Carr - Estudios Sobre La Revolucion
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Revolución...
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E. H. Can: Estudios sobre la revolución
Sección: Humanidades
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El Libro de Bolsillo Alianza Editorial Madrid
Prefacio
Título original: Stttdíes in revoltttioJl Traductor: Eugenio Gallego
Primera edición en El UbIo de Bolsillo: 1968 Segunda edición en El Libro de Bolsillo: 1970
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© MacMillan & Ca. Ltd., London, 1950. 70 © Ed. cast.: Alianza Edltorlal, S. A., Madrid, 1968, 19 Calle Milán, 38; f¡' 2000045 Depósio Legal: BI 2.200 1970 Fotografía: Keystone Nc1l1cs . Maqueta cubierta: Daniel G l l . S L Impreso en España por Encuadern.aclOnes Belgas, . . Calle Ntra. Sra. de la Cabeza, 2. Bllbao 12 Prínted in Spain o
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Los artículos con los que este libro ha sido como puesto aparecieron en el Literary 5t1pplement de The Times; agradezco al editor del 5t1pplement su amable permiso para reproducirlos. He incorporado a «La revolución que fracasó» algunos pasajes de una charla dada en el Tercer Programa de la British Broadcasting Corporation. He reajustado también algunas refe o rencias temáticas, suprimido otros casos de solapamiento e introducido correcciones como consecuencia de algunas acertadas críticas, públicas o privadas. Por 10 demás, los artículos aparecen sustancialmente inalterados; el año de la publicación original se señala en el índice. De los dos artículos sobre Stalin con los que termina el libro, el primero fue escrito antes que el segundo.
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1. Saint-Simon: el precursor
Henri de Saint-Simon fue un excéntrico intelectual. Miembro de una familia aristocrática, abandonó su título de conde con un gesto teatral durante la Revolución Francesa y pasó la mayor párte de su vida en la pobreza. Fue un racionalista y un moralista; un hombre de letras que nunca consiguió escribir ni completar una exposición coherente de sus ideas; y, después de su muerte, el padre epónimo de una secta entregada a la propagación de sus ideas, que gozó de reputación en toda Europa. Saint-Simon careció de la mayor parte de los atributos tradicionales del gran hombre. No es nunca sencillo distinguir entre lo que él mismo pensó y el corpus mucho más coherente de doctrina --con intuiciones a veces penetrantes, otras completamente disparatadas- que la secta construyó alrededor de su nombre. Es verdad que la posteridad ha creído ver en algunos de sus aforismos más claridad y significación de la que él mismo les dio. Pero el 9
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estudio de Saint-Simon parece sugerir frecuentemente que la gran Revolución Francesa, no contenta con las ideas que inspiró a sus dirigentes y extendió por e! mundo contemporáneo, también proyectó hacia el futuro u~ ~ermento nuevo de ideas que, actuando bajo la superflCIe, llegaron a ser los principales agentes de las revoluciones sociales y políticas de los cien años siguientes. Saint-~imon proporcionó el primer precipitador en letra Impresa de esas ideas. Nadie que escriba sobre él puede eludir el aplicarle e! término de «precursor». Fue el precursor del socialismo, el precursor de los tecnócratas, e! precursor del totalitarismo' todas estas etiquetas son adecuadas aunque no perfe~ ta~, .per? considerando la distancia del tiempo y la ongmahdad de las concepciones formuladas por primera vez, resultan de sorprendente propiedad. SaintSimon murió a los sesenta y cinco años en 1825 en la víspera de un período de progreso' material' sin precedentes y de cambios sociales y políticos arroliad~res;. y sus escrit.os muchas veces dan la impresión mlster!Osa ?e algUIen 5lue ha vislumbrado los próximos CIen anos de la hIstoria y, excitado, confundido y entendiendo sólo a medias, ha intentado expresar fragmentos deslavazados de lo que ha visto. Es el prototipo del gran hombre como reflector, más que como hacedor, de la historia. El enfoque de Saint-Simon de! fenómeno del hombre en la sociedad tiene ya un cuño moderno. ~n 1783, a la edad de veintitrés años, dejó ya constanc:a d;. la ~n:bición de su vida: «Hacer un trabajo ClentIflco utIl a la humanidad». Saint-Simon marca la tra~sició.n del ::adonalismo deductivo del siglo XVIII al raclOna]¡smo mductivo del sj¡rlo XIX: de la metafísica a la ciencia. Inaugura el ~ulto de la ciencia y
