C. González Román - La República Tardía Cesarianos y Pompeyanos

November 23, 2017 | Author: quandoegoteascipiam | Category: Roman Republic, Augustus, Julius Caesar, Classical Antiquity, Ancient Europe
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Descripción: Los cien años aproximados que median entre el tribunado de la plebe de Tiberio Graco en el 133 a. C. y la t...

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LA REPÜBUCA TARDIA: CESARIAMOS Y POMPEYANOS

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Esta historia obra de un equipo de cuarenta profesores de va­ rias universidades españolas pretende ofrecer el último estado de las investigaciones y, a la vez ser accesible a lectores de di­ versos niveles culturales. Una cuidada selección de textos de au­ tores antiguos mapas, ilustraciones cuadros cronológicos y orientaciones bibliográficas hacen que cada libro se presente con un doble valor de modo que puede funcionar como un capítulo del conjunto más amplio en el que está inserto o bien como una monografía. Cada texto ha sido redactado por. el especialista del tema, lo que asegura la calidad científica del proyecto.

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1.

A. C aballos-J. M . S errano, Sum er y A kka d . 2. J. U rru ela , Egipto: Epoca Tinita e Imperio Antiguo. 3. C . G . W ag n er, Babilonia. 4. J. U rru ela , Egipto durante el Imperio Medio. 5. P. Sáez, Los hititas. 6. F. Presedo, Egipto durante el Imperio N uevo. 7. J. A lvar, Los Pueblos del M ar y otros movim ientos de pueblos a fines del I I milenio. 8. C . G . W agner, Asiría y su imperio. 9. C . G . W agner, Los fenicios. 10. J. M . B lázquez, Los hebreos. 11. F. Presedo, Egipto: Tercer Penodo Interm edio y Epoca Sal­ ta. 12. F. Presedo, J. M. S erran o , La religión egipcia. 13. J. A lv ar, Los persas.

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J. C . Berm ejo, E l m undo del Egeo en el I I milenio. A. L ozano, L a Edad Oscura. J. C . Berm ejo, E l m ito griego y sus interpretaciones. A. L ozan o , La colonización gnegtf. J. J. Sayas, Las ciudades de Jonia y el Peloponeso en el perío­ do arcaico. R . López M elero, E l estado es­ partano hasta la época clásica. R . López M elero, L a fo rm ación de la democracia atenien­ se, I. El estado aristocrático. R . López M elero, La fo rm a­ ción de la democracia atenien­ se, II. D e Solón a Clístenes. D . Plácido, C ultura y religión en la Grecia arcaica. M . Picazo, Griegos y persas en el Egeo. D . Plácido, L a Pentecontecia.

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J. F ernández N ieto, La guerra del Peloponeso. 26. J. F ernández N ieto, Grecia en la primera m itad del s. IV. 27. D . P lácido, L a civilización griega en la época clásica. 28. J. F ernández N ieto , V. A lon­ so, Las condiciones de las polis en el s. IV y su reflejo en los pensadores griegos. 29. J. F ernández N ieto , E l m un­ do griego y F Hipa de Mace­ donia. 30. M . A . R a b a n a l, A lejandro Magno y sus sucesores. 31. A. L ozano, Las monarquías helenísticas. I: El Egipto de los Lágidas. 32. A. L ozano, Las monarquías helenísticas. II: Los Seleúcidas. 33. A. L ozano, Asia M enor he­ lenística. 34. M . A. R abanal, Las monar­ quías helenísticas. III: Grecia y Macedonia. 35. A. P iñero, L a civilización he­ lenística.

ROMA 36. 37. 38.

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J. M artín ez-P in n a, El pueblo etrusco. J. M artín ez-P in n a, L a Rom a primitiva. S. M ontero, J. M artín ez-P in ­ na, El dualismo patricio-ple­ beyo. S. M o n te ro , J. M artínez-P inn a, La conquista de Italia y la igualdad de los órdenes. G. Fatás, E l período de las primeras guerras púnicas. F. M arco, La expansión de R om a por el Mediterráneo. De fines de la segunda guerra Pú­ nica a los Gracos. J. F. R odríguez N eila, Los Gracos y el comienzo de las guerras civiles. M .a L. Sánchez León, R evuel­ tas de esclavos en la crisis de la República.

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C . G onzález R o m án , L a R e­ pública Tardía: cesarianos y pompeyanos. J. M. R oldán, Instituciones po­ líticas de la República romana. S. M ontero, L a religión roma­ na antigua. J. M angas, Augusto. J. M angas, F. J. Lom as, Los Julio-Claudios y la crisis del 68. F. J. Lom as, Los Flavios. G. C hic, La dinastía de los Antoninos. U . Espinosa, Los Severos. J. F ernández U biña, El Im pe­ rio Romano bajo la anarquía militar. J. M uñiz Coello, Las finanzas públicas del estado romano du­ rante el A lto Imperio. J. M. B lázquez, Agricultura y minería romanas durante el A lto Imperio. J. M. B lázquez, Artesanado y comercio durante el A lto I m ­ perio. J. M angas-R . C id, E l paganis­ mo durante el A lto Imperio. J. M. S antero, F. G aseó, El cristianismo primitivo. G . B ravo, Diocleciano y las re­ form as administrativas del I m ­ perio. F. Bajo, Constantino y sus su­ cesores. La conversión del I m ­ perio. R . Sanz, E l paganismo tardío y Juliano el Apóstata. R. Teja, La época de los Valentinianos y de Teodosio. D. Pérez Sánchez, Evolución del Imperio Rom ano de O rien­ te hasta Justiniano. G . B ravo, E l colonato bajoimperial. G. B ravo, Revueltas internas y penetradones bárbaras en el Imperio i A. Jim énez de G arnica, La desintegración del Imperio R o­ mano de Occidente.

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ROMA

Director de la obra: Julio Mangas Manjarrés (Catedrático de Historia Antigua de la Universidad Complutense de Madrid)

Diseño y maqueta: Pedro Arjona

«No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.»

©Ediciones Akal, S.A., 1990 Los Berrocales del Jarama Apdo. 400 - Torrejón de Ardoz Madrid - España Tels. 656 56 11 - 656 49 11 Fax: 656 49 95 Depósito Legal :M. 12494-1990 ISBN: 84-7600 274-2 (Obra completa) ISBN: 84-7600 488-5 (Tomo XLIV) Impreso en GREFOL, S.A. Pol. II - La Fuensanta Móstoles (Madrid) Printed in Spain

LA REPÜBLICA TARDIA: CESARIAMOS Y POMPEYANOS

C. González Román

Indice

I. Introducción .............................................................................................................

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1. F u e n t e s ................................................................................................................ 2. El m arco histórico ........................................................................................... a) El prob lem a a g r a r i o ................................................................................... b) La in adecu ació n de las estructuras p o lític o -a d m in istra tiv a s....... c) O ptim ates y populares ..............................................................................

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II. El período p o s ts ila n o .............................................................................................

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1. Rebeliones militares ....................................................................................... 2. La resta ura c ió n del trib u n a d o de la plebe ............................................

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III. La formación de las «dinastías militares» ........................................................

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1. Los poderes extraordinarios de P o m p e y o ................................................ 2. La política ro m a n a en la d écada de los 60: las am bicion es de C ra so .................................................................................................................... 3. El « prim er triunvirato» .................................................................................. 4. La conquista de la G alia .............................................................................. 5. La agudización de la crisis ...........................................................................

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IV. Las guerras civiles .................................................................................................. 1. 2. 3. 4. 5.

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La guerra civil C ésar-Pom peyo ................................................................... La dictadura de César .................................................................................... R o m a tras la muerte de C é s a r ..................................................................... El segundo triunvirato ...... ,·............................................................................ La victoria de O c t a v i a n o ...............................................................................

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Cronología ........................................................................................................................

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Bibliografía

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La república tardía: cesarianos y pompeyanos

I. In tro d u cció n

1. Fuentes El p erío do c o m p r e n d id o entre el fin de la d ic ta d u ra de Sila y la te r m in a ­ ción de las sucesivas guerras civiles que a so la ro n el E sta d o r o m a n o tras la m uerte de César, con la victoria de Octavio sobre M arc o A n to n io en A c­ cio, el 31 a. C., constituyen u n a de las etapas m ejor d o c u m e n ta d a s de la h is ­ toria de R o m a y, p ro b a b le m en te , del m u n d o antig uo en general. La d o c u ­ m e n ta c ió n no es u n ifo rm e p a ra todos los acon tec im ie n to s y vicisitudes his­ tóricas, pero de su im p o rta n c ia son expresión los siguientes testimonios. A nte todo, p o se e m o s la in f o r m a ­ ción p roceden te de u n a serie de obras generales, m ás o m en o s distantes en el tiem p o de los acon tecim ientos que se nos n a rran ; tal ocurre, entre ellas, con la n a rra c ió n que nos p ro p o rc io ­ na D io n C asio en el siglo III d. C.. o con Veleyo Patérculo, u n oficial de la é po ca de Tiberio, que c o n d e n sa toda la historia de R o m a, desde los oríge­ nes hasta su tiempo, en dos libros. En a lgunos casos, la in fo rm a c ió n que se nos p ro p o rc io n a en estas obras g ene­ rales h a llegado h asta nosotros tan sólo p a rcia lm e n te; el caso m ás signi­ ficativo de este fe n ó m e n o está con sti­ tuido p o r la n a r ra c ió n que Tito Livio nos p r o p o rc io n a b a en los libros 96 y siguientes de su obra, que ta n sólo se

nos ha c o n serv a d o a través de u n re­ su m en ; este es el caso, asim ism o, de Trogo Pom peyo, que vive en época de Augusto, y de cuya o b ra tan sólo c o n ­ servam os el epíto m e de Justino, escri­ to en el siglo II. J u n to a estas o b ra s generales, p o ­ seemos, asim ism o, descripciones p a r ­ ciales de d e te rm in a d o s a c o n te c im ie n ­ tos, realizad as o bien p o r sus propios p ro ta g o n is ta s o p o r in d iv id uo s que p artic ip a ro n de u n a u otra form a en los a c o n tecim ientos o p o r h isto ria d o ­ res que viven en u n a época bastante posterior a los mismos. E ntre los tes­ tim onios directos h ay que alu d ir ne­ cesariam en te, p o r su c o n te n id o estric­ ta m e n te histórico, a la o b ra de C ésar y de Salustio. E n el corpus cesariano h ay que in clu ir el « C o m e n ta rio a la G u e rr a de la G a lia » y el « C o m e n ta ­ rio a la G u e r r a Civil», ju n t o a obras realizadas p o r oficiales suyos, com o Hircio; tal ocurre c o n el Bellum Ale­ xandrinum, Bellum Africanum y Bellum Hispaniense. D e n tr o de este m is m o ap a rta d o , ta m b ié n h a y qu e referirse a la o b ra de Salustio, esp ecialm ente a la « C o n ju ra c ió n de C atilina», a los fragm entos de sus «H istorias» y a sus Epistulae a d Caesarem, qu e se e n c o n ­ tró ju n t o a otros escritos en u n códice del Vaticano del siglo IX o X, cuya a u ­ tenticidad, discutida d u r a n te b astante tiem po, parece a h o ra establecida.

