado. Si se sentía incómoda. Holly tenía que sentirse incómoda. Cuando los brazos de la rubia se envolvieron al alrededor y la atrajo hacia sí, Tracey sintió que la tranquilidad volvía a su cuerpo. La mano de Holly fue a la parte posterior de su cabeza, alisando el pelo en una suave caricia. Se separaron por un momento. Se miraron fijamente a los ojos, sin poder ocultas las tontas sonrisas en sus rostros.
“Lo siento” “¿Por besarme?”, preguntó ahuecando la mejilla de Tracey, acariciándole la piel. “No, por Maxie.” “Ella está enamorada de ti. No lo oculta muy bien.” Ahora estaba teniendo dificultades para mantener sus sentimientos bajo control. Comprendió por qué Maxie todavía amaba a la mujer que tenía delante de ella. “No quiero hablar de Maxine.” Se inclinó y besó a Holly de nuevo. Le mordisqueó el labio inferior, sosteniéndolo entre los suyos. La oyó suspirar y se apartó. “Vamos a llevarte a casa y a la cama.” “Esa es la mejor oferta que he tenido en todo el día.” Deslizó las manos en las caderas de Tracey. “¿Dónde está tu coche?” Tracey señaló en frente. “Tienes suerte. Estoy en la parte de atrás. ¿Quieres llevarme a casa? Luego puedo volver y recogerlo.” “¿Puedo quedarme contigo durante un rato?” “Por supuesto.” Entrelazó su brazo con el de Tracey mientras caminaban hacia el jeep rojo. “Es sólo que no quiero pierdas el día.” “Pasar tiempo contigo no es perder el día.” Tracey tiró del brazo de Holly. “No hay nada más que quiera hacer.” “Puedes cambiar de opinión cuando este roncando y babeando sobre ti.” Bromeó mientras soltaba el brazo de Tracey y se acercaba a la puerta del acompañante.
~ Cerró las cortinas de su dormitorio, después de haberse puesto un par de pantalones de chándal y una camiseta Ravens. Tracey estaba en la puerta, con las manos apoyadas en la jamba de la misma. Holly le lanzó una rápida sonrisa por encima del hombro. “¿Estás segura de que quieres estar?”. “Sí.” Llegó a su lado y le tocó el borde de la camiseta. “He dejado algo de ropa en el baño por si te quieres cambiar. “ “Gracias. ¿Te parece bien si me acuesto contigo por un tiempo?” de repente se sintió tímida. “Dios, sí.” Llegó su mano en la parte posterior de su cuello y tiró de los labios de Tracey hacia ella. “Pero solo dormiremos, Srta. Campbell.” “Caray”. Tracey rompió el beso y se dirigió al cuarto de baño. Se cambió de ropa. Se miró en el espejo del baño. Su rostro estaba enrojecido. Se había puesto una camiseta del Jessup y un par de pantalones de deporte. “Dormir…” Repitió mientras pasaba sus dedos por el pelo. ¿Qué hiciste este fin de semana? Bueno, en realidad me metí en la cama con mi nueva novia y me dormí. Imitaba sus pensamientos en el espejo. No había nada de malo en lo que estaba haciendo. Abrió la puerta y vio a Holly acostada en la cama. Yendo hacia el lado opuesto de la cama, levantó las sábanas y se deslizó entre ellas. Holly se volvió inmediatamente y la tomó en sus brazos. “Qué bien me haces sentir.” Murmuró mientras metía la cabeza de Tracey bajo la barbilla, sintiéndose maravillada por tener a la morena en sus brazos y la cama. “Gracias.” “¿Por qué?” Tracey se acurrucó más cerca. Sus piernas y brazos se entrelazaron. “Por estar aquí.” Dijo mientras besaba la parte superior de la cabeza de Tracey. “Por ser como eres.”
Tracey sintió que Holly se relajaba, escuchando la cadencia constante de su respiración. Cerró los ojos, sorprendida por haber encontrado una mujer tan maravillosa.
Capítulo 7 La puerta principal de la casa de los Campbell a penas se utilizaba. Los familiares y amigos solían usar la puerta principal del garaje. Cuando Tracey cerró la puerta detrás de ella, trató de recordar la última vez que realmente había entrado por la puerta principal de casa de sus padres. Pisoteando, sus pies cubiertos de nieve, sobre el felpudo, justo dentro de la puerta del garaje, se quitó los zapatos y entró. Inmediatamente, se vio envuelta por el calor del fuego que ardía en la sala de estar. La semana pasada, se había perdido la cena familiar porque estaba durmiendo en la cama de Holly. Dormir… era la palabra clave. Había dormido en sus brazos y perdido la cena. Ellen no estaba feliz. El mensaje que le había dejado en el móvil a Tracey había sido distante, haciendo que ésta se sintiera culpable, algo que sólo una madre podría hacer. Para compensar su ausencia, había prometido cenar con sus padres esta noche. “Tracey!” La voz de Frank resonó a través de la cocina y en la sala de estar. Tracey no estaba segura de por qué, pero su padre siempre parecía hablar en voz alta. “Papá Hey.” Saludó mientras colgaba su chaqueta en uno de los ganchos justo detrás de la puerta. “Calabaza, ¿puedes coger una carga de pan de ajo del congelador?” “Claro que sí.” Nunca fallaba, siempre le pedía que hiciera algún recado, y siempre después de haberse quitado los zapatos. Con la rapidez de un conejo, fue al garaje y cogió el pan del congelador horizontal. Temblando, dio un paso atrás en la casa. Deseaba que llegara el verano. Se preguntó si ella y Holly harían planes para el verano: salir los fines de semana, tal vez de camping. Si Maxie se comportaba bien, tal vez irían a su casa para el Día de los Caídos. Por primera vez en su vida, estaba haciendo planes para el futuro, que involucran a otra persona. En el pasado, siempre se sentía como si salir con alguien le quitara tiempo de estar con sus amigos o familia. Con Holly, quería compartir ese tiempo. Hacer planes, esperar a verla en las gradas en sus partidos de softball. Se preguntó cómo solía pasar sus veranos Holly. ¿Le gustaba a acampar? ¿Solía practicar algún tipo de deporte? Sabía que no tenía contacto con su familia. Se dio cuenta de la gran diferencia en la forma en que fueron criadas. Su casa siempre tenía un excedente de alimentos. Incluso cuando ella y sus hermanos estaban fuera de casa, Ellen todavía compraba como si tuviera que alimentar a un ejército. El congelador estaba siempre lleno. Holly no había tenido ese lujo. Casi no tenía muebles, y si los tenía, se sentaba en el suelo, ya que era su costumbre. Tomaba café en Johnny porque eso era lo que podía permitirse. Patsy se preocupaba de ella porque no tenía a nadie más. Se entristeció al pensar en la poca gente que Holly tenía alrededor. Sabía que la idea de conocer al clan Campbell le daba miedo. Se preguntó si eso sería un mecanismo de defensa. Pensó que sería mejor que Holly marcara su propio ritmo. Si quería conocer a su familia, dejaría a ella lo decidiera. Frank la besó, en la mejilla, a modo de saludo cuando tomó el pan congelado de su mano. “Te perdiste la cena del domingo.” Podía escuchar su silencio tsk tsk en su cabeza. “Lo sé. Ya se lo he oído decir a mamá varias veces, por esto estoy de visita entresemana. ¿Dónde está?” Tracey inspeccionó la cocina. No había ninguna señal de Ellen. Sonriendo con orgullo, sonrió mostrando sus hoyuelos, “¡Arriba, estoy a cargo de la cena!” Tracey arqueó una ceja al hombre de cabello plateado frente a ella - la mirada
que a menudo daba a sus estudiantes si se estaban portando mal. “Sólo tengo que sacarla del horno.” “En otras palabras, ¿mamá lo hizo y está cocinando?” “Una vez más, yo estoy a cargo.” Frank bromeó mientras sacaba el pan de ajo de la bolsa. “Ella está en el cuarto de costura.” “Entonces sigue con tu buen trabajo. Voy a subir a saludarla.” Tracey le dio una palmadita en la mejilla y se dirigió a través de la casa. Pasó por el pasillo, junto a su antiguo dormitorio, que estaba junto a la escalera que conducía al segundo piso, donde estaban las habitaciones de sus hermanos. Ellen había arreglado la habitación de David para convertirla en un cuarto de costura, desde que él se habido a la universidad y dejó de vivir en casa. Sentada en la máquina de coser, Ellen Campbell presionaba con el pie una pieza para que la misma pudiera funcionar. No había duda de que los padres de Tracey se parecían. Compartían el mismo color de ojos y rasgos faciales. Aunque el cabello de Ellen tenía algunas vetas grises, el color era el mismo que el suyo. “Hola mamá”. Saludó, mientras se sentaba en la cama frente a su madre. “¡Dios mío, mira quién decidió visitamos! Estaba empezando a preocuparme. Mi única hija soltera ha faltado a los últimos tres fines de semana.” “Yo estuve aquí en la…” “Pero no para la cena familiar.” Ellen la cortó. “Mamá”. “Tienes tiempo para estar con esta nueva mujer y ya no lo tienes para tu familia.” La continuó regañando, mientras sacaba lo que parecía ser un vestido de un niño en su regazo y comenzó a quitar las puntadas de hilo. “Su nombre es Holly. Estuve aquí el día después de la tormenta de nieve. Papá y yo estuvimos almorzando entre semana. Y estoy aquí esta noche.” “Cancelaste la noche de la tormenta de nieve. Llamaste diciendo que no podías venir porque había ocurrido algo. Ayer, hablé con Tommy y me contó sobre tu cita. Ya ni siquiera le cuentas nada a tu madre.” Con un pequeño resoplido, Ellen puso el vestido por debajo y volvió a poner en marcha la máquina. Podría decirle que había resultado herida en el accidente, pero no quiso preocuparla. “¿Y el domingo pasado?” La inquisición continuó. “Tenía una reunión de Softbol”. Sintió el rubor en su rostro. Nunca podría mentir a sus padres sin ser descubierta. “¿Durante todo el día? Por favor, hablé con Vonnie. Solo estuvisteis un rato. Pero mi hija se quedó todo el día y canceló la cena con su familia.” “Pasé el día con Holly. Por fin he conocido a alguien, que realmente me gusta, y quiero pasar tiempo con ella. Por eso no he venido a cenar.” Apoyó el codo en su rodilla y la barbilla en su puño. “Háblame de ella, de esta mujer con la que estás pasando tiempo. Sé que trabaja en el hospital. Sólo eso.” Los ojos grises de su madre se suavizaron mientras hablaba. “Ella parece haber capturado tu fantasía.” Tracey no pudo evitar la sonrisa que apareció en su rostro. “¿Mi fantasía? Si, ella definitivamente tiene eso y algo más. Es médico.” Ellen dejó de trabajar en el vestido, y centró su atención en su hija. No se había dado cuenta de la luz en los ojos de su hija hasta que había empezado a hablar de Holly. Había un poco de malicia en ellos. Esperaba que Tracey hubiera encontrado a alguien de quien pudiera enamorarse.
“Es médico” Ellen repitió. “Continúa, ¿cómo se apellida? ¿De dónde es? ¿Cómo os conocisteis?” Tracey vio el interés en los ojos de su madre. Se prolongó durante unos veinte minutos hablando sobre Holly. Su entusiasmo fluía a través de su voz y lenguaje corporal. Ellen estaba a punto de llorar de risa, después de que le contara su cita para escalar. “Ella no sabía que yo tenía miedo.” “Es cierto. La verdad, es que no tienes miedo a muchas cosas. Me alegro lo pasarais bien.” Se puso de pie cuando el pequeño timbre sobre la mesa sonó. “¿Así que cuando podremos conocerla?” Preguntó mientras se acercaba a la puerta. “¡Frank! Saca la bandeja del horno.” Tracey se rio cuando oyó a su padre farfullar algo entre dientes. “Aquí es donde no estoy segura de qué hacer, mamá.” Se enderezó en su asiento. Se pasó las manos por el pelo. “Por lo que sé, su vida en casa no era genial. No se crió en una casa llena de amor como yo. No tiene el concepto de familia. Ella asocia la familia con el dolor, con la pérdida. Se puso blanca como un fantasma y comenzó a hiperventilar cuando le pregunté si quería venir a la cena del domingo. Quiero que tú y papá la conozcáis, pero no quiero forzarla. “ “Acabará por venir. Si le gustas la mitad de lo que te gusta, finalmente vendrá y nos conocerá.” Ellen le aseguró. “Pero no sé qué decir de tus hermanos. Ellos pueden ser un poco intimidante.” “¿Y papá?” “Más intimidante.” Ellen se rio sabiendo que Frank tiraría de su rango militar sobre cualquier mujer que se acercara a su hija. Ella sabía que la relación era reciente y conocía a su hija muy bien. Si continuaban juntas, Holly tendría que cumplir con Frank Campbell muy pronto. “Los chicos mejor saben lo que es bueno para ellos.” Los hermanos de Tracey se burlaban de ella, cuando era más joven. Parecían querer que ella encontrara a alguien. Quería que pudiera formar una familia, como ellos lo había hecho. “Queremos que seas feliz. Tienes que conocer a alguien que te haga feliz y que quiere estar contigo.” Ellen le plantó un beso en la parte superior de su cabeza. “Ella lo hace. Me hace muy feliz.” “Será mejor que bajemos antes de que tu padre arruine mi lasaña.” “Me dijo que él estaba a cargo.” “Y seguiremos permitiendo que él lo crea.” Ellen ayudó a su hija a ponerse en pie y la envolvió un brazo protector, alrededor de su cintura. “Si quieres puedo prepararte algo de comida para que se la llaves a Holly.” “Gracias mamá. Estoy segura de que ella lo apreciará.” Dio un apretón a la cintura de su madre.
~ De pie en el mostrador de admisión, Holly escribió la nota final en un gráfico y se lo entregó a Musha, cuyos ojos estaban dirigidos hacia el pasillo. “Guau.” Fue la única palabra que pronunció. Holly interesada, se dio la vuelta para ver lo que estaba mirando. Tracey caminaba hacia ellos, con su abrigo de invierno abierto mostrando sus largas piernas. Llevaba un par de pantalones vaqueros y un suéter gris suave. “¡Hey!” Le riño al recepcionista que rápidamente se alejó. Empujó otro archivo en sus manos y se acercó a saludar a Tracey. “Esto es una sorpresa.” “Sorpresa, te dije que me dejaría caer.” Tracey levantó el recipiente Tupperware. “Ellen te envió algo de comida, si estás interesada. Es algo habitual en mi familia.”
Holly se quedó tan seca como el Sahara. Una vez que encontró su voz, fue capaz de decir: “Sí, podemos ir a la cafetería o mi oficina.” “Al lugar de los hechos.” Tracey comentó mientras tiró del brazo de Holly. “¿Qué crimen?” Dónde me robaste el corazón, le hubiera gustado decir. En cambio, optó por “La captura de mi interés.” “Lo haces sonar como una cosa mala.” “No, Dra. Graham, es una muy buena cosa.” La acercó más cuando entraron en el ascensor. Holly se inclinó, juntando sus labios junto con los de la morena, justo cuando se cerraron las puertas. “Hola” “Hola” “¿Está teniendo una buena semana?” “Ahora mucho mejor ¿Y tú?” “Un poco más lenta de lo normal. La gente no se mueve mucho debido al clima. El frío hace que las personas se queden en sus casas.” Salieron del ascensor y caminaron hacia la oficina de Holly. Tracey se apoyó en la pared, mientras la otra mujer abría la puerta. “¿Ya cenaste?” “En casa de mis padres. Ellos han estado insistiendo en que fuera” “Pensé que tenías cena familiar cada semana” Recordó que Tracey se lo había comentado. “Me he perdido el último par.” Confesó, entrando en la oficina, mientras la rubia mantenía la puerta abierta para ella. Una sensación de déjà vu se apoderó de la pareja, haciendo que sus pensamientos retrocedieran unas semanas. “Parece raro, ¿no?” preguntó Holly mientras miraba la espalda de Tracey. La profesora se puso de pie en medio de la oficina. Dio un paso detrás de ella y se quedó cerca. Sus dedos tocaron el hombro y barrieron el pelo de su cuello. Le dio un pequeño beso en el cuello de Tracey, sintiéndola respirar. “No. Un poco extraño, pero no está mal. Me alegro de que nos conociéramos.” Tomó la mano de Holly y la agarró con fuerza. “¿Dime por qué te has perdido las últimas cenas con tu familia?” le susurró al oído. Sabía que era un punto sensible. “Quería pasar tiempo contigo” Se recostó en el calor del cuerpo de Holly. Esta deslizó una mano sobre la cintura abrazándola con fuerza. “Por favor, no dejes de pasar tiempo con tu familia por mí. Prométeme que no lo volverás a hacer.” “Holly, apenas tenas tenemos tiempo de vernos la una a la y yo…” Volvió a Tracey para mirarla de frente. Cogió el recipiente de comida de sus manos y lo dejó sobre la mesa pequeña. Volvió a tenerla de frente. La tomó de la mano. “Estoy cambiando mis horarios, así que empezaré a trabajar sobre todo de día. También quiero pasar tiempo contigo. No sólo dormir contigo.” Se sonrojó. “Eso no es lo que quise decir.” “¿No quieres dormir conmigo?” Tracey levantó una ceja. “Tal vez debería reconsiderar mis planes para este fin de semana.” Había una mirada de pánico que pasó por el rostro de Holly. “Por favor, no lo hagas.” Bajó la cabeza y entrelazó sus dedos. El corazón le latía con fuerza contra su pecho. Tracey no se estaba burlando de ella, pero tampoco estaba siendo directa, así que no sabía que pensaba sobre el fin de semana. “Hey.” Colocó dos dedos debajo de la barbilla de Holly, levantando la cabeza para mirarla a los ojos.
“Estoy lista. Y no voy a cambiar de opinión.” “¿En serio?” “Totalmente”. Presionó suavemente sus labios sobre los de Holly. “Lo creas o no, ha sido muy difícil para mí.” Vio la duda en los ojos marrones de Holly. “Sé que nuestra cita es el sábado por la noche.” Tracey alcanzó su abrigo y sacó una llave de su apartamento. Había una ligera vacilación en su voz. “Si quieres venir después de tu turno la noche del viernes.” Puso la llave de plata en la mano de Holly. “Tengo el estar en el partido de los chicos, así que debería estar en casa hacia las once. Yo…. quiero verte.” Se mantuvo a raya diciendo que sólo necesitaba despertar en los brazos de Holly, en su cama, junto a ella, pero no quería asustarla. “Estaré allí.” Dejó que sus labios se deslizan brevemente sobre Tracey. “¿Tienes hambre?” Tracey le llevó de la mano a la mesa. “Si padre lo calentó, mi madre lo hizo.” “Suena como un esfuerzo de equipo. Suena como una cena interesante.” “Siempre lo es.” Abrió el envoltorio y lo deslizó sobre la mesa. “¿Te gusta la lasaña?” “Me gusta toda la comida casera. ¿No me prometiste que me harías la cena?” “Creo que el acuerdo era cocinar en tu cocina. Y tú me puedes ayudar.” Abrió su bolso y sacó un paquete de cubiertos de plástico. “Te he traído un tenedor. Ellen realmente lo envió.” “Te dije que mis habilidades en la cocina son limitadas. Poner queso a la plancha, huevos revueltos, muy limitada.” Holly dijo mientras tomaba el tenedor ofrecido. “Esto se ve bien. Por favor, agradéceselo a tus padres.” “Puedes usar un cuchillo, cortar algunas verduras para mí.” Tracey vio como Holly excavaba en la masa pegajosa de fideos, queso y carne. Masticó mientras asentía con la cabeza. Tracey se reclinó en la silla. Holly estaba disfrutando de la comida. “Dios… está muy bueno.” Murmuró mientras se limpiaba la cara con la servilleta. “Ha pasado mucho tiempo desde que he podido comer comida casera.” S lamió los labios. “Dale a tu madre las gracias.” “No te olvides de Frank, lo preparó.” “Y a tu padre.” Vio la expresión hosca cruzar la cara de Tracey. Rápidamente se cubrió la cabeza y sonrió diciendo. “Lo haré.” “¿Está todo bien?” “Quiero que los conozcas.” Tracey añadió rápidamente, “Algún día”. Holly asintió. Podía ver la incertidumbre en los ojos de Tracey. No habían hablado acerca de la familia desde la noche en Johnny Diner. Ya no tenía la sensación de náusea que se apoderó de ella por primera vez. Tracey no estaba empujándola para conocer a su familia. De hecho, parecía desconfiar de traer a colación el tema de la familia. “Te lo haré saber cuando esté lista.” Comentó para aliviar la tensión en el aire. “No te puedo prometer nada más.” Ahora fue el turno de Tracey en asentir. El ablandamiento de sus rasgos no escapó a los ojos de Holly. “Gracias, por lo menos, por considerar la idea.” Tracey habló en voz baja mientras la mujer rubia seguía comiendo. Tal vez algún día sería capaz de presentar a Holly a sus padres. Si la suerte estaba de su lado, tal vez también a sus hermanos también. El chirrido familiar del busca de Holly sonó a medio bocado. Como si fuera una respuesta automática, Holly puso los ojos. Deseó poder terminar de disfrutar de su cena,
sin verse obligada a ausentarse por una emergencia. Sabía que su tiempo libre se había acabado. “Mierda”. Dejó su tenedor en el plato y tapó el resto de la comida. Tracey lo cogió y lo metió en el mini refrigerador de la oficina. El busca sonó una segunda vez. “Me tengo que ir.” Se quedó indecisa por un momento. Extendió la mano y tomó la mejilla de Tracey. Le dio un rápido beso mientras oía el sistema de megafonía sobre su cabeza. “Dra. Graham a urgencias… Dra. Graham a urgencias”. Tracey la acompañó hasta la puerta. “La cena era buena, pero la compañía genial. Gracias por pasar por aquí Nos vemos el sábado.” Dijo mientras se quedaba dudando en la puerta. “¿Soy yo o parece que falta mucho para el sábado?” “Lo parece.” Pasó los dedos por el antebrazo de Holly. Tracey miró a los ojos leonados para ver el brillo en ellos. Los labios de Holly se curvaron, en una sonrisa, cuando dijo: “Te veré cuando llegue del trabajo.” Tenía la llave de plata en la mano sobre su cabeza como si hiciera un gesto de la victoria triunfante. Tracey se apoyó en el marco de la puerta mientras observaba la forma de Holly desaparecer por las escaleras, mientras volvían a llamarla por el sistema de megafonía.
Capítulo 8 El entrenamiento fue brutal. Sabía que todavía estaban en baja forma, tras el accidente, así que las jugadoras de niveles inferiores serían ahora, sus jugadoras fundamentales, aunque reconocía que algunas de ellas, todavía estaban muy verdes. Tenía que estar encima de Molly Dorsey, estudiante de nivel inferior, que ya se había equivocado varias veces seguidas, en sus pases. Miró hacia Zoey, que estaba sentada en las líneas laterales, driblando una pelota con su brazo sano. Había una posibilidad remota de poder regresar a la alineación para el final de la temporada. Todavía les quedaban diez partidos para el final. Las chicas no estaban concentradas debido al baile del día de San Valentín, que sería mañana por la noche. Esta noche el equipo masculino jugaba en casa contra Greenville. Tracey tenía que estar en el partido, pero no para el baile, pero sí para el baile de graduación en mayo. El sábado por la noche, mientras que su equipo estaba en el baile de la escuela, Holly la llevaría a la ciudad. No tenía ni idea de lo que Holly había organizado, pero no podía esperar. Sonrió ante el recuerdo de Holly, enseñando su llave, por encima de su cabeza, mientras se dirigía a la sala de emergencias. Era viernes, y casi había terminado. En unas pocas horas, la vería, si tenía suerte. Esta noche no había podido concentrar a su equipo, así que las hizo correr más de lo debido. Al final entrenamiento, no podía esperara para que todas se fueran. La mayoría de las chicas optaron por volver a sus casas para prepararse para ir a ver el partido de los chicos o a una noche de fiesta. Esperaba que su entrenamiento las hubiera agotado hasta el punto de que estuvieran demasiado cansadas para salir. Con el gimnasio y vestuario ya vacíos, se dirigió a la ducha del vestuario de mujeres. Ahorraría tiempo si volvía a casa ya duchada. Asegurándose de que el pestillo estaba puesto, recordó el momento en que el equipo masculino de Baltimore Sur casi había entrado, en otra ocasión, en un momento inoportuno. En su oficina, se quitó la ropa, cogió su botella de champú y acondicionador y se dirigió al semicírculo de las duchas. Abrió los grifos de agua, probó la temperatura, y cuando vio que estaba la deseada, se quitó la toalla y la dobló sobre la pared de barrera entre las duchas y los vestuarios. Se empezó a duchar. Se pasó las manos a lo largo de sus brazos y torso. Inclinó la cabeza hacia atrás bajo la presión del agua. A ciegas alcanzó el champú, se echó un poco en sus manos y comenzó la tarea de lavar el pelo. Dejó que su mente vagar a Holly. Sintiendo el aerosol caliente contra su piel, se preguntó qué sentiría al ser tocada por la rubia. Lo descubriría pronto. Ese era su plan. Sería este fin de semana. Durante las últimas tres semanas, su relación había crecido. Realmente le gustaba la médica y quería llegar a conocerla mejor. La noche en su apartamento, había salido corriendo como una adolescente en una primera cita. Descubrió que Holly era una gran besadora, y Tracey se perdió cuando sintió el cuerpo de la otra mujer contra el de ella. Quería ir más lejos. Este fin de semana definitivamente sabía que lo harían. Podía haber dormido con Holly, el fin de semana de la tormenta, podría fácilmente haber acabado en la cama, pero Holly no se había opuesto ni presionado, cuando ella se había retirado. No había querido acostarse con ella, la primera noche. A algunas parejas les funcionaba. Pero ella quería asegurarse de que Holly era una persona que querría estar con ella. Demasiadas lesbianas se acostaban en la primera o segunda cita. Ella sólo
había estado en tres relaciones serias, y había esperado, al menos, seis meses hasta haberse acostado con alguna de ellas. Algunas de sus citas, la miraron como si estuviera loca. En el fondo, sabía que aquello estaba pasado de moda. No quería un rollo rápido de una sola noche. Holly, era la primera persona con la que había querido acostarse al instante de conocerla. La mayoría de las mujeres con las que había salido, no habían entendido su forma de pensar y no la habían vuelto a llamar. Pero Holly no era así. La noche en su apartamento, Tracey se quedó totalmente frustrada, cuando el chico de la pizza las interrumpió. Holly le había tocado el rostro tranquilamente y dicho: “No me voy a ninguna parte.” Se sentía diferente con Holly. Quería dormir con ella. La atracción ardiente entre ellas era evidente. Tracey quería más. Mucho más. Y este fin de semana era tu turno. No creía que podía esperar más. Mañana era el día de San Valentín, y sabía ambas estaban deseando verse. Removió la espuma sobre su pelo y de repente sintió un ruido. Era como si alguien la estuviera vigilando. Trató de quitarse el jabón de los ojos, pero la sensación le quemaba. Maldijo y cogió su toalla. Se cubrió los pechos con la mano y se limpió el jabón de los ojos con la otra. Inspeccionó rápidamente la zona de las duchas, pero no había nadie. “¡Hola!” Gritó por encima del ruido de la transmisión de agua. Esperó unos momentos. El silencio le respondió. “¡Hola!” gritó de nuevo, aún no obtener respuesta. “Cristo… te estás perdiendo.” Reprendió su paranoia. Se enjuagó el pelo y rápidamente terminó su ducha. Recogió sus cosas y se dirigió a su toalla. Al ir a cogerla vio que en la parte superior de la toalla había una rosa roja. Rápidamente agarró la toalla y la envolvió alrededor de su cuerpo. Sabía que alguien había estado allí. Lo había sentido. Incluso ahora, sentía como si alguien la estuviera observando. “Esto no tiene gracia.” Gritó, su voz resonó en las alcobas huecas del vestuario. No necesitaba esto. No sabía quién podría haber sido. Era imposible que Holly hubiera dejado el hospital para ir allí, y hacer aquello, sin decírselo. Tal vez alguna de las chicas se había quedado atrás, y ella no se había dado cuenta. Sus ojos grises escanean las duchas y los vestuarios. No había huellas en el suelo de cemento. El vestuario tenía varias zonas independientes. Una persona, podría haberse escondido fácilmente en una de ellas. Desvió sus ojos hacia las rejillas de ventilación. No estaba del todo segura, pero juró que podía sentir que alguien la observaba. ¡Bang! La caldera se puso en funcionamiento, enviando una ráfaga de aire a través del lugar. Apretó la toalla contra su pecho. Tiró la rosa a la basura, pinchándose el dedo con una espina. Se llevó el dedo a la boca. “Mierda”. Juró ante su propia estupidez. Rápidamente se metió en su oficina, cerró y el bloqueo de la puerta detrás de ella. Sacudiendo la sensación incómoda, sólo quería ir a casa, olvidarse de la rosa y la sensación espeluznante de la ducha. Necesitaba perderse en la comodidad de los brazos y besos de Holly. ~ Muy temprano, en la mañana del sábado, Holly su vehículo en el aparcamiento del complejo de apartamentos de Tracey. Su turno había terminado. Habían sucedido un centenar de cosas, pero lo único en lo que podía pensar era Tracey. Tenía los próximos tres días de descanso y planeaba pasar cada minuto de ellos con ella. El miércoles, Tracey había ido al hospital para llevarle la cena. Solas en su oficina, sólo habían
podido estar juntas unos minutos. Se dieron cuenta de que quería pasar más tiempo con ella. Hasta ahora no había tenido razón para cambiar sus turnos, pero ahora estaba Tracey, y su forma de pensar había cambiado. Incluso con Pam, sus turnos nocturnos nunca interfirieron en su relación. Por Tracey, pensaba cambiar su rutina. Intentaría obtener mejores turnos. Esta noche sería su primera cita de verdad. Había hecho reservas en Tuxedo, el restaurante del chef Simon Ellison, el hermano de Allison. También había reservado una habitación en el Pier 5 Hotel, situado en el puerto. Atravesó el aparcamiento, hasta llegar a la puerta del edificio de Tracey. El día estaba amaneciendo. Tracey le había dado una llave ese miércoles. La profesora había estado bastante graciosa al respecto. Sonrió, recordando cómo Tracey estaba tartamudeando sobre sus palabras mientras le entregaba la llave. Ya en la puerta del apartamento, deslizó la llave en la cerradura y la puerta se abrió. El pequeño apartamento estaba impecable. ¿Qué pensó Tracey cuando entró en mi casa? , se preguntó. Sonrió ante la idea de besar a Tracey. Eran como un par de adolescentes, tratando de controlar sus emociones. Se había estado conteniendo, porque no quería asustar a la otra mujer. Sin embargo, los sentimientos que estaba teniendo estaban empezando a salir a la superficie. Esperaba ser capaz de verla más a menudo durante el verano. Entre partidos, entrenamientos, trabajo, y sus horarios, rara vez eran capaces de programar el tiempo juntas. Tracey le pedido tiempo el primer día que se besaron. Y ella había respetado su petición. Después del día que habían estado en el centro de escalada y después de acurrucarse junta en la cama, el domingo pasado, la frustración sexual de Holly estaba en su punto más alto. Después del beso, en el aparcamiento de Johnny, juró que había sentido a Tracey fue tan frustrada como ella. Ahora se estaba metiendo en la cama de Tracey, a las tres de la mañana. Aunque quedarse dormida por agotamiento, en realidad no era dormir juntas, Holly pensó mientras dejaba su chaqueta en el respaldo de una silla en la isla de la cocina. En el mostrador, Tracey había dejado una nota diciéndole que se sintiera como en su casa. Ella había tomado una ducha rápida en el hospital. Se tocó el pelo, todavía húmedo ligeramente. Dejó su bolso en el suelo al lado de la isla, sintiendo una abrumadora necesidad de ver a Tracey. De acercarse a ella y asegurarse de que sus sentimientos eran reales. La puerta del dormitorio estaba entreabierta. Se detuvo en la puerta para ver dormir a la otra mujer. Por su trabajo, había visto dormir a muchas personas, pero ninguna de ellas le había parecido tan sexy. Tracey era sexy. En silencio entró en la habitación. Se acercó al lado de la cama, levantó ligeramente las sábanas y se deslizó dentro. Al instante, Tracey se deslizó automáticamente hacia ella. Esta le pasó un brazo alrededor sujetándola con fuerza desde atrás. Tracey se acurrucó contra el pecho de Holly, tirando de su brazo más cerca. El calor envolvió a Holly cuando le dio un beso en la sien. Tracey la había sentido, en el momento que Holly abrió la puerta del apartamento. Durante toda la noche, había esperado verla. En un arranque de energía nerviosa, llegó a casa del partido y se había puesto a limpiar el apartamento hasta que había quedado impecable. Su breve reunión del miércoles, no había mitigado su creciente necesidad de pasar tiempo con ella. Holly tenía un turno completo por delante, pero había hecho tiempo para verse unos minutos. Nerviosa, le había dado una llave de su apartamento. No quería asustar a la médica, pero tampoco estaba segura de cuál sería su reacción. Cuando ésta le había dicho que iría a verla al salir del trabajo, Tracey no podía esperar a que llegara el sábado por la mañana.
La sintió meterse en la cama. La humedad de su pelo, el olor a cítricos de su champú, la sensación de los sudores de algodón suave que llevaba. Se acurrucó en el brazo de Holly, apretándose contra su pecho. El beso en la sien había provocado que su corazón se acelerara. Se puso de cara a Holly. Saboreó la mirada que la rubia le estaba dando. Tracey no podía dejar de mirarla a los labios. Quería besarla. Decirle lo mucho que la echaba de menos. Mirándose fijamente la una a la otra, en el silencio de la mañana, se acercaron y se besaron. El deseo de Tracey aumentó a medida que sus labios se tocaron. Sus manos acariciaron la espalda de Holly y la atrajo hacia sí. “Te extrañé.” Tracey dijo finalmente. Sus dedos le acariciaron suavemente el pecho. Un pico se elevó bajo su camiseta. Cuando Tracey le tocó el acarició duro pezón, oyó el grito ahogado de Holly. “Pensé que estabas dormida.” Le susurró. Podía sentir el aliento de Tracey en su rostro. Miércoles se había quedado tan excitada, después de la visita de Tracey, que no le había importado trabajar durante varias horas sin parar. Esta noche, su única misión era despejar el tablero de pacientes a tratar y llegar al apartamento de Tracey antes del amanecer. Y lo había hecho. “¿Me desperté?” “Te estaba esperando.” Le confesó, mientras sus dedos recorrían la parte superior del cuello. “No puedo dejar de pensar en ti.” “Cada momento de calma que tuve esta noche, estaba en mi cabeza.” Le sonrió en la oscuridad. “Espero que eso es bueno.” “Sí lo es.” Tocó los labios de Holly, inclinándose y profundizando el beso. Sintió calidez, a través de su cuerpo, cuando las manos de la doctora se apretaron a su alrededor. Sintió la pierna de Holly entre las suyas. Sus besos se profundizaron cuando las manos de la rubia se deslizaron por el pelo de Tracey. Sintió los labios de Tracey, moverse por su cuello y su oído. Se estremeció ante la respiración, tan caliente, que le hizo cosquillas en la oreja. La piel de gallina se levantó en sus brazos mientras se reía a carcajadas. “Detente.” Le susurró mientras Tracey continuó besando ese lugar tan sensible. Esta se apartó y sostuvo su cuerpo en sus manos. Miró a Holly. “Quiero…” Tracey dijo mientras apretaba su centro contra el muslo de la médica. “Quiero que me toques.” “Tracey”. Chilló cuando sintió el centro de Tracey contra su muslo. Si la morena continuaba tocándola, iba a explotar. “Dulce Jesús.” Estaba totalmente excitada. “¿Estás segura? Podemos esperar”. “¿Quieres esperar?” “¡No!” Prácticamente gritó. “Tenía la esperanza de este fin de semana, pero pensé que sería después de nuestra cita.” “¿Pretendías emborracharme y aprovecharte de mí?” “Prefiero que estemos sobrias.” Deslizó las manos a lo largo camisón de satén de Tracey. Sus cuerpos mudaron uno contra el otro en un ritmo lento. “Pienso mucho en ti.” “Y yo en hacer esto.” Sonrió a la rubia que estaba sonriendo. “¿Tú también?” “Culpable”. Le confesó. “¿Qué piensas hacer conmigo?” “¿Qué deseas?” Tracey echó el pelo sobre el hombro de su rostro cuando se inclinó para darle un beso. A caballo entre las caderas de Holly, se recostó mientras los dedos temblorosos de Holly, trataron de deshacer los botones de la parte superior. El material satinado se deslizó entre sus dedos fácilmente, causando un poco de frustración por parte de la médica. “Estás temblando.” Tracey tomó la mano entre las suyas. Al girar la palma, puso suavemente un beso en la superficie de la sudoración.
“Estoy nerviosa.” Soltó el aliento que estaba conteniendo. “Por lo general, me resulta más fácil quitar la ropa, ya sabes, un par de tijeras y listo.” “¿Qué tal un poco de ayuda?” Tracey agarró el dobladillo de su camisa y se la pasó por la cabeza. “Mejor”. Ella vio la mirada en los ojos vidriosos de Holly, cuando la doctora le miró fijamente el pecho desnudo. Instintivamente, sus caderas comenzaron a moverse cuando una mano de Holly ahuecó la parte inferior de su pecho, con la yema de su pulgar acariciando el pico endurecido. Se incorporó a una posición sentada, mientras su cabeza bajó a la hendidura entre los senos de Tracey. Un rastro de besos calientes fue de un pecho al otro y viceversa. El cuerpo de Tracey comenzó a bailar. Cuando metió un pezón en su boca, la morena se apoyó sobre los brazos arqueándose y deslizando su cabeza hacia tras, ante las sensaciones que llenaban su cuerpo. “¿Por qué todavía tienes tanta ropa puesta?” Llevó sus manos a la camiseta de Holly y se la quitó sobre la cabeza, arrojándola al suelo al lado de la suya. “Mejor”. Deslizó los dedos por el cabello de Holly y tiró de los labios de la médica hacia ella, en un beso abrasador. Sintió que los dedos de Holly tocan la cintura de sus bragas y lentamente las deslizaba hacia abajo. Labios cubrían cada centímetro de su cuello y se sumergieron en el hueco de su cuello. “Necesito sentirte.” Holly murmuró, mientras levantaba las caderas para lograr quitarse el resto de su ropa. Retrocedió por un segundo, en busca de duda en el rostro de Tracey. No había ninguna. Se acercó y la besó profundamente, tirando de la profesora más cerca. Sus cuerpos se tocaron por primera vez, piel contra piel. La fricción de pecho contra pecho alcanzó su punto máximo de sensibilidad. Sintió el peso de la morena sobre ella, mientras trataba de acercarla. El vacío que llenaba su corazón se desvaneció. En un movimiento digno de un luchador profesional, Holly volcó su posición. Tracey comenzó a gemir bajo ella, mientras ella se enganchó los pies alrededor de las pantorrillas de Holly. Holly sintió su humedad corriendo entre sus muslos mientras el calor de Tracey la conocía. Empujó las caderas en el centro de Tracey. Sabía que si iba demasiado rápido, explotaría. Quería que este momento se quedara parado, para ser grabado en su memoria. De pronto, aquellos ojos grises estaban mirándola con pasión y deseo. “Dime que estoy soñando”. “Estoy teniendo el mismo sueño.” Se retiró, moviendo sus manos para acariciar los pechos de Tracey, besarlos, acariciarlos y amamantarlos. Su lengua picó y rodeó el pezón erecto. Los movimientos de Tracey comenzaron a imitar el ritmo de Holly. Se arqueó hacia atrás cuando la rubia siguió besando sus pechos, cuello y labios. Holly le retiró el pelo de la cara, tejiendo sus dedos en los cabellos oscuros y empujando su espalda contra el colchón, que se cernía sobre ella. El rastro de besos y toques se trasladó más al sur. Se movieron juntas, meciéndose en las olas. Los dedos de Tracey se deslizaron por el cuerpo de la rubia con avidez. Los labios de Holly eran cálidos. Cuando chasqueó la lengua por el pezón jugando, la acción causó que Tracey se torciera llena de emoción. “Necesito…” Los dedos de Tracey se enredaron en el pelo de la médica, instándola a que se deslizara más hacia abajo. Continuó jugando con su lengua en el abdomen de Tracey. Cuando ésta comenzó a empujarla por los hombros, contra la carne suave, Holly se rio entre dientes. La
inhalación del olor almizclado la estimulaba; dejó que sus dedos vagaran por el paisaje elástico grueso. Dejó que su boca siguiera sus dedos. Sentía las piernas de Tracey cerrarse alrededor de su espalda. Los dedos se deslizaron a través de los pliegues de Tracey, cuando Holly exploró su núcleo. Sus dedos la acariciaron buscando reacciones por parte de la morena, cuyos ojos estaban cerrados, mientras su cabeza se echaba hacia atrás y hacia adelante. Apoyándose en la humedad brillante, lengua de Holly tocó la piel sensible. Tracey se disparó fuera del colchón, con las piernas apretadas en el cuerpo de Holly. “¡Jesús!” La mujer rubia lamió y chupó hasta que sintió que Tracey empezaba a jadear. Sus gritos aumentaron y Holly sabía que estaba cerca de enviarla por el borde. Con sus dedos, entró en la caverna cálida y fue recibida por el colapso de los músculos. Lengua de Holly reemplazó sus dedos, saboreando la dulzura cálida que la profesora le ofrecía. Lamió, chupó y presionó más profundamente en el valle de Tracey. Los jugos fluían mientras lamía la delicada fruta. Captó aquella parte sensible, entre sus dientes, y jugó con ella. Cuando su lengua rodeó su clítoris, la oyó sofocar un grito. Puso su boca sobre aquella zona, dando al clítoris la reverencia de una diosa. Las manos de Tracey estaban envueltas en el pelo y la instaron a continuar. Continuando con su homenaje, sintió los dedos de Tracey agarrase a su cabeza mientras la presión continuaba. Holly empujó con fuerza con la lengua y los dedos. “¡Oh Dios! ¡Oh Dios!” Gritó la morena que empezó a temblar. Sentó que el cuarto giraba. La luz blanca brilló en sus ojos. Su cuerpo palpitaba como si estuviera cargada con corriente eléctrica. Holly continuó tocándola, más y más. Tracey sintió el cuerpo de Holly convulsionarse ante su orgasmo. “¡Dios, tienes que parar!” Tracey finalmente gritó. Holly chupó, de nuevo, el clítoris como las convulsiones se detuvieron. Se apartó y besó la delicada piel de los muslos internos de la morena, apoyando la mejilla en uno. “Ven aquí, por favor.” Tracey agitó su mano en el aire. Con una sonrisa, Holly se trasladó hasta su cuerpo. Pudo ver que Tracey estaba sonrojada, tratando de recuperar el aliento. Los ojos de Tracey estaban cerrados, con el pelo sobre la almohada. Parecía pequeña y frágil. Abrió los ojos y una sonrisa apareció en su rostro: “Creo que voy a estar en problemas contigo.” Holly la besó en los labios. Tracey sonrió débilmente. “Sólo dame un minuto.” Sus ojos se cerraron de nuevo. Holly la besó en el hombro y en el cuello. “Te extrañé.” Tracey la sintió estremecerse. “¿Tienes frío?” Tracey preguntó mientras miraba del edredón. Holly tiró de ella para mirarla. “Me estoy enamorando de ti.” Soltó las palabras antes de que Tracey supiera qué hacer. Las lágrimas se formaron en sus grandes ojos marrones mientras lo decía. “Estoy teniendo los mismos sentimientos. Odio cuando no puedo verte. Pienso en ti todo el tiempo. No puedo controlarme cuando estoy cerca de ti. Son las 4:30 de la mañana y sólo quiero estar contigo. Tocarte “. Tracey confesó mientras limpiaba las lágrimas de Holly. “No llores.” “Estoy llorando porque estoy feliz.” Rio nerviosamente. “Me haces feliz.” “Bueno, eso es definitivamente bueno.” Tracey se agarró a la cintura de la ropa desechada y la tiró al suelo. Holly se acurrucó contra el costado de Tracey. La besó en los labios y la abrazó. Ambas cerraron los ojos demasiado agotadas para nada más que dormir.
~ Al abrir los ojos, y durante unos segundos, Holly no estaba segura de donde estaba. El cuerpo caliente, presionado contra su espalda, le aseguró que todavía estaba con Tracey, y en su cama. Gimió al sentir la suavidad de los senos de Tracey pegados a su piel. Un brazo la rodeaba por la cintura, a modo de sólida posesividad. Pasaron las primeras horas de la mañana estudiando el cuerpo de la otra. Sus suaves labios suaves y manos errantes iban a la deriva por sus cuerpos. Aprendieron cada centímetro, cada músculo y cada suave curva, de sus cuerpos, hasta el agotamiento, llegando al clímax una y otra vez. Perdió la cuenta del número de veces que había tenido un orgasmo. Cada vez era más intenso que el anterior. El cuerpo de Holly reaccionó al toque de Tracey como ninguna otra amante anterior. La morena se había aferrado a ella, presionando sus manos, dedos y uñas, apretando contra la espalda de Holly, cuando se había corrido, gritando su nombre. Una sensación de picadura entumecida bordeaba su espalda. Sabía que posiblemente tendría algún arañazo e incluso algo de sangre. Enroscó su mano alrededor del brazo descansando sobre su estómago. El reloj de la mesa marcaba las primeras horas de la tarde. Sintió un beso ligero, como una pluma, entre sus omóplatos. “¿Estás despierta?” -preguntó Holly cuando más besos siguieron. “No.” Oyó el susurro de una respuesta, sobre su piel, seguida de una risa tranquila. La mano en su estómago comenzó a acariciarla en pequeños círculos. “¿No?” Se volvió para enfrentarse a Tracey. Su cabello estaba aplastado contra su cabeza. Sus labios amoratados la saludaron tan pronto como se dio la vuelta. Se movió para cubrir el cuerpo de Tracey con el suyo, deslizando cómodamente una pierna entre los muslos de la morena. “Para mí, pareces muy despierta.” Acarició su rostro contra el cuello de Tracey. “Todavía estoy dormida. Estoy teniendo el mejor sueño de mi vida.” Presionó su centro contra el muslo de Holly, haciendo que sintiera su humedad. “Oh, estás definitivamente despierta.” Holly cerró los ojos mientras aumenta la presión contra el centro de Tracey. Ante un jadeo rápido de Tracey, se apartó. Tracey miró los ojos marrones que se cernían sobre ella. La noche que pasó acababa de pasar con Holly incomparable. Sus experiencias anteriores palidecían en comparación. Quería hacer cosas que nunca había pensado antes. Quería que Holly la tomara ahora. Estaba lista y esperando su contacto. Alcanzó una mano de Holly para deslizarla sobre su mejilla. Con la yema de uno de los dedos, se acarició el labio inferior, disfrutando de la extraordinaria sensación. Cuando Holly introdujo un dedo a la boca, Tracy la miró a los ojos. Sin pronunciar palabra alguna, empezaron a moverse una contra la otra. Sus toques eran caricias muy suaves. Continuaron así hasta ir moviéndose para tomar una posición cómoda de tal manera que ambos centros llegaran a tocarse. Cuando sus centros se tocaron, dejaron escapar jadeos. Holly empezó a moverse más rápido haciendo que la excitación de ambas se disparara. Sus cuerpos se mezclaron en uno, deslizando piel contra. Holly se mordió los labios y cerró los ojos. “No.” Tracey rompió el silencio. “Mírame. Quiero ver tus ojos.” Su voz se enganchó, al sentir el primer curso de temblor a través de ella. Holly se obligó a abrir los ojos para mirar a la otra mujer. Sabía que estaba cerca. La sensación de Tracey contra ella era como un afrodisíaco, pero quería más y más. “Eres tan hermosa. Me haces sentir tanto.” Holly declaró sus pensamientos, mientras se dejaba arrastra por la pendiente de su orgasmo.
“Déjate ir cariño. Ven conmigo.” Extendió su mano y tocó la cara de Holly. “Ven conmigo.” Tracey lanzó un gemido gutural mientras su cuerpo se dejaba llenar por su propio orgasmo. Se resistió contra cuando Holly siguió detrás, gritando el nombre de Tracey. Se abrazaron fuerte y murmuraron susurros incoherentes, hasta que de nuevo se quedaron dormidas.
Capítulo 9 Después de una mañana tranquila en la cama, se ducharon, tomaron un almuerzo ligero y se registraron en el hotel, muy elegante, con vistas al puerto de Baltimore. Holly sugirió que se prepararan en la suite del hotel. Cuando Tracey entró en el vestíbulo del hotel, estaba asombrada por los suelos de mármol pulido, las obras de arte moderno e sobre todo, por la imponente cascada de doce metros, que estaba en el punto central del hotel. Era como si todo el edificio estuviera construido alrededor de la fuente de agua. De pie junto a la misma, Tracey miró el agua en cascada sobre el borde. Echó un vistazo a su compañera, que estaba hablando con el conserje. El hombre se rio ante el comentario de Holly, y siguió sonriendo, cuando miró de reojo a Tracey. Holly también la miró. Cuando sus ojos se encontraron, sintió un escalofrío correr por su cuerpo. No podía esperar para estar con Holly nuevo. No sólo el hotel la había dejado sin palabras, la mirada de Holly le estaba causando explosiones en sus regiones del sur. No podía esperar a llegar a la habitación. Holly quería que esta noche fuera especial y no había reparado en gastos. Tracey quedó totalmente impresionado con la habitación. En el quinto piso, la suite daba al puerto. En una pequeña zona de estar, junto a la puerta, había una pequeña barra de bar y HDTV de pantalla grande. En un cuarto separado, la suite principal con una cama king size roja, marrón y almohadas de colores oro y ropa de cama. El baño tenía una bañera de hidromasaje y ducha de vidrio recubierta con múltiples cabezas de chorro, en lugares estratégicos. Fuera de la habitación, las grandes puertas correderas de cristal llevaban a un pequeño balcón. Aunque era febrero, se aventuró fuera en el frío, hasta situarse en la barandilla. Holly estaba en la habitación, observándola mientras se inclinaba ligeramente encima de la barandilla. “No te apoyes demasiado. Realmente no sabría cómo explicarlo.” Holly comentó cuando Tracey le envió una galardonada sonrisa. Volvió a entrar en la habitación, dejando fuera el frío. Envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Holly, llevándola sobre la cama gigante. “Esto es espectacular.” Cubrió la boca de Holly con la suya. “Eres espectacular.” Ahuecó el centro de Holly a través de sus pantalones, ante lo cual ésta salto por el contacto. “Por favor, dime que tenemos tiempo.” Deslizó sus dedos a lo largo de la entrepierna de los pantalones de Holly. Añadió presión cuando sintió que su clítoris se endurecía. “Sí.” La voz entrecortada y tensa de la mujer rubia llenó su oído. Desabrochó el botón en la cintura de Holly y lentamente bajó la cremallera. El sonido parecía hacer eco en las paredes de la gran sala. Se dirigió lentamente, moviendo su mano a lo largo de las bragas de algodón, ya húmedas, que cubre el centro de Holly. Al instante, levantó las caderas de la cama, mientras trataba de hacer que Tracey la tocara. “Por Favor.” Tracey deslizó la lengua por el cuello y la garganta de Holly. Hizo a un lado el material de algodón y la entró con dos dedos. La humedad que la saludó la hizo gemir. Había estado con otras mujeres, pero ninguna como Holly. Podía correrse con tan solo tocarla. Sus dedos masajearon el tejido inflamado, disfrutando del tacto de la yema del pulgar sobre la zona sensible. Poco a poco comentó a sacar y meter sus dedos, dentro y fuera del centro de Holly. Su ritmo se incrementó a medida que los gemidos de la rubia creían. Mordió la parte superior del pecho de Holly, provocando su
excitación. Esta abrió su blusa y sujetador para que Tracey pudiera acceder libremente a sus pechos. “Rápid…” gritó cuando Tracey chupó con avidez en su pecho. Lo tomó en su boca, jugó con el pezón erecto con la lengua y los dientes. Holly mantuvo la cabeza de Tracey en su pecho. El placer de la succión de la boca, y el tacto de los dedos y el pulgar de Tracey la estaban llevando peligrosamente al borde del clímax. “¡Más Fuerte!” Aflojó su agarre en el cabello de Tracey cuando ésta se encabritó, abandonando el pezón húmedo. Ganando el apalancamiento, Tracey se apoyó, sobre su mano libre, y se bombeó con fuerza contra el centro de Holly, pudiendo sentir la constricción de los músculos alrededor de sus dedos. Sabía que Holly estaba cerca de correrse. Podía oír el sonido de bofetadas de piel contra su mano y antebrazo. Bombeó más profundo y más difícil, su parte inferior del cuerpo presionando contra Holly. “No… no...” La voz de Holly fue disminuyendo mientras desaparecía de su cuerpo por el momento. Sintió la punta caliente de la humedad de su centro, una eyaculación femenina. Había oído hablar de ellas, pero nunca había tenido ninguna. “¡Mierda!” Tracey gritó cuando se corrió. Su cuerpo se derrumbó encima de Holly. Necesitó unos minutos para recuperarse. Tracey rodó sobre su espalda, con su mano todavía descansando en la apertura de los pantalones de Holly. “¿Estás bien?” Jadeó mientras se preguntaba qué demonios había sucedido. “Ah, sí…” Holly arrulló mientras trataba de recuperar su aliento. Observó la respiración de Tracey que hacía que subiera y bajara su diafragma. “Es la primera vez.” Holly sintió la oleada de calor a sus mejillas, avergonzada. “¿Era eso?” “Creo que sí. Es la primera vez que he…” “¡Soy la más grande!” Tracey levantó una mano riéndose. “Sí, lo eres.” Se movió para poder quietarse los pantalones. “Te voy a enseñar lo mucho que lo aprecio.” Se quitó los pantalones y ropa interior, en un solo movimiento. Se arrastró entre las piernas de Tracey, lamiéndose los labios. “Hueles bien.” Bajó la cabeza hacia la V, entre sus piernas, y dejó que la punta de la lengua tocara la carne hinchada. “Quiero probarte.” Colocó las piernas de Tracey sobre sus hombros y deslizó su caliente aliento en la carne palpitante. “¿Te gustaría?” “Dios…. ¡sí!” Tracey se arrojó sobre la cama, ante el primer golpe de la lengua de la otra mujer, contra su centro. “Oh Jesús.” Oyó una risa, mientas se perdía en la sensación de la boca de Holly.
~ Tracey estudió su reflejo en el espejo del hotel. Sus dedos trazaron sus características. Tenía el mismo aspecto, pero algo dentro de ella había cambiado. Había dejado de Holly llegara a su corazón. Amontonó su pelo en lo alto de su cabeza en bobinas y rizos, dejando que cayera en cascada por la parte posterior de su cuello. Se volvió para estudiar su perfil. Su cabello se veía bien. Se había negado a ducharse con Holly, sabiendo a dónde las llevaría. Se duchó mientras Holly se preparaba. Cuando entró en la zona de tocador, lleno de vapor, Holly ya había terminado. Asomó la cabeza en la sala de estar donde Holly estaba sentada viendo un partido de baloncesto de la universidad. “No me llevará mucho tiempo.” Tracey le advirtió y volvió a preparar para su noche de fiesta. Envolvió una toalla alrededor de su pecho y examinó su torso en busca
de algún tipo de marca que Holly pudiera haberle dejado. Sabía que ella le había dejado la marca de un mordisco en el hombro. Su vestido sin mangas se abría por la mitad de la espalda. Tenía un chal, a juego, para cubrir los hombros, así que esperaba que éste pudiera cubrir cualquier marca. Sus labios estaban hinchados. Sabía que le dolería, pero no le importaba. No cambiaría las últimas veinticuatro horas por nada del mundo. El vestido de seda de color burdeos que llevaba mostraba suficiente escote. Tracey lo había escogió específicamente para esta noche. Quería dejar de Holly supiera que estaba lista para pasar al siguiente nivel. No había planeado dormir con Holly antes de esta noche. Simplemente no había podido evitarlo. La había deseado tanto que no había podido dejar pasar la oportunidad. Dos tiras de ropa bajaban de su cuello hasta cubrir sus pechos, dejando el espacio abierto, donde un colgante de ámbar descansaba contra su piel. El vestido se recogía en su cintura, y luego se reducía a la mitad del muslo, donde unas medias de seda y unos tacones altos remataban su atuendo. Quería que Holly la deseara. Esta noche, quería vestirse y lucir sexy para la médica. No podía esperar para ser vista del brazo de Holly. Más tarde, saborearía el momento, cuando bailara en brazos de Holly. Si la noche seguía el patrón del día, terminaría bajo el cuerpo de la médica. Dejó escapar una pequeña risa. Sólo hacía dos horas que habían hecho el amor, y ahora sólo podía pensar en acostarse de nuevo con ella. Sería una noche larga. Trató de llegar detrás de ella, para subirse la cremallera de la espalda, pero no pudo. Se sintió un poco molesta. Quería hacer una entrada elegante cuando se presentara ante su amante. Ahora necesita ayuda con la cremallera. Sentada tranquilamente en el sofá en la otra habitación, miraba fijamente la televisión, sin escuchar lo que decían. Perdida en sus pensamientos, se preguntó cuánto tiempo más necesitaría Tracey para estar lista. Ella se había preparado y vestido en tan solo veinte minutos. Se había duchado y aplicado una capa básica de rímel y delineador de ojos. No le gustaba utilizar pintalabios, ya que sentía su boca rara. Su traje era una combinación de tradición y modernidad. Ella y el Dr. Greg Walosky, su compañero de trabajo y amigo, habían ido de compras. Greg vio una blusa de color dorado metálico, que calificó como fabulosa y quedaba muy bien con traje nuevo que a Holly le quedaba perfectamente. Era un traje color marrón chocolate ajustado. El traje le sentaba como un guante, y la hacía sentir cómoda. Nunca pensó en que agradecería a Grez que la ayudara a elegir la ropa o joyas que llevaba puestas: una banda de oro en su dedo meñique, una cadena de también de oro y unos pequeños pendientes de aro. Miró el reloj en la televisión. Si Tracey no se movía, llegarían tarde. Los zapatos de tacón alto de Tracey se hundieron en la alfombra de felpa de la suite, mientras entraba en la sala de estar. Holly seguía esperándola en el sofá, con su pierna izquierda rebotando con impaciencia. “¿Me puedes echar una mano?” Tracey preguntó mientras observaba a la otra mujer saltar al oír el sonido de su voz. Se echó a reír y se tapó la boca por haber asustado a Holly. “Lo siento mucho. No pretendía...” Se detuvo cuando el rostro de Holly cambió de miedo a un aspecto muy diferente. “¿Qué?” “Estás preciosa.” Se acercó más. Levantó la mano para tocar la cara de Tracey. “Voy a ser la envidia de todas las personas que veamos esta noche.” Dejó que su pulgar trazara su línea, por la mandíbula, y le dio un suave beso en los labios. Tracey cerró los ojos cuando los labios de Holly tocaron los suyos. Tenía que mantener su necesidad bajo control. Tenían planes para esta noche. No podía evitar la forma en que su cuerpo reaccionaba cuando estaba cerca de Holly.
“¿Me puedes ayudar con la cremallera?” preguntó mientras su cuerpo se inclinaba automáticamente sobre Holly. Esta no respondió pero pasó por detrás de Tracey. Las suaves y cálidas manos de Holly rozaron sus hombros, cuando un pequeño beso fue abandonado en la parte posterior de su cuello. Las manos vagaron a través de la extensión de la espalda hasta la parte superior de su vestido. Sintió el tirón de la cremallera, y luego, las manos de Holly en su cintura. “Hecho.” Fue el suave susurro al oído lo que provocó de nuevo su excitación. “Por ahora.” Le rozó la oreja con los labios. Se alejó rápidamente, con miedo de hacia dónde se dirigían sus pensamientos. “Supongo que Simón se sentirá molesto si llegamos tarde”. Tracey dijo como si pudiera leer los pensamientos de su amante. “Lo sé. Allison nunca nos lo perdonaría.” “¿Lista?” Tracey preguntó mientras se colocaba el chal sobre los hombros y pasaba junto a Holly. Deslizó sus dedos por el antebrazo de Holly. “Te ves sexy.” Tracey comentó mientras miraba por encima del hombro, asegurándose de que la otra mujer sabía que la estaba revisando al salir. “Va a ser una larga noche.” Holly murmuró en voz baja. Puso su mano en la parte baja de la espalda de Tracey, mientras iban hacia el ascensor. El conserje, que anteriormente había estado hablando con Holly, las saludó cuando entraron en el vestíbulo. “Su coche está esperando.” Señaló con la mano hacia la limusina negra elegante, que la esperaba delante de la puerta. El conductor salió y abrió la puerta para ellas. “Que tengan una noche maravillosa Dra. Graham, y señorita Campbell.” “Gracias Daniel.” Holly le guiñó un ojo y siguió a Tracey en la parte trasera del vehículo. Se deslizó junto a la morena, que inmediatamente puso una mano en su muslo. “Esto es impresionante.” Estudió el interior de la limusina. “No tenías que hacer esto.” “No lo hice. Daniel lo organizó. Su hijo llegó a urgencias. Según Daniel, fui la médica que le salvó la vida. Le dije que no recordaba muy bien a su hijo. Que desgraciadamente tratábamos a demasiada gente en urgencias. Me le dijo que no tenía por qué “. “¿Es eso lo que estabas hablando con él antes?” Se acurrucó más cerca. Holly asintió y entrelazó sus dedos con los de Tracey. “Es una agradable sorpresa. Todo este día ha sido el día más maravilloso de mi vida.” Dijo en voz alta. Holly rio y la besó suavemente en los labios. “Sí, lo es.” La agarró con fuerza, mientras el coche se detuvo delante del famoso restaurante Tuxedo. La cola de clientes llegaba hasta fuera de la puerta. El conductor se detuvo en frente, y los porteros de inmediato se acercaron a la puerta de atrás. El conductor les despidió con la mano. “¿Lista?” Holly vio el asentimiento de Tracey y salió del coche. Extendió la mano para Tracey, que fue rápidamente a su lado y se quedó cerca. Uno de los porteros abrió la puerta para ellas, y en unos pocos minutos, estaban en la calidez del restaurante. “La señorita Campbell y la Dra. Graham.” La anfitriona les dio la bienvenida con una sonrisa, mientras otro empleado les recogía los abrigos. “Su mesa está lista. El Chef Simon ha pedido pasar unos minutos con ustedes, si no les importa.” La anciana, con el pelo rojo fuego, se abrió el camino a través del restaurante. Velas en todo el restaurante crean una cálida intimidad. Algunos clientes dejaron de comer al verlas pasar. “Simón saldrá en un momento. ¿Quieren un trago o la carta de vinos?”
