AVH_Prostitucion en Roma

September 7, 2017 | Author: claudio | Category: Prostitution, Eroticism, Sex, Crimes
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VENTA DE UNA ESCLAVA EN ROMA, por Jean-Léon

Gerôme. La mayoría de las prostitutas eran esclavas forzadas a desempeñar ese oficio.

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eróticas de mimos. Está claro que estos despliegues teatrales inspiraban a los bebedores. No es de sorprender que los mimos no sólo estimularan la demanda de prostitutas, sino que, a modo de pluriempleo, las actrices se dedicaran también a la profesión.

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LA PROSTITUCIÓN, DE AYER A HOY

FESTIVAL LASCIVO.

El Floralia de Roma era un lascivo festival primaveral. Difícilmente podía ser de otra manera, en vista de que el nombre provenía de una famosa prostituta de antaño. En los escenarios, las prostitutas interpretaban aventuras de mimos con personajes del pueblo –sastres, pescadores, tejedoras– en situaciones comprometidas, pues el adulterio era uno de los temas favoritos. Estos despliegues teatrales, como era normal con los mimos, contenían diálogos, cantos, bailes y gestos obscenos, y los movimientos sugerentes de comedias subidas de tono. El acto final a menudo suponía la desnudez total de los actores, que complacían a los espectadores cuando gritaban “quitaros toda la ropa”. Un autor cristiano describe, horrorizado, estos tejemanejes: “Esos juegos se cele-

bran tras lanzar todas las restricciones morales al viento, que es lo más adecuado para honrar la memoria de una ramera. Además de la falta de control, del lenguaje soez y de la lluvia de todo tipo de obscenidades, las prostitutas incluso van quitándose la ropa al ritmo de las exigencias del público, y así interpretan los mimos. Permanecen desnudas en el escenario ante un público agradecido, hasta que incluso las miradas desvergonzadas quedan saciadas con sus gestos escandalosos” (Lactantio, Institutos Divinos 1.20.10). Templos y teatros eran lugares fre-

cuentados por las prostitutas. Hay una prueba de estas actividades: al sur de Roma, en la 80 piedra miliar de la Vía Latina, en un antiguo santuario de Venus, cuatro mujeres establecieron una casa de comidas: “Flacceia Lais, mujer libre de Aulus; Orbia Lais, mujer libre de Orbia; Cominia Filocaris, mujer libre de Marcus, y Venturia Tais, mujer libre de Quintus, construyeron una cocina en el santuario de Venus, en un local alquilado” (AE 1980.2016). Todas ellas esclavas liberadas, tenían nombres típicos de prostitutas. Tais y Lais son nombres de famosas hetairas de la clase alta de Grecia; eran nombres magníficos para meretrices romanas. Esta combinación de prostitutas con tabernas y casas de comidas en zonas cercanas a un templo hacen irresistible pensar que este restorán de carretera, junto a un templo de Venus, también servía sexo a los comensales. Una de las principales razones por las que se empleaban los servicios de una prostituta es que el sexo que ofrecían era más emocionante, atrevido y variado del que cabía esperar de una esposa, o incluso de una amante discreta.

PICARESCA Y LUJURIA EN ROMA: EL SATIRICÓN, SEGÚN FELLINI Basándose en una novela de Petronio (ver La Aventura de la Historia, núm. 126), Federico Fellini llevó a la pantalla en 1969 una visión genial, en algunos aspectos delirante y rayana en lo onírico, de la vida en la Península itálica en tiempos de Nerón. El Satiricón es el viaje por el sur de Italia de dos jóvenes, Ascilto y Encolpio, en cuyas peripecias se ofrece un fresco de los aspectos

más procaces de la época. Antecedente a su manera de la novela picaresca, la obra de Petronio es una de las pocas novelas romanas que se conservan enteras. En ella, el autor ofrece perfiles comunes en su siglo y el lado festivo de las comilonas, las orgías y los burdeles en el decadente Imperio roma-

no. La versión que hizo Fellini de la obra está marcada por el desparpajo con que el cine europeo sorprendió a todos después de Mayo del 68, la revolución musical de los Beatles y los movimientos contraculturales en EE UU. Una desinhibición, paralela a un destape europeo sin

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precedentes, que a España no llegaría hasta mediados de los años 70. La cinta se entiende mejor si pensamos en los trabajos similares de adaptación cinematográfica de clásicos con fuerte carga erótica que hizo su contemporáneo, Pier Paolo Passolini, con El Decamerón, Los Cuentos de Canterbury y Las Mil y una Noches, o la enloquecida Calígula, de Tinto Brass. I

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ESTELA FUNERARIA

romana, en la que se representa una transacción comercial entre una prostituta y su cliente.

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Un ejemplo de estas destrezas sexuales se describe en la novela de Aquiles Tacio Leucipe y Clitofonte. Clitofonte, tras aclarar que su experiencia “se ha limitado a las transacciones comerciales con mujeres de la calle –la describe gráficamente–, cuando las sensaciones llamadas de Afrodita se acercan al punto álgido, la mujer cae en un frenesí de placer; besa con la boca muy abierta y se revuelca como una loca. Las lenguas a todo esto se superponen y hacen caricias, su contacto es como el de un beso dentro de otro beso (...) Cuando la mujer alcanza el fin de los actos de Afrodita, jadea instintivamente con un placer ardiente, y sus jadeos suben con rapidez a los labios con el aliento del amor, y ahí se encuentra con un beso perdido...” (Leucipe y Clitofonte 2.37).

ARTE ERÓTICO. El arte erótico de Pompeya ofrece ejemplos gráficos de lo que ofrecían las prostitutas. Sin duda, no parece un accidente la elección, entre tantos temas posibles, de pintar escenas eróticas en los vestuarios de baños que al parecer disponían en la planta superior de habitaciones para mantener relaciones sexuales. Es posible que los clientes se rieran entre dientes al ver las posturas acrobáticas de algunas de estas figuras, pero quizá al final les hacía imaginar las posibilidades que ofrecía la planta superior,

oferta mejor, esos ocho ases –una buena paga por un día de trabajo– podían proporcionar mucho más: comida, una habitación y servicios sexuales en una casa pública. Unos dos o tres ases diarios bastaban para apañarse durante buena parte de la época del Imperio romano. Sin embargo, una prostituta que pudiera trabajar con regularidad podía, aun cobrando las tarifas mínimas de dos ases por servicio, obtener 20 ases o más al día, Mucho más de lo que una mujer ganaba en cualquier otra ocupación remunerada, y el doble de lo que un trabajador bien pagado podía esperar. No obstante, la mayoría de las prostitutas seguramente trabajaban para un proxeneta, que se llevaba buena parte de sus ganancias. Las esclavas prostitutas probablemente entregaban todo o casi

te, y en los escritos de medicina de la época no se recomienda por ser extremadamente peligroso. Sin embargo, había varias pociones que aseguraban provocar el aborto. Se administraban oralmente o se aplicaban en forma de supositorio vaginal. Ambos métodos eran de dudoso valor, debido a los escasos conocimientos de fisiología de la época, aunque es posible que algunos mejunjes fueran efectivos. Una vez que nacían los niños, se deshacían de ellos cometiendo infanticidio o abandonándolos. ESCASO PELIGRO DE CONTAGIO. Hoy, la

prostitución conlleva el peligro real de la transmisión de enfermedades sexuales. En esto, las prostitutas grecolatinas tenían menos motivos de preocupación. El HIV-SIDA no existía en la Antigüedad y no se conocía la sífilis. Es posible que en el Imperio romano existiera la gonorrea, pero como no EXISTÍAN VARIOS MÉTODOS ANTICONCEPTIVOS, deja marcas en los hueY EL ABORTO ERA UNA ALTERNATIVA, AUNQUE sos, la osteología no puede ayudarnos y los escriPOCO FRECUENTE POR SER MUY PELIGROSO tos médicos no son conpues ésa era la intención de los frescos. todo el dinero al amo, que veía en sus cluyentes. De modo que hasta cierto Los precios de las prostitutas por un esclavas una fuente de ingresos y las punto las prostitutas podían practicar mismo acto sexual, o por solicitudes es- enviaban a los burdeles o a las calles su profesión sin peligros de contagio de pecíficas, podían variar ampliamente. El para que al final del día regresaran con enfermedades de transmisión sexual precio acostumbrado era de alrededor de dinero. En un documento de Egipto se muy graves. En este apartado, la vida en dos ases, un cuarto de denario, corres- lee: “Drimylos compró una esclava por la Antigüedad era más segura que en pondiente al pago de media jornada de 300 dracmas. Y todos los días salían a tiempos modernos. La prostitución estaba muy extendiun trabajador. Algunas cobraban menos. las calles y obtenían unos beneficios esda. Quien caminara por cualquier ciuUn insulto común, cuadrantaria, hacía pléndidos”. Las prostitutas se preocupaban mu- dad, vería prostitutas en los alrededoreferencia a una moneda pequeña, el cuadrán, la cuarta parte de un as. Equi- cho de ciertas cuestiones prácticas. Por res del foro, haciendo señas desde las valía a llamar a alguien “puta de cinco ejemplo, quedar embarazada era un casas u ofreciéndose a la salida del teagran inconveniente. Disponían de va- tro. En buenas circunstancias, las proscéntimos”. Algunas prostitutas pensaban que va- rios métodos anticonceptivos, algunos titutas podían llevar una vida incluso lían mucho más, tal como sostiene la de los cuales quizá eran efectivos en mejor que la del ciudadano medio, pero mencionada Attis, quien podía ser ocasiones. En casos de embarazo, el si las condiciones eran malas, una des“tuya por un denario” (es decir, ocho aborto era una alternativa. Como pro- piadada explotación podía dar lugar a ases). Si el cliente decidía buscar una cedimiento médico era poco frecuen- una muerte temprana. I LA AVENTURA DE LA

