bereshit-shemot-130909095444-

September 25, 2017 | Author: jose | Category: Torah, Free Will, Creation Myths, Names Of God In Judaism, Religion And Belief
Share Embed Donate


Short Description

Download bereshit-shemot-130909095444-...

Description

ILANÁ DE

JAYÉ Árbol de vida

Título original: Ilaná de Jayé (Árbol de vida) Autor: Elías E. Askenazi Massri Edición tipográfica: Punto de fuga Diseño de portada: Punto de fuga Corrección ortográfica: Batia Coffman, Alicia Betch, Ing. David Azrak y Alfonso Roldán Martinez Publicado por: Editorial Jerusalem de México Copyright © Elías E. Askenazi TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Este libro se puede conseguir en: Editorial Jerusalem de México Ejército Nacional 700 México, D.F. 11550 Tel.: (52) (55) 52-03-09-09 Fax: (52) (55) 55-31-12-26 (52) (55) 52-80-02-83 E-mail: [email protected] Distribuidora en Argentina: Viamonte 2909 2-A Buenos Aires, Argentina Tel. 541-962-7192 Distribuidora en Israel: Ajidá 12, Bait Vegan Jerusalem Tel. (02) 6411-580 Registro en trámite ©Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin el debido permiso escrito del autor.

ILANÁ DE

JAYÉ Árbol de vida Pensamientos, relatos, parábolas sobre la porción semanal de la Torá.

Vol. I Bereshit / Shemot

Elias E. Askenazi

Dedicado a mis queridos nietos

Para la elevación del alma de mi querido padre, Eduardo ben Latife, Z”L,

Figura recatada e impecable. Hombre virtuoso que se condujo con excelencia moral y espiritual. Dueño de cualidades excelsas, su grandeza se veía coronada por su humildad y sencillez. Supo luchar contra toda adversidad y salir triunfante. Él sabía sopesar sus acciones con la balanza de la verdad y la razón. Fue ejemplo de cómo vivir tranquilo y feliz. Su presencia inspiraba paz y tranquilidad. Halló gracia ante los ojos de la gente por sus inmaculadas cualidades. Elevo mi plegaria hacia el Todopoderoso para que me conceda la oportunidad y los recursos para seguir su íntegro ejemplo, y que sepa transmitirlo a las siguientes generaciones. Con la publicación de este libro, estoy cumpliendo su última voluntad. El deseo cumplido es árbol de vida.1 Que sea recordado para bien mi señor padre, la corona de mi cabeza, de bendita memoria para la Vida Eterna.

1 Mishlé 13:12.

Rab David Shwekey Rosh Mosdot Aram Zobá México 17 de Jeshván 5773 La luz, inspiración y guía del Pueblo de Israel es y ha sido siempre nuestra Sagrada Torá. Por este motivo se han escrito un sinnúmero de comentarios sobre las Perashiot del Jumash, que son manantiales ina-gotables de sabiduría eterna. Nuestros Jajamim dieron mucha importancia a los Maasiot (relatos y episodios de la vida de Tzadikim) y a los Mashalim (parábolas) que son una fuente muy rica de inspiración y guía para el Pueblo de Israel. Es por tanto que nuestro querido y estimado Sr. Eliyahu E. Askenazi ha recopilado explicaciones y comentarios sobre las Perashiot de fuentes muy variadas y su libro es un verdadero tesoro que contiene temas profundos e interesantes, que sin duda enriquecerán los hogares del público de habla hispana con mensajes de sabiduría, conducta moral y ética. El lector podrá encontrar semana a semana una fuente de inspiración que seguramente será útil para reforzar la Emuná y dar ejemplos de cómo un Yehudí debe conducirse en diferentes circunstancias. Que la bendición de Hashem lo acompañe siempre junto con toda su familia y que le ayude a seguir difundiendo los valores eternos de la Torá en forma agradable y exegética, con salud y bienestar. Amén Ken Yehí Ratzón

Carta de respaldo

29 de Kislev 5773 El pueblo de Israel se ha distinguido durante los años en ser un pueblo que vive unido a los libros. La gran mayoría de estos se han escrito en Lashón HaKodesh, ya que este ha sido el idioma que nos une a todos nosotros, A raíz del exilio del pueblo de Israel se han venido escribiendo algunas obras en otros idiomas, para así poder transmitir a todo el público los valores y la filosofía de nuestros antepasados. El Sr. Elias Askenazi Massri, un gran amigo mío se propuso escribir este libro llamado “Ilaná de Jayé” que es una recopilación de muchos comentarios sobre los cinco Jumashim de la Torá. Este séfer abarca las cincuenta y dos perashiyot de la Torá y demuestra el talento del autor. Creo que este séfer traerá mucho beneficio a todos aquellos que quieran deleitarse de las enseñanzas que nuestros Jajamim nos transmiten. Le deseo a Elias todo género de éxito y salud en compañía de toda su familia. Con todo respeto

Prólogo del Rabino David Zaed Comunidad Maguén David México

Una nueva Luz se encenderá en el Mundo de la Torá, cuando tengamos en nuestras manos el Libro de mi querido alumno Elías Askenazi. Esta vez es con comentarios de la Perashá de la Semana, con su maravillosa dialéctica, aunado a sus extensos conocimientos, producto de su constante e ininterrumpido Estudio de la Torá, del que se enriquece y enriquece a todos los que recurren a sus obras literarias. Y en esta ocasión se me ocurre una reflexión: Hace más de tres mil trescientos años se entregó la Torá en Har Sinay. Desde ese momento, se leyó el Séfer Torá en todos los lugares donde se reunieron los Yehudim para escucharlo, cada Shabat, y en cada una de esas ocasiones el Rab se paró frente al público para comentar acerca del tema que se mencionó en esa oportunidad. Y si se hubiese registrado todo lo que se dijo y se escribió, comprobaríamos que cada uno de esos comentarios es diferente al otro. Ahora, intentemos hacer un cálculo: ¿Cuántas veces, desde que se entregó la Torá, se habló sobre la Perashá de la Semana? ¿Millones? ¿Decenas o cientos de millones? ¿Quizás más, contando los Shiurim de Torá, los Libros que se escribieron y hasta las pláticas ocasionales? No hay manera de saberlo exactamente, pero lo que es seguro es que la cantidad es exorbitante, inimaginable. ¿Y cómo es posible que de un libro surjan tantas infinitas ramificaciones? La respuesta es porque la Torá no es un libro, es El Libro. El Tzidkat Hatzadik dijo una vez: “Hashem escribió un Libro; es el mundo. Y su explicación es la Torá”. Lo que está hecho por Boré Olam no tiene límite, y es eterno, como todo el universo

en el que vivimos. Y por eso van a seguir surgiendo libros que comenten y desarrollen las palabras de la Perashá de la Semana, por generaciones y generaciones. Este Libro lo utilizará como referencia un Rab que necesite prepararse para su Derashá; se leerá en voz alta en la Mesa de Shabat; formará parte de la biblioteca selecta de todo hogar judío... Mi querido alumno Elías Askenazi ya entró en la Historia de Nuestro Pueblo, y lo mejor de todo es que, como lo conocemos, nos seguirá deleitando con su extraordinario talento literario. Me siento profundamente orgulloso de decir que tanto Elías como su esposa Karen son mis alumnos, y les brindo mi humilde Berajá para que Hashem les conceda el más ferviente deseo que anida en sus corazones: Que vean a sus hijos, e hijos de hijos, siempre, en el Camino de la Torá y las Mitzvot.

Y

él será como un árbol plantado a orillas del agua, que echa sus raíces sobre el curso.1 Hashem implantó Su sabiduría en la Sagrada Torá. Cada palabra que se encuentra inscrita en ella se compara a una semilla: así como en ella se esconde un gran árbol que dará muchos frutos, de la misma manera cada palabra de Torá esconde secretos inimaginables. También contiene en su interior cada detalle de todas las Mitzvot. En consecuencia, debemos sembrar estas semillas en nuestra mente para que logremos cosechar sus frutos y podamos cumplirla con entereza, sabiduría y comprensión. La Torá es una herencia eterna del Pueblo Judío. Es un árbol de vida para quienes se aferran a ella y bienaventurados son quienes la apoyan.2 En hebreo, la palabra “árbol” está compuesta de dos letras: Ain y Tzadik. Ain significa “ojo” y Tzadik significa “el justo”. En la mente del Tzadik se encuentra el “ojo” de la Torá. Así como la Torá es el “árbol de vida [eterna]”, también el Tzadik, cuando está conectado y unificado con el “ojo” de la Torá, se vuelve un “árbol de vida [eterna]”. La Torá es el único remedio para quitarnos la ceguera, renunciar a nuestra necedad e iluminar nuestros ojos.3 Cuida Mi Torá como a la pupila de tus ojos.4 La Torá es la luz que conduce a la persona por el camino que debe seguir. Tal como la persona cuida sus pupilas para no perder la vista debe cuidar la Torá, porque con ella distinguirá la luz y, por medio de su luminiscencia, podrá conducirse por el buen sendero. Ella la protegerá de las incitaciones de los deseos que ocasionan el desvío del hombre en su misión. Todo aquel cuyo corazón se encuentra lleno de sabiduría, no gobiernan sobre él los deseos mundanos ni las malas cualidades que son opuestas a la sabiduría de la Torá. 5

Prólogo · 21

Prólogo

Árbol de vida · 22

Es como un árbol plantado junto a las aguas, que extiende sus raíces hacia el río; no teme cuando llega el calor, permanece verde su hoja; no se inquieta en el año de la sequía, ni deja de dar fruto.6 El árbol da la apariencia de moverse de un lado a otro con el viento, pero la raíz que está debajo de él se mantiene firme. En medio de las tormentas de la vida, tenemos un soporte interno, invisible, que nos mantiene firmes y derechos. La Torá que llevamos dentro es la que ha permitido mantener intacta la esencia de nuestra nación a lo largo de la historia, aun a pesar de persecuciones, matanzas y todos los intentos de nuestros enemigos para hacer desaparecer a la nación que Hashem escogió como Su pueblo. Hashem nos entregó la Torá para estudiarla, protegerla, amarla y observarla. La Torá permanece viva en los corazones de Am Israel. Siguiendo sus enseñanzas, podremos perseverar y triunfar donde quiera que nos encontremos. Sin ella, caminamos perdidos en la oscuridad. La Torá se encuentra oculta en nuestro inconsciente y resplandece una vez que invertimos tan sólo un poco de esfuerzo en aprenderla, en hacerla parte de nuestra vida. Es lo que nos permite seguir en pie hasta hoy. En ella encontramos la fuerza espiritual que necesitamos para vivir conforme lo estipuló nuestro Creador y así enfrentar toda adversidad. Como el manzano entre los árboles del bosque, así es mi Querido entre los donceles. Bajo su sombra he deseado estar y me he sentado. Y su fruto fue dulce para mi paladar.7 Cuando Hashem entregó la Torá en Har Sinaí, presentó al ser humano dos enseñanzas: la Torá Escrita, que es el texto de los Cinco Libros dictados por Moshé (Jumash), y la Torá Oral, siendo esta última la explicación detallada de todo lo contenido en la primera. La Torá Escrita es solamente una guía y, para comprenderla, hace falta investigar las explicaciones que aparecen en la Torá Oral. Aquí es donde se aclara y se amplía todo lo que la Torá Escrita deja implícito. Anteriormente la Torá Oral se transmitía de forma verbal, de maestro a alumno. Sin embargo, ante los exilios y las catástrofes que sufrió el Pueblo de Israel a lo largo de la historia,

Prólogo · 23

los Jajamim se vieron en la imperiosa necesidad de escribirla. A partir de entonces salieron a la luz el Talmud y los libros de Midrashim. De estos sagrados textos se han derivado incontables publicaciones en prácticamente todos los idiomas, a fin de que el Yehudí, sin importar dónde se encuentre, pueda tener acceso a este inagotable manantial de sabiduría y pueda sumergirse en las insondables profundidades del Conocimiento Divino. Hay quien piensa que la Torá es un libro de historia. De acuerdo con el Midrash, la palabra Torá está etimológicamente ligada a la palabra Horaá, que significa “enseñanza” y “guía”.8 Cualquiera que sea la parte de la Torá que aprendamos, debemos estudiarla y meditar sobre el mensaje que se esconde en todas y cada una de esas palabras. Aunque apariencia se trate de un lugar en particular, o un suceso o mandamiento que se está considerando, también debemos interpretar la Torá de modo tal que revele un mensaje y una enseñanza para la vida. Un edificio debe construirse con cierto orden; es decir, primero se colocan los cimientos —que son la base donde se apoya toda la construcción—, luego se levantan las paredes, se ponen los pisos y al final el techo. Similarmente esto sucede con el estudio: lo primero que tiene que construir la persona es su carácter; esta es la base de toda su integridad. Y fue para ello que los Jajamim implementaron el estudio del Musar (ética y moral). Aquel cuyo temor al Cielo precede a su sabiduría, ésta se mantendrá.9 Primero se estudia el Musar para adquirir el temor a Hashem, y sólo después puede adquirirse sabiduría: Escuchen Musar y vuélvanse sabios, y no lo anulen.10 Por medio del estudio de Torá la persona llega a amar a Hashem. Los Jajamim extraen la importancia del estudio de Musar de lo que está escrito en el versículo: El fuego sobre el Altar permanecerá encendido y no deberá extinguirse. El Cohén encenderá leña en él cada mañana.11 La Torá nos insinúa con esto que si queremos mantener vivo el fuego del cariño por la Torá y el Temor al Cielo, es necesario agregar leña en todo momento, a fin de evitar que el fuego se consuma por sí

Ilaná de Jayé · 24

mismo. Y logramos esto sólo mediante el estudio de Musar. Pero para absorber con eficacia los valores de la ética, no es suficiente con escuchar periódicamente una disertación, o leer un texto interesante, pues éstos no son más que “condimentos”. El secreto está en fijar un horario fijo todos los días para estudiar y analizar nuestras cualidades. Rab Volve dice que la experiencia nos enseña que quien fija un tiempo para el estudio de Musar mejora su personalidad sin esfuerzo y sin siquiera darse cuenta, y con ello aumenta su meticulosidad en el estudio de la Torá y en el cumplimiento de las Mitzvot. Este libro es un intento de divulgar las maravillosas palabras que fui escuchando de mis maestros, las que fui recopilando para relatarlas a mis hijas en la mesa de Shabat. Cuando una persona moraliza a otra, es indispensable que el crítico esté limpio de aquello que amonesta… El que escribe estas líneas no está limpio de culpa; sin embargo, debido a la situación que prevalece en nuestros días, hay que despertar a la sociedad en general. Desafortunadamente el equívoco enfoque dado al concepto de los valores está confundiendo a niños, jóvenes y adultos, de toda clase y posición económica. Estamos perdiendo el rumbo. ¿Dónde está la idiosincrasia de nuestros antepasados? Las ideas que vimos en ellos son muy diferentes de la que vemos hoy. Son como un fuego que arrasa la moral y la educación que recibimos de nuestros padres. Hoy vivimos un diluvio espiritual cuyas aguas nos han llegado hasta el cuello. Debemos, pues, aferrarnos al árbol de vida, a la Torá, de la misma forma en que un hombre que se ahoga se aferra a una rama colgante para subir al árbol… En una situación tan desesperada, me vi en la necesidad de recopilar toda esta serie de narraciones, historias, parábolas y comentarios sobre la porción semanal que fuimos escuchando semana a semana, hasta que todo este invaluable tesoro de sabiduría se convirtió en esta obra, que espero sea una fuente de inspiración para quienes se encuentren sedientos de beber el vital liquido espiritual que emana de nuestra Santa Torá, pero



1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

Irmeyá 17:8. Mishlé 3:18. Jobot Halebabot. Mishlé 7:2. Malbim. Yermiyá 17:8. Shir HaShirim 2:3. Zohar III, 53b. Pirké Abot 3:9. Mishlé 8:33. Vayikrá 6.5.

Prólogo · 25

que por carecer del conocimiento del idioma, no pueden ingresar a las inmensas bóvedas donde se encuentra la sabiduría de Hashem. Elevo mis ojos al Cielo y ruego al Todopoderoso que las palabras que fueron recopiladas y escritas en este libro resulten útiles para los que las lean, y conozcan un poco de todo aquello que se encuentra oculto detrás de cada Pasuk de nuestra Sagrada Torá.

mi madre, quien siempre nos mostró un rostro pleno de amor puro. Al lado de nuestro querido padre, Z”L, nos enseñó por medio de su ejemplo que lo más importante en la vida es la honradez, el respeto al prójimo, la fidelidad, la entereza y todas las hermosas cualidades que los han distinguido como personas dignas y honorables. Sentimos un gran orgullo de ser hijos de tan hermosa familia. Que Hashem le conceda larga vida y que podamos honrarla y respetarla por siempre. Agradezco a todos aquellos que hicieron posible esta publicación: A todos mis maestros, de quienes he aprendido a amar y respetar al Creador, porque un padre es alguien que da a su hijo la vida física; un maestro de Torá da a sus alumnos la vida espiritual.1 Que Hashem recompense todas sus obras. A mi gran maestro y amigo, el Rab Ezrá Michán, hombre virtuoso, íntegro y admirable, dueño de un notable cúmulo de conocimientos y de cualidades ejemplares. Te estoy muy agradecido por todo el esfuerzo que has invertido en mi persona. Gracias por todo tu apoyo. Varios de los comentarios que aparecen en este libro los debo a ti. Quiero expresar mi gratitud al Rab Moshé Yabra, quien contribuyó también revisando y corrigiendo gran parte del texto. A la señora Alicia Betech que gracias a su habilidad examinó cada línea y sus comentarios fueron de gran valor para realizar este trabajo. A todos aquellos que contribuyeron en la distribución de la publicación semanal, en particular a mi querido amigo, el arquitecto David Azrak, que semana a semana revisó y corrigió la ortografía y el estilo. A nuestras queridas hijas, Ruth, Tuny, Ilana, Mijal Tamar y Batia: siempre hemos contado con su apoyo incondicional. Ustedes son el motor y la fuente que nos motiva para hacer todo

Agradecimientos · 27

A

Agradecimientos

Ilaná de Jayé · 28

lo que emprendemos. Muchas hijas son hacendosas, pero tú las sobrepasas a todas.2 A Daniel, Moshé y David: gracias por ser hijos tan maravillosos. Que Hashem les conceda el privilegio de continuar edificando su hogar con Torá, Mitzvot y Maasim Tobim y que vean a toda su descendencia crecer y permanecer siempre en el sendero de Hashem. Finalmente, a mí querida esposa Karen. Tú has sido la que más aportó a la realización de este libro. Gracias por tu comprensión y tus palabras de aliento. Semana a semana leíste el texto, y corregiste hasta que quedara más comprensible. Una mujer de valor es una corona para su marido.3 Seguramente Shelomó HaMélej se inspiró en alguien como tú. Gracias por tu paciencia. Siempre estás en el lugar correcto y en el momento más esencial. Gracias por ser una madre tan abnegada, una esposa ideal, una hija maravillosa, una hermana inseparable, una nuera excepcional, una amiga fiel. Estoy más que orgulloso de que nuestras hijas sigan hoy tu ejemplo, y estoy seguro de que su hogar va a estar lleno de armonía y felicidad. Que Hashem te colme de todas Sus bendiciones y que podamos seguir construyendo nuestro hogar a fin de que sea una digna morada para la Presencia Divina hasta la llegada del Mashíaj. Ajarón, ajarón Jabib. A Ti, Todopoderoso, te estoy infinitamente agradecido por todo. No existen palabras suficientes con las que pueda expresar el aprecio, mi deuda y el compromiso que siento ante toda la bondad que me has otorgado hasta ahora. Esta publicación es tan sólo una humilde muestra de aprecio y reconocimiento hacia tu infinita benevolencia. Te ruego que me permitas seguir conservando el privilegio de estudiar Torá y que todas las palabras que logré recopilar y plasmar en este libro, se conviertan en una útil herramienta para todos nuestros hermanos; que sea un instrumento para difundir las sabias palabras de nuestros Jajamim y que sea un sólido apoyo y resplandeciente luz para encontrar el camino de la elevación personal y espiritual. Este es el objetivo,

Amén. Elías E. Askenazi Massri



1 2 3

Pirké Emuná. Mishlé 31:29. Mishlé 12:4.

Agradecimientos · 29

que cada uno encuentre la mejor manera de servirte con amor y convicción. Que tengamos el gran mérito de ver la reconstrucción de Tu Morada en Yerushalaim con la llegada del Mashíaj Tzidkenu, pronto en nuestros días.

Bereshit

Bereshit

2.4 3.1 3.6 4.7

El Arquitecto del Mundo ............................................... El libre Albedío ............................................................... Ciudar el honor de los demás ......................................... ¿Quién lleva las riendas de tu vida? ...............................



Noaj

7.16 7.18 8.1 8.9

La Torá te protege .......................................................... ¿Cuáles son los valores que inculcas en tus hijos? ......... El hombre fue creado para DAR ................................... Ser amable y considerado con los demás .......................



Lej Lejá

12.1 13.3 17.19 40.6

Salir airosos de las pruebas ............................................. Es mejor un buen nombre que el mejor de los aceites . El Berit Milá, un Pacto Eterno ...................................... Altruismo .........................................................................



Vayerá

18.1 18.3 19.8 21.14

Visitando a los enfermos ................................................. Hospitalidad .................................................................... Educando o perjudicando .............................................. Un extraño en la casa ......................................................



Jayé Sará

23.1 24.3 24.38 25.8

Todo es para bien ............................................................ 95 Cómo acertar en nuestras decisiones ............................. 97 Las buenas cualidades son la esencia del Pueblo Judío .............................................................................. 101 Guemilut Jasadim, ayuda al prójimo ............................ 104



Toledot

25.23 25.27 25.28 26.34

Autenticidad en el servicio de Hashem ....................... 106 Estudiar y repasar para llegar a realizar ........................ 108 Honrar a los padres ....................................................... 113 ¿Cuánto vale tu Olam Habá ......................................... 117

35 38 41 45

48 51 54 57

61 64 69 75

80 83 86 90



Vayetzé

28.16 29.7 30.33 31.38-40

Cuidando la santidad del Bet Hakeneset ..................... Valorando las Mitzvot ................................................... Honestidad .................................................................... Engaño ..........................................................................



Vaishlaj

32.11 32.25-40 33.11 33.12

Humildad ...................................................................... Refinando cualidades .................................................... Felicidad verdadera ...................................................... ¡Escapa de las malas influencias! ..................................



Vayesheb

37.1 38.24 38.26 40.22

No malgastes tu tiempo ................................................ La gravedad de avergonzar ........................................... Reconociendo tus errores ............................................. Aspiraciones ..................................................................



Miketz

41.14 41.38 42.11 44.8

Supervisión Divina ........................................................ Identidad Judía ............................................................. La discordia ................................................................... Buscando el lado bueno . ..............................................



Vayigash

45.3 45.14 46.29 47.8

¿Sabes realmente quién eres? ...................................... Hermandad ................................................................... Shemá Israel . ................................................................ ¡Vivir con alegría! ..........................................................



Vayehí

48.14 48.22 49.20 49.14

Unión Hermandad, Ceder por los demás .................... Tefilá .............................................................................. Fraternidad..................................................................... Isajar y Zebulún . ...........................................................

121 124 129 131

135 138 141 145

149 153 157 160

163 165 170 175

179 182 187 191

196 200 203 207

Glosario . ............................................................................................ 379 Bibliografía ........................................................................................ 389

Shemot 1:5 1:1 3:5 4:11

Shemot



Vaerá

6:13 7:9 7:19 8:2

La arrogancia . ............................................................... Dime con quién te juntas ............................................. Gratitud ......................................................................... El enojo .........................................................................



Bo

10:10 12:8 12:22 12:31-32

Todo lo que te sucede es para tu bien . ........................ Las oportunidades están escondidas dentro de las adversidades .................................................................. Israel, Un Pueblo único (Asimilación) ......................... bitajón (Confianza en Hashem) . ..................................



Beshalaj

14:10 14:14 15:2 16:4

La tefilá . ........................................................................ Cuidar la santidad del Bet Haknéset . .......................... ¿Tienes claro tu objetivo? ............................................. Dichoso el hombre que confía en Hashem .................



Itró

19:3 19:5-6 20:8 20:23

La importancia de la mujer en el judaísmo ................. Persevera, nunca te rindas ............................................ Shabat ............................................................................ Cuidando el honor de los demás ..................................



Mishpatim

21:1 21:1 21:1 22:24

La palabra de Hashem es perpetua e infalible ............ La misión del educador ................................................ Seicientos trece consejos de vida ................................. No todo el dinero que tenemos es nuestro ..................

¿Quién te provee de todo? ........................................... Solidaridad .................................................................... Si nos ocupamos del hoy, Hashem se ocupará del mañana .......................................................................... Tu misión en la vida ......................................................

217 221 225 228

232 236 241 244

250 253 256 259

264 268 273 277

281 284 288 290

296 299 303 308



Terumá

25:8 25:9-10 25:15 26:15

Gratitud ......................................................................... La influencia del medio ambiente . .............................. ¿Quién mantiene a quién? . .......................................... ¿Cuando llegarán mis actos a ser como los de mis padres? . ..................................................................



Tetzavé

27:20 27:20 28:2 28:39

La Torá, es la luz que ilumina el Mundo ..................... El mérito de la mujer judía . ......................................... Dime como vistes y te diré quién eres ......................... La humildad es la mejor de las cualidades . .................



Ki Tizá

30:13 31:14 34:1 34:34

Así como juzgues serás juzgado .................................... Más de lo que tu cuidas Shabat, el Shabat te cuida a ti ........................................................................ Querer, es poder (estudiar Torá) .................................. El libre albedrío ............................................................



Vayakhel

35:1 35:5 36:6 38:8

Shabat, la fuente de todas las bendiciones.................... Lo que das es lo único que realmente te pertenece .... Trata a los demás como te gustaría ser tratado ............ Observa tus defectos en lugar de los defectos de los demás .......................................................................



Pekudé

312 317 321 323

328 331 335 340

344 348 351 355

359 363 365 369

35:22 Rosh Jodesh, fiesta de la mujer ............................................ 373 40:16 El poder de la tefilá .............................................................. 375 Glosario . ............................................................................................ 379 Bibliografía ........................................................................................ 393

Bereshit

— el arquitecto del mundo — “Cuando Hashem, el Eterno, hizo la Tierra y los Cielos…” (2:4).

L

a Torá comienza declarando que en el principio Hashem creó el Cielo y la Tierra de la nada. El mundo era un vacío, sin forma ni orden. Durante los primeros seis días, Hashem creó y ubicó cada cosa en su posición en el universo para que funcionara adecuadamente. El primer día creó la luz y la oscuridad. El segundo día separó las aguas del Cielo y de la Tierra. El tercer día acumuló las aguas en un lugar, permitiendo que la tierra fuera visible. El cuarto día creó el sol, la luna y las estrellas. El quinto día creó todos los seres que habitan los mares y las aves que vuelan en el cielo. El sexto día creó los reptiles y el resto de los animales, y finalmente, el hombre. El séptimo día de la Creación, Hashem “descansó” y lo santificó como Shabat. Había una vez una niña que, desde la edad de tres años, demostró ser un prodigio al tocar el piano; podía hacerlo mejor que el más experto. Se organizó un concierto para que tocara en público. Desde varios meses antes, se anunció que iba a realizarse un solo recital, y para que ese evento único fuera inolvidable, se venderían pequeños artículos alusivos al concierto: por ejemplo, una pulsera con un pequeño piano blanco, o una tiara con un pianito… La mañana posterior al concierto, los periódicos no encontraban palabras y trataban de hallar superlativos para poder describir el acontecimiento. Cerca de un mes más tarde, dos personas que no habían llegado al evento aparecieron en la casa de la niña, exigiendo una demostración de sus aptitudes. “Sí, es verdad que todo el mundo dice que estuvo sensacional… Leímos los periódicos y todo, pero nosotros no lo creemos. Si ahora la traen a la

Bereshit · 35

Perashat Bereshit

Ilaná de Jayé · 36

sala y la hacen tocar en ese piano que tienen, entonces creeremos que es tan buena como dicen; si no, no lo creeremos…”. Cuando Hashem creó el mundo, no cabía duda de que fue Él Quien dio existencia a todas las cosas, que Él sabía todo lo que acontecía en el mundo y que Él controlaba hasta el más mínimo detalle. No pasaron muchas generaciones desde la Creación del Mundo. Ya en la época de Enosh, quien fue nieto de Adam, la gente empezó a equivocarse respecto a Hashem. Cada uno tenía un punto de vista diferente: hubo quienes negaron Su existencia por completo. Hubo otros que aceptaban la existencia de un Poder Divino, pero afirmaban que Hashem era tan exaltado y estaba tan alejado de este mundo, que solamente sabía lo que ocurría en el reino espiritual, mas no lo que acontecía en el mundo terrenal. Un grupo más admitía que ciertamente Él sabía lo que ocurre en este mundo inferior, pero que estaba tan ocupado en sus cosas espirituales que no tenía “tiempo” para ocuparse de “pequeñeces”. Hashem sabía que esto sucedería y, para remediarlo, se reveló una sola vez en el mundo alterando el curso de la naturaleza y entregó un documento que lo certifica: la Torá. Y no sólo eso, sino que Él tomaría una nación de en medio de otra nación y la transformaría en Su pueblo. Eso no sólo demostraría que Él es absolutamente consciente de lo que tiene lugar en este mundo, sino que le importa e interactúa con la humanidad. Hashem lo hizo una sola vez, pues de hacerlo en repetidas ocasiones, quitaría al hombre su capacidad de libre elección, de creer o no en Él. Todo el propósito de la Creación fue la existencia de un ser, el hombre, que tiene el libre albedrío de creer o no creer. Y para que no olvidáramos este “concierto único e irrepetible”, nos dejó varios “suvenires”: la mezuzá, para ponerla en nuestros hogares, y los tefilín, para que los atemos en los brazos: Y será una señal sobre tu brazo, y un adorno entre tus ojos, pues con mano fuerte Hashem nos sacó de Egipto.1 El que posee estos recordatorios vive la vida como si tuviera permanentemente un hilo rojo atado a su dedo... Es algo que

Bereshit · 37

no puede olvidarse. Y no sólo eso, sino que Hashem hizo que todas las generaciones repasaran en el “documento” los eventos de este gran “concierto de la naturaleza”. En todas las generaciones estudiamos la Torá HaKedoshá para que tengamos siempre presente Su Presencia y que Él maneja y supervisa todo cuanto sucede en nuestras vidas. Por este motivo, Él no requiere repetir, ante cualquier ignorante que viene y afirma que no cree, que hubo en verdad un “concierto”. Hay millones de “admiradores” que aún poseen sus pianos blancos de recuerdo, pasados cuidadosamente de una generación a otra, para demostrar que los otros están equivocados.2 Una vez un gentil preguntó a Rabí Akibá: “¿Quién creó el mundo?”. El Rab respondió: “¡HaKadosh Baruj Hu lo creó!”. “¡Pues pruébalo!”, exigió el gentil. “Ven a verme mañana y lo haré”, dijo Rabí Akibá. Al día siguiente, cuando llegó el gentil, Rabí Akibá le preguntó: “¿Qué es lo que llevas puesto?”. “Un traje”, fue la respuesta. “¿Quién lo hizo?” volvió a preguntar Rabía Akibá. “Un sastre”, respondió el gentil. Rabí Akibá meneó la cabeza. “Pues no te creo. ¡Demuéstralo!”. El gentil se enojó y le dijo: “¿Y qué prueba necesitas? ¿Acaso no sabes que únicamente un sastre pudo haber hecho el traje?”. Rabí Akibá respondió con otra pregunta: “¿Y tú no sabes que únicamente Hashem pudo haber creado, y de hecho creó el mundo?”, y agregó: “Así como una casa atestigua que la hizo un constructor, y un traje atestigua que lo hizo un sastre, y una puerta atestigua que la hizo un carpintero, ¡así el mundo atestigua y anuncia a todos que sólo Hashem lo creó!”. La Torá no es un libro de historia. El hecho de que relate cómo fue la creación del mundo es para mostrarnos el establecimiento de la soberanía de Hashem sobre todo lo creado en el universo. Es la serie de instrucciones respecto a la misión del hombre en su estadía sobre la Tierra. La persona no deja cosa sin investigar. Investiga los montes y los collados; que hay sobre la tierra y que hay debajo del mar; los desiertos y los bosques; los cielos y las profundidades... sin enmargo hay algo que no investiga: cómo es la persona misma y cómo puede mejorarse.

Árbol de vida · 38

Los Cielos relatan la Gloria de Hashem y la obra de Sus manos refiere el firmamento…

— el libre albedrío —

U

“Y la serpiente era la más astuta…” (3:1).

na vez que Hashem creó al hombre, decidió que no era bueno para él que estuviera solo. Trajo a todos los animales y aves ante Adam, y éste les dio nombre. Pero entre todos ellos él no pudo encontrar compañera para sí. En consecuencia, Hashem sumió a Adam en un profundo sueño, sacó una de sus costillas y luego cerró la herida con carne. A partir del hueso que extrajo del hombre, Hashem dio forma a una mujer, la cual llevó ante Adam. Luego ubicó a ambos en el Jardín del Edén, donde podrían comer de todo, excepto del fruto del Árbol del Conocimiento. Sin embargo, Javá se dejó influir por la astuta serpiente, comió del fruto prohibido y lo dio a probar a Adam. Como resultado de esta transgresión recibieron el castigo divino: fueron obligados a abandonar el Gan Eden y comenzaron su vida humana, tal como la conocemos, experimentando las dificultades del trabajo para su sustento y el sufrimiento del parto. También la serpiente recibió su castigo y a partir de entonces se arrastra sobre la tierra y come polvo. Desde esta ocasión no solamente debemos hacer un gran esfuerzo para ganar el sustento diario, sino también tenemos la misión de librar una gran batalla contra el yétzer hará… Un acaudalado hombre quiso ampliar su negocio. Envió cartas a los empresarios de la ciudad vecina para invitarlos a

Bereshit · 39

invertir en sus nuevos proyectos. Una vez que las citas fueron concertadas, buscó un carretero para que lo llevara con prontitud a la ciudad. Después de que acordaron el precio y la hora de salida, cada cual fue a preparar sus cosas. Al otro día, muy temprano, cargaron todo lo necesario y partieron puntualmente. El camino estaba lleno de lodo, por lo que a los caballos se les dificultaba correr como era su costumbre, y la noche cayó mientras se encontraban en medio de un espeso bosque. El carretero buscó un claro y detuvo el vehículo, explicando a su cliente que de continuar corrían el peligro de sufrir una volcadura. El cochero desensilló los caballos y cada uno preparó su saco para dormir. El rico tardó más en acomodarse que en quedarse profundamente dormido. El carretero soñaba despierto: “Si yo tuviera la riqueza de este hombre, ¿cuántas cosas no haría? Compraría un gran palacio con mucha servidumbre; adquiriría… tierras… haría….”, hasta que se durmió. Cuando amaneció, el carretero despertó aún ilusionado con sus pensamientos de riqueza. Se levantó para vestirse y vio la ropa del rico, que seguía dormido, y del otro lado estaban colgadas las raídas y toscas vestimentas propias de un carretero. Tomó las ropas finas y de prisa se vistió. ¡Ahora sí se sentía grande, poderoso! Vio al hombre que roncaba plácidamente y lo pateó: “¡Levántate, holgazán! ¡No te contraté para que durmieras! ¡Levántate o te paro a golpes!”. El adormilado hombre se talló los ojos, pensando que seguía soñando. “¿Qué… qué te pasa…? ¿Qué haces con mis ropas? ¡Vamos, no estoy para bromas! Entrégame mi ropa y vámonos. ¡Tengo varios negocios importantes que atender!”, dijo, mientras se levantaba. El “nuevo rico” le contestó, amenazante: “¡Mira, si no te apuras a empacar las cosas en la carreta, voy a darte una paliza tan fuerte que no podrás salir solo de este bosque!”. Cuando el “hombre pobre” vio que no se trataba de una broma y que estaba en manos de un loco, decidió no discutir. Se vistió con las ropas del cochero, preparó la carreta y retomaron el camino. Apenas llegaron a la ciudad, “el conductor” se dirigió al Bet Din, que estaba encabezado por Rab Yejezkel Landó, mejor conocido

Ilaná de Jayé · 40

como Nodá BiYehudá. Los dos hombres llegaron gritando al Bet Din, reclamando cada uno un intento de robo de identidad. El Nodá BiYehudá escuchó a ambos y les pidió que regresaran al siguiente día muy temprano, para juzgar y esclarecer el conflicto. Cuando se retiraron, dio instrucciones al shamash de que no los dejara entrar hasta casi la puesta del sol. Al día siguiente llegaron los demandantes y se sentaron en una banca que se encontraba fuera del juzgado, donde habían sido citados por el Rabino. Los hombres continuaban discutiendo, mientras otras personas salían y entraban a consultar al Rab. Ya entrada la tarde, los hombres se encontraban agotados. El Rab abrió de repente la puerta y gritó: “¡Que pase el carretero!”. Instintivamente el impostor se levantó de la banca y cuando recordó que él no debía pararse, se sentó de nuevo. “¡Demasiado tarde!”, dijo el Rab. “Devuelve todo lo que quitaste al otro.” La serpiente fue un ser puesto en el Gan Eden para incitar al ser humano a pecar, y de esa forma darle la posibilidad de manifestar su libre albedrío. En ese lugar asediaba al hombre desde afuera, pues así era relativamente fácil que escapara para no escuchar sus consejos. Después del pecado, este maligno ser se introdujo en la mente del hombre y desde allí lo seduce a pecar. Desde este lugar es muy difícil que el ser humano escape. La serpiente arremete una y otra vez; no se rinde hasta que alcanza su objetivo; nos confunde hasta que ya no distinguimos quién es el rico y quién el carretero. Seduce a su víctima hasta que ésta, aturdida, piensa: “¿Hacia dónde debo dirigirme? “¿Qué debo buscar en la vida? ¿Los placeres? ¿La eternidad? ¿Bienes materiales o bienes espirituales?”. Cuando la persona se encuentra confundida, cae fácilmente en el pecado. Entonces el villano vuela hacia el Cielo y se convierte en fiscal, y acusa al “pecador”, para luego asumir el puesto de verdugo y ejecutar el castigo. Debemos hacer mucha tefilá a fin de que Hashem nos ilumine y nos otorgue la inteligencia para saber distinguir entre la verdad y la mentira, entre el bien y el mal, entre lo que es correcto ante los ojos de Hashem y lo contrario… Es muy difícil superar esta prueba y necesitamos de la ayuda Celestial para conseguirlo.

que la verdad sea su razonamiento y no que su razonamiento sea la verdad.3

— cuidar el honor de los demás — “Vio la mujer que era agradable… Tomó de su fruto y comió. Dio también a su esposo, con ella, y éste comió…” (3:6).

H

ay varias opiniones respecto a cuál era el fruto. ¿Por qué no puede identificarse la clase de árbol que produjo el fruto que comieron? Hashem no quiso afligir ni siquiera a un ser inerte de Su Creación, pues la gente podía haber señalado a todos los árboles de dicha especie y decir: “Este es el árbol que provocó que los seres fueran mortales”.4 Si Hashem evitó esa vergüenza a un objeto inanimado fue para mostrarnos lo mucho que debemos evitar toda clase de bochorno a nuestros semejantes. En el Séder de Pésaj, uno de los invitados de Rabí Akibá Eiger derramó por accidente un poco de vino sobre el mantel de la mesa. Al notar el bochorno de su invitado, Rabí Akibá sacudió discretamente la mesa, de modo que su propia copa de vino también se volcó. “Algo debe andar mal con las patas de la mesa, ya que se mueve mucho”, explicó el Rabino.5 La importancia de no avergonzar a la gente se evidencia en la historia de Mor Ukvá y su esposa, relatada en el Talmud. Mor Ukvá fue uno de los grandes rabinos de la antigua comunidad de Babilonia. No sólo vivía preocupado por estudiar Torá, sino que dispensar caridad a los miembros necesitados de su comunidad era una prioridad en su vida. Pero su preocupación por

Bereshit · 41

La persona debe buscar

Árbol de vida · 42

no avergonzarlos era tal que acostumbraba colocar en secreto la suma designada en un hueco de la puerta o en cualquier otro lugar de fácil acceso. El necesitado nunca sabía quién dejaba el dinero y Mor Ukvá quería asegurarse de que el pobre agradeciera sólo a Hashem por Su cuidado. Cierta vez, al anochecer, Mor Ukvá regresaba de la yeshibá acompañado de su esposa. En el camino, como era su costumbre, Mor Ukvá dejaba sin ser visto dinero en las casas de los pobres. Uno de los pobres sintió curiosidad por conocer a su benefactor y se paró, vigilante, detrás de la puerta. Al percatarse de que alguien lo observaba, Mor Ukvá salió corriendo y buscó un lugar para esconderse junto con su esposa. El único lugar disponible resultó ser el inmenso horno de un panadero. Aunque el fuego estaba apagado, los ladrillos del piso se encontraban aún muy calientes y Mor Ukvá se quemaba la planta de los pies. Su esposa, que no había sido afectada por el calor, le dijo que pusiera sus pies sobre los de ella. Y así estuvieron un rato, hasta que consideraron seguro salir y retornar a su casa sin ser vistos por el hombre pobre.6 ¿Por qué ella no se quemó los pies? Porque cada vez que un pobre tocaba a la puerta de su casa pidiendo ayuda, ella le daba comida lista para ser consumida; en cambio, Mor Ukvá les entregaba dinero y ellos tenían que ir a adquirir los alimentos. Rabí Yanai vio a un hombre dando una moneda a un pobre en público, y le dijo: “Hubiese sido mejor que no le dieras a que le hayas dado y lo avergonzaras”.7 El Talmud nos advierte: “Es preferible que un hombre se arroje a un horno ardiente antes que humillar a otro en público”.8 Rabenu Yoná escribe que del mismo modo que una persona debe entregar su vida antes que cometer asesinato, así también deberá dejar de vivir antes que avergonzar a alguien en público, pues el dolor de la vergüenza es aún más amargo que la muerte misma. Avergonzar a alguien públicamente es algo tan grave que quien lo hace pierde su parte en el Mundo Venidero.9 Alguien que comete un crimen está consciente de su delito, sin embargo, cuando una persona avergüenza a otra no tiene no-

Bereshit · 43

ción de la enormidad de su pecado. Por tanto, ni siquiera se le ocurrirá arrepentirse….10 Cierta vez, Rabí Natán Tzví, el Saba MiSlabodka, se paró frente a la tebá y comenzó a oficiar Tefilat Minjá (la oración de la tarde). Cuando llegó al momento de decir Kadish, su voz apenas se escuchaba y sus palabras resultaban ininteligibles, lo que llamó poderosamente la atención de los presentes. Luego, cuando investigaron la situación, se dieron cuenta de que al Bet HaKenéset había llegado ese día una persona que se encontraba en periodo de duelo y le costaba mucho leer el Sidur (Libro de Plegarias) correctamente, hecho que despertó en los demás una que otra sonrisa burlona. Fue por eso que Rabí Natán Tzví leyó de la forma en que lo hizo: para aliviar a aquel hombre la carga de la humillación que habría de soportar al haber otro más que pronunciaba “igual que él”. Hasta ese punto se preocupaba Rabí Natán Tzví por el respeto hacia sus semejantes.11 Cuando Rabí Lézer descubría que un pobre caminaba detrás de él, intencionalmente dejaba caer un dinar, para dar así la impresión de que se le había caído de manera accidental. El pobre lo levantaba y se acercaba para devolvérselo. “Puede quedárselo”, le decía Rabí Lézer; “ya me había resignado a perderlo…”. Cuando Rabí Yoná se enteró de que un hombre sabio perdió todo su dinero, pero le avergonzaba pedir caridad, fue a visitarlo a su casa y le dijo: “¡Tengo buenas noticias para usted! Escuché que heredó una fortuna de alguien que vive fuera del país. Mientras tanto, ¡por favor, acepte un préstamo mío! Págueme en cuanto reciba el dinero”. Cuando el hombre se recuperó y quiso pagar la deuda, Rabí Yoná le dijo: “Puede quedarse con el dinero; se lo di en calidad de donativo”. En el Bet HaMikdash había una sala denominada Lishkat Jashai (“Sala de Donaciones Secretas”). Los judíos pudientes hacían sus donaciones en esta sala y los pobres recibían las dádivas en forma anónima, y podían así vivir con dignidad. El Jafetz Jaim solía viajar de ciudad en ciudad vendiendo sus libros. Cierta vez, alquiló los servicios de un chofer. En el trayecto, el Jafetz Jaim pidió al hombre detener el vehículo para tomar

Ilaná de Jayé · 44

un breve descanso. Mientras el Gaón caminaba cerca del carro, el conductor, que desconocía completamente la identidad de su pasajero, decidió jugarle una broma pensando en lo divertido que sería para sus amistades escuchar su “hazaña”. El hombre escapó y dejó al Jafetz Jaim abandonado a la mitad del camino. El Gaón tuvo que continuar la travesía a pie. Cuando arribó a la ciudad, lo primero que hizo fue investigar el domicilio del chofer. Llegó al lugar y le entregó la suma acordada por el servicio. Se retiró rápidamente del lugar, tomó otro carro y se fue de la ciudad antes de que el hombre que había hecho la fechoría descubriera que su pasajero había sido el gigante de la generación y se avergonzara de su acción.12 El Jafetz Jaim nos advierte acerca de la gravedad que implica avergonzar a otra persona, y nos aconseja que evitemos la compañía de quienes no se cuidan de humillar a otros. El que se integra a esos grupos acabará haciendo lo mismo. Debemos alejarnos lo más posible de ellos; pero si no tenemos forma de escapar y nos vemos forzados a escuchar sus críticas, debemos negar mentalmente todos sus comentarios y procurar no pensar mal de las víctimas de sus ataques. Si nos vienen a la mente pensamientos negativos, entonces debemos esforzarnos para no sacar ninguna palabra de la boca y, cuando estemos a salvo, pensar de manera favorable sobre esas personas. A los Cohanim les fue otorgada la mitzvá de recoger las cenizas de las ofrendas diarias consumidas. También se les encargó mantener el fuego del Altar encendido permanentemente. Aharón, el Cohén Gadol, recibió instrucciones de llevar todos los días una ofrenda de comida en la mañana y otra al anochecer. También fueron promulgadas las leyes que especificaban los deberes de los Cohanim y las porciones de las ofrendas que debían recibir. Podían comer de las ofrendas de comida, de pecado y de infracción si estaban ritualmente puros, y sólo dentro del atrio del Santuario. El Talmud dice que la Ofrenda por Pecado se sacrificaba siempre en el mismo lugar del Santuario donde se sacrificaban las Ofrendas Voluntarias, porque si se hubiera asignado un lugar especial para la Ofrenda por Pecado, cualquiera que trajera una

Rabí Eliézer dijo: ‘Que el honor de tu semejante sea tan estimable para ti como el tuyo’.14

— ¿quién lleva las riendas de tu vida? — “¿Por qué te has enfurecido…? Si te mejoraras, ¿no serías perdonado? Pero si no te mejoras, a la puerta el pecado yace, y hacia ti será su deseo; pero tú puedes dominarlo” (4:7).

A

dam y Javá tuvieron dos hijos: Cáin, que se convirtió en agricultor, y Hébel, que fue un pastor. Ambos llevaron ofrendas de su producción a Hashem. Hébel era sincero y llevaba lo mejor de su rebaño. Por otro lado, Cáin no lo era y llevaba lo peor de su producción. Hashem hizo descender fuego del Cielo y consumió la ofrenda de Hébel. No ocurrió lo mismo con el ofrecimiento de Cáin, quien se sintió avergonzado y se encolerizó. Mientras estaban en el campo, Caín mató a Hébel. Cuando Hashem le preguntó dónde estaba su hermano, Cáin respondió: “¿Soy acaso el guardián de mi hermano?”. ¿En realidad Cáin no sabía que Hashem le estaba reclamando el asesinato de su hermano? ¡Seguramente estaba bien consciente de ello! Entonces, ¿qué quiere enseñarnos la Torá con este diálogo? Dice el Midrash: “Caín quiso decir a Hashem: ‘Hébel y yo trajimos

Bereshit · 45

podría ser fácilmente identificado. A fin de hacer del penitente una persona menos sobresaliente y proteger su identidad, la Torá ordenó que la Ofrenda por Pecado no se hiciera en un lugar por separado.13

Árbol de vida · 46

ofrendas para Ti. Así como Tú decidiste aceptar la ofrenda de Hébel Tú también decidiste que era el momento de la muerte de mi hermano. ¿Quién puso en mí la habilidad de asesinar? ¿Acaso no fuiste Tú?”. Hashem respondió: “Tienes razón. Puse en ti al instinto maligno, el cual siempre anhela y desea hacerte tropezar: …si no te mejoras, a la puerta el pecado yace y hacia ti será su deseo.15 Sin embargo, también te di la habilidad de resistir: …tú puedes dominarlo. Tu hermano trajo su ofrenda con todo el corazón; en cambio, tú acercaste lo peor de la tierra. Él también podría haber escogido un animal defectuoso; sin embargo, escogió de lo mejor de su ganado.16 Con esto te demuestro que tenías la posibilidad de hacerlo, pero dejaste que la codicia se apoderara de ti”. Entonces Hashem lo castigó severamente, forzándolo a deambular sin descanso sobre la faz de la Tierra. Cierta vez un yehudí cabalgaba rumbo a la ciudad. Encontró a un mendigo sentado sobre el tronco de un árbol caído. El pordiosero se le cruzó rogándole que lo llevara con él hasta la ciudad, pues, como era rengo, le era muy difícil hacerlo por sus propios medios y temía que la noche lo encontrara en el bosque, quedando así a merced de ladrones y animales salvajes. El judío, que era muy bondadoso, se apeó del caballo e hizo subir al rengo dándole las riendas y sentándose él detrás. Así, cabalgando ambos sobre el mismo animal, llegaron al centro de la ciudad. Entonces el mendigo dijo al hombre: “Ya llegamos, así que ahora bájate, que yo sigo hasta mi casa”. Como es de suponer, el hombre se enojó y comenzó a gritar: “¡¿Así quieres pagarme, robando mi caballo!?”. El rengo no se inmutó por los gritos del otro y, sujetándose fuerte al caballo, empezó a gritar a su vez para que se juntase la gente a su alrededor, y empezó a sollozar: “¡Miren lo que éste sinvergüenza quiere hacerme! ¡Quiere despojarme de mi caballo, a mí, que soy un pobre rengo…! Yo lo encontré a la mitad del camino, lo traje en mi caballo hasta aquí. Ahora, por favor, ayúdenme para que no me despoje”. El llanto y los gritos que profería hicieron su efecto en los presentes y no permitieron que el buen hombre pudiera llevarse el caballo, que ciertamente le pertenecía. El hombre se

¿Quién se considera un ser digno? Aquel que vence a su espíritu maligno.

Bereshit · 47

dio cuenta de que de nada valdría cuanto dijese y pidió ver al juez para que éste determinara quién tenía razón. El juez metió al caballo, con otros más, a correr en un ruedo. Dijo al rengo que pasara primero, y después pasó al judío bondadoso. Determinó el juez: “Ahora sé de quién es… ¡El caballo pertenece al judío, ya que al entrar al ruedo, se acercó a él!”. Dijo al judío: “Estoy convencido de que el caballo es tuyo, pero lamentablemente nada puedo hacer, ya que tú mismo lo sentaste delante de ti y le diste las riendas, y eso es una prueba a favor del rengo”.17 El Rambam explica que todos somos propensos a ciertas tentaciones, pero nadie está destinado a hacer maldad. Antes de que la persona peque, tiene el mal fuera de su persona, se guía por lo verdadero y lo correcto, y se aleja de lo falso y lo que daña. Mas al caer, al ceder terreno al mal, éste se hospeda en su interior y comienza la confusión; el hombre pierde la capacidad de distinguir entre la verdad y la mentira.

Ilaná de Jayé · 48

Perashat Noaj — la torá te protege — “… y cerró Hashem el Arca tras de él” (7:16).

A

pesar de que el ser humano ya no se encontraba en el Gan Eden, podía vivir cientos de años, pues no había enfermedades. La Tierra producía alimentos abundantes; el clima era estable y placentero. En lugar de dedicar esa bendición, esa vida a servir a Hashem y brindarse a los demás, los hombres concentraron su inteligencia en la maldad. Decían: “¿Acaso necesitamos a Hashem? ¡No nos hace falta ni una gota de lluvia! ¡Tenemos ríos y arroyos cuyas aguas nos alcanzan sobradamente!”. Entonces Hashem dijo: “¡Con lo bueno que Yo les di, ellos se rebelan contra Mí! ¡Ahora voy a castigarlos con la misma moneda!”. Y fue cuando envió el Diluvio: el castigo que provino del agua.18 Ellos se corrompieron y cometieron sin distinción todos los crímenes imaginables: idolatría, derramamiento de sangre, inmoralidad y robo. Semejante corrupción trajo el desastre. Hashem dijo: El fin de todo ser llegó ante Mí, y dio instrucciones a Noaj a fin de que construyera un arca para preservar la existencia de los seres en la Tierra. La construcción duró 120 años y, al ver que la humanidad no corregía sus perversos caminos, vino la catástrofe. Corría el año 1990. La Cortina de Hierro que habían edificado los líderes de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas por fin caía. El miedo a las crueles medidas que tomaba la KGB contra los supuestos “conspiradores” que atacaban las ideas socialistas causó un vacío espiritual sin precedentes entre las comunidades judías. La gente temía hasta de sus seres más cercanos. Cualquier sospecha era suficiente para desterrar a alguien a Siberia, donde tenían que sobrevivir a la crueldad de sus captores. En cuanto se abrieron las fronteras, miles de familias comenzaron a emigrar hacia Éretz Israel.

Bereshit · 49

Rab Moshé Soloveichik fundó en Popovka, unas villas cercanas a Moscú, la Yeshibá Torat Jaim, en donde se procuraba restaurar el judaísmo. Recién abrió sus puertas, varios buscaron inscribirse. Los Jajamim viajaban desde Israel a impartir cursos y el plantel crecía rápidamente. En una ocasión, el comité fundador se reunió debido a que la demanda sobrepasaba el espacio, por lo cual resolvieron depurar la lista de alumnos. Ente ellos había uno que no lograba aprender ni siquiera lo más básico. Decidieron hablar con él a fin de disponer de ese lugar y dar oportunidad a otro que fuera más capaz. Cuando terminaron de explicarle la situación, el alumno les dijo: “Reconozco que tal vez no soy el estudiante que ustedes esperan de mí; sin embargo, dejen que les relate una historia y, después de escucharla, tomen la decisión que consideren pertinente”. “Hace algunos años entré a una cafetería. Era un día frío y me encontraba sorbiendo una taza de café. De repente una camioneta se estacionó justo frente a la puerta; bajaron varios oficiales de la KGB y, sin darnos una razón, nos subieron a la fuerza al vehículo. Me encerraron varios días en una oscura y fría celda. Una mañana me sacaron y me llevaron a una habitación en donde me encandilaban con un reflector. ¡No podía ver nada! Sólo escuchaba una ronca voz que interrogaba: ‘¿Qué hacías en ese restaurante?’ ‘So… sólo… tomaba café’, respondí temerosamente. ‘¿Un café? ¡Qué listo eres! ¿Y qué más hacías allí?’ ‘También… comía un… pastel.’ Rogaba que mis palabras fueran convincentes. ‘Ya veo. ¡Eres de los que creen que pueden burlarse de nosotros! ¡Ya nos encargaremos de sacarte la verdad!’, decía amenazante. Sentí que me jalaban y me empujaban hacia la helada celda en donde permanecí durante varios meses. “Finalmente, después de varias golpizas, fui liberado. Después me enteré de que alguien que se encontraba en el café había llamado a la policía para notificar que una persona había hablado mal del gobierno y, por tanto, nos tomaron a todos como cómplices privándonos de nuestra libertad. Fue un milagro que saliéramos vivos de allí.

Árbol de vida · 50

“Señores, sé que no lleno las expectativas de un alumno de su yeshibá. Sin embargo, les suplico que me dejen seguir siendo parte del alumnado. El anhelo más grande que tengo en la vida es que, cuando llegue el Mashíaj, me atrape siendo cómplice del grupo de los que estudian en el Bet HaMidrash. Guardo la esperanza de que me tome como parte de ellos y, sin muchas averiguaciones, me lleve junto con los demás a Yerushaláim…”.19 Estamos viviendo una época en que las adicciones y la tecnología están acabando con nuestra juventud. Las estadísticas muestran que quienes se meten al “arca” son menos susceptibles de recibir la influencia del “diluvio” que atenta contra nuestra educación y cultura. No podemos permitir que “el agua nos llegue al cuello”; debemos tomar medidas inmediatas para contrarrestar esta terrible amenaza. Nuestros jóvenes no pueden seguir vagando a la deriva. ¿Qué hacen todo el día? ¿Con quién y dónde andan? ¿Cuáles son sus aspiraciones? Tenemos la gran responsabilidad de reintegrarlos a los valores que nos inculcaron nuestros padres. Existen escuelas, kolelim, midrashim, que son las arcas donde podemos mantenernos a salvo de las ardientes aguas que están inundando el mundo de corrupción moral y espiritual, pues allí se imparten los verdaderos y únicos valores. Es prácticamente imposible conservar una firme y sólida identidad judía si no se asiste regularmente a estudiar Torá y a escuchar palabras de Musar. Seamos parte del grupo que “vive” dentro de la tebá. No olvides a tus hijos afuera. Guarécelos dentro de la “tebá”. Ellos son el futuro y la esperanza de nuestra continuidad. Hashem dijo a Noaj: Entra tú y tu familia a la tebá.20 El vocablo tebá significa “arca” y también puede ser usada como “palabra”. Dios, entonces, está diciéndonos: “Las palabras que pronuncias mientras estudias Torá o cuando recitas la tefilá son puras y santas. No las profanes”. A veces, mientras estudiamos o pronunciamos nuestras plegarias, nos distraemos olvidando su santidad y ante Quién estamos parados. Decimos la tefilá sin la sinceridad o atención que Hashem está esperando. Debemos “entrar” al arca con todo el corazón y con toda el alma, y para eso contamos con las tebot, las palabras que los Jajamim plasman

¿Qué harás de tu vida? Dejarás que el tiempo lo decida, o lo decidirás con tu propio destino.

— ¿cuáles son los valores que inculcas en tus hijos? — “Las aguas se intensificaron mucho más sobre la Tierra…” (7:18).

E

l 17 de Jeshván del año 1656 comenzó a llover levemente, con el propósito de que si los hombres se arrepentían, esta lluvia se convertiría en aguas de bendición; pero debido a que no lo hicieron, se partieron todas las fuentes del gran abismo y se abrieron las ventanas de los cielos convirtiéndose en un diluvio. Mientras el arca flotaba a salvo sobre las aguas, en la Tierra se abrieron pozos y fuentes de agua hirviendo. Los gigantes de la generación tenían muchos hijos; varios tomaron a uno de ellos para presionarlo contra las grietas, a fin

Bereshit · 51

en los libros sobre la Torá y en los libros de oraciones. Cuando pronunciamos cada palabra cuidadosamente, con concentración, entrega y devoción, estamos cumpliendo también con la orden de: Una luz harás para la tebá,21 cuyo significado real es: cuando rezamos o estudiamos con concentración, emoción y pureza, cada palabra que pronunciamos se convierte en una luminaria que alumbra todo el mundo con la santidad de Hashem.22 Todos descendemos de Noaj y esta es la enseñanza que nos legó: Estos son los descendientes de Noaj… Shem, Jam y Yéfet. Estas son las buenas acciones de Noaj: Shem (en hebreo, ‘nombre’), recordaba siempre el nombre de Hashem; Jam (en hebreo, ‘caliente’), cumplía los preceptos con amor y fervor; Yéfet (en hebreo, ‘bello’), buscaba embellecer el cumplimiento de los preceptos”.23

Ilaná de Jayé · 52

de impedir que el agua los inundara. Y cuando las aguas cobraron más fuerza, tomaron a sus otros hijos y trataron de sellar con ellos las aberturas. Pregunta Rab Eliyahu Dessler, en su libro Mijtab MeEliahu: “¿Cuál es el significado de este Midrash? La respuesta es: cuanto más los hombres se sienten gigantes, cuanto más persiguen el materialismo pensando que es la solución a todo en la vida, más se incrementan sus problemas. En lugar de darse cuenta de que están hundiéndose en el pantano de sus deseos materiales, buscan llegar a descubrimientos tecnológicos más sofisticados, esperando encontrar mediante éstos su deseada meta: una vida de comodidad física y felicidad en este finito e intrascendente mundo, sin tener que preocuparse por el mundo espiritual… Pasan los años y las cosas no cambian; el hombre sigue pensando que allí está la solución y que sólo es cuestión de tiempo conseguirla. Cuando ven que a ellos no les queda esperanza en este sentido, hacen esfuerzos desesperados para asegurarse de que, por lo menos, sus hijos puedan disfrutar de la felicidad material de este mundo. Y entonces tratan neciamente de tapar con ellos las grietas de donde brota el azufre y el agua hirviente que está destruyendo y corrompiendo a la humanidad. “¡Toda la investigación de los economistas más expertos no ha podido mantener la economía firme y estable! De todas maneras, ellos persisten y piensan que pronto darán con la fórmula exacta, y si no es en esta generación, pues será en la siguiente. Es por esto que hacen que sus hijos estudien y piensen solamente en el avance tecnológico, tratando de llenar su vacío existencial con frívolas cosas materiales y, figurativamente hablando, tratan de detener con el cuerpo de sus hijos el inevitable colapso de la civilización materialista, sin detenerse siquiera a pensar que sus hijos tampoco se salvarán de cometer el mismo error.”24 Cierto hombre sabio vivía en extrema pobreza. Para quitarle sufrimientos de encima, un rey le dio una considerable cantidad de oro y plata, pero, para su sorpresa, el hombre sabio fue a verlo a la mañana siguiente a fin de devolverle los presentes. “Aquí están su oro y su plata”, dijo el sabio al rey. “¡Por favor, recíbalos, yo no los quiero!” El rey preguntó, sin ocultar su asombro:

Bereshit · 53

“¿Por qué deseas devolvérmelos?”. El hombre sabio respondió: “Mi señor, desde el día en que nací hasta hoy he tenido siempre paz y tranquilidad. Nunca perseguí el dinero y siempre satisfice las necesidades básicas de mi vida, a las que tuve acceso. Debido a mis modestas exigencias, siempre he poseído más de lo que he necesitado y, de esta manera, mi mente estaba abierta para ocuparme en mis estudios. “Sin embargo, el día de ayer, desde que tomé sus regalos, mi mente comenzó a preocuparse acerca de la forma en que emplearía el dinero: ¿quizás debería adquirir mercancía para obtener mayor riqueza, o tal vez debería adquirir propiedades? Mi mente se sumergió en tal torbellino de ideas que me fue imposible conciliar el sueño. Me encontré tan preocupado con el dinero que ningún otro pensamiento pudo entrar en mi mente. Por tanto, he venido a devolverle el dinero…”.25 Las preocupaciones de la actualidad, la presión por conseguir lo suficiente para la manutención de la familia y el ritmo acelerado de la vida que nos rodea, causan que el objetivo verdadero de la existencia sea el de infundir en nuestros hijos el deleite y el placer espirituales que se consiguen viviendo conforme a la voluntad de nuestro Creador. El brillo del oro llega a cegar en ocasiones hasta a las personas más conscientes. Un hombre se encuentra paseando con su hijo. En el camino hallan varios trozos de vidrio tirados en el piso. El padre toma a su hijo de los hombros y le advierte: “¡Cuidado! Aléjate de los cristales; pueden cortarte”. De pronto, el hombre se percata de que no son vidrios, sino piedras preciosas. Entonces toma de nuevo al niño, se agacha junto con él y le dice: “¡Rápido, toma todos los que puedas…!”. Aquellos que no inculcan en sus hijos Torá desconocen el valor que tiene. Hay quienes la ven superficialmente como simples cristales y hasta evitan que sus hijos se acerquen… ¡Si supieran que el único camino hacia una vida feliz en este mundo es el de la Torá —estar satisfecho con un mínimo de cosas materiales y tener una gran ambición por los logros espirituales—, empujarían a sus hijos a beber día a día este maravilloso y dulce elixir de vida…!

Árbol de vida · 54

Este es el camino de la Torá: pan con sal comerás… y en la Torá te ocuparás. Pues la Torá te dará dicha en este mundo y dicha en el Mundo Venidero.26

— el hombre fue creado para dar — “Y recordó Hashem a Noaj, y a todos los animales que estaban con él en el arca” (8:1).

N

oaj tenía 600 años de edad cuando entró al arca con su esposa, sus hijos y sus nueras. Fueron llegando a la embarcación una pareja de cada especie de toda la fauna; y de los animales y aves puras llegaron seis parejas más. Noaj, junto con su familia y miles de criaturas, debían permanecer dentro del arca por un largo periodo y necesitarían una gran cantidad de comida. Ellos tenían la responsabilidad de alimentar a miles de pájaros, bestias y animales domésticos. Cada animal requería su alimento en momentos diferentes. Noaj y sus hijos trabajaban arduamente de día y de noche. Hashem pidió a Noaj que tomara comida, que sea para comer, para ti y para los animales.27 ¿Para qué otra cosa es el alimento sino para comerlo? Rab Eljanán Wasserman explicó: “El Midrash nos relata la abundancia y la fertilidad que provocaba el clima que prevalecía en la Tierra antes del Diluvio. Noaj, quien era profeta, sabía que los frutos que brotarían después del Diluvio serían de menor calidad. Él podría considerar llevarse más frutos para sembrar sus semillas después del Diluvio y obtener así una calidad superior de alimentos. Hashem le advirtió que llevara únicamente la cantidad suficiente para alimentarse a sí mismo y a su familia

Bereshit · 55

durante el periodo de confinamiento en el arca. El motivo era que, cuando otros sufren, debemos compadecernos de ellos y no buscar nuestro placer.28 Era la víspera de Rosh HaShaná. Todo el mundo había estado muy ocupado preparándose para la sagrada fiesta. En el momento en que ya se había puesto el sol, todos se encontraban en el Bet HaKenéset de Lublin, aguardando a que comenzara el servicio. Rabí Yaacob Itzjak Horowitz, mejor conocido como el Jozé de Lublin, miró alrededor suyo. Faltaba alguien muy importante: Rabí David de Lelob, el gran tzadik, quien iba a pasar la fiesta en Lublin. “¡No podemos comenzar sin Rabí David!”, enfatizó el Jozé. “Envíen a alguien a buscarlo.” Los jasidim salieron corriendo. ¿Por qué causa podía haberse retrasado en esta noche tan importante? Finalmente, después de mucha búsqueda, lo encontraron. Para su sorpresa, estaba parado junto a un caballo, ¡dándole avena de su propio sombrero! “¿Qué está usted haciendo?”, le preguntaron, sorprendidos. “Al parecer, el dueño del caballo lo hizo trabajar muy duro y olvidó darle de comer antes de ir a la sinagoga. El pobre animal se está muriendo de hambre. El hombre debe rezar, ¡pero primero debe alimentar a su animal!”.29 ¿Cuál es el motivo por el cual Hashem creó a la persona como el ser más dependiente, a diferencia del resto de las creaturas? La mayoría de los demás seres que habitan este mundo apenas nacen y en pocos momentos ya son capaces de valerse por sí mismos. Sin embargo, el ser humano requiere de varios años para hacerse autosuficiente. ¿Por qué somos tan dependientes? Una respuesta podría ser que Hashem creó al hombre de esta forma para ofrecer a los padres la oportunidad de “dar” y proporcionar todo lo necesario para el correcto desarrollo de sus hijos. ¿Hay un amor más grande y profundo que el de un padre a sus hijos? El motivo de este amor tan intenso es la dedicación y la entrega que los progenitores ofrecen a sus descendientes. No se da porque se quiere, sino que se quiere porque se da. La raíz de este sentimiento es que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Hashem y el Todopoderoso es el bien que nos da absolutamente todo sin recibir nada a cambio. Por eso también

Ilaná de Jayé · 56

el hombre podrá amar al prójimo sólo después de haberse brindado íntegramente a él. Si deseas amar al prójimo, preocúpate por hacerle el bien.30 Cuando damos al prójimo parte de nuestro tiempo, ya sea para aconsejarlo o para incentivarlo por medio de palabras de aliento; o cuando nos desprendemos de un objeto o del dinero que obtuvimos mediante algún esfuerzo, todas estas cosas están impregnadas de nosotros y de nuestra esencia. El tiempo que invertimos, el esfuerzo que realizamos para adquirir aquello, dejó grabada en ellas una parte de nosotros. Esto es lo que entregamos al compañero; es como si lo hiciéramos socio de nuestra vida; lo estamos convirtiendo en parte de nosotros mismos. Este es el porqué del aprecio. Si aspiramos a querer a otra persona, o incluso a un objeto, dediquémosle tiempo, atención, y veremos cómo el amor brota y se mantiene durante todo la duración que sigamos dedicados a ellos. Podemos aprender esto de Hashem. Él creó este mundo solamente para dar, y en cada una de sus creaciones se encuentra una parte de Él. Ese es el motivo por el cual nos quiere tanto. Estamos obligados a emular las virtudes de Hashem. Por tanto, necesitamos ayudar a otros proveyéndoles lo que necesitan y desean, así como Él satisface nuestras necesidades y deseos. Esto incrementa el amor al prójimo y es una de las bases que sostienen al mundo. La labor más gratificante del mundo es hacer felices a los demás. Dar algo a alguien en forma constante aumentará tu amor por esa persona.31 Un maestro caminaba junto a su alumno por un denso bosque. Cuando llegaron a la orilla de un riachuelo se detuvieron a observar la naturaleza. Cerca de ellos había una rama que colgaba encima del agua; un alacrán caminaba sobre ella y, justo mientras lo observaban, éste resbaló y cayó al agua. El alacrán se estaba ahogando y el maestro decidió sacarlo del agua; pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó. Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó y el animal cayó al agua, y de nuevo se ahogaba. El maestro intentó sacarlo otra vez, y nuevamente el alacrán lo picó. El alumno, que observaba de cerca, dijo a su maestro: “Perdone, pero no entiendo por qué intenta usted rescatar a ese animal. Seguramente cada vez que intente sacarlo del agua, lo

Todo aquel que muestra misericordia hacia las criaturas de Hashem, el Cielo se mostrará misericordioso hacia él.32

— ser considerado con los demás — “Pero no halló la paloma dónde posar la planta de su pie y regresó a él, al arca, ya que el agua cubría la faz de toda la Tierra. Tendió su mano y la tomó, y la trajo hacia él, al arca” (8:9).

L

lovió durante cuarenta días. El 27 de Kislev dejó de llover. Sin embargo, las aguas continuaban inundando la Tierra. Hashem recordó los méritos de Noaj y sus hijos al haber velado por los animales del arca, cerró las fuentes de la Tierra y envió al viento para dispersar el agua. Noaj quiso comprobar si el clima era apto para desembarcar. Envió al cuervo y éste se opuso a su misión. Entonces eligió a la paloma, que voló por encima de las aguas y, al no encontrar lugar para posarse, regresó al arca. Rab Naftalí Tzví Yehudá Berlin, Rosh Yeshibat de Volozhin, destaca que la paloma no voló hacia el interior del arca, sino que, en cambio, simplemente “vino”, es decir, se acercó al arca. Debido a que regresó sin llevar nada en su pico, pensó que su amo no le permitiría volver a entrar. Noaj, sin embargo, tuvo compasión de la paloma y la tomó en su mano para darle calor, mientras ella descansaba de su viaje.

Bereshit · 57

picará. ¡Mejor deje que se hunda!”. El maestro respondió: “La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar”. Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animal del agua y lo depositó en la tierra…

Árbol de vida · 58

Rab Berlin agrega que podemos extraer una enseñanza de la conducta de Noaj: “Toda vez que pidas a alguien que efectúe una misión para ti, y si por circunstancias que estén fuera de su control llegara a fracasar, deberás tratarlo como si hubiese tenido éxito”.33 En una fría noche de invierno, Rabí Israel Meir Kegan, el Jafetz Jaim, llegó a la ciudad de Lomza. Puesto que él no quería despertar a nadie, fue directamente hacia la más famosa yeshibá del lugar, dirigida por el Rab Eliézer Shmulevitz. Él sabía que allí encontraría a personas estudiando Torá aún tarde en la noche. Caminó en medio de la espesa nieve hasta que llegó, y se sorprendió al ver que el camino había sido despejado por completo hasta la puerta. Pensó que el encargado había hecho este difícil e inesperado trabajo en honor a los alumnos, y por este esfuerzo especial él estaba muy agradecido hacia el responsable. En la mañana, cuando el Jafetz Jaim encontró a quien se encargaba de limpiar la acera, lo alabó con palabras cálidas señalando su devoción por los alumnos de la yeshibá. El hombre le dijo: “Usted me está agradeciendo en vano. Anoche hacía tanto frío que yo no pude levantarme de mi cálida cama y me quedé acurrucado hasta la mañana”. El Jafetz Jaim se preguntó quién era el tzadik que había despejado el camino de nieve. Después de investigar, descubrió que no había sido otro que el Rosh Yeshibá, Rabí Eliézer Shmulevitz. El Rab lo había hecho calladamente, después de ver que el encargado no había hecho su trabajo. “El Pueblo de Israel recibió el nombre de yehudí, que proviene de la palabra hodaá (gratitud, reconocimiento), para enseñar que la esencia del Judaísmo es saber agradecer a quien nos favorece, sin sentir que se merece uno las cosas.”34 Otra enseñanza que podemos extraer de esta Perashá es: Noaj esperó siete días y volvió a enviar a la paloma del arca. La paloma regresó al anochecer, y he aquí que tenía una hoja de olivo en el pico.35 Está escrito en el Midrash que con esa hoja de olivo la paloma traía trascendentales mensajes para hacernos reflexionar: antes del Diluvio, los seres del planeta habían mancillado su especie; la inmoralidad era tal que tanto los humanos como el ganado,

Bereshit · 59

las aves y todas las especies se unían entre sí, perdiendo sus propias identidades. El hombre, al manifestar esta actitud, provocó que las demás especies siguieran su ejemplo. El olivo produce aceite; este fluido no se puede mezclar con ningún otro líquido y siempre se mantiene flotando en la superficie. Así, Am Israel debe mantenerse siempre apartado, debe ser un ejemplo para el mundo entero. Fuimos elegidos por el Creador para mantenernos separados de las demás naciones. Nuestras aspiraciones deben estar dirigidas al Cielo, hacia las cosas espirituales. El aceite de oliva se utilizaba para el encendido de la Menorá. Te pondré (Israel) por luz para las naciones, para que llegue (el anuncio) de la salvación (que haré), hasta el confín de la tierra.36 Otra enseñanza es que ningún árbol produce hojas tan amargas como el olivo. La paloma quiso decir: “Mejor que mi comida sea amarga y de la mano del Santo, bendito sea, a que sea dulce como la miel y de la mano del hombre”.37 Durante su estadía en el arca, la paloma contaba con alimentos mucho más sabrosos y nutritivos, pero prefirió esa planta de sabor amargo sólo debido a que le fue proporcionada por Hashem y no como dádiva del hombre. El sustento de la persona no vale nada si depende del donativo de otra. Cerca de la casa de Rabí Yeshayahu de Praga se paraba un hombre ciego que vendía galletas en la vía pública. Durante los crudos días de invierno, estaba de pie durante horas hasta que vendía toda su mercancía, temiendo, además, de las autoridades, ya que no contaba con el permiso correspondiente para hacerlo. Cierta vez le fue confiscada su producción por ello y el pobre hombre se dirigió a Rabí Yeshayahu, volcando delante de él su corazón. A partir de ese momento, cada día el Rabino le compraba toda su mercancía y la distribuía entre los alumnos de la escuela. Algunos preguntaron a Rabí Yeshayahu cuál era el sentido de semejante comedia; ¿no era más fácil darle el dinero diariamente? “De ninguna manera”, contestaba el Rab. “Esta persona siente que está haciendo algo útil, un servicio, al proveerme de galletas, y mediante ello gana su sustento de forma digna. ¿Cómo puedo, pues, negarle esta posibilidad? Ya ha perdido la vista; ¿debe también perder la dignidad?”.

Ilaná de Jayé · 60

Porque el hecho de habernos creado tan dependientes de la bendición de Hashem nos obliga a levantar nuestros ojos solicitando el sustento de Su mano amplia, generosa y abierta. Saber que todas nuestras necesidades están preparadas aun antes de que las solicitemos, es “una luz” que ilumina nuestro camino por este mundo; nos da la confianza de que no estamos solos. Nuestro Padre Piadoso siempre se encuentra velando por nosotros y siempre tiene una solución a todos nuestros problemas y necesidades.

Depender del dinero (prestado o regalado) de los demás es como meter la mano en un panal: hasta que sacamos un poco de miel, ya hemos recibido muchos piquetes. Por eso es mejor recibir algo ‘amargo’ de Hashem que algo dulce de las personas.38

— salir airosos de las pruebas — “Y dijo Hashem a Abram: Ve para ti” (12:1).

H

ashem estaba buscando a un hombre que tuviera las características para ser el inicio de una nación que fuera apta para recibir Sus preceptos. Para fundar las generaciones del Pueblo Judío no bastaba ir de acuerdo con las reglas naturales del mundo. Toda la existencia y el mantenimiento del Pueblo Judío superaban la naturaleza. Por tanto, su fundador requería ser un hombre que tuviera la fe, el temple y el arrojo para superar toda adversidad. Abraham fue sometido a diez pruebas: los soldados de Nimrod lo encerraron en prisión durante diez años y después lo lanzaron a las llamas ardientes en Ur Kasdim. Recibió la orden de dejar su tierra y, confiando plenamente en Hashem, comenzó a viajar a un destino desconocido. Una vez que se estableció en la tierra que Hashem le había prometido que sería la herencia para él y sus descendientes, sucedió que comenzó la primera hambruna severa de la humanidad, la cual lo obligó a buscar comida en Egipto; apenas llegó y Sará fue llevada al palacio del Faraón para que éste la tomara como esposa. Una vez de regreso, comenzó una guerra entre varios reyes. Los vencedores tomaron cautivo a Lot, sobrino de Abraham, junto con el resto de los pobladores de Sedom. Nuevamente, Abraham no flaqueó; guerreó contra ellos con un puñado de hombres que lo acompañaban y los derrotó. En el pacto de ben HaBetarim, le mostraron que sus descendientes serían esclavizados y oprimidos en una tierra ajena; pero Abraham aceptó a pesar de saber que sus descendientes sufrirían. Hashem le ordenó hacerse el berit milá, no obstante su avanzada edad, y Abraham acató el mandato. Abimélej secuestró a Sará; Abraham expulsó a Hagar y a Ishmael, su hijo, de su casa. En cuanto a la Akedat Itzjak, Abraham luchó toda su vida contra los sacrificios humanos que practicaban los paganos

Bereshit · 61

Perashat Lej Lejá

Árbol de vida · 62

y ahora Hashem le ordenaba hacer lo mismo con su hijo único y querido, Itzjak.39 ¿Acaso Hashem necesitaba poner a prueba a Abraham a fin de saber si era apto para lograrlo? Él sabe exactamente qué es lo que sucede dentro del corazón de cada persona. Él no necesita “poner a prueba” a los seres humanos. La palabra nisayón (prueba), en realidad expresa “elevar” o “colocar como estandarte o emblema para ser visto”. Cuando Hashem ordena a Moshé fabricar una serpiente de cobre y colocarla sobre un nes (estandarte) fue para que todo aquel que sufriera una picadura de serpiente se curara. Aquí también Hashem decidió mostrar al mundo el amor que sentía Abraham por el Creador.40 Si no fuera por el ejemplo de Abraham, nuestro Patriarca, no sabríamos que poseemos la fortaleza para soportar las persecuciones, humillaciones, expulsiones y matanzas a las que los gobiernos gentiles nos han sometido. Con sacrificio y abnegación nuestros padres han entregado su vida por conservar su identidad, cuidando hasta el último instante de sus vidas la Torá y las mitzvot de Hashem. No existe un hombre a quien Hashem no ponga a prueba: al rico con su riqueza y al pobre con su pobreza; al sabio con su sabiduría; al afligido con su desesperación; al comerciante con sus ocupaciones y al artesano con su oficio. Cada día, cada instante y en cada momento, Hashem nos está examinando. El instinto de cada persona redobla fuerzas y se renueva para incitar al hombre a que deje de cumplir o a traspasar alguna mitzvá, tanto en pensamiento como en palabras y en hechos. Se requiere de mucha fortaleza para doblegar al instinto y mantenerse firme en la prueba, alejándose de toda tentación y cumpliendo todo lo bueno, como es debido.41 Hashem quiere mostrarnos que tenemos la fuerza, el coraje y el valor para conseguir todo lo que necesitemos en la vida. Las pruebas no son contra el ser humano; son un trampolín que sirve para alcanzar un nivel superior de fe en el Creador. Algunas pruebas suelen ser fáciles y otras pueden llegar a ser más difíciles. El yehudí debe estar siempre bien preparado. El virtuoso se sentirá siempre alegre y nunca triste con lo que el Todopoderoso le ha deparado, porque comprende que todo lo

Bereshit · 63

que Él dispone es para el mejor fin de las personas. Pues la palabra del Eterno es recta y toda su obra está hecha con verdad.42 Es muy fácil tener confianza en la bonanza, donde lo principal es la confianza. Cuando se demuestra la real confianza es en el momento de la prueba.43 Rab Aizik MiSlonim estaba buscando marido para su hija. Se trasladó a la ciudad de Volozhin con la esperanza de encontrar a alguien entre los estudiantes de la gran yeshibá que allí funcionaba. Cuando arribó, solicitó que todos los jóvenes se reunieran en el Bet Midrash. Una vez que se encontraban todos en sus lugares, comenzó a impartir una clase en la cual refirió un complicado tema del Talmud. En medio de la disertación, formuló una pregunta de alcances muy profundos. Cuando terminó, anunció que quien consiguiera responder a su cuestionamiento, podría contraer matrimonio con su hija. Todos los estudiantes se esforzaron en encontrar la respuesta al planteamiento, y cuando se la presentaban al Rab, éste las rechazaba una a una, por incorrectas. Al día siguiente, al no aparecer nadie que hubiera sabido responder, se dispuso a regresar a su ciudad. Cuando la carreta se alejaba de Volozhin, se percató de que estaba siendo perseguido por uno de los estudiantes de la yeshibá. El Rab dio la orden de detenerse, pensando que quizás a último momento alguien había encontrado la respuesta correcta. “A ver”, le dijo el Rab; “¿cuál es la explicación a mi planteamiento?”. El joven respondió con timidez: “No, no la sé. Y por eso estoy aquí. Porque si bien no alcancé el privilegio de ser su yerno, al menos quiero saber cuál es la respuesta a tan interesante pregunta…”. Cuando el Rab escuchó estas palabras, exclamó: “¡Éste sí merece casarse con mi hija!”.44 Abraham fue examinado y pasó exitosamente las pruebas. Hashem encontró en él un corazón leal cuyo único interés era conocer la verdad. Cuando vio que su búsqueda era auténtica, entonces decidió entregarle a su hija (la Torá). Abraham, desde pequeño, se dedicó a proclamar el Nombre de Hashem, enseñándoles a servirle. La mayoría entendemos que la Torá es verdad; entonces, ¿por qué en ocasiones nos conducimos conforme a nuestros cálculos personales, o nos dejamos llevar por la

Ilaná de Jayé · 64

gente que nos rodea? Hay una diferencia abismal entre el que sólo tiene fe y aquel que se conduce seguro y con pasos firmes cumpliendo todos los estatutos de la Torá. El instinto maligno nos pone pruebas que en ocasiones son difíciles de pasar. ¡Feliz el hombre que deposita en Hashem su confianza y no va detrás de los arrogantes ni de aquellos que se desvían en pos de la falsedad!45 Por eso Hashem nos indica al comienzo de la Perashá: Ve por ti. “Si buscas la verdad con todo tu corazón, Hashem te conducirá hacia el camino correcto…”

El camino del Eterno es perfecto. La palabra del Eterno es pura. Él es el escudo de todos los que en Él se refugian.46

— es mejor un buen nombre que el mejor de los aceites — “Se encaminó (Abram) en sus traslados desde el Négeb hasta Bet El, hasta el lugar donde había estado su tienda al principio” (13:3).

H

ashem ordenó a Abram que abandonara Jarán y se encaminara hacia la tierra que le indicaría. De inmediato, tomó las pocas pertenecías con las que contaba y partió llevando consigo a su esposa Sarai, su sobrino Lot y algunos seguidores que él y Sarai habían logrado acercar a los caminos de Hashem y de su Torá. Cuando llegaron a la tierra de Kenáan una terrible hambruna se desató, situación que obligó a Abram a ir a Egipto. Debido al temor de que los egipcios se sintieran atraídos por su esposa Sarai y lo asesinaran para apoderarse de ella, le pidió que dijera que era su hermana. Cuando arribaron a este país,

Bereshit · 65

la belleza de Sarai despertó gran admiración y fue llevada al palacio del Faraón. De inmediato Abram fue colmado de regalos, de rebaños y de sirvientes. El Faraón fue castigado con enfermedades cada vez que pretendía acercarse a Sarai, hasta que se percató de que el secuestro de la mujer era la causa del castigo. Entonces el Faraón pidió a Abram que abandonara Egipto junto con su esposa y todas sus posesiones, y así lo hicieron. Mientras se dirigían a la tierra de Kenáan, visitaron los mismos albergues donde habían pernoctado anteriormente al viajar a Egipto y se hospedaron de nuevo en ellos. Al indicar esto, la Torá nos enseña que un hombre no debe cambiar su lugar habitual de hospedaje por dos razones: la primera, para que no se piense mal del dueño del lugar y se diga que el viajero no pernoctó allí de nuevo porque se portó inadecuadamente; la segunda, para que no se piense mal del viajero y se diga que el dueño del hospedaje no lo quiere. Hay otra interpretación al versículo: la Torá enfatiza que Abram viajó siguiendo sus trayectos, para enfatizar que al regresar pagó todas las deudas que contrajo al pedir fiado el albergue y el alimento que consumió durante su primer viaje.47 Preguntan los Jajamim: “¿Cómo es posible que Abram viajara hacia Egipto sin suficiente dinero ni provisiones? ¿Cómo pudo conseguir la confianza de los dueños de los hostales para que le fiaran el hospedaje?”. Recordemos que Abram, cuando comenzó su viaje, era muy pobre. En realidad, la Torá quiere enseñarnos algo diferente: las deudas a las que se refiere el versículo no eran de carácter monetario. Mientras Abram andaba por los caminos, divulgaba y proclamaba públicamente la existencia de un único Dios, Creador del Cielo y la Tierra, a Quien todos debían servir. Varias veces le formulaban la siguiente pregunta: “Si Hashem es tan grande y bueno, ¿por qué no te libera de tu pobreza?”. Abram les ofrecía varios argumentos, pero la gente no quedaba satisfecha. Estas eran las deudas que Abram contrajo en sus viajes. Es por esto que en su camino de regreso, después de que la gente se enteró de que Hashem había enviado plagas sobre el Faraón, y además Abram fue bendecido con riquezas,48 visitó a

Árbol de vida · 66

la gente que antes le había preguntado acerca de Hashem para “pagarles” la respuesta que les debía.49 Abram nos da una gran lección: comenzó sus viajes como un hombre pobre. La Torá enfatiza que con su retorno, luego de haber sido bendecido con riqueza y abundancia material, él no cambió su estilo de vida: seguía viviendo de forma modesta y, a pesar de su opulencia, prefirió pernoctar en los lugares más humildes. Cuando Rab Elimélej de Lizensk y su hermano Rab Zusha no eran todavía conocidos, viajaban de pueblo en pueblo, en un exilio que se habían impuesto a ellos mismos. En la aldea de Ludmir, se alojaron en la casa de un hombre pobre llamado Aharón, porque fue la única persona que los había invitado. Unos pocos años más tarde, cuando su fama ya se había difundido, volvieron al pueblo de Ludmir y nuevamente se alojaron en la modesta casa de Aharón. Uno de los hombres adinerados de la aldea los invitó a su lujosa mansión. Rab Elimélej y su hermano enviaron los caballos de su carruaje a la finca del hombre rico, pero continuaron residiendo en la casa de Aharón. Cuando el hombre rico les preguntó por qué lo habían rechazado, ellos respondieron: “Estuvimos aquí hace algunos años y solamente nos invitó Aharón. Somos las mismas personas de antes. La única diferencia es que ahora tenemos caballos. ¡Por eso, se los enviamos!”. Con base en la idea de que la estadía de Abram en los albergues no fue liquidada sino hasta su regreso, aprendemos lo siguiente: es una cualidad de la persona que, cuando tiene deudas, esté tranquilo hasta que las liquide. De esta forma se causa un bien a sí mismo, ya que adquiere un buen nombre. El buen nombre vale más que las grandes riquezas y la buena voluntad es preferible antes que la plata y el oro.50 Se puede ganar más dinero con la confianza que nos tiene la gente que con nuestro propio dinero. Por tanto, lo primero que debe hacer un buen comerciante es adquirir la confianza de los demás pagando en su momento. Pagar al acreedor es una mitzvá.51 Al liquidar su deuda, está también de alguna manera favoreciendo a los demás, ya que los prestadores potenciales desearán seguir otorgando créditos a otros que los requieran. Además, quien posee la cualidad de no descansar hasta

Bereshit · 67

pagar las deudas que tiene, entenderá con cuánta más razón debe apresurarse a pagar la deuda que tiene con Hashem, llegando así a ser de los más ágiles para realizar las mitzvot.52 El nombre “Israel” está formado de dos palabras intrínsecas: Yashar El, que significa “caminar recto delante de Hashem”. Se cuenta que una vez cierto yehudí fue llevado a juicio por otro, debido a una deuda entre ellos. Como no había pruebas evidentes de que el primero ya hubiera pagado, le dijeron que si juraba podía salvarse de pagar. El hombre juró y, después de ello, sacó una suma de dinero y pagó al demandante. La gente se quedó asombrada. Fueron y preguntaron al presunto deudor: “Si juraste y te eximiste de pagar, ¿para qué pagaste luego?”. El hombre respondió: “En realidad ya había pagado la deuda a quien me demandó; sólo que no tenía pruebas. Si hubiera pagado sin jurar, la gente hubiese dicho que, por temor a jurar, pagué el dinero que tenía la intención de quedarme. Y si hubiera jurado solamente, habrían dicho que preferí jurar con tal de no pagar. Por eso, para disipar dudas sobre mi integridad, procedí a jurar y a pagar, a fin de limpiar mi nombre”.53 La Guemará dice que el mundo entero tembló cuando Hashem dijo: “Tú no emplearás el Nombre de Dios, tu Dios en vano”.54 Cuando una persona menciona el Nombre de Hashem en vano, está demostrando su falta de reconocimiento de la grandeza de Hashem. ¡Es un tremendo Jilul Hashem! Cierta vez, unos hermanos llegaron a América y se asociaron en un negocio. Con el tiempo, comenzaron a prosperar e hicieron los arreglos para que sus padres emigraran y vivieran con ellos en la “tierra prometida”. El padre era un judío piadoso, temeroso de Hashem; tenía la barba crecida y peyot, y vestía como jasid. Un día el padre se afeitó la barba, se cortó sus caireles y cambió su vestimenta jasídica por un atuendo moderno. Los hermanos no podían creerlo; desconocían el porqué del extraño comportamiento de su padre y fueron a consultar a un rabino. Cuando el rabino fue a consultar al padre por el drástico cambio, le dijo lo siguiente: “Mis hijos tienen el mejor puesto del mercado y diariamente venden una gran cantidad de carne. Ellos me hacían sentar en una mesa en el mercado y, cuando la gente me

Ilaná de Jayé · 68

veía, sentían confianza en el kashrut de la carne y compraban. Un día, descubrí que no toda la carne que ellos estaban vendiendo era kasher, y que me estaban utilizando para engañar a los clientes. Por tanto, decidí afeitar enteramente mi barba y peyot, para que no les ayudaran a vender carne taref”. El mandato de No menciones Mi nombre en vano significa, en un sentido, “No explotes mi nombre” (Torá y religión) como medio de justificación para cometer perversidades. Es decir, significa “No intentes cubrirlos completamente con un velo de justicia y virtud”.55 Kidush Hashem es hacer que por medio de tus actos demuestres que Hashem existe, que Él lo controla todo, y finalmente ser un vivo ejemplo de que es un privilegio vivir cumpliendo con Sus ordenanzas. Hashem nos otorga varias oportunidades en la vida para demostrar cuánto lo queremos. Si bien, por definición, el amor es un sentimiento que se pone en práctica mediante actos de bondad que benefician de algún modo al prójimo, en realidad, para Hashem, no podemos hacer ni beneficiarlo en nada, pues Él es dueño y fuente de todo lo existente. De todas formas, los Jajamim nos enseñaron que dando “buena fama” a Hashem y a su Torá, haciendo Kidush Shem Shamaim (“Santificando el Nombre Divino”), mostrando un comportamiento honesto con toda persona y en toda situación, podemos demostrar y acrecentar el amor hacia nuestro Creador. Asimismo, al conducirnos con respeto, mostrando delante de quienes nos observan un comportamiento decoroso, y mostrándonos orgullosos del cumplimiento de las mitzvot, provocamos que otros deseen también abrazar la Torá y retornar al camino que Hashem espera de cada uno de nosotros, y de esta forma hace (a Hashem) “más amado por Sus hijos”, y demuestra, de esta manera, que Hashem nos ama y, como un Padre afectuoso, busca para nosotros sólo lo bueno…

Guarda la integridad y observa la rectitud, porque hay un futuro para el hombre de paz.56

“Este es Mi pacto que guardarán entre Mí y ustedes, y entre tu descendencia después de ti: circuncidarse todo varón de ustedes” (17:9).

A

bram era un gran astrólogo y había visto en las estrellas que su destino era no tener hijos de su esposa Sarai. Esto le hacía sentirse muy angustiado, debido a que él ya tenía 99 años de edad y Sarai contaba con 89 años. Hashem se le reveló y le indicó que en sus manos estaba cambiar su destino. Le dijo que a partir de ese momento ya no estaría sujeto a la influencia de los astros, pues Él lo dirigiría, por lo cual le ordenó ser totalmente puro e intachable. La única falla que Abram tenía era que no estaba circuncidado. Por consiguiente, Hashem le ordenó: Circuncídate y entonces serás íntegro en todos los sentidos. Cuando cumplas este mandamiento obtendrás la garantía de que Mi pacto permanecerá siempre contigo. Te entregaré la Tierra de Kenáan y multiplicaré enormemente el número de tu descendencia. Abram fue a pedir consejo a tres de sus amigos: Aner, Eshkol y Mamré. Aner le dijo: “Tú ya eres un anciano de 99 años de edad; ¿para qué poner tu vida en peligro?”. Por su parte, Eshkol dijo: “Si haces eso te ganarás muchos enemigos y no serás capaz de pelear contra todos ellos debido a la debilidad que sufrirás después de practicada la operación”. Finalmente, Mamré dijo: “Cuando Nimrod te arrojó dentro del horno en Ur Kasdim, Hashem te salvó. Cuando peleaste con los cuatro reyes y sus poderosas tropas, Hashem te concedió la victoria. Cuando hubo hambruna en la tierra de Kenáan, Hashem te mantuvo con vida. Él ha realizado por ti tantos milagros que debes obedecer Su mandamiento, sin importar lo que te pida”.57 Preguntan los Jajamim: “¿Acaso Abram dudó en proceder conforme a la orden de Hashem?”. Responden que Abram no dudó en hacer o no el berit milá; él tenía otras cuestiones en mente: quería poner a prueba a esos hombres para conocer su pensar y decidir si continuaba con su amistad o la abandonaba. Por otro lado, quiso santificar el Nombre de Hashem; él conocía

Bereshit · 69

— el berit milá, un pacto eterno —

Árbol de vida · 70

las recomendaciones que le darían cada uno de ellos y, aun así, al llevar a cabo la circuncisión, todos se enterarían de que estaba dispuesto a arriesgar su vida con tal de cumplir la orden de Hashem. También dicen que él no estaba seguro de si la orden era circuncidarse por su propia mano o si debía hacerlo por medio de otro. En otra versión, se dice que él no sabía en qué parte del cuerpo tenía que circuncidarse: la oreja,58 la boca,59 el corazón60 o el órgano masculino. Uno de los mandamientos de la Torá consiste en la obligación de todo hombre de circuncidar a su hijo. Este mandamiento se cuenta entre las obligaciones más importantes que tiene un yehudí, pues todo el Judaísmo depende de él, debido a que la esencia de la Creación es que el yehudí viene a este mundo a esforzarse, a luchar por crecer, a mejorar sus características humanas y observar las mitzvot cada vez mejor. Por eso no llegamos “completos” al Mundo. Hashem nos dice: “Está en ti terminar el trabajo que Yo comencé”. El berit milá nos distingue como yehudim; estamos marcados de por vida como siervos de Hashem. En 1910, el Señor Sam Aks emigró de Polonia a Inglaterra, donde se casó con Leá Rosen. Vivieron en Londres por un tiempo después de su boda y luego decidieron mudarse a Norfolk, Virginia, en los Estados Unidos, donde había mejores oportunidades económicas. Para ese entonces, Leá estaba esperando a su primer hijo y sus padres pensaron que, en su condición, no podía realizar un viaje tan arduo atravesando el océano. Sam viajaría solo, establecería un hogar en Norfolk y unos meses después del nacimiento del bebé Leá se reuniría con él. El 10 de abril de 1912, en el puerto de Southampton, Inglaterra, había un gran bullicio. Los miembros de la tripulación y los pasajeros, entre ellos la señora Leá Aks, con su bebé en brazos, abordaban el barco más lujoso, robusto y majestuoso de esos tiempos. El barco hacía su viaje inaugural desde Inglaterra hasta Nueva York. La compañía constructora, White Star Line, afirmaba con orgullo que era el barco más rápido y seguro del mundo. Los dueños del opulento y gigante trasatlántico confiaban tanto en la invulnerabilidad de la embarcación que decidieron llamarla Titanic.

Bereshit · 71

Leá fue conducida por el personal del navío hacia su camarote, que se encontraba en la tercera clase. El piso estaba ocupado por muchos otros inmigrantes que viajaban a Estados Unidos en busca de mejorar su posición económica. Diez pisos más arriba, la gente rica de la alta sociedad se acomodaba en los lujosos camarotes de primera clase. Cuatro días después, cuando el barco estaba a 153 kilómetros al sur de los Grandes Bancos en Terranova, el “insumergible” barco golpeó de lado a un iceberg que se elevaba 30 metros sobre la cubierta. El casco de acero resultó seriamente dañado. En una hora, 25 000 toneladas de agua se abrían camino dentro de los compartimientos del barco. Veinte minutos después, tras consultar con Thomas Andrews, el diseñador del barco, el Capitán Edward Smith se dio cuenta de que la nave se hundiría en dos horas. Todas las personas a bordo morirían ahogadas en las álgidas aguas a menos que pudieran subir a los botes salvavidas, para luego ser rescatadas por barcos que pasaran cerca. Los constructores llegaron a ser tan soberbios que pensaron que el barco flotaría eternamente; tan empecinados estaban con su idea, que los botes salvavidas eran insuficientes. ¡Más de mil personas iban a morir! ¡Es sorprendente la ceguera que produce la soberbia! Cuando el coloso comenzó a inclinarse, hubo pánico y caos. El capitán del barco ordenó que las mujeres y los niños fueran salvados primero. En los camarotes de tercera clase, las mujeres pasaban al frente y a los hombres se les colocaba al fondo de un largo pasillo. Leá Aks sostuvo a su hijo en brazos y trató de llegar a la cubierta, pero la puerta que servía para que los pasajeros no invadieran las clases altas, estaba cerrada. La gente comenzó a empujar y la puerta se trabó por la presión de la multitud. Leá sentía que se ahogaba; gritó solicitando ayuda. Por fortuna, un marinero la vio con su bebé en brazos, trepó y con mucho esfuerzo consiguió cargar a la señora y a su hijo, pasándolos al otro lado de la mortal trampa. Una vez liberada corrió a cubierta, en donde las mujeres y los niños subían a los botes salvavidas. Leá esperaba al lado de la baranda, tratando de formarse en la línea para ser rescatada. Hacía muchísimo frío. La gente se empujaba tratando

Ilaná de Jayé · 72

de abordar los botes salvavidas. Mientras tanto, debajo de ellos, el agua continuaba inundando el fondo del barco. Un hombre forcejeaba con los marineros y, a empujones, consiguió llegar a uno de los botes salvavidas que estaba a punto de ser bajado al agua. Cuando los camareros del barco se dieron cuenta, lo forzaron a salir del bote gritando que, por orden del capitán del barco, las mujeres y los niños debían ser rescatados primero. De alguna forma, este hombre se las arregló para llegar a otro bote salvavidas y de nuevo lo sacaron a golpes de allí. El hombre estaba fuera de sí, consumido por la ira y la frustración. Volteó y vio a Leá parada allí con su bebé. En un momento de locura, corrió hacia ella y gritó: “¡Tú crees que las mujeres y los niños van primero! ¡Te mostraré que su sangre no es más valiosa que la mía!”. Acto seguido, arrancó el bebé de sus brazos y lo tiró por la borda… Los hombres a bordo se abalanzaron sobre el loco, pero la acción ya estaba hecha… Leá corrió horrorizada hacia la barandilla. La niebla provocada por la baja temperatura hacía que la visibilidad fuera casi nula. Pidió ayuda a gritos: “¡Mi hijo! ¡Por favor! ¡Salven a mi hijo!”. Clamaba con impotencia, sabiendo que era prácticamente imposible rescatar al niño de la abismal oscuridad que había detrás de la baranda, por donde había desaparecido el bebé… La gente gritaba, el tiempo apremiaba, el trasatlántico cedía ante el fuerte oleaje, ¡los botes salvavidas debían partir cuando antes! Los marineros intentaban hacer entrar en razón a Leá para que subiera a uno de los últimos salvavidas. “¡No iré sin mi bebé!”, lloraba. Pero los oficiales insistieron en que tenía que salvar su propia vida. ¡No quedaba mucho tiempo! Ni tampoco botes salvavidas. La forzaron a soltar el barandal y la llevaron cargando hasta el bote. Las mujeres que se encontraban sentadas a su alrededor dentro del bote salvavidas trataron de consolarla, pero Leá lloraba histéricamente mientras que la lancha avanzaba con lentitud sobre el agua, alejándose del horror y la tragedia que vivían quienes no habían alcanzado todavía a salir… El Titanic se hundió dos horas y cuarenta minutos después de la colisión,

Bereshit · 73

llevándose consigo al fondo del mar helado a más de un tercio de las personas que viajaban en él. Los botes salvavidas flotaron a la deriva por cuatro horas hasta que el trasatlántico Carpathia, que había captado las señales, alcanzó a llegar al lugar y rescató a los afortunados pasajeros que lograron salir del Titanic. ¡Sólo 703 fueron salvados; 1 523 personas murieron! La mayoría de los botes venían a la mitad de su capacidad… Transcurrieron dos días. Leá Aks caminaba por la cubierta del Carpathia desconsolada y con la vista perdida. La imagen del niño cayendo al vacío la atormentaba: “¿Cómo explico a Sam que dejé que te arrebataran de mis brazos? ¿Por qué ese hombre no me arrojó mejor a mí…?”. Un golpe la sacudió, sacándola de sus pensamientos. Sin darse cuenta había chocado con una mujer que caminaba por la cubierta con un niño en sus brazos. Leá observó a la criatura y casi se desmayó. Antes de que recuperara el aliento, el pequeño la miró a los ojos y sonrió tiernamente. Leá lo reconoció y gritó: “¡Hijo mío! ¡Es increíble que te encuentres vivo!”. La mujer que sostenía al niño, la señora Elizabeth Ramell Nye, la observa con recelo y le dice: “Señora, me parece que usted no se siente bien. No sé de qué está hablando. Por favor, siga su camino”. Una fuerte discusión se desató entre las dos mujeres. La señora Nye afirmaba que en realidad el niño no era suyo; había llegado a sus brazos mientras bajaba del Titanic en un bote salvavidas. Para ella era una señal del Cielo de que debía cuidar a este niño por el resto de su vida y no estaba dispuesta a entregarlo a la primera mujer que dijera ser la madre. Leá insistía que el bebé era suyo. La gente que se encontraba en cubierta escuchó los gritos y se acercó a ver qué pasaba. Cada uno opinaba sobre quién tenía la razón; unos decían que Leá estaba trastornada por la tragedia y otros decían que el bebé pertenecía a la señora Nye. El griterío llegó a oídos del capitán del Carpathia, Arthur H. Rostron, quien se acercó para ver lo que sucedía allí. Como autoridad del barco, debía decidir sobre el asunto. Leá estaba llorando histéricamente mientras que la Señora Nye insistía en su posición; no estaba dispuesta a entregar al niño.

Árbol de vida · 74

Dentro de su oficina, el capitán Rostron escuchó el argumento de cada una. Después les dijo que era una situación complicada y les pidió algo de tiempo para pensar en una solución. El capitán caminaba hacia la puerta y Leá exclamó: “¡Un momento! ¡Puedo probar que ese niño es mi hijo!”. Leá habló con firmeza: “¡Soy judía, y mi hijo fue circuncidado! Capitán, ¿podría usted hacer constar que lo que digo es verdad?” (en Europa, en esa época, sólo los niños judíos eran circuncidados). El capitán Rostron desvistió al niño y vio que la señora Leá había dicho la verdad. Efraím Fishel, de diez meses de edad, fue reunido con su madre. El Carpathia llevó a todos los sobrevivientes a Nueva York. Efraím fue criado en su legítimo hogar judío. Eventualmente creció, se casó y tuvo hijos y nietos. Murió en 1991, a los 80 años. Su esposa, Marie, relató que cuando Efraím era joven, caminaba varios kilómetros en Shabat para rezar en una sinagoga ortodoxa en Norfolk.61 Ser judío no es un accidente de nacimiento. Hashem escoge con extrema minuciosidad a aquellas almas que son más propicias para servirlo y las envía al mundo como yehudim para que formen parte de su Pueblo Santo. Estar circuncidado simplemente no es algo de lo cual uno se pueda jactar. El punto central de este mandamiento significa que uno debe temer a Hashem y no mancillar la marca de la circuncisión con el pecado. Si una persona comete pecados mediante su berit milá, con ello profana el pacto y no se le considera mejor que alguien que no haya sido circuncidado. Cuando Hashem escogió a Abraham e hizo un pacto con él, fue acordado que sus cualidades serían transmitidas a su simiente. Cada hombre judío tiene el potencial de convertirse en Abraham. Se requiere que cada persona saque a la luz, desde las profundidades de su personalidad, las cualidades escondidas que ha heredado. Incluso si no logra alcanzar la cumbre de nuestros grandes Patriarcas, no hay duda de que cada uno puede aspirar a una excelencia más allá de su vista.62 Tenemos un gran compromiso. Cada pareja de yehudim que se une en matrimonio para formar una familia no sólo tiene la responsabilidad de vestir y ali-

El berit milá es un pacto eterno que cada varón judío graba en su cuerpo como señal indeleble de su pertenencia a Dios y a Su pueblo.

— abraham y sará, una pareja ejemplar —

L

“El hombre ayuda a su prójimo, y a su hermano dijo: Fortalécete” (Haftarat Perashat Lej Lejá, Yeshayahu 41:2).

a relación que guarda la mencionada Haftará con la Perashá de Lej Lejá es que contiene una alusión a Abraham Abinu: “¿Quién hizo despertar desde el Oriente, la justicia proclamó a su paso? Le entregó pueblos, y reyes él sometía. Los tornó cual polvo con su espada; cual hojarasca al viento con su arco. Los persiguió, transitó en paz por sendas que con sus pies no había pasado”.63 Hashem hizo surgir a Abraham Abinu para salir desde la tierra de Oriente, que era su tierra natal... “Le entregó pueblos, y reyes él sometía...” hace referencia a la batalla que emprendió Abraham contra los reyes para liberar a Lot. Nuestro Patriarca comenzó la formación de nuestro pueblo. Fue luchando contra toda la ideología de su época. Inculcó en sus descendientes la nobleza y el espíritu de ayudar a los demás.

Bereshit · 75

mentar a sus hijos, nutrirlos físicamente, sino también alimentar su espíritu. Y sobre todo, introducirlos al Pacto Divino.

Ilaná de Jayé · 76

Él nos mostró que no hay mayor regocijo en la vida que el de hacer felices a otros, principio que irradia desde el amor y sus benevolentes acciones. Es un altruismo real practicado con verdad, “en nombre de Dios”. Esto es lo que debe agregarse a la justicia y a la rectitud, para llegar a la verdadera felicidad de la humanidad. Un ciego que vendía panecillos estaba sentado en un banco, afuera de la casa de Rabí Yeshayá de Praga. De pronto vino un policía y le confiscó todo lo que tenía para vender. “¿Qué haré ahora?”, sollozó el hombre. “¿De qué forma me ganaré la vida? ¡Cómo regresaré a mi casa con las manos vacías!”. Rabí Yeshayá alcanzó a oír el lamento de aquel hombre, salió corriendo y le preguntó amablemente: “¿Cuánto valía la mercancía decomisada?”. “¡Diez rublos!”, se lamentó el vendedor, una vez más consciente de su terrible pérdida. Rabí Yeshayá tomó diez rublos y los dio al vendedor. El pobre ciego colmó de bendiciones al rabino. Al día siguiente, el Rab aguardó a que llegara el vendedor. Apenas arribó, Rabí Yeshayá le compró todos los panes pagándole con un billete de diez rublos. Y así, todos los días esperaba a que llegara el vendedor y le compraba todo el contenido de su canasta. Al advertir esto, la familia del Rab quedó sorprendida: “¿Por qué no le pagas un sueldo mensual en lugar de esperarlo todos los días para comprarle su mercancía? ¿No sería mucho más fácil para ambos?”. Respondió el Rab: “Tal vez, pero no es eso lo que intento hacer. El ciego siente que es un hombre de negocios exitoso, y que yo le compro sus panes simplemente porque son muy buenos. Así le hago sentir que se gana la vida de un modo digno. ¿No le es ya bastante difícil ser ciego? ¿Por qué yo habría de privarlo de su única satisfacción en esta vida?”. Hay una historia que sucedió hace unos setenta años en Yerushaláim respecto a una familia muy sufrida. Sucede que, por desgracia, los primeros hijos que intentaron traer al mundo fallecieron a los pocos días de haber nacido. Cuando la mujer quedó nuevamente embarazada fueron a consultar a un especialista, quien realizó varios estudios y llegó a la conclusión de que era imprescindible hacer un cambio de sangre al bebé para

Bereshit · 77

que pudieran salvarle la vida. Deberían encontrar rápidamente un donante compatible que estuviera dispuesto a donar varias unidades de sangre, para luego transferirla al bebé y sacarle la suya. Cuando nació el bebé, buscaron en varias instituciones altruistas hasta que lograron encontrar al donante que se dispuso a hacer este favor y así la vida del niño se salvó. Pasaron varios años, este bebé creció. Cuando llegó a la edad de casarse, le presentaron a una joven… Y, sin esperarlo, terminó contrayendo nupcias con la hija de su salvador. Hashem dijo a Abraham: Y haré de ti un pueblo grande y te bendeciré y engrandeceré tu nombre y serás bendición.64 En todas nuestras tefilot incluimos el texto: “Dios de Abraham, Dios de Itzjak y Dios de Yaacob”. Y concluimos diciendo Maguén Abraham. Preguntan nuestros Jajamim: “¿Por qué no terminamos mencionando estos tres nombres y sólo nombramos a Abraham?”. Dice la Mishná: “El mundo se sostiene sobre tres pilares: el estudio de Torá, el servicio a Dios y los actos de bondad”. Cada uno de los Patriarcas personifica uno de estos pilares. Abraham representa el jésed;65 Itzjak representa la abodá (el servicio);66 y Yaacob el estudio de la Torá.67 Conforme a Rashí, el pasuk está proyectando la historia de Israel. Habrá un tiempo en que la principal relación entre los judíos y Hashem será el estudio de la Torá, probablemente en el tiempo de la Mishná (Eloké Yaacob). En otros tiempos será mediante el servicio en el Bet HaMikdash o la tefilá (Eloké Itzjak), y habrá un periodo cuando sea mediante el jésed (Eloké Abraham). No obstante, la “fase final” de la diáspora y la venida del Mashíaj no dependerán de los tres pilares, sino del mérito de los actos de bondad y favor, solamente personificado por Abraham.68 La herencia dorada que nos legó nuestro Patriarca Abraham, entre otras, fue la filantropía. Todo yehudí posee un corazón de oro. Pero esto no basta; hay que sacar ese “oro” y utilizarlo para ayudar a los demás. Todos aquellos que poseen estas tres cualidades son de los discípulos de Abraham Abinu; son generosos, sinceros y humildes.69

Árbol de vida · 78

En la ciudad de Radin, donde vivía el Jafetz Jaim, había un farmacéutico que había dejado por completo el judaísmo. Un día el Jafetz Jaim entró a su negocio, comenzó a conversar amablemente con él y lo abrazó mientras le decía: “Estoy muy celoso de su porción en el Mundo Venidero. Es usted un hombre con grandes méritos, pues ha salvado tantas vidas. Salvar una vida es un favor invaluable y, si no fuera por usted y sus medicamentos, miles de personas habrían muerto”. El hombre estaba muy emocionado por las palabras del Jafetz Jaim, pero le respondió con sinceridad que él simplemente estaba haciendo su trabajo y le estaban pagando generosamente por sus labores. El Jafetz Jaim dijo: “Tiene usted derecho a que le retribuyan económicamente por su trabajo para poder así mantener a su familia. Le recomiendo que, cuando despache un medicamento, piense en la intención de ayudar a salvar vidas, para que de esa manera su trabajo lo eleve y pueda obtener una mayor recompensa en el Mundo Venidero”. Este boticario siguió el consejo del Gaón. Cada vez que dispensaba medicamentos ponía en su mente cumplir el precepto de salvar vidas, y en poco tiempo comenzó a experimentar una transformación. Empezó a saludar a las personas de manera más cordial; procuraba recomendar el mejor medicamento y preguntaba por la recuperación de sus clientes. Atendía con más paciencia y explicaba a sus clientes cómo tomar cada uno de los medicamentos. Así se hizo evidente para él que había muchas otras mitzvot que lo aguardaban y eventualmente comenzó a observarlas con alegría… Abraham era viejo y llegó con sus días.70 Mucha gente puede llegar a envejecer sin tener sus días. Pero Abraham y Sará tenían un crecimiento diario. La Torá atestigua que Abraham podía dar cuenta de lo que había cumplido cada uno de los días de su vida. No sólo en años, sino que le era posible recordar cada día y decir qué había realizado en él. Respecto a Sará, la Torá también certifica: Los años de la vida de Sará.71 Ella fue un modelo de continuidad, tanto en su comportamiento ético como en su belleza.72

El Eterno aprecia los días de los íntegros, y su heredad será para siempre.75

Bereshit · 79

Rab Shlomo Zalman Oyerbaj, vivió en Yerushaláim. Nunca pretendió lujos y vivió en casa de sus suegros. Era una casa de dos habitaciones; una la ocupaban él y su esposa junto con sus hijos, y en la otra dormían sus suegros. El día en que falleció su esposa, miles de personas se reunieron para despedir a la Rebetzín y consolar a Rab Shlomo Zalman. Hay una costumbre de que, cuando una persona fallece, la gente se acerca al cuerpo del difunto y le piden perdón. Rab Shlomo Zalman se paró a decir unas palabras hacia su esposa, y dijo así: “Es costumbre pedir disculpas. ¡Vivimos cincuenta años juntos! Sé que tengo que pedirte disculpas como lo marca la costumbre, pero yo no te pido perdón…”. De repente hubo un silencio total. Las miles de personas que se encontraban allí enmudecieron ante la declaración del gigante de la generación. No entendían lo que estaba pasando. Rab Shlomo Zalman continuó: “No te pido perdón, porque no tengo de qué pedirte perdón. ¡Nunca te falté, nunca te ofendí, nunca hice algo por lo cual tendría que pedirte una disculpa!”. La Torá nos narra que cuando falleció Sará, Abraham le hizo un hésped. No tenemos detalles de lo que dijo allí, pero podemos estar seguros de que fue algo muy similar a lo que dijo Rab Shlomo Zalman. Y seguramente, si la situación hubiese sido que Abraham falleciera antes, escucharíamos las mismas palabras de Sará. ¡Esta es una pareja ejemplar! ¡Es un modelo a seguir! Abraham y Sará obtuvieron lo máximo posible en su vida. Hashem conoce los días de los íntegros.73 Así como ellos son íntegros (completos, sin divisiones), también sus años son íntegros. El tiempo es el reloj de la vida. No malgastemos nuestro tiempo, pues de esa materia está compuesta la vida. Hilel dijo: “Si no soy para mí mismo, ¿quién es para mí? Y cuando soy para mí, ¿qué soy? Y si no es ahora, ¿cuándo?”.74

Ilaná de Jayé · 80

Perashat Vayerá — visitando a los enfermos — “Y se apareció Hashem a él, en las llanuras de Mamré” (18:1).

A

braham estaba sentado a la entrada de su tienda esperando recibir visitantes; convalecía después de haberse practicado la circuncisión. Abraham estaba sufriendo a causa de su operación. Hashem se le apareció para visitarlo. El Todopoderoso quiso mostrarnos, al no mandar a ningún emisario, la suma importancia de esta mitzvá y, dado que estamos obligados a emular sus virtudes, debemos también visitar a los enfermos.76 Aunque todo depende de la Voluntad Divina, debemos cumplir con nuestra parte en lo que se refiere a ayudar a la persona enferma y a aliviar su padecimiento. Si así lo hacemos, se considerará como si le hubiésemos salvado la vida.77 El Rabino Shelomó Sofer, bisnieto del Rabino Akibá Eiger, escribió que su bisabuelo se distinguió, entre otras cosas, en la mitzvá de visitar a los enfermos. Toda vez que se enteraba de que alguien había caído enfermo, acostumbraba visitarlo y llevarle comida sabrosa. Con mucha frecuencia permanecía toda la noche con la persona enferma. También procuraba encontrar los mejores médicos y solía rezar pidiendo su pronta recuperación. A pesar del apretado horario de trabajo del Rabino, no había impedimento para cumplir con esa valiosa mitzvá. Cuando Rabí Akibá Eiger llegó a ser Rabino de Pozna, que era una ciudad grande, visitaba diariamente a los enfermos para ver de qué modo podía ayudarlos. Constantemente se asesoraba con médicos y especialistas, y cuando se enteraba de algún procedimiento nuevo que pudiera ser benéfico o adecuado para los hospitales de su propia ciudad, se aseguraba de poder implementarlo en los hospitales de Pozna. Cuando no le era posible visitar personalmente a los enfermos, acostumbraba pagar con su dinero a otras personas para que lo hicieran diariamente, y les decía que informaran a esos pacientes que el Rabino Eiger estaba interesado

Bereshit · 81

en su pronta recuperación. Anotaba los nombres de las personas enfermas y designaba varios minutos al día para rezar por ellos. Visitar a los enfermos es una gran mitzvá de la cual la persona se beneficia en este mundo, mientras que el pago principal está reservado para el Mundo Venidero. Es sabido que lo básico de visitar a los enfermos es pedir misericordia Divina por ellos.78 Cierta vez un hombre fue a solicitar al Rabino Baruj Ber Leibowitz que hiciera tefilá por la recuperación de su esposa. Diez años más tarde, el Rabino se encontró con esa persona y le preguntó acerca de la salud de su mujer. El hombre contestó a su pregunta y descubrió entonces que, en el transcurso de esos diez años, en forma ininterrumpida el Rabino había estado rezando por ella. Lo principal de visitar a un enfermo es asistirlo en todo lo que necesite, independientemente de si es una persona pudiente o pobre. En ocasiones, visitar a un enfermo puede ser para él una cuestión de vida o muerte. Al hacerlo, tenemos la posibilidad de aconsejarle acerca del médico que podría consultar, o conseguirle comida o los medicamentos necesarios. Se cuenta que el tzadik de Yerushaláim, Rab Arieh Levin, acostumbraba visitar cada éreb (víspera) Shabat los hospitales para ver a los enfermos. Lo primero que hacía era dirigirse a las enfermeras y les preguntaba cuáles eran los enfermos que no habían recibido visitas (era la época del mandato inglés sobre Éretz Israel). Anotaba en una lista los nombres y se quedaba con cada uno de ellos todo el tiempo que podía. Los atendía, les hablaba, los alentaba; y muchas veces les dejaba comida y dinero... Durante una de esas visitas le preguntó un soldado herido: “Rabino, ¿de dónde me conoce usted?”. Rab Arieh le respondió: “Nos encontramos justo al pie del Monte Sinaí, cuando nos fue entregada la Torá”.79 Su hijo, Rabí Jaim Yaacob Levin, cuenta: Papá solía frecuentar mucho también los hospitales donde convalecían los leprosos, así como los hospicios. Una vez iba caminando con él por la calle cuando un hombre que pasaba por ahí le preguntó: “¿Cómo está tu pariente en el hospicio?”. “Bien, Baruj Hashem; mucho mejor”, respondió papá. Cuando seguimos

Árbol de vida · 82

caminando, le pregunté a qué pariente se refería ese hombre, porque yo no tenía conocimiento de que alguno de nuestra familia estuviera internado en un sanatorio de enfermos mentales. Entonces me contó una historia: en una de las visitas que había hecho a uno de esos lugares, vio a uno de los internos que estaba en muy mal estado. No recibía la alimentación adecuada, sus ropas estaban sucias y rotas, y realmente se veía muy enfermo y abandonado. Preguntó a los otros pacientes por qué ese hombre estaba así y le respondieron que ése era el único que no tenía un pariente que lo visitara. “¿Qué tiene que ver eso con su estado?”, quiso saber el Rab. “Los enfermeros que atienden aquí no son yehudim; son ingleses que el gobierno contrató”, le explicaron. “Realmente son muy inhumanos; nos tratan mal y nos hacen sufrir mucho. Por eso, cuando viene alguno de nuestros parientes a visitarnos, por lo menos en esas oportunidades nos atienden y nos alimentan más o menos bien, para que no vean cómo la estamos pasando aquí. Pero este hombre no tiene a nadie, y desde que entró, hace mucho tiempo, ha estado completamente abandonado por los enfermeros y los médicos.” Cuando mi padre escuchó esto, se acercó a las autoridades del hospital y les reclamó duramente acerca del estado del enfermo. “¡Yo soy su pariente!”, les dijo, “¡y exijo que lo atiendan como corresponde!”. Desde aquella vez el interno mejoró notablemente y fue conocido como “el pariente de Rab Arieh Levin”.80 Un aspecto fundamental de esta mitzvá es el de no molestar demasiado al enfermo; es importante no permanecer mucho tiempo durante la visita, solamente el tiempo que pueda ser útil para el aquejado o sus familiares. También debemos abstenernos de conversar acerca de temas que pudieran ser desagradables para él, tales como la enfermedad o la operación de otras personas. Es mejor hablar de temas alegres procurando exhortar al enfermo a cavilar sobre sus hechos. A veces es necesario que Hashem aflija a la persona y, al estar postrada a causa de su enfermedad, someterá su corazón, adquirirá conciencia del valor de la vida y hará teshubá. El rezo del enfermo sobre sí mismo es muy propicio para agregar méritos y encontrar el perdón de Hashem.81

‘Quien visita a una persona enferma, la alivia de un sesentavo de su mal.82

— hospitalidad —

A

“Y dijo: Señores míos…” (18:3).

braham Abinu se encontraba en el tercer día de haberse hecho el berit milá. Está escrito que este es el día más doloroso para quien se practica esta intervención. Sin embargo, para nuestro Patriarca había un dolor más intenso: no había gente en las calles para poder invitarlos a su casa. Esto le dolía más que la molestia del berit milá. Hashem había hecho que ese día fuera extremadamente caluroso, y la gente se resguardó en sus casas y no salió; de esta forma Abraham podría convalecer de la operación. Cuando Hashem percibió su sufrimiento, envió tres ángeles que parecían viajeros, para que Abraham pudiera cumplir con la mitzvá de recibir invitados y así estar más tranquilo. Hashem se encontraba visitando a Abraham (bikur jolim) cuando llegaron los ángeles.83 Rashí explica que Abraham pidió a Hashem que lo esperara hasta que hiciera entrar a los huéspedes. El Jafetz Jaim, aun en su muy avanzada edad, personalmente preparaba la comida para los viajeros que se detenían en su hogar. Si ellos se alojaban allí, él personalmente hacía sus camas y atendía sus necesidades. Una vez un huésped, quien no podía soportar ver al anciano y muy reconocido sabio de la Torá molestarse en prepararle la cama, intentó impedirlo y dijo: “Por favor, no haga eso. Puedo hacerlo yo mismo”. El Jafetz Jaim miró al huésped asombrado y le preguntó: “Si tú me vieras colocándome los tefilín en la mañana, ¿los quitarías de mí y me

Bereshit · 83

Dijo Rabí Ajá bar Janiná:

Ilaná de Jayé · 84

ofrecerías colocártelos tú mismo? ¿Qué diferencia hay entre esta mitzvá y cualquier otra? Preparar comida y alojamiento para un huésped es una obligación de la Torá que recae sobre mí, y no sobre mis huéspedes…”. ¡Este es un ejemplo de Judaísmo, de Torá!84 En otra ocasión, cuando el Jafetz Jaim se encontraba en la ciudad de Viena, una persona distinguida se dirigió a la casa donde se hospedaba para hacerle una pregunta. Cuando entró, el Jafetz Jaim estaba en medio de su comida y el dueño de la casa decidió invitar al visitante a comer con ellos, y le aseguró que al finalizar la comida podría hacer su pregunta al Gaón. Mientras tanto, el Jafetz Jaim estaba recitando el Salmo 23, como acostumbraba. Cuando terminó de decir el último versículo: “Pero la bondad y la benevolencia me perseguirán todos los días de mi vida, y yo me sentaré en la Casa de Hashem por largos días”, el Jafetz Jaim se dirigió al invitado, a quien no conocía, y le preguntó: “¿No es asombroso que el Rey David diga: ‘Pero la bondad y la benevolencia me perseguirán›? ¿Acaso la bondad y la benevolencia persiguen a la persona? ¡Generalmente son asesinos y ladrones los que persiguen a su víctima!”. “Nosotros podemos aprender de esto”, continuó el Jafetz Jaim, “que si una persona está ocupada haciendo actos de bondad y caridad, puede parecer ante sus ojos que la bondad y la benevolencia realmente lo están persiguiendo, puesto que para dedicarse a esas obras de bien debe invertir dinero o debe quitar tiempo a su trabajo, y su yétzer hará (impulso del mal) intenta convencerlo de que deje de hacer buenas acciones. ¿Qué debe hacer la persona entonces?”, volvió a preguntar el Jafetz Jaim, a lo que él mismo respondió: “El Rey David dice al hombre que, en ese caso, debe rezar a Hashem pidiéndole que la bondad y la benevolencia continúen persiguiéndolo el resto de su vida, para que de esa forma pueda continuar haciendo actos de bondad y caridad. Él debe saber que si hace eso, entonces el Todopoderoso le permitirá concretar aquello que es prometido al final del versículo: ‹…y yo me sentaré en la Casa de Hashem por largos días›”. Cuando el invitado escuchó sus palabras, se levantó para retirarse; agradeció a su anfitrión y lo saludó. El anfitrión se quedó

Bereshit · 85

muy asombrado y preguntó al invitado por qué decidió irse antes de hacer su pregunta al Jafetz Jaim. El invitado le explicó: “El Gaón me ha respondido sin que yo le preguntara nada. Hace algunos años, yo establecí un guemaj (centro de benevolencia) en mi ciudad. Han transcurrido algunos años y mi mujer se ha estado quejando de que la benevolencia que yo hago con los demás está causando pérdidas en mi negocio, y que además me hace perder mucho tiempo. Ella quiere que entregue el guemaj a otra persona, pero yo no quiero hacer eso, y es por ello que decidimos preguntar al Jafetz Jaim qué hacer al respecto. Pero ahora el Jafetz Jaim ha contestado a mi pregunta, diciendo que incluso si la persona ya ha hecho actos de bondad y caridad en el pasado no es una excusa para dejar de hacerlos y debe continuar con ellos. Y por eso ahora yo quiero regresar rápido a casa para contar esto a mi mujer”. El jésed es la columna del mundo, tanto así que fue dicho: El mundo será construido por jésed.85 Esta es una de las cosas por las cuales el que las practica se beneficia en este mundo, dejando la recompensa para el Mundo Venidero. Esta mitzvá se puede cumplir con el cuerpo, el dinero y las palabras. Toda persona debe actuar de acuerdo con sus fuerzas; no hay diferencia en si es poco o mucho. Recibir invitados no es una tarea fácil, en especial cuando no se cuenta con el espacio o el trabajo doméstico, o cuando las necesidades económicas aumentan. Además, el instinto maligno hace que la persona aborrezca esta mitzvá. Pero el hombre íntegro hará cuentas y calculará sus pérdidas ante el pago de la mitzvá. Conforme al sacrificio de cumplir las mitzvot es el placer que da a su Creador y se acrecentará su recompensa. Si Abraham se hubiera aislado de la gente, concentrándose en su propio servicio a Hashem, sin duda hubiese alcanzado niveles más altos de santidad y de comprensión de Hashem. No obstante, renunció a su propia elevación y se ocupó de la gente, para acercarla e introducirla bajo las alas de la Shejiná. Esta era la intención de la hospitalidad de Abraham; una vez que les ofrecía comida y bebida, pedía a sus huéspedes que bendijeran y agradecieran a Hashem, Quien da pan a todo ser viviente. La persona nació para esforzarse; dichoso aquel que se

Árbol de vida · 86

esfuerza por la Torá y las mitzvot, y da satisfacción a su Creador, adquiere un buen nombre y se presenta en el Mundo Eterno con un buen nombre. También se incluye en esto la mitzvá de: Amarás a tú prójimo como a ti mismo,86 porque si el individuo se pone en los zapatos del prójimo, se apiada como le gustaría que se apiadaran de él.87

La hospitalidad a los invitados es más grande que recibir a la Presencia Divina y que ir a la Casa de Estudios.88

— educando o perjudicando — “…a los hombres éstos, no les hagan daño, ya que por cierto vinieron a la sombra de mi techo” (19:8).

D

espués de que los “visitantes” se retiraron de la casa de Abraham, se dirigieron a destruir la ciudad de Sedom. La perversión que alcanzaron sus habitantes era extrema; no había entre ellos ni una sola persona justa. A pesar de esto, Lot, el sobrino de Abraham Abinu, no se privó de habitar en esta terrible cuidad. A tal punto llegaba el mal entre esta gente que llegó a prohibirse el hecho de recibir huéspedes en la casa, y quien lo hiciera era castigado terriblemente por haber transgredido la ley. Cuando los ángeles fueron a Sedom para destruir la ciudad y salvar (por el mérito de Abraham) a Lot, éste los recibió en su

Bereshit · 87

casa (sin saber que eran ángeles celestiales), pese a ser él mismo juez de la ciudad. No pudo ir contra la enseñanza que recibió durante toda su vida de su tío Abraham: hajnasat orjim. Él sabía que estaba arriesgando su vida y la de su familia, pero no pudo dejar de cumplir con esta gran mitzvá que le transmitió Abraham Abinu con su ejemplo… En Lituania, a fines del siglo pasado, habitaba en las afueras de la ciudad una pareja de yehudim que vivían muy modestamente. Un día, el marido consideró que había llegado el momento de renovar la vestimenta de su querida esposa, ya que cada Shabat y Yom Tob la mujer argumentaba que no tenía ropa que ponerse. Comenzó a ahorrar y, una vez que logró reunir la cantidad necesaria, su esposa fue a ver a una modista y eligió el modelo. Mientras tanto, el esposo se encontraba caminando por el centro. El buen hombre se encontró con un tumulto de personas alrededor de un vendedor de libros. Se acercó a curiosear; vio que estaba ofreciendo un ejemplar de una reciente edición del tratado de Babá Metziá. La novedad era que se editaba por primera vez con el comentario del Rashash. Tomó en sus manos el volumen y vio que estaba impreso con una belleza particular. “¡Estudiar con esta Guemará sería un placer!”, exclamó. No pensaba en sí mismo, sino en su hijo, quien era perseverante en el estudio del Talmud. Él estaba por comenzar a estudiar el tratado que tenía en las manos. Sin pensarlo más, se aventuró a preguntar el valor del libro. Cuando escuchó el precio, se dio cuenta de que era exactamente la cantidad que llevaba. Metió la mano en su bolsillo y, cuando iba a sacar los billetes, pensó: “¡Un momento! Este dinero está destinado para el vestido de mi esposa. Iré a preguntarle si podemos dejar lo del vestido para después. Veo que los libros se están acabando y en lo que voy y le pregunto seguramente se van a terminar, y el vendedor regresará dentro de varios meses. ¿Qué hago? ¡Necesito decidir ahora mismo…! Lo compraré. Seguramente mi esposa estará de acuerdo conmigo en que será una mejor inversión”. El hombre adquirió la Guemará. Caminaba orgulloso a su casa y encontró al Rab de la ciudad, quien le preguntó acerca

Ilaná de Jayé · 88

del paquete que llevaba bajo el brazo. Le contó la historia y el Rab decidió acompañarlo para ver la reacción del hijo ante la adquisición. Al acercarse a su casa, le surgió un poco de remordimiento: “¿Y si mi mujer no está de acuerdo con lo que hice?”. Ya era demasiado tarde para reflexionar. Entró a la casa. La esposa lo recibió y le preguntó sobre el paquete que llevaba. El hombre lo puso delante de ella. Cuando lo abrió, su joven hijo, que se encontraba observando, saltó con emoción a hojear el valioso ejemplar del Talmud mientras escuchaba lo acontecido. Cuando la madre se percató de lo sucedido, exclamó: “¡Estoy feliz! ¡Nunca había recibido un obsequio tan hermoso como éste!”.89 La educación en general, y la de los niños en particular, se basa principalmente en la imitación e identificación. Nuestros hijos, por más pequeños que sean, son muy sensibles y están muy atentos a lo que sucede a su alrededor; analizan toda nuestra conducta, aun cuando creemos que no entienden, y de acuerdo con todo lo que ven adquieren el carácter con el que se conducirán el día de mañana. La imitación es la forma en que tus hijos manifiestan la admiración que sienten por ti… Cierta vez un educador se encontraba platicando con el hijo de una pareja que era conocida por su devoción y entrega al servicio de Hashem. El pedagogo preguntó al niño qué era lo más importante que existe en el mundo. El chico respondió: “El dinero”. El educador se sorprendió y dijo: “¿Realmente crees eso? ¿No crees que estudiar Torá y llegar a ser un Talmid Jajam es lo más importante?”. El niño respondió: “Sí… también eso es importante”. “Y entonces, ¿de dónde salió la idea de que el dinero es tan importante?”. El niño respondió con tristeza: “Todos nuestros problemas se deben a la falta de dinero. Cuando pido algo, mi papá me dice que es muy caro y que no podemos permitírnoslo. Mis padres se pasan horas preocupados para idear cómo cubrir las deudas… ¡Si tuviéramos dinero, viviríamos mucho mejor…!”. En realidad los padres de este niño llevaban una vida de acuerdo con las aspiraciones que expresaban ante los niños. Y no sólo ante ellos, toda la gente deseaba ser como ellos. Entonces, ¿qué pasó? ¿En qué estaban fallando? No es suficiente mostrar a los hijos lo que deseamos infundirles por medio de nuestro

Si lo oigo, lo olvido; si lo veo, quizá lo entienda. Si lo oigo y lo veo, lo entiendo y lo retengo.

Bereshit · 89

comportamiento; obviamente, esto forma parte fundamental de la educación. Sin embargo, esto no lo es todo. Debemos observar cómo es percibida nuestra conducta a los ojos del aprendiz, ¡cómo la entiende él! Es un error muy grave pensar que su percepción natural es similar a la explicación que les damos nosotros.90 Ellos deben percibir que las mitzvot son como alhajas de las cuales estamos orgullosos y no como un yugo pesado. Cuando un hijo observa, por ejemplo, que en casa se dicen berajot en voz alta y se honra al Shabat con comidas especiales y melodías, y hay un clima de alegría; cuando ve que en la casa hay respeto, orden y armonía; cuando ven que disfrutamos estar con ellos, escucharlos y compartir sus vivencias, absorben todo esto de una forma especial y pasa a ser parte de ellos mismos. El padre a los hijos hará conocer Tu verdad.91 Para transmitir el mensaje de Hashem a nuestros hijos, no es suficiente demostrarlo sólo con palabras. El ejemplo no es la principal manera de influir en los demás; es la única. Nuestros hijos son eslabones esenciales en la cadena que mantiene vigorosa y creciente la tradición de la Torá. Ellos son los que, con su santificación o profanación, definen la eternidad de nuestro pueblo. Tenemos esta gran responsabilidad, así como el privilegio de continuar construyendo la cadena milenaria que une a todo Am Israel. De ti y solamente de ti depende que continúe acoplada a las siguientes generaciones.

Árbol de vida · 90

— un extraño en la casa — “Así, pues, Abraham madrugó…. y la despidió” (21:14).

D

espués de que los ángeles notifican a Abraham la destrucción de Sedom y Amorá, Hashem dice: ¿Acaso ocultaré Yo de Abraham lo que haré con Sedom?92 …Porque lo conozco, a causa de que encomienda a sus hijos y a (los miembros de) su casa, detrás de él, y cuidarán el Camino de Hashem prodigando Caridad y Justicia.93 Algo que llama la atención es el hecho de que, como todo quien conoce los hechos de nuestros Abot HaKedoshim, se sabe que el arquetipo del jésed es Abraham Abinu. En este versículo vemos que Hashem realza la cualidad de educar a sus hijos y en ningún lado encontramos que Hashem lo alabe por hacer favores hacia el prójimo. Las palabras detrás de él significan literalmente “después de él”. Quiere decir: lo que encomendó a sus hijos fue para que éstos a su vez lo encomienden a las generaciones venideras, y esto se mantenga vigente para la eternidad. Abraham Abinu no se limitó a dar órdenes para que los demás las cumplieran, sino que se preocupó por cumplir personalmente las órdenes para dar el ejemplo. Él pedía eso de los demás una vez que él mismo fue capaz de cumplir aquel requerimiento. Porque la verdadera educación es aquella que se predica con el ejemplo, y el padre es quien debe dar ese ejemplo principal en la familia. Hay quienes exigen de sus hijos ciertas cosas que ellos mismos, como padres, no tienen o no hacen, y resultan con ello ser un ejemplo negativo de lo que piden, pues los hijos tienden, principalmente, a imitar las actitudes de sus padres.94 Podemos observar que educar a las generaciones futuras es más valioso incluso que hacer jésed… Otro ejemplo lo encontramos en Sará, en la preocupación que mostró por la mala influencia que estaba dando Ishmael a Itzjak: Y vio Sará al hijo de Hagar “jugando”.95 Rashí interpreta esto como alusión a los tres pecados más graves: idolatría, adulterio y asesinato. Cuando Sará se percata de la mala actitud de Ishmael, pide a Abraham: Expulsa a esta sierva y a su hijo.96 Así, pues, Abraham madrugó... y la despidió.97

Bereshit · 91

El libro de Bereshit es llamado también “Séfer Hayashar” (“El Libro de los Justos”), debido a que es donde se muestra la vida y el comportamiento de nuestros Patriarcas Abraham, Itzjak y Yaacob.98 Maasé Abot simán labanim, “los acontecimientos de los Patriarcas son una señal para los hijos”. En este libro se dan los parámetros de la más refinada conducta y fe, y de la filosofía correcta que habrán de seguir los hijos. De las dos citas podemos sacar una enseñanza muy significativa: hoy, más que nunca, tenemos que ser muy cuidadosos en lo que respecta a la educación de nuestros hijos. Por un lado, aprendemos la importancia de ser vivo ejemplo de comportamiento positivo para ellos. Por otro, vemos lo grave que es introducir en nuestros hogares objetos y publicaciones que muestren imágenes e influencias totalmente ajenas y contradictorias a las enseñanzas de nuestro código de vida: la Torá. Cierta vez, cuando iba por el camino, se acercó un hombre a Rabí Yosí ben Kismá y le preguntó: “¿De dónde eres?”. Rabí Yosí le respondió: “De una ciudad llena de sabios y estudiosos de la Torá”. Entonces, el hombre le propuso: “¿Podría usted venir a vivir cerca de nosotros? ¡Estamos dispuestos a pagar un millón de dinares de oro, perlas y piedras preciosas!”. Rabí Yosí le dijo: “¡Aunque me des todo el oro del mundo, no viviré sino en un lugar donde lo principal sea la Torá! Ya que a la hora de la muerte no acompañan al hombre ni el oro ni la plata, ni las piedras preciosas. ¡Son la Torá y los actos nobles los que siguen a la persona hasta el final!”. Escuchamos de padres que dicen: “¡Mi hijo sabe cuidarse! Tiene buenas bases…”. ¿Acaso tiene mejores bases que Itzjak Abinu? ¡¿Nuestra conducta es más meritoria que la de Abraham y Sará…?! ¿Acaso Ishmael podía presentar a Itzjak los pecados mencionados en una forma tan atractiva como lo hacen hoy los medios de comunicación? Unos cuantos años después de que yo naciera, mi padre conoció a un extraño. Recién llegó a nuestra pequeña población, lo invitó a nuestra casa. El extraño aceptó y habitó con nosotros muchos años. Mientras yo crecía, fue ocupando un lugar muy especial en la familia.

Ilaná de Jayé · 92

Mi madre me enseñó lo que era bueno y lo que era malo, y mi padre me enseñó a obedecer. Pero el extraño nos mantenía hechizados por horas narrando aventuras, misterios y comedias. Él siempre tenía respuestas para cualquier cosa que quisiéramos saber de política, historia o ciencia. Me hacía reír y me hacía llorar. El extraño nunca paraba de hablar. Mientras nosotros estábamos atentos para escuchar lo que tenía que decir, a veces mi mamá se iba a la cocina para tener paz y tranquilidad. Ahora me pregunto si ella habrá orado alguna vez para que el extraño se fuera… Mi padre dirigió con moralidad y dignidad nuestro hogar, pero el extraño nunca se sintió obligado a respetar nuestros valores. Las blasfemias, las malas palabras no se permitían en nuestra casa… Sin embargo, nuestro visitante sí las pronunciaba. Papá nos decía que tomar alcohol era perjudicial. Pero el extraño nos animó a probarlo. Hizo que los cigarrillos parecieran inofensivos. Hablaba libremente sobre cosas inmorales y sus comentarios eran a veces evidentes, otras sugestivos, y generalmente vergonzosos. Nos tenía completamente apartados de la realidad; nos mostraba que los malos son los buenos y lo contrario. Convertía lo real en fantasía y presentaba lo irreal como auténtico. ¡Cuántas noches lloré, aterrado por las terribles y crudas escenas que me mostraba! Eran imágenes horrendas, que por más que lo intento no consigo eliminarlas de mi mente. ¡Me afectan tanto a la hora de rezar o estudiar Torá! Ya lo dijeron los Jajamim: “Todo lo que el hombre ve, deja huella en él”.99 Ahora, para nuestra fortuna, el extraño se ha ido. El precio que pagamos fue muy alto. Se llevó consigo lo más valioso que tuvimos: nuestro tiempo, nuestra inocencia, ¡y hasta nuestro Irat Shamaim! ¿Su nombre? ¡Llámalo como gustes! Televisión, Blackberry, internet, PSP, etcétera… Familias enteras han quedado destruidas por haber introducido esos aparatos electrónicos; familias excelentes. Todo por la inmundicia que se infiltró en sus casas y devastó todo lo que estuvo en contacto con ese terrible mal. Antes, si uno quería hacer algo indebido tenía que salir de la casa; hoy ya no es necesario: se puede estar en el lugar más oculto de la casa y meter en segundos,

Bereshit · 93

por medio de estos aparatos, la inmundicia de cualquier parte del mundo y pervertir la mente y arruinar años de educación, lo que los progenitores enseñaron con tanto esmero, lo que los morim impartieron en las aulas… Todo se puede estropear en menos tiempo de lo que nos imaginamos. Créanme, no es ninguna exageración; solamente echen un vistazo a las estadísticas. ¿Cuántos suicidios? ¿Cuánta perversión hay entre la juventud? ¿Cuántos padres de familia se encuentran desesperados por no saber cómo controlar los vicios de sus hijos? ¿Por qué no miramos cómo viven las familias que se apartan de estos diabólicos aparatos…? En ocasiones vemos jóvenes que intentan tomar un libro de mishnayot, una Guemará, y el estudio no les entra… El musar no hace efecto; ¡por más que intentan no entienden! ¿Qué pasa? ¿Por qué no logran razonar las lecciones? La Torá no entra en un lugar donde hay impureza. Cuando en la mente del estudiante están circulando ideas perversas, la Torá no puede entrar. Su alma está manchada… Nadie puede jactarse de poseer algún tipo de inmunidad. Dice el Talmud: “No hay ninguna garantía para los pecados de inmoralidad sexual”.100 Su veneno es letal para los adultos, y con mucha más razón para los inocentes niños. Desafortunadamente no podemos vivir encerrados entre cuatro paredes. Hoy se requiere hacer uso de la tecnología para estudiar, trabajar, y para nuestras actividades diarias. Pero esto no nos exime de tomar todos los cuidados que sean posibles para estar protegidos. Una mala compañía puede arruinar toda una vida. Adonde uno va, con quién está, los daños que puede causar son irreversibles… En una ciudad había un antiguo hospital. Un día, el hospital se encontraba completamente lleno. Un virus extraño apareció en el ambiente y comenzó a infectar a más de la mitad de los pacientes. Llamaron a los mejores epidemiólogos y, después de incontables estudios, llegaron a la conclusión de que, con el paso del tiempo, las paredes del hospital habían absorbido durante años gran parte de las bacterias que ahora se estaban manifestando. Sin otro remedio, el hospital tuvo que ser demolido y las paredes fueron arrojadas y quemadas en un lugar desolado.

Árbol de vida · 94

No existe un miembro en el cuerpo humano que provoque cometer tantos pecados como los ojos.101

— todo es para bien —

¿

“La vida de Sará fue de ciento veintisiete años, los años de la vida de Sará” (23:1).

Por qué se repite el enunciado: los años de la vida de Sará? Es sabido que en la Torá no hay ni siquiera un punto de más. Explica Rashí: “Todos los años de nuestra matriarca se consideraron buenos”. ¿Acaso Sará tuvo una vida confortable? Veamos algunos episodios de su vida: desde su juventud tuvo que abandonar todas sus posesiones para acompañar a su marido hacia un camino desconocido (Lej Lejá). Padeció 90 años de esterilidad. Fue secuestrada en dos ocasiones: la primera por el Faraón en Egipto y luego por Abimélej, rey de los pelishtim. Soportó tiempos de hambre y de guerra. Sufrió por la mala conducta de Hagar e Ishmael y, en particular, resistió el desafío de recibir huéspedes, sin descanso, a cualquier hora del día… Entonces, ¿qué quisieron decir con “buenos”? Significa que a sus ojos todos estos sucesos fueron buenos. ¿Cómo se logra conseguir semejante entereza? Rab Zusha de Anipoli explicó que Sará tenía la gran virtud de decir constantemente: “Esto también es para bien”. Muchos podrían considerar los hechos mencionados como rigurosos e insoportables; pero para nuestra matriarca no representaban un problema; al contrario, ella estaba consciente de que eran oportunidades que le enviaba el Creador para superarse, y por tanto eran evaluadas como positivas. Cuentan que en una ciudad había un terrateniente muy bondadoso. Como administrador de las tierras y las propiedades, permitía que los peones pudieran vivir pagando alquileres muy bajos. Era tolerante con ellos porque deseaba darles la oportunidad de vivir dignamente. Uno de sus trabajadores era en extremo pobre; se apiadó de él y decidió reducir el arrendamiento a la mitad. Cierta vez, el terrateniente debió dejar su puesto y delegó su responsabilidad a un hombre totalmente diferente; se trataba de

Bereshit · 95

Perashat Jayé Sará

Ilaná de Jayé · 96

una persona poco comprensiva y muy materialista. No rebajaba ni un centavo del alquiler. Los peones le rogaban que fuera más flexible, pero él no respondía a sus solicitudes. Cuando el peón más pobre se acercó a hablar con él, le explicó que no podía pagar la suma correspondiente. Entonces el patrón sentenció que por cada moneda que no pudiese pagar iba a recibir un latigazo; no hubo mes que este pobre peón no recibiera varios golpes por su deuda. Cuando el terrateniente culminó su misión, asumió nuevamente su puesto y despidió al suplente. Entonces el peón se dirigió a él para explicarle lo que había sucedido. El terrateniente le pidió que le dijera cuántos latigazos había recibido y por cada golpe le entregaría cien monedas. El peón se puso pálido. Cuando el terrateniente se percató de eso, le dijo: “¿Qué pasa contigo? ¿Te ofrecí poco? Mejor te daré doscientas”. El trabajador comenzó a llorar. “Discúlpame, no quise ofenderte. Te daré quinientas monedas por cada latigazo.” El peón se tiró al piso llorando desconsoladamente. “¡Está bien, te daré mil…!”. Cuando el terrateniente vio que cada vez que ofrecía empeoraba la situación, preguntó: “Bueno, ¿cuánto es lo que quieres?”. El trabajador le respondió: “Agradezco su ofrecimiento, pero no lloro por eso”. “¿Y entonces por qué lloras?”, preguntó el terrateniente. “¡Porque si hubiese sabido que usted me recompensaría de esa forma, habría pedido que me golpearan más y más fuerte….!” Si reflexionamos sobre este relato, observaremos que, de acuerdo con él, cuando hay problemas debemos saber que todo pasa por algo; que si Hashem quiere que suceda es por nuestro bien, y que es seguro que recibiremos una recompensa por ese sufrimiento. La calidad de vida de una persona no depende de situaciones externas. Hay personas que al parecer viven cómodamente, pero en cuanto se encuentran con alguna dificultad, su vida se convierte en una tragedia y, en consecuencia, ven todas las bendiciones que les rodean como algo negativo y al final se dan cuenta de que todo era para bien. El ideal de la Torá es que tengamos siempre presente que el objetivo de nuestra vida es reconocer que hay Alguien manejando el mundo. Todo lo que pasa en la vida tiene un solo propósito:

Finalmente, todo proviene del bien y terminará siendo bueno.103

— cómo acertar en nuestras decisiones — “Pon ahora tu mano bajo mi muslo. Y te haré jurar por el Eterno que no tomarás mujer para mi hijo de entre las naciones de Kenáan” (24:3-4).

S

ará falleció a los ciento veintisiete años. Abraham debía continuar sin su “mano derecha”; el momento de pasar el liderazgo a su hijo Itzjak había llegado. Itzjak debía continuar con la labor de formar una nación que fuera capaz de representar la Presencia de Hashem en el mundo. Debía contraer matrimonio con una mujer virtuosa y apropiada para procrear una descendencia sagrada y meritoria de heredar la Tierra de Israel. Abraham no quería que Itzjak saliera de la Tierra sagrada, por ello, solicitó a su siervo buscar una esposa para su hijo. Eliézer era el apoderado de todos los bienes de su patrón; era un leal y digno servidor. Era el alumno que más había aprendido y adquirido las cualidades de su maestro. Abraham le hizo jurar que no tomaría a una mujer de Kenáan, de donde provenía Eliézer; debía regresar a la ciudad natal de Abraham y hallar allí a una compañera adecuada para su hijo. El siervo emprendió el viaje.

Bereshit · 97

que perfeccionemos nuestro carácter. Cada situación que se nos presenta es una oportunidad para crecer. Sará tenía este nivel de conciencia: constantemente, durante toda su vida, se dedicaba a superarse, y esto es lo que atestigua la Torá. Es muy importante que asimilemos y absorbamos esta lección, para que logremos encontrar las posibilidades de crecer en cada uno de nuestros hechos.102

Árbol de vida · 98

Se detuvo frente a un pozo en las afueras de Aram Naharaim para hacer tefilá: Y será la muchacha a la que diré: “Vuelca, por favor, tu odre y beberé”.104 Antes de que Eliézer concluya su tefilá, aparece Ribká y, tal como él había pedido, sale con el cántaro y da de beber a él, y luego a sus camellos. Eliézer se percata de que la señal se cumplió y entonces le otorgó un anillo de oro y el par de pulseras que su patrón le había entregado para comprometer a la futura esposa de Itzjak, y los puso en sus manos. Ella lo invita a su casa y él descubre que la joven es nieta de Najor, hermano de Abraham. Lo invitan a comer y Eliézer se niega a probar bocado hasta que el compromiso se haya consumado. Surgen varias preguntas al respecto: ¿por qué Abraham le hace jurar que no buscará una mujer de Kenáan? ¿Acaso no le tenía confianza? Es sabido que él administraba todos sus bienes. ¿Qué clase de tefilá hizo Eliézer? ¿Qué hubiese hecho si la mujer del cántaro no era apta para Itzjak? Además, ¿cómo entregó el anillo y las pulseras a Ribká antes de averiguar de qué familia provenía? Abraham le había hecho jurar que buscaría una mujer de su misma familia. ¿Por qué no quiso comer? Él pidió, primero, concretar el asunto. ¿Acaso no es más conveniente negociar con una persona bien comida que con una con el estómago vacío? ¿Por qué demostró tanto apremio en todos sus actos? Podemos responder todas las preguntas con una sola respuesta: Eliézer, en todos los casos, actuó precipitadamente. Él sintió que sus deseos lo estaban sobornando; tenía una hija y deseaba que Itzjak contrajera nupcias con ella; temió que si no resolvía los asuntos rápidamente, su deseo podría traicionarlo y esto podría privarlo de consumar su misión. La enseñanza que quiere darnos la Torá con estos hechos es: cuando los intereses personales intervienen en nuestras decisiones, la persona tiende a torcer lo que es correcto. Él salió a desempeñar su misión con integridad y, pese a estar haciéndolo contra su voluntad, luchó valientemente para vencer la debilidad y el enfriamiento que, sabía, producen los intereses personales. Eliézer conocía el concepto de que si tienes una hoja de papel doblada y quieres “enderezarla”, debes doblarla

Bereshit · 99

totalmente hacia el lado contrario, y la hoja va a regresar a su forma original, que es “la mitad” entre una y la otra. Por esto, realizó una tefilá solicitando a Hashem que le pusiera a la mujer en el camino, pues él no se sentía apto para tener el criterio suficiente y pensar correctamente en el momento en que había que decidir si ésta era la mujer adecuada. Encontramos el mismo concepto cuando Eliézer puso a prueba a Ribká para ver si podría ser la Madre del Pueblo Judío. Buscó en ella tan sólo que tuviera jésed (generosidad hacia otros). ¿Por qué no buscó en ella que tuviera fe en Hashem? La respuesta es que fe y generosidad están íntimamente unidas. Sólo alguien que se preocupa por las necesidades de los demás está libre de las exigencias de sus propios deseos y puede reconocer objetivamente al Creador.105 Se arriesgó a entregar el anillo y las pulseras sin saber siquiera si era de la familia de Abraham, bajo la siguiente condición: “En este momento yo se los entrego. Si ella es de la familia de mi patrón, cumplí con mi misión; de lo contrario, prefiero reponerlas de mi patrimonio a retrasar la entrega y que mi deseo se interponga en el desempeño de la misión”. Lo mismo podemos decir respecto a que no aceptó sentarse a comer hasta que no concluyera su cometido. Temía que, como mencionamos, sucumbiera ante la lucha que se libraba en su interior. La enseñanza que quiere darnos la Torá con este hecho es que cuando tengamos que tomar alguna decisión que atañe a otras personas, no debemos anteponer nuestro juicio personal, ya que esto puede provocar el desvío del buen resultado de nuestra misión. Aun en las decisiones personales, debemos siempre solicitar la ayuda de nuestro Creador, haciendo tefilá. ¿Por qué mereció Bet Hilel que la Halajá (dictamen de ley) se base en su opinión? El Talmud106 nos ofrece la siguiente explicación: “Los Rabinos que estudiaban en la yeshibá de Bet Hilel se consideraban, delante de los alumnos de Bet Shamai (sus contrincantes en las doctrinas de ley), más serenos y humildes. Ellos no solamente examinaban sus dictámenes, sino que también analizaban la opinión de Bet Shamai antes de pronunciar sentencia”.

Ilaná de Jayé · 100

Preguntan los Jajamim: “¿Acaso una ley se dicta con base en la humildad?”. ¡Las leyes se deciden conforme a la verdad y no conforme a la humildad! La respuesta que ofrece el Talmud es que el único camino para llegar a la verdad es la humildad. Una persona que se empecina en mantener su opinión no piensa ni escucha el consejo de otra que no se encuentra “sobornada” por la misma situación, quien podrá generalmente darle una mejor opinión. Un buen consejo es consultar a un Rab. Él verá nuestro problema desde otra perspectiva. Sólo cuando comprendemos las cosas sin ataduras, sin juzgar, sin querer controlar o manipular las cosas, a partir de esa posición podemos estar seguros de que tomaremos la decisión con libertad de mente y de emociones, y con la verdad tal cual es y no como quisiéramos que fuera. En conclusión, la enseñanza de Eliézer es la siguiente: siempre que debamos tomar una decisión, lo primero por hacer es hacer tefilá para que Hashem ilumine nuestro camino y nos ayude a tomar la mejor decisión. Una vez que ya evaluamos la situación, antes de actuar es aconsejable pedir consejo. Cuando ya se tomó la decisión, debemos actuar de inmediato, ya que nuestra mente no se somete ni se rinde. Si dejamos pasar el tiempo, nuestro pensamiento en ocasiones nos traiciona y busca reconsiderar el juicio, y de nuevo comenzar a evaluar el asunto bajo la perspectiva de nuestro beneficio personal…

Todo aquel que deja sus intereses de lado y se pone a disposición de lo escrito en la Torá, se conducirá por un camino seguro y correcto.

“A la casa de mi padre irás… y tomarás mujer para mi hijo” (24:38).

E

liézer, por orden de Abraham, viajó a Jarán en busca de una mujer para su hijo Itzjak. Cuando llegó al lugar, procuró descanso para los camellos cerca de un pozo y elevó sus plegarias a Hashem diciendo: “Permite que la joven a quien yo le pida agua y ella responda: ‘Toma, yo le daré de tomar a tus camellos también’, sea la joven que Tú has designado para Itzjak”. Él pensó: “Seguramente una mujer que sea amable y caritativa para ofrecerme a mí y a los animales de beber será compatible con la hospitalidad de la casa de Abraham”. Él sabía que llevaba sobre los hombros una gran responsabilidad: la mujer que desposaría para el hijo de su patrón se convertiría en una de las futuras madres de los hijos de Israel. Ella tenía que ser una mujer muy especial, una mujer que poseyera principalmente las virtudes que poseería el Pueblo de Israel, y la gente que formaría esta nación tendría que ser piadosa, tímida y benevolente; rajmanim, baishanim, vegomlé jasadim. Nuestros Patriarcas y Matriarcas fueron las raíces de donde se desarrolló la Nación Judía. Hasta el ingrediente más insignificante contenido en la raíz reaparece más tarde, en el producto del árbol, el fruto. Cualquier sabor, dulce o amargo, inyectado en la raíz volverá a surgir en los frutos. Por esto, cada uno de los actos de nuestros Patriarcas, que son las raíces del Pueblo Judío, tuvieron un efecto en sus frutos, las generaciones que les sucedieron hasta hoy y para siempre. El mundo se basa en tres cosas: Torá, servicio a Hashem y actos de misericordia.107 Estos tres pilares que sustentan al mundo son equivalentes a los tres Patriarcas: Abraham, el símbolo de la caridad; Itzjak, del servicio, pues se entregó como ofrenda a Hashem; y Yaacob simboliza la Torá, pues era un hombre completo, residente de su tienda. ¡Esto es lo que Eliézer estaba buscando para Itzjak: midot tobot (buenas cualidades)…!

Bereshit · 101

— las buenas cualidades son la esencia del pueblo judío —

Árbol de vida · 102

Se cuenta que una ocasión Rab Yaacob Kanievsky, el Steipeler, aconsejó a un padre que estaba buscando un novio para su hija. Le comentó que estaba buscando un gran Talmid Jajam. El Rab le respondió que lo mejor que podía hacer era dedicarse a buscar buenas y elevadas cualidades de carácter… (piadosos). Un judío rico visitó cierta vez al Rab de Leipnik y le propuso el casamiento de su hijo con su hija. El hombre advirtió que el Rab se veía perturbado. El hombre se atrevió a preguntar al Rab el motivo de su inquietud. El Rab le respondió: “Un niño de esta ciudad está peligrosamente enfermo y estoy preocupado por él”, explicó. “Pero, ¿por qué está tan preocupado por un niño extraño?”, preguntó el visitante. Al oír esto, el Rab decidió que su hija no debía ingresar en la familia de ese hombre. Cualquiera que proviniese de alguien que mostraba tan poca preocupación por los demás no podía ser un esposo deseable para su hija108 (benevolentes). Ocurrió una vez que una mujer de Yerushaláim fue a sacar agua de un pozo y el Rab Zundel de Salant estaba muy cerca del lugar. Debido a que estaba vestido de una manera muy modesta, la mujer pensó que era un hombre pobre y le ofreció unos pocos centavos para que le llenara unos baldes de agua. Rab Zundel se sintió complacido de hacer lo que se le pedía, pero rehusó a que se le pagara por ello manifestando que podría pagarle en la próxima ocasión en que sacara agua para ella. Poco después ella descubrió que el hombre a quien pidió que hiciera ese humilde trabajo era en realidad un gran erudito y una persona piadosa. Cuando acudió a ver a Rab Zundel para rogarle que la perdonara, él rió y le dijo: “Yo le debo a usted las gracias por haberme permitido la mitzvá de hacer jésed con mi esfuerzo corporal…”109 (tímidos; humildes). Abraham sintió que la misión de su vida era revelar al mundo el jésed de Hashem y Su Reinado sobre todo lo existente. También sentía un tremendo deseo de compartir su propio amor y bondad con los demás. El mundo entero depende de la caridad y los actos de misericordia. No hay una persona que no requiera la ayuda de otros en algún momento de su vida. Algunas

No hay que hacer el bien para vivir… No hay que hacer cosas buenas para que

Bereshit · 103

veces podemos hacer un acto de bondad con solamente asistir a una fiesta a la cual fuimos invitados, o cuando alguien está triste o tiene alguna preocupación y necesita alguien que lo oriente o consuele. El mundo no puede existir sin misericordia. Por esto, la Torá menciona repetidamente la virtud de los actos de misericordia y caridad, de modo que las personas se refuercen en esa área y busquen maneras de ayudar a los demás. De la misma manera que un hombre reserva tiempo para estudiar Torá a diario, debe también asegurarse cada día de hacer por lo menos un acto de misericordia. El mundo se basa en tres cosas: Torá, servicio [a Hashem] y actos de misericordia.110 Lamentablemente, a causa de nuestras transgresiones, en la actualidad carecemos del segundo pilar, Servicio Divino, ya que éste se refiere en especial al servicio en el Bet HaMikdash, el que ya no podemos llevar a cabo. Al tener sólo dos pilares, debemos reforzarlos en lo posible y tener esperanza en que, como resultado de nuestro esfuerzo, nuestras transgresiones sean perdonadas, como está escrito: Mediante bondad y verdad (es decir, estudio de la Torá) la perversidad será perdonada.111 Cierta vez se encontraba Rabí Yojanán en Zakai caminando cerca del Bet HaMikdash cuando encontró a Rabí Yehoshúa ben Jananiá lamentándose: “¡Ay de nosotros, porque el lugar en que podíamos expiar nuestras transgresiones está en ruinas!”. La respuesta de Rabí Yojanán ben Zakai fue: “No desesperes, hijo mío. Aún poseemos una manera de expiar nuestras transgresiones, que equivale a ese lugar. ¿Sabes cuál es? Es hacer actos de misericordia, como está escrito: ‘Porque quiero bondad, no sacrificio...’.112 Así como el Altar del Creador estaba en uso constantemente ofrendando sacrificios que no cesaban ni por un día, nosotros debemos buscar de manera incesante oportunidades de hacer buenas acciones a diario”.113

Ilaná de Jayé · 104

Hashem nos recompense con vida. ¡Hay que vivir para hacer el bien! 114

— guemilut jasadim, ayuda al prójimo —

L

“Y falleció Abraham tras una buena vejez, anciano y satisfecho…” (25:8).

os años de vida de Abraham y de Sará fueron completos. El Eterno conoce los días de las personas íntegras.115 La vida de ellos fue un modelo de integridad y continuidad, tanto en su comportamiento ético como en la forma en que utilizaban todos los recursos que el Todopoderoso les otorgaba para su servicio.116 Un hombre araba su campo cuando se le presentó Eliyahu HaNabí disfrazado como un árabe y le dijo que le regalaba seis años de riqueza. Le dio a elegir si los quería en ese instante o al final de su vida. El hombre no creyó lo que el árabe le decía y lo expulsó de su campo. Cuando se le apareció por tercera vez, vaciló y pidió consultarlo con su esposa. Ella le aconsejó: “Dile que los quieres ahora”. El hombre respondió a Eliyahu HaNabí y éste le dijo: “Antes de que regreses a tu hogar serás rico”. Apenas entró a su casa encontró a su esposa y a sus hijos bailando y cantando. “¿Qué pasa aquí?”, preguntó el padre. “¡No vas a creerlo, papá! Saliste de la casa y, mientras jugaba uno de mis hermanos a que encontraba un tesoro, comenzó a escarbar en un rincón de la casa. ¿Y qué crees? ¡Encontró un cofre de verdad, lleno con monedas de oro! ¡Ahora somos ricos…!”. Cuando el padre contó las monedas, dedujo que se podrían alimentar con ello por lo menos durante seis años. “Debemos agradecer a Hashem por este milagro”, dijo la sabia mujer; “pero también debemos ocuparnos de ayudar al prójimo con este dinero.” Así lo

Cualquiera que se compadece de la humanidad, se reconoce en él que es de la simiente de Abraham, nuestro padre. 118

Bereshit · 105

hicieron. Todos los días pedían a su hijo pequeño que anotara en una libreta cada moneda que daban a los necesitados. Al finalizar los seis años, se presentó Eliyahu HaNabí delante del esposo y le dijo: “Llegó el momento en que debo quitarte lo que te di”. “Por favor, ¿me permites consultarlo con mi esposa?”, rogó el hombre. “Concedido”, le contestó Eliyahu HaNabí. “No tardes en regresar.” El hombre fue de prisa a contar lo sucedido a su esposa, quien después de escucharlo le propuso lo siguiente: “Ve y dile que si encuentra a una persona más fiel que nosotros, le entregaremos todo lo que nos dio”. Cuando Hashem vio el comportamiento que la pareja había tenido, pidió a Eliyahu que los bendijera aún más, para que se cumpliera en ellos el versículo: “Y será el acto de la tzedaká para paz”.117 Abraham Abinu se conducía conforme al consejo de Sará. Abraham y Sará son la personificación de guemilut jasadim (ayuda al prójimo). Para ellos, ayudar a otros no era sólo una cuestión de responder a sus necesidades; el jésed era una necesidad personal. Ellos hicieron muchos favores a la humanidad; sin embargo, no sacrificaron brindar bienestar uno hacia el otro. El favor más grande que se puede hacer es con quien tienes más cerca. Esto es lo que los llevó a vivir con plenitud todos los días de sus vidas.

Árbol de vida · 106

Perasaht Toledot — autenticidad en el servicio a hashem — “Dos naciones de tus entrañas se separarán…” (25:23).

L

a porción semanal de la Torá relata que durante los primeros veinte años de casados Itzjak y Ribká no tuvieron hijos. Fue una larga espera; dijeron un sinfín de tefilot hasta que Hashem escuchó sus ruegos. Su embarazo fue poco usual. Tenía fuertes dolores. Sentía que dos fuerzas peleaban en su interior. Dice el Midrash que cuando ella pasaba por la casa de estudio de Shem y Éber, Yaacob empujaba como queriendo salir y entrar al lugar; cuando pasaba por una casa de idolatría era Esav quién intentaba salir. Ribká estaba preocupada y confundida por el extraño comportamiento de su bebé; ella no alcanzaba a entender cómo el ser que llevaba en su vientre podía sentirse atraído al mismo tiempo por el bien y el mal, por lo puro y lo impuro. Entonces decidió consultar a Shem y Éber. Shem recibió la profecía de Hashem y dijo a Ribká: Dos pueblos hay en tu vientre. Dos naciones de tus entrañas se separarán, una nación sobre la otra nación prevalecerá y el mayor servirá al menor”.119 Después de que Ribká se enteró de que eran dos almas y que cada uno de los bebés tenía su carácter único y definido se tranquilizó. ¿Cómo puede ser que Ribká se tranquilizara si finalmente uno de ellos tenía tendencias maléficas? Ella sabía que hasta el hombre más perverso de la tierra tiene la opción de corregir sus caminos y retornar al sendero de la Torá. Entre los años 3021 y 3041 reinaba en Israel un malvado monarca llamado Ajab. Él y una gran parte del pueblo hacían idolatría sirviendo al Baal (nombre de un ídolo). Hashem envió a Eliyahu HaNabí para reprocharles. El monarca se burló de Eliyahu, provocando que se interrumpieran desde ese momento las lluvias. El rey se percató de que el Nabí estaba detrás de esto y ofreció una gran recompensa por su cabeza. Eliyahu HaNabí se ocultó durante tres años. La gente clamaba por la falta de

Si nuestra Matriarca Ribká viviera en nuestro tiempo, estaría tan preocupada como lo estuvo en el tiempo de su embarazo. Lo estaría al ver a sus hijos tratando de servir a dos mundos: el materialista, éste en que vivimos, y el Mundo Venidero. Estos conceptos no pueden coexistir juntos. Tenemos que reflexionar y decidir el rumbo que vamos a tomar. No podemos seguir corriendo un día detrás de aquellas cosas que nos alejan del camino de Hashem, y al otro retomar la misma posición que teníamos antes del distanciamiento. Tenemos que romper con esa dualidad. Nuestro servicio

Bereshit · 107

agua. Hashem escuchó los ruegos y ordenó a Eliyahu que fuera a ver a Ajab para terminar con la farsa. Convocó a los profetas del Baal en el Monte Carmel, para demostrar de una vez por todas Quién es Hashem. Una multitud subió al monte; los pensamientos de teshubá brotaban en los corazones de todos los hombres. Eliyahu les dijo: “¿Cuánto tiempo van a estar revoloteando a ambos lados, de un lado al otro? Si Hashem es Dios, síganlo a Él. Y si es el Baal, ríndanle culto a él”. Trajeron dos toros; los falsos profetas construyeron su altar. Entonces Eliyahu les dijo: “Ustedes gritarán a su divinidad para que les envíe fuego sobre su altar, y yo llamaré a Hashem. Aquel que responda con fuego será el Dios verdadero”. Los falsos profetas escondieron a un hombre dentro del Baal para que encendiera el fuego. Pero para su sorpresa, cuando gritaron el fuego no aparecía, pues el hombre yacía muerto, mordido por una víbora venenosa. Los sacerdotes seguían gritando mientras Eliyahu se mofaba de ellos. Llegó el atardecer y fue cuando Eliyahu les pidió que llenaran de agua un canal que había escarbado a orillas de su altar. Elevó su plegaria y llamas rojas se precipitaron desde el Cielo, consumiendo la ofrenda, la madera, las piedras y hasta el agua que se había vertido sobre el canal. Todo el pueblo gritó al unísono: “¡Hashem es el Dios! ¡Hashem es Dios!”. Grises nubarrones cubrieron los cielos y un viento fuerte comenzó a soplar. Densas gotas de lluvia caían desde el Cielo mientras cantaban felices por haber retornado al camino de Hashem.120

Ilaná de Jayé · 108

al Creador debe ser auténtico. Nuestra vida debe ir en línea recta y hacia una sola dirección. ¿Cuánto tiempo vamos a estar revoloteando a ambos lados, de un lado al otro? Hashem ansía vernos retornar a Su servicio, a Su Torá.

Dios sabe que todos los pensamientos humanos son vanidad. Feliz el hombre a quien Dios instruye enseñándole Su Torá, para darle tranquilidad. 121

— estudiar y repasar para llegar a realizar — “Esav se convirtió en un hombre conocedor de la caza… pero Yaacob era un hombre íntegro, morador de tiendas” (25:27).

H

asta la edad de trece años, la diferencia entre Yaacob y Esav no era evidente. Ambos crecieron bajo la tutela de su padre Itzjak y su abuelo Abraham. Ellos entraron y salieron juntos del Bet HaMidrash. Cuando alcanzaron la edad de trece años, sus caminos se separaron. Cada uno manifestó la orientación de las metas a las que aspiraba: Esav se convirtió en un cazador que rastreaba a sus presas por los campos. No sólo atrapaba animales, también engañaba a las personas con su lengua poco sincera. Decía a su padre: “Cuando se da el diezmo de una cosecha midiendo la décima parte, en realidad es más lo que se da, pues para lograr esa cosecha el hombre invirtió los granos que sembró. Resulta que, en este caso, al separar sobre el producto obtenido, si alguien obtiene una cantidad de sal y pienso,

Bereshit · 109

que no requieren de una siembra antes de cosechar, no debería sacar más”. Itzjak, quien pensaba que su hijo preguntaba con sinceridad e integridad de corazón, quedaba sorprendido ante semejante “religiosidad”.122 Por otro lado, Yaacob se dedicó al estudio de la Torá, la cual puso en práctica toda su vida. Nadie se dedicaba a la Torá tan diligentemente como Yaacob. No se movía del Bet HaMidrash. Después de estudiar con su abuelo Abraham, fue a estudiar con Shem, luego con Éber, y volvió con Shem nuevamente.123 La porción que leemos esta semana nos muestra, por un lado, el perfil de Yaacob, nuestro padre, quien personifica a la Torá y a quienes se sacrifican por estudiarla y comprenderla. Nos muestra también a Esav, que representa a aquellos que “matan” su tiempo y energía buscando las cosas banales. Yaacob estudiaba una y otra vez sus lecciones, acción que lo llevó a obtener Torá. Nos trazó el camino para tener éxito en el estudio de la Torá, mostrándonos que para conseguirlo debemos abandonar lo que para Esav son los “placeres” de este mundo y sumergirnos enteramente en el estudio. Shelomó HaMélej dijo: Que no se aparten de tus ojos; cuídalas dentro de tu corazón.124 Este versículo se refiere al estudio de la Torá. Que no se aparten de tus ojos quiere decir que el estudio va a llevarte a conocer la forma apropiada de cumplir las mitzvot. Cuídalas dentro de tu corazón se refiere al repaso continuo, ya que estudiar un tema una y otra vez provoca que se mantenga siempre presente en tu mente y en tu corazón.125 También dice: Hijo mío, no olvides Mi Torá…,126 en referencia al repaso constante del estudio de la Torá con la más elevada intención, porque cuando un individuo entiende algo por primera vez procurará guardarlo en su corazón por la alegría que le da haber comprendido algo nuevo para él. En cambio, al repetir, lo está haciendo por el estudio mismo y no con intenciones externas.127 Sabemos que existe la Torá Escrita (Jumash) y la Torá Oral (Mishná), que es la interpretación del Jumash. El método de estudio del Talmud se basa en la repetición. La palabra Talmud significa “enseñanza recibida por un discípulo”. “Discípulo” en hebreo se escribe talmid. Mishná significa “repetición”. Para

Árbol de vida · 110

llegar a ser un buen estudiante (talmid), debemos comenzar por entender el texto y después repasar una y otra vez (Mishná), preferiblemente en voz alta. Una persona acostumbraba estudiar el tratado de Jaguigá. Como era el único que se sabía, lo repasaba una y otra vez. Toda su vida estudió esta parte del Talmud hasta que se lo supo de memoria. Cuando este hombre murió, estaba viejo y solo; la gente ni siquiera se enteró de que había muerto. De pronto apareció una mujer en su habitación y comenzó a llorar desconsoladamente. Sus lamentos atrajeron a los vecinos. Entonces la mujer les dijo: “¡Lloren por este hombre! Hónrenlo, porque fue un santo, que será recibido con brazos abiertos en el Mundo Venidero. Este santo me honró muchísimo: jamás apartó su mente de mí”. Luego la mujer acompañó al sabio hasta su lugar de entierro. Después del funeral, la gente preguntó a la mujer cómo se llamaba, a lo que ella respondió “Jaguigá”. Y con eso, la mujer desapareció y jamás volvieron a verla. Entonces la gente se dio cuenta de que esta “mujer” no era otra que el alma del tratado de Jaguigá. Comprendieron que ese sabio debió haber sido un gran santo, ya que Hashem había realizado ese milagro por medio de él a fin de que todos supieran de la grandeza que tiene el acto de repasar una y otra vez.128 ¿Cuántas veces debemos repasar? Los Jajamim nos enseñaron: “Quien ha repasado sus enseñanzas 101 veces es incomparablemente mejor que quien las ha repasado cien veces únicamente”.129 La avanzada edad de Rab Moshé Feinstein había dañado seriamente su vista. Para poder leer, tenía que acercar bastante el libro hacia sus ojos. Por este motivo, la familia del Rab decidió consultar a un oftalmólogo, con la esperanza de encontrar remedio. Después de que el especialista auscultó al paciente, se quedó mirando los resultados y dijo: “¡Esto es prácticamente imposible! Tendré que repetir el examen”. Efectuó de nuevo las pruebas obteniendo el mismo resultado en su medición. Mientras, Rab Moshé se había sentado en una silla a leer un pequeño ejemplar del “Séfer HaRambam” que extrajo de su bolsillo. Lo abrió y procedió a estudiarlo fijando la

Bereshit · 111

vista en la diminuta impresión. El doctor se quedó mirando al Rabino mientras, sacudiendo la cabeza, decía a los familiares: “Estoy realmente sorprendido. En toda mi carrera jamás encontré un caso como éste. Desde el punto de vista de la medicina, la visión de este hombre es tan debil que sería clasificada como ceguera total. Veo al Rabino leyendo ese pequeño libro y me pregunto cómo puede ser posible que consiga leer”. Rab Moshé continuaba inmerso en la lectura, indiferente a lo que se conversaba a su alrededor. “No tengo ninguna duda”, dijo por fin el especialista; “el hombre que tenemos frente a nosotros es definitivamente ciego, pues apenas puede ver. Estoy seguro de que él no logra ver la minúscula impresión del libro que tiene en sus manos. ¡Él no está leyendo las palabras! Está repasando lo que sabe de memoria. El libro sólo le ayuda a recordar el aspecto general de la página, y las palabras… éstas se encuentran en su memoria desde hace mucho tiempo atrás”.130 Habrá quien pregunte: “Si ya entendí y grabé en mi memoria el texto, ¿para qué entonces repetirlo y repetirlo?”. La respuesta se encuentra en el Libro de los Profetas: Pues el hombre nació para esforzarse.131 La palabra “esforzarse” (LeAMaL) es un acrónimo de Lilmod Al Menat Lekayem, que significa: “estudiar para poder cumplir”. El propósito de esforzarse en la Torá no es simplemente adquirir más conocimientos de ella, sino conocer cómo cumplir los mandamientos de Hashem, y este es todo el propósito del hombre. Cierta vez el Shaagat Arié, quien vivió en la época del Gaón de Vilna, solicitó que se le preparara una comida festiva. “¿Cuál es el motivo?”, le preguntaron. Su respuesta fue: “Acabo de completar el Talmud Bablí por milésima vez”. Rabí Moshé Jaim Luzzatto, el Ramjal, enseña que la repetición en el estudio de la Torá se compara a un minero que extrae piedras de una cantera. Una vez seleccionadas, debe rasparlas para ir quitando las capas y acceder a su centro, que es donde se encuentra el tesoro escondido. Al repetir el texto una y otra vez vamos “quitando” los sedimentos, retirando las impurezas que cubren la luz que fue escondida en el interior de la Torá. El esfuerzo es grande, pero al final se ve recompensado cuando uno encuentra

Ilaná de Jayé · 112

el tesoro más bello, que es poder tener el mérito de estudiar, entender y cumplir. Este es el placer más grande que existe… El propulsor de la idea de que se estudie el Daf HaYomí (o sea, una hoja de Guemará por día en todo el mundo) fue el Rab Meir Shapira. Hoy es un éxito y una realidad. Pero el Rab hizo mucho hincapié en que se repase el estudio para no olvidarlo. Él relató lo siguiente: En el año 5671, Rab Shalom Mordejai Shwadron enfermó gravemente. En todo el mundo se hacía tefilá para que recobrara su salud, que inevitablemente iba decayendo día a día. Así se mantuvo luchando entre la vida y la muerte. Días antes de fallecer, se habían reunido varios Rabanim fuera de la habitación del Rab. Estudiaban, leían Tehilim y hacían tefilá a Hashem para que el Rab recobrara su salud. Uno de ellos hizo una pregunta de Halajá y todos se pusieron a discutir el tema. Cada uno de los Rabanim daba su idea y traía pruebas de lo que decía. Nadie podía entrar a la recámara de Rab Shwadron, sólo su nieto, Rab Meir Shapira. Él entró a buscar un libro y vio cómo su abuelo movía los labios en su lecho de enfermo. Se acercó y escuchó: “¿De qué están discutiendo?”. Pese a estar muy enfermo, él se dio cuenta de que estaban estudiando Torá y quería conocer el tema. Su nieto le respondió y Rab Shwadron le dijo que abrieran el libro “Darké Moshé” en cierta hoja y que ahí encontrarían la respuesta. Rab Shapira no dio importancia a lo que dijo su abuelo, ya que los temas eran distintos y él no tenía, pensó, la lucidez necesaria debido a su enfermedad. Después volvió a entrar y el Rab le preguntó si había analizado el libro. Cuando le respondió que no, volvió a pedirle que lo hiciera. Esta vez Rab Shapira no pudo dejar de hacerlo. Tomó el libro y lo llevó a la habitación contigua. Cuando vieron lo escrito, todos los Rabanim se quedaron atónitos. Ahí estaba la respuesta exacta. Pero la historia no termina allí. Cuando volvió a ingresar a la habitación de su abuelo, Rab Shwadron le pidió que le trajera a él el libro y lo abriera “unas hojas más adelante”. Le indicó: “Fíjate en lo que está escrito al final del libro”. Con la letra del Rab, estaba escrito: “Este libro lo he estudiado cientos de veces”.

El que estudia Torá y no repasa, es como el que siembra y no cosecha. 133

— honrar a los padres — “Y amó Itzjak a Esav… Y Ribká amaba a Yaacob” (25:28).

H

ay muchas opiniones acerca de cuál era el motivo de que Itzjak insistiera en dar mayor atención a Esav, mientras que Ribká se apegaba a Yaacob. Ribká reconocía la superioridad ética y moral en el comportamiento de su hijo Yaacob. Itzjak no era de la misma opinión. Al ver la forma en que Esav practicaba la mitzvá de honrar a los padres, Itzjak sentía que aún había esperanza de que su hijo algún día retomara todas las demás mitzvot y fuese tan cuidadoso en ellas como lo era con el precepto de honrarlo. Rabí Shimón ben Gamliel dijo que aun cuando él honraba a su padre, no lo hacía siquiera con una centésima parte con la honra que Esav brindaba al suyo.134 Cierto día, Rabí Abahu pidió a su hijo, Rab Avimi, que le trajera un poco de agua. Rab Avimi trajo el agua, pero el padre se había quedado dormido. Entonces Rab Avimi se quedó parado junto a él con el vaso de agua en las manos, hasta que despertó.135 Cuando Rabí Leib de Kelm era joven, regresó cierta vez muy tarde del Bet HaMidrash a su casa. Sus padres ya estaban durmiendo y él no tenía la llave consigo. A fin de no despertar a sus

Bereshit · 113

Rab Shwadron dijo a Rab Shapira: “¿Acaso piensas que un libro que se estudia cientos de veces se olvida por estar enfermo?”. Después de este maasé, Rab Shapira solía decir que, a pesar de la inteligencia de su abuelo, igualmente no se cansaba de repetir y repetir su estudio.132

Árbol de vida · 114

padres, permaneció en la calle toda la noche, a pesar del intenso frío.136 Un hombre llegó en cierta ocasión a la casa de Rabí Jaim Soloveichik y le planteó lo siguiente: su padre había enfermado en una ciudad distante y él se sentía obligado a hacer el viaje para visitarlo. Sin embargo, puesto que la mitzvá de respetar a los padres no exige que una persona gaste su propio dinero para honrarlos y el pasaje del tren le costaría dinero, ¿estaba igualmente obligado a ir? La respuesta cortante de Rabí Jaim fue: “En verdad, no estás obligado a gastar tu propio dinero en un pasaje de tren. Por tanto, ¡ve a pie…!”. Rabí Yehoshúa ben Elam, uno de los más piadosos y eruditos maestros de su época, soñó cierta noche que le decían desde el Cielo: “Alégrate en tu corazón, pues tú estarás con Nanas, el carnicero. Su sitio y tu sitio están ya fijados. Estarán enterrados uno al lado del otro”. Cuando despertó, Rabí Yehoshúa se dijo desde lo profundo de su corazón: “¡Ay de mí! Desde que nací siempre sentí temor de mi Creador y no me ocupé de otra cosa más que de Torá. No caminé más de cuatro amot (unidad de medida usada en el Talmud) sin colocarme tzitzit y tefilín. Tuve ochenta discípulos a los que instruí, ¡y he aquí que mi esfuerzo es comparado con el de un carnicero!”. Decidió ir a averiguar quién era ese hombre y cuáles eran las obras del que sería su vecino en el Gan Eden. Cuando arribó al lugar, preguntó: “¿Donde está Nanas, el carnicero?”. Los aldeanos le respondieron: “¿Por qué preguntas por él? Tú eres un piadoso, un sabio, ¿y estás buscando a un hombre tan simple como él?”. El Rab insistió: “¿Cuáles son sus obras?”. Los aldeanos le respondieron: “¿Para qué nos preguntas a nosotros? Conócelo por ti mismo”. Fueron a buscar al hombre y le dijeron: “¡Rabí Yehoshúa ben Elam te busca!”. Nanas les respondió: “¿Quién soy yo y quiénes son mis antepasados para tener el honor de que Rabí Yehoshúa me busque?”. Los hombres lo apuraron: “¡No importa! ¡Levántate y ven con nosotros!”. El hombre pensó que se trataba de una broma y les dijo: “No iré con ustedes”. Regresaron los mensajeros y dijeron al Rab: “Usted es luz para Israel y una corona para la Torá. ¿Cómo es que nos manda a buscarlo y él

Bereshit · 115

ni se atreve a venir?”. “Entonces”, dijo el Rab, “tendré que ir a buscarlo yo”. Cuando Nanas lo vio, saltó de su silla y se apresuró a ir hacia donde se encontraba el Rab. “Disculpe que no haya corrido a su encuentro. Nunca pensé que fuera yo digno de su presencia”. Rabí Yehoshúa preguntó: “¿Cuáles son tus obras y cuál tu ocupación?”. Nanas respondió: “Mi señor, soy carnicero de profesión. Tengo un padre y una madre muy ancianos, que ya no pueden pararse sobre sus pies. Todos los días, con mis propias manos, me ocupo de vestirlos, alimentarlos y asearlos”. Enseguida se levantó Rabí Yehoshúa y besando a Nanas en la cabeza, afirmó: “Hijo mío, ¡afortunado eres tú y bienaventurado es tu destino! ¡Qué bueno y qué agradable! ¡Y qué venturoso es mi destino, por tener el mérito de ser tu compañero en el Gan Eden!”.137 La Halajá señala que la mitzvá de respetar a los padres está inscrita en las Tablas de la Ley junto con las obligaciones respecto a Hashem y no con los mandamientos relacionados con el prójimo, pues quien no entiende su obligación con sus padres no entenderá su obligación hacia sus maestros; y quien no entiende su obligación hacia sus maestros, no entiende su obligación con el Todopoderoso. Y no nos equivocamos en el orden: padres, maestros, Hashem, pues los padres nos dieron el cuerpo, los maestros la educación y Hashem todo cuanto existe en nuestro entorno. Aquel que no reconoce el bien que hicieron por él sus padres, es difícil que reconozca todo lo que su Creador hace por él.138 El agradecimiento que debe sentir un hijo hacia sus padres es uno de los valores de toda la enseñanza del Judaísmo. La Torá lo convierte en una ley. La Torá exige de cada hijo e hija honrar a sus padres en pensamiento (considerarlos y estimarlos como personas célebres y notables), en palabra (hablarles de manera respetuosa) y acción. El hijo que da a su padre faisán asado para comer con mucha rudeza será castigado en consecuencia. En tanto que aquel que pone a su padre a trabajar en la rueda de un molino y lo hace con gran amabilidad, será bendecido en consecuencia. Si condicionas tu amor a quien dices querer, demuestras que sólo quieres a tu propio ser…

Ilaná de Jayé · 116

La ordenanza de honrar a los padres se encuentra dos veces prescrita en el Jumash.139 La primera, cuando Am Israel se encontraba en un lugar que se llamaba Mará; la segunda se repite en los Diez Mandamientos. Haz tal cual Hashem te ha ordenado. “Con una vez es suficiente; ¿para qué repetirlo?”, preguntan algunos. Muchos tienen la impresión de que honrar a los padres es algo completamente lógico, algo que nos dicta nuestra comprensión humana; dado que nuestros padres se esforzaron para criarnos con amor y darnos lo mejor, es nuestra obligación devolverles respeto y honor. Lo que la Torá quiere mostrarnos aquí es lo siguiente: en el desierto, todos, jóvenes, ancianos, hijos y padres, eran mantenidos con el man, el cual caía del Cielo. Del mismo modo, la ropa milagrosamente crecía con ellos y era limpiada y planchada por las Nubes Celestiales. Los padres no tenían que trabajar para ganarse la vida y proveer a sus hijos con todas sus necesidades. Sin embargo, incluso bajo estas circunstancias, Hashem ordenó honrar a los padres. Vemos que el hecho de honrarlos no es un acto de reciprocidad en el cual los padres son “recompensados” por los hijos, sino que aun cuando los padres no hagan nada por sus hijos, o aunque hayan dado la vida por ellos, deben ser honrados; es decir, no porque exista una razón por ello, sino solamente porque es la voluntad de nuestro Creador.140 Y Abraham se ha de convertir en una nación grande y poderosa, y se bendecirán por él todas las naciones de la tierra. Pues Yo lo aprecio a él, porque sé que ha de inculcar a sus hijos y a su casa tras de sí que guarden el Camino del Eterno, y practiquen hacer rectitud y justicia a fin de que el Eterno traiga sobre Abraham lo que le prometió a él.

Espera de tu hijo lo que has hecho con tus padres…

“…comió, bebió, se levantó y despreció Esav la primogenitura” (26:34).

D

urante sus primeros veinte años de casados, Itzjak y Ribká no tuvieron hijos. Rezaron a Hashem y Él recibió sus rezos, y los bendijo dándoles un par de hijos. Esav, el mayor, era un hombre de campo, un cazador. Yaacob, el menor, era un erudito que se pasaba todo el tiempo estudiando la Torá. Cada progenitor tenía su hijo favorito. Itzjak mostraba afecto por Esav, en tanto que Ribká prefería a Yaacob. El día en que Yaacob y Esav cumplieron trece años, Abraham falleció. Ese día Esav comenzó a adorar ídolos y Hashem se llevó a Abraham cinco años antes de lo previsto, a fin de evitarle el sufrimiento de ver a su nieto pecando.141 El mundo se encontraba en duelo; todos lloraban por el más grande de la generación. El único ausente en el funeral fue Esav. Después de dar sepultura a su abuelo, Yaacob retornó a su casa para preparar la comida de duelo. Esav entró apresurado y, en lugar de llorar y lamentar la gran pérdida, exigió a Yaacob: “¡Dame rápido un poco de ese guisado, pues quiero comer! ¡Hazlo deprisa, que vengo cansado y hambriento!”. Yaacob respondió: “Véndeme a cambio tus privilegios de primogénito”. Yaacob sabía que hasta que Hashem eligiera a Aharón y sus descendientes para servir como Cohanim, serían los primogénitos quienes oficiarían como sacerdotes ante Hashem. Esav no era digno de esa tarea de santidad. “¿De qué me sirven los derechos de primogenitura? ¡Seguro que te los cedo!”, dijo Esav. Entonces Yaacob insistió: “Júramelo”. Y así lo hizo. Yaacob dio a Esav pan y lentejas a cambio de los derechos de primogenitura, por los cuales éste había mostrado tan poco interés. ¿Acaso podemos considerar válida la venta de la primogenitura de Esav? Si hablamos de una compra-venta de tal magnitud, sabemos que vale mucho más una vida eterna que un simple plato de lentejas. Desde el punto de vista de la Halajá (ley judía), una compra no se invalida cuando hay abuso (más de un sexto de diferencia

Bereshit · 117

— ¿cuánto vale tu olam habá? —

Árbol de vida · 118

respecto a su precio real). Entonces, ¿por qué tuvo validez esta operación? Cierta vez un yehudí, al que llamaremos Yosef, necesitaba una suma importante de dinero para casar a su hija. Fue ante su Rab suplicándole ayuda; el Rab lo bendijo y, antes de que saliera de la habitación, le dijo: “Ve a tu casa. Acepta la primera propuesta que se te presente en el camino, porque de ella vendrá la bendición de Hashem”. En el camino, Yosef se encontró con un grupo de hombres que estaban bebiendo y conversando; uno de ellos lo vio y pensó: “Voy a aprovecharme de la ingenuidad de este pueblerino para amenizar la reunión”. Así que le preguntó si quería hacer una operación con él. Yosef recordó lo que su rabino le había recomendado y aceptó. El hombre le preguntó: “¿Cuánto dinero traes?”. Yosef respondió: “Un rublo”. Entonces el hombre propuso: “¿Estarías dispuesto a comprar mi Olam Habá (Mundo Venidero) a cambio de tu rublo?”. Sin dudar, Yosef aceptó la propuesta. De inmediato sacaron papel y pluma, e hicieron un documento legal. Pusieron dos testigos y Yosef se apropió del Olam Haba del firmante. Al retornar el hombre a su hogar, relató a su mujer el “cómico” episodio. Su esposa, al escuchar lo ocurrido, le dijo: “Ve y busca inmediatamente a ese hombre y recupera lo que vendiste. ¡No estoy dispuesta a vivir con un hombre que no tiene Olam Habá!”. El hombre le dijo que sólo se trataba de una broma; además, ¿qué tan importante podía ser aquello…? La mujer insistió y el marido salió en busca de Yosef. Cuando lo alcanzó, le pidió que le vendiera lo que anteriormente había comprado. Se llevó una sorpresa cuando Yosef le contestó: “¡Negocios son negocios y no estoy dispuesto a anularlo!”. El hombre intentó ofrecerle más dinero, pero fue en vano; Yosef se mantuvo firme en su postura. El desesperado hombre acudió al Rab reclamando que Yosef abusaba de él, pues era imposible que algo que se había vendido por un rublo se cotizara ahora en miles de rublos. Al escuchar los argumentos de ambas partes, el Rab dijo: “Yosef tiene razón. El precio se establece conforme al valor que cada quien da a sus pertenencias. Ayer despreciaste el valor de tu parte en el Olam Habá y lo cotizaste en un rublo, lo cual quiere decir que eso era

Bereshit · 119

lo que para ti valía. Hoy que sabes que el futuro de tu matrimonio depende de tu Olam Habá, entonces aumentó su valor a tus ojos en miles de rublos, ya que tú menospreciaste el valor de tu Olam Habá en un rublo. Ahora tú mismo diste la apreciación de lo que realmente vale, por lo que dictamino que, si realmente deseas recuperar tu Olam Habá, deberás pagar la suma solicitada”. El hombre aceptó el trato; le dio toda la suma solicitada y así Yosef consiguió casar a su hija y el hombre se percató del valor que tiene su Mundo Venidero.142 Cuando hacemos a un lado el cumplimiento de una mitzvá para realizar cosas mundanas, ¡estamos poniendo “precio” a esa mitzvá…! ¿En cuánto estamos dispuestos a “vender” la parte que nos corresponde en el Mundo Venidero? El instinto maligno nos engaña y nos aconseja: “¡Déjala para después! ¡Tenemos toda una vida por delante; ya habrá tiempo para cumplirla…!”. ¿Quién nos garantiza que vamos a tener la oportunidad de realizarla? Debemos hacer conciencia, reflexionar y saber evaluar lo que perdemos cuando dejamos de cumplir una mitzvá comparada con lo efímero que recibimos a cambio. Debemos estar muy atentos y no dejar que nos engañen. Conforme al “precio” que le pongas, así será el pago… Hace muchos años, en una ciudad de Europa, Rabí Meir Margulis estaba caminando hacia el río por una calle llena de lodo, con un gran cántaro sobre su espalda. Faltaban pocos días para la festividad de Pésaj. Rab Yaacob Yosef, el Maguid de Ostroah se encontraba también camino al río, pero viajaba en una carreta. Pasó al lado del Rab y detuvo su carro para preguntarle: “¿Por qué camina en el camino enlodado? Venga, suba a mi carreta. Yo lo llevaré hacia allá”. Rabí Margulis respondió: “La mitzvá de sacar agua para hornear las matzot viene sólo una vez al año. ¿Usted cree que voy a mitigarla compartiéndola con un caballo?”. El Maguid descendió de su carreta y caminó junto al Rab hacia el río…143 Los valores son esas cosas que todo el mundo sabe que existen, pero siempre olvidan. Todo equivale al valor que le das. Gastamos gran parte de nuestro valioso tiempo en pos de las

Ilaná de Jayé · 120

vanidades de este mundo, desvalorizando el gran tesoro que nos espera en el Mundo Venidero. Desperdiciamos las horas en lugar de aprovecharlas para estudiar y cumplir la preciosa Torá del Eterno. Revisa constantemente tus hechos y evalúa lo que te está redituando más eternidad; esta es la mercancía más valiosa que posees. Por tanto, es lo que más debes buscar y cuidar. No juzgues tu día por cuánta cosecha lograste recoger, sino por cuánta semilla lograste sembrar.

Yo me regocijo con Tus mandamientos, al igual que quien ha encontrado un gran tesoro. 144

— cuidando la santidad del bet hakenéset — “Y despertó Yaacob… ‘de modo que Dios está en este lugar, y yo no lo sabía’” (28:16).

E

n su viaje desde Beer Sheba hasta Jarán, Yaacob llegó hasta el monte Moriá, tomó de las piedras del lugar y las puso alrededor de su cabeza, y durmió ahí toda la noche. En una visión en sueños observó ángeles que ascendían y descendían por una escalera apoyada sobre la tierra, cuya parte superior llegaba hasta el cielo. Hashem apareció entonces ante Yaacob y le prometió que la tierra sobre la que estaba descansando le sería entregada a él y a sus descendientes, y que él retornaría a su hogar bajo Su protección. Al despertar, Yaacob ungió y consagró la piedra que había colocado bajo su cabeza como un altar a Hashem. Prometió que cuando regresara al hogar de su padre ofrecería una décima parte de todas sus posesiones, de todo lo que Hashem le otorgara, y que regresaría a rezar en el altar recientemente consagrado. ¿Qué lección podemos sacar de las piedras que Yaacob colocó alrededor de su cabeza? Si su intención era protegerse de los animales salvajes, ¿por qué solo protegió su cabeza y no el resto de su cuerpo? Es sabido que Yaacob estudió catorce años en la yeshibá de Shem y Éber. Ahora tenía que sacrificar algo de su tiempo de estudio y ocuparse de asuntos mundanos. Yaacob sabía que la influencia del mundo que se encontraba en su entorno eran ideas ajenas a la Torá. Sabía también que esas fuerzas intentarían influir en su mente y persuadirlo de abandonar todo lo aprendido en la casa de sus padres, así como la instrucción recibida por sus maestros. Por tanto, hizo un esfuerzo para proteger su cabeza y así prevenir que las influencias negativas interfirieran en su formación como judío.

Bereshit · 121

Perashat Vayetzé

Árbol de vida · 122

Otra enseñanza que recibimos de Rashí sobre esto es la siguiente: “Cuando Yaacob despertó dijo: De haberlo sabido, no me hubiera acostado a dormir en un lugar sagrado como éste”. A pesar de que mediante su acto de dormir obtuvo Yaacob un nivel tan alto de Inspiración Divina, se reprochó haberse acostado en un lugar sagrado, pareciéndole una falta de respeto.145 Por esto quedó asustado y dijo: “¡Qué tremendo es este sitio! No puede ser sino la casa de Hashem y esta es la puerta del Cielo”. 146 ¿Qué enseñanza podemos extraer de aquí? En la época de Rab Naftalí Katz estalló una epidemia que parecía no tener fin. Familias enteras caían víctimas de la peste, sin que nadie pudiera contenerla. El Rab decretó un día de ayuno y oración, y pidió a los pobladores que, si alguien observaba algo raro, le informara de inmediato. Él sabía que la enfermedad era causada por alguna grave transgresión y que la única forma de frenar el azote era corrigiendo la terrible falta. Uno de los pobladores se acercó a notificar que Rab Shelomó Zalman de Pozna (uno de los refugiados que logró huir del horror de la inquisición española) había sido visto saliendo de su casa a medianoche, en dirección al bosque, y no regresaba sino hasta después de varias horas. Rab Naftalí Katz solicitó que siguieran al “sospechoso”, para indagar acerca de su extraño comportamiento. Cuando a la mitad de la noche Rab Zalman salió de su casa, no se percató de que dos sombras le seguían los pasos de cerca. Se dirigió, como todas las noches, hacia el bosque; cuando llegó a un claro, se sentó sobre el suelo a recitar entre lágrimas el Tikún Jatzot (rezo que se realiza en la mitad de la noche, pidiendo por la reconstrucción del Bet HaMikdash). Los observadores se estremecieron ante la imagen de este hombre santo, rezando en soledad, en medio del bosque. Mayor fue su estremecimiento al descubrir que, pese a no haber ninguna otra persona en el lugar, se escuchaba otra voz desconocida, que se sumaba al ruego conmovedor. En silencio, retrocedieron sobre sus pasos y aguardaron pacientemente a que Rab Shelomó regresara a la ciudad. Corrieron a casa de su Rab y relataron a detalle lo sucedido. De inmediato solicitó la presencia de Rab Shelomó y le pidió que revelara de quién era la voz que habían escuchado los espías. En

Bereshit · 123

un principio, Rab Shelomó se negó a revelar su secreto, pero ante la insistencia del Rab, contó que se trataba del profeta Irmeyahu, que se acercaba a llorar junto a él por la destrucción del Bet HaMikdash. El Rab, conmovido, le pidió que, por tener el mérito de que el profeta se revelara a él, le preguntara cómo detener la epidemia que azotaba a la ciudad. Al día siguiente, regresó Rab Shelomó Zalman con la respuesta del profeta Irmeyahu: “Cuarenta años antes de que fuera destruido el Bet HaMikdash, ya pesaba sobre él el decreto de destrucción. Pero debido a que no se hablaban banalidades en las sinagogas y en las casas de estudio, se postergó la destrucción durante todo ese tiempo, a pesar de que no se trataba de una generación de personas justas”. “¡El mérito de cuidarse de no hablar en el Bet HaKenéset los había salvado! Pero”, agregó Irmeyahu, “cuando comenzaron a hablar de cosas mundanas llegó la destrucción.” Y dijo que todos los sufrimientos de los yehudim ocurren por causa de ello… Después de escuchar esto, el Rab reunió a todos los habitantes de la ciudad en el Bet HaKenéset y les habló de la importancia de cuidar la santidad del Templo relatándoles lo sucedido. Al finalizar, todos los presentes se comprometieron, a partir de ese momento, a no volver a hablar de cosas mundanas dentro del Bet HaKenéset. La epidemia se detuvo y reinó nuevamente la calma en toda la ciudad.147 Querido lector: imagina que te citan junto a otras nueve personas a la Casa Blanca, en Washington, D.C., a fin de desarrollar un proyecto para salvar al mundo de una catástrofe. Te encuentras sentado en el Salón Oval y el presidente dicta las instrucciones. En ese momento preguntas a la persona que se encuentra a tu lado: “¿Sabes cómo quedó el marcador del partido de ayer?”. ¡Suena absurdo! ¿No? Ahora imagina de nuevo: no estás con el presidente, sino con el Rey de reyes. ¡Te encuentras frente a frente con Dios...! En ese momento, no sólo estás reconociendo al Rey; ¡estás consiguiendo abundancia y protección para todo el mundo! Las palabras que menciona el Zóhar, acerca de la persona que no se comporta con respeto en el Bet HaKenéset, son muy severas: La

Ilaná de Jayé · 124

sinagogaesunlugarsagradoeimponente;eslapuertapordondeentran las plegarias. ¡Cuántas cualidades excelentes y cuántas bondades adquieren los que se cuidan de hablar palabras vanas en el Bet HaKenéset! Fue dicho sobre quien cumple con esta mitzvá que verá buena descendencia, tendrá larga vida y por su intermedio se concretarán cosas buenas que serán de agrado para el Creador; no verá el dolor del mal y nunca le faltará el pan.148 Aquel que está acostumbrado a guardar silencio en el Bet HaKenéset podrá concentrarse en el rezo.149

Feliz el hombre que Tú eliges y lo acercas para morar en los patios de Tu Santuario. Nos saciaremos con el bien de Tu casa. 150

— valorando las mitzvot — “Dijo Yaacob a los pastores: ‘He aquí que el día aún es largo. No es momento de reunir el ganado; hagan beber al rebaño y vayan a pastorear” (29:7).

Y

aacob llegó a un pozo de agua en un campo situado a las puertas de Jarán. Observó que tres rebaños de ovejas y sus pastores se habían concentrado alrededor del pozo y estaban sentados, ociosos. Yaacob se acercó a ellos y les preguntó: “¿De dónde son ustedes?”. “Somos de Jarán”, respondieron. “¿Conocen a Labán, el hijo de Najor?”, continuó Yaacob. “Lo conocemos. Y allí esta Rajel, su hija; viene con las ovejas”, señaló uno de los pastores. Yaacob preguntó: “El día es largo aún. No es momento de reunir a las ovejas. ¿Por qué no les dan agua y las llevan a pastorear al campo?”. “No podemos”, respondieron

Bereshit · 125

los pastores; “lo haremos hasta que se reúnan los rebaños y todos los pastores juntos hagamos rodar la piedra de encima del pozo. Recién entonces podremos dar agua a las ovejas.” Un yehudí había ido a comerciar a una feria alejada de su hogar. Todo el día trabajaba sin parar para ganar el máximo dinero posible. De repente, escuchó que golpeaban a su puerta. Cuando abrió, se quedó sorprendido al ver a su Rab parado frente a él. “¡Bienvenido! Por favor, pase…”. Una vez dentro, el Rab le dice: “¡Cómo puede ser! Un yehudí que cumple Torá y mitzvot corre detrás del dinero y se olvida de todo. ¿Para qué fuiste creado? ¡¿Para juntar dinero o para cumplir Torá y mitzvot?!”. Mientras el Rab lo amonestaba, el yehudí se estremecía. Reconoció su error, sacó el dinero de su billetera y comenzó a tirarlo al suelo para demostrar que aceptaba las palabras de su Rab. El Rab volvió a gritarle: “¿Qué haces? ¡Junta el dinero y guárdalo en la billetera!”. Ahora el yehudí estaba confundido; no sabía qué hacer. “¿Me desentiendo del dinero o no?”, pensó. El Rab se percató de su desconcierto y le dijo: “Sé lo que estás pensando. Ven. Siéntate y te contaré una pequeña historia, y así me entenderás”. “En un pequeño pueblo, se reunían los campesinos todas las noches en una pequeña taberna para compartir lo acontecido durante el día. Uno dijo a su compañero: ‘Veo tu cara triste. ¿Qué te sucede?’. El amigo permaneció en silencio. En realidad no quería contarle, pero luego de insistirle dijo: ‘Está bien. Te contaré. Hace muchas noches que tengo el mismo sueño, pero me avergüenzo de contarlo’. El compañero le dijo: ‘¿Eso es lo que te preocupa? Ahora que lo mencionas, confieso que también he soñado cosas extrañas. Vamos a hacer un trato. Cuéntame tu sueño y yo te contaré el mío’. “El primero de ellos comenzó: ‘Soñé que la cosecha enloquecería a quienes comieran de ella. Estoy muy preocupado y no sé qué hacer. Si como, enloquezco; si no como, estaré cuerdo en un mundo de locos y eso tampoco me gustaría’. El otro se quedó boquiabierto. ‘¿Qué crees? Yo soñé lo mismo. ¡Qué extraño!’. Decidieron ir a aconsejarse con un anciano sabio. Cuando los vio

Árbol de vida · 126

venir, sonrió y les dijo: ‘Yo también tuve ese sueño. El consejo que les doy es que cada uno de ustedes se ate una soga en la cintura y, luego que siembre, coseche y coma del cereal, se enloquecerá como todos; pero al ver la soga recordará que está loco. Esa será la diferencia con el resto. Ellos no sabrán que están locos, pero ustedes sí’.” Así explicó el Rab al yehudí: “Seguro que debes trabajar para mantener a tu familia. Pero debes recordar que ese no es el único motivo de tu vida. Es sólo el medio. Tu objetivo es llegar al Olam Habá, y para eso debes cumplir Torá y mitzvot. El trabajo es necesario, pero forma parte de la ‘locura’. Así te separarás del resto de la gente. Ellos enloquecerán y no sabrán que están locos; en cambio, tú lo tendrás presente en todo momento”. ¿Cuántos de nosotros tenemos en verdad presente cuál es el objetivo de la vida? En ocasiones nos dejamos llevar por cosas banales que aparentan ser de gran valor, cuando en realidad son sólo guijarros, y a cambio despreciamos las mitzvot, que son como piedras preciosas, de gran valor, tanto en este mundo como en el Mundo Eterno. ¡Abramos bien los ojos! Cuando la Mishná en Pirké Abot destaca las cualidades de los cinco alumnos de Rabán Yojanán ben Zakai, el nombre de Rabí Elazar ben Araj sobresale entre los otros cuatro alumnos equivaliendo, él sólo, a los restantes. Sobre Rabí Elazar ben Araj dijo su Rab: “Dichosos ustedes, Abraham, Itzjak y Yaacob, que tienen un descendiente como Rabí Elazar ben Araj”. Pero a pesar de todo, su nombre no aparece en todo el Shas, salvo en tres ocasiones. ¿Por qué? ¿Qué fue de él? Cuando su Rab tuvo que mudarse de la ciudad por ciertos motivos, en lugar de vivir en Yabne, que era el centro de Torá, sus alumnos fueron con él. La ciudad donde vivían era maravillosa y las condiciones de vida en ella eran cómodas y agradables. Al fallecer Rabí Yojanán ben Zakai, sus alumnos se trasladaron nuevamente a Yabne, excepto Rabí Elazar ben Araj, quien se quedó en su lugar, ya que su esposa no quería reducir su nivel de vida y, sacrificando la Torá de su marido a cambio de comodi-

Bereshit · 127

dades y lujos pasajeros. A partir de este suceso, Rabí Elazar ben Araj olvidó todo lo que había estudiado… No podemos permitir que los asuntos mundanos detengan o atrasen el servicio a nuestro Creador. Cumplamos mitzvot, estudiemos Torá, digamos tefilá con minián, consagremos nuestro tiempo y nuestras vidas, tratemos de ser cada día mejores yehudim, corrigiendo nuestras midot y recordando siempre qué es lo que Hashem quiere de nosotros.151 Después de que Hashem reveló a Abraham Abinu que sus hijos sufrirían mucho como esclavos en Egipto, Él les prometió que partirían con gran abundancia, como hombres libres. Los Jajamim nos cuentan que esta gran abundancia se refiere a la Torá que recibieron en el Monte Sinaí. Pero si así fuese, ¿por qué se ordenó a los yehudim que pidieran a los egipcios dinero y un botín antes de salir de Egipto? El Maguid de Dubna respondió con el siguiente ejemplo: Un joven obtuvo empleo con un adinerado comerciante durante seis años. Al finalizar sus servicios, recibiría una bolsa con monedas de plata. Cuando finalizaron los seis años, al patrón se le ocurrió que una bolsa de plata era una recompensa muy pequeña para los espléndidos servicios prestados por el joven. En consecuencia, apartó la plata y, en cambio, escribió un cheque por una cantidad muchas veces superior al valor total de las monedas de plata. Pero en lugar de agradecer a su patrón por su generosidad, el sirviente metió el papel en su bolsa y, resentido, se retiró a su casa. Al día siguiente, su padre pasó por la casa del comerciante y dijo al empleador: “Usted ha sido muy generoso con mi hijo y deseo agradecerle. Mi hijo es aún un niño y no entiende el valor de un cheque. Él esperaba recibir una bolsa de resplandecientes y nuevas monedas, pero en cambio recibió una simple hoja de papel. Por consiguiente, él le estaría muy agradecido si usted permitiera a mi hijo tener, al menos, una parte de su sueldo en monedas de plata”. De la misma forma que Abraham se acercó a Hashem diciendo: “Ciertamente, Tú has sido generoso conmigo al prometerme que entregarías la Torá a mi descendencia. Pero el pueblo será

Ilaná de Jayé · 128

joven y no estará lo suficientemente maduro como para entender el valor de la Torá, y si salen de la esclavitud con las manos vacías dirán: ‘Efectivamente, Hashem ha cumplido parte de Su promesa. Fuimos esclavos. Pero, ¿qué hay respecto a la gran abundancia que debíamos recibir a la hora de nuestra liberación?’”. Es por esta razón que les fue ordenado tomar oro y plata de los egipcios. Esto sería una riqueza tangible que ellos podrían apreciar en ese momento. Sólo cuando Israel creció en sabiduría llegó a entender que su verdadera riqueza yacía no en las monedas y baratijas que acumularon en Egipto, sino en el regalo de Hashem, la Torá, la que mantuvo vivo al Pueblo Judío a lo largo de los años.152

Cuando salga a trabajar, la persona debe ser presta en sus actividades y aceptar lo que sea para regresar a su real responsabilidad, que es Servir a Hashem. Esa pertenencia es mejor que cualquier mercancía monetaria. 153

Y

“Y se verá mi rectitud en el día de mañana… cuando revises mi rebaño” (30:33).

aacob acuerda con Labán laborar con él durante siete años a cambio de su hija Rajel, pero al término del plazo Labán lo engaña y le entrega a cambio a Leá. Yaacob le reclama. Labán le propone trabajar otros siete años más por Rajel. Nuestro Patriarca se puso como objetivo especial practicar la honestidad a lo largo de toda su vida. Con la ayuda de Hashem, Yaacob se convirtió en un hombre muy próspero. Sus hijos estaban pequeños y Yaacob no quería que crecieran en un medio tan corrupto como lo era el hogar de Labán, por lo que decidió que era tiempo de abandonar ese lugar. Por tanto, tomó a sus esposas e hijos y emprendió el viaje hacia su hogar. Rabí Pinejás ben Yaír vivía en una ciudad al sur de Éretz Israel. Dos hombres pobres que iban a ganarse el sustento en esa región se detuvieron en su casa y dejaron a su cuidado una pequeña cantidad de semillas de cebada. Al irse, olvidaron reclamar las semillas. En su ausencia, Rabí Pinejás sembró y cosechó la cebada año tras año, y almacenó la producción en el granero. Siete años después ocurrió que los dos hombres pasaron por la casa de Rabí Pinejás y súbitamente se acordaron de las semillas. “Por favor, devuélvanos las semillas, si es que aún las tiene”, dijeron al Rab. En lugar de darles unas pocas semillas, los condujo al granero y abrió las puertas. Advirtiendo su sorpresa, les dijo: “Es todo de ustedes. Ahora vayan y traigan asnos y camellos, y llévense este tesoro”.154

¿Por qué tenemos que ser tan cuidadosos con el tema de la honestidad? Está escrito que en la generación del Diluvio el pecado que colmó la Misericordia de Hashem fue la del hurto. Dicen los Jajamim: “Si una persona se presenta en el Juicio con un cofre lleno de aberot (faltas), la aberá de guezel (robo) es la primera que acusa”.

Bereshit · 129

— honestidad —

Árbol de vida · 130

Explica el Jafetz Jaim que el ángel creado con el pecado de guézel es un descarado. Al resto de los ángeles les cuesta mucho acusar a quien los creó, pero el que se crea por haber robado no tiene miedo y acusa en primer lugar; cuando los demás lo ven, se les quita el miedo y se lanzan a acusar. ¿Por qué el ángel del hurto es tan descarado? Porque es del tipo de ángel que se forma por medio de la acción de un ser humano: cuando toma algo que no le pertenece, comete un acto descarado. Una persona debía dinero a mucha gente y no tenía forma de saldar sus deudas. Un día fueron todos a la puerta de su casa y comenzaron a reclamarle que liquidara sus adeudos. “¡Sabemos que tienes! ¡Devuélvenos nuestro dinero!”, le gritaban, amenazantes. Presionado por la situación, les ofreció tímidamente que pasaran a su casa y se llevaran lo que quisieran. Y así siguieron todos reclamando… Pero a entrar en la casa nadie se animaba. Hasta que uno de ellos, el más desvergonzado, ingresó a la casa y sacó, sin ningún problema, unas sillas y una mesa a la calle. Esto animó al resto: “Sí, buena idea. Yo haré lo mismo”, “Y yo también…, dijo otro. Y así hicieron, hasta que finalmente la casa quedó vacía. ¿Y quién fue el culpable? El acreedor descarado que entró en primer lugar y que luego fue seguido por el resto. Lo mismo sucede con el ángel de guézel, que acusa primero y el resto lo sigue. Cuidémonos de crear ángeles de éstos, sobre todo nosotros que nos ocupamos diariamente de llevar a cabo transacciones comerciales. Nadie está exento de caer en esto; por ejemplo, tomar una pluma sin pedir permiso para hacer una pequeña anotación. Por un lado, tomar cosas que no nos pertenecen es un pecado muy grave; y por el contrario, ser honesto con toda persona traerá la santificación del Nombre de Hashem. Esto es lo que nos enseña Yaacob en la Perashá: seamos honestos, mantengamos limpio nuestro nombre, hablemos siempre con la verdad… Integridad es decirse la verdad a sí mismo, y honestidad es decirles la verdad a los demás.

cuyos frutos habrás de comer todos tus días.155

— el engaño — “Estos veinte años que he estado contigo… De día me consumía el calor, y la helada en la noche, y mi sueño se ahuyentaba de mis ojos” (31:38-40).

C

uando Yaacob cuidaba las ovejas de Labán, se ocupaba de todas y cada una de ellas, asegurándose de que no fueran dañadas, aun cuando no le pertenecían. Incluso permanecía a la intemperie durante las frías noches para proteger al ganado, pues había prometido a Labán que así lo haría y deseaba cumplir cabalmente con lo pactado. Debemos apreciar y tratar de emular los admirables rasgos de Yaacob, especialmente el de ser honestos en todo momento, pues incluso si uno cree que nadie advierte su fraude, Hashem siempre lo está observando. Además, sus hijos también lo observan y aprenden de sus hechos: Y salió Reubén en los días de la cosecha del trigo y encontró jazmines en el campo. Se los trajo a Leá su madre. Entonces Rajel dijo a Leá: “Te ruego que me des de los jazmines de tu hijo”.156 Rashí comenta: Esta historia nos habla de las buenas características de los hijos de Yaacob, que a pesar de hallarse en días de cosecha de trigo, cuando seguramente se encontraba trigo y cebada tirados por doquier, Reubén no tomó de las espigas, ya que éstas pertenecen a sus dueños; lo único que llevó fueron jazmines silvestres, los cuales no son de nadie. ¿Cómo llegó a poseer esta virtud? Por el ejemplo que vio en su casa…

Bereshit · 131

La verdad es un árbol de vida

Ilaná de Jayé · 132

Rab Safra poseía un negocio. Cierto día, mientras recitaba el Keriat Shemá, entró un hombre en el local y pidió uno de los artículos exhibidos. Al no advertir que el Rabino se encontraba rezando, el comprador ofreció una suma mayor por el producto. Rab Safra no le respondía. El hombre pensó que el silencio del Rab significaba que su oferta era muy baja, de modo que la incrementó. Rab Safra continuaba en silencio, así que el hombre volvió a aumentar el monto de la oferta. Finalmente, Rab Safra terminó su plegaria y, aunque podía fácilmente haber obtenido el precio más alto, dijo al comprador: “Aceptaré la primera oferta que me hizo, pues en ese momento yo había decidido en mi mente vendérselo a usted por ese precio. La única razón por la que no respondí antes es que estaba rezando, y si yo aceptara ahora más dinero del que usted estaba dispuesto a ofrecerme al principio, sería deshonesto”.157 La verdad es un árbol de vida, cuyos frutos habrás de comer todos tus días.158 Cierta vez el Jafetz Jaim se encontraba en un baño público y vio a una persona usando sin autorización el jabón que pertenecía a otra. Se acercó al hombre y le murmuró: “Una persona que se lava con algo que no le pertenece sale más sucia que antes de haber entrado a bañarse…”. En otra ocasión, el Jafetz Jaim llegó con unos minutos de retraso a la estación del ferrocarril. Quiso enviar unos libros en el tren que estaba a punto de partir, pero el tiempo límite para la recepción de la carga había concluido. El funcionario que operaba la caseta de recepción reconoció al gran erudito y le dijo con una sonrisa: “Puedo hacer una excepción por usted. Colocaré los paquetes en el tren de forma que se despachen antes que toda la carga que lleva el tren. Incluso puedo ofrecerle el servicio en forma gratuita”. El Jafetz Jaim, empero, no aceptó. “Agradezco su ofrecimiento. Sin embargo, sólo el dueño de la compañía del ferrocarril tiene la facultad de renunciar al pago del servicio”, dijo con determinación. “Usted es sólo un empleado. Sería considerada una falta de su parte por violar el reglamento, además del robo de mi parte por no pagar con el monto estipulado.” A veces parece muy simple e inofensivo ganar unos cuantos pesos diciendo una pequeña mentira, o urdiendo un pequeño

Bereshit · 133

engaño que no se note. Pensamos: “¿Qué hay de malo?”. Pero dentro de nosotros sabemos que eso es incorrecto, y vencer el deseo de hacerlo es una de las mayores pruebas que enfrentamos día con día. Serás íntegro con Hashem tu Dios.159 Dijo Rabí Shimón ben Jalaftá: “Ocurrió que una hormiga dejó caer un grano de trigo y las otras se acercaron al grano, lo olieron y no lo tocaron, porque sintieron que pertenecía a otra hormiga. Después de unos minutos, llegó la dueña del grano y lo tomó”. ¡Fíjense qué inteligencia! Nadie les enseñó a no robar; no tienen jueces ni guardianes.160 Observa a la hormiga, ¡perezoso! Mira sus caminos y sé sabio. Sin tener jefe ni guardián ni regidor, se provee su pan en el verano y recoge su alimento durante la cosecha. ¡Fíjate como escapa del fraude!161 Hay un Midrash que dice: “Cuando Hashem ordenó a Noaj: ‘Dos de cada uno traerás al arca’, todas las criaturas entraron en pareja. El Engaño también quería entrar al arca. Noaj le dijo: ‘No puedes entrar sin tu pareja’. Engaño fue entonces en busca de pareja y encontró a Necesidad. ‘¿De dónde vienes?’, preguntó Necesidad. ‘Vengo del arca de Noaj. Quería entrar, pero fui expulsado por falta de pareja. ¿Quieres tú ser mi pareja?’ ‘Con gusto’, contestó Necesidad; ‘pero, ¿qué me ofreces a cambio?’ ‘De lo que yo consiga tú puedes tomar’, dijo Engaño. ‘Trato hecho’, respondió Necesidad. De esta forma Engaño y Necesidad entraron al arca juntos, siendo pareja eterna: lo que Engaño consigue, Necesidad se lo lleva”. El que camina con integridad caminará con seguridad.162 Con este versículo se alabó a Yaacob Abinu, como está escrito: Yaacob era un hombre íntegro.163 La persona que no sufre por el mañana, sino que pone su carga y su confianza en Hashem, no tratará de ganar dinero por medio de engaños, sino que caminará con integridad y justicia. No debe pensar en los asuntos de este mundo ni en su manutención; la Torá de Hashem será todo su anhelo y en ella meditará día y noche; Hashem no retendrá el bien de su Mano para los que caminan con integridad; a los que buscan a Hashem no les faltará nada de lo bueno. Conoce la verdad y conocerás a sus portadores.164 Los actos de Yaacob Abinu dan testimonio de que esta prueba bien puede ser superada.

Árbol de vida · 134

Cuídate de aquel que engaña a los demás. Pero de engañarte a ti mismo, cuídate más. 165

— humildad — “Soy demasiado pequeño para todas las bondades…” (32:11).

L

a Perashá comienza relatando el regreso de Yaacob a su hogar. Por temor a su hermano Esav, prepara un elaborado obsequio con la esperanza de apaciguarlo, y envía una serie de rebaños de ganado para él. Cuando los emisarios regresan, reportan que Esav se aproximaba con cuatrocientos hombres armados. Esto hizo temer a Yaacob que viniera a matarlo, y por ello planeó una estrategia: dividió en dos el campamento; si una parte era atacada, la otra aprovecharía la oportunidad para escapar. No obstante, Yaacob rezó al Todopoderoso para que evitara el enfrentamiento. Asimismo, envió regalos a su hermano para apagar su enojo y así salvar su vida. Cuando Yaacob rezó, dijo: Soy demasiado pequeño para todas las bondades… Rashí acota: “Yaacob era tan humilde que dijo a Hashem que sus méritos se habían acabado con todas las bondades que había recibido por parte de Hashem hasta ese momento…”. Rabí Moshé era una persona extremadamente recatada y humilde. Sus Jasidim, que se vanagloriaban de su Rebe, querían que se mostrara más seguro de sí mismo, tal como corresponde a un líder. “Rebe”, le decían, “en la Guemará está escrito que un sabio en Torá debe poseer el octavo de un octavo de orgullo.166 ¿Dónde entonces está su orgullo, Rebe?”. Rabí Moshé respondió: “Están ustedes equivocados. Los Jajamim quisieron decir exactamente lo contrario. El orgullo, en todas las circunstancias, es un defecto. El sabio de la Torá debe siempre recordar esto. Y debe tener siempre en mente lo que está escrito en el octavo versículo de la octava sección de la Torá, en Perashat Vaishlaj; Yaacob Abinu dice: ‘Soy demasiado pequeño para todas las bondades…’. ¿Esto es orgullo o humildad?”.167

Bereshit · 135

Perashat Vaishlaj

Ilaná de Jayé · 136

Toda cualidad humana que no va acompañada de la humildad no tiene ningún valor.168 Sucedió una vez que un Talmid Jajam de la Yeshibá de Radin (la Yeshibá del Jafetz Jaim) conversaba con unos compañeros suyos. Cuando vio que ellos estaban disfrutando de sus comentarios sobre la Torá y el Talmud, y lo estaban elogiando, comenzó a vanagloriarse y a perseguir las alabanzas de los demás. Quienes lo rodeaban se dieron cuenta de ello y poco a poco fueron alejándose de él, y en lugar de admiración cosechaba críticas. El hombre sintió aquel desprecio y comparaba el trato que a él le daban con el que prodigaban al Jafetz Jaim. Se acercó al Gaón y le reveló su angustia: “No lo entiendo, Rab. Tanto usted como yo somos dos estudiantes de Torá. Pero donde yo voy, no encuentro sino antipatía en la gente. En cambio, usted es el más respetado y honrado de toda nuestra generación”. El Jafetz Jaim le respondió: “Nuestros Jajamim manifestaron: ‘Todo el que persigue honor, éste escapa de él, y todo el que escapa del honor, éste lo persigue’. Es necesario analizar bien qué significa la palabra ‘Todo’ en esta frase. Quizás la explicación sea que no sólo el honor persigue a quien los merece, sino que el honor también persiguen a quien no merece ser honrado solamente cuando éste se escapa de él. Y la regla podría aplicarse en sentido inverso: no sólo el honor escapará de aquellos que lo persiguen cuando no son merecedores, sino que también escapará de aquellos que lo persiguen, aunque realmente merezcan ser honrados”. “Me preguntaste por qué a ti no te respetan y a mí sí. Te diré que hay una diferencia entre tú y yo: tú quizá merezcas mucho honor y respeto, pero como los persigues, nadie te los da. En cambio yo, que no soy gran cosa, detesto que me honren, porque sé que no lo merezco. Y por eso, aun contra mi voluntad, me colman de respeto”.169 ¡Este es el mejor ejemplo de lo que significa humildad! Para conseguir que la Torá que la persona estudia se conserve en su memoria, hace falta tener humildad y sencillez de corazón, es decir, saber que se sabe, pero, aun así, no sentir orgullo.

Bereshit · 137

¿Quién fue el ser humano más humilde? Fue Moshé Rabenu. Nadie lo igualó; hablaba con Hashem cuando quería, pero no se creía superior a nada ni nadie. Moshé dijo a Am Israel: Yo permanecí entre ustedes y Hashem.170 Es el “yo”, el ego, lo que permanece como una barrera entre el hombre y su Creador.171 Para transmitir la Torá hay que tener humildad, no orgullo. El temor al Eterno es la instrucción de la sabiduría; antes que el honor, va la humildad.172 Quien tiene orgullo es como un barril con un agujero en el fondo; lo que se vierte dentro de él se pierde. Un conocido Rebe que había enviudado deseaba volver a contraer matrimonio. Su fama como gran tzadik (justo) y gran estudioso de la Torá se había difundido por doquier. Al encontrar una mujer con la que deseó desposarse, le dijo: “La Halajá (ley judía) establece que un matrimonio que se realiza sobre falsas expectativas es considerado fraudulento. Sé que mis Jasidim dicen cosas sobre mí que no son ciertas. Por ejemplo, que soy un sabio de la Torá, y no es cierto. Que soy un tzadik, y no es verdad. Que realizo milagros, y en realidad no puedo. Que tengo inspiración Divina, y no es así. Y en caso de que usted crea que alguien con tantos seguidores es acaudalado, está equivocada, pues no tengo un centavo...”. La mujer quedó tremendamente impresionada por la gran humildad del Rebe. “Ya me ha dicho todos sus defectos”, dijo la mujer. “Una persona como usted seguro que también tiene virtudes. Cuénteme sobre alguna de ellas.” “¡Oh, sí!”, contestó el Rebe. “¡Mi única virtud es que siempre digo la verdad!”. Así como los grandes edificios y lujosos palacios se cimientan y construyen con hormigón, arena y piedras, materiales simples y ordinarios, también con el ser humano ocurre así. Es inútil tratar de construir una casa con brillantes, oro, plata y piedras preciosas, pues estos materiales sólo pueden servir como parte de la “decoración”. Los muros y las columnas deben ser hechos con materiales más sencillos y baratos… No en vano la modestia es considerada la piedra fundamental del ser judío.

Árbol de vida · 138

La grandeza de un hombre consiste en reconocer su propia pequeñez.

— refinando cualidades — “Yaacob se había quedado solo y luchó un hombre contra él, hasta el amanecer” (32:25).

Y

aacob retronaba a su hogar. En el camino se encontró con el río Yabok; primero asistió a sus esposas e hijos para que llegaran de una orilla a la otra, y continuó pasando sus bienes hasta que llegó un momento en que se quedó solo. Mientras recogía las últimas pertenencias, un extraño apareció e intentó atacarlo. Yaacob comenzó a luchar con él y la batalla se prolongó hasta la madrugada. Preguntan los Jajamim: “El versículo comienza diciendo que Yaacob estaba solo; si fue así, entonces, ¿quién peleó con él?”. ¡Nadie! Yaacob estaba realmente peleando consigo mismo. ¿Acaso un hombre sano pelea consigo mismo? Esto encierra una importante lección. Está escrito que cuando nuestro Patriarca se entera de que su hermano se dirigía hacia él con cuatrocientos hombres armados, dice: Y Yaacob temió mucho y se afligió.173 Fue asaltado durante unos segundos por el miedo; cuando se percató de lo que estaba haciendo, se arrepintió de inmediato y se afligió: ¿cómo era posible que hubiera sentido un temor que no fuera a Hashem? Los seres humanos nacemos con distintas inclinaciones; cada uno viene al mundo para dominar sus instintos. Yaacob, antes de luchar contra Esav, Labán y el ángel que representaba a Esav, debía luchar primero consigo mismo. Necesitaba vencer primero los rasgos de personalidad que pudieran afectar su integridad

Bereshit · 139

personal, a fin de tener la fuerza y el aplomo requeridos para vencer a todos sus adversarios. Esto no era una tarea fácil. Por eso Yaacob temió e hizo tefilá para poder lograrlo, y una vez conseguido, incluso un ángel podía ser vencido. Cierta vez preguntó el Rab de Ruzhín a uno de sus seguidores: “¿Qué estás tratando de lograr?”. El alumno respondió: “Estoy tratando de eliminar algunos de mis rasgos que no me dejan crecer espiritualmente”. El Rab le dijo: “Todos tus esfuerzos serán por nada. Romper tu cuello será más fácil que eliminar un rasgo de tu carácter. Si realmente deseas cambiar tu personalidad, estudia Torá y ponla en práctica en tu vida diaria. Además debes hacer mucha tefilá para que Hashem quite de ti las cualidades que consideras indeseables. Tú no puedes hacerlo solo”. Es más sencillo concluir de estudiar todos los tratados del Talmud que mejorar un solo defecto de personalidad.174 Yaacob Abinu nos enseña que únicamente Hashem puede remover nuestros defectos de carácter; necesitamos hacer mucha tefilá para que nos ayude a conseguirlo. Si no fuera por la ayuda de Hashem, el hombre nunca podría someter a su inclinación malvada. Nuestra parte del trabajo es dedicarnos con total sinceridad a cumplir Su voluntad, tal como está expresada en la Torá. Este es el significado de He creado el yétzer hará (instinto maligno). Y también he creado su antídoto, que es la Torá. Si ustedes estudian Torá, no caerán en su trampa.175 El vigoroso vence a su instinto guerreando. El sabio lo vence sin pelear.176 Estudiar Torá como una ciencia no tiene ningún beneficio. Para que la Torá transforme la personalidad de la persona requiere de ésta un estudio profundo, con la intención de vivir conforme a lo que ella enseña. La Guemará nos muestra una parábola en la que quien estudia Torá es comparado con un fin en sí mismo, y no coloca el énfasis en ser observante y temeroso de Hashem:177 Cierta vez un rey entregó a su tesorero un juego de llaves de su palacio. Le encomendó que cuidara y mantuviera aseado todo hasta su regreso. El funcionario recibió las pesadas llaves y despidió al rey y a toda su comitiva. Al día siguiente se dirigió al palacio para inspeccionar cada una de las habitaciones, tal como

Ilaná de Jayé · 140

se lo había ordenado el rey. Cuando llegó a la entrada principal, se encontró con que ninguna de todas las llaves coincidía con la cerradura de la llave de la entrada. ¿De qué le servían todas esas llaves? Esta analogía nos enseña que, así como las llaves de las recámaras interiores no funcionan mientras no se tenga la forma de pasar de la entrada principal, si carecemos del temor a Hashem, no haremos caso a nuestro entrenamiento de Torá y, finalmente, lo adquirido se disipará, dado que no estaremos protegidos apropiadamente con Irat Shamaim (“temor al Cielo”). El estudio debe involucrar lo ético (musar), al igual que todos los conceptos halájicos (leyes) para saber cómo cumplir y conducirnos en cada situación. Entonces, y sólo entonces, podemos esperar que ocurran cambios favorables en nuestra personalidad.178 Una vez, el Jafetz Jaim decidió que un alumno en particular debía tomar un puesto vacante como rabino en una comunidad que vivía perdida en el oscurantismo. El alumno no quería ir. Confesó al Jafetz Jaim que tenía miedo de la responsabilidad de ser la única autoridad halájica de toda una comunidad. El Jafetz Jaim respondió: “¿Y tú crees que debería enviar a alguien que no tiene miedo? A veces, tener miedo no descalifica a la persona de ser el indicado para servir al Patrón del Mundo. Es la virtud esencial”. El propósito de estudiar no debería ser volverse más astuto y más sabio, sino hacer de la persona un mejor siervo de Hashem y un judío temeroso de Dios. Dice el Midrash que el ángel con el que luchó Yaacob representa al yétzer hará, el instinto negativo. Preguntan los Jajamim: “¿Por qué solamente Yaacob tuvo que luchar con este ángel, pues ni Abraham ni Itzjak fueron atacados así?”. El Jafetz Jaim responde: “Al yétzer hará no le importa si una persona judía reza y da caridad durante todo el día. Lo que más le importa es que no estudie Torá”. Yaacob Abinu representa la Torá. Los sabios nos enseñan que el mundo está construido sobre tres pilares: jésed (bondad), la característica de Abraham; abodá (servicio), la característica de Itzjak; y Torá, la característica de Yaacob. Sin el pilar de Yaacob, la Torá, todo el jésed y la

El hombre sabio, estudioso del Talmud, la Halajá y los libros de Musar, tiene asegurada su integridad y preservada su rectitud. 179

— felicidad verdadera —

L

“Lo tengo todo…” (33:11).

a porción semanal nos relata el retorno de Yaacob hacia Éretz Israel y los preparativos que hizo ante el inminente y peligroso encuentro con su hermano Esav, que lo odiaba y le guardaba rencor porque argumentaba que le había “robado” las bendiciones de su padre. Después del peligroso encuentro de los dos hermanos, la Torá nos relata lo que expresó cada uno de ellos en el diálogo, manifestando sus expectativas de vida. Yaacob declaró: Lo tengo todo…, mientras que Esav dijo: …tengo bastante.

Bereshit · 141

abodá no son suficientes para que el Pueblo Judío pueda cumplir con su misión. La historia judía confirma trágicamente este punto: las comunidades que se destacaron como grandes donadoras de tzedaká construyeron sinagogas imponentes, pero terminaron siendo instituciones que se asimilaron y hoy están muriendo. ¿Por qué? ¡Porque abandonaron lo principal, que es el estudio de Torá! Pero aquellos que construyeron el tercer pilar, el de Yaacob, la columna de la Torá, se han mantenido fieles y unidos a su origen. ¿Por qué? Porque la Torá es fundamental para la existencia de Am Israel y, por ende, del Mundo entero…

Árbol de vida · 142

Yaacob expuso una clave característica en el Judaísmo; él quiso dejar grabado en nuestros corazones el sentimiento de: “Lo que tengo, es todo”. Una persona que piensa así se considera siempre rica. De aquí aprende ben Zomá, que dijo: “¿Quién es rico? Quien aprecia lo que tiene”.180 Hay una esencial diferencia entre lo que dice Esav: …tengo bastante, con lo que expresa Yaacob: Lo tengo todo… Yaacob estaba satisfecho con lo que poseía; no andaba angustiado ni buscaba más. En cambio, Esav dijo: bastante; esto implica: “mucho, pero no lo suficiente”. Por esto, cuando Yaacob le insistió un poco, Esav aceptó sus regalos. En tanto Yaacob, como toda persona discreta y feliz, sentía que Hashem lo había colmado con todo y, por tanto, no le faltaba nada. No es rico quien tiene mucho, sino el que no necesita más para ser feliz. Si basamos nuestra vida en lo que no poseemos, siempre vamos a ser personas con carencias; si la basamos en nuestras posibilidades y potenciales, seremos personas plenas, realizadas, capaces de ser y dar a los demás. Cierta vez, un hombre condenado a muerte debido a una falsa acusación había logrado escapar. Se escondió en una de las bodegas que se encontraban cerca del puerto, con la esperanza de poder abordar un barco y escapar del país. Encontró la oportunidad de acercarse a uno de los capitanes de un enorme navío que se había detenido para cargar combustible. Le relató lo sucedido con sinceridad, rogando que sus palabras resultaran veraces ante el comandante para que le otorgara asilo dentro del barco. El capitán se apiadó del condenado y lo escondió dentro del cuarto de máquinas, advirtiéndole que si solamente sacaba la cabeza del cuarto, ¡lo echaría por la borda! Entre los pasajeros del barco se encontraba un hombre muy rico. Había pagado miles de dólares por una enorme suite con un balcón, desde donde podía disfrutar la vista al mar. Tenía sirvientes que lo atendían y cumplían hasta el más mínimo deseo que solicitara. Varios pisos abajo se encontraba el refugiado, dentro de una habitación fría, oscura y atestada de hollín. El ruido de las máquinas era insoportable. Los pocos alimentos que logró subir con él eran lo único que podía comer; el capitán le

Bereshit · 143

había advertido que no podía salir ni siquiera para respirar aire fresco… Querido lector: ¿quién crees que está viajando más feliz? ¿El hombre del balcón o el de la bodega? Aparentemente, el hombre que viaja en primera clase. ¡El tipo está dándose vida de rey! Sin embargo, si pudiéramos entrar a su camarote sin que nos viera, comprobaríamos que no se encuentra tan contento; está a la expectativa de que no le falte nada. Exige hasta el detalle más insignificante. A fin de cuentas, pagó espléndidamente por su camarote y esto le da derecho a exigir lo mejor… Si nos asomamos al cuarto donde se encuentra el prófugo, ciertamente lo veríamos más feliz, porque él, en ese pequeño y sucio cuarto, ¡está salvando su vida! Sabe que, aun cuando está hambriento, sucio y cansado, pronto estará fuera del alcance de sus perseguidores; ¡será un hombre libre! Y esto hace que ni siquiera se acuerde de las incomodidades que está sufriendo… Dos personas que viven en una misma ciudad al mismo tiempo, pueden vivir, sin embargo, en mundos totalmente distintos, pese a tener ambos la capacidad de observar el universo bajo la misma óptica. El mundo de uno de ellos es hermoso y está lleno de oportunidades para el crecimiento, en tanto que el del otro no lo es. Ambas son personas sanas y tienen cubiertas sus necesidades básicas, pero sus perspectivas en cuanto a los sucesos diarios son completamente distintas. En definitiva, la decisión de si una persona será feliz o estará triste a lo largo de su existencia, dependerá de sus actitudes frente a la vida. Dado que tenemos la posibilidad de ejercer un considerable grado de control sobre nuestras conductas y pensamientos, tendremos la opción de elegir convertirnos en personas felices o tristes.181 Hashem es el único apoyo que necesita el hombre virtuoso para sostenerse.182 El bitajón (la confianza en el Todopoderoso) tranquiliza a una persona ante los miedos y las preocupaciones que surgen en la mente de las personas. Aquel que vive con bitajón tiene el conocimiento de que no existen accidentes y sabe que todo lo que le sucede tiene un propósito. Por tanto,

Ilaná de Jayé · 144

todo hombre que haya asimilado el concepto de la confianza en Hashem quedará liberado en forma absoluta de las preocupaciones acerca de los asuntos materiales.183 A una persona que había dormido sola en medio de un oscuro bosque le preguntaron: “¿No tuviste miedo de los animales salvajes? ¿Cómo pudiste dormir en un lugar tan inhóspito?”. El respondió: Lo único que me daría miedo es que el Todopoderoso me viera atemorizado de algo que no fuera Él mismo.184 El Jafetz Jaim expresó lo siguiente: “La gente se preocupa por no contar con medios suficientes para vivir. Deberían en cambio inquietarse por no estar preparados para morir”. ¿Quién se ha llevado al otro mundo sus pertenencias materiales? ¡Esta es la fuente de la tristeza! Cuando sentimos que todo nos pertenece, que lo que poseemos es obligadamente nuestro, cualquier carencia nos provoca frustración, enojo y hasta hastío de lo que sí poseemos. En cambio, el que está consciente de que a este mundo sólo se viene de paso, que lo que tiene es un regalo del Creador, que son solamente los recursos que requiere para el cruce hacía el Mundo Eterno, el único problema que afrenta es no saber agradecer adecuadamente a su Dador, máxime si tomamos en cuenta que Él no tiene ninguna obligación de darnos nada; todo lo que recibimos es por su Piedad y Misericordia. Tener presente la Presencia y Providencia de Quien tiene, puede y da lo mejor a sus criaturas, es la dicha y la tranquilidad más grande a la que puede aspirar el ser humano; va a estar satisfecho con lo que tiene, disfrutará cada uno y uno de los regalos que recibe cada día, y agradecerá en todo momento.…

La felicidad es algo que no depende de la posición, sino de la disposición.

“Le dijo entonces Esav: Pongámonos en marcha e iré junto a ti” (33:12).

E

sav viene con toda la intención de matar a su hermano Yaacob. En el encuentro se abrazan y Esav intenta morder el cuello de Yaacob, que milagrosamente se convierte en mármol haciendo que los dientes de su adversario se rompan.185 Acto seguido, Hashem voltea milagrosamente el corazón de Esav y su odio se transforma; en un instante, se despierta en él un gran amor fraternal hacia su hermano. Además, el soborno de los regalos hace su efecto. Yaacob prefiere enviar carneros, cabras y camellos, cosas materiales. Está dispuesto a ceder de sus bienes con tal de conseguir la paz. Después de apaciguar a Esav, éste se ofrece a ayudar y acompañar a Yaacob, para demostrar así su “sinceridad y hermandad”, y le pide que no se separen más. Yaacob le responde: “Yo viajo con niños pequeños y rebaños de animales jóvenes. Por favor, que mi señor pase delante de su siervo y yo andaré a mi paso lento.186 Sería mejor que viajes delante de mí a Seír; yo llegaré algo más tarde…”. Esav deseaba llevarse a Yaacob a Seír para influenciarlo allí con su materialismo; Yaacob, en lugar de ir tras él, se dirige hacia el pueblo de Sucot para continuar con su filosofía de vida, colmada de humildad y sumisión al Creador. Yaacob estuvo dispuesto a desprenderse de sus bienes con tal de conseguir la paz con su hermano, pero no estaba dispuesto a renunciar a ninguna de sus convicciones. La influencia de su hermano y sus acompañantes representaban un peligro para sus hijos y por eso se las ingenió para alejarse de él. Dijeron nuestros Jajamim: “Las acciones de los padres son una señal para sus hijos”. Todo aquello que hicieron nuestros antepasados es para mostrar el camino a las generaciones posteriores sobre cómo deben actuar en situaciones similares.187 Por tanto, así es como debe actuar y proceder todo padre de Israel. Debe educar y mantener a su simiente sin permitir que la corriente de un mundo materializado y completamente alejado del

Bereshit · 145

— ¡escapa de las malas influencias! —

Árbol de vida · 146

Judaísmo arrastre y aleje a un miembro de su familia del sendero que nos trazaron nuestros padres. Cuentan acerca de un joven que deseaba ser conductor de carretas, por lo que decidió acercarse a los demás cocheros para solicitar el puesto. Ellos decidieron someterlo a una prueba de capacidad. Comenzaron el examen con la siguiente pregunta: “A ver, dinos, por favor, ¿qué harías si tu carro se atasca en el barro?”. El aprendiz respondió orgulloso: “Pues muy fácil, tomaría una palanca y lo sacaría del lodo”. Los carreteros se miraron unos a otros, como diciendo en forma sarcástica: “¡Ohhh! ¡El jovenzuelo sí sabe lo que hace!”. Entonces preguntaron de nuevo: “¿Y si eso no funciona? ¿Qué harías?”. El principiante respondió tratando de aparentar conocimiento sobre el tema: “Pues conseguiría algunos caballos para arrastrarlo fuera del lodo”. “¡Muy bien!”, dijeron los cocheros mientras contenían la risa. “Y si eso tampoco diera resultado, ¿qué es lo que debe hacer un buen carretero?”. El joven se quedó pensando. Al ver que no respondía, le dieron la ultima estocada: “¿Y cómo los expertos sacan del fango sus carretas?”. “No… realmente no sabría qué hacer”, les respondió. Esta vez los carreteros no pudieron aguantar la risa y le dijeron: “¡Muchacho, te falta todavía experiencia! Necesitas recorrer aún varios kilómetros para ser un buen conductor…”. “¡Está bien, ustedes ganan!”, dijo el novato. “Reconozco que son superiores a mí. Ahora, díganme, por favor, ¿ustedes cómo lo resolverían?”, preguntó a su vez. Los hombres del gremio respondieron burlonamente: “Nos aseguraríamos de evitar el lodo y, de esa forma, no permitiríamos que el carro cayese dentro de él…”. Así nosotros: debemos evitar las trampas de las influencias corruptoras. Nadie puede confiar en su fortaleza; el medio ambiente es muy seductor y el desafío es muy arriesgado. La mejor forma de enfrentarlo es permanecer tan lejos de su influencia como sea posible, tal como lo hizo Yaacob Abinu.188 Dos jóvenes fueron compañeros de habitación en sus días de estudio en una yeshibá. Crecieron y sus caminos se separaron; uno logró ser un gran rabino, mientras que el otro llegó a ser un médico famoso. Un día el Rab fue llamado a una ciudad lejana

Bereshit · 147

para hacer un Din Torá (juicio rabínico) entre dos ricos comerciantes. Al mismo tiempo, su anterior compañero fue llamado a la misma ciudad para atender a un paciente. Cuando cumplieron con sus respectivas misiones y recibieron sus honorarios, ambos se prepararon para volver a sus hogares. Iban en el camino cuando de repente sus carretas se encontraron. De inmediato se reconocieron. Comenzaron a conversar acerca de su vida y de los logros que habían conseguido. El médico dijo al rabino: “Por tu vestimenta y por el carro en el que viajas, se nota que me va mejor que a ti”. El Rab le respondió: “Voy a relatarte lo que me sucedió: dicté sentencia y recogí mis honorarios. Busqué alquilar una carreta para regresar a casa. Como ya te diste cuenta, no conseguí la más elegante. Mientras arreglaba el precio con el carretero, se acercó un tipo deshonesto que quería engañarme, pues me mostró un carro mucho más elegante que el del carretero con el cual estaba yo tratando de llegar a un arreglo. El carro tenía asientos mucho más cómodos y bien tapizados. Además el conductor estaba dispuesto a cobrar menos por el viaje, pues había llegado a la ciudad a dejar a un pasajero y no quería hacer el viaje de regreso vacío. Pues, ¿por qué no? Tenemos libre elección… Saqué el dinero de mi cartera para pagar y observé que la carreta apuntaba hacia el lado contrario. Comprendí que viajaba en una dirección diferente. Cuando pregunté al chofer si estaba dispuesto a cambiar de dirección, comenzó a vociferar insultos, dio un latigazo a sus corceles y se alejó del lugar sin siquiera despedirse. ¡Menos mal que no me dejé convencer por el charlatán que intentó tentarme con la apariencia del coche! Si yo no hubiese investigado, me habría visto en la necesidad de regresar la distancia recorrida, y recién entonces comenzar el viaje a casa. ¡Quién sabe si hubiera tenido las fuerzas de hacer un viaje de varios cientos de millas en estas pésimas carreteras!”.189 Esta parábola viene a enseñarnos lo siguiente: ¿cuántas veces al día viene “Esav” a incitarnos para que caminemos juntos? Se muestra cariñoso, nos invita a que seamos hermanos, que seamos partícipes de su ideología materialista y banal; en resumen, que gocemos de todos los placeres de este mundo. Su interés

Ilaná de Jayé · 148

principal son los tiernos rebaños, aquellos que no tienen malicia. ¡Es a ellos a quienes más desea arrastrar con él! Aquel que cae en su trampa está retrocediendo en su servicio a Hashem; los caminos para retornar no están en tan buenas condiciones, por lo que no es fácil recuperar lo perdido y entonces comenzar a dirigirse hacia su destino…. Quién sabe si tendremos la oportunidad de reponer todo el tiempo que perdimos buscando esos placeres. Tenemos que ser muy cautos y fuertes, como lo hizo Yaacob. Hay que rechazar todos los ofrecimientos del yétzer hará. Es preferible vivir en Sucot, “en cabañas” (con modestia, moderación y humildad). Es mejor caminar “lento”, manteniendo nuestra distancia en lo que respecta a la moda y los placeres terrenales. Quien se expone al riesgo, finalmente acabará siendo víctima de la filosofía de Esav….

Afortunado es el hombre que no ha caminado en el consejo de los malvados. 190

— no malgastes tu tiempo — “Y habitó Yaacob…” (37:1).

Y

aacob deseaba asentarse en la tierra de Kenáan para tener una vida tranquila, y fue en ese mismo momento que los problemas de Yosef cayeron sobre él.191 ¿Por qué? Si analizamos la vida que tuvo nuestro Patriarca, encontramos lógico ese anhelo. Esav quiso matarlo desde que se encontraban en el vientre de su madre; continuó acosándolo hasta que se vio obligado a huir. En el camino, Elifaz, su sobrino, lo despojó de todas sus pertenencias; en un principio, él iba a matarlo, pero luego se conformó con robarlo. Tuvo que ir a vivir junto a su tío Labán, el idólatra, quien lo engañó obligándolo a trabajar para él a fin de obtener la mano de Rajel. Después de que se cumplió el plazo, le entregó a Leá sin que se diera cuenta y tuvo que trabajar otros siete años para poder casarse con Rajel. Continuó trabajando sin descanso ni tregua junto a su suegro, hasta que, temiendo por su vida, resolvió escapar una vez más y trasladarse con su familia a su tierra. Finalmente, su esposa Rajel murió al dar a luz a su segundo hijo. ¡Cualquier ser humano en estas circunstancias rogaría establecerse con un poco de tranquilidad acompañado de su familia! ¿Acaso podríamos siquiera pensar que Yaacob quería serenidad para descansar o para pasar el tiempo tranquilamente con su familia? ¡Por supuesto que no pretendía eso! Seguramente él deseaba dedicarse de lleno a sus quehaceres espirituales. Sin embargo, para Yaacob, no fue correcto pedir serenidad. Hashem quiso demostrarnos, por medio de Yaacob, que el propósito de nuestro tránsito por este mundo es para trabajar y esforzarnos en superar todos los desafíos de la vida. Rabán Gamliel ben Yehudá HaNasí dijo: “Es bueno el estudio de Torá junto con el trabajo, porque el esfuerzo requerido para ambos hace olvidar el pecado”.192 El Rab de Kotzk dijo: “La razón por la que una persona

Bereshit · 149

Perashat Vayésheb

Árbol de vida · 150

no debería pecar no es sólo porque está prohibido, sino que la permanencia del hombre en el mundo es tan breve que no debería tener tiempo libre para pecar”. Cada persona llegó al mundo con una asignación. Si cada uno de nosotros tomara con seriedad y responsabilidad sus obligaciones, no tendríamos tiempo para el ocio y el relajamiento. No nos referimos a tomar un respiro de vez en cuando, pues también eso es esencial para el bienestar físico y mental; generalmente las personas que trabajan en búsqueda del sustento también se esfuerzan estudiando o realizando mitzvot, o incluso descansando para reponer sus fuerzas. Una persona así no tiene tiempo para el ocio y, en consecuencia, tampoco tiene tiempo para pecar. Cuentan que para el Jafetz Jaim cada instante de su vida era tan preciado como la más valiosa joya. Él calzaba zapatos sin agujetas porque calculó que el tiempo que pierde la persona calzando y atando los cordones de sus zapatos es de un minuto. ¡Sesenta segundos por día! Al año son 365 minutos, que equivalen a seis horas. Calculado en 70 años, son 420 horas ganadas, que él invertía en estudiar más Torá. Cuentan sus alumnos que en una ocasión vieron que una persona se sentó cerca del Gaón. El Rab estaba inmerso en su estudio, mientras que el hombre preparaba su pipa. Primero la vació, la limpió, acomodó el tabaco, sacó un fósforo y la encendió. Debido a que el tabaco no estaba bien acomodado, la pipa se apagó. La vació y comenzó de nuevo. Cuando el hombre logró encender su pipa, ¡el Jafetz Jaim había estudiado una página del Talmud…! ¡Esto es saber apreciar nuestro tesoro más valioso! Lo más caro que poseemos es el tiempo, porque lo pagamos con la vida. Nuestro estudio de Torá tiene que ser lo más valioso en todo el día. Una vez que nos sentamos a estudiar, no debemos permitir que nada ni nadie nos interrumpa. No es lo mismo estudiar una hora que dos medias horas. Un campesino que andaba por un valle encontró las vías del ferrocarril. Se quedó observándolas y pensó: “Este metal es justo lo que necesito para cercar el corral”. Sin vacilar, puso manos a la obra y arrancó un par de metros de vía. Afortunadamente

Bereshit · 151

unos policías pasaban por allí y detuvieron de inmediato al individuo. Una vez que dieron aviso para que interrumpieran el avance del ferrocarril, llevaron al hombre frente al juez para que le dictara sentencia. Cuando estuvo delante del magistrado, éste le preguntó: “¿Tiene usted idea de la gravedad y las consecuencias de su acto?”. “Su señoría, ¿qué le hacen un par de metros de vía a los miles de kilómetros que tienen tirados allí?”. “¡Tirados! Si esos ‘pocos metros’ no están colocados en su lugar en el momento que el ferrocarril pasa por allí, éste se descarrilará y al volcar provocará una tragedia que no quiero ni mencionar. Por tanto, ¡lo sentencio a 20 años de trabajos forzados!”, dictaminó el juez.193 Debemos entender que tenemos un tiempo limitado para cumplir con nuestro propósito en la vida. La conciencia judía dice que el peor crimen es el asesinato. El peor asesinato es el predeterminado, y dentro de este pecado, podemos encontrar algo que es más grave: el asesinato de uno mismo (suicidio). Este crimen se subdivide en dos: el asesinato físico y el espiritual. Matar el tiempo es una de los crímenes más condenables que pueden cometerse en la vida.194 El hombre no puede matar al tiempo, pero el tiempo sí puede matar al hombre. Cuentan de un rey que llamó a sus tres hijos; sabía que iba a llegar un día en el cual tendría que ceder la corona a uno de ellos, pero necesitaba saber quién de ellos era el más capaz para sentarse en el trono. Comenzó con las finanzas. Entregó a cada uno una importante suma de dinero para que, durante un año, lo administrara. Terminó el plazo y el monarca exigió que le rindieran cuentas. El primero presentó un balance positivo de sus acciones, por lo que recibió la aprobación y el consentimiento de su padre para continuar con el negocio. El segundo se disculpó con su padre, ya que, por desgracia, había invertido el dinero en un proyecto que consideró en un principio de mucho éxito, pero la realidad le demostró su equivocación. El padre aceptó la disculpa y le entregó otra cantidad de dinero; además, lo alentó para que siguiera intentando. Cuando el tercer hijo le devolvió el dinero en el mismo sobre, tal como lo había recibido, el padre se molestó mucho con él. Ante el insospechado comportamiento de su padre, el hijo le

Ilaná de Jayé · 152

preguntó sobre el motivo de su enojo. No entendía por qué él, que había cuidado con esmero el dinero, era criticado, y su hermano, que había perdido todo, había recibido incluso otra dotación. El padre le respondió: “Tu hermano, aunque perdió todo lo invertido, cumplió con lo encomendado. Hizo todo el esfuerzo posible por invertir bien el dinero que recibió. En cambio tú, no entiendo cómo te atreves a preguntar el porqué de mi enojo. ¿Acaso te di el dinero para que lo guardaras? ¿Acaso crees que no tengo cómo cuidar el dinero, que necesito de ti para guardarlo? De la misma forma, cuando un hombre llega a este mundo, Hashem le asigna cierto número de días. En adición, Él otorga a cada uno el intelecto necesario para adquirir conocimientos de Torá y observar los preceptos. Le da también el suficiente sentido común para manejarse en este mundo. Para nuestra vergüenza, no logramos vivir a la altura de nuestra misión. Despilfarramos una gran parte de nuestras vidas, recursos y habilidades haciendo negocios que sólo nos producen pérdidas, es decir, transgresiones por las que algún día seremos juzgados. Gastamos mucho más tiempo del que necesitamos para sobrevivir e ir en pos de las vanidades de este mundo. Nos complacen enormemente las cosas que hemos adquirido durante nuestra vida, pero cuando nuestro Padre nos exija, después de 120 años, rendir cuentas con el tiempo que nos dio, ¿qué responderemos? Nos preguntará qué hicimos con cada minuto de nuestras vidas. ¿Vamos a regresar un sobre vacío o vamos a presentarlo lleno de Torá y actos buenos? Debe ser bastante doloroso llegar ante Hashem y contemplar la figura que Él esperaba de ti, ver lo que estabas destinado a ser y contrastarlo con aquello en lo que te convertiste… Estamos aún a tiempo. Encaucemos nuestra energía y talento para vivir con el propósito que Hashem espera de nosotros. “Rabí Tarfón dijo: ‘El día es corto y el trabajo mucho. Los trabajadores son holgazanes y la recompensa es enorme. El patrón los apura’”.195 Rabí Menajem Méndel de Kotzk dijo: Todas las cosas en el mundo son imitables a excepción de la verdad. Si tratas de imitar la verdad, deja de ser verdad.

depende de lo caro que consigamos vender nuestro tiempo.

— la gravedad de avergonzar —

Y

“Yehudá dijo: ‘¡Sáquenla y que sea quemada…!’. ‘Reconoce ahora de quién son este sello, este manto y este bastón” (38:1-25).

ehudá se casó con la hija de un mercader llamado Shúa. Tuvieron tres hijos: Er, Onán y Shelá. Los hijos de Yehudá podrían haberse convertido en los antepasados de los reyes, pues su padre había sido investido con el reinado de Israel, pero desperdiciaron su oportunidad. El hijo mayor, Er, se casó con Tamar, la hija de Shem, el hijo de Noaj. Era tan hermosa como modesta. Er tenía miedo de que, si quedaba embarazada, perdiera su belleza, y por tanto, pecó frustrando el propósito del matrimonio, y causó su propia muerte. Onán se casó con la esposa de su difunto hermano cumpliendo así la mitzvá de ibum (si un hombre muere sin hijos, su hermano o el familiar más cercano debe casarse con la viuda. El hijo que nazca de esta unión lleva el nombre del difunto). Cometió el mismo error que su hermano y murió poco después. Yehudá temía que su tercer hijo muriera también, pues pensó que Tamar era la que había ocasionado la muerte de sus hijos, de modo que le pidió que aguardara en la casa de su padre hasta que Shelá, el menor de sus vástagos, tuviera edad para casarse. Yehudá estaba sólo postergando el asunto, pues no tenía intenciones de entregarle a su hijo menor. Pasó el tiempo y falleció la esposa de Yehudá. Cuando el periodo de luto terminó, salió a supervisar la esquila de sus ovejas.

Bereshit · 153

Nuestra riqueza

Árbol de vida · 154

Tamar había recibido por profecía que los reyes de Israel descenderían de la familia de su suegro y no estaba dispuesta a perder el privilegio de transformarse en la antecesora de la dinastía real. Ella fue una mujer virtuosa y actuó sabiamente. Urdió un plan para engañar a Yehudá. Se cambió la vestimenta de duelo, ocultando su identidad tras un velo, con la esperanza de que la tomara como esposa o que le diera a su hijo Shelá. Así, se sentó en el cruce que conducía al pueblo. Logró su cometido: Yehudá cayó en la trampa, sin percatarse de quién se trataba, y le entregó como garantía tres objetos: su sello, su manto y su bastón. Al cabo de tres meses fue informado de que su nuera estaba encinta, por lo que convocó al tribunal acusando a Tamar de ser infiel y al final fue sentenciada a morir quemada, pues era hija de un Cohén, y conforme a la Torá debía ser castigada con muerte en la hoguera por inmoralidad.196 Su actuación constituyó una inmoralidad equivalente a la que hubiese cometido una mujer casada, porque estaba destinada a otro hombre por ibum. Ella, sin revelar el origen de su embarazo, presentó los objetos que había recibido como garantía, dejando a criterio de Yehudá la decisión de reconocer su paternidad, o ir a la hoguera antes de avergonzarlo. Yehudá comprendió que el bebé que llevaba en su vientre era suyo y admitió que ella tenía razón, debido a que él no había permitido que su hijo se casara con ella; él le permitió la vida; Tamar dio a luz mellizos. Una de las funciones de los shamashim, quienes atendían las sinagogas, era la de encender en las mañanas la estufa, especialmente durante los gélidos días de invierno. Había uno a quien le disgustaba cumplir con esta obligación, pues salir del calor de su cobertor era algo a lo que no estaba dispuesto a renunciar. Así que se las ingenió para conseguirlo. Sabía que un grupo de mendigos llegaban durante la noche desde las afueras de la ciudad y se metían a la sinagoga para cobijarse del frío. Habló con su líder advirtiéndole que, si querían seguir gozando de su “hospitalidad”, debían encargarse de encender el fuego. El trato se cerró y el shamash pudo dormir calentito por un rato más. Todo funcionó bien hasta que los mendigos encontraron un lugar más cercano.

Bereshit · 155

El primer día que la sinagoga amaneció helada, los asistentes decidieron permanecer callados por consideración al shamash, pero cuando vieron que se repetía una y otra vez, comenzaron a quejarse. La demanda llegó a oídos del rabino y, a partir de ese día, todo volvió a la normalidad. Todos pensaron que el rabino había llamado la atención del shamash; lo que la gente no sabía era que el mismo Rab Israel Yaacob Lubchanski era quien estaba haciendo el trabajo. Un día sucedió que la leña estaba húmeda, lo cual hacía necesario soplar mucho para iniciar el fuego. Con la cabeza dentro de la estufa se encontraba Rabí Yaacob soplando para avivar el fuego cuando entró el shamash. Era muy temprano y las velas continuaban apagadas; estaba tan oscuro que el hombre no reconoció a quien se encontraba metido en la estufa. Al pensar que era uno de los mendigos, le propinó una patada al hombre. El Rabino sabía que si sacaba la cabeza de la estufa, el shamash se sentiría terriblemente avergonzado, por lo que hundió aún más la cabeza adentro del horno. El humo estaba quemando sus ojos y atosigando sus pulmones; no obstante, hizo un esfuerzo para aguantar hasta que el shamash se retiró. Entonces pudo sacar la cabeza. Al tiempo que el shamash se fue del lugar, había desaparecido la mitad de la barba del Rabino… ¡había sido quemada por el fuego! Se cuenta que Rab Rafael Shapira, cuando asumió su cargo de Rabino Principal de la ciudad de Brisk, convocó una reunión de todos los shojatim (matarifes). En aquella época, a raíz de la Primera Guerra Mundial, se estaban perdiendo muchos de los aspectos de la vida comunitaria judía. Aparecieron “shojatim” que no conocían las leyes correspondientes. Mataban animales sin tener el permiso correspondiente, provocando que mucha gente consumiera carne taref (lo contrario de kasher). Había que corregir urgentemente ese problema. A tal efecto, el Rab convocó en su casa a los más importantes directivos para presentarles a los verdaderos shojatim y decidir sobre las medidas que se tomarían en el futuro. Se presentaron todos, pero había un problema: entre los presentes figuraba uno de los falsos shojatim. Le pidieron amablemente que se retirara, pero el hombre se negó. “Esta es la casa del Rab, y únicamente si el Rab me pide que me retire,

Ilaná de Jayé · 156

lo haré”, dijo. Insistieron en que se fuera, pero no hacía caso. Entonces pidieron al Rab que expulsara al intruso. El Rab no pronunció una sola palabra, y ni siquiera le indicó con señas que abandonara el lugar. La reunión ya estaba por cancelarse por culpa de aquel hombre y el Rab seguía sin despegar sus labios. Al final, gracias a la astucia de uno de los asistentes, el visitante indeseable se retiró por su cuenta y la reunión pudo celebrarse sin contratiempos. Cuando terminó la reunión, el Rab explicó el motivo de su actitud: “Está escrito en la Guemará: ‘¡Mira qué grave es el hecho de avergonzar a tu compañero que hasta el Propio Hashem destruyó el Bet HaMikdash porque avergonzaron a Bar Kamtza!’. Esto nos enseña”, agregó, “que si hubiésemos avergonzado a ese hombre, se hubiese perdido todo. Porque de una reunión donde se comete algo incorrecto, no puede salir nada bueno…”.197 Hay quienes humillan a otros aun sin darse cuenta, hablan de otros incluso delante de ellos comentando sus faltas o los malos hechos que realizaron. A pesar de no tener ninguna mala intención, la Torá considera esto como si se estuviera cometiendo el pecado de humillación. Por eso es tan preciado el silencio. El silencio es el más bello de los sonidos.198 Cuando uno habla mucho, es muy probable que caiga en algún pecado. Cuando dos personas discuten y al insultarse cada uno recuerda las faltas del otro, señalando sus pecados anteriores y haciendo que la víctima palidezca, el que lo ofendió piensa: “¿Qué tiene de malo? Dije sólo la verdad…”. No se da cuenta de lo grave que es haber avergonzado al otro. Una de nuestras metas debería ser desarrollar una sensibilidad más profunda hacia las necesidades de los otros y medir siempre las consecuencias de nuestras palabras y acciones antes de hablar o de actuar.

Es preferible que un hombre se arroje dentro de un horno ardiente antes de deshonrar a otro en público. 199

“Y reconoció Yehudá, y dijo: ‘Tiene razón [es inocente]. De mí [concibió]’” (38:26).

L

a Torá menciona en esta sección del Libro de Bereshit los sueños que despertaron los celos de los hermanos de Yosef. Su rabia fue aumentando hasta que terminaron vendiéndolo a una caravana de ishmaelitas. La Torá interrumpe su narración acerca de la historia de Yosef e inserta el capítulo relacionado con Yehudá y Tamar. Yehudá, al ver que sus dos hijos habían muerto después de contraer nupcias con Tamar, escondió a su tercer hijo temiendo que éste también falleciera. Tamar engañó a su suegro para poder concebir un hijo de su estirpe. Cuando se descubrió que estaba encinta, Yehudá, sin saber que era su propio hijo el que Tamar llevaba en su vientre, la condenó a morir en la hoguera. Cuando era llevada a su muerte, mostró los bienes que había recibido y dijo: “El dueño de estos objetos es el padre de la criatura”. Yehudá comprendió enseguida y reconoció su paternidad. Al leer el versículo en forma literal, Tamar solicitó que Yehudá ratificara la propiedad sobre los objetos presentados ante el Bet Din. Rashí explica que cuando Tamar pidió que reconociera, no se refería a los objetos en cuestión, sino que ella le estaba diciendo: “¡Reconoce a tu Creador! Reconoce que hay un propietario y poseedor de todas las cosas que existen. Confiesa tu paternidad, a fin de que no se destruyan tres vidas (la de ella y la de sus gemelos, que aún no habían nacido)”. Tamar entendió lo difícil que resulta a una persona hacer una confesión en público. Seguramente este pensamiento causaba consternación en la mente de su suegro. Y a pesar de que se trataba de un caso de vida o muerte, cabía la posibilidad de que dudara en humillarse delante de toda la gente menoscabando así su imagen ante la sociedad (Yehudá era el rey y un escándalo de esta índole podría socavar su autoridad). Tamar suplicó a Yehudá que reconociera a su Creador y confesara, para mostrar a todas las generaciones por venir que el honor a Hashem y el temor a Él deben anteponerse a todo.200

Bereshit · 157

— reconociendo tus errores —

Árbol de vida · 158

Era una noche oscura. El hombre miró a través de su ventana y vio que de la casa de su vecino salían llamas. Rápidamente salió de su casa; se acercó a la ventana del dormitorio del vecino y comenzó a golpear y a gritar: “¡Levántate, sal pronto! ¡Tu casa está ardiendo”! ¡Vas a quemarte vivo!”. Mirando a través de la ventana, se asombró al ver cómo el vecino se levantaba, se estiraba, caminaba lentamente hacia el baño, se lavaba la cara, se dirigía al vestidor y comenzaba a escoger la ropa. El vecino no podía creer lo que estaba viendo. El hombre le dijo desde el vestidor: “Te veo desesperado. Entiendo que la situación apremia, pero no puedo salir así vestido a la calle. La gente se reirá de mí”. Al escuchar el ridículo comentario, el vecino le grita: “¡No puedo creer que seas tan inconsciente! ¿Estás arriesgando tu vida sólo para evitar que otros necios como tú se rían de ti…?”. Reconocer el error no es humillarse. Es demostrar que uno es honesto y reconoce sus errores. No reconocer es signo de soberbia y altanería. Aquel que no reconoce el deber de modificar sus errores mientras echa a los demás la culpa de todos sus problemas, está complicando aún más la situación. Reconocer la verdad es una virtud necesaria para tener un criterio autentico y veraz. Es imprescindible que toda persona acepte la verdad inmediatamente de quien venga, aun del más pequeño, que reconozca y no se avergüence de decir, incluso en público: “Tu argumento es verdadero; lo que yo dije antes es un error”. Que no se empeñe el hombre en defender su posición contestando de forma vana para mantenerla. Una persona que busca salir siempre victoriosa torcerá lo recto y causará destrucción, permitiendo lo prohibido, y aumenta los pleitos y la discordia.201 Cuando la persona está consciente de que Hashem está en todo momento y lugar, y cuando sabe que puede recurrir a Su amor, no tiene miedo de reconocer la verdad, no siente la necesidad de esconder su comportamiento bajo toda clase excusas o justificaciones. Reconocer que lo que has hecho es incorrecto representa la mitad del camino que conduce al arrepentimiento.202 La Rabanit Kanievski contó que cierto día un joven entró a su casa desesperado, diciendo que tenía que ver al Rab para pedirle

Bereshit · 159

perdón. Sorprendida, le pidió que explicara a qué se refería. El joven dijo: “Estaba en la yeshibá escuchando atentamente una disertación relacionada con el tema de las langostas. El Rab nos contó que un día Rab Jaim Kanievski estaba en su casa estudiando este tema y, mientras analizaba distintos detalles, se posó una langosta en el marco de la ventana. Rab Jaim aprovechó para observarla detenidamente y descubrir en ella señales que le ayudaron a escribir las halajot en su libro, y una vez que terminó, la langosta se fue como había venido… Yo me puse de pie y dije a mi Rab que no creía en esa historia; pero cuando llegué a mi casa… me esperaba una sorpresa. ¡Mi cuarto estaba lleno de langostas! Revisé el resto de la casa y no había ni una sola. Salí a la calle y nada… Regresé a mi habitación pensando que había sido mi imaginación… Pero allí estaban… Entonces comprendí que no era un hecho natural, sino que era un aviso del Cielo por haber menospreciado el honor del Rab… ¡Por eso vengo a pedirle perdón!”. La Rabanit contó que cuando Rab Jaim escuchó la historia, sonrió humildemente y le contestó que, por supuesto, lo perdonaba. En ese momento, las langostas desaparecieron de la habitación de joven sin dejar rastro. De lo anterior aprendemos, como está escrito en el Mesilat Yesharim, que la Creación fue hecha para la persona. Todo lo que existe en el mundo no sólo es para nosotros, sino que recibe nuestra influencia y se impregna con nuestras características. Cuando somos cuidadosos con nuestros actos y pulimos nuestras cualidades, toda la Creación está a nuestra disposición… De lo contrario, HaKadosh Baruj Hu nos envía señales para hacernos recapacitar, para que busquemos la falla y trabajemos en su reparación. La llave de la teshubá (arrepentimiento) es reconocer que algo que hicimos estuvo mal. Es muy frecuente que nuestros mecanismos de defensa de negación impidan tal reconocimiento. Nosotros debemos hacer un esfuerzo continuo para vencer esta negación. ¿Acaso hay forma de esconderse de Quien todo lo ve y todo lo sabe? Tener siempre presente este concepto nos ayudará no sólo a reconocer y admitir nuestras equivocaciones, sino que seremos capaces de reconocer nuestros límites y

Ilaná de Jayé · 160

fallas. Al mismo tiempo, buscaremos alcanzar niveles más elevados y entonces veremos cada desafío como una oportunidad de crecimiento.

¿Por qué mereció Yehudá el reinado? Porque supo reconocer y admitir su error inmediatamente. 203

— aspiraciones —

Y

“…como interpretó para ellos Yosef” (40:22).

osef es vendido por sus hermanos a una caravana de comerciantes árabes. Llega a Egipto, donde es adquirido por Potifar como mayordomo de su hacienda. Yosef era muy bello y agraciado; la esposa de Potifar lo incita continuamente, pero Yosef se resiste a caer en la tentación. Finalmente ella le tiende una trampa y Yosef escapa. La gente del palacio finalmente comienza a sospechar y, para evitar un mal nombre, la mujer les hace creer que era él quien la acosaba, y como consecuencia lo mandan al calabozo. Ya en prisión, Hashem da gracia ante los ojos del oficial de la prisión por Yosef, quien lo asigna como supervisor. Pasan diez años y un día el Faraón encuentra una mosca en su copa de vino y una pequeña piedra que se mezcló en la harina de uno de los panes que se habían servido en la mesa real. Ambos, el viñatero y el panadero, son enviados al calabozo por haber ofendido al rey. Una noche, cada uno de ellos tiene un sueño. El viñatero sueña que ve tres ramas en un viñedo. Sus racimos florecen y maduran rápidamente. Corta las uvas, las exprime en una copa

Bereshit · 161

y la pone en manos del Faraón. Preocupado, pide a Yosef que interprete su sueño. Yosef le dice: “Dentro de tres días volverás a ocupar tu puesto”. El panadero, al ver la favorable interpretación del viñatero, dice a Yosef: “Yo soñé que tenía tres canastas sobre mi cabeza. En el canasto superior había alimentos horneados y varias aves se acercaban y comían los alimentos”. Yosef interpretó así el sueño: “A los tres días te ejecutarán”. Las dos profecías de Yosef se cumplen tal como había dicho. ¿Qué vio Yosef para descifrar esto? ¿Por qué a uno le presagió la vida y al otro la muerte? En una exposición de arte fue presentado un cuadro de un famoso artista, en el que se veía a un hombre sosteniendo en su mano un cesto con frutas; la pintura era tan viva y genuina que las aves, suponiendo verdaderas a las frutas, revoloteaban sobre ellas para comerlas. Esta magnífica obra despertó tal sorpresa que se ofreció un enorme premio a quien le encontrara algún defecto. Se presentó cierto hombre sagaz y dijo: “Es cierto que las frutas han sido logradas con gran éxito y parecen reales, pero el hombre que las sostiene no es tan perfecto. De parecer tan vivo y real como las frutas, las aves no se hubieran atrevido a acercarse a la fruta que sostiene, por miedo a él…”. Este hombre recibió el premio. Lo mismo ocurrió con Yosef. Cuando el panadero le relató que las aves comían de los canastos, Yosef comprendió que este hombre ya no se consideraba vivo, pues de otro modo las aves temerían al hombre vivo y no comerían de lo que se encontraba sobre su cabeza.204 En cambio, el viñatero soñó que crecían las uvas, que las cosechaba y que las exprimía. El sueño representaba movimiento, actividad, y esto representaba que ese hombre estaba lleno de vida. Hay quien sueña con ser un gran empresario, otro con ser un exitoso profesionista, otro con ser un gran Talmid Jajam. De todos los sueños no surge nada a menos que el soñador tome parte en él. La persona que quiere tener éxito en la vida debe trabajar arduamente para alcanzar la meta que anhela.

Árbol de vida · 162

Hacer proyectos es correcto, pero no puede uno vivir haciendo planes. El que soñó con una profesión o con ser un gran rabino tiene que sentarse, abrir los libros y estudiar con dedicación y constancia. Aquel que sueña con amasar una gran fortuna, primero necesita sembrar, trabajar duro y, después de que logre formar un capital, entonces podrá cosechar. El hombre para esforzarse nació.205 Este mundo está diseñado de forma tal que, a fin de que exista el libre albedrío, las cosas deben aparentar ser totalmente naturales. Por eso la persona tiene que actuar y trabajar como si fuese ella la que ejecuta las cosas, cuando en realidad todos los hilos son movidos desde el Cielo. Todo proviene del Cielo, sólo que ahora se encuentra encubierto como “naturaleza”. El hombre debe tener los recipientes para poder recibir en ellos la bendición de Hashem. Estos recipientes se llaman esfuerzo, dedicación y constancia. Solamente hay dos maneras de fracasar: ¡dejar de esforzarse o nunca intentarlo! Ben Hé Hé dijo: “Conforme a tu esfuerzo, así será la recompensa…”.206

Sabiduría es saber lo que se tiene que hacer; habilidad es saber cómo hacerlo, y virtud es hacerlo.

— supervisión divina — “…y llamó a Yosef y lo sacaron apresuradamente del pozo” (41:14).

D

espués de que Yosef interpretara el sueño del ministro de las bebidas, pidió su ayuda para salir de la prisión. Este hecho fue considerado una falta de fe por parte de Yosef, y por este motivo fue sentenciado a pasar dos años más en prisión. Él tenía que haber confiado plenamente en que Hashem lo sacaría de allí en el momento más favorable. Preguntan los Jajamim: “¿Por qué fue castigado Yosef? Si una persona tiene un problema que resolver, ¿se apoya en un milagro o debe hacer el intento de salvar su situación por medios naturales?”. Es sabido que Hashem envía su ayuda de manera natural y muy ocasionalmente utiliza el milagro. Entonces, ¿en qué falló Yosef? ¡En que puso su confianza en el ser humano, en lugar del Todopoderoso! Él debía aprenderlo de su padre Yaacob. Cuando salieron de la casa de Labán y se dirigían hacia la Tierra de Israel, Esav quería matarlos. ¿Qué hizo el padre de Yosef? No olvidó que, después de los preparativos que realizó, acudió a lo más importante: ¡el rezo! Yosef confió únicamente en su esfuerzo; él pensó que el ministro haría su trabajo y él saldría sin problemas de la prisión, pero no fue así. Yosef, como consecuencia de las pruebas que había logrado superar, ya había alcanzado un elevado nivel de fe. Sucedió con una persona que se adentró en el bosque. Caminaba tranquila y, de repente, un ruido le hizo alzar la cabeza y se asustó. Vio delante de él a un enorme gorila, parado y con las manos abiertas, que amenazaba con atacarlo. “¡Tengo que hacer algo; de lo contrario estoy perdido!”, pensó. “Seguramente a este gorila le habrán disparado los cazadores. Tal vez ha sentido en su cuerpo el impacto de las balas y sabe lo que es una escopeta. Tengo junto a mí un palo. Lo tomaré y fingiré que tengo en mis

Bereshit · 163

Perashat Miketz

Ilaná de Jayé · 164

manos una escopeta, y con esto intentaré asustarlo. Si resulta, quizá logre escapar”. Colocó el palo como apuntando hacia la cabeza de la bestia y, cuando jaló el “gatillo”, se escuchó un ruido y el gorila cayó muerto a sus pies. “¡Huy!”, exclamó el hombre. “¡Qué fuerza tiene este palo! ¡Es capaz de matar hasta a un enorme gorila!”. Lo que no supo fue que en realidad había un cazador vigilante que se encontraba oculto en la copa de un árbol cercano, y que él había disparado y matado al gorila con su arma… La lección que quiere transmitirnos el versículo de la Torá es que en todo momento y frente a toda situación debemos recordar que estamos obligados a hacer nuestro máximo esfuerzo para alcanzar nuestras metas. Lógicamente y de ninguna manera debemos olvidar que todo depende de la decisión Celestial, como está escrito en el Talmud, que aun cuando “el hombre goza de la libertad de elección y ahí radica su responsabilidad, no hay quien mueva un dedo en este mundo si no se lo permiten desde los Cielos”. Esto no nos exime de buscar la solución a todos nuestros problemas, trabajando con empeño y esfuerzo para satisfacer nuestras necesidades de forma natural. Lo que nunca debemos perder de vista es la supervisión Divina. Por ejemplo, citemos el tema del sustento; creemos que nuestra inteligencia, nuestra habilidad para hacer negocios y llegar adonde llegamos es pura energía nuestra, y no nos damos cuenta de que “El Cazador” desde lo alto está protegiéndonos y dándonos todo lo que tenemos. Cuando vemos que alguien tiene éxito en los negocios, pensamos que es por su gran perspicacia para ello. Pero en verdad es al revés. Hashem decide cuánto dinero ha de tener esa persona; Él es quien le da la capacidad y las oportunidades necesarias para adquirir esa riqueza. En cierta ocasión, Rabí Levi de Bardichev vio a un hombre que corría. “¿Hacia dónde corres?”, le preguntó. “Hacia mi sustento”, respondió el hombre. “¿Y cómo sabes que tu sustento está enfrente y no detrás de ti…?”. Dos hombres ricos que vivían uno al lado del otro se encontraban discutiendo. Cada uno afirmaba que el músico que tocaba

Y tú recordarás a Dios, tu Dios, que es Él Quien te otorga a ti la fuerza [consejos correctos] para hacer [para adquirir] riqueza. 207

— identidad judía — “¿Acaso hallaremos a alguien como éste, un hombre en quien está el espíritu de Dios?” (41:38).

A

l cabo de dos años de que el jefe de las bebidas fuera liberado, el Faraón soñó haber visto junto al río siete vacas flacas que devoraban a siete vacas robustas. El Faraón

Bereshit · 165

el arpa frente a su ventana había ido a entonar las hermosas melodías en su honor. Cada uno quería mostrar el respeto que exigía para sí su gran fortuna. La disputa continuó hasta que llegaron ante el Nodá biYehudá. Los dos prepararon una sustancial suma de dinero para entregarla al rabino por juzgar su caso. El rabino les dijo: “¡Es evidente que el músico no fue a tocar el arpa para honrar a ninguno de ustedes, sino para honrarme a mí, debido a que ahora recibo tan grande suma de dinero por juzgar este caso!”. A cada paso de nuestra vida, lo mejor es que reconozcamos que todo, absolutamente todo, está manejado por nuestro Creador, que Él nos dirige y supervisa cada instante de nuestra vida. Lo que está destinado para cada uno de nosotros, nadie en el mundo podrá quitárnoslo. No tenemos que correr desesperados de un lado a otro para conseguir el sustento. Debemos hacer tiempo para la familia, para estudiar Torá y cumplir mitzvot. Si confiamos en el Proveedor de Todo, todo nos será más fácil y llevadero.

Árbol de vida · 166

despertó de su sueño y volvió a soñar; esta vez siete espigas flacas se comieron a siete espigas llenas de granos. El Faraón no entendía el significado de sus sueños y llamó a sus consejeros, pero nadie pudo interpretárselos. En ese momento, el jefe de los coperos recordó que Yosef, quien estaba en prisión, sabía hacerlo. Y entonces sacaron a Yosef y lo llevaron ante el Faraón. El monarca le relató sus sueños. Yosef aclaró al Faraón que no era su sabiduría la que interpretaba los sueños, sino que era la del Creador, que lo hacía por su intermedio. Entonces le explicó que los dos sueños representaban siete años de prosperidad para la economía egipcia, al principio, y posteriormente siete años de hambruna. Yosef recomendó al Faraón que nombrara a un administrador de la tierra de Egipto, y le explicó que debían almacenarse alimentos durante los siete años de abundancia para que fueran consumidos en los siete años de pobreza. El Faraón se percató de que Yosef era un hombre de Dios, tanto en sabiduría como en percepción; entonces lo nombró administrador y le dio el puesto de Virrey de Egipto. Lo vistió con finas ropas, le puso el anillo real y un collar de oro, y le entregó la carroza del Virrey. Es sabido que la Perashá de Miketz coincide siempre con la fiesta de Janucá. ¿Por qué las juntamos? ¿Qué es lo que tienen en común? Esta Perashá relata la vida de Yosef. ¡Cuántas cosas le sucedieron! Quedó huérfano de madre a una edad temprana; fue vendido por sus hermanos y llevado a Egipto, a una tierra extraña donde fue vendido como esclavo. Allí se ve acosado por la esposa de Potifar y acaba preso en un oscuro calabozo… No fue una vida fácil. Sin embargo, y a pesar de todas estas adversidades, Yosef mantuvo firme su confianza en el Todopoderoso. Por más sombría que pareciera su situación, siempre veía la luz a través de la adversidad. Libró las pruebas a las que fue sometido y ahora había llegado el momento de salir del encierro e irradiar su luz. De un solo salto logró ser Virrey de la nación más poderosa de aquella época. Pareciera que las pruebas habían terminado… pero no era así. Ahora venía la más difícil de todas.

Bereshit · 167

Yosef debía afrontar el peligro de asimilarse y adaptarse a la vida social de la clase alta. Aun con su opulenta posición, supo conservar encendida la antorcha de la fe y la pertenencia a su Pueblo; mantuvo viva la observancia de la Torá que aprendió en casa de su padre. Yosef era el único judío en Egipto. Él se comportaba como yehudí en toda situación. La Torá certifica su conducta: fue el mismo Yosef criado junto a Yaacob Abinu; él no cambió en nada. No copió ni se mezcló con los egipcios. El mismo Yosef que salió de la casa de Yaacob cuando lo vendieron, fue el mismo Yosef hasta el final de sus días.208 En Janucá festejamos la liberación de la nociva influencia griega sobre los yehudim. Ellos forzaban al pueblo a abandonar sus raíces; la nación estaba sucumbiendo ante el oscurantismo de la filosofía helénica hasta que llegó Matitiahu, del poblado de Modiín, quien junto con sus hijos encendieron la fe en los corazones de Am Israel. Ellos se armaron de valor y salieron a la guerra, prendieron las antorchas de la libertad y luego las velas de la Menorá. ¿Cuántas veces en la historia hemos visto pueblos que han intentado arrancar a nuestro pueblo de sus raíces? ¿Cuánta gente ha ido a beber aguas de otros pozos y al final acaba extinguiéndose entre las tinieblas? ¿Cuántos imperios han desaparecido? ¿Cuántos nos han perseguido? Ellos ya no están y Am Israel sigue vivo. ¿Cuál es el motivo? La razón de nuestra existencia es que mantenemos nuestra identidad, nuestra forma de vida judía; no cambiamos nuestra Torá por nada del mundo. Tenemos que vivir en el exilio, pero no nos asimilamos. No tomamos ideologías ni costumbres que son ajenas a nosotros. Dijo el Maharal de Praga: “El Pueblo de Israel fue comparado al fuego y los gentiles al agua. Si hay algo que separa al agua del fuego, por ejemplo, una olla, el fuego se mantiene y hasta evapora al agua. Pero si no hay nada que los separe, el agua termina apagando el fuego…”. Un rico empresario enfermó muy gravemente. Por más esfuerzos que hicieron los médicos, lamentablemente el hombre murió

Ilaná de Jayé · 168

dejando una inmensa fortuna a su único hijo. Lo más valioso de la herencia era un diamante único y especial de cien quilates. Era una joya muy especial y famosa entre los reyes y joyeros del mundo, y se conocía por el nombre de su dueño. El hijo comenzó a gastar la fortuna irresponsablemente hasta agotar el dinero de la herencia. Pero estaba tranquilo, pues sabía que aún poseía el diamante. Fue al banco, pidió un préstamo de cincuenta mil monedas y dejó en garantía la piedra. Pasaron unos meses y gastó hasta el último centavo, por lo que pidió otro préstamo. La operación se repitió cuatro veces. La quinta vez, el gerente del banco le negó el préstamo argumentan-do que había agotado la línea de crédito. Triste y desanimado, el joven se fue caminando por la calle. Un amigo lo vio y le preguntó qué le sucedía. El irresponsable heredero le contó todo y el otro, con la mejor intención, le dijo: “Tengo la solución a todos tus problemas. Debes vender el diamante por un millón de monedas o más; pagas todas las deudas y te quedará una fortuna para volver a trabajar”. El joven le respondió: “Tienes razón. Al vender la piedra salgo de mis deudas rápidamente, pero venderla significa perder el honor de la familia. Mientras no la venda, seguirá siempre siendo ‘el diamante de la familia...’. Y a pesar de que mis cuentas o mi situación financiera no sean como lo hubiera deseado mi padre, en algún momento puedo rencontrarme con la fortuna. Pero una vez que lo venda, ya nunca más el diamante único y especial será llamado con nuestro apellido; entonces habré perdido mi honor para siempre”.209 La moraleja es: ningún miembro de Klal Israel está dispuesto a ceder su identidad. La historia lo demuestra; ¿cuántas veces hemos escuchado o leído relatos de judíos que, por desgracia, se alejaron del cumplimiento de las mitzvot, pero cuando se trata de salvaguardar el honor y aquel precioso diamante que lleva nuestro nombre, “el yahadut”, han entregado incluso sus vidas? El milagro de Janucá fue con el aceite de oliva, para enseñarnos el mismo concepto: el aceite no se mezcla con el agua. Yosef no se mezcló, no se asimiló; llegó a ser Virrey de Egipto. Los macabim no se mezclaron, no cambiaron la Torá

Pues tú eres un pueblo santo para el Eterno. Y a ti te escogió el Eterno como nación atesorada de entre todas las naciones que están sobre la faz de la tierra. 210

Bereshit · 169

por las mitologías, deportes o cultura griega. Ellos fueron judíos desde el principio hasta el fin. Por eso el milagro llegó. Esta es la similitud entre la Perashá que habla de Yosef y el milagro de Janucá. Es un ejemplo de judíos que viven con gentiles y no se asimilan ni pierden su identidad ni su forma de ser. Janucá no es sólo una victoria militar; Janucá no es sólo expulsar al intruso que quiso doblegar al pueblo. Janucá es la lucha que sigue hasta el día de hoy entre la luz y las tinieblas, entre la Torá y lo contrario; entre amar, desear y honrar el hecho de ser judío en todos sus detalles, o irse por otro camino y perderse entre las naciones. La Menorá representa el corazón de Israel, y en ese corazón arde una pequeña llama que no puede apagarse. La palabra Janucá proviene de la palabra jinuj, que quiere decir “educación judía”. Debemos mostrar a nuestros hijos, por tanto, cómo vive un yehudí. El judío debe caminar con su identidad a todo lugar a donde vaya. Nuestro compromiso y nuestro desafío en la vida es que LA VERDAD de nuestra Torá sea pasada de generación en generación, hasta el día en que todos reconozcan a Hashem y podamos tener la dicha de la redención final, pronto en nuestros días Amén.

Árbol de vida · 170

— la discordia —

L

“Todos somos hijos de un mismo padre…” (42:11).

os siete años de abundancia que Yosef profetizó habían concluido; ahora vendrían los siete años de hambruna. El ahora Virrey ordenó abrir todos los depósitos y vendió a los egipcios las provisiones que se almacenaron durante los años de abundancia. Los países vecinos también sufrían hambre y sus habitantes recurrieron a Yosef para comprar alimentos. La terrible escasez de la tierra de Kenáan obligó a Yaacob a enviar a sus hijos a Egipto para comprar provisiones, pero no permitió que el menor de ellos, Biniamín, fuera con ellos, temiendo que sufriera algún daño durante el viaje. Cuando los hijos de Yaacob llegaron, Yosef los reconoció de inmediato. Actuó con ellos como un extraño y no les reveló su identidad. Les habló rudamente y los acusó de espías. Ellos negaron la acusación con vehemencia y le dijeron que eran todos hermanos: Todos somos hijos de un mismo padre, y que habían ido sólo a comprar alimentos. Yosef fingió no creerles y se mantuvo en la posición de que ellos eran espías. Entonces Yosef les solicitó que trajeran a su hermano menor para probar que lo que estaban diciendo era cierto. Los hermanos no podían creerlo; al decir a Yosef esa gran verdad: todos somos hijos de un mismo padre, estaban también incluyéndolo a él.211 Dos obreros que llevaban laborando veinte años en una fábrica recibieron el pago por la jornada laborada. Cuando vieron la cantidad que contenía el sobre, pensó cada uno para sí: “Con esta miseria, apenas me alcanza para sobrevivir…”. Mientras salían de su lugar de trabajo, se encontraron y uno dijo al otro: “¡Qué felicidad tendría si este mes cobrara un sueldo que fuera el doble de lo que recibo normalmente!”. El otro, que guardaba odio a su compañero por tantas cosas que habían sucedido a lo largo de tantos años, le propuso: “Si me permites que te golpee treinta y nueve latigazos en tu espalda, estoy dispuesto a entregarte mi sobre”.

Bereshit · 171

El otro se detuvo y pensó: “Son muchos latigazos, pero mis deudas también están a la par. Los golpes pueden sanar. Mis acreedores no están dispuestos a seguir esperando, así que adelante…”. Llegaron rápidamente al acuerdo y así uno pudo descargar el odio acumulado y el otro obtener un sueldo doble, a pesar de las heridas recibidas. Cuando el que había golpeado a su compañero de trabajo llegó a su casa, la mujer lo ve y le pregunta: “Pero, ¿qué te sucedió? ¿Por qué estás tan contento? ¡No me digas que por fin te ascendieron de puesto!”. “No, me sucedió algo todavía mejor. ¿Recuerdas al fulano de la fábrica que tanto me ha hecho sufrir? Pues, ¿qué crees que le hice? Hoy me las cobré todas juntas…” Y entonces le contó lo que había sucedido. La mujer no podía creer lo que estaba escuchando y le dijo: “¡No te entiendo! ¿Cómo te atreviste a regalar a ese hombre el dinero que tanta falta nos hace? ¿Qué necedad te llevó a cometer semejante bobería? ¡Te advierto: vas con ese hombre y recuperas ese dinero, o de lo contrario, no te permito entrar de nuevo a la casa!”. Sin más remedio, el hombre fue a la casa de su compañero de trabajo y le preguntó: “¿Qué me pides para devolverme mi sueldo?”. El otro, que estaba aún sufriendo las heridas causadas por los latigazos, le contestó: “Si me permites darte treinta y nueve latigazos, te lo devolveré”. Así hicieron y concluyeron el episodio cada uno con el mismo sueldo en sus manos, sólo que con las espaldas destrozadas. En algún momento creyeron que prevalecía uno sobre el otro, pero al final ambos resultaron perjudicados. El mensaje es claro: en un pleito generalmente no hay ganador ni vencedor; ambas partes siempre pierden algo. La verdadera ganancia viene cuando no se participa en una discusión. La persona debe reforzarse, hacer acopio de mucha energía para alejarse y escapar de las disputas como si escapase de la muerte. Sobre aquel que se abstiene de responder cuando lo ofenden está escrito: Y los que quieren a Hashem son como el sol en su esplendor. Los Jajamim explicaron sobre el versículo: La Tierra

Ilaná de Jayé · 172

cuelga sobre la nada,212 que el mundo se sostiene por quien cierra su boca durante un pleito.213 Si vemos el fondo de lo que provoca una discusión, vamos a encontrar que habitualmente recae sobre la vanidad: si la persona cavilara un poco acerca de su origen y su final, en realidad, ¿qué somos? Polvo de la tierra. Que nos honren o nos desprecien, ¿hace alguna diferencia en nosotros? Pero el ofendido en el momento es aconsejado por su instinto maligno: “¿Quién se cree? ¿Acaso voy a rebajarme ante él…?”. Un pleito no se mantiene con una sola persona. Si una de ellas es perseguidora de la paz, puede conducir al otro también por el mismo camino. El egoísmo es otro de los detonantes de los pleitos y es uno de los principales motivos por los que generalmente uno no quiere perdonar al otro. El egoísmo hace que estemos inmersos y concentrados sólo en nuestros deseos, y nuestro dolor, cuando de tanto que nos sentimos a nosotros mismos no sentimos a quien está a nuestro lado; no nos permite perdonar ni dejar pasar un posible error; no nos permite pensar que a lo mejor nuestro compañero está pasando por un dolor superior al nuestro, y no tuvo intención de lastimarnos; o simplemente necesita que le demos la oportunidad de arrepentirse… Una persona inteligente entiende que quien se rebaja para perseguir la paz, en realidad se ennoblece y eleva. Busca la paz y persíguela.214 Escapa del pleito como el que se escapa del incendio, pues en realidad es un fuego que consume hasta el fin. Cuando alguien se da cuenta de que está a punto de empezar un pleito, inmediatamente debe buscar la manera de conciliar, o de ser necesario, separar a las personas implicadas en la controversia, antes de que la flama se incremente y se convierta en un fuego incontrolable. La disputa acaba con el dinero, el cuerpo y el alma; la paz es muy importante, pues es allí donde Hashem manda la bendición de vida por siempre. Es relativamente fácil mantener la paz con aquellos que tenemos poca relación. La prueba verdadera es con los que realmente convivimos: la familia y amigos. Ahí surgen las distintas ideas y opiniones.

Bereshit · 173

En la mayoría de los casos, después de que explota la ira y las personas se separan, pasa poco tiempo y ya no recuerdan cómo comenzó la discordia. El pleito es como un río que se desborda.215 El hombre tiene la obligación de perdonar la ofensa y rebajarse en honor a su Creador, buscando la paz con toda su fuerza. Un abrej se encontraba gravemente enfermo. Después de que agotó todas las opciones médicas, comenzó a visitar, por un lado, las tumbas de los grandes Jajamim de todos los tiempos, para que rogaran por él; y por otro lado, golpeó a las puertas de las casas de los Grandes de nuestra generación, en busca de bendiciones y consejos que le permitieran curarse. Decidió ir a Merón, donde se encuentra la tumba de Rabí Shimón bar Yojay, para rogar e implorar allí. Pero antes de hacerlo, fue a ver a uno de los grandes tzadikim de esta generación y le contó sobre el viaje que tenía pensado hacer. El Rab lo bendijo desde lo profundo de su corazón, y cuando escuchó que viajaría a Merón, le dijo: “Por favor, te pido que cuando estés frente a la tumba de Rabí Shimón bar Yojay, dejes esta carta encima de su lápida”. El abrej solicitó al Tzadik una explicación sobre la extraña solicitud. El Rab le respondió: “Bien, te diré de qué se trata. Pero antes debes saber que tienes en tu casa una mujer tzadéket, fuera de lo común. Voy a relatarte una historia que ocurrió poco después de tu boda. Una persona ofendió a tu esposa gravemente. Cuando el agresor se dio cuenta de su gran error, reconoció el pecado que había cometido y fue a pedirle perdón. Pero ella se negó rotundamente a escucharlo. No quería perdonarlo. El agresor se presentó en mi casa y preguntó qué podía hacer para convencer a la mujer. Cuando vi el corazón destrozado de esta persona, envié un mensajero para que hablara con ella y le pidiera que perdonara a este hombre por lo que había hecho, pero ella se negó a disculparlo. Pasaron varios días hasta que finalmente se convenció y lo perdonó de todo corazón. Cuando me enteré de que había cedido, me dio mucho gusto y le pedí que escribiera su perdón, de puño y letra, en dos hojas. Una copia quedaría para ella, y la otra debía entregármela a mí”.

Árbol de vida · 174

Indicó entonces el Rab al abrej: “Cuando viajes a la tumba de Rabí Shimón bar Yojay, en Merón, lleva la carta donde está escrito el perdón de tu esposa, y antes de comenzar a rezar, apóyala sobre la tumba y ruega por tu esposa, para que no enviude, por el mérito de haber dejado pasar el pecado y de haber perdonado a quien la lastimó”. El abrej siguió las instrucciones. Llevó la carta y al llegar a la tumba en Merón vertió lágrimas a mares rogando por la salvación de su esposa, para que no quedara viuda y que, por el mérito de ella, también él se salvara y fuera curado de su enfermedad. Al poco tiempo de regresar, después de su conmovedora tefilá, los estudios realizados mostraron que la temible enfermedad había desaparecido…216 Todos somos hijos del mismo padre.217 Delante de Hashem, todos somos como un solo hombre. A Él le duele mucho cuando ve a sus hijos peleando. Cuando un padre ve que sus hijos lo quieren, pero ellos se odian, sufre un gran dolor. Y es feliz aun cuando los hijos no lo quieran, pero entre ellos hay amor…218

El oro preguntó al hierro: ‘¿Por qué gritas tanto cuando te golpean? ¡A mí también me golpean y no hago tanto ruido como tú!’ (el hierro suena más fuerte que el oro cuando se le martilla). El hierro le respondió: ‘A ti te golpean con hierro, que es un metal distinto del tuyo, y gritas cuando te duele.

que es de mi propia familia. ¡Y grito más fuerte porque me duele mucho más...! 219

— buscando el lado bueno —

L

“¿Cómo, pues, habríamos de robar..?” (44:8).

os hermanos de Yosef descendieron a Egipto para adquirir alimento. Su padre les había indicado que cada uno de ellos entrara por una puerta diferente, para que no llamaran la atención. Yosef ya los esperaba; había agentes en cada una de las entradas con la misión de capturarlos en cuanto fueran identificados. Fueron arrestando a cada uno y llevados delante del Virrey, quien los acusa de espías, y ellos presentan sus argumentos. Yosef apresa a Shimón condicionando su libertad a que traigan a su hermano pequeño para confirmar su versión. Ellos regresan con su padre; le piden ir a Egipto con Biniamín, quien se había quedado con Yaacob mientras ellos bajaban en busca de comida. Los hijos ruegan a su padre que les permita regresar para liberar a Shimón, pero Yaacob se resiste. Pasan unos días. El trigo que habían llevado se termina y la familia de Yaacob siente cerca el hambre. Yehudá jura a su padre por la responsabilidad de su hermano, y Yaacob termina cediendo. Yosef los recibe. Los manda de regreso y en el camino son interceptados por los “oficiales” de Yosef, que van en busca de la copa que el Virrey utiliza para “adivinar”. Cuando revisan las alforjas, la copa es misteriosamente encontrada en el bolso de Biniamín; son llevados de regreso a Egipto. Cuando arriban al

Bereshit · 175

Pero a mí me golpean con hierro,

Ilaná de Jayé · 176

palacio, Yosef los acusa de fraude y ellos argumentan que no han tomado la copa. Ellos le suplican que no los juzgue para mal… La Segunda Guerra Mundial llegaba a su término. La rendición de los alemanes comenzaba. Mientras los soldados de los Aliados avanzaban, varios voluntarios se unieron a sus filas para asistir a los sobrevivientes de los campos de prisioneros. Los soldados rusos entraban a unas ciudades mientras los americanos vencían en otras localidades. Entre ellos se encontraba Rab Silver. Entraron a uno de los campos de concentración y se quedaron anonadados al ver la terrible situación en que se encontraban los sobrevivientes. Comenzaron a reunir y alimentar a los más desnutridos. El Rab reunió a un grupo de yehudim y los concentró en una de las barracas. Pasaron algunos días y llegó el Shabat. El Rab invitó a todos a recibir el Shabat con Lejá Dodí. Uno de los excautivos no se acercaba. El Rab le pidió que se uniera al grupo, pero él contestó: “¡Yo no quiero saber nada de ustedes los religiosos! ¡Mientras más alejado pueda estar de ustedes, mejor!”, dijo indignado. “¿Qué pasa contigo? ¿Por qué esa reacción?”, preguntó el Rabino. El hombre se quedó mirando a los ojos del Rab y le dijo: “En la barraca donde me tenían recluido había un hombre que alquilaba un libro de Tehilim por tres hogazas de pan. ¡Eso era la ración de dos días…! ¿Usted considera correcto que un hombre sea capaz de hacer una cosa tan desalmada? ¿Ahora entiende por qué no quiero saber nada que tenga que ver con la religión?”. Todos los que estaban en el recinto se quedaron mudos… El Rab puso su mano en el hombre, que se encontraba temblando, y le contestó serenamente: “¿Por qué te fijas en aquel hombre y no en los otros que sacrificaban la poca comida que poseían para poder desahogar su pena ante el Creador recitando unos Salmos…?”. Si vemos a una persona realizando un acto que aparentemente no debería estar haciendo, tenemos que juzgarlo favorablemente. Debemos darle el beneficio de la duda. No es algo que

Bereshit · 177

hacemos porque somos “bondadosos”; tenemos que asumir esta posición porque es un mandamiento positivo de la Torá. La mayoría de las veces en que juzgamos negativamente a alguien, acabamos arrepintiéndonos, y esto sucede porque tomamos decisiones precipitadas, generalmente a consecuencia de que no obtuvimos toda la información acerca del hecho. Aunque creamos que lo hemos visto todo, siempre hay una pieza extraviada que hará que el rompecabezas se vea completo, pero con un poco de paciencia seguramente la hallaremos. Juzgar favorablemente no significa reprimir la acción de defenderse o de encubrir acciones incorrectas. Lo más fácil sería, entonces, no juzgar a nadie, andar por la vida como seres apáticos y dejar que todo suceda a nuestro alrededor sin que nada nos importe… Definitivamente no es lo que Hashem quiere de nosotros. Fuimos creados con la capacidad de discernir, diferenciar y evaluar con un propósito. Se nos dio el raciocinio para hacer elecciones como seres con libre albedrío, para evaluar y decidir entre lo bueno y lo contrario. Hashem nos dio la capacidad de juzgar y nos dice cómo usarla: actuando como un abogado y no como un juez.219 La esposa de Hilel cocinaba, horneaba pan y preparaba varios platillos. Esperaba a su esposo y a un importante invitado. Cuando todo estuvo listo, escuchó que alguien golpeaba a la puerta. Un hombre pobre estaba parado afuera quejándose de que ése era el día de su boda y no tenía dinero, y por eso no pudo comprar comida para la fiesta. La esposa de Hilel se apuró y de inmediato entró a la cocina, para llevarle toda la comida que había preparado. Luego, comenzó de nuevo. Cuando su esposo y el invitado llegaron, tuvieron que esperar un buen rato hasta que finalmente se les sirvió la comida. Más tarde Hilel le preguntó: “¿Por qué nos tuviste esperando tanto tiempo?”. Ella les explicó que había entregado a un pobre toda la comida que había preparado previamente, y que por ese motivo tuvo que amasar y preparar de nuevo todo. “Querida esposa”, aclaró Hilel, “en mi mente no te culpé ni por

Árbol de vida · 178

un segundo. Te juzgué de inmediato favorablemente, debido a que asumo que todas tus acciones son por respeto al Cielo.”220 Con rectitud juzgarás a tu semejante.221 Debes conceder a otra persona el beneficio de la duda y juzgarla favorablemente.222 Encontrar explicaciones y excusas para defender el comportamiento aparentemente injustificado de nuestros semejantes no es tarea fácil. Por lo general no somos conscientes de todos los factores y consideraciones que hacen que los demás actúen de determinada manera. Toda situación tiene su lado bueno. Aprendamos a juzgar a toda persona de la misma forma en que nos gustaría que lo hicieran con nosotros. Debemos acostumbrarnos a no criticar, sino a buscar la justificación de cualquier acto. Aquel que juzga a su semejante hacia el lado del mérito, el Santo, bendito sea, lo juzgará meritoriamente.223

Es una ordenanza juzgar a todo ser meritoriamente. Si sobre el ser humano fue dicho esto, con más razón respecto al Creador… 224

— ¿sabes realmente quién eres? — “Y Yosef dijo a sus hermanos: Yo soy Yosef…” (45:3).

Y

osef sintió que el momento de revelar su identidad había llegado. Ordenó a todos los que estaban en la habitación que salieran, con excepción de sus hermanos. Una vez que estuvieron solos, comenzó a llorar mientras exclamaba: “Yo soy Yosef”, y enseguida preguntó: “¿Vive aún mi padre?”. Sus hermanos no pudieron responderle; estaban convencidos de que habían actuado de forma correcta y sólo allí, después de veintidós años, se dieron cuenta de que se habían equivocado y se sintieron avergonzados por lo que habían hecho a su hermano. Yosef se percató de esto y les indicó que se acercaran a él. Los consoló y les pidió que no se sintieran mal por haberlo vendido, pues todo era un minucioso plan del Todopoderoso para hacerlo llegar a Egipto, con la intención de mantener a toda la familia viva durante los años de hambruna. Después de que pudieron salir de la impresión, les indicó que regresaran con su padre y le dijeran que viniera a Egipto con sus hijos, nietos y todos sus bienes. Ellos vivirían en la tierra de Goshen (la tierra con más fina pastura de Egipto) y Yosef les proveería de suficiente alimento para los años de hambruna que aún restaban. Yosef confiaba íntegramente en Hashem. Esto le dio fuerza para salir avante en los momentos más difíciles; le dio tanta entereza y confianza en sí mismo que no sólo consiguió manejar la economía de la potencia mundial, sino que consiguió además someter a sus instintos, lo cual es el logro más grande al que puede aspirar una persona. Cuando uno conoce el potencial que tiene, hasta dónde puede llegar y cómo encarrilar esas fuerzas para servir a Hashem, puede elevarse hasta donde desee. Cuando el Netzib de Volozhin presentó uno de sus libros, contó una anécdota de su niñez:

Bereshit · 179

Perashat Vayigash

Ilaná de Jayé · 180

En una oportunidad escuché a escondidas una conversación entre mis padres. Papá decía a mamá, con lágrimas y penuria, que comenzaría a enseñarme a mí un oficio para que comenzara a trabajar en eso, ya que había intentado mediante muchos métodos acercarme al estudio de la Torá y yo no demostraba interés. En ese momento, salté de mi lugar y fui corriendo hacia ellos, y les prometí que me dedicaría de lleno al estudio de la Torá. ¡Imaginen qué sería de mí si no hubiese escuchado con qué dolor hablaban mis padres! Hubiera sido sastre o carpintero, y no más que eso. ¿Qué podía responder a Hashem después de 120 años, cuando Él me mostrara este libro y me preguntara: “¿Por qué no lo escribiste?”. Pobre de mí si hubiera vivido equivocado toda la vida... La persona que consigue la integridad es la que sabe quién es y cómo es su naturaleza, cuál es su posición ante la familia y la sociedad, qué es lo que realmente le corresponde y cuál es el defecto que debe corregir. La mayoría de los problemas que padece la sociedad ocurren a raíz de que el hombre piensa que le corresponde lo que él cree que merece, o que envidia lo que su compañero posee. O algo aún peor: a veces quiere imitar al otro; quiere ser como él, perdiendo de esta manera su legítima personalidad y su capacidad de autoestima. No se da cuenta de que está incurriendo en un grave error, puesto que cada persona tiene su naturaleza. Hashem lo envió a este mundo para que perfeccione su alma conforme al carácter con el cual fue dotado, y exclusivamente con los medios de que dispone. Al imitar a su compañero, deja a un lado estas preciosas cualidades que Hashem le otorgó, dando lugar a que su existencia no tenga razón de ser. “¿Quién es sabio? Quien reconoce el lugar que le corresponde.” Todo hombre tiene un lugar prominente en este mundo. El problema consiste en que confunde su lugar, y esto lo lleva a la decepción y el fracaso. Se cuenta sobre el Jazón Ish que su anhelo en la vida era estudiar Torá con el Rab de Brisk. Y para ese propósito ahorró el dinero suficiente para comprar el boleto de tren que lo llevaría

Bereshit · 181

a Varsovia, donde el Rab de Brisk estudiaba. Cuando ya se disponía a partir, surgieron inconvenientes imprevistos que causaron la cancelación del viaje. Después de muchos años, comentó que si realmente hubiese viajado, no habría sido lo que fue el Jazón Ish. Él poseía un método especial y particular para el estudio, y de haberse instruido con el Rab de Brisk, tal vez no se hubiera destacado, puesto que el sistema y el modo de estudiar del Rab de Brisk no se adaptaban a su espíritu. El hombre debe saber exactamente cuál es el lugar que le corresponde y qué es lo que debe hacer en este mundo, explotando al máximo las cualidades de su naturaleza y de sus medios, para que su servicio al Creador sea cada vez más perfecto y más eficiente. El error más grande que puede cometer una persona es cuando, por temor a equivocarse, deja de arriesgarse en el viaje hacia sus objetivos. Ese temor solamente opaca la capacidad que Hashem nos ha otorgado para conseguir el éxito… No se equivoca el río cuando, al encontrar una montaña en su camino, retrocede para seguir avanzando hacia el mar; se equivoca el agua que, por temor a equivocarse, se estanca y se pudre en la laguna. No se equivoca la semilla cuando muere en el surco para hacerse planta; se equivoca la que, por no morir bajo la tierra, renuncia a la vida. No se equivoca el hombre que ensaya distintos caminos para alcanzar sus metas; se equivoca el que, por temor a equivocarse, no actúa. No se equivoca el pájaro que, al ensayar su primer vuelo, cae al suelo; se equivoca aquel que, por temor a caer, renuncia a volar permaneciendo en el nido… No hay nada peor que vivir toda una vida con las metas confusas. Cuando uno no sabe todo el potencial que tiene, hasta dónde puede llegar y cómo encarrilar esas fuerzas para servir a Hashem, no podrá cumplir con la misión que fue encomendada a su alma antes de venir a este mundo. En el día del Gran Juicio, ¡cuánta vergüenza podrá sentir la persona delante de Boré Olam cuando le solicite rendir cuentas de por qué no llegó a donde tenía que llegar!225 Él llena nuestra vida de oportunidades para poder conocernos y hacernos saber

Árbol de vida · 182

hacia dónde debemos dirigirnos; lo único que tenemos que hacer es estar atentos y aprovechar cada oportunidad que Él nos brinda.

Rab Israel Salanter dijo: ‘En el Día del Juicio Final no tendré temor cuando se me pregunte por qué no fui como Moshé Rabenu. La pregunta que debo tener en cuenta es por qué no fui todo lo que pude haber sido conforme al potencial que Hashem me dio en este mundo.

— hermandad —

L

“Y cayó sobre el cuello de Biniamín y lloró, y Biniamín lloró sobre su cuello” (45:14).

a Perashá de esta semana trata principalmente del momento en que Yosef revela su verdadera identidad a sus hermanos y la llegada de Yaacob y su familia a Egipto. Seguramente era del conocimiento de Yosef que su padre lloraba y estaba de luto, pues lo suponía muerto. ¿Por qué Yosef no avisó a su padre que estaba vivo, ahorrándole así mucha angustia? El Rambán explica que Yosef sabía que sus sueños no eran simplemente eso, sino visiones proféticas que debían ocurrir. Yosef tenía que esperar hasta que fuera elevado a Virrey. Sólo entonces los once hermanos se inclinarían ante él, como lo había visto en sus

Bereshit · 183

sueños. Si Yaacob se hubiera enterado de que estaba vivo, habría ido a verlo de inmediato. Sólo después de que sus hermanos (las gavillas que vio en el sueño) se hubieran inclinado ante él, el segundo sueño del sol (representado por Yaacob), la luna (representado por Bilhá, quien lo había criado) y las once estrellas (los hermanos) podría cumplirse. Cuando los hermanos llegaron por primera vez sin Biniamín, Yosef se dio cuenta de que, antes de poder revelar su identidad, debía encontrar una manera de forzarlo a ir a Egipto, con lo cual estaría cumpliéndose la primera profecía. Por tanto, los trató duramente y les advirtió que ningún alimento iba a serles suministrado a menos que todos los hermanos fueran. Una vez que la primera profecía se cumplió, Yosef estaba en condiciones de revelar su identidad, traer a su padre junto con toda su familia y producir así el cumplimiento de la segunda profecía. Al encontrarse con Biniamín, el único otro hijo de Rajel, se abrazan y lloran juntos. ¿Cuál era el motivo del llanto? Yosef estaba profetizando de esta forma que el primer y el segundo Bet HaMikdash, que estarían asentados en el territorio de su hermano, serían destruidos. Y Biniamín estaba viendo que el Mishkán de Shiló, que estaría en el territorio de Yosef, también sería destruido.226 Ambos habían ansiado el rencuentro durante veintidós años. ¡Cualquier persona se pondría a celebrar, en lugar de llorar! ¿Era acaso el momento para llorar por algo que sucedería en el futuro? Había cosas que sucederían antes en la historia, como la esclavitud en Egipto. ¿Por qué no llorar por algo más reciente? Es sabido que la destrucción del Bet HaMikdash se dio por la conducta del pueblo. Cabía la posibilidad de que se arrepintieran de sus actos y el decreto fuese anulado, y entonces resultaría que estarían llorando sin razón. Recordemos que eso fue lo que causó la tragedia: cuando los espías regresaron de explorar la tierra y el pueblo lloró sin razón, provocando que en el futuro lloraran el 9 de Ab por la destrucción de los dos Bet HaMikdash.

Ilaná de Jayé · 184

Entonces, ¿por qué lloraron por algo que no era seguro que sucedería? Además encontramos algo curioso: cada uno lloraba por la destrucción del otro, y no por la propia. ¿Qué es lo que la Torá quiere enseñarnos con esto? Ellos sabían que todos los problemas que iban a ocurrir en el futuro tendrían solución. Por ejemplo, la esclavitud en Egipto fue algo difícil, pero al final salieron milagrosamente y recibieron la Torá. Sin embargo, es sabido que el último Bet HaMikdash fue destruido a causa de la falta de hermandad. Cuando Yosef y Biniamín se encontraron, sabían que su separación había sido provocada por un odio gratuito, y lloraron porque vieron que la destrucción del Templo sería también resultado de rencores infundados. Por eso lloraban: vieron que el odio causante de las consecuencias del pasado, también ocasionaría las destrucciones del futuro. La rectificación del odio infundado yace en el incremento del amor por el prójimo, hasta el grado en que el padecimiento del otro provoque más dolor que el propio. Y por este motivo cada cual lloró por la destrucción del otro, demostrando así que para él era más dolorosa la destrucción de algo del otro que de lo propio. Y a pesar de que el Bet HaMikdash que estaría en el terreno de Biniamín no se podía construir sin que el de Yosef fuera destruido previamente, con todo, Biniamín lloró prefiriendo que no se construyera la morada de Hashem en su territorio, con tal de que no se destruyera la de su hermano. Sólo un amor de tales dimensiones es capaz de rectificar el odio infundado.227 Podríamos pensar que semejantes cualidades son únicas de nuestros Abot HaKedoshim. Las acciones que ellos llevaron a cabo con tanto esfuerzo marcaron el camino para que lo sigamos. Encontramos en nuestros días personajes que llevan a cabo acciones similares, para mostrarnos que todos tenemos la posibilidad de emular sus acciones en cualquier ámbito, época y circunstancia… El día jueves 14 de agosto de 2003, la localidad de Brooklyn, en Nueva York, se quedó sin el suministro de energía eléctrica.

Bereshit · 185

Un enorme apagón detuvo casi instantáneamente el servicio de subterráneos y oscureció las casas, oficinas y negocios en toda la ciudad. A pesar de que algunas zonas recuperaron el suministro eléctrico al cabo de algunas horas, hubo lugares en que las personas tuvieron que esperar varios días para volver a tener electricidad. La ciudad estaba convertida en un caos; más de cinco millones de personas se sofocaban bajo el intenso calor del verano. Cuando la fábrica de helados Klein de Brooklyn se quedó sin electricidad, el señor Abba Klein, dueño de la empresa, estaba bastante preocupado. ¿Cuánto duraría el apagón? Él sabía que sus cámaras frigoríficas podían mantener congelado el helado durante veinticuatro horas más. Afortunadamente, el suministro eléctrico fue restituido al día siguiente, y el señor Klein suspiró aliviado, pues ninguno de sus productos se echó a perder. Al ver que otros negocios estaban perdiendo miles de dólares, pues los productos que requerían mantenerse a cierta temperatura comenzaban a arruinarse, el señor Klein se sintió increíblemente agradecido a Hashem por su buena suerte. Sin embargo, en lugar de continuar sus negocios con normalidad, el señor Klein pidió a su hijo Pinjas que fuera a su oficina ese viernes por la mañana. “Hashem ha sido muy bondadoso con nosotros”, le dijo, “pues podríamos haber perdido una fortuna con el apagón. Ahora quiero que averigües si nuestro competidor, Helados Mehadrín, tiene electricidad en sus depósitos. Por favor, llámales y fíjate si necesitan nuestra ayuda. Cualquier ganancia que obtengamos de la venta de helados es determinada por Hashem y debemos ayudar a nuestro competidor”. Después de hablar con Helados Mehadrín, Pinjas se enteró de que ellos y toda esa área aún no tenían electricidad. Entonces, Pinjas Klein llamó al señor Zalman Leib Farkas, el dueño de Helados Mehadrín, y le ofreció el uso de sus congeladores. ¡El señor Farkas no podía creer lo que estaba escuchando! ¡Cómo! ¿Su más grande competidor le estaba haciendo semejante proposición? Agradeció a Pinjas por haberlo llamado y aceptó inmediatamente la gentil propuesta. De inmediato, el señor Klein

Árbol de vida · 186

reacomodó los productos que había en sus congeladores para hacer lugar y ubicar allí los Helados Mehadrín, y el señor Farkas envió dos grandes camiones llenos de helado a los depósitos de Klein. Además, ellos hicieron una conexión especial de electricidad desde el depósito a los camiones de Helados Mehadrín para poder usar también los camiones con refrigeración como depósitos. A pesar de que todo este “operativo” fue bastante difícil y costoso de realizar, la familia Klein lo hizo sin vacilar. El señor Farkas estaba asombrado por el acto de bondad que el señor Klein había realizado para con él. Gracias a su ofrecimiento, había podido evitarse grandes pérdidas de dinero. Cualquier persona que camine por un supermercado kasher en los Estados Unidos, al pasar por el pasillo de la comida congelada, verá los helados Klein y Mehadrín puestos a la venta uno al lado del otro. Uno podría pensar que estas dos compañías son rivales y competidoras, a menos que, por supuesto, conozca esta historia...228

Sólo por la hermandad puedes aceptar sobre ti mismo la Soberanía de Hashem. La llave para ser temeroso de Hashem es la unidad de uno con el otro. 229

¿

“Yosef… subió al encuentro de su padre… se echó sobre su cuello y lloró profusamente” (46:29)

Cómo fue el encuentro de Yaacob y Yosef después de veintidós años de ausencia? Yosef abrazó a su padre; lo besó; lloró en su cuello. En cambio, Yaacob no abrazó ni besó a su hijo. En ese momento dijo: “¡Shemá Israel; Hashem Elokenu, Hashem Ejad!”. ¿Acaso no tenía tiempo para recibir a su hijo y posteriormente recitar el Shemá? Cuando Yaacob vio que Yosef estaba vivo y había ascendido a Virrey, pese a todo el sufrimiento anterior, su corazón se llenó de amor y reverencia hacia Hashem, comprobando que los actos de Hashem son bondadosos y perfectos y que Él recompensa con bien a los que le temen. Esto lo hizo apegarse aún más a Hashem; por eso expresó su gratitud recitando el Shemá. Él quiso demostrar, en medio de su dicha, el amor y la unidad de Hashem. Vemos aquí a un padre fraternal, que por un lado se alegra por haber encontrado con vida a su querido hijo después de tanto tiempo. Y por otro lado, a un hombre que demuestra su estrecha relación con su Creador, hasta en los momentos más críticos de su vida… La desesperación y el deseo de los padres por mantener con vida a sus hijos durante el holocausto, provocó que muchos niños yehudim fueran adoptados por orfanatorios propiedad de la iglesia; de esta forma miles de niños se salvaron de las cámaras de gas. Después de que concluyó la guerra, las familias que sobrevivieron al exterminio nazi comenzaron a buscar a sus parientes. Muchas asociaciones se encargaban de reunir a los sobrevivientes. Cuando se percataron de los miles de niños que se encontraban en los hospicios y no eran reclamados por nadie, fue enviada una comisión integrada por los Rabinos Silver y Garfunkel, de los Estados Unidos y Gran Bretaña, para tratar de rescatar a los niños y devolverlos al seno de su pueblo.

Bereshit · 187

— shemá israel —

Ilaná de Jayé · 188

Los Rabinos se dirigieron al primer convento y pidieron hablar con la máxima autoridad. “Por supuesto que no nos oponemos a que los niños vuelvan con sus familiares, o por lo menos a su gente”, declaró el cura. “Pero… ¿cómo sabrán distinguir cuál niño es judío? Nosotros no acostumbramos señalar el origen o religión de los pequeños.” Los Rabinos sugirieron revisar los nombres. “No, de ninguna manera. ¡Nosotros no hacemos así las cosas!”, dijo el cura, ofendido. “Tenemos que ser muy cuidadosos; no podemos cometer errores. Exijo seguridad y pruebas fehacientes en un cien por ciento; no menos. Los nombres alemanes o polacos se parecen mucho a los de ustedes. No podemos liberar a los niños por el mero sonido de un nombre.” Los Rabinos intentaban convencerlo, pero él seguía en lo suyo. “Sólo permitiré que sean retirados de aquí cuando tenga total seguridad de que son judíos. ¡Es más, ya les di demasiado de mi tiempo! Decidan qué hacer; les otorgo sólo tres minutos…” Los Rabinos pidieron entrar a los dormitorios, donde ya estaban acostando a los niños. Uno de los Rabinos pronunció seis palabras que llenaron la sala: “¡Shemá Israel, Hashem Elokenu, Hashem Ejad!”. Al momento comenzaron a escucharse murmullos en el salón. Vocecitas con llantos y palabras entrecortadas decían: “¡Mamá! ¡Mámale! ¡Ima!”. Cada niño, en su lengua, buscaba a su madre, la que unos años antes, en el momento de acunarlo y taparlo cada noche antes de dormir y antes de darle el beso de “Buenas noches”, le susurraba al oído estas palabras, que son la base de la Fe Judía. Son las palabras que todo niño judío sabe: “¡Shemá Israel, Hashem Elokenu, Hashem Ejad!”. El sacerdote bajó la vista. Los Rabinos lo habían logrado. Pudieron liberar a los niños perdidos. Los pocos segundos que cada madre había dedicado noche a noche al acostar a sus niños, fueron los que mantuvieron unidos a su pueblo.230 En el octavo día de la vida de un niño varón cae la obligación de los padres de introducirlo al pacto de Abraham Abinu por medio del berit milá. Hay una costumbre entre nuestros hermanos Ashkenazim en la que, la noche previa a la circuncisión,

Bereshit · 189

los niños se reúnen al costado de la cuna, donde se encuentra el bebé, y leen el Shemá y el Hamaj Hagoel, dando la bienvenida al niño dentro de la familia de Israel. Con las seis palabras que componen al Keriat Shemá, hombres, mujeres y niños han entregado su vida al Kidush Hashem, la santificación del Nombre de Hashem, declarando que renunciar a su judaísmo sería un destino mucho peor que la muerte. Miles de kilómetros pueden separar a un judío de otro. No obstante, en realidad no hay tal separación, porque el Shemá nos une a todos. Dos veces todos los días, en nuestras plegarias matutinas, y a la noche cuando regresamos nuestras almas a Dios, nos ligamos nosotros mismos uno al otro a través tanto del tiempo como del espacio, y así nos ligamos nosotros mismos a Hashem.231 La guerra de las Malvinas estaba por concluir. Las tropas inglesas recuperaban el poder militar en las islas, mientras el ejército argentino se batía en retirada. Aquel joven argentino esperaba agazapado detrás de una roca, solitario, mientras el viento helado cortaba su piel. Esperaba un milagro que le permitiera salir vivo de esa batalla, perdida ya. De repente escucha a sus espaldas el sonido inconfundible de un arma a punto de disparar. Se da vuelta y ve que tiene frente a él a un soldado inglés apuntándole. Él también empuña su arma. ¿Qué debe hacer? ¿Atacar? ¿Defenderse? Sabe que los ingleses tienen la orden de tirar a matar sin miramientos. En esa fracción de segundo, le viene a la mente su familia, su gente y toda la vida que creía tener por delante. Sabe que quizá es su fin... Arroja su arma, levanta la cabeza, se cubre los ojos y comienza a pronunciar en voz alta: “¡Shemá Israel, Hashem Elokenu, Hashem Ejad...!”. El soldado inglés se queda perplejo. Baja su arma y se acerca al joven. “Are you Jew? (¿Eres judío?)” El joven asiente con la cabeza, pues aun sin conocer el idioma, se da cuenta de que el otro le está preguntando si es judío. Se confunden en un abrazo y, mientras cada uno mira el horizonte sobre el hombro del otro, caen de sus ojos lágrimas que se congelan inmediatamente. Se dicen unas palabras más, que ninguno de los dos entiende, pero cuyo significado saben. Luego, cada uno se va por su lado.232

Árbol de vida · 190

El Shemá Israel se encuentra en todos los corazones de Am Israel. Cuando alguien se encuentra en peligro o escucha una noticia alarmante, exclama instintivamente: “¡Shemá Israel…!”. Esta frase le brota desde lo más profundo de su ser. El Shemá Israel es fundamental en nuestra vida. El Shemá Israel siempre salvó a todo el Pueblo Judío... En el primer versículo, la letra Ayin de la palabra Shemá es más grande que el resto de las letras, así como la letra Dalet de la palabra Ejad. Juntas, forman la palabra Ed (testigo), para insinuarnos que somos testigos de la unicidad de Hashem. Las palabras: Hashem Elokenu (“Nuestro Dios”) del Shemá, corresponden a los primeros dos mandamientos: Yo soy Hashem y No tendrás otros dioses.233 Éstos a su vez incluyen todas las obligaciones y prohibiciones de la Torá. Además, en todo el Shemá están insinuadas las 613 mitzvot, tal como está expresado en el Zóhar. Por tanto, un yehudí que recita el Shemá está reconociendo la unidad absoluta de Hashem. Reconoce también la Providencia individualizada y, por ende, acepta el yugo del Reinado del Cielo y el de las mitzvot. El Midrash comenta que, antes de morir, Yaacob recibió la visión de “los días finales” y llamó a sus doce hijos para impartirles su bendición de despedida. Asimismo, rezó para que Hashem escuchara siempre las tefilot de sus hijos en tiempos de necesidad. Yaacob estuvo en ese momento a punto de revelar a sus hijos la fecha de la redención final, pues supo que se mantendrían fieles a Hashem aun cuando supieran que el tiempo de la redención estaba lejano, pero Hashem le retiró en ese instante el Rúaj HaKodesh (profecía que se obtiene a través de la Inspiración Divina), y no pudo decirles. Yaacob temía que la inspiración se hubiera ocultado porque uno de sus hijos no merecía la Bendición Divina. Yaacob pensó: “Mi abuelo Abraham tuvo un hijo, Ishmael, que veneraba ídolos; y mi padre Itzjak engendró al malvado Esav”. Por ello preguntó a sus hijos: “¿Cómo puedo saber si sus corazones se encuentran apegados a Hashem?”. Respondieron al unísono: “¡Shemá Israel; Hashem Elokenu, Hashem Ejad!” (“¡Escucha, Israel [que es Yaacob], Hashem es nuestro Dios,

La Emuná se encuentra muy cerca de la sensibilidad del alma. 235

— ¡vive con alegría! — “Y dijo el Faraón a Yaacob: ‘¿Cuántos son los días de los años de tu vida?’. Respondió Yaacob: ‘Yo viví 130 años. Los días de los años de mi vida fueron pocos y malos, y no han alcanzado a los años de la vida de mis antepasados” (47:8).

D

espués de que Yaacob se repuso de la noticia de que Yosef estaba vivo y que gobernaba sobre Egipto, Hashem se le apareció en una visión y le dijo que no temiera viajar a Egipto, pues sus descendientes construirían allí una gran nación. También le prometió que lo acompañaría a Egipto y que luego lo llevaría de regreso a Éretz Israel. Así, Yaacob fue a Egipto con todos sus hijos y nietos. Yosef preparó personalmente su carroza y fue al encuentro con su padre. Después fueron con el Faraón para que les diera la bienvenida. El diálogo entre nuestro Patriarca y el monarca de Egipto es lo que aparece en el versículo de referencia. Dice el Midrash236 que Yaacob Abinu fue amonestado por decir que sus días fueron pocos y malos. Hashem consideró sus palabras, tomando en cuenta la talla del personaje, como una falta de valoración de la vida. Yaacob vivió 33 años menos que su padre Itzjak, correspondiendo a las 33 palabras de los versículos 8 y 9. ¿Por qué le quitaron estos años de vida? ¿Qué tiene que ver la respuesta de Yaacob con lo que le preguntó el Faraón?

Bereshit · 191

Hashem es Uno”. Entonces Yaacob se tranquilizó, hizo una inclinación de agradecimiento y contestó en voz baja: Baruj Shem Kebod Maljutó LeOlam Vaed (“Bendito sea Su Nombre, su Glorioso reino por siempre jamás”).234

Ilaná de Jayé · 192

Rab Jaim Shmuelevitz, anterior director de la Yeshibat Mir, explicó que Yaacob aparentaba ser muy viejo y eso fue lo que llevó al Faraón a preguntarle cuántos años tenía. Es decir, por faltarle alegría en la vida, el sufrimiento hizo que su ancianidad se acelerara. Por tanto, Yaacob fue responsabilizado por dejar que las dificultades de la vida le causaran tanta presión que envejeció prematuramente. La cantidad de estrés que cada persona experimenta en una situación determinada depende de la actitud que toma en relación con ella. Cuanta mayor alegría denote en su vida, menos estrés experimentará durante ella. En el libro de Ejá vemos que el solo hecho de estar vivo ya es motivo más que suficiente para estar satisfecho y agradecido con Quien lo otorga. No debemos tener reclamos en este mundo. Si alguien ganase la lotería, enseguida se olvidaría de las muchas irritaciones y pérdidas que tuvo en la vida. Si miramos cada momento de la vida como si hubiésemos ganado la lotería, tendremos mucha alegría de vivir.237 En una aldea vivían un pobre campesino y su esposa. Cierta vez se presentó un hábil vendedor de billetes de lotería y, antes de que se percataran, ya tenían en sus manos “el billete ganador”. Se realizó el sorteo y realmente, ¡fue el billete ganador! ¡El campesino había ganado el primer premio! ¡Qué alegría! ¡En un instante se había hecho millonario! Ahora, todo lo que debían hacer era presentarse en la agencia de lotería, entregar el billete ganador y a cambio recibirían el cheque, con el que se convertirían en la familia más dichosa de este mundo (quizás). Todo esto ocurrió un viernes. El lunes, a primera hora, el campesino se encamina en dirección a la agencia. Sus amigos y prácticamente todo el pueblo iban detrás de él. Lo siguen con danzas, cantos, bombos y trompetas, festejando felices la fortuna de éste que camina delante de ellos, con una sonrisa resplandeciente y alegría en el corazón. ¡De un minuto al otro ha dejado de ser pobre! Una vez en la agencia, el empleado le pregunta: “¿Usted es Moshé Levi?”. “Sí.” “Usted ha ganado el primer premio. Por favor, entrégueme el billete para que pueda canjeárselo por el cheque.” “No hay problema”, responde Moshé, y

Bereshit · 193

comienza a meter la mano en uno de sus bolsillos, primero del pantalón, luego de la camisa… Nuevamente el pantalón… de un costado… el otro… atrás… Y cae desmayado. Cuando lo reaniman, mira a su alrededor… y vuelve a desmayarse. Así una y otra vez. “Es comprensible”, comentan los vecinos; “ha sido una impresión muy fuerte. ¡Déjenlo en paz hasta que se reponga!” Pasan varios minutos y, cuando puede incorporarse, estalla en amargo llanto: “Este fin de semana, mi esposa y yo realmente ya no teníamos que preocuparnos de nada. De hecho, cada uno de nosotros abandonó su trabajo. La única preocupación que teníamos en esos momentos era cómo íbamos a gastar nuestra fortuna, y en un momento dijo mi mujer: ‘Querido Moshé, mañana tú y yo seremos millonarios. Comenzaremos una nueva vida. Dejemos atrás nuestro pasado. Arrojemos toda nuestra ropa vieja y raída a la basura. ¡Será una señal de que nos desprendimos de nuestra mala fortuna!’. “Y bien”, continuó relatando el triste hombre; “estuve de acuerdo con mi esposa. Así que quemamos toda la ropa vieja, pero olvidamos un pequeño detalle… No revisamos los bolsillos… Quizás hubiera algo de valor allí…” Moshé dirige la mirada implorante hacia el cajero y le dice: “¡Yo lo tenía! ¡Le aseguro que yo lo tenía! Varios de mis vecinos lo vieron”. El funcionario le responde: “Señor Moshé, lamentablemente, si usted no tiene el billete, no podemos entregarle el cheque…”. La vida y la salud son los bienes más preciados de la persona. ¡Cuántos días pierde el hombre quejándose de que no tiene lo suficiente para vivir! ¡Cuánta tristeza! El tiempo corre y cuando despierta y decide que esas cosas no son lo importante en su vida, cuando encuentra que el valor de la vida está en la paz en el hogar, la alegría de cumplir un Shabat como corresponde, la felicidad de terminar un tratado del Talmud, comienza a buscar su “billete” y se pregunta: “¿Dónde quedaron mi juventud, mi fuerza, mi paciencia?” La respuesta es: “Las quemaste mientras buscabas lo que nunca da la verdadera felicidad”. Estamos a tiempo. Mientras haya vida siempre podemos aprovecharla. ¡Hay que actuar ahora…!

Árbol de vida · 194

Un hombre transitaba montado en su caballo por un largo y polvoriento camino y encontró a un anciano que caminaba dificultosamente cargando un pesado bulto. “¿Quieres que te lleve?”, preguntó el hombre que montaba el caballo. “Si me haces el favor”, contestó agradecido el anciano mientras montaba. Cuando se acomodó el anciano, dijo el hombre: “¿Por qué no sueltas tu paquete y lo pones en la parte trasera del caballo?”. Responde el anciano: “Tú fuiste bastante amable conmigo al ofrecerte a llevarme. ¿Cómo puedo tener el descaro de dificultar más tu viaje colocando también mi carga sobre el caballo?”. “No te preocupes”, contestó el jinete. “El caballo soportará la carga tanto si la colocas en tu espalda como si la depositas sobre su lomo. Puedes hacer las cosas más fáciles para ti si la colocas directamente sobre el caballo.” Hashem es Quien provee todas las necesidades de todas las criaturas. Las personas se engañan pensando que ellas son las que ganan dinero; en realidad, lo único que están haciendo es reunir lo que estaba previamente decretado, desde Rosh HaShaná, cuando el ingreso de todas las personas es fijado. Debemos considerar nuestra porción en este mundo como similar a la situación que vivieron nuestros padres en el desierto, cuando recolectaban el man. Ellos estaban totalmente conscientes de que su porción había sido suministrada desde el Cielo. Así, debemos comprender que nuestro ingreso ha sido apartado para nosotros por Hashem. Y así como cada uno recolectaba su porción para sólo ese día, nadie se esforzaba por acumular en exceso, porque se agusanaba; juntaban lo necesario para ese día y el resto del tiempo lo empleaban en el estudio de la Torá. Rabí Nejuniá ben Hakaná dijo: “Quien quiera tomar sobre sí el yugo de la Torá se quitará el yugo de las preocupaciones mundanas. Sin embargo, aquel que se quita el yugo de la Torá, colocará sobre sí el yugo del reinado y el yugo de las preocupaciones mundanas.238 Grandiosa es la Torá, pues da vida a aquellos que la practican en este mundo y en el Mundo Venidero. El esplendor de los hombres es su Torá”.239 Aun si corriese la persona como un venado cansándose para enriquecerse y esforzándose mucho, no tendrá más de lo que le fue

La tristeza no es pecado, pero es la madre de todos los pecados que existen. La alegría no es mitzvá, pero es la madre y la raíz de todas las mitzvot de la Torá. 243

Bereshit · 195

decretado en el Cielo.240 No tiene sentido que el ser humano, que es el solo propósito de la Creación, emplee la mejor parte de su vida ganándose el sustento con gran pena y esfuerzo. Dijeron los Jajamim: “¿Alguna vez viste a un león que tuviera que convertirse en portero para ganarse la vida, a un ciervo convertirse en granjero o a un zorro en bodeguero?”.241 A pesar de que ellos no pueden dominar ningún oficio, Hashem provee para ellos todas sus necesidades. ¿Por qué entonces debería el ser humano, que es superior a todas las criaturas, emplear su vida en la persecución del sustento? Es sólo a causa de sus pecados que el hombre ha perdido su especial posición en la Creación y está forzado a esforzarse a sí mismo para conseguir su sustento.242 ¿Quieres vivir contento? Confía en que Quien concede la vida también proveerá tu sustento.

Ilaná de Jayé · 196

Perashat Vayejí — unión, hermandad, ceder — “Israel extendió su mano derecha y la puso sobre la cabeza de Efráim, aunque era el menor, y su izquierda sobre la cabeza de Menashé” (48:14).

Y

aacob había llegado a la edad de ciento cuarenta y siete años. Sentía que se aproximaba el fin de sus días, por lo que solicitó la presencia de su hijo Yosef. Cuando escuchó el llamado de su padre, él acudió acompañado de sus dos hijos, Efráim y Menashé. Yaacob informó a Yosef que sus hijos serían cabeza de una tribu. Yosef acercó a sus hijos; el abuelo extendió su mano derecha y la colocó sobre la cabeza de Efráim, y la izquierda, sobre la de Menashé. Yosef pensó que confundía sus edades; Menashé era mayor y, por tanto, correspondía que la mano derecha estuviese sobre su cabeza. Entonces intentó levantar la mano de su anciano padre, pero Yaacob rehusó cambiar la posición y los bendijo de esa forma. La pregunta que surge es: ¿cuál fue la particularidad de los dos hijos de Yosef para que recibieran el mérito de tener cada uno una tribu? Además, ¿por qué Yaacob invirtió sus manos? En realidad, debía bendecir primero al nieto mayor (Menashé) y luego al nieto menor (Efráim). Sin embargo, procedió al revés. Él estaba viendo proféticamente que saldría de Efráim una descendencia de mejor nivel. Una actitud así podría provocar celos y orgullo; celos de parte de Menashé, a quien legalmente pertenecía ese lugar, y orgullo por parte de Efráim, que aun siendo el menor, su abuelo le dio el primer lugar. Sin embargo, ellos no dijeron una sola palabra. En la ciudad de Yerushaláim había dos jóvenes que llegaron a la mayoría de edad. Los familiares se encontraban ocupados en los preparativos para el día en que los jóvenes se colocarían por primera vez los tefilín. Los padres de uno de los jóvenes, al que llamaremos Reubén, fueron al Bet HaKenéset a reservar el

Bereshit · 197

Shabat en que el joven leería en el Séfer Torá la Perashat Itró y la Haftará correspondiente a ese día. El shamash les dijo que no se preocuparan en lo absoluto y que lo dejaran todo en sus manos… El gran día llegó. El Bet HaKenéset brillaba. Los abuelos, padres, tíos, hermanos y amigos del homenajeado hicieron acto de presencia. La sinagoga comenzó a llenarse. Los parientes se miraban unos a otros al ver que una gran cantidad de los asistentes no pertenecían a la familia. Pronto se percataron de que había otro joven que también había preparado la lectura. El padre de Reubén se acercó al shamash, para preguntarle qué sucedía. El shamash contestó que había cometido una terrible equivocación, y ahora sólo uno de los jóvenes podría leer la Perashá. El nerviosismo se sentía en el aire. El shamash se acercaba a una familia y a la otra, hasta que Reubén dijo: “¡Qué lea el otro! ¡Yo estoy dispuesto a ceder mi lugar!”. El padre le preguntó: “En verdad estamos muy orgullosos de lo que piensas hacer. ¿Estás seguro de que quieres ceder tu lugar? Recuerda que te llevó varios meses preparar la Perashá”. El joven asintió. El shamash enjugó el sudor de la frente y la fiesta continuó. Reubén se acercó a los familiares de su “contrincante” y escuchó emocionado la lectura. Cuando terminaron la tefilá, pasaron al salón contiguo en donde se había preparado una seudá en honor al baal koré. Reubén cantó y bailó, demostrando así que no guardaba ningún resentimiento por lo que había pasado. Cualquiera que hubiera visto la escena habría pensado que eran amigos de toda la vida. Cuando Reubén llegó a su casa, su familia lo recibió cálidamente y le dijeron al unísono que estaban orgullosos de él, y lo colmaron de bendiciones y regalos. Pasaron cuatro años. El incidente había quedado casi desaparecido de la memoria de aquellos que lo presenciaron. Pero Hashem Itbaraj, que todo recuerda, lo tenía bien presente. Él no había olvidado ningún detalle de aquel osado acontecimiento. La madre de nuestro pequeño héroe, que ahora tenía 17 años, se encontraba ocupada en los preparativos para Shabat. De repente sintió un dolor en el pecho. Llamaron al médico familiar, quien examinó a la mujer y les dijo: “No me gusta la forma en la que se

Árbol de vida · 198

está comportando su corazón. Necesitamos enviarla al hospital para que le practiquen algunos estudios”. La mujer se resistía: “¡No he terminado con los preparativos de Shabat!”. El médico le explicó que se trataba de algo delicado. No le quedó más que aceptar y llamaron a una ambulancia. Mientras tanto, el padre se dirigió al “hombre de la casa” y le dijo: “Acompaña tú a mamá, yo me quedo en casa. Tus hermanos pequeños me necesitan. Confío en que tú sabrás cuidarla”. La ambulancia llegó y se fueron rápidamente al hospital Shaaré Tzedek. Los doctores comenzaron a hacer una minuciosa evaluación de los síntomas y de los exámenes. Reubén esperaba impaciente afuera. El médico que atenía a la señora salió y preguntó si había algún familiar; necesitaba autorización para practicar un estudio de alto riesgo. El joven se quedó helado: “¡¿Qué le contesto?!”, pensó. “¡Necesito el consejo de alguien mayor!” Comenzó a pedir clemencia del Cielo. Estaba tan inmerso en su preocupación que no se percató de la movilización que había en el hospital. El Gaón Rab Yosef Shalom Eliyashib había ingresado al hospital debido a una dolencia que preocupó a su médico de cabecera, el doctor Gabriel Monter. Cuando terminaron la auscultación, el médico instó al Rab para que se quedara una noche en observación. Cuando llegó a oídos del joven que el Gaón se encontraba en el hospital, corrió a pedirle consejo. Los cuidadores del Rab tenían órdenes de no recibir a nadie; el doctor había ordenado reposo total. El joven no sabía cómo llegar con el Rab. Al salir de la habitación Rabí Abraham, el hijo del Gaón, el joven escucha que está buscando a alguien que lea el Séfer para el Gaón. “Casualmente” ese Shabat se leía Perashat Itró, la misma que el joven había preparado para su bar mitzvá. Los taamim sonaban claros todavía en su mente… ¡Por fin se le ocurrió una idea que podría llevarlo cerca del Rab! Se acercó a los rabinos y les solicitó permiso para leer la Torá. Le hicieron una pequeña prueba y quedaron convencidos de que era la persona ideal. Al siguiente día leyó afinadamente y el Gaón quedó complacido. Al terminar la tefilá, el joven se acercó al Rab

Bereshit · 199

para pedir su consejo. El Gaón le solicitó que expusiera su caso con su médico particular; mientras el doctor revisaba los estudios, el Rab bendijo a la mujer. Pocos días después la mujer regresó sana y salva a su hogar. Aquella Perashá que no se pudo leer en su momento, se leyó cuatro años después y aquella cesión le obsequió una “nueva madre”… Bendecimos a nuestros hijos diciendo: “Que te ponga Hashem como Efráim y Menashé”. Pedimos al Creador que los ilumine para que tengan como modelo la figura de estos dos hermanos, que fueron el símbolo de la unión. Todos anhelamos que nuestros hijos actúen sin envidia ni vanidad. Cuando Am Israel recibió la Torá en Har Sinaí, dice: Y acampó allí Israel frente al monte. Debería decir: “acamparon”. Todos estaban unidos: como un solo hombre y un solo corazón; Hashem resaltó este acto en su Torá para que aprendamos que esa es la condición que necesitamos para recibir la Torá. La unión sólo se puede lograr pensando en el prójimo, cediendo, compartiendo… Cierto rey cabalgaba en un bosque con sus servidores cuando divisó un pájaro de una extraña belleza. Nunca había visto algo igual. Ordenó que el ave fuera capturada para que él pudiera estudiarla cuidadosamente. Por desgracia no había una escalera, de modo que ordenó a sus asistentes que formaran una torre humana, a fin de que pudieran alcanzar al pájaro. Cada hombre se paró sobre los hombros de otro y, cuando el que estaba en la cima podía estirar la mano para capturar al ave, el hombre de la base se impacientó y se movió un poco. Esto causó una reacción en cadena y los hombres comenzaron a perder el equilibrio, desplomándose finalmente uno sobre otro. Entre tanto, el ave, asustada por el ruido, se alejó volando. Así como cada hombre era necesario para formar la escalera humana, la cooperación de cada judío es necesaria para formar la Nación Judía. La vida de cada judío está estrechamente vinculada a la de su hermano, de modo que si un eslabón es débil se perjudica toda la “cadena”, e incluso puede romperse. De tal modo, cuando un judío experimenta infortunio o se encuentra en peligro de abandonar su Judaísmo, corresponde a sus hermanos ir en su ayuda. Si ellos lo ignoran y olvidan el espíritu fraterno, la

Ilaná de Jayé · 200

nación entera se debilita.244 Cada uno (de los integrantes del Pueblo) de Israel es garante uno del otro.245

Sólo por la hermandad puedes aceptar sobre ti mismo la Soberanía de Hashem. La llave para ser temeroso de Dios es la unidad de uno con el otro. 246

— tefilá —

Y

“…con mi espada y con mi arco” (48:22).

aacob pidió a Yosef que se encargara de sepultarlo en Shejem, lugar que había tomado del emorí, que se refiere a Esav, su hermano, con su espada y su arco. Rashí explica que Yaacob se refería a que había conquistado esa tierra con sus armas espirituales. La sabiduría de un hombre es llamada “espada”, porque es aguda y filosa como una espada. Y la oración (tefilá) es llamada “arco” porque la lengua, de la cual depende la oración, es metafóricamente comparada a una flecha, y la oración asciende al Cielo atravesando todos los obstáculos.247 Una fría noche de invierno, el Baal Shem Tob y su grupo visitaron de incógnito a cierto judío pobre. El campesino, en cuanto vio a sus visitantes, se puso muy contento. Hashem le había otorgado la misión de cumplir con el mandamiento de hospitalidad, y dio una cálida bienvenida a sus huéspedes. Corrió al bosque a cortar leña para servirles una bebida caliente; se apresuró al pueblo a comprar leche para su té; les dio las sábanas y almohadas de la familia para que durmieran sobre

Bereshit · 201

ellas; y les sirvió la mejor comida que podía permitirse. El hombre no contaba con los recursos necesarios para atender a sus visitantes, pero aun así procuró que se sintieran como en su propia casa. El Baal Shem Tob y sus discípulos se quedaron cinco días y el campesino pidió préstamos y hasta tuvo que vender casi todo lo que tenía para satisfacer las necesidades y demandas de sus huéspedes. Todo el tiempo el campesino se sintió agradecido por la oportunidad de ser anfitrión de sus visitantes. Pero eso no cambió el hecho de que, si antes de que sus visitantes llegaran, era pobre, cuando éstos se fueron quedó sumido en la indigencia total. Cuando sus hijos lloraban de hambre, él no entendía por qué Hashem lo había bendecido con la oportunidad de recibir huéspedes y después lo había dejado sin medios para mantener a su familia. Se puso a rezar pidiendo misericordia para que sus hijos no siguieran padeciendo hambre. De repente, un gentil golpeó a la puerta del campesino y le pidió una bebida. Lo invitó a entrar a la casa, le sirvió la bebida y, mientras el huésped tomaba un respiro, comenzó a relatar al judío el motivo de su viaje. Entre plática y plática el huésped involucró al campesino en sus negocios, y al cabo de pocas semanas se convirtió en un próspero comerciante. Un tiempo después, el campesino “rico” visitó al Baal Shem Tob. El Rab recordó su hospitalidad y lo hizo quedarse unos días con él. Un día el Baal Shem Tob le dijo: “¿Recuerdas cuando te visité? Yo me di cuenta de que te esforzabas demasiado en atendernos, aunque no contabas con los recursos para hacerlo. Intencionalmente me quedé en tu casa con todos mis alumnos hasta que vi que tu situación económica llegó a ser muy precaria, y fue entonces que decidí partir. Vi en profecía que había sido decretado en el Cielo que te harías rico, pero que la riqueza no podía llegar porque no te dedicabas a solicitarla. ¡Te conformabas con tan poco! De modo que opté por ir a visitarte y vaciarte de todos tus bienes, para que rogaras y pidieras la abundancia que era tuya por derecho”.248 El Dueño de la riqueza está atento esperando ansiosamente nuestras tefilot para proveernos de aquello que es óptimo para

Árbol de vida · 202

que cada uno cumplamos con nuestra misión en este mundo. Lo único que debemos hacer es pararnos frente a Él y vaciar nuestros corazones utilizando “la espada” (el estudio de Torá) y “la flecha” (tefilá). Él sabe exactamente lo que necesitamos antes de que digamos nada. Sin embargo, Él desea que nos demos cuenta de cuánto lo necesitamos y dependemos de Él.249 Hace alrededor de 2 500 años reinaba en Israel un rey piadoso y sabio llamado Jizkiyá. Durante trece años gobernó en paz y felicidad, y no había ninguna persona, desde el territorio de Dan hasta Beer Sheba, que no supiera las leyes de pureza. Por designios del Cielo llegó una fuerte prueba para Jizkiyá. Al otro lado del Río Jordán (Yardén), no lejos de Israel, reinaba un poderoso monarca, Sanjerib de Asiria. Todos los reyes y príncipes vecinos le temían y hasta Jizkiyá le rendía tributo, hasta que su tesoro se vació. Luego que se declaró en quiebra, Sanjerib no quedó muy convencido y pensó que estaban eludiendo su impuesto, por lo cual movilizó a su ejército para invadir al país vecino. Nunca antes el mundo había visto un ejército tan poderoso: cuarenta y cinco mil carros de oro y plata, y más de medio millón de espadachines entrenados. Cuando cruzaron el río Yardén no quedó agua, pues los caballos la bebieron toda. Con este ejército grande y poderoso, fácilmente capturó todas las ciudades fortificadas hasta que llegó a Yerushaláim. En ese instante Sanjerib alardeó: “Podría arrasar totalmente esta ciudad sólo con pocas legiones mías”. Aunque sus hombres estaban ansiosos por luchar, Sanjerib les dijo que descansaran del fatigoso viaje. A la mañana siguiente, ordenó que cada soldado trajera un ladrillo de las paredes de la ciudad. Rabshaké, el general principal de la ciudad, convocó a los defensores para que se rindieran. Les dijo: “No dejen que Jizkiyá les haga creer que Hashem los salvará”. Cuando Jizkiyá se enteró de la invasión y de la rebelión de su general, fue al Bet HaMikdash a rezar. Asimismo, ordenó que la gente rezara con fervor a Hashem durante todo ese día para que los salvara, pues la victoria yacía solamente en manos del Todopoderoso. Todos los demás se unieron a sus plegarias.

Cercano está el Eterno a todos lo que le invocan, a todos los que le invocan de verdad. 250

— isajar y zebulún: una sociedad eterna —

Y

“Isajar será como un burro…” (49:14)).

aacob pidió a todos sus hijos que se reunieran junto a su lecho de muerte. Habló a cada uno de ellos y los bendijo. Estas son las bendiciones conocidas como Birkat Yaacob (“bendiciones de Yaacob”); si las estudiamos con detenimiento, encontraremos que describen con detalle los atributos y las características de cada uno de los hijos de Yaacob. Comenzó con Reubén, que era el primogénito. Siguieron Shimón y Leví, a quienes Yaacob reprochó por haber asesinado a la gente de Shejem. Yehudá fue ascendido a ocupar el puesto de rey, por haber admitido su culpa en el caso de Tamar, su nuera. Siguió Zebulún, que recibió la bendición de la prosperidad en los negocios. Yaacob prosiguió bendiciendo: Isajar será como

Bereshit · 203

Poco después, Yeshayá, el profeta, se presentó delante del rey y le llevó el mensaje de Hashem. Reflejaba consuelo y esperanza, de victoria y de triunfo. “Hashem escuchó sus plegarias. Ningún enemigo entrará a esta ciudad. Él mismo defenderá y salvará a esta ciudad…”. Cuando llegó la medianoche, el ángel de la muerte golpeó a miles y miles en el campo asirio. Al levantarse Sanjerib temprano por la mañana para invadir la ciudad de Yerushaláim, encontró miles de cadáveres en lugar de su “poderoso ejército”.

Ilaná de Jayé · 204

un burro de robusta osamenta. Explican los Jajamim el significado: “La tribu de Isajar producirá estudiosos de la Torá que cargarán con el yugo de la Torá como el asno que lleva su carga”.251 ¿Por qué Isajar fue comparado con un asno? Si su ocupación era la de estudiar Torá, ¿no sería mejor compararlo con un león u otro animal? La explicación es que la personalidad del asno difiere de la de los demás animales. El asno no se rebela contra su amo cuando se le impone una carga y la soporta pacientemente. La misma característica es distintiva de Isajar; acepta de buena gana el yugo de la Torá de su Amo. Así como al asno no le importa su propio prestigio sino el honor de su Amo, también Isajar, el estudioso de la Torá, desatiende su propio honor y vive para glorificar el Nombre de Hashem. Así como el asno no tiene un establo permanente, pero se agacha para dormir en cualquier lugar, Isajar, el estudioso de la Torá, es capaz de dormir en el suelo y sacrificar las comodidades de la vida con tal de estudiarla. Todas las necesidades de la Tribu de Isajar eran cubiertas por Zebulún, que fue bendecido con los territorios donde se encontraban los mares y los ríos: En costa de mares habitará; él estará en puerto de navíos. Esto le dio la ventaja de sustraer el jilazón, que era un tipo de molusco del cual se extraía el tinte llamado tejélet, necesario para la confección de los hilos del tzitzit. Este tinte estaba muy bien cotizado y les producía grandes ganancias; además, como habitaban en la costa, adquirieron naves que utilizaban para viajar y comprar y vender mercancías diversas. Esto les generaba grandes dividendos, que compartían con sus hermanos de la Tribu de Isajar, con el propósito de quitarles la preocupación del sustento y pudieran continuar con el estudio de la Torá. Hashem prometió a la Tribu de Zebulún que, gracias a este convenio, recibirían parte del Mundo Venidero que generaban sus hermanos. Es una de las razones por las cuales Zebulún es mencionado antes que Isajar, para mostrarnos que es más grande aquel que hace que otro cumpla una mitzvá que quien la cumple. Es sabido que los seres humanos dependen económicamente uno del otro. Una persona que monta una fábrica necesita un equipo de obreros y empleados que la operen y controlen la empresa; a su vez, el personal obtiene a cambio por su trabajo

Bereshit · 205

el pan de cada día. Vemos un fenómeno bilateral en el cual el rico recibe beneficios de sus empleados y a la vez ellos dependen económicamente de él. Cuando el Todopoderoso manda la bendición al dueño de la empresa, todos sus dependientes se benefician, tanto él como los empleados, de modo que de ello depende su subsistencia. Pero si, por el contrario, el negocio empieza a decaer, el dueño pierde su capital y se ve en la necesidad de cerrar, todos se ven afectados y tienen que ir a otras empresas a conseguir empleo. Si una crisis afectara a toda una ciudad, ésta se vería en la necesidad de exiliar a todos sus habitantes y tendrían que emigrar a otras ciudades para conseguir sustento. Si todo un país sufre por una crisis económica, entonces esta nación sería borrada del mundo por completo. El mundo no puede subsistir sin que exista el comercio, y no todos tienen la posibilidad de sentarse a estudiar todo el día desatendiendo sus negocios. Esto en ocasiones es su ocupación total, sin dejar una porción importante de su tiempo para dedicarse al estudio. Para que el mundo subsista, es necesario que haya permanentemente estudio de Torá, día y noche. ¿Qué hizo el Todopoderoso? Ideó una sociedad entre los estudiantes que dedican todo su día al estudio, y los comerciantes, que se ven en la necesidad de ocupar todo su tiempo en los negocios. Esto consiste en la asistencia por parte de los que trabajan, quienes por su falta de tiempo y ocupaciones no pueden dedicarse al estudio, en beneficio de los estudiantes de la Torá, a fin de darles cierta tranquilidad para que puedan dedicarse plenamente a sus estudios. Debido a esta sociedad el mundo permanece en pie. Pero si en algún momento llegan a separarse, la consecuencia inmediata sería la de aquel país que sería borrado, y esto provocaría que se tambaleen las bases del mundo entero.252 La de Isajar y Zebulún no es, por tanto, una asociación ordinaria, sino que es una unión santa, una sociedad eterna. En los tiempos en que se escribió la Mishná, había dos hermanos, uno llamado Shimón y el otro Azariá. Ellos acordaron que Shimón se encargaría de estudiar Torá y Azariá se comprometió a dedicarse a la manutención de las dos familias, y el pago

Árbol de vida · 206

por el estudio sería para ambos. Así hicieron. Encontramos en las mishnayot el nombre de Shimón Ají Azariá, lo cual significa: “Shimón, el hermano de Azariá”. Podemos ver en esta historia cómo, aunque Azariá no se dedicó de lleno al estudio, su nombre aparece en el Talmud como si él mismo hubiera estudiado todas las leyes que se mencionan en su nombre. Yaacob Abinu bendice a Isajar diciéndole que es como un burro de carga. El burro, cuando está cargado y llega a su lugar, no intenta sacarse la carga de encima como lo hace el caballo, sino que se sienta y, con la carga puesta, descansa. Eso dijo Yaacob Abinu a Isajar: “Para que seas capaz de llegar a la verdad, es necesario que, incluso cuando descanses, tu carga esté encima”. Esto no exenta a los “zebulunes” de estudiar cuando están libres de la responsabilidad del sustento; tienen además la obligación de comportarse con honradez y con dignidad, como corresponde al hijo del Rey. Esto significa cumplir con las mitzvot como dicta la Halajá. Hay que predisponerse a “cargar” sobre los hombros la responsabilidad de las ordenanzas de Hashem y cumplirlas, aunque en ocasiones parezcan incómodas o pesadas; hay que “poner el hombro” como lo hacía Isajar para soportar su “carga”. El privilegio más grande que puede tener un yehudí es tomar conciencia de que fue elegido por Hashem para asumir tan importante responsabilidad. Todo yehudí debe llevar siempre consigo, a donde quiera que vaya, su estudio, su kasher, su tefilá, sus berajot, sin importar con quién esté. Esa carga que nos dio Hashem, debemos llevarla con amor y obediencia. Este compromiso será lo que nos ayude a apegarnos más a nuestro Creador y a traer la tan ansiada redención en nuestros días. ¡Amén!

La mayor recompensa de nuestro trabajo no es lo que nos pagan por él, sino aquello en lo que nos convierte.

C

“De (en cuanto a) Asher, riqueza habrá en su pan y él proveerá manjares de reyes” (49:20).

ontinuamos con las bendiciones que Yaacob dio a cada uno de sus hijos. De Asher, riqueza habrá en su pan. Yaacob hacía referencia a que la tierra de Asher produciría ricos frutos. También sería bendecido con poseer una gran cantidad de olivos, a tal grado que está escrito que el aceite fluía de la tierra como el agua. Este aceite era con el que se elaboraba el shemen hamishjá, el aceite con el cual se ungían los utensilios que se utilizaban en el Bet HaMikdash. También se usaba para la encender la Menorá y para las ofrendas vegetales (menajot). En un pueblo vivía un panadero que vendía todo tipo de panes y jalot para Shabat. Su esposa amasaba mientras sus hijos trenzaban las jalot. Todos los viernes, los pobres se acercaban a la panadería y salían con los panes que el panadero les obsequiaba. Había un pobre a quien el panadero apreciaba más que a los otros. Tenía unos ojos bondadosos que miraban todo con amor. Cada viernes el panadero le obsequiaba una jalá para que la disfrutara en honor al Shabat. Si por algún motivo el pobre tardaba en llegar, el panadero lo esperaba y se alarmaba si no asistía. Cada vez que le entregaba la jalá, le decía: “Que tengas suerte; buen provecho”. El pobre sonreía y le decía: “Que el Todopoderoso te recompense con el doble de lo que das”. Pasaron varios años. Ambos envejecían y la costumbre seguía en pie. En cierta ocasión en la que Shabat y Yom Tob cayeron juntos, la panadería estaba repleta de gente. En cierto momento, el pobre de los ojos brillantes observó que el panadero estaba ocupado. Esperó unos minutos y, al ver que no lo atendía, se alejó sin decir una palabra. Desde aquél día no volvió. Pasó una semana; pasaron dos y no regresaba. El panadero no sabía qué había pasado; preguntaba a los demás pobres por él. La panadería fue creciendo y el panadero enriqueció; pudo comprar un horno nuevo y agrandó el negocio. Compró ropa

Bereshit · 207

— fraternidad —

Ilaná de Jayé · 208

nueva a sus hijos y no dejaba de agradecer al Rey del Universo por todo lo que tenían. Un viernes, una chispa saltó repentinamente del horno y el fuego terminó con todas las posesiones del panadero. Parados frente al horrible espectáculo, estaba el hombre junto con sus hijos y su esposa. Miraban al Cielo y decían: “¡Oh, Amo del Mundo! ¡Justo en la víspera de Shabat nos quedamos sin techo que nos cubra!”. Nadie podía explicar cómo pudo haberle pasado eso a un judío tan bondadoso. Mientras el panadero miraba los restos de su negocio, se le acercó el hombre pobre que hasta ese momento no había aparecido. El panadero le dijo: “Mi querido amigo, hace tanto tiempo que no te veo. Disculpa que en esta ocasión no pueda darte nada. Como ves, he perdido todo… No tengo jalá ni para mi familia”. “No vengo para llevarme una jalá. El Todopoderoso me bendijo dándome todo lo que un hombre puede pedir. Tengo ahora para pagar todo lo que buenas personas como tú me dieron”, contestó el pobre. Sacó una buena cantidad de billetes, la entregó al panadero y le dijo: “Aquí está la cantidad justa por las jalot que me diste los viernes. La cuenta está bien hecha, pues anoté todo”. La cantidad alcanzaba para adquirir una casa nueva, un horno, ropa para todos.253 Y los bendijo, a cada uno conforme a su bendición los bendijo…254 Yaacob bendijo a cada uno de sus hijos conforme a la personalidad de cada uno. Cada uno debía beneficiarse de la bendición y, de esa forma, se complementaban unos a otros. La unidad en el Judaísmo es una necesidad. Las personas tienen que estar conectadas unas con otras, construyendo juntas, trabajando juntas. Para que la Torá prevalezca en el mundo, requiere que todos seamos una sola unidad y no como tristemente vemos hoy en día, que cada uno pertenece a un grupo o comunidad diferente. Mientras exista la unidad en todos los miembros de Israel las bendiciones del Cielo nos proveerán de todo lo necesario. La época del Zar Nicolás fue una época muy difícil para todos los habitantes de Rusia. El Zar se comportaba con crueldad y los pobladores deseaban salir de esa terrible dictadura. Pero los soldados del Zar eran feroces y sanguinarios; nadie se atrevía a

Bereshit · 209

decir palabra contra el tirano. Después de varios años de sufrimiento comenzó una revolución. La encabezaba un hombre que, en cuanto fue identificado por los agentes del Zar, huyó mientras se iniciaba una meticulosa búsqueda del instigador para acabar de raíz con la rebelión. Un día lo vieron cabalgando en su caballo y los soldados lo persiguieron. Cuando se dio cuenta de que no tenía escapatoria, se tiró del caballo sin que los soldados se dieran cuenta y persiguieron al animal creyendo que él estaba arriba del mismo. Así ganó preciosos minutos para buscar refugio en alguna de las casas de la ciudad. En primer lugar, llegó a la casa de un yehudí que de inmediato lo identificó y se negó a esconderlo debido al peligro que representaba. Llegó a la segunda casa, cuyo dueño también era yehudí, pero éste no sabía que se trataba del revolucionario tan buscado por el Zar. Aceptó que se escondiera en su casa de la siguiente forma: le entregó un talet y algunas prendas de modo que aparentaba ser un yehudí. De esta manera los soldados no lo identificarían. Rápidamente se cambió y cuando los soldados revisaron esa casa, fingió como si estuviera haciendo tefilá y no se imaginaron que era el revolucionario a quien buscaban. Así fue como salvó su vida. Al retirase, dijo al dueño de la casa: “En algún momento te recompensaré por lo que hiciste por mí”. El yehudí no dio mucha importancia a la persona, ya que no sabía quién era verdaderamente. El tiempo pasó y el revolucionario derrocó al Zar. Al poco tiempo, el yehudí recibió una citación al palacio de gobierno, junto con un pasaje en tren en primera clase. Con mucho temor, se presentó en el palacio delante del exrevolucionario y ahora jefe del país, quien le preguntó si lo recordaba. El yehudí respondió con sinceridad y le dijo que no. Luego de identificarse, lo llenó de regalos y le dijo: “Debes saber que con tu acto valiente no sólo salvaste mi vida, sino también a todo el país de las manos de Nicolás. Recuerda que este palacio está abierto para ti en todo momento que lo necesites”. El Maasé no termina aquí. En el año 5681 unos dieciocho jóvenes de la Yeshibá de Novhardok quisieron escapar del país y se les detuvo en la frontera. Fueron encarcelados; el castigo para

Árbol de vida · 210

ellos sería terrible. Un Rab que sabía la historia del yehudí que salvó al revolucionario y recordó la influencia que tenía en el palacio, fue a buscarlo y le rogó que fuera a abogar por los jóvenes. Así lo hizo y todos fueron liberados. Entre esos jóvenes estaba uno que en el futuro sería un gran sabio que iluminó con su Torá a Klal Israel; era nada más y nada menos que el Steipeler, Rabí Yaacob Israel Kanievsky.255

Envía tu pan sobre las aguas, ya que después de muchos días lo hallarás. 256

Shemot 1:5 1:1 3:5 4:11

Shemot



Vaerá

6:13 7:9 7:19 8:2

La arrogancia . ............................................................... Dime con quién te juntas ............................................. Gratitud ......................................................................... El enojo .........................................................................



Bo

10:10 12:8 12:22 12:31-32

Todo lo que te sucede es para tu bien . ........................ Las oportunidades están escondidas dentro de las adversidades .................................................................. Israel, Un Pueblo único (Asimilación) ......................... bitajón (Confianza en Hashem) . ..................................



Beshalaj

14:10 14:14 15:2 16:4

La tefilá . ........................................................................ Cuidar la santidad del Bet Haknéset . .......................... ¿Tienes claro tu objetivo? ............................................. Dichoso el hombre que confía en Hashem .................



Itró

19:3 19:5-6 20:8 20:23

La importancia de la mujer en el judaísmo ................. Persevera, nunca te rindas ............................................ Shabat ............................................................................ Cuidando el honor de los demás ..................................



Mishpatim

21:1 21:1 21:1 22:24

La palabra de Hashem es perpetua e infalible ............ La misión del educador ................................................ Seicientos trece consejos de vida ................................. No todo el dinero que tenemos es nuestro ..................

¿Quién te provee de todo? ........................................... Solidaridad .................................................................... Si nos ocupamos del hoy, Hashem se ocupará del mañana .......................................................................... Tu misión en la vida ......................................................

217 221 225 228

232 236 241 244

250 253 256 259

264 268 273 277

281 284 288 290

296 299 303 308



Terumá

25:8 25:9-10 25:15 26:15

Gratitud ......................................................................... La influencia del medio ambiente . .............................. ¿Quién mantiene a quién? . .......................................... ¿Cuando llegarán mis actos a ser como los de mis padres? . ..................................................................



Tetzavé

27:20 27:20 28:2 28:39

La Torá, es la luz que ilumina el Mundo ..................... El mérito de la mujer judía . ......................................... Dime como vistes y te diré quién eres ......................... La humildad es la mejor de las cualidades . .................



Ki Tizá

30:13 31:14 34:1 34:34

Así como juzgues serás juzgado .................................... Más de lo que tu cuidas Shabat, el Shabat te cuida a ti ........................................................................ Querer, es poder (estudiar Torá) .................................. El libre albedrío ............................................................



Vayakhel

35:1 35:5 36:6 38:8

Shabat, la fuente de todas las bendiciones.................... Lo que das es lo único que realmente te pertenece .... Trata a los demás como te gustaría ser tratado ............ Observa tus defectos en lugar de los defectos de los demás .......................................................................



Pekudé

312 317 321 323

328 331 335 340

344 348 351 355

359 363 365 369

35:22 Rosh Jodesh, fiesta de la mujer ............................................ 373 40:16 El poder de la tefilá .............................................................. 375 Glosario . ............................................................................................ 379 Bibliografía ........................................................................................ 393

Shemot

— ¿sabes quién te provee de todo? — “Todas las personas que salieron de Yaacob eran setenta… y Yosef estaba en Mitzráim” (1:5).

C

omenzamos el segundo libro del Jumash, Séfer Shemot. Mientras que el primer libro trata de la Creación del Mundo, este segundo trata del control y el dominio de Hashem en el mundo, manifestado en los milagros que se relatan en la liberación de los judíos de Egipto, y es por esto que se conoce como el Libro del Éxodo. Una de las cosas más significativas que aparecen en esta sección del Pentateuco es la entrega de la Torá, con lo cual los integrantes de Israel se consagran como el Pueblo Elegido; este es el Pacto Eterno entre el Creador e Israel. Aunque se conoce con el nombre de Éxodo, la traducción literal de Shemot es “Nombres”. La razón del título es que en los primeros capítulos están nombrados los hijos de Yaacob, quienes llegaron a Egipto. Aunque la Torá ya había enumerado a los hijos de Yaacob en sus vidas, sus nombres son detallados aquí otra vez, después de que abandonaron este mundo, para mostrar cuán preciados eran para Hashem. Los hijos de Israel son comparados con las estrellas; Hashem los cuenta y los llama por sus nombres cuando salen, y luego otra vez cuando se van. Así como las estrellas irradian luz aun en los lugares más oscuros y distantes del universo, el trabajo del Pueblo Judío es irradiar luz espiritual a todo el mundo.1 Llama la atención que a Yosef no se le nombre junto con los demás. El versículo hace una pequeña pausa para decirnos que estos son los descendientes de Yaacob, y entonces señala que Yosef estaba en Egipto.2 ¿Por qué no se incluyó a Yosef junto con todos sus hermanos? Además, la Torá ya mencionó la venta de Yosef; ya sabemos que él se hallaba en Egipto. ¿Para qué se repite? Una de las muchas respuestas que nos ofrecen los Jajamim es que la Torá menciona a Yosef por separado para mostrarnos

Shemot · 217

Perashat Shemot

Ilaná de Jayé · 218

una de sus cualidades: “Yosef, que en su juventud pastoreaba el rebaño de su padre, es el mismo Yosef que estaba en Mitzráim (Egipto) y se había convertido en Virrey, y a pesar de ello mantuvo su rectitud”.3 La verdadera categoría de la persona se demuestra en la manera en que se conduce cuando la vida le sonríe y cuando las cosas se ponen difíciles. Yosef demostró que él sabía manejar las situaciones y que las situaciones no lo manejaban a él. En una ciudad de Europa, un judío había conseguido el control del puerto de donde se enviaban y recibían la mayoría de las remesas que se manejaban en el Viejo Continente. Poseía varias embarcaciones, con las que lograba llegar a casi todos los puertos. Un día, una fuerte tempestad hizo que todos sus barcos se hundieran en alta mar. El hombre no se enteró del acontecimiento, excepto sus familiares, quienes temieron por su salud. Había que manejar con cuidado la noticia. Después de analizar varias opciones, determinaron que el Rab de la ciudad era la persona indicada para esa misión. El Rabino tomó la responsabilidad y citó al empresario. Le habló de lo vano que es este mundo, que lo principal es el temor al Cielo y que si alguien pierde algo material, no debería preocuparse. Después de unas cuantas horas de plática, el hombre se convenció de que lo principal en la vida no era lo material. El Rab le entregó un ejemplar del Jobot Halebabot (libro de filosofía judía), y le pidió que leyera los capítulos que hablan sobre la confianza en el Creador. El hombre regresó y el Rab le preguntó: “Dime una cosa. Después de todo lo que ya estudiamos, si te dijera que uno de tus barcos se hundió, ¿te angustiarías?”. El hombre respondió: “No. Después de todo lo que estudiamos, diría que son cosas de Hashem y lo aceptaría con amor”. “¡Bien!”, opinó el Rab. “Si te dijera que no fue uno sino tres barcos los que se hundieron, ¿qué dirías?”. El hombre encogió los hombros y dijo: “El dinero no lo es todo en la vida. Lo seguiría aceptando con amor y confianza”. Entonces el Rab arremetió: “Y si te dijera que se hundieron todos los barcos que posees, ¿qué dirías?”. El hombre se quedó cavilando y le dijo: “Esto sí tengo que pensarlo bien, si me lo permite”. “¡Por supuesto!”, replicó el Rab. “No tienes que

Shemot · 219

contestar de momento. Llévate el Jobot Halebabot, lee de nuevo las lecciones que estudiamos y cuando tengas la respuesta vienes a verme.” Así hizo el hombre. Luego de un rato regresó y dijo al Rab: “En este libro dice que nadie es dueño de nada, que todo pertenece a nuestro Creador; que todo lo que poseemos no es nuestro, sólo lo tenemos en calidad de préstamo… Cuando Hashem nos quita esos bienes, no tenemos por qué angustiarnos. No hemos perdido nada. Hashem solamente lo está cambiando de manos. La persona siempre debe confiar en Él y nada ni nadie deben destruir esa confianza. ¡Estoy en condiciones de decirle que, aun cuando todos mis barcos se hundieran, no lograrían hacer menguar mi fe en el Creador…!”. El Rab lo felicitó por su fortaleza y añadió: “Bueno, entonces ahora llegó el momento en que puedo revelarte la verdad. Me comisionaron para darte la noticia: todos tus barcos se hundieron, junto con toda la mercancía que llevaban a bordo. Todas tus pertenencias se han ido al abismo, por lo que has quedado totalmente en la ruina. Pero eso no va a afectarte, ¿verdad?”. El hombre abrió tanto los ojos que pareció que se saldrían de sus órbitas. Comenzó a sudar; acto seguido palideció y finalmente cayó desmayado. El Rab corrió, regresó con un paño bañado en alcohol y lo colocó cerca de su nariz para reanimarlo. Cuando el hombre volvió en sí comenzó a gritar: “¡¿Qué voy a hacer?! ¡Estoy arruinado! ¿Cómo es posible?”. El Rab se acercó y le dijo: “¿No acabas de decir, hace unos minutos, que una noticia así no te afectaría, que estabas confiando en que Hashem todo lo hace para bien? ¿Por qué ahora estás tan desesperado?”. El hombre respondió: “Cuando usted me hacía las preguntas, yo respondía con confianza, pues era un hombre rico. Pensaba que mis barcos estaban bien protegidos y sólo tomaba sus preguntas como un ejercicio de suposiciones. Pero ahora que me he convertido en pobre, ¡mi fuerza espiritual se ha desvanecido…!”. Hay personas que, cuando todo les va bien, cuando la vida les sonríe, son personas de fe; confían plenamente en que es Hashem quien está manejando a los personajes detrás del escenario. Este nivel de convicción es muy bueno, especialmente

Árbol de vida · 220

porque la prueba de la riqueza no es cosa fácil. Uno tiende a pensar que Mi fuerza y el poder de mi mano han hecho para mí toda esta riqueza.4 Pero cuando la persona se ve sin la “seguridad” y “protección” que le da su dinero, sus contactos, sus influencias, su capacidad para resolver las cosas, entonces el ambiente se torna diferente. Y es allí donde la emuná conseguida de su trabajo en el servicio a Hashem debe mostrar sus frutos. Por eso recitamos en la plegaria matutina: Confía en Hashem, esfuérzate y presiónate, y confía en Hashem.5 Dos veces se menciona la obligación de confiar en Hashem: una antes del esfuerzo y otra después de éste, para que nadie se confunda y crea que su trabajo es la fuente de su progreso. Solamente la confianza y la esperanza en Hashem es la que las realiza. Yosef se mantuvo firme cuando era el hijo consentido de su padre, cuando fue puesto a prueba con la esposa de Potifar, cuando estuvo en el oscuro calabozo y también cuando poseyó el poder y el control absoluto de la economía mundial… ¡Cuánto tenemos que aprender de esto…!

Hijo mío: hoy te daré una gran enseñanza. Es muy fácil tener confianza en la bonanza; a veces quiero saber quién eres cuando no te alcanza. Recuerda: no pierdas en Mí la esperanza, pues soy Yo Quien está moviendo la balanza.

“Vamos, actuemos con astucia respecto a él, no sea que se acreciente. Y sería que cuando sucediere guerra se sumaría, también él, a nuestros adversarios y combatiría contra nosotros, y ascendería de la tierra” (1:10).

L

os descendientes de Yaacob ahora se encontraban en Egipto, donde se multiplicaron de una manera extraordinaria: las mujeres daban a luz sextillizos. Todos los bebés nacían fuertes y sanos. Los egipcios comenzaron a temer, ya que presentían una inminente guerra con los habitantes de Kenáan. El Faraón al principio defendía a los yehudim argumentando que, si no fuera por su antepasado Yosef, todos estarían muertos, debido a la época de hambre que asoló al mundo. Entonces, los incitadores consiguieron derrocar al monarca hasta que, luego de tres meses de ausencia, ascendió al trono con ideas distintas. El nuevo Faraón inició una política de opresión contra los yehudim, reduciéndolos a la condición de esclavos. Supervisados por crueles capataces, fueron forzados a construir las fortalezas y ciudades de almacenamiento de Pitom y Ramsés, en la frontera de Egipto. Sin embargo, los intentos del Faraón por reducir numéricamente la población judía resultaron ineficaces, pues su tasa de natalidad aumentaba decididamente. Así que el soberano egipcio tomó una medida drástica: ordenó a las parteras hebreas que mataran a los niños varones al momento de nacer. Pero ellas desobedecieron por temor de Hashem. Entonces el Faraón ordenó que todo varón recién nacido fuera ahogado en el Nilo. ¿De dónde sacó el Faraón la idea de este método de exterminio? El Talmud nos relata que el Faraón pidió a tres de sus consejeros que opinaran sobre cómo contener la tremenda explosión demográfica del Pueblo Judío. Itró quiso advertir al Faraón de los fracasos que habían tenido los reyes anteriores al intentar dañar a los Patriarcas del Pueblo Judío. Recordó las plagas que padeció el rey de Egipto, así como Abimélej. Ambos recibieron su merecido cuando intentaron secuestrar a Sará. Además, reiteró

Shemot · 221

— solidaridad —

Ilaná de Jayé · 222

que debían recordar la deuda de gratitud hacia Yosef, quien había convertido a Egipto en potencia mundial. Cuando vio que sus palabras enfurecían al Faraón temió por su vida, por lo que salió apresuradamente del palacio del Faraón y huyó hacia Midián. Bilam argumentó que con fuego no podía exterminarnos, como lo demostró Abraham, quien soportó el ardiente fuego de Ur Kasdim. La espada tampoco era una alternativa, ya que Itzjak fue salvado del cuchillo de su padre y un carnero fue sacrificado en su lugar. La esclavitud tampoco era una opción viable. Labán “apresó” a Yaacob en su casa y lo hostigó con labores insoportables, y Yaacob no solamente soportó el mal trato, sino que salió de allí rico y exitoso. Lo más aconsejable era ahogar a los bebés en el río. Afirmó que Hashem no los castigaría con el agua debido al juramento que Él había hecho de no volver a destruir a la humanidad con agua (un diluvio). Cuando llegó el turno de Iyob, permaneció en silencio. Al final, el consejo de Bilam fue aprobado y el decreto se firmó. Hashem retribuyó a cada uno de ellos en la misma forma que se comportaron: Itró, quien arriesgó su vida y habló bien del pueblo, tuvo el mérito de que sus descendientes fueran miembros del Sanhedrín y, a su vez, ellos tuvieron el mérito de juzgar con equidad a los demás. Bilam, que aconsejó que los judíos fueran aniquilados, finalmente fue ajusticiado por ellos mismos. Iyob, que permaneció en silencio, fue castigado con grandes sufrimientos.6 Se entiende que Itró fuera premiado y que Bilam recibiera un castigo. Pero, ¿por qué motivo fue castigado Iyob? Él no habló contra los yehudim. ¡Simplemente se quedó callado! ¿Qué hay de malo en eso? De todos modos, el corazón del Faraón ya estaba envenenado por el odio y el celo de sus súbditos. ¡Aunque hubiese hablado a nuestro favor, nada hubiese logrado! Rab Itzjak Zeev Soloveichik explica que, aun cuando Iyob sabía de antemano que el Faraón no iba a hacerle caso, tenía que haber manifestado su desacuerdo protestando o huyendo, como lo hizo Itró. Cuando a una persona le duele algo, grita; cuando se queda callado no demuestra sensibilidad alguna…

Shemot · 223

Un niño pequeño jugaba frente a la casa de Rab Shalom Shwadron. El niño se cayó e hirió una rodilla. Al oír el llanto de la criatura, el Rabino salió corriendo, le puso una toalla sobre la herida y se dio prisa para llevar al pequeño con el médico, que vivía cerca del lugar. Mientras corría, una mujer anciana, al notar su preocupación y aflicción, y pensando que se trataba de uno de los hijos del Rabino, exclamó: “¡No se preocupe! ¡Hashem le ayudará!”. Sucedía que el niño resultó ser nieto de la anciana, y cuando ella descubrió la identidad del niño, dejó de decir: “¡No se preocupe…!”, y comenzó a gritar: “¡Mi Meír! ¡Mi Meír!”, mientras los vecinos trataban de calmarla… Todo integrante del Pueblo de Israel debe poseer la sensibilidad para solidarizarse con sus hermanos, tanto en sus penas como en sus alegrías. Si una mano se golpea, todo el cuerpo lo siente. Así debería ser nuestro comportamiento respecto a nuestro prójimo. ¡Eso es lo que Hashem espera de nosotros! En la forma en que el ser humano se comporta con los demás, así se comporta Hashem con él.7 Este es el motivo por el cual tuvo que sufrir Iyob; él demostró ser insensible al dolor de sus hermanos y, en consecuencia, debió experimentar el dolor en carne propia.8 Sucedió que un padre y su hijo se presentaron ante un Rab para que éste realizara un Din Torá sobre una discordia que tenían. El Rab, sorprendido de que un padre y un hijo llegaran a ese extremo, escuchó con atención el problema. ¿De qué se trataba? El invierno había comenzado y tenían un solo abrigo. El padre argumentaba que sufría más el frío que su joven hijo. El Rab dio la razón al padre y preguntó al muchacho en qué basaba su argumento. La respuesta fue: “Yo voy a trabajar a la calle desde la mañana temprano hasta altas horas de la noche. El frío es mucho más intenso a la intemperie que en el hogar donde se encuentra mi padre durante todo el día”. El Rab también dio la razón al joven y, sin alternativa, les pidió que regresaran al siguiente día a fin de ver si Hashem lo iluminaba para encontrar una solución. Al siguiente día se presentaron ambos delante del Rab, quien les dijo: “Lamentablemente no encontré la respuesta. Sólo les

Árbol de vida · 224

pido ahora que cada uno de ustedes argumente a favor de la otra parte. Quizá de esa forma Hashem me iluminará”. Ambos aceptaron y el padre dijo: “¿Acaso un padre puede tener calor con su abrigo sabiendo que su hijo está corriendo en la calle sufriendo el frío? ¡A él le corresponde el abrigo!”. El hijo, por su parte, comentó: “La Torá iguala el respeto al padre con el respeto a Hashem. Mi padre es anciano. ¡A él le corresponde el abrigo! Por otro lado, yo estoy en continuo movimiento y no sufro el frío como mi padre, que al ser anciano casi no se mueve”. El Rab, conmovido por lo que escuchaba, les pidió que esperaran. Fue hasta su habitación, trajo su propio abrigo y les dijo: “Basta de problemas. Les regalo mi abrigo con tal de que ambos se alegren”. El padre abrazó a su hijo y ninguno tuvo palabras para agradecer al Rab por su gesto. Cuando se retiraban, el padre se animó a preguntar: “Disculpe, me quedó una duda”. El Rab preguntó: “Dime, ¿cuál es tu pregunta?”. “¿Por qué no se le ocurrió esta solución la primera vez que lo visitamos?”. La respuesta del Rab fue: “Realmente lo pensé, pero al ver que cada uno de ustedes decía que el abrigo le pertenecía, yo también pensé: ‘Podría darles mi abrigo y así terminar con el pleito. Pero si el abrigo es mío, ¿por qué debo regalarlo?’. Pero cuando regresaron y demostraron que cada uno de ustedes quiere al otro más que a sí mismo, me di cuenta de que también yo podía pensar en ustedes y regalarles mi abrigo”.

Sólo por la hermandad puedes aceptar sobre ti mismo la Soberanía de Hashem. La llave para ser temeroso de Hashem es la unidad de uno con el otro.9

A

“El lugar en donde estás parado es sagrado” (3:5).

mram y Yojébed, miembros de la tribu de Leví, eran padres de dos niños, Miriam y Aharón. Poco después del decreto del Faraón, Yojébed dio a luz a un segundo varón. Los egipcios buscaban a los recién nacidos para ahogarlos en el río. Cuando ya no pudo mantener en secreto el nacimiento de su hijo, lo colocó en una canastilla que dejó entre las plantas de la orilla del Nilo (bajo la supervisión de Miriam). La hija del Faraón fue a bañarse en el Nilo y algo que flotaba en el río llamó su atención. Envió a una de sus servidoras a traer el objeto. Cuando abrió la canasta encontró en su interior a un niño hebreo; sintió piedad por él y decidió adoptarlo. Miriam se acercó y ofreció buscar una mujer que pudiera amamantar al bebé. Regresó con Yojébed, quien lo cuidó e instruyó sobre las tradiciones de sus antepasados. El niño fue llevado al palacio real y se fue llamado Moshé, que significa: “extraído de las aguas”. Cuando creció, Moshé salió del palacio y observó los sufrimientos que padecían sus hermanos. Vio que un capataz egipcio golpeaba salvajemente a un hebreo. No había nadie a su alrededor y Moshé mató al cruel egipcio. Luego lo enterró en la arena. Al día siguiente, Moshé intervino en una disputa entre dos hebreos. Uno de ellos le preguntó en tono insultante: “¿Qué derecho tienes para juzgar a los demás? ¡Seguramente tratarás de matarme como lo hiciste con el egipcio!”. Moshé comprendió entonces que su acción llegaría a oídos del Faraón y, por tanto, su vida corría peligro. En consecuencia, huyó a Midián, en la región sudeste de la península del Sinaí. Llegó a un pozo, donde tuvo oportunidad de proteger a las siete hijas de Itró (el conductor espiritual de Midián) de unos pastores agresivos. Fue bien recibido por Itró y trabajó como pastor de ovejas. Pronto se casó con una de sus hijas, Tziporá, que dio a luz a dos niños, Guershón y Eliézer. Durante la estadía de Moshé en Midián, el Faraón había fallecido. Su sucesor continuó oprimiendo a los hebreos con mayor

Shemot · 225

— si nos ocupamos del hoy, hashem se ocupará del mañana —

Ilaná de Jayé · 226

severidad y éstos clamaron por ayuda a Hashem. Mientras cuidaba las ovejas de Itró en Joreb, Moshé tuvo una visión extraordinaria: una zarza que ardía sin consumirse. Hashem se dirigió a él por primera vez y le ordenó que se quitara los zapatos, pues de hallaba sobre suelo sagrado. En hebreo hay dos palabras para la acción de quitarse los zapatos; una es shal y la otra es jalitzá. Cuando Hashem solicita a Moshé que se quite los zapatos, utilizó la palabra shal; el motivo es que hay una diferencia entre la forma de descalzarse. Jalitzá es hacerlo con las manos y shal es hacerlo sin tocar los zapatos. Hashem quería que mantuviera también sus manos limpias de impurezas. ¿Cuál es el significado y la lección que podemos sacar de este versículo? Cuando una persona se encuentra en situaciones difíciles, en las que le cuesta trabajo cumplir con una o varias mitzvot, llega a decir: “En cuanto mejore mi situación”; “Cuando termine mi proyecto, entonces estaré listo para cumplir o para hacer de mi estudio un hábito diario”; “¿Cómo quieres que me concentre si tengo tantos problemas?”. ¿Cuál es la expectativa de esta persona? ¿Llegará acaso ese tan esperado día? El Rab MiBlatzob relataba que, mientras él se encontraba en los campos de concentración nazis (umaj shemam10), el Rab se había enterado de que se llevaría a cabo una matanza masiva de bebés. Mientras los criminales seleccionaban a sus víctimas, una mujer se acercó al Rab con un pequeño bulto entre sus brazos y solicitó un cuchillo. El Rab pensó que la mujer, en su desesperación, había decidido quitarse la vida junto a la de su bebé. El Rab intentó persuadir a la mujer, diciéndole que no perdiera las esperanzas, que el Creador podría traer la salvación en segundos… Las palabras del Rab fueron interrumpidas por un soldado nazi, que lo tomó del cuello y dijo: “¡¿Por qué estás hablando con esta mujer?!”. El Rab tuvo que contestar con sinceridad y dijo al soldado que la mujer estaba pidiéndole un cuchillo y que él trataba de convencerla de que no era necesario que se quitara la vida por su propia mano, porque tarde o temprano todos morirían. El

Shemot · 227

soldado no le creyó y se dirigió a la mujer: “¡¿Es cierto eso?!”. La mujer respondió afirmativamente. El soldado sacó un cuchillo y lo entregó a la mujer, en espera de disfrutar la grotesca escena. Para sorpresa de los presentes, la mujer colocó al bebé en el suelo, le quitó las ropas, tomó el cuchillo, dijo la bendición que se recita antes de practicar la circuncisión y le hizo el berit milá. El soldado se quedó estupefacto y le preguntó: “¿Qué hiciste…? ¿Por qué hiciste eso?”. “Hoy”, respondió la mujer, “mi hijo cumple ocho días de haber nacido y la Torá nos ordenó hacer el berit milá a todo varón. Sé que mi hijo morirá dentro de muy poco, ¡y yo quise cumplir la mitzvá que Hashem nos encomendó mientras aún tenga vida, y que muera como un yehudí!”.11 El Jafetz Jaim interpretó el versículo citado de la siguiente manera: “En el lugar donde te encuentras parado… significa: ‘la situación en la que te encuentras actualmente es igual de sagrada. Si la situación se tornó difícil, es exactamente así como Hashem está esperando que lo sirvas, incluso en los momentos más críticos de tu vida. Así como le pidió a Moshé que sus manos se mantuvieran limpias, tus pensamientos y tus hechos deben ser íntegros, limpios, puros, caminando siempre por el sendero de la Halajá y de lo que nos indican nuestros Jajamim. Lo único que Hashem pretende de ti, al ponerte ciertos ‘obstáculos’ en tu vida, es que los superes, para así hacerte más fuerte, más capaz”. Cada vez que superamos una prueba logramos crecimiento y elevación personal y espiritual. Debemos empeñarnos en dar lo mejor de nosotros mismos para servir a Hashem con los recursos y las habilidades con que contamos. Hashem sabe hasta dónde somos capaces de llegar; y nos dio los desafíos y herramientas para lograrlo.12 Rab Simjá Bunim de Parshisja decía: “No me gustaría ponerme en el lugar de nuestro padre Abraham, porque en este caso, ¿qué ganaría Hashem con este cambio? Si Abraham fuera yo, y yo fuera él, nada mejoraría en el mundo. Mi objetivo es el de mejorar mi propia conducta”.13 El virtuoso se sentirá siempre alegre y nunca triste con lo que el Todopoderoso le ha deparado, porque comprende que todo lo que Él dispone es para el mejor fin de las personas. Pues la palabra del Eterno es recta y toda su obra está hecha con verdad.

Árbol de vida · 228

Rabí Shimón ben Elazar dijo: ‘Toda mitzvá por la cual el Pueblo de Israel se sacrificó hasta la muerte, aún perdura entre ellos’.14

— tu misión en la vida — “Y dijo Hashem a Moshé: ¿Quién puso boca en el ser humano? ¿O quién hace al mudo o al sordo, al vidente, o al ciego? ¿Acaso no soy Yo Dios?” (4:11).

M

oshé se encontraba frente a la zarza que ardía sin consumirse. Hashem le informó que sería comisionado para sacar a los yehudim de Egipto y llevarlos a la Tierra Prometida. Debía llevar a Egipto al Faraón, el mensaje de que Am Israel necesitaba salir al desierto a hacer sacrificios para Hashem. Moshé se negó respondiendo que él era indigno de una tarea tan magna, pero recibió la promesa de la ayuda Divina. Hashem le advirtió que el Faraón se rehusaría, pero después de que hubiera sido azotado por las plagas se vería forzado a ceder y los yehudim abandonarían Egipto cargados de riquezas. Moshé deliberó que el pueblo no le creería, razón por la cual le fue otorgado el poder de revelar tres milagros: su bastón se transformaba en una serpiente cuando era arrojado al suelo; y ésta, al ser tomada por la cola, volvía a su forma original. Cuando metía su mano entre las ropas sobre su pecho, al sacarla estaba blanca como la nieve por causa del tzaráat, y al repetir el movimiento, su mano aparecía nuevamente sana. Finalmente, si los israelitas no estuvieran aún convencidos, Moshé debía verter agua del Nilo sobre tierra seca y el líquido se convertiría en sangre.

Shemot · 229

Moshé continuó titubeando y argumentó que tenía un defecto en su forma de hablar: “Soy duro de habla y lento de lengua. Dame habla de tal modo que pueda usar mi boca y mi lengua, y así poder enfrentar al Faraón”. Hashem le respondió: “¿Quién hace que las personas tengan deficiencias como ceguera o sordera? Yo estaré contigo y te mostraré lo que tengas que decir”. Preguntan los Jajamim: “¿Por qué Hashem mencionó padecimientos que Moshé no sufría? Le habló de ceguera y sordera cuando debía mencionar la lengua, que era lo que afligía a Moshé. Hashem quería indicarle que ya antes lo había protegido por medio del habla (había hecho sordos a los sirvientes del Faraón cuando les ordenó matarlo), así también con la vista (hizo ciegos a los verdugos cuando se disponían a ejecutarlo). De igual modo lo protegería en la misión que le estaba encomendando. Su dificultad no representaría un obstáculo para cumplir con su misión.15 En cierta ocasión una persona se acercó al Maguid de Dubna y le preguntó: “¿Por qué debería yo ser considerado responsable por mis actos? ¡Yo nunca pedí existir! ¡Nunca pedí participar en la vida! ¡Ella me fue dada a la fuerza!”. El Maguid le respondió con una parábola: Un hombre tenía dos hijas, para las cuales no podía hallar marido. Una tenía una lengua depravada y la otra era terriblemente fea. Un casamentero resolvió el problema hallando a un hombre sordo para la primera muchacha, y uno ciego para la segunda. Las dos parejas se casaron y vivían felizmente. Un día, un doctor que pasaba por la ciudad ofreció tratar a los dos hombres por una módica cuota. El tratamiento resultó efectivo, pero cuando intentó cobrar sus honorarios, el hombre que era sordo se rehusó a pagar. Él argumentaba que por culpa del tratamiento su matrimonio fue arruinado, pues día y noche era atormentado por el vil lenguaje de su esposa. El otro hombre dijo que había quedado horrorizado cuando se percató de la fealdad de su esposa. Ambos no solamente se negaban a pagar los honorarios médicos, sino que también hablaban de divorcio. La disputa fue llevada ante un juez, quien falló que ninguno de ellos tenía que

Ilaná de Jayé · 230

pagar, siempre que permitieran al doctor volverlos una vez más sordo y ciego, respectivamente. Cuando ellos escucharon el veredicto del juez se quedaron boquiabiertos, y cuando se recobraron, se negaron a regresar a su condición anterior. “Si es así”, dijo el juez, “entonces ciertamente valoran su oído y su visión. Deben, por tanto, pagar al doctor.” El Maguid dijo al hombre: “Quizás tú no pediste estar vivo, pero si tu vida fuera amenazada, la protegerías celosamente. Entonces no puedes decir que fue a la fuerza, por tanto, serás considerado responsable por tus acciones”.16 Ajab reinaba en Éretz Israel. A pesar de que era inmensamente rico y poseía muchas tierras y propiedades, ansiaba más y puso sus ojos sobre los viñedos de uno de sus súbditos, Nabot. Sin embargo, Nabot se negó a vender su terreno y esto enfureció a Ajab. Al ver el semblante de preocupación de su esposo, la malvada Izebel ideó un maléfico plan. Dijo al monarca: “Acusa a Nabot de un crimen capital y apodérate de todas sus posesiones”. Al rey le pareció sensato el consejo de su cruel mujer y sobornó a varios hombres para que atestiguaran contra Nabot. Después de un breve juicio se le encontró “culpable” y poco tiempo después fue ejecutado.17 El Midrash pregunta: “¿Por qué Nabot fue tan cruelmente castigado?”. La respuesta que nos proporciona el Midrash nos lleva a la reflexión. Nabot era poseedor de una magnífica y melodiosa voz. Cuando los yehudim subían a Yerushaláim con motivo de la celebración de las Festividades, Nabot inspiraba a todos con sus tefilot. Pero un día se rehusó a cantar, no porque estuviera enfermo, pues en realidad nada le impedía cantar; simplemente no estaba de humor. La gente en vano le imploró que lo hiciera y él no los escuchó. Olvidó que la persona viene al mundo con una misión. Todo lo que hacemos tiene una consecuencia. Nabot, en cierto sentido, provocó su propia muerte. Tenía que cumplir con la misión para la cual fue creado; cuando Hashem vio que el hombre ya no quería dar más a los otros, fue llamado a casa, pues ya no tenía razón para seguir en el mundo.

Tú no naces por tu propia libre voluntad, y no morirás por tu libre voluntad, y serás responsable ante el Gran Juez no por tu propia libre voluntad.18

Shemot · 231

Hashem proporciona a la persona las herramientas para que pueda cumplir su meta. En el camino le pone pruebas para que se haga meritoria de recibir su porción en el Mundo de la Verdad. La persona suele reclamar: “¿Por qué me mandan pruebas que no soy capaz de superar?”, a lo que Hashem contesta: “¿Acaso en tu negocio no resolvías las cosas ‘inteligentemente’? ¿Acaso no sabías ‘moverte’ por la vida? ¿Quién te dio esa inteligencia? ¿Quién te dio la capacidad, la vida, la salud para poder salir adelante…?”.

Árbol de vida · 232

Perashat Vaerá — la arrogancia —

H

“Y habló Hashem a Moshé y a Aharón, y les ordenó acerca de los hijos de Israel y acerca del Faraón, rey de Egipto” (6:13).

ashem ordenó de nuevo a Moshé que fuera a dar aviso al Faraón de la liberación de Sus hijos. Moshé temió que el Faraón no lo escuchara debido al problema de dicción que tenía. Una vez más, el Todopoderoso dijo a Moshé que quien hablaría por él sería su hermano Aharón, pero que el corazón del Faraón sería endurecido por Él y, en consecuencia, severos castigos caerían sobre el pueblo egipcio. Podríamos pensar que la negativa de Moshé se debía a que pensaba que la responsabilidad de hablar con el Faraón correspondía a su hermano mayor, o quizás porque Aharón era también un profeta y seguramente sería considerado más grande y virtuoso delante de Hashem. Al final Hashem aceptó que Aharón lo acompañara y expusiera el mensaje de Moshé delante del Faraón. Moshé nos legó con su actitud una ley universal: la prohibición de despreciar la honra de una persona. Es un mandamiento que recae sobre cualquier individuo por el solo hecho de tratarse de un ser humano. Cerca de la ciudad de Danzig vivía un rebe jasídico que era poseedor de una considerable riqueza. Enfundado en un traje negro, sombrero de copa y un bastón de plata para caminar, el Rab solía dar un paseo matinal. Durante su caminata solía saludar a cada hombre, mujer o niño que encontraba a su paso con una cálida sonrisa y un cordial “¡Buenos días!”. De este modo, con el paso de los años el Rab se familiarizó con muchos de sus vecinos y siempre los saludaba por su nombre y título apropiados. Cerca de los límites de la ciudad, en los campos, solía intercambiar saludos con Herr Müller, un hombre alemán residente de Polonia. “¡Buenos días, Herr Müller!”, se apresuraba a saludar el

Shemot · 233

Rab al hombre que trabajaba en los campos. “¡Buenos días, Herr Rabbiner!”, era la respuesta. Entonces comenzó la guerra. Los paseos del Rab cesaron. Herr Müller vistió un uniforme de la SS y desapareció de los campos. El destino del Rab fue similar al de la mayoría de los judíos que vivían en Polonia. Perdió a su familia en el campo de muerte de Treblinka y, tras sufrir mucho, fue deportado a Auschwitz. Un día, durante una selección, el Rab estaba en la fila con centenares de judíos esperando el momento en que se decidiría su destino, para vida o para muerte. Vestido con un uniforme rayado, la cabeza y la barba rasuradas y los ojos afiebrados de inanición y enfermedad, el Rab parecía un esqueleto andante. “¡Derecha! ¡Izquierda! ¡Izquierda, izquierda!”. La voz a la distancia se acercaba. De repente, el Rab sintió un poderoso impulso por mirar la cara del hombre que, con guantes blancos como la nieve, sostenía una pequeña vara, y una voz metálica que jugaba a ser Dios y decidía quién debía vivir y quién morir. Alzó los ojos y oyó su propia voz diciendo: “¡Buenos días, Herr Müller!”. “¡Buenos días, Herr Rabbiner!”, respondió una voz humana debajo del bonete de la SS adornado con una calavera y huesos cruzados. “¿Qué está haciendo usted aquí?”. Una débil sonrisa apareció en los labios del Rab. La batuta se movió a la derecha, a la vida. Al día siguiente, el Rab fue transferido a un campo más seguro.19 Hashem ordena a Moshé y a Aharón que conduzcan al pueblo con paciencia y tranquilidad, y que se dirijan al Faraón con respeto.20 El Faraón se había convertido en el símbolo de la perversión: se bañaba con la sangre de niños judíos para curarse de su lepra; utilizaba el cuerpo de nuestros niños para completar los ladrillos de las ciudades que construía. ¿Existe algo más cruel que esto? Y a pesar de todo, Hashem les pide que no le falten al respeto. Moshé y Aharón cumplieron la orden al pie de la letra. Incluso cuando llegó el momento de la plaga de los primogénitos, Moshé dice al Faraón: Y descenderán todos tus sirvientes a mí y se arrodillarán a mí diciendo: Sal, tú y todo el pueblo que te

Ilaná de Jayé · 234

sigue...21 En realidad, Moshé no se refería a los sirvientes, sino que sería el propio Faraón quien les imploraría que se fueran, tal como lo había previsto Hashem. Sólo que se lo dijo en forma respetuosa. En la Haftará que leemos esta semana se nos relata acerca de otro rey egipcio que vivió en la época del profeta Yejezkel. Este rey también idolatraba al río Nilo y, al igual que su antecesor, hacía creer a su gente que él se había hecho a sí mismo, que no necesitaba nada de nadie y que nadie estaba por encima de él. Tenía un gran ejército y había logrado vencer a todos sus enemigos. Hashem mandó al profeta Yejezkel a decirle: He aquí que Yo estoy sobre ti, Faraón. Yo soy el Amo por encima de tu cabeza.22 Esto se asemeja a un huésped que entra a la casa de un adinerado y encuentra allí a un hombre, quien en realidad es el sirviente del dueño de la casa. Cuando el huésped pregunta al hombre quién es el dueño de todo ese palacio y a quién pertenece todo ese lujo, el sirviente, lleno de arrogancia y de altanería, le contesta que él es el poseedor de todo eso, y todo lo que él ve le pertenece. Justo en ese momento entra el verdadero dueño de la casa y dice: “¡Yo soy tu Amo y el que está por encima de ti, y tú debes someterte ante mí!”.23 Por haberle faltado al respeto le sentenció: Serás el más bajo de los reinos, y nunca te levantarás.24 Esto nos sirve de ejemplo para todos los tiempos y para todos aquellos que se jactan de haber logrado solos todo cuanto poseen. La seguridad que sienten con la riqueza, alianzas y pactos con gente “poderosa”, ¿acaso el poder y la seguridad son eternas? ¿Cuántos pueblos y naciones hemos visto caer desde lo más alto? No debemos olvidar nunca que Hashem es el Único que salva y protege. Todo le pertenece; todo el honor, absolutamente todo pertenece sólo a Él. Nosotros no somos nada y no poseemos nada, y dependemos absolutamente de Dios. Cierta vez un judío que llamaremos Reubén visitó al Kotzker Rebe para hacerle una petición: “Soy orgulloso y vengo para que me dé un consejo a fin de deshacerme de tan indeseable cualidad”. El Rebe le dijo: “Necesito pensarlo. Mientras tanto, siéntate en esa silla y espera a que te dé la respuesta”. El shamash hizo

Shemot · 235

pasar a la siguiente persona que se encontraba en la fila; entró a la habitación, saludó respetuosamente al Rebe y dijo: “Tengo una hija, pero no cuento con lo necesario para casarla. Soy un hombre pobre. ¡Ayúdeme, por favor!”. El Rebe miró a Reubén y le pidió que diera al pobre hombre una generosa donación para que pudiera casar a su hija. Reubén comenzó a sollozar: “¡Pero, Rebe! ¡Ni siquiera tengo una moneda extra para mí mismo! ¿Cómo quiere que lo ayude?”. El Rebe dio al padre de la joven una generosa cantidad para el compromiso de su hija, y pidió al shamash que hiciera pasar al siguiente en la fila. Esta vez llegó un judío con un complejo problema halájico. El Rebe se dirigió a Reubén: “¿Por qué no le contestas?”. Reubén alzó los hombros y dijo: “Nunca estudié eso. ¿Cómo podría contestarle?”. El Rebe respondió a la pregunta e hizo pasar al siguiente. Un judío deseaba pedir al Rebe su consejo para realizar un negocio. El Rebe se dirigió una vez más a Reubén, que se encontraba sentado a su lado, y dijo: “Quizá puedas darle un buen consejo”. Reubén alzó ahora sus manos y dijo: “No tengo talento para los negocios. Si lo tuviera, habría ayudado al padre de la novia”. El Rebe aconsejó al solicitante y se despidió. El Rebe miró a Reubén a los ojos y le dijo: “No lo entiendo. No tienes dinero ni estudios ni agudeza para los negocios y, a pesar de todo, ¡te sientes altivo! Por favor, dime: ¿qué tienes para presumir…?”.25 En ocasiones la persona olvida que es un ser mortal; piensa que todo el mundo le pertenece, que es autosuficiente y que sólo por poseer una acomodada posición social y económica tiene derecho a humillar y atropellar a quien se le ponga enfrente… ¡Qué gran equivocación! Estas ideas arrogantes son repudiadas por nuestra Torá. Es cuestión de detenerse un momento y hacer conciencia: “¿De dónde proviene todo cuanto poseo?”. En realidad, NADA nos pertenece; todo proviene del Todopoderoso. Quien más tiene en la vida, más endeudado está con el Creador y, por ende, debe caminar con más humildad. La modestia es uno de los rasgos que más pueden ayudar a la persona a acercarse a Hashem. Aquel que pretenda subir y llegar a la cima con

Árbol de vida · 236

el afán de destacarse y escalar categorías, motivado por el orgullo y la soberbia, sin duda encontrará en su camino tropiezos y pruebas que no podrá superar y su final será la vergüenza y la humillación.

Toda cualidad humana que no va acompañada de la humildad, no tiene ningún valor.26

— dime con quién te juntas… —

M

“Toma tu vara y arrójala ante el Faraón, y se convertirá en una serpiente” (7:9).

oshé y Aharón se dirigieron al palacio del Faraón a cumplir su misión: anunciarle que debía dejar salir a su pueblo para cumplir con Su voluntad. Hashem quería mostrar al Faraón que si bien el Pueblo Judío se encontraba contaminado por la corrupción egipcia, no obstante, una vez que se vieran libres, ascenderían al más sublime nivel espiritual. Cuando estuvieron delante del Faraón, Aharón arrojó su bastón al suelo y éste se convirtió en una serpiente. Entonces el monarca egipcio se burló de ellos diciendo: “¿Acaso vinieron hasta aquí, al país de los magos, a enseñarnos ‘magia’?”. De inmediato ordenó que algunos niños egipcios fueran traídos al palacio. Entregó una vara a cada uno de ellos y convirtieron los palos en culebras. El Faraón miraba la acción con orgullo, mientras que la “víbora” de Aharón se acercó a las otras y se las tragó. Los consejeros de Paró se burlaban de la hazaña indicando que ése era un truco arcaico. Entonces sucedió algo que dejó perplejo no sólo al Faraón, sino también a todos los hechiceros: Aharón tomó su

Shemot · 237

vara y así, hecha madera, engulló a las “serpientes” de los magos. En ese momento, el Faraón temió correr con la misma suerte que las varas de sus hechiceros; pensó que de igual forma podría tragárselo a él. Sucedió entonces que cuando la vara se encontraba en manos de Aharón se convertía en madera, y cuando la arrojaba al lado del Faraón se convertía en serpiente. “La vara” simboliza la rectitud; con ella Aharón comenzaba las milagrosas plagas que castigaron a los egipcios. Más adelante, cuando el pueblo se encontraba en el desierto, rumbo a la Tierra Prometida, hubo una insubordinación: Kóraj y sus hombres ambicionaron el cargo de Moshé y de Aharón que dirigían a Am Israel, y fue la misma vara la que demostró que Aharón era la persona a quien Hashem eligió para realizar las labores del Mishkán; esa vara quedó guardada como testimonio dentro del Arca Sagrada para siempre.27 “La serpiente”, por el contrario, simboliza todo lo degradante y pernicioso. Ella trajo el pecado y con él, la muerte al mundo. Aquellas víboras que se arrastraban en la suciedad a los pies del Faraón, volvieron a ser madera “pura” en cuanto entraron en contacto con la vara de Aharón. La enseñanza es: no hay nada que ejerza tanta influencia en una persona como el ambiente en que se encuentra. La persona más corrupta puede mejorar sus actos si se le ubica en un medio positivo. Y por el contrario, la persona más noble habrá de sufrir una inevitable caída espiritual al unirse a gente de prácticas falsas.28 Dijo Rambam: La tendencia natural del hombre es dejarse llevar por las ideas y actos de sus compañeros y amigos, y actuar de acuerdo con el comportamiento de la gente de su ciudad. Por tanto, el hombre debe unirse a los justos y sentarse junto a los sabios, a fin de aprender de sus buenas acciones.29 Había un rico empresario que tenía una hija en edad de casarse. Buscó en las principales yeshibot hasta que encontró a un joven que prometía ser un buen partido para la jovencita. El hombre comenzó a indagar y encontró que las referencias eran bastante satisfactorias; el único inconveniente era que el muchacho vivía en una ciudad donde la gente no tenía buena reputación. El casamentero refutaba que el joven había encontrado la

Ilaná de Jayé · 238

forma de no contaminarse con el entorno donde vivía; sus buenas cualidades lo demostraban. Finalmente el padre de la joven permitió que se conocieran y contrajeran nupcias. Los novios se despidieron de los familiares y partieron hacia la ciudad del joven, donde fundarían su hogar. Todos estaban felices. Sin embargo, al suegro seguía inquietándole el ambiente que había en el lugar donde vivirían los recién casados. Un día dijo a su yerno: “Te recomiendo que trates de no salir a la calle. Procura no tener tanto acercamiento con la gente que vive aquí”. El joven le respondió: “Usted ni se preocupe. A mí no me afecta su actitud. Yo me voy a encargar de influenciarlos…”. El suegro insistía, pero el joven no hacía caso. No pasó mucho tiempo y, como era de esperarse, ellos pudieron más que él y comenzó a caer. Bajar es mucho más fácil que subir, y el muchacho cada día fue debilitándose más. Un día, el suegro va a casa de su yerno y le dice: “Tengo una pregunta que hacerte. Resulta que mi esposa estaba cocinando y, por algún motivo, cayó dentro de la olla un trozo de carne taref. ¿Qué podemos hacer?”. El yerno piensa un poco y le contesta: “Mire, la comida ya se arruinó. La olla se puede salvar por medio de hagalá”. El suegro insiste: “¡Pero si fue sólo un poco de carne! La cantidad del guisado kasher era mucho mayor. Por favor, busca la manera de permitirla, pues es lo único que tenemos guisado para comer hoy”. El joven responde: “Lo siento. No hay manera de permitir esa comida”. El suegro agradece la atención y se retira. Después de una hora, regresa el hombre a casa de su yerno con una olla humeante en las manos y le dice: “Aquí está la comida”. El joven se queda atónito y le dice: “¿No me diga que es el guisado del cual conversamos hace un rato?”. El suegro le responde: “Sí, es el mismo. No te asustes, ya me ocupé de arreglarlo. Me dio tanto gusto que lo traje para compartirlo contigo”. El joven lo mira con recelo: “Pero, dígame, por favor, ¿cómo lo arregló?”. El hombre le responde, mostrando una gran sonrisa: “Pues muy fácil. Solamente le agregué otro trozo de carne kasher y entonces todo se convirtió en kasher”. El yerno se agarra la cabeza con ambas manos y le dice: “¡No, eso no puede hacerse!

Shemot · 239

¡Aunque usted hubiese metido a la olla toda la carne que tiene guardada en su congelador, ese guisado seguiría siendo taref…!”. “Entonces no entendí lo que dijiste. Si cuando cayó un pedazo de taref hizo que toda la comida se convirtiera en taref, cuando metí un trozo de kasher todo el guiso debió hacerse también kasher, ¿no?”. El yerno dice: “No, así no es como funciona. Lo que es taref arruina lo kasher, pero si viene algo kasher no elimina lo taref”. Entonces el suegro le dice: “¡Ojalá que tus oídos escuchen lo que tu boca está diciendo! ¿Tú crees que vas a arreglar a los demás? ¡Ellos van a acabar arruinándote a ti…!”.30 Un yehudí que aprecia su alma debe evitar la compañía de los necios. Si se acerca a ellos, todos sus esfuerzos en el servicio a Hashem se verán muy afectados. Su sabiduría no perdurará. El aprendizaje será como verter un vino caro dentro de un barril con un agujero: se pierde.31 Es muy difícil unirse con gente malvada y no adquirir sus modos, aunque la intención sea salvarlos. No es posible salvar a alguien que se hunde en un pantano sin ensuciarse al intentar rescatarlo del fango.32 Y por el contrario, si el hombre se mantiene cerca de los eruditos acabará siendo grande como ellos. Si tocas el perfume, acabas oliendo a perfume.33 Es como los cuerpos celestes que reflejan la luz del sol: mientras más cerca se encuentren del astro rey, más luz podrán reflejar. Nitai de Arbela dijo: “Aléjate del mal vecino y no te unas al perverso”.34 Una mala compañía conduce al pecado; una vez que la persona se acostumbra a actuar indebidamente, le es difícil corregir su proceder, debido a que, pasado el tiempo, pierde la percepción de su caída. Quien ingresa a un lugar donde curten pieles, aunque sea por un lapso breve, la pestilencia quedará adherida a su cuerpo; si permanece más tiempo, llegará a acostumbrarse tanto al mal olor que ya ni siquiera lo percibirá. Cuando nuestros enemigos destruyeron el Bet HaMikdash, sintieron temor de entrar al Kodesh HaKodashim (el lugar más sagrado del Bet HaMikdash). Entonces dijeron: “Vamos a meter a un judío primero para ver qué le sucede. Además, sólo ellos saben dónde esconden sus tesoros”. Así que buscaron a un traidor que entrara por ellos. Localizaron a Yosef Meshita y le ordenaron: “Ingresa tú primero y te llevarás como pago lo que saques”. Ese hombre entró y sacó el

Árbol de vida · 240

Candelabro de oro. Cuando vieron la belleza del Candelabro, le dijeron: “No es correcto que una persona tan simple como tú posea algo tan precioso; una cosa así sólo un rey la merece. Entra de nuevo y lo que ahora tomes será tuyo”. Yosef Meshita se negó diciendo: “¿No es suficiente que haya enfurecido a mi Creador una vez? ¿Ahora ustedes pretenden que lo haga nuevamente?”. Los soldados no podían creer lo que estaban escuchando. Intentaron convencerlo con dinero y Yosef se negó de nuevo a hacerlo. Lo ataron sobre el caballete de los carpinteros y comenzaron a aserrarlo. Mientras agonizaba, Yosef Meshita gritaba: “¡Pobre de mí, que enfurecí a mi Creador!”.35 Rab Yosef Kanheman preguntó: “No cabe duda que Yosef Meshita había perdido todos los principios judaicos y morales al unirse al enemigo para profanar el Bet HaMikdash. Demostró que carecía de todo sentimiento y sensatez, mas de repente se transformó al grado de morir santificando el nombre de Hashem. ¿Qué sucedió con él?”. Así responde el Rab: “Yosef Meshita ingresó por un instante a la Casa de Hashem. Esos segundos que permaneció en un lugar tan sagrado transformaron su pensamiento. De tal modo, se convirtió de un traidor en una persona que murió santificando el Nombre Divino”. El mensaje para nosotros es claro: debemos acercarnos a los lugares de estudio de Torá, escuelas, yeshibot y baté kenesiot. El solo hecho de sentarnos en esos lugares tan sagrados, aparte de estudiar la palabra de Hashem con maestros y rabinos que predican con su propio ejemplo de vida, es la mejor influencia que podemos recibir para poder enfrentar con total convicción los mensajes negativos que la calle nos transmite, y así poder elevarnos continuamente en el cumplimiento de la Torá. Aquel que entra en una perfumería, aunque sólo permanezca poco tiempo allí dentro, su cuerpo y sus ropas absorben el aroma, el cual llevará con él a donde quiera que vaya.

Si deseas conocer a una persona, pregunta quiénes son sus amistades.36

“Y dijo entonces Hashem a Moshé: ‘Di a Aharón lo siguiente: Toma ahora tu vara y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto… sobre sus arroyos… y serán sangre’” (7:19).

L

as plagas comenzaron en Egipto. Después de advertir al Faraón lo que iba a ocurrir, Aharón siguió las instrucciones de Moshé y agitó su bastón sobre el Nilo, los canales y los pozos. Las aguas se convirtieron en sangre. Los peces murieron y produjo una gran e insoportable pestilencia. A esta plaga siguieron la de las ranas, que cubrieron toda la superficie de Egipto; la del polvo de la tierra, que se transformó en piojos que cubrían a hombres y animales; luego, animales salvajes invadieron los hogares de los egipcios; una peste acabó con los rebaños de Egipto; en presencia del Faraón, Moshé arrojó ceniza hacia el Cielo y ésta se convirtió en polvo, lo cual ocasionó una epidemia en los egipcios y sus animales, en cuya piel surgieron dolorosos abscesos. De las diez plagas que Hashem envió sobre Egipto, siete se realizaron por intermedio de Moshé. Las tres primeras: la de la sangre, la de las ranas y la de los piojos fueron realizadas por medio de Aharón. Moshé no participó en estas tres porque hacerlo hubiera infringido el principio de gratitud, por cuanto que el río protegió su vida cuando fue puesto sobre sus aguas, y de él se produjeron las plagas de sangre y ranas; el polvo de Egipto cubrió el cuerpo del egipcio que ejecutó Moshé para salvar la vida de uno de sus hermanos yehudim,37 y de él surgió la plaga de los piojos que, pese a ser objetos inanimados y en realidad no ayudaron voluntariamente a Moshé, aun así él no quiso utilizarlos como instrumento de castigo.38 Cuando Rab Simjá Zissel regresaba a su casa del Bet HaKenéset los viernes por la noche, no acostumbraba entrar a ella de inmediato, sino que se detenía en la puerta y a través de la ventana miraba la mesa puesta y la comida que su mujer había preparado. Procedía de esta manera para sentirse agradecido por todo lo que ella hacía por él.39 Toda vez que se presentaba la ocasión, Rab Moshé Feinstein solía entrar a la cocina de la Yeshibá para agradecer a la cocinera

Shemot · 241

— gratitud —

Ilaná de Jayé · 242

por sus esfuerzos. Cierta vez, al finalizar una comida especial, una gran cantidad de personas acudieron a ver al Rab para solicitar su opinión Halájica en relación con algunos difíciles temas. El Rab se involucró tanto con sus preguntas que olvidó ir a agradecer a la cocinera. Al día siguiente, la cocinera de sorprendió cuando el Rab la llamó por teléfono para agradecerle por su bien hecho trabajo del día anterior.40 Rab Jaim Shmuelevitz, Rosh Yeshibat Mir, se encontraba en el último año de su vida, por lo que su salud estaba muy frágil. Fue a su departamento un conocido suyo, Rab Meír Kleiman, quien colaboraba con él en sus disertaciones del Bet HaMusar, para anunciarle el berit milá de su nieto. Todavía se encontraba en la puerta cuando la Rabanit le pidió que no invitara a Rab Jaim, pues su salud no le permitía semejante esfuerzo. Rab Meír comprendió y se retiró. A la mañana, cuando llegó al berit milá, se encontró con que Rab Jaim ya estaba presente. No entendía nada. Resulta que Rab Jaim escuchó la conversación desde su cuarto. Cuando preguntó a su esposa por qué había ido Rab Meír, ella le comentó del berit milá. Rab Jaim entonces insistió en ir. “¿Cómo puedo faltar a su momento de alegría, cuando cada vez que él dice Tehilim en público de manera tan hermosa siento una inspiración especial…?”.41 La cualidad de gratitud debe aplicarse aun con los objetos inanimados. Si una persona obtiene placer de un objeto, debería mostrar su gratitud no causándole ningún daño ni perjuicio, a pesar de que el mismo no pueda experimentar dolor. Como lo expresa el Talmud: No tires una piedra al pozo del cual bebiste.42 Si esto resulta aplicable a los objetos inanimados, ¡con mayor razón debemos mostrar gratitud hacia la gente que ha hecho bondad con nosotros!43 Agradecer no es sólo decir “Gracias”, sino reconocer de todo corazón. La palabra en hebreo que se utiliza para “agradecer” es modé, la misma para “reconocer”. Esto nos enseña que, para saber agradecer, tenemos primero que reconocer el bien recibido. Por eso es tan importante para el Judaísmo saber reconocer, pues todo el que niega el bien recibido de su prójimo termina negando el bien que recibe del mismo Creador. Reconocer es tan esencial para un yehudí que nuestros Jajamim

Shemot · 243

establecieron que, al despertar, lo primero que debe hacer la persona es pronunciar la oración de Modé Aní Lefaneja. Una vez Rab Eliézer Menajem man Shaj llamó a uno de sus parientes y le preguntó: “¿Estudias tú en la Yeshibat Najalat Yaacob?”. La otra persona asintió. “Entonces debes conocer al joven fulano de tal.” “Sí, sé quién es”, respondió la persona. Entonces Rab Shaj dijo: “Quiero que consigas a ese joven un buen compañero de estudios. Además, te ruego que vengas conmigo cada Rosh Jódesh para darte una suma de dinero que entregarás a quienes le enseñan. Por favor, encárgate de que el joven adelante en sus estudios. No escatimes recursos hasta que lo consigas”. A partir de ese día, el familiar de Rab Shaj se ocupó de conseguir al joven un excelente compañero de estudios. Habló con uno de los mejores abrejim de la Yeshibá y le pidió que estudiase con aquel joven. Cada mes recibió una retribución especial, que se entregaba puntualmente al abrej. En una ocasión, el pariente no pudo entrar a casa del Rab para recibir la mensualidad, en virtud de que Rab Shaj estaba muy ocupado. Al día siguiente, el Rab lo mandó llamar y le ofreció disculpas; él no quería que pasara un Rosh Jódesh sin que el abrej recibiese el dinero. El pariente, que hasta ese momento no se había atrevido a hablar del tema con el Rab, encontró el momento adecuado para salir de dudas y le preguntó por qué tenía tanto interés en que aquel joven recibiera una atención tan especial por parte del Gadol Hador. El Rab le respondió: “Cuando yo era joven, tenía una sola camisa. Cada semana la lavaba, escondido en un rincón, y esperaba temblando de frío hasta que se secaba con el helado viento. De tanto usarla, la camisa tenía ya un enorme agujero en la parte de la espalda. Todos los días yo trataba de ser el primero en llegar al Bet HaMidrash para estudiar, de esa manera, podía sentarme y el respaldo de la banca cubría el agujero de mi camisa, de modo que nadie se percataba de ello”. “De alguna manera, una señora de la comunidad se enteró de mi carencia, ¡y me envió de regalo dos camisas! Desde ese momento pude estudiar mejor: podía pararme en cualquier momento a consultar los libros que necesitaba (antes no podía hacerlo, por vergüenza), pues mientras una camisa estaba secándose, podía yo

Árbol de vida · 244

usar la segunda…”. Después de una pausa, Rab Shaj concluyó su relato: “¿Sabes? Ese joven es el nieto de aquella señora…”.44 Rab Shaj tenía arraigada profundamente la cualidad de hacarat hatob (“reconocer y agradecer el bien”). Tan es así, que no sólo agradecía a quienes le hicieron un bien, sino también a los nietos de sus benefactores…

El Pueblo de Israel recibió el nombre de ‘yehudí’ para enseñar al mundo que la esencia del Judaísmo es saber agradecer a quien nos favorece, sin sentir que se nos merecemos las cosas.45

— el enojo — “… y las ranas subieron y cubrieron la tierra de Egipto” (8:2).

D

ice el Midrash que la segunda plaga fue enviada por medio de Aharón. Hashem ordenó a Moshé: Di a Aharón: Extiende tu mano con tu bastón de forma tal que todas las corrientes, ríos y estanques de Egipto produzcan ranas. Apenas Aharón extendió su mano, los egipcios quedaron paralizados: una enorme rana salió del Nilo y comenzó a saltar hacia el palacio del Faraón.46 Los egipcios llevaron armas y estacas con las cuales pretendieron matar a la monstruosa rana. Aunque le propinaron fuertes golpes, en lugar de caer muerta abrió su boca y escupió oleadas de crías de rana. Mientras más golpeaban a las ranas, seis nuevas brotaban de cada una, hasta que toda la tierra de Egipto quedó cubierta por ellas.

Shemot · 245

Pregunta el Steipeler en su libro “Kehilot Yaacob”: “Una vez que vieron los egipcios que las ranas se estaban reproduciendo con cada golpe que propinaban, ¿por qué no dejaron de golpearlas?”. Explica el Steipeler que la mayoría de los seres humanos utilizamos la lógica cuando estamos bajo el control de nuestras virtudes, pero una vez que “perdemos los estribos”, no actuamos con raciocinio y hacemos cosas de las cuales posteriormente nos arrepentimos.47 Por tres cosas se conoce el carácter verdadero de una persona: cuando está ebrio, cuando se enoja y en temas de dinero.48 Cuando una persona se enoja, se dice que “se sale de sus cabales”; esto significa que ya no actúa de acuerdo con su pensamiento, sino bajo la influencia de sus instintos. Se convierte en un ser instintivo. El ser humano se distingue del animal en que es racional. Sus actos no son involuntarios; por el contrario, deben ser reflexivos. El Admor Mordjele procuraba que todos los objetos que necesitaba provinieran de Éretz Israel. En una ocasión consiguió una tela confeccionada en Israel para un talit katán. La llevó con un sastre de oficio a pesar de ser una prenda sencilla para confeccionar, ya que consiste en un rectángulo de tela con una abertura en medio. El artesano se llevó la tela para confeccionarla. Pasaron los días y el sastre no aparecía con el encargo. Nadie se explicaba por qué tardaba tanto en entregar algo que le tomaría sólo unas horas fabricar. Por ello lo mandaron llamar y cuando se presentó ante su Rebe, todos intuyeron que algo grave había pasado: permanecía con la cabeza gacha todo el tiempo, hasta que se animó a hablar: “¡Rabí! ¡No sé cómo decírselo...! Me sucedió algo mientras estaba cortando la tela para su talit katán… No me di cuenta de que estaba doblado y, en lugar de hacerle una sola abertura, con mis tijeras le hice dos... Le pido perdón... Le arruiné la tela y ya no podrá tener usted su talit katán con ella... No sé cómo resarcir mi tremenda equivocación”. El Rebe se quedó en silencio. Sí; realmente había sufrido una gran decepción. Estaba muy entusiasmado con ese talit katán… De repente, su rostro se iluminó y exclamó alborozado: “¡Oh! ¡Muy bien, muy bien! ¿Así que dos aberturas? ¡Qué bueno!”. Los

Ilaná de Jayé · 246

demás jasidim que estaban alrededor de su mentor no entendieron. Uno de ellos se atrevió a preguntar: “¡Rebe! ¿Por qué está usted tan contento? ¿Para qué le servirá ese corte de tela con dos aberturas?”. El Rebe aprovechó la ocasión para dar a sus alumnos una gran lección: “Ahora me doy cuenta de por qué mi querido sastre hizo esas dos aberturas a la tela. Una fue porque todo talit katán necesita una para la cabeza. La otra me servirá para vaciar por allí cualquier enojo que pudiera salir de ella…”.49 Hashem nos otorgó la capacidad de controlar nuestras emociones. Tenemos la capacidad de elegir entre enojarnos o aceptar que todo proviene del Todopoderoso. La palabra en hebreo para “copa” es cos y para “enojo” es ca’as: para tener una copa llena de bendiciones, debemos hacer conciencia de que todo proviene de Hashem. Si distraemos nuestra atención y nos alejamos de Él, terminaremos con un cos lleno de ca´as, enojo. ¡Y qué decir del rencor que viene después del enojo! Pensé que sería un día como todos. El maestro ingresó al aula y todos pensamos que comenzaría la clase como de costumbre. Sin embargo, ese día al profesor se le ocurrió algo que nos pareció de lo más extraño. Introdujo al salón un costal lleno de papas y solicitó que cada uno tomara cierta cantidad de ellas y las pusiéramos dentro de nuestras mochilas. Nos pidió que por ningún motivo las sacáramos de su lugar. En realidad, no entendimos cuál era su intención, pero algunos puntos extra en el examen final a nadie le vienen mal. Así que procuramos seguir las instrucciones. El primer día fue una experiencia fácil, y hasta podría decirse divertida. Pero con el correr de los días los tubérculos comenzaron su natural proceso de descomposición. El peso y el desagradable olor que despedían empezaron a resultar una carga fastidiosa y en ocasiones insoportable de llevar. Llegó el día en que decidimos poner fin al sufrimiento y nos presentamos ante el profesor reclamando una explicación por esa ridícula tarea. Le dijimos que ya no podíamos seguir cargando las mochilas llenas de papas en descomposición. Argumentamos también que ocuparnos todo el tiempo de esa

Shemot · 247

pesada carga nos distraía significativamente de las obligaciones diarias y que el lugar que ocupaban las papas no nos dejaba espacio para guardar otras cosas que sí debíamos llevar. Entonces el profesor esbozó una sonrisa y nos dijo: “Muy bien, mis queridos alumnos. El objetivo se ha cumplido y ahora voy a explicarles cuál fue el sentido de esta tarea”. “A lo largo de su vida tendrán que pasar por situaciones que a veces no van a resultarles fáciles. En ocasiones, van a enojarse uno con otro, y a veces, aun contra su voluntad, habrán de perdonarse. Y después de que lo hayan hecho, van a darse cuenta de que andaban cargando ‘su mochila’ con rencores. Lamentablemente, éstos nos acompañan todo el tiempo, estemos donde estemos. “Este peso, mis queridos alumnos, es muy desagradable e inútil, pero no nos permite albergar en nuestros corazones buenos sentimientos, ya que nos quita el espacio y la energía necesarios para guardar cosas que sí son realmente valiosas y placenteras. Es por ello que quise demostrarles, con estas simbólicas papas, qué pesado e infructuoso puede llegar a ser arrastrar odios y resentimientos por no perdonar a quienes alguna vez nos lastimaron. El perdón no es sólo un favor que hacemos al otro, sino, especialmente, un favor que nos hacemos a nosotros mismos.” Todas las noches, antes de acostarnos a dormir, recitamos el Keriat Shemá al Hamitá. Parte del texto dice así: Ribonó Shel Olam, hareni mojel vesoleaj… “Patrón del mundo, yo perdono e indulto a todo aquel que me encolerizó y me hizo enojar, o que pecó contra mí, tanto en mi físico como en mis bienes, tanto en mi prestigio como en todo lo que poseo, tanto forzada como voluntariamente, tanto sin querer como a propósito, tanto con dicción como con acción, tanto en la reencarnación actual como en otra, a todo hijo de Israel, y que no sea castigada ninguna persona por causa mía”. Este texto tan completo debería ser nuestra herramienta diaria para tener “nuestra mochila” siempre limpia de este tipo de rencores. Pero la mayoría de las veces decimos: “Sí, perdono”, cuando en realidad, tal vez subconscientemente, quedan vestigios en nuestro corazón.

Árbol de vida · 248

A diferencia del perdón humano, veamos qué ocurre con el perdón Divino. Una nube desaparece o la niebla se dispersa y no deja señal de su existencia en absoluto: así es el perdón de Hashem. Cuando nuestro arrepentimiento es sincero, Él borra y deshace el acto por completo, haciéndolo desaparecer como si nunca hubiera existido. Tenemos la obligación de emular a Hashem en todas sus formas (vehalajtá bidrajav); deberíamos entonces, por lo menos, ambicionar llevar este aspecto primordial también a la práctica, es decir, perdonar y olvidar.50 Es cierto; sobrellevar estos sentimientos no es tarea fácil. Sin embargo, es nuestro deber hacer siempre el intento. Debemos trabajar con todas nuestras fuerzas para que el perdón de palabra no quede sólo en eso, y convertirlo en un perdón con todas las letras y con todos sus efectos.51 En la ciudad vieja de Jerusalén, hace como setenta años, el lavado de la ropa era hecho completamente a mano y requería un enorme esfuerzo. Generalmente llevaba unas seis horas de trabajo duro, y frecuentemente toda la familia ayudaba. Una familia había terminado de lavar toda la ropa y la esposa la colgó en un tendedero que habían instalado en un patio que compartía con los vecinos. Justo en ese momento, una de las vecinas entraba a la terraza y se molestó por ver la ropa colgada, la cual estaba en medio de su camino. En lugar de caminar alrededor de ella, fue a su casa a buscar unas tijeras para cortar las sogas que sostenían la ropa. Cuando retornó y cortó las sogas, todo cayó sobre la terraza no pavimentada y se ensució con barro. Cuando la mujer que había colgado la ropa vio lo que había sucedido, se dio cuenta de que seis horas de duro trabajo habían sido desperdiciadas; sintió enojo y quiso vengarse de su vecina, quien regresaba a su casa con una maliciosa sonrisa en su cara y las tijeras bien guardadas en el bolsillo de su delantal. Pero después de algunos minutos, la afectada mujer consiguió calmarse y decidió no hacer nada. Se dijo a sí misma: “Probablemente me merezco esto; ahora obtendré el perdón por mis pecados”. Y así, fue a lavar su ropa nuevamente, y después de mucho trabajo, pudo una vez más colgar la ropa, pero esta vez en un lugar

El enojo es uno de los principales rasgos negativos que quebrantan y contrarrestan todos los rasgos positivos.52

Shemot · 249

que no estaba a la vista de la vecina. Después de varias horas pudo regresar a su casa, completamente exhausta, pero con la ropa limpia. Cuando su marido regresó esa noche, no le reveló lo sucedido. Todo el asunto pudo haber quedado como un secreto si la vecina no hubiera llegado a golpear la puerta esa noche para disculparse. Dijo que su hijo se había enfermado repentinamente con fiebre muy alta y temía estar siendo castigada por el mal que había causado a su vecina. Sólo de esta manera la historia fue revelada. La mujer que tuvo la valentía de reprimir su enojo fue compensada por el Cielo con el nacimiento de un hijo al año siguiente, quien más tarde se convirtió en uno de los más grandes sabios de Jerusalén.

Ilaná de Jayé · 250

Perashat Bo — todo lo que sucede es para tu bien — “[El Faraón] les dijo: ¡Miren que el mal los confronta!” (10:10).

E

xplica Rashí que el Faraón decía a Moshé y a Aharón que no se fueran de Egipto. El monarca les advertía que por medio de sus conocimientos astrológicos vislumbraba que la estrella Ra’a se cernía sobre el Pueblo de Israel, y el presagio que caía sobre ellos indicaba que si salían al desierto se derramaría mucha sangre. El Pueblo de Israel tembló al escuchar esto; sabían que el Faraón era un experto astrólogo. De hecho, su predicción resultó acertada; en realidad la estrella simbolizaba sangre para el Pueblo Judío. Entonces, ¿cuál fue la interpretación de su presagio? Los Jajamim responden que cuando Am Israel pecó con el Becerro de Oro, Hashem quiso exterminar a los pecadores. Moshé clamó pidiendo misericordia y dijo a Hashem: ¿Dirán los egipcios que sacaste al pueblo para hacerles el mal (ra’a)? El argumento de Moshé despertó la Misericordia Divina. Hashem reconsideró y elevó el destino del pueblo sobre las estrellas, y transformó esa sangre de muerte en sangre del berit milá. Yehoshúa circuncidó en el desierto a todo varón antes de entrar a la Tierra de Israel.53 Vemos aquí que aun los decretos que no son buenos para cierto grupo de personas, o incluso para un país entero, pueden ser cambiados por bendiciones. En el Talmud está escrito que si una ciudad tiene decretado que por culpa de sus pecados las lluvias de ese año sean escasas, pero toda la ciudad retorna en teshubá, Hashem hace que, aun cuando el agua que cae en forma de lluvia sea escasa, cada gota caiga en el lugar que necesita para que los cereales y los frutos crezcan sanos y jugosos. En cambio, cuando se decretan lluvias abundantes y la ciudad no se comporta como Hashem espera, las lluvias caen antes de que se siembren las semillas, o en los bosques y los desiertos.54

Shemot · 251

Sucedió cierta vez que Rabí Yehoshúa ben Leví pidió a Eliyahu HaNabí que lo dejara acompañarlo para ver sus hechos. El profeta aceptó y emprendieron la marcha. Después de un rato, entraron a la casa de cierto hombre pobre que los recibió con rostro amable y los atendió con honor, y aún más de lo que sus posibilidades le permitían. A media noche, Eliyahu se levantó y mató a la vaca del anfitrión. Este animal era tan querido para el anfitrión cono la pupila de sus ojos, pues con su leche mantenía a toda la familia. Rabí Yehoshúa se sorprendió mucho de este acto. Eliyahu HaNabí le reveló el secreto: “Gracias al favor que hizo con nosotros y al honor que nos dio se salvó de algo peor, pues se le había decretado del Cielo que esa noche muriera su amada esposa, y la muerte de su animal fue su expiación…”. Un hombre había gastado una fortuna para que su hijo aprendiera astrología. El joven se esmeró en sus estudios y se graduó con honores. El padre, emocionado, invitó a su hijo a salir al campo para poner a prueba sus nuevas habilidades. El joven observó por un largo rato las estrellas. Mientras hacía sus cálculos y anotaciones, el padre lo interrumpió: “Dime, hijo, ¿qué ves en mi destino?”. El joven observó el firmamento y respondió: “Estoy viendo que tu caballo morirá”. Al otro día, el hombre madrugó, se dirigió al mercado y se apresuró a vender su caballo. En otra ocasión, el joven miró las estrellas y reveló a su padre que se había decretado que su casa se incendiaría. El hombre fue rápidamente y la vendió. Pasaron más sucesos como esos hasta que, finalmente, el hijo observó en las estrellas que habían decretado que los días de su padre llegaban a su fin. El hombre comenzó a llorar con gran amargura, ya que esta vez no tenía cómo escapar del decreto. Entonces se percató de que, de haberse cumplido los decretos “negativos” del caballo o de la casa, quizá se hubiese salvado… El Pueblo de Israel está por encima de las estrellas. El yehudí puede cambiar todo decreto para su bien. Por tanto, debe recibir todo sufrimiento, pérdidas y tormentos con alegría.55 Un hombre viajaba en un barco cuando una terrible tormenta se desató. La nave subía y bajaba entre las olas gigantes. De repente se escuchó un estruendo y todo fue a parar al agua. El hombre se

Árbol de vida · 252

asió de una tabla que encontró y, después de que amainara la tormenta, se encontró completamente solo. Lo único que se divisaba eran algunos trozos de lo que había quedado de la embarcación. El hombre estuvo flotando a la deriva durante un par de días, hasta que la corriente lo arrojó a la playa de una isla desierta. Rezó con intenso fervor, suplicando a Hashem que lo retornara a su hogar. Pasaron algunos días y lo único a la vista era el horizonte vacío. Comenzó a construir una pequeña choza para protegerse de las inclemencias del tiempo; la edificó en el lugar más alto de la isla, para así ver cualquier embarcación que pasara por allí. Un día, mientras buscaba alimento, observó desde lejos que su choza ardía en llamas. El humo subía hacia el cielo. “¡Ahora sí lo he perdido todo! ¡Hasta las pocas pertenencias que logré rescatar han desaparecido!” Triste y confundido, lloraba y gritaba: “¡Hashem! ¿Cómo pudiste hacerme esto? No sólo me has abandonado a mi suerte en esta desolada isla, ¡sino que también me quitas mis pertenencias…!”. Y llorando se quedó dormido sobre la arena. Un fuerte ruido lo despertó. La sirena de un barco se escuchaba cada vez más fuerte. “¿Será posible? No, seguro sigo dormido.” Pero no; el hombre siguió escuchando el sonido. “Esto significa que….” Poco después, varios marineros desembarcaron y le preguntaron si se encontraba bien. El náufrago les preguntó: “¿Cómo supieron que estaba yo aquí?”. Le respondieron: “Vimos las señales de humo que nos hiciste...”. Debemos ver todo positivamente. Si perdiste el tren no pienses que llegaste tarde, sino que llegaste temprano para tomar el próximo. Todo está manejado para ti desde el Cielo. La persona que vive de esta manera se sentirá siempre alegre y nunca tendrá motivos para estar triste con lo que el Todopoderoso le ha deparado, porque comprende que todo lo que Hashem dispone es para un buen fin. Pues la palabra del Eterno es recta y toda su obra está hecha con verdad.56 Lo peor que puede pasar a una persona es que pierda la confianza en Su Creador.57 Hay tres cosas que no vuelven atrás; la palabra pronunciada, la flecha lanzada y la oprtunidad perdida.

todo proviene del bien y terminará siendo bueno.58

— las oportunidades están escondidas dentro de las adversidades —

E

“Esa misma noche comerán la carne asada… con hierbas amargas la comerán” (12:8).

l día 10 de Nisán Hashem informa a Moshé que la redención está cerca. Cada jefe de familia debe apartar un cordero macho sin defectos, para mantenerlo en sus casas durante cuatro días. Pasado este periodo deben sacrificarlo en la noche. Parte de la sangre será salpicada sobre el marco de la puerta de toda casa judía, como señal de que sus habitantes son yehudim. Esa noche, la carne del sacrificio debe ser comida, asada al fuego, con pan sin leudar y hierbas amargas. No lo comerán crudo ni cocido en agua, sino sólo asado al fuego. Todo lo que quede en la mañana debe ser quemado. Más aún, debe comerse apresuradamente y los comensales tienen que estar preparados para iniciar el viaje. Aquella sería la noche en que Hashem eliminaría a todos los primogénitos en Egipto, con excepción de los que estaban en casas salpicadas con sangre de cordero. Desde entonces esa festividad ha sido observada todos los años como Pésaj y es un permanente recordatorio de la liberación de Egipto. Durante siete días se comería pan ázimo y los días primero y séptimo de la festividad debían ser observados como una asamblea sagrada, con la prohibición de hacer cualquier trabajo. Esto nos enseña que, aun cuando el Pueblo de Israel seguía residiendo en Egipto, en medio de la corrupción y la impureza,

Shemot · 253

Finalmente,

Ilaná de Jayé · 254

ellos ya habían concientizado que no podían continuar con la ideología egipcia; sabían que se convertirían en una nación santa y, por tanto, se purificaron de la contaminación que habían adquirido. Degollar al carnero y rociar su sangre sobre las jambas de la puerta representaba que ya no formaban parte de la sociedad egipcia. Ahora todo el pueblo era una nación de hombres libres; no más esclavos del Faraón, sino siervos del Rey del Universo. El jametz simboliza la inclinación al mal, el engreimiento y la arrogancia; así, la búsqueda y eliminación del jametz representan la lucha del hombre por vencer esta inclinación. El jametz es más sabroso, de apariencia más agradable y de mayor tamaño. Tal es el modo de actuar de la “mala inclinación”: arrastra a la persona hacia los placeres mundanos y los hace más atractivos para que parezcan más importantes de lo que realmente son. Por esto el jametz debía eliminarse por completo.59 El maror representa los obstáculos que se nos presentan en la vida, pero en realidad son las oportunidades que Hashem nos da para crecer. En nuestra historia podemos encontrar varios ejemplos que lo demuestran. Los mayores legados a nivel de estudio ocurrieron precisamente en los momentos de mayor persecución. Rashí (el principal comentarista de la Torá y del Talmud) vivió en la región del río Rhin en la época de las masacres perpetradas por las cruzadas. Los Tosafot se redactaron a escondidas en la época en que quemaron el Talmud en Francia. Abarbanel escribió su comentario cuando acompañó a los judíos expulsados de España. El Ta’z y el Sha’j, comentaristas del Shulján Aruj, fueron víctimas de los cosacos de Chmelnitzky en Polonia. El líder espiritual de la comunidad judía alemana, el Maharam de Rottenburg, y su yerno, fueron apresados hasta su muerte por el emperador Rodolfo para chantajear a los judíos con dinero por su rescate. Rabenu Asher (el Rosh) debió huir a España para no correr una suerte similar… Ninguno de ellos se dejó amedrentar por el peligro o los obstáculos. La adversidad no les quitó fuerza; por el contrario, demostraron que nada ni nadie puede destruir el espíritu y la voluntad del Pueblo Judío. Un yehudí se acercó al Rebe de Kotzk y le contó sus penas. Luego le manifestó que no veía el momento en que sus

Grandes oportunidades están ocultas en las adversidades.

Shemot · 255

sufrimientos se acabaran y se olvidara pronto de esos “tragos amargos”. “¿Cuál es la prisa?”, dijo el Rebe al yehudí. Y agregó: “En Pésaj, cuando comemos el maror (hierba amarga), la Halajá (Ley Judía) nos indica que no podemos hacerlo de un trago, sino que debemos masticarlo lentamente y comerlo poniendo atención en lo que hacemos. Lo mismo sucede con los sufrimientos: en vez de desear que pasen rápido, hay que analizarlos y ver por qué vinieron y qué podemos aprender de ellos”.60 Todo el alimento de esa noche se enfocaba a una sola idea: nutrir el espíritu del pueblo, que se encontraba debilitado por la esclavitud sufrida durante más de doscientos años. Se requería reforzar el bitajón (la confianza) en Hashem. Esta cualidad trae alegría al cuerpo y tranquilidad al alma. Confiar en Hashem no significa garantizar que cubrirá todas nuestras necesidades de acuerdo con nuestra voluntad. Pensar así puede llevarnos a la desilusión, puesto que las cosas suceden y en ocasiones no las entendemos. Lo principal de la confianza es pensar que todo lo que Hashem hace es para nuestro bien y por eso sucede. Él sabe perfectamente qué es bueno para nuestra alma y para poder servirle adecuadamente. Nada negativo emana del Cielo. No hay que afligirnos por las cosas que no entendemos. Por el contrario, hay que aprovechar esas oportunidades para crecer. No debemos sentirnos frustrados cuando los resultados no son los que esperamos. Hay que seguir adelante… El resultado no es asunto nuestro; dejémoslo en manos del “Patrón”, pues Él tiene un plan diseñado para nuestro bienestar. Con esto siempre en mente, podremos vivir con mayor comprensión, motivación, paz y alegría.61

Árbol de vida · 256

— israel, un pueblo único (asimilación) — “Este mes será para ustedes el primero de los meses” (12:22).

E

n esta Perashá, Hashem ordena a Am Israel considerar a Nisán como el primero de los meses y, de ahí en adelante, contar los demás como el segundo, el tercero y así sucesivamente, para que tengamos presente (durante todo el año) el gran milagro de la salida de Egipto. Nisán será el mes en que conmemoremos cuando Hashem se manifestó ante todo el mundo y el Pueblo de Israel fue redimido. Por esta razón en la Torá no están mencionados los nombres de los meses hebreos. Así como a los días de la semana se les relaciona con el Shabat, por ejemplo, “primero de Shabat” (domingo); “segundo de Shabat” (lunes), etc., también recae la obligación sobre Am Israel de relacionar todos los meses con Nisán, cuando ocurrió la gueulá (redención). Por eso está escrito: para ustedes, porque no es el mes de Nisán el primero del año, sino el principal, ya que mediante él recordamos nuestra liberación de la esclavitud de Egipto.62 Hashem estableció al mes de Nisán como el primero de los meses del calendario, aun cuando el mundo fue creado en el mes de Tishré; sin embargo, un nuevo periodo comenzó con la redención de Egipto. El rey guardaba celosamente las llaves de su tesoro. No permitía que nadie las tocara. Tan pronto como su hijo alcanzó la mayoría de edad, le entregó todas las llaves, diciendo: “A partir de ahora, tú serás el responsable de ellas”.63 Similarmente, desde el tiempo de la Creación hasta la salida de Egipto, Hashem Mismo fijó el comienzo de todo nuevo mes. A partir de que el Pueblo de Israel se convirtió en nación, Hashem le asignó el cargo de establecer el comienzo del nuevo mes. El apellido Rothschild representa la filantropía judía. Uno de ellos, el Barón Simón Wolf Rothschild, era un vivo ejemplo de esto. La Torá ordena que cada yehudí escriba un Séfer Torá. El barón no confiaba en los escribas de Alemania, pues pensaba

Shemot · 257

que no eran lo suficientemente instruidos en el tema. Por tanto, envió buscar a Rusia a un reconocido sofer, alguien que fuera escriba, estudiante y devoto. El barón le encargó la escritura de su propio Séfer Torá, por lo que lo llevó a vivir a su casa durante los meses que le llevaría escribirlo. Ambos establecieron la frecuencia con la que se irían liquidando los honorarios que correspondían al avance del trabajo. Un día, el barón se encontró con el sofer y le preguntó acerca de su avance en el Séfer; acto seguido inquirió: “Y por cierto, ¿cuánto le he dado hasta ahora?”. El sofer hizo la cuenta de lo que había recibido durante todos los meses diciéndole: “En abril recibí tal suma; en mayo, tanto y tanto… en junio…”. El barón lo interrumpió de pronto y dijo: “¡¿Así es como un sofer nombra los meses, de acuerdo con sus nombres gentiles?! ¿No pudo haber anotado la misma información de acuerdo con las Perashiot de la semana? ¡La persona que realiza un trabajo sagrado no necesita de datos extraños! Un hombre supuestamente estudioso, ¿no sabe que está prohibido mencionar tales nombres paganos e idólatras?”. Sumamente molesto, el barón le entregó la suma que le debía y a continuación dijo: “Regrese a su hogar y llévese su Séfer Torá. Ya no lo quiero”.64 El calendario judío forma parte de las 613 leyes y costumbres que nos distinguen como la Nación de Israel. Ser judío significa, ante todo, pensar como tal, planificar y ejecutar cada movimiento que hacemos cada día desde el punto de vista de la Torá. Entonces, y sólo entonces, uno puede saber “dónde” está en la vida y cómo puede tener éxito en llevar a sí mismo y al mundo a su máxima y correcta realización y plenitud. ¿Por qué tenemos que ser diferentes de las demás naciones? ¿Por qué tenemos costumbres tan diferentes? La respuesta se halla en el Talmud: El emperador Adrianus, en representación del imperio romano, prohibió el estudio de la Torá. Papus ben Yehudá llegó de visita y encontró a Rabí Akibá, que reunía a distintos grupos y les enseñaba Torá. Le dijo: “Akibá, ¡estás poniendo en peligro tu vida! ¿Acaso no escuchaste la sentencia del emperador?”. Rabí Akibá le contestó con la siguiente parábola: “Un zorro estaba

Ilaná de Jayé · 258

caminando por la orilla de un río y vio que los peces nadaban de un lado al otro. ‘¿De qué están huyendo?’, preguntó. Un pez le respondió: ‘Escapamos de las redes del pescador’. ‘En ese caso’, dijo el zorro, ‘vengan y quédense en la tierra seca junto a mí’. Los peces le contestaron: ‘¿Eres tú al que describen como el más inteligente de los animales? No eres astuto sino tonto. Si estamos en peligro aquí en el agua, que es donde vivimos, ¡cuánto más lo estaremos en la tierra seca, donde seguro moriremos!’”. Rabí Akibá dijo: “La Torá es para la supervivencia judía como el agua para el pez. Sí, constantemente nos encontramos en peligro. El enemigo es fuerte y numeroso. Lo único que nos mantiene a salvo de caer en su poder es la Torá. Ella es la que sostiene nuestra identidad. Si la dejáramos para pasar a ‘la tierra seca’ de los romanos, moriríamos con seguridad”.65 Bajo sus estatutos [costumbres] no deben dirigirse.66 La continuidad del Pueblo Judío sienta sus bases, entre otras, en el hecho de no dirigirse en los caminos trazados por otros pueblos. Nuestros padres entregaron la vida para mantener viva nuestra estirpe. La única forma de romper la cadena milenaria que nos une con todas y cada una de las generaciones anteriores es asimilándonos. Las ramas desaparecen cuando las raíces se destruyen.67 Al intentar asemejarnos a otros pueblos, estamos defraudando a todos los que se han sacrificado para mostrarnos que debemos concentrarnos en lo que el Todopoderoso requiere de nosotros. Por más alto que llegues, nunca olvides tus raíces. Las mitzvot, además de un medio de acercarnos a Hashem, son también cercos para evitar que el yehudí caiga en este terrible mal. En los últimos tiempos, el Pueblo de Israel se ha visto inmerso en este serio problema. El fuego está quemando hasta los cedros quiere decir que este ponzoñoso mal ha llegado a afectar aun a las familias más nobles. Ha cobrado y sigue cobrando víctimas espirituales, sin distinción de edades, orígenes o posición social. ¡Está causado más víctimas que el holocausto nazi! ¿Cómo podemos huir y salir ilesos de tan terrible mal? Toda persona necesita sentirse identificada con una sociedad. La acción de reunirse bajo un mismo techo y de comer de la misma comida genera en el corazón del individuo la sensación

Pues quién como Tu nación, como Israel, un pueblo único.69

— bitajón (confianza en hashem) — “Levántense, salgan de entre mi pueblo, tanto ustedes como los Hijos de Israel… También llévense sus rebaños y sus ganados, tal como lo pidieron, ¡y váyanse…!” (12:31-32).

D

espués de que en Egipto terminaron las plagas, el imperio más poderoso de ese entonces en el mundo se encontró en ruinas. El Midrash cuenta que los asesores del Faraón, luego de la última plaga y el éxodo de Am Israel, le reclamaron: “Después de haber soportado todos los golpes, ¿ahora dejamos ir a nuestros esclavos con sus hijos y su ganado? Y adicionalmente, ¡se van con toda nuestra riqueza! ¿Cómo podemos

Shemot · 259

de pertenencia. El Rambam explica que un yehudí debe ser reconocido por su forma de vestir y de pensar. Tenemos nuestro calendario, nuestras festividades y nuestras propias costumbres. El Pueblo de Israel fue elegido solamente para cumplir su misión: ¡ser la luz para los pueblos! No podremos cumplir con esta obligación mientras aspiremos a ser un pobre espejo de otros pueblos, copiando sus culturas y costumbres o abandonando el maravilloso tesoro que recibimos en el Monte Sinaí, el cual enriquecieron nuestros Sabios a lo largo de las generaciones con sus consejos y enseñanzas, todas ellas basadas en la Ley Oral. Está escrito en el Midrash: “Dijo Rab Huná en nombre de Bar Kapará: Por el mérito de cuatro cosas los Hijos de Israel salieron de Egipto: no cambiaron sus nombres; no cambiaron su idioma; no había entre ellos delatores; y estaban alejados de la inmoralidad”.68

Árbol de vida · 260

permitir una cosa así?”. Entonces, el Faraón se arrepintió de haberles permitido partir. Esto se compara a un rey que solicita a uno de sus esclavos que vaya a comprar pescado para ofrecer un banquete. El esclavo va rápidamente al mercado. Sin embargo, los mercaderes ya han vendido todo su pescado. Por lo avanzado de la tarde, logra encontrar sólo algunos pescados no muy frescos. Después de que fueron cocinados, los sirvió delante del rey. En el momento en que el monarca se dispone a probar, siente el hediondo olor y gritando reclama: “¡¿Cómo se atreven a hacerme algo así?!”. Enfurecido, comienza a indagar la causa del percance, y en cuanto descubre al responsable del incidente, de inmediato manda a buscarlo y le dice: “Faltaste al honor del rey. Debería matarte en este instante. No lo haré sólo por consideración a tu familia. Sin embargo, voy a darte a escoger el castigo: comes de inmediato todo el guisado o recibes cien latigazos, o me pagas cien monedas”. El esclavo elige el primero. Comienza a comer un bocado, y luego otro… De repente, grita: “¡Ya no soporto más! Mejor tomaré la segunda opción. ¡Esto es inaguantable!”. Llaman al verdugo y comienza a golpear sin piedad: uno… dos… tres latigazos… Cuando llegan al golpe número cuarenta, el esclavo comienza a gritar: “¡Basta… basta…! ¡Detengan al verdugo! ¡No soporto un golpe más!”. Al final, el resultado fue que comió, recibió los golpes y terminó pagando… Esto fue lo que Hashem hizo al Faraón: al principio, no dejaba salir a nadie; después comenzó a ceder dejando salir sólo a los hombres. Después dijo: “¡Lleven también su ganado!”; y finalmente dijo, desesperado: “¡Llévense todo, tomen lo que quieran! ¡Lo único que les pido es que salgan pronto de aquí!”. Esto mismo sucede a quien, apoyándose en su inteligencia, fuero o riqueza se siente muy seguro y abandona el Servicio Divino. Hashem le reprende diciendo: “¿Te crees muy listo? ¡Entonces arréglatelas solo!”. El hombre comienza a cometer todo tipo de equivocaciones y, cuando se siente perdido, pide auxilio a sus influyentes amigos; estos ven que ya no les es útil y no sólo le dan la espalda, sino que también lo golpean. Entonces el hombre se tranquiliza y piensa: “Bueno. Por lo menos todavía me queda mi

Shemot · 261

dinero”. Finalmente cae en cuenta que acaba perdiendo lo que creía que lo salvaría de toda situación. Si analizamos a fondo la anterior situación, nos daremos cuenta de que ese hombre nunca poseyó la protección que pensó tener. El Creador le otorgó esos bienes para que pudiera servirle dignamente, y él sintió que lo había conseguido gracias a su astucia y para su propio beneficio. No se alabe el sabio en su sabiduría, ni se alabe el valiente en su valentía, ni se alabe el rico en su riqueza.70 Si no puedes obtener el dinero que necesitas de la manera que esperabas, el Todopoderoso tiene otras formas y medios por los cuales podrás adquirirlo.71 Rab Najman de Breslov relató lo siguiente: Había una vez un hombre que ganaba su sustento excavando arcilla. Un día, mientras efectuaba su trabajo, sucedió que por casualidad encontró un diamante. Sabiendo que el único lugar donde podía encontrar un mercado adecuado para vender la piedra era la ciudad de Londres, decidió viajar hasta allá. No contaba con dinero y, sin embargo, al subir a bordo de un buque mostró el diamante al capitán, asegurándole que habría de recompensarlo generosamente cuando llegaran a su destino. El capitán quedó impresionado con el ofrecimiento y le asignó el mejor camarote que tenía en primera clase. El hombre tenía el hábito de colocar sobre la mesa la piedra preciosa mientras comía, debido a que con sólo mirarla conservaba su buen humor. Un día, luego de una comida, el hombre se durmió dejando el diamante sobre la mesa. Luego el camarero, al hacer la limpieza, sacudió el mantel y arrojó al mar todo lo que quedaba sobre el mismo… incluyendo el diamante. Al despertarse, el hombre se dio cuenta inmediatamente de lo que había sucedido. Temiendo correr la misma suerte que la piedra si se lo decía al capitán, decidió que continuaría comportándose como si nada hubiera sucedido, y continuó manteniendo un espíritu pleno de optimismo. Mientras tanto, al capitán se le había presentado un problema: traía a bordo una carga de trigo que le pertenecía, con destino a Inglaterra, pero se enteró de que tendría serias dificultades

Ilaná de Jayé · 262

legales si efectuaba la operación a su nombre. Al tener confianza en el hombre con el diamante, el capitán le pidió que firmara un conocimiento de embarque como si él fuera el propietario de toda la partida de trigo, y este último dio su consentimiento. El barco continuó su viaje y, poco antes de llegar a Inglaterra, el capitán falleció repentinamente. El hombre quedó de esta manera como el único dueño de todo el trigo que estaba consignado a su nombre, el cual tenía un valor muy superior al del diamante. Fue así que se convirtió en un hombre rico a consecuencia de su optimismo. El diamante no pertenecía a ese hombre. La prueba está en que no pudo conservarlo. Pero en cambio, el trigo estaba destinado a ser suyo, como lo prueba el hecho de que finalmente pasó a ser de su propiedad. Tuvo buena suerte porque no se dejó abatir por la adversidad.72 Am Israel no tiene más que una sola opción de en quién confiar: la Divina Providencia. Nada ni nadie puede protegerlo ni ayudarle ni salvarlo; solamente Él, que nos quiere tanto; con su piedad provee todas nuestras necesidades y nos cuida. La ayuda de Hashem puede venir en un segundo, y de donde menos lo esperamos… ¡El hombre despertó exaltado! Aún recordaba los cinco números del billete ganador. Los anotó en un papel, se levantó de la cama y comenzó a realizar sus labores de rutina. En la noche, mientras estaba cenando en compañía de su familia, relató a sus hijos que había soñado con el número ganador de la lotería. “¿Ya compraste el billete?”, gritaron al unísono. El padre les dijo: “Si Hashem quiere hacernos llegar dinero, lo hará de la forma que le parezca, pues nada está fuera de Su voluntad”. Su esposa dijo: “Tienes razón, pero en este mundo la persona tiene que invertir aunque sea un poco de su esfuerzo para que la bendición llegue a sus manos. Si no compras el billete, ¿cómo pretendes ganar el premio?”. Al otro día, el hombre se dirigió a varios expendios de lotería, hasta que encontró uno en el que vendían el billete que coincidía con los números que había anotado. Preguntó por el costo del billete y, cuando se disponía a pagarlo, se percató de que no tenía

¿Que harás de tu vida? Dejarás que el tiempo lo decida o lo decidirás con tu propio destino.

Shemot · 263

dinero. Había olvidado la cartera en su casa. Vio en esto una señal del Cielo y no quiso ir a su casa, tomar el dinero y regresar a buscar el billete. El sorteo de la lotería se realizó al día siguiente. El hombre pasó por un lugar donde se exhibía la lista de los ganadores y sintió curiosidad de saber qué billete había ganado. Se sorprendió al ver que habían sido los números con que él había soñado. A cualquiera le hubiera costado mucho resignarse frente a esta situación; se hubiera recriminado por no ser el afortunado dueño de ese dinero, a causa de su falta de interés y su holgazanería. Pero este hombre no era una persona común. Ni siquiera se perturbó. Regresó a su casa y platicó a su esposa e hijos lo que había sucedido: “No tengo ni la más mínima duda de que ese dinero no me pertenecía. Por eso Hashem hizo que no lo ganara. Deben ustedes saber que Hashem es el Único que controla todo lo que sucede en la vida. Él es el dueño de todos los mundos y en Su Mano se encuentra todo el dinero y todo el oro. Y si quisiera dárnoslos, lo haría de alguna otra forma. Por tanto, no debemos preocuparnos por no haber ganado la lotería”. Los seres humanos no podemos comprender cómo maneja Hashem el mundo. Nuestro paso por la tierra es como una fracción de segundo cuando lo comparamos con la eternidad. Tampoco podemos juzgar un suceso cuando entramos a la mitad de una película y vemos sólo un minuto de ella. Del mismo modo, no entendemos por qué o cómo suceden las cosas. Todo tiene un propósito y está en nosotros saber utilizar aquello que nos manda Hashem para obtener de él un beneficio para nuestra vida eterna.

Árbol de vida · 264

Perashat Beshalaj — la tefilá — “El Faraón se hizo acercar… y he aquí que marchaban tras ellos y tuvieron mucho miedo; y los Hijos de Israel clamaron al Eterno” (14:10).

E

l Pueblo de Israel viajaba por el desierto, guiado por una columna de nubes durante el día y una de fuego por la noche. Llegaron a Etam, en el límite del desierto, y recibieron la orden de regresar y acampar junto al Mar Rojo. Acampaban allí cuando de repente alzaron sus ojos y vieron al ejército egipcio aproximándose, conducido por el Faraón. Frente a ellos estaba el mar.73 Estaban rodeados por todos lados, no había escapatoria; el mar frente a ellos, detrás los egipcios; en un costado bestias salvajes y en el otro, las montañas. La situación era apremiante y parecía que todo estaba perdido. ¿Por qué Hashem causó más aflicción a Am Israel con la persecución de los egipcios? ¿Acaso no habían sufrido ya bastante con la esclavitud? Cierta vez se encontraba un rey cabalgando por la campiña junto con sus guardias. De repente escuchó un grito desesperado proveniente del bosque: “¡Auxilio! ¡Socorro…! ¡Ayuda, por favor!”. El rey siguió la voz y pronto descubrió que una banda de ladrones había capturado a una noble mujer. Cuando ella se percató de la presencia del rey, le imploró: “¡Suplico a su majestad me salve de las manos de estos malhechores!”. De inmediato el rey ordenó a sus soldados liberar a la joven y que fuera trasladada de inmediato a su palacio. Después de que la joven se tranquilizó, el rey comenzó a entablar una conversación tratando de indagar de dónde provenía. Se percató de que se trataba de una mujer descendiente de una de las familias más distinguidas, además de que era una mujer culta y con muchas cualidades. El rey ofreció desposarla. La joven aceptó y la ceremonia matrimonial se llevó a cabo. Una vez que la mujer estuvo casada con el rey, difícilmente se reconocía

Shemot · 265

en ella el comportamiento de aquella dócil y desamparada jovencita que él había rescatado. Constantemente se veía afligida y rehusaba incluso hablar con su esposo. El rey deseó que fuera tan amable como lo había sido antes. Por consiguiente, convocó a una banda de rufianes y les ordenó efectuar un ataque ficticio sobre la reina. Tan pronto como ella se vio en peligro, nuevamente solicitó ayuda al rey. Él se sintió complacido. “Mi plan logró su propósito”, pensó. “Ella me habla otra vez.”74 Cuando el Pueblo de Israel sufría bajo el yugo egipcio, constantemente clamaba a Hashem. Una vez que fueron redimidos y pudieron respirar libremente, comenzaron a descuidar sus tefilot. Hashem dijo: Yo deseo oír las plegarias de Mi pueblo ahora también. Por consiguiente, envió al Faraón para darles caza. Tan pronto como se percataron de que los egipcios estaban por darles alcance y no tenían hacia donde escapar, todos ellos hicieron teshubá en sus corazones y clamaron a Hashem solicitando Su ayuda.75 No debemos pensar que la tefilá es un medio para deshacernos de los problemas. A fin de escuchar nuestra tefilá, Hashem hace llegar al yehudí todo tipo de tribulaciones, para despertarlo y reanimarlo a servirlo. Hashem desea nuestra tefilá. La expresión de nuestra cercanía al Creador es uno de los objetivos por los cuales vivimos.76 ¿Cuál es el servicio que se realiza con el corazón? Se refiere a la tefilá,77 ya que su fundamento es alcanzar la anulación total del individuo frente a Hashem, demostrando así que las fuerzas humanas son absolutamente nulas para alcanzar la solución a los problemas, por más ínfimos que sean, y que sólo el Todopoderoso puede responder a los deseos del corazón.78 Un seguidor del Rab de Kotzk se quejó una vez de que tenía dificultades para concentrarse en la plegaria a causa de fuertes dolores de cabeza. “¡Dolores de cabeza!”, exclamó el Rab. “¿Qué tiene que ver la cabeza con la plegaria? ¡La plegaria debe provenir del corazón, no de la cabeza!” El Jazón Ish dijo: “Todo yehudí es querido por Hashem y no necesita emisarios para dirigirse a Él. Quien es sincero delante de Hashem, su tefilá es escuchada”.79

Ilaná de Jayé · 266

Un hombre a quien habían aconsejado someterse a un procedimiento médico poco peligroso fue a buscar consejo y bendición con el Rab de Chernobyl. El Rab aconsejó al yehudí: “Sugiero que consultes al profesor de Anípole”. En Europa, los médicos más competentes eran los que tenían cátedras hospitalarias. Anípole era una pequeña aldea y, cuando el hombre llegó allí, descubrió que no sólo no había escuela médica, sino que ni siquiera había un solo doctor en la aldea entera. Regresó a Chernobyl asombrado y dijo al Rab: “¡No hay profesor en Anípole! ¡No tienen doctor en absoluto!”. El Rab preguntó: “Entonces, ¿qué crees que hacen los residentes de ese lugar cuando se enferman?”. El hombre replicó: “¿Qué pueden ellos hacer? Sólo hacer tefilá y confiar en Dios para que los cure”. El Jajam concluyó: “¿Te das cuenta de quién es El que cura?”.80 ¡Sólo quien crea el problema puede solucionarlo! Hashem sabe exactamente lo que necesitamos antes de que digamos nada. Sin embargo, Él desea que nos demos cuenta de cuánto lo necesitamos y dependemos de Él.81 Cuando Rabí Menajem Mendel, el Tzémaj Tzédek, era niño, su abuelo, Rabí Schneur Zalman, lo sostuvo sobre su regazo y le preguntó: “¿Dónde está Zeide (abuelo)?”. El niño tocó la nariz del abuelo. “No, dijo el Rab; “esa es la nariz de Zeide. Pero, ¿dónde está Zeide?”. El niño tocó la barba del abuelo. “No, esa es la barba de Zeide. Dime, ¿dónde está Zeide?”. El niño descendió de las piernas del abuelo, corrió al cuarto contiguo y gritó: “¡Zeide!”. Y Rabí Schneur Zalman entró al cuarto. El niño sonrió y lo señaló: “¡Allí está Zeide!”. Nosotros sabemos que Hashem es nuestro Padre. Él responde cuando lo llamamos con todo el corazón. Cuando un hijo tiene un problema, con el primero que acude a solicitar ayuda es su padre, pues el hijo sabe que su padre hará cualquier cosa por darle la mejor solución. La plegaria significa pedir, rogar. Hay gente que se equivoca y piensa que es demandar. La decisión de cómo y cuándo resolver la situación corresponde sólo a Hashem y no a nosotros. Como los ojos del esclavo hacia la mano de su amo, como los ojos de la

Shemot · 267

esclava hacia la mano de su ama, así se alzan nuestros ojos hacia el Eterno, nuestro Dios, hasta que nos favorezca.82 Sucedió en cierta ocasión que Rabí Janiná ben Dosá fue a estudiar Torá con Rabán Yojanán ben Zakai. El hijo de Rabán Yojanán enfermó gravemente. Entonces pidió a su compañero: “Janiná, pide por favor misericordia para que mi hijo viva”. Entonces Rabí Janiná ben Dosá colocó su cabeza entre sus rodillas y pidió misericordia por el niño, y éste vivió. Rabán Yojanán estaba platicando con su esposa y le dijo: “Incluso si yo hubiera puesto mi cabeza entre mis rodillas todo el día, Hashem no me hubiera hecho caso”. La mujer le dijo, extrañada: “¿Acaso Janiná es espiritualmente más grande que tú?”. Rabán Yojanán respondió: “No. Pero él es como un siervo delante del rey, y yo soy como un ministro delante del rey”.83 Un siervo está siempre en presencia del rey, sirviéndole directamente, y por ello entra y sale a voluntad. En cambio, un ministro no se ocupa de servir directamente al rey, sino que dirige el país por orden del rey. Por eso mismo, su presencia ante el rey no es constante. En este caso, Rabí Janiná ben Dosá solía rezar con mucha frecuencia a Dios para solicitarle misericordia por las necesidades de la gente. En cambio, Rabán Yojanán ben Zakai se dedicaba a enseñar Torá y a dirigir al Pueblo de Israel, lo cual le impedía rezar con asiduidad, y por ello era como alguien que no suele estar constantemente en presencia del Rey.84 Para que nuestras tefilot lleguen hasta lo más alto, necesitamos estar por completo convencidos de que nada depende de nosotros. Debemos sentirnos como un esclavo que depende íntegramente de su amo. A diferencia de otros servidores, el siervo tiene la ventaja de poder entrar al palacio en cualquier momento, para arreglar o limpiar algo sin decir hacia dónde se dirige. El ministro, al ser más importante, debe concertar una cita previa para poder encontrarse con el rey. Otra opinión dice que la relación entre la persona y el Creador debe ser como lo indica David HaMélej: Como un bebé con su madre.85 Toda madre llega a su hogar luego del parto con una orden del médico: descansar y reponerse. Sólo que

Árbol de vida · 268

su bebé se despierta cada tres horas para pedirle de comer, sin importarle la hora del día o de la noche. ¿Qué obliga a esa madre a levantarse y atenderlo? Ella sabe que su hijo depende exclusivamente de ella y por eso le otorga todo. Pero cuando ese hijo crece y se independiza de su madre, cada vez recibe menos de ella. Mientras más depende, más recibe. Ese es el secreto de la tefilá; es lo que sabía Rabí Janiná ben Dosá: se sentía como un siervo que no podía hacer nada por su cuenta; todo dependía de su amo. Y quizás a eso se refiere el Talmud cuando comenta que Rabí Janiná colocaba “la cabeza entre sus rodillas”, la misma posición que tiene un bebé en el vientre de la madre mientras depende sólo de ella.

Una persona que aprende a rezar correctamente, comprendiendo todo lo que dice y haciéndolo con entusiasmo, habrá de extraer un inmenso placer de sus plegarias.86

— cuidar la santidad del bet hakenéset —

T

“Hashem va a guerrear por ustedes, y ustedes permanecerán en silencio” (14:14).

an pronto como Am Israel hubo partido de Egipto, el Faraón se arrepintió de dejarlos salir. Reunió a todo su ejército, hizo un llamado a los soldados prometiéndoles

Shemot · 269

grandes riquezas, llenó sus carros de joyas y comenzó la persecución de los que antes le sirvieron como esclavos. Muy pronto los egipcios estuvieron pisando los talones a los yehudim. Al ver a los soldados, Am Israel quedó dominado por el pánico. Fueron rápidamente y se quejaron con amargura ante Moshé: ¡Habría sido mucho mejor para nosotros servir en Egipto que morir en el desierto! Moshé les aseguró que Hashem lucharía por ellos una vez más y les advirtió: “No teman. Manténganse serenos y verán la salvación de Hashem. Él va a guerrear por ustedes, a condición de que ustedes permanezcan en silencio…”.87 En un sentido metafórico, este versículo nos trasmite un aleccionador mensaje sobre el respeto que debe reinar en la sinagoga durante los rezos.88 Hashem está diciéndonos: ¿Quieres que me haga cargo de tus problemas? ¿Quieres que Yo cuide tu salud, tus posesiones y tu sustento? ¿Quieres que quite de encima a todos tus enemigos? Sólo te pido una cosa: ¡guarda el debido respeto cuando te encuentres en Mi Casa! Cuando los judíos fueron exiliados de Tierra Santa, después de la destrucción del Bet HaMikdash, se dispersaron por todo el mundo. Hashem dijo: Aunque Yo los he alejado y esparcido entre las naciones, seré para ellos un pequeño Santuario en las tierras adonde ellos se han ido.89 De acuerdo con el Talmud, un pequeño Santuario se refiere a las sinagogas y las casas de estudio.90 Una persona que asiste a un Bet HaKenéset tiene conciencia de que se encuentra en el Palacio del Glorioso Rey. ¡Y cuando reces, debes saber delante de Quién rezas!91 ¡Estás ante el ensalzado y temible Rey!92 ¿Cómo es posible que en el momento de la tefilá o cuando se lee el Séfer Torá no guardemos el comportamiento que es digno para el lugar donde nos encontramos? ¿Cómo tenemos el atrevimiento de platicar con las demás personas en la Jazará o en el Kadish? Debemos sentir el mismo temor y respeto que alcanzó Am Israel cuando recibió la Torá en el Monte Sinaí. Dice el Midrash que en ese momento toda la Creación calló; ni siquiera un pájaro cantó. ¡Hubo silencio absoluto! Gozamos del gran privilegio de

Ilaná de Jayé · 270

encontrarnos con la Presencia Divina en todos nuestros rezos. El pecado de menospreciar la Santidad de los Baté Kenesiot y Baté Midrashot puede llegar a retrasar la llegada del Mashíaj, y la persona que no se cuida en esto se convierte en responsable de las penurias que soporta Am Israel en este largo Galut. Todos los días rogamos a Hashem que podamos gozar de ver con nuestros ojos la construcción del Bet HaMikdash. ¿Cómo va a concedernos Su Lugar Más Sagrado, cuando no respetamos el Bet HaKenéset, que es su representante menor? Quien guarda la compostura debida y no conversa dentro del recinto, ni aun cuando no se esté rezando, ello lo conduce a la humildad y al temor al reflexionar que está ante Hashem, y por eso permanece en silencio, para no hacerlo enojar con sus palabras; gracias a esto adquirirá integridad.93 ¡Cuántas cualidades excelentes y cuántas bondades adquieren aquellos que se cuidan de hablar palabras vanas en el Bet HaKenéset! Fue dicho sobre ellos que verán buena descendencia y tendrán larga vida; por su intermedio se concretarán cosas buenas que serán de agrado para el Creador; no verá el dolor del mal y nunca le faltará el pan.94 Uno de los alumnos de Rab Abigdor Miller se acercó al él para contarle con gran dolor que los médicos le habían diagnosticado cáncer, y antes de comenzar con los tratamientos que le habían indicado deseaba que le aconsejara qué hacer. “Te haré una pregunta”, le dijo Rab Abigdor; “en el lugar donde tú rezas, ¿se habla mientras hacen tefilá y cuando leen la Torá?”. El joven agachó la cabeza y reconoció que sí lo hacían. “Entonces”, prosiguió el Rab, “no se me ocurre cómo remediar tu enfermedad.” Inmediatamente el alumno comprendió qué debía hacer. Se cambió de Bet HaKenéset a otro donde no se hablaba durante los rezos y la lectura del Séfer Torá. Y ante la sorpresa de sus doctores, se curó completamente. Ellos no entendían como había sucedido. La mayoría de los Jajamim sostienen que respetar la santidad de los Baté Kenesiot y Baté Midrashot es una mitzvá de la Torá, como está escrito: Umikdashí tirau (“A Mi tabernáculo temerán”).95 Esto quiere decir que, cada vez que la persona habla cosas vanas en los Baté Kenesiot y Baté Midrashot, está

Shemot · 271

transgrediendo una mitzvá directa de la Torá, equivalente a no ponerse tefilín o no comer matzá en Pésaj.96 ¿Cuántas palabras dice “sin querer” la persona dentro del Bet HaKenéset? Si fueran (entre mañana, tarde y noche) sólo cincuenta palabras por día, al mes serían mil quinientas; ¡al año son dieciocho mil y en 80 años son más de un millón de pecados indicados por la Torá! ¡Cuidémonos y dejemos de hablar en los Baté Kenesiot y Baté Midrashot! En la comunidad Nitée Abigdor, en los Estados Unidos, durante la fiesta de Simjat Torá, antes de que los niños subieran a la Torá para recibir la bendición de HaMalaj HaGoel (una bendición de protección que se dice ese día), una persona se acercó al Rab para pedirle que bendijera especialmente a su hijo, de tres años y el cual subiría con el resto de los niños, porque también padecía aquella enfermedad. El Rab, que había conocido los sucesos, relatados directamente por su protagonista, pidió silencio al público y contó la historia de Rab Miller. Al finalizar, pidió a todos que, ante el hecho de que un niño tan pequeño hubiera sido golpeado por esa enfermedad, se comprometieran en conjunto a no hablar en medio de la tefilá, a partir de la Perashá Bereshit hasta la Perashá Vezot Haberajá. Es decir, todos y cada uno cuidarían la santidad del recinto durante un año. Agregó que, por este mérito, pidieran a Hashem que enviara una pronta curación al pequeño. Todos estuvieron de acuerdo y, después de un tiempo, al repetir los exámenes clínicos, los médicos descubrieron sorprendidos que la enfermedad había desaparecido, como si nunca hubiera existido… Cuando Hashem solicitó a Moshé que construyera el Mishkán le dijo: Habla a los Hijos de Israel, y déjalos tomar para Mí una ofrenda... y déjalos hacerme un Mishkán para que more entre ellos.97 Uno de los objetivos del Mishkán fue permitir a cada persona sentir la Presencia Divina en su vida personal. Hashem quiere que seamos un reino de líderes espirituales para el mundo y una nación santa. Demostrémosle que somos capaces de mejorar nuestro comportamiento dentro de nuestros Baté Kenesiot y Baté Midrashot. Debemos comprometernos a no hablar durante los rezos, la jazará y la lectura de la Torá, y decir

Árbol de vida · 272

a todos los que asisten al mismo knis que nosotros ya no hablamos allí. Hace unos cincuenta años había un Bet HaKenéset en Alemania. Era un lugar muy especial, ya que la gente que asistía allí se cuidaba de no hablar nada que fuera ajeno a la plegaria o al estudio de la Torá. Cuando algún visitante llegaba y hablaba en la tefilá, se le acercaba el shamash y le entregaba un papel que decía: “En este Bet HaKenéset no se habla en la tefilá”. Si seguía hablando, lo sacaban de inmediato del edificio. Este Bet HaKenéset existe aún hoy; los alemanes no pudieron destruirlo y todos los libros de Torá y los Sifré Torá permanecen intactos. Además de no hablar cosas vanas dentro de los recintos sagrados, debemos cuidarnos de apagar los teléfonos celulares mientras nos encontremos allí. Estos aparatos interrumpen la concentración del que está rezando y, si llega a sonar, también sacará de sus pensamientos a los demás. Quien utiliza estos aparatos durante su estudio o durante el rezo para cosas vanas se compara a una persona que trae a un rey un platillo muy fino y exquisito, pero dentro de éste se encuentra una cucaracha muerta. ¡Por más fino y elaborado que sea ese platillo, se va a considerar una gran ofensa contra el rey! Es igual a aquel que se encuentra estudiando las exquisitas palabras de la Torá o leyendo Salmos, o cualquiera de las bellísimas plegarias que se encuentran impresas en el Sidur: es considerado como un Cohén que acerca su ofrenda delante del Creador. Todo esto es muy loable, pero si se mezcla con algo que es repugnante delante del Rey, en lugar de glorificarlo estamos insultándolo… Seamos un ejemplo para nuestros hijos mostrándoles, por medio de nuestro ejemplo, que sabemos comportarnos a la altura del lugar. El niño que ve a su padre hablando en el Bet HaKenéset, tomará su ejemplo y lo hará también, ya que el niño, por instinto, hace lo que ve del padre; y si el padre no se cuida, el niño lo hará. Un buen consejo que escuchamos de Rab Yehudá Ades puede sernos útil para conseguir este objetivo: “Dice la Halajá que cuando uno hace tefilá, debe poner en su mente que está frente a Hashem”. Preguntó el Rab: “¿Cómo podemos realmente

Yo, por tu gran amor, vendré a Tu Casa; me inclinaré con reverencia ante el Santuario de Tu Santidad con gran temor hacia Ti.100

— ¿tienes claro tu objetivo? —

L

“Este es mi Dios y lo voy a glorificar” (15:2)

os soldados egipcios perseguían de cerca al Pueblo de Israel, frente a los que estaba el mar. De un lado, las altas montañas, y del otro fieras salvajes. ¡No había escapatoria! Entonces, la columna de nubes que los guiaba se movió hacia atrás creando un velo oscuro que obstaculizó el avance egipcio. Por orden de Hashem, Moshé extendió su mano sobre

Shemot · 273

sentirlo, si no lo vemos? Si en ese momento recordamos algún jésed (favor) que nos haya hecho Hashem, eso nos ayudará a sentir que verdaderamente estamos frente a Él”. De todas las tefilot que hacemos en nuestra vida ninguna debe ser igual a la otra. No debe ser algo mecánico y monótono, sino que se debe pronunciar con emoción renovada. Y cuando de nuestra boca salen las palabras con la intención del corazón, baja mucha abundancia del Shamaim, los Portones se abren y todo el mundo se beneficia de ello. Como recompensa, de Cielo ayudan a tener pensamientos adecuados en la tefilá. Y Yo residiré en medio de los hijos de Israel y no abandonaré a Mi pueblo.98 Todo el que se cuida y no habla en el Bet HaKenéset y el Bet HaMidrash verá hijos y larga vida, Hashem estará con él y no le faltará sustento, Hashem siempre escuchará sus ruegos y, cuando muera después de ciento veinte años, descansará en paz.99

Ilaná de Jayé · 274

el Mar Rojo, y un fuerte viento sopló y dividió las aguas. Los yehudim caminaron por el lecho seco y lograron cruzar el mar. Los egipcios los siguieron, pero mientras los yehudim salían del mar, sus enemigos fueron sumidos en un estado de confusión y las ruedas de sus carros se atascaron en la arena húmeda. Entonces Moshé extendió nuevamente su mano sobre el mar y las aguas se cerraron sobre los egipcios y sus caballos, ahogándolos a todos. Una vez que se vieron liberados de sus opresores, Moshé y los hijos de Israel entonaron una canción de triunfo, en la cual alababan el infinito poder de Hashem al haber dado fin al enemigo. Todo el pueblo cantó al unísono: Este es mi Dios y lo embelleceré. Preguntan los Jajamim: “¿Acaso podemos los seres humanos embellecer o engrandecer a Hashem? La respuesta lógicamente tendría que ser negativa. Entonces, ¿qué es lo que Am Israel expresó en esta oración?”. Encontramos que la palabra Kelí (“Mi Dios”) está escrita en singular, cuando debería haberse escrito en plural: Kelenu (“Nuestro Dios”). Recordemos que había cientos de miles de personas entonando la misma canción… Una de las explicaciones que ofrecen los Jajamim es que cada yehudí quiso decir: Hashem es mi “Dios personal”. Junto al Mar Rojo, cada individuo estaba mirando lo mismo, pero cada uno experimentó la visión en forma diferente: “Todas estas señales y maravillas son para mí. Hashem me está llamando y tiene para mí una misión especial”. Y así como el suceso del Mar Rojo fue una experiencia única y personal, cada uno de nosotros debe experimentar en su vida diaria el mismo sentimiento. En un gobierno, muchos sirvientes atienden y obedecen las órdenes del rey. Todos ellos juntos deben cumplir con una función específica. El rey, con base en la aptitud de cada uno, le da una función particular, de tal forma que la contribución de todos mantenga funcionando el reino. Cada uno de estos sirvientes tiene la obligación de completar su función particular y cada uno será recompensado proporcionalmente al cumplimiento de la responsabilidad conferida.

Shemot · 275

Cada yehudí posee una forma única de servir a Hashem: ¿Tienes una linda voz? Canta alabanzas hacia Hashem. ¿Eres buen orador? Reúne gente y diserta acerca de Torá. ¿Hashem te agració con riqueza? Ayuda a los necesitados. Hay un sinfín de ejemplos, pero el mensaje es uno solo: explotemos las aptitudes con las que fuimos dotados, para “embellecer” nuestro paso por este mundo sirviendo a nuestro Creador. La condición es que todo lo que hagamos siempre se mantenga dentro de los lineamientos Divinos. Y estos podemos aprenderlos estudiando la Torá que nos fue entregada en el Monte Sinaí. El Rashbá decía que cada yehudí posee un particular conducto espiritual por el cual canalizar las enseñanzas de la Torá en una forma adecuada a su alma especial y única. ¡Qué responsabilidad tan grande tenemos! Fuimos agraciados con el potencial de buscar la manera de acercarnos a Hashem con todos nuestros medios. Cuando Hashem ordenó a Moshé: Haz para Mí un Santuario, Moshé se estremeció y pensó: “¿Cómo es que un ser humano puede hacer una casa para Hashem?”. Dios le respondió: Yo no te pido algo acorde con Mi fuerza, sino que te pido algo acorde con tus fuerzas.101 Aprendemos de aquí que Hashem no te pide más de lo que eres capaz de realizar. Hashem dice: Abre para Mí [en tu corazón] una apertura del tamaño del ojo de una aguja, y Yo te [lo] abriré como la puerta de un gran salón.102 Él espera que cada uno de nosotros estudiemos Torá de acuerdo con las habilidades que nos proporcionó; no más. No podemos dejar esa responsabilidad a los Rabinos y a los estudiantes de Torá y decir: “¡Qué bueno que en nuestra ciudad tenemos importantes celebridades de Torá! Ellos se encargarán de embellecerla y transmitirla”. Sí, es muy bueno que haya Talmidé Jajamim en la ciudad, pero no sólo ellos tienen la obligación de estudiar… También se escuchan voces que dicen: “Voy a enviar a mis hijos al mejor Talmud Torá para que los morim les enseñen todos los conceptos de Torá”. ¡Claro que debemos buscar el mejor colegio para nuestros hijos! Pero eso no nos exime de la responsabilidad de educarlos. La escuela es solamente un soporte que

Árbol de vida · 276

te ayuda en los conceptos académicos que tal vez tú no dominas, pero eso no significa que allá van a aprender los valores que sólo se transmiten en el hogar. Todos estamos obligados a estudiar y a cumplir mitzvot de la mejor manera posible. Nadie está exento de ello, cada uno a su nivel y con la intensidad que posee. Un rey deseaba embellecer una sala de su gran palacio. Después de varias pruebas de aptitud, seleccionaron a cuatro de los mejores pintores del reino. Asignó una pared a cada uno y les dio un mes para que plasmaran su inspiración en ellas. Les advirtió que al término del plazo revisaría las pinturas y colocaría un saco lleno de piedras preciosas en frente de cada pared como recompensa. La más hermosa recibiría el saco más grande, y las otras recibirían sacos más pequeños en orden descendente, según la valía de cada una de las obras de arte. Tres trabajaron con gran diligencia, pero el otro desperdició su valioso tiempo distrayéndose. El día en que finalizó el plazo, los tres pintores terminaron su trabajo y se retiraron para preparar su encuentro con el rey. El último pintor llegó al anochecer y, mientras los demás descansaban, colocó un gran espejo sobre su pared para que reflejara las otras tres pinturas. Por la mañana llegó el rey y, después de revisar con atención las pinturas, colocó sacos llenos de brillantes enfrente de los tres murales pintados, y nada frente al espejo. Cuando llegaron los artistas, el que había colocado el espejo comenzó a reclamar: “¿Dónde está mi recompensa? ¡Mi espejo es una composición! ¡Combiné juntas todas las demás pinturas!”. El rey respondió: “¿Por qué reclamas? En verdad tú has recibido tu recompensa. Fíjate en tu espejo y verás el reflejo de los tres sacos de joyas dados a los otros artistas, quienes se esmeraron con gran esfuerzo y sinceridad, mientras tú no has hecho nada y sólo has reflejado tu iniciativa. El resultado final es que para cada esfuerzo hay recompensa; tú no puedes engañarme”. Hashem juzga cada hecho individual de acuerdo con las circunstancias, si el hecho es accidental o deliberado, si es algo forzado o realizado con alevosía. Porque Hashem conoce la verdad

El que más embellece las mitzvot, más demuestra que ama a Hashem con todo su corazón y toda su riqueza, y aumenta Su honor.103

— dichoso el hombre que confía en hashem — “He aquí voy a hacer llover pan del Cielo… y saldrá el pueblo a recogerlo cada día, para ponerlo a prueba… a ver si andará conforme a Mi ley o no” (16:4).

D

Después del milagroso cruce del mar, el Pueblo de Israel se dirige hacia la Tierra Prometida; se adentra en el desierto, pasan tres días y llegan a un lugar que llamaron Mará (que significa “amargo”), debido a que el agua del paraje tenía esta propiedad. El Pueblo comienza a quejarse. Moshé produce milagrosamente agua potable de esas aguas amargas y reciben en ese lugar algunos preceptos. El éreb rab comienza a agitar al pueblo y se quejan ante Moshé y Aharón argumentando que la comida en Egipto era mejor. Hashem envía perdices para que coman carne y además les provee de man, un alimento milagroso que caía diariamente del Cielo. En las Perashiot anteriores vimos la manifestación de Hashem en el mundo: Con milagros y maravillas sacó a su pueblo de la opresión egipcia. Si analizamos un poco los versículos, podremos darnos cuenta de un “pequeño” detalle: ninguna de las maravillas se realizó de la nada; siempre encontramos una

Shemot · 277

de todas las cosas, ya sean pensamientos o acciones, y Él juzga todo de acuerdo con su verdadera naturaleza.

Ilaná de Jayé · 278

mano humana de por medio. Por ejemplo, el rescate de Moshé ocurrió por medio de la hija del Faraón. En las plagas, Moshé o Aharón debían hacer algún movimiento para que comenzaran. El mar no se partió sino hasta que los yehudim entraron en él; y la guerra contra Amalek no se ganaba sino sólo cuando Moshé tenía sus brazos en alto. ¿Acaso Hashem necesita de la intervención humana para realizar milagros? ¡Indudablemente que no! ¿Cuál es el mensaje de esto? El ser humano vino a este mundo a “descubrir” a Hashem. Por medio de su intelecto y libre albedrío tiene que “encontrarlo”. Los milagros no vienen por “arte de magia”; Hashem no desea que nos acostumbremos a ellos y los apodemos con el nombre de “naturaleza”. La naturaleza no actúa por cuenta propia. La mano de Hashem se halla dentro de los eventos naturales y los sobrenaturales.104 El valor numérico de las letras hebreas que forman la palabra hateba (“la naturaleza”) es el mismo que el del nombre de Hashem (186), para enseñarnos que todo está supervisado por Él.105 Un hombre está a punto de ahogarse en medio del océano. En su desesperación reza: “¡Hashem, confío en Ti! ¡Por favor, sálvame…!”. Al instante aparece una lancha y el tripulante le tira un salvavidas. “¡No se moleste!”, grita el hombre. “¡Hashem va a salvarme!”. Nuevamente nuestro personaje levanta sus ojos al Cielo y pide al Creador que lo salve. A los pocos minutos una balsa se acerca, pero él la ignora totalmente. Por tercera vez eleva su oración: “¡Amo del Universo! ¡Aguardo tu liberación!”. Justo en ese momento se escucha el ruido de un helicóptero que se aproxima y le arroja una soga. Enfáticamente el individuo sacude la cabeza y dice: “¡No!”. Después de todo, él espera que Hashem Mismo lo salve. Este sujeto espera y espera, y finalmente muere ahogado. El hombre es llevado a comparecer. En cuanto puede hablar, pregunta: “Hashem ¿Por qué no me salvaste?”. “Yo traté de rescatarte”, le responde, “sólo que tú no me lo permitiste…”. ¡Qué tonto!, decimos sobre el protagonista de esta historia ficticia. Es tan obvio que Hashem trataba de salvarlo. ¿Qué esperaba? ¿Que Él Mismo se presentara y lo salvara…?

Shemot · 279

Cuando nos sucede algo similar, ¿cómo reaccionamos? Quizás no se nos presentan situaciones tan dramáticas, pero… Imaginemos un escenario en el que nos sentimos sumamente asustados y angustiados y de pronto, todo cambia y nos salvamos. ¿Cómo actuaríamos? ¿Acaso vemos la salvadora Mano de Hashem, o le llamamos casualidad, coincidencia o buena suerte? ¿Cuántos milagros se nos pasan diariamente sin que nos demos cuenta? ¿Reconocemos que debido a Su bendición logramos respirar, caminar y encontrar el sustento, a pesar de la difícil situación de hoy? Cada día Hashem nos envía, mediante diferentes mensajeros, lanchas, botes salvavidas y sogas. La mayoría de las veces las usamos ignorando su origen. Otras veces, las dejamos pasar mientras nos quejamos y gruñimos, e incluso preguntamos Por qué Hashem “no escucha” nuestras súplicas. Suponemos que cada vez que solicitamos algo al Creador la respuesta tiene que ser como la esperamos. ¿Quién puede asegurar que lo que estamos pidiendo es lo mejor para nosotros? Un buen padre, que busca lo mejor para su hijo, en ocasiones tiene que decir: “No”. Aunque a veces no lo comprendamos, debemos tener claro que todo es por nuestro bien. Igual debemos seguir rezando. Hashem escucha cada palabra que pronunciamos cuando nos dirigimos a Él en nuestras súplicas. El rezo es un vehículo con el cual nos acercamos a Hashem; tiene la función de volvernos humildes. Nos recuerda que las cosas no dependen de nosotros. Agradecemos diariamente tres veces en la Amidá: ve-al niseja shebejol iom imanu (por los milagros que nos suceden diariamente). Diariamente nos pasan muchas cosas, pero no nos parecen ser algo fuera de lo natural. Estamos agradeciendo a Hashem por los “milagros naturales”. La creencia en los milagros tiene efectos sentimentales y, como tales, son esporádicos y no duraderos. La creencia en el conocimiento, en cambio, es tan duradera como el conocimiento en sí, y es por eso que Hashem nos obligó a estudiar Torá. Acompañado de tefilá, esfuerzo y muchas ganas de salir adelante, este es el mejor recurso para conseguirlo. Nuestros antepasados no creyeron en Hashem simplemente por haber visto maravillas, ellos lo encontraron aun en las cosas más insignificantes.

Árbol de vida · 280

No debemos aspirar a milagros ni anhelar persistentemente que el Todopoderoso Mismo nos saque de nuestros apuros. Nosotros podemos salvarnos de cualquier situación; lo único que tenemos que hacer es abrir nuestros ojos, aguzar nuestra visión, hacer tefilá, confiar el Él y no desaprovechar las oportunidades que nos brinda, para que Hashem no deba decirnos: “¡Trato de salvarte; sólo que tú no me lo has permitido!”.

Un milagro sirve para demostrar lo imposible y sólo es útil para confirmar lo posible.

— la importancia de la mujer en el judaísmo —

E

“Así dirás a la casa de Yaacob…” (19:3).

l primer día del tercer mes (Siván) después de su partida de Egipto, el Pueblo de Israel llegó al desierto de Sinaí y acamparon frente al monte. Moshé se aproximó a él y oyó la voz de Hashem que le indicaba que Am Israel tuviera siempre presente que Él los había liberado de Egipto. Si ellos le obedecían, se transformarían en un reino de sacerdotes y una nación santa. Moshé bajó del monte y repitió las palabras de Hashem a los ancianos y a todo el pueblo. Como una nación unida respondieron todos juntos: “Haremos todo lo que Hashem nos pida”. Más adelante, Hashem advierte a Moshé que aparecería en una densa nube y le hablaría delante de toda la congregación. De esta forma, nunca se dudaría otra vez de que Hashem Mismo nos entregó la Torá. El pueblo debía prepararse durante tres días para el gran suceso. No debían traspasar los límites del monte; quien lo hiciera se haría acreedor a la pena de muerte. Después de que transcurrieron esos tres días, el 6 de Siván se produjeron truenos y relámpagos, y una densa nube descendió sobre el monte. Se oyó el llamado del shofar y Moshé llevó al pueblo hasta el pie de la montaña. El Monte Sinaí estaba envuelto en espesa niebla y Hashem ordenó a Moshé que subiera hasta la cima. Luego le ordenó que advirtiera al pueblo que no debía contemplar la Manifestación Divina, y Moshé cumplió la orden. Cuando Moshé bajó por primera vez, se apresuró a cumplir con la orden de Hashem: Así dirás a la Casa de Yaacob y expondrás a los Hijos de Israel. Rashí explica que la expresión “Casa” utilizada en este versículo se refiere a las mujeres de Israel, ya que ellas son el pilar de la casa.106 Las mujeres fueron mencionadas en primer término debido a que son las principales transmisoras de los valores y conceptos contenidos en la Torá. Son responsables de la educación y el cuidado de los hijos. Es por

Shemot · 281

Perashat Itró

Ilaná de Jayé · 282

esto que Hashem se dirigió en principio a ellas. Mientras su marido se encuentra fuera de las paredes de su casa, procurando el sustento de la familia, ella cuida que aquella Torá que Hashem nos entregó se mantenga íntegra tanto dentro como fuera de su hogar. ¡Qué importante es la participación de la madre en el Judaísmo, pues todo hogar depende de su dedicación y entrega! Un rey muy rico y poderoso dedicaba gran parte de su tiempo a idear cómo proteger su preciado tesoro. Reclutó a los soldados más hábiles para que cuidaran su espalda y contrató también a otros que fueron asignados a la vigilancia y el cuidado del tesoro del reino. Podríamos pensar que aquellos que son puestos al lado del monarca como guardias personales son considerados ante el rey como los más fieles y valerosos. La realidad no es esa: los que son puestos en los portones del palacio son los más abnegados al reinado, pues son los primeros que deben luchar y detener, aun a costa de su vida, a cualquiera que intente acercarse al palacio sin autorización del rey. Este es el papel de la mujer judía. Ella resguarda y detiene cualquier influencia que atente contra las ordenanzas de Hashem. Si no fuera por la ardua y noble labor de nuestras mujeres, no hubiese sido posible conservar intacto el legado que nos entregó Hashem por medio de Moshé en el Monte Sinaí. En cierta ocasión, salieron Rabí Akibá y otros Rabinos a recaudar dinero para beneficencia. Antes de golpear a la puerta de un donante, escucharon que éste decía a su hijo: “Ve y compra de la verdura del día de ayer y del pan de ayer, ya que es mucho más barato”. Los Jajamim decidieron seguir su camino sin pasar a solicitar apoyo por parte de ese pobre hombre. Dijeron: “Mejor no lo molestemos”. Después de que terminaron de recorrer el pueblo, lo encontraron en la calle. El hombre les preguntó: “¿Por qué no vinieron a pedirme a mí también?”. Los Jajamim le contaron que habían escuchado el diálogo con su hijo. Él los interrumpió y les dijo: “A mí me alcanza con lo que compro, pero para ustedes tengo más. Vayan a mi casa y pidan a mi esposa un vaso de monedas de oro”. Los Jajamim fueron a la casa y contaron a la mujer lo ocurrido y la petición de su esposo. Ella les

Shemot · 283

preguntó si su cónyuge les había dicho que debía llenar el vaso hasta el borde, o todo lo que pueda contener. “No especificó”, dijeron los Jajamim. “Bueno”, les dijo ella; “si es así, les doy todo lo que pueda contener. Si mi marido no quería que fuera tanto, que me lo descuente de mi Ketubá”. Al saber el esposo lo hecho por su señora, la felicitó y duplicó el valor de la Ketubá. Otra vez sucedió también con Rabí Akibá, Rabí Eliézer y Rabí Yehoshúa, que salieron a buscar fondos para pagar las deudas que habían contraído a fin de mantener los lugares donde se estudiaba Torá. Había un donante, Aba Yudan, que solía darles, pero había empobrecido. Al ver a los sabios se avergonzó y se fue a su casa. Su mujer lo vio y le preguntó: “¿Por qué estás así?”. “No tengo nada para dar a los Jajamim.” Su esposa le dijo: “Sí tienes. Posees un campo; divídelo, vende una mitad, da el dinero a los Jajamim y arréglate con la otra mitad”. Así hizo; vendió la mitad y dio el importe a los Jajamim, quienes lo bendijeron y le dijeron: “Que Hashem complete tu falta”. Al arar la otra mitad del campo que le había quedado, su arado se trabó y descubrió un cofre con piedras preciosas. Se volvió millonario. Cuando los Jajamim pasaron de nuevo por esa ciudad, preguntaron por él y se enteraron de que había enriquecido. Al verlos, dijo: “¡Gracias! ¡Su bendición se cumplió!”. Los sabios le respondieron: “Mejor agradece a quien te proporcionó tan sabio consejo”. La función del hombre en el hogar se compara a la cabeza y la de la mujer al cuello de la persona. El hombre razona, dirige y toma las decisiones en el hogar, tal como lo hace la cabeza con el resto del cuerpo; el cuello “solamente” se encarga de dirigir a la cabeza. El Todopoderoso dotó a la mujer de cariño, paciencia e inteligencia, y de biná yeterá (Entendimiento, conocimiento profundo). Estos son los instrumentos con los cuales la mujer judía vigila y protege su hogar y a los que habitan en él, para que se mantengan siempre dentro de los lineamientos de la Torá. A ella se otorgó la importante labor de educar a los niños. Su hogar debe ser un lugar dedicado al servicio del Creador. Tu mujer será como una viña fructífera en los costados de tu casa, tus hijos como retoños de olivo alrededor de tu mesa.

Árbol de vida · 284

¿Cuál es el mérito de las mujeres? Que llevan a sus hijos a estudiar Torá y permiten a sus maridos estudiar Torá y les esperan hasta que vuelven de estudiar.107

— persevera y nunca te rindas — “Y ahora, si escuchan diligentemente Mi voz y guardan Mi pacto, serán para Mí un tesoro entre todas las naciones, pues Mía es toda la Tierra. Ustedes serán para Mí un reino de Cohanim y un Pueblo Santo” (19:5-6).

H

ashem dice a Am Israel: Ustedes vieron cómo castigué a los egipcios. Ellos ya estaban condenados por su derramamiento de sangre, adoración de ídolos e inmoralidad. Sin embargo, decidí terminar con Mi piedad cuando vi que los esclavizaron con dureza y que los hacían sufrir. Ustedes fueron testigos de cómo los protegí, así como las águilas cuidan a sus crías, atajé con Nubes de Gloria las flechas de los egipcios mientras los perseguían delante del Yam Suf. (Las aves transportan a sus pichones entre sus patas y las águilas los llevan sobre la espalda. A lo único que temen es al hombre y prefieren ser atravesadas por sus flechas antes que exponer a sus crías.) Ahora los traje al Monte Sinaí para que me sirvan. Si aceptan ser mis siervos por siempre, entonces están listos para recibir la Torá y convertirse en Mi Pueblo Elegido. Ustedes serán para Mí un Reino de Cohanim y una Nación Santa.

Shemot · 285

¿Qué sucedió para que a un pueblo sometido durante más de doscientos años en un país que simbolizaba la inmoralidad y el paganismo, una nación que recién se había liberado de sus opresores, de pronto se le presente Hashem y le diga: “A partir de hoy te elevaré al nivel de Reino de Cohanim y Nación Santa”? Todo fue por el mérito de haber aceptado incondicionalmente la Torá: Haremos y escucharemos.108 ¿Cómo fue que llegamos a tomar esa “precipitada” decisión? Rashí nos aclara la cuestión. Él cita el Mejiltá (Midrash, enseñanzas morales y filosóficas de la Torá) en el versículo de referencia, diciendo que Hashem nos está aconsejando: “Si ahora aceptan la Torá sobre ustedes, ella les será placentera. Al principio no va a serles fácil comprenderla y cumplirla, pero aun así deben aceptarla. Más adelante verán lo dulce que es”. Hashem quiso decirnos: “Deben saber que todos los comienzos son difíciles”. Cuando tratas de cumplir toda la Torá, puedes llegar a sentirse desalentado al verte tropezando con dificultades, y pasar de estar entusiasmado a sentirte desilusionado. Puede que te digas: “Las cosas son tan difíciles que jamás lo lograré. Nunca llegaré a ningún lado, de modo que haré bien en renunciar ahora”. Aquí es donde debes tener el coraje y la decisión de seguir adelante. Ese desaliento es sólo un sentimiento momentáneo; si antes de comenzar un proyecto estás predispuesto a soportar las dificultades, cuando éstas lleguen no te desalentarán. Recuerda siempre: no hay nada que se anteponga a la voluntad de la persona. El único obstáculo para no llegar a donde quieres eres tú mismo. El único camino para llegar consistentemente a tu meta es la perseverancia. El hombre cuya alma anhela hacer la voluntad de su Creador no se demorará en la realización de sus mitzvot. Sus movimientos serán tan raudos como los del fuego y no descansará hasta que la acción sea llevada a cabo.109 Hay una regla que dicta: cuando un individuo no encuentra interés en algo, ese algo se transforma en imposible aunque la realidad diga lo contrario. Y la misma regla dice: cuando el individuo tiene interés por alcanzar un objetivo, es casi seguro que lo logrará. Saldrán de su interior fuerzas increíbles y conseguirá aquello que, conforme a la lógica, no tenía ninguna posibilidad.

Ilaná de Jayé · 286

Una mujer viuda se dirigió a Elishá HaNabí para que la ayudara. Ella tenía que hacer frente a grandes deudas que su esposo había contraído. Durante varios años, él resguardó a cientos de profetas después de que la reina Izebel los amenazó de muerte y se ocupó de proporcionarles todo lo necesario para su manutención. La pobre viuda contó que sus acreedores demandaban su pago y ella no tenía con qué pagarles. Su pobreza era extrema. Elishá preguntó a la mujer: “¿Qué tienes en tu casa?”. Ella le contestó: “Lo único que me queda es una jarra de aceite”. El profeta le ordenó: “Ve a tu casa y pide a tus vecinos todos los recipientes que puedas conseguir; no importa la forma o el tamaño que tengan. Luego vierte en ellos el aceite que tengas dentro de tu casa. Mientras no se terminen los recipientes, el aceite no parará de fluir”. La mujer viuda hizo lo que dijo el profeta y milagrosamente todos los recipientes se llenaron de aceite. Cuando se acabaron los recipientes, el aceite dejó de fluir. En ese tiempo, el aceite tenía un alto valor en el mercado. Al venderlo, consiguió liquidar todas sus deudas, y con lo que sobró pudo mantener a sus hijos hasta el final de sus días.110 He aquí el consejo de Elishá: no importa cuán difícil veas el desafío que tienes frente a ti; mientras consideres que tu objetivo original es valioso, mientras no desistas y continúes intentando, “llenando tu recipiente” (es decir, colmando tu alma de Torá), la berajá no se apartará de ti. El Rab de Karín dijo: “Donde hay un intento de establecer el carácter judío, habrá montañas de obstáculos”. Observar los mandamientos de la Torá no es fácil. Nunca fue destinado a ser fácil. El hombre debe lograr su recompensa última con duro trabajo. Cumplir con la Voluntad de Hashem implica saber guardar la compostura y vencer los deseos y las tentaciones. Am Israel acampó frente al Monte Sinaí. Hashem quería mostrarnos con ello que el hombre debe invertir esfuerzo para ascender a la Torá. El Talmud nos dice que Sinaí era la montaña más baja. Esto también tiene un significado: mientras cumplir la Voluntad de Hashem puede requerir de mucho esfuerzo y perseverancia, este ascenso, aunque representa una dificultad, implica que llegar a la cima está al alcance de cualquier persona. ¡Todos podemos

No es posible alcanzar la verdadera iluminación intelectual de la Torá sino por medio del estudio metódico e infatigable, que lleva a saborear la dulzura y el néctar del saber.113

Shemot · 287

hacerlo! ¡Simplemente debemos invertir el esfuerzo necesario!111 Ese es el único modo en que alguien triunfa. Está escrito que la Torá es “dulce como la miel” para aquel que se dedica a ella. El que tiene este privilegio sentirá ese rico sabor y jamás se cansará de estudiarla. Si tu estudio no te sabe dulce, entonces significa que el “no quiero” está provocando el “no puedo”. Las grandes almas tienen voluntad; las débiles solo deseos… Necesitamos implorar a Hashem que la Torá que estudiamos sea dulce a nuestro paladar. Por eso cada mañana recitamos en el Modé Aní: “¡Por favor! Haz que nos resulten agradables las palabras de Tu boca en nuestras bocas. Y por consiguiente, lo serán en las bocas de nuestros descendientes, y en la de los descendientes de nuestros descendientes, y en la boca de todos los integrantes de Am Israel, Tu Pueblo…”. La recompensa de cada mitzvá se otorga por la voluntad de realizarla, porque llegar a cumplirla no está en manos de la persona.112

Árbol de vida · 288

— shabat — “Recuerda el día de Shabat para santificarlo” (20:8).

E

l Pueblo de Israel viajaba por el desierto. Cuando Hashem vio que descuidaban su estudio de Torá, los sometió a una prueba. El agua que llevaban se secó, sus vasijas se vaciaron y el agua potable se hizo más escasa. Había cientos de miles de personas, incluyendo mujeres y niños pequeños, y el agua escaseaba tanto que la sed era extrema. Después de tres días de viaje llegaron a un lugar llamado Mará, donde había un manantial en el cual, pensaron, podrían extinguir su sed. Pero al probarla encontraron que no era potable. Hashem había convertido sus aguas en amargas. La severidad de la prueba desafiaba la fe del pueblo; sin embargo, la nación se mantuvo firme. No obstante, el éreb rab (los egipcios que habían salido con ellos) comenzó una rebelión contra Moshé. Si se hubiesen dado cuenta del motivo por el cual Hashem había escaseado el suministro del vital líquido, el problema hubiese terminado, pero en lugar de eso se enfrascaron en el escándalo. A pesar de que su solicitud de agua estaba justificada, ellos fueron condenados por su falta de estudio de la Torá. Esto influyó negativamente en su carácter. Los profetas, por consiguiente, instituyeron que la Torá debería ser leída públicamente en el Bet HaKenéset todos los lunes y los jueves, de forma tal que ningún judío estuviera más de tres días sin escuchar palabras de Torá. Moshé clamó a Hashem y Él le mostró una clase de madera amarga que, al arrojarla dentro del agua, la convertía en potable. El pueblo acampó en Mará. Mientras tanto, Hashem enseñó a Moshé diez mitzvot, las cuales tendría que transmitir a los Hijos de Israel. Siete de ellas eran las Siete mitzvot de Noaj y, además, las mitzvot de Shabat, honrar a los padres y algunas leyes civiles. Un mes después acamparon en Elim, un lugar donde había doce manantiales de agua y setenta datileras, bajo las cuales los ancianos estudiaron con el pueblo las mitzvot que habían recibido en Mará. Después de cincuenta días de preparación, se recuperaron de la debilidad espiritual que había provocado el ataque de Amalek. Estaban listos para recibir la Torá en el Monte Sinaí y conseguir así el calificativo de “Pueblo Elegido”.

Shemot · 289

Llegó el día. El monte estaba cercado. Ninguna persona, además de Moshé, podía acceder a él. El estruendo de los truenos y los relámpagos era fenomenal. La voz del Shofar hacía temblar la tierra; el fuego se elevó hasta los Cielos y la montaña humeó como una caldera. El pueblo tembló de miedo. Una espesa nube envolvió a la montaña. Hashem inclinó los Cielos hasta que ellos alcanzaron el monte, y su Trono Celestial descendió sobre la montaña. Entonces se escucharon los Diez Mandamientos, uno de los cuales se refiere al cuidado del día de Shabat… Un rey tenía en su corte un ministro a quien quería tanto que le otorgó facultades para que hiciera lo que quisiera. Además, este hombre contaba con la simpatía de todos los comerciantes de la comarca y todos querían hacer negocios con él. Era tan rico que poseía su propio palacio. Era de esperarse que su gran éxito despertara la envidia de los demás ministros, quienes buscaban desacreditarlo, por lo que seguido era acusado de delitos injustificados. Cada vez que era llamado a comparecer en algún juicio, tenía al mejor abogado: nada más ni nada menos que el hijo del rey, su alumno más cercano. Él siempre llegaba al juzgado a defenderlo y a hablar bien de él. Cierta vez el ministro se enojó con el hijo del rey. Lo insultó y le pegó duramente, y de ahí en adelante el joven se convirtió en su enemigo más acérrimo. Un día llevaron al ministro a juicio y grande fue su decepcionante sorpresa al ver que el fiscal acusador era quien antes había sido su fiel abogado, el hijo del rey… ““¡Qué va a ser de mí!”, se lamentaba el ministro. “Antes, él era el único que me defendía en los juicios. ¡Y ahora, no sólo no estará de mi lado, sino que me acusará y me condenará...!”. Se le acercó un hombre sabio y le dio un consejo: “¿Qué ganas con llorar? Lo único que te queda es pedir perdón al hijo del rey y reconciliarte con él. Verás que después de esto será tu amigo como antes, y te defenderá en el juicio”. Hashem escogió a Am Israel como Su pueblo y lo engrandeció y lo enalteció por encima de todas las naciones del mundo. Le dio todas las llaves de Su Creación: las lluvias llegan por el mérito de Am Israel y todo lo que pasa (bueno o lo contrario) es por lo que se merece Am Israel. Y como muestra del amor

Ilaná de Jayé · 290

que Hashem tiene a Su pueblo, le concedió el día Shabat, que es como su “hijo predilecto”. Hashem consideró a Am Israel digno para confiarle su cuidado. Pero si el yehudí “se pelea” con Shabat y no lo cuida, pierde a su más grande defensor. Y no sólo eso, sino que Shabat pasa a ser su fiscal, y además lo acusará delante de Hashem por descuidarlo y despreciarlo... ¿Cómo podrá defenderse aquel yehudí que no cuida Shabat delante de Hashem, si está menospreciando a Su “Hijo Predilecto”? La solución es “hacer las paces” con el día de Shabat; respetarlo de acuerdo con lo que la Halajá indica; dejar de lado en ese día todas las actividades mundanas y dedicarse a las actividades espirituales; y hacer del Shabat una señal entre Hashem y entre Am Israel. De esa manera, cada vez que la persona tropiece y sea sometida a juicio por algo que hizo, aunque quizás merezca ser castigada vendrá Shabat y la defenderá delante de Hashem. Porque la mitzvá de Shabat equivale a todas las mitzvot de la Torá. Por cuidar un día a la semana, salvará todos los días de su vida...114

La persona que cuida Shabat crea ángeles que la protegen durante los días de la semana.115

— cuidando el honor de los demás — “Y no subirás por escalones sobre Mi Altar, para que no se descubra tu desnudez sobre él” (20:23).

L

a Torá nos muestra un detalle de la construcción del Mizbeaj (Altar), del cual podemos sacar una enseñanza práctica. El Altar era el lugar donde se acercaban los animales que se sacrificaban en el Mishkán (Tabernáculo), cuando

Shemot · 291

Am Israel estaba en el desierto y, posteriormente, cuando se edificó el Bet HaMikdash (Templo Sagrado) en Yerushaláim. Hashem solicitó que se construyera una rampa para ascender al Altar. Esta era la única forma de subir. ¿Cuál fue el motivo? Dice el versículo: No ascenderás en gradas a mi Altar para que no se descubra tu desnudez sobre él.116 Unos versículos más adelante dice: y harás para ellos pantaloncillos de lino para cubrir su desnudez.117 Anteriormente, hombres y mujeres vestían túnicas. Entonces, aunque el Cohén estaba vestido con una, al subir tenían cubiertas sus partes íntimas. Entonces, ¿por qué se exigía a los Cohanim subir por la rampa? ¡Que suban por escaleras! Su desnudez igual estaba cubierta. El Talmud declara que había una piedra frente a la Menorá que tenía tres peldaños, sobre la que se paraba el Cohén cuando la encendía. ¿Por qué en el Altar no podían usar escaleras y para encender a la Menorá sí? La Torá quiere enseñarnos dos cosas fundamentales en el Judaísmo: la primera es que el Mizbeaj representaba el arrepentimiento. Sobre él se traían las ofrendas mediante las cuales se obtenía el perdón. La Menorá ejemplifica a la Torá. Su propósito era iluminar y la Torá es luz.118 Cuando subimos por una escalera lo hacemos gradualmente, y cuando lo hacemos por medio de una rampa lo hacemos con movimientos rápidos. En lo que refiere al estudio de la Torá, se debe ascender paso a paso; no se puede correr y entender la mitad de las cosas. Sin embargo, la teshubá se puede cumplir instantáneamente, pasando de un estado al otro en un santiamén. La segunda enseñanza es que, aun cuando el Cohén subía con los pantaloncillos puestos, al momento que ampliaba sus pasos para subir la rampa algo alcanzaba a verse, y con ello estaba faltando al respeto al Mizbeaj. Si es así, también en la rampa podían descubrir su desnudez. El Cohén no debía dar pasos largos, sino que colocaba el talón al lado del pulgar y el pulgar al lado del talón. El Cohén debía caminar despacio dando pequeños pasos para evitar toda postura que no fuera recatada, a fin de dar el respeto apropiado al Mizbeaj y al Bet HaMikdash.

Árbol de vida · 292

Si la Torá, refiriéndose a unas piedras, que son una creación inerte (es decir, que no tienen entendimiento para sentirse mal cuando se las desprecia), dijo que está prohibido hacer alguna acción que pueda verse como despectiva para con ellas, ¡con mucha más razón debemos nosotros cuidarnos de no despreciar a nuestro prójimo, quien está hecho a imagen y semejanza del Creador, y verdaderamente le duele cuando es despreciado…! Había una humilde jovencita judía que trabajaba en la casa de una pudiente familia. Uno de sus deberes era cocinar diariamente para los miembros de la casa. Una vez estuvo en un dilema: no sabía qué preparar para la comida. De repente recordó que su patrona la enviaba de cuando en cuando con el Rab a preguntarle cualquier duda que tenía en la cocina. Entonces, ella decidió ir a pedir consejo al Rab. Cuando llegó a casa del Rab, él se percató de que ella estaba apenada y le preguntó cuál era el motivo de su pesar. Ella le dijo que no sabía qué hacer de comer ese día. El Rab se quedó pensativo y le dijo: “Me hiciste una pregunta complicada”. El Rab trajo algunos libros de su estudio, los examinó y le preguntó: “¿Qué preparaste en los últimos tres días?”. Ella le contestó y el Rab se quedó pensando un tiempo breve. Luego le dijo que lo más conveniente era que para el plato principal cocinara lo mismo que hacía tres días; para la guarnición pusiera lo que preparó hacía dos días; y de postre lo mismo de la noche anterior. El Rab le dio una bendición para que tuviera éxito, y ella partió muy aliviada y feliz. La esposa del Rab había observado la escena y, después de que la joven partió, dijo a su marido: “No entiendo. Como Rabino de la comunidad, ¿no tienes cosas mejores y más importantes que hacer que ayudar a esa niña a planear su menú?”. El Rab le respondió: “Tú no entiendes lo que sucedió. Esta simple niña es muy sincera y sabe que toda vez que hay una pregunta difícil en la cocina, la mandan para preguntarme. Por tanto, ahora que tuvo la iniciativa de venir a consultar su dificultad, ¿me hubiese reído de ella? De ser así, seguramente en un futuro, cuando tenga una duda real respecto a la Halajá dentro de la cocina, no querrá venir a consultarme”.119

Shemot · 293

Una de las siete cosas que caracterizan a un hombre sabio es que no se apresura a contestar.120 También está escrito: “La vergüenza es el más grande de los dolores”.121 ¡Cuánto tenemos que cuidarnos de no avergonzar al prójimo! Es algo verdaderamente delicado, al grado que dicen los Jajamim: “No se destruyó Yerushaláim sino porque se avergonzaban uno al otro”.122 El Rab Shraga Faivel Mendelovitz fue el fundador de la Yeshibá Torá Vadaat. Una vez pasó un Shabat en Miami, en la casa de uno de sus exalumnos. Ambos fueron a la sinagoga y, cuando regresaron, el anfitrión abrió la puerta de la casa, pero se conmocionó y se avergonzó ante la escena que estaba presenciando. Su esposa, exhausta después de una semana en la que había trabajado con ahínco para cumplir con su responsabilidad de mantener la casa en orden, estaba dormida en el sofá. La mesa de Shabat no se encontraba lista; los platos estaban apilados en un montón junto al vino y la copa de Kidush. Frente a la cabecera de la mesa había dos grandes jalot (panes trenzados) descubiertas. La costumbre es cubrir los jalot al hacer Kidush (como la bendición sobre el pan por lo regular antecede a la del vino, es metafóricamente una “vergüenza” para el pan estar descubierto durante el Kidush en Shabat). El alumno volteó a ver a su Rab y en ese momento sintió que se había avergonzado por el “desorden” de las cosas en su casa, por lo que gritó a su esposa de manera humillante. “¡Levántate! ¡Terminemos de preparar la mesa!”. Volviéndose hacia al Rab, exclamó: “Por favor, disculpe. Estoy seguro que haber dejado el pan descubierto fue un descuido. Todo el mundo sabe”, dijo mirando a su avergonzada esposa, “que debemos cubrir las jalot antes del Kidush...”. Pero Rab Mendelovitz estaba molesto no por el desorden, sino por el comportamiento arrogante de su exalumno, y le dijo: “A lo largo de los años he visto muchos casos de gente con todo tipo de problemas. Estudiantes, parejas y adultos de todas las posiciones sociales han venido a verme para discutir sus situaciones personales. ¡Pero jamás ha venido alguien a mi oficina preocupado porque su jalá está sufriendo de ‘complejo de inferioridad’ por haber quedado descubierta durante el Kidush! ¿Sabes por qué?

Ilaná de Jayé · 294

¡Porque en realidad no estamos preocupados por la vergüenza de la jalá! Estamos preocupados por ser más conscientes de los sentimientos ajenos, para ser así mejores personas. Nos preocupamos de cubrir la Jalá porque el objetivo verdadero es darnos cuenta de los sentimientos de la gente. ¿Cómo puedes avergonzar a tu esposa frente a mí por no haber cubierto la jalá, cuando el propósito de cubrirla es supuestamente entrenarnos a ser más sensibles a los sentimientos de la gente…?”. Es conocido lo que dice la Guemará: Es preferible que un hombre se arroje dentro de un horno ardiente antes que humillar a otro públicamente.123 La vida es lo más valioso y sagrado que poseemos; aun así, la Torá nos ordena ponerla en riesgo antes que avergonzar al prójimo. A veces nos cuidamos de no agredir físicamente a nuestro compañero; sin embargo, hay un tipo de agresión que es peor: la agresión verbal, que resulta más perversa que la física. Porque esta última afecta al cuerpo, y la verbal, al alma. Además, las heridas físicas sanan, y las verbales no.124 En ocasiones decimos: “¡Sólo estoy bromeando! Al otro no le molesta…”. ¿Estás seguro de que no le molesta? ¿O sólo por quedar bien o por no hacer un lío más grande soporta “tus bromas”? Tenemos que hacer hincapié en cuanto al respeto que debemos a nuestros hijos, maestros, alumnos, compañeros, empleados y, en especial a nuestro cónyuge, ya que por la confianza entre ambos a veces se pierde esa sensibilidad y sentimos que la otra parte tiene que soportar nuestras “agresiones inocentes”. Sí, debe haber alegría y bromas entre ellos, como en cualquier relación interpersonal, pero éstas deben ser siempre sanas. Hay que poner mucho cuidado de no herir sus sentimientos. Incluso cuando tengamos que reprochar, hay que escoger bien el momento, el lugar y la forma de hablar. El respeto en el matrimonio es un ingrediente esencial del cual depende la durabilidad del afecto y del compromiso de la pareja. El shalom bait, la paz hogareña, debe construirse con mucho respeto, esmero y amor.

a nadie en el mundo, porque todas las criaturas son obras de las Manos del Creador de todo, y todo lo que creó Hashem en Su mundo no lo hizo sino por Su Propio honor.125

Shemot · 295

No debe menospreciarse

Árbol de vida · 296

Perashat Mishpatim — la palabra de hashem es perpetua e infalible — “Y estas son las leyes que pondrás delante de ellos” (21:1).

E

n esta Perashá se ordenan 53 de las 613 mitzvot de la Torá. Se trata de leyes de tipo civil, de daños y perjuicios entre una persona y su compañero. Varias de ellas se encuentran en los códigos de leyes de otras naciones. El hombre posee una parcial comprensión de la justicia; su limitado criterio para legislar ha provocado que las leyes hechas con él se encuentren falseadas. Los grandes juristas universales reconocen la inexactitud que presenta el código civil promulgado por los hombres, en tanto que las leyes de Hashem son inmutables e infalibles…126 La Perashá comienza diciendo: Y estos son los estatutos… La preposición “Y” viene a mostrarnos que las leyes dictadas en esta porción de la Torá son continuación de los Diez Mandamientos que leímos la semana anterior. Quiere decir que tanto las leyes que rigen entre el hombre y el Creador, como las de tipo socialeconómico, fueron dictadas por Hashem en el Monte Sinaí. Eso es lo que da poder y vigencia al código de justicia social de la Torá, incluso miles de años después de su institución.127 La diferencia entre la Torá y cualquier otro sistema de leyes es enorme y fundamental. Ninguna ley hecha por el hombre puede abarcar y entender los deseos y la voluntad de cada uno de los miembros que componen una comunidad. Es por esto que, en cuanto el hombre encuentra algo que obstaculiza el camino hacia sus objetivos, simplemente lo “salta” y sigue adelante… Esto definitivamente no resta veracidad a las leyes. Por este motivo, la Torá nos advierte en esta misma Perashá: ¡Aléjate de la falsedad!128 También nos advierte alejarnos de los hábitos y costumbres de las demás naciones.129 ¿Cuál es la ley verdadera? Intentamos buscar el significado de “verdad” en los diccionarios y encontramos múltiples definiciones. La verdad del ser humano es relativa; depende del entorno

Shemot · 297

y de la situación de la persona que la proclama. El Pueblo Judío tiene una sola verdad. Es absoluta, constante y eterna. Sólo puede emanar del Creador del Universo, y ésta se encuentra plasmada en su Torá. Era una noche fría y oscura. Berel golpeó a la puerta de la posada. Tenía los huesos helados. No hubo respuesta. Golpeó por segunda vez. Después de lo que le pareció una eternidad, oyó el sonido del cerrojo que se abría. Los ojos confusos del posadero buscaban con la linterna en la mano a aquel que tocaba a la puerta a esa hora. “¿Tiene un cuarto?”, preguntó Berel. “¡Estamos llenos!”, dijo el posadero. “Pero seguramente tendrá algún lugar donde yo pueda dormir”, rogaba el forastero. “Lo siento. Todos los cuartos están ocupados. Llegó a la ciudad el circo. No quedó ni una sola cama libre en toda la posada.” El posadero abrió por fin la puerta y le dijo: “Mire, lo único que se me ocurre es que comparta la cama con el payaso del circo. Usted decide. Tómelo o déjelo”. Sin pensarlo, Berel respondió: “Lo tomo”. Entró rápidamente a la posada mientras decía: “Agradezco su amabilidad… Por favor, ¿podría despertarme antes de que amanezca? Mañana tengo que hacer un viaje muy largo”. El posadero lo miró amenazante y dijo: “¡¿También quiere que le lleve el desayuno a la cama?!”. Berel se quedó en silencio, temiendo quedarse congelado en la vía pública. “Bueno”, dijo finalmente el posadero, a regañadientes. Berel se dirigió a su habitación, se desvistió y colgó con cuidado su ropa en una percha, junto al traje del payaso. A las cuatro y media, el posadero golpeó a su puerta. Berel despertó. Con los ojos a medio abrir, salió a duras penas de la cama, se vistió y se dirigió hacia la primera luz del día. Media hora más tarde amaneció. Berel iba caminando por la calle principal del pueblo. De pronto, un hombre lo señaló y estalló en una explosión de carcajadas. “¿Qué tiene de gracioso?”, pensó Berel. Cuando se cruzó con la persona siguiente, y luego con una tercera, y con una cuarta, todos reían al verlo. Entonces se puso a pensar: “¿Qué pasa? ¿En este pueblo están todos locos?”. Justo en ese momento, pasó por un negocio que tenía un enorme aparador y se vio reflejado en el vidrio… Helado ante lo que vieron sus ojos, se quedó contemplando su propio reflejo. Frente a él estaba un judío con largas peot y barba, vestido con un traje de raso rojo, con tres enormes círculos de colores en la parte

Ilaná de Jayé · 298

delantera… “¡El tonto del posadero!”, exclamó Berel. “¡En lugar de despertarme a mí, despertó al payaso…!”. Podríamos pensar: “¡Qué historia tan ridícula!”. Pero si cavilamos un poco acerca de nuestra situación actual, encontraremos sentido a esta parábola. Es triste ver la terrible crisis de identidad que sufre hoy el Pueblo Judío. Estamos confundiendo nuestro papel con el que corresponde al resto de las naciones. Tenemos nuestro propio código de leyes, un Pacto Eterno que recibimos directamente del Creador; fue puesto en manos de Moshé y de allí ha ido pasando de generación en generación hasta nuestras manos. Varios han perdido el rumbo y deambulan por las calles pretendiendo ser lo que no son. La distancia más grande es cuando no hay sentido de la distancia. Uno está más perdido que nunca cuando ni siquiera tiene idea de que está perdido, sin ningún deseo de regresar a su casa, ¡porque cree que está en ella…!130 Veamos otro ejemplo: Un hombre dice a su esposa: “He revisado todos los cajones y todos los trajes que están en la casa, y no puedo encontrar el billete de cien dólares”. La mujer le pregunta: “¿Buscaste en los pantalones que están en la lavadora?”. “Sí”, responde él. La mujer le sugiere: “¿Buscaste en el automóvil? Quizás se cayó allí”. “Sí, lo he revisado y no lo encontré.” “¿Llevaste ya los pantalones que apartaste para la tintorería?”. “No, siguen en su lugar.” “¿Y ya los revisaste?” “No he revisado allí.” “¿Y qué estás esperando?”, pregunta la mujer. “¡Es que es el único lugar que me queda por revisar!”, dijo. “¡Entonces revísalo!”. “No puedo.” “¿Por qué no?”. “Porque si yo busco allí y no lo encuentro, entonces realmente me deprimiré, pues sabré que verdaderamente lo he perdido….”. ¿Cuántas veces te has puesto a pensar hacia dónde vas? ¿Hasta cuándo piensas seguir viviendo el hoy de una forma y despertar al siguiente día percatándote de que el ayer fue una mentira? Cerrar los ojos para no verte obligado a cambiar y modificar tus hábitos está privándote de la verdad. ¡Es difícil aceptar y cambiar! Cierto. Pero finalmente va a ser más complicado despertar en la vejez y darte cuenta de que viviste en la mentira de los placeres y de todo aquello que presume autenticidad… Negar la verdad sólo te hace perder tiempo…

La palabra del Eterno es recta y toda su obra está hecha con verdad.131

— la misión del educador — “Y estas son las leyes que pondrás delante de ellos” (21:1).

H

ashem ordena a Moshé que enseñe las leyes de la Torá como una mesa servida y lista para comer de ella. La lección debía ser tan clara y tan a la mano como los alimentos que se encuentran delante de los comensales. El código de leyes judías es conocido como el “Shulján Aruj”, que literalmente significa “mesa puesta”. Esto significa que en todos los temas de Halajá uno debe actuar con total integridad, así como se cuida con la comida que introduce a su boca.132 Hashem dijo

Shemot · 299

Dos hombres se encontraban consolando a una familia en la que había fallecido el abuelo. Uno preguntó al otro: “¿Sabes de qué murió?”. El otro responde: “No lo sé; estaba sano hasta su ultimo día, y murió repentinamente”. Un tercer hombre, que estaba parado cerca y había oído la conversación, interrumpió: “Ustedes están equivocados. Sólo aquel que no ha acumulado Torá y mitzvot muere de repente, puesto que no espera ese día y viene ante su Creador sin estar preparado. Sin embargo, aquel que se prepara a lo largo de todos sus años para este día, lo anticipa y no muere de pronto, sino completamente preparado”. ¡Finalmente la verdad alcanza a todo el mundo! Puedes seguir creyendo cualquiera de las “verdades” mundanas, en la negación de lo que es realmente auténtico. Sólo será temporario. Escoger la verdad de la Torá y vivir de acuerdo con ella te proporciona el deleite eterno. La verdad es sólo una y es la que proviene del Creador.

Árbol de vida · 300

a Moshé: “Que no se te ocurra decir: Yo impartiré las lecciones que recibí de Hashem cuando subí a Har Sinaí. Les enseñaré dos o tres veces, pero no me molestaré en hacerles comprender las razones del tema ni su explicación”. Hashem advierte a Moshé acerca de cómo debe ser el perfil que requiere la persona que enseña Torá a los demás. No es suficiente repetir simplemente una lección dos o tres veces, sino que, en cambio, un maestro debe exponer las ideas al alumno de forma clara y concisa, a fin de que el alumno entienda totalmente el tema en cuestión.133 Rab Israel Yaacob Lubchansky trató, una vez, de influir espiritualmente sobre cierto alumno durante muchos meses. A pesar de haber dedicado mucho tiempo al joven, sus esfuerzos resultaban insuficientes; el muchacho se resistía a recibir la enseñanza del Rab. Había llegado a un punto en que el Rab expresó con sinceridad que comenzaba a perder la paciencia y esto provocó un sentimiento de indiferencia e incluso de rechazo hacia el joven. “Fue entonces que un pensamiento se apoderó de mi mente y me decía: ‘Hashem no te concedió el privilegio de tener hijos, pero supongamos que este joven fuera tu propio hijo. En ese caso, ¿lo ignorarías?’. ¿Por qué entonces lo estoy rechazando? ¿Sólo porque pertenece a otra persona?”. Después de esta reflexión, el Rab se sintió renovado; se fortaleció al ser invadido por el amor hacia su querido alumno, y así su indiferencia se convirtió en apego. Comenzó a trabajar de nuevo con él, y con el tiempo el joven creció para convertirse en un destacado rabino.134 Un padre trajo a su único hijo a la Yeshibá de Volozhin. El padre habló con Rab Naftalí Tzvi Berlin, el Rosh Yeshibá, y le solicitó que tuviera un cuidado especial con su único hijo. “Usted tiene solamente un hijo”, dijo el Rabino; “yo tengo cuatrocientos únicos hijos”.135 Rab Yaacob Itzjak Ruderman recordó que, cuando era un joven estudiante, estuvo cierta vez en medio de una conversación con Rab Natán Tzvi Finkel, Rosh HaYeshibá de Slavodka, cuando entró su hijo, Rab Laizer Yudel Finkel. A pesar de que el Rab Natán Tzvi Finkel no había visto a su hijo durante varios años, casi no posó su mirada en él y continuó la discusión

Shemot · 301

con su alumno hasta finalizarla. Luego se dirigió a su hijo y lo saludó con un cálido abrazo. Más tarde su mujer le preguntó: “ ¿Por qué has ignorado a nuestro Yudel?”. Entonces él contestó: “¡Estaba conversando con Yaacob Itzjak!”. “¡Pero Laizer es tu hijo!”, ella protestó. “También Yaacob Itzjak es mi hijo”, él respondió.136 Cuentan sobre un Rosh Yeshibá de nuestra época que no tuvo el mérito de ver a sus propios hijos como Talmidé Jajamim, sino como personas comunes. En el mismo edificio vivía una persona común que sí tuvo el mérito de ver a todos sus hijos como Talmidé Jajamim, y a su vez sus hijas se casaron con renombrados estudiantes de Torá. En cierta ocasión, se lamentó ese Rosh Yeshibá delante de su vecino. El Rab le confesó que no sabía por qué sus hijos no salieron como él, y cómo era posible que él consiguiera esa clase de hijos y yernos. “¿Qué método empleaste para tener ese resultado?”, le preguntó el Rosh Yeshibá. El vecino le respondió: “Es muy simple: quien invierte en sus hijos, luego recoge los frutos. En su casa, los viernes en la noche, cuando usted regresa del knis, hace Kidush rápido, comen de prisa, los cantos de Shabat se hacen sistemáticamente y hacen enseguida Birkat HaMazón”. “Bueno”, respondió el Rab, “como usted sabe, tengo que preparar la disertación que daré al otro día en la Yeshibá.” “¡Ese es el problema!”, le increpó el vecino. “La consecuencia es que también sus hijos se dispersan por la casa y se pierde el sabor del Shabat, que es como el placer del Mundo Venidero. Sin embargo, en mi casa me reúno con mi familia con alegría, con tiempo. Cantamos Shalom Aléjem en forma pausada, y realmente se parecen a ángeles del Todopoderoso. En el Kidush, todos lo escuchan y parezco, en ese momento, como un rey en mi mesa. Luego doy la berajá a cada uno de ellos, hacemos netilat yadaim, y gustamos de lo que se preparó. Entre cada porción aprovecho para escuchar a mis hijos cómo comentan lo estudiado durante la semana; aprovecho para sacar algo nuevo de los estudios y a su vez los aliento para que crezcan más y más. Al final, todos juntos cantamos las canciones de Shabat y sentimos el placer de la mesa de Shabat, lo cual los alienta a ser Talmidé Jajamim.”

Ilaná de Jayé · 302

No hay magia; hay dedicación y amor. Rabí Elazar ben Azariá dijo: “Donde no hay enseñanza no hay bondad, y donde no hay bondad no hay enseñanza”.137 Un hijo es siempre único para su padre. Sin embargo, en ocasiones tenemos que apoyarnos en un maestro. El problema es que él no tiene un solo discípulo; su enseñanza se extiende a varios. Es por eso que la responsabilidad recae primero sobre el padre y, cuando se busca la ayuda de un maestro, él tiene la obligación de tomar a todos y cada uno como “hijos”; en cierto sentido, son como los hijos propios.138 ¡Qué grande e importante es la responsabilidad del educador! Debe adquirir la paciencia necesaria para explicar las cosas detalladamente. El Talmud señala al gran sabio Hilel como un modelo de maestro, pues nunca perdía la calma, aun cuando constantemente le hacían preguntas frívolas.139 Rabí Peredá solía repetir con un alumno hasta cuatrocientas veces cada lección y obtuvo una gran recompensa.140 Si encuentras a un estudiante que tiene dificultades con sus estudios, atribúyelo a que su maestro ha fallado en mostrar un semblante apacible.141 Rabí Elazar dijo: “Que el honor de tu alumno sea tan querido para ti como el tuyo propio… y la reverencia para tu maestro como el temor del Cielo”.142 Está escrito en el Talmud: “Dice Rabí Janiná: He aprendido mucho de mis maestros, y más que eso, aprendí de mis colegas, pero de mis alumnos aprendí más que de todos ellos”. Dado que el maestro se beneficia mucho de su estudiante, Rabí Elazar instruye al maestro que el honor de su estudiante debe ser tan preciado para él como el suyo propio. Por otra parte, instruye al estudiante que, si bien el maestro se beneficia mucho de él, el alumno debe tener el máximo respeto para con su maestro, al grado que es comparable con el temor del Cielo. Los alumnos observan y analizan a un maestro meticulosamente. Estar mucho tiempo en presencia del maestro les da una oportunidad de evaluar el grado de su temor al Cielo. La Mishná está diciendo que si el maestro espera que los estudiantes le “teman”, depende de su temor al Cielo. Si ellos lo ven grande en este atributo, también se aferrarán a él con temor reverente.

Un padre es alguien que da a su hijo la vida física; un maestro de Torá da a sus alumnos una vida espiritual.144

— seiscientos trece consejos de vida — “Estas son las leyes que pondrás frente a ellos...” (21:1).

L

os seiscientos trece preceptos de la Torá están divididos en tres clases: mitzvot, jukim y mishpatim. Las mitzvot son mandamientos que tienen lógica y explicación; por ejemplo, Shabat, Kipur, etc. Los jukim son los que no tienen lógica, como vestir lana y lino en una misma prenda. Los mishpatim son los más fáciles de entender; aunque la Torá no nos hubiese ordenado cumplirlos, lo haríamos de todas formas, pues es lógico que

Shemot · 303

Esto es lo que aprendemos de la orden que dio Hashem a Moshé: la persona que enseña debe hacer a un lado su propia elevación espiritual y dedicarse en cuerpo y alma a explicar las leyes a sus alumnos, hasta que sean comprendidas en su totalidad. El único interés que debe tener en mente es la superación espiritual de sus discípulos. En los tiempos de la resurrección de los muertos, los justos se elevarán a la vida eterna y los malvados al desprecio eterno. Ellos, los sabios que se ocuparon de la Torá y las mitzvot, brillarán como luces en el firmamento, y aquellos que convirtieron a otros en justos, como los maestros de Torá de los niños judíos, brillarán como estrellas para siempre.143

Árbol de vida · 304

el hombre deba respetar a sus padres, no matar, etc. El problema comienza cuando el hombre encuentra que alguna de las ordenanzas de la Torá no se ajusta, de acuerdo con su criterio, a su forma de vida. Cuando llega a este extremo, tiene dos opciones: obedecer y cumplir tal y como está escrito, o dejarse manejar por su mal instinto, que le aconseja actuar conforme a su comodidad o conveniencia. Había un rey que tenía la ilusión de que su único hijo se convirtiera en un famoso pintor. Era un amante de las obras de arte y soñaba con que las paredes del palacio estuvieran adornadas con cuadros, que fueran tan reales que parecieran las ventanas del palacio. Cuando comenzaron los maestros a adiestrar al niño en el arte de pintar, se percataron de que era incapaz de distinguir los colores. Después de un arduo estudio, se descubrió que el heredero a la corona padecía una rara enfermedad de la vista denominada daltonismo. El rey, decepcionado, consultó a los médicos del reino para saber si había alguna esperanza para el niño. Todos contestaron al unísono que la enfermedad era incurable. Uno de los consejeros del rey se acercó y le dijo: “Si me permite, su majestad. Tengo una solución. Deme la oportunidad de mostrarles que el niño es capaz de pintar”. La respuesta del rey no se hizo esperar y el niño salió junto con el consejero para recibir el tratamiento. Pasan unos días y el rey recibe una invitación para observar cómo pinta su hijo un hermoso paisaje. El rey, emocionado, convoca a todo su séquito para celebrar el restablecimiento de la salud de su hijo. Llega el día esperado. El niño parado frente al caballete toma pintura de la paleta donde tenía los colores y los plasma en el lienzo formando bellas y armonizadas figuras. El rey se emociona tanto que comienza a aplaudir. Todos los que están allí lo siguen con júbilo… De pronto, el niño comienza a equivocar los tonos del cuadro. El padre se acerca y le pregunta: “¿Qué pasa contigo, mi querido hijo? Comenzaste bastante bien tu cuadro y ahora… ¿De nuevo confundes los colores?”. El niño contesta al padre: “Disculpa que me desvíe de las instrucciones de tu consejero… Al principio seguí unos pequeños números que marcamos en el lienzo antes de la presentación. ¿Alcanzas

Shemot · 305

a verlos? Yo solamente tenía que ver el número marcado en el lienzo y empatarlo con el color que también está marcado con el mismo número en la paleta. Cuando comenzaron a aplaudir, me emocioné tanto que decidí olvidar los números y pintar por mi cuenta…”. Esto se compara a lo que sucede en la vida de un yehudí. Nuestra existencia debe estar regida por las seiscientas trece mitzvot de la Torá. Ellas son como aquellos números en el cuadro; nuestra limitada visión humana nos impide ver más allá de la corta razón que poseemos, y esto nos hace errar la forma en que nos conducimos por la vida. Las leyes y los estatutos de la Torá fueron diseñados por Hashem, que es Omnipotente. Él sabe qué es lo mejor para nosotros y, aunque en ocasiones no entendamos la belleza y la lógica de la Torá, ello no significa que no exista, ni tampoco nos exime de cumplirla. Es sólo que nuestra capacidad para entenderla es limitada. Si nos aplicamos en cumplir con todo lo que está escrito en ella, si hacemos caso a los “consejeros” del rey, es decir, si escuchamos las recomendaciones que nos dan los Jajamim, al final de nuestros días saldremos de este mundo como autores de bellas pinturas, que estarán coloreadas con todas las cosas buenas que realizamos en ella, y éstas serán el instrumento para vivir con deleite la vida eterna. Un hombre había acumulado una inmensa fortuna. Anciano y enfermo, veía que se acababan sus días. Su joven hijo se encontraba muy lejos de allí, en Éretz Israel, estudiando Torá. El hombre preparó su testamento dejando todas sus posesiones a su único hijo. Ahora podía irse tranquilo de este mundo, sabiendo que él seguiría creciendo y continuaría con sus estudios sin la preocupación de la manutención. Sólo había algo que le inquietaba: tenía un sirviente que era perverso y ladrón, que sin duda pretendería apoderarse de la herencia de su querido hijo. Cuando vio que su muerte era inminente, llamó a su sirviente y le dijo que llevara a un escriba. Desde su lecho de moribundo, el hombre empezó a hablar: “Tú —dirigiéndose al sirviente—, escucha bien lo que voy a dictar al escriba. Serás el encargado de entregar este testamento a mi hijo...”.

Ilaná de Jayé · 306

El sirviente pensó en su interior: “¡Apenas mueras, me llevaré todo lo que hay aquí y nadie sabrá de mí...!”. El hombre continuó dictando al escriba: “Lego todos mis bienes, dinero y propiedades a mi sirviente. Mi hijo sólo podrá escoger una cosa de todo lo que poseo”. El sirviente no podía dar crédito a lo que estaba escuchando. “Creo que va a ser más fácil de lo que pensé. No tendré que robarle la fortuna a este viejo, sino que la heredaré legalmente. Le avisaré al joven que venga a despedirse de su padre.” El hijo llegó a la ciudad, pero no pudo ver a su padre vivo, pues ya había fallecido. Sumado a la congoja de haber perdido al único y más importante vínculo familiar que tenía, se sintió desamparado al enterarse de que la fortuna que debía haber pasado a sus manos estaba en posesión del sirviente. Se presentó en lo que era su casa y el sirviente le dijo, altanero: “Aquí tengo conmigo el testamento, firmado por puño y letra de tu padre. Todo lo que ves me pertenece. Sólo una cosa puedes escoger. ¿Qué te gustaría? ¿Un jarrón? ¿Un caballo? ¿Una casa, quizás?”. El joven se retiró indignado y se dirigió al Bet Din. “No entiendo”, decía el joven al Rab. “Mi padre conocía al sirviente y sabía que era un embustero. ¡Y sé que a mí me quería como a sus ojos! ¿Cómo es posible que me haya dejado sin nada? ¿Qué haré ahora? ¿Cómo podré seguir estudiando Torá en Éretz Israel?”. “Todo esto es muy extraño”, coincidió el Rab. “El testamento es auténtico, y el mismo escriba atestiguó que ésas fueron las palabras de tu padre...”. El Rab se quedó pensando unos instantes y luego agregó: “¡Un momento! Pero... ¿Cómo no se me ocurrió antes? ¿Sabes? Tu padre sí te quería mucho, y realmente te hizo un gran favor con este testamento. ¡Oh, qué sabio fue!”. “No entiendo nada. ¿Se puede saber de qué se trata?”, preguntó intrigado el joven. “Mira, vamos a citar al sirviente al Bet Din para mañana, y allí le pedirás la única cosa que tienes derecho a poseer...”, respondió el Rab. Luego de eso, explicó lo que tenía que hacer. Al otro día, el sirviente se presentó en el Bet Din, luciendo una amplia sonrisa. Saludó a todos los rabinos y luego se dirigió al joven. “A ver, pídeme lo que quieras. Aquí delante de los jueces te prometo que nada te voy a negar. ¡Recuerda que es sólo una

Las seiscientas trece mitzvot de la Torá son seiscientos trece (etzot) consejos que Hashem nos entregó para poder llevar una vida plena y digna.

Shemot · 307

cosa!”. Lo que dijo el joven hizo que la irónica sonrisa del sirviente se congelara en su rostro como una ridícula mueca: “¡Lo que quiero es que tú seas mi sirviente...!”. Inmediatamente se escuchó la potente voz del Rab: “¡Dicho y hecho! El hijo tiene el derecho de escogerte a ti como sirviente, pues formas parte de las posesiones de su padre. Ahora él es tu nuevo amo. ¡Y todos los bienes de un sirviente son propiedad de su amo! ¡Así lo establece la Torá!”. ¿Qué sucedió después con el sirviente? No se sabe. Seguramente el joven lo liberó, para que no le pasara en el futuro lo que sucedió a su padre... Hashem nos dejó un documento que es la Torá. Hay quienes se apresuran a creer que por medio de este legajo Él pretende molestar o incomodar al yehudí con tantas mitzvot. Sin embargo, si lo analizamos detenidamente, por medio de nuestros Jajamim descubriremos que Hashem nos legó la Torá sólo para que vivamos rodeados de méritos, y nos beneficiemos por medio de ellos.145

Árbol de vida · 308

— no todo el dinero que tenemos es nuestro — “Cuando prestes dinero a Mi pueblo, al pobre que está contigo, no actuarás hacia él como un acreedor…” (22:24).

L

a narración de la entrega de la Torá que recibimos en el Monte Sinaí y sus ordenanzas se encuentra dividida en dos partes: en la Perashat Itró, donde escuchamos los Diez Mandamientos, y en Mishpatim, donde encontramos las leyes concernientes a la justicia social. Hay quien llega a equivocarse con la idea de que estas leyes son de menor importancia que las mencionadas en los Diez Mandamientos; por eso la Perashá comienza diciendo: Y estas son las leyes. La conjunción “Y” viene a unir la Perashá de esta semana con la anterior, para mostrarnos que así como las leyes que gobiernan la relación del hombre con Hashem provienen del Sinaí, las leyes de justicia social no fueron establecidas por medio de la lógica del ser humano: fueron también dictadas por el Creador del mundo en el Sinaí. El versículo de referencia nos enseña la obligación que tenemos de prestar dinero al necesitado, y que debemos otorgar esa ayuda de buena manera y complacientemente, no de mala gana y con rostro adusto. Que no debemos actuar con él como un acreedor quiere decir no reclamarle lo que debe por la fuerza ni con desprecios. Si tú sabes que él no tiene con qué pagar, tu comportamiento hacia él debe ser como si no te debiera nada, para que no le causes vergüenza.146 Hay que tratarlo de la misma forma que nos gustaría que fuéramos tratados, si el caso fuera al revés. Explican los Jajamim que el motivo de apoyar al necesitado es para que las personas se acostumbren a actuar con compasión y benevolencia, ya que por medio de estas cualidades podrán acercarse a la Bondad Divina. Al brindar al ser humano sólo el bien, Hashem exige que él mismo se convierta en el recipiente necesario para recibir Su bondad. Por eso dice: Cuando prestes, dice Hashem, eres gente de Mi pueblo, pues actúas como Yo, que presto y doy constantemente sólo por beneficiar a los demás. La mitzvá de prestar no se limita sólo al dinero; también

Shemot · 309

debes poner a disposición de quienes los requieran tus objetos e incluso tu tiempo y tu sabiduría. Un hombre rico no necesariamente merece su riqueza, ni una persona pobre su pobreza. Esto depende exclusivamente de Hashem. El hombre rico debe pensar que él es sólo un guardián de ese dinero. El versículo enfatiza las palabras del pobre que está contigo. Quiere decir que cuando tú estás dando a alguien un préstamo, ¡en realidad le estás dando acceso a su dinero! Solamente fue puesto en tus manos para probar qué tan obsesionado estás con “tu” riqueza.147 La voluntad de una persona es representada por su corazón. Y el corazón se expresa por medio del “bolsillo”. Por eso dice: Al pobre que está contigo: el pobre (que acepta la ayuda) hace un favor mayor al rico que el rico al pobre. Porque el rico da unas monedas al necesitado, pero el pobre le da el mérito de tener parte en el Mundo Venidero.148 Lo único que realmente tienes es lo que das…149 Turnus Rufus, el perverso, gobernador de Éretz Israel en la época de la ocupación romana, preguntó a Rabí Akibá: “Si Hashem ama a los pobres, ¿por qué no los mantiene?”. Rabí Akibá respondió: “Porque por medio de la tzedaká nos salva del Guehinam (purgatorio)”. Dijo Turnus Rufus: “Por el contrario, ¡esos donativos los harán ir al Guehinam! Y para demostrarlo, voy a darte un ejemplo: un rey de carne y hueso se había enojado con uno de sus sirvientes. Lo encerró en una prisión y ordenó que nadie le diera de comer. Un hombre se acercó al calabozo y clandestinamente alimentó al prisionero. Al día siguiente el rey se enteró. ¿Cómo crees que habría de reaccionar? ¿Acaso no debía estar furioso? Pues yo creo que ustedes están haciendo lo mismo al sustentar a los pobres. Si el rey quiere que sufran, ¡déjenlos sufrir!”. Rabí Akibá respondió: “Te voy a responder con otro ejemplo: un rey de carne y hueso se había enojado mucho con su hijo; lo mandó encarcelar y ordenó que no le diesen alimento alguno. Cierto hombre fue allí y ocultamente le dio de comer´”. Preguntó Rabí Akibá: “¿Cómo crees que reaccionaría el rey? ¿No crees que lo recompensaría por haber evitado un sufrimiento a su hijo?”.150

Ilaná de Jayé · 310

En ocasiones, la persona pide algo en sus plegarias y no recibe respuesta. Esto puede ser porque no tiene los suficientes méritos para que eso que pide le sea concedido. Cuando la persona se dedica a ayudar a otros y presta dinero o lo que necesite a quien se encuentra en un problema, logrará que del Cielo le concedan lo que pida, aunque no lo merezca. Porque Hashem se comporta con ella como ella se comporta con los demás. Él paga a la persona con “la misma moneda”, y así como ayudó a su prójimo, de manera espontánea también recibirá “ayuda del Cielo” sin que haya creado méritos para ello. Como dice en Tehilim: Y de Ti es el favor. Porque Tú recompensas a la persona según su acción. Un filósofo preguntó a Rabán Gamliel: “Tengo entendido que tu Torá te ordena dar caridad una y otra vez. ¿Cómo puedes disponer del dinero sin preocuparte de tu futuro? ¿Acaso no es razonable ahorrar para los tiempos de necesidad?”. Rabán Gamliel le preguntó: “Si te piden un préstamo en este momento, ¿estarías dispuesto a prestar una gran cantidad de dinero?”. El filósofo respondió: “¡Bueno, depende de quién lo pida! Si quien lo solicita es un extraño, tendría miedo de perder mi dinero”. Entonces preguntó el Rab: “¿Qué pasa si el solicitante ofrece garantes?”. Contestó el filósofo: “Bueno, si supiera que son confiables, aceptaría”. Siguió Rabán Gamliel: “Si quien te solicita el préstamo ofrece como garante al jefe del gobierno, ¿le prestarías?”. El filósofo afirmó. “Seguramente le prestaría el dinero en estas circunstancias, porque estaría totalmente seguro de que mi préstamo queda garantizado.” Rabán Gamliel explicó: “Cuando alguien da caridad, en realidad extiende un préstamo garantizado por el Creador del Universo. El que es benevolente para con los pobres presta al Eterno, y su buena acción será recompensada.151 Hashem compensará al benefactor en este mundo restituyéndole el ‘préstamo’, y reservará la compensación total para el mundo futuro. Nadie es más confiable que el Creador; si Él garantiza devolver el dinero de un donante, ¿por qué alguien dudaría de dar caridad?”.152

que has preparado para ti mismo al pobre y satisficieras al alma afligida, entonces tu luz se levantará en la oscuridad y tu oscuridad será como el medio día.153

Shemot · 311

Si trajeres aquello

Árbol de vida · 312

Perashat Terumá — gratitud — “Y Me harán un Santuario, para que Yo habite entre ellos” (25:8).

E

n esta Perashá se describen las ofrendas presentadas por los Hijos de Israel para construir el Mishkán: metales valiosos, lana, telas, pieles, aceite, especias, piedras preciosas, etcétera. También se describe cómo debían construir el Santuario. En la parte más sagrada del mismo estaba el Kodesh HaKodashim (el Sanctasanctórum), donde sólo el Cohén Gadol podía entrar el día de Yom Kipur únicamente. En su interior se encontraban las Tablas donde estaban grabados los Diez Mandamientos que Hashem entregó a Moshé. Hashem ordenó construir el Mishkán para que Yo habite entre ellos. Gramaticalmente tendría que haber dicho: para que Yo habite en él y no entre ellos. El sentido real del versículo es que Hashem, además de ordenarnos construir un lugar físico para que el yehudí pueda sentir Su Presencia Divina, también ordenó que cada judío haga que su corazón y su hogar sean lugares santos, donde sea una morada apropiada para Hashem.154 Hashem ordenó: Y así harán, para indicar que hagamos de nosotros mismos un Mishkán para Hashem. Esto se cumple viviendo de acuerdo con todos los detalles del Mishkán. El Santuario contenía el Arca, la Menorá, la Mesa (Shulján) y el Altar. El Arca representa el estudio de la Torá, la Menorá representa las mitzvot (ner mitzvá),155 la Mesa alude a la hospitalidad y el kashrut, y el Altar significa el esfuerzo y el sacrificio que el yehudí invierte en el servicio Divino.156 Que tomen para Mí una ofrenda, de todo varón que lo diere de corazón.157 Cuando Hashem pide a Moshé que recolecte los donativos para la construcción del Mishkán, utilizó el vocablo de Mí, como diciendo: “Tomen de sus ganancias una porción para

Shemot · 313

Mí y apártenla como terumá (dinero destinado para causas de tzedaká). Después de hacer esto, puedes estar seguro de que cuando llegue el momento de pedir donativos para la construcción del Mishkán, lo darán de todo corazón, pues no sentirán que están tomando de su dinero, sino que están dando de aquello que ya estaba separado para tzedaká”.158 La mejor forma de dar tzedaká es para la manutención de Talmidé Jajamim. Todo el que apoya al estudio de la Torá tendrá el mérito de entenderla en el Mundo Venidero, aunque en este mundo no haya sido un gran estudioso. Había un abrej que, se sabía, era muy entendido en estudios toráicos. Los dirigentes de una Yeshibá fueron a solicitarle que impartiera clases en su institución. El abrej rechazó la oferta argumentando que eso le haría perder tiempo de su estudio. Insistieron hasta que decidió consultarlo con el Jafetz Jaim. El Gaón le respondió: “¿Sabes cuánto cuesta hacerse un par de zapatos a la medida?”. El abrej contestó: “No acostumbro mandarme a hacer mi calzado, pero he escuchado que cuesta alrededor de cuatro rublos”. El Rab preguntó: “¿Entonces sabes cuánto cuesta un par hecho en serie?”. “Cuesta dos rublos.” De nuevo le preguntó el Jafetz Jaim: “¿Cuánto crees que gana el zapatero en cada par que confecciona y cuál es la utilidad de quien los fabrica en serie?”. El abrej estaba confundido; no sabía hacia dónde se dirigía el Jafetz Jaim, pero le respondió: “Pues el zapatero gana dos rublos, mientras que el fabricante gana uno”. “Entonces”, dijo el gigante de la generación, “los zapateros deberían tener más dinero que los fabricantes, ya que ganan más por cada par que entregan terminado”. El hombre le respondió: “Sí, es verdad que ganan más por cada par, pero, ¿cuántos pares pueden hacer cada día?, ¿uno o dos? En cambio, las fábricas producen cientos de pares al día, por lo que ganan más”. El Jafetz Jaim le dijo: “Acabas de dar con la respuesta a tu pregunta: ¿por qué quieres ser zapatero? ¡Es mejor que abras una fábrica! No estudies solo; enseña a la demás gente, forma tu propia Yeshibá, que es una fábrica de Torá”. Dichosa es la persona que actúa con inteligencia y aprovecha las oportunidades que Hashem le da en este mundo y busca la

Ilaná de Jayé · 314

manera de ayudar al prójimo, pues dar a los demás es la mejor forma de reconocer que Hashem es el que maneja el Mundo. Reconocer nos lleva a agradecer y así podemos llevar la presencia de Hashem a donde quiera que vayamos. El joven príncipe había llegado a la edad de recibir instrucción. Los reyes estaban interesados de que tuviera una buena preparación, ya que era el único heredero a la corona. Buscaron la mejor institución e hicieron los arreglos. El joven partió. Transcurrió el tiempo y cuando terminó su educación, el joven emprendió el viaje hacia el palacio, donde lo esperaban ansiosos sus padres. El joven decidió llevar un presente y comenzó a buscar en los comercios algo que fuera digno de un rey. Se dirigió hacia una prestigiada joyería y el dependiente le ofreció una brillante piedra, no menos deslumbrante que el precio que pidió por ella. Para un príncipe, esto no era problema. Sin embargo, un amigo le recomendó que antes de comprarla la examinara un perito en la materia. El joven preguntó: “¿Dónde puedo conseguir al experto?”. El amigo le respondió: “Hay un hombre judío que se encuentra preso en el calabozo. Hasta donde sé, él es la persona indicada. Él sabe las tres cosas que debe saber un rey”. El príncipe se dirigió al penal y pidió audiencia con el recluso. Le mostró la piedra, él la observó con detenimiento y se la regresó diciendo con seguridad: “¡Es una muy buena imitación!”. El joven fue de inmediato a la joyería y devolvió la “joya”. Siguió en búsqueda del presente y encontró un hermoso corcel blanco pura sangre; era un magnífico ejemplar, merecedor de pertenecer a la caballeriza real. Se dirigió de nuevo a la prisión y pidió audiencia con el judío. El hombre observó al corcel y le dijo: “Veo en los ojos del animal una agresividad sanguinaria. Es capaz de matar al próximo jinete que lo monte”. Trajeron a un convicto que iba a sufrir la pena capital, ensillaron al caballo y montaron al condenado sobre él. Apenas sintió el equino el peso del jinete sobre su lomo, comenzó a dar zancadas y a sacudirse con fuerza; el hombre cayó al suelo y, acto seguido, lo pateó hasta que lo dejó sin vida. El príncipe quedó sumamente impresionado ante la sabiduría del judío y le dijo: “Me dijeron que tú sabías las tres cosas que

Shemot · 315

son esenciales para un rey. Ya constaté dos de ellas; ¿podrías mostrarme la tercera?”. El yehudí lo miró a los ojos y le dijo: “Antes de responder a tu petición, necesito que me des una sola cosa”. El joven contestó: “¡Lo que pidas! Te daré lo que sea con tal de que me lo digas”. “Necesito una carta firmada de tu padre en donde se comprometa a renunciar a todo decreto que haya en contra mía.” El príncipe se dirigió de prisa hacia el palacio. Fue recibido por sus padres y después de charlar acerca de su experiencia, persuadió a su padre de que le extendiera el salvoconducto. Apenas lo tuvo en mano, fue y lo entregó al yehudí diciéndole: “Bien, ya tienes tu carta. ¡Estoy listo para la lección!”. El reo leyó atentamente el documento y lo guardó. Se acercó al joven, lo miró fijamente a los ojos y, después de unos segundos, le dijo: “Hay algo que debes saber… ¡Tú no eres hijo legítimo! ¡Los reyes no son tus verdaderos padres…!”. El joven palideció y se echó hacia atrás mientras gritaba: “¡No puede ser! ¡Eres un vil farsante…!”. Salió corriendo del penal y se dirigió al palacio. Cuando estuvo delante de sus padres, les preguntó acerca de su legitimidad. Los padres se quedaron helados. Incrédulos, le preguntaron: “¿Quién te dijo semejante cosa?”. Los reyes se miraban uno al otro, como diciendo: “Nadie sabía esto… ¿Cómo se filtró esta información?”. El padre interrogó al joven acerca de la fuente de la información. Después de que él relató lo sucedido, el rey exigió que trajeran de inmediato al yehudí. En cuanto lo tuvo delante de él, le dijo: “¡Estas aquí porque voy a cortarte la cabeza! Antes de la ejecución, te daré la oportunidad de que me digas: ¿de dónde sacaste esa información?”. El yehudí contestó con firmeza: “Con el respeto que se merece, tengo en mi poder una carta firmada por su majestad donde me absuelve de la pena capital, ¡y un rey siempre cumple su palabra! ¿No es así, su majestad….?”. El rey titubeó: “Bueno, sí… Reconozco que yo redacté y firmé ese documento. Pero te advierto que si no me das una buena razón de lo que dijiste a mi hijo, igual te mataré por conspirador. ¡Así que comienza a hablar!”. “Voy a confesarle cómo fue que me di cuenta de la ilegitimidad del joven: él vino a la prisión y me solicitó varias veces mi

Árbol de vida · 316

opinión. Ninguna de esas veces que respondí a sus preguntas me agradeció por los consejos que le di. Su majestad, como usted sabe, ¡una persona que no sabe agradecer es imposible que sea hijo de un rey…!”. La gratitud es uno de los pilares que sostienen a la sociedad humana. Al ser agradecidos mostramos aprecio a todos aquellos que nos ayudan y se esfuerzan por nosotros, especialmente con nuestros padres, maestros y amigos. En ocasiones damos por hecho los favores, el cuidado y el sostén que recibimos de nuestros padres y no les agradecemos por ello. Lo mismo sucede con la sabiduría transmitida por nuestros maestros, la bondad mostrada por los amigos, el servicio que recibimos de la gente que nos rodea, etc. ¿Qué haríamos sin estas personas que nos ayudan? No tenemos la capacidad de hacerlo todo… Mostrar gratitud hacia la gente nos abre los ojos para saber reconocer los favores que nos proporciona Hashem Itbaraj. Él nos ha creado y nos ha provisto de todo lo necesario. Pensar que somos meritorios de todos esos beneficios demuestra que no sabemos reconocer, una persona que no sabe reconocer los favores recibidos no merece llamarse “hijo del Rey”. Debemos agradecer diariamente a Hashem por todo lo que recibimos de Él; por ejemplo, bendiciendo por todos los alimentos que consumimos, reconociendo los milagros que atestiguamos cada vez que salimos del baño; con sólo mirar nuestro entorno, nos daremos cuenta de cuán afortunados somos. Y esto sólo nos sirve para que tengamos presente Su incesante bondad. El verdadero servicio a Hashem se construye sobre un fundamento de gratitud.159

Todo el que niega el bien recibido de su prójimo, termina negando el bien del mismo Creador.160

“Y harán un Arca de madera… conforme a todo lo que Yo te muestro a ti” (25:9-10).

H

ashem ordenó a Moshé construir el Mishkán. Lo primero que debía hacer era el Arón (Arca), donde se colocarían las Tablas de la Ley que había recibido en el Monte Sinaí. Esto nos muestra que, así como el Arón, que representa a la Torá, debía ser moldeado antes que el Mishkán, la Torá, que es el propósito de toda la Creación, también fue creada antes que el Universo. Hashem ordenó con detalle las medidas del Arón y dijo que el cofre tenía que ser de madera, debido a que La Torá es un árbol de vida para quienes se aferran a ella…161 El Arca debía ser cubierta, tanto por dentro como por fuera, de oro. La actitud de una persona que posee Torá debe ser congruente con su interior; todo lo que muestra por fuera también debe tenerlo dentro. El borde superior estaría rodeado por una corona. Rabí Shimón dijo: “Existen tres coronas: la de la Torá, la del sacerdocio (Kehuná) y la de la realeza.162 Dos varas revestidas en oro fueron fijadas a lo largo de su anchura. Éstas representan a los que sostienen a los kolelim para que la llama de la Torá se mantenga siempre encendida. Estas varas estaban sostenidas por cuatro anillos, que representan los cuatro rasgos que distinguen a quien porta la Torá: estudio, mitzvot, buenas acciones y modestia. En la parte más alta se encontraban los querubines, dos ángeles con cara de niño, que fueron labrados de una sola pieza de oro junto con la tapa del Arón. Éstos representan a los niños de Israel y estaban en la parte más alta; sus rostros apuntando hacia abajo de ellos, hacia donde se encontraban las Tablas de la Torá. Esto nos demuestra que los niños de Israel son la parte fundamental de nuestro pueblo; ellos deben estar viendo la Torá que muestran sus padres y maestros. El Arón se encontraba en el Kodesh HaKodashim, el lugar más sagrado, y en donde solamente podía entrar el Cohén Gadol, después de hacer todas las preparaciones para estar puro de cuerpo y pensamiento. Esto representa el hogar judío.

Shemot · 317

— la influencia del medio ambiente —

Ilaná de Jayé · 318

Cierto día me encontré con un vecino que estaba sembrando un pequeño árbol. Lo saludé y vi que estaba construyendo un cerco de madera al árbol. Al siguiente día vimos con tristeza que el cerco había sido derrumbado por los transeúntes. El vecino enderezó el arbolito y construyó un cerco de madera que era un poco más alto. Pasaron unos días y el cerco de nuevo fue derribado; entonces lo protegió con un marco de acero. Finalmente el árbol pudo crecer. Hashem nos mostró por medio del Arón la forma en que debe ser constituido un hogar judío. Debemos ser muy cuidadosos de no introducir al hogar cosas que sean ajenas a lo que establece la Torá. Si es necesario, deben construirse “bardas de acero” para que los miembros que habitan en ella, en especial nuestros niños, se mantengan alejados de todo aquello que sólo contamina y saquea el valioso y vital tiempo que tienen para su formación como verdaderos y fieles yehudim. Hagamos conciencia y actuemos ahora, antes de que tengamos que lamentar las huellas que deja la calle y que son tan difíciles de erradicar después de que entran a sus mentes. Cada uno de los órganos de nuestros sentidos tiene una cubierta que lo protege de las cosas indeseables. La boca tiene labios, capaces de evitar que la boca emita frases fuera de lugar. Los oídos cuentan con lóbulos que pueden emplearse para bloquear la entrada de malas palabras. Los ojos tienen párpados y cejas. Y así con todos los órganos de la percepción, con una sola excepción: la mente no tiene ninguna cubierta que la proteja. Los pensamientos no tienen nada que los contenga. Van y vienen como quieren. Por eso hace falta una medida adicional de presteza, de vigilancia y de cuidado a fin de protegerla de los malos pensamientos. El comportamiento del entorno influye decisivamente en cada acto de la persona: En la época del Jafetz Jaim, ocurrió algo que a nosotros tal vez nos parecerá insólito, pero en esos tiempos ya existía (y no tiene mucho). Sucedió con un muchacho que creían que tenía catorce años y sabía todo el Shas (todo el Talmud), y a raíz de esto los padres de una muchacha solicitaron a los padres del joven

Shemot · 319

comprometer a la pareja. Ellos ofrecieron una gran dote. A fin de cuentas, se esclareció que el muchacho tenía quince años. La familia de la novia se sintió defraudada y decidió anular el noviazgo, ya que saber el Shas a los quince años no era gran novedad…163 Reflexionemos: ¿por qué nosotros no sabemos el Shas a la edad de quince años? ¿Acaso ellos tenían algo que a nosotros nos falta? La verdad es que no nos falta nada, y la única razón por la cual no sabemos el Shas a temprana edad es porque el ambiente que había en aquella época no es el que reina hoy. Su hubiese una aceptación general de que a la edad de quince años todos saben el Shas, ¡los muchachos a esa edad lo sabrían! Si entráramos hoy a la Yeshibá de Rabí Akibá Eiger, saldríamos todos siendo unos verdaderos genios, ¡porque esa era la tendencia allí! Un padre se lamentaba ante el Rab Shelomó Zalman Auerbach. Demandaba una explicación de por qué todos sus hijos se habían desviado del camino de la Torá. Argumentaba que él se había ocupado de estudiar asiduamente la Torá, en tanto que su vecino, pese a que era un judío sencillo, ameritó que todos sus hijos siguieran el camino de la Torá y lo colmaran de satisfacción. El Rab le respondió: “Hay una diferencia abismal entre ustedes. Tú siempre despreciaste a los demás delante de tu familia, con expresiones como: ‘Fulano, aunque simula, no es un estudioso de la Torá’ o ‘Mengano no es tan tzadik (justo) como aparenta’. Así se educaron tus hijos, a desprestigiar a los eruditos de la Torá, hasta que se desviaron del camino”. “Sin embargo, tu vecino, si bien es un hombre sencillo, continuamente engrandecía a los que estudian Torá y alababa a quienes sostienen a los que la cumplen con abnegación. Así, aprendieron a valorizar todo lo concerniente a la Torá y con más razón aspiraban a ser ellos mismos eruditos de la Torá.” ¿Cuánto influencian los padres a sus hijos? ¿Cuánto aprenden de sus amistades? ¿Cuánto influye el comportamiento del medio ambiente sobre ellos? La tendencia de la naturaleza humana es que el individuo se comporte como sus semejantes y se conduzca según las costumbres de su país. Consecuentemente, la persona debe apegarse a los justos y sentarse siempre frente a los sabios para aprender

Árbol de vida · 320

de ellos. También ha de apartarse de adoptar sus malas prácticas… Como dijo Shelomó: “Quien se une a los sabios, se hará sabio; quien se junta con los perversos, se arruinará”.164 Y también está escrito: “Dichosa la persona que no siguió los consejos de los malvados…”.165 También, si los habitantes del país con quienes convive tienen hábitos detestables y andan por el camino errado, la persona ha de trasladarse a un país donde los habitantes sean justos y se conduzcan correctamente (según el criterio de la Torá). No obstante, si todos los países se encaminan por el error, como sucede en la actualidad, ha de ir a vivir solitariamente.166 La persona llega al mundo en el seno de una familia determinada, en una ciudad que Hashem decidió desde la Creación del mundo. Los parientes los elige Hashem, pero las amistades las eliges tú. Cada quien puede elegir con qué personas se reúnen sus hijos; generalmente tenemos la libertad de elegir la escuela a la que asisten los hijos. Cada persona decide dónde pasar el tiempo libre. En sus manos está elegir a qué lugares asistir, con quién estar. Esa elección es fundamental; puede hacer que su presente y su futuro judíos sean o no acordes con lo que Hashem espera de cada uno de nosotros. Puede provocar que vivamos con tranquilidad o lo contrario. Todo aquel que sabe elegir, estudia el manual del comportamiento humano. Hashem nos entregó la Torá y en ella está escrito cuándo, cómo y el motivo de cada cosa. Siguiendo sus instrucciones podremos tener el discernimiento adecuado para saber elegir y no errar en nuestro ideal, que es servir de la mejor forma a nuestro Creador, y ser un ejemplo por seguir para las siguientes generaciones. Pues lo he conocido porque él encomienda a sus hijos y a su casa después de él, a que guarden el camino del Eterno para hacer rectitud y justicia.167 El principal objetivo de nuestras vidas debe ser educar a las próximas generaciones de la mejor forma, dando a Hashem la mayor satisfacción. Y la manera de lograrlo es dando el ejemplo, cumpliendo con alegría todas las mitzvot, convirtiéndonos en dignos modelos por copiar. Este es el mejor escudo con el cual nuestros hijos podrán defenderse del ambiente que los rodea, y además los impulsará a buscar el progreso de todo Am Israel.

Educa al niño para la vida eterna, mediante la elevación de la presente.

— ¿quién mantiene a quién? — “En las argollas del Arca estarán las barras; no serán removidas de él” (25:15).

E

l Arca que contenía las Tablas de la Ley representa a los estudiantes de la Torá. Las barras que se usaban para sostener y transportar el Arca representan a los que sostienen a la Torá con su dinero. El mensaje que nos enseña la Torá es: “Aquellos que apoyan económicamente a la Torá (las barras) estarán constantemente junto al Arca. No se apartarán del Arca aun cuando ya no necesite ser transportada”. Esto alude al Mundo Venidero, en el cual los que estudian Torá ya no necesitan de los sustentadores, y aquellos que los apoyan en este mundo no se apartarán de ellos para recibir su recompensa en el Mundo Venidero.168 En una ocasión, una persona ignorante se acercó a un Talmid Jajam y groseramente comenzó a denigrar a los estudiosos de la Torá, creyendo que, como prescinden de lujos, carecen de valor. Esta actitud es semejante a la de un príncipe arrogante e ignorante, que una vez partió de viaje en barco… El príncipe había reservado un pasaje en un elegante y rápido trasatlántico y estaba impresionado por la velocidad con la que el barco se deslizaba sobre el mar. Eventualmente lo venció la curiosidad y preguntó a sus asistentes: “¿Quién está remando tan rápido?”. Los sirvientes le explicaron pacientemente: “Muchos

Shemot · 321

Todo es posible; depende de saber elegir lo correcto a los ojos de Hashem.

Ilaná de Jayé · 322

pisos bajo cubierta hay una sala especial en la que arde una enorme máquina, y es ella la que impulsa el barco con tanta velocidad”. El príncipe exigió ver la máquina, de modo que lo llevaron a los niveles más bajos del barco. Allí observó que la sala de máquinas se encontraba totalmente llena de hollín, así como los rostros de los marineros que atendían la máquina. Observó: “No está bien que un barco tan bello esté tan sucio por dentro, con paredes tan negras y trabajadores de aspecto tan desagradable”. De inmediato ordenó el príncipe que se eliminaran las partes negras y se expulsara a los trabajadores sucios. Desgraciadamente, en el momento que las “desagradables” entrañas del barco fueron eliminadas, el trasatlántico se hundió en el mar…169 Debemos entender que el mundo entero se sostiene solamente por humildes estudiosos de la Torá, por aquellos que en sus sinagogas y casas de estudio, tienen las caras ennegrecidas por su dedicación (es una metáfora por su sacrificio de soportar privaciones e incluso pobreza con tal de estudiar Torá). De no ser por ellos, el mundo regresaría al caos. Ellos son las “máquinas” que sostienen al mundo. Hashem creó el mundo con un aliento y lo sostiene con un aliento, es decir, con el aliento de aquellos que estudian Torá. Debemos apoyarlos con todo el corazón y apreciar su estudio de Torá, y no donar con otras intenciones. Rab Itzjak Eljanán Spector relató que en su juventud era muy pobre y cierto invierno se le rompieron los zapatos. Sin otra alternativa, se dirigió a uno de los más pudientes del pueblo y le pidió que le ayudara a comprar zapatos nuevos. El empresario le respondió con desprecio: “¿Por qué te la vives perdiendo tu tiempo metido en tus libros? ¡Sal a trabajar! Aprende a ganar el dinero por ti mismo. Así no solamente tendrás dinero para comprar zapatos, sino que podrás adquirir todo lo que se te antoje”. El muchacho se retiró con las manos vacías. Pasaron varios años y Rab Itzjak Eljanan se convirtió en uno de los más grandes de su generación. Empezaba a imprimir sus libros y necesitaba donadores para lograrlo. Se acercó a él un millonario ofreciéndole sustentar toda la edición. El Rab se negó rotundamente. Era el mismo hombre que en su juventud rechazó ayudarle a comprar un par de zapatos. Rab Itzjak Eljanan le dijo: “¡Tú no tienes un

Dar es recibir y quien da de sí, será recompensado.170

— ¿cuándo llegarán mis obras a ser como las de nuestros padres?171 — “Harás los maderos para el Tabernáculo” (26:15).

H

ashem ordenó a Moshé que construyera un Mishkán (Santuario) que simbolizara Su Presencia en el pueblo y que fuera conforme al modelo Divino. Para erigirlo, Moshé solicitó que todos y cada uno del pueblo aportaran voluntariamente metales preciosos, telas, pieles, lana, aceite, especias, incienso y piedras preciosas. Hashem proporcionó a Moshé los detalles de cómo construir el Tabernáculo y todos los utensilios que allí se utilizarían. Después de que tuvieron todos los elementos, Hashem ordenó construir el Arca, la Mesa, la Menorá, las cortinas. Finalmente pidió que se hicieran los maderos, con los cuales se harían las paredes del Mishkán.

Shemot · 323

verdadero aprecio por la Torá! ¡Tú quieres donar por el honor que esto va traerte! ¿Dónde estabas cuando yo no tenía un par de zapatos para que pudiera seguir estudiando?”. Estamos viviendo momentos de turbulencia económica. Desafortunadamente los primeros que resienten sus consecuencias son las instituciones donde se estudia Torá. Tenemos que demostrar cuán vitales son para nuestra existencia apoyándolas. Asociémonos a ellas con alegría y satisfacción. De esta forma, el fruto de nuestro trabajo no será efímero; lo convertiremos en algo sagrado debido a que todo el estudio se logra gracias a ti. Ese dinero será el más seguro que puedas poseer; nadie podrá quitártelo; será la mejor inversión de tu vida…

Árbol de vida · 324

Harás los maderos. Es sabido que cuando la Torá utiliza el prefijo “he” que se traduce como “los”, hace referencia a un objeto ya dado por conocido. Antes de este versículo, la Torá no había mencionado estos maderos. Entonces, ¿por qué utilizó esta expresión? Rashí responde a esta interrogante diciendo que esta madera ya había sido designada para la construcción del Tabernáculo desde que Yaacob Abinu bajó a Egipto. Él sembró allí árboles de acacia, una especie de resistente madera, y antes de morir encomendó a sus hijos llevárselos consigo cuando salieran de Egipto, diciéndoles que Hashem les ordenaría construir un Tabernáculo en el desierto con esa madera. Para este fin los exhortó: “Cuiden de que estos maderos estén preparados en sus manos, para que cumplan su cometido”.172 Desde que Yaacob llegó a Egipto, pasaron doscientos diez años. Los hijos de Israel cuidaron estos árboles. Cuando salieron, arrastraron la madera y con ella cruzaron el mar; por donde iban en el desierto, las tablas los acompañaban, hasta que Hashem solicitó la construcción del Tabernáculo. Después del milagro de la partida del mar, el Pueblo de Israel salió con inmensa riqueza. Si se alimentaban de man, ¿para qué les servía toda esa riqueza? En el Talmud encontramos que en ocasiones los yehudim adquirían bienes de los gentiles que vivían en los senderos por los que pasaban. Si es así, ¿por qué era necesario que Yaacob plantara esos árboles? Teniendo semejante riqueza, ¿no podían haberlos adquirido en el desierto? El mensaje que Yaacob quería transmitir a su descendencia era que nunca olvidaran su origen. Ellos eran ahora hombres libres; se dirigían a conquistar la Tierra Prometida, se establecerían allí y construirían ciudades nuevas. Todo según el plan del Creador del Mundo. Con el progreso nadie está peleado; sin embargo, además de mirar hacia adelante, nunca debemos dejar de mirar hacia atrás. ¿De dónde vienes? ¿Quiénes fueron y cómo vivieron los que te antecedieron en la vida? Una mujer relató la siguiente historia a la Rebetzin Esther Jungreis: Mi abuelo era un hombre santo, un rabino, un sabio. Su hermosa cara siempre irradiaba bondad y paz interna. Nunca lo vi perder la calma, mostrar enojo o incluso molestarse. Era un

Shemot · 325

hombre de Dios y su misma presencia comunicaba serenidad, calidez y santidad. Una fría mañana de invierno, estaba jugando y entré al estudio de mi abuelo. Esperaba sentarme sobre sus rodillas y me convidara un poco de té como solía hacerlo, pero cuando abrí la puerta me asusté terriblemente. Él estaba sentado en su silla; los enormes libros estaban abiertos ante él, pero en lugar de cantar la melodía con que usualmente estudiaba Torá, ¡mi querido abuelo lloraba! Gruesas lágrimas bajaban por sus mejillas. Me asusté y corrí con mi padre. De inmediato él notó mi angustia y me tomó de la mano. “Vamos, mi niña”, dijo consolándome. “Vamos a pasear afuera y voy a explicarte todo”. Mientras mi padre me ponía mi abrigo de invierno y las botas, noté también que sus ojos estaban húmedos con lágrimas. Lentamente empezamos a caminar. La nieve estaba muy alta. Mi padre me ordenó que caminara detrás de él y siguiera sus huellas. Habíamos caminado un pequeño tramo cuando mi padre se detuvo y me señaló el camino que habíamos hecho en la fresca y limpia nieve. Inclinándose hacia mí, me preguntó con gran amabilidad: “¿Sabes por qué caminé delante de ti?”. “Sí”, contesté; “para que al seguir tus huellas no me cayera.” Mi padre afirmó con los ojos expresando satisfacción con mi respuesta. “Pero no es sólo en la nieve profunda donde un padre debe hacer un camino para sus hijos. Hay otro camino, uno que tú, mi niña, no entiendes todavía. Es un camino que está lleno de adversidades, un camino en el que muchos se internan solamente para perderse. Es ese camino el que tu abuelo está preparando para nosotros con sus lágrimas. Cuando tu abuelo estudia los Libros Sagrados, él no sólo estudia a fin de adquirir conocimiento para él mismo, sino que estudia a fin de hacer el camino para nosotros, sus hijos. Pronuncia un rezo y deja salir una lágrima para que todos nosotros seamos estudiosos de la Torá y seguidores de los mandamientos de Hashem, y así afirmar nuestra herencia”. Esto sucedió antes de que los secuaces de Hitler destruyeran la hermosa casa de mis abuelos, antes de que mi familia entera fuera deportada a Auschwitz y lanzada a las llamas. Un sobreviviente nos relató que mi abuelo se rehusó a abandonar a sus pequeños

Ilaná de Jayé · 326

nietos y con su último respiro trató de protegerlos de los gases venenosos. Estoy segura de que cuando hizo eso sus lágrimas continuaban cayendo y pensó en nosotros, sus preciosos pequeños, y pavimentó el camino para otra generación… Cada uno de nosotros en su pasado tiene un abuelo que pavimentó el camino con lágrimas de amor. Cada uno de nosotros posee una fuerza mística que viene grabada en los genes espirituales de cada judío. Una luz que arde en el corazón judío a lo largo de los milenios. Una luz que jamás podrá extinguirse, una luz que brilla en forma milagrosa. El camino está bien iluminado; solamente está esperando ser descubierto, para conducirnos de regreso a nuestras raíces, a nuestra herencia. Pero, ¿cómo? ¿Cómo descubres ese hermoso sendero que trazaron para nosotros? ¿Cómo haces, en realidad, para abrir esas puertas antiguas de los padres? Está escrito que cuando el Rey Salomón erigió el Bet HaMikdash intentó meter el Arca Sagrada, pero las puertas estaban cerradas y no se abrían para él. El Rey Salomón empezó a rezar y entonó himnos de alabanza a Hashem, pero las puertas permanecían cerradas. Entonces Salomón elevó su voz y ordenó: “¡Ábranse, puertas! ¡Permitan que el Señor de los Ejércitos entre!”. Aun así, las puertas permanecían cerradas. Desesperado, Salomón gritó: “¡Hashem Todopoderoso, recuerda la rectitud de David, mi padre!”. Instantáneamente las puertas se abrieron y el Arca Sagrada fue llevada al Santuario.173 Por eso, Hashem nos ordenó: ¡Esas maderas que cargaste sobre tu espalda desde que saliste de Egipto! Sí, esas tablas que son sagradas porque pasarían a ser un cerco para salvaguardar lo más sagrado que posee Am Israel, ¡la Torá!, deberás recubrirlas de oro.174 Querido lector: tú, yo, todos estamos hechos de una madera pura y sagrada. Siéntete orgulloso de tus raíces. Esto es una de nuestras posesiones más preciadas, símbolos de valores eternos. Pero la eternidad por sí sola no es suficiente. Cada generación debe poner su parte para hacer que nuestras tradiciones se conserven. No podemos descansar sobre los laureles del pasado. Si una persona se esfuerza por asegurarse de que sus hijos estudien

No se señala el camino mostrándolo con el dedo, sino caminando delante.

Shemot · 327

Torá, se le considerará que sigue vivo aun después de su muerte. Cada día recibirá una grandeza y un nivel espiritual adicional en el Mundo Venidero por intermedio del hijo que dejó en este mundo, que estudia Torá y cumple con las mitzvot. Antes de comenzar cualquier proyecto, pregúntate: “Este acto que estoy a punto de realizar, en un futuro mis nietos, bisnietos, ¿se sentirán orgullosos de mí?”. Antes de dar cualquier paso, pregúntate: “¿Mis abuelos lo harían?”. Coloca siempre delante de ti ese cerco; aplícalo en tu vida y verás solamente bendición en todos tus actos.

Árbol de vida · 328

Perashat Tetzavé — la torá es la luz que ilumina el mundo — “Y tú ordenarás al Pueblo de Israel. Y traerán hacia ti aceite de oliva puro, macerado para iluminar, para encender la luminaria constante” (27:20).

H

ashem ordena a Moshé la preparación del aceite de oliva para el candelabro (Menorá) y las ofrendas de harina (Menajot). El aceite para el Candelabro debía ser puro, que en ninguna etapa de su preparación contuvo sedimentos. El olivo era cosechado tres veces al año. La primera cosecha era de las olivas en la punta del árbol, que habían madurado primero gracias a haber recibido con fuerza los rayos del sol; la segunda, la de las olivas en las ramas intermedias, que maduraban después; finalmente, la tercera cosecha era la de las olivas inferiores, que maduraban tardíamente. Las olivas eran machacadas primero con un mortero; luego prensadas con un madero y finalmente molidas con piedras de molino. Únicamente el aceite de las olivas de estas tres cosechas y que habían sido machacadas con mortero era apto para el Candelabro. Los demás aceites eran para las ofrendas de harina. Había anochecido en la ciudad de Trípoli, Libia, cuando en una de las casas del barrio judío se escucha el llanto de un niño. La madre se levanta para calmar su llanto y acerca a su hijo un vaso con agua. El niño bebe tan rápido que se atraganta. La madre lo levanta y lo acerca a la ventana. El niño aspira el aire fresco de la noche. Cuando se siente mejor, la madre lo acompaña a su cama. De repente, sobre el techo, frente a ella aparece una sombra por demás extraña. La madre, intrigada, ve nuevamente cómo la sombra se agacha, se levanta, alza los brazos frente a la luna sosteniendo una tabla cuadrada en sus manos. La sombra se agacha de nuevo. Corre la madre hacia su esposo que permanece estudiando a la luz de una vela. “Hay algo que se ve en la ventana. ¡De prisa, ven a verlo!”, grita desesperada la mujer.

Shemot · 329

El esposo cierra su libro, acompaña a su esposa y de repente ve cómo se levanta la sombra, se agacha; y él tampoco entiende qué es. Preocupado, dice a su mujer: “Voy a subir a la terraza, a ver de qué se trata”. La mujer le ruega: “¡No! ¡Por favor, no subas! ¡Quién sabe que es!”. El esposo, intrigado y asustado, sube a la azotea en plena oscuridad nocturna. Después de un rato regresa, ya más tranquilo, y explica a su mujer: “Lo que tú viste era la sombra del hijo de los vecinos. La vida de ese niño es la Torá. Desafortunadamente su padre es muy pobre y no puede pagar a un moré para que le enseñe Torá. El niño hace unos mandados todos los días; recibe unas cuantas monedas de propina y con ellas compra un poco de aceite, que emplea para encender su mecha, y de ese modo estudia un poco. Hoy no pudo juntar nada. Dijo que, como no pudo comprar aceite para leer, entonces se subió a la terraza y empezó a leer allí, a la luz de la luna. Cuando las nubes tapaban la luz de la luna, él se movía para poder leer con la poca luz que quedaba. Y ésa fue la sombra que tanto nos asustó”. Cuando este chico creció fue uno de los rabinos más importantes de Libia, cumpliéndose así el dicho: “Sean cuidadosos con los niños pobres, ya que de ellos saldrá la Torá”.175-176 Hay frutos de la naturaleza que deben ser transformados o mejorados para su buen uso, pero los hay cuya pureza y valor se encuentran en la naturaleza del propio fruto, y así el aceite de oliva encuentra su pureza en el prensado, sin cocinar, sin refinar, sin mezclar. La Torá se comparó con la luz: Ki ner mitzvá veTorá or (“La vela es como un precepto, pero la Torá es luz”).177 La vela (Precepto) es obligación y la Torá es la luz. Es interesante que, respecto a la mitzvá, antepusiera la vela, pero en la Torá se antepuso la luz. La razón se encuentra en que la mitzvá es un medio para el comportamiento correcto de la persona, y esa es su misión. Al Shabat cada Yehudí le da la importancia según el nivel de su observancia, a diferencia de la Torá, en que su realidad no depende de nosotros, pues ella es luz por sí misma. Aunque hay quienes consideran a la oscuridad como un ente independiente, la mayor parte del mundo entiende a la oscuridad como la falta de luz. Sin embargo, en el rezo de la mañana

Ilaná de Jayé · 330

nosotros alabamos al Creador diciendo: Yotzer or uboré joshej (“Creó la luz e hizo la oscuridad”). La oscuridad no es falta de luz, sino que fue hecha. La Torá se compara con la luz: Ki ner mitzvá veTorá or, a lo que dijeron nuestros Sabios: “Así como una pequeña luz rechaza mucha oscuridad, un poco de Torá rechaza mucha maldad”.178 ¿Cómo y con qué se iluminaba el Candelabro en el Mishkán? El Cohén utilizaba aceite de oiliva como combustible para mantener encendida la Menorá. Una de las propiedades que tiene este aceite es que no se mezcla con ningún otro líquido, sino que se separa y se eleva hasta arriba; y si el vaso está lleno, expulsa al agua y flota. Cuando el aceite cubre el vaso, cuando la Torá está en tu vida, en ti, en tu familia, en tu hogar, en tus ocupaciones, no podrá entrar ninguna cosa ajena a ella. Esa Torá flota e impregna todo lo que hagas. Al igual que la vela, la Torá ilumina a los judíos por el sendero adecuado. Sin ella nuestras vidas transcurren en la oscuridad. Cuando uno observa diferentes objetos, los vislumbra mejor con la ayuda de la luz; así también es con la Torá, que nos permite comprender aquello que la insensatez oculta.179 Asimismo su fruto —la aceituna— al principio es amargo, pero luego se endulza. Al igual que el estudio, al principio cuesta trabajo estudiar, retener, cumplir, pero finalmente se obtiene un fruto dulce: paz, tranquilidad, vida en este mundo y en el Mundo Venidero.180 Así como la luz es superior a la oscuridad, la Torá es superior a las cosas vanas.181

Podemos perdonar fácilmente a un niño que teme a la oscuridad. La verdadera tragedia es cuando los hombres temen a la Luz.

“...y tomarán para ti aceite de oliva puro, prensado, para iluminación, para encender la vela continuamente” (27:20).

D

eborá HaNebiá (“la profetisa”) fue llamada también Eshet Lapidot, que significa “la Mujer de las Luces”. Ella condujo al pueblo de retorno a la Torá y a las mitzvot después de la muerte de Yehoshúa. También contribuyó a la derrota del ejército de Siserá de Yuvín, que oprimió a los yehudim en aquella época, a consecuencia de que se habían alejado del servicio Divino. La llamaron Eshet Lapidot debido a que ella, al ver que su esposo era un hombre simple y piadoso, pero incapaz de aprender Torá, quiso buscar méritos para él y para su familia. ¿Qué hacía? Se sentaba bajo la sombra de una palmera y allí preparaba con devoción las mechas que serían utilizadas en la Menorá del Mishkán. Retorcía las hebras entre sus dedos con dedicación y alegría, mientras pronunciaba plegarias y alabanzas al Creador. Una vez que terminaba las mechas, las entregaba a su esposo para que las llevara al Mishkán. Hashem declaró: “Tú quieres incrementar la luz de Mi casa; a cambio, Yo incrementaré tu luz, hasta que seas famosa en todo Yehudá e Israel”. Deborá mereció recibir Inspiración Divina y fue conocida como una de las siete mujeres a lo largo de la historia judía que recibieron el don de la profecía. (Ellas fueron: Sará, Miriam, Deborá, Janá, Abigail, Juldá y Ester). Aun después de la derrota de Siserá, Deborá continuó guiando al pueblo y juzgándolo por muchos años... “Sentada bajo la misma palmera en la que una vez fabricó mechas para la Menorá”. 182 La Yeshibat Ponovitch es una de las yeshibot más reconocidas, de donde salieron muchos Grandes rabanim. Hasta la fecha sigue siendo una de las instituciones más grandes y reconocidas del mundo. Rab Yosef Shelomó Kanheman contó cómo fue que tuvo el mérito de construir la Yeshibá, y cuál fue la “piedra fundamental” de la misma: “Un abrigo viejo y un par de guantes”. Y relató una muy conmovedora historia de su niñez: En una de las noches frías de invierno, en la aldea donde vivíamos, cuando el viento y el frío, acompañados por una fuerte

Shemot · 331

— el mérito de la mujer judía —

Árbol de vida · 332

nevada, penetraba en las casas de los habitantes, la madre de los seis pequeños niños de la familia Kanheman, muy preocupada, pensaba cuál de todos sus hijos tendría el mérito de ir al colegio al día siguiente, ya que en la casa había sólo un abrigo y un par de guantes, debido a la pobreza que sufrían. Después de llegar a la conclusión de que la Torá era de todos, y que desde el más grande hasta el más pequeño eran muy importantes, decidió levantar a sus hijos de madrugada, uno a la vez, y así los fue llevando, uno por uno, hasta el Talmud Torá. Todos usaron el mismo abrigo y el mismo par de guantes. Ella fue y vino en esa madrugada doce veces, seis de ida y seis de vuelta, pero todos participaron del Shiur de Torá, en el horario correspondiente. La entrega de una madre por el estudio de Torá de sus hijos fue lo que incentivó a Rab Shelomó Kanheman para construir la Yeshibá en los momentos más difíciles, cuando nadie apostaba por el futuro que hoy conocemos. Similarmente, cuando las madres de Israel dedican su amor, su paciencia y su entrega a la fabricación de las “mechas”, que son los niños que en el futuro portarán la luz y harán alumbrar con su Torá al mundo entero, lo hacen debajo de la “sombra de la palmera”, dentro de su hogar, cuidando que el aceite se mantenga puro de la contaminación moral que impera en las calles. Ante la falta del Bet HaMikdash, la mesa en el hogar judío es equiparada con el Altar.183 Las velas de Shabat representan a las velas de la Menorá. Es costumbre que en los hogares judíos las madres e hijas enciendan las velas de Shabat. Ellas son las que mantienen encendida la Luz de la Divinidad en el hogar. Cuando la mujer cumple con su deber en el hogar, tiene el mérito de ver y disfrutar los frutos de sus actos, y Hashem las ilumina para que puedan tener la inteligencia para poder guiar a sus hijos por el camino verdadero, y de esta forma los verá crecer con rectitud (como la palmera, cuyo tronco es recto). También contará con la ayuda Celestial para poder vencer al enemigo, que lucha acérrimamente por alejar a sus hijos del Servicio Divino.184 Cuando Rabí Akibá regresó a casa, después de veinticuatro años de estudios en la Yeshibá, acompañado por veinticuatro mil alumnos, una mujer se esforzaba por acercarse a él.

Shemot · 333

Los alumnos, sin saber de quién se trataba, intentaban apartarla. Cuando Rabí Akibá se percató de ello, les dijo: “¡Permitan que se acerque, pues toda mi Torá y la de ustedes es de ella!”. Se trataba de Rajel, la esposa de Rabí Akibá, quien había dedicado su vida para que su esposo pudiera consagrarse al estudio de la Torá. Cierta vez un Rab se encontraba impartiendo un curso a un grupo de mujeres. La mayoría de ellas tenía su propia fuente de ingresos y habían asistido a la conferencia porque el tema a impartir era: “Las funciones que debe ejercer la mujer dentro del hogar”. Obviamente se mantenían escépticas respecto al tema. A la mitad de la conferencia, una de las mujeres preguntó al Rab: “¿Podría decirme a qué se dedica su esposa?”. Él, con mucho orgullo y de manera entusiasta, y por supuesto, sin escatimar detalles, respondió: “Ella es directora de un refugio para niños en edad escolar. Trabaja allí desde hace varios años y efectúa su labor de forma gratuita. Les ofrece educación; se encarga de que estén bien alimentados y resguardados del frío; se ocupa no sólo de su salud física, sino psicológica, ¿y por qué no?, de su desarrollo espiritual. Cuando es necesario baja de su rol de directora y cumple los de chofer, enfermera, maestra, cocinera y todo lo que la situación le demande en el momento. Busca e invierte todos los recursos que sean necesarios para que esos niños, que de no ser por ella se encontrarían desamparados, tengan el desarrollo necesario para ser verdaderos hombres y mujeres de bien el día de mañana”. Todas las mujeres, emocionadas y algunas con lágrimas en los ojos, aplaudieron y aprobaron esa labor tan abnegada, y felicitaron al Rab por tener una mujer tan bondadosa y caritativa, con tanto empuje y amor al prójimo. En ese momento el Rab añadió: “Por cierto, olvidé decirles que esos niños son nuestros ocho hijos”. ¡No hace falta decir cómo se sintieron estas mujeres ante esta acotación! Hay quienes piensan que la mujer es relegada del cumplimiento de las mitzvot por considerarla un ser inferior. ¡No hay idea más desacertada! El rol de la mujer en el Judaísmo es más importante que el del hombre. Cuando Hashem estaba

Ilaná de Jayé · 334

por entregar la Torá al Pueblo de Israel, dijo a Moshé: Así dirás a la Casa de Yaacob y anunciarás a los hijos de Israel…185 Los Jajamim explicaron que la Casa de Yaacob se refiere a las mujeres de Israel, y a ellas debía dirigirse en principio Moshé, pues son las encargadas de educar a los hijos en el camino de la Torá, para así obtener el futuro eterno del pueblo en todas las generaciones. La mujer judía es la fábrica de las almas del Pueblo Judío. Sobre ella recae la educación natural de sus hijos; con sus palabras cálidas, suaves y dulces muestra a sus hijos cómo amar a la Torá, cómo hacer el bien a los ojos de Hashem y del prójimo. Una mujer virtuosa, ¿quién encontrará...? Confía en ella el corazón de su esposo y recompensa no le faltará.... Su boca habla con inteligencia y la Torá del favor está en su lengua... Se levantan sus hijos y la felicitan, su marido la alaba... Es mentira la gracia y vana la hermosura. La mujer temerosa de Dios es alabada.186 En nuestra generación estos conceptos han perdido vigencia. Podemos comprar comidas preparadas, enviar la ropa a la lavandería, la sirvienta limpia la casa, la niñera cuida a los hijos más pequeños y las maestras los educan. ¿Y las madres? ¿Qué hacen mientras tanto? No hay nada que suplante a la mujer en su hogar. En cada casa puede distinguirse la mano trabajadora de la mujer, o lo contrario, su pereza e indiferencia. La mujer que con alegría se dedica a su familia sin sentirse discriminada ni disminuida por la función para la que fue elegida por su Creador, no busca excusas para no cumplir con su tarea o exceptuarse del trabajo. No piensa que es despreciada dentro de las paredes de su hogar, ya que precisamente en él encuentra el lugar apropiado para desarrollar la fuerza espiritual de que dispone. ¿O acaso existe mayor felicidad para un hijo que encontrar a su madre en el hogar al regresar de la escuela? Un hombre y una mujer que tuvieron mérito, la Shejiná se encuentra entre ellos; de lo contrario, el fuego los consume.187 Cuando la pareja se esfuerza para que la Presencia Divina los acompañe y conducen su hogar con las bases de la Torá y el temor a Hashem, el shalom reina en ese hogar, ya que el objetivo que ambos persiguen es hacer la voluntad del Creador. En este punto,

¿Cuál es el mérito de las mujeres? Que llevan a sus hijos al colegio a estudiar Torá y permiten a sus maridos ir a la yeshibá a estudiar Torá, y los esperan hasta que vuelvan de estudiar con el rab.190

— dime cómo vistes y te diré quién eres — “Harás vestimentas de santidad para tu hermano Aharón, para gloria y esplendor” (28:2).

A

harón y sus hijos, Nadab, Abihú, Elazar e Itamar, fueron elegidos para actuar como Cohanim en el Mishkán. Mientras oficiaban, debían usar cuatro vestimentas especiales, confeccionadas por hábiles artesanos. Aharón, como Cohén Gadol

Shemot · 335

es fundamental el trabajo de la mujer, como bien lo atestiguan nuestros Sabios diciendo: “la casa... es la mujer”,188 lo cual significa que es digno de llamarse hogar de acuerdo con el nombre de la mujer, por el sentimiento puro que ella posee. Bienaventurada la mujer que sabe valorar el legado que Hashem depositó en sus manos y es la responsable de que la Shejiná se pose en su hogar, educando a las futuras generaciones en el camino de los preceptos y asegurando nuestra continuidad como pueblo.189

Árbol de vida · 336

(Sumo Sacerdote), debía vestir ocho. Una de estas vestimentas era el mitznéfet, una especie de turbante. Está escrito que este turbante se usaba para perdonar el pecado de la soberbia y la vanidad. Por ser la cabeza donde residen los sentimientos de vanidad, se coloca allí para recordar a la persona que sobre ella sólo debe existir la conciencia de la existencia de Hashem, y por medio de esto adquirir la cualidad de la humildad.191 Moshé recibió la orden de hacer vestimentas “para gloria y esplendor” de los Cohanim. La Torá nos muestra que la ropa, aparte de cubrir a la persona de su vergüenza y de las inclemencias del tiempo, también le sirve como distinción y status. Rabí Yojanán llamaba a su ropa: las que me honran.192 Si vas caminando por la calle y te encuentras con una persona vestida de verde y botas negras, y portando un rifle; o si ves a una persona con bata blanca y un estetoscopio colgando de su cuello, ¿acaso necesitas preguntar cuál es su oficio? Si ves a una persona vestida de negro, sombrero y kipá, ¿preguntas a qué se dedica? Tú eres un yehudí. ¡Representas el Reinado del Creador! Tienes que vestir acorde con tu misión. La persona está formada de cuerpo y alma. El alma quiere distinción y el cuerpo va detrás de otros deleites y placeres. Al cuerpo no le interesa el honor, debido a que esto implica responsabilidad. Si las personas nos consideran dignos de ser honrados como hijos del Rey, nosotros sentiremos la responsabilidad de estar a la altura de las circunstancias. El cuerpo quiere la libertad de gratificarse sin pensar en las consecuencias. Nuestra alma pide arropar al cuerpo a la usanza yehudí. El rey envió proclamas a varias naciones invitándolas a entablar relaciones culturales y comerciales. Comisionó a su único hijo para que se fuera de gira por el mundo para esta importante misión. Los países se apresuraron a aceptar la invitación y enviaron responsas confirmando con agrado la bienvenida del soberbio personaje. El avión del príncipe despegó hacia su primer destino. Arribó al hangar presidencial, donde aguardaba una comitiva formada por los representantes más prominentes de la sociedad. Por la escalinata bajaron primero los secretarios de Estado, seguidos por todo el cuerpo de seguridad. La escolta presentaba las

Shemot · 337

banderas mientras la filarmónica entonaba el himno del reino. Bajaron los pajes y otros miembros del gabinete. Todos aguardaban expectantes. Nadie quería perderse la oportunidad de estar tan cerca de la realeza. ¡Silencio! El vocero anuncia la proximidad de hijo del rey. Todos miran emocionados hacia la puerta del avión, aguardando su salida. De repente, ¡aparece! Los periodistas levantan sus cámaras tratando de captar hasta el último detalle. Comienza a salir; se ve una figura ataviada con unos decolorados y raspados pantalones vaqueros, camisa a cuadros, tenis… ¡en lugar de corona, una cachucha con el emblema de un afamado equipo de futbol! La gente se queda anonadada. “¿Es una broma? ¿Quién es ese impostor? ¿Quién habrá osado presentarse con semejante facha en nombre del rey? ¡Esto es una ofensa al reinado…!” Así es la imagen que refleja un yehudí “vestido a la moda”. La persona que busca llamar la atención de los demás, tanto en su forma de vestir, de caminar, de hablar, de comer, significa que no confía en su propia valía, o tal vez desconoce su linaje. Aquel que se siente orgulloso de su origen y pertenencia buscará identificarse con ellos. En una oportunidad, la reina de Inglaterra paseaba en su carruaje. Miraba distraídamente a los transeúntes por su ventana, hasta que vio a un joven que llamó su atención. Aquellas peot y kipá, las ropas que vestía, mostraban que era un yehudí. La reina se impresionó al ver a este joven tan especial y distinto de los demás y sintió curiosidad de conocerlo mejor. Pidió a sus sirvientes que detuvieran la carroza e invitaran al joven a su palacio, para poder verlo más de cerca. Cuando el joven supo de la invitación, se emocionó tanto que esa noche no pudo dormir. Al día siguiente, al verse en el espejo, pensó: “¿Cómo me voy a presentar ante la reina con esta apariencia? Será mejor aparentar que soy un ciudadano fiel a la corona”. Entonces se quitó las peot y la kipá, y su vestimenta. Se miró de nuevo en el espejo y también se cortó el cabello a la forma de los goyim. Quería encontrarse ante la reina, según él, “lo más presentable posible”. Cuando llegó al palacio y estuvo frente a la reina, la soberana preguntó: “¿Dónde está el muchacho que vi en la calle? ¿Dónde

Ilaná de Jayé · 338

está aquel que usaba peot y una kipá?”. El joven se enderezó y respondió con seguridad: “¡A sus órdenes, Majestad! Yo soy aquel joven. ¿Acaso no me recuerda?”. La reina respondió: “Yo veo frente a mí a un muchacho común, de los que sobran en el país. Yo quería ver a ése que tenía una apariencia tan diferente…”. El Cohén era el transmisor de las órdenes Divinas (por medio de los Urim VeTumim); además generaba la paz entre las personas y también intercedía y buscaba el indulto ante sus hermanos y el Creador (por medio de los sacrificios en el Mizbeaj). Al observar el atuendo majestuoso que portaba, comprendía la responsabilidad que llevaba encima, y esto lo motivaba a cumplir con presteza su sagrada labor. También le ayudaba a mantener su mente concentrada en el servicio Divino. Al comienzo de los años treinta, un judío no observante que viajaba en un tren se enteró de que el Jafetz Jaim estaba sentado en el último vagón. Ansioso por verlo, el caballero se apresuró hacia el lugar, donde encontró al Gaón concentrado en un libro y ni siquiera se percató del hombre que lo observaba de arriba abajo. Cuando levantó la vista notó al espectador y le preguntó si había alguna forma en que pudiera ayudarlo. El caballero, disculpándose, dijo: “Sólo vine a ver qué apariencia tenía usted”. Con una plácida sonrisa, el Jafetz Jaim preguntó: “¿Y qué vio usted?”. El hombre respondió: “Francamente, estoy muy decepcionado. Yo esperaba ver a una persona elegantemente vestida a la moda, y usted está vestido al viejo estilo. Usted no llena mis expectativas de ninguna manera”. El Jafetz Jaim lo miró y replicó: “Ante todo, yo soy quien está de acuerdo con la última moda y usted es quien no está de acuerdo con los tiempos”. El caballero arrogantemente dijo: “Rabí, ¿en qué se basa para hacer esa afirmación? ¡Mi vestuario es a la última moda; el suyo es el anticuado!”. El Jafetz Jaim respondió: “En la Hagadá de Pésaj leemos: ‘En el comienzo nuestros padres sirvieron a ídolos’. Este fue el antiguo estilo. Sin embargo, continúa relatando la Hagadá: ‘Pero ahora Hashem nos aproximó a Su servicio’. Esto quiere decir que el ‘estilo actual’ es aproximarse al Servicio de Hashem. Los judíos ultrarreligiosos que sirven

Habla, viste, come, duerme, compórtate como un yehudí. Finalmente verás que tu apariencia exterior influirá en tu interior.194

Shemot · 339

a Hashem con todo su corazón y su alma son los que están de acuerdo con la última moda….”. Es nuestra obligación comprender que somos “Hijos del Rey”. Nuestra conducta y manera de vestir deben ser acordes con nuestra investidura. Vestir como yehudí compromete, pero a la vez debe incentivarnos a tener un comportamiento ético, modesto y educado; debemos dirigirnos hacia las persona y en todo lugar con recato, respeto y buenos modales, y así mostraremos con hechos lo que se espera de nosotros. Cuando el judío se pone kipá, se transforma en embajador de Hashem. Cada uno de sus actos es sometido al riguroso escrutinio de todos los que lo observan. Y si comete una estafa financiera, no van a llamarlo sólo “estafador”, sino “judío estafador”. Pero si es honrado, es Hashem el que se queda con el crédito. El Midrash cuenta de un árabe que vendió un burro a Rabí Shimón ben Shataj. Poco después de la compra, Rabí Shimón descubrió una piedra preciosa oculta bajo la montura del burro. “Yo pagué por el burro, no por la gema”, dijo, y enseguida fue a devolvérsela al árabe, quien exclamó: “Bendito es Hashem, el Dios de Shimón ben Shataj”. Yehudí: tienes una gran responsabilidad con Hashem y con el mundo. ¡Comienza a vestir como un auténtico yehudí, y esto te será de gran ayuda para que tu comportamiento sea acorde con la forma en que estás vestido! También te será de gran ayuda para que no olvides quién eres y Quién está encima de ti. Ante Él rendirás cuentas cuando Él lo decida. Hashem observa y controla todos tus movimientos. La vestimenta te mantendrá siempre consciente de esto y evitará que la vanidad se apodere de tus actos. Porque honro a los que me honran.193

Árbol de vida · 340

— la humildad es la mejor de las cualidades —

E

“Y harás un Mitznéfet (Cofia) de lino” (28:39).

n esta Perashá, Hashem ordena a Moshé consagrar a los Cohanim con vestimentas especiales. La indumentaria del Cohén Gadol constaba de ocho prendas. Cada una de ellas expiaba por un pecado particular del Pueblo Judío. Por ejemplo, el mitznéfet, que era una especie de turbante, expiaba el pecado de la soberbia y la vanidad.195 El motivo que ofrece el Talmud es que en la cabeza residen los sentimientos de altivez y presunción; se coloca allí para recordar a la persona que sobre él sólo debe existir la conciencia de la existencia de Hashem, y así adquirir la cualidad de la humildad. La humildad es la mejor cualidad.196 Es el fundamento de la Torá y de las buenas cualidades. Sus compañeras la siguen: amor, hermandad, paz y amistad. El humilde no se enoja nunca; deja pasar su honor. Mantiene un perfil bajo. Nada le molesta. No busca la grandeza. No se considera apto de lo propio… ¡Cuántas cualidades emanan de la humildad verdadera! Debido a lo correcta y buena que es, resulta muy difícil encontrarla. La persona debe dominar su natural tendencia a sentirse poseedor de todo lo que le rodea y llenar su mente de pensamientos puros y constantes, pensando siempre: “¿Qué soy? En realidad nada me pertenece”. Como dice el Rambán en su epístola: “¿Y qué tiene el pobre para enorgullecerse con vestidos que le dieron en préstamo y que no son de él?”. Un rey nombró a uno de sus ministros como gobernador interino en una de las ciudades principales. El gobernador abusó de su puesto obligando a los súbditos a honrarlo. Cierta vez, fue el rey a la ciudad a atender un asunto y pidió que lo llevaran a hacer un recorrido por las calles de la ciudad. ¡Grande fue su sorpresa y enojo cuando encontró al gobernador vistiendo las ropas reales! Todos hacían honores a su investidura, con lo cual usurpaba el honor que pertenecía al Rey. Imaginemos la vergüenza del gobernador al ser descubierto por el Monarca… Dijo el Rey David: Hashem se viste de

Shemot · 341

orgullo.197 El orgullo sólo pertenece a Hashem. ¡Pobre de todos aquellos que tratan de “vestir” la indumentaria real, sintiendo que todo lo existente les pertenece…! Cuanto más posee la persona, menos arrogante debería ser. Solamente abrir sus ojos y mirar las maravillas que se encuentran a su rededor, debería ser suficiente para decir: “¿Cómo puedo acercarme ante el Creador de todo el hermoso universo que nos rodea? ¿Cómo puedo inclinarme ante Él, que está en las alturas?198 ¿Cómo me atrevo a levantar el rostro ante su magnificencia?”. Cada uno de nosotros ha recibido la Piedad de Hashem en abundancia. Nos ha agraciado con un poco de entendimiento y nos ha auxiliado para hacer el bien. Todo lo que hagamos no será suficiente para pagar siquiera un solo respiro de los millones que damos en nuestra vida. Me he empequeñecido por todos los favores y toda la verdad.199 El Gaón de Vilna estaba estudiando un pasaje difícil del Talmud. Estaba tan concentrado en el tema que no advirtió que uno de sus alumnos había entrado al Midrash y se acercó a saludarlo. El joven extendió su mano, pero el Gaón no respondió. El alumno sintió que su maestro tenía algún motivo para desairarlo y se retiró con desánimo del lugar. Mientras salía se encontró con el Rab Jaim de Volozhin, uno de los más destacados discípulos del Gaón, y desahogó su pena. Rab Jaim trató de consolar al estudiante, pero fue inútil. “Seguramente encontró algún hecho pecaminoso que habré cometido”, dijo tristemente el alumno. Rab Jaim se despidió del joven y entró en el estudio del Gaón. Al ver a su discípulo, el Gaón lo saludó alegremente. “¿Pero por qué estás tan abatido?”, preguntó. “Acabo de encontrar en el pasillo a un muchacho que se siente ofendido porque usted lo ignoró cuando vino a saludarlo hace unos minutos”. El gaón exclamo: “¿Cómo pude hacer algo así? En ningún momento percibí su presencia, quizá porque estaba muy absorto en mis pensamientos. ¿Dónde está ese joven? Debo ir a buscarlo”. El Gaón de Vilna salió rápidamente del Midrash, salió a la calle y alcanzó a ver al muchacho. Éste escuchó que alguien lo llamaba por su nombre, volteó y vio al gigante de la generación corriendo para alcanzarlo. El estudiante miraba con sorpresa como el Gaón se acercaba, lo abrazaba y

Ilaná de Jayé · 342

decía: “Hijo mío, perdóname si te causé angustia. Créeme, no quise ofenderte. Te amo tanto como a todos mis queridos estudiantes. Si no advertí tu presencia, fue solamente porque mis pensamientos estaban en otra parte. ¿Quisieras por favor perdonarme?”. Si tal era el sentimiento de los sabios de las generaciones anteriores, ¿qué nos queda a nosotros, que vivimos en una generación huérfana? ¡Los grandes se están yendo! No se requiere conocimiento para percatarnos de nuestra pequeñez y poco valor, así como nuestro poco entendimiento y nuestra gran escasez respecto al Servicio Divino. El yo, el egoísmo, es la cortina que separa al hombre de su Creador.200 El orgullo y la presunción causan tristeza. La persona que padece estos defectos cree que todo le corresponde. El sentimiento de satisfacción es temporal; la vida se encarga de desilusionarlo…201 Si razonamos por lo menos un momento cada día sobre este tema, someteremos al corazón y estaremos más conscientes de este grave pecado. No debemos confundir el hecho de vivir con humildad con vivir engañados por una autoimagen desvalorizada. Hay una línea muy delgada entre la humildad y el auto desprecio… Nunca debemos negar nuestros aspectos positivos y ver las aptitudes con las que fuimos creados. Éstas nos fueron otorgadas con un fin específico. ¡Debemos explotarlas al máximo! Si el Jafetz Jaim hubiese pensado que él no era competente para escribir las numerosas obras halájicas y los principios éticos que nos legó, ¿qué sería hoy de Am Israel? ¡Estaríamos caminando como ciegos en la oscuridad! Quienes lo conocieron pueden atestiguar sobre la profunda humildad que poseía. Él escribió sus obras porque sabía que podía hacerlo, pero también sabía que no debe esperarse gloria y honores por lo que uno hace; sólo pensaba en lo que le faltaba por hacer. Sólo con sencillez e integridad puede llegarse a la verdad. Si has estudiado mucha Torá, no te jactes, porque para ello has sido creado.202 Tomar conciencia verdadera de la naturaleza de las habilidades y las capacidades propias no es, en modo alguno, incompatible con la humildad. Uno puede medir su verdadera grandeza sin asumir orgullo ni vanidad. El corazón de un sabio es como un espejo: refleja cada objeto sin empañarse.

Mundo Venidero? El humilde que agachado entra y agachado sale, se ocupa de la Torá siempre y no se enorgullece.203

Shemot · 343

¿Quién es meritorio del

Árbol de vida · 344

Perashat Ki Tisá — así como juzgues, serás juzgado… — “Esto entregará todo el que pase entre los contados: un medio siclo [Majatzit Hashékel], un medio siclo…” (30:13).

C

uando se llevó a cabo un censo de los varones mayores de veinte años (edad en la que debían enrolarse en el ejército), se pidió a cada uno contribuir con medio shékel (moneda) de plata. Posteriormente el metal se fundiría y se utilizaría en la construcción del Santuario. Se hizo un recuento de las monedas recaudadas y el total indicó cuántos hombres habían sido censados. Los Jajamim nos explican que el motivo por el cual se contó a las personas mediante las monedas fue para que cada uno se percatara de que Hashem considera individualmente a cada persona. Si es así, ¿no sería mejor que fuera un shékel completo y no la mitad? Esta es otra enseñanza que nos deja este precepto: el objetivo de los shekalim era que cada uno sintiera que no es un ser completo sin el otro. Cada integrante de Israel debe pensar: “Yo soy sólo como medio shékel; soy media persona, no soy entero”. Esto genera unión y hermandad. La única forma de alcanzar la integridad espiritual es asociarnos y cooperar con nuestros hermanos yehudim. Cuando nos comportamos de esta manera, demostramos que somos un miembro de Am Israel. Por otro lado, si permaneciéramos apartados de los demás, careceríamos de los rasgos que identifican a los Hijos de Israel.204 Los líderes espirituales más grandes de Hungría se habían reunido, por invitación del Ktav Sofer, para decidir cuál sería el rumbo que debían tomar cada una de las comunidades locales. El Ktav Sofer se puso de pie y se dirigió a la concurrencia: “Honorables Rabinos: antes de comenzar quisiera mostrarles un tesoro único. Lo recibí como herencia de mi padre, el Jatam Sofer, quien lo heredó de mi abuelo. Ha pasado de generación en generación

Shemot · 345

por casi dos mil años. Señores, es un honor mostrarles un Majatzit Hashékel, ¡la moneda que se utilizaba en el Bet HaMikdash!”. El Ktav Sofer desenvolvió la preciosa moneda mientras decía: “Hasta donde yo sé, este es el único Majatzit Hashékel que existe en el mundo. Voy a pasarlo para que cada uno de ustedes examine su peso y tamaño. Es sabido por ustedes la importancia que esto tiene, ya que varias decisiones halájicas dependen de esto”. El Rab que se encontraba a su lado la tomó emocionado y la analizó minuciosamente por varios minutos, y la pasó a quien se encontraba a su derecha. Mientras les llegaba la moneda, los demás rabinos continuaban debatiendo. Repentinamente uno de ellos exclamó: “¿Dónde está el shékel?”. El Ktav Sofer tembló mientras nuevamente se ponía de pie. “Mis honorables huéspedes”, dijo con calma. “No necesito explicarles la angustia que sentiré si el shékel no aparece. No dudo de ninguno de ustedes. Seguramente se confundió por equivocación con una de sus monedas. Les ruego me perdonen por solicitar a cada uno de ustedes que examinen sus bolsillos”. Los sabios comprendieron la urgencia de recuperar la valiosa moneda y rápidamente revisaron sus bolsillos, mientras el Ktav Sofer miraba esperanzado a que apareciera. Un embarazoso silencio pendió pesadamente sobre el salón, hasta que uno de los Jajamim sugirió: “Quizás debiéramos buscar cada uno en el bolsillo del otro…”. Un anciano rabino protestó: “¡De ninguna manera! ¿Dónde está su respeto por los sabios de la Torá? Les pido que esperemos unos minutos más y veamos qué pasa”. Todos accedieron a la propuesta y continuaron con los importantes asuntos que estaban tratando. El nerviosismo podía palparse en el ambiente. Pasaron unos minutos y la moneda no aparecía. Todos veían al anciano, como preguntándole: “Nu… ¿ahora qué hacemos?”. El anciano respondió: “Sugiero que esperemos con paciencia otros quince minutos”. Las manecillas del reloj avanzaban lentamente. Nadie entendía lo que estaba ocurriendo… Pasaron los quince minutos y el inquieto público necesitaba continuar con sus asuntos, así que

Ilaná de Jayé · 346

pidieron al Ktav Sofer que procediera con la revisión. El Rabino les respondió que esperasen otros quince minutos… Algunos de los sabios se pararon a protestar; sin embargo, fueron silenciados por la mirada serena del Ktav Sofer. De repente, un grito rompió el silencio mientras uno de los meseros irrumpía en el salón… “¡Aquí está! ¡Acá tengo la moneda perdida!”, y depositó el precioso Majatzit Hashékel en la temblorosa mano del Ktav Sofer, quien la examinó cuidadosamente y se sentó con una exclamación de alivio. Sí, era la sagrada moneda, ¡la misma que se había usado en el Bet HaMikdash! “¿Cómo la encontraste? ¿Dónde estaba?”, preguntó asombrado el Ktav Sofer. “Cuando la moneda se extravió, sacamos los manteles”, explicó el sirviente. “Los sacudimos completamente, pero no la encontramos. Cuando escuché que la moneda seguía perdida, volví a revisar en la basura, y allí apareció...” Cuando regresó la calma, el Ktav Sofer se dirigió al anciano: “¿Puedo preguntarle por qué pidió que esperáramos?”. El anciano se levantó y se dirigió a los Rabinos: “Mis honorables amigos y colegas: yo también traje algo para mostrarles esta noche”. Metió la mano en su bolsillo y extrajo una moneda. ¡Era otro Majatzit Hashékel! “Al igual que nuestro respetado líder, yo también he recibido como herencia esta sagrada moneda. Cuando escuché de nuestro Rab que su moneda era única en el mundo, cambié de idea y decidí dejarla en mi bolsillo. Ahora piensen, mis queridos amigos, qué habría ocurrido si cada uno hubiese buscado en los bolsillos de su compañero y uno de ustedes hubiera hallado la moneda en mi bolsillo. ¿Cuántos de ustedes me habrían creído cuando les explicara que la moneda me pertenecía y que justamente hoy la traje para mostrarla?”. El Ktav Sofer se levantó y dijo a la concurrencia: “Esta noche se evitó un Jilul Hashem (profanación del Nombre de Hashem)”. “¡Cuánta razón tenían nuestros Jajamim cuando nos advirtieron que nunca consideráramos culpable al otro aunque todas las evidencias estén en su contra (juzgar lekaf zejut, con el beneficio de la duda)! Originalmente nos reunimos para discutir el futuro de los Judíos de Hungría; pero si lo único que logramos de todo esto es la comprensión y la necesidad de juzgar a otros siempre

Shemot · 347

favorablemente, ¡entonces podemos decir que esta reunión fue un éxito rotundo!”205 Dar a nuestros semejantes el “beneficio de la duda” es una de las 613 mitzvot de la Torá: Juzgarás a tu prójimo favorablemente.206 Si vemos a una persona haciendo algo que aparentemente no debería estar haciendo, hay un mandamiento que nos obliga a juzgarla favorablemente.207 La Guemará escribe que “uno que juzga favorablemente a su prójimo, también va a ser juzgado favorablemente”.208 Según el criterio que utilicemos para juzgar lo que vemos, después de los ciento veinte años, en el Cielo van a usar el mismo razonamiento para nuestra persona… Debemos ser muy cuidadosos. La próxima vez que tengamos una duda sobre alguien, intentemos no sacar conclusiones precipitadas. Es muy sabido que las personas por lo general saltan rápidamente a conclusiones, en especial cuando se trata de personas distinguidas de la comunidad: Rabinos, estudiosos de la Torá, líderes comunitarios. Mientras más “grande” una persona es, más las personas van a saltar a conclusiones opuestas, en vez de darles el beneficio de la duda. Y debemos tener mucho cuidado con esto, ya que algún día esa tendencia va a perseguirnos para acusarnos. “El medio shekel” viene a enseñarnos y demostrarnos dos cosas: primera, que la persona debe conducirse por la vida con humildad; que por más que haga en la vida, somos seres que damos, pero al mismo tiempo necesitamos recibir de los demás. Segunda, el sentido de la unión. Hashem dijo a Hoshea: Efráim está unido en la idolatría; déjalo.209 De aquí se aprende el poder que tiene la unidad; aunque el pueblo esté pecando, si lo único que les queda son la paz y la unidad, Hashem no los reprende ni los castiga. La construcción del Mishkán fue una demostración de que Hashem había perdonado el grave pecado del Becerro de Oro. El medio shékel viene a mostrarnos que cada integrante del Pueblo Judío de considerar y saber que él es parte de su prójimo y no un ser íntegro, y sólo al compartir e integrarse con cada uno de sus hermanos de Israel puede el pecado transformarse en una expiación. Entonces el pecador se transforma en un ser completo. Juzgar a otros favorablemente es un principio esencial

Árbol de vida · 348

para promover la paz, y la paz causa el perdón, y el perdón la integridad del pueblo, y esto traerá finalmente la redención y la construcción del Mishkán. Así podremos servir a Hashem por siempre.

Aquel que juzga a su semejante hacia el lado del mérito, el Santo, Bendito es, lo juzgará meritoriamente.210

— más de lo que tú cuidas el shabat, el Shabat te cuida a ti — “Y cuidarán al Shabat, pues sagrado es para ustedes…” (31:14).

M

oshé transmitió los detalles relativos a la construcción del Santuario y sus contenidos, pero primero enfatizó la santidad de Shabat. Durante este sagrado día se prohíbe efectuar cualquier trabajo creativo. El Jafetz Jaim, en su introducción a las “Halajot de Shabat”, dice: “El Shabat es la fuente y la raíz de la Fe Judía. Por medio del cumplimiento de sus leyes, reconocemos que el universo fue creado, por lo que existe un Creador, razón de lo creado”. Por esto nos advirtió la Torá doce veces sobre la obligación del Shabat, a lo que dijeron nuestros Sabios: “Todo aquel que respeta el Shabat se le considera como que respeta toda la Torá, y todo el que profana el Shabat, como si profanara toda la Torá”. En Tishá beAb de 1944, en el campo de concentración de Bergen-Belsen, nadie recibió alimentos; ni siquiera los niños más pequeños ni los enfermos ni los ancianos. A pesar de esta cruel disposición, una mujer cocinó un poco de cereal para su hija de

Shemot · 349

tres años. Dos kapos (presos que trabajaban dentro de los campos de concentración nazis en posiciones administrativas más bajas) la sorprendieron haciéndolo y la llevaron ante el tribunal. El juicio tendría lugar la noche del viernes, Shabat Najamú. En Bergen-Belsen los kapos convocaban juicios, en los cuales el acusado tenía el derecho de tener un abogado, y podía alegar en su propia defensa. El juicio fue extremadamente breve y la sentencia consistió en sufrir la pérdida de la ración alimenticia durante dos días. La mujer desistió de su derecho a tener un abogado, y no dijo nada a favor de su propia persona. La gente le preguntó por qué ella no había argumentado que no había comida y que no podía dejar que su hija menor padeciera de hambre. Haber expuesto estas circunstancias atenuantes podría haber incidido en que el tribunal le aplicara una sentencia más leve. Ella respondió: “Ya era Shabat y cada palabra en el juicio era anotada por un judío. Por eso permanecí en silencio, ya que es preferible pasar hambre que hacer que otro judío tenga que escribir durante Shabat”.211 Hashem llama al Shabat “Señal” para denotar su trascendencia. En el negocio de un zapatero la puerta está cerrada, al igual que todas las ventanas; ni un poco de luz puede verse en el interior. Realmente, uno podría pensar que el zapatero se mudó a otra ciudad. Mientras el anuncio cuelgue afuera del local, sabremos que el negocio sigue en operación. Es así también con el judío: por muy lejos que esté de la fe de sus padres, y si todas las mitzvot que deberían iluminar su hogar son como ventanas oscuras, si todavía cumple Shabat, entonces hay una señal de que hay vida Judía en el interior, que la luz del yidishkait no se ha apagado completamente. Pero cuando la señal (Shabat) desaparece, es como si el zapatero hubiese dejado la ciudad para siempre… Un viernes por la noche, la esposa de Rab Yosef Jaim Zonenfeld, Rab HaRashí de Yerushaláim hace setenta años, enfermó gravemente. El Rab corrió a la casa del doctor Schwartz, quien vivía a unas cuadras, y éste lo recibió con una lámpara encendida en su mano. El Rab sintió una profunda angustia, porque el doctor estaba profanando el Shabat sin necesidad (un

Ilaná de Jayé · 350

doctor puede hacer trabajos en Shabat cuando está en peligro la vida del enfermo, pero éste no era el caso). Sin embargo, se contuvo en ese momento y le pidió que lo acompañara a su casa para que atendiera a su esposa. Mientras iban caminando, el Rab preguntó al doctor: “¿Puede decirme usted qué parte ocupa la cabeza en relación con todo el cuerpo humano?”. El doctor no entendió qué tenía que ver esa pregunta en ese lugar y momento, pero por respeto al Rab respondió: “La cabeza es la séptima parte del cuerpo humano...”. “Correcto”, dijo el Rab. Y siguió abordando el tema. “Una vez, todos los órganos del cuerpo humano se reunieron para hablar con la cabeza, y le dijeron: ‘Queremos decirte, apreciada cabeza, que no estamos de acuerdo con lo que está sucediendo. Las manos son las que trabajan; los pies son los que nos llevan a todos lados, y así, todos los demás miembros del cuerpo hacen el trabajo más duro. Sin embargo, cuando llega el momento de comer, te paras bien erguida y te introducen los mejores manjares en la boca. Cuando estamos frente al público, otra vez es la boca la que se muestra orgullosa. En cambio, nosotros seguimos en el anonimato, y no recibimos ningún honor ni consideración...’. Entonces la cabeza les respondió: ‘Es cierto que yo soy la única que habla en las reuniones, pero es un privilegio que me corresponde, y no porque me lo regalaron. De mí salen las órdenes hacia todos los miembros del cuerpo, para que funcionen perfectamente y en el momento preciso. De no ser por mí, todos ustedes serían objetos inanimados, sin ninguna utilidad ni función. Y por eso, es justo que a mí me toquen todas las satisfacciones de la persona...’”. “Muy bonito, muy bonito”, exclamó el doctor. “Una respuesta muy inteligente. Se ve que la cabeza tiene cabeza...” “Pues bien”, continuó el Rab, “así como es la relación de la cabeza con el resto del cuerpo, repartió Hashem la importancia de los días de la semana respecto al Shabat. El Shabat es la séptima parte de la semana y es la cabeza de todos los días. De él sale la influencia para toda la vida. De no ser por el Shabat, la persona estaría sometida completamente a sus actividades materiales y físicas, y sería como todos los demás seres vivientes que lo rodean. Por eso es un gran privilegio que Am Israel posea el Shabat, y

Aún más de lo que los judíos han cuidado el Shabat, el Shabat ha cuidado de ellos.214

— querer es poder — “Esculpe dos tablas de piedra” (34:1).

D

espués de la entrega de la Torá en el Monte Sinaí, Moshé permaneció en el Cielo aprendiendo la Torá cuarenta días y cuarenta noches. Hashem entregó a Moshé dos lujot (tablas) de zafiro, de idéntica forma y tamaño.215 Mientras tanto, el pueblo, temeroso de que Moshé no regresara,

Shemot · 351

nosotros debemos cuidarlo para que al mismo tiempo nos cuide a nosotros todos los días de la semana...” Las palabras que salieron de la boca pura del Rab surtieron efecto en el corazón del doctor, quien captó el mensaje. De ahí en adelante, el médico se transformó en Shomer Shabat.212 Cuando en este mundo cumplimos con lo ordenado en la Torá: Seis días será hecha la obra y el séptimo día será Shabat de descanso, en el Cielo se reflejan nuestros hechos y se perpetúa la Alianza, como está escrito: Y guardarán los Hijos de Israel el Shabat, para hacer el Shabat por generaciones Alianza perpetua. Alianza eterna con el mundo Celestial. ¡Qué maravilla que el humano pueda llegar a pactar con los Cielos! El Shabat testifica que Hashem creó el mundo de la nada y que en consecuencia Él es dueño de todo cuanto existe, y que estamos obligados a hacer Su voluntad con toda el alma, y que todo lo que poseemos le pertenece.213

Árbol de vida · 352

persuadió a Aharón de que hiciera un Becerro de Oro, el cual realizaron fundiendo sus joyas. Una vez erigido, le acercaron ofrendas y cantaron y danzaron alrededor de él. Este despliegue de herejía provocó la ira de Hashem y ordenó a Moshé que descendiera. Moshé bajó de la montaña con las Tablas, pero cuando oyó los gritos de libertinaje, se acercó y observó la deshonrosa conducta del pueblo, por lo que arrojó al suelo las tablas y se hicieron pedazos. Destruyó el Becerro de Oro y ajustició por medio de los leviím a los pecadores. Moshé suplicó piedad a Hashem argumentando que no diera a los egipcios la oportunidad de regocijarse por la desgracia de Israel; pidió que recordara el pacto eterno que había hecho con los Patriarcas. Hashem escuchó la tefilá de Moshé y concedió al pueblo una nueva oportunidad. Una vez más Moshé ascendió solo a la montaña y Hashem le ordenó: Talla para ti dos tablas de piedra como las primeras, y Yo escribiré en las tablas las palabras que estaban en las primeras.216 Había una vez una persona que quería visitar un país situado en la cumbre de una montaña. Aquel hombre tenía mucha curiosidad por conocer ese país, ya que tenía la fama de no aceptar turistas por ningún motivo. Envió su solicitud y, cuando recibió su visa, se sorprendió mucho. Sabía que se trataba de un error; estaba convencido de que lo detendrían en la frontera y le negarían la entrada. Esto no mermó su deseo de conocer ese lugar, así que comenzó a indagar hasta que dio con un hombre que, según le informaron, tenía los mejores contactos con los oficiales de la aduana. Decían que él podía abrir las “puertas cerradas”. Y todo esto tenía un precio. Depositó una importante suma en la cuenta del “contacto” y después de un rato le llegó un mensaje avisándole que un funcionario lo recibiría en el aeropuerto y lo conduciría a lo largo de la aduana, y que resolvería todas las trabas migratorias. No necesitaba llevar nada consigo, le decían; ni siquiera la visa que había tramitado. Lo reconocerían de inmediato y lo harían pasar por el aeropuerto como por su casa. ¡Por fin! Su sueño estaba haciéndose realidad. El avión aterrizó, bajó y se presentó frente al empleado de migración. “Visa, por favor”, le pidió el uniformado. “¿Perdón? No entendí...”. “¡Su

Shemot · 353

visa, por favor!”, repitió el empleado, algo molesto. “Pero... ¿no me reconoce?”. “Si me diera la visa, tal vez podría reconocerlo”, respondió el empleado con sarcasmo. “Pero... el señor Fulano dijo...”. El empleado lo miraba con recelo: “Mire, no tengo idea de quién sea ese fulano, pero una cosa sí sé: usted no puede entrar al país sin una visa válida”. Llamó a los guardias y lo montaron en el avión que lo regresaría a su país. Tal vez esta historia nos ayude a entender por qué las primeras tablas fueron creadas por Hashem, mientras que las segundas fueron esculpidas por Moshé. El pecado del Becerro de Oro, aunque fue un caso de verdadera idolatría, se basó en una equivocación: el pueblo pensó que, como Hashem había confeccionado las primeras tablas, resultaba imposible entender su profundidad sin la ayuda de su guía. Moshé no había regresado y el pueblo necesitaba un conductor. Ellos habían tenido una visión en el Monte Sinaí en la cual habían visto las cuatro criaturas místicas que rodean a la Merkabá (Carroza Celestial); una de ellas era un toro.217 El pueblo pensó que los poderes místicos del ídolo les ayudarían a trascender los límites del intelecto humano y a acercarse a Hashem, y a comprender Su Torá. Mientras Moshé estuvo junto a ellos, confiaron en que él los acercaría a Él y no trataron de hallar otros medios. Pero cuando pensaron que Moshé había muerto, buscaron otras formas de elevarse espiritualmente. La verdad es que cada judío posee su propio pasaporte a la espiritualidad: se llama Torá. Contiene todas las visas necesarias para elevarnos en este mundo y nos asegura la entrada y el goce eterno en el Mundo Venidero. No hacen falta agentes especiales ni intermediarios. Con nuestra propia capacidad humana somos aptos de lograr lo que a veces consideramos imposible. Si una persona demuestra buena voluntad para tomar nuevas responsabilidades, encontrará que posee muchos talentos latentes. Fue por eso que Hashem ordenó a Moshé que cincelara el segundo par de tablas: para demostrar que en su construcción trabajaron manos humanas. De esto aprendemos que nosotros, por medio de nuestro esfuerzo, podemos obtener la ayuda de Hashem para comprender todas las palabras de nuestra Sagrada

Ilaná de Jayé · 354

Tora, elevándonos a alturas increíbles. Y por eso la Torá se llama Torat Moshé, “la Torá de Moshé”, pues pertenece al hombre. Con la visa del esfuerzo humano, es posible obtener acceso a sus regiones más profundas y secretas.218 Porque este mandamiento que Yo te encomiendo hoy no está encubierto ni está lejos; no está en el Cielo para que pudieras decir: “¿Quién subirá por nosotros al Cielo y nos lo traerá, para que lo escuchemos y lo hagamos?”; ni está en al otro lado del mar para que digas: “¿Quién atravesará por nosotros el mar y lo tomará para nosotros, a fin de que lo cumplamos?”. Porque muy cerca de ti está la palabra en tu boca y en tu corazón para que la cumplas.219 Un Rab viajaba y se encontró a un yehudí que, sin conocimientos de Torá ni mitzvot, despreciaba el estudio de la Torá. “Hijo mío”, dijo el Rab, “¿qué le dirás a tu Padre en el Cielo el día del juicio?”. “Tengo una excusa que estoy seguro de que va a funcionar”, argumentó con indiferencia. “Diré que no fui dotado con la inteligencia necesaria para estudiar Torá.” El Rab asintió con la cabeza. “Y dime, ¿cuál es tu profesión?” “Soy pescador”, contestó el hombre. “Yo no conozco mucho del oficio. ¿Podrías explicarme en qué consiste?”, preguntó el Rab. “Pues, mire; primero me entregan el lino; lo hilo hasta que formo pequeños cuadros; sigo tejiendo hasta que me quedan unas enormes redes. Me hago a la mar y las arrojo justo donde se encuentran los peces y los atrapo….”. Entonces el Rab le dijo: “Si tienes la suficiente inteligencia para armar redes y pescar, ¿cómo dices que no puedes comprender la Torá….?”. El joven rompió a llorar, sinceramente arrepentido, y el Rab lo consoló: “Hijo mío, hay muchos como tú que darán excusas el día del juicio. De todos modos, Hashem los censurará a todos”.220 Si lo buscas como la plata y lo excavas como buscando tesoros perdidos…221 No es que la sabiduría pueda compararse con el dinero; están muy distantes una del otro, pero se hace esta comparación porque la naturaleza de la persona es amar el dinero, y es así como debe amar a la sabiduría. Mientras la persona no busque entender la Torá como lo hace para conseguir dinero y tesoros enterrados, no entenderá qué es el temor a Hashem. Así como la persona tiene un gran anhelo para adquirir dinero, debe

El yehudí siempre debe temer, respecto a la Torá y las mitzvot, que quizá no haya hecho todo lo que está en sus posibilidades hacer.223

— el libre albedrío — “Cuando Moshé venía ante Hashem, se quitaba la máscara…” (34:34).

C

uando Moshé descendió del Monte Sinaí con las segundas Tablas, no sabía que la piel de su rostro resplandecía por hablar con Hashem. Aharón y todo Am Israel vieron el brillo de su faz y sintieron miedo de acercarse a él. Su temor era debido al pecado del Becerro de Oro; antes de este temible acto, eran capaces de soportar el resplandor del fuego que emanaba del Monte Sinaí sin temor. Una vez que pecaron, temblaban aun ante los Divinos Rayos de Gloria que se reflejaban en el rostro de Moshé. Cuando Moshé se percató de esto, se confeccionó una máscara, que se colocaba al hablar con los miembros

Shemot · 355

tener una gran voluntad para estudiar la Torá. Y así como se alegra cuando tiene una gran ganancia, debe estar contenta cuando estudia un poco más o se eleva más en el temor a Hashem. De la misma manera en que se acongoja cuando pierde dinero, debe entristecerse cuando pasa unos cuantos días sin estudiar Torá. Si un hombre sale a vender y no logra su cometido, no se rinde; al siguiente día insiste e insiste. De forma similar, si se esfuerza en el estudio de Torá y no logra entender, no debe desanimarse, sino intentarlo una y otra vez. “Dichoso el hombre que siempre teme.”222

Árbol de vida · 356

del pueblo, y se la quitaba cuando hablaba con Hashem. La luz que emanaba de su cara provenía del estudio de la Torá; él había subido al Cielo y estudiado Torá durante cuarenta días de boca de Hashem. Esta es una demostración de que el estudio de Torá eleva a la persona. En la fiesta de Purim hay una costumbre de disfrazarse para no ser reconocidos. ¿Cuál es el motivo? Algunos encuentran en la Torá una alusión a esta costumbre basándose en la explicación del versículo que expresa: Y Yo he de ocultar Mi rostro en aquel día.224 La raíz de las palabras hebreas que se utilizan en la expresión haster astir (“he de ocultar”) se encuentra fonéticamente relacionada con el nombre de Ester. Los Jajamim explicaron que dicho versículo constituye una alusión a Ester en la Torá, y asimismo refleja la costumbre de “ocultar” nuestros rostros en Purim, el día de Ester.225 Hashem forma la luz y crea la oscuridad. Hace la paz y crea el mal.226 HaKadosh Baruj Hu creó Su Mundo con un determinado orden. Cuando recitamos este versículo en nuestras oraciones diarias, debemos pensar que la luz a la que se refiere no es la que captamos con nuestros limitados ojos; esta luz es la que emana de la benevolencia de la que somos favorecidos segundo a segundo por Hashem Itbaraj, y este bien no es ni la millonésima parte de lo que nuestro limitado entender logra captar. Este favor tiene extensiones indescriptibles en su grandeza, amplitud y profundidad. Imaginemos que conducimos un automóvil por una carretera desértica. Los faroles urbanos están apagados. Lo único que nos permite ver en la penumbra son los dos finos rayos de luz que emiten los faros del automóvil. Este mundo es como la noche. El Mundo Venidero es como el día. En las noches logramos ver solamente si encendemos las luces, pero en ese caso nuestra visión se limita a lo que iluminan los faros. Es una visión local. Sin embargo, de día podemos ver toda la escena. A la luz del día podemos distinguir cuando manejamos en una recta o si viene una curva, un vado. Podemos admirar el paisaje... En este mundo, la persona ve a través de un vidrio. Percibe unos cuantos vistazos de la realidad, meros flashes del modo

Shemot · 357

en que rige la Creación el Amo del Universo. El resto es noche. Contando con la visión de unos cuantos instantes de nuestra existencia, no podemos entender todo lo que pasa. Por eso el mundo es como la noche. En el Mundo Venidero, todo se vuelve claro como el día. La distancia nos proporciona perspectiva y entendimiento. Somos capaces de comprender las razones por las cuales Hashem hace lo que hace: por qué el camino tenía que hacer esta curva, por qué tuvimos que girar hacia el otro lado...227 Debemos “conducir” nuestras vidas por el camino más recto posible. Cuando nos encontramos en la necesidad de conducir en la penumbra, es decir, en caminos donde la luz de la verdad quedó oculta por tanta mentira y depravación, en ocasiones tenemos que pasar pruebas, tenemos que circular por senderos llenos de curvas, baches y demás tropiezos. Por esto debemos mantener los “faros” siempre encendidos. Nuestros ojos deben estar llenos de la espiritualidad que emana de nuestra sagrada Torá, y limpios del lodo de la impureza que contienen las pantallas, anuncios y toda clase de publicaciones que se encuentran plagadas de información nociva para nuestra alma y la de nuestros hijos. Los que se identifican con la Torá irán de la luz a la Luz de la Vida Eterna. Y los que siguen otras ideologías, caerán en la oscuridad total hasta los más profundos abismos…228 Moshé solicitó a Hashem que le mostrara Su Gloria, a lo que Hashem le respondió: No podrás ver mi rostro, pues ningún ser humano puede verme y vivir.229 En este mundo no se puede ver el “rostro” de Hashem, el control directo que Hashem ejerce sobre el Mundo; pero Su “espalda”, las huellas reveladoras en la Historia, sí pueden verse, si tan sólo vamos con los “faros” encendidos... ¿Y por qué el ser humano no puede “ver” el plano completo del mundo y vivir? Porque toda la finalidad de la Creación es que la persona pase por el mundo sin que pueda ver a Hashem. El alma vivía en el Gan Eden, deleitándose con la Presencia Divina, pero se sentía incómoda: “Existo por la caridad de Hashem. Estaría más a gusto si todo esto fuera adquirido por medio de mi propio esfuerzo”. Entonces llegamos al mundo y Hashem interactúa ocultando su rostro detrás de una “máscara” (que

Ilaná de Jayé · 358

podríamos llamar “naturaleza” o “destino”…), de una manera en que nosotros no lo vemos, mientras que Él observa cada uno de nuestros movimientos. Si pudiéramos abrir los ojos y conocer el presente, pasado y futuro, ¿cuál sería entonces el objetivo de la vida? Ya no tiene razón por la cual seguir en este Mundo. Mejor se hubiera quedado en su lugar de origen… ¡Esta es la esencia del libre albedrío! Rabí Akibá dijo: “Todo está previsto, pero el hombre es libre de escoger. El mundo es juzgado con misericordia, pero al final todo depende de nuestras acciones”.230 Lo único de lo que nos hacemos dueños en este mundo y nos sirve como capital para vivir en el Mundo Eterno es la suma de elecciones acertadas que realizamos en la vida.

La prueba de la inteligencia del hombre es su libertad de elección.

— shabat: la fuente de todas las bendiciones — “Durante un periodo de seis días podrán hacer labores, pero el séptimo será sagrado para ustedes, un Shabat de reposo completo” (35:1).

E

n el día siguiente a Yom Kipur, luego de descender del Monte Sinaí, Moshé congregó a todo el pueblo para instruirlo acerca de las leyes que había recibido del Creador. El Kelí Yakar, un comentarista de la Torá, dice que hay algo curioso en el orden en que se mencionan las cosas: en la Perashá de la semana anterior se habla primero de la construcción del Mishkán (el Tabernáculo) y después menciona el día de Shabat. En la Perashá de esta semana, Moshé habla primero del Shabat y después menciona al Mishkán. ¿Por qué cambió Moshé el orden? Porque Shabat es el reconocimiento de que Hashem creó el Universo; el Mishkán es un testimonio de que Hashem perdonó el pecado del Becerro de Oro, haciendo que Su Shejiná habitara entre ellos. El hecho de haberles entregado las segundas Tablas después del incidente, no era un “testimonio” de que los había perdonado, ya que los preceptos de la Torá (representados por las Tablas), son un yugo impuesto, no un testimonio. Pero el hecho de que Su Presencia residiera entre ellos, que era el propósito del Tabernáculo, sí constituía un testimonio de Su perdón, ya que solamente se reside con alguien querido.231 Hashem menciona primero el Mishkán anteponiendo el honor y el amor que tiene a Su pueblo. Moshé invirtió el orden para dar el honor al único a quien pertenece todo el honor que existe en el mundo, a Hashem Itbaraj, y para demostrarle que todos los hechos de nuestra vida los hacemos por Su honor y por el amor que le prodigamos. Moshé transmitió primeramente la advertencia referente a la observancia del Shabat, durante cuyo transcurso está prohibido

Shemot · 359

Perashat Vayakhel

Árbol de vida · 360

efectuar cualquier trabajo. La expresión de “trabajar” no implica, como se cree, la ejecución de labores que requieran o signifiquen esfuerzo físico, sino que se rigen bajo el siguiente parámetro: todos los trabajos que se realizaron en la elaboración y construcción del Mishkán, en todas sus etapas y procesos, son las treinta y nueve labores principales (abot melajot) cuya realización está prohibida en el día de Shabat. Recuerda el día de Shabat para santificarlo... Porque en seis días Dios hizo el Cielo y la Tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y en el séptimo día descansó.232 ¿Acaso Hashem se cansó después de la creación del mundo? ¡Obviamente que no! Esta es una idea completamente absurda. Quiere decir que Hashem dejó de crear para enseñarnos que en este santo día todo yehudí debe abstenerse de hacer labores que impliquen una creación; o lo contrario, que al realizarlas implique una transformación de la naturaleza, de los elementos que la componen. También está escrito: Guardarán el Shabat para hacer el Shabat…233 Preguntó el Or HaJaim: “¿Qué significa hacer el Shabat? ¿Acaso Am Israel hace el Shabat? Es sabido que las festividades requieren de la proclamación del Bet Din, pero Shabat llega naturalmente…”. Él responde que se refiere a aquellos yehudim que cuidan el Shabat desde mucho antes de la puesta del sol (el Shabat comienza exactamente con la puesta del sol). Quien lo hace, recibe no sólo la inmensa satisfacción de disfrutar el día Shabat por más tiempo, sino además innumerables recompensas por parte del Cielo. El siguiente suceso fue relatado por Rab Simjá Kaplan: “Cuando me encontraba cursando mis estudios en la Yeshibá de Mir, me alojé en la casa de una pareja que tenía un hijo único. Un viernes me disponía a salir hacia la Yeshibá cuando escuché que la esposa decía al dueño de la casa: ‘Por favor, regresa temprano. No olvides que hoy es éreb Shabat’. Fui a la Yeshibá y, después del mediodía, llegué a la casa. Al entrar, encontré a la dueña de la casa en la ventana, esperando ansiosa a su marido y murmurando: ‘¡Dentro de poco es Shabat! ¡Ya va a ser Shabat…!’. No pude ocultar mi extrañeza y le dije: ‘Señora: aún es temprano. Faltan varias horas para que entre Shabat’. Luego de mirarme

Shemot · 361

un segundo, me dijo: ‘Si te cuento lo que sucedió en nuestra vida, me comprenderás’. “Me confesó que desde que se casaron, pasaron largos años sin poder concebir. Después de muchos ruegos, Hashem los escuchó y les mandó un hijo. Estaban muy contentos hasta que se percataron de que el niño no se desarrollaba normalmente. El doctor de Mir, el pueblo donde vivían, estimó que el niño padecía de un grave mal localizado en su corazón, por lo que les recomendó que se trasladaran a Vilna, para consultar el caso con un afamado médico que residía en aquella ciudad. Después de revisarlo, el médico diagnosticó que la enfermedad del niño era tan seria que le quedaban sólo unos pocos años de vida. “Mientras relataba el incidente, gruesas lágrimas resbalaban por las mejillas de la mujer. ‘Aquel doctor nos había dicho que nos resignáramos, porque no había nada que hacer’. Luego de un profundo suspiro, la mujer continuó: ‘Salimos del consultorio. No sabíamos hacia dónde dirigirnos. Llegamos a la casa y estallé en un gran llanto, sin poder recibir ningún tipo de explicación ni consuelo. La gente de casa, al observar ese cuadro tan lamentable, nos recomendó que fuéramos a Radin, a pedir consejo al Jafetz Jaim. Y así hicimos. “Cuando arribamos a la casa del Tzadik, se nos vino el alma al suelo. El Jafetz Jaim, en virtud de su avanzada edad y debilidad, había cancelado sus entrevistas. Caímos de nuevo en la desesperanza. De repente, surgió la luz. El nieto político del Jafetz Jaim, que había estudiado en la misma Yeshibá que mi esposo, lo reconoció y nos hizo entrar con el Tzadik. Nos sentamos frente a él y le explicamos nuestro caso. ‘¿Qué puedo yo hacer? Dinero no tengo para darles. ¿En qué puedo ayudarle?’. “En ese instante rompí a llorar amargamente, mientras el nieto rogaba al Gaón: ‘Zeide. Es el único hijo que tienen. ¡Por favor, ayúdales!’. Entonces el Jafetz Jaim me dijo: ‘Lo único que tengo para darles es un consejo: a partir de hoy, toma la decisión de recibir Shabat más temprano que de costumbre. Cada éreb Shabat, desde mucho antes de la puesta del sol, tu mesa debe lucir el mantel especial para Shabat, y las velas deben estar preparadas. Y cuando las enciendas, no hagas más ningún tipo de

Ilaná de Jayé · 362

trabajo. Después veremos’. Acepté para mí cumplir al pie de la letra la recomendación. “Al poco tiempo, el niño empezó a manifestar muestras de clara mejoría. El médico de nuestro pueblo no podía creer lo que sus ojos veían. Para él era imposible que algo así sucediera. Nos proporcionó una suma de dinero y con ella viajamos nuevamente a Vilna, con el objetivo de que el otro importante doctor revisara a nuestro hijo. Después de examinarlo, nos dijo: ‘Ustedes están burlándose de mí. Este no es el niño que yo atendí. ¿Acaso estuvieron en Viena?’. En aquellos días, Viena era la ciudad capital, donde todos acudían para solucionar los casos más graves. ‘No’, le respondimos. ‘No estuvimos en Viena. Estuvimos en Radin, con el Jafetz Jaim, y nos indicó qué hacer.’ El doctor lo pensó un instante y luego declaró: ‘La ciencia médica puede, a veces, componer lo que existe. Si el corazón no funciona bien, los doctores tratamos de curarlo. ¡Pero el Jafetz Jaim, por lo que veo, tiene la propiedad de crear algo de la nada! Porque ahora quiero que sepan que el corazón de su hijo estaba consumido casi totalmente’. “Luego del estremecedor relato, la señora concluyó: ‘Ahora entenderás por qué, desde que me lo propuse, cada viernes empiezo temprano los preparativos de Shabat. Y es también por eso que estoy ansiosa de que mi marido llegue a casa lo antes posible’.”234 ¡Qué equivocados están aquellos que se demoran en recibir Shabat y se apresuran para salir de él! Todos los seis días de la semana absorben la condena que recibió Adam HaRishón cuando pecó comiendo del Árbol del Conocimiento; entonces Hashem le dijo: Con el sudor de tu frente comerás pan.235 El día de Shabat fue el único de la semana que estuvo exento de dicha maldición. Dice: ¡Y Hashem lo santificó! Las personas con un poco de entendimiento tendrían que apresurarse a comenzar Shabat para disfrutar de su bendición (ver horario de jizuk) y tendrían que demorarse en acabarlo, de preferencia en el horario de Rabenu Tam, para no ponerse tan rápido bajo las influencias de la maldición de los demás días de la semana. La única forma de cuidar Shabat como corresponde es estudiando y repasando sus leyes.236 ¡Dichoso el

Dichosa es la porción de aquel que tiene el mérito de honrar Shabat. Dichoso es, tanto en este mundo como en el Venidero.237

— lo que das es lo único que realmente te pertenece — “Tomen cada uno un aporte para Hashem...” (35:5).

M

oshé trasmitió a toda la congregación lo que Hashem había ordenado respecto a la construcción del Santuario. Como vimos en las Perashiot anteriores, todas las partes debían ser construidas con precisión y con todos sus detalles. Ahora, Moshé solicitó la colaboración del pueblo; les dijo: Tomen, cuando debía haber dicho: “den” o “aporten”. Siempre que encontramos algún cambio en la gramática, es porque se encuentra un mensaje. ¿Qué quiere enseñarnos? El que “da” una aportación para un fin espiritual y benéfico, no está disminuyendo sus bienes; en realidad está “tomando”, pues el único capital que poseemos para siempre son las aportaciones a la tzedaká. Cierta vez, un mendigo se encontraba tendido en la orilla de una vereda. Vio a lo lejos una caravana que se acercaba. Debido a la fastuosidad de la procesión, se percató de inmediato que se

Shemot · 363

que logre tomar conciencia de esto, y se esfuerce en alargar la bendición que recae en cada uno de los que cuidan Shabat! Cuidar Shabat como corresponde es una apropiada demostración de amor hacia nuestro Creador, y también indica la reciprocidad del amor que nos tiene Hashem. Este es el cimiento que sostiene el Santuario; que podamos verlo pronto en nuestros días. Amén.

Árbol de vida · 364

trataba del rey. “Si tan sólo pudiera llegar a él…”, pensó el pordiosero, “¡cuántas cosas le pediría…!” En el Cielo lo escucharon, pues justo cuando pasaban delante de él, la carroza real se detuvo para que el rey pudiese estirar un poco las piernas. Cuando el monarca se apeó, el mendigo se acercó al rey y, después de una franca reverencia, le dijo: “Mi rey, necesito su ayuda… ¡Por favor, tenga piedad de su súbdito! Llevo varias horas sin probar bocado y mi pobre familia me espera ansiosa para que les lleve aunque sea un mendrugo seco de pan…”. El rey lo miró y preguntó: “En verdad, ¿no posees… nada? ¡Todas las personas son dueñas de algo!”. El pordiosero trataba de despertar la misericordia del rey y parecía que estaba dando resultado: “Su majestad, no poseo nada, soy totalmente indigente…”. El rey, todavía escéptico, le dijo: “¡Vamos, mete tus manos en los bolsillos y muéstrame su contenido!”. El hombre acató la orden del rey y sacó una fruta, una hogaza de pan y unas cuantas semillas. “¿Lo ves?”, dijo el rey. “No eres tan pobre como decías. ¿Serías capaz de compartir conmigo tu tesoro?” El hombre no podía creer lo que estaba escuchando. “¿Cómo es posible que este hombre”, pensó el pobre, “que todo lo posee, quiera que yo comparta con él lo único que tengo?”. “¿Entonces?”, preguntó impaciente el rey, “¿qué decides?”. El hombre separó con indignación algunos granos de arroz y los entregó al rey. Complacido, el rey contó los granos y entregó al pobre una moneda de oro por cada uno de los granos. El pobre agradeció y se dirigió a su casa con las monedas. Adquirió varias cosas con las que pudo sacar adelante a su familia. Sin embargo, nunca pudo dejar de lamentarse por no haber entregado todo lo que poseía al rey… Hashem es el Amo y Dueño de todo cuanto existe. Hay gente que se pregunta: “Si Hashem ama a los pobres, ¿por qué Él mismo no los alimenta?”. En realidad, cuando Él nos pide que ayudemos a los necesitados, es realmente a nosotros mismos a quienes está ayudando. Está haciéndonos un capital para vivir de él después de los ciento veinte años. Además, está escrito: Aquel que se encarga de las necesidades de otros, el Creador se encarga de sus propias necesidades…

Bienaventurados los que saben dar sin recordarlo, y recibir sin olvidarlo.

— trata a los demás como te gustaría ser tratado — “Ningún hombre o mujer hará más trabajo para ofrendar en el Santuario…” (36:6).

L

os artesanos que trabajaban en el Santuario informaron a Moshé que habían recibido más material del necesario para completar sus tareas. La Torá entonces declara: Y Moshé ordenó y (los sabios encargados de la construcción del Santuario) proclamaron en todo el campamento: Ningún hombre o mujer hará más trabajo para ofrendar en el Santuario…240 ¿Qué lección podemos aprender de esta proclama de Moshé?

Shemot · 365

Hashem es tu sombra sobre tu diestra.238 Él se relaciona con el hombre de la misma forma en la que el hombre se relaciona con otros. Así como la sombra sigue los movimientos de uno, Hashem se comporta con él tal como lo hace con sus semejantes.239 Un hombre se quejaba de dolores en el pecho. Su esposa le aconsejó que se acostara a descansar mientras ella llamaba al doctor. Cuando éste llegó, se sentó al borde de la cama y sujetó la mano del paciente para tomarle el pulso. Con una voz casi imperceptible, el paciente le dijo: “Doctor, no me duele la mano. El dolor es en mi pecho, cerca del corazón”, a lo cual el doctor respondió: “Ya lo sé, pero por la mano sabemos cómo se encuentra funcionando el corazón”.

Ilaná de Jayé · 366

Al pueblo se pidió contribuir con los materiales necesarios para la construcción del Santuario. Con gran entusiasmo llevó cada uno su aportación. Cuando los encargados de la recepción informaron a Moshé que estaban recibiendo una cantidad enorme de materiales, él ordenó al pueblo suspender todos los esfuerzos adicionales para llevar más ofrendas. El Rab Obadiá Seforno, gran comentarista italiano de la Torá, resalta que Moshé no ordenó al pueblo que no llevaran más objetos, sino solamente que detuviesen los esfuerzos adicionales. Muchos ya habían terminado su trabajo para el Santuario y, si les hubieran dicho que no llevaran lo que habían preparado, se hubieran desilusionado. Por tanto, Moshé hizo su declaración a modo de no causar angustia o sufrimiento a esas personas. Un Rosh HaShaná, durante la repetición del Shemoné Esré de Musaf, un niño estaba vagando cerca del Arca donde se guardan los Sifré Torá en la Yeshibá Hevrón. Varias veces subió y bajó los escalones que estaban frente al Arca, hasta que Rab Shalom Shwadron le hizo un gesto para que se fuera de ese lugar. El sensible jovencito se sintió herido. Rab Guedalia Shenin se encontraba a su lado. Cuando finalizaron los rezos dijo al Rab en voz baja: “El niño que estuvo saltando y molestando es huérfano”. “¡Ay, ay! ¿Qué hice?”, exclamó Rab Shalom. “¡Causé dolor a un huérfano!” En su rostro se reflejaba la angustia, pues pedir perdón a un niño planteaba un problema halájico: un pequeño no tiene la cognición para hacerlo. Había mandado al niño a un rincón porque temía que no estuviera limpio, en cuyo caso está prohibido rezar cerca de él. “Pero terminé causándole dolor. ¡Ay!”, se quejaba el Rab. Durante veinte minutos Rab Shalom estuvo reflexionando profundamente. Luego su rostro se iluminó. Sonriendo, dijo a Rab Guedaliá: “Lo nombro mi mensajero para pedir perdón al niño. No, no ahora... ¡En su bar mitzvá!”. Rab Shalom le explicó su razonamiento: “Usted, Rab Guedaliá, conoce a este niño y con frecuencia lo ayuda. Seguramente lo invitarán a la celebración de su bar mitzvá, mientras que yo no sé si estaré en este mundo en ese momento. En tal caso, le encargo: ¡pida al joven perdón por mí!”. Al año siguiente, durante los Piutim de Musaf en Rosh HaShaná, Rab Shalom volvió

Shemot · 367

a ver al mismo niño. Inmediatamente le hizo un gesto para que se acercara, con visible afecto. Cuando el niño se acercó, Rab Shalom lo palmeó con cariño y lo sentó junto a él durante un largo tiempo. Pasaron los años y llegó el bar mitzvá del niño. Rab Shalom aún figuraba entre los vivos y recordaba el incidente. Rab Guedaliá fue a su casa para informarle que él, también, recordaba su misión. Rab Shalom tomó un Séfer de su armario como obsequio para el niño del bar mitzvá y se lo dedicó. Con el Séfer en la mano, Rab Guedaliá fue a la celebración del bar mitzvá directamente desde la casa de Rab Shalom, para alegrar al niño y a su familia, y para pedirle perdón. “Rab Shalom había estado preocupado por el aseo personal”, Rab Guedaliá pensó. “¡Contemplen la limpieza del alma de Rab Shalom!”. Nuestra lección es que una de las mitzvot más grandes de la Torá es Ama a tu prójimo como a ti mismo.241 Es la fuente de la enseñanza más famosa de Hilel: “Trata a los demás como te gustaría ser tratado”. No sólo la Torá nos instruye a amarnos unos a otros, sino que además el versículo inmediatamente anterior nos ordena: No odies a tu hermano en tu corazón.242 ¿Pero quién odiaría a su hermano o hermana? El versículo continúa: Reprende a tu compañero para no cargar tú también con su pecado. Cuando criticamos o corregimos a alguien, podemos estar cumpliendo una mitzvá, pero sólo si se efectúa apropiadamente, como expresión de amor y no de odio. Un pelícano se encontraba flotando en el mar, esperando pacientemente atrapar algún distraído pez. Para su fortuna, no tuvo que esperar mucho tiempo: en una fracción de segundo, un jugoso pez se encontraba atrapado en el receptáculo que los pelícanos tienen debajo del pico. Después de que logró su faena, emprendió el vuelo hacia el nido. A la mitad del trayecto, sintió que el inquieto pez comenzaba a golpear en su pico para llamar su atención. “¡Señor, escuche por favor!”, gritaba desesperado el pez desde lo profundo de la boca del pelícano. “¿Qué deseas?”, contestó el ave. “Mi señor, le ruego, por favor… Considere que soy un padre de familia; mis hijos me esperan. Imagine la pena que van a sufrir ellos cuando se den cuenta de que no regreso… ¿Qué va a ser de ellos?

Árbol de vida · 368

¿Quién va a cuidarlos? ¿Quién llevará el alimento al hogar? ¡Por favor, apiádese de mí!”, imploraba el pez, buscando despertar la compasión del pelícano. Los ruegos del pez tocaron el corazón del pelícano. Mientras reflexionaba de si liberar al afligido pez, un fuerte viento obligó al ave a dar un viraje que lanzó al pez hacia una de las paredes que lo aprisionaban y el golpe provocó que un pequeño pez, que se encontraba en el vientre del otro, saliera de allí. Cuando estabilizó su vuelo, el ave sintió que había ahora dos peces en su boca, y dijo al pez: “¿Me estás pidiendo que tenga misericordia hacia ti, que te considere y perdone la vida, mientras tú te encuentras engullendo a uno de tus hermanos?”. Acto seguido, el pelícano levantó el pico y se tragó a ambos peces. ¿Cuál es la enseñanza de esta fábula? El pelícano es Hashem, el pez es la persona. ¿Cómo puede un hombre solicitar piedad y ayuda del Todopoderoso mientras se encuentra “engullendo” a su prójimo? Alguien que hiere los sentimientos de otra persona y rebaja su autoestima, despertará resentimiento y enojo. Aprendemos de la Torá que herir la autoestima de una persona es peor que quitarle la vida.243 Si alguien te hace algo que después se descubre que era superfluo, ten consideración por sus sentimientos. No vayas a decirle que sus esfuerzos no eran realmente necesarios, pues causarás dolor y decepción innecesarios.244 La gente iba constantemente a consultar al Jazón Ish sobre todo tipo de problemas. Dos días antes de su muerte, sus parientes quisieron evitar que la gente entrara a molestar al Gaón, porque se encontraba sumamente débil. Sin embargo, el Jazón Ish se rehusó, diciendo: “¿Cómo es posible impedirles que vengan? Llegan a mi casa con el corazón destrozado…”.

Acuérdate: tú eres único… ¡Así como todos los demás…!

M

“Hizo el Lavadero de cobre, de los espejos de las (mujeres) congregadas…” (38:8)

oshé ordenó al pueblo la construcción del Mishkán (Santuario) indicándoles las ofrendas que deberían traer. La respuesta fue inmediata y cada uno donó la mayor cantidad de objetos. Las hijas de Israel contribuyeron generosamente; ellas tenían en su posesión espejos de cobre en los cuales se miraban cuando se ataviaban, y quisieron donarlos. Moshé los rechazó argumentando que estos objetos habían sido hechos para incitar al instinto maligno. Entonces Hashem le dijo: Acéptalos, pues me son más preciados que todo lo que se ha aportado. Por medio de esos espejos, los Hijos de Israel se multiplicaron en Egipto. Cuando sus maridos estaban fatigados a causa de la dura labor, ellas iban donde ellos estaban y les llevaban comida y bebida, y los alimentaban. Tomaban consigo espejos para embellecerse ellas mismas, a fin de continuar dando a luz niños, a pesar de la tortura egipcia. Por tanto, se confeccionó el Lavadero (Kiyor) con estos objetos. Un espejo sirve para reflejar la imagen de uno mismo. Cuando mires a otra persona, piensa que estás mirándote en un espejo. Así como el espejo nos revela nuestras características físicas, cuando observamos con ojo crítico a otra persona debemos revisar esas mismas características en nosotros mismos, a modo de erradicarlas, porque en realidad lo que estamos observando son nuestros propios defectos reflejados en ella. Cierta vez, un hombre pobre llegó a una ciudad. Cansado de errar, solicitó a uno de los habitantes que le permitiera pasar la noche en su casa. La familia se apiadó de él y concedió su petición. El hombre se desplomó en el primer sillón que encontró y se quedó profundamente dormido. Uno de los niños se encontraba aburrido y se le ocurrió hacerle una travesura. Tomó una grasa maloliente y la untó en la barba del hombre que roncaba plácidamente. Después de un rato, cuando el hombre despertó, comenzó a percibir un mal olor que había en su cuarto y pensó:

Shemot · 369

— observa tus defectos en lugar de observar los defectos de los demás —

Ilaná de Jayé · 370

“Qué mal huele este cuarto. ¡Aquí apesta!”. Salió y se dirigió a la sala, y siguió sintiendo el mal olor. Pensó: “¡Qué gente tan sucia, la sala apesta!”. Así que decidió salir de la casa para ver si se liberaba del mal olor. Sin embargo, estando en la calle siguió sintiendo el mal olor y dijo: “¡Este mundo apesta…!”.245 Es más fácil echar la culpa a otro de nuestros defectos y problemas. Es más fácil y menos comprometedor pensar que el mundo apesta y no que el problema proviene de uno mismo. “Perdone, profesor”, dijo el tímido estudiante. “No he sido capaz de descifrar lo que escribió usted al margen de mi último error en el examen.” El maestro respondió: “Le decía que escriba usted de un modo más legible…”. La mayoría de las veces, los defectos que vemos en los demás son nuestros propios defectos. Cuando los Cohanim se preparaban para el Servicio de Hashem en el Mishkán, se lavaban las manos y los pies. El propósito de ese lavado no era para asearse corporalmente, sino para eliminar las impurezas espirituales que tuvieran. Parte de ello eran los pensamientos; tenían que estar limpios de la evaluación hacia la persona que venía a expiar sus pecados o simplemente a agradecer por algún favor recibido. El Lavabo estaba hecho de espejos. Esto era con la intención de que el pueblo viera reflejado en las demás personas, como en un espejo, sus virtudes y sus propios defectos. El Cohén no podía sentirse orgulloso de su rectitud, ni tampoco frustrado por no haber corregido aun alguna de sus faltas. Tampoco podía sentirse presuntuoso al ver cómo el pueblo acercaba los sacrificios por las fallas cometidas, criticando la debilidad de la persona al no poder vencer al instinto maligno. Él podría desconocer qué tan arduo es para la otra persona superarlo. No es lo mismo estar envuelto en la Santidad del Templo que estar en la calle. Todos debemos tener cuidado al juzgar a nuestro prójimo. El mundo externo no es sino un espejo. Todo lo que tú ves dentro no es sino un reflejo de ti mismo.246 Querido yehudí: no busques arreglar a los demás; primero corrige tus propias faltas. Una persona que ve una desaliñada imagen reflejada en el espejo, si intenta arreglar a aquella que se encuentre frente a él, nunca va a conseguirlo. Primero tiene que

Shemot · 371

arreglarse a sí mismo y la otra aparecerá arreglada. No necesitas ser un Cohén que sirve en el Bet HaMikdash para lograr que otros vuelvan a las fuentes. Sencillamente, viviendo de acuerdo con las enseñanzas de nuestra Torá, que sólo se adquieren por medio del estudio, con constancia y esmero; puliendo tus modales y tus cualidades, te convertirás en un espejo en el que todos los yehudim desearán verse reflejados… En Jol Hamoed, en las fiestas de Pésaj y Sucot, hay ciertos días en los que no se permite escribir ni hacer otro trabajo, a menos que sea para evitar una pérdida o un daño, o que sea necesario para la festividad (cada caso deberá consultarse particularmente con una autoridad rabínica). Por eso fue una sorpresa cuando, en cierto Jol Hamoed, Rab Isser Zalman Meltzer solicitó a su sobrino una pluma para escribir algo. “¿Cuál es la emergencia?”, preguntó Rab David Finkel, su sobrino, quien estaba siempre a su lado. “Tengo que escribir algo muy importante, así que, por favor, consíguemela pronto”, replicó el Rab. Su sobrino sabía que Rab Zalman no hacía nada sin una previa reflexión y consideración, de ahí que Rab David deseara saber exactamente qué estaba sucediendo. “Pero, tío, estamos en Jol Hamoed. Yo no veo ningún asunto urgente ante nosotros que no pueda esperar hasta después de las fiestas.” El Rab supo que no podría calmar a su sobrino hasta revelarle sus verdaderas intenciones, de modo que le contó: “Sabes que en Jol Hamoed la gente va a visitar a sus rabinos. Sé que hoy tendré muchos visitantes y Hashem me ha bendecido con una fina percepción de la gente que nos visita. Me bastan unos pocos instantes para darme cuenta de las virtudes y las faltas de ellos. Me hiere mucho conocer los defectos de las personas que vienen a visitarme. Además, conocer las faltas del otro puede conducir a la persona al orgullo. Es por eso que he ideado un antídoto para ese problema. El Rey Salomón dijo: ‘Tus ojos al frente vean (con honestidad); y tus párpados estén derechos frente a ti’.247 La palabra “lenojaj”, usada aquí para ‘honestidad’, es usualmente traducida también como ‘hacia ti mismo’, como queriendo decir: ‘Que tus ojos te busquen a ti’. En otras palabras: ‘Mírate a ti, observa tus defectos en lugar de los defectos de los demás’. Yo siempre mantengo este versículo frente a mí en

Árbol de vida · 372

un papelito mientras las personas me hablan, y eso me ayuda a evitar el orgullo. Ahora no puedo encontrar ese pedacito de papel y es de suma importancia tenerlo frente a mí a lo largo de todo Jol Hamoed. ¡Tengo que escribirlo…!”.248

Cuando busques defectos, usa un espejo, ¡no un telescopio!249

— rosh jodesh, fiesta de la mujer — “Y llegaron los hombres sobre las mujeres...” (35:22).

E

n esta Perashá se relata el recuento de todo lo gastado en la construcción del Tabernáculo, según ordenó Moshé. Se recontó todo el oro empleado, como así la plata, el cobre y demás objetos. Las mujeres de Am Israel confeccionaron las prendas con las que servirían los Cohanim, así como los vestidos sagrados para Aharón, todo de acuerdo con lo ordenado por Hashem. Se utilizaron hebras de oro, tejidos teñidos de colores celeste, púrpura y carmesí. Así dicta el versículo: Todas las mujeres cuyos corazones las impulsaron con sabiduría hilaron el pelo sobre los lomos de las cabras.250 En realidad, las instrucciones de Hashem para el Mishkán no requerían que el pelo que se utilizaría para hilar y confeccionar las prendas para los Cohanim fuera hilado sobre los lomos de las cabras. ¿Por qué la Torá nos informa de qué manera procedieron las mujeres? La Torá está enseñándonos una lección muy importante: cuando la persona posee un talento especial, es importante para ella recordar que Hashem la bendijo con esa aptitud para que con ella sirva a Hashem. Por tanto, dado que había mujeres que fueron bendecidas con la rara técnica de hilar sobre el lomo de la cabra, la utilizaron para el sagrado propósito de hacer un Mishkán, en el cual Hashem moraría. Por otro lado, encontramos que el versículo de referencia dice: vinieron los hombres después de las mujeres. Los Jajamim preguntan: “¿Qué quiere enseñar la Torá con este comentario?”. Rabenu Bajyé responde así: “Las mujeres acudieron primero al llamado de Moshé Rabenu. Y cuando llegaron los hombres, las mujeres ya estaban allí. Por eso está escrito: los hombres sobre las mujeres”. Y este es un mérito muy grande

Shemot · 373

Perashat Pekudé

Ilaná de Jayé · 374

de las mujeres de Am Israel, ellas tuvieron la iniciativa de actuar aún antes que los hombres. En el pecado de la adoración del Becerro de Oro, encontramos que ellas mostraron desgana y no quisieron aportar sus joyas. Prueba de ello es lo que está escrito sobre Aharón, que indicó a los hombres que fueran a juntar oro para elaborar el becerro. Y les dijo a ellos Aharón: Quiten las joyas de oro de los oídos de vuestras esposas... y tráiganmelas”.251 Y el siguiente versículo dice: Y se quitaron todos los (hombres) del pueblo (de Israel) las joyas de oro que tenían en sus oídos, y las trajeron a Aharón. Observemos que no está escrito que ellos trajeron las joyas de sus mujeres, sino las de ellos mismos, y eso fue porque las mujeres no quisieron aportar de sus joyas para cometer idolatría. Cuando Hashem pidió que se censara a Am Israel, pidió que se hiciera con una media moneda. Uno de los motivos fue que no todo Am Israel pecó en la adoración del Becerro de Oro. Sólo lo hizo la mitad del pueblo: los hombres. Las mujeres no cayeron en el pecado. Por eso, si el donativo era para perdonar el pecado, sólo se necesitaba media moneda, que representaba a los hombres.252 Dijo Shelomó HaMélej: “Un hombre de mil he encontrado. Y una mujer, de todo éste, no he encontrado”.253 Estas palabras pueden interpretarse así: “No se ha encontrado ni una sola mujer, de todo el Pueblo de Israel, que haya dicho al Becerro: ‘¡Este es mi dios!’, como lo hicieron los hombres”. Las mujeres no quisieron desprenderse de sus joyas para servir a un ídolo. Sin embargo, cuando Hashem, por medio de Moshé Rabenu, requirió de todos los Hijos de Israel sus donativos para construir el Óhel Moed, las mujeres fueron las primeras en hacerlo. A pesar de que su naturaleza es que no acostumbran desprenderse de sus joyas tan fácilmente, pues no valoran las joyas sólo por lo que vale materialmente, sino por lo que representan sentimentalmente para ellas. En el Pirké deRabí Eliézer figura que, a causa de este gesto, Hashem recompensó a las mujeres en este mundo y en el Venidero. En este mundo les otorgó la festividad de Rosh Jódesh. Cada primer día del mes hebreo,

La bendición proviene de la mujer.256

— el poder de la tefilá — “Y Moshé hizo conforme a todo lo que Hashem le había ordenado; así lo hizo” (40:16).

E

sta Perashá trata de la culminación de la construcción del Mishkán. Moshé ordenó colocar todos los elementos y utensilios. La inauguración se llevó a cabo el primero de Nisán. Encontramos en esta Perashá que la frase: Moshé cumplió el mandamiento de Hashem como se le ordenó, es repetida dieciocho veces. Anshé Kenéset HaGuedolá (“Los hombres que constituían la gran asamblea”) instituyeron, a partir de esta enseñanza, que la tefilá contenga dieciocho bendiciones.257 En nuestros días no tenemos Bet HaMikdash, no tenemos un Mishkán donde podamos acercar nuestros korbanot. A causa de esto, los Jajamim establecieron que la tefilá ocupa el lugar de los korbanot.258 La Torá enfatiza el hecho de que Moshé construyó el Mishkán “como Hashem le ordenó”, para mostrarnos que Moshé cumplió con todo detalle las órdenes de Hashem. Dijo Hashem a Israel: Sean muy cuidadosos con la tefilá, ya que no hay nada

Shemot · 375

las mujeres acostumbran festejar (por un rato) como si fuese un Yom Tob, cosa que no hacen los hombres. Y en el Mundo Venidero, cada mujer judía resplandecerá como la luna, que se renueva todos los meses. Todo como premio a la generosidad que mostraron al aportar para la construcción del Óhel Moed, que fue inaugurado en Rosh Jódesh.254 Si la mujer fue importante por su aportación para la construcción del Mishkán, mucho más lo es por su influencia en ese pequeño santuario que es el hogar judío.255

Árbol de vida · 376

superior a ella. Es más importante que los korbanot. Incluso cuando la persona no sea merecedora de recibir un favor, por cuanto que hace tefilá con insistencia, haré jésed con ella.259 Esto debe despertar nuestra conciencia sobre la forma en que hacemos tefilá, especialmente cuando lo hacemos en un Bet HaKenéset, y sobre todo los días entre semana. Cuando tenemos apuro por llegar a nuestras obligaciones, si el Jazán se tarda un poco más de lo normal, la gente reclama o lo presiona para que termine prontamente. ¡¿Cuál es tu prisa?! ¿Cuántos minutos vas a ganar? ¿Estás preocupado de que tus competidores ya se encuentren en camino mientras tú estás todavía en el Bet HaKenéset? Detente un momento y reflexiona: ¿para qué hacemos tefilá? ¿Acaso no es para reconocer que Hashem es el Proveedor de todo? Tomemos más conciencia de lo que estamos diciendo en la tefilá, que reconocemos que Hashem es el Creador y el que gobierna sobre todo lo creado. Reconocemos y pedimos que nos otorgue vida, salud, hijos, entendimiento, sustento… ¿A quién le sobran estas cosas? Todo está en Sus manos, y estamos rogando que sea Su voluntad otorgarlo para nosotros. Entonces, ¿cuál es la prisa por salir? ¿Acaso Hashem necesita que “le echemos una manita” para que las cosas salgan mejor? En un país europeo había un yehudí que llegó a ser el ministro de finanzas del rey. Mediante este puesto alcanzó a tener una relación muy especial y cercana con el monarca. Esto generó envidia por parte de los demás ministros, quienes buscaron la manera de poner obstáculos en su camino y destituirlo de su puesto. Todo el tiempo acosaban al rey, procurando que sospechara que el yehudí no le era leal y que todo el aprecio que le tenía era solamente por el dinero que ganaba. El rey lo quería mucho y siempre lo defendía, hasta que un día los ministros asediaron tanto al monarca que no le quedó argumento alguno para justificar a su fiel ministro. Sin otra alternativa, se vio obligado a aceptar que pusieran a prueba a su ferviente consejero, a fin de que demostrara su lealtad. “¿De qué manera sugieren que lo ponga a prueba?”, preguntó el rey. Los ministros señalaron: “Pídale que haga una fiesta para usted”. El rey llamó al ministro y le solicitó que preparara una celebración en honor al rey.

Shemot · 377

El yehudí recibió con mesura su responsabilidad. Fue y la preparó con mucha alegría y dedicación. Durante el evento, todos estaban contentos y el rey llamó a los ministros que se quejaban y les dijo: “Ahora me doy cuenta de que sus comentarios son falsos. Veo que el yehudí es leal. ¡Miren qué fiesta preparó para mí!”. Los ministros, que no estaban dispuestos a darse por vencidos, dijeron: “No se apure en llegar a una conclusión. Obsérvelo y verá que está muy triste”. El rey observó a su fiel ministro y se preguntó en voz alta: “¿Por qué será?”. Los ministros se apuraron a contestar: “Es porque le duele el gasto que tuvo que realizar en su honor”. El rey titubeó un poco; ellos vieron que por fin estaban logrando su malévolo plan y entonces arremetieron: “¿Por qué no le pide que prepare otra fiesta, pero esta vez que lo haga con el presupuesto del reinado?”. El rey aceptó la sugerencia. Citó de nuevo al yehudí y solicitó la reunión. El ministro escuchó y con presteza obedeció. Cuando estuvieron en la fiesta, los ministros del rey observaron que el yehudí estaba muy contento. Fueron corriendo a notificarlo al monarca. El rey, al verlo así, se enojó mucho. Lo mandó llamar y le pidió que le explicara la razón de su alegría y el porqué de su tristeza en la fiesta anterior. El yehudí le pidió que no se enojara con él y le explicó lo siguiente: “Cuando yo pagué la fiesta con mi dinero, pasé toda la fiesta triste y preocupado porque no estaba seguro si había gastado lo suficiente para honrarlo como se merece. Pero en esta fiesta, para la cual recibí los fondos de usted mismo, estoy tranquilo porque utilicé todo lo que me asignó para honrarlo. A mí me hubiese gustado enaltecerlo más, pero fue lo único con que contaba para hacerlo”. Si todos nuestros miembros corporales fuesen nuestros, entonces no podríamos cantar, ni alabar, ni agradecer a Hashem de manera correcta, ya que los favores que Él nos hace son infinitos. Pero si nos percatamos de que nada es nuestro y que todo cuanto poseemos es otorgado por Él, entonces esto debe ponernos muy contentos y debemos demostrarlo. Cuando estamos sirviéndole, tenemos que hacer todo de acuerdo con el “presupuesto” que tenemos, es decir, con los miembros, con la vida y con el tiempo que Él mismo nos otorgó. De esta forma le demostramos la

fidelidad que espera de nosotros. Hashem no necesita de nuestras tefilot: Él conoce todas nuestras necesidades, incluso antes de que pronunciemos palabra alguna. Sin embargo, decimos tefilá para darnos cuenta de cuánto lo necesitamos y dependemos de Él.260 No es que cuando estamos con vida alabamos al Todopoderoso por darnos la vida; por el contrario, todo el propósito de la vida es alabar al Todopoderoso.261 Dependemos de Hashem en cuanto a la salud, la vida, el sustento, etc., y se lo demostramos rogando con devoción, humildad y con todo el corazón. El instrumento para medir tu nivel de devoción es meditando cuánto te gusta estar en el Bet HaKenéset conversando con Hashem.262 Si tu resultado es positivo, entonces estás practicando Cumplir con el mandamiento de Hashem tal como se nos ordenó.

Aquel que reza debe dirigir sus ojos hacia arriba y su corazón hacia abajo.263

Ab Bet Din: Juez supremo. Aberá: Falta, transgresión. Abinu: Nuestro padre. Abodá: Servicio. Aboda Zará: Servicio extraño; Idolatría. Abot HaKedoshim: Nuestros patriarcas. Abrej, (Abrejim pl.): Estudiante(s) y practicante(s) de Torá. Admur: Rebe jasídico, guia espiritual. Adón Olam: Amo del Universo. Ahabá: Amor. Ahabat Jinam: Amor magnánimo. Alyá: Subir. Am Israel: El pueblo de Israel. Amidá: Sección principal de la plegaria que se recita de pie. Amot: Unidad de medida usada en el Talmud. Ar Sinai: El monte del Sinai. Arbaát Haminim: Conjunto de cuatro especies que se toman en la festividad de Sucot. Arbit: Plegaria nocturna. Aré miklat: Ciudades de refugio que fueron dispuestas por Moshé para quien mataba sin premeditación; el fugitivo podía resguardarse allí para escapar de la sed de venganza de los parientes del fallecido. Arón HaKodesh: El Arca sagrada del Mishkán o Bet Hamikdash Avón: Pecado. Baal Koré: Quien lee la Torá para el público. Bajurim: Los jóvenes. Baishanim: Tímidos.

Bat Israel: Lit. Hija del pueblo de Israel. Mujer judía. Bar Mitzvá: Ceremonia que marca la iniciación de un joven a la edad de 13 años y lo introduce en la comunidad religiosa judía. Bat Mitzvá: Una mujer que ha alcanzado la madurez para ser considerada por la Halajá responsable por sus actos. Baruj Hashem: Bendito sea Dios. Ben: Hijo. Ben HaMetzarim: Se traduce: entre las penurias; es un periodo de tres semanas, entre el 17 de Tamuz al 9 de Av. Son los días más tristes en el calendario hebreo, porque recuerdan la destrucción del primer y segundo Bet haMikdash, los dos en el mismo día. Con el paso del tiempo, nuevas tragedias se han ido añadido a la lista, por lo cual, estos días están relacionados con momentos de angustia y dolor. Berajá, (Berajot pl.): Bendición(es). Beruria: Esposa de Rabí Meir. Beezrat Hashem: Con la ayuda del Todopoderoso. Berajá: Bendición Berit Milá: Circuncisión. Bet din: Tribunal judío. Bet Din Hagadol: Tribunal supremo. Bet Din shel Mala: Corte Celestial. Bet Haenéset, (Baté Kenesiot pl.): Inmueble(s) que se utiliza(n) para rezar. Bet HaMidrash: Inmueble que se utiliza para estudiar Torá. Bet HaMikdash: Santuario del pueblo de Israel. Lugar donde

379

Glosario

· 380

se posa o reside la Shejiná. Allí se encontraba guardado el Arón HaKodesh y los Cohanim realizaban el servicio diariamente dentro de sus instalaciones. Bikur Jolim: Visitar a los enfermos. Bikurim: Las primicias. Los primeros frutos que brotaban y se llevaban en canastos decorados y eran entregados al Cohén en Yerushalaim como muestra de agradecimiento al Creador por la abundancia de los frutos de la tierra. Biná Yeterá: Entendimiento, conocimiento profundo. Bircat Hamazón: Oración que se recita después de comer una porción reglamentaria de pan. Bitajón: Confianza en el Todopoderoso. Aceptación que todo depende de la Voluntad de Dios. Boré Olam: Creador del Universo. Cohén, (Cohanim pl.): Sacerdote(s). Cohén Gadol (Cohanim Guedolim pl.): Sumo(s), Sacerdote(s). Es el nombre dado al más alto puesto de quienes se ocupaban de los trabajos, primero en el Tabernáculo, luego en el Bet HaMikdash. Solamente los descendientes de Aharón hermano de Moshé podían ser elevados al cargo. Corbán, (Corbanot pl.): Sacrificio(s). Daf HaYomí: Estudio diario de una hoja de Guemará. Dayan, (Dayanim pl.): Juez, ( jueces). Din Torá: Juicio dictaminado por un tribunal rabínico, de acuerdo con las leyes de la Torá. Ejad: Uno, único.

Enaim: Ojos. Emuná: Fe, firmeza, seguridad, fidelidad, confianza de que todo proviene de Hashem. Éreb: Víspera. Éreb Rab: Los egipcios que habían salido con Am Israel. Éretz Israel: La tierra de Israel. Eshet Jail: Mujer virtuosa. Etrog, (Etroguim pl.): Cítrico(s) utilizado(s) en la festividad de Sucot. Etz Jaim: Árbol de vida. Gabaim: Encargados para realizar una misión. Gadol: El grande. Gan Eden: Lugar donde se encuentran las almas de los Tzadikim de cada generación. Guemaj: Fondo altruista de benevolencia donde dinero u objetos se toman prestados y se regresan para que los demás los utilicen. Guemilut Jasadim: Acto de ayudar al prójimo. Guenizá: Deposito de objetos sagrados por desuso o deterioro. Gueulá: Redención. Guilders: Moneda utilizada en Europa. Goim: Gentiles. Gomblé Jasadim: Gente piadosa que hace favores. Guehinam: Purgatorio. Guemará: Literalmente significa “enseñanza” en arameo. Explica la Mishná. Es una extensa recopilación realizada en Babilonia por Rabena y Rab Hashe y en Israel por Rabí Yojanán, basado en enseñanzas transmitidas oralmente. Gueulá: Redención. Guézel: Robo.

Hashem: Literalmente “El Nombre” en hebreo. Expresión usada para no mencionar o escribir el nombre de Dios. Hashem Itbaraj: Dios, Bendito sea su Nombre. Hatebá: La naturaleza. Hejal: Lugar en donde se guardan los Sifré Torá. Hodaá: Gratitud, reconocimiento. Imaj Shemam: Que sus nombres sean borrados. Irat Shamaim: Lit. El temor al Cielo, se utiliza para describir el temor reverente a Dios. Ish: Hombre, individuo. Jajam, (Jajamim pl.): Sabio(s), conocedor(es) de la Torá en forma amplia, profunda y poseedor(es) además de la capacidad de aplicarla en su(s) vida(s). Jalá, (Jalot pl.): Pan(es) tradicional(es) trenzado(s) que se usa(n) en Shabat. Janucá: La celebración de ocho días que conmemora la victoria de Yehudá HaMacabí sobre antioquías epífanes. Esta fiesta se halla asociada al milagro de la jarra que contenía aceite suficiente para un solo día y que no obstante ardió durante ocho días. Jametz: Leudado o fermentado. Generalmente se usa el término en la fiesta de Pésaj. Jas veshalom: Expresión típica usada al nombrar algo malo para pedir que no vaya a suceder. (Literal “Que del cielo no lo permitan”.) Jasid, (jasidim pl.): La palabra Jasid proviene de la raíz Jésed, que significa amor, benevolencia, piedad. Jasid es aquella persona que lleva una vida de fervor, por sentir la Presencia Divina en su

381

Glatt kosher: Se refiere a que un alimento no tuvo ningún inconveniente, duda, pregunta o cuestión en su deliberación acerca de si es apto o no para el consumo. Habdalá: Ceremonia que se lleva a cabo al término de Shabat. Hadás: Ramas de mirto que se utilizan en la festividad de Sucot Haftará: Sección de los Profetas, se acostumbra a leer algunos fragmentos en Shabat y días festivos como complemento a la lectura de la Torá. Hagadá: Relato del éxodo de Egipto. Hagadot: Fábulas. Hajnasat Orjim: Recibir huéspedes. HaKadosh Baruj Hu: El Santo Bendito sea. Hakdamá: Prólogo. Halajá: Dictamen de ley, regla, norma, precepto. Comprende cualquiera de las leyes compiladas en el Talmud. Hamán: Hijo de Hamedathá, del país de Agag. El rey Asuero le elevó al poder y le dio un puesto por encima de todos sus otros servidores. Amán comenzó a odiar a Mordejay porque éste no se arrodillaba ni se inclinaba ante él, tal y como “lo había mandado el rey” (Ester 3:2). Por eso fue que procuró destruir a los judíos, sin saber (y eso sería la causa final de su perdición) que la propia reina Ester era judía. HaMélej: El rey. Hamotzí: Bendición que se recita al comer pan. Har Sinai: Monte del Sinaí. HaRashá: El malvado. Hashabat Habedá: Devolución de objetos perdidos.

· 382

vida y esto le inspira a brindar amor y a realizar buenas acciones hacia todos y hacia todo. Jasidá: Especie de cigüeña blanca. Jatán: Novio, recién casado. Jazán: Cantor. Oficiante que dirige en voz alta la plegaria cuando existe un Minián. Jazará: Repetición que se hace de la Amidá. Jebrá Kadishá: Sociedad funeraria de hombres y mujeres que limpian y preparan los cuerpos para el entierro, según la tradición judía. La tarea de la Jebrá Kadishá es considerado por la Torá como jésed shel emet (una buena obra de la verdad), ya que otorga a los muertos un favor que el destinatario no puede retribuir. Jérem: La excomunión. Jésed: Actos de bondad. Jilazón: Especie de molusco del cual se extraía el tinte llamado Tejelet, necesario para la confección de los hilos del Tzitzit. Jilul Hashem: Profanar el Nombre de Dios por medio de acciones indebidas. Jinuj: Educación, instrucción. Jol Hamoed: Dias festivos entre el primer y el último día de de Yom Tob de las fiestas de Sucot, Pésaj y Shabuot. Jódesh Elul: Es el sexto mes del año judío (conforme a la cuenta que comienza con Nisán. Si contamos a partir de Tishé, Elul es el último mes del año. Es el tiempo que los Jajamim fijaron para el arrepentimiento. Jomer: Materialismo. Jorbán: Destrucción. Jukim: Leyes, Estatutos. Jumash: Pentateuco. Jupá: Palio nupcial.

Kabalá: La parte mística de la Torá. Kabalat Shabat: Ceremonia para recibir al santo día de Shabat. Kadish: Oración para santificar el Nombre de Dios pronunciada durante las plegarias. Kalá: Novia. Kasher, Kashrut, Kosher: Significa “correcto”, “apropiado”. Es la parte de los preceptos que trata sobre los alimentos que se consideran puros, aquellos que pasan satisfactoriamente por una supervisión rabínica para poder ser consumidos. Kapo: Capataz de los prisioneros en los campos de concentración. Kedushá: Santidad. Kehilá: Congregación. Kelaiot: Riñones. Keriat Shema: La lectura del Shemá Israel. Kerubim: Figuras labradas en oro de pequeños ángeles, formaban parte de la tapa del Arca Sagrada. Kidush: Plegaria recitada sobre el vino o el pan para santificar el Shabat. Kidush Hashem: Santificación del nombre de Dios al dar la vida por su honor; también por medio de un buen ejemplo alentando así a otros a que respeten a Dios y cumplan con sus mandamientos. Kidush Shem Shamaim: Santificando el Nombre Divino. Kipá: Solideo, gorro. Kinot: Lamentaciones. Knis: Inmueble que se utiliza para rezar. Kislev: 4º mes hebreo. Kitzur Shulján Aruj: Edición sintetizada del código de la ley judía.

la práctica de separar el Maaser Shení consistía en la separación de un décimo de la cosecha de un determinado producto agrícola, del primero, segundo, cuarto y quinto año del período agrícola de siete años, con el propósito de llevarlo y consumirlo en la ciudad de Yerushalaim. Maaser Aní: Lit. El diezmo de los pobres. Es la obligación de separar una décima parte de los productos cultivados en los años tercero y sexto del período agrícola de siete años y se entregaba a los pobres. Maasim Tobim: Actos meritorios. Maguid: Predicador. Malaj: Ángel. Maséjet: Tratado. Mashal: Ejemplo. Mashiaj: Redentor. Mashguíaj: Supervisor. Matzá, (Matzot Pl.): Pan(es) ázimo(s). Según la tradición, el pueblo judío salió de Egipto con mucha prisa y sin tiempo de prepararse, por lo que no hubo tiempo de dejar leudar el pan para el camino. Matzebá: Monumento. Mazal: Suerte. Meguilá, Meguilat Ester: El libro de Ester, relata los acontecimientos y los milagros que sucedieron en el milagro de Purim, se acostumbra leer de un pergamino el día de la fiesta de Purim. Mehadrín: Que cumple las Mitzvot con diligencia y esmero. Mejiltá: Midrash, enseñanzas morales y filosóficas de la Torá. Melavé Malcá: Comida que se debe comer después de Shabat para escoltar a la reina Shabat. Menajot: Tipo de ofrenda que acercaban los Cohanim.

383

Klal Israel: La congregación de Israel. Kol Israel arebim ze la ze: Cada uno de los miembros de Israel es garante uno por el otro. Kólel, (Kolelim pl.): Centro(s) de estudios Toraicos. Kódesh Hakodashim: Sancto Sanctorum. Korbán, (Korbanot pl.): Sacrificio(s). Korbán Jatat: Sacrificio de culpa. Korbán Pésaj: Sacrificio pascual. Korbán Todá: Sacrificio que se ofrendaba para expresar agradecimiento al Creador. Lashón HaKódesh: Lengua sagrada; el idioma hebreo. Lashón hará: Maledicencia, chisme, calumnia. Lehodot: Admitir, reconocer, agradecer. Lekaf Zejut: Dar a los demás el beneficio de la duda. Juzgar para bien. Leshem Shamaim: En aras del Cielo Levayá: Cortejo fúnebre. Lilmod Al Menat Lekayem: Estudiar para poder cumplir. Lishkat Jashai: Una Sala dentro Del Bet HaMikdash donde se colectaban las donaciones que se daban anónimamente. Lulab: Hoja de palma datilera que se utiliza en los rezos de la festividad de Sucot. Makólet: Miscelánea. Man: Comida celestial con la que los judíos se alimentaban en el desierto. Maase: Relato. Maaser: Diezmo. Maaser Shení: Lit. segundo diezmo. En los tiempos del Bet HaMikdash,

· 384

Menorá: Candelabro que se utilizaba en el Mishkán. Menhaélet: Directora. Mesirut Néfesh: Acto que denota entrega de la propia vida al Creador (martirio). Met Mitzvá: Un cadáver que se encuentra en un lugar donde no hay otra persona cercana a quien se pueda llamar para que realice el entierro. Mezonot: Bendición que se recita al consumir alimentos que están hechos de granos pero que no son consideradas por la Halajá como Hamotzí. Mezuzá, (Mezuzot pl.): Es un receptáculo adherido a la jamba derecha de los pórticos de las casas judías, alberga un pergamino enrollado con versículos de la Torá. Midá, (Midot pl.): Atributo(s), cada una de las cualidades naturales o adquiridas que distinguen a las personas. Midá Kenégued Midá: medida por medida Midot tobot: Buenas cualidades. Midrash: Las enseñanzas morales y filosóficas de la Torá; su homilía. Midrashim: Establecimientos donde se estudia Torá. Miklat: Refugio. Mikvé: Baño ritual. Minián: Reunión de 10 yehudím que son aptos para orar juntos. Minjá: Rezo vespertino. Mishkán: Santuario. Mishná (Mishnayot pl.): Recopilación(es) de todas las leyes y normas recibidas en tradición oral y redactadas por Rabí Yehudá HaNasí, comprende 63 tratados, cada uno dividido en capítulos y cada capítulo en mishnayot o lecciones.

Mishpatim: Leyes. Mitzvá: Mandamiento, precepto. Mitzvot Asé: Deberes. Mitzvot Lo taasé: Prohibiciones. Mitznéfet: Especie de turbante. Mitzraim: La tierra de Egipto. Modé Aní: Plegaria vespertina. Mohel: Persona halájicamente experimentada que realiza la circuncisión según las leyes de la Torá. Moré: Maestro, Morim: Maestros. Morá, (Morot pl.): Maestra(s). Musaf: Oración que se agrega en Shabat y en los días de Rosh Jodesh e Yom Tov después de la lectura de la Torá. Musar: Etica; moral. Nasí: Dirigente. Nega Tzaráat: Llaga de lepra. Nes: Estandarte. Nes, (Nisim pl.): Milagro(s). Nesajim: Libaciones. Nezifá: Amonestación. Neshamá, (Neshamot pl.): Alma(s). Netilat yadaim: Lavado ritual de las manos. Nigunim: Melodías. Nisayón: Prueba. Osé Shalom: El que hace la paz. Óhel Moed: El Tabernáculo. Olam Habá: Mundo Venidero. Or lagoim: Luz para las naciones. Parnasá: Sustento. Pasuk, (Pesukim pl.): Versículo(s) de la Torá. Pasul: Invalidado para su uso o consumo. Pashá: Cargo jerárquico árabe. Perashá: Porción semanal de la lectura de la Torá. Peot: Caireles que se dejan crecer los Jasidim en las patillas.

Rashí: Rabenu Shelomó Itzjaki. Fue el principal y más grande exegeta de la Biblia y el Talmud. Rebe: Rabino o maestro jasídico. Rebetzín: Hija o esposa del Rabino. Rajmaním: Piadosos. Rambam: Siglas de Rabí Moshé Ben Maimón (Maimonides) Refuá Shelemá: Que tenga una curación total. Ribonó Shel Olam: Amo del Mundo. Rosh Hashaná: Año nuevo. Rosh Jodesh: El primer día del mes hebreo y muchas veces engloba el último día del mes anterior también. Rosh Kólel: Conductor del kólel. Rosh Yeshibá: Director de la yeshibá. Ruaj Hakódesh: Premonición. Sandak: El que sostiene al bebé en el momento de la circuncisión. Sanhedrín: Tribunal supremo compuesto por 23 jueces. El gran Sanhedrín constaba de 71 miembros. Séfer, (Sefarim pl.): Libro(s). Séfer HaJinuj: Libro en el cual se ordenan las 613 Mitzvot en el orden en el cual aparecen en el Pentateuco. Séfer Torá, Sifré Torá: Copia manuscrita del Pentateuco que recibió Moshé en el Monte Sinai. Debe cumplir con los estándares muy estrictos de producción, se escribe con una tinta negra sobre pergamino. Se almacena en el lugar más sagrado de la sinagoga, el Arón Hakodesh, y se saca para leerlo en algunos de los servicios. Segulá, (Segulot pl.): Objeto(s) o acción(es) a la (los) cual(es) se atribuye(n) virtud(es) sobrenatural(es).

385

Pirké Abot: Se traduce como: Tratado de nuestros padres. Es una recopilación de enseñanzas éticas o máximas de los Jajamim de la época de la Mishná. Pirsum Hanés: Difundir el Milagro. Pésaj: Festividad en la que se celebra la liberación de Egipto. También llamada Fiesta de la primavera. Es una de las tres fiestas de Peregrinaje, donde en el Bet HaMikdash, todo miembro de Am Isarael subía a ofrendar el Korbán Pésaj. La festividad dura siete días y durante este periodo está prohibida la ingestión de alimentos derivados de cereales fermentados. Pésaj Shení: Segunda Pascua. El Korbán Pésaj sólo podía ser ingerido por aquellas personas que se encontraban puras, todo el que había tenido contacto con un cadáver adquiría una impureza del tipo espiritual y lo invalidaba para ingerir el cordero Pascual el día 14 de Nisan, por lo que se estableció que un mes después todo aquel que no había tenido oportunidad de acercar el sacrificio podría hacerlo en 14 de Iyar y comerlo acompañado de Matzá y Maror. Piutim: Poemas. Purim: Celebración que el pueblo judío hace por la salvación del decreto de Hamán HaRashá. Rab: Rabino con alguna experiencia halájica específica. Rabanit, Rebetzin: Esposa del Rabino. Rabí: Mi maestro. Rabenu: Nuestro maestro. Rab Harashí: Rabino principal. Raglaim: Pies. Rashá: Malvado.

· 386

Selijot: Plegaria que se recita generalmente en la madrugada, desde el mes de Elul hasta Rosh Hashaná. Semijá Diploma rabínico. Seudat o Seudá: Banquete, comida. Seudá Shelishit: Tercer comida de Shabat. Shabat: El sagrado día séptimo día de la semana judía. Shabuot: Celebración que se conmemora el día de la entrega de la Torá. Shajarit: Plegaria matutina. Shaliaj, (Shelijim pl.): Enviado(s), responsable(s) de una misión. Shaliaj Tzibur: Oficiante, mensajero de la comunidad que dirige en voz alta la plegaria cuando existe un Minián. Ver también Jazán. Shalom Aléjem: Saludo hebreo que significa: “Que la paz esté con Uds”. Shalom: Paz. Palabra que se utiliza para saludar: “Que la paz esté contigo”. Shalom Bait: Paz hogareña, paz conyugal. Shamash: Ayudante en la sinagoga. Secretario del Rab Shamaim: Los Cielos. Shas: Compendio completo del Talmud. Shehareja: Portones. Sheba Berajot: Comida en la cual se agasaja a los recién casados durante los primeros siete días de la boda. Celebración donde deben asistir diez hombres y recitar las siete bendiciones correspondientes. Shebatim: Tribus. Shebarim: Sonido que se hace con el Shofar (tres soplos medianos). Shejiná: Presencia Divina.

Shejitá: Degüello de un animal en la forma que indica la Torá, para hacerlo apto para el consumo. Shemen Hamishjá: El aceite con el cual se ungían los utensilios que se utilizaban en el Bet HaMikdash. Sheminí Hatzéret: Es la fiesta con la que culminamos el periodo festivo que comienza con Rosh Hashaná y termina con Sucot. Se celebra el 20 de Tishré y celebramos la alegría de nuestras vidas con Hashem. Shemirat HaLashón: Leyes acerca del cuidado de la palabra. Shemitá: Después que Am Israel tomó posesión de la Tierra, debían observar cada séptimo año como Shemitá (año sabático) para la tierra. Durante su transcurso no debían sembrarse los campos ni podar los viñedos, así como tampoco levantar la cosecha que hubiere crecido espontáneamente. Shibá Los siete días de duelo. Shiduj: Compromiso. Shomer Shabat: Persona que cuida del Shabat como lo marca la halajá. Shojet, (Shojatim pl.): Matarife(s). Shofar: Instrumento de viento, fabricado con el cuerno curvo de un animal Kasher como el carnero. Se utiliza en el servicio de Rosh Hashaná y Yom Kipur. Los sonidos tienen el propósito de hacer recordar los suspiros y lamentos del pueblo por generaciones, despertando en la persona el arrepentimiento y la idea de regresar al camino de Dios. Shulján Aruj: El código autorizado de la ley judía del rabino Yoséf Karo dividido en cuatro secciones: Óraj Jaím; Yoré Deá; Éven Haézer y Joshen Mishpát. Shinaim: Dientes.

Talmid Jajam, (Talmidé Jajamim pl.): Erudito(s) de la Torá; estudioso(s) de la legislación judía. Talmud: Tratado. Obra de disertación sobre la Mishná. Talmud Torá: Escuela para niños. Taná, (Tanaim pl.): Es la denominación de los sabios rabínicos cuyas opiniones son recordadas en la Mishná  Taref, (Treifut pl.): Alimento(s) no apto(s) para un judío. Targum: Traducción o interpretación de la Torá. Los dos más importantes son Targum de Onquelos y Targum Yehonatán ben Uziel. En las sinagogas del tiempo del Talmud, se leía el Targum de Onquelos alternándolo con la lectura semanal de la Torá, versículo por versículo y el de Yehonatán ben Uziel se leía con la Haftará. Ambos están escritos en arameo occidental hoy son utilizados para estudio e interpretación de los versículos de la Torá. Tebá: Podio o estrado donde se para el dirigente de la tefilá. Tebá: También usado para el árca de Noaj. Tebilá: Baño ritual. Tefilá: Plegaria. Tefilat Shajrit: Primer plegaria del día. Tefilat Minjá: Plegaria vespertina. Tefilat Arvit: Plegaria que se recita en la noche. Tefilín: Filacterias. Pequeñas envolturas o cajitas de cuero donde se encuentran guardados unos pergaminos enrollados donde se encuentran escritos pasajes de la Torá. Una de las correas se ata sobre el brazo izquierdo (o derecho si la persona es zurda) dando siete

387

Sidur Libro de oraciones diarias. Simán LaBanim: Los acontecimientos de los padres, son una señal para los hijos. Simjá: Alegría. Simjá Torá: Festividad que celebra el termino y comienzo de la lectura de la Torá. Sinat Jinam: Odio injustificado. Sofer: Escriba. Sucá: Cabaña se utiliza durante toda la festividad de Sucot. Se construye bajo el cielo, debe tener como mínimo tres paredes, el techo debe ser de productos que provengan de la tierra y debe ser lo suficientemente resistente para que dure alzada durante todos los días de la fiesta. Sucot: Festividad que se celebra a lo largo de siete días en Israel y ocho en la diáspora, del 15 al 22 de Tishré. Rememora las vicisitudes del pueblo judío durante su deambular por el desierto luego de la salida de la esclavitud de Egipto. Es un recuerdo de las Nubes de Gloria con las que Hashem nos protegió. Junto a las festividades de Pésaj y Shabuot, la gente peregrinaba al Bet HaMikdash y traían las ofrendas correspondientes. Habitamos en una Sucá, se toman las cuatro especies y se realizan plegarias durante todo el periodo de la fiesta. Taamim: Notas musicales. Tahor: Puro. Talet: Manto de cuatro puntas con flecos (tzitziot) en cada una de ellas, se usa diariamente durante las oraciones de plegarias. Talet Katán, Talit Katán: Vestimenta de cuatro esquinas de donde cuelgan los tzitziot. Talmid: Alumno.

· 388

vueltas sobre el mismo y la otra se coloca sobre la cabeza. Los varones se los colocan diariamente a partir de los trece años, con excepción de Shabat y demás festividades. Tehilim: Libro de Salmos de David. Forma parte del Tanaj. Terumá: Donación. Teshubá: Arrepentimiento. Tekiá: Uno de los sonidos del Shofar (un soplo largo). Teruá: Sonidos que se hace con el Shofar (soplos cortos). Tikún Jatzot: Es el rezo de medianoche el cual es un lamento por la destrucción del Bet Hamikdash. Tishá BeAb: Noveno día del mes de Ab, día de ayuno conmemorando la destrucción del primer y segundo Bet HaMikdash. Tóraj Tzibur: Molestia para el público. Tumá: Impureza espiritual. Tzadéket: Fem. de Tzadik. Tzadik, (Tzadikim pl.): Hombre(s) justo(s). Tzedaká, (Tzedakot pl.): Caridad(es). Tzeniut, tzenuá: Recato, recatada. Tzitzit: Flecos que prenden de los cuatro ángulos de una prenda llamada Talet o Talit, sirven como recordatorio de los mandamientos de Dios. Anteriormente se teñían los hilos de lana con la sangre de un molusco marino de color azul, en la actualidad se usan de color natural o blanco debido a que no se sabe con certeza cuál es la especie. Ubá LeTzión Goel: Plegaria que significa: “Que venga el Redentor y que reconstruya Yerushalaim. Uritem: Y ustedes lo verán. Vaad Hatzalá: Agrupación fundada en 1939 por rabinos de Estados

Unidos y Canada, comisionada para rescatar judíos en Europa, víctimas del holocausto. Vidui: Confesión. Yadaim: Manos. Yam Suf: Mar Rojo. Yamim Noraim: Lit. Los días temibles. Desde que comienza el mes de Elul, cada uno de los integrantes del Am Israel revisa su conducta, son días para el arrepentimiento y la corrección. Yehudí, (Yehudim pl.): Judío(s). Yerushaláim: Jerusalén. Yerushaláim Habenuyá: Que la Morada de Hashem sea reconstruida en Yerushalaim. Yeshibá: Academia de estudio de Torá. Yetzer Hará: Instinto o impulso del mal. Yetzer HaTob: Instinto o impulso del bien. Yidish: Idioma oriental hablado por las comunidades judías del centro de Europa. Yom Kipur: El día del perdón. Yom Tob: Festividades se refiere a la conmemoración de uno o más días observados por el pueblo judío, para fiestas religiosas para el recuerdo de un acontecimiento importante en la historia judía por ejemplo: Rosh Hashaná, Yom Kipur, Sucot, Pésaj, Shabuot. Yortzait: Aniversario de la muerte. Zakén: Anciano. Zeide: Abuelo. Zejut, (Zejuyot pl.): Mérito(s). Zemirot: Cánticos. Z”L; Abr. De “Zijronó Librajá”: Que su recuerdo sea para bendición.

notas finales

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31

Shemot 13:16. Basado en el Rambán. Rab David Budni. Midrash Tanjumá, citado por Rashí en el versículo 7. Ama a tu prójimo, pág. 14, Rab Zelig Pliskin. Ketubot 67b. Jaguigá 5a. Berajot 43b. Babá Metzía 59a. Shaaré Teshubá 3:139-141. Séfer Tikún HaMidot, recopilado de Hamaor, tomo 1, pág, 126; Rab David Zaed. Ama a tu prójimo, pág. 500, Rab Zelig Pliskin. Talmud Yerushalmí, Yebamot 8:3. Pirké Abot 2:10. Kidushín 30b. Bereshit Rabá 22:5. Extraído de Oasis. Sanhedrín 108a. Rab Yejezkel Levenstein. Bereshit 7:1. Ídem 6:16. El Gaón de Vilna. Rab Simjá Bunim de Pashisja. Mijtab MeEliyahu, “En busca de la verdad”, pág. 168; Rab Eliahu Desler. Jojmá Umusar, vol. 1, pág. 5; Las Puertas de la Felicidad; Rab Zelig Pliskin. Pirké Abot 6:4. Bereshit 6:21. Ama a tu prójimo, pág. 26; Rab Zelig Pliskin. Relatos de Tzadikim, vol. 1, pág. 32; Rab G. MaTov. Maséjet Dérej Éretz, capítulo 2. Mijtab MeEliyahu, vol. 1, pág. 36; Las

32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65

Puertas de la Felicidad, pág. 176; Rab Zelig Pliskin. Shabat 151b. Ama a tu prójimo, Rab Zelig Pliskin. Shem Tob, Vayetzé. Bereshit 8:11. Yeshayá 49:6. Erubín 18b. Rabí Naftalí de Rofshitz. Rabenu Obadiá de Bartenura. Rambán. Pele Yoetz, Prueba. Tehilim 33:4. Jazón Ish. Darké Musar, Lej Lejá. Tehilim 40:5. Tehilim 18:31. Gur Aryé. Bereshit 13:2. Rab de Kozmir. Mishlé 22:1. Ketubot 86a. Pele Yoetz; Rab Eliézer Papo, sección “Deuda”. Alón Ish Lereehu 202; Hameir LeDavid. Shabuot 39a. Rab Shemuel Pésaj Bogomilsky. Tehilim 37:37. Bereshit Rabá. Irmiyá 6:10. Shemot 6:12. Debarim 10:16. Reflections of the Maggid, Rab Pesaj J. Krohn. Rab Avigdor Miller. Yeshayahu 41:2, 3. Bereshit 12:2. Ídem 21:33.

389

Bereshit

· 390

66 67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83 84

Ídem 24:63. Ídem 25:27. Rab Tzvi HaCohén Kaplan. Pirké Abot 5:19. Bereshit 24:1. Ídem 23:1. Bereshit Rabá, Noaj 1. Tehilim 37:18. Pirké Abot 1:14. Tehilim 37:18. Sotá 14a. Séfer Hayashar, cap. 13. Shabat 12b. Ish Tzadik Hayá, págs. 87-89. Revista “Or Torah”, Rab Rafael Freue. Kelí Yakar, Bemidbar 16:29. Yoré Deá 335. Sotá 14a. Viviendo cada día, pág. 241; Rab Abraham Twerski. 85 Tehilim 89:3. 86 Vayikrá 19:18. 87 Pele Yoetz; Rab Yosef Papo, sección “Jésed”. 88 Shabat 127a. 89 Rab Abraham Kalmanovich. 90 Educando o destruyendo, págs. 103104; R. Moshé Goldstein. 91 Yeshayá 38:19. 92 Bereshit 18:17. 93 Ídem 18:19. 94 Afiké Maim, Vayerá, extraído de Hamaor; Rab David Zaed. 95 Bereshit 21:9. 96 Ídem 21:10. 97 Ídem 21:14. 98 Abodá Zará 25a. 99 Rab Dov Ber. 100 Nidá 30b. 101 Rabí Yejiel Harofé. 102 Mehor HaShabat, pág. 31; Rab Kalman Pikouz. 103 Rab M. Jaim Luzzato. 104 Bereshit 24:14. 105 Rab Eljanán Wasserman. 106 Erubín 13b.

107 Ahabat Jésed, cap. 2. 108 Lilmod Ulelamed, pág 31; Rab Mordejai Katz. 109 HaTzadik Rab Zundel, pág. 14; Ama a tu prójimo, pág. 88; Rab Zelig Pliskin. 110 Ahabat Jésed, cap. 2. 111 Mishlé 16:6. 112 Hoshea 6:6. 113 Extraído de “La Ética del Sinaí” con los comentarios del Jafetz Jaim. 114 Rabí Menajem Mendel de Kotzk. 115 Tehilim 37:18. 116 Rashí. 117 Yeshayá 32:17. 118 Betzá 32a. 119 Bereshit 25:22-23. 120 Melajim I, 17:1-18:46. 121 Tehilim 94:11-13. 122 Rashí. 123 Midrash Tanjumá. 124 Mishlé 4:21. 125 Janoj LaNaár. 126 Mishlé 3:1. 127 Rab Yosef ben Nejemías. 128 Meam Loez. 129 Jaguigá 9b. 130 Simjas Israel, pág. 57; Las Puertas de la Felicidad, pág. 370; Rab Zelig Pliskin. 131 Iyob 5:7. 132 Extraído de Séfer Meorot Hadaf Hayomí. 133 Sanhedrín 99a. 134 Bereshit Rabá 65. 135 Kidushín 31b. 136 Lilmod Ulelamed, pág 35; Rab Mordejai Katz. 137 Basado en Yalkut Lekaj Tob. 138 Séfer Hajinuj 1, Mitzvá 33. 139 Debarim 5:16 y Shemot 15:25. 140 Ketab Sófer. 141 Rashí, Bereshit 25:26. 142 Rab Eliahu Mishkovski. 143 Descanso y alegría, pág. 190; Rab Mordejai Katz. 144 Tehilim 119:162. 145 Maayané shel Torá, Vayetzé; Rabí Note

184 Jobot Halebabot 10:6. 185 Bereshit Rabá 78:12. 186 Bereshit 33:14. 187 Sotá 34a. 188 Lilmod Ulelamed, pág. 47; Rab Mordejai Katz. 189 Parábolas del Jafetz Jaim. 190 Tehilim 1:1. 191 Rashí. 192 Pirké Abot 2:2. 193 Karna d’Itzjak, pág. 54; Isaac Cabariti. 194 Rab Noaj Weinberg. 195 Pirké Abot 2:15. 196 Vayikrá 21:9. 197 Hamaor, tomo 2, pág. 463; Rab David Zaed. 198 Rabí Menajem Mendel de Kotzk. 199 Ketubot 67b. 200 Rabino Hilel Witkind; Ama a tu prójimo, pág. 119; Rab Zelig Pliskin. 201 Pele Yoetz, sección “Reconocimiento”; Rab Yosef Papo. 202 Sefer Hamidot LeHameirí, pág. 159. 203 Midrash Bereshit 38:26. 204 Maarán Shapira de Lublín. 205 Iyob 5:7. 206 Pirké Abot 5:22. 207 Debarim 8:18. 208 Rashí, Sifrí, Debarim 32:44. 209 Od Yosef Jai; Rab Yosef Jaim. 210 Debarim 14:2. 211 Rashí. 212 Iyob 26:7. 213 Julín 89a. 214 Tehilim 34:15. 215 Sanhedrín 7a. 216 Rab Shelomó Levenstein. 217 Pele Yoetz, pág. 605, Disputa; Rab Yosef Papo. 218 Extraído de “Y serán un solo cuerpo”, pág. 80; Rab Rafael Freue. 219 “El otro lado de la historia”, pág. 42, Yehudit Samet. 220 Dérej Éretz 86. 221 Vayikrá 19:15 222 Shebuot 30a

391

Tzvi Finkel 146 Bereshit 28:17. 147 Adaptado de la revista Maor HaShabat; Eliyahu Sayegh. 148 Babé Hahamudim. 149 Pele Yoetz; Rab Yosef Papo; sección “Conversación”. 150 Tehilim 65:5. 151 Extraído del Lekaj Tob. 152 Descanso y alegría, pág. 195, Rab Mordejai Katz. 153 Pele Yoetz, Yeshibá. 154 Babá Metzía 28b. 155 Bereshit Rabá 65. 156 Bereshit 30:14. 157 Makot 34a. 158 Bereshit Rabá 65. 159 Debarim 18:13. 160 Julín 57b. 161 Mishlé. 162 Mishlé 10:9. 163 Bereshit 25:27. 164 Mozné Tzédek. 165 Rabí Menajem Méndel de Kotzk. 166 Sotá 5a. 167 Relatos de Tzadikim, tomo 1, pág. 203; Rab G. MaTov. 168 Maalot Hamidot. 169 Laanavim Itén Jen. 170 Debarim 8:2. 171 Rab Michel de Zlotchow. 172 Mishlé 15:33. 173 Bereshit 32:8. 174 Rabí Israel de Salanter. 175 Kidushín 30b. 176 Rab Yaacob Yosef de Polana. 177 Shabat 31a. 178 Viviendo cada día, pág. 367; Rab Abraham J. Twerski. 179 Jazón Ish. 180 Pirké Abot 4:1. 181 Las puertas de la felicidad, pág. 217; Rab Zelig Pliskin. 182 Rab Hirsh: Comentario al Tehilim 37:17. 183 Introducción Orjot Tzadikim, cap. 10.

· 392

223 Shabat 127b. 224 Rabí Aharón de Karlín. 225 Jaguigá 4b. 226 Rashí. 227 Maayané Shel Torá, Vaigash; Rebe de Kozmir. 228 Por amor a Dios, pág. 13; Rab Baruj Brull. 229 Rabí Moshé de Kobrin. 230 Hamaor, tomo I, pág. 20-21; Rab David Zaed. 231 Rab Abraham J. Twerski. 232 Hamaor, Rab David Zaed. 233 Shemot 20:2-3. 234 Pesajim 56a. 235 Jazón Ish. 236 Daat Zekenim. 237 Grow through Torá; Rab Zelig Pliskin. 238 Pirké Abot 3:5. 239 Taná d’bé Eliyahu Zutá 5. 240 Pele Yoetz, “Sustento”. 241 Kidushín 82a. 242 Elshij. 243 Rab Aharón Hagadol. 244 Lilmod Ulelamed, pág. 186; Rab Mordejai Katz. 245 Shebuot 39a. 246 Rabí Moshé de Kobrin. 247 Gur Aryé. 248 Kol Sipuré 18:5; Baal Shem Tob. 249 Jobot Halebabot, Jeshbón Hanefesh 18. 250 Tehilim 145:18. 251 Midrash Tanjumá. 252 Las fábulas del Jafetz Jaim, pág. 38; Rab David Zaretzki. 253 Maasé Abot, pág. 48. 254 Bereshit 49:28. 255 Extraído de Séfer Alenu Leshabeaj. 256 Kohélet 11:1.

notas finales

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35

Gur Aryé y Sefat Emet. Ver Bereshit 46:20-27. Rashí; Sifrí; Debarim 32:44. Debarim 8:17. Tehilim 27:14. Sotá 11a. Meguilá 12b. Ama a tu prójimo, pág. 138; Rab Zelig Pliskin. Rabí Moshé de Kobrin. Lit. “que su nombre sea borrado”. Hamaor, tomo II, pág. 401; Rab David Zaed. Meor Hashabat, pág. 58; Rab Kalman Packouz. Simjas Israel, pág. 53. Shabat 130a. Gur Aryé. Viviendo cada día, pág. 80; Rab Abraham J. Twerski. Melajim I 21:1-16. Pirké Abot 4:22. Cuentos Jasídicos del Holocausto, pág. 179; Yaffa Eilach. Ver Rashí, versículo 6:13. Shemot 11:8. Yejezkel 29:2-3. El Maguid de Dubna. Yejezkel 29:15. Relatos de Tzadikim, pág. 45. Maalot Hamidot. Bemidbar Rabá. Mayané shel Torá. Rambam, Halajot Deot, Cap. 61. Rab Yosef Jaim, el Ben Ish Jai. Rab Avigdor Miller. Rabí Israel Baal Shem Tob. Shebuot 44b. Pirké Abot 1:7. Midrash Rabá, Perashat Toledot 65-22.

36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70

Rabí Menajem Hameiri. Shemot 2:12. Gur Aryé. Tenuat Hamusar, vol. 2, pág. 45; Ama a tu prójimo, pág. 152; Rab Zelig Pliskin. Relatado por el Rab Moshé Lazeruz; ídem. In the footsteps of the Maggid. Babá Kamá 92b. Rab Jaim Shmuelevitz . Hagadá Shel Pésaj, Kinián Torá 38; Hameir LeDavid. Shem Tob; Bereshit 29:35. Midrash Hagadol 10:5. Maasé Abot, pág. 48. Erubín 65a. Maasehem Shel Tzadikim, Hamaor. Rab Abraham J. Twersky. Extraído de Entre Todos, Centro Comunitario Sucat David. Kohélet 11:1. Ver Yehoshúa 5:9. Taanit 9b. Pelé Yoetz, “Redención y expiación”. Tehilim 33:4. Rabí Israel Baal Shem Tob. Rab M. Jaim Luzzato. Eliyahu Kitov. Meotzarenu Hayashán, Bo; HaMeir LeDavid. Pelé Yoetz, “Confianza en Hashem”. Rambán, Shemot 12:2. Shemot Rabá 15:30. Relatos de Tzadikim, pág. 52. Berajot 61b. Vayikrá 18:3. Rabenu Bajyé. Bemidbar Rabá 20. Shemuel II, 7:23. Irmeyahu 9:22.

393

Shemot

· 394

71 Jobot Halebabot 4:4. 72 Rab Arieh Kaplan; Las Puertas de la Felicidad, pág. 205, Rab Zelig Pliskin. 73 Midrash Lekaj Tob. 74 Rab Yejezkel Levenstein. 75 El Midrash Dice, tomo 2, pág. 112, Rab Moshé Weissman. 76 Rab Yerujam Levowitz. 77 Taanit 2a. 78 Taanit 20b. 79 Jazón Ish. 80 Viviendo cada día, pág. 167, Rab Abraham Twerski. 81 Jobot Halebabot; Jeshbón HaNéfesh 18. 82 Tehilim 123:2. 83 Berajot 34b. 84 Rashí; Maharshá. 85 Tehilim 131:2. 86 Rab Eliahu Lopian. 87 Shemot 14:14. 88 Jumash: Mor Deror, tomo II, pág. 123. 89 Yejezkel 11:16. 90 Meguilá 29a. 91 Berajot 28:2. 92 Pelé Yoetz, “Tefilá”. 93 Pelé Yoetz, “Conversación”. 94 Babé Hahamudim. 95 Semag, Semak, Jafetz Jaim, Ben Ish Jai, Gaón de Vilna y otros (Kedushat Bet HaKenéset, Bet HaMidrash, pág. 28). 96 Kedushat Bet HaKenéset, Bet HaMidrash, hoja 29. 97 Shemot 25:2-8. 98 Melajim I 6:13. 99 Rab Jaim Palagi. 100 Tehilim 5:8. 101 Pesiktá. 102 Shir Hashirim Rabá 5:3. 103 Pelé Yoetz, “Embellecimiento de las mitzvot”. 104 Rab Baruj de Medziboz. 105 Pelé Yoetz, “Naturaleza”. 106 Vayikrá 16:17; ver también Yomá 2a. 107 Berajot 17a. 108 Shemot 24:7. 109 Mesilat Yesharim, Cap. 6.

110 Melajim II, 4:1-7. 111 Viviendo cada día, pág. 239, Rab Abraham J. Twerski. 112 Rab Jaim de Tzantz. 113 Jazón Ish. 114 Extraído de Yorú Mishpateja LeYaacob 38; Hameir LeDavid, Perashá Ki Tisá. 115 Séfer HaJasidim. 116 Shemot 20:23. 117 Ídem 28:42. 118 Mishlé 6:23. 119 Midrash Shemuel. 120 Ver Pirké Abot 5:7. 121 Shabat 50b. 122 Ídem 119b. 123 Ketubot 67b. 124 Gaón Rabí Eliyahu de Vilna. 125 Taanit 20b. 126 Jumash Dor Deror, tomo II, pág. 177, Rab Mordejai Babor. 127 Rashí. 128 Ídem 23:7. 129 Ídem 23:24. 130 Jafetz Jaim. 131 Taanit 20b. 132 Rab Moshé Leiv Misasov. 133 Rab Israel Yaacov Lubchansky. 134 Rab Jaim Shapiro; Ama a tu prójimo, pág. 189, Rab Zelig Pliskin. 135 Yejidé Segulá, pág. 61; Amarás a tu prójimo, pág. 459, Rab Zelig Pliskin. 136 Jewish Observer; Amarás a tu prójimo, pág. 460, Rab Zelig Pliskin. 137 Pirké Abot 3:17. 138 Gur Aryé. 139 Shabat 30b-31a. 140 Erubín 54b. 141 Taanit 8a. 142 Pirké Abot 4:12. 143 Babá Batrá 8b. 144 Pirké Emuná, págs. 191-196. 145 Co Asú Jajamenu. 146 Mejiltá; Babá Metzía 75b. 147 Alshij. 148 Pelé Yoetz, Empeño. 149 Rabí Shemuel Hamaguid.

191 Meam Loez, Tetzavé. 192 Shabat 113b. 193 Shemuel I, 2:30. 194 Abot de Rabí Eliézer. 195 Arajín 16a. 196 Abodá Zará 20b. 197 Tehilim 93:1. 198 Mijá 6:6. 199 Bereshit 32:11. 200 Rab Dov Ber. 201 Gaón de Vilna. 202 Pirké Abot 2:9. 203 Sanhedrín 88b. 204 Rambam, pérek 4, “Halajot Teshubá”, halajá 1. 205 613 historias, tomo 2, pág. 252, Rab M. Frankel. 206 Vayikrá 19:15. 207 Shebuot. 208 Shabat 127b. 209 Hoshea 4:17. 210 Ídem. 211 Ama a tu prójimo, pág. 440, Rab Zelig Pliskin. 212 Od Iosef Jay. 213 Jafetz Jaim. 214 Rab Abraham Twersky. 215 Shemot Rabá 41:8. 216 Shemot 34:1. 217 Ídem 42:6. 218 Rab Moshé Feinstein, recopilado de Mesilot Hatorá. 219 Debarim 30:11-13. 220 Taná d’bé Eliyahu Rabá 14. 221 Mishlé 2:4. 222 Mishlé 28:14. 223 Berajot 60a. 224 Debarim 31:18. 225 Julín 139b. 226 Yeshayá 45:7. 227 Rabí Shimshon Rafael Hirsch; Rabí Eljanan Waserman, Moser Derech; Rabí Simja Wasserman, Rabí Yaacob Niman, Rabí Meir Jadash, extraído y adaptado de Mesilot HaTorá. 228 Palabras que Aristóteles dejó escritas a

395

150 Babá Batrá 10a. 151 Mishlé 19:17. 152 Midrash HaGadol 16:10. 153 Yeshayá 58:10. 154 Alshij. 155 Sotá 21a. 156 Sifté Cohén. 157 Shemot 25:2. 158 Kelí Jemdá. 159 Strive for Truth, vol. I, pág. 153. 160 Abot d’Rabí Eliézer. 161 Mishlé 3:18. 162 Pirké Abot 4:13. 163 Sheal Abija Veyaguedja 1, 137. 164 Mishlé 13:20. 165 Tehilim 1:1. 166 Rambam, Hiljot Deot 6:1. 167 Bereshit 18:19. 168 Jatam Sofér; Jumash; Shem Tob, pág. 2357. 169 Parábolas de sabiduría, pág. 142, Jafetz Jaim. 170 Shabat 11a. 171 Taná d’be Eliyahu Rabá, cap. 25. 172 Rashí, Midrash Tanjumá 9. 173 Dibré HaYamim II 6:42 174 Shemot 26:29. 175 Nedarim 81a. 176 La herencia judía sefaradí, sabios de Libia. 177 Sotá 21a. 178 Rab Shlomó Wahnón. 179 Ibn Ezra. 180 Adaptado de la revista “Or Torá”, Rab Rafael Freue. 181 Kohélet Rabá 2. 182 Meguilá 14a. 183 Jaguigá 27a. 184 Rab Yerujam Levowitz. 185 Shemot 19:3. 186 Mishlé 31:10-31. 187 Sotá 17a. 188 Yomá 2a. 189 Rab Rafael Freue. 190 Debarim 32:29.

· 396

su alumno, Alejandro Magno, aconsejándole que se apegue a la Torá y a los sabios de Israel; Rajamé Ab 48. 229 Shemot 33:18-23. 230 Pirké Abot 3:15. 231 Gur Aryé. 232 Shemot 20:8-11. 233 Shemot 31:16. 234 Otzarot HaTorá, pág. 260. 235 Bereshit 3:19. 236 Yearot Debash. 237 Zóhar II, 64a. 238 Tehilim 121:5. 239 Rabí Israel Baal Shem Tob. 240 Shemot 36:6. 241 Vayikrá 1:18. 242 Vayikrá 19:17. 243 Ver Pirké Abot 3:15. 244 Meorot Shabat, pág. 93, basado en el libro “Love your neighbor” de Rab Zelig Pliskin. 245 Historias, cuentos y reflexiones, pág. 34, Nely Kaufman K. de Klein. 246 Rabí Israel Baal Shem Tob. 247 Mishlé 4:25. 248 Joyas del Maguid, Rab Paysach Krohn. 249 Meor Hashabat. 250 Shemot 35:26. 251 Shemot 22:2. 252 Tanjumá, Alshij. 253 Kohélet 7:4. 254 Rabenu Bajyé, Al Hatorá; Hameir LeDavid. 255 Recopilado de Hamaor. 256 Babá Metzía 59a. 257 Midrash Vayikrá Rabá 1:8. 258 Berajot 26b. 259 Midrash Tanjumá. 260 Jobot Halebabot, Jeshbón HaNéfesh 18. 261 Rab Yejezkel Rubinstein, Daat Jojmá. 262 Menorat Hamaor. 263 Ejá 3:41.

View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF