C Rogers Hacia Un Enfoque Moderno de Los Valores Rogers

August 20, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
Share Embed Donate


Short Description

Download C Rogers Hacia Un Enfoque Moderno de Los Valores Rogers...

Description

 

 Instituto de de Expansión Expansión de la C Consciencia onsciencia Humana Humana Santiago, Las Condes  RUT Nº 76.380.630-8 76.380 .630-8 [email protected] www.transformacion.cl

 Hacia un enfoque moderno modern o de los valores:  EL PROCESO DE VALORACIÓN EN LA PERSONA MADURA1 Carl R. Rogers El problema de los valores es hoy día motivo de gran preocupación. En casi todos los países, la juventud se siente profundamente insegura de su orientación valórica; las difere dif erente ntess rel religio igiones nes han pe perdid rdido o bue buena na par parte te de su inf influe luenci ncia; a; las pe pers rsona onass má máss instruídas de todas las culturas parecen inseguros y preocupados por los objetivos que valora val oran. n. Las raz razon ones es no son difí difícile ciless de hal hallar. lar. La cul cultur turaa mu mundi ndial, al, en tod todos os su suss aspectos; se muestra cada vez más científica y relativista, y los criterios rígidos y absolutos sobre los valores, recibidos del pasado, parecen anacrónicos. Lo que es quizá más importan importante, te, el ind individ ividuo uo mod moder erno no se ve aco acosad sado o des desde de to todos dos los fla flanco ncoss por reclamos de valores divergentes y contradictorios; ya no puede instalarse cómodamente en el sistema de valores de sus antepasados o de su comunidad, como podía hacerlo en época no muy lejana, y vivir su vida sin examinar jamás la naturaleza y los supuestos de ese sistema. Ante esta situación, no es sorprendente que las orientaciones valóricas del pasado se nos aparezcan en un estado de desintegración o colapso. Cuestionamos la existencia real o posible cualquier valor y a po menudo percibimos en ba nuestro mundo mode mo dern rno ode he hemo moss pe perd rdid ido o universal qu quiz izáá to toda da posi sibi bili lida dad d de tene tenerrque una base se ge gene nera rall o intercultural para los valores. Un resultado natural de esta incertidumbre y confusión es la creciente preocupación e interés por buscar un enfoque de los valores sano, seguro y plen pleno o de sign signif ific icad ado, o, ca capa pazz de pe pers rsis isti tirr en el mu mund ndo o ac actu tual al.. Yo co comp mpar arto to es esta ta preocupación general y también he experimentado los problemas más específicos al respecto que surgen en mi propio campo de actividad, la psicoterapia. Los sentimientos y convicciones del cliente con relación a los valores suelen cambiar en el curso de la terapia.

1

 Publicado originalmente en el Journal el  Journal of Abnormal Abnormal and Social Psychology, Psychology, vol. 68, nº 2, 1964, págs. 160-67 y

también en Persona en Persona a Persona, Persona, de C.R. Rogers, B. Stevens y otros; Amorrortu Editores, B. Aires, 1980.

 

2

¿Cómo puede saber él, o nosotros, si ha cambiado para bien? ¿O acaso el cliente se limita a tomar para sí el sistema de valores de su terapeuta, como pretenden algunos? La psicoterapia, ¿es un mero dispositivo que posibilita la transmisión inconsciente de los valores no reconocidos ni examinados del terapeuta a un cliente que nada sospecha? ¿O bien esta transmisión de valores debe ser el propósito abiertamente declarado del terapeuta? ¿Debe convertirse éste en el sacerdote moderno, sosteniendo e impartiendo un sistema de valores acorde con los tiempos actuales? ¿Y cuál sería ese sistema? Mucho se ha dicho sobre todo esto, desde reflexivas exposiciones de base empírica como la de D. D. Glad, hasta otras muy polémicas. Como sucede tan a menudo, el problema general que enfrenta la cultura es dolorosa y concretamente evidente evidente en el macrocosm macrocosmos os cultural denominado relación terapéutica. Me gu gusta staría ría int inten entar tar un mo modes desto to enf enfoqu oquee de es este te pro proble blema ma glo global bal.. He obs observ ervado ado modificaciones en el enfoque de los valores a medida que el individuo evoluciona de la infa infanc ncia ia a la ed edad ad ad adul ulta ta y nu nuev evos os ca camb mbio ioss cu cuan ando do -s -sii es afor afortu tuna nado do-- co cont ntin inúa úa evolucionando hacia la verdadera madurez psicológica. Muchas de estas observaciones surg surgie iero ron n de mi expe experi rien enci ciaa tera terapé péut utic ica, a, la cual cual me ha brin brinda dado do múlti últipl ples es oport op ortun unidad idades es de ver cóm cómo o las pe perso rsonas nas se encam encamina inan n hac hacia ia un unaa vid vidaa más rica. Partiendo de ellas, creo ver emerger algunas directrices que podrían ofrecer un nuevo concepto del proceso de valoración, más sostenible en el mundo moderno. Como prime primerr paso, he presentado parcialmente algunas de estas ideas en trabajos anteriores; ahora querría exponerlas en forma más clara y completa. Deseo subrayar que no hago estas observ obs ervaci acione oness des desde de la pe persp rspect ectiva iva de un hum humani anista sta o filóso filósofo. fo. Hab Hablo lo des desde de mi experiencia del ser humano actuante tal como lo he conocido al convivir con él en la íntima experiencia de la terapia, así como en otras situaciones de evolución, cambio y desarrollo.

 Algunas definiciones Antes de presentar algunas observaciones conviene, quizá, que procure aclarar qué entiendo por valores. Las definiciones abundan, pero Charles Morris ha establecido ciertos matices que estimo útiles. Señaló que usamos el vocablo “valor” de diferentes maneras. Expresamos con él la tendencia de cualquier ser viviente a demostrar, en sus actos, una mayor preferencia por una clase de objeto u objetivo que por otra; Morris llama a este comportamiento preferencial “valores operativos”. Esta elección no exige ningún pensamiento cognoscitivo o conceptual; es simplemente la elección de valor indicada a través de la conducta cuando el organismo elige un objeto y rechaza otro. La lombriz de tierra que, colocada en un “laberinto” bifurcado, elige la rama suave en vez de la cubierta con papel de lija está indicando un valor operativo. Una segu Una segund ndaa acep acepci ción ón de dell té térm rmin ino o po podr dría ía llam llamars arsee “val “valor ores es co conc nceb ebid idos os”: ”: es la preferencia del individuo por un objeto simbolizado. Esta preferencia encierra por lo común un anticipo o previsión del resultado de la conducta dirigida hacia ese objeto

 

3

simbolizado. Un ejemplo de valor concebido es elegir que “la honradez es la mejor política”. Finalmente, utilizamos el término para designar lo que podría denominarse “valor objetivo” cuando queremos referirnos a aquello que es objetivamente preferible, sea o no sentido o concebido en realidad como deseable. Mi exposición apenas si concierne a esta última definición, ya que se ocupa de los valores operativos y conceptualizados (“concebidos”).

Cómo valora el bebé Hablemos primero del bebé. Desde un principio, el ser humano posee un claro enfoque de los valores: prefiere algunas cosas y experiencias y rechaza otras. Estudiando su comportamiento podemos inferir que prefiere las experiencias que mantienen, mejoran o ejercitan su organismo, rechazando las que no cumplan dicho fin. Observémoslo un poco y veremos que: Da un valor negativo al hambre, expresando esto a menudo en forma clara y ruidosa. Da un valor positivo al alimento, pero cuando está satisfecho lo valora negativamente: escupe la misma leche por la que tanta avidez demostraba, o rechaza el pecho que tanto lo satisfacía apartando la cabeza del pezón con una cómica expresión de disgusto y repugnancia. Valora la seguridad y el acto de tenerlo en brazos y acariciarlo que transmiten esa seguridad. Valora la experiencia nueva por sí misma, manifestándolo en el franco placer con que descub des cubre re los ded dedos os de sus sus pie pies, s, en sus sus mo movim vimien ientos tos explor explorato atorio rioss y su ins insacia aciable ble curios cur iosida idad. d. De Demu muest estra ra adj adjudi udicar car un unaa cla clara ra val valora oració ción n ne negat gativa iva al dol dolor or físic físico, o, lo loss sabores amargos, los ruidos fuertes y repentinos repentinos.. Todo esto es una perogrullada, pero examinemos esos hechos en función de lo que nos dicen sobre el modo en que el bebé enfoca los valores. Ante todo, no es un sistema fijo sino un  proceso de valoración flexible y cambiante. El mismo alimento le gusta y le disg disgus usta ta;; va valo lora ra la segu seguri ridad dad y el repo reposo so pe pero ro lo loss rech rechaza aza pa para ra bu busc scar ar nu nuev evas as experienc expe riencias. ias. Al pare parecer, cer, lo mejo mejorr serí seríaa descr describirlo ibirlo como un  proceso organísmico de valoración  en el cual cada elemento, cada momento de experiencia, es sopesado de algún modo y luego elegido o rechazado según tienda o no (en ese momento) a ejercitar y mejorar el organismo. Evidentemente, este complicado examen de experiencias no es una función consciente o simbólica sino organísmica; no son valores concebidos sino opera op erativ tivos os.. No obs obstan tante te,, este este proce proceso so tam tambié bién n pu puede ede tra traer er apa aparej rejado adoss com comple plejos jos proble pro blemas mas de val valore ores. s. Re Recor corde demos mos aqu aquel el exp experi erime mento nto en el cu cual al col coloc ocaban aban ant antee pequ pe queñ eños os infa infant ntes es un unaa ve vein inte tena na o má máss de plat platos os con con al alim imen ento toss al na natu tura rall (s (sin in condimentar). Por un tiempo manifestaban una clara tendencia a valorar los alimentos que favorecían su propia supervivencia, crecimiento y desarrollo: si un niño se llenaba de féculas, pronto habría de equilibrar su dieta con un atracón de proteínas; si a veces elegía una dieta deficiente en alguna vitamina, luego buscaba alimentos ricos en ella. En

 

4

sus elecciones de valores empleaba la sabiduría del cuerpo o, lo que sería quizá más exacto, la sabiduría fisiológica de su cuerpo guiaba sus movimientos conductuales dando por resultado elecciones de valor que consideraríamos objetivamen objetivamente te buenas. Veamos otro aspecto del enfoque enfoque de valores en el bebé. No cabe duda de que la fuente o locus del proceso de evaluación está dentro de él; a diferencia de muchos de nosotros, el infante sabe qué le gusta y qué le disgusta, y el origen de estas elecciones de valor radica estrictamente en él: es el centro del proceso de valoración, son sus propios sentidos los que proveen la evidencia en que basará sus elecciones. A esta altura de su vida no está influído por lo que sus padres piensan que debe preferir, o por lo que dice la Iglesia, o por la opinión del último “experto” en la materia o por el poder persuasivo de una agencia agenc ia publicita publicitaria. ria. Su organ organismo ismo dice dice,, en forma no verbal: “Esto es bueno para mí”, “Aquello es malo para mí”,   “Esto me gusta”, “Aquello no me gusta nada ”, partiendo de su propia experiencia. Si pudiera darse cuenta de nuestra preocupación por los valores se reiría de ella. ¿Cómo podemos ignorar qué nos gusta y que nos disgusta, qué nos hace bien y qué nos daña?

 El cambio en el proceso de valoración ¿Qué sucede con este proceso de valoración tan eficaz, de base tan segura? ¿Qué serie de hechos nos lleva a cambiarlo por el enfoque más rígido, incierto e ineficaz que nos caracteriza a la mayoría de los adultos? Trataré de exponer brevemente una de las maneras principales en que, según creo, esto ocurre. El bebé necesita y quiere amor, tendiendo a practicar conductas que produzcan una repetición de esta experiencia deseada; pero esto trae complicaciones. Le tira del cabello a la hermana y le gusta oírla quejarse y protestar, pero luego oye decir que “es un niño malo y travieso” (juicio tal vez reforzado por un golpe en la mano) y le retiran el cariño. A medida que se repite esta experiencia y muchísimas otras parecidas, el infante va aprendiendo gradualmente que aquello que a él le parece “bueno” suele ser “malo” a ojos de los otros. En la etapa siguiente, el infante acaba adoptando hacia sí mismo la actitud de los demás: ahora, al tirarle el pelo a su hermana, proclama solemnemente: “Niño malo, malo” , introyectando el juicio de valor de otra persona, tomándolo como propio. prop io. Ha abando abandonado nado la sabid sabiduría uría de su organ organismo ismo,, el locu locuss de valoración, y para retener el cariño trata de comportarse en función de valores establecidos por otro. Veamos otro ejemplo en un niño de más edad. Este niño, quizás en forma inconsciente, siente que sus padres lo aman y aprecian más cuando piensa que será un doctor que cuando sueña con ser artista; introyecta gradualmente los valores adscritos al hecho de ser doctor y acaba deseándolo por sobre todas las cosas. Luego, ya en la Facultad de Medicina, Medic ina, le sorp sorprende renden n sus repetido repetidoss fraca fracasos sos en quí química mica -mate -materia ria absol absolutam utamente ente ne nece cesa sari riaa pa para ra gradu graduar arse se en me medic dicin inaa- a pe pesa sarr de qu quee el as ases esor or de orie orient ntac ació ión n vocacional le asegura que es capaz de aprobar el curso. Sólo en las entrevistas con el

 

5

orientador comienza a comprender hasta qué punto ha perdido todo contacto con sus reacciones organísmicas, cuán ajeno es a su propio proceso de valoración. Daré un tercer ejemplo tomado de un grupo de eventuales maestras a quienes dicté un curso. Al comienzo del curso les pedí que enumeraran los dos o tres valores que más deseaban trasmitir a sus alumnos, y algunos de los muchos que nombraron como objeti obj etivos vos me sor sorpre prendi ndiero eron: n: una unass señ señalab alaban an cos cosas as tales tales com como o “hablar correctamente”, “u “usa sarr un bu buen en in ingl glés és sin sin mo modi dism smos os”; ”;  ot “segui guirr las otra rass me menc ncio iona naba ban n la pr prol olij ijida idad: d: “se instrucciones al pie de la letra”,  y no faltó una que indicó: “ Quiero que cuando les diga que escriban su nombre en la esquina superior derecha de la hoja y la fecha debajo lo hagan así   y no de otra forma”. Confieso que casi me aterró el hecho de que para algunas de esas jóvenes los valores más importantes a transmitir a sus alumnos fueran evitar las faltas g gramaticales ramaticales o seguir meticulosamente meticulosam ente las instruccione instruccioness de la profesora. Me sentí desconcertado. Ciertamente, ellas no habían experimentado estas conductas como los elementos más satisfactorios y significantes de sus vidas; la inclusión de semejantes valores en la lista sólo podía explicarse por el hecho de que los mismos habían recibido la aprobación de la gente, introyectándose así como valores importantísimos. Estos ejemplos tal vez nos estén indicando que el individuo abandona y entrega a otros locus cus de evaluación que poseía en la infancia en un intento de ganar o retener el el lo cariño car iño,, apr aproba obació ción n o est estima ima de los demá demás. s. Apr Aprend endee a desconfiar básicamente de sus propias vivencias como guía de su conducta. Aprende de los otros un gran número de valores concebidos y los adopta como suyos aunque tal vez discrepen notablemente de lo que le dicta su experiencia. Al no estar fundados en su valoración personal, estos conceptos tienden tienden a ser fijos y rígidos, en vez de fluídos y cambiantes.

 Algunas pautas introyectadas Creo Cr eo qu quee la ma mayo yorí ríaa de no noso sotr tros os ac acum umul ulam amos os de es este te mo modo do la lass pa paut utas as de va valo lorr introyectadas que guían nuestra vida. En la cultura actual, fantásticamente compleja, las pautas que introyectamos como deseables o indeseables provienen de diversas fuentes, siendo sie ndo a me menu nudo do mu muy y con contra tradic dictor torias ias en sus sus sig signif nificad icados. os. Vea Veamo moss alg alguna unass de las introyecciones comúnmente aceptadas: Los deseos y comportamientos sexuales sexuales son muy malos. Las fuentes de esta opinión son múltiples: padres, Iglesia, profesores profesores.. Desobe Des obedec decer er es mal malo. o. Aqu Aquíí pad padre ress y mae maestr stros os se alí alían an par paraa su subra brayar yar el con concep cepto: to: obedecer es bueno, obedecer sin preguntar es aún mejor. Lo más deseable es ganar dinero. No mencionamos las fuentes de este valor concebido por ser demasiado numeros numerosas. as.

 

6

El aprendizaje “enciclopédico” es altamente deseable; hojear los libros, leer por simple curiosidad o por puro entretenimiento es indeseable. Estos dos conceptos tienden a originarse en la escuela y en el sistema de enseñanza. El ar arte te abst abstra ract cto, o, “op” “op” o “p “pop op”” es bu buen eno. o. Es Este te va valo lorr prov provie iene ne de la ge gent ntee qu quee consideramos sofisticada. El máximo bien es amar al prójimo. Esta idea viene de la Iglesia y quizá de los padres. La coop cooper eraci ación ón y el trab trabaj ajo o en equi equipo po so son n pr pref efer eribl ibles es a la lab labor or in indi divi vidu dual al.. Lo Loss compañeros son una fuente importante de este concepto. Engañar es inteligente y deseable. Esto también proviene del grupo de pares. Las bebidas gaseosas, la goma de mascar, los refrigeradores y los automóviles son absolutamente deseables. Esta idea no nace sólo de la propaganda: la gente adhiere a ella ella y la ap apoy oyaa en to todo do el mu mund ndo; o; de desd sdee Jama Jamaic icaa al Japó Japón, n, de desd sdee Co Cope penh nhagu aguee a Kowloon, se ha llegado a considerar la “cultura de las gaseosas” como el summum de lo deseable. Este es un ejemplo reducido y diversificado de las miríadas de valores concebidos que las las pe pers rson onas as su suel elen en intr introy oyec ecta tarr y ma mant nten ener er co como mo prop propio ios, s, si sin n ha habe bers rsee pu pues esto to a considerar jamás sus reacciones organísmicas internas ante esas pautas y objetos.

Características comunes de la valoración adulta A mi entender, de lo anterior se desprende que el enfoque de valores del adulto común (temo estar refiriéndome a la mayoría de nosotros) posee las siguientes características: La mayoría de sus valores son introyectados y provienen de otros individuos o grupos importantes para él, pero los considera como propios propios.. En la mayoría de los temas, la fuente o locus de evaluación radica fuera de él. El criterio quee ap qu apli lica ca pa para ra esta establ blec ecer er su suss val valor ores es es el gr grad ado o de am amor or o ac acep epta taci ción ón qu quee le depararán. No hay rel relaci ación ón alg alguna una entre entre estas estas pre prefer ferenc encias ias con conceb cebida idass y su pro propio pio proce proceso so vivencial, o bien la hay pero es confusa. Suele haber una discrepancia amplia, pero no reconocida, entre estos valores concebidos y lo que le muestra su propia experiencia. Como estas concepciones no pueden someterse a la prueba de la experiencia, debe mantenerlas rígidas e inmutables, pues de lo contrario sus valores se derrumbarían. De ahí que éstos sean “los correctos”... igual que la ley de medos y persas que jamás cambiaba. Como estos valores no pueden ponerse a prueba, no hay un medio rápido de resolver las contradicciones. Si ha tomado de la comunidad la noción de que el dinero es lo supremo de lo deseable y de la Iglesia la idea de que lo es el amor al prójimo, le es imposible descubrir cuál de los dos conceptos encierra más valor para él. De ahí que en la vida vida mod oder ern na sea com común que el hombre bre ac actú túee se segú gún n val alor orees por ente terro contradict cont radictorio orios. s. Discu Discutimo timoss tranq tranquilam uilamente ente la posi posibilidad bilidad de arroj arrojar ar una bomba de

 

7

hidrógeno sobre Rusia, pero nos saltan las lágrimas cuando leemos los titulares sobre el sufrimiento de una criatura. Al haber cedido a otros el locus de evaluación y perdido contacto con su propio proceso de val valora oració ción, n, se sie siente nte pr profu ofunda ndame mente nte ins insegu eguro ro y fác fácilm ilmen ente te ame amenaz nazado ado en su suss va valo lore res. s. Si se de dest stru ruye yera ran n algu alguno nos, s, ¿c ¿cuá uále less lo loss remp rempla lazar zaría ían? n? Es Esta ta po posi sibi bili lidad dad amenazadora lo empuja a aferrarse a sus conceptos sobre los valores más rígida y/o confusamente.

 La discrepancia fundamental funda mental Creo qu Creo quee esta esta im imag agen en de dell indi individ viduo uo qu quee ma mant ntie iene ne sus sus va valo lore ress -en -en su ma mayo yorí ríaa introyectados- como si fueran conceptos fijos rara vez examinados o puestos a prueba, es aplicable a la mayoría de nosotros. Al asumir como nuestras las concepciones ajenas, perdemos contacto con la sabiduría potencial de nuestro propio funcionamiento vital y perdemos confianza en nosotros mismos. Como estas construcciones de valor suelen diferir radicalmente de lo que ocurre en nuestro propio vivenciar, hemos llegado a un divorcio básico con relación a nosotros mismos; a esto se debe buena parte de la tensión e ins insegu egurida ridad d mod modern ernas. as. Est Estaa dis discre crepan pancia cia fun fundam dament ental al en entre tre los con concep ceptos tos del individuo y su vivencia real, entre la estructura intelectual de sus valores y el proceso de val valora oració ción n inc incon onsci scient ente, e, es par parte te int integr egrant antee de la enaje enajenac nación ión funda fundame menta ntall del hombre moderno respecto respecto de sí mismo. He aquí un gran problema para el terapeuta.

 Restableciendo contacto con la experiencia Algunos Algun os ind indivi ividuo duoss afo afortu rtunad nados os su supe peran ran es esta ta ima imagen gen y ev evolu olucio cionan nan más hac hacia ia la madurez psicológica. Esto se advierte en psicoterapia, donde logramos proporcionar un clima favorable para el desarrollo de la persona, y también en la vida siempre que ella le brinde al individuo un clima terapéutico. Permítaseme detenerme en esta mayor maduración del enfoque de los valores, tal como la he visto en terapia. En primer lugar diré, a modo de salvedad, que la relación terapéutica no carece de valores. Todo lo contrario: creo que la más eficaz está teñida por un valor primario: el de que esta persona, este cliente, es valioso en sí mismo . Como persona, se lo valora en su individualidad y unici un icidad; dad; es al senti sentirse rse apr apreci eciado ado com como o pe perso rsona na cua cuando ndo pu puede ede em empe pezar zar a val valora orarr lentamente los diferentes aspectos de sí mismo, cuando -y esto es lo más importantepued pu edee come comenz nzar ar a pe perc rcib ibir ir y sent sentir ir lo qu quee oc ocur urre re en su in inte teri rior or,, lo qu quee si sien ente te y experimenta, su modo de reaccionar; esta percepción le resulta muy difícil al principio. Usa su vivencia como referente directo al cual puede recurrir para elaborar conceptos precisos y como guía de conducta (E.T. Gendlin ha profundizado sobre la manera en que esto ocurre). A medida que su vivencia se le hace más clara, el individuo es capaz de seguir más libremente el proceso de sus sentimientos; luego, su enfoque de los valore val oress com comien ienza za a exp experi erime menta ntarr cam cambio bioss im impor portan tante tes, s, a asu asumir mir mu much chas as de las características que tenía en la infancia.

 

8

 Los valores introyectados en relación  con las vivencias Intentaré demostrar lo anterior examinando algunos de los breves ejemplos de valores introyectados que di párrafos atrás y sugiriendo los cambios que sufren a medida que el individuo percibe mejor lo que ocurre en su interior. El individuo sometido a terapia echa una mirada retrospectiva y comprende: “Pero yo gozaba tirándole del pelo a mi hermana... y no por eso soy una mala persona”. A medi medida da qu quee ca capt ptaa su pr prop opio io vi vive venc ncia iar, r, el es estu tudi dian ante te qu quee fraca fracasa sa en qu quím ímic icaa comprende: “Yo no valoro la profesión médica, aunque mis padres lo hagan; no me gusta la química; no me gusta estudiar medicina; y no soy un fracasado por abrigar estos sentimientos”. El adulto reconoce que los deseos y comportamiento sexuales pueden proporcionar gran satisfacción y depararle consecuencias permanentemente enriquecedoras, o bien supe superflu rfluas, as, temp tempora orarias rias e ins insati atisfa sfacto ctoria rias. s. Obr Obraa se según gún su prop propia ia viv viven encia cia,, que que no siempre coincide con las normas sociales. Considera el arte bajo un nuevo enfoque de valor y dice: “Este cuadro me conmueve profundamente, significa mucho para mí; ciertamente es una pintura abstracta, pero mi valoración no depende de eso”. Comprende que a veces le halla sentido y valor a la cooperación, en tanto que en otras desea estar y actuar solo.

 La valoración en la persona madura El proceso de valoración que parece desarrollarse en esta persona más madura muestra similitudes y marcadas diferencias con el del infante. Fluído y flexible, se basa en el mome mo ment nto o pr pres esen ente te y en el grad grado o de me mejo jora rami mien ento to y reali realizac zació ión n qu quee ofre ofrezc zcaa su experiencia. Los valores no son rígidos sino continuamente cambiantes: la pintura que el año anterior hallamos plena de significado hoy carece de interés para nosotros; el modo de trabajar con otras personas que antes nos parecía bueno ahora nos resulta inadecuado; hoy consideramos parcial o, quizá, totalmente falsa la creencia que ayer tuvimos por verdadera. Su va valo lora raci ción ón de la expe experi rien encia cia es ade ademá máss mu muy y di dife fere renc nciad iadaa o, co como mo di dirí rían an lo loss semá semánt ntic icos os,, exte extens nsio iona nal. l. Aq Aque uell llas as even eventu tual ales es ma maes estr tras as a quie quiene ness di dict ctéé el cu curs rso o aprend apr endier ieron on qu quee los pri princi ncipio pioss gen genera erales les son me menos nos útile útiless qu quee las reacci reaccione oness bie bien n discriminadas. Como dijo una de ellas: “Simplemente sentí que debía mostrarme muy firme con este niñito, y él pareció recibir mi actitud con agrado; esto hizo que me sintiera satisfecha de haber actuado de ese modo. Pero casi nunca soy así con los otros niños”.   Esta joven se compo com porta rtaba ba gui guiánd ándose ose po porr su viv vivenc encia ia con cad cadaa niñ niño. o. Al con consid sidera erarr los eje ejemp mplos los ofrecidos ya indiqué cuánto más diferenciadas son las reacciones individuales de la persona madura frente a los sólidos, monolítico monolíticos, s, valores introyectados.

 

9

Otra semejanza entre el enfoque del individuo maduro y el del infante es el hecho de que el locus de evaluación vuelve a quedar firmemente establecido en su interior: es su propia experiencia la que provee la información o retroalimentación de datos sobre los valores. Esto no significa que se cierre a toda evidencia obtenible de otras fuentes, sino que la acepta como lo que es (una evidencia externa) otorgándole menos importancia que a sus reacciones internas. Supongamos que un amigo le dice que cierto libro nuevo es dec decepc epcion ionant antee y qu quee lee lee un par de crí crític ticas as des desfav favora orable bless sob sobre re él; su hip hipóte ótesis sis tentativa será que no valorará la obra, pero si la lee su valoración se fundará en las reacciones que le provoque y no en los comentarios ajenos. En este proceso de valoración también va implícito un abandono, un “dejarse llevar” hasta la inmediatez de aquello que experimentamos, esforzándose por captar y aclarar todos sus significados complejos. Recuerdo que, hacia el término de su terapia, un cliente mío reaccionaba ante un asunto que le intrigaba, apoyando la cabeza sobre las manos y preguntándose: “Veamos, ¿qué siento? Quiero acercarme a eso, saber qué es”.  Luego esperaba tranquila y pacientemente, tratando de escucharse a sí mismo, hasta que lograba discernir con exactitud las sensaciones que experimentaba. Como otros, este hombre procuraba llegar a su propio interior. Este proceso se hace mucho más complejo en el adulto que en el infante. Su alcance y extensión son mucho mayores porque en la vivencia actual participan los recuerdos de todas las cosas relevantes aprendidas en el pasado. Además de su impacto sensorial inmediato inme diato,, este momen momento to enci encierra erra un signi significado ficado surg surgido ido de simil similares ares exp experien eriencias cias pasadas; reúne en sí lo nuevo y lo viejo. Cuando vivo una experiencia con un cuadro o unaa pe un perso rsona, na, esa esa exp experi erienc encia ia lle lleva va en sí acu acumu mulada ladass las ens enseña eñanza nzass recogi recogidas das en anteri ant eriore oress enc encue uentr ntros os con pin pintur turas as o gen gente, te, y tam tambié bién n el nue nuevo vo im impac pacto to de es este te encuentro en particular. Para el adulto maduro, este momento de experiencia contiene igualmente hipótesis en torno a las consecuencias que le deparará: “Ahora siento deseos de beber otra copa más, pero lo aprendido en el pasado me indica que si lo hago tal vez me arrepentiré por la mañana”;   “No es agradable manifestarle abiertamente a esta persona mis sentimientos negativos, pero la experiencia previa me indica que, en una relación prolongada, a la larga resultará beneficioso”. Pasado y futuro conviven en este momento y participan en la valoración.

En la persona madura, como en el infante, el proceso de valoración se rige por el grado de realización que el objeto de la experiencia le aporta al individuo. ¿Lo hace más rico, más completo, completo, más plenamente plenamente desar desarrollad rollado? o? Este criterio puede pare parecer cer egoí egoísta sta o antisocial pero no lo es, puesto que las relaciones profundas en que somos útiles a los demás nos brindan una experiencia de esta clase. Al igua iguall qu quee el infa infant nte, e, pe pero ro co con n la dif difer eren encia cia de qu quee pu pued edee ha hace cerl rlo o de ma mane nera ra cons consci cien ente te,, el indi indivi vidu duo o ps psic icol ológ ógic icam amen ente te ma madu duro ro co conf nfía ía en la sa sabi bidu durí ríaa de su organismo y la utiliza. Comprende que si puede confiar en la totalidad de su ser existe la posibilidad de que sus sensaciones e intuiciones sean más sabias que su psique, que su personalidad total sea más sensible y precisa que sus pensamientos. pensamientos. Porque confía en

 

10

la tota totali lida dad d de su se serr no tem temee de deci cir: r: “Si “Siento ento que est estaa exp experi erienc encia ia (est (estee obj objeto, eto, est estaa orientación) es buena. Probablemente, luego sabré  por   por  qué lo siento así”. De lo dicho se desprende que este proceso de valoración del individuo adulto no es nada fácil o sencillo: es un proceso complejo en el cual las elecciones suelen ser muy difíciles y embrolladas, sin que haya garantía de que lo elegido brinde realmente la autorrealización. Pero como todas las evidencias son accesibles al individuo y éste se muestra abierto a su vivencia, le es posible corregir sus errores: si ha elegido un curso de acción que no conduce al propio mejoramiento, lo percibirá y podrá reajustarlo o re revi vissar arlo lo.. Como su ambie biente óptim imo o es el de un máxim áximo o in intterc rcam ambi bio o de retroalimentación de datos, este individuo puede corregir continuamente su rumbo, como la brújula giroscópica de un barco, en su camino hacia una personalidad más auténtica.

 Algunas proposiciones sobre el proceso de valoración Para aclarar más el significado de lo expuesto hasta aquí formularé tres proposiciones que contienen los elementos esenciales de esta teoría. Si bien es quizás imposible idear pruebas empíricas integrales para cada una, existe hasta cierto punto la posibilidad de verificarlas mediante métodos científicos. Asimismo, deseo aclarar que las presento como hipótesis francamente tentativas y que la firmeza con que van expuestas sólo tiende a darles mayor claridad.

1.- Al interior de cada ser humano hay una base organísmica para un proceso de valoración organizado. Se supone que esta base es algo que el ser humano comparte con el resto de los seres vivos, una parte del proceso vital actuante en cualquier organismo sano. La capacidad de recibir información retroalimentada le permite al organismo ajustar continuamente su comportamiento comportamiento y acciones para lograr el máximo mejoramien mejoramiento. to. 2.-  En el ser humano este proceso de valoración es eficaz, en   cuanto logra un

automej autom ejora orami mient entoo tal que que so sobr brev evie iene ne la apertu apertura ra de dell in indiv divid iduo uo a su suss vi viven venci cias as internas. He intentado dar dos ejemplos de individuos que permanecen abiertos a su propia vivencia: el pequeño infante, que aún no ha aprendido a negar en su consciencia sus propi pro pios os proce proceso soss int intern ernos os,, y la pe perso rsona na ps psico icológ lógica icame mente nte ma madur duraa qu quee ha vue vuelto lto a aprender las ventajas de esta apertura.

 

11

3.- Una manera de ayudar al individuo a que logre abrirse a   la experiencia es establecer una relación en la cual se le aprecie como persona independiente, se le comprenda y se valore   con empatía su vivenciar interior, dándole la libertad necesaria  para que pueda percibir p ercibir los sentimientos propios y ajeno ajenoss sin verse amenazada. Obviamente, esta proposición surge de la experiencia terapéutica. Constituye una breve formulación de las cualidades esenciales de la relación terapéutica; algunos estudios empíricos la apoyan (el de Barrett-Lennard es un buen ejemplo).

 Proposiciones sobre los resultados del proceso de valoración He aquí aquí el me meol ollo lo de cu cual alqu quie ierr te teor oría ía de lo loss va valo lore ress o de la va valo lora raci ción ón:: ¿Q ¿Qué ué consecuencias acarrea? Quisiera entrar en este nuevo terreno formulando con toda franqueza otras dos proposiciones, referentes esta vez a las cualidades de conducta que emergen de este proceso de valoración. Luego presentaré, en apoyo de las mismas, algunas de las pruebas extraídas de mi propia experiencia como terapeuta. terapeuta.

 4.- Entre las personas que avanzan hacia una mayor apertura   a sus vivencias existe una comunidad o similitud organísmica de orientaciones de valor. 5.- Estas Estas ori orien enta taci cion ones es de valor valor co comu munes nes in incl cluy uyen en la cl clas asee de va valo lore ress que que mejoran el desarrollo del propio individuo y de otros miembros de su comunidad, y que contribuyen a la supervivencia y evolución de su especie. La experiencia me ha enseñado el hecho sorprendente de que en la terapia -donde se valora a los individuos, donde se existe y se siente con mayor libertad- parecen emerger ciertas orientaciones de valor nada caóticas: por el contrario, presentan una notable similitud, que no depende de la personalidad del terapeuta, por cuanto las he visto surgir en clientes de terapeutas con individualidades muy diferentes. Tampoco parecen deberse a la influencia de una cultura en particular, ya que he hallado pruebas de estas tendencias en culturas tan disímiles como las de Estados Unidos, Holanda, Francia y  Japón. Me inclino a pensar que esta comunidad de orientaciones de valor nace de nuestra común pertenencia a una misma especie: así como un infante humano tiende a seleccionar individualmente una dieta similar a la elegida por otros infantes humanos, del mi mism smo o mo modo do un clie cliente nte som somet etido ido a ter terapi apiaa tie tiende nde a sel selecc eccion ionar ar ori orient entaci acione oness valóricas similares a las elegidas por otros. Tal vez haya en la especie ciertos elementos de experiencia que tiendan a producir el desarrollo interior, los cuales serían elegidos por todos los individuos humanos humanos si gozaran de verdadera libertad de elección. Enumeraré unas pocas de estas orientaciones de valor tal como las percibo en mis clientes a medida que avanzan hacia el desarrollo y madurez personales. Tienden a alejarse de las “fachadas”, a valorar negativamente la simulación, la actitud defensiva, la adopción de una máscara falsa.

 

12

Tienden Tiende n a ale alejar jarse se de las “ob “oblig ligaci acione ones”, s”, a val valora orarr ne negat gativa ivame mente nte el se senti ntimie miento nto compulsivo de que “Debo ser o actuar así y así”;  el cliente evita ser “lo que debe ser”, quienquiera haya fijado ese imperativo. Tienden a no actuar buscando satisfacer expectativas ajenas, a valorar negativamente el afán de agradar a los demás como un objetivo en sí mismo. Valoran positivamente la sinceridad, tienden a ser ellos mismos tal como son, con sus sentimientos sentimien tos propios; ésta parece ser una preferencia muy arraigada. Valoran positivamente la autonomía; se sienten cada vez más orgullosos y confiados al dirigir su propia vida, y elegir por sí mismos. Valoran positivamente el propio yo, los sentimientos propios; pasan de una situación en que se contemplaban a sí mismos con desprecio y desesperación a otra en que se valoran a sí mismos y a sus reacciones como algo meritorio. Valoran positivamente la idea de que constituyen un proceso; dejan de desear alguna meta fija y prefieren la excitación de ser un proceso de posibilidades en germinación. Llegan a valorar, quizá mas que nada, la apertura total a su experiencia interior y exterior. Optan claramente por mostrarse abiertos y sensibles a sus propias reacciones y inter terno nos, s, a las reacciones y sentimientos ajenos y a las realidades del sentimie sent imientos ntos in mundo objetivo. Esta actitud abierta se convierte en su recurso más apreciado. Valoran positivamente la actitud de sensibilidad y aceptación hacia los demás; llegan a apreciar a los demás por lo que son, tal como han llegado a apreciarse a sí mismos por lo que son. Por último, valoran positivamente las relaciones profundas: el hecho de alcanzar una relación relaci ón estr estrecha, echa, ínt íntima, ima, verdad verdadera, era, plen plenamen amente te comu comunicat nicativa iva con otra pers persona ona es altamente apreciado por todo individuo y parece satisfacer una honda necesidad suya. Estas son, pues, algunas de las orientaciones preferidas por los individuos que he observado avanzar hacia una personalidad madura. Estoy seguro de que la lista es inadecuada y hasta cierto punto inexacta; no obstante, encierra para mí posibilidades estimulantes, estimulante s, por las razones que trataré de explicar a continuación. Considero Consid ero imp import ortant antee el he hecho cho de que los val valore oress que sel selecc eccion ionan an los ind indivi ividuo duoss cuando se aprecian como personas no abarcan toda la gama de posibilidades: en ese clima de libertad, no encuentro un individuo que valore el fraude, el asesinato y el robo, otro que valore una vida de autosacrificio y un tercero que sólo valore el dinero; en vez de esto, parece haber un fondo común subyacente. Me atrevo a opinar que cuando el ser humano goza de libertad interior para elegir lo que valora profundamente, sea lo que fuere, tiende a optar por aquellos objetos, experiencias y metas que contribuyen a la supervivencia, crecimiento y desarrollo propios y de otras personas. Supongo que es propio del organismo humano preferir esos objetivos de contenido socializador y que permiten la realización personal cuando está expuesto a un medio que favorece el desarrollo. Como Com o corolari corolario, o, digamo digamoss que en cualq cualquier uier cultura donde haya un clima de respeto y libertad y se valore al ser humano como persona, el individuo maduro tenderá a elegir y preferir estas mismas orientaciones valóricas. Esta hipótesis, que podría comprobarse,

 

13

es imp import ortant antís ísima ima:: sig signif nifica ica qu quee aun aunque que el ind indivi ividuo duo en cue cuesti stión ón no po pose seyer yeraa un sist sistem emaa cons consis iste tent ntee o aú aún n esta establ blee de va valo lore ress conc conceb ebid idos os,, su pr proc oces eso o in inte teri rior or de valora val oració ción n con condu ducirí ciríaa a tende tendenci ncias as em emerg ergent entes es qu quee ser serían ían consta constante ntess en to todas das las culturas y en todos los tiempos. También advierto que los individuos que manifiestan ese proceso fluído de valoración quee he proc qu procur urad ado o de desc scri ribi bir, r, y cuya cuyass or orie ient ntac acio ione ness de va valo lorr suel suelen en se serr la lass ya enumeradas, desempeñarían desempeñarían un papel muy eficaz en el fluyente proceso de la evolución humana. La supervivencia de la especie humana en este mundo depende de que sus individuos se adapten con mayor prontitud a los nuevos problemas y situaciones y sean capaces de seleccionar, de entre lo nuevo y complejo, aquello que tenga valor para el desarr des arroll ollo o y la supe supervi rviven vencia cia,, lo cua cuall les exige exige pre precis cisión ión en su apr apreci eciaci ación ón de la realidad. Creo que la persona psicológicamente madura, tal como la he descrito, posee las cualidades que le harían valorar las experiencias fructíferas para la supervivencia y mejoramiento de la raza humana; esa persona sería digno participante y guía en la evolución de la humanidad. Vaya un Vaya unaa últi última ma ob obse serv rvac ació ión. n. Pa Pare rece cerí ríaa qu quee he hemo moss vu vuel elto to a la cu cues esti tión ón de la universalidad de los valores, aunque por un camino diferente: en vez de contar con valores universales que “están ahí” o con un sistema universal impuesto por algún gr grup upo o (fil (filós ósof ofos os,, go gobe bern rnan ante tess o sace sacerd rdot otes es), ), te tene nemo moss la po posi sibi bili lidad dad de po pose seer er orientaciones de valor humanas y universales nacidas del vivenciar del organismo. La evidencia terapéutica indica que los valores personales y sociales emergen como algo natural y vívido cuando el individuo percibe d dee cerca su propio proceso organí organísmico smico de valoración, sugiriéndonos la hipótesis de que si bien el hombre moderno ya no confía en la religión, ciencia, filosofía u otro sistema cualquiera de creencias para que lo  provea de valores, puede hallar en sí mismo una base organísmica de valoración; si es capaz de retomar contacto con ella, esta base le brindará un enfoque organizado, adaptable y social para abordar los complejos problemas valóricos que todos enfrentamos. enfrentamos.

 Resumen He tr trat atad ado o de form ormular lar algu alguna nass obser serva vaci cion onees, na naci cida dass de la exp xpeerie rienci ciaa psicoterapéutica, que conciernen a la búsqueda humana de una base satisfactoria para nuestro enfoque de los valores. He de desc scri rito to al infa infant ntee hu huma mano no cu cuan ando do entr entraa di dire rect ctam amen ente te a valor valorar ar su mu mund ndo, o, apreciando o rechazando sus experiencias según incidan o no en su realización personal y empleando en esto toda la sabiduría de su diminuto pero complejo organismo organismo.. He dicho que parecemos perder esta capacidad de evaluación directa y acabamos comportá compo rtándo ndono noss y act actua uando ndo de acu acuer erdo do con aqu aquell ellos os valore valoress qu quee no noss dep deparar ararán án aproba apr obació ción n socia social, l, afe afecto cto y estim estima. a. Ced Cedem emos os nu nues estro tro pro proces ceso o de val valora oració ción n par paraa

 

14

comprar amor, y como el centro de nuestra vida radica ahora en otros, nos sentimos as asus usta tado dos, s, in inse segu guro ros, s, y no noss afer aferra ramo moss rí rígi gida dame ment ntee a los los va valo lore ress qu quee he hem mos introyectado. Empero, si la vida o la terapia nos brindan las condiciones favorables para continuar nues nu estr traa evol evoluc ució ión n ps psic icol ológ ógic ica, a, entr entram amos os en una una es espe peci ciee de ava avanc ncee en es espi pira ral, l, desarrollando un enfoque valórico que participa de la espontaneidad y fluidez propias del infante, pero que lo supera con creces en riqueza. En nuestras transacciones con la experiencia volvemos a ser el locus o fuente de valoración, preferimos las experiencias que a la lar larga ga nos pe perfe rfecci ccione onen, n, uti utiliza lizamo moss nu nues estro tro apr apren endiza dizaje je y fun funcio cionam namie iento nto cognoscitivos en toda su riqueza, pero al mismo tiempo confiamos en la sabiduría de nuestro organismo. He señ señalad alado o que est estas as obs observ ervaci acione oness con conduc ducen en a cie cierta rtass formu formulaci lacione oness básica básicas: s: el hombre posee dentro de sí una base organísmica de valoración; en tanto pueda ponerse libremente en contacto con este proceso interior de valoración mantendrá una conducta tendiente a su propio mejoramiento; conocemos incluso algunas de las condiciones que le permiten mantenerse en contacto con su propio proceso vivencial. En la te tera rapi pia, a, esta esta ap aper ertu tura ra a la expe experi rien enci ciaa co cond nduc ucee a or orie ient ntac acio ione ness de va valo lorr aparentemente comunes entre los individuos y, quizás, entre las culturas. Dicho en un lenguaje más antiguo, los individuos que mantienen este contacto con sus vivencias acaban acab an val valora orando ndo pri princi ncipio pioss tal tales es co como mo la sin sincer ceridad idad,, ind indepe epende ndenci ncia, a, auton autonom omía, ía, conoci con ocimi mient ento o de sí mis mismo mo,, sen sensib sibilid ilidad ad social social,, resp respons onsabi abilida lidad d so socia ciall y rel relacio acione ness interpersonaless afectuosas. interpersonale Extraje Extr aje la conc conclu lusi sión ón de qu quee cu cuan ando do lo loss in indi divi vidu duos os avan avanzan zan ha haci ciaa la ma madu dure rezz ps psico icológ lógica ica -o, má máss exa exacta ctame mente nte,, hac hacia ia la ape apertu rtura ra a su suss pr propi opias as viv viven encia ciass- pu puede ede emerger eme rger una nueva clase de orie orientaci ntaciones ones valóric valóricas as universal universales. es. Esta base valór valórica ica parece favorecer el perfeccionamiento propio y ajeno y promover un proceso evolutivo positivo.

View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF