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June 18, 2018 | Author: Rocío Barceló | Category: Carnival, Gilles Deleuze, Cartography, Philosophical Science, Science
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Cartograf ías infant iles LUCIANO BEDIN DA COSTA LARISA DA VEIGA VIEIRA VIEIRA BANDEIRA

“Las ciudades son máquinas inmensas”, escribe Guattari (1992, p. 172). Maquinarias de producción de subjetividad, dirigidas por las más diversas líneas de vida, que ora congelan y cristalizan, ora hacen pasar por las brechas y ora revelan signos de primicia. ¿Es posible vivir la ciudad por aquello que en ella huye? ¿Es posible mirar más allá de la miopía de su racionalismo lógico urbanístico? ¿Es posible cartografiar una ciudad con niños y, sobretodo, con infancias? Estas son preguntas guía del proyecto Cartografías artografías infantiles: la ciudad p or el niñ o / la fotografía fotografía por el niño , realizado en la ciudad de Porto Alegre (Brasil) y financiado

por la Fundación Nacional de las Artes (FUNARTE). Este artículo presenta algunos movimientos sobre el proyecto, tomando como referencia la experiencia micropolítica de un taller de fotografía realizada con niños que viven en una comunidad comunidad quilombola1  de la ciudad. El proyecto implica la construcción de un sitio web sobre la ciudad de Porto Alegre, en el que la misma es cartografiada por multiplicidad de narrativas, miradas fotográficas, escritos y dibujos de niños que la habitan. La ciudad como plano estriado (la ciudad “dura” y segmentada, pensada desde una lógica adultocéntrica) es dividida a través de la potencia nómada infantil, trazando líneas de invención para lugares mayoritariamente cristalizados. La concepción de cartografía que utilizamos está pensada a partir de la filosofía de la diferencia, insistiendo en la idea de que los niños son productores de cultura , considerándoles como dispositivos efectivos de creación, movimiento cultural y lanzadores de nuevas maneras de ver y pensar la propia ciudad.

La cartografía como concept o

La cartografía (de la forma en que la utilizamos en este proyecto) es un concepto acuñado por los filósofos franceses Gilles Deleuze y Felix Guattari en su libro Mil 1

 Los quilombolas son descendientes de los esclavos negros cuyos antepasados, en el período de esclavitud, huyeron de sus amos, refugiándose en poblados, convertidos en focos de resistencia, denominados quilombos. (N. del T.)

m esetas: capit alismo y esquizofrenia  (1980), en un intento de mapear y

acompañar los múltiples territorios que componen la vida y que se entrelazan a las formas de vivir. El concepto, oriundo del campo geográfico, es transpuesto al campo de la filosofía y subjetividad, mostrándose como un dispositivo de análisis y creación de realidad. Con la cartografía, lo que llamados realidad  es algo a construir, y no simplemente constatado. Se rompe, así, con la lógica positivista de investigación, ya que el investigador (también llamado cartógrafo ) no es únicamente el observador neutro y pasivo. El cartógrafo sabe que está interfiriendo en el medio que cartografía, y su interferencia es vivida y denotada como algo importante. Sabemos, a través de Deleuze y Guattari (2004, p. 83), que la vida se compone de segmentaciones; somos segmentados por todos los lados y desde todas las direcciones, en líneas que pertenecen a todos los estratos que representan la vida. Cuando hablamos de líneas, estamos hablando de fuerzas procedentes de múltiples espacios y situaciones: líneas sociales, económicas, afectivas, institucionales, fabulatorias, retentivas, etc. Entrecortados y balanceados en este océano de líneas, habitamos una ciudad, trabajamos, vivimos nuestra vida doméstica, transitamos por calles y espacios privados, disfrutamos de placeres cotidianos, reflexionamos y jugamos. Ante esto, podemos pensar la cartografía como una estrategia de análisis de este mundo que nunca se detiene, que se encuentra siempre en vías de crearse y destruirse, en líneas que traman paisajes y que a veces los desacomodan también. Boaventura dos Santos (2002, p. 48) escribe: “Cada método es un lenguaje, y la realidad responde en la lengua en que la pregunta fue formulada.” La cartografía –aunque no sea un método por excelencia– coloca delante de la realidad a cartografiar-investigar otra categoría de pregunta. La primera pregunta, según Deleuze y Guattari (1995; 2004), recae sobre las líneas de invención, también denominadas “líneas de fuga”. El cartógrafo inicialmente se apoya en estas líneas de creación, a las que la cartografía formulará sus primeras interpelaciones. Cualquier territorio (afectivo, geográfico, social, sentimental,