“La carta de vinos.” Holly dijo mientras sostenía la silla para Tracey. La cabeza roja asintió y dejó la carta de vinos junto a la silla de Holly. “Gracias.” “Vuelvo en un momento.” La anfitriona se apartó de la mesa, y se dirigió a la cocina. A diferencia de la mayoría de las mesas, la de ellas tenían tres sillas frente al estándar de cuatro o dos. “Está bien, me siento como si Ashton Kushner fuera a saltar en cualquier momento, y decir que nos está tomando el pelo.” Tracey se movió en su silla, consciente de los ojos mirándola. “Estoy disfrutando de esto. No salgo a menudo y por lo general es porque Greg necesita una cita.” Holly colocó la servilleta de lino en su regazo. Cogió la carta de vinos. “¿Quieres un poco de vino?” “Sí.” Sintió como si sus nervios estuvieran en marcha. Nunca había sido tratada como un VIP, nunca. Era profesora de biología de la escuela secundaria. No quería ni mirar cuánto costaba la botella de vino. Debería haber puesto límites en relación al dinero que Holly parecía haber estado gastando para este fin de semana. Entre la cena y el hotel, Holly debía haberse gastado más del salario mensual de Tracey. “Pero no elijas uno demasiado caro.” Su voz se agrietó. Holly arqueó una ceja a su compañera y se preguntó qué estaba pasando. Vio la extraña mirada en su rostro. “¿Qué pasa?” “Es que todo esto te debe haber costado mucho dinero. No quiero que…” fue interrumpida. “Sí, quiero. “Holly cubrió la mano de Tracey con la de ella. “¿Sabes cuánto tiempo ha pasado desde que he querido hacer algo especial para alguien?” Sabía que había hecho más por Tracey, que por cualquier otra persona en su vida. Incluso con Pam, ella nunca tuvo que comer o beber de ella. Nunca había querido. “Deja que te pida algo.” Tracey la miró. “Quiero hacer esto por ti, por nosotras. Si me dejas hacerlo esta vez, nunca volveré a hacerlo de nuevo, a menos que las dos lo queramos. ¿Te parece bien?” Le dedicó una sonrisa y apretó ligeramente sus dedos. “De acuerdo.” “Entonces, ¿todavía quieres vino barato?” El resoplido de encima de la mesa, fue su respuesta. “Bien, porque creo que el chef se ofendería.” Holly hizo un gesto a las puertas de la cocina, cuando un hombre alto y calvo, con hombros anchos y cintura estrecha, se acercó a su mesa. Tracey se volvió para ver a Simon Wade caminando hacia ellas. Se puso de pie para saludarlo. No había vuelto a verle desde la boda de Andy y Allison. Ellos se cayeron enormemente bien. “¡Tracey Campbel!” Gritó acercándose a ella. De inmediato la envolvió en sus brazos gruesos. “Te veo tan guapa como siempre. Siéntate, por favor.” Él le dijo al oído. Tracey se sentó. La silla adicional chirrió bajo su peso mientras se acomodaba. “¿Quién es esta mujer tan encantadora que te acompaña?” “Simon, ella es Holly Graham. Discúlpame, doctora Holly Graham.” “Por favor, sólo Holly.”
“Algo me dice que te has ganado el título de Doctora. Al igual que el título de Chef Ejecutivo, pero también prefiero que me llamen Simon.” “Simón, entonces. Gracias por el tratamiento. El personal aquí ha sido maravilloso.” Holly vio la pequeña mirada compartida entre ellos. “Allison dijo que te gustaba.” Dijo Simon. “No puedo quedarme mucho tiempo, pero quería verte de nuevo. Ha pasado demasiado tiempo.” “Alguna sugerencia del chef?” Tracey miró el menú y luego a Holly, cuyos ojos brillaban de felicidad. “¿Qué tal si os sorprendo con algo?” Simon se puso de pie. “Por mí perfecto”. Holly rio. “Comeremos todo lo que nos envíes. Estoy hambrienta.” Echó un vistazo a Tracey que se estaba sonrojando. “Alguna sugerencia sobre el vino, Simon?” Tracey cambió de tema rápidamente. “Os enviaré algo.” Él le dio un beso en la mejilla y se despidió de Holly. Se sentaron en silencio por unos momentos. Los rumores alrededor del restaurante, las hicieron saber que de nuevo habían sido el foco de atención. “Creo que hay algunas personas celosas aquí esta noche.” Tracey sonrió. “Esta fue una gran elección.” La botella de vino llegó, un pinot noir rojo burdeos con un ramo rico y complejo de mezcla de sabores. El sabor sedoso bailó a través de sus paladares. “¿Aún quieres vino barato?” “Por supuesto que no.” Tracey rio. “Recuérdame que no vuelva a decirte nada, y menos sobre el vino.” Poco a poco les fueron sirviendo la cena. Tracey estaba aliviada de que las raciones fueran más que las muestras de degustación. Simon les envió vieiras envueltas en hojas de lima kaffir, un cuon Banh tan tierna y escamosa que se derretía en la boca, seguido por el plato principal, pato braseado con salsa de higos. El postre era un parfait de limón y cereza con trozos de cerezas dulces mezclados con el sabor intenso de la ralladura de limón. Holly sostuvo sus manos en el aire cuando el personal se acercó con una bandeja de plata cubierta. “Por favor, no más.” Gritó. Tracey negó con la cabeza a medida que clavaba su cuchara a través de su plato, tratando de conseguir su postre. “Si pudiera, creo que me gustaría lamer este plato.” Tracey dijo mientras se metía el último bit en su boca. “Se lo haré saber a Simon.” El camarero sonrió mientras se alejaba. El personal manifestó el beneplácito de las mujeres al el personal de cocina. De hecho toda la noche, en el comedor, había sido una aventura. Tan lleno como estaba, el resto del comedor las miraba, sabiendo que aquellas hermosas mujeres, eran huéspedes especiales del chef. “Continua.” Holly empujó el plato hacia Tracey, que abrió sus ojos grises con picardía. “No puedo comer más. Vamos a tener que encontrar alguna manera de bajar toda esta comida.” Llevó una mano bajo la barbilla. “¿Puedes pensar en una manera de hacer eso?” “Detente. Has sido muy buena y si empiezas ahora, esta gente puede conseguir un espectáculo que no estaban planeando.” Holly escondió su sonrisa con la servilleta. “¿Qué será?” Tracey levantó la tapa para revelar dos rosas rojas cruzadas junto con una pequeña nota centrada entre ellas. Tracey levantó una para inhalar su fragancia. Recordó la rosa que encontró en su toalla, la noche anterior. No le había contado a Holly el incidente. Realmente no habían hablado mucho, sobre nada, ni la noche anterior ni esa mañana.
“¿Estás bien?” -preguntó Holly. “Pareces un poco triste.” “Esta noche no, te lo diré mañana”. Se levantó y le sonrió. “Gracias por una tarde hermosa.” “Gracias a Simon.” Holly sonrió, sabiendo que si ella intentara hacerle la cena, tendría que recurrir a comprar comida rápida. “Ha sido una noche más que agradable. ¿Estás lista para bailar?” “Prefiero...” “Señorita Campbell?” Fueron interrumpidas, por un hombre alto de pie junto a su mesa. Tracey dio un respingo al ver al hombre, dándose cuenta que era Geoff Stanley. Su hija, Michelle, era una alumna suya y estaba en que equipo de baloncesto. Michelle había resultado lesionada en el accidente, y su padre había amenazado con denunciar a la escuela. Los ojos azules del hombre, estaban fijos en el escote de Tracey. “Parece como si fueras la invitada de honor, esta noche.” Él continuó. “Señor Stanley, encantada de verte.” Siempre intentaba ser cortés, pero no se sentía a gusto, cuando veía a algún padre, mientras estaba en medio de una cita. “Espero que las señoras esté disfrutando de la noche. Es una pena ver a dos mujeres hermosas sin pareja, en el Día de San Valentín.” “Estamos…” “Nuestras parejas nos verán más tarde. Ellos todavía están trabajando.” Tracey intervino rápidamente, con aquella excusa sobre su falta de compañía masculina. “Si necesitas…” Geoff puso una mano en su mesa y empezó a inclinarse hacia el oído de Tracey. “Señor Stanley.” La voz de Holly llamó la atención del hombre de pelo oscuro. “Su familia le está buscando.” En la puerta había una mujer de aspecto muy agitado y una adolescente en muletas mirándolas de forma poco amistosa.
~ Luces giratorias de colores parpadeaban sobre la pista de baile, cuando Tracey llevó a Holly hacia el suelo de madera abierto. El sonido de los graves sacudía los grandes altavoces suspendidos. Los cuerpos se balanceaban al ritmo de la música del DJ. Tracey esperó una canción romántica y lenta. Le encantaba todo tipo de música. En los últimos tiempos, cada canción que escuchaba, en su equipo estéreo del coche, le parecía ser sobre amor. Tal vez tenía algo que ver con la mujer que tenía agarrada de la mano. Por supuesto siendo el día de San Valentín podría tener algo que ver con eso. Se había sentido incómoda con el Sr. Stanley en el restaurante. Tracey sabía que a muchos padres no les agradaban que sus hijos tuvieran profesores homosexuales. En algunos estados, incluso los habían despedidos. Holly de inmediato había percibido su malestar, y se había visto obligada a apartar su mano de la de Tracey. “Siento lo ocurrido en el restaurante.” Se disculpó por vigésima vez. Holly le apretó la mano. “Es sólo que…” Holly se inclinó y la hizo callar con sus labios. El beso la calentó lentamente. El momento incómodo, en el restaurante, había cuestionado lo que podría pensar de ella. “Sé que es por tu trabajo”. La atrajo más cerca suyo. “Aunque no entiendo en qué afecta a tus alumnos con quién te acuestas.” “Algunas personas se asustan al respecto”. Dejó que sus manos se apoyan en la banda de la cintura de los pantalones de Holly. La blusa brillante bajo la chaqueta se abrió a la altura de su esternón. Tracey pensó que parecía lo suficientemente bueno para lamerlo.
“Pensé que en las escuelas se enseñaba todo sobre la diversidad y la igualdad. Supongo que no.” Dijo mientras dejaba que su mirada viajara sobre la multitud. “Mierda”. La palabra se le escapó cuando captó la mirada de Pam, a través del cuarto. Su exnovia estaba vestida con pantalones de cuero ajustados y un top de encaje blanco. “¿Qué?” Tracey preguntó mientras el improperio le llegó cerca de su oído. “Mi ex”. Declaró rotundamente mientras observaba a Pam caminar hacia ellas. “¡Feliz Día de San Valentín!” Pam gritó mientras se acercaba y paraba junto a la pareja. Se inclinó para besar a Holly. Esta, rápidamente retrocedió para evitar los labios de la EMT. Tienes que estar bromeando, pensó. La noche romántica que estaba planeando con Tracey, empezaba a ser una espiral que rápidamente escapaba de control. Su exnovia vestida de con unos ajustados pantalones de cuero negros y la escasa blusa de encaje blanco estaba borracha y tratando de besarla. “No seas idiota. ¿Quién es tu amiga?” Pam desvió la mirada dirigiéndose a Racey. “Hola.” La voz seductora y sensual de Holly, ahora se había vuelto insensible. “Vete.” Apretó los dientes con molestia. Sintió que Tracey apretaba su agarre en la mano. “Tranquila Hol. Sólo quería conocer a tu amiga.” Ligeramente arrastró las palabras. “¿Qué tal si vamos a casa y hacemos un trío?” Los dedos temblorosos de Pam llegaron al rostro de Tracey. “No.” Holly gritó mientras detenía la mano de Pam, antes de que llegara a su destino. “Estás borracha y haciendo el ridículo.” Vio la mirada enojada en la cara de Pam, antes de sentir su dedo acercándose al pecho. “Madura de una puta vez Pam.” Gruñó. “Estaba confirmando alguna información que tengo.” “¿De qué estás hablando?” “El rumor era que estás saliendo con una chica caliente.” Los ojos vidriosos de Pam estudiaron Tracey por un momento. “¿Qué te importa si estoy saliendo con alguien? ¿Por qué tendría que darte ningún tipo de explicación de mi vida?” Holly ladró. “Supongo que estaban equivocados. Llámame.” Dejó que sus dedos permanecieran, por un momento, en el pecho de su exnovia, mientras trataba de sumergirlos en el escote. “¿Qué demonios estás haciendo?” Holly la empujó de ella. “Déjame en paz.” “Vamos Holly, ¿qué pasa? ¡Solía gustarte!” Le puso las manos en las caderas, tratando de mantener el contacto con la médica. “Además, hemos tenido algunos buenos momentos en la cama. Recuerdas la noche te dejé…” “Disculpa”. Tracey agarró la mano de Holly y se la llevó a la pista de baile. “¿Esa es tu ex?” Holly asintió, con los ojos todavía ardiendo de ira. “Tienes suerte de haberme encontrado.” Bromeó tratando de calmar la situación. “Soy muy afortunada.” Acordó besándola en los labios, pellizcando ligeramente en la parte inferior. “Esta noche no está resultando como yo quería.” “Lo que importa es el resultado final.” “Oh sí.” Susurró al oído de Tracey, podía sentir el pelo en el guijarro de la piel de la morena. “¿Te gusta esto?” El susurro era más suave cuando le mordisqueó el lóbulo. “Sí.” El susurro entrecortado, a modo de respuesta, apenas se escuchó sobre la música. “¿Dónde quieres terminar esta noche?” Tracey se apartó para mirarla a los ojos. “En tus brazos”.
Holly salvajemente inclinó la cabeza y tomó la boca de Tracey con la de ella. El beso fue totalmente posesivo. Nadie pondría en duda que Tracey la pertenecía. “Entrenadora Campbell?” Una joven voz llamó a la maestra. Esta levantó lentamente la cabeza para ver a una de sus jugadores y otro estudiante de pie, a tres metros de ellas. “Mierda.” Esta vez, el improperio vino de la maestra. De pie a un metro de la pareja, estaba la pequeña rubia adolescente con el brazo en cabestrillo. Zoey Papa era menor de edad, y en una discoteca gay. Tracey cerró los ojos y se pellizcó la nariz. ¿Cómo podría una gran cita, ir tan estropeándose tan rápidamente? En primer lugar, Geoff Stanley las había visto en el restaurante. Tracey se había asustado, y corrido de nuevo dentro del armario, tanto que se había olvidado que Holly estaba sentada frente a ella. Sabía que algunos profesores habían perdido su trabajo por su orientación sexual. No quería perder su trabajo por ello, y que su estudiante y jugadora estuviera delante de ellas, no estaba poniendo las cosas demasiado fáciles. “Buenas noches.” Holly los saludó, viendo que Tracey se quedaba en silencio mirando a la joven adolescente. La había reconocido como una de las jugadoras del equipo de la escuela secundaria. “Parece que nos has pillado.” “No era mi intención molestarte.” Zoey comenzó a alejarse. “Zoey”. Tracey la llamó. La adolescente se detuvo y se dio la vuelta, desviando su mirada hacia la parte superior de sus zapatos. “¿Q...?” Se detuvo cuando Holly puso una mano en su brazo. “Está bien, sólo estoy sorprendida.” “Lo siento. Por favor, no se lo digas a mi madre.” La adolescente se secó los ojos. Tracey se acercó y le envolvió sus brazos alrededor. “Lo siento.” “No… no, está bien.” Levantó la barbilla de la joven. “Está bien. No pasa nada. Ella es Holly, una amiga.” Sus ojos azules nadaban en lágrimas no derramadas mientras echaba un vistazo a la rubia. “Yo diría que es más que un amiga.” Tracey se avergonzó mientras miraba a Holly. “¿Qué se supone que estáis haciendo aquí?” “El hermano de Malcolm es el DJ y si no bebemos nos deja entrar.” Zoey miró al adolescente negro delgado observándolas. “Hola Sra. Campbell.” Saludó a su antigua profesora de Biología. “Malcolm”. Le saludó. No sólo tenía a una estudiante en el club, tenía dos. Miró a Holly. La médica se encogió de hombros, no había nada que pudieran hacer. “Vamos a hablar.” Dirigió a los adolescentes hacia una mesa vacía, en la parte trasera del club. Holly, de pie junto a la mesa, estaba lista para huir si Tracey quería escapar. Los adolescentes se veían como si estuvieran a punto de recibir un castigo. Tracey la miró triste, mientras los jóvenes se removían en sus asientos. “Bueno, parece que tenemos una situación.” Tracey cruzó las manos sobre la mesa delante de ella. “No estoy en la escuela. Si se corre la voz de que soy lesbiana, puede costarme mi trabajo.” “No.” Los adolescentes dijeron al unísono. “Escucharme. Quizás no en Bayview, pero ha habido profesores que han perdido sus puestos de trabajo debido a su orientación sexual. Es la dura realidad.” “Sra. Campbell, no vamos a decir nada.” Malcolm comenzó. “Entendemos lo que tiene que hacer. No hay muchos estudiantes gais en Bayview, o al menos los que lo admiten. Tú eres una de nuestras mejores profesoras, no podrían despedirla.” Zoey terminó.
“No todo el mundo acepta a los homosexuales que interactúan con estudiantes, con niños. Tengo que contactar con vosotros. No quiero hacer pública de mi sexualidad.” Los hombros de Tracey estaban tensos. Se sentía emocionalmente débil. Sintió la mano de Holly acariciar su hombro desnudo. Se apoyó en el calor de la mujer a su lado. “Tal vez deberíamos dejar pasar esto. Ha sido una noche muy larga.” Holly miró a Tracey asintiendo con la cabeza. “¿Necesitáis que os llevemos a casa?” “No. Nos vamos a quedar en el apartamento de mi hermano.” “Tener cuidado, por favor.” Tracey se deslizó fuera de la mesa y en los brazos de Holly que la esperaba. Sentía ganas de llorar. Siempre había sido muy cuidadosa, evitando encontrarse con sus alumnos en establecimientos gais o en eventos del orgullo. “¿Estás bien?” Holly le susurró al oído. “¿Podemos irnos?” preguntó, mientras negaba con la cabeza. Tracey quería irse. “Podemos hacer lo que quieras.” Deslizó un brazo alrededor de su cintura y la llevó hasta el coche, que las esperaba fuera.
~ Extraño, sería la palabra para describir los giros y vueltas de la noche. Tracey estaba de pie en el espejo preguntándose cómo su noche había cambiado en tan poco tiempo. El extraño encuentro con Geoff Stanley en el restaurante. Ver a alguno de sus estudiantes en el club, era algo que nunca había pensado. Holly parecía entender por qué Tracey negaba su relación. Empezó a tirar hacia abajo su pelo y dejar que los rizos cayeran sobre sus hombros. “Hey.” Se situó en la puerta del baño. Se quitó la chaqueta, y apoyó las manos en el marco de la puerta. “¿Puedo ayudarle?” Las manos de Tracey estaban congeladas en alto. Nunca, nadie antes, le había ofrecido ayuda con su pelo. Se volvió para mirar a Holly y asintió con la cabeza. Esta se movió detrás de ella y comenzó a amasar los músculos del cuello. “Lo siento mucho.” Murmuró mientras la barbilla caía a su pecho. “No.” Holly dijo mientras soltaba los pasadores del pelo. Cada vez que soltaba uno de ellos, lo dejaba en el mostrador, y le masajeaba con los dedos, la carne tierna. “Nada de lo que pasó esta noche ha sido culpa tuya”. Le dio un beso en el cuello. “Además, me gustas.” Dijo mientras besaba su piel de nuevo. “A menos que prefieras aceptar la oferta que el Stanley te iba a...” “Por supuesto que no.” Se volvió hacia Holly. “Tal vez eso es algo de lo que tenemos que hablar.” “¿Dormir con los hombres?” “No, tonta.” Tracey se volvió para que la otra mujer continuara soltando su pelo. Se sentía muy femenina, mientras los dedos de Holly trabajaban la rigidez de su cabello. “¿Somos monógamas?” “No quiero ver a nadie más. ¿Y tú?” detuvo su tarea y puso sus manos sobre los hombros de Tracey. Sus ojos se clavaron en el espejo. “No.” Tracey sintió y vio a la rubia relajarse. “No hago veo a nadie más Holly. Caray, si casi nunca salgo.” Se volvió y pasó las manos por el pelo rubio suave tirando de ellos para besarla en los labios. “Vamos a la cama.” “¿Y la ropa?”
“Ha…” Tracey dijo mientras cogía la cremallera en la parte posterior de su vestido. “Es posible que también necesite algo de ayuda para eso.” “Cualquier cosa para verte desnuda.” “¿Cualquier cosa?” “¡Sí!” dijo mientras le desabrocha la parte posterior del vestido. Dejó que sus manos vagaran a lo largo de la espalda y las caderas. “Cualquier cosa que quieras. Sólo pídemelo.” “Ve y espérame en la cama.” Tracey apretó su trasero en el centro de Holly. “Allí estaré.” Sintió los brazos de Holly que la envolvía acercándola más. Sus labios le pellizcaron los hombros y se mudaron a su cuello. Tracey hizo una media vuelta y tiró de los labios de Holly sobre los de ella. “Ve ahora. Enseguida estoy contigo.” Holly la besó de nuevo y prácticamente corrió a la habitación. Oyó ropa caer al suelo. Tracey se quitó el vestido y se despojó del resto de la ropa. Cogió la bata de cortesía del gancho en la pared y se la puso. Se cepilló el pelo y se lavó la cara. Se tocó las comisuras de sus ojos preguntándose cuándo aparecerían las patas de gallo. Le faltaban un par de años para cumplir los treinta. Podía sentir la nueva década caer sobre ella, como si fueran los granos cayendo en un reloj de arena. Se cepilló los dientes y se apartó del espejo. Abrió la bata para mirar su cuerpo. El ruido de su amante, en la otra habitación, atrajo su atención. Se preguntó qué pensaría Holly cuando miraba su cuerpo. Sólo la idea de la otra mujer mirándola, provocaba el endurecimiento de sus pezones y la aceleración del pulso de su centro. Sí, quería estar desnuda con Holly y hacer el amor toda la noche. ¿Eso era amor? ¿O era una necesidad sexual pura y dura? Definitivamente había una atracción. Apagó la luz y entró en el dormitorio. Inmediatamente, vio la botella de champán fría cerca de la cama. Había dos copas en una bandeja al lado. Sobre ella unas fresas con chocolate y otras con nata. “¿Daniel?” “No, esto fue idea mía. ¿Te importa?” preguntó mientras se incorporaba y se apoyaba contra la cabecera de la cama, haciendo que la sábana se deslizara dejando sus pechos a la vista. Tracey vio el gran hematoma que le había hecho antes. “No.” Tracey estaba al pie de la cama. “Quiero algo de ti, pero, no en este momento.” Tracey jugueteó con el lazo en la cintura. Vio los ojos de Holly, que observaban cada movimiento suyo como un halcón. Deshizo el mudo abriendo la bata. Quería jugar con Holly y disfrutar de cada momento. Sostuvo la bata con una mano. Se movió hacia la bandeja, deslizó un dedo sobre la nata y se lo llevó a la boca para saborearlo. “Esto está realmente bueno.” Tracey escuchó el gemido de Holly. “¿Quieres un poco?” preguntó mientras ponía una cucharada de nata en la curva del pecho de Holly, y lentamente lo lamía. La sintió estremecerse ante el contacto. Cuando su lengua tocó la carne, sintió la mano de Holly en la parte posterior de su cuello. Tracey se alejó antes de que la otra mujer pudiera conseguir un firme control sobre ella. “¿Estás tratando de matarme?” gimió cuando la forense se alejó hasta el final de la cama. Holly dejó caer la sábana se deslizara hacia la parte inferior de la cama. Sus pechos desnudos rebotaron ligeramente mientras se acercaba a Tracey. “¿Quieres que me desnude?” Tracey bromeó. “Sí.” Silbó. Su frustración empezaba a salir a la superficie, mientras inconscientemente alcanzaba a Tracey.
“¿Por qué?” Tracey continuó jugando. Nunca había sido tan vocal en esta situación. Normalmente, estaría contenta de caer en la cama. Le gusta este lado lúdico que le salía con Holly. La mirada de ojos vidriosos y sorprendidos Holly no tenía precio. “Porque quiero tocarte. Me gusta sentirte.” Se acercó más, estirando sus manos para llegar a los bordes de la bata. Pasó los dedos por el material sedoso y la piel de Tracey. “¿Quieres que lo haga?” En medio de sus bromas, Holly había acaparado el cuerpo de la morena. Los ojos de la profesora estaban cerrados. Cuando la mano de Holly se deslizó debajo del material y ahuecó su pecho, Tracey sintió que sus rodillas se doblaban. “Tracey, ¿lo quieres?” “Sí.” El susurro fue más un gruñido. “Te deseo.” Abrió la bata como Moisés dividiendo el Mar Muerto, permitiendo que se hundiera en el suelo. Dejó que sus ojos y sus manos se desplazaran por la carne de Tracey. Sus bocas conectaron cuando la morena sus brazos alrededor de Holly y se fundieron en uno. Cayeron al colchón. Sólo quería, más bien necesitaba sentirse amada y apreciada.
Capítulo 10 Tracey pinchó sobre la costilla de cerdo, en el plato que Tommy sostenía delante de ella. Era otra cena familiar en domingo, sin Holly. Quería que la médica conociera a su familia, y se convirtiera en parte de la extensa red de su familia, que incluía las esposas de sus hermanos. Cuando Tommy se aclaró la garganta, lo miró a los ojos, de color de acero. “Lo siento.” Murmuró mientras Tommy se retiró el plato y se lo pasó a Frank. El último fin de semana había sido genial, justo hasta el momento en que pidió a Holly que conociera a su familia. Estaban tumbadas desnudas en la gran cama de matrimonio del hotel. En brazos de Holly, se sentía más cerca de ella que cualquier otro ser humano. Quería saber más acerca de esa mujer que hacía que su sangre corriera por sus venas. Deslizó sus dedos a lo largo de las costillas de la médica, señalando lo delgada que estaba, pudiendo sentir el contorno de cada hueso. Tenía la cabeza apoyada en el hombro de Holly. Estaban despiertas, disfrutando de la mañana tranquila, bajo el resplandor del sol de las primeras horas. “Háblame de tu familia.” Dijo mientras besaba el cuello de Holly. Como si el viento del norte hubiera barrido la habitación, la temperatura bajó cuando Holly se puso rígida inmediatamente. Tracey cerró los ojos, sabía que había cometido un error. Este era el tema con el que ya había tropezado la noche en que habían estado en Johnny. Pensó que después de algún tiempo, Holly se abriría y le contaría algo de su vida. En cambio, sitió la frialdad de hombro bajo su mejilla. “No.” La respuesta de Holly era tranquila, pero firme. Tracey continuó sus caricias, con la esperanza de limpiar el aire de la tensión que ahora se cernía sobre ellas. Podía sentir la retirada de Holly. Sus miembros comenzaron a moverse, mirando hacia el reloj de la mesita de noche. Tracey esperaba que la excusa del trabajo apareciera en cualquier momento incómodo. “No.” Habló antes de Holly. Se apoyó en un codo. “Si me dices que tienes que irte al hospital, lo dejamos todo en este momento.” “¿Qué?” Los ojos marrones de Holly se abrieron en estado de shock. “Tienes que darme una oportunidad Holly. Cada vez que te pregunto algo personal o te parece incómodo huyes de mí.” Rozó sus labios sobre Holly. “No me dejes fuera. Por favor, quiero conocerte.” Tracey colocó su mano plana contra el esternón de Holly. “Quiero saber todo de ti. Sé que hay algunas cosas que no son fáciles o bonitas.” “No sabes ni la mitad.” Holly trató de rodar lejos. “Tienes razón.” La dejó escapar de su cercanía. “El tema es que quiero saber sobre ello. No voy a juzgarte a ti o a tu familia.” Sacó las piernas por un lado de la cama. Se quedó mirando hacia la ventana que daba hacia el puerto, con un gesto nervioso, que la mujer morena pudo apreciar. Al igual que las nubes grises oscuras que bailaban sobre el puerto, se preguntó si sería capaz de capear el temporal de la familia de Holly. “No estés tan segura de eso Tracey.” La voz de la médica era demasiado sería, mientras continuaba mirando a la ventana. Tracey tiró de una manta, a su alrededor, para protegerse del frío que sentía desde que había sacado el tema de conversación. “Háblame Holly.” Se apoyó en la espalda de la rubia, deseando poder retomar las palabras que provocaron este cambio repentino. “Te quiero.” Besó su cuello mientras sentía que su corazón se rompía. Cualquiera que fuera lo que había pasado con los padres de Holly, toda causaban un fuerte control sobre ella.
“No sé lo que eso significa.” Le confesó. Mucha gente se lo había dicho a través de los años. Mel, Greg y Rollins le habían dicho que la amaban. Sus padres le dijeron lo mismo. El amor para ella era un pase libre de dolor. Amor significaba traición. El amor era nada más que dolor. “Significa que me preocupo por ti. Estar para ti, apoyarte, creer en ti. Cuando los tiempos se pongan difíciles, quiero ser la persona a la que recurras.” “¿Y si no puedo?” “Podemos trabajar en ello. Yo… yo sólo quiero compartir cosas contigo. Mis pensamientos, mi futuro y tal vez un día, mi vida. Sé que esto es todo nuevo y va muy rápido, pero Holly, te quiero en mi vida “. Envolvió sus brazos alrededor de la cintura de la médica. Cuando ésta presionó sus manos contra los brazos de Tracey, tuvo una chispa de esperanza de que algún día podría devolverle esos mismos sentimientos. “Esto es nuevo para mí.” Se recostó en el calor de Tracey. “Con Pam, no había palabras. Era una relación egoísta. Al final, no nos importaba lo que hacía la otra.” Se rio un poco. “Creo que me sentí aliviada cuando la cogí en la cama con la enfermera. Era una manera fácil de salir de la relación.” “¿Quieres salir de esto?” Tracey sintió el escozor de las lágrimas mientras su voz se quebró un poco. “No… no…” se volvió trayendo sus labios y presionando a Tracey contra el colchón. “Te deseo.” Se deslizó bajo la manta, deslizando su muslo entre las piernas de Tracey. “Todo el tiempo. Debería ser un delito”. Tracey se puso las manos en la parte posterior de su cuello. “Tiempo Tracey, necesito que me des algo de tiempo.” Tiempo, esa la palabra tenía una gran cantidad de significados. Sin embargo, nunca era suficiente. Nunca era el momento adecuado. El tiempo nunca podría ser reparado. Le había pedido tiempo y ella se lo estaba dando. Por difícil que fuera, continuó apareciendo sola, en las cenas en casa de sus padres. Miró a las familias de sus hermanos, todos estaban dispuestos a conocer a su familia. De hecho, las únicas novias que sus hermanos habían traído a casa de sus padres, eran las mujeres que ahora estaban sentadas alrededor de la mesa. ¿Había alguien más querría conocer a su familia? Al parecer, no de momento. Tenía amigos que su familia había conocido. Piper prácticamente había pasado los veranos con los Campbell, jugando a baloncesto en la entrada de la casa familiar. Tommy todavía bromeaba con Chris sobre el enamoramiento que había tenido éste con Vonnie. “¿Qué te pasa?” Frank le preguntó al pasarle el plato de puré de papas. La miraba fijamente a los ojos. Era un rasgo de sus padres, siempre pendientes de sus hijos. “Nada”. Tracey movió su tenedor a través de sus guisantes, separándolos en pequeños montones, como si fuera un general alineando sus tropas, que se alinearon sus verduras en su tenedor. “¿Cuándo es el próximo partido?” Ellen preguntó, detectando el estado de ánimo de su hija, que no tenía nada que ver con nadie de la mesa. “La próxima semana.” “Bueno, puedo llevar a los niños a ver el partido.” David, su hermano mayor, dijo mientras agarraba un rollo de pan de la canasta delante de ella. “No te lo aconsejo. Estamos jugando muy por debajo de nuestro nivel”. “Tracey, su equipo es muy bueno. No dejes que un accidente de autobús, hace cuatro semanas, enturbie vuestros logros.” Frank elevó la voz.
“Fue hace siete semanas.” Y continuó: “Casi dos meses.” Era cuando había conocido a Holly. Llevaba durmiendo con ella desde hacía dos semanas. Estaba en medio del tiempo de espera. Tiempo que la había dado a su amante. Estaba empezando a odiar la palabra. “Hey, ¿sigues viendo a la médica?” -preguntó Tommy. “¿Qué es esto? ¿La Inquisición española?” Dejó su tenedor en la mesa y se quedó mirando los rostros de su familia. “Calabaza, sólo estamos preocupados. No estás diciendo nada, sólo estás jugando con la comida, como los gemelos.” Frank estiró su mano y la posó sobre su brazo. “Si algo te molesta, preferimos que nos lo digas, y no tener que hacerte tantas preguntas.” “Sabemos que te pasa algo. Llevas un par de semanas que no eras tú, estás triste.” Tommy dio un codazo a su lado. “Mi equipo probablemente será aplastado el próximo partido.” Dejó escapar un suspiro. “Es difícil guiarlas sabiendo que el rival tiene un mejor conjunto de habilidades y experiencia.” Sabía que las chicas acabarían decepcionadas. Sus mejores jugadoras, Zoey Papa y Michelle Stanley estarían sentadas en el banquillo por sus lesiones, tras el accidente. Sin ellas, no había forma de que el resto del equipo pudiera hacer frente a las Bearcats. “Será duro terminar así la temporada.” “¿Y la doctora?” Tommy sondeó. “Sí, todavía estoy viendo a Holly. Me gustaría que pudiera conoceros a todos, pero tiene mucho trabajo.” Frank tosió, como si fuera un gruñido. “Bueno, estoy segura que es una mujer ocupada.” Ellen dobló la servilleta y se movió en su silla junto a Frank. Era lo mismo que su madre venía diciendo las últimas cuatro semanas. Había una mezcla de acuerdos verbales y no verbales alrededor de la mesa. Tracey miró las caras, que evitaban mirarla. Sabía dónde estaba su corazón. Holly significaba mucho para ella, y era obvio que su familia estaba preocupada por ella, por su relación con la otra mujer. Sabía que si Holly fuera un hombre, de cada uno de sus hermanos encontraría la manera de enfrentarse a la médica. David se aclaró la garganta y miró hacia su hijo, Luke. “Nos gustaría ir al partido. ¿Tienes algún problema con eso?” “No… Me encantaría que tú y Lucas vinierais, pero no esperes una victoria.” “O conocer a la médica pronto.” Chris agregó. Toda la mesa quedó en silencio. La boca de Tracey se abrió ligeramente. “Cariño” Trish, la esposa de Chris, empezó “recuerdo una vez, cuando no quería nada que ver con mi familia.” Continuó dando de comer a los dos niños pequeños en las sillas altas a su lado. “eso era porque…” Chris se detuvo a media frase “a veces, me olvido de la buena familia que tengo. Tenemos una ventaja. Fuimos criados en una familia que nos amó. No teníamos las penurias que otras familias pasan.” Miró a su esposa, luego a su hermana. “Tracey, a veces, tienes que mostrar a alguien lo que es tener una familia amorosa. Hay gente por ahí que sólo asocia el dolor a la palabra familia. Si ella se preocupa por ti, entrará en razón.” “Eso espero Chris. Realmente lo espero.” Tracey respondió con la cabeza gacha. No le importaba lo que pensara su familia. Holly había tenido una vida dura y ella no iba a criticarla. “Dale tiempo Tracey. Si ella es inteligente, sabrá lo buen partido que eres.” Trish sonrió mientras continuaba acercando la cuchara de comida a la boca de los gemelos.
La palabra temida hora se deslizaba por el aire. Tracey no quería llegar a un acuerdo. Quería a Holly en la mesa con ella, al igual que su cuñada. “Gracias.” Dejó saber a su cuñada que apreciaba la sabiduría compartida. Todavía tenía dudas en su mente, sobre lo que sentía Holly por ella. Ella había hablado palabras de amor, pero Holly no sabía qué hacer con ellas. Chris estaba en lo cierto. Él sabía que la vida de la familia de Trish no había sido nada buena, cuando la conoció. Le costó mucho tiempo a Trish a salir con él. Y mucho más tiempo pasó hasta que accedió a casarse con él.
~ “¡Muy bien, ¿qué sigue?!” Rebotó sobre sus talones, mirando el tablero blanco suspendido tras el escritorio de administración. “¡Mira eso!” Rollins exclamó. La enfermera se puso de pie en el mostrador de admisión mirándola. Junto a ella, Mel y John estaban sonriendo. Ella sonrió mientras caminaba detrás del mostrador y dejaba el informe que había estaba revisando en su sitio. “¿Qué pasa?” preguntó, mientras comprobaba la pizarra por si se había olvidado de algún caso. “Creo que es una verdadera sonrisa lo que veo en tu rostro. ¿Qué puede haber causado eso?” Rollins continuaron. “Oh, creo que puede ser que ya son casi las cinco y una morena…. ” “que tiene realmente un gran cuerpo.” John terminó. El rostro del hombre de pelo oscuro se puso rojo. “Retrocede Johnny.” Levantó un dedo a modo de advertencia, hacia el médico y amigo, mientras contenía su sonrisa. “¿Se nota?” “Estás irradiando felicidad, cariño.” Mel dijo mientras entraba detrás de la mesa para dar un abrazo a su amiga. “La parte más cutre de todo es que nunca puedo verte.” Por primera vez, entendió por qué nunca veía a sus amigos cuando comenzaba una nueva relación. Mel le dio un abrazo. “Vamos, vamos a tomar el almuerzo.” “Rollins, estaré con Mel si me necesitas.” Vio el resplandor cruzar el rostro de la enfermera, mientras se alejaba rápidamente. “Oh, ya verás cuando vuelvas.” Miró sobre su hombro mientras caminaba junto a Holly. “¿Quieres salir a la cafetería?” “Te gusta vivir peligrosamente eh?” Bromeó se acercaban a las escaleras. “Deberías hablar con Rollins.” Mel gimió mientras seguía detrás del médico. “Voy a llegar tarde por ese comentario.” Rio mientras se agarraba a la bandilla a lo largo de las escaleras. “Ella empezó. Se ha burlado de mí en primer lugar.” Le explicó cómo se dirigían a la cafetería. Mel estaba junto con ella, deslizando sus bandejas a lo largo de los rieles de aluminio. Agarró una ensalada y medio club sándwich. Mel eligió un plato de ensalada de pollo y una soda. Holly pagó por sus comidas. “En serio, te veo muy feliz.” Mel dijo mientras tomaba asiento frente a la rubia y alta médico. “Si Tracey hace esto en ti, entonces estoy más que feliz por ti.” “Nunca pensé.” Hizo una pausa, esperando que no maldecirse a sí misma. “Que me gustaría ser tan feliz.” “Esto demuestra, que nunca lo fuiste con Pam o ¿cómo se llama esa chica? La otra médica.”
“Caramba… umm…. Gabby”. Recordó a su compañero de clase, con la que salió durante un corto período de tiempo. “Ella era una buena chica.” “Si seguro.” “No, en serio. Aquello no acabó bien, porque creo que en realidad estaba esperando a Tracey. Ahora lo sé.” “Estas realmente enamorada.” Levantó su tenedor y apuntó a Holly. Vio el enrojecimiento en el rostro de su amiga. “Bueno, ¿y qué hay de ti? ¿Alguna nueva cita?” “Nada importante, pero en cuanto lo haya te lo haré saber.” Dijo Mel. Justo en ese momento el busca de Holly sonó. “Urgencias. Me tengo que ir.” Fue al lado de Mel y le dio un abrazo. “Intentaré desayunar contigo el domingo.” “Es Pascua.” Mel la corrigió. “Lo que sea...” dijo mientras se alejaba. Voló por las escaleras a la planta baja del hospital. Abrió la puerta de la escalera a la planta de urgencias. Rollins estaba sentada en el escritorio. Al lado de ella, había una mujer joven y alta apoyada en un bastón. Holly se acercó a la enfermera jefe. Sin mirar, dijo Rollins, “Tienes una visita.” Inspeccionó el paisaje de la sala de urgencias, en busca de algún rostro familiar. Tal vez Tracey iba a sorprenderla. En cambio, su atención volvió a la mesa principal. De pie en el centro de la sala de urgencias, estaba Michelle Stanley, con las manos en las caderas, esperando con impaciencia a alguien. Se dio cuenta que la adolescente la estaba esperando. “Señorita Stanley, ¿cómo puedo ayudarle?” preguntó mientras entraba detrás del escritorio. “Necesito verte.” Michelle contuvo la respiración por un momento, a la inquieta adolescente miró alrededor del hospital. Alargó una mano para tocar la manga de Holly. “Muy bien, ¿cómo puedo ayudarle?” pensó por qué esa estudiante de Tracey estaba de pie en la sala de urgencias, pidiendo que la viera. Cogió un archivo de la cremallera y abrió la tapa metálica. “Necesito…” La joven bajó la voz a un susurro. “Tengo que ser examinada.” El rostro de la joven se volvió de un rojo brillante. “¿Qué problema médico tiene?” Alzó los ojos hacia Rollins, que gesticulaba hacia las puertas de la entrada, al escuchar las sirenas llenar el aire fuera del edificio. “Umm, creo que estoy en problemas.” Se quedó mirando a Holly, que esperaba obtener información adicional. “Se trata más de una cuestión femenina. ¿Hay alguna forma de que puedas verme?” La adolescente de nuevo miró alrededor de la sala de urgencias. “Michelle, yo no soy esa clase de médico. No veo pacientes privados. Puedo recomendarle algunos médicos. Yo no sería capaz de ayudarle.” Explicó con calma, mientras miraba el reflejo de las luces de la ambulancia, contra las paredes de bloques de cemento. Unos segundos después, la ambulancia era visible a través de las puertas batientes y ventanas. “Lo siento.” Dijo mientras colocaba el estetoscopio alrededor de su cuello. Dejó a Michelle de pie en el mostrador mientras corría para atender a la camilla que traía un paciente, empujado por dos técnicos. “No tanto como lo vas a sentir.” Murmuró en voz baja, mientras se giraba para enfrentarse a la Jefa de enfermeras Rollins. La mujer se quedó mirando a la adolescente. “¿Qué dijiste?” Rollins se enfrentó a la mocosa, que había entrado en la sala de urgencias como si fuera su propio reino. “Métete en tus asuntos.” Michelle dijo. Sandra había visto y oído todo. Esta chica parecía traer problemas. Rollins la miró enfadada. “¡Sal de aquí antes de que llame a seguridad!” Rollins ordenó.
La joven echó la cabeza hacia atrás y se rio de la enfermera. “No te preocupes, volveré antes de lo que piensas.” Y se giró para irse, golpeándose contra el escritorio y tirando parte de los informes que estaban sobre el mismo, y sobresaltando a Musah. “¡Mira lo que me hiciste hacer!” Michelle gritó y de inmediato comenzó a derramar lágrimas. Rollins miró hacia el empleado de admisión, para ver si él había sido testigo de los hechos reales. “Llama a seguridad.” Rollins repitió, haciendo un gesto hacia la cámara que capturó todo el incidente. Las lágrimas de Michelle rápidamente desaparecieron cuando se volvió y salió por las puertas de urgencias. “Víbora”. Rollins dijo, aún sintiendo el aguijón del comentario de Michelle. Miró alrededor de la sala de urgencia, buscando a Holly. Tenía que decirle a la rubia lo que aquella joven había hecho, cuando la doctora se había marchado. No había tiempo. Vio a Holly gritar órdenes a cabo en la sala. No se las daba a nadie en particular, pero ésta era la forma en que funcionaban en urgencias. Los médicos daba órdenes y las enfermeras obedecía. Si había algún médico con menos experiencia, las enfermeras daban las órdenes. Con la Dra. Graham, el personal seguía las órdenes, sin cuestionarlas. Trataba a las enfermeras como un médico. Su opinión contaba. Si una enfermera tenía una preocupación con el cuidado de un paciente, sabían que podían recurrir a la doctora. Allí todos eran iguales a los ojos de la Dra. Graham. Tres horas más tarde, Rollins volvió al mostrador de Admisiones, cuando un hombre, con el pelo corto y algo canoso, se acercó al escritorio. Sus rápidas miradas hacia urgencias, transmitieron el mensaje de que estaba buscando a una persona específica. Rollins buscó las protuberancias evidentes bajo el área de la axila o la cubierta de la banda de la cintura por una camisa o chaqueta. Era miércoles, el día más lento, de acuerdo a las estadísticas de las salas de urgencias, por algún grupo que tenía el tiempo para contar el número de casos que se rompieron por las puertas dobles. “Buenas noches, bienvenido a Jessup hospital. ¿Cómo puedo ayudarle?” Rollins lo saludó, como si el hombre frente a ella fuera un oficial de policía o un inspector del Estado. “Estoy buscando a la doctora Holly Graham.” El hombre dijo mientras Holly salía de detrás de la cortina de seis, donde el niño y su madre, estaban esperando los resultados de un TAC, tras haber sufrido un desmayo en la escuela. “¿Tiene usted una cita o puedo transmitir un mensaje a la Dra. Graham?” Rollins había estado en urgencias muchos años, y sabía que muchas veces, los familiares de algún paciente, solía pedir hablar con los doctores, que habían tratado a sus familiares, sobre todo durante los últimos momentos de su vida. “Se trata más de un asunto personal.” Frank Campbell sonrió a la enfermera detrás del escritorio. “Si ve a la Dra. Graham por favor dígale que Frank Campbell quisiera que le ofreciera un momento de su tiempo.” Él asintió con la cabeza educadamente y empezó a retroceder hasta el aparcamiento. “Señor Campbell!” Holly gritó, mientras se acercaba al hombre, con su corazón latiendo a toda velocidad. Su principal preocupación era el bienestar de Tracey. Sabía que el equipo tenía un partido de esta noche y no había hielo en las carreteras. “Tracey... Tracey, ¿es que le ha pasado algo, está bien?” Estaba sin aliento por el sprint que había hecho para alcanzar al ex comandante militar, con su camisa y pantalón pulcramente planchados. A pesar de que el hombre ya estaba fuera de servicio, su ropa parecía un uniforme. “¿Bien?” Su voz sonó tranquila.
Holly se paró frente a él, sintiendo como si estuviera desnuda. La ropa que llevaba estaba arrugada y manchada. Su bata blanca de laboratorio tenía una mancha de café en la solapa. No había esperado visita, pero hoy parecía que todos querían hablar con ella. La noche aún era joven y sabía que su ropa recibiría más manchas. Podía lanzarse rápidamente hacia el vestuario y cambiarse. “Yo diría que depende de tu definición de bien.” Su voz se volvió más profunda. “Al parecer, usted es importarte para mi hija, pero usted no se preocupa una mierda de sus sentimientos.” “Señor, yo…” Holly miró a su alrededor para ver si estaban teniendo una conversación privada o pública. “Me preocupo por su hija.” “¿Seguro? ¿Entonces dígame porqué hay lágrimas en los ojos de mi hija? ¿Por qué tiene que dar excusas por su ausencia o su falta de interés en su familia?” “¿Podemos ir a tomar una taza de café?” De repente se sintió como una adolescente, en su primera conferencia de la universidad, con la gente mirándola como si fuera una empollona, con ropa vieja y gafas gruesas. Iba de una emoción a otra. El pensamiento de herir a Tracey, envió una oleada de pánico a través de sus venas. Cuando Frank se enfrentó a ella, acerca de Tracey, no estaba segura de qué decir ni qué hacer. Nunca había tenido que enfrentarse a los padres de alguna novia suya. Pero aquí estaba, delante del Sr. Campbell, y sabía que hablar con este hombre era inevitable. Sabía lo importante que la familia era para Tracey. “Creo que eso es lo más inteligente que has dicho hasta ahora.” Frank asintió y se volvió hacia la escalera que conducía a la cafetería. “Vamos doctora.” Los pies de la mujer se habían congelado en el suelo. Nunca había sentido las mariposas en su estómago, como las sentía en ese momento. Por su trabajo, había tenido corazones de la gente en sus manos, y nunca había tenido tanto miedo como ahora. Ella siguió a un paso detrás del ex oficial naval. Sabía que el padre de Tracey se había retirado después de una carrera impecable en el ejército. Su nombre era Frank. Su madre era Ellen y ella tenía hermanos, Tommy y había un par más, pero no podía recordar sus nombres. Echó un rápido vistazo a Rollins que la miraba boquiabierta. Cuando la mano de la enfermera la había tocado en el brazo, supo que debía seguir a aquel hombre. El corazón latía con demasiada fuerza. Contuvo el aliento. Frank Campbell entró en la cafetería, en dirección a la cafetera. “¿Cómo se toma el café Dra. Graham?” “Sólo. Por favor, llámame Holly.” “¿Estás segura? Este es tu lugar de trabajo y no me gustaría disminuir tu rango frente a tus tropas.” “Estos son mis compañeros de trabajo. No suelo actuar de manera diferente frente a ellos.” Dijo mientras aceptaba la taza de café. “¿Estás segura?” Frank levantó una ceja. “A veces, cuando uno permite que sus tropas sepan su debilidad, uno no puede actuar como líder.” “El señor Campbell, le aseguro que conozco mi trabajo. Mi personal me respeta y confía en mi juicio. Como estoy segura de que su personal confía en su juicio.” Hizo un gesto hacia la mesa vacía junto a la ventana. “No creo que vaya a ser fácil Dra. Graham.” Frank dijo mientras se sentaba en la silla frente a Holly. “Holly.” Trató de conseguir que el hombre terco la llamara por su nombre. “Dra. Graham.” Frank continuó. “¿Por qué estás…?” Holly no quería entrar en una discusión con el padre de Tracey, la primera vez que hablaba con él. “¿haciéndolo tan difícil? Por favor, llámame Holly.”
“¿Qué tipo de padre crees que sería, si te dejo deslizar que eres mejor por tener un título? ¿O dinero?” “Nunca dije nada de dinero.” “Sin embargo, te pones a la defensiva sobre el dinero.” Frank contrarrestó. “Si conozco a mi hija, y yo creo que la conozco mejor que tú, ella no se preocupa por cosas materiales.” Frank volvió la taza de café entre sus manos ahuecadas. “Lo que le importa es su familia, sus estudiantes, y sus amigos. Voy a suponer que las dos sois más que amigas.” Holly sintió que el sorbo de café quemaba la parte posterior de su garganta. Trató de no dar ninguna señale reveladora de su nerviosismo. Frank había llegado al hospital para hablar con ella. Tracey no sabía nada acerca de las acciones de su padre. De lo contrario, probablemente le habría advertido de ello, durante la conversación telefónica que había tenido. Había tristeza en la voz de la morena, pero lo achacó a la decepción por el juego que sus chicas estaban haciendo esa noche. Si el equipo perdía, su temporada habría terminado. “Mi pregunta Dra. Graham es si te preocupas por Tracey.” Frank se inclinó hacia atrás en su silla, con los brazos abiertos de forma no amenazante. “Porque la estás lastimando sin siquiera saberlo.” “Me preocupo por ella, señor.” Miró su posición y lo estudió. “Mis intenciones no son para hacerle daño.” “Pues lo estás haciendo.” No le dio lugar para excusas. “Como yo lo veo. Ella está herida, cuando mira a su alrededor y ve a sus hermanos con sus familias y ella está sola. Ella ha salido con otras personas, pero nunca he visto su mirada como si le falta algo en su vida.” “No lo sabía.” Sabía que se ponía a la defensiva, cada vez que Holly le planteaba hablar de la familia. Las dos se sentían incómodas. Parecía que hubieran estado perdiendo el tiempo. Tal vez Tracey debería haberle dicho lo importante que era su familia. “¿Cuáles son sus intenciones para con mi hija?” preguntó Frank. A pesar de la mirada de sorpresa que recibió de Holly, siguió adelante. “Tracey parece que quiere pasar tiempo contigo. Espero que no la estés utilizando.” “Me gusta estar en su compañía.” La sonrisa que iluminó el rostro de Holly era contagiosa. “Ella es increíble. Me encanta cómo es, lo que hace, su paciencia con los estudiantes. ¿Sabía usted que ayudó, en la casa de Carl, después del accidente?” “Sí, yo también ayudé a limpiar la nieve de su entrada.” “Quiero pasar más tiempo con ella y ver a dónde va la relación.” “Entonces tengo una petición. Si lo que hay entre tú y mi hija continúa, no te interpongas entre Tracey y su familia. Somos un grupo difícil de hisopos y no nos tomamos a la ligera que alguien nos separe.” “Sé que es una familia muy unida pero ¿qué significa eso?” Holly estaba totalmente confundida por su última declaración. Su cabeza inclinada hacia un lado mientras escuchaba lo que salía de su boca. Frank puso las manos sobre la mesa y se incorporó. “Esta conversación es entre nosotros.” Se dio la vuelta y rápidamente salió de la cafetería. Holly no se dio cuenta que había dejado de respirar hasta que desapareció. No había duda de la familia de Tracey la amaba. Estaban mirando hacia por ella, protegiéndola. Dejó escapar un pequeño silbido. Ahora sabía que estaba en sus manos hacer algo con la familia Campbell. Dejó que sus hombros cayeran y se pasó las manos por el pelo. Sentada en medio de la cafetería del hospital, Frank Campbell le había advertido que no lastimara a su hija. Tal vez debería terminar ahora. Mejor ahora, estas de que el dolor
que se apoderara de su cuerpo, y fuera insoportable. Pero llevaba a Tracey en su corazón. Sabía que le importaba demasiado. Tracey le confesó su amor, en fin de semana del Día de San Valentín. Ella no había sabido cómo responder. Tracey merecía mucho más de lo que ella podía darle. “¿Sientes lástima por ti misma?” La voz de Rollins la sacó de la bruma de sus pensamientos. “Ese hombre es una buena pieza, pero simplemente está protegiendo a sus parientes. Al igual que estoy haciendo yo contigo.” Rollins se sentó en el asiento que Frank había dejado libre. “No tengo una referencia para algo como esto.” Estaba un poco estupefacta. Nunca imaginó tener que satisfacer al padre de Tracey, en estas circunstancias. Sabía que eventualmente tendría que reunirse con ellos, pero no así. “El hombre ama a su hija. Él quiere mantenerla a salvo y feliz.” Rollins sonrió a la médica y amiga. “No todas las familias son como las que vemos aquí. O como lo que has pasado tú, Holly. Algunos realmente aman incondicionalmente.” “¿Incondicionalmente?” “Sí, me gustaría pensar que es lo que yo tengo con León. Cuatro niños y veinte y ocho años de matrimonio, es de esperar que nuestro amor sea incondicional.” Rollins estiró una mano sobre la mesa y cubrió la de su amiga. “Si tienes esta oportunidad, no dejes que se escape. Te recomiendo que hables con ella. Cuéntale sobre tus temores. Háblale sobre tu familia.” “Ella me preguntó y no pude responderle. Me sentía enferma. No quiero que piense mal de mí. Una vez que ella se entere, no sé cómo podría reaccionar.” “Ella no. He visto la forma en que te mira. Ella te amará todavía más por ello.” “Pero, ¿cómo voy a saberlo?” “Tienes que aprender a confiar en ella. Tienes que probar primero. No la dejes ir.” Sandra le apretó los dedos. Holly le apretó la mano de nuevo. “Lo voy a intentar.” Miró hacia las luces de la cabeza de nuevo. “Tengo que hacerlo.” “El domingo es día de Pascua. Tal vez sea el momento de conocer a su familia.” “Creo que tienes razón.” Tragó el nudo en la garganta. Iba a tener que contarle a Tracey lo de sus padres. Sintió que las lágrimas empezaban a brotar, como no lo habían hecho desde hacía veinte años. No quería estar sola nunca más. Quería a Tracey en su vida, y para conseguirlo, tendría que estar también, en su vida. “Voy a bajar. Espero que estés allí en pocos minutos. Tómate tu tiempo si tienes que hacerlo. Tal vez haz una llamada.” Rollins le guiñó un ojo y la dejó pensando por su cuenta. “Gracias Sandra.” Sacó su teléfono móvil y marcó el número de Tracey. Miró el reloj. Si Frank había llegado al hospital después del partido, sabía Tracey estaría todavía en el gimnasio. “¡Hola! Me gustaría hablar contigo de nuevo esta noche. ¿Sabes una cosa?” “Hola… ¿qué?” “¡Ganamos!” “Eso está muy bien. No puedo creerlo. ¡Felicidades!” “Jugamos de nuevo el sábado.” La voz de Tracey bajó un poco. “¿El sábado? No íbamos a tener gente viendo los partidos de la NCAA?” “Puedo llamar a todos y cancelarlo.” “No, podré manejarlo. Pero vendrás después de tu partido, ¿verdad?” “Holly, ¿estás segura? Yo sé que no es…”
“Está bien. Me alegro de que ganarais. Me puedes contar cómo ha sido el partido cuando te vea…” puso la mano en la mejilla. Pasaban noches en la casa de la otra, pero no habían hablado de verse hasta el sábado. “¿Estás bien?” -preguntó Tracey. “¿Pasó algo?” “No… no Sólo quería escuchar tu voz.” Sonrió en el teléfono. Escuchar la voz de Tracey era como una cálida manta sobre el alma de Holly. “Nos vemos el sábado.” “No, Holly, estaré en tu casa cuando llegues a casa. Adiós.” Tracey colgó el teléfono y Holly se quedó sentada, en medio de la cafetería, sonriendo como una tonta. “Respira.” Holly, dijo en voz alta mientras se ponía de pie.
Capítulo 11 El timbre sonó dos veces. Holly se trasladó desde la cocina a la sala de la entrada principal. Se detuvo en el aparador para revisar su pelo en el espejo. Sabiendo lo que Tracey era una gran fan del baloncesto, le había sugerido que reuniera a sus amigas a ver el torneo de baloncesto de la NCAA en su casa. Había varios partidos, pero el de Maryland sería el mejor para ver. Llevaba un jersey de cuello rojo, de la Universidad de Maryland, un pantalón vaquero y un par de botas Doc Martin negras. El timbre volvió a sonar y las voces desde el porche delantero de la casa se escucharon. Al tirar de la cortina, detrás de las luces de posición, pudo ver el rostro severo de Piper y Maxine Kendall. Las amigas de Tracey fueron las primeros en llegar, y Tracey no estaba allí para darles la bienvenida. “Vamos Doc, tengo frío.” Vonnie gritó, cuando vio el movimiento de la cortina. “Lo siento chicas”. Dijo mientras abría la puerta. “Darme vuestro abrigos.” Piper se quitó la cazadora de cuero y se la entregó, entrando en el interior de la casa de la médica. Se dio la vuelta estudiando la decoración. “Esto es realmente agradable. ¿La compraste así?” “Ojalá. Me hice un montón de reformas yo misma. Habitación por habitación. La he reformado toda entera. El lugar era un desastre cuando lo compré.” Holly pasó la mano por la barandilla, recordando todos los sudores, dolores y astillas que tuvo que pasar. “¿Es ésta una de esas que se vendían por un dólar?” Maxie preguntó mientras dejaba, en el suelo, las doce latas de cerveza, mientras se quitaba la chaqueta. La ciudad de Baltimore había adoptado un programa similar al de Washington DC. Muchas casas en ruinas habían sido vendidas al público por tan poco como un dólar. El comprador se comprometía a arreglar la vivienda y vivir en ella, durante al menos cuatro años. La casa de Holly había sido una de las casas que drogadictos, prostitutas y vagabundos habían ocupado. Le llevó más de un año, ponerla en condiciones para poder entrar a vivir, pero la inversión había valido la pena. “Si, se trataba del mismo programa pero te asegurado que fue por más de un dólar. El acuerdo es que hay que vivir en la casa durante al menos cuatro años. Y llevo aquí seis.” Tomó la chaqueta que Maxie le ofrecía y la metió en el armario del pasillo. “Entrar, estáis en vuestra casa. Tracey tenía partido, pero llegará tan pronto como pueda. Hay comida en la cocina y una pantalla grande…” “Guau!” La voz de Piper llenó el aire. “Qué bonita cocina.” “Si, la conseguí en un buen acuerdo.” Entró en la cocina, donde Maxie estaba deslizando la mano por la encimera de granito. Piper estaba mirando el rango superior de gas. Las mujeres sonrieron a la vez. “¿Qué?” preguntó Holly. “Seguro que a Tracey le encanta esta cocina.” Vonnie dijo, sabiendo el amor de su amiga por la cocina. “¿Ha cocinado para ti?” “Me lo ha prometido, pero todavía no, aunque lo estoy deseando.” Rio mientras cogía un trozo de apio de la bandeja de verduras. Maxie parecía un poco incómoda. Holly sabía que la vicepresidente del banco aún tenía sentimientos por Tracey. Como un acto de buena fe, Holly haría un esfuerzo por ser amable con ella. “Entonces, ¿a quién más has invitado a esta fiesta?” Piper preguntó mientras se metió un pedazo de queso en la boca.
“Mel, ella es una EMT que trabaja para el hospital condado. Creo que es posible que hayas coincidido con ella en el hospital.” Observó con interés mientras la policía asentía, de pie en la cocina con las manos en las caderas. “Greg y Mark seguramente también se dejarán caer. Yo trabajo con Grez, y Mark es su pareja. Ellos se van a beneficiar de la cena.” “Parece que no tienes a mucha gente a tu alrededor.” Maxie comentó mientras vagaba por la sala de estar. El comentario la había dolido. No dejó que se diera cuenta de ello. Sabía que tenía una cantidad limitada de amigos y nada de familia. “Eso no es importante Max.” Piper comentó, volviéndose al ver a Mel en el porche trasero. “Parece que tienes una nueva llegada.” Piper abrió la puerta y cogió una de las bolsas que caían de las manos de Mel. “Lo tengo” Mel dio un respingo rápido. La policía que había visto en el hospital estaba en la cocina de su amiga. “Número 3” “¿Qué?” Piper la miró interrogante. “Es el síndrome de Tourette.” Intervino Holly, al ver la cara roja de su amiga Mel. “Sólo la han dejado fuera para el fin de semana.” Agarró la otra bolsa de la mano de Mel. Esta se limpió las botas en la entrada. “Mel, esta es Yvonne Piper. Piper, Mel Watkins.” Señaló con la cabeza hacia la mujer de cabello castaño rojizo, justo cuando el timbre de la puerta sonó. Sabía que Tracey vendría por la puerta trasera y nunca tocaba el timbre, así que no podía ser ella. Esta noche, quería demostrar a Tracey que estaba abierta a ser social, cumplimiento de sus amigos, y entreteniéndolos mientras ella estaba en su partido. Mañana era Pascua. Así que había añadido un nuevo optimismo a su vida, y asistiría a la cena en Pascua en la casa de los Campbell. El otro tema en su agenda, era abrirse a Tracey respecto a sus padres y lo que le había pasado en su adolescencia. Si iban a tener algún tipo de futuro juntas, tenía que hablarle de su familia y cumplir con los Campbell. Miró por la ventana al lado de la puerta. Había dos mujeres de pie temblando en la puerta. “Hola.” Dijo mientras abría la puerta. “Adelante.” Se intercambiaron saludos. “Lori Williams.” La chica de pelo corto, más baja, con la cerveza bajo el brazo se presentó cuando le ofreció una mano a modo de saludo. Holly reconoció el nombre de la chica, que Tracey había conocido en la universidad. “La del sombrero feo es Brandi. Piensa que le ayudará a ligar.” El sombrero de invierno, realmente era el más feo que había visto nunca. Con naranjas, púrpuras y rosas en la parte superior de la pesada mujer más alta. Holly la observó mientras estrechaba la mano de Lori. “Mi abuela me lo hizo.” La mujer protestó. “Gracias por recibirnos de nuevo.” Aceptó la mano de Holly como Lori la dejó libre. “No sabíamos que Tracey estaba saliendo con alguien y mucho menos conviviendo.” “Estamos….” Estuvo a punto de decir que no vivían juntos, pero en realidad las pertenencias de Tracey habían empezado a emigrar a su casa y armario. La idea había estado en el fondo de su mente durante semanas, pero tenía miedo de que fuera demasiado pronto para dar ese paso. “Tracey tenía un partido, por lo que todavía no está aquí. Hay algunas personas en la sala de estar.” Holly tomó sus abrigos. “Es muy bueno finalmente poder conocer a los amigos de Tracey.” En la gran sala, Holly presentó a Mel a los amigos de Tracey. Inmediatamente, Maxie se deslizó cerca de la EMT y comenzó a intentar conversar. Holly se quedó a un
lado, observando cómo cada célula de su cuerpo quería gritar a Mel que tuviera cuidado, pero no lo hizo. Dejaría que Mel hiciera su propia elección. “¿Así que eres amiga de la doctora? ¿Cómo os conocisteis?” Maxie tomó un sorbo de su cerveza. Tan pronto como vio a la mujer de ojos color avellana, de pie cerca de las bolsas de mesa, supo que quería conocerla mejor. “Trabajamos juntas en el hospital. De hecho, trabajo para el condado. Mis carreras son por lo general dentro y fuera de la sala de urgencias.” “Ella es propietaria de la sala de emergencia.” “No lo es técnicamente, pero sí. Ella es la mejor médico que tienen.” Mel se preguntó qué pasaba entre Holly y Maxie. No las había visto interactuar mucho, pero la tensión está definitivamente allí. En lugar de ello, Holly parecía mantener una cierta distancia de Maxie, a que su amiga estaba interactuando con los otros huéspedes sin problema. Intentaba ser una gran anfitriona, reponiendo bebidas vacías, recopilando platos, atendiendo a todo el mundo. La televisión estaba sintonizada en los partidos del torneo femenino de la NCAA. El punto culminante de la noche iba a ser el partido entre los Terrapins de Maryland y los Duke Blue Devils. Entró en la cocina para ver a Piper apoyada en el mostrador bebiendo una cerveza. Los vítores, desde la sala de estar, daban testimonio de un partido terminado. “Sabes Tracey es la mejor persona que conozco.” Piper dijo mientras miraba a Holly. “Espero que te des cuenta de eso.” Sabía que la policía estaba tratando de calibrar sus intenciones. “Lo hago. Soy muy afortunada de haberla conocido.” Respondió tratando de no mirar a Vonnie, que parecía estar estudiando cada uno de sus movimientos. Justo cuando Holly iba interrogarla, los ojos de Piper se lanzaron a la puerta y se suavizaron cuando Mel entró. “Eres la policía que nos escoltó hace un par de semanas.” Mel dijo a Piper. “Trabajo como EMT por el lado sureste. Suelo correr los traumas desde la Universidad.” “Wow Piper, ¿conoces a todo el mundo?” Maxie dijo mientras seguía a Mel en la cocina. Parecía que Maxie tenía sus ojos puestos en Mel. “¿Has conocido a Tracey?” Preguntó Maxie. “Un poco. ¿Alguien necesita una cerveza o algo de bebida?” Maxie echó la mano al aire. Holly encontró la misma marca de cerveza, que Maxie tenía en la mano, y le dio una nueva botella. Piper tosió y sacó un paquete de cigarrillos del bolsillo. Levantó el paquete y señaló el porche de atrás. “Tienes un cenicero a la derecha.” Holly le hizo saber, antes de que la oficial de policía saliera por puerta de atrás. Mel vio como la oficial salía al exterior. Maxie se quedó esperando el próximo movimiento de Mel. Holly vio los ojos de Mel rodar con molestia, dándose cuenta de los avances de Maxie. Hizo un gesto hacia el pequeño medio baño fuera de la cocina. Holly ocultó su diversión, sabiendo que Mel estaba evitando a Maxie. Esta no sabía qué hacer por un momento, por lo que se dio la vuelta y volvió a entrar en la sala de estar. Miró el reloj en el microondas. Tracey debe llegar pronto. Añadió más verduras a la bandeja, cuando Mel salió del baño. “Por favor, dime que también te has dado cuenta.” “La costa es clara. ¿Te está molestando?”
