Boris Cyrulnik
July 20, 2016 | Author: Spoocky Zamberrie | Category: N/A
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Introducción La resiliencia es un fenómeno recogido por los diccionarios que alude a al propiedad de la materia que se resiste a romperse por el choque o percusión, lo que aplicado al ámbito humano equivale a resistencia a resistencia al sufrimiento, caracterizándose igualmente por un exceso de atención a los demás y al mismo tiempo por temor a recibir el amor que sucintan. El autor, Cyrulnik, interesado en este concepto, a tenor de su propia experiencia como indica el mismo. Quien a que observar aterrorizado como el resto de su familia, rusos judíos emigrantes perecen. Tras pasar su infancia por diversos orfanatos y centros de acogida llega a no obstante a convertirse en un prestigioso médico neurólogo, psiquiatra y psicoanalista, erigiéndose en uno de los miembros fundadores de la etología humana. En la actualidad es profesor de Var en Francia y a publicado numerosos tratados. (Navarro, 2003). El presente trabajo es un ensayo del libro " Autobiografía de un Espantapájaros", el cual está estructurado en una introducción y cuatro capítulos, “Catástrofes Naturales y Cambios Culturales”, "Para Felicidad de los Pervertidos" "Las Cotorras de Panurgo" y "Los Niños Escondidos", estos contienen 65 apartados de los cuales se extraerán las principales ideas.
Boris Cyrulnik (Burdeos, 26 de julio de 1937 (77 años) es un neurólogo, psiquiatra, psicoanalista y etólogo francés. Nació en el seno de una familia judía. Su padre fue ebanista que se alistó en la legión. Durante la Ocupación, sus padres le confiaron a una pensión para evitar ser detenido por los alemanes, pensión que lo terminó trasladando a la Asistencia Pública francesa. Posteriormente, fue adoptado por una institutriz bordelesa, Marguerite Ferge, que lo escondió en su casa, en Rue Adrien Baysselance. Pero, durante una redada policial, fue llevado por la policía con otros judíos a la sinagoga de Burdeos. Llegó a esconderse en los baños, evitando otras redadas, pues la policía conducía a los judíos a la estación de Saint Jean para ser deportados. Un día que se encontraba fuera de la sinagoga, una enfermera lo llevó oculto en una camioneta. Después comenzó a trabajar como mozo de granja con un nombre falso, Jean Laborde, poco antes de la Liberación de Francia. Sus padres, deportados, murieron durante la Segunda Guerra Mundial. Tras la contienda fue recogido por una tía en París. Estas experiencias lo motivaron para estudiar psiquiatría. Estudió medicina en París y más tarde, conducido por el deseo de revaluar los acontecimientos de su propia vida, empezó a estudiar psicoanálisis y posteriormente neuropsiquiatría. Dedicó su carrera sobre todo al tratamiento de niños traumatizados. La
resiliencia
humana
se
puede definir como
comportamiento humano para poder tolerar
la
capacidad
del
los cambios y las adversidades,
transformándolas en desafíos, proyectos personales, expresiones y creaciones que nos fortalecen. Nuestras debilidades son nuestras grandezas, y nuestras grandezas son nuestras debilidades, por eso, dice Cyrulnik, hay que valorar lo que nos hace débiles en infravalorar o relativizar lo que nos hace fuertes: vencedor! Por culpa de su punto fuerte, morirá.
¡Desdicha al
En su libro, el neurólogo francés, inicia sus argumentos partiendo de la integración del concepto de trauma o catástrofe al desarrollo humano. A través de ejemplos etológicos e históricos muy bien documentados, nos invita a pensar que las catástrofes a los cambios brutales de la vida y los desastres de la naturaleza, como es la adaptación, como por ejemplo en 1916, cinco ciervos sika (Cervus Nippon) fueron trasladados a la isla de Jam, cerca de Maryland, Estados Unidos. Estos ciervos se encontraban tan bien durante cuarenta años, hasta que en 1955, ya habían trescientos ejemplares magníficos y muy saludables, pero en 1958 tres cuartas partes de estos ciervos murieron sin que nada cambiara en la isla, ya que el hábitat de la isla poseía una temperatura adecuada, agua, espacio y la vegetación en abundancia. Pero la ausencia de los depredadores y parásitos era un paraíso para estos ciervos, pero todo esto ocasiono que las madres se comieran a sus crías, los machos se mataran entre sí y que el grupo se desorganizara por culpa de un éxito de la adaptación. Se llama Desdicha al vencedor, relata la fortaleza del ser humano, pero por su biología, como describe que es un milagro que un ser tan débil como especie haya podido conquistar tanto espacio en el planeta, dando cuenta que nuestros propios relatos crean horrores, prejuicios y discursos de odio. dando cuenta las herramientas que posee como fue la piedra y el fuego, las cuales le dieron la posibilidad de sobrevivir sin ser presas de las fieras,
pero
gracias a las tecnologías nos adaptamos al frio y al calor, como por ejemplo, las lluvias, calentar nuestros alimentos, etc. Creando una adaptación de manera exitosa para nuestra supervivencia, pero así como murieron los ciervos de sika, moriremos nosotros por nuestra adaptación, pero que sucede con las quiebras de las grandes industrias, la desigualdad social, y la educación.
Siendo que las catástrofes, posean una regla en la evolución de cada especie como ha sucedido en el periodo Pérmico, luego la vida oceánica como reconstruyó una nueva fauna y especies. El trauma, una extraña adaptación, que la palabra caos y la resiliencia, son polos de atracción, como el caos es el determinante del poder y de la desorganización de una sociedad, a través de guerras, e incluso al interior de una persona, como la resiliencia te vuelve a reorganizarte como ser , gracias a la presión de un caos. Como tú, puedes conseguir la adaptación a los cambios, pero nos da la mirada de como el caos trata de de cegarte para que tu vida no surge de este . Es ahí a donde nuestra confusión se aclara nos saca adelante a pesar de las adversidades. Todos estamos obligados a buscar un sentido a nuestra vida, como por ejemplo recuerdos felices y como tomamos estos recuerdos, nos protege y nos hace creativos. Las Catástrofes Naturales crean situaciones espontaneas, como por ejemplo un terremoto o la erupción de un volcán destruye una isla y miles de familias, la vida de esas personas renace en esos lugares y crean una solidaridad , sintiéndonos generosos, experimentamos un sentimiento de grandeza. Pero que sucede con un terremoto, es aquí a donde se vive el horror, cuando se forma el trauma psicológico por un suceso de estas características, después de un mes que sucede este suceso se ven las alteraciones y perturbaciones, esto puede durar esta años. La naturaleza humana esta tan bien hecha que es ella misma la que se repara así misma, de estas heridas, esto no quiere decir que el sufrimiento es una virtud natural, sino que es atribuible a la reconstrucción de una solidaridad, a quienes necesitan tiempo para superar sus traumas.
No todos los factores de la resiliencia son extremos, tras una catástrofe natural, sino al hallar una importante proporción de personas que antes de un suceso así, ya poseían dificultades psíquicas, personas heridas, aisladas, etc. Una persona con una herida en su alma no consigue ser resiliente, pero esto no quiere decir que nunca lo será, sino que su dificultad costara mas no imposible, necesita ayuda de gente que realmente quiera lo mejor para ella. Cuando retorna la vida, para este pasa por tres fases, la estructura del acontecimiento traumatizante participando de la significación de la herida, cuando se trata de catástrofes naturales (una inundación), juzgan que esta es inocente pero sufren mucho tiempo cuando la herida es infringida por otra persona (violación). Las experiencias pasadas ha dejado en el cerebro una huella que ha enseñado a cada persona un tipo de reacción, como por ejemplo, una guerra, quienes vivieron en esas época aprendieron a mirar en la dirección adecuada y a inmovilizarse a un lugar seguro. Ésta huella cognitiva, no es conciente, es una sensibilización adquirida para todo acontecimiento de la misma índole (expresión anterior se trata de una agresión). La organización del apoyo después de un trauma puede pues impulsar un proceso de resiliencia, la sensibilidad a un tipo determinado de acontecimiento se adquirió antes como consecuencia de un entorno activador, una confianza activa frente a las pruebas de la existencia. A negación , sea mental o psíquica, es un mecanismo de defensa que ayuda a atenuar el sufrimiento y a adaptarse a una realidad incoherente, pero este factor de protección, frena la búsqueda de sentido, impide la resiliencia. Para ubicar en su contexto histórico lo que nos ha sucedido necesitamos un tiempo de latencia. que permita mirar lo que ha sucedido a fin de construir una representación, una especie íntimo en el cual volvemos a ver qué medida nuestros encuentros nos ayudaron o nos hundieron.
Algunos criterios de resiliencia y predecir la aparición de perturbaciones, el nacimiento de un nuevo estilo de existencia, debemos conjugar precisamente estos tres parámetros, el desarrollo del sujeto y su historia pretraumático , la estructura del trauma y la organización del apoyo postraumático. Cuando se pone en marcha una trayectoria resiliente, hasta los silencios son reveladores de la estructura del discurso social, como por ejemplo, Hiroshima y Nagasaki (1945), los discursos se apoyaban en los estudios psíquicos y médicos que correspondían a los valores de la época. El terremoto de Kobe (1995), dejo a seis mil muertos y trescientas mil personas sin hogar, gracias al cambió experimentado por la cultura japonesa, los socorristas se atrevieron a considerar las perturbaciones psicológicas. Los investigadores que analizaban los sufrimientos en Kobe se hicieron la siguiente pregunta, ¿Qué perturbaciones psíquicas habrá dejado Hiroshima?. Después
de
cincuenta
años,
los
escasos
supervivientes
de
la
desintegración atómica pudieron finalmente encarar lo impensable, confesando la vergüenza que sentían de no pertenecer ya a la especie humana, la supervivencia ya les parecía monstruosa en un mundo donde la muerte era la norma. La maduración postraumática cambia el sabor del mundo, un fenómeno extraño plantea el problema del rebote resiliente, después de una catástrofe natural o un trauma social, no es raro observar cierta maduración psíquica como si, frente al desastre hubiera que elegir entre hundirse o aumentar la gravedad, cuando no hay hogar , ni familia, ni grupos sociales, las estrategias para la existencia son clara, uno solo elige dejarse morir o luchar afrontando la realidad. La reflexión impone la imagen de la herida o de la desolación, ese recuerdo se fija en la memoria, como una lápida sepulcral, pero uno se siente obligado a encontrar una explicación, siente el deseo de comprender que también pueden crear una preocupación constante que hace el herido dedique toda su energía a organizar su nueva existencia para luchar con la herida y aprender a vivir de otro modo.
A este proceso se pone en marcha la resiliencia , empleando el recuerdo de una herida para afrontarla en nuevos desafíos de manera dinámica situada como trabajo psicológico mas allá del acto de afrontar el trauma y de adaptarse, este tipo de evolución resiliente no evita la angustia ni el sufrimiento cotidiano infligido por la adversidad, pero sienta las bases para organizar un nuevo modo de vida. El camino de la resiliencia no siempre no siempre es tan difícil, cuando las personas que le rodean le dan seguridad y la cultura le propone otros modelos de desarrollo, el niño puede prescindir del sufrimiento para recorrer el camino de la resiliencia. Como podemos observar el primer capítulo, Boris Cyrulnik, nos relata ejemplos claros sobre la adversidad y los procesos, para la aparición de la resiliencia, . Tres buenas razones para matar, la búsqueda de sentido es una señal del despertar de la vida psíquica, el agresor ha sido un volcán, la crecida de un rio, un pueblo extranjero o un vecino conocido, en todos los casos el agredido se siente mejor, más fuerte y menos angustiado cuando logra analizar al agresor y comprenderlo, así se protege de él, cuando esto sucede la víctima se siente fascinada por todo lo que procede del ofensor. Comprender la amenaza, como comprender una enfermedad, permite ser controlada y no identificada con el agresor, aun cuando uno piense en el permanentemente. El autor plantea la necesidad de una actuación social competente para la recuperación sana de los que han estado sometidos por un gran sufrimiento. Esta actuación incluye arropar, sostener y cuidar de los traumatizados, apoyar su reconstrucción sobre el dolor nombrándolo, permitir el relato que el protagonista hace de él, desde sí mismo, y participar en ese relato.
La estrategia de la sumisión conduce a la embriaguez del poder: no valgo mucho, no tengo ideas claras ni convicciones que puedan entusiasmarme, piensa el que se dispone a convertirse en terrorista. Todos estos razonamientos, causan una ausencia de empatía define un tipo de perversión en la que el sujete se enamora de si mismo admirando al jefe que lo representa. Al abordad el problema de la psicología de un terrorista implica reflexionar de un modo particular, mayoría de los casos se trata de un hombre que no es neurótico ni psicópata ni traumatizado, se trata de alguien que vive de manera tal como una persona perversa. Muchos hombres que han cometido crímenes horrendos contaban tranquilamente de que manera habían degollado a decenas de personas o puesto bombas en lugares públicos, es así como Cyrulnik, recuerda a una bonita palestina que contaba con una sonrisa como había hecho estallar una bomba en el lugar donde se celebraba una boda, atentando en el que habían muerto cuarenta personas, entre ellas ocho niños. El terrorista solo responde a sus representaciones sin tener en cuenta el efecto que provoca en los demás, su narciso no siente angustia cuando acepta morir para matar más eficazmente, su acto es valorizado culturalmente. Viendo de forma psicosocial crea una empatía de depredador , así como un águila al atacar a un ratón. La mujer depredadora que puso una bomba en la fiesta de la boda gozaba del mal que había hecho recordando el horro que había cometido, pero no se lamentaba de la desdicha que había provocado matando a mas de treinta adultos y ocho niños. La guerra declarada por un Estado soberano estaba codificada, enmarcada por leyes, reglas, uniformes, tradiciones, canticos y relatos de gloria, cuando las guerras son asimétricas, cuando el dinero conduce a una tecnología todo poderosa, la escena de la violencia.
Cyrulnik, en el segundo capítulo, plantea el tema del terrorismo y la para la recuperación sana de los que han estado sometidos por un gran sufrimiento, dando casos de narcisismo, como estas actitudes impulsan a la resiliencia, tratando de borrarlas frente a los demás. Cyrulnik en su tercer capítulo nos plantea la obediencia o sumisión, nos aclara que la obediencia no es someter al otro, en cambio la sumisión obliga al otro hacer lo que uno quiere que haga, dándonos dos situaciones es necesario que el desarrollo de mi empatía me permita el acceso al mundo del otro. Como por ejemplo cuando los bebés comienzan a dar sus primeros pasos, experimentan la felicidad de escapar cuando los llama, es una manera de permitirse una pequeña libertad, una breve autonomía que inmediatamente se ve subrayada por un sentimiento de victoria o frustración según como reaccione la persona encargada de cuidarlo. El hecho se basa cuando el bebe depende de los brazos de otro, desde los primeros meses de vida, la dependencia afectiva enseña la obediencia que establece un vinculo tranquilizador, mientras que la sumisión conduce a la humillación que, a su vez, lleva a la vergüenza de uno mismo. En relación a él es muy interesante el apunte de Cyrulnik sobre las relaciones de los padres con los hijos, donde los límites a la relación afectiva son trascendentales para que el hijo adquiera una verdadera autonomía. Los padres tienen que establecer límites que no permitan al hijo satisfacer todos sus deseos y así lo impulsan a buscar su autonomía, buscando en otra parte lo que ellos no pueden darle y de paso, avisa de los peligros de los padres, despersonalizados, y sus perversiones, de las culturas, o morales que esconden similares perversiones, donde la relación no es entre iguales, sino en base a la sumisión del uno al otro: Cuando no considero al Otro una persona, con su propio mundo mental, diferente del mío (con su propia historia), cuando el Otro es sólo la impresión que provoca en mí, puedo devorarlo sin dejar de amarlo.
Nuestro último capítulo, se llama Los niños escondidos, el secreto llega a ser un nuevo organizador del Yo, en el terreno de lo real, el golpe ha sido enorme, tanto para los niños, como por ejemplo los judíos polacos, pero cuando han pasado por un primer momento, el herido se rodea de una estructura afectiva y sensible, comenzando por un proceso resocialización y la dinamización psicológica Esta estrategia de supervivencia congela una parte de la personalidad y provoca una escisión de la que a su vez serán victimas los hijos de esos ex niños , es por esto que podemos afirmar que la fortaleza de estos niños en la época de la Segunda Guerra Mundial. Estos niños no tuvieron la posibilidad de encontrar un medio que les diera seguridad y les insuflara dinamismo convirtiéndose, en malos alumnos con dificultades para relacionarse, los niños defendían lo valorizado, trabajando como albañiles, en cambio las niñas se cumplían soñando con que su existencia adquirir sentido y se llenaría de afecto en cuanto tuvieran un hijo. Las presiones del contexto que agravan el desgarro están constituidas esencialmente por el aislamiento y la humillación, un contexto de esas características obliga al herido a concentrarse en sí mismo y a guardar un silenció avergonzado, como por ejemplo, los niños africanos han sufrido traumas insensatos, la negación y el mutismo permiten evitar el recuerdo doloroso, pero no pueden dar sentido a lo insensato. Cuando los padres están heridos, lo que transmiten no es la herida misma sino la manera que adoptaron para afrontar esa magulladura, si sienten ira o vergüenza, disponen de su alrededor del niño como envoltorio en la memoria de el, en cambio los compañeros gracias a sus reacciones, sus juegos pueden instilar en el alma del herido un sentimiento de dinamismo, como poder para la aparición de la resiliencia.
Pero cuando el alma de los padres ha quedado destrozada, partida en dos casi inexorablemente, los hijos quedan inmersos en un ambiente sensorial aniquilado, aun cuando los adultos sean personas serenas. A un niño le duele menos el sufrimiento de un amiguito que el tormento de la madre. Las circunstancias adversas cotidianas constituyen traumas insidiosos, desgarros invisibles difíciles de observar, los niños y los adolescentes poseen un poder de socialización que protege al joven de la transmisión del malestar de los padres. Los niños no pueden dominar el sentimiento que nace en sus almas ni el sentido que adquieren las cosas, este tipo de reflexión nos enseña que las fuerzas que gobiernan el devenir de un grupo no son las mismas que las gobiernan a cada individuo de este grupo. La delincuencia de los hijos adoptados varía según las circunstancias de la adopción, en conjunto los hijos adoptados son en promedio, menos delincuentes que la población general curioso. Los niños que fueron adoptados dentro de su misma familia casi nunca comenten una trasgresión, mientras los que fueron objetos de una adopción internacional respetan menos las leyes. Estos datos no pueden responder a una única causa, ciertamente hay una convergencia de fuerzas que enseñan a un niño a respetar la ley o a considerar que puede trasgredir fácilmente. Cyrulnik plantea la siguiente hipótesis de que un niño adoptado por su tía y su tío ha sufrido un desgarro de filiación menos grave puesto que conoce sus orígenes y el cambio de hogar ha sido menos radical. También se puede observar que la evolución social de estas últimas décadas ha modificado enormemente las condiciones de la adopción, la mejora del control de los nacimientos explica que en Europa continúe disminuyendo el número de niños ofrecidos en adopción. Por lo tanto, las personas que desean adoptar van al extranjero a buscar niños de más edad cuya adopción es mas tardía.
La adopción tardía da resultados casi tan buenos como la adopción precoz, pero en esa población la calidez afectiva florece más lentamente, cuando hablamos de apegos indiferenciados no estamos diciendo que haya un real despego, suele producir lo contrario, como por ejemplo cuando un niño tiene miedo de amar porque ha sufrido trauma insidiosos y repetidos en su desarrollo, esa distancia afectiva le hace mas sociable. Lo que a un hijo natural le ha sido dado, el hijo adoptado debe conquistarlo y a la vez debe tomar conciencia de la manera en que se establecen sus relaciones afectuosas. La representación que se hace de si mismo con los demás, desde los primeros años, le invita a la ensoñación, y lo que representa en su mundo intimo es un prototipo de novela, como por ejemplo: fui abandonado porque no era amable y luego fui elegido porque soy amable; Mis padres naturales murieron porque lucharon contra un tirano, mi madre me abandono porque era prostituta, mis padres adoptivos me eligieron porque soy muy generoso La adopción no es un trauma; hasta se podría decir que es un encuentro que permite una evolución resiliente, pero los acontecimientos que provocaron el cambio de brazos dejan una huella en la memoria y de manera en que se evoque luego un sentimiento que depende de nuestra historia, es decir, las partes tendrán que aprender a quererse, como en toda pareja, los desencuentros, durante el período de adaptación serán frecuentes. El niño puede haber adquirido un estilo afectivo socializante, una avidez afectica, la tendencia a replegarse sobre si mismo o un comportamiento antagonista en un medio donde no era feliz, los padres heridos por las dificultades para tener sus propios hijos o por un deseo contrario han decidido crear una nueva familia y tendrán que aprender a amar de otro modo. Otro ejemplo permite sostener la idea de que sin contexto y sin historia los acontecimientos no tendrían ningún sentido. Robert tenía cinco años cuando, en una noche, una pérdida de gas asfixio a sus dos padres. Antes de aquella tragedia, todo había sido perfecto: Robert era un niño de buen carácter y sus
padres se sentían felices de ocuparse de el. Casi inmediatamente después del trauma, el niño fue acogido y luego adoptado por una pareja amiga que el ya conocía y quería. Los nuevos padres eran alegres y expresivos. Todo marchaba viento en popa, ¡pero la convivencia era insufrible!, hicieron falta varias entrevistas para descubrir que el niño, que quería mucho a sus nuevos padres, se empeñaba en ser odioso con ellos para no traicionar a sus padres desaparecidos. El sentido que cada miembro de una relación atribuya a un acontecimiento depende de su historia individual. Tanto el padre agresor como el niño distante o los padres devotos o el niño odioso por fidelidad respondieron a un guion que se actuaba en su mundo de representaciones intimas. Los apegos desorganizados, atribuibles a la desorganización del ambiente afectivo, desaparecen rápidamente cuando la adopción ofrece al niño una estabilidad afectiva, el hecho de que esos niños estén excesivamente representados en las consultas psicológicas prueba que conservan en el espíritu de sus padres la imagen del hijo adoptado al que uno lleva fácilmente a ver al especialista. El problema del niño entra en el conflicto con la significación que haya adquirido en el mundo mental de los padres, un hijo biológico ha sido moldeado por el mito de la pareja de sus padres. El relato que estos hacen de la razones por las que están juntos organiza y prescribe los ritos de interacciones que rodean al niños, esta burbuja sensorial ( la manera de tocar, de hablar, de transmitir seguridad, etc.) estimula el cerebro del bebe, alienta la adquisición de algunos comportamientos y constituye los significantes biológicos. Finalmente para Cyrulnik, la adopción es una acción ventajosa en muchos sentidos, tanto para el niño, que encuentra un nuevo medio colmado de muchos tutores de resiliencia, como para los padres, que se logran realizar satisfechos con el deseo de ser padres, en la sociedad la adopción es la ocasión de hacer un buen negocio pues permite que algunas familias mejoren la existencia de niños, que habrían estado en serias dificultades.
> Antes, era niño, adolescente o mujer, una persona, en suma. Andaba por la vida hasta que morí, pero no del todo. Empecé a vivir como viven los espantapájaros, con el alma de madera y las manos de paja. No está tan mal; al menos un espantapájaros sufre menos que un ser humano del que es una caricatura. Una noche la vida volvió a mí, primero en forma de sueños, de imágenes, de palabras incompletas, como una fuente de emociones locas y, sin embargo, más apacibles que lo real absurdo que me había derrumbado. El dolor de vivir volvió a tentarme. Y entonces se me ofreció >. Con una sola existencia, uno puede escribir mil autobiografías. No hace falta mentir, basta con desplazar una palabra, con cargar una mirada, con aclarar otro aspecto de lo real sepultado. Variaciones sobre un mismo tema, la trama del relato renueva como un estribillo. La primera copla se escribe en la infancia y marca el tema de nuestra existencia. Las circunstancias pasadas construyen en nuestra memoria el sentido que atribuimos a los acontecimientos presentes. Esta vez, Cyrulnik se centra en un aspecto especifico de la resiliencia: la construcción de la historia a la persona crecer a partir de la experiencia traumática, tras sufrir su herida.
Conclusión Al final de las páginas de su libro, Cyrulnik concluye su discurso posando la mirada sobre la transcendencia de la adopción infantil en la sociedad occidental, donde por unos motivos u otros la tasa de natalidad es cada vez mayor, eliminando temores y prejuicios infundados. El niño abandonado pudo haberse convertido
en
un
espantapájaros
en
un
punto
de
su
pequeña
vida,
despersonalizado por el trauma y el sufrimiento. Pero, dice Cyrulnik, basta que ese espantapájaros encuentre a un hombre vivo que le insufle un alma para que el dolor de vivir vuelva a tentarlo. Aunque lo real haya sido una locura, el poder de la resiliencia que se adquiere con la sublimación del dolor, su relato a otro, y el apoyo de ese otro, pueden garantizar la felicidad que sin embargo alguien que nunca ha sufrido una catástrofe quizá nunca llegue a tener. >
con este extracto del libro, podemos
darnos cuenta porque el nombre del libro es Autobiografía de un espantapájaros. Este libro quiebra el silencio de los tabúes que las sociedades imponen a la desdicha, la valentía y el coraje de esa gente dando la esperanza a volver a creer.
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