urbano, deseoso, etc.), por más sobrecodificado y cristalizado que parezca, es tejido por líneas de invención. Por consiguiente, el cartógrafo debería poner su mirada y cuerpo vibrátil (Rolnik, 2008) al servicio de estas fuerzas que fuerzan al territorio a salir de su propio ensimismamiento, en movimientos que son, en su mayor parte, minúsculos y microscópicos. El cuerpo vibrátil del cartógrafo es un cuerpo en vibración, cuerpo que se contagia de otros cuerpos a su alrededor, cuerpo sensible que captura y filtra sensibilidades, más allá y más acá de aquello que se ha concedido o que parece obvio. (Parque Moinhos de Vento/Parcão. Mirada fotográfica de los niños de Areal.)

Hódos-met á: revertiendo el mé todo

Si tenemos en cuenta la etimología de la palabra método  (metá-hódos ), veremos que se trata de un camino ( hódos ) determinado por las metas (metá ) establecidas para recorrer el mismo. De acuerdo a Passos, Kastrup, Escóssia (2009, p. 11), “la cartografía propone una reversión metodológica: transformar el méta-hódos  en hódos-metá . Dicha reversión consiste en una apuesta de experimentación del

pensamiento (un método no para ser aplicado, sino para ser experimentado y asumido como actitud). No se renuncia al rigor (...) El rigor del camino, su precisión, está más cerca de los movimientos de la vida (...)”. Ante esta cita, percibimos que en una cartografía el investigador-cartógrafo proyecta sus pasos a medida que recorre su campo (no sabe de antemano lo que aparecerá en su camino, cuáles serán los encuentros que tendrá y lo que estos mismos encuentros podrían acarrearle). El cartógrafo es amante del azar y de las cosas inusitadas. Está abierto al azar que su campo le ofrece, siendo él también una fuerza envuelta entre las múltiples fuerzas que configuran el territorio o territorios a ser cartografiados (así como el territorio-ciudad cambia, él también cambia). El cartógrafo ensucia sus manos

El investigador-cartógrafo, siendo también parte de la geografía que ocupa, es objetivo y agente de interferencias. En este sentido, la cartografía es una práctica de investigación “sucia”, distante de la asepsia y la limpieza que proponen los métodos más positivistas. El cartógrafo, al estar implicado en su propio

procedimiento de investigación, no consigue (y no desea) mantenerse neutro y distante (de ahí el sentido de suciedad aplicado a su práctica). Él se mezcla con lo que investiga y esto forma parte de su cartografía. La cartografía se ocupa de los caminos errantes, siendo susceptible a contaminaciones y variaciones producidas durante el mismo proceso de investigación. La postura de aquél que investiga se vuelve diferente: se puede decir que, como cartógrafos, no recolectamos datos, los producimos (y siempre colectivamente). La cartografía es siempre fruto de una producción colectiva: aunque sea pensada por uno o dos sujetos específicos (como en el caso del proyecto Cartografías infantiles ), son innumerables los agentes que pondrán esta cartografía en movimiento. En lugar de cuantificar y contabilizar estos agentes, la cartografía invierte en aquello que los pone en relación a través de encuentros. Cartografía encuentros, siendo, igualmente, un agente productor de estos mismos. (Encuentro en la comunidad para ver las fotografías. Mirada fotográfica de los niños de Areal.)

Con ojos de la duda: la ciudad cartográfica (Parque Moinhos de Vento/Parcão. Mirada fotográfica de los niños de Areal.)

Una ciudad está conformada por lenguajes e imágenes. Está compuesta por sensaciones huidizas que escapan a nuestras miradas, que no encuentran en la boca de la ciencia y de la gramática palabras que puedan describirlas. Ante ello, cabe preguntar: ¿Cuáles son las cuestiones que formulamos a nuestros territorios? Diríamos, haciendo uso del referencial cartográfico, que nuestras cuestiones no provienen sencillamente de “nuestra cabeza”, sino que nos cuestionamos a medida que establecemos relaciones con los demás y con el mundo. Nosotros solamente indagamos acerca de una ciudad cuando algo de ella entra en contacto con nosotros y nos hace cuestionarla. Es necesario, por tanto, el contagio con el mundo para que el mundo nos haga pensar y salir de nuestro lugar. No obstante, salir de este lugar no significa desplazarse mecánicamente: se trata de otro tipo de desplazamiento. Estamos hablando del desplazamiento de las ideas acabadas, de aquello que está naturalizado, que parece ser siempre “así mismo”, ungido por obviedades, sin sorpresas o encantamientos. El ejercicio

cartográfico necesita tener aquello que Nietzsche (1988, p.50) denomina “mayor beneficio de la vida”, el placer por el valor del matiz y la sutileza, de aquello que escapa a las categorías cerradas y absolutas (además, el gusto por lo absoluto sería, según el filósofo, el peor de los gustos). Ante los elementos más endurecidos y cristalizados de una ciudad (sus normas, estandarización, sentidos dados, todo aquello que es conocido y naturalizado), es necesario desarrollar otra sensibilidad, próxima a aquello que Nietzsche (1988, p. 28) denomina “ojos de Copérnico”, impulsado por la sospecha y condenado a, sobre todo, inventar nuevas miradas.

El Areal da Barone sa

 Tras este rescate conceptual, hablaremos ahora de una experiencia cartográfica que marcó profundamente nuestro proyecto. (Los niños de Areal. Mirada fotográfica de observadora externa del proyecto.)

Los niños que participaron en el taller de Parcão (Parque Moinhos de Vento) residen en el quilombo del Areal da Baronesa, situado en el barrio Cidade Baixa, en Porto Alegre. En el lugar son aproximadamente 80 familias que viven en una de las últimas “avenidas” de la región, la Luís Guaranha, históricamente ocupada por familias de raza negra. En esta comunidad los niños viven relaciones de auxilio mutuo y de protección colectiva de la infancia que caracterizan el residir en las casas de la avenida. Para Olavo Ramalho Marques: El Quilombo de Areal, situado en la avenida Luís Guaranha (frontera entre los barrios Menino Deus y Cidade Baixa, próximos al centro de la ciudad), desafía la idea de que las relaciones sociales en la ciudad deberían ser cada vez más impersonales, homogéneas e individualizadas. Nos encontramos delante de un grupo que demuestra, en su práctica social, que las formaciones étnicas e identidades territorializadas pueden permanecer y ser fortalecidas en el medio urbano. En la avenida Luís Guaranha persiste una formación identitaria territorializada, arraigada en el territorio histórico, imaginario y mítico del Areal da Baronesa. La comunidad se identifica como una reminiscencia viva de lo que fue un antiguo lugar de residencia de estratos pobres, ex esclavos y esclavos libertos, paulatinamente descaracterizado durante el siglo XX. (Marques, 2005)

