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Aventuras de una gotita de agua ELISA DE PAUT
Dirección general: Marisel Muño? Pradeñas. Dirección editorial: Patricio Varetto Cabré. Dirección de diseño y producción: Verónica Rosero González. Ilustración: Mariano Soto Lahr, Diagramación: Andrea Rojas Muñoz
© 2 0 0 0 by Editorial D o n Bosco S.A. Alameda del Libertador Bernardo O'Higgins 2 3 7 3 Santiago de Chile www.edebe.cl
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Cuarta edición de mayo de 2 0 0 7 . Impreso en C & C Impresores Ltda., San Francisco 1434, Santiago.
IMPRESO EN C H I L E / P R I N T E D IN CHILE
ÍNDICE Primera parte: E L CICLO DEL AGUA El curioso nacimiento
del Agua
9 19
Las hijas del Agua
15
La misión del Agua La Gotita
Aventurera
37 43
Romance de la Gotita y el Sol en la Montaña En el Riachuelo y el Lago
29
Lo que ocurrió en el Mar
23
llega al Mar
Algo terrible le sucede
77
Viaje en el Témpano
69
La Gotita en el Glaciar
61
Un lindo viaje por el Río
57
Una nueva aventura
51
a la Gotita
En la Napa
83 • (¿ • ' 6h
Segunda parte: LOS TRABAJOS DEL AGUA El Agua comienza Un encuentro
a trabajar
sorprendente
91 97
127
El Hombre disfruta del Agua
123
El Agua abre caminos
119
Los servicios del Agua
115
Una nueva sorpresa para la Gotita
111
Estadía de la Gotita en la Planta
105
Un nuevo trabajo
del Agua
159
La "Hermana Agua"
151
El Agua se enferma
143
El mensaje del Ostión
137
Historia de la Arcilla
131
El Agua, campeona
del trabajo
Primera parte EL CICLO DEL AGUA
El curioso nacimiento del A g u a
Y | ace muchos miles de millones de k , años, existía un gran número de í ^ S a ^ elementos químicos que después formarían la Tierra, pero en el comienzo de los tiempos estaban en completo desorden. Entre esos elementos químicos se encontraban el Oxigeno y el Hidrógeno, los que caminaban de un lado para otro, c o m o si no llevaran un rumbo fijo. Por lo menos eso era lo que parecía. U n buen día, un átomo de Oxígeno y dos átomos de Hidrógeno que andaba juntos, se pusieron a conversar y se hicieron muy amigos. Enseguida se les ocurrió una idea.
— O y e — l e s d i j o el O x í g e n o a sus a m i g o s — , así solos, cada uno por su lado, somos importantes, nadie lo negaría. Imagínense, yo... — N o sólo tú eres importante — l o interrumpió uno de los Hidrógenos. Iba a seguir hablando, pero el Oxígeno lo atajó diciéndole: — B u e n o , bueno. Dejemos esas tonterías a un lado. Yo quería proponerles que nos asociáramos ustedes y yo. Parece que a ambos Hidrógenos esta idea los tomó por sorpresa y se quedaron un m o m e n t o pensativos, pero después !e contestaron: — N o s gusta tu idea. Unidos, seremos más poderosos, porque la unión hace la fuerza. — ¿ H e c h o —preguntó el Oxígeno. -—¡Hecho! — r e s p o n d i e r o n los Hidró genos. Y los tres se die ron un fuerte apretón de manos que tuvo curiosas consecuencias. A l cabo de un rato, se preguntaron, sorprendidos: 9
— ¿ Q u é sucede? —Sucede que acabo de nacer —les respondió una voz desconocida. Los amigos miraron en dirección a la voz y vieron que desde sus manos unidas brotaba un ser nuevo, vaporoso, que formaba una especie de nube. — ¿ Q u é es esto? — p r e g u n t a r o n , extrañados. — S o y el A g u a — d i j o la voz nueva y fresca—. Necesitaba que ustedes tres se asociaran para que yo pudiera nacer. —¡Oh! —exclamó el Oxígeno, moviendo la cabeza, asombrado. —¡Es sorprendente! — d i j o uno de los Hidrógenos. —¡Quién lo hubiera pensado! —comentó el o t r o — . Así ocurren las casualidades. Pero el Oxígeno, que tenía más peso, le replicó: — N a d a ocurre p o r casualidad. Si de nuestra asociación ha nacido el Agua, es porque así estaba dispuesto en el plan de Dios.
—Quizás tengas razón —admitió un Hidrógeno, porque no le gustaban las discusiones. — ¿ Y qué función cumplirá el Agua? —interrogó el Oxígeno. —Seré abundantísima en la naturaleza y en la Vida, ¿entienden?, la Vida —recalc ó — . Ella no podrá desarrollarse sin mí. — A h o r a comprendo por qué congeniamos tanto — d i j o el Oxígeno—. Nuestra amistad nos llevó a crear el Agua. —¡Asi es! --manifestaron los Hidrógenos, con alegría. —Gracias por haberme dado la existencia —les dijo el A g u a — . Presiento que me aguarda una hermosa tarea.
