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January 20, 2019 | Author: Andres Bustos | Category: Forests, Leaf, Colombia, Trees, Biodiversity
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César Parra A. Verónica Botero F. María Claudia Díez G. 2010

Este documento es parte del proyecto “Plan de Conservación para la especie amenazada roble negro en los los ecosistemas de interés interés del departamento del Huila” (Convenio CAM-UNAL) y del proyecto de investigación “Mecanismos de regeneración del roble negro ( Colombobalanus excelsa) en la cordillera oriental colombiana” - 1118-452-21128 de 2008 (Colciencias-UNAL-CAMFundación Natura)

Este documento es parte del proyecto “Plan de Conservación para la especie amenazada roble negro en los los ecosistemas de interés interés del departamento del Huila” (Convenio CAM-UNAL) y del proyecto de investigación “Mecanismos de regeneración del roble negro ( Colombobalanus excelsa) en la cordillera oriental colombiana” - 1118-452-21128 de 2008 (Colciencias-UNAL-CAMFundación Natura)

La mayor concentración de bosques naturales en el departamento del Huila, se localiza en las zonas altas de las cordilleras central y oriental, en especial en el área sur y occidente del departamento. Parte de esa masa boscosa se encuentra en las Reservas Forestales de la cordillera oriental y central (Ley 2ª de 1959), en las Áreas Protegidas del Sistema de Parques Nacionales (PNN Cueva de los Guácharos, Serranía de los Churumbelos, Puracé y Nevado del Huila), así como también en las áreas pertenecientes a los parques naturales de carácter regional (PNR Corredor Biológico Guácharos –  Puracé, Cerro Páramo de Mira Flores, La Siberia, Cerro Banderas –  Ojo blanco y Serranía de Las Minas) y a los parques municipales (PNM Pitalito, PNM Acevedo y PNM Palestina, Algeciras, Argentina, etc.). El aporte de las áreas protegidas de carácter regional y municipal ya supera las 300.000 has (grupo ARC0, 2009). Las zonas dedicadas a la conservación del bosque, también provienen de iniciativas de la sociedad civil, en reservas privadas (Yalcones, El Oso, La Riviera, Pompeya), y en predios adquiridos por los municipios para la conservación de fuentes hídricas abastecedoras de acueductos como Ceibas, Guachicos, Guarapas, Timaná, etc.).

A pesar de estos esfuerzos de conservación, existen amplias zonas boscosas localizadas en la cordillera oriental y en la serranía de Peñas Blancas, que incluyen bosques de robles que no han sido amparados bajo ninguna categoría de protección, salvo la identificación como áreas prioritarios de conservación dentro del departamento (SIRAP- Huila, 2002). Los bosques de robles presentes en el departamento, se localizan desde la zona subandina o premontana (1400 m.s.n.m), hasta las regiones andinas y alto andina (2800 m.s.n.m), conformando varios tipos de comunidad boscosa de acuerdo a la oferta ambiental. Se destaca entonces, las comunidades de roble con dominancia de esta especie que los convierten en bosques casi homogéneos, zonas de transición de robledales a bosques heterogéneos y bosques heterogéneos, donde predominan las comunidades de laurales, con presencia de especies como el Balsero, Amarillo, Comino y Jigua, entre otros. Para los sistemas montañosos caracterizados dentro del SIRAP, los bosques localizados sobre la serranía de Peñas Blancas o cuchilla de San Marcos, pertenecen a comunidades de roble negro, distribuidas en los territorios de los municipios de Acevedo, Palestina, Pitalito, Timaná y Suaza, con presencia de algunos individuos de roble blanco hacia las zonas más altas de la serranía- Se encuentran desde bosques poco intervenidos hasta bosques secundarios, pero predominan los bosques con intervención intermedia.

