Carolyn Dean - Cuerpos de Incas
July 10, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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LOS CU E R P OS DE LOS LOS INC S CRIS RISTO TO Y E L CU E RP O D E C E[ Corpus Christi en e n eí Cuzco Colonial eí
Traducción de Javier Flores Espinoza
UNIVERSID D NACIONAL
M ARCOS I MAYOR DE S N Pandada en 55
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Banco
Santander Central
Hispano
Capítulo
Cuerpo d e Cristo/ transfigurado como como [a consagrada hostia hostia eucarística/ era m ostraaE l Cuerpo era m ostr do al público durante durante [a procesión de l Corpus cuzqueño en una dorada co n [a procesión una custodia dorada forma d e sol; los rayos d e l u z fabricados q u e emanan d e la hostia' significan significan s u poder trascendente. En dos trascendente. cuadros d e la serie serie del examinada en el capítulo anterior/ dos cuadros de l Corpus examinada el obispo AA anu anuel el d e AA ollinedo ollinedo y Ángulo sostiene sostiene l a custodia solar y solar y s u sagrada carga pinturas de.la serie/ el disco c o n rayos d e la custodia tiene u n (Figs. zo y u). En otras pinturas de.la
sobre el pecho de los caciques principales eco en [os pectorales [os pectorales solares q ue descansan sobre el pecho parroquias q u e sostenían ser de de las las parroquias de ascendencia Inca [Figs. 11-16). Cuando l o usab an estos caciques e enn el Corpus y otras ocasiones festivas/ el disco solar se refería al Inti/ el Sol/ la deidad ttutelar dell imperio Inca/ y al pasado andino precr utelar de precrist istiano. iano. E ngal aredivi redivivos vos reyes precristianos/ [os [os seguidores de dell Inti/ los caciques incaicos coloniales/ negociaron tácitamente su identidad con el transubstanciado Cuerpo de disco solar. Una vez consagrada por [as autoridades autoridades católicas/ Cristo guardado en su disco solar. católicas/ la hostia permite a lo loss cristianos consumir el Cuerpo de Cristo: en este capítulo y en lo loss dos siguientes consideraremos las formas mediante l a s cuales el llamado pasado pagano andino fue preparado par paraa su consum o colonial por parte de los caciques princi princi p l s incas del Cuzco de mediados del periodo colonial. nados com o
orma de s o l lucía el transfi transfigurado gurado y triu nfa nte Cuerpo de Cris L a cu stodia en fforma to / en tanto que lo loss disfraces e insignias inca incass transfigurab an el cuerpo de l a é üt e incaica colonial cristiana en l a oposición festi festiva va d el Salvador. E n el periodo colonial/ signos de la religión y l a historia historia Inca fueron co n fi g u rado s co mo signos d e l o s signos herencia étnica y/ lo que es más importante/ de de ascendencia real. L a conmemora incluir ción d e l pasado q ué siempre algún actuaban tipo de olvido. Yas antes se 'olvidaba cuando los los debe incas coloniales como sus su reyes recordamos precolombinos. Específicamente/ a l transfigurarse a sí mi smo s en emperadores incaicos para el Corpus/ ello s ab an do n ab an [ a s nociones d e d i v i n i d a d y a u t o r i d a d universal/ d e modo que [o que alguna vez fue sagrado y supremo pasaba pasaba a ser profano/ étnico étnico y
estaban por [os funcionarios coloniales subyugado. Y con todo/ constreñidos como estaban y controlando apenas parcialmente [ a s circunstancias de su autoridad/ eüos no se vieron debilitados por [a necesaria alteridad de sus cuerpos coloniales. /Más bien actuaron u n a memoria d e [ pasado que/ como vimos/ amenazaba a sus señores. E l l o podía hacerse porque s i bien l os s coloniales hispanos repetidas veces os fu n ci o n ari o s coloniales las intentaron poner a l os nativos bajo una supervisión más estrecha/ para efectuar las intentaron cotidianas d e[ tuvieron q u e confiar confiar en gran medi da da e n l a [abores cotidianas [abores e[ dominio colonial tuvieron élite andina. élite
E s i mp o rt an t e que a través de su representación d el pasado prehispánico/ [ o s incas coloniales hicieran frente no sólo a l os funcionarios de la época/ sino también 99
Los Cuerpos de [os Incas y el Cuerpo de Cristo
a sus pares/ rivales y seguidores. Con la desintegración de las estructuras sociopolíticas imperiales incaicas/ e[ desafío a [a autoridad detentada por [os descendientes de.[a élite gobernante Inca creció a [o largo d el periodo colonial colonial [J. Rowe 1957). |El estatus legal y el reconocimiento oficial de los nobles andinos no q u e d ó codificado sino hasta la década de i5/o/ con el virrey Francisco de Toledo. En ese entonces/ [a administración colonial establecía que lo señores s nativos nativ os kuT3.k3.kuna] los s señore
—generalmente conocidos como caciques¡ incluso po p o r ellos mismos-—• serían conf i r m a d o s como jefes legítimos de sus comunidades basándose e n - s u s derechos hereditarios] Se les 'concedió una serie de privilegios/ el más importante de lo loss aboral y e n especie. A pesar de su reconocimiencuáles fue la exención de l tribu to l aboral to legal/ la posición heredada de los jef es nativos jamás fue impermeable/ y la n o b l e z a incaica de l Cuzco (a l igual q u e la las s élites andinas d e otros lugares] t u v o q u e l uchar contra la r u p t u r a de los medios tradicionales c o n lo loss cuales conservaba su autoridadj \ mediados del del siglo sig lo XV II/ la nobleza nobleza Inca de l
uzco emprendió ofensiv ofensivas as contra
quienes pretendían sus derechos y privilegios especiales. especiales. Uno de sus actos m más ás visibles y públicos fu e escenificar su ascendencia real.)Los caciques incas de l Cuzco representaron a los reye reyes s preco precolom lombinos binos en las celebr celebraciones aciones cristianas y al hacer esto crearon y recrearon su persona colonialr AAanuel Burga (1992: 3x5-316) sugiere que su caracterización festiva fue un b l o q u e •fu e •fu ndamenta ndamentall en la (re)construcción colonial de una de j memoria étnica / término q u e tomó prestado de j a c q u e s s L e Goff (1986) para describir u na memoria organizada que es fundamentalmente imaginada/ dado q u e depende de la historia oral. íA través de la las s evocaciones evocaciones escenif escenificadas icadas de dell pasado/ los caciques incaicos inca icos transformaron transform aron sus propios cuerpos cuerpos en vasijas portadoras de la historia andina. Sus enca encarnac rnaciones iones simul simultáneam táneamente ente daban vida al pasado y forzaban a la historia andina a incorporarlos.|De este modo alegaron una continuidad ent entre re los mundos pre y poscoloniales/ entre la autoridad de sus antepasados imperiales y su propio papel en e n el gobierno locaL)5u actuación —y los registros visuales q u e hicieron de sus exhibiciones— funcionó sincrónicamente a través de la historia y en contra de las historias las historias ancestral/ progresivistas propuestas por los colonizadores/La escenificación de lo ancestral/ asimismo/ iba en contra de la las s personas y grupos andinos rivales/ y pasó a ser u no de [os mecanismos primarios mediante los cuales la élite lnca.colonial afirmaba y conservaba su posición en la cima del orden jerárquico subalterno.^
Lo s incas forjaron u n vínculo con la monarquía española una vez que escenificaron la étnic tnica. a. A Aqu quíí presta prestamos mos atenc atención ión al inicio de realeza / no obstante se serr ésta un una a realeza é periodo colonial de parte de la élite su escenificación/ al movimiento de mediados de dell periodo Inca por reclamar el pasado en sus propios cuerpos/ y consideramos q u é cosa significó colonial. Veremos dicho gesto para su persona colonial. Veremos cómo labraron una caracterizac caracterización ión ffest estiiva de sus antepasados regios/ regios/ q u e encajó m u y bien en la matriz de la sociedad colonial/ no obstante su superficie anacrónica.
En/sobre la b o r l a1 E n ( t 5 7 / Túpag Amaru/ el monarca prisionero de los soberanos y tenaces incas de Vilcabamba/ fu e llevado. po r las la s calles de l Cuzco a la plaza de armas/ en donde se le ejecutó por oj^en^de^j/irjeyJToIedo^Apenas unos cuarenta años m ás tarde/ en :6io/ [o s j e f e s incaicos d e l Cuzco resucitaron s u l i n a j e real e n u n a fiesta religiosa/ 100
Cuerpos incaicos
Significativamente/ en esta ocasión lo los s nobles incaicos personificaron a los reyes Incas Inc as desde Manko Qhápaq/ el mítico fundador de dell Estado inca/ a Wayna Qhápaq/ el rrey ey fallecido justo antes de la invasión hispana hispana [Romero 1940: 17; Cobo [1653 1979: ioi).6u los reyes posconquista^1 escenificación eludió la existencia de Túpaq Amaru y de todos los Se dijo que [os intérpretes de los once Sapa Inkas I nkas prehispánicos eran los lo s descendientes de los reyes precolombinos cuyas identidades asumieron. Por ejemplo/ en esta ocasión do n Alonso Túpaq Atau (también lla llamado mado d don on Alonso Topaatauchi] interpretó a Wayna Qhápaq. Dado que la representación implicaba que la línea de los emperadores conintérpretes s de los pretendientes pretendi entes posteriores a l cluía con este'último —al no haber intérprete trono imperial—/ Túpaq Atau/ uno de los jefes de la élite incaica de l Cuzco/ quedó caracterizado implícitamente como el heredero heredero más más directo.
L a actuación d e 1610 se s e llevó a cabo en mayo/ justo antes d el Corpus Christi; podría muy mu y bien hab haber er sido típica de las fiestas de l Corpus a comienzos del siglo XVII (Zuidema que para la segunda mitad mita d del siglo/ menos de cien años después 199:]. Ciertamente que de la muerte d el joven Túpaq Amaru/ [o s aristócratas incas qu e detentaban cargos parroquiales desfilaban en el Corpus vestidos como reyes prehispániaos.LSJn embargo/ go / a diferencia de los intérprete intérpretes s de i6io/ i6i o/ éstos no asumían asumían las identidades identida des de reyes reyes específicos hacía tiempo muertos •—reclamando por lo tanto su autoridad sólo en forma indirecta—/ sino qu e aparecían ellos mismos como soberanos incasj ¿Quiénes eran estos "reyes" festivos y cómo negociaron ta l papel bajo el dominio colonial? recono onocía cía ofici oficialmente almente a la élite incaica qu e podía mo mossEl gobierno- colonial hispano rec trar pruebas de su su descendencia legítima de [os reyes precolombinos. Un cuerpo de veinticuatro electores representaba a estos incas privilegiados del del uzco} dos de ésprehispánicos. os. Est Este e era un grupo exclutos se elegían en cada linaje d e los doce reyes prehispánic sivo cuya m embresía embresía se heredaba. A u n q u e el consejo'de lo s veinticuatro se basaba en oscuros precedentes españoles/ este cuerpo era la aristocracia aristocracia incaica en funcionamiento en el Cuzco colonial. Su labor anua anuall más importan importante te era nominar a uno de e ellos llos p para ara [155 d e julio)/ el santo que portara el estandarte real hispano en la fiesta d e Santiago [1 o/ más formalmente/ patrono de España. L a persona elegida se s e t i t u l a b a alférez r al o/ "alférez real de los Yngas nobles de la las s o ocho cho parroqui parroquias as de C Cusco usco para distinguirle d de e parr hispano/ el cual también izaba izaba el estandarte español en dicha fiesta. A mediasu pa dos del siglo XVlll/ los funcionarios -coloniales d el Cuzco los lo s denominaban electores d el real estandarte . Si Sin n
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siglo veinticuatro conocidos como fueron X Vla U /mascapaycha embargo/ "yndio[s] de los mas tardío principal principales es de / o de la ynga[s] lexitimofs] mascapaicha". L a maska.pa.ycha. era la distintiva borla de color escarlata que qu e cubría la precolombino y [a temprana colonia. La frente d el el Inca jefe d e Estado en los periodos precolombino mayoría de los cr cronist onistas as coinciden en qu que e esta borla era el símbolo símbolo más importante del rey y que era era ciñéndose [a m a s k a p ay ay c h a que el heredero designado tomaba posesión de su reino [por ejemplo/ Garcilaso de la Vega [lóog/ 1617] igóó/ i: 5 8; Cobo [1653] 1979: a [1600-1611] 1986: 350). El uso de la borla escarlata convertía a un Inca de la 244; /Mur ú a familia real en el Sapa Inka/ lo que significa "el único Inca"/ título con el cual se conocía rey. E al al rey. Ell artista nativo Felipe Guarnan Poma de Ayala muestra a Manko Qhápaq/ el primer Sapa Inka/ llevando la m2Lska.pa.ycha atada a su vincha (Fig. 16}. Usar la borla escarlata permitía a ciertos incas coloniales personificar el pasado Usar imperial y evocar su ascendencia en ocasiones festivas [véanse [os [os caciques en las en Figs. 11-16]. El paso de la borla de la frente de una única persona suprema a la de
Cuerpos i n c a i c o s
numerosos funcionarios parroquiales incaicos tomó menos de un siglo. Después d e qu e Francisco Pizarra ejecutase a Atahualpa/ el re y Inca (quien acababa acababa de ceñírsela tras vencer a su medio hermano Wáskar/ el heredero heredero designado)/ la borla pasó a lo s hijos sobreviví en ees de Wayna Qhápaq. Fue investiTúp aq Walpa/ el mayor de los do como 5 a p a Inka en Cajamarca en 1533 c on la on la aprobación aprobación de Pizarro/ de Pizarro/ pero pero falleció e n J a u j a durante la marcha al Cuzco Su hermano Manko [Inti Túpaq /Manto Yupanki Inka/ también conocido como AA anko anko 1 1 recibió a lo s españoles en la capital imperial/ a s u m i ó la borla y fue t e mp o r a lme n t e su aliado. Sin embargo, e n 1535 se rebeló y asedió el Cuzco; al levantarse el cerco se retiró hacia el nordeste/ finalmente estableciendo un Estado inca independiente en Vilcabamba. Los españoles elevaron a Paullu T ú p a q Yupanki/ otro hijo d e Wayna Qhápaq,, como nuevo gobernante títere de los incas/ pero la identificación de A A anko como el Inka legítimo y poseedor co n justicia de la borla jamás pasó a Paullu [Cobo 1 1 6 5 3 ] 1 979: 176-177; 176-177; AA oli olina na "el almagrista |i553l 943 : 7 3 -
Al ser A A an k o asesinado por un español [Gómez Pérez]/ s u hijo Sayri T ú p a q le sucedió como Sapa Inka de los incas de Vilcabamba. En 1558, est£ est£ Túpaq dejó su refugio/ c a p i t u l a n d o ante e l virrey [ e l m a r q u é s d e Cañete/ Andrés H u r t a d o d e Mendoza) en Lima/ retirándose luego al Cuzco en donde él y Kus i Warkay/ su herma n a / se bautizaron [él como don Diego de A A endoza y ella como doña A A arí a A A anriq ue) y contrajeron matrimonio con dispensa especial. E l testamento de don poco su h e T de A A a proclamaba l virrey sDiego u y o a Sayri r mú pa na qo / Tqúuien p a q falleció A m a r u a[ ta m b iéden hsui j o"retiro"/ n k o 1 1 . E n como 1571 e sucesor Vilcabamba y Amaru fue llevado Toledo ordenó la captura de los rebeldes de Vilcabamba y Túpaq Túpaq Amaru encadenado al Cuzco/ donde se le juzgó y condenó a muerte. A A ur i ó a [os veintiún años de edad/ sin dejar heredero alguno a la borla imperial [AAogrovejo de la Cerda [1660] 1983: 117).
L a línea d e Sayri Túpaq se extinguió con su hija doña Beatriz Clara Qoya dada en m a tr im o n io [como una genuina novia-trofeo] a don Martín García d e Loyola/ el capitán d e las fuerzas d e Toledo q u e hizo prisionero a su tío Túp aq Amaru; la pareja tuvo una única hija. La muerte sin herederos de Túpaq Amaru y de doña Beatriz no dejó ningún pretendiente legítimo a [a borla escarlata. La nobleza más alta q u e q u e d a b a en el Cuzco era descendiente de Paullu/ quien se bautizó como Cristóbal en 1543 y siguió aliado con los españoles después de que Manko iniciara su rebelión. A su m u e r te a mediados d e siglo/ d on Carlos Inka [también conocido como Carlos Inka Yupanki)/ su hijo mayor mayor y heredero/ casó casó con [a [a española doña María Amarilla d e Es q uivel d e Trujillo; su heredero fue don J u a n Melchor Carlos Inka [ L o h m a n n Villena 1947, i: 199-100). Don J u a n Melchor fue a España/ donde recibió una pensión y se le hizo caballero de la orden de Santiago en 1606.
rama vilcabambina de l árbol rea[ en 1571 y la desintegraCo n el exterminio de la rama ción de las reglas de sucesión incaica/ la designación Sapa ["único"] Inka dejó de tener sentido. De hecho/ para el tardío siglo XVlll/ [a m sk p ych era conocida como "E l Orden de Regia Jen tíli tílica ca Estirpe" [AGÍ/ A udiencia udiencia de l Cuzco/ leg. 33 5/ exp. i8 i8// 1786). En otras palabras/ la borla había pasado a ser considerada como el equiva equivalente andino de una orden de caballería europea.
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Los Cuerpos de los Incas y el Cuerpo de Cristo
L o s beneficios de la borla'4 N o obstante la dilución de su su significado/ claramente importante significado/ la maskapaycha fu e claramente para los esfuerzos hechos por la nobleza incaica de mediados del periodo colonial por afirmar y proteger su posición privilegiada como descendiente de reyes. Lucir la
del linaje real inca; cuando no maska pa ycha en público era la representación máxima del se lo lo cuestionaba/ cuestionaba/ confirmaba no sólo el estatus social sirio la dispensa de impuestos y del tributo/ tanto en bienes como en servicios/ que eran qbligación de la mayoría de los
restantes subditos coloniales. Lo Loss testimonios de la segunda mitad del siglo X V I 1 indican que para ese entonces/ llevar la maskapaycha en público en ocasiones festivas [como el Corpus Christi)/ sin desafío alguno/ alguno/ probaba l la a legítima descendencia descendencia de la realeza incaica de su portador. De este modo, para finales de dicho siglo/ ella fue un signo aceptado de ancestralidad regia/ y posiblemente h u b o reglas que determinaban q u i é n podía [levarla y q u i é n [o quiénes) podían hacerlas cumplir. Un acuerdo de 1665 indica que si bien las autoridades hispanas oficialmente desigUn naban la nobleza incaica legítima/ eran los mismos incas reales d el Cuzco q u i e n e s de f e ndían ardorosamente su derecho a la ma sska ka paycha y perseguían a q u i en es la
usaban ilegalmente ¡ADC/ Martín López d de e Paredes/ leg. 138,1655: fols. oSir-gS^-v). E l 16 de enero los jefes del del ayllu Yacan ora llegaron a un acuerdo escrito con los d el ayllu
Sucso; ambos grupos pertenecían a la parroquia de San Sebastián. Los segundos eran descendientes descendientes mostrado o pruebas y obte legítimos d el Sapa Inka Viraqocha/ habiendo mostrad n i d o un decreto real que así los reconocía/ los primeros eran descendientes de Apo Sauaraura/ identificado identificado como capitán general y jefe guerrero d de e Viraqocha. Al parecer/ momento nto a medi mediados ados del siglo siglo XVII, los jefes del en algún mome del ayllu Yacanora lograron convencer a las autoridades coloniales locales de que ellos eran incas legíti legítimos mos [esto es/ es/ descendientes de un rey p r e c o l o m b i n o ) y que por lo tanto estaban eventos d e i m p u e s t o s / t r i b u t o s y servicios personales [se enumeraron específicamente l la a constru cci ó n de cercas/ cercas/ la reparación de canales/ la provisión de trabajadores para la construcción de la obligó bligó a don Francisco 5uta. Y u p a n q u i la iglesia y otras obras públicas).- Esto o y otros principales del del ayllu Sucso/ a conseguir una provisión que negaba la dispensa d el t r i b u t o o bte nida por los. Yacanoras Para detener las acciones legales emp empren rendidas didas en contra suya/ estos úl ti mos aceptaron que no formaban parte de la realeza incaica la maskapaycha o a portar el estandarte estandarte legítima/ que no tenían derecho alguno a llevar la real en el día de Santiago/ y que no estaban libres de impuestos y tr ibuto s. Es más/ si borla la escarlata o levantar el estandarte real/ real/ los u n o de ellos intentaba ponerse [a bor Y^canoras entendían que uno o ambos le serían q u i t a d o s Y^canoras s a la fuerza a l ofensor ofensor y que se le castigaría con todo rrigor [de] -derecho . Ese mismo año [1655^ los mismos Sucsos fueron desafiados por miembros de las restantes casas reales incaicas del Cuzco. Dirigidos por los descendientes d el Inca
Wayna Qhápaq/ acusaron a don Francisco Suta Y u p a n q u i y su hijo de haber pretendid o obtener en p r o p i e d a d para ellos y ... su f am ilia el dho. officio de Alférez Real
(ADC/ Lorenzo Messa Anduesa/ [eg. 184, 1655: fols. zijir-j^iv). Los demandantes dejaron en claro -que los incas de cada uno de [os linajes regios tenían el derecho a servir como alférez realy los linajes debían turnarse para llevar el estan estanrealy es más/ que los darte regio. La serie de cuadros del Corpus/ también de la segunda mitad del siglo siglo X V U / sugie-
re que además de pe perten rtenecer ecer a una casa real incaica/ los portadores de la l a maskapaycha
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Cuerpos i n c a i c o s
debían/ asimismo/ cu mp l ir co n otros requisitos. E l único portaestandarte inca que no colorada representa ¡leva [a borla colorada representa [a cofradía de la Virgen María conocida como La Linda; la maskapaycha es llevada en un cojín delante d e él [Fig. n). Es posible que se especial al d e respeto/ respeto/ eenn particu lar p o r q u e está haya qu itad o su tocado en una muestra especi pa sand o frente a una image imagenn deí coronado monarca español. Con todo/ res ulta significativo q u e el portaestandarte de L a L i n d a se a también e l único d e los abanderados la s p a r r o q u i a s cu cu z q u e ñ a s . Esto podrí a muy bien incaicos que no representa a u n a d e las incaicos in dicar que por sangre tenía derecho a llevar l a borla real/ pero que su su posición como jefe de una cofradía cofradía afiliada a la catedral y no a una parroquia independiente le impedía hacerlo.' E s igualmente posible qu e como [según la inscripción en eí lienzo] el portaestandarte aparece j u n t o a s u padre/ padre/ a ú n vivo/ este ú l t i m o se a el úni c o c o n derecho a llevar la maskapaycha. A u n q u e e l hijo aparentemente ha a s u m i d o las obligaciones y respo n sabi li dades de jef e de la parroquia de la catedral/ e s p o s i b l e que no p u d i e r a as umir la la borla hasta el deceso de su padre. S in contar con más información/ lo único qu e podemos decir es que el portaestandarte no se sentía c o n potestad d e llevar la maskapaycha en esta representación.
coloniales d e mujere s incaicas incaicas d e ascendencia noble/ generalmente generalmente co Lo s retratos coloniales nocidas como ñuscas ñuscas (princesas)/ igualmente muestran mascapaychas como un indicado r de l linaje real d el suje to [por ejemplo/ Eig. 17; Lámina VI); s sin in embargo/ la lass ñuscas retratadas e n la serie jamás llevan el tocado. Al ig u al que en las pinturas del Corpus/ la forma de'lucirlo sugiereuna qu eele poseer la políborla era reclamar ascendencia regia;, ponérsela era proclamar elevad vadaa y auexhibir torid ad tica [esto es/ ta tann alta como el gobierno colonial permitía que los andinos d el Cuzco ascendieran). Un documento d e r 6 8 6 / en el c u a l las la s autoridades hispanas de l Cuzco consultaron a los veinticuatro electores si tres d e m a n d a n t e s / q u e sostenían s e r incas n o b l e s / tenían título a los derechos y p rivilegios rivilegios concedidos a la realeza inca/ vincula específicamente el uso de la maskapaycha tanto con el linaje incaico como co n el p oder p olítico. Al dar su aprobación/ lo s.vei n t i cuat ro ligaron su uso si sinn imped imento alguno al hecho d e qu e los tres demandantes habían ocu pa do imp ortante s carg os parroquiales . D e este mod;o/ la borla e sunqu e e n f o r carlata aparentemente conservaba • — - a unqu 'm a inmensamente di smi n ui da— la simbología ante rior a la c o n q u i s t a d e la supremacía política poseída p or lo loss varones incas d e l linaje real.