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MANCEBÍAS, CASAS DE TOLERANCIA Y CLUBES DE CARRETERA os

DE LA PERSECUCIÓN EN LA ESPAÑA VISIGODA HASTA EL VACÍO JURÍDICO DE LA

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ACTUALIDAD, ANDRÉS

MORENO MENGÍBAR REPASA LA EVOLUCIÓN DE UN

ARRIESGADO OFICIO, QUE HA DESAFIADO SECULARMENTE A LAS PROHIBICIONES Y HA PASADO POR ENCONTRADOS ENFOQUES LEGALES DESDE MEDIADOS DEL SIGLO XIX YUNTAMIENTOS COMO LOS DE BARCELONA O SE-

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VILLA han publicitado

en los últimos meses su voluntad de acabar con la prostitución viaria mediante una serie de medidas, siempre más represivas que reglamentadoras, de dudosa eficacia a la luz de los resultados. No es nueva la situación, pues a lo largo de nuestra historia se han arbitrado medidas diversas con el objetivo de someter a control esta actividad inextinguible. Analicemos de forma sintética estos antecedentes.

to correlativo de la violencia sexual en las ciudades. Estas circunstancias impulsaron a las autoridades a regular el sexo venal mediante el establecimiento de burdeles oficiales. La implantación de lupanares oficiales, con la distinción establecida en-

PURITANOS VISIGODOS. Las

leyes visigóticas en la Península Ibérica, como ocurriría con las disposiciones posteriores de los monarcas en los territorios del Imperio carolingio, proscribían y perseguían el ejercicio de la prostitución. Esta situación se mantuvo más o menos inalterada hasta el siglo XIII, cuando el crecimiento demográfico y la urbanización en auge propiciaron la expansión del comercio carnal, y se transformó definitivamente en el otoño de la Edad Media, con la tendencia creciente al retraso en la edad matrimonial de los varones y el aumenANDRÉS MORENO MENGÍBAR. HISTORIADOR.

LA CIUDAD DE BRUJAS ofrecía en 1475 licenciosos baños públicos mixtos a los viajeros, como muestra esta miniatura.

tre prostitutas legales y clandestinas, pudo tal vez verse reforzada por la existencia, ya en los reinos de taifas islámicos, de esta diferenciación. La cronología de los burdeles oficiales en los reinos hispánicos todavía no ha sido fijada exhaustivamente, aunque su imLA AVENTURA DE LA

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plantación parece haber sido más precoz en los de Aragón. Un hecho es seguro: a comienzos del siglo XVI había finalizado el proceso de apertura y delimitación de estos espacios; las ordenanzas relativas a los mismos, redactadas por la autoridad de los Concejos o decretadas directamente por la Corona, se encontraban ya establecidas en esta época. La geografía de estos establecimientos señala su emplazamiento preferencial en las grandes aglomeraciones urbanas; en los puertos o las ciudades dotadas de universidad o de importante población eclesiástica; en las localidades donde se celebraban ferias y mercados importantes; en las villas que figuraban como lugares de paso y emplazadas en las principales rutas comerciales o ganaderas. No obstante, aunque en menor medida, se pueden encontrar mancebías reducidas emplazadas en pequeños núcleos de población. En primer lugar, se trataba de domesticar la violencia urbana, de reducir las fuerzas centrífugas desencadenadas en el curso de la crisis social bajomedieval. Esta violencia tenía múltiples caras, pero en una importante parte de ellas, de un modo directo o indirecto, aparecía mezclada la práctica de la prostitución y el comercio carnal incontrolados. Con objeto de evitarlas, las ordenan-

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L zas urbanas decretadas por CORISTAS, por José convertido en un recinto acoGutiérrez Solana, el rey o por los concejos obli- retrata el interior tado donde debían permanede una mancebía cer las malas mujeres, fue visgaban a las prostitutas a ejeren 1927, Málaga, ta por muchos como una gacer su oficio y pernoctar en Museo Carmen Thyssenrantía frente a la diseminael recinto reservado al comerBornemisza. ción de la contaminación vecio carnal (mancebías). Se prohibía además, expresamente, la pre- nérea y otras epidemias. Por añadidusencia de meretrices en los mesones y ra, se hicieron notar muy pronto los betabernas. En otros casos se disponía un neficios económicos derivados de esta mesón en el interior de la mancebía, úni- singular institución. Los propietarios de las casas ubicacamente utilizable por las prostitutas. das en la mancebía recibían rentas no desdeñables a cambio de su alquiler. EnTEMOR A LA SÍFILIS. También se hicieron valer los beneficios sanitarios que se tre los perceptores se contaban recopodían obtener con los burdeles muni- nocidas instituciones asistenciales y cipales. Esto se subrayó especialmente eclesiásticas, como hospitales, congrecon la extensión pandémica de la sífi- gaciones religiosas y cabildos catedralilis, proceso comenzado a fines del si- cios. Muchos notables y el propio muniglo XV. Como las prostitutas debían re- cipio participaban de estos rendimiencibir la aquiescencia oficial para ser ad- tos. En algunos casos el monopolio del mitidas en la casa pública, se consideró alquiler de las casas era una merced conla posibilidad de utilizar este requisito cedida por la Corona a un particular, para someterlas a una previa inspec- como es el caso de Diego Fajardo, a quieción médica antes de su ingreso. Pos- nes los Reyes Católicos otorgaron el moteriormente, algunos reglamentos intro- nopolio de todas las mancebías en el ducirían revisiones sanitarias periódicas. recién conquistado reino de Granada. En general, la administración y el alLa mancebía, que estaba emplazada en un sector delimitado de la ciudad, quiler de las casas de la mancebía eran LA AVENTURA DE LA

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realizadas por un arrendatario. Éste percibía además un estipendio que las prostitutas pagaban por la utilización del menaje cotidiano –sábanas y mantas, platos y escudillas, lavado de la ropa– y en algunos casos por la diaria ración de alimento. Las frecuentes solicitudes y disputas por obtener esta posición como gestor del burdel prueba los pingües beneficios que el cargo debía reportar. REPRESIÓN Y FALTA DE CONTROL. El

cierre de las mancebías supuso el fin de la permisividad y el inicio de una larga etapa de represión que, en realidad, derivó en una absoluta falta de control del amor venal y la caída de éste en las redes de la sordidez y la delincuencia. Por testimonios de viajeros y por algunos documentos sabemos que, desde 1623 en adelante y por más de dos siglos, la prostitución, lejos de desaparecer, se adueñó de los espacios públicos, se contaminó de una delincuencia galopante y se convirtió en un auténtico peligro sanitario. No fue hasta finales del siglo XVIII cuando la higiene comenzó a ser ¸

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¸ vista como una de las ra-

médicos y de políticos hacia la ineficacia del sistema reglamentista –que en muchas ciudades, como en Sevilla, había amparado la floración de verdaderas mafias policiales que se lucraban con la extorsión a las casas de tolerancia, a sus amas y sus pupilas–, no fue hasta 1935 cuando se suprimió la legislación sobre la prostitución.

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MANIFESTACIÓN EN BARCELONA,

en abril pasado, en protesta por el acoso policial a las prostitutas del Raval.

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mas del gobierno y cuando la mentalidad ilustrada pretendió establecer una estricta compartimentación de los espacios de la esfera pública, al surgir una nueva inquietud hacia los peligros y riesgos inherentes a una prostitución descontrolada. A pesar de que tanto Pedro de Cabarrús como Antonio Cibat, en la bisagra entre los siglos XVIII y XIX, estableciesen sendas propuestas para una nueva reglamentación de la prostitución, y de que entre las propuestas legislativas del Trienio Liberal se recogiese la necesidad de un nuevo marco normativo para este fenómeno, hubo que esperar hasta mediados de la década de 1840 para encontrar los primeros pasos para someter al meretricio a algún tipo de control legal. Entre otras consecuencias, la Desa-

DESTINIDAD. Pero, como sucede en nuestros días, esta medida no supuso el desarrollo de políticas eficaces de gestión de esta realidad, sino que arrojó a las mujeres al pozo oscuro de la clandestinidad, la inseguridad, la enfermedad y la miseria, hasta el punto de que el incipiente Estado franquista tuvo que restablecer el sistema de las casas toleradas entre 1941 y 1956, año en el que España se adhirió a los convenios internacionales contra la trata de blancas y, en consecuencia, cerró los registros municipales y los controles médicos y volvió a relegar a las prostitutas al marco indefinido de EL RÉGIMEN DE FRANCO RESTABLECIÓ LAS CASAS DE la alegalidad en el que hoy se TOLERANCIA ENTRE 1941 Y 1956, AÑO EN QUE ESPAÑA mueve este fenómeno. FIRMÓ LOS CONVENIOS CONTRA LA TRATA DE BLANCAS Frente al utópico e ineficaz abolicionismo, que no reconomortización de Mendizábal supuso la ria local y vigiladas por la policía local, es- ce en la mujer la libre capacidad de deexpulsión de miles de campesinos de tas casas pretendían cerrar las calles al cidir usar su cuerpo como forma de tralas tierras eclesiásticas que hasta enton- espectáculo de los obscenos requeri- bajo, se erigen en la actualidad normaces laboraban por módicas rentas, y su mientos de las rameras a los clientes, las tivas municipales que tan sólo buscan éxodo hacia las ciudades en busca de trifulcas entre ellas o las violencias de los limpiar las calles del espectáculo del metrabajo. Hacia 1845 emerge entre las proxenetas. En la década de los sesen- retricio, sin contar con la voz de las proautoridades de numerosas ciudades la ta se fue generalizando este modelo de pias afectadas y condenándolas a menuinquietud hacia las consecuencias de gestión, adoptado sobre el modelo fran- do a la sordidez de los bien resguardados orden higiénico y de seguridad de la cés, cada vez por más ciudades. clubes de alterne y de carretera. I avalancha de depauperados hacia las Si bien este modelo, que lejos de conciudades, con su correlativo aumento centrar el meretricio en una zona conCARRASCO, R. (dir.), La Prostitution de delincuencia y prostitución. creta, como las antiguas mancebías, busen l’Espagne de l’époque des Rois Catholiques à la IIe République, París, caba más bien las dispersión del mismo, Belles Letres, 1994. INICIATIVA EN MÁLAGA. El problema no cumplió con el objetivo de eliminar GUEREÑA, J. L., La prostitución en la España del pauperismo ocupó a corporaciones la prostitución de la calle y sus riesgos Contemporánea, Madrid, Marcial Pons, 2003. MOLINA MOLINA, A. L., Mujeres públicas, locales y academias jurídicas y médicas venéreos –siempre fue más atractivo mujeres secretas (la prostitución y su mundo, y supuso el punto de partida de una para las prostitutas saltarse los controsiglos XIII-XVII), Murcia, KR, 1998. nueva mirada hacia la necesidad de so- les policiales, ahorrarse el pago de las liMORENO MENGÍBAR, A., y VÁZQUEZ GARCÍA, F., Historia de la prostitución en meter a algún tipo de control el ejer- cencias municipales y obviar el peligro Andalucía, Sevilla, Fund. José Manuel Lara, de ser enviadas al hospital si los médicicio de la prostitución. 2004. Si en 1846 el ayuntamiento de Má- cos de la sección de Higiene Especial las TONER, J., Sesenta millones de romanos. La cultura del pueblo en la antigua Roma, laga ya llevaba a cabo un registro de las declaraban enfermas de venéreo–, su Barcelona, Crítica, 2012. meretrices locales, al año siguiente será trayectoria se alargó hasta los tiempos VÁZQUEZ GARCÍA, F., y MORENO el consistorio zaragozano quien redac- de la Segunda República. MENGÍBAR, A., Poder y Prostitución en Sevilla, 2 vols., Universidad de Sevilla, 1998. A pesar de las numerosas críticas de te un primer reglamento de esta acti-

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EL POZO OSCURO DE LA CLAN-

vidad, en esta ocasión orientado hacia la minimización de los efectos de esta realidad sobre la seguridad ciudadana –delincuencia asociada a la prostitución– y sobre la salubridad pública –enfermedades venéreas–. En la siguiente década, fue el ayuntamiento de Cádiz quien afrontó de manera pionera el establecimiento de un marco legal por medio del cual se circunscribía el ejercicio de la prostitución a los espacios cerrados y ocultos de las “casas de tolerancia”. Supervisadas por la autoridad sanita-

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