Carlos García Gual - Introducción a la mitología griega
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Descripción: Alejada tanto del repertorio de mitos como del manual de mitografía, la presente INTRODUCCIÓN A LA MITOLOGÍ...
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Carlos García Gual
Introducción a la mitología griega
Religión y
***
δ I
. lejada tan to del re p erto rio d e m itos
c o m o del m anu al d ; m itograf'ía, la presen te IN T R O D U C C I Ó N A LA M IT O L O G ÍA G R IE G A pretende facilitar la aproxim ación a estos a n tigu o s relatos y ofrecer algunas reflexiones previas a su lectura o re lectura. P artiend o de un e stu d io d e su p eculiar tra d i ció n y tran sm isió n , y subrayan do la fu n ció n social y la p erv iv en tia d e la m ito lo g ía en su co n te x to h is tó rico y en la cu ltu ra o ccid e n ta l, C A R L O S G A R C ÍA G U A I. e xa m in a, desde un a persp ectiva a la vez c r íti ca y d id á ctica, los tem as y figuras m ás rep resen tati v o s d e ese a m p lio re p erto rio n arrativo, rem em ora los rasgos esenciale.; de los dioses y h éroes grieg o s y, fin alm en te, an aliza las in terp retacio n es m ás s ig n ifi cativas q u e se han fo rm u la d o desde el in icio d e la E dad M o d ern a sobre ese co n g lo m e ra d o d e m itos.
E l lib r o d e b o ls illo H u m a n id a d e s Religión y m itología j
Carlos García Gual
Introducción a la mitología griega
El libro de bolsillo Religion y mitología Alianza Editorial
Humanidades
P rim era e d itio n en «Ei l.ih ro do Bolsillo»: 1992 C u a rta reim p resió n : 1998 P rim e ra ed ició n en «Arca d e co n o cim ien to : H u m an id ad es» : 1999 S eg u n d a reim p resió n : 2004
D iseñ o d e cub ierta: A lianza E d ito rial Ilu stració n : C o rreg g io . Z eus y ¡o. (d etalle) M u sco d e H isto ria d e l A rte. V icna
© C u rio s G a rd a C u al © A lianza E d ito rial, S. A., M a d rid , 1 9 9 2 ,1 9 9 3 ,1 9 9 4 ,1 9 9 5 ,1 9 9 » , 1999, 20 0 1 ,2 0 0 4 Calle Juan Ig n acio Luca d e T e n a , 15; 28027 M adrid ; teléfo n o 91 393 8 8 88 mvw.iilianzaeditorial.es ISBN: 8-1-206-3535-9 D ep ó sito legal: M . 10.140-2004 I'o to c o m p o sic ió n e im p resió n : pfca, s. a.
A m odo de prólogo
T an só lo unas cu a n ta s líneas p ara in d icar lo q u e este libro quiere ser y lo que no. Por lo p ro n to , indicaré de antem ano que no es ni p retende ser un rep erto rio m ítico ni un m anual de m itología. T am p o co una divagación literaria acerca de los atractivos de los m itos griegos y su proyección artística. No voy a rec o m en d a r esos relatos que se reco m ien d an a sí m ism os. Tan sólo p rete n d o facilitar la perspectiva de su es tudio y ofrecer algunas reflexiones previas a su lectura o re lectura. Som os ya sólo lectores descreídos de esos fascinantes rela tos. P enetram os en ese m undo im aginario de la mitología, un en tram ad o quim érico y fantasm agórico, a través d e los textos más o m enos clásicos, pero siem pre antiguos, y de algunas im ágenes del arte griego o rom ano. Λ través de los poetas y m itógrafos escucham os la lejana melodía. Incluso en otra len gua, en traducciones y en alusiones truncadas, percibim os su poesía y su extraordinaria seducción y, acaso, algo de la anti gua religiosidad ligada a los personajes divinos y heroicos que los an im an . Estas páginas son tan sólo una invitación a fre cu en tar esos antiguos relatos. Una introducción a ese m undo dram át ico y m em orable, basada en algunas reflexiones y m úl tiples lecturas. 7
A M O W ) Ι)Ι·, Ι'Κ Ο ΙΛ Κ ίΟ
Para osta visión do conjunto he utilizado num erosas pági nas de un librillo que p ubliqué hace años on Barcelona -e n un a editorial do cuyo nom bro no quiero ac o rd arm e- titulado La mitología. Interpretaciones del pensam iento mítico, y unos ap u n tes sobro las características d e los m itos griegos y sus gran d es figuras, dioses y héroes m ás conspicuos. Croo que am bas partes están bien ensam bladas y se ilustran m u tu a m ente. (Por adelantado pido disculpas p o r si ha qued ad o en esas páginas alguna repetición inad vertida.) Q ueda así el libro conform ado en tres partes: sentidos del m ito, principales tem as y personajes de la m itología griega e in terp retaciones do osos m itos y osa m itología. C om o decía, estos apu n tes surgen de num erosas lecturas, y h e querido alu d ir a todas ellas. De ahí qu e ofrezca m uchas referencias p u n tuales a libros y artículos. lisas referencias no tienen nunca un p ro p ó sito erudito. P odría haberlas m ultiplicado fácilm ente. T an sólo he señalado aquellos libros o ensayos que me han pa recido atract ivos o pertinentes, a riesgo do ser subjetivo e in com pleto. Espero h ab e r indicado con precisión las d ireccio nes m á ssu g ere n tesd e lo s estudios m itológicos actuales. He p reten d id o exp o n er los problem as y cuestiones con la m ayor sencillez y claridad. Sigo el consejo de J. L. Borges: «No debem os buscar la confusión ya que propendem os fácilmente a ella». Y en este terreno de los estudios sobre m itología no fal lan los co m entadores confusos. N o sé si habró logrado evitar la oscuridad, pero lo he intentado una y otra vez. M a d rid , l d e e n e ro d e 1992
Primera parte
Definiciones
1. Propuesta de definición del término mito
1 La p alab ra mito, que tiene un tufillo de cultism o y una n o ta ble vaguedad e n su significado, ha lo g rad o estos a ñ o s una no tab le d ifu sió n . Se habla d e «el m ito de la m ascuiinidad», «el m ito de la u n id a d árabe», o se d ic tam in a que «el instin to m atern al es sólo un m ito necesario». La calificación d e una idea, un a teoría o incluso un a d eterm in a d a figura co m o «un m ito » expresa lina cierta v alo ra ció n , no sie m p re negativa. Hay un p erfu m e llam ado «m ito» y la p alab ra aparece referi da tam b ién a cierto autom óvil com o u n elogio superlativo. No es tan sólo en el uso coloquial y perio d ístico d o n d e ap a rece el té rm in o cargado d e co n n o ta c io n e s varias. H ace ya tiem p o E. C assirer tituló un espléndido lib ro EÍ m ito del Es tado; hace años O ctavio Paz escribió que «el m o d e rn ism o es un m ito vacío», y J. Gil de B iedm a, refirién d o se a su niñez, confesaba en u n p oem a que «De m i p eq u e ñ o reino a fo rtu n ad o / m e q u ed ó esta costu m b re de ca lo r / y una im posible p ro p en sió n al m ito». N o sirve d e m ucho acu d ir al Diccionario de la Real Acade m ia. (Sirve tan sólo para ad v e rtir qué an ticu ad a ha quedado ¡¡
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la definición allí pro p u esta.) P orque d efin ir m ito co m o «fá bula, ficción alegórica, especialm ente en m ateria religiosa» es re m itir a u n a acepción arqueológica» un ta n to d ie c io chesca, válida tan sólo p a ra ilu strad o s y retó rico s d e hace m ás d e d o s siglos. (Esa definición ya estaba anticuada cu a n d o la A cadem ia decidió recogerla palab ra en su D iccionario, en su edición d e 1884> hace algo m ás d e cien años.) I ai m e n ción del té rm in o «fábula» rem ite a un vocablo latino utiliza d o para tra d u c ir el g riego m ythos; p e ro hoy fiib u la en un se n tid o tan g enérico resulta un latinism o. Q ue el m ito sea u n a «ficción alegórica» es el resultado d e una visión «ilus trad a » y « racionalista», u n a co n c ep c ió n m uy an tig u a y de larga persistencia, pero hoy totalm ente arru m b a d a y en d e suso. Para ex p licarn o s el am plio uso del té rm in o en la ac tu a li d a d p o d em o s p e n s a r en su s atractiv as c o n n o ta c io n e s y en su im precisa d en o tac ió n . A lo que aparece co m o fabuloso, e x tra o rd in a rio , prestigioso, fascinante, p ero, a la vez> com o increíble del to d o , incapaz d e som eterse a verificación o b jetiva, q u im érico, fantástico y seductor, parece convenirle el su stan tiv o m ito o el adjetivo mítico. En su aspecto negativo, el m ito está m á s allá de lo real, p e rte n e c e al á m b ito d e lo «fabuloso» y d e la «ficción». F ulgurantes figuras del esp ec táculo, ca ta p u lta d as p o r su s éxitos d eslu m b ran tes y la p ro p a g a n d a ex a g erad a a su b lim es a ltu ra s, se c o n v ierten en «m itos». Ideas fu n d am en tales o creencias de secular solidez p u ed en ser calificadas d e «m itos», y co n ello se les niega su o b jetividad y se las en c u a d ra en el ám b ito ficticio y q u im é rico de lo im aginario. F.l té rm in o m ito p u ed e ser u n a am b i g u a etiqueta. A tal p ro pósito, no estará de m ás evocar el brillante epílo g o de Roland R arthes en su s M ythologies ( 1957), que I leva el títu lo de «El m ito, hoy», d o n d e trata co n perspicaz agudeza d e los sen tidos y usos de la p alab ra w/ío, en el contexto co n tem poráneo. Frente a los m itos antiguos están los m itos mo-
I. PROPKKM A in. IH.HNH ION DPI TfiKMINO ΛΟΓΟ
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d e m o s que B arthes analiza y d e los que investiga su trasfondo ideológico. C o n su enfoque sem iótico ese ensayo de B ar thes m erece una relectura. P ero no es de esas m itologías ni de eso s m itos c o n stru id o s p o r la m o d e rn id ad y m anipula* dos p o r la po lítica y la pro p ag an d a de los m edios de co m u nicación de lo q u e vam os a tra ta r en estas páginas. N u estro objetivo es ac erca rn o s a los m ito s antiguos, a la m itología griega» tal co/no está constituida en su propia t r a dició n y tal com o h a sido h ered ad a p o r la tradición de la c u l tu ra europea. Vam os a tratar d e esos mitos» en el sentido m ás clásico y antiguo, no de los nuevos» renovados o m o d e rn o s m itos. De esos m ito s d e los qu e cabe preguntarse si los g rie gos creyeron en ellos y hasta d ó n d e y c u á n d o fu ncionaron co m o tales, co m o hace P. Veyne. Pero que están ahí, en los textos de la literatu ra clásica y en las im ágenes del arte g rie go, y form an un rep e rto rio b ien delim itado: la m itología clá sica. Parece, en principio, que defin ir el té rm in o en esta ac ep ción ha de resultar bastante m ás fácil. Y, sin em bargo, ta m bién en este uso, m á s histórico y científico, en c o n tram o s d i ficultades. A ntropólogos, filólogos, psicólogos, sociólogos y teólogos m an ejan el té rm in o con tales divergencias q u e se ha d ich o que la p alab ra puede recu b rir «connotaciones in fi nitas», au n c u a n d o tuviera u n a d en o tac ió n com ún a to d o s esos usos, h is distintas perspectivas, en sus enfoques part iculares, privilegian aspectos del m ito y acepciones convenien tes a su propia teorización, de m o d o que n o es tan evidente h allar un n úcleo sem ántico c o m ú n a to d o s ellos. Se p o d ría exagerar y decir q u e las definiciones del m ito son casi tantas co m o las perspectivas m etódicas sobre él. N i siquiera los es tu d io so s de los m ito s g rieg o s y las m itologías h istóricas coinciden en sus definiciones. U nas veces, p o r un exceso de sim p lic id ad , se p ro p o n en d efiniciones d em asiad o precisas. Por ejem plo, la de Jan de Vries, que dice: «M itos son histo rias de dioses. Q uien habla
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d e m ito s tie n e, p o r ta n to , q u e h ab lar d e dioses. D e lo que se deduce q u e la m itología es una p a rte de la religión»1, (lis cie rto qu e m u c h o s m ito s tra ta n d e d ioses, pero n o todos; m uchos y los m ayores m ito s 1ienen un fondo religioso, pero no todos; alg u n o s se relacionan con el «cuento p opular», el folktale, y no requieren la fe religiosa.) La relación en tre m i tología y religión es im p o rta n te , pero m ás com pleja de lo q u e frases tan rápidas presuponen. Los an tro p ó lo g o s, ta n to los fu n cio n alistas co m o los estru c tu ra lisla s, han enfocado el m ito desd e una perspectiva am p lia y con una co n cep ció n p e n e tra n te d e su c o n fig u ra ción y lunción, destacando su significado en el contexto social o su valor co m o in stru m e n to m ental en la representación colectiva del m u n d o de la m entalidad arcaica. T anto unos com o otros h an visto en el m ito una form a de rep resen tar la realidad, un m olde im a g in a rio de co m p re n d er y d a r sentido a la situación y ac tu ació n del ho m b re en ese m u n d o co m prensible y d om esticado gracias a los m itos, lisa m irad a am plia d e los a n tro p ó lo g o s es, p ara el e s tu d io so ac tu a l, algo irrenunciable. Pero tan to c o n tra los sim bolistas, co m o contra los fundo» n alistasy lo sestru ctu ralisL is -c o n tra M alinow ski, M. Kliade y C. Lévi-Strauss, p o r ejem p lo -, cabe expresar una protesta crítica , com o hizo G. S. K irk en su excelente libro so b re El m ito (1970): «N o hay n in g u n a d efin ició n del m ito. No hay n in g u n a fo rm a platónica del m ito que se ajuste a to d o s los casos reales. Los m itos (...) difieren e n o rm e m e n te en su m orfología y su función so cial» 2. Los rep aro s y cautelas del profesor K irk han sido aleccio nadores. D esde su perspectiva d e helenista e h isto ria d o r del p en sam ien to .griego, co n o ced o r rig u ro so de trad ició n helé nica, pero tam bién com o bu en lector d e la m o d ern a biblio g rafía sobre estas cu e stio n es, K irk se m u e stra escéptico en c u a n to a d e fin ir d e m o d o unív o co y p reciso el vocablo m ito. A ceptar u n a definición sesgada su p o n e ya decantarse
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p o r u n enfoque definido, parcia 1, que excluye otro s posibles; su po n e privilegiar ciertos m ito s y recortar y d esca rta r otros. Pero, ¿no resulta excesiva esa ren u n cia a cu a lq u ie r d e fin i ción unitaria? ¿No conlleva esto una exagerada asepsia c ríti ca? Sin lina cierta d elim itac ió n , y Ja defin ició n no es o tra cosa, d e objetos y objetivos, ¿cóm o trazar u n a aproxim ación m etódica a la mitología? A nd am o s que el te rm in o mitología tam p o co le parece útil a G. S. Kirk. Q u ien , sin em bargo, traza una d istin ció n m uy clara d e sus dos acepciones básicas: rep erto rio de m itos y e s tu d io de los m ito s. Pero sobre este p u n to volverem os niás adelante. Por de p ro n to , señalem os que aquí no vam os a tr a tar del «m ito» co m o una fo rm a de p en sam ien to prim itivo, com o D enkform , en esa acepción un tanto idealista que está en la visió n d e la c u ltu ra helénica com o u n p rogreso «del m ito al logos», Votu M ythos zu m Logos, según el fam oso títu lo de n n claro libro de W. Nestle.
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A ñ ad am o s a las dificu ltad es m en cio n a d as las que alg u n o s e stu d io so s han señ ala d o resp e cto d e los u sos del té rm in o griego mythos. Sin etim ología clara, puesto que no aparece n in g ú n térm in o d e la m ism a raíz en otras lenguas in d o e u ro peas, la p alab ra se va d efin ien d o en la lite ra tu ra griega. M. D etien n e, !.. B risson y C. C alam e han e s tu d ia d o bien \ desde una precisa observación filológica y con finos análisis, la progresiva d efin ició n de! té rm in o desd e H om ero hasta Platón, lin oposición a lógos, la palabra m ythos pasa a desig nar el «relato tradicional, fabuloso y acaso engañador» (y ya P ín d aro lo em plea en tal se n tid o ’), en co n traste con el relato razo n ad o y objetivo. Platón inventa sus m ythoi, que p re te n den en c u b rir alegóricam ente verdades que están m ás allá de lo com probable m ediante el lógos. Ks probablem ente en los
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tie m p o s de la S o fística c u a n d o m yth o s - e n c o n tra ste con logos- se perfila co n ese significado d e «viejo relato» (c e r ca n o a los cuen to s d e vieja, ta b u lació n fantasiosa, p e ro no forzosam ente falsa, 110 sie m p repseudos, aunque no g a ra n ti ce ta m p o co la alétheia, la veracidad)* Los usos del vocablo m ythos en Platón so n m uy sin to m ático s de su evolución se m án tica y de sus varias conn otaciones. Por o tro lado, P latón u tiliza ya el té rm in o «m itología», m ythologie, en una ac ep ció n plenam ente m o d e rn a , con una precisa conciencia d e lo q u e u n rep e rto rio m ítico su p o n e p a ra u n a so cied ad tr a d i cional. A unque no to d o s los em pleos del té rm in o en la ép o ca clá sica indiquen ese valor léxico bien definido, parece raz o n a b le p en sar que P latón h a lo m ad o de la época esa oposición en tre m ythos y higos t y que otro s coetán eo s suyos eran bien conscientes de la significación d e m ythos que Platón atesti gua, pero n o inventa 5. Es m uy interesante que A ristóteles, en su Poética, em plee la p alab ra en d o s sentidos: com o relato tradicional y com o arg u m en to dram ático . (Recordemossque lo s arg u m e n to s trág ico s eran «relatos heredados», m yth o i paradedom énoi *.) P ara uno y o tro siguieron los latin o s e m p lean d o una m ism a palabra: fabula. A p a rtir de la Poética d e A ristóteles se acentúa, pues, esta co in cid en cia en tre eso s d o s asp ec to s del m ythos: el relato trad icio n al y arcaico, venido de m uy atrá s, y la ficción lite ra ria, que el d ram a tu rg o crea sobre una pauta «mítica». Fabu lae son para un la tin o tanto los textos d e un A polodoro o un H igino, repertorios m itológicos, co m o las tragedias de E urí p ides o las com edias d e A ristófanes. Los poetas helenísticos y los rom anos, que utilizan los an tig u o s m itos en sus alu sio n es y en sus recreaciones poéticas, co n trib u y en ta m b ié n a esa consideración d e los m itos co m o fabulae, ficciones o fabulaciones. Las M etam orfosis d e O vidio son m itos ya rec o n ta d o s com o literatu ra, guiada p o r el m e ro placer de n arrar, su L u stzu fabulieretr, según la frase goethiana; d o n d e los m i
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tos son arg u m e n to s p ara la poesía cuyo origen y t rasfondo religioso se p erc ib en ap en as co m o una gracia arcaica que late en la tram a ingenua que el p o eta O vidio sutilm en te re p inta y recrea. Esa co n fu sió n en tre los relatos arcaicos y las ficciones poéticas» d esig n ad o s u n o s y o tra s con el vocablo fabulae, p ersiste a lo larg o de la tra d ic ió n m edieval y renacentista. Sólo en el siglo xvm , gracias al descu b rim ien to de otras m i tologías y d e las reflexiones de lo s sim bolistas acerca de los p ueb lo s p rim itiv o s, volverá a d istin g u irse el «m ito» de la «ficción» p o é tic a 7. Será C h ristian G ottlob H eyne, a finales del siglo, q u ie n intro d u zca, en su d o cta prosa latina, el té r m ino m ythos y lo redefina - e n oposición a fa b u la - con una significación so rp re n d en tem e n te m o d e rn a 8. Su ensayo «In terp retación del lenguaje m ítico o sim bólico de acu erd o con sus o rígenes y las reglas d eriv a d as del m ism o» (Serm onis m ythici sivesym bolici interpretatio ad causiis ed rationes duc tas inde regulas revocata), de 1807, le acredita com o el fu n d ad o r de los estu d io s de M itología con perspectiva m oder na. Es la é p o c a de Vico, los Schlegel, H erder, Schelling, etc. Los Prolegomena zu einer w isscnschaftliche M ythologie de K. O. M uller ap arecen algo después» en 1824. La M itología com o d isc ip lin a «científica» avanza ya sobre u n cam ino firme.
3 C on to d o e sto se perfila el cam p o de investigación. Pero el p ro b lem a de defin ir el té rm in o m ito sigue en pie. M antener escép ticam en te el rechazo d e lina definición general m ín i m a, que nos p erm ita d istin g u ir qué es lo que consideram os p ro p iam en te un m ito y qué no , es decir, a d v e rtir qué usos del té rm in o co nsideram os p ertin en te s y que acepciones d e sestim am o s e n la batah o la de su s aplicaciones, nos parece
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ex trem ad o . In ten tem o s p a r tir de una d efin ició n m ín im a, q u e p erm ita d elim itar el o b je to del que vam os a tr a ta r 9. Un ese sentido, p ro p o n d ré la siguiente: «M ito es un relato tra d i cio n al qu e refiere la ac tu a ció n m e m o rab le y ejem p lar de u n o s personajes ex tra o rd in ario s en un tiem p o prestigioso y lejano». lil m ito os un relato, una n a rra c ió n , q u e puede co n ten e r elem entos sim bólicos, pero q u e , frente a lo s sím bolos o a las im ágenes de ca rá c te r p u n tu a l, se ca racteriza p o r p rese n tar u n a «historia», liste relato viene de tie m p o s atrás y es c o n o cid o de m uchos, y aceptado y tra n sm itid o de generación en generación. Es lo co n trario de los relatos inventados o de las ficciones m o m e n tán eas. Los m itos son « h isto rias de la tr i bu» y viven «en el pats de la m em oria» co m u n itaria. La fradición m ítica es un fenóm eno social que p u ed e presen tar va riaciones cu ltu rales notables, pero que existe siem pre, y en G recia p resenta una sin g u lar lib ertad , co m o destacarem o s lu e g o ,ü. I;l relato m ítico tien e un cardctcr dram ático y ejem plar. Se trata siem pre de acciones de excepcional interés para la co m u n id ad , p o rq u e explican aspectos im p o rta n tes de la vida social m e d ian te la n a rra c ió n d e c ó m o se p ro d u jero n p o r p rim era vez tales o cuales hechos. Ese valor paradigm á tico de los m itos es u n o de sus trazos m ás d estacados p o r los fu n cio n alistas (M alinow ski, y tam b ién M . Eliade). El d r a m atism o de los m ito s los caracteriza con una alegre y feroz esp o ntaneidad. En el ám bito narrativo desfilan fulgurantes acto res y allí se cu m p len las acciones m ás ex tra o rd in arias: creación y d estrucción de m u ndos, aparici ón de dioses y hé roes, terrib les e n c u e n tro s co n los m o n stru o s, etc.; to d o es posible en ese m u n d o coloreado y m ágico del m ito M. Ese ca rác ter d ra m á tic o caracteriza a estos relatos frente a las tr a m as verosím iles de o tra s n a rra c io n e s, o fren te al esquem a ab stracto de las explicaciones lógicas. El m ito explica e ilus tra el m undo m ediante la n arrac ió n de sucesos m aravillosos y ejem p lares12.
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Los aclorcs d e los ep iso d io s m íticos so n seres ex tra o rd i n ario s, fúndam e ntalm ente seres divinos, ya sean dioses o fi g u ras em p aren tad as con ellos, com o los héroes de la m ito lo gía griega. Son m ás que h u m a n o s y ac tú a n en un m arco de posibilidades su p e rio r al de la realidad natural. Ahí están los seres prim igenios, cuya acción d a lugar al m u ndo, y los dioses que intervienen en el orden d e las cosas y d e la vida hum ana, y los héroes civil i/.adores, que abren cam in o s y los despejan d e m o n stru o s y d e som bras, lín fin, ah í están los seres ext rao rd in ario s cuyas acciones h an m arcado y dejado una huella p ere n n e en ef cu rso del m u ndo. M ediante la rem em oración de esos sucesos prim o rd iales y la evocación de esas hazañas h ero icas y divin as, la n a rra c ió n m ítica explica p o r q u é las cosas son así y sitúa las causas de esos procesos originales en un tiem p o p rim o rd ial. I lay u nos tem as esencialm ente míti* eos, los que se refieren al com ienzo de las cosas: la cosm ogo nía y la teogonia, y los que se refieren al final de lodo, al más allá de la m u e rte y del tiem p o terrestre: la escalología. Hero los m itos explican tam bién la causa de m uch o s usos y cos tu m b re s, d e m ás o m onos im p o rta n cia , q u e so» de interés co lectiv o 1'. Los m itos tratan del com ienzo, del arché, y d e la s causas, aitíai, del universo y>en especial, d e la vida h u m a n a 1 Kn ese interés explicativo y eliológico (aitías-légeitt) sufren luego la co m petencia de la filosofía en la cu ltu ra griega (des de el siglo vi a .C .) l\ Pero la explicación m ítica es la m ás an tig u a , y, en cierto m o d o , subsiste replegándose a ciertos tem as al en frentarse co n otro s tip o s d e explicación, m ás lógicos o científicos. Los h ech o s n a rra d o s po r los m ito s revisten u n a form a d ra m á ti ca y h u m anizada, de m o d o q u e sus actores pueden tener for m a h um ana, u n tan to m agnificada, com o los dioses y héroes griegos, p o r ejem plo; o no, co m o los seres m o n stru o so s p ri m ig en io s de m uchas m itologías, pero a c tú a n y se m ueven an im ad o s p o r im pulsos co m o los de los h u m an o s. Así, por ejem plo, el C ielo y la T ierra, que están en los com ienzos de
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lo s reíalos cosm o g ó n ico s, se am an , se un en y se se p aran com o un a pareja d ea m a n tes, y los poderes sobrenaturales se en g en d ran y d estruyen co m o los anim ales. Kn cierto m o d o , p o d em o s decir q u e la config u ració n de las fuerzas n aturales en form as próxim as a lo hum ant) es un rasgo básico en la representación m ítica. El a n tro p o m o rfis m o de los dioses es u n o de los trazos m tís característicos de la m itología griega. Pero tal vez p o d ríam o s postu lar q u e ese h u m a n iz a r la n aturaleza, en cu an to a rep rese n tarla com o po b lad a o an im ad a p o r seros sob ren atu rales dotad o s de fo r m as, deseos, e im pulsos, p ró x im o s a los de los hom bres, se en c u en tra en la raíz de to d o el p en sar m itológico. H ay d io sos con fo rm as m o n stru o sa s, com o los egipcios con cabeza d e anim ales, o los de la In d ia, que m ultiplican sus b razo s o ap arecen co m o trem en d as fieras o sab io s elefantes, c ie rta m ente. Pero b ajo todas esas m áscaras se m ueven co m o seres h u m an o s; co m o seres h u m a n o s d o ta d o s de una in m en sa li b e rta d de acción y un incalculable p o d erío . Los m ito s nos ofrecen u na explicación del universo ani m ado p o r fuerzas y figuras de ro stro hum ano, es decir, con u n sentido a la altura del hom bre. Ya sea que esto se explique p o rq u e D ios h izo al h o m b re a su im agen y sem ejanza, o al contrario, esta hum ana a n im a ció n del cosm os nos parece algo m uy significativo. La inge n u id a d del m ito no se p la n tea n in g u n a d u d a so b re este su p u esto . La explicación filosófica significa, desde u n c o m ienzo, la renuncia a él. E ntre afirm ar q u e el fu n d am e n to y origen del m undo, el archéd e todo, es O céano, com o dice un an tig u o m ito helénico, o afirm ar que es «el agua», com o afir m ó Tales de Mi leto, hay una en o rm e distancia. La a c titu d es piritu al con q u e el filósofo se enfrenta a las cosas está o p u e s ta a la del creyente en los m itos, para q u ie n toda la v ida está m arcada p o r los efectos de u n a historia sagrada, que ve en la n atu raleza las huellas de las divinidades cread o ras y o rg an i zad o ras del m undo. Para h IM -H N IC IO N OKI. T É R M IN O .WITÏ)
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ses las hicieron así, y hay que vivir según u n as pautas que los dioses, o los héroes, m arcaron con su acción ejemplar. Kn las cerem o n ias festivas, en los rito s y en la m im esis de los d ra m as sacros, el creyente revive y rem em ora esa historia sag ra da, y así p articipa en la recreación de esos hechos.
4 La n arrac ió n m ítica nos habla d e un tiem po prestigioso y le jano, el tiem po d e los com ienzos, el de los dioses, o el de los h éro es q u e aú n ten ían trato s co n los dioses, un tiem po que es el de los oríg en es de las cosas, un tiem p o que es d istin to del d e la vida real, au n q u e p o r m edio d e la rem em o ració n y ev o cació n ritu a l puede acaso renacer e n éste. Ese O tro T iem po, q u e los m ito s au s tra lia n o s llam an «el tiem p o del sueño» o alcherittga, es aquel en el que los seres so b ren a tu rales, dioses o m o n stru o s originarios» ac tú a n y con sus ac ciones crean las cosas, es el tiem p o de los orígenes. Los ritos u n id o s a la recordación de tales o cuales sucesos m íticos tra tan d e establecer una com unicación con ese tiem po fu n d a cional, y sagrad o lNKs
este asp ecto funcional de los m itos. A hí p o d em o s en c o n trar un p u n to de apoyo p ara la d istin ció n e n tre m itos y cuen to s populares. (Ya lo señaló tam bién V. P ropp en su obra I m s raicvs históricas del cuento populor.) lil m ito es sentido com o se rio y vera/., con un h alo de so lem n id ad variable, p e ro que está u n id o en m u ch o s casos al cariz religioso de lo s m itos fundam entales. A unque es un tra z o m ás am plio que el de su carácter religioso. Pensem os, p o r ejem plo, en algunos m itos heroicos g riegos. P arece d iscu tib le que to d o s tu v ie ran un trasfo n d o religioso, y la desp ro p o rció n frecuente en tre m i tos y rito s en el m u n d o helénico apoya osla d istin c ió n . Sin em bargo, cualquier histo ria m ítica conserva un valor para· digm át ico, com o ejem plo heroico, que es d istin to d el cari/, de en tre ten im ie n to y diversión de otro s relatos del folktale, sean cu e n to s m arav illo so s o h isto rie ta s d e tip o novelesco. Sé bien que en alg ú n caso co n creto esa d istin ció n puede ser difícil d e t razar, pero en la teoría general resulta úti 1y cla ra. Y, creo> p o d ríam o s postu larla com o universal. A unque es cierto q u e en m u c h o s cuen to s p o p u la re s p u e d e ra stre arse el eco de a lg u n o s m itos, o que tales cu e n to s p u e d a n verse com o m ito s d ec aíd o s, u nos y o tr o s relato s p u ed en d is tin guirse p o r su fun ció n social. Se ha dicho que el c u e n to m a ravilloso, el Miircheti, es «el hijo m iniado y ec hado a perder» del mito; y eso vale p a ra algunos cuentos. Pero, au n q u e coin cidan cu en to y m ito en la evocación de una atm ósfera m a ra villosa y e n la ac tu a ció n de seres p ro d ig io so s, los m e ca n ism os d e uno y o tr o tip o de relatos tra d ic io n a le s son, aten d ien d o a su función e incluso a su e s tru c tu ra narrativ a (m ás fija, e n p rin cip io , en el c u e n to ), diversas. La m e n ta li d ad m ítica tiene algo en com ún con la im aginación infantil, ciertam ente, y el lector actual puede ver co m o cuentos algu n os m itos d e c u ltu ra s y p u eb lo s ex tra ñ o s. Sin em b arg o , el encanto del cuento y el del m ito son sen tid o s com o disi intos p o r los receptores hab itu ales de am bos, en la cu ltu ra o rig i n aria. Para el prim itivo la vana tabulación d e los relatos fan-
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tásticos está radicalm ente ap a rtad a d e la historia real, vivaz y sacra qu e le d a n los m itos. Al respecto, p o d em o s señalar que los personajes del m ito son d istin to s a los protagonistas de los cuentos, q u e son personillas m ás cotidianas y de nom bres poco d estacad o s y propios, lin el decurso d e la cultura esa o p o sició n p u ed e m atizarse y debilitarse, d esd e luego, com o ha sucedido en G recia, p o r re c u rrir a un ejem plo p ró xim o. Con to d o , eso no su p rim e la d istin ció n fun d am en tal. I.as explicaciones del m ito rem iten siem pre a un m ás alld, a o tro tiem po, y a p ersonajes, d io ses o héroes* que no son com o los seres h u m a n o s de n u e stro en to rn o , lisa tra sc e n d en cia del m iro está m u ch as veces carg ad a de em o tiv id a d . Por eso los relatos m ítico s tienen u n elevado co m p o n en te sim bólico: abu ndan en sím bolos y tra ta n de evocar un co m p lem en to au sen te d e esta realidad q u e te n em o s ante n u e s tro s sen tid os. Kn la épica hesiódica los h éroes se o p o n en a los m o rtales q u e «ahora son»» y a las cosas «tal com o ah o ra son». La fó rm u la hoioi nytt eisiti, «tales co m o son ahora»», q u e sirve p a ra indicar u n a o p o sició n a lo que era antes, en los tiem pos del m ito, resulta sugerente al respecto. Iras esta realidad, indican los m itos, hay o tra , que es m ás esencial, la Realidad fundacional, la divina y etern a R ealidad. Kl pasado prestigioso es el ám bito d e las actuaciones m íticas; en n u es tro p resente subsisten ecos y huellas d e esas actuaciones. Para q uien sólo atiende a la realidad em pírica, el m undo de los relatos m ítico s no existe; es, a ese respecto, irreal. N o pu ed e co m p ro b arse con m étodos em píricos. Por o tro lado nuestras leyes no están vigentes en el ám bito m ítico de un m o d o absoluto. A unque es cierto que el m u n do de los m ito s está elab o rad o a im agen y sem ejanza del n u estro , y, p o r tanto, su s c ria tu ra s son an tro p o m ó rfica s, com o ya h em os com entado. Pero se m ueven sobre un c a m po m uy am plio d e posibilidades. I)c ahí una cierta relación en tre el ám b ito m aravilloso de los m itos y el m ágico de los cu en to s y de las h isto ria s fantásticas. Por eso el uso vulgar
califica de m ítico s suceso s o figuras fascinantes e inverosí miles. Los m itos dom estican Jos p ro d ig io s n aturales al presen ta rn o s una n atu ra lez a con sentido h u m a n o y d irig id a al hom bre, reg id a p o r d io ses o pod eres q u e tienen e n te n d i m iento y voluntad y designios com prensibles p ara lo s h o m b res, au n q u e sean a veces hostiles al g en ero hu m an o . Iodo está p e rm e a d o p o r un h á lito d iv in o vivificador. Kl m u n d o p latónico de las Ideas, m odelos trascendentes e inm anentes d e las realidades terrenas, parece un vestigio de la im a g in a ció n m ítica rec u p erad a p o r un enfoque filosófico. Al relatar sucesos ex tra o rd in a rio s, ac tu a cio n e s d e seres so b ren atu rales, obras, en fin, que están m ás allá d e nuestro tiem p o y tal vez de n u e stro espacio, lo s m itos se refieren al ám b ito de lo m aravilloso, d e m an era que, com o los cuentos, so n inverosím iles. Pero en ten d am o s bien que no pretenden se r verosím iles. La verosim ilitud significa ajustarse a unas lim itaciones d e una realidad que los m ito s trascien d en por su m ism o im p u lso y su co n ten id o . S on verd ad ero s, para quienes creen en ellos; son la Verdad m ism a an terio r a la rea lid ad , qu e se explica p o r ellos. Por la v ero sim ilitu d h an de p reocuparse los relatos ficticios que pretenden pasar p o r rea les; así, p o r ejem plo, los de las novelas d e aventuras. Kn ca m bio, los tem as y m otivos d e los m itos, y su s personajes, están m ás allá de las norm as habituales y em píricas. P ertenecen a lo im ag in ario, un ám bito m á s am plio q u e el de lo real, y que llega incluso a co n ten e rá éste. Los m ito s su m in is tra n u n a p rim e ra in te rp re ta c ió n del m u n d o . Kn tal se n tid o tie n e n m ucho q u e ver con la reli g ió n . Y ta m b ié n en el s e n tid o d e que, al fu n c io n a r com o creen cias colectivas, co m o un re p e rto rio de relatos sabidos p o r la c o m u n id a d , v in c u lan a ésta con su tra d ic ió n y fu n d a n u n a u n a n im id a d d e sab er, q u e tra n s m ite u n a cierta im agen del m u n d o , p re v ia a los sa b eres rac io n ale s y a las técnicas y ciencias. Un m ito está, p o r lo tanto, in se rto en un
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e n tra m a d o m ítico; es una pieza en el sistem a q u e fo rm a una m itología.