Akal Historia d el M undo Antiguo

8 U n a in fo rm a c ió n ta m b ié n parcial, pero de gra n im p o rta n c ia , está c o n sti­ tuida p o r los cinco libros dedicados p o r A p ia n o, q u e escribe en época de A driano , a la descripción de las gue­ r r a s c iv ile s , i n c l u i d o s en su o b r a Historia Rom ana. Poseem os ta m b ié n un n ú m e r o im ­ p o r t a n t e d e b io g r a f ía s d e los m á s im p o rta n te s prota go nista s de la é p o ­ ca, realizadas a fines del siglo I o co ­ m ie n z o s del siglo II d. C ; las realiza­ das por Plutarco sobre Sertorio, Lucu­ lo, Pom peyo, C raso, Cicerón, C atón, Bruto, A n to nio, etc., tienen un m a r c a ­ do c arácter m ora liz a nte ; en cam bio, las realizadas p o r S uetonio sobre C é ­ sa r o el p ro p io A ugusto inciden más en lo anecdótico. Esta d o c u m e n ta c ió n p r o p ia m e n te histórica se com p le ta m ed ia n te la in ­ fo rm ación p ro c e d e n te de otros escri­ tos de diferente carácter; entre ellos hem o s de m e n c io n a r, p o r su interes histórico, la o b ra de C icerón, que está co nstitu id a p o r sus escritos filosófi­ cos, p o r los c in c u e n ta o sesenta dis­ cursos p r o n u n ic a d o s d elante del Se­ nado, el p u e b lo o los tribu nales y po r la c o r r e s p o n d e n c ia m a n te n id a con sus am igos o fam iliares m ás p ró x i­ m os. O b v i a m e n t e , la in f o r m a c i ó n que nos p r o p o rc io n a tan varia d a d o ­ c u m e n t a c i ó n es m u y h e te r o g é n e a , d e sta c a n d o p o r su c a rá cter puntual, en to r n o a d e te r m in a d o s a c o n te c i­ mientos, las a n o ta c io n e s que se reco­ gen en sus epístolas e incluso en sus discursos; en cam b io , sus tra ta d o s fi­ losóficos p ro p o r c io n a n la riqu eza de u n a reflexión sobre la crisis de la Re­ pú blica, a p o r ta n d o a veces a lgunas soluciones; destaca en este sentido el tra tad o De República, p o r el análisis que realiza sobre el m e jo r régimen político y p o r su p ro p u e sta de c re a ­ ción de la figura del princeps civitatis, p o r e n c im a de los e n fre n ta m ie n to s políticos y tu to r de la ley. Ju n to con la o bra de Cicerón, otras a p o rta c io n e s n os las p r o p o r c io n a n , e specialm ente en relación con la acti­

v idad de César, Ovidio en su p o e m a la M etamorfosis y el p ropio L u c a n o en la Pharsalia, d o n d e nos describe el d e ­ sa rrollo de la guerra civil entre C é s a r y Pom peyo, en diez libros, desde los inicios hasta sus vicisitudes en Egipto. Tan im p o rta n te d o c u m e n ta c ió n li­ te ra ria no deja de p la n te a r p r o b le ­ mas; de sta q u e m o s, ante todo, los d e ­ rivados de su p ro pio carácter; todos estos escritos tienen la m ism a pro c e ­ d en c ia social, ya que e m a n a n de in d i­ viduos que fo rm a b a n parte de la c la ­ se p r i v ile g ia d a r o m a n a , del o r d e n sen ato rial o del ecuestre; en c o n s e ­ cu encia, pese a las variantes, g u a rd a n u n a estrecha relación con la visión o visiones qu e de la crisis re pu blic a na existía d e n tro de los g rupos d irig e n ­ tes; en c a m b io , c o m o a n o ta L. R. Tay­ lor, no existe en toda esta in f o r m a ­ ción literaria nin g ú n escrito que nos aporte, de form a parecida a lo que ocu rre con Petronio, M arcial o Juv e­ nal en el Alto Imperio, la visión de la plebe. Este fe n ó m e n o es tanto más rob l e m á t ic o c u a n t o q u e el e n f r e n t a ­ m iento, c o m o veremos, entre optim a­ tes y populares constituyó u n a de las ca u sa s fu n d a m e n ta le s de la lla m a d a , p o r R. Syme, «Revolución R o m a n a » , o si se prefiere crisis del o r d e n a m i e n ­ to político de la R epú blica R o m a n a . Pero, a d e m á s, d a d a la tr a s c e n d e n ­ cia histórica del período, que p o n e fin a la R e p ú b lic a R o m a n a , la m a y o r parte de la d o c u m e n ta c ió n literaria se e n c u e n tra sesgada p o r la tom a de p o ­ sición política e ideológica de sus a u ­ tores. Este he c h o se refleja, de forma especial, en los testim onios directos, c o m o ocurre, co ncretam ente, c o n los escritos de César, d o n d e p uede a p re ­ ciarse u n a fuerte im p ro n ta p r o p a g a n ­ d ístic a , q u e en o c a s io n e s , d a d a la ausencia de otras informaciones, difí­ cilm ente p u e d e corregirse; pero ta m ­ bién está presente en las o b ra s p oste­ riores, d e b id o a q ue la clase dirigente r o m a n a , y e sp ecialm en te el o rd e n se­ n a to ria l, se g u irá a ñ o r a n d o d u r a n te g r a n p a r te d el A lto I m p e r io , m á s

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La república tardía: cesarianos y pompeyanos

c o m o u to p ía q u e c o m o p o sib ilid a d histórica, el an tig u o o r d e n a m ie n to re­ p u b lic a n o ; el ejem plo m ás gráfico de este fe n ó m e n o está con stituido p o r el p o e m a la Pharsalia de L u c a n o , escrito d u ra n te el re in a d o de N erón , que, es­ ta n d o lleno de se n tim ie n to s re p u b li­ ca n o s y de s im p a tías p o r Pom peyo, constitu ye in d u d a b l e m e n te un c o n ­

tra p u n to a la visión que C é sa r nos p ro p o rc io n a del desarrollo de la g ue­ rra civil en sus «C o m entarios» . La in fo rm a c ió n pro ced en te de las fuentes literarias m e n c io n a d a s pu e d e ser c o m p le ta d a p o r los testim on io s epigráficos, n u m ism á tic o s, etc.; d esta­ q uem o s, d e n tro de la a p o rta c ió n de la e p ig r a f ía , la i n f o r m a c i ó n j u r í d i c a

Pompeyo Magno. Copenhague, Carlsberg Glyptotek

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presente en la «Tabla de H eraclea», q u e p r o b a b l e m e n t e c o n stitu y e u n a parte de la ¡ex Iulia m unicipalis, p r o ­ puesta p o r C é s a r en el 45 a. C., p a ra o r d e n a r la a d m i n i s t r a c i ó n m u n i c i ­ pal; o la leX Rubria de Gallia Cisalpina, d a tab le en los añ os 48-41 a. C., que reg ulab a la p ro m o c ió n de la G a lia C isa lp in a desde los derechos latinos a la p le n a c iu d a d a n í a ro m a n a ; o, fi­ na lm ente, la lex Colonia Genetivae Ursonensis, fu n d a c io n a l de la co lo nia de Urso (O suna).

2. El marco histórico Los cien a ñ o s a p r o x im a d o s que m e ­ d ia n entre el trib u n a d o de la plebe de T ib e r io G r a c o en el 133 a. C. y la tom a del p o d e r p o r parte de Octavio, el futuro Augusto, constituyen el p e ­ ríodo de la crisis de la R epúb lica R o ­ m a n a , en la que se p u e d e n in d iv id u a ­ l i z a r d o s e t a p a s d i f e r e n c i a d a s ; la p rim e ra de ellas a b a rc a desde el 133 a. C. h a sta la d ic ta d u ra de Sila; la se­ g u n d a , en cam b io , se extiende desde esta ú ltim a fecha h a sta la batalla de Accio, en el 31 a. C., q ue p o n e fin al conflicto entre M a rco A n to n io y O ctaviano. E sta p e r i o d i z a c i ó n e n c u e n t r a su justificación en el c ará c ter de la lu cha política y en los m edios q ue se utili­ z a n p a r a d e c id ir los conflictos; de esta forma, la reiterada intervención de las legiones ro m a n a s, c o m o m edio de d irim ir los conflictos a través de san grien tas guerras civiles en el p e­ ríodo final de la R e pú blic a R o m a n a , co ntrasta con el c arácter de la lucha política desde los G ra c o s a Sila, d o n ­ de el e n fre n tam ien to , pese a la utili­ zación p u n tu a l de la violencia, que tiende p ro gresivam en te a convertirse en algo estructural de n tro de la crisis, es p r o t a g o n i z a d o p o r el S e n a d o y las A sam b leas, en las q u e juega un papel f u n d a m e n t a l el tr ib u n a d o de la plebe. En contraste con el c a m b io q u e se op era en el c a rá c ter de la lucha p olíti­

ca, los p r o b le m a s qu e están en su base a p e n a s si se m odifican en todo el proceso de la crisis rep ub lican a; es cierto, que u n o de los factores qu e i n ­ cid e n en la m ism a, la reivindicación de los derech os de c i u d a d a n ía r o m a ­ na p o r p arte de los aliados itálicos, en c u e n tra su solución en la G u e r r a Social (91-89 a. C.) y en las diversas leyes que, c o n trib u y e n d o a la finali­ z a c ió n de las actividades m ilitares, extiend en la c iu d a d a n ía ro m a n a p o r toda la p e n ín su la italiana al sur del R u bicón ; pero incluso en este p u n to el p r o b le m a q u e d a r á p e n d ie n te en c u a n to a su solución definitiva h asta el 70 a. C., c u a n d o , re sta b le c id a la c en su ra, se p ro ced a a revisar las listas de los c iu d a d a n o s y a la integración de aquellos itálicos que a ú n no h a ­ bía n sido censados. El resto de los factores que inciden e n la crisis, es decir, el p r o b l e m a agrario co n sus im plicaciones de d i­ versa índole, las revueltas de esclavos y la in a d e c u a c ió n de las estructuras político-adm in istrativ as de la ciud ad estado de R o m a a su m arco territorial c o n tin ú a n e sta n d o en la base de todo el proceso histórico q ue se op era y que d a lugar a que el o rd e n a m ie n to oligárq uico de la R epúb lica R o m a n a sea sustituido p rogresivam ente p o r el p o d e r de las g randes «din astías m ili­ tares», que d e se m b o c a rá fin alm ente en el « p rincip ado ». Puesto qu e las revueltas de escla­ vos de este período, es decir, la sub le­ vación de E spartaco, se a n a liz a n en otros a p a r ta d o s de esta obra, nos c e n ­ trarem os en los otros dos puntos, es decir, el p r o b le m a agrario y la in a d e ­ c u a c ió n p o lític o -a d m in istra tiv a , co m o elem entos que in c id en en el e n ­ f r e n t a m i e n t o e n tre populares y o p ­ timates.

a) El problema agrario La im p o rta n c ia qu e a d q u iere en la crisis de la R e pú blic a R o m a n a el p r o ­ ble m a ag rario sólo es com p re n sible

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desde una doble perspectiva; ante todo, p o r el h e c h o de que la base fu n d a ­ m ental de la e c o n o m ía ro m an a , pese al fuerte desarro llo de la circulación m o n e ta ria a p artir del siglo II a. C , estaba co nstitu id a, c o m o en todas las so ciedades qu e p reced ieron a la revo­ lución industrial, p o r la agricultura; p e ro , a d e m á s , h e m o s de te n e r en cu e n ta q ue las tra n sfo rm a c io n es que se o p e ra n en la ag ricultura ro m a n a e itálica de las guerras de c o nq uista se realizan en un m od elo de o rg a n iz a ­ ción histórica, el de la ciudad-estado, que en R om a , c o m o en otras zonas del M e d ite r r á n e o , se b a s a b a en la id e n t i f i c a c i ó n e n tr e el c i u d a d a n o , el cam pesino propietario de tierras y el soldado. E n este aspecto, las tran sfo r­ m acio nes agrarias a fectaban a u n o de los pilares estructurales de la sociedad. Tanto Plu ta rco co m o A p ia n o c o in ­ ciden a la h ora de c a ra c teriz ar la cri­ sis agraria; según a m b o s autores, la c au sa de la m ism a venía d a d a po r la tra n sfo rm a c ió n en el régimen de p r o ­ piedad, q ue provoca u n a c o n c e n tra ­ ción de la m ism a, en d e trim e n to del p e q u e ñ o c a m p e sin a d o , en m a n o s de los ricos; el proceso se describe com o un f e n ó m e n o a largo plazo, en el que los medios utilizados estuvieron cons­ tituidos p o r la o c u p a c ió n del ager p u ­ blicus, la c o m p ra de tierras o, final­ m e nte , la a p r o p ia c i ó n m e d ia n te la fuerza de las p ro p ie d a d e s colin dan tes del p e q u e ñ o c a m p e sin o . Las co n se ­ c uencias q ue el proceso a rra stra b a se c ifra b a n a d e m á s en u n c a m b io en el sistem a de e xplotación con el e m pleo de u n a a b u n d a n te fuerza de trabajo esclava que, no obstan te, no excluye el e m p leo de mercenarii (trab ajad ores libres), y la a p a ric ió n de nuevos siste­ m as de cultivo, en los qu e se im p o n e u n a te n d e n c ia a la especialización, sin que ello im p liq u e la a p a ric ió n del m onocultivo, ya q ue c a d a u n a de las u n id a d e s de explo tació n tiene com o p re m is a el a u to a b a s te c im ie n to y el p r o p o r c io n a r u n a d e te rm in a d a p r o ­ d uc c ión al «m ercado».

N o se trataba, c o m o a p u n ta F. de M a rtin o , de u n a crisis cuantitativa;· en realidad, las tran sfo rm a cio n es que se o p e r a n en los sistemas de ex plota­ ción p r o d u je r o n u n a u m e n to de la p r o d u c c ió n en la m a y o r parte de las zo n a s afectadas, com o, p o r ejemplo, el Lacio, C a m p a n ia , etc.; otras, com o la Italia m erid io nal, se vieron a rra s­ tradas p o r las consecu en cias qu e im ­ plicab a el desarro llo de u n a g a n a d e ­ ría tr a sh u m a n te ; p o r el contrario, se trató f u n d a m e n ta lm e n te de un a crisis social. D u r a n te el siglo I a. C. el proceso se acentúa, a c tu a n d o adem ás, com o ele­ m ento incentivador, la in estabilidad política y las c o n tin u a s guerras civi­ les, q u e fu e ro n a c o m p a ñ a d a s n o r ­ m a lm e n te de p io scrip cio nes y de ex­ pro p ia cio n e s de bienes. Ante todo, se produce u na intensificación en el pro­ ceso de c o n c e n t r a c i ó n de la tierra, que d a rá lu gar en m u c h o s casos al d e sa rro llo de la tifu n d io s. Es cierto que las d im e n s io n e s que Varrón, en el siglo I a. C., nos da de u n a explota­ ción son e x a c ta m en te iguales que las que nos p r o p o rc io n a C a tó n en el si­ glo II a. C., es decir, 240 yugadas (60 Has.) p a ra un olivar y 100 yugadas (25 Has.) p a ra un viñedo; pero se tra­ ta, c o m o a p u n ta C. Nicolet, de u n i d a ­ des de explotación, no de propiedad, y, de h echo, u n m ism o p ro p ie ta rio po d ía ten er n u m e ro sas explotaciones tanto en Italia com o en las provincias. Poseem os a lgun os datos concretos que son sinto m áticos del proceso; C i­ cerón nos refiere que en el 81 a. C. Q. Roscio, m ie m b ro del o rd e n ecuestre, poseía en el valle del T ib e r 13 d o m i­ nios, que a c u m u la b a n u n a superficie de 6.000 y u ga d a s (1.500 Has.), co n un valor de seis m illones de sestercios; y la in fo rm a c ió n general q u e poseem os nos perm ite a fir m a r qu e el valor m e­ dio de las p r o p ie d a d e s de los m ie m ­ bros de los dos ó rd en es privilegiados de la sociedad ro m a n a , el ecuestre y el senatorial, p o d ía oscilar entre un millón y veinte millones de sestercios.

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Pompeyo Magno (entre 71-48 a.C.). Sobre un denario

La fo rm a ció n de los gran des p o d e ­ res personales, de las gran d e s « d in a s ­ tías m ilita r e s » , lleva n o r m a l m e n t e a p a r e ja d o la constitució n de g randes p ro p ie d a d e s agrarias; el caso m ás sig­ nificativo al respecto está constituido p o r M. Licinio C raso, triunviro, cuyas p ro p ie d a d e s ag rarias a lc a n z a b a n un v alor de doscientos m illones; y el p r o ­ pio Pom peyo, que h a b ía h e re d a d o en el P ic e n o a m p lia s p ro p ie d a d e s, p o ­ seía u n a c a n tid a d p a re c id a a la a n ­ terior. El fe n ó m e n o de la fo rm a c ió n de los latifu nd os n o se restringe a la p e ­ n ín su la italiana, sino qu e está a sim is­ m o presen te e las provincias; el caso m ás significativo está co nstituido p o r Sicilia, d o n d e los discursos de C ic e ­ ró n c o n tr a Verres c o n s titu y e n u n a fuente de in fo rm a c ió n de p r im e r o r ­ den. E n esta provincia, a d e m á s del desarro llo de a m p lio s d o m in io s d e d i­

cado s a la g a n a d e ría , se h a b ía p r o d u ­ cido, asim ism o , la a pa rición de ex ten­ sas explotaciones dedicadas al cultivo del cereal; en el caso de la ciu d a d de L eontini, el exiguo n ú m e ro de p ro p ie ­ tarios existentes a finales de la d é c a ­ da de los setenta a. C. poseía p r o p ie ­ dades cuyas d im e n sio n e s m edias os­ c ila b a n entre 2.200 y 800 yugadas. El m ism o fe n ó m e n o se c o nstata en las prov in cias h isp an a s, d o n d e sab e m o s que, en el 49 a. C., L. D o m ic io A h eno b a r b o se p ro p o n ía a s e n ta r a miles de sus soldados, c onc e d ié n doles p a rc e ­ las. a p a rtir de sus p rop iedad es, que oscilarían entre 15 y 40 yugadas. Sem ejan te tra n sfo rm a c ió n en el ré­ gim en de p ro p ie d a d corre p areja a los c am b io s que se p ro d u c e n en el tipo de explotación, d o n d e se aprecia u n a in te n sific a c ió n de la u tiliz a c ió n de fuerza de tra b a jo esclava, así c o m o la ten de n c ia a crear gran d e s c o n ju n to s

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g e o g r á f ic o s s e m i e s p e c i a l i z a d o s en d e t e r m i n a d o s tip o s de p r o d u c c ió n que se a d e c ú a n a las condicion es cli­ m áticas y edafológicas; de esta forma, nos e n c o n tr a m o s co n que C a m p a n ia se convertirá en u n a z o n a e m in e n te ­ m ente arbustiva, con p re d o m in io del cultivo de la vid y del olivo; este m is­ mo tipo de cultivo d o m in a asim ism o en E truria y S ab in a; en cam bio, la g a­ n a d e ría es p re d o m in a n te en zonas, c o m o la lla n u r a del Po, d o n d e a d ­ q uiere especial im p o r ta n c ia la cría del cerdo y cordero, en el S a m n io y entre los sabelios, d o n d e tiene u n c a ­ rácter e m i n e n te m e n te tr a s h u m a n te , así c o m o en L u c a n ia y el Brucio. Los c a m b io s que se p ro d u c e n en el sistem a de p r o p ie d a d , en la fuerza de trabajo y e n el tipo de cultivo pro vo­ c a n la q u ie b ra del p e q u e ñ o c a m p e si­ no, fe n ó m e n o que a rra stra rá im p o r ­ tantes consecuencias en el plano mili­ tar y en el político; en el orden mili­ tar, nos e n c o n tr a m o s con que d e s a p a ­ rece el a ntiguo o rd e n a m ie n to tim o ­ crático. b a s á n d o s e en el cual los c iu ­ d a d a n o s p a r tic ip a b a n en el ejército en fu nción de su p ro p ia c a p a c id ad

econ óm ica; M ario, c u a n d o procedió, c on o casió n de la guerra contra Yugurta, a reclutar un corto n ú m ero de con ting entes legionarios entre los capitecensi y al m arg e n del o r d e n a m i e n ­ to censitario, abrió las puertas al de­ sarrollo de u n ejército de signo dife­ rente, el p ro fe sio n a liz a d o , que p r o ­ gresivam ente, en el siglo I a. C., se tra n s f o rm a en u n ejército personal, v in c u la d o a través del ju r a m e n to a sus jefes militares, de quienes esperan fuertes rec o m p e n sa s d u ra n te el perío­ do de servicio m ilitar y tierras al li­ cenciarse. De esta forma, nos e n c o n ­ tram os con que el m agistrado que se e n c u e n tra al frente de las legiones ro­ m a n a s tiende a convertirse en u n p a ­ tr o n o de sus s o ld a d o s , q u e c o n tin a ú a n ligados al m ism o, incluso des­ pués del licénciam iento, p o r fuertes lazos de clientela. E n este sentido, es s u m a m e n te significativa la im p o r ta n ­ cia que a d q u ie re n e n las asa m ble as ro m a n a s los veteranos de Pom peyo en el pe ríodo c o m p re n d id o entre el 70 y el 49 a. C. El p e q u e ñ o c a m p e s in o a r ru in a d o emigra a la c iu d a d de R om a, cuya p o ­

Reconstruccción general del Foro Republicano con el Capitolio al fondo

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blación a u m e n ta c o n sid e ra b le m en te h a s t a a l c a n z a r en el m o m e n t o de p aso de la R e p ú b lic a al Im perio, se­ gún los c álculos de Brunt, los 3/4 de millón de h a b ita n te s; en la c iu d a d se integra en la infim a plebs, es decir, en lo que c o n un térm in o poco a fo rtu n a ­ do se ha d a d o en lla m a r el « lu m ­ p e n p r o le t a r ia d o » . El a u m e n to de la p o b la c ió n de la urbs arrastra consigo im portantes p r o ­ ble m a s p a r a el E stad o ro m a n o , que tien e q u e h a c e r frente al a b a s te c i­ m iento de la c iu d a d a p a rtir de las provincias fru m e n ta ria s (Sicilia, Afri­ ca, H isp a n ia , etc.), al m ism o tiem po q u e a d is trib u c io n e s de trigo, bien gratuitas o a u n precio inferior al del m ercado, c o m o form a de h ac e r frente a la crítica situ ació n de subsistencia de la plebe u r b a n a . P aralelam en te, se p ro d u c e u n im p o rta n te a u m e n to de los precios q ue afectará de form a es­ peculativa a la vivienda y, en c o n se ­ cuencia, a los alquileres en u n a ciu­ d a d en la q ue todavía en el 8 8 a. C. la p o b la c ió n se c o n c e n tr a b a a b ig a r r a ­ d a m e n te y en casas de varios pisos tras el « m u ro serviano»; de este alza sería clara expresión tan to el precio de la vivienda de C ic e ró n en el P ala ti­ no, que le costó 3.500.000 sestercios, c o m o el h e c h o de qu e C é sa r tuviera que invertir cien millones de sester­ cios p ara a d q u ir ir las p arcelas n ece­ sarias p a ra c o n stru ir el foro que lleva su nom bre. Inevitablem ente, el proceso de e n ­ d e u d a m ie n to se ace n tú a en la ciudad, afectando p recisam en te, de form a es­ pecial, a los sectores m e n o s favoreci­ dos e c o n ó m ic a m en te de la plebe u r ­ b an a , a la infim a plebs. D e esta forma, tan to las distrib uc ion e s de trigo co m o el p ro b le m a de las d e u d a s se proyec­ tan en la política r o m a n a del siglo I a. C., e sp ecialm en te en los com icios tribales, d o n d e el siste m a de voto, m ás d e m o c rá tic o que en el o r d e n a ­ m ie n to c e n s i t a r i o (ie los c o m ic io s centuriad os, c on c ed ía un peso p olíti­ co im p o rta n te en el desarro llo de sus

