Catedrales

August 26, 2017 | Author: pepeabc | Category: Gothic Architecture, Monastery, Cathedral, Feudalism, Church (Building)
Share Embed Donate


Short Description

Descripción: Artículo sobre catedrales...

Description

GUíA DE LECTURA

,

ORIGEN DEL GOTICO

El Renacimiento despreciaría este estilo considerándolo JJpropio de godos". Pero el Gótico tenía poco de bárbaro: era todo un éxito arquitectónico.

UN NUEVO ARTE ¿Qué pasó entre las primeras catedrales del siglo VIII y las del siglo XII? ¿Cómo se pasó del estilo románico, sólido y oscuro, al gótico, de líneas ligeras y luminosidad?

LAS CATEDRALES PRIMITIVAS El nombre de cate dral, procedente del latín cathedra (silla, trono), fue aplicado en tiempos de Carlomagno (siglos VIII-IX) a las sedes episcopales. A su muerte, con la desintegración dellmperio, el poder político se fragmentó, pasando de la monarquía a la nobleza. Ésta se hizo fuerte en sus castillos, por lo que se acentuó la decadencia de las ciudades. No había lugar para catedrales. El núcleo de la vida religiosa lo constituirían en adelante los monasterios.

CAMBIO DE IDEAS Las órdenes monásticas abogaban por una arquitectura sólida y desprovista de ornamentación. Pero a principios del siglo XII se originó un cambio de ideas en el seno de la orden francesa de los cistercienses (en la imagen, la abadía del Cister): las iglesias debían ser templos de la luz. Suger, abad de Saint-Denis, aplicó esta teoría a la construcción de su basl1ica. Empezaba el Gótico. El nuevo estilo pronto se impondría en toda Europa.

EL RENACIMIENTO URBANO Este cambio de ideas estaba relacionado con una transformación más profunda. A partir del siglo XII, el desarrollo espectacular de la agricultura creó excedentes que abrieron las puertas al comercio. Con el comercio tendría lugar el resurgir de las ciudades. Los obispos abandonaron los castillos de los señores feudales que les protegían y regresaron a los núcleos urbanos. Ahora las catedrales volvían a cobrar sentido.

-

-

- -

-

-

-

-

- - - --

---'

CATEDRALES PARA SABER MÁS ENSAYO BALDELLOU, Miguel Ángel. Catedrales de Europa. Madrid: Espasa-Calpe, 1995. Cinco itinerarios para conocer los grandes escenarios de la arquitectura gótica europea.

Georges. La época de las catedrales. Madrid: Cátedra, 1993.

DUBY,

Especialista capital en la Edad Media, Duby ofrece las claves para penetrar en el arduo universo medieval de manera brillante. Una obra de referencia imprescindible. FOSSIER,

Robert. La Edad Media.

Barcelona: Crítica, 1988. Este prestigioso experto analiza en tres volúmenes el mundo medieval. Para el Gótico son idóneos el segundo, del s. x a mediados del XIII, y el tercero, que sigue hasta el XVI. VON SIMSON,

Otto. La catedral gótica.

Madrid: Alianza, 1982. Estudio en profundidad sobre los monumentos góticos. Autor de numerosas obras, Von Simson consigue explicar con soltura los entresijos de una arte complejo.

Percy. La construcción de las catedrales medievales. Madrid:

WATSON,

Akal, 1990. Obra monográfica sobre el modo en que los maestros de obras diseñaban y alzaban las grandes catedrales medievales. Una pequeña joya para los más curiosos. NARRATIVA FOLLETT, Ken. Los pilares de la tierra. Barcelona: Plaza & Janés, 1999. Novela

ambientada en la Inglaterra del Medievo. Las vida s de los diferentes personajes convergen en torno a la construcción de una catedral en la localidad ficticia de Kingsbridge. Sigue siendo un best seller.

DOSSIER

ABAOfA OECiTEAUX (Cister), fachada de ladrillo barnizado de la biblioteca. Francia, siglo xv.

a irrupción de las catedrales góticas en la Europa de los siglos XII, XIII Y XIV no fue un acontecimiento imprevisible ni inexplicable. Hay una larga cadena de causas socio económicas, políticas, militares y religiosas que contribuyen a explicarlo. Nos remontamos, para empezar, al siglo VIII. El nombre de catedral, procedente del latín cathedra (silla, trono), fue aplicado en tiempos de Carlomagno a las sedes episcopales de su imperio. Era lo que se había dispuesto en la nueva organización eclesiástica patrocinada por este emperador de acuerdo con los papas Adriano I y León III. La cátedra era la silla honorífica, el símbolo de la autoridad del obispo. Y la catedral era precisamente el lugar donde éste, sentado en su trono y a la vista del público, ejercía solemnemente sus funciones. En el Imperio carolingio hubo catedrales, como la de Aquisgrán, en la que el emperador vivió seguramente sus fastos más felices. Pero la vida de estas catedrales del siglo IX fue muy corta y su gloria, efí-

L

34 HISTORIA Y VIDA

mera. Porque a la muerte de Carlomagno la rápida desintegración de su imperio produjo cambios extraordinarios. En primer lugar, acentuó el decaimiento de las ciudades, puesto ya de manifiesto unos siglos antes con las invasiones bárbaras, que habían acabado con una civilización romana ya mortecina. Un siglo más tarde, el peso de las ciudades era casi inexistente en Europa occidental. Y sin ciudades no eran concebibles las catedrales.

Hos, alojados en tierras dependientes de su residencia. También en el seno del clero se produjeron cambios notables. Los obispos, muchas veces parientes o amigos de los señores feudales, vivían aislados en sus fortalezas. Casi siempre ajenos a las tareas pastorales de otros tiempos, se centraron más en las intrigas políticas y los negocios mundanos. La religiosidad y la cultura se habían refugiado en los monasterios, que eran

lA CÁTEDRA ERA El SíMBOLO DE lA AUTORIDAD DEL OBISPO, YlA CATEDRAL El lUGAR EN QUE lA EJERCíA Por otra parte, con los sucesores de Carlomagno inmersos en luchas dinásticas se descuidaron asuntos públicos, sobre todo en lo que hoy son Francia y Alemania, y el poder político, atomizado, frágil, pasó de la monarquía a la nobleza. Aquellos nobles vivían aislados en sus castillos y sometidos a una economía de mera subsistencia, que solo era posible gracias al servicio obligado de sus vasa-

centros de oración y trabajo, independientes del poder feudal, habitados generalmente por monjes de la orden benedictina. Casi todos los monasterios poseían extensas tierras alrededor de la casa madre, cultivadas por novicios y legos. La profunda religiosidad de aquellos tiempos, unida al deseo de asegurar la salvación del alma, hizo que llovieran las donaciones sobre algunos monasterios.

Pero con la acumulación de bienes la conducta de los monjes se relajó. En el siglo x se produjo una reacción moral, originada en el monasterio francés de Cluny. La regla, las normas y las costumbres practicadas en este lugar influyeron en todo el monaquismo occidental y provocaron mejoras espirituales y materiales. Gracias al trabajo y la buena organización de los cluniacenses, se guardaron, se leyeron y se escribieron libros en sus bibliotecas, se roturaron nuevas tierras, se perfeccionaron los cultivos, decrecieron las hambrunas, se mitigaron las epidemias y creció la población. El nacimiento del arte románico estuvo vinculado a los postulados de esta reforma religiosa. Una de sus principales manifestaciones fue la construcción de iglesias, monumento esencial del monasterio y modelo para otras edificaciones. Estos templos monásticos eran sólidos y desprovistos al principio de cualquier ornamentación. Ya que estaban en plena época feudal, era lógico que muchos de estos monasterios y sus iglesias fuesen considerados "fortalezas de Dios". Con el tiempo, una fiebre constructora afectó a todo el Occidente cristiano y las primeras catedrales se hicieron en estilo románico, ya superada la época feudal y renacida la vida en las ciudades. A principios del siglo XII, los cuantiosos donativos otorgados a Cluny por monarcas y nobles europeos provocaron un rápido y desmesurado enriquecimiento de aquellos monasterios y, con ello, una segunda decadencia moral. Pero, como en