5. M itología: ¿una palabra pom posa y ambigua? La palabra mitología tiene dos acepciones claram ente distin tas: «colección de m itos» y «explicación de los m itos». La raí?, q u e d a en griego el verbo lego y el sustantivo lógos sig n i fica ta n to «reunir, recoger» co m o «decir», y el té rm in o c o m puesto ha h eredado esos dos m atices. Kirk, q u e lo advierte, prefiere ren u n c iar al em pleo del té rm in o p o r co n sid erarlo poco claro; pero creo que es fácil ten er en cu en ta esta d is tin ción y reconocerla en c u a lq u ie r caso. P arece claro que la «mitología» com o «estudio de lo s m itos», o «tratado» o in cluso «ciencia de los m itos», p resu p o n e la existencia de la «m itología» com o colección y corpus mítico. Kl vo cab lo g rieg o m ythología aparece en P lató n , y no es p o r az a r qu e sea en él, com o ha señalado M arcel D elien n e (en La invención de la mitología, París, 1983). Pero no es u n neologism o so rp re n d e n te , p u esto que el v erb o c o rre sp o n diente m ythologeiw está ya en la Odisea XII v. 450, con el sen tid o de «contar u n relato». P latón lo enlaza (en la R ep ú blica, en el Político, el Timen, el Critias y Las leyes) a térm in o s muy significativos, com o geneaiogía, archaiología y phén/e («rum or» o «fama» ), dándole u n valor m uy parecido al que tiene hoy. Kn to d o caso, la m itología co m o un rep e rto rio de m itos es algo p rev io a su recopilación p o r escrito en la obra de un poeta co m o I Icsíodo. Kn el siglo vjii a.C. éste ha expuesto ile un m o d o sistem ático y o rd en a d o la m itología de los helenos en su p o em a Teogonia, de un m o d o m ucho m ás com pleto que n in g ú n o tro p o e ta arcaico griego. H o m ero y los líricos arcaicos se refieren y aluden a esos m ism os d ioses y héroes, pero sin esa p reo cu p ació n p o r ex p o n e r sistem ática y orde-
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iradam ente la nóm ina de los personajes míticos. A hora bien, ya antes de H esiodo existía una relación sistem ática entre los m itos y los p erso n ajes m íticos; el p o e ta no la inventa, tan sólo la recoce y la ex p o n e poéticam ente. A unque tju i/á s de m o d o m e n o s com pleto y m en o s rico , to d o g rieg o arcaico conocía, a g ran d es rasgos, el esquem a básico de esa o rd e n a ción de seres divinos, y d e los m itos fundam entales. La significación de un personaje m ítico está fijada p o r re ferencia al co n ju n to de relatos que constituyen la m itología, lia d a u n o es com o una pieza del tablero y su ac tu a ció n d e pende de esa posición y ese valor asignado en el juego m ito lógico. Las relaciones de parentesco, las oposiciones y las re fe ren d a s q u e se form an d en tro de este sistem a so n lo que define a cada personaje, d en tro de esa estru c tu ra sim bólica qu e representa la m itología entera. D ejando para m á s a d e lante una reflexión a fondo sobre este punto, p odem os a p u n tar aq u í alg ú n ejem plo, au n q u e quede sólo esbozado. La sig nificación d e una diosa, p o n g am o s p o r caso, A frodita, está m arcada n o sólo p o r u n a significación ab stra cta, com o la diosa del a m o r y del deseo sexual, sino tam bién p o r su co n traste con la p osición d e o tra s d io sa s (A tenea, A rtem is, H era, etc.) y otros dioses d en tro del sistem a p o lite ís ta 17. Hn I le sío d o tenem os u n p rim e r in ten to de e x p o n e r un sistem a m itológico con u n buen esquem a organizativo bási co, que p a rte de las d iv in id ad e s p rim ig e n ias del u niverso para concluir en los epígonos divinos, los héroes y heroínas, lin ese m ism o orden, en el que las genealogías const ituyen la base de la secuencia n arrativ a, hay ya u n principio d e expli cación «racional», a ten to al d esarro llo de los p o d ere s divi n os desde el caos o rig in a rio hasta su conclusión. I lay p o r p arte del p o eta un prin cip io de ord en ació n «lógica», y no en v ano se suele hoy ver en H esíodo un p re c u rso r de los filó sofos. Λ unos mil años de distancia de H esíodo, un desconocido eru d ito , un tal A polodoro, recopiló los m itos griegos en un
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par de libros y ιιη apéndice, recogiendo cuantas noticias le lle garon do la larga literatura griega, lü título de liiblioteai que se ha d ad o a ese resum en m itológico no es m uy afo rtu n ad o ; pero está claro que alude a una tradición m ítica m ilenaria que para A polodoro ya n o era una tradición viva ni oral (com o lo fue p ara I Iesíodo), sino una inm ensa bibliografía, de la que él extraía y resum ía los mitos. A polodoro es, sintom áticam ente, m ucho más profuso y m enos sistem ático que H esíodo. Fs un an ticu ario am ante de las anécdotas y los ecos literarios, un e ru d ito tardío, un lector de los clásicos, co m o nosotros. Un su segunda acepción, «m itología» resulla un hablar d e los m itos; un d isc u rrir y te o rizar sobre lo m ítico para in te n tar com prenderlo; u n a explicación de lo que los m itos sig n i fican. Fs una h erm e n éu tica , m ás o m enos científica. Sólo para este uso se p o d ría hablar de una «mezcla de cont rarios» o u na «fusión de lo antagónico» en la p alab ra, form ada d e m ylhos y higos, co m o ha hecho A. jolies. A hora bien, la oposición en tre am bos térm ¡nos, que se e s tablece en la c u ltu ra griega a p a rtir de un d eterm in a d o m o m ento histórico, os una oposición secundaria, que afecta tan só lo a un sentido restrin g id o del térm ino/rfgns. (Kn un p r in cipio, iégeiti es «decir» o «reunir ordenadam ente». De la m is ma raíz in d o e u ro p e a el verbo la tin o legcn· significa «leer», un claro d erivado del sentido original.) Es en Platón d o n d e en co n tram os iógo$ opuesto a m ythos. Kn su diálogo Protágoras, el sofista del m ism o no m b re enfrenta un m ythos *\ un to gas so b re el m ism o terna, co m o d o s form as didácticas d is tintas. «La prim era es mora n arració n , 110 a p o rta pruebas, se declara libre do to d o com prom iso. La segunda, si bien puede ser tam bién n arrac ió n o discurso, consiste esencialm ente en arg u m e n tar y probar» (K. Kerényi). Por o tro lado, el m ito es un relato trad icio n a l, lo que se cu en ta de siem pre, parecid o a u n «cuento d e vieja», según dice alguna vez Platón. M ientras que el fógos es lo razonable, que se discute y se ofrece com o arg u m en to racional y com -
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probable, sin o tra au to rid ad q u e esa cap acid ad de su propia d em o strac ió n em p írica. Del m ito no cabe tal cosa, d e él no se puede ciar razón, logon ilidóirai. La m itología como d is c u rrir so b re los m itos se plantea desde u n a perspectiva cultural o histórica d eterm in a d a. Ln tal sentido, la crítica al m ito de los ilustrados, es decir, d e n tro d e la c u ltu ra g riega, d e un Jenófanes, los sofistas, o el m ism o P latón, fo rm a p a rte d el largo co lo q u io m itológico característico del m u n d o helénico. Las in te rp re tac io n es de los m itos, desde Teágenes de Regio, ya del siglo vi a.C.» hasta las d e los sim b o listas y los psicólogos de nuestro siglo, se o c u p a n de* la m itología en esta m ism a v ertien te. Ul estu d io de los m ito s se constituye en u n a «ciencia» de su in te rp re ta ción, u na ciencia herm en éu tica un tanto insegura y variable según los tiem pos.
2. La tradición mitológica. Cómo fue en Grecia
¿Q uién c u e n ta los m itos? ¿Quién rem em o ra esos relatos in m em o riales d e in terés c o m u n ita rio q u e v ienen d e m u ch o a trá s y se refieren a un p asad o fabuloso y q u e, de algún m o d o , tien en u n a fu n ció n ejem p lar p a ra la co lectiv id ad y p ara el individuo, que los aceptan co m o paradigm as? ¿Quién se constituye en custo d io de esos m itos, narraciones orales o textos que, herencia de to d o s, se tran sm iten co m o un legado de g en eración en generación? ¿Q uién defiende de la d isp e r sió n , del d eso rd e n fantástico y del olvido esas viejas h isto rias de la trib u , que viajan p o r las sendas de la m em oria? P e algún m o d o es la com u n id ad entera del pueblo quien g uarda y alberga en su m em oria esos relatos. Los m itos circu lan p o r doquier. Las inst ituciones se apoyan en los m itos; se rec u rre a ellos p ara to m a r decisiones; se in te rp re ta n los h e ch o s de a c u e rd o con ellos. Los m á s viejos se los c u e n ta n a los m ás jóvenes, y éstos s e inician en los saberes tra d ic io n a les de su pueblo m ediante los g ran d e s relatos d e los dioses y los héroes fundadores. Las n o d riza s les cu e n ta n a los n iñ o s los fascin antes sucesos d e un tie m p o lejano y divino. Los abuelos y las abuelas recuentan a los pequeños lo que a ellos les co n taro n tiem p o atrá s sus p ro p io s abuelos. Y en las fi.es29
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las c o m u n ita ria s se reitera, a través de ritu ales m im élieos y de narrac io n es escogidas, las palab ras de los m itos. Pero, ju n io a esa circu lación fam iliar y colectiva, en cada so c ied a d suele h a b e r u n o s in d iv id u o s esp ecialm en te d o ta d o s o priv ileg iad o s para asu m ir la tarea específica de referir esos relatos trad icio n a les. Son los sabios d e la irib ú , los m ás versados en el a r le de na rrar, los profesionales de la m e m o ria o la e s c ritu ra , q u ie n e s están d e sig n a d o s h a b itu a lm e n te p ara ta n a rd u a labor. L os m itos in c o rp o ra n u n a a n c estra l ex perien cia y u n a explicación sim bólica de ios f u n d a m e n tos de la vida social. D e a h í que su co n serv ació n y tra n s m i sión sea u n a ta rc a g en e ralm e n te resp etab le y estim a d a, lisa tra n sm isió n m itológica tiene m u ch o q u e ver con la e d u c a ción, p ero ta m b ién con la religión y el cu lio, co m o ya in d i cam os. Así q ue m u c h as veces so n los sacerd o tes q u ie n es v e lan p o r Ja tra n sm isió n d e esc acerv o de d o c trin a s. Kn o tra s o ca sio n e s q u ie n e s a s u m e n tan n o b le p apel son p erso n a s d o ta d as con u n a especial ca p acid ad para co m u n ica rse con el m u n d o d iv in o , com o lo s pro fetas o vates, q ue ven m ás le jo s q u e los d e m á s y e x tie n d e n su sab er hacia el p asad o y quizás hacia el fu tu ro . Kn alguna cu ltu ra el recitado y la ev o cación d e los m ito s están e n c o m e n d ad o s a los profesionales d e la m e m o ria y del ca n to , sin u n a clara co n e x ió n con los sacerd o tes, tfse es el ca so de la a n tig u a G recia, d o n d e los aed o s, los rapsoclos y los p o etas e n general asu m en esa f u n ción. Kn la G re d a a n tig u a fu ero n , e n efecto, los p o e ta s, ad ie s trad o s en la m em o rizació n y en la com posición ora 1, quienes desde los com ienzos de la épica h an fo rm a d o y I ra n sm itid o el sab er m itológico, l.a tra d ic ió n m ítica fue aq u í, com o e n los d em ás pueblos, u n re p e rto rio d e tra n sm isió n oral. I lo m ero y lle s ío d o son ep íg o n o s d e una tra d ic ió n d e b ard o s que co m p o n en form u lariam en te, y que solicitan d e la M usa o las M usas la conexión con ese sa b e r m e m o rizad o que estas d iv in id ad es, las hijas de la M em oria, M nem ósine, tran sm i-
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ten al p o e ta verd ad ero , l.a se cu la r I rad ic ió n oral ép ica que desem boca en estos dos gran des poetas del siglo vin, a poco de in tro d u c irse el alfabeto en G recia, se rem ansa en los p o em as ép ico s q u e g u a rd a n las h uellas de la co m p o sició n a n te rio r o ral. El p o eta, g u ard iá n de u n saber trad icio n al, no inventa, sin o q u e rep ite te m as y evoca fig u ras d iv in a s y heroicas de to d o s co n o cid as, a) tiem po q ue reitera fórm ulas épicas y se acoge al p atro c in io de las M usas, p ara que ellas garan t icen la v eracid ad d e sus palab ras. R ecordem os có m o H o m ero c o rn icn/.a in v o c a n d o a la M usa, y c ó m o 1le sío d o n os cuenta q u e fu ero n las M usas q u ien es se le a p a re c ie ro n en el m onte H elicón p ara confiarle la m isión d e tra n s m itir el verídico y o rd e n a d o m en saje m ítico d e la Teogonia y d e Trabajos y días. l.a c o n s id e ra c ió n de q u ié n e s so n los en c a rg a d o s de la tra n sm isió n y p reserv ació n de los m itos, y la reflexión sobre las co n d icio n es so c io cu ltu rales en cjue esta tarea se cum ple, so n d éla m ayor im p o rta n cia para explicar las características p ec u lia re s d e una m itología, l.os m ito s reflejan sie m p re la sociedad cjue los creó y los m antiene. Por ot ro lado, a pesar d e su afán p o r m antenerse inalterados, a pesar de su anhelo de reh u ir lo h istórico, los m ito s se van a lteran d o a través de los sucesivos recuentos. A hora bien, la tra n sm isió n y el p au lati n o alterarse de los m itos se han v isto afectados en la socie d ad h elénica p o r tres factores d eterm in a n tes: el p rim e ro es q u e fu eran los p o etas los g u a rd ia n e s de los m itos; esta rela ción en tre la m itología y la poesía h a conferido a aquélla una inusitada l ibertad. En segu n d o lugar, la aparición de la escri tu ra alfab ética ha sig n ific ad o u n a rev o lu c ió n en la c u ltu ra griega; c o n ello la m itología q u e d a u n id a a la lite ra tu ra y expuesta a la crítica y la ironía, com o no lo e*stá en ot ras cu l tu ra s d o n d e la tran sm isió n es oral υ bien está ligada a un li b ro ca n ó n ic o o un canon d o g m ático . En tc rc cr lugar, está la ap arició n de la filosofía y el racio n alism o en la Jonia del si glo vi a.C. y su p rolongación en la ilu stració n sofística y la fi
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losofía p o sterior, q u e in te n ta d a r u n a ex plicación del m u n d o y la vida h u m a n a m ed ian te la raz ó n , en un p roceso c r íti co do e n fre n ta m ie n to al sab er m ítico, lisa larga d isp u ta e n tre el ló g o sy e I m ythos resulta característica d e la cu ltu ra grícgu, y ha sid o o b jeto d e b rilla n tes y p ro fu n d o s estu d io s. C re o q u e e n este m o m e n to p o d e m o s d e ja r d e lado este p u n to p ara en fo car el o tro , el de la ap a rició n de la escritu ra, y lo q u e este hech o decisivo c u ltu ra lm e n te significa en rela ción c o n la m ito lo g ía. S ubray em o s q ue e s decisivo q u e se trate d e un sistem a d e escritu ra alfabético, no de υ η sistem a gráfico co m plicado com o el que h abía existid o en el m u n d o m icénico y m in o ico u n o s siglos antes, fu n d ad o en un silab a rio de uso restrin g id o y q ue se p e rd ió fácilm ente. La a p a ric ió n de la e s c ritu ra significa u n e n o rm e avance cu ltu ral, y no vam os a in sistir en los aspee tos m ás obvios de este p ro g re so . Tan só lo q u ere rn o s aq u í su b ra y a r qu e, e n lo que resp ecta a la m ito lo g ía , la fijación y reco g id a en u n re p e rto rio escrito del acerv o q u e la m e m o ria colectiva tr a n s m itía o ra lm e n te significa u n a q u ie b ra e n la tra d ic ió n . N o sólo es el fin d e la p alab ra viva co m o base del recu erd o , sin o el co m ien zo d e la crítica y d e la disolución de lo m ít ico. Kn el caso g rieg o ese p ro ce so se p rese n ta m uy claram e n te . H asta q u e la civilización d e la e sc ritu ra acab a im p o n ié n d o se com o m ed io cu ltu ral p o r excelencia tra n sc u rre n u n o s siglos. K nel siglo v in se in tro d u c e la e s c ritu ra alfab ética en G recia, co n un alfabeto d e ab olengo fenicio q u e los g riegos perfeccio n a ron, al a ñ a d ir los sig n o s p a ra n o ta r las vocales (q u e faltaban en el sistem a u tiliza d o p ara un lenguaje se m ítico ), p ero no es h asta finales del siglo v c u a n d o la m entalidad griega a b a n do n a la c u ltu ra d e la o ralid ad . F.n ese p ro ceso c u ltu ra l, q ue ha sid o bien estu d ia d o (p o r J. G oody, con ca rácter m ás gene* ral, e n The D om estication o f the Savage M ind, C a m b rid g e 1977, tra d , esp., 1985; K. H avelock, en Preface to Plato, 1963, y en A u x origines de la civilisation écrite e n Occident, 1974, en tra d , franc., Paris» 1981, y M. D etien n e , en L 'invention de
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la mythologie, París, 1981), se forja u n a nueva m an era do e n focar to d o el p asad o y el presente. La poesía m ism a ad q u iere una renovada lib ertad y u n an h elo de originalidad» q u e no es incom patible co n su afán de tra n s m itir el re p e rto rio m ítico. Pero, p o r p o n e r u n ejemplo» el p oeta lírico F.stesícoro p u d o inventarse u na nueva v ersión del ra p to do 1M e n a (según la cual n o fue a ella, sin o a un d o b le fan ta sm a l, un e n g a ñ o d e los dioses, a q u ien llevó Paris a Troya, y fue p o r este fan ta s m a p o r lo que co m b a tie ro n griegos y tro y an o s en la fam osa g u erra d u ra n te diez añ o s), p o rq u e y a la v ersión trad icio n al, ca n ta d a p o r o tro s, p o d ía a d m itir la com p eten cia con o tras, en una po esía q u e se escribe. El p o eta no es só lo un reco rd a d o s sin o un cre a d o r m á s que u n cantor, ao'uiós, es u n p oeta, poietés, y la in sp ira ció n es m ucho m ás que m e m o r ia ,8.
Mitología y literatura ΛΙ e n fre n ta rn o s con la tra d ic ió n m ito ló g ic a de la a n tig u a (¡recia carecem os, co m o es o b v io resaltar, de esa p ro x im i dad q u e B. M alinow ski señalaba co m o un privilegio y v en ta ja del an tro p ó lo g o q u e viaja a la región de u n pueblo p rim iti vo y allí e s tu d ia los m ito s in d íg e n as so b re el te rren o . N o ten em o s a m a n o , c o m o creía te n o r M alinow ski, al m ism o «hacedor de m itos». Los m yth o p o to ídel viejo m u n d o h elén i co nos caen m uy lejanos, y te n em o s que co n te n ta rn o s con lo que n o s han legado, gracias al refinado a r te literario propio, y tal co m o n o s lo h an legado, con u n a rep rese n tac ió n p o co ingenua. Junto a los g ra n d e s tex to s do H esío d o y H om ero, tenem os m uchos o tro s q ue nos hablan de los m ito s - to d a la literatu ra clásica habla in cesan tem en te d e ellos-» p ero m u chas veces c o n alu sio n e s y c o n fra g m e n to s d e u n d isc u rso in te rru m p id o . Ks u n a ta re a a rd u a d e sc ifra r este m ensaje tru n c o y p o ético . Las n o tic ia s p u e d e n c o m p letarse con las im ágenes q u e nos su m in istra la arqueología, y eso s (estim o-
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nios p lástico s del a r te a n tig u o son d e un in te rés m u y alto p ara n u estro co n o cim ien to d e la m itología. Pero M alinow ski ten ía raz ó n . C arecem os de un tra to d i recto con la n a rra c ió n m ítica origin aria. M ediatizado p o r la trad ició n poética y la plástica* en el m arco de u n a civilización de la escritura, el rep e rto rio m ítico d e los griegos se n o s p re sen ta con u na sin g u lar aureola de lib ertad y d e ironía, una li b e rta d y v ariabilidad que es consecuencia de lo ya apuntado, fu n d am e n talm en te p o r su relación con el m u n d o de la p o e sía. lis, p o r o tro lado, bien n o to rio que la literatu ra selecciona entre las variantes m íticas y, e n un país fragm entado política m en te com o era (¡recia, escoge ta m b ié n e n tre las variantes locales d e las tradiciones, p refirien d o , cu a n d o se trata de un p o e ta del A tica, las v aria n tes atenienses, p o n g o p o r caso, o d e jan d o en la so m b ra c ie rto s asp ecto s de los relatos q ue el p o eta prefiere, por razones m o m e n tá n ea s o e n atención a su público, silenciar, o llegando en algún caso a cen su rar y m o d ificar un m ito tradicional p o r razones de m oralidad. P ode m os en c o n tra r ejem plos de to d o esto. M encionarem os, com o caso bien conocido, c ó m o los autores trágicos prefieren ver siones atenienses, o có m o en los p o em as hom éricos h an q u e d ado m arg inados dioses tan d e p rim e ra fila com o D ioniso o D em éter, p o rq u e el p o eta co nsideró q u e no interesaban a un p ú b lic o a ris to c rá tic o , o b ie n p o rq u e e ra n m ás p ro p io s de un ám b ito cam pesino que del belicoso escenario d o n d e ac tú an los héroes y los o tro s olím picos. I to rnero h a m odificado sus relato s aju stá n d o lo s al g u sto de su s au d ito res, co m o los trag e d ió g rafo s ex p o n ían su v ersión cívica d e los ep iso d io s heroicos, venidos de u n m u n d o arcaico al teatro ateniense. Y un p o e ta tan c o n serv ad o r y p ia d o so com o P ín d aro p u ed e m o d ificar u n ep iso d io m ítico, com o hace en la í, para ajustarlo a una versión m oralizada. (A P índaro le escan daliza q u e u n a diosa co m o D em éter se za m p a ra un b o ca d o del h o m b ro d e Pélope; prefiere su p o n e r que el d io s Poseidón, en am o riscad o del jovencito, lo raptó.)
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Ahora bien, quizás algunos lectores piensen, com o C. I.éviStrauss, q u e la e s tru c tu ra ele un m ito p erm a n ec e invariable a lo largo de sus versiones y que el esq u em a fu n d am en tal se m an tien e sie m p re idén tico . S o specho q u e en la d e m o s tr a ción de esa tesis se in c u rre en un círculo vicioso, ya q ue se llam a esq u em a fu n d am e n tal a lo q u e efectivam ente p e rm a nece. Pero, b u en o , dejém oslo com o un problem a. ¿Es q ue la tram a del m ito de iidipo, desde la épica a las versiones l râgicus, y luego al fam oso «com plejo» (que, desde luego, n o pudo c o nocer el h éro e del m ito, n iñ o expósito y exiliado voluntario), está in a lte ra d a e n las rep e tid as evocacio n es literaria s g r ie gas? ¿Son las v a ria c io n e s d e un m ito ta n sólo alterac io n e s m arginales? lin to d o caso, q u ed a claro q u e la lite ra tu ra a n tig u a se co n stru y e sobre el h u m u s fértil d e la m itología, y lo d o s los géneros p o ético s an tig u o s (la épica, la lírica coral y la trag e d ia) fu n d an en ese su b stra to sus arg u m e n to s. Frente a la tr a d ición m ítica se h a n co n stitu id o luego la filosofía, la historia y las in v estigaciones científicas to m o saberes crítico s y r a cionales. Se h an cre ad o frente a los m ito s, en o p o sic ió n a ellos, en busca d e una nueva explicació n , fu n d a d a en la r a zón, no en la trad ició n . C o m o decía H eraclito, «los ojos son testim o n io s m ás firm es q u e los oídos». L os géneros de la li teratu ra d e ficción, d esv in cu lad o s del acervo m ítico, son, en general (d e ja n d o a un lad o el cu e n to p o p u la r), p o sterio res. Iin la C o m edia N ueva, en la lírica bucólica, y en la novela h e lenística y ta rd ía , ya se in v en tan los co n te n id o s. Pero estos géneros so n ya postclásicos en la cu ltu ra griega. N o es casual que el té rm in o griego usual p ara «argum ento» (d e u na ob ra teatral) sea m ythos (así, p o r ejem plo, en 1« Poética d e A ristó teles). P o r lo d e m á s, la ta rd ía a p a ric ió n de la literatu ra de ficción es un rasgo ca racterístico del m u n d o g riego, en o p o sición al m u n d o m o d e rn o . La literatu ra griega clásica y a r caica estaba d irig id a a u n público am plio, a un au d ito rio c iu dadano, y tuvo siem pre u n a v ertien te educativa; la literal ura
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fue, e n G recia, paideía y m ousiké; es d ecir, « fo rm a ció n » y «arte d e las m usas» (en el se n tid o antes in d ic ad o ). L itera tu ra es u n té rm in o latin o , que en g rieg o en c u e n tra u n p a ra le lo en g ra m tn a tiké , q u e sig n ifica « g ram ática» , y ta m b ié n « le ctu ra e in te rp re ta c ió n d e textos»; es decir, u n s e n tid o m uy lim itado. Los po etas fueron entonces los educadores del pueblo, y la paideía trad icio n a l se fu n d ab a en un b u e n co nocim iento de la poesía, la h o m érica an te todo. La poesía, a su vez, se e n ra i zaba e n el recu erd o de los m itos. También las tragedias e s ta b an h ec h as so b re ellos, a veces a través d e versiones épicas rep resen tad as p o r episodios. E squilo decía que su s d ra m a s era « reb an ad as del festín de llo in e ro » . Q u erem o s insistir en la fu n ció n colectiva del teatro trágico, q u e fue, n o se olvide, un te atro cívico y popular. Las trag e d ias se rep rese n tab a n en u n m arco ciu d a d a n o , el te atro de D io n iso al p ie de la A cró p o lis, y en u n a s fiestas cívicas, las d io n isíac as, an te u n a u d ito rio q ue e ra to d a la ciu d ad . La rep rese n tac ió n co n serv ab a, e n su m arco festivo, m uch o s elem entos religiosos. Y es interesante q u e fue ju s ta m ente u n a polis dem o crática co m o A tenas la q u e velaba o fi cialm en te p o r esas represen tacio n es teatrales. M ientras q ue no se p re o c u p a b a p o r facilitar el aprendizaje de la lectu ra y la escritu ra, es decir, las g rd m m a ta , ni siquiera a u n nivel ele m en ta], p ro p o rc io n a n d o u n a e n s e ñ a n z a g en eral y g ra tu ita (com o sí se hizo en la colonia p an h e lé m ca de T urio s), sin o que tal cosa q u ed a b a al a rb itrio y conven iencia p a rtic u la r de los c iu d a d a n o s, el E sta d o aten ie n se velaba p o r el te atro , com o si éste fuera un fu n d a m e n to de la cu ltu ra y la sociabili d ad , co m o alg o fu n d a m e n ta l en la paideía c o m u n ita ria . El E stado proveía a todos los gastos de las representaciones te a trales, en el m a rc o de la fiesta d io n isía c a , m e d ia n te el im p u esto de las corcgías, q u e rccaía sobre los ciu d a d a n o s m ás ricos, cad a añ o . Tam bién p o r en carg o estatal, en el m arco de las fiestas de las P anateneas, se rec itab a n los p o em as h o m é
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ricos. Q u é e x tru ñ o c a s o e s tc :e ld e una d em ocracia q ue recu p era y reclam a com o base educativa la rem em o ració n d e los m ito s heroicos» de claro origen aristocrático, y trata de enfo carlos desd e la ó p tic a cívica, en un am biente d em o crático e ig u alitario . I.a épica y la tra g e d ia - y ta m b ié n la lírica coral d o r ia - fu eron no só lo form as d e a rte , sin o ta m b ié n in stitu ciones sociales con v alo r educativo. I.os m ito s h ablaban de héro es y d e dioses, q u e h ab ían ac tu a d o en u n tiem po rem o to , p ero en sus d ram á tic as escenas plantean conflictos d e valores en los q u e se m u e stra p a ra d ig m á ticam en te la trágica con d ició n del hom bre. Ese cruce de d o s tiem p o s -el del m ito y el presente c iu d a d a n o - y la im b ri cació n d e lo h u m a n o en lo hero ico , y viceversa, sirv en a la ed u cació n m e d ia n te la reflexión y la p u rifica ció n afectiva, q u e A ristó teles s u p o re c o n o c e r tan ad m ira b le m e n te . Esa kdtharsis, o purificación, es u n o de los efectos del arte trág i co siem pre. La fiesta y el d ra m a , m ed ian te la m im esis teatral o litú rg ica, evocan los m itos, con u n a u ra religiosa m ás o m en o s acentuada. La fiesta en q u e se rep resen ta la tragedia conserva m u ch o de ritu al. E stá p resid id a p o r el sa c e rd o te d e D ioniso, que o c u p a u n asien to especial e n la p rim e ra fila del au d ito rio , com ienza c o n un sacrificio so b re el a lta r q u e esta en el cen tro de la orchestra, d elante d e la escena, tien e unos orígenes en rito s sag ra d o s (sean cuales fu e ra n ) y m a n tie n e elem entos arcaico s co m o las m á sc a ra s, los co ro s, la presen cia de los dioses, etc. C onviene no o lv id a r esto, ni tam poco, en c o n tra p a rtid a , q u e to d o eso se v a c o n v irtie n d o e n reliquias, al tiem p o q u e a u m en ta la crítica a los m itos, especialm ente en Eurípides. Es cierto q ue la literatu ra , con ese carácter crítico y lúdico q u e le es p ro p io , c o n su te n d e n c ia a b u sc a r lo nuevo, lo so rp re n d en te, lo o rig in a l (d e n tro d e ciertos m árgenes) y su progresiva ironía, va d esg asta n d o el fondo m ilico. Pero los m itos son evocados com o base de la representación y m a n
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tienen una función social -s im ila r a esa en que tan to h an in sistido antropólogos com o M alinowski- hasta los finales del si glo IV, c u a n d o se da la crisis del sent ido t rágico, qu e tie n e en E urípides a su nuis c laro ex p o líen te. Los a n tig u o s fu ero n hien conscientes d e e sa significación del te a tro .‘lbdavía en la co m ed ia d e A ristófanes, Las ranas» q u e es del a ñ o 404 a,C., c u a n d o en la escena discu ten sus m éritos respectivos E sq u i lo y E urípides an te el d io s del teatro , D ioniso, q u e ha bajado al I iad es p ara resu citar al m ás valioso d e ellos, es el ca rácter de « ed u cad or del pueblo» lo q u e d ec id e el pleito, a favor de Ksquiio. Por eso la crisis de la tragedia, q ue es la crisis del se n tid o m ilico, com o subrayó F. N ietzsche, es u n a crisis de lo colec tivo, en la q u e to d o un m o d o d e e n te n d e r el m u n d o , atacad o p o r la crítica rac io n alista de la Sofística, q u e d a en e n tre d i cho. I.a ru in a del saber m ítico, es decir, la p érd id a de te en los m itos, provoca una q u ieb ra en la conciencia colectiva; p ero el in d iv id u alism o crítico y el o p tim ism o de la ilu stració n so fística o b tie n en una victo ria endeble, ya q ue su s logros d ifí cilm en te p u ed e n satisfacer las an sias d e los c iu d a d a n o s en esa crisis de los valores q u e coincide con la agonía de la polis com o c o m u n id a d lib re y au to su llcien te . También P latón, con su perspicacia h ab itu al, revela su re co n o cim ien to d e q ue la educación p o p u la r estab a en m an o s de los po etas, al p ro p o n e r la expulsión d e éstos de la ciu d ad ideal, tal com o se p ostu la en la República. HI filósofo es m uy co n scien te de los riesgos que esa tra d ic ió n p o é tic a su p o n e para un Estado q u e preten d e alcan zar u n a norm ativ a nueva, m ed ian te una rac io n alid ad to tal. Los p o etas, relatores im p e nitentes de las v iejas histo rias d e la m itología, d e esas n a r r a ciones q u e son escandalosas a la luz de I a m oral y p e r tu r b a d o ras d esd e la ó p tic a d e la p ed a g o g ía rac io n al, deb en ser cen su rad o s. Kn vina c iu d a d que será g o b ern a d a p o r sabios, los p o e ta s y sus m itos lian de s e r ev a cu a d o s, p o rq u e co m o co m p etid o res d e los filósofos e n la ta re a educativa son peli-
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grosos c in útiles, a los ojo s del ¡lustrado Platón. N o hay ta m poco lu g ar n i p a p e l ed u cativ o p a ra los viejos y fan tásticos m itos e n esa ciu d ad ideal. A nos nuts ta rd e, ya ei i m i vejez, vuelve Plutón a esbozar un cu ad ro de la c iu d a d ó p tim a , poro esta ve?, es m ás ca u to en sus p ro p u esta s, tal vez p o rq u e n o cree ya en el triu n fo d e la utopía rad ical, y aq u í e n las Leyes, en lu g ar de la supresión por d estie rro d e los poetas, hace la p ro p u esta d e que se e s ta blezca u n control y u na ce n su ra de la m itología tradicional. Kl viejo filósofo parece ad v e rtir bien la función social de esas n arracio n es m íticas q u e los an cian o s tra n sm ite n , ju n to a los poetas, a las g en eracio n es m ás jóvenes, que im p reg n an to d a una explicación del m u n d o y la vida colectiva, y e s bien co n s ciente d e la fu erza de ese saber d itu n d id o a travos de la piló me, el ru m o r, ta n p o d e ro so en la vida c o m u n ita ria . P latón no tra ta ya de e rra d ic a r p o r com pleto ese legado m ítico, sino tan só lo p re te n d e q u e el listad o lo co n tro le y lo oriento, un tanto, d iría m o s n o so tro s, m aquiavélicam ente, para su mejo ra p ro v e c h a m ie n to e d u c a tiv o P lató n sugiere q ue el lista d o pu ed e crear y d ifu n d ir sus p ro p io s m itos -c o m o el fam oso m ito d e las varias clases de c iu d a d a n o s c o n n a tu ra le z a s d is tin ta s , u n o s d e oro, o tro s de plata y o tro s de bronce, que ex pone en el libro III tic la / p o d e ro so s m o n stru o s d e estos p rim e ro s tie m p o s, h e r m an o s de los C íclopes y de los T itanes. H esío d o reíala a c o n tin u a c ió n la castració n y d e s tro n a m ien to d e U rano p o r C rono, el m ás astu to de o s T itanes, que libra así a su m ad re G ea y a sus h erm an o s del so m etim iento
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brutal a su progenitor. Con una hoz enorm e y de afilados dientes segó ( ’roño los genitales del opresivo Urano» y los arrojó a alta mar. De la espum a surgió entonces Afrodita, que se dirigió en prim er lugar a C iterea y la isla de Chipre, de donde proviene su sobrenom bre de C ipria. En su nacimiento yen su presentación ante los dioses la acom pañaban H ím eroy Eros, para corroborar su poder en el dom inio del amor. Viene luego en el relato eJ tem a d e los hijos de la Noche. De nuevo voy a d ar unas cuantas líneas del texto, porque me parece que tam bién en este esbozo genealógico se advierte bien ese afán explicativo y teológico de I lesíodo, reclaborando datos m uy ant iguos: P a rió la N o ch e al M a ld ito M o ro s, a la N e g ra K er y a T á n a to s, p a rió ta m b ié n a H ip n o s y e n g e n d ró la trib u d e los S u eñ o s. L uego la d io sa, la o sc u ra N o ch e, d io a lu z sin a c o s ta rs e c o n n a d ie a la B urla, al d o lo ro s o L a m e n to , y a las H e sp e rid e s q u e , al o tr o la d o del ilu stre O céa n o , c u id a n las bellas m a n z a n a s d e o r o y los á rb o le s q u e p r o d u c e n el fru to . P arió ig u a lm e n te a las M o ira s y a la s K eres, v e n g a d o ra s im p la cables: a Ç lo to , a L áq u esis y a A tro p o q u e c o n c e d e n a los m o rta le s, c u a n d o n a cen , la p o se sió n del b ien y d e 1m al y p e rsig u e n los d e lito s d e los h o m b re s y d io se s. N u n c a cejan las d io sa s en su te rrib le cólera a n te s d e a p lic a r u n a m a rg o castig o a q u ¡en c o m e te delito s. T a m b ié n a lu m b ró a N ém esis, a z o te p a ra los h o m b r e s m o rta le s, la fu n e sta N o c h e . D e s p u é s d e ella tu v o al E n g a ñ o , la T e rn u r a y la fu n esta V ejez, y e n g e n d ró a la a s tu ta P.ris. P o r s u p a rte , la m a ld ita líris p a rió a la d o lo ro s a P atiga, al O lv i d o , al H a m b r e y lo s D o lo re s q u e c a u s a n lla n to , a lo s C o m b a te s , G uerras» M a ta n z a s, M a sacres, O d io s, M e n tira s , D isc u rso s, A m b i g ü e d a d e s , al D e so rd e n y la D e s tru c c ió n , c o m p a ñ e ro s in se p arab les, y al J u ra m e n to , el q u e m ás d o lo re s p r o p o rc io n a a los h o m b re s d e la tie rra sie m p re q u e a lg u n o p e rju ra volu n ta ria m e n te . (V v. 2 11-213.)
No hay en la mitología griega n inguna divinidad del mal, ningún Satanás o A hrim án, que capitanee una tu rb a de d e m onios m alignos, pero hay toda u n a serie de personajes que
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H esiodo rem em ora com o procuradores del lado oscuro de la existencia. Son hijos de la Noche, se mueven en silencio, pero acosan a los hum anos y asedian su destino. Siempre al final están las Moiras: la tejedora, la distribuidora de la suer te y la cortadora del hilo de la vida, las tres Parcas im placa bles, Cloto, Láquesis y Atropo. En este catálogo figuran una serie de personificaciones, com o la Vejez, el Engaño, el Olvido, el í tam bre, etc., pero es Lris, la Discordia, la que, en la retahila de nom bres evocada p o r el poeta, alcanza un lugar destacado. Hs la Discordia, la causa de innum erables males entre los hum anos, una diosa antigua y malévola -alg o así com o la bruja irritada de cier tos cuentos de h ad a s-, la que se m uestra m ás prolífica, para desdicha hum ana. (Le interesa a Hesíodo, p o r motivos per sonales, destacar su papel en los conflictos, y volverá sobre ello en Trabajos y días, con ot ro acento.) Prosiguen los catálogos de dioses de segunda y tercera ge neración: hijos de Gea y Ponto (w . 233-239), Nereidas (240264), hijos de Taum ante y Plectra (265-269), descendientes de Ceto y Porcis (270-336), hijos de Tetis y O céano (337370), hijos de 'lea c H iperión (371 -374), hijos de Crío y Kuribia (375-388), hijos de Pebe y Ceos (404-452) e hijos de C ro no y Rea (453-506), seguidos de los de Jápeto y Clímene (507-534). E ncontram os aquí un ejem plo de esa poesía de catálogo, con largas nom enclaturas, muy del gusto de este tipo de repertorios. La genealogía es la form a por excelencia de relacionar a todas estas divinidades, en tre las que se en cu en tran personajes de muy diverso relieve; así, por ejem plo, tras m encionar a las cincuenta O ceánides Nereidas, el poeta dedica m uy breve espacio a los vástagos de H iperión, nada m enos que I íelio y Selene, Sol y Luna, de tanto fulgor cósm ico, y luego introduce alguna digresión, com o el H im no a Hécate (410-453). Al tratar de la descendencia de C ro n o y Rea, el poem a pasa ya a hablar de Zeus, de su ocultam ienlo infantil, de su
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infancia en C reía y de su enfrentam iento p osterior con C ro no, al que derrocó, obligándole a vom itar a sus hermanos» a los que p ara elim inarlos se había tragado, así com o liberó tam bién a los Cíclopes, ocultos por lacnorm e Cea, para esta blecer su reinado sobre m oríales e inm ortales, Viene luego el relato sobre Prom eteo (535-616). La razón p o r la que se cuente antes su genealogía es» evidentem ente, la de presentarnos a la familia de este dios astuto, adversario de Zeus, no p o r la violencia, sino en el plano de la astucia. So bre este m ito de Prom eteo, tan atractivo p o r su sentido m ú l tiple, volverem os m ás adelante. Situado en este p unto de la sirve p ara reco rd ar la posición de los h om bres frente a los dioses y para preludiar el relato de las luchas por la soberanía celeste a las que Zeus tiene que enfrentarse para obten er el p o d er indiscutible, sobre el m undo de los dioses, dom esticado tras la contienda, y sobre los hom bres efím eros y terrestres. Las luchas por el p o d er celeste76 -q u e en algún m odo ya estaban com enzadas con la castración de U rano por Crono, y p o r el d errocam iento de éste p o r su hijo Z eus-1 ienen ah o ra dos nuevos episodios: el com bate cont ra los Titanes o Titan om aquia (617-728), que va seguido de la descripción del T ártaro som brío (729-819), y la batalla co ntra el m o n stru o so Tifón (820-868). Breve excurso sobre sus hijos, los vien tos (869-885), Iras estos com bates de te rrib le violencia, en los que triu n fa ya p ara siem pre Zeus, se no* habla de la cu a rta ge n eració n d e dioses, los hijos de Zeus, la fam ilia olím pica. Son algo m enos d e cien versos (886-962) los que H esíodo dedica a estos dioses de la generación m ás joven, los dioses que vem os m overse en H om ero com o los Felices In m o rta les d e vida fácil, ag ru p ad o s en torno a la égida del padre, el justiciero Zeus. Me parece conveniente volver al texto de H esíodo para ci tar, según él lo cuenta, las divinidades que nacen de Zeus:
I. U
ÎÎÜ Ü O .V fa ; I SQ L'P M A (¡ΓΝΓ-RAI Y TI-M AS PRÎNCIPAI.KS
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Z eu s, re y d e d io se s, to m ó c o m o p r im e ra e sp o sa a M etis, la m á s s a bia d e lo s d io se s y h o m b r e s m o ría le s . M as c u a n d o ya faltab a p o c o p a ra q u e n a c ie ra la d io sa A ten ea d e o jo s glaucos, e n g a ñ a n d o a s tu ta m e n te su e s p íritu c o n la d in a s p a la b ra s, Zeus se la tra g ó p o r in d ic a ció n d e G ea y d el e s tre lla d o U ra n o . A sí se lo a c o n s e ja ro n a m b o s p a ra q u e n in g ú n o tr o d e los d io se s se m p ite rn o s tu v ie ra la d ig n id a d real en lu g a r d e Z eus. P u e s e s ta b a d e c r e ta d o q u e n a c ie ra n d e ella h ijo s m u y p ru d e n tes: p r im e ro la d o n c e lla d e o jo s g la u c o s T rilo g e n ia q u e ig u ala a su p a d r e en c o ra je y sa b ia d e c is ió n , y lu eg o , era tic e s p e ra r q u e u n hijo, rey tie d io se s y h o m b r e s c o n a r ro g a n te c o ra z ó n . P e ro Z e u s se la tr a g ó a n te s p u ra q u e la d io sa le a v is a ra sie m p re d e lo b u e n o y lo m alo. Un s e g u n d o lu g a r, se llev ó a la b r illa n te T e m is q u e p a r ió a las l lo r a s , E u n o m ía , D ik e ν la flo re c ie n te Ivi ren e, las c u a le s p ro te g e n las c o s e c h a s d e lo s h o m b r e s m o rta le s , y a las M o ira s, a las q u e Z eus o to rg ó la m a y o r d is tin c ió n , a C lo to , L iq u e a s y A tro p o , q u e c o n c e d e n a lo s h o m b r e s m o rta le s el s e r felices y d esg rac ia d o s, Iv u rín o m e , h ija d el O c é a n o , d e e n c a n ta d o r a b e lle z a , le d io las t r e s G ra c ia s d e h e r m o s a s m e jilla s, A glaya, H u f ró s in e y la d e lic io sa T alía .
Luego subió al lecho de Deméter nutrida de muchos. É sta p a r ió a P e rsé fo n e d e b la n c o s brazos» a la q u e U doneo a r r e b a tó d el la d o d e su m a d re ; el p r u d e n te Z eus se lo h a b ía c o n c e d id o . T a m b ié n h izo el a m o r a M n e m ó s in e d e h e r m o s o s c ab ello s y de ella n a c ie ro n las n u e v e M u sa s d e d o r a d a fre n te a las q u e e n c a n ta n las fie sta s y el p la c e r del c a n to . L oto p a r ió a A p o lo y a la fle c h a d o ra A rtem is, p ro le m a s d e s e a b le q u e to d o s lo s d e s c e n d ie n te s d e U ra n o , e n c o n ta c to a m o r o s o c o n Z e u s p o r ta d o r d e la ég id a. F.ii ú ltim o lu g a r to m ó p o r e s p o sa a la flo recien te 1le ra ; ésta p a rió a 1 le b e , A r e s e I litía e n c o n ta c to a m o r o s o co n el re y d e d io se s y
h o m b re s . Y él, d e su c a b e z a , d io a lu z a A te n e a de o jo s g la u c o s , te rrib le , b elico sa, c o n d u c to r a d e e jé rc ito s, in v en cib le y a u g u s ta , A la q u e e n c a n ta n lo s tu m u lto s , g u e r ra s y b atallas. I le ra d io a luz, sin tr a to a m o r o s o - e s ta b a fu rio s a e ir rita d a co n s u e s p o s o - , a I le fe sto , q u e d e s ta c a e n tr e to d o s lo s d e s c e n d ie n te s de U r a n o p o r la d e s tre z a d e s u s m a n o s . 1 ... 1T a m b ié n co n Z eu s, la A tlá n tid e M aya p a rió al ilu stre M er m e s, h e ra ld o d e lo s I n m o rta lc s , s u b ie n d o al sa g ra d o lecho.
II. HU U KAN Y M O T IV O S
Y la C a d m e a Sdmclc» ig u a lm e n te en (ra to a m o ro s o c o n él, d io a Iu/, a u n ilu s tre h ijo , el m u y r is u e ñ o D io n is o , u n in m o rta l, sie n d o ella m o rta l. A h o ra a m b o s so n dioses. A lc m e n a p a r ió al f o r n id o H e ra c le s e n c o n t a d o a m o r o s o c o n Z eu s a n io n to n a d o r d e n u b e s . (V v. 886-929 y 938-944.)
Vienen a co n tin u ació n una breve relación de m a trim o nios entro diosos y su progenie, un catálogo do héroes y un com ienzo υ proem io al catálogo do las heroínas (945-1022). No sabem os si ahí concluía la Teogonia, o bien falta el final del poem a. Sí que queda concluido, tras la m ención de los hijos de Zeus y los héroes más famosos, el relato sobre el o ri gen de los dioses y del cosm os divino y hum ano. A p artir del arché form ado por el Caos y Gea, el poeta ha desarrollado el proceso de la creación hasta esa etapa final, en la que el sem piterno gobierno de / c u s da definitiva form a y estabilidad a lo existente. lil triunfo de Zeus, com o ya dijim os, significa la instauración de un o rd en ; desdo los turbulentos T itanes al C rónida que ap ad rin a la Dike desde el O lim po hay una m ar cha que representa u na progresiva realización de la justicia y del o rd en 79. Ésa es la lección quo l lesíodo quiere m anifestar en su poem a, tan diestram ente ejecutado, dentro de las con venciones formales d e la com posición arcaica y épica. Después del relato acerca de los dioses colocaba H esíodo el catálogo de los héroes y de la heroínas. C om o hacen los mitólogos posteriores. Más cercanos a los hum anos, puesto que son m oríales, los héroes constituyen un eslabón entre los Inm ortales Felices y los hom bres que com en el fruto de la tierra. I.os héroes están condenados a la m uerte y al dolor, pero son ejem plares en su esfuerzo glorioso. De entre ellos, dos ocupan una posición especial, tan excepcional que han sido elevados a dioses: Dioniso y Heracles, que el poeta cita al final de las divinidades. I.a m itología heroica es especial m ente rica en episodios, y H esíodo no hace m ás que m en cionar a los principales semidioses. Pero otros poem as épi-
■», I .A r F f H ; O A f M : K S g U I - W A < il : S m A r Y r K V 1 A S P R lN U P A l R S
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cos hablaban de ellos m ás cum plidam ente, y la t ragedia y la lírica coral so nutrieron de esos m itos de hazañas heroicas, ofrecidas al recuento, la ilustración y la reflexión de diversas generaciones. «lis un elem ento com ún al m ito oriental an tig u o y a H esíodo la serie de generaciones que procede d e la pareja Cielo y Tierra, representando a las fuerzas desordenadas de la naturaleza, hasta llegar a una generación de varios dioses contem poráneos, a cuya cabeza se halla un dios suprem o, con cuyo reinado está relacionada la introducción d e un deter m inado orden com prensible para el hombre», señala K. von Fritz80, para destacar que el m ism o esquem a de fondo de la Teogonia tiene un cierto precedente en m itologías orienta les, com o lo tienen, notoriam ente, algunos de los tem as he» siódicos. Así, p o r ejem plo, el m otivo de la sucesión de tres dioses en el poder de los cielos (U rano-C rono-Zeus), y el de las generaciones de los hom bres, calificadas con nom bre de metales, en un proceso de decadencia, que el poeta cuen ta en Trabajos y días, o la lucha de Zeus contra el m onstruo Tifón. Sin duda tenem os que considerar los influjos de la m ito logía oriental en la o b ra hesiódica*1, y en la tradición oral que ella recoge, a la vez que conviene destacar ese anhelo de sistem atización, de ordenación global y do una perspectiva de explicación cósm ica que son rasgos de nu estro poeta y del pensam iento griego en sus inicios.
5. El mito de Prometeo
Com o los antropólogos han subrayado, los m itos tienen una función significativa en la vida de una sociedad prim itiva o arcaica: explican el m undo, justifican los hábitos y los ritos, ofrecen las causas de las paulas de com portam iento y relatan p o r qué las cosas son de un m odo determ in ad o . F.se valor etiológico y paradigm ático de los m itos es algo dem asiado conocido para que lo com entem os ahora. Tan sólo lo recor dam os para resaltar cóm o en algún m ito resulta evidente la carga etiológica subyacente a la narración. Éste es el caso del m ito de Prometeo, que expone el origen de 1res instituciones o, m ejor dicho, de tres acontecim ientos fundam entales para la cultura hum ana: el sacrificio, la posesión del fuego y la in troducción de la m ujer com o com pañera del h om bre82. Prom eteo, hijo del Titán Jápeto y d e la Oceánide Clímene, según la versión de la Teogonia (o bien un T itán, hijo de la T ierra m ism a, y, en ese supuesto, u n dios más antiguo que Zeus, según la versión recogida p o r Esquilo), es una d iv i n id ad de sin g u lar astucia y benevolencia hacia los h u m a nos. Es, com o C rono, attkyíóméies, «de m ente retorcida», y su m ism o n om bre parece alu d ir a esa «previsión», prom étheta, o sa b id u ría div in a, un ta n to am bigua en su enA2
5. U -.vm oD K ΙΗΙΟΜΙΠΊ'.Ι)
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frentaniiento con el om nipotente /c u s , el providente, metteta Zeus. Esquilo lo califica com o «amigo de los hum anos», philtínthropos. En la batalla que enfrentó a Zeus con los Titanes, Prom e teo se puso de parte del C rónida frente a lo«s violentos Hijos de la Tierra y del Cielo, y así escapó luego al castigo que apri sionó a sus herm anos Menecio y Atlante, En efecto, el gigan tesco Allante quedó condenado a un etern o esfuerzo en los confines occidentales del m undo, condenado a so p o rtar so bre sus hom bros y su cabeza un extrem o de la cúpula celeste, inm óvil prisionero erguido en el m argen de O ccidente, com o P rom eteo lo será en O riente, en el Cáucaso. En con traste con la ciega fuerza de los Titanes, Prom eteo se distin guió p o r su inteligencia y p o r ello se puso al lado de Zeus en la refriega p o r el dom inio celeste. Pero tam bién él va a enfrentarse con el sob eran o de los dioses. Sólo que con un pretexto singular: p o r proteger y be neficiar a los hum anos. El astuto Prom eteo intenta favorecer a estas efím eras criaturas más allá de lo que Zeus había dis puesto en su providente designio. H ubo tal vez una etapa en que la convivencia de los dioses y los hom bres fue más estre cha y confiada, pero llegado el m om ento en q u e unos y otros se distanciaron, Prom eteo asum ió un papel de árbitro en el conflicto, con una intención filantrópica y en m enoscabo de los dioses, es decir, en contra de Zeus. Para asegurar m ediante un rito solem ne las relaciones e n tre los dioses y los hum anos, Prom eteo instituyó el prim er sacrificio, de una res bovina a la m anera d e un pacto de amistad por el que dioses y hom bres com partían el festín de las carnes de la víctim a, inm olada en h o n o r d e los olím picos p o r los terrestres m ortales. Fue en el llano d e Mekone, en la llan u ra de Argos, d o n d e se celebró ese p rim e r sacrificio. Prom eteo m ató un espléndido buey, y lo descuartizó hábil m ente. Luego repart ió en dos lotes las carnes de la res sacri ficada. En uno de ellos dispuso la carne y las entrañas del
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anim al, y en otro los huesos y la grasa, bien recubiertos por la piel lustrosa, form ando un m ontón más aparente. Y lo dio a elegir a Zeus la parte destinada a los dioses. Ul Padre de los dioses y los hom bres, acaso po r seguir el juego a Prom eteo, escogió el m o n tó n más grueso, es decir, el que contenía los huesos y la grasa. Con esa elección que daba establecido que, desde entonces, así se cum pliera el sa crificio. Desde entonces los hum anos, en sus sacrificios do anim ales, quem an en honor de los l nm ortales sobre los alta res los huesos y la grasa de las víctim as, y los dioses reciben su parte del sacrificio por medio de la hum areda que asciende hasta los cielos. Pero Zeus se encolerizó terriblem ente al des cu b rir el engaño y la tram posa intención. «Ah, hijo de Jápeto, tú que sobro lodos destacas po r lu astucia, bien veo que no has olvidado aún tus m añas tram posas», clam ó el furioso Crónida. Y, tom ando recuerdo re n coroso del engaño, decidió castigar a los hum anos, retirán doles la posesión del fuego. C om enzó entonces para éstos u n a etapa penosa y so m bría, en la que, refugiados en cavernas y sin poder m ejorar la miseria de una existencia salvaje, ateridos de frío y sin fuego para cocinar sus alim entos, los hum anos se debatían am ena zados de angustia y extinción. Pero Prom eteo sintió com pa sión p o r los h um anos y de nuevo actuó p ara socorrerlos. H urtó unas chispas del fuego q u e los dioses guardaban -acaso del perenne fuego do I lofosto, o acaso del fogoso ca rro de Helios - y, atesorándolo en u n a hueca caña, lo tran s po rtó desde el cielo a la tierra y se lo ofreció a los hum anos. C uando Zeus desde lo alto vio brillar una hoguera sobre la tierra, volvió a encolerizarse contra Prom eteo y sus prote gidos. De nuevo, según Hesíodo, profirió sus am enazas cer teras: «¡Ah, hijo de Jápeto,tú que sobre todos destacas en as tucia, te alegras de haberm e b u rlad o con el robo del fuego! Poro h ab rá una gran desgracia p ara ti y p ara los hom bres del futuro. A ellos les pro p o rcio n aré un mal ya, a cam bio
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mito lit·: l’koMfîi-n
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del fuego, y con ¿1 se gozarán encariñándose con su propia desgracia». lid ió se a reír entonces el C rónida y llam ó a su hijo Hefcsto para encargarle la fabricación de una bella figura femeni na, sem ejante a las diosas en su aspecto y atractivo. Y orde nó a Atenea que enseñara a esta re d e n form ada las labores caseras, a A frodita que infundiera en ella gracia y seduc ción, a H erm es que la d otara de un talante desvergonzado y un ánim o taim ado y voluble. Y los dioses obedecieron sus m andatos. Y así surgió, ad o rn a d a po r to d o s, Pandora, la p rim era mujer, Su nom bre Pan-dora, Todo-regalo, alude a que recibió regalos de todos los dioses y que toda ella fue un regalo. Una vez construida y bien dotada la doncella, de irresisti ble encanto, Zeus encargó a H erm es que se la ofreciera a Hpim etco, el herm an o gem elo de Prom eteo -e l herm ano d is traído del Previsor, com o sugiere su n o m b re-. Kn contra de las advertencias que le había hecho tiste, Epim eteo aceptó el presente ofrecido p o r el dios y, cautivado po r los encantos de Pandora, la acogió en su casa, desposándola. Pero la bella Pandora llevaba adem ás consigo un don suplem entario: un ánfora en la que lo.s dioses habían escondido una serie de males. Y cuando la joven, guiada por su curiosidad, abrió ía jarra, éstos se esparcieron volando p o r el m undo. I.as enfer m edades y calam idades surgieron a la luz al levantar P ando ra la lapa de la vasija y se derram aro n sobre los hum anos. C uando ella presurosa la cerró de nuevo, sólo quedaba en el fondo la Esperanza. Desde entonces diez mil penas vagan entre los hum anos, y las enferm edades acosan a las gentes, en silencio y al azar. Pandora, prim era mujer, fue la introductora de tales m a les, y de un nuevo m odo de reproducción. (Antes los h o m bres nacían d éla tierra, seguram ente.) Pue la prcdeccsoradc todo el linaje fem enino, de todas esas m ujeres seductoras y curiosas, d élas que ya no pudieron prescindir los hombres.
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II. H O U R a S Y M O T IV O S
Fue ese «herm oso m al», esa am bigua ventura que Zeus h a bía profetizado. Tam bién a Prom eteo le «sobrevino un trem endo castigo. Zeus ordenó que lu apresaran y clavaran sobre una escarpa da cima d d rem oto C.áucasu, donde Hefesto lo encadenó. Y añadió a esa tortura de la roca la visita cotidiana de un águila que atacaba cada día al Titán inm ovilizado para desgarrarle con sus corvas uñas y pico el hígado. No podía Prom eteo m orir, p o r su índole in m ortal, pero sí sufrir eternam ente. Así expiaba, en la atalaya desierta del confín oriental del mundo, su rebeldía frente a Zeus y su excesivo am or a los h u manos» crucificado P rom eteo. (Más tarde Heracles abatirá al águila y librará, con el beneplácito de Zeus, al Titán filán tropo y astuto.) Tal es, en sus líneas esenciales, el m ito de Prom eteo divini dad civilizadora, no u n olímpico, sino un adversario de Zeus en el terreno de la astucia, un trickster |0í) I¿
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Su do m in io linda con la magia. Su caduceo, en el que se c r u zan, en form a de ocho, d o s serpientes,
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