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prerrog a tiva s legislativas a la plebe u rb a n a , que se e n c o n tra b a o r g a n iz a ­ da en las cuatro tribus u rb a n a s, pero ta m b ié n en las rústicas, con servad as p o r los c a m p e s in o s tras su e m ig ra ­ c ió n a la ciudad.

b) La inadecuación de las estructuras político-administrativas Las im p o rta n te s guerras de c o n q u is ­ ta, efectuadas en el siglo II a. C. y en el siguiente, h a b ía n d a d o lug ar a la fo rm a c ión de un «estado universal», o al m enos, c o m o lo define Polibio, u n estado con «un proyecto de d o m i­ nio universal». Sin em bargo, las es­ tru c tu ra s políticas y ad m in istrativas no h a b ía n ev olu cio n a d o ni se h a b ía n a d e c u a d o al m arco territorial; p o r el c o n t r a r i o , h a b í a n s e g u id o e s ta n d o c o n fig u rad a s c on fo rm e al m od elo de las c iu d ad es-estad o c o n un territorio que, a u n q u e o scilaba según los casos, era b a sta n te restringido. Las c o n s e c u e n c ia s p o lític o - a d m i­ nistrativas q u e se d e r iv a b a n de las nuevas necesidades se h a b ía n in te n ­ ta d o a ta ja r m e d ia n te d e te r m in a d a s m e d id a s a fines del siglo II y c o m ie n ­ zos del siglo I a. C.; en este sentido, h ay q ue m e n c io n a r el nuevo sistema de re c lu ta m ie n to in a u g u ra d o p o r M ario, la c oncesión de la c iu d a d a n ía r o m a n a a los aliados itálicos y, final­ m ente, las m e d id a s de Sila, entre las que h ay que m e n c io n a r el a u m e n to c u a n tita tiv o del n ú m e r o de in d iv i­ d u o s de d e t e r m i n a d o s colegios de m a gistra do s y la se p a ra c ió n del ejer­ cicio del p o d e r p o r los m agistrados en R o m a y en las provincias. Sin em bargo, todas estas reform as e ran p u n tu a le s y no tra n s f o r m a b a n las e s tr u c tu r a s p o líti c o - a d m in is tr a ­ tivas p ro p ia s de u n a ciudad-estado, q u e su b siste en R o m a en la e ta p a p oste rior a la d ictad u ra de Sila. La in a d e c u a c ió n resultante se proy ecta­ ba ta n to en las instituciones y m agis­ tra tu ra s del E stado, co m o en el ap a ra -

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to a d m in istra tiv o y burocrático; L. R. T a y lo r ha s e ñ a l a d o a c e r ta d a m e n te que en la R ep úb lic a R o m a n a no exis­ tía n in g u n a o rg a n iz a c ió n estatal que a seg urara el servicio postal, los tra n s ­ portes o la vigilancia de policía; de ahí, el que de form a privada la n o b le ­ za se e n c a rg a ra de p a lia r las necesi­ dades existentes en estos apartados, c o n la in e v ita b le c o n se c u e n c ia del a u m e n to de su peso específico en el E stado y del cará c ter oligárquico del mismo. D u r a n te el siglo I a. C., y especial­ m ente en el p e río d o postsilano, la si­ tuació n se agrava. D e esta forma, nos e n c o n t r a m o s con q ue el S e na do , y m ás c o n c re ta m en te la nobilitas, es d e ­ cir, el g ru p o restringido de familias qu e tra d ic io n a lm e n te h a b ía ejercido de fo r m a o l i g á r q u i c a el p o d e r en R om a, deja de c o n tro la r tanto la si­ tuació n interna c o m o la política exte­ rior. C icerón, en De officüs, define g rá­ ficam ente su situ ación al a firm a r que su fu nción se ve a b o c a d a a ada p ta rse a las c irc u n sta n c ias {necesítateparere): esta actitud se derivaba del h e c h o de que la nobilitas, políticam en te re p u ­ b lic a n a , c a re c ía del c o n tro l de los centros de p o d e r q ue le p erm itieran u n a restauración de la república oli­ gárquica. E n c o nsecu encia, en todo el p eríodo final de la crisis re pu blic a n a la clase privilegiada y otrora dirigente se verá obligada a ponerse en m anos de a qu el « d in a sta m ilitar» que m enos peligroso fuera p a r a sus intereses. La in a d e c u a c ió n y, p o r tanto, la cri­ sis se proyecta, asim ism o, en otra de las instituciones fundam entales, como •las asam bleas. De los dos comicios im p o rta n te s existentes en R o m a a fi­ nales de la República, el c e n tu ria d o y los tribales, el prim ero, es decir, la a s a m b le a p o r clases censitarias, d o n ­ de se elegían las m ás altas m agistra­ turas, se h ab ía visto afectado p o r la crisis del p e q u e ñ o c am p e sin o , co n las inevitables co n sec u e n c ias en el p la n o militar, que d ie ro n lu gar a la re d u c ­ ción progresiva del censo m ín im o de

la « q u in ta clase serviana»; no o b s­ tante, la c o ncesió n de la c iu d a d a n ía r o m a n a a los itálicos y la integración de los m ism o s en el o r d e n a m ie n to c ensitario p a liará la situación creada y co ntrib uirá, al m ism o tiempo, a for­ talecer el control que la oligarquía ro­ m a n a ejercía sobre la m ism a, d ado s los lazos de a lia n z a que se establecen entre la aristocracia itálica y la nobili­ tas r o m a n a . Los com icios tribales, com puestos p o r treinta y u n a tribus rústicas y c u a ­ tro u rb a n a s, se h a b ía n visto afectados p o r la a m p lia c ió n de la c o m u n id a d c iu d a d a n a que se p ro d u jo tras la gue­ rra social, ya que, tras la d ic ta d u ra de Sila, los nuevos c iu d a d a n o s itálicos fueron integrados en las treinta y una tribus rústicas, en las que se estructu­ rab a con a n te rio rid a d el territorio ro­ m a n o ; ello dio lugar a que el ám b ito territorial de u n a d e te rm in a d a tribu se e n c o n tra ra fraccio nado p or diver­ sas z o n a s de Italia; de esta forma, nos e n c o n tra m o s con que la tribu C o r n e ­ lia se proyectaba, ad e m á s de en el a n ­ tiguo d o m in io de los C ornelios en los alrededores de R om a, en las m o n ta ­ ñas de los volscos, en territorio samnita e, in cluso , en U m b r ia . O b v ia ­ m en te, tal d is p e r s ió n territorial d i­ ficultaba a ú n m ás su fu n c io n a m ie n ­ to; m áxim e, si tenem o s en cuenta que en R o m a n u n c a existió un sistema re­ presentativo y que las asam bleas, ta n ­ to los com icios tribales co m o los c e n ­ turiados, siguieron c e le b rá n d o se en la ciu d a d de R o m a, con el necesario e in ev itab le d e s p la z a m ie n to h a c ia la m ism a de sus c o m p o n e n te s. F in a lm e n te, las pro p ia s m agistra­ turas se verán afectadas tan to p o r la crisis g e n e r a liz a d a c o n la a c e n t u a ­ ción de la lu ch a política, c o m o p or las nuevas necesidades a las que el m u n d o r o m a n o tiene que h a c e r fren­ te en el siglo I a. C.; la radicalización de la lucha política prov o c a rá el que algu nas características de las m agis­ traturas ro m a n a s , c o m o la colegiabilidad, o de sus prerrogativas, c o m o el

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dere c h o de veto sobre las decisiones d e los colegas, no se respeten. Las nuevas necesidades m ilitares p ro v o ­ c a r á n en esta é p o c a , a s im is m o , la c o n c e n tra c ió n en m a n o s de d e te rm i­ n a d o s in d iv id uo s de u n o s p oderes y u n a ju ris d ic c ió n territorial que i n d u ­ d a b le m e n te r e b a s a b a n las an tig u a s a trib u c io n e s de los m ag istrado s p r o ­ vinciales.

c) Optimates y populares P o lític a m e n te , los d iversos factores que inc id e n en el desarrollo de la cri­ sis de la R e p ú b lic a se v erteb ran en el e n fre n ta m ie n to entre optimates y p o ­ pulares; el c a r á c t e r d e estos m o v i ­ m ien to s políticos se e n c u e n tra descri­ to p o r Salustio y Cicerón, que, desde p o sicio n es d ife re n c iad a s, ofrecen, no ob stante, u n a visión del c onflic­ to q u e e n lin e a s g en e ra le s p u e d e n ser coincidentes; C ic eró n incide e sp e ­ c ia lm e n te en los rasgos p e r s o n a le s que definen a a m b o s grupos; de esta forma, c o n sid e ra que q uienes en sus actos o en sus p a la b ra s quieren a g ra ­ d a r a la m a sa son c o n s id e ra d o s com o populares; en c a m b io , los q u e p r e te n ­ d en c o nse gu ir la a p r o b a c ió n de las gentes « h o n e sta s» son te nidos por op­ timates. P o r su parte, Salustio, m á s am ig o de ab stra c c io nes , c la r a m e n te afirm a que el E stado se e n c u e n tra d i­ vidido en dos partes: la del p u e b lo y la del Senado. E n la historiografía m o d e r n a la c a ­ racterización de optim ates y populares h a d a d o lugar a distintas in te rp re ta ­ ciones; en la base de todas ellas, h e ­ m os de refe rirno s a la q u e h iciera T. M o m m s e n e n su H isto ria R o ­ m a n a , p u b l i c a d a en 1854-1856; h a ­ c i e n d o u n a le c tu r a m o d e r n i z a n t e , T. M o m m s e n i n t e r p r e t a b a a m b o s m ovim ientos c o m o « p a rtid o del se­ n a d o » y «p a rtid o del pueblo» , e id e n ­ tificaba a a m b o s p a rtid os c o n la lu ­ c h a qu e se d e sa rro lla b a en su tiem p o entre el liberalism o y la reacción q u e triunfa en 1948; en con se c u e n c ia, los

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optim ates e ra n asim ilad os a los « ju n ­ kers» prusianos. La crítica a esta interpretación se form aliza en 1939 en la o b ra de R. S y m e , R o m a n R e v o lu tio n , q u i e n , p a rtie n d o del rechazo de la c o n c e p ­ ción m o d e r n iz a n te y de los estudios prosopográficos, afirm a ta x a tiv a m e n ­ te que la vida política ro m a n a estaba d o m in a d a , no p o r pa rtidos y p ro g ra ­ m a s d e c a r á c te r m o d e r n o y p a r l a ­ m e n ta rio , ni p o r la oposición entre el S e n a d o y el pueblo, sino p o r la lucha qu e los nobles, in d iv id u a lm e n te o en grupos, establecían en las elecciones o a n te los tribunales. La i n t e r p r e t a c i ó n de Sym e, q u e debe ser e n m a r c a d a d en tro de la evo­ lución del p e n s a m ie n to historiográfico m o d e r n o en lo q ue se ha d a d o en l la m a r «teoría de las élites», h acía h in c a p ié sobre u n o de los rasgos difer en ciado res de los conflictos políticos de la tardía R e púb lic a R o m a n a ; es cierto, y lo verem os a c o n tin u a c ió n , qu e en ellos sub yacen intereses eco­ n óm icos, elem entos ideológicos e, i n ­ cluso, c o m p o n e n te s sociales d ife re n ­ ciados; pero no lo es m enos, co m o su b ray a F. Serrao, el im p o rtan te p a ­ pel de las « g rand es p ersonalidades» , pues todos los protagonistas del c o n ­ flicto, al m arg e n de que fueran p o p u ­ lares u optimates, p e rte n e c ían a la c la ­ se p r iv ile g ia d a , a la nobilitas; este fe n ó m e n o e n c u e n tr a su explicación en la fuerte im p ro n ta que te n ía n en el m u n d o r o m a n o las r e l a c i o n e s de clientela y justifica el que se haya p o ­ d id o d efinir el desarrollo histórico de la ta rd ía R e p ú b lic a R o m a n a co m o « u n a crisis sin alternativa»; el prop io Salustio incide en este aspecto al afir­ m a r que «todos los que a partir de a q uellos tiem pos a gitaron la re p ú b li­ ca b a jo h o n o ra b le s pretextos, a p a r e n ­ t a n d o u n o s proteger los d erechos del p u e b lo y los otros e n c u m b r a r la a u to ­ rid a d del S enado, no d efend ían, bajo la sim u la c ió n del bien público, sino su p a rtic u la r influen cia» {Cat., 38, 3). S o c i a l m e n t e , los o p tim a te s e r a n

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César (año 44 a. C.). Procede de Nápoles

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identificables co n la nobilitas, en la que se in te g ra b a n las antigu as fa m i­ lias patricias, entre las que d e se m p e ­ ñ a n un papel relevante a fines de la R e p ú b lic a los C la u d io s , E m ilio s y ciertos b razos de los C ornelios y de los Emilios, e ilustres fam ilias p le b e ­ yas, c o m o las de los Licinios, Lutacio Catulo, Livio D ruso, Cecilios Metelos, etc.; el acceso de nuevos indivi­ duo s a este grup o social fue progresi­ vam ente m ás difícil a lo largo de la crisis re p u b lic a n a ; M. Tulio C icerón constituye u n o de los casos e x tra o rd i­ narios en la ta rd ía R epública; y, de c u a lq u ie r form a, el pap el s u b o r d in a ­ do de estos hom ines novi en el interior de la nobilitas q u e d a p erfectam en te reflejado en las c onside ra c io nes que Q u in to hace a su h e r m a n o M. Tulio C ic e r ó n d u r a n t e su « c a m p a ñ a » al c o n su la d o sobre la n ecesidad de «no perder o casió n p a ra d e m o s tra r a los nobles tu alta c o n sid e ra c ió n y defe­ rencia p a r a con su posición social». Políticam ente, la nobilitas se a rtic u ­ laba en su lu c h a p o r las m a g istra tu ­ ras y en la vida política en general en torno a diversas facciones a n ta g ó n i­ cas (factiones); R. Syme ha p o d id o in ­ d iv id u a liz a r en el p e río d o in m e d ia t a ­ m ente p osterior a la m uerte de Sila la existencia de tres de ellas, la de los Cecilios Metelos, C la u d io s y M. Por­ cio C atón; pero ello no im plicaba, lle­ g ad o el caso, la falta de. c o h e sió n , c om o se p o n e de m anifiesto en las propias c o n sid era c io n es de Salustio, quien llega a a firm a r que la « n o b le ­ za, fo rm a n d o b a n d o , tenía m ás p o ­ der, m ientras las fuerzas de la plebe se d e b ilita b a n » (Yug., 41, 4). El análisis de la actividad legislati­ va y de la actitud m a n te n id a ante la m ism a p o r parte de los optimates ha p erm itido a F. Serrao establecer los objetivos políticos de estos últimos. En el p la n o político, d e b e m o s m e n ­ cio n a r el m a n te n im ie n to a n a c ró n ic o de la c o n s t i t u c i ó n d e la c i u d a d estado, con las características olig ár­ quicas que ésta poseía en R om a; ello

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im p lic a b a la c o nc e ntra ció n de p o d e r en el S e n a d o y en las altas m a gistra ­ turas y la lim itación de los poderes de las asa m b le a s p op ulare s y de las in i­ ciativas legislativas de los tribunos de la plebe. S o c ia lm e n te , se o p o n í a n a c u a l ­ q u ie r a m p lia c ió n del ám b ito de la com u n d ia d c iu d a d a n a ro m a n a ; y eco­ n ó m icam en te, los optimates d efen dían a u ltra n z a la ag ricultura b a sa d a en el latifu n d io y en la esclavitud y los p r i­ vilegios ec o nóm ic os a lc a n z a d o s en la é p o c a p r e c e d e n te, d e riv a d o s de las guerras de c o n q u ista y de la a d m i n is ­ tración provincial. Los soportes de su p o d e r estab a n constituidos, ante todo, p o r su pro p ia s itu a c ió n e c o n ó m ic a , en ta n to q u e g r a n d e s p r o p i e t a r i o s de tie rra s, lo que, ju n to a otros procedimientos, les p erm itía d is p o n e r de la fortuna sufi­ ciente p a ra a fro n ta r la carrera políti­ ca en u n sistem a cara c teriz a do p o r la g r a tu id a d de las m a g istratu ra s y p o d e r a rtic u la r los factores que la p o ­ d ía n facilitar, co m o la c o m p ra de vo ­ tos. E n este aspecto, el sistem a era gravoso p ara la nobilitas, g e n e ra n d o e n d e u d a m ie n to s que luego e ra n c o m ­ p e n s a d o s a través de otros p ro c e d i­ m ientos co m o p o d ía ser la a d m in is ­ tración provincial; el caso de C é sa r es su fic ie n te m e n te cono cido . D e c u a l ­ q u ie r forma, es b a sta n te sintom ático, en c u a n to que revela el ca rác ter de los tiem pos, la p ro p ia a firm a c ió n de M. L ic in io C r a s o de q u e n a d ie p o d ía co n sid e ra rse rico si no p o d ía a r m a r u n ejército a sus expensas. Los apoyos sociales se a r tic u la b a n a través de diversos pro c e d im ie n to s que, bien fortalecían el p o d e r en el in ­ terior de la nobilitas o bien lo p ro yec­ ta b a n fuera del mism o. E n el interior de la nobilitas, los nobles b a s a n su in ­ fluencia, ante todo, en sus relaciones fa m ilia re s, c uy o p e s o esp ecífico se potencia a través de adopciones y m a ­ trim onios. D a d o q ue la nobilitas rara vez tenía u n a d e sc e n d e n c ia n u m e r o ­ sa y qu e co n frecuencia carecía de

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ella, la a d o p c ió n de hijos de familias ilustres constituye la solución de c o n ­ tinuidad; pero, al m ism o tiempo, d ado qu e el a d o p ta d o se c o n sid e ra b a que pertenecía a las dos familias, proyec­ taba a ú n m ás su influencia. En el p e ­ ríodo qu e tratam os, el ejem plo más gráfico de esta práctica está c o nstitui­ do p o r P. C o rn e lio E scipión Nasica, que po d ía retrotraer la historia de su fa m ilia d u r a n t e o n c e g e n e r a c io n e s q u e h a b í a n o c u p a d o casi to d a s el co n su la d o ; su situación se realzó aún m ás p o r la a d o p c ió n te sta m e n ta ria p o r Q. M etelo Pío, pontífice m áx im o y cónsul. Pero, a dem ás, estos apoyos en el in­ terior de la nobilitas se solidificaron a través del m a trim o n io ; de ello sería m anifestación el m a trim on io de P o m ­ peyo con la hija de P. C o rn e lio Esci­ pión N asica, el « m e jo r partid o» de R o m a , o las a lia n z a s familiares esta­ blecidas p o r los triunviros, c o m o m e ­ d io p a r a d a r so lid e z a sus p a c to s políticos. J u n to con las relaciones familiares, los optim ates a r tic u la b a n su in flu e n ­ cia person al en el in terior de los gru­ pos privilegiados a través de la am ici­ tia, co m o c o n tra to sag rado que p e r­ mitía o b te n e r a p o y o de la nobilitas tan to an tes de las elecciones com o frente a c u a lq u ie r vicisitud de la c a ­ rre ra p olítica. Este m is m o tipo de p ro c e d im ie n to articula las relaciones c on el ordo ecuestre, a u n q u e el peso específico de este ordo, e c o n ó m ic a ­ m ente privilegiado, d ism in u y e en la seg und a etapa de la crisis re p u b lic a ­ na con respecto a la p rim era, d o n d e el p ro b le m a de la co m po sic ión de los trib u n a le s de ju stic ia c o n stitu ía un conflicto de p rim e r orden, pero cuya a lia n z a era necesaria d a d o el papel im p o rta n te que d e s e m p e ñ a b a en la articu lación de los com icios c e n tu ria ­ dos, d o n d e se elegían las m a gistratu­ ras m ás im portantes. E n otros sectores sociales, los opti­ mates b a s a b a n su influ en cia en el hos­ pitium y en la clientela. Los lazos de

h o sp ita lid a d (hospitium ) a s e g u ra b a n e sp ecialm en te la alia n z a de las oli­ g a rq u ía s itálicas, q u e p r o p o r c io n a ­ b a n a los optimates su apoyo electoral a c a m b io de albergue y de un trata­ m iento a d e c u a d o a su rango c u a n d o visitaban R o m a . La im p o rta n c ia de este tipo de relación se constata a tra­ vés de n u m e ro sa s tesserae que hacen m en c ió n a pactos de h o spitalidad e n ­ tre fam ilias de la nobleza r o m a n a e itá lic a , ya el p r o p io C ic e r ó n h a c e c o n s ta r el hospitium q ue u n ía a S. Roscio, o r ig in a rio de la c iu d a d de U m b ría , con las familias de los C eci­ lios Metelos, Servilio, Escipión, etcé­ tera. La i m p o r t a n c i a p o lític a de esta a lian z a se derivaba de las posiciones n o r m a lm e n te c o n se rv a d o ra s que es­ ta b a n presentes en los círculos diri­ gentes de las c iu da d e s itálicas, que de esta form a co n flu y e n en su actitud c o n las p o s i c io n e s m a n t e n i d a s en R o m a p o r los optimates; un ejemplo gráfico de este fen ó m e n o está consti­ tuido p o r la lucha m a n te n id a p o r el a bu elo de C iceró n en su c iudad natal, A rp in o , c o n tra la im p la n ta c ió n del voto secreto en las a sam bleas, lo que h a b r í a d if ic u lta d o el co n tro l usual que la n ob leza ejercía sobre el p ro ce­ d im ie n to electoral. En cam bio, la clientela facilitaba la influ e nc ia de los optim ates entre la plebe r o m a n a e itálica, y en las p ro ­ vincias. La relación que se establecía con base en la m isma implicaba protec­ ción p a ra el cliente p o r parte del p a ­ trono. q ue c o m o c o m p e n sa c ió n reci­ bía el apoyo de aquél; tran sm itié n ­ dose de p a d re a hijo, la clientela se h a b ía visto p o te n c ia d a a través de di­ versos p r o c e d i m ie n to s ; e n tre ellos, m e n c io n a re m o s el p ro p io proceso de c o n q u ista , qu e h a b ía d a d o lugar a que los nobles sig uieran ejerciendo su in flu e n c ia so b re a q u e lla s z o n a s que h a b ía n sido c o n q u ista d a s p o r sus an te p a sa d o s; la p ro p ia f u n d a c ió n de colonias p o r co m isiones d a b a lugar, asim ism o, a la subsistencia de reía-

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Denario con representación de M. Claudio Marcelo. París, Biblioteca Nacional

ciones de clientela entre los d e sc e n ­ dientes de a m b a s partes. La im p o rta n c ia q ue a d q u ie re n es­ tas clientelas en la etapa final de la crisis re p u b lic a n a es c o n sta ta d a p o r C ic e ró n (Pro M urena, 71-72), q u ie n d is tin g u e tres tip o s de c lie n te s: la m asa, que venía c a d a m a ñ a n a a s a lu ­ d a r al p a tro n o a la p u e rta de su casa y que m uchas veces d e a m b u la b a de u na casa a otra; los q u e d e s c e n d ía n al foro con el c a n d id a to y los que le se­ guían en las « c a m p a ñ a s electorales»; C iceró n en este caso'se está refiriendo e spe c ífic am e n te a la p le b e u r b a n a , pero p o seem o s diversos testim onios

que c o n f irm a n su difusión en otros á m b i to s ; e n este s e n tid o , s a b e m o s q u e los C l a u d i o M a r c e lo , d e s c e n ­ dientes del c o n q u is ta d o r de Siracusa, se c o n s id e r a b a n p a tro n o s de toda Si­ cilia; y algo p a r e c i d o o c u r r ía c o n L. D o m ic io A h e n o b a rb o en relación c on la N a rb o n e n se . Tal vez el caso m ás significativo de c on fluencias de clientelas h e re d a d as con nuevas está constitu id o p o r Pompeyo; éste h a b ía h e r e d a d o de su p a ­ dre u n gran n ú m e r o de clientes que es ta b a n constituidos b á sic a m e n te p o r u n g ru p o de v e te ra n o s q ue h a b ía n sido re c o m p e n s a d o s p o r él, u n a i m ­

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La república tardía: cesarianos y pompeyanos

p o rta n te m a sa de clientes en el Pice­ no, d o n d e la f a m ilia d e P o m p e y o p o s e ía i m p o r t a n t e s d o m i n i o s , p o r a b u n d a n t e s c o n tin g e n te s de p o b l a ­ ción de las c iu d a d e s al norte y al sur del Po, a las q u e se les h a b ía con c e d i­ do el d ere ch o latino, y p o r h ispa n os de la región del E b ro a los que se les h a b ía c o n c e d id o c iu d a d a n ía ro m a n a d u r a n te la guerra social. Esta cliente­ la h e r e d a d a será m u l t i p l i c a d a p o r P om p ey o a través de la c o ncesión de c iu d a d a n ía a indiv id uos o a grupos y m e d ia n te el e n ro la m ie n to de so ld a ­ dos, a d q u i r i e n d o u n a a m p l ia d if u ­ sión en O rie n te y e n H isp a n ia . In d ud ablem ente, la im portancia del fe n ó m e n o de las clientelas a rra stra b a co nsecuencias inevitables p a ra la vida política r o m a n a ; el p ro p io Salustio c on stata el fe n ó m e n o al a firm a r que el p u e b lo , o t r o r a s o b e r a n o , h a b í a co nc lu id o a cuerd os que le relegaban a servidum bre. E n con traste con los optimates, los

populares, c o m o a n o ta el prop io S a­ lustio, se e n c o n tr a b a n m e n o s o rg a n i­ zado s y p o seían u n a m e n o r cohesión; este f e n ó m e n o se p o n e de manifiesto espe c ia lm e n te en la heterogénea c o n ­ figuración de sus círculos dirigentes; de los m is m o s f o r m a n p a rte, a n te todo, los trib u n o s de la plebe, m ie m ­ bros de la nobilitas, q ue al m enos d u ­ rante el a ñ o de su m ag istratu ra tenían a b ie n h a c e r gala de su c a ía c ter p o p u ­ lar, sin q u e ello p reju zg ara su futura a c tu a c ió n política. Pero, ju n to a ellos, nos e n c o n tr a m o s con optimates que no h a b ía n co nsegu id o sus fines po lí­ ticos en la a p r o b a c ió n de proyectos en el S e n a d o o en la lucha p o r las m agistraturas en los com icios c e n tu ­ riados y q u e a c u d ía n a los tribunos de la plebe c o m o m ed io de conseguir po deres e x tra o rd in a rio s y a p ro b a c ió n de leyes, al m ism o tiem p o que recom ­ p e n s a b a n al p ueblo. Y, finalm ente, he m o s de a lu d ir a la existencia de n o ­ bles q ue c o y u n tu ra lm e n te y con ca ­

Basilica Emilia del Foro romano, (hacia el 65 a.C.)· Denario de M. Emilio Lépido

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rácter pasajero recurrían a u n a políti­ ca p o p u l a r , q u e les f a c i l i t a b a su carrera política, que con p osteriori­ dad se caracterizaba po r un p r o fu n d o con servadu rism o . P recisam en te, las fuentes definen esta actitud de algu­ n os n o b le s c o n e x p r e s io n e s ta le s com o «actuar po pu la rm e n te » (p o p u ­ lariter agere) o « h a b la r de form a p o ­ pular» (populariter loqui). De esta forma, nos e n c o n tr a m o s con que el m ovimiento p o p u la r podía ser instrum entalizado p o r la nobilitas en su lucha p or el p od er o p o r el c o n ­ trol de las magistraturas; pero ello no implica el que no existieran causas objetivas en la base de los populares, que se p o n e n de m anifesto en sus principales objetivos políticos. En el plano económico, la activi­ dad política de los populares tiende a h acer frente a tres g randes p ro b le ­ mas; ante todo, a la crisis agraria y del pequeño cam pesino, con la p u e s ­ ta en práctica de una reforma agraria que conllevaba asignaciones de tie­ rra; los criterios que in fo rm a n la acti­ vidad legislativa con la que se intenta afrontar el problem a no son un ifo r­ mes a lo largo de toda la crisis re p u ­ blicana; en el período postsilan o y durante toda la tardía república p ri­ m an ante todo la necesidad de re­ compensar, tras su licénciamiento, al «proletariado militar». Junto a ello, la situación de la plebe urbana intentará ser paliada m e d i a n ­ te distribuciones de trigo, cuyo c a rá c ­ ter oscilará desde constituir o rig in a ­ riamente un instrum ento para salvar la supervivencia de la plebe hasta convertirse en un elemento más de la profunda corrupción política que se desarrolla en los últimos m om entos de la crisis republicana. Las distribu ­ ciones gratuitas o a bajo precio h a ­ bían sido prohibidas p or Sila, pero las reivindicaciones de las m ismas se reinician poco después de la muerte del dictador, cotejándose en el 76 a. C. y en los años posteriores. U nido al problema de las distribuciones se e n ­

Akal Historia d el M undo Antiguo

c o n tr a b a el del ap ro v isio n a m ie n to de cereales de la c iu d a d de R o m a; en este aspecto, la victoria obte n id a p o r P o m pe yo frente a los piratas no so lu ­ c io n a de form a definitiva el p r o b le ­ ma, pues en los años 6 6 , 61, 58, 5 7 a. C., etc., vuelven a surgir dificul­ tades. F i n a l m e n t e , el p r o b l e m a d e las d e u d a s constituía el tercer elem ento q ue f o rm a b a parte e c o n ó m ic a m e n te de la política de los populares; se trata­ ba de un mal endém ico en la sociedad r o m a n a , que en la crisis re p u b lic a ­ na se e n c o n tr a b a u n id o al desarrollo de la crisis social, la e sp e c u la c ió n y la u su ra ; en el p e río d o in m e d ia ­ t a m e n t e p o s t e r i o r a la m u e r te de Sila, el e n d e u d a m ie n to se acentúa, a l­ c a n z a n d o sus p u n to s álgidos en la d é c a d a de los 70 y hasta el 63 a. C.; esta ag u d iz a c ió n debe ser explicada, co m o a p u n t a M. C raw ford, en rela­ ción co n la p e n u ria de recursos del E stado en este p erío do q ue se p ro yec­ ta en la escasez de acuñaciones. Políticam ente, los populares c e n tr a ­ b a n su actividad en la restauració n y a c e n tu a ció n de los poderes de los tri­ b u n o s de la plebe, lim itados p o r Sila, en la po te n c ia ció n de la actividad le­ gislativa de los com icios tribales y, fi­ n a lm en te, en la creación de m a g istra ­ tu r a s c o n p o d e re s e x tr a o r d in a r io s ; precisam en te, este ú ltim o p u n to c o n s ­ tituía un p ro c e d im ie n to peligroso, en ta n to q u e la lib e ra c ió n del co n tro l qu e sobre las m agistraturas ejercían la nobilitas y los optimates (dom inatio paucorum ) se in te n ta b a realizar m e ­ d ia n te la creación de am plio s poderes p ersonales, que te r m in a r ía n p o r c u e s ­ tio n a r el o r d e n a m ie n to republicano. E n este sentido, L. R. Taylor ha re­ se ñ a d o qu e en el p l a n o político el conflicto entre optimates y populares no im plic a ba la creación de u n «go­ bie rn o p o p u la r» frente a un « gobier­ no s enatorial», sino el escoger entre el m a n te n im ie n to de la tiran ía de la oli­ g a rq u ía y el e stablecim ien to de la ti­ ran ía de un individuo.

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La república tardía: cesaríanos y pom peyanos

II. El período postsilano

La lla m a d a « c onstitución silana», es decir, el c o n ju n to de reform as relati­ vas a las m agistraturas, instituciones, etc., q ue Sila e m p r e n d e d u r a n te su dictadu ra, h a b ía n tenido com o ob je­ tivo evitar en lo sucesivo el proceso que le h a b ía a él m ism o p e rm itid o to­ m a r el poder, m e d ia n te la utilización de la fuerza m ilitar en el interior del ager romanus; pero al m ism o tiem po h a b ía so lid ific a d o , r e m o d e lá n d o la , las c a ra c te rís tic a s tra d ic io n a le s del o rd e n a m ie n to oligárq uico de la R e­ p ú b lic a R o m a n a ; de esta form a, el p o d e r de la nobilitas, es decir, del c o n ­ ju n to de familias entre cuyos a n te p a ­ sados se p o d ía n o ste n ta r m ie m b ro s que h u b ie se n d e s e m p e ñ a d o el c o n s u ­ lado. q u e d a b a restablecido. Se tratab a de u n c o n ju n to de refor­ m as q u e resu lta ría n efímeras, pues en los años in m e d ia ta m e n te posteriores a la m u e r t e de Sila se o b s e r v a la tra n s fo rm a c ió n p ro g resiv a, co m o afirm a P. de Francisci, del régim en oligárquico re p u b lic a n o en u n a a u to ­ cracia militar; este proceso se p la sm a tanto en la p a u la tin a de c a de n cia de la nobilitas, c o m o en la c o n tin u a reafirm ación de m agistratu ras con p o ­ deres extraord in arios, que p o n ía de m a n ifie sto la i n a d e c u a c ió n del o r ­ d e n a m ie n to in stitu cio n al ro m an o , p r o p io de u n a c iu d a d -e s ta d o , a su m a rco territorial, el c o ntrol de todos

los países q ue r o d e a b a n el M are Nos­ trum . La reacción c o n tra el sistem a sila­ no te n d rá un doble signo; ante todo, se p r o d u c e n rebeliones militares, que h a b r á n de ser sofocadas en abiertas guerras civiles a través del n o m b r a ­ m iento de m agistrados con poderes e x t r a o r d i n a r i o s ; p a r a l e l a m e n t e , se p ro d u c e n u n a serie de iniciativas le­ gislativas que, c u lm in a n d o en el 70 a. C„ a n u l a r á n alg u n a s de las más im p o rta n te s disposiciones de Sila.

1. Rebeliones militares La c on testació n al régim en silano es coetánea al p ro p io golpe de estado y va a estar p r o ta g o n iz a d a p o r Q. Serto­ rio, q ue h a b ía sido n o m b r a d o en el 83 a. C. g o b e r n a d o r de la H isp a n ia C ite­ rior. A nte el e m in e n te regreso de Sila, Sertorio m a r c h a r á a H is p a n ia , d o n d e es d e rro ta d o p o r los contin gen tes si­ lanos, no sin antes hab e rse a traído el apoyo de los ind íg e na s m e d ia n te d e­ te r m in a d a s d is p o sic io n e s, entre las que hay que d e sta c a r la d ism in u c ió n de los gravosos im puestos, la a n u la ­ ción de las g u arn ic io n e s m ilitares en las c iu da d es o la pro p ia a lia n z a con las aristocracias locales. Las op e ra c io n e s m ilitares se r e a n u ­ d a r á n a p a r tir del 80 a. C., c u a n d o Sertorio fue re c la m a d o p o r los lusita-

24 nos; p a ra hacerles frente, Sila enviará a O· Cecilio Metelo, q uien inicia u n a le nta p e n e tra c ió n en la L usitania a través de las o p e ra c io n es militares de los a ñ o s 79-78 a. C. La situación de abierta pero locali­ z a d a guerra civil c read a p o r Sertorio en H is p a n ia se co m p lic a a p a rtir del 78 a. C. co n la m u erte de Sila tras la a b d ic a c ió n de todos sus p oderes el a ñ o a nte rior; p re c is a m e n te, en este m ism o a ñ o se inicia en R o m a e Italia u n a co nte sta c ió n al régim en silano, q u e i n d u d a b l e m e n t e e n c o n t r a r á su e x p lic a c i ó n en la fu erte r e p r e s ió n efectuada p o r el d ic ta d o r con la a n i­ q uilac ión de c iu d a d es y con im p o r ­ tantes proscripcion es, y en la situ a ­ ción cre ad a en d e te rm in a d a s zonas, c o m o Etruria, d o n d e se h a b ía p r o d u ­ cido un a m p lio proceso de e x p ro p ia ­ ción de tierras que ben eficiaba a los veteranos de Sila a costa de sus e n e ­ migos políticos. La op osición del régimen silano se proyecta in cluso en las elecciones al c o n su la d o , d o n d e M. Em ilio Lépido logrará ser elegido cónsul, co n la d e ­ s a p ro b a c ió n de Sila, q ue in tenta c o m ­ p e n s a r la situació n a través del otro colega en el c o n su lad o , Q. H o rten sio Cátulo. La m uerte de Sila a gu diz a rá la situación; en efecto, M. Em ilio Lé­ pid o a c e n tu a rá su oposició n m e d ia n ­ te actitudes c la ra m e n te provocativas, c o m o o c u rre c o n c r e ta m e n te con su negativa a que los gastos de sepelio del d ic ta d o r se h icie ran a costa del erario público, o m e d ia n te m ed id a s que trad ic io n a lm e n te se e n m a r c a b a n en la política de los populares, a u n q u e adecuadas a la coyuntura concreta; de esta forma, el conflicto con la aristo ­ cracia silana se a c e n tu ó a través de pro pue sta s que in c lu ía n el restableci­ m iento de las d istrib ucio nes de trigo, p ro h ib id a s p o r Sila, el regreso de los exiliados, la re sta u ra c ió n a sus a n ti­ guos prop ietarios de las p ro p ie d a d e s c o n f is c a d a s o la a n u l a c i ó n de las co nse c ue n cias q ue las proscripcio nes im p lic a b a n p a ra sus descendientes.

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E n este contexto, la sublevación en Fiesole de los propietarios, qu e se h a ­ b ía n visto afectados p o r las e x p ro p ia ­ c iones y p o r los a se n ta m ie n to s de ve­ t e r a n o s de S ila, p r o p o r c i o n a r á la o ca sió n a M. E m ilio L épido de c o n ta r c on c on ting en tes militares en el inte­ rior del ager rom anus con los q ue o p o ­ nerse a la aristocracia silana. E n efec­ to, p a ra re p rim ir la sublevación fue e n v ia d o Lépido, que dirigió sus c o n ­ tingentes m ilitares con tra el Senado. A nte la crítica situación, se p ro c la m ó el senatus consultum ultim um ; en las c o n s e c u e n te s o p e r a c io n e s m iltares, P om peyo, n o m b r a d o propretor, logró d e r r o ta r sucesivas veces a M. E milio L é p i d o , q u e f i n a l m e n t e m o r í a en C e rd e ñ a . N o ob stante, parte de sus c o n tin ­ gentes militares fueron salvados p o r su lugarten ien te P erp enn a, quien se dirigió a H is p a n ia p a ra eng ro sar con ellos la rebelión de Sertorio. En las dos p ro v in cia s h is p a n a s, las o p e r a ­ ciones m ilitares de Sertorio y de sus lugartenientes, H irtuleyo y P e rp e n n a , p r o s e g u ir ía n en los a ñ o s sucesivos co n diversas vicisitudes frente a los co ntin gentes militares de Q. Cecilio Metelo, y de Pom peyo, hasta que a p a rtir del 74 a. C. las posiciones de Sertorio alc a n c e n u n a situación críti­ ca, e sp ecialm ente despu és de la p u e s­ ta en práctica de u n a ley qu e c o n c e ­ d ía a m n i s t í a a lo s s e g u i d o r e s d e L épido; el a sesinato de Sertorio, en el 72 a. C., en O sea, p o n d r á fin a la rebelión. C o n la m uerte de L épido y de Sertorio c o n c lu ía n las reacciones m ilita ­ res que h a b ía suscitad o la d ic ta d u ra de Sila; sin em b arg o, la d errota de los enem igo s de la aristocracia silan a se h acía a través de m étod os que cu es­ t i o n a b a n el o r d e n a m i e n t o p o lític o m o d e la d o p o r el dictador, ya que se h a b ía recu rrid o a p r o c ed im ie n to s ex ­ t r a o r d in a r io s , lo q u e p e r m it ía u n a c o n tin u id a d en las m ag istra tu ra s p o r u n perío d o s u p e rio r a u n año; ello arrastraba in d u d a b le m e n te c om o c o n ­

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Cayo Julio César. Retrato de bronce (hacia el 50 a.C.). Roma. Museo Nacional

secuencia u n a u m e n to ostensible del p o d e r y de las influ encias de los jefes militares. La rep resión de la rebelión de los esclavos, e n c a b e z a d a p o r Esp arta c o —e stu d ia d a en otro lu g a r—, p o r los m ism o s p ro c e d im ie n to s a c a r ­ go de M. Licinio C raso venía a a cen­ tu a r a ú n m á s el proceso.

2 La restauración del tribunado de la plebe La m uerte de Sila no sólo incentivó la oposición violenta a su sistema; ta m ­ bién facilitó la revisión de las refor­ m as q u e el d ic ta d o r h a b ía in tro d u c i­ do e n el o r d e n a m i e n t o tr a d ic io n a l

26 p a ra h a c e r frente a los p rin c ip a le s in stru m e n to s de lu ch a o centros de fricción q u e h a b ía n estado presentes en la p r im e ra e ta p a de la crisis re p u ­ blicana; entre ello, se e n c o n tra b a la cuestión de las prerrogativas y a trib u ­ ciones del t r ib u n a d o de la plebe y el p ro b le m a de la co m p o sició n de los trib unales de justicia, q ue h a b ía p r o ­ vocado que, en d e te rm in a d a s o ca sio ­ nes, el ordo ecuestre, p r e s io n a d o p o r los p u b lic a n o s , b a s c u l a r a h a c ia la a lia n z a c o n los populares. Las p rim e ra s m atiz a c ione s al siste­ ma silano se in tro d u je ro n poco d es­ pués de su d e sa p a ric ió n de la escena política; c o n c re ta m en te , en el 75 a. C„ u n a ley p r o p u e sta p o r el cónsul M. A urelio C o tta perm itió que el trib u ­ n a d o de la p lebe volviera a ser u n a m a g is tra tu ra m á s d e n tro del cursus honorum y que, en consecuencia, los individuos q ue ejercieran el tr ib u n a ­ do, c o n tr a r ia m e n te a lo dispuesto p o r Sila, p u d i e r a n p r e s e n ta r s e a c o n t i­ n u a c ió n a otras m agistraturas. Sin em b argo , resulta significativo del grado de ac eptació n de la « co nsti­ tución silana» el he c h o de q ue la d e ­ rogación de sus p u n to s fu n d a m e n ta ­ les se p ro d u je ra ta n sólo u n o s años después, c o n c re ta m e n te p o r la activi­ d ad de los cónsules del 70 a. C.; p a r a ­ dó jicam ente, los q u e p ro ta g o n iz a ro n la destrucción fueron individu os cuya carrera política y cuya fortuna se h a ­ bían iniciado a la som bra del dictador. E n efecto, c o m o c ó n su le s del 70 a. C. fueron elegidos C n e o P om p ey o y M. Licinio C raso ; a m b o s h a b ía n iniciado su actividad política protegi­ dos p o r Sila; el prim ero , p o n ie n d o a disposición de éste, en el m o m e n to del golpe de estado, im p o rta n te s c o n ­ tingentes militares, constitu id os p o r dos legiones reclutadas c o n m edios propios, y p ro c e d ie n d o a c o n t i n u a ­ ción a rep rim ir la o p o sic ió n antisilana; M. L icinio C ra so h a b ía s e e n r i­ q u e c id o e n o r m e m e n t e d u r a n t e las p roscripciones silanas, h a sta el p u n to de que su p o d e r e c o n ó m ic o se h a b ía

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convertido, en la situación concreta del m u n d o r o m a n o en la d éc a d a de los 70 a. C., en u n im p o rta n te in stru ­ m e n to de in fluencia y de p o d e r p o ­ lítico. L a elección de Pom peyo y de Lici­ nio C r a s o co m o cónsules co ntravenía las tradicionales norm as sobre el cursus honorum , recientem ente rem od eladas p o r Sila, que im p o n ía n un d eterm i­ n a d o o r d e n e intervalo en el ejercicio de las m agistraturas; de hecho. C raso u n o s meses a ntes h a b ía ejercido la pretu ra, y P o m p ey o no pertenecía al S e n a d o p o r n o h a b e r ejercido a ú n la m a g is tra tu ra qu e d a b a acceso al mism o. L a o p osición del se n a d o y de la no­ bilitas no se hizo esperar; en ella inci­ diría, ob viam ente, la infracción de la le g alid ad vigente q ue s u p o n í a n las pre ten sio ne s de P o m peyo y C raso al c o n su la d o ; pero, tam bién , en la m is­ m a debió de d e se m p e ñ a r un papel de no m e n o r relevancia, d a d a s las c a ra c ­ terísticas del juego político ro m an o, la d e b ilid a d de sus respectivos a p o ­ yos en el interior de la clase dirigente en la c o y u n tu ra co ncreta de los 70 a. C.; es decir, en té rm inos históricos m ás id ón eo , el escaso m o n to de sus factiones; tal ocurría en el caso c o n ­ creto de los Pom peyo, pues el p rim e r c o n s u la d o de esta fam ilia pro c e d ía del 141 a. C., gracias al apoyo que le prestó entonces la im p o rta n te familia de los Escipiones; el p ro p io P o m p e ­ yo, c o m o a p u n ta R. Syme, poseía u n a factio cuyos m ie m b ro s e ran de escasa relevancia en el interior de la nobili­ tas, ya que estaba b á sic a m e n te c o m ­ p u e s ta p o r in d iv i d u o s p ro c e d e n te s del Piceno, de d o n d e e ra n originarios los Pom peyos, y entre los cuales cabe incluir a M. Lollio Policano, L. A fra­ nio, T. Labieno , A. G a b in io , etc. P o m ­ peyo intentó corregir esta d e bilida d política m e d ia n te el establecim iento de lazos fam iliares co n la im p o rta n te familia de los Metelos; p rim e ro m e ­ d ia n te el m a tr im o n io c on Em ilia, y a la m uerte de ésta co n Mucia.

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P re c is a m e n te , la o p o s ic ió n de la nobilitas a las p reten sion es de Pom peyo p a r a el 70 a. C. va a d a r lu gar a un tipo de d in á m ic a que, se c u n d a d a p o r M. Licinio C raso, a c e n tu a b a p a u ­ tas políticas q ue h a b í a n estado p r e ­ sentes en la p rim e ra etap a de la crisis re pub lic a na ; P om peyo, p a rtid a rio de la nobilitas y de los optim ates, se incli­ n a b a y b u s c a b a el ap o y o de los e n e ­ migos de éstos p a r a conseguir, de esta forma, sus objetivos personales. Elegidos cón sules p a r a el 70 a. C., P o m peyo y Craso, d u ra n te el ejercicio de esta m agistra tu ra colegiada y su ­ p re m a de la c o nstituc ión de la R e p ú ­ blica R o m a n a , van a p ro c e d e r a la d e ­ ro gación del o r d e n a m ie n to político realizado p o r Sila. Esto se p o n e espe­ c ialm en te de m an ifiesto en la revitalización del trib u n a d o de la plebe; esta m agistratura, q ue h u n d ía sus raíces en la R e p ú b lic a p rim itiva y en el c o n ­ texto del conflicto p atricio-plebeyo, h a b ía se revitalizado recientem ente a través de la acción de los G ra c o s y h a b ía d e m o s tra d o su efectividad polí­ tica, c on virtiéndose en « u n m edio de a cción directa», con sus im p o rta n te s pre rrogativas, entre las cuales cabe d estacar su d erec h o a in te rp o n e r el veto sobre las disposiciones de otros m agistrados, su facultad de p rese n ta r proyectos de ley, su inviolabilidad, etc. Sila, en su o rd e n a m ie n to , h a b ía re­ d u c id o a la m í n i m a e x p r e s ió n las a tribu ciones de estos m agistrados; de esta forma, sus funciones q u e d a r o n red ucid as a la p o sib ilid a d de interve­ nir en favor de los c iu d a d a n o s, d e ­ b ie n d o p a s a r sus proyectos de ley p r e ­ v ia m e n te p o r el S e n a d o ; e s tá n d o le p r o h ib id o a los in d iv id uo s que h a ­ b ía n d e te n ta d o el tr ib u n a d o de la ple­ be ejercer otras m agistraturas. M e d ia n te u n a lex Pompeia Licinia de tribunicia potestate se restablecían, en el 70 a. C., los p o deres y a trib u c io ­ nes de los trib u n o s de la plebe, q ue de esta fo rm a se c o n v e rtía n en u n a r m a política, susceptible de ser utilizada p a r a r e f o r m a r el s is te m a p o lític o .

pero ta m b ié n p a r a a m b ic io n e s p erso ­ nales p o r p arte de aquellos m ie m b ro s de la nobilitas que, no a lc a n z a n d o sus a m b ic io n es y objetivos p o r los pro c e ­ d i m i e n t o s u s u a le s , p o d í a n u til iz a r esta m agistratura com o medio p ara p o ­ ten c ia r sus apoyos entre la plebe y su fuerza política c o n tra sus adversarios, que, en líneas generales, en n a d a dife­ rían en c u a n to a su ética política. Las p ro p ia s co n d ic io n e s socioeco­ n ó m ic a s de la p lebe u r b a n a y rústica d u r a n te el p e r ío d o q u e e stu d ia m o s p ro p ic ia b a n , precisam ente, este tipo de p ro c e d im i e n t o ; en efecto, c o m o veíam os p á g in a s atrás, u n o de los p i­ lares fu n d a m e n ta le s de la R epública, el c iu d a d a n o -c a m p e s in o , h a b ía q u e ­ b r a d o c o m o co nse c u e n cia de la c o n ­ c e n tra c ió n de la p ro p ie d a d y del d e ­ sarrollo co n sec u e n te del latifundio y del em p leo de fuerza de tra b a jo escla­ va; los tenues intentos de leyes ag ra­ rias no h a b í a n m e jo ra d o su situación s u s t a n c ia lm e n te ; las d i s tr ib u c io n e s de tierras a los veteran os de Sila se h a b ía n h ec h o a e x pen sas de sus e n e ­ m igos p o lític o s, los p a r tid a r io s de M a r i o , y, e n d e t e r m i n a d a s z o n a s de Italia, como Etruria, h a b ía n d ado lu­ gar entre el c a m p e s in a d o a u n a situ a­ ción crítica. T a m b ié n la plebe u rb a n a , e n g r o s a d a a p a r t i r de c a m p e s i n o s a r r u in a d o s , d e esclav os m a n u m i t i ­ dos, pero ta m b ié n de sectores p r o d u c ­ tivos, d e d ic a d o s al a r te s a n a d o y al p e q u e ñ o comercio, se veía, asim ism o, afectada p o r p r o b le m a s de e n d e u d a ­ m iento y de aba ste c im ie n to de trigo. T am bién, d u r a n te el c o n s u la d o de Pom p e y o y C ra so en el 70 a. C., se a frontó el p ro b le m a de los trib un ales de ju sticia, vital p a r a el p o sicio n am ie n to po lítico del o r d e n ecuestre, que Sila h a b ía s o lu c io n a d o coyuntura lm e n te m e d ia n te la a trib u ció n de las fu n c io n e s ju d ic ia le s al S e n a d o , que fue a m p lia d o h a s ta a lc a n z a r los 600 m ie m b r o s e n tre los qu e se i n ­ clu ía n in dividu os procedentes, co m o testim onia A p iano , del o rd e n ecues­ tre. M e d ia n te u n a ley p ro p u e s ta p o r

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28 el tribuno G. Aurelio Cotta, se so lu ­ cionó definitivamente el pro b le m a de la composición de los tribunales de justicia, cuyos jueces serían escogidos desde este m o m en to a partes iguales entre los senadores, los caballeros y tribuni aerarii; este último grupo tenía un censo eq uivalente al del o rd e n ecuestre, pero sin sus privilegios de votos en las asam bleas centuariadas. La solución dada a los tribunales de justicia explica el m e n o r p rota go nis­ mo político que los caballeros ejercie­ ron durante la tardía República. Finalmente, du rante el co n su la d o de Pompeyo-Craso. se procedió a res­ i

ta u r a r la im p o rta n te m agistratura de la c ensura, que, eligiéndose c ad a c in ­ co años, desde el 8 6 a. C. no se hacía; la a c tividad de los censores elegidos se va a centrar, d u ra n te los 18 meses de ejercicio de esta m agistratura ex­ tra o rd in a ria , en la revisión del censo c iu d a d a n o , q ue p asa de 463.000, en el 8 6 a. C., a 910.000 p o r la inclusión de ­ finitiva de los aliados itálicos, y en la d e p u r a c ió n del Senado, e x p u lsa n d o p o r in d ig n id a d del m ism o a 64 s e n a ­ dores a c u sa d o s de so b o rn o o afecta­ dos p o r el grave p ro b le m a del e n d e u ­ d a m ie n to que sufría en este m o m e n to la sociedad rom a na .

Arcadas de la terraza del templo de Júpiter Anxur en Terracina (siglo I a. C.)

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II!. La formación de las «dinastías militares»

Sin em bargo, y pese a las im plicacio ­ nes que se d e riv a b a n del restableci­ m iento del tr ib u n a d o de la plebe, los principales peligros p a r a el o r d e n a ­ m iento político y p a ra la nobilitas se p ro d u je ro n a partir de la concesión a d e te rm in a d o s indiv id uo s de poderes e xtraordinarios, que, a u n q u e se e n ­ c o n tr a b a n legitim ados p o r leyes, se s u p e r p o n ía n al o rd e n a m ie n to tra d i­ cional de la R e p ública h asta el p u n to de p o d e r destruirlo. Sila h a b ía in te n ta d o p recisam en te evitar esta situación m e d ia n te u n a se­ rie de disposiciones que te n d ía n ex­ p lícitam ente a la se p a ra c ió n de las funciones y poderes v inculad os a la actividad política e n R o m a , con el ejercicio del con su la d o , y la a d m in is ­ tración de las provincias, fuente de ri­ q ueza y de p o d e r militar; tam b ién, en este p un to , la «c o nstitución silan a» y, en con secuen cia, el re fo rz a m ien to de los pod eres de la nobilitas, se vería de struida p o r la actividad de P o m p e ­ yo, q u ie n tendía h acia la consecució n de poderes extraord in arios, de la m is­ m a forma que otros m iem b ro s de la nobleza, co m o el p ro p io C raso, cuyos éxitos en este caso, d u r a n te la déc a d a de los 60, pese a intentarlo, serían m e­ nos afortun ado s.

1. Los poderes extraordinarios de Pompeyo D os p ro b le m a s fu nda m e n ta le s, p r e ­ sentes en la política ro m a n a de los añ os in m e d ia ta m e n te posteriores al c o n su la d o de P o m p eyo y Craso, van a facilitar la creación de m a g istra tu­ ras e xtraordinarias, con poderes ex­ cepcionales; se tra ta b a de la piratería y de la guerra co ntra M itridates del Ponto. La a n e x ió n territorial p o r parte de R o m a del M e d ite rrá n e o oriental h a ­ bía a r r a s t r a d o , o b v i a m e n te , el d e ­ rr u m b a m ie n to de los reinos helenísti­ cos; este cam bio en el contexto político im p lic a ba con se c u e n c ias en el p la n o e conóm ico; entre ellas, la m od ifica ­ ción del m a p a com ercial, lo q u e origi­ nó un vacío en el control de las rutas c o m e r c ia le s , q u e c o n a n t e r i o r i d a d h a b ía n d e ten tad o los reyes h elenísti­ cos y que te n ían en la isla de Rodas u n o de sus c e n tro s fu n d a m e n ta le s . Este vacío favoreció el desarro llo de la piratería, que co n su actividad difi­ c u l t a b a e n o r m e m e n t e el a b a s t e c i ­ m iento de trigo de la c iu d a d de R o m a y c u e stio n a b a la seg uridad del tráfico com ercial en el M editerráneo. De ah í el que R om a, d esde finales

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