Autoritarismo

EL AUTORITARISMO EN EL AULA

Con la intención de demostrar que el autoritarismo en las escuelas, como método de enseñanza y de control de la disciplina, es ineficaz e incluso nocivo para el aprendizaje y para la formación personal de los educandos, podemos plantearlos siguientes argumentos Un riguroso principio de autoridad, así se entiende el autoritarismo en el aula de clase. Por lo general, se da por parte de la persona que hace las veces de líder o guia en el aula; en el caso expuesto, por parte del profesor.

Cuando un profesor llega a un salón de clases, espera ser escuchado, respetado, admirado, obedecido y en algunas ocasiones temido. Aspectos que algunas veces no encuentra en sus relaciones sociales o en su familia o matrimonio y las cuales quiere saciar en el aula y deja a un lado la concepción del estudiante como centro de la clase. El carácter autoritario de algunos profesores vienes de situaciones, poco cómodas, que este pudo haber vivido en la infancia y que da pie a no aceptar contradicción alguna ante lo que el piensa u opina e incluso a imponer su voluntad.

Cuando se habla del carácter autoritario se entiende, por lo común, sólo un tipo de conducta rígida, dura y con ánimo de mandar; cuando al profesor no se le da espacio para tomar esta actitud hace uso de algunos métodos poco ortodoxos con los cuales intenta sobreponerse ante sus estudiantes, uno de ellos es la evaluación como estrategia de control de la disciplina o para demostrar cuanto sabe. La intimidación y la amenaza; el miedo y la ansiedad son sentimientos provocados por la actitud autoritaria por parte del profesor y que lejos de contribuir a incrementar el interés por aprender lo reduce considerablemente.

Por otro lado, encontraremos a un profesor como una persona abierta, serena y tolerante, que asume ante sus alumnos el papel de mediador y consejero, que domina las nuevas tecnologías, que es un buen pedagogo, que tiene capacidad para el trabajo en equipo, que es capaz de orientar personalmente y profesionalmente a los alumnos, que tiene un alto grado de adaptabilidad a las situaciones conflictivas y cambiantes del aula y del contexto social. Un buen maestro debe contar con de capacidad de análisis, para identificar los diferentes problemas que se puedan presentar y de tener la capacidad de solucionarlos de la mejor manera posible. La más importante de todas, tendrá un autoconocimiento, ya que le ayudará a conocer sus debilidades para saber trabajar con ellas sin que los niños las noten y podrá dejar brotar sus fortalezas, como medio para enriquecer a sus alumnos. Es imprescindible que tenga una gran capacidad humana, porque de esta manera llevará a cabo esta noble profesión con toda la pasión del mundo, siempre pensar primero en el bien de sus educandos.

Siempre deberá tener una actitud de respeto y servicio a la comunidad en donde desempeñe su trabajo. Será en ratos psicólogo y la habilidad de comprender a sus alumnos o a padres de familia se hará presente. Atenderá a las necesidades del contexto en el que se encuentre. Renacerá el niño que lleva dentro. Entre otras están: el ser paciente, tolerante, educado, solidario equitativo, cortes, sensato, optimista, generoso, vocación, sensibilidad, capacidad de empatía, autocontrol, autoconfianza, Cultura y creatividad.

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sin

excepción,

los

profesores

extraordinarios

conocen

su

materia

extremadamente bien. Pero no son meros eruditos. Utilizan su conocimiento para ir al fondo de los asuntos, a los principios fundamentales y a los conceptos básicos; son capaces de simplificar lo complejo de manera que

motivan el aprendizaje. Tienen además una comprensión intuitiva del aprendizaje humano. 

Segunda: dan gran importancia a su tarea docente, tanta como a su investigación. Al programar sus lecciones (seminarios, prácticas, tutorías), se plantean los objetivos del aprendizaje.

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Tercera: son exigentes con sus alumnos, esperan mucho de ellos. Pero plantean objetivos ligados a las salidas profesionales de sus estudiantes y a la formación que estos necesitarán a lo largo de su vida, es decir, no se trata de proyectar dificultades arbitrarias.

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Cuarta: en sus lecciones intentan crear un entorno para el aprendizaje crítico natural, en el que los estudiantes se enfrentan con su propia educación, trabajan en colaboración con otros, confían en la valoración de sus tareas.

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Quinta: confían en sus alumnos, son francos y abiertos con ellos, y siempre son amables.

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Sexta: evalúan el resultado de su tarea y saben rectificar cuando es necesario. Califican a los estudiantes según objetivos de aprendizaje básicos.