“Como un gato en celo. Hombre, no quiero causar un problema, pero esa mujer tiene que retroceder.” Mel dijo lo suficientemente alto como para Piper lo escuchara, mientras ésta volvía al interior de la casa. La cara de Mel puso roja remolacha. Holly pensó que era gracioso. “Señoras”. Piper dijo mientras pasaba junto a ellas, en su camino a la sala de estar. Mel se mordió la lengua hasta que la rubia desapareció. Soltó el aire que estaba conteniendo y golpeó a Holly en el brazo. “¡Debiste decirme que vendría!” “Es la amiga de Tracey. No estaba segura de si vendría o no.” Vio la frustración de Mel. “¿Hay algo que debo tener en cuenta?” Escondió su sonrisa, sabiendo que la EMT encontraba a la policía arrogante y atractiva. “No… sí...” Mel dio la vuelta, mirando hacia la sala de estar. “¿Está saliendo con alguien?” Sorprendida por la pregunta de Mel, pensó en las conversaciones que ella y Tracey había tenido sobre Piper. No le había mencionado ninguna novia. Piper había ido a Denver a visitar a una amiga antes de Navidad. “No lo creo, pero no puedo…” se detuvo cuando sintió unas manos frías deslizarse por su cintura. Sintió el peso familiar empujar hacia arriba contra su espalda. Olía a perfume de Tracey. Esta apoyó su barbilla en el hombro de Holly. “¿Qué hacéis en la cocina?” presionó su peso contra la parte trasera de Holly. “Hey… no te oí entrar.” “Me colé por la puerta principal.” Se volvió hacia Tracey y le dio lo que se suponía sería un rápido beso en los labios. En cambio, la mujer morena, deslizó una mano por la parte posterior de su cuello y la atrajo más profundamente en un beso apasionado. Se separaron sin aliento. Se miraron la una a la otra durante unos segundos. “No me importa.” Mel dijo impresionada, por el cariño que las mujeres se tenían. “Lo siento…” Tracey reconoció a la EMT, de las fotos en la oficina y la casa de Holly. “Eres Mel, ¿verdad?” La EMT asintió. “He visto tu foto antes. De hecho, la noche del accidente, pensé que erais pareja.” “¡Es gracioso!” Mel se rio y golpeó a Holly de nuevo. “¡Basta!” Se frotó el brazo. Los gestos de cariño de Mel se estaban convirtiendo rápidamente en moretones. “Bueno, ¿cuál fue resultado?” -preguntó Holly. “Perdimos en el tiempo extra. Fue una buena temporada, pero se acabó. ¡Gracias a Dios!” Tracey la volvió a besar en los labios. Sonrió a Mel cuando el rubor se deslizó por su cuello. “Me resulta difícil mantener mis manos lejos de ella.” Holly le pasó un brazo por la cintura y le dio de comer un pedazo de queso. “Mel ha estado preguntando por Piper.” Tracey asintió mientras miraba hacia la sala de estar. “Bueno Mel, ella es muy agradable. ¿Hay demasiada gente aquí? Creo que invitaron a todo el equipo de softbol y algunos de los maestros, y a Carrie Ryder, la entrenadora del equipo que nos ganó esta noche.” “Mark y Greg puede que pasen por aquí. Sólo invité a Mel.” Holly comía una zanahoria con aderezo ranchero. “A este paso, puede que tengamos que salir o necesitamos una casa más grande.” Tracey bromeó frente a la nevera, al sacar una cerveza. “Necesito un trago. Mejor iré a mezclarme con el resto de las gente.” Le dio una palmada en el trasero a Holly, y salió de la cocina. “Holly, ella es realmente...”
“¡Sexy!” Le cortó su amiga, mientras chupaba la inmersión de su dedo. “Retrocede allí Mel.” Bromeó. “Ella es mía.” “Puedo oírte.” Tracey asomó la cabeza en la cocina. “Y estoy conforme con eso.” “Nunca me hubiera imaginado que era gay.” Mel dijo inclinándose para mirar a la otra habitación. “Quiero decir, no es como tú o yo, que gritamos gay. Ella es realmente femenina. ¿Qué pasa contigo?” Mel se inclinó sobre el mostrador y miró a su amiga. “¿Estás feliz?” “Yo soy. Es mucho más de lo que pensaba que pudiera tener con alguien. Pam y yo sólo teníamos problemas.” “Es cierto. Es bueno verte feliz. Vamos, vamos a ser sociables. Me estancan las amigas de Tracey, bueno, no todas.” Holly siguió a su amiga a la sala de estar. Mientras Tracey hablaba con Mel, Holly podía verla observarla por el rabillo del ojo. Le gustaba saber que la morena no le quitaba ojo. Sonrió y le dio a Tracey un look casual. No habían estado juntas, en toda la semana, debido a sus horarios. Brandi, todavía llevaba puesto su ridículo sombrero, cuando empezaron a jugar a las cartas. Parecía estar disfrutando de sí misma, mientras acercaba el dinero que les estaba ganando a sus amigas. En el exterior, Piper estaba de pie en el porche delantero fumando. Holly estaba segura de que Mel sería decepcionada con ese factor. Se sentó en el sofá y Tracey se sentó junto a ella, deslizando una mano sobre la rodilla de la rubia. “¿Te das cuenta de donde estamos sentadas?” Tracey le susurró al oído. “En mi sofá.” Susurró. Podía sentir el pecho de Tracey pegado a su brazo. “¡Oh tú eres mala, muy mala!” Holly, dijo al recordar la última vez Tracey había estado en la casa. Habían el amor en el lugar exacto en el que se encontraban. Holly se sintió húmeda, nada más recordarlo. “Voy a subir a cambiarme de ropa. Ponerme algo más cómodo.” Dejó que su mano acariciara la longitud del muslo de Holly. “Eres muy mala. Tenemos invitados.” Holly susurró. La aludida le lanzó una mirada, y se dirigió hacia las escaleras. Sonrió, esperó unos minutos y luego la siguió al dormitorio. Tracey estaba en el vestidor, con su camisa en el suelo. Dobló los pantalones que se había quitado y los colocó una percha. Se volvió para mirar a Holly, que acababa de cerrar la puerta detrás de ella. La visión de Tracey de pie en medio de su armario, vestida tan solo con su ropa interior, hizo que bombeara su sangre por todo el cuerpo. Se movió hacia la morena. Esta colocó las manos en la cintura de Holly. Holly la empujó contra la pared, nada más recibir el apasionado beso duro en sus labios. Sintió la urgencia de Tracey, cuando su beso aumentó. La mano de Tracey rápidamente desabrochó el botón de sus pantalones vaqueros. Su mano se deslizó por la parte delantera de los pantalones, y sus dedos sondearon la zona palpitante y mojada. Holly sabía que iba a llegar al orgasmo rápidamente. Ahogó un grito, en el hombro de la morena, cuando los dedos de ésta se deslizaron en ella. Movió sus caderas contra la mano de Tracey, totalmente excitada. Necesitaba tocarla. Le dio la vuelta a Tracey, obligándola a que apoyara sus manos contra el armario de la pared, mientras Holly se situaba detrás de ella. Le pasó, desde atrás, una mano a lo largo de la curva del pecho, bajándola muy despacio hacia la llanura del vientre, tirando de la cintura de su ropa interior.
Dejó que sus dedos jugaran a través del material que cubre los músculos congestionados de la morena. La sintió estremecerse, cuando sus dedos tocaron su clítoris. Con la otra mano le acarició y apretó los pechos juntos. Le besó en el cuello, mientras su mano seguía deslizándose por la parte delantera de las bragas de Tracey, que empezó a gemir, cuando los dedos de Holly se sumergieron y exploraron los contornos de su centro. “Te sientes tan bien.” Gimió al oído de Tracey, mientras le mordía el lóbulo. Oyó a Tracey jadear, cuando la mano de Holly trabajó en contra de su centro. Holly sabía que estaba cerca del orgasmo. El cuerpo de Tracey se irguió cuando alcanzó su pico. Una vez que su cuerpo quedó bajo control, Tracey se dio la vuelta y la besó suavemente en los labios. “Tiene algún efecto en mi cerebro.” Envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Holly. “Me gusta que me hagas cosas como….” Holly la besó en el cuello, sin terminar la frase. Holly todavía estaba excitada. “¿Cómo qué?” Tracey la acercó más, cuando oyeron un golpe en la puerta. “Hey, no quería interrumpir.” Maxie llamó a través de la puerta. “Pero tienes invitados llegando.” Se apartó de Tracey y se llevó un dedo a los labios. Maxie sabía lo que estaba interrumpiendo, y Holly rezó para no perder la calma. Se la quedó mirando, por un segundo, mientras se alejaba del armario, hacia la puerta del dormitorio. La mirada enrojecida, que vio en la cara de su amante, confirmó a Holly que no era la única decepcionada. Le hizo un guiño a Tracey. “¿Podemos terminar esto más tarde?” “Sin lugar a dudas.” Le sonrió mientras se ocultaba de la vista en el armario. Holly abrió la puerta de su habitación para ver Maxie de pie en el pasillo, con las manos en las caderas, tratando de mirar más allá de Holly, hacia el interior del dormitorio. “No estabas interrumpiendo, Maxie.” Besó a Maxie en la frente mientras cerraba la puerta y pasaba junto a ella. “Eso va a darle algo en que pensar,” dijo mientras se dirigía abajo. En cuestión de veinte minutos, la casa pasó de media docena de personas a dos docenas. Holly había visto a algunas de estas personas antes, pero no estaba segura de dónde. Greg y Mark se detuvieron. Mark, un contable que trabajaba para el sistema escolar, parecían estar bastante a gusto con el gran número de educadores en la habitación. Greg y Mel estaban en la sala conversando. Greg siempre había querido que sus dos amigas salieran juntas. Holly intentó ejercer de anfitriona, pero cuando fue a hacer las presentaciones, se dio cuenta de que ya se conocían. Minutos más tarde, se dirigió hacia la cocina, donde se encontró con Piper. A través del curso de la tarde, Holly había notado que Piper mantenía un ojo en ella. “¿Jugando a policía esta noche o debería estar preocupada por un flechazo?”, le preguntó mientras se le entregaba una cerveza. “Policía,” Sonrió mientras tomaba un sorbo de cerveza. “Lo siento, es mi amiga.” Dijo mientras escuchaban la risa de Tracey en la otra habitación. “Bien. Esto significa que te preocupas por ella. Me parece correcto.” Sonrió mientras la risa de Tracey seguía resonando por toda la casa. “Quiero que se mude. Es pronto. Ya lo sé. Pero sólo quiero estar con ella.” “Estoy a favor de eso.” Piper sonrió. “Se os ve realmente bien juntas.” “¿Estás jugando conmigo? ¿Jugando al poli bueno?” Piper dejó su cerveza y se volvió hacia Holly. “No, creo que si Tracey y tú no seguís juntas, realmente no hay esperanza para ninguna de nosotras. Conozco a Tracey
desde hace mucho tiempo, y es una de mis mejores amigas. He conocido a sus citas. He visto su dolor. Pero nunca la he visto tan radiante. Doc, la haces feliz“. Tracey se acercó hacia ellas con una gran sonrisa. “Ella te adora.” Piper le susurró al oído, cuando su amiga deslizó su brazo alrededor de la cintura de Holly. “¿De qué estáis hablando tan serias?” “No estoy segura sobre la parte seria, pero de hay un montón de cosas.” Respondió tirando de ella más cerca. “¿Cuándo ser marcharán todas esas personas para que pueda aprovecharme de usted?” Tracey hizo un guiño a Piper y tocó la nariz de Holly con su dedo. “Será mejor que os deje o acabaremos montando un escándalo en la cocina.” Holly contrarrestó haciendo que Piper escupiera su cerveza al reírse. “Eso sería como dar vuelta a algunas cabezas.” Piper intervino. “Piper, Holly dijo que su amiga Mel te estaba buscando fuera.” Tracey le dirigió una inclinación de cabeza. “No estaría de más que la buscaras.” Tracey continuó diciendo mientras apretaba el trasero de Holly. “Será mejor que no bromees señorita.” Piper dijo a ella, antes de salir de la cocina. “¿Quieres venir a casa de los padres mañana? Me invitaron a cenar y les dije que te preguntaría” Sintió la aprehensión en su lenguaje corporal. “Eso sería genial. Creo que debería conocerlos.” Sabía que después de la visita de Frank, necesitaba hacer un esfuerzo por conocer a su familia. Tracey los amaba, eran una gran parte de su vida. Holly no tenía apoyos familiares, pero estaba feliz de que Tracey los tuviera. “Me hará sentir nerviosa y con náuseas, pero estoy segura de que sobreviviré.” “Hay mucha gente aquí.” Se volvió y observó a los invitados. “Has estado en la cocina casi toda la noche.” “Me siento cómoda en la cocina.” Atrajo a Tracey más cerca. “Creo que hay que pensar en conseguir una casa más grande.” Vio la cara blanca de Tracey. Inmediatamente se arrepintió de decirlo. “Algún día…. debemos pensar en eso.” Holly dijo mientras caminaba hacia la sala para hablar con Greg, preguntándose si había cometido un gran error. Las últimas invitadas, Maxie y Jessie dejaron la casa alrededor de las 2:30 am. Holly estaba cansada. Se sentía como si hubiera estado andando sobre cáscaras de huevo con Tracey, después del comentario de la casa. Había planeado pedirle a Tracey que se mudara con ella, esa misma noche, una vez estuvieran en la cama. Limpió el mostrador y sacó otra bolsa de basura llena por la puerta trasera. Tracey apareció por la sala de estar con más botellas vacías. “Todavía siguen apareciendo botellas vacías.” Tracey dijo mientras metía la botella en el contenedor de reciclaje. “Al final aparecieron más personas de las que pensaba.” Holly abrió la puerta de atrás y dejó la bolsa de basura fuera. “¿Te vas?” Le preguntó cuándo vio el abrigo de Tracey en su mano. “No sé. No estoy segura.” Dijo mientras se sentaba en una de las sillas de la cocina. “¿Qué está pasando? ¿Es por el comentario de la casa? No sé por qué lo dije. No creí que fuera…. Yo sólo…” sentó en la mesa. “Dije lo que dije.” “Te has comportado rara después de eso.” Le dijo Tracey. “No estoy segura de si me quieres aquí. O si quieres que compremos una casa más grande. No quiero tu dinero.”
“No tengo dinero. Sólo tengo deudas, montones y montones de deudas”. Se inclinó sobre la mesa y cogió las manos de Tracey entre las suyas, entrelazando sus dedos. “Me sentía rara porque creo que te he asustado.” Cerró los ojos. “Estaba bromeando, pero también hablaba en serio.” “¿Quieres que me quede?” “Me encantaría que te quedaras. Quiero que te quedes.” Podía sentir las lágrimas formándose. Luchó para contenerlas. “¿Qué pasa?” Tracey podría decir que Holly había alcanzado otro nivel de estar molesta. “Durante mucho tiempo, yo era infeliz y solitaria. Llegó a un punto en el que lo único que hacía era trabajar. Encontraba consuelo en mi trabajo. Luego, llegaste a mi vida y pensé esto es genial. Esta noche, estaba pensando en pedirte que te mudaras aquí. Antes hablaba de ello con Piper“. Holly enjugó una lágrima que caía por su mejilla. “No quiero que pienses que el comentario de la casa, tiene nada que ver con esto otro.” Se secó los ojos de nuevo. “Te lo quería preguntar, pero me pareció que era demasiado pronto. No quiero estropear esto que tenemos.” Se apartó y se sentó en una de las sillas de la cocina. Poniendo su barbilla hacia abajo, se frotó los ojos con las manos. “Entraste en mi vida y sólo estoy esperando a que pase algo y me dejes.” Volvió a sacarse otra lágrima. “No me importa si la casa es grande o pequeña. Es sólo que no quiero echar a perder las cosas contigo.” Se secó los ojos de nuevo. “Tengo miedo.” Tracey se acercó y se arrodilló frente a Holly. Tomó el rostro de Holly entre sus manos. “¿De qué tienes miedo?” la atravesó con sus ojos grises. “Háblame Holly.” Frotó las yemas de sus pulgares sobre la mandíbula de Holly. “Tengo miedo de que me dejes.” “No voy a ninguna parte. Estaba sola y cansada de estar con la persona equivocada. Las dos estamos preocupadas por el” tiempo “y por lo que piensan los demás. Yo también me hubiera sentido escéptica si el camión de mudanzas se detuviera delante de mi casa la primera semana. Y si, tengo amigos y una familiar, pero no tampoco tenía a nadie especial. Tú eres mi alguien especial. Cuando estoy en mi apartamento, quiero estar aquí. ” Tracey la atravesó con sus ojos grises. “Quiero estar en casa. Quiero estar aquí.” Miró alrededor de la casa. “Este es mi hogar.” Se inclinó y besó a Holly. Amor, era la mejor manera de Holly de describir aquel beso. Sus temores empezaban a desaparecer. “Me siento como un tonta.” Dijo mientras inclinaba su frente junto a la de Tracey. “Estoy segura de que esta no será la primera ni la última vez.” Vio la preocupación de Tracey. “Tengo algunos problemas sobre los que tengo que trabajar.” “¿Quién no lo hace?” Se levantó y estiró la mano de Holly. “Vamos, vamos a la cama.” “Déjame que cierre la casa e iré en un momento.” Tracey asintió y se dirigió hacia el piso de arriba. Comprobó las cerraduras de las puertas delanteras y traseras. Apagó la luz, en la habitación de invitados, y se revisó la cocina. Se detuvo en el cuarto de baño y se lavó la cara. Apagó la vela en el mostrador. Se dirigió arriba, a los brazos de Tracey. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Nunca había sentido que encajaba. Ahora se sentía feliz, tenía un sentido de pertenencia. Pertenecía a Tracey. Las cosas iban a su manera. Mañana, no sabía cómo, pero debería interactuar con los Campbell. Sabía que debía hacer ese esfuerzo por Tracey. En el dormitorio, se dio cuenta que Tracey había dejado una luz encendida. Se sentó en la cama y la miró. Se inclinó y la besó.
“Hey.” Tracey dijo medio dormida. “¿Estás bien?” Se incorporó y se apoyó contra las almohadas. Holly retiró las mantas y se acurrucó cerca. Tracey apagó la luz y trajo la cabeza de la rubia para que descansara en su pecho. Con los dedos le acarició el cabello. “Cuando hablas de tu familia, disfrutas de ello, puedo notar el amor que os tenéis con sólo escuchar tu voz. Pero no lo entiendo. Cuando me preguntaste sobre mi familia, no supe cómo responder.” Dijo mientras escuchaba los latidos del corazón de Tracey. “Lo sé. ¿Quieres hablar de ello?” Sus voces eran apenas susurros. “No he querido volver a tocar el tema, porque no estaba segura de cómo ibas a reaccionar.” “Realmente no tengo una familia. Tengo a mi madre, pero no he hablado con ella en años. He estado por mi cuenta desde que cumplí los dieciséis años.” Se apoyó en un codo para mirar la cara de Tracey. “Mi decimosexto cumpleaños lo pasé escondida en la cafetería.” Se recostó contra el pecho de Tracey. “Es curioso las cosas que una recuerda. Seguramente, tú tendrías una gran fiesta de cumpleaños por su dulce dieciséis”. “La tenía, pero no me acuerdo de nada de ella.” Comentó mientras tocaba la mejilla de Holly. “¿Estabas escondida porque estabas atravesando una etapa difícil?” “No fue mi mejor momento. Un montón de acné, grandes gafas feas y gruesas, y además era demasiado alta y flaca.” “La angustia adolescente normal, hay un montón de chicas que pasan por eso.” Trató de entender a dónde se dirigía la conversación. Se inclinó y la besó suavemente. Holly le ofreció una pequeña sonrisa y volvió a su lugar contra el pecho de Tracey. “No era sólo mi aspecto, era mi estilo de vida.” Se pasó la lengua por los dientes frontales, como si aún llevara los correctores en sus dientes. “No era por eso por lo que me escondía.” Sintió el escozor de las lágrimas en las comisuras de los ojos. “Nunca pensé que fuéramos la familia ideal. Mis padres dormían en habitaciones separadas y casi no interactuaban con los demás. No había vacaciones en familia o excursiones. Siempre éramos yo y papá.” La mano de Tracey continuó calmando el dolor que escuchó en la voz de Holly. “Siempre he sido inteligente. Simplemente no entendía por qué era así. Fui a una escuela especial para superdotados. Cuando tenía catorce años, solía coger el autobús a la escuela secundaria pública, donde mi padre enseñaba y volvía a casa con él“. Sintió los dedos de Tracey entrelazarse con los suyos. “¿Qué pasó? Sé que dijiste que tu padre había muerto.” Escuchó la respiración de Holly, cuando empezó a hablar, pero se detuvo. “No estoy segura. La verdad realmente nunca salió a la luz.” Confió. “A veces ejercía como tutor de algún estudiante, después de la escuela. Siempre tenía que esperar a que terminara para volver a casa. Tenía diferentes estudiantes, pero una de ellas, Louise Richmond, destacó sobre los demás.” De repente, sintió que aquel nombre la pesaba como si fuera un peso plomo sobre su propio cuerpo. “Ella siempre estaba en su oficina. La verdad es que casi no le prestaba mucha atención. Era amable conmigo delante de él, pero tan pronto como se fue, ella me llamaba nombres como dique y monstruo. Un día, que mi padre estaba fuera de la oficina, comenzó a burlarse de mí y hablar mal de mi madre. Decía que era mi culpa que mis padres no se hubieran divorciado. Sabía cosas que nunca había oído a mis padres “. La voz de Holly se quedó en silencio. “Era una mala persona. Era hermosa por fuera, pero horrible por dentro. Yo no sabía que la gente podía ser así, hasta que la conocí.”
“Sé exactamente lo que quieres decir. ¿Ella te hizo daño?” preguntó Tracey. Holly negó con la cabeza. “A mí no, a mi padre.” Acarició la mano de Tracey con su pulgar. “Una estudiante acusó a mi padre de tener una relación inapropiada. Cuando aquello sucedió, toda mi vida cambió.” “Jesús...” Tracey dijo mientras se movía más cerca de Holly. “Nunca supimos el nombre de la menor, pero yo estaba bastante segur de que era Louise. La parte triste es, que creo tenían una relación. A sus treinta cinco años, mi padre estaba teniendo una aventura con su estudiante menor de edad. Fue acusado de imposición sexual grave de un menor. Fue detenido por el sheriff y encarcelado. Mi padre perdió su trabajo y la casa. “ “Oh, Dios mío. ¿Dónde estaba tu madre?” “Se fue. Tan pronto como se presentaron los cargos, consiguió un rápido divorcio y se fue de la ciudad. Oí que había pedido el traslado en su banco y se mudó a Chicago.” Recordó caminar hacia su casa, mientas furgonetas de los medios y equipos de noticias rodeaban el vecindario. Eran como buitres, tratando de entrevistar a los vecinos y antiguos alumnos. “No sabía a dónde ir, así que me escondí en la cafetería. Me quedé sin nada y sin saber a dónde ir. Una abogada llamada Jordan Norwood llegó a mi vida. Era bastante sexy, ahora que lo pienso, y, probablemente, era lesbiana. “ “¿Estuviste enamorada de ella?” “Una vez más, ella era agradable para mí. Probablemente habría hecho cualquier cosa que ella me pidiera. Cuando mi padre se suicidó, antes de que el juicio empezara…” La voz de Holly era plana al recordar el día que Jordan Norwood se lo había dicho. “Pasé a estar bajo la tutela del estado, porque mi madre se había ido. Ahora que lo pienso, Jordan fue mi primer amor. Era una mujer muy brillante y hermosa. Se aseguró de que yo estuviera bien cuidada. “No estoy segura de cómo entró en escena, sólo recuerdo su caminar en la cafetería y ofrecerme su ayuda“ “¿Un abogado aparece de la nada?” “Creo que su pareja trabajaba en servicios sociales y de alguna manera, la causa de una adolescente se convirtió en un tema importante para ella.” “¿Ella te ayudó con el proceso de emancipación?” “Sí. También me hizo inscribirme en la universidad. Incluso creo que ayudó a que fuera aceptada en la escuela de medicina. No he pensado en ella en mucho tiempo. Perdimos contacto después de un tiempo. Me dolió demasiado dejar de verla “. “A mí me parece que tuvo un papel muy importante en tu vida. Te ayudó durante una época en que no sabías en qué dirección ir.” “Lo hizo.” Sintió la presión en su pecho empezar a ceder. La pesadez que siempre sentía estaba desvaneciendo. “Debería tratar de encontrarla y darle las gracias.” Deslizó la punta de un dedo sobre el pezón de Tracey. Vio como el capullo se endurecía bajo su toque. “Eres hermosa.” “Estás hablando con mis tetas.” Le reprendió, dándole un ligero tirón en el cabello rubio. “Exactamente.” Dijo mientras se inclinaba y besaba el pezón endurecido, a través del material de la ropa de noche. “Me encanta su cuerpo.” “Holly.” Se movió un poco bajo los labios y los dedos, agarrándola del pelo. “Lo sé, lo sé.” Se echó hacia atrás para apoyar la cabeza en el hombro de Tracey. “Como se suicidó antes del juicio, nunca supe si era culpable. Siempre me pregunté qué sucedió realmente.”
Esta casa era lo más cercano que tenía a una casa, desde que tenía quince años. No parecía darse cuenta de que sus padres nunca estuvieron alrededor. Siempre había sido así. Su padre Don se solía quedar después de la escuela para reuniones o para ayudar a sus estudiantes. Su madre Rita trabajaba como gerente de inversiones en un banco. Como hija única, Holly creció básicamente por su cuenta. Cuando hizo una prueba para entrar en la escuela, acabó en un programa para superdotados. Su madurez e intelecto la ayudaron al pasar los años de escolaridad. De vez en cuando, se detenía en la escuela secundaria pública, donde su padre enseñaba. La mayoría de las veces, él todavía estaba con un estudiante o dos. Se dio cuenta, que cada vez se acercaba allí, siempre estaba la misma estudiante con su padre. Era unos pocos años mayor que Holly. Era una bonita adolescente, que siempre llevaba escotes pronunciados y minifaldas o pantalones cortos. Se preguntó si aquella supuesta relación entre su padre y Louise fue verdad. Cuando tenía quince años, ya sabía que sus padres no dormían en la misma habitación. A veces, ni siquiera la misma casa. Rita se habría ido durante días, y rara vez se preocupaba de su hija. Cuando el periódico local publicó un artículo sobre la acusación, su padre no lo había negado. Don Graham fue detenido, bajo la acusación de tener un tórrido romance con una alumna suya de diecisiete años. Aunque el documento no mencionaba el nombre de la menor, Holly sabía que era Louise. En cuestión de días, fue despedido de su trabajo y los cargos contra él, aumentaron incluyendo violación estatuaria e imposición sexual grave de un menor. El fiscal del distrito fue detrás de su padre. Incapaz de manejar la situación o no querer creer a su marido, Rita Graham pidió el divorcio. Ella no quería tener nada que ver con Holly. La vida de Holly se volvió del revés. Su madre la ignoró. Ya no era la hija deseada. Su madre empacó sus cosas y se fue sin mirar hacia atrás. Holly se encontró con el arresto de su padre, la atención de los medios y el hecho de que estuviera involucrado con una chica dos años mayor que ella. Por primera vez en su vida, ella no sabía qué hacer. El abogado defensor, designado por la corte para su padre, debió haber expresado sus preocupaciones, a los servicios sociales, por la adolescente. Cuando la abogada, Jordan Norwood, llegó a la vida de Holly, fue la única persona adulta en la que pudo confiar. La abogada le explicó sus derechos y qué opciones tenía. Eligió la ruta de la emancipación. Jordan lo tramitó por la vía rápida, sin querer someter a Holly al sistema de cuidado de crianza. Ya como adulto legal, pudo matricularse en la universidad y continuar con sus estudios. Jordan Norwood la salvó. Fue Jordan quien le contó sobre el suicidio de su padre, diez días antes de su juicio empezara. Holly no se inmutó. Dio las gracias a la mujer y se fue a clase. Sus años, en el estado de Kent, fueron una falta de definición miserable. Recibió una beca de uno de los fondos de dotación. Su fondo para la universidad fue bloqueado durante el juicio de su padre. Ella no tenía nada. Vivió con la familia de un profesor, donde ejerció como niñera de los dos niños que tenía el matrimonio. Por extraño que parezca, Holly descubrió que le gustaban los niños. La familia que trabajaba habitualmente pasaba las vacaciones en Europa, lo que significaba que Holly se quedaba sin hogar durante ese tiempo. Se las arregló para dormir en casa de un compañero de clase, pero por lo general estaba sola. De vez en cuando, salía con alguien, pero nunca encajaba con los demás. No sabía cómo interactuar con los demás. Por supuesto, las preguntas sobre su familia siempre acababan apareciendo.
Mañana, la familia de Tracey, querría hacerla preguntas. Había prolongado, durante meses, conocer a la familia Campbell, y por la forma en que había reaccionado Tracey, su familia estaba inquieta. “¿Qué pasó con la chica?” “No lo sé. La casa fue vendida y nunca he vuelto allí.” Ponderó su pasado. “Siempre me pregunté si era inocente. Entonces pienso, ¿por qué iba a suicidarse si era inocente?” “Supongo que es algo que nunca se sabrá.” “Supongo que no. Siento no habértelo contado antes.” “¿Y tu madre? ¿Nunca más supiste de ella?” “Ella no quería tener nada que ver conmigo. Fui a la universidad. Cuando entré en la escuela de medicina me vine aquí y me compré esta casa. Lo curioso es que ella entró, en la sala de urgencias, hace unos años buscándome.” “¿Hablaste con ella?” “No, yo no tenía nada que decir.” “Holly, por favor intenta hablar conmigo. Tienes mucho dolor dentro.” Le puso la mano sobre el corazón a Holly. “No quiero que te hagas daño nunca más.” Había sufrido tanto dolor durante años, que Tracey no sabía por dónde empezar. “No lo sé. Es muy difícil para mí.” Se volvió hacia Tracey. “Esta es la razón por la que nos alojamos lejos de su familia. He tenido miedo a su encuentro. Vamos, Tracey, ¿cuántas veces me invitaron, seis o siete veces? ¿Qué pasa, si me preguntan por mi familia?” Acarició el pecho de Tracey con su nariz. “Sé que has estado evitándolos, pero ellos realmente quieren conocerte.” Tracey sabía que sus padres estaban a punto de rebelarse, si no la conocían pronto. “¿Qué hiciste este año por Navidad?” “Estuve con Greg y Mark. También estuve trabajando.” Vio la preocupación en los ojos de Tracey. “Está bien. He estado sola durante casi quince años. Estoy acostumbrada a estar solo.” “¿Qué hay de Pam? ¿Tuviste una relación con su familia?” “Apenas tuve una relación con Pam.” Besó a Tracey ligeramente en los labios. “Para ella, yo sólo era un reto. Todo un desafío. Cuando me consiguió perdió su interés por mía, y buscó a otra. Siempre actúa de la misma manera, por eso se comportó así la noche de San Valentín. Un nuevo reto para conseguir que volviera con ella, o buscarse una nueva cita, “empezó a reír. “No sé por qué pensó que yo querría volver con ella.” “Ven acá.” Tracey la besó suavemente en los labios. La tocó suavemente en la cara y pasó la mano por la espalda. “Vamos a estar juntas, durante mucho tiempo. Te lo prometo. Si no quieres conocer a mis padres no pasa nada.” “Sí quiero conocerles. Es sólo que puede resultarme difícil, si me piden recuerdos y preguntas. Sobre todo porque realmente no tengo ninguna respuesta.” “Holly, te querrán. No tienes que responder a ninguna de sus preguntar. Estoy segura de que no van a presionarte. Son militares nacidos y de raza. No preguntar, no decir”. “Te mereces mucho más que te puedo ofrecer.” “Voy a tomar todo lo que puedas des.” Tracey la atrajo hacia sí y la besó con todo el amor que sentía. “Sólo quiero estar contigo.”
Capítulo 12 Holly se quedó sentada en su Honda CRV, con las manos apoyadas en el volante. Estaba a dos calles de la casa de los padres de Tracey. Le había prometido que estaría allí a las cuatro. Poco a poco el reloj del salpicadero se acercaba a las tres cincuenta y cinco. Respiró hondo y miró el tráfico. Continuó hacia la casa Campbell. Cuando giró hacia la calle indicada, pudo ver la casa de un militar de carrera, que con la ayuda de su esposa, habían criado a tres hijos y una hija increíble. Se encogió de hombros ante ese pensamiento. Nunca había estado, en términos amistosos, con la familia de nadie, incluyendo la suya. Un terapeuta tendría un día de campo con Holly. Sobre todo ahora, que estaba saliendo con una profesora, antigua profesión de su padre. Ya no podía evitar más, encontrarse con la familia de Tracey. Si quería seguir teniendo una relación con ella, tendría que someter a sí misma para conocerlos. Tracey estaba muy unida a sus hermanos. ¿Cuáles eran los nombres de los hermanos de Tracey? Sabía que el más joven era Tom. Había otro que se llamaba Chris. El mayor sería David. El nombre de su madre era Ellen. No había manera de olvidar a Frank, pensó mientras se detenía delante de la residencia Campbell. La casa era modesta, y en un barrio acomodado del Condado de Montgomery. Tracey mencionó que se habían trasladado a la zona de Washington DC, para que los niños pudieran terminar la escuela secundaria, en un mismo sitio, mientras su padre continuaba con su carrera en el ejército. Miró delante de la casa. Había cuatro coches, con un gran RV que estaba aparcado en su propia zona, al lado del garaje. En el camino de entrada, tres chicos y cuatro chicas jugaban a baloncesto. Se encogió cuando la pelota salió del tablero y golpeó el capó de un BMW. “Hola.” Una niña de unos seis años la saludó, mientras se acercaba a ella con dos empanadas de manzana caseras. “Hola.” Ella le contestó, dándose cuenta de que era el centro de atención del grupo. “¿Está tu tía Tracey en casa?” “Sí.” Uno de los chicos mayores contestó. “¿Eres la médica?” Holly se rio en voz alta. “Sí, pero me llamo Holly.” “Guay. Estoy Lucas.” Se echó hacia atrás su gorra de invierno de Raven y tomó el plato, que traída, de sus manos. “Wow eres alta. No tan alta como mi papá, pero si más que la abuela.” Lucas dio una sonrisa que reveló un destello de su tía. “Vamos. Te estábamos esperando. No somos mayores pero sabemos modales y todas esas cosas correctas.” “¿Cuántos años tienes?” -preguntó Holly. “Haré catorce el próximo mes, ¿te interesa?” Holly se detuvo en seco. “Estoy bromeando. Vamos, que la familia te espera.” Holly miró la versión más joven de Tracey. “La abuela ha estado hablando de ti desde enero. Está muy emocionada por conocerte.” Lucas la acompañó a través del garaje, hacia la entrada de la casa. Él gritó mientras golpeaba la puerta. “La doctora ya está aquí.” Se quitó el sombrero que escondía su pelo rubio, y las zapatillas de deporte, dejándolas junto a la secadora. Una pequeña mujer con el pelo grisáceo se acercó a la entrada.
“Lucas, ¿dónde están tus modales?” Holly sabía que era la madre de Tracey. Tenía sus mismos ojos, y la forma de su rostro. “Hola. Soy Ellen Campbell. Bienvenida. He oído hablar mucho de ti.” “Gracias por la invitación. Me disculpo por no venir antes. A veces mi trabajo ocupa la mayor parte de mi tiempo.” “Es verdad. Mi hija dice trabajas mucho. No estás trabajando ahora, ¿verdad?” “No.” Dijo con una sonrisa, intentando mantener sus nervios en orden. Ellen era una mujer pequeña con el pelo marrón grisáceo. “He traído unas empanadas.” “No tenías por qué hacerlo.” Ellen tomó su abrigo. “Pero fue muy amable de tu parte.” “Creo que Lucas se llevó el plato.” “Ese Lucas, es mi nieto mayor, el hijo de David.” Ellen se miró en el espejo del pasillo. “¿Parezco una abuela?” Se apartó el pelo hacia atrás. “No, nunca lo habría adivinado.” Sonrió. Ellen no parecía tan mayor como para ser abuela. Holly había visto abuelas de tan sólo veintisiete años. “Señora Graham, espero que sea un buen médico, porque no es buena mintiendo.” Ellen bromeó mientras agitaba su mano y se echaba a reír. “Tengo cinco nietos, Lucas y Mora son de David. Chris tiene tres, Chad, y los gemelos, Lisa y Lauren. Tom tiene el uno, Patrick. La mayoría de ellos están jugando afuera. Hay algunos niños del vecindario, con los que se suelen juntar. Estoy esperando que Tracey tenga sus propios hijos. ¿Te gustan los niños? “ “Los niños son geniales.” Sabía que Ellen podía leer a través de su mentira. La mujer guiñó el ojo. Sintió que su estómago se revolvía, y su cabeza empezó a dar vueltas. Los niños, los niños, los nietos… anoche estaban en una pelea sobre convivencia. Nadie había dicho nada acerca de niños. ¿Acaso Tracey quiere tener hijos? Tracey apareció en la sala frente a ella. “Hey, no sabía que estabas aquí.” Dijo poniéndose de pie y saludándola con un abrazo. “¿Conociste a mi madre?” “Sí, y a algunos de los niños. Lucas es un encanto”. Se sentía rara simplemente abrazando a Tracey. Normalmente ellas se besaban, pero delante de la familia las reglas eran un poco diferentes. Sintió la mano de Tracey en la parte baja de su espalda. “Sí, lo es. Lo aprendió todo de su tía.” Holly sintió que se sonrojaba ante la declaración de Tracey. “Vamos, quiero que conozcas a mis hermanos.” Abrió el camino de la cocina a la sala de estar de la casa. Había un pasillo lleno de fotografías. Holly se detuvo para admirarlas. “¿Eres tú verdad?” Señaló una foto de una Tracey más joven con un casco de fútbol americano, jugando con un grupo de niños. “Sí,” señaló a la imagen. “Estoy con Tommy, Chris y mis primos Bobby y Phil.” “Parecéis tan felices.” Dio un paso atrás, para poder ver mejor el resto de las fotos de la familia. Los niños Campbell eran muy parecidos, pero era capaz de distinguirlos. Tommy y Chris tenían el pelo del mismo color que Tracey. David era el único con el pelo negro como su padre.
“La verdad es que nunca lo había pensado. Sí que tengo muy buenos recuerdos en esta pared, pero no suelo fijarme mucho. Paso delante de las fotos sin siquiera pensarlo dos veces.” “Eso es porque tienes que tener una primera idea para tener un segundo pensamiento.” Una voz profunda llegó desde atrás Tracey. Holly miró a la cara de una versión muy masculina de Tracey. “Tommy, ella es Holly.” Dijo Tracey. Holly sabía Tracey sólo era un año mayor que su hermano, Tom. “Hola.” Lo saludó. “Hola. Así que esta es la misteriosa mujer con la que estás saliendo”. Tom puso la mano en la barbilla. El gesto de aprobación llegó lentamente. “Bueno, puedo ver por qué.” Tracey le dio un puñetazo en el brazo. “Encantado de conocerte. Oí decir a Lucas que trajiste pasteles” “Lo hice. He oído hablar mucho de ti.” “Eso seguro. Nosotros no hemos oído mucho de ti.” Tracey lo golpeó de nuevo. “Papá y David están viendo el partido. ¿Te gusta el hockey?” “En realidad no.” Respondió con sinceridad. “Gracias a Dios”. Tom sonrió. “Pensaba ponerme algo para beber. ¿Te apetece tomar algo?” “No, gracias.” Pensó que si empezaba a beber tan pronto, no podría detenerse. Tom se fue hacia la cocina. “¿Estás bien?” Tracey le preguntó. Holly negó con la cabeza. “Ven aquí.” Le hizo señas para que la siguiera a la habitación. Dejó escapar un suspiro, cuando Tracey cerró la puerta. Sus manos cubrieron su rostro y pasó por encima de su cabello. “Las respiraciones profundas… respiran…. dime qué está pasando” “Le mentí a su madre. Le dije que no se parecía a una abuela. Tracey veo mujeres que ya son abuelas con tan solo veinte años. Luego empezó a hablarme de tener hijos. Cristo, ni siquiera sabemos dónde vamos, como para hablar ya de tener hijos “. Se sentó en la cama. Echó un vistazo alrededor de la habitación. “¿Esta es tu habitación?” “Sí… Dra. Flipada”. Se arrodilló frente a ella. “Es necesario que te relajes. No hay nada que no podamos manejar. Tenemos hacerlo ahora mismo para que te relajes.” Empezó a desabrocharle el cinturón y sacar la camisa de su cintura. “¿Es una broma? No puedo. No aquí.” Se retorció lejos de Tracey hasta que vio aquellos ojos grises llenos de humo. Tracey se estaba riendo. “Debo decir que empiezas a preocuparme. Ahora mismo estoy teniendo un mal momento y tú estás bromeando acerca de tener sexo en casa de tus padres.” “Relájate. Estoy tratando de hacerte sentir cómoda.” “En casa, es donde me gustaría estar cómoda.” Dijo mientras se inclinó y besó los labios de Tracey. El suave beso causó un deseo de elevarse en Holly. “Será mejor que no hacerlo de nuevo.” “Seguiremos más tarde, cuando estemos en casa.” Tracey le tomó las manos y se puso de pie. “¿Estás lista para conocer al resto de los hisopos?” “¿Tengo alguna opción?” “No”. “Entonces la respuesta es ¡sí!” Dijo con un saludo falso.
Tracey le dio un beso, tomando el rostro entre sus manos y besándola de nuevo, pero esta vez profundamente. El deseo de Holly empezó a crecer más. Se separaron y se miraron la una a la otra. “Esta es mi familia. Ellos significan el mundo para mí. Eres muy especial para mí y ellos lo saben. Si no te sientes cómoda, nos iremos en cuando me lo digas. ¿Estás acuerdo con esto?” “Sí.” Cogió su mano y la besó. “Gracias.” Esta la abrazó, y la sostuvo durante un par de minutos. “Lista, toma una respiración profunda.” Se sentía como uno de sus pacientes. Respiró hondo. “Vamos a la mensa, antes de que piensen que estamos haciendo algo que queremos hacer.” Le guiñó un ojo mientras se la llevaba hacia la puerta. Tan pronto como entraron en el pasillo, vieron a una mujer joven embarazada, con una niña agarrada de la mano. “¿Alguien no quiere dormir la siesta?” Tracey miró a la niña. “Mora, se suponía que tenías que estar durmiendo.” Le revolvió el pelo a la niña, que con el pulgar en la boca se ocultaba detrás de la pierna de su madre. La mujer se detuvo y miró a Holly. “Hola. Soy Kelly, la esposa de David.” La miró fijamente durante un minuto. “Te conozco. Eres amiga del Dr. Walosky. Yo trabajo en la Unidad de investigación.” “Si, es verdad. Te conozco. Aunque hace mucho tiempo que no te he visto.” Holly dijo mientras miraba el estómago de la mujer. “Como ves, he estado un poco ocupada.” Puso una mano sobre su estómago. “Ya estoy en la recta final.” Tracey cogió a la niña y la hizo girar sobre su cadera. Se dirigieron a la sala donde les esperaba el resto de la familia. “David, ella es Holly, la amiga de Tracey.” El hombre alto de pelo negro se puso de pie. Sus facciones estaban esculpidas y bien definidas. El color oliva de su piel era más oscuro que el color de Tracey. “Hola, encantado de conocerte.” David tendió la mano. “Y bueno finalmente poner una cara a un nombre.” “Hon, Holly es amiga del Dr. Walosky.” “¿No le acaban de dar ese importante premio de investigación?” “Si, Holly dio el discurso de introducción.” Tracey elevó la voz. “Es verdad. Recuerdo hacer oído algo al respecto, pero no hice la conexión.” Kelly se dirigió hacia la pequeña terraza acristalada de la sala de TV. “Papá, ella es Holly.” Tracey hizo las presentaciones. Como si fuera una versión corta de David, el padre de Tracey entró en la habitación con un par de cervezas. Holly sintió que su estómago se revolvía. Él la miró fijamente, y luego le tendió la mano. “Frank, me llaman Frank. Toma, pensé que probablemente la necesitarías.” Entregó a Holly una cerveza. “Ellen es un poco áspera en los nuevos. Verdad Kelly?” “Seguro.” La mujer embarazada suspiró. Holly sintió una oleada de alivio. Frank le guiñó un ojo. “Es muy bonito conocerte. Escuché que llevaste a mi hija a una escalada. Debió de ser todo un desafío.” “Fue muy divertido.” Se dio cuenta que estas personas eran normales, y estaban tratando de hacer que se sintiera cómoda. Se relajó un poco al darse cuenta de que le gustaba aquella familia. Se sentó cerca de Frank, como si hubiera comenzado a tomar eco sobre el desafío. Frank llevaba un sello de la marina de guerra y estaba muy orgulloso del tatuaje que tenía en su bíceps. “David tiene un cocodrilo en el hombro.” Frank se quejó y David se echó a reír.
“Cuidado Holly. Te volverá loca con sus historias en cualquier momento.” Tommy gritó mientras maltratada el cabello de Chad. “¿Ya está mostrando sus tatuajes?” Una voz le preguntó, cuando otro hermano de pelo marrón peludo, asomó la cabeza en la habitación. “¿Tienes alguno Holly?” Esta se quedó un momento si saber qué decir, hasta que se dio cuenta de los hermanos de Tracey se burlan de ella. La última incorporación tenía que ser Chris. “Sin comentarios.” Se escabulló en la esquina del sofá. “¿Qué pasa con los tatuajes?” preguntó Holly. “A Papá le gusta decir que cada tatuaje tiene una historia de guerra. ¿Tienes alguno?” Cuando Holly no respondió de inmediato, Chris continuó. “Le preguntaré a Tracey.” Chris comenzó a salir de la habitación. “Es una broma.” Regresó en la habitación. “Eso será en tu próxima visita.” Bromeó a la médica. La televisión en la sala de estar todavía sintonizaba el partido de hockey, Holly se convirtió en el centro de atención, nada más ser presentada al resto del clan Campbell. Frank logró acorralarla, en el pequeño espacio junto a él en el sofá, mientras que Tracey y sus cuñadas, Kelly y Trish, se dirigieron a la cocina para ayudar con la preparación de la cena. “¿Crees que estará bien con papá?” Tracey miró hacia atrás, viendo a su novia sentada al lado de su padre. “Si le Frank ha hecho lo que me hizo a mí, estará bien.” Trish dijo ignorando la extraña mirada de Tracey. “Voy a retirarme un momento.” Kelly explicó mientras colocaba sus manos en su espalda baja. “No me encuentro muy bien.” La mujer embarazada ocho meses se movía lentamente, teniendo que recuperar el aliento. “Kell, ¿por qué no te acuestas un rato? Podemos manejar la situación. Además, mamá seguro que nos echa de la concina en cualquier momento.” “Tómate una siesta rápida. Te despertamos para la cena.” Trish le aconsejó manteniendo abierta la puerta para ella. La acompañaron a la antigua habitación de Tracey y regresaron a la cocina. “¿Qué te dijo mi padre?” Susurró a Trish tratando de que su madre no escuchara. “Él vino a mi casa, a hablar conmigo y mis padres.” Le confesó. “¿Ya sabes cómo fue cuando empecé a salir con tu hermano?” “Sí…” Tracey recordó. Su cuñada provenía de una familia abusiva con problemas de bebida y drogas. Cuando Trish conoció a los Campbell, no sabía qué pensar de una familia que se sentaba y comía conversando amistosamente, en vez de con acaloradas discusiones y palizas. “Después tu padre se acercó y me llevó a tomar un café. Él me sentó y me dijo que no tenía ninguna opción en cuanto a quién era mi familia.” Se enjugó una lágrima. “Pero que sí que tenía una opción, en cuanto a quién dejaba que controlara mi vida. Me preguntó si todavía quería dejar que mi padre ejerciera ese control sobre mí. No lo quería, pero no estaba segura de cómo iba a sobrevivir sin dinero o sin un techo sobre mi cabeza. Tenía un trabajo, pero nada que pudiera ayudarme mientras iba a la escuela “. Trish miró sobre su hombro, hacia donde sus hijos jugaban en el patio. “Tu padre pagó mi apartamento mientras estaba en la escuela.” Su boca cayó ligeramente abierta. “Oh, le dije que no. Pensé que me estaba haciendo algún tipo de proposición.” Se sonrojó. “Él se echó a reír. Me dijo que pensara en ello y se lo hiciera saber a finales de mes.” “¿Se lo contaste a Chris?” “De la forma en que me habló, supuse que Chris no debía saberlo. Acepté su oferta. Una vez que me gradué y empecé a trabajar, he tratado de devolverle el dinero, pero
nunca me lo ha aceptado. Dijo que lo metiera en un fondo para la universidad para nuestros hijos. Tracey, ni tan siquiera estábamos todavía casados“. “Sabes cómo es mi padre. No dice mucho, pero cuando lo hace, por lo general tiene un propósito.” Recordó la semana pasada con Holly. A pesar de que no se había podido ver mucho, pasó por casa de Holly, pero desapareció antes de que esta llegara a casa desde el trabajo. Se aferró a la almohada de Holly como si fuera la médica. “¿Crees que fue a visitar a Holly?” “Después de la última cena en familia, creo que lo hizo. Parecía un poco intimidada, cuando lo ha visto.” “¿Y por qué no me lo ha dicho?” “Si Frank la visitó, ella no lo hará. Créeme, sé lo que es tener a tu padre diciéndote que mantengas la visita para ti misma. Ella nunca lo mencionará.” “¿Tracey puedes hacer la ensalada? Trish, ¿puedes poner la mesa?” Ellen preguntó campante, mientras se ponía entre las mujeres. “Por favor, decidme que Kelly se ha acostado un rato. Ella ha estado bajo mis pies todo el día.” Ellen sopló el flequillo de sus ojos y se limpió las manos en el delantal. “Os amo chicas, pero siempre estáis en mitad de mi camino.” “Oh lo sabemos mamá.” Tracey guiño un ojo a su cuñada. “Kelly está tomando una siesta.” “¿Dónde está tu amiga?” “Está siendo sometida a los hombres Campbell, por lo que apreciará más a las mujeres Campbell.” Tracey sonrió, sabiendo que Holly podría sostener su posición con su familia. “Recibiré mi ración esta noche.” Tracey susurró al oído de Trish. Cuando su cuñada se volvió, su cara se volvió roja, dijo. “¿Qué?” “Nunca habías hablado así de nadie.” Trish se rio. “Estaba empezando a preguntarme si incluso sabías…” Trish se detuvo cuando Ellen estuvo cerca. “Todos nos preguntábamos si sabías lo que era tener buen sexo.” Ellen expresó lo que su nuera pensaba decir. “Oh, cariño, todos hemos estado esperando que encontraras a alguien que realmente te gustara.” Ellen le pellizcó la mejilla. “Y ya era hora. No quería pensar que terminarías con Maxine Kendall sentada, en la sala familiar, junto a tu padre.” “¡Mamá!” Tracey estaba avergonzada, por la conversación a su alrededor. “Acéptalo Trace, me alegro que disfrutes durmiendo con esa mujer”. “Me encanta.” Sonrió mientras sacaba una lechuga de la nevera. “Realmente me encanta.” Esta era la primera conversación que había tenido con su familia sobre su vida sexual. “Es como si no pudiera tener bastante de ella.” “Ahora entiendes la teoría de conejo.” “Comprender y practicar… gracias a Dios que no puedo quedarme embarazada.” Echó la cabeza hacia atrás y se rio. “Ahora que estoy celosa. Necesité tres niños para que lo averiguáramos.” Trish contrarrestó. Ellen se rio entre dientes. “A nosotros cuatro.” Explicó mientras colocaba una mano sobre los hombros de Tracey. “Estoy feliz por ti, cariño. Es bueno verte así.” Ellen tarareó y siguió marcando los tuppers de comida en el mostrador. “¿Necesitáis algo de ayuda?” Holly estaba en la puerta, con la mano en el marco de la misma. “Tu familia tiene una obsesión con los tatuajes.”
“¿Ya están otra vez con eso?” Trish dijo con una sonrisa. “¿Frank hizo su danza de chica hula para ti?” “No llegué a ver a la chica de hula. Tendré que pedir un pase especial.” Holly vio la mirada de sorpresa en los ojos de Ellen. “Estoy bromeando.” “Ella te está burlando, Holly. Frank no tiene ninguna chica tatuada en su cuerpo y si se lo hace, se va a casa con uno de sus hijos.” Ellen resopló a Trish. “Probablemente se iría con Chris, si tuviera que elegir uno.” Ellen abrió el horno y sacó la parrilla hacia afuera. En lo alto de la misma, estaba el jamón más grande que Holly había visto en su vida. “Tracey, ¿puedes me puedes ayudar con esto?” Ellen le preguntó a su hija mientras levantaba la parrilla. “Holly si pudieras, por favor, avisar a todos que la cena está lista. Dile a Lucas que vaya a buscar a los niños. No te preocupes por Kelly. Ella está durmiendo la siesta.” Ellen sonrió cuando la mujer alta asintió y se dirigió hacia la habitación de la familia ruidosa. “Ella es muy agradable Tracey. Me gusta.” Tracey besó la frente de su madre y sonrió. “Gracias.”
~ La cabeza de Holly estaba dando vueltas por la actividad en torno a la gran mesa del comedor. Ellen explicó que la mesa no era por lo general tan grande, sólo para reuniones familiares. Había tenido que dos secciones adicionales porque si no, no había suficiente espacio alrededor de la mesa para todos. Kelly seguía durmiendo en el dormitorio. Holly nunca había visto tal fiesta en la casa de una persona. Había jamón, pavo, puré de papas, ensaladas de todo tipo y las copas nunca estaban vacías. Si una se vaciaba, enseguida era llenada. Los niños estaban sentados, en las sillas altas, cerca de sus padres. Observó con asombro, cómo Trish alimentaba a los gemelos con la experiencia de un malabarista. Si se inclinaba una taza, ella la cogía. Si querían más puré, ya estaba lista para darles una nueva cucharada. “Práctica”. Dijo que cuando vio a Holly mirándola. A la hora de los postres, cuando los pasteles fueron servicios, Holly estaba lleno hasta los topes. Necesitaba desabrochar su pantalón para sentirse cómoda. Sintió la mano de Tracey en su rodilla, y no pudo reprimir la sonrisa que apareció en su rostro. Le estaba gustando conocer a su familia. No podía recordar la última vez que se sentía como si estuviera acogida en una familia. Justo cuando le llevó el tenedor a la boca, oyó el grito. “¡David!” El grito ahogado desde el pasillo causó pánico por toda la casa. Un destello de pelo oscuro saltó de la mesa y corrió por el pasillo. “Hay algo mal.” Ellen dijo elevando su voz por el miedo. “¡Mamá!” La voz de David llamó. Tracey se puso de pie al igual que el resto de los adultos alrededor de la mesa. Sintió que su corazón latía. Kelly rara vez se había quejado con sus embarazos anteriores. No estaba segura de si era por la edad de su cuñada, pero en esta ocasión, el embarazo estaba tomando un peaje en Kelly. Echó una mirada hacia Holly que parecía muy tranquila. “Hay mucha sangre.” Las palabras flotaron por el pasillo a los oídos de Tracey. Sintió una mano en su brazo, y vio a Holly de pie junto a ella. “Coge el teléfono.” La médica, dijo con calma y pasó junto a ella hacia el dormitorio. Esta asintió y cogió el teléfono inalámbrico de la pared de la cocina. Holly se dirigió al dormitorio. Tracey estaba en la puerta mirando, mientras la médica se ponía en cuclillas junto a la cama. Puso una mano sobre el abdomen de Kelly. Intercambió
una serie de palabras tranquilas. Finalmente asintió y levantó los ojos hacia el rostro de Tracey. “Muy bien, ¡todo el mundo fuera!” La voz de Frank creció. Miró a Holly. “A excepción de su médico.” La habitación se despejó a excepción de David. “¿Alguien puede traer el maletín de mi coche?” Tendió las llaves y Frank las cogió de las manos. “Gracias. Ellen, ¿puedes traer un poco de agua hirviendo y algunas sábanas?” Después se centró en David y Kelly. “Lo habéis hecho esto antes, ¿no?” La pareja asintió. “Esta vez es igual.” Holly dio a la pareja una pequeña sonrisa. “Cuando tenga mi maletín, me aseguraré de ver lo que está pasando. Sólo como precaución, voy a pedir a Tracey que llame a una ambulancia.” Asintió con la cabeza hacia Tracey que había olvidado de que estaba sosteniendo el teléfono. “Duele.” Kelly hizo una mueca cuando otra contracción la golpeó. Su mano estaba envuelta en la de David. “Sé que esto va a ser duro, pero no empujes…” dijo mientras su maletín médico era colocado a sus pies. Frank estaba a su lado jadeando y resoplando, como si fuera él el que estuviera de parto. Holly se puso en un par de guantes y empezó a examinar a Kelly. “Tracey”. La llamó de nuevo. “Llama y hazles saber que tenemos una embarazada de ocho meses, que se ha puesto de parto. El bebé decidió venir un poco antes de tiempo y está…” Hizo una pausa buscando la palabra correcta. “Al revés”. Tracey salió de la habitación con el teléfono en la mano. Pulsó los tres dígitos. Sintió a alguien a su lado. Su padre estaba blanco como un fantasma, con un rastro de sudor a lo largo de la frente. Su sonrisa era débil. “911, ¿cuál es su emergencia?” “Hola…” Tracey no reconoció su propia voz. “Necesito una ambulancia en el 1238 Rosewood Lane. Se trata de una mujer embarazada, de ocho semanas, que se ha puesto de parto. Tenemos un médico en el lugar, pero dijo que el bebé viene al revés.” “Está bien…. Tengo una ambulancia en camino. Necesito que te quedes en la línea conmigo. ¿Me puedes decir si ella está teniendo contracciones? ¿Cada cuánto las tiene?” “Papá, quieren saber si Kelly tiene contracciones y cada cuanto tiempo.” Sostenía el teléfono en la barbilla mientras daba las órdenes. Frank desapareció en la habitación y volvió en menos de treinta segundos. “Son cada diez minutos y está dilatada 5 cm.” Frank gritó El operador debió haberle escuchado, porque repitió la información en el oído de Tracey. “Ella no puede obtener una lectura sobre el bebé, pero la presión arterial de la madre es elevada.” “¿Me escuchaste?” Tracey le pidió al operador del 911. “Sí...” Respondió mientras escuchaba el ruido de las sirenas en el fondo. Lucas fue corriendo por el camino a buscarles. El adolescente estaba preocupado por su mamá. “La ambulancia está aquí.” Tracey informó al operador. Frank abrió la puerta y dejó entrar a los EMT en la casa. Tracey reconoció al EMT, de cabeza calva, del accidente de autobús. El hombre tiraba de una camilla, pasando junto a Tracey, seguida de su compañera, la ex novia de Holly, Pam. Esta le dio a Tracey una leve sonrisa, tratando de trabajar su encanto. No fue ni un medio segundo, antes de que se diera cuenta de que la estaba mirando. La expresión en el rostro de la EMT, llevó a Tracey a creer Pam estaba un poco sorprendida por su presencia. Le encantaría ver su cara cuando se diera cuenta de que Holly era la médica que estaba con Kelly.
“Dra. Graham….” El EMT masculino gritó, cuando vio a Holly en la cabecera. “¿Haciendo visitas a domicilio?” “Richard, me alegro de verte, como siempre.” Los ojos de Holly se desviaron, más allá de su cara y por encima del hombro, al segundo miembro del equipo. “Sra. Farmer.” Saludó a Pam cuando entró en la habitación. “Tenemos un nacimiento de nalgas. Kelly es enfermera en el consultorio del Dr. Greg. Este es su tercer hijo. PA elevada 135 más de 90. Las contracciones se estabilizan aproximadamente en diez minutos. Dilatada a 6cm. ¿De cuántas semanas estás?” “Treinta semanas…” David gritó antes de que su esposa pudiera responder. “¿Está todo bien?” “No puedo monitorear aquí al bebé, pero podré hacerlo en el hospital.” Holly colocó su estetoscopio sobre su hombro. “¿Sabías que venía de nalgas?” “Ha estado muy activo el último par de días. Si lo hubiera sabido, me hubiera detenido.” Kelly comentó. Las gotas de sudor estaban descansando en la frente. David las secó con un paño. Ella le sonrió. “¿Quién es tu ginecólogo?” -preguntó Holly. Dio un paso atrás, dejando que el equipo hiciera su trabajo. Por la rigidez en la postura de Pam, Holly sabía que la EMT estaba enojada. Sus movimientos se detuvieron, mirando a su compañero Rich. “El Dr. Levin, él está fuera de…” “Townson. Lo sé.” La médica miró el monitor y su reloj. “Voy a llamar a Adán para avisarle. Rich y Pam vamos a prepararla para llevárnosla. ¿Tienes alguna pregunta?” “¿Vienes con nosotros?” David preguntó mientras Kelly negaba con la cabeza. “Creo que toda tu familiar vendrá detrás de ti y si me necesitas, estaré en el hospital. Pero a tu hermana puede que no le guste que esté trabajando.” “Esto es una emergencia familiar. No es un problema de trabajo.” Kelly gritó. “Si no lo entiende, entonces tendrá que hablarlo conmigo.” “¡Lo entiendo!” Tracey se puso detrás de Holly, deslizando una mano sobre la parte baja de su espalda. No pensaba dejar a Holly cerca de su ex novia. “Entonces iré, pero no estoy trabajando.” Dijo en voz baja mientras se acercaba más a Tracey. “Bienvenida a la familia.” Tracey dijo mientras se inclinaba para besarla en los labios.
Capítulo 13 “En el nombre de Dios; pero, ¿qué estás haciendo aquí?” Los puños Rollins se plantaron en ángulo recto, en sus caderas, mientras su voz resonaba en las paredes de la sala de urgencias. Sabía que su amiga debía estar con los padres de Tracey. El último lugar que esperaba ver a la doctora era en urgencias. “¡Date la vuelta y marcharte ahora mismo!” Le señaló la puerta de salida. “¡No deberías estar aquí! ¡Esa chica es lo mejor que te ha pasado en la vida, y lo acabarás estropeando!” Las cejas de Holly se levantaron ante las palabras de Rollins, pero finalmente le sonrió, mientras observaba el juego de las emociones en el rostro de la enfermera veterana. Rollins chasqueó la lengua en el techo de la boca. “¿Te has molestado siquiera en conocer a su familia?” “Hubo una emergencia.” Holly trató de explicar. “Emergencia, mi culo.” Le reprendió. “Ni siquiera conoces el significado de la palabra. Si yo fuera la madre de la muchacha, te habría…” “¿Hay algún problema, Holly?” Ellen Campbell se acercó a la enfermera agitada, que estaba riñendo a Holly. La boca de la enfermera se abrió y cerró, como un pez, sin saber mucho más que decir. “¿Viste donde llevaron a Kelly?” “No hay nada que no pueda manejar, señora Campbell.” “Ellen”. “Ellen”. Holly repitió y miró a Rollins, que parecía no saber dónde meterse. “Sandra, ¿puedes ver donde está Kelly Campbell? Rich y Pam la trajeron en ambulancia. Ella estaba de parto, de nalgas.” “¿Eh?” Le tomó un momento a Rollins darse cuenta de que la pequeña mujer, junto a Holly, era la madre de Tracey. Asintiendo con la cabeza, como un muñeco bobble head, se fue detrás del escritorio y comenzó a golpear las teclas del ordenador. “Lo siento, Dra. Graham, yo estaba…” “¿Preocupada por mi comportamiento?” Le dirigió una sonrisa y le puso una mano en su antebrazo. “Yo haría lo mismo si la situación fuera a la inversa. Esta es la madre de Tracey, Ellen Campbell.” “Sra Campbell.” La enfermera le dio un guiño, y levantó los ojos de la pantalla del ordenador a la pequeña mujer. Varios pasos apresurados se acercaron a la mesa. “¿Encontraste algo?” Tracey preguntó. Había dejado a Holly y a su madre en la puerta, y se había ido a buscar un lugar donde aparcar su coche. “Todavía no, Sandra lo está mirando.” Le pasó un brazo por la cintura, y la atrajo hacia sí. “Pero estoy segura de que está bien.” “Enfermera Rollins, es bueno verte de nuevo.” Tracey sonrió a la mujer. “Holly no le estará causando problemas, ¿verdad?” “Nada que no pueda manejar.” Una extraña sonrisa apareció en el rostro de Rollins. “He sido buena.” Dijo mientras Tracey le daba un codazo en el costado. “No hice nada.” “Esta vez.” Tracey bromeó. “La llevaron a tres, la sala de maternidad.” “¿Quién está de guardia?” “Jackson”. Asintió en respuesta Rollins. Sabía que Linda Jackson, era la ginecóloga, que a menudo, hacía los turnos de os fines de semana en el hospital. “Estaré aquí hasta las ocho, por si necesitas algo.”
“Tranquila. Estaremos bien, pero gracias. Te veré mañana.” Dijo mientras seguía a Ellen y a Tracey a los ascensores. La noche había tomado un giro que nunca podría haber predicho. Estaba agradecida de haber estado en casa de los Campbell y haber podido cuidar de Kelly. Aunque su papel en la situación había sido poco importante, sabía que Kelly debía ir al hospital. “¿Cuándo fue la última cita de Kelly?” Preguntó a la mujer Campbell, una vez dentro del ascensor. Su ginecólogo debería haber sabido la posición del bebé y dado instrucciones a la madre. “Kelly perdió su última revisión y no fue capaz de conseguir una nueva cita.” Ellen respondió. Holly silbó entre sus dientes. “¿Es un problema?” “No, pero el médico habría visto la posición del bebé. Tener un bebé de nalgas no es tan raro.” Les explicó. Sonó el timbre y las puertas se abrieron a la sala de maternidad. De pie en el ascensor estaba Pam Farmer. “Hola.” Dijo ésta incómodamente mientras cambiaba su peso de un pie a otro. “Creo que ahora está en cirugía.” La EMT reconoció de inmediato al resto de miembros de la familia. “El padre está en la sala de espera.” Señaló el conjunto de puertas dobles. “Gracias.” Tracey dijo mientras andaba junto a su madre. “Holly, ¿tienes un segundo?” Holly miró a Tracey, que le dio un guiño y a continuación, se dirigió a Pam. “Sólo un par.” Hizo un gesto a Pam para que la siguiera a las ventanas, con vistas al aparcamiento. Holly ella se apoyó contra la pared y cruzó los brazos sobre su estómago. “¿Qué necesitas?” “Jesús…” Pam se frotó la sien. “Escuchar Holly, yo solo… quería disculparme.” “¿Exactamente por qué? ¿Por increparnos a mí y mi novia mientras estabas borracha? ¿Intentar tocarme? Por haberme engañado con varias de tus conquistas por todo el hospital. ¿O por pillarte con aquella enfermera en mi casa y en la cama?” “Mierda”. El rostro de Pam palideció. Se volvió para alejarse, pero luego se volvió hacia Holly. “Lo siento, te traté como una mierda.” Se paseó delante de ella, que no habían cambiado de posición a pesar de la torpeza. “Pareces feliz. Quería decirte que creo que es genial que hayas podido encontrar a alguien que te hace feliz.” Comenzó a alejarse. “Pam!” Fue en pos de ella. Cuando la EMT volvió, se quedaron mirando durante unos segundos. “Gracias. Ella es una gran persona”. “Tienes suerte de que no la invitara a salir yo primero.” “Ella me invitó a salir.” Recordó la linda nota que le había dejado. “Ella es una mujer inteligente.” Pam agitó, abrió la puerta de la escalera y desapareció. “Sí, lo es.” Murmuró en voz alta, y fue en busca de Tracey y su familia. Caminando hacia la sala de espera, vio a David Campbell sentado en el sofá de piel sintética, con los codos apoyados en las rodillas y la barbilla apoyada en las manos. Estaba muy nervioso. Su pierna rebotaba violentamente mientras esperaba noticias de su esposa e hijo. Ellen, sentada junto a él, deslizaba su mano por la espalda de su hijo, tratando de ofrecer algo de consuelo. Tracey estaba en el puesto de enfermeras hablando con una mujer vestida con ropa de color marrón. “¿Es esa la Dra. Graham?” Una de las enfermeras de recepción le preguntó a su compañero de trabajo mientras rodaba su silla de oficina más cercana. La mujer se dio la vuelta para ver a Holly acercarse hacia ellos. “Sí. Shelia. El rumor es que ella está saliendo en serio con alguien.” La enfermera volvió a prestar atención a la tabla en frente de ella.
“Me alegro. Pero Pam ha estado aquí buscándola, hace solo unos minutos. Esa chica es una jugadora”. Shelia desvió sus ojos hacia la doctora, mientras daba un paso hacia el escritorio. Tracey se aclaró la garganta y miró a la enfermera, por un momento, hasta que sintió el deslizamiento del brazo de Holly alrededor de su cintura. “¿De qué te enteraste?” le preguntó, cuando Tracey volvió y la besó en los labios. El acto provocó que la enfermera tuviera que esconder su cara para no reírse. Shelia por otra parte se volvió completamente roja, de vergüenza. “Shelia sólo estaba buscando información para nosotras.” Le respondió, echándose hacia atrás y mirando a los ojos de Holly. Le guiñó un ojo y le acarició la cara, antes de dirigirse a las enfermeras. “Shelia, señorita Rose.” Holly saludó a las enfermeras. “¿Alguna información que nos podáis dar?” “Dra. Graham.” Rose se enderezó cogiendo el informe de la paciente. “Sabes que no podemos dar información.” Holly les había salvado el trasero, más de una vez, en los últimos años. “Como veo que no estás trabajando esta noche, te puedo decir que la Dra. Jackson está en la cirugía y debe tardaré una hora, más o menos.” “Gracias Rose.” Le guiñó un ojo a la enfermera mayor y agarró la mano de Tracey. Caminaron hasta las sillas para actualizar los otros. “Shelia piensa que eres linda.” Dijo mientras sostenía con fuerza la mano de Holly. “¿Qué quería Pam?” “No estoy interesada en Shelia o Pam.” “Lo sé; pero, ¿qué quería? Parecía un poco molesta en la casa.” “Quería pedir disculpas y me dijo que parecía feliz.” “¿Qué le dijiste?” “Le dije que tu madre era una muy buena cocinera, así que estaba feliz porque tenía un completo…” El golpe en su estómago detuvo las burlas. “Estómago”. Se inclinó y apretó los labios contra Tracey. “Estoy bromeando.” “Como sigas así, será mejor que vayas con Shelia, y no vas a conseguir nada…” “¿Nada de qué?” Ellen interrumpió la amenaza de Tracey. Holly observó cómo Tracey intentaba buscar algo que decir. “Sueño”. Holly la cubrió rápidamente. “Hablé con Rose. Kelly es la cirugía con la Dra. Jackson.” Vio el rostro pálido de David. “Parece ser una cesárea de rutina”. Cuando David fue a interrumpirla, continuó. “He dicho rutina. Nada de lo que me dijeron me hace pensar lo contrario. Kelly está en muy buenas manos y pronto nos informarán.” “¿Eso entendiste de lo que dijo la enfermera?” “Es una cosa hospital. Si te hace sentir mejor, he trabajado con la Dra. Jackson antes, y ella es muy buena en su trabajo.” “Holly, gracias por todo lo que has hecho por nosotros.” David se levantó y le dio un abrazo gigantesco. “Muchas gracias.” Después de un momento, Holly recogió sus pensamientos y le devolvió el abrazo. Él tenía miedo de perder a su esposa e hijo. “David, va a estar bien.” Le palmeó la espalda y lo sintió asentir. “No sé lo que haría si algo le pasa a ella.” David dio un paso atrás y se secó los ojos. Holly miró a Tracey, manteniendo la mirada por un momento. Se preguntó si podría ser tan fuerte en una situación similar. Tracey le había dijo que la amaba. Parecía que los Campbell demostraban su amor por los demás libremente y con frecuencia. Todavía tenía que decirle a Tracey lo que significaba para ella. No estaba
segura de cómo iba a categorizar sus sentimientos. Sabía que si Tracey estaba herida o lesionada, estaría molesta y preocupada. Por nada del mundo querría estar en una situación como la que David estaba pasando.
~ El viaje a la casa de Holly fue tranquilo. La cabeza de Tracey descansaba contra el asiento y su mano estaba en el muslo de Holly, envuelto en la mano caliente de la médica. La cirugía había durado poco más de una hora. La Dra. Linda Jackson había venido a hablar con la familia a la sala de espera. Kelly estaba todavía bajo la anestesia y en recuperación. El bebé pesaba cinco kilos, y estaba en perfectas condiciones. Tracey cerró los ojos mientras las lágrimas comenzaron a formarse. David se sintió aliviado al saber que tanto su mujer como su hijo estaban a salvo. Kelly tendría una larga recuperación, pero la rubia era una mujer luchadora. El útero de Kelly se había visto dañado y eso había causado la hemorragia. El parto por cesárea del bebé sirvió para minimizar los daños, y así impedir que el desgarro se convirtiera en un problema mayor. David quería esperar a tener la aprobación de Nelly, antes de anunciar el nombre para su hijo recién nacido. “¡Vaya día!” Murmuró mientras apretaba la mano de Holly. Se sentía agotada. No estaba segura de si era por la tarde noche de ayer, por la cena o por la emoción del nacimiento del bebé. Tenía ganas de disfrutar de la semana de vacaciones de primavera, a partir de mañana. Cuando Holly no respondió, Tracey abrió un ojo y la miró. Tenían planes para pasar un largo fin de semana, en la casa de verano de Maxie. “Ha sido un día largo…” repitió y le apretó la mano a la médica. “Muy largo. Va a ser una semana larga para mí, mientras que alguien que conozco está sin hacer nada, en toda la semana, y le pagan por ello.” “Por favor, que me merezco la semana de descanso. Los estudiantes están tan saturados que ya no aprenden nada.” Ahogó un bostezo. “Podré mal criar a mi nueva sobrina.” “Es tan pequeña.” Holly fue capaz de ver al bebé a través de la ventana del cuarto, junto con todos los demás. Rose le preguntó si quería entrar en la guardería, pero se había negado. Sabía que Ellen querría abrazar a su nieto antes que ella. Se quedó fuera con resto de la familia. “Se me olvida lo pequeños que son.” “Estoy seguro de que Kelly tiene una perspectiva diferente de la pequeña.” Tracey sonrió mientras su cabeza se balanceaba en el asiento trasero. Había dejado su coche, en casa de sus padres, y no tenía que ir al trabajo por la mañana. Cuando pidió a Maxie que les dejara su casa, para un fin de semana largo, la banquera le ofreció todo lo que podía, hasta que se había dado cuenta que Tracey no la quería allí. Empezaron una discusión, pero finalmente Maxie aceptó con la condición de que no utilizan el dormitorio principal. A Tracey le pareció bien, porque tampoco pensaba utilizar la habitación de su amiga, y sabía que Holly tampoco querría dormir allí, “La pregunta de tu madre, sobre tener hijos.” Dejó escapar un suspiro. “Hombre, no lo vi venir. Simplemente esta lista para -¿quieres salir con mi hija?- No si planeaba tener hijos.” “Ella ama a sus nietos. Seré la hija perfecta si tengo unos pocos.” Tracey había oído hablar a su madre muchas veces sobre ello. También había visto la decepción en su voz, cuando Tracey le había dicho que no se casaría. No habría un evento de planificación de
boda entre madre e hija. Ellen tenía tres nueras, y había intervenido en lo que le habían dejado. Miró las manos de Holly agarrase con fuerza al volante. Su cara era de un color blanco ceniza. “¿Estás bien?” “Si.” La respuesta fue rápida y corta. “No estoy diciendo que quiera niños.” Retiró la mano de Holly y cruzó los brazos sobre su estómago. Esta ladeó la cabeza y miró a Tracey nerviosamente. “Pero sus padres sí.” “Es mi vida, mi cuerpo, mi decisión, no de mis padres. Ni siquiera tengo treinta años. Si quiero tener un hijo, lo haré.” Tracey se frotó las sienes. Tenía que dormir un poco. Sabía que Holly se estaba poniendo nerviosa con la conversación, y no quería asustarla. “Escucha” se limpió las manos en los muslos para eliminar la sudoración. Su estómago estaba dando volteretas. “No quiero hijos en este momento. Lo que quiero es ver a dónde vamos. Cómo nos llevamos y si hay una posibilidad de algo…..” buscó la palabra correcta. “a largo plazo.” Era pronto para hablar de matrimonio, compromiso o para siempre. ¿Querría siempre estar con Holly? Si, lo quería. La amaba. “¿A largo plazo? ¿Como si fuera un contrato de alquiler?” Oyó la alegría en la respuesta de Holly. “¿Soy un coche? ¿Quieres devolverme después de tres años o veinte mil millas?” “Deja de…” Tracey rio, sabiendo que la rubia estaba tratando de tranquilizarla. “Creo que eso dependerá de si consigo un horno tostador de regalo.” “Extiende la mano.” Detuvo el coche en un semáforo en rojo, se inclinó y besó a Tracey. “Me gustan los niños.” Se apartó con una sonrisa en su rostro. “Seguro… Seguro…” Se removió en su asiento. “¿Entonces por qué parada como si estuvieras a punto de desmayarse cuando empecé a hablar de ellos?” “De hecho, desde que empiezas a hablar de ellos, estoy bien, siempre y cuando tú los tengas.” Se estremeció. “Solo con pensar que mi cuerpo pase por el embarazo es simplemente urggg.” “Eres idiota.” Golpeó su brazo en el mismo lugar que Mel la había golpeado ayer por la noche, causando que Holly se estremeciera, y sus ojos se abrieran. “Oh… lo siento.” Enrolló la manga de Holly para revelar un gran círculo negro y azul. “Kelly me agarró antes.” Holly se frotó los ojos. “Lo siento mucho.” Se inclinó y besó la contusión. “¿Lo sientes?” Dijo mientras entraban en el garaje y apagaba el motor del coche, dejando que sólo el tictac suave del motor se escuchara. Señaló sus labios y Tracey accedió a besarlos. Los besos que intercambiaron eran suaves, como pétalos de rosa contra la piel. Se apartó, ahuecando la mejilla de Tracey, acariciándola con la yema del pulgar. “Me gustaría probar -a largo plazo- contigo. A veces me bloqueo.” Señaló su cerebro. “Así que ten paciencia conmigo, si puedes, porque me gusta estar en tu vida.” “Me gustas en mi vida.” Se apoyó en el calor de la palma de Holly. Se miraron la una a la otra hasta que la luz del garaje se apagó. En medio de la risa, salieron del coche y entraron de la mano en casa.
~ Por primera vez en muchos años, soñó con su padre. Estaba de pie, junto a ella, en el mostrador de admisión, en el área de urgencias. Tenía el pelo largo rubio largo, casi hasta la altura de sus ojos marrones. Miraba a su hija sonriendo. “¿Me puedes perdonar?” Don Graham le preguntó a su hija.
Esta se apoyó en el mostrador, preguntándose por qué estaba tan tranquilo el hospital. No había nadie. No había EMTs entrando y saliendo a toda prisa por las puertas, gritando las constantes vitales de los heridos. Se pasó la mano por el pelo. En lugar de la masa de punta corta, tenía el pelo largo y fibroso, que cae hasta el centro de su espalda. Sintió el peso de las gruesas gafas de culo de botella sobre su nariz. Sabía que si se miraba en un espejo, su cara estaría cubierta de feas espinillas. Sus hombros se hundieron. “Ya no soy esa persona. Nunca más.” Gritó sintiéndose avergonzada. “Sigues siendo mi hija.” Don se acercó y puso una mano en su antebrazo. Holly se estremeció, cuando la frialdad de su toque le recordó a un cadáver de la escuela de medicina. Ella y sus compañeros de clase apodaban al hombre muerto Saúl. No había podido dormir la primera noche después de haber trabajado sobre aquel cadáver. Las noches siguientes, se quedó dormida agotada. “¿Me perdonas?” “¡Te fuiste! ¡No tenía a nadie!” Le gritó, mirándolo a los ojos marrones, grandes e inocentes. ¿Era inocente? “Necesito que me perdones.” Su voz sonó suave como un niño pequeño tratando de no hacer sus deberes. “Papá, ¿por qué? ¿Por qué ahora? Estoy haciéndolo bien. No necesitas nada de mí.” Se hundió en el suelo, con las rodillas aferradas cerca de su pecho, su respiración rápida, como si estuviera a punto de hiperventilar. “Estoy orgulloso de ti. Era inteligente y hermosa.” Se agachó y puso una mano en la rodilla. “No soy hermosa.” Levantó la cabeza y sintió las ausencias de sus largos rizos, las gafas habían sido sustituidas por lentes de contacto y el acné había desaparecido. Tenía treinta y cuatro años, y ya no era una adolescente torpe. “Siempre has sido hermosa para mí. Me alegro de que hayas encontrado alguien a quien amar.” Don se puso de pie y se sacudió las rodillas de sus pantalones grises. “Me necesitarás pronto.” Con eso, desapareció en el aire. Se despertó sobresaltada. Sus pulmones gritaban por aire, intentado calmarse. Pensando que podía ser un ataque de asma, buscó su inhalador, ya olvidado, que utilizaba a menudo cuando era una adolescente. Sus movimientos frenéticos debieron despertaron a Tracey, porque notó una cálida mano contra la parte baja de su espalda, mientras abría los cajones de la mesita de noche. Tracey trató de calmarla. “Tranquila”. Murmuró mientras le frotaba la mano hacia arriba y hacia abajo por toda la espalda. “Relájate. Necesitas tratar de relajarte.” Holly asintió, parpadeando ante el brillo de la luz que Tracey encendió, en el otro lado de la cama, buscando entre los cajones de la otra mesilla. Intentó frenar su respiración y conseguir que su cuerpo se relajara. “Aquí cariño.” Le dijo mientras le entregaba el inhalador. Tomó el pequeño respirador y lo puso en su boca, liberando el medicamento. La mano de Tracey continuó sus cuidados a lo largo de su espalda. “Reduce la velocidad. Sé que es duro, pero funcionará más rápido si te relajas.” Sintió que el oxígeno llenaba sus pulmones, y los músculos de su pecho empezaron a relajarse. El movimiento suave de la mano de Tracey calmó su acelerado corazón. “Guau.” El susurro escapó de sus labios. “No sabía que tenías asma.” Apoyó la mejilla en el centro de la espalda de Holly, dejando que sus manos vagaran bajo la camiseta de Holly. Podía oír el aire que entra cavidad torácica de la rubia. “¿Mejor?”
“Sí.” Bajó la cabeza. No había tenido un ataque desde hacía muchos años. Los solía tener todo el tiempo cuando era pequeña. Apenas podía participar en su clase de educación física a causa de su condición. “Ha pasado mucho tiempo desde que tuve el último.” “¿Cuánto tiempo?” Le sacó la camiseta por la cabeza, tirándola al suelo junto con la suya. “Seis o siete años”. Recordó cuando un nuevo equipo de limpieza había estado trabajando en la sala de urgencias. Los productos químicos que utilizaron la hicieron entrar en un ataque completo. Ahora, con su respiración bajo control, se apoyó en el calor del cuerpo de Tracey. Se sentía bien. Le gustaba que la abrazara y cuidara. Tracey deslizó sus brazos y piernas alrededor del cuerpo de Holly, colocando su barbilla en el hombro. “Gracias por cuidar de mí.” “Me gusta ser tu médico a tiempo completo.” Bromeó mientras deslizaba una mano sobre el estómago de la rubia. “Además, me gusta tenerte cerca.” Le besó en la oreja y luego tomó la carne entre sus dientes, mordiéndola juguetonamente. Su mano empezó a vagar libremente a través del torso de Holly. Le cogió un pecho y dejó que su pulgar acariciara el pezón, que alcanzó su punto máximo. “¿Qué estás haciendo?” “Cuidando de ti.” Le recorrió el cuello con besos y dejó que su lengua saboreara el salado de su piel. Sus manos bailaban libremente a través del cuerpo de Holly. “¿Te parece bien?” “Sí.” Movió la cabeza a un lado, dando espacio a Tracey para que pudiera besarla mejor. Esta se apoyó en ella presionando su boca. Plantó besos a lo largo de su cuello, bajando por el ancho de sus hombros y por la espalda, parando en cada vértebra. Deslizó sus dedos debajo de la banda de la cintura de las bragas de Holly y se las quitó. Se quitó su propia ropa interior, sentándose a horcajadas la parte baja de la espalda, presionando su torso contra la espalda desnuda de Holly. “Me encanta la sensación de tu piel contra la mía.” Dejó caer el pelo, acariciando la piel de Holly, voz ronca, con una mezcla de sueño y la necesidad. “¿Qué te despertó?” La susurró al oído. “He tenido una pesadilla.” Se perdió en la sensación de los dedos de Tracey, en sus manos y en el pelo tocando su espalda. Tracey se deslizó, todavía a horcajadas sobre sus caderas, justo por encima de la cintura. Holly podía sentir el calor del centro de Tracey en su piel. “¿Qué me despertó?” Holly repitió, y se rio entre dientes mientras sentía a Tracey empezar a oscilar en su contra. “Un sueño…” La voz suave sexy le susurró al oído. Sintió los duros puntos de los pechos de Tracey contra sus omóplatos. “Un muy buen sueño… ¿Estaba yo? ¿Qué te estaba haciendo?” Holly sabía que estaba mojada. El ritmo suave de Tracey moviéndose contra ella, la estaba excitando demasiado. “Este...” Tracey le pasó la lengua por el cuello, con los pechos apretados contra su espalda y comenzó a acelerar su movimiento. “Levántate para mí, cariño.” Holly sintió la mano de Tracey en su cadera instándola a levantarse de la cama. Levantó las caderas y sintió los dedos de Tracey hacer su magia. Permitió que la profesora empujara su centro contra su trasero. A cuatro patas, Holly gimió, quería más. Necesitaba más.
Tracey tenía una mano en la cadera, y con la otra le ahuecó y pellizcó el pecho. Holly sintió que su centro se contraía, cuando los dedos de Tracey apretaron sobre su pecho. Era como si su pezón se conectara a su clítoris. La boca de Tracey estaba en su hombro, besando, mordiendo, susurrando palabras que Holly no podía descifrar. “Por favor…” Finalmente pidió. Quería que Tracey no dejara de tocarla, quería que la llenara. Tracey deslizó dos dedos en el interior de la mujer rubia, dejando que ésta se perdiera en su contra. “¡Sí!” Holly gritó mientras empujaba contra los dedos de Tracey, casi llorando, mientras Tracey retiraba y volvía a entrar. Dejó caer su peso sobre los codos, cuando las caderas de Tracey se estrellaron contra su espalda. Un grito ahogado se mezcló con los propios gruñidos de Tracey llenando la habitación. Holly sintió los temblores a través de su cuerpo, dejando que la intensidad del momento fluyera a través de ella hasta que finalmente perdió el conocimiento. “Te quiero.” Se despertó al oír las palabras de Tracey, cuando ésta se puso encima de ella jadeando, intentando recuperar la respiración. La intensidad entre ellas, era como una carga eléctrica durante una tormenta eléctrica. Holly sintió las lágrimas en su piel y se preguntó por qué Tracey estaba llorando. Se movió a un lado, y la atrajo contra su pecho. Colocó suaves besos en las mejillas, a lo largo de su mandíbula y en sus labios. “Eso fue maravilloso. ¿Por qué lloras?” “Estoy teniendo un momento…” Tracey agachó la cabeza bajo la barbilla de Holly. Esta envolvió sus brazos alrededor de ella y la abrazó con fuerza. Le besó la parte superior de la cabeza y esperó. “Por favor, no llores. No me gusta cuando estás triste.” Le acarició el pelo y dejó que sus dedos se deslizaran hacia arriba y hacia abajo el brazo de Tracey. “No estoy triste. Sólo estoy…. Es tan abrumador a veces. Nunca me había sentido así antes.” “Suena como si fuera algo malo.” Bromeó y sintió un ligero pinchazo a su lado. “Me gusta tu belicosidad.” Le besó la frente. “Me gusta tu cuerpo.” Besó su nariz. “Usted, señorita Campbell, es muy buena para mí.” “Y usted, Dra. Graham, puedes ser el final de mí.” Tracey levantó la cabeza para mirarla a los ojos. Se miraron la una a la otra por un momento, luego se acercaron dejando que sus labios se encontraran. Holly se retiró y vaciló. “¿Qué?” Le acarició la cara. No quería que Holly se alejara. “Háblame Holly.” “Fue una pesadilla lo que causó el ataque.” Se movió, dejando la cabeza apoyada en el hombro de Tracey. “Soñé con mi padre.” Sintió que la mano que la tranquilizaba se paró por un momento, y luego continuó sus caricias. “En el sueño, me pidió que lo perdonara.” “¿Qué te parece?” no quería presionarla. “Mi cerebro sabe todas las razones psicológicas del sueño.” Sostuvo su mano en frente de ellas. “La ira, el resentimiento, el dolor…” “Holly, usted tiene el derecho de tener esos sentimientos. ¿Has ido a casa, o al menos trataste de hablar con la abogada?” “No. No hay nada allí para mí.” Volvió la cabeza y besó la parte inferior de la mandíbula de Tracey. “Hay un montón de cuestiones sin resolver con sus padres, tal vez ir a Ohio para investigar pueda darle algunas respuestas.” “No hay nada allí para mí.” Cambió su peso en la parte superior de Tracey. “Sólo quiero lo que está aquí.” Cuando se inclinó y comenzó a besarla en la oreja, el cuello y
los hombros, Tracey estaba demasiado distraída como para discutir. Gimió cuando Holly presionó su centro. “Por favor…..” La palabra de necesidad se cortó cuando los labios de Tracey fueron cubiertos por la boca de Holly.
Capítulo 14 Los pensamientos giraban alrededor de la cabeza de Tracey, mientras empujaba el carro hacia arriba y abajo, por los pasillos de la tienda de comestibles. Uno de los carros de ruedas delanteras, tenía su propio itinerario, y chocó contra los otros tres. La mala suerte de su lado, cogió el carro roto. Afortunadamente, no tenía mucho comprar. La lista de cosas que tenía par el fin de semana, en la casa de Maxie, era muy corta. La casa estaba en el lado interior de la bahía de Chesapeake, y había pertenecido a la familia de Maxie por generaciones. Cada año, Maxie invitaba al equipo de softbol a pasar los fines de semana de las vacaciones en la casa. Era una de estilo Queen Anne, en la que bien se podría vivir todo el año, pero Maxie no lo creía así. Demasiada distancia, una vez le dijo Tracey. Por otra parte, a Tracey le había encantado esa zona. Era muy pintoresca, con sus tierras rurales a lo largo del paseo marítimo, cerca de una pequeña ciudad mesoamericana donde las tiendas Wal-Mart y las grandes cadenas, aún no los habían invadir. Si Tracey pudiera, se trasladaría a vivir a aquella zona. Su trabajo y su familia la mantenían en el lado oeste del puente. No podía esperar a ver la reacción de Holly, cuando viera toda esa impresionante zona. Pensó en la mujer que no la había visto desde el nacimiento de su sobrino. En las primeras horas de la mañana, cuando Holly se había arrastrado de la cama y se había ido trabajar, sin despertarla o decir adiós. Se despertó tendida sobre la cama de Holly, con su cara apoyada sobre la almohada de la médica. Intentó tocar el cuerpo caliente que debía estar a su lado. En cambio, solo sintió las sábanas frías. No se movió cuando Holly se había ido. Incluso si un tornado hubiera golpeado la casa, probablemente no se habría dado cuenta. Su estado de ánimo, y mal humor, fue mejorando a cada hora que pasaba. Pronto estarían de camino para una agradable escapada romántica, de fin de semana. En menos de cuatro horas, estarían juntas durante tres días. Alcanzando un paquete de filetes, una sonrisa apareció en sus labios. Las últimas semanas se sentían como si hubiera estado montada en una montaña rusa. Su equipo había jugado el último partido de la temporada. Finalmente Holly le había hablado de lo ocurrido con sus padres. Aunque las preguntas, en torno a la muerte de su padre, todavía la tenían preocupada, sabía que no debía presionarla. No me extraña que Holly todavía se sienta mal algunas veces. Después de enterarse de lo que había ocurrido a la familia de la doctora, Tracey entendía las reservas de su amante por conocer a su familia. La reunión inicial había ido mejor que Tracey había esperado. Los mensajes de correo de voz, de su familia, le confirmaron la bienvenida a Holly, con los brazos abiertos. Sin duda, tener un médico en la casa, en medio de una crisis médica, fue muy apreciado por todos. David y Kelly habían llamado al bebé Collin Campbell Graham. Tracey se lo había contado a Holly, en una de las conversaciones telefónica que habían tenido a altas horas de la noche. Ella sonrió con orgullo. A su familia le gustaba Holly. “Ellos no tienen que hacer eso. No hice nada especial.” Intentó no dar importancia a la entrega del bebé. “Mi hermano está muy agradecido. Tu presencia le tranquilizó. Creo que esa es razón suficiente para poner tu nombre al bebé.” “Es mi trabajo Tracey. Es lo que hago.”
“Lo sé. Es lo que eres, y no te cambiaría por nada del mundo.” “Sí.” Sabía que no debía discutir con Tracey. “Diles que es un honor y que no puedo esperar para verlos otra vez.” Una ráfaga de sirenas llenó el fondo y Tracey sabía que Holly tendría que cortar, en breve, la conversación. “¿Sigue en marcha el plan?” “No me lo perdería por nada. Tengo…. Mierda, me tengo que ir.” Su voz fue amortiguada por un momento. “Te veré en unas treinta y siete horas.” La comunicación se cortó, sabiendo que lo que pasaba en el otro extremo necesitaba la atención inmediata de su amante.
Faltan cuatro horas, pensó mientras miraba por la gran fachada de cristal de la tienda. Era una tarde de primavera decente, el sol brillaba entre algunas nubes. La primavera rugía como un león y con suerte, se pasearía como un cordero. Este fin de semana lo pasarían cerca del agua. Utilizarían la parrilla de la amplia cubierta de madera roja. La vista sobre el agua la dejaba sin aliento. Pensó que también podría dar un paseo en el barco de Maxie. Esta confiaba en ella, para que manejara su 22 ‘Bayliner Trophy Cuddy, que poseía y se guardaba junto a la orilla. Si el clima no cooperaba, podrían dar un paseo por los senderos arbolados o pasar el tiempo delante de la chimenea. No le importaba lo que hicieran, siempre y cuando lo hiciera con Holly. Quería estar con ella todo el tiempo. No podía esperar a que llegara el verano. Este, sería el primer verano que tendría a alguien con quien pasar el tiempo, con quien hacer planes. Ya no le importaba tanto el softbol o salir con sus amigos. Disfrutar de la compañía de Holly era su máxima prioridad. “Hey señorita Campbell.” Tracey levantó la cabeza al oír su nombre. De pie, a pocos metros de ella, estaba Michelle Stanley. Le pareció extraño encontrarse allí con su alumna, ya que no era su barrio. La adolescente llevaba en la mano una cesta. Escaneó rápidamente el contenido: loción solar, protector labial, lazos para el cabello, desodorantes, y algunos otros artículos pequeños. “Michelle, buenas tardes.” Se puso detrás de su carro y miró su contenido. En el interior de su carro había una gran cantidad de comida para una sola persona. Se preguntó si Michelle se daría cuenta. El miedo empezó a filtra en sus pensamientos. ¿Qué pasa si Zoey o Malcolm habían roto su promesa? “Encantada de verte. Había pensado que estaría disfrutando de sus vacaciones de primavera, no haciendo compras en el mercado.” “Oh, estoy en mi camino al aeropuerto. Vamos a Florida por las vacaciones. A los Cayos.” Michelle se acercó un paso y puso su mano en el carro de Tracey. Los Cayos, pensó. Nunca había estado en los Cayos. No podía imaginar cómo unos padres podrían permitir que una adolescente de diecisiete años, retozara alrededor de uno de los puntos más calientes del país. “Eso es bueno.” “Mi madre está allí ahora. Me encontraré con ella.” Michelle respondió. “¿Qué planes grande tiene?” “¿Yo?” Hizo un gesto hacia ella misma. “Estoy… Iré con un amigo el fin de semana. Nada grande.” “¿A la casa de la médica?” “¿Qué?” Sintió que el pelo en la parte posterior de su cuello de ponía de pie. Un sentimiento de inquietud comenzó a arrastrarse por su subconsciente.
“Eres amiga de la Dra. Graham, ¿irás a su casa?” La mano de Michelle corría a lo largo del carro, mientras la miraba fijamente. Sus ojos verdes eran oscuros de color casi negro. “Lo siento.” “Pensé que erais amigas” “La Dra. Graham es una empresa asociada. Yo no la llamaría amiga.” Pensó en la lista de adjetivos que utilizaría para describir a Holly…. sexy, caliente, cariñosa, divertida. ¿Era amorosa? No quería hacer un refrito de los sentimientos de Holly hacia ella. Tenía que salir de esa conversación con Michelle. “Diviértete en Florida.” Trató de poner fin a la conversación. “Cenaste con ella en el Día de San Valentín.” Michelle continuó sondeando, sin soltar su mano del carro. Tracey sintió un nudo en el centro de su garganta. Sentía su lengua espesa. No sabía qué responderle. Se quedó mirándola sin decir nada. No podía negar que habían cenado juntas. Recordó la sensación espeluznante que recibió de Geoff Stanley. De tal palo, tal astilla. Los Stanley. Tuvo la misma extraña sensación, cuando ocurrió aquel episodio en el vestuario de las duchas, cuando encontró aquella rosa. Era como si Michelle estuviera tratando de ponerle algún tipo de cebo. La adolescente continuó. “Lo podría hacer mejor. No es que haya mucho que ver, tal vez su cuenta bancaria.” Dejó caer la mano, y se marchó. Tracey miró a su espalda rígida. No entendía lo que acababa de ocurrir. Sólo sabía que aquella joven la había enfadado. Había un poco de alboroto, en la parte delantera de la tienda, pero su atención se dirigió a los ruidos procedentes de la zona de los cajeros. Cuando se volvió hacia el frente de la tienda, vio el lío de latas, papeles y productos por el suelo. Un joven parecía estar cabreado, intentando limpiar aquel desorden. “Eddie?” Tracey vio a otro de sus estudiantes. El joven llevaba trabajando allí durante los últimos años. “Qué lío.” “Hola, Sra. Campbell.” Su voz tenía la irritación que su rostro no revelaba. “Ten cuidado con los cristales.” Continuó barriendo las mercancías secas derramadas, recogiéndolas y echándolas a la basura. “¿Qué ha pasado?” Se agachó para ayudarle a recoger algunas latas hasta colocarlas en su sitio. Ella acababa de pasar por este lugar hace cinco minutos. “Michelle Stanley.” Él resopló. “No sabía que una persona pudiera ser tan mala.” Lo miró a la cara y vio la mirada de odio en sus ojos. El joven se dio cuenta de que lo estaba mirando, porque inclinó la cabeza hacia un lado, aunque hizo contacto visual con ella de nuevo. “Sé que está en su equipo y todo. No entiendo cómo Zoey ha podido ser amiga suya.” Hizo un gesto hacia el desastre en el suelo. “Simplemente no me preocupo por ella señorita Campbell.” Esta asintió aturdida. El estudiante casi nunca hablaba mal de ninguno de sus compañeros. Esta nueva visión, sobre el comportamiento de Michelle, arrojaba algo de luz sobre algunas cosas, sobre todo la ruptura de amistad entre Michelle y Zoey Papa. “Está bien Eddie. Estoy segura de que Michelle simplemente está teniendo un mal día.” “Decenio sería lo más correcto.” Él murmuró bajo su respiración. “Sabes, ella rompió con Zoey porque quería a alguien más maduro”. Se echó a reír. “Maduro. Michelle no conoce el significado de esa palabra.” Miró indeciso a la profesora porque no sabía si ella tenía conocimiento de la relación entre sus dos jugadoras. “Sólo estoy hablando en mi frustración señorita Campbell. No importa. Gracias por su ayuda. Puedo con el resto.”
“No hay problema. Que tengas unas buenas vacaciones.” Se levantó y se limpió las manos en los muslos de los vaqueros. ¿Cómo no se había dado cuenta de ello? Pensó en la cercanía que compartían las niñas. Sabía que Zoey y Malcolm eran gais desde la noche en el club de baile. Si Zoey y Michelle habían roto a mediados de temporada, eso explicaría la angustia que las adolescentes estaban pasando, especialmente Zoey. Si Michelle era lesbiana, ¿por qué se presentó en la sala de urgencias pidiendo que Holly la ayudara con asuntos femeninos? Tal vez fuera una fase. Estalló en una sonrisa ensordecedora. Ellen había dicho lo mismo cuando ella tenía diecisiete años. Aseguró a su madre, todos los años después, que no era una fase.
~ El callejón junto a la entrada urgencias, servía como lugar favorito pasar el rato del personal. Lo suficientemente lejos del contenedor de basura, pero lo suficientemente cerca de la entrada, en caso de que los necesitaran en cuestión de segundos. Holly se sentó en el borde de la zona de entrada de las ambulancias, con los pies colgando libremente, mientras comía una ensalada de la cafetería de un envase de plástico. “¡Va a ser un gran fin de semana!” Mel estiró sus manos sobre su cabeza, estirándose de lado a lado, aliviando las molestias de su espalda, mientras recogía el envoltorio desechado de su sándwich BLT, pegado debajo de su muslo para que el viento se lo llevara. “¿Cómo lo sabes?” El tiempo se había vuelto más cálido y los signos de invierno estaban desapareciendo poco a poco. “Porque tengo libre el fin de semana y no me importa el tiempo que haga. ¡Es genial!” Se sentó junto a Holly en la cornisa. Sus piernas más cortas, que las de la médica, golpeaban sobre la pared de cemento. “Podría estar todo el fin de semana lloviendo y no me importaría.” “Pues sí que estás de buen humor.” Se llevó un tomate a la boca. “¿Qué pasa contigo?” “Conocí a alguien.” Mel sonrió y se frotó las manos en los pantalones azules, uniforme de trabajo. “Se supone que pasaremos el fin de semana juntas. No puedo esperar.” “¿Un chica misteriosa?” Arqueó una ceja, a su amiga, sabiendo que Mel se solía enamorar fácilmente, a cuando una mujer le prestaba atención. “¿Tiene un nombre?” “Sí.” Esperó un segundo. “Pero de momento no hoy a decir nada. Cada vez que creo haber encontrado a la mujer de mi vida, acabo sufriendo como una idiota.” “Eso es porque pones todo tu corazón en la mano de los demás, Mel.” Observó como la boca de Mel se abría para luego cerrarse de golpe. Su argumento murió antes de que comenzara. La EMT de pelo castaño rojizo sonrió y asintió con la cabeza. “Tienes razón. Intentaré mantenerme un poco menos abierta con ésta y ver a dónde vamos.” Afirmó, sabiendo que ya era tarde para eso. “Bien por ti.” La ensalada anodina, en las manos de Holly, perdió lentamente su interés. No podía esperar a que el día terminara. Sólo faltaban dos horas. “Hablando del ello, ¿cómo están las cosas con la maestra?” “Le hablé de mi padre.” Desvió la mirada, volviendo hacia la lechuga de su ensalada. De repente perdió totalmente el apetito. Puso el envase hacia abajo, tomó un trago de su botella de agua y se limpió la boca con la manga de su bata de laboratorio. La pequeña EMT levantó la mirada, y luego miró a su alrededor como si esperara a alguien más.
“Mel. Dime algo”. Se acercó más al borde de la cornisa y trajo a sus pies para sentarse al estilo indio. Tímidamente miró a su amiga. “Jesús, Holly. Te costó siete años hablarme de tu familia. Solo lleváis juntas unos meses.” No estaba segura de si estaba celosa de que su amiga hubiera compartido esa información personal, con la profesora de la escuela, tan rápidamente. “Estoy enamorada de ella.” Admitió. Sabía que estada enamorada de la profesora, desde hacía algún tiempo. No quería poner nombre a sus sentimientos, sobre todo porque hasta hacía poco no sabía cómo reconocerlos. Se dio cuenta de que era la primera vez que lo había dicho en voz alta, para sí misma o para otra persona. Sonrió. Se sentía muy bien, como si al admitir sus sentimientos se estuviera quitando un gran peso de los hombros. Su amor por Tracey no le dolía, al revés, aquello la llenaba de euforia. “Realmente la amo.” “No hay más que verte.” Mel se rio tomando el tenedor de la mano de su amiga. “¿Se lo has dicho?” “Dios no”. Holly apoyó los codos en las rodillas y puso su mano en la barbilla. “Finalmente me lo he admitido para mí misma.” Miró a través del aparcamiento. “Ella me dijo que me amaba, pero ¿y si…?” Detuvo los pensamientos negativos que bailaban en su mente. “¿Si ella cambia de opinión? Holly, ella siente lo mismo. Lo puedo ver.” Mel dijo con la confianza de a su amiga le faltaba. “Créeme si te digo que esa chica te tiene por las nubes.” “¿Qué?” “Es lo que he oído.” “¿Cuándo?” Vio el rostro de su amiga volverse rojo. “En la fiesta.” Sintió el rubor en su rostro. Era genial ver a Holly feliz. De hecho, desde que comenzó a ver a Tracey, podía ver los cambios en ella. Ya no pasaba todo el día trabajando sin descanso. Se tomaba algo de tiempo libre. Apagaba su busca, cuando no estaba de guardia. “Por cierto, Michelle está enviando las invitaciones a la boda. Deberás recibir la tuya esta semana. ¿Vas a llevar a Tracey?” “Le preguntaré. ¿Era en Junio?” “Sí.” “Su tercera, ¿verdad?” Mel asintió. “¿Qué se le regala a alguien que se casa por tercera vez?” “Le dije a mi madre que quería que me devolviera mis dos regalos anteriores.” Mel sonrió. “Realmente le hice un par de bonitos regalos.” “Desde que ella vive contigo, ¿no tienes la mayoría de sus cosas?” Sabía que las dos hermanas se amaban, pero también se sacaban de quicio. “Sí.” “Pues envuélvele algo y dáselo.” Observó cómo las ruedas en la cabeza de Mel empezaban a girar. “Puedo hacer eso. Ella estropeó mi abrelatas la semana pasada. Puedo envolvérselo y regalárselo.” Mel concluyó con los ojos brillantes. “¡¡Papá Oso a Baby Bear!!” La radio en la cadera de Mel graznó y la EMT no dejó pasar la llamada. “No me gusta nada cuando me llama así.” Sacó la radio de su soporte. “¡Sí, Johnny!” Usó su mejor imitación de Jack Nichols.
“Nos vemos en la plataforma. Tenemos un gran fuego que atender. Dile a Stretch que va a estar ocupada una hora más o menos.” La voz de John se hizo eco de las paredes de bloques de cemento. “¡No…. absolutamente de ninguna manera!” Holly se puso de pie y se sacudió el culo. “¡Tengo planes para el resto de la semana, con una mujer muy sexy y muy poca o ninguna ropa!” Entró pisoteando en la sala de urgencias. “¡Madre mía!” Mel llamó por la radio. Ella le había contado a su compañero, que Holly tenía grandes planes para el fin de semana. La EMT se rio al otro extremo de la radio. “¿A dónde se fue?” “Probablemente para matar a Musah.” Mel volvió a gritar. La radio empezó a sonar más cercana cuando Johnny dobló la esquina. “Vamos, vamos a decirle que le estamos tomando el pelo.” John saltó a la repisa. “¿Estaba muy enfadada?” “Mejor ni te lo cuento.” Mel se puso de pie y siguió a su compañero hacia la sala de urgencias. Las manos de Holly estaban agitándose cuando entró en su punto de mira. El hombre de piel oscura, detrás del mostrador, se frotó la barba pensativo y asintió. Los ojos oscuros de Musha miraron hacia los EMT, que se acercaban al mostrador de admisiones. Su sonrisa se amplió cuando la voz de Holly se hizo notar. Él asintió con la cabeza en acuerdo con su jefe. Cuando Holly se detuvo un momento, se dio cuenta de que no había nadie en la sala de urgencias. Todos la estaban mirando. Se volvió para ver a Mel y a John, pie a, unos metros detrás de ella, tratando de contener la risa. Holly señaló con el dedo al hombre travieso, y comenzó a darle caza. John se dio media vuelta y salió corriendo del edificio. Holly corrió tras él. El corazón le latía con fuerza contra su pecho. Al doblar la esquina, chocó contra alguien que entraba en el hospital. La víctima confiada cayó al suelo, mientras Holly la miraba. “¡Oh, mierda!” Reconoció a la adolescente tirada, en la plataforma de cemento, como Michelle Stanley, la estudiante que había llegado a la sala de urgencias, para cuestiones femeninas. Holly dio un paso atrás, mirando la escena como si se desarrollara a cámara lenta. Su objetivo de frustración, John, corrió hacia donde la adolescente para atenderla. La médica continuaba congelada en el sitio. Al ver la colisión, el EMT fue a ayudar. “Es mi culpa.” John ofreció una mano a la joven en el suelo. “Perdona.” John continuó. “¿Qué demonios?” Michelle espetó al atractivo EMT. “¡No me di cuenta!” Michelle se levantó, en toda su altura, y todavía tenía que mirar hacia arriba para encontrarse con los ojos de Holly. La frialdad en sus ojos le dio miedo. “Dra. Graham, oh!” Michelle de repente se tambaleó, mientras John y Holly se acercaba a atraparla. “Cristo…” la médica murmuró mientras trataba de conseguir un mejor agarre de la adolescente. “Su nombre es Michelle Stanley. Vamos a meterla en el hospital.” La inesperada aparición de la adolescente en el hospital, hizo que Holly se preguntara que estaba mal con aquella joven. La vez anterior, había tenido que atender a un paciente, y la había dejado allí. John cogió a Michelle y la llevó ayudó a entrar al hospital. Holly se arrastró detrás de ellos, llevando el bolso de la adolescente. “Ponla en cortina de seis.” Apartó las cortinas de darle algo de privacidad. Jasmine, una de las enfermeras de urgencias, los siguió detrás. Holly observó cómo la enfermera le tomaba
los signos vitales. Vio que una contusión se le estaba formando en la barbilla. Podía vencer a John junto a la cortina. “¿Tenemos alguna información de contacto?” El Dr. Nguyen dijo mientras se acercaba a la paciente. “Creo que tenemos a su registro de cuando entró con una fractura en la pierna.” Holly explicó mientras se dirigía al mostrador de admisiones. “La traté a principios de este año.” “¡Señorita Stanley!” El Dr. Nguyen levantó los párpados de la niña y le mostró su luz para ver la reacción de sus pupilas. Él tomó una cápsula de amoniaco y la rompió bajo la nariz de la adolescente. Michelle inmediatamente se incorporó sobre la cama. “¡Aléjate de mí!” Michelle dio un manotazo a las manos del Dr. Nguyen. “Por favor, señorita Stanley. Se va a lastimar aún más si no se calma.” El Dr. Son Nguyen dio unos pasos hacia atrás. El breve examen del médico no mostró signos de conmoción cerebral. El lapso de conciencia podría haber sido por el desmayo. Nguyen miró a la enfermera para ver si él había hecho algo mal. “¿Dónde está la Dra. Graham?” Estuvo a punto de llorar. “La Dra. Graham es fuera de servicio.” El doctor Nguyen declaró. No quería escuchar los gimoteos de aquella jovencita. “No, yo la vi. ¡Ella corrió hacia mí!” Michelle estaba a punto de salir de la cama. “Señorita Stanley, soy el médico de guardia.” El pequeño hombre asiático deslizó el estereoscopio hacia sus oídos. “Tenemos que contactar a su padre, porque usted es un menor de edad.” “Cumpliré dieciocho en junio.” Michelle hizo un puchero, apoyando la cabeza sobre la cama. “Pero todavía no los tienes.” El Dr. Nguyen declaró. “Tenemos que ponernos en contacto con tus padres, dado que usted es menor de edad. Tendrás que quedarte aquí hasta que alguien pueda asumir la responsabilidad por ti.” “¿No puede ser otra persona, mi profesora o tal vez la Dra. Graham?” Se quejó. “¿Tiene que llamar a mi padre?” “¿Qué hay de tu madre?” “Ella está en la Florida.” La joven cruzó los brazos sobre su pecho. “Entonces tendrá que ser tu padre.” Él asintió con la cabeza a Jasmine, para que se quedara con la paciente, y salió de la zona de cortinas. Holly estaba en el mostrador de admisiones al teléfono. “No estoy segura de por qué ella está en Jessup, Sr. Stanley. Estoy llamando para hacerle saber que ella fue noqueada en el aparcamiento, y está en urgencias.” Sostenía el teléfono debajo de la barbilla, mientras le entregada el informe de la joven a Musha. “Entiendo que pensara que ella estaba en un avión, rumbo a Florida, pero le garantizo que su hija está sentada en una sala de examen.” Holly puso los ojos como el hombre, en el otro extremo del teléfono, despotricó sobre el paradero de su hija. Por último, el Sr. Stanley dijo que enviaría a un miembro de su personal para recoger a su hija descarriada. “¿Conoces a esta chica?” Nguyen señaló con el pulgar hacia el área cortinas. Vio la firma de Holly en el informe anterior, y se preguntó por qué pediría ser atendida por Holly. “La trató durante un accidente de autobús hace unos meses. Llegó con una pierna, nada demasiado importante. Luego estuvo aquí, hace un par de semanas, en busca de anticonceptivos.” Las cejas de Nguyen se dispararon. “Le dije que necesitaba encontrar un médico privado, que yo no atiendo a pacientes privados.” “¿Por qué está aquí hoy?”
“No tengo idea. Su padre pensó que estaba en un vuelo a Florida.” Al ver su mirada sorprendida, ella le terminó de explicar. “Vacaciones de primavera.” Se encogió de hombros. “¡Qué raro!”. Nguyen comentó. “¿La has visto fuera del hospital?” Holly pensó sobre la pregunta. Sabía que Michelle era un estudiante de Tracey. La había visto en un partido de baloncesto y luego en el restaurante. “Hemos coincidido un par de veces.” Vio como sus ojos se estrecharon. “Ella es una estudiante de una amiga mío. La he visto en un partido de baloncesto y coincidimos en un restaurante con sus padres.” “Está bien. Deberías escribir una declaración y presentar un informe de incidente para los registros. Ya sabes cómo son estas cosas, así nos cubrimos por si acaso. Que John también haga su declaración.” El médico se alejó, murmurando algo sobre los adultos que crecen y payasadas. La palabra niñera mezclado en sus divagaciones. “Mel, encuentra a tu novio y vamos a presentar ese informe. No quiero perder ni un minuto más de mi tiempo con ninguno de los dos. Si no fuera por el Sr. Materia divertida, ya estaría fuera de aquí.” Se quejó mientras abría un informe de accidentes, en la web. Empezó a teclear con fuerza. John acercó una silla a su lado y comenzó a responder a las preguntas de Holly le hacía. Se deslizó hacia atrás y dejó que John continuara. “Siento lo que ha pasado Holly.” Siguió tecleando. “¿Dónde está la ‘ñ’?” Preguntó con los dedos todavía sobre las letras. Holly pulsó la tecla buscaba. “Gracias.” “¿Me estás matando a John?” Suspiró mientras seguía observando el lento y doloroso método de uso del teclado. “¿Qué, tienes una cita caliente?” “¡¡Muy caliente!!” La frustración del día finalmente terminando y las travesuras de los EMTs estaban terminando con su paciencia. Lo empujó hacia un lado, y volvió a continuar ella escribiendo el informe. Después de varias respuestas y explicaciones, se echó hacia atrás, terminado el informe. “¿Musha, puedes llamar a seguridad y hacer que miren el video de vigilancia de la entrada Norte y el garaje Oriente?” El empleado asintió. Le dio a John una palmada en el brazo, mientras se colocaba el bolso sobre el hombro. “Y con eso, estoy fuera de aquí.” Saludó con la mano a sus amigos y compañeros, y se dirigió a la casa de Tracey.
~ Los grandes ojos marrones bailaban a través de la zona que las rodeaba, viendo los diferentes aspectos del paisaje. Podía ver, delante del océano, tiendas con redes de pesca recicladas, que servían como telón de fondo decorativo, con varias figuras decorativas atrapadas en las mismas. Árboles Dogwood con sus flores blancas y moradas por las calles. A lo largo de las aceras, se veía a peatones haciendo sus compras o charlando con algún que otro vecino. Con la cabeza prácticamente colgando por la ventana, Holly parecía una niña lista para abrir sus regalos. Parecía como si estuviera absorbiendo todos los matices de la vida. El Condado de Kent estaba situado a orillas de la bahía. El pueblo de Galena, en Maryland, rodeaba a lo largo el río Sassafras, que se destacaba por sus pasteles, el béisbol y las manzanas. Todos los negocios estaban situados en una calle de casi un kilómetro y medio.
Casas e iglesias formaba barrios, en las calles laterales, como el dedo meñique de la bahía de Chesapeake corrió paralelo a la calle. Al final de la zona de negocios, había un puente levadizo, que se levantaba y bajaba cuando los buques solicitaban su entrada. “¡Mira!” Holly señaló hacia el agua, cuando un velero de dos mástiles se deslizó, a lo largo del agua, a través del puente elevado. Las brillantes barandillas y detalles en plata pulida brillaban bajo el sol. “¿Navegas?” “Ha pasado mucho tiempo desde eso. La única cosa que mi madre y yo teníamos en común. Ella realmente me animó a ir al campamento de vela.” “¿Fuiste?” Tracey miró a su novia sacudir la cabeza, y se preguntó qué otro recuerdo estaría alejando de su mente. Era casi la primera mención que Holly hacía de su madre. “Estoy segura que habrías tenido un buen momento de diversión.” El jeep continuó lentamente, a través de la ciudad, hacia un pequeño camino de tierra cerca de la línea de costa. “Maxie tiene un yate. Podemos usarlos si estás interesada.” Tracey estudió el perfil relajado de su novia. Holly parecía una niña, en la mañana de Navidad, esperando para abrir los regalos. Hizo una nota mental, para llevar a la doctora más a menudo cerca del mar. “Un yate.” Sonrió. Podía hacer comentarios sobre la necesidad de Maxie de manejar una nave grande del mar para compensar su necesidad psicológica, pero se abstuvo. La amiga de Tracey les había permitido utilizar su casa para el largo fin de semana. “No es lo mismo, pero apuesto a que estás muy sexy al timón.” Una imagen de Tracey en bikini, de pie al timón, la excitó. Tenían que llegar a la casa y pronto. Se mordió el labio inferior para mantener esa visión lejos. “Y conducir mi jeep, también te parece sexy?” La burla trajo un ligero rubor a las mejillas de Holly. “No importa lo que estés haciendo Tracey. Sólo pensar en ti…..” Esta se puso roja, mientras se movía en el asiento. Holly sonrió sabiendo que las lúdicas bromas estaban cargando la energía sexual en el coche. Ajustó su trasero en el asiento, mientras sus sentimientos enterrados salían a la superficie. “Esto muy bonito.” Fijó su atención sobre unos niños sentados en el borde de un barco de vela, que pasaba cerca. “Nunca me di cuenta de lo bonito que es este lado del puente.” “Si yo fuera Maxie, viviría aquí durante todo el año.” Tracey le puso la mano en el muslo desnudo. Sus dedos rozaron el borde de los pantalones cortos, y le dio un apretón. “¿Por qué no lo hace ella?” Holly vio el destello de preocupación cruzar la cara de Tracey. “Esa es una buen historia.” La miró, preguntándose si podría hablar libremente sobre Maxie. En su primera visita, a la casa de Maxie, se había enamorado de la pintoresca ciudad, junto al mar, que parecía suspendida en el tiempo. No existían las grandes cadenas de tiendas, sino familias con negocios pequeños, que se mantenían generación tras generación. Los peatones se situaban en las aceras disfrutando de una tarde soleada, en abril. Los conductores y pasajeros hacían sonar su cláxones, en señal de saludo. No la forma osca que utilizaban los conductores de las grandes ciudades, cuando se veían inmersos en el tráfico. Aquí fuera, el estrés parecía no existir. “¿A qué distancia está la casa?” Se volvió hacia Tracey, deslizando sus gafas de sol hacia la parte superior de la cabeza, mostrando una sonrisa en su rostro. “Realmente te
gustaría estar aquí.” Esa declaración tomo a Tracey por sorpresa. No se había dado cuenta de lo fácil que era para leer. “Me trasladaría aquí en un latido del corazón,” le confesó. “Pero mi familia y mi trabajo están en el otro lado de la bahía.” “Suena como si ya lo hubieras pensado.” “Si, lo he pensado”. Giró a la izquierda, para acceder por una carretera de grava suelta. Desaceleró un poco, por lo que la nube de polvo, detrás de ellas, se disipó en la brisa. “En esa esquina, se puede tener una visión de la dársena y la laguna. Es esa, la casa gris con las ventanas blancas.” Volvió a girar, y a desacelerar para que Holly pudiera ver la casa. “¿Aquella?” Su voz se agrietó mientras señalaba a través del agua. Tracey asintió. En el otro lado del agua, una gran casa de dos pisos parecía flotar bajo la luz del sol. El diseño de estilo Reina Ana, con techos muy empinados junto con las torres, con colores bien mezclados gris paloma y detalles en blanco. El gran porche sobre el agua, hacía que desde cualquiera zona del mismo, se pudiera tener una magnífica vista panorámica. Había un gran número de sillas salpicadas por todo el porche. “Es hermosa.” “Sí.” Volvió a aceleró. “Y es la nuestra para todo el fin de semana.” Su sonrisa irradiaba como el sol. El Jeep rodó por la escasa hierba de la propiedad. Una pequeña casa hacia de garaje, pero Tracey se detuvo junto a la casa. Se bajaron del coche y salieron hacia el acantilado, con vistas al muelle de madera desgastada. Escondida detrás de la cochera estaba otra caseta donde se guardaba el barco. El barco parecía más grande fuera del agua. Tracey aprendió a manejarlo, el verano que ella y Maxie habían estado saliendo. Un par de veces, cuando a Maxie se le había ido de las manos la bebida, Tracey se vio obligada a tener que regresar de altamar manejándolo. “Guau!” Seguido por un corto silbido, escapó de los labios de Holly. “Tengo que entrar en la industria bancaria.” “Créeme, pensé lo mismo al principio. Esta casa ha estado en su familia por generaciones. Ella se hizo cargo de la propiedad cuando su madre murió hace unos años.” Recordó a Maxie descomponerse cuando se enteró sobre el cáncer de su madre. Murió seis semanas después de que se lo hubieron diagnosticado. Maxie apenas tuvo tiempo de aceptar la enfermedad antes de que enterrar a su único pariente. “¿Con qué frecuencia viene aquí?” “Por lo general, cada fin de semana entre abril y septiembre. Tiene contratado a un hombre del lugar, para que cuide de la casa, y que trabajó para su madre durante muchos años. Ya sabes se encarga de cuidar de la casa, el barco y el de cortar el césped. Cosas así.” “Tienes razón. Yo también viviría aquí todo el año.” Se acercó por detrás y envolvió sus brazos alrededor de su cintura, dejando las manos en su estómago. Tracey sintió que le subía la camisa, y el calor de las manos de Holly en su piel. Holly apoyó la barbilla en el hombro de Tracey y apretó su agarre. “Algún día”. Tracey volvió la cara y la besó en la mandíbula. “Sería bueno.” Susurró queriendo recordar este momento durante mucho tiempo. Arraigarlo en su subconsciente para poder recordarlo cada vez que la emoción recorriera su cuerpo. El calor del cuerpo de Holly se apretó contra ella. Apretó su trasero en el centro de Holly, escuchándola gemir rápidamente. “¿Estás bien?” Levantó la mano, trazó los rasgos de la cara de Holly dejando que sus dedos permanecieran sobre la plenitud de su labio inferior. Cuando ésta besó sus dedos, Tracey sintió la rápida pulsación corriendo a través de su cuerpo, y se apoyó con más fuerza, contra el cuerpo fuerte detrás de ella.
“Tracey…” el gruñido en su oído, provocó que se le erizaron los pelos de los brazos. Unos suaves labios empezaron a pellizcar su cuello y la lengua recorrió su lóbulo. “Vamos amante….” Agitó su mano haciendo señas a Holly para que la siguiera, mientras se alejaba de la creciente necesidad. “Te enseñaré los alrededores después de que saquemos todo del coche.” Se dirigió a la parte trasera del Jeep para abrir el maletero. Holly la tomó de los brazos. “¡Lo primero es lo primero…. el tour puede esperar!” dijo mientras esperaba a que Tracey desbloqueara la puerta lateral en la zona de la cocina. Esta agarró las maletas del coche y se dirigió hacia el piso de arriba. “¿Qué te gustaría hacer prim…?” Se rio cuando oyó que se abría la puerta de la nevera y los contenidos eran metidos allí, a toda prisa. Dejó la bolsa de la ropa, a los pies de la cama de matrimonio, en la habitación de invitados, en la parte superior de las escaleras. Ella sólo había dormido en el dormitorio principal. Maxie insistió que no compartieran su cama de matrimonio. Empezó sacar su ropa para ordenarla cuando la otra mujer apareció en la puerta. “Eso fue bastante rápido.” “No te preocupes, tengo la intención de tomar mi tiempo contigo.” El rápido movimiento de Holly la sobresaltó, cuando la levantó en brazos y la dejó en medio de la cama. La cama chirrió bajo su peso. La mujer rubia se quedó de pie junto a la cama, mirando a su amante, durante unos segundos, con una mirada salvaje en sus ojos. Luego sacó su camisa sobre la cabeza y deslizó sus pantalones cortos y ropa interior al suelo, en un movimiento rápido. “Ha sido una semana muy larga.” Dijo mientras se levantaba de la cama con Tracey. “¿Está buscando tener suerte doctora?” Bromeó mientras apoyaba su cabeza sobre un codo doblado. “Por supuesto.” Deslizó su dedo a lo largo de la cara de Holly y por su cuello. El viaje continuó a lo largo de su inmersión por la clavícula, que ahora no era tan frecuente como lo había sido hace meses. Holly necesitaba ganar unos cuantos kilos, aunque parecía saludable. Tracey continuó dejando que sus dedos rozaran la piel entre los pechos de su amante. Cada rosado pezón se apretó ante su exigente toque. Esperó, sin pasar por sus pechos, y se trasladó hacia los músculos del abdomen. El olor almizclado de necesidad de Holly llenó sus sentidos. “Tracey...” La tensión en la voz de su amante llenaba el aire. Levantó la mano para acercar la de Tracey hacia su pecho. Esta la mantuvo alejada. “Paciencia Doctora.” Ronroneó contra su hombro. Levantando los ojos al rostro de Holly, besó la unión entre el cuello y el hombro. “Mírame Holly.” Los ojos se abrieron y cerraron, un par de veces, en un esfuerzo por enfocar. Finalmente los ojos marrones se estabilizaron en los de ella. “Te quiero.” La mano de Tracey ahuecó la parte inferior de su pecho levantando el peso en su palma, y dejando que la yema del pulgar rozara el pezón. La cadera de Holly se elevó fuera del colchón provocando que la cama crujiera. La besó en los labios y comenzó a bajar por el torso de Holly. Sintió las manos de Holly deslizar su camisa y sacársela por la cabeza. El broche de su sujetador fue rápidamente soltado, tirando el propio sujetador junto a su camisa, en el suelo. Sus pezones se endurecen instantáneamente al tocar el calor del cuerpo de Holly. Sintió la mano de ésta, tomar uno y comenzar a pellizcar suavemente el pezón. La acción envió una sensación de su pecho a su clítoris. Si no tenía cuidado, se correría antes de lo que quería. Con su boca, tomó los pechos de Holly, mordiendo y jugando
con los pezones duros de color de rosa. Una mano en su cintura, trabajó para soltarle el botón de los pantalones cortos, y deslizar la cremallera. Ella levantó sus caderas, en un esfuerzo para ayudar a la otra mujer a eliminar las barreras entre ellas. Ambos lanzaron un suspiro cuando sus mojados centros tocaron contra sus muslos. Cuando Tracey bajó los hombros, de entre los muslos temblorosos, Holly abrió las piernas, más separadas y agarró el pelo castaño con sus dedos. “Oh mierda…” exhaló mientras la lengua de Tracey tocaba el tejido sensible. Alternando entre la lengua y los dedos, Tracey coloca los brazos bajo la pierna de Holly y sostuvo sus caderas. Su hambre la obligó a satisfacer a la mujer que yacía boca abajo en la cama. Se deslizaba sobre una línea muy fina, entre su propio placer y el de su amada, pero quería saborear el néctar dulce que fluía libremente desde el centro de Holly. La presión en su cabeza aumentó cuando Holly levantó las caderas para ayudar a Tracey a mantener el ritmo de su empuje. Podía sentir la tensión creciendo, cuando sus músculos internos empezaron a apretarse alrededor de aquello maravillosos dedos. Al aumentar el ritmo, montó contra los dedos, mientras Tracey tomaba el clítoris hinchado entre sus labios. Lo chupó tratando de prolongar la ola de éxtasis. Un gruñido primitivo, fue liberado de la garganta de Holly, hasta que cayó inerte por el agotamiento. Murmullos llenaron la habitación, mientras la morena saboreaba el último de los jugos de vida, de los muslos internos de su amante. Besó lentamente su camino por todo el cuerpo de la médica, hasta apoyarse en un codo, mirando la amplia sonrisa que cubría la cara de Holly. Dejó que sus labios se tocaran, mientras observaba los ojos marrones nebulosos de pasión de Holly. “Eso fue maravilloso.” El suave susurro fue seguido por una mano ahuecando su mejilla. Ambas sonrieron. “¿Orgullosa de ti misma?” El sonido de la voz soñolienta de Holly llenó su oído. “Por supuesto, y te lo cobraré”. Se acopló contra el cuerpo de Holly, que todavía se estaba recuperando. “Pero más tarde.” Envolvió a Holly en sus brazos, dejando su cabeza apoyada en su hombro. “Definitivamente más tarde.” La voz de Holly se perdía en la deriva mientras se quedaba dormida.
Capítulo 15 Se aventuraron desde el dormitorio cuando el hambre les hizo señas. Holly se hizo cargo de la parrilla y los filetes, informando a Tracey que a pesar de que carecía de habilidades en la cocina, podría ocuparse de hacer la carne. Tracey preparó una ensalada de espinacas, con aderezo de vino ligero, y preparó una mesa romántica en el otro extremo del porche, sabiendo que el cielo de la tarde era demasiado hermoso para dejarlo pasar. Comieron, bebieron y hablaban hasta el anochecer. Cuando el sol empezó a ponerse, Tracey la tomó de la mano, y la llevó la final del muelle. Se sentaron en los tablones del mismo, con los pies colgando fuera, a pocos centímetros de agua. Se sentó detrás de Tracey, envolviendo sus brazos alrededor de la cintura, de forma que pudiera tener segura a la profesora, y apoyó la barbilla en su hombro. Colocó pequeños besos, en el costado de su cuello, mientras sentía las manos de Tracey cubrir las suyas. El cielo del oeste bailó con rayas rojas y naranjas. El agua brillaba justo cuando el día y la noche se saludaban.
La palabra cielo corría por la cabeza de Holly. Si había un lugar donde las personas pudieran encontrar la paz y la belleza, estaba sentada en el medio de ello. Se sintió feliz, por primera vez, en mucho tiempo. Estar en presencia de Tracey, provocaba que sus emociones estuvieran un modo de híper-sensible. Era como si el aire zumbara a su alrededor. Le acarició el cabello, oliendo el shampoo con aroma floral que usaba. Cuando el último rayo de sol desapareció, Tracey se volvió y la besó. Un cálido beso suave, nada apresurado, como una promesa de lo que estaba por venir. Se levantó y ofreció a Holly una mano. Subieron despacio las escaleras hasta el dormitorio. Poco a poco, se desvistieron entre sí, viendo cómo caían sus camisas y pantalones cortos al suelo. Holly levantó las sábanas, y dejó que Tracey se deslizarse entre el suave algodón. Esperó a que la morena la mirara, se inclinó y la besó. Poco a poco se metió en la parte superior de Tracey, cuidando de no poner todo su peso sobre ella. Tocaron, pecho a pecho, vientre contra vientre. Deslizó su muslo entre las piernas de Tracey, y jadeó, cuando ésta apretó sus labios sobre un punto sensible en su oído. No había prisa, la noche les pertenecía.
~ El viernes se convirtió en una mañana tranquila para la pareja. Despertó en los brazos de Tracey, justo cuando el reloj de la cómoda marcaba las diez. Sonrió ante el recuerdo de su nombre en los labios de Tracey. Habían vuelto a hacer el amor hasta que se quedaron saciadas y dormidas. Acurrucó su cabeza contra el pecho caliente. La giró un poco para poder tomar el pezón en la boca, acariciando montículo redondo y firme una vez más. En unos momentos, sintió a Tracey moverse contra ella. Sus cuerpos estaban desnudos y entrelazados. Deslizó un muslo entre las piernas de Tracey, presionando con fuerza contra su centro. Esta se movió, colocando a Holly de espaldas. Su centro húmedo pintó su deseo en el muslo de la médica. Esta sabía, que a ese ritmo, rápidamente se correrían. Trató de retrasar el clímax cambiando de posición. Pero Tracey, a horcajadas sobre sus caderas,
tenía ganas de más. Sus piernas se doblaron y se montaron contra centro de Holly, como un jinete experimentado. Un gemido ahogado provino de Tracey, cuando la rubia deslizó dos dedos dentro de ella. Tracey se levantó y bajó su sexo con los dedos, tratando de encontrar el pináculo de la pasión. “Más… Cuando Holly añadió un tercer dedo, la cama chirrió como Tracey, que se resistía contra su mano, golpeando el cabecero contra la pared. Holly observaba con asombro, cómo Tracey empujaba contra ella, más duro y más rápido. “¡Cariño!” Tracey gritó cuando echó la cabeza hacia atrás, perdida en el momento. Sus manos ahuecaban sus pechos, pellizcando los pezones y gritando. “¡Holly!” Se desplomó en la parte superior del pecho de la médica, que la observaba sonriendo Holly retiró lentamente sus dedos, a pesar de los gemidos de protesta de la mujer encima de ella. Oyó de nuevo el chirrido de la cama, y se rio entre dientes, preguntándose si habría arañazos en el suelo de madera. “No te rías de mí.” Tracey se quejó mientras se acurrucaba más cerca, besando el hombro de Holly. “Buenos días a ti también.” Dejó que sus dedos se deslizaran por las esclusas salvajes del pelo de la morena. “No me estaba riendo de ti. Me gustaría oír que me llamas así.” Dejó que sus manos se deslizaran arriba y abajo por la espalda de Tracey. “Lo prefiero al despertador.” “Desde luego, no era el despertador”. Tracey se estiró como un gato, despertándose de una siesta. Sus brazos rectos por encima de su cabeza y su espalda, se balanceaban cuando involuntariamente se apretó contra el centro de Holly. Sonrió a la figura tendida debajo de su trasero. “Vamos, vamos a darnos ducha y ver qué problemas podemos conseguir.” Se inclinó y le dio un mordisco de amor en el cuello, antes de revolverse fuera del alcance del brazo. “¡Ay!” Holly frotó su cuello mientras se abría paso fuera de la cama, después de que Tracey entrara en el cuarto de baño.
~ Decidieron aventurarse por el pequeño pueblo. Disfrutaron durante un par de horas navegando por tiendas de antigüedades y explorando el puerto deportivo. Holly señalaba los barcos de vela, con sus velas ondeando en el viento, mientras se abrían camino hacia el mar. Tracey sostuvo su mano mientras charlaban. Mientras caminaban por la calle principal, Holly tomó nota de una pareja de lesbianas fuera de la ferretería. Dio un codazo a Tracey e hizo un gesto hacia las dos mujeres besándose, en medio del aparcamiento de la playa. “Parecen de aquí.” Tracey comentó mientras observaba a la rubia, con una blusa roja, caminar de regreso a la tienda. “¿Acaso su uniforme te ha dado una pista de donde trabaja?” Holly bromeó mientras apretaba la mano entre las suyas. El golpe sobre sus costillas detuvo sus burlas. “Realmente me gusta estar aquí. Es como un mundo diferente. Nadie está en apuros. No hay sirenas en el aire.” Justo cuando terminó su frase, una sirena en la parte superior de la estación de bomberos empezó a sonar. Las puertas de un garaje de gran tamaño se levantaron, revelando un camión de bomberos y una ambulancia con todas sus luces encendidas. El fuerte toque de bocina del camión, anunció su salida de las profundidades del garaje. La ambulancia lo siguió de cerca mientras salían de la ciudad hacia la carretera principal.
Intentando reprimir su sonrisa, Tracey dijo: “Tal vez deberías pedir un millón de dólares.” Sus ojos grises centelleaban bajo el sol Echando la cabeza hacia atrás, Holly se llevó una mano a un lado de la boca y gritó: “¡Quiero un millón de dólares!” Levantó las manos como si el dinero fuera a caer como lluvia del cielo. “¡Yo también cariño!” Un conductor, que se había detenido para dejar pasar a los vehículos de emergencia, gritó. Tracey rompió a reír, casi cayendo al suelo de la risa. Su amante, de pie con las manos en las caderas, esperaba que Tracey mantuviera la compostura. “¿Qué hay del almuerzo? Eso parece más realista.” Observó el tráfico que pasaba, preguntándose si pensaban que Tracey estaba teniendo un ataque de algún tipo. “Bueno, si alguna vez tengo un millón de dólares, no lo compartiré contigo.” “Awhhh… venga, no te enfades. Ha sido divertido.” Le pasó un brazo por la cintura y la atrajo hacia sí. “Y estás muy guapa cuando te sonrojas.” Holly se inclinó y besó la parte superior de su cabeza. Se aventuraron a un pequeño bistró, con un patio exterior, que daba a la zona de la costa. La camarera dejó algunos menús y les dio una cálida sonrisa. “Esto parece muy bueno.” Holly mencionó cuando abrió el menú. Se comieron toda la comida que habían pedido, sin dejar nada en los platos, nada que pudiera servirle a las gaviotas. Dieron las gracias a la Camarena, y caminaron hacia el Jeep, estacionado en el otro extremo del puente. “¿Quieres volver ya que mi dinero no aparece todavía? Tal vez podamos salir en el barco.” “Gran idea. No puedo esperar a verte en traje de baño.” Tracey le susurró, mientras se acercaba más a la otra mujer. “Y quiero continuar lo que empecé esta mañana.” “Ni siquiera empezaste, Sra. Campbell. Estabas tan culpable por ocupar mi tiempo.” “Ah, y no me importaría volver a hacerlo.” Se inclinó besando la oreja de Holly. “Y otra vez… y otra vez.” Le mordió la oreja con los dientes. “Mierda…” la rubia se apartó. “Basta ya, o acabaremos por hacer una escena aquí.” Se apartó y comenzó a caminar hacia atrás, hacia el coche. “Dudo que los lugareños aprecien a un par de lesbianas que no saben comportarse. ¿Puedo conducir?” “Claro”. Tracey pasó las llaves de su coche. Se dirigieron a la casa de Maxie, tomando el camino de vuelta, por las carreteras principales. Sintió la mano de Tracey en su pierna, y su mente se relajó. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía relajada. Una escapada romántica lejos, era justo lo que necesitaba. Aunque el fin de semana apenas había comenzado, esperaba que la cercanía que ahora tenían continuara. Holly miró hacia el agua y vio una casa en venta, con el número del propietario en un cartel del delantero. Frenó el coche y miró hacia la casa. “¿Has visto esa casa?” “No.” Tracey se volvió en el asiento, tratando de mirar por la ventana de atrás. “Detente o da la vuelta. La última cosa que necesitamos es terminar en la sala de urgencias.” “Eso sería interesante”. Holly dedicó una rápida sonrisa y entró en el próximo camino de entrada. Entraron a través de la hierba alta del patio. La grava y calzada concha se curvaba hacia el frente de la casa blanca, de dos pisos, con un amplio garaje independiente. Tres ventanas dobles mostraban el segundo piso de losa. Había una pasarela que rodeaba toda la casa hasta la puerta principal.
“Oh, es hermosa.” Tracey dijo mientras miraba las altas cumbres de madera blanca y azul marino. En el porche había una serie de sillas de Adirondack, bien resistentes, que podía haber sido blancas, si no fuera por los descoloridos a un gris opaco. “Wow, esto es muy bonito.” Holly detuvo el jeep frente a una de las puertas del garaje. “¿Quieres mirar a su alrededor?” “Holly, ¿estamos buscando una casa?” le preguntó. La noche de la fiesta, habían hablado brevemente acerca de vivir juntas, pero no habían llegado a confirmar nada. “¿Qué daño puede hacer mirar? Además, es genial.” Se inclinó sobre él apoyabrazos y la besó. “Vamos, será una aventura.” Deslizó sus largas piernas mientras salía del coche. Se inclinó y le indicó a Tracey que se uniera a ella. “¿Tu definición de aventura es violar la propiedad a alguien? No veo ninguna aventura en eso.” Tracey murmuró en voz baja, mientras salía de la seguridad del coche. “Espero que no haya nadie en la casa.” Holly ya estaba en el porche mirando a través de las ventanas de la fachada. “Mira este lugar.” Dijo mientras protegía la frente contra el cristal. Los suelos de madera estaban cubiertos con una capa de polvo, pero parecían estar en buen estado, y corrían la mayor parte de la planta principal. Una gran sala y la cocina estaban en ese lado de la casa. “Vamos a la parte trasera.” El patio trasero daba al lado opuesto de la laguna. Un muelle de veinte pies flotaba sobre las olas. Había un elegante velero, pintado de negro brillante, amarrado en un extremo. Los adornos de madera de teca y plata brillaban bajo el sol de la tarde. El nombre de la embarcación, dama de compañía, estaba garabateado en la popa, en grandes letras blancas y negras. Holly se preguntó si el dueño de la propiedad era la misma persona a la que pertenecía ese barco. Se volvió a la casa, acercándose a las ventanas, tratando de conseguir una mejor visión del interior. Encontró una gran puerta corredera de cristal, sobre la que presionó su frente contra el cristal. Sintió el contacto del cuerpo de Tracey a su lado. La mujer de cabello oscuro imitó sus acciones y lo miró hacia el interior de la casa. La cocina era grande, con una barra de desayuno y zona de comedor. “La cocina es enorme. Más grande que la tuya.” “Lo es. Me encanta el patio, el porche. Oh, ¿viste?” Se volvió y señaló hacia el muelle y el barco. “Un barco de vela… humm. Creo que he encontrado tu pequeño.” Tracey se volvió hacia la casa. “¿Te gusta?” “¿La casa?” Ante el asentimiento de Holly, continuó. “oh por supuesto, es hermosa.” “Voy a llamar.” Holly sacó su teléfono y comenzó a marcar. “Holly, no podemos.” Oyó el miedo en su propia voz y observó cómo la otra mujer cortaba la llamada. “¿Por qué no? Sólo quiero poner algunas antenas por ahí ¿Tienes miedo?” “Es demasiado, demasiado pronto.” Se alejó. Asustada, sí, definitivamente estaba muy asustada. Sabía que Tracey había dicho que le gustaría vivir allí, pero ninguna de las dos había vuelto a mencionarlo. Quizás Holly sólo quería obtener información sobre de la casa y eso era todo. Tracey se pasó la mano por el alféizar de la ventana y luego se volvió a apoyarse contra el lado de la casa.
La mujer rubia escuchó la vacilación en su voz y le levantó la barbilla, para mirar a los ojos plata de su amante. “Sólo quiero ver cuánto cuesta. No comprarla. Demonios, ¿te imagina el viaje que tendría que hacer hasta el Jessup?” Rozó sus labios con los de Tracey, provocando una sonrisa a la cara de la morena. “Dios, cómo me gustas.” Dijo mientras apretaba su cuerpo contra el de Tracey. “No podemos.” Dijo echándose hacia atrás la cabeza para permitir el acceso, a su cuello a Holly, dejando que sus manos recorrieran toda la espalda dela médica, para luego a su cuello y dejó que sus manos recorrieran arriba y abajo de la espalda de Holly, para luego detenerse en las caderas. La empujó contra la pared de la casa y deslizó su muslo entre las piernas de Tracey. Esta deslizó las manos alrededor del cuello de Holly y la atrajo hacia sí. Le dio un beso en la boca, por completo, dejando a la médica sin aliento. Con un dedo, la empujó antes de que decir. “¡Casa! ¡Ahora!” Gritó mientras se abría paso en el porche de atrás y corrió a su coche. Holly, pisándole los talones, se metió en el asiento del pasajero, con el tiempo justo para que Tracey pudiera poner en marcha el coche y saliera zumbando por el camino de entrada. Una nube de polvo siguió al Jeep, por el camino de grava, cuando Tracey corrió a la casa, con la mano de Holly acariciando su muslo interno. Los cinco minutos en coche hasta la casa, les parecieron una eternidad. Disminuyó la velocidad del Jeep, sobre la calzada, hasta terminar por pisar el freno. “¡Qué mierda!” La voz de Tracey resonó en el interior del coche. En el camino de entrada, estaba aparcado el Land Rover de Maxie, cerca de la casa del barco. “¿Ese es el coche de Maxie?” preguntó Holly, moviéndose en el asiento, inclinándose hacia la ventana delantera para ver mejor. “Pensé…” Dejó de hablar cuando vieron a la dueña de la casa, delante del porche con un gran vaso en la mano, saludándolas. El contenido de la copa se derramó por la borda y al porche. “No puedo creerlo”. Podía oír la ira en la voz de Tracey, mientras sus dedos agarraban con fuerza el volante. Salió del coche, y se dirigió hacia el porche, con los hombros rígidos y sus manos volando en el aire. Holly se quedó parada mirando la escena que se desarrollaba en el porche. Había sido testigo, de este tipo de situaciones, en varias ocasiones en la sala de urgencias. No importaba lo que Tracey dijera, Maxie haría lo que ella quería. Esperaba que la vicepresidenta del banco no fuera la típica borracha enojada. Cuando Maxie tropezó tratando de acercarse a Tracey, Holly bajó del coche. “Me lo prometiste”. “Ahhh…” Maxie se llevó la palma de la mano a la frente. “Ay…” Se frotó el lugar que acababa de golpearse. Tracey… hey cariño. Estoy aquí. “ “Maxie, quedamos en que este fin de semana vendríamos Holly y yo. Hablamos de ellos.” “¿Quién?” “Holly, mi novia.” “Tú eres mi novia.” Las palabras salieron arrastradas de la boca de Maxie, que intentaba continuar bebiendo. “¡Maldita sea Maxine! No soy tu novia. Soy tu amiga, y en este momento me lo estoy cuestionando.” Tracey dejó que su mano se deslizara por su pelo, empujando la masa detrás de las orejas. “Me dijiste que podía utilizar la casa este fin de semana. Que Holly y yo podríamos tener la casa para nosotras solas”.
Tracey le recordó. “¿Por qué has hecho esto?” “¿Eso era este fin de semana?” Inclinó la cabeza y miró a Tracey. Cuando Holly se acercó a las dos mujeres, podo percatarse del lamentable estado de Maxie. “¿Quién carajo es esta?” Su observación venenosa estaba dirigida a Holly. “Hola Maxie.” La aludida dijo mientras colocaba una mano en la parte baja de la espalda de Tracey, tratando de calmar su estado de ánimo. Esta colocó un brazo posesivo alrededor de la cintura de Holly, atrayéndola como si fuera el escudo de un guerrero en una batalla. “Ya la conoces, es Holly.” La mirada sesgada, en la cara de Maxie, transmitió su desconocimiento. Tracey miró a Holly en busca de apoyo. “Has estado en su casa. Ella es médico”. “Doctor…” Maxie rio. “¿Qué hay de nuevo vieja?” Su risa continuó hasta que vio a la pareja abrazada. “¡Se supone que debes estar conmigo! ¿Por qué no me amas?” La mujer de ojos vidriosos se apoyó contra una columna del porche, deslizándose a través de los tablones de madera. Tracey vaciló antes de que dar un paso adelante, sintiendo el toque tranquilizador de Holly, que la instaba a seguir. “Vamos a llevarla al sofá y tome la siesta.” Tracey se arrodilló delante de su amiga. Con los dedos, retiró un mechón rebelde de pelo de los ojos de Maxie. “Hablaremos de esto más tarde.” Ayudó a su amiga a ponerse de pie, mientras Holly la ayudaba a meterla dentro de casa. “¿Hablar de qué nena?” Maxie se tambaleó hasta que Tracey la agarró por la cintura para estabilizarla. “Holly?” Tracey le llamó. Se preguntó si Maxie había venido desde la ciudad, ya borracha, o si había empezado una vez que llegó a la casa. Como pudieron, y tras un par de tropezones, la acomodaron sobre el sofá, en frente de la chimenea. Necesitando un poco de espacio, Holly se dirigió hacia el negro Range Rover. Sabía Maxie tenía un buen trabajo y dinero. De las conversaciones que había tenido con Tracey, y las interacciones que tuvo con Maxie, algo en su pasado aún la perseguía. En la sala de urgencias, cada día, trataba con personas heridas por conductores ebrios. No quería dejar, a sabiendas, que Maxie hiciera daño a nadie. La puerta del conductor estaba entreabierta y las llaves colgaban del contacto. En el portavasos, entre los asientos delanteros, había una botella vacía de Jim Beam Negro. La sombre del pintalabios de Maxie bordeaba el labio de la botella. Miró hacia la casa. Tracey debía conocer el comportamiento de su amiga. Puso la botella, en la parte superior del techo del vehículo, agarró las llaves y cerró la puerta. Se llevó la botella vacía con ella para mostrársela a Tracey. “Ella está dormida.” “Se desmayó.” Holly le corrigió, levantando la botella para su inspección. “¿Esto es normal en ella?” “No.” Tracey dimitió en los escalones. Envolvió sus brazos alrededor de su cintura y se apoyó en la barandilla de porche. “Algo tiene que estar pasando. Nunca la había visto en este estado.” “No pongas excusas por ella. Es una suerte que no matara a alguien, conduciendo en ese estado.” “Por favor, entiéndelo.” Tracey se quejó, con su estado de ánimo, completamente arruinado con la presencia de Maxie.
“¿Entender qué? Tu mejor amiga está enamorado de ti…” esa observación hizo que Tracey frunciera el ceño. Pensó en elegir cuidadosamente las siguientes palabras. “Tiene un serio problema de alcoholismo, Tracey. Necesita ayuda.” Levantó una mano para detener cualquier réplica a su novia. “Primero tiene que admitir su problema. Eso no podrás hacerlo por ella. Nadie puede. Créeme, lo he visto suficientes veces. Tiene que hacerlo por sí misma.” Caminó hasta donde estaba Tracey tocándola en el antebrazo. “Puedes apoyarla. Es tu amiga, pero no pongas excusas por su comportamiento. Ella es adulta.” Holly había tenido que tratar con demasiados borrachos abusivos, en urgencias, en el curso de su carrera. Maxie no encajaba en el molde típico. Ella tenía éxito, una carrera y dinero. Y de la manera en que Tracey la estaba defendiendo, también tenía la lealtad de sus amigos. “Ella no tiene a nadie más.” “Entonces apóyala.” Repitió. Podía ver las lágrimas que se empezaban a formar en los ojos de Tracey. “Tiene una fuerte conexión contigo. Más fuerte de lo que me gustaría”. Tracey puso las manos en la cara de Holly, para besarla. Al principio el beso fue lento, como si estuvieran saboreando la esencia de la textura húmeda de los labios una contra la otra, hasta que un suave susurro increíblemente suave escapó de Tracey. Holly abrió la boca, invitándola a profundizar la unión. La necesidad de lujuria que las había llevado de vuelta a casa, regresó. Separaron sus bocas, pero sus frentes se posaron juntas. “¿Este ha sido nuestro primer beso de reconciliación?” ¿Estábamos peleando? “ “Si besas así como compensación, puedo empezar peleas más contigo.” “No pienso averiguarlo. Vamos a dar un paseo en barco, mientras Maxi descansa” Holly levantó las llaves del Toyota. “Debemos llevarnos las llaves con nosotras“ “Buena idea.” Se acercó a la hierba y envolvió su brazo alrededor de la cintura de Holly. “Sólo tú y yo.” Arrastró un dedo, hacia abajo, dejando que su mano se deslizara sobre la banda de la cintura de sus pantalones cortos. “¿Por qué no vas a ponerte el traje de baño?” Tiró del material. “Ya hazme saber si necesitas ayuda.” “Seguro…” Holly dijo mientras entraba por delante de ella. “Las dos sabemos que nunca saldríamos de la habitación si me ayudas.” “Por eso, seré buena y me quedaré aquí.” El barco aceleró, a través del canal, en el agua abierta de la bahía de Chesapeake. Tracey se volvió hacia su pasajera, que estaba de pie, con una mano en el marco de la ventana del frente y la otra agarrando el asiento acolchado. Durante la última hora, Tracey había jugado a ser guía turística, mostrándole los entresijos de los cursos del agua. Espiando el pedazo de tierra que buscaba, se recostó en el acelerador. El Bayliner desaceleró cuando lo dirigió hacia la entrada pequeña. “¿Qué pasa?” Holly se agarró rápidamente a una parte del barco. Tracey señaló la playa desierta que parecía extenderse por una milla. “Es una playa privada. Mañana, estará llena. Hoy, es toda nuestra.” Dejo el motor en ralentí cuando entraron en aguas poco profundas. Enseñó a Holly cómo colocar las líneas de remolque y de anclaje. Cuando asintió, Holly arrojó el ancla de acero pesado al agua. “¡No es mal para un cuerno verde!” Tracey bromeó mientras miraba el ancla y ponía el motor en punto muerto. Holly se inclinó, sobre la parte trasera del barco, sorprendida de que pudiera ver el fondo cubierto de arena. Cuando Tracey apagó el motor, agarró su bolsa de playa y se volvió hacia Holly. “¿Lista para relajarte?”
“Estoy más relajada de lo que he estado en meses.” “Humm… creo recordar haberte visto yacer boca abajo en una posición muy relajado.” Recordó a la rubia convertida en gelatina, sobre el colchón, apenas unas horas antes. El rubor en ascenso, en las mejillas de Holly, la excitó. Nadie había seducido tal respuesta. “Compórtate, o no seré responsable de mis acciones.” Holly se deslizó por la borda, metiéndose en el agua, hasta la cintura. “¡Ohh!” “¿Fría?” “Un poco.” Hizo un gesto para que Tracey le diera la bolsa. La levantó por encima de la cabeza y se dirigió hacia la orilla. Tracey se hundió en el agua. “Jesús…” Siseó cuando sus pies tocaron el agua fría. Holly se rio al llegar a la playa, mirando a su novia vadear rápidamente a través del agua. “Está fría.” “Sí, pero vale la pena.” Hizo un gesto hacia la playa de arena blanca. “Te pondré un poco de crema para el sol” Las cejas levantadas y la sonrisa torcida de la rubia, la volvieron a excitar, mientras colocaban las toallas de playa en la arena. Se sentó en la toalla de playa, le entregó la botella de loción para Tracey. Tracey tomó la loción y se mordió el labio, mientras miraba las manos de Holly, quitarse la parte superior de su traje, mostrando la pieza más pequeña de material en su pecho, y se tumbó en la toalla. “Claro”. Mientras la observaba instalarse en la toalla, su corazón latía con fuerza contra su pecho, mientras tomaba en la expansión de la piel expuesta rogando por su tacto. Se arrodilló, en su toalla, junto a Holly. Miró hacia el sol de la tarde. Si Holly no tenía cuidado, se quemaría. “¿Estás cómoda?” Tracey oyó el suave gemido como su respuesta. Abrió la botella y colocó algo de la sustancia blanca en sus manos. “Está un poco fría al tacto.” El murmullo de una respuesta fue enterrado en la toalla. “No deberías haber me mantenido despierta toda la noche. Necesito dormir.” Holly movió sus caderas. Puso los brazos a un lado, esperando el peso de Tracey sobre ella. Cuando no llegó, soltó un bufido. “Me estás matando.” “No lo creo. Además, dijiste que necesitabas descansar.” Tracey se instaló en su toalla. Yacía sobre su espalda, y se puso un par de gafas de sol sobre los ojos. Echó una mirada en Holly que se había dormido. “Descansa un poco, lo vas a necesitar.” Sonrió mientras se frotaba la crema solar en los brazos y la cara. Condenada Maxie!, No dejaré que estropees mi gran fin de semana con Holly.
Capítulo 16 Tracey tocó la punta de su zapato Tommy Choo el suelo de la sala de banquetes. En un momento de locura, se había ofrecido voluntaria para acompañante del baile de graduación. Sus razones eran, en ese momento, ponerse en la buena voluntad de la Comisión de Presupuesto, con la esperanza de aprobación de uniformes. Su equipo realmente necesitaba nuevos uniformes para la próxima temporada. Cuando el señor Holmes, el director, pidió compromisos por parte del personal para el baile de mayo, Tracey levantó la mano. Esta noche, se arrepintió de su decisión. Si quería vestirse y salir una noche por la ciudad, preferiría estar con Holly que con los estudiantes mayores de Secundaria de Bayview. Su vestido era uno que había usado hace tres años, como la dama de honor, en la boda de su compañero de la universidad. Era un vestido color esmeralda, que le llegaba por encima de las rodillas. Por una vez, un vestido de dama de honor, podría ser utilizado para una ocasión especial. No estaba en sus planes, haberse gastado trescientos dólares, para solo utilizarlo una única vez. El matrimonio ya se dirigía hacia el divorcio, así que no le pareció mal dar un uso alternativo para el vestido. Una sonrisa apareció en su rostro, al recordar la cara de Holly, cuando esa misma tarde había entrado en la sala de urgencias. La médica estaba charlando, con los miembros de su personal, cuando el hombre de piel oscura, que dirigía el mostrador de admisiones, levantó la cabeza cuando Tracey entró en la unidad. Sus brillantes dientes blancos brillaron, en una sonrisa, mientras asentía con aprobación. Holly dejó de hablar cuando se dio cuenta de que su personal estaba más interesado por algo o alguien detrás de ella. Vio como la médica, de pelo rubio, se volvió lentamente hacia ella. La mirada en el rostro de Holly fue de total confusión a la de deseo. Se acercó a la médica y envolvió sus brazos alrededor de su cuello. Se puso de puntillas, pasando los dedos por la longitud del pelo en la parte posterior de la cabeza de Holly. “Dios… estás impresionante.” Dijo tan pronto levantó sus labios de los de Tracey. Sus frentes todavía se tocaban cuando la morena le acarició el cuello. “Me gustaría ir contigo.” Holly volvió a besarla. “Tenemos una cita después, Dra. Hot Stuff”. Dejó que sus dedos permanecieran a lo largo de los hombros de Holly, deslizándolos por sus brazos hasta sus manos. Con un rápido apretón, se dio la vuelta y se dirigió hacia las puertas, donde estaban situadas las ambulancias. “Sólo quería saludarte.” Le guiñó un ojo a Sandra y luego se volvió a lanzar un beso a Holly. “Lo recuerdo.” La rubia la dijo, todavía sorprendida por la aparición de su novia. “Vamos Dra. Hot Stuff, tienes un paciente.” Sandra empujó un informe a Holly. Esta lo cogió, pero con su atención todavía estaba en la figura que se alejaba, en el hermoso vestido verde. “Me gusta. No lo arruines Doc.” “A también.” Dijo mientras abría el informe, para asistir al siguiente paciente. Tracey rio todo el camino hasta el coche. Le encantaría ver cómo estaría Holly en medio de la sala de urgencias. Sabía que el personal conocía su relación, pero nunca se sabe. Ahora de pie, en la puerta de entrada, estaba saludando a sus estudiantes. Miró su reloj, seis horas y media hasta poder estar de nuevo en los brazos de su novia...
Tracey miró hacia la DJ, que ponía la peor música con la que se había encontrado de cualquier otro acontecimiento. Recordó el Mitzvah, del hijo de su vecino Barry, aquello también había sido una música de lo más tortuosa. Al menos eso había sido en hebreo. Estaba orgullosa de sus jugadores. Zoey se había presentado con su amigo Malcolm. No quería acercarse a Michelle, porque desde el incidente en el supermercado, Tracey se había mantenido al margen de su ex jugadora. Le había mencionado a Holly el incidente. Esta se había molestado porque la estudiante estaba cuestionando su vida privada. Cuando ésta, le había mencionado la aparición de Michelle en la sala de urgencias de nuevo, Tracey se preguntó si la estudiante necesita ayuda o algún tipo de asesoramiento. No iba a preocuparse por Michelle, ya que la joven nunca se había acercado a ella de forma directa. Además, pronto se iría a la universidad. Ahora, sólo quería concentrar todo su tiempo libre en su relación con Holly. Desde su regreso, de su escapada de fin de semana, no habían pasado mucho tiempo juntas. El último grupo de internos estaban recibiendo orientación de Holly, sobre el campo de la medicina de urgencia. Su busca sonaba constantemente. Los internos tenían preguntas sobre tratamientos, medicamentos, horarios y cualquier otra cosa que surgiera, a cualquier hora del día. La médica nunca se quejó. Preferiría responder una y otra vez a todas sus preguntas, antes de que los pacientes tuvieran un mal diagnóstico. Tracey se quedó mirando a sus estudiantes. Algunos de ellos se irían a la universidad, fuera de casa de sus padres, por primera vez. Otros estaban teniendo problemas para sacar a delante su asignatura de biología avanzada. Si fracasaban, que no se graduarían. Sabía que la mayoría de sus estudiantes tenían el potencial para pasar la clase, pero la señoritis era muy contagiosa. Si algunos estudiantes no se enderezan, tendrían que pasar el verano estudiando. La música se detuvo por un momento, y la DJ anunció que el servicio de cena comenzaba. Tracey y los demás miembros de los acompañantes de la facultad se sentaron en la mesa asignada a ellos. Había trabajado con varios de ellos durante años. Entre el grupo estaban Gerald Washington, el profesor de Economía y su esposa, Lucille, que trabajaba con Maxie en el banco. Cuando Lucille se sentó junto a ella, sabía que la conversación iría hacia Maxie. “¿Qué tal tus vacaciones de primavera? ¿Algo emocionante?” Preguntó el cónyuge de su colega. “Pasé un par de días en la orilla.” “En la casa de Maxie?” Ante el asentimiento de Tracey, Lucille continuó, con su voz llena de emoción. “Me encanta ese lugar. Es un desperdicio que sólo lo utilice los fines de semana. ¿Estaba Maxie contigo?” “Se podría decir eso. Estuvo allí por un par de días.” Pensó en el enfrentamiento que había tenido con su amiga, una vez que se le pasó la borrachera. Ella y Holly acababan de regresar de su tarde en el agua. Tracey trajo la Bayliner hasta uno de los pilotes del muelle. Cuando desaceleraba el motor, vio a Maxie esperándolas, en la zona de hierba, entre la casa y el agua. “Ummm…” comenzó a Holly. “¿Por qué no das una ducha? Yo iré haciendo la cena. Quiero hablar con Max.” Maniobró el barco, en el agua, por lo que sus defensas plásticas chocaron suavemente contra la cubierta protectora en el muelle. “Holly, agarrar ese extremo.” La médica se acercó y agarró el metal que sobresalía de la base.
Maxie se apresuró a lo largo del muelle para ayudar con el atraque del barco. Se apoderó de la cuerda, en la parte delantera de la embarcación, y la aseguró con un taco en las tablas. Tenía una mano sobre su frente para bloquear el sol de la tarde. Miró a Holly, pero centró su atención en Tracey. La mueca en el rostro de la maestra, le hizo pensar si había algo mal con el barco. “Bonita llegada. ¿Estás bien?” Maxie le tendió la mano para ayudar a Tracey a bajar de la embarcación. Holly subió al muelle sin ningún reconocimiento de su propietaria. “Holly.” Tracey llamó a la alta figura que acababa de llegar a la orilla. “En un momento estoy contigo.” El rubor que coloreó su rostro hizo que Tracey sonriera. La sonrisa se desvaneció tan pronto como volvió su atención a Maxie. Ignoró la mano que le ofrecía y salió del barco. “Bueno, hola a ti también.” Maxie cruzó los brazos sobre su pecho y se quedó mirando a su amiga. “Sabes, podrías al menos saludarme, después de todo estás utilizando mi casa y mi barco.” “Divertido Maxine, ya intercambiamos bromas hace unas horas.” La mirada extraña, que pasó sobre el rostro de la banquera, le hizo saber que su amiga no tenía ningún recuerdo de su conversación de antes. “¿Cuándo llegaste aquí?” “No hace mucho tiempo.” Maxie se encogió de hombros. “En realidad, hace como seis horas. Holly y yo volvimos de comer y te encontramos borracha como una cuba.” “Sí claro. Tracey acababa de llegar.” “¿Cómo Maxie?” “Conduciendo.” “¿Dónde están las llaves?” Tracey la desafió. Cuando Maxie se tocó los bolsillos, Tracey sabía que no sabía dónde estaban. “En el mostrador probablemente, o en el Rover.” “Tengo tus llaves.” Levantó el llavero que pertenecía a su amiga. “Me las llevé para que no volvieras a conducir en tu estado.” Tracey se volvió hacia su amiga, con las manos plantadas en las caderas. “¿Qué está pasando contigo?” “Nada”. Maxie miró hacia la casa, cuando la puerta de tela metálica golpeó detrás de Holly. “Me dijiste que podía usar la casa este fin de semana.” Esperó que sus palabras fueran escuchadas. “Recuerda, quería tener un fin de semana romántico con Holly. Dijiste que podía utilizar la casa y el barco. Que nadie nos molestaría.” “Nadie te está molestando.” Maxie respondió. “¡Oh sí!” Pasó junto a ella hacia la orilla. “Estás aquí”. “Es mi casa.” “Ya lo sé.” Se pellizcó el puente de la nariz, un hábito que tenía cuando las cosas no estaban bien. “¿Cómo crees que me hace sentir, cuando estás borracha y declarando tu amor por mí, delante de mi novia?” Esperó. “Te voy a decir cómo me siento. Necesito que ambas aclaremos las cosas.” “Cierto.” Maxie se rio. “¿Te parece gracioso? Condujiste hasta aquí habiendo bebido. Podrías haber dañado a alguien.”
Cuando Maxie le sonrió, Tracey continuó. “Estabas fatal. Tuvimos que llevarte arrastras. Gee Maxine, no voy a volver contigo.” Vio como la mandíbula de Maxie se tensaba, y su sonrisa desapareció. “No voy a ser tu novia nunca más.” Empujó con un dedo el hombro de Maxie. “ “Estás siendo más dramática.” Maxie retrocedió un paso. “Escúchame. Tenía planes muy específicos con Holly, que incluía tanto sexo como fuera posible.” “Jesús Tracey, ¿qué pasa contigo y esa doctora? ¿Es que no ves que no es buena para ti?” “¿Estás bromeando? Holly es lo mejor que me ha pasado en la vida. Ella es dulce, cariñosa, y me hace reír.” Observó a su amiga que se limitaba a mirarla. “Estoy enamorado de ella.” “¿Ella te ama?” La pregunta de Maxie la hizo detenerse. Todavía Holly no le había hablado de sus sentimientos. Sabía que había atracción, pero no estaba dispuesta a permitir que Maxie supiera la batalla interna entre su corazón y su cabeza. “¿No iremos de aquí?” “¿Cómo?” “Estuviste de acuerdo en que podría utilizar la casa. Te dije que si sino, alquilaría un lugar para poder estar las dos solas.” “No era necesario alquilar nada. Jesús, que no ganas tanto dinero como para ir gastándolo en ella.” “¡No es un desperdicio!” Sus finanzas no eran de su incumbencia. “Una vez más, queríamos estar las dos solas.” La rozó al pasar y se dirigió a la casa. Holly estaba en la parte inferior de la escalera. Tracey se preguntó si había oído la pregunta de Maxie. “Intentaré encontrar otro lugar donde quedarnos.” Se dirigió hacia el teléfono colgado en la pared de la cocina. Sacó las páginas amarillas y comenzó a buscar alojamiento, maldiciendo en voz baja. Cuando fue a recoger el receptor, miró a Holly. Esta le hizo un gesto hacia Maxie, que parecía estar llorando. “Iré a ducharme. Hazme saber qué decides.” Se acercó a Tracey y la besó en la sien. “Habla con ella. Está confundida.” Subió las escaleras de madera a la segunda planta. Colocó el teléfono en la base. “Está todo reservado para el fin de semana. No hay nada libre.” “Tracey, ¿no puedes quedarte?” “Nos quedaremos. Sólo me hubiera gustado que cumplieras tu promesa” Bajó la cabeza y se dirigió hacia las escaleras. “Enseguida bajaré a preparar la cena.” “Yo puedo…” “No, Maxie, yo cocinaré. No quiero que hagas nada por nosotras.” Se agarró a la barandilla y empezó a subir las escaleras. A media altura se volvió a Maxie. “No entiendo por qué a veces haces estas cosas, Maxie. Quiero que sepas que me has hecho daño, por última vez.” Subió las escaleras y encontró consuelo en los brazos de Holly. Durante el resto del fin de semana, evitaron a Maxie. Esta pasó el resto del fin de semana bebiendo, hasta que se fueron. Sacudiendo la cabeza ligeramente, regresó al presente y a la cuestión planteada por Lucille. “Lo siento, estaba pensando en otra cosa. ¿Puedes repetir su pregunta?” “¿Has visto a Maxine últimamente?” Lucille dobló la servilleta de lino, en su regazo. Gerald resopló y dio a su esposa una mirada severa.
“No desde hace un par de semanas. Tuvimos un desacuerdo y no hemos hablado desde entonces.” Había rechazado las llamadas de Maxie, e ignorado la puerta, cuando se había presentado en su apartamento. Incluso Piper le había preguntado, qué estaba pasando entre ellas. Tracey se había limitado a responder que Maxie necesitaba crecer. “No ha venido al trabajo. Espero que todo está bien.” “Estoy segura de que estará bien.” Se preguntó si Maxie habría encontrado consuelo en nuevas botellas de whisky. Horas más tarde, cuando uno de sus compañeros de trabajo mencionó las palabras “Last Dance” todos los huesos de los pies de Tracey se regocijaron. Los zapatos, que había pedido prestados a su madre, estaban de moda pero no eran nada prácticos. “Baila conmigo”. La cabeza de Tracey se disparó hacia la voz a su lado. Michelle Stanley estaba ofreciéndola su mano. Tracey sacudió la cabeza preguntándose si había oído bien, a la estudiante. “Baila conmigo, Tracey.” Solicitó nuevamente. “Michelle”, empezó con calma, escuchando todas las alarmas que sonaban en su cabeza. “Eres una estudiante, yo un profesor. Es muy inapropiado”. Tracey escuchó los primeros compases de Whitney Houston All My Love. “Además, esta es una canción lenta.” “No lo entiendo. Eres lesbiana. Has bailado antes con mujeres. Baila conmigo”. Michelle exigió, mientras colocaba su mano sobre el antebrazo de Tracey. Los ojos de Tracey se dispararon hacia Zoey y Malcolm, preguntándose si los estudiantes habían roto su promesa. “No”. El rechazo contundente, llamó la atención de la multitud cercana. Dio unos pasos hacia atrás, chocando con el seños Holmes. “No estoy segura de lo que estás haciendo, pero creo que tendrías una mejor oportunidad de encontrar a un compañero de baile entre tus compañeros.” Se movió para quedar entre el señor Holmes y Michelle. “Vamos entrenadora, sólo estaba bromeando.” Sonrió dulcemente y llamó a un muchacho que pasaba. “¿Qué fue todo eso Sra. Campbell?” El Señor Holmes vio la palidez de su rostro y expresión de sorpresa. “No estoy muy segura de qué pensar.” Se apoyó sobre el borde de la mesa. “Cuando lo sepa, te lo haré saber.” Se llevó una mano a la cara. Estaba ardiendo. “No me siento bien. ¿Te importa si me marcho ahora?” Preguntó mientras abría el bolso en busca de las llaves. “No, en absoluto Tracey. Espero que te recuperes pronto.” El director dijo mientras miraba a uno de sus empleados favoritos huir del baile de graduación.
~ Holly esperaba impaciente en su sala de estar. El parpadeo de la luz, de las velas bailaba en el aire, haciendo extrañas sombras en las paredes. Había revisado toda la casa, tratando de que todo estuviera perfecto. Desde el fin de semana extraño en la orilla, sentía como si se hubiera abierto una brecha entre ambas. Podía culpar a la cosecha de nuevos residentes que estaba supervisando. A la junta médica, de urgencias, que aún tenía que nombrar al Jefe de Residentes, para el departamento. Una vez que todo ello terminara, la responsabilidad de Holly se desplazaría a ellos. Como parte de la junta, se había visto obligada a asistir a reuniones, atender a los estudiantes, al personal. Sabía que no le había quedado mucho tiempo para
atender su vida personal. Sabía que había descuidado a Tracey. Esta noche, planeó rectificar la situación. Había llegado del trabajo hacía ya una hora, e inmediatamente había colocado una docena de rosas, de color rosa, en un florero sobre la mesa y varias velas blancas. Después se había dado una ducha, y cambiado de ropa. El baile siempre parecía ser una noche tradicional de paso para la mayoría de la gente. Nunca entendió esta concepción, ya que nunca había asistido a ningún tipo de baile formal, en la escuela. Quería tenerlo todo organizado, como si esta noche, fuera el baile de graduación de ella y Tracey. El año que viene, le pediría que la acompañara a la gala de HRC, en lugar de ir sola con Greg y Mark. Recién duchada, se puso con un par de pantalones negros ajustados, una camisa de esmoquin blanca, con perlas incrustadas. La chaqueta a juego colgaba de la parte posterior de la silla del comedor. Lo único que faltaba era Tracey. El vestido verde esmeralda que llevaba, la había dejado descolocada. Se había quedado mirando fijamente a figura que se alejaba, tiempo suficiente para que su personal se preocupara. Si Rollins no la hubiera golpeado en el brazo, se habría quedado allí toda la noche, recordando la parte trasera de la morena. Distraída durante cinco minutos, se dedicó a encender las velas. El plan requería sorprender a Tracey, en la puerta de la cocina, vestida con esmoquin y una rosa en las manos. Con diligencia, escuchó el Jeep que entraba por el camino de su casa. La puerta del mismo se cerró de golpe. No sabía cómo había sucedió, pero cuando se dio la vuelta, Tracey ya estaba de pie en la sala de estar, disfrutando de la luz de las velas. “Mierda”. Puso mala cara. Su plan se había arruinado. “Buenas noches a ti también.” Miró a Holly, y luego desvió la mirada hacia las velas en la habitación. “¿Esperas visita?” “Quería darte una sorpresa.” Bajó la cabeza medio avergonzada. Tracey le tomó la mano y le levantó la barbilla para contemplar sus conmovedores ojos marrones. “Estoy sorprendida.” Había contenido la respiración cuando había entrado en casa. Su coche se había negado a arrancar, y se había visto obligada a ser traída por los Washington. La sala estaba bajo la luz de las velas, con el sonido de música romántica tocando suavemente a través de los altavoces, y aquello sumado a la visión de su novia, en esmoquin, hizo que su corazón latiera con fuerza. “Estás espléndida.” Levantó una ceja, cuando Holly se pasó una mano, por el pelo, en señal de frustración. “Quería darte la bienvenida en la puerta.” Llevó una mano a la mejilla de Tracey. Su pulgar se deslizó suavemente través de su piel. “Me parece que no puedo hacer nada bien últimamente.” “¿De qué estás hablando?” Se apoyó en el calor de su mano. “No has hecho nada malo.” Holly retiró la mano. Sabía que sus inseguridades estaban empezando a volver la loca. Con Pam, la distancia entre ellas había comenzado lentamente. No se había dado cuenta, hasta que había sido demasiado tarde como para hacer algo al respecto. Con Tracey, sentía que estaba perdiendo el interés de la profesora. “Hola.” Se inclinó para besarla. “Estás muy guapa esta noche.”
“Holly, dame la bienvenida en la puerta.” Le dio un pequeño beso y luego salió por la puerta de atrás. Llamó a la puerta suavemente, esperando que la puerta se abriera de inmediato. Preocupada, cuando Holly no contestó, volvió a llamar. La puerta se abrió a toda prisa. Holly estaba de pie, con su chaqueta de esmoquin, y una sola rosa en la mano, mientras sonaba Matt Nathanson de fondo. Sus ojos miran la miraban a ella. Sonrió y le dio la rosa. “Nunca tuve que ir a mi fiesta de graduación. Pensé que podía llenar ese vacío contigo.” Le tendió una mano. Tracey entrelazó sus dedos, preguntándose cómo había llegado a ser tan afortunada. “La mejor oferta que he tenido en toda la noche.” Dijo mientras envolvía sus brazos alrededor de la cintura de Holly, y tiraba de ella en un abrazo. Apoyó la cabeza en su hombro, por un momento, luego levantó la cabeza y acercó sus labios. Sus manos recorrían desde la cintura de Holly, por su espalda hacia su cabello. La intensidad de su beso aumentó, hasta que sus bocas se abrieron cuando intercambiaron pequeños mordiscos. “Eres hermosa.” Se apartó pero cogió una de las manos de Tracey. Retrocedió en la sala de estar. “La primera noche que viniste, bailamos en mi sala de estar.” “Lo recuerdo.” Sintió el rubor en sus mejillas. Esa noche fría de enero parecía hacía ya casi una vida. Ahora no podía imaginar su vida sin aquella mujer. Su relación había empezado de manera extraña, pero no lo cambiaría por nada. “¿Te gustaría hacerlo otra vez?” La pregunta tranquila de Holly la sacó de sus pensamientos. “Depende…” miró alrededor de la casa, que ya la consideraba más su casa que su propio apartamento. Alargó la mano para tocar la cintura de Holly. Atrás quedó esa extraña y tímida mujer que había conocido meses atrás. Miró a los ojos de su amante, su otra mitad, la mujer que sostenía su corazón. “¿On?” “¿Me puedo quedar a pasar la noche?” Apretó la mano de Holly. Vio la mirada de preocupación de su amante, transformarse en una mirada traviesa. “Podrías haber pasado la noche aquí, la primera vez.” La hizo girar en un paso de baile, consiguiendo que sus cuerpos quedaron en pleno contacto. “Me gustaría que pasaras la noche. He escuchado que suele ser la tradición después del baile.” “Eres la única con la que quiero bailar esta noche”. Se dejó llevar por los brazos de Holly, mientras la música continuaba sonando. “¿Te gustó tu cita?” Holly rio y bajó la cabeza sobre el hombro de Tracey. Continuaron bailando, en un pequeño círculo, entre el sofá y la televisión. Pasó las manos bajo la chaqueta del esmoquin y se lo quitó. Con la mano libre, la dejó sobre respaldo del sofá. “Mejor”. Dijo mientras pasaba sus manos sobre los hombros de Holly, bajándolas por la espalda. Tiró de la camisa, para sacarla de los pantalones de Holly. Gimió cuando sus manos tocaron la carne caliente de la espalda de su amante. “¿No te gusta la chaqueta?” “Si, pero me gustas más sin ella.” Dejó que sus manos vagaran a través de los músculos de la espalda. Holly levantó la cabeza y comenzó a colocar besos en el cuello de la morena, hasta detenerse en su oreja. Mordisqueó el lóbulo, lo tomó entre sus dientes hasta que la morena empezó a retorcerse.
“Este vestido me ha tenido soñando durante varias horas.” Confesó, acariciando su rostro contra el cabello de Tracey. “¿Eso es cierto, Dra. Hot Stuff?” Bromeó al sentir la mano de Holly en la cremallera, entre sus omóplatos. “Sí…” El gemido resonó en la cabeza de Tracey, cuando la otra mujer bajó la cremallera de su vestido, dejando que el material cayera gradualmente a sus pies. “He querido hacer eso toda la noche.” Retrocedió para inspeccionar el sujetador de encaje, color Burdeos, a juego con las bragas que llevaba debajo del vestido. “Wow… es mejor de lo que había imaginado.” Dejó que su dedo examinara el material sedoso que cubría los senos de Tracey. Jugó con su pezón, rodeó su dedo alrededor de la protuberancia a través del material blando. “¡Oh!” El gemido se le escapó, cuando la rubia se llevó el pezón a la boca dejando que su lengua hiciera círculos alrededor del material. “¿Te gusta esto?” Cogió el broche, entre los pechos de Tracey, para liberarlos de la prenda limitante. “Me encantan tus pechos.” Ahuecó uno, luego el otro. Sus labios y la lengua cubrían la extensión del torso de Tracey. “¿Por qué siempre tienes más ropa que yo?” Intentó soltar los botones de la camisa de Holly. Frustrada, le sacó la camisa blanca sobre la cabeza y comenzó a deshacerse de los pantalones. Mientras, la mujer rubia deslizaba su dedo largo por la mandíbula de la morena, y luego por sus labios. Rápidamente reemplazó el dedo con los labios. El beso comenzó lentamente. Saboreó la dulzura de los labios entreabiertos hasta que sus lenguas se encontraron. Tiró de Tracey más cerca debido a la urgencia que sentía. Quería sentir cada parte de la carne de Tracey, mientras sus manos se movían de su pelo por su lado y por su espalda. Podía sentir sus pechos presionando juntos. Quería sentir la piel de Tracey contra la suya. “Te sientes tan bien.” Tracey gimió mientras continuaban besándose. La mano de Holly le acarició el pecho hasta que el pezón rosado se puso rígido por el contacto. Sus labios se movían sobre el cuello de Tracey, acariciando la oreja. Se detuvo para mirarla. Su respiración era pesada y sus ojos llenos de emoción. Ella le devolvió la mirada con suma intensidad. “He estado pensando en ti toda la noche.” La rodilla de Holly empujó entre sus muslos. “Te deseo.” Se movió contra la rodilla. Deslizó los tirantes del sujetador de Holly de sus hombros, y empezó a lamer y besar sus pechos. Capturó uno en la boca y empezó a chuparlo. Su lengua se movió sobre el pico, mientras empujaba sus caderas para acercarse más. Un gemido escapó de los labios de Holly, cuando la otra mujer repetía su empuje. “Ven conmigo.” Susurró contra sus labios. Tomó a Tracey de la mano. Siguieron besándose, mientras se abrían camino hacia el dormitorio, hasta que Tracey la empujó contra la pared de la sala de estar, llevando sus manos sobre su cabeza. Colocó besos hambrientos en el pecho y el cuello, y volvió a sus labios. Se apoyó en la entrepierna de Holly. Con la mano libre tiró de los pantalones negros hasta el suelo. Holly dejó escapar un gemido cuando los dedos de Tracey se deslizaron por su humedad. Esta le soltó las manos, para que la mujer rubia pudiera apoyarse en ella. Sus bocas se encontraron de nuevo. Los besos estaban llenos de deseo e intensidad. Los dedos de Tracey continuaron provocándola, acariciándola, llevándola a un lugar al
que Holly deseaba ir. Elevó las caderas, intentando moverse para aliviar su sufrimiento. Los labios de Tracey dejaron los de ella, mientras la besaba por el cuello, bajando a través del ombligo, deteniéndose entre los muslos. Se arrodilló frente a ella, besando y acariciando a Holly, con los labios y la lengua. Tomó el néctar que fluía desde su centro. La mujer morena se sentía como un gatito que ronronea. El placer de saborear la esencia de Holly atormentó su lengua. Holly apretó los puños, cuando sintió el aliento de Tracey rozar su clítoris. Se apoyó contra la pared, con la esperanza de mantenerse en pie, mientras la otra mujer continuaba haciendo su magia con la lengua. Su cuerpo empezó a palpitar y a convulsionarse cuando la boca y los dedos de su Tracey trabajaron con frenesí. Todo el cuerpo de Holly se sacudió. Tracey podía sentir la tensión creciendo a través de músculos internos de Holly, por lo que continuó apretando alrededor de sus dedos. Al aumentar el ritmo, Holly montó contra sus dedos mientras Tracey tomaba el clítoris hinchado entre sus labios, chupando y ordeñando su orgasmo, tratando de prolongar la ola de éxtasis. “¡Dios mío!” Gritó mientras sus manos sacaron la cabeza de Tracey más cerca de ella. Sintió la sensación sacudirla. “¡Tracey! ¡Tracey!” Gritó su nombre. Cayó al suelo, empujando Tracey sobre la alfombra. Al pasar por encima de Tracey, le dio un beso, saboreando su pasión en los labios de su amante. Holly quería tocarla. Tiró de la ropa interior de Tracey y la arrojó a un lado. Su mano sentía la dulzura de la feminidad DE Tracey, aterciopelad, suave y húmeda, muy húmeda. Sus besos intensificaron sus sentimientos. Tracey se quedó con ella mientras se movían juntas en el suelo. Se arqueó cuando su centro se apretó alrededor de los dedos de Holly. El pulgar encontró su clítoris y comenzó a acariciarla allí. Su cuerpo vibró contra su dedo con cada toque. “Te sientes tan bien.” Holly le susurró con pasión pesada. Apenas podía reconocer su propia voz. Empezó a bajar el rostro sonrojado de Tracey. Esta tembló de nuevo, y un grito escapó de sus labios. “No puedo dejar de tocarte.” “No quiero que lo hagas.” Cambió su peso y envolvió a Tracey en sus brazos. “¿Estás bien?” “Creo que podría utilizar otra palabra para describir lo que siento.” Tracey le sonrió. “Wow, sería una. Intensa es otra. Satisfecha… feliz.” Miró alrededor de la habitación. “No hemos llegado a la cama.” “¿Me culpas a mí la culpa de eso?” bromeó. Le acarició la mejilla. “Tus ojos son mi punto débil. Me siento como si pudieras ver dentro de mí.” “Mis ojos eh…” Tracey dijo mientras, rodaba en la parte superior de Holly y la miraba fijamente. Empujó su cabello a un lado y le enmarcó la cara. “Sí, me pierdo. Una mirada y yo… de duh.” Se burló de ella. “Mentirosa. Eres una persona muy calmada Dra. Hot Staff, y eso me vuelve loca.” Tracey le tocó la cara. “Así que te gustan mis ojos.” “Me gustas” Holly dijo, “mucho y eso es realmente bueno.” Cerró los ojos y se quedó dormida.
Capítulo 17 Sintiendo el ritmo de la canción que sonaba en la radio, Holly llevó su Honda al aparcamiento de la escuela secundaria de Bayview. Los cielos azules por encima bailaban sobre las tenues nubes blancas. La cálida tarde de mayo, tenía los campos de golf llenos de hombres de negocios esquivando su trabajo. Según Tracey, los estudiantes se mordían las uñas deseando la llegada de la vacaciones de verano. Recorrió el aparcamiento en busca de un lugar para los visitantes. El coche de Tracey se había roto la noche del baile de graduación, y aún estaba en el taller. Frank había llevado a su hija, por la mañana, y Holly aceptó recogerla por la tarde. Recordó su primera vez en la escuela. Había ido a verla a un partido de baloncesto, plagado de jugadoras lesionadas. Aunque al equipo no le fue bien, el tiempo que pasó después con la entrenadora sirvió como fundamento de su relación actual. Al salir de su coche, enderezó su chaqueta. Venía directamente de una reunión de su departamento. La decisión de nombrar al Jefe de Residentes se había reducido a Lily Holt y a Serge Phelps, ambos residentes de cuarto año en Jessup. Ella aprobaba cualquier de las dos opciones, pero el comportamiento de Serge con los otros residentes y pacientes, apelaba a su lado más suave. El joven canadiense francés había aprendió Inglés conversacional rápidamente cuando comenzó sus rondas. Pensó en lo divertido que era verle tomar leche en vez de café, o llamar a su madre dos veces a la semana. Su actitud a la hora de tratar con el resto de sus compañeros, así como sus conocimientos médicos y buenos diagnósticos lo hacía un buen candidato al puesto. Reconociendo el letrero para los visitantes de la escuela, se dirigió a la oficina principal. Una mujer de pelo blanco, detrás del escritorio, levantó la vista de su ordenador para saludarla. “Buenas Tardes.” La mujer se puso de pie. Entre su pelo y la altura, la empleada le recordó la actriz Betty White. “¿Le puedo ayudar en algo?” “Hola.” Cogió la pluma adjunta al portapapeles. “Estoy aquí para ver a Tracey Campbell. Ella ha tenido…” “Problemas con su coche. Si. Y usted debe ser la Dra. Graham.” Holly estaba aliviada de que aquella mujer no se refería a ella al Dr. Hot Stuff, como lo harían sus compañeros del hospital. “Si, lo soy. ¿Señorita?” “Sra. Denton, soy la administradora de la escuela. Creo que la Sra Campbell está terminando la práctica de graduación en el auditorio. Puedo pedirle a uno de los ayudantes estudiantiles que le muestre el camino.” “Creo que se suponía que debía encontrarme con ella en su oficina.” “El calabozo”. Las cejas de Holly se arquearon hacia el comentario. “Oh, su oficina se encuentra en la sección inferior del vestuario de las chicas. No tiene ventanas. Yo lo llamo el calabozo porque no tiene ventanas. No hay luz natural.” Explicó rápidamente. “Veré qué estudiante puede acompañarle.” “Hey Dra. Graham.” Michelle Stanley saludó tan pronto como entró en la oficina. “Hola señora Denton, me gusta su pin.” La mujer tocó el pasador en la blusa y le sonrió a la estudiante. “Gracias Michelle. Fue un regalo de mi nieta”. “¿Está buscando a la entrenadora Campbell?” preguntó a Holly, mientras se acercaba a la médica. “Michelle, ¿puedes acompañar a la Dra. Graham al auditorio?”
Esta fue a expresar una objeción pero la mirada de alivio, en el rostro de la señora Denton, detuvo sus preocupaciones. “No hay problema. Dra. Graham, hacía mucho tiempo que no nos veíamos.” Michelle dijo haciéndole un guiño, y sonriéndole, mientras mantenía abierta la puerta. “La señorita Stanley, para dispuesta a ayudarle.” Holly pensó en el día en que se estrelló contra la adolescente, fuera de la entrada de ambulancias. “Y tienes suerte de ello.” La adolescente caminó hacia atrás, mirándola fijamente. Desvió la mirada hacia sus compañeros, y se volvió hacia Holly. “La gente puede perderse en estas salas.” Sabía cómo se había comportado con Tracey en el baile, pero no se atrevió a reprenderla. Tracey pensó que era una broma y la joven sólo quería llamar la atención. Holly se preguntó por qué esta estudiante parecía tener el don de estar siempre alrededor de una de ellas todo el tiempo. “¿Cómo está tu pierna?” “Duele a veces, por lo general cuando hace frío.” Había notado un ligero tirón en la marcha de la adolescente. Seguramente nadie más se habría dado cuenta. “Veo que todavía tienes una ligera cojera. ¿Vas a Terapia Física?” “Una vez cada dos semanas.” Respondió cuando doblaron otra esquina y siguió caminando, por zonas del edificio, por las que Holly no había estado nunca antes. “Lo que realmente me gustaría es que alguien me diera unos masajes. Ya sabes, uno de esos realmente profundos.” “¿Estás segura de que ella está aquí?” Quería alejarse de cualquier conversación que implicara masajes con aquella joven. “Quizá debería haber mirado en su oficina. Ella dijo que estaría en la oficina.” “¿Está buscando a la entrenadora Campbell?” Un estudiante que pasaba junto a ellas les preguntó. Holly asintió, mientras se detenían en mitad del pasillo principal. “Ella está en el salón de actos.” El joven señaló por el pasillo hacia la parte trasera del edificio. “Estarán terminado los trabajos para la graduación.” Michelle explicó mientras continuaban la marcha, y giraban por otro pasillo. Holly notó que el número de estudiantes, en los pasillos, comenzó a disiparse. “Estaba aquí hace cinco minutos.” Dijo Michelle. “Parece que hemos estado caminando durante al menos diez.” Miró hacia las aulas vacías, y la falta de estudiantes y profesores. Un poco de alivio se apoderó de ella cuando reconoció a una estudiante caminar hacia ellas, Zoey, la pequeña jugadora de pelo rubio. “Hola Dra. Graham.” La rubia la saludó. La mirada de enojo que pasó entre las dos estudiantes no pasó desapercibida para por Holly. “Michelle, ¿a dónde vas?” Zoey se dio la vuelta cuestionando a su compañera de clase. “Ocúpate de lo tuyo Zoey.” Michelle se rompió. “No hay necesidad de ser así.” Holly reprendió a la joven, que la miró rápidamente, esbozando una sonrisa brillante. “Ella está celosa de mí.” Se echó el pelo largo y castaño por encima del hombro. “Se cree que será la atleta del año. No hay manera de que la entrenadora la elija.” “Estoy segura de que Tra… la entrenadora seleccionará a quién crea mejor”. Una extraña sensación se apoderó de ella, en ese momento. La piel de gallina recorrió sus antebrazos.
Michelle llegó al final del pasillo y se acercó para abrir una gran puerta doble azul. Filas de luces inundaban la iluminaron de la zona del escenario. Michelle se enroló en el brazo de Holly y comenzó a escoltarla hacia el escenario. “No puedo esperar para graduarme. Seré tratada como adulto y podré hacer lo que realmente quiero hacer.” Declaró haciendo más fuerte su agarre en el brazo de Holly. “¿Qué es lo que quieres hacer?” preguntó mientras se desengancha del brazo de la adolescente. Michelle se puso delante de ella y se dirigió hacia el escenario planteado. Cuando llegaron al centro, Michelle se dio la vuelta rápidamente para hacer frente a Holly. Su rostro mostraba la misma ira que había visto en el hospital. “Estás con la entrenadora, ¿no es así?” Su pregunta resonó con pesar. Alargó la mano para tocar a Holly, pasando sus dedos por el antebrazo. “¿Qué?” Estaba sorprendida por las acciones bruscas y su pregunta. “Tú y la entrenadora Campbell. Tracy. ¿Estáis juntas?” Los dedos de Michelle comenzaron a deslizarse hasta las solapas de la chaqueta. “Te gustan las mujeres, ¿no?” El pelo en la parte posterior del cuello de Holly se puso de pie, mientras se apartaba de la estudiante. Michelle la agarró por ambos lados de sus solapas de la chaqueta y tiró de ellas, con tanta fuerza que le golpeó contra el escenario. Llevó sus labios a los de la médica. Impresionada por su actitud, puso sus manos sobre los hombros de Michelle y empujó. “Holly!” La voz de Tracey reverberó en la acústica del auditorio. Michelle dejó escapar un grito, la apartó y se echó en los brazos de Tracey. Histéricamente sollozó en los brazos de la profesora, justo cuando otro miembro del personal estaba de pie en la entrada de la habitación. Atónita por las acciones de la adolescente y por la ira en la voz de Tracy, Holly se quedó mirando las solapas arrugadas de su chaqueta. Aún podía ver las muescas de los dedos de Michelle. Se enfrentó a Tracy y al otro miembro de la facultad. Zoey estaba justo fuera de la entrada observando la escena. La ira de Tracy se desbordó mientras empujaba a la adolescente llorando en los brazos de su homólogo. Con un gesto de la mano, se les pidió que abandonara el hemiciclo. Poco a poco, se acercó a Holly. La furia en sus ojos de plata quemada como un rayo. “Tracy… es” El movimiento de la mano de Tracy, fue tan rápido, que no lo vio venir. Simplemente recibió la fuerte bofetada. La fuerza bruta del golpe, hizo que se tropezara hacia atrás. Su mejilla picó cuando los vasos sanguíneos reaccionaron ante el impacto. Llevándose la mano a la cara, se quedó adormecida, en silencio, mirando a Tracey. “Dra. Graham. No quiero que vuelva a pisar, de nuevo, esta institución.” Su voz se quebró con rabia. “Te quiero.” Fueros las únicas palabras que pudo pronunciar. Quería habérselo dicho en una ocasión especial, no de esa manera. “Por favor, Tracey, deja te que te ex…” trató de hacer cara o cruz de la situación. No era posible que aquello estuviera sucediendo. Estaba allí para recoger a Tracey. Iban a cenar con los padres de Tracey, esa misma noche. El fin de semana se dirigían de vuelta a la orilla a mirar la casa. “¿Explicarme? ¿Explicarme? ¿Quieres que escuche tu excusa? Si realmente “me quieres” ¿por qué estabas abrazada y besando a Michelle? Por favor…” Silbó mientras se alejaba. “Espero que tengas un muy buen abogado.” A mitad de camino por el pasillo, se volvió hacia Holly y añadió otro clavo en el ataúd. “Veo que hay algunas cosas que son de familia.” Mirando a la espalda de Tracey, que salía del auditorio, se sintió morir. ¿Cómo podría acusarle de tales acciones, ponerla en la misma categoría que su padre? En
cuanto a lo que la rodeaba, empezó a cuestionar todo. Su relación con Tracey. ¿Por qué Michelle Stanley la había atacado? ¿Qué había hecho a aquella joven para que actuada de esa manera con ella? Ella no había hecho nada malo. Esto no era culpa suya. Nada de esto era su culpa. Tal vez le había pasado algo parecido a su padre. ¿Sus acciones también fueron confundidas con otra cosa? Por primera vez en su vida, deseaba haber creído que su padre fuera inocente. Con la cabeza baja, se dirigió hacia la salida más cercana, sin importarle si la alarma contra incendios sonaba o no. Recibida por la luz brillante del sol, la pesada puerta se cerró detrás de ella. Después de orientarse por un momento, siguió un camino, alrededor de la escuela, que la llevaba a la zona de aparcamiento principal. Rezó en silencio, para que Tracey se diera cuenta de lo que había pasado en la escuela no era culpa suya, y la estuviera esperando en su coche. En cambio, su CRV gris estaba aislado en medio del vacío aparcamiento. Se sentó al volante, y se preguntó cómo había podido cambiar tanto su vida, en unos minutos. Se suponía que iban a ir a cenar esta noche con el Campbells. Este fin de semana iban a mirar la casa cerca de la orilla. En cuestión de quince minutos, su vida pasó de felicidad al completo caos. Saliendo de la escuela, se preguntó qué iba a pasar. Sin duda, la escuela se daría cuenta de cómo era Michelle. Pero ella era inocente. Tenía Tracey. ¿Por qué iba a querer a nadie más, especialmente un adolescente malcriada? Se detuvo ante un semáforo en rojo. Todo sucedió tan rápido que no sabía cómo reaccionar o qué hacer. Y las acciones de Tracey. Su mejilla aún le picaba. Se miró en el espejo, viendo todavía la huella de la mano visible en su rostro. Lo que le había dicho, le había dolido más que la bofetada. Las palabras de la profesora resonaban en su cabeza. Que era como era su padre. Sabía que ella era inocente. ¿Su padre también lo era? ¿Le podría haber pasado lo mismo que a su padre? Algunos adolescentes malcriados, cuando no conseguían lo que querían, se ensañaban con otras personas. Recordó la chica que acusó a su padre. Louise, ella era una rica hija de papá suspirando por atención. ¿Cuál era el motivo de Michelle? La niña fue apareciendo en sus ratos libres. Se había presentado dos veces, en urgencias, solicitando que ella le atendiera. Dios, ¿qué fue todo eso? Rollins estaba enojada con la adolescente, pero nunca dijo nada. Cuando mencionó a la adolescente, se dio cuenta de que Sandra estaba irritada. Michelle había tocado a Holly, en el curso de la conversación, y en más de una ocasión, le había guiñado un ojo e interrogado sobre su gusto por las mujeres. Sacó su teléfono móvil. Marcó el número de Greg. Como su superior y amigo, necesitaba informar al hospital de los posibles cargos. Le dejó un mensaje. Retiró el teléfono de su mejilla, y al notar la humedad, se dio cuenta de que había estado llorando. Se enjugó las lágrimas y se dirigió a casa.
~ Atónita, Tracey se sentó en el coche de Andy, fuera de la casa de sus padres. Andy llegó tan pronto como ella lo había llamado. No recordaba haberle llamado ni hablado. Cuando su entrenador asistente y amigo, se arrodilló frente a ella y la tomó de la mano, en la suya, se puso a llorar. La envolvió en un abrazo y trató de aliviar su sufrimiento. Su corazón estaba roto. Nunca en un millón de años habría creído lo que había pasado. Lo vio. Vio a Holly fijando a Michelle Stanley, contra el escenario, besándola. “¿Quieres que te lleve a casa?” La suave voz de Andy penetró en la neblina que la rodeaba. “Mis padres. Si, llévame allí.” Murmuró preguntándose cómo su mundo se había vuelto del revés tan rápidamente. Su corazón se sentía como si estuviera siendo
arrancado de su pecho. Nada más oír la alarma contra incendios, que había hecho saltar Holly en su salida, fue corriendo por el pasillo hacia el director Holmes. Su rostro mostraba preocupación al verla. “¿Qué diablos pasó?” Morris Holmes tenía a tres profesores y una estudiante, muy angustiada, esperando en su oficina. “Había…” Tracey tropezó con sus palabras. No sabía cómo expresar lo que acababa de presenciar. “Vi…” “Simplemente tomate un momento.” Puso una mano en su brazo en un gesto de calma. Tracey cerró los ojos y apretó el puente de la nariz. ¿Qué había visto? “Llegué a la oficina y le dije a la señora Denton, que alguien vendría a recogerme. Luego Michelle Stanley y la Dar. Graham estaban en el auditorio.” Tracey se detuvo. Michelle había estado en la práctica de la graduación y sabía que habían terminado. Las únicas personas que quedan en el auditorio eran los encargados del trabajo audiovisual. “Así que… me dirigí de nuevo aquí para reunirme con ellos.” Hizo un gesto hacia la puerta. “Cuando entramos, vi a Michelle Stanley siendo presionada contra el escenario y participando en un beso con la Dra. Graham.” En su mente, se repetía aquella escena una y otra vez, Holly presionando a Michelle, mientras sus bocas se tocaban. Incluso desde el fondo de la habitación, no había duda de lo que estaba ocurriendo entre las mujeres. “¡Mierda! Michelle Stanley?” Morris puso su mano sobre su frente. Sus roces con Geoff Stanley solían terminar con el director, disculparse con el funcionario del condado, con la esperanza de que no les cortaran los presupuestos, de los que dependían. “¿Por qué diablos el Dr. Graham estaba en el edificio?” “Mi coche está en el taller. Le pedí que me recogiera después de la escuela.” No reconoció su propia voz, sonaba demasiado vacía. Ella se sentía vacía. “¿Una mujer? ¿El Dr. Graham es una mujer?” Cerró los ojos mientras trataba de concentrarse en los procedimientos para este tipo de situaciones. Corrió una lista garrapata mental en la cabeza. Tenía que notificar a la junta y a los abogados. “Por favor, dígame Sra. Campbell, ¿sabía usted de cualquier tipo de interacción entre la estudiante y su amiga?” Cuando el rostro de la maestra se redujo aún más, sabía que había habido algún contacto. “La Dra. Graham trató a Michelle después del accidente de autobús. Creo que hubo un contacto adicional en el hospital y, posiblemente, en un restaurante.” “¿Nada más en la escuela?” “No que yo sepa.” “Parece como si estuviera enterada de lo suficiente Sra. Campbell. Estará suspendida administrativamente y será contactada por los abogados del distrito escolar.” Sacudiendo la cabeza, recordó que sólo faltaba una semana para terminar el año escolar, ¿por qué esto tiene que suceder bajo su mandato? Los hombros caídos de la mujer frente a él, le transmitieron su sorpresa e incredulidad también. “Algunas veces las personas no son lo que parecen ser, señorita Campbell. Piense en ello como una lección de vida.” El director Holmes se volvió hacia su oficina, preparando su cerebro para hacer frente a las preguntas de sus superiores. “Tracey no hables con nadie de esta situación. No quiero que ningún aspecto de la investigación se vea comprometida.” “¿Quieres que vaya contigo?” Andy colocó una mano en su rodilla. Cuando los ojos grises muertos lo miraron, su corazón estaba con el dolor que Tracey estaba tratando.
“Gracias por todo Andy.” Negó con la cabeza. Se movió como pudo, para salir del coche y entrar en casa de sus padres, sin un pensamiento. Inmediatamente fue a su antiguo dormitorio y se desplomó sobre la cama. No oyó la puerta abrirse y sentir el hundimiento de la cama, cuando Ellen se sentó junto a ella. Una cálida mano en su espalda, trató de calmar los sollozos, pero nada parecía borrar la imagen de Holly besando a su estudiante. Cuando Ellen se acostó junto a ella, se acurró en los brazos de su madre y lloró con más fuerza. “Está bien.” Ellen dijo, mientras besaba la parte superior de la cabeza de su hija. Andy le había llamado advirtiéndole que algo malo había pasado en la escuela, por lo que se había preparado para una crisis. “Nada puede ser tan malo que no puedes arreglar.” Ellen ofreció aliento. “Oh mamá, es muy malo. Es tan malo que no sé qué hice mal.” Lloró en el pecho de su madre. Su vida estaba siendo despedazada. Pensó que no había sufrido tanto desde que se había lesionado cuando estaba en la universidad. Eso no era nada comparado con la angustia que estaba tratando. Su novia estaba en una relación con su alumna. Había estado ciega. Había permitido que la relación continuara, entre Holly y su estudiante, a pesar de que Michelle se había acercado a ella varias veces. ¿No había visto los signos o Holly había estado jugando con ella todo el tiempo? Maxie le había advertido, pero pensó que la preocupación de su amiga era por celos. ¿Era la historia sobre el padre de Holly una manera de alejarla de su relación? Tal vez esa fue la razón, de que Holly se negara a entrar en detalles sobre la muerte de su padre. Comentario del Director Colmes, sobre su conocimiento de la interacción entre Holly y Michelle, la hizo sentarse en la cama. Ellen parecía sorprendida por el repentino cambio en el comportamiento de su hija. “Mamá, voy a necesitar un abogado, un abogado muy bueno.” Tracey acunó su cabeza en sus manos. Iba a tener que lidiar con la realidad de la situación. Una relación inapropiada entre su estudiante y su amiga. En el centro de la misma, se encontraba ella. Sabía de sus encuentros. Sabía que se habían visto en más de una ocasión. Michelle mencionó a Holly en todas las conversaciones que había tenido con ella, primero en el supermercado y luego en la fiesta de graduación. Eddie había mencionado que Michelle quería salir con alguien más maduro. Ahora se daba cuenta de lo ingenua que había sido. Dos jóvenes, jugadoras, habían tenido una relación antes del accidente de autobús. Luego Holly entra en su vida. La médica no se deja emocionar, dejando que ella misma marcara el ritmo de la relación. Cuando Holly finalmente le declara su amor, es sorprendida besando a una estudiante. Holly dijo que me amaba, apartó lejos de su mente aquellas palabras. En medio del pánico, al ser atrapada con Michelle, Holly finalmente le había declarado su amor. “¡Necia!” Dijo en voz alta. “Mamá, soy una completa idiota. No puedo creer que haya dejado que algo así pueda pasar.” “Tracey, ¿qué diablos está pasando?” Ellen miró el reloj de la mesita de noche. Se suponía que tenía que cenar en una hora, pero viendo el estado de su hija, parecía que esos planes habían cambiado. “Yo le creí. Creí cada palabra de mierda que me decía.” Se puso de pie y comenzó a pasearse por el suelo delante de la ventana. “Voy a suponer que te refieres a Holly.” Se sentó en la cama, con la espalda apoyada en la cabecera. “Tracey, todas las parejas tienen peleas. Es parte de una relación, tener desacuerdos”. Vio cómo Tracey se detuvo y la miró fijamente.
“¿Besarse con una estudiante de diecisiete años, cuenta como un desacuerdo?” Oyó el resentimiento en su voz, y se sintió mal por desquitarse con su madre. Cuando Ellen le puso una mano sobre su corazón, Tracey bajó la cabeza. “Lo siento mamá. Estoy en estado de shock. No puedo creerlo.” “¿Estás segura Tracey? Holly no me parece que sea el tipo de persona que estaría interesada en una adolescente.” “Mamá, yo las vi. Soy la que entró en el auditorio y las atrapó. Di parte de ello.” “¿Quién es la estudiante?” “Es Michelle Stanley, la chica que se rompió una pierna durante el accidente de autobús.” Se sentó en la silla del escritorio de madera dura. Cruzó las piernas colocando un codo sobre ellas y apoyó la barbilla en la mano. “¿Holly la trató?” “Sí. Por el amor de Cristo. Así es como la conocí. Ella pensó que yo era la madre de Michelle.” “Eso no aclara mucho, cariño.” Ellen pensó en la tímida médica, que había sido el centro de la vida de su hija durante los últimos meses. “Hay otras cosas.” Resopló. ¿Por qué no lo vi? “Holly mencionó que Michelle apareció en urgencias par de veces. También apareció en un restaurante, cuando nosotras estábamos allí cenando. Y…” Se debatió, si debía decirle a su madre sobre las conversaciones que ella y Michelle había tenido. “Mamá, ella sabía sobre Holly y yo. Sabía que éramos novias, que éramos pareja. Michelle me dijo que podía conseguir a alguien mejor y con más dinero.” “Sé que estás muy preocupada sobre tu vida personal en la escuela, pero ¿hay una forma en que ella lo hubiera sabido?” “Holly se lo podría haber dicho.” Pensó en Zoey y Malcolm. “Una noche, cuando estábamos fuera, un par de mis estudiantes nos vio.” Aunque no había ninguna indicación de que aquellos estudiantes hubieran hablado sobre su sexualidad. “Nada de esto tiene sentido.” Se puso de pie en señal de frustración. “Tracey, ¿qué dijo el director Holmes?” “Él me puso en suspensión administrativa, pendiente de investigación.” “¿Y tu trabajo? ¿Hay una posibilidad que pudieras ser despedida por esto?” Se levantó de la cama y caminó al lado de su hija. Levantó la cara de Tracey para ver el desgarro que llenaba sus preciosos ojos plateados. “Mamá, yo lo sabía. No en la medida en que lo sé ahora.” Se pasó las manos por el pelo, en señal de frustración. “¿Cómo puedo explicar que sabía que ellas se habían visto?” “Cariño, no sabes si están durmiendo juntas.” “¡Ahhh Gran mamá, ahora tengo otra visual!” Tracey gritó. “Voy a tener que explicar por qué no dije nada, y probablemente explicar cuál es mi relación con Holly.” “Vayamos paso a paso. No nos precipitemos. Vamos a hablar con tu padre de la situación y ver si podemos llamar y pedir algunos favores. Creo que hay más de un abogado, que tu padre conoce en Washington.” Pasó un brazo por la cintura de su hija. “Vamos a salir de esto como una familia.” Esperaba que la tranquilidad de su voz filtrada a través de los sentidos de su hija.
~ Varias botellas vacías de cerveza cubrían el porche trasero de la casa de Holly, mientras su cuerpo larguirucho estaba desplomado encima de una tumbona cerca de las macetas. Greg recogió un par de botellas vacías, y las depositó en la caja de reciclaje.
Estaba en medio de una cirugía de urgencia, cuando su amiga le había dejado un mensaje. Le devolvió la llamada, pero no había tenido respuesta. Entre la confusión en su voz y el llanto, apenas fue capaz de entender lo que había ocurrido. Él llamó a su móvil y a casa, pero no obtuvo respuesta. Finalmente, decidió ir a ver lo que había ocurrido. Al tocar suavemente su mejilla, se dio cuenta de la mancha roja, con forma de huella de una mano “¿Qué diablos ha pasado?” Preguntó mientras trataba de despertarla. “Holly… vamos cariño.” Greg le acarició el pelo, con la mano. “Tracey?” Una respuesta borracha fue su única respuesta. “No, soy Greg. ¿Qué está pasando?” La cerveza rancia impregnaba su forma arrugada. La ropa, que había llevado en la reunión del departamento, estaba arrugada y sesgada con lo que parecían ser manchas en la parte delantera. “Es un mal sueño…” trató de levantar la cabeza, pero no pudo. Se dio la vuelta hacia y vomitó. Greg miró a su amiga. Era el mejor médico que conocía, y se preguntó qué habría puesto su mundo al revés. Estaba claro que había estado bebiendo, bebiendo en exceso, pero nunca la había visto cómo estaba ahora. Cuando no pudo sacar nada de Holly, que llamó Mel y le pidió que se reuniera con él, en casa de Holly, cuando saliera del trabajo. “Cariño, ¿qué sucede?” Greg sondó de nuevo. Holly intentaba incorporarse hacia una posición sentada. Escupió el mal sabor de la boca. “¿Quieres algo de beber?” Ella asintió con la cabeza y se fue a la cocina. Botellas de cerveza vacías se alineaban por toda la encimera. “Jesucristo, ¿qué está pasando?” Agarró una coca cola de la nevera y volvió a salir en la terraza. Le entregó la lata, que se la bebió de golpe. Cuando terminó, se limpió la cara con el antebrazo, sin preocuparse por su ropa. Greg se sentó a sus pies y se pasó la mano a lo largo de su pierna. Ella gimió, pero se dio la vuelta y se desmayó. El viejo doctor, de cuarenta y tres años, se frotó las manos por la cara, rascándose el crecimiento diario de su barba. Miró su reloj TAG Heder. Mel debería llegar en cualquier momento. Tal vez con un poco de ayuda de la EMT, que sería capaz de llevar a Holly arriba, meterla en la ducha y luego en la cama. Algo le había pasado a su amiga, pero no sabía qué. El sonido de dos puertas de coche cerrándose, hizo que Greg levantara la cabeza hacia el callejón. Mel estaba al lado de su Chevy Colorado, esperando a una mujer alta y rubia. Estaban hablando, pero se detuvieron cuando vieron a Greg en el porche trasero. Tomando una rápida mirada a la forma de Holly, Greg conoció a la pareja en el pequeño patio. “Mel, ¿qué está pasando? Me la he encontrado asía cuando he llegado. Está totalmente borracha. Ella sigue murmurando algo acerca de Tracey. Es lo único que he podido entender.” Dijo que mientras las manos corriendo por su rizado del pelo. “Greg, Vonnie Piper. Greg trabaja en el hospital, otro doc.” Explicó Mel. Greg asintió su saludo a la mujer alta y musculosa, que le resultaba vagamente familiar. “¿Dónde está?” “En el porche. ¿Puedes ayudarme a subirla al piso de arriba? Tal vez debamos darle una ducha y meterla a la cama” “Claro”. Mel dio un paso tentativa hacia el porche y luego se volvió para mirar a Piper, que asintió con la cabeza. “Greg, ella va a necesitar un abogado. Vonnie es oficial de policía y se han presentado cargos contra Holly.” Mel sintió la mano de Piper, en la parte baja de su espalda. No podía creerlo, cuando Vonnie le habló de los cargos. Una
vez que el hospital se enterara de los problemas de Holly, Mel sabía que suspenderían a su amiga. “De ninguna jodida manera. ¡Tiene que haber algún error! ¿Qué diablos está acusada? ¿De regalar servicios gratuitos?” Greg conocía a Holly, era la persona más generosa que había conocido en su vida. En muchas ocasiones, había renunciado a sus honorarios por las familias que no podían pagar sus gastos médicos. “Imposición sexual hacia un menor de edad.” Piper repitió la acusación que había oído en la comisaría. Los chicos estaban enojados porque el menor implicado, era una mujer, y además era la hija de un funcionario del condado y un conocido médico de Jessup. Piper tiró de algunos hilos y consiguió echar un vistazo al informe presentado por el distrito escolar y la familia Stanley. “Holly está siendo acusada de haber tenido relaciones sexuales con una chica de diecisiete años.” “Eso es totalmente absurdo”. El pecho de barril de Greg se hinchó como si estuviera listo para batallar con Piper. “Ella no se acuesta con adolescentes.” “Greg, tampoco me creo los cargos, pero eso no ayuda a su situación. El hecho es que se han presentado cargos en su contra. Inocente o culpable, ella tiene que empezar a encontrar la manera de demostrar su inocencia o que los cargos sean retirados “. “Pensé que uno era inocente hasta que se demuestre lo contrario”. “No en este día y edad.” Piper sabía, de primera mano, cómo personas inocentes eran despreciadas porque la evidencia apuntaba a su manera. Había visto vidas arruinadas, familias rotas incluso antes de llegar al juzgado. Cuando los dos trabajadores médicos la miraron, ella continuó. “Esperemos que sea tratada de manera diferente. Tengo la sensación de que esto va a ser una historia de noticias.” Mel vio cómo Piper deslizaba un brazo por debajo de la rodilla de Holly y la sujetaba por la espalda. La oficial levantó a la médica sin esfuerzo, y se dirigió al interior de la casa. La subió por las escaleras hacia el baño principal. Con Mel a su lado, sostuvo a Holly mientras la pelirroja le quitaba la ropa. “Por favor, dime que todavía está desmayada.” “Está totalmente fuera de juego. ¿Por qué estás tan paranoica?” “Melanie, tienes que entender que he tenido un contacto limitado con tu amiga, y el contacto que he tenido, digamos, que no creo que sea una de mis fans.” Mel metió la mano en la cabina de ducha y abrió el agua. Probó la temperatura del agua con su mano, estremeciéndose ante la frialdad. Ajustó la perilla y trajo el agua a un nivel flexible. Se volvió para ver a Piper luchando con la chaqueta del traje de Holly. Desde hacía unas semanas, ella y Piper habían empezado a salir. Desde el principio, decidieron que su relación sería suya. No querían influencias exteriores, de sus amigos o familiares. Mel sabía que su historia era menos que estelar. Cuando Piper se acercó a ella, en la fiesta de Holly, y comenzó una conversación con ella, Mel pensó Holly y Tracey la habían enviado para emparejarla. A los cinco minutos en su primer encuentro, Mel sabía que Piper estaba allí por su propia voluntad. No había manera, de que nadie pudiera influir en la oficial para que hablar con alguien en quien no estuviera interesada. Cuando Holly y Tracey no estaban a la vista, Piper estaba al lado de Mel tratando de llegar a conocer a la técnico. Antes de que terminara la noche, Vonnie le pidió el número de teléfono. A la mañana siguiente, Piper le pidió reunirse para desayunar, lo que las llevó a almorzar y finalmente a cenar. Habían decidido no decir a nadie que estaban saliendo. Esta tarde, cuando Vonnie la llamó sobre Holly, a Mel ya no le importaba. Si Vonnie no la hubiera
llamado, ella estaría muy cabreada. La hermosa rubia, supo en ese mismo momento que su relación había cambiado. ~ Tanya, la presentadora de las noticias locales, estaba dando la noticia “,… la médica del Jessup hospital, Holly Graham, está siendo acusada de imposición sexual grave a un menor de edad. No hay detalles respecto a cómo la médica y la mujer menor de edad entraron en contacto. Esperamos tener más información cuando los detalles sean liberados “. Frank apagó el televisor con el mando a distancia. “¿Dónde está la presunción de inocencia en este país?” La historia de Holly fue comentada durante los dos primeros minutos de la emisión. Frustrado con toda la situación, Frank cruzó los brazos sobre su pecho. Ellen tomó el mando a distancia, de su mano, y lo puso sobre la mesita de noche. “Ella te oirá.” Ellen sabía que su hija estaba en la habitación, debajo de la de ellos. Su hija había tenido siempre un sueño pesado, pero con los acontecimientos de hoy, no estaba segura de si Tracey podría conciliar el sueño. “No me puedes decir crees que Holly haría cualquier cosa con una mocosa de diecisiete años. He hablado con esa mujer. Ella no deja que casi nadie se acerque a su vida. No puedo creerlo, Elle“ “Frank, apenas conocemos a la doctora. Sé que Tracey se preocupa mucho por ella. Incluso la quiere, pero ¿sabemos realmente lo que una persona es capaz de hacer?” Se deslizó en la cama para poder descansar su cabeza sobre el hombro de su marido. Su mano recorrió el parche de color gris que le cubría el pecho. “Tenemos que apoyar a Tracey, ese nuestro deber en esto.” “Y ¿qué pasa con Holly? Es lo único que estoy diciendo, algo está podrido, y apuesto a que esa adolescente tiene algo que ver con eso. “ “Holly es un adulta, puede cuidarse por sí misma. Tracey dijo que ha estado sola la mayor parte de su vida“ “Exactamente. Ella nunca haría nada que pusiera en peligro todo lo que ha logrado en su vida. Tampoco creo que quiera tirar a la basura su relación con Tracey. Nada de esto tiene una pizca de sentido.” Frank resopló, mientras se estiraba para apagar la luz de la mesilla. Atrajo a su mujer más cerca, esperando poder ser capaz de sacar a su hija del lío en que estaba metida.
Capítulo 18 El joven asistente a letrado acompañó a Holly a la sala de conferencias del cuarto piso de Hauser, Smith y Keller Abogados. La habitación era larga y estrecha. En el centro había una mesa de caoba oblonga con una media docena de sillas de cuero negro empujadas bajo el grano pulido. Sacó una de las sillas, para ella, mientras le explicaba que su jefa, Noel Keller, llegaría en unos minutos. Con aire ausente, ésta le dio las gracias mientras se acomodaba en la silla suave. Dejó el bolso en el suelo y cruzó las manos sobre la mesa. Era evidente que Hauser, Smith y Keller no reparaban en gastos en lo que respecta a mobiliario de oficina. Cubriendo toda una pared, había una librería, con estantes de libros, que albergaban miles de volúmenes legales y publicaciones. Siguiendo la recomendación de Greg, decidió contratar al prestigioso bufete de abogados, de Washington DC, con una gran reputación en la defensa de senadores, congresistas y los grupos de presión en situaciones comprometedoras. Aunque Greg no había necesitado de sus servicios, había trabajado con Noel Keller, una socio clave en algunos proyectos de la Campaña de Derechos Humanos. Desde lo ocurrido en el auditorio, las acusaciones de Michelle Stanley habían continuado. La lista de cargos contra ella había crecido e incluido imposición sexual grave de una conducta sexual hacia una menor importancia e ilegal. Con un abogado y un representante de la Jessup, se había entregado al departamento de Policía Bayview. El fiscal del condado quería sangre. Había intentado que no obtuviera la libertad bajo fianza otorgada por el juez. Cuando Holly cuestionó al abogado del hospital, le restó importancia como si tuviera la peste. A partir de su reacción, sabía que el hospital no la ayudaría, por lo que decidió buscar su propia representación legal. Cansada del trasiego mental, sobre cómo se había metido en ese lío con Michelle Stanley, se había visto obligada a dejar todo en manos de profesionales. Sólo podía decir la verdad. Ella nunca tocó Michelle Stanley. Lo que pasó en la escuela era un completo malentendido, y la adolescente tenía algún tipo de venganza contra ella. El factor clave en el caso, sería la declaración de la testigo que las había visto a las dos, y esa era Tracey. Una y otra vez, recordaba la mano de Tracey golpear su cara, seguida de las palabras hirientes sobre su padre. Se movió incómodo en su silla, y se llevó las manos a la cara. Se frotó las manos a modo de frustración. No sabía qué le dolía más, el aguijón físico o la referencia a ser como su padre. Su vida había cambiado, y no había nada que pudiera hacer al respecto. Tracey se desprendió del Holly sin siquiera mirar atrás. Las llamadas y los mensajes no fueron respondidos o reconocidos. Tracey cortó toda comunicación con ella. Mel y Mark le aseguraron que Tracey, probablemente estaría teniendo un momento difícil con la situación, teniendo también que lidiar con la escuela y las autoridades. La puerta de la sala de conferencias se abrió, y Holly pensó que sería de nuevo el joven asistente, ofreciéndole una taza de café o agua. En cambio, entró una esbelta mujer de pelo largo con un maletín al hombro. Ella ofreció la mano, unida a una sonrisa brillante. “Doctora Graham, siento la espera.” La disculpa rápida calmó los ánimos de Holly. “Se ha retraso me juicio por culpa de los ronquidos del jurado que estaba demasiado aburrido, escuchando las explicaciones de mi opositor.” “Estoy segura que el juez se aseguró de que no vuelva a suceder.” Tomó de la mano suave y le dio una pequeña sonrisa en señal de saludo.
“La ira del juez Donovan estaba en pleno vigor.” Noel dejó el maletín en el suelo, y tiró de la silla al lado de su clienta. “Es todo un personaje.” La abogada miró a la mujer que parecía derrotada a su lado. Con los hombros caídos hacia delante, y el rostro demacrado. Noel se preguntó cómo sería la médica era antes de las acusaciones. Su pelo rubio revuelto caía sobre sus ojos, mientras que el resto lo tenía cortado a capas. Sus ojos marrones parecían estar sin vida. “Dime cómo has llegado hasta aquí doctora Graham.” Echándose hacia atrás en su silla, puso las manos en los cojines de los brazos. Tomó una fuerte respiración y relató los acontecimientos que la llevaron a las oficinas de Hauser, Smith y Keller. Su vida fue absorbida por un remolino, que la deslizaban al borde de un abismo. Desde el incidente en la escuela, relató la llamada del asistente ejecutivo del director de operaciones de Jessup, solicitando su presencia en una reunión de urgencia. La política del hospital, con respecto al comportamiento ético, tenía directrices estrictas. Cualquier violación que no se informara a Jessup podría conllevar la terminación inmediata del empleo. Aturdida, se recompuso para la reunión. El breve tiempo que pasó, en aquella reunión, la hizo sentirse más hundida de lo que ya estaba. El resultado del encuentro: suspendida con goce de sueldo, hasta que la investigación y la cooperación con los organismos externos pudiera ser completada. Cuando el abogado principal del hospital, le preguntó si su abogado se uniría a ella en la reunión, Holly estuvo inmediatamente agradecida por su previsión en contratar a Noel Keller. Su nombre era noticia de primera plana de la prensa local. Las furgonetas de noticias parecían estar acampadas frente a su casa, las 24 horas del día, hasta que la policía comenzó a multarlos por aparcamiento ilegal, en un barrio residencial. Mel la visitaba cada noche, y se quedaba con ella por unas horas. Incluso la amiga de Tracey, Piper, acompañaba siempre a Mel. La oficial de policía le pidió a Holly por su salud mental y física, pero se abstuviera de mencionar Tracey, la escuela, o a la joven estudiante. A pesar de lo mal que se sentía en esos momentos, Piper le ofreció un rayo de esperanza. Ella y Tracey podrían superar este problema. “¿Cómo entró en contacto con esta chica?” Noel sacó una pluma Mont Blanc y un bloc de su bolso. “Desde el principio, porque no me pareces el tipo de persona que pasa su tiempo libre en escuelas secundarias.” Cuando la médica empezó a explicarle el primer contacto, aquella noche de la tormenta y el accidente de autobús, Noel pudo ver una leve sonrisa en el rostro de su clienta. Noel recordó la horrible tormenta que paralizó la costa este, desde Georgia a Nueva Inglaterra. Le explicó su tratamiento sobre la fractura en la pierna de Michelle Stanley. Su voz cambió, cuando habló sobre su encuentro con Tracey Campbell, y le explicó, cómo en el transcurso de la noche le había permitido a la entrenadora utilizar su oficina, e hizo un esfuerzo extra para hacer que se sintiera cómoda. “¿Ese es el procedimiento estándar? ¿Que le ofrezcas tu oficina a un extraño?” “No.” Sintió la subida rubor a sus mejillas. “¿Me lo puedes explicar?” El lenguaje corporal de inquietud de la doctora, le llamó la atención. Si tenía intención de representar a la Dra. Graham, en una sala de la corte, tendría que trabajar sobre el lenguaje corporal de su clienta.
“Mirando hacia atrás ahora, supongo que fue como una especia de atracción inmediata. Pensé que Tracey era hermosa. Estaba perdida, magullada y con miedo. Creo que simplemente quería ayudarla.” “¿Eres lesbiana?” “Sí.” “¿Lo saben en tu trabajo?” “Sí.” “¿Y en el de ella?” Noel estaba mirando sus notas, para organizar su calendario de visitas. Cuando la Dra. Graham no respondió, miró hacia arriba. “¿Tracey Campbell ha informado de ello en su trabajo?” “¿Eso importa?” “Sí. Va a importar si vamos a los tribunales para establecer la relación era tú y la señorita Campbell, y no con la señorita Stanley.” “Nunca he tocado esa chica.” Al instante se puso a la defensiva. “Eso no es cierto.” Noel se inclinó hacia delante, en su silla, cuando la cara de Holly se puso roja. “La has tocado, cuando la examinaste como paciente.” “Yo no diría que fuera lago sexual.” “Ahí es donde estás en lo correcto. Tuviste una relación paciente médico con una mujer joven. Estoy asumiendo que no era de naturaleza sexual.” “Esa chica me dio un beso. Me agarró de la chaqueta y acercó a ella.” Se pasó una mano por el pelo. “No me di cuenta de lo que sucedía hasta que fue demasiado tarde.” “Tengo una copia del informe de la policía.” Noel deslizó una carpeta, color Manila, sobre la mesa. Sacó una hoja de papel y leyó. “De acuerdo con testigos de Tracey Campbell, profesora de la joven, vio a la hembra adulta y mujer menor de edad involucradas en un abrazo y un beso.” Deslizó el papel sobre la mesa. “¿Es tu novia?” “No desde que esto sucedió.” Cogió el informe y echó un vistazo a la declaración oficial, con el nombre de Tracey en él. “No puedo comprender por qué lo hizo. Fui allí para recoger a Tracey porque su coche estaba roto. Se suponía que íbamos a reunirnos en su oficina, pero allí me dijeron que estaba en el auditorio. Entonces Michelle Stanley intensificó su oferta para acompañarme allí…. Mierda, debería haber confiado en mi instinto “. “¿Estás teniendo una relación sexual con Michelle Stanley, de diecisiete años, estudiante en cuestión?” “Por supuesto que no.” Los ojos marrones de Holly se volvieron hacia Noel y fulminándola con la mirada. “Nunca tocaría a un niño.” “Ella no es una niña, ya sabes.” Noel se puso de pie y comenzó a caminar por un lado de la mesa de conferencias. “El consejo escolar será rápido usando eso contra ti. ¿Qué pasa con la señorita Campbell?, ¿hay algo que ella conoce, o que podría utilizar para demostrar que tenías unas relación con una de sus alumnas?” “Yo… yo… oh dios. Mi padre.” Puso su cabeza entre las manos y se apoyó en la mesa. “Vas a tener que decirme todo lo que haya, si quieres que te represente.” Puso las manos en la parte superior de una silla de cuero y miró hacia la mujer, que se estaba debatiendo acerca qué decir. “Vamos a poner todo sobre la mesa y ver dónde estamos. Si eres tan inocente como dices ser, vamos a asegurarnos de que el tribunal lo ve de esa manera también.” Cuando la médica levantó la cabeza, Noel podía ver sus ojos llenos de lágrimas. “¿Qué te parece
si le digo a Willie que nos pida un par de sándwiches del deli y así podremos llegar a conocernos un poco mejor?” Sacó un paquete de pañuelos de su bolso y los dejó sobre la mesa. “Vuelvo ahora mismo. ¿Te parece bien pavo?” Le guiñó un ojo, mientras salía de la sala en busca de su asistente. Cogió un par de pañuelos de papel, del pequeño paquete, y se secó los ojos, cansada de llorar. Lo que no le dijo a la señorita Keller, era que si era declarada culpable; perdería su licencia para ejercer la medicina en el estado de Maryland. No podía hacer el trabajo que tanto amaba como delincuente sexual. Quedaría relegada a ejercerlo en un país del tercer mundo. Tenía que comprobar las leyes de Delaware. Necesitaba saber si podría mantener activa su licencia activa en el estado vecino. Noel Keller parecía agradable, y parecía tener ganas de ayudarla. Si la hubiera conocido en otras circunstancias, probablemente haría un esfuerzo por ser más amable con la mujer de cabello negro. Con su vida en el limbo, sólo esperaba que la temeraria abogada pudiera ayudar a reconducir su vida de nuevo. Se aclaró la garganta, deseando haber aceptado la oferta de una botella de agua. Saltó un poco, cuando Noel entró en la habitación. Agradecida tomó la botella de agua que Noel le ofreció. “Gracias.” Giró la parte de arriba y vertió el líquido claro en el pequeño vaso de vidrio. “Willie traerá el almuerzo en cuando lo recibamos. Golpeará tres veces la puerta, es nuestro código.” Hizo un gesto con la cabeza hacia la puerta. “Si lo prefieres, podríamos ir a mi oficina.” “No, aquí está muy bien.” Dejó el vaso sobre la mesa. “¿Por dónde quieres empezar?” “El principio es siempre el mejor.” Noel se sentó junto a Holly, con su bloc amarillo a su lado. “Me han comentado algo de tu padre, vamos a empezar con por tu familia.” “¿Tienes el día libre?” Cruzó las manos en la parte superior de la mesa. “Es por eso pedí el almuerzo.”
~ Tratando de mantener el ritmo de Tommy, Tracey se cuestionó su decisión de salir a correr con su hermano. Su objetivo principal no era hacer ejercicio, sino quizá aclarar su cabeza. Durante la semana pasada, su cabeza había estado ocupada todo el tiempo con sus opiniones, juicios, jerga legal etc. Como si las fuerzas del universo estuvieran trabajando en contra de ella, la noche anterior, la fregadera de su cocina se había obstruido. Deprimida en su apartamento, desde la reunión con Lee Cristiana, su abogada, Tracey no sabía cómo se había metido en el lío en el que estaba, ni cómo solucionarlo. Si no podía evitar el sistema legal, entonces no sabía lo que haría. Tommy la miró y aminoró el paso. Vio un claro cubierto de hierba, en el camino Gywnns Falls, le hizo una seña hacia ella. “¿Quieres un descanso?” Él la llamó y le observó mientras dejaba caer su trasero en el claro. “¡Estás tratando de matarme!” Se recostó en la hierba. Estaba agotada de la carrera de tres kilómetros que acaban de hacer. Sentía sus piernas como gelatina. Por primera vez en varios días, sólo podía pensar en sus miembros doloridos. Levantó las rodillas contra el pecho y gimió. Su mano estaba contra su estómago sudoroso y caliente, mientras trataba de recuperar el aliento y ralentizar su ritmo cardíaco. “¿Te sientes un poco mejor?” Tommy se sentó en la hierba, con las piernas delante de él, haciendo estiramientos.
“No puedo sentir nada.” Colocó un codo doblado sobre sus ojos sombreados por el sol de la tarde. “Recuérdame por qué salí a correr contigo” “Para liberar la mente de Holly ¿recuerdas?” Le golpeó en el muslo. “Estira antes de apretar arriba, sino mañana te sentirás peor.” “Has dicho la palabra H”. Gimió. “Sí, lo hice.” Miró a su hermana. La noche anterior, se le prohibió mencionar el nombre de la médica. “Creo que deberías hablar de ello. Olvídate de lo que los abogados le dicen. Habla conmigo.” Vio cómo Tracey se sentaba y envolvía sus brazos alrededor de sus rodillas apoyando la barbilla en ellas. Lo miró fijamente. “La vi con una de mis estudiantes.” Cerró los ojos mientras el flash de Holly besando a Michelle Stanley se repetía en su mente. “Exactamente, ¿qué es lo que viste?” “Holly estaba con los labios sobre los de una estudiante. Sus manos estaban contra Michelle, y ésta atrapada entre sus brazos y su cuerpo contra el escenario.” Como si fuera una película a cámara lenta, perdió el conocimiento de todo lo demás, excepto a Holly y a Michelle contra el escenario. “¿A qué distancia estabas del escenario?” “Tommy, no necesito gafas.” “No estoy diciendo eso. Lo que estoy tratando de averiguar es por qué si Holly tenía una relación secreta con esta chica, iba a dejarse pillar en medio del auditorio de la escuela.” Esperó la reacción de su hermana. “Ella había ido a buscarte. ¿Por qué iba a dejar que la pillaran?” “Ella estaba caliente.” Sintió el escozor de sus lágrimas, al pensar en aquellas mujeres durmiendo juntas. “Se podría decir que algo estaba pasando. Michelle se había dejado ver convenientemente en el hospital o en mi barrio”. “Explicarte”. Le habló de la visita de Michelle al hospital y su encuentro con la adolescente en la tienda. “¿Dónde estabas cuando las viste juntas?” Tracey puso los ojos. Había repasado esa imagen un millón de veces, y el resultado era siempre el mismo. “Estaba detrás de ellas, en el pasillo central.” “Detrás de Holly?” “Sí. ¿Cuál es tu punto?” “Bueno, si estuviera engañando a mi pareja, y sabía que estaba en el edificio, lo último que haría es estar de espaldas a la entrada. Sobre todo, si estoy con un menor de edad.” “Es bueno saber que eres un experto en el engaño.” Resopló. No quería tener esta conversación. Aquella imagen estaba matándola. No podía comer, no podía dormir. Por la noche, se acostaba en su cama pensando en Holly. Sobre el tiempo que habían pasado juntas. Cómo se habían conocido. Lo bien que lo pasaron la noche del Día de San Valentín. Cómo Holly había tratado de ajustar sus horarios para pasar más tiempo con ella. Tal vez se balanceaba viendo a Tracey y a Michelle al mismo tiempo. Luego estaba su fin de semana en la costa. Incluso después de la aparición de Maxie, estuvieron muy bien juntas. En medio de todo el caos, Holly finalmente dijo que la amaba. Se enjugó una lágrima solitaria que se escapó.
“Estoy diciendo que recuerdes aquella pelea que tuve en aquel bar, y por la que tuve que declarar, cuando estaba en la universidad.” Tommy puso una mano suave en la espalda de su hermana y lentamente le frotó en círculos pequeños. La mano reconfortante sobre su espalda a hizo sentir mejor. Tommy estaba tratando de ayudarla. Quería ver la situación desde una perspectiva diferente. Él tenía experiencia, de primera mano, con ir en contra de la mayoría. Recordó la lucha, el día de San Patricio, en la que el testimonio de Tommy fue en contra de otros seis testigos. “Ese tipo estaba borracho, pero no era estúpido.” Levantó la cara hacia el sol de la tarde, mirando a través del dosel de ramas por encima de ellos. “Caminó hasta que otro chico de la mesa de billar, con las manos a los costados y le embistió en la cabeza. Por lo general, la culpa es de la persona que lanza el primer golpe. Ese hombre era inteligente, daba la espalda a todo el mundo excepto a mí y al chico que golpeó. Yo fui el único que lo vio lo que pasó. Por qué empezó la pelea. El primer golpe fue lanzado por el hombre después de que lo embistió con la cabeza. Todos los testigos lo vieron lanzar el golpe, No ser golpeado primero “. “Me había olvidado de aquello.” El testimonio de Tommy cambió el resultado del juicio. “A veces, vemos lo que otros quieren que veamos. Ese tipo en la barra no se dio cuenta que estaba de pie, y que podía ver cómo golpeó al chico en primer lugar.” Movió la mano en el hombro y se levantó. “Realmente no puedo ver a Holly haciendo algo como esto.” “No puedo tampoco. Tommy, esto es una gran pesadilla.” Se puso de pie. “Pero la vi.” Golpeó su puño contra su pecho. “Soy la que ha hecho la acusación.” Una vez más, su puño golpeó su pecho. “Le eché a la policía encima. ¡Yo!” “Esa chica también tiene una parte de culpa. Recuérdalo. No es sólo su estado lo que cuenta. Ella parece como si siempre estuviera en problemas ¿Cuánto tiempo lleva en la escuela?” “Junior y el último año de secundaria, la transfirieron desde Bryn Mawr, la escuela preparatoria en Baltimore. Su padre es alguien importante con el condado.” Tracey recordó a Geoff Stanley y la oferta que le susurró al oído en el restaurante. Se estremeció ante su sugerencia de hacer un trío. Recordó haberle puesto una excusa sobre que su cita llegaba tarde. No quería que Geoff Stanley supiera que era lesbiana. Ya era bastante malo que él sugiriera hacer un trío, que no quería que le diera más fantasías de ella y Holly juntas. “¿Por qué iba a trasladarse de una escuela preparatoria privada a Bayview?” Tommy cuestionó. “No le pregunté.” Dijo Tracey. La verdad es que nunca había pensado en los motivos por lo que la joven había sido enviada a Bayview. Tracey estaba en éxtasis, cuando la alta jugadora de baloncesto había entrado en Bayview. Su equipo necesitaba altura, y Michelle Stanley era lo que necesitaban. Tenía peculiaridades. No era muy buena estudiante, pero no lo hacía mal. Nunca pensó en encontrarse en una situación igual. En baja administrativa en su trabajo, en medio de un proceso penal en contra de su novia y no estaba segura, si realmente quería saber la verdad, una vez que la investigación se hubiera completado. “Tal vez deberías decírselo a tu abogada.” Tommy vio cómo una mueca de dolor cruzó el rostro de su hermana. “Todo lo que sabes, tienes que decírselo. Incluso si usted piensa que va a lastimar a Holly, tienes que ponerlo todo sobre la mesa.”
“Su padre,” bajó la cabeza y se tapó la cara con las manos. “Su padre tuvo un romance con una estudiante. Ella me lo contó, justo antes de Pascua. Tuvo una infancia de mierda. Ella no tiene a nadie.” “Ella te tiene y ella nos tiene a nosotros. Si la amas, debes creer en ella.” Vio cómo sus palabras penetraron su terca fachada. “Vamos, tenemos que correr de nuevo.” Miró su reloj y comenzó a correr de vuelta, a lo largo de la vía del parque. Tomando una respiración de limpia, Tracey comenzó de nuevo a correr. Dejó que su hermano fuera delante, sin siquiera intentar atraparlo. Sus pies golpeaban contra el camino de tierra, que solía ser transitada por ciclistas y excursionistas. Ella solía correr la pista, tres veces a la semana, cuando vivía en casa. Correr le resultaba terapéutico. Le permitía liberar sus pensamientos y estar más cerca de la naturaleza. Reflexionó sobre la sabiduría de su hermano. Quería llamar a Holly, pero Lee Cristiano le dijo que no podía tener contacto con ella o con nadie de la escuela. Aunque la abogada le aseguró que ella no había hecho nada malo, Tracey se preguntó qué tendría, bajo manga, el consejo escolar. Se cuestionó si Geoff Stanley podría influir en la escuela con la financiación. El director Holmes parecía preocupado, cuando se enteró de que la estudiante estaba involucrada. Su carrera en el Bayview había terminado. Oficialmente, no lo sabía, pero en su corazón sabía que la administración lo culparía de la situación. Ese punto negro lo seguiría, por el resto de su carrera en el Bayview. Los estudiantes y el personal nunca lo olvidarían. En cambio, las historias sobre lo ocurrido cambiaban según donde se contaba. Para septiembre, estaba segura de la historia sería que estaba teniendo un romance con Michelle Stanley. Tal vez este era el momento de dejar de lado la enseñanza y seguir su sueño de enseñar y entrenar a nivel universitario. Después de casi siete años de enseñanza en Bayview, era el momento para decidir su destino. Esperaba que todo terminara pronto. Tal vez entonces, su vida podría volver a una cierta apariencia de normalidad. A medida que sus pies se movían contra la tierra, sintió que su músculo empezaba a dolerle. Mañana, se quejaría de sus músculos. Al menos mantendría su mente alejada de Holly y Michelle Stanley por un período de tiempo. ~ Horas más tarde, Holly se sentía exhausta física y emocionalmente agotada, en un reservado de la parte trasera de Johnny`s Diner. Patsy le había servido su café descafeinado, murmurando algo acerca de dormir. Su amiga, y propietaria del lugar, la besó en la mejilla en cuando la vio entrar en el restaurante vacío. Agradecida por la tranquilidad, se deslizó en el reservado, donde solía pasar su tiempo, cuando era estudiante. Cuando había salido de Bethesda, decidió dirigirse a casa, pero cambió de opinión en cuanto vio las furgonetas de la prensa, estacionadas a lo largo de su calle y un reportero a llamando a su puerta. Rodeó el barrio durante unos minutos, decidiendo finalmente ir a la cafetería. Saludo de Patsy, intentando no llegar. Quería su vida de nuevo. Quería ir a casa, meterse en la cama, en los brazos de Tracey y quedarse dormidas. Tomó un sorbo del café caliente, recodando la conversación que tuvo con Noel Keller. Le contó su infancia, sus luchas, su vida cuando sus padres ya no estaban con ella. Noel se quedó intrigada, cuando le habló de Jordan Norwood, la abogada que la ayudó cuando era una adolescente.
Noel le pidió permiso para ponerse en contacto con la abogada de Ohio, para hablar de su caso anterior, afirmando que no quería sorpresas. Holly le dio su consentimiento, pero no le gustó la sensación de incertidumbre que le quedó. Patsy le trajo comida que no quería, pero se la comió de todos modos. Johnny, generalmente atraía a borrachos nocturnos que querían un poco de grasa, en sus estómagos, antes de intentar volver a sus casas. Quería salir de allí, antes de que la multitud entrara. Miró su reloj y se preguntó cuánto tiempo más tendría que esperar a que la prensa se fuera de su casa, y dejarán de molestar a sus vecinos. Desde que la noticia se había hecho pública, no había tenido un solo momento de paz. Había sacado ropa de su armario, dejándola en el coche, tratando así de evitar a la prensa, y colarse en su casa, cuando podía, aunque la mayor parte de sus noches se estaba alojando en casa de Mel o de Greg. Al menos, la habitación de la hermana de Mel estaba libre. Necesitaba un día, en el que pudiera pasar unas horas, con los amigos, aunque no podía ni pensar en beber. Recogió sus cosas, abrazó a Patsy, le dio las buenas noches, y fue a salir. Se detuvo cuando la puerta se abrió. Nada más entrar, al verla, Tracey se detuvo en seco, haciendo que su amiga Maxie, que entraba tras ella, se chocara contra su espalda. Las dos mujeres se quedaron mirando la una a la otra. “Bueno, mierda mira quién está aquí, la pedófila!” Maxie gritó para que todos, en el restaurante pudieran oírla. “¿Saliendo en busca de tu próxima víctima?” Holly sintió como si le hubieran clavado un cuchillo en sus entrañas y retorcido con cada palabra que salía de la boca de aquella mujer. Se apartó para dejarlas pasar, evitando el contacto visual con las dos. Maxie acechó a ella y se puso cara a cara, con ganas de pelea. Holly parpadeó, un par de veces, sorprendida de que Maxie tuviera la audacia de hacer algo así en público. “¡Nada de eso aquí!” Patsy gritó, desde detrás del mostrador, viniendo al rescate de Holly. Maxie apretó los puños a los costados, cuando Piper entró. “¡Qué demonios!” Piper agarró a Maxie por los brazos y la apartó de Holly. “¿Estás loca?” Maxie comenzó a luchar contra la fuerza de la policía. “¡Ni siquiera me digas que crees que es inocente!” Maxie la regañó, indignada por que al parecer Piper estaba poniéndose de parte de Holly. “Maxie, ¡ve y siéntate!” Empujó a la banquera, hacia una mesa en la parte trasera del restaurante, y luego miró a Tracey por primera vez, desde que llegó. Su cara estaba recubierta con una fina capa de sudor, y palideció cuando Piper le tocó el brazo. “Tracey, no puedes hablar con ella.” Las palabras de Vonnie penetraron en su estado de trance. “Ve a sentarte. Yo me encargaré de todo.” Presionó sobre el brazo de Tracey, haciendo un gesto hacia la mesa donde la esperaba Maxie. “Vamos Doc, te acompaño fuera.” Mantuvo la puerta abierta para Holly, que se había quedado mirando Tracey. “No puede hablar contigo y tú no puedes hablar con ella. Lo sabes. Hay una investigación en marcha.” “Yo solo…” miró a Vonnie luego a Tracey. Juró que podía ver las lágrimas en sus ojos. “Me iré.” Pasó a través de la puerta. “¡Violadora de mierda!” Maxine gritó a su espalda.
Se puso rígida y se habría dado la vuelta si no fuera por la mano de Piper en su espalda. “Sólo sigue caminando Doc. Yo me encargaré de esa bocazas.” Rodeó la esquina con Holly, por el callejón, y sacó un paquete de cigarrillos del bolsillo. “¿Quieres uno?” “Claro...” dijo mientras observaba a Piper encender el humo. “Tus primas subirán.” Piper intentó burlarse de ella y le ofreció uno. Tomando el encendedor, encendió el extremo con la pequeña llama. “Ya no tengo primas.” Se apoyó en el edificio, llevándose el cigarrillo a los labios. Reflexionó sobre la última vez que se había apoyado contra la pared de Johnny. Tracey le había empujado contra el ladrillo duro y besado hasta dejarla sin sentido. Al menos aquellas horribles palabras se las había gritado Maxie y no Tracey. . “¿No te meterás en problemas estando aquí, con el enemigo?” “¿Tu eres el enemigo, Doc?” le preguntó, mientras la miraba fijamente. Esta negó con la cabeza. “Creo que tenemos un sistema de justicia para hacer su trabajo y ver donde caen las fichas.” “Cuidarás de ella ¿verdad?” su voz se quebró. Ni siquiera podía decir el nombre de Tracey. “Estoy poniendo mi casa a la venta. Ya no me queda nada más aquí. Todo se ha ido a la mierda.” “Tienes Mel, Greg y Mark.” Piper oyó lo que el silencio de la otra mujer no decía. “Me resulta muy duro quedarme aquí. He perdido a mi chica, mi trabajo, y mi integridad”. Se apartó de la pared. “Gracias por el cigarrillo Vonnie. ¿Te veré en la boda?” “Por supuesto. Y Holly, cuídate.” Las palabras de la policía se hicieron eco de las paredes del callejón, mientras la médica se adentraba en la oscuridad. Vonnie caminó de regreso a la entrada, aplastando su cigarrillo en la acera debajo de su zapato. “¿Cómo diablos puedes tener una conversación con esa mujer?” Maxine estaba en la puerta esperando a Piper. “¿Por qué no te relajas?” Pasó junto a ella y se sentó frente a Tracey. Patsy trajo una jarra de café y llenó la copa de Vonnie. “Gracias Patsy.” Levantó los ojos hacia el iris gris tormento, frente a ella. Por lo general, los ojos de Tracey irradiaban electricidad, pero la mujer frente a ella, parecía como un barco perdido en el mar. “¿Estás bien?” “No…. no, no lo estoy.” Se limpió la cara. “Estoy cansada de llorar. Estoy cansada de sentir que hice algo mal cuando no lo hice.” El impulso que había adquirido durante su carrera desapareció. Una mirada en Holly, y volvió a tambalearse en una montaña rusa emocional. “Las cosas se calmarán. Cuando lo hagan, serás más fuerte para ir a través de ello.” Piper le tomó la mano. “No quiero ser más fuerte. Quiero recuperar mi vida. Quiero salir corriendo por la puerta y decirle a Holly que todo fue un gran error.” Pensó en su anterior conversación con su hermano. Tenía que pensar realmente lo que vio. Le explicaría a su abogado acerca de la transferencia de Michelle Stanley a Bayview, dos años antes. También le comentaría cómo la posición de Geoff Stanley, con el condado, podría influir en la decisión que la junta tomara. “No fue un error.” Maxie argumentó, sentándose de nuevo junto a Tracey. “La viste con tu estudiante. Nada puede cambiar eso.”
“Tal vez no vi lo que pensé que vi.” Alejó su mano de Vonnie. “Quiero despertar junto a Holly y saber que todo esto no ha sido más que un mal sueño.” Levantó los ojos a la propietaria, Patsy. La mujer asintió y se alejó. “¿Qué es lo que te hace pensar eso?” Maxie se reclinó en su silla estudiando a su amiga. “Se llama amor Maxie. La quiero. No importa qué y eso es lo que más duele. La quiero, a pesar de que supuestamente está durmiendo con una de mis estudiantes.” Miró hacia la ventana, deseando que Holly volviera para cenar. Quería verla entrar por la puerta y pedirle que fueran a dar un paseo para poder hablar. “Está durmiendo con ella. No tengo ninguna duda.” “Bueno, tengo mis dudas y yo soy la única que cuento.” Se puso de pie y salió de Johnny. Mirando hacia el cielo de la noche, sabía que había sido una mala idea venir a Johnny. Había demasiados recuerdos, en el restaurante, para sentarse allí y tratar de no pensar en Holly. No le importaba lo que Maxi dijera. Holly nunca se aprovecharía de nadie. Había pasado por demasiadas cosas en su vida como para poner en peligro su carrera. En el fondo, quería olvidar lo que había visto, y decir que Holly era inocente. Aceptaría el consejo de su hermano y hablaría con su abogado, sobre las sospechas que rodeaban a los Stanley y cómo Michelle era la clave de todo el rompecabezas. La verdad saldría eventualmente. Al igual que Piper le había aconsejado, dejaría que el sistema judicial siguiera su curso. Cuando salió del restaurante, sin darse cuenta de que se estaba dirigiendo a casa de Holly. Cuando dobló la esquina familiarizada, vio de lejos la casa. Una furgoneta de noticias se le cruzó, en su camino de regreso a la ciudad. No había ninguna luz encendida en la casa. Sólo una pequeña luz, en la casa del vecino, y un cartel de se vende, en el patio trasero. Se detuvo en seco, oyó el grito ahogado que salió de sus labios. Holly se estaba marchando. Era tan mala la situación, que había tenido que poner en venta el único lugar al que ella llamó casa Tracey había pensado en la casa de Holly como su hogar. Se dio la vuelta rápidamente y corrió de vuelta por donde había venido. No se detuvo hasta que llegó a su coche. Se sentó en el interior, intentando calmase. Las lágrimas corrían por su cara y dejó escapar un grito salvaje de dolor. Estaba perdiendo todo lo que tenía. La casa de Holly era su hogar. La venta de la casa significaba que el médico se iba. Recordó que una vez, Holly le había dicho que tenía miedo de que ella la dejara. Ahora, en lugar de eso, era Holly la que se iba. Piper y los abogados le habían dicho que no podía hablar con ella, que debía cortar todos los vínculos o la investigación estaría comprometida. Al igual que su hermano Tommy dijo, si creía en Holly, sabría qué de todo ello era la verdad. Se dio cuenta que la creía, pero también que la había hecho mucho daño. Las palabras que le había arrojado a la cara, la ponían enferma. Usó la información que tenía de su padre para lastimarla. Secándose las lágrimas de su rostro, deseó poder volver en el tiempo, y pedirle no la recogiera de la escuela. Así podría disfrutar recordando bailar con ella, en la sala de estar. Arrancó el vehículo, lo sacó de la zona de aparcamiento, y se dirigió hacia la casa de Holly. Deteniéndose frente a la casa, anotó el número del cartel. Dejó que su mirada viajara hacia la habitación de arriba, había una pequeña luz que se dejaba ver, a través de la ventana, la única señal de vida en la casa. Luchó contra las ganas de caminar hasta la puerta principal, y pedirle perdón. En silencio, rezó para que con el tiempo, pudieran encontrar una manera de volver la una a la otra. Amaba a Holly y sabía que ella nunca la traicionaría.
Capítulo 19 Habían pasado años desde que puso un pie en su ciudad natal. Venía en busca de una Meca, un lugar para buscar la absolución de cualquier cosa que creyera estar haciendo mal. Sabía que era inocente, pero no sabía si su padre también había sido acusado injustamente. La insistente pregunta de si su padre era inocente la atormentaba. Noel Keller había contactado con Jordan Norwood, la abogada que la representó después de la muerte de su padre. Su abogada actual no dio ninguna indicación de su opinión sobre el caso de su padre, lo que irritó a Holly. No sabía si Noel había sondeado el caso de su padre o no. Cuando le preguntó sobre su conversación con la abogada de Ohio, le respondió que no tenía respuesta a sus preguntas. Quería saber qué pasó con su padre, y Jordan Norwood sabía más que ella. Llegó a Ohio, a su ciudad natal, en busca de respuestas sobre el caso de su padre. Quería saber si los cargos contra Donald Graham fueron similares a los suyos. Sabía que era inocente, y se basaba en Noel Keller para demostrar ese hecho a la corte. Si quería llegar al fondo de los cargos de su padre, tenía que ir a casa y saber exactamente lo que había pasado. Creyendo que era su derecho, conocer los hechos detrás del caso de su padre, le preguntó a Noel si podía pedir al tribunal que la dejara salir del estado. Después de numerosas conversaciones, y en un esfuerzo por contener su cordura, la abogada solicitó el permiso del tribunal para permitir que su defendida viajara a Ohio para resolver un asunto familiar. El juez se lo permitió, siempre que Holly estuvieran constante contacto con su abogado, y volviera en caso de que se lo indicaran. Deteniéndose en la intersección principal de la ciudad, se sorprendió por lo que había crecido aquella pequeña ciudad agrícola. Lo que antes era un pueblo de campos de frijoles, maíz y viñedos, con una sola luz roja, se había convertido en una gran metrópolis comercial, con todas las tiendas de las cadenas más conocidas, congregadas en el centro comercial de la ciudad. Las filas de viñas, que solía recorrer cuando era niña, habían desaparecido, reemplazadas por centros comerciales, cafeterías y tiendas de mejoras para el hogar. A la espera de que uno de los seis semáforos cambiara, se preguntó qué tipo de relación había tenido su padre con su estudiante. ¿Habían tenido una relación? ¿Habría tenido que lidiar con una adolescente confundida? Era como si estuviera viviendo un déjà vu, por lo que había ocurrido con su padre hacia casi veinte años. Arrancó, a través de la intersección, mientras continuaba recordando su infancia. Al otro lado de la calle de su casa, había un cementerio, pero incluso éste había cambiado. Lo que una vez había sido un gran mausoleo sobre un jardín de rosas, ahora el camino de entrada había sido reubicado en el perímetro de la propiedad, con un gran arco anunciando Rest Haven Cemetery. Condujo hacia el cementerio. Su padre había sido enterrado aquí, cerca de su casa de la infancia. Al acercarse, se dio cuenta de que la lápida de su padre ya no estaba cerca de la entrada. Salió del coche y encontró la lápida de su padre, a cinco filas de distancia de la acera. Tomando un momento, se quedó mirando el nombre de su padre. La vergüenza que sentía desde hace veinte años se desvaneció. Echaba de menos a su padre. Nunca se había tomado el tiempo suficiente para llorar al hombre que la había traído a este mundo, el hombre que la había alentado a estudiar, al hombre que confiaba en que en un futuro pudiera ser médico.
“Lo hice papá”. Rozó la hierba cortada de la lápida. Se sentó en la hierba, al lado de la piedra tallada, y se quedó mirando. Se preguntó quién habría detallado el nombre de su padre en la lápida. No recordaba mucho de la muerte de su padre, excepto que su vida parecía haber terminado. Le preguntaría a Jordan Norwood cuando tenían previsto reunirse. “Lo siento, nunca antes he venido a visitarte. Me sentía tan perdida, durante mucho tiempo….” Se limpió la lágrima solitaria que cayó sobre su mejilla. Acercó sus rodillas contra el pecho y apoyó la barbilla en ellas. Durante una hora, se sentó junto a la tumba hablando con su padre. Diciéndole sobre todas las cosas que le habían sucedido en los últimos años. Luego se quedó en silencio, durante un rato, y volvió a contarle su vida desde que había conocido a Tracey. “Conocí a alguien. Su nombre es Tracey.” Sintió una fuerte presión que llenaba su pecho. Tracey. ¿Volverían recuperar lo que tenían? La quería en su vida. De alguna manera esperaba que la profesora se diera cuenta que todo había sido una mentira, que habían sido manipuladas. “La quiero. Ella es profesora como tú.” Se secó los ojos. “Es hermosa papá. Creo que te gustaría. Sólo tengo que salir de esto. Una vez que consiga hacerlo, tengo pensado pasar el resto de mi vida con ella.” Sólo podía esperar que ella y Tracey pudieran llegar a algún tipo de reconciliación. No quería estar enfadada con la profesora, pero lo estaba. ¿Cómo podría Tracey pensar que ella la engañaría? Apenas tenía tiempo libre para estar con Tracey, y mucho menos tener algún tipo de relación secreta con una adolescente. Su ira se centró en la elección de Tracey a creer lo peor, en lugar de confiar en ella o creer en ella. En estos momentos, no tenía tiempo para pensar en Tracey. Estaba allí para averiguar la verdad sobre su padre. Después de limpiarse la parte trasera de sus pantalones vaqueros, se dirigió de vuelta al coche, y condujo hasta el lugar de la ciudad, en el que solía pasar mucho tiempo. Entró en el aparcamiento de la biblioteca. Como salió del coche, oyó el rugido de la multitud, en el campo de béisbol de la ciudad, que estaba situado junto a la biblioteca. El ruido de los espectadores atrajo su atención. S agarró la manija de la puerta por un momento. Se serenó, y empezó a dirigirse al campo de juego, deteniéndose frente a la valla de tela metálica oxidada. Pensó que era mucho más baja de lo que recordaba. Los bajos cánticos de ‘hey… bateador bateador’ trajo una sonrisa a su cara mientras pensó en lo inocente que era cuando era una cría. Cuando confiaba en el mundo y lo amaba libremente. Apoyándose sobre la oxidada valla de tela metálica, observó el progreso del juego. El juego se movía más lento de lo que podía recordar, y se preguntó si el lanzador alguna vez iba a lanzar. Así como el pensamiento se registró en su cerebro, el bateador giró y golpeó un batazo de regreso. En los cincuenta a sesenta metros entre el bateador y lanzador, el joven no tuvo tiempo para reaccionar. ¡Thump! El sonido se hizo eco, a través del aire, cuando el joven cayó hacia atrás, impulsado por la velocidad del impacto. Los gritos de las gradas y los padres, de pie, iniciaron el caos. “¡Jesús!” Se agarró a la valla y saltó por encima, corriendo por la hierba que cubría el campo, hacia el jugador caído. Al detenerse en el borde de la multitud, fue era incapaz de penetrar en el círculo formado alrededor del montículo cuando alguien la empujó. “Soy médico.” Dijo, lo suficientemente fuerte como para que el público en el área inmediata la escuchara. Al instante, la multitud le hizo un camino abierto. Se acercó a la tierra cubierta en el centro del campo. Un árbitro y el entrenador estaban al lado del chico.
Uno de los entrenadores la miró y le dijo. “No puedo encontrar un latido del corazón.” “Llame al 911.” Holly declaró, con calma, mientras se arrodillaba al lado del chico. Buscó el pulso en su arteria carótida. Colocó la oreja en el pecho, pero no oyó ningún latido. Su adrenalina comenzó a bombear. Podían haberla suspendido de su trabajo en urgencias, durante un par de semanas, pero seguía siendo médico. Su instinto se hizo cargo, mientras colocaba la palma de la mano sobre el esternón del niño y comenzó con las compresiones de RCP. Sus ojos marrones capturaron la mirada asustada del entrenador. “Necesito que respira por él.” Holly instruyó. El hombre asintió con la cabeza. Ella estaba contando en voz alta, pero no se dio cuenta hasta que oyó las sirenas en la distancia. “¿Hay algún desfibrilador por aquí?” Dijo entre las compresiones. Un simple aparato podría activar el corazón del muchacho. Miró a la cara azulada y vio lo joven que era. “Sammy…” Alguien llamó desde detrás de ella. Podía oír la voz de un padre, una madre… el dolor que había oído muchas veces, en la sala de urgencias. “Respira…” El entrenador le pellizcó la nariz a Sammy y llenó los pulmones bajo sus manos con el aire. “¿Cuánto tiempo?” La EMT preguntó mientras se aclaraba la multitud. “Se detuvo su corazón. Comienza a cargar.” Holly le dirigió mientras continuaba las compresiones. El sudor le corría por la frente y la espalda, entre los omóplatos. La cabeza de la EMT, de pelo oscuro, se hizo con la dirección dada por la mujer que trabaja en el pecho del chico. “Han pasado cinco minutos desde que se fue abajo. Comienza la RCP inmediatamente.” “Señorita, deje que continúe yo.” Otra EMT tocó el hombro de Holly y tomó su lugar. “Doctora Graham.” Holly se sentó, cuando la EMT , le abrió la camiseta del equipo a Sammy, revelando una gran masa del moretón que cubría el pecho. “¡Claro!” La EMT de pelo oscuro gritó y todas las manos se levantaron. El golpe de la carga eléctrica golpeó el cuerpo joven, llamando despierta el fuerte latido de su corazón. El alivio corría por el cuerpo de Holly, sus manos temblorosas y su ritmo cardíaco elevado. Se preguntó cómo, lo que antes había sido un hecho cotidiano en su vida, ahora lo sentía tan extraño. Sus brazos temblaban mientras sus músculos, en desuso, empezaron a relajarse. Sus reflejos estaban intactos, qué hacer, pero ahora era algo personal. Miró la cara del joven y se preguntó si lo lograría. ¿A dónde había ido su vida? La búsqueda de su alma, por encontrar la verdad, la había llevado a su casa. El destino la había llevado a este campo, donde un niño la necesitaba. Vio cómo el latido del corazón, en el monitor, latía más fuerte y más fuerte con cada latido. Sus ojos se dirigieron al entrenador que miraba el monitor con atención. “Lo hiciste bien.” Le tocó el hombro. “Gracias a Dios que estabas aquí.” La gravedad de la situación comenzó a pasarle factura al hombre calvo, de mediana edad. Las lágrimas se formaron en la esquina de sus ojos, mientras miraba a Holly. “Sean Hill.” Se limpió los ojos con la mano y le ofreció la mano a Holly. “Holly Graham.” La aceptó y sacudió suavemente. Los callos en los dedos rasparon su palma. El Sr. Hill era un trabajador, sus amplios hombros y estructura robusta, daban testimonio de su elección de carrera. “Gracias por ayudarnos.”
Holly se sentó en la hierba, tirando de sus rodillas contra el pecho, apoyando la barbilla en ellas. Vio cómo Sammy era colocado en la camilla y salía del campo. Su madre se acercó a su lado, llorando mientras se aferraba a su mano. La multitud se dispersó, mientras los compañeros de equipo, del joven, abrazaban a sus padres, preocupados por su compañero. Se puso de pie y se sacudió la hierba fuera de su trasero. Oyó aplausos, pero no se dio cuenta que eran para ella, hasta que miró hacia atrás. Los padres, entrenadores, árbitros y espectadores le dieron una ovación de pie. “Gracias…” Dijo suavemente al sentir el rubor elevarse desde el pecho a su cara. “¿Y qué hay del entrenador Hill?” Desvió la atención al hombre con los ojos abiertos a su lado. Sean se quitó la visera, en señal de saludo, a la multitud mientras los aplausos continuaron. “Dra. Graham.” Sean caminó junto a ella, mientras salían del diamante vallado. “¿Te puedo invitar a una cerveza?” “Sabes… esa es la mejor invitación que he tenido en mucho tiempo.” La sonrisa de Holly se amplió, cuando el rostro de Sean se volvió rojo. “¿Sabes dónde está el ZZ?” “¿Es el mismo de hace veinte años?” Preguntó. Sean asintió. “Bueno, entonces no puedo perderme.” Pasó por delante de las gradas y de vuelta hacia la biblioteca. Susurros y murmullos se callaron a su paso. Sus ojos se encontraron con una mujer alta, de pelo castaño rojizo, que le resultaba familiar. Casi todo el mundo, seguía viviendo en la zona, donde había crecido por generaciones. Una vez dentro del coche, tomó una respiración profunda. El corazón le latía a gran velocidad. Apoyó las manos sobre el volante, mirándose por el espejo retrovisor. Sus ojos estaban muy abiertos y asustados, se sentía como su primer día en el hospital. Era joven e inocente, tratando de salvar a todos, sin importar cuán desesperada parecía la situación. Necesitaba calmarse, relajarse… tomar una cerveza, con un tipo que también parecía muerto de miedo. El bar ZZ, estaba situado en la esquina de una de las calles principales. Se detuvo en el aparcamiento. Un semáforo era la prueba de la expansión de la ciudad, colgado en la intersección que marcaba la entrada del aparcamiento. La grava crujía bajo los neumáticos del vehículo, que esquivó las grandes depresiones dejadas por algún vehículo pesado, durante la última tormenta de lluvia. La puerta exterior había cambiado, una estructura de madera improvisada protegía el interior, del impacto directo del medio ambiente. Pasó a través de la estructura y entró en el bar. La oscuridad la envolvió. Un momento después, sus ojos se adaptaron, a la vez que su nariz se estremecía ante el olor a cerveza rancia y cigarrillos. Sintió todas las miradas recaer sobre ella, mientras intentaba orientarse por un momento. “¡Hola cariño! ¡Tengo un asiento para ti!” Escuchó una llamada, desde la barra a lo largo de la pared posterior. Buscó a Sean, que lo vio ponerse de pie y hacer un gesto hacia el taburete libre. A su lado estaba la mujer de cabello castaño rojizo, que había visto en las gradas. “Dra. Graham, mi esposa Krista.” Hizo una seña al camarero para que le sirviera una bebida a Holly. “¿Qué te gustaría?” “Una buena cerveza. Miller Lite.” “Entonces, ¿qué te trae a nuestra ciudad y al campo de juego?” “Por extraño que parezca, crecí aquí. No había vuelto desde hace casi veinte años.”
“Holly Graham…” La mujer de pelo castaño dijo mirándola atentamente. “Soy Kristy MacGregor. Estaba un par de años detrás, pero me acuerdo de ti.” El rostro de la mujer no mostró distancia, al revés, mostró algo parecido a comprensión por el dolor que Holly había sufrido. “Nadie sabía lo que te había pasado. Desapareciste de la ciudad, al poco de que tu madre se fuera.” “No es el mejor de los recuerdos.” Dijo mientras tomaba un sorbo de su cerveza. Estrujó el recuerdo de la mujer que sentada en un taburete junto a ella. Una chica de pelo rojo brillante con grandes cantidades de pecas en la cara y brazos cruzados, en un referente en su cerebro. “¡Eres Rojo!” “Ha pasado mucho tiempo desde que no oía eso, pero sí. Rojo era el hermoso nombre que el resto de los niños y los matones me gritaban.” “Lo siento.” Holly sintió una oleada de culpa por cómo llamaban a los más pequeños, solo por sus rasgos. “Te ves muy bien.” “¡Por supuesto!” Sean sonrió dando un suave beso en los labios esposa. “Nos conocimos en la universidad.” “Entonces, ¿qué pasará con Sammy?” Kristy le frotó distraídamente en círculos, la espalda de su marido. La tensión todavía se celebró en sus hombros. “Lo he visto una o dos veces en la sala de urgencias. Commotion Cordis. Cuando una bola golpea la cavidad del pecho, en el momento adecuado, puede hacer que el corazón tenga una especie de cortocircuito. Es raro, pero si el impacto ocurre en el momento adecuado, durante el ciclo de los latidos del corazón, puede llegar a ser grave. Simplemente yo estaba en el lugar correcto en el momento adecuado “. “¿Por qué estás en la ciudad?” Sean preguntó, mientras su esposa le dio un codazo. En ese momento, muy pocas personas conocían su historia, quizá sería bueno poder averiguar la verdad. “Me vi envuelta en una situación y me encontré en la misma posición en la que estuvo mi padre, hace años.” Se inclinó hacia adelante para mantener a Kristy en su línea de visión. “Yo sé la verdad de mi situación y espero que los tribunales lo vean. Siempre ha sido un misterio para mí, lo que pasó con mi padre, y él ya no está aquí para responder a las preguntas. Así que volví en busca de información o de alguna una persona que me lo pueda decir “. “Ella está aquí y todavía es una perra real. Me siento mal por Wendy.” Kristy dijo con un suspiro, tomando un nuevo trago de su cerveza. “¿Wendy Richmond?” Preguntó Sean. Se quedó mirando detenidamente a Holly, viendo sus altos pómulos y ojos marrones suaves. La visitante era definitivamente una mujer atractiva. Sabía que nunca la había visto antes, pero sin embargo, pensó que ella resultaba demasiado tan familiar. “Jesús, yo puedo verlo.” Jadeó en voz alta. “Louise Richmond es a quien me estoy refiriendo. Estaba de camino a la biblioteca para ver si podía averiguar algo de ella o de su familia.” Dijo Holly. Sabía que la familia Richmond fue una de las familias predominantes en la ciudad. “El partido me distrajo. Así, ¿Louise todavía vive en la ciudad?” “En realidad, en la misma casa, sus padres se mudaron a Florida y pasan allí la mayor parte del año. ¿Tienes intención de llamarla? ¿Pedirle que se reúna contigo?” “La mayoría de la gente es honesta, cuando se la coge con la guardia baja, así que probablemente no. He esperado todos estos años, no voy a esperar a que decida hablarme. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Cualquier daño ella me hizo, lleva enterrado mucho tiempo. Realmente no puedo recordar por qué no me gustaba ella, en aquella época“. “Si quieres puedo acompañarte. Tal vez sea un poco más cómodo para ti.”
“¿Estás seguro? Podría ponerse feo. A pesar de que ha pasado mucho tiempo, nunca fuimos amigas. Después de lo que pasó con mi padre, dudo que alguna vez pudiera ser.” Se preguntó por qué Kristy querría verse metida en medio. Ella ya había expresado su opinión sobre Louise, así que quizás simplemente se trataba de darle algo de apoyo moral. Sería bueno tener a alguien a su lado. Durante un tiempo, no estaría sola. “No estoy aquí en busca de amigos. Quiero respuestas sobre lo que pasó con mi padre. Louise Richmond es la única persona que puede dármelas.” “¿Estás segura de estar lista para conocer las respuestas?” Le preguntó entre dientes. “Lo llevo esperando veinte años. Estoy lista para cualquier cosa. Louise no me asusta. Ya no soy aquella adolescente, de la que se burlaba.” Después de unas cuantas cervezas, Holly quería ir a su hotel. Hizo los arreglos para que Kristy la recogiera allí. Se despidió de la pareja, dándoles las buenas noches, y se dirigió hacia la puerta. Una hora más tarde, Sean abrió la puerta a su esposa y se metió en la camioneta. Se acomodó en el asiento y la miró. “¿Wendy es su hermana?” “Siempre fue un rumor.” Le confesó. “Louise se fue durante un año o así, y cuando regresó, adoptó un” primo “de fuera del estado. En realidad, nadie sabía nada a ciencia cierta. El Sr. Gram se suicidó antes del juicio. Él era un profesor de matemáticas en la escuela. Yo era más joven, pero Jessie dijo que era un gran maestro “. Le explicó mientras colocaba la frente sobre el frío cristal de la ventana. “Fue acusado de violar a una menor de edad.” “¿Estás segura de que quieres estar allí mañana? Esta mujer aparece en busca de la verdad sobre su padre. No sabe nada de Wendy. Jesús, con sólo mirarlas se puede ver el parecido.” “Quiero estar allí por Wendy. Ella no se merece esto. Ella es una buena chica. Lo adultos que la rodean realmente no son los mejores ejemplos.” La explicación de su mujer resonó con él. Le gustaba la estudiante universitaria, y sabía que presencia de Krista la haría sentirse segura. Sólo esperaba que Holly Graham estuviera dispuesto a reunirse con Wendy Richmond.
~ Finalmente, la última hora del partido de baloncesto juvenil, de la Universidad de Maryland, estaba llegando a su fin. Tracey se limpió la frente mientras observaba a las chicas jóvenes charlar, en el círculo central, de la cancha. Esta semana las chicas de ocho y doce años, había invadido el campo de baloncesto de la universidad. Siempre había disfrutado enseñando a los niños, las habilidades básicas de un deporte que amaba. El campamento de este año la había estresado. Sabía que la mayor parte de su estrés provenía de la situación Michelle Stanley. Cuatro semanas desde, había entrado en el auditorio y encontrado a Holly besando a Michelle. Había pasado un mes y todavía nada se había resuelto. La Junta de Educación la había puesto, inmediatamente, en baja por licencia administrativa pagada, por conducta impropia de un maestro. Había hablado con su abogada, a principios de semana, pero Lee no tenía ninguna actualización, que mantenían status quo. No quería estar rodeada de incógnitas. Quería que su vida de vuelta. Se sentía como si un agujero negro hubiera absorbido todo lo que le importaba, excepto su familia. Su puesto de profesor, en Bayview, estaba en grave peligro. La escuela tenía un gran historial de colocación de profesores en excedencia y de reducción de sus puestos de trabajo, debido a restricciones presupuestarias. Luego estaba Holly. Pensó largo y
tendido sobre lo que su hermano Tommy le había dicho. Sabía lo que había visto. La pregunta que todavía la atormentaba era por qué ¿Por qué iba a Holly a querer besar a Michelle? La malcriada adolescente exigió a sus compañeros de atendieran todos sus caprichos. Sospechaba que Michelle siguió los pasos de su madre. Aunque Tracey nunca interactuó con la señora de Geoff Stanley, sospechaba que la adolescente había aprendió a ser una perra real como su madre. Tracey tenía un mal sabor en la boca, cuando pensaba en la familia Stanley. No sólo parecía ser algo fuera de la familia. No podía colocar su dedo en la llaga. Tenía la sensación de que si su abogada hiciera un poco de investigación, a fondo sobre esta familia, podría encontrar algunas anomalías. Al ver a Holly, en la semana pasada en el restaurante Johnny, se había abierto una puerta a sus emociones. El choque inicial, de ver a la médica, la hizo consciente de lo mucho que la echaba de menos. La quería. No quería creer que Holly fuera capaz de echar a un lado todo lo que tenía, por una aventura con una adolescente. Cuando miró por encima, de las cabezas de las campistas, se dio cuenta de lo ridículo que resultaba pensar que Holly querría estar con alguien como Michelle. Holly era un profesional, un médico muy respetado, un médico ocupado que apenas tenía tiempo fuera del trabajo. Había estado haciendo tiempo para tener una relación con ella. Comenzaron lento y llegaron a conocerse. Pensó en las conversaciones que tenían sobre la familia y la confianza. Sintió un dolor agudo perforar su pecho. No creía que Holly fuera inocente. No confiaba en Holly lo suficiente como para pensar más allá de lo que había visto. Las palabras de Tommy inundaron su cerebro nuevo. ¿Estaba viendo lo que Michelle quería que ella viera? ¿Lo que vio no es lo que realmente había pasado? La expresión en el rostro de Holly parecía de total confusión. Pensó que era porque estaba atrapada. Tal vez fue porque realmente estaba confundida. Holly había llegado a la escuela para recogerla. Ella no planeó la satisfacción de Michelle. Sintió que se le saltaban las lágrimas. Había revivido una y otra vez la escena. No quería pensar más en ello. “Entrenadora Campbell!” Renee Gates, la entrenadora asistente del equipo de la Universidad de Mujeres de Maryland, que había sido su compañera de universidad, llamó desde el otro lado de la casa de campo y señaló su reloj. Vio que las jugadoras todavía estaban corriendo. Cogió su silbato del centro de su pecho, se lo llevó a la boca y sopló. El sonido agudo atrajo la atención de las niñas. “¡Bien señoras!” les gritó. “¡Agrupémonos!” Fue recibida por las miradas de las jóvenes que se acercaban a su alrededor. “¡Felicitaciones señoras! ¡Habéis completado correctamente el campamento de baloncesto de la Universidad de Maryland!” Comenzó a aplaudir y las chicas se le unieron. “Antes de ir a casa, aseguraros de recoger vuestro certificado en la puerta, junto con algunas cosas como recuerdo.” Tracey había visto obsequios envasados, dentro de las bolsas de los campamentos. Todo, desde camisetas de la Universidad, un reproductor MP-3, toallas, botellas de agua Nike, y otros regalos de pequeños patrocinadores del campamento. “¿Recodáis lo que os dije acerca de vuestras calificaciones?” Como si fuera una señal, las niñas recitaron, “¡los grados primero, segundo baloncesto!” El coro de voces llenó el aire. “¡Lo lograsteis! Que tengáis un gran verano señoras.” Sonrió mientras observaba la carrera las jóvenes hacia la salida. “¿Estás lista para una cerveza?” Renee preguntó en voz baja, mientras se acercaba a su ex compañera de universidad. “¡Dios sí!” Sonrió mientras Renee trataba de contener su risa.
“Dime cómo te sientes, y no me mientras.” Renee bromeó. “¿Soy yo, o este año ha sido más duro?” Se preguntó si las niñas siempre habían sido tan difíciles. Quizá sería que ella estaba sometida a un cierto nivel de estrés, mayor de otras veces. “Quiero decir, estaba lista para termina hace dos días.” “Siempre es así. Leslie siempre hace todo lo posible para asegurarse de que todo cuidado en casa, porque soy un como oso durante el campamento.” Sonrió mientras se refería a su pareja, desde hacía ya seis años. “Nunca me había fijado antes.” “Nunca quisiste estar en cualquier otro sitio, más que aquí.” Renee comentó. Tracey la miró durante un momento. Su amiga estaba en lo cierto. Tracey vivía para su trabajo, el baloncesto y para los niños a los que enseñaba. Estar con Holly, le había dado una idea de lo que era tener a alguien importante en su vida. “Tienes razón.” Miró a la mujer alta, de piel de ébano, con el pelo corto. Renee rompió el contacto visual y se rio. “Jerk”. Tracey le golpeó en el estómago. “Así que, ¿dónde quieres ir?” “¿Leslie se reunirá con nosotras?” “¿Si quieres? Pensé que podrías querer hablar.” “Renee, estoy bien. Sólo quiero tomar un par de cervezas, con buenos amigos.” “¡En otras palabras, quieres emborracharte y hacer tonterías!” Renee puso sus grandes manos en las caderas y desafió a Tracey a corregirla. “¡Quiero llegar borracha!” Tracey rio. “¡Vamos marine de guerra!” Renee comenzó a quitarse la camiseta. Cuando la llamó por su apodo de la universidad, Tracey se acercó al estante y agarró una pelota. “A once. Hay que ganar por dos. Yo empiezo.” Tracey cogió el balón entre sus piernas mientras se movía hacia una de las cestas de la mitad de la corte de menor tamaño. “De ninguna manera. Empiezo yo.” Renee desafió. “No, yo soy la visitante, yo empiezo.” Tracey preparó su enfoque. Sabía que el antiguo centro estaría esperando a Tracey para hacer la foto desde detrás de la línea. En cambio, hizo un rápido paso, deslizó el balón a su izquierda, librando a Renee, lanzando la pelota al aro. Renee agarró la pelota y dijo: “¿Así que es así como vamos a jugar? Estás en problemas, marine de guerra.” Y Tracey lo estaba. Una paliza a fondo por parte de Renee la dejó sin aliento. Se duchó y se vistió. Las cervezas terminaron en cena, y Leslie agradeció unirse a las dos mujeres para una noche de fiesta. Tracey se sentó en el taburete de la barra en el Cacao. Miró a la camarera, sabiendo que ella no había pedido el líquido claro en el vaso de chupito, que tenía delante. “Hey, qué puedo decir, eres una dama muy popular esta noche.” La robusta mujer, dijo mientras se alejaba a atender a otro cliente. Tracey miró a su alrededor para ver quién le había enviado la bebida. No pudo ver de quién se trataba. Levantó la copa y olió a manzana. Se llevó Levantar la copa a los labios, dejando que el líquido corriera por su garganta, saboreando la suave mezcla de manzana y vodka. Cuando dejó el vaso y miró hacia el espejo, detrás de la barra, y la vio. En ese momento, supo quién le había enviado a bebida. “Se llama Fucker Apple.” Pam levantó el vaso desechado de Tracey y lo olfateó. “¿Te gustó?”
“¿Qué quieres?” “¿Qué tal un gracias?” Pam se deslizó en el taburete vacío junto al de Tracey. Se inclinó hacia delante en el espacio personal de Tracey. “O un beso.” Se inclinó hacia ella y le puso una mano en el muslo. La audacia de Pam la conmocionó. Sentada frente a aquella EMT arrogante, le palmeó la mano. Estaba a punto de levantarse cuando sintió una mano en su hombro. “¡Hola! ¿Estamos interrumpiendo?” La mano de Piper apretó su hombro. Tan pronto como oyó la voz de su amiga se relajó. La presencia de Vonnie siempre la tranquilizaba. “Como una cuestión de hecho.” Pam comenzó, entonces se dio cuenta de la presencia de Mel Watkins de pie junto a la rubia musculosa. “Practicando tus viejos trucos Pam?” Mel dijo, mientras deslizaba un brazo por la cintura de Vonnie. “¿Te está usted molestando Tracey?” “Sólo vine a por una bebida y…” “Y ya te estabas largando.” Tracey terminó la frase de Pam. La EMT se puso de pie y salió del bar en un apuro. Mel se sentó en el asiento recién desocupado. Tracey miró a ambas. “¿Qué pasa?” “Renee llamó y me dijo que te había dejado aquí. Estaba un poco preocupada por si no podías llegar a casa. ¿Estás haciendo bien?” “Estoy muy borracha, así que pensé en coger un taxi a casa.” Dijo tan pronto como las palabras salieron de su boca, sintió que se mareaba. Demasiado alcohol en su sistema. “¿Qué pasa con vosotras dos? ¿Cuándo sucedió esto?” “Ahh…” Piper comenzó luego miró a Mel. “En casa de Holly, intercambiamos números. A partir de ahí empezamos a hablar.” Mel sintió la mano de Piper en su espalda. “No nos hemos estado ocultando. Simplemente no queríamos hacer una gran cosa, en caso…” “De que no llegáramos a nada.” Vonnie pidió dos cervezas. “Además, tienes otras cosas en qué pensar. No quiero que te sientas incómoda.” “Genial, ¿Holly lo sabe?” “Sí, pero…” “Mierda”. Se puso de pie y miró a la pareja. “Simplemente genial. ¿Soy la última en enterarme de todo? ¿También sabías que me estaba engañando?” “Ella nunca te engañó.” Mel se puso de pie gritando. “No puedo creer que tengas el descardo de insinuarlo, si quiera.” “¿Entonces, por qué está sucediendo esto?” Tracey se desmoronó. Cruzó el rostro entre las manos y comenzó a llorar. “Vamos a tener una tregua aquí y llevarte a casa.” “Llévame con Holly.” Dijo. Se puso de pie y miró a Mel, desafiándola. “Piper, quiero verla.” “Tracey… el caso.” “¡A la mierda! La echo de menos. Quiero verla.” “No está en casa.” Piper dijo mirándola a los ojos de Tracey. “¿Dónde está?” “En Ohio.” “¿Por qué…?” En ese momento se asustó, pensando que la había perdido. “¿Ha sido decisión suya?”. Cuando las mujeres asintieron, Tracey miró hacia abajo, a sus pies. “¿Puedes llevarme a casa? O puedo llamar un taxi.” “Sentaos, ¡las dos!” Vonnie se instaló, en un taburete libre, totalmente molesta. “Acabo de pedir cervezas y necesitamos relajarnos.”
Mel se sentó y aceptó la cerveza de Vonnie. Tracey se debatió si debía sentarse o no. Sintió su teléfono móvil en el bolsillo. Quería llamar a Holly, pero no sabía si ésta le hablaría. Se deslizó de nuevo en el taburete y terminó su cerveza. “La echo de menos.” Susurró. “Espero que esté bien.” “Volverá a casa en un par de días.” Mel le informó. “Tal vez deberías hablar con tu abogado. A ver si buena idea hablar con ella.” “Ya lo hice. No puedo hasta que todo esto termine. ¿Qué pasa si yo le suelto? ¿Y si encuentra a alguien más?” “Si ella es declarada culpable, supongo que lo sabremos con seguridad si encuentra a alguien más.” Vonnie comentó. En su corazón, Tracey sabía que Holly no estaba con nadie más. “Ella me ama.” La verdad finalmente la golpeó, hundiéndose más. Holly estaba enamorado de ella y que nunca miraría a nadie más, y mucho menos a Michelle Stanley.
~ El sol de la mañana se reflejaba en el capó negro del coche, cuando las dos ocupantes del vehículo se movían en sus asientos. Holly miró a la gran casa, estilo Tudor, en frente de ella. Había pasado por delante, cientos de veces en su juventud, pero ahora estaba aquí para descubrir la verdad. ¿Qué era lo que realmente buscaba? Que ella no era como su padre. O que la verdad fuera que su padre, como ella, había caído presa de la manipulación de una adolescente. Miró a Krista, la mujer de cabello castaño, sentada detrás del volante. Este era un paso más en su viaje para recuperar su vida. Tal vez encontraría las respuestas que estaba buscando y finalmente dejar ir el pasado. “¿Quieres que vaya contigo?” le preguntó. “No, gracias, debo hacerlo sola.” La rubia alta se bajó del coche y caminó lentamente, por la acera de cemento, hasta la puerta principal. A paso firme escondió los temblores que cursan a través de su sistema nervioso. Dieciocho años era mucho tiempo, pero esperaba no tener que pensar nunca más en Louise Richmond. Tocó el timbre, y esperó. Podía oír los pasos que se aproximaban desde el interior. Cuando la puerta, de caoba, se abrió Louise Richmond apareció en el hall de entrada, más redonda y ligeramente mayor, de lo que la recordaba. La expresión de su cara, pasó de un agradable saludo a un desprecio. Durante muchos años, Holly se preguntó qué pasó entre su padre y Louise. La expresión en el rostro de la mujer reveló que su presencia no era bien recibida. “¿Qué deseas?” Las palabras de Louise se cortaron, mientras su mirada se desplazó más allá de la médica hacia el coche aparcado delante de la casa. “Respuestas”. Declaró. Miró a Louise de arriba y hacia abajo. Los años no habían sido amables. “Quiero saber qué pasó entre tú y mi padre.” “Ha… como si la mitad de la población no quiere saberlo.” Louise salió de la casa, apoyando una mano contra las luces laterales de la puerta. “¿Por qué estás aquí?” “Necesito saberlo. Amaba a mi padre. Él era mi mundo. Mi familia quedó destrozada por ti y tus acusaciones. Nunca tuve respuestas de mis padres. Mi padre se suicidó y mi madre se fue. Todos los rumores se centraron en ti.” Dio un paso más cerca. Louise se retiró hasta que su espalda se dio contra el marco de la puerta. Era como si temiera la presencia de Holly. En el fondo, una pequeña campanilla se oía repetidamente. Louise se mantuvo en silencio. Paso a Paso cayeron a través del suelo del vestíbulo en el lado opuesto de la puerta desde el interior de la casa.
Cuando se abrió la puerta, Louise saltó. No había esperado que la puerta se abriera. Holly no se molestó en mirar a la puerta. Su atención se centró en la mujer evitando claramente sus preguntas. “Lou!” Una voz de mujer joven penetró en la concentración de Holly. “¡Estás apoyada en el timbre!” Los ojos de Louise parpadearon desde la puerta a la cara de Holly. El enojo bastante visible anteriormente fue reemplazado por el miedo. “Lo siento.” El susurro fue apenas oído por Holly. La médica desvió la mirada hacia la joven que había aparecido en la puerta. Se quedó sin aliento. Se quedó mirando a la adolescente y retrocedió. Sus pasos vacilaron, no podía recuperar el aliento. “Estoy bien. Vuelve a dentro.” Louise ordenó a la chica de la puerta. Holly colocó sus manos en sus rodillas y miró a la adolescente de nuevo. La joven era delgada, con el pelo rubio, ojos marrones. El reconocimiento la golpeó como una tonelada de ladrillos. “Mierda”. Se enderezó, se pasó las manos por el pelo y las mantuvo allí por un momento mientras intentaba recuperar el aliento. “Mierda… mierda… mierda.” Murmuró. La respuesta que buscaba estaba delante de ella, en la puerta. Louise y su padre tenía una relación y una niña. La adolescente estaba de pie a dos metros de ella. “Señora, ¿estás bien?” Preguntó la joven. “Louise, ¿qué está pasando?” La chica dio un paso fuera de la casa, hacia la desconocida de pie en la plataforma de cemento, tratando de recuperar el aliento. “¡Entra en casa, ahora!” Gritó. “¡Jesús!. ¿Lo sabía? ¿Le lo dijiste?” Preguntó cómo pudo. La realidad de la situación la había golpeado de lleno. “¿Ella lo sabe?” Louise miró como si estuviera a punto de romperse. Evitó mirarla a los ojos. “Vete Holly. Nadie te quiere aquí”. La fría voz habló cunado Louise levantó la cabeza. Sus ojos azules se encontraron con la mirada de Holly. “Es curioso, no me parece que me quieran en ningún sitio.” Se rio de sus propias palabras, sabiendo lo ciertas que eran. “Lo siento por ti chica.” Recuperó la compostura, se enderezó, dio media vuelta y caminó de regreso al coche. “¿Quién era esa Lou?” Preguntó la joven, mientras observaba el sedán negro alejarse de la acera. “Maldita sea Wendy, ¡entra en la puta casa!” Louise gritó.
Capítulo 20 La incertidumbre llenó sus pensamientos, cuando entró en el restaurante lleno de gente. Ella y Jordan Norwood, la mujer que le ayudó cuando era adolescente, se reunían para el brunch. La abogada había dejado la práctica de derecho hacía ya varios años, pero seguía ayudando cuando se la necesitaba. Una de las ventajas de estar semiretirada, le había explicado. Holly miró su reflejo en el espejo detrás de la pared. El restaurante tenía un ambiente agradable. No daba sensación de demasiada formalidad entre el personal o los clientes. Vestida con una camisa polo verde, escondida en un par de pantalones color canela, esperaba parecer profesional e informal al mismo tiempo. Reunirse con Jordan, como un adulto en lugar de la adolescente confundida y desorientada, que había sido, le tenía preguntándose qué pensaría de ella, la que había sido su única salvadora. Preguntó a la camarera, por su anfitriona. La joven sonrió y la condujo hacia las mesas con vistas al patio. Sentada en la mesa, la vio más envejecida y con el pelo canoso, pero los años habían sido amablemente a la abogada. Tenía un par de gafas, sobre su nariz, mientras leía el menú. Delante de ella había una humeante taza de café. “Aquí estás.” La anfitriona hizo un gesto hacia la mesa. “Gracias.” Le dio una leve sonrisa y se volvió para ver la expresión de sorpresa de su ex abogada. “Sra. Norwood.” Le tendió la mano. “Es bueno verte de nuevo.” “Holly Graham.” Jordan se puso de pie, eran varios centímetros más baja que la doctora. “Te ves absolutamente maravillosa.” Holly se rio entre dientes, mientras pensaba en el sketch de comedia de Billy Crystal. Dio la bienvenida al abrazo que la mujer mayor le ofreció, como una manta caliente que la envolvía. “Lo has hecho bien, tu sola, Dra. Graham.” Comentó mientras se apartó del abrazo. “Gracias. Te ves maravillosa.” Volvió a estudiar a la mujer. Jordan había ganado un poco de peso, pero era lógico el cambio, después de veinte años. A penas llevaba joyas, pero le llamó la atención el anillo de plata sencillo, en el dedo anular derecho. Se preguntó si el anillo siempre había estado allí. “Siéntate, por favor.” Holly señaló la mesa. “No sabes cuántas veces me pregunté qué habría sido de tu vida.” Jordan dijo mientras se acomodaba en la silla, colocando la servilleta de tela de nuevo en su regazo. “En este momento, no me importa lo que te ha traído de vuelta, simplemente prométeme que no volverán a pasar otros veinte años, antes de que vuelva a tener noticias de ti.” “Te lo prometo.” Dijo mientras se sentaba en la silla frente a la abogada. “Te ves maravillosa.” Jordan tomó un sorbo de café. “Sabes cómo hacer que una anciana se sienta bien. Así que fuera, ¿por qué estás aquí? Recibí una llamada de una abogada de Washington DC sobre ti. Tres semanas después llegas a la ciudad y quieres verme.” “Mi vida es un desastre.” Colocó un codo sobre la mesa y apoyó la mejilla en él. “Me vi envuelta en una situación similar a la de mi padre.” “Holly, eres una hermosa doctora de éxito, de alguna manera dudo que haya alguna similitud entre tú y tu padre.” Le aseguró. “Lo sé.” Pensó en la mujer joven, tan parecida a ella. Durante toda la noche había dado vueltas, preguntándose en qué había estado pensando. “Fui a la casa de
Richmond.” El rostro de la abogada permaneció impasible. “Por casualidad me encontré con la chica.” “Holly, es sólo especulación.” “Es como mirarme en un espejo.” Resopló, mientras hizo un gesto a la camarera que se acercaba con una taza de café. “No era mi intención echar a perder la vida de una chica inocente. No se le deseo a nadie.” Pensó en cómo Jordan se había acercado a ella y salvado, cuando sus padres la abandonaron. “¿Quieres contarme tu problema?” “Claro. Mi trabajo y carrera siempre han sido mi forma de vida. Hasta que conocí a alguien. Alguien especial y empecé a averiguar que había más en la vida que sólo el trabajo.” “Háblame de ello. ¿Cómo os conocisteis?” Jordan se recostó en su silla esperando. La joven le contó la historia divertida de cómo había conocido a Tracey y cómo su relación se había desarrollado. “Suena increíble y bueno para ti.” Se detuvo un segundo, y luego añadió. “Aunque has utilizado el tiempo pasado, lo que me da a entender que ya no estáis juntas.” “No he llegado a cómo la situación se volvió del revés.” Continuó con su relato. Jordan la escuchó intensamente hasta llegar el punto presente. “Te garantizo que no tiene nada en común con tu padre. Aunque, no justifico lo que hizo tu padre. Era un educador de confianza y un hombre solitario.” “¿Qué me sugieres?” “Tu abogada, la Sra. Keller parece muy fuerte. Creo que está en la dirección correcta. Holly, la defensa tiene que demostrar una relación con la joven. Si nunca interactúate con ella de manera inapropiada, no tendrás ningún problema “. “Esta situación me está matando.” Cogió el menú y echó un vistazo a las diferentes elecciones. “¿Qué hay de tu amiga, Tracey?” Holly sintió como si el viento acabara de ser sacado de sus velas cuando Jordan mencionó a Tracey. Su rostro cayó y se quedó mirando su regazo por un momento. “¿Has tenido algún contacto con ella, desde que todo esto pasó?” “En realidad no. Noel me aconsejó que sería mejor no tener contacto con ella. No terminamos muy bien la última vez. Fue una escena bastante fea.” Recordó estar de pie en Johnny, mirando a Tracey. El insulto de Maxie y cómo Piper la acompañó fuera de la escena. Vonnie estaba caminando por una línea muy fina entre sus amigas y asegurándose de que ella estuviera lo mejor posible. “¿Fue culpa de Tracey?” “No.” Reconoció que Tracey no había dicho ni una sola palabra desde la escena del auditorio. “No, una amiga de ella me dejó muy claro su opinión sobre mí.” Jordan sonrió. “No es la opinión de su amigo lo que te debe importar. Es su opinión o sus sentimientos sobre el asunto. ¿Ahora cómo se siente?” “No estoy segura. Al principio, creo que las dos estábamos en estado de shock. Ella dijo algunas cosas odiosas.” Pensó en ese día. Había ido allí a recogerla e ir a casa de sus padrea para cenar. “No tengo idea de cómo se siente acerca de mí.” “¿Cómo te sientes acerca de ella?” “La quiero.” La simple frase fluyó como letra de una canción. No tenía que pensar en las palabras. Sabía en su corazón que la amaba. Deseó haber sido lo suficientemente valiente como para haber compartido sus sentimientos, mucho antes. Cuando finalmente dijo las
palabras, Tracey no la había creído. “Ella me quiso en algún momento, pero no tengo ni idea de cómo se siente ahora.” “Si ella te ama y tiene una pizca de sentido común, verá la verdad. La limpieza de toda la porquería toma su tiempo.” Se inclinó sobre la mesa y cubrió la mano de Holly con la suya. “Sería una tonta si pensara lo contrario. Y no creo que seas el tipo de mujer que se enamora de una tonta.” “No, no lo soy. Tampoco pensé que sería el tipo de persona que lleva a ser la ser presa de una adolescente, pero lo he sido.” Escuchó la tristeza en su propia voz. Deseaba saber cómo se sentía Tracey. No quería que estuviera con nadie más. “Todos cometemos errores Holly.” Dijo, haciendo una señal a la camarera para que les atendiera. “Aunque esa es una historia para otro momento. Vamos a pedir algo de comida, y me puedes contar sobre la escuela médica y sobre el hospital donde trabajas.” “Suena como si fuera la única que está todo el tiempo hablando.” Levantó una ceja ante la abogada. “Haremos un trato. Si me cuentas algo de tu vida, te contaré todo lo que he vivido desde que dejamos de vernos.” “Eres una mujer hermosa Holly. Seguro que le fue muy bien, no hay más que ver a dónde has llegado.” “Claro, la escuela y la universidad, para una adolescente como yo fue todo diversión y juegos.” Bromeó. “Cuando trates de salir de un cajón refrigerado de cadáveres, hablaremos.” La risa de Jordania llenó el restaurante. “Oh pobrecita, tienes que contarme cómo acabaste allí metida.” Y Holly hizo.
~ El golpeteo insistente en la puerta la despertó. Su cabeza daba vueltas. Con la cantidad de alcohol que había consumido la noche anterior, se juró no volver a beber nunca más. Se apoyó contra la pared del pasillo, tratando de conseguir que el apartamento dejara de girar. En el momento en que se detuvo para hacer una pausa, el golpeteo continuó. “¡Ya voy!” Gritó, haciendo una mueca ante el sonido de su propia voz. La cabeza cada vez le dolía más. Su estómago amenazaba con rodar. No recordaba haberse metido en la cama, la noche anterior. Esperaba que Piper fuera quien la ayudó a desvestirse. Nunca se sentiría bien, si hubiera sido Mel. De alguna manera se las arregló para salir de sus pantalones vaqueros, de la noche anterior, y acabar en un par de pantalones de chándal raídos y una camiseta enorme con el logo Ravens, salpicado con pintura. Se pasó una mano por el pelo, mientras trataba de aplastarlo. Miró el reloj, 11:30. No podía gritar a su visitante a esas horas de la mañana. Si se trataba de su abogado, no sería nada bueno. Se apoyó sobre la puerta. No le importaba lo que parecía. A cualquier persona que la conociera, tampoco le importaría. Tomando un respiro, se inclinó para mirar a través de la mirilla. De pie, en el otro lado, estaba Zoey Papa. La recién graduada parecía molesta y en pánico. Deslizó la cadena y quitó el cerrojo. Nada más abrir la puerta, Zoey se precipitó en su apartamento. “¡Señorita Campbell, se equivocó! ¡Todo el mundo está mal!” entró en el apartamento, con sus manos moviéndose en el aire, mientras se paseaba hacia el ventanal. Se volvió y miró a Tracey. “Te ves como una mierda.” La ropa de Zoey era todo lo contrario. Pantalones negros y una camisa de botones púrpura de seda.
“Gracias.” Su comentario sarcástico fue recibido con una mirada confusa. “La historia de mi vida en los últimos tiempos.” Se dirigió a la cocina para prepararse una taza de café. “Entonces, ¿qué tiene en este estado?” “¿Es verdad que la quieren suspender y echarla del colegio?” “Zoey, ésta realmente no es una conversación que debería tener contigo. Técnicamente, no puedes estar en mi casa.” Al pulsar el botón de inicio en la cafetera, se volvió hacia la pequeña rubia, en su sala de estar. Era por la mañana, como ésta, donde deseaba poder gastar algo de dinero extra por un buen café. No tendría que esperar cinco minutos para una taza del suyo. “¿Qué? ¡Eso es una mierda! ¡Todo esto es una mierda!” Zoey prácticamente gritó por todo el apartamento. El rostro de la adolescente se puso rojo remolacha. La paciencia de Tracey estaba en su punto de romperse. “¿De qué estás hablando?” Se acercó al sofá y se sentó, viendo el ritmo de ida y vuelta, de la joven, frente a su ventana. Los golpes en la cabeza se aliviaron cuando cerró los ojos. “¿Sigues con la Dra. Graham?” “Zoey, mi vida personal realmente no es asunto tuyo.” Respondido lo mejor que pudo. Prácticamente había echado a Holly de su vida. “Entrenadora Campbell, sé lo que pasó.” La pequeña rubia habló en voz baja. “Yo estaba allí ese día. Me crucé con Michelle y la Dra. Graham en el pasillo.” Tracey cruzó los brazos sobre su pecho y rezó para que Zoey no hubiera venido a confesar que se había acostado con Holly. Sólo la idea la hizo enfermar. “Zoey, tal vez esto sea algo que tengas que contarle a tu madre o a un abogado.” Moviendo sus manos a sus muslos, deseó que aquello no fuera tan malo como parecía Observó a la joven retroceder, para sentarse en el alféizar de la ventana. En su mano sostenía un pequeño paquete. “Esto es algo que tengo que contarte, que mostrarte.” Sacó un estuche de DVD del paquete. “¿Quieres a la Dra. Graham?” La boca de Tracey se abrió de pronto, luego la cerró. La pregunta le había sentado como una patada en el estómago. “Con todo mi corazón.” La respuesta le hizo tanto daño, que pesó que su pecho se rompía, mientras luchaba por retener las lágrimas que amenazaban con derramarse. “Así que no importa lo que usted vio, o el hecho de que ella podría haber estado con Michelle, todavía la quiere.” “Una dura realidad, pero es cierto.” Apoyó la frente contra sus dedos. “Parte de estar enamorado es hacerse daño, ponerse a cabo allí, teniendo una oportunidad.” Sabía que estaba divagando. “El amor no es fácil… el amor es duro. Confiar en alguien, ser vulnerable… es difícil. Y una vez que uno ha sido quemado o herido, uno se pregunta si valió la pena.” “¿Valió la pena?” Los grandes ojos azules de Zoey miraron a su ex entrenadora. “Cada momento que pasé con Holly valió la pena. Si alguna vez, más allá de esta situación, no estoy segura de lo que va a pasar.” “Tengo algo para usted. Aunque creo que debería conseguir que su abogado y, probablemente, el de la Dra. Graham, o vean.” Zoey se puso de pie y dejó el paquete en la mesa de café. “¿Qué es?” Tracey miró el pequeño paquete. “Ayer por la noche, fui a ver a mis abuelos. Ellos viven en una residencia de ancianos, fuera de Hagerstown. Ellos no pudieron venir a mi graduación, así que Malcolm grabó la ceremonia.” Tracey asintió sabiendo que Malcolm solía grabar, con frecuencia, lo eventos de la
escuela. “Lo que quiero decir, es que estoy segura de que encontrará interesante lo que se grabó.” Zoey se acercó a la puerta. “Por cierto, escribí mi dirección y número de teléfono, en la etiqueta, en caso de que lo necesite.” Empezó a salir. “Me gusta mucho la médica. Espero que las cosas funcionen para ambas. ¿Se acuerdas de aquel día en el vestuario, antes del accidente, cuando usted me habló de la gente que cree en uno? Tal vez necesita creer en la médica, porque creo que vale la pena tenerla en su vida “. La saludó mientras cerraba la puerta detrás de ella. Tracey fue a la ventana que daba al aparcamiento. Un pequeño coche se acercó delante de su casa y se detuvo. Zoey volvió a mirar a la maestra antes de subir al coche. Reconoció al conductor como Malcolm. Esperaba que sus estudiantes fueran capaces de arrojar algo de luz sobre la situación. Después de que el coche se había alejado, entró en la casa. Abrió el paquete de forma cuadrada, y encontró un DVD reflectante en su interior. Como Zoey había declarado, su información estaba escrita en la etiqueta. Miró la caja opaca y lo metió en el reproductor. La pantalla en negro se iluminó, mostrando el auditorio de la escuela de secundaria. La fecha, en el borde de la cinta, era la misma fecha que acusó a Holly de tocar Michelle. La hora en la pantalla estaba cerca… muy cerca. ¿Podría ser esto posible? El vídeo mostraba la sala vacía. Tracey estaba de rodillas, viendo su reflejo en el cristal de la pantalla de la televisión. Estudió intensamente la foto delante de ella, oyó el sonido de la puerta al abrirse por primera vez. Sus ojos siguieron la forma de Michelle, mientras caminaba por el pasillo principal. Las imágenes capturadas mostraban justo a la izquierda del escenario. Tracey vio cómo Holly entró en el auditorio detrás del estudiante. Una sensación de ansiedad se apoderó de ella, ¿había estado tan ciega? pensó, reconociendo el lenguaje corporal tenso de la doctora. Michelle se detuvo abruptamente y la conversación se escuchó clara y cristalina. “¿Estás con la entrenadora no es así?” Al ver la mano de Michelle corriendo por el brazo de Holly, le provocó un escalofrío. “¿Te gustan las mujeres no?” Cuando la imagen de Michelle reveló agarrando la chaqueta de Holly, una sensación de alivio se apoderó de Tracey. Sabía que Holly nunca estaría con la estudiante. Se balanceó sobre sus talones, su sonrisa iluminó la habitación. Olvidó su dolor cabeza y resaca. Ahora, tenía la prueba que los tribunales necesitan. Esto podría limpiar el nombre de Holly, y esperaba conseguir que su relación volviera a encarrilarse. La sonrisa en su rostro, se desvaneció, mientras se observaba a sí misma, entrar en el salón de actos y confrontar a Holly. Las palabras de odio que había vomitado sobre ella. El sonido de la bofetada contra su cara, parecían hacer eco. Se llevó una mano a la mejilla, como si hubiera sido ella la que hubiera recibido la bofetada. ¿Acaso Holly todavía la quería? ¿Podría el médico amar a una mujer que ni siquiera intentó escuchar su explicación? ¿Por qué Zoey le había hecho todas esas preguntas? La joven sabía lo que había en el DVD. ¿Perdonaría a Holly, si la hubiera tratado de esa forma? Detuvo la cinta y se dirigió a la ducha. Enseñaría la cita a su abogado. No le importaba si no tenía una cita. Esta burla se había prolongado durante demasiado tiempo. Se preguntó qué habría averiguado su abogada sobre Michelle Stanley y su familia. Necesitaba hablar con alguien sobre esto. Lo que realmente quería hacer era dar la información a Holly. El DVD podría exonerarla.
Buscaría a Mel Watkins. Si era capaz de hablar con la EMT, encontraría a Holly. Cuando Piper y Mel la dejaron, recordó a la pareja hablando sobre un fin de semana tranquilo en casa, disfrutando de una buena parrilla. Miró el reloj y esperando que la pareja no hubiera cambiado sus planes.
~ El teléfono de Holly sonó tan pronto como cruzó Maryland por la interestatal 70. La lectura digital le hizo saber que era Mel. “Hola.” “Hola. Me preguntaba si estás de vuelta en casa” Preguntó. Acebo fijó su auricular y contestó. “¿Me echabas en falta ya? ¿Se ha terminado tu flechazo con la Número 3?” “No la llames así. Ella está aquí.” Escuchó mientras a Piper en el fondo. “Ella está siendo amable.” Mel dijo a mitad de camino en el teléfono. “Escucha, habíamos pensado utilizar la parrilla, y queríamos saber si quieres venir.” “Acaba de pasar Hancock, así que debería estar allí en un par de horas. Quiero acercarme a casa, darme una ducha, revisar los mensajes y el correo.” “Lo dejé en el mostrador, junto a la nevera.” Mel había pasado por su casa, en varias ocasiones. “Gracias, te veré más tarde.” “Espera un minuto, ¿cómo te fue Ohio?” “Mel, que es una historia que no te puedo contar sin una cerveza o dos.” “O dos eh? Pero me lo contarás más tarde ¿verdad?” “Por supuesto.” Holly se preguntó cuál sería la reacción de su amiga cuando le hablara de Wendy. “Mel, gracias por todo.” “No hay problema Hol, para eso están los amigos.” “Dile a tu oficial que la veré más tarde. ¿Tengo que llevar algo?” “Sólo tú”. Cerca de tres horas más tarde, Holly cerró la puerta del coche y se dirigió por el lado de la casa de Piper, al patio trasero. Tenía más mensajes en su contestador, de lo que esperaba. Una llamada del Dr. Nguyen la tiró fuera. No esperaba tener noticias de su supervisor inmediato, hasta que se retiraran los cargos o si hubiera un cambio en su situación. Lo llamó, pero saltó su contestador. Luego escuchó un extraño mensaje de Tracey. Se quedó paralizada mirando su máquina cuando oyó su voz. Había un montón de ruido de fondo y Tracey divagaba en el teléfono. Por el número de gritos, insultos y suspiros en el teléfono, sabía que no era la única que tiene problemas con la separación. Encontró un poco de consuelo, en el hecho de la maestra no hubiera borrado su número, aunque estaba claro que la había llamado borracha. Se puso un par pantalones vaqueros y una camisa gris desteñida, pensando que podría quedarse con Piper tomando un par de cervezas y algo de comida. Luego volvería de nuevo a su casa. El lunes, se pondría en contacto con Noel Keller y le haría saber acerca de sus hallazgos en Ohio, y abordaría el tema de hablar con Tracey. La abogada seguía sin querer que su defendida tuviera ningún contacto con Tracey. “Bueno, ¡no me importan una mierda tus razones!” La voz de Mel bramó sobre la valla, de privacidad. Holly hizo una mueca, preguntándose si estaba discutiendo con su amante. Realmente no quería meterse en medio de eso. Con la mano en la manilla de la puerta, debatió si debía dar la vuelta y salir.
“Esto no te concierne Melanie!” Tracey voz gritó. “Holly es mi mejor amiga y si la vas a joder otra vez, te juro…” “¿Qué está pasando?” Holly abrió la puerta tan pronto como reconoció la voz de Tracey. Vio a Tracey y a Mel encerradas, con la mirada hacia abajo. Aunque pensó que Tracey todavía se veía hermosa, sabía que parecía cansada, más delgada y muy cabreada. Las mujeres se volvieron a su pregunta. Ninguna habló. “¿Qué está pasando?” “Le dije que no era una buena idea que ella esté aquí porque…” “Necesito hablar contigo…” Holly trató de averiguar a quién debía escuchar primero. Sus ojos se quedaron en Tracey. No le importaba lo que su abogada le había dicho. Sabía que era inocente y por el mensaje en su contestador, sabía que Tracey también lo pensaba. Levantó la mano. Se dio la vuelta hacia Piper que estaba ocupada con las brasas. “¡Tú!” La señaló. “Habla”. “Vamos Doc.” Piper empujó el atizador en la parrilla de barbacoa. “Cuéntame qué pasa.” “Tracey llamó y me preguntó si sabía dónde estabas. Técnicamente, no lo sabía, pero sí que vendrías por aquí más tarde.” Moviéndose incómoda en sus pies, Piper miró hacia Mel. “Me pareció importante que se vieran y después del viernes, creo que…” “Vonnie!” “Mel, ¿y si esto nos pasara a nosotras? ¿Te gustaría que alguien te obligara a no poder hablarnos, ni vernos?” “Nosotras podríamos quedar atrapadas en algo como esto.” Mel cruzó los brazos sobre su pecho e inmediatamente se arrepintió de sus palabras. “Lo siento.” Se disculpó con su amiga, y luego miró las lágrimas contenidas en los ojos de Tracey. “Nunca des nada por sentado Mel. Créeme que ahora lo sé.” Holly se acercó a Tracey y le puso una mano en la mejilla. Cuando Tracey se apoyó en su caricia, Holly vio que los ojos de Tracey se cerraron por un momento. La miró a los ojos de plata. “Siento que nos metiéramos en este lío.” Quería tomar Tracey en sus brazos y besarla, pero se contuvo. “No es tu culpa, Holly. Nada de esto es tu culpa o la mía.” Puso su mano sobre la de Holly “Debería haberlo sabido.” La cabeza de Holly cayó. Sintió los dedos de Tracey levantando su cara. “Lo siento mucho.” La médica empezó a llorar. Pensó en todo el tiempo que ambas habían perdido. “Mi abogado me dio instrucciones de permanecer alejada de ti, pero realmente no me importa.” “Bien, porque a mí tampoco” Tracey envolvió sus brazos alrededor del cuello de Holly, acerando sus labios. Beso a la morena, al principio de forma suave, pero luego más firme, como si estuviera tratando de reafirmar su lugar en la vida de Holly. Esta se agarró como si ese beso fuera un salvavidas. No quería dejar a Tracey ir, pero se echó un poco hacia atrás para mirarla a los ojos. “Estoy enamorada de ti. Sólo quería que lo supieras.” “Lo sé. Últimamente, he estado segura del todo.” “¿Es por eso me llamaste ayer borracha?” “No lo hice.” “Sí, lo hiciste, y todavía tengo el mensaje para demostrarlo.” Apoyó su frente contra Tracey, mientras envolvía sus brazos alrededor de su cintura. “Te he echado de menos.” “Dios, te he extrañado también. ¡Oh!” Tracey dijo mientras empujaba lejos de Holly y buscaba su bolso.
Sacó el DVD. “Esto es para ti.” Se lo entregó. “¿Qué es?” Hoy era su cumpleaños, pero dudaba que el disco opaco fuera un regalo. No esperaba Tracey para recordar su cumpleaños, no mucha gente sabía cuándo era, de todos modos. “Creo que todos deberíamos verlo y luego puede decidir lo que quieres hacer con él.” Se enrolló en el brazo de Holly. Cuando Piper señaló las brasas, Mel le dio una palmada en el brazo. “Cinco minutos Vonnie.” En torno a la televisión, en la sala de estar, vieron cómo Tracey metía el DVD en la máquina y pulsaba la tecla play. Tracey no quería mirar la pantalla, sabía lo que se estaba jugando. En cambio, se centró en la reacción de Holly. Sus grandes ojos marrones miraron desde la pantalla a Tracey. Como si alguien le hubiera dado un regalo. Vio su imagen en la pantalla. El ángulo de la cámara capturó a Michelle Stanley tirando de ella para besarla. Se acercó más. “Repite eso.” Dijo Holly. Piper golpeó el remoto retrocediendo la imagen. Frustrada, le quitó el mando a distancia, y vio una y otra vez, cómo Michelle a había agarrado, besado y soltado. Desvió la mirada de la pantalla y se volvió a Tracey. “¿De dónde sacaste esto?” “Una de las estudiantes, Zoey, la trajo esta mañana a mi casa. Esto demuestra lo que realmente sucedió. Siento haber dudado de ti.” De repente, la habitación parecía pequeña, caliente y Tracey necesitaba escapar. Huyó de la casa por la puerta. Holly observó con asombro la escena en la televisión. Oyó la respuesta de Tracey, pero no se dio cuenta que se había ido hasta que oyó cerrarse la puerta. Miró el espacio donde Tracey había estado de pie, y lo encontró vacío. Poniéndose de pie, la persiguió. Corriendo por la acera, vio Tracey entrar en su Jeep. “¿Adónde vas?” agarró la puerta justo cuando Tracey la fue a cerrar. Las lágrimas corrían por el rostro de la morena. “Sé que no me quieres alrededor.” “¿Qué? Tracey, por supuesto que te quiero cerca. Te amo. ¿Me amas?” le preguntó. La morena le había declarado su amor al principio de su relación. A ella, fue a la que le costó más tiempo hablar de sus sentimientos. No esperaba que se riera de su pregunta, pero la maestra lo hizo. “¿Crees que estoy siendo graciosa?” “No, Zoey me hizo la misma pregunta antes, cuando me dio la cinta.” “¿Qué le dijiste?” “Yo dije que te amaba con todo mi corazón.” Respondió abriendo la puerta, inclinándose para besarla con tanta pasión, que sentía el aire que las rodea chisporroteaba. La intensidad del beso aumentó cuando deslizó sus dedos en el cabello de Holly, acercándola más. Profundizando el beso, dejaron salir todo el deseo que habían mantenido a raya, durante los casi dos meses que habían estado separadas. “Llévame a casa.” Susurró. Su apasionado beso, había sido el inicio de la necesidad que tenían de una reconexión emocional. “No quiero hacer una escena en el barrio de Piper?” “No me refería a esa casa.” Bromeó. “¿Te veré en tu casa?” “Iré justo detrás de ti.” Le cerró la puerta del coche y la saludó cuando Tracey se dirigió hacia su casa. Volvió al interior de la casa, donde fue recibida por la risa de la pareja. “Déjame adivinar, ¿te vas?” Mel bromeó. “Te llamaré mañana. Tal vez podamos desayunar juntas.” Sabía si ella y Tracey estaban de nuevo juntas, no desayunarían. “Mejor cena. Yo invito.”
“Llámanos si tienes ganas de compañía, ¿de acuerdo?” Mel dejó la invitación abierta. Se despidió de ambas, y se dirigió a su coche. “Doc Hey!” Vonnie gritó y le lanzó el DVD. “Tienes que dárselo a tu abogada.” “Gracias…”.Miró a las mujeres. “Me refiero a todo. Gracias a las dos por estar ahí para mí. Sé que no fue fácil de ir contra tus amigas y….” “Holly, disfruta de su cumpleaños y no te preocupes por nada.” Mel se rio al ver las mejillas coloradas de su amiga. Pensaba que todo el mundo se había olvidado de su cumpleaños. Con todo lo que había estado sucediendo, en realidad, incluso ella, casi se había olvidado de qué día era. Sabía que Mel quería burlarse de ella por ser un año mayor. En realidad no se sorprendería si había una tarta en el mostrador con su nombre en ella. “Ah, por cierto, he conocido a mi hermana.” Holly le dijo, saliendo rápidamente hacia su coche. Sonriendo como una tonta. Sabía que su amiga estaría dando vueltas a esa noticia hasta volver a verla.
~ Tracey no había usado su clave desde mayo. A menudo, se había preguntado si Holly habría cambiado las cerraduras y los códigos de seguridad. Cuando quitó el bloqueo, pulsó el código 0726, que la otra mujer le había facilitado, y al instante se dio cuenta de que hoy era su cumpleaños. Mierda Holly! Pensó mientras se apoyaba en el mostrador de la cocina. Al menos podía pasar la noche con ella. Mañana, le compraría su regalo de cumpleaños. La casa estaba impecable, a excepción de la pila de correo y el bloc de notas sobre el mostrador. Mel había dicho que Holly había ido a Ohio. Se preguntó cómo le habría ido el viaje. Miró por encima de la libreta de notas, junto al teléfono, y vio su nombre escrito con un signo de interrogación y un corazón. Buscó su teléfono móvil y revisó sus últimas llamadas realizadas. Efectivamente, había llamado a Holly después de que Vonnie y Mel le dejaran en asa. Miró la máquina y pensó en borrar la evidencia, pero conocía a Holly, probablemente quería guardarla con fines de chantaje. No le importaba, haría cualquier cosa de la pidiera. El nombre del Dr. Nguyen estaba subrayado, varias veces, con su número tachado. Esperaba que fuera una buena noticia. “¡Hey!” Holly dijo, mientras entraba por la puerta trasera. Verla en la cocina le hacía sentir muy bien, como si fueran una pareja de nuevo. “¡Feliz Cumpleaños!” Le acarició el antebrazo. “Lo siento, no me acordé hasta que pulsé el código de alarma.” “No es una gran cosa. Yo también me olvidé.” “Es una gran cosa.” Deslizó su mano, hacia arriba y hacia abajo, por el brazo de la otra mujer. “¿Hay algo que quieras?” La pregunta entrecortada envió escalofríos por la espina dorsal de Holly. “A ti, te quiero a ti.” Se agachó y la cogió en brazos. “Te quiero que en mi vida, en mi cama, en mi casa. Quiero estar contigo el resto de mi vida.” La besó, mientras se la llevaba al dormitorio. “¡Pues creo que eso te lo puedo dar!” Chilló cuando Holly la dejó caer en la cama y la cubrió con todo su cuerpo.
A ninguna de las dos le importaba si todo el vecindario las oía o no. Sus zapatos salieron volando junto con las ropas despojados por manos errantes. La necesidad de sentir, de reconectar se convirtió en el foco de toques, pellizcos, besos y caricias. Frenéticas, lucharon por el dominio como carne deslizando contra carne. Tracey se puso en la parte superior, a continuación, las posiciones se invirtieron por Holly. Envolvió sus piernas, alrededor de la cadera de Holly, gimiendo y moviendo su pelvis desenfrenadamente contra el cuerpo largo y esbelto. Cuando Tracey intentó resistirse, Holly se inclinó y la besó en la nariz. “Es mi cumpleaños, recuérdalo. Hoy consigo lo que quiero.” Continuó sus besos, tocando cada centímetro del cuerpo de la morena. A lo largo de su cuello, más allá de su clavícula, pechos, donde se tomó su tiempo, lamiendo, chupando y acariciando el calor. Tracey gimió atrayéndola más cerca, cuando la boca de la médica se cerró alrededor de su pezón y lo chupó. “¡Más Fuerte!” Levantó sus caderas cuando la sensación en su pecho viajó directamente a su centro. “Más…” Apoyó la cabeza contra la almohada. “Paciencia, mi amor.” Holly dijo, mientras su mano sustituyó su boca apretando el pezón duro. La morena gimió al tacto. Holly lo rodeó con la lengua, con ganas de imprimir cada sonido, tacto y gusto en su memoria. No quería olvidar lo que era hacer el amor con Tracey. “Por favor, Holly, tócame. Necesito que me toques…” apenas consiguió pronunciar las palabras, ya que la otra mujer correspondió a su petición penetrándola con los dedos. Tracey se movía, girando sus caderas mientras su deseo se hinchaba. Agarrando un puñado del cabello de Holly, se levantó y cayó. El sudor de su cuerpo, se trasladó al cuerpo de la otra, mientras los músculos internos se contraían alrededor de los dedos de Holly. Gimiendo y jadeando, Holly sintió que la morena estaba a punto de llegar al clímax, por lo que siguió tocándola hasta hacerla conseguirlo. Hicieron el amor toda la noche, hasta que agotadas, por fin conciliaron el sueño una en brazos de la otra. Por la mañana, con la luz del sol, el corazón de Holly se hinchó mientras observaba dormir a su amante. Apoyado en un codo, con la cara apoyada en la palma de su mano, vio que el sol bañaba el cuerpo de la morena. Con los dedos, trazó un camino lento, a lo largo de los hombros de la figura durmiente, bajando a la redondez de su cadera. Qué pérdida de tiempo, pensó. Amaba a esa mujer de la misma manera que Tracey le había dicho antes, con todo su corazón. Nunca más, nada ni nadie, se interpondría entre ellas. Los nublados ojos grises de la morena se abrieron cuando despertó. “Tenía miedo de despertar.” La confesión apenas fue un suave ronroneo. “¿Por qué?” Se acercó y le susurró al oído. “No quiero que esto sólo sea un sueño.” Intentó retener las lágrimas contenidas, en esos ojos nublados. “No cariño, no es un sueño. Nunca, nada se interpondrá entre nosotras. ¡Nunca!” La besó con suavidad. Nunca dejaría que nada se interpusiera entre ellas, de nuevo.
Capítulo 21 Tracey tocó la punta de su calzado de cuero negro el suelo de mármol. Sentada en el suelo principal, del edificio de oficinas, que albergaba a la firma de abogados Boardman, Boardman, y Boardman, esperaba a Noel Keller y a Lee Cristiana. Desde el regreso de Holly de Ohio y las nuevas pruebas de Zoey, su vida se había convertido en un torbellino de prisas y esperas. Las reuniones dieron lugar a más de encuentro, y pronto se unieron de las abogadas de la pareja. Holly le había hablado de su viaje a casa, del encuentro con Jordan Norwood, y con Richmond, incluyendo la posibilidad de que Wendy fuera su medio hermana. No dudó, ni un segundo, cuando le había pedido que se mudara con ella. Tenía a sus hermanos, a Mel y a Vonnie ayudando a vaciar su apartamento, y trasladas sus cosas a casa de Holly o a un lugar de almacenamiento. Desde el incidente en el restaurante Johnny, Tracey había estado evitando a su amiga Maxie. A pesar de que todavía pensaba en la banquera, como una buena amiga, sabía que Holly se había sentido profundamente herida, por sus palabras. Estaba segura que su amiga nunca entendería por qué había vuelto con Holly. Incluso se había preguntado, si Maxie tendría un motivo alternativo para mantenerlas separadas. Ahora, se encontraba sentada, en la sala de espera, para tratar con los abogados de ambas, las conclusiones sobre el caso. Las habían citado para una reunión, temprano por la tarde, con el equipo legal que representaba a la familia Stanley. La abogada solicitó que Tracey o Holly estuvieran disponibles si era necesario. Miró el reloj, ya eran más de las dos de la tarde. Holly tenía una reunión, a las once, con el Dr. Nguyen y el resto de miembros de la junta directiva del hospital. Aunque la doctora quería estar aquí, su responsabilidad para con el hospital estaba primero. ¿Qué estaría pasando en la reunión? No estaba segura, pero sabía que las abogadas de ambas estaban presentando la nueva evidencia a los abogados de la familia Stanley. Realmente deseaba poder ser una mosca, en la pared, cuando Geoff Stanley viera a su pequeña princesa caer de su pedestal. Sus pensamientos fueron interrumpidos, por el sonido de la apertura de las puertas del ascensor. Geoff Stanley apareció en el vestíbulo, sujetando firmemente el codo de Michelle. La adolescente luchaba con su padre tratando de salir del edificio, donde los esperaba un Lincoln en marcha, junto a la acera. Michelle se alejó de su padre y comenzó a gritar y llorar. “¡No hice nada malo!” Gritó a cualquiera que la escuchara. El rostro de Geoff se volvió de un rojo intenso mientras continuaba con su misión. Sus ojos se movían alrededor del edificio, deseando no encontrarse con nadie. Se detuvo en seco, cuando sus ojos se posaron sobre Tracey. Michelle siguió su mirada y sus ojos chocaron. “¡Tú hiciste todo esto! ¡Me lo configuraba! ¡Tú y esa amiga tuya! ¡Eres una perra enferma!” Michelle le gritó. La adolescente se habría lanzado al ataque, si su padre no la hubiera dirigido con una mano sobre su espalda. Tracey sintió que sus valores defensivos se elevaban cuando a la joven comenzó a gritar. Miró a su alrededor, hacia el guardia de seguridad. En lugares como este, siempre tenían algún policía o dos en el vestíbulo. “La verdad está ahí fuera Michelle. Puedes gritar todo lo que quieras. Cuanto más arrastres el nombre de Holly por el barro, más profundo estarás cavando tu agujero.” “Esa perra es…” “Le aconsejo que no permita que su hija complete la frase.” Una mujer alta de pelo negro, con una demanda de energía advirtió a Geoff Stanley. “Mi cliente no está aquí, pero esto es un lugar público y ya sabemos el daño que le ha hecho su hija.” Tracey
todavía no había coincidido con Noel Keller, pero se dio cuenta de quién era la mujer, por su forma de defender el nombre de Holly. “¡Michelle! ¡Al coche, ahora!” La voz de Geoff se hizo eco en el suelo de mármol. El rostro de la adolescente palideció mientras se giraba y se dirigía hacia la salida. “Señor Stanley, estaremos en contacto.” Noel declaró despidiéndose del funcionario del condado. Geoff enderezó los hombros y asintió con la cabeza a las mujeres. Una vez se cerraron las puertas, Noel dejó salir una sonrisa. “Familia Interesante.” “Desde luego.” Lee cristiana dijo aliviando la tensión. “Tracey, déjame presentarte a Noel Keller, abogada de Holly.” Le presentó a la mujer de cabello negro. “Tracey, es bueno conocerte finalmente. He oído muchas cosas buenas de ti.” Noel le tendió la mano a la maestra. “¿Holly no ha venido?” “No, tenía una reunión en el hospital. Yo también pensé que ya estaría aquí, a estas horas.” Dijo con algo de preocupación en su subconsciente. “Habíamos pensado ir contigo y con Holly a cenar esta noche. Quizás invitar también a Zoey y Malcolm.” “Malcolm se fue a la universidad. Recibió una beca para estudiar en la escuela de cine de UCLA.” “¿Qué pasa con Zoey?” “Ella todavía está aquí. Estoy bastante segura de que no va a dejar pasar una comida.” Bromeó sabiendo que la pequeña rubia siempre tenía hambre. “Me tengo que ir. ¿Os veré a las dos esta noche?” Noel preguntó mientras se llevaba el bolso al hombro. “Por supuesto. En el Arte de Brewster, a las ocho.” Lee respondió. “¿Quieres que llame para hacer las reservas?” “No te preocupes, pediré a Willie que lo haga. Si no creerá que lo estoy reemplazarlo. Ese pequeño polluelo, no se da cuenta que no puedo hacer nada sin él. Os veré esta noche “. Se despidió y comenzó a alejarse. “¡Oh Lee!” Noel se volvió hacia la otra abogad. “Un gran trabajo allá arriba.” Noel le guiñó un ojo y se alejó. Tracey observó el aumento de rubor en las mejillas de Lee, mientras sus ojos estudiaban el cuerpo de Noel. Cuando Lee se dio cuenta de que Tracey la estaba observando, miró hacia otro lado. “¿Las cosas han ido bien?” preguntó tratando de llamar la atención de su abogada. “Sí, muy bien. Me alegro de que no haber tenido que ir en contra de Noel. Creo que habría limpiado el suelo conmigo.” “¿Qué hizo?” “Les mostró que era el pez grande, en el estanque, y que se los comería para el almuerzo.” Lee sonrió ante el recuerdo. “Entonces, ¿conoces Brewer o debo pasar a recogerte?” “No, te veremos allí. Te llamaré si hay un problema. Gracias por todo Lee.” Tracey le dio a la abogada un abrazo. “Tracey, gracias. Y gracias a Zoey y Malcolm, si no fuera por ellos, no creo Holly se hubiera librado tan rápidamente.” “Ya hemos perdido demasiado tiempo, ¿no?” pensó en los dos meses que habían estado separadas. “Sí, ahora deberías averiguar lo que la está manteniendo ocupada”. Se despidieron.
~
La reunión de Holly, en el hospital, había durado mucho más tiempo de lo previsto, y no había manera de poder llegar a la reunión con Noel Keller, por lo que se dirigió directamente a casa. Tan pronto como bajó la calle, sintió que algo estaba fuera de lugar. Conocía a sus vecinos. Con los años, había sido invitada a participar en sus fiestas, primeras comuniones, graduaciones y cualquier otra celebración bajo el sol. Había hecho todo lo posible para interactuar con ellos, pero sus horas de trabajo no la habían dejado demasiado tiempo. Apenas tuvo tiempo de ver su casa, a plena luz del día, y mucho menos ser social. Desde que fue suspendida de Jessup, había encontrado tiempo para limpiar el patio y rehacer el paisaje, a lo largo de la parte delantera porche. Con algunos consejos amistosos de su vecina, la señora Rose, sus flores estaban en plena floración. Si las pruebas que Zoey había dado a Tracey, eran prueba suficiente para exonerarla, podía volver a tener una cierta normalidad. Pero tenía que esperar. Noel planeaba no sólo que el retiraran los cargos, sino presentar una demanda, por difamación, contra la familia Stanley. Cuando le habló de volver con Tracey, la abogada de cabello negro se rio. Era su trabajo conocer todo de sus clientes. Además, no culpó a Holly por querer estar con la persona que amaba. La abogada Tracey, Lee cristiana, había contactado con Noel, para hablar sobre los hallazgos de la familia Stanley. Lee había abierto una investigación hacia todas las vías que pudo encontrar, incluyendo correos electrónicos, chats, publicaciones en blogs y demás. Noel le había garantizado que todos los cargos en su contra serían retirados. Con Noel y la unión de fuerzas de Lee, sabía que lo conseguirían. Normalmente, solía pasar por delante, girar por el callejón y aparcar en el camino de entrada. Redujo la velocidad al pasar el frente de su casa. Estacionado en su acera, había un Pontiac Grand Prix de color marrón muy desgastado, con matrícula de Ohio. Aquello era lo que la había llamado la atención momentos antes. Sentada en su porche, estaba la adolescente rubia, con las rodillas dobladas, y la barbilla apoyada casualmente en ellas. Llevaba el pelo recogido con pañuelo de pintor azul. Wendy Richmond la había encontrado y la tenía sentada en su porche. “Hijo de puta.” Dejó salir la blasfemia de sus labios cuando daba la vuelta por el callejón. Se preguntó por qué tendría que estar pasando por toda esta mierda. Recordó el último consejo que Noel le había dado. Le aconsejó que mantuviera un perfil bajo, y se quedara al margen de cualquier situación relacionada con adolescentes. Ahora tenía a su medio hermana, de dieciocho años, sentada en su casa. Al menos, le había hablado a su abogada, sobre las acciones de su padre y la fuerte posibilidad de tener una medio hermana. La prueba estaba delante suyo. ¿Qué querría Wendy? Su visita a Ohio definitivamente le había abierto los ojos. Esperaba recibir algún tipo de correspondencia de la familia de Richmond. Como una carta o algo similar, que la mantuviera a distancia de la familia. En las semanas, desde que regresó, no había tenido ninguna noticia. Jordan Norwood había sido contactada por Noel, para ver si alguien se había acercado a ella directamente. No había sido el caso. Sin embargo, Wendy sentada en su porche. Aparcó y entró en casa por la puerta trasera. No se detuvo, dirigiéndose directamente a la puerta principal. Wendy se sobresaltó cuando la puerta principal se abrió. Miró a Holly, sus grandes ojos marrones, la miraban fijamente. El pañuelo cubría su pelo despeinado. Llevaba una desaliñada camiseta, unos pantalones de algodón y unas sandalias.
“¿Un mal día?” preguntó Holly mientras se sentaba frente a la joven. Dejó que sus largas piernas se extendieran. Su ansiedad desapareció, tan pronto como vio la cara de Wendy. La chica estaba teniendo un momento difícil. Lo último de quería hacer era añadir más preocupación a la angustia de la joven. “La odio.” Wendy confesó subiendo la voz, mientras hablaba, tratando de ocultar las lágrimas. Holly no se molestó en preguntar quién. Ella había tenido esos mismos sentimientos, por Louise Richmond, durante demasiado tiempo. “Ya es bastante difícil pensar que era mi hermana. Ahora,” se quedó sin aliento y se frotó la cara “ella es mi madre. Mi madre me odia. Yo la odio a ella.” “Lo siento.” Admitió. Había vuelto a su pueblo a limpiar el nombre de su padre. Y en cambio, había abierto la caja de Pandora para esta joven. “¿Has hablado con tus padres de ello?” “¿Y decir qué?” exclamó Wendy. “Son tan culpables, probablemente más. Siempre pensé que Lou me odiaba. Ahora sé por qué.” Empujó sus pies y se inclinó hacia delante. El mundo de la adolescente se estaba desmoronando a su alrededor. “Ella tenía dieciséis años, cuando se quedó embarazada de su profesor de matemáticas. Claro que el infierno no querría quedarse con el bebé. ¿Es correcto tener a tus padres adoptando a tu hija y educarla como si fuera tu hermana? ¿Cómo de jodido es eso?” Se llevó las manos en la parte superior de su cabeza. Cerró los ojos y deseó tener algo de paz interior. “Estoy tan jodida.” Holly la estudió por un momento. “Hicieron lo que pensaban que era correcto, en ese momento”. Recordó pasando por una situación similar cuando tenía dieciséis años. “No puede escoger a sus padres. Créeme.” Se levantó y se sacudió el polvo de sus pantalones de vestir. “Si vamos a tener esta conversación, mejor me cambio y tomamos una cerveza.” Cruzando los brazos sobre su estómago, miró el coche estacionado en frente y las condiciones en las que estaba su medio hermana estaba en. “¿Dónde vives?” “Hice la reserva en una habitación en un motel cerca de la pista de caballos.” “¿Hiciste reserva por hora?” El choque en la cara de la adolescente hizo que se riera. “Quédate aquí. Trae tus cosas y te instalarás en la habitación de invitados. Tome una ducha y ven cuando haya terminado.” Se fue antes de Wendy pudiera protestar. Realmente no tenía ganas de discutir. “Gracias.” Wendy tartamudeó mientras miraba a la rubia y alta doctora caminar hacia la casa. Se miró, dándose cuenta que llevaba puesta la misma ropa desde ayer por la tarde. A mitad de camino a Baltimore, se había detenido para hacer un descanso, comer y dormir un rato, en el asiento trasero. Levantando su brazo para oler hizo una mueca. Ufff fue lo único que pudo decir. Se rio entre dientes. A su madre y a Lou les daría un ataque, si supieran que había pasado la noche durmiendo en su coche. Por primera vez en semanas, sonrió. Algo de lo que no había sido capaz de hacer, desde que aquella misteriosa mujer rubia había aparecido en la puerta de su casa. Lou se había llevado un gran berrinche en cuanto cerró la puerta. Aquella mujer era una desconocida. La forma en que había actuado, le hizo creer que había algo grave y no se lo estaba diciendo. Cuando Wendy empezó a hacerle preguntas, Lou enfureció y le dijo que se fuera a su habitación. “No eres mi madre, así que haré lo que me dé la gana.” Wendy le espetó. Al instante, vio la cara de Lou volverse de un blanco fantasmal. Su hermana había tenido que apoyarse en la jamba de la puerta. Derrotada, y casi sin voz, volvió a pedir a Wendy que se fuera a su habitación. Por alguna razón la mirada en los ojos de su hermana le daba miedo.
Durante días, la visita de aquella mujer misteriosa la había estado molestando. La había visto antes en alguna parte. La mujer le era demasiado familiar. No la podía situar, pero sabía que la conocía. “Lou, ¿quién era esa mujer?” Wendy preguntó mientras subía las escaleras hacia su habitación. “Nadie importante.” Lou inmediatamente volvió y entró en el despacho de su padre. Wendy la escuchó hablar por teléfono, tras cerrar la puerta. No entendía, si aquella mujer no era nadie importante, ¿por qué llamaba al abogado de la familiar? Las últimas dos semanas habían sido un infierno completo para Wendy. Su padre voló inmediatamente de vuelta a casa, a Florida. Se reunieron a puerta cerrada. Lou se había negado a mirarla, y estaba constantemente llorando. Wendy escuchó una discusión con respecto a los cargos de asalto que se habían presentado contra la Dra. Holly Graham, la misteriosa mujer. ¿Por qué se presentarían cargos de asalto? La mujer no se había acercado ni a tres metros de Louise. Lo único que ella había oído en la ciudad, era la que médico había salvado la vida de a Sammy Dixon. No había ninguna razón para que aquella mujer quisiera hablar con su hermana. Necesitaba hablar con la señora Hill. Durante años, había trabajado cuidando de varios niños de la ciudad. Quedarse en casa será como sentirse en una prisión. En cuanto pudo, intentó salir de casa para ir al campeonato juego de softball de su equipo. Finalmente, su padre le concedió su petición, siempre y cuando no hablara del incidente con la médica. “Papá Lo que sea.” Le prometió para poder salir de casa. No podía esperar al otoño, para ir a la Universidad George Washington. Tenía que alejarse de su familia. En el campo de juego, aún zumbaban con los chismes acerca de la médica. Wendy sintió el silencio llegado a la multitud, mientras caminaba hacia el campo. Saludó y sonrió a sus amigos y miembros de la iglesia. A penas de devolvieron el saludo. Normalmente, la señora Forrest la solía llevar aparte y le preguntaba por sus padres en Florida. Hoy, la mujer apenas la saludó. Tan pronto como se acercó a sus compañeras de equipo, Jessie Barton la llevó a un lado. “¿Es verdad?” Barbie, le preguntó a su ex compañera de clase. Eran amigas desde la escuela primaria. Aquella chica pecosa siempre estaba alrededor suyo. “¿El qué?” “Que la médica que salvó a Sammy, ¿es tu hermana?” “¿Qué?” Wendy estaba completamente fuera de lugar. “Mi hermana es Louise.” “Eso no es lo que la señora Lennon dijo en la tienda. Dijo Louise es su madre.” “¡Vete a la mierda!” le dio puñetazo antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo. Escuchó a alguien gritar, y se dio cuenta de que era Barbie sosteniendo su ojo. Agarrando su bolso, se dirigió hacia su coche. En el aparcamiento apoyó las manos sobre el volante y esperó a la señora Hill. “¿Estás bien?” “No.” Wendy negó con la cabeza y empezó a temblar. ¿Su hermana era su madre? ¿El médico era su hermana? Tenía demasiados pensamientos se arremolinando en su cerebro. “Vamos a ir a dar un paseo.” “Mi padre.” Wendy sentía la amargura del miedo influenciar en sus pensamientos. “Sólo están tratando de protegerte, pero tranquila, no pasa nada porque hablemos.” Vio cómo la señora Hill se dirigía hacia una mini-furgoneta con una calcomanía con el dibujo con un balón de fútbol, en la ventana trasera. Durante la hora que estuvieron conduciendo, Krista se negó a que la siguiera llamando señora Hill por más tiempo.
Wendy aprendió sobre Donald Graham, el profesor acusado de tener un romance con su alumna, Louise Richmond. Aprendió acerca de cómo la hija de Graham, Holly, se había visto envuelta en medio de una crisis interna. Le explicó que la ciudad la había descrito como “una niña genio”, que fue separada de su padre y abandonada por su madre. Wendy se sentía agotada. Su familia, su existencia no era lo que ella pensaba. Toda su vida fue una mentira. Cuando llegó a casa, se fue en silencio, directamente a su habitación. A la mañana siguiente, se enfrentó a Louise y a sus padres. Nada más escucharla, empezaron a hablar de presentar cargos de difamación, contra Krista Hill. Wendy miró a sus padres y a Louise. Definitivamente tenían un aire de familia, pero no tantos rasgos parecidos, como los tenía con la médica. No había nada más que verla. Holly Graham parecía le había resultado tan familiar porque se parecía a ella. Cabello rubio, ojos marrones, contextura muscular magra y la altura, todo en ella era como mirarse en un espejo. Cinco días más tarde, sacó un poco de dinero de sus cuentas, empacó sus pertenencias y se dirigió hacia Baltimore. La escuela comenzaría en unas pocas semanas. Tenía que encontrar un lugar donde quedarse hasta que los dormitorios se abrieran. No había planeado presentarse en la puerta de Holly Graham, pero estaba aquí. Hasta el momento, la médica no le había pedido que se fuera. Al revés, la había invitado a quedarse, a que tomara una ducha, se cambiara de ropa y hablaran. Tan pronto como Wendy fue arriba, Holly cogió el teléfono y llamó a la oficina de Noel. No quería que nada pusiera su caso en peligro, y la presencia de la joven podía hacerlo, sobre todo si se había escapado de casa. Técnicamente, la joven era mayor de edad, pero no quería correr el riesgo. Habló con Willie, el asistente, y le preguntó si podría pedirle a su abogada que hiciera algunas averiguaciones, por si había alguna denuncia de personas desaparecidas asociadas con Wendy Richmond y Ohio. Esperó hasta que oyó el inicio de la ducha y se retiró al porche trasero, con una cerveza en la mano. Veinte minutos más tarde, una Wendy con mucho mejor aspecto, más limpia y relajada apareció en la puerta de atrás. “Gracias.” Dijo, con su pelo todavía mojado y peinado hacia atrás contra su cuero cabelludo. “Quizá te venga bien tomar una cerveza. Coge lo que quieras.” Señaló con un gesto de su mano. “Realmente me vendría bien, gracias”. Con voz emocionada, la joven llenó el aire mientras se volvía hacia la cocina y regresó con dos botellas de Coors Light muy frías. Le dio una a Holly, que estaba sentada en una de las sillas verdes. “Estás muy lejos de casa.” Le dijo mientras quitaba la tapa de la botella. “¿Quieres contarme algo?” “Las cosas se volvieron locas después de tu visita. Llamaron a nuestros abogados. Mamá y papá volvieron a casa, desde Florida. Hicieron un montón de reuniones. Cristo, me sentí culpable y yo no hice nada.” “Exactamente, recuerda que no has hecho nada, Wendy.” Cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia atrás, dejando que el sol de la tarde la calentara. “Lo sé. Tengo diecinueve años y mi vida es un desastre.” “Yo treinta y cuatro y mi vida también es un desastre. Nada es fácil.” Comentó. Contuvo la botella para brindar con la joven. “¿Sabe tu familia dónde estás?”
“Ya soy una persona adulta.” “Eso no es lo que pregunté.” Abrió un ojo y miró a la joven. “Ser adulta es ser responsable de sus acciones.” “No, no lo saben.” “Puedes llamar desde aquí.” Oyó los rumores de una protesta. “No necesito a la policía golpeando mi puerta de nuevo.” “¿Qué? No importa.” Preguntó mientras tomaba un sorbo de la bebida. “Les llamaré más tarde. ¿El pago de la cerveza?” “Puede Ser.” Levantó la cabeza de la silla. Tantas cosas habían cambiado en su vida. Nunca imaginó que fuera suspendida del hospital y su licencia estuviera en peligro. Tampoco podría imaginar tener una hermana, y mucho menos tenerla sentada en su porche bebiendo cervezas. Tomó un sorbo de su propia botella. “Lou te llamó –dique-.” Dijo tratando de captar la atención de la médica. “Si lo hizo, es que no ha cambiado mucho con los años.” “Ella no sabe que soy gay.” Wendy le confió. “¿Qué?” dijo mientras se sentaba en su silla y se dirigía a la rubia sentada a su lado. “Soy lesbiana. Lo sé desde que estaba en octavo grado. Y ni siquiera empieces a hablarme de que es una fase. Ya he tenido suficiente amigas para saber que no es una fase”. Desvió la mirada, tratando de aflojar la tensión. “Mi familia no lo entiende. Si se lo cuento, se asustarán y me enviarán al predicador o algún programa de desprogramación para volverme hetero.” “Creo que entiendo más de lo que piensas.” Levantó una mano y despeinarla. “¿Por qué estás aquí?” Hizo la pregunta Wendy había estado esperando desde un primer momento. En su lugar, la médica le había ofrecido un lugar para quedarse, una ducha y una cerveza. “Quiero saber la verdad.” Se estaba agarrando a un clavo ardiendo, cuando se había dado de casa. Quería encontrar a Holly para obtener respuestas. “La verdad duele a veces. Eso es lo que supe cuando me enteré. Mi viaje a casa fue para averiguar la verdad sobre mi padre, y la prueba de ello es que ahora estás sentada en mi porche trasero bebiendo una cerveza.” “Así que es verdad.” “Hay formas de averiguarlo.” “No quiero hablar con Lou”. Protestó. “Pruebas. Pruebas médicas para determinar coincidencias de ADN. No es nada especial de biología, es simple. Un simple análisis de sangre te sacaría de dudas.” Le explicó. “Genética”. Wendy contestó y Holly asintió. “No tendríamos que tener el ADN de Lou.” “Si estamos relacionadas, nuestros perfiles serán suficientes para demostrarlo.” “¿Puedes hacer las pruebas?” Wendy sintió la carga de la elevación desconocida de sus hombros. “¿Eres médico verdad?” “Bueno, en este momento, eso es sólo semántica.” Esperó la siguiente pregunta. “Llamé a mi abogada cuando estabas en la ducha.” “Hombre Ah!” Wendy gritó y se puso de pie. “¿Por qué? ¡No he hecho nada ilegal!”. “No se trata de ti.” Holly comenzó. “Han pasado algunas cosas este verano. A día de hoy todo está mejor, pero todavía tengo que tener cuidado.” “¿Por qué te fuiste a casa, después de todos estos años?” “Quería demostrar que mi padre era inocente.”
“¿Él no era inocente?” Wendy susurró sabiendo que la visita de Holly tenía un propósito. “Está aún por determinar, pero si no lo es, me alegro de tener una hermana.” Se puso de pie dirigiéndose a la cocina. “¿Quieres otra?” “Por supuesto.” Bebió el último sorbo de cerveza y se le entregó la botella vacía, mientras veía cómo un Jeep rojo entraba por el callejón y se detenía en el camino de entrada. Wendy vio a la hermosa morena salir del vehículo y caminar hacia el porche. “Hola cariño.” Tracey miró a Holly, luego desvió la mirada hacia la adolescente sentada junto a ella. Subiendo las escaleras, se acercó a Holly y le dio un beso en los labios. “¿Quién es tu amiga?” “Tracey, te presento a Wendy. Wendy, mi novia Tracey.” Les presentó, y deslizó un brazo alrededor de la cintura de Tracey. “Estaba a punto de conseguir un par de cervezas, ¿quieres una?” preguntó mientras los ojos de Tracey se deslizaban rápidamente hacia Wendy. “No, quédate aquí, yo iré a por ellas. Wendy, encantada de conocerte. ¿Estás de visita en la ciudad?” “Se podría decir.” Se encogió de hombros mientras miraba a Tracey entrando en la casa. “¿Ella es profesora?” “Sí.” “Si mi profesora se pareciera algo a ella, le haría…” “Tracey no es tu profesora, así que no la mires así.” Sonrió mientras observaba a Tracey por la ventana. “Ella es sexy.” “Arde”. Holly rio recordando hacer el amor con Tracey toda la noche. “Ardiente ¿eh?” Tracey interrumpió, mientras entregaba las cervezas a las rubias. “Me quedo con eso. Lee y Noel nos invitaron. Estoy segura de que no les importará si Wendy se nos une. Zoey también estará allí.” “¿A cenar? ¿Por qué?” “Por nosotras, para hablar sobre lo ocurrido esta tarde. Noel tuvo que volver corriendo al juzgado, así que no tuve mucho tiempo para preguntarle. ¿Cómo fue la reunión?” “Mejor de lo que esperaba.” Sonrió y extendió una mano para agarrar a Tracey. La atrajo y la subió a su regazo. “Arde….” dijo mientras le acariciaba el cuello, y colocaba la botella fría contra la parte baja de su espalda. “¡Hey!” Tracey chilló mientras trataba de escapar de la botella helada, recibiendo un golpe en su trasero. “Sólo quería facilitar el goteo.” “No sabía que fuera un secreto que me encontraras atractiva.” Tracey bromeó. “No lo es. Tampoco lo es, el hecho de Te quiero.” Tracey sintió que las lágrimas se forman en sus ojos. Holly estaba inmediatamente de pie y tirando de ella en un abrazo. “Te quiero Tracey.” “Yo también te quiero.” Le respondió en el hombro. Saboreando el calor del cuerpo de la rubia, contra el suyo, casi se olvidó de su invitada. Sintió la mano de Holly, en su pelo, mientras su cabeza se apartaba ligeramente para acceder a sus labios. El beso fue lento, metódico, como si Holly quisiera transmitir todo el amor que sentía por Tracey en ese momento. Un beso que Tracey nunca olvidaría. Se separaron, con la mirada fija la una en la otra. Oyeron a Wendy aclararse la garganta.
“¿Cuánto hace que estáis juntas?” Les preguntó mientras se limpiaba el trasero de sus pantalones al levantarse. “Cerca de ocho meses.” Tracey respondió. No quería pensar en los dos meses que habían estado separadas. “Actuáis como si llevarías mucho más tiempo juntas. Estoy feliz por las dos.” Dijo mientras daba un paso más allá de la pareja. “Voy a llamar a mi madre y le haré saber dónde estoy. No quiero meterte en problemas Dra. Graham.” “Por favor, llámame Holly.” “Está bien, Holly y Tracey?” La profesora asintió. “Así que ¿a dónde vamos a cenar y quiénes son Noel y Lee?” “Nuestras abogadas.” Tracey respondió, viendo a la joven que hacía una mueca de ocupación. “Es una historia fea y larga de contar, aunque se espera que pronto tenga un final feliz.” “Seguro.” Dijo Holly. “Tienes un teléfono en tu habitación, si quieres un poco de intimidad.” La joven asintió y se dirigió al interior de la casa. “¿Sabías que iba a venir aquí?” le preguntó mientras la joven desaparecía en el interior. “Dios, no. No tenía ni idea. En cuánto llegué, la vi sentada en el porche. Había reservado una habitación en un motel por la pista de caballos.” “Puaj.” “Exactamente, por eso le dije que puede quedarse aquí. Creo que tiene miedo.” Se volvió para mirar en la casa. “Creo que yo también tendría miedo.” “¿Cuánto tiempo se quedará aquí?” “La escuela empieza pronto. Ella está en GW.” Tracey le puso una mano en la mejilla y dirigió su atención hacia ella. “¿Qué ha pasado en el hospital?” “Me han vuelto a admitir.” “¡Gracias a Dios!” Dijo sintiendo alivio. Ella sabía que no volvería a la escuela secundaria de Bayview, al menos Holly había recuperado su carrera de nuevo. “Eso es una gran noticia cariño. ¿Has hablado con el personal? ¿Rollins te han tratado mal?” “Tracey, que….” Se apartó y cruzó el porche. “Me ofrecieron un ascenso, Jefe de Medicina de Urgencias.” “Eso es absolutamente…”. “En Chestertown. En el Hospital Río Chester.” “¿En la orilla?” “Sí.” “¿Por qué estás indecisa? Esto es lo que querías. Incluso dijiste que te gustaría vivir cerca de la playa.” Tracey recordó el par de días que pasaron en la casa de Maxie. “Lo sé, pero tu familia, tu trabajo, tus amigos, todos están aquí.” Se pasó la mano por el pelo. “No quiero que pierdas esas cosas.” “Mi familia me amará sin importar el lugar donde viva. Ellos probablemente nos invadirán durante el verano. Mis amigos también nos visitarán. Y mi trabajo, eso no es un factor.” “¿Qué quieres decir?” “Los recortes presupuestarios han llegado a principios de este verano, y ya no tengo trabajo.” Sabía lo que había realmente detrás de esa decisión, pero no importaba. Realmente no quería volver a la enseñanza. Michelle Stanley arruinó toda la confianza que tenía en sus estudiantes. “¿Por qué no dijiste nada?”
“He solicitado puestos de enseñanza de nivel universitario, incluso como ayudante de entrenado en varias universidades.” Se acercó más. “No quería decírtelo porque no importa. Tengo algunos ahorros y si tengo que hacerlo, pediré dinero prestado a mis padres.” “Eres una cabeza hueca, no tienes que pedir prestado a sus padres. Pensé que éramos una pareja, socias”. “Ya me lo imaginaba, pero no quería cargarte con mis problemas.” Le confesó. “Cariño, si vamos a hacerlo como una pareja, tenemos que hablar. Nunca serás una carga. No quiero que nada se interponga entre nosotras. Incluyendo el dinero.” “¿Qué crees que va a pasar con nuestro caso?” De repente recordó que Holly había estado casi a punto de perder su medio de vida. “Gracias a la ayuda de Noel, los Stanley se han llevado una sorpresa muy desagradable.” “Si, definitivamente ella es una buena abogada. Algo me contaron tras la reunión, con Lee y los Stanley.” Se acercó y engancho su brazo alrededor de la cintura de Holly acercándola. “Me gustaría tener un dólar sólo para demostrar un punto.” “Creo que Noel tiene más en mente que sólo un dólar. Venga vamos a ir a dentro y ver si podemos matar el tiempo antes de que tengamos que ir a cenar.” “¿Tienes algo en mente?” Se puso de puntillas para besar los labios de Holly. “Primero una ducha…”. “Te echo una carrera…”
~ Tracey detuvo el Jeep frente al edificio de apartamentos de Zoey. La pequeña rubia saludó a su entrenadora, mientras se acercaba al coche. Zoey abrió la puerta de atrás. “Hola. Dra. Graham, un placer verte de nuevo. Estoy muy feliz por ella.” Sonrió a Holly. “Yo también, Zoey. Te agradezco realmente lo que hiciste.” Miró a Zoey, pero robó una mirada a Tracey. “Nunca podremos agradecerte lo suficiente tu ayuda.” “Con la cena será suficiente.” “No estamos pagando nosotras, nos han invitado las abogadas. Encontraremos la forma de compensarte.” Puso una mano en la rodilla de Tracey. “Zoey, ésta es Wendy, una amiga de mi familia de Ohio. Está en la ciudad de visita, antes de que empiecen las clases.” Zoey se había fijado en la rubia, en el asiento de atrás, tan pronto como se había acercado al coche. Simplemente no quería reconocer lo atractiva que pensaba que era aquella chica. De hecho, mientras miraba de Holly a Wendy, el parecido era asombroso. “Hola Wendy. ¿A qué universidad irás?” “GW. ¿Y tú?” “Maryland, en Baltimore. Espero conseguir el dinero suficiente para ser transferida al campus principal.” “Zoey ganó una beca académica para la Universidad de Maryland.” Tracey dijo mientras miraba al tráfico. “Eso está muy bien, quizá tendría que haber prestado más atención en la escuela;.. Tal vez mis calificaciones me hubieran llevado a un lugar mejor, y así no tener que depender de mis padres.” “¿Has hablado con tu madre?” Holly miró por el espejo retrovisor a los ojos que hacían juego con los suyos.
“Sí, ella está molesta, pero mejor ahora que la he llamado.” Desvió la mirada hacia Zoey. “En casa están pasando algunas cosas y me vine aquí para escapar de todo ello.” “¿Funcionó?” “No, pero estoy aquí, y creo que las cosas están empezando a mejorar.” Zoey sonrió mientras hablaba Wendy. “Entonces, ¿dónde vamos entrenadora? Tengo hambre. Espero que no estéis buscando más problemas con nosotras, dos polluelas de la escuela secundaria”. Zoey bromeó. Tracey casi salió de la carretera, y Holly entró en un ataque de tos. “Estoy bromeando. No quisiera te de un ataque al corazón Doc. No creo que a ella me perdone si algo te pasa.” “Zoey, estoy de acuerdo contigo en eso, pero si haces una broma así de nuevo, volverás a casa caminando.” Zoey dio unos golpecitos con los dedos, sobre el asiento de Tracey y se rio.
Capítulo 22 El fin de semana del Día del Trabajo significaba el final del verano. Holly conducía por la carretera hacia la casa que ella y Tracey habían comprado recientemente. Habían visto la casa durante su primer viaje a la costa, en la primavera. Cuando recibió la oferta de asumir el cargo de Jefe de Medicina de Urgencias, en el río Chester Hospital Center, Holly sabía que era su trabajo ideal. Su principal preocupación era pedir a Tracey que fuera a vivir con ella a esa zona. Su preocupación desapareció en cuanto Tracey aceptó su petición, con mucho agrado. Oficialmente, había empezado en su nuevo trabajo, la última semana de agosto, pero había estado acudiendo unos días antes, para hacerse una idea y conocer al personal. Habían cerrado el contrato de la nueva casa, el lunes de la semana pasada. Hoy, Tracey, Mel y Piper estaban trayendo sus pertenencias de su antigua casa a la nueva. Durante la semana, los hermanos de Tracey les habían ayudado, haciendo dos viajes cada uno, con el camión de mudanzas. Sólo Tommy se quejó, a su hermana, ya que en menos de un mes había mudado a casa de Holly, y ahora ambas se mudaban a la nueva casa. Holly sabía que la familia de Tracey estaba contenta con el traslado, y Tommy realmente sólo estaba bromeando, no se trataba de una queja real. Se detuvo en el camino de la entrada. El cartel de venta, ya había sido retirado de la hierba alta del patio delantero. Vio otra serie de cambios. Una capa de pintura fresca, cielo azul, iluminaba la casa y las persianas grises paloma hacían el contraste perfecto. Miró el reloj, en su tablero de instrumentos, dándose cuenta que llegaba tarde. Maxie, como todos los años, había organizado una fiesta de fin de verano, en su casa. Desde que le contaron que estaban negociando la compra de la casa, cerca de la de Maxie, ésta había tratado de hacerse amiga de Holly. Holly lo estaba intentando. Realmente intentó que Maxie le gustara, pero cada vez que la veía, se sentía como si tuviera que pedir perdón por está con Tracey. La banquera amaba a Tracey y no trataba de ocultarlo. Holly se sentía extraño por tener que ser amable con alguien que quería dormir con su pareja. Realmente no quería ir a su fiesta, pero Tracey se lo había pedido, así que allí estaba. Se acercó a casa para cambiarse de ropa, antes de dirigirse a casa de Maxie. Ahora llevaba un par de pantalones cortos, de color caqui, una camiseta de manga corta azul marino, y un par de sandalias. Trabajando ya en su nuevo cargo en el hospital, durante estas dos semanas, había llegado a conocer un poco a la mayoría del personal, a los EMT y a los equipos voluntarios de respuesta de emergencias, de todo el área. Pensaba que los voluntarios eran los mejores. Por poca o ninguna paga, acudían en cuanto se les necesitaba. Al ser nueva en la zona, empezó a llevar a una radio portátil, para poder estar en contacto, en todo momento, con el personal de urgencias. Ya que iba a vivir aquí, podría ofrecer sus servicios, en caso de una emergencia. No era como en Baltimore, donde había un montón de recursos. Enganchó la radio en su cadera, mientras pasaba por delante del dormitorio de Wendy, donde se había instalado. Ayer, Zoey y Wendy habían salido de excursión, en un viaje de camping. Se rio. Si las jóvenes pensaban que estaban siendo astutas, tenían mucho que aprender. Desde la noche en el restaurante, Wendy y Zoey se hicieron amigas rápidamente. Mientras habían estado separadas, durante un par de semanas, mientras Wendy había vuelto a casa para arreglar las cosas con su familia, Zoey había estado de lo más deprimida.
Desde su regreso, la pequeña rubia estaba burbujeante y llena de vida. Holly no podía esperar a ver a Wendy y burlarse de ella. Diablos eso era lo que las hermanas mayores hacían. Finalmente salió de casa, arrancó el coche y se dirigió a casa de Maxie. Sintiendo un momento de déjà vu, miró a su alrededor. La última vez que estuvo allí, Maxie estaba más borracha que una cuba, y conducía su Land Rover. La arena y el mar golpearon la parte inferior del vehículo, sonando como diminutas balas haciendo ping de su objetivo. Justo cuando Holly fue a salir de su coche, Wendy y Zoey se acercaron. Los adolescentes sonrieron y le saludaron. “Entonces, ¿cómo fue la acampada?” les preguntó, cuando Wendy de dio un fuerte abrazo. Dando un paso atrás para examinar el gran chupón, en el cuello de Wendy, Holly llegó a tocar la piel magullada. “Wow, veo que los mosquitos eran enormes allí.” “Ya basta.”. Apartó la mano de Holly. “¿Tú también tienes uno?” Dijo mientras se acercaba a Zoey, para ver una gran marca color púrpura en su cuello. “Necesitáis repelente anti insectos.” “¡Ja! ¡Ja! Doc, ¡eres muy graciosa!” Zoey dijo mientras miraba por encima del agua. “Este lugar es muy agradable. Lástima que sea de una borracha como Maxie.” “Zoey”. Holly le advirtió. Se sentía de la misma manera que la adolescente, pero debía actúa como adulta. “Vamos Holly. Esa chica se pierde todo el tiempo.” Zoey dijo, mientras observaban el sol que empezaba a asentarse en el horizonte. “Yo no saldría en ese barco en su estado.” Holly miró hacia el grupo de mujeres que empezó a subir al barco de Maxie. Miró a su alrededor buscando el vehículo de Piper y no lo vio. Se asustó al pensar que Tracey podría estar en el barco. “Aquí vienen Mel y Piper.” Zoey saludó a las dos mujeres que se acercaban, mientras Holly seguía mirando hacia la multitud de mujeres envasadas en el barco. Desvió la mirada hacia la pareja, con la que se suponía Tracey debía estar. “Hola chicas. ¿Dónde está Tracey?” No quería entrar en pánico, pero cuando Mel abrió la puerta, vio que ella y Vonnie eran las únicas ocupantes del coche. “Aquí. Sólo fuimos a la ciudad a comprar más hielo.” Vonnie explicó mientras sacaba cuatro bolsas de hielo de la parte trasera del vehículo.
~ Maxie miraba el horizonte mientras dirigía el barco. Ofreció a sus huéspedes hacer un último viaje en barco, antes de los insectos comenzaron a formar enjambres sobre el agua. A un lado, en la ladera de la colina, estaba sentada Tracy con las rodillas encogidas contra su pecho y los brazos aferrándose en alguna forma de seguridad. La profesora estaba esperando a que Holly llegara. Al verla, Maxie sintió que su pecho se contraía por los celos. “Vamos Tracey, un último crucero por la bahía. La buena doctora todavía tardará en llegar.” Bromeó mientras, Tracey se dirigía hacia el barco. Su mano se demoró en el hombro de Tracey por un momento. “¿Eres feliz?” “Estaba tan perdida sin ella. No sé lo que hice para tener una segunda oportunidad, pero estoy agradecida por ello.” Maxie asintió, pero pensó que era la médica era la que debía sentirse afortunada. Tracey era su prototipo de mujer ideal. Una mujer con la que querría tener hijos y
envejecer. Todavía podía conseguirlo. Solo necesitaba tiempo para alejarla de Holly. Ya había pasado una vez, y podría volver a pasar. Un grupo de diez mujeres, llenaba la cabina del barco. Aquello era un poco estrecho, pero Maxie lo agradecía, el poder sentir a Tracey contra su costado. El sol se fundía como una luz cegadora con el agua, mientras el motor de la nave las llevaba lejos del muelle. Maxie giró el barco alrededor y trató de mirar para el tráfico. Tradicionalmente, el Día del Trabajo, solía haber el triple de barcos de lo habitual. No podía esperar para acelerar el motor, de gran alcance, en mar abierto. Hoy sólo había bebido unos tragos. Era su fiesta después de todo. Tracey se sentó en primera fila, entre los dos asientos del capitán, contra el parabrisas. Sintió que Maxie se apoyaba en ella, cuando giró el volante para salir a la bahía de Chesapeake. Casualmente, miró hacia la casa y vio el coche de Holly aparcado en la cima de la colina. Estaba hablando con Mel, mientras Zoey, Wendy, y Piper llevaban las bolsas de hielo hacia la casa. No se había dado cuenta que estaba allí, cuando subió al barco. Se puso de pie, tratando de ver a la hermosa mujer alta que le había robado el corazón. “¡Maxie!” Tracey se trasladó al lado del barco más cercano a la costa. “Voy a volver.” Miró a su alrededor, viendo que estaban unos cien metros de la orilla. Puso un pie sobre el agujero de almacenamiento en el lado de babor del barco. Maxie la miró como si estuviera loca. “Te llevaré de nuevo.” Maxie se quejó mientras giraba el timón. Lo último que quería hacer era que Tracye volviera a la orilla junto a Holly. Se ponía enferma con solo pensar en la pareja. “No, volveré nadando.” Dijo, mientras se quitaba la camiseta y la tiraba al asiento de la embarcación. Ya estaba lista para saltar al agua cuando sintió una fuerte sacudida. En la orilla, Holly miró a través del agua, viendo a Tracey pie en el barco. Su pie estaba apoyado en el borde, como si estuviera a punto de saltar. Cuando la vio quitarse la camiseta, sintió que sus rodillas se debilitaban. La visión de Tracey con bikini la excitó. Antes de ir a trabajar, esa misma mañana, habían pasado la mayor parte de la noche haciendo el amor. Las últimas veinticuatro horas estaban profundamente arraigadas en su memoria. El aferrarse a Tracey, cuando había gritado su nombre una y otra vez, envió un bombeo de sangre hacia el sur de su cuerpo. ¿Cómo podía la simple vista de aquella mujer causar tal reacción? Porque la quiero…. Era la simple verdad. No importa lo que pasó o lo que habían pasado, Holly amaba. Cuando Tracey estaba a punto de sumergirse en el agua verde de la bahía una explosión llenó el aire. Holly vio cómo el barco de Maxie aceleró en el camino de un barco que se aproximaba a gran velocidad. En lugar de frenar o virar bruscamente, parecía como si Maxie se hubiera dirigido directamente hacia ese otro barco. “¡No!” El grito horrible llenó el aire. El casco de fibra de vidrio salió lanzado por el aire y aterrizó al otro lado, de la banda de estribor del barco de Maxie. Ene se momento se dio cuenta que el grito había salido de ella. La parte trasera de se dobló por el impacto y comenzó a hundirse en el agua. Parecía como si ambos barcos fueran barcos de juguetes de niños que tras chochas se hundían en las profundidades. Si no hubiera presenciado el accidente, nunca habría notado la rotura de las piezas de fibra de vidrio del barco de Maxie. Los restos de dos barcos estaban dispersos, a través de la parte superior del agua. El aire estaba extrañamente silencioso, hasta que el viento se llevó los gritos y la orilla se llenó de humo.
Sacando la radio de su cadera, hizo una frenética llamada a la estación local de emergencias, justo cuando Piper, Zoey y Wendy doblaban la esquina de la casa. Piper se detuvo y ordenó a Wendy que volvieran a la casa. “¡Holly!” Piper gritó sacándola de la conmoción. “Te necesitamos.” Se dirigió por la colina hasta el agua. Corriendo a toda velocidad, por el muelle, se zambulló en el agua y se acercó a unos veinte metros del muelle. “Zoey… llama al capitán Kelly, Jerry, dile que necesitamos el helicóptero… Nivel 1- de ocho a diez víctimas, posibles víctimas mortales.” Le entregó a la pequeña rubia la radio y se fue hacia el agua. Toda su formación se estaría probando en este momento. Estaba demasiado cerca de esta situación. Nunca se había encontrado en una situación similar, en toda su vida. Todos los casos de trauma, en los que había intervenido, eran de personas ajenas a ella, nunca amigos y desde luego ningún amante. El agua fría sacudió al instante sus sistemas. El descenso de la temperatura podría ayudar o perjudicar a cualquiera. Rompiendo la superficie del agua, se encontró con Piper, mientras se acercaba a lo que quedaba del barco de Maxie. El cuerpo de una joven de unos treinta años se encontraba sobre la popa de barco, empalada en un taco. Piper vomitó ante tal visión. “¡En el agua, busca en el agua!” El grito vino de los vecinos, que habían corrido hasta el final del muelle, y de los ocupantes del resto de barcos, que habían acudido al ver la colisión. “¡Jesús… no!” Holly saltó por la borda hacia un cuerpo que se hundía. Envolvió sus brazos alrededor de la cintura de un cuerpo, con todas sus fuerzas. Un número de navegantes habían llegado para ayudar. Logró pasar a la mujer a un señor mayor y un joven que tiró de ella. El hombre a los mandos de un motor fuera de borda se dirigió a la orilla. Tenían que sacar a todos del agua y llevarlos hasta la costa para ser atendidos. Otro grito llenó el aire. Holly se dirigió al lugar donde apuntaban los navegantes. La vista de la embarcación de la Guardia Costera fue un alivio. En la orilla, vio cómo Zoey y Wendy habían establecido una superficie plana, donde ubicar a los heridos. Vio cómo un cuerpo sin vida fue colocado de espaldas sobre un tablero, mientras dos hombres comenzaron a hacer RCP. “¿Dónde más?” Tragó agua. Trató de contar el número de víctimas en la orilla… ocho. ¿Cuántos eran? Se balanceaba arriba y abajo en el agua. Queriendo desesperadamente saber dónde estaba Tracey. “¡Doctora Graham!” La tripulación de EMT la llamaban. “Ellos te necesitan en la orilla.” Un equipo la ayudó a salir del agua. “El helicóptero está en camino. Tenemos que conseguir llevar al más crítico a Jessup. ¡El capitán dice que llegará en unos minutos!” El paramédico explicó mientras la acercaban a la orilla. Una vez en la playa, corrió por la ladera hasta las puertas abiertas de la EVR. Vio el pelo oscuro de la víctima, que estaba totalmente enmarañado con desechos y sangre. La piel de su cara apenas se podía distinguir. No había manera de saber quién era; blanca femenina, entre veinticinco a treinta años. Una laceración, posiblemente de algún objeto afilado. Había cortado la garganta a través de la arteria carótida. La presión de la EMT hacía que la arteria se mantuviera firme. El pánico en sus ojos no dejaba lugar a dudas. “¿A cuánto está el helicóptero?” Holly gritó a los transeúntes. “Cinco minutos” Cerró los ojos. Nunca lograrían llegar a Baltimore. “Escúchame cariño… necesita para mantenerse fuerte. Vamos a cuidar de ti.” Miró las manos de la paciente, por si podía reconocer alguna marca que le hiciera pensar que podía ser Tracey.
No hay signos familiares, nada, ni cicatrices, ni tatuajes. Aquella todavía podría ser su amante. ¡Enfócate! Respiró hondo. En la distancia, podía oír las palas batidoras del helicóptero. Lo había hecho mil veces. Sólo necesitaba estabilizar a su paciente. No pienses en Tracey, ni en quien es esta mujer, ella te necesita para salvar su vida.
~ Después de un rocoso despegue, el helicóptero se acomodó en el cielo oscuro. El aire lleno de humedad, se sentía como una pesada manta. Holly presionó con fuerza los vendajes en el cuello de la mujer. Incluso con la abrazadera adjunta, podía sentir el bombeo de la sangre de la mujer. El manguito de presión arterial había sido envuelto alrededor de su otro brazo, una máquina de la oximetría de pulso enganchada a la punta del dedo, y un monitor de corazón mostrando el ritmo del mismo. Holly constantemente supervisaba su estado. “Ella consiguió diez minutos como máximo, Eddie.” Le dijo al piloto a través del micrófono del casco. “Jessup, vienen en Jessup.” Llamó al centro de trauma. “Flight Life 4 a Jessup. Llegando a Jessup.” “Jessup a Life Flight 4, adelante”. “Estamos de camino, hora prevista en nueve minutos. Necesita ocho unidades de sangre, O-. Traumatismo en múltiples áreas, daño significativo en arteria carótida.” “Roger LifeFlight4. Estaremos esperando. Es bueno tenerte de vuelta Dra. Graham.” La voz en el otro extremo se cortó. En cuestión de minutos, aterrizaron en el tejado del Jessup. Una docena de miembros del personal, estaban alineados en la pasarela, a la espera del visto bueno. Atado a la placa posterior, con una vida, desde la parte posterior de su mano, desembarco sacudió a los ocupantes. Tan pronto como quedó detenido, el personal de Jessup se acercó al helicóptero. La paciente fue levantada a una camilla con ruedas, llevada dentro directamente a cirugía. Holly no tenía idea de qué hacer. Miró la sangre que cubría sus manos enguantadas. Tenía que averiguar si era de Tracey. Después de ver entrar la camilla en el hospital, se detuvo cuando la tripulación entró en el área sanitaria. Esperó, fuera de la sala de espera, por una actualización sobre el estado de la paciente. Sus ojos marrones recorrieron el entorno familiar, del centro de tratamiento del Jessup. Los siguientes minutos podrían decidir el destino de su paciente. Suspirando se apoyó contra la pared. “¿Estás bien Dra. Graham?” La voz de Rollin penetró en sus pensamientos. Mirando hacia arriba, vio a la enfermera de piel de ébano. Sintió que sus paredes empezaban a derrumbarse. Sacudió la cabeza y cayó en los brazos reconfortantes de su amiga. Las lágrimas cayeron por la mujer que trajo al hospital. Las lágrimas cayeron por Tracey, y por el destino de las víctimas del naufragio del barco. El mundo a su alrededor se volvió negro, mientras se desplomaba en el suelo. ~ Se despertó de golpe. Le tomó unos minutos darse cuenta de dónde estaba. Sentada en una cama en la sala de guardia del Jessup. Trató de recordar lo que había pasado. Poco a poco la manta de borrosidad se despejó. Rollins la había ayudado a quitarse la ropa mojada, a darse ducha caliente y se meterse en la cama. Frotándose los ojos, se preguntó si era su beeper o Rollins lo que la había despertado. Mirando alrededor, por la
pequeña habitación, vio la silueta de una mujer sentada en la silla, al lado del pequeño armario. Envuelta por la oscuridad, trató de distinguir los rasgos de la mujer. Se dio la vuelta, golpeándose el codo contra la barandilla de la cama. “Ay…” Se frotó el codo. “Holly…” escuchó la voz de la mujer. “¡Hey, cariño!” Tracey se puso de pie y se acercó al lado de Holly. Esta se olvidó del dolor y la abrazó con fuerza. La acercó más a su cuerpo y la besó. Después de unos segundos, se separó un poco. “Oh, Dios mío. Pensé que eras tú.” Lloró mientras ocultaba su rostro en el cabello de Tracey. “Había tanta sangre, no podía saber. No quería saber.” Confesó mientras presionaba sus labios contra el cuello de la morena. “Estoy bien.” Tracey la arrulló mientras le acariciaba la espalda. “Te vi en el barco y luego aquel desastre.” Pasó las manos por el cuerpo de Tracey asegurándose de que estaba bien. Esta se echó hacia atrás, llevando la mano sobre la mejilla de Holly. “Sólo tengo algunos golpes de cuando salí despedida, nada importante. Me zambullí en antes del impacto. Nadé hasta la zona seguridad. Era una locura en la escena. Estaba agradecida por que sabía dónde estabas.” “¿Entonces, quién estaba en el helicóptero?” preguntó, mientras veía las lágrimas formarse en los ojos de Tracey. “Era Maxie.” El rostro de Tracey cayó, al pensar en su amiga. “Ella no lo consiguió.” “Oh Jesús. Lo siento mucho, cariño.” Le limpió las lágrimas. “Sé que lo hiciste lo que pudiste. Murió en la operación.” Empujó a Holly contra el colchón. Envolvió los brazos alrededor de su cintura y apoyó su cabeza en el pecho de Holly. “Podría haber sido cualquiera. Maxie estaba de pie con el timón. De acuerdo con el investigador, parece que fue golpeada por el otro barco.” Holly sintió las lágrimas contra su pecho. Envolvió sus brazos alrededor de Tracey con más fuerza. Tenía sus diferencias con Maxie pero nunca pensó que la mujer moriría. “Era una buena amiga tuya.” Dijo Holly. “Lo sabe Vonnie?” “Sí, ella y Mel me trajeron hasta aquí. Tardamos en llegar, pero necesitaba verte. Necesitaba asegurarme que supieras que yo estaba bien.” “Gracias.” Holly sintió las lágrimas en sus ojos y su nudo en la garganta. “No sé lo que habría hecho si algo te hubiera pasado.” “No me pasó nada, así que no tienes de qué preocuparte. Prometimos que nada volvería a interponerse entre nosotras de nuevo.” “Lo hicimos, ¿verdad?” Aunque Holly no podía ver el rostro de Tracey, pudo oír la sonrisa en su voz. “No quiero romper mi promesa, Dra. Graham.” “Si te perdiera de nuevo, se me rompería el corazón.” Holly besó la parte superior de su cabeza. “Nunca me vas a perder. De hecho, estaré pegada a ti el resto de tu vida.” “Es lo mejor que he oído en toda la noche.” “Te amo.” “Te quiero.”
Fin
View more...
Comments