•-V y[ de arriba abajo. Así, conocía a W&^Mí'más Plantas, hablaba con la Diatomea y otras Algas cuando se las encontraba, y no dejaba de cumplir su tarea de ir en busca de las Sustancias Minerales del Suelo para llevárselas a los Vegetales. Su vida era muy activa e interesante, porque era útil para muchos seres. Un día r e g r e s ó al Mar y se h a l l ó , de repente, con algo e x t r a ñ o , grande, movedizo, que se desplazaba de un lugar a otro con toda libertad. Cuando esta cosa rara se alejó, la Gotita les preguntó a sus amigas Diatomeas: —¿Qué era eso? —Es un Animal —le contestaron—. Uno de los primeros Animales del mundo.
La Gotita quedó muy sorprendida, pues no los conocía. —¿Un Animal? ¿Qué es un Animal? —preguntó. —Yo —le contestó el mismísimo Animal, que la había escuchado. —Hola, mucho gusto de conocerlo, señor Animal —saludó ella, que era muy amistosa y bien educada—. Yo soy la Gotita Aventurera, una de las incontables Gotitas de Agua —agregó. —¿Y dónde andabas que no nos habíamos visto? —preguntó el Animal. —¡Oh!, yo viajo todo el tiempo -—dijo ella—. Tengo que realizar el Ciclo del Agua. —¿Qué es eso? La Gotita le explicó que es el camino que recorre el Agua constantemente entre la Tierra y la Atmósfera, y en el cual debe volver a la Tierra para vivir en diferentes casas: el Mar, la Montaña, el Lago, el Río, el Glaciar. —¡Qué interesante! —dijo el Animal, cuando ella terminó su explicación.
—Ahora, habíame de ti —pidió la Gotita a su nuevo amigo. -—Bueno —le dijo el Animal—. Yo soy un ser vivo. ¿Sabes lo que es eso? —Sí, claro — r e s p o n d i ó ella—. Soy amiga de las Diatomeas, de otras Algas y también de algunas Plantas. He visto nacer y morir una infinidad. Al principio sentía pena, pero ya me acostumbré, porque sé que siempre nacerán otras nuevas. —¡Pero, hazme el favor! —exclamó con tono ofendido el Animal—. No me compares con una Planta. Yo soy un ser mucho más complejo y libre, no me sujetan las Raíces y voy donde quiero. Además, poseo mucha más inteligencia que una Planta —agregó con indescriptible suficiencia. —Si es así. tú serás estupendo para hacer la fotosíntesis —expresó la Gotita—. La Diatomea me contó que ése es el gran secreto para sustentar la Vida: captar la energía del Sol y transformarla en alimento para los seres vivos, ¿eh?
—Mira, basta con las Plantas para hacer la fotosíntesis. Los Animales tenemos otras funciones que desempeñar. Quiso decir "funciones importantes", pero no se atrevió porque, seguramente, la Gotita iba a rebatirlo y lo pondría en aprietos nuevamente. La Gotita, como era muy inteligente, comprendió que los seres no son importantes por su tamaño. El Animal, si bien era más desarrollado, no era ni mejor ni peor que las pequeñísimas Diatomeas que trabajaban calladitas captando la energía solar a fin de fabricar alimentos para otros seres.
Los s e r v i c i o s d e l A g u a
^ '"v 1 Agua continuó realizando su /; Ciclo, que es su manera de vivir. k ^ _ ^ í : v Se sentía cada vez m á s feliz al saberse tan útil para la constitución del Suelo como para la Vida de Plantas y Animales, de los cuales formaba la mayor parte. La Gotita Aventurera, moviéndose siempre de un lado a otro, llegó un buen día a un Río, con el que hacía mucho tiempo que no conversaba. Se saludaron muy contentos. —¿Qué me cuentas? —preguntó la Gotita—. ¿May alguna novedad? —Sí, claro. —Supongo que no te referirás al Hombre, porque lo conozco muy bien y sé que debo ayudarlo del mismo modo que lo hago con los demás seres vivos.
El Río dijo: —Es la criatura m á s inteligente y habla de un modo distinto. Utiliza sus manos para hacer cosas cuando él quiere. ¿Te das cuenta? Fabrica herramientas. —Bueno, ¿y qué? —dijo la Gotita, despreciativa. — ¿ C ó m o "y qué"? Eso sólo lo puede hacer él. Ni el Viento, con todo su poderío; ni el Fuego, que se come al Bosque. ¿Y sabes más? El Hombre ha construido Canales de Riego. —¿Qué es eso? —preguntó la Gotita. —Invenciones de él, nada más. Necesitaba transportar Agua para unas Plantas que se estaban secando y concibió la idea de conducirla de esa forma. Mientras hablaban, la Gotita iba sintiendo la voz del Río cada vez más lejana, hasta que finalmente se perdió por completo. "Bah", dijo para sus adentros, "¿qué habrá pasado. No escucho más al Río". Miró a su alrededor y cuál no sería su sorpresa al verse flotando en una especie de brazo del río, muy angostito y recto.
— ¿ D ó n d e estoy? — p r e g u n t ó en voz alta. Y el Sapo, que la escuchó, le dijo: —Este es un Canal de Riego que ha hecho el Hombre. —¡Ah! ¿Piste es un Canal de Riego? —Exactamente. El Hombre fue al Río y sacó agua de él para llevársela a unas Plantas que pasaban hambre y sed, y gracias a eso no murieron. —¡Qué bueno! —dijo la Gotita, pues tenía un gran corazón y era amiga de todos los seres. —Más allá las encontrarás —le señaló el Sapo a la Gotita. que pasó flotando cerca de él—. Adiós. Yo me quedaré aquí esperando a algunos Insectos para mi cena. Efectivamente, tal como se lo había anunciado el Sapo, poco después la Gotita encontró a las Plantas. —Hola, hola —las saludó—. ¿ C ó m o están ustedes? —Bien, bien —respondieron é s t a s , moviendo sus hojas.
—Me alegra haber venido hasta acá por el Canal de Riego. —Gracias al Canal de Riego no hemos muerto —dijo una de las Plantas. —Es mejor decir que gracias al Hombre, que hizo el Canal de Riego, no nos hemos muerto —acotó otra Planta. —El Hombre es un gran tipo, por lo que veo —reconoció la Gotita—. Es el más inteligente y tiene la responsabilidad de cuidar todo lo que se ha dado en esta Tierra, que es su casa. Es el rey de la creación, pero un rey que deberá proteger y no abusar del mundo que lo rodea.
E l A g u a a b r e caminos
1 Hombre había encontrado en ^ A el Agua a su mejor ayudante y *%hL'J$ÍÍ amiga, a la que necesitaba para vivir igual que los Animales y las Plantas. Lentamente, no sólo su vida física dependió del Agua, sino también la mayor parte de sus actividades. Un día, bañándose en el Río, el Hombre vio pasar unos grandes troncos de Árboles que arrastraba la corriente y se le ocurrió subirse sobre uno de ellos. Logró hacerlo y se dejó deslizar por la corriente. Ésta se lo llevó a dar un lindo paseo Río abajo. Sin darse cuenta, el Hombre, en ese instante, había inventado la navegación. Pero como a él le gusta perfeccionar cada invento, buscó diversas maneras de
mejorarlo. Usó cortezas de Árbol, pieles de Animales, acudió al Fuego cuando quiso ahuecar los grandes troncos. Tratando de remontar la corriente para regresar, inventó el remo. Ahora tenía una estupenda embarcación en la que podía pasear por los caminos del Río y del Lago y d e s p u é s viajar hasta los caminos del Mar. • El Agua estaba cada vez más contenta de ser tan útil al Hombre. —¿Sabes? —le contó una vez al Viento—. Ahora puedo transportar al Hombre hacia distintos sitios. —¿Sí? ¿Y cómo? —Es que sobre mí pueden flotar muchos cuerpos. El Río es como una correa trans portadora. ¿No has visto todas las cosas que llegan por el Río hasta el Mar? —Cuando lo encuentre navegando, trataré de empujarlo un poco para ayudarlo —manifestó el Viento, que también deseaba servir al Hombre.
De esta manera, el Hombre recorrió interminables caminos de Agua que le permitieron cruzar m o n t a ñ a s , penetrar selvas, atravesar enormes llanuras y hasta saltar de una isla a otra acortando grandes distancias. La Gotita Aventurera se encontró más de una vez con e) Hombre. Al verlo navegar afanosamente de un lugar a otro, pensaba: "Me alegro de que pueda recorrer tanta distancia sobre el lomo de Mamá Agua. Sin embargo, con toda su capacidad, él no puede llegar a la casa-Nube, como yo. De todos modos, tanto él como yo somos muy aventureros..."
E l H o m b r e disfruta del Agua
Agua estaba continuamente l | | preocupada del Hombre. "¿Qué se le ocurrirá hacer ahora?", pensaba al ver sus inventos. En un comienzo, el Hombre pasaba muy ocupado, porque se le hacía dificilísimo vivir, de modo que todo el tiempo debía emplearlo en luchar por su subsistencia, ya fuera porque debía encontrar los medios para su alimentación, ya para defenderse de las inclemencias del tiempo o los peligros que lo acechaban. Como su piel era distinta de la de los Animales, debía protegerse del frío y también de! calor, procurándose vestidos y casa. Además, necesitaba capturar Animales para alimentarse. Todo eso le daba un trabajo enorme.
Poco a poco, gracias a su gran inteligencia, fue venciendo esas dificultades. Se asoció con otros Hombres, ya que descubrieron que agrupándose se les volvía más fácil sobrevivir, porque se defendían mejor de los peligros y podían efectuar labores que cada uno, aisladamente, no era capaz de realizar. Cuando la vida fue m á s fácil para él, le quedó tiempo libre y e m p e z ó a realizar actividades para entretenerse. Dispuso de muchísimo tiempo para observar todo lo que lo rodeaba y escuchar los ruidos del Bosque, del Viento, del Agua. Observó que tanto los Arboles como las Plantas y los Pájaros poseían formas y colores muy hermosos. El Agua, entretanto, lo miraba desde el Lago, el Río o el Mar, como haciéndole señas, hasta que él finalmente comprendió el mensaje: sólo por gusto se lanzó al Agua y nadó y nadó jugando con ella. En otra ocasión partió remando en su canoa a dar
un paseo. Desde entonces, los Hombres han nadado y bogado sólo para divertirse. El Hombre también descubrió lo entretenido de pasarse horas y horas a orillas del Agua, esperando coger peces. El Agua, sintiéndose cada vez más importante, conversó con el Viento y le dijo: —Cada vez soy más amiga del Hombre. Me necesita mucho m á s que a ti para vivir. —¡Cómo te va a necesitar más a que a mi! —replicó el Viento, molesto—. Yo traigo la Nube y llueve. Así, él puede tenerte como Agua. —Sí, es verdad —aceptó ésta—. Pero, ¿sabes? Ahora ha aprendido a jugar y se divierte conmigo. —¿Cómo? —preguntó el Viento. —¡Uf! Nadando, bogando, pescando, para que veas. El Viento, confundido, no halló qué decir y terminó por irse a otra parte.
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£1 A g u a , c a m p e o n a del trabajo
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V \ 1 Agua se hizo cada vez mas } J, amiga del Hombre, o más bien -Mk^^Mk fue al revés, el Hombre se volvió su amigo, porque sin ella no podía vivir. La mayor parte del cuerpo humano está constituida por Agua. En cambio, el Agua había vivido mucho tiempo sin el Hombre. —Es un ser muy complicado y muy inteligente también. Tiene infinidad de necesidades que satisfacer y cada vez inventa algo nuevo —les comunicó la Gotita Aventurera, al regresar a la casa-Nube, al resto de sus hermanas, que aún no conocían al Hombre. — ¿ S í Sin embargo, desde acá sólo parece uno de los tantos Animales creados por Dios. k
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—Sin duda así parece —contestó la Aventurera—. También le gusta bañarse y refrescarse. Pero como necesita el Agua para beber, construye su vivienda en lugares cercanos donde pueda encontrarla, por ejemplo, a orillas de Lagos y de Ríos. Esto demuestra su inteligencia. Además, hay una diferencia muy importante: las Plantas y los Animales obedecen a leyes fijas: un Pez no puede vivir fuera del Agua; un Copihue no puede dejar de ser Copihue. El Hombre tiene también sus propias leyes, pero es un ser libre y puede elegir. Por eso a veces actúa contra sus leyes, aunque cuando lo hace le va bastante mal. Un día, la Gotita iba por el Río camino al Mar, donde pensaba permanecer una temporada, pero su viaje fue interrumpido sorpresivamente. —¿Qué pasó? —se preguntó, dándose cuenta de que se encontraba en un lugar oscuro y muy pequeño. —Parece que vamos a otra parte —le contestó una Gotita que iba a su lado.
—Siento que me mareo —dijo otra Gotita. —Yo también —agregó otra más. —Sí. estamos mareadas —añadieron las restantes Gotitas, al sentir que se zangoloteaban. Poco después, a causa del encierro, la Gotita Aventurera se durmió. Sentía que fuera de su prisión parecían trabajar algunos Hombres, pues escuchaba movimientos y ruido de herramientas. Luego despertó bruscamente al chocar contra algo duro, brillante, de un hermoso color dorado. —¿Quién eres tú? —preguntó la Aventurera—. Creo que nunca te había visto. — ¿ C ó m o es que no me conoces? —dijo la cosa dorada, con aire ofendido—. Soy la Pepa de Oro, el metal más valioso que existe. —Es un agrado conocerla, doña Pepa. ¿Usted también trabaja para la Vida? —preguntó la Gotita.
La Aventurera tenía razón al considerar a la Vida corno la principal maravilla hecha por Dios. Y viendo a la Pepa de Oro darse tanta importancia, pensó que cumpliría una gran misión relacionada con la Vida. Pero la Pepa, con extraño menosprecio, le contestó: —¿La Vida? No me interesa ni tengo nada que ver con ella. Yo soy un metal precioso. —Entonces, ¿para qué sirves? —le preguntó la Gotita, sin entender—. Yo trabajo para la Vida de las Plantas, de los Animales y del Hombre. —¡Yo no trabajo para nadie, qué te lias imaginado! —contestó la Pepa, con soberbia—. A l revés, el Hombre trabaja y se desvive por mí, buscándome, porque el Oro es escasísimo. Yo valgo inmensamente. En ese momento, la Gotita sintió que, unida al resto de sus hermanitas, seguía corriendo por el fondo de una zanja, y ya no pudo continuar su conversación con la altanera Pepa de Oro.
Qué extraño es el Hombre", pensó la Aventurera. "Busca con tanto e m p e ñ o algo innecesario para la Vida. Entonces, ¿cuál es la gran utilidad del Oro? No logro comprender a este ser que yo consideraba tan inteligente.
H i s t o r i a d e l a Arcilla
a< 1 tiempo pasaba y pasaba. La Gotita Aventurera, trajinando como siempre, iba de un lado a oíro. Un buen día, sin saber cómo, despertó en un lugar desconocido, oscuro y muy tranquilo. Al abrir los ojos, miró en todas direcciones, pero lo único que vio fue una especie de agujero redondo por el que se colaba un rayito de luz. —Vaya, ¿dónde estoy? —preguntó en voz baja. —Estás dentro de mí —le contestó una voz ronca. —¿Y quien eres tú? —Soy el Cántaro de Greda. —¿El Cántaro de Greda? Mucho gusto, señor. Pero expiíqueme un poco más, pues no sé qué es un Cántaro de Greda.
—Cántaro es un tiesto como yo, así redondo, panzudo, donde se pueden guardar líquidos y otras cosas. —¡Ah, ya! —asintió la Gotita— ¿Y "'de Greda", qué significa? En ese momento la Gotita sintió que la casa de Greda se movía bruscamente y. junto a muchas de sus hermanitas, salieron expulsadas del Cántaro y rodaron por el Suelo. —No alcancé a entenderlo todo —pensó la Gotita, apenada por no haber podido escuchar completamente las explicaciones del Cántaro. Luego se durmió, porque hacía mucho calor. Despertó cuando iba flotando por el Aire vestida con su traje de gasa. Así, como Vapor de Agua, flotó un buen rato hasta que ingresó a la casa-Nube. —Vengo desde el C á n t a r o de Greda —les contó a sus hermanas—. Justamente estaba explicándome lo que significa ser de Greda cuando lo movieron y caí al Suelo.
—¿No sabes lo que es la Greda? —le preguntó una Gotita—. ¡Qué casualidad! Fíjate que yo estuve viviendo nada menos que en la Arcilla. ¿Te das cuenta? —¿En la Arcilla? ¿Y qué tiene que ver con la Greda? —¡Cómo que qué tiene que ver! Con la Arcilla precisamente se fabrica la Greda. —Es primera vez que oigo eso —dijo la Gotita Aventurera—. ¿Y qué es la Arcilla? —Es una tierra especial que, empapada en Agua, forma una masa blanca —le explicó la Otra. —¿Y tú estabas ahí? — p r e g u n t ó la Aventurera. —Llegamos allí. Te contaré cómo fue. La Gotita Aventurera, muy quietecita, se dispuso a escuchar lo que le contaría su hermana narradora. Ella empezó su relato de esta forma: —Una vez, hace mucho tiempo, Mamá Agua me envió a la Tierra con la Lluvia. Caí sobre un terreno especial, de un color
diferente. Era muy fino, de apariencia suave, y apenas llegamos nos saludó diciendo: —Bienvenida, Lluvia. ¿Cómo estás? —Bien, para servirte —contestamos ¡as Gotitas. Nos abrió ¡os brazos con especial cariño. Nosotras también abrazamos a esa tierra con igual afecto, danzando entusiasmadas sobre ella. Entonces, ese polvo fino, abrazado a nosotras, se transformó en algo que no era el barro que yo conocía, sino en una especie de masa suave y lisa. Las Gotitas de Agua nos hicimos tan amigas de esa tierra, que nos quedamos a vivir aüí. Un buen día, Dios nos visitó. —¡Qué bien, qué bien! —exclamó complacido—. Veo que está lista la Arcilla. —¿La Arcilla? —dijo esa tierra, pues ni siquiera ella misma sabía en lo que se había transformado—. ¿Cuál es? —le preguntó al Señor.
—Eres tú misma, criatura —le respondió Él. —¿Yo. la Arcilla? —exclamó extrañada. —La misma. Y has de saber que tienes un destino importante: el Hombre te empleará para hacer infinidad de cosas, desde las más humildes hasta sus más grandes obras de arte, cuando aprenda a ser creador o artista. Porque también en eso quiero que se parezca a Mí. A! decir esto, se fue. Continuó transcurriendo el tiempo, mucho tiempo —prosiguió la Gotita narradora—. Un día me sentí transportada con mi casa de Arcilla a otro lugar. La Arcilla donde yo estaba fue amasada un buen rato. Después de ese meneo quedé tranquila otra vez. Pero a los pocos instantes movieron nuevamente mi casa y experimenté un gran calor. —¿.Qué pasa?—grité, asfixiándome. Entonces escuché una voz intensamente cálida:
—Debo ayudar al Hombre a trabajar ¡a Greda -—dijo. Era nada menos que el Fuego en persona, calentando como nunca. Arranqué medio desmayada y ya casi convertida en Vapor de Agua. Antes divisé una vasija cociéndose al Fuego, de la cual yo me acababa de desprender. Era, sin duda, un Cántaro de Greda." —¡Qué linda es tu historia! —exclamó la Gotita Aventurera—. Yo desearía vivir en la Arcilla, una Arcilla cuya forma plasme el Hombre cuando imite a Dios realizando su obra creadora. En ese momento la Gotita no se podía imaginar las obras de arte maravillosas que modelarían las manos del Hombre sirviéndose de la Arcilla.
E l m e n s a j e d e l Ostión
y • < íerta vez, un n i ñ o llamado V , A Andrés veraneaba en el norte de Chile. Un día, mientras caminaba solo por la playa, encontró un Marisco desconocido. Le gustó porque tenía dos conchas blancas, redondas, lisas. Era un Ostión. —Este es mi fin -—dijo el Ostión cuando Andrés lo tomó, porque estaba esperando que viniera una ola más grande para irse con ella a su casa del Mar. Y se resignó a perecer de asfixia en poder del niño, lejos de su casa. Pero Andrés no quería que el Ostión muriera, así que lo arrojó dentro de su balde lleno con Agua de Mar. El Ostión respiró y continuó con vida.
•o •• '-o •
El Niño lo llevó a su casa y lo dejó en su pieza mientras iba a comer. Después lo mandaron a acostarse. Entonces se puso a conversar con éi. —Oye —le dijo el Ostión—, ¿me puedes hacer un favor? —Claro que sí. Dime de qué se trata. —Escúchame. Quiero conversar largamente contigo porque tengo que contarte muchas cosas. Andrés se a c o m o d ó boca abajo en la cama, con la cabeza colgando, dispuesto a escuchar al Ostión, que lo miraba desde el suelo. —Bueno, resulta que los pobres Ostiones estamos cada día peor. —¿Por qué? ¿Les ganaron en el fútbol? —lo interrumpió el niño. —Mucho peor que eso. Es una historia larga y deseo que la escuches. Pero si te da sueño me dices y seguimos después —dijo el Ostión.
—No, no tengo sueño —aseguró el niño, que deseaba saber cuál era la famosa historia del Ostión. —Tú no me conocías, ¿verdad? Has caminado muchas veces por esta playa, pero no conocías a ninguno de mis parientes, ¿no es así? —Así es —le contestó Andrés—. Todos los veranos vengo acá y no te había visto nunca. —Está pasando algo terrible, Andrés —dijo seriamente el Ostión—. Han contaminado el Agua del Mar y así no sólo nos estamos muriendo los Ostiones y otros habitantes de! Océano, sino que el Hombre deberá pagar muy caro este daño. —¿Sabes? —le dijo Andrés—. No entendí lo que me dijiste. ¿Qué es lo terrible? Explícate. —La Contaminación del Agua —le contestó el Ostión. —¿La Contaminación del Agua? Yo no sé lo que es eso.
Entonces el Ostión le contó que la Contaminación la produce el Hombre cuando arroja distintos desechos al Agua en todas partes, los cuales provocan enfermedades en las diversas especies de seres vivos que ha creado Dios. —¡Qué lástima! — e x c l a m ó Andrés, desesperado—. ¿Para qué harán eso? —Mira, quiero contarte lo que nos ha ocurrido solamente a nosotros, los Ostiones, así entenderás mejor, pero en realidad son muchas las especies afectadas por este mal. Escúchame. Mi familia es muy, muy antigua. Eligieron una bahía próxima como vivienda porque era el mejor lugar del mundo para los Ostiones. Aquí se quedaron formando un grupo muy grande. En este sitio vivían felices sacando su comidita del Mar y sirviendo de alimento, algunas veces, a otros Animales vecinos. —¿Ustedes son alimento para otros Animales? —lo interrumpió Andrés. —Sí. No te extrañes. Eso lo hacen todos los habitantes del Mar. Por los demás, hay
que morir de todas maneras, algunos, por viejos y oíros en la panza del que se los come. Es como una cadena, cada especie es un eslabón. — A l final, los que son chicos pierden —protestó Andrés, quien rechazaba las injusticias—, porque el más grande se los come siempre. ¿Y qué culpa tiene el chico de no ser grande? —Mira, no siempre es así —replicó el Ostión—. Por lo demás, la Naturaleza lo determinó en esa forma y a ella no se la puede corregir, porque todo está bien planeado, aunque pueda no parecerlo. Pero dejemos eso y sigamos con mi cuento o, mejor dicho, mi historia. Corno te estaba diciendo, mi familia vivía muy feliz hasta que mi abuelito tuvo un feroz dolor de estómago; en seguida murió, del dolor, por supuesto. Después sucedió lo mismo con mi primo; luego, con un cuñado, una gran cantidad de mis hermanos, en fin, casi todos mis parientes. ¿Sabes por qué me salvé yo? Pues por
pura intuición me arranqué para venir a vivir aquí. —¿Y qué había pasado? — p r e g u n t ó Andrés. —Los dueños de una mina hicieron un canal para botar los residuos y éstos, como contenían veneno, llegaban a la bahía donde estaba nuestra gran casa familiar. —¿Así es que tu abuelo murió envenenado? —dedujo Andrés. —Justamente —asintió el Ostión—. Todos encontraban que la mina era un éxito, pero a los Ostiones, ¡que nos partiera un rayo! Además de eso, sacaban Ostiones por toneladas para el consumo de los Hombres. Pero lo peor es la Contaminación de las Aguas. —¡Qué barbaridad! —dijo Andrés. —Fuera de nosotros, existen muchísimos otros Animales del Mar que se sienten enfermos, pero carecemos de atención y medicamentos para sanarnos. Así, cada vez nos va peor. Quizás tú estudies ingeniería en minas, y vayas a trabajar al mineral.
Yo te quiero dejar dos encargos: primero, cuando trabajes en la mina, como tú eres inteligente, podrías inventar una manera de explotarla sin acabar con nosotros. El otro es el siguiente: cuéntales a los Hombres que si siguen haciendo todas esas atrocidades les irá muy mal, porque ellos mismos serán víctimas de la Contaminación... Tú tienes tu casa, ¿verdad? —continuó el Ostión—. Si repentinamente echaran gases venenosos en ella, ¿te das cuenta de lo que sucedería? Eso nos pasa a los seres acuáticos: si nos envenenan el Agua, que es nuestra casa, morimos. —Bueno, pero, ¿cómo crees tú que se podría ayudar a la Naturaleza para mejorar las Aguas? —preguntó Andrés. —Hay varias maneras de cuidar las Aguas. En primer lugar, dejar de utilizar los Ríos, Lagos y Mares como tarros de basura para arrojar cuanto desperdicio y desecho tóxico produce el Hombre. Yo diría: respetar el Agua. Otra cosa: fabricar detergentes, fertilizantes y pesticidas que
causen el menor daño posible a los seres acuáticos. Las industrias no deben vaciar las Aguas hirviendo al Rio... La Naturaleza es madre de todos nosotros—continuó el Ostión—, y la están destruyendo con la Contaminación. —¿Y de qué manera se puede ayudar? —preguntó Andrés nuevamente—. ¿Estudiando, crees tú? —Sí, puede ser. Pero déjame decirte algo más: es verdad que la Naturaleza es madre y, como madre, nos quiere a todos por igual, desea nuestro bien, pero si el Hombre sigue dañándola, al fin se acabará su paciencia y castigará su torpeza.
E l A g u a se enferma
asaron y pasaron los a ñ o s , J una infinidad de años. El Agua yMs^-Sji trabajaba incansablemente en todo lugar para el Hombre, sirviéndolo en una gran variedad de actividades. Por su parte, el Hombre inventaba cada vez algo nuevo. Un día, el Agua del Río se encontró con el Viento después de pasar por una gran Ciudad. —Buenas tardes, ¿ c ó m o estás? —la saludó el Viento. —No muy bien —le respondió ella con voz opaca. —En realidad, te noto algo... un mal aspecto... —se atrevió a decirle el Viento. —Sí No me siento muy bien. ¿Qué será? Voy a contárselo al Sol a ver si él me puede sanar. (
—Creo que es la Civilización —le manifestó el Viento, después de pensar un poco. —¿La Civilización? P e r o por q u é ? ¿Qué le he hecho yo? A l contrario, sin mí no existiría la Civilización. Entonces no es amiga mía. porque los amigos no se hacen daño, ¿verdad? —No, Agua. Tal vez no me he explicado bien. En realidad, el verdadero causante es el Hombre. —¿El Hombre? Peor todavía. ¡Qué ingrato! ¡Qué mal amigo! Tú sabes cómo lo ayudo absolutamente en todo... ¡y así me corresponde! Él me necesita para vivir, y necesita Agua pura, limpia, sana, no enferma como estoy. Si es tan inteligente, ¿cómo puede hacer esto? De verdad no lo entiendo. —Yo tampoco —la apoyó el Viento—. Dime, Agua del Río, ¿qué recogiste a la pasada por la ciudad? —Bueno, las Aguas Servidas. Siempre lo he hecho. Si no fuese así, ¿qué haría él con estas Aguas? 6
—¿Ves? ¿Sabes de dónde viene una parte de esas Aguas? —No. no lo sé. Siempre he recogido las Aguas Servidas de la ciudad, estoy acostumbrada a hacerlo desde que los primeros Hombres edificaron sus casas allí, pero nunca he averiguado de dónde vienen. —Yo, como ando por todas partes y me cuelo en todos los rincones —dijo el Viento—, lo sé. Muchas vienen del Hospital, donde hay enfermos de tifus, poliomielitis, hepatitis y cuanta enfermedad existe. Las botan con todos los Microbios, sin desinfectarlas. Así no hay salud. El Agua del Río sonrió con amargura al saber cómo la trataba el Hombre. Un poco después se separaron, porque el Viento llevaba otra dirección. El Agua del Río. contaminada, fatigada, siguió corriendo hacia el Mar. Un ooco más adelante se unió a un Cana! de Riego, que venía cansado y con mal aspecto.
— ¿ C ó m o estás? —lo saludó el Agua del Río. —Me duele el estómago —contestó el Canal—. Son los fertilizantes que los Hombres usan sin ningún cuidado. —Paciencia —dijo el Agua del Río y siguió corriendo unida a las Aguas del Canal. Poco más adelante funcionaba una fábrica que hacía un ruido de mil demonios y lanzaba por sus chimeneas inmensas cantidades de humo. —Ah, olvidaba que tengo que llevarme la basura de esta fábrica —murmuró el Agua del Río, más amargada aún. Y recibió sobre sus cargadas espaldas todos los desechos industriales, hasta quedar agobiada. Continuó el Agua su triste camino hacia el Mar, cuando al girar una curva vio un gran chorro que caía sobre el Río. —Debe de ser una fábrica nueva —se dijo—. Por suerte está más limpia que la de los desagües. :
Pero, cuando llegó al conducto desde el que caía el chorro, notó que éste era un líquido muy caliente. —¡No se acerquen! ¡No se acerquen! —les gritó a unos hermosos Peces que vivían en el Río. Por desgracia, éstos no la oyeron y los alcanzó el chorro hirviente, quemándolos vivos. Más abajo vivían unos campesinos muy pobres, que esperaban la pasada de algunos Peces para preparar su comida. Era invierno y no había otra cosa que comer, tenían hambre, pero cuando los vieron muertos y descompuestos no quisieron sacarlos. A continuación estaban las chacras y hortalizas. El Agua del Río debía regarlas, pero, junto con apagarles la sed. las contaminaba. Así, los Hombres que comían esos productos consumían a! mismo tiempo las Bacterias, se enfermaban en gran número y hasta morían. El Agua del Río quedó muy triste al ver tanta calamidad: la muerte de los Peces, el hambre de los campesinos, la enfermedad
de los Hombres. Recordaba, apenada, el tiempo en que los Hombres vivían de manera más simple y todos eran mucho más felices. Aún debía encontrar otra fábrica que desaguaba en el Río, por supuesto sin ninguna precaución. A l pasar vio otros Peces que trataban de nadar hacia la orilla del Río. —Estamos enfermos —le contaron—. Las Aguas están envenenadas con los desechos de la fábrica. Ayúdanos, porque no tenemos fuerzas para nadar y arrancar de aquí. Los productos químicos nos están matando. "Ahora estoy envenenada. ¡Qué horror!", pensaba el Agua del Río con terrible amargura. "Dios me hizo pura y benéfica, y los Hombres me han vuelto maligna". Después se encontró con otra Agua, la que presentaba un aspecto mucho peor que el suyo. Era una corriente turbia, de un color horrible, llegaba a ser espesa. Un Agua monstruosa.
—¿De dónde vienes tú? —le preguntó el Agua del Río a la otra. —De la mina. Yo les ayudo a los Hombres en la extracción de los Minerales y después me dejan así, no me limpian de ninguna manera. Y así llegaré al Mar, sabiendo que llevo la muerte a muchos seres vivos, Animales y Plantas. —¡Ay, hermana, cómo nos han dejado! Nos obligan a hacer daño. Contaminaremos la Playa y los Hombres no podrán ni siquiera bañarse en el Mar...
La "Hermana A g u a
Y \s que el Ostión terminó de hablar, Andrés escuchó otra k^L^Má voz desconocida, pero clara y cristalina, que salía también del balde. —¿Quién habla ahora? —preguntó. —Yo, la Gotita Aventurera —le respondió la voz. Conociéndola, no hay que extrañarse de que estuviera metida en el balde con Agua de Mar. —¡Ah, qué bueno que una Gotita Aventurera se haya venido con el Ostión! —Yo también me alegro de conocerte. He estado con una infinidad de Niños, en el Mar, el Lago, la Nieve, el Hielo, la Piscina. ¡Dónde no se meten los Niños!
—Pero nunca habías conversado conmigo —le dijo Andrés. —En realidad, no he conversado con ningún Niño. —¿No eres amiga de los Niños, entonces? —le preguntó él. —Amo a los Niños, amo al Hombre, pero mis mejores amigos son el Sol y el Viento. Cuando estábamos completamente solos, pues no había nada más en la Tierra, ellos eran mis amigos. Después llegaron las Algas, los Vegetales, también los Animales. Yo tengo relación con todos ellos. He servido al Suelo, los Vegetales, los Animales, al Hombre. Todos me quieren, pero el único que me ha maltratado ha sido el Hombre, contaminándome. —¡Qué malo! —exclamó Andrés—. Es malagradecido. ¡Después de recibir todos los servicios del Agua, es el colmo! —Esperemos que se arrepienta y enmiende sus errores —dijo la Gotita. Al cabo de un momento de silencio, agregó:
—Tuve la suerte de conocer a un Hombre muy distinto. Él hablaba con el Agua y la llamaba "Hermana". —¿Sí? ¿Por qué le decía "Hermana"? —Porque él sabía que Dios es Creador de todo cuanto existe. Por habernos dado la Vida, es nuestro Padre, y así resulta que todos venirnos a ser Hermanos. ¿Comprendes? Yo soy tu Hermana. —Cierto —aprobó Andrés—. ¿Y quién era ese Hombre? —Se llamaba Francisco. —¿Y tú sabes muchas cosas sobre él? Cuéntame, por favor. —Hace bastante tiempo, no te puedo decir cuánto, porque no uso calendario, yo venía por un Río en una bella región de Italia. Me llamó la atención un Hombre que hablaba solo, en voz alta. Estaba arrodillado, mirando al cielo; todo él resplandecía, era luminoso. Después se paró, tomó un cántaro para ir al Río y sacar Agua. Entonces yo me fui dentro del cántaro. Él tocó el Agua como algo sagrado, diciendo unas palabras
que no he olvidado. Dijo: "Alabado seas Tú, mi Señor, por la Hermana Agua, la cual es muy útil y humilde, preciosa y casta". Cuando tocó el Agua yo besé sus manos y me quedé en una de ellas. Nunca me he sentido más feliz. Estaban un poco temblorosas, pero emanaba de ellas una especie de suave y cálida vibración vital. Era Francisco de Asís, el Santo. Después de esta conversación con la Gotita Aventurera y el Ostión, Andrés despertó. Estaba muy impresionado y pensó que debía hacer algo. Entonces discurrió contárselo a su profesor. Este le confirmó el recado del Ostión y lo invitó a formar parte de un Grupo Infantil para defender a la "Hermana Agua" contra su gran enemiga, la Contaminación. Porque, en verdad, los niños serán los mejores amigos del Agua y sus salvadores.