Capitulo 3 Milgrom
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PARTE II COORDINACIÓN: MERCADOS Y DIRECCIÓN 3 COORDINACIÓN Y MOTIVACIÓN MEDIANTE PRECIOS
“La cuestión de cuál de estos sistemas (planificación central o mercados competitivos) puede ser más eficiente, depende fundamentalmente de cuál de ellos pueda utilizar más plenamente el conocimiento existente. Y ello, a su vez, depende de si es más probable que consigamos poner a disposición de una única autoridad central todo los conocimientos que debe utilizar, pero que inicialmente están dispersos entre muchos individuos distintos, o que trasmitamos a los individuos los conocimientos adicionales que requieran para adecuar sus planes a los de los demás. Friedrich Hayek 1 Todas las economías se enfrentan a los problemas básicos de determinar qué es lo que hay que producir, por quién y para quién y con qué métodos y recursos. Aun en las sociedades más simples, más primitivas, se precisa recoger, cazar o cultivar los alimentos, fabricar el vestido, obtener cobijo y satisfacer otras necesidades. En las sociedades primitivas, naturalmente, las personas pueden realizar por sí mismas muchas de estas cosas, incluso todas. Sin embargo, a medida que la civilización progresó, la gente se dio cuenta de que podía conseguir más de todos estos productos con la misma cantidad de recursos limitados si especializaba sus actividades y la producción se llevaba a cabo a una escala mayor que la que precisa la satisfacción de una sola person a. Por ejemplo, alguien que se especialice en construir refugios y construye muchos de ellos puede adquirir herramientas específicas para facilitar la tarea, lo que difícilmente valdría la pena si tuviera que erigir solamente un refugio, y puede también adquirir experiencia y un conocimiento especializado para mejorar su pericia. Esa persona puede erigir más refugios, más rápidamente, con un menor gasto de materiales y una construcción de mayor calidad que los individuos que construyen refugios sólo para sus necesidades, con escasa o ninguna experiencia anterior. Con la especialización surge una aguda necesidad de planear y coordinar las actividades de la gente de manera que los recursos limitados que tienen a su disposición se utilicen eficazmente. Las personas que construyen refugios para sí mismas pueden tener una idea aproximada de lo que precisan, cuándo y dónde, pero a las personas que los construyen para otros, tales cosas deben comunicárseles. Si son especialistas quienes deben construir los refugios, ¿cuántos constructores se precisaran?, ¿cuántas herramientas de cada clase deben prepararse?, ¿qué cantidad de madera? y ¿cuántas personas deberían ser zapateros remendones, agricultores, tejedores...? ¿Cuánta superficie de tierra debería cultivarse y cuánta emplearse para pastura, o dejarse en barbecho o dedicarla a parques? Incluso en las comunidades más simples, la vida económica exige una buena medida de coordinación entre las personas. 1
“The Use of Knowledge in Society”. American Economic Review, 35, 1945. pp: 519 – 530.
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En la economía moderna, la gama de actividades que deben coordinarse es amplia. La cantidad de petróleo crudo que debe extraerse de los yacimientos de Arabia Saudí depende, naturalmente, de las características de estos, pero también de cuánta gasolina, gasóleo para calefacción y otros derivados necesitarán los automovilistas, los hogares y las industrias en centenares de millones de lugares esparcidos por todo el mundo. Depende asimismo de cuánto petróleo se extraiga en otras partes, desde Alaska al mar del Norte y de Texas a Siberia. Las necesidades como las de equipos e instalaciones para refinerías y explotaciones de petróleo, de automóviles, de gasolineras, de materiales aislantes para viviendas, de transporte público y autovías, de automóviles eléctricos, de plantas de generación de electricidad, así como la búsqueda de nuevos carburantes sintéticos y muchas otras actividades, se verán afectadas por los cambios en las disponibilidades de crudo. Los problemas y las posibilidades de organizar la actividad económica a escala mundial son sobrecogedores y, sin embargo, se llevan a cabo, día tras día, sin un control central efectivo por parte de ningún gobierno o cártel y casi sin preocupación alguna de los participantes por el papel que juegan en el sistema como conjunto. Si parece sorprendente que el sistema económico global pueda siquiera funcionar sin una coordinación central, es seguramente aún más sorprendente que funcione de forma tan estable la mayor parte del tiempo. En la mayoría de los países occidentales se considera una noticia que los automovilistas no puedan dirigirse a la gasolinera más próxima para llenar el depósito. En contraste, en la economía con planificación central de la ex Unión Soviética es noticia que los consumidores encuentren suministros adecuados de leche y carne en los comercios. Por ello, antes de exponer en el capítulo 4 cómo funcionan las organizaciones dirigidas, hemos de dedicar este capítulo al funcionamiento de los mercados no dirigidos, en los que los sujetos con poder de decisión actuando sin dirección central alguna y quizá con poca conciencia social, consiguen la coordinación efectiva que a menudo está ausente en sistemas mas rígidamente controlados. Precios Y Coordinación El propósito esencial de esta sección es empezar a desarrollar el modelo económico básico que se ha empleado para estudiar cómo los mercados pueden conseguir un grado elevado de coordinación sin planificación central alguna: el modelo de mercado neoclásico. Este modelo se apoya en una concepción particular de la actividad económica. Concretamente, la economía está integrada por consumidores/suministradores de recursos, cuyas necesidades y deseos la organización trata de satisfacer, y unidades de producción (empresas), que adquieren recursos (incluidos los servicios del trabajo a los consumidores), fabrican los productos que los consumidores desean y son propiedad de los consumidores (bien directa o indirectamente). Las necesidades de los consumidores pueden ser satisfechas de varias maneras. Si este año la oferta de trigo para panificación es escasa, la avena, el centeno o el maíz pueden sustituirlo para conseguir un producto similar. Los vestidos pueden hacerse de algodón, lana o diferentes fibras sintéticas y, en muchos casos, a los consumidores no les importa que las prendas les sean entregadas esa semana o la siguiente. Incluso bienes y servicios idénticos pueden producirse de muchas maneras distintas. La electricidad, el gasóleo, el gas natural o la energía solar pueden mantener calientes los hogares, o un mejor aislamiento puede sustituir al uso de energía. A menudo las mercancías, pueden llevarse a su destino por camión, tren, barco o avión. De manera similar, cada recurso de la economía puede destinarse a usos distintos. El maíz puede emplearse para producir alimentos o carburante. Los trabajadores pueden formarse para ser administrativos,
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carpinteros o programadores informáticos. Las posibilidades son casi infinitas. Dada la complejidad del problema de la asignación de recursos, ninguna persona por sí sola puede determinar una asignación eficiente. Para hacerlo, se debería primero conocer y tener en cuenta todas las posibles actividades y aplicaciones de los recursos. Después se tendrían que identificar los planes factibles para todas aquellas actividades que fueran consistentes con la disponibilidad de recursos y con las posibilidades tecnológicas. Finalmente, debería identificarse entre ellos un plan eficiente. Aun este último paso sólo exige demasiado para que pueda darse. Simplemente son muchas las facetas de la economía (la variedad de recursos disponibles, los distintos individuos con sus habilidades y necesidades específicas, las diferentes y nuevas tecnologías, etc.) que deben tomarse en consideración para poder comprobar si una determinada asignación propuesta es eficiente. Incluso si un equipo de potentes ordenadores ayudara al responsable de la decisión de tal manera que el cálculo dejara de ser problema, seguiría patente la necesidad de reunir toda la información relevante sobre las posibilidades de producción, las disponibilidades de recursos y los gustos individuales para que los ordenadores pudieran procesarla. Sería una tarea imposible reunir todos los datos necesarios, asegurarse de su exactitud, y mantenerlos permanentemente actualizados. Para organizar bien la producción las decisiones locales deben, en gran medida, reposar sobre el conocimiento de las circunstancias locales. Por ejemplo, a menudo la mejor solución es que los directamente implicados se responsabilicen de las decisiones sobre cómo actuar cuando un trabajador enferma o una máquina se avería. Tal como se ve bajo la óptica neoclásica, el problema de la organización económica consiste en suministrar a la gente que opera en la economía la información que precisa para adoptar decisiones que sean coherentes (es decir, parte de un plan general eficiente) y motivarla para llevar a cabo las partes del plan que les corresponden. El modelo neoclásico es un modelo matemático formal que consiste en un conjunto de ecuaciones y desigualdades que representan el funcionamiento de los mercados. Puede utilizarse para demostrar que un sistema de precios debidamente determinados puede resolver el problema organizativo. Bajo ciertas circunstancias los precios suministran a la gente toda la información adicional que necesita sobre la economía para hacer un uso adecuado de los recursos disponibles. Además, si los individuos y las empresas actúan puramente en interés propio, aceptando los precios como datos y haciendo máximos sus utilidades individuales o sus beneficios, estarán motivados para emprender precisamente aquellas actividades que conducen a la eficiencia. Nuestro propósito en este capítulo es estudiar hasta dónde puede llegar un sencillo sistema de precios en la resolución del problema de la coordinación en la organización económica. La idea fundamental se desarrolla en dos pasos en el siguiente análisis. Primero, resolvemos el problema de la organización económica para un ejemplo (el mantenimiento de carreteras) en el que existe un único objetivo (salvar vidas) y un único recurso limitado (horas de trabajo del equipo de mantenimiento). Volvemos luego a la teoría más general, en la que son muchos los consumidores, cada uno con sus propios objetivos, y muchos los recursos limitados, cada uno de los cuales es valioso y precisa ser bien administrado. En el modelo neoclásico el mercado reconcilia simultáneamente estos objetivos conflictivos, dirige los recursos hacia la producción y motiva a las empresas a producir los bienes y servicios adecuados.
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UN OBJETIVO Y UN ÚNICO RECURSO LIMITADO Suponga que es el encargado de la Dirección de Seguridad vial. Su tarea es salvavidas aplicando los recursos puestos a su disposición a los proyectos que reducen el nú mero de accidentes fatales en las carreteras. Tiene una limitación en el número de horas disponibles de los equipos de trabajo encargados de llevar a cabo los proyectos. Al revisar la actuación de su departamento en el último año construye una tabla con algunos de los proyectos que tomó en consideración. La tabla 3.1 puede ser una parte de otra mucho más extensa, pero contiene todos los proyectos que fueron realizados. Así, se empleó un total de 3.000 horas-equipo, la cifra máxima disponible. Tabla 3.1 La actuación del último año no fue óptima Estimación del ahorro en vidas de los proyectos Proyecto Horas-equipo Vidas ahorradas Vidas por 1000 ¿proyecto horas equipo aceptado? 5 800 4 5.00 No 4 900 3 3.33 Sí 1 800 2 2.50 Si 6 500 1 2.00 No 2 1300 2 1.54 Si 3 700 1 1.43 No El año anterior la selección de los proyectos no se hizo con la finalidad de hacer máximo el número de vidas salvadas. Si se hubiera eliminado el proyecto 2 y las horas-equipo así liberadas se hubieran destinado a la realización de los proyectos 5 y 6, se estima que se podrían haber salvado tres vidas adicionales (cuatro vidas salvadas con el proyecto 5 y una con el 6, en lugar de las dos estimadas en el proyecto 2). En consecuencia, no se han utilizado eficientemente las horas de equipo disponibles. Dos son los problemas que dificultan la operación de selección. Primero, como no se dispone a la vez de todos los proyectos para su examen conjunto, no pueden compararse para seleccionar los mejores. Segundo, debido al número y la complejidad de los proyectos a seleccionar, son varios los funcionarios de distintas delegaciones regionales que intervienen en la realización de las estimaciones y la adopción de decisiones. A principios de año uno puede tener una idea bastante aproximada de los tipos de proyectos que pueden llevarse a cabo. Sin embargo, no hay manera de saber cuáles serán los proyectos concretos, cuándo serán propuestos o qué delegaciones los evaluarán. Se necesita encontrar una manera de coordinar las decisiones adoptadas por las distintas delegaciones en momentos distintos a lo largo del año para asegurar la elección de los proyectos más productivos. ¿Qué puede hacer para ayudar a sus funcionarios a tornar decisiones con buena información? La Determinación Del Precio Óptimo Para comprender cómo se resuelve este problema empecemos con uno más sencillo. Supóngase que conoce por adelantado qué proyectos serán propuestos a lo largo del año. Para hacer
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máximo el número de vidas salvadas con la limitación en las horas de equipo utilizables, querrá empezar realizando aquellos proyectos que tienen el mayor rendimiento por unidad de recursos empleados y después se desplazará de los proyectos con el máximo rendimiento hacia los de menor rendimiento hasta agotar las horas de equipo. En otras palabras, al desplazar el trabajo de un proyecto que salva un número reducido de vidas (por hora de equipo) a otro que salva un número mayor, se incrementa el número de vidas ahorradas sin emplear más horas de equipo. Así desearía clasificar los proyectos de acuerdo con la cantidad de vidas salvadas por mil horas de equipo empleadas. En la tabla 3.1 se muestra este índice de eficiencia en el ahorro de vidas para los proyectos del año anterior. Si el pasado año los proyectos se hubieran seleccionado de acuerdo con este índice, los proyectos retenidos habrían sido los numerados 5, 4, 1 y 6, y se habrían agotado las 3.000 horasequipo disponibles. Dada la disponibilidad limitada de horas-equipo, ninguna otra combinación de proyectos de este ejemplo podría ahorrar más vidas. Obsérvese que éstos son precisamente los proyectos para los que las vidas salvadas por mil horas-equipo son superiores o iguales a dos. Por lo tanto su problema tiene una solución muy sencilla que implica comunicar sorprendentemente muy poca información: podría simplemente haber ordenado a las distintas delegaciones que realizaran sólo aquellos proyectos cuyo índice de vidas salvadas por 1.000 horas de equipo f uera por lo menos dos. De obedecer las delegaciones las instrucciones, se conseguiría la asignación óptima. Este ejemplo ilustra una lección general: cualquiera que sea la relación de proyectos siempre hay un número P tal que si se aceptan todos los proyectos para los que el índice de vidas ahorradas por 1.000 horas-equipo es como mínimo P, y se rechazan todos los proyectos con índices más reducidos, el grupo de proyectos seleccionados es el que hace máximo el número estimado de vidas que pueden salvarse con los recursos disponibles. Aquí el número P es un precio, expresado en término de vidas en lugar de en dólares, marcos o yenes. La unidad en la que se expresa un precio no es importante a los efectos de este análisis. Lo que importa es que todos los costes y los beneficios de un proyecto se expresen en una unidad común de tal manera que puedan compararse. En nuestro ejemplo, 1.000 horas-equipo tienen un “precio” de dos vidas. Ello significa que compensa emprender (sólo) aquellos proyectos cuyo beneficio en términos de vidas ahorradas excede del coste de las horas-equipo, cuando éstas se valoran de esta manera. Después de calcular P e instruir a los funcionarios de las delegaciones para que basen sus decisiones en este valor se conseguirá que las decisiones de selección de proyectos estén coordinadas tanto entre oficinas como a lo largo del año. No se requiere una comunicación o una coordinación más detalla entre el personal ni plantea problemas el calendario de las propuestas. El precio P suministra a cada miembro de las delegaciones toda la información que precisa para adoptar aquellas decisiones que mejor cumplen con los objetivos. Naturalmente, en la realidad no se conoce por anticipado cuál debería ser el valor de P. Dependerá de los proyectos que surjan a lo largo del año. Si establece un valor demasiado alto, acabará rechazando algunos proyectos que hubieran debido ser acopiados Si lo fija demasiado bajo aceptará demasiados proyectos a principios de año y se quedará sin recursos para proyectos de mayor calidad más avanzado el año
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Una posible solución consiste en estimar P sobre la base de la experiencia del año anterior. Ello puede funcionar bastante bien: con frecuencia en el establecimiento de presupuestos se emplean sistemas apoyados en la experiencia histórica. Pero si la distribución de proyectos varía considerablemente de año en año, una estimación de P basada en la experiencia del año anterior puede muy bien ser inexacta y llevar a una selección ineficiente de proyectos. Aun así, es impórtame reconocer que cualquier sistema de selección de proyectos llevará a veces a respuestas erróneas si hay que adoptar las decisiones antes de conocer todas las alternativas. Una gran ventaja del sistema de precios es que elimina toda las otras fuentes de despilfarro que podrían darse incluso si todas las propuestas de proyectos se conocieran por anticipado. Más concretamente, elimina la falta de consistencia en las decisiones a lo largo del tiempo de un único sujeto y la ausencia de coordinación entre los distintos responsables de las decisiones. Una Interpretación En Términos De Equilibrio De Mercado Cabe pensar en este método de determinar el precio óptimo como el resultado del funcionamiento de un mercado. Es ésta una idea importante porque nos da una primera, indicación de cómo unos mercados descentralizados llevan a un uso eficiente de los recursos. Supóngase que los evaluadores de los proyectos del ejemplo anterior pudieran pujar, en un mercado normal, por los recursos de horas-equipo, cada uno con el objetivo de hacer máximo el número de vidas que ahorra menos el coste de las horas-equipo utilizadas. En la figura 3.1 se representan sus demandas. En el eje horizontal se representa las cantidades de horas-equipo, mientras que se supone que la oferta de horas-equipo es fija y se representa con una línea vertical en las 3.000 horas-equipo. Para determinar como las cantidades dependen de los precios, hállese el precio relevante en el eje vertical y búsquese horizontalmente la correspondiente cantidad.
5Vidas por 4- 1.000 horas-equipo 3 2- 1- -
0.8 1.7 2.5 3.0 4.3
5.0
Horas-equipo
Fig 3.1. Los procesos que son rentables a un precio cómo el de 2, al que la oferta iguala a la demanda, son los que deberían ser emprendidos para hacer máxima la cantidad de vidas salvadas.
Volviendo a la tabla 3.1 vemos que a cualquier precio por encima de 5 (vidas por mil horasequipo) ninguno de los proyectos sería “rentable”. Es decir, el coste de las horas-equipo utilizadas en términos de vidas excedería al beneficio incluso para los proyectos más efectivos. En consecuencia, cuando el precio excede de 5 la demanda de horas-equipo es cero. A cualquier precio inferior a 5, pero superior a 3,33, el proyecto 5 sería el único rentable, por lo que las 800 horasequipo que exige el proyecto 5 se representa, en la figura 3.1 como la demanda cuando los precios
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están en ese intervalo. A precios por debajo de 3.33, pero superiores a 2.5, los proyectos 5 y 4 son ambos, rentables y exigen un total de 1.700 horas-equipo, lo que es por lo tanto la demanda que corresponde a precios entre 3,33 y 2,5 en la figura 3.1. A medida que el precio sigue descendiendo, las demandas de los diversos proyectos se añaden en el orden que figuran en la tabla. Como muestra la figura 3.1, dos (vidas por mil horas-equipo) es el precio que equilibra el mercado. En términos simples: a este precio, la cantidad demandada de horas-equipo iguala a la cantidad disponible. A precios más elevados la demanda queda por debajo de la oferta disponible, mientras que a precios suficientemente más reducidos hay carencia de horas-equipo. En el punto de equilibrio del mercado, cada evaluador considera más “rentable”, en términos de los objetivos perseguidos, emprender precisamente aquellos proyectos que forman parte del plan óptimo de ahorro de vidas. Extensiones Y Dificultades En el ejemplo precedente, los precios permiten a las delegaciones regionales actuar de forma independiente y, sin embargo, adoptar decisiones coherentes, bien coordinadas. Pero el ejemplo tiene muchas características especiales. Primero, sólo hay un único recurso escaso (horas-equipo) que limita la posibilidad de salvar vidas de la delegación. Segundo, hay una cómoda correspondencia entre la cuantía de la oferta disponible de trabajo y la cantidad necesaria para llevar a cabo los proyectos más eficientes: realizar los mejores proyectos emplea exactamente las 3.000 horas disponibles. Tercero, todo el personal comparte un objetivo común, por lo que no preocupa que una delegación pueda perseguir fines propios a su idiosincrasia o personales. Es relativamente sencillo relajar el primero de estos supuestos especiales. Supóngase que, en lugar de una sola restricción sobre el número de horas-equipo disponibles, el departamento se encontrara limitado tanto por el presupuesto de gasto en materiales como en el número de horas disponibles de horas-equipo. En tal caso llegaríamos a la conclusión de que son dos los precios (uno para los materiales y el otro para horas-equipo, ambos expresados en términos de vidas) que pueden utilizarse para caracterizar al plan óptimo. Como mencionamos antes, un rasgo importante de los precios es que pueden ser expresados virtualmente en cualquier unidad a condición que todos los costes y beneficios se expresen en las mismas unidades. En la economía real, los precios suelen corrientemente expresarse en términos monetarios. En tal caso, lo que caracteriza al plan que salva el mayor número de vidas es que sólo selecciona aquellos proyectos cuyo coste en dólares por vida ahorrada es menor que el “valor en dólares” de una vida. En este momento puede también eliminarse el segundo rasgo especial de la correspondencia entre la dimensión de la oferta de trabajo y la cantidad necesaria. Supóngase que, en relación con la tabla 3.1, el proyecto 6, en lugar de necesitar 500 horas-equipo para ahorrar una vida, requiere 1.000 horas y salva dos vidas. El índice de vidas ahorradas por 1.000 horas-equipo sigue siendo dos. Sin embargo, ya no hay suficiente oferta de trabajo para llevar adelante este proyecto, dado que aún deben completarse todos los proyectos de mayor valor. Si los proyectos pudieran llevarse a cabo parcialmente, con una reducción proporcional dé los recursos utilizados y el número de vidas ahorradas, podría seguir funcionando una versión ampliada del sistema de precios. Convendría emprender el proyecto 6 a un nivel del cincuenta por ciento, lo que supondría emplear 500 horas y
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ahorrar una vida. Sin embargo, con el solo conocimiento del precio, la delegación que considerara ese proyecto no sabría que sólo debe emprenderlo parcialmente. Por ello, para proyectos marginales se requiere una comunicación adicional para conseguir la coordinación. Si las horas-equipo que exigen los proyectos individuales son pocas en relación con la oferta agregada de horas-equipo, esta inadecuación de los precios puede ser solo un problema de escasa entidad; la mayor parte de las decisiones pueden aún guiarse por los precios, y sólo las que están en la zona dudosa exigen una comunicación adicional. Si los proyectos son a la vez grandes e indivisibles, empero, en el sentido que cada uno de ellos debe aceptarle en su localidad o rechazarse, entonces un sistema de precios puede ser incapaz de identificar la solución óptima. Por ejemplo, la solución óptima puede entrañar emprender un proyecto de escaso valor que entra dentro de la restricción del trabajo disponible a la vez que se rechaza un provecto de más elevado valor. La sola comunicación de precios no permite entonces a los responsables de las decisiones la identificación de la selección adecuada de los proyectos. En e1 contexto de este ejemplo también es posible eliminar el tercer rasgo especial de único y compartido objetivo. Sin embargo, abordaremos un planteamiento más general en el que la multiplicidad de objetivos individuales es un rasgo central. EL TEOREMA FUNDAMENTAL DE LA ECONOMÍA DEL BIENESTAR Nos dirigimos ahora al análisis de los mercados en una economía formada por muchos consumidores y productores con diferentes objetivos individuales y muchos bienes y servicios. Es notable que también en este contexto un sistema de precios pueda a veces resolver el problema de la coordinación. Concluiremos, en resumen, que si: 1) cada unidad productiva conoce los precios y su propia tecnología individual de producción y hace máximo su beneficio a los precios vigentes; 2) cada consumidor conoce los precios y sus propias preferencias individuales y luego hace máxima su utilidad dados los precios vigentes y su renta; y 3) los precios son tales que la oferta iguala a la demanda para cada bien. Entonces la asignación resultante de bienes es eficiente: no hay otra asignación consistente con las disponibilidades de recursos y las oportunidades tecnológicas que los consumidores, de forma unánime, preferirían. Esa conclusión tiene dos aspectos notables. Primero, el conocimiento de la información local del sistema general de precios es suficiente para que cada consumidor y cada productor elijan las opciones requeridas por la coherencia y la eficacia. No hay necesidad de una planificación central o de una excesiva distribución de la información: la coordinación se consigue automáticamente. Segundo, sólo se requiere que cada consumidor y cada empresa persigan plena y diligentemente sus propios intereses; las empresas hacen máximos sus beneficios y los consumidores su utilidad personal. No se pide que nadie utilice la información de manera contraria a sus propios intereses egoístas y, sin embargo, todo el sistema de comportamiento es coherente de tal forma que las asignaciones de bienes y servicios resultantes son realmente eficientes. La enunciación precisa de esta tan conocida conclusión ha pasado a conocerse como el teorema fundamental de la economía del bienestar. Este teorema tiene una historia rica y larga que se remonta a su expresión intuitiva en la obra de Adam Smith e incluye una serie de formulaciones matemáticas desarrolladas en los siglos XIX y XX; la siguiente es una variante del modelo originalmente creado por Kenneth Arrow y Gerald Debreu.