A partir de la Constitución federal de 1988, cuando fue reconocido el derecho a la propiedad de la tierra que ocupaban, los quilombos urbanos se convirtieron en territorios de resistencia y espacio étnico que luchan por la manutención de esas comunidades en el tejido urbano. Entre las actividades promovidas por la Asociación Comunitaria del Quilombo de Areal, destaca un proyecto musical denominado Bateria Mirim Areal do Futuro, formado por 70 niños y jóvenes de 5 a 16 años que ensayan regularmente la música y ritmos carnavalescos. El encuentro con esos niños ocurrió en febrero del 2011 a través de una invitación colocada en páginas web para el carnaval que se celebra en el barrio Cidade Baixa. Tras contactos telefónicos con los representantes de la comunidad, fuimos invitados a participar en los preparativos y a asistir al desfile en la calle Sofia Veloso (donde se celebra el carnaval). Zonas de intercambio-contam inación-mezcla-intervención

La superficie del rostro es tan extraña como la membrana que reviste el corazón. (Costa, 2010,

p.42) (Los niños de Areal en el carnaval. Mirada fotográfica de la fotógrafa que acompaña el proyecto.)

El primer movimiento fue de aproximación al grupo. Movimiento de intensa observación y contaminación. Nuestras miradas y las de los niños. Nosotros, desacomodados en aquel territorio hasta entonces desconocido, territorialidad acribillada por luchas de la comunidad negra, encharcado por una historia viva y vívida por reconocimiento social y cultural, zona de convivencia entre generaciones diversas. Estar allí nos hablaba de esta cartografía de nosotros mismos. Estábamos casi en el corazón de Cidade Baixa (barrio de inmensa circulación y habitado diariamente por nuestros hábitos culturales) y, al mismo tiempo, arrojados a otra ciudad dentro de nuestra ciudad habitual. En este extraño juego de extrañamiento, fuimos inmediatamente tragados y conquistados por este diminuto lugar cuya racionalidad urbana se ve imposibilitada a desalojar a sus habitantes. Los niños observándonos, percibiendo nuestro extrañamiento y

entrañamiento  con las calles, los matices y el ritmo de Areal. Y en los cruces de

estas miradas, la constitución (a nosotros) microscópica de zonas de intercambiocontaminación-mezcla-intervención de la ciudad en sus fisuras y diferencias. Mezclándonos con los niños en las actividades que antecedían al desplazamiento hasta el lugar de presentación, vimos y fotografiamos el maquillaje, los últimos ajustes de los disfraces y la afinación de los instrumentos. Caminamos por pequeñas calles y callejones que cruzan Areal y que son atravesados constantemente por los niños durante los preparativos para el carnaval, y son esos los mismos espacios donde diariamente juegan y circulan bajo la mirada de la comunidad, propiciada por la organización del trazado aparentemente caótico de sus líneas de acceso. Este primer movimiento derivó en el proyecto de un taller que tendría lugar en el Parque Moinhos de Vento (Parcão), sitio (re)conocido por la macrocultura de la ciudad, pero, para nuestra sorpresa, desconocido para la gran mayoría de los niños del quilombo. Y así partimos –nosotros y los niños– hacia nuestra cartografía. El segundo movimiento fue de desplazamiento, no sólo geográfico (seis kilómetros separan Areal del Parque Moinhos de Vento), sino, sobre todo, de miradas y expresiones. En el microbús alquilado por el proyecto, recorríamos la ciudad con miradas desplazadas: miradas de los niños hacia ese lugar aún no visto, miradas nuestras hacia estas miradas inéditas; esto por no hablar del desplazamiento de las miradas de aquellos que habitualmente utilizan el parque para el ocio y el deporte. El Parque Moinhos de Vento (Parcão) tiene sus espacios estructurados pedagógicamente con el fin de garantizar la práctica del ocio y de actividades deportivas a los habitantes de uno de los barrios con mayor valor inmobiliario de Porto Alegre. Al estar localizado en un espacio urbano privilegiado, la invitación a transitar en sus espacios acaba restringiéndose a los residentes de su entorno. Los niños, al momento de llegar, se organizaron en dos grupos y cada grupo eligió recorridos distintos para el reconocimiento del territorio nuevo que se inauguraba para ellos aquel día. Las pocas cámaras fotográficas disponibles eran usadas colectivamente. En los trayectos errantes, los objetos, personas y animales que allí estaban, eran objetivo de la mirada, del disparo, del clic. Además de fotografiar, el

parque era para ellos un lugar para explorar y jugar. Después de la exploración y del registro fotográfico, lo nuevo e interesante era lo que aquel otro lugar de la ciudad representaba para el encuentro. Los espacios para jugar, los equipamientos de ocio, los columpios y la tirolesa eran los elementos que favorecían el paso de los niños por el parque y lo reactualizaban delante de aquellos que lo utilizaban por primera vez. Tímido, con la cámara en la mano, un niño se acerca al grupo y pregunta: “¿Puedo sacarle una foto a este perro?” Un compañero, aprovechando la ocasión, responde traviesamente: “Será mejor que le preguntes al bicho a ver si no le molesta.” Y entonces todos sonreímos en aquel lugar común conquistado por nosotros. En un tercer movimiento con los niños de Areal, que sucedió en la propia comunidad, fueron expuestas las fotografías del taller. Este tercer movimiento fue de acogida: acogida hacia nosotros como compañeros que compartimos una visita en territorio desconocido. La sensación era que firmábamos, de hecho, una especie de pacto cartográfico. Nuestra intención era desencadenar narrativas a partir de los registros fotográficos, adentrarnos en las líneas narrativas como otra posibilidad cartográfica. Las fotografías extendidas sobre la mesa fueron organizadas por los niños desde diferentes ángulos de narración. Inicialmente se dio una narrativa más lineal, que contaba los tiempos, los movimientos y cruces desde el primer encuentro. Otros niños se unieron al grupo. Era sábado, final de verano. Circulación intensa de los niños de Areal por su principal avenida. La puerta abierta de la Asociación era también una invitación a nuevas miradas ante aquellas fotos que se mostraban como trazos de aquellos recorridos y juegos otrora vividos en aquel lugar tan cercano y a la vez tan lejano. Sospechábamos que, además de aquellas imágenes y narraciones, estábamos delante de una cartografía afectiva, de pequeños mapas afectivos que a veces se encontraban y otras veces se lanzaban al despropósito. Indagaciones sobre el lugar visitado, sobre la tarde del carnaval. Fotografías testificando un hecho real ya empapado de fantasías. Nos dimos cuenta de que estábamos todos delante de un rastreo especial: no sólo el rastreo de los recorridos y acontecimientos del paseo, sino también de los caminos de la propia investigación y de los contornos singulares que Areal y el Parcão ganaron con las miradas de aquellos niños.

El último movimiento interesante de aquella experiencia se refiere a la propia noción de autoría. Antes de partir, era necesario decidir quién se quedaría con las fotografías. Nuestra hipótesis era que cada uno se quedaría con las fotografías que había tomado. Pero la organización colectiva, afectiva y las prácticas sociales del Quilombo de Areal contribuyeron, quizás, a que se abriera otra posibilidad. Los niños –herederos y productores de la historia de aquel territorio– optaron por dejarlas bajo el cuidado de la vecina más antigua de Areal –Doña Sónia–, que conoció a los padres y abuelos de todos ellos. Las fotografías se encuentran bajo el dominio de aquella que, con seguridad, es la memoria viva más potente de la comunidad. Además, cuando estábamos discutiendo las fotografías, nos sorprendió la postura colectiva de los niños. La mirada del grupo se dirigió, no hacia la autoría individual de cada fotografía, sino hacia aquello que colectivamente logró producirse. El lugar, capturado por diferentes individuos de forma repetida o fotografiado de forma inusitada, es asumido como motivo de conexión entre lo público y lo privado, entre lo individual y lo colectivo, entre lo único y lo múltiple. Estábamos todos allí intentando producir un registro más con todos aquellos registros que pululaban. No una cartografía del Parque Moinhos de Vento, sino de los vientos que nos llevaron al grupo y de los efectos de aquel intenso encuentro. ¿Qué es lo que queda de una experiencia cartográfica?

La narrativa de un taller realizado por el proyecto Cartografías infantiles  nos permitió mirar hacia esta experiencia a través de sutiles lentes micropolíticas. Al encaminarnos a la ciudad a través de las líneas de la infancia, esta misma ciudad se fue abriendo y mostrándose de forma singular e inusitada a nuestras miradas hasta entonces “acostumbradas”. Bajo la mirada del urbanismo o de una geografía macropolítica, todo se mantiene exactamente en su sitio. Un transeúnte cualquiera dirá que nada ha cambiado después de nuestra experiencia cartográfica: es la “misma” ciudad, el “mismo” parque, los “mismos” árboles, el “mismo” tráfico de coches, los “mismos” niños, la “misma” comunidad quilombola, los “mismos” investigadores. Todavía, al preguntarnos acerca de lo que ha pasado, lanzamos a la supuesta falta de variación un campo de

posibilidades no vivido hasta entonces. La ciudad –o por lo menos un a  de las ciudades posibles en esta gran maquinaria que responde al nombre de ciudad– gana nuevas imprecisiones en sus acostumbrados contornos. Y entonces somos tentados a afirmar que cartografiamos incluso con estos restos de casi nada y que, a fin de cuentas, aquel que cartografía está, en realidad, cartografiándose a sí mismo. LUCIANO BEDIN DA COSTA

Psicólogo, doctor en Educación por la UFRGS y profesor de Psicología por la Sociedade Educacional Três de Maio (SETREM) y la Facultad Novo Hamburgo IENH. Imparte talleres y disciplinas relacionados con el uso de la cartografía como dispositivo de investigación-intervención. Es uno de los coordinadores del proyecto Cartografías infantiles  / Funarte.

LARISA DA VEIGA VIEIRA BANDEIRA

Académica del curso de pedagogía de la Universidad Federal de Río Grande del Sur. Es una de las coordinadoras del proyecto Cartografías infantiles  / Funarte.

Bibliografía

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Universidad Federal de Río Grande del Sur (UFRGS), Facultad de Educación, 2010. DELEUZE, Gilles: Abecedá rio de Gilles Deleuze . Registro de Vídeo. París: Éditions Montparnasse (1988). DELEUZE, G.; PARNET, C.: Diálogos . São Paulo: Escuta, 1998. DELEUZE, G.; GUATTARI, F.: M il Platôs: capita lismo e esquizofrenia . Vol. 1. Río de

 Janeiro: Ed. 34, 1995.  ________: M il Platôs: capitalismo e esquizofrenia . Vol. 3. Río de Janeiro: Ed. 34, 2004. GUATTARI, Felix: Caosmose . Río de Janeiro: Ed. 34, 1992. PASSOS, Eduardo; KASTRUP, Virgínia; ESCÓSSIA, Liliana da: Pistas do método da cartografia: Pesquisa-intervenção e produção de subjetividade . Porto Alegre:

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http://www.cohre.org/store/attachments/Boletim-Dezembro-05-Portugues.pdf . NIETZSCHE, Friedrich: Além do bem e do m al . São Paulo: Hemus Editora, 1988. PROC. Nº 2212/08 / PLL Nº 070/08. Disponible en: http://200.169.19.94/processo_eletronico/022122008PLL/022122008PLL_PROJ ETO_37813160_863.pdf . ROLNIK, S.: Cartografia sentimental: t ransformações contem porâneas do desejo . Porto Alegre: Editora da UFRGS, 2008. ROMAGNOLI, R. C.: “A cartografia e a relação pesquisa e vida ”. Revista Psicologia & Sociedade, 21 (2): p. 166-173, 2009. SANTOS, B.: Um d iscurso sobre as ciências . Porto: Afrontamento, 2002.

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