En Colombia existen varias especies conocidas comúnmente como roble, pero las dos únicas especies pertenecientes a la Familia botánica de los verdaderos robles (Fagaceae), presentes en nuestro país y en toda sur América son Quercus humboldtii (roble común o roble blanco) y Colombobalanus excelsa (roble negro, roble morado o robla).

El descubrimiento de la segunda especie de roble para nuestro país, efectuado por el ingeniero forestal Jesús Henao en 1979, con fundamento en muestras fértiles colectadas en el Parque Nacional Natural Cueva de los Guácharos, fue considerado como un “gran hallazgo”, debido a que para la época solo se conocían dos especies de este género, y estaban localizadas exclusivamente en el sudeste asiático. Su localización en Colombia, corresponde a áreas muy distantes, en los departamentos de Valle del Cauca, Santander, Huila y Antioquia, conformando bosques donde la especie roble negro es la más importante en términos de abundancia, frecuencia y dominancia, lo cual es típico de los otros bosques de roble del mundo.

Los bosques de roble negro del departamento del Huila, constituyen una de las zonas más importantes de los últimos bosques subandinos existentes en nuestro país localizados en los valles interandinos del Magdalena, debido a su área de distribución y estado de conservación.

La especie C. excelsa, es exclusiva de nuestro país y sus bosques albergan varias especies de fauna silvestre clasificadas en alguna categoría de riesgo; mamíferos como oso de anteojos (Tremarctos ornatus) y danta de páramo (Tapirus pinchaque) y varias especies de aves como Atlapetes (Atlapetes fuscoolivaseos - también endémica para Colombia), Xenopipo flavicapila y Anthocephala florisceps, son un buen ejemplo de esta condición.

Los bosques que conforma esta especie, tienen una fuerte presión debida al aprovechamiento de su madera para tutores de cultivos que requieren emparrado y postes para cercas; adicionalmente, el auge que ha tenido el café en los últimos años (particularmente en el departamento del Huila) y otro tipo de cultivos, han generado la disminución del área ocupada por estos bosques, agravando los procesos de fragmentación y riesgo para la especie.

Aunque existen grandes esfuerzos institucionales y comunitarios para la conservación de los bosques de roble negro, a través de la declaratoria como áreas protegidas, muchas zonas no están aseguradas para la conservación y están expuestas a la transformación de sus bosques en áreas de cultivo. Adicionalmente, existen otras situaciones de orden natural, que pueden estar afectando sus posibilidades de sobrevivencia. A diferencia de los bosques de robles de Norte y Centro América, el conocimiento sobre los bosques de roble en Colombia apenas se está desarrollando. Las investigaciones realizadas principalmente en bosques de roble blanco, se han centrado básicamente en caracterizaciones tanto de la flora como de la fauna asociada. Aunque se han desarrollado estudios sobre la estructura de la vegetación, aun no se cuenta con información suficiente en este tema que permita adelantar ejercicios completos de silvicultura (Sáenz, 2008). El estado del conocimiento para roble negro es mucho más precario.

Familia:  Fagaceae Nombres comunes:  roble negro, roble morado, roble rosado, robla Género: Colombobalanus Especie: Colombobalanus excelsa (Lozano, Hern. Cam & Henao S.) Nixon

Crepet Sinónimos: Trigonobalanus excelsa

(Lozano, Hern. Cam & J. E. Henao S.)

&

Por su aspecto general, su gran porte y su follaje, C. excelsa fácilmente se puede confundir a primera vista con la otra especie de roble existente en Colombia, el Quercus humboldtii. Esta situación, unida a no haberse detectado material fértil, explica por qué una especie tan llamativa no había sido descubierta con anterioridad. (Hernández J. et al, 1981). Se trata de árboles emergentes de 20 a 40 metros de altura, copa globosa a irregular y fuste recto, cilíndrico, en gran proporción libre de ramas y más de un metro de diámetro, con pequeñas raíces tablares. Su corteza es lisa es estado juvenil, con gran cantidad de lenticelas (estructuras para el intercambio de gases), dispuestas en grupos lineares de manera horizontal. Cuando el árbol es adulto, la corteza se desprende en grandes placas irregulares. Nota: La foto superior muestra la corteza de árbol adulto de roble blanco y la foto inferior la corteza de árbol adulto de roble negro