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EL MODELO NEOCLÁSICO DE LA ECONOMÍA DE PROPIEDAD PRIVADA El Consumidor Individual Nuestro análisis parte de un único consumidor, uno de los muchos que intervienen en la economía. Este consumidor puede suministrar su propio trabajo a los empleadores a cambio de un salario y puede también poseer en cantidades variables sus propios bienes de consumo, tierras, materias primas o equipos industriales. Sea E una relación de números que denotan las cantidades de los diversos bienes, trabajo, tierras, mercancías, etc… que el consumidor posee. A esta relación E se la denomina dotación de recursos del consumidor. El concepto de relación (o vector) tiene considerable importancia en nuestro desarrollo formal. Cada relación especifica una cantidad de cada bien o servicio existente en la economía, es decir cualquier cosa que cualquier consumidor o empresa pueda desear comprar o vender. Sea G el número de bienes y servicios diferentes que existen en la economía. Una relación típica de dotación E=(E1, E2, E3,…, EG) contiene elementos que especifican las cantidades de tierra de cultivo, trigo, horas de trabajo, zapatos y demás cosas que el consumidor posee (un elemento para cada uno de los G bienes). Para la mayoría de los consumidores, muchos de los elementos de la lista son nulos. El consumidor medio no suele poseer rollos de papel de prensa, ni equipos de generación de electricidad o de reproducción de imágenes por resonancia magnética. Las relaciones pueden sumarse. Por ejemplo, si E es su dotación y E' la de su vecino, entonces E+E'=(E1+E'1,E2+E'2, E3+E'3,…, EG+E'G) es una nueva relación que especifica cuánto de cada bien poseen entre los dos. ¿Qué hacen los consumidores con sus dotaciones? Básicamente, vender en el mercado algunas cantidades de los bienes que poseen y guardar otras para su consumo. Sea S una relación de las cantidades que el consumidor vende de cada bien o servicio intercambiado en un mercado. Naturalmente, S1≤ E1, S2≤ E2, y así sucesivamente. Es decir, el consumidor no puede vender mayor cantidad de cualquier bien que la que posee. Si el consumidor sólo vende trabajo y utiliza el ingreso para comprar otros bienes, entonces sólo el elemento correspondiente al trabajo en la relación S será distinto de cero. Aun así, consideramos que S es una relación completa, con un elemento para cada artículo que el consumidor puede comprar o vender. Además de la relación S, existe otra B que indica las cantidades que el consumidor adquiere. Esta relación tiene un elemento para cada bien que el consumidor puede comprar o vender. El elemento correspondiente al propio trabajo del consumidor será cero (el consumidor no compra su propio trabajo) y también pueden ser cero los elementos correspondientes a muchos otros bienes. De gran importancia para el consumidor es la relación P de precios a los que los distintos bienes se intercambian. Nuevamente hay un elemento para cada bien, para cada tipo de trabajo; para todo lo que se intercambia en el mercado. Utilizamos la notación PB para designar el coste de comprar los tipos y cantidades de bienes de la relación B a los precios listados en P. Podemos calcular PB multiplicando el precio de cada bien por la cantidad adquirida de él y después sumando estos importes para todos los tipos de bienes adquiridos. La notación de esta sumatoria es G
G
i 1
i 1
PB Pi Bi . De manera similar, PS Pi Si denota los ingresos que el consumidor consigue
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con la venta, en las cantidades que corresponda, de los bienes listados en S. Cada consumidor puede también poseer acciones de las distintas empresas que operan en la economía. Sea Fj la fracción de la empresa j que el consumidor posee. Si la empresa j consigue un beneficio y distribuye un dividendo D, el consumidor verá aumentados sus ingresos en el impone FjD. Sean FD los ingresos totales que el consumidor consigue en forma de dividendos. Si en conjunto hay J empresas, entonces FD los ingresos totales que consumidor consigue en forma de J
dividendos. Si en conjunto hay J empresas, entonces FD F j D j j 1
Los Planes Individuales De Consumo Un plan de consumo para un consumidor es un par de relaciones B y S que contienen lo que el consumidor piensa comprar-vender. A los precios P el plan es viable si PB < PS + FD. Es decir, el consumidor debe disponer de suficientes ingresos en forma de dividendos y de la venta de su trabajo y otros bienes para pagar los bienes que piensa adquirir. Al consumidor le podría gustar vivir en una mansión en la playa de Malibú y conducir un Porsche rojo, pero estas compras pueden no estar a su alcance. En el modelo neoclásico, la utilidad o satisfacción que un consumidor consigue con la realización de un plan depende un sólo de la relación de bienes C que consume. U(C) designa esta utilidad 2. Está implícito en esta notación el supuesto de que los consumidores sólo se preocupan de su propio consumo y no de los métodos de producción de las empresas o del consumo que otros disfrutan. El modelo también supone que el consumidor elige el plan que lleva al máximo nivel de utilidad entre los viables a los precios vigentes. En la tabla 3.2 se expone el tipo de datos que utilizamos para describir las actividades económicas de los consumidores. Las tres primeras columnas de la tabla representan los factores con los que se enfrentan todos los agentes: los bienes presentes en la economía, sus unidades de medida, y sus precios. Las cuatro columnas siguientes exponen una de las colecciones de relaciones que hemos descrito. Ésta corresponde al consumidor 1. El lector deberá imaginar que la tabla sigue con más filas después de la última, que corresponden a los bienes adicionales que pueden comprarse o venderse, y más columnas, que contienen los datos correspondientes a otros consumidores adicionales. De acuerdo con la tabla, el consumidor 1 esta dotado de 2.600 horas de trabajo anuales, que quizá consisten en 50 horas semanales durante 52 semanas. Según el plan, el consumidor venderá 2.000 horas de trabajo para generar ingresos y consumirá 600 horas en forma de ocio, es decir, que durante 600 horas en las que hubiera podido trabajar, asistirá en cambio a un concierto o participará en una excursión familiar o llevará a cabo otras actividades. Como el precio del trabajo es 15, esta venta de trabajo le proporcionará unos ingresos de 30.000 ( 2.000 15 ) que puede destinar a otros bienes. De acuerdo con la tabla, el consumidor también venderá un automóvil usado, que le generará unos ingresos de 4.000 que podrá gastar en otras cosas. La tabla también expone como se gastaran esos ingresos: un automóvil nuevo absorberá 8.000 unidades de los ingresos, 100 re2
Notese que no suponemos aquí la ausencia de efectos riqueza (capitulo 2). El teorema no requiere tal supuesto.
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banadas de pan absorberán otras 100, y así sucesivamente. TABLA 3.2. Una Descripción Del Comportamiento Del Consumidor Consumidor 1 Bienes Unidades Precios Dotaciones Compras Ventas Trabajo Horas 15 2.600 0 2.000 Pan Rebanadas 1 0 100 0 Coches Número 8.000 0 1 0 (nuevos) Coches Número 4.000 1 0 1 (usados)
Consumo 600 100 1 0
Como muestra la tabla, se puede calcular el consumo de cada bien por cada persona a partir de la dotación, a la que se añade la cantidad de bienes que adquiere y después se resta la cantidad que haya vendido. Es decir, el consumo es igual a C = E + B – S. Normalmente el consumidor será comprador de algunos bienes y vendedor de otros. En cualquier caso, con la formula que se acaba de exponer se determina el consumo de cada bien. El teorema fundamental contiene un supuesto adicional sobre los gustos del consumidor llamado de insatisfacción local, a partir de cualquier conjunto o relación de consumo siempre hay algún bien o servicio del que ir gustaría al consumidor tener un poco más. Una consecuencia de la insatisfacción específica es que los consumidores, que hacen máxima su utilidad, siempre gastarán en algo la totalidad de sus ingresos. Matemáticamente el hecho se expresa de esta manera: PB = PS + FD
[3.1]
El miembro izquierdo de la ecuación es la cantidad agregada que el consumidor gasta en compras de todos los diferentes bienes, y el derecho expresa todos los ingresos conseguidos con ventas y dividendos. La Empresa Volvemos ahora a la descripción de las empresas, o productores, en la economía. Cada empresa tiene algún conjunto de actividades posibles a las que puede dedicar sus recursos. La empresa puede ser capaz de producir muchos productos diferentes, cada uno de varias maneras diferentes con la utilización de una variedad de factores. Lo que la empresa hace se resume en lo que denominarnos un plan de producción, un plan de este tipo consiste en una relación O de outputs (bienes y servicios producidos) y de otra relación I de inputs (recursos o factores de producción) utilizados. El plan es técnicamente factible si es posible producir los outputs O con los inputs I mediante el empleo de la tecnología que la empresa tiene a su disposición. El conjunto de planes técnicamente factibles para la empresa se denota como T y se recoge en la expresión matemática (I, O) T, que se lee como “el plan (I, O) pertenece a T, el conjunto tecnológicamente factible para esta empresa. Normalmente las empresas y los consumidores estarán en lados opuestos en cualquier transacción mediada por el mercado. Por ejemplo, es típico que los consumidores vendan trabajo y
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compren pan mientras que una empresa panificadora comprará trabajo (y otros recursos) y los usará para producir pan para la venta. Así, lo que son recursos o factores producción para una empresa a menudo corresponden a ventas de los consumidores y los bienes o servicios producidos a compras de éstos. En otras ocasiones, las compraventas tienen lugar entre empresas, al ser el output de una el input de otra. El modelo neoclásico supone que la única motivación que mueve a las empresas es el beneficio. Dados los precios P, los ingresos totales de la empresa conseguidos con la venta de sus outputs es PO. El coste de sus inputs, incluidos los salarios pagados a los trabajadores y todos los otros gastos, es PI. Por lo tanto, la empresa elige el plan de producción técnicamente factible que hace máximo su beneficio PO – PI. Se supone que el dividendo D pagado por la empresa es igual a su beneficio PO – PI. Economías y Asignaciones Supóngase ahora que en nuestra economía idealizada hay muchos consumidores, cada uno con sus propios gustos de consumo. Además, cada consumidor puede partir de una diferente dotación. Por ejemplo, una persona puede poseer las habilidades de un programador informático y otra las de un mecánico de automóviles. Una puede disponer de una riqueza heredada, mientras que otra, más desafortunada, sólo tiene su trabajo para vender. Existe una amplia gama de posibilidades. En nuestra notación cada consumidor se identifica por su número de afiliación a la Seguridad Social. Por ejemplo, si n es el número de la Seguridad Social que identifica a un consumidor determinado, entonces En es la dotación del consumidor, Sn su relación de ventas y Bn la relación de cosas que el consumidor adquiere. De manera similar, puede haber muchas empresas con diferentes tecnologías y propietarios. Las empresas se designan por su número de identificación fiscal (NIF). El plan de la empresa j se representa mediante la relación de outpus Oj y la de inputs I j que usará, que deben pertenecer a su propio conjunto técnicamente factible T j. Formalmente, en nuestro modelo una economía de propiedad privada consta de los siguientes elementos: un conjunto N de consumidores, junto a una función de utilidad Un y una dotación En para cada consumidor n, y un conjunto J de empresas, junto a un conjunto T para cada empresa j y unos títulos de propiedad Fnj, para cada consumidor n de cada empresa j. Para la economía, una asignación es un plan de consumo para cada consumidor y un plan de producción para cada empresa que sean conjuntamente factibles. Un conjunto de planes factibles es el que reúne las tres propiedades siguientes: 1. Cada empresa puede conseguir los outputs previstos con los inputs previstos. Es decir, (I j, O j) T 2. Cada consumidor dispone de los bienes que se le solicita entregar. Es decir, Sn ≤ En. 3. La cantidad total de cada bien que ha de distribuirse entre consumidores y empresas no supera a la disponible en la economía. Es decir, Bn I j S n O j Una asignación es eficiente (u óptima de Páreto) si no es Páreto dominada por otra; es decir, si no hay otra asignación que todos los consumidores consideren, al menos, tan buena como la dada y que alguno prefiera en sentido estricto.
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La Formación De Precios El modelo que presentamos no incluye, en su estructura formal, descripción alguna del mecanismo por el que los precios se forman y se ajustan a los cambios en las condiciones. En su lugar, tan sólo postula que para cada bien y servicio existe un precio públicamente conocido y al que todo el mundo cree poder comprar o vender. En realidad, en las economías reales no hay un único mecanismo que determine los precios. Hay en cambio una combinación de mecanismos, que incluye el anuncio por las tiendas de los precios de los bienes que ofrecen, las mercancías que se venden en subasta, las negociaciones que establecen los salarios, etc. La elección del proceso a utilizar dependerá de las situaciones, pero los resultados de todos ellos deberían ser sensibles a las condiciones económicas. Por ejemplo, cuando los suministros de un bien son inferiores a las cantidades que los consumidores desean comprar, las tiendas se encuentran con más facilidades para vender las existencias del bien sin necesidad de descuentos y rebajas. Si los participantes en una subasta están preocupados por la posibilidad de que mañana ya no haya más unidades, pujan hoy con más fuerza. Si en las negociaciones de un convenio los representantes de los trabajadores están seguros de que unos salarios más elevados no llevarán a reducciones de plantilla o a interrupciones temporales de la producción, presionaran para conseguir mejores condiciones de remuneración. En todas estas circunstancias los precios que los compradores han de pagar tienden a subir. A medida que los precios suben, los compradores se sienten menos inclinados a comprar y los vendedores se lanzan a ofrecer más bienes, lo que ayuda a cerrar las diferencias entre las cantidades que los vendedores ofrecen y las que los compradores pretenden adquirir. Cuando hay un suministro excesivo de un determinado bien, el proceso tiene lugar en sentido inverso. Las tiendas que tienen un exceso de existencias inician campañas de rebajas, los participantes en una subasta comprueban que sus ofertas no obtienen contrapartidas, y los negociadores del convenio laboral pueden preocuparse por los posibles despidos. Todos estos factores llevan a una reducción en los precios pagados por los compradores. Mientras a los precios vigentes haya una diferencia entre lo que los vendedores pretenden colocar y lo que los compradores demandan, existirá una presión para que los precios cambien y la diferencia se reduzca. Los precios están en un constante ajuste en respuesta a estas presiones, a la búsqueda siempre de un equilibrio entre oferta y demanda. Sin embargo, para juzgar el potencial del sistema de precios, partimos del mismo tipo de simplificación utilizado en el problema del ahorro de vidas. Entonces supusimos que los precios se conocían y se establecían de tal manera que equilibraban la oferta de horas-equipo con su demanda y demostramos que las decisiones resultantes eran óptimas. Aquí suponemos que los precios conocidos públicamente se fijan exactamente al nivel necesario para equilibrar la oferta (las cantidades ofrecidas a la venta) con la demanda (las cantidades que los compradores desean adquirir). Este punto, en el que no existe presión para que los precios cambien se denomina de equilibrio competitivo. El Equilibrio Competitivo En este modelo, un equilibrio competitivo de la economía consiste en una relación de precios P, que contiene un precio no negativo para cada bien, un plan de consumo Bn y Sn para cada
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consumidor n, y un plan de producción (I j, Bj) para cada empresa. Además, estas relaciones deben satisfacer tres condiciones: 1) el plan de consumo de cada consumidor debe hacer máxima su utilidad, es decir, debe dar al consumidor por lo menos tanta satisfacción como cualquier otro plan practicable; 2) cada empresa debe hacer máximos sus beneficios, lo que significa que debe generar unos beneficios que sean por lo menos tan elevados como los correspondientes a cualquier otro plan factible; 3) la cantidad demandada de cada artículo negociado en un mercado, a los precios vigentes, debe igualar la cantidad ofrecida a la venta. Empleando el símbolo para representar una suma la afirmación de que “la oferta es igual a la demanda” se expresa así:
S O n
j
Bn I j
[3.2]
El miembro izquierdo de la ecuación [3.2] es el listado de la oferta, que incluye las ventas totales de los consumidores más la producción de las empresas de los distintos bienes; por ejemplo, la cantidad ofrecida de avena es, en la relación al miembro izquierdo, la suma de las cantidades vendidas por los individuos más las cantidades producidas por los agricultores. El miembro derecho de la ecuación es el listado de la demanda, que consiste en las compras totales de los distintos bienes: por ejemplo, la cantidad de avena comprada que figura en la relación es el total de las cantidades adquiridas por los individuos, por los ganaderos para pienso de los caballos, por los panaderos para pan, por los fabricantes de cereales para desayunos, etc. Cada comprador está clasificado bien como un consumidor, que hace máxima la utilidad de su consumo, o bien como un productor que hace máximo su beneficio. El Teorema Ahora que hemos identificado los elementos básicos implicados en el teorema fundamental de la economía del bienestar podemos enunciarlo formalmente de la siguiente manera: Teorema fundamental de la economía del bienestar. Si (P, B, S, I, O) son las relaciones de precios y de planes de un equilibrio competitivo, entonces la asignación resultante es eficiente. Una forma lógicamente equivalente de enunciar el teorema es la siguiente: si (B, S, I, O) es un conjunto de planes que constituyen un equilibrio competitivo y (B', S', I',O') es cualquier otro conjunto que satisface por lo menos tanto como el anterior a todos los consumidores y que es preferido por al menos un consumidor, entonces (B', S', I',O') no es factible. Obsérvese que son sólo las asignaciones, y no los precios, lo que adjetivamos de eficientes. Los precios son la clave del sistema que guían los planes y las actuaciones de las personas. Sólo los planes y las actuaciones tienen significado físico, psicológico y ético; los precios sólo pueden juzgarse en términos de los planes y las actuaciones a que dan lugar. Además, la eficiencia de las asignaciones se juzga sólo en términos de las preferencias de los consumidores; los beneficios per se no cuentan. Ello concuerda con el punto de vista de que las organizaciones no tienen sentido en sí mismas, sino que son entidades creadas para atender a las necesidades humanas. Al igual que en nuestro ejemplo de la seguridad en las carreteras, en el modelo neoclásico los precios sirven para informar a las partes afectadas lo que deberían hacer. Los consumidores y productores no necesitan saber por qué los precios han cambiado para determinar cómo responder
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eficientemente al cambio en las circunstancias. Por ejemplo, si hay escasez de gasóleo o si una nueva y valiosa utilización del cobre hace deseable su ahorro en los anteriores usos, los precios de estos bienes se incrementarán y las cantidades demandadas se ajustarán para acomodarse a la mayor limitación de la oferta. Sin embargo, a diferencia de lo que acontecía en nuestro ejemplo de la seguridad en las carreteras, en el modelo neoclásico los precios hacen algo más que sólo informar a la gente; también la motivan. En un equilibrio competitivo, dados los precios, e1 plan solicita a cada consumidor que compre sólo aquello que considere mejor, y a cada empresa que produzca sólo lo que es más rentable. A pesar de la variedad de objetivos, el comportamiento es suficientemente coherente para que no se malgasten los recursos. Éste es el verdadero significado del teorema del bienestar. Finalmente, dados los precios, no hay conflicto alguno entre los propietarios de una empresa sobre qué es lo que debería hacerse. El único efecto que las actividades de la empresa tienen sobre los propietarios es contribuir a sus ingresos, y todos los propietarios prefieren tener más ingresos: en consecuencia, todos se inclinarán por hacer máximos los beneficios. El Alcance Del Modelo Neoclásico El modelo matemático que acabamos de describir es bastante general y admite un gran número de interpretaciones: para todas ellas el teorema del bienestar es cierto. Podrá parecer, por ejemplo, que el modelo no otorga papel alguno al tiempo, pero no es este el caso; quizá la gente no desee consumir hoy todo lo que posee y en cambio quiera ahorrar para mañana. De manera similar, los que toman decisiones en una empresa sobre sus inputs pueden versar sobre bienes de equipo cuya vida útil se extiende durante varios meses o años. El modelo neoclásico incorpora ambas posibilidades de manera bastante sencilla. Los bienes del modelo pueden identificarse de manera tal que “naranjas-hoy” y “naranjas-mañana” sean dos artículos distintos y el consumidor puede valorarlos de manera distinta. Puede entonces haber una empresa mayorista que emplee “naranjashoy” y “almacenes-hoy” como inputs para producir como outputs “naranjas-mes próximo” y “almacenes-mes próximo”. Esta interpretación particular permite una extensión del modelo, en la que los consumidores pueden adquirir conocimientos y modificar sus dotaciones futuras. Por ejemplo, las personas pueden tener acceso directo a una tecnología que les permita combinar su dotación de tiempo de trabajo bruto con una formación profesional que les dote mañana de tiempo de trabajo especializado, como programador informático, por ejemplo. Como otro ejemplo, podría parecer que como “naranjas-hoy” puede ser uno de los bienes del modelo, podemos suponer que el mismo precio rige en Orlando y Montreal para las naranjas-hoy. Sin embargo, como el modelo es abstracto podemos considerar a las naranjas en Orlando y en Montreal como dos bienes distintos. Puede haber una, empresa de transpone que parte de “naranjas-hoy-en-Orlando” y “camiones-hoy-en-Orlando” como inputs y produzca “naranjasmañana-en-Montreal” y “camiones-mañana-en-Montreal” como outputs. El modelo también puede incorporar la incertidumbre. Ahora el método consiste en considerar que las diversas materializaciones posibles de la incertidumbre sobre el futuro definen diferentes y
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distintos “estados del mundo”, y luego reinterpretar nuevamente el concepto de bien de tal manera que, por ejemplo, “paraguas cuando llueve” es algo distinto de “paraguas cuando hace sol”. El empleo de esa interpretación admite la incertidumbre en las actividades de producción y en las siempre arriesgadas de investigación y desarrollo (I+D). Por ejemplo, determinadas cantidades de inputs o de inversión en I+D hoy pueden llevar a niveles más elevados de outputs mañana si se diera un estado del mundo afortunado, o a niveles más reducidos si la productividad de la empresa resulta ser baja o el esfuerzo en I+D no tiene éxito. Finalmente, podría parecer que el supuesto de que las empresas hacen máximo el beneficio excluye la aplicación del modelo a situaciones en las que los responsables de la gestión tienen limitaciones en cuanto a la cantidad de información que de manera realista pueden procesar. Esto es también incorrecto: una cuidadosa limitación en el conjunto de planes factibles puede incorporar esta situación. Por ejemplo, si un único director es incapaz de calcular la mejor manera de asignar el personal y el equipo que tiene a su disposición, entonces se considera que el plan que utiliza un solo director y al personal y el equipo de esta manera no es factible. Si se puede hallar un plan con una mejor utilización del mismo personal y equipo con el trabajo conjunto de dos directores, entonces se considera que este es factible. Como las limitaciones sobre las actividades factibles de las empresas se expresan de manera abstracta, el modelo neoclásico puede incorporar cualquier limitación sobre lo que una empresa pueda realizar que pueda expresarse como restricciones técnicas o de los recursos disponibles. El teorema fundamental de la economía del bienestar acepta todas estas limitaciones. El modelo neoclásico omite todo tratamiento explícito de las muchas e importantes dimensiones de las transacciones que han sido expuestas en el capítulo 2. Sin embargo, el modelo suministra un útil punto de partida al identificar, delimitar y adaptarse a muchas consideraciones que, erróneamente, se han tomado como obstáculos al funcionamiento del sistema de precios. En términos puramente intelectuales, el modelo neoclásico es un logro tan importante dentro de una tradición de pensamiento que se remonta a Adam Smith que merece la pena su estudio y comprensión. Demostración Del Teorema Fundamental De La Economía Del Bienestar Para demostrar el teorema, debemos probar que en un equilibrio competitivo no hay ningún otro conjunto de planes de consumo y de producción (B'. S', I',O') que sea factible que no empeore la situación de ningún consumidor y que por lo menos un consumidor prefiera estrictamente a los planes originales. Ello se consigue desarrollando primero las propiedades matemáticos que un plan alternativo de esas características debe tener, para después demostrar que estas propiedades contradicen la premisa de que el plan original constituye un equilibrio competitivo. Así, concluimos que sí la asignación no es eficiente, es porque no corresponde a un equilibrio competitivo. Como indicamos, esto equivale a la formulación original del teorema. Supóngase que el consumidor con el índice i prefiere estrictamente su plan de consumo (B', S', I',O') al plan de consumo del equilibrio competitivo. Como por definición, el plan competitivo es aquel que más prefiere el consumidor entre los que puede adoptar, ese consumidor tiene que haber comprobado que su parte del plan alternativo es inalcanzable a los precios P del equilibrio competitivo. Formalmente, esta conclusión se escribe así: el coste de las compras que este consumidor debe hacer bajo el plan alternativo excede a los ingresos conseguidos con las ventas.
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En notación matemática: PB'>PS'+ DF'
[3.3]
Ningún otro consumidor está en peores condiciones bajo el nuevo plan. Entonces debe cumplirle que la diferencia entre el coste de las compras menos las ventas bajo el plan alternativo no debe ser inferior, para cada consumidor n, a la del plan original, es decir, no inferior a los dividendos recibidos: PBn' >PSn'+ DFn'
[3.4]
De lo contrario, de acuerdo con nuestro supuesto de que los consumidores no están totalmente saciados, el consumidor podría haber mejorado su plan original Bn, Sn empezando en cambio con el plan Bn', Sn' y luego gastando el exceso PSn'+DFn– PBn 'en algo que le gustara. Sumemos ahora los insumos y los costos de todos los consumidores. A la vista de las expresiones [3.3] y [3.4], hallarnos que:
PB
n
' ( PS n ' DF n )
[3.5]
Es decir, usando los dividendos y la relación de precios del equilibrio competitivo dado, los gastos totales de los consumidores bajo el nuevo plan exceden estrictamente de sus ingresos totales. Un análisis similar se aplica a las empresas. Ninguna empresa j puede conseguir un beneficio mayor con el nuevo plan porque un plan competitivo es el que hace máximos los beneficios a los precios P. Es decir:
PO j PI j PO j ' PI j '
[3.6]
Por lo tanto, los beneficios totales de todas las empresas tienen que haber sido por lo menos tan elevados bajo el plan antiguo como bajo la alternativa (factible) propuesta:
( PO
j
PI j ) (PO j ' PI j ' )
[3.7]
Hemos supuesto que las empresas distribuyen sus dividendos entre los accionistas en forma de dividendos. Los dividendos totales percibidos por los consumidores bajo el plan original deben, por lo tanto, ser iguales a los beneficios totales conseguidos por todas las empresas:
DF ( PO n
j
PI j )
[3.8]
(Formalmente, la ecuación [3.8] puede deducirse de la suma de la ecuación [3.1] sobre todos los consumidores n y luego sustituyendo el resultado en la ecuación [3.2] de equilibrio del mercado.) Como se exige que el plan alternativo sea factible, debe producir suficiente output neto para
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hacer frente a todas las utilizaciones planeadas de los bienes. Esta exigencia se presenta así:
B ' I ' S ' O n
j
n
j
[3.9]
'
Obsérvese que a diferencia de las otras, la expresión [3.9] es una desigualdad entre relaciones. Esto significa que hay suficiente producción de cada bien para hacer frente a los usos respectivamente previstos. Para completar la demostración, hemos de probar que es imposible satisfacer simultáneamente esas desigualdades. Al hacerlo se demostrará que no puede haber un plan alternativo factible que sea por lo menos tan bueno para cada consumidor y mejor por lo menos para un consumidor. Se consigue esa demostración mediante el enlace de las ecuaciones y desigualdades [3.7], [3.8], [3.5] y [3.9] en este orden. Primero escribimos la prueba como expresión [3.10] y luego la explicaremos. Obsérvese el papel crucial que juegan los precios en la argumentación. Todas las siguientes desigualdades se expresan en términos monetarios:
( PO
j
PI j ) (PO j ' PI j ' ) DF
n
a) [3.7] b) [3.8]
PB n ' PS n '
c) [3.5]
P
B ' S ' P O ' I ' n
n
d ) Factorizando
j
j
e) [3.9]
[3.10]
La desigualdad a) dice que los beneficios totales, bajo el conjunto alternativo de planes de producción, evaluados a los precios de equilibrio competitivo dados, no serán mayores que los conseguidos con los planes que hacen máximos los beneficios. Según, b), estos últimos son iguales a los dividendos totales abonados a los propietarios de las empresas. Como los consumidores prefieren lo que consumen bajo el plan alternativo, los nuevos planes de consumo no deben poder alcanzarse a los precios de equilibrio competitivo, que es lo que significa la desigualdad c). En d) utilizamos la ley distributiva para reagrupar los términos y expresamos los gastos netos del consumidor bajo el plan alternativo como el costo de las compras netas del consumidor bajo este plan, siempre con el empleo de los planes originales. Para que la alternativa sea viable, sin embargo, las compras netas del consumidor no pueden exceder de la suma de la producción neta de cada empresa de los diversos bienes. Por lo tanto, el valor del consumo neto total a los precios del equilibrio competitivo (o también a cualesquiera precios no negativos) no puede superar el valor de la producción neta: esto es lo que afirma la desigualdad e). Sin embargo, este valor total es precisamente igual a los beneficios conseguidos bajo el plan alternativo con el que iniciamos la argumentación. Esta serie de ecuaciones y desigualdades implica la afirmación, carente de sentido, de que los beneficios de las empresas bajo el nuevo plan son estrictamente menores a los de las empresas con el nuevo plan. A partir de la hipótesis que el plan de equilibrio competitivo no es eficiente deducimos una conclusión obviamente falsa, por lo tanto el plan de equilibrio competitivo es eficiente.
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INCENTIVOS Y TRANSMISIÓN DE INFORMACIÓN BAJO INSTITUCIONES DE MERCADO Como observamos anteriormente, el sistema de precios no sólo dirige los recursos hacia un uso eficiente, también goza de otras propiedades deseables. Dados los precios, se precisa sólo que los consumidores actúen en favor de sus intereses y que las empresas hagan lo que es mejor para sus propietarios; el mercado aprovecha estas motivaciones egoístas y las dirige hacia un resultado socialmente eficiente. Así, si las empresas y los consumidores aceptan los precios como datos, el sistema de precios no sólo suministra un medio para resolver el problema de coordinación; también suministra la motivación adecuada y así consigue una solución razonablemente completa del problema económico general. Además, lo hace con exigencias reducidas sobre la cantidad de transmisión de información que debe tener lugar. Examinaremos a continuación de manera preliminar ambas propiedades. Los Incentivos En Los Mercados El modelo neoclásico supone que los productores y los consumidores aceptan los precios como datos. Si lo hacen, se resuelve el problema de coordinación. Pero, ¿considerarán que desde un punto de vista individual lo mejor es aceptar los precios como datos? Esta cuestión no puede abordarse desde el propio modelo porque no contiene argumentación alguna sobre cómo se forman los precios ni, por lo tanto, de qué oportunidades hay de influir sobre ellos. Si, de hecho, son los propios participantes en el mercado quienes fijan los precios, cabría esperar que éstos reflejaran cualquier poder de mercado que los participantes pudieran tener. En tal caso, la conclusión sobre la eficiencia puede no ser cierta porque el ejercicio del poder de monopolio o de monopsonio aparta los precios de sus niveles competitivos. Además, incluso si los participantes en el mercado no establecen directamente los precios sino que lo hace otro mecanismo (quizá un subastador o un planificador) que reúne información de los participantes y luego anuncia los precios adecuados, cualquier participante cuya información afecte al precio se sentirá generalmente incentivado para distorsionar la información que suministra para influir, en provecho propio sobre los precios. Una gran proporción de la investigación más reciente en economía, tanto teórica como experimental, se ha centrado en el comportamiento al que inducen los incentivos que nacen de las distintas instituciones de mercado. Una serie de estudios trata de determinar bajo qué condiciones este comportamiento llevará, aproximadamente, a los resultados eficientes identificados por el modelo neoclásico. El trabajo teórico parte de enfoques muy diferentes, pero la conclusión común es que en la mayoría de las economías en las que haya un número suficientemente amplio de competidores, la competencia entre agentes eliminará el poder de monopolio y llevará a precios a resultados competitivos. Además, el trabajo experimental indica que no es necesario que el número de participantes llegue a cotas que, de tan elevadas, sean poco realistas, para que el mercado sea tolerablemente competitivo. Además, incluso si los incentivos del mercado no conducen a resultados plenamente eficientes, cuando las instituciones de mercado se combinan con la propiedad privada se consiguen fuerzas motrices suficientemente poderosas para dirigir el interés propio individual hacia la consecución de un progreso económico y mejoras en el bienestar. Como Adam Smith observó hace
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muchos años, una “mano invisible” parece llevar a los individuos que solo persiguen fines egoísta a promover el bienestar general. Las comparaciones entre Europa occidental y oriental en el periodo de la posguerra, la experiencia de las naciones de reciente industrialización del Pacifico asiático y la reforma de la agricultura en China, constituyen un ejemplo reciente de la validez de este punto de vista. La Eficiencia Informativa En Los Mercados La cita de Friedrich Hayek que encabeza este capítulo contrasta los rasgos informativos de un sistema de mercado con los de un sistema de planificación central. La diferencia fundamental es que el sistema de mercado no requiere transmisión de información detallada sobre la disponibilidad de recursos, las preferencias de los consumidores o las oportunidades tecnológicas; en contrate un sistema de planificación central parecería requerir tal transmisión para calcular una asignación eficiente (o incluso una factible). En un sistema de mercado, se deja que sean los consumidores y empresas individuales, en los que resida el conocimiento local de las preferencias, dotaciones y posibilidades de producción, quienes tomen las decisiones sobre la asignación de los recursos. Sólo se transmite la cantidad relativamente reducida de información que representan los precios y las propuestas de compra y de venta. En realidad, una proposición teórica general (que examinaremos en detalle en el próximo capitulo) demuestra que un sistema de mercado competitivo implica la mínima transmisión de información consistente con la determinación de una asignación eficiente de recursos. En los sistemas de mercado reales se transmite más información de la que representan sólo los precios. Las empresas intentan descubrir las preferencias y los planes de los consumidores y así adaptar a ellos los diseños de sus productos y prever las demandas que recaerán sobre sus instalaciones productivas. También buscan previsiones de las condiciones macroeconómicas e intentan descubrir los planes de inversión, producción y comercialización de sus competidores. A l propio tiempo, anuncian sus precios, las características y la disponibilidad de sus productos y su interés en contratar a personas con determinados conocimientos; y lo hacen porque los consumidores y los empleados potenciales desean esta información. También, incluso en una economía de mercado, hay regulaciones y normativas impuestas por el Estado que actúan usualmente a través de reglamentos y directrices detalladas más que a través de señales contenidas en los precios. Pero aun así los precios suministran una gran proporción de la información precisa y los sistemas de mercado llegan a conseguir una coordinación efectiva con mucha menor comunicación de información diferente de la de los precios que la que utilizan los sistemas planificados centralmente. Precios Y Socialismo En el periodo posterior a la Revolución rusa de 1917 tuvo lugar un debate fundamental en economía sobre la posibilidad de funcionamiento eficiente de una economía socialista. A lo largo de él, Abba Lerner enunció una de las primeras proposiciones relativamente precisas sobre la eficiencia de las consecuencias de la aceptación de precios en los mercados. Sorprendentemente, Lerner desarrolló su argumento para probar como un sistema socialista, con propiedad colectiva de los medios de producción, podía usar los precios para asignar los recursos de manera tan eficiente como una economía capitalista de mercado. De acuerdo con Lerner, se podía instruir a los gestores de las empresas socialistas para que aceptaran los precios como datos y que determinaran las
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cantidades para igualar los precios con los costes marginales, exactamente igual a como lo hará una empresa en condiciones competitivas. Así, las cantidades resultantes tendrían la misma eficiencia bajo un régimen socialista que la conseguida bajo un sistema de mercado. (Sin embargo, es de presumir que el régimen de propiedad bajo el socialismo afectaría los precios y cantidades que resultan en el equilibrio del mercado). Con ello no se precisaría que los planificadores centrales se ocuparan de 1a ingente tarea que supone la determinación detallada de la asignación; “sólo” necesitarían, en cambio, determinar y anunciar los precios adecuados. Nos llevaría demasiado lejos exponer el funcionamiento de un socialismo de mercado. Sin embargo, una cuestión merece resaltarse. Aunque unos precios adecuadamente elegidos pueden resolver el problema de la coordinación en un sistema sin propiedad privada, y aunque se ha dedicado mucho trabajo teórico al estudio de los procedimientos de planificación para determinar los precios que conlleven una asignación eficiente de los recursos, los intentos de determinar los precios adecuados en economías planificadas reales y de adaptarlos a las circunstancias cambiantes han tropezado en la práctica con grandes dificultades. No es tan sólo que estas determinaciones sean muy costosas, aunque ciertamente lo son, quizá lo más importante es que un cambio en los precios favorece a algunos individuos y perjudica a otros, y estas consecuencias distributivas significan que la determinación de los precios por los gobiernos constituye una decisión política. Las consecuencias de unos precios distorsionados son a veces francamente sorprendentes. Por ejemplo, a principios del decenio de los ochenta, en Polonia los subsidios gubernamentales al pan llevaron a una escasez muy severa, ya que los agricultores vieron que era más económico alimentar con pan que con pienso a los animales que engordaban. De forma similar, en la Unión Soviética en 1989 un ordenador personal que en Occidente se vendía por 3.500 dólares podía alcanzar un precio de 145.000 si se vendía a un comprador industrial a los tipos de cambio oficiales absolutamente desfasados. Cuando unos precios administrados de este tipo no consiguen ajustarse para reflejar los cambios en las circunstancias, dejan de ser guías útiles para el comportamiento; en Polonia el pan y los ordenadores en la Unión Soviética, no se destinaban a su mejor utilización. A este respecto, un sistema de mercado con propiedad privada, en el que son los individuos quienes determinan los precios mediante criterios económicos y no los planificadores y los políticos preocupados por las implicaciones políticas de los efectos distributivos, parece tener ventajas. El Modelo Neoclásico Y Las Teorías De Organización El teorema fundamental de la economía del bienestar y los resultados consiguientes sobre los incentivos y la eficiencia informativa constituye un triunfo intelectual que, a efectos prácticos, es útil para pensar sobre lo que puede conseguir un sistema de precios. Sin embargo, son pocos los economistas que afirmarían que el modelo neoclásico presenta una descripción siquiera aproximadamente exacta y completa de cómo funciona cualquier economía moderna. El modelo representa más bien un intento de determinar el alcance de la hipótesis de que la “mano invisible” de los precios y los mercados es suficiente para conducir a la economía a un resultado eficiente. Nos interesamos por las organizaciones, cómo nacen y cómo pueden dirigirse eficientemente. Como ha observado Alfred Chandler, la experiencia histórica es que cada vez que se ha comprobado un funcionamiento ineficiente del mercado se han creado nuevas organizaciones. Esta observación nos ayuda a dirigir nuestro estudio. Si el equilibrio competitivo del modelo neoclásico suministrara realmente una descripción buena y completa de cómo funcionan los mercados, no
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habría necesidad de otras organizaciones. Aún podrían surgir organizaciones políticas para intentar aprovechar más plenamente las ventajas de la producción conjunta o poner mayor acento sobre la justicia en el sistema, pero no se necesitarían organizaciones destinadas a mejorar la eficiencia económica. Pero cuando los mercados no conducen a resultados eficientes, pueden aparecer otras instituciones tanto en el sector privado como en el público para eliminar, evitar o mitigar cualquier obstáculo que impida que los mercados consigan la eficiencia. Por lo tanto, nos centramos en los fallos del mercado para explicar la existencia de organizaciones distintas al mercado. FALLOS DEL MERCADO Ya hemos señalado una circunstancia en que el mercado falla, concretamente cuando existe la posibilidad de que las empresas aprovechen el poder que tienen sobre el mercado para fijar sus precios a niveles distintos al competitivo y así distorsionar la asignación de recursos. Hay otras vías por las que el mercado puede dejar de conseguir la eficiencia. Rendimientos de escala crecientes Una de las limitaciones menos obvias del equilibrio competitivo es que en algunas economías puede ser imposible, desde un punto de vista lógico, que exista un equilibrio competitivo. En otras palabras, pueden no existir precios para los que la demanda de cada bien iguale a su oferta. Cuando existen economías de escala significativas en algunos procesos de producción, es decir, cuando el coste unitario disminuye al producir muchas unidades, es especialmente probable que se dé esta ausencia de un equilibrio competitivo. Supóngase, por ejemplo, que los consumidores están dispuestos a pagar hasta 16 dólares por unidad hasta 100 unidades de un determinado bien A, pero no sabrían qué hacer con una unidad por encima de esta cantidad. Supóngase que la tecnología para elaborar el producto exige la compra de una máquina que cuesta 1.000 y luego el empleo de recursos de mano de obra y de materiales que cuestan 5 dólares por cada unidad producida, hasta alcanzar la capacidad de la máquina que es de 200 unidades. Este es un ejemplo con rendimientos de escala porque el coste medio unitario de producción decrece continuamente desde 1.005 dólares si la empresa produce sólo una unidad hasta 10 dólares si produce 200 unidades. La figura 3.2 maestra las curvas de oferta y demanda de este mercado concreto. A cualquier precio por debajo de 16 dólares los consumidores querrán adquirir 100 unidades. A precios más elevados, no querrán comprar ninguna unidad. Del lado de la oferta, si la empresa se comporta como un aceptante competitivo de precios, a largo plazo deseará producir exactamente 200 unidades si el precio excede de 10 dólares y ninguna unidad a precios inferiores. (Un precio de 10 dólares, o mas, hace ventajosa la compra de máquina y su funcionamiento a plena capacidad; un precio inferior no induciría a la empresa a la compra de la máquina, aunque una vez instalada la empresa producirá a plena capacidad mientras el precio exceda del coste marginal a corto plazo que es de 5 dólares.) No hay ningún precio al que la cantidad que la empresa desea ofrecer iguale a la cantidad que los consumidores desean adquirir (punto de intersección entre la curva de demanda y la de oferta). Como hay economías de escala, la curva de oferta no es continua.
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Demanda Precio
Oferta
16 10 -0
100
200
Cantidad
Fig. 3.2. Con economías de escala, la curva de oferta es discontinua. El resultado en este caso es que no hay ningún precio al que la cantidad ofrecida iguale a la cantidad demandada.
Este ejemplo tiene una solución que hace máximo el valor. En ella, la empresa produce 100 unidades y las transfiere a los consumidores. Así se les da a los consumidores un valor de 1.600 dólares a un coste de 1.500 dólares. Cualquier otro plan lleva a una menor creación de valor. Además, siempre que los consumidores paguen a la empresa un importe de entre 15 y 16 dólares por unidad, ambas partes están en mejor situación que si no se produjera el bien. El problema es que los precios, por sí solos, no pueden conducir a la empresa a producir 100 unidades. La empresa necesita saber no sólo cuan valioso es el bien para otros miembros de la sociedad, sino que ha de saber exactamente cuántas unidades están dispuestos a comprar los consumidores. Igual que en el ejemplo de la seguridad en carretera del principio del capítulo, la empresa requiere información sobre cantidades además de información sobre precios. Naturalmente, este fracaso del sistema de precios en nuestro modelo teórico no implica el fracaso de las empresas en el mundo real. Los agricultores pueden basar sus cultivos sólo en información y previsiones sobre los precios, pero los productores que cuentan con economías de escala y se enfrentan a mercados limitados mantienen contacto con sus clientes y utilizan su equipo de vendedores para conseguir información sobre cantidades, atributos deseados del producto y muchas cuestiones más. En los diferentes países se lleva a cabo de manera distinta el procesamiento de información para la planificación de la producción. En economías con planificación central, los planificadores estatales suministran directrices de forma centralizada. En Norteamérica, las empresas se organizan para coordinar las actividades de sus distintas divisiones. Como la mayoría de las empresas sólo hacen un uso limitado del sistema de precios para organizar sus actividades internas, es razonable suponer que los sistemas empleados en las organizaciones exigen una coordinación más estrecha que la que normalmente puede suministrar un sistema de precios. En Europa occidental, Japón y Corea existe un mayor sentido asociativo entre el gobierno y la industria privada que en Estados Unidos. Puede diseñarse una política industrial nacional y sistemas de planificación indicativa que ayuden a coordinar las actividades entre las empresas, tanto directamente como mediante la comunicación de una información común sobre la que apoyar sus expectativas. En los países en vías de desarrollo se ha examinado una amplia gama de procedimientos para coordinar los esfuerzos, con resultados dispares. En el capítulo 4 se expone con mayor detalle el empleo de otras soluciones organizativas que, con el propósito de coordinar sustituyan al sistema de precios.
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Externalidades Pueden darse diversas condiciones bajo las cuales los resultados del mercado no sean eficientes a causa de no satisfacerse una o varias de las premisas del teorema fundamental de la economía del bienestar. Acabamos de ver que puede darse un fallo importante cuando unos rendimientos crecientes implican que dejan de existir precios de equilibrio competitivo. En la medida en que los rendimientos crecientes son una fuente de poder de mercado, puede ser que los fallos de mercado ligados a imperfecciones en la competencia sean inevitables. Las externalidades son efectos positivos o negativos, no regulados por el sistema de precios, que las actuaciones de un agente económico pueden tener sobre el bienestar de otro. Su presencia significa que pueden darse niveles ineficientes de las actividades que comportan externalidades. Por ejemplo, si un propietario pinta su casa a franjas rosa y púrpura, su comportamiento como consumidor puede hacer bastante infelices a sus vecinos. El humo de una fábrica cercana, que estropea el entorno de los consumidores y amenaza su salud; las inversiones en fábricas de un empleador local, que benefician a otros al crear puestos de trabajo y aumentar los valores inmobiliarios; los inventos que constituyen una base sobre la que otros inventores pueden apoyarse, son ejemplos de comportamientos de consumidores y productores que afectan a personas y empresas distintas de la que toma las decisiones. Las externalidades dan lugar a ineficiencias porque quienes adoptan las decisiones no tienen en cuenta todos los costos y beneficios relacionados con sus opciones, concretamente los que recaen sobre otras personas. Mercados Inexistentes Puede también considerarse que el fallo del mercado ligado a externalidades es una cuestión de ausencia de mercados: las externalidades no son sino bienes (o “males”) que los individuos desearían comprar o vender porque afectan a su utilidad o a sus posibilidades productivas. Sin embargo, como estos bienes no se negocian en mercados competitivos, no conllevan unos precios y por ello el sistema de mercado deja de dirigir su asignación. Para ilustrar mejor el poder de la formulación abstracta del modelo neoclásico podemos pensar que disponemos de todos los mercados competitivos precisos, en cuyo caso la conclusión del teorema fundamental seguiría vigente. Formalmente, el modelo de mercado podría ampliarse para hacer del consumo, por un individuo A, de una casa bien integrada en el paisaje uno de los bienes. Podría crearse entonces otro bien para cada uno de los vecinos de A, que deben, en cierta forma, “consumir” la casa de A. Estos bienes serían conjuntos: si A consume una casa de este tipo, todos sus vecinos se verían igualmente obligados a consumir sus correspondientes bienes. Sin embargo, como estos bienes tienen precios separados, los vecinos podrían presentar a través del mercado propuestas para comprarlos y venderlos con independencia de las de los otros y de la elección de A. En un equilibrio competitivo, el disfrute de una mejor estética del vecindario los llevaría a comprar los bienes. Así se incrementaría el importe total pagado por el conjunto de bienes que corresponde a la decoración del inmueble de A y ello conduciría al nivel estético más elevado que requiere la eficiencia, pero que no se conseguiría si sólo A tuviera que pagarlo con dinero, tiempo y energía propios. Como es natural, estos mercados generalmente no suelen existir. Además, si existieran, no sería razonable suponer que serían competitivos porque solo existiría un único comprador para cada uno de los bienes adicionales. En el capítulo 8 veremos que se puede conseguir un resultado eficiente incluso sin estos mercados adicionales. Sin embargo, la ausencia de estos mercados
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significa que un sistema de transacciones de mercado impersonales únicamente a través de precios, no generaría eficiencia. En realidad, con este amplio panorama de mercados posibles, la ausencia de un mercado es la fuente principal de ineficiencias de mercado. Aludimos antes a la posibilidad de interpretar que los bienes se diferencian por la fecha en que están disponibles y por la materialización concreta, que en esa fecha haya tenido lugar, de las incertidumbres del mundo (los acontecimientos o estados del mundo). Naturalmente, los consumidores se preocupan de su consumo futuro y siempre existe incertidumbre sobre las dotaciones, los gustos y la tecnología. Por lo tanto, el modelo neoclásico supone efectivamente que hay mercados competitivos en los que pueden llevarse a cabo transacciones de compra y venta de cualquier bien para su entrega en cualquier fecha futura, siendo los precios que se forman en estos mercados dependientes también del acontecimiento incierto. 3 Por ejemplo, muchos propietarios de inmuebles cerca de la falla de San Andrés están preocupados por su capacidad de repararlos si ocurriera un terremoto. En el contexto del modelo neoclásico existirían mercados en los que se podría contratar hoy la reconstrucción de los inmuebles que debería llevarse a cabo mañana, el próximo año, o dentro de 22 años. Además, existiría hoy un mercado separado para cada fecha de entrega contingente de estos servicios en función del movimiento de la falla y sus efectos sobre los inmuebles existentes. Es evidente que no existe un conjunto tan amplio de mercados. Sin ellos, la versión del teorema fundamental antes expuesta no es válida porque el supuesto que todo lo que interesa a los consumidores y los productores tiene un precio formado en un mercado competitivo no se cumple. Aunque es posible que existan suficientes mercados de seguros para atender las necesidades de los propietarios de inmuebles, esta conclusión parece problemática. En el capítulo 5 se expondrán algunas de las razones por las que no existe un conjunto completo de mercados de futuros. Por ahora es suficiente con señalar que la ausencia de mercados puede conducir a ineficiencias y a un fallo del sistema. Es precisamente este tipo de fallo del mercado el que lleva a la gente a buscar soluciones alternativas que atiendan a sus necesidades económicas. Problemas De Búsqueda, Emparejamiento Y Coordinación En el modelo neoclásico se supone que todo el mundo conoce los precios y dónde y cuándo pueden comprarse y venderse los bienes. Se supone que no es problemático encontrar un vendedor o un comprador al precio vigente. En la realidad, sin embargo, los compradores y vendedores potenciales pueden incluso no conocer su existencia recíproca, y mucho menos aún las características concretas de los bienes y servicios que buscan o tienen en oferta a las condiciones en las que están dispuestos a comprar o a vender. La adquisición de esta información requiere una búsqueda costosa por una o ambas partes. Los consumidores necesitan buscar para encontrar los mejores precios, las empresas buscan empleados potenciales, los trabajadores buscan empleos, y las compañías gastan recursos para encontrar suministradores que atiendan a sus necesidades y para informar a los consumidores potenciales sobre sus productos. Esta búsqueda y esta comunicación absorben ellas mismas recursos. Además, como estas actividades son costosas, nadie persiste en l a 3
En realidad, es suficiente con que haya mercados de valores y de seguros que permitan transferencias del poder de compra a través del tiempo y entre acontecimientos futuros posibles. Kenneth Arrow fue el primero en señalar esta circunstancia que constituye la base de gran parte de la teoría moderna de los mercados financieros.
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búsqueda hasta hallar la mejor alternativa. Las dificultades descritas en el capítulo 2 en el proceso de correspondencia entre médicos internos y hospitales son ilustrativas de los fallos de mercado que pueden aparecer cuando se emplean soluciones de mercados fuertemente descentralizados. El NIMP una solución más centralizada, nació para superar estas ineficiencias. Los problemas de coordinación que aparecían en el mercado de médicos internos pueden también manifestarse a escala de toda la economía. En el modelo neoclásico, las personas y las empresas suponen que serán capaces de comprar o vender en el mercado tanto como deseen a los precios vigentes. En realidad, ésta puede ser una descripción razonable de la situación real con la que se enfrenta un pequeño inversor que compra y vende títulos en una Bolsa de valores organizada. En la mayoría de los otros mercados este supuesto se cumple con menor precisión. Las personas y las empresas se preocupan de su capacidad para comprar, y sobre todo, vender todo lo que desean. Si los obreros no esperan estar en condiciones de vender todo su trabajo probablemente reducirán sus compras. Pueden, por otra parte, desanimarse y no ocuparse de buscar empleo. Mientras tanto, si las empresas anticipan que la demanda será reducida, no contratarán gente para producir bienes que no esperan vender; entonces hay menos empleos, como se temían los trabajadores. Además, como el bajo nivel de empleo significa también bajos ingresos de los trabajadores, la demanda es débil, tal como se esperaban las empresas. Las expectativas pesimistas se autoconfirman: la gente restringe sus compras porque espera que otros lo hagan, y la decisión resulta ser acertada. Es posible que en las mismas circunstancias físicas, se dieran expectativas optimistas autoconfirmantes, en las que las empresas realizan más contratos de empleo y los trabajadores aumentan sus gastos porque esperan que otros compren sus bienes o su trabajo. La conclusión es que en contra de la conclusión del modelo neoclásico, pueden ser múltiples los niveles posibles de la actividad económica que son internamente consistentes, algunos de los cuales comportan una producción y un empleo ineficientemente bajos. En una situación así, es posible que ninguna empresa tenga incentivos para alterar sus precios o sus salarios incluso aunque las ventas sean reducidas y los trabajadores estén en paro. Por ello, el mecanismo usual que los economistas esperan que permita superar estos problemas puede no ser efectivo. Una versión de este tipo de fallo en la coordinación puede también explicar algunos de los problemas de la economía de la ex Unión Soviética. La constante escasez de bienes significaba que había escasos incentivos para trabajar con intensidad y ganar más, ya que no había nada para comprar, y los bajos niveles resultantes de producción comportaban unas estanterías vacías. FALLOS DE MERCADO Y ORGANIZACIÓN Desde el punto de vista tradicional, la presencia de externalidades, desempleo o cualquier otro fallo de mercado sirve para justificar la aplicación de políticas gubernamentales especiales, que significan intervenir para corregir el mal funcionamiento de los mercados. El problema de este punto de vista es que cuando los mercados fracasan, no son sólo los gobiernos los que pueden intervenir para corregir la situación; los individuos y las empresas también pueden actuar. Cuando un fabricante crea un departamento informático en lugar de comprar los servicios informáticos de un suministrador externo, cuando una empresa de generación eléctrica acuerda un contrato a largo plazo con un suministrador de carbón en lugar de adquirir el carbón de acuerdo a sus necesidades en el mercado de entrega inmediata (spot), a cuando un grupo de propietarios se asocia para crear un área de recreo de uso común, quienes toman la decisión ejercen la opción de utilizar formas organizativas distintas al mercado para atender a sus necesidades. Tanto los particulares como los
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gobiernos pueden buscar soluciones para reemplazar al sistema simple de precios cuando creen que las soluciones ordinarias del mercado no les satisfacen. Utilización Del Sistema De Precios Dentro De Las Organizaciones Aunque las organizaciones formales pueden ser vistas como una respuesta a los fallos del sistema de precios, muchas grandes organizaciones hacer en realidad un uso extensivo del sistema de precios para conseguir la coordinación y la motivación. En el ejemplo de Salomón Brothers del capítulo 1 ya nos hemos encontrado con una versión restringida del fenómeno, en la que los beneficios y pérdidas de cada transacción se calculan y atribuyen a los individuos y grupos implicados. En los sistemas de gestión de muchas empresas multidivisionales y de otras grandes organizaciones se encuentra un uso mucho más intenso de los precios. Estas organizaciones han intentado descentralizar situando la responsabilidad de adoptar muchas decisiones en los niveles donde reside buena parte de la información relevante y donde las operaciones han de tener efectivamente lugar. La descentralización crea una aguda necesidad de asegurar que las diversas personas que toman las decisiones claves tengan los incentivos adecuados y que los planes resultantes sean compatibles y coherentes. Muchos gerentes de alto nivel han comprobado que muchas de las virtudes del sistema de precios para coordinar y motivar son tan válidas dentro de sus organizaciones como en el mercado. En consecuencia, han recreado dentro de sus organizaciones el funcionamiento del mercado, utilizando controles financieros y mediciones del desempeño e introduciendo precios internos de transferencia en las transacciones que tienen entre las unidades de la organización. Formas De Organización Interna En Las Empresas Las primeras empresas modernas se organizaron funcionalmente de manera centralizada; la Ford Motor Company de los años veinte constituye un ejemplo (véase el capitulo 1). En estas empresas la oficina central supervisaba y dirigía todas las actividades, con un departamento responsable de las finanzas, otro de la producción y otros de los asuntos de personal, compras, logística, ventas y marketing para toda la organización. Sin embargo, esta forma se demostró poco adecuada pura coordinar las actividades, extendidas sobre amplias áreas geográficas, de las empresas de grandes dimensiones con una multiplicidad de productos. Los responsables de las decisiones en la oficina central estaban demasiado alejados del conocimiento crucial de las condiciones locales de producción y de mercado. Se perdía demasiado tiempo e información en la comunicación entre la oficina central y las áreas, y los directores generales estaban abrumados por la cantidad, dimensión y complejidad de las decisiones a las que habían de hacer frente. Estos problemas casi destruyeron la Hudson's Bay Company en el siglo XVIII (véase el capitulo 1), pero conocieron una gran extensión en tiempos posteriores con la aparición de empresas de dimensiones aún mayores. Cuanto más grandes se hicieron las empresas, más obstaculizaron estos problemas la consecución de una gestión eficiente. En el extremo opuesto estaban los holdings de empresas que aparecieron en el siglo XIX; éstos eran un conjunto extremadamente descentralizado de empresas totalmente independientes bajo una propiedad común. La dirección central de un holding tenía poco o ningún papel en la gestión, y se limitaba simplemente a recoger los beneficios de las empresas que lo integraban. Este sistema funcionaba razonablemente bien mientras no existiera la necesidad de coordinación entre unidades, pero no podía funcionar cuando la coordinación de las decisiones de inversión,
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producción o comercialización entre unidades presentara ventajas. Varias empresas que se enfrentaban con estos problemas en los decenios posteriores de la primera guerra mundial introdujeron, de manera independiente, soluciones similares; se alejaron de la organización funcional típica de las empresas holding hacia una organización multidivisional. Esencialmente esto suponía la creación de miniempresas (divisiones) en el interior de la empresa, cada una responsable de un producto, mercado, región o tecnología concretos. A su vez, las divisiones podían organizarse funcionalmente, pero la clave consistía en que un amplio conjunto de decisiones relativas a una unidad determinada se situaba bajo la responsabilidad de un único director de división. Sin embargo, en comparación con la gran descentralización de las compañías holding, las empresas multidivisionales disponían de unas oficinas centrales relativamente fuertes para coordinar las actividades de las divisiones. Las empresas que encabezaron esta forma de organización en Estados Unidos fueron: Du Pont, que creó divisiones basadas en el mercado para separar sus negocios de explosivos de los de fertilizantes; Sears Roebuck, que estableció divisiones separadas para gestionar, los establecimientos de regiones diferentes del país; Standard Oíl of New Jersey, que había crecido a través de integrar actividades de negocio cada vez más distintas como exploración, producción, transporte, refino y distribución al por menor de hidrocarburos; y General Motors que (como expusimos en el capítulo 1) se creó como una combinación de productores independientes de automóviles. Cada una de estas empresas creó estructuras para admitir cierta independencia de las divisiones a la vez que una oficina central se encargaba de la coordinación de las actividades que se solapaban. En los ejemplos concretos, la “divisionalización” podía tanto representar una mayor descentralización, como en Du Pont, como mayor coordinación y control centrales, como en GM. Hoy la empresa multidivisional es la estructura organizativa dominante de las grandes empresas industriales existentes en las economías capitalistas. Muchas empresas no industriales y algunas organizaciones sin fines de lucro, entre ellas buen número de universidades, también emplean rasgos propios del sistema de divisiones. Incluso dentro de una misma empresa, las divisiones pueden definirse de muy diferentes maneras. Por ejemplo, una empresa puede tener una división de defensa del producto (definida en función del mercado o del cliente), una división de pequeños motores eléctricos (basada en el producto), una división de biotecnología (basada en la tecnología) y una división internacional (geográfica). La dirección general y la oficina central conservan los papeles esenciales en buen número de áreas, entre las que se incluyen la obtención de capital externo, la asignación de recursos entre divisiones, el nombramiento y la evaluación de los directores de división, la coordinación central de las políticas globales de la empresa y la adopción de las decisiones estratégicas. En las empresas multidivisionales más descentralizadas, todas las otras actividades y decisiones son atribuidas a los directores de división, incluidas las de I+D y ventas. En empresas menos descentralizadas, algunas de estas funciones siguen en manos de la oficina central y la autonomía de los directores de división respecto a algunas de las dimensiones importantes queda limi tada por las políticas y directrices determinadas centralmente. Los Precios De Transferencia En Las Empresas Multivisionales Por lo menos parcialmente, la actuación de las divisiones y sus gerentes siempre se mide en términos financieros. Se implantan procedimientos para medir los costes, los
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ingresos, el beneficio y las inversiones de las divisiones y las cifras resultantes se utilizan para juzgar la actuación y asignar recompensas. Los resultados son también datos críticos para las decisiones que determinan dónde asignar los recursos financieros de la compañía, que productos e inversiones desarrollar o favorecer, y qué ejecutivos ascender. Dentro de toda organización descentralizada, frecuentemente se produce un suministro de productos y servicios de una división a la otra; además, dentro de las divisiones se crean centros de responsabilidad de menores dimensiones y se emplean medidas financieras para juzgar la actuación de estas unidades y sus gestores. Estos centros de responsabilidad pueden ser plantas o secciones concretas o incluso subunidades más pequeñas. Hay un movimiento constante de productos y servicios entre los centros de responsabilidad, por lo tanto el uso de medidas financieras de la actuación exige establecer precios aplicables a estos bienes y servicios objeto de transferencia. Estos precios de transferencia tienen una importancia crucial para la empresa y los gerentes de las divisiones. La Importancia De Los Precios De Transferencia Desde el punto de vista de la división, los precios abonados y cargados en las transacciones entre divisiones pueden ser el determinante individual más importante de la medida financiera de la actuación de la división. Considérese el caso de una compañía petrolera integrada que dispone de una división que produce petróleo crudo, otra que transporta a las refinerías de la empresa y una tercera que lo refina y obtiene los productos derivados. La división de producción “vende” el crudo a la de transporte, que luego lo “revende” a la de refino. El precio aplicado a la primera de estas transacciones determina los ingresos de la división de producción y es un elemento primordial de los costes de la división de transpone. El precio aplicado a la segunda transacción determina el ingreso por unidad de la división de transpone y es un elemento básico de los costes de las refinerías. Dado el volumen efectivamente transferido, estos precios de transferencia no afectan al beneficio global de la empresa, pero determinan la actuación aparente de las diversas divisiones. Sin embargo, si los gerentes de las divisiones gozan de autonomía para determinar las cantidades que compran y venden, bien íntimamente o bien en sus tratos con el exterior, los beneficios totales de la compañía pueden también depender críticamente de los precios de transferencia. Si se juzgara a los directores de las refinerías por la rentabilidad de sus divisiones, y si el precio de transferencia que los directores pasan a la división de transpone es demasiado elevado, pueden buscar la adquisición de crudo a otros proveedores. Si el precio de transferencia abonado por la división de transpone al productor de crudos es demasiado bajo, el director de aquélla puede decidir vender su output en el mercado, en vez de transferirlo dentro de la empresa. Ambas categorías de transacciones pueden afectar adversamente a la rentabilidad global de la empresa si el beneficio de ésta se hace máximo cuando las compras y las ventas se realizan internamente. Incluso cuando no existe la posibilidad de compras y ventas externas, si cada división tiene la libertad de determinar cuánto compra y vende dentro de la empresa, un precio de transferencia mal calculado puede llevar a que una división no esté dispuesta a transferir las cantidades necesarias para hacer máximos los beneficios totales. Esto ocurre porque los precios de transferencia hacen que las unidades marginales compradas o vendidas no sean rentables para la división, aun cuando sean rentables para la empresa en su conjunto. Unos precios de transferencia mal elegidos pueden también llevar a decisiones empresariales erróneas, incluso cuando los gerentes de división no gozan del poder de decidir cuanto comprar o vender. La alteración de los precios de transferencia puede hacer que una actividad parezca o bien
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muy rentable o bien con rentabilidad negativa. A no ser que los ejecutivos de la sede central y sus colaboradores pongan un cuidado especial en la interpretación de las medidas de la actuación de las divisiones, pueden concluir que un determinado director cumple mucho mejor o mucho peor su tarea de lo que realmente lo hace; o lo que es más serio, pueden llegar a la conclusión incorrecta de que una actividad determinada es altamente rentable y debería expandirse, o que no es rentable y debería abandonarse. Precios de transferencia y precios de mercado Hay un caso especial en el que los precios de transferencia correctos desde todos los puntos de vista son muy fáciles de determinar: cuando existe un mercado externo para el bien o servicio en cuestión que es perfectamente competitivo (y que seguiría siéndolo incluso si la empresa participara en el mercado) y la utilización del mercado en lugar de las transacciones internas no supondría para el conjunto de la empresa costes o beneficios adicionales. En este caso, la adopción del precio del mercado externo como precio de transferencia conduce a la vez a que las decisiones cuantitativas de las divisiones hagan máximos los beneficios de la empresa y suministra las señales correctas sobre la actuación y las inversiones. No tiene ningún efecto sobre la rentabilidad de la corporación que los bienes y servicios se vendan y compren interna o externamente, siempre que las entidades objeto de las transacciones sean las que hacen máximos los beneficios de las divisiones a los precios vigentes en el mercado. Además, estas cantidades son las que efectivamente hacen máximos los beneficios de la empresa, y los precios de los mercados competitivos también sirven como los mejores indicadores posibles de la rentabilidad marginal de la expansión o de la contracción. (Damos una demostración formal de estas afirmaciones al final de esta sección.) Naturalmente, es raro que todas estas condiciones se cumplan plenamente. Es probable que sólo existan mercados competitivos de los productos y servicios de la empresa o de sus sustitutivos perfectos, para mercancías estandarizadas. Así, un intermediario del mercado internacional de granos o un fabricante de productos químicos básicos para la agricultura, podrían encontrar que sus sectores satisfacen esta condición, pero es comúnmente improbable que un fabricante de automóviles encuentre un mercado perfectamente competitivo de motores o transmisiones que correspondiera adecuadamente a los diseños de la empresa. Muy frecuentemente las empresas tendrán que depender de estimaciones de costes para fijar los precios de transferencia. Aun así, puede existir un mercado competitivo de un bien similar que puede usarse como base para determinar el precio interno. El caso Bellcor (véase el recuadro) constituye un buen ejemplo: se disponía de servicios de mecanografía externos, pero eran menos seguros para los documentos confidenciales, estaban situados menos convenientemente y quizá eran más lentos: sin embargo, fue la comparación entre el precio de 50 dólares por página de los servicios internos de mecanografía con el precio externo mucho más reducido lo que indicó que algo fallaba seriamente4.
4
El ejemplo de Bellcor es demostrativo de que el problema del precio de transferencia no es exclusivo de las compañías multidivisionales, puede presentarse también en las transacciones interdepartamentales dentro de una misma empresa. Este ejemplo advierte también sobre el cuidado que se debe tener al utilizar los datos contables para la gestión interna, en particular al distribuir los costes generales entre los departamentos o unidades.
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Como veremos en capítulos posteriores, cuando existen mercados casi perfectamente competitivos para los inputs, hay escasas razones para que una empresa este verticalmente integrada y se suministre sus propios insumos o recursos. Por esta misma razón, el caso más corriente de fijación de precios de transferencia se da cuando no existe mercado para el factor deseado o, si el mercado existe, está muy alejado del ideal competitivo. Puede haber pocos competidores en el mercado, de tal manera que los precios demasiado elevados a causa del poder de monopolio o, lo que es aún más importante, la utilización de mercados exteriores puede provocar fuertes costos de transacción, que provienen de las diferencias en información (véase el capítulo 5). Sin un mercado externo que funcione correctamente, tanto la determinación de la transacción que debe tener lugar dentro de la empresa o traspasar sus límites, como el establecimiento de los precios que hay que cargar internamente, pasan a ser dos tareas complicadas. Los gerentes de división, que buscan mejorar la rentabilidad de sus divisiones, tienen interés en manipular el precio de transferencia, quizá mediante la asignación de gastos de estructura a aquellos productos para los que la división compradora no tiene una fuente alternativa de suministro para así inflar los beneficios correspondientes a los productos para los que si tienen competencia.
Precios de transferencia en Bellcor Encontramos un ejemplo típico de los efectos negativos de establecer precios de transferencia erróneos en Bellcor (antiguamente conocida como Bell Labs), la subsidiaria de AT&T (compañía que como American Telaphone and Telegraph detentó el monopolio telefónico en Estados Unidos) dedicada a la investigación y a vender sus desarrollos a compañías telefónicas que operan en el ámbito local y regional bajo el control del Estado. A finales de los años ochenta Bellcor descubrió que sus talentosos y muy bien pagados ingenieros mecanografiaban sus propios comunicados internos, cartas y monografías de investigación o bien lo hacían elaborar por mecanógrafas externas, poniendo en peligro la confidencialidad de la información interna, al tiempo que el servicio de secretaria, supuestamente encargado de ello, estaba despidiendo personal por falla de trabajo. Este tremendo disparate era ocasionado por los precios de transferencia pagados sor los servicios de mecanografía, basados en un esquema de contabilidad de costes internos equivocado que asignaba al servicio una fracción demasiado grande de los gastos generales de la empresa. El precio de transferencia del mecanografiado llego a ser de 50 dólares por página. Los científicos e ingenieros, que disponían de incentivos financieros, decidieron naturalmente no utilizar e1 servicio. A medida que retiraban sus asuntos, los precios necesarios para satisfacer los costes fijos asignados al servicio de secretaría alcanzaban cotas cada vez más altas. Este ejemplo es extraido de Edgard Kovac y Henry Troy. Gentring Transfer Prices Right. What bellcor Did. Hardvard Business Review, septiembre-octubre 1989. pp. 146-154.
Los Precios De Transferencia Cuando Existe Un Mercado Externo Competitivo Asegurábamos antes que cuando existe un mercado externo competitivo para sus productos internos con un precio de mercado p, la empresa hace máximos sus beneficios
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cuando hace su precio interno de transferencia igual a p. Hay dos maneras de fundamentar esta afirmación. La primera es intuitiva y gráfica y tiene la ventaja de poner de relieve la importancia de las pérdidas que genera la utilización de una política diferente. La segunda es más abstracta, pero tiene la ventaja de unificar las ideas al relacionar explícitamente el análisis con dos de las ideas fundamentales del análisis económico: el teorema fundamental de la economía del bienestar y el principio de la maximización de la riqueza total. Un Tratamiento Gráfico En la figura 3.3 se expone gráficamente el argumento. En ella, los precios P1, P2 y P 3 representan tres posibles niveles del precio de mercado. La recta de pendiente positiva es el coste marginal y la curva de oferta de la división vendedora, y la de pendiente negativa es la curva de demanda de la división compradora. Sólo por casualidad el precio P3 que equilibra el mercado interno coincidiría con el precio establecido en el mercado externo.
E G Precio
P2
F D
P3 P1 A
B x1
C y2
y1 x2
Unidades
Fig. 3.3. Cuando hay un mercado externo, la diferencia entre la oferta y la demanda dentro de la empresa al precio de mercado se acomoda óptimamente con compras o ventas externas, sin ajustar los precios de transferencia.
Supóngase primero que el precio externo es bajo, es decir P1. Si el precio de transferencia se establece al nivel P3 al que se igualan la oferta y la demanda internas, ¿cuál será el beneficio de la empresa? Según los conceptos básicos de microeconomía, la función de demanda es el ingreso por el producto marginal que la división compradora consigue con la adquisición de unidades del producto transferido, y la función de oferta es la función del coste marginal de la división vendedora. En consecuencia, el beneficio total conseguido por las dos divisiones será el área entre las curvas de demanda y de oferta, que es el área del triángulo ADE. Si, en cambio, la división oferente produce x1 y la compradora utiliza y1, consiguiendo la diferencia y1 - x1 de suministradores externos en el mercado, los beneficios de las divisiones corresponderán a las áreas de los triángulos ABP1 en el caso de la división oferente y CEP1 en el de la compradora, con lo que el beneficio será mayor en la cantidad que representa el área del triángulo BCD. De manera similar, si el precio externo es P2 al que la oferta x2 excede a la demanda y2, la venta de la oferta excédeme en el mercado al precio P2 aumenta los beneficios totales en un impone igual al área del triángulo DFG respecto a los conseguidos con una transacción interna de una cantidad y a un precio para los que la oferta iguala a la demanda.
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Un Enfoque Formal Ahora probamos nuestra afirmación mediante la construcción de una economía artificial y la aplicación a ella del teorema fundamental de la economía del bienestar y el principio de la maximización del valor. El ejercicio pone de relieve que la misma lógica que afirma que los precios conducen a asignaciones eficientes de los recursos en los mercados, puede aplicarse también internamente en las empresas, sólo con considerar, a las divisiones o sus directores como consumidores. En la economía artificial, has dos bienes y tres consumidores. Los dos bienes son 1) el bien objeto de transferencia interna en la empresa, y 2) el dinero, que por definición tiene un precio igual a uno. Los primeros dos consumidores son las dos divisiones (o sus directores). Sólo se preocupan de cuánto compran o venden del bien producido internamente y cuánto dinero significa. Definimos la utilidad de cada uno de estos dos consumidores como el beneficio total conseguido por la división correspondiente. Designemos con los símbolos S y B a las divisiones vendedora y compradora respectivamente. Si ys es el número de unidades vendidas, xs es el importe percibido a cambio, podemos escribir la utilidad de la división vendedora corno Vs(ys) + xS, donde Vs(ys) es un número negativo que representa el coste de producir ys unidades. Para la división compradora, la utilidad puede escribirse de la misma forma general como Vb(yb) + xb, pero xb es un número negativo que indica el importe pagado, y Vb(yb) es un número positivo que indica los beneficios netos antes de cualquier pago por el bien transferido. El tercer consumidor de nuestra economía artificial representa a todos los otros consumidores en el mercado real, por lo que designamos a este tercer consumidor con el símbolo M. El consumidor M tiene una utilidad Vm(ym) + xm donde concretamos que Vm(ym) = pym. En consecuencia, M está dispuesto a comprar o vender cualquier cantidad al precio p. ¿Que aspecto tiene el equilibrio competitivo de esta economía artificial? Primero, debe regir el precio p, porque M querría comprar o vender unidades ilimitadas a cualquier otro precio. Dado el precio p, el consumidor S vende la cantidad que hace máxima su utilidad Vs(ys) + xS y el consumidor B adquiere la cantidad que hace máxima Vb(yb) + xb (Recuérdese que yb es un número negativo). Para que el mercado esté en equilibrio, la oferta debe ser igual a la demanda: es decir, ys + yb + ym = 0. Obsérvese que la utilidad de M es cero con independencia de cuanto compre o venda al precio p, por lo que esta ecuación de equilibrio del mercado es consistente con un comportamiento maximizador del consumidor M. Puesto que se trata de un equilibrio competitivo, por el teorema fundamental de la economía del bienestar la asignación que comporta es eficiente en términos de Pareto. También, tal como se ha construido, es aplicable el principio de maximización del valor, por lo que la asignación es eficiente si y sólo si hace máximo el valor total para las tres partes. Puesto que la utilidad de M es siempre cero, con independencia de las decisiones de las dos divisiones, las elecciones correspondientes al equilibrio competitivo hacen máxima la utilidad total de los consumidores B y S, es decir, hacen máximo el beneficio total de la empresa. Si la empresa estableciera un precio de transferencia distinto a p, la consecuencia sólo podría ser unos beneficios totales menores. Obsérvese que aquí hemos utilizado el principio de maximización del valor y el teorema fundamental de la economía del bienestar para caracterizar el comportamiento eficiente de las dos divisiones, más que para el conjunto de la economía. Al reemplazar el sector real de los consumidores por el artificio M cuyo bienestar no se ve afectado por las decisiones de la empresa,
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omitimos explícitamente su bienestar en los cálculos. El argumento aquí expuesto es válido incluso si el teorema fundamental no es aplicable a la economía real, porque, por ejemplo, hay un problema de poder de monopolio, de externalidades o de ausencia de mercados. El tipo de razonamiento expuesto es bastante importante en el análisis económico positivo de las organizaciones, y no debe confundirse con el razonamiento sobre la eficiencia real del conjunto de la economía. RESUMEN Incluso en las situaciones más simples, un equipo no puede trabajar eficientemente si sus miembros no actúan de manera coordinada. En una economía moderna, cuando la producción se lleva a cabo en un área geográfica amplia, el problema de suministrar los bienes y servicios adecuados en los momentos y lugares adecuados y a las personas adecuadas, exige una gran proeza de coordinación. Por otra parte, los individuos implicados deben estar motivados para llevar a cabo las partes que les corresponden del plan coordinado. A veces se pueden usar los precios para conseguir una organización efectiva en un proceso a gran escala de toma de decisiones, al pedirse a quienes deben adoptarlas que valoren los recursos limitados al precio señalado a cada uno de ellos. En nuestro ejemplo central, se aplicaba un precio en términos de vidas a las horas-equipo utilizadas en un proyecto porque estas horas-equipo podían aplicarse a otros proyectos para salvar vidas. Además, con el solo conocimiento del precio y de las características de los proyectos individuales, un equipo descentralizado podía tomar decisiones que, tomadas conjuntamente, constituían un plan eficiente para toda la organización. Los precios que cumplen esta función son precios similares a los del mercado: pueden determinarse como precios a los que la oferta de cada recurso es igual a la demanda. E1 modelo de equilibrio general neoclásico, de Arrow-Debreu es capaz de representar con todo detalle las complejas actividades de consumo y producción de las empresas y los consumidores en la economía. Un equilibrio competitivo del modelo es un conjunto de precios y una asignación de recursos tal que los consumidores hacen máximas sus respectivas utilidades, las empresas hacen máximos sus beneficios, y las cantidades que los vendedores desean ofrecer a los precios dados son iguales a las que los compradores desean adquirir. El teorema fundamental de la economía del bienestar sostiene que la asignación competitiva de bienes es eficiente. En un equilibrio competitivo, los precios suministran a los consumidores y a las empresas toda la información que necesitan para saber que hacer, y sólo piden a las empresas o a los consumidores que hagan máximo su beneficio o su utilidad. En este sentido, teóricamente los mercados pueden resolver tanto el problema de coordinación como el de motivación. La observación empírica de los mercados parece verificar que incluso con un número de participantes relativamente moderado, el comportamiento en los mercados es aproximadamente el que predice el modelo neoclásico. El modelo neoclásico también subraya varios problemas de las economías reales. Primero, en economías con rendimientos de escala crecientes, pueden no existir precios a los que la demanda iguale a la oferta, en cuyo caso los precios por sí solos no pueden coordinar y motivar para que se elijan las opciones adecuadas. Las economías de escala están también ligadas a la competencia imperfecta, que daña a la eficiencia de la actividad económica. Segundo, puede haber extenalidades o ausencia de mercados, por lo que los individuos responsables de las decisiones pueden encontrarse con que los precios no reflejan exactamente los costos sociales o que determinados intercambios deseados no pueden llevarse a cabo. Como veremos en el capítulo 5, hay buenas
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razones para que determinados mercados estén ausentes y no sea fácil formarlos. Históricamente, una de las razones esenciales del crecimiento de las empresas y de otras instituciones distintas al mercado fue que los mercados no regulados no conseguían la eficiencia. Pero las soluciones distintas al mercado suscitan nuevos problemas de coordinación, planificación y control. Como hemos visto, los precios pueden ser muy valiosos, incluso en la organización interna, para evaluar la actuación y guiar las decisiones de los gestores. RESEÑA BIBLIOGRÁFICA El modelo neoclásico de una economía de propiedad privada y el teorema fundamental de la economía del bienestar representan la culminación de doscientos años de investigación económica, que comenzaron con la riqueza de las naciones de Adam Smith (1776). El artículo de Roy Weintraub contiene una exposición del desarrollo histórico de la teoría. La versión y la interpretación aquí expuesta se debe en gran medida a Keneth Arrow y Gerard Debreu; ambos consiguieron el Premio Nobel en parte por estos trabajos. En la Theory of Value de Debreu (1959) puede hallarse el tratamiento clásico, pero este volumen es bastante abstracto y fuertemente matemático. Tratamientos más accesibles pueden encontrarse en algunos libros de texto de microeconomía de nivel intermedio y en de Wemer Hildenbrand y Alan Kirman. El informe de Arrow al Congreso de los Estados Unidos (reproducido en el libro de Haveman-Margolis) es una exposición especialmente clara de las ideas claves. Su ensayo incluido en el libro de Margolis desarrolla su idea de considerar las externalidades como ausencias de mercado. Las áreas activas de la investigación en curso consisten en exploraciones teóricas y experimentales de los incentivos en los mercados y la cuestión de si el equilibrio competitivo se acerca a los resultados de un comportamiento competitivo imperfecto. En los artículos de John Roberts y Vernon Smith en The New Palgrave pueden hallarse breves introducciones a estos temas. Friedrich Hayek, a lo largo del debate sobre la posibilidad de que una economía socialista funcione eficientemente, acentuó las reducidas exigencias informativas del sistema de precios. En The Economics of Control se publica la propuesta de Abba Lerner sobre el socialismo de mercado y su desarrollo de la relación entre un comportamiento de aceptación de los precios y la eficiencia. La formalización de las ideas de Hayek se debe, sobre todo, a Leonid Hurwicz, que presenta una introducción a esta en su artículo de la American Econonic Review. La mayoría de los libros de texto de microeconomía intermedia abordan los problemas con que el sistema de precios se enfrenta ante rendimientos crecientes, competencia imperfecta y externalidades. Nuevamente, se debe a Arrow el acento sobre la ausencia de mercados. Véase otra vez su informe ante el Congreso antes mencionado. George Stigler fue el primero en desarrollar la importancia de la búsqueda. Cuando ganó el premio Nobel se mencionó este trabajo. Otra área muy activa de la investigación actual es la posibilidad de que sean fallos en la coordinación la explicación del desempleo. Peter Diamond ha encabezado esta tendencia. Quizá el modelo más completo construido sobre estas líneas es el artículo de Roberts en la American Econoinic Review, pero es bastante difícil y por el momento no hay una exposición de su trabajo que sea fácilmente accesible. La aproximación más cercana puede ser el artículo de Russell Cooper y Andrew John. En el libro de Arrow se desarrolla la idea de que las organizaciones son una respuesta a los fallos del mercado. La mayoría de los libros de texto sobre contabilidad de costes abordan el tema de los precios de transferencia. El clásico en este campo es el de Charles Horngren y George Foster.
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EJERCICIOS Material Para La Reflexión 1. Que muchos pasajeros dejen de presentarse a los vuelos para los que tienen billete ha llevado a que a menudo las compañías aéreas vendan más billetes que los que el vuelo realmente permite (es lo que se conoce por overbooking). Cuando todos los pasajeros con reserva comparecen, se hace necesario «desplazar» algunos a vuelos posteriores. ¿Qué criterios pueden aplicarse para elegir qué pasajeros hay que desplazar? En Estados Unidos, en los últimos años, se ha hecho usual ofrecer primas a los pasajeros que voluntariamente acepten ser desplazados. Evalúese esta alternativa desde la perspectiva tanto de equidad como de eficiencia. 2. En muchos países se intenta asegurar un mínimo de bienestar a las familias más necesitadas mediante el subsidio de las necesidades básicas. Por ejemplo, muchos países subsidian el precio del pan, reduciéndolo muy por debajo del precio de mercado. ¿Cuáles son las desventajas de este enfoque de la atención a las familias pobres? ¿Puede pensar en una solución mejor? 3. Por razones históricas, en California los habitantes de la ciudad pagan por el agua cuatro veces más que los agricultores. ¿Qué consecuencias espera que produzca una diferencia tan enorme? 4. En muchas universidades se aplica un sistema muy complicado que se basa en la antiguedad y el azar para asignar las habitaciones en las residencias y otrás viviendas subvencionadas. ¿Por qué no se aplica un sistema de precios para asignar las habitaciones a quienes más las valoran? ¿Cuáles serian las ventajas y desventajas de un sistema así? Ejercicios Matemáticos 1. En el problema sobre precios de transferencia estudiado en la figura 3.3. cuando el precio de mercado es P1 se demostró que la ganancia consiguiente a la utilización del mercado externo en lugar de comprar y vender sólo internamente en la empresa era igual al área del triángulo BCD. Reconstruya el gráfico y halle qué parte de esta ganancia es consecuencia del aumento de las adquisiciones por parte de la división compradora. Halle, también, qué parte es consecuencia de la reducción en la producción de la división vendedora. Si la empresa hubiera estado utilizando un precio de transferencia interno P3 sin compras o ventas externas, y adopta el precio de mercado P1 permitiendo compras y ventas externas, ¿cómo se verán afectados los beneficios conseguidos por cada división? 2. Considérese una economía con dos tipos de bienes que la gente desea. Llamamos a estos dos bienes «dinero» y «mana». Hay también dos tipos de personas. El primer grupo «locos por el maná» otorga a una combinación de x1 unidades de dinero e y1, unidades de maná la utilidad que se desprende de la función x1 + (3y1 — y12). El segundo tipo «locos por el dinero» valora x2 unidades de dinero e y2 unidades de maná de acuerdo con la función de utilidad x2 + (2y2 — y22). Cada tipo de consumidor parte de una dotación de una unidad de maná y diez unidades de dinero. Utilícese el principio de maximización del valor para determinar cuánto maná debe asignarse a cada uno de los dos tipos de consumidores en cualquier asignación eficiente en esta economía. ¿Cuál debe ser el precio del maná (en unidades monetarias) para que la economía esté en un equilibrio competitivo? Utilícese la primera parte del problema para demostrar que una asignación de equilibrio competitivo es eficiente. 3. Considérese una economía con dos tipos de bienes, llamados X e Y, y dos tipos de personas, denominadas «amantes de X» y «amantes de Y». Un amante de X que consuma x unidades del bien X e y unidades del bien Y disfruta de una utilidad igual a 2Ln (x) + Ln (y). Un amante de Y
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que consuma x unidades del bien X e y unidades del Y, disfruta de una utilidad igual a Ln (x) + 2Ln (y). Hay tantos amantes de X como de Y en la economía y cada uno tiene una dotación de tres unidades de cada tipo de bien. Si los precios del bien X y del Y son ambos de uno por unidad, ¿cuántas unidades de cada bien serán ofrecidas o demandadas por cada tipo de persona? Utilice su respuesta para demostrar que existe un equilibrio competitivo al que el precio de cada bien es uno. Demuéstrese que, en tal caso, la asignación de equilibrio competitivo hace máxima la utilidad total de todas las personas de la economía. Argumente que ello implica que la asignación es eficiente.
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