Becker. Cómo Fumar Marihuana y Tener Un Buen Viaje

November 11, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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howard becker cómo fumar marihuana y tener un buen viaje una mirada sociológica

 

Índice

¿Cómo hacer preguntas productivas sobre el consumo de marihuana? Pablo Semán  Prefacio de Howard Becker a la edición de 2015 Cómo fumar marihuana  y tener un buen viaje viaje

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¿Cómo hacer preguntas productivas sobre el consumo de marihuana? Pablo Semán *

El texto que aquí presentamos condensa (en su tema, su abordaje y su forma de comunicar) todas las propiedades por las que la obra de Becker, que hasta hace unos pocos años no era muy conocida en español, resulta clave para las ciencias sociales. En su autonomía como texto, “Cómo fumar marihuana…” no sólo vale como un documento histórico en mismo, sino como de la puesta en la acto de unasíforma iluminadora entender práctica de las ciencias sociales, algo que se capta en el diálogo con la producción posterior del propio autor.

* Investigado Investigadorr independiente del Conicet y profesor de la Universidad Nacional de San Martín.

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Por un lado, Becker demuestra fundadamente que tornarse un consumidor recreativo de marihuana no es la expresión de un rasgo psicológico o de un carácter enfermizo, sino algo que implica el aprendizaje de formas de fumar para que haga efecto, del reconocimiento de esos efectos y de la posibilidad de disfrutarlos; en definitiva, de generar una disposición a ese consumo y que la experiencia se vuelva divertida. Más aún: no es un acto individual, sino el resultado de determinadas relaciones sociales que habilitan esa actividad y también la constriñen. En ese sentido, este trabajo –publicado por primera vez en 1953– es parte de un momento histórico en la formación del pensamiento sociológico. Por otro lado, demostrando la dimensión social del acto de fumar marihuana, Becker daba los primeros pasos de una concepción de lo social y de la investigación en ciencias sociales que porta al mismo tiempo sutileza, nitidez  y actualidad, y se entiende incluso mejor en relación con sus pasos posteriores.

La desviación como resultado de una relación social Las prescripciones sociales pueden combatir el consumo de ciertas sustancias, e incluso hacerlo con alguna eficacia, pero no pueden evi-

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tar el aprendizaje de la disposición a fumar, que no es un proceso automático o un efecto unívoco de esas sustancias; tampoco pueden eludir una posibilidad consecuencia devida esto: que se una nueva de la social. Lasabra observaciones y los análisis de Becker apuntan a esa realidad nunca tematizada. Esta rotación ilumina la escena desde el lado del fumador, del “extraño”, algo que en esa época –en que la discusión pública sobre el uso de marihuana no daba el mínimo espacio a la legitimidad y legalidad– sólo parecía concebible si se daba por sentado el carácter “patológico” de ese sujeto, como sucede incluso hoy. Cuando se efectúa este desplazamiento, el investigador suspende la mirada de la parte de la sociedad que, en función de sus experiencias  y prejuicios, promueve el etiquetamiento de los usuarios de marihuana como peligrosos, traumatizados y traumáticos. Este cambio de perspectiva se relaciona con otro movimiento que se registra en textos posteriores de Becker, queen recuperan el impulso de esta soin vestigación el contexto de sus estudios bre la desviación. El fumador de marihuana no es alguien que sufra una patología psicológica, sino un desviado desde el punto de vista social. Esto no quiere decir que sea una persona socialmente disfuncional, que pone en cuestión

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una normatividad necesaria –ya sea para preservar una “salud biológica” o de la comunidad–, sino que termina rotulado como tal en un proceso conflictivo en que al ciertos grupos sociales “crean la desviación establecer las normas cuya infracción constituye una desviación”.1  Las prácticas que se califican como desviadas son variables, pues lo que una sociedad sanciona otra lo celebra, y también son variables las posibilidades de ser sancionado y rotulado en una sociedad dada, ya que no todos los que con su comportamiento infringen las normas terminan etiquetados como desviados. La rotulación de unos sujetos como desviados es resultado de un proceso esencialmente político en el que las diferencias de poder explican la capacidad dispar de los grupos sociales de establecer e imponer reglas respecto de las prácticas, así como la capacidad de reaccionar frente a esas imposiciones. Ahora bien, la medida en que la complejidad social en implica la existencia de una pluralidad de grupos –y por lo tanto de reglas y de aspiraciones normativas–, puede entenderse que en una sociedad no

1 Howard Becker, Outsiders. Hacia una sociología de la desviación,, Buenos Aires, Siglo XXI, 2009, p. 28. desviación

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haya tantos consensos y el etiquetamiento sea al mismo tiempo recurrente y central. La diversidad religiosa, cultural, “étnica” o poblacional también procesarse de esta forma y dar lugar apuede conflictos característicos de la contemporaneidad. Por lo general, la sociología (y en especial la que predominaba en los Estados Unidos durante los años de formación de la “escuela de Chicago”) oscilaba entre explicar los fenómenos por causas puramente individuales o por causas sociales que suponen formas colectivas monolíticas (algo presente en las nociones de cultura o “valores”).  Ya en textos textos tempranos como este, Becker introduce el prisma que nos permite ver que todo el tiempo se están dando procesos de normativización, infracción, etiquetamiento, que son modos de operar con el potencial de divergencia de las prácticas y las reglas que definen la forma inestable y controvertida en que y aparecen los valores. de Más aún: deberigen decirse que la intervención Becker contribuye al cuestionamiento de la noción de cultura como una totalidad homogénea regida por un conjunto de valores, e incluso de la noción de valor como una instancia reguladora cuya significación, en vez de ser disputada por los actores, se presenta como unívocamente comprensible.

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La sociología funcionalista, que dominaba el panorama intelectual en ese momento, definía los problemas de su campo, pese a su pretensión objetividad distancia científica, a la par de de un sector dey la sociedad, aquel que contaba con los recursos para cuestionar determinadas prácticas. La sociología de Becker, en cambio, repone el trasfondo de conflicto y pluralidad que aparece en cuanto la pregunta por los problemas sociales se aparta del punto de vista de quienes claman por definir “este es el problema” y se aboca al proceso que abarca en toda su amplitud las disputas de los actores para impulsar, bloquear, resistir y superar aquellas definiciones.

Un modo de obrar Pero hay algo más que está presente en este texto. Si bien estas ideas fueron explicitadas por Becker mucho más tarde, podemos leer aquí un giro sobre el consecuencias tipo de preguntas son productivas y las que que eso tiene para la forma de investigar. Al retirar al fumador de marihuana del casillero de lo extraordinario, Becker deja de preguntarse por qué se da cierto comportamiento, como si hubiera una “naturaleza” rara de los sujetos que lo facilitara, y comienza a preguntarse por las condiciones bajo las cuales cualquier

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persona podría transformarse en un usuario de marihuana y por lo que hace que una práctica se convierta en “desviada”. Así, cuando las preguntas se desplazan del pora qué al cómo, la investigación está obligada dar cuenta de un conjunto de condiciones de la interacción (¿quiénes?, ¿cuándo?, ¿con qué compañías?, ¿con qué herramientas?, ¿mediante qué aprendizajes?). Como afirma Becker, aun reconociendo que se trata de una hipérbole, “quería conocer todas las circunstancias alrededor de un acontecimiento”, tecimiento ”, “quería conocer las secuencias de las cosas... cómo una cosa llevaba a la otra”, esto es, “mucho más de lo que acostumbran a querer los científicos sociales”. No por nada se exige a sí mismo buscar entender las cosas de un modo situado. De hecho, afirma que “todo tiene que estar en un lugar” y reclama al mismo tiempo “poner dentro todo lo que no puede quedar afuera”: esto equivale a darles el carácter deque parte integrante de las cosas a los elementos irresponsablemente llamamos “contexto” (como si los fenómenos sociales se dividieran entre una secuencia causal aislable y un espacio indeterminado en que esa secuencia se inserta). De este modo, su concepción de las exigencias de la investigación obliga al inves-

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tigador a esforzarse por describir un proceso complejo en su singularidad. El detalle no es accidente, sino parte de los hechos. La exigencia derivada del tipo de preguntas que propone privilegiar Becker implica un compromiso con el método etnográfico en tanto “descripción verbal detallada”.2  Dentro de ese marco, su obra ironiza sobre los modelos de la ciencia experimental y la sociología que busca relaciones de causa-efecto entre variables aisladas: “La representación representació n estándar de las ciencias sociales contemporáneas es la del valiente científico –uso el masculino porque el imaginario es muy macho– que somete sus teorías a una prueba empírica crucial y las desecha cuando no están a la altura”. Por eso, resalta el valor de la investigación que actúa “ponderando las evidencias obtenidas de la profunda familiaridad con algún aspecto del mundo, sistematizando estas ideas con la clase de información que se podría reunir, verificando las ideas a la luz de esa información, atendiendo a las inevitables discrepancias entre lo que se esperaba es peraba y lo que se ha encontrado,

2 Howard Becker, Para hablar de la sociedad la sociología  no basta, basta, Buenos Aires, Siglo XXI, 2015, p. 27.

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repensando las posibilidades y obteniendo más información”.3 quesociólogo esa concepción de la Considero actividad del subyacehumilde a su escritura, elogiada por su sencillez. Se dirige a un lector que con su razón y con los elementos que le da el escrito puede ponerse en el lugar del sociólogo más formado y experimentado: todas las ideas necesarias para entender la investigación están ahí, en su integridad,  y ningún argumento ha sido sustituido por una cita. Esa misma concepción se nota en las premisas sobre el conocimiento sociológico que informan esta obra: si la sociología no basta para hablar de la sociedad, tampoco es necesario que el sociólogo se proponga interpretar el mundo desde una autoconferida posición de privilegio universal que provendría de conocer algo a lo que los demás sólo están sometidos. Tal vez por ese motivo la obra de Becker no ha gozado de gran circulación en el mundo de habla hispana, salvo en los últimos años.  A ella se le impu imputab tabaa cierto cierto “desconoc “desconocimie imienn-

3 Howard Becker, Trucos del oficio. Cómo conducir su  investigación  investigació n en ciencia ciencias s sociales sociales,, Buenos Aires, Siglo  XXI, 2009, p. 94.

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to del poder”, porque se asociaba a las teorías interaccionistas que parecían reducir todo a una negociación de sentidos, precisamente a una interacción cara microsociológico, a cara. Asimismo se tionaba su carácter yacuesque la propuesta de Becker era vista como insensible a los efectos de las estructuras sociales de distribución del poder que, a espaldas de los sujetos, imponen efectos en las situaciones cotidianas. Sin embargo, esas miradas desconocían las formas de abordar el poder implícitas en la obra de Becker. Por un lado, las críticas imputadas al interaccionismo simbólico ignoraban, aunque estuviera expresamente dicho, que este autor señalaba desde el vamos el carácter político de los procesos de etiquetamiento. Por otro lado, su atención a la singularidad de los procesos, a su carácter colectivo, y al hecho de que en todo campo de actividad se trata de movilizar recursos y definiciones que resultan de disputas asimétricas (y simultáneamente las generan) lo lle va a encontrar los efectos de esas estructuras como punto de llegada de sus descripciones y no como confirmación o simple declaración de un a priori.  Al analizar anali zar los mundos del arte, por ejemplo, Becker demuestra que actuar crea-

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tivamente exige dialogar o contraponerse con parámetros estéticos vigentes, proponer  y realizar reali zar con re recurso cursoss que son más o meno menoss accesibles para y con los que pueda movilizar a el su actuante favor. Así, la actividad estética supone confrontarse con un conjunto asociado de condiciones para un resultado plausible que obran inercialmente: los parámetros estéticos, las secuencias de acción que permiten satisfacerlos o confrontarlos con éxito, las redes sociales y los recursos materiales que posibilitan esos desempeños están dados y el agente debe asumir esa situación. Allí es donde se encuentran las “estructuras” materiales y simbólicas que resultan determinantes y que desempeñan el papel de una hegemonía.4  En el caso de Becker, se trata de acompañar al agente y la agencia hasta encontrar sus límites en las estructuras (estructuras que presuponen a priori las sociologías que delegan un supuesto saber de los misterios en el sociólogo sacerdote: este cree que puede contemplar las cosas desde una perspectiva externa, encumbrada y universal).

4 Howard Becker, “El poder de la inercia”, Apuntes inercia”, Apuntes de Investigación,, 15, 2009, pp. 99-111. Véase también su Investigación libro Los mundos del arte, arte, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2008.

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En ese sentido, su lectura de las relaciones de dominación se inscribe en el mismo proyecto de humildad que su escritura y su posición conciencia de los límitesepistemológica. históricos de la Esa producción de conocimiento está presente en las reflexiones del autor al inicio, en el prólogo que incorporó a la reedición de “Cómo fumar marihuana…”. Allí donde reconoce que, en cuanto situación, el uso de marihuana difiere por la introducción de nuevos cultivos, y allí donde reelabora la pertinencia general de su posición, hace intervenir la conciencia adquirida acerca del poder específico de las sustancias psicotrópicas: al cambiar en su composición el porcentaje de sus principios activos, la marihuana “interviene” en la secuencia de interacción de maneras diferentes. Y si bien eso no altera la constatación de que sus efectos deben ser aprendidos socialmente, sí implica una reflexión acerca de la “agencia” específica de las sustancias y su incorporación al raciocinio sociológico. Lo que las sociologías pragmáticas contemporáneas pudieron extraer de, entre otras fuentes, la lectura de Becker –que las “cosas” también “actúan” y son parte de los sistemas de interacción social– es recuperado por el propio Becker en el papel de investigador que no puede parar de aprender.

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