D u r a n t e el tardío siglo XVI I en el Cuzco/ la noblez a incaica desplegaba estrategias d e exclus ión para sólo algunos incas pudiesen llevar asegurarse de q ue sólo la borla real. Alrededor d e i68o/ cuatro in incas cas principales de la parroquia de San Sebastián presentaron u na queja: d on Luis Inca Roca/ d on Melchor Sanac/ d on J uan Ynca Maita y Francisco Agustín Maita. E s m u y pr o bable q u e t también ambién hayan sido d e í aylluSucsoj p u e s los cuatro sostenían descender del Sapa Ink a Viraqocha. L a queja e ra contra d o n Marcos U ñ a Cón-
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Los Cuerpos de [os Incas y el Cuerpo de Cristo
dor, de [a parroquia San an Cristóbal/ po r haber [levado l [a parroquia de S laa 'ynsignia de [a maskapaicha 1 en [a procesión de Pascua sin sin que presentase los títulos y rrecaudos por donde constase el qu que e legítimamente se la podia poner (ADC, (ADC, Corregimiento, Pedimentos/ leg. 81, 1581-1699). Lo s demandantes redactaron su su pedido pedido en la cárcel/ en en donde donde cayeron después de intentar quitarle a la fuerza la maskapaycha a don AAarcos. Pedían su libertad/ y también que se castigase a don /Marcos /Marcos por haber violado la prohibición de que la nobleza no-incaica y los incas los incas que no no fuesen fuesen de la realeza se se pusieran pusieran la borla colonial. Su petición, la cual sostenían presentar a nombre de todos lo dell Cuz los s incas de co, indica indica n noo solamente solamente que los c ciques principales incaicos incaicos d e ascendencia real tenían derecho a llevar la insign insignia ia alguna vez reservada exclusivamente al Sapa Inka, sino que que que e otros jefes indígenas estaban poniendo la poniendo la proscripción proscripción a prueba y en consecuencia, qu [o s c ciques incas estaban cerrando filas y reaccionando a veces violentamente. Un segundo documento, fechado en 1679, indica asimismo qu que e lo loss nobles incas vigilaban el uso de la m sk p ych en el Cuzco. En En dicho dicho año, diez diez d e estos nobles dell Castillo, un procurador dieron poder a un abogado en esta ciudad (Diego Ximenes de de causas] para qu que e siguiera su queja contra don Pedro Quispe Amao, su hijo don Francisco Quispe Amao y todos los los demás principales de los yllus Pomamarca y Ayamafrjca, de la parroquia de San Sebastián (ADC, Diego Quiñones, leg. leg. zSj, 16781681). A All parecer, los Quispe Amaos y otros más de los ayllus mencionados estaban usando maskapaychas (referida (referi da como como la insignia de la mascapaicha de borla colorada ) en pú blico sin sin haber presentad presentado o prueba pru eba alguna alguna de su derecho a llevarlas. En noviembre d e 1679 don Francisco Quispe Amao y los restantes principales se vieron forzados a vender u n solar d el yllu para con su procedido pagar [o s gastos q ue tuvimos en la defensa de la mascapaycha (ADC, Alfonsso de Bustamante, leg. iz, 1679-1680: fols.
Aunque l o s diez incas demandantes Aunque l demandantes q ue ue cuestionaron cuestionaron a a don don Francisco Francisco Quispe Amao son identificados una a queja presentada por por doña no no son identific ados específicam específicamente ente como como electores, un Lorenza Calles en contra de don Carlos Carlos Inquil Topa, el alférez re l de de ese año, y los restantes veinticuatro electores, sugiere q u e para finales d el siglo XVII, el cuerpo d e nobles perseguía ardorosamente a todo usuario ilegítimo''^ la maskapaycha (ADC, documento no catalogado fechado en 1687). Doña Doña Lorenza sostenía que con la aprobación de los veinticuatro, don Carlos y otro noble inca tomaron veinte pesos de ella (todo lo que tenía en ese momento) luego d e multarla c o n cien pesos porq u e su s hijos [don Pedro Solórsano y don Felipe de [a Cruz) se habían armado c con on espadas y dagas, un privilegio concedido únicamente a [a nobleza nativa, y usado el tocado Inca e[ día de la fiesta de Santiago de julio de 1686. Doña Lorenza tenía otros informativos cargos qu lo s incas de que e hacer. Sostenía que a los bajo rango co n dinero dinero se les les permitía darse aires pero como como ella, ella, aun que nobl noble, e, er a los funcionarios incaicos de dell Cuzco negaban a sus hijos lo pobre, los los s privilegios a [os cuales tenían derecho. Asimismo, alegó que de haber podido pagar [os cien pesos, hijos ejercer privitegios d e nob[e como portar armas e habrían permitido a permitido a sus hijos enn público; sin embargo, e[[a no hizo mención alguna de[ uso d el tocado inca. También afirmó q u e . lo s dos incas nobles que la atacaron estaban borrachos y así motiva[ro]n graves daños con sus embrigeses , repitiendo de este modo la explicación hispana oficial de la las s perturbaciones en [as festividades (véase Como jamás se dictó sen(véase el capítub capítub 3). Como tencia en su caso, no sabemos si [ogro probar (según [o s procedimientos jurídicos
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Cuerpos i n c a i c o s
españoles] la verdad españoles] decir qu e la verdad de la nobleza la nobleza de sus Hijos.'Pero por lo lo menos podem os decir los vein ticuatro electore electoress vigilaban de cerca a todo aquel que interpretaba el papel de Inca en público. Resulta interesante que las pretensiones espurias a la borla imperial no se form u l a r a n únicamente en las actuaciones. actuaciones. El artista Diego Quispe Tito/ un noble inca pero posiblemente no de la realeza y ciertamente no un cacique tal vez se retrató a sí mismo como un Sapa Inka con la maskapaycha en una pintura del juicio San Francisco el tardío siglo final q u e realizó para el convento convento de San Francisco d e l Cuzco en el X V I I ( G i s b e r t 1980: Fig. 113; Benavente Velarde 1995: 58-60). I n f o r t u n a d a m e n t e n o q u e d a n i n g u n a f u e n t e q u e señale si su representación causó p rotestas o hiz o arq u ear cejas s i q u i e r a .
L os electores aparentem ente debían vérselas n o sólo con aspirantes andinos sino también con el corregidor del Cuzco/ quien tenía derecho a confirmar la sucesión al como dee aprobar aprobar [a elección anual que los electores cuerpo de los veinticuatro as asíí como d [a elección anual que los electores hicie•ran del' alférez real A u n q u e normalmente confirmaba al candidato de los veinticualos primeros tro/ el corregidor ocasionalmente cambiaba su selección. Así sucedió en en los años d el siglo XVlll. E n noviembre de 1716 un varón andino fu e llamado a declarar qu e do n AAelchor Alejo Guambotupa/ un prominente nativo cuzqueño/ era un inca de asupanki). ). Parte cendencia real (específicamente de la casa de l Sapa Inka Túpaq Inka Y upanki su testimonio se refiere a Cuzco un incidente en el cual el general qu don de [a Fernando de Fuente y Rojas/ corregidor del en e n ijoz-ijo^ supuestamente iso nombrar como alférez real A S la fiesta anual de Santiago a un indio acaudalado acaudalado pero pero que no era noble ( [El] corregidor ... quiso a fuerza de favor nombrar por alferes real a un Indio Rico Rico recordaba q u e tanto e l padre como el tío de don nombrado Guaca Luis ). El testigo recordaba electores/ se opusieron ta n enérgicamente enérgicamente qu e el corregi dor Melchor/ ambos electores/ Melchor/ se opusieron ta dor les hizo encarcelar. Sin embargo/ ellos apelaron a la siguiente instancia y fueron liberados/ confirmándose el derecho de los ve inticuatro elector electores es a nombrar a uno de ellos como alférez (Eligieron a l cacique de la parroquia de San Blas/ a quien legítimamente le tocaba.). La historia fu e presentada como prueba de la auténtica línea sanguínea de do n 7v\elchor/ ya que/ según insiste insiste la padre y tío no la lógica implícita/ su su padre y no podrían haber sido electores ni tampoco habrían triunfado de no incas legíti legítimos. mos. no habe r sido incas
Es evidente que la maskapaycha era una insignia festiva a veces ardorosamente disputada p or los privilegios q u e acompañaban su posesión y lucimiento. lucimiento. A u n q u e la
colonización hispana había eliminado la singularidad del Sapa Inka y el derecho de una única persona a la borla real/ la aristocracia aristocracia incaica c om prendió b ien la importancia de mantener ciertas restricciones sobre el uso de la todavía todavía demasiado significativa insig periodo colonial/ pocas las oportunidades de aprovenia escarlata. A mediados del periodo colonial/ eran pocas las char el legado incaico -que se dejaban de lado/ no importa cuan remota fuese la vinculación. .Entonces/ actuar como un Inca con la borla borla equivalía a reclamar la autoridad autoridad local andina y los derechos y privilegios concomitantes/ ninguno de los los cuales estaba a salvo de los cuestionamientos bajo un régimen colonial q ue oficialmente reconocía la nobleza nativa/ pero hacía m u y poco por distinguir entre los indios sin que se le insistiera vigorosamente. Todas las. evidencias indic an que la élite incaica inven tó e papel l papel festiv o de l Inca e n algún momento luego d e la muerte de Túpa q Amaru y que vigiló su interpretación como un medio co n el cual fortalecer su autoridad decreciente bajo la ocupación colonial.
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Los Cuerpos Cuerpos Cuerpo de Cristo de los incas y el Cuerpo
Nuestros abuelos, nosotros Como vimos, entre [a ejecución de Túpaq Amaru 1572.) y mediados del siglo XV11/ la borla escarlata pasó de señalar un único señor supremo y divino (no-cristiano), a designar una serie de autor autoridades idades [ocales cristianas disminuidas (pero todavía prestigiosas y bastante poderosas). La resignificación de [a m sc p ych requirió de dos momen momen-tos cruciales: el primero fu fue librar [a borla de su contenido religioso incaico, incaico, y el segundo [a [ a a amp mpliación liación de su capacidad de tr transmitir ansmitir el linaje y la nobleza regios antes que [a supremacía política supremacía política absoluta. Las primeras décadas del del siglo XVII parecen haber sido cruciales en lo que que respecta al primer objetivo. El final de la primera década de dicho siglo siglo estuvo signado por el inicio de [as vigo vigorosas rosas campañas campañas de extirpación de idolatrías alrededor de 1610, después de que Francisco de Avila [[1648] 1904-1907) descubriera que la inicial conversión religiosa andina había sido a menudo sup erficial, erficial, y que paganos nos seguían llevándose a cabo e encubiertam ncubiertamente en la costa cenlos ritos andinos paga
tral peruana. Para mediados de siglo, la actividad extirpadora habí había a disminuido en intensidad en sierra sur. sur. En su m mayor ayor parte, los evangelizadores concluyeron que [os colonizados la la sierra [os colonizados pasado asado andino —a quienes llamaban indios amigos— eran cristianos; los signos de un p pagano eran precisamente eso: algo pasado Como sostuviera Alberto Flores Galindo histo ria inca incaica ica y fue sólo e [igSóa: 68), sólo entonces p u d o considerarse segura a la la historia en n ese momento que ella podía ser evocada con orgullo por los descendiente descendientes s de la realeza inca, no obstante [as ambivalencias que le eran inherentes. Co Con n todo, no se trató simplemente de un cambio e en n la percepción: éste se dio mediante pequeñas pero significativas restricciones colocadas en signos de a qu el pasado incaico. Recuérdese que
si bien un una escultura de una a m sk p ych en una celebración dell /\Iiño Jesús había lucido un realizada en e l Cuzco en 1610, para finales de este siglo la la borla escarlata había quedado restringida a [as re represent presentacione aciones s de u una na histo historia ria étnic étnica a o referidas a ella. Como viéramos en el ca p ít u l o 3, el retiro de la la borla de la la frente de Cristo la higienizó , asociaciones es co las religiones precolombinas. En lo que librándola de sus incómodas asociacion con n las respecta al público hispano, el sig significa nificado do político ligado a ella podía divorciarse de sus implicancias religiosas a través de éste y otros medios similares. Al limitar el uso de
la borla a los caciques principales de las parroquias, los electores incas parecieran haber estimulado esta compre comprensión. nsión. S Su u encamación salvífica de fa er era a prehispánica involucraba ibición de signos no-cristianos dentro de cont contextos extos mit mitigadores igadores crisun a cuidadosa exh ibición tianos, de modo tal que era posible recordar el poder p olítico del pasado olítico de los paganos del sin que ello amenazara con el renacimiento d el paganismo. D e este modo, la borla sobre sus frentes transmitía algo'más que una memoria que no podía ser resucitada;
ella era una evidencia de su propia conversión. incaicas as no se logró La resignificación que hicieron d el tocado y demás insignias incaic sus esfuerzos, los voluntaria ni rápidamente. voluntaria rápidamente. En sus lo s nobles incas del del Cuzco se vieron precedidos por el autor mestizo Gómez Suárez de Figueroa, hijo de una noble incaica (babel Chimpu Ocllo) y de Sebastián Garcilaso de la Vega [m. [m. 1559), conquistador conquistador y dell Cuzco. Cuzco. Después crióó com o corregidor de Después de pasar su niñez en esta ciudad, donde se le cri
un hidalgo, Gómez se trasladó a España en 1560, ajos veintiún años de edad. Cambió nombre al al de El Inca Garcilaso de la Vega y escribió la q u e pasó a ser la historia más influyente de los incas. Su historia en dos volúmenes se publicó e en n Eur opa aproximadamente al mismo mismo tiempo tiempo que despertaba sospe sospechas chas s sobre obre que el fervor extirpador despertaba los signos de la era p prehis rehispánica, pánica, tales como l la a maskapaycha En su obra, Garcilaso inscri inscri--
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Cuerpos
incaicos
precolombino de los incas] p re (antes q ue n o cristiano b ió un Tahuantinsuyu ( el reino precolombino qu quee anticipó al Perú/ un a colonia cristiana española. Según esta narrativa/ en los Andes los Incas prefiguraron a los españoles en forma similar a aquella en la cual la Roma precristiana preparó el camino para el triunfo del cristiani cristianismo smo en la Europa occidental. occidental. Manuel Burga (1988) demuestra que la visión utópica que Garcilasu tenía del pasado prehispánico fue alabada en el virreinato/ puesto q ue ella satisfizo l os deseos d el Perú posextirpación al afirmar que las persistentes prá cticas andinas nativas y no-cristiai6
ñas ñas eran neutras- y no anticristianas. Sea una coincidencia o n o/ el gesto altamente autopropagandístico y sumamente romántico d e Garcilaso d e reconciliar la religió n incaica y el cristianismo/ se anticipó a en l a cual l os nob les incas l a forma en incas q ue vivían en el Cuzco a mediados d el periodo colonial lograrían valorizar el pasado incaico. Mientras q ue Garcilaso usó la palabra
suss propios cuerpos escenific escrita/ l os incas cuzqueños utilizaron su escrita/ escenificados. ados. A l aparecer en las las celebraciones cristianas como sus antepasados de la realeza/ ellos escenificaban l a conversión de sus ancestros paganos. -En realidad/ dado que los portadores de la b o r l a ¡alguna v ez u n signo pagano ) eran dirigentes parroquiales parroquiales (y por necesidad cristianos)/ siempre eran incas ya convertidos. Al actuar su ascendencia se convertían en su s antepasados. D e este m o d o l a borla/ al llevarse en la frente de los caciques incas/ se refería a [a conversi conversióó n al cristianismo y no a una subversión del mismo. Es importante que el papel de rey Inca fuera asumido por lo c om om ú n en la fiesta d el
Corpus/ l a de Santiago y aquellas otras grandes festividad es cristianas cristianas organ izadas po r las autoridades cívicas /religiosas. Las autoridades entrelazadas de Dios y la corona reforzaban el poder d el liderazgo religioso y cívico/ cívico/ que es lo que los caciquesactores eran. El pasado evocado por los intérpretes incaicos situaba el lugar apropiado de la élite inca en la adm inistraci inistración ón política hispana como dirigentes dirigentes de parroquias. Desde la perspectiva española/ ésta era una actuación sumamente exitosa de la realeza étnica subyugada. También fue un éxito para l o s incas d e mediados d el periodo colonial. Como se se examinará aún m más ás en el capítulo // era como si los actores incaicos royesen el Corpus Christi/ o tal vez poseían el agujero que éste era/ no negando o subvirtiendo su estructura triunfal/ sino reclamando un lugar para l os incas en dicho triunfo. Lograron esto traduciendo lo loss signos incaicos precolom precolom binos d e autoridad divina a indicios transculturales de nobl eza. .-
La forma en que el pasado pasado literalmente se encamaba en el cuerpo de la élite colonial fue informada/ sino inspirada/ por la noción europea de la aristocracia; d e hecho/ su recreación d el pasado se vio e im u l a d a a po r el valor que los colonizadores españoles vio e s t im daban a la idea de realeza. Al adaptar las concepci concepciones ones hispanas hispanas de nobleza/ la élite incaica d e m ediados ediados .del periodo colonial convirtió l a borla escarlata en un símbolo d e realeza étnica antes que de supremacía universal. Buena parte de esta importante
obra transculturadora se llevó a cabo en la institución jesuita para l o s hijos de [os caciques el Colegio de San Borja/ fundado en el Cuzco en :6zi/ j usto después d el periodo d e intenso las s prácticas performativas y visuales natiintenso escrutinio extirpador de la vas. En San Borja/ los jóvenes nobles incas —-los futuros caciques— • no solamente aprendían la doctrina cristiana/ castellano/ matemática/'música y otras categorías esenciales d el saber occidental/ sino también la iim m port portanci anciaa de su propia nobleza. Au nqu e ciertamente buscaban aculturar a los varones d e la élite nativa que en el futuro serían dirigentes de sus comunidades/ lo los s jesuítas al mismo tie tiem m po estimularon estimularon la expresión de una alteridad noble [ J. Rowe 1954:19). El uniforme com puesto u e constaba de un puesto — q ue u u (túnica) andino con sombrero/ capa/ calzas/ zapatos y medias— con el cual se
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Los Cuerpos de los Incas y el
uerpo de Cristo
los s estudiantes de San Borja/ prefiguraba e[ disfraz de Sapa Inka qu vestían lo que e muchos cristianas as como la del del Corpus,, una vez se hubiesen convertido de ellos usarían en fiestas cristian que ue diseñaron s se e examinará en el próximo capítulo.). en caciques (El disfraz de Sapa Inka q
Ciertamente puede decirse que la revivificación de dell pasado por por parte de la nobleza incaica del Cuzco se hizo con los jesuitas je suitas como comadron comadronas/ as/ los cuales además vincularon su árbol genealógico con el interés terés de la mayoría de las el de la realeza inca. Aunque e l in autoridades hispanas hispanas por la historia y la cultur cultura a inc incaic aica a decay decayó ó notabl notableme emente nte en en el transcurso delsiglo XVII [Mannheim 1991: ji}/ los lo s jesuítas fueron una marcada excepción. excepción. De inca; a; en la entrada a su templo en el Cuzco incluso hecho/ ellos se unieron a la realeza inc lucían prominentemente un cuadro que mostraba los los matrimonios que unieron a miem pintura a mu muestra estra a los santos bros de la realeza incaica con los fundadores de la orden. La La pintur jesuitas Ignacio de Loyola y Francisco de Borja flanqueados por dos parejas casadas: a la derecha de ellos están don Martín García de Loyola/ el el sobrino nieto de San Ignacio/ y doña Beatriz /\lusta/ hija del Sapa Inka Sayri Túpaq; a su izquierda se encuentran doña Ana An a María Lorenza García de Loyola/ hija de Martín y Beatriz/ y su marido/ don don J u a n Enriques de Borja y Almansa/ nieto de San Francisco de Borja. Lo Los s padres de Beatriz y desde el fondo/ desde fondo/ a la su tío [el infeliz Túpaq Amaru] especian el matrimonio de la ñusta izquierda. Los jes jesuitas uitas hicieron copias copias de esta pintura que luego exhibieron en otras partes del de l Perú. La élite incaica d del el Cuzco Cuzco también tomó el tema/ uniéndose con los por poderoso erosos s jesuitas. La noble doña Josepha Villegas Cusipaucar y Loyo Loyola la /\ usta/ entonces pod hija de don To Tomás más Cusipaucar Villegas y doña Antonia de Loyola/ dic dice e haber exhibido en su hogar un lienzo grande con su chórchola dorada con oro d de e nro. padre San San Ygnacio y San San Francisco d de e B o rj a y el casamiento de Doña Beatris . La alianza de la realeza incaica y los jes jesuit uitas as fue una unión con la cual ambas, partes se beneficiaron/ y fue inculcada en el Colegio de San Borja.
Al igual que otra otras s familias de la nobleza incaica/ la de los Cusipaucar también lucía e en n h ogar retratos de sí mismos vistiendo elementos de un r o p a j e inca arcaizante. Estas su hogar pinturas respondían directamente a la actuación de los caciques incas como Sapa Inkas y/ como vi vimos mos y a / fueron diseñadas a mediados del siglo XVll/ probablemente por la primera generación de estudiantes educados en San Borja. Allí/ estos . hijos de caciques 1 hicieron frente,al problema de cómo expresar su legado regio [pero étnico y no-cristiano) en términos occidentales y formas no amenazadoras. En otras palabras/ tuvieron qu que e traducir Sin duda la autoridad andina a términos europeos/ reconfigurando al Sapa Inka en un rey. Sin los retratos de cuerpo entero de lo s reyes precolombinos que colgaban en el influyeron los colegio/ pintados en algún momento después de 1644. Estos no solamente brindaron un modelo de la realeza incaica/ sino qu quee argumentaban en favor de cierta comprensión implícitamente lineal del del pasado en la cual la vestimenta/ y en menor medida la postura y el porte/ cargaban con el peso significativo y unían un una generación con con otra. En estas imágenes el disfraz era era sumamente importante porque lo los s retratos de los reyes precolombinos no eran/ ni tampoco pretendían serlo/ semejanzas fisonómicas pues no había una tradición la cual basar lo incaica de representación mrmética en la los s retratos coloniales. Mediante analogías con la práctica europea de los retratos de reyes/ estas pinturas má más s bien crearon un una a las s us dinastía inca a imagen de los linajes dinásticos del Viejo Mundo y se la usó ó para afirmar que la nobleza incaica de legítimamente gítimamente de estas personas dell periodo colonial descendía le ficticias. as. Aunque Aunq ue los estud estudiosos iosos están seguros de que Manko Qhápaq es parcialmente fictici parcialmente mayor o íntegramente mítico/ muchos integrantes de la élite incaica colonial sostenían descender de él [en línea dir directa] ecta] y tenían su retrato. Los Los cuadros que afirmaban su existencia permitieron que los complicados y aún mal comprendidos sistemas andinos de parentesco se concretizaran en términos europeos. El disfraz en los s retratos y en el cuerpo en lo cuerpo de [os [o s caciques coloniales forjó el vínculo a través de lo los siglos.