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del método científico. Rechaza igualmente el «orden divino» de la teología y el «orden natural» de Adam Smith y los fisiócratas. En su primer escrito publicado, Lettres d'un habitan! de Geneve, enunció e! principio de que «las relaciones sociales deben ser consideradas como fenómenos fisiológicos». O también: «El problema de la organización social debe tratarse absolutamente con el mismo método que cualquier otro problema científico». El término «sociología» fue, al parecer, hallazgo del discípulo más conocido de Saint-Simon y en otro tiempo su secretaúo, August Comte. Pero la idea provino del maestro mismo, y fue la esencia de su filosofía. Otro de los discípulos de Saint-Simon, Augustin Thierry, llegó a ser un historiador famoso; y hay en Saint-Simon no sólo una sociología embrionaria, sino también una teoría embrionaria de la historia que remite a toda una escuela, desde BuckIe a Spengler. La Historia es el estudio de las leyes científicas que gobiernan e! desarrollo humano, que se divide en «épocas orgánicas» y «épocas críticas»; y la continuidad de pasado, presente y futuro se establece claramente. «La historia es física social». No cabe duda que las posteriores teorías de la historia del siglo XIX y del siglo xx deben más a Hegel que a Saint-Simon; pero más aún a Karl Marx, quien combinó el historicismo metafísico de Hegel con el utilitarismo sociológico de Saint-Simon. Pero quizá la intuidón más original de SaintSimon --original sobre todo en un momento en que la Revolución Francesa había consagrado la emandpación y el entl'Onamiento del individuo después de una lucha de tres siglos- fue su previsión de la próxima resubordinación de! individuo a la sociedad. Saint-Simon, aunque nada partidario en principio de
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la revolución (llegó a decir categóricamente que era preferible la dictadura a la revolución), nunca abandonó su entusiasmo por la revolución que había derribado al ancien régime. «El feudalismo» fue siempre el enemigo; digamos incidentalmente que muy bien puede deberse, directa o indirectamente, a SaintSimon el que «feudalismo» llegara a ser la etiqueta elegida por Marx para el orden pre-burgués de la sociedad. Casi todos los contemporáneos de SaintSimon, y la mayoría de los pensadores de la Europa occidental de al menos las dos generaciones siguientes, dieron por sentado que el liberalismo era la antítesis natural, y en consecuencia el sucesor predestinado, del «feudalismo». Saint-Simon no veía ninguna razón para tal suposición. No fue un reaccionario, ni siquiera un conservador; pero tampoco fue un liberal. Fue algo diferente y nuevo. Estaba claro para Saint-Simon que, después de Descartes y Kant, después de Rousseau y la Declaración de Derechos del Hombre, el culto de la libertad individual, del individuo como un fin en sí mismo, no podía ir más lejos. Se descubren resonancias asombrosamente modernas en una colección de ensayos, intitulados L'industrie, de fecha 1816. La Declaración de Derechos del Hombre, a la que se consideró la solución del problema de la libertad social, fue en realidad sólo el planteamiento del problema.
Un pasaje de Du systéme industriel, en el que Saint-Simon unos pocos años después trató de establecer la nueva perspectiva histórica, es digno de citarse en extenso. La conservación de la libertad tenía que ser objeto de principal atención en tanto que el sistema feudal y teológico tuviera todavía algún poder, porque entonces la libertad
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estaba expuesta a ataques serios y continuos. Pero hoy, una vez establecido el sistema científico e industrial, ya no puede existir el mísmo temor, puesto que este sistema debe necesa~ riamente, y sin interés directo alguno en el asunto, traer consigo el más alto grado de libertad en la esfera temporal y en la social.
o también, y más
enfáticamente:
La idea vaga y metafísica de libertad en circulación en nuestros dias, si continúa siendo tomada como la base de las doctrinas políticas, tenderá sobre todo a estorbar la acción de la masa sobre el individuo. Desde esa perspectiva, se opondría al desarrollo de la civilización y a la organización de un sistema ordenado que exige que las partes ~stén firmemente vinculadas al todo y dependientes de él.
El individuo, como Saint-Simon señala en otro lugar, depende de «la masa», y son las relaciones de cada individuo con una «masa progresivamente activa, en expansión e irresistible», lo que tiene que ser «estudiado y organizado». Hasta la palabra «libertad», en el primero de los pasajes más arriba citado, va seguido por el adjetivo «socia!», como una petición de principio. El tema adecuado de estudio de la humanidad no es ya el hombre, sino las masas. En suma, Saint-Simon se hallaba en el punto de transición de la civilización «feuda!» a la industrial. Percibió la naturaleza de la transición más claramente que sus contemporáneos, y adivinó muchas de sus implicaciones. Hasta dónde barruntaba él mismo la aplicación práctica de la ciencia a la industria no puede ser averiguado con certeza. Fueron discípulos suyos quienes saludaron la construcción de ferrocarriles con fervor casi religioso como el símbolo y el instrumento del progreso social (10 que nos recuerda la definkión del socialismo de Lenin como «1os soviets más electrificación»); y otros discípulos suyos fueron
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quienes en los años 1840 fundaron la «Société d'Etudes du Canal de Suez»o Pero Saint-Simon insistió -llegó a ser cada vez más el leitmotiv de todos sus escrÍtos- en que la producción industrial sería en lo sucesivo la función principal de la sociedad o«Industria», «producción», «organización»: tales eran las palabras claves del vocabulario saint-simonianoo Bastante lógicamente, por tanto, Saint-Simon aparece como uno de los fundadores del culto decimonónico al trabajoo Los comienzos de este culto están en Rousseau y Babeuf; pero fue Saint-Simon quien lo colocó en el mismo centro de su sistema oLa concepción del ocio y la contemplación como el estado más
elevado de la humanidad murió con el último vestigio del orden medieval. «Todos los hombres trabajará11», escribe Saint-Simon en las Lettres d'un habitant de Geneve, donde muchas de sus ideas aparecen en su forma primitiva y más simple; «se impone la obligación a todos los hombres de dar constantemente a sus capacidades personales una dirección útil a la sociedad»o Efectivamente, en una posrerior «Declaración de principios», define la sociedad «como la suma total y la unión de los hombres comprometidos en trabajos útiles»o El trabajo no es ya una necesidad sino una virtudo El nuevo principio de la moralidad es «el hombre debe trabajar»; y la «nación más feliz es la nación en la que hay menos desocupados»o SaintSimon proporcionó el fundamento moral para la teoría del valor-trabajo que estaba siendo elaborada en la misma época en Inglaterra por Ricardo o Previó también la prominencia dada cien años después en el nuevo evangelio soviético al precepto: «el que no trabaja no debe comen>o La generación que siguió a Saint-Simon fue fértil en la creación de utopías; y sus opiniones sobre la
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organización de la sociedad y del Estado, aunque no están recogidas en ninguna exposición sistemática, fueron de las más populares de sus especulacioneso Apenas es necesario decir que la concepción liberal de la política y la economía, introducida en Francia por el discípulo de Adam Smith, J R Say, fue anatema para Saint-Simon, para quien «la política es la ciencia de la producción»o Pero la identificación se alcanza por la subordinación de la política a la economía, y no de la economía a la política oEs lógico; en efecto, ya que «la sociedad descansa totalmente en la industria», que es «la única fuente de toda riqueza y prosperidad», de ahí se sigue que «el estado de cosas más favorable a la industria es por lo mismo e! más favorable a la sociedad» oEl Gobierno en el sentido antiguo es un mal necesario o Su único objeto es instalar y mantener a los hombres en el trabajo oPues, desgraciadamente, hay «faineants, es decir, ladrones»o Pero es esta una función menor y subsidiaria o La autoridad suprema será un «parlamento económico» (noción que todavía ejercerá su atractivo más de un siglo después), dividido en tres cámaras, dedicadas respectivamente a la invención, el examen v la ejecución. o Pero la ciudad de! futuro imaginada por SaintSimon presenta otros rasgos todavía más curiosos oLa división de funciones es precisao El artista despertará la imaginación de los trabajadores y excitará las pasiones apropiadas o Los hombres de estudio «establecerán las leyes de salud del cuerpo socia!»o (Entre paréntesis, estas medidas muestran que la ordenación del arte y la ciencia al servicio de! Estado no es nada nuevo ni peculiar de ninguna parte de Europa)o Los «industriales» (entre los cuales incluve Saint-Simon a los productores de todo tipo y hasta a los comer-
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clantes) legislarán y pronml ar' , tlvas. Finalmente el' F' an ordenes administra1 . . ' eJecutlvo ---es mesperada- esta"á com una cu mmación la época de los gr~ndps tuesta p~r banqueros. Era del crédito en los asm:tos ~~~os ~~lvados; y el poder go, I~rno y los negocios estaba llegando a ser va Saint-Simon como p , L u~ tOpICO corriente. Para 'l d ' ara emn casi os ancos eran la m"n~ 1 un Slg 1 . a~ ocu ta que h ' o espués ' d b e la producción Er t 1" ace gIrar la rueda darles un lugar ce;w'at an oglco para Saint-Simon • en su esquema d . . .1 como para Lenin COllS1ú01'ar la naci ar mlUlstrativo ., ' ancos como medida el Ol:a IzaClOn de los b el dominio económi-o d aVle bnecesarl,a para destruir L e a urguesla Pe 1 . resante es encontrar una fil f '. ro o mteplaneación elaborada p So~o ISa. embrIOnaria de la e f ., or amt- lmon alred d d sa unClon ejecutiva centr a1 de 1os b ancas.e or e V
La anarquía actual de la l' d ' • hecho de que las relaciones po. u~clOn, que corresponde al Uadas sin regulación UP;'O":~n~mbcasde~tán siendo desarroe organización de la, prod~~c¡ó~~'La e ela~ •su puest'; a. la por empresarIOS aislados 'dProd;¡¡CC10n no sera dIrildaotros os e ignorantes de la ' :n epen entes los unos de tarea será encargada a u ,s n.cce~ldades del pueblo. Esta comité central de admin~s~r~~S!ltUhób'l~ocial específica. Un
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