Hojas simples de 8 a 18 cm de largo por 3 a 8 cm de ancho; textura coriácea (apariencia de cuero), pero de consistencia menos rígida que en Quercus, dispuestas en espiral, generalmente con margen aserrado en el tercio superior; los nervios o venas secundarias pueden ser alternos o casi opuestos y llegan hasta el final de la hoja. Cuando las hojas son jóvenes presentan vellos y pasan de tonos rojizos a verdes muy claros y luminosos (verde limón), característica distinguible desde larga distancias cuando las hojas son maduras toman un color verde muy oscuro, incluso en tonos más intensos que el roble blanco. Una característica importante de las hojas es que presenta estípulas (estructuras que parecen hojas muy pequeñas localizadas en la base de la hoja), libres e inter peciolares, más o menos persistentes, en especial en los tallitos jóvenes. Nota: La foto superior muestra la hoja completa de roble negro y la foto inferior muestra detalla el margen.

Cada árbol de roble negro presenta tanto flores masculinas como flores femeninas en ramos separados.

Las flores masculinas se agrupan en espigas axilares de 13 a 18 cm de longitud y en posición erecta (no pendulares como en Q. humboldtii), localizadas en el extremo de las ramas, en algunos casos por debajo de las flores femeninas.

Las inflorescencias femeninas están dispuestas en ramos en forma de panículas de hasta 13 cm, con flores sésiles (sin pedúnculo) dispuestas en estructuras de base amplia conocidas como cúpulas.

Nota: La foto superior muestra la hoja completa de roble negro y la foto inferior muestra detalla el margen.

Los frutos del roble, se disponen sobre cúpulas erectas, escamosas, con tres o más lóbulos. Las cúpulas que sostienen los glandes (semillas) de forma subtriangular, tienen una base truncada y un tamaño aproximado de 8 a 11 mm de longitud; las semillas son de forma triangular debido a la compresión mutua dentro de cada cúpula. La cubierta exterior de la semilla es de textura coriácea con tomento ferrugíneo, y sus cotiledones están plegados interiormente. Son oleíferos y asimétricos, sin una cantidad apreciable de reserva. La posición de los cotiledones, es por encima del sustrato en el proceso de germinación (del tipo epigea o fanerocotilar (Hernández et al., 1981)).

Es una especie exclusiva de Colombia, donde sólo se había registrado en tres zonas del país, hasta el año 2006. Estas áreas corresponden al Parque Nacional Natural Farallones de Cali y la zona cercana al municipio de Jamundí (departamento del valle del Cauca), al Parque Nacional Natural Cueva de Los Guácharos (Huila) y al corregimiento de Virolín del municipio de Charalá (Santander). Según lo establecido en el libro rojo de especies vegetales amenazadas de Cárdenas y Salinas (2006), sólo se ha registrado a altitudes entre 1500 y 2200 m. Aunque los estudios recientes, cuentan con registros de distribución desde los 1400 hasta los 2050 metros. Recientemente se ha reportado una nueva área de distribución en el norte del departamento de Antioquia, entre los municipios de Amalfi y Anorí, aunque su allí su presencia no tiene las mismas características de dominancia que exhibe en las otras tres localidades.

