Casullo, Maria M - Aplicaciones Del Mmpi 2 en Los Ambitos Clinico, Forense Y Laboral

May 1, 2018 | Author: Bücherdiebin | Category: Behavior, Bipolar Disorder, Psychology & Cognitive Science, Theory, Science
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Descripción: El Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota (Minnesota Multiphasic Personality Inventory) es una...

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C u bierta de Gustavo Macri la . edición, 1999 I.u rcprntíuccií^d loLul o pdirciiíl de c a le libro, en cu a lq u ier form a que s i a . id ciilica ü niotiincada. ca c r iu a m á q u in a , por el a is le m a ■‘m u lU gru p h', riiiíi*-«u;rofo. imprcHo por fotocopia. futi>duplicación, ole., no a u lo r iia d a pur lua cdílurea, viola derechoa reaervadua. C u alq u ier u tiliz a ció n debe aer previam en te solicitad a.

©

Copyright de todas las ediciones Editorial Paidós SAICE Defensa 599, Buenos Aires c-mail; poidolí[email protected] Ediciones Paidós Ibérica SA Mariano Cubí 92, Barcelona Editorial Paidós Mexicana SA Rubén Darío 118, México D.F.

Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723 Impreso en la Argentina - P rinted in Argentina Impreso en Talleres Gráficos D'Aversa, Vicente López 318, Quilmes. en julio de 1999 ISBN 9.50ri2-6074-7

ÍN D ICE

In tro d u cció n .................................................

9

1. E studios argentinos sobre el M M PI-2, María M artina C a s u l lo ........................................................

11

2. Características generales del M M P L 2, M aría Elena Erenlla y Arturo P r a d o .............................

25

3. Aplicación del M M PI-2 en el ám bito clínico, María Elena E r e n l l a ................................

263

4. El M M PL2 en el ám bito forense, Victoria F e iT a n te ................................................................... 319 5. El M M PI-2 en tareas de selección laboral, Mercedes Fernández L ip o ra c e ........................................... 373 Anexo. Versión argentina del inventario M M P I-2

429

INTRODUCCION

Los capítulos que integp'an este texto son el resultado de tareas de investigación concretadas desde e! año 1991 por integrantes de la segunda cátedra Teoría y Técnicas de Ex­ ploración y Diagnóstico, Modulo I, de la Facultad de Psicolo­ gía de la U niversidad de Buenos Aires. Esas tare as pudieron concretarse como parte de proyectos de investigación aprobados y parcialm ente subsidiados por la Universidad de Buenos Aires y el CONICET, dada mi condi­ ción de profesora universitaria y miembro de la C arrera del Investigador en el Consejo Nacional de Investigaciones Cien­ tíficas y Técnicas. Deseo expresar mi más sincero agradecim iento a los pro­ fesionales y técnicos que las hicieron posibles, en especial al docto: Ja m e s B utcher del D e p a rta m e n to de Psicología de la Universidad de Minnesota. En el transcurso de los últimos ocho años hemos prese n ­ tado trabajos y ponencias sobre aplicaciones diversas del MMPI-2 en congresos, jornadas y encuentros tanto naciona­ les como internacionales. Como todo recurso evaluativo, el MMPI-2 tiene alcances y limitaciones. Los profesionales que concretan tareas diagnós­ ticas deberán decidir, a p a rtir de contar con información actualizada sobre el instrumento, en qué circunstancias es recomendable su administración y en cuáles no lo es.

10

M A PÍA M A R T IN A CASULLO

Toda evaluación diagnóstica supone in te g r a r distintos ti­ pos de datos; uno de ellos^remite a la información que puede b rin d ar el cliente o paciente sobre sus autopercepciones cons­ cientes, siem pre contextualizadas. Al responder los ítemes del MMPI-2, la persona nos e s tá diciendo algo acerca de la m an e ra en la que i n t e n t a n p retende ser m ira d a por los otros. M aría M artina Ca.sullo Buenos Aires, junio de 1999

1

ESTU D IO S A E G EN TIN O S SO BRE EL MMPI-2 M aría M artina Casulla*

El Inventario Multifásico de Personalidad de M innesota es una técnica psicológica autoadm inistrable de am plia difu­ sión en el ámbito clínico desde su publicación en los Estados Unidos en la década del *40. En nuestro país, esa prim era versión del instrum ento fue traducida y a d a p ta d a aí castellano per los integrantes del Servicio de E xam en Psicológico del D epartam ento de O rien­ tación Vocacional de la U niversidad de Buenos Aires (1964). Nunca fue una técnica m uy utilizada en tareas de psicodiagnóstico clínico sino que m ás bien su uso estuvo focalizado en las tareas de selección de personal en el campo de la psico­ logía laboral así como en investigaciones con pacientes psi­ quiátricos en ámbitos universitarios. Con la revisión de la prim era versión y su reaparición como lVIMPI-2 (Butcher, DahJstrom, Graham , Tellegen y Kaemmer, 1989) puede decirse que se inicia u n a nueva era en la historia de esta prueba psicológica, a nivel internacional. A partir del año 1991, en la F a c ultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, la c á tedra Técnicas Psicométricas comenzó a t r a b a ja r en su traducción, adaptación, va­ lidación y estandarización.

^Doctora en Psicología, investigadora del CONICETy profesora regular de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.

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A P L IC A C IO N E S DEL MMPI-2

En julio del año 1992, tuve o portun idad de asistir, en la ciudad belga de Brujas, a un seminario intensivo sobre la nueva versión del MMPÍ-2 a cargo de los profesores estadounidenses Butcher, G raham y Ben-Porath. En esa ocasión nos vinculamos con los profesores Avila Espada y Jiménez Gómez, de la Univer­ sidad de Salam anca (España), así como con la profesora Reyes Lagunes, de la Universidad Nacional Autónoma de México, to­ dos ellos interesados en trabajar en la adaptación de la piueba al idioma castellano. Ese encuentro dio origen a una relación permanente de cam aradería y amistad que perdura en el pre^ sente con la incorporación de la colega María Emilia Lucio, responsable de la edición mexicana del instaim ento publicado por la editorial El Manual Moderno en 1996. En los años 1993 y 1996 asistí a seminarios sobre la prue­ ba en Hawai y M innesota, en los que pude obtener informa­ ción sobre n u e v a s investigaciones y a su vez p r e s e n ta r nuestros propios estudios. Este capítulo ofrece una descripción general de las tareas de adaptación y estandarización realizadas, y presenta algu­ nos datos empíricos referidos a población general, estudian­ tes universitarios, pacientes con enfermedades reum áticas e ingresantes a u n a institución militar.

1. P r o c e d im ie n to s p a ra d e sa r r o lla r u n a v e r sió n a r g e n tin a d e la. té c n ic a Se tomó como punto de pa rtid a la versión en inglés del cuadernillo con los 567 ítemes que integran el inventario, publicado ju n to con el m anual por University of Minnesota Press (1989). Dos psicólogos bilingües tra b a ja ro n en la t r a ­ ducción al castellano y su posterior pasaje al inglés (back translation). Se fijó como objetivo lograr tanto la validez con­ ceptual como lingüística de los reactivos; en caso de situacio­ nes contradictorias o dudosas, se optó por d a r prioridad a la equivalencia conceptual, en la medida de lo posible.

E S T U D I O S A R G E N T IN O S SOBR E EL M M P L2

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Tbdos los ítemes que integran la prueba fueron traducidos del inglés al español por la autora María Martina Casullo y una colega bilin­ güe, de manera independiente; procedimos, a continuación, a deter­ minar el uso correcto de términos, así como su sensibilidad cultural. Varios términos fueron modificados a efectos de adecuarlos a usos locales o cotidianos del habla. La versión final obtenida fue evaluada contrastándola con la versión original en inglés; se realizaron las comparaciones necesaiias para verificar posibles discrepancias. Tuvimos que p re p a ra r los materiales específicos necesarios para concretar la administr*ación y evaluación de las pruebas a ser analizadas, así como la organización de actividades de capacitación. Las psicólogas Erenlla, Diuk y M aristany (1992) red a c ta ­ ron un texto sobre el MMPI-2 que provee información básica sobre la técnica, su desarrollo histórico, las escalas que la integran y los criterios generales de evaluación. Contar con esta publicación era s u m a m e n te necesario para poder e n tre ­ nar y c a pacitar a los profesionales, y estudiantes universita­ rios que recolectarían los datos. Por otra parte, el estudio del MMPI-2 fue incorporado al program a oficial de la a s ig n a tu ra Teoría y Técnicas de Explo­ ración y Diagnóstico que se enseña en la Facultad de Psico­ logía de la U niversidad de Buenos Aires. Por último, d u r a n te los años 1992 y 1993, se organizó una serie de talleres sobre el MMPI-2 a los que asistieron psicó. logos y p s iq u ia tra s interesados en participar en las tareas de estandarización.

2. L os e s tu d io s r e a liza d o s

2.i. L a m uestra de población general En u n a p rim e ra etapa se obtuvieron datos sobre la base de u n a m u e s tra de 600 sujetos de ambos sexos, quienes fue­

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A P L I C A C I O N E S D E L MMPI-2

ron entrevistados por e stu d ia n te s de la carrera de Psicología de las universidades de Buenos Aires, Belgrano y La Plata. Los e stu d ia n te s fueron seleccionados entre quienes hubiesen aprobado la a sig n a tu ra correspondiente al área de E v a lu a ­ ción Psicológica de los planes de estudio vigentes y realiza­ ran u n a e ta p a de e ntrenam iento. Todas las pruebas fueron adm inistradas de forma individual, con la participación voluntaria y anónima de los respondentes. Se les solicitó datos sobre ocupación y educación (propios o de la persona a cargo) a fin de poder deteim inar el nivel econó­ mico social (NES). Las tareas de recolección de datos se inicia­ ron en abril de 1992 y prosiguieron hasta noviembre de 1993. Los criterios de inclusión en la m uestra fueron los siguientes: a) M ujeres y varones con edades entre 18 y 65 años, b) Sujetos con educación prim a ria o básica completa. c) No e s ta r bajo tra ta m ie n to psiquiátrico en el momento de responder al inventario ni haberlo estado en los últimos cinco años. d) El consentim iento voluntario. Del total de 600 protocolos obtenidos en la p rim era etapa del estudio fueron eliminados 64 debido a puntuaciones en la escala F (validez) superiores a dos desviaciones e s tá n d a r con respecto a la m edia aritm ética. Se establecieron los siguientes criterios de exclusión: a) La persona estaba o había estado en tra tam ie n to psi­ quiátrico en los últim os cinco años. b) El protocolo contenía 25 o m ás ítemes sin responder. c) La puntuación directa o bruta en la escala F era superior a 25. De la aplicación de esos criterios resultó necesario elimi­ n a r el 12 % de la m uestra. D u ra n te el año 1994 continuam os adm inistrando la prue­ ba en la ciudad de Buenos Aires y los distritos del conurbano

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E S T U D I O S A R G E N T IN O S S O B R E EL MMPI-2

de la provincia de Buenos Aires h a s ta obtener una m uestra integrada por 500 varones y 550 mujeres. Pa ra el total de la m u estra , la m edia de edad cronológica es de 36 años (varones) y de 35 años (mujeres). Segiin el N ES, la m u e s tra analizada está conformada por: 10 %

Bajo Medio Alto

85 % 5 %

En las tab la s siguientes se indican los valores promedio y de desviación p a ra las escalas de Validez, Clínicas, de Con­ tenido y S u p le m e n ta ria s , según sexo. Procedimos a determ i­ n a r la diferencia e n tre los valores promedios m ediante el cálculo de la p ru e b a “t ” de S tudent. En este capítulo sólo se m encionan las escalas que inte­ g ran cada uno de esos grupos. El lector encontrará en el capítulo 2 de este texto una descripción detallada de cada una de ellas.

Tabla 1. Escolas de validez ESCALA

VARONES M

s

M U JE R E S M

s

6

3.0

7

2,3

F (validez) K (defe nsa s)

9 14

6.3

8

5.9

14

4,4

Fb (posterior) VRIN T R IN

6 8 10

4.7 6,2 3.3 2.0

L (sinceridad )

7

5.8

9

3,0 2.5

11

“t"

*:|l

Se e n c o n t r a r o n diferenc ia s sig nificativas se g ú n sexo en cu atro escalas (* p =

0,01; *• p á 0,05).

Estos datos ju stifican el uso de normas estadísticas dife­ rentes (haremos) p a ra varones y mujeres.

16

A P L I C A C I O N E S D E L MMPl-2 T a b la 2 . E s c a l a s b á s i c a s o c l í n i c a s ESCALA

V/VKONES

“C

M U JERES

M

s

M

s

16

4,6

17

5,2

•1»

Depresión

22

4.9

24

5,8

1c

Hy H isteria

22

4,6

23

6,1

m+

24

3,9

23

5,7

25

5.4

32

4,4

12

4.2

13

4.4

31

6.3

33

6.7



34

9,4

36

9.2

*

22

5.1

22

4,6

30

8.1

33

7.6

lis Hi pocondría ü

P tl P.sicopiilín MF M nsculinidad Ferainiílad

.

Pa P ar an o ia Pt P sicaslenia Se Esquizofre nia Mn Hipomntiín Si Intro versión social

P a ra a lg u n a s de e s ta s escalas tam bién se han e ncontra­ do d ife r e n c ia s s ig n if ic a tiv a s s e g ú n sexo (*p = 0,01; **p = 0,05) por lo que es necesario em plear normas estadísticas diferentes p a ra v arones y m ujeres. Es im portante destacar que los valores p re s e n ta d o s incluyen la adición de K, o una fracción del mismo en las escalas Hiponcodría, Psicopatía, Psicastcnja, Esquizofrenia e Hipomanía.

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E S T U D I O S ARGEiNTINOS S O B R E EL MMPI-2

En la tab la siguiente se consigan los datos correspondien­ tes a las escalas de contenido.

T a b la 3. E s c a l a s de c o n te n id o ESCALA

V/VRONES

M U JERES

••r

M

s

M

s

10 7

4,1 4.0

12 10

4.2 4.6

Obsesiones

7

3.0

9

3.5

Depresión

5.3 4.9 4.0 3,0

12

6.9

P ensam ie nto s bizarro s Mos libelad

9 10 4 7

12 4

5.5 3.7

8

3.5



Cinismo

12

4,4

12

Prá cticas an tiso c ia le s

10 10 7

3.7 3.4 4,2

9 10 9

5.1 3.7 3.6 -1.5

*

8

4,7

8

•1.5

P ro b le m a s f a m ilia r e s

8

3.7

10

4.6

P ro b le m a s lab o rales

11

5.3

13

6.2

7

4.5

9

5.2

A nsie dad Miedos

Pro b lem as de s a l u d

P e r so n a lid a d tipo A Baja a u t o e s t i m a Disconform idad social

Actitudes hacia el tr a t a m ie n t o

* ♦ «

t

En varias de estas escalas se han encontrado diferencias significativas según género (p = 0,01), por lo cual, como en los casos an te rio re s presentados, es necesario utilizar normas estadísticas diferentes p a ra mujeres y varones al interpretar las puntuaciones obtenidas. En la tabla 4 se consignan los valores estadísticos con'espondientes a las escalas suplem entarias.

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A P L IC A C IO N E S DE L MMPI-2 T a b la 4. E s c a l a s s u p l e m e n t a r i a s

ESCALA

V.ARONES

M U JERES

M

M

A n s ie dad

14

7,0

17

Repre sión

16

4,6

18

8.8 4,2

F u e r z a del yo

33

6,6

30

5,9

Mac.'\jidrew de alcoholismo

23

5,2

21

4,2

Cunlrol de hostilidad

13

3,3

14

2,8

Do m inancia

14

3,4

14

3,3

R espo nsab ilid ad social

18

4,2

21

3,9

Dificulta des acad ém icas Genero

18 33

5,9 6.2

19 35

7,5 4.1

E s t r é s p o strau m ático E s t r é s p ostrau m ático T im id ez

14 18 5

7,7 4.9 3.0

16 21 6

8,5 12.0 2,2

3 8

2,3 3.0

3 8

2,1 3.3

Evitación social Alienación

El lector puede observar que para algunas de las escalas tam bién se han hallado diferencias significativas entre los valores promedios según sexo, por lo cual es necesario el empleo de haremos diferentes para mujeres y varones cuan­ do se analizan e in te rp re ta n las puntuaciones directas obte­ nidas por un sujeto.

2.2. E stu d io s sobre validez y confiabilidad La versión a rg e n tin a del MMPI-2 fue ad m in istra d a a una m u e s tra de 150 pacientes externos, en asistencia p siquiátri­ ca en el Hospital F ra n cé s de la ciudad de Buenos Aires. Al mismo tiempo, se solicitó a los profesionales a cargo de la adm isión que c o n cretaran el psicodiagnóstico teniendo en c u e n ta las dim ensiones evaluadas en las escalas clínicas de la prueba, exceptuando introversión social. Con esos diag­ nósticos se procedió a calcular la correlación entre las pun-

E S T U D I O S A R G E N T IN O S S O B R E E L M M P i - 2

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tuaciones o b te n id a s en el MMPI-2, utilizando la prueba de P earso n . Se obtuvo un valor promedio de 0,81. E sta tarea fue c oordinada y su p e rv isad a por el doctor Miguel Márquez, jefe del Servicio de Psicopatología del antedicho hospital general. Por o tra p a rte , esa m ism a versión argentina fue adminis­ tra d a a u n grupo de estu d ia n te s universitarios (N - 100), quienes v o lu n ta ria m e n te aceptaron colaborar en nuestro es­ tudio. A las cinco s e m a n a s se concretó el rete st con los mis­ mos s u je to s (N = 97). Los c oeficientes de correlación promedios obtenidos fueron: E s c a l a s clínicas:

0,86

E s c a l a s de validez:

0,89

E s c a l a s de contenido:

0,78

E scalas su p lem en tarias:

0.75

2.3. E stu d io s con poblaciones especiales El MMPI-2 fue incluido en la batería psicodiagnóstica a a d m in is tra r en un grupo de ingresantes a un a institución m ilitar con sede en la provincia de Buenos Aires (N = 689). Procedimos a calcular las diferencias estadísticas entre los valores prom edios de esa m u estra y los correspondientes a la m u e s tra de población general m asculina (N = 500), para cada u n a de las escalas de validez y clínicas. Sólo se e n c o n tra ro n diferencias significativas en las esca­ las L (sinceridad), H iste ria y M asculinidad/fem inidad. Los in g re sa n te s o btuvieron puntuaciones m ás elevadas en la es­ cala L, hecho e n te n d ib le si se tiene en cuenta que respon­ den el in v e n ta río en el marco de un proceso de selección de a s p ira n te s . A su vez obtuvieron un valor promedio menor en las escalas que e v a lú a n características histéricas de perso­ n alidad e identificación con p atrones culturales masculinos o femeninos. Como era esperable en función de la profcvsión

20

A P L I C A C I O N E S DEL MMPI-2

que in te n ta n rea liz a r (ser soldados), sus respuestas son mas asim ilables a u n a autoidentificación "machista o viril”. Estos mismos datos argentinos sobre ingresantes a una institución m ilitar fueron comparados con los obtenidos en una m u estra sim ilar en un estudio concretado en Tailandia (1995) sobre la base de 282 sujetos evaluados. No se encon­ traron diferencias estadísticas significativas para ninguna de las escalas de validez o clínicas entre los valores argentinos y tailandeses. El MM PI-2 tam bién fue utilizado en investigaciones que c o n ju n ta m e n te con el doctor Miguel M árquez y médicos del servicio de reum atología del mencionado Plospital Francés se concretaron con pacientes m ujeres con enfermedades re u ­ m áticas. En las m ujeres con diagnóstico de artritis reum.atcidea (AR N; 27) fue posible verificar la presencia de la denomina­ da tríada neurótica (puntuaciones elevadas en las escalas hipocondría, depresión e histeria), así como una identidad de género m a rc ad a m e n te diferente de la correspondiente a la m u e s t r a do población g e n e ra l fem e n in a e s tu d ia d a: se autoperciben más sensitivas, modestas e idealistas, con m a ­ yores dudas acerca de su "condición femenina”. C om parativam ente, en las pacientes son más bajas las características m aníacas, por lo que parecen ser más a páti­ cas, dépresivas, con bajas autoestim a y confianza en sí m is­ mas. Puntuaciones m ás elevadas'en la escala de validez L (sinceridad) parecen e s ta r indicando un esfuerzo consciente en las pacientes reum áticas por disim ular sus malestares afectiyos, dato que corresponde relacionar con un menor re­ conocimiento de sentim ientos de rabia o enojo y mostrarse menos em prendedoras y diligentes que sus pares de la pobla­ ción general estudiada. Tam bién se estudiaron características de personalidad en u n a m u e s tra de pacientes mujeres con diagnóstico médico de fibromialgia (FM, N: 24), síndrome caracterizado por la pre­ sencia áe dolores difusos y puntos dolorosos sensibles.

E S T U D I O S A R G E N T IN O S S OBR E EL M M l’I-2

21

La comparación de valores obtenidos en esta m uestra de pacientes con los correspondientes a la población general fem enina p re s e n ta a aquéllas con m arcadas características neuróticas (puntuaciones elevadas en las escalas Hipocon­ dría, D e p re sió n , H is te ria ), m ás ansiosas, compulsivas e introvertidas, m enos afectivas, muy obsesivas en sus pensa­ m ientos, m ás autocríticas e inhibidas. La comparación de datos correspondientes a las pacientes con A K y FM revela un valor promedio más elevado en la escala de validez F entre las pacientes con FM, lo que permite pensar en la presencia de un trastonio de tipo neurótico má; severo; también tienen m ás intereses “masculinos" que las mujeres con AjR, tendiendo a mostrarse más competitivas y dominantes. Las pacientes con í'M son más moralistas y rígidas, se autcperciben con m ayores confusiones y temores relacionados con su rol sexual y son m ás sinceras al responder el inventario. Interesa destacai" que tanto las pacientes con FM como las que sufren de AR rev-elan, a través de las respuestas al MMPI-2, pro­ blemas vinculados con la confonnación dé sus identidades de género (ser o actuar como mujer) y una personalidad básicamen­ te neurótica caracterizada por: disforia intermitente o crónica, relaciones interpersonales insatisfactorias, tendencias a repetir situaciones vitales desventajosas, fracaso en el desairollo de la capacidad introspectiva, ausencia de síntomas psicóticos. Otro estudio analiza las características de personalidad en mujeres que han tenido abortos (N: 26) en el Servicio de Obs­ tetricia del Hospital Álvarez (Reynal, 1997). Se comparan gru­ pos con aborto espontáneo (E) y provocado (P), encontrándose que la única diferencia significativa corresponde a la escala de psicopatía, con valores m ás elevados para el grupo P.

3. C o m e n ta rio s fin a le s Los d atos presentados y analizados en este capítulo per­ miten a fir m a r que contamos con una versión válida y confia­

22

A P LIC A C IO N ES DEL MMPI-2

ble del MMPI-2 para ser adm inistrada a sujetos que viven en hábitats urbanos y han-completado sus estudios prim arios o básicos. La técnica puede responderse en forma individual o grupal. Cabe destacar que en aquellos casos en los que el exa­ m in a d o r c o m pruebe la p rese n c ia 'de d ific u lta d e s en la comprensión lectora, resulta aconsejable que le lea al sujeto examinado ítem por ítem, a fin de asegurarse que com pren­ dió la frase que tiene que responder en térm inos de v e rdade­ ra o falsa para éPella. En los resta n te s capítulos de este texto los lectores podrán informarse acerca de las características generales del MMPI2, la composición por ítemes de las distintas escalas que lo integran, así como de sus aplicaciones posibles .en trabajes con pacientes psiquiátricos, peritajes forenses y en el campo de la selección de personal. Los estudios realizados h a s ta la fecha de publicación de este texto ha n sido posibles gracias a la colaboración b r in ­ dada tanto por num erosos profesionales como por e s tu d ia n ­ tes de las ca rre ra s de Psicología de las universidades de Buenos Aires y de Belgrano, en la ciudad de Buenos Aires, y de la U niversidad de La P la ta en la provincia de Buenos Aires. Si bien puede afirm arse que se ha hecho ba sta n te, mucho más es lo que aún resta investigar.

B ib lio g r a fía B renlla, M. E.; D iuk, L., y M a ristan y , M. (1992): E v a lu a c ió n obje­ tiva de la p e r so n a lid a d . A portes del M M P I - 2 / B u e n o s A íres, Psicoteca. Butcher, J.; D a h ls tro m , W.; G r a h a m , J.; Tellegen, A , y K a e m m e r, B. (1989): M M PI-2. M a n u a l fo r A d m in is tr a tio n a n d Scoríng, M inneapolis, U n iv e rsity of M innesota P re ss.

E ST U D IO S ARG EN T IN O S SOBRE EL MMPI-2

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Casullo, M. M. y G arcía S. L. (1996): “S tu d ies of th e M M PI-2 in A r g e n t i n a ”, en J. B u t c h e r (ed.), In te rn a tio n a l a d a p ía tí o n s o f the M M P l-2 , M in n e a p o lis, U n iv e r s ity of M in n e so ta P re ss. M á rq u e z, M.; Casullo, M. M., y Romanowicz, A. (1996): Caracterís^ ticas de p e r s o n a lid a d en pacientes m ujeres con e n fe rm e d a d e s r e u m á tica s. T ra b ajo p r e s e n ta d o en el Congreso I n te r n a c io n a l de P s i q u i a t r í a , M a d rid , agosto. P o n g p a n ic h , L.O. (1996): “U se of th e MMPI-2 in T h a i l a n d ”, en J B u t c h e r ( e d .), I n t e r n a t i o n a l a d a p t a t i o n s o f th e M M P T 2 , M in n e a p o lis, U n iv e r s ity of M in n e s o ta Press. R eynal, C. (1997): E s tu d io de p erfil de p e r s o n a lid a d en m ujeres que h a n te n id o abortos (tesis de licenciatura), B u e n o s A ires, UCA.

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CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL MMPI-2 M a r í a El ena Br en l la * Ar t ur o Prado**

1. I n t r o d u c c i ó n y a n t e c e d e n t e s del MMPI-2

l . L L a p e r s o n a l i d a d y su evaluación

E! estudio de la personalidad tiene interés tanto para el desaiToUo de teorías psicológicas que provean modelos de conocimien­ to y predicción de la conducta individual como para la orientación de sujetos normales y la interv'ención y ayuda a los sujetos per­ turbados. Se trata de un campo complejo en el que no existe una terminología única y donde cada autor utiliza las palabras con los matices que más convienen al objeto de su investigación y a los métodos de que se siive. A sí pues, en tanto muchos autores norteamericanos hablan de personalidad para designar la e.xistencia de una estructura interna desarrollada a lo largo de los años que determina la conducta entendida en su sentido m ás’ amplio -esto es, la observable y la no observable-, los autores europeos prefieren referirse al término carácter, que subraya los aspectos constitucionales, volitivos y ético-morales de esta estruc­ tura del sujeto. Otro término próximo a los anteriores, a veces

* L ic en c iad a e n Psicología, b c c a r ia de in v e s tig a c ió n y d o c e n te en la F a c u l t a d de Psicología de la U n i v e r s i d a d de B u e n o s A ire s, d o n d e c u r s a s u s e stu d io s de doctorado. *"^Psicólogo. P ro f e so r e i n t e g r a n t e de l g a b in e t e psicopedagógico en In U n i v e r s i d a d A u s t r a l de Valdivia, Chile.

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utilizado como sinónimo, es el de temperamento, que correspon­ de, en un sentido estricto, a la vida afectiva y a la reacción del individuo ante situaciones emotivas. El primer problema que encontram os en el estudio de la personalidad es la falta de definición aceptada por todos los investigadores. Con la noción de personalidad sucede algo análogo a la de energía. Todos sabemos, intu itiv a m e n te, de qué se trata. Sin embargo, cuando se in te n ta definirla, los términos pueden r e s u lta r imprecisos o ambiguos. N inguna de las definiciones de personalidad elaboradas h a s ta ahora puede considerarse e s tric ta m e n te verdadera o falsa. Se t r a t a simplemente de hipótesis de tra b a jo que sirven a teorías m ás o menos elaboradas, cuyo objetivo es explicar el com porta­ miento global y llegar a un m ejor conocimiento de las perso­ nas para, en la medida de lo posible, orientarlas, aliviar sus dificultades, evitar tra sto rn o s y proporcionar condiciones fa­ vorables para su adecuado desarrollo. Las diversas teorías de la personalidad difieren p.iacipalmente en cuanto a los mecanism os aceptados en el control de la conducta. En general, se posicionan en ü n continuum cuyos dos extremos, el control interno y el externo, rep re sen ta n la denotación del mismo. En el prim ero se situ a ría n las teorías psicoanalíticas, para las cuales la conducta esta ría d e te rm in a ­ da principalmente por aspectos instintivos, constitucionales, de raíz biológica; en el otro extremo e s ta r ía n las teorías conductistas m ás radicales, donde no existe u n a e s tru c tu ra de la personalidad pro p ia m en te dicha y la conducta depende única y exclusivamente del am biente externo y las conse­ cuencias de las acciones. La discusión de modelos y teorías de la personalidad re ­ sulta importante p a ra elegir los mejores métodos p a ra m edir­ la, sean éstos biológicos, psicológicos o ambos. En lo a tin e n te a la evaluación psicológica, las fuentes de información m ás utilizadas son la observación, la entrevista y las técnicas proyectivas y psicométricas. Como es de esperarse, profundi­ zaremos aspectos relacionados con las últim as y, en p a rtic u ­ lar, lo que podríamos lla m a r “pruebas de rasgos”.

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La noción de rasgo es un a m odalidad artificial pero útil para acceder a la complejidad del concepto de personalidad. La esencia consiste en tom ar en c uenta aspectos parciales más sencillos que luego deben in te g rarse p a ra comprender la totalidad que significan. Según Guilford (1959), rasgo se puede definir como “el modo distin g u ib le y relativam ente perm anente en que un individuo difiere de otro". P a ra que un r asgo sea útil, debe cumplir las siguientes condiciones: • •



Debe ser una característica en la cual las personas d i fi£ran-fiatre^-ell as. H a de serjdentificable, de fonua que diversos investi­ gadores puedan ponerse de acuerdo sobre la existencia del mismo en un sujeto determinado. Sujpresencia en un sujeto de^e ser^relativamente estable a lo largp_delJiempo.

El número de rasgos que pueden ser descritos es muy amplio y actualmente no existe unanimidad en cuanto a su nominación y descripción. El rasgo es considerado...com^ continua, con un límite superior y otro inferior, dentro de los cuales pueden situarse las personas. Los rasgos pueden ser unipolares o bipolares. Esta distinción refiere a la posibilidad de deternnna7lLuPpunto cero en una característica y llegar liasta un punto máximo. Éste sería el caso de las escalas clínicas del LEVIPI, donde podríamo^distinguir-rasgos .unipolares, por ejem­ plo, desde la carencia total de depresión h a sta la depresión máxima. El rasgo bipolar, en cambio, se extiende desde un punto neutro h asta dos puntos extremos y opuestos, como en el continuum optimismo¡pesimismo del 16 PF de Cattell. • Como señala Levy (1963), la argumentación en contra de los rasgos sobre la base de que los seres hum anos somos de­ masiado complejos para ser descritos en términos de dimen­ siones aisladas es poco consistente, si tenemos en cuenta que la utilización de sólo diez rasgos con diez posiciones distintas en cada uno de ellos ofrecería una cantidad de posibilidades e.xprosada por un número de diez ceros. También hemos de

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considerar que la utilización de los rasgos permite hacer com­ paraciones entre sujetos que no serían posibles por otros mé­ todos. La evaluación de la personalidad a través de pi*uebas presupone la aceptación de una e stru ctu ra de la personalidad, es decir, que existen patrones duraderos de conductas propios del sujeto y, por tanto, independientes de las situaciones en que se encuentra, que pueden ser investigados y conocidos, así como usados posteriorm ente p a ra e n tender a otros indi­ viduos. La existencia de estos patrones es cuestionada por algunos psicólogos (Mischel, 196S) que su b ra y a n los d eterm i­ nantes ambientales de la conducta, así como la importancia de los refuerzos que a c tú a n sobre ella para que ésta se m a n ­ tenga o desaparezca, no sólo porque crean que la conducta viene principalm ente condicionada a estos determ inantes, sino porque éstos son m ás fáciles de estudiar, lo que perm ite convertir la psicología en u n a ciencia experimental. En el extremo opuesto, Ailport (1937) señala que existen en la personalidad características o aspectos comunes que posibi­ litan la comparación, de forma útil, de la mayoría de las perso­ nas de una misma cultura. E stas características se establecen empíricarnente a través de medidas y obsen/aciones cuando se comprueba que los individuos, en general, responden de un modo similar durante un cierto tiempo. Ju n to a estas caracte­ rísticas, distingue las disposiciones personales, que son propias de un sujeto y, por tanto, mucho más difíciles de estudiar. Ailport (1937) define la personalidad como '7a organiza' ción dinám ica en el interior del in d ivid u o de los sistem as psicofísicos, que d eterm inan su conducta y su pensam iento característicos'*. Para nuestra finalidad de exploración, y dado que la mayor denlos jnsHm yalqrácTóh pued e n ^ d a p ta rs e a cualquier,teoría, podemos definir la personalidad como: aquellas características. duraderas de un sujeto que son deternúnantes de su conducta. E sta definición nos sugiere de inmediato varias preguntas: ¿de dónde provienen estas características?, ¿son hereditarías, aprendidas durante la primera infancia o desarrolladas d u ran te toda la vida?, ¿qué

CAIUVCTERÍSTICAS G E N E R A L E S DE L M M P L 2

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posibilidades existen de que cambien? E stas cuestiones nos remiten a las diversas teorías de la personalidad y son respon­ didas por cada psicólogo, según su formación particular. En la evaluación de la personalidad podemos distinguir aquella actividad que permite ílegar a la comprensión de la conducta de un sujeto en particular, es decir, la evaluación clínica, de la que se lleva a cabo en la investigación para fundam entar una teoría, realizada generalm ente sobre grupos de personas. Los objetivos s e rá n realizar u n a predicción so­ bre la conducta fu tu ra o bien explicar una conducta pasada. Para realizar su trabajo de,evaluación, el psicólogo se s ir­ ve tradicionalmente de entrevistas, datos biográficos y pruebas_ tipificadas, pero no existe un procedimiento común entre todos los profesionales y la elección de los métodos que u t i ­ liza cada uno está en función de su experiencia, preparación, preferencias individuales y posibilidades de acceso a la for­ mación, m aterial y bibliografía disponibles. La eficacia es muy im portante en el momento de elegir un instrumente, de tal forma que si ésta es pequeña, puede ser mejor no utilizar ninguno. Para, valorar este aspecto, se__toman en cuenta el factor tiempo, que incluye la dedicación del psicólogo a otras personas.o ta re a s y ía urgencia de disponer de un dictamen en un momento determ inado, y el factor ecorx;niTá7~yalorable deben e v a l u a r a muc h a s_ ]^ rs o n a s , en cuyo caso, s e rá poco a c o n se jab le un contacto personal directo. Los sistemas estandarizados de evaluación deben cumplir las siguientes condiciones para ser aplicados de un modo confiable: 1. Los estímulos utilizados en el proceso de evaluación, deben ser siempre idénticos y p re s e n ta d o s de igual forma p a ra todos los sujetos. 2. H an de ten e r normas, cualitativas o cua n tita tiv a s, que perm itan clasificar las respuestas. 3. Deben poder establecerse relaciones útiles entre las respuestas obtenidas y la e s tru c tu ra de la personali­ dad o la conducta observada de los sujetos.

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Los diversos in stru m e n to s que se em plean en la actuali­ dad participan en m ayor o m en o r grado de cada u n a de estas condiciones. E n base al proceso que se ha seguido para su construcción, pueden d istinguirse tres tipos principales de pruebas: 1. TeóricQ-racionales, con estímulos elegidos sobre la base del sentido com ún o de u n a teoría p a rticu la r de la p e r­ sonalidad. 2. Ejnpíricas, p a ra las que los estímulos fueron elegidos sobre la base de su utilidad. 3. Factoriales, en las que las dimensiones son definidas por métodos analítico-m atem áticos. Entre las aportaciones teóríco-racionales, que fueron las pri­ m eras desarrolladas en psicología de la personalidad, podemos citar como antecedentes históricos el Woodworth's Personal Bata Sheet, sobre cuya base se desarrollai:on posteriormente los cues­ tionarios. Otras pruebas racionales son las siguientes: •







Las pruebas de completamiento de frases, en las que el sujeto tiene que escribir finales para frases incompletas, de muy diversos tem as, que pretenden evocar material relevante p a ra la evaluación de la personalidad. Inventarío de P referencias Personales de Edwards: éste es un cuestionario de papel y lápiz, construido según la teoría de las necesidades de Murray. P a r a evitar el efecto de la deseabilidad social, el cuestionario obliga al sujeto a elegir forzadam ente en tre parejas de ele­ mentos equilibrados en este aspecto. Estudio de valores de Ailport, Vem on y Lindzey: es un cuestionario c o n stru id o a p a rtir de la tipología de Spranger. Test de Rorschach: en esta prueba, el sujeto tiene que interpretar un a serie de manchas de tintas simétricas, unas coloreadas y otras no. Su valoración se basa más en

C.ARACTERÍSTICAS G E N E R .\ L E S DEL M M P í-2

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los aspectos formales de las respuestas que en el conte­ nido de las mismas; así, toma en cuenta el número de respuestas, tiempo de reacción, influencia de la forma, el color o el movimiento en la determinación de cada una de las respuestas, así como tam bién su originalidad. • Holtzm an Inkblot Technique: Es un a p ru e b a sem ejan­ te al Rorschach, que pretende solucionar algunos pro­ blemas que presenta ese test, perm itiendo sólo una resp u e sta por lám ina y presentando al sujeto un n ú ­ mero mayor de estímulos. • Test de Apercepción Temática: E n esta prueba el sujeto debe idear una historia p a ra cada una de las imágenes presentadas. Murray, su creador, supone que las nece­ sidades y presiones con que se enfrenta el héroe de las historias reflejan los problemas que tiene que afrontar el propio sujeto en su vida diaria. • Las pruebas de dibujos: en ellas se e n tre g a al sujeto un papel y un lápiz y se le pide que dibuje algo. E stas técnicas son am pliam ente u s a d a s por su facilidad de aplicación y la sencillez del m ate ria l, a p e s a r de que estudios controlados h a n dem ostrado que sólo la cali­ dad general del dibujo perm ite in tu ir el nivel de a d a p ­ tación del sujeto. E ntre los instrum entos de|^base empírica podemos citar los siguientes; •



El Inventario Multifásico de Personalidad de M inne­ sota (MMPI), del que nos ocuparemos a m p lia m e n te en este texto. El Cuestionario de Personalidad de California (CPI), que contiene muchos ítemes del a n te rio r y fue cons­ truido p ara realizar investigaciones de la personalidad en sujetos normales. Sus dieciocho escalas fundam en­ tales se agrupan en cuatro áreas; equilibrio personal, socialización, potencial de logro e intereses.

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Af>LICA C10NES D E L MMPI-2



También algunos tests de intereses, como el Inventario de Intereses Profesionales de Strong y Campbell, se incluirían en esta categoría.

Los instrumentos factoriales utilizan complejos instrumen­ tos matemáticos en su elaBdríción. A través de éstos, se agru­ pan los ítemes cuyas respuestas muestran una relación y se descubren todas las relaciones posibles, interpretándose poste­ riormente estas agrupaciones desde el punto de vista psicoló­ gico. Entre los instrumentos de este tipo están los siguientes: •



El 16 P F de Cattell que evalúa dieciséis dimensiones fundam entales de personalidad, que el autor considera como e s tru c tu ra s u n ita ria s naturales. No existe acuer­ do entre los diversos autores sobre el núm ero y nombre de los factores necesarios p ara describir la personali­ dad total, y con diferentes procedimientos factoriales se llega a resultados distintos. El CAQ de ICrug y Cattell que evalúa doce dimensiones patológicas desde un punto de vista factorial. E sta prueba nace precisam ente como ú n a crítica de sus a u ­ tores hacia el MMPI, iniciándose, en parte, de un a n á ­ lisis factorial de éste.

Las controversias sobre la personalidad no existen única­ m ente cuando se t r a t a de proponer u n a definición, o bien, cuando se discute sobre el modo de estudiarla, sino también cuando se debe decidir qué tipo de técnica hay que'emplear. Durante el último siglo, la experimentación há ganado terreno en todas las ciencias, donde se incluye a la psicología y la valoración de la personalidad. La dificultad del estudio de la personalidad se manifiesta también en la descripción de la misma. El método científico utilizado para describir a un sujeto poco tiene que ver con la descripción literaria. Esta última quiere presentar el cuadro psicológico de un individuo vivo y concreto, se centra en el

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aspecto exterior, se fija en detalles sobre su modo de expresar­ se, de gesticular, etc. La descripción científica está delimitada por el uso de conceptos y térm inos de los que se pueden deri­ var, con m ayor o m enor acierto, otras propiedades menos a p a ­ rentes del individuo. La m ayor dificultad en este caso es reducir a pocos rasgos esenciales las cualidades de los datos recogidos en la investigación^ Dado que el núm ero de térm inos y de las expresiones psi­ cológicas significativas u s a d a s comúnmente es altísimo, la tarea no resulta fácil. Asimismo, el hecho de que la mayoría de los términos usados en diagnóstico referidos al comportamien­ to sean los mismos del lenguaje vulgar, hace que las expresio­ nes en su forma, no en su contenido, puedan crear confusión. La persona, e n g a ü ad a por el lenguaje, puede considerar tales expresiones como propiedades del comportamiento constituti­ vo de la personalidad, a u nque en realidad no lo sean. La com­ prensión intuitiva de u n a persona es difusa, global y está sometida a m uchas posibilidades de equivocación. El conocimiento de la p e rsonalidad no puede lim itarse a estas aportaciones, lo que hace necesario la determ inación de las propiedades co n sta n tes, en lugar de las m odalidades de com portam iento tra n s ito rio en función de la situación o el estado de ánim o. P o r ello, los resultados de los tests de personalidad h a n de i n te r p r e ta r s e extrayendo de ellos, a través de inferencias, dichas características estables, des­ pués de un am plio estudio de la fiabilidad y validez de las técnicas u tiliz a d a s. Es de e s p e ra r que a lg u n a de. estas manifestaciones de la personalidad se aclaren en el transcurso de este libro.

\í.2 . Antecedentes y desarrollo del M M PI Al igual que en la exploración intelectual, la evaluación de ia personalidad recibió su prim er gran impulso d u ran te la P rimera Guerra Mundial, donde se necesitaba identificar los reclutas^

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eniQcionalmente incapacitados de aquellos que no lo estaban, para servir en el ejército. En respuesta a esta demanda en 1920,(WoodvvortIi>y PofTenberger, desarrollaron de^^Evalucición Personal de Woodworth, una escala de autoevaluación para d e t e c t a ^ Sin embargoV no^emplearon ninguna perspectiva empírica o teórica en la selección de los ítemes incluidos eri^^Ltest. Más tarde, e n Q ^ 3 3 ) B e rn re u te r desarrolló el Jnyen.tario d e P e r s o n a lid a d que" lle v a F á su nom bre, el cual meiií.a neuroticismo, d o m n a n c m , introversión y autosuficiencia. Al iguaT que otros in v en ta rio s de personalidad de aquel enton­ ces, se diseñó de u n a m a n e r a racional m ás que empírica. En su construcción se in cluían ítemes de u n a escala en particu­ lar, los que ba sán d o se en la expérienciá clínica, se pensaba, m edían un tipo específico de patología. Fuertes criticas d e vastaron el Inventario de Personalidad de B ernreuter y otros inventarios racionales de personalidad de esa época. Por ejemplo, en un, estudio realizado en la década del ’30, se a d m in is tró el inventario a 224 pacientes con un diagnóstico clínico conocido y se exam inaron sus puntajes, observándose que sólo discriminó a un 39 % de los pacientes neuróticos, a un 23 % de los pacientes esquizofrénicos y a un 21 % de los pacientes maníaco-depresivos. Ademá.s cla­ sificó e n ú n e a m e n te varios grupos de pacientes psicóticos como neuróticos. Así, los prim eros inventarios de personalidad, cons­ truidos sobre una base racional, fueron poco útiles en el diag­ nóstico. A finales d e la década del ’30, las técnicas proyectivas tenían un p a p e l e s te la r en el campo de la evaluación psico­ lógica, especialm ente la p ru eb a de Rorschach. Sin embargo, Hathaway, m en to r del M M PI, criticaba el hecho de que la interpretación del R orschach se basaba m ás en la historia clínica y en lo que los m a n u a les decían que en las propias respuestas del paciente. El panoram a en cu a n to a pruebas objetivas tampoco era a lentador. Las p r u e b a s u tiliz a d a s e ra n el in v en tario de

C ArLACTER ISTIC AS G ENER .ALES DE!. MMEI-2

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Woodworth y la p rueba de B ernreuter. La prim era de ellas era do escasa aplicabilidad clínica, ya que había sido diseña­ da d urante la P r im e ra G u e rra M undial y estaba destinada a clasificar personal militar. El B ernreuter, por su parte, no ofrecía m ayor información de la que podía obtener un e n tre ­ vistador m ín im a m e n te adiestrado. En el vasto desierto de la evaluación psicométrica de los años '30 se produce el encuentro entre dos investigadores: Hathaway y Mclíinley, quienes desde- u n a perspectiva empírica, ins­ cribieron unas páginas nuevas por el avance riguroso en -la evaluación de la personalidad. Buscaron desarrollar un inventa­ rio que pudiera vencer los problemas de los inventarios previos. Hathaway, un hom bre con m últiples intereses -electróni­ ca, m atem áticas, estadística, fisiología, neuroanatom ía y filo­ sofía-, estudió ingeniería en la U niversidad de Ohio y más tarde psicología en la m ism a universidad. Ya en su época de estudiante, construyó un psicogalvanómetro, antecedente del “detector de m e n t ir a s ”, y un a p a ra to p ara la medición del tiempo de reacción. En 1929 llegó a ser profesor a sistente de dicha universi­ dad. En 1930 pasó a la U niversidad de M innesota para rea^ lizar su doctorado en psicología, el que obtuvo en 1932. Allí entró en c o ntacto con el doctor J. C h a rn le y McKinley, neuropsiquiatra, jefe de la u n id ad de neuropsiquiatría. De acuerdo con sus estudios de fisiología y anatom ía, Hathaway estaba interesado en lo que realm ente ocurría en el cuerpo y creía que cualquier descubrim iento en el estudio de la personalidad tenía que e s ta r de acuerdo con los cono­ cimientos fisiológicos o, de lo contrario, debían revisarse los conocimientos en ambos campos. H athaw ay m anifestó tam b ié n u n a resistencia hacia las teorías puras, con fundam entos escasos o vagos, a las que consideraba como p re m a tu ra s. E ste rechazo lo impulsó a dar prioridad a las técnicas de la práctica clínica que dem ostra­ ran su utilidad y sus posibilidades de aplicación.

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Ti'abajando en contacto con el doctor McKinJey, se dio cuenta de que estas técnicas podíaji contribuir poco a los procedimien­ tos diagnósticos, por lo que decidió desarrollar rutinas psicoló­ gicas aplicables a problemas médico-psiquiátricos. En aquella época, el material disponible en el áina de diagnóstico y pronós­ tico para el estudio de la personalidad era escaso. Hathaway estudió el test de Rors'chach con Klopfer y Beck, pero no tardó en desecharlo por el subjetivismo de las interpretaciones. Entre las paiebas objetivas, el inventario de Woodworth y el cuestio­ nario de B ernreuter no proporcionaron un material de aporte significativo por su vetustez y la escasa infoiTnación válida, por lo que también fueron desechados (Núñez, 1979: vii-xl). La finalidad de c rear u n a nueva prueba psicológica era ir m ás allá en la información que pudiera obtenerse en una entrevista con el paciente y añ a d ir otra nueva y, ele modo análogo a lo que se podía conseguir con las pruebas fisioló­ gicas, descubrir á re a s problem áticas ocultas. Basándose en estos pensam ientos, H a thaw ay se planteó las siguientes condiciones que debería cumplir el nuevo instrume_nto: • • • • • • •

Aplicabilidad a problemas prácticos, no se tra ta b a de identificar e x tra ñ a s variables poco relevantes. Se debía p a rtir de la propia sintomatología d d sujeto como fuente p rim a ria de información. Debía p r e s e n ta r m ayor efectividad que la obtenida con otros instrum entos. Debía ser de fácil a d m inistración y bajo costo en cuan­ to a ad ie stra m ie n to de los examinadores. Debía m an e jarse m ediante construcciones estadísticas sencillas. Debía m a n e ja r la taxonom ía psiquiátrica que im pera­ ba en la clínica de la época (la kraepeliana).

Inicialmente, H a th a w a y se mostró poco interesado por do­ ta r a sn instrum ento de sofisticados mecanismos de control de

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la sinceridad en las respuestas de los sujetos a quienes era administrado. Consideraba que las entidades guosopatológicas eran evidentes en y a los pacientes, y ya que éstos acudían voluntariam ente a los hospitales, no resultaba esperable que intentasen modificar, deliberadam ente, la naturaleza de sus contestaciones. Pese a todo, el MMPI final dispuso de un so­ fisticado sistem a dedicado a valorar la sinceridad y la actitud del sujeto frente al cuestionario. Evidentemente, los pacientes sí distorsionaron las respuestas, probablemente a causa de características atinentes a su padecimiento. Hathaway y McKinley, al crear el MMPI, en lugar de em ­ plear preguntas independientes, cada una con un propósito especial, incluyeron en un solo inventario una amplia variedad de comportam ientos significativos. D eseaban crear un gran número de ítemes, a p a rtir de los cuales pudiesen construirse un variado núm ero de escalas, con la esperanza de abarcar un gran núm ero de descripciones válidas de personalidad. Finalmente, los principios básicos sobre.los que se construyó-el-M M PI fueron nueyam ente delineados para conseguir estas finalidades, y se consideraron los siguientes puntos: 1. La piaieba debía t^.-ier aplicación práctica en los problema-s-clíjijcqs que req u irie ra n evaluación de la perso­ nalidad, y sólo en ellos. 2.- Dado que las bases para todas las decisiones acerca del diagnóstico y conocimiento de la gran variedad de pade­ cimientos de un paciente es su propia descripción o la de otras personas, se pensó en el uso de formas verbales del tipo “soy...” como la principal fuente para recoger información sobre la clase y el grado de enfermedad. Esto-señala el carácter autodescriptivo del inventario. 3. La pru eb a debería contribuir c u a n tita tiv a m e n te más que.uiLa^entreyisLa.al.diagnóstico del sujeto. 4. El inventario debía ser eficaz ^ n su administración y tener u n costo menor en tiempo y adiestram iento pro­ fesional que cualquier otro método diagnóstico.

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5. Debía aportar, asim ism o, una m edida de la actitud del sujeto frente a la p ru e b a , el grado de colaboración o su actitud defensiva fre n te a ésta. Otro elemento que se consideró fue el de evitar construir un a prueba a lta m e n te e litista. Su in s tr u m e n to debía ser aplicable al m ayor n ú m e ro de sujetos posibles, por lo que el nivel de complejidad de los ítemes debía ser entendible pa ra sujetos con los años de~escóTáridad óbTipítbriá. Por ello el sisteiim de resp u e sta y el contenido de los ítem es se c a racte­ rizarían por ser sim ples y directos. Con estos presu p u e sto s, H ath a w a y creyó poder construir una prueba única, que p u d ie ra reu n ir todas las variables diagnósticas de in terés clínico. U na decisión de im portancia fue elegir la nosología de Kraepelin como criterio de clasifi­ cación psicopatológica. H a th a w a y la tomó como modelo y empleó, además, los conocimientos estadísticos que p e rm i­ tían conocer el valor predictivo de cada uno de los elementos que componían el cuestionario. El inventario fue desaiTollado en el Hospital de la Univer­ sidad de Minnesota, en gioipos de pacientes y no-paciéñtes (visitas y pérional clínico voluntario para responder al test). Estos no-pacientes fueron representativos de la población adulta del E stad o de M in n e so ta d u r a n te los años ’30: la mayoría casados, en u n ran g o de edades e n tre los 16 y 65 años, promediando en los 35 años de edad, que vivían en pequeños pueblos o á re a s rura les y, en su mayoría, con uri octavo año de educación prim a ria. Se utilizaron grupos de contraste de sujetos norm ales, elegidos al a z ar e n tre los v isita n te s y el personal del H o s­ pital de la U n iv e rsid a d de M innesota, al que se añadió un pequeño porcentaje de e s tu d ia n te s de la n iism a u n iv e rs i­ dad, con el propósito de e q u ilib ra r los efectos de la edad y el nivel c u ltural sobre l a m u e s tra . P a r a que u n sujeto p u ­ diera form ar p a rte de e s te grupo, e ra necesario no e s ta r en tra tam ie n to médico.

CAR ACT ER ÍS T IC AS G E N E R A L E S D E L MM PI-2

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Los sujetos norm ales y aquellos pertenecientes a los g/upos criterio, fueron sometidos al cuestionario para obtener las escalas prelim inares. E stas e s ta b a n form adas por los ítemes que diferenciaban de una m a n e ra significativa a los pacientes norm ales de los enfermos. Así pudo construirse, para cada grupo criterio, una escala experim ental. Las escalas experim entales fueron p ro b a d a s en enfermos que h a b itu a lm e n te acudían al hospital con sintom atología menos p u ra que la de otros pacientes. Se retuvieron, en cada escala, sólo aquellos elem entos que e ra n capaces de diferenciar en tre sujetos norm ales y enferm os del hospital. La inclusión o rechazo de un ítem en u n a escala nunca dependió de su contenido, como tampoco se incluyó ningún ítam que no d e m o stra ra empíricanue^'-te su capacidad discriminativa. Poi’ lo que se refiere al tra tam ie n to estadístico, el autor recuriió al método de las diferencias simples, buscando aque­ llos ítemes que discrinninaban mejor a ios sujetos que perte­ necían a u n a categoría psiquiátrica de los que pertenecían a otra o eran normales. Es de destacar que H athav/ay siempre prefirió el enfoque empírico en su labor de investigación. Así, Hathav/ay y McKinley, reunieron más de 1000 ítemes potenciales, siendo eliminados aquellos m uy similares o con un contenido muy pobre, o que tenían escaso valor predictivo, o poco interés para el diagnóstico. Quedaron así reducidos a 504 ítemes. Cada frase fue escrita de modo ;tcd de e v ita r la im pres un fonriatQ_,de.-interrogación o exam en. M uchas de estas proposiciones esta b a n referidas a un tra sto rn o , displacer o experiencias bizarras, por lo que losjteme^s fueron re d a c ta ­ dos com.o frases declarativas, en p rim e ra p e rs o n a del si^ l a r ^ '^ O a m a y o ría , e n u n c ia d a _ d e m o d o s a estructuraJdeTqsTtemes.JÍel-MMEI e s tá d e s a rro lla d a .en un j p , ™ A t T o “Falso”, y ha sido em pleado princi­ palmente en psicología clínica, a u n q u e se h a n descrito otras aplicaciones, por ejemplo, en seleci¿ón-de-personal.

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A P L IC A C IO N E S D EL MMHl-2

Empleando los 504 ítemes, ÍHathaway y McKinley, constru­ yeron una serie deW raJaTóüantitativas, que podían ser usadas para diagnosticar conducta anomnal. Clasificaron arbitraria­ mente los ítemes en 25 categorias de foirna estiicta, en un esfuerzo para evitar la duplicación de éstos. Las categorías de contenidos de los ítemes pueden obseivarse en la tabla 1.

T'.ibla J. C a t e g o r í a s d e cop.tcnidos de los íte m e s del M M P I Catcfíoríns de co n ten id o s

N úm ero de ítem es

AcliLuilcs .sociales

1

A ctitud política, ley y o r d c a Moral

4i; 3.1

A.5jcLo, depresivo Alucinncicncs, ilusiones, ideas de rcrc re acia

32 31

F.aaiilia y m a tr im o n in lo s

29 29

Fobias Afecto, m a n í a H áb itos A ctitu des rciigio sas

21 20 20

Actitudes se.xualcs

19 19

Ocupac ionnl

LS

M e n t ir a

lá 15 12

Neurología g e n e r a l

Obsesivo, com pulsivo E ducacional Nervios c r a n e a l e s C ins trointcs tinnl

11 11

Vasomotor, lenguaje, secretorio

10

Sndism o, n inso q uism o G e n ito u r in a rio

9 7 0

Motilidnd y coordinación C n rd io rcsp irato rio S en sibilid ad

5 5

S alu d g e n e r a l

TOTAL

fi

504

Nota. Lns categorías y LanmAos son de H a t h a w a y y McKinley (1940). No ¡ntentnbnn pbtenor un n ú m e r o p nrlic u ln r de ítemes pnrn u n a categoría. La tabla 1 mucstrn que nlgiinns cnlcgoríns c.'^lrtn .‘^olire-repro.'^cnUidas y otras bnjo-repro.scnUidas.

C A R A C T E R ÍS T IC A S G E N E R A L E S DEí,M MIM -2

41

Para seleccionar los ítemes a una escala específica (por ejem­ plo, Hipocondría) se empleó una aproximación empírica. Los ítemes debían ser contestados de una forma diferente por el grupo críterio (por ejemplo, pacientes hipocondríacos) al ser comparados con el grupo normal: Se emplearon giripos de criteiio para cada u n a de las categorías a p a rtir de las cuales los autores deseaban diseñar una escala. Esto les llevó a incluir, para cada grupo, a enfermos que presentaban de una forma bastante pura el trastorno. Debido a que la selección y evaluación fue estrictam ente empírica y no racional-teórica, permitió la aceptación o re­ chazo de ítemes a u n a escala específica. No siem pre es posible discernir por qué un ítem en pa r­ ticular disting'.ie al grupo criterio del normal. Muchas.veces, e! contenido no parece lo suficientem ente significativo, sin embargo, el ítem discrim ina sin ambigüedades entre un g ru ­ po y otro. En el MMPI, los ítem es fueron seleccionados sóli­ da m e n te, y a que el grupo c riterio respondió en forma sistemática y diferente respecto de otros grupos (pacientes con otro diagnóstico; no-paciéntes). Ha_^hRw.ay-y^--McIünl^ com enzaron a t r a j ^ _ ^ r _ ^ ^el in ­ ventario a fines de los años '30, con soporte financiero de la EsciIeI¥T[e"G7admirdos de la U n iv e rsidad de M innesota. En 1940 p u b lic a ro n su p rim e r a rtícu lo sobre el inventario (Hathaw ay y Mclíinley, 1940). En éste, indicaron los pasos que h abían seguido al escribir y e d ita r los ítemes. En lus años posteriores, los autores obtuvieron nuevas ideas para potenciar los ítem es de varias fuentes, incluyendo técnicas habituales del exam en psiquiátrico, experiencia clínica de los autores, textos de psicopatología y de otros cuestionarios ya existentes, e n tre v istas psiquiátricas y diagnóstico diferencial, actitudes sociales y emocionales, y procesos de personalidad. Cada ítem fjm redactado_e_n u n a frase de alguna experiencia personal, c re e n d a o actitud. El contenido de los ítemes originales reflejaban el rango de desorden psiquiátrico, médico o neurológico, en el cual los investigadores e sta b a n interesados.

42

A P L I C A C I O N E S DE L M M P I-2

Una vez recopiladas las frases que se considerarían en la versión definitiva de la prueba, se efectuó una serie de e n sa ­ yos, encaminados a detectar cuáles eran los ítemes capaces de discriminar entre un grupo control y los subgrupos de criterio. De este modo, vemos cómo la derivación de las escalas fue totalmente empírica, incluyendo sólo aquellos ítemes con po­ der discriminativo e independientem ente de su contenido. La primera escala que se derivó fue la de Hipocondriasis. Las frases que se incluyeron en esta escala fueron aquellas que el grupo experimental contestaba con una frecuencia m í­ nima que resultara el doble de la frecuencia del grupo control. De este modo, algunos ítemes significativos en cuanto al con­ tenido debieron desca rta rse por no cumplir este criterio. La escala está b a s a d a en un contraste sistemático entre las respuestas d a d a s a las frases del inventario por un grupo cuidadosamente seleccionado de pacientes neuróticos, quie­ nes nianifestaban u n desorden hipocondríaco, y por las r e s ­ puestas dadas por el grupo de ¡os no-pacientes, formado por los visitantes al hospital. Los ítem.es que fueron respondidos de forma diferente por estos dos grupos, a un grado esta d ís­ tico significativo, fueron identificados y combinados en una escala prelim inar de hipocondría (Hipocondriasis) (McKinley y Hathaway, 1940). Debido a que el procedim iento p ara desarrollar la escala 1 tipifica el procedimiento de derivación p a ra la m ayoría de las escalas clínicas, se describirá en detalle. El prim er paso en el desarrollo de la escala 1 fue seleccio­ n a r un grupo criterio apropiado. Definieron hipocondría como una preocupación neurótica anorm al respecto a la sa lu d fís i­ ca propia y excluyeron la ocurrencia sintom ática de c a racte­ rísticas hipocondríacas en individuos psicóticos. Usando esta definición, seleccionaron 50 casos puros de hipocondría como grupo de criterio. El paso siguiente fue seleccionar grupos de individuos normales. El prim er grupo normativo, que sirvió como refe­ rencia para d e te rm in a r el perfil e s tá n d a r del MMPL consis-

CAR A C T ER ÍS T IC A S G E N E R A L E S D E L M M P í-2

43

tió en 724 individuos, quienes e ran amigos o familiares de pacientes en el Hospital de la U niversidad de Minnesota. El único criterio de exclusión e ra e sta r en tratam iento médico. Este grupo reflejó unarim parcialidad representativa de la situación m arita l y sexual de la población de Minnesota entre los 16 y 55 años. Se emplearon cuatro grupos norm a­ tivos adicionales en el desarrollo de la escala 1 y otras esca­ las clínicas en el MMPI, y se formaron dos grupos para medir y comparar las variables que pudiesen influenciar la res­ puesta a los ítemes, tales como edad, clase social, o educa­ ción, tanto por el grupo criterio como por el gi’upo normativo. Un giTipo consistió en 265 alum nos egresados de E n s e ñ a n ­ za Media y otro compuesto por 265 trabajadores calificados. Un tercer gi'upo normativo consistió en 254 pacientes que estaban hospitalizados por algún problema o enferm edad fí­ sica. Ninguno de ellos tenía sintomatología psiquiátrica ob­ via. El cuarto grupo consistió en 221 pacientes de la unidad de psicopatología de los hospitales universitarios que aún no habían sido diagnosticados. Una vez que el grupo criterio y los otros grupos de referen­ cia se establecieron, comenzó el proceso de selección de los ítemes. P a ra el gi'upo criterio, y pa ra cada uno de los grupos normales, se calculó la frecuencia de respuestas “Verdadero” y “Falso” por ítem. Un ítem era considerado significativo y se seleccionaba provisionalmente p a ra la escala si la diferencia en frecuencia de re sp u e sta entre el grupo criterio y el no rm a ­ tivo o de referencia era al menos el doble del error e s tá n d a r de la proporción de respuestas “Verdadero/Falso” de los dos grupos comparados. Por ejemplo, la frecuencia de re s p u e s ta s p a r a dos ítemes potenciales p a r a la escala 1, se e n c u e n t r a n en la ta b la 2. En este ejemplo, sólo dos grupos, el g ru p o c rite rio de hipocondríacos y el grupo norm ativo original, son c o m p a ra ­ dos. iVntes que algún ítem fuese finalm ente seleccionado, el grupo criterio tam b ié n era comparado con el otro grupo nor­ mativo.

44

^M>LICACIONES DE L MMPI-2

Se empleó la siguiente fórm ula p a ra ev a lu a r la significa­ ción de las diferencias e n tre dos proporciones independientes del test: p l . p2 Z = p l q [(1/nl) + (l/n2)] donde p = la proporción de respuestas ‘"Verdadero” del total del grupo p l = la proporción de resp uestas “Verdadero” en la prim e­ ra m uestra p2 = la proporción de respuestas “Verdadero” en la segun­ da m uestra q 1 - p n i = el número de personas en la prim era m uestra n2 = el núm ero de personas en la segunda m u estra

T abla 2. F r e c u e n c ia de r e s p u e s t a s po r g ru p o p a r a dos í te m e s p o südc s p a r a la e s c a l a 1 (H ip o c o n d ría ) G rupo H ipocondriacos (b)

N o rm a le s (a) han l.Tongti pocos ü ningvin dolor 2. La mayor p arte del tiempo me duele la cabeza

(n) n = 262 ih) n = 60

Verdadero

211 (81

10 (4

7o)

7o)

Falso

51 (19

Verdadero

7r)

252 (96

7o)

17 (34

5 (10

7c)

7o)

Falso

33 (60

7c)

45 (90

7c)

C/VRACTERÍSTICAS G E N E R A L E S DEL MMI'I-2

45

Así, los valores de p y q p a ra el prim er ítem serían los siguientes: 211 + 17 228 p = ---------------------------------------- . 0,73 262 + 50 312

q = 1 - p = 1,0 - 0,73 = 0,27 Sustituyendo estos valores por los de la fórmula, resulta: 0,81 - 0,34 Z = (0,73) (0,27) [(1/262) + (1/50)] 0,47 = 6,81 0,069 Observando una tab la e s tá n d a r de valores Z, se observa que éstos m o s tr a r á n u n a probabilidad m enor que 0,001. H athaway y McIUnley consideraron significativo cualquier porcentaje diferente de por lo menos el doble del error e s tá n ­ dar de la proporción independiente o cualquier valor Z igual o mayor que + 2. Ya que un Z de .+ 2 tiene una probabilidad levemente menor que 0,05 usando un test de dos colas, seleccionaron esencial­ mente sólo aquellos ítemes que fueran significativos más allá de 0,05. Así, el prim er ítem en el ejemplo anterior sería te n ta ti­ vamente incluido en la escala 1 y u n a respuesta “Falso” sería la respuesta “desviada” ya que los pacientes hipocondríacos responden m ás frecuentem ente en la dirección “Falso”. Si este ítem tam bién diferenciaba al grupo hipocondríaco de los otros grupos normativos empleando u n procedimiento idéntico, éste sería incluido en la escala 1.

