Brynn Paulin - Serie Daly Way 02 - Plays Well With Others
November 20, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Letras de Corazón
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Daly Way 02
Brynn Paulin
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Agradezco a todo el equipo el esfuerzo que han hecho, ya que se han quitado horas de sueño y de su tiempo de lectura para terminar este libro para Letras de Corazón, gracias amigas por todos sus esfuerzos. Os quiero y en especial a La Ejecutora. Ejec utora. Mistral
Ayne
Emma B Raven Joselin
P@ndor@ ℓσвα ¢σяαzση ∂є ∂яαgση ∂яαgση
Wickedsher
P@ndor@ ℓσвα ¢σяαzση ∂є ∂яαgση ∂яαgση
P@ndor@ ℓσвα ¢σяαzση ∂є ∂яαgση ∂яαgση
Quiero agradecer a toda la familia de Letras de Corazón, por todo su apoyo y comprensión... Os quiero con cariño… ℓσвα ¢σяαzση ∂є ∂яαgση ∂яαgση
PD : Dios me las bendiga a todas y un especial agradecimiento todas las que han participado en que se haga posible que podamos leer estos bellos libros, gracias Dios las bendiga por estar compartiendo su tiempo , Os quiero, Besos mil ….
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Argumento Paisley Szuzman llegó al Rancho Laurel Ridge en Daly, Wyoming para una entrevista para un puesto administrativo, pero quedo noqueada, y en secreto excitada al ver que el trabajo podía implicar más de lo había previsto. Cualquiera que pretenda este puesto debe cumplir con los criterios de ―jugar bien con otros‖ y los "otros" son los copropietarios del rancho, cuatro fornidos vaqueros que son rudos duros y fuertes, ¡pura tentación! Bohemia hasta la médula, Paisley acepta el reto y encuentra más que lo que nunca imaginó
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Í NDICE
Capítulo 1……………………………..6 Capítulo 2……………………………16 Capítulo 3……………………………32 Capítulo 4…………..……….………46 Capítulo 5…….….………….………60 Capítulo 6……………………………81 Capítulo 7……….……..……………97
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Capítulo 1 Paisley Szuzman observó al hombre alto y rudo delante de ella y parpadeó enfocando su penetrante mirada azul. Hacia el final de la entrevista, que ella personalmente sentía como un bombardeo, él se había levantado y dado la vuelta al escritorio para apoyarse en él. Una pierna musculosa cruzada sobre la otra, la estudiaba, con sus brazos cruzados también. Ace Graham era un hombre tan atrayente como podía serlo cualquiera, pero también era el propietario del Rancho Laurel Ridge. Sería su jefe si la contrataba para supervisar su contabilidad y otras tareas similares. Pero después de dos minutos de reunión, ella había decidido que probablemente no tenía ninguna opción al puesto. En una oficina, ella era competente y tenía impresionantes recomendaciones. Pero como alguien que distinguiera algo sobre ranchos… buff… — ¿Srta. Szuzman? — preguntó Ace.
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Ella se sacudió. — Creo que debería ser honesta con usted y decírselo enseguida… Bien, estoy segura que ya se lo ha imaginado. No sé nada de, um mm… como llevar un
rancho. Quiero decir, siempre he vivido en la ciudad. Miré si P rincipiantes o algo encontrara algún libro tipo El Rancho para Principiantes parecido, no porque pensara que me iba a sentir una ranchera o estar preparada — ella rió incómoda — En cualquier caso, no hay tal cosa. — No me diga — contestó él, y ella sospechó que se
aguantaba la risa. Eso es. Él probablemente estaba que oficinista era una estúpida e insulsa vagabunda, máspensando que una competente. Realmente era un poco vagabunda, pero no insípida en ningún caso. Generalmente, destacaba en todo lo que hacía. De hecho, la habían acusado de ser adicta al trabajo, lo cual había sido una de las razones por las que pensó que un trabajo en Wyoming podía ser una forma de empezar de nuevo. Estaba buscando vivir de una forma más tranquila, algún pueblo ciudad pequeñahasta y conbien un trabajo queal estilo no ladetuviera detrás o del escritorio entrada la noche. Quería ver amaneceres y respirar aire fresco en lugar de polución. — Bueno, chica de ciudad — dijo él. — Porque no te
muestro algo del lugar, y te presento a mi socio, Brant Cauldwell. — Me parece muy bien.
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Ella se puso en pie y se alisó la falda. El corte tubo de la misma junto con sus tacones altos probablemente no eran lo más adecuado para ir pisando por una granja, pero ella prefería no decirle que podía cambiarse de ropa fácilmente. Su vida entera estaba embalada en su pequeño Volkswagen amarillo aparcado al frente. Además de luchar con su galopante adicción al trabajo, había dejado su último empleo para trasladarse al oeste y cuidar de su abuela, que luego resultó, estaba absolutamente bien una vez le hubo cambiado la medicación. La abuelita estaba estupenda, y Paisley estaba perdida con un maletero lleno con sus únicas posesiones. — Así que no sabes nada de ranchos. ¿Has montado a caballo alguna vez? — Sus piernas enfundadas en tejanos se
desplegaron mientras se ponía en pie. Era tan alto que ella le llegaba sólo a medio pecho, donde su camisa de trabajo azul celeste se extendía por sus amplios pectorales. Su pelo negro le rozaba el cuello, y ella tuvo que reprimir el deseo de tocarlo y ver si era tan suave s uave como parecía. — No. Lo más cerca que estado de una granja de animales ha sido en la Granja Infantil del Zoo. — Entonces… ¿Por qué buscar un empleo en un rancho? — Preguntó el algo confundido. — Quiero una vida fuera de la ciudad y puedo hacer el
trabajo. La parte de oficina. Soy buena en eso. Realmente buena. Y aprendo rápidamente. Es una de mis mejores cualidades, eso y enrollarme bien con la gente.
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Sus ojos azules la mesuraron, y ella se preguntó que estaba pensando él mientras la miraba con esa intensidad. Él le sonrió ligeramente. — ¿Así que te enrollas bien con la gente? — dijo,
rodeándola y alcanzando su sombrero Stetson. — Bien, es una forma de hablar, aunque realmente no
soy mucho de enrollarme. — Pues eso tendrá que cambiar si te quedas por aquí.
Trabajamos duramente, realmente, pero también nos enrollamos mucho. Y siendo otoño, los días se están volviendo un poco más cortos — El golpeteo rítmico de sus botas se detuvo cuando se giró a mirarla. — Eso implica enrollarse más, muy pronto, pero no aún. — De acuerdo — Ella no sabía qué más decir. No
entendía a qué se refería él, pero sabía que el trabajo no se reducía cuando nevaba. Las vacas no hibernaban en invierno. Se encaminaron desde la oficina exterior hacia la enorme sala de estar de la casa principal del rancho. Tenía que ser grande, imaginaba. Él le había dicho que el disgregado edificio tenía seis dormitorios y por eso la persona contratada para llevar la administración tendría el uso de uno de ellos y también la organización doméstica. Cualquier sitio con media docena de dormitorios tenía que tener una sala adecuada para acomodar todos los ocupantes. Por supuesto, había espacio de sobras en el exterior. El rancho ocupaba más de 100,000 Km2.
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— ¿Cuántas vacas tenéis? — Preguntó ella mientras
entraban por el vestíbulo principal. — Ahora mismo, tenemos unas mil doscientas cabezas.
Cabezas, correcto. No vacas. — Así es como las contamos, en cualquier caso.
Tendría que revisar los libros para saber el número exacto porque la mayoría de toros adultos cuentan como un animal y medio, mientras que las vacas de cría y sus terneros cuentan como una cabeza solamente. — Es como un problema de álgebra complicado —
comentó ella.
— Psi. Algo así.
Cuando llegaron al exterior, Paisley inhaló profundamente. El aroma de pino y salvia, junto con el olor del alto y fresco césped impregnaba la atmósfera. Los caballos estaban estabulados cerca, y por ello llegaba también un ligero olor a estiércol, perofresco no era como para impedirle disfrutar del díatan de penetrante finales de Septiembre, con sus brisas rumorosas y su cielo azul. — ¿Tienes botas? — preguntó Ace. — Oh, no. — Entonces, tendrás que conseguir unas. — Él miró a
sus elegantes zapatos de casi diez centímetros de tacón diseñados por Christian Loboutin, y perfectos para los negocios
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en Nueva York. — Esas pequeñas bellezas no te van a servir de nada, chica de ciudad. Sin esperar, se encaminó cruzando el espacio que separaba el establo de la casa. Ella se apresuró detrás, haciendo lo posible para andar de puntillas y preservar los zapatos de hundirse en el barro. Todo eso evitando torcerse el tobillo o romperse el cuello. Botas. ¡Diantres! Tenía que conseguir unas URGENTE . Aunque no consiguiera ese empleo, las necesitaría si tenía previsto establecerse por la zona. — Brant — llamó Ace mientras sus largas y atractivas
piernas llevaban al interior del establo. un uufff ahogado,le justo al entrar, entonces sus ojosEllase oyó ajustaron al cambio de iluminación y se abrieron como platos por la visión que se le apareció. Un hombre… Ella tragó. Un hombre moreno y tan alto y ancho como Ace lo tenía atrapado contra la pared, con un puño enroscado en la camisa de Ace mientras le besaba. Duramente. Ella parpadeó. Miró fijamente. Intentando no quedarse mirando. Entonces volviendo averlos mirar porque, Dios bendito, eran una visión preciosa el a ellos dos juntos. — Brant — gruñó Ace cuando sus labios quedaron libres aunque aún pegados a los del otro hombre. — No
estamos solos. — No es ningún secreto. — Rió Brant. — Seth y Tai… — No son ellos — interrumpió Ace.
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Entonces el otro hombre miró por encima de su hombro. — Oh… Hola, Hola, señorita. Lo siento, yo, eh… eh… — Su mano fue a rascar su cogote justo en la base de su cuello. Dejó la frase sin terminar, aparentemente incómodo con su exhibición frente a un extraño. — No pasa nada — contestó ella. Adelantó su mano. — Soy Paisley. — Brant — le dijo él mientras su enorme mano le
envolvía la suya, con la áspera piel rozando su palma. Ella tragó, empujando el deseo repentino de sentir esos callos en otras zonas más sensibles de su piel. — Ella es la nueva administradora. — Dijo Ace. — Si acepta el empleo. — ¿Me estás contratando? — soltó ella. — ¿Por
qué? Ace reprimió otra sonrisa. — Porque eres honesta — dijo al mismo tiempo que a ella le pareció que Brant decía ―Porque eres mujer‖
— ¿Quieres decir, sobre el no saber nada de cómo llevar un rancho? — Ella enfocó su pregunta a lo que había
dicho Ace, ya que no estaba segura de haber oído correctamente a Brant. — Sí. Ya te pondrás al día con el tema. Además, no
es como si limpiar establos fuera parte de tus tareas.
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Hablando de establos… establos… Ella miró alrededor y se preguntó
si el olor era una de esas cosas a las que se tendría que habituar. Demonios, a ella ni siquiera le gustaba pasear por donde estaban los carruajes a caballo que hacían rutas turísticas por Central Park. El establo olía… tan a establo. Aparte, ella estaba sorprendida por lo limpio que parecía. Aunque había menos luz que fuera, no estaba realmente oscuro. Ella se fijó en que había luces luces por por encima de de sus cabezas que no estaban encendidas. Los equipos colgaban en una de las paredes, cada cosa parecía tener su sitio. Limpio y ordenado y, algo oloroso. No un sitio romántico como a veces lo pintaban en los libros. — Paso buena parte de mi tiempo aquí — le contó Ace. — Y otra buena parte de mi tiempo, fuera en los
campos, supervisando cosas y atendiendo al ganado. — ¿No tenéis alguien que se ocupe de eso?
La mirada que el hombre le dirigió no era completamente burlona, pero un sí rancho hablabadedeeste la falta de no conocimientos ella. — Sí, pero tamaño permite quedeningún hombre se quede sentado en sus posaderas, perdona el lenguaje, para que otro lo haga todo. Tenemos alguien que lleva los libros para poder estar fuera haciendo estas otras tareas. Ella asintió, bastante convencida de que ignoraba la magnitud de lo que se necesitaba para llevar un rancho de ese tamaño.
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— Voy al cobertizo maternal — le dijo Brant a Ace —
Señorita Paisley, ha sido un placer conocerte. Te veré a la hora de cenar. Sus ojos la repasaron, valorándola de una manera en que ningún hombre homosexual habría valorado a una mujer, a no ser que jugara para los dos bandos. Entonces le hizo un gesto con la cabeza, le dirigió una sonrisa amigable y se encaminó hacia fuera. — Probablemente no haya un libro como El Rancho para Principiantes porque porque nadie ha tenido tiempo para escribir uno — comentó Ace, guiándola fuera del establo. — Cien mil
kilómetros cuadrados probablemente te parezcan enormes, pero tal como están las cosas somos cuatro llevándolo todo. — ¿Cómo? — soltó la exclamación antes de poder
contenerse. — Empezando temprano, acabando tarde, tomando café
y simplemente ir haciendo lo que se vaya teniendo que hacer. — Él sonrió. — Y cruzar los dedos para que ninguna de las
vacas se ponga a parir a mitad de la noche. Parece que lo hacen frecuentemente por aquí.
Paisley se estremeció al pensar cuan ―pronto‖ era necesario para ocuparse de tantas vacas – cabezas – y de todo lo demás que un rancho de esas dimensiones exigiera. Él suspiró lastimeramente. — Tengo que volver a ocuparme de mispor tareas, será pasada medianoche cuando haya terminado hoy. oDeberías ir a laGillete y conseguirte
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esas botas. Cuando vuelvas a través de Daly, para en la casa de comidas y avisa a Leena de que vas a estar aquí para que sepan dónde redirigir el correo, y que ella pueda también evitar los rumores sobre una mujer forastera y posiblemente disponible rondando el pueblo. Cuando llegues, puedes trasladar tus cosas a tu habitación. Te dejaré una nota adhesiva en la puerta para que sepas cuál es. Probablemente luego puedas empezar a familiarizarte con la oficina y las tareas pendientes. La cena es a las siete. Te veré entonces. Paisley se quedó mirando su firme trasero mientras él se marchaba, se montaba en una furgoneta todoterreno y se encaminaba hacia un camino cortado a través de los campos. Ella se sentía exhausta, por lo que él le había asignado para hacer, y sólo eran las diez de la mañana.
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Capítulo 2 Encontrar botas para ella fue más difícil de lo que Paisley había supuesto, pero a media tarde, había terminado con eso, había parado en el restaurante para conocer a Leena, y de paso cinco hombres que allí había intentaron ligar con ella. — Eres la mejor novedad reciente — dijo Leena, pasándole una taza de café con una brillante sonrisa. —
Bienvenida a la tierra sin mujeres, cariño. Serás el objeto de los sueños de esos cowboys hasta que estés emparejada. Paisley rió. — No es posible. Leena la estudió. — ¿No sabes del problema de población que hay aquí? Sólo hay unas pocas mujeres pero
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cerca de ciento sesenta hombres. Créeme. Te harás muy popular por aquí. — No, no sabía nada de eso… ¿Por qué hay tanto
desequilibrio? — Daly siempre ha sido una zona de ranchos. Los
hombres jóvenes acuden en docenas para trabajar en los campos cercanos. Mujeres, no tantas. A riesgo de sonar sexista, el tipo de trabajo de un rancho no es para mujeres a no ser que puedan levantar setenta kilos o más, repetidamente, sin inmutarse demasiado. — Ace me contrató por mis habilidades de oficina. Ni
siquiera me he montado a un caballo nunca. — Eso cambiará — Leena la observó como si quisiera leerle la mente. — Pero debes ser bastante especial… — Si, una completa ignorante sobre ranchos. Me ha tenido que enviar a la ciudad a por unas botas. — Cuanto
más pensaba en lo mucho que ignoraba, más le molestaba. No quería parecer estúpida a los ojos de Ace o Brant. No era que ella pensara que eso los iba a cambiar. Si a ellos les iban los hombres, les iban los hombres. Pero… bien, había algo en ellos que hacía que le importara lo que pensaran de ella, y no era por su desesperada necesidad de satisfacción profesional. Leena meneó la cabeza. — No… ¿no sabes cuánta gente ha entrevistado para ese puesto? Imagino que no tendrás idea. aAlLaurel menos,Ridge. a veinte. Las hechicas visto llegar al pueblo, niyendo Además bonitas,
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realmente. Y todas se fueron por el mismo camino del pueblo, de vuelta al sitio del que venían. No es que diga que no eres bonita. Demonios, lo eres, pero… — Es necesario algo más que buen aspecto para hacer un trabajo — intercaló Paisley. — Oh, demonios, no sé. No es lo que quería decir. — Ella meneó otra vez la cabeza. — Estoy hablando de
dinámicas que tú no entiendes aún, pero pronto lo entenderás. Y o bien dices que sí, o te irás corriendo de aquí. Un rayo helado atravesó la columna de Paisley. — Eso suena… amenazador. — No, cariño. Es un regalo. Lo que pasa es que no es para todo el mundo. Ahora… a cenar c enar al rancho. Los hombres
habitualmente se turnan para preparar algo, pero ¿por qué no les haces tú una buena comida a ellos? ¿Sabes cocinar? A todos ellos les gusta la lasaña. Te daré algo de pan del que he hecho… Leena fue hasta la tienda de comestibles que tenía adjunta al restaurante, y lo único que Paisley pudo hacer fue quedarse boquiabierta. ¿Cómo diablos había llegado hasta esa Tierra de Maravillas? La habitación de Paisley estaba en el segundo piso de la casa principal del rancho. Luchando con una caja y una maleta subió las escaleras, esperando durante todo el camino que Ace hubiera tenido tiempo de señalar s eñalar su habitación. Para su alivio,
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lo había hecho. Un gran Post-it amarillo estaba enganchado en medio de una puerta pintada de blanco al final del vestíbulo. Ella movió la caja para apoyarla un poco más arriba en su cadera y se encaminó hacia ahí. De improviso, se le ocurrió preguntarse cuál era la habitación de Ace y cuál la de Brant. ¿O compartían una? Su puerta se abría a una habitación espaciosa y de forma irregular que parecía más una suite que un dormitorio. Se extendía tanto a derecha como a izquierda, haciéndola pensar que ocupaba todo ese lado de la casa. Un baño grande estaba inmediatamente a su izquierda. Una cama con dosel estaba situada en el espacio abierto y la pared del fondo, con un vestidor de roble al lado, todo sin que se viera abarrotada la habitación. En la otra dirección, un trío de sillones se encaraban a un asiento de ventana en una especie de área redondeada. Un escritorio con línea de internet visible estaba a su derecha. Cerca había una nevera pequeña y un horno microondas en un estante. Una enorme alfombra tejida ocupaba el de la Tres habitación, una mesita una silla pegadas al centro frigorífico. de lascon cuatro paredesy principales tenían ventanas, así como el espacio parecido a una torrecilla. Tenía que haber algún error. Eso no podía ser para ella. Bueno, ¿y ahora qué? Tal vez ella debía dejar sus cosas a un lado en el vestíbulo hasta que pudiera hablar con Ace. Tenía que entrar todas sus demás cosas, pero no quería ponerlas en la ridícula. habitación, sólo para luego tener que trasladarlas sintiéndose
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La caja era pesada por lo que, por el momento, la puso en el suelo cerca de la puerta y dejó caer la maleta al lado. Era una habitación preciosa. Se mordió el labio observando el dosel de encaje y las sedas a juego en las ventanas. Alguien había abierto las ventanas y la brisa hacía revolotear las cortinas. Tan relajante y bonito… En el baño colgaban gruesas toallas blancas, y había una ducha y un hidromasaje. Un alegre paño de algodón a cuadros rojo cubría la mesita para comer. Acababa de decidir que ése debía ser el dormitorio principal cuando se fijó en una nota amarilla doblada en el escritorio, con su nombre garabateado encima. La nota contenía una corta bienvenida e instrucciones de Ace para que rellenara los papeles oficiales que él le había dejado en la oficina del piso de abajo. Aliviada de haber encontrado la habitación que le correspondía, y aún sorprendida de que ésa fuera para ella, llevó el resto de sus cosas al interior. dejó ahía en planeando ordenarlas más tarde, y seLas encaminó la medio, cocina cruzando el vestíbulo principal donde ella había dejado los comestibles que le había entregado Leena. De alguna manera, podía parecer una presunción el cocinar para aquellos hombres, pero por otra parte, tenía sentido completamente. Ellos trabajaban en el rancho desde muy temprano por la mañana hasta bien entrada la noche. ¿Por qué no ahorrarles el trabajo, preparando la comida, ya que ella sólo trabajaba hasta las cinco? Además, a ella realmente le gustaba cocinar
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y había echado un vistazo a la cocina antes. Martha Stewart1 muérete de envidia. ¡Tengo una cocina mejor que la tuya! Después de un rato esforzándose, el olor de la salsa italiana llenó la cocina. Ella colocó una bandeja enorme en el horno y preparó una ensalada que dejó en la nevera. Satisfecha de que la cena estuviera en buen camino, se fue hacia la oficina para irse familiarizando con ella y también para cumplimentar los formularios que le correspondían. Su escritorio estaba cubierto hasta arriba de facturas, ficheros y libros de contabilidad. Había una pila tan alta que, de hecho, ella apenas podía ver el monitor plano detrás del volumen de papeles. Las cosas por orde n… puso todo en montones en el suelo. Tenía al menos que poder ver su escritorio y entonces podría empezar a clasificarlo todo. t odo. Estaba agachada entre los montones de papeles cuando dos cowboys entraron de golpe en su oficina. — ¿Dónde está el ángel culinario que ha venido aquí a salvarme la vida? — Exclamó uno de ellos. Sonriendo, ella
apoyó los brazos en el borde del escritorio, y miró hacia el exuberante hombre. — ¿Ángel, eh? — Por supuesto. — Él dio la vuelta al escritorio y sin
darle tiempo a protestar, la arrastró hacia sus brazos. Sus 1
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labios estuvieron pegados a los de ella antes de que pudiera exclamar algo. Por reflejo, sus manos fueron hacia arriba. Ella tropezó con pelo húmedo mientras la boca de él la forzaba a abrirle la suya para hundir su lengua dentro. Él olía a establo y heno y hombre caliente, y para su sorpresa, a ella no le importó en absoluto. Un impulso eléctrico entremezclado de sorpresa y espanto la recorrió, y se apresuró a separarse de él. Su mano se tocó los labios, y sus ojos se abrieron mucho. — No puedo besarte — dijo ella. ¡Dios bendito! Sólo
había estado ahí unas pocas horas y ya se había comportado de forma inadecuada con un compañero de trabajo. Había estado demasiado tiempo apartada de un despacho y había olvidado su conducta profesional. Sólo habían sido seis meses desde que dejó su empleo en Nueva Cork para ir a cuidar de su abuela. — Pero puedes. Acabas de probar que puedes. Y cariño, deberías — dijo el hombre.
El cowboy que lo acompañaba se adelantó y lo tomó por el brazo adelantándose, provocando que ella se echara hacia atrás y tropezara con una de las pilas de documentos. — Cálmate, Seth. Obviamente, estás dándole un susto de muerte. — Él le alargó una mano. — Señora. Soy Tai
Cauldwell, el primo de Brant. Este atrevido es mi amigo Seth Danielson. Estamos ayudando en el rancho mientras los
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trabajadores de Ace y Brant, Brian y Steve, están de luna de miel con su esposa. — ¿Cómo?
— ella
preguntó antes de poder interrumpirse. ¿Había querido decir Tai esposas? Seth asintió. — Si, estamos sólo aquí ayudando hasta la primavera.
Echando una mano hasta que ellos vuelvan. Cuando la nieve caiga, Ace también contrata ayuda extra. Las horas de luz son menos, por lo que hay más trabajo que hacer por lo corto del día. Por esto estamos aquí. Cuando llegue la primavera, nos iremos donde el padre de Tai, que se retira. Se va al sur cerca de donde está viviendo el padre de Ace. Paisley asintió, aún preguntándose por el uso de plural en los hombres y singular en la mujer. — ¿Y cuándo volverán Brian y Steve y sus mujeres? — preguntó. — Mujer, señora — corrigió Tai. — Sheila es su
nombre. Una chica muy maja, además, para esos tíos afortunados. — Él echó una ojeada a Seth. — Esperamos ser tan afortunados algún día, también. — Volvió a dirigirse a ella. — En cualquier caso, queríamos presentarnos y agradecerte que hayas hecho la cena antes de ir a lavarnos, aunque… — Dio un golpe a Seth en el brazo. — Por cómo ha actuado éste, probablemente deberíamos habernos aseado antes. Apestas, tío. — ¿Ah, sí? Pues tú también.
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Paisley se les quedó mirando mientras reñían bromeando todo el rato mientras salían por su puerta y cruzaban el vestíbulo para subir por las escaleras. Con una sacudida de su cabeza, se rozó levemente los labios y volvió a concentrar su atención a los documentos con los que había tropezado. En poco rato, los tenía ya organizados y había terminado con todas las montañas que habían estado en su escritorio. Los formularios que Ace había mencionados habían estado en el único sitio ordenado. Cubrían la información fiscal básica, la misma que ella había rellenado para cada empleo que había tenido desde que tenía dieciséis años. Una vez los hubo rellenados, lo puso en la cubeta del escritorio de Ace, y volvió a su tarea de clasificar ficheros. El único problema era que no tenía ni la más mínima idea de lo se esperaba que hiciera. Armándose de un taco de notas adhesivas, fue anotando sus dudas y comentarios en los papeles y archivos, y dejó las consultas para más tarde. Con un poco de suerte, Ace tendría unos pocos minutos para ella a la mañana siguiente y de ahí, continuaría con el trabajo. — Parece que estás a punto de tirarte de los pelos,
chica de ciudad. Paisley dio un salto. Había estado tan absorta ab sorta intentando cuadrar las cuentas de los inventarios, sorprendida por cómo se llevaban y preguntándose si algún día iba a entender y poder abarcar el trabajo documental de ese empleo. Podía no tener que ocuparse sobre el terreno, pero igualmente había mucho que aprender en el despacho. Era como un idioma extranjero.
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Ella miró a Ace y trató de mostrarle su cara más profesional y esconder al cervatillo asustado que se escondía en ella y que había aflorado en la última media hora. Él se apoyaba en el marco de la puerta, con los brazos y los tobillos cruzados mientras la observaba. — Estoy perfectamente — contestó ella — Sólo que estoy… — ¿Jodidamente perdida? Perdona el lenguaje — se interrumpió él — Si, es uno de los motivos por los que
necesitaba ayuda aquí. — Espero no darte más trabajo aún — admitió ella. Él
había alabado su franqueza. franqueza. Ella podía seguir hablándole así. — No lo harás. Empezaré a enseñarte una parte del
trabajo y cuando lo tengas dominado, iremos por más cosas. Antes de que te des cuenta, podrás desenvolverte en este asqueroso montón de mierda, perdona el lenguaje, quiero decir en este lío documental y lo tendrás todo dominado. Estarás preguntándote porqué está todo tan atrasado — No tengo duda. Porque estás haciendo dos trabajos — Y su cuerpo lo mostraba, también. Cielos, el hombre estaba bien construido y era macizo. Ella miró hacia los papeles y cerró la carpeta antes de que se diera cuenta que estaba mirándolo demasiado fijamente. Otra vez. Por Dios bendito. Entre estar echándole repasos a él y besando a Seth… Tendrían que mandarla al paredón por
acoso sexual. ¿Y de dónde demonios salía esa lujuria
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repentina? Vale, ella no había tenido relaciones con nadie por una temporada, pero no era una persona que se tiraba a todo tío que se le ponía por delante, y por descontado lo de follar con todo el equipo a la vez. Hasta entonces, había conocido a cuatro cowboys en el Laurel Ridge y por el momento, el hecho de acostarse con cualquiera de ellos le parecía genial, excepto que era una idea terrible. terrible. Eran sus jefes y sus colegas. — He hecho algunas cosas — contestó él. — Las otras
han ido amontonándose amontonándose en tu escritorio. — Imagino que has necesitado ir haciendo algunas
tareas. — Algunas. Pero he estado trabajando estas tierras
desde que era un muchacho. Tengo casi todo en mente, y sé que obligatoriamente tiene que ir documentado. Mi madre se aseguró de eso. Ella llevaba el papeleo hasta que se retiró con mi padre. Se fueron al sur para estar cerca de mi hermana. Compraron una granja pequeña allí, porque en mi familia nadie se jubila realmente. Mi madre echaba de menos la compañía femenina, además. — Leena
mencionó que este pueblo está muy desequilibrado en cuando al número de habitantes por género. — Podría
decirse así. — Contestó él. — Desequilibrado es una forma amable de describirlo. Está tan mal el tema que todos hemos tenido que buscar alguna forma de…
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Él se interrumpió y meneó la cabeza, pensándoselo mejor sobre la información que iba a darle. Ella levantó sus cejas. — Probablemente sea algo de lo que no querrás hablar
durante tu primer día en Daly. Simplemente, aquí vivimos a nuestra manera, a la ―manera de Daly‖ por por decirlo así. Eso es todo. Paisley le había dicho que era rápida en captar las cosas, y no había mentido. Uno y uno se sumaban rápido, o como ella debería decir, uno y uno y uno. — Seth y Tai mencionaron que vuestros trabajadores
habituales estaban fuera con su esposa. Y Leena me dio algunas pistas antes, pero no las pille. Es esta ―manera de Daly‖ algún algún tipo de poligamia? — Bueno, diantres, perdona el lenguaje. Eres sagaz. Sí. Esa es la práctica habi tual aquí.‖
Ella asintió y se puso en pie. — Y vosotros habéis estado buscando la mujer adecuada para que llenara una especie de puesto que puede que no sea tan administrativo como había pensado. Él se mantuvo silencioso, sus penetrantes ojos observándola. Su estómago se encogió en respuesta, pero ella lo ignoró. Se sintió indignada. Eso había sido una farsa, y ella se sentía algo así como una mercancía, como una mujer beduina intercambiada por varios camellos.
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Ella le dirigió una mirada disgustada, pero él se mantuvo en su sitio mientras ella se acercaba. — Sal de mi puta vista — dijo ella en su mejor acento
neoyorquino para indicar fuera-de-mi-camino. Le pasaría por encima si era necesario. No importaba cuán grande fuera él; ella sabía autodefensa. — Y no me disculpo por mi lenguaje. Ahora, él fue el que alzó las cejas pero se apartó a un lado haciendo una pequeña reverencia con las manos. Ella pasó rozándole e intentó no quedarse enganchada con el olor intoxicante de la colonia que él se debía haber puesto cuando se había aseado. Aire fresco de la montaña y pinos. Era la única descripción que le vino a la cabeza. Irritada porque aún así se sentía excitada y cabreada por él, subió corriendo por las escaleras. — Vaya, hombre, ¿Qué narices hiciste, Ace? — le
dijo Seth desde un extremo del pasillo. — Piérdete en tus asuntos — respondió secamente Ace,
y un temblor la recorrió. Ella no había notado que la seguía pegado a sus talones. Ella se giró bruscamente, agarrándose al pasamano para mantener el equilibrio. — Aléjate de mí, cowboy — exigió ella, dándole un
golpecito en el pecho.
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Él le cogió la mano y la miró directamente a los ojos, su calloso pulgar acariciando la tierna piel entre su propio pulgar e índice. — No — contestó él. — No puedo imaginarme nada mejor que hacer — oyó a
Tai decir, y se dio cuenta de que él y Seth estaban ahí mirando todo el show. No habría show. Ella arrancó su mano de la de Ace y corrió el resto de escaleras arriba. Se sorprendió cuando él no la siguió dentro de la habitación. Se paró en el marco de la puerta, una barrera tan fuerte como una puerta cerrada con llave. — ¿Qué estás haciendo, chica de ciudad? — ¿Qué crees tú? Creo que eres bastante listo.
Imagínatelo. — Se está haciendo de noche. No querrás conducir por
ahí ahora. — Maldición, claro que sí — contestó bruscamente ella. No iba a quedarse ahí. — Me voy a alojar en cualquier otro sitio. Vendré por mis cosas mañana. Ace suspiró, y ella entonces vio a Brant que venía tras él. — Cariño, no estés tan disgustada.
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Como no… el novio – socio – saliendo en su defensa.
Esto la llevó a ella a pararse en seco. Les miró alternativamente, de uno a otro y vuelta al primero. Brant sonrió, aparentemente adivinando lo que ella estaba pensando. — ¿No sois homosexuales? — Exigió saber ella — ¿Por qué narices queréis una… una… concubina?
Brant soltó un respingo y Ace levantó su maldita ceja otra vez. En el otro extremo, los otros silbaban y gritaban. Ella inhaló profundamente. Evidentemente, ella estaba gritando como una loca. — Cariño… — empezó Brant de nuevo, pero Ace lo
cortó en seco. — Somos bisexuales. Sucede mucho por esta zona. Y
no tenemos concubinas en esta región. De hecho, la que tendría un harén serías tú. — Un harén de dos — se rió ella. El sonido de su
propia risa se interrumpió mientras sus ojos se abrían repentinamente. Un momento. No estaban ellos pensando en incluir también a Tai y Seth… — Oh, demonios, no. Ella agarró su bolso y buscó sus llaves. Suspiró por dentro por tener que abandonar una habitación tan preciosa. De repente, todo tuvo más sentido. Eran las habitaciones de una mujer mantenida.
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— Mejor que os apartéis — advirtió mientras se dirigía hacia Ace y Brant. Sacudió su llavero. — Tengo un spray
de pimienta y sé cómo usarlo. Ambos hombres se apartaron en direcciones opuestas con las manos levantadas, y Paisley atravesó entre ellos para bajar las escaleras y cerrar de un portazo la puerta delantera como la reina que ellos habían dicho que iba a ser.
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Capítulo 3 La cosa no podía haber ido peor. Ace se pasó la mano por el pelo mientras Brant le frotaba el hombro y le besaba en la sien. — La he cagado con todo el equipo — refunfuñó Ace. — Acabará aceptándolo. Y si no lo hace, es que no era la adecuada — le aseguró Brant. — Pero… creo que cederá.
Ace no estaba tan seguro. — Ella no es un potro salvaje. — Mujeres. Caballos salvajes. Muchas veces son
parecidos, cariño. Se necesita la dosis justa de insistencia y a veces un regalo adecuado. 32 32
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A pesar de sus obviamente caros zapatos, Paisley no le había parecido a Ace materialista. Ella llevaba un vehículo pequeño, tipo hippie, con una campanilla en la puerta y pegatinas con el símbolo de la paz pegadas por encima de la brillante pintura amarilla. No parecía característico de una mujer que deseara objetos materiales. No, Paisley no se sentiría atraída por ―regalos‖ . Y él estaba preocupado porque ella se había marchado enfadada y tendría que conducir al anochecer. El camino hacia el pueblo no tenía tantas curvas como otros, pero todo y así era de grava y después del largo verano, necesitaba volver a nivelarse. Como sus zapatos, su coche era completamente inadecuado para esa región. Él había imaginado que eventualmente la podrían convencer para que llevara una furgoneta y dejara el coche antes de que se quedara en la cuneta a la primera nevada. — ¿Dónde imaginas que ha ido? — le preguntó a
Brant. — Tal vez al pueblo. Tal vez a Gillette. Tal vez de
vuelta a Nueva York. Estaba muy mosqueada. — Si — contestó Ace. Suspiró. Después de todas las solicitudes – con foto y biografía incluida – había pensado que
ella era definitivamente la correcta. Él había escrito alguna chorrada sobre necesitar la biografía para juzgar la facilidad con que una persona se adaptaría a la vida allí, pero eso era sólo parcialmente cierto. 33 33
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En su mayor parte, había estado buscando rasgos aventureros en una mujer que pudiera inclinarla favorablemente a disfrutar de una relación de menaje. Alguien que no fuera abiertamente conservador, pero tampoco alguien que estuviera simplemente buscando un ligue. Alguien que se pudiera adaptar al estilo de vida anticuado del oeste, pero teniendo un pensamiento abierto. Y si, alguien con habilidades de oficina, porque la mujer de la familia Graham usualmente se ocupaba de este tipo de tareas y algunas de las del rancho, pero Ace no había esperado eso de Paisley. — Sacad la cena del horno — les gritó a Seth y Tai. — Vi una ensalada en la nevera. — ¿Qué vas a hacer tú? — preguntó Brant. — No acabé de limpiar los establos antes. — Necesitas comer, amor. — Necesito pensar. — Hizo una mueca y puso su mano
en la mejilla de Brant para luego deslizar sus dedos por su cabello. — Lo siento. No debería haberle dicho nada a ella. Brant soltó una risa descorazonada. — De alguna manera, no creo que su reacción hubiera sido diferente más tarde. — Es obstinada. Eso lo entreví en su currículum y
biografía claramente. Necesitará eso para tratar con nosotros. — Bueno, aún tenemos mañana. Cuando vuelva a
recoger sus cosas.
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Ace bajó las escaleras y salió fuera de la casa, esperando que para entonces se le hubiera ocurrido qué decirle. Paisley estaba aterrada. Después de conducir como una loca hasta Daly, había cometido el error de parar en el restaurante de Leena para cenar antes de conducir hasta Gillete para pasar la noche. Antes de que Leena pudiera llegar a donde estaba, una multitud de hombres había aparecido. Ninguno se había pasado de la raya, pero la habían rodeado. La habían asaltado a preguntas como su nombre, de dónde era, por cuanto tiempo iba a estar allí, si tenía novio y muchas más. Su cabeza palpitaba por la presión de la gente y las preguntas continuas que le lanzaban. — Por favor… simplemente estoy cenando y me marcho — dijo ella, abrumada por la atención.
Era una locura. Aunque estaba acostumbrada a las calles atestadas de Nueva York, allí todo el mundo la ignoraba, e iban a por sus asuntos. Aquí, todo el mundo parecía absorto con ella. Que noche más demencial. Primero, Ace y su revelación sobre el menaje y ahora eso. En realidad, una vez ella se hubo calmado un poco yendo hacia el pueblo, la idea de estar con esos cuatro hombres excitaba sus sentidos. ¿Cómo sería eso? Cuatro pares de manos. Cuatro bocas. Cuatro penes. Cuatro hombres centrados en complacerla. Este último pensamiento la bloqueó. Tal vez todos pensaban que ella iba a satisfacerlos a todos, como una chica de un burdel que
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dedicaba un tiempo a cada hombre durante la misma noche. Su ira se encendió con ese pensamiento. Después de otro kilómetro, ella dudó si hubiera debido preguntar exactamente qué era lo que los hombres de Laurel Ridge tenían en mente, antes de salir escopeteada. Si ellos realmente querían sexo en grupo, no estaba completamente en contra. Nunca había participado en algo así, pero la intrigaba. Aún pensando, había ido a ver a Leena para hacerle algunas preguntas precisas. Ella había tomado un taburete en el mostrador del restaurante, que tenía sólo unas pocas mesas y unos pocos reservados además de los taburetes. Desgraciadamente, con los cowboys pendientes de todo lo que hacía, no había podido preguntarle nada nada a Leena. Leena le dirigió una mirada de simpatía mientras le volvía a llenar la taza de café. — Mis maridos están en camino. — Dijo ella. — Ellos
se ocuparán de apartar esos tipos de ti hasta que estés lista para irte. Paisley asintió. Había visto a Leena al teléfono un rato antes, y esperó que los refuerzos llegaran pronto. Su corazón latía fuertemente como si tuviera algún tipo de ataque de claustrofobia. Esos chicos estaban tan encima de ella. Y no era como cuando Ace, Brant, Seth o Tai habían estado a su lado. Y cuando Ace la había tomado la mano en las escaleras… 36 36
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Ella tembló al recordar su excitación sexual. Le había costado mucho no pegarse a él en aquel momento. — Lo siento — continuó Leena. — Es un grupo salvaje esta noche. Usualmente, son más educados — ella le echó la
bronca a un cowboy joven y rubio que se había apoyado en el mostrador, justo enfrente de Paisley y tirándosele encima. — Hola — dijo él. — Trent, atrás — pidió Leena. — Sí, Trent. Apártate de mi mujer, perdona el
lenguaje, cariño. Paisley miró en la dirección de la voz y vio a Ace abriéndose paso a codazos junto a Brant, Seth y Tai que iban pegados a sus talones. — ¡Ace! — exclamó ella, prácticamente echándosele a
los brazos desde el taburete. Él la rodeó y la apoyó protectoramente contra su pecho mientras el restaurante se quedaba silencioso. Brant llegó al lado de ellos y luego Seth y Tai completaron el grupo que la rodeaba, dejando a todo el mundo fuera. Tan abrumada como se había sentido antes, no se sentía de esa forma con esos cuatro. Aunque se había enfadado y les había despotricado, sabía que la mantendrían segura. — No quieren hacerte daño, chica de ciudad — le dijo
Ace en voz baja. Aunque el apelativo podría haber sido burlón, ella oyó sólo ternura en su voz cuando la llamó así. 37 37
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— Todo va bien, cariño — añadió Brant, acariciándole el cabello. — Te tenemos.
Y ella sospechaba que la tenían. Ella estiró un brazo para rodearlo mientras apretaba su mejilla contra el duro pecho de Ace. — No voy a acostarme con ninguno de vosotros —
murmuró ella. Seth le besó el cuello. — Ya veremos. Cuando te besé estuviste en un momento completamente absorbida por mi beso, cuando te dejaste ir. Ace la apartó lo suficiente para mirarla. — ¿Le besaste? — Lo hizo — confirmó Tai. — Quiero un beso — le dijo Ace, su voz grave
mientras sus azules ojos chispeaban deseo. El cuerpo de ella se aflojó al pensar en besarle. Ella ya se estaba poniendo caliente con la proximidad de los hombres. — Yo también — gruño Brant, y ella tembló. Ella lo miró a los profundos ojos marrones y luego volvió a mirar a Ace. — No aquí — contestó ella.
Se mordió el labio. ¿Estaba realmente considerante empezar algo con ellos? Sólo una loca hora y media antes, se había largado corriendo del rancho Laurel Ridge echando ech ando humo 38 38
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y muy enfadada con todos ellos, y sintiéndose como si le hubieran gastado una broma pesada. Aunque a medio camino en la oscura y traicionera carretera, había empezado a cuestionarse si no había reaccionado desproporcionadamente, aún así eso era tan… raro. Y ellos tenían planes para ella – en su opinión algo malvados – pero ¿no había estado ella todo el día luchando con su propia reacción a ellos? Ella también tenía sus propias ideas perversas sobre todos ellos. — Vamos a sacarte de aquí — sugirió Brant. Ace
pasó por el lado de su amante y le dio a Leena algo de dinero. Girándose, Paisley vio a Tai coger su bolso del mostrador. — De acuerdo — aceptó ella. — Vamos a llevarte en la furgoneta — le dijo Ace. —
Esa caja de cerillas con ruedas no está hecha realmente para rutas como las nuestras. Volveremos cuando sea de día para recogerlo. No quiero perderte en un bache del camino. Ella simplemente asintió. Discutir no la beneficiaría en nada. Además, ella no quería conducir otra vez por esa carretera. No de noche. En pocos minutos, estaba metida entre los corpachones de Ace y Brant mientras que Seth y Tai se estrujaban en el asiento trasero, más pequeño. Ella notó el brazo de Tai alrededor de Seth y se preguntó si era la proximidad o es que también estaban enrollados. — Tenemos que hablar — anunció ella mientras iban en
camino.
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Silencio. — Vine aquí por un empleo — continuó ella, llenando la — Me ¿qué refieropasará a que si esto… oscuridad sus palabras. no es lo que con esperaba. Quiero decir… esto no funciona? Me habréis jodido en todo. — Ella tosió y sonrió. — Perdón por mi lenguaje. — Funcionará — aseguró Ace. — No quiero sentir… bueno, ya sabéis, que el sexo es
parte de mis obligaciones contractuales. Ace aparcó a un lado de la carretera, y ella oyó una inhalación fuerte en el asiento trasero. Brant farfulló algo como Oh, rayos por por lo bajo. Los ojos de ella se abrieron mientras Ace apagaba el motor. Todas las luces se apagaron, dejando a los pasajeros aguantándose la respiración en medio de la oscuridad. — ¿Exactamente, que piensas de nosotros, señora? —
ladró Ace. — Pareces sugerir que te hemos metido en algún tipo de negocio de prostitución. — No… bueno… tienes que admitir que esto es… inusual — dijo ella, odiándose por lo vacilantes que salían sus palabras. — Quiero decir… bueno, mald… diablos, me
contrataste. — Paisley — cortó Brant con calma. — Si, esperamos
que te gustemos lo suficiente para interesarte por nosotros, 40 40
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pero te estamos pagando simplemente para hacer un trabajo de oficina. — Podría despedirte — sugirió Ace rudamente. — ¿Tesimplemente parecería mejor? — No te pongas a decir locuras — contestó Brant por ella. — Necesitas alguien para que se ocupe de la avalancha
de problemas administrativos en el despacho. Ya hemos recibido una multa debido a que no contestamos el cuestionario medioambiental el mes pasado. — El dio unos golpecitos a Paisley en el brazo. — Decidas o no enrollarte con nosotros, el empleo es tuyo. Y aunque Ace tiene una saludable inclinación a tener relaciones sexuales en los escritorios, se va a reprimir. ¿No es cierto, Ace? Silencio. — ¿Ace? — insistió Brant. — Con ella — contestó Ace. — No hago estas
promesas con respecto a tu trasero. — Muy bonito, Ace — suspiró Brant. — Estoy
intentando arreglar las cosas. A pesar de la tensión en la furgoneta, o precisamente por ello, Paisley se echó a reír. — Paisley, ¿estás bien? — preguntó Ace, alarmado al
oír los sonidos de ella intentando ahogar sus risas.
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— Mmm… Hmm… — pudo soltar ella. Con dificultad.
La imagen en su mente de ella intentando atender el teléfono mientras Brant y Ace follaban era tan divertida que no pudo reprimir su regocijo. Con claridad meridiana, de repente se dio cuenta de que los chicos la deseaban. Y ella se había pasado mucho con su reacción e imaginado maquinaciones y planes que no existían en realidad. Y aún así su empleo y esto otro con los chicos no eran cosas tan inconexas entre sí como ellos lo pintaban, no podía ser. Sin duda los hombres habían revisado biografías y fotos antes de organizar las entrevistas. Y de acuerdo a lo que Leena le había dicho, ella era la única que había cumplido con sus requisitos. Necesitaban a alguien para el puesto de trabajo, sí, pero en realidad, era sólo una forma de llevarla a ella al rancho. Ellos la querían a ella en primer lugar, y el trabajo era algo para entretenerla mientras estaba ahí. Si pensaba sobre ello, el salario era exactamente lo que se correspondía para el empleo ofrecido. De hecho, era incluso algo inferior. Por descontado no estaban pagando favores extra. De forma algo disparatada, el pensamiento era liberador. La escena en el restaurante, con todos esos cowboys, mostraba claramente cuán desesperadas podían estar las cosas por Daly y hasta cuán lejos podían llegar los hombres para conseguir a la mujer que querían. No cualquier chica. Una que satisficiera sus necesidades, como si fuera en un
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extraño servicio de citas. Y ella podía marcharse en el momento en que lo quisiera…. qu isiera…. de dentro del vehículo se encendió de golpe, Ace La se luz inclinó hacia ella, mirándola a la cara, con lay preocupación escrita en el rostro. — ¿Qué va mal? — Nada. Ni una sola cosa. Bésame, Ace — rogó ella.
Toda la tensión se trasladó a su coño con sus palabras. Ella podía estar cometiendo el mayor error de su vida, pero quería probarlo a él, a todos ellos. Miró a Brant. — Y tocadme. Besadme y tocadme. — ¿Todos nosotros? — preguntó Seth dudoso, desde
el asiento trasero. Ella se deslizó para apoyar la cabeza en el asiento posterior. Cerró los ojos y apagó la cruda luz del techo. Tal vez no debería y tal vez cometería un grave error, pero podía experimentar ese placer decadente al menos una vez en su vida. ¿Cuántas mujeres tenían cuatro hombres, completamente para ellas solas, como amantes por la noche? Si lo encontraba odioso, aún podía marcharse al día siguiente. Ella prácticamente había presentado la renuncia cuando se había apresurado a marcharse de la casa antes. Pero tal vez no iba a aborrecerlo. Tal vez sería el principio de algo realmente bueno…
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— Sí — murmuró, saltando al precipicio sin retorno. — Sí. Todos vosotros.
Con un se inclinó boca. Mientras sus gemido, labios seAce abrían sobre para los decubrir ella, ysu cuando entrelazó la lengua con la suya, ella notó que el cuerpo se le volvía líquido por el deseo y supo que había tomado la decisión correcta. Podía ser que fuera el fin de su carrera profesional en Laurel Ridge, pero esta experiencia con esos cowboys valdría la pena aunque tuviera que empezar a buscarse otro empleo. Y… tal vez todo iría bien. El deslizar de la lengua de
Ace por encima de la suya hizo que su coño se inundara. Unos dedos empezaron a acariciarle el pecho, y le tomaron los montículos pellizcando gentilmente las cimas. Unos labios se apretaron a su sien y su mano se fue a acariciar el cabello del hombre del asiento trasero, Seth. Seth . Seth estaba a ese lado. Al cabo de un momento, Tai estaba besándola en el otro lado. Brant le abrió los botones superiores de su blusa. Apretó sus labios en la curva de su seno antes de bajarle suavemente la copa del sujetador por ese lado. Ella gritó en la boca de Ace cuando la de Brant se cerró alrededor de su pezón, chupando con fiereza. Ella se arqueó, besando frenéticamente a Ace mientras se consumía. Ace le tomó la barbilla. Otra mano se apoyó en el pecho que aún tenía tapado, pero de quién, no tenía ni idea. Casi se corrió en ese momento por el salvaje erotismo de ser tocada por todos esos hombres, y no saber exactamente qué le hacía quién. 44 44
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— Deberíamos irnos a casa — sugirió Brant. — El
espacio es un poco limitado aquí dentro, y la parte trasera de la furgoneta está demasiado dura y sucia. — ¿Paisley? — preguntó Ace, soltándole la boca. — No me importa. Sólo… — se mordió el labio. No
tenía los arrestos necesarios para confesar que los deseaba. A todos ellos. Mejor lo hiciera lo más rápido posible antes de que perdiera el temple. temple. — Sí, volvamos al rancho.
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Capítulo 4 Brant se ocupó de besar a Paisley mientras Ace conducía hasta el rancho. El beso de Seth había sido más ansioso, el de Ace había sido exigente, devorador, pero el de Brant era tan contenido como el mismo hombre. Lentamente, exploró su boca. La puso en su regazo mientras Ace conducía por lael rostro, oscura poniéndola carretera en desde la verja a la cuidadosamente casa. Brant le tomó ángulo para su boca, mientras su lengua la lamía. Su brazo libre la sujetaba por la espalda mientras la iba descubriendo. Su polla estaba dura contra el muslo de ella, transmitiendo el mensaje de que disfrutaba tanto de las mujeres tanto como debía disfrutar con Ace. Ella deslizó las palmas por su pecho. Estaba tan duro. Trabajado. Así es como lo llamarían. Sus músculos eran fruto de las duras
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tareas que desarrollaba día a día, no por haberlos trabajado en una máquina. Todos los hombres de la furgoneta disfrutarían de dicha constitución. La anticipación fue la puntilla. No podía esperar a ser la suavidad entre esos cuerpos implacables. Sentirlos en ella. Debajo de ella. Dentro de ella. Ella gimió, apretándose contra el pecho de Brant. La boca de él viajó hasta su oreja. — No puedo esperar más para estar dentro tuyo — le dijo con voz ronca. — Sí — ella suspiró.
Su mano se apretó en el respaldo de su asiento mientras él seguía besándola por el camino que llevaba a su pecho, apartando la ropa que ella no había recolocado y tomando una vez más su pezón. Una mano se apretó sobre la suya. A través de sus ojos entrecerrados, ella vio que era Seth. Sus pantalones estaban desabrochados y Tai estaba inclinado sobre él. Ella gimió mientras veía la larga verga de Seth desaparecer dentro de la boca de Tai. Tan excitante. Sus bragas estaban húmedas por el deseo de sentir esa polla entre sus labios. Sentir sus pollas en ella. Correrse con el éxtasis que ellos le iban a dar. dar. Los labios de Brant volvieron a su oído. — ¿Me cabalgarás? — preguntó — ¿Ahora? — Si — gimoteó ella.
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En ese momento, podía ser que no llegara ni al porche. Sus besos y caricias la habían dejado demasiado débil. Él le desabrochó tejanos enenunsus instante. le ayudó a bajárselos, pero selosenredaron botas Ella nuevas. Era suficiente. Mientras ella se colocaba a horcajadas sobre él, él se abrió sus propios vaqueros de golpe y revolvió la guantera. En muy poco tiempo, tenía un condón. Rompió el envoltorio con los dientes y se lo colocó, su enorme puño recorriendo la longitud de su gruesa erección. Ellos se menaron, ajustando posiciones. Entonces… Oh, Dios, su polla estaba deslizándose dentro de ella. Ella respiró ahogadamente al notar su anchura que la iba extendiendo, mientras se hundía profundamente. Sus dedos se entrelazaron con los de Seth mientras Brant la tomaba por la cadera. Ella se columpió con él. La humedad de ella lo recubría, poniéndola a ella más cachonda. cach onda. — Sí — gritó en voz alta mientras Ace la cogía. Él le
bajó el sujetador para acceder al pecho más cercano. — Si, fóllatelo, sí — dijo Seth. Su agarre en sus
dedos se estrechó mientras él se acercaba a su propio orgasmo. — Córrete — le susurró Ace al oído. Tomó su pezón
rudamente en su boca. Un rayo la atravesó, y ella estalló alrededor del pene de Brant mientras Seth gritaba en el asiento trasero. Brant se empujó apretadamente dentro de su
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coño un par de veces más antes de que su calor se vertiera con un gemido grave. La cabeza de ella cayó sobre el hombro de él. — Santo cielo — gimió ella. — Por cierto, ya hemos llegado — anunció Ace, su
alegre sonrisa trasluciéndose en su tono de voz. Él se acurrucó cerca de ella y de Brant; sin embargo, nadie se movió. — Vamos a helarnos aquí — dijo Brant.
Hubo una especie de acuerdo letárgico entre todos, pero aún así poco movimiento. — Nena, ¿comiste algo? — preguntó Ace. — No, estaba demasiado… abarrotada — acabó ella
diplomáticamente. — Lamento que tuvieras que pasar por eso — contestó
él. — En su mayoría, son grandes muchachos. Solo que… Ella le acarició la mejilla con los dedos. — Lo sé. — Lo interrumpió. — Lo entiendo. Realmente. Yo… ah, siento lo de antes. Hey, puedo montar una escena ¿eh? Ella sonrió avergonzada y entonces gimió cuando él puso sus labios encima de los de ella. — Fue un shock para ti — murmuró él. — Tenemos
una lasaña estupenda. Tal vez te gustaría g ustaría tomar un poco.
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— ¿Has dicho lasaña? Hmmm. Más tarde. — Se
agachó para arreglarse los pantalones. — ¿Más tarde? — preguntó Brant. —Creo que no hemos terminado — dijo ella, sintiéndose más controlada de lo que había estado antes. — Ahora que hemos empezado… — Ella suspiró. — Necesito más. No
sabéis lo que habéis puesto en marcha. Ace rió. — Voy a citar tu propia biografía. ―Soy una persona de todo o nada. Cuando empiezo algo, me lanzo de cabeza. Hacer las cosas a medias no es suficiente jamás.‖
Eso nos convenció. Brant y yo leímos eso, y supimos que te queríamos a ti. — No vamos a mencionar mi currículum, ¿de acuerdo? — Ella no quería recordar su ruta hasta ahí. En ese
momento, era suficiente saber que estaba con cuatro hombres que la querían para estar con ella, llana llana y simplemente. — Considera nuestros labios sellados. — Prometió Brant. Se inclinó y besó a Ace. — ¿De acuerdo, Ace? — Puede que necesites sellarlos un poco más — gruñó
Ace. — No es problema. Siempre. — Contestó Brant. Volvió
a besar a su amante otra vez y se volvió a su nueva amante. — ¿Ves cuán adaptable y flexible es? — Correcto. Tan flexible como el Mississippi. — Contestó ella. — Simplemente sucede que siempre consigue lo
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que quiere, pero voy a por él. Parece tranquilo e inofensivo hasta que la tormenta revienta revienta con su furia. — Entonces — rió ten cuidado Ace decasi buenal humor. mordisqueó en el trozo de hombro que tocaba cuello. La — No te preocupes — le dijo ella.
— Soy
suficientemente buena para hacerte de sparring y salir con vida. No puedes sobrevivir en Nueva York sin ser dura. du ra. — Me gustan tus partes blandas — dijo Seth,
inclinándose sobre el asiento delantero para robarle un beso. — Vámonos dentro. Este asiento trasero es realmente estrecho.
Tai hizo ver que se sorbía la nariz. — Y nos sentimos excluidos. — Bueno, no podemos tolerar eso — Ella se arrodilló en
su asiento y se inclinó sobre él. Agarrándole por el frontal de la camisa, lo atrajo hacia ella y puso su boca encima de la de él. — Vámonos. Brant pensó que tal vez había muerto he ido al cielo. Lo que había empezado como una tarde horrible se estaba convirtiendo en una noche estupenda. Haber tenido el pene bien agarrado dentro de Paisley mientras todas sus suaves curvas se habían columpiado contra él había sido como una bendición. El deseo ansioso lo agarró. Quería volver a sentirla. Eso es de lo que él y Ace habían estado hablando durante años, una mujer como Paisley. Lista, voluntariosa,
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ardiente y entusiasta. Alguien para calentarles la cama y los corazones mientras les ayudaba en sus tareas en el rancho. Una compañera propia. Mientras los cinco subían las escaleras, él sintió un ramalazo de preocupación al pensar en ella con Seth y Tai. Los dos iban a marcharse en unos pocos meses. Si Paisley conectaba con ellos más que con él y Ace, Brant y Ace podrían quedarse solos de nuevo. Él amaba a Ace, pero ambos deseaban una mujer para completar su círculo. No debía pensar de ese modo. No era una competición, y en ese momento, todos querían a Paisley en su rincón del cuadrilátero. Miró como los tejanos de ella se movían con su firme trasero mientras subía las escaleras al lado de Ace. Sus palmas dolían de deseos de tomar esos montes prietos. Mordiéndose el labio, se imaginó tomando su culo mientras Ace estaba enterrado en su coño. Demonios, iba a correrse de nuevo con sólo pensarlo. Sus pasos se posaron en el rellano mientras la miraba, con la boca hecha agua de pensar no sólo en follarla sino en saborearla, además. Su aroma había llenado la cabina de la furgoneta antes, y probablemente había hecho que a todos se les pusiera dura. Tai apareció detrás de él soltando una risita se inclinó hacia Seth. — Sé lo que estás pensando, primo. — ¿Ah, si?
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— ¿Cómo se siente ella? Demonios, no he estado con una mujer desde la universidad. — Mucho tiempo, puesto que
él había vuelto de la facultad cinco años antes. — Como un puño de fuego… — Qué poético — rió Tai, empujándole hacia el dormitorio de Paisley mientras Seth entraba. — ¿Aún
escribes? Brant meneó la cabeza. — No tengo tiempo. — Muy mal. Solías escribir mierda bastante buena.
Llegué a usar algunas de tus frases en la facultad. — ¿Lo hiciste, eh? — Psi.
La conversación se interrumpió en cuanto entraron en la habitación. Paisley estaba en el borde de la cama, sin pantalones, con la camisa colgando abierta mientras yacía de espaldas Ace, desnudo entre por sus su muslos. Mientras la saboreabacon y deslizaba su lengua raja, ella gimió yél se agarró a la sábana debajo de ella. Seth se arrancó la ropa y subió a la cama al otro lado de ella. Su mano acarició su cintura mientras se inclinaba para besarla. Paisley le hundió los dedos en el pelo, levantándose para tomar su boca. — Continúa — urgió Brant a Tai. — Yo ya tuve mi adelanto… —‖ Y la visión de Ace dándole placer a ella lo
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ponía a mil. Sacándose bruscamente su camisa y pantalones, Tai se subió a la cama. Su boca fue hacia el pecho de Paisley, su lengua azotando un apretado pezón rosa. Ella se removió y gritó, su reacción tan bonita que aún incrementó más la excitación de Brant. Ella era perfecta para ellos. Tan receptiva y deseosa de más. Una de las piernas de ella se apoyó encima del hombro de Ace y se enroscó por su espalda. — Tan bueno — dijo ella ahogadamente, su respiración
entrecortada. Seth la fue besando desde el hombro. Juguetonamente, sus dedos le dibujaron círculos en el ombligo mientras su boca se encaminaba al pecho. Era tan hermoso, los cuatro moviéndose en perfecta armonía. Después de un momento, Ace levantó la cabeza para mirar a Brant con una ceja levantada. Brant asintió y sonrió indicándole que todo iba bien. Ace siempre se preocupaba por él, cuando eran vecinos y luego amantes. Cuando habían sido compañeros de habitación en la Universidad de Michigan Oeste, cada uno estudiando diferentes programas de agricultura; él siempre había estado pendiente de Brant. Ace era su amante, su protector, su socio y su amigo, y pronto Dios mediante, él sería un tercero en un matrimonio triangular con Paisley. Su marido. El marido de Paisley.
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Yendo hacia adelante, Brant se sacó la ropa y se arrodilló detrás de Ace, levantando la otra pierna de Paisley para que descansara en el hombro de aquél también. Le acarició la pantorrilla, detrás de la rodilla, su muslo, mientras se apoyaba en el hombro de Ace. Sus dientes se hundieron ligeramente en esos músculos, marcando a su hombre como le gustaba, mientras con su brazo lo rodeaba para agarrarle el pene a Ace. Lentamente, paseó su mano arriba y debajo de su verga, dibujando los bordes y reclamando esa rígida longitud. Con el pulgar le acarició la cabeza y por el borde del glande antes de apretar el frenillo. Ace gimió mientras Brant le tocaba ese lugar caliente y se movía repitiendo el proceso con la mano experta de un amante familiar. Soltando el hombro de Ace, llevó su boca hasta el oído de Ace. — Bésame. Déjame probarla. Y luego fóllatela. Y yo te follaré a ti. Con un gruñido, Ace se giró y lo besó violentamente. Los labios de Brant se apretaron momentáneamente contra sus dientes antes de ajustarse, y la lengua de Ace se hundió en su boca dándole el sabor penetrante de su mujer. No queriendo dejar el coño de Paisley sin atención, Brant le metió hondamente dos dedos dentro del estrecho pasaje que lo había ordeñado hacía poco. Oh, cómo ansiaba tener ese fiero calor alrededor suyo pronto… mientras bombeaba dentro de ella, mientras Ace bombeaba dentro de él, mientras todos ellos maniobraban para besarse y acariciarse y llevarse directamente a un orgasmo cegador. Su pulgar rozó el clítoris
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de ella, y ella gritó, levantando la pelvis bajo su toque. Arrancando su boca de la de Ace, le susurró — Ahora. Hazlo ahora. Ace agarró un condón de su descartado pantalón y se lo puso rápidamente. — Movedla más arriba del colchón — les dijo a Seth y
Tai. Con ayuda de Paisley, todo el mundo se trasladó hacia la cabecera de la cama. Ace se colocó entre sus muslos abiertos. miraba la apolla de Ace, la misma polla que Brant le había dado ávidamente tanto placer lo largo de los años, como se hundía lentamente en la mujer que les llevaría más placer en los años venideros. Y era algo que encajaba. Brant la había reclamado. Ace la había reclamado. Y aunque Seth y Tai probablemente también experimentarían el agarre del prieto coño de Paisley, ella sería tomada y compartida con los otros dos hombres. Brant se puso su propio condón y entonces cogió un paquete monodosis de lubricante que llevaba siempre en los pantalones para ―emergencias‖. Con precisión consumada, se lubricó el pene. Sus dedos presionaron el ano de Ace mientras él se flexionaba dentro de Paisley. Trabajando con los movimientos de su amante, le abrió y entonces Brant colocó el glande alineado y buscó su camino hacia dentro, moviéndose al unísono con la pareja debajo de él.
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Paisley pensó que moriría de placer. Sus párpados se abrieron ligeramente cuando sintió el pene de Ace empujando dentro suyo, moviéndose fácilmente por toda la crema que ella misma había expelido por su intensa excitación. Su matriz estaba tan tensa por la necesidad, que temía que se echaría a volar cuando se corriera. Seth y Tai tenías sus manos por toda ella, por su piel extra sensible, y haciéndola retorcerse mientras le succionaban los pechos. El aire fresco le acarició un pezón cuando Tai lo liberó. Se puso de rodillas mientras ella veía a Brant moverse detrás de Ace. La cara de Brant estaba retorcida en una mueca de puro éxtasis, y ella sabía sin duda que se había metido dentro de Ace. Oh, cómo le gustaba ver a esos dos hombres juntos. Saber que a Ace se lo estaban est aban follando mientras a su vez la follaba a ella, casi la lanzó al abismo en un enorme orgasmo que iba a robarle los sentidos. Repentinamente, la polla de Tai estaba cerca de su boca. Ella giró la parte superior del tronco tanto como pudo, con Seth moviéndose con ella, y se levantó parcialmente con ayuda del codo. Abrió la boca, mirando a Tai. La mano de él la cogió por el cogote y entonces se empujó entre los labios de ella. Su aroma la llenó cuando probó su vara ancha y ligeramente salada. La polla suave y acerada se deslizaba por su lengua y ella la presionó, aprisionándola entre la lengua y el paladar. Ella chupó intensamente la punta mientras intentaba absorber la sensación de tener su boca llena, Seth chupándole los pechos y Ace montándola con la fuerza de dos hombres, su pubis rozándole el clítoris con cada empujón. Las La s manos de
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Brant la agarraban por las rodillas mientras Ace la tenía cogida por la cadera. Seth sejuntos, movió yporel encima pechos empujados pene dede élella.se Sus empaló entrefueron los montículos, deslizantes por su saliva. Cómo lo hacían, ella no lo sabía, pero como si fueran sólo uno, cada uno de ellos empujó al unísono, sus ritmos a la par mientras se la follaban a la vez. Sus ojos se cerraron mientras se perdía en la agitación provocada por sus movimientos, se sentía atravesada por relámpagos mientras que pequeñas chispas encendían todos las terminaciones nerviosas de su cuerpo. Ella gimió alrededor de la polla de Tai mientras remotamente pensaba en cómo había podido pensar que eso pudiera ser algo malo. Seth se las arregló para pellizcarle los pezones mientras apretaba los montículos juntos y repentinamente, ella gritó, su cuerpo recorrido por un espasmo con grandes clímax arrastrándola que estallaban y luego culminaban y luego se disgregaban de nuevo. Frenéticamente, ella bañó la polla de Tai hasta que su grito se unió al fuerte torrente de sangre tras sus oídos. Su semen salpicó su garganta, y ella tragó rápidamente para tomarlo todo. Dando bocanadas, ella se soltó, aún sacudiéndose por el orgasmo que la recorría. Tai presionó sus muñecas a la cama mientras ella se retorcía. Seth se adelantó para besarlo mientras continuaba empujando.
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— Está tan apretado — gruñó Ace. — Tan bueno — coreó Brant.
Ace se puso rígido mientras a Brant se le entrecortaba la respiración tras él. Aturdida, ella vio como sus caras se distorsionaban en un placer inconmensurable, sus dedos clavándose en ella. El calor se extendió por su pecho, y vio que Seth se aguantaba el aliento. Suspiró. Y todos colapsaron.
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Capítulo 5 Distante, Paisley escuchaba el agua correr, pero su cerebro no estaba poniendo atención. Después de la primera ronda, ella descubrió que Seth y Tai se apresuraron en recuperarse. Tai había lamido para estimular la liberación de Seth, mientras que Seth la había follado liberando su otro clímax gritando. Entonces Tai habíaduro tomado su lugar y puso su propia marca en ella, empujando y profundo hasta que ella no estaba segura de donde empezaba ella o donde acababa él. Al mismo tiempo, Brant y Ace estaban acariciándola en sus lugares más sensibles, llevando sus nervios a la locura. Ambos habían susurrado a su oído acerca del hermoso sexo que era, lo bien que se sentía, lo mucho que amaban mirarla...
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Después Tai llego a su clímax, y ella también llegó a su clímax otra vez, su mente estaba en blanco, todo su mundo era de un modo difuso de confort cálido, donde flotaba alrededor en un mar de sensaciones de afeitar de última generación, su cuerpo temblaba al azar a consecuencia de orgasmos diminutos. — Cariño, ¿nos oyes? — Mmmm… —murmuró ella, acurrucándose hacia la
fuente de la voz. Su pecho duro, caliente era una almohada perfecta para sus sensuales curvas. Ella hundió sus dedos en él, flotando más en la bruma. — Cariño, tienes que despertar — se oyó desde la otra dirección. Brant. Brant llamándola cariño. — Vas a gruñir en la mañana si te despiertas toda pegajosa. En este momento, no le importaba. Ella gimió, rodando a su espalda. — No quiero moverme.
Brant le sonrió.
— Vamos a cuidar de ti. Sólo relájate. Ace te va a
llevar a la bañera. Puedes descansar, y vamos a cuidarte. — Okey — ella bostezó. Deslizando sus brazos
alrededor de Ace cuando él la levantó, apretó la cara contra su cuello. — ¿Dónde están Seth y Tai? — Se fueron a su casa al remolque — dijo Brant.
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— Muy bien — respondió, un poco más despierta. — Pero vamos a estar contigo — Ace le dijo, con esa
voz quequerida? hizo retumbar dentro de su abdomen. — ¿Estáprofunda todo bien, Los brazos de Paisley la apretaron y con sus ojos cerrados se abrazaba a él. Él se hundió en el agua, esto parecía completamente natural para él estar en la gran tina con ella y Brant, también. Ella se recostó para descansar entre las piernas de Ace, su pecho contra su espalda, su pene semiduro quedo presionado contra sus nalgas. — Todo está bien — ella murmuró. Cansada de todos
modos. A lado de ellos, Brant suspiró, un sonido de satisfacción, y ella no estaba segura del por qué. Abrió los ojos cuando el agua la cubrió, aunque caliente, la despertó por completo. Miró a Brant. — Estabas preocupado de que no me sentiría así. Él asintió. — Ellos son más jóvenes, alrededor de tu
edad. Tú eres un año más joven. Ace y yo tenemos cinco años más que tú. Tal vez te gustaría que ellos se quedaran… a jugar… y nosotros irnos. ¿Debería decirle que fue lujuria a primera vista con Ace? ¿Qué encontraba muy sexy cuando ellos se desenvolvían? ¿Cómo ella había deseado su toque cuando los vio besarse a él y Ace?
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— Me gusta que estés aquí — dijo ella finalmente. — Me gusta que estés aquí también — respondió Ace,
incluyéndose la conversación, aunque ellade noella le por había llamado. Susenbrazos apretados alrededor un momento y luego cogió el jabón y la toalla doblada sobre el borde de la bañera. Brant cogió otra tela y espuma. En conjunto, la lavaron, frotando retirando todos los rastros de sexo de la noche, fomentando al mismo tiempo que se quedara quieta. Los dedos de los pies de Paisley los torció cuando Brant pasó la tela por la planta del pie. Su mano ahueco sus talones, el pulgar acariciando el empeine. Ella gimió cuando el beso el interior de su tobillo para después tomar el otro pie. Mientras tanto, Ace lavaba los hombros y el cuello luego su pecho, donde Seth y Tai habían lamido con tanto fervor, se desplazó a donde Seth había llegado. Ni una pulgada descuidó, formando un círculo alrededor de cada curva, luego ser arrastrado hacia arriba hasta la punta. Le pellizcó los pezones a través de la tela mientras los levantaba. — Me van a excitar de nuevo — acusó. — Pensé que
el plan era limpiar. Ace se rió entre dientes. — No te preocupes, chica de ciudad, Quedarás agradable y limpia cuando hayamos terminado. Paisley gimió y se hundió en los placeres que ellos le ofrecían y el mejor baño que había tenido nunca.
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********** La alarma sonó en medio de la noche. Paisley se sorprendió en lalado sala, preguntándoseal pordespertar el calor a cada de ella.desorientada y — Por el amor de Dios, Ace — una voz descontenta y áspera. — Apaga la alarma carajo.
Otra voz gimió, y oyó los golpes de una mano mientras trataba de encontrar el reloj de alarma en vano. — Brant, está de tu lado — dijo ella entonces se dio
vuelta y hundió la cabeza en la almohada. Ella tiró la forma de Brant por debajo de la cabeza y empujo del otro lado de su cabeza para bloquear el ruido. — ¿Por qué tan temprano? — Se quejó cuando Brant cuando logró apagar el despertador. — Tenemos que empezar a movernos para que podamos
empezar a las siete, chica de ciudad. Pero tú puedes dormir — Ace — No necesitas unas más, hasta dulzura. le dijo. estar horas a la oficina las ocho y media o nueve.
A pesar de la almohada extra, sus ojos se cerraron con fuerza cuando una lámpara de noche fue encendida. — ¿Quién cocina el desayuno?, — Ella preguntó. — Nosotros sabemos valernos por nosotros mismos —
dijo Brant.
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Eso le pareció mal. Desde el principio ella entendió, entre las horas de ayer y la anomalía. Los chicos normalmente trabajaban de catorce a quince horas al día, con pequeños descansos para el almuerzo y la cena. Ella no creía que tuvieran que cocinar, también. — Ya no será así —Ella dijo.
Haciendo caso omiso de su desnudez y el intenso de la noche, se arrastró entre ellos y se dirigió a su equipaje. La mayor de las dos bolsas cubiertas con una túnica gruesa, de seda de color azul oscuro. Ella se la coloco, amaba la sensación de la seda con su piel desnuda. Cuando se dio la vuelta, los hombres todavía estaban en la cama, la sábana en su cintura, sus brazos doblados detrás de la cabeza y una tonta sonrisa en sus rostros. — ¿Qué? — Preguntó. — Simplemente disfrutamos de la vista — respondió
Brant. Ella puso los ojos en blanco. — Los veo abajo. ¿Seth y Tai vienen a la casa a desayunar? — Sí, señora — Ace le dijo. — Realmente, Paisley, que no tienes que… — Es justo, Ace — le interrumpió ella. — No te contrate para que lo hicieras.
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— Ni por el sexo. Nosotros aclaramos que no está
conectado con mi trabajo. Tampoco es esto. Quiero hacerlo. Sólo déjame, ¿de acuerdo? Estoy acostumbrada a cuidar de las personas. personas. Sabes que vine vine originalmente originalmente del del oeste a cuidar cuidar a mi abuela. Tengo tres hermanas más jóvenes, también. Mi papá murió cuando yo tenía cinco años, y mi madre tenía dos trabajos para sobrevivir. Así que me hice cargo de mis hermanas y de hecho de mi mamá también. Es lo que estoy acostumbrada a hacer. — No deberías tener que…
Ella dio a ambos hombres una mirada oscura. — Ya hemos pasado por eso. Y ya he dicho cómo será. Ahora, ir a hacer cualquier cosa que hagas en la mañana y bajar para el desayuno. Ace miro a Brant con una ceja levantada y Brant se encogió de hombros. Ambos negaron con la cabeza. — Paisley, ven aquí — dijo Ace. — Ahora — añadió
cuando ella dudó. Tan pronto cuando ella se acercó, la tiró en la cama. — Puedes hacerlo. Pero tienes que entender algo, querida. No estás a cargo. cargo. Y no me dirás dirás qué hacer. — O a mí — agregó Brant. — Eso está un poco en contra de nuestra naturaleza
vaquera.
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Bien. Vaqueros. El epítome del macho alfa y ella estaba en la cama con dos. Ace era el perro de arriba, pero Brant estaba en un cercano segundo lugar. — Si crees que voy a ser débil, marchitarme y
doblegarme a todos sus deseos, tienen a la chica equivocada. Brant resopló y luego besó su nariz. — No nos atreveríamos a pensar eso de ti, cariño. Pero
necesitas observar el decirnos lo que tenemos que hacer. Eso no funcionará — Bien. Lo tengo — dijo con un giro de sus ojos mientras se desembarazaba y se levantó de la cama. —
Estoy durmiendo con Atila el Huno y Genghis Khan. Voy a esperar sus órdenes en la cocina, donde voy a tener la humildad de prepararles prepararles el desayuno. — Terca — comentó Brant al ver que la puerta se
cerró detrás de Paisley. Ace negó con la cabeza, riendo. — No habría ninguna otra manera. Deslizando más cerca de Brant, el apretó su cuerpo contra al hombre que había llenado su vida desde que era niño y llenado su cama desde que ambos tenían diecisiete. Su mano extendida sobre el vientre de Brant mientras besaba su hombro. — ¿Cómo te sientes con todo? — Preguntó.
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Brant se encogió de hombros. — Ayer por la noche, estaba pensando en ella como nuestra esposa y tú mi marido. Pero dudo si va a suceder. Seth y Tai no estarán aquí para siempre. Y… bueno, ella podría decidir irse con ellos, ¿no crees? — Sí, lo sé. Yo no quiero que ella tenga que elegir, pero
al mismo tiempo, quiero que se quede. Brant rió entre dientes. — No quiero que se lastimen tampoco. No creo que Seth y Tai estén listos para ser serios acerca de una mujer de todos modos. — No lo sé. — Ace odiaba ser el abogado del diablo,
sobre todo porque quería pensar que Paisley se iba a quedar con ellos. — Ellos han madurado mucho desde que han comenzado las negociaciones para la tierra de tu tío. Creo que la perspectiva de una mayor responsabilidad los ha cambiado. — Suspiró. — Sólo ha pasado un día… — Sí. No hay que contar los terneros antes de que
puedan andar. Ace se echó a reír a la forma torcida de Brant. El hombre siempre ha tenido una manera de convertir convertir las frases. — Será mejor ir a la ducha, si queremos desayunar
antes de empezar. Seth y Tai todavía se encuentran practicando esgrima. ¿Puedes revisar las presas, nosotros las vaciamos en los pastos en mayo y comprobar la puerta de lado norte? Necesito a Paisley para el papeleo, la pasada noche no lo hizo, luego tengo que ir a ver la valla del lado
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noreste. Va a llevarme un par de horas, pero creo que algunos de los cables están en el suelo. — habías inventariado o reparado? Probablemente tendrás ¿Lo que reemplazar las maderas. Algunos de ellos no se veían muy bien cuando estuve allí la última vez. — Mejor empezamos — dijo Ace. Le dio un beso
rápido a Brant luego se deslizó por debajo de las mantas. El cuidado de casi cuarenta y cinco millas cuadradas de tierra no dejaba tiempo para recostarse en la cama, incluso si quisieran. Después de encontrar en ación. la pila en el suelo, incorporándose, incorporándos e, desnudo se dirigiósua ropa su habitación. habit A pesar de que eran amantes, él y Brant mantenían habitaciones separadas para que cada uno tuviera su propio espacio. Que probablemente cambiaría si Paisley se quedaba con ellos. Ellos habían compartido todo en la gran suite ubicada al final del pasillo, dejando cinco habitaciones vacías desde que estuvieron a cargo del rancho, Steve y Brian, tenía su pequeña casa propia al sur de la casa principal. Él sonrió. Tal vez algún día, habría algunos niños para llenar el lugar. Las voces de Seth y Tai llegaron desde la cocina cuando Ace entro a la ducha. Sería mejor que se diera prisa, o puede que no alcance café con esos dos.
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Cuando entró en la cocina quince minutos más tarde, Tai y Seth estaban terminando su desayuno y hablando en voz baja mientras tomaban su café. Paisley no estaba a la vista. — Hay mucho en la estufa — dijo Tai señalando con la
cabeza hacia una cacerola. — ¿Dónde está Paisley?
Seth se encogió de hombros. — Ella salió corriendo hacia el camión para obtener su bolso y cuando llegó estaba con su teléfono celular. Entró en la oficina. ¿A las seis y media de la mañana? Ace suponía que era más tarde hacia el este de dónde ella era, todavía estaba sorprendido. Se sirvió una taza de café en un termo y luego se dirigió hacia su propia oficina. Esperaba que todo estuviera bien con ella, y si es así, que pudiera organizar lo que había que hacer hoy. — No Riv, no creo que sea conveniente que vengas. —
Ace detuvo laa voz mitadde dePaisley. camino ¿Riv? entre la sala era de estar cuandose escucho ¿Quién Riv? ¿Estaban Ace y Brant buscando invadir el territorio de otro? — Por supuesto, te echo de menos — dijo Paisley. — Pero no puede… — Hizo un sonido frustrado cuando ella se interrumpió. — No. No es seguro, — Un suspiro. — Por
supuesto, estoy bien. Los chicos en la sierra de Laurel son geniales… Sí, Riv. Chicos. Cuatro de ellos. Ahora, de vuelta… — Otro estrangulado sonido frustrado. — No tengo
tiempo para hablar de esto. Me tengo que ir, y será mejor
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que no vea tu lindo culo en cualquier lugar cerca de Daly. Lo digo en serio. No quiero sorpresas. s orpresas. ojos ¿Qué se estrecharon, Ace sehaciendo dirigió acon la cocina, culo, Sus el suyo. demonios estaba ellos si lindo esta persona Riv era el de la foto? Él dejo de golpe su taza sobre el mostrador, entonces tomo la comida y lleno un plato. Por el momento, no tenía ganas de comer, pero tenía que comer porque si no iba a comer hasta el almuerzo a lmuerzo a media tarde. — ¿Problemas? — preguntó Brant cuando entró en la
habitación. Se puso de pie en la puerta, mirando a Ace arriba y hacia abajo. Al parecer, el estado de ánimo de Ace estaba escrito por todos lados, sobre todo cuando era inspeccionado por su amante. — Más tarde — respondió, no quería discutir el tema
frente a Seth y Tai. Todavía no. No antes de que él pensase las cosas primero. Abrió el armario, sacó un rollo de papel de aluminio y cubrió su desayuno para llevárselo. — Voy a llevar algunos suministros y estaré en el noreste. Va a tardar un rato, así que mejor me voy. — Ignoró la mirada confusa de Brant mientras recogía sus cosas. Brant lo siguió a la entrada donde Ace tomo su radio de onda corta quitando el cargador. Lo metió en el soporte del cinturón y agarró su sombrero Stetson. Colocándolo en la cabeza. — Ace, ¿Que está pasando?
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— No. Ahora no. Brant. — Ace suspiró cuando su
amante se estremeció. Dejó la taza y el plato que había estado sosteniendo en una mano y tiró de su hombre en el pecho. — No eres tú, amor — dijo. — Te prometo que después de pensar un poco, vamos a hablarlo. ¿Puedes decirles a Seth y Tai que necesito que hagan hoy? ¿Y puedes mostrarle a Paisley la base de datos en línea? Coge en la cesta de mi escritorio la documentación que debe ser introducida y el correo que tiene que ser revisado. Ella puede tomar notas y hablar conmigo sobre esto después del almuerzo. Y dirígela para ordenar los archivos. Ella tendrá que comprobar los documentos de las carpetas que están en su escritorio con la base de datos y todo lo que está allí sólo tiene que ser comparado. Y Brant… Hazme un favor. No te entretengas. Se dirigió a fuera antes de que Brant pudiera preguntarle nada más y antes de ir a la oficina de Paisley y exigir un infierno. Paisley hizo una pausa en la puerta de su oficina, después de haber llegado justo a tiempo para oír a Ace. Brant pasó una mano por el pelo cuando la puerta se cerró con un golpe resonante. — ¿Qué pasó? — Preguntó. — Ni idea.
Ella iba a averiguarlo. Una parte de ella le dijo que no se metiera, pero la otra parte que siempre había cuidado de las
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personas, necesitaba saber que estaba molestando a Ace. Ella no habría podido manejarlo. Su padre estaba enojado cuando él fue al incendio y ese día había muerto… Hablándole por dejar sus juguetes a fuera. Irritado porque los gemelos estaban quejándose y enfermos. Discutió con su mamá. Los había destruido a todos ellos. Paisley nunca había sido la misma. Fue un raro caso como la noche pasada, cuando ella nunca había permitido la separación de alguien mientras ella y la otra persona estuvieran enojadas. Especialmente a la otra persona. Ella había crecido ocultando sus sentimientos. Pero las otras personas…
Ella se preocuparía hasta enfermarse, por el estado de ánimo de Ace, que esto pudiera distraerlo durante su trabajo. Cometer un error y lastimarse. Ella se dirigió a la puerta, esquivando a Brant en el camino e ignorando el hecho de que todavía sólo llevaba la bata. — Ace — gritó mientras corría fuera, el rocío frío se
aferró a sus pies desnudos mientras caminaba. Fingió que no la oyó, aunque ella sabía que sí, y alcanzo el camión. — Maldita sea, ¡Ace! — Maldijo, corriendo hacia él.
Ella trato de abrir la puerta del pasajero cuando empezó a
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caminar. Cerró el freno con una maldición y no tanto como un perdón a la vista. — amor de Dios, Paisley, ¿está tratando de conseguir Por que teel maten? — ¿Te importa? — Preguntó ella, muy segura ahora
que estaba enojado con ella, pero no tenía tenía idea del por qué. Ella sabía que él la cuidaría si se lastimaba, pero ponerlo en su lugar era su principal objetivo ―y conseguir que él hable‖ . Ella había pasado un día aquí, pero durmieron juntos, así como sus de planes paranormal. ella, másLao menos de las consideraciones tiempo relaciónencima estaba avanzando rápido, y sentía que las siguientes semanas se acostumbraría a las cosas que haría normalmente. Él la miró, pero ella se subió en la camioneta de todos modos. — Sal — dijo. — No. — ¿De verdad quieres usar ese traje por las próximas
siete horas hasta que vuelva por el almuerzo? En realidad no, pero ella… — Dime lo que está mal, vamos a hablar de eso, hasta
entonces no voy a salir de la camioneta.
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Sus manos presionaron el volante, y miraba a lo lejos, su mandíbula se tensó. Sus ojos se cerraron, y se pasó la lengua por el labio inferior, luego sopló un aire irritado. — Entonces me voy con la bata — le dijo. Ella se sentó
y cruzó los brazos sobre el pecho. — ¿Por qué vienes a quí quí si no estás… sin ataduras? — Preguntó de repente. — ¿Y por qué no dijiste algo
anoche? Casi miró a su alrededor para ver con quién diablos estaba hablando, porque él no podía estar hablando con ella. — ¿Qué? — Tú hombre, tú novio, tú lo que sea… — Ace, no he salido con alguien durante casi un año. — Ya te dije lo mucho que valoro la honestidad. — ¡No estoy mintiendo! ¡Espera… espera! ¡Pero… espera! ¿Estás celoso… de una persona que aún no existe,
pero me compartes con otros tres hombres?
— ¡No estoy celoso! — La miro con sus penetrantes
ojos azules, una vez más, ella tuvo la impresión de que estaba mirando hasta el interior de su alma. — Yo no soy celoso, — repitió con más calma. — Me siento frustrado. Viste a todos los vaqueros en el restaurante la noche anterior. Podría ser uno ellosuna si no tuviera y siUna no supiera que no en tenga algún lugardehay mujer paraa Brant nosotros. mujer que
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ya un hombre y que le agradara tener un ménage con dos hombres que querían hacerse hacerse cargo de ella. ella. Ella miró por lade ventana. No quería tenía idea estaba hablando. Acerca ella. Que ser deel que centro del universo de alguien en lugar de la persona que asumió la responsabilidad de todo. Ella había estado tratando de cuidar de las personas física y emocionalmente desde que tenía cinco años. — Yo no estoy atada a nadie — dijo en voz baja,
pensando que se estaba volviendo muy unidoa a Ace y Brant después de que la habían rescatado la noche pasada, a continuación la follaron seis maneras diferentes desde el martes. Si su cálculo era correcto, solo durmió un par de horas antes de que la alarma sonase esta mañana. — ¿Quién es Riv de lindo culo? — Su cabeza giro, y
ella lo miró fijamente, encontrando por completo a su cara, su pierna doblada hasta descansar en parte en el asiento, con la — Te espalda puerta y sucuando brazo fui sobre el volante. he oído contra hablar la esta mañana a ver si todo estaba bien — confesó. — Riv es un dolor en mi culo. Siempre lo ha sido y
siempre lo será. Ella es mi hermana menor. Mi mamá, pobrecita, tuvo la mala suerte de quedar embarazada con gemelos, justo después de que yo naciera. River y Moonbeam son sólo diez meses y medio más jovenes que yo.
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— ¿Tu madre tenía un desajuste de hormonas de embarazo, cuando las nombró? — Él negó con la cabeza, alejando aquel pensamiento. — Yo soy... maldición, lo siento, Paisley — trono la lengua. — Escuche la discusión y pensé que este Riv era un hombre hombre y… bueno, supongo que era algún tipo de celos. Supongo que de la dimensión desconocida. —
Inclinó la cabeza ligeramente, ocultando sus ojos a la sombra de su sombrero. — Es demasiado pronto para sentirme posesivo o querer hacer una reclamación, pero al menos quiero saber que la posibilidad está ahí. Algún día. — ¿Y si tuviera que elegir entre Seth y Tai? — preguntó ella, sabiendo que tenía que tener algunas ideas sobre la posibilidad. Quería saber hasta qué punto sus sentimientos eran posesivos. Él había dicho que era demasiado pronto, pero ella sabía que estaban allí.
Él desvió la mirada por un momento y luego miró hacia atrás, con los ojos todavía ocultos. — Es una posibilidad que tengo que tener en cuenta. No me gusta, pero lo puedo aceptar. Pero en mi cabeza, te he traído aquí… — Como un tipo de matrimonio arreglado… — Bueno, sí. Eso es realmente la forma en que se
conocieron mis padres. Ella se reunió con él justo antes de casarse. Como extranjeros, era algo que ellos habían arreglado. Mi mamá y mi papá fueron siempre muy felices. Sé que puede funcionar, uniendo a la gente, hasta que se enamoran.
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Había oído hablar de tal cosa y de hecho la había intrigado. No podía mentir y decir que nunca se entregaría a cualquier fantasía extraña. A decir verdad, era parte del por qué la noche anterior había estado estado tan excitada ―aparte de los hombres sensuales que con solo verlos era suficiente para excitarla‖. — ¿Y cuál es la función de Tai y Seth en esto? — Ella
preguntó. — Es sólo para compartir. — ¿Y Brant? — Preguntó ella, preocupada de cuán profunda era lo posesivo. — Todo lo que tengo es a Brant, también. No se me
ocurre otra manera. — ¿Así que cuando te casas? — Nunca tendré un matrimonio tradicional. Legalmente,
lo que tenga será compartido con la mujer con la que me uno, así como con Brant. Los tres tendríamos un vínculo jurídico, los derechos a través de renuncias y contratos, pero no a través del matrimonio civilmente reconocido por el estado. Tenemos un abogado en la ciudad que se especializa en estas cosas. A pesar de todo lo que había aprendido en las últimas veinte y cuatro horas, Paisley sintió que de repente como si hubiera caído en la madriguera del conejo proverbial y terminó en un universo alternativo.
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— Y tú quieres que este contigo y Brant. ¿Y sólo a veces con ellos? — Murmuró. — Más o menos. — Es mucho, tengo que pensarlo. — Y eso era un
eufemismo. Se sentía como si hubiera entendido la mitad de la ecuación hasta ahora. Como si hubiera estado en una habitación oscura y ahora las las luces se encendieron. — Lo sé. — Y tú no eras exactamente honesto conmigo — acusó
ella. — Lo sé. Dispara, querida, lo siento por eso.
Ella frunció el ceño mientras escudriñaba el brillo del horizonte. — Tengo que ir a limpiar la cocina y prepararme para el
día y tratar de organizar la oficina. Debes de saber que voy a fantasear que y estamos un haciendo. montaje de no haciendo papeleo lo que seateniendo que estés No sexo, había un lugar apropiado para hablar de mi alta conducta sexual en la biografía que te envié. Para que lo sepas. — Ella sonrió y abrió la puerta del carro, pero sólo lo hizo a mitad de camino del vehículo porque Ace la detuvo agarrando la bata. — No se te ocurra salir de esta cabina sin darme un beso de despedida, chica de ciudad. — Él la acerco, tirando
de la prenda. Ella se agarró del cinturón para apoyarse, aunque todo el frente logró abrirse.
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Ace la envolvió en sus brazos, sentándola en sus piernas mientras ella yacía en medio del pecho. Una mano le agarró la nuca, tomándola en un beso. Acariciando su pecho sin timidez. Cuando su lengua entro en su boca, sus dedos callosos acariciaron sus pezones. Paisley gimió con él. Su coño inundado con la necesidad una vez más. Seguramente no tenían tiempo suficiente para un rápido… Ace liberó su boca con un gemido. — tengo ir. Asegúrate de hacer almuerzo a tiempo. Me El sexo nosque mantendrá ocupados cuandoel deberíamos estar comiendo. — Tirano — bromeó, preguntándose qué haría hasta
entonces. Incluso con una oficina llena de trabajo que hacer, su mente estaría en un encuentro por la tarde con c on él y Brant. — Es el Sr. Huno para usted, señora. — Él le golpeó —tarde. el Ahora bien, andando. No quiero llegar tarde a mi trasero. cita por la
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Capítulo 6 Tener sexo con Ace había sido s ido alucinante. Por supuesto, Brant había estado allí también. Entre los dos, había sido apenas capaz de volver a trabajar esa tarde a causa de la apatía sexual por parte de las actividades extenuantes. Y todas las noches durante una semana, ella había tenido dos o cuatro hombres en la cama antes de que todos se prepararan para la noche. Todavía la inquietaba que ella se acostara con cuatro hombres a la vez, y ni un compromiso con ninguno de ellos. ¿Esto la convertía en una mujer fácil? ¿Algún tipo de depravada? Ella disfrutaba cada momento del tiempo con ellos, ya sea en la mesa de la cocina con Seth y Tai lamiéndola hasta llegar al orgasmo, o en la ducha entre Brant y Ace, ya
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que les gustaba absolutamente limpio y en el vapor, o sobre las manos y las rodillas teniéndolos a todos en el dormitorio. día, estaba ella estaba en con pedirla algo nuevo. Por Hoy algunaenrazón, tan sobreexcitada spensando obreexcitada anticipación que sólo quería follar. Sin preámbulos lentos. l entos. Quería salvaje y ame, tómame duro, tómame ahora‖ sexo. sucio, ― Tóm Tóm ame, sexo. Paisley suspiró y apoyó la barbilla en la palma de su mano mientras miraba la pantalla del ordenador, su mente estaba concentrada más en las últimas noches que en sus tareas profesionales. El desorden que había en las oficinas por fin había desaparecido ―a pesar de la actividad extra del sexo‖. Aun estaba en sus horas de trabajo. Todos los vaqueros estaban trabajando duro. A ellos les gustaba jugar siempre en la hora del almuerzo, tenía mucho que hacer en lugar de permitir que la lujuria la distrajera. Para ella, había literalmente filas de documentación que tenía que registrar en la base de datos. Esta mañana había organizar ronday emocionante de del los análisisempezado de sangre,conrecuento de otra esperma los resultados embarazo del ganado. Hizo el pedido de vitaminas que se mezclarían en el heno con la llegada de noviembre para el ganado. Se sorprendió al saber que necesitaría ordenar jeringas y medicamentos también para la llegada del del invierno. Brant le explico que Ace era el ―doctor‖ del ganado. Una gran parte del tiempo, no era posible ni económicamente conveniente llamar al veterinario por cualquier cosa. Tan pronto como llegaba la etapa de los partos en Febrero, Ace estaría
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supervisando los nacimientos y cuidando para que estos nacieran en el día y no a media noche. Brant se enfocaba en los pesos de los novillos al nacer, la teoría de la alimentación por la noche y la condición corporal. Paisley se preguntaba si alguna vez dominaría la crianza. En el contexto de que su trabajo en la oficina estuviera terminado, ella empezaría a comprender las cosas, pero por lo que fuera respecto a las cuarenta y cinco millas de la tierra… ni una idea. Pero por lo menos ella podía ayudar con esto. Por ahora, su cerebro estaba lleno de cifras asombrosas, desde la cantidad de alimento, agua y medicamentos necesarios para mantener un ganado de mil doscientas cabezas, además de los impuestos pagados de la tierra, el valor de mercado de las acciones y el precio de la hacienda esperaba tener un alza en el mercado a finales de este mes. Buscando algo menos técnico, para dar a sus habilidades cognitivas un descanso, encontró algo que clasificar, era correspondencia medio ambiente. Clasificando por fechas, encontró que las del respuestas fueron vencidas y el rancho había sido multado por la presunta liberación de sedimentos en uno de los cursos de agua que pasa a través de la Cordillera Laurel. Sin embargo, hubo informes oficiales mezclados con las cartas de la calidad ambiental que mostró que esto no era cierto. Estos tendrían que ser discutidos con Ace o Brant lo antes posible cuando llegaran de sus tareas. ¡Que pronto! Tenía que empezar a moverse.
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Rápidamente, se dirigió a la cocina para hacer sándwiches en una bolsa guardo los almuerzos… mucho
alimento para cuatro hombres que gastan grandes cantidades de energía. — Hey — llamo Ace, caminando de su oficina. Había
sido fiel a su promesa y había permanecido en horario de oficina dedicado a los negocios a menos que él estuviera revisando hasta tarde o planeando para la hora del almuerzo. — Hey — respondió ella, apoyándose en el marco de la
puerta. Se le veía cansado, pero sexy maldita sea, mientras él miraba el montón de cosas del medio ambiente que había dejado sobre su escritorio para su revisión. — ¿Cuando has entrado? — Hace un momento. Les dije a Seth y Tai que tomaran
sus almuerzos del refrigerador. Brant está arriba. — Sólo nosotros tres.
Sus ojos ardían en ella era embriagadora cuando él secuando acercó ély lale miro, sostuvlao laposesividad sostuvo mirada. — Solo los tres. — Parpadeó, rompiendo la tensión. —
¿Está bien? Paisley asintió, su estómago se apretó con la anticipación. Sin pensarlo, se preguntó si Seth y Tai tenían idea de lo que se estaban es taban perdiendo. Eran divertidos, y ella los veía comode los que podrían ser buenos amigos, después las hombres conversaciones que había tenido con ellos,pero ella
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no veía el vínculo romántico en ellos. Sin embargo, ella no los quería lastimar. — Eh, ¿ellos saben? — Sí. Ellos estarán bien. No te preocupes, querida. — Él volteo unos documentos, tomo uno y se lo dio. — Consulta
en línea y descargar el formulario que aparece en esta carta ¿Podrías? Tenemos que conseguir a alguien aquí para hacer frente a esto. No voy a pagar ochenta y dos mil por un error que no es mío. — Claro. No te culpo — le dijo. La tomo, ella regresó a
su oficina y se sentó. Ace estaba en modalidad negocios ahora, así debía ser, incluso si ella quería tener sexo sobre el escritorio. Con un ligero suspiro, comenzó a navegar en Internet. Vio que había un mapa satelital en la pared, se quedó mirando distraídamente el mapa del rancho. Una marca de pluma estaba sobre el ganado que estaba pastando y donde cada vaquero estaba en su puesto. Cada hombre tenía un radio de onda corta. Ella tenía uno también. Brant le enseñó cómo usarlo y como rastrear a la gente con la frecuencia. Era una precaución de seguridad, le había dicho. Con 28.000 hectáreas es un gran territorio para buscar a una persona desaparecida. Hoy en día, todo el mundo estaba trabajando en la inspección y reparación de cercas, un gran proyecto que debería estar terminado antes de la temporada de nieve.
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— ¿Qué estás haciendo? — Ace preguntó, cuando la
página web que ella estaba buscando se desplego. — Mirando hacia arriba a esa forma. Sacudió la cabeza. — Más tarde. Tienes una cita para
almorzar a las dos. Ella giró en su silla. — Ah, sí, ¿Señor Graham? — En serio. Será mejor te apresures, prometí no tener
sexo en esta oficina, y mi intención es cumplir esa promesa. Por lo menos por un tiempo. ********** Brant sonrió al oír a Ace y Paisley haciendo una carrera por las escaleras. Le encantaba el sonido de sus dos amantes divirtiéndose. Paisley aún estaba algo precavida aquí en la Sierra Laurel, pero sabía que cada vez se sentía más cómoda. También sintió que ella no acababa de confiar en sí misma todavía. Todo era nuevo. Ella estaba más relajada en la oficina y en el dormitorio, rara vez se aventuraba más allá de lo que se considera el patio del rancho, a menos que fuera a la ciudad por suministros y para ver a Leena. — ¡Brant! — Exclamó Paisley cuando ella entro en su
dormitorio. Ella corrió hacia él, acomodándose él en la cabecera de la cama. Ella se sentó a horcajadas sobre sus caderas. — Ace acaba de prometer follarme hasta que grite. Él utiliza un lenguaje vulgar cuando está excitado.
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— Maldita rectitud — Gruñó Ace. — ¿Por qué aún
están vestidos? — Ocupado, amor. — Brant la besó, envolviéndola con el brazo la acostó sobre el colchón. — He estado pensando en ti todo el día. — Lo mismo digo — respondió ella contra de su boca. — Estoy tan mojada que quiero tu gran polla en mí otra vez. — Se puede arreglar. Tal vez no esté tan distraído
mientras estoy trabajando. Ella se apartó, la preocupación se vio en sus ojos. — Tienes que ser cuidadoso, ¿no? — Siempre, dulzura. No te preocupes. Todos somos muy cuidadosos cuando estamos ahí — le dijo cuándo Ace
subió a la cama a su lado y comenzó a besar su oreja. La mano de Ace la extendió para acariciar a Brant, deslizándose por su trasero y su mano se dirigió a la cintura de Brant. — Bien. No podría soportar si uno de ustedes se lastimara, ya que se distraen por mí — dijo Paisley.
Brant le recogió el pelo de la cara y la miró a los ojos. Ella y Ace habían formado una conexión en el primer día, pero el vínculo entre ella y Brant fue creciendo día a día. No estaba celoso de Ace. Sólo le sorprendió lo diferente que era entre todos ellos. Entre ella y Ace había un deseo intenso, casi instantánea lujuria. Brant, másconfácil y Sólo más relajada. Su relación no eraConmenos que laeratenía Ace.
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diferente. El suponía que tiene sentido, teniendo en cuenta las diferentes personalidades. — Así que dime lo que quieres que haga con esta gran y fuerte polla — dijo con voz áspera. Estaba tan duro por
ella, no sabía si lograría pasar los juegos previos, sin venirse. Un toque de su boca, y seria todo por esta tarde. — No creo que sea especialmente fuerte — bromeó ella. — Para lo que quiero… — Escuchamos que había una fiesta aquí — llamaba
Seth desde la puerta. Brant sentía una ola de irritación creciendo, y Ace gimió en voz baja, pero Paisley sonrió y les tendió una mano a los dos vaqueros que acababa de llegar. — Justo a tiempo — rió. — Estaba a punto de decirle
a Brant y Ace exactamente lo que quiero esta tarde. Brant besó la suave piel de la barbilla, la comisura de los labios, la sien, justo en frente de la oreja. — ¿Qué es, cariño? — Quiero… — Apretó sus labios y se sonrojó súbitamente. — Ummm… quiero ser atada, las manos y los
ojos vendados. Y ser follada por todos. Simplemente, rápido y duro. Uno tras otro, pero a la vez. Nada de juegos previos. Estoy muy necesitada… — Caliente — murmuró Tai.
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— Creo que se puede arreglar — dijo Brant.
Él y Ace se pusieron de pie. Los cuatro hombres empezaron a desnudarse y Paisley doblo sus piernas debajo de ella, con timidez y emoción en sus ojos mientras los observaba, las puntas de sus pechos ligeramente hacia arriba ya apretados. Sus labios se abrieron un poco, su respiración fue poco profunda, cuando vio a Ace jalar del cinturón de sus pantalones vaqueros. Seth y Tai tiraron los cojines de la cama, jalando la sábana y colcha de debajo de ella para dejar el fondo blanco. — Colócate en el centro de la cama con los brazos estirados — ordenó Ace. Brant puso su cinturón alrededor de
sus manos mientras se dirigía a la derecha de Paisley. Él sujeto el cuero en la muñeca. Después de tirar con fuerza, señaló el extremo libre alrededor de la pata de la cama y firmemente anudándola. Ace hizo lo mismo. La polla de Brant ladeó bruscamente a la vista de Paisley su entretenimiento y sintió en sus palabras botando que era para exactamente lo que ella tenía en mente. Un acoplamiento vulgar, su cuerpo a su merced, el coño como su juguete. Fue a los pantalones, sacó el pañuelo azul que había agarrado esta mañana en caso de necesitarlo por el calor. No lo había necesitado, pero ahora, sería muy útil. Él se tomó un momento para mirar dentro de sus excitados ojos verdes. — ¿Estás segura?
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Sus dedos apretados en las correas de cuero que la sujetaban. — Sí. Por favor, sí. No puedo creer lo excitada que estoy. Sonrió Brant. Él tampoco. Un pañuelo la cubrió y la oscuridad se cernió sobre ella. Los hombres permanecieron en silencio, pero estaban allí. Una persona le abrió las piernas y plantó sus pies en el colchón. Luego más silencio. Ella no podía sentir a los otros vaqueros, no sabía dónde estaban ni qué estaban haciendo, no podía escucharles era tan difícil, ella se tensó. Sus dedos apretaron aún más las ataduras cuando sus muslos fueron estirados. Su coño lloró por los hombres, y se preguntó si ellos podían ver su brillo en la luz del atardecer que se filtraba a través de las ventanas del dormitorio. Sus pechos se estremecieron con la sensación de ser acariciada con miradas lascivas, era una fantasía que sus hombres mirarán su cuerpo, sus ojos sobre su desnudez, mientras acariciaban sus pollas gruesas. ¿Ellos decidirían quién iba primero? ¿Quién iba a llenarla y hacerla gritar? Su respiración se detuvo cuando el primer hombre se colocó entre los muslos. La agarró de las caderas y la atrajo hasta su polla. La levantó, impotente sintió él bombeo más profundo, dentro de sus pliegues empapados. El metal del cinturón apretado contra sus muñecas mientras se aferraba al cuero lo uso como palanca para el
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trabajo contra el hombre sin rostro que la cogió con fuerza, sus gemidos guturales no ayudaban en nada para identificarlo. Ella gritó cuando la golpeo el espasmo, cada vez más húmedo y húmedo. De repente, se había ido ¡antes de que él tuviera su orgasmo! Y otro ocupó su lugar. Gruñó cuando se abrió a él. Su orgasmo ya terminando mientras el empujaba dentro de su canal apretado. Ella Jadeaba, Lloriqueando cuando el entraba más profundamente para su liberación. liberación. Ella sentía que sus rizos se humedecían con sus propios jugos hasta sus muslos. Y él se había ido. Otro llego. Ella gritó cuando él se acercó y le pellizcó el pezón mientras empujaba dentro de ella. Sus piernas temblaban, pero ella se levantó, a su merced, pidiendo más… tal como ella lo había deseado. Y ninguno de ellos había llegado a su orgasmo. Este vaquero pellizcó el pezón de nuevo, girándolo como a ella le gustaba. Él la dejó cuando estaba el a punto de llegar. Ella estaba jadeando por unhombre momento. Tres.entre Durosusy piernas rápido. yNolentamente fue sino hasta el último que llego acarició con los dedos sobre su hendidura que se dio cuenta de que había más m ás por venir. Extendió sus pliegues, mientras que sus caderas se mantenían en el colchón. Inclinándose sobre ella, su cálido aliento en su cuello, le clavó su polla. Sus movimientos eran lentos, pero duros y profundos, cuando él la tomo se mantuvo en silencio como todos los demás. Besó la pendiente de su pecho, trabajando su camino a su pezón. Una
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vez allí, el suavemente mordió la punta, la misma que había sido acariciado con pellizcos y torsión. Ella tiró contra sus caderas, abrumada por la imagen de esta escena en su cabeza, que la envió por encima del borde. Cómo actúa su fantasía de ser atada, la hizo ir y venir. Los músculos de sus brazos se tensaron, surgió el ardor por la fuerza de para llegar a cada hombre, de alguna manera necesitaba aún más de lo que estaba recibiendo. El último hombre se alejó, e igualmente la dejo en un punto caliente y los jugos de su estallido derramándose. Su cabeza se balanceaba atrás y adelante en la cama, ya que ellos la follaron de nuevo, cada uno reteniendo su propia liberación, solo hicieron que ella tuviera su clímax una y otra vez. Estaba cubierta de su transpiración, por sus músculos apretados a cada espasmo, sus gritos continuaban cuando ellos la enviaban al filo, empujándola de vuelta cada vez que empezaba a bajar. Ellatomado, no podía llevarorgasmos un registro de cuántas veces ellos habían cuántos había tenido. Cuando oyó la el gruñido del orgasmo desde el hombre que estaba en su canal y captar sus muslos en un apretón moretones, ella gritó en respuesta. Su placer era perfecto, pero ella quería el de ellos también. Se cayó su lado, la cama su respiración, peroa pronto se centró sólo entemblando el tipo queporhabía
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tomado su lugar. Sus cuerpos se juntaron. Sus dedos se clavaron en ella. Él estaba cerca. Tan cerca. Ella podía oírlo en su respiración y sentir en la forma en que se sacudió. Ella cayó sobre el borde de nuevo un momento antes de que él se viniese. Él se había ido antes de que ella terminara, el otro hombre encontró su orgasmo a continuación. Todo su cuerpo temblaba sin control, volando en un abismo casi aterrador para ignorarlo. La felicidad era tan profunda que apenas le oyó como gritó entrecortadamente. ent recortadamente. Pero, oh, ella si sintió cuando el último hombre entro en ella. manos y bocas estaban poroyótodas partes. AlguienDedos, le pellizcó el clítoris. En algún lugar, una maldición apagada. Entonces, finalmente, el calor del último orgasmo surgió nuevamente, así el semen del último vaquero se vació en el condón. Ellos le acariciaron cuando bajaba de su clímax, atrayéndola suavemente a la realidad como un caballo asustado. Ella negó con la misma intensidad. Sus muñecas fueron liberadas, pero los hombres dejaron la venda en sus ojos y no la movieron de donde yacía relajada en el centro de la cama. Apenas escuchó la puerta de la habitación en silencio cuando cerraron la puerta. puerta. ********** Cuando Paisley por fin despertó con suficiente energía para ir abajo, el mundo se había una ido menos limpiar Ace. Ély leluego dio una media todo sonrisa de satisfacción,
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apariencia sensual que seguramente la habría excitado sino estuviera exhausta, sexualmente hablando. — Estaba pensando que tal vez te gustaría salir
conmigo esta tarde. Para obtener una visión de las cosas.
— Pero… — Ella señalo con un gesto hacia su oficina
por el trabajo pendiente. — Ha esperado hasta que llegaste a trabajar, puede
esperar un poco más. Además ya ya tienes todo bajo control. No creo que todo se vaya a ir al infierno por un par de horas. Además, la cena. no tengo nada más planeado. Sólo más cercas hasta — Me encantaría.
Él la miró con su ropa de trabajo. Llevaba puesto unos pantalones de vestir, una blusa y zapatos de Louis Vuitton. — Tendrás que usar algo más apropiado, chica de
ciudad. Jeans. Una camisa que se pueda ensuciar. Unas botas de fantasía schmancy. Ella sonrió. Las botas que había conseguido, eran al mismo tiempo elegantes y cómodas, era un cruce entre una bota de vaquero tradicional en la parte superior y una bota de trabajo en la suela. — Ya vuelvo, vaquero. — Corrió por las escaleras, se
puso un par de pantalones vaqueros viejos, una camisa de franela de color rosa y negro con una camiseta blanca debajo y sus botas.
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Ace soltó un bufido cuando bajó las escaleras, pero ella lo escuchó. — Tus botas tienen tonos color rosa. — Sí — desafió ella, con una sonrisa y sus manos en las caderas. — ¿Algún problema? — No, señora — se rió. — Pero puedes apostar, que
eres tan sexy en ellas, quiero que las l as lleves en la cama. — Son botas, lo único que quieres es tener sexo
mientras las tenga puestos. Levantó una ceja. — Bueno, no voy a mentir. La idea de estar detrás de
ti mientras te monto me ha parecido caliente. — Algo para tener en cuenta para mi próxima fantasía — respondió ella. — Tal vez pueda pensar en algo como una silla de montar. Hmm… Bueno, mientras tanto, es mejor
irnos, ¿eh? O los otros van a pensar que estás eludiendo tus deberes. — Yo soy el jefe. Es mi prerrogativa. — Hmm… Bueno, quiero ver algunas vacas.
Sacudió la cabeza y se dirigió a la puerta. — Vas a mantenerme y a Brant en nuestros dedos de
los pies, ¿no?
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— ¡Oh, no! — le bromeó. — Me gusta Brant.
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Capítulo 7 Ace se puso serio una vez que estuvieron est uvieron en el camión. — Necesito hablar contigo — dijo mientras se dirigía por un camino detrás de la construcción. — Es muy
importante para Brant y para mí, y algo relacionado con Seth y Tai necesitamos discutirlo, también. Ella le dirigió una mirada con el ceño fruncido, reflejando la preocupación en su rostro. Él estaba considerando como decirlo. ¿Ella se opondría? O tal vez ¿ella querría algo diferente? — ¿Qué es? — La cosa es… La vida en Daly es más relajada que en la ciudad…
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— No por favor, eso ya lo he notado — interrumpió. —
Hay menos gente, pero ustedes están de aquí para allá prácticamente todo el tiempo. Él sonrió. — No, tú eres igual si te detienes, morirías. Mi punto es que la vida es diferente aquí. Pero, bueno, las relaciones son mucho más rápidas en comparación a otros lugares. Ella asintió. — Están juntos todo el tiempo, sin mencionar la abundancia de sexo, lo hará siempre la gente, creo. — Sí… es correcto. Tienes poco tiempo en Daly, pero lo has notado. Y así, Seth y Tai son…
Él se detuvo porque ella jadeo. Cuando él miró, sus ojos estaban abiertos como platos. La sorpresa y un gesto en su rostro. Ella negó con la cabeza, como si negará sus palabras, y su corazón se sacudió en su pecho. Aparcó el camión, para darle toda su atención. — Cariño, ¿qué pasa? Pensé que… Bueno, pensé que estabas realmente bien con Brant y yo. — Sí, lo estoy… ¿Por qué tu… yo… yo pensaba que
ellos eran sólo temporales en el rancho. Que cuando se fueran, me quedaría y sería… nosotros. Ace fijo su mirada en ella, tratando de registrar lo que dijo y porquecomenzó la conversación un giro Su corazón a latir alhabía ritmo dado regular, una equivocado. vez más al
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darse cuenta de que ella había malinterpretado lo que él había tratado de decir. — Paisley, dulzura, creo que no entendiste que quería
decir. Brant y yo, bueno, quiero que te quedes con nosotros. Queremos que seas nuestra, para que lo entiendas mejor, es que no quiero que te vayas con Seth y Tai cuando se vayan. Sé que es poco tiempo el que llevamos juntos, pero hemos sido capaces de llegar a conocernos. Si puedes vivir con botas de diseñador con más frecuencia que con los zapatos del diseñador, quédate con nosotros para siempre. Claro si eso es lo que quieres. Las lágrimas llenaron sus ojos mientras lo miraba, y su corazón se sacudió otra vez. Luego se lanzó hacia él colgándose de su cuello, llenándolo de besos por todo su rostro. Él capturó su boca y la besó profundamente, sellando el acuerdo de la mejor manera posible. — Sé que te gusta Brant, pero espero que yo te guste
aunque un pocola — dijo mientras descansaba sobre su pecho ysea apoyaba cabeza en su hombro unos momentos después. Él sintió el cambio en su rostro y sospechaba que ella estaba sonriendo. — En absoluto. — Tal vez voy a empezar a llamarte chico de la ciudad — él se movió, dándole una nalgada.
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— Oh, por supuesto, Sr. Huno. Consiguió una chica y ya comienzo a abusar de ella. — Ella tomó su radio y pulsó
los botones de Brant. — Sí — respondió él, probablemente pensando que era
Ace. — Sí — dijo ella. — Definitivamente, sí.
El — yahoo — de Brant resonó por todo el camión, y Ace no podía dejar de sonreír por el gran día que había resultado ser. ********** Ella se quedaría con Ace y Brant. Laurel Ridge sería su casa ―y algo más que trabajo‖. Paisley apenas podía dejar de sonreír. Cuando Ace se detuvo, ella saltó fuera de la camioneta, lista para aprender lo que él hacía a diario. Esto probablemente sería apenas un rasguño del montón, pero era un inicio, ella no quería saber todo de cualquier manera. El nacimiento de algún ternero era justo eso, asqueroso. Brant le entregó un par de guantes de trabajo cuando él se acercó al vehículo. — Es mejor usarlas o las manos serán un desastre —
para enfatizar hizo un gesto de asco. Se dirigió a la cosa que él llamaba una cerca, una estructura muy diferente de lo que había imaginado. Había postes cruzados a cada dos metros. Tres vigas en la parte de enfrente y solo uno en la parte de
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atrás. El alambre de púas se extendía a lo largo de la longitud. — Esto es una Jack Fence — le dijo. — Nosotros lo
usamos porque el suelo es rocoso e irregular. Sobre todo, estoy en este momento revisando la madera podrida y cables caídos. — ¿Qué quieres que haga? — Preguntó, mirando a la
estructura y pensando que esto estaba fuera de sus habilidades. — Para comenzar, busca cable suelto o tirado. El cable
debe estar tenso. Empuja contra la madera en cada sección con la bota o las manos para ver si esta fijo. Tengo que colocar alambre nuevo para esta primera sección. Ah, ven aquí. Hay algo más. — ¿Qué es? — preguntó ella, volviéndose hacia él y
esperando recibir algún tipo de herramienta o algo así. y la besó, le larecorrió hastaLesustomó pies elbienmentón protegidos, como eluna aireemoción fresco de tarde y se propagó por el amplio espacio abierto haciéndola sentir una con la tierra y verdaderamente como si perteneciera aquí en Daly, Wyoming. — Bien, ahora estamos listos — dijo contra sus labios.
Trabajaron durante dos horas, ella probando y él arreglando. Él trabajaba y leElla mostró colocar alambre, aunque nomásla que dejó ella, hacerlo. colococómo las
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grapas galvanizadas en la madera, estaba agradecida por los guantes ya que mantuvo sus manos a salvo. Sobre todo cuando vio una herida por una pieza en el brazo de Ace cuando se retiraba de la línea. Gotas de sangre empezaban a secarse sobre la piel, pero él lo ignoró y siguió trabajando. A medida que el sol de otoño comenzaba a ocultarse, Ace decidió hacer un alto. Haría falta una hora y media para terminar y él quería revisar algunas novillas en el camino. Ellos podrían mudarlas cerca de la casa el próximo mes, pero ahora pastaban en el prado junto a la cerca en la que habían estado trabajando. trabajando. Aun no se acercaban lo suficiente en la zona cuando Ace juró, golpeando el camión en el parque. Uno de los animales había quedado atrapado en la cerca y estaba luchando por soltarse. — Probablemente vio algo que quería al otro lado — dijo Ace con tristeza, sacudiendo la cabeza. — Tengo que
conseguir y Brant está Esas aquí cortadas para ayúdarme dejarla lo liberarla más cerca a la nocasa. debemosa atenderlas. Cogió las herramientas y se dirigió a la vaca. Paisley lo siguió, no sabía cómo iba a ayudar pero quería estar ahí si la necesitaban. — ¡Atrás! — le ordenó cuando se acercó. — Está bien. — No quería estar tan cerca de la gran
bestia de todos modos.
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— Bien dulzura — dijo al animal. Ella lo vio sacar un
par de cortadores. Dejó caer el resto de sus herramientas. El sonido asustó más al asustado animal. Ella mugía, golpeando contra lo que la tenía sujeta para liberarse. Levanto sus pezuñas y se retorció golpeando a Ace en el centro de su pecho. Antes de que él pudiera alejarse, golpeando a un lado y a su brazo derecho. Horrorizada, Paisley vio como la vaca parecía pisarlo mientras él luchaba por conseguir alejarse. Un grito agonizante se escuchó y ella se apresuró a ayudarlo. — ¡Atrás! — gritó con voz áspera, cuando la vaca le
golpeó de nuevo. Paisley se clavó las uñas en sus manos cuando ella se detuvo y trató de pensar en cómo ayudarlo. Después de lo que parecieron horas, pero fue sólo unos minutos, él había logrado alejarse lo suficiente de la bestia para estar seguro. Ella corrió hacia su lado y se dejó caer de rodillas. Su cara estaba pálida, y tenía miedo de tocarlo, sabiendo que estaba mal herido. Señor tiene que estar bien. — Trae la camioneta — susurró, apenas audible. La
sangre empezaba a manchar la camisa del brazo y el abdomen. Las lágrimas corrían por su rostro mientras trataba de ayudarlo levantarse. No alpodía ponerse pie. Ella lo arrastró ya medio lo cargó camión. Cadaengemido de medio él a ella
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le afectaba, esto le decía que por cada gemido le costaba mantenerse, diez más y detenía la respiración. Todo lo que podía pensar era en cómo lograr ayudarlo ―o conseguir ayuda‖. Él podría morir. Sabía que estaba muy mal.
Él se desplomó en el asiento de atrás con otro gemido. Su respiración era irregular y con dificultad como era obvio, él trató de mantener a raya el dolor. Paisley agarró la radio desde el asiento delantero. — Brant — gritó. — Paisley, que… — Una vaca. Pateo a Ace. Lo pisoteó. Él está herido.
Es grave. Ni siquiera estoy segura de como volver. — Tiene que liberar a la vaca — dijo Ace débilmente
desde el asiento trasero. — La vaquilla esta todavía atrapada — le dijo a
Brant. Se bajó de la camioneta y se dirigió a los cortadores de alambre que cayeron a varios metros de donde Ace estuvo. — No sé cómo regresar. — Dirígete a la carretera que va paralelo a la pradera.
Tomando el sentido contrario al sol. Mi tío tiene un helicóptero. Ahí nos reuniremos para trasladar a Ace al condado de Campbell Memorial. — Muy bien — sollozó ella.
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— Tenemos que liberar a la vaca — repitió Ace, desde
la puerta abierta mientras trataba de incorporarse. — ¡Quieto! — Ordenó. Sabía que él no estaría tranquilo sabiendo que la vaquilla aun no era liberada. — Voy
a tratar de liberar a la maldita vaca de alguna forma u otra. ¡Quédate quieto! — ¡No! — Gruño Ace en señal de desaprobación. — Paisley, no…
Empujando el cortador de alambre en el bolsillo se dirigió a la cerca, haciendo caso omiso de las protestas de Ace. De cualquier forma no podía detenerla. Ni siquiera podía salir del asiento. El alambre de púas desgarro sus pantalones vaqueros mientras montaba la valla. Afortunadamente, todavía llevaba los guantes. Rápidamente, saltó al otro lado. — Está bien, maldita bestia salvaje — dijo en voz baja,
con voz muy suave mientras se acercaba a la cabeza de la vaca. Sus ojos estaban muy abiertos, y mugía ruidosamente. Paisley se preguntó si estos animales mordían, pero como estaba atrapada no podría alcanzarla. Colocándose a un costado del animal, preparo el cortador. Despacio, deslizó la punta de la herramienta entre el cable y el animal, corto. Pasando a otro punto, cortó de nuevo. Corto cerca del cuello, tan pronto cuando liberó a la vaquilla esta salió libre corriendo hacia la cabaña que se encontraba encontraba en medio de de la pradera.
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Torpemente, Paisley volvió a montar la valla, en esta ocasión se lastimó brazos y piernas. Ella brinco al otro lado y corrió hacia el camión. Ace estaba respirando con dificultad todavía, la respiración de ella se detuvo en la garganta. Por favor, que lleguemos a tiempo, ella pidió. Estaba prácticamente llorando en ese momento, de repente Ace dejó escapar una exhalación. El alivio la envolvió. — No te mueras — dijo, colocándose atrás del volante,
su voz estaba más estable que el resto de su cuerpo que empezaba a temblar. — Me… duele… — inhalaba entrecortado. — Estoy… peor. Mucho peor.
¿Peor? ¡Santo Pete! ¿Podría soportar esto? La vida con los ganaderos. Es una vida peligrosa, en hacer algo tan inocente ¿cómo al ayudar a un animal podría dar lugar a esta clase de peligros? — Brant trae un hhelicóptero elicóptero — Tomando la carretera en la dirección señalada por Brant. — Te llevarán al hospital.
Como Ace no respondió, frenó el camión y miró hacia él. Sus ojos estaban cerrados con fuerza, con los dientes apretados, ya que rebotó en el camino. Era evidente que estaba luchando para no hacer ruido. Hombres. Ella volvió ena manejar, cada bache y la inmersión el camino.haciendo Despuésuna de mueca lo que en le pareció una
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eternidad, oyó el ruido de las hélices del helicóptero. La hierba era aplastada por la presión del aire cuando empezó a descender, aterrizando cerca de donde ella se detuvo. Brant y otro hombre bajaron y corrieron hacia ella. Aliviada de que la ayuda había llegado. Paisley se acercó con el camión y se detuvo a varios metros de distancia y salió. Su pánico comenzó, pero ella lucho por dominarla. Ace la necesita ahora y no a una histérica. Ella se apoyó en la puerta, cuando todo su cuerpo se estremeció. Brant y el hombre al que no reconoció cuidadosamente levantaron a Ace desde el asiento trasero. — Hombre, ¿qué hiciste? — Preguntó Brant. Notó el
temblor en su voz y supo que no estaba tan tranquilo como aparentaba. — Baile con una vaquilla — respondió Ace. — Maldita perra trató de llevar. — Tenía los ojos vidriosos desplazado
hacia Paisley. — Cuida la lengua.
Ella negó con la cabeza. — Puede decirlo, siempre y cuando esté hablando. — De acuerdo — contestó. Un fuerte gemido escapo cuando los hombres lo movieron. — Entonces… — Tomó una respiración. — Cásate conmigo. — Ace… — dijo. Estaba delirando. Que dolor tan
horrible.
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Los hombres lo trasladaron en el helicóptero, salvada de responder. Un momento después, Brant volvió hacia ella. — Ve con el camión de regreso a casa, cariño. Sólo toma ese camino — le dijo, señalando. — Solo son como
media hora. Si te pierdes, llama a Tai en la radio. Él te encontrará. Estaré de vuelta tan pronto como sea posible. Él se fue, observando al helicóptero tomando el vuelo, dejándola sola con su pánico y el temor de que el hombre que amaba iba a morir por hacer su trabajo al igual que su padre. ********** Ya había oscurecido cuando el pánico cedió un poco y volvió a la casa del rancho. Seth corrió hacia ella. Abrió la puerta del camión cuando este se detuvo y tiró de ella hacia fuera, abrazándola con fuerza. — Estaba a punto de salir a buscarte. — Estoy bien — le dijo. Mintió. Ella solo estaba en
automático. Todo su ser parecía envuelto en algo. Como si estuviera fuera de su cuerpo. Tai se colocó al otro lado mientras caminaban hacia la casa. Ella no había dejado de temblar desde el accidente de Ace. Se sacudió cuando Tai le tocó el brazo. — ¿Cariño?, Ace va a estar bien. Ellos probablemente
ya estén en el hospital.
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Ella asintió, pero era más un escalofrío que otra cosa. — Oh, Dios, creo que está en shock — murmuró Seth. — Estoy bien. Muy bien. Estoy bien.
Tenía que limpiar la sangre de su cuerpo. Cambiarse de ropa. Ir a Gillette. — ¿Qué está pasando? — Dijo una voz desde las
sombras del porche. — ¿River? — Exclamó Paisley.
Su hermana salió a la luz emitida por uno de los puestos cercanos a la calzada. — ¿Qué estás haciendo aquí? — Quería conocer dónde te estás quedando. — Miró a Tai. — ¿Es tu novio?
Paisley lo miró. ¿Cómo podría describir lo que era? — No — respondió Tai antes de decir nada. — ¿Es él entonces? — River preguntó. — No — dijo Seth. — ¿Quién es? — le preguntó a
Paisley. — Mi hermana menor. — Solo un poco — espetó River
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— Riv, deja de molestar — le dijo Paisley. — Tengo
que lavarme y dirigirme al hospital. — Para ver a… ¿tu novio? — Prometido — corrigió Paisley. — Así es.
Por lo menos, iba a serlo ―y Brant‖ cuando llegó a ellos. Eso es lo que Ace le dijo. Después de la charla de esta tarde, estaba bastante segura de que él lo quería. Entró en la casa, con River detrás de ella. Seth y Tai le seguían con las maletas. Paisley les dio una mirada despectiva. Así que era tanta su curiosidad para decidir visitarla. River siempre hacia lo que ella deseaba, cerca de Paisley. Paisley sólo esperaba que su hermana pasara por alto las atenciones que seguramente los ciudadanos le darían. Cuando ellos se den cuenta que está soltera. — Voy a la ducha. — Miró a los chicos. — Cuídenla.
Y no de la misma forma que a mí. Seth se rió entre dientes, y el River le preguntó — ¿Por qué no?
Nadie le contestó mientras pasaba la mirada a todos. Sacudiendo la cabeza, Paisley se dirigió a las escaleras. Ella se detuvo en seco y luego se volvió y abrazó a su hermana. — Te quiero, Riv. A pesar de que te dije que no
vinieras, me alegro de verte. Te lo explicaré todo más adelante.
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Con eso, se dirigió hacia las escaleras. Tai la siguió. sig uió. — ¿Ace habló contigo? — Preguntó. — ¿Te refieres a estar con ellos y no con ustedes? Sí.
¿Están de acuerdo? Él asintió con la cabeza, las manos en los bolsillos y la cabeza ligeramente hacia abajo al caminar. — Sabíamos desde el principio que sería de esta
manera. Es por eso que dormían contigo y nosotros nos íbamos al remolque. Y… ¿Seth y yo? Por mucho que queremos tener una mujer en la vida algún día, no estamos listos. Teniendo el rancho de mí padre y tener nuestra propia casa, va a tomarnos algún tiempo. No queremos traer a una mujer hasta que estemos establecidos. — Sus dedos acariciaron su mejilla en la entrada de su dormitorio. — Nos gustas mucho, y nos encanta pasar tiempo contigo. — ¿Pero? — Hay un límite ahora, siempre ha estado ahí, pero
ahora es visible, ¿sabes? Ella asintió. A lo mejor no lo noto antes pero ella no estaba emocionalmente cerca de los dos vaqueros. Al parecer, ellos lo sentían igual. — Ahora, Seth y yo no podemos estar contigo, al menos no sin el permiso de Brant y Ace. — Él sonrió. — Te
gustará tenerme como primo. Y hey, no te preocupes por tu
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hermana. Hemos estado durmiendo contigo. No estamos en algún plan familiar. Paisley se echó a reír. — Gracias. Ella se llevará una sorpresa cuando conozca Daly. Mantenla en el rancho mientras estoy fuera. No quiero exponerla en la cultura Daly hasta que esté de vuelta. Él se inclinó y la besó en la mejilla. — Dalo por hecho. Y Paisley… — dijo mientras se volvía a ir dentro de su habitación. Ella le devolvió la mirada. — No te preocupes por Ace. Él va a estar bien. Es demasiado terco. Ella le dio una ligera sonrisa. Esperaba que él tuviera razón. ********** Brant estaba sentado en la sala de espera cuando llego Paisley. Sus codos estaban apoyados en sus rodillas, y su cabeza estaba apoyada en sus manos. — Brant — dijo Paisley en voz baja mientras tomaba
asiento. Se dio la vuelta en silencio y tiró de ella dentro de sus brazos, apretando su cara contra su cuello. Ella le regreso el abrazo, sintiendo la misma preocupación. Todo el mundo había
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tratado de hablar con ella para tranquilizarla, pero esto era una prueba de lo mal que estaba Ace. — Yo realmente no sé nada — dijo Brant. No es que el
hospital no quisiera informar. Ella sabía s abía que tenía documentos como defensor legal de Ace para una situación como esta. Tenía además derecho de tomar decisiones y tener acceso a Ace. — Esta en cirugía — le dijo. — Un brazo está roto y
un par de costillas. Se perforó un pulmón. Lo peor es que tiene hemorragia abdominal interna. Ella apretó los labios y cerró los ojos para controlar sus emociones. — Él va a estar bien — dijo en voz baja contra el costado de su cabeza. Brant se enderezo y la miró. — Él va a vivir, dulzura. Sé que estás asustada por lo que sucedió con tu papá, pero esto es diferente. Ellos lo curarán y lo enviarán a casa para hacernos la vida complicada por un par de semanas. Por el momento debemos cuidarlo, va a estar bien, es como la lluvia. — Yo… Brant, no sé si puedo manejarlo. Sabiendo que
los chicos se pueden lastimar por ahí. — Cariño, deja eso. Si fuéramos hombres de ciudad,
vivir y trabajar en la ciudad, tendríamos el mismo riesgo. Estamos capacitados para hacer este trabajo. Ace… bueno, fue estúpido al acercarse a la vaca de una forma descuidada. Me dijo que pensaba que la vaquilla estaba inmovilizada. Y tú fuiste valiente y lograste liberarla, nos lo dijo en el camino y lo
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ayudaste para conseguir la ayuda a tiempo. Has demostrado tener los nervios de acero para ser nuestra mujer, dulzura. No es que nosotros alguna vez hayamos tenido dudas. — ¿Sr. Brant Cauldwell? — Llamo una enfermera.
Brant apretó la mano de Paisley. — Vamos a ver a nuestro hombre. ********** Ace se veía horrible, pero por lo menos, respiraba mejor y medicado contra el dolor, notó Paisley. Ella apoyó la cabeza en el borde de la cama y le sostuvo la mano mientras esperaba a que se despierte. Había despertado en cortos periodos de tiempo en toda la noche, pero la anestesia de la cirugía lo mantuvo dormido parte del tiempo. Ni siquiera sabía que ella estaba allí. Brant se quedó la noche con ella, pero había tenido que salir en las primeras horas de la mañana para regresar al rancho. Ellos habían dado de baja a un hombre así que no podían pagar un trabajo para el día siguiente. Su objetivo principal era encontrar la vaca lastimada para curarla. Paisley no se había dado cuenta, pero la vaquilla estaba embarazada lo cual significaba dinero adicional para la hacienda. — Hola, querida — dijo Ace débil. Él le acarició el
pelo, su voz y el reconocer su presencia eran como el cielo.
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Volvió la cabeza y le besó la palma. — ¿Cómo te sientes? ¿Quieres que llame a la enfermera? — Me siento como si me hubiera arrollado una vaquilla,
Y no, no la enfermera. Estoy bien ahora. Me alegro de que estés aquí, chica de ciudad. — Me alegro de que estés mejor. — Estaré mejor si me respondes a mi pregunta. — Aún no has… — Ayer.
Oh, la cuestión del matrimonio. — No entiendo. Ayer, pensé que estabas delirando o algo así. Pero, incluso si no fue así, ¿qué pasa con Brant? Pensé que esto era un tú, algo así como él y yo. Amo a ambos. No puedo elegir. Sonrió Ace. — Te amo, también. Yo no estoy pidiendo que elijas. Te estoy pidiendo para nosotros dos. dos. Un matrimonio de tres. Felices para siempre. Sintió alivio y alegría. Los tres. Felices para siempre. Se puso de pie para poder inclinarse sobre la cama. Deslizó sus dedos en el pelo de Ace y le dio un ligero beso. — Pero me gusta. — Mmm… Perfecto, te quiero, chica de la ciudad. — Te quiero, también, Sr. Huno.
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Epílogo La alarma se activó en lo que parecía la mitad de la noche, Paisley agarro las almohadas para tapar su cabeza. — ¡Hey! — Brant y Ace exclamaron, cuando sus
cabezas cayeron sobre el colchón. — La luna de miel ya terminó — ella se quejó.
—
Tienen que levantarse.
Ace deslizó su mano sobre su cadera. — Pero señora Graham, estoy arriba. — Así estoy — gruñó Brant. Su erección golpeó a su
lado, insistiendo tomando conciencia cuando su cuerpo empezó a calentarse.
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Ace se inclinó sobre ella y besó a Brant. — Y buenos días a ti también, señor Graham. Paisley sonrió, era encantador que los tres tuvieran el mismo apellido. Ella y Brant cambiaron sus apellidos legalmente justo antes de la ceremonia de unión en frente de todo el mundo. Su familia, después de la impresión, había aceptado la unión de Paisley con dos hombres. De hecho, River y Moonbeam anunciaron que se mudaban a Daly. Permanentemente. River ya tenía trabajo, una nueva cama y desayuno, mientras que Moonbeam estaría trabajando con la recién formada Asociación de Turismo de Daly. Paisley no tenía duda de que, pronto, ambas tendrían la atención de los hombres y de lo que podrían podrían manejar. Al igual que ella... Ella deslizó las manos sobre los torsos de los hombres, amando y siendo amada y podía tocarlos cuando ella quisiera. Ace le encantaba también. Tan pronto como había aceptado ser su esposa, y tan pronto como había sido capaz de estar en condiciones físicas, la regla de no sexo en la oficina se había ido por la ventana. Al menos una vez a la semana, se encontraba inclinada sobre la mesa y toma ba su… dictado. A Brant no le importaba el tiempo especial de Ace con ella. Le gustaba salir con ella una vez por semana, y quedarse en algún lugar para estacionarse y repetir su primera vez juntos, ella montandolo en el asiento delantero del camión.
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Paisley estaba bastante segura de que tenía más sexo que cualquier otra mujer casada en el mundo. Y hoy, que era su aniversario de seis meses de estar juntos. Ella había planeado algo especial. — Seth y Tai nos visitarán esta mañana. Están
ayudando a Steve y Brian a alimentar al ganado, por lo que los dos pueden quedarse aquí conmigo. Durante toda la mañana. En la cama. Ace parecía preocupado. — ¿Estás bien? Ella suspiró. — Arregle una mañana libre para ustedes, y piensan que algo está mal. Todo está bien. Quería celebrar los seis meses. Y el hecho de que el próximo diciembre habrá cuatro Graham y no tres. Ambos hombres la miraron. Brant saltó de la cama. — ¡Sí!. ¡Sí, sí, sí!
Ace le dio un beso. — Te amo, cariño. — Te amo, también. Brant. — Ella le agarró el brazo y tiró de él hacia abajo. — Te amo.
Estaba complacida porque que ambos estaban encantados por su revelación, y no parecía importarles cuál de ellos era el padre del niño. Podría ser cualquiera de ellos, ya que habían dejado de usar condones hace tres meses. Todos querían niños, y no querían esperar. La boca de Brant cubrió la de ella. Ella tarareaba cuando la excitación había viajado por
debajo de sus pies y por las manos de Ace. Sus dedos se
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adueñaron de su coño, deslizando sus dedos sobre sus pliegues, húmeda y lista para ellos. Ace.
— ¿Realmente tenemos toda la mañana? — Preguntó — Hasta mediodía. — Fantástico — decidió Brant. Él sonrió y deslizó un
dedo entre sus pechos. Que se arremolinaban alrededor de un montículo, dando vueltas a su pezón, en la que pellizco suavemente la punta. — Vi que recibiste un par de d e zapatos nuevos, ayer. — De Jimmy Choo. — ¿Qué jodidos? — Ace bromeó. — ¿Goma? — Ríete todo lo que quieras — le dijo con un codazo. — Son negros, cuatro y uno de medio cuero.
Él soltó un bufido. — ¿Y para qué? — Para Brant, cuando lo monte. Le gustan los
zapatos. — Oh, Dios — gimió Brant. — Esta mañana. Por
favor. — No sé si puedas usar algo alto, con el bebé y todo… — Ace protestó.
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— El bebé no le tiene miedo a las alturas, Ace. No te preocupes. Brant lo mantendrá a salvo. — Ella sonrió y se
levantó de la cama, arriesgándose a que Ace insistiría con los zapatos. Parecía más bien tomado con ellos presionando el culo mientras ella tenía las piernas cruzadas a su espalda. Desapareciendo en el armario, sacó el puro nylon negro que había guardado para esta mañana y les puso en una nueva liga de cinturón negro de seda. Se puso los zapatos nuevos, la sensación ultra femenina de los tacones altísimos. Por último, se puso un sujetador negro semi que dejó sus pechos al descubierto sobre todo, era como debía ser, ya que no estaba interesada en cubrir su coño. — Dulce cielo — Ace susurró cuando ella salió. — ¿No estás contento de haberle dado presupuesto para los zapatos? — Preguntó Brant. — Maldita sea… — Ace salió corriendo de la cama y
la atrajo guiándola para dejarla en una posición inclinada, sus manos apoyadas en el extremo. Cuando Brant se colocó detrás de ella y Ace arrodillado. Ella cerró los ojos cuando se separaron sus pliegues y una lengua dentro se deslizaba, recogiendo y tocando su clítoris. La polla de Brant presionado contra su culo mientras sus manos la acariciaban en sus muslos. La piel se erizo hasta los dedos. Ella se estremeció est remeció de alegría. Todos los días con ellos eran una nueva aventura. Un nuevo placer. Una nueva mirada de la perfección.
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Sosteniendo sus caderas, Brant entro en el coño, que se abrió para él. Ella gimió y su cabeza cayó hacia adelante mientras él la llenaba. Ace chupaba su clítoris. Su lengua recorría esa sensible zona arriba y abajo y ella sabía que estaba saboreando su jugo y la polla de Brant cuando su compañero la follaba. La idea la enloqueció más. Lo que ellos compartían no solo se trataba de amar a uno sino de amarse todos. De hombre a hombre, de mujer a hombre. Ace se deslizo entre la orilla y ella dentro de sus brazos. — Chúpame — le dijo, la inclino hacia abajo para enfatizar el punto. Él sabía que a ella le encantaba su proceder. Amaba sus órdenes en el contexto adecuado. Durante el sexo, era lo mejor. Ella en ocasiones se preguntaba cómo habían avanzado tan rápidamente entre ellos, pero lo más importante ya no le importaba. Sus hombres la amaban, y ella los amaba. Y realmente, eso era lo único que importaba.
Fin
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Sobre el autor Cuando se trata de libros y películas, Brynn tiene una regla: debe terminar en un final feliz. Después uno de los requisitos es que todo es importante. Y se ajusta en sus libros. Ella vive en Michigan con su esposo y dos hijos, a quienes ama con locura y a pesar de sus ocasionales amenazas. Con su humor la dejan creyendo que ella es una diosa… siempre y cuando prepare galletas de chocolate frecuentemente. Brynn participa en talleres en las conferencias de escritores en todo el país y le encanta dar tutoría y conocer gente nueva. De acuerdo con Brynn, su éxito en la escritura puede ser atribuido a una colección ecléctica de la música, sus tripulaciones de construcción de carreteras, su confiable ordenador, ylocales por supuesto, su esposo, el Sr. inspiración, que aguanta mucho en el nombre de la investigación. i nvestigación. A Brynn le encanta hablar con sus lectores y se puede encontrar en www.brynnpaulin.com
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