Para el departamento del Huila, se determinó que el área de distribución potencial del roble negro en los municipios de Acevedo, Palestina, Pitalito, Timaná y Suaza, corresponde a un área aproximada de 40.000 hectáreas, confirmando que se trata de la población de roble negro más grande del país (Botero, et al., 2010). El robledal negro se presenta principalmente en el flanco occidental de la cordillera oriental y en los dos flancos de la serranía de Peñas Blancas o La Ceja. También se encuentra en algunos sectores del Macizo Colombiano, en límites de los municipios de Pitalito y San Agustín. La presencia de árboles aislados y dispersos es escasa. En algunos relictos de vegetación natural, situados en fragmentos grandes (superiores a 100 has), el robledal conforma unidades plenamente diferenciables debido a su porte, follaje y color, pero no ocupa toda el área del fragmento, debido principalmente a acciones de transformación de tipo antrópico y posibles limitaciones para su establecimiento. No se registró su presencia en sistemas montañosos cercanos a las áreas ya descritas, como son el Cerro San Luis y Serranía de Chillurco, aislados de la serranía de Peñas Blancas por el valle de Laboyos –  sur del departamento.

Esta especie forma consociaciones en zonas con fuertes pendientes y por lo general, en zonas adyacentes a bosques de roble blanco (Quercus humboldtii). Dentro de las observaciones varias, realizada durante 1980, se establece que C. excelsa es exclusivo de los bosques del piso térmico templado. El clima caracterizado para la estación meteorológica del PNN Cueva de Los Guácharos, demuestra que el clima es isotérmico y muy húmedo. La temperatura media anual es de 15.4°C; la precipitación media anual es de 2996 mm, con máximos valores en mayo y mínimos en enero. En todos los meses la nubosidad predomina, con un promedio anual de 24% y la humedad relativa mensual fluctúa entre 86% y 92% (Hernández J. y otros 1980).

Según Hernández y otros (1980), las plántulas de C. excelsa tienen preferencia heliófilas al igual que en Quercus humboldtii y que la propagación por semilla es abundante, aun cuando una proporción grande de los frutos examinados resultan vanos. Desde el punto de vista reproductivo, se comprueba que rebrota a partir de tocones, así como a partir de las raíces. Los síndromes de polinización establecen que en el caso de Colombobalanus, su polinización es probablemente por viento, según lo indica la morfología floral (Nixon & Crepet, 1989; Nixon, 2008). Posiblemente la dispersión de semillas tiene lugar principalmente por acción de la gravedad, favorecida por el desprendimiento de frutos por acción de animales arborícolas y algún acarreo a poca distancia por animales o como consecuencia de fuertes lluvias (Hernández et al., 1981). Las semillas son comestibles y cuando están crudas su sabor recuerda el de las semillas del “pino piñonero” (Pinus pinaster) y el del maní ligeramente tostado (Hernández et al., 1981). Los frutos o balanos son consumidos por la “paloma collareja” (Columba fasciata albilinea Bonaparte) y por la “lora perica maicera” [Pionus chalcopterus chalcopterus (Fraser)], y probablemente por otras aves, ardillas [ Sciurus granatensis candelensis (J. A. Allen) y Microsciurus p. pucheranii (Fitzinger)] que comúnmente comen los frutos de Quercus (Hernández et al.,

1981).

Se hicieron observaciones fenológicas por uno de sus autores (J.H.S.) en las poblaciones del sur del Huila, desde septiembre de 1978 hasta la segunda quincena de junio de 1979. El estudio describe que la especie C. excelsa pierde su follaje pero con menos intensidad que Q. humboldtii. El proceso se observó en la segunda quincena de septiembre en la parte alta de las copas de los árboles y afectando menos del 25% del follaje. Como esta pérdida de follaje no es cuantiosa; los árboles no pierden su aspecto sempervirente, y no es preferencial sobre determinados sectores de las copas, pero sí más pronunciada en los árboles que tienen mayor exposición al viento. El follaje no presenta cambio de tono antes de las desprenderse, mientras que cuando está tierno es amarillento. Respecto a la floración, después del periodo de reposo reproductivo, se inicia la floración hacia la segunda quincena de agosto, y es un proceso notablemente más prolongado que en Q. humboldtii, pues se extiende hasta la primera quincena de enero. En la primera quincena de septiembre todos los árboles presentan flores y abundantes inflorescencias masculinas caen al suelo; en la segunda quincena de octubre hay evidencias de fructificación. En diciembre se observó otra generación de flores en los mismos árboles.

La fructificación probablemente sobreviene hacia finales de octubre o comienzos de noviembre, y se observa gran afluencias de aves frugívoras hacia la segunda quincena del mismo mes. En la segunda quincena de febrero se nota gran cantidad de frutos caídos, aunque quedan algunos en los árboles hasta el siguiente mes. En general, se observó que el desarrollo de los frutos coincide con la tendencia hacia la disminución de las lluvias y el comienzo del incremento mensual de éstas. (Hernández et al., 1981).

Aunque los robledales negros se localizan en una región de alta presión y ocupación humana, aun contienen una singular biodiversidad que incluyen una amplia lista de especies endémicas, casi endémicas y migratorias, pertenecientes a varios grupos biológicos (mamíferos, aves, reptiles, plantas y hongos), muchas de ellas con altos niveles de amenaza. Aun así, los estudios ecológicos sobre la especie roble negro son escasos y recientes. En el caso de los mamíferos, algunos trabajos recientes de monitoreo realizados en el sur del Huila a través del proyecto Biomacizo, Proyecto Corredor Biológico PNN Cueva de los Guácharos –  PNN Puracé y WWF, reportan la presencia de oso andino (Tremarctos ornatus) y danta de páramo (Tapirus pinchaque) en áreas continuas de vegetación, tanto de bosques mixtos como de robledales. Las aves son el grupo biológico con mayor avance en la investigación sobre la oferta de hábitat en el bosque de roble negro, particularmente para el departamento del Huila, con estudios realizados por el Instituto Alexander von Humboldt, el programa de Biología de la Conservación de CENICAFÉ, algunos trabajos de tesis y las caracterizaciones biológicas de los grupos de monitoreo comunitario (como Piedemonte y Montaña Negra).

Los resultados de estos trabajos muestran para un solo relicto de bosque de roble negro la presencia de 115 especies de aves, muchas de ellas propias del bosque, cinco en el libro rojo de las aves de Colombia (perdiz colorada, colibrí cabeci castaño, reinita cerúlea y arrendajo escarlata), cinco endémicas o casi endémicas de Colombia (perdiz colorada, colibrí cabeci castaño, Amazilia andino, Amazilia cianeo y Atlapetes olivaceo) y ocho migratorias del norte (zorzal de Swainson, piranga roja, picogordo degollado, reinita verderona, reinita naranja, reinita cerúlea, reinita trepadora y reinita del Canadá) (Botero et al., 2010).

Para el grupo de hongos, no se cuenta con estudios particulares en los bosques de roble negro en el Huila. Sin embargo, se reportan por primera vez para el país los hongos ectomicorrízicos Amanita arocheae y A. aureomonile encontrados en bosques de C. excelsa, luego de una revisión para el género en los Andes Colombianos (Tulloss et al., 1992). Estos hongos también ha sido encontrados en Méjico y en la cordillera de Talamaca (Costa Rica), aunque A. aureomonile solo existe en Colombia (Tolloss, 2005).

Existen dos estudios realizados por el Instituto Alexander von Humboldt que evalúan la diversidad florística en bosques de roble negro (2002 y 2005). El estudio realizado por el GEMA del IAvH (2005) dentro del proceso de caracterización del Corredor Biológico Guácharos - Puracé, describe para las localidades donde domina la especie roble negro, hasta 93 especies de plantas asociadas a estos ecosistemas. El estudio incluyó grupos de plantas inferiores (helechos) y no leñosas (Araceae). Además del roble negro, el bosque donde domina esta especie incluye un grupo apreciable de especies vegetales amenazadas, dos de las cuales constituyen las únicas representantes de la familia Fagaceae en Sur América (roble negro y roble blanco). Las otras dos, son especies pertenecientes a las familias Magnoliaceae (Cobre) y Podocarpaceae (Pino Colombiano). Todos estos registros, convierten al roble negro en una especie clave en los procesos de conservación, al conformar grandes masas boscosas y albergar singular diversidad, además de constituirse en un modelo de estudio desde el punto de vista biogeográfico.

Recientemente se han desarrollado trabajos relacionados con la genética de los robles en Colombia, los cuales reconocen que los géneros de fagáceas han recibido gran atención para este tipo de estudios en el mundo, pero no en Colombia. En el caso de los robles colombianos, se realizó un estudio comparativo de diversidad genética y divergencia evolutiva. Se encontraron valores similares para ambas especies, aunque ligeramente mayores de diversidad genética local en C. excelsa. (Palacio, 2006). Este resultado se explica por la gran longevidad de la especie, pues a pesar de los efectos antrópicos, no han pasado suficientes generaciones para que los efectos de la deriva genética y el cruzamiento entre individuos emparentados sean más evidentes (Palacio, 2006). El análisis de divergencia evolutiva entre las tres localidades presentes exclusivamente en Colombia, sugiere el aislamiento histórico de las tres poblaciones, pero no proporciona información acerca de cómo ha sido el proceso de reducción de tales poblaciones. De acuerdo con los resultados, la población del Parque Nacional Natural Cueva de los Guácharos presenta un proceso de endogamia, lo que la convierte en la población más amenazada.

Hernández y colaboradores (1980), mencionaron que la especie no es comúnmente utilizada en la región del río Suaza como maderable, debido a su considerable peso y dureza; sin embargo, es usada para fabricar tablillas para techos de viviendas, ya que la madera es resistente a la intemperie. En la actualidad, las presiones y amenazas sobre la especie, asociadas con su uso, están determinando en gran medida su situación de riesgo (Botero y colaboradores, 2010). Aunque no se cuenta con datos precisos sobre las propiedades físico-mecánicas de la madera de roble negro, frecuentemente los campesinos la comparan con la del roble blanco, y le atribuyen mayor duración y resistencia a la pudrición de las piezas de madera de roble negro.

En la actualidad, el uso de la madera se da principalmente como piezas estructurales para la construcción (vigas y columnas) y postes para el tutorado de cultivos (granadilla, pitahaya y maracuyá) y el mantenimiento de cercas. Una sola hectárea de granadilla, puede requerir hasta 8 m3 de madera aserrada. También se registra el uso de la madera para la producción de carbón y leña como fuente combustible. Se conocen también usos de la corteza de roble negro en procesos artesanales de curtido de cueros, hecho factible, según un análisis de su madera realizado en 1980. También hemos evidenciado la utilización de la corteza en la preparación de medicamentos caseros de aplicación externa para el curado de heridas o administrados por vía oral para tratar afecciones del corazón. Otros usos están asociados a la conservación de fuentes abastecedoras de acueductos veredales, regionales y municipales, en los cuales la especie es muy apreciaciada por la prestación de éste servicio ambiental y por la conservación de la biodiversidad.

En 2006, la especie C. excelsa fue catalogada como vulnerable [VU B1ab( iii)], según el libro rojo de especies amenazadas en Colombia (Cárdenas y Salinas, 2006), pues hace presencia en ecosistemas cuya calidad de hábitat está en continua disminución, los cuales cubren una extensión de solo 1100 km2. La metodología para estimar su área de distribución, siguió el protocolo establecido por la UICN. La amenaza sobre esta especie se transfiere a todos los demás grupos biológicos asociados a este tipo de bosque, pues su Valor de Importancia Ecológica dentro de la estructura del bosque es muy alto. Esto significa que el funcionamiento del ecosistema está determinado principalmente por el roble negro. Si se considera solo el grupo de las aves amenazadas, sobresalen 20 especies para la localidad Santa Bárbara (Timaná), 15 especies en la Marimba, y 8 especies en San Isidro –  La Palma (Acevedo). Todas ellas distribuidas en los diferentes hábitats existentes entre los bosques de robles, bosques secundarios, rastrojos, cañadas y zonas abiertas localizadas que conforman el paisaje históricamente ocupado por la especie.

Las medidas de conservación propuestas para las dos especies de robles, son diversas y han sido objeto de amplia discusión en los dos simposios internacionales de robles realizados en Colombia (2006 y 2009), y en las propuestas de investigadores y académicos de manera independiente. Estas medidas deben contemplar la conjunción de diversas variables que busquen tanto involucrar económicamente los bosques de robles a los sistemas de producción (Devia, et al., 1997), como la conservación estricta. A nivel genético, Palacios (2006), recomienda mantener poblaciones grandes de la especie, evitando incorporar plántulas y semillas de procedencias distintas a la población local a manejar, para tratar de mantener la diversidad y estructura genética que aun conservan. En el departamento del Huila, se han desarrollada diferentes medidas de conservación del roble negro que incluyen entre otras, las zonas de conservación estricta en áreas del Sistema Nacional de Parques Naturales de Colombia, en áreas de conservación de carácter regional y municipal, y en las reservas comunitarias y privadas, tal como sucede en el municipio de Acevedo con la Red de Reservas El Guácharo.

El análisis de presiones y amenazas desarrollado para la formulación del plan de conservación de la especie roble negro, tiene fundamento en la Metodología para Evaluación y Priorización Rápidas del Manejo de Áreas Protegidas (RAPPAM), propuesto por el Fondo Mundial para la Conservación de la Vida Silvestre – WWF, dentro del Programa Bosques Para la Vida “Forests for Life”

De los 19 tipos de presiones y/o amenazas propuestos, dos tipos de presión cuentan con un grado de severidad total (resultado de la sumatoria de toda la ponderación individual por encuesta), que supera por más de tres veces a los niveles de severidad de los otros tipos de presión y amenaza. Ellos corresponden a la tala y a la conversión de los bosques y rastrojos a la agricultura. Al comparar la severidad en el tiempo, factor que determina si es una presión o una amenaza, la muestra evaluada considera que en el futuro, se presentará una disminución de la tala y de la conversión de bosques y rastrojos a la agricultura, aunque su disminución seguirá siendo el reto principal para la conservación de la especie y de los robledales en general con todos los servicios ya referenciados, pues es proporcionalmente alta frente a las demás amenazas.

De manera contraria, otros impactos como la invasión de tierras, la tenencia irregular y los incendios forestales, exhiben una tendencia hacia el aumento en su severidad en los próximos cinco años.

Existe una diferencia en la forma como se abordan las posibilidades de conservación, gestión y protección de las dos especies de robles (Fagaceae) presentes en la región. Para el aprovechamiento de la especie roble blanco ( Q. humboldtii), existen restricciones considerando su estatus como especie vedada, según Acuerdo 007 de 2009 de la CAM. La especie roble negro (C. excelsa) no se encuentra vedada. Con la promulgación de la resolución 383 de 2010 del MAVDT esta especie fue declarada como amenazada y por lo cual automáticamente entraría en un régimen especial, si se considera que su aprovechamiento constituiría un atentado para su conservación. La ley 1333 de 2009, artículo 7, define especie amenazada así: “…aquella que ha sido declarada como tal por tratados o convenios internacionales aprobados y ratificados por Colombia o haya sido declarada en alguna categoría de amenaza por el MAVDT.” Son causales de agravación de la responsabilidad ambiental: “atentar

contra los recursos naturales declarados en alguna categoría de amenaza, o en peligro de extinción o sobre los cuales existe veda restricción o prohibición” (ibid). Estas especies se constituyen como un elemento de tipificación de delito, al ser objeto de ilícito aprovechamiento, según el Código Penal, sobre delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente, (Titulo XI, artículo 328).

Este marco operativo tiene como fundamento los cinco ejes establecidos por la Estrategia Nacional para la conservación de plantas (IAvH et al., 2002), la cual se soporta en un marco internacional reconocido y determinante para los temas de conservación de la flora en Colombia . Los bosques de roble negro localizados en el Huila constituirán una de las poblaciones en mejor estado de conservación, resultado de la gestión entre la autoridad ambiental, las instituciones de apoyo, las organizaciones y las comunidades asentadas en la región, que servirán de modelo para la gestión de especies amenazadas en Colombia. Procurar la integración de diferentes estrategias y competencias para la conservación de roble negro, de manera que constituya un verdadero patrimonio natural para el Huila, a la vez que contribuye al desarrollo de la región, al ser integrada como elemento importante dentro de los criterios de sostenibilidad ambiental regional y nacional.

Los cinco ejes temáticos del marco operativo fueron ajustados a las condiciones regionales y locales para los bosques de roble negro en el departamento del Huila, y al igual que la Estrategia Nacional, incorporan elementos sociales, económicos, tecnológicos, investigativos, educativos y de fomento institucional: Investigación, Monitoreo y Manejo de Información Conservación in situ y ex situ Uso y manejo de las plantas Educación y Concientización Pública Fortalecimiento y Cooperación Inter-institucional

Las actividades, los indicadores, los responsables y el tiempo de ejecución para el desarrollo del plan de conservación de la especie, con el fin de contribuir a su persistencia en los paisajes naturales del departamento del Huila se pueden consultar en el Informe final del Convenio 201 de 2009, CAM –  Universidad Nacional de Colombia “Formulación del plan de conservación de la especie roble negro ( Colombobalanus excelsa) en los ecosistemas de interés del departamento del Huila”.

Botero, J., López, M., Espinosa, R. & Casas, C.  2010. Aves de zonas cafeteras del sur del

Huila. María del Rosario Rodríguez (edt.). Centro de investigaciones del café, Corporación del Alto Magdalena CAM, Fundación Alto Magdalena. 48. Hernández C. J. Lozano C. G. & Henao S J.E . 1980. Hallazgo del género Trigonobalanus Forman, 1962 (FAGACEAE) en el neotrópico II. Cladasia, Vol. XIII número 61, agosto 1980. 9  –  43. IAvH. 2002. Arango, N. Matallana, C. Morales, M. (edts) Caracterización biótica del corredor oriental de conservación para el SIRAP HUILA. 2002. Nixon, K.C. & Crepet, W. 1989A. Earliest megafossil evidence of fagaceae: Phylogenetic and biogeographic implications. American Journal of Botany 1989. Vol 76 (6). 842-855. Nixon, K.C. & Crepet, W. 1989B. Trigonobalanus (Fagaceae): Taxonomic Status and Phylogenetic Relationships. American Journal of Botany. Vol 76, No. 6. (jun., 1989). 828 –  841. Nixon, KC. 2008. II National Oak Wilt Symposium. Junio 4- 7 2007. Austin Texas. Edited by: Ronald F. Billings David N. Appel. Palacio, J. D . 2006. Estado de la investigación en genética de las conservación de los robles (Fagaceae) en Colombia. Memorias I Simposio Internacional de Roble y Ecosistemas Asociados. Clara Solano y Nancy Vargas (editoras). Bogotá: Fundación Natura-Pontificia Universidad Javeriana. 287- 291.

Corporación Autónoma Regional Alto Magdalena CAM Universidad Nacional de Colombia sede Medellín Departamento Administrativo de Ciencia y Tecnología COLCIENCIAS Centro Nacional de Investigaciones de café CENICAFE Servicio Nacional de Aprendizaje SENA Comunidades de las veredas Alto San Isidro, La Palma y La Marimba Acevedo; Alto Santa Bárbara y Cinco Veredas  – Timaná. Divino Niño y Charguayaco –  Pitalito.

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