Biagio Giovanni
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Biagio Giovanni sobre el tomo II de El Capital...
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REPRODUCCIÓN Y TEORÍA DE LAS CLASES
Hemos visto que la forma del capital mercantil rompe el carát ter “part “pa rtic icuu la r” de las otras formas form as del ciclo.10 ciclo.102 Ella es considerada por Marx “como forma general del ciclo, es decir como una forma forma socia sociall [ . . .] y po r tanto no sólo sólo como como forma de m ovimiento ovimiento común a todos los capitales industriales individuales, sino simultáneamente como la forma en que se mueve la suma de los capitales individuales, es decir, la forma en que se mueve el capital global de la clase capitalista”.183 En este sentido, la forma del capital mercantil es la única que pr p r e a n u n c ia la e s tru tr u c tura tu ra de clase de la form fo rm a ció ci ó n social soc ial c a p itait alista —no es casual el reconocimiento de Marx a Quesnay—,164 y es bajo este aspecto conclusivo que aquí llamamos la atención del análisis. análisis. M ientras ientra s tanto tan to ya se ha visto que es más difícil diluirla lu irla o simplificarla. simp lificarla. M se se m uestra ues tra desde el el inicio con su firmeza, en la forma de M', no como capital por valorizar sino como capital ya valorizado que se mueve en la doble línea del consumo.185 La especificidad capitalista de esta doble estructura del consumo, inherente a la forma general del capital mercantil, no está, obviamente, en la distinción tomada en sí sino en aquella determinación “crítica” de la relación entre salario y valor de la fuerza de trabajo, que alarga y ensancha continuamente la separación entre los dos grandes sectores de la producción social, mientras unifica y “concentra” el nivel de la apropiación. Marx expresa esto de una manera algo abreviada observando que el salario “nunca habilitará a la clase obrera a comprar la parte del producto en que se representa el capital constante”,168 donde elípticamente se reasume el concepto de estructura de clase como estructura de la “escisión social” y del uso del capital constante como base base “real” del dominio. En la forma de la doble estructura unificada del consumo (M'), la unidad del movimiento glo ba b a l a rro rr o ja luz lu z — q u e lueg lu egoo será se rá lóg ló g icam ic am ente en te “m e d id a ”—• ”—• sobre so bre iG2 Véase
supra, pp. 216 y ss. 183 E l c ap ita l, t. n/4, p. 113. E l ca pi ta l, t. n/5, p. 439. íes E l ca pita pi tal, l, t. n/4, pp. 113114. 186 Ib id ., p. 426.
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la reproducción del conjunto social como
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clases.
“El producto anual incluye las partes del producto social que reponen capital —la (producción, o en su caso) reproducción social—, así como las partes que corresponden al fondo de consumo y que obreros y capitalistas consumen, o sea tanto el consumo pro ductivo duc tivo como como el el individu al. Este Este proceso proceso comprende asimismo (además de la reproducción del mundo de las mercancías), la reproducción (esto es, la conservación) de la clase de los capitalistas y la de la clase obrera, y también, por ende, la re pro p rodd u cció cc iónn del de l cará ca ráct cter er cap ca p ital it alis ista ta del de l proces pro cesoo glob gl obal al de p rod ro d u cción [ . . . ] El proces procesoo de reproducción global implica aq uí el proces pro cesoo de cons co nsum umoo m edia ed iadd o p o r la circu cir cula lació ción, n, así como com o im p lili ca el proceso de reproducción del capital mismo.” 167 Partiendo de M' se obtiene entonces el único nivel posible de recomposición que puede fundarse a la altura de las formas se par p arad adas as y “pa “p a rtic rt icuu lare la res” s” del de l ciclo. El juic ju icio io sobre so bre el Tablean éconotnique de Quesnay es, como ya he señalado, de mucha relevancia para la determinación de este concepto. “El sistema fisio crático crá tico ■—escribe —escribe Marx M arx— — es es la prim pr im era er a concep co ncepción ción sistemática de la producción capitalista.” 168 En efecto, es el que más abre la mirada a una visión de conjunto, en la cual “los incontables actos individuales de circulación quedan englobados al punto en su movimiento de masas social característico, en la circulación entre grandes clases económicas, funcionalmente determinadas”.169 El sistema fisiocrático es entonces captado por Marx en su significado positivo, en tanto en mayor medida que los otros —y sobre todo más que la tradición clásica que toma el puesto de Adam Smith—170 comprende en sí no sólo una idea de proceso sino una determinación “en la circulación entre grandes clases económicas de la sociedad, funcionalmente determinadas”. El prog pr ogres resoo lógi ló gico co que qu e cum cu m ple pl e el Tablean économique, según el juic ju icio io de M arx, ar x, está est á en el hech he choo de que qu e intu in tuyy e la forma de mo vim iento del capital capital global, global, que lleva consigo la necesidad de una teoría del proceso respecto de una teoría del ciclo organizada alrededor del carácter “particular” del capital individual. Por eso una teoría de la reproducción, y asimismo una teoría de las Ib id ., pp. 479480. íes E l ca pi ta l, t. n/5, p. 440. 169 Ib id ., p. 439. 170 Ib id ., p. 441, donde se habla
del “paso atrás dado por Adam Smith”.
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clases, se entrevé más en el Tablean économique que en La ri queza de las naciones. “En el movimiento de M' ... M', por el contrario, las condiciones de la reproducción social se reconocen precisam ente en que hay que demostrar qué acontece con cada parte de valor de ese producto global M'.” 171 P artiendo del análisis del producto M', el doble movimiento de sus términos internos muestra la conexión entre el proceso de consumo mediado por la circulación y el proceso de reproducción del capital mismo. Respecto ele las otras formas del ciclo es aquí sintomático —por aislar el dato em ergente en el terreno lógico— que sea un doble movimiento o, mejor, una doble línea de movimiento, cada una de las cuales coincide con una sección de la estructura del consumo.172 La necesidad de captar la forma de un movimiento doble, interno al ciclo del capital mercantil, es el signo de una complejidad mayor de su estructura respecto de la única línea de movimiento de las otras formas del ciclo. El “doble presupuesto” es "más cercano” a la complejidad de los nexos de la reproducción: más cercano asimismo de aquel ciclo del capital productivo que también “indica” el proceso de producción del capital productivo como proceso de reproducción.173 Aquí la forma de la reproducción es explícita, pero la estructura lineal del ciclo hace una separación entre teoría de la re producción y forma de su ciclo. En el movimiento que parte de M', en cambio, la forma de la reproducción está subordinada a la forma del consumo, pero la estructura compleja de esto, y el modo en que en ella se escinden las dos líneas expresivas del consumo productivo y del consumo individual, crean un terreno más favorable para que emerja una teoría de la reproducción en relación a los dos sectores de la producción social. M', en este cuadro, supone ya una producción capitalista ampliamente extendida al mundo de las mercancías.174 Sin embargo no es en absoluto casual que me haya decidido a emplear la metáfora de la línea para expresar también el movimiento de esta forma de ciclo. Entre tanto, en el interior de la estructura del capital mercantil, el doble movimiento “lineal” es el signo de la imposibilidad que la densidad del movimiento alcanza más allá de un cierto límite. Aquí, cuando se encuentra 171 lbid., p. 480. 172 El ca pital, t. n/4, p. 111. 173 lbid., p. 7 3 .
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el nivel lógico que unifica las tres formas separadas del ciclo,175 alcanzamos la posibilidad de “medir” cuánto la luz que da el movimiento de M' sobre la relación entre forma del consumo y teoría de la reproducción permanece efectivamente alejado de este resultado. El punto central por desarrollar es que también aquí, en el movimiento que parte de M', se trata de un movi miento interno al sistema y las formas de conciencia del valor de capital en proceso. La fundación de la unidad en la estruc-
tura del consumo, y los mismos contenidos que se unifican a lo largo de las dos líneas de movimiento, eliminan teóricamente la posibilidad de fundar la separación entre valor y fuerza creadora del valor, ya que FT y MP se encuentran unidos, como secciones homologas de la estructura de M en la dinámica del consumo productivo; y en la dinámica del consumo individual (m — d — m) la estructura de la fuerza de trabajo no aparece nunca directamente sino siempre a la altura de aquel movimiento de autonegación que es la simple circulación de las mercancías. “La forma de circulación que recorre la mercancía del obrero —la fuerza de trabajo— es la de la circulación mercantil simple, orientada meramente a la satisfacción de necesidades, al consumo: M (fuerza de trabajo) ■— D — M (medios de consumo, mercancía II).” 176 Esto sirve para indicar que en el interior de aquella forma del ciclo en que aparece el capital global de la clase de los capitalistas, y por tanto un espacio unificado de la circulación dentro del cual se plantea el problema de cómo es sustituido el capital consumido en la producción,177 el capital mismo aparece siem pre y sólo en relación consigo mismo. Todos los elementos que son interiores a su estructura son remitidos simplemente a la lógica de su movimiento. La doble estructura del consumo, mediando las relaciones de clase a través de las relaciones de intercambio, no hace sino simplificar en torno al nexo D — M la estructura de las figuras “productivas”. “Este proceso global abarca tanto el consumo productivo [...] y las trasmutaciones formales [...] que lo median, como el con Véase supra, pp. 225 y ss. 176 E l ca pital, t. II/5, p. 538. if7 “La interrogante que se nos plantea directamente es: ¿cómo se repone según su valor (y según su forma natural), recurriendo al producto anual, el capital consumido en la producción y cómo se entrelaza el movimiento de esa reposición con el consumo que del plusvalor efectúan los capitalistas y del salario los obreros?” (ibid ., p. 481). 175
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sumo individual con las trasmutaciones que lo median. Abarca por una jjarte la conversión de capital variable en fuerza de trabajo, y por ende la incorporación de la fuerza de trabajo al proceso capitalista de producción. Aquí el obrero se presenta como vendedor de su mercancía, de la fuerza de trabajo, y el capitalista como comprador de la misma. Por otra parte, empero, la venta de las mercancías implica la compra de éstas por la clase obrera, o sea su consumo individual. Aquí la clase obrera hace su aparición como compradora, y los capitalistas como vendedores de mercancías a los obreros.” 178 La prolongada atención sobre el movimiento del ciclo M' encuentra sin embargo su justificación precisa en el hecho de que él es propuesto por Marx como la forma general del ciclo, en relación a su capacidad de expresar el capital global de la clase de los capitalistas. Esto significa que también a la altura del capital global, donde los capitalistas son “clase” —el punto más alto de su conciencia interna—, el capital está en relación sólo consigo mismo. Esto sucede tanto al nivel más abstracto de la forma del ciclo (recuérdese el decisivo texto anteriormente citado: “Si la autonomización del valor frente a la fuerza creadora del valor, frente a la fuerza de trabajo, se inicia en el acto D — FT [• ••] esta autonomización del valor no vuelve a aparecer en este ciclo, en el cual dinero, mercancía, elementos de producción, sólo son formas alternas del valor del capital en proceso y en el que la m agnitud de valor pretérita se compara con la presente, modificada, del capital”), como al nivel más concreto, y no más lógicamente dependiente de esta forma específica del ciclo, de la transformación del plusvalor en ganancia, en el momento en que “en la relación entre capital y ganancia, es decir entre el capital y el plusvalor [...] se presenta el capital como relación consigo mismo, una relación en la cual se distingue, como suma originaria de valor, de un valor nuevo puesto por él mismo”.179 Aun más, pero ahora sólo mencionaremos un pasaje muy breve: se refuerza el aislamiento lógicohistórico de la estructura del capital, por lo que él se “presenta como relación consigo mismo”, en la fase de formación de una tasa general de ganancia, cuando la ganancia agregada al precio de costo no depende de la masa de ganancia producida por un capital determinado en una determinada esfera de producción “sino según la masa de 178
lbid..,
p. 430.
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ganancia que corresponde a cada capital empleado, como parte alícuota del capital social empleado en la producción global, en promedio, dura nte un lapso dado”.180 Aquí el capital global sale de su particularidad, toma conciencia de ser una fuerza social (“En esta forma, el capital cobra conciencia de sí mismo como fuerza social en la cual participa cada capitalista proporcionalmente a su participación en el capital social global”),181 pero cuando esto más resu lta un elem ento general, forma general de la historia del capital, tanto más sistemáticamente se acentúa la tendencia a una “recomposición” por líneas internas, todas tendientes a relaciones entre magnitudes propias de la estructura lógica del capital. El debilitamiento de la relación “visible” entre explotación del trabajo y masa de plusvalor producido en una esfera de la producción particular —ya que “es más importante para la ganancia media global del capital social, es decir para la clase capitalis ta en general, que directamente para el ca pitalista dentro de cada ramo de la producción en particular”—,182 funciona como un elemento ulterior de separación real entre el capital global y la masa de trabajo social. Toda la so cialidad se aleja, en la forma de ganancia media, del lado del capital. En el momento en que crece la conciencia de que “a cada capital en particular sólo hay que considerarlo como una porción del capital global, y a cada capitalista, de hecho, como accionista de una empresa global”,183 el carácter “totalitario” del “sujeto” acentúa la reducción a sí de todo el movimiento de las formas sociales. La “conciencia de clase” del capital, que toca su punto más alto en la formación de la tasa media de ganancia, no es nunca —en rigor— conciencia de clase sino siempre “conciencia general” en condiciones de absorber totalmente la transformación y la función de las formas sociales. Valga el ejemplo discutido por Marx en el quinto capítulo del libro tercero, dedicado a la “Economía en el empleo del ca pital constan te”. Es, en el fondo, una de las posibles ejemplifi caciones del fetichismo, por el que la fuerza productiva del tra bajo social se muestra como fuerza productiva del capital. “L a economía en el empleo de capital constante, cualquiera que sea el aspecto bajo el cual se la considere, es el resultado —exclusivo, en parte—• de que los medios de producción funcionen y ISO I b i d ., p. isi I b id . , p. is2 I b i d ., p. iS3 I b i d ., p.
200. 246. 211. 267.
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se consuman como medios de producción colectivos del obrero combinado, de modo que esta propia economía aparece como un producto del carácter social del trabajo directamente productivo.” 184 Pero es importante observar cómo en esta “lectura”, que trastroca el dato de la relación capital constantetrabajo social, y que vincula el dominio del capital constante a la estructura aislada del capital global, convergen las miras del capitalista y del obrero, que también parten de lugares antitéticos de la forma productiva. “[...] al capitalista la economización del capital constante se le antoja una condición totalmente ajena al obrero y que no le incumbe en absoluto.” 185 “[...] el obrero se comporta ante el carácter social de su tra bajo, ante su combinación con el trabajo de otros para un fin común, como ante un poder que le es ajeno; las condiciones en que se efectiviza esta combinación son, para él, propiedad ajena.” 188 El sistema y la conciencia del capital (“conciencia general” = hegemonía) absorben en sí mismas las funciones de las formas sociales. La “conciencia general” se trasmuta en el concepto según el cual todo está dentro de la realidad del capital. Es por tanto normal que esto se verifique en su grado más alto, cuando más la “conciencia general” del capital resulta un hecho cum plido, que actúa realmente ya en los estratos moleculares de la formación de la ganancia. Cuando más el capital se siente fuerza social global dentro del mismo funcionamiento de su valorización, más esta conciencia tiende a coincidir con todo el arco de las formas que encuentra. Cuando más se verifica esto, más el capital se hace historia, mira a la relación entre presente y futuro (¡un ejercicio concreto de hegemonía y de dirección!) en relación a una clase obrera que “vive al día”,187 y se encierra en esta particularidad. Volvamos entonces por última vez al movimiento de M'. Ahora las cosas son ciertamente más claras que antes. En este punto, en efecto, que M' sea forma general del ciclo y que introduzca por tanto elementos más complejos respecto de la linealidad de lbid., p. 185 Lo e. cit. 1 8 6 lbid., p. 184
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.
103. 187 “Como la clase obrera vive al día, compra mientras puede comprar. No ocurre lo mismo en el caso de los capitalistas [ . . . ] El ca pitalista no vive al día. Su motivo impulsor es la mayor valorización posible de su capital” (El capital, t. ii/5, p. 543).
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los otros ciclos, a través de la doble linealidad del consumo hace explícita, no acerca lógicamente esta forma del ciclo a una teoría de las clases (o sea que se derrumban muchas apariencias y resultan poco rigurosas algunas proposiciones de Marx) si verdaderamente la toma de conciencia “general” del capital es el elemento que, construyendo el capital como conjunto, aleja al ca pital mismo de su “teorizar” como dom in io e historia de clase.
Se comprende aquí un giro epistemológico de la tesis “clásica” sobre la eternidadnaturalidad del capital: también en la lógica de M' “la acumulación aparece naturalmente de la misma manera que la prod ucción”; 188 “todo el proceso aparece como sim ple y natu ra l, es decir que posee la natu ra lidad del racionalismo pedestre” .189 Y se comprende, más en particular, cuál es la razón precisa de que en el in terior de M' y luego, en general, en las formas teóricas y políticas que se condensan en torno a la construcción del capital como potencia dominante, no se encuentre nada que sea distinto del movimiento y de la transformación del valor de capital en proceso. Que en M' se pierda la descom posición atomizada de los ciclos agotados en el movimiento del capital individual (D — P) no impide que él sea el punto más alto de recomposición del lado del capital , y que este punto alto del capital mire al mundo entero de las formas sociales agrega das como a una objetivación de la propia subjetividad compleja. En alguna medida M' significa que todo el mundo social ha devenido mundo del capital, “producto” de su movimiento.
Ésta es la lógica de los ciclos parciales. También la recomposición aparece como circulación (transformación) general de formas. La desaparición de las clases en el ciclo, o bien la posibilidad (la necesidad ) de construir el ciclo sin las clases: éste es el secreto “teórico” de la economía política. Pero la ausencia de una teoría de las clases no hace posible la construcción real de una teoría de la reproducción. Por tanto es necesario discutir en torno a este problema: en qué sentido la forma de la reproducción, también presente como forma dominante en el ciclo de P, y en forma subordinada en los ciclos de D y M', no deviene teoría de la reproducción a la altura de estos ciclos —que en su descomposición son la “reproducción” de la forma/capital— sino 188 ibid., p. 108. 189 Loe . cit.
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sólo en la construcción “crítica” del tiempo del capital, organizado en torno a la yuxtaposiciónsucesión de los ciclos mismos. Ya ha sido dada190 una respuesta analítica, la cual prepara el terreno para las pocas cosas que deseo agregar. El aplanamiento de los términos medianos sobre el término dominante, simplificando linealmente el movimiento de los ciclos, impide todo nivel de visibilidad de la autonomización del valor de la fuerza que lo crea. Este “dato” reduce el movimiento a la transformación de “magnitudes”. El reflejo especular de este movimiento de reproducción “real” —que sucede por descomposición de los elementos del ciclo— es la forma de la reproducción construida en torno al problema de la “sustitución” de los elementos (magnitudes) del capital productivo, o bien la forma de la reproducción como teoría de la doble separación de producción y circulación. La morfología del capital es individualizada en un movimiento sin antítesis, lo cual no quiere decir sin posibilidad de crisis sino en todo caso sin que la crisis de penda de las funciones orgánicas de las “figuras sociales” que se mueven en los varios espacios comprendidos entre D, P y M y a su relación recíproca. Alioi'a bien, la sustitución de los elementos del capital productivo se produce totalmente fuera del proceso de producción, ya que como intercambio de los diversos “elementos” de la re producción se mueve íntegramente en el espacio de la circulación, en los cambios de forma entre D y M. “El proceso de producción mismo que tiene lugar entre M .. . M' no pertenece a la esfera de la circulación; no aparece en el intercambio reciproco de los diversos elementos de la reproduc ción anual, por más que este intercambio abarque la repro-
ducción de todos los elementos del capital productivo, tanto de los elementos constantes, como del variable (la fuerza de tra bajo). Todos los agentes de este intercambio sólo aparecen como compradores o como vendedores, o como ambas cosas a la vez; en él, los obreros sólo se presentan como compradores de mercancías; los capitalistas, alternativamente, como compradores y vendedores, y dentro de ciertos límites, sólo como compradores unilaterales de las mercancías o como vendedores unilaterales de las mismas.” 191 Esto significa que en el movimiento de las formas interiores al capital se establece una relación entre reproducción (valoriza Véase supra, pp. 235 y ss. 191 lbid., pp. 540541 (las cursivas son mías). 19 0
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ción) y circulación tal que la relación entre las formas de la circulación (D — M) agota la reproducción del valor al desaparecer toda relación visible con el proceso productivo.192 La escisión entre circulación y producción resulta aquí completa, hasta el punto que el movimiento de las figuras su bjetivas que se organizan en torno a las transformaciones D — M —alternativamente los capitalistas y los obreros como compradores y vendedores— “se produce” íntegramente en la especificidad de estas transformaciones, así como ellas se verifican en la circulación. Y es aquí entonces que la sustitución de los elementos del capital productivo se produce de modo tal que la complejidad de las figuras sociales (capitalistasproductores directos) se simplifican sobre la línea del mov imiento D —• M, sin que D — M n unca aparezca como forma específica del movimiento del capital. La coincidencia inmediata de la descomposición del ciclo con cate gorías económicas introduce en cada una de estas formas “abstractas” contenidos deshomogéneos, de una manera no distinta de como sucede en la composición del capital fijo y del capital circulante.103 Interrumpamos por un instante este razonamiento, antes de llegar a deducir algunas consecuencias sobre la estructura polí tica de la reproducción, para verificar este conjunto de cosas sobre el terreno de la reproducción del capital variable. Su núcleo central está en el hecho que de la misma manera que D y que M el capital variable no opera como sí mismo. “Así como antes en su forma dinerada, el valor variable de capital no funciona ahora en su forma mercantil como capital variable; esto sólo puede hacerlo luego de efectuada la conversión en fuerza viva de trabajo, y únicamente mientras ésta opere en el proceso de producción.” 194 Una vez aislada “críticamente” la categoría del capital varia ble, resu lta en efecto evidente que el dinero funciona en forma diversa según se muestre como forma de dinero del capital variable para el capitalista o bien como forma de dinero del rédito (salario) para el productor directo;195 y que, como forma ios He aquí otro procedimiento lógico a través del cual la circulación se transforma en lugar de producción del valor. isa Véase supra, el primer apéndice, pp. 59 y ss. lo* E l ca pital, t. n/5, p. 540. 195 “El dinero, que primero funcionaba para el capitalista como forma dinerada del capital variable, funciona ahora, en manos del obrero, como forma dineraria de su salario, que él convierte en medios de subsistencia; por tanto , como form a din era ria del rédito que el obrero percibe gracias
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de dinero del rédito, el mismo dinero actúa como valor de una magnitud dada (no variable) que se objetiva en m (medios de subsistencia) como condición necesaria de la permanencia del productor directo en el mercado en form a de mercancía: “El resultado de este proceso de circulación es que el obrero se ha conservado como fuerza de trabajo para el capitalista I, y para seguir conservándose como tal debe repetir, siempre de nuevo, el proceso FT(M) — D — M. Su salario se realiza en medios de consumo; se lo gasta como rédito.” 190 Este hecho real ■—“críticamente” relativo a la necesidad de la descomposición para la reproducción—• crea un a situación interesante. Es esta. Aun siendo M ■— D — M m ovimiento de capital, sin embargo él no opera como capital. El rigor permanente de una estructura de clase, visible en su fenomenología más elemental en el hecho de que “el retorno de las £ 500 en dinero al capitalista II [productor de bienes de consumo] va acompañado del retorno de la fuerza de trabajo II al mercado”,107 es posible sólo con la condición de que en la circulación el movimiento del capital “no opere” como capital. Ahora es clara la consecuencia ulterior. Si la reproducción (valorización) coincide con los movimientos de “sustitución” que suceden en M — D — M, esto significa que ella “sucede” donde el capital no actúa como capital, y que por tanto la organización de su movimiento se desliga, en su contenido, de ser el movimiento (M — D — M) función del movimiento de capital. Dejemos por ahora la necesidad de esta pérdida de vínculos y veamos en cambio las consecuencias. La forma de la reproducción, explícita en el movimiento que parte de P, se aplana sobre la produccióncosa, donde P es la forma natural de cada proceso productivo. Se puede en cambio habla r de reproducción como sustitución de los elementos del capital productivo en aquella sección de movimiento que, no operando como capital, determina la completa liberación de la teoría de la reproduc ción de una teoría política de las clases. La neutralidad del a la venta, siempre renovada, de su fuerza de trabajo [ . No es el capital variable el que funciona de manera doble, como capital para el capitalista y como rédito para el obrero, sino que el mismo dinero existe primero en manos del capitalista como forma dineraria de su capital variable, por tanto como capital variable potencial, y, no bien el capitalista lo convierte en fuerza de trabajo, funciona en manos del obrero como equivalente de la fuerza de trabajo vendida” (ibid., pp. 536537). Me lbid., p. 538 (véase también p. 543). i®7 lbid., p. 543.
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dinero en Ricardo como simple “medio de intercambio” 108 funciona como “reactivo” porque la forma dineraria, separada de sus especificaciones de rédito o capital, organizan contenidos des homogéneos que se sublevan a las estratificaciones de la producción aislando a esta última en una dimensión sin historia. Episteme y po lític a (formas organizadas del dominio) están aquí inextricablemente entrelazadas. Ahora se puede en efecto profundizar la relación entre circulación y organización política de la reproducción, retomando el hilo del discurso recientemente interrumpido. Todo esto debe conducirnos hasta los umbrales de una determinación general de la forma de lo “político” —que denominarem os como político (I)— inherente al nexo exclusivo y abstracto de reproducción (valorización) y circulación. No resulta inútil observar que esta determinación de lo “político” —interna a la lectura del movimiento “formal”— es posible sólo partiendo de la perspectiva abierta por la “crítica” de la economía política, y por lo tanto está recorrida por la relación de trastrocamiento que se crea entre teoría política de las clases, dominio “real” del capital y descomposición de la relación entre producción y circulación.189 En distintos momentos del razonamiento he hablado de la necesidad de la descomposición del ciclo y de la linealidad del movimiento interno a cada forma de él. Después de describir un aspecto ulterior de este proceso, en la vinculación exclusiva y abstracta entre reproducción y circulación, es posible com prender aquella “necesidad” en el horizonte marcado por la subordinación inmediata que él crea de las figuras “sociales” a las categorías inmediatamente “económicas” que resultan del movimiento M — D — M . En el interior de este movimiento
■—que no se muestra como m ovim iento del capital— y en cada una de sus formas es objetivado un elemento “aislado” de la reproducción. Precisamente porque el movimiento no opera como capital, la función abstrayente de la categoría no se mide por la densidad de las formas sociales que organiza sino simplemente por los desplazamientos de la forma reproductiva y por la relación entre estos desplazamientos y la construcción de figuras y de instituías Véase en particular
parte IV. 109 Me refiero particularmente a una observación crítica de Badaloni (en “Marx e la formazione dell’individuo sociale”, p. 78, incluido en Varios autores, Problemi teorici del marxismo, Roma, 1976, pp. 61103) que com parto sin reservas. injra,
la
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ciones económicas correspondientes. Un ejemplo de otras »é& ciones de El capital, donde Marx examina la categoría dt* l.t “ganancia del empresario”, muestra que también en el apúralo de dirección construido a las espaldas de la forma de capital —en la moderna separación entre “p ropie dad” y “dirección" el trabajo del empresario pierde la especificidad capitalista «Ir la propia función. “Las funciones especiales que debe desempeñar el capitalista en cuanto tal, y que le corresponden precisamente en contrapn sición a los obreros, se presentan como meras funciones laborales. Este capitalista crea plusvalor no porque trabaje como capí talista, sino porque, con prescindencia de su condición de capi talista, también trabaja. Por lo tanto, esta parte del plusvaloi ya no es plusvalor sino su contrario, el equivalente de trabajo llevado a cabo [...] De modo que el trabajo de explotar y el trabajo explotado son idénticos ambos en cuanto trabajo [ . . . | a la ganancia del empresario le corresponde la función econó mica del capital, pero abstraída del carácter capitalista determinado de esta función.” 200 El hacerse “genérica” de la categoría del “trabajo” (dirigente) que resulta función “directa” del capital se refleja, entre otras cosas, en la imposibilidad de distinguir las formas fenoménicas del dinero en el interior de la relación exclusiva y abstracta entre reproducción y circulación. Volvamos al movimiento de la circulación. En el carácter “genérico” de la forma D — M, ¿cómo se articula la especificidad de los elementos de la reproducción? ¿Dónde se reconquista la distinción una vez que la teoría de la reproducción se ha liberado de una teoría política de las clases? Se puede ver aquí la relación entre político (I) y nexo exclusivo y abstracto de reproducción y circulación. En este punto, en efecto, se puede decir que la sustitucióntransformación de las formas de la circulación representa el movimiento continuo y dinámico dentro del cual toman cuerpo las formas estáticas, institucionales, po líticas de la estructura de la circulación. El movimiento de las
formas es un movimiento general que no comprende otras pun tuaciones además de D y M. P es punto de arranque que desaparece, o “paréntesis” del movimiento. Dentro de él se recomponen figuras “sociales” (productivas o también, en sentido estricto, “improductivas”) que encuentran su unidad en el 200
El capital, t. lit/7, p. 489.
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carácter “comprensivo” y a la vez “aislante” del movimiento de las categorías económicas. Las “figuras” son captadas en la precisa linealidad de su relación con la circulación —por eso, alternativamente, compradores, vendedores, consumidores y las posi bles variantes de este entrelazam iento. La descom posición económica en que se efectúa el m ovim ie nto “real” de reproducción del capital es asi el primer modo en que se manifiesta la objetivación trastrocada de la forma de lo polí tico (7), donde ya se ve cómo la liberación de la reproducción
de una teoría de las clases actúa dando cuerpo a formas que prescinden de los contenidos deshomogéneos y que, en realidad, operan como formas de separación y de descomposición de los contenidos reales.
Pero no se puede detener el análisis en este punto. Existe un pasaje ulterio r que da vida a la estructura de lo político (I), y que está in nuce presente en la reflexión de Marx. Creo que este pasaje se puede fijar individualizando en las instituciones, en los aparatos de circulación —en el modo mismo en que la separación entre producción y circulación pone en movimiento procesos extremadamente complejos de “separación” entre la ciencia (P) y su destino social rompiendo en dos la unidad del pro ducto r directo—■la “tram a” que pone en relación “lo político” como forma general de la unidad y “lo económico” como forma general de la descomposición. El aplanamiento de las figuras sociales (productivas e improductivas) sobre la inmediatez de las categorías económicas recorre todo el movimiento M — D — M . .., pero no es evanescente como no es evanescente la continuidad de las transformaciones de las formas. El movimiento de las formas se fija (y es posible) en instituciones estratificadas de la circulación, vinculadas a la particular productividad técnicopolítica del movimiento M — D — M... Un ejemplo tomado de lo vivo de la estructura que crea la circulación del capital variable. “La permanencia de la fuerza de trabajo como mercancía” y la necesidad de su continuo retorno “sobre el mercado de trabajo” 201 se refieren al aparato del trabajo como “mercado”, “forma” institucional del trabajo como “intercambio”. El perfil del pro ducto r directo se descompone en aquel otro abigarrado de la “profesionalidad”. Pero, más en general, aparatos (>i El ca pital, t. ii/5, p. 544. El carácter “institucional” de la fuerza de trabajo como mercancía es tomado con extrema precisión por Lenin en la construcción del concepto de “mercado interno” en El desar rollo de l ca pita lismo en Rusia cit., pp. 6263. 2
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EL TIEMPO DEL CAPITAL
estratificados fijan la dimensión institucional del capital en la línea delimitada del curso de la circulación. “La división del plusvalor [...] en diversas categorías de las que aparecen como portadores, al lado del capitalista industrial, el terrateniente (para la renta de la tierra), el usurero (para el interés), etc., ditto [y otro tanto] el gobierno y sus funcionarios, rentistas, etc.”, complica la simplicidad del proceso de producción inmediato. “Estos alegres señores aparecen, con respecto al ca pitalista industrial, como compradores y, en ese sentido, como convertidores de las mercancías de aquél en dinero; pro parte [a prorrata] también ellos vuelcan ‘dinero’ en la circulación, y el capitalista lo recibe de ellos.” 202 Propiedad, renta, funciones intelectuales, competencia, profe sionalidad definen y organizan la “trama privada” de la circulación en formas institucionales, de modo tal de delinear el ulterior desarrollo morfológico de lo político (I). Dispersa y diluida la relación con la “producción” por el aislamiento de los productores directos en las “categorías económicas” y en los aparatos correspondientes, y por la expansión del trabajo improductivo, la descomposición de las clases fundamentales y la reorganización de los sujetos en la lógica de otros contenidos o funciones, y en el formalismo del rédito, se presenta como la productivid ad política de la circulación 203 que el mismo Marx pone como centro del análisis del libro segundo, y sobre el cual es necesario concentrar el trabajo de investigación, saliendo del esquema economicista orientado a afinar la noción de “producción de plusvalor” como lugar exhaustivo para la génesis y la morfología de las relaciones entre clases. Para ir más adelante en este punto del discurso es necesario ver en qué sentido la definición de “lo político” del lado del capital ( político [/]), con el vínculo exclusivo y abstracto que él mantiene entre reproducción (valorización) y circulación (ausencia de una teoría de las clases, etc.), es posible sólo porque en El capital existe una aclaración general dada por la definición de “lo político” del lado de la clase obrera ( político [//]); y esta definición —que cambia radicalmente la forma de “lo político” porque se entabla en torno a una teoría de las clases y, a partir de ella, de la recomposición social— no se constituye negando simplemente la relación entre reproducción y circulación sino inscribiendo esta relación en un sistema de conexiones distintas. 202 lbid., p. 515. 203 Véase supra, pp. 186 y ss.
REPRODUCCIÓN Y TEORÍA DE LAS CLASES
253
Quisiera entonces reflexionar un poco sobre este problema, aunque toda una sección de esta investigación está dedicada al análisis de la circulación.204 Hagamos partir el razonamiento de una pregunta. ¿Qué significa criticar la relación exclusiva y abstracta entre reproducción y circulación y captar a la vez en su necesidad aquella relación y la correlativa escisión entre producción y circulación? ¿Cuál puede ser el sentido de una expresión como “error necesario”? El punto por descubrir es que la “verdad” de la relación reproduccióncirculación puede ser construida sólo desde el punto de vista de una “teoría de las clases”. Pero una teoría de las clases no es una ciencia externa al objeto de su critica. Si el objeto de su crítica es también la relación exclusiva y abstracta entre reproducción y circulación esto su-
cede porque en esta relación existe la realidad trastrocada (negada) de las clases tal como ella nace de la organización técnicopolítica y de la ciencia del capital. En aquella relación —entendida en toda su complejidad económicoinstitucional que El capital apenas deja ver sobre el trasfondo— existe el esquema íntegro de una “política de las alianzas” del lado del capital. La organización de clases del capital está en la negación de una “teoría de las clases”, precisamente porque ella “descompone”
la relación “antagónica” capitalproductor directo en forma des homogénea y compleja respecto del núcleo del antagonismo. Sólo desde este lado resulta en efecto “realista” recuperar la “verdad” de la relación reproduccióncirculación e introducir en la dimensión del movimiento de la circulación una forma de lo político ( político [//]) habilitada para descubrir el antagonismo en las descomposiciones de la circulación y la vía para reanudar las vinculaciones perdidas entre función productiva y colocación de los sujetos en la circulación. Esta “verdad” (teoría de las clases) no se contrapone al error (ausencia de una teoría de las clases y “presencias” correlativas) sino que parte del interior de la descomposición real de producción y circulación, como forma necesaria de reproducción del valor de capital. Parte desde aquel interior, precisamente porque aquel interior es el producto del antagonismo fundamental entre las clases, construido por una clase cuya hegemonía se ha hecho negándose como clase. Probemos ahora, partiendo desde allí, ir más adelante. Partamos de la forma más abstracta del movimiento de la circulación, de la forma dineraria. Para ello daremos apenas unos indicios sobre un punto central que será objeto de análisis en el 204
véase
supra, p.
167 y ss.
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EL T IEM PO DEL CA l‘11
capítulo siguiente, esto es, la crítica de Marx a Ricardo sobre el análisis de la forma dineraria. “Si dos mercancías son equivalentes [...] es evidente que, a pesar de ello, serán iguales en cuanto a la sustancia, en cuanto valores de intercambio. Su sustancia es el trabajo. Esto es lo que constituye su ‘valor’ [...] Ahora bien, Ricardo no entra a in vestigar la forma, el carácter de este trabajo, la especial determinación del trabajo como creador de valor de cambio o como algo que se plasma en valores de cambio. Esto hace que no com prenda la conexión de este trabajo con el dinero, la necesidad de que se manifieste como dinero [...] De ahí su falsa teoría monetaria. Para él, sólo se trata, momentáneamente, de la mag nitud de valor." 200 La linealidad de los movimientos entre D y M se organiza en torno al carácter puramente cuantitativo, de “magnitud” de su relación. La magnitud es la manifestación trastrocada de la forma,20Gpero para que la forma reemerja como problema “crítico” —aun en la necesidad de su mensurabilidad en magnitud, más bien enteramente dentro de esta necesidad— se debe pasar a través del descubrimiento de la autonomía del concepto de fuerza de trabajo y por tanto de urta relación D — FT tal que D no sea simplemente intermediario del intercambio de los productos sino cristalización de trabajo general social. Sabemos ya que, a esta altura, D pierde su relación lineal con M, la “crítica” rompe la diacronía simple de los movimientos descubriendo el tiempo real de la diacronía simple e introduciendo en el terreno virgen y neutral de la circulación las categorías “eversivas” de yuxtaposició n y sucesión.207 ¿Por qué eversivas? También aquí haremos una rápida referencia a un resultado ya logrado por el análisis. En el cuarto capítulo del libro segundo Marx construye el tiempo real del capital, como proceso de circulación total, preparado por la crítica a la linealidad del movimiento de las formas individuales del ciclo. Ahora se puede explicitar sin más que el carácter “ever sivo” de esta construcción está en el descubrimiento que la recorre, por el cual el tiempo real del capital es el tiempo del antagonismo de las clases fundamentales, que por razones internas a la construcción real de la hegemonía (del capital) se muestra en una dimensión “lineal” y progresiva. El descubrimiento Teorías sobre la plusvalía, 206 Véase supra, parte i. 207 Véase supra, pp. 235 y ss.
20 5
t. ii, pp. 144145.
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del tiempo real del capital se puede hacer sólo desde el punto de vista de la autonomía del concepto de fuerza de trabajo, ya que sólo desde aquí la teoría de las clases (antagonismorecomposición) reemerge como teoría real del movimiento del capital. Esto significa partir de una forma distinta de lo político (político [//]) que permite la lectura “crítica” de lo po lítico (/) e introduce el problema nuevo de la recomposición social a partir de la clase obrera. Resulta obvio decir que esta forma de “lo político” ( po lítico [//]) es unurn et idem a una teoría de las clases, introduciendo este elemento directamente en la construcción epistemológica del movimiento del capital. Es menos obvio recuperar en esta forma de “lo político” la relación reproduccióncirculación, menos obvio ante todo en una parte de la tradición que tiene origen en Marx. El libro primero de E l capital , donde está consignada la contradicción simple capital/fuerza de trabajo y luego la “contradicción” entre los libros primero y tercero en relación con el tema de la transformación, agotan ampliamente la capacidad analítica del marxismo. La Luxemburg, Lenin y la polémica madurada hacia fines de los años veinte en los escritos de Grossmann, Korsch, Mattick, Pannekoek, etc., están entre las notables excepciones que merecen discusiones aparte.208 208 Es Grossm ann el qu e, en su ensayo sobre “La transfo rma ción de los valores en precios en Marx y el problema de las crisis” (en Ensayos sob re la teoría de las crisis cit„ pp. 71101), recuerda el escaso interés con que tanto Kautsky como Bernstein se encargaron de la publicación del segundo y tercer libro de El ca pital {ib id., p. 89). Es pa rticu larm ent e sintomática la motivación de que echa mano Kautsky, para quien el libro segundo “tendría menos interés que el primero para la clase trabajadora, a la que le importaría tínicamente la producción del plusvalor en la fábrica” (p. 89). En Lenin, en cambio, el interés es muy precoz, si se tiene en cuenta que ya en los escritos confeccionados entre 1894 y 1898 (y particularmente en el Contenido económico del populismo y su critica en el libro del señor Struve, en V. I. Lenin, Escritos económ ico s (1893-1899), México, Siglo XXI, 1974, vol. 1, especialmente las pp. 235 y ss.; Para una caracterización del romanti cismo económico, en Escritos económ icos cit., vol. 3, pp. 92 y ss.; y en todas las premisas teóricas de E l desarrollo del ca pitalis mo en R usi a cit., pp. 27-
63) la atención está fuertemente concentrada en torno a la crítica de la imposibilidad de realización del plusvalor, según la tesis de los “populistas” rusos. La teoría de la c irculación vuelve aqu í al centro del análisis marx ista en una conexión rigurosa con el nivel de la producción (ninguna separación entre pr oduc ci ón y merca do y a la vez gran capacidad para analizar la “productividad” política de la circulación), según una línea que en parte se dispersará, retornando también en parte en el horizonte analítico —además que con los escritos maduros del mismo Lenin— con los ensayos de Grossm an n sobre la teoría de la crisis. Sobre el trasfondo de este proceso, los estudios de Rosa Luxemburg (sobre todo La ac um ula ción del capital, México,
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EL TIEMPO 1)11. CA11IAI.
El descubrimiento del antagonismo en la producción del plus valor (proceso de producción inmediato) y la insistencia de Marx sobre la apariencia de la circulación han impedido ver que la crítica de “apariencia” a la circulación estaba rigurosamente vinculada a la aparente producción de plusvalor en la circula ción, y que sobre esto Marx alejaba de manera definitiva el cam po teórico del análisis clásico. No se trata naturalm ente de una simple insuficiencia subjetiva. Estaría implicada la historia del movimiento obrero para comprender la amplia relación de re presen tatividad expresiva entre movimiento obrero y libro primero de El capital, donde el análisis de las contradicciones en el interior del proceso de producción inmediato lleva, sí, la teoría de las clases directamente en el análisis del movimiento del capital pero parece aislar la morfología de las clases sobre el terreno inmediato del antagonismo en la producción. Por este lado el movimiento estudiado en el libro segundo (circulación) ha resultado muy frecuentemente —no sólo en el marxismo académico sino también en la tradición política del estalinismo— el reflejo especular (aparente, superestructural) de la realidad de la contradicción descubierta en el libro primero. De tal modo “economicismo” y “jacobinismo” resultan, respectivamente, la forma general de movimiento de la historia y la determinación de la mediación política a través de la cual la forma de “lo político” descubierta por Marx se introduce en la objetividad estática del antagonismo registrado en la producción. El hecho de que la construcción del tiempo real de El capital suceda en el libro segundo y se concentre en torno a la densidad del movimiento D — (P) — M, introduce una dimensión distinta del problema, ya que a través de aquel punto de partida se puede fundar la diferencia decisiva entre “apariencia” de la circulación en relación a la “producción de plusvalor” y “realidad” del movimiento de la circulación en relación a la constiGrijalbo, 1967) tienden a reproponer el aislamiento del mercado respecto del nivel de la producción (por último, la tesis es nuevamente planteada por Mattick en la “Introduzione” a Grossmann, M arx , l’economia política classica e il problema della dinamica, Bari, 1971, p. 8). Sobre el tem a véase G. Marram ao, “Teo ría de la crisis y prob lem a del estado. Al margen de la Konstitutionsproblematik”, en L o polí tico y las tran sfor macio nes, Cuadernos de Pasado y Presente núm. 95, México, 1982, pp. 118153, especialmente pp. 131 y ss., y el ensayo de G. Bonacchi, “T eoria m arx ista e crisi: I 'comu nisti dei consigli’ tra New Eeal e fascismo” (en Problemi del Socialismo, 1976, 2, pp. 79128) distendiendo la relación entre teoría de la reproducción y teo ría de las clases (véase tam bién la “I ntr od uzion e” escrita po r P. Swc i /y para La ac um ula ción del ca pital cit., pp. vnxxx).
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257
tución “política” de las clases y a la determinación institucional del capital (ampliación de la categoría del trabajo e introduc-
ción en el terreno de la circulación de la “renta” y del “trabajo improductivo”). Sería muy sugestivo ir más a fondo sobre el siguiente tema: en qué medida esta lectura del libro segundo de El capital, visto como el libro de la unidad de estructura y super estructura, se vincula con una representatividad de la historia del movimiento obrero, en la que todo el terreno de la circulación (del estado, de la política, de la conciencia, de las instituciones) está invadido por el antagonismo entre morfología del capital y estructura de clase de la fuerza de trabajo. Contentémonos con regresar al razonamiento que he dejado sin terminar: ¿cómo se recupera, dentro de Marx, la “verdad” de la relación reproduccióncirculación? Prestemos ahora un momento de atención a la densidad de la forma “total” del ciclo, en la cual el entrelazamiento de los tiem pos parciales y su recomposición en un conjunto es posible partiendo del nexo entre ley del valor y relaciones de clases. “El capital como valor que se valoriza no sólo implica relaciones de clase, determinado carácter social que se basa en la existencia del trabajo como trabajo asalariado. Es un movimiento, un proceso cíclico a través de distintas fases, que a su vez encierra tres formas distintas del proceso cíclico [ . . .] Los que consideran la autonomía del valor como mera abstracción olvidan que el movimiento del capital industrial es una abstracción in actu [en acto]. El valor atraviesa aquí distintas formas, distintos movimientos, en los cuales se conserva y al mismo tiempo se valoriza, aumenta [...] la producción capitalista sólo existe y puede seguir existiendo mientras el valor de capital se valoriza, es decir, mientras describe su proceso cíclico como valor que se ha vuelto autónomo [ . . . ] ” 209 La presión de FT sobre la forma D rompe “críticamente” la prioridad del rédito sobre el valor.210 Precisamente esta presión restituye la verdad de las formas separadas como “verdad” de las formas parciales del ciclo. Esto implica que la “parc ialid ad” es la respuesta al antagonismo fundamental de las formas, o bien que es posible construir una relación rigurosa entre reproducción y teoría de las clases en la medida en que el antagonismo recorre integramente el horizonte de la circulación. 209 E l ca pital, t. n/5, pp. 123124. 21 0 Véase supra, parte u, en particular la "Nota sobre la inversión entre rédito y valor”, pp. 121 y ss.
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EL TIEMPO DEL CAPITAL
Hay en germen, aquí, una primera respuesta al problema de la “verdad” de la relación entre reproducción y circulación. La inserción de la teoría de las clases en este terreno es la “verdad” de la relación, y la atención se traslada a este nivel del discurso. No podría aparecer en la circulación el otro nivel de “lo político” ( político [27]) si la circulación “separada” no fuese atravesada por la dimensión de “lo político” como clase. La densidad de la forma D(FT) y al mismo tiempo su colocación en la línea de movimiento de la circulación mantienen fija la especificidad capitalista de la forma M', y no vuelven evanescente —como doble linealidad— la doble estructura del consumo. Las relaciones de yuxtaposición y sucesión entre las formas separadas, unificadas por el “valor” que las recorre integramente, resultan “necesarias” en relación a los planos profundos definidos po r la separación entre trabajo y fuerza de trabajo. Las formas institucionales del capital —del trabajo como “mercado” al nexo gananciarenta y a las funciones intelectuales y “de tra bajo ” internas al tiem po específico de producción del capital (plusvalor)—211 son la base real de la complejidad del antagonismo como aparece en la circulación. Una teoría de las clases, a la altura de la circulación, lleva en efecto a una reorganización “crítica” de los contenidos y a romper la cáscara de la “deshomogeneidad” de las abstracciones que separan a los productores directos del nexo con la productividad por descomponer las funciones según líneas diferentes. El punto “crítico” es la recomposición de una “homogeneidad” no externa (por eso “crítica”), pero permanece en movim iento por el hecho de que la pureza teórica del concepto de fuerza de trabajo hace prácticam ente visible el dominio del valor sobre la forma total del ciclo, sin olvidar que el dominio del valor se expresa en su no visibilidad (dominio teórico de lo político [7] sobre lo político [IT\, fundación “crítica” también de lo político [7] desde el punto de vista abierto por la clase obrera). El capital conduce a los umbrales de estos problemas, y en este sentido contiene in nuce otra forma de “lo político” y otra ciencia de esta forma. En fin, resulta más apremiante la respuesta que se puede dar a la siguiente pregunta: ¿cómo se recupera, dentro de Marx, la “verdad” de la relación reproduccióncirculación? Lo que cam bia, respecto del carácter exclusivo y abstracto de esta relación, es que ahora la circulación de la forma de todo el proceso,-12 de 211 212
E l ca pita l, t. n/5, pp. 514515. Ele m en to s fu ndam en ta le s, t. 2,
pp. 129130.
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259
manera que producción y circulación no son más la una para la otra un paréntesis sino la misma producción inmediata fluidificada por las propias conexiones (proceso de producción), es pecificando, en la totalidad de la figura circular, el esquema del antagonismo de las “relaciones de producción” en la complejidad “política” de las “relaciones de clase”. El círculo, la espiral, no está constituido por múltiples planos sobrepuestos sino es una conexión (una totalidad) atravesada por formas de tiempo y por funciones diferentes, pero internas a la lógica del círculo. La teoría de las clases no es posible sino colocando la realidad de las clases en toda la extensión del círculo. La “pro duc tividad” pertenece a todo el círculo, no a la producción aislada en sí. lodo el movimiento circular, en su circularidad, da la forma de “produc tividad” del capital. Es la transformación de la forma (D — P — M) que “reproduce” en espiral todo el sistema. El antagonismo está en la especificidad del tiempo social fragmentado, comprimido en las formas del movim iento. La presión de FT sobre D y sobre M —presión interna a una relación que hace ante todo de la forma D la cristalización de más trabajo social y de M la objetivización de la estructura capitalista del consumo— amplía a todas las esferas de la circulación, de sus aparatos, de sus leyes de movimiento, de sus “recomposiciones” el arco del antagonismo y la consecuente posibilidad de una transformación de toda la forma del proceso. El tiempo de trabajo —enclavado en los confines de la forma/ dinero y con una “duración” que en cambio recorre toda la estructura de la productividad— es el lugar de recomposición si la contradicción es el trabajoclase (forma de lo político [7/]) que penetra de sí todas las fases del círculo. La recomposición social es posible sólo a partir de esta forma más alta de “lo político”, que se puede “superar” como clase precisamente porque se reconoce como “dase”. “El punctum saliens [punto decisivo] resaltará más si concebimos las cosas de esta manera: supongamos que los propios traba jadores estuviesen en posesión de sus respectivos medios de pro ducción y que intercam biasen entre sí sus mercancías. Estas mercancías no serían, entonces, productos del capital.” 213 “Sólo cuando la producción se halla bajo un control predeterminante real de la sociedad, ésta crea la relación entre el volumen del tiempo de trabajo social aplicado a la producción de El ca pital, t.
hi/6, p. 222.
260
EL TIEMPO DEL CAPITAL
determinados artículos, y el volumen de la necesidad social que ese artículo debe satisfacer.” 214 A este nivel de El capital se abre solamente —sin que concluya— el capítulo de las “alianzas”. Sin embargo, un pun to puede aún encontrar aclaración en las páginas de Marx: el pro blema es real y por tanto “practicable” sólo porque el antagonismo ocupa toda la esfera de la circulación, y no queda atrás, en el tiempo “elemental” de la producción inmediata. La capacidad de dirección del trabajo social como “conjunto”, su potencialidad hegemónica sobre toda la sociedad, pasa a través de una relación con los aparatos de la circulación, en la ambigüedad de su constituirse sobre la función intelectual y sobre aquella sección de la forma dineraria implicada en la relación gananciarenta. El primado de la reproducción se trastroca y, diría, se aclara en esta radical difusión de “lo político”.
2 14
lbid.,
p. 237.
APÉNDICE
REPRO DU CCIÓN E IDEOLO GIA (LUKÁCS Y ALTHUSSER)
1
La tradición del marxismo teórico occidental sufre todavía la rémora de un análisis sustancialmente fallido de la categoría marxiana de reproducción. En vísperas de la muerte de Lenin, apaciguada la polémica sobre el análisis luxemburguiano de los esquemas de reproducción, que habrá de retornar en los años próximos a la “gran crisis” por obra de Henryk Grossmann,1 el volumen de Lukács Historia y conciencia de clase constituye un punto de viraje teórico que aleja decisivamente la problemática de la reproducción del centro del análisis y la investigación. Si consideramos un período de tiempo bastante dilatado, vemos que la crítica althusseriana al marxismo de origen lukacsiano —crítica que también es un viraje en el marxismo teórico europeo— también sigue estando lejos de tomar la categoría de la reproducción como núcleo del análisis. Entre Lukács y Altliusser sólo está Gramsci: en ese largo período de tiempo Gramsci hace historia por sí mismo,2 como la tradición que pa rte de él y del trabajo teórico y político de Palmiro Togliatti.3 Gramsci entero puede ser leído, de hecho, a la luz de una teoría de la reproducción. La estructura entera de los Quademi encuentra quizá su unidad en el marco de una fundación histórica y científica de la centralidad “crítica” de la reproducción. El 1 Cf. el ensayo de G. Marramao, "Teoría de la crisis y problema del estado”, en Lo po lítico y las tra ns form ac ione s, Cuadernos de Pasado y Presente núm. 95, México, 1982, en particular pp. 131134. C£. también el ensayo de Vacca, “Temática de las formas y análisis de los procesos en el marxismo europeo de entreguerras, Karl Korsch (19231938)”, publicado como introducción a Karl Korsch, Teoría marxista y acción política, Cuadernos de Pasado y Presente núm. 84, México, 1979, pp. 781. Ambos señalan que la limitación principal de Korsch es precisamente la falta de una teoría de la reproducción. 2 Véase una reflexión más específica infra, “Apéndice”, pp. 318 y ss. 3 El marco de referencia fundamental de estos problemas se encuentra en el volumen de G. Vacca, Saggio su Togliatti e la tradizione comunista, Bari, 1974. [261]
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