Burnel,Sigrid La Mujer Del Pelo Rojo
February 9, 2017 | Author: juanalaloca2 | Category: N/A
Short Description
Download Burnel,Sigrid La Mujer Del Pelo Rojo...
Description
LA MUJER DEL PELO ROJO S IGRID B RUNEL
BARCELONA - MADRID
Titulo original: Woman With Read Hair New Victoria Publishers P.O. Box 27, Norwich, Vermont. U.S.A. ©Sigrid Brunei, 1991. ©Editorial EGALES, S. L. 2000. c/ Cervantes, 2 - 08002 Barcelona c/ Gravina, 11 - 28004 Madrid
Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del «Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.
ISBN: 84-95346-11-7 Depósito Legal: B 31076 ©Traducción: Helena Alvarado Estévez. ©Fotografía portada: Lorraine Inzalaco: «The Inspiratress» Diseño gráfico de cubierta e interiores: Miguel Arrabal - Karl Zetterstróm Imprime: EDIM, S.C.C.L. c/ Badajoz, 145 - 08018 Barcelona
1
Magalie aparca su Honda blanco frente a la suntuosa casa de su gerente, situada en las afueras de la ciudad, y se dirige allí a través de un pequeño acceso. Desde el ancho ventanal, le llegan la música y el murmullo del gentío. Cuenta con encontrar a Jane, su jefa y amiga, ajetreada con una supuesta fiesta de negocios. Las mismas caras familiares, el mismo chismorreo sobre los programas de viaje más
novedosos de la temporada. Jane, de unos cincuenta años, elegante, dentro de un estilo clásico, le abre la puerta. —¡Magalie! Pasa. ¡Qué jersey tan bonito llevas! Hace juego con el color de tu pelo. Yo nunca podría ponerme esos tonos otoñales tan cálidos. A ti, en cambio, te sientan de maravilla. —Cogiéndola de la mano, añade: —¡Qué contenta estoy de que hayas podido venir! Alguien ha traído a una chica francesa que apenas habla inglés. Ven, te la presentaré. En el salón, repleto y animado, la gente está apiñada en pequeños grupos. Cuando entran, las conversaciones se paralizan un instante; los amigos se precipitan para saludar a Magalie. —Y ésta es nuestra invitada de Francia. —Jane le presenta a una morena alta, de expresivos ojos grises: —Danielle Meylan. Magalie extiende la mano: —Enchantée. —¿Francesa? —La voz de Danielle es melodiosa; hace juego con el delicado perfume que desprende a su alrededor, —Nací en Marsella —responde Magalie, mientras se fija en el elegante vestido negro de Danielle y en su colgante de esmeralda, la única joya que luce. —Bueno, chicas, os dejo con vuestra incomprensible conversación —dice Jane, antes de volver con el resto de los invitados. Magalie y Danielle se acercan al buffet, con parsimonia, conversando en francés. —Hablas muy bien francés. ¿Cuantos años tenías cuando llegaste a Estados Unidos? —pregunta Danielle. —Seis años. En casa lo hablaba con mis padres. —Pues no tienes acento de Marsella —comenta Danielle, mientras pincha una gambita con el palillo. —De hecho, mis padres eran adoptivos y procedían del norte de Francia —Magalie muerde un tronquito de apio y nota cómo los intensos ojos grises de Danielle la están examinando—.¿De dónde eres? —De París, pero vivo en Mougins. —¿Mougins? —Sí, es un pueblo a ocho kilómetros al norte de Cannes.
7
—En la Costa Azul —afirma Magalie. —¿Te acuerdas de Francia? —Sí, aunque no de lugares como Cannes. —Entonces, ¿de qué te acuerdas? —De Arles y de los pueblecitos de alrededor. Y... también
de la Camarga. Sí, creo que se llama así. Marismas, bullicio, flamenco, caballos blancos, un mar azul eterno y un cielo... —Al evocar aquellas imágenes no menciona a la mujer pelirroja que domina sus pensamientos. —Exacto, la Camarga. ¿Y no te gustaría volver a visitarla? —Cualquier día de éstos iré. —Que sea pronto —Danielle saca una tarjeta de visita de su monedero—. Cuando vayas, llámame. Me encantaría guiarte por aquellos parajes. Magalie lee la tarjeta: —¿Eres periodista? —Trabajo para el Niee Ma¿m. Es uno de los periódicos más importantes del sur de Francia. —¿Y qué te ha traído a Estados Unidos? —Escribo artículos de viaje. —¿Qué has visitado? —He estado por todas partes. San Francisco es mi última parada. Por desgracia, mañana cojo el avión para Francia —su voz es grave y desprende un deje de tristeza—. Me hubiera gustado conocerte más. Creo que podríamos ser muy buenas amigas. —Los ojos grisáceos alcanzan los de Magalie, que se siente cautivada por su cándida mirada y por el refinamiento de esta francesa tan culta. Sin dejar de examinarla, Danielle le dice: —Magalie..., una canción de Provenza. —¿Ah, sí? ¿Una canción? —¡Oh Magalie! —tararea Danielle—. Afa ¿an¿ amado, mete /a ¿elo au feneslroun, escouío un flau aquesto auóado de ¿amóorm
View more...
Comments