46

A P L I C A C I O N E S DE L MMPI-2

Em pleando el mismo procedimiento p a ra el segxindo ítem de m uestra, obtendríam os: 0,04 - 0,10 Z = -----------------------------------------— (0,048) (0,952) [(1/262) -t- (1/50)] -0,06 Z = ------------ = -1,82 0,033 Este ítem no e s ta ría incluido en la escala 1, ya que la proporción de aprobación no es significativamente distinta e ntre los dos grupos. Con esto criterio se elim inaron aquellos ítemes que no fuesen significativam ente estadísticos p ara ser considerados en la escala 1. El m ism o procedimiento se siguió p ara las dem ás escalas clínicas. . P o sterio rm e n te al desarrollo de la Escala H ipocondría (Hs) (McKinley y H athaw ay, 1940), se diseñaron otras cua­ tro escalas, p a ra otros grupos de pacientes neuróticos: E s ­ cala Depresión (D) (H a th a w ay y McKinley, 1942b); Escala Psicastenia (Pt) (H a th a w ay y McKinley, 1942b) y Escala H is­ teria (Hy) (McKinley y H athaw ay, 1944a y b). M ás tard e se diseñaron otras escalas pero, esta vez, em ­ pleando pacientes que m an ifestab a n desórdenes psicóticos: psicosis m an ía co -d e p re siv a, fase m an ía ca , E scala M anía (McKinley y H athaw ay, 1944a y b). Escala Paranoia (Pa) y Escala E squizofrenia (Se) (Hathaw ay, 1956). U na de las escalas que m ás problemas presentó en su diseño fue la de Esquizofrenia, debiéndose invertir u n a can­ tidad de tiempo considerable y numerosos ensayos. Aun así, se considera que es la escala m ás débil en cuanto a su con­ tenido y a su interpretación, validez y fiabilidad. Inicialm en­ te, se' a is la ro n 152 íte m e s que c u m p lía n las exigencias requeridas p a ra in tegrarse en la escala •Esquizofrenia. Sin

C A R A C T E R ÍS T IC A S GENER .ALE S DE L MMI>I-2

-

47

embargo, el alto núm ero de falsos-positivos que ofrecía, obli­ gó a nuevos planteos que cu lm in a ría n reduciendo el número de ítem es y añadiendo la corrección m ediante el factor “K”. De este modo, se logró u n porcentaje de decisiones del orden del 60 % (estimación que se puede considei'ar como realm en­ te optimista). F inalm ente, dos escalas com pletaron el set de las escalas básicas del MMPI: Desviación psicopática (Pd) (McKinley y H a th a w a y , 1944a y b) y M a s c u lin id a d -F e m in id a d (Mf) (Hathaw ay, 1956). En 1946, se agi'egó al MMPI la Escala “Introversión Social" (Si), desarrollada en la U niversidad de Wisconsin, por Drake (Drake, 1946), completando el perfil clínico e s tá n d a r del MMPI. D rake seleccionó los íternes del MMPI que diferencia­ ban a 50 e studiantes universitarios, quienes obtuvieron so­ bre el percentil 75 en el In v en ta rio de M innesota T-S-E (Evans y McConnell, 1941). D rake limitó su trabajo inicial al área Introversión-Extroversión en el área social, medidos en el Inventario T-S-E de M innesota. Realizó el análisis sobre m u estra s de hom bres y m ujeres, y sus norm as fueron tan similares que combinó los datos normativos para los dos sexos en un solo grupo, antes de incorporarlos en el perfil e stándar del MMPI. La Escala M asculinidad-F em inidad íxie. desaiTollada en for­ m a diferente de las otras escalas clínicas. Los 55 ítemes, la mayoría relacionados con una orientación sexual, fueron agre­ gados a los del MMPI, después de que los datos ya habían sido reunidos de la m u estra norm ativa original, constituyendo así 559 ítemes. Ya que el M MPI contiene sólo 550 ítemes, no está claro qué sucedió con los otros 9 ítemes. Así, el gnipo criterio de hombres homosexuales, que fueron incluidos en el desarro­ llo de la escala M asculinidad-Feminidad, no podían ser con­ trastados con el grupo normativo original en estos 55 ítemes. Aquí, se emplearon 54 soldados hombres, como gm po norma­ tivo. y los' ítemes que los distinguían de los hombres homo­ sexuales fueron incluidos en esta escala. Adem ás, .fueron

f)ü

A P L IC A C IO N E S DEL MMPI-2

características tradicionales del MMPI intactas. Sin em bar­ go, una mirada más detallada, revelará importantes refinan-ientos y modificaciones en su construcción. Existen nuevos ítemes, cubriendo áreas de contenido no representadas en el MMPI original; indicadores adicionales de validez; escalas suplem entarias y de contenido, y un nuevo método de eva­ luar l(js componentes de las escalas en puntajes T.

1.3. R c - u s l a i i d a r i z a c i ó n : el M M P l - 2

Desd0(^lW3 a 1989y año en el que e! MMPI-2 fue publica­ do, pasaron nnás de cuai’enta y cinco años en los que la ver­ sión original del MMPI se convirtió en la prueba psicológica más utilizada. D urante todos esos años, ni una sola coma de la prueba fue modificada. Sin embargo, a medida que fue transcurriendo el tiempo, comenzaron a observarse ciertas dificultades en el análisis y la aplicación del inventario. Por una parte, empezaron a detectarse frases que podían considerarse obsoletas. El contenido de algunos ítemes tambiélTTüú cmí frecuencia objetado en i*elación a sus contenidos y al énfasis püesto en tem as religiosos, sexuales u otros hábitos fisiológicos que muchos sujetos consideraban irrele­ vantes en la evaluación psicológica. Otra cuestión que llevó a la revisión del MMPI fu ella au se ncia de ít^ n e s relacionados cqn.algunas materias de-in­ dudable interés, como los intentos de suicidio, el consumo-de drogas o el abuso de alcohol, que se encontraban escasamen­ te representadas en la versión original de la prueba. Esta situación se confirma con el escaso éxito logrado por las es­ calas suplem entarias desarrolladas en la primera versión de la-prueba para estas m aterias. F inalm ente, m uchos teóricos c u e stio n a b a n las norm as originales aduciendo que no eran lo suficientem ente r e ­

CA R ACTER ÍS TIC AS G E N E R A L E S DEL MMIM-2

SI

p resentativas de la población g eneral n o rte a m e ric a n a sino que correspondían sólo a u n a región de los Estados Unidos, Minnesota. Desde los años '70 existía conciencia de esta s ne c esid a ­ des, concretam ente en el “MMPI S y m posium ” de 1970 se aceptó de forma u n á n im e la necesidad de una revisión de la prueba. Sin embargo, la gran e n v e rg a d u ra de esta tai*en sumada a las d in c u lta d e s de fm anciam iontü p a ra acom e­ terla, aplazaron dui*ante algunos años el inicio de la revi­ sión. Finalm ente en 1982, la U n iv e rsid a d de Minne.sota nombró un comité de revisión foi*mado por J. N. Butcher, W. G. Dalhstrom y J. R. G raham . A su vez, la University of Minnesota Press proporcionó los fondos necesarios pai'a la revisión. Por último, la National Compute!* Sy.stems íacilitó todos los procedimientos para el proceso de los datos de la nueva versión del MMPÍ. Desde un prim er momento se determinó que todos los esfuerzos realizados debían m an te n er una continuidad entre e! MMPI original y su versión revisada. Esto asegurai’ía que la información acumulada por num erosas investigaciones des­ de la publicación de la prueba fuei*a todavía relevante en la nueva versión. Uno de los pasos iniciales fue la selección de una m u e s ­ tra normativa re a lm e n te re p r e s e n ta tiv a de la población estadounidense a c tu a l, obviando las deficiencias de la m u e s tra o r ig in a l de H a t h a w a y . El p r o c e d im ie n to de muestreo empleado para establecer las norm as de! MMPI estaba limitado por una r e p re s e n ta tiv id a d inadecuado do los rangos de edades, nivel educacional, e stra to s c u lt u r a ­ les y socioeconómitos, étnicos y raciales. El nuevo p ro g ra ­ ma de m uestreo nacional dio la opo rtu n id a d de rem e d ia r estas limitaciones al n e u tr a liz a r los sesgos de la muesti*a anterior. . • Para mejorar el instmmento se añadieron nuevos ítemes cuyos contenidos no estaban representados en el MMPI origi­

52

A P L IC A C IO N E S DEL MMPI-2

nal. Por ejemplo, los que hacen referencia a satisfacción laboral o a relaciones de pareja. Se volvieron a redactar otros utilizados en la forma a n te rio r y se eliminaron aquellos de com pren­ sión m ás difícil o cuyo valor diagnóstico fuera dudoso. Por otra parte, se diseñaron indicadores de validez adi­ cionales, escalas de contenido y escalas s u p le m e n ta ria s, integrando e stra te g ia s de análisis de investigadores indepen­ dientes, que ahora forman parte del m aterial original de la prueba. Las escalas s u p le m e n ta ria s del MMPI-2, incluyen, entre otras escalas, un conjunto de nuevos indicadores de validez: la Escala F Bock ¡FBI y las medidas de inconsistencia V R IN y TRIN , un set de escalas nuevas de contenido, y una medida de identificación del i*ol femenino y masculino. Un aspecto im p o rta n te de la revisión del MMPI y publi­ cación del MMPJ-2 (Butcher, D ahlstrom , G raham , Tellegen, y Kaemmer, 1989) fue la introducción de un nuevo set de escalas de contenidos. Las escalas de contenido del MMPI-2, de.sarrülladas y d e scrita s por Butcher, G raham , VVilliams y Bcn-Porath (1990), fueron diseñadas para proveer uim mejor com prensión del c o n te n id o de los íte m e s del in v en tario revisado. Siguiendo la tradición de las escalas de contenidos elabo­ radas por Wiggins (1966) en el in strum ento original, las es­ calas de contenido del MMPI-2 fueron desarrolladas para com plem entar y a g re g a r información, derivada del perfil de las escalas clínicas del MMPI-2, *' Las escalas de Contenido del MMPI-2 fueron diseñadas por etapas, cólhbihándo''añálisis Tacio,nalé's'.y La métaúTú''Úénvar'Tirrá~sei-ie de escalas mejorando las áreas de contenido del inven ta rio revisado. Se puso especial interes en desarrollar escalas que fuesen in te rn am e n te consis­ tentes en ambos niveles de análisis,’tanto psicométricos como' semánticos. El resultado consistió en la formulación de 15 escalas que re p re s e n ta n las áreas de contenido incluidas en los 567 ftemes dcl MMPI-2.

C A R A C T E R ÍS T IC A S G E N E R A L E S DEL MMPI-2

53

O t r o m e jo r a m ie n to s u s ta n c ia l es que los ítem es del MMPI-2 h a n sido editados p a ra elim inar ambigüedad, dirig irs é 'c o h ’p a la b r a s de acuerdo con el sexo y poseer un contenjdo_^actual izado. La m ayoría de los agregados se diseñaron para mejorar la cobertura de las áre a s y los tópicos que no habían recibido atención a d e cu a d a en el tra tam ie n to original de los ítemes. Estos reem plazaron aquellos culturalm ente caducos o con escasa significación psicométrica y enriquecieron la evalua­ ción, s u p le m e n ta ria de á reas de funcionamiento familiar, desórdenes de la alimentación, abusos de sustancias e in te r­ ferencias en el trabajo. El im pacto potencial de estos cambios en los ítemes fue evaluado e x a m in a n d o la forma de responder a ellos a t r a ­ vés de u n a correlación ítem -escala y por un estudio tosír e l e s t. B e n - P o r a t h y B u t c h e r (1989) c o m p a r a r o n las res p u e s ta s de los s u j e t o s ’al MMPI original y los ítemes reescritos del M M PI-2 y encontraron que la m ayoría de éstos no d ife ría n s ig n ific a tiv a m e n te de las re sp u e sta s dcl otro grupo de sujetos. En aquellos ítemes cuyo patrón de re sp u e sta cam bió s ig n ific a tiv a m e n te no se encontraron d i­ ferencias a p re c ia b le s cuando se comparó su distribución en las escalas clínicas y s u p le m e n ta ria s con las fi*ases ori­ ginales de los ítem es. Todos estos re s u lta d o s indicaron que el nuevo o r d e n a m ie n to .d e las frases no* a lte ra b a sus píopiedades p sicom étricas. La continuidad e n tre el MMPI y el MMPI-2, por ende, se mantuvo. Los ítem es en las escalas clínicas y de validez del MMPI perniánec^nT^Fñcialnriente intactos en el MMPI-2. excepto por la eliminación de 13 ítemes de contenido y el rc0 rdenamjeriüp__de _63~ ítemes. La tabla 3 ilu s tra los cambios que fueron hechos en la tránsición de lo s'566 ítem es en el MMPI a los 567 ítemes en el MMPI-2.

54

AP LICACIONES DE!. MMPI-2

'lablct 3. C a m b io s en los ítem es MMPI / MM PI-2 itvntcs Esrnln

cliniinndo.s

L !• K Hs

A

D

3

l!y IM Mf Pa Pl Se Ma Si otras

1

A

1

fjcnnn Iteren

tipo de en/Mbios cnnihinn

A

B

C

l l

l 5

6

l 1

3

1

2 1 1

3

1.5

2

(10

12

30

i 5 2

32 57 (10 50 56 40 4S 78 46 69

9 4 6 2 2

1

1

1 4 2 2

4

6 16

3

1 2 1

l

13 7

D

1 2 3 7

1 7 l 2 3

1 5 i 3

Noifi: A = eliiniiuicióo por probable soxisnio; D = modernización del lenguaje; C = gramiilical; D = sinipincacioncs.

La distribución de los puntajes brutos fue derivada sepa­ radam ente para hombres y mujeres en las 13 escalas de validez y clínicas. La finalidad de las puntuaciones típicas es comparar a un sujeto con el grupo normativo en un rango o escala, o bien los niveles que el propio sujeto alcanza en diversas escalas. Esta segunda suposición no es del todo co­ rrecta en pruebas que utilizan puntuaciones T lineales, a menos que la distribución de cada escala sea idéntica. Por ello el MMPI-2 utiliza para sus escalas clínicas puntuaciones T normalizadas, que se obtienen a partir de una distribución centil y que garantizan que los porcentajes que quedan por encima y por debajo de una puntuación T determinada sean los mismos para cada escala. Los puntajes de la estandarización en ocho de las diez escalas clínicas básicas (omitiendo las escalas 5 y 0) han sido

CA RACTERÍSTICAS GENERALES DEL MMP!-‘2

55

distribuidos en una forma claramente distintiva: poi* ejem­ plo, en lugar de determ inar una puntuación lineal T del puntaje bruto promedio y desviación estándar de una.escala, los puntajes T fueron generados para producir esencialmente el mismo rango y distribución para todas las escalas básicas usadas en el procedimiento ti-adicional de codificación (por ejemplo, el código de dos y tres puntos). También se proveen comparaciones en estas puntuaciones T, tanto con puntajes tradicionales T, empleados en el perfil del MMPI, como con los formatos de puntajes T normalizados, propuestos por otios investigadores. Es im p o r ta n te n o ta r que ambos, el promedio de los p u n taje s brutos y las desviaciones estándar para los sujetos en el grupo nuevo de referencia, son mayores que aquellos encontrados p a ra hombres y mujeres en el grupo normativ'o original exam inados por H athaw ay y McKinley. Así, los u su a rio s experim entados del MMPI descubrirán que los puntajes T basados en las nuevas normas no sei'án tan di­ ferentes que aquellos basados en las normas originales del test. Se requiere para su interpi’etación un ci*itei-io menos restrictivo, que reconoce particularm ente el significado po­ tencial in te rp re ta tiv o de elevación en el i*ango 65-69 de p untajes T. Los datos del grupo- de los no-pacientes de hombres y m u je res de M innesota .fueron usados para convertir los puntajes brutos en puntajes lineales T, para las escalas de validez y clínicas. Estas normas del test han sido usadas en los perfiles e s tá n d a r del MMPI, en los Estados Unidos y en muchos otros países. Un examen de estas distribuciones reveló que un sesgo positivo, el cual caracterizó la distribución para la mayoría de las escalas en las normas del MMPI de 1940, también caracterizaba la distribución de las escalas en el grupo nor­ mativo contemporáneo para hombres y mujeres. Consecuen­ temente, cuando los puntajes tradicionales lineale.s T son

5G

A PLICA CIONES n E L M M P i - 2

com putados, el mismo valor del puntaje T, digamos un puntaje de 70, representa diferentes valores percentiles en diferentes escalas. Esta característica poco deseada ha sido ahora extraída con un mínimo de cambios, derivando p u n ­ tuaciones T uniformes {Tellegen, 1988). Los puntajes uniformes T tienen una distribución que se aproxim a a la típica distribución lineal de puntuación T de las escalas clínicas del MMPI-2. Más específicamente, esta distribución típica puede ser vista como un compuesto de 16 distribuciones, llam adas puntuaciones T lineales, sin correc­ ción K, en 3 do las escalas clínicas (omitiendo las escalas 5 y 0), en ambos grupos normativos de hombres y m ujeres. listas puntuaciones e s tá n d a r son puntuaciones norm aliza­ das con una media de 50 y una desviación típica (estándar) de 10, pucliendo calculai-se como se explica a continuación. Los datos imprevscindibles que se precisan para calcular la.s puntuaciones típicas son: media y desviación típica. La Ibrmula que se debe aplicar es la siguiente: T = 50 -h [10(X - M)]IDS; donde X es la puntuación directa obtenida por el sujeto en una escala determinada y M y DS respectivamente, la inedia y desviación estándar del grui)o de contraste en la misma escala. En la interpretación de las escalas clínicas del MMPI-2 se tiende a focalizar en la elevación de las escalas. Sin embargo, debería reconocerse que ninguna forma divisara de líneas puede establecerse entre elevaciones' normales y anormales; generalm ente, es útil tr a t a r los valores de puntuaciones T de 65 o mayores como clínicamente significativos, rem plazando el nivel de puntuación T de 70 o mayor recomendado en el MMPI original. Consúltese MMPl-2: M anual for Adniinistration and Scoring (Butcher, Dahlstrom, Graham, Tellegen y líaemmer, 1989). y Evaluación de la personalidad y Cap. I. Aportes del MMPI-2 (Brenlla, Diuk y Maristany, 1992) para obtener información acerca do l(i5 estudios de confiabilidad y validez del MMPI-2.

CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL M.MlM-2

E sc a la s del MMPI-2 T a b la 4. E sc alas bá sica s E S C A L A S DE VALIDEZ

L iSiiiccridacli F (Validez) K (Factor currc cloi» ? ( Inter rogantes»

E S C .A IA S CLÍN IC AS

1 - Hs (Hipocondriasis» 2 3 -l 5 6

• • •

D (Depresión) Hy (Histeria» Pd (Desv. psicopaiica» Mf (Mnsc./Foni.» Pa ípainnnin»

7 - Pt (Psicasteniai 8 • Se ( Esquiznírenin) 9 - Mn I Hipomnm'n • 0 • Si ilnlrov. 5oeiali

T abla 5. E sc a la s de conle nido ANa FRS ODS DEP HEA BíZ A NG CVN ASP

(A nsiedad) (Miedos) (Obsesiones) (Depresión) (Preocupaciones por el estado ele salud» ( Pcnsn niientü b i z a r ro » (H ostilidad) (Cinismo) (P rácticas antisociales)

TPA

( C cm p orlam ic nto tipo A)

LSE SOD FAiM

(Baja auto estim a) (M alestar.social) (Prob lem as familiare.s)

WRK

(Interferenc ia s laborales)

TRT

(In dicadores negativos hacia el Lrntamicnlo»

57

58

a p l i c a c i o n e s DEL MMPI-2 T a b la 6. E s c a l a s s u p l e m e n t a r i a s (Escala revisada de alcoholismo do MacAndrew)

MAC-R APS AAS MOS

(de Potencial de adicción) (Reconocimiento de adicción) ( M alestar m atrim onial)

O-ll

(Hostilidad excesivam ente controlada)

Do

1Dominancia)

Re

(Responsabilidad social)

I T S D - P K /P S Es

(Estrés postraum ático)

A R

(Fue rza dcl yo) (Ausicdad l (Represión) ( Inadaptación universicai ia)

Mi OM/GI'

(Roles y géneros)

l'B VRIN

iF posterior) (Respuestas de Inconsistencia Variable)

T R IN

(Inconsistencia de las respuestas de Verdadero)

T a b la 7. S u b c s c a la s H a rr is -L in g o e s

D D D D D

l

(depresión subjetiva)

2 3 4 5

ir etard o psicomotor) idisfunción física) (enlentecim iento mental) (rumiación)

Hy Hy Hy Hy Hy

l -2 3 4 5

Pd 1 Pd *2

(negación de ansiedad social) (necesidad de afecto) (relax-m alesta r) (quejas somáticas) (inhibición de la agresión)

Pd 3

(discordia familiar) ( problem as con la autoridad) (frialdad social)

Pd 4 Pd 5

(alienación social) (autonlicnación)

Pa 1

(ideas jierseculorias)

59

CAFLACTERÍSTICAS G E N ER A LE S DEL

Pa 2

IhipcrGcnsibiltdnd)

Pa 3

(sencillez)

Se 1

(alienación social)

Se 2

(alienación emocional)

Se 3

( au sen c ia

Se 4

( au sen c ia de dominio dcl yo. canaiivo»

de dominio del yo. cognilivo»

Se 5

Inusciicin

Se 6

defectuosa) (experie ncias se nsoriales exirn.ñasi

Ma 1 Ma 2 Ma 3

( am oralidad) (aceleración psicomociizi ( i m p e rtu rb ab ilidad)

Ma 4

(auloenvnnecimieiuoi

do dominio (ie! ye. inhibiciiin

T a b la S. S u b e s c a U i s de ii-itrovei-sión social 1 S il Si2 Si3

(Tinúdtíz/autoconociniiciUo i (Evitación social) (A lienación respecto de sí n'.isnva y i-cspecto de otros)

a 6 / a 9. S u b e s c a l a s d e o b v i e d a d - s u t i l i d a d de W i e n e r - H a r n i o n D -0 D-S H y-0

(d epre sión, obvia) (d ep re sión, sutil)

Hy-S

(h isteria, obvia) ( h isteria, sutil)

?d-0 Pd-S

(desviación psicopática, obvia) (desviación psicopática, sutil)

Pa-0 Pa-S

(p ara no ia , sutil)

( p ara no ia , obvia)

M a-0

(liipomam'a, o b v ia )

Ma-S

( h ipo m a nía , sutil)

1

60

APLICA CIONES D E L MMPI-2

T a b la 10. S e ts de í te m e s críticos Koss-Duíchcr: (temes crilicos E stad o de ansiedad ag u da Confusión mcnlnl Ideación depresiva de suicidio E str é s situncional por nlcoliolisnio Ideas persecutorias

LocItarAVrobel: (temes critícos Ansiedad y tensión 'íVastorno del suefu) Experiencias y pcns ainienlos desviados Aclilud antisocial Prübleinná pur ira S ínto m as somáticos Depresión y preocupación P en sam ie nto s desviados Abuso de su stancias Conflictiva familiar Cr eencias y dcsriacioncs sexuales

2, A d m in istra ció n y p u n tu a c ió n 2.1. A d m in istra ció n del MMPI-2 En la adm inistración del MMPI-2 son necesarias una se­ rie de consideraciones especiales, más allá de aquellas in h e ­ rentes al uso de cualquier instrum ento psicológico. Los usuarios de este inventario deben familiarizarse con sus publicaciones y adherirse a las siguientes recomendacio­ nes en todas las aplicaciones, ya sea para investigación, en­ trenam iento o evaluación clínica. 2.1.1. Consideraciones éticas de su uso )9ada la facilidad con que el MMPI-2 puede ser administn\do y procesado'' puede tentar a algunos usar este instrumento de

CA R A C T E R ÍS T IC A S G E NER ALE S DEL MMPI.2

61

m anera que pueda comprometer el resguardo ético y profesio­ nal que dem anda toda evaluación psicológica. Cualquier admi­ nistración del MMPI-2 debe ser llevada a cabo de tal forma que garantice la privacíajdel sujetojo cliente, quien debe estarJibre de distóa^on_es,_^.m^ precisas yj o t a lmente segu 1*0 de que el resultado de la evaluación será respetado, protegido yj.i^ a d O ír® a é fi.c io y r ealce de su propio, bienestar. U na descuidada adm inistración o evaluación, falta de dis­ creción en los resu lta d o s u otra evidencia de insensibilidad en la comunicación puede dism inuir seriamente el valor de la información obtenida por medio del MMPI-2. Los individuos a quienes se les ha confiado la responsabilidad de la adm inis­ tración del inventario deben e sta r cuidadosamente enlrcnado 3 y bien docum entados sobre los pasos necesarios para obtener protocolos válidos y útiles. Ésto es p a rtic u la rm e n te importante si la persona a cargo es alguien poco experim entado, a quien le falta ya el cnlrcnamierito y la experiencia profesional requerida o el respaldo teórico y técnico adecuado. Por ello, en estos casos, se reco­ mienda la supervisión de un profesional totalmente califica­ do en el empleo del MMPI-2, así como en la administración de cualquier otro instrum ento de evaluación psicológica. Tam ­ bién, se aconseja re a liz a r evaluaciones periódicas de las r u ­ tin a s de a d m i n i s t r a c i ó n y valoración para a seg u i'ar el m antenim iento de los criterios estándar. 2.L 2. E valuación del sujeto La utilidad de la información obtenida por el MMPI-2 de­ pende en gran p a rte de la habilidad de) sujeto para entender las consignas, p a ra com pletar con los requerimientos solicita­ dos en esta tare a, pa ra com prender e interpretar el contenido de los ítemes y p a ra r e g is tra r sus respuestas de una manera responsable. E sta prueba e.xjge p a ra su administración un nivel inínimo. de comprensión lectoi-a, si bien en casos de analfabelisino

(i2

A P LICA CIO N ES DEL MM Pl-2

ü ceguera.ia,s.preguntas pueden-ser leídas por-eLexaminador, solución que^pjjede. 3 ei: algo.tediosa. iTaFhaway y Mclünley intentaron m an te n er el requisito de habilidad lectora necesaria para com prender el M M PI en aproximadamente un sexto año de enseñanza básica. Basado en los niveles actuales de competencia lingüística, se requiere un octavo año de habilidad lectora para comprender los contc'nidos de todos los ítemes del MMPI-2 y responder a ellos adecuadamente. Es aconsejable su aplicación a par^dejq^^^^ años. P a r a evaluar a suj^ia 3.-menores-de ,esta„ edad e.\:Í3ta..una-. versión para a d o 1e s c e n t e s , e 1_M M PI -A. Posee una e s t r u c t u r a a n á ­ loga al MMPI-2. Esto es, escalas de validez, clínicas, de contenido y sup le m e n ta ria s, pero el contenido de su s ítemes refieren con mayor precisión a aspectos vinculados con esa e ta ­ pa vital. El tiempo,de aplicación del MMPI-2 es libre y oscila, en promedio, entre los 90_y 120 min.uto,s,aunque algunos^sujetos m uy rápidos pueden finalizarlo a ntes de los 50 m inutos. OtroSj_sqbj:e_t^dg si .ti grave perturbación m ental, puedenrtardacw arias horas. Existen una serie de condiciones físicas o estados emocio­ nales que pueden deteriorar la habilidad de los sujetos p a ra responder al inventario. Es vj_tal_qi^ el clínico esté a le rta a la presencia de una^o_máS-j[X)ndici.oaes- in c a p a c it a n ^ s ^ q u e bien pueden ser detectados en la anamnesis, tales como: •

limitada agudeza visual dislexia o afasia receptiva ^ trastornos de aprendi?:aje retraso mental V intoxicación por drogas o alcohol • reacciones tóxicas a varios agentes infecciosos procesos de deterioro neurológico ^ profundos estados depresivos • extrema distractibilidad ^ estados de excitación o enlentecimiento psicomotor.

CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL MMIM-2

(i3

C u alquiera de estos_estados , o.Rim grado sim ilar puede d e te rio ra r la cojifiabilidad deL inventario, al lim itar la_ capa­ cidad del s ujeto para-Compietarrtareas relaf[yan>^ te-sin]ples como leer y comprender los ítemes y. registrar adecuadamenteL_las-respues t a s . E n suma, el psicólogo debe determinar que el sujeto a quien se Ie__administra la prueba pueda leer Jos contenidos de los ítemes e interpretar su significado en el contexto cultural del cualjian._sldo_deriyaúo^ Así, no es suficiente verificar que el individuo pueda sólo reproducir oralmente las palabi-as de un páiTafo determinado, sino que el contenido del ítem debe ser significativo para el sujeto en relación con su experiencia de vida. P a r a su aplicación es imprescindible disponer del m anual de instruccjpnes, planU claves de_co.rrección. cuaderno de preg untas, ^oja de respuestas.y.hoias de pei'fil. Las condiciones son las normales para cualquier piTieba psicológica: ambiente tranquilo, libre de interrupciones y dis­ tracciones, con adecuada iluminación y que resulte cómodo pam el sujeto. Es conveniente explicar los motivos de la pi'ueba, estim ular la colaboración del examinado y garantizar el tra ta ­ miento confidencial de los datos obtenidos. 2.1.3^ Consigna j • Las instrucciones son sencillas y pueden utilizarse las que patán impresas en la portada del cuadernillo. En la práctica b asta con decir: 'E ste cuadernillo contiene una serie de frases. Lea cada una de_ellas y_decida si, aplicada a usted m isnidf es verdadera o falsa. Hágalo según lo que usted piense o hace habitualm ente; no existen respuesta^acertadas o 'equivocadas, cada persona puede responder como desee, siendo todas las res­ puestas aceptables. Anote su contestación en la Hoja de Respues­ tas. Deba poner una marca debajo de la V, cuando la frase que loa en el cuadernojea verdadera o mayormente verdadera para usted, y marcar debajo de la K cuando lo que lea sea falso o

G4

AFMCACIONICS D E L MM PI-2

mayormente falso. Intente resiiqnder de forma espontánea y s in ­ cera, procuraTido no 'dejar ninguna pregunta sin contestar, fíjese bien que el número de la frase corresponda con el número del espacio donde marca la respuesta". Se debeobstM;yai: que. el. sujeto com prenda bien las instruccionc^GcMioralmcntc los sujetos no tienen dificultades para realizar la tarea solicitada y, la m ayoría dé las veces, no m uestran críticas u otras formas de resistencia al responder a la prueba. Si aparecen dudas, el buen criterio del psicólogo para despejarlas ha de poder resolverlas. Algin'ta.s personas plantean que lo e.xpresado en algunos ítemes les ocurría antes pero no ahora, o al revés, no sabiendo cómo responder. En esta situación es mejor aconsejar que se refie­ ran en todos los casos a su estado actual, exceptuando, natui-almentc, las que preguntan explícitamente por el pasado. Otros se quejan de que existen m uchas frases repetidas y consideran que e.sto es pai*a confundirlos y averiguar si res­ ponden de la misma m anera en momentos diversos. En estos casos es aconsejable aclarar que hay algunas frases repetidas por necesidades de corrección mecánica. Algunas oraciones son criticadas por ser demasiado am b i­ guas. y crean dificultades a ciertas personas en su respuesta. En estos casos, os mejor no intervenir ni explicar el signifi­ cado de la.s frases, indicando que debe ser respondida según la entienda el sujeto. ' F inalm ente, algunas proposiciones red a c ta d a s en forma negativa confunden a perso n a s poco cultas o escasam ente acostum bradas a leer. En estos casos puede ser útil leer alguna de estas preguntas en voz alta. También puede ser ventajoso, indicar al. exam inado que no piense su respucsta_ en térm inos de “SG o “No”, como hacen a lgunas personas para simplificar. Es jDqjeJejd.blesque jo h ag a pensando “es verdad que” o “es falso .que” ........................ (contenido del ítem), ya que confunde mucho menos que pen sar en “sí” y “no”.

CAR ACTER ÍS TIC AS G ENER ALES DEL M.MI’ l-2

' 65

E n general, se puede permitir al sujeto contestar a la prueba d u ra n te intervalos limitados, por ejemplo antes y después de una interrupción. Es im portante, sin embargo, que_eLin^ventario sea respondido en una sola sesjón y no en varias, dado que pueden acontecer situaciones emocionales significativas que alteren la continuidad que llevaba hasta entonces en las respuestas. La adm inistración grupal requiere condiciones especiales para aseg u ra r la má.xima cooperación y cuidado en el comple­ tam iento del test. En pequeños giaipos es recomendable la ayuda de otra persona, necesitándose un ayudante por cada grupo de entre 20 y 25 sujetos. Durante la admirustración de un inventario de personaiidad como el MMPI-2, los sujetos muy sensibles pueden inteiprelar aun cualquier conversación casual entre los e.xaminadores como una discusión de sus respuestas a los ítemes del test. De forma similar, permanecer demasiado rato en un lugar de la sala puede ser interpretado como una curiosidad por parte del e.xaminador por saber en qué forma está contestando el sujeto. Sólo debería prestarse atención para detectar marcaciones erróneas, falta de persistencia o al copiar las respuestas de un compañero. Algunas personas pueden reaccionar en voz alta al conte­ nido de algunos ítemes y provocar una serie de comentarios, lo cual puede d istra e r seriam ente la atención de tos demás y del propio sujeto. Al examinador a menudo se le consulta para clarificar los contenidos o referencias de ítemes particu­ lares. E n ese caso, es preferible proporcionar definiciones simples de las palabras y releer el ítem, debiendo evitarse las discusiones extensas. Usualm ente es suficiente señalar: “Sólo indique la form a en que usted lo ve”. Se pueden realizar observaciones respecto de la aceptabi­ lidad del protocolo antes de comenzar con su puntuación. Por ejemplo, cuando se nota un marcado predominio de respuestas como verdadero, como falso o sin contestar. En algunas situaciones específicas de evaluación, por s u ­ puesto, puede ser imposible identificar este tipo de complica­

66

A PLICA CIONES DEL MMPI-2

ciones. R esultará necesario, entonces, obtener los índices de validación post-evaluación cuantitativa y cualitativa p a ra de­ tec tar protocolos cuestionables. En las páginas 77 a 105 se proveen datos a este respecto. El MMPI-2 también está disponible en casetes de audio. Estas cintas pueden ser usadds para adm inistrar la prueba en foi‘ma individual a sujetos con impedimento visual, a t r a ­ vés de una grabadora de casetes y audífonos. Cada ad m in is­ tración toma cerca de una hora y media. La cinta prese n ta prim ero las instrucciones generales de la prueba, seguidas por dos lecturas de cada ítem, pa ra g a r a n t iz a r que el sujeto com prenda los tem as y tenga t ie m ­ po pai-a mai-car sus r e s p u e s ta s . En sujetos con visión lim i­ ta d a deben to m a rse especiales precauciones, p ara facilitar la g rabación de sus r e s p u e s ta s y g a ra n tiz a r la privacidad adecuada.

2.2. P rocedim iento de puntuación A ntes de corregir las hojas de respuestas, debe tenerse en c uenta el sexo del sujeto, ya que las escalas tienen diferentes harem os p ara hombres y para mujeres. Todos lo íte mes omitidos o con dobles marcas deben ser ........ anulados y tra tad o s FqmqfTelpü^ta^^^^ ET n úm ero to7al de estos ítemes es el puntaje de “In te rro ­ g antes (?)”. Este valor debe ser ingi'esado en el espacio con*espondiente en la hoja de repuestas. P a ra obtener los puntajes brutos de las escalas del MMPI-2 es necesario cotejar las respuestas al inventario con la clave de corrección que figura en el Apéndice A de Evaluación de la p e r so n a lid a d . A p o rtes del MMPP2^ (Brenlla, D iuk y M a ristany, 1992). P u e d e n confeccionarse p lantillas p a ra agilizar la evaluación. Se calculan los puntajes brutos para cada una de las tres escalas de validez y para las diez escalas clínicas. También pueden obtenerse las puntuaciones de las

C A R A C T E R ÍS T IC A S G E N E R A L E S DEL MMPl-2

67

escalas de c ontenido, su p le m e n ta ria s , subescalas HarrisLingoes y sets de ítem es críticos mediante las claves de co­ rrección correspondientes. Se asigna u n (1) punto por cada coincidencia observada e ntre la clave de corrección para cada escala y lo contestado por el sujeto. El p u n taje total por escala resuitará de la su m a to ria de lo p u n tu a d o en “V” y en “F”. Así, por ejemplo, si p a ra la escala L se observan S respuestas coinciden.tes como “verdadero” y 4 como “falso”, el puntaje bruto de esta escala será de 12. Las escalas 1, 4, 7, 8 y 9 pueden corregirse con una proporción de K ya e stab lecid a. Esta fracción está siem pre en térm in o s de la p u n tu a c ió n b ru ta de K obtenida per la evaluación del protocolo del sujeto. Las fracciones a p ro p ia ­ das de K p a r a s e r a g re g a d a s a cada una de las citadas escalas fueron c a lc u la d a s por los autore.s m ediante a n á li ­ sis esta d ístic o s. L a ta b la 10 señala las proporciop.es de K que se a ñ a d e n a ellas. En las páginas 90 a 95 se e n c u en ­ t r a n datos a c erc a de los alcances y significación de la es­ cala K. P a r a e v ita r pro b le m as en el redondeo de las cifras se provee la ta b la 11. Allí se indican, para cada uno de los valores posibles de K, las fracciones correspondientes.

T a b la 11. P ro p o r c io n e s d e K p a r a la corrección de las e s c a la s c lín ica s

E scala

Fdvtnv corrector K

1 - Hs (Hipocondriasis» 4 * Dp (Dcsv. psicopálicni

X de Hs + O.ó de K X de Rd + 0.4 de K

7 - P t (Psicastenia)

X de Pt + 1 K

8 - Se ( E s q u izo fren ia) 9 - M a (M a n ía )

X de Ma + 0.2 de K

X de Se + 1 K

63

A P L I C A C I O N E S DEL MMPl-2

T a b la 12. F ra c c io n e s p a r a c a d a valo r p o sib le de K A'

0.5

0.4

0.2

l. 2. 3. -1. 5. 6. 7, 8. 9. 10. u. 12. 13. 14. ir>.

1 1 2 2

0 l

0 Ü 1 l l I 1 •)

3 3 4 4 ó f) 6 (> 7 7 S

I 2 2 •2 3 3

2 rj % r G

2 3 3 3

0,5

0,4

0.2

16. • 3 17. 9 18. 9 10 19. 20. 10 21. 11 22. 11 23. 12 24. 12 2.5. 13 26. . 13 27. 14 2.S. 14 29. 15 30. 15

6 7 7 8 3 8 9 9 10

3 3 4 •1 •1. 4 4 5 5 5 5 5 6 6 6

A'

10 U 11 12 12

E-JEMPLO 1

Un sujeto obtiene un puntaje bruto de K = 16 y las p u n ­ tuaciones siguientes en las escalas 1, 4, 7, S y 9.

Esenía

4-Pd 7 -n 8-8c 9-M;i

Puiilitjv hriili) iiiivial 13 20 12 13 IG

Factor canxclar K 8 6 16 16 3

Puntaje bntlif total 21 26 28 29 19

La puntuación de la escala TRIN es algo más complicada que la del resto de las escalas. Primero se determinan la can­ tidad de inconsistencias hacia ‘'Verdadero” y hacia “Falso”. P ara ello, se sum a un punto por cada ‘Verdadero” contestado que corúcida con alguno de los catorce pares de la escala TRIN cuya respuesta como “Verdadero” es iriconsistente. Luego, se

C A I tA C T E R Í S T lC A S G E N ER A LE S DE L M M P I -2

(i9

resta un punto por cada contestación como “Falso” que coinci­ da con alguno de los nueve ítemes de TRIN cuya respuesta como “falso” es considerada inconsistente. A continuación se suma una constante predeterm inada de 9 puntos. Así, una persona que contesta como “Verdadero" a cuatro pares de TRIN “Verdadero” y a seis de “Falso” recibe una puntuación de 7 (F) (4 - 6 9). Esto reflejaría la tendencia a responder “Falso” sin prestar dem asiada atención al contenido de los ítemes. Si, por el contrario, un sujeto contesta a doce de los TRIN Verdadero, y dos de los TR IN Falso, la puntuación total de TRIN sería 19 (12 - 2 + 9), y podría pensarse en una tendencia a responder como verdadero de m an e ra inconsistente. Los puntajes eleva­ dos en esta escala reflejan la tendencia a responder indis­ crim inadam ente como “falso” (nay saying) o como Verdadero (yea saying). Antes de componer el perfil, debería notarse que debajo do la columna de p u n taje s brutos ingresados en una lioja de perfiles, existe u n a fila de espacios en blanco rotulados "K agregado", la cual aparece bajo las siguientes escalas; Hs. Pd, Pt, Se y M a (Véase pág. 251. fig. 1). Cuando e s ta s fracciones han sido determ inadas, deben ingresarse en los espacios en la línea debajo de los puntajes brutos que h a n sido transferidos de la hoja de respuesta.s y la puntuación b r u ta total corregida. Algunos clínicos pueden desear evaluar un protocolo con­ siderando los p u n tajes de las escalas sin la corrección de K. P ara tales propósitos deben usarse distintos valores T. AI p re p a ra r el perfil básico se deben considerar los s i­ guientes aspectos. 1. Deben e m p learse las normas apropiadas de acuerdo con el sexo del sujeto, así como la hoja de perfil corres­ pondiente. 2. Debe a g reg arse a los puntajes brutos la puntuación correspondiente p a ra aquellas escalas con corrección K (Hs, Pd, Pt, Se y Ma).

70

a pl ic a c io n e s

D E L M M Pl-2

3. En el perfil se observan, en el interior, la distribución de puntajes biutos por escala y, en el exterior, las puntuacio­ nes T. Se anotan los puntajes brutos en el lugar coirespondiente según escala. Las colum nas exteriores de la izquierda y la derecha señalan los valores T para estos puntajes. 4. Se anotan asteriscos, círculos u otras pequeñas m arc as en los lugares de la p u n tu ac ió n directa en cada escala del perfil, y se los une con u n a línea continua, dividida entre las escalas de validez (del lado izquierdo del perfil) y las escalas clínicas (las cuales comienzan con la escala 1-Hs). 2.2.1. Codificación d d perfil El manejo de perfiles o de puntuaciones de todas las esca­ las puede resultar poco práctico, por ello se recurre a la co­ dificación de los resultados, que perm ite ev a lu a r los perfiles de una forma ordenada y con sid e rar la totalidad de los re s u l­ tados en la interpretación de la prueba. P a ra resum ir las c a ra c te rístic a s obtenidas m ed ia n te el MMPI-2, se emplea un siste m a de codificación, el cual reduce la gran cantidad de posibles perfiles a u n núm ero m ás p rá c ­ tico. Al codificar, a cada escala clínica se le asigna u n n ú m e ­ ro: Hs es 1; D, 2; Hy, 3; Pd, 4; Mf, 5;'Pa, 6; Pt, 7; Se, 8; Ma. 9; y Si, 0. Estos números son la base p a ra codificar los pa tro n e s de in te r p r e ta c ió n del perfil. M u c h o s clínicos los e m p l e a n rutinariam ente, en lugar de nom bres o a b re v ia tu ra s de esca­ la, evitando así implicaciones psiquiátricas que pueden in te r ­ ferir en una situación no clínica. En el pasado, dos diferentes sis te m a s h a b ía n sido u tiliz a ­ dos con el MMPI: el m étodo o riginal de codificación de H a th a w a y (1947), r e s u m id o en “U n m a n u a l del M M P I ” (Dahlstrom, Welsh, y D ahlstrom ; 1972), y el procedimiento de codificación extendido o total de Welsh (1948, 1951). El

CAR ACTER ÍSTICAS G E N E R A L E S DEL M.Ml>l--.>

71

sistema de codificación de Welsh es el único empleado en la tabulación del MMPI-2. 2.2.2. Código de Wel.sh Se clasifican las escalas, de mayor a menor, incluidas las de Mf y Si. P a ra ello se utiliza la codificación que aparece más abajo. Se indica, así, la m agnitud de las elevaciones. Las escalas de validez se anotan a la derecha siguiendo los m is­ mos signos. Se subrayan aquellas escalas que tengan idénti­ ca puntuación y se respeta el orden n atural al transcribirlas (2S y no 82). Un perfil de m uestra puede ser útil para ilusti'nr e s t e método. E j e .m p i .o !•

Esccda L F N úm ero

K

Puntaje T = 57 75 43

Hs D Hy Fd Mf Pa P t Se 1 2 3 4 5 6 7 8

Ma Si 9 0

69 88 75 94 52 81 75 79

59 65

El primer paso al codificar el perfil es escribir los puntajes debajo de los dígitos que representan las escalas clínicas, de acuerdo con la elevación del puntaje T, del más alto al menor. La escala más alta en este caso es Pd con un puntaje T de 94, así que el dígito 4 será el primer número en el código. La segunda escala mayor es D, con un puntaje T 88; el código queda entonces en: 4-2. La tercera escala más alta es Pa, con T = 81, y la cuarta es Se, con T = 79. De esta m anera el código queda en4-2-6-8. Este procedimiento se sigue hasta que todas las escalas clínicas se enumeren en dígitos descendientes de puntajes T. Además de las escalas clínicas, las escalas de validez deben codificarse y ubicarse en forma separada, a la derecha del códi­ go de las escalas clínica.s. (Nótese que para el MMPI-2, la escala

72

A P L I C A C I O N E S D E L MM PI-2

“No sé”, no es parte del código, ya que ésta es una puntuación bruta.) La secuencia de los dígitos para el ejemplo 1 es: 4 2 6 8 3 7 1 0 9 5 FLK Es importante aseg u ra rse de que todas las escalas hayan sido incluidas en el código. Por supuesto, n in g ú n dígito debe aparecer más de una vez. Si una escala es om itida o repetida, puede fácilmente ser d e tectada y hacerse la corrección. E

je m p l o

2

Escala L F Núincn)

K

Hs D 1 2

Hy Pd Mf Pa P t Se Ma Si 3 4 5 6 7 8 9 0

Pitnlajc T = 52 101 35 68 68 47 67 62 90 79 81 72 75 En este ejemplo, el código es: 6 8 7 0 9 1 2 4 5 3 F L K A continuación, las escalas con el mismo valor, o a un punto entre ellos, se subrayan. Se agregan entonces los símbolos de la elevación, empleando las siguientes m arcas p a ra designar rangos de elevación de diez puntos en la puntuación T. 100 109 90 99 80 89 ' 79 . 70 60 69 / 50 59 *, 40 49 u fT 30 39 29 y debajo, a la derecha de ñ

CAR ACTER ÍS TIC AS G E N ER A LE S DEL MM Pl-2

73

Algunos em plean símbolos de elevaciones adicionales; los puntajes de 110 a 119 son seguidos de ! y 120 por !!. Si esto es o no necesario y útil p ara preservar esta información en el código, dependerá del núm ero de casos vistos con tales elevaciones extrem as, y la importancia del diagnóstico encon­ trado para puntajes con estos rangos. Cuando estas m arcas se agi-egan a los ejemplos dados, los códigos son: E.JEMPLO

1: 4-‘26"837'10-95 F-L/K

E.IEMPLO 2: 6*8"709'1245-/3 F ‘-‘--L/:K Si no hay ninguna escala en un rango T de diez punto.s, debe incluirse el símbolo apropiado de elevación para el rango perdido. (En el ejemplo 2, la escala 5 es 62 y la siguiente, escala 3, es de 47; entonces, al final del código debe leerse 5-/3.) Algunos usos del código son obvios. Por ejemplo, es fácil encontrar perfiles parecidos. En el código para el ejemplo 1, es claro que la escala mayor en el perfil es Pd y el puntaje T es 90 o mayor; que Mf está bajo 60 y es la escala menor. Cuando se ha codificado una cantidad de casos y o rd en a ­ dos en secuencia, es posible una rápida ubicación dé todos los casos que comienzan con 4 y term inan con 5. Si un tipo de código se especifica por los tres puntajes m ás altos, es fácil identificar todos los perfiles 4-2-6. Cuando el objetivo es cla­ sificar los perfiles, la codificación permite especificar el grado de similitud deseada tanto para el orden de las escalas como para su elevación absoluta.

3. O i'g a n iz a c ió n d e los d a t o s La interpretación del MMPI-2 requiere de una estrategia en la organización de los datos y en sus posibilidades inter­ pretativas a fin de captar el contenido relevante y significa­ tivo. Para in te rp re ta r correctamente el perfil es necesario

74

AP LICACIONES DEL MMPI-2

conocer la estructura general del inventario y e star familia­ rizado con las publicaciones correspondientes. P a ra aquellos que están empezando a conocer este méto­ do, se sugiere la consulta de parám etros de interpretación del MMPI 'original en fuentes tales como G raham (1987), Gi-eene (1989), Lachar (1974), Butcher y Pancheri (1976), Dahlstrom , Welsh y Dahlstrom (1972) y Nuñez (1979). En todos los casos, tanto para los principiantes como para los e.xpertüs, es necesario considerar las aportaciones especí­ ficas respecto del MMPI-2 de Butcher, Dahlstrom, Graham, "Jcllegen y Kaemmer (1989) y de Butcher y Williams (1992). Tam bién, los numerosos artículos publicados desde 1990 a la fecha en revistas como la Psychologic'al A ssessm ent y los estudios regionales en países de lengua castellana de Casullo, Gai'cía S am artino y cois. (1996), Risetti, Himmel y González Moreno (1996); Lucio y Reyes-Lagunes (1996), Ávila Espada y Jim énez Gómez (1996), y Cabiya (1996). La formulación de hipótesis interpretativas de los datos obtenidos en el perfil clínico del MMPI-2 ap u n ta hacia tres aspectos relacionados de estos puntajes: • • •

la confiabilidad de los puntajes en el perfil, d e term ina­ dos por los indicadores de validez; la elevación absoluta de las escalas clínicas en relación con los puntajes e s tá n d a r T; la configuración relativa de estos puntajes en el perfil individual.

Estas configuraciones reflejan la validez y los patrones de interpretación de los componentes de las escalas. Otras posibili­ dades inteipretativas se obtienen mediante el análisis de los puntajes de las subescalas de contenido de Harris-Lingoes; de las escalas de contenido; las suplementarias e índices. También, por la evaluación de la forma particular de responder a los ítemes, que aparecen en el listado de ítemes críticos (ítemes ciáticos de Hulcher-lvoss y de Lachar-Wrobel) y que permiten conocer es­

CA R A C T E U ÍS T ÍC A S OENKRAI.ES niCI. MMl'I C



tados agudos o intensificados respecto de algunos síntomas o características. E n las páginas 239 a 250 se presenta una guia para la integración global de los datos del MMPI-2. Un acercam iento a la interpretación del perfil básico y la información adicional obtenida del MMPI-2 incluye los si­ g u ien te s puntos. 1. E v a lu a r la aceptabilidad del protocolo para proceder con la interpretación, incluyendo algunos determ inan­ tes del compromiso del sujeto para completar el inven­ tario y su consistencia con otra información obtenida de éste, por ejemplo, entrevista semidirigida. 2. E.xaminar los puntajes de las escalas de validez a fin de conocer la actitud general de respuesta del sujeto al inventario. 3. E.xaminar los puntajes de las escalas clínicas en el perfil, con el propósito de generar una lisia de posibles líneas de interpretación respecto de la personalidad y del estado emocional actual del sujeto. 4. C o n s u lta r v arias guías interpretativas para correlatos com unes del patrón de códigos generados por el periil clínico, incluyendo posibles alternativas diagnósticas. 5. D e term inar las escalas que están elevadas, al menos en un nivel moderado, y los componentes de las subescalas que están prim ariam ente contribuyendo a esta elevación. 6. E.xam inar cualquier ítem crítico significativo, que pudo h a b e r sido respondido como señal de una problemática específica o un síntom a insospechado previo. 7. E x a m in a r los p untajes en las escalas de contenido para ela b o rar las hipótesis interpretativas generadas y for­ m u la r un resu m e n coherente de las dinámicas de per­ so n alid ad y diagnóstico. 8. E x a m in a r los puntajes de las escalas suplem entarias p a ra v a lo ra r aspectos adicionales de validez y para a m p lia r la indagación de características de la persona­ lidad o el tipo de problemas que presenta el sujeto.

7G

AIM.ICACIONKS DEL MMPÍ-2

4. V a lid e z de los p e r f ile s d e l IVIMPI-2 El MMPI-2 es un inventario autodescriptivo de la perso­ nalidad y no una técnica objetiva en sentido estricto, por lo que su validez y utilidad dependen, en gran medida, de la cooperación que los sujetos brinden al responderlo y, por lo tanto, de la actitud de respuesta que exhiban. Tanto en si­ tuaciones clínicas como en las de otros ámbitos de la psico­ logía, los sujetos pueden sentirse inclinados a distorsionar la s .re s p u e s ta s a los ítemes del inventario. Por ello, este tipo de técnicas de evaluación necesitan de alguna ponderación p a ra considerar que el protocolo sea válido. En el caso del MMPI-2 se diseñaron diversas escalas que pe rm ite n recabar información acerca de la cooperación, la a p e r tu r a y la buena disposición para brindar información personal a través de la respuesta a los ítemes. E s ta s escalas de validez permiten, por una parte, reali­ zar inferencias acerca de si ha sido distorsionada la res­ p u e s ta a punto tal de invalidar el protocolo y, por otra, b rin d a r información acerca del tipo de defensividad predomi­ n ante y contribuir así a una mayor precisión en la descrip­ ción sintom ática. Los estudios de investigación m u estra n que existe una ten d en cia de perfil asociada a la invalidez del MMPI-2 en d istin to s campos de aplicación. Por ejemplo, en ciertos casos del ám b ito forense, es frecuente que alg u n a s personas re s ­ pondan al inventario marcando una exagerada cantidad de sín to m a s que r e s u lta n poco creíbles a fin de obtener algún beneficio personal. Por el contrario, en procesos por te n e n ­ cia y custodia de niños, los sujetos tienden a exhibir una m odalidad de resp u e sta en la que predom ina la falta de reconocim iento de fallos, por mínimos que éstos sean. Estos p a tro n e s típicos de resp u e sta de distorsión pueden ser de u tilid a d p a ra valorar aspectos de la personalidad de los individuos y en riq u e ce r así la evaluación psicológica de los mismos.

C A R /\C T E R ÍS T IC A S GE NER ALE S DEL .MMPL2

77

Pero dejando de lado estos contextos particulares, se ha observado que las personas pueden tener problemas en en­ tre g a r u n auténtico informe de sí mismos cuando responden a los ítem es de un inventario de personalidad. Las personas pueden asignar distintas interpretaciones a un a m ism a frase. Por ejemplo, el ítem "Tengo dolores de cabeza frecuentemente'* puede ser interpretado como una vez al día, u n a vez a la sem ana o una vez al mes, y responder, en consecuencia, como “Verdadero” o “Falso”. La ambigüedad in h e re n te a algunos ítemes puede dificultar, entonces, una autodescripción adecuada. Por otra parte, es difícil valorar la consistencia en la res­ p u e sta a los ítem es del inventario para informar conductas, emociones o pensam ientos a través de la evaluación y apre­ ciación de los ítemes, ya que estas operaciones j)ueden variar según quién los responda. Aun asum iendo estas imprecisiones que pueden afectar la in terp retació n de las frases del inventario, el MMPI-2 ha dem ostrado s e r una h e rram ienta útil para recabar inform a­ ción relevante respecto de la personalidad de los sujetos. Los indicadores de validez, usados solos o en combinación, rucroi\ diseñados p a ra e v a lu a r no sólo la aceptabilidad del pi'ütoculo sino tam bién p a ra o rie n tar al clínico acerca de la modalidad defensiva pred o m in an te o la tendencia a la deseabilidad so­ cial. E n el M M PI-2 se han desarrollado algunos indicadores su p le m e n ta rio s de validez para precisar aún mcás estas ca­ racterísticas. Como base, cada protocolo debe ser examinado para de te r­ m in a r su aceptabilidad, para poder generar inferencias in te r­ p r e t a ti v a s o h ip ó te s is diagnósticas. Solam ente si puede a s u m irs e que el sujeto completó el inventario c o nsisten­ tem ente, m arcando los ítemes de tal forma que pueda refle­ j a r su autopercepción, entonces, el clínico puede continuar con el proceso interpretativo. U n sujeto puede responder a la prueba de modo tal de in v a lid a r un protocolo. Puede, por ejemplo, dcjai' un gran

78

A P L IC A C IO N E S DEL MMPI-2

número de ítemes sin contestar; m a n ife s ta r u n a v a rie d ad de com portam ientos que distorsionan el verdadero p a tró n de autodescripción; p r e s e n ta r problem as con las in stru cc io ­ nes del inventario o p a ra com prender el significado de los ítemes y, consecuentemente, responder de forma v irtualm ente azarosa. En este capítulo se b rin d a r á n los datos necesarios p a ra observar si los perfiles obtenidos son válidos e i n te r p r e ­ tables; una guía de descriptores p a ra cada escala (B u tch e r y Williams, 1992: 42-59); ta b la s con las posibilidades i n t e r ­ preta tiv a s según p u n ta je (Butcher, D a h lstro m , G r a h a m , Tellegen, y Kaem mer; 1989: 22-30) y los índices de validez más usados.

4.1. Escalas de validez 4.1.1. M edidas de defensividad •

Escala: ? (Interrogantes)

La escala de in te r ro g a n te s provee i n form ación acerca de la c o o p e r a c i ^ del suieto en el proceso de evaluación. El puntaje de e s ta escala es el n ú m ero total de los íte m e s no contestados y de los respondidos en a m b a s direcciones (V y F). La falta de disposición o la defensividad p u e d e n h a c e r que el sujeto no re sp o n d a o exhiba indecisión p a r a a lgunos de los ítem es; e sta situ a c ió n a te n ú a las p u n tu a c io n e s de las escalas r e s t a n te s . Si un individuo om ite la r e s p u e s t a de m ás de 30 íte m e s d e n tr o de los prim eros 370 (los co­ r re s p o n d ie n te s a las e s c a la s básicas), el protocolo debe ser considerado inválido. Si, por el co n tra rio , los om ite m ayorm ente luego del ítem 370, entonces, p u e d e n s e r i n ­ te rp re ta d a s las escalas b ásicas pero no las de contenido ni las s u p le m e n ta ria s .

CAR ACTER ÍS TIC AS G E N ER A LE S DEL M.MPI-2

"

79

Guía de interpretación para los puntajes - > 30: indica invalidez del protocolo dado que se dificulta la interpretación, exceptuando que estas 30 omisiones se distribuyan después del ítem 370, en cuyo caso pue­ den in te rp re ta rse las escalas básicas pero no las de contenido y suplem entarias. Descriptores (Butcher y Williams, 1992; 43) - defensividad - indecisión - fatiga, desánimo - percepción de que los ítemes son in-elevanles bajo nivel de comprensión

T abla 7J.j E 5 C g i a J ^ l n l .L ‘n o g : m l e s i - !ntcrpret;-.ciói\ (B u tc h e r y c o a u to re s , 1989: 25t P u n ta je b ruto

V alidcí del p erfil

fu e n te probable de etevavión

Pt,sihlli>: >)

inválido

• falsear fingiendo b uen ajusto psicológico

I

• resisten cia a la evaluaciiin • injienuidad y Taha de perspicacia

| 1

Alio

validez

• r esp u es ta al a/.ar

• C-Ntadu cunrusiana.) 1

(70-79)

cuestionable

• negación de faltas

• estilo represivo • escasa capa.citiad

|

iinro sp ccd v a Modi-radu (GO-(iD)

p rob ab lem en te

* ac titud defensiva

• confori’iisiaa Micial • moralism o

válido

• rigidez para can ic’oas

0

situacit;ae.' novedosas Modnl

válido

• aclilu d aüOLuada

(50-59) Bujo (•10 0 ue¿ias v er d a d e r a s

(faking-bad)

• m a l e s ta r psicológico en fatizad o • se g urid ad e independencia • sa rc asm o, ironía

4.1.2. E scalas de infrecuencia • Escala: F (Validez) La escala F fue construida para detectar la tendencia al fingimiento o a la exageración sintomática, ya que esta conducta j)odia ser esperable en un inventario autodescinptivo. Poi’ ello, Hathaway y McKinley (1942) propusieror. un modo simple pe'o

¡

S4

a p l ic a c io n e s d el

MM Pl-2

efectivo de controlar la respuesta. Diseñaron una escala con fra­ ses que indicaban síntomas psicológicos de envergadura, conteni­ dos bizan'os y conductas infrecuentes, pero que no reunían las características como para reconocer un cuadro clínico consistente. Seleccionaron luego aquellos que fueron respondidos por menos del 10 7r de la muestra de población general y consideraron que quienes obtuviesen puntajes elevados intentarían mostrar sínto­ mas de una amplia gama de problemas que, en realidad, no sería el compoitamiento esperado de un paciente cuya respuesta debía ser más selectiva. Sin embargo, en muchos casos la puntuación alta en F está con frecuencia asociada a la elevación de varías escalas clínicas, por lo que es importante considerar la importan­ cia que la escala puede tener como índice de patología severa (Kazan y Scheinberg, 1945). Por su parte, Kaufman (1956) confinnó esto al mostrar las diferencias de puntaje de F antes y después de trat-amiento eficaz en una muestra de pacientes psi­ quiátricos, obsei*vánclosG una disminución significativa de F lue­ go de la intervención clínica. En el MMPI-2 se eliminaron 12 de los ítemes originales de la escala y se m antuvieron 60, de los cuales se adaptaron 12 lingüística y/o gramaticalmente. Incluyen contenidos que se ]-eficren a pensamientos y creencias e.xtrañas, así como indica­ dores de adaptación psicológica endeble y sentim ientos de apatía y desgano. Los estudios m uestran que los individuos de población general reconocen sólo cinco o menos ítemes. La escala F es, también, un buen indicador de la respuesta al azar. Si un individuo contesta a 30 ítemes o m ás en la dirección de elevarla, la probabilidad de respuestas al azar aum enta, ya sea por negligencia al contestarlos o por en'ores en el registro de las m ism as (por ejemplo: contestar en el casillero equivocado). Por lo tanto, el puntaje de F posibilita realizar inferencias respecto de la disposición y la habilidad del individuo para b rin d a r información relevante acerca de sí mismo. A conti­ nuación se explicitan los significados probables de las p u n ­ tuaciones T (Butcher y.W illiams, 1992: 45):

CAR A C T ER ÍS T IC A S GENER /\L ES DEL.MMPI-2

85

- T < 50: Perfil válido. Mínimas expresiones de síntomas y de exageración de problemas. Lachar (1974) sugiere que estas puntuaciones son frecuentes en personas nonmales, con escasa exposición a situaciones de tensión y probablemente convencionales y de pocos intereses. En ocasiones, este puntaje puede indicar, sobre todo si las esca­ las L y K están elevadas, sujetos defensivos que enmascaran sintomatología significativa, tensión emocional y aprensión. - T 51-59: Perfil válido. Si F se encuentra más elevada que L y K, indica accesibilidad y apertura para reconocer y h a ­ blar acerca de problem as psicológicos. Suele asociarse con sentim ientos de inquietud e insatisfacción. - T 60-64: Perfil válido. Revela expresión sintomática cir­ cunscrita a d e te rm in a d as áreas de problemas. Si L y K se encuentran elevadas, podría indicar desórdenes moderados del carácter o comportam ientos neuróticos. - T 65-S0_: Perfil probablemente válido, aunque es posible cierta exageración de los síntomas. Reconocimiento de una amplia variedad de problemas psicológicos y ape rtu ra y dis­ posición p a ra discutirlos. - T 81-90: Perfil de validez límite. Sugiere la probabilidad de un patrón de confusión y desorientación, característico de las psicosis, pero tam bién exageración de complejos y sínto­ mas psicológicos a fin de obtener reconocimiento o beneficios personales. - T 90-99: Perfil de validez límite. Se manifiestan las ca­ racterísticas recién señ ala d as con mayor intensidad, por lo que el perfil total debe ser interpretado con cautela. - T 100-109: Perfil probablem ente inválido. En el á m b i­ to clínico se h a observado este tipo de puntuaciones en pacientes p siq u iá tric o s severos, por lo que se debe te n e r en cuenta, p a ra in v a lid a r o no el protocolo, si las resp u e sta s son de in c o n s is te n c ia lógica, lo que indicaría confu.sión m ental o r e s p u e s ta al a z a r (para lo que se recomienda observar si la e scala V R IN se encuentra en niveles acep­ tables), o si la elevación de F se encuentra asociada a la

HG

A P L I C A C I O N E S D E L MMPI-2

elevación c o n sistente de a lg u n a s de las escalas clínicas, sobre todo las 6, 7, 8 y 9. Como puede observarse, u n a elevación de la escala F pue­ de reflejar distintos tipos de problem as, por lo que su in te r­ pretación debe realizarse teniendo en cuenta el contexto en que la evaluación se realiza. Los estudios de investigación indican que los p untajes elevados pueden agruparse según distin ta s condiciones: • P r o ba bi l i da d de r e s p u e s t a al a z a r

UiFlTidi^duo puede coníestar aí azar por confundir los casi­ lleros de respuesta, pero tam bién por falta de disposición para cooperar en el proceso de evaluación. Produce, por ende, un pro­ tocolo inválido que la escala F detecta adecuadamente (Beny'. Wetter, Baer, VVidiger, Sumpter, Reynolds y Hallam, 1991). • P ro b a b i l i d a d de d e s o r i e n t a c i ó n

Con frecuencia, los individuos que padecen cuadros tóxicos agudos, síndromes neurológicos o estados de ansiedad extre­ ma presentan confusión y desorientación, lo que puede r e d u n ­ dar en escasa capacidad p a ra cum plir consignas o comprender adecuadam ente el significado de los ítemes. Por esto, las pun­ tu ac io n es m uy e le v a d a s en F d e b e ría n a c o m p a ñ a rse de puntajes aceptables p a ra VRIN, de modo tal que garanticen la no re s p u e s ta al azar. Los perfiles que se e n c u e n tra n e ntre T 90 y T 109 son, con frecuencia, considerados válidos. Por ejemplo, en las adm isiones de pacientes psiquiátricos y del ámbito forense se observa, a m enudo, un exagerado pero inter­ pretable patrón de sín to m as (B utcher y Williams, 1992: 46). • P s i copatología s e v e r a

En ciertos casos, p a r tic u la r m e n te en los pacientes psiquiá­ tricos internados y los sujetos que perm anecen en custodia carcelaria, se observa u n a ten d e n c ia a m o stra r perfiles con puntajes elevados de F como consecuencia de las c a racterís­ ticas de su padecim iento y/o de las condiciones am bientales

C A H A CT EIIÍS TICA S OENERAI.E.S IMCl, MMI4-1’

S7

a las que está n expuestos. Los estudios de G y n th e r y Petzel (1967) y de G ynther, A ltm a n y W arbin (1973) brindan ex­ ten sa información acerca de la elevación de la escala F en perfiles de pacientes psiquiátricos, y los de M egargee y Bohn (1977) m u e s t r a n que en s it u a c io n e s de c o n fin a m ie n to carcelario, los individuos responden de modo de elevar la escala F. En am bos casos, las puntu ac io n es a lta s proveen datos de utilidad in te rp re ta tiv a . Esto coincide con lo obser­ vado en los estudios realizados en nuestro ám bito en m u e s ­ tra s de pacientes carcelarios (F errante, 1996) y de pacienle.s psiquiátricos (Brenlla, 1997). Por otra parte, G ra h a m , Watts y Timbrook (1991) indican que en situaciones clínicas puede ser apropiado in te r p re ta r perfile.s con F de h a s ta T 110. '/* Probabilidad d_e_fingimiento '"Los'süjétós pueden contestar ál inventario con la intención consciente de reflejar serios disturbios emocionales en pos de conseguir beneficios secundarios. En contextos de juicios labora­ les, por ejemplo, la elevación de F puede coiresponder a indivi­ duos que les in te re s a convencer a los profesionales de la necesidad que tienen de atención psicológica. Similar comporta­ miento se observa en los sujetos.que necesitan m ostrar proble­ mas psicológicos como modo de influenciar positivamente a quienes los juzgan (Schretlen, 1988). f Direrencj.as-cultuvales— En las investigaciones cross-ciiltiiral se rep o rta que los sujetos responden al in ventario de modo diferente respecto de la m u e s tra n o r m a tiv a n o rte a m e ric a n a del MMPI-2. En p a rtic u la r los referidos a estudios realizados en Asia, donde se observa u n a p u n tu a c ió n e le v a d a -p a ra la escala F en la población general. C heung, Song y B u tc h e r (1991) e n c o n tra ­ ron que muchos ítem es considerados infrecuentes en los Estado.s Unidos, no lo e ra n en las m u e s tra s do China, por lo que diseñaron u n a escala de infrecuencia p ara ser usada

S8

A P L I C A C I O N E S D E L MM PI-2

en este país conservando los criterios originales de H athaw ay y Mclünlcy. E n nuestro medio, las investigaciones llevadas a cabo por Casullo y colaboradores (1996) indican que en la población general se observa u n a u m e n to de la puntuación de la escala respecto de la m u e s tra n o rm a tiv a de los Estados Unidos, por lo que, si se utiliza é s ta como pará m etro de comparación, recomiendan utilizar como puntaje de corte un T de 70. E

je m p l o s

Item 72; “A veces mi a lm a a b a n d o n a mi cuerpo.” (V) íte m 343: “Me g ustan los niños.” (F) - G uía de interpretación para los p u n ta je s elevados - T > 110: indica la no interpretación del perfil, ya que supone una exagerada ca n tid ad de ítem es de esta esca­ la señalados. - T 90 a 109: probabilidad de invalidez del perfil. Sin embargo, en caso de t r a t a r s e de pacientes clínicos o en conrmaniiento, el peiTil podría considerarse válido, ya que expresaría psicopatología severa. P a r a ello, debe d e sca rta rse la inconsistencia en las resp u e sta s apelan­ do a la escala VRIN (< 79). - T SO a 89: indica una importante cantidad de ítemes se­ ñalados que sugieren autopercepción de problemas, nece­ sidad de atención y, probablemente, e.xageración de esos problem as. También, puede tratarse de personas que in­ ten tan da r deliberadamente una imagen distorsionada de sí, en pos de lograr algún beneficio personal. Un puntaje de VRIN de < 79 sirve para descartar la respuesta incon­ sistente. - T 60 a 79: indica que el sujeto respondió a un conjunto de ítemes que reflejan un área circunscrita de problemas. - Descriptores (Butcher y Williams, 1992: 47) posible exageración dé los síntom as - nVo.strnrse con problem as psicológicos

C A I U C T E R Í S T I C A S G E N E R A L E S OEL MMlM-2

89

fingimiento de enfermedad confusión problem as de comprensión verbal respuestas al a z a r psicopatología severa T a b la 15. E s c a la F (V alidez)- In te r p re ta c ió n ( B u tc h e r y c o a u to re s , 1989: 26) Puntaje T

Muy alto (91 o >)

V alidez d cl p e rfil p r o b n b lc m c n lc inválido

Fuentes pruhahies de elevneiún resp u es ta al a z a r severos problem as de com picns ion

PasihiÜ dudes de interpreten ifin * falla de co«»pcraci»')n * í’i ngimieiuo do

malestar •fth/1ig hudi * com prcnsiim verbal dism inuida ’ resisioncia a la evaluación

Alto (71-90)

Moderado (56-70)

validez cu estio nable

p r o b a b le m e n te válido

• simulación • severa psicopatología • todas las r e sp u e s ta s como verdadero • tendencia a s e r o pnreccr poco convencional • compromiso político, religioso o social • aten ción lábil • ho nestid ad en las r e sp u e s ta s • capac idad autocrític a

n p a re n la r m a le sta r psict)l()gico pedido de a.vuda c r is is (le id en tid ad , estados confusionales

probab ilid ad de conducta im pulsiva iiujuielud. ¡imsiaMlidaíl y 'o iirilabilidad ocasionales piobnbilidad de psicopntoliigíii m od erada probable agitación en situacio nes de cnsis distractibilidad

Modal (45-55)

protocolo aceptab le

pocas creencias inusu ale s. convencionalismo

funcionamiento ad ecuado

Bajo (44 o 110: si el p u n t a j e en la escala F es tam b ié n de T >110, el protocolo se considera inválido; en cambio, si F es válida, pei'o Fb supera los T 110, entonces no pueden in te rp re ta rse las escalas de contenido ni las su p lem entarias, ya que sus ítemes se distribuyen en la últim a parte del inventario. - 7’ < 90: si el puntaje de la escala F es válido y la Fb está por debajo de T 89, puede considerarse que el protocolo es válido y, por ende, posibilita la interpretación de todas las escalas del MMPI-2.

- D escriptores (B utcher y Williams, 1992: 48) - posibilidad de exageración de síntomas - fingimiento de problem as psicológicos - confusión - dificultades de comprensión verbal - re s p u e s ta al a z a r - psicopatología severa - distractibilidad-fatiga

• Escala: K (Factor corrector) La escala K fue d iseñada por Meehl y H athaw ay (1946) como una medida de la defensiyidad al responder al inventa-

C A R A C T E R ÍS T IC A S G E N ER A LE S DEL M.MI>!-2

9 1

rio con el objetivo de m ejorar la clasificación de los pacientes. Los a utores h a b ía n observado que individuos con diagnóstico psiquiátrico previo rev e lab a n puntuaciones relativam ente bajas en ciertas escalas clínicas. Dado que e! criterio de se­ lección de ítem es se h a b ía realizado por medio de la técnica de grupos c o n trastad o s, dedujeron que la disminución en la puntuación de esas escalas habría de deberse a un estilo de. resp u e sta defensivo. La escala K contiene ítemes que evalúan esta tendencia y que re s u lta n m enos obvios que los de la escala L, tales como “Me hieren p ro fu n d a m en te las críticas y los retos" (Falso); "A menudo me siento preocupado por algo” (Falso); “A veces siento deseos de m ald e cir” (Falso). La dirección de respuesta para elevar la escala es la de “Falso” en In mayoría de los ítemes, por lo que su función seria ponderar la negación de problem as a p a rtir de lo significativo del puntaje en esta escala (Butcher, 1992: 48). Por lo canto, la escala K resulta un buen indicador de la defensividad p a ra b rin d a r información personal_a la vez que corrige la tendencia a negar dificultades. Como factor corree tor, afecta a cinco escalas clínicas: 1 (Hs); 4 (Pd); 7 (Pt); S (Se) y- 9 (Ma), y las modifica en una proporción empíricamente determ inada (véase administración y puntuación). En el MMPI-2 se m antuvieron los 30 ítemes originales y se reformuló sólo uno. Los estudios en la m u estra normativa del MMPI-2 m u e s t r a n que la escala opera del mismo modo que en la p rim e ra versión. Por ello, .se m antuvieron las pro­ porciones que fueron originalm ente derivadas por sus auto­ res (B utcher y W illiams, 1992: 48). La escala JK_está significativamente correlacionada con la inteligencia y con eljiiyel de educación, por lo que la interpre­ tación de ios p u n tajes deberá considerar estas variables. A partir del análisis de los datos de la m uestra normativa de! Proyecto de R e -e standarización (B utcher y colaboradores, 1989) se produjo un cambio de las normas de la escala K para los sujetos p e rte n e c ie n te s a un N E S alto, ya que ósto.s

92

A P LIC A C IO N ES DEL MMPI-2

p u n tu a b a n algo menos elevado que en las normas originales. Con ello, el sesgo de la m uestra anterior se minimiza, por lo que la interpretación para las puntuaciones elevadas no varía mayorm ente. Sin embargo, para los sujetos con escolaiización m enor al ciclo medio, se recomienda la modulación de la in te r­ pretación de los puntajes disminuidos de K considerando el nivel de la instrucción recibida (Butcher y Williams, 1992: 49j. La escala K evalúa la disposición de los sujetos para reve­ lar información personal y para discutir acerca de sus proble­ mas. Los pjantajes.eLe-v.adgs 65_)jnd¡can reticencia y falta de cooperación p a ra otorgar datos de sí mismo. Los puntajes bajos (T < 45) sugieren, en cambio, ap e rtu ra y franqueza. Sin embargo, en ciertos contextos como el laboral puede h a b e r_ kiqa puntuación elevada en personas normales que se caracterizan por ser emprendedoras, enérgicas, versátiles y r a ­ cionales. Se ha observado que, en situaciones de evaluación, estas personas se m uestran reacias a brindar información rele­ vante Y a admitir fallas en sí mismos. Parecen presentar una actitud defensiva hacia la debilidad psicológica, lo que les lleva­ ría a distorsionar la pioieba deliberadamente (Nuñez, 1979: 38) Por otra parte, los puntajes significativamente bajos son tam bién frecuentes en los perfiles de muchos pacientes psi­ quiátricos, indicando un a inadecuada utilización de la dota­ ción in te le c t u a l con fines a d a p ta tiv o s y u n a p ro bable e s tru c tu ra de personalidad endeble. La escala K es la más compleja‘de todos los indicadores de validez. El contenido de sus ítemes cubre un rango de caracterís­ ticas psicológicas que muchos sujetos prefieren negar respecto de sí mismos y sus familiares. En cambio, muchas personas en­ cuentran estos mismos atributos no ofensivos o, aun más, bas­ tante positivos como para sér aplicados a sí mismos o a los suyos. Los sujetos con puntuaciones elevadas e n j íí pocas veces o,(rgc.gn una patología severa, aunque tam bién se puede ob­ servar el caso de sujetos normales con puntuaciones relativa­ m ente abajas en e s ta escala. Los individuos de población general con puntuaciones en K elevadas acostumbran a ser

C A R A C T E R ÍS T IC A S G E N E R A L E S DEL M.MPI-2

93

E n lla n te s socialmente, seguros e im perturbables, por lo que resulta difícil su e ntrevista. Con frecuencia, es_tós_sujetos pa­ san por alto sus propios defectos de m an e ra sutil, sin negar fallas evidentes, propias de la escala L. Los sujetos.con puntuaciopes bajas a c o stu m b ra n a p re s e n ta r una autoimagen algo depreciada, especialm ente si tam bién existe una baja puntuación en L. E n térm inos dinámicos, es probable que exprese la probabilidad de defensas inadecuadas, actitudes* de tipo’pasivo y dependiente, así como u n a baja autoestima. Una puntuación sobre el promedio en la escala K puede reflejar la tendencia a seleccionar las respuestas de una mane­ ra sutil, en una dirección que minimiza las implicaciones de un pobre control emocional e ineficacia personal. Sin embargo, es importante notar que las personas que tienen un adecuado funcionamiento y son emocionalmente estables, a menudo se describirán a sí m ism as esencialmente en los mismos términos; esto es, sus vidas está n tan bien organizadas como lo indican en esta escala. Es por lo tanto vital que una elevación en la escala K sea evaluada en el contexto de otra información del sujeto: es necesario tener antecedentes de su historia y circunstancias actuales para distinguir entre una persona con un buen funcio­ namiento psicológico y otra que presenta una actitud defensiva. Los estudios acerca de la escala K han mostrado que los puntajes altos en esta medición están asociados con altos niveles socioeconómicos (m ás educación, ocupaciones de j e ­ ra rq u ía y m ejores ingresos) (Dahlstrom, Welsh y Dahlstrom, 1975; D ahlstrom , L a c h ar y Dalhstrom, 1986). Las personas con un buen e s tá n d a r social pueden sentirse indecisos a! responder, ya que ev ita ría n poner en evidencia situaciones que puedan a m e n a z a r u n a pérdida de sta tu s o reputación al revelar problem as emocionales, dudas, inseguridades o, qui­ zá, problem as en su m atrim o n io ’ o familiares. Cuando son confrontados con los contenidos e a muchos de los ítemes dcl MMPI-2, esta s personas prefieren evadir sus respuestas a fin de evitar ha c er revelaciones personales. Cuando los puntajes en la escala K se alzan sobre la media reflejan esta sulil

94

A P L I C A C I O N E S D E L MM PI-2

forma de distorsión y de resistencia a aparecer incompetente, pobremente ajustado o con falta de control en sus vidas. Por el contrario, personas con quizás menos sta tu s social que perder, provenientes de grupos socioeconómicos menos privilegiados, pueden te n e r m enos motivación para promover una apariencia de e.xtrema competencia, efectividad personal inusual, o e s ta r libres de a n sie d a d es o inseguridades. En sus r e s p u e s ta s al MM PI-2, estos individuos pueden ser más abiertos y francos en reconocer problem as o dificultades en sus vidas particulares o fam iliares. Esto, a su vez, puede conducir a la elevación de a lg u n a s escalas clínicas pudiendo confundii* respecto de la probabilidad de dificultades actuales del sujeto. En este contexto pueden ser especialm ente útiles las com­ paraciones de los p untajes del sujeto en las escalas clínicas con y sin corrección K. A veces, puede ser recomendable tam ­ bién evaluar ambos perfiles (con y sin K) cuando los puntajes en la escala K aparezcan como m uy bajos. Algunos teóricos se h a n p reg u n ta d o si, en realidad, la es­ cala K mejora la discrim inación diagnóstica en el sentido en que H a th a w a y y Meehl e s p e r a b a n (Weed, B e n -P o rath y Butcher, 1990; Colby, 1989; Silver y Sines, 1962). Si bien la mayoría de los autores i n te r p r e ta n el perfil teniendo en cuen­ ta las correcciones que p e rm ite K, otros prefieren tom ar los puntajes directos de las escalas sin la adición de K. La inves­ tigación fu tu ra sobre la base del inventario perm itirá exami­ narla como genuino factor corrector. Por su parte, el Comité de R e-estandarización del MMPI decidió proveer ambos perfiles (con y sin K) en caso de que los profesionales deseen conocer los puntajes de las escalas clínicas sin la corrección de K. -

Guia de interpretación p a ra los p u n ta je s elevados - T > 65: sugiere probabilidad de defensividad en la res­ puesta. Las elevaciones en esta escala son comunes en situaciones en las que los sujetos se sienten motivados a

CA R A CT ER IS T IC A S G E N E R A L E S DEL MMPI-2

95

dar una buena imagen de sí (por ejemplo, evaluaciones para determ inar la custodia de niños; selección de perso­ nal, etc.). Los puntajes muy elevados revelan defensividad, resistencia a la evaluación psicológica e intolerancia ante desviaciones de conducta propias y ajenas. - En los perfiles que se observa una K elevada y las demás escalas en p u n taje s promedio, no pueble asuinirse la ausencia de síntom as psicopatológicos. Descriptores (Butcher y Williams, 1992: 49) - defensividad - interés por d a r una buena imagen de sí - excepcional fortaleza yoica (en algunos casos) - probabilidad de predominio de respuestas de negación (descartar tendencia a la aquiescencia con TRIN) Tabla 16. E scala K ( Factor corrector) - latcrpi-eracion ( But cher y coautores 1989; 26) P un ta je T

F uente pro b a b le )

• d efensividad p r o m in e m c • distorsión p o r ‘TingimiciUo de biencstai " ifakiitiq-gooil> • en contex tos labor ales, c a u tela y prec aución

• timidez, inhibición, falta de compromiso emocioi\;.l • Calta de m siij/it • negación

Moderado (56-70)

• defen sivid ad m o d erad a • sin reco nocim ien to de m a l e s t a r a c tu a l

• adaptación y aju.)

• m ú lt ip l e s s í n t o m a s y qu ejas, probable constricción

Alld

• reacción e x a g e r a d a n c ualq u ie r problema real

{ 66-75)

• e g o ís m o , e x t r e m o c en tr a m ic n to on sí • a c t it u d e s d e r r o t is t a s y pe s im is ta s • a m a r g u r a y p e r sp ec tiv a cínica • d e m a n d a c o n s t a n t e de atención • c x n g c ra c ió n de los proble m as Psicos • qu ej a s i n t e n s a s y te m p e r a m e n t o mu dable

M odera d o (5 6-65)

• p r e se n c ia de un trastorno de salud específico • prob abilida d de in m adur e z, irritabilidad, ten den cia a In quejn y ni In mento • preoc upa ción por la s alu d corporal propia (peso, f u n c io n a m ie n t o físico, etc.)

Modal

• e sc as a preocupación acerca dcl cucq^Jí^ y D salud propios

{•! 1-55)

• e m o tiv i d a d a b ie r ta y equ ilibrad a • r e a l ist a y pe r sp ic az

Bajo 1-lü 0 65: puntaje elevado. La probabilidad de que los descriptores listados se apliquen al caso a u m e n ta a medida que se eleva el puntaje. Para completar la in­ terpretación de b e rá n in te g ra rs e con otros datos del perfil y con los antecedentes clínicos. - T 60-64: puntaje m oderadam ente elevado. Algunos de los descriptores pueden aplicarse. - Las subescalas H a rris Lingoes pueden ser de utilidad para e.xaminar el contenido de la escala D, siem pre que am bas estén en valores significativos.

- R esum en de descriptores (B utcher y Williams, 1992: 69) - depresión, infelicidad y disforia - pesimismo acerca del futuro - autodepreciación, escasa autoconfianza - frecuentes sentim ientos de culpabilidad - enlentecimiento, fatiga, debilidad - agitación, tensión, irritabilidad - preocupación - sensación de inutilidad y fracaso - timidez, retraim iento, introversión - apatía, distanciam iento - convencionalismo, cautela, distancia - dificultad para to m a r decisiones - evitación de situaciones interpersonales - sobrecontrol, falta de impulsividad, docilidad - tendencia a hacer concesiones para evitar disputas - motivación y disposición hacia la psicoterapia

A P L IC A C IO N E S D E L MM PI-2

118

Tabla 18 Escala 2-D: posibilidades interpretativas

Puntaje T

( B u t c h e r y c o a u to r e s, 1989: 34 ) M uy alto

• e n s i m i s m a m i e n t o , in t r o v e r s i ó n

(7 6 0 >)

• d e s e s p e r a n z a , s e n t i m i e n t o s d e c u lp ab il id ad • au tope rc e pc ió n de i n a d e c u a c ió n • preocu pa ción ac er c a de la m u er te ; p rob ab ilidad de ideación s u ic id a • apatía , a b a t im ie n t o , e n l e n t e c i m i e n t o ps ic om o to r

Alto

• te n d en cia al a i s l a m i e n t o , t im id e z , ac tit u d v e r g o n z a n t e

(66-75)

• nivel e n e r g é ti c o d is m in u id o , d if ic u lt a d e s de c on c en tr ació n • qu ejas s o m á t ic a s , tr a s to r n o s del s u e ñ o • baja a u t o e s t i m a , s e n t i m i e n t o s de in a d ec u a c ió n • pr e se nc ia de afli cción, d i s f o n a y p e s i m i s m o

Modonido

• prob abilida d de inh ib ic ió n, ir rita bilida d, tim id e z

(56- 65)

• s e n t i m i e n t o s r e l a t i v a m e n t e crónicos de tr is te za , i n f e l ic i­ dad. in s a tis fa c c ió n c o n s ig o m i s m o y con los d e m á s • pre ocu pa ción, algo de p e s i m i s m o • actitud r e s p o n s a b l e • m od es ti a

Modal (41-55)

• con fo rm id ad co n s í m i s m o • e st abil id ad e m o c io n a l, equ ilibrio • ac ti tu d r ea lis ta

Bajo

• activ id ad, e n t u s i a s m o , o p t im is m o

(40 0 < )

• sin dis tu rb io s e m o c i o n a l e s ni p r o b le m a s de in h ib ic ió n o retracción social • prob ab ilidad de bajo control de im p u ls o s • in t e r e s e s s o c ia l e s

E jem plo s

ítem 92: “No parece im p o rta rm e lo que m e suceda.” (V) Ííem 9: “En mi vida d iaria h a y m uchas cosas que m e re ­ sultan interesantes.” (F)

CAR ACTER ÍSTICAS G E N E R A L E S DEL MMPI-2

"

119

• Escala: 3 - Hy (Histeria) - Diseño de la escala E n el desarrollo original del M M PI, sus a u to re s p e n s a ­ ron que debía e x istir u n a escala p a ra e v a lu a r un fenóm e­ no clínico complejo conocido como h is te ria de conversión. Los p a c ie n te s que p r e s e n t a b a n este cuadro m a n if e s ta b a n c a r a c t e r í s t i c a s de n e g a ti v id a d y e x tr a v a g a n c i a en su a s e r tiv id a d social y, bajo situ a c io n e s de tensión, r e p e n ti­ n a m e n te les a q u e ja b a n p roblem as físicos de origen desco­ nocido. H a th a w a y y M clíinley seleccionaron y compararon las puntuaciones de Hy en m u estra s de pacientes diagnosticados como “psiconeuróticos” y de sujetos de población geneiml, y finalm ente construyeron una escala con 60 íte.mes. En el MMPI-2 se ¡mantuvieron todos los ítemes, de los cuale.s so reform ularon nueve. -

Contenido La escala 3 está compuesta por ítemes que describen quejas somáticas, negación de problemas psicológicos y extraversión social. H arris y Lingoes discriminaron cinco subescalas de conte­ nido. Pueden ser in te rpretadas sólo si sus puntajes son igua­ les o mayores que T 65 siempre que la escala 3 sea de T 60 o mayor. Los ítemes en la escala 3 tam bién están divididos en los componentes Sutil y Obvio de Wiener-Harmon. El aná lisis de éstos puede ser útil p a ra evaluar la cualidad de los contenidos reconocidos.

• Subescalas Harris-Lingoes - H y l (Negación de ansiedad social) (6 ítemes) Altas puntuaciones indican sujetos extravertidos social­ m ente y con interés en las situaciones grupales. Tienden a la

120

A PLICA CIONES D EL MMPI-2

negación de la tristeza y a reconocer dificultades p ara h a b la r con los demás. - Hy2 (Necesidad de afecto) (12 ítemes) Los puntajes elevados señalan a personas con fuerte nece­ sidad de afecto y atención de los demás, tornándolas algo dem andantes. Se trata de personas sensibles, optim istas y confiadas que tenderían a evitar la confrontación y a n e g a r sentim ientos desagradables respecto de los otros. -

Hy3 (Relax-malestar) (15 ítemes) Los aumentos en esta subescala indican a sujetos que se quejan de problemas físicos, tales como fatiga, debilidad y can­ sancio. Es frecuente, que refieran problemas de concentración, de apetito, de disturbios en el sueño y que se sientan infelices. -

Hy4 (Quejas somáticas) (17 ítemes) Los puntajes significativos sugieren que el sujeto ha m a r ­ cado ítemes de quejas somáticas tales como dolores de cabe­ za, vértigo y problemas de equilibrio. Ante situaciones de conflicto, es probable que apele a mecanismos defensivos de represión y de conversión.

- Hy5 (Inhibición de la agresión) (7 ítemes) Los puntajes altos indican hostilidad é impulsos agresivos. Puede tra ta rs e de personas en extremo sensibles e irritables respecto de los demás. Muchos de los ítemes de estas subescalas pueden parecer contradictorios o inconsistentes pero reflejan la incongruen­ cia sintomática que caracteriza a este cuadro psicopatológico. En situaciones de evaluación no clínica, estas subescalas no aparecen elevadas y, en caso de hacerlo, puede predom i­ n a r un contenido sobre otro pero ra r a vez yuxtaponerse. En cambio, en el ámbito clínico, la elevación de la escala 3 puede acom pañarse del aumento de varias subescalas ajustándose

CARACTERÍSTICAS GEN ER A LE S DEL MM PI-2

121

m ás a la descripción del trastorno. Los sujetos presentan, en general, negación de problemas psicológicos, quejas somáticas vagas y sociabilidad. - Investigación empírica basada en la escala Las elevaciones moderadas de la escala (T 60 a 64) son comunes en personas desenvueltas y activas que no resp o n ­ dieron a un conjunto particular de problem as sino que ne­ garon la presencia de problemas y refirieron sociabilidad. En cambio, para las elevaciones significativas (T > 65) la interpretación señala la presencia de quejas somáticas y de preocupaciones corporales y, ante situaciones conflictivas o de estrés, la tendencia a presentar síntom as físicos de origen desconocido (Butcher y Wiliiams, 1992: 70). Lachar (1974) ha sugerido que las puntuaciones elevadas de esta escala en pacientes psiquiátricos indican utilización excesiva de los mecanismos defensivos de represión y nega­ ción; orientación hacia el mundo en extrem o ingenua y egocéntrica; relaciones interpersonales caracterizadas como manipuladoras, exigentes, superaciales e inmaduras; rigidez y conducta defensiva y escasa correlación con cuadros de psico­ sis (véanse tam b ié n B utcher y Harlow, 1985; K eller y Butcher, 1991). - Descriptores Los individuos con puntajes aum entados en Hy tienden a reaccionar al estrés desarrollando sín to m as físicos tales como jaqueca, debilidad y taquicardia. Estos síntom as a p a ­ recen repentinam ente y ceden con relativa rapidez. En ge­ neral, son considerados por los clínicos como sujetos con escasa comprensión acerca de la relación de s u s síntom as físicos con sus problemas psicológicos, así como de sus mo­ tivaciones y sentimientos. Si el aum ento de Hy es concomi­ ta n te con elevaciones en las escalas D y Pt, es probable que se observen características de tensión, a nsiedad y d e p re ­ sión; en cambio, si la elevación ocurre sólo en Hy no sería

122

APLICA CIONES D E L MMPI-2

esperable encontrar estos sín to m as con cualidad significati­ va (Butcher y Williams; 1992: 71). Los puntajes en extremo elevados son frecuentes en suje­ tos psicológicamente inm aduros, infantiles, n a rc isistas y egocéntricos. Suele tra tarse de individuos que exigen y espe­ ran de los otros atención y afecto, que u sa n medios indirectos y manipulatorios para lograrlo y que no expresan a b ie rta ­ mente sus sentimientos de hostilidad y de resentim iento. Tienden a ser extrovertidos socialmente, locuaces, gregarios y entusiastas aunque sus relaciones interpersonales se ca­ racterizarían por ser superficiales y poco comprometidas. Ocasionalmente, pueden ac tu a r de m anera dram ática en si­ tuaciones sexuales o p resentar agresividad con escaso insight de sus comportamientos. Es muy raro que presenten alucina­ ciones, delirios o suspicacia. Es frecuente, en cambio, que observen entusiasmo inicial ante la intervención terapéutica pero, a menudo, los esfuerzos pa ra que cambien son poco efectivos. Aparentemente son algo lentos para com prender las causas de sus propias conductas y se resisten, con fre­ cuencia, a las interpretaciones psicológicas de las mismas. Sin embargo, se ha observado que responden bien a las in te r­ venciones directas o a la sugestión, siempre que sus defensas no sean tratadas. Los su je to s n o rm a les que o b tie n e n e lev acio n es - n o patológicas- en esta escala se c a racterizan por ser idealis­ tas, ingenuos, sociables, comunicativos, afectuosos, s e n ti­ m en ta le s, i n d i v i d u a l i s t a s , i m p a c i e n t e s y e n t u s i a s t a s . F re cu e n tem e n te esta escala se eleva en mujeres, indicando irritabilidad, molestias somáticas, dependencia y necesidad de atención. El histrionism o es c la ra m e n te recogido por e s ta escala bajo la forma de volubilidad social, egocentrism o, dom i­ nancia y exigencia de atención. C uando el cuadro se c a ra c ­ teriza por el predominio de la sin to m ato lo g ía s o m á tic a aparece en el perfil una “V” que s e ñ a la la probabilidad de

CA RACTERÍS TIC AS GENERALES DEL MMRI-2

iz o

tr a s to r n o s conversivos (Hy y Hs > D). En cuadros histéricos g ra v e s , la conducta puede hallarse profundam ente deses­ t r u c t u r a d a , por lo que se obtienen perfiles muy diferentes en su constitución. De hecho, esta escala recoge mejor la sin to m a to lo g ía cuando se t r a t a de dificultades de m o d e ra ­ d a s a leves. El com ponente prim ario implicado es la i n m a ­ d u re z . A p e s a r de la importancia que puedan tener los síntomas corporales, la persona parece completamente despreocupada y puede lle g a r a no mencionar espontáneam ente algunas de las m anifestaciones que sufre. La personalidad histérica se caracteriza por ser teatral, e.xhibicionista, histriónica, emo­ cional, dependiente, seductora y manipuladora. P u n tuaciones elevadas corresponden a sujetos con moles­ tias somáticas, basadas o no en algún tipo de patología física, in se g u rid a d e inmadurez. Presentan tendencia a utilizar sín­ tom as físicos p ara resolver o evitar los propios conflicto.?. P u n tu a cio n e s bajas se encuentran en sujetos poco atraídos por las relaciones sociales, conformistas, sobre todo si se acom paña de u n a elevación de la escala Si. -

Guia para la interpretación de los puntajes elevados - T > 65: puntaje elevado. La probabilidad de que los descriptores se apliquen al caso aum enta a medida que se eleva la escala. - T 60 a 64: pu n taje m oderadam ente elevado. Estos p u n tajes señalan la probabilidad de que se apliquen algunos de los descriptores listados. - Las subescalas de Harris-Lingoes pueden ser de utili­ dad p a ra comprender adecuadamente las elevaciones en Hy.

-

R e sum en de descriptores (Butcher y Williams, 1992: 72) - reacción al estrés y evitación de la responsabilidad a través de síntom as físicos

124

/'lP LICACIO NES D EL MMPI-2

- quejas acerca de cefaleas, dolores de pecho y taquicardia - los síntom as físicos aparecen y ceden rep e n tin a m en te - escaso insight acerca de las causas de los síntom as y de los propios motivos y sentimientos - ra r a m e n te se observan delirios, alucinaciones y s u s p i­ cacia - psicológicamente inmaduros, infantiles y aniñados - narcisism o y egocentrismo - expectantes de atención y dem a n d a n te s de afecto - utilización de medios indirectos p a ra lla m a r la atención - no expresan abiertam ente los sentim ientos de hostili­ dad y de resentimiento - desenvoltura, sociabilidad, locuacidad y entusiasm o - relaciones interpersonales superficiales e in m a d u ras - generalm ente lentos para comprender las causas de sus problemas - probabilidad de resistencia a la interpretación psicoló-

E . if . m im .o s

Item 40: “La mayor parte del tiempo parece dolerme la cabeza por todas partes.’’ (V) Item 243: “Cuando estoy con un grupo de gente, me altera tener que p ensar temas adecuados de conversación.” (F)

-

D'iada neurótica Las escalas “H s”, “D” e “Hy” forman el grupo denominado tría d a neurótica. Cuando “H s” y “H y” son mayores que “D" se obtiene la denom inada “V" de conversión, muy frecuente en tra s to rn o s histriónicos. No obstante, debe recalcarse que muchos pacientes afectados por este tipo de trastorno no p r e s e n ta n e sta configuración en la tríada neurótica, por lo que su interpretación necesita del apoyo de otras fuentes de información (antecedentes personales, entrevista, técnicas proyectivas, etcétera).

C A R A C T ER ÍS T IC A S GENERALES DEL MMPI-2

’ * 125

Tabla 19 Puntaje T

Es^LaJícHy: posibilidades interpretativas (BuTcBcr y coautores, 1989: 36)

M uy alto

• a l t a s uge st io nab ili dad

(76 0 >)

• ep is o d io s súbit os de an sie dad y/o pánico • desin hib ic ió n, conduct a arre ba tad a c infantil • apar ic ión de s ín to m as físicos como reacción a s it u a c io n e s o actitude s ve rgon zan te s

Alto

• pr e dom in io defensivo de negación y disociación

(66-75)

• q u ej a s y s ín to m as somáticos específicos • in g e n u id a d , escasa capacidad do insig/it • a c tit u d exigente, d e m a n d a n te c histriónica

M od era do

• ac ti tu d cen trada en sí mismo, supcrrscirdidnd

(56-65)

• e n oc as iones , in m ad ur ez y actitud m an ip ulad ora • con formis mo, moralism o • n e c e s id a d de agradar, ins eg uridad • a c tit u d de mos trativa y e xtravc rtida

Modal

• ac titu d realista

(41-55)

• a p e r tu r a hacia los sen ti m ie n t o s • e stil o lógico y racional

Bajo (40 0 79: E n este nivel puede tra ta rs e de sujetos con m a­ n eras suaves, extre m a d a m e n te pasivos y sumisos. La posibilidad de conflictos de identidad sexual es mayor.

- Mujeres - T 20-40: Se t r a ta de m ujeres pasivas, sum isas, re s trin ­ gidas, con facilidad p a r a autocom padecerse y, a la vez, p a ra observar cualquier erro r externo a ellas. - T 41-55: E n este nivel se e n c u e n tra n la m ayoría de las p u ntuaciones en población general de m ujeres, sobre todo si es una de las m ás bajas del perfil. - T 56-65: Sugiere u n a notable 'seguridad en sí misma, actividad im p o rta n te y tendencia a la competencia. - T > 66: L as m ujeres que p r e s e n ta n estas puntuaciones son personas confiadas en sí m ism as, espontáneas y desinhibidas. U su a lm e n te tienden a rebelarse contra lo.s roles típicam ente femeninos. Son dom inantes y d a ­ das-a la acción, el significado se intensifica si la escala Pd tam bién está elevada. ■

C A R A C T E R ÍS T IC A S GENERvXLES D E L MMRl-2

,137

Tabla 21 P u n ta je T

Escala 5-Mf: posibilidades interprctatiuas (B u t c h e r y coau to res, 1989: 38)

m u jeres

h o m b res M uy alto (h: 76 o > m: 7 0 o >)

• patrón tra dic io n al de i n t e r e s e s fe m e n in o s • conflictos ac er ca de la id e n tid ad s e x u a l • p a s iv id a d , e s c a s a

pat rón trndiciíinjil de i n t e r e s e s m a s c u lin o s poco a m ig a b le ac titud d o m i n a n t e a g r es iv id a d

a s er tiv id a d • c ur io si dad y c re ati vid ad

• co nfi an za en sí

Alto

• actitu d de toleran cia

• e st ilo lógico, poco

(h: 66-7 5

• in d iv id u a lis m o

m: 60- 69)

• in t e r e s e s in t e l e c t u a le s • e m p a t ia • control de sí

em oc iona l •’ compclitivid.nd • vigor activ id ad

* e x p r es iv id a d d e m o s tr a tiv a

ac ti tu d a v e n tu r e r a

(h: 56-6 5

• s en tid o c o m ú n

e s p o n t a n e id a d

m: 5 1-59)

• i n t e r e s e s e s t é t ic o s

as er ti vid ad

M ode ra do

• tacto y s e n s ib ilid a d social s e n tid o práctico

• e m p a t ia

Modal

acti tu d r ealis ta

• con du ct a c o m p e t e n t e

(h: 41 -55

c o n v e n c io n a lis m o

• in ic iativa

m: 41-50)

in icia tiv a

• ac titud (ie con s id e rac ió n • id e a lis m o

Bajo

in t e r e s e s m a s c u lin o s

con bajo n ivel de cducaciófi

(h: 40 o <

ac ti tu d tosca y agr esiv a

• patrón tr adic io n al de

m: 40 o < )

apego al e st er e o tip o

pat rón tradic ion al de

m a c h is t a co n d u c t a s t e m e r a ria s, d e s c u id a d a s

i n t e r e s e s f e m e n in o s • i n s e g u r i d a d , baj a autoestim a • p a s iv id ad y s u m is ió n

pocos i n t e r e s e s

• constricción y dependencia

o r ie n ta d o n la acción

con alto nivel

co n fia n z a e n sí

de educación • ca pacid ad in telec tu al o intro.spcctivn • in iciat iva, e ne rgía • ac titud c o n s id e r a d a

138

A J 'L IC A C IO N E S D E L M M PI-2

• Escala: 6 - Pa (Paranoia) - Diseño (le la escala ’ La escala 6 fue diseñada p a ra e v a lu a r un p a tró n sintom á tico caracterizado por la presencia de suspicacia, desconfían za, creencias delirantes, excesiva sensibilidad interpersonal rigidez del pensam iento y proyección de culpa (H a th a w ay 1956). E sta sintomatología es frecuente en los estados para noides, en la esquizofrenia paranoide y otros desórdenes pa ranoides. , Los 40 ítemes que componen la escala fueron selecciona­ dos c o n tra sta n d o las r e s p u e s ta s de u n a m u e s t r a de sujetos con diagnóstico previo de d esorden pa ra n o id e con las de u n a m u estra do población general. Los estados p a ra n o id es se cara c te riz a n por delirios de referencia, influencia, g randeza o persecución, ju n to a celos morbosos, sin que e x istan n e ­ cesariam ente alucinaciones. Los delirios aparecen m ás t a r ­ d í a m e n te en c ie r ta s e n t i d a d e s c lín ic a s ( e s q u iz o f r e n ia , parafronia, trastornos delirantes), y se ca ra c te riz a n por pre­ s e n ta r un desarrollo lógico, progresivo, de n a tu r a le z a m ás .si.stcmatizacla. Si bien la escala 6 evalúa correctam ente la presencia de rasgos paranoides, se ha observado en ám bitos clínicos que individuos diagnosticados como paranoides p u n t ú a n bajo en esta escala. En consideración de B u tc h e r y W illiams (1992), esta m odalidad de resp u e sta indicaría e x tre m a sensibilidad, desconfianza y suspicacia por p a rte de estos sujetos a n te los ítemes que señalan las características de la patología, los cuales son sistem áticam ente contestados en form a inversa, proporcionando así puntuaciones dism inuidas. E sto hace que la interpretación de la escala deba ser rea liz a d a con cautelá, ya que la ausencia de un pu n taje significativo (T > 65)^ sobre todo en el contexto clínico, no implica n e c esa ria m e n te la no presencia del cuadro clínico. E n cambio, si el p u n taje es de T 65 j ) m ayor, la línea in te rp re ta tiv a indica suspicacia, desiconfianza y probable ideación paranoide! '

CAR ACTER ÍS TIC AS G E N E R A L E S D EL M M r i - 2

..

139

En el MMPI-2 se m antuvieron los 40 ítemes iniciales, de los cuales se reform ularon dos. - Contenido ^ Harris y Lingoes identificaron tres conjuntos de contenido de la escala 6 que facilitan la interpretación de los puntajes elevados de Pa. Los ítemes en la escala 3 tam bién están divididos en los com ponentes Sutil y Obvio de WienerHarmon. El análisis de los mismos puede ser útil p a ra eva­ lu ar la cualidad de los contenidos reconocidos.

• Subescalas Harris-Lingoes - Pal. (Ideas persecutorias) (17 ítemes) Los sujetos con puntajes altos en esta subescala se carac­ terizan por’se n tir que el medio resulta a m enazador p a ia su in te g rid a d y p u e d e n e.xperim entar la se n sa c ió n de ser incomprendidos y culpados, o castigados injustam ente. T a m ­ bién presentan sentimientos de suspicacia y desconfianza, y tendencia a culpar a los demás por sus problemas. Las ele­ vaciones superiores a T 65 sugieren la probabilidad de deli­ rios de persecución. - Pa2 (Hipersensibidad) (9 (temes) Los individuos que prese n tan elevaciones en e sta subesca­ la se observan a sí mismos como en extremo sensibles y te n ­ sos. Es probable que s ie n ta n soledad, in c o m p re n s ió n y distancia respecto de los demás y que su sensibilidad .son mayor que la del común de la gente. En ocasiones, pueden buscar riesgos y excitación. - Pa3 (Sencillez) (9 ítemes) Las puntuaciones elevadas en esta sub-escala, s e ñ a la n a sujetos que p rese n tan actitudes en extremo optim istas e in­ genuas respecto de los otros. Parecen e x p e rim e n ta r d e m a s ia ­ da confianza y se sentirían vulnerables en las relaciones

140

A P L IC A C IO N E S D EL MMPI-2

interpersonales. También suelen tener preferencia por nor­ mas morales elevadas y tienden a negar los se ntim ientos de hostilidad. - Investigación empírica basada en ia escaia La investigación empírica realizada en base al MMPI en m uestras clínicas indica que el aum ento de la escala 6 e stá relacionada con psicopatología severa. G u thrie (1952) encon­ tró que los pacientes que padecen esquizofrenia paranoide puntúan elevado en esta escala. G raham y B u tc h e r (1988); tomado de Butcher y Williams, 1992) describieron que los pacientes psiquiátricos con puntuaciones elevadas en la esca­ la Pa eran evaluados por los clínicos como suspicaces, con pensamientos e.xtraños o inusuales, ansiosos y con un estilo emocional retraído. En los estudios realizados en nuestro medio (Brenlla, 1997) se ha encontrado que los pacientes diagnosticados como padeciendo psicopatolog-ías severas ob­ tienen puntajes elevados en la escala. - Descriptores Pa es una de las pocas escalas del MMPI-2 que cambia su modo de interpretación según el nivel de elevación de la misma. En sujetos normales presenta a individuos perfeccionistas, difíciles de llegar a conocer a fondo, obstinados, sensibles en sus relaciones interpersonales y preocupados por lo que terceros puedan pensar o decir de ellos. Cuando esta escala es la m ás elevada del perfil y cuantitativam ente significativa, es posible contempla!- la posibilidad de que e.xista una perturbación con entidad propia, especialmente si se asocia a elevaciones en las escalas Pd, Se y Ma. Puntuaciones muy bajas pueden ser tan significativas como las elevadas, especialmente si existe una clínica que las justifique, esto es debido a que se tra ta de pa­ cientes que habitualmente son muy precavidos y diestros en ocultar su sintomatología. En los pacientes psiquiátricos, esta c.-ícala evalúa fnl.sas creencias, ideas delirantes de re.ferencia y/o

CA RACTERÍSTICAS G E N ER A LE S DEL MM PI-2

141

persecución, sensaciones de influencia, etc. Las elevaciones mo­ deradas, que se acompañen de elevaciones moderadas de la escala Hy o de otras escalas neuróticas, descartan la patología psicótica y reflejan cierta tendencia a m alinterpretar estímulos sociales e hipersensibilidad. Los sujetos con elevaciones im portantes en ella (T > 80), con frecuencia presentan comportamientos psicóticos, d istu r­ bios del contenido del pensamiento, delirios de grandeza y/o ideas de referencia. Tienden a sentirse m a ltra ta d o s y suelen ser defensivos, irritables y resentidos. Pueden g u a rd a r r e n ­ cor hacia los demás y u s a r la proyección como mecanismo de defensa. Los diagnósticos más usuales p a ra los pacientes con este tipo de perfil son los de esquizqfignia, paranoia o t r a s ­ torno paranoide de la personalidad. Las puntuaciones elevadas (T entre 65 y 79) suelen ser caracteristicas de predisposición paranoide y señalan perfec­ cionamiento, rigidez, preocupación, terquedad, proyección de culpa y hostilidad. Los sujetos que las presentan tienden a ser muy sensibles y a responder con reacciones desmedidas ante los actos de los demás. Es probable que racionalicen y culpen a los otros por la poca fortuna que suponen que la vida les ha deparado. Son suspicaces, hostiles y querellantes. Este tipo de perfil parece relacionado con sujetos que tienen una visión rígida y moralista de la vida. El pronóstico p a ra la psicoterapia no es favorable, ya que les disgusta hablar acerca de sus pro­ blemas y, con frecuencia, tienen dificultades im portantes g a r a establecer un buen vínculo con los terapeutas. Las elevaciones moderadas en la escala (T 60 a 64) no tienen correlaciones específicas como ocun'e con las anteriores. Algunos individuos que obtienen estos puntajes lo hacen sobre la base de responder a los ítemes que señalan sensibilidad interpersonal. Para clarificar la interpretación puede ser de utilidad observar las puntuaciones de las subescalas Harris-Lingoes. Puntuaciones medias (T entre 45 y 55) indican sujetos con buena disponibilidad p ara el contacto personal, flexibles en sus apreciaciones, ordenados y participativos.

142

A P L I C A C I O N E S D E L MM PI-2

Los p u n ta je s sig n ific a tiv a m e n te d ism in u id o s (T < 35) deben ser interpretados con precaución, ya que, como se m e n ­ cionó anteriormente, algunas personas con problemas paranoi­ des obtienen este tipo de puntuaciones. En el ámbito clínico se deduce u n a funcionalidad p a ra n o i­ de si se cumplen las siguientes condiciones: 1. que el puntaje de Pa esté por debajo de T 35; 2. que sea el m ás bajo del perfil; 3. que al menos u n a de las resta n te s escalas esté por encima de T 65; 4. que la configuración de las escalas de validez sea de­ fensiva (por ejemplo, L y K por encim a de T 60 y que estos puntajes sean m ayores que el de F). Bajo estos requisitos, los sujetos con p u n ta je s bajos en Pa pueden p re s e n ta r un desorden de n a tu ra le z a psicótica, deli­ rios, suspicacia, ideas de referencia y sintom atología m enos obvia que la que indican los p untajes elevados. Tam bién, tendencia a ser evasivos, defensivos, retraídos, tímidos y c a u ­ telosos. -

Guía para la interpretación de los puntajes - T > 80: puntaje m uy elevado. - T 65-79: puntaje elevado. - T 60-64: puntaje m o d era d am e n te elevado. - T < 35: puntaje significativam ente bajo. - Las escalas H a rris -L in g o e s p u e d e n s e r de u tilid a d p a ra i n te r p r e ta r c o rr e c ta m e n te los p u n ta je s elevados en Pa.

- Resumen de descriptores (B utcher y Williams, 1992: 84) T > 80 • - pueden m ostrar com portam ientos psicóticos y d is tu r ­ bios del contenido del p e n sam iento

CAR ACTER ÍS TIC AS G E N E R A L E S DEL MM PI-2

^

M3

-

delirios de persecución y/o de grandeza ideas de referencia tendencia a sentirse m a ltra ta d o y tenso tendencia a la hostilidad, al resentim iento y a g u a rd a r rencor - defensividad b asada en la proyección - en general, reciben diagnósticos de esquizofrenia o es­ tado paranoide T 65-79 - orientación paranoide, conductual y cognitiva - im portante sensibilidad y responsividad respecto de las reacciones de los demás - suspicacia y desconfianza respecto del accionar de los otros - tendencia a la racionalización y a culpar a los demás - hostilidad, resentim iento y actitud q u erulante - tendencia a observar pa u ta s morales rígidas - disgusto por h a b la r acerca de problemas emocionales - dificultad para establecer un buen vínculo en psico­ terapia - pronóstico terapéutico pobre T < 35 (si el perfil cumple con las condiciones antes citadas) - la sintomatología es menos obvia que en los puntajes elevados - evasividad, defensividad y distanciam iento - probabilidad de desórdenes psicóticos y producción d e ­ lirante - timidez, retraim iento E jem plos

Ítem 22: “Nadie parece com prenderm e.” (V) Item 255: “No noto que me zumben o me chillen los oídos frecuentem ente.” (F)

144

A P L IC A C IO N E S D E L M M PI-2

Tabla 22 P u n ta je T

Escala 6-Pa: p o sib ilid a d e s in te rp r e ta tiv a s ( B u t c h e r y c o a u to r e s, 19 89: 39)

M uy alto (76 0 65: puntaje elevado. La probabilidad de que los descriptores se apliquen al caso a u m e n ta a m edida que se eleva la escala. - T 60 a 64: puntaje m o d e ra d a m e n te elevado. Estos puntajes señalan la probabilidad de que se apliquen algunos de los descriptores listados.

- Resumen de descriptores (Butcher y Williams, 1992: 86) - ansiedad, tensión y agitación - inconformismo, preocupaciones y aprehensión dincultades de concentración introspección, rumiación, obsesiones y compulsión sentimientos de inseguridad e inferioridad escasa autoconfianza autocrítica, indecisión rigidez, moralismo valores morales elevados para consigo y para con los demás peifeccionismo, orden y minuciosidad modo perseverante y estereotipado de resolver tareas y/o problemas escasa originalidad para enfi'entar situaciones novedosas tendencia a reaccionar excesivamente a nte los proble­ mas, por mínimos que sean tendencia a los sentim ientos de culpa y de depresión timidez y sensación de inadecuación p a ra la interacción social ‘ preocupación por su popularidad y aceptación social quejas somáticas capacidad moderada de insight intelectualización y racionalización resistencia inicial a la interpretación psicológica mayor permanencia en psicoterapia que otro tipo de pacientes progreso lento y gradual en psicoterapia

CARACTERÍS TIC AS G E N E R A L E S DEL MM Pl-2

E

M9

je m pl o s

Item 89: ‘‘Las luchas más encarnizadas las tengo conmigo m ism o.” (V) Item 109: “Me parece que soy ta n capaz y despierto como la m ayor p arte de los que me rodean.” (F) Tabla 23

P untaje T

Escala 7-Pt: posibilidades intcrprcfufirns (B utch er y coautores. 1939; 40)

M uy nllo

(76 0 >)

• cavilación, runiincion • agitación psicuniotora

^

• probabilidad de conducta.^ r itua le s • superst ic ion es , fobias, Icínorcs • s e n tim ie n t o s de culpa • c.xprcsioncs de depresión y a n s ie d a d Alto

• inscípjridad

(66-75)

• nn.sicdad, tensióti • preocupación, ac titud a pr ens iva • temor a com e te r e quivoc ac iones o eriore.'í • min uciosida d, ind ecisión • mo ralis mo

iModerndü (5 6 - 6 5 )

• conciencia y rcspon.sabilidad .accicn del prnpio accionar • tend en cia a in tcl ec tu ali za r • contracción al trabajo • organización, orden, tend en ci a al pu rfeccionismo • actitud aut ocrítica • capacidad in trosp ectiva

M od al

• actitu d confiable

(41-55)

'• adaptabilidad • organización, pu ntual idad

Bajo (40 0 < )

• confian za en sí • libre de in segu rid ad • actitud relajada y de b ie n e s ta r • persistenc ia y eficiencia

150

AP LICACIONES DE L MMPI-2

• Escala: 8 - Se (Esquizofrenia) I

- Diseño de la escala El diseño de esta escala fue distinto al de las demás del MIVlPI. Hathaway (1956) intentó, en primera instancia, diseñar varias escalas separadas para evaluar los distintos.tipos.de esquizofi'enia que había sugerido Ivraepelin (catatónica, paranoide, hebefi'énica y simple). Sin embargo, obseiA'ó que estas “subescalas” no discri­ minaban coiTCctamente entre los grupos de pacientes incluidos en cada categona de esquizofi'enia, por lo que decidió tomar los ítemes de todas y realizar así ima sola escala para evaluar el cuadro psicopatológico. Resulta una de las escalas más débiles del MMPI, pese a ser una de las que demandó más tiempo en su diseño. Segiin la literatura clásica del MMPI, no sobrepasa el 60 7c de detecciones, lo que sugiere la presencia de una cantidad de falsos positivos realmente elevada. Por ello, cua^iüer_ap_reciación relatiVi\ajjna_psicosis. esquizpfréru^ca_^t^^ re^izarse rne_diante__una_ valoración global del.conjunto del p_erfil. En el MMPI-2 se m antuvieron los 78 ítemes originales, de los cuales se reformularon trece. -

Contenido El^cojnteni_do de los ítemes cubre un amplioj-ango de c reen­ cias extrañas, experiencias inusuales y características s e n si­ tivas especiales como alienación social, alienación emocional, falta _de_con tro! (cognitivo, ..em_oc¡qnal_y_yplit¡yo) y experien­ cias sejisoriales b iz a rra s .. Harris y Lingoes discriminaron seis conjuntos de contenido de ítemes que pueden ser de utilidad para evaluar esta escala.

• Subescalas Harris-Lingoes - S e l (Alienación social).(21 ítemes) Las personas con puntuaciones altas en esta subescala suelen sentirse incomprendidas y m altra ta d a s por los demás.

CAR ACTER ÍS TIC AS G E NER ALE S DEL .M.MRL2

-

Iñ I

Es frecuente que m anifiesten situaciones familiares carentes de am or y contención, así como sentimientos de hostilidad y odio hacia los miembros de su familia. Pueden se n tir soledad y vacío, y referir no haber experimentado relaciones am oro­ sas. Tam bién es probable que sientan que los dem ás tra m an cosas o conspiran contra ellos. -

Sc2 (Alienación emocional) (11 ííenics) Los .sujetos que m uestran elevaciones en esta subescala suelen referir sentimientos de depresión y de desesperación. Pueden desear esta r muertos y ser asustadizos e indiferentes.

-

Sc3 (Ausencia de dominio del yo, cognitico) (10 ílcnics) Las personas con puntajes altos temen perder el coiurol sobre sirm e n te . En general, refieren disturbios del contenido del pensam iento, juicios extraños, sentimientos de iiToaiidnd y problemas de atención y concentración. -

Sc4 (Ausencia de dominio del yo, conativo) (14 ítemes) Los puntajes elevados señalan a personas que sienten que la vida r e p re s e n ta un esfuerzo para ellos. Suelen referir depresión, desesperación y preocupaciones. Pueden tener pro­ blemas p a ra e n fre n ta r la vida cotidiana y sentir que ella no es in te resa n te ni valiosa. Parece tra tarse de sujetos que se dan por vencidos y que expresan deseos de e s ta r muertos. -

Sc5 (Ausencia de dominio del yo, inhibición defectuoso) (11 (temes) Los sujetos que presentan esta subescala elevada i-efieren problem as en el control emocional. En general, se tra ta de p ersonas impulsivas, hiperactivas, irritables y resentidas. P ueden ten e r ataques de llanto y/o-risa inmoderados y, ta m ­ bién, no recordar actividades realizadas previamente. -

Sc6 (Experiencias sensoriales raras) (20 ítemes) Las personas con puntuaciones elevadas en esta subescala suelen referir cambios inusuales en su cuerpo o en su p e r c e p ­

152

AP LICACIONES DEL MMPI-2

ción. Pueden experimentar sensaciones de quedarse “en blan ­ co”, alucinaciones y pensamientos extraños o de referencia. Suelen informar acerca de sensibilidad peculiar en la piel, fatiga o zumbidos en los oídos, así como h a b e r pasado por experiencias peculiares y extrañas. - Investigación empírica basada en la escala Los estudios de investigación indican que el aum ento de la escala 8 ha sido sistemática y empíricamente asociado a p a ­ trones sintomáticos y características de personalidad que indicaban psicopatologías severas, incluyendo la de esquizo­ frenia (Lewinson, 1968; Moldin y cois., 1991). Por su parte, G ra h a m y Butcher (1988 tomado de Butcher y Williams, 1992) encontraron que los pacientes psiquiátricos internados con puntuaciones significativas en Se presentaban, a juicio de los clínicos a su cargo, una semiología que incluía d istu r­ bios severos del contenido del pensamiento y suspicacia o desconfianza excesivas. En nuestro medio, Casullo y cois. (1996) observaron que los siqe^^^de la muestra de población general puntuaron compa­ rativam ente más alto que los de la m uestra norteamericana. Por ello, recomiendan utilizar un puntaje de corte de T 70 en caso que se utilicen las normas de los Estados Unidos. " F e rra n te (1996) y Brenlla (1997) encontraron tam bién puntuaciones significativas en la escala en sujetos previa­ m ente diagnosticados como padeciendo cuadros psicopatológicos de envergadura. - Descriptores La escala Se es extensa y está compuesta por ítemes de índole heterogénea. Un puntaje alto en Se puede rela_ciona_rse con la presencia de diversos cuadros diagnósticos como esqui­ zofrenia, trastornos afectivos crónicos, desórdenes orgánico^ c e re b ra le s o trastornos dé~"la p e rsonalidad severos. Sin embargo, no' lodo á ’ü niento de la escala se relaciona con psicopatología. Por ejemplo, no es raro encontrar una eleva­

CA R A CT ER ÍS T IC A S G E NER ALE S DEL .\l.\lPI-2

153

ción de la m ism a en sujetos normales con deterioro sensorial severo, individuos no convencionales, rebeldes y/o personas de grupos c o n tra o pa ra c u ltu rale s (por ejemplo, hippies, p u n k s o skinheads). P o r ende, la interpretación de la escala puede v a ria r en función del comportam iento de otras escalas (F, K, D, etc.). Las escalas Harris-Lingoes pueden ser de utilidad p ara pon­ d e r a r a d e c u a d a m e n te el significado de la elevación, pero tam b ié n es relevante la información adicional con la que se c uente (en trev ista s, antecedentes clínicos, etc.). De todos modos, las elevaciones superiores a T 70 sugieren la presen­ cia de s ín to m a s .y problemas de personalidad significativos (B utcher y Williams, 1992: 88). Las personas que pu n tú an entre T 65-69' tienden a tener un estilo poco convencional y sentirse aislados de los demás. Pu e d e n s e n tir que son diferentes y tener actitudes de d is ta n ­ cia respecto de los otros, por lo que es probable que tiendan a recluirse. E n general, se tra ta de sujetos que se sienten inferiores y socialmente distintos, y dan la impresión de se n ­ tirse incomprendidos y lejanos. Es probable que, ante s itu a ­ ciones desagradables, utilicen la fuga a la fantasía como m ecanism o de defensa y que presenten ensueños diurnos. Los p u n t a j es elevados en Se indican alguna inm adurez em o­ ción J , preocupaciones acerca de sí e inconformismo, y rec h a ­ zo a las convenciones sqcjaíes. En algunos casos pue'dé tr a t a r s e de sujetos impulsivos, agre,s.iyo^o ansiosos. Los p u n ta je s muy elevados (T 70-7_9) son_frecuentes en p e rso n a s con u n .estilo esquizoide de. personalidad, c a ra c te ­ rizado por.el aislam iento, la alienación del medio y la s e n ­ sación de no s e r comprendidos y no formar p arte del entorno social. S uelen referir su inadecuación respecto de los pares y a m enudo son vistos por los demás como tímidos, e n s im is ­ m ados, reservados e inaccesibles. Evitan los contactos inlcrpe rsonales y las situaciones novedosas en las~qúe se siénten poco eficaces. M u e stra n ansiedad, resentim iento, hostilidad y a gresividad, y se los considera poco capaces de e.xprc-

IT)-!

a pl ic a c io n e s

DEL MMPI-2

sividad emocional con tendencia a reaccionar excesivam en­ te a situaciones de estrés, las que resuelven retirándose a la fantasía y a la ensoñación. P re se n ta n dificultades pa ra s e p a ra r la realidad de la fantasía, poca confianza en sí, sentim ientos de inferioridad, incompetencia e insatisfacción. T am bién, pue d e n m a n ife s ta r preocupaciones sexuales y e x p e r i m e n t a r con fu sio n e s a c e rc a del rol s e x u a l. Son inconform istas, inusuales y excéntricos, pero a d e c u a d a ­ m ente a daptados. Las personas que los rodean suelen desci'ibirlüs como obstinados, irritables, tercos, inm aduros e impulsivos. Algunos sujetos con altas puntuaciones en Se pueden ser tam bién imaginativos, con tendencia a la a b s ­ tracción y a ten e r objetivos difusos o vagos. A m enudo, parecen carecer del repertorio adecuado como p a ra resolver los problem as de la vida cotidiana. Respecto de la psicoterapia, el pronóstico no es favorable ya que son renuentes a referir información significativa al terapeuta. Sin embargo, pueden permanecer en tratam iento más tiempo que otro tipo de pacientes y, eventualm ente, confiar en el clínico. Las puntuaciones en extremo elevadas (T > 8.0)‘indican sujetos con probabilidad de sintom atología f ra n c a m e n te psicótica: confusión, desorientación y desorganización de la conducta. Es típico que refieran pensam ientos y actitudes e x tra ñ a s , delirios, alucinaciones y pobreza del juicio. T a m ­ bién, puede t ra ta r s e de sujetos introvertidos, dados a f a n ta ­ se a r como modo de compensar la realidad, y socialmente ineficientes. Si la puntuación excede de T 80 y el perfil es válido, puede pensarse en la existencia de desórdenes del pe n sam ien to específicos. En los casos en que las escalas de validación p re s e n ta n una configuración en forma de “V” i n ­ vertida y é sta es pronunciada, puede tra ta rs e de un modo solapado de d e m a n d a r ayuda, acentuando el grado de p a to ­ logía. En la población general, las puntuaciones elevadas p u e ­ den refiejar sujetos introvertidos, aislados, excéntricos e in ­

C A R A C T E R ÍS T IC A S G E N ER A LE S DEL MMlM-2

-

165

dividualistas, siendo capaces de m antener una adecuada vida laboral y social. E n sujetos de elevado nivel cultural, mode­ ra d a s elevaciones en esta escala pierden todas las connota­ c io n e s p s i q u i á t r i c a s , i*eflejando m ás bien a m p litu d de intereses. El sujeto con puntuaciones elevadas en la escala Se, alcanza generalm ente puntuaciones elevadas en otras muchas escalas, enconti'ándose con mayor frecuencia asociadas a puntuaciones elevadas de ja escala 7 (Pt). Pueden e.xistir puntuaciones altas en estas dos escalas en sujetos que no reciben un diagnóstico ele esquizofrenia, en cuyo caso se caracterizan poi* presentai* pali'ones neuróticos con sintomatología compleja, o bien poseen una personalidad esquizoide, que no. implica necesai'iamente inca­ pacidad para desenvolverse on la vida diaria. -

Guia parq, la interpretación de lospuntajes T > SO: pu n taje extrem adam ente elevado. T 70-79: p untaje m uy elevado. T 65-69: p untaje elevado. - A cada uno de estos rangos le corresponder, diferentes descriptores, tal como se listan más adelante. - Las subescalas Hai-ris-Lingoes pueden ser de utilidad p a ra com prender la elevación de la escala S.

~ R e su m e n de descriptores (Butcher y Williams, 1992: 89) T > 80 - com portam iento claram ente psicótico - confusión, desorganización y desorientación - pensamientos y actitudes inusuales, delirios, alucinaciones - pobreza de juicio T 70-79 - estilo de vida esquizoide - escaso contacto social, tendencia al aislamiento, a la alienación y a sentirse incomprendidos - inaccesibilidad emocional

150

-

■ -

APLICA CIONES DEL MMPI-2

no aceptado por sus pai-es, retraimiento, reserva evitación de interacciones con los demás y de situacio­ nes nuevas timidez, retraimiento y sensación de inadecuación experiencias de ansiedad generalizada resentimiento, hostilidad y agresividad incapacidad para la expresión emocional, evitación de situaciones de estrés apelando a la fantasía y el ensue­ ño diurno dificultades en la distinción de la realidad y la fantasía sentim ientos de inferioridad, incompetencia e in satis­ facción considerable preocupación por el rol sexual y/o por pro­ blem as sexuales inconformistas, poco convencionales, excéntricos pueden presentar quejas somáticas diversas obstinación, irritabilidad, terquedad inm aduros e impulsivos parecen carecer del repertorio adecuado para afrontar problemas pi'onóstico terapéutico desfavorable, aunque pueden perm anecer en tratam iento más que otros pacientes

T G5-69 estilo de vida no convencional ’ inconformismo ocasional aislamiento sentim ientos peculiares y distantes respecto de los de­ m ás sensación de inferioridad a p a rtam ien to y desinterés en el trato con los otros uso de la fantasía como mecanismo defensivo frecuente ensoñación diurna p robablem ente inm aduros y preocupados sólo de sí mismos irnpdlsividad, agresividad y/o ansiedad ocasionales

C.AR/\CT ERÍSTICAS G E N E R A L E S DEL MMl'1-2

E

157

je m p l o s

ítem 32: "He tenido muy pecuJiares y extrañas expeiiencias." (Vj íte m 307: “A veces oigo tan bien que me molesta.” (V) Tabh 24 P untaje T

Escala S-Sc: posibilidades infcrprctalii ns (B utch er y coautores. 1989: 41»

M u y alto (7G 0 > )

• disturbios del p e n s a m ie n t o • c om por ta m ien to s e xcé nt ri co s • probabilidad do delinos (somáticos, de pc-i-sccucion. ele.» • probabilidad de al u c in acio n es • r e lraim ic n to social, nislnmiento • contacto con la real idad deñcitarin • c re encias in u su a le s

Alto (6 5 - 7 5 )



• ac tos bizarros • e n s im is m a m ie n t o , alienación • poco c onve ncionalis m o • problemas de ident ificación y autocunnaiw.a • dificultades de c on cen tr aci ón y r a zo n a m ie n io

M ode rad o

• e sc aso int er és en la s personas

(5 6 - 6 5 )

• poca hab ilidad prác tica • creativ idad e im ag inació n • preocu paciones relig io sas y/o c.^ípiriluale.s

Mod al

• adaptabilidad.

(4 1 - 5 5 )

• confiabilidad. segu rid ad • equilibrio emoc iona l

Bajo

• c onvenc iona lis mo, c on s er vad u ris m o

(4 0 0 < )

• control sobre los propios im pulso s • ac titud s u m is a

Escala: 9 - M a (Hipomanía) - Diseño de la escala La escala Ma fue diseñada por H athaw ay y McKinley (1944) con la intención de evaluar comportamientos manía-

158

a p l ic a c io n e s

D E L MMPI-2

eos O hipom aníacos y la tendencia a a c tu a r de modo eufórico, agresivo o hiperactivo. E sta escala fue desarrollada en p a ­ cientes que se e n contraban en las prim eras etapas de un episodio de un trastorno maníaco-depresivo a fase maníaca, que se cara c te riz a b an por p re s e n ta r m anía, labilidad emotiva, agitación psicomotora y fuga de ideas; P a ra ello, c o n tra sta ro n las resp u e sta s a los ítemes de la escala de un grupo de pacientes que presentaban, de modo claro, episodios de euforia y experiencias maníacas y las de un grupo de población general. De los ítemes iniciales, encon­ traron que 46 de ellos discrim inaban correctamente entre los pacientes clínicos y los sujetos normales. En el M M PI-2 se m antuvieron estos 46 ítemes, de los cua­ les se reform ularon siete. -

Contenido El contenido de los ítem es en la escala 9 cubren algunas de las c a ra c te rís tic a s de la condición citada y otras caracte­ rísticas a so cia d as (p en sa m ie n to acelerado, inquietud, etcé­ tera). H a rris y Lingoes diferenciaron cuatro conjuntos de ítemes y establecieron las correspondientes subescalas. Los ítemes de la escala 9 tam bién están divididos en los componentes Sutil y Obvio de W iener-Harmon. El análisis de éstos puede ser útil p a ra e v a lu a r la cualidad de los contenidos reconoci­ dos por el entrevistado.

• S ubescalas Harris-Lingoes - M a l (A m oralidad) (6 ítemes) Los p u n ta je s elevados indican personas que pueden ser vistas por los dem ás como egoístas, desconsideradas y desho­ nestas y que justifican y consideran que sus comportamientos son correctos. Es frecuenté que se tra te de sujetos que obtie­ nen satisfacción de la m anipulación que hacen de los demás.

C A R A C T E R ÍS T IC A S G E N E R A L E S DEL M.Ml'1-2

159

-

M a2 (Aceleración psiconiotora) (11 ítemes) Las personas que p u n tú a n significativamente en esta es­ cala m u e s tra n u n ha b la acelerada, verborragia, taquipsiquia (procesos de p e n s a m ie n to acelerados) y actividad motora excesiva. P uede t r a ta r s e de individuos tensos, excitados, in­ quietos y exaltados sin justificación contextúa! para ello. Se a b u rr e n fácilm ente y tienden a buscar constatem ente excita­ ción dol medio. P ueden ser impulsivos y ten d e r a realizar cosas perjudiciales o chocantes. -

M a3 (Im perturbabilidad) (8 ítemes) Los p u n taje s a u m e n ta d o s son característicos de sujetos que niegan an sie d a d social. No suelen sor espccinlinente sensibles respecto de lo que los demás piensen acerca de ellos. A m enudo, son im pacientes e irritables.

- M a4 (Megalomanía) (9 ítemes) La elevación de la escala señala a sujetos con una visión a u m e n ta d a y poco r e a lis ta de las propias capacidades. Sue­ len ser personas que se resie n te n con facilidad ante las de­ m a n d a s que los dem ás pu ed an hacerle. - Investigación empírica basada en la escala Los estudios de investigación señalan que la elevación de la escala 9 e stá asociada con conductas y sintomatología patológicas. G ilb ersta d t y D u k e r (1965) encontraron el a u ­ mento de M a en pacientes que presentaban hiperactividad, alcoholismo, g randiosidad y locuacidad en exceso. La mayo­ ría h a b ía n sido diagnosticados como maníaco-depresivos (tipo m aníacos) y te n d ía n a p r e s e n ta r problemas en sus trabajos u ocupaciones. P o r otra pa rte , G ra h a m (1987) observó puntajes altos de M a en pacientes psiquiátricos internados cuyos clí­ nicos los describían como hostiles, hipertímicos y con desor­ ganización del pensam iento. Los sujetos norm ales con elevaciones en e sta escala pare­ cen c a ra c te riz a rse por ser e n tusiastas, hiperactivos y em bau­

160

A P L I C A C I O N E S D E L MMPI-2

cadores (Gough, McKee y Yandéll, 1955; tomado de Butcher y Williams, 1992). En ocasión del proyecto de re-estandarización, Butcher y cois. (1989) m an tu v ie ro n e s ta s presunciones para la pobla­ ción general. Tam bién observaron que en las m uestras de parejas o matrirnonios que respondieron al inventario, las m ujeres que p u n tu a r o n alto en M a e ran descritas por sus m aridos como u s u a ria s de v e stim enta e x trañ a o inusual, de­ m asiado locuaces, con ten d e n c ia a realizar planes desmedi­ dos, a e s ta r m uy alegres o excitadas por situaciones nimias y con inclinación a correr riesgos. Por su parte, los varones con elevaciones en Ma e ra n descritos por sus esposas como autoritarios, c h a rla ta n e s, quejosos y dem andantes de a te n ­ ción, y consumidores ocasionales de drogas. -

Descriptores Dado que m uchos sujetos de población general pueden p rese n tar puntuaciones a u m e n ta d a s en esta escala y que algunos pacientes psiquiátricos con desórdenes afectivos no las presentan, la interpretación debe considerar el nivel de elevación relativo del perfil y la concurrencia de otros datos de evaluación (ante ce d e n tes clínicos y familiares, entrevista, resultados de o tra s p ru eb a s psicológicas, marcadores biológi­ cos) para hacer m ás preciso el análisis de los puntajes signi­ ficativos. Las puntuaciones m uy elevadas (T > 75) indican sujetos hiperactivos, con aceleración del habla y que pueden presen­ ta r alucinaciones y/o delirios de grandeza. Pueden referir un espectro amplio de in te rese s pero suelen utilizar su energía in adecuadam ente y a b a n d o n a r sus proyectos, dejándolos in­ conclusos. En general, son considerados como algo desorgani­ zados. M uchas personas con puntajes muy altos en la escala 9 pueden d a r la im presión de se r ingeniosos, emprendedores y creativos, pero con frecuencia presentan escaso interés por la ru tin a o los detalles. P ue d e n aburrirse fácilmente, m ostrar escasa capacidad de tolerancia a la frustración y tener difi­

C A R A C T E R ÍS T IC A S G E N E R A L E S D EL MMPI-2

161

cultades en el control de sus impulsos. Es probable que pre­ senten episodios de irritabilidad, hostilidad y estallidos de agresividad. En general, son considerados poco realistas, con un opti­ mismo desmedido, aspiraciones grandiosas y con tendencia a exagerar los logros e importancia personales. No es de extra­ ñ a r entonces que sean poco capaces de evaluar y reconocer sus propias limitaciones. Con frecuencia, estos sujetos brindan una imagen de sociabilidad y de extraversión. Les gusta e s ta r ro­ deados de otras personas y suelen da r primeras impresiones positivas, dado que parecen personas amigables y entusiastas. Sin embargo, sus vínculos tienden a ser superficiales. Es co­ mún que m anipulen a los otros en función de lograr sus pro­ pios intereses, que sean falaces y poco confiables, por lo que sus relaciones interpersonales pueden ser problemáticas. Pue­ den á lte rn a r períodos de agitación y de depresión. En genera!, tienen antecedentes de problemas en la escuela y/o en el tra ­ bajo. En cuanto a su actitud hacia la psicoterapia, se tra ta de sujetos que resisten la interpretación psicológica y que obser­ van un comportamiento irregular hacia el tratam iento, el que. por lo general, aban d o n an prem aturam ente. Los sujetos norm ales que obtienen puntuaciones elevadas en esta escala son optim istas, decididos, expansivos e inde­ pendientes de convenciones sociales. Los universitarios re­ sultan e n tu sia sta s, eficientes, probablem ente irresponsables (especialmente si acom paña úna elevación secundaria en Pd), imaginativos y de elevada fluidez verbal. Las m ujeres con esta escala elevada tie n e n dificultades p ara controlar sus sentim ientos hostiles, m ostrándose con frecuencia inflexibles y egoístas. Los pacientes psiquiátricos con puntuaciones elevadas pue­ den s e r irritables, hiperactivos, expansivos, con múltiples y fallidos proyectos, con escasa tolerancia a la frustración y frecuentes alteraciones de conducta. Si el cuadro maníaco resulta m o d era d am e n te im portante, difícilmente podremos a d m in istra r el inventario dada la propia naturaleza de la

1o2

A P L I C A C I O N E S D EL MMPI-2

sintom atología. E sta escala correlaciona negativam ente con la de Depresión.' En algunos casos se pueden obtener simul­ t á n e a m e n t e e le v a c io n e s de las e scalas de D epresión e Hipom anía, lo que algunos autores h a n relacionado con la labilidad afectiva existente en pacientes que padecen trastor­ nos orgánicos cerebrales. Las p e rso n a s con puntuaciones elevadas en la escala (T 65 a 74) se c a ra c te riz a n por ser enérgicos, activos, conversadoi'os y con u n a am plia g a m a de intereses. Parecen preferir la acción al p e n s a m ie n to y pueden hacer un uso inadecuado de la energía, por lo que es posible que muchos de sus proyectos queden inconclusos. Los individuos que p r e s e n ta n estos puntajes en M a son, en general, sociables, algo m anipulado­ res, persuasivos, indiscretos y, en ocasiones, impulsivos, áunque con u n a in te n s id a d m en o r a la observada para las puntuaciones my elevadas. Si bien puede ocurrir que sujetos de población general p u n tú en en estos niveles, la mayor parte de estos perfiles se han e n c o ntrado en p ersonas con problemas en sus relaciones inte rp erso n ale s como consecuencia de la manipulación que ejercen sobre quienes les rodean. Tienden a prese n tar proble­ mas anímicos tales como períodos de júbilo y euforia sin causa que las ju stifiq u e , a d e m á s de tendencia al egocentrismo y a la im pulsividad. Los p u n ta je s bajos (T < 35) son característicos de personas con niveles d ism inuidos de energía y actividad, que presen­ tan indicios de conducta letárgica, descuido, dejadez y escasa motivación. E s te cuadro es frecuente en sujetos seniles con tendencia a la a p a tía , indiferencia y con escasa motivación por las cosas de la vida. Tam bién puede r e p r e s e n ta r a personas que refieren fatiga crónica, depresión, a n sie d a d y tensión, y que prefieren un abordaje convencional y práctico de los problemas. Tienden a e x p e rim e n ta r baja a u to e stim a y a ser sinceros, moderados, modestos, ensim ism ados, retraídos y sobrecontrolados. P u n t u a c i o n e s m u y b a j a s son c a r ac te r ís t ic a s de falta de e n e r g í a vital v e s c a s a a c ti vi da d

CAR A C T ER ÍS T IC A S G E N E R A L E S DEL MMIM-'i

-

163

Guía para la interpretación de los puntajes - T > 75: p untaje m uy elevado. - T 65-74: puntaje elevado. - T 60-64: puntaje m oderadam ente elevado. - T < 35: puntaje significativamente bajo. - A cada uno de estos rangos le corresponden diferentes descriptores, tal como se listan más adelante. - En el caso del rango de T 65 a 74, la interpretación de la escala varía para los sujetos de población general sin problem as psicológicos. En este caso indica una varie­ dad de atributos positivos tales como energía, entusia.smo y nivel alto de actividad. - Las subescalas Harris-Lingoes pueden sei* de utilidad p ara comprender la elevación de la escala 9. r

Descriptores (Butcher y Williams, 1992: 92) T > 75 - hiperactividad motora, curso de pensam iento acelerado - probabilidad de alucinaciones y delirios de gi*andeza - probabilidad de desórdenes del estado de ánimo, en p a rticu la r conductas m aníacas - enérgicos y locuaces en extremo • - pueden s e r narcisistas en extremo - preferencia de la acción sobre la reflexión - am plia g a m a de intereses y actividades - utilización inadecuada de la energía - dificultad para proponerse y cum plir m etas u objetivos - escasez de interés por la rutina y/o los detalles - tendencia a aburrirse con facilidad ’ escasa tolerancia a la frustración - dificultad en la inhibición de la expresión de los impulsos - episodios de irritabilidad, hostilidad y agresividad - a m enudo, poco realistas - tendencia a exagerar las capacidades propias - aspiraciones grandiosas; a veces, delirio.s de gi*andeza

164

A P L I C A C I O N E S D E L MM Pl-2

incapacidad p a ra o b s e rv a r las propias limitaciones optimismo exagerado e injustificado desenvueltos, gregarios y sociables pueden p re s e n ta r períodos de agitación y/o depresión resistencia a la interpretación psicológica y a la psicoterapia concurrencia irre g u la r al tra tam ie n to , abandono pre­ m atu ro del mismo T 65-74 hiperactividad, e nergía exagerado sentido de los propios méritos, narcisismo orientación a la acción sobre el pensam iento amplio espectro de in te rese s escasa capacidad p a ra c om pletar proyectos los demás las consideran personas ingeniosas y emprendedoras falla de atención en los hechos rutinarios aburrim iento y desgano baja tolerancia a la frustración probabilidad de im pulsividad probabilidad de episodios de irritabilidad y hostilidad probabilidad de optim ism o desmedido en ocasiones dificultad para reconocer las propias limitaciones sociabilidad, desen v o ltu ra tendencia a la m anipulación respecto de los demás tendencia a rep e tir p roblem as •• en general, consideran innecesana la intervención psicoterapéutica y se resisten a la inteipretación psicológica T -

< 35 nivel bajo de energía y actividad apatía fatiga física depresión problemas crónicos de baja autoestima y de confianza en sí ensim ism am iento, r e tr a im ie n to

C A R A C T E R ÍS T IC A S G E N E R A L E S DE L MMPI-2

E

165

je m p l o s

Item 122: “K veces mi pensam iento ha ido más rápido y por delante de m is p a la b ra s .” (V) Item 100: “N unca he hecho algo peligroso sólo por el placer de hacerlo." (F)

T abla 2 5 Puntaje T

Escala 9-A/o; posibilidades interpretatieus (B u t c h e r y co a u to r e s. 1939: 4 2 1

M uy n!lo

176 0 > )

• c.xpan.sividad. g r andio s id ad • irritabilidad • pobre control im p u ls iv o • hip er ac ti vid ad, d is tr ac ti bili dad • tom a de de cisi ofic s im p u ls iv a • confu.sión

Alto 166-75)

• euforia • activid ad e.xcesiva • locuacidad • in q uie tu d . ini|)acicnc ¡a. labilidad • relacio n es su pe iT ic ialcs

M oderad o

• gr eg ar io

(56-65)

• poca to le r anc ia al tedio • a m p li a g a m a de inlcrcsc.s • con tracci ón al trabajo, efe ct iv id ad • orie nta ció n al logro • ac titud e m p r e n d e d o r a

Modal

• so ciab il id ad , a m ig a b il id a d

(41-55)

• ac ti tu d rcspon.snblc. rcnli.sta

• entu siasm o • equilibrio Bajo

(40 0 < )

• ac ti tu d p e s im is t a y apátic a • fre cu en te apa ric ión de fat iga • falta de e n e rg ía

• tim id ez, de p e n d e n c ia • poca au t o co n fia n z a • .se nti m ie nto s deprcsivo.s

166

A P L I C A C I O N E S D E L MMPI-2

- Tetrada psicótica Se denomina así a las escalas “P a ”, “P t ”, “Se” y *TVIa”. Su manifiesta elevación sobre el resto de escalas del perfil indica que, probablemente, estamos en presencia de un trastorno de c a ra c te r ís tic a s psicóticas o u n a p e rs o n a lid a d de estirpe esquizoide o paranoide.

• Escala: O - Si (Introversión social) - Discíio de la escala E sta escala fue d ise ñ a d a por D rake (1946) p ara evaluar el continuo ex tra v ersió n -in tro v e rsió n . P a r a hacerlo e incluir los ítemes que r e s u lta s e n p e rtin e n te s, D ra k e contrastó las resp u e sta s d a d a s por dos grupos de e s tu d ia n te s u n iv e rs ita ­ rios que, en forma previa, p u n tu a r o n alto o bajo en otras e scalas de los m ism o s c o n s tr u c to s (ext.-int.). La escala original del M M PI e s ta b a c o m p u e s ta por 70 ítem es que incluían contenidos tales como disconform idad social, infe­ rioridad, sensibilidad in te rp erso n al, falta de confianza en sí y quejas som áticas. En el MMPI-2 se eliminó un ítem y se m an tu v ie ro n los 69 restantes, de los cuales se reform ularon seis. -

Contenido Los ítem es de la escala O fueron clasificados por BenPorath y cois. (1989) utilizando u n a combinación de métodos estadísticos y racionales. A p a rtir de allí, discrim inaron tres subescalas que m o straron poseer u n a consistencia interna adecuada, así como tam bién validez externa. -

S i l (Timidez) (14 ítemes) Las p e rsonas con p u n ta je s elevados en e s ta subescala m u e s tra n tim idez en situaciones in te rp erso n ale s. Pueden referir e s ta r disconformes con los demás, s e r renuentes a iniciar relaciones y n e g a r ser personas sociables.

C A R .\C T E R ÍS T IC A S G E N E R A L E S DEL MMPI-2

-

167

- Si2 (Evitación social) (8 ítemes) Las puntuaciones elevadas señalan a sujetos que tienden a evitar las situaciones grupales, que son poco amistosos, social­ mente reservados y que evaden la compañía de los demás. Es frecuente que les desagraden las fiestas, reuniones sociales, etcétera. - Si3 (Alienación social) (17 ítemes) Los sujetos con pun taje s elevados refieren sentim ientos de indiferencia hacia los dem ás y de los dem ás hacia ellos. Pueden sentirse extraños y suelen ser aprensivos y descon­ fiados. En general, se t r a t a de personas con una im agen de sí pobre y dism inuida, que se sienten rechazados por los otros - Investigación empírica basada en la escala Los estudios iniciales (H athaw ay y Meehl, 1952; tomado de Butcher y William.s, 1992) indicaron que los puntajes bajos en Si eran característicos de personas sociables, entusiastas, locua­ ces, asertivas y aventureras. En cambio, los puntajes elevados señalaban a sujetos faltos de originalidad, inseguros, indecisos, inflexibles, inhibidos y socialmente sobrecontrolados (Butcher, 1992: 93). En estudios m ás recientes, B utcher y cois. (19S9) confir­ maron estas presunciones en m u e s tra s de m atrim onios o pa­ rejas que c o ntestaron al inventario. Por su parte, Sieber y Meyers (1992) e ncontraron, en una m uestra de estudiantes universitarios (N = 410), que los sujetos que p u n tu a b a n ele­ vado eñ S i l p r e s e n ta b a n m ás ansiedad social y baja autoes­ tima; los que lo hacían respecto de Si2 eran m ás propensos a la timidez, y los de Si3 m ostrab a n menos problem as de au to e stim a y de control externo. - Descriptores La escala Si evalúa u n a dimensión bipolar de la persona­ lidad. P o r ello, los p u n taje s elevados indican la presencia de introversión y las p u n tuaciones bajas señalan la presencia de extraversión. A diferencia de las dem ás escalas del MMPL2,

168

a p l i c a c i o n e s d e l MMPI-2

la escala O provee descriptores p a ra in te r p re ta r tanto los aum entos como las dism inuciones en los puntajes. Los puntajes elevados (T > 65) son característicos de personas introvertidas socialmente, que se sienten mejor en soledad que en compañía de otros; tienen pocas amistades y soñ tímidos, retraídos y reservados. Tienden a sentirse incómodos con miem­ bros del sexo opuesto, son difíciles de conocer y sensibles acerca de lo que los demás piensan sobre ellos. Es probable que sean muy controlados y que no demuestren sus sentimientos. En sus relaciones interpersonales son sumisos y complacientes, y su re­ lación con la autoridad se caracteriza por la obediencia y la acep­ tación de la misma. Suelen ser considerados poráos demás como serios, lentos, confiables, dependientes y cautos. El estilo de afrontamiento de los problemas es, en general, prudente, conven­ cional, algo indeciso y poco original, y suelen mostrar rigidez e inflexibilidad ante situaciones y opiniones novedosas. También, pueden referir preocupaciones y ser irritables, ansiosos, con ten­ dencia a la culpa, y pueden presentar episodios de depresión. Los puntajes bajos (T > 45) indican sujetos sociables, extravertidos, gregarios, am igables y conversadores. Sienten gran necesidad de e s ta r rodeados de o tra s personas y puede ser que necesiten de la valoración de éstos p a ra m a n te n e r su a u to e s tim a elevada. E n g e n e ra l, se t r a t a de individuos expresivos, con considerable fluidez verbal, activos, enérgicos, vigorosos, interesados en el poder, el status social y el recono­ cimiento y que buscan ubicarse e n situaciones de competencia y de liderazgo. M uchas personas con bajas puntuaciones en Si observan dificultades del control de los impulsos y tendencia a a c tu a r sin considerar a d e cuadam ente las consecuencias de S U ' accionar. Pueden ser inm aduros, autoindulgentes, superfi­ ciales, poco sinceros en su s vínculos, manipuladores, oportu­ nistas y despertar resentim ientos y hostilidades en otros. -

Guía para la interpretación de los puntajes - T > 65: puntaje elevado. La probabilidad de que los descriptores se .apliquen al caso au m e n ta a m edida que sé' eleva la escala.

C A R A C T E R IS T IC A S G E N E R A L E S DE L M M P I-2

169

- T 60 a 64: p u n ta je m o d e ra d a m e n te elevado. Estos puntajes se ñ a la n la probabilidad de que se apliquen algunos de los descriptores listados p a ra la elevación del puntaje. - T < 45: p u n taje significativo bajo. La probabilidad de que los descriptores listados se apliquen al caso a u m e n ­ ta a m edida que dism inuye el puntaje. - Las esca las H a rris-L in g o e s p u e d e n s e r de utilidad p a ra i n t e r p r e t a r a d e c u a d a m e n te los p u n ta je s e le v a ­ dos de Si. Descriptores (B utcher y Williams, 1992; 95) T > 65 - introversión social, tendencia a la soledad - reserva, timidez, retraim iento - incomodidad con personas del sexo opuesto - difíciles de conocer - sensibles a la valoración de los dem ás - dificultades interpersonales a causa de sensación de inadecuación - sobrecontrol - disgusto por la expresión a b ie rta de los sentim ientos - tendencia a ser sumisos y complacientes con los dem ás - obedientes y sum isos a la autoridad - serios, confiables, dependientes, cautelosos, convencionales - tiempo personal lento - rigidez e inflexibilidad respecto de actitudes y opiniones - dificultad m arc ad a p ara to m a r decisiones - tendencia a la preocupación y a se ntirse culpables T -

< 45 sociabilidad, extraversión amigables, conversadores, gregarios fuerte necesidad de e sta r con otros capacidad p a ra mezclarse en situaciones grupales expresividad social, fluencia verbal, actividad, energía

170

A P L I C A C I O N E S D E L MMPI-2

T a b la 2 6 P u u in je T

• E scala 0-Si: p o sib ilid a d es in terp reta tiva s ( B u t c h e r y c oauto res, 1989: 43)

M uy al io

(76 u > l

• c n s iin is m a m i e n to , ac titud d is ta n te • in s e gu r id ad , in d ec is ión • n u slc r id a d , recato • rum iación

Alio

• int ro ve rsión

166-75)

• actitud v e rg o n za n te , tim idez • falta de au tocon fi anz a • ac titud ta citu rn a, irritabilidad • rigidez, s u m is ió n

M od era do

• reserva, ser ie dad, caute la

(56-65)

• sobrecont rol de los im p uls os • apocada hab ilida d social

Modal

• activid ad, energi'a

(41-55)

• ac titud a m is t o s a ‘ • locuacidad

Bajo

• calidez

(40 0 < )

• sociabilidad , actitud gregaria • autoco n fi anza y as er tiv id ad • a u t o in d u lg en cia

• exhibicionismo • ac titud m an ip u la d o ra

-. • -

in terés en el status, el poder y el reconocimiento búsqueda de situaciones competitivas probabilidad de presentar problemas de control impulsivo probabilidad de ac tu a r sin considerar las consecuencias de su s conductas probabilidad de inm adurez y autoindulgencia probabilidad de relaciones interpersonales superficiales e in te resa d a s - tendencia a la manipulación y al oportunismo en sus relaciones

C A R A C T E R ÍS T IC A S G E N E R A L E S DEL. MMlM ->

E

171

je m p l o s

I te m 167: “Me es difícil e n ta b la r uña conversación cuando recién conozco a alguien.” Item 367: “Siempre que sea posible evito estai' en una multitud.”

5.2: Tipos de perfiles • Zona de significación clínica Las puntuaciones que se inscriben dentro de una p u n tu a ­ ción T 65, deberán ser tenidas en cuenta en la interpretación del perfil. No obstante, la estrategia más recomendable indica que se debe p re s ta r especial atención a las tres o cuatro esca­ las m ás elevadas e in te rp re ta r con precaución las restantes. • Zona inferior al promedio Las puntuaciones que se sitúan en esta zona (puntaje T inferior a 35), se consideran estadísticamente inferiores al promedio. Estos valores normalmente carecen de significación clínica p a ra las escalas básicas y su interpretación se basa en c a ra c te r ís tic a s de perso n a lid a d se ñ alad as por B utcher y coautores (1989) y apoyadas por diversos estudios. Aun así, debe considerarse que la práctica ha demostrado que las pun­ tuaciones m uy bajas en la escala Pa, pueden tener el mismo valor que si fueran elevadas. En él caso de la disminución de Ma, puede colegirse un bajo nivel de activación y generalmen­ te correlaciona negativam ente con la escala D. D istinto es el caso de m uchas de-las escalas adicionales (de c o n te n id o , s u p le m e n ta r i a s ) que h a n sido d e rivadas factorialm ente y tienen una interpretación clínica tanto en el lím ite sup e rio r como en el límite inferior. • Perfil bajo o sumergido La m ayoría de las puntuaciones se hallan entre 30 y 40, y el p u nto m ás alto e stá en un valor próximo a la media

172

A P L IC A C IO N E S DEL MMPl-2

aritm ética de las escalas clínicas (existe poca dispersión e n ­ tre las puntuaciones). • Perfil limítrofe Varias escalas clínicas tienen puntuaciones entre 60 y 70, tam bién se clasifican en esta categoría perfiles que tienen una escala clínica con una puntuación de 70 o ligeram ente superior. Este perfil señala las áreas que resultan de m ayor con.fiictividad para el sujeto. • Perfil elevado Varias escalas tienen puntuaciones en la zona alta dal perfil (T 80). Si existen m arcadas diferencias entre las esca­ las más elevadas y las restantes, posiblemente estarem os frente a una perturbación aguda. Cuando las diferencias entre las escalas más elevadas y las básales son m oderadas, hablarem os de perfil flotante. • P c v fl Upo punta Una o dos escalas están altamente diferenciadas del resto del perfil. Este tipo de perfiles resulta claramente indicativo de In naturaleza do la sintomatología, pero es poco frecuente. • Pendiente dcl p e r f l Trazamos una línea recta que u n a las diferentes elevacio­ nes de u n perfil determinado. Si la pendiente obtenida es negativa (hacia la izquierda), podremos hablar de caracterís­ ticas neuróticas, y si resu lta positiva (hacia la derecha), po­ siblem ente inferiremos rasgos psicóticos considerables. • Per f i e s agudos versus crónicos Se pueden distinguir evaluando la diferencia de ias esca­ las m ás elevadas respecto al resto del perfil. Si existen dife­ rencias como mínimo de T 15 a T 20, podemos hablar de u n a perturbación aguda; en caso contrario, la cronicidad del per­ fil cobra importancia.

CARACTERÍSTICAS GENERALES

d e l .M.MPI

'2

173

• Perfiles neuróticos versus psicóticos Los perfiles neuróticos acostum bran a presentar elevacio­ nes en las escalas Hs, D, Hy, y Pt mientras que los psicóticos se c a ra c te riz a n por p resentar elevaciones en Pa, Se y Ma. T am bién se puede utilizar el llamado índice de Goldberg (1965) sobre la s puntuaciones T; IG = L + Pa -H Se - (Hy + Pt) El p u nto de corte es 45, de modo que valores superiores a éste o r ie n ta n hacia un perfil psicótico e inferiores hacia uno neurótico. B utcher y Williams (1992: 174) recomiendan que este índice se utilice con cautela, a modo experimental y sólo en el ám bito clínico-psiquiátrico. • Regias de Peterson O btuvo seis signos característicos de perfiles del MMPI de tipo psicótico (Esquizofrénico). P ara poder clasificar un perfil como tal, debían cumplirse como mínimo tres de estos signos: - C u a tr o o m ás escalas clínicas mayores que T 70 - E s c a la F m ayor que T 64 - E s c a la s P a , Se y Ma mayores que Hs, D y Hy - E s c a l a D m ayor que Hs y Hy - E s c a l a Se m ayor que P t - E s c a l a s P a y Ma mayores que T 70 • S ig n o s de Taulbee y Sisson E stablecieron 16 signos que implican la comparación de u n a escala clínica con otra. La presencia de 13 o más signos sugiere u n c uadro neurótico y la de 6 o menos sugiere un perfil esquizofrénico:

A P L IC A C IO N E S DEL MMPI-2

1 74

Hs > Pd Hs > Pa Hs > Se

Hs > Hy Hs > Mf Hs > Pt Hs > Ma D > Pd : D > Pa

Hy > Pd

Hy > Mf

Hy > Pd Hy > Ma Pt > Mf

Pt > Pa

Pt > Se

• Riesgo de suicidio La posibilidad de ideas autocríticas severas o de una orien­ tación cognitiva suicida está relacionada con el aumento de la escala 2 , máxime si se acom paña de una elevación en la escala 7 (Psicastenia). En cambio, la conducta suicida se verá facilitada cuando las escalas Pd y Ma estén también eleva­ das. Ello se interpreta en función de que éstas pueden ser consideradas escalas “activadoras”, que representan niveles de energía e impulsividad intensos y una orientación m an i­ puladora, sea de modo activo o pasivo. Los perfiles 68/8 6 tienen u n riesgo inherente cuando h a ­ cen referencia a sujetos de personalidad paranoide, ya que éstos entienden el suicidio como un último acto de venganza. Se deberán considerar tam bién los perfiles psicóticos con elevaciones en la escala M a y los perfiles neuróticos, espe­ cialmente con rasgos histriónicos en cuanto a la posibilidad de conductas de riesgo suicida. • Clasificación de Megargee Megargee y Bohn (1977) identificaron 1 0 tipos de crim ina­ les en sendos estudios realizados sobre sujetos que perm ane­ cían recluidos en el correccional estatal de Florida (en el

CAR,-\CTERÍST1CAS G E N E R A L E S DEL MMIM-'J

1 75

capítulo 4 se realizan las consideraciones teóiácas 3' las apli* caciones de esta tipología). • Tipología de Dolor Crónico El MMPI es un a de las técnicas de evaluación de !a personalidad m ás utilizada p a ra .in v e s tig a r las cara c te rís­ ticas psicológicas de pacientes con dolor crónico (Fordyce, 1987 [tomado de B utcher y Williams, 1992: 175]; McCreary, 1985, entre otros). En estudios m ás recientes, se fueron sistem atizando los factores del MMPI asociados con el dolor crónico (Costello y cois., 1987) y, m ediante la aplicación de métodos estadísticos, se diferenciaron cuatro grupos a los que lla m a ro n P, A, I, N (P A IN = “d o l o r ”). K e lle r y B u tc h e r (1991) e n c o n tr a r o n los s u b tip o s s e ñ a lá d o s por Costello y cois, en sendas m u e s tra s de pacientes con doloicrónico. Estos estudios sobre tipología PAIN pueden scr de utilidad para evaluar a sujetos que se encuentran en pro­ gramas de tratamientos para el dolor. Aun así, se tra ta de una tipología en estudio, por lo que las inferencias que se realicen deben ser s u fic ie n te m e n te a n a liz a d a s y u tiliz a d a s con prudencia.

5.3. Combinación de códigos

El perfil o configuración de las escalas clínicas ofrece ta n ­ ta o más información que la elevación absoluta de cada una de ellas. Dado que cada escala provee indicadores para realizar inferencias significativas sobre un determ inado sujeto, la combinación de la elevación de los puntajes es aún de mayor importancia en la interpretación del MMPI-2. Muchas de elfas son abreviadas en térm inos de las escalas que ocupan los'puntajes más altos de pares o tríadas de las más eleva­ das. Dicho código se forma considerando las puntuaciones relativas de las escalas clínicas.

176

AP LICA CIO N ES DEL MMPI-2

En esta sección se incluyen los que ocurren con mayor frecuencia y los que h a n sido m ás estudiados por diversos autores. Las descripciones que aparecen más adelante repre­ sentan patrones generales y no necesariam ente se ajustarán con precisión a todas las personas que p resen tan un cierto código. Si un perfil del M M PI -2 no corresponde a las caracte.rísticas de un sujeto, el clínico deberá rec u rrir a la inter­ pretación de cada una de las escalas en forma individual. La mayor parte de los estudios empíricos acerca de la , interpretación por códigos incluyen las escalas Hs, D, Hy, Pd, Pa, Pt, Se y Ma sin considerar Mf ni Si. E stas fueron anali­ zadas en estudios de conte.xtos particulares, como el univer­ sitario (Kelly y King, 1978). Es im portante tener un alto grado de familiaridad con los correlatos conductuales de los códigos más frecuentes del MMPI- 2 . Las descripciones de comportamientos asociados con los tipos de códigos pueden ser aplicadas de un modo confia­ ble en individuos cuyos perfiles se acompañan de ellos. M u­ chos tipos de códigos han sido descritos én estudios empíricos. El código de un punto es aquel en el que una sola escala JLHn]ca_,.es.lá_ele.vada_Q,n_u.i,i._mngp.crídco. E!_código de dos puntos, uno de los más fre_c_uentes, ocurre cuando dos escalas clínicas_se_ encuentran, en. puntajes significativos, es decir, iguales o mayores a T 65. Por ejemplo, si las escalas 2 (D) y 7 (Pt) están aum entadas, el código se define como 2-7 / 7-2. En los códigos de tres puntos son tres las escalas elevadas. Por ejemplo, eí código 2-4-7 es TréaJeñtFeri lós'estudios de evaluación de program as de tratam ientps.de drogas y alcohol (Butcher y Williams, 1992: 1 0 0 ). Ej_prd.e.n.de.las ..escalas en el tipo de código puede producir diferencias significativas respecto de la im portancia relativa _de lps._de¿ciipt.QLe5_cuando son aplicados al caso. Por ejemplo, el código 3-4 puede diferir del 4-3 (Persons y M arks, 197Í). Si la escala 4 es m ayor que la 3, los sujetos son considerados impulsivos tanto en sus actos como en el control de sus emociones. Por lo tanto es mejor enfatizar los correlatos de la

CARACTER ÍSTICAS G E N E R A L E S DEL MMlM-2

177

escala elevada con el tipo de código (Butcher y Williams, 1992: 101). La interpretación por códigos es recomendable cuando el perfil se observa definido. Si bien hay suficiente investigación de los descriptores por código, algunos presentan escasa infor­ mación como en el caso del 2-6-9. Aquí, es preferible privile­ giar una estrategia de interpretación escala por escala. Aun con todas las objeciones pertinentes, el análisis por có­ digo es el más práctico,,simple y relativamente válido. Los es­ tudios empíricos para determinar la fiabilidad retest de los códigos indican que los que obtienen mayores correlaciones son aquellos en los que se presenta una diferencia de T 10 entre el tipo de código y el resto del perfil. Aun así se obtiene un coefi­ ciente retest aceptable cuando la diferencia es de T 5 por enci­ ma de la inmediata inferior (Butcher y WilliamiS, 1992: 102). Butcher y Williams (1992) citan las reglas de Graham (1986) para evaluar la estabilidad de un código: 1 . perfiles con códigos que tienen 1 0 o más punios por

encima del próximo puntaje más elevado, 2. perfiles con códigos que tienen entre 5 y 9 punios por encima de la próxima puntuación más elevada, 3. perfiles con códigos que tienen 4 o menos puntos que la inmediata inferior m uestran poca estabilidad retest, . por lo que es recomendable la interpretación de las escalas por separado. 5.3.1. Sim ilariciad entre los códigos M M PI y MMPI-2 Las puntuaciones de las escalas básicas son completamente consistentes enlre el MMPI y el MMPI-2, aun cuando las dis­ tribuciones T están basadas en muestras de diferentes sujetos. De cualquier modo, la necesidad de que las puntuaciones T cayeran en percentiles equivalentes afectó levemente algunos tipos de códigos, en especial aquellos con perfiles menos claros en su definición. Por ejemplo, si tres escalas se encuentran c'n

178

AP LICACIONES DEL MMPI-2

valores significativos ( 1 -Hs, T 77; 2-D, T 76; y 3-Hy, T 5) el perfil probable puede cambiar ( 1 -2 / 2 - 1 a 1-3/3-1, o 2-3/3-2). En realidad, en este caso es conveniente apelar al uso de códigos de U'es puntos (1-2-3). Graham, Timbrook, Ben-Porath y Butcher (1991) mostraron que los códigos del MMPI y del MMPI-2 eran por completo congiuentes en los perfiles bien definidos. Vincent (1990), por su parte, concluye que se puede confiar en la com­ patibilidad de los códigos de la primera y la segunda versión del inventario. Graham, Watts y Timbrook (1991) sostienen que cuando los códigos entre ambas versiones difieren, los del MMPI-2 presentan una validez extema igual o mayor que el MMPI. Aun cuando la interpretación por códigos es útil y permite inferir la descripción general del entrevistado, no deben soslayarse los valiosos aportes que representan las escalas de contenido y las suplementarias para in te rp re ta r con mayor riqueza el perfil. Butcher y Williams (1992: 104) organizaron la informa­ ción obtenida de los códigos en función de tres categorías, y éste es el modo en que los presentaremos aquí. 1 . Síiiíonias y comportamientos: en esta sección se esti­

man los síntomas o conductas sintomáticas que el s u ­ jeto reconoció y, si la información está disponible y es válida, la severidad de los problemas o comportam ien­ tos del sujeto. 2 . Características de personalidad: en esta sección se in ­ cluyen consideraciones acerca del ajuste de la persona­ lidad y/o rasgos relativamente estables'de ella. 3. Pronóstico: en esta sección se incluyen las hipótesis o predicciones del comportamiento individual, de la dis­ posición del sujeto para el tratamiento, de las probabi­ lidades diagnósticas y de cualquier otra información relevante.

CAR.ACTERÍSTICAS GENERALES DEL MMPl-2

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• Código 1 - 2 / 2-1 - Síntom as y comportamientos Indica a personas que p resen tan problemas somáticos o dolor crónico y que se quejan de ser físicamente enfermas. Es probable que se tra te de sujetos en e.xtremo pi'eocupados por su salud, que reaccionan desm edidam ente ante el m enor problema físico. Los síntom as que con mas fi'ecuencia refieren son debilidad, fatiga y vértigo, o mareos. La semiología indica un aspecto ansioso, tenso, nervioso, irri­ table, disfórico, e infeliz. Pueden m ostrar falta de iniciati­ va y p r e s e n t a r un hum or depresivo y aislam iento. Es probable que alberguen dudas acerca de sus propias habi­ lidades así como vacilación e indecisión ante e! menor suceso. Tales características los hacen ver como personas susceptibles. -

Características de personalidad Las personas que presentan este código son vistas como faltas de naturalidad, introvertidas y tímidas en situacio­ nes sociales. Pueden p rese n tar características pasivodependientes y abrigar sentimientos de hostilidad hacia quienes no les dispensen la contención emocional y la atención que esperan.

- Pronóstico En personas con este código es probable la aparición de consumo indebido de alcohol o drogas como modo de reducir la tensión producida por el estado sintomático. Son, en ge­ neral, diagnosticadas como neuróticas (hipocondríacas, a n ­ siosas o depresivas) y puede pensarse que el pronóstico para el enfoque terapéutico tradicional no es favorable. Se trata de sujetos que pueden tolerar niveles altos de m alestar antes' de sentirse motivados para promover un cambio. Se resisten a la interpretación psicológica de sus problemas y síntom as y tienden a utilizar mecanismos defensivos de

18Ü

APLICACIONES D ELM M PI-2

represión y somatización. Poseen poca capacidad introspecti­ va, autoconocimiento, y suelen resistirse a ac ep ta r las conse­ cuencias de sus comportamientos. El beneficio terapéutico, si ocurre, se circunscribe a cambios de corta duración en la sintomatología. • Código 1-3 / 3-1 - Síntom as y comportamientos Los sujetos con este perfil exhiben la tendencia a p resen­ tar quejas somáticas. Es probable que éstas se increm enten ante situaciones de estrés y que desaparezcan cuando el episodio de tensión ha pasado. Por lo general, no presentan depresión ni ansiedad severas aunque con frecuencia se ob­ servan niveles reducidos de eficiencia. Se tra ta de personas que prefieren una explicación médica de sus síntom as y tie n ­ den a resistirse a las interpretaciones psicológicas de ellos. Es posible que apelen a la negación y^a la racionalización y que sean poco introspectivos y comprensivos. Tienden a verse a sí mismos como personas normales, responsables y sin faltas. Sin embargo, parecen carecer de una comprensión apropiada de sus síntomas y tienden a exhibir modalidades do optimismo exagerado. -

Características de personalidad Las personas con este perfil tienden a ser in m aduras y egocéntricas. Pueden ser vistas coriio pasivas y dependientes y- presentar inseguridad si no perciben en los demás una respuesta a sus necesidades de atención, afecto y simpatía. En general, son consideradas como extravertidas, aunque son proclives a estar preocupadas por sí mismas y sus relaciones son, con frecuencia, superficiales y faltas de compromiso genuino. Pueden presentar conductas manipuladoras en los vínculos interpersonales y escasa habilidad para relacionarse con miembros del sexo opuesto.

CARACTERÍSTICAS GE NERALES DEL MMIM-2

18 l

Los individuos con este perfil pueden mostrar sentim ien­ tos de hostilidad encubierta hacia los otros si no satisfacen sus dem andas y presentar comportamientos sobrecontrolados y un estilo pasivo-agresivo en sus relaciones. En ocasiones, pueden aparecer explosiones de agresividad, pero, por lo de­ más, son convencionales y conformistas en sus actitudes y creencias. - Pronóstico Este perfil correlaciona con diagnósticos de desorden psicofisiológico o de trastornos de ansiedad tales como sín ­ dromes conversivos o desórdenes por dolor psicogénico. Por io general, son personas que no se encuentran motivadas ni dispuestas para la psicoterapia y esperan definiciones o solu­ ciones y respuestas simples a sus problemas. Tienden a dar por term inada la terapia en forma prem atura si sienten que el clínico falla al responder a sus demandas. • Código 1-4 / 4-1 - Síntom as y comportamientos Las personas que presentan este tipo de perfil probable­ mente presenten síntomas hipocondríacos severos, especial­ m ente m ig ra ñ as y dolores de estómago, y sentim ientos recurrentes de ansiedad e indecisión. Por lo general, son per­ sonas extravertidas, aunque su relación con el sexo opuesto es dificultosa. Pueden presentar rebeldía o encono hacia su hogar y/o a sus padres pero esta actitud no se manifiesta en forma abierta. Es probable que sientan insatisfacción, pesi­ mismo y malhumor. -- Características de personalidad El problema central para este tipo de personas consiste en dificultades expresivas importantes que pueden coadyuvar a la formación de un trastorno de personalidad. Los comporta­

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APLICA CIONES DEL MMPI-2

mientos impulsivos y la pobreza de juicio son, quizá, los fac­ tores más relevantes en el desajuste. - Pronóstico Es probable el abuso de alcohol, así como la presencia de problemas para sostener un empleo o una actividad produc­ tiva. A menudo, presentan motivaciones y objetivos esca ra ­ mente definidos. En general, se observan resistencias hacia el enfoque psicoterapéutico tradicional. • Código 1 - 8 / 8 - 1 - Síntom as y comportamientos Estos códigos son frecuentes en sujetos que p r e s e n ta n problemas psicológicos de larga d a ta . P u e d e t r a t a r s e de personas que alb e rg an se n tim ie n to s de h o stilid a d y a g r e ­ sión, y parecen tener severas dificultades para expresarlos de una manera adaptativa. A menudo se tra ta de sujetos que alternan un aspecto inhibido y constrictivo con otro beligeran­ te y rispido. Se caracterizan por sentirse infelices, tristes y, en térm inos cognitivos, p re s e n ta r confusión y d i s t r a c t i ­ bilidad. Muchas personas con este perfil p resen tan afecto aplanado. - Características de personalidad Es probable que las personas con este perfil presenten características de personalidad psicopatológica de larga d ata que explican el patrón sintomático. Puede ocurrir que los sujetos se sientan socialmente inadecuados y que no exhiban confianza en los demás. Ello redundaría en una tendencia al aislamiento y a la autoalienación y, en muchos casos, a adop­ tar un estilo de vida nómade. - Pronóstico Algunas personas con este perfil pueden recibir el diagnós­ tico de esquizofrenia. Es altamente probable que presenten

CAFLACTERÍSTICASGENKRALES D E L M M P I - i

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quejas somáticas bizarras y que éstas interfieran negativamen­ te en el tratamiento, o que sean referidas como alucinaciones o deliiios somáticos por parte de los sujetos y valoradas como tales por los clínicos, máxime si los aumentos de las escalas son importantes y otros datos así lo indican. No obstante, este perfil es también frecuente en pacientes que no son esquizofrénicos pero que presentan síntomas inusuales, crónicos, severos y poco tratables por la terapéutica médica. • Código 1 - 9 / 9-1 -- Síntom as y comportamientos En los sujetos que presentan perfiles con este código es característica la presencia de estados de angustia y m alestar intensos. Es probable que sean ansiosos, tensos e impacien­ tes y que refieran quejas somáticas. Pueden tornarse agresi­ vos si'sienten que sus problemas somáticos son minimizados o no considerados en la medida que les parece. Algunos s u ­ jetos con este perfil pueden ser ambiciosos y con altos niveles de conducción. Sin embargo, tal habilidad queda opacada, tm general, por la falta de claridad en las metas, lo que los lleva a situaciones de frustración complicadas de afrontar dadas las características mencionadas. -

Características de personalidad Es probable que algunos casos puedan ser considerados como propios de un estilo de personalidad pasivo-dependiente pero con tendencia a negar los problemas personales.

- Pronóstico Las personas con este perfil suelen ser rem isas a aceptar­ las interpretaciones psicológicas respecto de sus síntom as fí­ sicos, por lo que la intervención terapéutica puede ser difícil. Sin embargo, tam bién es posible este perfil en personas con daño cerebral que experimentan dificultad para afrontar sus déficit orgánicos.

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APLICACIONES DEL MMPI-2

• Código 2-3 / 3 - 2 -

Síntom as y comportamientos^ Las personas con este perfil suelen presentar ansiedad y, en general, refieren nerviosismo, preocupación y tristeza. Expresan, además, síntomas somáticos coirio fatiga, debili­ dad o gastrointestinales. Sin embargo, es poco probable qué la ansiedad sea lo suficientemente intensa como para incapa­ citarlos. Tienden a perder el interés en la vida y pueden referir sentirse incapaces de “volver a empezar”. También, a m ostrar un nivel disminuido de actividad general. -

Características de personalidad Las personas con este perfil parecen pasivas, dóciles y de­ pendientes. Suelen presentar una historia de inseguridad, inadecuación y desamparo. Es probable que se trate de perso­ nas que acomodan su conducta de modo de nutrirse de los demás, pero que no consiguen que los otros reconozcan sus logros en el modo que lo necesitan. Se trata de sujetos muy susceptibles a la crítica y que se sienten heridos fácilmente. Tienden a ser sobrecontrolados e inhibidos y a tener dificulta­ des para expresar sus sentimientos. También es frecuente la aparición de conductas de evitación social y la intensificación de la incomodidad ante personas del sexo opuesto. En algunos casos, es probable la presencia de problemas sexuales.

- Pronóstico Este código es frecuentemente asociado al diagnóstico de desorden depresivo. No parecen ser personas con buena responsividad a la psicoterapia, ya que no exhiben particular capacidad introspectiva. Es probable que se resistan a la interpretación psicológica de sus problemas. Es característico de las personas con este perfil qué tiendan a funcionar en un nivel bajo de eficacia por largos períodos y a tolerar grandes cantidades de ssufrirniento sin buscar cambios que les favo­ rezcan. Si bien les interesan las posiciones sociales, son te­

CARACTERÍSTICAS GE NERALES ÜELM.MlM-2

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merosas de situarse en situaciones competitivas directas. Pueden sentir la necesidad de aum entar las responsabilida­ des pero, en general, temen la presión a ellas asociadas. • Código 2-4 / 4 -2 -

Síntom as y comportamientos Es frecuente que las personas con este perfil hayan tenido antecedentes de problemas legales y de comportam iento impulsivo. Suele tratarse de sujetos que son poco capaces de re tra s a r la gratificación de sus impulsos, por lo que pueden presentar dificultades en sus relaciones con el entorno y que m uestran poco respeto por los valores o las normas estable­ cidas. También es probable que se sientan frustrados por sus faltas de logros y presentar actitudes de resentimiento ante las dem.andas de los demás. Luego de las conductas impul­ sivas, pueden expresar culpa y remordimiento por algún tiempo. Sin embargo, éstas pronto se desvanecen y revelan poca disposición a promover cambios en sus vidas. -

Características de personalidad Las personas con esta configuración se m uestran sociables y pueden provocar prim eras impresiones favorables. Sin embargo, parecen caracterizarse por prese n tar conductas manipuladoras, ya sea en forma pasiva o activa (observar el predominio de 2 o de 4) y mostrar características de desajus­ te psicológico, lo que redunda en el posible sufrimiento de las personas más cercanas. Bajo una fachada de competencia y de seguridad, estas personas pueden esconder sentimientos de insatisfacción para consigo mismos. Característicamente, se tra ta de sujetos pasivo-dependientes. -

Pronóstico Es probable la aparición de pensamientos y conductas suicidas, en especial si ambas escalas se encuentran muy elevadas. Pueden expresar la necesidad de ayuda y el deseo

186

A PLICA CIONES DEL MMPI-2

de cambiar, sobre todo en los momentos de abatimiento o de culpa. Sin embargo, el pronóstico para la psicoterapia no es favorable, ya que no parecen genuinamente orientados al cambio. Es probable que den por finalizado el tratam iento en forma p rem atura cuando el estado agudo es superado o cuan­ do la presión ambiental o legal ha disminuido. • Código 2-7 / 7-2 - Síntom as y comportamientos Las personas que presentan este código se manifiestan como ansiosas, tensas y depresivas. Pueden referir infelici­ dad y tristeza y tienden a preocuparse excesivamente. Se sienten vulnerables a am enazas reales o imaginarias y, ca­ racterísticam ente, anticipan los problemas antes de que és­ tos ocurran y, ante la menor situación de tensión, reaccionan con u n a actitud catastrófica. Es frecuente que presenten quejas somáticas tales como fatiga, cansancio, pérdida de peso, lentitud cognitiva y conductual. También, que se sien­ tan melancólicos y tiendan a la rumiación. Pueden exhibir una gran necesidad de ser reconocidos por sus logros y sue­ len ser exigentes y expectantes respecto de sí mismos y de los demás. Los sujetos con este perfil suelen experimentar culpa si no encuentran objetivos claros. Es típico que presenten actitudes perfeccionistas y que sean religiosos y/o en extremo moralistas. -

Características de personalidad Los individuos con este perfil se m uestran como dóciles y con un estilo pasivo-dependiente en sus relaciones. Es fre­ cuente que refieran problemas de asertividad. Usualmente, m u estra n capacidad para construir lazos emocionales pro­ fundos, aunque tienden a apoyarse de manera excesiva en ellos. Pueden presentar sentimientos de inadecuación, inse­ guridad e inferioridad y suelen habérselas con sus impulsos agresivos de un modo intrapunitivo.

C AR ACT ER ÍS T IC AS G ENER ALES DEL MMPI-2

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-

Pronóstico . Las personas que presentan este código reciben, con fre­ cuencia, diagnósticos de depresión, trastorno obsesivocompulsivo o 'desorden por ansiedad. En general, se encuentran m otivadas p a ra la psicoterapia y permanecen en ella más que otro tipo de pacientes. Tienden a ser pesimistas respec­ to de s u p e ra r sus problemas y a poseer un estilo cognitivo signado por la rigidez y la irresolución. Estas característi­ cas pueden in te rfe rir en su habilidad de resolución. Aun así, observan m ejoras a través del tratam iento psicológico, • Código 2 -8 / 8 - 2 -

Síntom as y comportamientos Las pe rso n a s con este perfil presentan, en general, un aspecto ansioso, a gitado y excitado. Pueden referir distu r­ bios del sueño y dificultades de concentración. El cuadro clínico a parece conformado por un estado afectivo convul­ sionado y por s ín to m a s somáticos. A menudo, la sintom a­ tología se m a n if ie s ta bajo la forma de depresión clínica y le n titu d en el h a b la y en el pensamiento. Durante la e n ­ tre v ista pueden mostiai* cierta teatralidad y emotividad, a u n q u e , m ás c a ra c te rístic a m e n te, aparecen como apáticas e indiferentes. E n sus relaciones interpersonales suelen p r e s e n t a r dificultades a causa de episodios de ira u hosti­ lidad. Con frecuencia, refieren ser olvidadizas, confusas y de so rie n ta d a s en el modo de sobrellevar sus responsabili­ dades. En ge n e ra l, son consideradas por los demás como personas póco originales y con una modalidad de pensa­ m iento e ste re o tip a d a para resolver sus problemas. Tien­ den a s u b e s tim a r la seriedad de éstos y a ajustarse a un enfoque pe rso n a l y poco realista de los problemas. Suele t r a t a r s e de p e rso n a s muy sensibles a las reacciones de los dem ás y desconfiadas y suspicaces respecto de las motiva­ ciones de q uienes los rodean. Es probable que se reporten a n te c e d en te s de m a ltra to emocional y que sientan miedo

183

a pl ic a c io n e s

DEL MMPI-2

de ser heridos aún más, por lo que evitan las relaciones interpersonales próximas. También son frecuentes los s e n ­ tim ientos de desesperación y de inutilidad. -

Caracterísíicas de personalidad Los rasgos de personalidad más comunes incluyen depen­ dencia, falta de asertividad, irritabilidad y resentimiento. A menudo, pueden presentar episodios de pérdida de control sobre sus emociones. Pueden negar estos impulsos, pero en los períodos de disociación pueden ocurrir conductas actingout. Usualménte presentan síntomas crónicos e incapacitan­ tes. Tienden a ser autopunitivos y culposos. - Pronóstico Las personas con este perfil suelen p r e s e n ta r d e s a ju s ­ tes psicopatológicos serios. Los diagnósticos m ás comunes son psicosis m aníaco-depresiva, esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo o un trastorno de la personalidad severo. Con frecuencia son personas preocupadas por pensamientos sui­ cidas y pueden tener planes para realizarlos. • Código 2-9 / 9 -2 - Sintonías y coniporíaniientos Las personas que obtienen este código son probablemente narcisistas, centradas en sí mismas y con tendencia a pensar excesivamente en su propio mérito. Es probable que expre­ sen interés por llevar a cabo logros de alto nivel, pero tienden a exaltarse cuando se les señala sus errores. Las personas jóvenes con este código pueden presentar experiencias de crisis de identidad. En términos sintomáticos, estas personas exhiben ansiedad y quejas somáticas, en particular de tipo gastrointestinales. Algunos individuos no presentan estados actuales de depresión pero pueden tener antecedentes de depresión mayor.

CARACTERÍS TIC AS GENERALES DEL MMPI-2

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- Características de personalidad Es frecuente que un patrón de negación pueda recubrir sentimientos profundos de inadecuación e inutilidad. Algu­ nas personas con este perfil tienden a defenderse de estos sentimientos depresivos a través de una actividad excesiva. - Pronóstico Es probable la alternancia de períodos de incremento de la actividad seguidos de otros de fatiga. El diagnóstico más común es el de desorden bipolar. También se ha encontrado, a veces, este perfil en pacientes con daño cerebral que pre­ sentaban pérdida de control o que intentaban afrontar sus déficit a través de u n a actividad excesiva. Con frecuencia, este código está asociado al consumo de alcohol como un escape al estrés y a la presión. • Código 3-4 / 4-3 - S íntom as y comportamientos Este tipo de código es frecuentemente asociado con la presencia de hostilidad crónica e intensa. Las personas con este perfil pueden albergar impulsos agresivos que no pue­ den ser expresados apropiadamente y que los conduce a pro­ blemas de autocontrol. En general, exhiben una modalidad sobrecontrolada y tienden a experimentar episodios súbitos y esporádicos de conducta violenta y/o arrebatada. Éstos, sin embargo, no parecen directamente relacionados a situaciones de estrés externo. No parecen poseer una introspección ade­ cuada acerca de las motivaciones ni consecuencias de esas conductas agresivas, y tienden a no considerarlas como pro­ blemáticas y a ser extrapunitivos. Las personas con este perfil clínico tienden a manifestarse libres de ansiedad o depresión pero pueden p re s e n ta r quejas somáticas vagas. También es probable que presenten problemas de ajuste sexual y/o de conductas promiscuas.

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A P L I C A C I O N E S DEL MMPI-2

-

Características de personalidad Las personas que p rese n tan este código presentan senti­ mientos de hostilidad persistentes hacia algunos de sus fami­ liares. Tienden a derñ a n d a r atención y aprobación de los demás y son muy susceptibles al rechazo. Si se les critica, pueden m ostrarse hostiles. No obstante, en apariencia son conformistas, aunque en su interior alberguen sentimientos de rebeldía. -

Pronóstico Es probable que luego de episodios de acting-oiit, p re ­ s enten orientación o in te n to s suicidas. El diagnóstico más común suele ser el de personalidad pasivo-agresiva o perso­ nalidad emocionalmente lábil. • Código 3-6 / 6-3

- Síntom as y com portam ientos Las personas que obtienen este código pueden presentar problemas moderados de tensión, ansiedad y de síntomas físicos. Suele tra ta rs e de sujetos que no reconocen sus senti­ mientos hostiles y. que presentan un aspecto de.sconfiado y poco colaborativo. En general, son personas difíciles de t r a ­ tar, ya que, de tiempo en tiempo, se tornan suspicaces y resentidas. Los pacientes con este perfil suelen ser narcisistas y centrados en sí mismos, y tienden a negar sus problemas psicológicos. -

Características de personalidad E s ta configuración es fre c u e n te en individuos que a l­ b erg a n se n tim ie n to s de h o s tilid a d hacia sus fam iliares y/ o personas cercanas, de forma crónica y profunda. Sin em ­ bargo, no es probable que expresen sus emociones en forma d ire c ta .

CA R-^CTE RÍSTIC AS GENER ALES OEl. M.MP!*2

"

19 1

- Pronóstico P ueden p r e s e n t a r actitudes de ingenuidad respecto de los dem ás y s e r en exceso crédulos con personas poco cono­ cidas. • Código 3-8 / 8-3 - Síntom as y com portam ientos Las personas que obtienen este código presentan un ti-astorno psicológico intenso caracterizado por la aparición de ansiedad, nerviosism o y miedo. También, pueden exhibir fobias, así como algunos síntom as depresivos y sentimientos de desesperanza aun cuando la apariencia no lo sugiei'a. ILs característico que m u estren inseguridad, así como una va­ riedad de quejas somáticas. Estas personas puecltm ser va­ gas y evasivas p a r a h a b la r acerca de sus problem as y dificultades. P ueden m ostrar disturbios del pensamiento, problemas de concentración y memoria, ideas extrañas o inusuales, pérdida de las asociaciones de ideas, rumiaciones obsesivas y, en casos extremos, delirios, alucimu'iones y habla incoherente. - Características de personalidad Los sujetos con este perfil son, probablemente, inmaduros e independientes. Pueden exhibir una gran necesidad de atención y afecto y m ostrar una conducta intrapunitiva en sus relaciones interpersonales. - Pronóstico Es frecuenté que presenten apatía, pesimismo y desinte­ rés en involucrarse en actividades vitales. E sta tendencia a la a p a tía puede lim ita r la eficacia del tra ta m ie n to . La psicoterapia orientada al insight no resulta del todo adecua­ da en estos casos. E n cambio, responden bien a las terapias de sostén o contención. En general, se trata de personas estereotipadas p a ra enfocar y resolver sus problemas. El

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A P LIC A C IO N ES DEL MMPí-2

diagnóstico más común para este tipo de perfil es el de esqui­ zofrenia. . • Código 4-6 / 6-4 - Síntom as y com portam ientos Es probable que las personas con este perfil presenten inm adurez, narcisism o y autoindulgencia. Suelen ser exce­ siv a m e n te d e m a n d a n te s en sus relaciones y se las puede co n sid e rar como ávidas de s im p a tía y atención. En general son suspicaces y se resie n te n fácilm ente ante las d e m a n ­ das de los demás. Las relaciones interpersonales son uno de los confliclos característicos de-estos sujetos, especial­ m ente las referentes al sexo opuesto. D ada la desconfianza que ex p e rim e n tan en los verdaderos motivos que guían a los dem ás, tienden a e v ita r los compromisos emocionales profundos. A menudo pueden ser irritables, hoscos, a rg u ­ m entativos y ofensivos, y p r e s e n ta r resentim iento respecto de la autoridad. -

Caractcrisiicas de personalidad Suele tra ta rs e de personas con desajustes importantes de personalidad. Algunos individuos con este perfil pueden ob­ servarse como pasivo-dependientes. Una característica co­ m ún parece consistir en la represión de la hostilidad y la agresión.

- Pronóstico Este tipo de perfiles es frecuente en individuos que nie­ gan sus problemas psicológicos a través de la racionaliza­ ción o de la proyección de la culpa sobre los demás. No aceptan la responsabilidad por las consecuencias de sus conductas y tienden a exhibir una autovaloración grandiosa y poco realista. En general, este tipo de personas son poco receptivas a la psicoterapia y suelen ser diagnosticadas como con trastornos de la personalidad, en particular de patrones

CA R A CT ER ÍS T IC A S GENERALES DEL MMÍM-Z

193

pasivo-agresivo o paranoide. En algunos casos, pueden aso­ ciarse con diagnóstico de esquizofrenia paranoide. • Código 4-7 / 7-4 - Síntom as y com portam ientos Las personas con este perfil pueden alternar períodos de gran preocupación y de notoria insensibilidad respecto de las consecuencias y efectos de su comportamiento. Pueden ocu­ rrir conductas im pulsivas o de acting-out seguidas de senti­ m ientos t e m p o r a r i o s de culpa y a u to c o n d e n a ció n . Es frecuente que p resenten fatiga, tensión y quejas somáticas vagas. A menudo, refieren la sensación de autopercibirse como poco capaces para encarar.situaciones de presión am ­ biental. - Características de personalidad En general, se tr a t a de personas con sentimientos persis­ tentes de dependencia y de inseguridad personal que inter­ fieren e im portunan un adecuado ajuste psicológico. - Pronóstico Laá personas que obtienen este perfil pueden, con frecuen­ cia, responder adecuadam ente a una psicoterapia orientada a la contención. Sin embargo, dadas sus características de personalidad, es poco probable que se produzcan cambios relevantes y duraderos. En general, son personas tan insegu­ ras que requieren u n constante refuerzo de sus méritos para m antener la au to e stim a en niveles adaptativos. •. Código 4-8 / 8-4 - Síntom as y com portam ientos La mayoría de los sujetos en los que se observa este código presentan problem as psicológicos serios. Parece tratarse de personas que p rese n tan dificultades importantes para ajus­

1 94

AP LICACIONES DEL MMPI-2

tarse socialmente. Pueden defender puntos de vista políticos y/o religiosos inusuales: y conducirse de m anera errática e impredecible. Algunas, pueden tender a a p artarse del mundo en la forma de fuga a la fantasía o pueden presentar hosti­ lidad como modo de defensa ante la posibilidad de ser heri­ das. Por ende, es frecuente observar dificultades para el control de los impulsos y que sean consideradas como hosti­ les, irritables y resentidas. También, es probable que presen­ ten actos y conductas expresados de manera asocial. Pueden m anifestarse actos delictivos o de desviaciones sexuales, así como abuso de drogas y/o alcohol. Muchas personas con este código refieren pensam ientos sexuales obsesivos y suelen exhibir temores respecto de sus capacidades efectivas en si­ tuaciones sexuales o presentar indulgencia para con actos antisociales de ese tipo en un. intento por dem ostrar su ade­ cuación y eficacia sexuales. Revelan también tendencia al asilamiento. Algunas personas con este perfil pueden tener períodos de obsesiones suicidas. A menudo, descreen de los dem ás y evitan las relaciones interpersonales comprometidas. S u e ­ len ser vistas como personas con una capacidad empática distorsionada y escasa, y como carentes de habilidades so­ ciales básicas. -

Características de personalidad .. Estas personas, característicamente, poseen severos pro­ blemas de autoconcepto. Suelen albergar sentimientos pro­ fundos de inseguridad y ser muy susceptibles al rechazo. Es frecuente, también, la necesidad de exagerar sus necesidades de afecto y atención. - Pronóstico En general, estos sujetos tienen antecedentes de inefecti­ vidad y desajustes. Los diagnósticos más frecuentes incluyen el desorden antisocial, paranoide y esquizoide, y en algunos casos el de esquizofrenia.

C A Í U C T E H ÍS T 'C A S GENERALES DEL MMlM-2

195

Dado que estas personas no aceptan, o lo hacen eii forma mínima, las consecuencias y la responsabilidad de su accio­ nar, no suelen responder adecuadamente al tratamiento psi­ cológico. Es probable que les resulte dificultoso establecer una 1‘elación confiada con el clínico. Tienden a racionalizar y a culpar a los demás por sus dificultades y, por lo general, perciben al mundo como amenazante. • Código 4-9 / 9-4 ~

S ín to m a s y com portamientos

Las personas con este perfil se manifiestan desatendiendo los valores sociales comunes, exhibiendo probablemeiUe con­ ductas antisociales y demostrando fluctuaciones importantes en sus valores morales y éticos. Pueden o c u i t í j un conjuiUi) de comportamientos antisociales o desviados como alcoholis­ mo, hurtos, peleas y conductas sexuales tipo acling-onL Sue­ len ser vistas como egoístas y auLoindulgentes, y en general no pueden r e tr a s a r la gratificación inmediata de sus impul­ sos. Ello redundaría en fallos severos para considerar ade­ cu a d am e n te las consecuencias que sus comportamientos puedan ocasionar. Parecen poco propensas a aprender de la experiencia y manifiestan baja tolerancia a la fi'ustración. irritabilidad y m aneras cáusticas o cínicas. Pueden exliibir sentimientos intensos de hostilidad que son expresados bajo la forma de explosiones emocionales negativas. Suelen ser enérgicas, inquietas y necesitar de situaciones de excitación y estimulación y suelen ser consideradas como desinhibidas, extrovertidas y locuaces. Tienden a crear primeras impresio­ nes positivas, pero sus relaciones interpersonales son super­ ficiales e interesadas. -

-- Características de personalidad Las personas con este perfil son narcisistas e incapaces de lazos ■emocionales profundos. Tienden a guardar distancia afectiva y su desenvuelta fachada social puede encubrir falta

19G



APLICACIONES DEL MMPI-2

de confianza y de seguridad. Es probable la presencia de rasgos de inmadurez y de una estructura de la personalidad dependiente. El diagnóstico más común es el de desorden antisocial de la personalidad. - Pronóstico Los individuos con este código no aceptan la responsabili­ dad sobre sus actos, por lo que rara vez dem andan t r a t a ­ miento. Si lo hacen, probablemente sea a causa de la presión que otros ejerzan para que lo realice. Tienden a racionalizar sus errores y defectos y a culpar a los demás de sus proble­ mas. Es frecuente que posean una disposición a presentar dificultades legales, laborales y/o interpersonales. * Código 6 -S / 8-6 - Sintonías y comportamientos Las personas que obtienen este código en su perfil se carac­ terizan por e.xperimentar sentimientos de inferioridad e insegu­ ridad, así como autoestima y autoconcepto disminuidos o pobres. Es probable que sientan culpa cuando perciben sus defectos o equivocaciones y que funcionen de modo apático y abúlico. Por lo general, no propenden al compromiso con otras personas y son consideradas por los demás como suspicaces y desconfiadas, 'fienden a evitar los lazos emocionales profundos y refieren sentirse mejor cuando están solas, ya que sus habilidades socia­ les les parecen poco efectivas. Les disgusta que los otros les demanden cosas, por nimias que sean, y tienden a expresar malhumor, irritabilidad y negativismo. Es probable que so obseiven conductas psicóticas y su pensamiento se valora, en general, como fragmentado, tangencial y circunstancial. Pueden manifestar disturbios del contenido de pensamiento a través de ideas bizarras y dificultades de concentración, atención y me­ moria, Suelen exhibir confusión severa, delirios de persecución y/o grandeza, sentido de irrealidad y preocupación por temas abstractos u oscuros, así como embotamiento afectivo. En aigu-

CARACTERÍSTICAS GENER /\LES DEL MMlM-2

19?

nos casos pueden presentarse habla rápida e incoherente, fuga a la fantasía,'ensueños diurnos y dificultades para distinguir entre realidad y fantasía. Sus defensas parecen poco efectivas y tienden a reaccionar al estrés y a la presión apelando a me­ canismos regresivos. - Características de personalidad Este código es característico de personas que presentan severos problemas psicológicos de larga data. Es probable inferir un estilo de vida esquizoide. - Pronóstico En general, las personas con este perfil son diagnosticadas como esquizofrénicas. El tratamiento supone la integración de terapéuticas psicológicas y farmacológicas que deben ser­ vir de soporte en aquellos casos donde existe riesgo para el paciente o para terceros. • Código 6-9 / 9-6 - Síntom as y comportamientos Las personas con este perfil pueden ser susceptibles y desconfiadas en grado sumo. Es probable que se sientan vulnerables a amenazas reales o imaginarias y que exhiban ansiedad la mayor parte del tiempo. También que propendan a s e r t e a t r a l e s y tre m e n d is ta s . Tienden a re a c c io n a r desmedidam ente aun ante la menor situación de presión y responder a ellas apelando a la fuga a la fantasía. Los suje­ tos en los que se observa este código pueden m ostrar signos de desorden del pensamiento y dificultades severas de con­ centración. Pueden exhibir delirios y alucinaciones, habla irrelevante e incoherente y perplejidad. - Características de personalidad Suelen m anifestar una gran necesidad de afecto y ser pasivo-dependientes en sus relaciones interpersonalcs.

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A PLICA CIONES DEL MMPL2

- Pronóstico En general, estas personas reciben diagnósticos de esquizo­ frenia o de trastornos afectivos. El tratam iento psicológico puede ser difícil, sobre todo si se observan pensamiento y con­ ducta poco organizados. La implementación de progi*amas conductuales de cambio puede ser interferida por la tendencia de estos sujetos a racionalizar y presentar ideaciones obsesi­ vas. También pueden m anifestar dificultades para expresar sus emociones de m anera adaptativa y alternar momentos de sobrecontrol con otros de explosiones emocionales. • Código 7-8 / 8-7 -

S in to n ía s y com portam ientos

Las personas con este perfil tienden a exhibir agitación y m alestar intensos y no dudan en admitir sus problemas. Las defensas parecen poco eficaces para m antenerlas libres' de ansiedad. Suelen referir sentimientos depresivos, preocupa­ ción y nerviosismo. Pueden estar confundidas y presentar estados de pánico y, por lo general, m uestran indecisión y juicio poco efectivo. Parecen no saber significar su experien­ cia y tienden a ser introspectivas y obsesivas. -

Características de personalidad Son frecuentes los sentimientos crónicos de inseguridad, inadecuación e inferioridad. Las personas con este perfil no son socialmente equilibradas y tienden a apartarse de las situaciones de interacción social. Son, con frecuencia, pasivo-dependientes y no pueden tomar el rol dominante en sus vínculos. Tienden a presentar dificultades en las relaciones con el sexo opuesto y a sentirse inadecuadas respecto del rol de género tradicionalmente aceptado. Pueden presentar fantasías sexuales inusuales. -

Pronóstico El diagnóstico m ás frecuente es el desorden de ansiedad. Aun así, la probabilidad de trastorno psicótico c de la perso­

C A R A C T E R ÍS T IC A S G EN ER A!.ES DEL MMIM-2

H)f)

nalidad se increm enta en función del aumento de Se. Esta combinación es frecuente en pacientes psicóticos que ^10 m u estra n síntom as floridos o estentóreos. Debe considerarse la derivación farmacológica para controlar la ansiedad y dis­ m inuir los síntom as mencionados. • Código 8-9 / 9-8 - S ín to m a s y com portam ientos Las personas con este perfil suelen presentar disturbios psicológicos serios y una tendencia marcada al aislamiento. Pueden sentirse en especial incómodas en las relaciones amo­ rosas y m o stra r un ajuste sexual dificultoso. A menudo son percibidas como emocionalmente lábiles, agitadas, activas y tensas. Pueden ser m uy locuaces y cxpí'csnr una nu(ov;v luación poco realista, tornando su enfoque grandioso, voluble y jactancioso. La conducta parece caracterizarse por pi’Opender a la negación de sus problemas. Pueden referi]* senti­ mientos de inadecuación, baja autoestima y limitacione.s pai*a afrontar situaciones de competitividad o logro. - Características de personalidad I jOS sujetos en los que se observa esta configui-ación soi'i egocéntricos e infantiles. Tienden a necesitar de los demás atención y afecto, y tornarse resentidos si sus demandas no son satisfechas. Parecen tem er las relaciones emocionales y evitan los contactos próximos y comprometidos. Se trata de personas que son poco capaces de enfocar debidamente las situaciones y, por lo general, son vistos como excéntricos e inusuales. P u e d e n p re s e n ta r pensam iento circunstancial, habla bizarra (con pérdida de las asociaciones, neologismos y ecolalia), así como delirios y alucinaciones. - Pronóstico El diagnóstico m ás frecuente es el de esquizofrenia o irastorno severo de la personalidad. Los disturbios clcl pen.'^a­

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A l^ L IC A C IO N E S D E L M M P I-2

miento mencionados pueden manifestarse también con la presencia de confusión, perplejidad, desorientación, dificulta­ des de atención y memoria, y sentimientos de irrealidad. En este estado es posible que no perciban la necesidad de ayuda profesional y que no presenten la disposición necesaria para el tratam iento psicológico. Si bien a veces pueden presentar alguna necesidad de logro o sentirse presionados a obtenerlo, el rendimiento actual tendería a ser mediocre. • Código 1-2-3 - Síníonias y com portam ientos Esta configuración es con frecuencia asociada al padeci­ miento de m alestar físico y a dificultades de ajuste psicológi­ co. Pueden referir fatiga, debilidad, tensión y nerviosismo la mayor parte del tiempo. En general, tienden a reaccionar al c.slrés desarrollando síntom as físicos, y ante los cambios físi­ cos, por leves que sean, e.xperimentan preocupación y quejas. Si bien ponen el énfasis en que se reconozcan sus síntomas físicos, estas personas pueden referir sentimientos disfóricos. iMuchü.s individuos con este perfil presentan síntomas de dolor abdominal o jaquecas. -

Características de personalidad . Suele tratarse de personas más bien pasivas en sus rela­ ciones interpersonales y pueden presentar actitudes deman­ dantes, ya que sienten necesidad de que los demás los cuiden. Esto los torna dependientes en sus vínculos. En ocasiones, pueden expresar hostilidad e irritabilidad si sienten que sus dem andas no son satisfechas. ~ Pronóstico Pueden presentar experiencias sexuales insatisfactorias y tenoí’ problemas en su relaciones a causa de ello. Es probable que sus características de personalidad los predispongan a clcsarrolhú* síntom as físicos ante situaciones de estrés. A

C AR ACT ER ÍS T IC AS GEN ER A LE S DEL MMPI-2

201

menudo, pueden p re s e n ta r desórdenes psicofisiológicos. Es frecuente el diagnóstico de trastorno somatoformo sobre una personalidad pasivo-agresiva o dependiente* Estas personas suelen valorar sus problemas como físicos y no parecen reco­ nocer los factores psicológicos que contribuyen a la aparición de sus síntom as. Propenden a un enfoque poco introspectivo, por lo que es probable que piensen no tener modo de cambiar sus molestias. Por lo tanto, no presentan el mejor perfil para una psicoterapia orientada al insight. Podrían necesitar el ser confrontados con los orígenes psicológicos de sus sínto­ mas para promover u n a actitud de cambio hacia ellos. El enfoque p ara m an e jar el estrés debería considerarse en su tratam iento, ya que no parecen poseer las habilidades sufi­ cientes p ara la resolución de las situaciones de presión. Los sujetos con estos perfiles clínicos presentan, a menudo, esti­ los de interacción hostiles y pueden desplazar esta actitud al tratam iento, interfiriendo el éxito del mismo. Por otra parte, este estilo de personalidad no parece receptivo a sugestiones o interpretaciones de los demás. • Código 2-7-8 - Síntom as y com portam ientos Las personas que presentan estos perfiles se caracterizan por p re s e n ta r desajustes de personalidad crónicos. Es p r o b a ­ ble que se sien tan sobrepasadas por estados intensos de an­ sie d a d y ten sió n , y por se n tim ie n to s depresivos. Suele tra ta rse de individuos que se sienten solitarios, inútiles e inseguros y que creen que sus problemas no tienen solución. Probablem ente, intenten controlar sus preocupaciones a tra­ vés de intelectualizaciones y análisis poco productivos. Pue­ den p re s e n ta r dificultades para concentrarse y para tomar decisiones. Parecen funcionar a niveles reducidos de eficien­ cia y tienden a reaccionar excesivamente a la mínima pre­ sión m ostrando conductas de deterioro. El estilo de vida es, en general, caótico y desorganizado, y tienen una historia de

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a pl ic a c io n e s

DEL MMPI-2

logros personales y/o laborales pobre. Pueden presentar, ta m ­ bién, sentimientos de culpa y preocupación por ideas religio­ sas crípticas.- Características de personalidad Es característico de los p a cien tes que p r e s e n t a n este perfil la dificultad p a ra e s ta b le c e r y m a n t e n e r relaciones interpersonales. Pueden p a re c e r perso n a s a las que les faltan habilidades sociales básicas y que, a menudo, presen­ tan aislamiento. Sus vdnculos son, por lo general, ambivalentes, resultándoles dificultoso confiar y entregarse afectivam ente a otros. Muchas personas con este código nunca establecie­ ron relaciones íntimas. Es probable que sus s e n tim ie n to s de- inadecuación e in s e g u r id a d coadyuven a este estilo v in c u la r. - Pronóstico Es altamente probable que las personas con este perfil refieran este patrón de comportamiento como crónico. Puede tra tarse de sujetos con vidas desorganizadas e infelices de modo persistente que suelen presentar episodios de m alestar más intensos a causa de aumentos del nivel de estrés. Todo, conduce a la inferencia de desórdenes psicopatológicos seve­ ros y pueden ser diagnosticados como trastornos de ansiedad o como desórdenes de distimia sobre una estru c tu ra de pe r­ sonalidad esquizoide. Es posible que algunos pacientes reci­ ban diagnóstico de esquizofrenia u otra psicosis en especial si los antecedentes y la clínica observada así lo am eritan. Es frecuente qué se trate de personas que solicitan tratam iento por sus problemas. Dado que éstos suelen ser crónicos, se requiere de una estrategia psicoterapéutica intensiva y orga­ nizada para producir algún cambio. Los pacientes con este perfil tienen numerosas preocupaciones psicológicas y situacionales, por lo que muchas veces es complicado m an te n er en foco el tratamiento. Necesitan de mucha contención emocio­ nal en los momentos en que los niveles de presión aum entan,

CARACTERÍSTICAS CENER.ALES DEL MMPI-2

203

ya que suelen referir constantes sentimientos de inadecuación e inseguridad. Sus expectativas de cambio son, en genera!, bajas, y el clínico tenderá a privilegiar una actitud optimista para que el tratam iento sea eficaz. Estas personas tienden a pensar excesivamente y enti*egarse a rumiaciones poco productivas. No parecen propensos a las psicoterapias poco estructuradas u orientadas al insight, ya que parecen empeorar su funcionamiento si son conmina­ dos a ser introspectivos. Responden mejor a tratam ientos directivos, orientados a metas, y de contención. Los indivi­ duos con este perfil pueden presentar un riesgo suicida claro, por lo que la intervención terapéutica no deberá soslayar la consideración de este tópico. 5.5.2. Perfiles habituales A continuación podrá consultar una breve síntesis de las in te rp re ta c io n e s de los perfiles más h a b itu a le s del MMPI, a tendiendo a las dos escalas clínicas m ás elevadas (códigos de dos puntos). La información prese n tad a debe com pletarse con la interpretación de otras escalas rele v an ­ tes a ju i c io del clínico, indicadores adicionales y datos re­ cabados d u ran te la entrevista o por medio de otros recursos técnicos. 12/21 Este perfil se asocia a sujetos deprimidos con frecuentes quejas somáticas, o bien sujetos que se deprimen secundaria­ mente a un problema orgánico (el primer caso puede coiresponder a un equivalente depresivo). La elevación de la escala Hy sugiere ía existencia de un componente hipocondríaco. Normalmente corresponde a sujetos esencialmente neuróticos. Cuando aparecen elevaciones secundarias de las escalas Pd y/o Pa puede hablarse de trastornos de personalidad de tipo pa-

20-1

AP LICA CIO N ES DEL MMPL2

13/31 Es el típico perfil conversivo. Acostumbra a coincidir con personas de rasgos pasivo-dependientes, emotivas, tensas e irritables, de elevada fatigabilidad y que buscan en los de­ más comprensión y atención. Tienen dificultades im portan­ tes para aceptar la n a tu ra le z a psicológica de sus problemas, amparándose en hipotéticos problemas físicos. •-p 23/32 Se trata de sujetos fatigados, cansados, deprimidos y a n ­ siosos. Son incapaces de adoptar medidas operativas por sí mismos, y con frecuencia presentan sintomatología somática. Su comportamiento resulta inmaduro y de rasgos infantiles; son inseguros y socialmente inadecuados. Las escalas Mf, Pa y Si marcarán cuál es el grado de ajuste general de este tipo de sujetos. 24/42 Entre población p siq u iátrica es el perfil probable del “psicópata con problem as”. Se t r a t a de sujetos e x tr e m a d a ­ mente hostiles, que p re s ta n poca atención a las norm as sociales y que se ha n visto atrapados por la red que su propia conducta ha tejido a su alrededor. O casionalm ente puede tra ta rse de sujetos rea lm e n te deprim idos (D > Pd), que m u estran su disconform idad y hostilidad respecto de su propia situación. 26/62 Corresponde a sujetos agresivos y sensitivos. La elevación de la escala D es el reflejo de la convicción que tienen de ser • perjudicados y m altratados por el mundo circundante. Con frecuencia lo encontramos en los trastornos paranoides de la personalidad. Las relaciones sociales se ven gravem ente com­ prometidas.

CARACTERISTICAS GE NERALES DEL MMPI-2

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27/72 Este código refleja la “neurastenia”, especialmente si se combina con elevaciones secundarias de las escalas Hs, D y Hy. Se tra ta de sujetos fatigados, rígidos, perfeccionistas y con dificultades para manejar vivencias de hostilidad. 28/82 Es uno de los códigos más comunes entré poblaciones psiquiátricas. La mayoría de estos pacientes se m u estra n deprimidos y/o ansiosos. Tienen dificultades para organizar correctamente sus pensamientos y su actividad es usualmcnte inefectiva. Si las escalas presentan puntuaciones elevadas y la escala F es también alta, la posibilidad de un cuadro psicótico aumenta. La elevación de la escala P t ap u n ta hacia un trastorno de tipo neurótico. 29/92 La característica esencial de este tipo de perfil -poco fre­ cuente- es la labilidad afectiva. Pone en evidencia a sujetos inseguros en su rol social. La hiperactividad y el falso opti­ mismo se convierten en elementos que sirven para negar la existencia de deficiencias manifiestas para el paciente. Por último cabe destácar la existencia de un grupo notable de pacientes con trastornos orgánicos cerebrales en este tipo de perfiles. 48/84 Este perfil se encuentra en sujetos extraños y peculiares, con frecuencia pueden ser parte integrante de movimientos políticos o religiosos. Su conducta resulta impredecible, po­ bremente planeada e impulsiva. Este tipo de perfiles se da tanto en sujetos de base psicótica como aquellos que sufren a lg ú n tipo de tra s to r n o de p e rs o n a lid a d (esq u iz o id e s, antisociales y borderline).

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A P L I C A C I O N E S D E L M M P I -2

49/94 Este perfil es indicativo - e n pacientes psiquiátricos- de conductas antisociales. Se tra ta de sujetos irritables, violen­ tos, extravertidos y manipulativos. M uestran escasa atención por las normas sociales y frecuentemente tienen anteceden­ tes de abuso de tóxicos, alcohol o problemas con la ley. Bajo este perfil podemos e n contrar a sujetos intelectualm ente brillantes, que se caracterizan por ser impulsivos, entusias­ tas, incapaces de posponer sus deseos y tendentes a estable­ cer relaciones interpersonales en función del beneficio que de ellas pudieran obtener. Estos sujetos pueden tra ta r de com­ pensar los aspectos más indeseables de su conducta, si bien • tarde o tem prano tienden a volver a sus antiguos patrones de actuación. 68/86 Es un perfil frecuentemente asociado a las psicosis esqui­ zofrénicas, especialmente en su forma paranoide, y a los tr a s ­ tornos paranoides en general. Este tipo de perfil, si las escalas Pa y Se están suficientemente elevadas, es indicativo de una psicosis, con toda seguridad. 78/87 Detecta a sujetos en un estado de inquietud e incertidumbre elevado. Se trata de sujetos inseguros, ambivalentes, indecisos y confusos. Frecuentem ente encontraremos que estos sujetos se hallan secundariam ente deprimidos. El abu­ so de alcohol y drogas acostumbra a tener en estos perfiles connotaciones sintomáticas. Si encontramos Se > Pt y ambas se destacan del resto del perfil, la probabilidad de un tra sto r­ no psicótico aumenta. 89/98 Los sujetos con este perfil resultan hiperactivos y emocio­ nalm ente lábiles. Son poco realistas y tienen una perspectiva distorsionada acerca de su papel en la vida. Raras veces tie-

CARACTKRÍSTICAS GE NERALAS DEL MMPI-2

207

nen conciencia de sus propias dificultades. Es frecuente tan ­ to en psicosis esquizofrénicas como afectivas.

6 . E s c a l a s de c o n te n i d o

La in terp retació n de las escalas de contenido supone que las resp u e sta s dad a s por el sujeto perm iten obtener infor­ mación acerca de sus sentimientos, estilo de personalidad y problem as pasados o presentes. Se asume que el sujeto desea com unicar sus ideas, actitudes, creencias, problemas y que su cooperación redu n d a rá en un conocimiento más confiable de su persona. No obstante, los sujetos que re s ­ ponden al MMPI-2 bajo situaciones especiales, como en el ám bito forense o el laboral, pueden sentirse indinado.? a distorsionar sus respuestas a fin de brindar una imagen conveniente de sí. E n estos casos, las puntuaciones de las escalas de contenido pueden estar algo disminuidas, lo que reflejaría la intención de proporcionar una imagen libre de problemas. Las escalas de contenido fueron construidas por Wiggins (1966 y 1969) p a ra la versión original del inventario. Se ■trata de un conjunto de escalas de contenido homogéneo discrim inadas según dimensiones. Cada dimensión posee u n a consistencia in te rn a alta y u n a validez predictiva co­ rrecta. La prim era clasificación temática de los ítemes del MMPI fue realizada por los propios autores de la prueba (Hathaway y McKinley, 1940), presentando una clasificación en 26 ca­ tegorías, a fin de dem ostrar cómo su prueba ofrecía un m ues­ trario de u n a amplia gama de conductas. Posteriormente se han efectuado nuevas clasificaciones temáticas similares a la mencionada. No obstante, el trabajo de Wiggins (1969) es uno de los m as completos, y a p a rtir de él fue posible desa­ rrollar escalas psicométricamente válidas para evaluar las dimensiones de contenido de los ítemes del MMPI.

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Al>LICAC10NKSl)KI-MMl'I-2

De este modo se pudo comprobar cómo sujetos con idénti­ cos perfiles clínicos y de validación en las escalas básicas podían obtener puntuaciones notablemente diferentes en las escalas de contenido. Aun así, en el proceso de re-estandarización, ciertos ítemes fueron suprimidos por presentar contenidos objetables. Se agregaron ítemes nuevos para evaluar otras áreas do con­ tenido. Así, a las escalas de Wiggins se sum an las diseñadas para el MMPI-2 (Butcher, Graham, Williams y Ben-Porath, 1990). Estas escalas son, en términos psicométricos, confia­ bles y válidas, ya que se han realizado distintos estudios que así lo prueban. Por ejemplo, el análisis de consistencia inter­ na presenta un rango de 0,68 a 0,86 (Butcher y cois., 1990) y, respecto de la validez e.xterna, se han encontrado correlatos robustos entre la medida obtenida y el criterio, sobre todo para ANX, DEP, HEA, ANG, ASP, LSE, SOD y TPA (Butcher y cois., 1990). Para mayor información véase también Brenlla, Diuk y M aristany (1992: 62-66). La interpretación clínica de las escalas de contenido r e ­ quiere de a lg u n a s consideraciones. Son in te r p re ta b le s cuando el protocolo es válido y proveen información acerca de la a p e rtu ra de los sujetos a admitir problemas p a rtic u ­ lares. Sin embargo, la interpretación de estas escalas no está lim itada a su uso clínico. Como sus ítemes repre.sentan conjuntos de contenido homogéneo, el clínico puede em plearlas p ara conocer rasgos com portam entales que el sujeto reconoce en sí. Por ejemplo, si u n a persona obtiene puntuaciones elevadas en HEA (T = 65), ello significa que ha admitido la existencia de quejas somáticas que inclu­ yen síntom as gastro in te stin ale s, neurológicos, sensoriales, cardiovasculares y respiratorios. También ofrecen una a y u ­ da al clínico en el sentido de clarificar e in te rp re ta r los aum entos en las escalas clínicas. Así, una persona con u n a elevación en la escala 4 (Pd) pero con puntuaciones bajas en ASP y altas en FAM hace que la línea de interpretación

CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL MMIM-2

209

soslaye la probabilidad de prácticas antisociales y se enca­ mine h acia la de problem as familiares. O si se observa elevación en P t pero disminución en OBS, podría concluir­ se que el sujeto e s ta ría experim entando ansiedad, pero sin rasgos obsesivos concomitantes. Este apartado se b a sará en Essentials o f M MPI-2 a n d M M PI-A C linical Interpretation, de Butcher y Williams (1992), M M PI-2: M anual for A dm inistration and Scoring, de B u tc h e r, D a h ls tro m , G ra h a m , Tellegen y K a e m m e r (1989), y en diversos artículos de varias revistas especiali­ zadas.

6.1. Escalas de contenido que evalúan síntomas Las escalas que conforman este grupo (ANX, FRS, OBS, DEP, HEA y BIZ) evalúan síntomas y cogniciones desadaptativas que un sujeto puede presentar. Las puntuaciones ele­ vadas en estas escalas brindan indicios acerca de conductas sintomáticas singulares, creencias cognitivas desviadas o poco a daptativas y disturbios en el pensamiento. • Escala ANX (Ansiedad) - Contenido Los 23 ítemes que forman la escala tratan sobre la presen­ cia de problemas de ansiedad generalizada. Sus ítemes a b a r­ can s ín to m a s como tensión, problem as som áticos (por ejemplo: dificultad para respirar, taquicardia), dificultades de sueño, preocupaciones excesivas y problemas de concen­ tración. Los sujetos que obtienen altas puntuaciones suelen referir sensación de pérdida de control sobre su mente, expe­ rim entan la vida en términos de tensión y tienen dificultades para tom ar decisiones. En general, se trata de personas que reconocen y adm iten sus síntomas y problemas.

210

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.-APLICACIONES DEL MMPI-2

- Guía para la interpretación de los puntajes - T > 65: puntaje eleyado. Los puntajes elevados indican que el sujeto reconoció la mayoría de los síntomas de ansiedad incluidos en esta escala. - T 60 a 64: puntaje m oderadam ente elevado. Estas pun­ tuaciones indican que el sujeto reconoció varios de los síntom as de ansiedad incluidos en esta escala. - R e s u m e n de descriptores para los puntajes elevados - síntom as de ansiedad, preocupación y tensión - problemas somáticos, en especial taquicardia y disnea - dificultades de sueño - dificultades p ara tom ar decisiones - dificultades de concentración - tem or de perder el control sobre la mente - indecisión - experim entan la vida como fuente de tensión - reconocen y adm iten problemas y síntomas ansiosos

• Escala FRS (Miedos) -

Contenido Los 23 ítemes que conforman la escala versan acerca de fobias o miedos específicos. Los sujetos que obtienen p u n tu a ­ ciones elevadas en esta escala manifiestan un número inu­ sual de miedos o fobias a diferentes situaciones o cosas. La escala incluye ítemes acerca del temor a los lugares abiertos, a m anejar dinero, a ciertos animales (arañas, reptiles, etc.), al fuego, a los desastres naturales, al agua, a la oscuridad, a la suciedad, a quedar encerrado y a ver sangre. Si bien la fobia es considerado u n trastorno que se incluye dentro de los de ansiedad, la escala no evalúa síntomas de ansiedad gene­ ralizada como sucede en ANX.

CA R ACTER ÍS TIC AS G E N E R A L E S DEL MMPl-2

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Guía para la interpretación de los puntajes elcuadoií - T > 65: puntaje elevado. Los puntajes elevados i n d ic a n que el sujeto reconoció la mayoría de los sin tom éis de miedos o fobias incluidos en esta escala. - T 60 a 64: p u n ta je m o d era d am e n te elevado. E s t a s p u n tu a c io n e s indican que el sujeto reconoció v-arios de los s ín to m a s de miedos o fobias incluidos e n esta escala. R esum en de descriptores para los puntajes elevados^ - reconocimiento de experim entar temor a s itu a c io n e s y/ o a objetos específicos (sangre, lugares a b ie r to s , lu g a ­ res cerrados, anim ales, dinero, fuego, agua, t o r m e n ­ tas, d e s a s tre s n a tu ra le s , oscuridad, dejar e! hogar, suciedad).

• Escala OBvS (Obsesiones) -

Contenido Los 16 ítem es de la escala t r a t a n acerca de p r o c e s o s cognitivos poco adaptativos tales como rumiación y pensa­ mientos obsesivos. Los sujetos con puntajes altos en esta escala tienen dificultades severas para tomar d e c is io n e s y tienden a p e n sar u n a y otra vez los problemas o las s i t u a c i o ­ nes por los que atraviesan, por mínimos que éstos se a n . Esta actitud, por lo general, provoca impaciencia en qui.ienes le rodean. Los cambios son, para estos sujetos, fuente cJe estrés y tensión. Es probable que presenten conductas c o m p u ls iv a s tales como contar cosas o lavarse las manos repetidc^m ente y, en general, son m uy ahorrativos. Se preocupan en d e m a s í a y, con frecuencia, se sienten abrum ados por sus p r o p i o s pensa­ mientos. P arecen ser poco capaces de funcionar de modo práctico.

212

-

APLICACIONES DEL MMPI-2

Guía para la interpretación de los puntajes elevados - T > 65: puntaje elevado. Los puntajes elevados indican que el sujeto reconoció la mayoría de los síntomas de obsesión incluidos en esta escala. - T 60 a 64: puntaje moderadam ente elevado. Estas p u n ­ tuaciones indican que el sujeto reconoció varios de los síntomas de obsesión incluidos en esta escala.

- Resum en de descriptores para los puntajes elevados - dificultades severas para tomar decisiones - rumiación excesiva acerca ds sus problemas o situacio­ nes - temor de provocar impaciencia en los demás - tendencia al estrés ante situaciones de cambio - conductas compulsivas - preocupación excesiva - sensación de esta r sumergido y abrumado por sus pro­ pios pensamientos

• Escala DEP (Depresión) -

Contenido La escala e stá com puesta por 33 ítemes que evalúan sintomatología depresiva. Los sujetos que puntúan elevado se caracterizan por tener pensamientos depresivos en forma significativa. Pueden referir melancolía, incertidumbre y de­ sinterés hacia sus vidas, y presentar cavilación; infelicidad, desesperanza acerca del futuro y crisis de llanto. Es frecuen­ te que se sientan vacíos y pueden aparecer pensamientos de suicidio o deseos de e s ta r muertos. Muchas veces se observa en estos sujetos la creencia de que están condenados o que cometieron pecados imperdonables. Tienden a considerar a los demás como poco contenedores.

CARACTERÍSTIC AS GE N ER A LE S DEL MMPI-2

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Guía para la interpretación de los puntajes elevados - T > 65: puntaje elevado. Los puntajes elevados indican que el sujeto reconoció la mayoría de los síntomas de depresión incluidos en esta escala. - T 60 a 64: puntaje moderadam ente elevado. Estas pun­ tuaciones indican que el sujeto reconoció varios de los síntom as de depresión incluidos en esta escala. R esum en de descriptores para los puntajes elevados - pensam ientos depresivos - sentim ientos de melancolía e incertidumbre acerca del futuro - desinterés acerca de sus vidas - escasos intereses - desesperanza y sensación de vacío - cavilación, infelicidad, crisis de llanto - probabilidad de ideación suicida, deseos de estar muertos - creencias de condenación y culpa

• Escala HEA (Preocupaciones por el estado de salud) -

Contenido La escala está formada por 36 ítemes que evalúan preocu­ paciones por l a salud y síntomas físicos. Los sujetos con puntuaciones elevadas se caracterizan por presentar muchos síntomas de diferentes orígenes (gastrointestinales, cardio­ vasculares, respiratorios, neurológicos, sensoriales) y preocu­ paciones por el estado de salud en una proporción mayor que la del promedio. Es frecuente que el exanlen médico no pro­ vea base orgánica a estos síntomas. - Guía para la interpretación de los puntajes elevados - T > 65: puntaje elevado. Los puntajes elevados indican que el sujeto reconoció la mayoría de los síntomas y preocupaciones incluidos en esta escala.

2M

APM CACIONESDELM M PI-2

- T 60 a 64: p u n ta je m o d e ra d a m e n te elevado. E s ta s puntuaciones indican que el sujeto reconoció varios de los síntom as y las preocupaciones incluidos en esta escala. -

R esum en de descriptores para los puntajes elevados

- reconocimiento de síntom as variados en diferentes sis­ temas del cuerpo - preocupaciones acerca del estado de salud - sensación más o menos constante de padecer alguna enfermedad

• Escala BIZ (Pensam iento bizarro) -

Contenido La escala está formada por 24 ítemes que evalúan desór­ denes del pensamiento. Los puntajes elevados son caracterís­ ticos en sujetos que señalaron ítemes que indican procesos de pensamiento psicóticos. Pueden referir alucinaciones visua­ les, auditivas u olfatorias, y reconocer poseer pensamientos extraños y peculiares. También es frecuente que presenten ideación paranoide y la sensación de que tienen una misión especial o poderes sobre los demás. Las elevaciones mayores de T 65 indican la presencia de problemas de pensam iento de forma significativa e inusual. - Guía para la interpretación de los p u ntajes elevados - T > 65: puntaje elevado. Los puntajes elevados indican que el sujeto reconoció la mayoría de los síntom as de desorden del pensam iento incluidos en esta escala. - T 60 a 64: puntaje m oderadam ente elevado. E stas pun­ tuaciones indican que el sujeto reconoció varios de los síntomas de desorden del pensamiento incluidos en esta escala

CARACTERÍSTICAS G E N E R A L E S D E L MMRÍ-2

2 15

- Resumen de descriptoies para los puntajes elevados - probabilidad de alucinaciones visuales, olfativas o auditivas - reconocimiento de que sus pensamientos son exti-años y peculiares - ideación paranoide - sensación de tener una misión o poderes especiales

6.2. Escalas que evalúan tendencias agresivas Las cuatro escalas de este clnster [PCAO, CYN, ASP y 3'PA) brindan información acerca de la expresión extcnm de las emociones y del control de la conducta. Los puntajes de estas escalas indican cómo el sujeto ti*ala con los demiis. Cuando la puntuación es significativa sugiere (lue el individuo pre­ senta actitudes desadaptadas en la relación con las d e m a n ­ das de su situación vital.

• Escala ANG (Hostilidad) -

Contenido Esta escala, compuesta por 16 ítem.es, evalúa la pérdida de control en situaciones de ira o enojo. Los sujetos con puntajes elevados presentan, en general, problemas de con­ trol de la hostilidad. Suelen referir ser irritables, impacien­ tes, malhumorados, exaltados, fastidiosos y testarudos. En ocasiones, se sienten renegados o quebrados. Pueden perder el autocontrol y cometer actos de abuso físico sobre personas y objetos. - Guía para la interpretación de los puntajes elevados - T > 65: puntaje elevado. Los puntajes elevados indican que el sujeto reconoció la mayoría de los problemas de control de la hostilidad incluidos en esta escala.

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APLICACIONES DEL MM PI.2

- T 60 a 64: puntaje m oderadam ente elevado. E stas p u n ­ tuaciones indican que el sujeto reconoció varios de los problemas de control de la hostilidad incluidos en esta escala. - Resiuncn de descriptores para los puntajes elevados - problemas de control de la hostilidad - irritabilidad, m alh u m o r e impaciencia - exaltación, fastidio, terquedad - sentimientos ocasionales de ruina o de ser renegados - preocupaciones por la pérdida de control - probabilidad de actos de abuso físico hacia personas y/u objetos

• Escala CYN (Cinismo) -

Contenido

La escala está formada por 23 ítemes que evalúan creen­ cias cínicas y actitudes misantrópicas. Veinte de ellos fueron seleccionados a través de un análisis factorial de ítemes por Johnson y cois, (1984). Los tres restantes fueron agregados para el MMPI-2 y también fueron seleccionados por análisis de ítemes. Los sujetos con puntajes elevados en esta escala poseen actitudes negativas hacia los demás y suelen esperar que éstos actúen por motivos oscuros y secretos. Por ejemplo, creen que la mayoría de las personas son. amistosas en la medida que obtienen algún beneficio de ello, o que son hones­ tas porque temen enfrentarse con la ley. Los puntajes altos indican ^ctitu(^sjneggtiyas a u n hacia personas cercanas (fa­ miliares, compañeros de trabajo y amigos), -

Guía para la interpretación de los puntajes elevados - T > 65: puntaje elevado. Los puntajes elevados indican que el sujeto reconoció la mayoría de los comportam ien­ tos y i a s actitudes cínicas incluidos en esta escala.

CARACTERÍSTICAS G E N ER A LE S DEL MMPI-2

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T 60 a 64: puntaje moderadam ente elevado. Estas pun­ tuaciones indican que el sujeto reconoció varios de los comportamientos y las actitudes cínicas incluidos en esta escala. Resumen de descriptores para, los puntajes elevados - creencias y actitudes misantrópicas - expectativa de que los demás actúan con motivaciones , negativas y secretas - desconfianza acerca de los otros - creencia de que los demás son amistosos de un modo interesado actitudes negativas hacia el entorno más cercano

• Escala ASP (Prácticas antisociales) -

Contenido

Esta escala está compuesta por 22 ítemes que evalúan características de personalidad antisocial. Las puntuaciones elevadas indican actitudes misantrópicas, problemas de com­ portamiento en los años escolares, problemas con la ley, pro­ babilidad de haber cometido hurtos, entre otros. Las personas con este tipo de puntajes en la escala ASP suelen adm itir que se divierten con las extravagancias de ciertos delincuentes y no creen que sea incorrecto bordear los límites de la ley con ciertos actos o conductas. - Guía para la interpretación de los puntajes elevados - T > 65: puntaje elevado. Los puntajes elevados indican que el sujeto reconoció la mayoría de los comportamien­ tos y las actitudes antisociales incluidos en esta escala. - T 60 a 64: puntaje moderadam ente elevado. Estas p u n ­ tuaciones indican que el sujeto reconoció varios de los comportamientos y las actitudes antisociales incluidos en esta escala.

2 IS

APLICA CIONES DEL MMPI-2

- Resum en de descriptores para ios puntajes elevados - actitudes misantrópicas similares a las de CYN - problemas de conducta en la época escolar - prácticas antisociales que pueden incluir problemas con la ley y actos delictivos - consideración de que es correcto actuar al límite de lo legal - interés por las conductas peculiares de algunos crimi­ nales

• Escala TPA (Comportamiento tipo A) -

Contenido Los 19 ítemes de la escala, la mayoría de los cuales fueron formulados p ara la versión MMPI-2, evalúan un estilo de personalidad caracterizado por impulsividad, hostilidad y competitividad. Las puntuaciones elevadas señalan a perso­ nas inquietas, orientadas hacia el trabajo y resolutivas. Con frecuencia se tra ta de sujetos impacientes e irritables que se molestan en exceso si son interrumpidos. Les suele disgustar el tener que esperar o que se dilaten las tareas que tienen entre manos. Refieren que nunca disponen del tiempo sufi­ ciente como p ara concluir sus compromisos. Tienden a ser directos y dom inantes en sus relaciones con los demás. En general, son vistos por los otros como agresivos, despóticos y con m ezquindad acerca de detalles menores. -

Guía para la interpretación de los puntajes elevados - T > 65: Los puntajes elevados indican que el sujeto reconoció la mayoría de los comportamientos y las ac­ titudes incluidos en esta escala. • T 60 a 64: p u n taje m oderadam ente elevado. E stas p u n tu a c io n e s in d ican que el sujeto reconoció varios de los c o m p o rtam ie n to s y las actitudes incluidos en e s ta e s ca la.

C A R A CT ER ÍS T IC A S G E N E R A L E S DE L MMPI-2

21S

R esum en de descriptores para los puntajes elevados - inquietud, aceleram iento - impaciencia, irritabilidad - oi'ientación in te n sa hacia el trabajo - sensación de carecer de tiempo suficiente para realizar sus tareas - tienden a a s u m ir u n a posición dominante respecto de los demás

6.3. Evaluación de la autoestim a negativa • E scala LSE (Baja autoestima) -

Contenido La escala LSE está formada por 24 ítemes y fue diseñada con el objeto de proporcionar una medida que indicara la actitud negativa hacia el sí mismo y que no se solapara con aspectos sintomáticos. Las personas que puntúan elevado en esta escala tienden a percibirse en términos negativos y tie­ nen opiniones pobres acerca de ellas mismas. No consideran ser im portantes ni agradables para los demás y, es probable, qué se vean a sí m ism as como personas poco atractivas y d e s m a ñ a d a s que re p re s e n ta n , una carga para los demás. Pueden referir baja autoconfianza y ser reacias a aceptar cumplidos. Es probable que se sientan agobiadas por las m uchas faltas que ven en sí mismas. - Guía para la interpretación de los puntajes elevados ■ - T > 65: puntaje elevado. Los puntajes elevados indican que el sujeto reconoció la mayoría de los comportamien­ tos y las actitudes incluidos en esta escala. - T 60 a 64: puntaje moderadamente elevado. Estas pun­ tuaciones indican que el sujeto reconoció varios de los comportamientos y las actitudes incluidos en esta escala.

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A P L IC A C IO N E S D E L M M PI-2

- R e su m e n de descriptores p a r a los p u n ta je s elevados - pobreza en la opinión de sí m ism o - percepción de r e s u l ta r poco atractivo p a r a los demás - sensación de n im ied ad - sensación de torpeza, de in u tilid a d " falta de autoconfianza “ agobio, dificultad p a ra a c e p ta r opiniones favorables

6.4. E scalas que eva lú a n áreas de problem as Las escalas incluidas en este conjunto (SOD, FAM, WRK, TRT) son m ás complejas que las anteriores, ya que no tra ta n solamente de evaluar rasgos o actitudes como las anteriores, sino que a b a rcan áreas de problemas. E stas escalas proporcio­ n a n información acerca de problemas en las relaciones sociales, percepciones y preocupaciones familiares, actitudes y activida­ des laborales desajustadas y pueden servir de guía p a ra valorar en qué m edida las características de personalidad pueden o no interferir en u n tratam iento psicológico futuro.

• E sc a la SOD (M alestar social) -

C ontenido Los 24 íte m e s de la e s ca la e v a lú a n la inco m o d id a d en s itu a c io n e s sociales. Los a u m e n t o s e n la p u n tu a c ió n in d i­ can su je to s que p r e f ie r e n e s t a r solos en l u g a r de e s t a r con otros, y que, si se v e n obligados a a s is t ir a re u n io n e s , lo h a c e n p e rm a n e c ie n d o a p a r t a d o s del re s to del grupo. P u e ­ den s e r tím id o s y p r e f e rir la s a c tiv id a d e s s o lita r ia s a las m undanas.

~ G uía p a r a la interpretación de los p u n ta je s elevados - T > 65: p u n ta je elevado. Los p u n ta je s elevados indican

C A R A C T E R ÍS T K ’AS G E N E R A L E S D E L M M P I-2

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que el sujeto reconoció la m ayoría de los com portam ien­ tos y las actitudes incluidos en e s ta escala. - T 60 a 64: p u n t a j e m o d e r a d a m e n te elevado. E s ta s p u n tu a c io n e s in d ic a n que el sujeto reconoció varios de los co m p o rtam ie n to s y las a c titu d e s incluidos en e s ta escala. R esum en de descriptores p a ra los p u n ta je s elevados - introversión, dista n c ia social - incomodidad en situaciones sociales - preferencia por la soledad - tim idez

• E scala FAM (Problem as fam iliares) -

C ontenido La escala FAM valora, a tra v é s de sus 25 ítem es, los pro­ blem as en las relaciones fam iliares. U n a p u n tu ac ió n elevada en la escala se relaciona con experiencias de discordia fam i­ liar. P uede indicar a sujetos que describen a su s familias como desam o rad a s y proclives a las disputas, y que albergan sentim ientos de odio h acia a lg ú n m iem bro de ellas. Es fre­ cuente que refiera n a n te c e d en te s de u n a infancia con episo­ dios de a lgún tipo de abuso y que sus vínculos m a rita le s actuales s e a n descritos como infelices y faltos de afecto.

-

G uía p a ra la interpretación de los p u n ta je s elevados - T > 65: p u n ta je elevado. Los p u n ta je s elevados indican que el sujeto reconoció la m ayoría de los com portam ien­ tos y las a c titudes incluidos en e s ta escala. - T 60 a 64: p u n t a j e m o d e r a d a m e n te elevado. E s ta s p u n tu a c io n e s in d ic a n que el sujeto reconoció varios de los c o m p o rta m ie n to s y la s a c titu d e s incluidos en e s ta escala.

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A P L IC A C IO N E S D E L M M P I-2

- R esu m e n de descriptores p a ra los p u n ta je s elevados - discordia fam iliar - fam ilias desam o rad a s, pend e n cie ra s - probabilidad de se n tim ie n to s negativos h acia algún fa­ m ilia r - probabilidad de a n te c e d en te s in fantiles de abuso - probabilidad de m atrim onios o uniones infelices

• E sc a la W RK (Interferencias laborales) -

C ontenido L a e s c a la W R K co n tie n e 33 íte m e s que e v a lú a n a c titu ­ des n e g a tiv a s y p ro b le m a s h a c ia y en el d e sem p e ñ o labo­ ra l. Los a u m e n to s se aso cia n con p ro b a b le s a c titu d e s o p ro b le m a s p e rs o n a le s que p u e d e n i n t e r f e r i r en el ámbito la b o ra l y a fe c ta r el r e n d im ie n to e n el á re a . A lgunos de los problem as relacionados p u e d e n s e r de b a ja autoestim a, difi­ cultades de concentración, m inuciosidad, tensión e indecisión. Otros, en cambio, sugieren la p resencia de falta de soporte fam iliar p a r a la c a rr e ra de su elección, cuestionam ientos vocacionales y a c titudes n e gativas h a c ia sus compañeros de tra b a jo . -

G uía p a r a la interpretación de los p u n ta je s elevados - T > 65: p u n taje elevado. Los p u n ta je s elevados indican que el sujeto reconoció la m ay o ría de los com portam ien­ tos y las a c titu d e s incluidos e n e s ta escala. - T 60 a 64: p u n t a j e m o d e r a d a m e n te elevado. E s ta s , p u n tu a c io n e s in d ic a n q u e el su je to reconoció varios de los c o m p o rta m ie n to s y la s a c titu d e s incluidos en e s t a escala.

- R e su m e n de descriptores p a ra los p u n ta je s elevados - a c titu d e s y/o com portam ientos que contribuyen a u n clim a laboral negativo

C A R A C T E R ÍS T IC A S G E N E R A L E S D E L M M P I-2

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baja autoconfianza dificultades de concentración, obsesividad, ten sió n dificultades p a r a to m a r la iniciativa a n te el a u m e n to de dificultades, d a rse por vencido r á ­ p id am e n te problem as p a r a la to m a de decisiones falta de soporte fam iliar respecto de la elección de su c a rre ra preocupaciones personales acerca de las propias eleccio­ nes actitudes ne g a tiv as h a c ia p a re s y superiores

• E scala TR T (Indicadores negativos ha c ia el tra ta m ie n to ) -

Contenido Los 26 ítem es de la escala p o n d e ra n las a c titudes y los problem as p a r a a c e p ta r a y u d a o p a r a producir cambios de conducta. Las pe rso n a s que obtienen puntuaciones elevadas en TRT se c a ra c te riz a n por poseer actitudes n eg ativ as hacia los clínicos y h acia el tra ta m ie n to . Se t r a t a , en general, de sujetos que consideran m u y poco probable que alguien los com prenda o ayude. T ienen conciencia de p r e s e n ta r dificulta­ des pero, con frecuencia, se s ie n te n incómodos al h a b la r de ellas. P u e d e n p r e s e n ta r escaso in te ré s en c a m b iar algo en sus vidas y s e n tir que el cambio actual no es posible. Se desalientan con facilidad a n te las crisis o las dificultades. -

G uía p a ra la interpretación de los p u n ta je s elevados - T > 65: p u n ta je elevado. Los p u n taje s elevados indican que el sujeto reconoció la m ayoría de los com portam ien­ tos y las a c titudes incluidos en e s ta escala. - T 60 a 64: p u n t a j e m o d e r a d a m e n te elevado. E s t a s p u n tu a c io n e s in d ic a n que el sujeto reconoció varios de los c o m p o rta m ie n to s y la s a c titu d e s incluidos en e s ta escala.

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A P L IC A C IO N E S D E L M M P I-2

- R esu m en de descriptores p a r a los p u n ta je s elevados - a c titu d e s n e g a tiv a s h a c ia los profesionales de salud m e n ta l - sensación de que nadie puede ajoidarlos ni comprenderlos - dificultad p a r a h a b la r de sus problem as - sensación de no n e c esita r cambios en sus vidas - creencia de que el cambio ac tu a l no es posible - al e n c a r a r crisis o dificultades, d a rse por vencidos fácil­ m e n te

7. Escalas suplementarias L a s e s c a la s s u p le m e n ta r i a s fu e ro n c o n s tr u id a s p a r a e n ­ r iq u e c e r la i n te r p r e ta c i ó n de la s e s c a la s b á s ic a s y a u m e n ­ t a r a s í el e sp ec tro de p ro b le m a s y d e s ó rd e n e s clínicos que a b a r c a n a q u é lla s . E n la i n te r p r e ta c i ó n fie e s ta s e s ca las no p u e d e n s e r especificadas, con rigor, la s d ife ren c ias e n tre a ltos y bajos p u n ta je s . S e g ú n B u tc h e r y c o a u to res (1989: 36) p u e d e n s e r c o n s i d e r a d o s s i g n i f i c a t i v o s a q u e l l o s p u n t a j e s que s o b r e p a s a n el T 65 y, e n a lg u n o s casos, los m e n o r e s de T 40. E n este a p a rta d o se proveerá inform ación acerca de las escalas s u p le m e n ta ria s de m ay o r uso clínico. Se b a s a r á en E ssen tia ls o f M M P I-2 a n d M M P I-A Interpretation, de Butcher y W illiams (1995), M M PI-2: M a n u a l for A d m in istra tio n a n d S c o r in g , de B u t c h e r , D a h l s t r o m , G r a h a m , T e lle g e n y K a e m m e r (1989), y en diversos artículos de v a ria s revistas especializadas.

• E scala: MAC-R (E s c a la r e v is a d a de alcoholismo de M acAndrew) E s t a e s c a la fue d i s e ñ a d a por M a c A n d re w (1965) con­ t r a s t a n d o la s r e s p u e s t a s d a d a s p o r dos g ru p o s d ife r e n te s

C A K A C T E R ÍS T IC A S C ÍE N ER A LE S D E L M M P I-2

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¿e p a c ie n te s : u n g ru p o de s u je to s con a n t e c e d e n t e s de alcoholism o y, otro, de p a c ie n te s p s iq u i á tr ic o s s in h i s t o r i a de consum o de alcohol. L a e s c a la MÁG-R del M M P I-2 m a n tie n e los 49 í te m e s a n t e r i o r e s p e ro c u a tr o de ellos, de contenido religioso, f u e r o n r e e m p la z a d o s p o r o tro s t a n t o s que e s t á n a so cia d o s con el a b u s o de alcohol y con el de drogas. Las investigaciones rea liz a d a s en base a la escala sugie­ ren que los p u n ta je s elevados p u e d e n ser asociados con u n a tendencia general a las adicciones m á s que con la predispo­ sición al abuso de alcohol p a rtic u la rm e n te . E n la versión original se c o nsideraba u n p u n ta je de corte de 24 p a r a hom bres y de 22 p a r a m ujeres. Sin embargo, los profesionales n o ta ro n que los p u n ta je s de 26 p a r a los p rim e ­ ros y de 24 p a r a las se g u n d as d isc rim in a b a n m ejor que los anteriores. L a investigación e m pírica s e ñ a la que la escala MAC-R se m u e s t r a eficaz p a r a e v a lu a r los problem as de adicción (G rah a m y Strenger, 1988) y que r e s u lta m enos efec­ tiva si los p u n ta je s de corte utilizados son los m á s bajos (G ottesm an y Prescott, 1989). A dem ás, G r a h a m y S tre n g e r n o taron que la escala no es ú til p a r a diferenciar e n tr e abuso de alcohol o de drogas. Es, por lo tan to , u n a indicación de la predisposición o te n d e n c ia a las adicciones m á s que u n a es­ cala de abuso de alcohol o drogas específica. G r a h a m (1989), en ocasión del estudio de re-estandarización, encontró que pu n taje s MAC-R significativos se asociaban a los siguientes problemas: P ara hom bres: de acuerdo con la visión de sus cónyuges fueron descritos como im precadores, bebedores excesivos de alcohol, consum idores ocasionales de drogas no prescritas, m entirosos, intrépidos, orientados a la acción, con juicio a veces inapropiado y que h a b ía n sido a rre s ta d o s o que h a b ía n tenido problem as con la ley. P ara m ujeres: las m u jeres que p u n tu a r o n alto en la escala fueron descritas por sus esposos como bebedoras excesivas de

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A P L I C A C I O N E S D E L M M P I -2

alcohol, de conductas riesgosas, extravertidas, sin demasiado cuidado en cuestiones afectivas y que habían tenido proble­ mas con la ley. -

Guia para la interpretación de los puntajes - T 65 o >: el puntaje sugiere enfáticamente la presencia de un estilo de vida asociado con la aparición de desór­ denes por adicciones. - T 60-64: el puntaje señala la probabilidad de caracterís­ ticas relacionadas con el abuso de drogas o de alcohol, - Los puntajes bajos (59 o : el puntaje sugiere enfáticamente la presencia de un estilo de vida asociado con la aparición de desór­ denes por adicciones. - T 60-64: el puntaje señala la probabilidad de caracterís­ ticas relacionadas con el abuso de drogas o de alcohol. - En la actualidad, la escala no diferencia qué tipo de adicción podría presentar el sujeto.

CAÍLACTERÍSTICAS GENERALES DEL M.MPI-2



227

Tampoco evalúa el consumo actual de sustancias. Los puntajes bajos (59 o : el puntaje indica el reconocimiento de proble­ mas serios de abuso de alcohol o drogas. - 'T 60-64: el puntaje indica el reconocimiento de algunos problemas de abuso de alcohol o drogas. - Las elevaciones en AAS indican la disposición y volun­ tad del sujeto para reconocer sus problemas pasados o presentes con las drogas. . - Los puntajes bajos (59 o >) no invalidan necesariamente la presencia de problemas de abuso de sustancias. Este tipo de puntaje sólo significa el no reconocimiento de • conflictos en este sentido que puede corresponder a al• guien que niega sus problemas o a quien no los presenta.

• .Escala: MDS (Malestar matrimonial) En los prim eros estudios tendientes a diferenciar parejas que p r e s e n ta b a n discordia o problemas respecto de las que no los tenían, se observó un comportamiento pa rticu la r en

228

a pl ic a c io n e s

DEL MMPI-2

la escala Pd que fue asociado con la discordia fam iliar (Butcher y Williams, 1992: 161). Más tard e e s ta escala fue diseñada seleccionando aquellos ítemes que e stu v ie ra n sig­ nificativam ente asociados a problemas de este tipo. Las 14 frases incluyen contenidos que remiten al reconocimiento de problemas m aritales o dificultad para las relaciones in­ terpersonales. - Guía para la interpretación de los puntajes - La escala MDS sólo debe ser in te rp re ta d a en sujetos casados, separados o, si amerita, divorciados. - T 65 o >: el puntaje indica la probabilidad de tensión por problemas de relación marital. - T 60-64: el puntaje indica la probabilidad de algunos problemas en la relación conyugal.

• Escala: 0 - H (Hostilidad excesivamente controlada) Esta c.scala fue diseñada para identificar a personas que parecen tener dificultades para la expresión de la ira o el enojo, y que, en general, proceden de una m a n e ra sobrecon­ trolada como modo de domeñar conductas agresivas u hos­ tiles (Megargee, Cook y Mendelsohn, 1967). Las personas que obtienen puntuaciones elevadas en e sta escala tienden a gu a rd a r de modo rígido la expresión desem bozada de la agresividad. A menudo, ante provocaciones ex tre m a s pue­ den reaccionar de m anera violenta. La escala 0 - H puede ser de utilidad p a ra e v a lu a r.la pre­ sencia de caracteristicas de personalidad asociadas a la te n ­ dencia a los actos violentos. Aun así, el c a rá c te r predictivo de la escala no es el mejor, ya que muchos sujetos que ob­ tienen puntuaciones elevadas (T 65 o >) no p re s e n ta n difi­ cultades del control en un modo significativo. Sin embargo, puede ser usado como un a medida de rasgos personales que influyen en la aparición de actos violentos.

CARACTERÍSTICAS GENER ALES DEL MMPI-2

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Guía para la interpretación de. los puntajes - T 65 o >: el puntaje no necesariamente implica poten­ ciales conductas de acting-out. La interpretación debe­ rá in te g rarse con otros datos para valorar con justeza los aum entos de la escala. - La escala 0 -H es m ás valiosa como un indicador para explicar conductas que ocurrieron en el pasado que como u n a escala predictora del comportamiento f u tu ­ ro. La elevación de la escala también puede proveer información acerca de sujetos con antecedentes de conducta explosiva. Los aumentos de 0-H en sujetos que h a n cometido crímenes violentos sugieren In po­ sibilidad de emotividad constrictiva e ineficacia para e x p re s a r las emociones, y que pueden prese n tar e s ta ­ llidos de afecto cuando las defensas son so b re p a sa ­ das, dando lugar a una falla general en el control de la ira. - Muchos individuos con aumentos en esta escala (por ejemplo, en selección de pilotos) son, sin embargo, adap­ tados socialmente y no presentan problemas en la ex­ presión ni en el control impulsivo.

• Escala: Do (Dominancia) La escala Do fue diseñada por Gough, McClosky y Meehl (1951) para evaluar características de personalidad en relación, con las posiciones de dominio social. Para hacerlo, los autores definieron a sujetos con alta y baja dominancia indagando a pares o compañeros, quienes señalaban si eran predominante­ mente pasivos o dominantes en sus relaciones sociales. La.escala Do, de 25 ítemes en el MMPI-2, brinda información acerca ^ e j i t r i ^ t o s como comodidad en las situaciones sociales, autoconfianza, opiniones firmes, perseverancia y capacidad de concentración. Las personas que presentan puntajes aumenta­ dos en la escala tienden a ser consideradas como dominantes en

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A P L IC A C IO N E S DEL MMPI-2

I

sjjs relaciones. Do suele ser especialmente evaluada en contex­ tos de selección de policías o militares, ya que evalúa caracte­ rísticas" que podrían interferir en un desempeño adecuado. -

Guia para la interpretación de los puntajes - T 65 o >: el puntaje está asociado con los siguientes descriptores: tendencia a ser dom inantes en las relaciones sociales equilibrio emocional, seguridad en grupos autoconfianza optimismo orientado a la acción, actitud realista enfoque adecuado para afrontar problemas actitud respetuosa para con los demás - T 60-64: el puntaje indica personas probablemente con suficiente confianza en sí y que m uestran iniciativa en situaciones interpersonales.

• Escala: Re (Responsabilidad social) E sta escala fue desarrollada por Gough, McClosky y Meehl (1952) para evaluar el sgnrídp_de_responsabilidad hacia los otros. P a ra ello c o n trastaro n las apreciaciones dadas por pares y/o m aestros respecto de a quiénes consideraban con responsabilidad alta o baja. La escala original contenía 32 ítemes pero en la versión MMPI-2 está compuesta por 30. Las personas que obtienen aumentos en la escala se ven a ^ m ism as, y probablemente así son consideradas por los otros, como dispuestas a aceptar las consecuencias de su conducta. Sé tra ta de sujetos segiiros, confiables, íntegros y con sentido de la responsabilidad grupal. Las personas con puntuaciones disminuidas no se perciben como especialmente responsables de su accionar y pueden no aceptar valores o conductas consensuadas.

C A R A CT ER ÍS T IC A S G E N E R A L E S DEL MMPl-2

*

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Guía para la interpretación de los puntajes • T 65 o >: los puntajes elevados están asociados a los siguientes descriptores: valores aceptables y sostenidos fuerte sentido de la justicia y de la propiedad altas norm as a seguir sentido de la responsabilidad de los demás autoconfianza - T. 60-64: estos puntajes sugieren In disposición del s u ­ jeto p a ra a ceptar las consecuencias de su accionar.

• Escala: PTSD (Estrés postrauinntico) La escala PTSD fue diseñada para evaluar la presencia do sintomatología de estrés postraumático en militares veteranos de guerra (Keane, Malloy y Fairbank, 1984). La escala fue adminis­ trada a dos grupos: uno de veteranos con diagnóstico previo de PTSD y otro de veteranos con otros problemas psiquiátricos. Sus ítemes diferenciaron con*ectamente a ambos pupos. Estudios posteriores (Litz y cois., 1991) m uestran que la escala opera de la m ism a m a n e r a en el MMPI-2. La escala diseñada por Keane, Malloy y F a irb a n k '(1984) aparece como PK en el perfil de las escalas suplem entarias y allí se observa también una posterior, la escala PS, construida por Schlenger y cois. (1987 y 1989; tomado de Butcher y Williams, 1992:171). Ambas apareceh relacionadas con muchos índices de ansiedad tales como, aumentos en P t y en A. No sólo los veteranos de gueira sino también personas qiie experimentaron eventos catastróficos pueden obtener puntuaciones elevadas en esta escala. Los con­ tenidos^ incluyen ansiedad, depresión, disturbios del sueño, pen­ samientos intrusivos y sentimientos de ser incomprendidos o m altratados.

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APLICACIONES DEL MMPI-2

Guia para la interpretación de los puntajes - T 65 o >: estas puntuaciones suelen asociarse con los siguientes descriptores: sentimientos intensos de estrés emocional ansiedad, disturbios del sueño sentimientos de culpa depresión pensamientos perturbadores, intrusivos probables experiencias de pérdida de control sobre el pensamiento creencias de que son m altratados e incomprendidos -

Los puntajes elevados en PTSD no implican necesa­ ria m en te que el sujeto ha padecido un tra u m a recien­ te. La presencia de éste debe ser establecida con el auxilio de otros métodos de evaluación antes de e s ta ­ blecer el diagnóstico de tra s to rn o por e strés postraum ático.

• Escala: Es (Fuerza del yo) La escala fue diseñada por Barron (1953) como una medi­ da p ara valorar la disposición de los sujetos para beneficiarse de la experiencia psicoterapéutica. Fue desarrollada contras' tando las respuestas de grupos de pacientes en psicoterapia con resultados exitosos y no exitosos. Gran parte de la inves­ tigación acerca de la escala sugiere que más que un predictor potencial de éxito terapéutico se tra ta de una medida, para valorar la habilidad de resistir al estrés. En el MMPI-2 está compuesta por 52 ítemes. El análisis de la escala debe rea­ lizarse con cautela,'ya que es necesaria una mayor evidencia empírica para interpretarla en el sentido en el que la pensó su autor.

CA RACTERÍSTICAS G E N ER A LE S DEL MMl>l-2

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Guia para la interpretación de los puntajes - T 65 o >: estas puntuaciones sugieren la presencia pro­ bable de los siguientes descriptores: capacidad pa ra afrontar situaciones de estrés ausencia de problemas psicológicos crónicos tolerancia, falta de prejuicios autoconfianza sagacidad, ingenio reconocimiento social intereses bien desarrollados buena responsividad a las psicoterapias verbales tolerancia a estrategias de confrontación en el tr a t a ­ miento

• Escala: A (Ansiedad) La escala fue construida por Welsh (1956) para evaluar el prim er factor que emerge cuando las escalas básicas son analizadas factorialmente. Tanto en la versión original como en el MMPI-2, la escala consta de 39 ítemes. Los puntajes elevados en esta escala sugieren aflicción, ansiedad é inconformismo. Las personas que obtienen estas puntuaciones tienden a ser inhibidas y sobrecontrolados, con dificultades p a ra tom ar decisiones sin hesitación ni ince rtid u m b re , a justándose como pueden a las exigencias ^sociales. E n contraste, los puntajes bajos indican no reconocimiento de ansiedad y m uchas veces reflejan a sujetos enérgicos, competitivos y extravertidos (Butcher y coautores, 1989: 37). -

Guía para la interpretación de- los puntajes « La escala A es un indicador del factor más robusto del MMPI-2, y está significativamente correlacionada con las escalas 7 y 8.

2'M

APLICACIONES DEL MMlM-2

- T 65 O >; estas puntuaciones se asocian con sujetos que presentan las siguientes características: ansiedad desorganización y desajustes bajo situaciones de estrés escasa autoconfianza pesimismo timidez, retracción, inseguridad tiempos personales lentos

* Escala: R (Represión) Estq escala fue derivada estadísticamente y representa el segundó factor más importante en el análisis factorial de los ítemes del MMPI, e indica la presencia de conductas de sobrecon­ trol o dé negación de conflictos. En el MMPI-2, la escala consta de 37 ítemes. Las puntuaciones elevadas señalan la probabilidad d ^ emotividad constrictiva, poco espontánea e. intensa. Es posible qiTé se trate de sujetos pasivos y convencionales que evitan la confrontación en situaciones desagradables o de displacer. En cambio, los puntajes bajos indican per­ sonas extravertidas, expresivas, desinhibidas y entusiastas (Butcher y coautores, 1989: 37). - Guía para la interpretación de los puntajes - La escala R es considerada como un indicador del segun­ do factor más consistente resultante del análisis facto­ rial de los ítemes del MMPI-2. Señala la probabilidad de sobrecontrol y se correlaciona con las escalas 2, L y K - T 65 o >: estas puntuaciones se encuentran asociadas a las siguientes características: sobrecontrol tendencia a la negación y a la racionalización actitud sumisa

CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL MMPI-2

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convencionalismo, conformismo enfoque cauteloso en su afrontamiento vital

• Escala: Mt (Inadaptación universitaria) Esta escala fue desarrollada para discriminar entre aque­ llos estudiantes universitarios con una buena adaptación al ámbito de estudios de los que presentaban un ajuste dificul­ toso. La escala original contenía 43 ítemes; en el MMPÍ-2 está compuesta por 41. Los estudios indican que los puntajes obtenidos pueden utilizarse para identificar la probabilidad de conflictos emo­ cionales entre estudiantes universitarios pero no para prede­ cir dificultades de su adaptación futura. - Guia para la interpretación los puntajes - T 65 o >: es probable Iq asociación con los siguientes descriptores: sensación de ineficacia pesimismo, ansiedad

• Escalas GM y GF (Roles y Géneros) Estas dos escalas fueron diseñadas especialemente para el MMPI-2. Las escalas GM (Rol Masculino) y G’F (Rol Femeni­ no) se evalúan en hombres y en mujeres. •En la construcción de estas escalas se han empleado el mismo método que en las primeras investigaciones con el MMPI y el utilizado para las escalas de roles y géneros del CPI (California Psychological Inventory). Estos métodos con­ tra sta n con otros que son usados para el diseño de escalas lia.sadas en el juicio clínico que enfocan únicamente atributos positivos, sncialmonLo deseables.

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APLICACIONES DEL MMPI-2

La escala GM está compuesta por autodescrípciones carac­ terísticas de un género u otro suministradas por un conjuntó particular de ítemes. Los ítemes incluidos en la escala GM fueron aquellos m ar­ cados por la mayoría de la muestra de hombres y respondi­ dos en la misma dirección por, como mínimo, un 10 % menos de mujeres. Concomitantemente, los ítemes incluidos en la escala GF fueron aquellos puntuados por la mayoría de las mujeres de la muestra y respondidos en la misma dirección por, como mínimo, un 10 % menos de hombres. De los ítemes propuestos, 47 reunieron los criterios para ser incluidos en la escala GM y 46 en la escala GF. Nueve de los ítemes de la escala GM también aparecen para la escala 5 (MO, así como también 16 de los 46 ítemes de la escala GF. La investigación preliminar de estas dos medidas (Butcher y coautores, 1989: 39) indican que, para temas masculinos, la escala GM se relaciona con autoconfianza, tenacidad y am-, plia gama de intcresc.s, así como ausencia de miedos y sen-.’, timicntos ele auLorreferencia. Para la mujeres, la escala GM también está relacionada.^ con la autoconfianza, así como'con la honestidad y la volun- ' tad de probar nuevas cosas, y sin preocupaciones o senti­ mientos de autorreferencia. De modo similar, para temas masculinos, la escala GF está relacionada con la religiosidad, con eludir los ju ram en­ tos y las maldiciones, y la franqueza para, señalar sus defec.los a los otros. Esta escala está también correlacionada con prepotencia y pobre control del temperamento, así como disposición al abuso de alcohol o Para las mujeres, GF también está vinculada a la religioslíK y problemas de abusos de sustancias. Investi^jpiones futuras serán dedicadas al uso conjunto de estas éíiiiilas las cuales, probablemente, aportarán datos para distinguir patrones individuales en las mismas, que se oscurecerían si sólo una medida bipolar como la escala 5

CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL MMPI-2

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fuera usada. Esto es, si una persona obtiene un puntaje alto, en una u otra de las escalas (GM/GF), bien podría ser iden­ tificada por un puntaje en un extremo o el otro de la escala 5; pero si alguien tiene alto o bajo puntaje en las dos, podría caer en los puntajes medios de la escala 5.

8. íte m e s críticos Los conjuntos de ítemes críticos fueron usados en el MMPI original como signos o indicadores patognomónicos de cuadros psicopatológicos, temas específicos o proble­ mas especiales que padecía el sujeto. Sin embargo, los primeros que se construyeron, tales como los ítemes crí­ ticos de Grayson (1951; tomado de Butcher y Wüliams, 1992: 176), fueron diseñados sobre la base de métodos rac io n ale s. Más ta rd e , otros investigadores (Koss y Butcher, 1973; Koss, Butcher y Hoffman, 1976; y Koss, 1979) elaboraron conjuntos de ítemes críticos en forma empírica. Para ello, compararon las respuestas a las fra­ ses dadas por un grupo de pacientes en crisis que tuvie­ ron que ser hospitalizados y las de otro grupo de pacientes que no estaban en ese momento experimentando crisis. Los ítemes que diferenciaron entre ambos grupos en for­ ma empírica fueron los que se mantuvieron. También Lachar y Wrobel (1979) diseñaron un conjunto de ítemes críticos que se incluyen en el MMPI-2. Los ítemes críticos sirven para obtener información clínica relevante acerca de la presencia de estados agudos, situacio­ nes de crisis y problemas pahic^lares. No deben* ser usados como indicadores psicométricc^' Ó como escalas, dado que demostraron ser menos confiabíqó fl^^ las escalastclínicas asociadas. Sin embargo, pueden-^éf de'utilidad para la valo­ ración clínica y cualitativa de estados de crisis o p«nra refor­ zar hipótesis inferidas a través de la interpretación de otros aspectos del perfil^

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/APLICACIONES DEL MMPI-2

9. S u b e s c a la s de O b v ie d a d -S u tilid a d de W ie n e r-H arm o n Wiener (1948) consideraba que todos los ítemes de las es­ calas clínicas del MMPI tenían la misma validez para prede­ cir las características asociadas al cuadro al que refería la medida en cuestión. Ello descansaba en la presunción, com­ partida por la mayoría de los clínicos, de que las escalas contenían algunos ítemes no obvios sino sutiles que permi­ tían evaluar a un sujeto sin que éste fuese consciente de que estaba proveyendo información personal relevante. Por ejem­ plo, el ítem “Soy feliz la mayor parte del tiempo” no señala en forma obvia la orientación paranoide. Sin embargo, forma parte de la escala Pa. Wiener y Harmon (1948) construyeron subescalas de Obviedad-Sutilidad para varias de las escalas clínicas 2-D, 3Hy, 4-Dp, 6-Pa y 9-Ma). Sin embargo, existen varios tópi­ cos a considerar antes de tom ar los ítemes sutiles como indicadores válidos de psicopatología. En principio, porque fueron producto de procedimientos de validez incompletos, ya que Hathaway y McKjnley no utilizaron esquemas de validación cruzada en todos los casos. También, porque no resultan medidas útiles de los tipos de psicopatología que pretenden medir. Muchos estudios indican que las escalas de sutilidad no predicen tan claramente como las de ítemes obvios (Herkov, Archer y Gordon, 1991; Nelson, 19S7; Weed, Ben-Porath y Butcher, 1990; Nelson y Ciccheti, 1991). Greene (1991) sugiere que las escalas de sutilidad pueden ser útiles para evaluar las actitudes de respuesta inválidas o inusuales. En su entender, las diferencias entre los ítemes obvios y sutiles pueden considerarse como un indicador de invalidez. Sin embargo, los estudios empíricos no parecen indicarlo (Butcher, 1992: 181).

CARACTERÍSTICAS GENERVLES DEL MMPI-2

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10. I n te g r a c i ó n de los datos 10. h Estrategias para la interpretación De la m ism a forma que ocurre para cualquier otra prue­ ba psicológica, es prudente utilizar el MMPI-2 junto con otros datos procedentes de entrevistas y observaciones del sujeto examinado, para conseguir una valoración correcta del caso. Si bien con esta prueba es posible la interpreta­ ción a ciegas, tal como en realidad se utiliza en los siste­ mas c o m p u ta riz a d o s , é sta sólo puede aconsejarse en situaciones de entrenam iento de nuevos clínicos, en eva­ luaciones su pernum erarias y oomo parte de estudios de investigación. . La persona que interpreta el MMPI debe ser cuidado.sa con sus deducciones, puesto que los perfiles pueden tener distin­ to significado según cómo y dónde se hayan obtenido -medio hospitalario, ambulatorio, terapia psicológica o selección de personal-, pudiendo variar además con las características de la persona examinada -nivel educacional, edad, sexo-. Los examinadores necesitan familiarizarse con la bibliografía fundamental, a la vez que tener en cuenta su propia expe­ riencia para lograr un acercamiento adecuado a la compren­ sión del entrevistado. Existen hoy en día grupos de discusión (Listserv) del MMPI-2, a través de Internet, en donde psicólogos con dedi­ cación exclusiva en el MMPI ayudan e intercambian expe­ riencia respecto de algún protocolo en particular. Los interesados pueden solicitar información en: [email protected] Robert H. Reiner, Ph.D. Administrative Director Behavioral Associates

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APLICACIONES DEL MMPI-2

Butcher (1992: 185) señala que la. interpretación del MMPI-2 puede ser más efectiva si en ella se consideran los tópicos que se brindan a continuación. Estos pueden ayudar a ordenar y guiar la interpretación para que redunde en una descripción ajustada del entrevistado: -

¿Existe algún factor extra-test que pueda explicar los resultados del MMPI-2? - ¿Cómo es/son la/s actitud/es de respuesta? - ¿Qué síntomas y comportamientos refiere el individuo?, ¿está experimentando algún estado de ánimo agudo? - ¿Padece problemas de autocontrol?; si es así, ¿con qué intensidad son manifestados? - ¿Existe alguna hipótesis empírica acerca de las carac­ terísticas de personalidad individuales? - ¿Muestra rasgos que puedan favorecer potenciales pro­ blemas de alcohol o drogas?, ¿tiene la persona antece­ dentes de uso de sustancias? - ¿Existen antecedentes familiares de perturbaciones psicopatológicas y/o neurológicas? “ ¿Existen antecedentes personales de dificultades en la escuela y/o el trabajo?; si es así, ¿de qué tipo? - ¿Cómo son sus relaciones interpersonales?; ¿es una per­ sona con un funcionamiento efectivo con Ips demás? - ¿Cuán estables son sus características a través del tiempo? - ¿Cuán severamente perturbado está el sujeto en com­ paración con los demás? - ¿Cuáles son las consideraciones diagnósticas más apro­ piadas para el caso? Es de importancia considerar los datos sociodemográficos del entrevistado así como cualquier información extra-test, ya que pueden orientar la aproximación interpretativa del clíni­ co. Por ejemplo, dados los siguientes datos, ¿qué información podría obtenerse de ellos?; ¿pueden ser relevantes para la interpretación del MMPI-2?

CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL MMPI-2

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Un hombre de 39 años, de clase media, con un nivel de educación de secundario completo, en tratamiento psi­ cológico voluntario, y que contestó al MMPI-2 como parte de la evaluación psicodiagnóstica. ~ Una mujer de 79 años, con residencia rural y un nivel de educación de primario completo que fue evaluada con el MMPI-2 a fin de determinar su competencia como testigo en un juicio. - Un joven de 19 años, hijo de inmigrantes coreanos, con un nivel de educación de secundario incompleto y que fue evaluado para determinar su imputabilidad o no en una causa penal. En el primer caso no son esperables ni problemas de lec­ tura, ni factores culturales de interferencia, ni actitud poco cooperativa, ya que se trata de una persona con un buen nivel de escolaridad y con demanda de tratamiento. En el segundo caso, en cambio, se trata de una persona mayor que por razones evolutivas podría presentar disminucionc.s en su capacidad de lectura y cómprensión, fatiga o proble­ mas sensoriales. En el tercero, el clínico debe considerar que las respuestas del sujeto pueden estar influenciadas por de­ term inantes culturales y/o lingüísticos. También es importante considerar el sexo y la edad de los sujetos. Obsérvese que existen normas discriminadas según sexo para muchas de las escalas del MMPI-2. Ello implica que a un mismo puntaje bruto en una escala puede corresponderle distinta puntuación T, según se trate de hombres o de mujeres. Para la mayoría de las escalas, los descriptores cualitativos que la conforman son semejantes para unos y para otras. Es decir, que.a igual puntaje T, la interpretación es similar para ambos. Sin embargo, para algunas escalas, como Mf, la interpretación de las puntuaciones T altas o bajas sigue distintos descriptores en ambos sexos. Es posible que si los sujetos son muy jóvenes, sus respuestas difieran del patrón general adulto. Por ello, cuando el entrevas-

2-12

APLICACIONES DEL MMPI-2

taclo tiene menos de 18 años, debe ser evaluado con el MMPIA. También se observa que, al completar el MMPI-2, los suje­ tos mayores, a su vez, difieren de los adultos más jóvenes. En las respuestas de los primeros es frecuente la indicación de cambios somáticos o funcionales, humor bajo e introversión. Estas diferencias influyen en los puntajes de las escalas D, Pd y Si, aunque es de reconocer que no son estadísticamente sig­ nificativas. Sin embargo, es menester tener en cuenta esas discrepancias a fin de ajustar la interpretación. En el MMPI-2 no se observan diferencias significativas según clase social ni nivel de educación. Aun así, es recomen­ dable considerar especialmente el análisis de las escalas K y 5-Mf en sujetos de bajo nivel social y de bajo nivel educativo, ya que en las muestras normativas fueron pocos los sujetos con estas características. Los factores culturales pueden influir en cómo las perso­ nas interpretan, comprenden y responden a los ítemes, por lo que es pertinente que el clínico incluya este aspecto en la interpretación de lo perfiles. Otra consideración importante es la atinente al contexto de evaluación. Así, es frecuente que en casos de custodia y/ o tenencia de niños, los perfiles muestren elevaciones en las escalas L y K, y disminuciones en F. También, en casos donde los sujetos desean aparentar o exagerar sintomatología pue­ den observarse distorsiones deliberadas. • Actitud de respuesta Es de importancia mayor observar la puntuación relativa de L, F, K e ?. Estas escalas procuran información relevante acerca de la actitud de respuesta, cooperación, habilidad para comprender los ítemes y disposición para seguir instrucciones. El puntaje de ?, por ejemplo, indica si el sujeto ha respondido a la mayoría de las frases. La escala F refleja si el individuo respondió de una manera abierta y franca, si intentó exagerar síntomas en pos de convencer al clínico de su malestar o si efectivamente lo padece. L y K señalan, por su parte, la dis-

CATLACTERÍSTICASCENERVLESDI l LMMIM-2

2-13

posición para reconocer aspectos relevantes de sí mismo. Por ejemplo, puntuaciones menores que T 65 en L y K podrían mostrar patrones sintomáticos no defensivos. Las escalas TRIN y VRIN informan acerca de posibles inconsistencias en las respuestas. • Evaluación de síntomas y comportamientos ^ En los apartados correspondientes se provee de los descriptores y patrones sintomáticos característicos de las escalas básicas. En la interpretación de los perfiles se tienen en cuenta estos aspectos. Sin embargo, un informe implica más que la suma de descriptores asociados a la elevación de las escalas. El clínico puede encontrar una lógica interna que conecte esos datos a través de la consideración de aspectos recurrentes y convergentes. Así, por ejemplo, si una persona obtiene puntuaciones de T 75 en D y T 68 en Pd, puede apelarse al código 2-4 para observar cuál es el comporta­ miento o las características típicas de las personas que obtie­ nen este perfil. Sin embargo, deberán hacerse los ajustes que se juzguen convenientes y justificados para una interpreta­ ción más precisa. En cambio, si en un perfil hay una escala en niveles significativos, por ejemplo T 69 en Ma y las demás escalas están por debajo de T 64, será conveniente orientar la interpretación hacia los descriptores para el aumento de Ma. En otros casos ocurre que varias escalas están elevadas por encima de T 65 y esto puede dificultar el análisis global del perfil. Supóngase que se trata de las escalas 1, 2, 3, 4 y 7; en este caso pueden observarse los códigos 1-2-3-4 e incluir los descriptores de 7 que sean pertinentes (por ejem­ plo: ansiedad, rumiación y perfeccionismo). Luego, pueden valorarse otras medidas, como las que proveen las escalas suplementarias y las subescalas Harris-Lingoes para evaluar con mayor justeza los problemas, comportamientos y conteni­ dos predominantes, así como también las escalas de conte­ nido para confirmar hipótesis previas o inferir otras nuevas. Recuérdese que los puntajes significativos son mayores que

24 4

APLICACIONÉS DEL MMPI-2

T 65, aunque algunos puntajes de T 60 a T 64 pueden ser usados para ponderar las conductas del sujeto. En muchos casos, un perfil del MMPI-2 puede arrojar valores que sugieren hipótesis aparentem ente contradicto­ rias. Por ejemplo, si una persona obtiene puntuaciones ele­ vadas en D y Ma. La primera sugiere fatiga y falta de energía, en tanto que la segunda indica energía, locuacidad y tendencia a la acción antes que a la reflexión. Esta incon­ sistencia puede no ser tal si se examinan las subescalas Harris-Lingoes. Allí podrá notarse cuál es el contenido pre­ dominante que refleja el aumento en la escala. Podría ocu­ rrir entonces que analizando los contenidos de D se observasen elevaciones en DI (Depresión subjetiva) y en D5 (Melancolía), pero no en D2 (Enlentecimiento psicomotor) ni en D4 (Enlentecimiento mental), y que haciendo lo propio con Ma se notase un aumento en M al (Amoralidad) y en Ma3 (Imperturbabilidad), pero no en Ma2 (Aceleración psicomotora). Con ello, la contradicción observada a primera vista deja de ser tal, ya que los datos recurren hacia una dirección interpretativa consistente. Es muy importante señalar, en todos los casos, la presen­ cia o no de un estado de ánimo agudo (ansiedad, depresión, euforia, etc.). Estos, en general, se reflejan en elevaciones de lns escalas asociadas. La guía que sigue (Butcher y Williams, 1992: 192-195) puede ser de utilidad para valorar apropiada­ mente tales elevaciones. Ansiedad: - Pt 65-79; Pt más elevada que Se (moderada). - Pt 80-89; Pt más elevada que Se (marcada). - Pt 90 o >; Pt más elevada que Se (severa). Estado depresivo: - D 65-79; Ma menor que T 40 (moderado). - 80-89; Ma menor que T 40 (marcado). D 90 o >. - Ma menor que T 40 (severo).

CARACTERÍSTICAS CENER.ALES DEL MMPI-2

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Estado maníaco: - Ma 80 o >; puntaje más elevado, D menor que T 55. Psicosis: - Se 80 o >; puntaje más elevado. - Se mayor que Pt en 10 puntos T. Suspicacia: Pa mayor que T 70; puntaje más elevado. Acting-out: - Pd mayor que T 65. - Ma mayor que T 70 y Si menor que T 40. - ANG mayor que T 65. Confusión/desorientación: - F mayor que T 80. - Se mayor que T 80. - Pt mayor que T 80. - Elevación promedio del perfil mayor que T 70. Estado de crisis: - observar los conjuntos de ítemes críticos de KossButcher y Lachar-Wrobel. • Evaluación de autocontrol/acñ'ng out El MMPI-2 provee de una serie de indicadores para eva­ luar la probabilidad de sobrecontrol o comportamiento actingout potencial. Inhibición (constricción): - indicado por puntajes mayores que T 65 en Si.

-

Sobrecontrol (represión): sugerido por las puntuaciones elevadas, mayores que T 65, en Hy y/o 0-H.

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a pl ic a c io n e s

DEL MMPI-2

Acting-out (impulsividad): - puntuaciones mayores que T 65 en Dp y en Ma, y menores que T 40 en Si. Hostilidad (pérdida de control): - puntajes mayores que 65 en ANG. • Hipótesis para el tratam iento El MMPI-2, al igual que el MMPI, contiene indicadores de varios rasgos o características de personalidad relativamente estables en la vida de los sujetos. Algunos de ellos pueden reflejar: Impulsividad: - Pd mayor que T 65. - Ma mayor que T 70 y Si menor que T 40. Introversión: - Si mayor que T 65; observar subescalas Harris-Lingoes. Obsesividad: - Pt mayor que T 65, puntaje más elevado. - OBS mayor que T 65. Dominancia: - Do mayor que T 65. Cinismo: - CYN mayor que T 65. • Problemas de alcohol o drogas , Mediante la interpretación del MMPI-2 no puede conocer­ se ni el tipo ni la sustancia de abuso que una persona pudo o podrá experimentar. Sin embargo, permite obtener indica­ dores acerca de la propensión de los sujetos hacia conductas de abuso y de la disposición a reconocer problemas de alcohol

CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL MMPI-2

247

O de drogas. Algunos de los patrones más comunes asociados con los desórdenes por consumo o abuso de sustancias son los siguientes:

-

Pd mayor que T 65. Pd y D mayores que T 65. Pd, D y P t mayores que T 65. MAC-R, APS o AAS mayores que T 60.

• Evaluación del estilo de relaciones interpersonales La Interpretación del MMPI-2 provee hipótesis acerca de cómo el sujeto interactúa con los demás y cuáles son los factores sociales o de contexto que pueden influir en el ajuste psicológico de una persona. El MMPI-2 otorga información acerca de las habilidades sociales y los posibles problemas interpersonales a través de varias fuentes. Por ejemplo, la escala Si y las subescalas Sil, Si2y Si3 proveen datos acerca de la disposición, comodidad y competencia sociales de los sujetos, así como de los aspectos asociados (evitación, timi­ dez, alienación, etc.). - Hs: son percibidos por los demás como pasivos, preocu­ pados, insatisfechos, infelices y quejosos. Tienden a hacer la vida complicada para quienes los rodean, siendo demandan­ tes, críticos y, ocasionalmente, pueden expresar hostilidad indirectamente. * - Pd: tienden a presentar problemas de ajuste social; son extravertidos, conversadores, actiyos, enérgicos y espontá­ neos. Suelen ser ostentosos, exhibicionistas y manipuladores, tienden a establecer amistades por interés. Causan primeras impresiones favorables. Sus vínculos suelen ser superficiales y poco comprometidos. - Do: sugiere que el sujeto se considera a sí mismo como una persona dominante en las relaciones con los demás.

248

APLICACIONES DEL MMPI-2

- Pa: tendencia a la susceptibilidad, el moralismo y la reacción desmesurada ante los otros. Suelen expresar resen­ timiento y hostilidad, y ser suspicaces, cautelosos y descon­ fiados. ~ Se: tendencia al aislamiento, a la soledad y a la aliena­ ción. Suelen no ser aceptados por sus pares, lo que acentua­ ría la introversión y la fuga a la fantasía. Usualmente, evitan los vínculos y las situaciones novedosas. - MDS: para las personas casadas o con pareja, indican la posibilidad de tensión en la relación conyugal. - SOD: provee datos acerca de los sentimientos del sujeto respecto de las relaciones interpersonales. • Estabilidad del perfil La estabilidad de los perfiles del MMPI-2 a lo largo del tiempo es un tópico importante para la interpretación de los mismos. Algunos estudios de confiabilidad.test-retest (León y cois., 1979) indican que la correlación para Si es de 0,73 en muestras de sujetos normales a lo largo de 30 años. Esta escala es una de las que menos varían a través del tiempo. En cambio otras, como D y Pt, pueden reflejar problemas situacionales y producir cambios en las puntuaciones según las circunstancias. Un perfil se considera bien definido cuando las dos escalas más elevadas tienen 10 puntos d e ’diferencia'réspecto de las restantes (por ejemplo: 7 = T 80; Se = T 73; Ma = T 61...). E¿tos perfiles son más estables a través del tiempo. Por ende, la interpretación puede contemplar,aspectos pasados, pre­ sentes y prospectivos con mayor confiabilidad. Aun así, per­ files con 5 a 9 puntos de diferencia tienden a ser bastante estables. En cambio, los perfiles con diferencias menores que 5 puntos propenden a ser inestables (Graham, Smith y Schwarti, 1986).

CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL MMPI-2

249

A los clínicos puede interesarles cotejar las diferencias entre los perfiles del MMPI-2 de sus pacientes antes y des­ pués del tratamiento. • Severidad Je L d esorden Como se indicó oportunamente, a medida que aumentan los puntajes de las escalas clínicas a partir del puntaje de corte (T 65), aum enta la probabilidad de presencia de un cuadro sintomático significativo. Si se observan elevaciones mayores que T 80 en las escalas clínicas y una validez del perfil acep­ table, puede inferirse la presencia de un desorden de natura­ leza severa. Por otra parte, los perfiles en los que las escalas clínicas estén por debajo de T 60 y donde las escalas de validez no indican defensividad sistemática, pueden indicar personas bien adaptadas y psicológicamente ajustadas. • Consideraciones diagnósticas _ Si bien el MMPI fue originalmente diseñado con la idea de que el aumento de determinadas escalas clínicas debía co­ rresponderse a ciertos grupos-diagnósticos, no fue un objetivo primordial establecer a partir de su sola administración e interpretación la inferencia de un diagnóstico clínico. El MMPI más bien ha sido usado para informar acerca de ca­ racterísticas de personalidad y comportamiento que pueden ayudar a realizar un diagnóstico descriptivo. Las fuentes de información más importantes para ello son la consideración de los siguientes aspectos: -

elevación de las escalas básicas inclinación del perfil información de la combinación de códigos puntajes de las escalas de contenido

Por otra parte, algunos estudios acerca de las escalas y códigos del MMPI han mostrado buenas correspondencias entre éstos y algunos grupos diagnósticos, particularmente

250



APLICACIONES DEL MMPI-2

con los propuestos por los manuales DSM (Savacir y Erol, 1990; Moldin y cois., 1991). • Consideraciones para la estrategia de tratamiento Un uso importante deí MMPI-2 es el a tinente a la eva­ luación de las características personales en función de su disposición eventual a un tra tam ie n to psicológico. Para ello, pueden ser de utilidad las escalas suplem entarias y las de contenido, ya que proveen indicadores para ello (pro­ blemas personales, actitudes, autoconcepto, comportamien­ tos de interferencia, etc.). La lista de preguntas (Butcher y Williams, 1992: 185) puede orientar la interpretación de este aspecto. -

¿Necesita el sujeto tratamiento psicoterapéutico y/o psiquiátrico? ¿Cuán consciente es el sujeto de sus problemas? ¿Es confiable su autodescripción? ¿Está dispuesto a brindar información personal al clínico? ¿Está motivado para el tratamiento? ¿Revela capacidad de insight acerca de sus problemas?

-

¿E stá dispuesto a c a m b ia r c o m p o r t a m i e n t o s o a c titu d e s?

-

¿Revela indicios de responsabilidad para con el tra ta ­ miento? ¿Existe algún hecho negativo que pueda interferir en la relación terapéutica?

-

CARACTERÍSTICAS GENEICALES DEL MMIM-2

2 51

Figuras 12Ü11511010510095

-

í) ( ) -

85807570GO55CA ,

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Puntaje

Bruto K agregado Fig ura 1: PctTil de las cácalas básicas dol M M P l-2.

Figura 2 Patrón do respuoslas “'rudo VordiulL*nr.

M..

Si

252

APLICACIONES DEL MMPI-2

Figura 3; Patrón de respuestas “Todo Falso".

Figura 4; PciTil de

Figura 5: Perfil

ringiniicnto.

defensivo. Indicadores

Indicadores válid os

válidos

CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL MMPl-2

F ig ura 6: Perfil de

F ig ura 7: PciTil de

exageración de

exageración de

síntom as. Indicadores

síniomn.s. Indicadores válidos

válidos

253

25*1

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APLICACION ES DEL MMPÍ-2

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3

APLICACIÓN DEL MMPL2 EN EL ÁMBITO CLÍNICO María Elena Brenlla

En un artículo de revisión, Butcher y Rouse (1996) conclu­ yen que el MMPI-2 es la técnica de evaluación de la perso­ nalidad más usada en los últimos veinte años, tanto en el ámbito clínico como en el de investigación psicopatológica. El test de Rorschach y el TAT, ambos proyectivos, son también utilizados con frecuencia aunque con mayor énfasis en su aplicación psicodiagnóstica. Esta preferencia de los clínicos y los investigadores para con el MMPI-2 no obedece, por cierto, a razones sentimentales sino a la eficacia que ha demostrado como herramienta para valorar adecuadamente aspectos descriptivos de la personalidad de los sujetos. Sin embargo, algunos opinan que el MMPI-2 no se com­ parece con los criterios actuales de clasificación diagnóstica pro­ puestos por la Asociación de Psiquiatría Americana. Es probable que ello sea verdad, dado que la nosografía en la que se basa es la ya clásica de Kraepelin, que, con sus ventajas e inconvenien­ tes, sigue reflejando una discriminación lúcida de los trastornos psicopatológicos más severos. Por otra parte, el sistema de clasi­ ficación del DSM, con su indudable valor como medio para acor­ dar en forma empírica descripciones-diagnósticas, presenta, no obstante, solapamientos entre varias de sus categorías, por lo que su exactitud es relativa. Pancheri y col., 1992 (tomado de Butcher, 1996: 438-439) publicaron dos estudios por demás interesantes. En el primero, realizado en 1970 cuando el uso de criterios estan­ darizados (tipo DSM o ICD) no estaba extendido, compararon la

2Ü ‘l

APLICACION ES DEl. MMPI-2

concordancia entre los peifiles del MMPI de 835 pacientes y sus respectivos diagnósticos clínicos. Encontraron, mediante análisis discriminante, que los resultados del MMPI clasificaban a más de la m itad de la muestra en fonna coiTecta. En particular, la asociación era más precisa cuando el caso era más típico (por ejemplo: psicosis maníaca, histeria, neurosis depresiva, entre otros) y más débil cuando la sintomatología era más variable y/ o leve (por ejemplo: ansiedad nerviosa). En el segundo estudio, llevado a cabo entre 1983 y 1990 comparando los perfiles del MMPI con los diagnósticos en base a criterios DSM-IÍI y DSMIII-K, hallaron que discriminaban correctamente sólo grandes áreas (por ejemplo: esquizofi’enia, desórdenes afectivos, con­ troles normales). En opinión de Pancheri y col. (1992, tomado de Butcher, 1996: 438-439) esto indica que a cada grupo diagnóstico del DSM-III-R pueden con*esponder perfiles muy heterogéneos dcl MMPI, cosa que no ocurría en el estudio ante­ rior, y se preguntan si las discrepancias observadas entre ambas investigaciones podrían atribuirse al uso de estos nuevos criterios estandarizados dé diagnóstico. Como sea, es do notar que lejos ds brindar información irrelevanlc, el MMPl-2 proporciona datos valiosos para las tareas psicüdiagnósLicas y para las de investigación, sobre todo si es utilizado teniendo en cuenta sus propiedades psicométricas y la nosogi*afía que lo sustenta. A los estudios clásicos del MMPÍ-2 en el campo de la psicopatología, se suman, en los últimos años, las publicaciones respecto del uso del MMPI-2 en las rutinas de evaluación neuropsicológica.

1. Aplicación del IVIMPI-2 en el ám bito clínico-p sicop atológico L L Indicadores de validez en el M MPI-2. Como se mencionó en capítulos anteriores, los perfiles del MMPI-2 pueden presentar ciertas particularidades en fun-

APLICACIÓN DEL MMPI-2 EN EL yXMniTO CI.ÍNICO

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ción del contexto en que el inventario es adrriinistrado. Los clínicos que utilizan el MMPL2 dentro de su repertorio de evaluación conocen que es frecuente observar, entre los pa­ cientes, puntuaciones muy elevadas en las escalas F y Fb. En términos psicométricos muchos perfiles de este tipo queda­ rían invalidados al sobrepasar los puntajes de corte estable­ cidos. Esto indica que la interpretación de estas escalas en el contexto clínico puede ser problemática. Como se recordará, el aumento de F o de Fb podía obedecer a tres razones: la respuesta al azar, la probabilidad de fingimiento ele malestar o la presencia de severa psicopatología. Con la publicación ele la escala VRIN del MMPI-2, el prinner problema para la in­ terpretación queda eliminado, ya que permite evaluar si las respuestas fueron o no consistentes. Sin embargo, persiste aún la cuestión de si la elevación corresponde a algún tipo de distorsión delíbérada o a la presencia efectiva de síntorna.s clínicos. Para dilucidarla, Arbisi y Ben-Porath (1995) diseña­ ron una nueva escala de Infrecuencia-Psicopatología Fíp) con el objetivo de identificar aquellos ítemes que son rc.spoiulidos de modo infrecuente tanto en muestras de población general como clínicas (Arbisi y Ben-Porath, 1995: 424-431). Concluyeron que la escala F(p) puede ser utilizada por lo.s clínicos en conjunción con la interpretación de las escalas F y Fb. S i s e ^ s e r v a que la escala F está significativainenlc aumentada, deberá determinarse el motivo de ello cxaniinando la escala VRIN. Si ésta rerieiiuun,piiiilaie de T 80 o mayor. el protocolo no puede considerarse interpretable. Si la escala VRIN no está elevada, el paso siguiente es interpretar la escala TRIN. Si ésta se encuentra en valojg.s mayp_res que T 100, indica tendencia a la aquiescencia, lo que torna invá­ lido el protocolo. Si, én cambio, tagto VRIN como T RIN se observan en puntajes no significntivos. entances deberá eva­ luarse la escala F(g). Si ésta se encuentra aumentada, la ^ h i p ó ^ i s interpretativa vira hacia la_probabilÍdad_^CL fingimiento y el perfil deberá interpretarse en este sentido. Por eíToñtraríóTTrTCp) se encuentra en valores no aumcn-

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AJ’ LICACIONES DEL MMPI-2

Lados, la elevación de F se interpretará como.un reHejade la presencia de psjcopatología. En el apéndice A se citan los ítemes que componen la escala y las puntuaciones T respectivas, correspondientes al estudio de Arbisi y Ben-Porath (1995) con muestras nortéamericanas. Aun así, algunos autores (Nicholson y cois., 1997) sugie­ ren que el valor de F como predictor de fingimiento de ma­ lestar sea ponderado en función del contexto de evaluación y que el uso de la escala F(p) necesitará de mayor estudio para ser aplicada de modo seguro. En particular, señalan la im­ portancia de investigar la relación entre F y F(p) para exa­ minar características y factores que puedan afectar el poder predictivo de éstas. El estudio comparativo de probabilidad de fingimiento y esquizofrenia ha sido tratado por Bagby y cois. (1997), entre otros, quienes compararon las respuestas al MMPI-2 de su­ jetos normales, a los que se les dio instrucciones de fingir malestar, y las de pacientes esquizofi-énicos ambulatorios, quienes respondieron al inventario bajo la consigna estándar. Las personas a las que se les pidió que fingiesen se dividie­ ron en tres grupos: uno, de residentes de psiquiatría; otro, de estudiantes de psicología con experiencia clínica, y el tercero, de estudiantes de psicología sin entrenamiento de campo. Los resultados indican que los puntajes de las escalas 6 (Pa-Paranoia) y 8 (Sc-Esquizofrenia) se encontraban más au­ mentados en los estudiantes y residentes respecto de las puntuaciones obtenidas por pacientes. Sin embargo, el grupo de sujetos con experiencia clínica puntuó comparativamente más alto que el de los estudiantes y los esquizofrénicos en las escalas D (Depresión) y Si (Introversión social). Una explica­ ción de estos resultados es que los sujetos con mayor expe­ riencia y conocimiento clínicos asociaron síntomas afectivos y de aislamiento social con esquizofrenia. Tales síntomas no son difíciles de encontrar en las fases residuales o cuando los pacientes se encuentran bajo tratamiento farmacológico. Los estudiantes, en cambio, en ausencia de tales conocimientos

APLICACIÓN D E L MMPI-2 EN EL ÁMBITO (M.INICO

‘i íw

tendieron a responder indicando ítemes de contenido psicopa­ tológico claro, pero que no respondían a un desorden o cuadro específico. Aun así, obtuvieron puntuaciones más altas quo los pacientes en la escala Ma (Hipomanía). En este caso, entonces, la falta de conocimiento psicopatológico redundó en la producción de perfiles comparables a los obtenidos con los pacientes. Estos resultados cuestionan el valor de la escala F como única medida para la detección de fingimiento de desordenes que se caractericen o no por la presencia de rasgos psicóticos. Por ello se recomienda integrar la interpretación de los indicadores de validez del MMPI-2 para valorar lo más acer­ tadamente posible el perfil. Entre los estudios que evalúan la efectividad de las esca­ las (le validez del MMPI-2 para detectar e! fingimiento de bienestar puede citarse la información reportada por Gra­ ham, Watts y Timbrook (1991). En esa investigación, pidie­ ron a dos grupos que contestasen al MMPI-2. Un grupo fue adiestrado para responder al inventario de modo~de fingir bienestar y el otro respondió bajo las condiciones de adminis­ tración convencionales. Observaron que los pi'imeros puntua­ ron comparativamente más alto que los segundos en las escalas L (Sinceridad) y K (Factor corrector) y más bajo en ocho de las diez escalas clínicas. Resultados similares fueron informados a través de otros estudios (Austin, 1992; Cassisi y Workman, 1992). Es de considerar que Austin informó que los participantes bajo instrucciones de fingimiento de bienes­ tar obtuvieron puntuaciones más bajas que los que respon­ dieron en forma honesta en las subescalas Obvio-Sutil y en el índice de disimulación F-K (Gough, 1950). Teniendo en cuenta estos resultados Bagby y cois. (1997) se propusieron un estudio tendiente a observar si los pacien­ tes psiquiátricos podían mostrarse como fingiendo bienestar. Para ello administraron el MMPI-2 a dos grupos: uno de estudiantes universitarios y otro de pacientes esquizofrénicos. Se administró el MMPI-2 dos veces, con un intervalo de un

2()S

APLICACIONES DEL MMPL2

mes entre una y otra aplicación. En la primera, se pidió a ambos grupos que completaran el MMPI-2 en la forma con­ vencional (respuesta honesta); en la segunda, en cambio, se Ies pidió que respondieran tratando de fingir bienestar. Los resultados indicaron que los pacientes bajo la segunda condi­ ción obtuvieron puntuaciones reducidas en las escalas clíni­ cas, por lo menos en la misma intensidad que el grupo de estudiantes. Esto señala que el grupo de esquizofrénicos fue tan capaz de fingir bienestar como el grupo normal. Sin embargo, ambos presentaron puntajes aumentados en los indicadores de validez cuando se les pedía que fingiesen, cosa que no ü c u i t í ó cuando la respuesta fue honesta. Aun con las limitaciones del estudio (Bagby y cois., 1997: 412), los resultados sugieren que en la interpretación del fingimiento de bienes­ tar deben considerarse los indicadores de validez tradicio­ nales en conjunción con otras medidas de defensividad suplementarias.

1.2. Infnnficii'ióii c l í n i c a

Una cuestión relevante en la interpretación del MMPI-2 en el ámbito clínico concierne a cómo deben interpretarse las puntuaciones bajas. 'ri*adicionalmente se consideraron interpí*etablc.s las escalas que excediesen los puntajes de corte es­ tablecidos. No obstante, Keiller y Graham (1993) resumieron los significados posibles en estos casos indicando que las dis­ minuciones pueden obedecer a: (1) características positivas que son esencialmente opuestas a las asociadas a los aumentos de las escalas, (2) características desfavorables que reflejan el déficit del rasgo considerado en su puntuación elevada, (3) un ajuste general adecuado, o (4) un ajuste general inadecuado que no es referido por puntuaciones elevadas. Para esclarecer el significado de los puntajes reducidos en las escalas del MMPI-2, Graham y col3. (1997) administraron el MMPI-2 a pacientes de servicios de salud mental ambulatorios

A P LICACIÓN DEL MMPI-2 EN EL ÁMBITO CLÍN IC O

269

y pidieron a los clínicos tratantes que completasen un cues­ tionario estructurado para la descripción de esos pacientes. El objetivo era tener una descripción externa que permitiese ob­ servar qué atributos eran concomitantes al nivel de las pun­ tuaciones. Los resultados indican que no hay un modo universal de in te r p re ta r los puntajes bajos de las escalas. Ello hace que el a r ^ i s i s de éstas deba hacerse con cautela. No es posible asumir, por ejemplo, que las disminuciones corres­ pondan a características opuestas a las de las elevaciones, aunque esto puede ser lo apropiado para las escalas Si. •iS É )'S O p .iy MAC-R. Puntajes bajos en la escala Ma y en BIZ, en cambio, no revisten especial significación. Para la.s escalas de contenido FRS,íANG; CYN, OBS y TPA, los puntajes de ese tipo pueden interpretarse como iiulicadoies de buen ajuste general, y en el caso de la escala suplemen­ taria A pueden señalar ausencia o escasa probabilidad de ansiedad. • ■; Por otra parte, las escalas-^de contenido dcl MMPI-2 pueden ser de utilidad para valorar aspectos prospectivos deJ[gs^ujgtos, por ejemplo, el pronóstico para tratamiento. La escala T iT ^ cuyos puntajes elevados se asocian con una disposición negativa hacia e 1 a t a m ie n t p_g. h a.c ia | os |) tí) fesionales de s a lud_mentaj,Uorilils.tri\. En un estudio con pacientes varones que padecían dolor crónico, Clark (1996) encontró que la escala TRT es un indicador válido de la actitud de los sujetos hacia la intervención terapéutica. Observó que estaba significativamente correlacionada con medidas de ansiedad y de depresión, y que podía señalar disfunciones psicosociales, sobre todo si se analizaban los componentes de contenido de TRT (TRT1= Low motivation: TRT2= In a b ility to disclose), donde, si se producían eleva­ ciones en TRT y TRTl, la línea de interpretación sugería un monto de m alestar emocional significativo que podía interferir en el establecimiento de una adecuada alianza terapéutica.

270

y\PLICACIONES DEL MMPI-2

Respecto de los Factores psicológicos de las personas con síntomas físicos tales como migrMas_y_i^cuL£cas. Zwart y cois. (1996) encontraron que pacientes previam ente diag­ nosticados como padeciendo estos trastornos, mostraron en sus perfiles la elevación simultánea de las^ tres prim eras escalas^djm esto es/H ^H ipocondriasis)(^^D epresión) e Histeria). Por su parte, Ziegler y Paolo (1996) comparalún las respuestas que dieron al MMPI-2 un grupo de pacien­ tes que aquejaban dolores de cabeza y otro de controles normales. Observaron, mediante análisis discriminante, que la escala Hy (Histeria) es la que mejor diferenciaba entre ambos grupos. ; u'-C También se realizaron estudios para comparar las pu n ­ tuaciones entre las escalas Pd y ASP (Lilienfeld, 1996), en donde se observó que si bien ambas categorías se solapan en su contenido, aparecen como medidas de diferentes fa­ cetas del constructo de psicopatía. Las correlaciones en­ contradas por Lilienfeld entré ASP y medidas externas de ese concepto m uestran la importancia que el factor de “afectividad negativa” (NA) puede tener como una dim en­ sión general de desajuste emocional. Esta conjetura parece/ consistente con los hallazgos de Ben-Porath y cois. (1993) • quienes reportan que la escala ASP está positivamentef" correlacionada con medidas de ¡ansiédad, depresión y otros! ___ " indicadores de A. . Como se mencionó en capítulos anteriores, el MMPI-2 presenta varias medidas para valorar aspectos concernientes al diagnóstico de los trastornos por abuso de sustancias. Legan y col. (1996) estudiaron el tipo de respuesta exhibi­ da por un grupo de pacientes consumidores de drogas al MMPI y al MMPI-2. Las conclusiones indican que el MMPI2 brinda perfiles consistentes con la investigación previa del MMPI, mostrando correspondencia entre los puntajes T, los tipos de código y las puntuaciones de la escala MAC (MMPI) y la MAC-R (MMPI-2). Por su parte, Ladd (1996) encontró que pacientes con trastornos por abusó de sus-

APLICACIÓN DEL MMPl-2 EN EL ÁMIJITO CI.ÍNICO

^

27 1

tagcias con frecuencia señalan los ítemes críticos de “Actitudes antisociales” de Lachar-Wrobel. ErM¡VÍPL2 provee de una escala para valorar la probabi­ lidad potencial de consumo de sustancias, la escala APS (Es­ cala de Adicción Potencial). Savvrie y cois. (1996) realizaron una investigación con el objetivo de estudiar la estructura interna de APS. Los resultados indican que de la escala emergen cinco componentes: Satisfacción/Insatisfacción con sí mismo; Ineficacia; Impulsividad antisocial; Temeridad y Agitación. Este patrón sugiere que en el interior de APS exis­ ten varios conjuntos discretos de ítemes. Otra cuestión de importancia es la atinente a qué tipo de perfiles son esperables en pacientes con trastornos del tado de áninm_y esqurtofgénicos. Munley y cois. (1997) compara­ ron las respuestas que al MMPI-2 dic'ron dos grupos de pgcientes: unos diagnosticados como depresivos y otros como esquizofrénicos. Los primeros obtuvieron puntuaciones me-\ d ias elevad as en las sigui e ntes escalasC o^ D e p res ion )(jPd^ (Desviac^n^ psicopática);f^O(Psicastenia)\^i^Introversión . social), Ansiedad),(y^^(Depresión) j^^SOX) (Malestar social). La e s c a l a í ^ fue identificada como un predictor significativo en tanto que dos escalas de.contenido, BIZ y DEP. fueron señaladas como contribuyentes significativos a la pre­ ........ dicción'dé 1 ^ 'tra s to rn os estudiados'' ............ Én relación a ía investigación de las medidas de introver­ sión social en el MMPI-2, Ward y Perry (199S) estudiaron la relación entre las características psicométricas de las esca­ las Si (Introversión social), SOD (Malestar social) y las subescalas Si en muestras de pacientes psiquiátricos y de personas con trastornos por abuso de sustancias. Encontra­ ron que la combinación de Sil (Timidez) y Si2 (Evitación social) correlacionaba significativamente con la escala SOD, en tanto que Si3 (Alienación) se relacionaba como un factor de desajuste general en el MMPI-2.

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AIMJCACIÜNES DEL MMPl-2

2. A plicación del MMPI-2 en la ev a lu a c ió n n e u ro p s ic o ló g ic a El estudio de la influencia potencial que los factores emocio­ nales puedan tener sobre el funcionamiento cognitivo ha sido un área de interés en la evaluación neuropsicológica. El MMPI2 ha sido la técnica más utilizada como medida de psicopatología en los conte.xtos de este tipo de valoración. Gass (1996) comparó las respuestas al MMPI-2 de una muestra de pacientes psiquiá­ tricos (PSY) y otra de pacientes con daño intracraneal (CHI), y encontró que en los últimos, los puntajes en tests de atención y en los escalas BIZ y FRS eran significativos. En particular, observó que las medidas de atención y de memoria presentan una relación significativa con los indicadores de pensamiento inusual, ansiedad y temor del MMPI-2. Petersen y cois. (1998) consideran que la obtención de medidas de personalidad es relevante en la evaluación neuropsicológica, ya que: 1. Luego de un episodio de daño cerebral es común que se produzcan cambios en la ^personalidad. • A continuación de un daño cerebral, y muchas veces hasta bastante después, son'frecuentes los cambios comportamentales y emocionales (Gass, 1995). • Los cambios pueden ir de sutiles a drásticos y pueden no acompañarse de cambios cognitivos. • Los cambios pueden ser debidos a efectos directos o indirectos del daño cerebral.. • En muchos desórdenes neurológicos se observan punUí^iones elevadas en medid_as de depresión (LishmanTT973; Prigatano, 1992). 2. Las características de personalidad afectan al desarrollo del tratamiento y al nivel último de funcionamiento. • Los factores de personalidad, tanto como los cogni^tivos, afectan el ajuste psicosocial y la eventual reha­ bilitación (Fordyce y cois., 1983).

/APLICACIÓN DEL MMPI-2 EN EL ÁMBITO CLÍNICO

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• Los rasgos de personalidad premórbida se correla­ cionan con el comportamiento emocional y la perso­ nalidad posdaño (Chatterjee y cois., 1992). • Los datos de personalidad premórbida pueden ser de utilidad para predecir problemas potenciales en el tratamiento e identificar la resistencia y los paráme­ tros de realidad probables para la rehabilitación (Gass y Ansley, 1995). 3. Los cambios en la personalidad afectan la adaptación en el sistema familiar. • La graduación en los cambios de la personalidad in­ fluye en la capacidad de la familia para adaptarse a ellos (KlonofF y Prigatano, 1987). • La intensidad del estrés sobre la familia del dañado se correlaciona con la graduación de los cambios de personalidad (Brooks y cois., 1986). • Los cambios emocionales y de comportamiento influ­ yen sobre la familia del paciente (Lezak, 1988)., 4. Los disturbios psicológicos posdaño pueden reflejar psicopatología premórbida. ® Algunos factores de psicopatología posdano son un reflejo "del funcionamiento psicológico premórbiclo (Lishman, 1968). • En muchos casos, el grado de la incapacidad psicoló­ gica luego de un traumatismo craneoencefálico se relaciona más con factores de personalidad que con la severidad del daño padecido (Freedman y cois., 1976). • El estilo de personalidad premórbida es un factor relevante en la consideración de episodios de explo­ siones de agresividad que siguen a una traumatismo craneal (Prigatano, 1987). 5. Los problemas emocionales deberían ser identificados antes de iniciar el tratamiento. • Luego de un episodio de daño cerebral, las secuelas emocionales son frecuentes. '

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APLICACIONES DEL MMPI-2

• Las secuelas emocionales que siguen a un daño a menudo pueden pasar inadvertidas o ser expresadas de forma mínima. • La exteriorización del afecto y las referencias subje­ tivas pueden ser algo extraviadas o inusuales. *1 .6. Disturbios psicológicos que pueden enmascarar desór­ denes neurológicos. • Síntomas de conversión. • Amnesias, fugas. • Depresión. • Hostilidad, desorden explosivo intermitente. • Síntomas psicóticos. • Quejas acerca de problemas de memoria. • Ataques de pánico. 7. Los factores psicológicos pueden afectar el rendimiento en las técnicas de evaluación neuropsicológicas. • Es importante diferenciar entre los factores orgáni­ cos y los psicológicos qüe puedan afectar el rendi­ miento en los tests-neuropsicológicos. • La observación clínica puede áportar indicios rele­ vantes para valorar la motivación del entrevistado al ser examinado. • Sin embargo, la observación es, en general, parcial. Por ende, es recomendable apelar a medidas objeti­ vas de personalidad para poder identificar los fac­ tores psicológicos que puedan influenciar en los hendimientos de los tests. • • Los rendimientos en atención, memoria y funciones, ejecutivas están relacionados de manera distinta con los factores emocionales (Gass y Daniel, 1990; Gass, 1991; Gass y cois., 1990). • Los niveles de ansiedad y la aparición de contenidos de pensamientos inusuales son relacionados con los rendimientos en los tests neuropsicológicos (Gass, 1996).

AP LICACIÓN DEL MMPI-2 EN EL ÁM ÜITÜ CLÍNICO

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• Las mediciones de depresión muestran poca o ningu­ na relación con el nivel de rendimiento en los tests (Gass, 1996; Gass y Russell 1986). 8. Disturbios neurológicos que pueden ser erróneamente considerados como trastornos psicológicos. • Lesión o daño de lóbulo frontal. • Epilepsia. • Tumores. • Amnesia. • Esclerosis múltiple. • Enfermedad cerebrovascular. • Demencia tipo Alzheimer u otras demencias. El MMPI-2 puede ser de utilidad para valorar aspecto.s emocionales en sujetos con trastornos neurológicos. Particu­ larmente, son de interés las siguientes consideraciones. • Analizar las puntuaciones relativas de F, VRIN, TRIN y Fb, a fin de detectar la interpretación más ajustada en perfiles aparentemente inválidos. • Ser cauteloso al interpretar perfiles del MMPI-2 con puntuaciones elevadas como explicación de bajos ren­ dimientos en los tests neuropsicológicos. Los estudios señalan que el impacto del disturbio emocional sobre el desempeño para responder a los tests no es significa­ tivo. • Valorar adecuadamente las escalas clínicasvD ysPt así como las de contenido^FRS*y(ANX!;^DEP3 PBS y BIZ, ya que, como se menciono"antes; aparecen relacionadas cóh la presencia de trastornos neuropsicológicos. • No utilizar el MMPI-2 comqjmedjdá j a r a identificar disfunciones cerebrales. A Igunos_ti^^ en particular con los pacientes “orgánicos”. Sin embargo, sólo un porcentaje pequeño de pacientes con diagnóstico neurológico lo presentan. Por ende, su interpretación deberá sor prudente.

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APLICACIONESDELM M PÍ-2



Considerar que del conjunto de los ítemes del MMPI2, los pacientes con trastornos neurológicos consignan aquellos que refieren a síntomas neurológicos (temblo­ res, mareos, convulsiones, etc.) y no los que atañen a desórdenes psicopatológicos (Gass, 1991). • Valorar adecuadamente el contexto en que la evalua­ ción es requerida. En el ámbito legal, se han encontra­ do asociaciones paradójicas entre la gravedad del desorden neuropsicológico y la ocurrencia de litigios (Youngjohn y cois., 1997).

3. El ÍVIMPI-2 en la c o m p a r a c ió n de su je to s norm ales y p a c ie n te s p s iq u iá tric o s : u n e s tu d io local 3.L Objetivos El estujüo que se presenta a continuación fue llevado a cabo entre los años 1993 y 1996, y fue dirigido por la doctora María Martina Casullo. El objetivo general era observar si se encon­ traban diferencias significativas entre las respuestas que al MMPI-2 dieron sujetos de población general y psiquiátrica. En esa oportunidad se presentaron los datos que incluían el aná­ lisis por diferencia de promedios y de varianza de la puntua­ ciones (Brenlla, 1997). En este caso, se presentan datos de análisis discriminante entre ambas muestras y otro al interior de la muestra psiquiátrica, diferenciando a los pacientes se­ gún presencia o ausencia de sintomatología positiva.

3.2. Método Participantes Se utilizaron dos grupos, uno de población general voluntaria y otro de pacientes psiquiátricos. El grupo de pacientes

APLICACIÓN DEL MMPI-2 EN EL ÁMBITO CLÍN ICO

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psiquiátricos estuvo conformado por 100 sujetos (50 varones y 50 mujeres; edad: m = 37.7, s.d. = 11.7} quienes se hallaban en tratam iento psiquiátrico de internación o ambulatorio de los hospitales Borda, Moyano y Melchor Romero. Los pacien­ tes fueron informados del objetivo del estudio y accedieron al mismo de forma voluntaria. Se observó el diagnóstico clínico que constaba en la historia clínica. Todos los pacientes habían recibido diagnósticos basados en criterios estandarizados (DSM-IILR; DSM-IV; ICD-9; ICD-10), pero al ser voluntaria la participación, no pudo realizarse un adecuado balanceo de los sujetos con distintos diagnósticos (esquizofrenia y otros tras­ tornos psicóticos, 60 7c\ trastornos afectivos, 11 G; trastornos de la personalidad, 29 %). Se diferenció asimismo a aquellos que presentaban sintomatología positiva (48 7c) de aquellos en los que esta característica no se hallaba presente (52 7c). La mayoría de los pacientes poseía un nivel de educación de por lo menos siete años de escolarización (84 7c). La m uestra de población general voluntaria incluyó a 100 sujetos (50 hombres y 50 mujeres; edad: m = 31.2, s.d = 9.8) de Capital Federal y Gran Buenos Aires. Los sujetos eran voluntarios, comprendidos entre las edades de 18 a 65 años, a los que se les informaba que se trataba de un estudio acer­ ca de la personalidad. Uno de los casos fue rechazado por no cumplim entar con los requisitos de validez del inventario. Los datos sociodemográficos de estado civil y nivel de educa­ ción pueden consultarse en el artículo citado (Brenlla, 1997). (Para tablas, véase apéndice B.)

Procedimiento Se aplicó el MMPI-2 a ambos grupos bajo las condiciones estándares de administración, utilizando la forma de cuader­ nillo. En los casos en los que se constató que el paciente no comprendía adecuadamente el contenido de los ítemes se suspendió la administración.

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APLICACIONES DEL MMPI-2

Colaboraron en la recolección de datos las licenciadas C a­ rolina Rodríguez y Silvina Bonora. Los datos reunidos fueron analizados, posteriormente, por aplicación del método de análisis discriminante.

3.3. Resultados La validez discriminante fue evaluada por técnicas esta­ dísticas multivariadas comparando el grupo de pacientes con el de población general. La media de las puntuaciones de los puntajes brutos para ambas muestras se presentan en las tablas 1 y 2. La función canónica discriminante significativa para las escalas básicas entre ambas muestras se observa en las tablas 1 y 2 (VVilk’s Lambda = 0.634512; chi2 = 88.478; p < 0.0001). El análisis discriminante muestra que la mayo­ ría de las escalas difieren significativamente entre los pa­ cientes y los normales. Los coeficientes más significativos fueron los de las siguientes escalas: L (0,32); D (0,24); Pa (0,57); Se (0,42) e ? (0,28). Si se realiza el mismo análisis pero diferen­ ciando hombres y mujeres (tablas 3, 4 y 5) se observa que para los primeros la función discriminante encuentra coefi­ cientes más significativos en las siguientes escalas: Pa (0,65) y D (0,65); la cantidad de sujetos correctamente clasificados según la función emergente es casi del 70 %. En cambio, para las mujeres, los coeficientes de función discriminante inclu­ yen a L (0,43); F (0,70) y Se (0,44). La función canónica dis­ criminante significativa respecto de las escalas de contenido se observa en las tablas 6, 7 y 8 (Wilk’s Lambda = 702265; ^bhi2 = 69,098; p < Í.OOOl), en donde los coeficientes de la función discriminante significativos fueron DEP (1,00) para hombres y HEA (0,66) y BIZ (0,54) para mujeres. Por otra parte, se realizó análisis discriminante respec­ to de las escalas básicas del MMPI-2 en pos de observar diferencias entre los pacientes que presentaban, sinto­ matología positiva y los que no la presentaban (Wilk’s

a p l ic a c ió n

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Lambda = 0,590413; chi2 = 50,586; p < 0,0001). Los coeficien­ tes de.la función discriminante fueron K (0,45); Hy (-0,53); Pa (0,61) y Se (0,88). Las tablas 9 y 10 ilustran los resulta­ dos. Éstos indican que fueron clasificados el 81 7 respecto de la función discriminante emergente.

3.4. Coíiclusiones Los resultados obtenidos indican que los íD'uoos de población general y de pacientes psiquiátricos presentan perfiles clara­ mente diferenciados. En la comparación de hombres noimales y pacientes psiquiátricos se observa que las escalas más rele­ vantes para discriminar entre ambos son las de Pa y D en tanto que para las mujeres lo son las escalas L, F y Se. En relación al porcentaje de miembros clasificados dentro de uno y otro grupo, el estudio muestra que entre los hombres fue del 69,7 7 y entre las mujeres del 83 7c. Si bien para ambos la cantidad de miembros correctamente clasificados es sigriificativa, no deja de llamar la atención la mejor distinción emergida para las mujeres. Sin embargo, tales resultados podrían atribuirse a las características de la muestra, ya que no estuvo lo suficiente­ mente balanceada respecto de los diagnósticos clínicos previos. Las escalas de contenido que mejoi* discriminaron entre ambas muestras fueron las de DEP para varones y las de .^^EA y BIZ para mujeres. Esto señala la impoi’tancia poLenh^cial de este tipo de escalas para la diferenciación de cuadros V nosológicos en estudios futuros. Un dato para estimar provisionalmente es el obtenido res­ pecto de la consideración de los pacientes en función de pre­ sencia o ausencia de sintomatología positiva (ideas delirantes, alucinaciones, lenguaje desorganizado y comportamiento catatónico o gravemente desorganizado, Asociación de Psi­ quiatría Americana, 1995: 296). Allí, se observó que las esca­ las K, Pa y Se conformaban la función discriminante. Esto señalaría que los pacientes con síntomas psicóticos tenderán

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APLICACIONES DEL MMPI-2

a reconocer aspectos relacionados con ideas de referencia y delirantes, suspicacia y hostilidad (+Pa); pensamientos in­ usuales y extraños y tendencia al aislamiento (+Sc) y. un repertorio defensivo escasamente efectivo (-K). Por supuesto que dadas las limitaciones del estudio, estos resultados debe­ rán tomarse con cautela y en forma provisional hasta que otros estudios corroboren la línea planteada en éste.

4. Aplicación del MMPI-2 en p sico d ia g n ó stic o s de pacientes psiquiátricos La integración de los datos del MMPI-2 fue oportuna­ mente tratada con anterioridad. Aun así puede ser de uti­ lidad considerar el modelo que propone Rivera Jiménez (1987: 87) en la interpretación con fines clínicos, siempre atendiendo a la probabilidad de integración de estos datos con los suministrados por las escalas de contenido y suple­ mentarias: •

Valorar las características de la ^actitud del sujeto ha­ cia los ítemes del inventario por interpretación de las escalas L, F y K. • Evaluar algunos elementos de la utilización de la dota­ ción intelectual en cuanto a la resolución de los proble­ mas propios. Este aspecto puede inferirse mediante el análisis de la relación que guarda la escala K respecto de L y de F. • Características generales del estado afectivo, observan­ do el nivel en el que se encuentran las escalas 2 (aso­ ciada con elementos depresivos), 9 (tono afectivo más bien eufórico), 3 (características histriónicas que pue­ den evidenciar labilidad afectiva), 6 (relacionada^ con rasgos de hostilidad y agresión hacia el ambiente) y 8 (asociada con dificultades para el reconocimiento y la expresión de afectos y emociones).

APLICACIÓN DEL MMPI-2 EN EL AMBITO CLÍNICO

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Elementos principales de los problemas que la persona reconoce en sí mediante la valoración de las escalas “pico”. Características generales de la calidad de las relacio­ nes interpersonales, mediante el análisis de 3 (proba­ bilidad de dependencia en las relaciones).^4 (dificultad para establecer compromisos emocionales y afectivos profundos, superficialidad), 6 (puede indicar la presen­ cia de niveles aumentados de hostilidad y agresión en los vínculos) y 8 (permite inferir la tendencia a aislarse del grupo social). Características de la demanda y expresión del afecto, mediante la observación de la relación entre las escalas 3 (demanda infantil, escasa tolerancia a la frustración y reducida capacidad para postergar la gratificación inmediata de las necesidades), 4 (dificultad en el con­ trol impulsivo, por lo que la demanda tampoco acepta postergación y, al no tolerarse la.frustración, probabi­ lidad de exigencia de un satisfactor que cubra esa necesidad), 6 (elementos de tipo impulsivo en la expre­ sión de la hostilidad) y 8 (probabilidad de elementos de desorganización en los impulsos y las emociones). Valorar elementos de la capacidad de insight a través de la consideración de los niveles relativos de K, 2, 7 y 0. La expectativa teórica es que estas escalas se en­ cuentren en valores cercanos a T 65 pero no mayores que éste para poder inferir una capacidad introspectiva adecuada para el tratamiento terapéutico. Características generales de los mecanismos de defensa más utilizados. Para ponderar este aspecto pueden tener­ se en cuenta las escalas 3 (relacionada con la utilización de mecanismos defensivos de represión y desplazamien­ to) y 6 (asociada con un tipo de defensividad de predomi­ nio proyectivo); en la combinación de las escalas 7 y 8 pueden inferirse mecanismos como racionalización y anu­ lación y, cuando en relación con estas escalas aparece K aum entada, puede pensarse en la probabilidad de

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APLICACIONES DEL MMPI-2

intelectualización. La elevación prominente de 8 puede indicar la utilización -de mecanismos de defensa como la negación y la evasión (fuga a la fantasía). • Evaluar elementos del pronóstico en psicoterapia me­ diante la consideración de la capacidad de insight del sujeto y el patrón de comportamientos, emociones y cogniciones que sugiere el perfil obtenido.

4.1. Ejemplos Los casos que se presentan a continuación tienen como objetivo ilustrar el uso del MMPI-2 en el ámbito clínico. Se hará referencia a los nombres y puntuaciones de las escalas para señalar con claridad la línea argumental de la interpre­ tación. Los casos corresponden a pacientes en tratamiento psicológico y/o farmacológico. Los dos primeros resultan de la aplicación del MMPI-2 a pacientes psiquiátricos varones y los otros dos ilustran el modo en que algunas inferencias obtenidas mediante el análisis del MMPI-2 pueden integrar­ se con criterios diagnósticos estandarizados. No pretenden ser modelos de informes sino descripciones acerca de las características más salientes y, en la medida de los datos disponibles, de la evolución del caso.

CASO 1 Sexo: masculino Edad: 27 años Estado civil: soltero Nivel de educación: secundario completo Motivo de derivación: evaluación de características de per­ sonalidad La actitud de respuesta del entrevistado puede conside­ rarse confiable, ya que no presenta intentos por distorsionar

APLICACIÓN DEL MMPI-2 EN EL ÁMBITO CLINICO

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S U imagen en pos de volverla favorable. Reconoce malestar psicológico y su nivel adaptativo se valora como disminuido. Los indicadores adicionales de validez se ponderan como correctos, por lo que el perfil del MMPI-2 puede considerarse interpretable.

Síntom as y comportamientos Es probable que se trate de una persona sevei-amente per­ turbada, ya que presenta indicadores de conducta acelerada, labilidad emocional, locuacidad y agitación. Se observan in­ dicios de dispersión de la energía, lo que redundaría en una actitud entusiasta y emprendedora pero sin la suficiente cons­ tancia como para producir logros. Es posible que presoiUe ideas megalómanas y que su pensamiento discurra, en oca­ siones, de forma tangencial y circunstancial. Si bien puede presentar una primera impresión de seguridad, subyacen componentes que indican baja autoestima, dificultad para la toma de decisiones y sensación de inadecuación en su trato con las mujeres. Es interesante notar que de las subescalas Harris-Lingoes en valores significativos e interpretables (re­ cuérdese que para habilitar su interpretación es necesaiio que la escala clínica a la que pertenece se encuentre por encima de T 65) hay tres: P a l (ideas persecutorias), Sc6 (ex­ periencias sensoriales raras) y Ma4 (megalomanía) que alu­ den a'contenidos relacionados con la presencia de síntomas positivos. Ello, en conjunción con el aumento de Ma2 (acele­ ración psicomotora), configura la probabilidad de un episodio maníaco en curso.

Características de personalidad Puede tratarse de una persona egocéntrica e infantil en sus reclamos hacia los demás, ya que evidencia característi­ cas notorias de demanda de atención y afecto. Es probable que si los otros no actúan según sus expectativas, sobreven­

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APLICACIONES DEL MMPI-2

gan sentimientos de resentimiento y hostilidad. Esto, suma­ do a ciertos indicios de una orientación suspicaz, le llevaría a conductas de evitación social. Por ende, la tendencia al ais­ lamiento se configura como una característica relevante. Es posible que con sus relaciones más cercanas presente hostili­ dad encubierta que se expresaría bajo la forma de explosiones esporádicas de ira. Se relevan indicadores de desconfianza para con los demás (-fCYN) que alimentarían la creencia de que los otros ocultan sus verdaderos motivos al acercarse a su persona. A consecuencia de ello, podría presentar actitudes de rechazo hacia ellos. Además, es probable que perciba a su ambiente familiar como poco contenedor y tendiente a la discordia UFAiM). Dada la elevación de Ma, Se y Pa, puede presentar habla bizarra, delirios y/o alucinaciones. Por otra parte, su dotación intelectual no pai-ece estar al servicio de una adaptación psico­ lógica adecuada (+/-K ), lo que podría redundar en la utilización de racionalizaciones pobres como recurso defensivo. Es probable que el sujeto se caracterice por presentar rasgos de ansiedad de larga data que en este momento estarían claramente intensifica­ dos (-I-ANX), lo que podría asociarse con una actividad mental de tipo obsesivo (-1-0BS), no tanto por ajustarse a un estilo obseso compulsivo de personalidad sino por indicar la probabilidad de ideas recurrentes y aceleración del pensamiento. Las oscilaciones entre un tono eufórico y de grandiosidad y otro de aislamiento y de percepción de inadecuación social se reflejaría en su autoconcepto, haciendo que éste pueda aparecer como exagera­ do y aumentado o que dependa en forma excesiva de la valora­ ción que los demás hagan de su persona.

Considcracio/ies diagnósticas y pronóstico Esta configuración es frecuente en sujetos que reciben diag­ nósticos de esquizofrenia o de trastornos severos de la persona­ lidad. En este caso, los indicadores y la pendiente del perfil señalan la probabilidad de un estado maníaco. El pronóstico para

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la psicoterapia no es del todo favorable dado el estado de agita­ ción en que se encuentra el sujeto (+TRT). Por otra parU, la evidencia de ideas megalomaníacas harían que el sujeto conside­ re que nadie puede entender sus problemas, lo que dificultaría aún más el establecimiento de una adecuada alianza terapéutica.

CASO 2 Sexo: masculino Edad: 34 años Estado civil: soltero Nivel de educación: secundario completo Motivo de derivación: evaluación de características de per­ sonalidad La actitud de respuesta de! sujeto indica disposición y franqueza en el proceso de evaluación. No se observan inten­ tos deliberados por distorsionar aspectos potencialmente pro­ blemáticos de su personalidad. La escala F señala que el paciente reconoció dificultades que se circunscriben a un grupo de síntomas diferenciados, lo que vuelve a indicar la actitud de cooperación apuntada. Los indicadores adicionales de validez se encuentran en niveles aceptables, por lo que el perfil se considera interpretable.

Síntom as y comportamientos Por la configuración del perfil (código 6/8), es probable que el paciente se caracterice por experimentar sentimien­ tos de inferioridad e inseguridad, así como autoestima y autoconcepto disminuidos o pobres. También, que sienta cul­ pa cuando percibe sus defectos o equivocaciones y que fun­ cione de modo a p á tico y abúlico. Por lo general, no propendería al compromiso con otras personas y podría ser considerado por los demás como suspicaz y desconfiado. Tendería a evitar los lazos emocionales profundos, prefi­

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riendo una actitud de aislamiento, ya que sus habilidades sociales pueden ser poco efectivas. Es probable que le dis­ guste que los otros le demanden cosas, por nimias que sean, y que tienda a expresar malhumor, irritabilidad y negati­ vismo. Es probable que se observen conductas psicóticas, ya que se observan aumentos en P a l (ideas persecutorias) y en Sc6 (experiencias sensoriales raras), y que su pensamiento sea, en ocasiones, tangencial y circunstancial. Puede mani­ festar disturbios del contenido de pensamiento a través de la presencia de ideas bizarras y del curso, a causa de difi­ cultades de concentración, atención y memoria. Puede exhi­ bir sentimientos de grandeza (+Ma); sentido de irrealidad y preocupación por temas abstractos u oscuros, así como embotamiento afectivo. Sus defensas parecen poco efectivas y tendería a reaccionar al estrés y á la presión apelando a mecanismos regresivos.

Características de personalidad Este código es característico de personas que presentan severos problemas psicológicos de larga data. Es probable in­ ferir un estilo de vida esquizoide y dificultades para el control de los impulsos. Puede tratarse de una persona que intenta mantener sus sentimientos de hostilidad bajo férreo control (+ 0-H) pero que, ocasionalmente, tienda a expresarlos bajo la forma de explosiones de ira injustificadas. Se observan indica­ dores de percepción de discordia y/o incomprensión familiar (+FAÍVI), y de impaciencia e irritabilidad (+TPA).

Consideraciones diagnósticas y pronóstico En general, las personas con este perfil son diagnosticadas como esquizofrénicas. El tratamiento supone la integración de terapAiticas psicológicas y farmacológicas que deben servir de soporte en aquellos casos donde existe riesgo para el paciente o para terceros. Es probable que, una vez establecido un vín­

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culo terapéutico, tienda a permanecer en lrntamicnlo. Sin embargo, no deben esperarse mejoras inmediatamenle, ya que presenta problemas psicopatológicos de envergadura crónicos.

CASO 3 • Sexo: femenino Edad: 31 años Estado civil: casada Nivel de educación: primario completo

Presentación Trátase de una mujer de 31 años, casada desde hace nue­ ve y madre de tres hijos, cuyas edades oscilan entre los 2 y los 6 años. Cursó estudios primarios completos y se desem­ peñó, cuando soltera, como mucama. Actualmente vive con su marido y sus hijos en un barrio del conurbano y pasa la mayor parte del tiempo con los niños. . Hace algún tiempo, consultó en un hospital infantil alar­ mada por el estado de salud de su hija mayor de 6 años, quien, según la paciente, desde que comenzó a concurrir a la escuela, comía menos. Por este motivo, llevó a la niña a una sala de asistencia médica barrial, en la que se le diagnosti­ caron,, según la'paciente, varias enfermedades. Tanto su marido como su hermana niegan estos problemas físicos en la niña: Los médicos del hospital no pudieron determinar que padeciese algún trastorno, siendo buena su salud. Aun así, la paciente permanece inconmovible en su convicción de las enfermedades de su hija. Al preguntársele cómo era la relación con sus hijos, la paciente comenta que es buena, aunque reconoce que ella, a semejanza de su padre, es “nerviosa”, por lo que es frecuente que les grite. Refiere que una vez la niña le contestó mal, por

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lo que la golpeó en la nariz, provocándole sangrado. Además, señala que desde que consultó en el hospital, su hija le perdió el respeto diciéndole que está loca (síc). Durante las entrevistas resultan llamativas algunas con­ tradicciones. Por ejemplo, al hablar de su infancia refiere que un familiar había abusado sexualmente de ella. Sin embargo, en otra entrevista, sugiere que se trató de un intento de abuso. Registra antecedentes de haber sido golpeada por su pa­ dre y su hermano, con los que no convivía, ya qué desde los 3 hasta los 15 años vivió con su abuela. Por ello, le resultó sumamente difícil volver a estar con su madre y sus herm a­ nos, ya que sentía que ése no era su hogar. Su aspecto se obser-vó como indiferente, actitud pasiva, pre­ sentación ordenada, hipoproséxica, sin conciencia de síntoma, orientada auto y alopsíquicamente, hipotímica, sin problemas de percepción y memoria, curso de pensamiento retardado, con­ tenido de pensamiento con presencia de ideas fabulatorias y mendacidad, hipobúlica y juicio debilitado.

Características, síntom as y comportamientos La actitud general de respuesta al inventario indica una clara tendencia a distorsionar las contestaciones en pos de brindar una imagen favorable de sí misma, privilegiando una actitud de proclamación excesiva en relación con su apego a los valores convencionales. Se observan indicadores de m a ­ lestar psicológico con escasa autopercepción de capacidad para resolver los problemas que se le presenten. La combina­ ción de las escalas de validez sugiere que la paciente no utiliza adecuadamente su dotación intelectual al enfrentar las dificultades, sino que trata de simular una aparente ac­ titud de ajuste social para sentir, que sus conflictos no son tan importantes. Este esfuerzo por m antener una imagen ajustada pudo haber influido en su capacidad para brindar respuestas consistentes, ya que se observan aumentos en las escalas VRIN y TRIN.

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De las escalas clínicas, tres se encuentran signififativamente elevadas: “Paranoia” (6), “Hipocondriasis” (1) y “De­ presión” (2), La combinación de las dos primeras es frecuente en sujetos con actitudes de desconfianza y suspicacia ante la sensación de estar frágil y desvalido físicamente. Esto se expresaría a través de una sensación constante de amenaza y vulnerabilidad en cualquier contacto interpersonal. También, sugeriría la presencia de contenidos del pensa­ miento relacionados con temores hacia posibles riesgos de amenaza de salud física propia o de alguien cercano, los que podrían estructurarse en forma de delirio. Además, la elevación simultánea de 6 y 1 podría redun­ dar en manifestaciones de hostilidad y agresión. Si bien es esperable la aparición de sentimientos de culpabilidad, estos resultarían poco eficaces como forma de control de las descar­ gas agresivas y surgirían con posterioridad o paralelos a éstas. Las relaciones interpersonales podrían entenderse como problemáticas, ya que la paciente sumaría a su cautela una actitud de pesimismo y aprehensión constantes, tratando de culpar a los demás por sus propias fallas y fracasos. La combinación general de las escalas clínicas y de validez (véase el perfil del caso 3, pág. 310) señalan la probabilidad de alteraciones importantes en la personalidad de la pacien­ te. También, las escalas de contenido brindan información relevante. Se observan indicadores que señalan dificultades para la toma de decisiones y aparición de problemas y. quejas somáticas, quizá como expresión de los aumentos de ansie­ dad. También se presentan indicios de temores específicos que podrían redundar en la aparición de síntomas evitativos y signos de autoconcepto disminuido (-i-LSE). Esto indicaría poca propensión hacia los vínculos interpersonales y, proba­ blemente, habilidades sociales poco efectivas. El análisis de las subescalas Harris-Lingoes señala la probabilidad de presencia de ideas persecutorias (+Pal) y de extrema susceptibilidad interpersonal (-HPa2), rasgos éstos

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que dificultarían aún más su aptitud para relacionarse con los demás.

Consideraciones diagnósticas y pronóstico Por lo antedicho, el comportamiento de la paciente parece reunir los criterios propuestos en el DSM-IV para considerar el diagnóstico descriptivo de: F6S.I Trastorno Facticio no especificado (300.19): el indi­ viduo puede sim ular o producir síntomas físicos o psicológi­ cos a otra persona que se encuentra bajo su custodia con el propósito de asum ir indirectamente el papel del enfermo (APA, 1995: 487). Por otra parte, existen elementos que permiten inferir la presencia de ideas de referencia y/o delirantes. Por ejemplo, es inconmovible la certeza de la paciente en la enfermedad de su hija. Una y otra vez insiste en la idea de que su niña está enfenna, independientemente del juicio médico en sentido con­ trario. Esta tenacidad resulta aún más relevante si se conside­ ran sus caracteristicas de desconfianza y susceptibilidad, lo que podría redundar en la presencia de una orientación paranoide. Estas características harían que la paciente presente difi­ cultades para discutir cuestiones personales con otros, por lo que el establecimiento de una adecuada relación terapéutica no será tarea fácil. Además, es probable que no sienta la necesidad de dem andar espontáneamente tratamiento, ya que no parece tener percepción de problemas psicológicos que así lo ameriten (+TRT).

CASO 4 El ejerjjplo siguiente se presenta como un estudio de evo­ lución de caso. El criterio diagnóstico utilizado fue la clasifi­ cación ICD-10.

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Sexo: femenino Edad: 45 años Estado civil: soltera Nivel de educación: terciario completo . La paciente fue derivada por la licenciada X a fin de rea­ lizar un estudio psicodiagnóstico. Se consideró pertinente utilizar diversas técnicas para hacerlo en pos de ponderar el estilo cognitivo y las características de personalidad de la sujeto. Se apeló a entrevistas semidirigidas, estudio de la historia clínica y administración de técnicas psicométricas (MMPI-2; ISO-30, Inventario de Orientación Suicida; Escala de Sucesos de Vida; WAIS; WMS-R y test de Bender). Ti-átase de una mujer de 45 años, soltera y sin hijos, única hija mujer de un matrimonio bieh avenido que también tuvo un hijo varón, con estudios terciarios completos y fluidez en el habla de una lengua extranjera. A continuación se brindan datos del estudio de la historia clínica para observar la evolución del caso. 1984: es hospitalizada durante cuatro meses donde recibe el diagnóstico de "depresión ansiosa"; se registran como an­ tecedentes un intento de suicidio a los 11 años e introuersión manifiesta. Se la trata con medicación antidepresiva. 1985: concurre al mismo hospital, dando signos de aluci­ naciones auditivas; en la historia clínica se registra “más indiferencia que depresión”; recibe diagnóstico de "esquizoafectiva" y-se la trata con neurolépticos incisivos. 1986: concurre a consulta a un hospital; se registran en la historia clínica alucinaciones auditivas; diagnóstico "síndrome depresivo"', se autointema en guardia aquejando alucinaciones auditivas, insomnio y perplejidad, pasando luego a un servicio de intervención de corto plazo del que se le da el alta. Perma­ nece posteriormente en tratamiento ambulatorio. Intento de suicidio'; éste consiste en la ingesta de antidepresivos tricíclicos. Más tarde, vuelve a solicitar internación en guardia, desde la

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APLICACIONES DEL MMPI-2

cual es derivada a una sala de emergencias. Se registra en la historia clínica ideas suicidas. Se la medica con neurolépticos incisivos y después con antidepresivos por lo que se señala una disminución de la ideación suicida. 19S7: continúa en tratamiento; en la historia clínica se informa abulia, apatía y sueño conservado. Tratamiento psicofarmacológico: halopidol decanoato. También se señalan alucinaciones visuales e ideación delirante (se consigna que, probablemente, sea a causa de los ATD). Se le da de alta y continúa tratamiento ambulatorio. Se informa allí buen áni­ mo y conformidad con su trabajo. Recibe diagnóstico de “es­ tado esquizoafectivo". 19SS: solicita internación en guardia del mismo hospital. Se informa abandono del tratamiento farmacológico; baja aulocsli/na: tristeza; sentimientos de culpa por temas sexua­ les; alucinaciones auditivas denigratorias. Pasa a una sala de internación, donde se consignan: perplejidad, ideas con­ tradictorias; sensación de ser observada y rodeada por la gente; también, ideas de autorreferencia, ansiedad paranoide y alucinaciones. Recibe diagnóstico de “esquizofrenia*'. 19S9: se le da de alta; continúa tratamiento ambulatorio. En la historia clínica se consigna: alucinaciones intrapsíquicas (sic), sin medicación, alucinaciones referenciales auditivas (sic) e hipobulia; intento de suicidio. Se la interna; luego de un lapso de diez días se le da el alta; continúa tratamiento en consultorios externos. Luego se informa in­ greso en guardia: ansiedad, inquietud, con ánimo desganado e ideas de autorreferencia. 1990: permanece en internación; se informa ansiedad y depresión, I99I: tratamiento ambulatorio; se reporta abulia. 1993: se registra en la historia clínica antecedentes de estado esquizofrenifonne (síc); se realiza diagnóstico de inca­ pacidad dcl 80 1995: abandono de medicación; ideas delirantes; transmi­ sión de pensamiento; retoma la medicación.

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1996: comienza tratamiento ambulatorio; se registra epi­ sodio psicótico (delirio).

Análisis de las técnicas adm inistradas En cuanto a la evaluación de aspectos cognitivos, se obser­ van las siguientes características. El rendimiento de la paciente en las escalas Wechsler (WAIS), indica un coefiente intelectual total considerado como “normal brillante”, no observándose diferencias signiñcativas entre la producción verbal y la de ejecución. A continuación se detallan aquellos subtests en que la sujeto obtuvo mayor pun­ tuación (Dígitos, Información y Analogías) y aquellos en los que el rendimiento fue por debajo del promedio (Dígito-símbo­ los y Diseño con cubos): • Dígitos: el muy buen rendimiento observado señala bue­ na memoria de corto plazo, sobre todo teniendo en cuen­ ta que este s u b te st evalúa atención autom ática, eficiencia de la atención y resistencia a la distracción. También, puede inferirse buen rendimiento ante tareas con estímulos verbales que posibilitan un correcto re­ cuerdo auditivo. • Información: el puntaje obtenido señala buena memo­ ria de largo plazo, intereses amplios y curiosidad y ambición intelectual. • Analogías: la puntuación obtenida indica capacidad para generalizar, abstraer y encontrar relaciones que aparen­ temente no son obvias; así como pensamiento lógicoabstracto, formación de conceptos verbales y distinción de detalles esenciales respecto de superficiales. • Dígito-símbolos: este subtest evalúa aprendizaje de relaciones entre símbolos específicos y números, coordinación visomotora y actividad imitativa. Ei bajo rendimiento observado indicaría, por una parte, difi­ cultades ante una tarea que exige buena coordinación

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psicomotora; por otra parte, dificultades de memoria de corto plazo ante estímulos visuales. Diseño con cubos: el bajo puntaje obtenido indica difi­ cultades para el razonamiento no verbal, para la orga­ nización espacial y la reproducción de modelos.

Como puede observarse, las puntuaciones fuertes se en­ cuentran comprendidas entre los subtests verbales, en tanto que los puntajes débiles lo son respecto de los subtests de ejecución. Estas características sirven como base para inferir el estilo cognitivo predominante en la paciente. En este caso se observa un predominio de lo que se denomina “inteligencia cristalizada”, entendiéndose por ésta el funcionamiento inte­ lectual en tareas que dependen del entrenamiento previo, el tipo de educación recibida y el nivel cultural en general. Por otra parte, los subtests verbales están dentro del dominio del hemisferio izquierdo, especializado en un modo de procesa­ miento secuencial, analítico y lógico, siendo el más influido por el aprendizaje y especialmente apto para el procesamien­ to de estímulos lingüísticos y numéricos. En contrapartida, el hemisferio derecho maneja la información no verbal, inclu­ yendo los estímulos espaciales y visuales, así como los musi­ cales, de modo holístico y .sintético. Obsérvese que la producción de la paciente baja notoriamente ante este tipo de estímulos. Por ello, puede considerarse que la paciente ex­ presa una modalidad cognitiva de tipo cristalizada con pre­ dominio de procesamiento izquierdo. Es de considerar que el muy buen coeficiente intelectual obtenido puede indicar un background premórbido mayor y/o un escaso deterioro cognitivo, aun luego de una ingesta más o menos sostenida de psicofármacos a lo largo de catorce años. La evaluación realizada con la WMS-R indica que el índice de memoria general obtenido refleja un desempeño superior al promedio, analizado globalmente. No obstante, se observa una fuerte discrepancia entre la puntuación de memoria verbal y visual. En la primera, el rendimiento excede con

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creces la media, mientras que en la segunda la puntuación se halla cercana a ésta. De ello se deduce un mejor recuerdo para estímulos verbales y, probablemente, una preeminencia para el procesamiento secuencial. Dicha observación concuer­ da con io analizado en el WAIS. Por otra parte, este tipo de diferencias entr^e índices de memoria verbal y visual fue observada por Caine (1986) y Stromgren (1977) en pacientes con síntomas indudables de depresión. Los índices de atención/concentración y recuerdo difeiido son los esperables para su edad. En el test de Bender, que evalúa la capacidad para repro­ ducir un modelo gráfico, se observa un buen desempeño, lo que se asociaría a una correcta planificación visomotora. Algunos datos cualitativos señalan ciertos indicadores emo­ cionales como pasividad; conducta introvertida; tendencias esquizoides; ansiedad encubierta; hostilidad reprimida e in­ tentos de m antener el control a través de un sostén externo. En síntesis, puede considerarse un nivel de inteligencia por encima del promedio, caracterizado por un estilo de pi’ocesamiento secuencial, excelente memoria verbal y alguna disminución en memoria visual. En cuanto a la evaluación de las características de perso­ nalidad, resulta de utilidad para e! psicodiagnóstico de la paciente el que se le haya administrado hace doce años el MMPI, ya que ello puede resultar provechoso para la evalua­ ción actual y para estimar el proceso de su enfermedad en términos descriptivos. En el MMPI se observa una configuración de las escalas de validez (+L; +F y +K) que Lachar (1974) ha considerado carac­ terístico de personas con indicios de psicosis, y donde es pro­ bable que las escalas 6, 8, 9, 2 y 7 se encuentren en valores de T 70 o superiores. En el perfil de la paciente se encuentran en tales niveles la 8, 2, 4 y 6. Este tipo de perfil de validez indica .una tendencia del sujeto a responder de modo suspicaz, señalando importantes montos de ansiedad y síntomas psico­ lógicos y somáticos, con recursos yoicos disminuidos.

29G

APLICACIONES DEL M-MPI-2

La combinación(8-2./ha sido asociada (Marks y Seeman; 1963) a sujetos que padecen de síntomas depresivos severos, angustia, agitación y pérdida de control impulsivo. A veces pueden presentar cuadros de histeria, pero a diferencia de los histéricos son poco sociables y en sus relaciones interpersona­ les se muestran muy sensibles y suspicaces. Pueden padecer de ideas de referencia y delirios de persecución, insomnio, apatía y sentimientos intensos de inadecuación o inferioridad. La sintomatología puede incluir pensamiento fantástico, afectividad lábil o aplanada y episodios psicóticos breves y agudos. Hathaway y Meehl (1951) y Dahlstrom y Welsh (1960) encontraron esta combinación en sujetos que habían sido diag­ nosticados como “psicóticos depresivos” (maníaco-depresivos, depresivos o involutivos) y también en “esquizofrénicos”. Por otra parte, la combinación 8-2-4 es considerada por Marks y Seeman (1963) como indicativa de desconfianza y distanciamiento de los demás; evitación de las relaciones in­ terpersonales; temor de involucrarse emocionalmente con los otros; inseguridad; necesidad de atención; conducta impredeciblo y utilización de racionalizaciones como mecanismo defen­ sivo. También, dependencia emocional; conducta manipuladora (sea como agente u objeto de ésta); ideación e intentos suici­ das, así como inmadurez y hostilidad. El diagnóstico más fre­ cuente es el de reacción esquizofrénica de tipo paranoide. Finalmente, la elevación concomitante de 6 señala a per­ sonas rígidas, en extremo sensibles, obstinadas, con rasgos claramente paranoides y tendencia a utilizar la proyección de culpa y hostilidad en los que le circundan. En el MMPI-2, la configuración de las escalas ,de validez (+L, +F y -K) indica tendencia a contestar con sinceridad al inventa­ rio, sin dificultades para reconocer pequeñas fallas ni distorsionar su imagen en pos de brindar una favorable. Por ello, no dudaría en reconocer sus problemas, lo que podría reflejar una actitud de colaboración. Es posible que presente suspicacia, superficialidad inlerpei*sonal y sumisión a figuras de autoridad; así como ten­ dencia a la autocrítica al revelar sus problemas.

APLICACIÓN DEL MMPI-2 EN EL ÁMBITO CLÍNICO

297

La combinación 6-9 fue asociada por Dahlstrom y Welsh (1960) a sujetos en IbTque se observan excesivas dependencia y necesidad de afecto, así como vulnerabilidad a amenazas reales o imaginarias, lo que coadyuva a un estilo de vincula­ ción cortés pero algo suspicaz con las personas de su entorno. Sin embargo, aquella necesidad y cierta tendencia a la impulsividad la llevarían a establecer relaciones con el sexo opuesto en forma rápida y entusiasta, aunque con cierta su­ perficialidad e ingenuidad, sin sopesar adecuadamente la si­ tuación global. Suelen padecer de tensión y ansiedad en forma intensa y continua. Las reacciones excesivas frente a la menor situación de estrés son características en estas personas, y pueden traducirse en la forma de fantasías o ensueños diur­ nos. Parecen poco efectivos para expresar sus emociones y pueden ser dados a la rumiación y a los pensamientos obsesi­ vos. Es posible que, en ocasiones, sea percibida como inmadu­ ra, impulsiva y nerviosa. Sin embargo, en otros momentos, mostraría una actitud generosa, pacífica y sentimental. Esto daría cuenta de la probabilidad de labilidad afectiva, oscilando en función de los avalares por los que atraviese. Los pacientes psiquiátricos con este perfil suelen recibir diagnósticos de “esquizofrenia paranoide” o “trastorno seve­ ro del estado de ánimo” (Butcher y Williams, 1992: 125). El pronóstico para la psicoterapia de estos sujetos no es del todo favorable a causa de que los problemas suelen ser de larga data y porque muchas veces se resisten, solapada­ mente, a crear un vínculo significativo con el psicoterapeuta. Sin embargo, tienden a permanecer más que otros pacientes en tratam iento y, eventualmente, llegan a confiar en el pro­ fesional. Al comparar los perfiles de validez del MMPI y del MMPl2, se observa que la actitud de respuesta es mas espontánea y sincera ahora que hace doce años, qvie persiste el malestar y la tensión psicológicos y que los recursos yoicos se encuentran disminuidos. En cuanto a las escalas clínicas, se maq^licncn. casi en los mismos puntajes las escalas clínicas!6 y 7 (“Para-

298

APLICACIONES DEL MMPI-2

noia” y “Psicastenia”), lo que se asocia a una orientación clara­ mente paranoide acompañada de intensos sentimientos de an­ siedad. La evaluación de la orientación suicida realizada se señala como moderada; esto significa la probabilidad de pesimismo ocasional, dificultad para manejar eventos negativos, estra­ tegias de afrontamiento disminuidas o insuficientes para resolver situaciones de humillación, de fracaso y de pérdidas afectivas. Las dimensiones más significativas en el caso de la paciente son las de “incapacidad para afrontar emociones” y “baja autoestima”. Si bien no puede inferirse de lo antedicho una franca orien­ tación suicida es, sin embargo, pertinente considerar que la presencia de ideación suicida, por leve que fuere, sumado a las características y los antecedentes de la paciente, ameritan especial atención en la estrategia que se establezca para su tratamiento. Por último, cabe consignar que la paciente señaló diversos eventos vitales estresantes padecidos que aún la siguen afec­ tando; entre ellos, señala la muerte de ambos padres, proble­ mas psicológicos propios y de seres queridos, dificultades para establecer relaciones de pareja, obstáculos para conseguir y conservar un empleo y problemas de fe.

Hipótesis diagnóstica Según los criterios de la ICD-10, en términos descriptivos • la paciente presentaría un cuadro de trastorno esquizoafectivo, con fuerte orientación- paranoide, de acuerdo con lo informado en la historia clínica y con los indicadores obteni­ dos en el psicodiagnóstico. I...I el diagnóstico de trastorno esquizoafectivo deberia hacer­ se sólo cuando las manifestaciones de ambos tipos de sínto­ mas, esquizofrénicos y afectivos, son claras y destacadas y se presentan simultáneamente o con un plazo de pocos días entre unos y otros dentro del mismo episodio de la enferme-

APLICACIÓN DEL MMPl-2 EN EL ÁMBITO CLÍNICO

299

dad y cuando, como consecuencia de lo anterior, el episodio de enfermedad no satisface las pautas ni de esquizofrenia ni de episodio maníaco o depresivo (...](OMS-10, 1995: 137).

En términos dinámicos podría inferirse la presencia de una estructura de personalidad subyacente de tipo bordcrlinc o psicótica, por los antecedentes y la evolución del caso. Sin embargo, para definir cuál de las dos estructuras se ajusta más al trastorno deberían investigarse con mayor profundi­ dad factores dinámicos como procesos identificatorios, meca­ nismos defensivos y juicio de realidad.

Pronóstico Es probable que episodios esquizoafeclivos recurran inter­ mitentemente. Es de especial interés que el clínico establezca un vínculo adecuado con la paciente a fin de que ésta cumpla con las prescripciones farmacológicas indicadas. Obsérvese que los momentos de desencadenamientos de síntomas posi­ tivos coinciden, la mayoría de las veces, con la suspensión de la medicación. Si bien el pronóstico para la psicoterapia no es favorable, dada la cronicidad del malestar y las característi­ cas psicológicas informadas, puede tratarse de una peisona que si establece un buen rapport con el terapeuta, tienda a permanecer en tratamiento.

A p é n d ic e A, E sc a la F(p) Esrola de Infrecuencia-Psicopatologia F(p)

Mnlad: 66. 114, 162, 193,216, 223.252. 270, 282, 291, 294,322,323, 336,371,337.478. 555

Faha: 51. 77. 90, 93. 102, 126, 192. 276, 501

P Jl

*r

T

P.D.

T

r

Mase.

Fcfii.

0

41

41

10

113

120

1

43

49

11

120

120

A/n.sr.

P.B.

Fcm.

r

T •

A/a^c.

Fem.

21

120

120

22

120

120

2

f)G

.57

13

120

120

23

120

120

3

G.3

65

14

120

120

24

120

120

4

70

73

15

120

120

25

120

120

5

77

81

16

120

120

26

120

120

(i

84

89

17

120

120

27

120

120

7

94

í)7

18

120

121)

8

99

10.5

19

120

120

9

lOG

113

20

120

120

Klp) clave de corrección y puntajes T, © 1995 by the Rcgcnts of ib c U n iv e rsilv of M innesota.

A p én d ice B. T ablas Tabla 1. C o e fic ie n te s d e fu n ció n d is c r im in a n te c a n ó n ic a p a r a la s m u e s t r a s d e p o b la ció n g e n e r a l y d e p a c ie n te s . E s c a la s b á s ic a s d e l M M P I-2

Escala

Función J

Pa Se F Pt Hs D Pd

0.81777 0.81345 0,69547 0.66015 0.59715 0,59520 0.58016 0.51083 0.46490 -0,30857 0.20317 0.14573 0,04248 -0.02382 -0.00914

Hy Si K Ma Nc Mf-f Mf-m L

T a b la 2. A n á lis is d is c r im in a n te : rc.su lta d o s de la c ln sir icn ció n Grupo

N- de casos

Predicción de pertenencia ni pnipn 1

Grupo 1: población general

99

Grupo 2: pacientes psiquiátricos

100

2

79

20

79,8 CJ

20.2 7t

26

74

26 7f

74.08 G

P orcentaje de casos correctam ente clasincados

76.88

APLICACIONES DEL MMPI-2

302

Tabla 3. C o e fic ie n te s d e fu n c ió n d is c r im in a n t e c a n ó n ic a p a r a la s m u e s tr a s d e p o b la c ió n g e n e r a l y d e p a c ie n te s . E s c a la s c lín ic a s d e l M M P I-2 -H o r n b r e s y M u je r es

Escala

Hs D Hy Dp Mf Pa Pt Se Ma Si Int.

Hombres

Mujeres

Función 1

Función 1

0,62347 0,80013 0,54440 0,66463 0,26731 0,86668 0,77493 0,79535 0,12218 0,55618 0.00834

0.45084 0,32935 0,36243 0.46494 -0,13992 0,67592 0,47918 0,78231 0.33857 0,41492 -0,22599

Tabla 4, E s c a la s b á s ic a s - A n á lis is d is c r im in a n te : r e s u lt a d o s de la c la s ific a c ió n H o m b r e s

Grupo

N" de casos

G rupo 1; población general

49

Grupo 2; pacientes psiquiátricos

50

Predicción de pertenencia al grupo 1

2

37

12

75,58 %

24.5 %

18

32

36 %

Porcentaje de casos correctam ente clasificados

■64 % 69,70 %

303

APLICACIÓN DEL MMPI-2 EN EL ÁMBITO CLÍNICO

Tabla 5. E s c a la s b á s ic a s - A n á lis is d is c r im in a n te : r e s u lt a d o s d e la c la sific a c ió n M u je r es

G ru p o

N'' d e c a s o s

Grupo 1: población general

50

Grupo 2: pacientes psiquiátricos

50

P red icció n d e p e r te n e n c ia a l ¿'n/po

1

2

44

6

83 %

12 Cv

11

39

22';;

73 %

Porcentaje de casos correctam ente clusificndos

83 'r

Tabla 6. C o e fic ie n te s de fu n ció n d is c r im in a n te c a n ó n ic a p a r a la s m u e s tr a s d e p o b la ció n g e n e r a l y de p a c ie n te s . E s c a la s d e c o n te n id o d el M M P I-2 -H o m b re s y M u je r es

E s c a la

ANX FRS OBS DEP HEA BIZ ANG CYN ASP TPA LSE SOD FAM WRK TRT

H o m b re s

M u jeres

F u n ción 1

F u n ción I

0.70587 0,54489 0.71260 1,00000 0,59369 0.50652 0.57434 0.47383 0,30289 0,33109 0,77918 0.68506 0,65611 0.79452 0.84975

0,61133 0.37835 0,57017 0,56262 0,86454 0,78825 0,47780 . 0.62759 0,55489 0,54698 0.50442 0,24790 0.51560 0,62484 0.55446



APLICACIONES DEL MMPI-2

304

Tabla 7. Escalas de contenido-AnáHsis discriminante:

resultados de la clasificación Hombres

Gruyo

iV- (le casos

G rupo 1: población general

49

G rupo 2: pacientes psiquiiUricos

50

Predicción de pertenencia al grupo 1

2

34

15

69,4 %

30,5 Cr

19

31

38

7r

Porcentaje de casos corrcclam ente clasificados

62

7o

65,6 Cr

T a b la 3. E s c a la s de c o n te n id o -A jiá lisis d is c rim in a n te : re s u lta d o s d e In clnsificnción M u je re s

iinipti

iV‘* d e c a so s

Grupo 1: población general

50

C m po 2: pacientes psiquiiUricos

50

P red icció n d e p e r te n e n c ia a l g r u p o

l

2

42

8

84

7r

. 13 26 7r

Porcentaje de casos correctam ente clasificados

IG

7c

37 74

7c

79

7c

APLICACIÓN DEL MMPI-2 EN EL ÁMBITO CLÍNICO

Tabla 9. C o e f ic ie n t e s d e fu n c ió n d is c r im in a n te c a n ó n ic a d e p a c ie n te s c o n y s in s in t o m a t o lo g ía p o s itiv a . E s c a la s b á s ic a s d e l M M P I-2

E.scala

Se Pa ■F Pt Pd Ma L K Si Hs Nc D Hy

Función I

0,78311 0.73720 0.60517 0,44704 0.43750 0,31105 -0,24226 -0,23287 0,23212 0,21685 -0,21135 0,15932 0.07310

Tabla 10. Escalas básicas-Análisis discriminante: resultados de la clasificación pacientes con y sin sintomatología positiva Grupo

/V" (ic cn.vox

Grupo 1: con síntom as positivos

43

Grupo 2: sin síntom as positivos

52

Preduxión de perti-iirm id ai ^n ip a 1

2

40

8

83,3 7,

1G.7

11

41

21,2 7r

78.8 7,

Porcentaje de casos correctamente clasincados 1

81 7

APLICACIONES DEL MMPI-2

306

A p én d ice C C A SO 1

E stado civil: soltero Nivel de educación; secundario completo

Sexo; masculino Edad: 27 años

E S C A L A S C L Í N I C A S Y D E V A L ID E Z

Pu nt aj e

Bruto



11

15

17

17

27

31

15

37

41

32

S u b e s c a la s H a r r is - L in g o e s : p u n ta je s T s ig n if ic a t iv o s

D4 D5 Pd4 P al Sc3 Sc4 Sc5 Sc6 Ma2 Ma3 Ma4

. em botam iento m ental preocupación alienación social ideas persecutorias ausencia de dominio del ausencia de dominio del ausencia de dominio del experiencias sensoriales aceleración psicomotora im perturbabilidad m egalom anía

yo, cognitivo yo, conativo yo, inhibición rara s

T T T T T T T T T T T

72 68 78 76 72 76 68 70 68 65 69

31

307

APLICACIÓN DEL MMPI-2 EN EL ÁMBITO CLÍNICO E SC A LA S DE C O N TE N ID O

Puntaje Bruto

15

4

11

9

11

7

10

19

12

14

6

fi

7

IM

11

E S C A L A S S U P L E M E N T A R IA S

Puntaje Bruto

21

8

34

25

13

13

16

24

33

23

20

23

5

1

14



9

12

APLICACIONES DEL MMPI-2

308

CASO 2 Sexo: m asculino

E stado civil: soltero

Edad: 34 años

N ivel de educación: secundario incom pleto

ESCALAS CLÍNICAS Y DE VALIDEZ

Pur.lnjc Bruto

■*

^

16

16

19

17

24

27

19

33

43

27

Subcscnlas Hnrria-Lingocs: puntajes T significativos D3

disfuncionalidad física

T 67

Pal

ideas persecutorias

T 76

Po2

mordacidad

T 69

Sel

alienación social

T 80

Sc3

ausencia de dom inio dcl yo, cognitivo

T 66

Sc5

ausencia de dom inio dcl yo, inhibición

T 63

Sc6

experien cias sen soriales raras

T 85

Mn4

m cgalom onía

T 69

25

3üS)

APLICACIÓN DEL MiMPI-2 EN EL ÁMBITO CLÍNICO

ESCALAS DE CONTENIDO

P untaje Bruto

9

2

9

9

II

6

10

11

11

13

7

H

11

il

9

ESCALAS SU PLEMENTARIAS

Purttaje 3 r u to





1^



2f>

n

20

7

1

8

B

H

fi

APLICACIONES DEL MMPI-2

310

CA SO 3

Estado civil: casada

Sexo: femenino Edad: 31 años

Nivel de educación: prim ario completo

E S C A L A S C L ÍN I C A S Y D E V A L ID E Z

Puntaje Bruto

^

23

20

28

28

33

17

31

34

25

S u b e s c a la s H a r r is -L in g o e s : p u n ta je s T s ig n if ic a t iv o s

DI Ily l Pd4 P al Pa2 Sc4 Sc5 Sc(i

depresión subjetiva inhibición de ia agresión alienación social ideas persecutorias mordacidad falta de dominio del yo, conativo falta de dominio del yo, inhibición experiencias sensoriales rara s

T T T T T T T T

67 81

ai 75 65 65 72 68

34

APLICACIÓN DEL MMPl-2 EN EL ÁMUITO CLÍNICO

311

ESCALAS DE CONTENIDO

P untaje Bruta

12

10

10

14

16

2

8

10

2

8

12

7

10

11

14

ESCALAS SU PLEM EN TA RIAS

Pun Luje

Bruto

20

24

22

16

ü

25

20

28

Mt

21

II)

5

M

ü

(i

12

12

A PL IUAGIÜÍNEb U LL M M Pl-2

312

CASO 4 Sexo: femenino Ednci: 45 años

E stado civil: soltera Nivel de educación: terciario completo

ESCALAS C L IN IC A S Y DE VALIDEZ

Puní aje Uruto



20



27

27

31

20

4-1

35

27

39

APLICACION D E L M M P I-2E N EL A M i i i i u ui.iiNiy.u

o io

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APLICACIONES DEL MMPI-2

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APLICACIÓN DEL MMIM-2 EN El, ÁMBITO CI.ÍNICO

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4 EL MMPI-2 EN EL ÁMBITO FORENSE V ic to r ia F e r r a n te *

1. L a e v a lu a c ió n de la sim ulación y la d e fe n siv id a d Lees Haley (1992) realizó un estudio en el que encuestó a 69 psicólogos .pertenecientes al Colegio Americano de Psi­ cología Forense, con el objetivo de indagar qué técnicas de evaluación utilizaban h a b itu a lm e n te para realizar los psicodiagnósticos. Los instrumentos más utilizados por estos psicólogos son el MMPI y el MMPI-2, la Escala de Inteligen­ cia para Adultos -revisada- de Wechsler (WAIS-R), el Test de Rorschach y el Test Gestáltico de Bender. Futuras investiga­ ciones deberán incluir ciertas cuestiones que no se han teni­ do en cuenta para el estudio realizado, tales como incluir aspectos cuantitativos, investigar la razón de por qué los psicólogos forenses prefieren usar determinados tests, estu­ diar qué técnicas de evaluación se prefieren en las diferentes subespecialidades forenses y llevar a cabo observaciones empíricas del uso de las técnicas. El^MMPl)es una de las técnicas usadas con más frecuen­ cia para investigar los temas de ^simulaciónVcáefensividad ‘ (Ziskin, 1981). La evaluación de la personalidad en el ámbito de la psicología forense a jurídica presenta ciertas particula­ *Licenciada en Psicología, cursa actualmente sus estudios de doctorado en in Universidad de Salamanca, España. Es docente en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.

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APLICA CIONES DEL MMPI-Z

ridades directamente relacionadas con las diversas causas judiciales en las que el sujeto a ser evaluado está inmerso; los rasgos a evaluar dependerán de esas causas. Frank (1989) menciona algunos casos judiciales y los posibles rasgos a ser evaluados: en un juicio penal puede ser necesario realizar un diagnóstico diferencial para discriminar el origen psicótico o psicopático de un acto de agresividad; también, será necesa­ rio evaluar el grado de peligrosidad o de recuperación de un sujeto procesado, a fin de decidir su destino carcelario y el plan de rehabilitación; en juicios por daños y perjuicios pue­ de ser necesario evaluar el daño psíquico sufrido por una persona basándose en las características de personalidad previas a la situación traumática; en cuestiones de herencia, cuando se cuestiona la validez de un testamento, podrá requerirse la evaluación del nivel de competencia y lucidez de un anciano; en una querella por violación suele solicitarse la evaluación del grado de responsabilidad de una persona víctima de violación; en casos de adopción, se evaluarán los rasgos de personalidad y actitud parental de una pareja o una persona que solicita adoptar; en casos de tenencia de hijos puede solicitarse una evaluación comparativa de la capacidad de protección y cuidado de cada uno de los padres que disputa la tenencia, así como de las probabilidades de reincidencia en padres que han sometido a un niño a m altra­ tos o abusos. Los sujetos inmersos en esos problemas generalmente no se encuentran motivados para realizar un proceso psicodiagnóslico. Pueden percibirlo como uña forma de presión o dé intrusión en sus vidas íntimas, por lo que tienden a actuar defensivamente. Otros tra ta n de mostrarse enfermos para lograr la inimputabilidad de un delito cometido. En razón dé ello, al contestar un inventario de personalidad algunas per­ sonas están motivadas para presentar una impresión nega­ tiva de sí mismas. Un caso extremo de una falsa imagen negativa se logra si se responde deliberadamente a los ílemes"’del test de una m anera pensada para comunicar que

EL MMPI-2 EN EL ÁMBITO FORENSE

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se está muy turbado psíquicamente, cuando realmente no es así. Personas que completan un inventario de personalidad como parte de un peritaje para custodia o adopción de un niño, pueden intentar negar los problemas y aparecer psico­ lógicamente mejor de lo que en realidad están, desestimando posibles dificultades y síntomas, minimizando las caracterís­ ticas negativas y enfatizando las positivas. Rogers (1984). plantea que en el campo de la salud mental, el cuidado de la investigación de la simulación y la disimu­ lación es un tema fundamental para la evaluación de pacien­ tes. Los diagnósticos de los desórdenes mentales dependen significativam ente de la honestidad, la exactitud y la completud de los autoinformes que realizan los sujetos; las distorsiones intencionales o no intencionales complican en demasía el proceso de evaluación. En psiquiatría y psicología jurídicas existen ténuinos gene­ rales que definen la presentación que un sujeto realiza de sí mismo; la simulación es un proceso psíquico caracterizado por la decisión consciente de reproducir trastornos patológicos vaíién'dQsé'úlenia imitación más o menos directa, con la intención ^Hg^ñar a alguien, manteniendo el engaño con la ayuda de un esfuerzo conUnuo durante un tiempo más o menos prolongado. En la Emulación se dan tres condiciones; una de ellas es la voluntad consciente del fraude, la otra es la imitación de Trastornos psicológicos o sus síntomas y,Ta última, una íinaliclad utilitaria, beneficio o provóóhoínifiediato pariijd_sim ulaÍQr. quTerTtendfa mayores posibilidades de actuar con eficacia cuan­ to más elevado sea su coeficiente intelectual y cuanto más co­ nocimiento posea sobre psiquiatría o psicología, o sobre pacientes psiquiátricos. Un sujeto con personalidad psicopática o no, con plena conciencia de sus actos, resuelve simular y entra a desempeñar el papel de alguien con una determinada enfer­ medad mental según las nociones intuitivas o concretas que de la misma posee, con una finalidad utilitaria. En el campo jurí­ dico puede tratarse de una situación penal, civil o laboral, pero se da con más frecuencia en el fuero penal. La mayoría de los

322

APLICACIONES DEL MMPI-2

simuladores son delincuentes procesados o condenados. Para los procesados el beneficio de un psicodiagnóstico de alienación mental puede eximirlos de la imputabilidad del delito cometido. Para los condenados puede significar el traslado a un hospital psiquiátrico carcelario, etapa previa al hospital psiquiátrico general, en el que el presidiario supone mayor probabilidad de evasión. Otro término es “disimulación”, definido como la simulación de un_estado de salud mental llevada a cabo por u n aímnado m entaj. Es la falsa rectificación de síntomas exis­ te ntgs_gqnjfinalidad_jcn^^ y mendazTEn el ámbito~Turidico se da con frecuencia en cuestrorTé-side incapacitación de un sujeto, impugnación matrimonial, herencia, en las que la persona, ante el temor de perder su personalidad jurídica o la imposibilidad de casarse, por ejemplo, procura que pasen desapercibidos los síntomas que en realidad padece. En el área del psidiagnóstico, más específicamente en el de la evaluación objetiva de la personalidad, estos términos tienen una significación inherente al estilo de respuesta del sujeto que realiza una autodescripción consciente cuando contesta un in­ ventario, una escala o un cuestionario psicométrico. Rogers (1984, 1988) utiliza el término “engaño” (deception), entendido como un concepto abarcativo que describe todo intento de un sujeto para distorsionar o exagerar el informe de sí mismo. Incluye la disimulación así como todas las otras formas de falta de sinceridad o franqueza. La “disimulación” (dissimulation) es un concepto general que describe a un su­ jeto que está distorsionando o exagerando deliberadamente sus síntomas psicológicos. Describe seis patrones de estilos de respuesta que refieren a la motivación para contestar de manera engañosa en una evaluación clínica. Con excepción del estilo de respuesta sincera, la disimulación puede incor­ porar todos los estilos que mencionaremos a continuaciórTT J

.Simulación (malingering): la Asociación de Psiquiatría AmericmTaTT§94) la define como la fabricación o gran exage­

EL MMPI-2 EN EL ÁMBITO FORENSE

323

ración consciente e intencional de síntomas físicos y/o psico­ lógicos. La distingue de los trastornos facticios en los que también existen el fingimiento o la producción intencionada de signos o síntomas físicos o psicológicos, pero que siempre implican un grado de patología mental y en los que existe una motivación psicológica para asumir el papel de enfermo, con ausencija de incentivos externos, los que sí existen en la snnulación, como escapar de una condena criminal u obtener drogas, a modo de ejemplo. • • JDefensivid^ad (defensiueness): es el polo opuesto de simulación y se la entiende como la negación o minimízaLión c^nscieñte^e intencional de síntoinasTísicos v/o psicológicos. Eí término se deriva de la investigación psicométrica y refie­ re a individuos que se presentan a sí mismos bajo una luz favorable. Debe distinguirse del concepto de defensa yoica, dado que éste implica procesos intrapsíquicos que distorsio­ nan la percepción del sujeto pero en la que no existe una motivación externa. Puede estar presente cuando una perso­ na es evaluada por un caso de adopción. • Respuesta irrelevante (írreteuance rcspo/iding): refiere al estilo de respuesta que surge cuando en el sujeto hay una ausencia de compromiso y no pone la suficiente dedicación en el pi*oceso de evaluación. Como resultado de esta actitud las respuestas no son relevantes en cuanto al contenido y se dan fbrtuitámente o al azar. • Respuesta azarosa (random responding): es un subgrupo del estilo de respuesta irrelevante en el que se identifica un patrón azaroso. Este estilo de respuesta se observa casi ex­ clusivamente en mediciones objetivas de la personalidad en las que se utilizan instrumentos de evaluación como el MMPI. • Respuesta honesta (honest responding): es un patrón • que refleja un intento sincero de responder con precisión y acertadamente, aunque el sujeto se base en hechos inexactos atribuibles a sus pobres entendimiento y percepción. • RespuestaJ iíhrida (hybrid responding): refiere a alguna combinación de los estilos de respuesta anteriores. En el

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APLICA CIONESDELM M PI-2

ámbito forense, un ejemplo de este estilo puede encontrarse en sujetos pedofílicos en los que podemos encontrar un pa­ trón de respuesta honesta respecto a cuestiones psicopatolügicns y un patrón de respuesta altamente defensivo en los ítemes referidos a la conducta sexual. El MMPI (Hathaway y McICinley, 1940) ha sido considera­ do la principal medida psicométrica para la investigación de la exageración o la minimización de psicopatologías. Al de­ sarrollar la técnica, los autores estaban convencidos de la ne­ cesidad de investigar estas dos categorías dicotómicas de actitudes ante la prueba y fueron los primeros en incluir es­ calas de validez para evaluar la credibilidad del patrón de respuesta dado. Numerosos estudios dieron cuenta de diversos índices y escalas del MMPI para evaluar la exageración o el fingimiento de e sta r mal (faking-bad) y la defensividad o el fingimiento de estar bien (faking-good). Estas dos catego­ rías pueden conducirnos al diagnóstico de la simulación y la defensividad definidas anteriormente. El MMPI-2 contiene un número de indicadores para a n a ­ lizar la actitud al responder el inventario. Si el individuo no ha cooperado suficientemente con la evaluación para produ­ cir un MMPI-2 válido, se puede detectar mediante diversas escalas e índices de validez. Las puntuaciones son provistas por las cuatro escalas de validez originales del MMPI, Inte­ rrogantes (?), Sinceridad (L), Validez (F) y Factor Corrector (K); las tres escalas de validez adicionales, F Posterior (Fb), Respuestas Variables de Inconsistencia (VRIN) y.Respues­ tas de Inconsistencia de Verdadero (TRIN); el índice de Si­ mulación (F-K), y el porcentaje de respuestas Verdadero/ Falso. Butcher (1989) indica que si el test es administrado como parte de una evaluación para una custodia de un niño, por ejemplo, probablemente'la persona se:móstrará defensivá en las respuestas a los ítemes del inventarío y pretenderájser excesivamente virtuosa, ello se reflejará en la^altas clevacio-)

EL MMPl-2 EN EL ÁMBITO FORENSE

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'mesjde las e s c a l a s ^ en laCbaja puntuación d€(í;}'SujeLos que tienen experiencia en aflicciones psicológicas y se ven a ellos mismos como n ecesitando ayuda psicológica pueden acercarse a los ítemes del test de una manera franca, aunque puedej¿exa^geij^r,s 1o que produce jjma elevación (^sminución d e ( ^ h " Num erosas invésligaciones analizan el alcance por el cual el estilo de respuesta de fingimiento de psicopatología puede ser detectado por las escalas de validez del MMPÍ original. Schretlen (1988) revisó quince estudios y conclu­ yó que los perfiles de personas que estaban fingiendo anor­ m alidad pueden ser precisam ente distinguidos de los perfiles no patológicos. Sin embargo, encontró muchas más dificultades para diferenciar estos perfiles simulados de los que presentan un verdadero desorden mental. Berry y cois. (1991) usaron un procedimiento meta-analítico para comparar los resultados de 28 estudios que examinaron la capacidad de las escalas de validez del MMPÍ para detec­ tar la simulación. Concluyeron que estas cscnla.s son bas­ tante exitosas para detectar simulación y diferencian estos perfiles de los que contienen un patrón de respuesta ho­ nesta. Aunque la discriminación entre respuestas norma­ les honestas y anormales fingidas de estar mal o simulada.s son mayores que entre normales fingidas de estar mal y pacientes psiquiátricos, la última discriminación fue bas­ tante aceptable. La escala F tal vez produjo la mejor dis­ criminación, pero el índice F-K también fue efectivo. La escala de simulación (Ds) de Gough (1954) también fue un discriminador efectivo; pero no es habitualmente puntuada en el MMPI-2. Butcher (1989) ha sugerido procedimientos para interpre­ tar perfiles en donde la confianza de las es'calas de validez es sugerente de defensividad. Si hay alguna escala clínica deba­ jo de T 65, ella podrá ser interpretada usando los correlatos estandarizados de las escalas. Las elevaciones de esas esca­ las pueden reflejar más problemas significativos porcino fue­

326

APLICACIO NESDELM MPI-2

ron obtenidas cuando el examinado trataba de presentar una imagen favorable de sq mismo. En un perfil defensivo la persona está intentando presentar una imagen favorable de sí misma o de su funcionamiento, por lo que las puntuaciones T de las escalas clínicas entre 60 y 65 podrán ser considera­ das como significativas. Si todas las escalas clínicas de un perfil defensivo se encuentran con puntuaciones por debajo de T 60, el perfil no provee información útil sobre el sujeto. No se puede decir si tal perfil es indicativo de un buen ajuste del sujeto motivado para presentarse aún mejor ajustado, o de un pobre ajuste de quien está intentando presentarse como bien ajustado. En resumen, en el MMPI-2 es posible detectar un patrón de respuesta en el que se ha tratado de fingir estar bien, aunque no con la misma precisión que en el que se ha tratado de fingir estar mal. Según Graham (1993), el indicio más claro de que una persona normal intenta simular una seria patología es la ten­ dencia a desviar la respuesta de los ítemes produciendo eleva­ ciones mucho más acentuadas que los pacientes seriamente turbados. Para este investigador, en la exageración de patolo­ gía, algunas personas realmente presentan síntomas psicoló­ gicos y exageran sus problemas al responder los ítemes del MMPI-2, Esto ocurre muy comúnmente entre quienes inten­ tan comunicar a otros que están desesperadamente necesita­ dos de un profesional que los ayude. En tal circunstancia, el resultado de las puntuaciones del perfil dependerá de qué.síntoma actual y qué problemas están siendo exagerados. De este modo, no es posible identificar un prototipo para este tipo de respuestas. La mejor pista que uno tiene respecto de que tal patrón de respuesta puede estar operando es la puntuación de la esc^a(F) las escalas clínicas parecen ser muy superiores a las que seríaYi esperables emlas historias y observaciones de esas personas. Si un sujeto tiende a exagera"? sus síntomas, pero no finge exageradamente mal sus respuestas (simula­ ción), el perfil resultante es difícil de diferenciar de uno válido dado por una persona con trastornos psíquicos.

E L MMPI-2 EN EL ÁMBITO FORENSE

"

327

Gréene (1988) indica que la evaluación de la validez de una administración del MMPI es un proceso que requiere de múl­ tiples pasos secuenciales. El primer paso para evaluar la va­ lidez de las respuestas de un sujeto es observar el número, de ítemes. omitidos; puede haber respondido a algunos ítemes en la dirección Verdadero y Falso a la vez, o directamente no haberlos contestado. El siguiente paso es observar la consis­ tencia de las respuestas; en el MMPI-2 (1989) encontramos la escala VRIN para evaluar la inconsistencia de las respuestas y la escala TRIN para evaluar la aquiescencia. El último de los pasos es evaluar la precisión de las respuestas, la que depende del contenido de los. ítemes, mientras que la consis­ tencia puede ser conceptualizada como independiente del con­ tenido de los mismos. Mediante la precisión se verifica la simulación y la defensividad; la presencia de simulación y defensividad no puede ser tomada como una evidencio de la presencia o ausencia de psicopatología. Greene describió va­ rias escalas e índices para evaluar la simulación y la defensi­ vidad en las respuestas a los ítemes del MMPI. E s c a la s e ín d ic e s d el M M P I p a ra la e v a lu a c ió n d e In s im u la c ió n y la d e fe n siv id a d (G re e n e , 1988 y 1991)

S im ulación

Defensividad

• Subescalas Sudlidad-Obviedad (S-0) (W iener y H arm on)

• Subescalas Sutilidad-Obvicdnd (S*0) (Wiener y H arm on)

• Escala Disimulación, revisada (Ds-r2) (Gough)

• Escala Simulación Positiva (Mp) (Cofer, Chance y Judson)

• Item es críticos (IC) (L achar y Wrobel)

* (temes críticos (IC) (Lachar y Wrobel)

• E scala F

• Escalas L y K

• índice F-K (Gough)

• índice F-K (Gough)

328

APLICACIONES DEL MMPI-2

L L Las subescalas Sutilidad-O bviedad (S-0) y las m edi­ das de la simulación y la defensividad Wiener (1948) diferenció los ítemes del MMPI que fueron fácilmente detectados como indicadores de disturbios emocio­ nales de aquellos relativamente dificultosos de detectar como indicadores de disturbio emocional. Los primeros se denomi­ naron ítemes obvios o manifiestos y los segundos, ítemes sutiles. Las subescalas S-0 se desarrollaron partiendo de la hipótesis de que los sujetos examinados que estaban intentando fingir estar mal (marcarían ( m u ^ y Vpocosjde lo^ítém'és7sütilei? dé las. escalas c l í n i ^ . Á la inversaHos individüos]^^ ^stabarMtratando de fingir estar biep a puntaríanímuchos"He los(ítemes sutÜeá y j o ^ s de loslÉeiñes ( q b v ^ en* las *e*scaiás”clínicás, Racionalmente'ié^désárrollaron subescalas para las escalas clínicas D,(2), Hy (3), Pd (4), Pa (6) y Ma (9) del MMPI original. Estas escalas son útiles para evaluar la validez del protocolo. En el MMPI original la defensividad hallada en las pun­ tuaciones altas de la escala L se relaciona con bajas puntua­ ciones en las subescalas obvias; por el contrario, las bajas puntuaciones en L se relacionan con las puntuaciones suti­ les. La correlación entre K y la diferencia aritmética entre cada subescala obvia y su contrapartida sutil fue altamente negativa (r = -64). Para evaluar simulación y defensividad hay que. calcular la diferencia entre las puntuaciones T totales de cada una de las cinco subescalas S-0. Véase el ejemplo que se detalla a continuación:

329

EL MMPI-2 EN EL ÁMBITO FORENSE

■ Sujeto 2

Sujeto l

T

Diferencia

T

Diferencia

Obvia S util

91 46

+45

45 75

-30

Obvia Sutil

85 45

+40

42 66

-24

Obvia Sutil

96 52

+44

45 65

-20

Obvia Sutil

88 43

+40

43 70

-22

Obvia Sutil

86 50

+36

40 69

-29

2 (D)

3 (Hy)

4 (Pd)

6 (P a )

9 (Ma)

Diferencia

+205

-125

Greene (1988) indica que la diferencia entre puntuaciones T que se encuentran en el rango 250-300 es fuertemente indi­ cativa de simulación. No obstante, diferencias T entre 200 y 250 también pueden presentarse en perfiles de sujetos que están simulando, aunque en estos casos debería evaluarse la presencia de psicopatología severa. La diferencia media T en muestras de sujetos normales se encuentra entre O y -30, mientras que en muestras psiquiátricas está entre 50 y 60. U r. jsstá j_n^ buena image^ dé sí mis^ (^mo/):uando las (cinco subescalas ,sutil_ej5> tienen una puntua­ ción Superior 69^y las cjnco. subescalas obvias están (próximas Sfel patrón de£untgaciones es inverso, el sujeto'está Iin g ie n d ^ u n a tií^ a imageii* de sí mismo) Este

330

APLICACIONES DEL MMPI-2

investigador indica que el significado de las puntuaciones no es claro cuando sólo algupas de las subescalas está elevada o se encuentra dentro de un nivel intermedio. Cabe señalar que el comité de reestandarización del MMPI original no concuerda con la utilización de estas subescalas e indica que deben interpretarse con precaución; sin embar­ go, las incluyen en el manual del MMPI-2 estadounidense, con clave de corrección y puntuación T para transformar las puntuaciones directas, porque reconocen que algunos inves­ tigadores recomiendan su uso y porque desean facilitar m a­ yores investigaciones. Graham (1993) plantea que todas las escalas clínicas, excepto la 9, tienen muchos más ítemes obvios que sutiles. Es por ello que estas subescalas no son particularmente útiles para diferenciar entre perfiles exage­ rados y perfiles válidos de severa patología. Recomienda uti­ lizar las escalas de validez del MMPI-2 para decidir sobre la invalidez de un protocolo, considerando que son mejores que las subescalas S-0 para detectar las respuestas desviadas. Para Bagby, Rogers y Buis (1994), estas subescalas son buenos indicadores de silmulación y defensividad. En una investigación con muestras que incluyen a pacientes forenses (véase estudio en la pág. 343) indican una puntuación de corte -124 para perfiles defensivos y una puntuación < 169 para perfiles simulados).

1.2. La escala de disimulación revisada 2 (Ds-r2) y la medida de la simulación Esta escala fue creada por Gough en 1954 (Ds) y revisada por el mismo investigador en 1957 (Ds-r). Actualmente se encuentra en uso la Ds-r2; identifica sujetos que están inten­ tando simular psicopatología al responder a los ítemes del MMPI. Mehlman y Rand (Greene, 1988) realizaron un estudio que validó esta escala para la investigación de la simulación.

EL MMPI-2 EN EL ÁMBITO FORENSE

331

Presentaron 45 ítemes del inventario a psicólogos clínicos, graduados y estudiantes de psicología, y les solicitaron que indicaran qué ítemes estaban incluidos en la escala. Respecto a los ítemes que marcaron no hubo diferencia entre los gru­ pos y sólo pudieron identificar 4 o 5 de los ítemes que real­ m ente componían la escala Ds-r. Estos resultados no sorprendieron porque la escala fue construida empíricamente y no racionalmente. Graham (1993) indica que aunque la escala Ds fue relati­ vamente efectiva para indicar simulación, no trabaja tan bien como la escala F; es por ello que no es habitualm ente puntuada en el MMPI-2. En una reciente investigación con pacientes forenses, B^gby, Rogers y Buis (1994) estudiaron la efectividad de la escala Ds-r2 para detectar simulación; encontraron una pun­ tuación de corte > 16 (véase estudio en la pág. 3431

1.3. La escala de simulación positiva (Mp) y la medida de la defensividad Esta escala fue creada para evaluar el patrón de respues­ ta defensivo. Diversas investigaciones indican que no es de mucha utilidad. La reciente investigación con pacientes forenses (Bagby y cois., 1994) llega a la misma conclusión (véase estudio en la pág. 343).

1.4. 'Los ítemes críticos de Lachar y Wrobel (IC) y la medida de la simulación Lachar y Wrobel (1979) agruparon ítemes para poder eva­ luar problemas de ansiedad y tensión, de sueño, pensamiento y experiencia desviados, actitud antisocial, ifa problemática, síntomas somáticos, depresión y preocupación, creencias des­ viadas, abüso de sustancias, conflictos familiares, p r e o c u p a ­

ción y desviación sexual. Estas agrupaciones también las encontramos en el MMPI-2. Todos los conjuntos de ítemes se superponen considerable­ mente con las escalas F y 8, y la mayor parte de los ítemes críticos son puntuados en la dirección de Verdadero. Los ítemes críticos pueden llevar a conclusiones erróneas cuando las personas presentan una tendencia a responder siempre de una determinada manera (aquiescencia) o a exagerar sus síntomas y problemas. Los ítemes críticos no deberían ser utilizados como una evaluación rápida del nivel de desajuste. Los datos indican que no funcionan correctamente para discriminar sujetos normales de psiquiátricos. Además, las listas de ítemes críti­ cos no son tan fiables como las escalas porque la interpreta­ ción de una respuesta única puede llevar a error. El valor potencial pa ra .u sa r estos ítemes es el mismo que el de las escalas de contenido que permiten clarificar el tipo de afectos reconocidos, contribuyendo a ampliar la significación de las escalas clínicas. Los IC no son de mucha utilidad para detectar perfiles simulados. Bagby y cois. (1994) indican una puntuación de corte IC > 57 (véase estudio en la pág. 343).

L5. L a e s c a la F y la m e d i d a de la sim u la c ió n

Diferentes estudios postulan que esta escala puede ser considerada como un índice para evaluar la exageración de patología. Graham, Watts y Timbrobk (1991) han estudiado la efecti­ vidad de las escalas del MMPI-2 para detectar fingimiento de estar mal o de estar bien. Concluyeron que las escalas de validez eran efectivas para discriminar entre ambos tipos de perfiles. La escala F fue el mejor indicador de fingimiento, con una óptima puntuación de corte (bruto > 18); clasificó el 97 % do los perfiles fingidos en varones y el 95 % en mujeres.

( é I perfil simuiadg)se caracteriza por una.elevación muy ;• '•alA^^de.la .escala (i D(T > Í5Ó); también,Ua escala jFb/.está: ( ^ v a ^ a g n los mismos niveíesj El sujeto que está simulando o fingiendo estar mal responde al contenido de lo ítemes consistentemente, aunque no honestamente; por ello, las es­ calas de validez TRIN y VRIN no se encuentran significativamente^elevadas. Las escalas clínicas con p u n t u a c i o n e ^ í t ^ son la s (6 )} (^ Las escalas(5^i(0yson las menos elevadas) Graham (1993) indica que esta escala cumple tres funciones. •





índice de la actitud del examinado ante la administra­ ción del inventario, de gran utilidad para detectar res­ puestas desviadas. Cuando el perfil obtenido es válido la escala F es un indicador confiable del grado de psicopatología. Cuanto más altas son las puntuaciones, mayor será la patolo­ gía presente. Las puntuaciones pueden ser usadas para generar infe­ rencias sobre otras caracteristicas y conductas extra-test.

Graham presentó en Brujas (1992) las implicaciones de las puntuaciones de las escalas de validez y clínicas. Respec­ to de la escala F, encontró lo siguiente: •

P u n tu a c io n e s T < 50: el registro es aceptable y el origen de la elevación puede deberse a la conformidad del su­

jeto o a una posible falsa imagen positiva de sí mismo. P u n tu a c io n e s entre T 5 0 y T 59: se encuentran dentro de la media. • P u n tu a c io n e s entre T 60 y T 64; indican que el perfil es probablemente válido, con problemas en un área par­ ticular (sexo, salud, trabajo, etc,). • P u n tu a c io n e s en tre f 65 y T 79: también informan de un perfil probablemente válido, aunque el sujeto puede estar fingiendo enfermedad o encontrarse en un proce­ so psicótico. •

334

APLICACIONES DEL MMPI-2

Puntuaciones entre T 80 y T 100: invalidan el perñl, a u n ­ que si éste es válido, tenemos que considerar la presencia de serios problemas psicopatológicos. El examinado puede estar fingiendo enfermedad, estar exagerando sus proble­ mas, haber respondido a todos los ítemes como Falso o estar atravesando un proceso psicótico. Puntuaciones T > 100: invalidan el perfil; el origen de la elevación puede haberse producido por muchas respuestas dadas al azar, errores en la corrección, dislexia significativa del sujeto o haber respondido todos los ítemes como Verdade­ ro. En estos casos podemos estar ante la presencia de un sujeto con una actitud poco o nada cooperativa o que está fingiendo una mala imagen de sí mismo, o estar ante la presencia de un paciente confuso y desorientado, con un com­ portamiento francamente psicótico. A modo de síntesis cabe destacar que la evaluación de esta escala permite individualizar tres clases de sujetos: •

Aquellos que pueden estar exagerando conscientemen­ te sus problemas o trastornos. • Aquellos que no están cooperando con el procesopsicodiagnóstico, por lo que responden azarosamente sin prestar atención a los ítemes. • Aquellos que tienen un pobre contacto con la realidad o presentan una pobre capacidad lectora, lo que impide la necesaria comprensión de los ítemes. El perfil simulado puede diferenciarse de diversas m ane­ ras de‘aquel que pertenece a una persona gravemente tras­ tornada: • •

La escala F presenta mayor elevación para el perfil simulado (T > 100). Las personas con diagnóstico psicótico presentan una puntuación entre T 71 y T 90, sin embargo, podemos

EL MMPI-2 EN EL ÁMBITO FORENSE



335

encontrar perfiles de sujetos gravemente trastornados con puntuaciones más elevadas. Las escalas clínicas se encuentran mucho más eleva­ das en un perfil simulado que en un perfil válido de una persona con problemas psicopatológicos.

La escala Fb tiene la misma implicación que la escala F; esta última se puntúa con ítemes de la primera parte del inventario y la Fb, con ítemes posteriores al 370. Esta escala debe e.xaminarse para evaluar la cooperación y atención cons­ tante del sujeto y para interpretar las escalas de contenido y suplementarias. También es posible individualizar a las personas que res­ ponden al azar, analizando la escala VRIN; si ésta presenta una puntuación T superior a 80, confirma la presencia de respuestas dadas al azar. También es posible diferenciar la presencia de respuestas “Tbdo Verdadero”, analizando la es­ cala TRIN; si ésta presenta una elevación superior a T 80, en dirección Verdadero. Con pacientes psiquiátricos hospitaliza­ dos, la escala F superior a T 100 sugiere seria patología. Bagby Rogers y Buis (1994) indican para los perfiles simu­ lados una puntuación de corte F T > 104 (puntuación dii ccta 22) y Fb T > 105 (véase estudio en la pág. 343).

1.6. Las escalas L y K y la medida de la defensividad En un (perfil defensivo)las escalas¡^L y Klpresentan pun­ tuaciones típicas ^mcHE m as~élévadá^^ue la escala^^ El indicio m ás claro de éste* tipo-de^perfil es la configuración de las escalas de validez en forma de V, on elevaciones signi­ ficativas sim ultáneas de las escalas.L y K y una puntuación en la escala F de T 50. Sin embargo, las puntuaciones de estas dos escalas no serán tan elevadas como cuando se finge e sta r bien. En un perfil defensivo, algunas veces L o K tienen puntuaciones elevadas, pero no simultáneamente,

336

APLICACIONES DEL MMPI-2

porque las dos escalas miden diferentes aspectos de la ac­ titud ante la adm inistración del test. Las personas que tienen¿*p_untuacíóhji¿elevádas en^K^son generalmente n é g ^ d jra s de €/ntomas'jí(fprobíem'^. Los sujetos que tienen pun­ tuaciones (,eTev*aáás de p re s e n ta rs ^ i como ^honestos, morales y conformistas*. Ínvestigacíohes con el MMPI original indicaron que las escalas de validez identi­ fican personas que fingen e star bien pero no con la preci­ sión de los que fingen e s ta r mal. Baer, Wetter y Berry (1992) confirmaron que las escalas L y K son efectivas para discriminar entre perfiles válidos de sujetos que fingen estar bien; la detección de estos protocolos es menos exacta que la de los que fingen estar mal; algunas escalas suplementarias parecen poder diferenciar defensi­ vidad de psicopatología, pero hasta que una investigación sobre esas escalas suplementarias esté disponible, las consi­ deraciones clínicas de L y K son útiles. Graham, Watts y Timbrook (1991) administraron el MMPI2 a varones y mujeres estudiantes universitarios; les pidieron que presentaran una impresión muy positiva de sí mismos. Encontraron que es más dificultoso detectar perfiles de sujetos que fingen estar bien que perfiles de quienes fingen estar mal. El índice L + K y K-F en puntuación directa es relativamente efectivo para detectar el tipo /ín^ír estar bien. La puntuación de la escala L parece ser la vía más efec­ tiva para detectar este tipo de respuestas. La escala L con puntuación directa 8 clasificó el 93 % de los perfiles honestos y el 67 % de los perfiles de personas que fingieron estar bien. Una puntuación directa de 4 también clasificó el 96 % de los perfiles de los que fingieron estar bien; sin embargo, esta baja puntuación de L clasificó sólo el 70 % de los perfiles válidos u honestos. Graham (1992) brinda información respecto de las impli­ caciones de las puntuaciones T para ambas escalas.

EL MMPI-2 EN EL ÁMBITO FORENSE

' 337

Escala L (Graham, 1992) P untuaciones T

Implicaciones

Z 80

F ingir un buen ajuste. (Perfil probablem ente inválido.)

« 70-79

R espuestas al azar. Rechazó de faltas. (Validez cuestionable.)

» 60-69

Cuadro defensivo. (Probablem ente válido.)

= 50-59

Puntuaciones dentro de la media. (Perfil válido.)

49

Tbdas las respuestas Verdadero.

Escala K (Graham, 1992) Puntuaciones T

Implicaciones

2 70

Fingir buena imagen. M arcada defensividad. C ontestar a lodo como Falso. (Perfil inválido.)

= 60-69

Defensividad m oderada. No reconocimiento dcl problema. (Validez cuestionable.)

= 50-59

Autoevaluación equilibrada. (Perfil válido.)

^ 49

Fingir estar enfermo. Exageración de los propios desajustes. C ontestar a todo como Falso. (Perfil inválido.)

1.7. El índice de Gough y las medidas de la simulación y la defensividad Gough (1950) encontró que las personas que trataban de crear una impresión de patología severa presentaban un perfil con la escala F considerablemente más elevada que la escala K Sugirió que la diferencia entre F y K con puntua­ ciones directas puede servir como índice para detectar perfi­ les con fingimiento negativo o simulados.. Gough (1950) y Meehl (1951) encontraron que cuando este indicador es posi­

338

APLICACIONES DEL MMPI-2

tivo y mayor que 9, el perfil debe considerarse un fingimiento negativo. Carson (1969) sugirió que una puntuación aislada de +11 produce una identificación más precisa de los perfiles fingidos-mal o simulados. Gough también indicó que los perfiles fingidos de estar bien tendrán las puntuaciones de la escala K superiores a la escala F y que la diferencia de la puntuación directa entre estas dos escalas puede usarse como un índice de fingimiento positivo. Los perfiles defensivos suelen tener la escala K más elevada que la escala F y la diferencia de puntuación entre estas dos escalas se utiliza como índice de defensividad. In­ vestigaciones posteriores con el MMPI indicaron que la rela­ ción entre F y K no puede ser un indicador efectivo para discriminar protocolos con fingimiento positivo (Mc^Anulty, Rappaport y McAnulty, 1985). El índice de Gough implica una valoración del fingimiento según la siguiente regla; • Si el resultado de F-K es negativo y grande, es posible que se encuentre presente una actitud relacionada con fingir estar bien. • Si el resultado F-K es positivo y grande, es posible que encontremos una actitud vinculada con fingir estar mal. Bagby Rogers y Buis (1994) encontraron que el resultado para los perfiles defensivos es F-K < -15 y para los perfiles simulados es F-K > 11, en puntuaciones directas (véase estu­ dio en la pág. 343).

1.8. Las reglas de invalidez y la medida de la simulación Los índices y escalas propuestos por Greene (1988, 1991) permiten obtener una medida exhaustiva de simulación y defensividad. Bagby, Rogers y Buis (1994), de la Universi-

EL MMPI-2 EN EL ÁMBITO FORENSE

- 339

dad de Toronto, han realizado un importante aporte me­ diante su investigación con pacientes forenses. Concluye­ ron que para d e te c ta rja simulaciónfueron efectivosxuatro' (mdicadürés,del MMPI-2: F; jF-K;vDs-r2;\^-0) En adición a estos indicadores resulta de suma utilidad revisar las re­ glas de invalidez de un perfil propuestas por la investiga­ dora mexicana Rivera Jiménez (1991). Estas reglas básicas deben presentarse sim ultáneam ente y refieren a la escala F, el índice de Gough F-K y las puntuaciones T a medio desvío de la media. Con la escala F y el Indice de Gough podemos tomar las puntuaciones de corte propuestas por Bagby, Rogers y Buis. Si se cumplen esas dos reglas y ade­ más ninguna de las diez escalas clínicas básicas se en­ cuentra dentro de la zona T 45-55, cabe afirm ar que el perfil se encuentra invalidado para su interpretación. Ge­ neralmente esta invalidación del perfil se corresponde con exageración de patología, concomitante con el diagnóstico de.simulación. No obstante ello, se debe analizar el com­ portamiento de las escalas VRIN y TRIN para poder eva­ luar la inconsistencia en las respuestas que, como ya se dijo, es poco probable que aparezca en perfiles simulados. También es necesario analizar el contenido de los ítemes que elevaron las .escalas clínicas básicas, con altas proba­ bilidades de vjejevaciones' impojrtantas^en J a s . escalas que refieren a contenidos de (conductas sintomáticas internas • (ANX, FRS, OBS, DEP, HEA, BIZ) yGéscasal) elevaciones en las escalas que indican contenidos^e exteriorizáción d?) íps jonductáíagr^^^ CYN, ASP, TPA). Las reglas pueden evaluarse rápida y sencillamente me­ diante la observación de las puntuaciones directas de las escalas F y K, de las puntuaciones T de las escalas clínicas básicas y completarse con una somera observación del perfil de las escalas de contenido, VRIN y TRIN. En la práctica forense estas reglas resultaron altamente eficaces para de­ tectar sujetos simuladores. ú • ■ rL

tó.- . '

340

AP LICACION ES D E L MMPI-2

1.9. El MMPI-2 y las investigaciones de la simulación y la defensividad Algunas investigaciones han comparado muestras experi­ mentales con muestras clínicas, pero sólo pocas estudiámn las escalas de validez del MMPI en población forense, coii mues­ tras de presos o pacientes bajo circunstancias que sugerirían la presencia de motivación para distorsionar las respuestas en una dirección particular. Walters (1988), administrando el MMPI, estudió tres grupos de presos de máxima seguridad federal condicionados para exagerar psicopatología (Grupo de Exageración), negarla (Grupo de Negación) o reportarla con precisión (Grupo Neutral). El grupo que exageró patología (N = 35), puntuó significativamente alto en la escala F, el índice FK, las subescalas obvias D-0, Pd-0, Pa-0, Ma-0, la escala Di­ simulación (Ds), el número total de ítemes obvios, y la tazón de Obviedad-Sutilidad, y significativamente bajo en la escala K, las subescalas sutiles Hy-S, Ma-S y en el número total de ítemes sutiles. Cuando se comparó con presos en condición de respues­ ta “neutral” (N = 30, en terapia) y con los de condición de “negación” (N = 32), las diferencias entre estos grupos fueron relativamente escasas. Sólo se encontraron diferencias signifi­ cativas en las escalas D-0, Hy-0 y Ds. Estos resultados apoyan el uso del MMPI en este tipo de población para conocer el estilo de respuesta, en especial la tendencia a exagerar. Wassyliw, Grossman, Haywood y Cavanaugh (1988) es­ tudiaron el MMPI en dos grupos de pacientes forenses, uno (N = 35) integrado por sujetos que estaban siendo eva­ luados en competencia en el momento del delito (juicio) y el otro (N = 39) por sujetos que ya estaban absueltos del cargo penal por inimputabilidad. Los investigadores pensaron que el prim er grupo se beneficiaría con la exageración de psicopatología y predijeron una alta incidencia de 'simula­ ción. Los hallazgos fueron consistentes con su predicción; encontraron cuatro medidas sensitivas de simulación en el MMPh las escalas F, Ds, las subescalas Obviedad-Sutilidad

E L MMPI-2 EN EL ÁMBITO FORENSE

^341

y el índice F-K. El grupo que estaba siendo evaluado presentaba indicadores significativamente m ás altos en simulación que el grupo de inimputables. Graham, Watts y Timbrook (1991) realizaron el primer estudio con el MMPI-2 para clasificar los estilos de respuesta en los que se finge estar mal (faking-bad) o se finge estar bien (faking-good). Utilizaron un diseño de investigación que incluyó dos grupos de estudiantes universitarios que contes­ taron el MMPI-2 con consignas de simulación y defensividad. Uno de los grupos (N = 50) completó dos veces el MMPI-2 bajo instrucciones estándar y bajo condiciones de simulación. El otro grupo (N = 56) también completó el test dos veces, una bajo condiciones estándar y otra bajo instrucciones de defensividad. Verificaron que las escalas de validez son útiles para evaluar la simulación y la defensividad, encontrando diferentes puntuaciones directas de corte para las diferentes escalas.

P u n tu a c io n e s de corte, m u es tra de población general ( G ra h a m , W atts y Timbrook, 1991) Sim ulación F Fb F-K

^ ^ ^

18 23 27

Defensividad L K F-K

^ > ^

6 17 -15

Heilbrun, Bennett, White y Kelly (1990) plantean que existen ciertos problemas metodológicos cuando se pretende estudiar el fingimiento. Muchos estudios sobre el estilo de respuesta han implicado comparar logros bajo instrucciones de contestar el MMPI en condicibnes de fingir estar bien o fingir estar mal. El problema con este tipo de investigación radica en que existe una diferencia significativa entre la población normal que responde bajo estas instrucciones

342

APLICACIONES DEL MMPI-2

desviadas y los simuladores reales frente a un cargo criminal o los defensivos reales frente una causa de adopción. El modelo empírico de Rogers (1984) tiene en cuenta este aspec­ to y presenta 17 criterios para la metodología ae investiga­ ción de los estilos de respuesta. Bagby, Rogers y Buis (1994) utilizaron esta metodología en Toronto; estudiaron varias escalas e índices para detec­ tar estilos de respuesta de simulación y defensividad. La muestra estaba compuesta por un total de 419 sujetos, 235 estudiantes universitarios de la carrera de psicología (83 varones y 152 mujeres) y 184 pacientes forenses psiquiátri­ cos (120 varones y 64 mujeres). Los estudiantes podían escoger entre tres condiciones: simulación, defensividad y honestidad en las respuestas. Se les pagó a todos los sujetos 10 dólares para completar el MMPI y se les ofreció un in­ centivo adicional para el caso de que contestaran convenien­ temente de acuerdo a la condición elegida. El grupo de pacientes psiquiátricos forenses completó el MMPI-2 en condi­ ciones de administración estándar, como parte de evaluacio­ nes psicológicas requeridas por la corte para diferentes juicios por cargos criminales. Para detectar el estilo de res­ puesta de sim ulación, al igual que G raham , Watts y Timbrook (1991), incluyeron las escalas F, Fb, y el índice FK, y agregaron varios indicadores sugeridos por Greene (1991) como la escala de Disimulación Revisada-2 de Gough (Ds-r2), los ítemes críticos de Lachar y Wrobel (IC) y la diferencia de las puntuaciones T de los ítemes obvios y sutiles de Wiener (0-S). Para evaluar el estilo de respuesta de defensividad exami­ naron los indicadores estándar de las escalas L, K y el índice F-K (Graham, 1991), siguiendo a Greene (1988) adicionaron las escalas Obviedad-Sutilidad (0-S) y la escala de Simula­ ción Positiva de Cofer, Chance y Judson (Posiiiue malingering scale, Mp). También tomaron en consideración la propuesta de Greene (1991) que enfatiza que antes de interpretar la simulación o la defensividad es necesario e valuar las

EL MMPI-2 EN EL ÁMBITO FORENSE

343

.respuestas dadas al azar que detecta la escala VRIN. Basándose en investigaciones de Berry, Baer y H a rris (1991) con puntuaciones de corte VRIN > 14, excluyeron 11 protocolos de pacientes psiquiátricos, 3 del grupo que contestó bajo condiciones de defensividad, 16 bajo condiciones de simulación y 1 bajo condiciones de honestidad. Cuatro indicadores de validez parecen ser moderadamente efectivos para detectar estilos de respuesta de fingimiento negativo: F, F-K, Ds-r2 y 0-S. Los indicadores de estilo de respuesta de fingimiento positivo fueron mucho menos efectivos: sólo los índices F-K y 0-S parecen ser moderadamente útiles. Los resultados obtenidos difieren significativamente de las puntuaciones de corte de las escalas L, F, K y el índice F-K obtenidas en la investigación llevada a cabo por Graham, Watts* y Timbrook (1991). Los autores de esta investigación consideran que las discrepancias obtenidas entre ambos es­ tudios se deben a las diferentes metodologías utilizadas.

Puntu aciones de corte ( m uestra forense) (Bagby, Rogers y Buis, 1994) Defensividad

Sim ulación F Fb F-K Ds-r2 0-S IC

> i > ^

T T

T

104 105 11 16 169 57

L K F-K Mp 0-S

T T

70 58 -15 14 T -124

2. L a e v a lu a c ió n de la a g re s iv id a d y la im p u ls iv id a d En este apartado se desarrollarán las aportaciones de las escalas clínicas básicas, de contenido, suplementarias y las subescalas de-Harris-Lingoes.

Ai^LlLAUiUNES D EL MMPI-2

04 +

2,1, Las escalas clínicas básicas en la evaluación de la agresión y la im pulsividad Dadas las características de lasgscalas clínicas básicas/ las escalas 0{6U8}yj9jindican u n a d e impulsivo) El control, e inhibicióii^de las’íconductas .impulsivas) lo encontra­ mos en las escalas;lÁ2/:SÁS’,-;^7 y(0.' Si las primeras se encuen­ tran más elevadas que las segundas, el perfil de un sujeto se caracterizará por conductas que van desde la hostilidad verbal hasta la agresión física hacia otras personas. A la inversa, si el segundo grupo de escalas se encuentra más elevado que el primero, es posible que la hostilidad se encuentre controlada o inhibida, por lo que es recomendable analizar otras escalas, como la suplementaria 0-H (véase pág. 346). Es sumamente útil realizar un análisis cualitativo de las escalas activadoras y controladoras de los impulsos. Hsi'nlns nrfivntlorn.'t K.'^calu 4; ni oj«lá niimcnUula, indica una fnlln en el control de los ÍlU p u l.< i( ) S .

E.'ícnla ü: nltns puntuncioncs indican dcscnrgn.'» ngrc.sivns. Escnln 8: si se encuentra elevada, implica una reducción en el contacto con In realidad, que favorece la expresión de conductas caóticas. E.scnln 9: un alto nivel de energía, potencio otras escalas en la s que hay algun a falla en el control de los im pulsos y la agresión.

E scala 0: si cstó dism inuida (ex trav ersió n ), indica uno pobre capacidad para In reflexión, lo que lim ita la posibilidad de a n tic ip a r la consecuencia de las conductas.

Escalas contruladorns Escala K: informa sobre la capacidad del sujeto para resolver por sí mismo sus problemas. Escala 2: brinda datos acerca dcl control interno de los impulsos, por sentim ientos de inseguridad y culpa. Escala 3: informa sobre el control externo de los impulsos, por necesidad de aceptación social. Escala 5: si estd aum entada en varones y dism inuida en m ujeres, indica pnsiridad. Escala 7: control por lo intenso de la ansiedad. Escala 0: si está aum entada (introversión), indica capacidad de reflexionar sobre la propia expericncin, con una valoración más rcali.sta y objetiva de. las acciones.

Nala: El cuadm está basado en In propuesta de análisis cualitativo de Rivera .Iiménc7. t 191)1). Se ha ngn»gado la c.scala ñ. no incluida por la investigadora mexicana.

E L MMPI-2 EN E L ÁMBITO FORENSE

345

Los códigos 49/94, 48/84 y 43 son los más representativos de los perfiles de sujetos criminales. La combinación 49/94 se encuentra presente en perfiles de personas que presentan una importante impulsividad, con tendencia a gratificar sus necesidades de manera inmediata y presentar características propias de un trastorno antisocial de la personalidad, aun­ que no necesariamente indica que el individuo pueda come­ ter actos que dañen físicamente a otras personas. La combinación 48/84 se halla en perfiles de sujetos que tienen conductas caracterizadas por pobre planeamiento, ausencia de control impulsivo e incluyen amenaza y ataque sexual y homicida. La combinación 43 es el índice más fiable para detectar conductas violentas con perpetración sexual y homi­ cida. La combinación 34 se relaciona con el control e inhibi­ ción de impulsos.

2.2, Las escalas de contenido en la evaluación de la agresión y la impulsividad Estas escalas brindan información sobre el contenido de los ítemes que elevaron las escalas clínicas básicas, por lo que ayudan a interpretar las mismas. Son de utilidad las cuatro escalas que pertenecen al grupo “exteriorización de las conductas agresivas”. Las puntuaciones altas en la escala ANG (Hostilidad) indican la presencia de conductas dé irritabilidad y exaltación, con dificultades en el control de la ira. Los sujetos pueden perder el control de sí mismos e in­ forman sobre abusos hacia personas y objetos. Las altas pun­ tuaciones en la escala CYN (Cinismo) revelan creencias misántropas: esperan motivaciones negativas y ocultas tras los actos de otras personas, por lo que tienden a tomar acti­ tudes negativas hacia ellas. Elevaciones significativas en la escala ASP (Prácticas antisociales) indican que el sujeto pre­ senta conductas de tipo acting-out Estas personas refieren problemas de conducta durante los años de escolarización y

.Tlf)

a p l ic a c io n e s

DEL MMPI-2

practicas antisociales como robo, estafa y problemas con la ley. Puntuaciones altas en la escala TPA (Comportamiento Tipo A) indican que los sujetos presentan conductas de irritabilidad de difícil manejo; son personas que se mueven rápidamente, impacientes, irritables, directas y autoritarias.

2.3. Las escalas suplementarias en la evaluación de la agresión y la im pulsividad Las escalas suplementarias también ayudan a interpretar las escalas clínicas básicas y aumentan la cobertura de pro­ blemas y trastornos clínicos evaluados. Las escalas R (Repre­ sión) y 0-H (Hostilidad excesivamente controlada) permiten incrementar el análisis de las conductas agresivas. Bajas puntuaciones en la escala R sugieren que un sujeto presenta una tendencia a ser emocionalmente excitable, con conductas impulsivas y agresivas, es discutidor, sarcástico, astuto, in­ formal y autoindulgente. Las puntuaciones altas de la escala 0-H indican que los sujetos habitualmente responden ade­ cuadamente a las provocaciones, pero ocasionalmente des­ pliegan respuestas exageradamente agresivas sin provocación aparente. Megargee y cois. (1967 y 1975) desarrollaron esta escala suplem entaria contrastando las respuestas a los ítemes de presos violentos y no violentos. Los.crimmales.m ripientos puntuaron bajo en hostilidad, lo que significa que a pesar de toda provocación pueden ejercer con^t'ról sc»bre_sus impulsos agresivos, presentando una conducta rígidamente defensiva áhté cualquier expresión de ellos. Sin embargo, la" éxtrema_ ag^mdáÚ''~pu^^^ Y manera muy violenta, por lo que el individuo es smrmrn^ente_ j^ejigrosp. Se dispone de poca información sobre las puntua­ ciones bajas; puede inferirse que la persona es crónicamente agresiva o expresa la agresión de manera, adecuada. Núñez (1994) plantea que por un lado están los sujetos crónicamen­ te agresivos y hostiles y por otro los que controlan exagerada-

E L MMPI-2 EN EL ÁMBITO FORENSE

347

mente los impulsos, que ocasionalmente pierden el control de los mismos y se involucran en actos peligrosos y destructivos (asaltos o.crímenes) con más frecuencia que los individuos crónicamente agresivos.

2.4. Las subescalas de Harris-Lingoes en la evaluación de la agresión y la impulsividad Estas subescalas brindan información sobre el contenido de las escalas clínicas básicas 2, 3, 4, 6, 8 y 9. Son útiles para interpretar las elevaciones de las mismas, especialmente cuan­ do se encuentran marginalmente elevadas, con puntuaciones entre T 65 y T 75. Para evaluar la agresión disponemos de dos escalas que son especialmente útiles: la escala Hy5 (Inhibición de la agresión) y la escala Sc5 (Ausencia de autocontrol, inhi­ bición defectuosa). Una puntuación alta en la escala Hy5 in­ dica que el sujeto está negando los impulsos agresivos y hostiles, tiende a ser muy sensible al modo en que otros reac­ cionan ante él. Las puntuaciones altas en la escala Sc5 infor­ man de una ausencia de dominio del yo, con inhibición defectuosa. Ello implica la pérdida de control sobre las emocio­ nes e impulsos; los individuos son inquietos, hiperactivos, pueden presentar episodios durante los cuales no saben qué están haciendo y posteriormente no recordar lo que hicieron.

3. El sistem a M egargee de clasificación de d e lin c u e n te s m ediante el MMPI-2 El MMPI se usa en los gabinetes correccionales de los Es­ tados Unidos, principalmente para clasificar prisioneros. Dahlstrom, Welshy Dahlstrom (1975) indican que el sistema Megargee es el más utilizado para clasificar delincuentes, dado que los perfiles MMPI de prisioneros son notablemente homo­ géneos y confiables en lo referido a los antecedentes familia­

3.|tS

AP U C A C IO N ES DEL MMlM-2

res, criminales y ajuste en prisión. Un sistema de clasificación de presos es efectivo para asistir al personal penitenciario en el manejo y tratamiento de los sujetos que se encuentran en­ carcelados. Megargee, Bohn, Meyer y Sink (1979) desarrolla­ ron empíricamente un sistema de clasificación de delincuentes criminales a partir de analizar el MMPI. Usando un procedi­ miento de análisis jerárquico de perfiles, se analizaron los MMPI de tres muestras de prisioneros juveniles varones y se desarrollaron reglas de clasificación para ubicar delincuentes dentro de grupos definidos por el análisis de dusters. Se iden­ tificaron diez grupos confiables de perfiles, a los que se les asignaron nombres alfabéticos neutrales: Able, Baker, Charlie, Delta, Easy, Foxtrot, George, Hovv, Item y Júpiter. Existen reglas de clasificación primarias y secundarias que consideran la elevación, inclinación, patrones de puntuación, diferencias entre escalas y otras configuraciones de los perfiles. Las reglas “primarias" determinan ios requisitos básicos para la asigna­ ción a un giTipo. Cada uno de estos requisitos debe estar pre­ sente y un perfil no podrá clasificarse si no satisface estas reglas primarias. Cuando un .perfil puede clasificarse en más de una tipología, las reglas “secundarias” contribuyen a su clarificación. Las puntuaciones de estas reglas .se asignan de acuerdo al número de criterios encontrados. Cada grupo tiene una tabla en la que se especifica la cantidad de puntos nece­ sarios para que un perfil sea clasificado como alto, medio o bajo en adecuación a una tipología. Un perfil es asignado al tipo cuando encuentra las reglas en el nivel más alto. La clasificación generó numerosos estudios con el MMPI original; han sido publicados más de 100 artículos en los que se han examinado su validez y utilidad. Con la revisión del MMPI se tornó necesario determinar si las reglas originales eran útiles para el MMPI-2. Megargee encontró nuevas re­ glas para ser utilizadas con el inventario revisado. A modo de ejemplo se indican a continuación los requisitos necesarios para que un perfil MMPI-2 corresponda a la tipología Delta:

E L MMPI-2 EN EL ÁMDITO FORENSE

34 9

GRUPO DELTA

Reglas prim arías

Reglas secundarias

1) Excluyendo las escalas 5 y O, la es­ cala 4 es la m ás alta.

1) Escala 4 está al m enos 5 puntos

2) Ln cscnln 4 está ni menos 4 punios m ás alta que alguna de lns cscnlns 1. 2, 3, 7, 8, o 9. 3) Escala 4 > T 61. 4) E scalas 2 y 3 < T 77. 5) E scalas 6, 8 y O están todns < T 74. 6) E scalas 1, 5, 7, y 9 están < T 71.

2) Escnln 4 está ni mcno.s 10 pun­

T m ás alta que alguna otra esca­ lo clínica. tos T m ás olla que nlgunn olrn escala clínica.

3) (E scala 4 - Escnln 9) > T 14. 4) E scala 4 > T 65. 5) Escnln 4 > T 70. 6) Escala 4 > T 79. 7)

Escnla 2 > c.scnin.s 1 y .1.

9) E scala 6 es In scguniln c.scnln má.s nlta.

Tabla de puntos Alto Medio Bajo

6-9 punios 3-5 punlo.s 1-2 punlo.s

En general se utilizan las mismas reglas para hombres y mujeres. Sin embargo, las reglas para varones que especifican bajas puntuaciones en la escala 5, se han suprimido para mu­ jeres porque estas puntuaciones se encuentran invertidas en el perfil femenino. A raíz de las investigaciones de las nuevas reglas de clasificación, se ha eliminado el tipo Júpiter en mujeres, dado que este grupo es muy poco frecuente en mues­ tras femeninas y sólo contribuye a la variancia de error. Megargee (1997) plantea que son necesarios más estudios para explorar las diferencias entre las características de los grupos femeninos de delincuentes y las qüe presentan sus homólogos masculinos. En la construcción original del sistema de clasificación, una vez formuladas las reglas para asignar confiablemente

3f)ü

APLICACIONES DEL MMPI-2

perfiles individuales dentro de los clusters, se determinaron empíricamente las características de los diez tipos. Me­ diante un estudio longitudinal (a los dos años y, nueva­ mente, a los diez años después de la puesta en libertad) se examinaron 1163 admisiones de delincuentes varones en­ tre 18 y 27 años de edad. Se comparó un amplio número de variables con datos obtenidos de las historias de los casos, entrevistas estructuradas, evaluaciones de psicólogos, tests de personalidad, habilidades, actitudes e intereses, eva­ luaciones de agentes penitenciarios, maestros y superviso­ res laborales, informes de ajuste y rendimiento en prisión. Las comparaciones fueron estadísticam ente significativas en 140 de los 164 casos examinados, difiriendo en un amplio conjunto de atributos que oscilaban entre la histo­ ria familiar tem prana hasta la vida adulta y eventuales reincidencias delictivas. Este estudio empírico longitudinal dio origen a la formulación de las características de cada uno de los grupos: antecedentes (historia personal, psi­ quiátrica, demográfica), habilidades y actitudes educacio­ nales y laborales, ajuste en prisión y salud. También se formularon recomendaciones para el manejo y tratam iento penitenciario. Estas características y recomendaciones se describen más adelante. Existe un programa informático para clasificar rápida y claramente los casos. Utilizando este programa, Sliger (1992) ha podido clasificar entre el 85 % y el 95 % de los protocolos administrados.

3.1. Utilidad del sistema Megargee de clasificación de prisioneros Los estudios referidos a la efectividad del tratamiento son escasos, Bohn (1979) informó sobre un 46 % de disminución de delitos graves después de que el sistema Megargee fue utilizado como guía de tratam iento penitenciario en las

3 51

E L MMPI-2 EN EL AMBITO FOUKNSK F re c u en c ia s de los tipos MMPI de clasificación M egargee de delincuentes Poblaciones general y psiquiátrica carcelarias

Prisiones g t uiernles 1

Grupos

Varones

Mujeres G

Un¡(ludes psúiuidtrieus vureelarius Varones f

Item

17-24

2H

14

Easy Baker

06-08 03-06 18-20

06 03

06

Ablc George

18 05 09

02 07 04 08

Delta Jú p ite r

Ü6-ÜÜ 10-13 02-05

l'H

Foxtrot

06-08

06

C h a rlie How

OS-10

14

17

10-13

10

35

02 07

Población general carcelaria:

21 nuie.sira.'^ iN = áS.S 1 1

Población psiquiátrica carcelaria:

11 njueslra.s i N = 172M»

('•‘) Este grupo es muy poco frecuente. Fuentes; M egargee (1994) y Bolín, Carbonell y Megargee «1995».

prisiones generales. Los mismos tipos fueron encontrados en similar proporción en diferentes prisiones de ma.xima y me­ dia seguridad. Numerosas investigaciones han encontrado que las dis­ tribuciones de los tipos MMPI en unidades psiquiátricas carcelarias se diferencian significativamente de las h a lla ­ das en ámbitos de prisiones generales (véase cuadro de Frecuencias en esta misma página).. En las muestras de uni­ dades psiquiátricas penitenciarias, los grupos más frecuen­ tes son los mas patológicos: How (35 7 ) y Charlie (17 G),

i\l UIV. /W.IUINIV'V Ur«L. IMIMTI-Z

mientras que los tipos m ás frecuentes en las m uestras de prisiones generales p rese n tan menor patología, Item (24 7c) y Able (20 7r), Bohn, Carbonell y Megargee (1995) inves­ tigaron la utilidad y aplicabilidad del sistema de clasificación MMPI-2 en unidades psiquiátricas carcelarias y concluyeron que este puede ser útil para seleccionar delincuentes que requieren de una internación psiquiátrica. Sin embargo, la utilidad dentro de estas unidades depende de la diversidad de la población de pacientes. Si ésta es razonablemente he­ terogénea, el sistema puede ser de gran utilidad, pero si todos los pacientes presentan disturbios severos, el sistema parece ser poco eficaz para realizar discriminaciones significativas y tiene escasas probabilidades de utilidad como guía de manejo y planificación dcl tratamiento. Algunos estudios cuestionan la estabilidad de los tipos e indican que entre el 60 7c y el 90 7c de los presos cambian de tipo antes de los cuatro meses. Sin embargo, no pueden precisar si estos cambios se deben a la escasa confiabilidad del sistema Megargee o a cambios reales de personalidad, estilo de afrontamiento o conductual de los sujetos. Otros estudios han encontrado que las características de los grupos no se encuentran diferencialmente asociadas con algunos de los tipos descritos. Otra de las cuestiones que surgen de las diferentes investigaciones es que a u n ­ que la tipología puede ser encontrada consistentem ente en muchos grupos, los correlatos de los tipos no han sido encontrados para g e neralizar consistentem ente a todos los grupos de presos. El comité de reestandarización del MMPI (1989) recomienda que la tipología Megargee se utilice con precaución p ara la toma de decisiones clínicas o adm inistrativas, aunque é sta provee de hipótesis útiles cuando es complementada con otra información.

EL MMHI-2 EN EL ÁMBITO FORENSE

3r>3

3.2. La escala 4 en la tipología de Megargee Diversas investigaciones con el MMPI han encontrado que l a ( ^ c a l a Áídiscriminados trastornos de carácter'y es crucial para analizarJós trastornos de personalidad) Según indica Mosquera (1993). el carácter es entendido como un modo de ser, modo habitual en que los individuos se relacio­ nan con el ambiente. Los trastornos de personalidad son alteraciones globales de la forma de ser o, lo que es lo mis­ mo, alteraciones del carácter. Esta concepción fue acuñada por Schneider en 1923 y refiere a la psicopatía entendida como trastorno general de la personalidad y no sólo como trastorno antisocial de la personalidad. Las alteraciones pa­ tológicas., e. jnconsgigntes^del carácter se denominan ^carac( ^ o p a tías Éstas fueron estudiadas en contraposición a los trastornos neuróticos y se caracterizan por, la ausencia de') (malestar subjeti>^ en forma de ansiedad o angustía'debido a la escasa conciencia de los síntomas (egosintónicos) que no se reconocen como extraños o patológicos. Como consecuencia, los sujetos maniprulan y controlan aloplásticamente el am­ biente para que éste cambie. A la inversa, en los trastornos neuróticos, el síntoma es egodistónico y el sujeto trata de modi­ ficar autoplásticamente sus actitudes y reacciones para aliviar su padecer. Numerosos estudios han documentado que la escala 4 es la más elevada en los perfiles término medio de prisioneros. Los tipos de códigos 4-2 y 4-9 son los más frecuentes. La escala 4 presenta picos en la mayoría de los perfiles MMPI del sistema Megargee: Able (4-9); Baker (4-2); Charlie (8-6-4); Delta (4); Easy (4-3-2); Foxtrot (8-9-4); George (4-2); How (muchas escalas altas). Sólo en dos de los grupos no se encuen­ tra elevada: Item (todas las escalas bajas); Júpiter (7-8-9).

1

354

APLICACIONES DEL MMPI-2

Grupo

Perfil MMPI-2

Itkm

Tbdas las escalas bajas, sin un patrón de codificación particular.

KASY

Perfil bajo con inclinación hacia la izquierda, picos en las escalas 4, 3 y 2.

HAKKK

Perfil bajo con picos en las escalas 4 y 2.

AULt:

Picos en las escalas 4 y 9. m oderadam ente elevadas.

('.KOKUt:

Inclinación hacia la izquierda con picos en las escalas 4 y 2 m oderadam ente elevadas. Tam bién puede presentar prom inencias en las escalas 1 y 3.

DEl.TA

Pico en la escala 4, con elevación m oderada a alta.

JUPITLH

Perfil moderado a alto, m arcada inclinación hacia la derecha, picos en las escala 7, 8 y 9.

KOXTKOT

Perfil alto, inclinación hacia la derecha, picos en las escalas 8, 9 y 4.

CUAKI.lt:

Perfil alto con inclinación hacia ia derecha, picos en las escalas 8, 6 y 4.

HüW

M uchas escalas altas (promedio de las escalas; T > 65).

EL MMPl-2 EN EL ÁMBITO FORENSE

-

4. P e rfile s MMPI-2 de los diez g ru p o s G RU PO ITEM

G R U PO EASY

355

356

/\PLICAC10NES DEL MMPI-2 GRU PO BAKER

GRU PO ABLE

357

EL MMPI-2 EN EL ÁMBITO FORENSE .G RU P O GEORGE 120

115

no 105 100 95 90 85 80 75 70 65 60 55 50 45 40 35 30 L

F

K

\l,

0

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\\\

Mr

GRUPO DELTA

I’;i

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Si-

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S.

358

APLICACIONES DEL MMPI-2 GRUPO JU PIT E R

GRU PO FOXTROT

EL M M P I -2 E N EL Á M B I T O F O R E N S E

• G R U P O C H A R LIE

GRUPO HOW

359

:j()ü

APLICACIONES DEL MMlM-2

4. L C a r a c t e r í s t i c a s d e lo s g r u p o s y r e c o m e n d a c i o n e s p a r a el t r a t a m i e n t o

Los grupos están ordenados según su desviación, comen­ zando por el más benigno (Item) y finalizando por el más desviado (How). • Antecedentes • Item:

E a.sy:

Baker:

A ble:

Los miembros de este grupo tienden a provenir de familias que presentan bajo desvío social y son más estables respecto a la mayoría de los demás grupos. Sus historias delictivas son más benignas y sus conductas criminales no se en­ cuentran motivadas por patología social o psico­ lógica grave. Los sujetos de este grupo a menudo tienen me­ jores antecedentes que los demás grupos. Sus familias tienden a ser más estables, cohesivas, bien socializadas y capaces de proveerlo.s de las ventajas de la clase media. Los individuos tienden a ser defensivos y con problemas de alcoholismo. Los antecedentes fa­ miliares son positivos, aunque la evaluación ac­ tual de sus familias es poco favorable. No tienen un patrón juvenil criminal y presentan antece­ dentes delictivos extensos llevados a cabo en la edad adulta; ello indica que sus dificultades a u ­ mentan con la edad. Tienen mejores antecedentes socioeconómicos que la mayoría de los integrantes de los demás grupos. Sus familias están entre las más esta­ bles y menos desviadas. El medio ambiente fa­ miliar promueve la adquisición de los valores normales de la clase media; sin embargo, sus comportamientos no concuerdan con estos ante-

EL MMPI-2 KN ELÁMUITO KÜKKNSK

G eorce:

D elta:

J úpiter:

F o.xtrot:

C harlie:

cedentes y se asemejan más a los de los sujetos astutos, manipuladores y de malas costumbres. Las familias presentan parámetros normales de estabilidad y cohesión. No obstante ello, pueden tener mayores desvíos sociales, en especial con respecto al padre. El registro delictivo no es c.xtenso y el primer arresto tiende a ser más an­ tiguo que el de la mayoría de los miembros de los demás grupos. Tienden a provenir de familias hostiles, inesta­ bles, desorganizadas, desviadas socialmente y que no propician el desarrollo de los valores nor­ males. Los encuentros con la ley son tempranos y extensos, y la impulsividad y conductas acting-out no disminuyen con la aplicación de sanciones legales. Este grupo está compuesto por una alta propor­ ción de sujetos negros. Los antecedentes .son muy deficientes. No obstante ello, a menucio se desernpeñan mejor de lo esperado y obtienen resultados que se encuentran dentro del térmi­ no medio. Generalmente provienen de familias frías, inesta­ bles, destruidas, desviadas socialmcntc y clepiivadas socioeconómicamente. Los sujetos de este grupo están perturbados, son antisociales y se en­ cuentran entre los delincuentes más agresivos y violentos. Presentan mayores antecedentes de abuso de drogas y/o alcohol. Con frecuencia tie­ nen un registro criminal extenso y muchas ve­ ces delinquen para su provecho emocional. Provienen de familias extremadamente inade.cuadas y deprivadas. Pueden presentar exten­ sas historias de desajuste y conducta criminal, incluso de toda la vida, con uso de droga.s nuilliples y violencia.

362

APLICACIONES DEL MMPI-2

How:

Provienen de familias deprivadas y con signifi­ cativa patología social. Sus historias muestran uso de drogas y conducta criminal extensa. Tienden a ser algo más introvertidos, ansiosos, deprimidos y algo menos hostiles que los suje­ tos del grupo Charlie.

Habilidades y actitudes educacionales y laborales Item:

E.csy:

Baker:

A rle:

L os sujetos están mejor educados que la mayo­ ría de los dem ás grupos. Tienen actitu des po­ sitivas hacia la educación y mejores hábitos de trabajo. Aunque a menudo son evaluados como los pre­ sos mejores educados y más brillantes, son poco exitosos y están escasamente motivados para apro­ vechar su educación, sus habilidades y sus oportu­ nidades laborales. Si son desafiados o motivados por el personal penitenciario, pueden beneficiarse con programas educacionales o laborales.

Los individuos tienen problemas en la escuela y en el ámbito laboral, como la mayoría de los delincuentes. Sin embargo, informan de menos dificultades que el término medio. Hay indi­ cadores de que sus conflictos educacionales y laborales pueden estar relacionados con la ele­ vada ansiedad que presentan. Los sujetos tienden a estar mejor educados y más orientados hacia el éxito que la mayoría de los demás grupos. Con frecuencia tienen buen desempeño en los programas de trabajo en la prisión. Sin embargo, la tendencia a la reincidencia delictiva es alta, tal vez porque se encuentren menos contenidos fuera de la insti­ tución penitenciaria.

EL MMPI-2 EN EL ÁMDITO FORENSE

363

G eorge:

Los individuos de este grupo tienden a trabajar duro, aunque lo realizan a su propio ritmo. Suelen sacar provecho de los programas de edu­ cación y de trabajo. D elta: Se encuentran entre los delincuentes más bri­ llantes y a menudo presentan un alto nivel educacional. Sin embargo, son inconformistas, no respetan a la autoridad y tienen clificulLacles en los ámbitos escolar y laboral. J úpiter: Los individuos tienden a tener déficit académi­ cos y laborales. Se desempeñan mejor en el ámbito laboral que en el escolar. Reciben eva­ luaciones pobres de sus educadores. F oxtrot: Los sujetos tienden a presentar un coeficiente intelectual más bajo y a con.seguir menos logros en la escuela. Junto con los grupos Charlie y How, presentan éxitos educacionales y !ab(u-ales más pobres. C harlie: Los miembros de este grupo tienden a puntuar más bajo en las medidas de habilidades intelec­ tuales. Presentan pobres registros académicos y laborales. La respuesta a los programas de edu­ cación es generalmente más pobre que la del resto de los grupos. H ow: Con frecuencia han tenido problemas significativos de larga data en las áreas educacional y laboral. Sus habilidades y motivaciones para el éxito son más bajas que las de la mayoría de los grupos.

Ajuste en prisión y salud I tem:

Normalmente los sujetos se llevan bien con los demás presos y el personal penitenciario. Se caracterizan por no presentar mayores proble­ mas físicos .0 de salud mental.

;i(M

AlMJCACIÜiNKS DRI, MMPI-2

Presentan escasos problemas de ajuste. Tienen buenas relaciones con sus pares y el personal penitenciario. Aunque académicamente pueden disminuir su desempeño en la realización ele las tarcas, generalm ente lo hacen mejor que la mayoría ele los miembros de los demás grupos. Bakeu: L os sujetos tienden a ser ansiosos, constrictos, dogmáticos y defensivos. No se relacionan efectivamente con los demás. Pueden presen­ tar conflictos con la autoridad o problemas de disciplina como consecuencia de su conducta pa­ sivo-agresiva, aunque raramente atacan o desa­ fían al personal o a sus pares. A rle: L os individuos de este grupo son más enérgi­ cos, tranquilos y socialmente hábiles que la mayoría de los individuos de los demás grupos. Amorales y manipulativos, son populares con los pares y el personal carcelario. También tie­ nen buen concepto de sí mismos, se ajustan tranquilamente a la institución y pueden alcan­ zar posiciones de responsabilidad en los íimbitos correccionales. G eokui-:: Estos sujetos tienden a hacer las cosas a su propio ritmo personal. Son algo hostiles y agre­ sivos y se desimplican de los problemas. Asimis­ mo son ansiosos, tienen baja autoestima y causan pequeños problemas. D ki.ta: Normalmente son individuos impulsivos, amo­ rales, hedonistas, poco voluntariosos y que no pueden posponer sus gratificaciones. Pueden ser encantadores y atractivos cuando están a su propio aire y antagónicos y resentidos cuando no lo están. A menudo ello conduce a conflictos con la ley y dentro de la institución penitencia­ ria, con los pares y el personal directivo que frecuenlemcnte suele sancionarlos y segregarE asy:

EL MMPl-2 EN EL ÁMBITO FORENSE

365

los disciplinariamente. También pueden simu­ lar enfermedad para manipular el sistema pe­ nitenciario. J úpiter:

L os miembros de este grupo trata n de evitar problemas con la institución penitenciaria, a u n ­ que no siem pre lo consiguen. Tienden a ser introvertidos, socialmente torpes y a menucio reciben pobres evaluaciones del personal carce­ lario. En algunos ámbitos probablemente son ubicados en custodia protectora o segregación disciplinaria y en otros pueden no presentar dificultades. F oxtrot: L os sujetos se ven a sí mismos como fuertes,

asertivos y con mucha calle. No obstante ello, tienen pobre capacidad para establecer relacio­ nes interpersonales significativas y están en permanente conflicto con sus pares y el perso­ nal penitenciario. Pueden atraer un grupo (su­ jetos socialmente deficientes) que sigue su liderazgo y acciones. C harlie: L os individuos son propensos a ser hostiles, sus­ picaces, encarnizados y misántropos. Quedan aislados y focalizados en sus problemas, el ajuste en la prisión es tan pobre como lo es en la comu­ nidad. Son más agresivos que la mayoría de los demás grupos y pueden necesitar de una super­ visión minuciosa. Mientras que los sujetos de los otros grupos tienden sólo a romper las reglas, los miembros del grupo Charlie son más propensos a cometer infracciones graves. How: Los miembros de este grupo presentan proble­ mas mentales y dificultades serias de ajuste en la población generarpenitenciaria. Es por ello que normalmente son segregados y se los en­ cuentra como víctimas o victimarios en las uni­ dades psiquiátricas carcelarias. A menudo son

366

APLICACIONES DEL MMPI-2

rechazados por los demás presos. Sus proble­ mas derivan de los trastornos y ansiedad que presentan. Pueden exagerar sus dificultades simulando más patología para obtener beneficio propio.

Implicaciones p ara el tratam iento Item:

L o s sujetos de este grupo tienen menos necesi­ dades de trata m ien to que las que presentan muchos otros presos. Responderán bien si es necesario un entrenam iento educacional o labo­ ral. A menos que el registro criminal lo sugiera, los delincuentes de este grupo norm alm ente no necesitan ser ubicados en ámbitos altam ente controlados o estructurados.

E.A.SY:

Los sujetos de este grupo también tienen esca­ sas necesidades para un ámbito altamente es­ tructurado y seguro. R esponderán bien al agente de cambio que pueda motivarlos a utili­ zar sus cualidades positivas. El pronóstico a largo plazo es favorable. Los sujetos de este grupo pueden necesitar in­ tervenciones de soporte o apoyo para tratar la ansiedad inicial. Más adelante, el tratamiento puede focalizarse* en las autofrustraciones y si el registro lo indica, en los patrones de conduc. ta de abuso de alcohol. Las características de amoralidad, impulsividad y hedonismo pueden llevar a que los sujetos tengan dificultades en ámbitos inestructurados. Para poder modificar sus comportamientos ne­ cesitan agentes de cambio fuertes, que puedan resistirse a ser manipulados y que señalen las consecuencias de sus conductas.

Baker:

A rle:

EL MMPl-2 EN EL ÁMBITO FORENSE

3G7

El típico miembro de este grupo es relativamente dependiente, fácil de supervisar y usualmente tiene buenos rendimientos en ámbitos laborales y en programas educacionales. Su tendencia al aislamiento hace que el personal penitenciario pueda pasarlo por alto. No obstante, se sugiere la necesidad de una iptervención dado el -eleva­ do porcentaje de reincidencias delictivas. D elta: Como los miembros del grupo Able, los sujetos de este grupo necesitan de límites firmes y de agentes de cambio fuertes, están seguros de sí mismos y tienen buen sentido del humor. La mayor dificultad en la tarea es motivarlos para el cambio y que puedan percibir los efectos que sus conductas tienen sobre los demás. Mientras tanto, serán ubicados lejos de los presos más vulnerables y propensos a ser e.xplotados. J úpiter: Los individuos de este grupo plantean numero­ sas dificultades, es por ello que es recomenda­ ble la utilización de evaluaciones adicionales y programas individualizados. A pesar de los nu­ merosos déficit que presentan, pueden ser capa­ ces de comportarse mejor de lo esperado. F oxtrot: Las personas de este grupo tienen déficit en casi todas las áreas de funcionamiento. Se en­ cuentran mejor-contenidos en ámbitos seguros y- estructurados, con programas activos y con­ tingencias claras. Al igual que con los miembros de los grupos Charlie y How, el progi'ama de tratamiento necesita un considerable tiempo del personal y el pronóstico no es muy bueno. CiiARLiE: Las necesidades primarias de los sujetos de este grupo son los programas* de salud mental. Se evaluará el uso de drogas. Si éste es el problema mayor, el foco estará en el tratamiento de la drogadicción. Las adicciones pueden ser la causa

G eorge:

368

How:

APLICACIONES DEL MMPI-2

de delitos graves cuando se agregan a otros pro­ blemas psicológicos. Estos sujetos tienen relacio­ nes interpersonales en extremo dificultosas y muchas veces existe la necesidad de que se los aparte para proteger a los demás presos. Es co­ mún encontrarlos en unidades psiquiátricas pe­ nitenciarias porque necesitan ser tratados en ámbitos seguros de salud mental. Los perfiles del MMPI de los sujetos de este grupo deben ser cuidadosamente chequeados para evaluar la posibilidad de la existencia de muchas respuestas dadas al azar o de la pre­ sencia de simulación de patología. Si el perfil es válido, será necesario un programa de salud mental o considerar enviarlo a una unidad psi­ quiátrica penitenciaria. En población general carcelaria necesitarán tratamiento de apoyo y ubicación en situaciones de protección.

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5 EL MMPI-2 EN TAREAS DE SELECCIÓN LABORAL Mercedes Fernández Liporace'-’

Este capítulo se centra en la utilidad del MMPl-2 como he­ rramienta válida para la evaluación de características de perso­ nalidad y de la existencia de patologías psíquicas que pudieran resultar obstaculizadoras para la correcta integi*ación del indi­ viduo a la organización y a su función dentro de la misma. Advertimos al lector que no trataremos tópicos referidos a la evaluación laboral en general sino que nos focalizaremos en el MMPI-2. La idea principal de este capítulo es sintetizar las ventajas y desventajas que la aplicación de este inventario implica, así como brindar al lector una brevísima guía prác­ tica de interpretación de los principales descriptores relevan­ tes en el ámbito laboral. También se incluye una breve referencia acerca de una experiencia concreta de selección laboral en la que se aplico el MMPI-2 a 100 sujetos argentinos.

1. A p licaciones del MMPI-2 en el á m b ito laboral Desde hace pocos años, la literatura especializada se esta ocupando de analizar las nuevas características del mercado laboral: globalización de la economía, prestaciones externas a

'•Dicenciada en Psicología, profesora adjunta en la Fneullad de IV'iicnlogíA de la Universidad de Buenos Aires, donde lia lenniniulo sus i-suitrms de doctorado.

374

APLICACIONES DEL MMPI-2

las empresas, contratos tem porarios, calidad total, por mencionar sólo algunas de ellas. Nuestro mercado de t r a ­ bajo -hoy más que nunca- r e n u e v a constantemente su'plan­ tel humano; es así que las empresas privadas y los organismos públicos comienzan a requerir con mayor frecuencia de la ido­ neidad del psicólogo formado en el área, con el objeto de con­ cretar evaluaciones de desempeño y procesos de selección de aspirantes. También este trabajo ha cambiado radicalmente, los requerimientos suelen ser urgentes e involucran a un gran número de candidatos: sé nos solicita evaluar a una gran can­ tidad de sujetos en un lapso muy breve, haciéndose hincapié en la validez y confiabilidad de los resultados. De esta mane­ ra, el psicólogo laboral (argentino) tradicional, que efectuaba largos procesos de selección mediante entrevistas y técnicas proyectivas y psicométricas de administración individual, debe modificar su dinámica de trabajo. Actualmente la realidad empresarial exige una sólida for. mación en el uso de técnicas confiables y válidas, adaptadas a las características de nuestra población, de administración sencilla y colectiva, y apoyadas por software que permita la obtención de resultados en un mínimo de tiempo. Sin embar­ go, resulta necesario aclarar que esta nueva manera de tra­ bajar no significa un desprecio por el valor de herramientas de evaluación tan útiles como la entrevista psicológica y las técnicas psicométricas y proyectivas de administración indi­ vidual. Cuando los parámetros temporales manejados por la empresa u organismo contratante así lo permiten, no existen obstáculos, salvo los económicos, para hacer uso de aquéllas. Es un hecho indiscutible que el contacto personal que las técnicas de administración individual brindan, constituye un elemento de invalorable poder diagnóstico. Aún más, en circunstancias en las que se implemente un proceso de eva­ luación con administraciones colectivas, puede resultar inte­ resante e incluso necesario efe c tu a r a dm inistraciones individuales a los candidatos que resulten más aptos luego ilel primer ra.sLrillaje.

EL MMPI-2 EN TAREAS DE SELECCIÓN LABORAL

- 375

De todas maneras, como en general la empresa nos exige evaluaciones supernumerarias en tiempos récord con un bajo costo económico, instrumentos como el MMPI-2 se vuelven indispensables. Su uso, en combinación con otras herramien­ tas de evaluación, constituye un excelente recurso en los procesos de selección laboral. Examinaremos brevemente sus características, las que pueden resultar, según el caso, ven­ tajosas o inconvenientes para estos fines: a) Es un inventario autodescriptivo que ofrece un listado de características de personalidad y comportamientos habi­ tuales de las personas. b) Como fue diseñado con objetjvos clínicos permite la evalua­ ción de variables psicopatológjcas de personalidad como así también la confección de de;tcripcioncs correspondientes a la personalidad normal. De e§:ta manera, obtendremos per­ files descriptivos que permitirán estimar las posibilidades del individuo para adaptarse^ál puesto requerido y, a la vez, detectar cuadros psicopatológicos incompatibles con aquél, que de otra manera podrían pasar desapercibidos. c) El MMPI-2 requiere un tiempo de administración rclati-J uaniente prolongado dada la cantidad de elen-ientos qmí lo componen, pero se compensa con una altísima validez > empírica y una enorme cantidad y riqueza de indicadores/ que se pueden inferir a partir de su interpretación. A de-\ más, la posibilidad de realizar administraciones colecti­ vas reduce notablemente los costos temporales. d) A pesar de hallarse constituido por enunciados directos, a partir de los cuales los examinados pueden fácilmente adver­ tir el propósito de la técnica, cuenta_con. escalas de validez que ofrecen la ventaja de poder ^ a liz a r la actitud del sujeto al responder: permite detectar distorsiones deliberadas, exa­ geraciones de sintomatología, escasa o excesiva autocrítica, mentiras, dificultades para responder que pueden obedecer a diversos motivos -psicológicos u orgánicos-, respuestas al azar, tendencia a la aquiescencia, defensividad.

37G

ArU C A C IÜ N ESl)E LM M PI-2

c) Algunas de las escalas clínicas básicas adquieren una relevancia especial en las evaluaciones laborales. Resul­ ta aconsejable que el evaluador esté bien interiorizado acerca de los descriptores correspondientes a cada una, a fin de incluir en la interpretación del perfil aquellos más adecuados a las características requeridas por el puesto a ser desempeñado. Por ejemplo, la escala de Hipomanía (9, Ma) provee una certera estimación sobre el nivel energético del sujeto que permitirá ponderar su posibilidad de invertir fuerzas en diferentes proyectos laborales. Por otro lado, la lectura de esta misma escala, en combinación con las de Histeria (3 Hy) e Introversión social (O, Si), dará una pauta interesante acerca de la impulsividad del examinado: sujetos que posean eleva­ ciones on las escalas 3 y 9, acompañadas de una marca­ da disminución en las puntuaciones de la escala O, probablemente presenten una exagerada tendencia a las relaciones interpersonales, pero de características su­ perficiales, carentes de un genuino interés por el otro, a la vez que teñidas de impulsividad. La combinación de varias escalas puede dotar al evaluador de im portan­ tes vectores de análisis, los que deben ser especialmen­ te diseñados para cada perfil de puesto y para cada grupo de sujetos en particufar: las características re­ queridas serán diferentes para el caso de un líder de proyectos informáticos, para un diplomático, o para un controlador de vuelo, por ejemplo. f) Las escalas suplementarias y de contenido permiten una lectura más ajustada de las escalas básicas -tanto clíni­ cas como de validez-, añadiendo a la interpretación va­ liosos datos adicionales, que deben ser pensados para cada caso particular, de la misma manera que se planteó en el punto anterior. g) La adaptación de este instrumento a nuestra población lo hace apto para la evaluación de personas pertenecientes a nuestro medio. Dado que contamos con normas estadís­

EL MMPI.2 EN TAREAS DE SELECCIÓN LABORAL

377

ticas obtenidas en nuestro país, la interpretación de los resultados adquiere las características necesarias de va­ lidez y confiabilidad determinadas en el marco cultural de los sujetos que serán evaluados. h) La existencia de software de evaluación o su posible ela­ boración ad hoc permite, mediante una sencilla entrada de datos en la computadora personal, la obtención de los puntajes directos y transformados, así como la confección autom atizad a del perfil en pocos minutos. Se evitan do este modo los cálculos engorrosos y sé reduce notable­ m ente el m argen de error.

i)

La graficación de los resultados en un perfil aporta una simple y clara visualización de los mismos para el evaluador, facilitando la confección del informe para la empresa u organismo contratante y abreviando el tienripo que a esta tarea se destina. j) Este instrumento, no debe ser administrado a personas con un nivel de comprensión lectora inferior a prim ario completo -¡»*1. No cu lpo a aqu el q ue se a p r o v e c h a de otro (pie deja (pie .^e ap rov echen de el. Mi vista es aho ra tan bu en a como lo ha .*d(lo cKirnnle ím'mis. A veces me ha divertido tanto el ingenio de un de lincuente, ipie he d esead o que le fuera bien. A m en u d o me ha dado la sen.sación de que gente e x lrm ia me es­ ta b a m ira n d o con ojos críticos. P a r a mí todo tiene el mismo .sabor o gusto. Todos los d ía s tomo u n a c a n t i d a d e x c e s i v a m e n t e g r a n d e de ag u a. La m a y o r p arte do la gente h ace nniigo.s porque e.s probable ipie le se a n útiles. No noto que me zum ben o me chillen los oídos frecuentem ente. De vez en cu an do siento fastidio hacia f am iliares (pie noniialm e n t e quiero. Si fuera periodista me g u sta ría mucho i n fo rm ar sobre (Icporie.*^. Pu ed o d o r m ir de día. pero no do noche. E stoy se guro de q ue la gente h ab la do mí. De cu an d o en c uando me divierte n las brom as o ehi.‘;tc '‘verde.’'**. Com parado con mis amigos, tengo muy pocos miedos. Pu ed o iniciar u n a discusión, en un grupo de pcr.‘'üna.''. .‘'obre un te m a que conozco.

APLICACIONESDELMMPI-2

21)3.

Siento siempre av er sión por la ley cu ando u n cr im in a l sale li­ bro gracias a la h ab ilid ad .de u n abogado as tu to . 2(}-l. He abusado del alcohol. 2()5. Por lo g eneral no le hablo a las p e r s o n a s h a s t a q u e ellas me h a ­ blan a mi. 2(ir>. N un ca he tenido p ro b lem as con la ley. 2(i7. T engo épocas en las que me sie nto m ás a n im ad o q ue de c o s tu m ­ bre sin que exista u n a razón especial. 2(58. Me g u sta ría no se r p e r t u rb a d o por p en s a m i e n t o s sexuales. 2(59. Si varias person as se e n c u e n t r a n in cu lpadas, lo mejor que p u e ­ den hacer es p onerse de a cu er d o en lo que v an a decir y no c a m ­ biarlo después. 270. No me molesta ver s u f r i r a los an im ales. 27 l. Creo que mi se n sib ilid ad es m á s i n t e n s a q ue la de la mayor de la gente. 272. En ningún inoinenLo de mi vida me ha g u sta d o j u g a r con m u ­ ñecos. 273. I*ara mí. la vida es tensión la m ayor par te del tiempo. 271. Soy tan sus ceptible en algu no s as u n t o s que no puedo h a b l a r de ellos. 27.5.

27(5. 277.

M e costaba m ucho h a b la r d e la n te de Lodos en el colegio.

Chát-’»*» a m a d r e (o la quise si falleció). Incluso cuando estoy con g en te, me siento solo la m ayor p a r te del tiempo. 27H. Consigo todas las s i m p a t í a s que debería. 279. Me niego a p a r tic ip a r en alg un o s juegos porque no soy hábil en ellos. 2HI). Me parece (juc hago amigos tan rápido como los demás. 281. Me d esagra d a t en er g en te a mi alrededor. 282. ( ) u i c n p rovoca la t e n t a c i ó n d e j a n d o u n a cos a v a l i o s a s i n ))rolegcrla es t a n culpable del robo cómo qu ien la roba. 281. Pienso que casi todo el m u n d o d iría u n a m e n t i r a p a r a e v i t a r problemas. 2H.5. Soy más sensible q ue la m ayo ría de la gente. 28(5. A la mayor p arte de la gente le d e s a g r a d a i n t e r io r m e n t e d ejar lo suyo para a y u d a r a los d em ás . 287. Muchos de mis sue ñ o s son sobre tem as se xuales. 288. Mis padres y fam iliares e n c u e n t r a n m ás defectos en mí de los que deberían. 289. Me atu rd o fácilmente. 290. Me preocupan el d inero y los negocios. 201. Nunca he es tad o e n a m o r a d o de alguien. 292. Me han a su stad o c iertas cosas qu e h a n hecho algu n os de mis fa­ miliares. 293. Casi nunca sueño.

ANEXO

294. 295. 296. 297. 298.. 299. 300. 301. 302. 303. 304. 305. 306. 307. 308. 309. 310. 311. 312. 313. 314. 315. 316. 317. 318. 319. 320. 321. 322. 323.



439

A m e n u d o m e sa len m a n c h a s rojas en el cuello. N u n c a he tenido parálisis ni sufrido u na d ebilidad d e s a c o s t u m ­ b r a d a en alg u no de mis músculos. A l g u n a s veces pierdo o se me cam bia la voz. incluso sin e s t a r resfriado. Mi p a d r e o mi m a d r e me obligaron fre c u e n t e m e n t e a obedecer, incluso c u an d o yo p e n s a b a que ello no era r azo nable. A veces percibo olores extraños. No p uedo co n c e n tr a r m e en u n a sola cosa. T engo r azo nes p a r a se n tirm e celoso de u no o m á s de mis f a m i­ liares. Ca si todo el tiempo siento an s ied ad a ca u s a de algo o alguien. M e im p aciento fácilmente con la gente. M u c h í s i m a s veces me g u sta ría e s t a r m uerto. A lg u n a s veces me excito tanto q ue me c u es ta d o r m ir m e por las noches. S in d u d a he tenido que p reo cu parm e por m ás cusas do las quo m e corre sp ondían. N ad ie p arece co m prenderm e. A veces oigo tan bien que me molesta. Olvido en s eg u id a lo que la gonlo me dice. N o r m a l m e n t e tengo q ue p a r a r m e a p e n s a r a n t e s do actuar, i n ­ cluso en a s u n to s sin im portancia . A m e n u d o cruzo la calle para no e n c o n t r a r m e con alg un a |)orsona. Con frecuencia siento como si las cosas no fuLM a n reales. La ú n ic a p a r t e i n t e r e s a n t e de los diarios es la p ág in a de lo.s ch iste s. Tengo la costum b re de contar objetos sin i m p o rtan c ia , como las b om billas de un letrero lum inoso o cosas sim ilares. Care zco de enemigos q ue des een re a lm e n te h a c e r m e daño. T ie n d o a p o n e r m e en g u a r d i a con aqu ello s q ue se m u e s t r a n algo m á s a m a b l e s de lo que yo e s p e ra b a . T engo p en s am ien to s extrañ os y originales. Me pongo ansioso e inquieto cuando tengo q u e hacer u n viaje corto. N o r m a l m e n t e espero tener éxito en las cosas q u e hago. Oigo cosas ex t r a ñ a s cuando es toy solo. He tenido miedo de cosas o p e rson as que sa b ía q u e no podían h a c e r m e daño. No m e da miedo e n t r a r solo a u n a h ab itación donde hay gen te r e u n i d a hablando. M e d a miedo u t iliz a r cuchillos u objetos m u y afilados o p u n ­ tiagudos. A lg un as veces gozo con herir a j)crsonas ijue amo.

440

324. 325. 326. 327. 328. 329. 330. 3 3 1. 332. 333. 334. 335. 336. 337. 338. 339. 340. 341. 342. 34,3. 344. 345. 34(j. 347. 348. 349. 350. 351. 3.52. 35.L 3.54.

a p l ic a c io n e s

DEL MMlM-2

Me re su lta fácil log rar qu e la g en te me ten g a miedo y eso me divierte. Tengo m ás di fic ultad p a r a c o n c e n t r a r m e qu e la q ue otros p a r e ­ cen tener. Var ias veces he dejado de h a c e r algo por c o n s id e ra r in su ficien ­ te mi habilidad. Se me o c urre n p a l a b r a s feas, a veces hor ribles, y no puedo d e ­ j a r l a s de lado. A l g u n a s veces m e r o n d a en la c a b e z a u n p e n s a m i e n t o sin im p o rtan c ia y me m o lesta d u r a n t e días. Ca si a diario o cu rre algo q u e me as u sta . A veces siento q ue me s o b r a n energías. Me inclino a t o m a r las cosas m u y en serio. A veces me ha g u sta d o s e r her ido por u n a perso na que rida. La g en te dice de mí cosa.s i n s u l t a n t e s y vu lgar es. Me siento incomodo cu an d o estoy "bajo techo" (den tro de un edi­ ficio o habitación). Soy poco concicnte de m í mismo. Estoy se guro de q u e a lg uien controla mi m ente. En las fiestas y r eu nio n es, en vez de u n i r m e ai grupo, es m ás probable que me s ie n te solo o con otra persona. La g en te m e decepciona con frecuencia. F re c u e n t e m e n t e mis proyectos me h a n parecido ta n llenos de di llcuRndes que he tenido q ue ab an do n arlos. Me g u sta m ucho ir a bailar. D u r a n t e ciertos períodos mi m en te parece t r a b a j a r m ás d e s p a ­ cio q u e de costu m b re. En micros, tr en es, suelo conve.»*sar con ex traños. M(* g u s ta n los ni nos. Me g u s t a j u g a r y apostar. Si me* dieran la o p o r tu n id a d , podría h acer cosas que beneficia­ rían mucho al mundo. Con frecuencia me he en c o n tr a d o con p e rso nas con reputación (lo cxpertn.s. pero q u e no e r a n mejores q ue yo. Me siento u n fracasado cu an d o me h a b la n dcl éxito de alguien q ue yo conozco bien. Con frecuencia pienso: “Me gu sta ría volver a se r niño". N a d a me hace m ás feliz que e s t a r solo. Si m e dieran ln o p o r t u n id a d podría ser un b uen líder. Me m olestan las nnécdot.as indecentes. N o r m a l m e n t e la g en te pide p a r a sus propios derechos m ás r e s ­ peto que el q u e da a ios de o tr a s personas. Mt* g\i.*(lan lns reu niones sociales porque puedo e s t a r con gente. 3 rato de m eino riz ar los cu ento s divertidos p a r a poder contárseh).-* a otros.

ANEXO

355.

441

U n a o m á s veces en mi vida se n tí que alguien me obligó a h acer cos as h ipn o tizán d o m e. 356. Me r e s u l t a difícil a b a n d o n a r u n a tarea u na vez qu e la empecé. 357. G e n e r a l m e n t e no m e involucro en los chismes q ue cu e n ta n los q ue me rodean. 358. A m e n u d o h a n se n tid o celos de mis ideas porque no la.s pen.sa- ‘ ron an tes . 359. Me e n c a n t a e s t a r c o n m ucha gen te (recitales, manifestacionc.s). 360. No me p r eo cu pa e n c o n tr a r m e con extraños. 361. Alguien h a t r a t a d o de influir mi mente. 362. He fingido “e s t a r en f er m o ” p a r a evitar hacer algo. 363. Mis preo cu paciones tienden a desap arecer cuando me j u n i o con amigos. 364. Tiendo a a b a n d o n a r lo que estoy haciendo si me sale mal. 365. Me g u sta que la g en te conozca lo que r e alm en te pienso. 366. He tenido períodos en los que m e sentí tan lleno de fuerzn.s (pie no n e ces itab a dormir. 367. S iem pre que sea posible evito e s t a r en u n a m ultitu d. 368. T rato de ev ita r situac io nes de crisis o dificultad. 369. Me considero c apaz de lograr lo que me propongo cu an do oli o.'' creen qu e no vale la pena.. 370. Me g u s t a n las fiestas y reuniones sociales. 371. M u c h a s veces de see p ertenecer al sexo opuesto. 372. No me enojo fácilmente. 373. He hecho a l g u n a s cosas m alas en el pasado que no se las cunió a nadie. 374. La m ay oría de la g e n te puede hacer cosas in corre cta s con inl de lo grar su propósito. 375. Me pongo nervioso cuando la gente me hace p r e g u n t a s pcr.sonales. 376. Me siento incapaz de planificar mi futuro. 377. Me d e s a g ra d a mi forma de ser. 378. G e n e r a l m e n t e m e enojo c u a n d o am igos o f a m i li a r e s me dan consejos. 379. Me golpearon mucho cuaniio era chico. 380. Me molesto cuand o la gente me elogia. 381. Me d isgu sta es cu ch ar a la gente que da sus opiniones acerca de la vida. 382. A m e n u d o he tenido des acuer dos serios con g en te amiga. 383. Sé q ue puedo c o n t a r con la ay u d a de mi familia cu an d o la.s co­ sa s me van mal. 334. Me g u s t a b a j u g a r “a la m a m á ” o “al p a p á “ cu an d o er a niño. 385. No le tengo miedo al fuego. 386. M u ch as veces me he alejado de alguna persona por temor de de­ cir o h a c e r algo de lo que do.^ípués podría a r r e p e n t i r n u \

.\.\2

:I87. :)HH. 3HÍ). 390. 391. 392. 393. 39-1. 3í)r). 39(). 397. 398. 399. •100. •tOl. •102. •103. •lO I. •105. •10(>. •tÜ7. •108. ‘109. •I10. ‘111. •112. *l 13. ■i M. •1 L5. •115. 4 17. 4 18.

A P L I C A C I O N E S D E L M MP l . 2

Sólo puedo e x p r e s a r lo que r e a l m e n t e siento cuand o bebo. Kara vez tengo m o m e n to s de dep resión (de bajoneo). Me h a n dicho con frecuencia q u e tengo mal carácter, Des earía h a b e r podido d e ja r de p reo cu p arm e por cosas que dije y que p u dieron l a s t i m a r los s e n tim ie n to s de a l g u n a s perso nas. Me siento incapaz de c o n tar le a algu ien todas mis cosas. Le tengo miedo a los relám p ag o s. Me g u sta qu e los demás, estén intrig ad os acerca de lo que voy a hacer. Algui\as veces me h a par ecido que las dific ultade s se a c u m u l a ­ b an de tal modo q ue no podía sup e ra r la s . Me da miedo e s t a r solo en la oscuridad. M u c h a s v eces me h a caído m a l s e r i n c o m p r e n d i d o c u a n d o tr a t a b a de ev itar q ue alg u ien se equivocara. I.e tengo miedo a las t o r m e n ta s con m ucho viento. F re c u e n te m e n te pido consejos a o tras per sonas . El futuro es d e m as iad o incierto p ara q ue u n a p erso n a h a g a p la ­ nes im p ortantes. A m enudo, incluso c u a n d o todo me sale bien, sie nto que n a d a me im porta, No le tengo miedo al ag ua. A m enudo tengo que “c o n s u l ta r con la a l m o h a d a ” a n t e s de to­ m a r u n a decisión. A m en u do la gente h a i n t e r p r e t a d o mal mis in ten ciones c u a n ­ do t r a t a b a de a y u d a r la . No tengo dific ultad al tragar. Soy una persona tranq u ila y no me altero fácilmente. Me gu sta com batir a lo.s crim in a le s con sus propias arm as. Merezco u n castigo se vero por mis pecados. Me tomo t a n en serio las preocupaciones que m e cuesta s a c á r ­ m elas de la cabeza. Me m o lesta q ue a l g u i e n m e o b se rv e cu an d o tr a b a jo a u n q u e se pa que lo hago bien. A m en ud o me m o lesta tan to que a lgu ien t r a t e de “colarse” d e ­ lante mío en u n a cola, q ue tengo que decirle algo. A veces pienso que no valgo p a r a nada. Cuando era chico, me hacía “la rabo na” en la escuela. Uno o varios de mis fam iliares son m u y nerviosos. A veces he tenido que s e r d u ro con perso nas groseras o inopor­ tunas. Me preocupo b a s t a n t e por posibles desgra cia s. Tengo opiniones políticas m u y def inidas. Me g u sta ría s e r co rre d o r de automovilism o. Ks correcto b o r d e a r los lím ite s de la ley con tal de no violarla claram ente.

/VNEXO

419.

44:1

Me d e s a g r a d a n t a n t o a l g u n a s p ersonas, que me aleg ro i n t e ­ r i o r m e n t e cu an do les l lam an la atención por nlgo q ue hnn h e ­ cho. 420. Me pone nervioso te n e r que esperar. 421. T ie n do a d e ja r algo q ue deseo h acer porque otros p ien s an que lo en c a r o incorrec ta m e nte. 422. C u a n d o e r a joven me a p a s i o n a b a lo em ocionante. 423. Con fre cuencia me es fuerzo p a r a t riu nfar sobre alg uien que se e n f r e n t a a mí. 424. Me m o le sta que me m ire gen te desconocida, en el colectivo, en los negocios. 425. El h o m b r e q u e m á s tu v o q ue ver conmigo c u n n d o e r a niñ o (como mi pad re, mi p a d r a str o , etc.) fue muy rígido. 426. C u a n d o e r a chico, me g u sta b a j u g a r ni rango y n la soga. 427. N u n c a h e tenido u n a "visión**. 428. V arias veces he cam b iad o de modo de pensar acer ca de mi t r a ­ bajo. 429. N u n c a tomo drogas o p astillas par a dormir, a no sor por o rden del médico. 430. F r e c u e n t e m e n t e l a m e n t o t e n e r mal c a r á c t e r o s e r t a n protestó n. 431. E n la escuela, mis calificaciones en conducta fueron g e n e r a l ­ m e n t e m a la s . 432. Me fascin a el fuego, 433. C u a n d o es toy en u n a situac ió n difícil sólo digo aq u ella parte de la v e r d a d q ue p rob ab lem en te no me vu a perjudicar. 434. Si e s t u v ie r a en dificultades j u n t o con varios am igos que fuera n t a n cu l p a b l e s como yo, prefe riría echarm e la cu lp a a n t e s que d escub rirlo s. 435. A m e n u d o tengo miedo a la oscuridad. 436. C u a n d o u n hom bre e s tá con u n a mujer, g e n e r a lm e n te es tá p e n ­ s a n d o cosas rela c io n a d a s con el sexo de ella. 437. G e n e r a l m e n t e “le ha blo claro” a la gente que estoy in t e n t a n d o c o rre g ir o mejorar. 438. Me a t e r r o r i z a la idea de un terremoto. 439. R á p i d a m e n t e me convenzo po r completo de u n a b u e n a idea. 440. G e n e r a l m e n t e h ago las cosas po r mí mismo, en vez de b u sc ar a alg u ie n q u e me diga como hacer las . 441. S ie n to m iedo cuando estoy en un lugar pequeño y cerrado. 442. A d m ito que a veces me he preocupado sin motivo alg un o por co­ s a s q u e no v alían la pena. 443. No t r a t o de d is i m u l a r mi pobre opinión o lá s ti m a so bre a lg u n a s p e r so n a s . •144, Soy u n a p erso n a de u n a g ran tensión.

444

445.

446. 447. 448. 449. 450. 451. •152, 453. 45-1. •155. •15(1. 457. •158. •159. •KiO. •Kil. •I(>2. •1()3. •164. •l(»5. 466. 467. •168. •169. •170. •17 1. •172. •í7:i. 471. 475. 4/6. 477. 478,

AIMJCACIONES ÜEL MMPI-2

F r e c u e n t e m e n t e h e t r a b a j a d o a las ó r d e n e s de p e r s o n a s que par ecen h a b e r ar re g la d o las cosas de tal modo que ellas son los que reciben el reconocim iento de u n a b u e n a labor y, en cambio, a tr ib u y e n los e rrores a s u s su b o rd in ad o s . A veces me es difícil defen der mis derechos por se r tan reservado. La .suciedad me e s p a n t a o m e d isg u s ta. Vivo u n a vida de e n s u e ñ o s, acerca de la cunl no digo n a d a a nndie. Algunos de mis fam ilia r e s ti e n e n mal cará cter. No puedo h acer bien n i n g u n a cosa. A m en ud o me he se n tid o cu lpable porqu e he fingido m ay or s u ­ frim iento dcl que r e a l m e n t e sen tía . Por regla g eneral de fiendo con t en acid ad mis opiniones. No tem o a las a r a ñ n s . P a r a mí el futuro carece de e s p e ra n z a . Mis f a m i li a r e s y p a r i e n t e s m á s c er can o s se llev an b a s t a n t e bien. Me g u s t a r í a u.snr ro pa cara. La gen te puede b nccrm c c a m b i a r de opinión m uy fácilm ente. incluso en m nterin s en la.s q ue creía te n e r ya u n criterio firme. Ciertos a n im a le s me po nen nervioso. Puedo so p o r ta r tanto dolor como los d em ás. Varias veces he sido el últim o en d a r m e por vencido al t r a t a r de h acer algo. Me pone de mal h u m o r quo la g en te me apure. No tengo miedo a los rato n es. Varias veces n la s e m a n a sie n to como si fuera a s u c ed er algo espnnlo.''o. Me siento ca nsado u n a b u e n a p a r t e del tiempo. Me g u sla a r re g la r las c e r r a d u r a s de las p u ertas. Alg\uin.s veces estoy se g uro de que otro puedo decir lo que estoy pensando. Me g usln leer Icm ns científicos. Temo e s t a r solo en lu g a r e s am plio s y abiertos. Alguna.s veces me siento al bord e de u n a crisis nerviosa. M u ch as por sonns tien en m a l a conducta sexu al. A m enudo he sentid o miedo en p lena noche. Me molesta mucho olvidarm e donde pongo las cosas. La person a hacia qu ien s e n t ía m á s afecto y adm iració n c u an do er a niño, fue u n a m u je r (m a d re , h e r m a n a , tía u otra mujer). Me gu.sian m ás las historias d e a v e n t u r a s qu e las rom án tic as. A vece.s me confundo y no se qu e decir. Soy u na p erso n a poco a g rad ab le. Me gu.stan los dcporlc.s f u ertes como fútbol o rugby. Dete.sto a m i familia.

ANEXO

479. 480. 481. 482. 483. 484. 485. 486. 487. 488. 439. 490. 491. 492. 493. 494. 495. 496. 497. 498. 499. 500. 501. 502. 503. 504. 505. 506. 507. 508. 509. 510. 511. 512.

445

A lg un as p e rso nas piensan que es difícil conocerme, sa ber como soy. Paso m ucho tiempo a solas. Me g u s t a que la gente conozca mi p unto de vi sta cuando hacen cosas q u e me enojan. Me c u e s t a to m a r decisiones. Soy u n a p ersona poco atractiv a. La g en te es poco a m ab le conmigo. A veces siento que no soy tan bueno como los d em ás. Soy “cabez a dura". Me gu stó fum ar m a r i h u a n a . La e n ferm e d ad m en tal es signo de debilidad. Tengo problem as con la droga o el alcohol. Los f a n t a s m a s o es p íritus influyen en la vida de las per sonas, p a r a bien o para mal. Me sie nto d e s a m p a ra d o cu an do tengo que decidir algo iinpor-tan te. Trato de se r paciente aú n cu an do me critican. C ua n do tengo un problema me ay u da el contárse lo n otr a per­ sona. Creo que puedo lograr concretar mis proyectos. Creo que la gente debe “g u a r d a r se " sus pro blem as personales. En es ta e t a p a de mi vida me siento poco tenso o estrc.sado. Me molesta p e n s a r en hacer cambios en mi vida. Mis m ayores problem as son ca usados por la forma de ser de a l ­ guien con quien convivo. Detes to ir al médico a u n cuando estoy enfermo. A u nq u e soy poco feliz, no pu edo hacer n ad a p a r a moiJinc.arlo. C o n v e rs a r acerca de los probl em as es m á s útil q ue lom ar rem e­ dios para resolverlos. Tengo tan a r ra ig a d o s uno o varios malos hábitos que es inúiil l u c h a r contra ellos. Si hay que resolver u n problema, le dejo la iniciativa a los demá.^í. Reconozco que cometo errores pero no creo poder cambiar. Me d i s g u s ta ta n to lo que hago d ia r ia m e n te que qui.
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