Balzac, Un Genio Desmesurado

October 23, 2017 | Author: JorgeMoreno97 | Category: Honoré De Balzac, La Comédie Humaine
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Balzac...

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C a LEID O L I T E R A T U R A SCoPIO Edición de LA COMEDIA HUMANA

de Furne.

Balzac, un genio desmesurado UNA SOLA DE LAS OBRAS QUE ESCRIBIÓ PARA LA COMEDIA HUMANA HABRÍA SERVIDO PARA RESERVARLE UN HUECO EN EL OLIMPO DE LA NOVELA. PERO CULMINÓ 87. ESTE MES SE CUMPLEN 165 AÑOS DE SU FALLECIMIENTO

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ada su magnitud –quiso ser un universo novelesco que compitiera en precisión con el registro civil de Francia desde la Restauración borbónica hasta la Monarquía de Julio (1815-1830)–, La comedia humana fue una empresa condenada a quedar inacabada. Ante ella, hasta el inquebrantable afán de su autor, Honoré de Balzac, resultó insuficiente. “No quería ser notario, como le hubiera gustado a su familia. Quería ser un gran escritor. El mundo es testigo de que lo fue”, sostiene Stefan Zweig, su gran biógrafo. Cuando murió Balzac –el 18 de agosto se cumplen 165 años–, aún quedaban por escribir unas 50 de las 137 obras que fueron anunciadas como integrantes de La comedia humana. Aun así, las 87 terminadas, y las siete no previstas en el proyecto original que también dio a la estampa el escritor, hacen de este fresco uno de los mayores ciclos narrativos de la historia de la literatura universal. En sus distintas entregas, los diferentes personajes –Eugène de Rastignac, Lucien Chardon de Rubempré, Jacques Collin, el barón Frederic de Nucingen o las múltiples marquesas, condesas y duquesas– se entrecruzan entre ellos mientras medran o sucumben como en la vida misma. No faltan quienes sostienen que Balzac no era consciente de la grandeza de su creación. Lo que nadie pone en duda es que en ella abundan las obras maestras: Eugenia Grandet (1834-35), Papá Goriot (1835) –de cuya publicación se cumplen ahora 180 años– o Las ilusiones perdidas (1843) son solo algunos títulos de una larga lista de genialidades organizadas en Escenas de la vida privada, Escenas de la vida en pro-

Sobre estas líneas, grabado que ilustra una edición de EL LIRIO DEL VALLE, 1836. Abajo, caricatura para una edición de PAPÁ GORIOT, 1834-35.

vincias, Escenas de la vida parisina, Estudios analíticos y otras subdivisiones. Si el talento para las letras otorgara alguna dignidad, Balzac hubiera sido el aristócrata de más alto rango de la Europa decimonónica. Pero lo cierto es que añadió la partícula “de” a su apellido por presunción. Nacido en Tours en 1799, en su familia solo conoció “la cicatería, la mezquindad, la ambición de la pequeña burguesía” (Zweig). Su padre, Bernard-François, fue un hombre de extracción humilde que a los 50 años consiguió enriquecerse mediante esos negocios, a menudo oscuros, que el mismo Honoré siempre soñó hacer sin llegar a conseguirlo nunca. Esas empresas, tan desmesuradas como todo en él, fueron el origen de su constante precariedad financiera. Pero también el de su conocimiento al milímetro de la sociedad alzada en torno al dinero. Si este último asunto fue uno de los pilares

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sobre los que se alza La comedia humana, el otro fue un prodigioso conocimiento de las pasiones –en lo que se adelantó incluso a Freud–, que le fue dado merced a las grandes dotes para la observación minuciosa de su mirada. INCOMPRENDIDA MUJER. Tras unos comienzos de escritura mercenaria, con seudónimos o para que otros firmaran sus textos –en los que ya demostró ser ese estajanovista que escribía en sesiones sin descanso de diez horas al día–, conoció el éxito desde Los chuanes (1829), la primera novela que publicó con su nombre. En sus páginas se habla por primera vez de la mujer incomprendida. Y la mujer decimonónica, incomprendida por sistema, también fue la gran lectora de sus novelas. Las damas del gran mundo, a las que tanto admiraba, no tardaron en recibirle en sus salones cautivadas por sus ficciones, más realistas que la propia realidad. Aún sigue siendo el suprarrealista por antonomasia, un autor que puede extenderse varios párrafos para describir un atuendo o

una estancia. Contaba solo 23 años cuando tuvo su primera amante: madame Berny, la Dilecta, una mujer que le doblaba la edad. Pero, a medida que le iban conociendo, solía decepcionar a esas marquesas, condesas y duquesas que tanto admiraba. Su torpe aliño indumentario, su obesidad, su suciedad a veces, sus formas en la mesa no correspondían a las delicadezas a las que ellas estaban acostumbradas. En el gran mundo no fue más que un advenedizo. Eso sí, cuando se ponía a hablar, fundía el misterio con su inteligencia. Su desquite de las damas que acaban por despreciarle dio lugar a novelas como La duquesa de Langeais (1834). HUIR DE LOS ACREEDORES. Puesto a

refinarse, la desmesura consustancial a él volvió a perderle. Los criados, los bastones con turquesas, el tílburi con caballo inglés y el resto de los lujos, que son menester a un escritor que prefería el billete de una marquesa a un elogio de

SUS ARGUMENTOS SE CONSTRUYEN SOBRE DOS PILARES: UNA SOCIEDAD LEVANTADA EN TORNO AL DINERO Y UN PRODIGIOSO CONOCIMIENTO DE LAS PASIONES HUMANAS Goethe, le hicieron contraer nuevas deudas. Su vivienda en la calle Raynouard, aunque desconocida para el común de los acreedores, estaba dotada estratégicamente con una puerta trasera para salir disparado en caso de que alguno se presentara. La viuda rica, cuya fortuna le sacara del atolladero con la misma gracia que su título nobiliario le redimiese socialmente, se convirtió en una necesidad imperante. Tras sus primeros devaneos con una de sus admiradoras, la condesa ucraniana Ewelina Hanska –en el resto de Europa, Balzac siempre gozó de tanto o más éxito que en Francia–, llegó la condesa Guidoboni-Visconti. Esta segunda dama era mucho más liberal que su predecesora. Su marido no solo consintió su aventura con Balzac, también le ayudó a pagar algunas de sus deudas y le dio refugio en su casa de los Campos Elíseos cuando se vio perseguido por los sempiternos acreedores.

Cautivó a marquesas, condesas y duquesas, pero la torpe vestimenta de Balzac, su OBESIDAD, FALTA DE HIGIENE Y MODALES EN LA MESA acababan escandalizándolas.

Tras la publicación de Eugenia Grandet, el maestro comenzó a agrupar sus novelas, concebidas originalmente de forma independiente –y a menudo por entregas semanales o diarias en periódicos– en las Escenas de la vida de provincias. Ya en una carta dirigida a madame Hanska en 1834 habló por primera vez de la organización de La comedia humana. La disposición actual tiene su origen en la edición Furne, la integrada por dieciséis volúmenes y ciento dieciséis grabados, resultado del contrato que firmó con algu-

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nos de sus distintos editores –Hetzel, Paulin, Dubochet, Sanches y el propio Furne– para obtener unas rentas que, si bien aliviaron un poco su dramática situación, no pusieron fin a esas deudas que le acompañaron hasta la tumba. Dio con sus huesos en el hoyo recién casado con la condesa Hanska.  JAVIER MEMBA H. DE BALZAC, Las ilusiones perdidas, Barcelona, Ediciones B, 1991. S. ZWEIG, Balzac. La novela de una vida, Barcelona, Paidós, 2005.

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