Cuerpos incaicos
Lo s retratos de [os [os Incas/ tales corno la serié colgada en el Colegio de San Borja/ siguieron la senda trazada por e[ virrey Toledo/ quien en la década de 1570 encargó retratos de Sapa Inkas. Las pinturas encargadas por por el virrey fueron descritas como una dell linaje incaico/ desde M¿nko Qhápaq hasta Wayna Qhápaq ilustración de ilustración Qhápaq y su hijo uno desde el pecho para arriba/ vestidos con sus ropas tradicionales y lucienPauIIu/ cada uno do la maskapaycha y las orejer s por Las cuales la nobleza inca era famosa. La orden de
Toledo de visualizar la dinastía incaica prehispánica en un estilo y formato occidental —y fijar la línea de descendencia co n Paullu/ antes que con el rebelde AAanko L — • estimu l ó numerosas series de retratos/ las las cuales fueron estudiadas por Gisbert Gisbert (1979 y 1980: H/-IZO, 114-140). El encargo hecho hecho po por Toledo complementó lo los esfuerzos de lo loss cronistas por escribir la historia inca en forma tal que se adecuara a las formas históricas europeas de [a memoria. Se modificaron la lass historias orales andinas referidas sólo en parte a reyes históricos para que convencionales/ comque encajaran co con n el patrón familiar de las historias europeas convencionales/ sus principales hazañas. Las series de puestas como sucesiones sucesiones de reyes masculinos y masculinos y sus retratos de los los reyes/ asimismo/ dieron un rostro visual a las crónicas y reforzaron las versiones europeizadas de la historia andina en la lass cuales los eventos 'del pasado eran que e siguió a su padre/ a su vez un alineados y atribuidos a un único gobernante varón qu único rey/ y así sucesivamente. Al ser inscritos visualmente en esta forma y formato/ los Sapa Inkas eran eran objetos de un autorreflejo europeo. En cambio/ en en la tradición andina/
las poderosas esencias de los reyes reyes [antes que su forma superficial) estaban alojadas [antes que registradas) en rocas y/o bultos de sus excrecencias corporales [por ejemplo/ cabellos y uñas); éstos eran los los w wkis huaques] o hermanos . /\lo h u b o una tradición andina de elaboración de imágenes sublimadoras en parte porqu e lo loss w wkis y momias de los reyes difuntos eran reverenciados/ cuidados y tratados como si estuvieran vivos o su animación inminente fuera posible/ ya que no había habí a sustancia sustancia alguna qu que e negar. Luego de que las momias y w wkis fuesen confiscadas y destruidas por los españoles en el siglo XVl/ se adoptó una sustitución de estilo europeo. El reemplazo necesario se llevó a cabo mediante la encamación procesional de los Sapa Inkas por parte de sus descendientes y a través de los llamados retratos. Aunque los difuntos mismos ya no serr alojados/ lucidos y festejados públicamente/ sus sus retratos —los difuntos podían se virtuales— no solamente fueron poseídos privadamente sino también exhibidos en monumentos públicos [Gisbert 1980: 12.6). P or ejemplo/ doña juana Engracia Ottsi AAantaT/ un a noble bien conectada de dell Cuzco qu que e falleció a comienzos del de l siglo XVI11/ poseía tres
retratos pintados de los Incas. Del mismo modo/ el testamento de don Pedro Sapero/ cacique principal de la parroquia de Santa A Ana na [del yllu Guanea Chinchay Suio) indica que en 1715 tenía un gran lienso... de rretrato de Yngas de dos baras . Aunque T Toledo oledo y otros hispanos buscaron visualizar el pasado prehispánico al mismo que e limitaban severamente [a presencia de los incas coloniales/ los andinos tentiempo qu con n aquellos cuyos retratos guardaban. Aunque muchas de [as series dieron a vincularse co de retratos hispanos cierran cierran la línea incaica en el momento de la conquista/ insertando a Carlos V y los posteriores monarcas españoles/ lo loss mecenas andinos tendieron a insertarse a sí mismos en la línea real. Por ejemplo/ los los do doss testamentos de mediados del siglo XVII de doña Isabel Ulypa Coca Ñusta/ una noble inca/ indican que ella tuvo ocho don n J u a n retratos de cuerpo entero de Incas; entre ellos estaba el de su propio padre/ do Quispi Tito. Del inventari o de las pertenencias pertenencias de la difunta doña Del mismo modo/ el inventario Martina Chihuantopa de [a Paz/ efec efectuad tuado o a comienzos comienzos del siglo XI X/ hace refe referencia rencia
a dose retratos de [os Yngas de [a familia dé Chihuantopa que estuvieron estuvi eron en el
Los Cuerpos de los Incas y el Cuerpo de Cristo
corredor . Algunas de las imágenes de dicha familia s see encuentran 'hoy en el Museo Arqueológico del Cuzco. La serie f u e a l parecer encargada originalmente, o por lo mer n o s remozada/ por su su padre/ d o n Marcos Chiguan Topa/ l os retratos Topa/ el tema de uno de los (Fig. 18 ; Lámina V i l )).. Doña Martina podría m u y bien ser una de las ñ u s c a s anónimas de la colección del museo. Los Chiguan Topa remontaban su linaje al del Inka Lloque Yupa nki/ d e m o d o que la serie colgada en su residencia de l Cuzco p r o b a b l e m e n t e presentaba su ascendencia regia desde ese rey hasta los los tiempos de don Marcos. De este modo/ las las familias d e la nobleza incaica colonial s e entrelazaron a sí mismas co n lo s Sapa Inkas mito-históricos. D o n Marcos y algunos de sus parientes/ asimismo/ las armas concedidas a don Cristóbal Paullu Inka. Al vincularse lucen en sus retratos las con don Cristóbal/ un rey del periodo colonial que fue leal a los españoles durante el loss Chiguan le va nta mie nto encabezado por Manko ll / su he rma no/ se sugería q u e lo Topa también eran buenos vasallos hispanos.
2S . .Anónimo, sigla XI- III, III, Retrato de clon M a r c o s Cb/f/ian Topa.
Uno de los retratos en la colección del Museo Arqueológico de dell Cuzco es el de un lleva la anónimo portaestandarte varón que lleva la m a s k a p a y c h a . A un qu e e s imposible ide ntificar a la persona retratada/ esta pi ntu ra [o una parecida) podría muy bien se r aquella descrita e n el testamento d e doña Antonia Loyola CusrTito Atau Y u p a n q u i / c u y o ma rido (don Thomás Cusipaucar Villegas] fu e alguna ve z alférez real y / por lo tanto/ u n o de los veinticuatro electores incas). Entre su sus s posesiones ella contaba con un lienzo del retrato d el YnSa de Alferes Real de dos baras con su chórchola dora da l a /\)usta de dos baras asi nueva / y otro d e la as i mismo con su chórchola doraba nueba . Podría m uy bien tratarse de los retratos d e ella y de su marido/ o tal vez de sus sus antepasados. P or sí sí mismos/ los cuadros parecen reforzar identidades capituladoras al a l a firma r rroles oles coloniales/ pero cuan d o se [es a l i n e a con los retratos de los reyes prehispánicos/ como lo loss q u e sabemos poseyó la familia Cusipaucar/ forman u n a dinastía q u e niega a la invasión española su sup ue sto pode r pa ra cortar el f l u j o de la historia andina.
Viviendo e l papel L os retratos de de la élite masculina inca del periodo colonial registran registran su s roles festivos festivos y n o p u e d e n c ompre nde rse si n referirse a su a c tua c ión c omo Sapa Inkas . L os varones aparecen en su pa pe l como actores/ a me n udo con con los los estandartes q u e llevaban en la procesión; ta tall es el caso de don Marcos/ q uien fu e alférez real y aparece c o n el real estandarte de España [Fig. 2 . 8 ) . Así/ los varon e s q u e d a b a n i n s c ri ri to to s v i s u a l m e n t e c omo l o s descendientes de los reyes andinos andinos y como jefes dentro del régimen colonial. En nin gun a parte vem os esto tan ta n claro como en los lienzos de dell Corp u s q u e inc luye n n a los caciques-principales disfrazados.
Cuerpos i n c a i c o s
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j
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I
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L os retratos de los caciques incas coloniales conformaron un paralelo' con c on las actuaciones en las las cuales ellos se convertían en monarcas transitorios/ en forma de efigies actuadas que en la sustitución convocaban a m últiples últiples incas/ normalmente ausentes/ a su su celebrac ión festiva. Para los los intérpretes/ el Inca ciertamente era un papel festisu disfraz como vimos/ la vo/ aunque uno que estaba m á s fabricado que su disfraz e insignias; como parte que actuaban había sido sido elabo rada a partir de sus propios propios cuerpos/ pues únicamente la realeza incaica podía asumir el p a p e l . Dado que su cuerpo era el signo inevadible/ irreductible irreductible y visible de su su subyugación colonial/ a mediados de l periodo colonial la encamación encamación de la autoridad prehispánica pasó a ser una señal distintiva de la la identidad de la élite inca.
E n sus papeles festivos —sus cuerpos disfrazados— reconciliaban su pasado precolombino co n el presente colonial en formas que no eran un a capitulación/ o a l menos n o lo eran exclusivamente. Encamar al rey en la actuación er a reclamar el poder que su m o m i a y w wki-alguna -alguna vez poseyeron. Mediante la personificación de parte de sus herederos/ los cuerpos de los l os Sapa Inkas ingresaron l periodo periodo colonial rehusándose aceptar la invasión española como un suceso que dividió la historia andina en pre y pos . D e hecho/ hecho/ el acto mismo de periodizar impone un esquema linear linear que es en sí m i s m o un gesto colonizador: un efectuado por los españoles del Perú colo unoo a me nudo efectuado nial/ as í como po r los investigadores actuales/ pero no por los incas de m ediad ediados os de l periodo virreinal.
Aun que los los detalles son escasos/ las las representaciones de la historia andina redactaescenificadas p or la élite incaica colonial no como las que presentaban lo s das y y escenificadas no eran como que presentaban españoles. Po r ejemplo/ en 1555 la muerte de l inca inca Atahualpa/ ejecutado ejecutado po r Francisco Pizarra/ fue organizada por estos últimos en el centro minero de Potosí Potosí [Arzáns d e Orsúa y Vela [c. 1735] 1965, i: 98). E l climax de dell drama fue la muerte del Inca y el triunfo de los españoles. encamaciones de l Sapa Inka efectuadas efectuadas po r los españoles. Po r otro lado/ la las s encamaciones lo s caciques incaicos incaicos de dell periodo colonial n o dejan el pasado andino en el ayer/ en exactamente la misma forma. E n realidad realidad tendían a m ezclar ezclar lo loss periodos p r e y poshispánicos/ dee confundiendo el sentido europeo de la diacronía. Po r ejemplo/ en su reescenificación d combate precolombino un combate precolombino en una fiesta cristiana (Romero 1940], el corregidor español fue reconocido como autor idad suprema/ condensando así la histor historia ia y alud iendo simultáneamente a la incaica ca e hispana. Aún más significativamente/ cuando cuando los la con quista incai caciques aparecían como Sapa Inkas en las las procesiones/ jalaban el pasado imperial al periodo colonial/ construyendo performativamente la llegada de lo.s españoles como un periodo u n suceso dé tipo por siempre/ ya Las ambivalencias inherentes a estos esfuerzos por siempre/ se considerarán en el capítulo capítulo 7 . fue .
Dado que la historia historia andina era sustanciada por los cuerpos regios d e [a élite incaica colonial/ éstos proyectaban un futuro consistente con las nociones andinas del de l tiempo cuales el por po r la s cuales el pasado inevitablemente pronostica el futuro. Disfrazados de sus antepasados/ ellos simultáneamente representaban el pasado/ el presente y el futuro. E n la actuación/ tanto como en el registro de dicha interpretación/ la élite inca asimismo mostraba cuan bien e q u ilib ra b a las demandas andinas y europeas sobre quiénes debían ser. ser. A u n q u e / / como sostendremos en el c a p í t u l o j esas estrategias de autorrepresentación ciertamente subordinaban dicha élite a la autoridad hispana (Cummins 1991], también eran autodefinidoras y sumamente diferentes de [os esfuerzos españoles po porr definir a los incas. Podemos ilustrar este punto con una com paración paración de las imágenes de un Inca/ un a andina y la otra hispana. El retrato postumo de don dell mismo ape llido arriba arriba mencionada/ encargado Alonso Chiguan Topa/ de la familia de
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Los Cuerpos de los Incas y el Cuerpo de Cristo
en el siglo X V l l l por sus deseen di en tes, muestra muestra a don Alonso vistiendo, el disfraz disfraz de un re y Inca; e n la mano alza una cruz (Fig. 19). El pectoral solar en su pecho se opaca.en contraste con la cruz que emana lu z. Según la leyenda, e n este retrato, do n Alonso, un descendiente de l Sap a I n k a Llo que Yu p anki, fu e el primer Inca en ser bau tizado luego las armas concedidas por del de l advenimiento de lo loss españoles. En el cuadro aparece con las el rey de España a Cristóbal Pau llu , el h i jo d e Wayna Qhápaq que permaneciera leal a lo loss peninsulares durante l a rebelión de Manko 1 1 . La p intu ra f ue hecha por sus descendientes (p robablemente robablemente d o n Marcos Chiguan Topa, cu yo retrato, a l igual que el de do n Alonso, se encu entra en el Museo Arq u eológico de l Cuzco] para establecer n o sólo la no bl e asce ascendenci ndenciaa de su familia, sino la historia de su acatamiento y lealtad para co n el gobierno hispano-coíonial. Considerado por sí solo, el cuadro podría leerse como un registro de autosubordinación q u e actúa m etonf etonfmicamente micamente para regis registrar trar l a conversión religiosa de todos lo s incas.
29.
.Anónimo
siglo
.V III, Retrato de clon lo
us us a Chiguan
S in embargo, un lienzo del pintor hispano Leonardo Flores, que .cue lg a en la iglesia no s da una perspectiva distinta. En esta pintura, q que ue es de San Francisco de La Paz, nos aproximadamente contemporánea a la de don Alonso, María Inmaculada, triunfa sobre representada, o más bien encarnael mu ndo [Gis bert 1980: 8 o , Fig. 71). América está representada, da, por un Inca . El Inca genérico acepta la doctrina y una cruz de un franciscano q u e monta el carro triunfal cuyas ruedas pasan peligrosamente cerca de la s u p licante forma de l Inca. El receptáculo pasivo q u e viene a ser este a n ó n i m o Inca del cuadro presenta u n a figura s u m a m e n t e d i s t i n ta ta d e l f i r m e m e n t e e r g u i d o d o n A l o n s o Chiguan Topa, quie n sostiene e n alt o la cruz q u e ¿ i tomado tomado y n o reci bi do. E n el retrato, do n Alonso aparece como un maestro de l a m ediación, como u n a persona que ha h e c h o una elección. El colma l a distancia entre e l disco so lar que recuerda recuerda a l Inti de sus antepasados, y la cruz l u m i n o s a de sus descendientes cristianos: su corazón y su ma n o , s u a l m a y su cu erp o. S u s descendientes, q u e hicieron q u e esta imagen fu ese registrada (o cread creada), a), vivían ellos mismos en los interstiintersticios. A l encamar a sus antep as ados e n la s fiestas recordaban s ino q u e tamcristianas, n o s o l a m e n t e e recordaban bién ensayaban el m o m e n t o de su conv ersión. ersión. Cuan-
do se asumía el p ap el de I nca e n las exhibiciones públicas, la p o s t u r a m e d i a d o r a de l n o b l e incaico, el antep as ado viviente, e ra a r t i c u l a d a a través de un comp u es to exq u is ito de signos andinos y europeos, a s í como como de u n sistema d e rep res entación v i s u a l . S u s personajes compuestos utilizab an tanto l a con en vergencia como como la yuxtaposición; en consecuencia, exp lotaban s imu ltáneamente la s i m i l i t u d y l a diferenci a. Ta Tall vez en ningún lado se expresó m e j o r su mediación estratégica que en el disfraz q u e adoptasu papel como Incas coloniales. Invirtieron ro n para su mucho —significados y dinero— en lo s ropajes co n los que que actuaban, actuaban, y a ellos pasamos ahora.
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Capítulo 7
El E n respu res pues esta ta a llas as numer numerosas osas e evoca vocaciones ciones de lo los s Incas prehispánicos hechas en el p eri o d o virreinal por sus descendientes coloniales/ ]ohn ]ohn Howland R owe [1954: 1 8 ss j caracterizó la segunda mitad d e l siglo XVI XVIII en la sierra su r como e l inicio de un renacilas referencias al pasado andino se hicieron en miento inca. Puesto que muchas de las
forma europeizada• — l a d e la representación mimética—/ se trató de una regeneración n a c i d a d e la a c u l t u r a c i ó n (Cummins 1988: 563, n. 28). E n forma bastante similar a italianos s de la temp temprana rana Edad Moderna se vieron a sí mismos como aq u e lla en que [os italiano insuflando una nueva vida a la antigüedad, clásica/ así también lo s incas de mediados d e l p e r i o d o colonial rei nter pretarpn sele cti vamen te io ios s motivos y conceptos alumbrando o así u una na nueva forma de ser in inca. ca. AI inve investir stir al pasado co con n prehispánicos/ alumbrand nuevos significados/ reinventaron a sus sus ancestros ancestros y a sí mismos mismos [o por lo menos menos a a sus personas fe st ivas] como sus antepasados antepasados rredivivos. edivivos. Aunq ue renacimiento tal vez
no sea una descripción adecuada de todos los matices de su estrategia cultural/ sí resalta una una parte significativa de su agenda.
E n otro lugar usé el tér términ mino o renova renovación ción para para caracterizar el proceso colon ial de las s formas tradicionales derivadas de una cultura con signi investir la investir significados ficados n nuevos uevos y andin os renovaro re novaron n la las s imágenes europeas a l mismo transculturados (Dean ip g óbj . Lo Los s andinos anterior t i e m p o que que hacían renacer los mo motivos tivos prehispánicos. prehis pánicos. En el capítulo anterior exami-
namos cómo fue que los caciques yuxtapusieron/ en la vestimenta festiva/ formas tanto tant o renovada renovadas s co como mo red redidi idivas/ vas/ creando así compu compuestos estos culturales. En este ca pítulo me concentro en cómo fue. qu que e el proceso de crear comp compuesto uestos s culturales emplazó ambivalentemente a lo los s caciques incaicos e en n l la a cultura colonial al pintarlos/ paradójica pintarlos/ paradójicam e n t e / com o gobernantes sometidos. . las últimas dos décadas se ha prestado considerable atención/ sobre todo por los E n las oscolonial/ al problema d teóricos d el discurso p oscolonial/ de e si s i la obra cultural de las é élites lites coloniales les gana en auto autori ridad dad o se ve debilitada por su inevitable hibridez o/ como yo la denodesconfío de las generalizaciones/ el caso m i n o / su naturaleza compuesta Aunque desconfío específico de lo los s incas de mediados d e l peri odo colonial argumenta a favor/ no de un escenario de ya sea/o / sino de una situació situación n de am ambo bos/y s/y
en íía a cual los colonizados
simultáneamente reconocieron su posición subordinada y se resistieron a las pretensiones totalizadoras de la autoridad colonial. Además/ la dialéctica referida a la sumi porr op [os discurso discursos s dominantes ha tendido a concen a concensión a/ po oposició osición n a [a subversión d e/ [os
trarse únicamente en la relación entre las autoridades colonizadoras y cierto sector de la élit de [os colonizados. Esta discusión se ha centrado en la élite masculina incaica. Examinando sus estrategias queda en cla claro ro que b buena uena parte de su obra cultural hacía frente no sólo a [as autoridades hispanas/ sino también a-otros a-otros andinos. Como ya emplearon señalamos/ en un intentó por mejorar su propia posición/ los caciques incas incas emplearon estrategias de exclusión diseñadas para alienar a sus rivales andinos con [os discursos alienar a
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Los Cuerpos de los Incas y el Cuerpo de Cristo
coloniales del poder. Entonces,, en este capítulo/ consideraremos consideraremos [as consecuencias consecuencias que imp[ementaron, como dichas estrategias tuvieron tanto para los varones incas que [as imp[ementaron, como para las mujeres de su nobleza nobleza y otros g rup o s andinos.
Eí Inca renacido peyorativa va palabra bastardizado para condenar la Cummins [1991: [1991: ziS ss] utiliza [a peyorati maskapaycha colonial. Éste/ un adjetivo altamente cargado/ simultáneamente da un género y pacifica la c u lt u ra incaica/ signándola como la víctima feminizada de la ilícita y potente conquista sexual varonil europea. Sin embargo (como demostramos en el capítulo 6/ supra}/ la mask¿paycha colonial fue una afirmación de lo que [os andinos entendían como su papel mediador. En lugar de ser eí producto produc to vergonzoso d el mestizaje cultural/ ella celebraba los intersticios. /Slegarle su valor y estructura andinas debido a u aspecto parcialmente europeizado/ necesariamente perpetúa los discursos occidentales en [os cuales se denuncia la hibridez como un coloniales occidentales coloniales como unaa impureza. Los jefes incaicos coloniales se vieron forzados forzados a hispanizarse hispanizarse por presione presioness tanto sutiles como no tan elaboradas Homi Bhabha [1984] argumenta que a pesar de que que las élites colonizadas muchas veces f u e r o n inducidas a imitar al colonizador/ jamás podrían serlo De hibridez es inevitable de modo/ producto final el colonizala este ción. Dado que esta última deliberadamente produce híbridos híbridos cuíturales/ lala hibridez debe comprenderse como el e l fr u to cultivado de la colonización/ y no despreciársela despreciársela como como u n producto derivad derivado o contaminado c ontaminado [o/ para eí caso/ alabada como u na feliz coincidencia]. Para-ios andinos/ [as manifestaciones manifestac iones de una indigeneidad prehispánica no fueron una opción una vez que [a presencia colonial española q u edó establecida brutalmente. Toda b ú s q u e d a a de [o auténticamente inca/ [o incaico intocado por [a colonización/ lo fosiliza en el pasado pasado y niega la transformación colonial de las vidas incaicas. incaicas. La auténtico rechaza rechaza a priori las las actividades subalternas que necesafetichización de lo auténtico riamente deben ser híbridas.' Por lo tanto/ [a vestimenta de l Sapa Inka colonial es incaica n o obstante su hibridez; simplemente (o tal vez lo contrario) no es lo incaico p r eco l o mb i no . •
Puesto que la vestimenta vestimenta incaica colonial jamás podría ser confundida con su contraparte prehispánica/ nos ayuda prestar atención a qué cambió y por qué (Stastny 1993). E l capítulo a anterior nterior mostró cómo [as modificaciones en ía vestimenta debenconsiderarcons iderarse como soluciones dadas a ía hegemonía cultural colonial/ antes que como problemas de [ i njautenti ci d ad . Las alusiones visuales de [os motivos prehispánicos contenidos evidencia de una res [¡encía vaen ías vestimentas híbridas o compuestas no son ni evidencia más bien las respuestas liente ( a u n q u e ahistórica) o de una resistencia tenaz/ sino sino más al toma y daca e medidas al toma y daca de l laa hegemonía cultural colonial y a la contradictoria orden d orden de se serr como [os españoles/ sólo que diferentemente Lo mismo p u e d e decirse de la europeización hecha a los disfraces y su expresión formal. En el r opa j e incaico colonial reconocían [a trampa vemos que [os jefes incas no solamente reconocían [a trampa mfmética —la naturaleza inevitablemente compuesta inevitablemente sus identidades sociales y políticas—/ sino compuesta de sus sino que asumieron ía mediación como un elemento central de su persona pública.
Con sus cuerpos hispanizados y étnicos/ [o establecie[oss caciques incaicos coloniales coloniales estableciecierto sentido/ su su forma de ocupar el ron un puente entre ambas culturas y eras. En cierto sentido/ espacio en medio se anticipó a [a (rejconsideración moderna d el el nepantlismo/ un concepto i n t r o d u c i d o po porr Miguel León-Portilla (1974: 24} y ampliado por jorge KIor de
E t Inca c o m p u e s t o
Alva (1981: 353-355) y otros. E l nepantlismo/ derivado de nepanda el concepto nahua (mejicano central] del medio/ o de estar en medio/ se definió y discutió originalmente como el predicamento colonial y poscolonial de no pertenecer a ningún lado/ de estar
atrapado en el medio. Recientemente/ los teóricos chicanos han comenzado a recuperar el nepantlismo definiéndolo como la pertenencia a muchos lugares y la negativa a qu e d ar dividido [por ejemplo/ A nz a l d ú a 1987, 1993). A l redefinir el nepantlismo/ los aproximarlo al tínkuy activistas contemporáneos están ampliando el n e p a n d a nahu a para aproximarlo quechua; reconsideran así el lugar de un encuentro como un espacio en donde s e gana autoridad y legitimidad. La élite incaica colonial/ provista de l antiguo concepto andino de cinkuy pareciera haberse anticip ado a la reciente apreciación/ cuando no- celebración/ celebración/ de la posición intermedia: la lass tierras limítrofes de Gloria Anzaldúa/ o lo q ue Bhabha (1988) llama el tercer tercer espacio espacio . A un q ue es e último'se refiere a las palabras habladas desde este ámbito/ los incas coloniales encontraron/ si no las palabras/ la s imágenes desde mediante la s c uales situar su s personas poderosas e intersticiales. Como Como sostuve en el capítulo anterior, valorizar la mediación es un gesto quint esenci lmente andino en su validación d e lo intermedio. Entonces/ ver los intersticios desde una perspectiva andina requiere q u e abandonemos la noción europea — q u e puede sostenerse es racista— de la mezcla como lo impuro y lo inauténtico. Se ha afirmado q u e para la lass élites incaicas coloniales usar el sistema d e significación del régimen colonial/ tal como lo hicieran hicieran en los retratos retratos de sí mismos y en sus modifi-
caciones de la vestimenta incaica precolombina/ fu e u n autosometimiento/ un convertirse en el Otro ante [a mirada europea. Cum mins (1991: zo8] concluye que los retratos de la élite inca en en el periodo colonial — y podemos asumir q ue también su s actuaciones— permitieron a los andinos celebrar su patrimonio indígena en forma tal que inculcaba un a pasiva sumisión al dominio hispano y la ineluctable ex plotac ión económica . Ya u na crítica se reconciliar [o s caciq ues na crítica se interrogaba sobre ¿cómo reconciliar ues alienados/ acu[turados y sumisos de Cummins con los visionarios utópicos de John Rowe (i954)/ q ue fortalecieron su mano colonial al evocar el pasado prehispánico? [/Wajluf 1993' 2 4 2 D e hecho/ Rowe (i954/ 1957: 158] entiende las evocaciones de dell imperium prehispánico hechas a mediados hechas mediados de l periodo colonial como como u n incip ient e nacionalismo nacionalismo inca. E l la lass ve como algo que anticipó/ si es que no fomentó/ la lass rebeliones ocurridas en el siglo X V 1 U contra el dominio colonial —como la de José G abriel Túpac Amaru (1780-178x1—/ en la lass cuales la noción de un renacido imperio incaico fue una inspiración. D el mismo modo/ Ángel Gu i d o (1941: i8 J reconoce en estos mismos materiales un unaa reíBeíión estética que se ant icipó a las insurrecciones políticas de l siguiente siglo.'¿Los siglo.'¿Los caciq ues incaicos evocaron su legado como una señal de fortaleza fortaleza o de debilidad?
Reposicionando el Y O D a d o el hecho de l dominio colonial/ el cuerpo étnico inevitablemente es un cuerpo sin poder. ¿Por su patrimonio ¿Por q u é razón/ entonces/ lo s caciq ues incaicos subrayaron subrayaron su suss actuaciones y retratos? E ll haber reconocí do la ambivalencia etnitizado en su llos os parecen parecen haber inherente a su posición mediadora: la necesidad de ser tanto nobles nativos (contando po r ello con el pedigrí para conservar puestos políticos) como cristianos (y con ello idóneos para e[ servicio servicio hispano ). De un lado/ la ascendencia indígena de la élite inca e l poder político les daba un estatus dentro de la jerarquía política política del Cuzco/ Cuzco/ y del de l otro el sistema hispano. Los dirigentes incaicos era explícitamente concedido a través del sistema ciertamente reconocieron que los signos andinos de estatus tenían valor político/ debi 5
Los Cuerpos de [os Incas y el Cuerpo de Cristo
do en parte a que los c ciques incas que administraban los los pueblos locales para el
gobierno colonial hispano tenían posición pos ición precisamente por su ascendencia precolombina. Por lo tanto/ era de su interés ser ser integrantes de la nobleza indígena y
verter los signos de la misma en una forma que fuera fá fácilmente cilmente aprehendida por los españoles. cuerpos os [en su alteridad étnica) estaban ya marcados/ los nobles incas Como sus cuerp jugaron la carta de la realeza/ y para ellos no se trató de un juego en modo alguno. Ellos usaron las regios/ expresados pictóricamente las nociones europeas de los lo s privilegios
en una retórica visual parcialmente europea/ para elevarse po porr encima de otros sub A través de poses y gestos europeos convencionales/ en los retratos coloalternos. A alternos. niales los los subalternos incas imaginaban/se representaban a sí mismos en la sociedad taii como lo imaginahispana como nobles señores [Cummins 1991). El pasado inca/ ta ban ban los c ciques i incaic ncaicos os y se le recreaba para el p ú b l ic o en el Cuzco de mediados del periodo virreinal/ sirvió para fortalecer antes que que para cuestionar la posición de los los
incas dentr dentro o de la estru estructura ctura col colonial. onial. De este modo/ a mediados del del virreinato/ el cuerpo de élite inca se vio simulcáne mence debilitado por los los indicadores .étnicos y
ganó autoridad gracias a su asociación con el pasado imperial. Sin embargo/ no coincido con que las simil similitudes itudes form formales ales [entre los retratos coloniales de la élite inca inca y las tradiciones retratistas eu europea ropeas] s] mitigan la 'indian 'indianidad' idad' los retrade estas figuras peruanas [Cummins 1991: zn). 1991: zn). Los aspectos'formales de los
to tos s disminuyen el cemor a . la alteridad que que constantemente amenazaba la autoridad colonial (véase el capítulo 3/ supra}; no el hecho de su alteridad. La élite indígena comprendió claramente su papel como fuerza cristiana y cristianizadora/ y como f i g u -
del se ra-bisagra en la administración colonial. Su actuación del serr inca
necesariamente
manifestaba una posición paradójica al reconocer el sometimiento a la autoridad es- . pañola/ pero al mismo tiempo proclamaba su estatus privilegiado como descendiente
de los reyes Incas. A All f o r m u l a r una identidad posterior posterior a la conquista/ no abandona-
ron su etnicidad [o [ o su pro propia pia compren comprensión sión de lo que era ser andino)/ sino que más
bien la lucieron en forma tal tal que apelaba tanto a sus seguidores como a sus superiores. Con lla a vestimenta hábilmente modificada de los Sapa Incas/ los c ciques po po-dían simultáneamente conmemorar un pasado orgullos.o y encajar en su presente/ ya que era d e b i d o al pasado que tenían un estatus en la sociedad colonial. Como los s tagalog en las las F il ip in a s s colosostiene Vicente Rafael [1993: 136) en su estudio de lo nial/ (rjeconocer la autoridad detrás del conjunto de signos cristianos no necesaria-
mente significaba aceptar las convenciones significadoras hispanas y los intereses
q u e ellas im p l ic a b a n . Sin embafgo/ también señala que muchos de lo los s colonizados 5/'se sometieron a las autoridades coloniales y subordinaron sus sus propios intereses a los los de la las s autoridades que tenían poder sobre ello ellos. s.
AAás allá de la las s intenciones de personas particulares [ya [ya fuera para acatar/ resis-
tirse o hacer frente)/ en última instancia la interpretación de l Sapa Inca fue fue definida por el régi régimen men dé mimesis a partir de lla a cual se la generó. El c cique inca vestido para la fiesta como su antepasado regio/ era un homb hombre re mímico / un término acuña-
d o por Jenny Sharpe (1989) para describir un una a figura contradictoria que que simultánealos s mente refuerza y perturba l la a autoridad colonial . Ya fu e ra intencionalmente o no / lo c ciques disfrazados de dell Corpus cuzqueño perturbaron la autoridad colonial p o r q u e su imitación imitac ión siempre era por nec necesida esidad d insuf insuficiente iciente para borrar la alteridad. Dado llas as manifestaciones hí híbridas bridas del suj sujeto eto colonizado colonizado necesari necesariamen amente te amen amenazaban azaban
q estas ue .a autoridades/ los los insurgentes del siglo siglo XV11I podían encont encontrar rar sentimientos
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jj
E l Inca compuesto
nacionalistas o rebeldes .en las evocaciones de los incas prehispánicos efectuadas mediados del de l periodo colonial. Como señala Bhabha (1984]; todo discurso de d e domi lass cuales puede desmantelársele. De hecho, la nación contiene las herramientas con la resistencia estaba allí/ allí/ arraigada en las actuaciones los caciques incaicos loss actuaciones de los incaicos y en lo registros pictóricos de dichas escenificaciones/ en la medida en que no obstante utisignificación/ ón/ dichas evocaciones eran actos parciales de lizar modos europeizados de significaci
autodefinición de parte de los subalternos. Haya sido intencional o n o/ la ap ropiación porr ropiación de la retórica visual d el colonizador po parte de los c ciques incas fue una estrategia esencialmente subversiva/ pues la dell lugar y la adaptación de l lenguaje vis ual europeo a las demandas y necesidades necesidades de sociedad en la cual se había'n apoderado d e él/ él / venía a ser un sutil rechazo de l poder político d e los discursos visuales europeos n o m o d i f i c a d o s . S i m ó n D u r i n g (1987) exploró el problema d e cómo los los colonizados pueden usar el lenguaje d el colonizador para hablar ellos mismos —esto es/ e s/ expresar la identidad nativa— sin ser hablados en últim a instan instancia cia p o r dicho lenguaje/ y sin que éste ¡ o s defina. Du ring dice: dice: Que el post-colonial post-colonial hable o escriba en la lengua imperial significa plantear un un problema de identidad/ se r empujado a [a imitación y la am bivalencia bivalencia [Ibíd: 4 3 ) . S u ensayo se red uce a'[a siguiente pregunta: ¿los subalternos ( o cu alquier otro otro s e r h u m a n o ] uuss an an las herramientas cul tural es para expresarse a sí mismos/ o acaso éstas inevitablem e n t e c o n f i g u r a n a quienes las u s a n ? A u n q u e las herramientas —los modos d e representación europeos— usadas p o r los incas de mediados d el periodo col on ial definieron los perímetros d e lo qu e podían crear y cómo/ en última instancia ellas no a ellos mismos. Al componer y determinaron lo que lo s incas crearon y menos aun a usar lo s ropajes q u e venimos estudian do/ los c ciques incaicos explotaron plenamente su f o r z a d o p a p e l med iad or/ convirtiendo la flaccida impureza europea en el poderoso tinkuy quechua. Como ya dijimos/ el poderoso el registro visual ' 'de de su su respuesta respuesta a las presiones aculturadoras sugiere que si bien ya eran subditos/ decididamente n o f u e ro n sumisos.
Reflexionando en buena cuenta sobre las mismas interrogantes que Simón During New w (1978: 361-363] concluye: Los escritores q u e imitan trataría posteriormente/ W.H. Ne el lenguaje de otra cu ltura ... se perm iten a sí mismos ser definidos por él . Sin embargo/ a continuación señala q u e los mejores autores poscoloniales que escriben en la lengua del colonizador hac hacen en mu cho más que simplemente usar el lenguaje; también lo han modificado/ generando en el proceso unas posibilidades literarias alterna(1984: 13 } ' ut i li za e l t é r m i n o tivas . D e l m i s m o mod o/ Edjvard Kamau Kamau B r a t h w a i t e (1984: l e n g u a j e n a c i ó n para describir cómo el inglés caribeño de algunos autores poscol on ial es d e esta zona no es la misma lengua que aquel l a que sirve de herramienta a las autoridades coloniales: Pue de ser inglés en término s de algunos de sus rasgos léxicos. Pero no es inglés en sus contornos/ su ritmo y tono/ sus explosiones de sonido/ aú n cuando cuando la s palabras/ ta l como como se las escucha/ pueden s pueden s er inglesas en mayor o menor medida . Prosigue señalando que son los pueblos y no los lenguajes qui enes tienen voluntad. D e este modo/ lo s léxicos visuales europeos podían y d e hecho comunicaban cosas sumamente no-europeas cuando los andinos los hablaban . A l usarle lo s caciques incaicos en sus disfraces/ retratos y otros artefactos d e realismo representativo a la europea no impartía mediados del periodo colonial/ el realismo de l m u n d o . E l estilo puede n o haber sido andino únicamente percepciones europeas del en parte/ pero el orden/ la estructura y el mensaje sí lo eran.
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Los Cuerpos de los Incas y e[ Cuerpo de Cristo
it
s
visuales
Aunque [os incas coloniales aludían [cuidadosa y selectivamente) a lo loss discursos vivisuales europeos/ no puede decirse que lo loss hayan citado Al igual que la imitación de During/ las citas provienen de un.punto de debilidad/ al dar —como efectivamente —como efectivamente lo hace— voz y autoridad a otro. La alusión/ en cambio/ utiliza el conocimiento poseído los propios fines que uno tiene. Por lo tanto/ implica por lo menos un por otro para los control [imitado sobre [a enunciación. Los caciques incaicos discriminaron en qué y cómo europeizaban su persona pública. Aunque sus elecciones estaban [imitadas y evadir ir el triunfo de [a fiesta hispa circunscritas/ el mismo hecho de de elegir le les s permitió evad n a y participar d el triunfo que era [a festividad cuzqueña El lenguaje visual en el cual escribía escribíann los caciques de mediados de dell periodo colonial/ no puede caracteri caracterizarse zarse co n exactitud como u n dialecto visual del castellano o de dell quechua imperial. Se trata de un tercer lenguaje enunciado desde el Tercer Espacio/ quechua un interlenguaje visual que da voz al guión-ortográfico implícito en las formas andinohispanas. Entonces/ tomando prestada la formulación de Braithwaite/ el disfraz compuesto usado en e[ Corpus puede verse instructi instructivamente vamente como una lengua nación de participación ación como tales en el Corpus y los caciques incas coloniales. coloniales. Aun cuando su particip otras fiestas cristianas implicaba implicaba un compromiso/ la élite d e mediados mediados d e l periodo menos capituladora o incluso acomodaticiamente/ d e lo qu e fuecolonial fu cristianos e cristiana/ ron ro n incas que definían su alteridad étnica en sus propias formas formas ¡andinas). élite coloniaí inca resistió y capituló: al no oponerse ni O ta t vez vez podría decirse que la la élite tampoco acatar ocupó e[ Terce Tercerr Espac Espacio io y visualizó el guión ortográfico. Eludió as asíí el triunfo totalizador de la fiesta importada de l Corpus.
L os caciques incas negociaron un a nueva nobleza andina inventando u n lenguaje v isual que era andino e n muchas de sus fuentes/ y ciertamente en su estructura/ pero al europeos en en virtud virtud al paso paso a formas formas de de representación representación mismo tiempo legible para los europeos naturalistas. Este desplazamiento en los sistemas de representación puede verse en muchos aspectos de de los ropajes incaicos coloniales/ desde los elementos del del süncurpawqar al pectoral solar solar antropomorfo. antropomorfo. Cummins Cummins (1995: 6 9 ) caracterizó como u una na apropiación a a'ndina colonial la introducciÓTi a'ndina colonial de las formas occidentales en lo que él denomina la cadena sintagmática de la metáfora andina . Esta apropiación/^ál igual qu e el acto de aludir/ procede a partir de [a capacidad y el poder de autodefinirse. Como Cummins lo reconoce esta es una manera andina de comprender las cosas europeas/ yantes explica que elocuentemente/ una europeización de las formas exp expresiva resivass andinas andinas.. Este gesto autodefinidor/ visible visible en el disfraz el disfraz colonial de dell "Sapa Inka / es algo más y también algo distinto distinto que una una traducción traducción de los conceptos andinos andinos de la nobleza y la intersticiaíidad a una expresión europea. L os caciques incaicos no n o vertieron [a [ass formas andinas a un estilo europeo (o no hicieron simplemente eso); más bien intentaron recrear la naturaleza de la composición visual andina en términos-europeos. Tomando prestada una ú t i l noción d e l estudio que Chanta Zabus hiciera de de los autores poscoloniaíes de l África occidental qu que e escriben en francés e inglés/ los incas coloniales re-le.xificaron los signos de nobleza andinos al verter lo los s tropos visuales de los Andes
en significados europeos reconocibles. L a reí edificación no es ni una traducción ni tampoco una una transcodificación/ pues la fuente no está ausente/ más bien se expresa sus significados/ conceptos y patrones de pensamiento. Zabus (1991: 106] señala qu que e las "ré-[exificaciones" son "palimpsestos dado que/ detrás de la autoridad escritura de la "ré-[exificaciones" lengua meta europea siguen estando visibles [os restos anteriores e imperfectamente 148
E l I n c a c o m p u e s t o -
borrados de la lengua fuente . Del m i s m o m o d o / el ideal andino d e l cinkuy ordena e l suntur p wq r colonial y es perfectamente perceptible/ no obstante su form a alterada. alterada.
C u a n d o o s e vestían como Sapa nkas festivos/ los c ciques incaicos coloniales d e m o s t r a b a n n s u h a b i l i d a d ' p a r a a u t o d e f i n i rs e r e c u p e ra n d o s u s c u e rp o s d e la trampa mimética que les había sido impuesta con su participación forzada e n el Corpus y las otras fiestas cristianas más importantes En lugar de aparecer como Otros pasivos/ definidos por los europeos/ ellos subrayaron subrayaron su mediatización crucial. Hicieron esto no a d e c u a n d o l o a n d i n o a lo eu ro p eo / ni tampoco a a la inversa/ sino combinando —sincretizando— ambas cosas De hecho/ era muy de su interés mantener ambos m u n d o s separados y e n contraste/ y por lo tanto e n conflicto potencial (pero jamás real). De esa forma se actualizaba su valor como intermediarios. En su estudio d e los tagalog en las Filipinas colonial/ Rafael (1993: (1993: 1 6 6 ) percibe percibe u n fenómeno similar y hace la observación crítica de que las élites colonizadas tienen u n inferes creado e n conservar la separación entre la s c u l t u ra s e u r o p e a y nativa: E l interés d e la [élite nativa) yacía/ no en sintetizar estos d o s registros [e l español y el tagalogl/ como sugiere la mayoría de los lo s -investigadores/ sino en mantenerlos separados. Hacer esto •—sometiéndo se se a España/ al m i s m o t i e m p o q u e seguían invirtiendo invirtiendo e n q.n [estilo d e vida] tagalog—• era/ entonces/ u na cuestión d e verse a uno m i s m o e n condición d e p o d e r apropiarse d e algo d e l otro . A l mantener lo andino como algo algo distinto de lo europeo/ lo s c ciques incaicos fortalecieron s u lugar int interm erm edio.
S i bien la no bleza nativa nativa en su mayor parte retuvo s u estatus de bi do a su legado pr e hi spán i c o y a la necesidad de co'nservar algunos valores y prácticas tradicionales andinas a través de las cuales ejercían la autoridad/ se vieron igualmente obligados a embargo/ la hispanización no se proaculturarse a . f in d e conservar dichos cargos S in embargo/ d uj o sólo por ser obligatoria; en realidad/ la vestimenta y lo s obj e tos e ur ope os y europ e i z a d o s h a b l a b a n a la intercu ltu ralidad p rivileg iada' de los nobles nativos y otros l a hispanización forzada no excluía la participación andina a n din os acaudalados. E s más/ la en la elección de los elementos de los disfraces/ o las formas en que se les mezclaba so bre el cuerpo indígena. A l subrayar las la s diferencias cu ltu rales en su s disfraces comp u esto s/ ellos resaltaron s u posición privilegiada en los intersticios.
El he c ho d e vestirse co n las diferencias cu ltu rales e n las las ropas festivas exponía/ asimismo / las contradicciones rati-contradicciones inherentes inherentes a la c u l t u r a colonial/ en particular el impe rati vo d e se r como como los esp añoles/ pero jamás se r uno . L o s ropajes de los c ciques hacían visible la ironía de la mimesis. Esto Esto es/ lo s m i eem m b r o s m ás hispa n iza da s de'la sociedad andina — y aquellos q u e supuestamente estaban m á s preparados e n la doctrina cristia n a y eran demostrablemente más devotos— hi c i e r on que su etn ic ida d y pasado ancestral pagano fueran m ás explícitos mediante la s vestimentas especiales q u e llevaban en el Corpus La ironía/ que revela u na contradicción entre las expectativas y la
realidad/ h a sido identificada como u na frecuente estrategia.retórica de los escritores poscoloniales [ H u t c h e o n 198 9). Ella desnuda verdades incómodas; también brinda u na alternati altern ativa va que simu ltáneam ente es y no es una aceptación y/o resistencia. En el caso d e quienes participaban e n el Corpus com o emperador emperadores es paganos/ caciques cristianos/ las ironías visibles facilitaban el paso por la floresta mimética d e la fiesta colonial. El papel de los c ciques incas bajo el dom ini inioo colonial f u e s i m u l t á n e a m e n t e reconocid o e imaginado en las personas p ú b l i c a s q u e ellos se crearon para sí mismos. Los disfraces d el Sapa Inka cunplían su p a p e l m e d i a d o rr// expresaban la autodefinición y
mostraban ironía. Podían hacer esto sólo siendo transculturales y multivalentes. Solanalidad. m e n t e u na identidad compuesta podía lograr esta proclama crucial d e la perso nalidad. 149
Los Cuerpos de [os Incas y e[ Cuerpo de Cristo
E n la bibliografía se han dado muchos términos —sincrético/ —sincrético/ mestizo/ híbrido/ pastiche/ y otros— para describir form as culturales latinoamericanas latinoamericanas como éstas. Lo s compuestos/ tal como lo muestra nuestro examen de los disfraces de Sapa Inka de los mbinaciones y yuxtaposiciones/ nuevas formas que comprenc ciques incaicos/ son co mbinaciones de n elementos renovados y renacidos . -Pero a diferencia de/ po r ejemplo/ el pasti azar; tiene ches / / partes el compuesto no es algo tien e dun orden yculturales una org anización que prio riza significado dentro su y d a significado a a l altodo e límites e históricos. E l comla mediación; también habla puesto necesariamente habla irónicamente irónicamente de la habla d e la a u to r i d a d : la c a p a c i d a d p a r a usar sistemas s i g n i f i c a t i v o s d i f e r e n t e s y a m e n u d o conflictivos.
Hasta ahora no s hemos concentrado en cómo lo s c ciques incas modificaron lo s na europeización estratégica/ revelando iconos e ideas andinos co n u na iconos revelando así su papel como manipuladores supremos. También fueron maestros de l compromiso. Ellos necesariamente adaptaron su uso de aquellos elementos del disfraz que podían ser mal com-
prendidos o m alinterpretados alinterpretados p o r las autoridad es hispanas. La ado pció n de calzas calzas para acomodarse a las nociones europeas de la vestimenta viril y la mo destia no es sino sino un Esto n o q uier e decir decir que la élite incaica po ste sterior rior a la haya sido ejemplo. Esto la co nquista haya víctima de una crisis de significado —el colapso de las normas andinas de la civilización—/ o que haya colaborado en la disolución de los sistemas culturales andinos. La nob leza incaica no podía reinventarse a sí misma en cualquier forma que se le ocurriese: estaba constreñida po r la cultura h hege egemóni mónica ca pro duci da por la colonización. colonización. Debe que dar en claro que en lo que respecta a la vestimenta incaica compuesta examinada en el capítulo 6/ la élite inca colonial no a b a n d o n ó lo s sistemas de significación indígenas la.retórica visual y demostrando u n a consino que más bien lo loss modificó/ cambiando cambiando la.retórica ciencia de su nuevo p ú b lico hispano/ y un reconocimiento pleno de de l laa importancia de ser nobles e hidalgos en la sociedad colonial española. Hicieron esto no sólo modificando los elementos de sus disfraces coloniales/ sino también restringiendo los elementos qu e lo conformaban. El uso de p lu m a s en estas ropas ilustra algunas de las la s formas e n qu e operó el compromiso entre lo s sistemas culturales.
P l u m a j e s c o m p r o m e t e do r e s Para los europeos de la temprana Edad Moderna/ los p l u m a j e s de b r i l l a n t e s colores i n d i c a b a n e l salvajismo de una América no domesticada. De otro lado, para los andinos prehispánipos/ las plumas correspondían á un estatus de alto orden. Las de las aves tropicales f u e r o n componentes particularmente valorizados de la vestimenta y las insignias de la élite precolombina [Martínez Cereceda 1995: 79-84). Considerando las implicaciones jerárquicas de las aves tropicales y su p l u m a j e / resulta interesante señalar lo conspicuas que las aves coloridas son en varios de los lienzos de la serie del Corpus [Figs. ii 14 y 15). Son excesivamente mente grandes/ han s i d o colocadas prominentemente y aparecen únicamente en los lienzos que muestran muestran caciques incas. Las aves tropicales/ al parecer/ no f u e r o n desconocidas en el
uzco colonial. Por e j e m p l o / escribiendo a mediados del siglo XVll/ Mogrovejo de la Cerda [ [ 1 6 6 0 ] 1983: 24 ) comentó las numerosas aves cantoras del Cuzco/ así co m o los [oros y flamencos-nativos de brillantes colores. De este modo/ [a i n c l u s i ó n de a\>es resplandecientes en las pinturas del Corpus podría no ser más que una
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