Brentano, Franz - Aristoteles

July 14, 2019 | Author: Erich Caputo | Category: Aristóteles, Metafísica, Platón, Gottfried Wilhelm Leibniz, Dios
Share Embed Donate


Short Description

História da filosofia...

Description

FR A N Z

COLECCIÓN LABOR

B R E N T A N Q ^ ^ a á »''0 Fl,°®^ V a ro eU n ^ p a f i/ B L 1 0

fr . SECCIÓN

CIENCIAS

FILOSOFICAS N *° 228

 f 

(tl/jpfa, JicL 7^c^

*=5A*- ó\ s ÓR.R r>  \i _ la de la conciencia.  pasos po r el camino de la vi rtu d y le gu ard aron fiel % ^ g en cra^ ó 5u~testamento*)en cierra m uchas cosas mente su no insignificante patrimonio paterno. Toda ( r  J 9

y

 / 

KRANZ BKKNTA.NO

murió Alejandro y llegó la noticia a Atenas, Aristólóíftg, que lóemnrehabía sido fier^~^a^rad^cidoa~Todo favor, experimentó la más negra ingratitud de parte de aquella ciudad, en cuyo favor tantas veces había hecho" va lérsiT lnS ue ña r'án^ ^ A causa de un'poemá^qüe conservamos, en que cele  braba al amigo muerto Hermeias, se le acusójleji ab e r tributado honores divinos a un hombre. Conociendo  bien los apasionamientos del pueblo se sustrajo al^  proceso huyendo, s ie r ^ j jm p e i^ ^ d ía j,

 pesar de h aber sido p or completo ajen o a la polí nica de Alejandro, no se libró de ser alcanzado por los e furores del odio largamente reprimido contra el podei ^yío macedónico y que, al esta llar violentos, hostilizaron a la persona del gran Estagirita. Se ha contrapuesto esa falta de todo intento ele intervención práctica en la política de Alejandro con W ond ucta deP l^ón Tqñ ohlao varios viajes ^Siracusa ¿ pa ra reformar ''aquel IfclstadcTcon arreglo a sus máxi j más poIíticas. PóróTía^sidÓ^eÍTor grande pretender explicar ese contraste mediante la preferencia que Aristóteles tenía por la vida contemplativa respecto de la práctica. Precisamente esa preferencia jx>r_ la contemplación se~eneñántraTo~í^ mi AristótelesTY j PfiHnT^aTp^ay i e j se_jmor^por lTcontemplación, spátenja^que^eTBlósofo debe ocu*parse en^d^gobierno del EstadÓT^orque en un Estado , Nnd andan Tjieñ ías~cosas hasta^^^ llegúela , J ^~ey~ o el rey sepa~füosÓfar^bíen^~Ar í ^ era de ese

AKJSTuTKLKS

17

mismo parecer. Indudamente habría sacrificado una  pa ite de su tiempo  libre, para él de tanto precio, si hubiera visto a Alejandro inclinado a prestar oídos, aun como príncipe, a las doctrinas y consejos de su educador. Ve   seguro que esos consejos no se habrían apartado, tanto, como ocurrió con más de una idea revolucionaria de .Plató n, de los caminos que la expe riencia evidenciaba como verdaderamente viables. Si Aristóteles se hubiera realmente y en principio limi tado a la investigación y no hubiese querido tener par ticipación alguna en la política ¿cómo habría acep tado .tan de buen grado la invitación del rey Filipo ? Desde luego que Alejandro iba a ser educado, no para invostigadov, sino para director de un Estado. Y, segu ramente, no aceptó la proposición de Filipo por la remuneración que de él esperase, sino por parecería de éxito más probable el intento de ganar para sus ideas políticas a un joven príncipe, que no  a un tirano asentado ya en el trono, como Platón preten di ó ■ Aristóteles""^urío^jTloi"62ltños~de edad en Caléis d e jju bea, qW-dmfrmacogido~al^ el verano del año 322 a. de~jTÜT Delláismo modo que en vida ’eclipsiTcon sa  escueíalTel Liceo (que recibió su nombre de Peripaté tica del paseo cubierto del mismo) a la Academia (que estaba bajo la dirección de Speusipo), así también la siguió eclipsando por medio de sus inme diatos sucesores, el primero de los cuales fué Teofrasto.  \  p  Al lado de éste hay que nombrar también aQSudemí) el autor de la ética conocida por su nombre, y que es el m ej o rjie-sug. discípulos inmediatos. 2.

P.nKXTANu : Ai-is lólHi' s.

228. — 2.a o«l.

i

ARISTÓTELES

(ÍV

i-

Pasemos aíiora a los escritos del gran hombre, que habiendo hecho ya en tiempos de Platón sus primeras V  ^yArmas de escritor, tomó por modelo a su maestro tanto en la materia, como en la forma de la exposición. Eseri^ bió varipg^díHogo^ítp los que sólo nos quedan insig f i miS  cante  _________  r * '  querer rivalizar con Platón en cuanto a la belleza de la forma. Pero parece ser que, si Aristóteles no llegó  A  f ¡ ^ a ponerse a la altur a del modelo, logró ap ropiarse algu r   nas de sus excelencias, pues sólo por osos escritos, per didos para nosotros, pu^JT^icérói) sentirse movido a , celebrarle en segundo lu^arHles pués de Pla tón en cuanto al modo de presentar sus doctrinas, perfecto no  filf> sólo didáctica sino también estéticamente, r  0 '" ^ En euanto a l°s escritos que conservamos, lo ceñido h /y   plástico de la expresión les da, aparte del interés de \ ^  Jr *  J¿y-r ?, i fondo’ un encanto especial. Pero dejan bastante que desear (y precisamente más que ninguno, los más im  portan tes) desde el pu nto de vis ta expositivo. /■ Hay repeticiones molestas; una aclaración que habría estado mejor antes, viene luego muy a des tiempo; y h asta la prim era condición que tiene derecho a exigir todo lector, la claridad, es bastante deficiente. i** /  y v a / 

r A

 x

Escritos

 / f  & * ¿ T  en otros y más esenciales_asp££tos, renunciase al pleno rio mediante la inserción de un simple oh  (no).,Claro ^ ^ d e s a rr o llo de su talento_de_escritor, aT^JoJenía^cgmo r  é  es que no vamos a hacer responsable_al eggEltflL-dg ^ . j / 1  J ^ > J e m u e s tM n M s _ ^ ^ ¡ r » llis~l!flTTás^brios~lMrD^tas?^Dergpodémos e n todo caso _, f \ , Ni uno solo de los escritos conservados lo publicó \L  J j-   mismo; ninguno tampoco está realmente terminado, ■ t ó F ^ T M T ü ñ l e x t T S f í c ü de comp re nd er p a r aj o s , ' y k f  s r  \ j p \ t f  si bien unos menos empero, tienen t an marcado c arác ter de mero borra J c í surar la oscuridad y los otros defectos de la exposición f J  ^ ^ T o r que ni aun pa ra apuntes habrían sido suficientes. Aristóteles, al tener en cuenta cuando y cómo fue- ^ ¡ y '    Z ^ ¡ f> . , . . . . __ ____ ..—. .—i.« 1 itiít/vi nnn -louíí l t uso flflln rfílV Todo esto conjunto de circunstancias dificultan, sT^¡ ^r ji   'ron comPuestos los AM escritos que aquél nos dejó. Hoy  J'  js ? ■ ¡ &IC S> esencialmente la recta comprensión de sus doc^ casi unánim emente se admite que la composición de ^ ^ ^ r tr i n a s , y la dificultad se acrecería aún más, si admitodos ellos corresponde a la época de-la segunda^st an- y0 '  tiéramo s como cosa demostrada, con algunos' renomcia en Atenas, esto es, entre los años 335-322 a. de ^  j ^ 7  ’vra^os uticos, que Aristóteles dice a veces cosas en La breve dad de este período está on ra zón inversa dol , que él mismo no cree. Tan pron to, según ellos, hab ría asombroso número~y variedad deríos trabajoslñué^n ^ ^ ¡yr  hecho las mayores concesiones a la opinión corriente ¿ el mismo salieron a luz. Al mismo período pertenecen , \r  aun contra su propia convicción, como en la debelación además de las obras que nos quedan, otras perdidas,  cP do un enemigo no habría tenido inconveniente en como, y sobre todo, la gran obra Cuyo contenido era echarle en cara algo que él mismo tiene por verdadero, una exposición histórica de las principales conslituciosólo para crearle un ambiente desfavorable cerca de nes políticas antiguas.  j. Y si se tien e también en cuenta las sigu iente s cir  aquellos a quienes se dirige; finalmente, por afán cunstan cias : que Aristót eles te nía que div idir su do lucir su maestría dialéctica, para poder acumular tiempo entre la actividad de escritor y la enseñanza inzones, habría atacado al enemigo en ciertos respec oral; las perturbaciones que a esa doble actividad tos en que él mismo no está muy seguro. Hay quien tiene por tan indudables estas malas "EaMaa Ü.0 llevai los. in.cita.te de la ^ida pública de mañas de escritor de Aristóteles,, que sobre ellas cons^ ¡‘entonces y de su vida privada; y, finalmente, que, truye un sistema exegético completo, indispensable, según se nos dice, fué de salud débil ¿qué de extraño

^Kry

        •            /

lOtANZ KRKNTANO

S f 

22

ATtTflTÓTET.KR

I 1UNZ BItBNTANO

según ellos, si no se quiere que toda la doctrina aris totélica aparezca como un conjunto de contradicciones. Y liasta llegan a asegurar que cuando sólo ocasional mente emplea un principio para sacar de él impor tantes consecuencias, su aserto no tiene ta nta autoridad como donde se ocupa en asentar y fundamentar esc  pr in cip io .. Ad mi tir esto tr ae ría las peor es consecuen cias, dadas las incertidumbres que produce lo impre ciso de la expresión o la deficiente transmisión del texto. Porque es natural que los pasajes que tratan de fundamentar un principio, sean pocos, quizás uno solo, mientras que la ocasión de emplearlo se repite con frecuencia; y, además, el principio, cuando es de gran alcance, contribuye a fijar el carácter del sistema en todos sus rasgos esenciales. Y, en efecto, es infini tamente más fácil que por un descuido de frase o por una corrupción del texto se desfigure un   pasaje, que no en igual medida un gran número de pasajes. Y, de he^ho, aquel axioma exegético ha llevado a sacrificar a un pequeñísimo número de afirmaciones un número incomparablemente mayor de ellas que figu rando ep los más diversos escritos y siendo concordes entre sí, contradirían sin embargo a aquellas pocas, tal como se las ha interpretado. Felizmente, puedo asegurar en virtud de largos y esmerados estudios consagrados a Aristóteles, que
View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF