Cate Maynes - Relato Corto
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Descripción: Cate Maynes - Relato Corto...
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(*el relato está situado cronológicamente antes de "El primer caso de Cate Maynes", primer libro de la serie)
Era ella. Me detuve, conmocionada. Por el contrario, ella no parecía preocupada o en alerta, ni asustada. Solo esperaba a que yo llegara a su lado, mientras clavaba la mirada en mí y su rostro dibujaba una socarrona sonrisa. Cuando lo hice, cuando me planté rente a ella y la miré a esos desconocidos ojos a!ules, no supe entonces si pegarle o besarla. """ Tres meses atrás
#enía resaca$ resaca$ ergo, no me había enterado de casi nada de lo que me había dicho la pelirroja de ojos de jade que había entrado en mi despacho. %&o sabía a quién acudir %termin', e(pectante, su e(posici'n. )ale, le, pued puede e que que el conj conjun unto to no much mucho, o, pero pero el mora morat' t'n n disi disimu mula lado do con con maquillaje me daba una pista, junto a, por qué no, las palabras novio y agresivo que había llegado a captar. Cuando termin' esa ma*ana, servidora tenía una nueva consulta y también un nuevo prop'sito+ aumentar la dosis de paracetamol desde ya- y ad infinitum. """ jitos jitos /e 0ade se llamaba llamaba 1ntígona 1ntígona 0ames, tenía tenía veinticin veinticinco co a*os y un e( que conundía amor con dominaci'n. 2e había costado asumir que un pu*eta!o no era precisamente sin'nimo de pasi'n, aunque en tama*o descubrimiento tuviera que ver %mucho y sobre todo% el que la 3ltima pali!a la hubiera enviado directa al hospital. Con esos datos en la mano %y en un par de sus costillas%, 1ntígona había decidido acabar con la relaci'n. El problema era que su e( discrepaba. 4 ahí era donde entraba yo, Catherine S. Maynes Maynes,, laman lamante te detect detective ive privad privada a de céano céano,, chica5 chica5con con5pi 5pist stola ola5pa 5para5 ra5tod todo o y escolta$ aceta esta 3ltima la de su interés. 2a pregunta, en ese punto, era obligada. %67a acudido a la policía8 %&o voy a denunciarlo. %6Por qué8 2eí el miedo en sus ojos. 2a capitulaci'n. Sentí pena por ella y, por qué no, empatía. 2as perdedoras somos así de solidarias. %0oseph es9 %vacil'%. Peligroso.
%:a!'n de m;s para hacerlo. %4a lo hice. &o sirvi' de nada. Solo %baj' la vo! y la mirada%, para que me diera una nueva pali!a y me advirtiera de que la pr'(ima ve!9 %dej' morir la rase en sus labios. %2a soluci'n no es dejar que se salga con la suya. 2a ley se encargar; de él. %62a ley8 %Me mir', esbo!ando una mueca%. 6Cu;nto tiempo cree que estar; encerrado8 64 después8 %Se inclin' sobre la mesa%. y y me oreci' uno, al tiempo que levantaba el suyo en una especie de orenda de despedida. 1mbas los vaciamos hasta el ondo, sin dejar de mirarnos a los ojos. Cogi' mi vaso y lo deposit' junto al suyo en la mesa. 2lev' sus manos a mi camisa y empe!' a desaboton;rmela, al tiempo que lamía mis labios. Mi respiraci'n se espes' y eché la cabe!a hacia atr;s cuando su boca atac' mi pecho. Sentí una pesade! que me embotaba la ra!'n y a partir de ese momento me dejé hacer, me permití un momento de autocompasi'n con esa Cate en la que me había conver5 tido %y que a veces odiaba% y me rendí a la pleitesía del deseo de otra mujer, con la vana esperan!a de que sirviera de b;lsamo a mis propias heridas. 1ntígona era el nombre de ese b;lsamo. Empe!' una lentísima dan!a entre ambas, en la que el se(o era la m3sica, y con cada caricia, con cada movimiento, yo empecé a sentir que me ahogaba, que me perdía, que me undía. @ue podría haber amado a esa mujer si me lo hubiera podido permitir. 2a dan!a culmin' con un orgasmo que me sacudi' de arriba abajo, que me puso del revés, que inciner' mi sangre y mis sentidos y me dej' e(hausta, postrada, perdida. 1ntígona me cobij'. es;ndome con delicade!a, susurr'+ %#odo estar; bien, Cate.
@uise creerla. Por ella y por mí. @ui!;s, egoístamente, sobre todo por mí. tra mujer en mi vida que se me iba. Puede que yo jugara al se(o sin ataduras, pero creo que algo dentro de mí anhelaba algo m;s. Solo que todavía no podía permitírmelo y no sabía a3n si alg3n día podría. 1ntígona me meci' con ternura y me dormí entre sus bra!os. /esperté con sus dedos dentro de mí. En esta ocasi'n, y para el resto de la noche, vería a otra 1ntígona. En nuestra relaci'n ísica no es que se hubiera mostrado timorata o pasiva, pero al parecer había estado sujetando algo que por in quedaba libre. il'metros de céano, era un nuevo !arpa!o a mi triturado cora!'n. Porque era ella. Pese al cabello ahora negro como la brea, era ella. Me detuve, conmocionada. Por el contrario, ella no parecía preocupada o en alerta, ni asustada. Solo esperaba a que yo llegara a su lado, mientras clavaba la mirada en mí y su rostro dibujaba una socarrona sonrisa. Cuando lo hice, cuando me planté rente a ella y la miré a esos desconocidos ojos a!ules, no supe entonces si pegarle o besarla. %1ntígona9 """ %Cate %salud' ella con toda tranquilidad. &o reaccioné hasta pasados varios segundos. Pese al cambio en el color y corte del pelo y las lentillas que cambiaban sus ojos de jade a a*il, era 1ntígona. %6C'mo98 %pregunté, con vo! agarrotada. %4 al tercer día9 %1ntígona solt' una breve carcajada y yo sentí como si algo me partiera en dos%. h, venga, Cate, no pongas esa cara- 6&o te alegras de
verme8 %6@ué es esto, 1ntígona8 %/i un paso hacia ella y aerré su bra!o%. 6@ué co*o es esto8 %Me haces da*o. 66o le hacía da*o8 #odo el dolor, todos los remordimientos, toda la angustia que había pasado por ella. 2a rabia empe!' a ormarse en mis ojos. :espiré hondo un par de veces y me obligué a soltarla. %uena chica %dijo, masaje;ndose el bra!o. 2a mujer cuya muerte me había sumido en un po!o de oscuridad me miraba sin un ;pice de sentimiento. 4o tenía tantas ganas de aboetearle como de sentir de nuevo sus labios. &inguna de las dos alternativas me procuraba mucha pa! espiritual, que dijésemos. %6&o podías dejar que descansara en pa!, Cate8 %6C'mo supiste98 %?n programita espía en tu ordenador. Sencillo y muy productivo. &ecesit;bamos estar al tanto de lo que hacías y9 %7ecesitá"amos- %un escalorío recorri' mi columna%. 6@uién m;s est; en esto8 %h, no quieras estropear la sorpresa tan pronto. /ebería haber mirado hacia atr;s en ese momento, debería haberlo hecho. Pero la persona que esperaba entre las sombras no se me revel' hasta que no escuché lo que 1ntígona tenía que contarme. """ %&os dedicamos al chantaje %dijo, como si hablara del clima% y nos equi5 vocamos de presa. Creímos que se trataba del típico tío que quería echar una cana al aire. 4a sabes c'mo va, 6no8 Se(o, otos, no querr;s que tu mujercita se entere9 %hi!o una mueca%. Pero nuestro ogoso amigo result' ser algo m;s. %0oseph &sar %adiviné. %Premio para la detective privada. Pusimos pies en polvorosa, pero al parecer es un tipo rencoroso. &os ha estado siguiendo la pista por todo el país. %1sí que decidisteis simular tu muerte. 4 el sospechoso, por supuesto, sería 0oseph. Entre rejas no os molestaría. %h, mi pobre Cate. &o lo has entendido. &o, no era nuestra intenci'n encerrarlo. Si hubiésemos querido eso habríamos acumulado pruebas en su con5 tra. Pero eso no habría sido prudente, al in y al cabo, él sabía que era inocente y no hubiese parado hasta averiguar quién le había endosado ese marr'n. %6Entonces8 %Solo queríamos librarnos de él, dulce Cate. @ue creyera que estaba muerta.
@ue, pese a la ausencia del cuerpo, la historia uese creíble. %Mi testimonio %dije, con amargura. %&o iba a ser suiciente con colar la noticia alsa de la muerte. &o iba a tragarse algo tan simple como una esquela en un peri'dico. %/e ahí la denuncia %dije. ?na pelirroja de ojos verdes preciosaF, había dicho 0oseph. Sus palabras cobraban ahora pleno sentido. Probablemente, él la habría conocido con otro aspecto y bajo otro nombre. %#eníamos que asegurarnos de que le llegara el mensaje %replic'. %4 lo hicisteis en la ciudad donde vivía. 1rriesgado, meterse en la guarida del lobo. Ella, por primera ve!, dio muestras de inquietud. %&o conoces a ese tío. Preeríamos eso a que el lobo nos uera detr;s el resto de nuestras vidas. &o bastaba con desaparecer bajo otra identidad o irnos a la otra punta del mundo. Para él, 1ntígona 0ames debía estar muerta. 4 lo había estado, durante todo ese tiempo. ?na representaci'n muy con5 vincente. Druncí el ce*o al recordar algo. %2a sangre, tanta cantidad9 6C'mo lo hiciste8 6#e la e(trajiste y la conservaste8 Sonri', burlona. %&o e(actamente. %&o juegues conmigo o9 %6 qué, Cate8 %me interrumpi', desaiante%. 6Me matar;s8 Me tragué la réplica. %6Por qué yo8 %pregunté. Se al!' de hombros. %Eras la 3nica guardaespaldas emenina que encontramos en el directorio de céano. Pensamos que una mujer se mostraría m;s receptiva al tema del maltrato. Pensé en la ausencia de otras denuncias, de partes hospitalarios de agresi'n. 1hora lo comprendía. &ada de eso había sucedido nunca. #omé aire. %64 era necesario acostarse conmigo8 ?n brillo malicioso cru!' su mirada. %h, no me lo reproches a mí. 6o no lo empecé. %61h, no8 %Me encrespé, pensando en su primer beso%. 6Como tampoco eres la autora de toda esta mierda8 %#odavía no lo has entendido, 6verdad8 %6@ué co*o tengo que entender, 1ntígona8 %grité, apretando los pu*os. Ella se movi' hacia mí y yo no reaccioné. 1delant' una mano para enla!ar mi
cintura y acerc' su cara a la mía. Cerré los ojos, reproch;ndome el ligero temblor ante su tacto. 1l in y al cabo, había pasado un inierno por la pérdida de esa mujer. %#enía que probarte, dulce Cate %susurr'. %)ete a la mierda, 1ntígona. %&o me llamo 1ntígona. Si te digo mi nombre, 6lo pronunciar;s mientras te beso8 %inquiri', lamiendo mis labios. 1brí los ojos y la empujé. Ella sonri' con burla. %6&o te gust' esa 3ltima ve!, Cate8 Sé que solo tenía una oportunidad, pero te juro que intenté dar lo mejor de mí para igualar el marcador %sus labios se curvaron en una imitaci'n de congoja%. 6 es que ella olla mejor que yo8 8/lla-9
%6/e qué est;s hablando8 1ntígona sacudi' la cabe!a como si me perdonara la vida. %/e verdad, Cate, 6todavía no lo has adivinado8 Esa 3ltima ve!F. El se(o con 1ntígona había sido distinto. Cerré los ojos. 7o puede ser. Me quedé dormida entre sus bra!os y cuando desperté... 2a miré, notando la quema!'n de la sospecha. %6C'mo...8 %balbuceé. %/éjame darte un consejo, Cate. Si ollas, no bebas. El alcohol te conunde. %&o, no ue solo el alcohol... El vaso- %e(clamé%. 6@ué llevaba la bebida8 %Empe!amos a atar cabos, bravo %levant' las manos%. ?n inoensivo somníero, nada m;s. #e necesit;bamos bien dormida para preparar la escenita del halla!go del cuerpo. Es increíble lo que se puede hacer con un :it de maquillaje especial y algo de casquería, 6verdad8 Pero no podíamos dejar el vaso allí por si les daba por anali!arlo. 1unque no habrían hecho alta tantas precauciones. Eres una testigo muy iable. %2a sangre. #anta cantidad9 2a sonrisa en su rostro se e(pandi'. %1/&, querida %dijo%. ?n precioso y casi idéntico 1/&. 2a miré, esta ve! con atenci'n. 1lgo empe!' a removerse en mi interior. &o era el enmascaramiento de su nuevo aspecto, no tenía nada que ver con lo meramente ísico. Era algo m;s. 1lgo que tenía m;s que ver con el ondo que con la encubierta orma que tenía delante de mí. 1lgo que enla!aba la arrogancia de esta 1ntígona con el incisivo comportamiento de aquella 3ltima noche. 2a certe!a se aposent' en mi pecho como una losa. %6@uién co*o eres t38 %pregunté lentamente. %/ate la vuelta si quieres saber quién co*o no soy, Cate %me dijo esta mujer que ya sabía que nunca había sido 1ntígona. &o, al menos, hasta la 3ltima parte de la grotesca representaci'n. &oté c'mo se me eri!aba el vello de la nuca. 2uché contra el deseo de girarme,
porque sabía que, en cuanto lo hiciera, el 3ltimo clavo sería hundido en mi carne. %6=emelas8 %pregunté, notando el sabor de la bilis en mi garganta. %
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