DOSSIER

el caso anterior, también se produjo un profundo cambio de ideas y costumbres en la vida monástica. Esta reforma se inició en un lugar francés llamado Citeaux, conocido en español como Cister. Se asegura que los arquitectos que dirigieron por entonces la construcción de las primeras catedrales fueron monjes, que eran los más ilustrados y expertos en esta actividad, antes de que apareciesen los equipos de seglares especializados, los ma~ons. Los cistercienses representaban una nueva concepción del arte religioso y querían perfeccionar el estilo anterior, aquel Románico severo, macizo y oscuro de sus primeros monasterios. El espíritu de estos continuadores, también benedictinos, pero procedentes no de Cluny, sino de Clteaux

lA GRAN DEVOCiÓN A l AS RELIQUIAS FUE UN PODEROSO ESTíMULO PARA lA CONSTRUCCiÓN DENUEVAS IGLESIAS o de Clairvaux, se manifestaba a favor de la abundancia de luz, a favor de grandes ventanales acristalados que dejaran pasar los rayos del sol a todas horas . Si para ello había que reforzar los muros y correr riesgos de seguridad, aquellos cistercienses, y sus discípulos laicos de

36 HISTORIA Y VIDA

los tiempos posteriores, lo harían sin vacilar. Empezaba la era del Gótico.

Surgida de sus cenizas La construcción de nuevos templos se veía favorecida por la destrucción accidental de los antiguos. La necesidad de poseer iglesias a disposición de los fieles, tanto en las zonas rurales como en las urbanas, exigía levantar un templo cuando el anterior se había visto arrasado por un incendio, un saqueo o un incidente bélico. Así es como podía producirse sobre el mismo terreno la sustitución de una iglesia prerrománica por una románica o el cambio de ésta por otra gótica. Los incendios eran frecuentes, especialmente en la Europa central y nórdica, donde la abundancia de bosques facilitaba el uso de la madera en cualquier construcción, incluidos los edificios religiosos. Su estructura era de piedra, pero se cubrían con madera, combustible y frágil. En la península ibérica, aún no terminada la Reconquista, las razias musulmanas provocaban a menudo incendios o destrucciones intencionadas de iglesias, como ocurría en las costas atlánticas de Francia a manos de los normandos. Un poderoso estímulo para construir nuevas iglesias fue la devoción a las reliquias, muy extendida y muy intensa en todos los países cristianos de la Edad Media. Estos vestigios de carácter sagrado necesitaban un reducto solemne

para ser guardados y exhibidos. Y con ese fin nacieron muchos templos medievales. Entre otros, la catedral románica de Santiago, que se convirtió en un gran centro de peregrinación por albergar los restos del apóstol. El camino de Santiago cruzaba Francia de norte a sur, partiendo de la Ile-deFrance, Borgoña o Auvernia, pero había también otras rutas seguidas por muchos peregrinos, como la del Midi provenzal. Los peregrinos no solo necesitaban caminos practicables, reservas de agua y albergues frecuentes, sino también monasterios y templos. En ellos los caminantes

CATEDRALES

podían descansar y participar en los actos de culto. Éste fue otro de los motivos por los que se construyeron tantas iglesias en aquella época. Es posible que la principal de ellas, erigida en la ciudad de Burgos y convertida pronto en catedral, así como la de León, situada también en el camino de Santiago, tuviese el propósito de favorecer a los peregrinos. En algunos casos, los peregrinos ricos contribuían con sus donaciones a la conclusión de una iglesia que ya disponía de relicarios, pero que aún no estaba terminada. Parece que la custodia de reliquias influyó decisivamente en la idea de cons-

truir grandes templos franceses, como la primitiva catedral de Chartres, que antes de su incendio en 1194 se enorgullecía de poseer la túnica que llevaba la Virgen en el momento de dar a luz a su hijo, según una tradición creída en el lugar. La Sainte-Chapelle de París fue mandada construir por Luis IX para guardar la supuesta corona de espinas de Jesucristo. Las cruzadas contribuyeron a aumentar el prestigio de las reliquias, pues quienes regresaban de Palestina, Egipto o tierras próximas mostraban a menudo objetos que, según ellos, habían pertenecido a Cristo, a la Virgen o a los apóstoles. Estas

presuntas reliquias acababan siendo depositadas en algún monasterio o iglesia que pronto se hacían famosos y despertaban oleadas de fervor popular. Los templarios, que desde su fundación tuvieron como objetivo la defensa de los peregrinos a Tierra Santa, pronto se enriquecieron gracias a su audacia militar y a sus finanzas afortunadas, y pudieron levantar en toda Europa fortalezas y templos espectaculares. Estas construcciones contenían reliquias y evocaban en muchos casos la condición de sus autores, que se consideraban a sí mismos "continuadores del templo de Salomón".

HISTORIA Y VIDA 37

DOSSIER

EL CASO DE LAS CATEDRALES VAcíAS La Reforma protestante dejó muchos templos sin función Menuda sorpresa se habrían llevado. Los operarios que entre los siglos XI y XIII se afanaban en levantar, en poco tiempo y con la mayor perfección posible, las catedrales del corazón de Europa no pod ían sospechar que tres o cuatro siglos m ás tarde su obra sería rechazada por la nueva sociedad. Aquellos grandes monumentos de piedra, pagados por la piedad de mucha gente humilde, quedarían cerrados a cal y canto, siempre oscuros y silenciosos, inútiles para cualquier práctica religiosa.

• REAPERTURA T URíSTICA Las reformas luterana y calvinista, protegidas oficialmente en los estados sep tentrionales de Alemania, así como en Holanda y en los países escandinavos, rechazaron el tradicional culto católico y con ello la veneración de imágenes, las reli -

La extinción del Temple en el siglo XIV determinó la condena de sus líderes, pero no el derribo de sus castillos e iglesias. Algunas de éstas, heredadas por la orden de los Hospitalarios, continuaron al servicio de los fieles y siguieron dando testimonio de la pujanza de un arte, el Gótico, que los templarios habían mejorado en muchos aspectos técnicos.

Templo urbano Aparte de la aportación de peregrinos y de la voluntad patrocinadora de algunos reyes, la mayor transformación de la ar-

38 HISTORIA Y VIDA

quias de santos, las procesiones ... En resumen, cualquier tipo de manifestación externa que impidiese su modelo de re ligiosidad, individual e íntima . Muchos de aquellos templos catedralicios fueron cerrados al público o bien presentados como monumentos histórico-artísticos una vez iniciada la era del turismo.

• EL DOMINIO SOVIÉTICO Lo mismo ocurrió a comienzos del siglo xx con las catedrales de los países catól icos sometidos al poder político sovi ético (las catedrales de Varsovia, Cracovia o Praga, abajo) y también con los grandes templos ortodoxos de la propia Rusia (San Pedro y San Pablo, Nuestra Señora de Kazan .. .). Solo rec ientemente se han reabierto muchas de ellas gracias a una nueva concepción de la libertad religiosa.

quitectura religiosa en la Edad Media se produjo con la aparición de los burgos (ciudades) . En ellos, una nueva clase social, luego llamada burguesía, se desarrolló con éxito lejos de los monasterios y las zonas rurales. Ya no dependía de ningún señor feudal, sino directamente del rey, que le concedía privilegios y franquicias y muchas veces la utilizaba para enfrentarse a la nobleza. Estos burgueses se dedicaron sobre todo a labores artesanales y mercantiles. Los operarios que trabajaban manualmente en la producción de objetos prácticos

muy pronto se agruparon en gremios, es decir, en corporaciones legalmente reconocidas de personas que se dedicaban a la misma tarea (curtidores, carpinteros, canteros, pintores ... ). Generalmente vivían en la misma calle y formaban parte de las mismas cofradías, o agrupaciones religiosas presididas por un santo. Muchos obispos habían abandonado sus refugios feudales y ya residían en las ciudades, convertidas oficialmente en sedes episcopales y en activas cabezas de diócesis. La cátedra, la silla honoraria del obispo, había vuelto a situarse en una ciudad, como en los tiempos carolingios. Y para que eso fuese posible, se había construido un gran templo en el centro de la urbe, la catedral, destinada en primer lugar al ser-

CON LA APARICiÓN DE LOS BURGOS SURGiÓ LA BURGUESíA, EINCLUSO LOS OBISPOS DEJARON SUS REFUGIOSFEUDALES vicio del obispo y de los canónigos, pero también al de los gremios y al de todos los burgueses piadosos. En muchas ciudades, la catedral, además de un lugar de culto, fue un activo punto de reunión de los habitantes. Los gremios tenían allí sus capillas y altares, donde se encontraban con frecuencia para dirimir sus disputas y resolver sus problemas. Algunos nobles, imitados en este punto por patricios ricos, banqueros y comerciantes, pedían ser enterrados allí. El clero regular se había trasladado de los monasterios aislados a la ciudad bulliciosa y paseaba por sus calles tras decir misa en la catedral. Los antiguos benedictinos, tanto los de Cluny como los del Cister, que oraban y trabajaban en sus monasterios, perdieron importancia a favor de las nuevas órdenes mendicantes, las de franciscanos y dominicos, que vivían pobremente en la urbe al servicio directo de la gente. La catedral, visible desde lejos, emblema de la ciudad, se convertirá en el núcleo de un vasto conjunto con múltiples funciones : centro religioso, intelectual, artístico ... Toda una ciudad sagrada y simbólica dentro de la ciudad. _

INTERIOR de la catedral de León, construida en el siglo XIII siguiendo los principios del Gótico francés .

.'

in

,

i

DOSSIER

EL REY LUIS XI DE FRANCIA con el historiador

Philippe de Camines. Miniatura, 1500.

mediados del siglo XI, profundos cambios sociales y un crecimiento económico sostenido despiertan el optimismo de la población europea. En el ámbito religioso, la figura de Dios emana de la penumbra en la que había permanecido durante siglos y abandona el perfil tenebroso que tanto temor había sembrado entre sus fieles. El fervor se mantuvo intacto, pero una nueva imagen más cercana y bondadosa del Creador se iba imponiendo. Todo estaba preparado para la aparición de nuevos lugares de culto que sustituyeran las

A

EL ABAD SUGER DECIDiÓ USAR LAS DONACIONES REALES PARA HACER DE SU MONASTERIO UNA IGLESIA ESPLÉNDIDA pequeñas y oscuras iglesias del Románico por nuevas construcciones llenas de hermosura y grandiosidad, más acordes con las nuevas exigencias. El nacimiento del arte gótico y de las grandes catedrales va unido al renacimiento de las ciudades. La catedral era la iglesia del obispo, por lo tanto, la iglesia de la ciudad. Con el desarrollo de la burguesía y el traslado de gran parte de los señores feudales a las ciudades, éstas co-

42 HISTORIA Y VIDA

mienzan a acumular riqueza y van extendiendo sus límites a lo largo y ancho del continente. Pero casi toda la vitalidad que reciben proviene de los campos vecinos. Sería en gran parte gracias a la prosperidad de las campiñas y al esfuerzo de innumerables campesinos que el resurgir de las ciudades como centros culturales y de poder pudo hacerse realidad.

Una idea francesa A principios del siglo XII, en ninguna parte era tan dinámica la prosperidad rural como en las planicies que rodeaban París. Fue allí donde el 11 de junio de 1144 nació el que sería reconocido por sus contemporáneos como "el arte de Francia". Ese día se celebraba la consagración de la flamante basílica de Saint-Denis, santuario que albergaba los restos de las tres últimas estirpes que dirigieron el reino de los francos. Desde años atrás el monasterio presumía ya de ser la verdadera iglesia de los reyes. Pero Suger, abad de Saint-Denis y amigo de infancia de Luis XI, percibiendo mejor que nadie los valores simbólicos del templo que estaba bajo su dirección, decidió aprovechar los generosos beneficios reales de los que disfrutaba y ordenó convertir el monasterio en una gran iglesia que irradiara los esplendores de la gloria de Dios. Con ello, Suger creaba una nueva corriente artística que le permitía plasmar su novedosa teología de la luz. Una corriente ar-

tística que aparece como un arte real, yes que sus temas centrales venían a celebrar una soberanía: la de Cristo y la Virgen. En la naciente Europa de las catedrales el poderío de los monarcas se afianza. Liberados de la asfixiante presión feudal, gobiernan rodeados de obispos, y algunos, como Luis XI, llegan incluso a considerarse a sí mismos sacerdotes. La influencia de ese reducido círculo de prelados cercanos al trono sería decisiva para que los monarcas destinaran sus principales inversiones a Dios y las obras de liturgia.

CATEDRALES

El abad Suger y otros como él acabarían siendo los auténticos autores de un arte urbano que celebraba a un Dios encarnado y que pretendía representar la unión pacífica del Creador con sus criaturas. Tras la reconstrucción de la abadía de Saint-Denis, su arquitectura sobria pero luminosa se convirtió rápidamente en un modelo a seguir, en gran parte gracias a la intensa labor de difusión que llevaron a cabo los monjes de la orden del Císter. Admirados por lo que habían visto, ciudades y obispados de toda Francia se pu-

sieron manos a la obra y comenzaron a diseñar sus propias catedrales. Senlis y Sens serían las primeras. Más tarde vendrían Notre Dame de París y la catedral de Beauvais, cuya nave mayor se alzó hasta los 48 metros de altura. El nuevo estilo pronto cruzaría la frontera y se impondría también en países como Alemania, Inglaterra y los reinos hispánicos.

Quién paga y quién hace Los principales responsables de la construcción de las catedrales y de las exor-

bitantes cantidades de dinero que se requería para ello eran los obispos. Las donaciones de peregrinos y laicos que buscaban la salvación eterna o la cura de enfermedades fueron también una notoria fuente de financiación, pero la mayor parte de los fondos la aportaba el obispado. La compra y el transporte de los materiales, así como el pago de los salarios, corrían a su cargo. El dispendio era tal que, a pesar de las facilidades económicas con que contaban, se convirtió en habitual el estancamiento temporal de las

HISTORIA Y VIOA 43

DOSSIER

INTERIORES EN TECNICOLOR La reorganización del peso en la construcción de las catedrales permitió el desarrollo del arte de las vidrieras. Fue una de las novedades más llamativas que aportó el estilo gótico: la riqueza de cromatismo. Con la ampliación de las dimensiones de los ventanales, la luz penetró en los templos y los artesanos vidrieros pudieron dar rienda suelta a su imaginación, desarrollando un arte poco explotado hasta ese momento. Escenas de toda naturaleza (no solo del ámbito religioso) adornaron las vidrieras de las catedrales. Era un universo iconográfico lleno de significado y de color.

• CÓMO SE FABRICABAN Sobre la mesa del taller, el artista diseñaba con una tiza el dibujo de la vidriera. Después cortaba los trozos de vidrio de color con un hierro al rojo vivo. A continuación pintaba en negro los detalles de los rostros

obras -en ocasiones durante años- debido a dificultades en la financiación. Los obispos, junto con los sacerdotes de la catedral (el llamado capítulo catedralicio), eran también los encargados de elegir al maestro que debía trazar los planos y dirigir la obra. Aprobado el proyecto, el maestro de obras era contratado por un año o para toda la vida, dependiendo de la decisión de los promotores. Lo habitual es que no se conocieran sus nombres. Se consideraba más relevante el de quien patrocinaba la obra que el de quien la ejecutaba. Pero los maestros de obras gozaban de gran consideración y solían obtener elevados ingresos, dada

44 HISTORIA Y VIDA

y vestimentas de los personajes representados. Los vidrios se cocían de nuevo para su fijación definitiva y un ayudante preparaba el plomo que ensamblaría las piezas. Finalmente, el conjunto, rectangular, redondo u ojival, era enmarcado en hierro, último paso antes de colocar la vid riera en el lugar elegido de la catedral.

• EL LENCiUAJE DEL COLOR Desde la Antigüedad los colores han tenido siempre un marcado valor simbólico. En la Edad Media el rojo era símbolo de fuerza y violencia, el azul representaba el aire y la calma, el verde simbolizaba el caos y el amarillo, la transgresión y la excitación. La combinación de todos ellos proyectó en el interior de las catedrales un exuberante y sugestivo mundo cromático.

su responsabilidad. Y es que no solo eran obreros cualificados, sino también buenos organizadores. Sus obligaciones eran muchas, desde encargarse de que llegaran a tiempo y en buen estado los suministros de materia prima hasta controlar a la mano de obra para que realizara el mejor trabajo posible, en el menor tiempo y al precio más conveniente. La reputación de algunos de ellos llevó a obispos de diferentes ciudades a disputarse sus servicios, lo que permitió a los maestros viajar con frecuencia y difundir su estilo personal por todo el continente. Ya a finales del siglo XII, pero sobre todo a partir del siglo XIII, la fiebre constructo-

ra contribuía a extender como la pólvora toda noticia de que iba a edificarse una catedral. Si el maestro de obras encargado del proyecto era, además, reconocido, la llegada de hombres a la ciudad en busca de trabajo era masiva. Pero el maestro no podía emplear a todos ellos y, normalmente, trataba de contratar a los que ya habían colaborado con él, puesto que conocía su rendimiento y fiabilidad. Después, una pequeña urbe crecía alrededor del lugar elegido para levantar el templo. Los obreros contratados sabían que, si todo iba bien, iban a estar trabajando en esa obra durante varios años o incluso durante toda su vida, por lo que llevaban consigo a sus familias. En el París de mediados del siglo XIII llegaron a registrarse no menos de cien oficios: albañiles, escultores, carpinteros, tallistas, mezcladores de mortero, toneleros, yeseros, fabricantes de artesas ...

SE CONSIDERABA MÁS RELEVANTE EL NOMBRE DE QUIEN PATROCINABA LA CATEDRAL QUE EL DEL MAESTRO DE OBRAS Cada oficio constituía un gremio que respetaba las reglas que concernían al aprendizaje, la duración y la realización del trabajo. Esta organización ayudaba al maestro de obras, pues significaba que cada grupo de trabajadores mantenía su propia disciplina y garantizaba el buen hacer durante la construcción. Pero era cosa del maestro conseguir que los gremios trabajaran como un solo equipo. Los aprendices tenían que pasar una serie de pruebas antes de convertirse en jornaleros. Una vez aleccionados, jornaleros y aprendices quedaban vinculados a sus maestros de obra mediante contratos escritos denominados indentaduras. Tras jurar ante su patrón que trabajarían duro y seguirían las normas, solo quedaba empezar a ganarse el pan.

¿Cosa de godos? El adjetivo "gótico" fue concebido de manera despectiva por el pintor manierista Giorgio Vasari, que en el siglo XVI lo consideró un arte propio de godos. Sin

DOSSIER embargo, el sólido refinamiento y las soluciones arquitectónicas que aportó esta corriente artística medieval impiden catalogarlo como bárbaro o poco evolucionado. En realidad, para dejar atrás la sencilla y oscura robustez del Románico y construir altísimos templos llenos de luz y color, los promotores y arquitectos del Gótico tuvieron que recurrir a toda su inventiva y conocimientos. Al concebir la reforma del monasterio de Saint-Denis, el abad Suger quiso proyectar en él la idea de que la luz está íntimamente relacionada con la divinidad. Si la luz tenía un significado espiritual, la casa de Dios debía ser en consecuencia el templo de la luz. Por otro lado, Suger pensaba que las catedrales tenían que ser consideradas, más que nunca, las casas de Dios en la tierra, de modo que debían ser grandes, simétricas y proporcionadas, como la misma ciudad de Dios. Pero ¿cómo podía levantarse un templo de grandes proporciones donde la luz y el color fueran protagonistas?

SE DESENCADENÓ UNA ABIERTA RIVALIDAD ENTRE CIUDADES PARA ERIGIR LA CATEDRAL MÁS MAJESTUOSA El estilo gótico aportó tres elementos que revolucionaron la construcción y permitieron representar el trasfondo filosófico que esconde : la bóveda de crucería, el arbotante y el arco ojival, o apuntado. Con estas soluciones arquitectónicas, los maestros del Gótico consiguieron aligerar y descargar los macizos muros de piedra de las iglesias románicas y abrir casi por completo las paredes para paliar su déficit de iluminación interna. La combinación de bóvedas de crucería y arcos apuntados sustituyó las antiguas bóvedas cilíndricas y permitió ganar altura. Gracias a ello, pudo generarse una sensación de movimiento ascendente, un efecto de ingravidez vertical que venía a simbolizar la energía del Creador. El arbotante, un pilar de piedra arqueado que se construía extramuros, posibilitaba el desplazamiento del peso de los techos abo-

46 HISTORIA Y VIDA

vedados hacia abajo y hacia el exterior, hecho que permitió prescindir de los pesados muros que daban soporte a las enormes bóvedas románicas. Además de la luz, en las catedrales góticas reinó también el color, que se traslucía por las espléndidas y trabajadas vidrieras con las que se cubrieron los ventanales. Por fin se podía domar el color y jugar con él según el momento del día. Tan solo con una vidriera que tiñera los rayos del sol se podía cambiar la tonalidad de la luz por la que se le antojara al obispo o al maestro de obras. El color no solo se concentraba en las vidrieras, sino en algunas portadas y esculturas, que aparecían íntegramente policromadas.

La luz y el color constituían un verdadero lenguaje propio. Los neoplatónicos, con el abad Suger a la cabeza, proclamaban que el color era una fracción de la luz y que, consecuentemente, eran elementos divinos, ya que Dios era la luz . Dar más protagonismo al color a través de las vidrieras era ampliar el espacio de Dios y potenciar su presencia en la catedral, su propia casa. Al mismo tiempo, tras los elementos de la catedral se extendía un complejo esquema iconográfico, un auténtico microcosmos reflejo de la obra de Dios en el universo. Escenas y figuras de cristos, vírgenes, apóstoles, profetas, ángeles o santos decoraban capiteles, tímpanos

CATEDRALES

y arquivoltas, donde tampoco faltaban figuras de monstruos y animales como representación de vicios y virtudes.

Punto de encuentro Las catedrales góticas se levantaron gracias a la fe y al trabajo colectivo de una comunidad. De un modo u otro, todas las clases contribuyeron en su construcción, e incluso a veces participaba en ella más de una generación. Aunque era la casa de Dios, del obispo y de sus servidores los canónigos, la catedral nació también con la intención de ser la casa de todos. En el interior de sus muros no solo se dieron cita numerosas e importantes celebraciones de Estado, como bodas, coro-

naciones, bautizos o funerales reales. Las campanas de sus torres convocaban a los burgueses, celebraban efemérides populares y prevenían a los ciudadanos de cualquier peligro. Sus naves laterales sirvieron de lugar de reunión y aula de clase para los estudiantes, y los peregrinos comían y dormían en ellas, mientras se hablaba animadamente de los asuntos que concernían a la ciudad. Tal fue el entusiasmo que despertaron que se desencadenó una abierta rivalidad entre ciudades para ver cuál construía la catedral más majestuosa o la torre más alta de la cristiandad. Aunque tanta competencia puso a veces en peligro la seguridad de los edificios (se llega-

ron a diseñar templos que sobrepasaban todo límite racional para la época), facilitó la proliferación de hermosos templos por todo el continente. Especialmente en Francia, con ejemplos como las soberbias basílicas de Reims, Chartres y Amiens, o la Sainte-Chapelle de París. Las catedrales se convirtieron en el símbolo de una nueva y esperanzadora era, en el orgullo y el emblema de las florecientes ciudades europeas y de sus cada vez más poderosas oligarquías. Aquellos templos, con sus altísimas torres y sus espléndidas bóvedas, son el testimonio de una era medieval en la que lo espiritual aún dirigía los designios de la mayor parte de la población. _

HISTORIA Y VIDA 4 7

View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF