Había una vez un niño que siempre se llamaba Bartolo. Se llamaba Bartolo en la mañana, se llamaba Bartolo en la tarde y se llamaba Bartolo en la noche. Claro que no se llamaba él mismo, lo cual sería se ría muy raro, sino que los demás lo llamaban así. A Bartolo le gustaba ir al colegio, jugar con sus amigos, comer helado de canela y también, de vez en cuando, salvar el mundo con la ayuda de su cama voladora. Un día, que parecía unladía común y corriente, Bartolo estaba en casa de su amiga... y más que amiga, llamada Sofía. También estaba un zorro parlanchín que se llamaba Oliverio. El día parecía normal hasta que unos cocodrilos tocaron la puerta, entonces pasó a ser un día sumamente estrafalario
Thank you for interesting in our services. We are a non-profit group that run this website to share documents. We need your help to maintenance this website.