Autodescubrimiento interior. El camino a la libertad interior (Spanish Edition) - Rafael Zarate M_.pdf

April 27, 2017 | Author: AnaUrbann | Category: N/A
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Autodescubrimiento interior. El camino a la libertad interior. Rafael Zárate M.

Recomendaciones Tienes en tus manos un libro que cambiará tu vida por completo, pues sus mensajes llegarán a tu inconsciente y descubrirás todas las creencias que no te han permitido ser feliz. Autodescubrimiento interior, es un libro que te permitirá descubrir cada uno de tus reacciones inconscientes, el origen de estos, y recomendaciones que te permitirán

soltarlos y vivir una vida con una nueva mirada: más ligera, más sabia y con paz en el corazón. Algunos capítulos fueron extraídos de otros libros del mismo autor para darle mejor fluidez a los mensajes, pues estos capítulos comparten el mismo propósito: lograr el autoconocimiento. A través de los distintos capítulos, encontrarás el mensaje adecuado para afrontar tus actividades diarias con una nueva conciencia iluminada por tu propia Luz Interior. Cada capítulo, será una nueva Luz en tu vida. Sigue los capítulos en el orden de publicación, ya que tienen una secuencia que te permitirá comprenderlos mejor.

Índice Introducción Los sentimientos son un regalo de la Vida Las experiencias del pasado encienden tu luz divina ¿Dónde estás hoy? ¿Eres Tolerante? La Basura Mental El Ego y el Miedo en tu vida Otra forma de reconocer la basura mental Los sentimientos negativos Reconociendo el Estrés Aceptando los sentimientos negativos Reconociendo la vergüenza Reconociendo la Ansiedad

Reconociendo la culpa Amarte a nosotros mismos Auto aceptación El Perdón El perdón a ti mismo Eres un ser espiritual Nuestros padres Atraes lo que sientes Las creencias Estamos creando nuestro futuro Mensaje del autor.

Introducción Cuando fuimos pequeños, éramos capaces de estar atentos a lo que sucedía alrededor de nosotros, a vivir la vida con ingenuidad, a aprender sin prejuicios… a ser nosotros mismos. Al nacer, fuimos como un libro en blanco, la única información que teníamos eran reflejos de supervivencia; con esa información debíamos iniciar la vida. Con el tiempo, los reflejos de supervivencia fueron cambiando y el aprendizaje se convirtió en el principal reflejo de supervivencia. Prestábamos

atención a lo que

sucedía alrededor de nosotros, lo que nos enseñaban, lo que escuchábamos y lo que veíamos, puesto que teníamos la gran necesidad de aprender. El conocimiento fue lo más importante que teníamos, escribir en el libro en blanco era necesario para tener elementos para nuestra vida de adulto, porque desde un principio sabíamos que debimos ser libres para ser feliz. La necesidad de aprender, hizo que también aprendiéramos creencias que fueron necesarias en algún momento, las creencias de la infancia debieron quedar en nosotros de forma temporal; pero las trajimos hasta el día de hoy. Seguimos utilizando “las creencias”, porque creímos que son verdades para toda la vida; inclusive hasta las enseñamos como si fueran leyes de vida. En un hogar donde existe la abundancia, seguridad, amor, paciencia,

alegría y comprensión; es un hogar que ayudará al pequeño ser (al bebé) a hacer frente a la vida con total seguridad, relajado, sin temores, con paciencia y con la plena confianza que tendrá éxito en lo que realiza. Pero en un hogar donde existen las carencias económicas, temores, amor condicionado, regaños, golpes y falta de comprensión; es un hogar que está enseñando a los pequeños que la vida es difícil y que su futuro será de mucho esfuerzo. Si tu niñez la viviste en un ambiente hostil, tus reflejos de supervivencia hicieron que estresaras tu cuerpo (endureciendo los músculos), para evitar que algún golpe físico o emocional, afectara considerablemente tu cuerpo físico o emocional. Vivir

estos

acontecimientos

repetidos, hizo que estos eventos se grabaran en nuestro inconsciente, y hoy creamos que la vida actual es tal como la vivimos en la niñez. Los miedos, carencias, expresiones hirientes, regaños, maltratos y cualquier situación negativa vivida, provocó emociones negativas en ese momento que culminaron en sentimientos negativos (miedo, inseguridad, ansiedad, estrés…); esos sentimientos negativos los hemos traído hasta hoy, como si fueran naturales. Seguimos reviviendo los mismos sentimientos que vivimos en el pasado. Algunas veces, las emociones negativas provocan que afectemos a otros. Nuestras heridas del alma son heridas que duelen y cuando alguien toca alguna, respondemos de forma agresiva sin importar quien sea (amigos, pareja, vecinos, hijos, o

familia). Dejar este comportamiento puede ser tan difícil, que podríamos llegar a creer que no es posible. Lo maravilloso de la vida es que podemos dejar ese comportamiento negativo, sanar nuestras heridas y recuperar nuestra naturalidad en el momento que lo deseemos. Dentro de nosotros está nuestra esencia, una esencia proveniente de Dios que está intacta; cuando la descubramos, disfrutaremos el presente tal como lo disfrutábamos en los mejores momentos de nuestra infancia. El primer paso para recuperar la naturalidad, es darnos cuenta de las heridas que tenemos en el alma, y del daño que nos hacemos a nosotros mismos cada vez que agredimos y dañamos a otros. Cada agresión que generamos, a quien sea, es como aventar una puñalada de dos puntas, una va directo

al alma del agredido, y la otra va sobre nosotr os. El segundo paso, es hacer consiente nuestras reacciones y comportamientos; darnos cuenta de lo que hacemos a cada momento, cómo reaccionamos, con quién reaccionamos, y porqué reaccionamos. Finalmente, como tercer paso, debemos aceptar nuestros sentimientos como algo natural en nosotros, y dejarlo fluir; en este paso, iniciaremos con un cambio de pensamiento para reemplazar las viejas creencias por una nueva energía que ya fluye en nosotros. Durante los distintos capítulos de este libro, se integran distintas formas para descubrir emociones y reacciones, y la manera de dejarlos fluir para recuperar la libertad interior. En este camino del autodescubrimiento existe otro reto: ser

honestos con nosotros mismos para reconocer y aceptar nuestros errores; aceptar cuando nuestro comportamiento no es el adecuado y darnos cuenta cómo nos aleja de la libertad. Parte de lo que aprendimos del pasado, es a ser buenos frente a los demás, a esconder nuestros sentimientos y a ser fuertes; en el presente creemos que nos conocemos, sólo porque cumplimos buenos modales que nos enseñaron, aunque escondamos nuestro pasado, nuestras fallas, y nuestras preocupaciones… Hemos llegado a creer que nos conocemos, sólo porque vemos nuestro cuerpo físico; hemos creído que vernos en un espejo es suficiente para saber lo que somos; pero la realidad es que no somos el cuerpo físico, somos mucho más que eso. Qué

complicado

puede

ser

conocernos, porque no nos ponemos atención, solamente nos dejamos llevar por reacciones evadiendo responsabilidades, evadiendo sentimientos, comparándonos con otros y olvidando lo más importante: conocer nuestra esencia divina. Somos un sistema complejo de sentimientos, emociones y pensamientos escondidos en un cuerpo físico; detrás de los sentimientos (positivos y negativos) está nuestra naturaleza (nuestra esencia y poder divino). Cuando decidimos llegar a nuestro Interior con ojos de paciencia, puede resultar difícil en un inicio, porque antes que lleguemos nos encontramos con pensamientos, ideas, y sentimientos… todos estos son naturales, no necesitamos luchar contra ellos para llegar a nuestro interior, sólo necesitamos conocerlos, aceptarlos

(como parte nuestra) y convivir con ellos de forma armoniosa. Cuando lo logremos, podremos decir que logramos el autoconocimiento, y estamos listos para alcanzar y sentir nuestra esencia divina. Al principio no es tarea fácil, porque podríamos estar acostumbrados a vivir criticando, juzgando, comparándonos con otros, escondiendo nuestros sentimientos y queriendo quedar bien con los demás. Nos hemos quedado atrapados en el exterior creyendo que es lo único que existe y preocupado más en “estar bien” a la vista de otros, que “estar bien” con nosotros mismos. El propósito de este libro, es que conozcas tus sentimientos y su origen, aprendas a aceptarlos y sueltes aquellos que te hacen daño; además conozcas las creencias que te afectan, aprendas poco a poco a soltarlas hasta que llegues a tu

esencia Divina y te reencuentres con tu libertad. Somos seres Divinos creados a imagen y semejanza de Dios. Con el tiempo nos dejamos llevar por nuestros sentimientos y nuestras creencias; sin embargo, no ha cambiado nuestra esencia. Cuando decidamos conocernos y aceptarnos, concluiremos que seguimos siendo el mismo, sólo que hacemos nuestras actividades cotidianas con alegría, seguridad, serenidad y paciencia; ya que los sentimientos negativos dejan de participar en nosotros. Cuando soltamos cada sentimiento negativo, le llamamos “sanación”, cada sentimiento que soltamos es una fuerte descarga interior. Poco a poco aprendemos a estar consciente de lo que sucede alrededor nuestro, disfrutamos nuestro momento, maduramos con lo que sucede… a esto le

llamamos “despertar”, un despertar que nos lleva a la constante madurez, evolución del alma y la paz interior. Cuando vivimos en el “despertar”, caminamos por la vida como si fuéramos otra persona, porque cambiamos nuestra vibración; el cambio provoca que contagiemos a los demás de nuevas vibraciones, vivamos en armonía y disfrutemos junto a los demás de nuestra nueva vida. El despertar, es la oportunidad que tenemos para recuperar nuestra libertad, alegría y felicidad. Seguimos siendo los mismos, pero afrontamos la vida con otros ojos, porque nuestra alma sana y completa se integra con nuestro ser y llegamos a ser uno mismo de forma consciente. El autoconocimiento es el camino del despertar de la conciencia, el despertar

que implica la liberación de viejas creencias y el inicio de una nueva vida, dentro de un nuevo mundo. Felicidades por el camino que has decidido emprender.

Los sentimientos son un regalo de la Vida Los sentimientos nos recuerdan que estamos vivos, nos hacen madurar y evolucionar. Si no sintiéramos, mantuviéramos una vida pasiva, sin deseos de búsqueda ni superación, simplemente viviéramos sin un sentido particular. El sentimiento es quien nos motiva a hacer o dejar de hacer las cosas. Todos vivimos a través de él, desde los más nobles hasta los más duros de corazón, todos tenemos sentimientos.

No todos los sentimientos tienen que ser positivos, hay también sentimientos negativos. Si conoces a alguien que toma decisiones firmes o agresivas, la podrías etiquetar como una persona “sin sentimientos”, aunque seguramente es una persona con alto grado de madurez (decisiones firmes), o una persona regida por los sentimientos negativos (decisiones agresivas). Los sentimientos provienen de sentir. Todo lo que sentimos, es debido a que el sentimiento está vivo. El dolor, el hambre, el gusto, el olor, el sonido… es captado por nuestro sistema emocional debido al sentimiento; éste mismo, es quien nos hace sentir el miedo, la preocupación, el estrés, la vergüenza… y al mismo tiempo la alegría, la seguridad, la serenidad… Somos seres sensibles, buscamos

vivir una experiencia material en la tierra, y a través del sentimiento lograr la evolución del alma. Todo lo que hemos vivido y lo que nos han enseñado en el pasado, se ha quedado guardado en nuestro inconsciente. Todas las palabras, aprendizajes, creencias, experiencias vividas y recomendaciones de los mayores, siguen guardados en nuestro inconsciente y son los que guían nuestro presente y forman nuestro futuro. Voltea alrededor de ti, date cuenta cómo todo fluye con la vida de forma natural, las plantas del campo crecen sin que alguien las riegue, los pájaros nacen y aprenden a volar sin que se les enseñe, el agua de los ríos siguen su cauce sin que le digan por donde pasar, el viento vuela y pasa a través de los pequeños orificios. Todos se dejan llevar por su naturaleza, todo

fue creado para que viva en armonía, en paz y natural. Somos seres humanos sensibles por naturaleza. Algunos sentimientos nos generan paz, amor, armonía, y seguridad; cuando vivimos este tipo de sentimientos, nos sentimos en paz con nosotros mismos, y en armonía con la naturaleza, con la vida y con Dios; sentimos lo bello de la vida porque disfrutamos de los sentimientos positivos. En los momentos de dolor, miedo, inseguridad o culpa, se activan los sentimientos negativos para avisar que algo no está bien. ¿Pero qué es lo que no está bien? podremos preguntarnos constantemente. Las creencias grabadas en nuestro inconsciente chocan con nuestro Ser divino. Nuestra esencia divina es paz, amor y libertad; cuando nuestras creencias no están permitiendo la libertad de nuestra

esencia divina, es cuando hay enojo, mal humor o estrés. Cuando las cosas no van bien, es momento de detenernos y detectar qué creencias está afectando nuestra libertad, es momento de investigar por qué no estamos fluyendo de forma natural. Tenemos un sistema complejo de creencias aprendidas desde la infancia que nos han servido de base para afrontar la vida. En la complejidad de querer integrar nuestra esencia divina con nuestras creencias, hacen que todo sea más difícil de lo que es, nosotros mismos no nos permitimos vivir con naturalidad, porque dejamos que las creencias se apoderen de nuestro diario vivir y abandonemos los dictados de nuestro ser. Dejar a un lado las creencias que nos dañan y limitan, puede ser una tarea difícil, pues hemos creído que las creencias

como buenos modales, ser bueno frente a la sociedad, ser educado o portarse bien; son valores humanos que debemos mantener en nosotros; sin embargo, esos valores humanos y esa lucha de “hacer las cosas correctas” nos confunden y afectan nuestra vida cotidiana. No necesitamos cumplir los valores humanos, porque nuestra esencia divina se hará cargo de eso; no necesitamos ser bueno frente a los demás, porque la sociedad no se pone de acuerdo qué es bueno o malo en algunas cosas; ni debemos preocuparnos por las fallas que cometamos, porque en cada equivocación hay un mensaje de madurez. El ser humano pasa por varias etapas de acuerdo a su edad. El ser humano madura a cada momento de acuerdo a los años que ha vivido. Podemos ver a personas de diferentes edades y considerarlas

maduras de acuerdo a su edad; por ejemplo, un niño de siete años lo consideramos maduro si su comportamiento ante los demás es con paciencia y seguridad, puesto que lo consideramos maduro por su corta edad. Conforme el tiempo pasa, la misma vida nos exige más para madurar; cada año que llega a nosotros lo podemos sentir más difícil, porque hay más retos y más problemas. La madurez la mediremos de acuerdo a nuestro nivel de felicidad. Mientras mayor seamos, podría ser más difícil mantener la felicidad, debido a la gran cantidad de creencias que seguimos aprendiendo; mientras más infeliz nos sintamos, podríamos mostrar más evasión de sentimientos, por lo tanto, meno fluimos a la vida. Mientras más aceptemos nuestros sentimientos, mejor fluimos y más

maduramos, por lo tanto, más feliz seremos. El estrés, los movimientos constantes en pies, manos, cara, ojos (llamados tics) es una forma de evasión de sentimientos, estos quieren fluir, pero no dejamos que continúe su camino, y los retenemos con fuerza. Estos movimientos nos dominan, cansan y no permiten que seamos felices, pues no dejamos de fluir y de ser naturales. S i dejamos fluir nuestros sentimientos, descubrimos una vida ligera, nos volvemos más ligeros, las cargas del pasado las soltamos y logramos la verdadera libertad interior.

Recomendación Durante la lectura de éste libro, presta atención a lo que sientas y aplica lo

que aprendes en tus actividades cotidianas; no evadas nada, sólo siente y sé honesto contigo mismo. D u r a n t e la lectura, permítete conocerte, permítete sentir tus sentimientos positivos y negativos, y permítete fluir en la vida. En los siguientes capítulos encontrarás cada uno de los sentimientos negativos que podrían estar en ti. Cuando los conozcas, podrás conocer el origen y tendrás la oportunidad de dejarlo fluir para alcanzar la libertad y la paz interior. Deja fluir tus sentimientos tal como fluye el rio en su camino hacia el mar.

Las experiencias del encienden tu luz divina

pasado

E l camino que hemos recorrido, tiene un propósito especial en nuestra vida. Nada de lo que nos ha sucedido, ha sido consecuencia de un error ni de un castigo; todo lo que hemos vivido, ha sido para que conozcamos la obscuridad y nos motive a hacer uso de nuestro ser divino de luz, y alumbremos nuestro nuevo camino con nuestra propia energía. Cada ser humano vive distintas experiencias para conocer el miedo, la tensión, el estrés, la inseguridad y los demás

sentimientos negativos al menos una vez. Si convives con personas que generan un ambiente tenso, seguramente has recibido de ellos consejos y recomendaciones para hacer frente a la vida, pero muchos de esos consejos tienen inseguridad y miedo; por ejemplo, recomendaciones como “cuídate, porque afuera es muy inseguro; guarda tu dinero, porque las cosas son más caras; cuidado con los hombres, porque son muy malos”. Lo que vivimos es un reflejo de lo que somos hoy; lo que vivimos tiene el propósito de alcanzar la madurez de nuestra alma, y depende de nosotros cómo recibimos esas experiencias: si aprendemos de ellas y maduramos, o nos mantenemos al margen de los hechos y lamentamos lo sucedido. La única manera de saber si la decisión que elijamos es correcta, es

tomando decisiones y conociendo los resultados, aunque nos equivoquemos. La única manera de aprender a caminar, es cayendo las veces que sean necesarias. La única manera de conocer los sentimientos, es sintiéndolos. “Somos seres sensibles, buscamos una experiencia material en la tierra, y a través del sentimiento alcanzar la madurez y la evolución de tu alma”. Nadie aprende por experiencias de otros. Podremos recibir recomendaciones, sugerencias o quienes describan cómo son los sentimientos, pero sólo los conoceremos cuando los sientas por nuestra cuenta. Muchas personas han tenido un pasado difícil con agresiones físicas y psicológicas, accidentes, pérdida de familia, tristezas, enfermedades… y hoy viven contando a los demás cómo lograron superar t o d a s las emociones negativas que

recogieron, viven felices porque a través de esas experiencias aprendieron a madurar, y ahora ayudan a otros; sin embargo, muchas personas más viven lamentándose de su pasado, lamentándose de lo que no fue, como si esos momentos o circunstancias fuera la razón de su fracaso actual. Los errores nos ayudan a no tomar decisiones superficiales en el futuro, las caídas nos enseñan a levantarnos con más coraje, la pérdida de amigos y familiares nos ayudan a ser independientes; pero si tomamos esos hechos como una burla de la vida o como una prueba de un Dios castigador, estaremos lamentando nuestro pasado, no aceptaremos lo que haya sucedido, y regresaremos constantemente a los momentos traumáticos sin permitirnos crecer y madurar; pasarán los años y no disfrutaremos la vida, porque mantendremos nuestra atención en un pasado que

llenaremos de quejas e inseguridades. Es cierto que hay algunos momentos difíciles, en esos momentos los sentimientos se reflejan con dolor en el alma. Cuando sea éste el caso, podemos tomar unos días de luto, llorar si lo necesitamos, mantenernos en soledad si nos sentimos bien así; y después seguir adelante. Los sentimientos se aceptan, se viven y se dejan fluir; para finalmente hacer madurar el alma. Los momentos difíciles se reflejan en el alma, como heridas que se mantienen abiertas el tiempo que decidamos mantenerlas así: 1. Si decidimos evadir el dolor, la herida se mantendrá abierta por siempre, porque ocultaremos nuestros sentimientos, no los aceptaremos, no lo dejaremos fluir y no permitiremos la madurez. 2 . Si lamentamos lo sucedido, culpamos a

los que intervinieron, y creemos que somos desdichados; la herida podría crecer, pues ese dolor traería otros sentimientos negativos que nos dañarán más. 3. Finalmente, si lo aceptamos como un momento especial que a cualquiera le pudiera haber pasado, pero nos tocó a nosotros de forma especial, aunque no sepamos aun la razón; entonces preparamos nuestra alma al futuro y a la madurez, la herida pronto se cerrará y estará fuerte para nuevas experiencias.

Recomendaciones Toma un tiempo para reflexionar tu pasado, analiza todo aquello que te ha sucedido, y que hoy lamentas. Cada vez que tengas presente algo del pasado que te ha traído problemas y no lo has superado, repite la siguiente frase con tus propias

palabras: “Me ha sucedido para que madure, lo acepto como un momento que marcó mi vida, pero ahora dejo de quejarme y continúo, porque aún hay más por aprender.” Estas palabras fortalecerán tu alma. Repítelas las veces que sean necesarias, unas veces en un día será suficiente, pero también puede darse el caso que debas repetirlo por varios días, o varias semanas. Si te llegan sentimientos de enojo, estrés, miedo o inseguridad; deja fluir el sentimiento que te llegue. Si trae consigo lágrimas, déjalo brotar, tu alma está buscando su sanación. De manera inconsciente atraes experiencias difíciles que necesita tu alma para madurar, son experiencias que se siente con dolor. Cuando suceda, recibe esos momentos en tu corazón, aunque sea difícil, acepta el sentimiento que brote y déjalo

fluir. Si te resistes a aceptarlo, y culpas a otros tus desdichas, entonces no permites aprender de la experiencia, tu alma no madura y vuelves a repetir las mismas experiencias en otro momento, pero con otras personas y en otro lugar; por ejemplo: parejas parecidas, amigos que te traicionen, trabajos difíciles… Los sentimientos pueden terminar en dolor y lágrimas, si fuera el caso, entonces también acepta las lágrimas.

¿Dónde estás hoy? ¿Hasta qué edad de tu vida puedes recordar? Antes de continuar, detente un momento para pensarlo. Re c ue r d a cómo eras y cómo creciste. Recuerda las personas que estuvieron alrededor de ti, las personas que tuvieron algo que ver en tu vida, inclusive las personas que ya no están en esta vida. En esos años, los mayores a ti los veías como personas sabias, tal vez hasta superiores a ti. Durante tu niñez, adolescencia y juventud, no te interesaban muchas cosas. Sabías que podías tener casi todo sin

esfuerzo. No creíste que ibas a crecer y ahora tú debías tomar tus decisiones que marcarían tu vida. Antes, si debías tomar una decisión, podías consultarlo con los mayores y tener una respuesta; siempre había alguien que podía asesorarte, las decisiones que tomabas no tenían tanto impacto en tu vida, ni tampoco las considerabas como decisiones importantes. En algún momento, te subiste a un nuevo tren de la vida, no supiste cómo ni cuándo, ni porqué; el tren de la vida te encaminó y avanzaste, avanzaste… y avanzaste. No supiste en qué momento las cosas cambiaron y en qué momento tuviste que tomar decisiones importantes y llegar hasta donde llegaste hoy. El nuevo tren de la vida avanzó tan rápido, que no te dio tiempo de respirar y tomar un momento para ti, simplemente, en algún momento abriste los ojos y te percataste que estabas tan lejos de

tu pasado, que ya no era posible regresar. Ahora ya estás muy lejos de tu pasado, jugando a ser adulto en una vida que continúa. Seguirás avanzando sin un rumbo fijo si no te detienes un momento para saber dónde estás y lo que deseas. Esta es tu vida, tú decides cómo la quieres vivir; si quieres lamentarte el pasado y quedarte atrapado en ese momento, o quieres aprender de lo que has vivido para madurar; tú decides si quieres tener experiencias - algunas agradables y otras dolorosas- para aprender más y madurar, o evadirlo todo y esperar a que se te acabe el tiempo sin disfrutar lo que pudo haber sido hermoso. Si deseas ser solamente espectador, entonces puedes asomarte por la ventana del nuevo tren, ver lo que pasa afuera y solamente reaccionar cuando te afecte algo.

Si deseas tomar el control de tu vida, entonces tienes la oportunidad de pararte, estar conscientes de lo que sucede, mirar alrededor de ti y tomar el control de tu vida antes que el tren te lleve a un lugar tan lejos, que ya no puedas regresar.

Recomendaciones Detente por un momento, realiza un análisis de tu vida y observa donde estás en este momento. Acerca de tu trabajo: si aún no trabajas, ¿qué tipo de trabajo deseas? si estás trabajando ¿te gusta tu trabajo, por qué has elegido éste trabajo? ¿En qué ciudad vives ahora, estás a gusto donde te encuentras? Acerca de tus hijos: ¿tienes hijos? si aún no los tienes ¿te gustaría tenerlos, qué

harías para darles lo que necesiten? Si ya tienes hijos, ¿cómo esperas que crezcan, qué quieres que logren en su futuro? Acerca de tu pareja: ¿tienes pareja? si aún no tienes, ¿por qué no tienes, es por algún temor? si tienes pareja, ¿cómo es la relación, segura, con problemas, no la ves? ¿Dónde estás hoy? De todo lo que tienes o has dejado de tener, ¿quién es responsable? Analiza donde estás hoy y qué vas a hacer para conducir el nuevo tren que has tomado, para que tú seas el que dirija tu vida.

¿Eres Tolerante? ¿Qué tan tolerante eres? Es una pregunta que muchas veces nos han hecho. En diversas ocasiones hemos contestado que si somos tolerantes. Indicamos que somos tolerantes porque recordamos algunas veces que pudimos serlo. Pero ¿en verdad somos tolerantes en todo y con todos? Para ser tolerante, no basta callar cuando algo no nos guste, ni aceptar cuando los jefes laborales nos llamen la atención, ni llorar a escondidas cuando la pareja no hace lo que deseamos… Ser tolerante es comprender los sucesos y comprender siempre a los demás.

¿En verdad eres tolerante? Cuando comprendemos a algunas personas, pero no podemos comprender a otras, tampoco podemos decir que somos tolerantes. Ser tolerante, no es sólo ver nuestro comportamiento comprensivo en unas personas y descartarlo con otras. La tolerancia consiste en comprender el comportamiento de las demás personas y aceptar con paciencia los sucesos que se presenten en nuestra vida, aun cuando sean negativos, aprendiendo de lo que sucede. La tolerancia consiste en comprender que existen muchas formas de lograr algo y aceptar que otros realicen sus actividades a su propia manera. La tolerancia consiste en ver a otros con ojos de comprensión sin que afecte nuestras emociones. ¿En

verdad eres tolerante? ¿En

verdad eres capaz de aceptar a todas las personas: sus comportamientos, sus inseguridades, sus enojos, sus malhumores, sus fastidios, sus creencias, su filosofía…? Muchas veces, la falta de tolerancia la manifestaremos con enojos, necedad por interponer una idea o filosofía, falta de paciencia ante los errores de algunos, ansiedad, falta de sueño por las noches, presión alta… La falta de tolerancia la podemos identificar dentro de nosotros, como un fuego que quema en el corazón o debajo del corazón. Con estos ejemplos, seguramente te has dado cuenta que no eres tolerante, inclusive podrías pensar que un ser humano común no puede ser tolerante; podrías creer que solo son tolerantes los santos, los despreocupados, los maestros iniciados y

los sumisos. La pregunta “¿Eres Tolerante?”, no busca que te hagas tolerante ante cualquier experiencia y frente a todas las personas; la pregunta lleva como propósito que te des cuenta que no eres siempre tolerante, ya que al hacer consciente tu falta de tolerancia, tienes la oportunidad de saber el origen de ésta intolerancia y seguir auto-conociéndote para liberarlo de tu interior. Todo ser humano tiene la falta de tolerancia, algunos con mayor magnitud que otros, y quien es completamente tolerante, seguramente es quien ha logrado un alto nivel de sabiduría. No confundas la tolerancia con lo siguiente: 1. No responder, por tener miedo a generar un problema mayor.

2 . No responder a una persona mayor, por tener la educación de respetar a los mayores. 3. No responder, porque sabes que podrías llegar a la violencia física. 4. No responder por sentir impotencia. Durante la infancia, inclusive después de la infancia, si te enojabas te regañaban, te castigaban, o posiblemente hasta llegaron a agredirte físicamente. El miedo a no seguir recibiendo maltratos, hizo que escondieras tu sentimiento, rechazando cualquier indicio de molestia: - ¿Te enojaste? – ¡Claro que No! La falta de tolerancia, es un sentimiento natural de todo ser humano, evadirlo o rechazarlo es rechazarnos a nosotros mismos; sin embargo, tener

intolerancia como sentimiento natural no debe ser el pretexto para agredir y ofender a otros. La falta de tolerancia debe tener como objetivo auto-conocernos para autosanarnos, hasta alcanzar a la tolerancia total. Cua nd o nos enojamos, podemos pensar que somos víctima de quién provocó la molestia. La verdad es que quien provocó la intolerancia fue otra persona, pero nosotros fuimos quien provocamos el enojó, debido a que el comportamiento de la otra persona generó un choque con nuestra alma lastimada, porque si nuestra alma no estuviera lastimada, no nos sintiéramos agredidos. La falta de tolerancia es un problema emocional que puede tener como origen un pasado complicado, de poca comprensión, de situaciones difíciles, de padres o familiares estrictos, de falta de

suficiente cariño. Esta intolerancia necesita ser sanada para lograr la tolerancia y comprensión total a los demás. Esta intolerancia necesita ser sanada para que vivamos con completa libertad. El primer paso para sanar las heridas de nuestra alma, es aceptar cuando no somos totalmente tolerantes, y lo podemos comprobar las veces que nos sentimos agredidos y cuando juzgamos o criticamos a los demás. La falta de tolerancia es el reflejo de un problema emocional en nosotros mismos, el cual podemos superarlo poco a poco, con mucha paciencia; aceptando que nuestro enojo es solamente una reacción. Si buscamos culpables de lo que sentimos, si tratamos hacer quedar mal a otros, si con nuestras palabras agredimos; es muestra que no estamos aceptando el problema

emocional, y no estamos atreviéndonos a afrontar nuestras heridas internas; por lo tanto, no los superaremos; finalmente, estaremos reaccionando y recibiendo dolores en el alma las veces que suceda algo parecido. Si vamos por la calle con un brazo lastimado y tropezamos con alguien golpeando ese brazo, nos dolerá, seguramente empujaremos a la persona con la que tropezamos como un intento de autodefensa, y hasta podemos llegar a hacerle gestos de enojo; si más adelante volvemos a tropezar el brazo con la misma persona, podemos reclamarle y hacerle sentir culpable de nuestro dolor. ¿Fue la otra persona la que causó el dolor? Sólo fue el motivo, el dolor se generó en nuestro brazo previamente lastimado; si no estuviéramos lastimados, no sintiéramos dolor las veces que tropezamos. Si no aceptamos que

tenemos un brazo lastimado, culpamos a otros nuestros dolores sin hacer algo para atender su curación. La falta de tolerancia tiene como origen problemas emocionales aun no superados en nosotros mismos. Es posible superarlos poniéndonos atención las veces que nos sintamos agredidos, siendo consciente de cómo reaccionas, y aceptando que al agredir, evadimos nuestro dolor emocional. S e a mo s honestos con nosotros mismos, pues es la única manera que tenemos para auto-conocernos, enfrentar y superar cualquier problema emocional que tengamos. Lo que hagamos será para nuestro propio beneficio, no necesitamos comprometernos con nuestra familia, ni con Dios, ni con la sociedad; debemos hacer un compromiso con nosotros mismos.

En el presente, volvemos a sentir lo mismo que sentimos en el pasado - en aquellos tiempos difíciles, puede ser en la adolescencia, infancia, niñez, inclusive cuando fuimos bebé y ya no lo recordamos-. La falta de comprensión de seres queridos, la falta de cariño de familiares cuando más lo necesitamos, las llamadas de atención sin justificación, las palabras hirientes y de culpa… volvemos a sentirlos hoy al relacionarnos con otras personas, y volvemos a revivir los mismos sentimientos del pasado; a diferencia que ahora ya nos sentimos mayores, y ya podemos hacer oír nuestra voz con alguna agresión. El enojo es el primer sentimiento negativo que se muestra cuando algo no está b i e n en nosotros; cuando lo aceptamos, descubrimos que detrás del enojo hay otros sentimientos negativos.

En alguna situación dentro nuestras actividades cotidianas, podemos sentir ansiedad -por ejemplo, desesperación por llegar a un lugar-, pero si nos dejamos llevar por el sentimiento, podemos enojarnos con quienes estén alrededor nuestro, aunque ellos no deseen hacernos algún daño. Podemos tener miedo, por ejemplo, miedo a que no salga bien alguna conferencia o actividad que planeamos en unos días, y si alguien comete una equivocación en ese tiempo, podemos enojarnos con la persona que ha provocado el problema, y además enojarnos con todas las que están alrededor nuestro, aunque no sean responsables de lo que sucede. Todos los sentimientos, sea cual sea, desembocan en “enojo”. Cuando nos enojamos, el origen no es de otras personas que provocan que nos enojemos, el problema somos nosotros por no saber canalizar la experiencia. Si salimos

a la calle con un brazo lastimado, y alguien tropieza accidentalmente en él, sentiremos dolor; el problema no fue aquel que nos tocó, el problema somos nosotros, porque ya venimos lastimado de origen. Si no estuviéramos lastimados, podrán tocarnos cualquier parte del cuerpo sin que reaccionemos ni agredamos. No basta esconder el brazo cuando hay dolor, es necesario sanarlo para que ya no duela. No basta hacer oración, meditación, ejercicio físico, y tomar calmantes cuando haya un enojo, es necesario aceptar que hay dolor emocional, conocer el origen y sanarlo. Ser tolerante, no tiene como propósito otorgar bienestar a otros, sino otorgarnos bienestar a nosotros mismos. Cuando no somos tolerantes, provocamos enojos recurrentes que nos dañan. Cuando

nos enojamos, sentimos un ardor de fuego muy debajo del corazón, que quema por dentro, y daña el alma. No hacemos un favor a otros al tenerles paciencia, hacemos un favor a nosotros mismos.

Recomendación De forma sincera, presta atención a tus reacciones y conoce cuándo te estás enojando. No grites, no agredas, ni busques hacer sentir mal a otros, simplemente siente y continúa tu vida cotidiana, así te conocerás y encontrarás poco a poco, la causa de lo que sientes. Cuando tienes inflamado un nervio del cuerpo, basta reconocer donde está el dolor, darle ligeros masajes, esperar unos minutos y analizar si con esto fue suficiente para eliminar las molestias. Lo mismo sucede con las heridas del alma, basta reconocer donde

está el dolor; cuando lo sientas, se consciente del dolor, visualízalo como si le estuvieras haciendo masajes, y espera unos momentos; tal vez con esto sea suficiente para eliminar las molestias, si no fue suficiente, bastará repetir éste ejercicio unas veces más para eliminar muy pronto cualquier molestia. También puedes utilizar este mensaje: “Señor, enséñame a conocer el origen de este sentimiento”.

La Basura Mental En nuestras actividades diarias, tenemos la oportunidad hacer consciente los diálogos mentales que hay en nosotros; es información que no sirve, simplemente están ahí para que le demos vueltas a asuntos pasados o asuntos futuros. Estos pensamientos también llamados basura mental, están dando vueltas, flotando de un lugar a otro sin llegar a un lugar fijo, tal como flota la basura en la calle cuando es movida por el viento. Toda la basura mental nos afecta, porque llena nuestros pensamientos de

información inútil, y no permite que entre información nueva. La basura mental provoca distracciones; por ejemplo, si queremos leer un libro, estudiar, poner atención a una reunión de trabajo, o hacer alguna actividad que requiera estar en el presente, provoca que no se realice adecuadamente; porque en la mente no hay espacio para nuevos pensamientos, pues ya está llena de basura. Cada día de nuestra vida podemos recoger más basura mental. Conforme pasa el tiempo, permanecer en el ahora puede ser difícil, pues para nuestra mente siempre habrá espacio para más basura, pero para los pensamientos de contenido personal que nos permita nuestra libertad, ya no habrá espacio. La basura mental llega a nuestra mente, se queda y nos manipula; cuando es a un grado superior, puede provocar molestos

tics nerviosos e incontrolables. Los pensamientos tienen un gran poder en nuestra vida, muchos autores lo han comprobado y repetido de distintas maneras; si somos fuente de pensamientos basura, creamos una realidad sin sentido, creamos lo que vivimos en nuestra mente. Voltea alrededor de ti, ve lo que has atraído, todo ha sido producto de tu mente; posiblemente tengas un lugar de trabajo desordenado, posiblemente una casa o recámara desordenada, posiblemente has comprado cosas que no necesitas… y se da el caso que, lo que verdaderamente necesitas para tu crecimiento personal lo has dejados a un lado. La basura mental nos ha hecho mucho daño por años, es adictiva y atrae más basura, hasta llegar a dominar nuestra vida completa. La basura mental nos aleja de

la realidad, y contribuye a que dejemos de vivir el presente, porque quien vive es nuestra mente con sus pensamientos. La mente puede tener poder sobre nosotros, pues puede provocarnos estrés y activar los sentimientos negativos; por ejemplo: si estamos en casa recordando algún momento desagradable que sucedió en el trabajo, mantenemos el cuerpo estresado, y volvemos a sentir lo que vivimos en aquel momento - el enojo, la preocupación o cualquier otro sentimiento que padecimos en aquel tiempo -. C u a n d o recordamos momentos desagradables, los sentimientos negativos reviven, lastiman, y buscamos la forma de modificar mentalmente lo que sucedió; nuevamente, la mente intentará modificar el pasado creando diálogos imaginarios, creyendo que podrá cambiarlo, pero lo

único que logramos es más basura mental. Otro factor que provocará basura mental es el temor al futuro. Si tememos que las cosas no salgan como las deseamos, creamos pensamientos y diálogos adelantando los hechos: lo que diremos, lo que podrían decirnos, lo que responderemos… repetimos una y otra vez los mismos diálogos imaginarios, provocando en cada diálogo estrés, miedo, preocupación, más inseguridad… Cuando somos dominados por la mente, primero pensamos, después sentimos y finalmente atraemos los sentimientos que creamos en nuestros pensamientos. Nos quedamos atrapados en la basura mental, podemos molestarnos e inclusive agredir si otras personas nos regresan al presente. La basura mental no nos permite estar en el ahora, nos mantiene

atrapados modificando el pasado o suponiendo lo que pasará en el futuro. Creamos un ambiente alejado de la realidad.

Recomendaciones 1 . Vivir en el ahora es un ejercicio que puedes hacer. Aunque pueda ser complicado en un principio, dale la atención debida a todo lo que hagas; por ejemplo, cuando laves ropa, sólo lava tu ropa y mantén atención a los detalles del lavado; cuando cocines, sólo cocina y percibe los olores que genera tu comida; cuando camines, sólo camina y mira los colores y las formas que hay alrededor de ti. Cada que percibas distracción mental, repite esta frase con tus propias palabras: “Confío en el presente, Dios está conmigo”. 2 . Evita charlas con personas que critican, también evita criticar.

3 . Cuando converses con personas que no comparten las mismas ideas, no las juzgas, solamente escúchalas. Respeta su punto de vista.

El Ego y el Miedo en tu vida El Miedo en la vida de casi todo ser humano, ha sido algo que ha permanecido como un sentimiento natural. Si eres honesto contigo, podrás reconocerlos en ti. El miedo es un sentimiento de alerta, permite agudizar los sentidos para enfrentar alguna situación especial que se presente; por ejemplo, si andas solo en un pueblo desconocido y obscuro, se presentará el miedo para alertar que algo peligroso puede suceder: tu oídos pueden aumentar su sensibilidad por ausencia de la vista en la

obscuridad; tu piel estará pendiente del ambiente y podría contraerse para sentir mejor el exterior; tu cuerpo se estresará y acumulará energía para estar listo para correr o defenderse de alguna agresión, en caso que fuera necesario; tu mente se calmará para dedicar atención a los sentidos; todo tu organismo se prepara. El miedo se convierte en un problema cuando se apodera de nosotros durante todo el tiempo y nos aleja de nuestra libertad. Por ejemplo: si tienes miedo al futuro porque realizarás alguna actividad nueva; si tienes miedo a ser rechazado, porque si te rechazan te sentirás solo y podrías sentir que no tienes el suficiente valor; si tienes miedo al cambio porque crees que no podrás responder a la necesidad de ese momento, y si te equivocas se podrán burlar, o no sabrás cómo reaccionar en un momento difícil; si tienes

miedo a tratar con personas con rangos laborales superiores al que tienes, como jefes laborales, clientes potenciales o altos directivos, porque te preocupa que si cometes algún error o haces un comentario indeseado podrías perder el empleo, sufrir un regaño, o simplemente no serías considerado para un ascenso posterior. Hay mucho que comentar acerca del miedo. El miedo se convierte en la principal fuente de inseguridad, pero a pesar de eso, afrontamos la vida con preocupación, con temor, con inseguridad, o con estrés; seguimos avanzando con nuestros sentimientos porque no tenemos otra opción, tenemos que dar pasos hacia adelante. Para dar esos pasos, aun con los miedos, la vida nos ha dado algo que se llama ego. El ego es el sentimiento que nos impulsa a seguir adelante, nos dice que sí

podemos y tenemos posibilidades de ser exitosos. Es la voz proveniente del inconsciente, el que nos motiva a creer que somos únicos, indestructibles, atractivos e inteligentes, capaces de lograr lo que nos propongamos.

El ego en la sociedad Durante nuestra infancia, juventud y toda la vida, la sociedad nos ha etiquetado; nos ha dicho que somos listos, tontos, inseguros, inteligentes, o atractivos; nos ha dicho infinidad de calificativos, los hemos creído y hemos etiquetado a los demás con los mismos calificativos. Con el tiempo una gran lucha de sentimientos se viven dentro de nosotros, pues no sabemos lo que somos; hemos caminado por la vida preguntando ¿Quién soy? Y nos ha motivado a leer, analizarnos, comprar lo que los medios de

comunicación vende para vernos mejor; hemos vivido buscando algo que muchas veces ni sabemos qué es. Por un lado el miedo provocado por el ego, envuelve nuestros sentimientos para detenernos; sin embargo, el ego también nos motiva a continuar. Finalmente, tenemos que atrevernos a continuar. Por tradición social, aparentamos una personalidad para ser aceptados y bien visto por los demás. Nos presentamos ante la sociedad con una cara para mostrarnos con poder y seguridad, y avanzar. A los demás les podemos decir que somos amorosos, sencillos, inseguros o inteligentes; marcamos personalidades de acuerdo a lo que nos enseñaron, como el ego quiere creer que somos, o como la sociedad nos señale, pues sabemos que debemos ser alguien.

Cada vez que hablamos de nosotros, es nuestro ego quien habla; cada vez que anteponemos la palabra “yo soy” en las conversaciones, es el ego el que se muestra como quiere que seamos. El ego es material, sólo cree en lo que ve, por eso nos muestra la vida de la misma forma –material-. Al ego le interesa más lo que ve, por lo tanto, cómo nos ven: que estemos arreglados físicamente y con buena imagen frente a los demás. Además, el ego nos motiva a dar los primeros pasos para demostrar a los demás nuestra capacidad, pero cuando nos decidimos avanzar, el mismo ego vuelve a hablar “Alto, tal vez no puedas y te veas mal frente a los demás; es mejor no intentarlo”; y podemos terminar desmotivados por el miedo. El miedo de quedar mal vuelve a resurgir, pues al ego siempre le interesa lo

que dicen los demás. El ego desea demostrar que somos mejores que los demás, aunque implique que algunas veces hagamos malos comentarios a personas que creamos competencia. Cuando algo molesta al ego, intenta defendernos porque no soporta que nos vean mal, y terminamos en un ambiente de estrés, pensamientos basura y revivimos sentimientos negativos. Siempre desea engrandecernos sobre los demás. Si mientras escribo estas líneas, pienso “que mensaje tan interesante estoy haciendo, seguramente quienes lo lean me felicitarán”, estaría metiendo al ego en mi vida, porque estoy pensando en sentirme aceptado por los demás. Si mientras lees éste mensaje, piensas “Me gusta el mensaje, me identifico con él, con humildad diré a quienes me

rodean que ahora conozco el ego y soy distinto”, de la misma manera estarías metiendo al ego en tu vida, ya que estarías deseando ser mejor que otros al querer demostrar tu superioridad en conocimientos. El ego no nos deja perder, no acepta que nos rechacen, no quiere que nos humillen, no deja que sintamos vergüenza, ni cualquier otro sentimiento que nos haga sentirnos mal; el ego quiere que seamos mejor, no solo mejor en algo, sino mejor en todo sobre todos los demás. Si has logrado entender lo que acabo de explicar, podrás conocer el secreto de la paz mental. Todos tenemos al ego en nuestra vida, es normal y natural, es parte de nosotros. Es quien nos enseñó a dar nuestros primeros pasos, quien nos motivó y quien nos ha mantenido firmes hasta ahora. Si llegaras a creer que ya tienes

dominado al ego y vives de acuerdo a tu intuición, es muy probable que sea porque el ego te tiene dominado y no puedes salir de ahí, pues crees que lo has dominado y ya eres independiente de él. Eres lo que crees ser de acuerdo a como te describa tu ego. Es el mismo ego, el que a través de tu mente, crea sus fantásticas historias y sus dramáticos diálogos, con el propósito de no dejarte vencer; no acepta una derrota, le dará vueltas desde tu mente a alguna situación que no le favoreció para demostrar que los demás son los responsables de lo que ha sucedido y que tú sólo fuiste víctima de la situación. Día y noche habla el ego a través de nuestra mente, porque él vive por nosotros. Le hemos creído cuando nos dice que somos seres materiales, por eso hemos luchado para tener una buena imagen frente a los demás.

C u a n d o nos sucede algo desagradable, nos duele el alma, con un dolor que desagrada al ego; reconocemos la molestia del ego, porque creamos con la mente repetidos diálogos; a estos diálogos le llamamos “ruidos mentales”, porque son quejas de un ego que se siente agredido. El excesivo ruido mental nos atraerá los sentimientos negativos que vivimos anteriormente, estresaremos nuestro cuerpo y podría hasta provocarnos insomnio, porque la mente estará ocupada por un mal humor del ego. “¿Cómo es posible que me suceda esto?”, habla el ego, lo escuchamos y le damos vueltas a lo que sucedió, cambiamos la situación y los diálogos una y otra vez, le damos muchas formas; dejamos que viva el ego y nosotros dejamos de vivir. El ego nos cansa, estresa, deprime,

y debilita… muchas veces hasta nos enferma. ¿Alguna vez al despertar, sabiendo que dormiste las horas necesarias, no te has querido levantar? Es porque el ego está estresando y cansando tu cuerpo. ¿Alguna vez te ha costado trabajo dormir? Es porque el ego no deja tu mente tranquila y no te permite descansar. Ahora que has descubierto al ego en ti, puedes concluir que cuando otras personas te agreden o desean hacerte sentir mal, es porque son guiados por su ego. Sin el propósito de criticarlas ni etiquetarlas, sino comprenderlas, cada vez que sientas alguna agresión, recuerda que su ego la está guiando. Si te quieres defender creando otra agresión, es porque tu ego lo está recibiendo, y seguramente iniciarán una lucha de egos lastimados.

Recomendación 1. Busca un lugar tranquilo, si puedes hacerlo en este momento sería mejor. Analízate, recuerda los momentos que te enojaste con alguna persona hasta llegar a las agresiones con palabras o con golpes. De acuerdo a éste capítulo, ¿Crees que fue el ego, quien actuó en ti? 2. Conversa con tu ego, dile que le agradeces que haya estado contigo, seguramente fue mucha ayuda la que te brindó, pero ahora quieres retomar tu vida de forma distinta, y con responsabilidad tomar un nuevo rumbo, sin buscar ser mejor a los demás, sino ser tú mismo. 3. Durante tu día, presta atención cuándo está hablando tu ego y no te está dejando vivir. Cuando suceda, repite en tu corazón:

“Está hablando mi ego”, de inmediato regresa la atención a tu respiración y a lo que hay alrededor de ti: a los colores, sonidos, y lo que te recuerde que estás vivo. Ve los detalles que te da la vida. El Ego es material, pero tú eres espiritual. Tu esencia proviene del Universo, aunque tu cuerpo proviene de la tierra. Cada vez que te interesa lo que otros digan de ti o lo que puedan pensar de ti, es porque te estás identificando con tu esencia material, y estás olvidando tu esencia espiritual. Nuestro cuerpo físico es importante, porque a través de él mantenemos nuestra existencia y contacto en la tierra con los demás seres humanos, por eso debemos cuidarlo y mantenerlo en buen estado, pero no cuidarlo para dar buena imagen a los demás, porque si lo haces así es porque te estás dejando

llevar por tu ego, y no podrás disfrutar tu día a día.

Otra forma de reconocer la basura mental Cuando tratamos de centrar nuestra atención al ahora, nos percatamos que no es tan fácil como lo han dicho; constantemente mandamos nuestra atención a otro momento, como si nuestra prioridad fuera otro tiempo; dejamos el ahora, para vivir en el ayer o el mañana. S i prestas atención a los diálogos que generas, podrás descubrir que el origen de estas distracciones mentales se resume en La necesidad de ser aceptado. Creamos actos mentales para disfrazar este claro

sentimiento.

Al sentirnos agredidos Si alguien nos hace algún comentario desagradable nos sentimos agredidos y podríamos contestar para devolver la agresión. La otra persona se defenderá y podríamos iniciar agresiones de ida y vuelta, porque nadie quiere perder la discusión. Puede terminar la discusión física, pero se quedará la discusión mental para otro momento. Más tarde idearemos nuevos diálogos mentales recordando lo que dijimos, lo que nos dijeron, lo que contestamos, y agregar lo que pudimos haber dicho pero no lo dijimos en el momento. Cada vez que recordamos ese momento no grato, volvemos a llenarnos de

sentimientos de enojo, rencor, e impotencia; revivimos los sentimientos, estresamos el cuerpo, guiñas la frente, entristecemos el corazón y mandamos la carga a la mente con diálogos nuevos, repetitivos y posiblemente con más rencor. Es cuando dejamos el ahora para vivir en el ayer. Creemos que si agregamos nuevos diálogos, ganaremos la pelea que ya quedó en el pasado. S i la necedad es muy grande, contaremos lo sucedido a amigos, familia y conocidos para demostrar que fuimos víctimas de la situación; estaremos buscando apoyo de otras personas para demostrar que somos buenos, y son los demás los malos. ¿Por qué nos sentimos agredidos? Porque con algunas palabras que recibimos nos sentimos rechazados en el entorno, en el medio o en el corazón de otros. Al no sentirnos aceptados, despertamos un dolor

emocional, pero si no aceptamos el dolor emocional, podríamos intentar demostrar a los demás que sólo fuimos víctima de la situación. La necesidad de ser aceptados, provoca que nos sintamos agredidos, y en nuestra mente ideamos diálogos imaginarios, historias y todo tipo de escenarios posibles, para no aceptar el sentimiento de rechazo.

Sentir culpa Si alguien, sobre todo personas de influencia sobre nosotros –como hermanos, padres, jefes laborales, pareja, amigos o personas de influencia-, nos hace un comentario que provoque algún sentimiento de culpa, ya sea porque no hicimos algo bien, porque algo olvidamos o simplemente porque no quisimos hacerlo; la culpa llega en el centro del corazón como un golpe que

se queda pegado en nosotros; buscamos de distintas formas despegarlo, ya sea pidiendo disculpas, arreglando la situación, o simplemente preguntando por lo que sucedió. Mientras aclaramos la situación, iniciamos una nueva sesión de diálogos imaginarios siendo nosotros la víctima; con los diálogos deseamos demostrar que no somos culpables de lo sucedido; pero si aceptamos la responsabilidad, inventamos diálogos para aclarar las cosas de la mejor manera, o simplemente la manera de pedir perdón. A l sentirnos culpados, sentimos un rechazo ante los ojos del otro; intentamos cambiar lo que ha pasado para sentirnos nuevamente aceptados, pero como el pasado no podemos cambiar, lo único que queda es cambiarlo mentalmente, creando

más diálogos imaginarios.

Ser el mejor Queremos darnos a notar, demostrar que existimos, decir que somos mejor a los demás; hemos creído que darnos a notar es la única manera que tenemos para ser aceptado por los demás. Cuando se traten temas relacionados a la capacidad intelectual, mental, extrasensorial o sensibilidad; podríamos hacer comentarios para dar a entender que somos mejores, elegidos o bendecido; algunas veces hasta podríamos mentir lo que sabemos, sentimos, oímos o vemos; sólo para demostrar que somos el mejor o uno de los mejores. Las expresiones más comunes que podemos decir son “Yo tengo un oído muy

fino, yo siento cuando hablan de mí, yo me doy cuenta, yo hice más puntos, yo soy humilde, yo mejor no digo nada, yo respeto… yo …, yo” … anteponemos lo que creemos que somos, o lo que queremos que sepan los demás de nosotros mismos. Por querer buscar la aceptación, iniciamos un ambiente de competencia, y podríamos hasta agredir o acusar a otros. Desafortunadamente, algunas veces creemos que darnos a notar es la única manera que tenemos para ser aceptamos. Buscamos qué hacer para demostrar que somos los mejores o uno de los mejores, creando conversaciones mentales, imaginando lo que diremos a los demás, cuidando nuestras palabras, y hasta podemos decidir ser honestos, sencillos, y humildes… sólo para que otros vean que tenemos una cualidad.

Miedo a fallar Preparar y planear las actividades futuras es necesario para lograr los propósitos deseados, pero el miedo a la equivocación hace que muchas veces no pongamos atención a los detalles importantes, y nos llenemos de basura mental antes de tiempo. De manera natural, preparamos lo que necesitamos para lograr nuestra actividad futura –por ejemplo tareas de la escuela, exposiciones, o visita a algún cliente -, pero el miedo a equivocarnos, hace que nos estresemos desde antes, imaginemos qué nos preguntarán y lo que responderemos. Preparar y planear las actividades futuras es necesario, pero ya no son necesarias las repeticiones mentales y los diálogos, imaginando lo que pudiera suceder en el

próximo momento, como si preparar los diálogos aseguramos el éxito de nuestro futuro. Crear diálogos imaginarios relacionados al futuro, nos estresa, cansa, preocupa, y no permite que vivamos el presente. Cuando llega el momento que planeamos, muchas de las cosas mentalmente que inventamos no llegan, pero por creer lo que pudo suceder nos cansas, nos adelantamos a un futuro que tal vez no llegue tal como lo ideamos, perdemos el tiempo creando diálogos de temor, y nos estresamos sin una razón particular. E l miedo a equivocarnos nace, porque creemos que si fallamos nos verán mal, y podríamos ser rechazados por crear una mala imagen de nosotros mismos.

Recomendaciones

Presta atención a los diálogos mentales que generes durante el día. Mientras más diálogos mentales generes, es un aviso de que tienes más temor a ser aceptado por los demás. Cada vez que generes un diálogo mental, realiza lo siguiente: 1 . Identifica el sentimiento: ¿Te sientes agredido, sientes culpa, quieres ser el mejor, tienes miedo a fallar en el futuro? 2. Recuerda que el origen es la necesidad de sentirte aceptado. 3. Repite este mensaje utilizando tus propias palabras “Confío en el presente, Dios está conmigo” Cuando te deje de interesar lo que digan los demás de ti, ese día cambiará tu vida.

Los sentimientos negativos De acuerdo a las costumbres, tradiciones y creencias de la familia, es como fuimos educados. C u a n d o fuimos pequeños, nos sentimos indefensos, sentimos que todos eran muy grandes. Sabíamos que los demás estaban para darnos lo que necesitáramos, ya que no podíamos depender de nosotros mismos. A los mayores -padres o familia-, les dimos nuestra confianza. Ellos fueron nuestros protectores y sabios; todos los problemas que tuviéramos y las necesidades

o dudas nos lo podían resolver. Lo que nos enseñaron lo considerábamos palabras sabias, y quedó grabado en nuestro inconsciente. Sus mensajes y actitudes los trajimos hasta el día de hoy. Desde muy pequeño, conocimos los sentimientos positivos y negativos, éramos capaces de saberlos reconocer, simplemente reíamos o llorábamos dependiendo de lo que sentíamos, pues era la única manera que podíamos expresar alegría o necesidad. Nuestros padres y los mayores que nos rodearon, creyeron que ya lo sabíamos todo, y que nuestro comportamiento era maña, chantaje o debilidad. Ellos estaban preocupados por las necesidades de su momento, seguramente sobreviviendo de acuerdo a sus propias creencias y conocimientos; y escuchar nuestros sentimientos -convertidos en quejas, gritos

de llanto o risas ruidosas-, tal vez provocó que nos regañaran o pidieran que nos controláramos; si era constante, pudieron haber llegado a los golpes o alguna amenaza. La falta de experiencia y la facilidad de los mayores de nuestro tiempo para irritarse, provocó que constantemente nos dijeran: Cállate, aguántate, no grites, no llores, ya no te voy a querer, siéntate, compórtate, eres malo... y muchas expresiones más que llegaron a nuestro corazón rechazado. Cuando nos daban expresiones de rechazo como “no te voy a querer, eres malo, no sé qué hacer contigo, ya no te quiero…” lo creímos, porque los mayores eran los que nos protegían, y con los que debíamos quedar bien, de lo contrario podríamos perder su amistad, su protección y su amor.

Cuando nos decían “no grites, no llores, cállate, aguántate como los hombres, me irritas…”, nos asustaba porque los considerábamos los sabios, los que lo sabían todo, los que nos protegían; y llevarles la contraria podría provocarnos más problemas. Para evitar esos problemas, decidimos esconder nuestros sentimientos, poco a poco los ocultamos, los disfrazamos y los ignoramos. Todos los sentimientos siguen vivos en nosotros, tal como estuvieron cuando fuimos pequeños; aunque los ignoramos por muchos años, siguen ahí, sólo se escondieron en el alma para evitar problemas con los mayores. Si fueron diversos sentimientos los que escondimos, podrían estar descompuestos dentro de nosotros, y hoy los podemos sentir como heridas que duelen, y nos hacen sufrir; si seguimos ignorándolos, seguirán

molestándonos. Es muy probable que sea tanto el dolor, que lo reflejemos en enojos, mal humor, estrés, ansiedad o buscando hacer sentir mal a otros. El sentimiento quiere salir pero no lo dejamos fluir. Vuelven a nuestra mente palabras del pasado como “no llores, cállate, no te voy a querer, me irritas, los hombres no lloran, eres malo…” Esos sentimientos son nuestros, los recibimos como un regalo de Dios para que nos conozcamos mejor; son el mejor medio que tenemos para conocernos y lograr la sanación interior. Es normal enojarnos, gritar, llorar, sentir ese calor de coraje que nace del estómago… lo que no es normal, es que ese coraje lo expulsemos hacia otras personas, porque contagiamos a otros de nuestras enfermedades emocionales.

S i prestas atención a tus enojos, descubrirás que dentro de él están escondidos otros sentimientos negativos, disfrazados en enfados cotidianos. Existen muchos sentimientos negativos como el miedo, la vergüenza, la inseguridad, la culpa, la ansiedad, la baja autoestima; pero el enojo es el que se muestra primero, y detrás de éste están los demás, uno tras otro; reconocer el enojo ayudará a que lleguemos al sentimiento negativo raíz, y seguramente será “la necesidad de ser aceptado”.

Recomendaciones Cuando sientas algún sentimiento negativo; por ejemplo enojo, recíbelo, no pierdas el control de ese momento, no grites, no agredas a otros, simplemente siéntelo, aprende a reconocerlo y acéptalo.

De forma mental puedes decir: “Estoy sintiendo [e indicas el sentimiento]”, por ejemplo: “Estoy sintiendo miedo, estoy sintiendo ansiedad”

Reconociendo el Estrés El estrés es solo una reacción de autodefensa de nuestro organismo. De pequeño, el estrés fue nuestro compañero, posiblemente derivado de un pasado de buenos modales, de carencias económicas, o de sufrimiento; lo activamos como defensa de nuestro organismo cada vez que nos equivocábamos. El miedo a ser golpeado, regañado o recibir un simple rechazo, nos llevó a colocar el estrés como defensa en nuestro organismo. En la infancia conocimos el estrés; durante la adolescencia la utilizamos

para sentirnos fuertes y enfrentar los nuevos momentos que se presentara en nuestra vida cotidiana; y en el presente lo seguimos utilizando para evadir nuestra realidad y alejarnos de nuestra libertad. Llegamos a decir que nos estresa la familia, los niños, la calle, el trabajo, el jefe laboral y todo el mundo. Si analizamos el origen del estrés, descubriremos que el estrés sigue siendo un defensa para no ver dentro de nosotros mismos. El estrés es natural, porque es un defensa de nuestro organismo; pero deja de ser natural cuando lo mantenemos por horas, días, meses, años o por toda la vida, ya que afecta nuestras emociones. El estrés cansa y no deja que fluyamos con naturalidad -no permite que disfrutemos el día a día y nos aleja de la libertad -. Analiza tu nivel de estrés. El estrés

no es natural cuando te cansa, te enoja o hace que te olvides de ti mismo. El estrés es el síntoma de que estás reaccionando, y debes poner atención a lo que está sucediendo dentro de ti. Podemos estar presionados en tus actividades cotidianas, concentrado en lo que haces; pero presta atención a tu cuerpo, no necesitamos endurecerlo. El estrés inició como un defensa de la vida para hacerle frente algún momento del pasado, pero ese momento ya pasó, seguramente no te habías dado cuenta que ya no lo necesitas, por eso sigues creyendo que debe permanecer en ti para hacer frente a cualquier situación. Ya no necesitamos el estrés en tu vida. Te sirvió en alguna ocasión, pero este momento ya es otro, el momento actual es un momento de libertad. Ahora estás en otra época, aquí eres el responsable de tu vida, y

ya no tienes de quién defenderte. Ya no tienes ni una razón para mantener el estrés en tu cuerpo, mejor aprovecha los eventos que suceden en tus actividades diarias para conocerte, conocer lo que está sucediendo en ti, aceptarte y déjate fluir. Si te atreves a conocerte y te propones soltar el estrés, puedes dejar fluir tus sentimientos con mayor naturalidad.

Recomendación, cuerpo

relajación

del

Presta atención a lo que sucede en tus actividades cotidianas, si no lo has logrado, o no sabías cómo, inicia ahora con el ejercicio siguiente y otras recomendaciones que se indican adelante.

Ejercicio 1. Relaja tus hombros y tu cuello, déjalos caer como si no tuvieras fuerzas en él. 2. Mantén recta tu espalda sin estresar el cuello. 3. Cuando te sientes, por ejemplo en una silla, coloca los pies en el piso, a la altura de la rodilla -creando un ángulo recto, no las cruces debajo del asiento-. 4. Cuando camines, hazlo seguro mirando al frente y con la espalda recta -evita ver hacia abajo, sólo hazlo cuando sea necesario-. 5. Cuando estés parado, mantén la atención para que no vuelvas a estresar el cuello. Las muslos traseros no los tenses, déjalos suaves y sostén tu peso con las piernas sin tensar las pantorrillas ni los dedos de los pies. 6. Habla seguro, como si no tuvieras miedo. Presta atención a tu voz, asegúrate de emitir

una voz con seguridad. Si aún no lo has hecho, atrévete a hablar con otras personas y en público. 7. Mantén tu respiración constante. Respira y siente cómo el aire pasa por tu garganta y llega a tu estómago; no lo detengas por nada. 8 . Presta atención a los olores que hay alrededor de ti, manteniendo tu respiración continua. 9 . Presta atención a los sonidos que hay alrededor de ti, manteniendo tu respiración continua. 10. Al dormir, no hagas puños con las manos; al contrario, abre las palmas de la mano sin hacer fuerza en ellos. Al dormir boca arriba procura no doblar las rodillas ni juntar los pies. 11. Mantente atento de lo que sucede alrededor de ti.

Mientras reflexionas ésta lectura, así sentado, coloca tu mano derecha sobre tu pierna derecha, y tu mano izquierda sobre tu pierna izquierda. Las dos manos deben estar con las palmas hacia arriba, abierta, sin hacer ninguna fuerza, como si no tuvieras fuerza. Suelta tu cuerpo y siente la relajación. Si haces esto en este momento, posiblemente sientas un cosquilleo en el cuerpo, principalmente en las manos y brazos; siéntelo, no estreses el cuerpo por nada. Es recomendable cerrar los ojos y mantener una respiración pausada y constante, sin pensar, simplemente sentirte. Hazlo por unos minutos y sigue con la lectura. Aplica esta técnica en cualquier actividad cotidiana; si en algún momento vuelves a tensar tus músculos, es porque

dejaste de fluir por un momento, repite la técnica para regresar al presente. Date la oportunidad de cambiar tu rutina y de vivir sin estrés. Estos ejercicios te ayudarán a eliminar el estrés que tienes acumulado en muchos años. Presta atención a las reacciones que tengas dentro de tus actividades cotidianas: como cuando conversas con un cliente, cuando tienes una reunión con tu jefe o compañeros de trabajo, cuando conversas con amigos, cuando estás con tu pareja, cuando convives con tu familia, y hasta cuando caminas por la calle. Cuando no confiamos en la vida, endurecemos nuestro cuerpo y la enfrentamos con temores, como si estuviéramos a punto de recibir una agresión.

Aceptando negativos

los

sentimientos

Por tradición, el ser humano considera más importante lo que diga la sociedad de él, que lo que diga él mismo, porque su vida se centra en buscar cumplir las expectativas de los demás. La necesidad de cumplir expectativas de otros, provoca que cada quien se olvide de sí mismo, y sólo le interese lo que la sociedad desea de él. Esta tradición permite que ignoremos –e inclusive que hasta detesteslos sentimientos, creyendo que así aseguramos el cariño de nuestros padres,

recibimos más amistades, y satisfacemos las expectativas de la sociedad. Nos ha interesado más la sociedad que “nosotros mismos”. Hemos creído que la sociedad es muy importante, y nuestra personalidad la hemos moldeado de acuerdo a lo que esperan los demás de nosotros. ¿Has ignorado tus sentimientos? Seguramente los sientes, pero no logras hacerlo consiente, o los rechazas como si no existieran. Si eres honesto, aceptarás que los sentimientos aún viven en ti, y que siempre estarán para enseñarte tu personalidad, tus carencias y tus virtudes, para que te conozcas, y cuando aprendas a convivir con ellos, disfrutes la vida. Si sientes que te afectan los sentimientos negativos, es porque aún no los dejas fluir, los retienes con estrés o mal

humor, o simplemente los evades. Por ejemplo, si sientes vergüenza – pena- para hablar con alguien que te interesa como pareja, o te gusta su compañía, en lugar de aceptar que sientes vergüenza, podrías decir: “no voy a verlo porque valgo más, no tengo que decir, no estoy arreglado de forma adecuada…”, o simplemente dices “no es el momento aun”. Sé consciente de lo que sientes, y permítete la oportunidad de recibir el sentimiento en ti como algo natural, de esta manera lo dejaras fluir y dejará de dañarte. ¿Tienes miedo, ansiedad…? ¿Qué más sientes?

vergüenza,

S i deseas evadir los problemas o situaciones de la vida, sólo porque sientes miedo, vergüenza, inseguridad, o estrés; pierdes la oportunidad de conocerte, de conocer las emociones y sentimientos que te

dañan, y pierdes la oportunidad de utilizar tu fuerza interior para superar cualquier emoción que viva en ti. Cualquier sentimiento negativo que sientas, es normal. Sé fuerte para aceptarlo. Cuando se te presente alguna situación que consideres difícil, recuerda que la situación como tal no es difícil, son tus sentimientos negativos guardados en tu inconsciente los que son difíciles de aceptar, son ellos los que se están interponiendo en tu vida, y son a ellos a los que debes afrontar. Si lo haces c o ns c i e nt e , cuando sientas miedo, inseguridad, vergüenza, estrés, ansiedad, o cualquier otro sentimiento que te afecte, bastará respirar hondo, sentir la fuerza que tiene el sentimiento negativo, y al mismo tiempo sentir cómo recibes toda la fuerza interior necesaria para afrontarlo y lograr cualquier propósito en tu vida.

Por ejemplo, cuando recibas una invitación para hablar en público, en lugar de rechazar la invitación con pretextos como decir que estás enfermo, estás ocupado, saldrás fuera de la ciudad, o cualquier otro pretexto-, sé consciente de lo que sientes; aun con el miedo, la vergüenza, la inseguridad y todos los sentimientos negativos que te despierte la situación, afróntalos, camina hacia tu objetivo, sé fuerte, y actúa como si estuvieras sin miedo, sin vergüenza y con seguridad. No podría decirte que hagas a un lado tus sentimientos, te podría recordar los erróneos mensajes de motivación, como no tengas miedo, hazlo sin pena, siéntete seguro; sería peligrosa esta recomendación porque estarías rechazando tus sentimientos, mejor “tráelos contigo” y hazle frente a los sentimientos que lleguen a ti. Aun con los miedos, aun con la vergüenza, aun con la

inseguridad que sientas en ti, afronta todas las situaciones que se te presenten. Tienes toda fuerza interior para afrontar y lograr con éxito todo lo que te propongas, sólo enfréntalo y te darás cuenta de todo tu potencial.

Reconociendo la vergüenza La Vergüenza es un sentimiento aprendido, generalmente transmitido por personas mayores (padres, familiares o la sociedad) que tienen vergüenza o miedos a las demás personas. Los mayores lo enseñan a los pequeños, los pequeños crecen y lo enseñarán a las demás generaciones. La vergüenza la sentimos cuando imaginamos que otras personas nos están vigilando o creemos que están poniendo atención a nuestros actos para burlarse de nosotros, o para decirnos que estamos haciendo algo mal.

¿Por qué hay personas que cantan, bailan, gritan, conversan… sin vergüenza? Porque ellos aprendieron a hacer las cosas con naturalidad. No se preocupan por el “qué dirán”, simplemente hacen lo que desean hacer y fluyen a sus sentimientos, sin que les interesen los demás. Otro de los orígenes de éste sentimiento negativo es la crítica. Cuando criticamos a la familia de otros, como su casa, sus estudios, su coche, su trabajo, su “mala educación”… cada crítica que hacemos, es un motivo para provocarnos vergüenza cuando caemos en los hechos que criticamos. Mientras más criticamos, mas vergüenza sentimos en nuestras actividades diarias, ya que pensamos que así como criticamos, seres criticados; simplemente sentimos lo que nosotros somos. María

siempre ha criticado la

forma de conducir de los conductores de vehículo. Cada vez que ve a alguien aprendiendo a manejar le dice a sus compañeros: “Mira a aquel, si no sabe manejar, no debería hacerlo”. Actualmente María está aprendiendo a manejar y le da mucho miedo chocar con otros autos, siente que la están vigilando y criticando. El miedo puede traer como origen, la vergüenza. A Esteban le gustaba cantar, pero cada vez que lo hacía, sus padres le decían que “dejara de gritar”; los padres de Esteban se malhumoraban al escucharlo, así que Esteban decidió dejar de cantar. Actualmente Esteban permanece callado aun cuando sus amigos cantan y se divierten. Esteban ya no recuerda que alguna vez lo callaron, pero como tiene el mensaje en su inconsciente, simplemente

dice que tiene vergüenza. Forma de reconocer La vergüenza, la puedes reconocer de esta forma: - Pena para hablar, para reír, para llorar, para mostrar con naturalidad tu personalidad. - Te sientes vigilado. - Cuando te sucede algo chusco, lo guardas dentro de ti, sin contarlo a alguien. - Si dices o haces algo que crees que es vergonzoso, no te atreves a hacerle frente, prefieres aislarte. - Crees que si haces algún comentario en grupo, puedes equivocarte y se burlarán de ti.

Recomendaciones - Haz lo que quieras hacer sin importar si alguien te está viendo o escuchando. Atrévete a que te vean, te critiquen o te juzguen. Diviértete con lo que hagas, y disfruta tus equivocaciones. Siente el sabor de la vida, no todo es dulce, tiene diferentes sabores; esta variedad de sabores es la que hace de la vida el verdadero sentido de vivir. - Haz lo que quieras hacer, deja fluir tus habilidades y siente la libertad de vivir, pero siempre respetando a los demás. - Canta como si nadie te escuchara, baila como si nadie te viera, ríe como si estuvieras solo, cuenta tus anécdotas como si a otro le hubiera pasado. Disfruta los sabores de la vida. - Deja de criticar a los demás. Es mejor guardar silencio, antes de aventar una crítica

a otro. Cada vez que quieras aventar una crítica busca el origen, podría ser inseguridad en ti mismo, pero para distraer la atención de los demás, podrías hacer quedar mal a otros. Una crítica puede ser hablada o pensada, en ti genera el mismo efecto negativo. - Te invito a que seas libre, que decidas romper las barreras que te limitan y seas como el volcán que surge desde adentro: sin criticar, simplemente aceptando a los demás tal como son.

Reflexión ¿Recuerdas algún momento de tu vida que te provocó vergüenza y lo callaste sin decirlo a alguien? Cada vez que pase algo parecido, regresará a ti el sentimiento de vergüenza. Lo recordarás y creerás que todos lo recuerdan también.

¿Recuerdas algún momento de tu vida que te provocó vergüenza pero te reíste y lo contaste a tus amigos y familiares? Que diferencia ¿verdad? Si los momentos vergonzosos los guardas, te sentirás mal cada vez que lo recuerdes, o evitarás hacer algunas cosas para que no vuelvas a repetir momentos vergonzosos; al contrario sucede cuando lo cuentas, la vergüenza desaparece, queda como una anécdota que contar con amigos, todos lo tomarán muy natural, porque todos tenemos historias chuscas en nuestras vidas. No se reirán de ti, se reirán del momento sucedido. Sólo asegúrate que cuando cuentes tu experiencia, no culpes a otros de lo que te sucedió. Compruébalo y te sorprenderás.

Reconociendo la Ansiedad La ansiedad es un sentimiento que se fortalece desde la infancia. Si de pequeño nos pedían que hiciéramos las actividades cotidianas de forma apresurada, ya sea porque los mayores andaban presionados, no tenían paciencia, o se sentían alterados; esas presiones constantes provocaron que nos acostumbráramos a vivir en estrés por hacer todas las cosas “corriendo”. Si te apresuraban para prepararte para ir a la escuela, para salir a jugar, para comer, para hacer los quehaceres domésticos, y para todo; provocó que hoy sigas apresurándote,

y hasta utilices la ansiedad como un escudo para opacar otros sentimientos negativos que viven en ti; la ansiedad generalmente tiene como origen otros sentimientos negativos, la ansiedad es sólo un medio para mantenerlos ocultos. H o y podemos creer que seguimos en el pasado, las presiones se pudieron guardar en nuestro inconsciente como un archivo oculto que se activará cada vez que necesitemos hacer algo. Muchas veces ya no necesitamos estar presionado, pero el archivo inconsciente se activa, y regresa la ansiedad en nosotros. Por muy fuerte que viva en ti la ansiedad, déjame decirte que no es un sentimiento negativo raíz. La ansiedad no existe, es sólo una creencia aprendida del pasado; busca el origen del estrés que te provoca, podría ser un sentimiento de culpa,

miedo, inseguridad en ti o algún otro sentimiento. Forma de reconocer - Para aprovechar el tiempo, deseas hacer varias cosas a la vez, pero no logras ponerle la debida atención a todas las cosas que haces. - Si tienes algún compromiso como cita, reunión, o fiesta con amigos, mientras veas que tienes suficiente tiempo, lo aprovecharás para hacer otras cosas; sin embargo, cuando se acerque la hora de la cita o se te está haciendo tarde, dejas que transcurra el tiempo, esperando que se haga aún más tarde, porque crees que si llegas antes pierdes el tiempo. - Realizas tus actividades laborales lo más rápido que puedas, si te distraes un momento

sientes como una actividad para atrasarte; y organizar tu lugar de trabajo lo consideras como una pérdida de tiempo. - Tu lugar de trabajo o vivienda, siempre estará desordenada, porque no tienes tiempo para organizarla, provocando que tus cosas de uso cotidiano no los encuentres, o se te olvidan los eventos y compromisos del día. - Tienes el tiempo necesario para descansar, leer o estar con la familia; sin embargo, no te sientes tranquilo, inventas cosas que hacer porque no puedes estar pasivo. - Cuando estás con la familia o amigos, hablas de cosas variadas sin tocar un solo tema en particular, ni terminar alguno. - Cuando sales con amigos o familiares, sientes que le quitas el tiempo si deseas hacer algo personal, como ver alguna fuente, ver algún paisaje, leer un anuncio; o simplemente cuando vas de compras te

estresas mientras estás comprando, sientes que le haces perder el tiempo a quien te acompaña. - Dejas de poner atención a lo que sucede alrededor de ti. - Vives una vida en estrés.

Recomendaciones El primer paso para superar éste sentimiento, es que calmes tus sentidos y comprendas que aun cuando quieras terminar tus actividades o compromisos lo antes posible, logras mejores resultados si te calmas y las haces con paciencia. Cuando logres calmar la ansiedad, te mostrará el sentimiento negativo raíz, el cual puede ser inseguridad, culpa, miedo, o cualquier otro sentimiento negativo. Una vez que encuentres el sentimiento negativo,

podrás saber el origen. Cada vez que sientas la ansiedad en tus venas, recuerda lo siguiente: - Toma el tiempo necesario para hacer las actividades que requieras, no necesitas complacer a nadie. - Ordena tu lugar de trabajo, tu hogar, tus pensamientos y todo lo que hay alrededor de ti. - Busca tu bienestar, termina tus compromisos con calma. Nadie tiene porque apurarte. Si te presionas, lo que hagas no saldrán bien, es mejor adoptar la paciencia. - Deja de complacer a otros, complácete a ti dándole tranquilidad a tu corazón y dando lo que tu corazón quiera dar cuando esté tranquilo. No des algo cuando estés presionado, porque es muy probable que sólo des ansiedad a tu corazón y a las

personas que te rodean; es muy probable que des enojo, gritos, estrés… - Calma paciencia ansiedad. complica, lograrás.

tu mente, haz las cosas con y no te dejes llevar por tu Si las primeras veces se te sigue insistiendo, pronto lo

- Procura no hacer varias cosas al mismo tiempo si sientes que no les pones la debida atención. Comienza a hacer tus actividades una a una. Organízate, no te dejes llevar por las circunstancias. - Escucha música suave, evita ver programas de televisión con agresiones físicas y emocionales como telenovelas, películas de terror, o noticias amarillistas. - Presta atención a lo que sucede alrededor de ti, escucha los sonidos de tu medio ambiente, siente el aire fresco, contempla tu momento y lo que te rodea. Mantén tu

atención a los colores que hay alrededor de ti. Percibe los olores que viajan en tu medio ambiente. - Busca lugares tranquilos para dialogar con Dios y deja un momento de silencio para escuchar su voz. Tener un momento para meditar y buscar la paz en tu corazón, es un regalo que puedes hacerte. - Date tiempo para ti mismo. - De vez en cuando, recibe un baño con hojas de olor como romero, albahaca, ruda, menta, o cualquier hierba relajante disponible en tu ciudad;, o alguna terapia relajante. - Acepta que mereces vivir y ser feliz. - Permítete tomar una siesta en el día.

Reconociendo la culpa La culpa podría vivir en nosotros como un sentimiento muy arraigado. La culpa también es aprendida y llevada a la práctica de forma inconsciente, sin darte cuenta cuando haces uso de ella. Es muy común que los mayores de nuestra infancia, nos presionaran para que hiciéramos lo que ellos deseaban. Nuestra rebeldía infantil derivada de nuestra necesidad de aprender, además de las presiones sociales y la buena educación que debían entregar a sus hijos, provocó que no fuera fácil controlarnos, por lo que los

mayores buscaron medios para controlar esas distracciones, y una de ellos fue el chantaje. Los mayores reaccionaron de acuerdo a lo que les enseñaron, fue la única herramienta que tenían para controlar a sus hijos, simplemente enseñaron lo que aprendieron. Es probable que para prevenir nuestra rebeldía infantil, nos decían: - Cuida a tu hermano –o hermana- porque yo estoy ocupado trabajando para tener de comer. - Duérmete temprano, sino mañana no te llevo a pasear. - No hables cuando hay gente mayor, porque te van a regañar. - Haz tu tarea, sino la haces te regañarán en la escuela. Si hacíamos algo diferente a lo que

esperaban o te equivocabas, en lugar de explicarte donde estuvo la falla, te culpaban para que aprendieras a obedecer: - Ya vez, por portarte mal te caíste. - Te lo dije, ahora no llores. - Me enfermé porque no obedeces. - Si me obedecieras no te hubieras equivocado. Expresiones repetidas de chantaje fueron acumulándose en nosotros, las creímos y las guardamos en nuestro inconsciente. Hoy no nos damos cuenta cómo esas programaciones siguen guiándonos; en cualquier momento se activan esos archivos para recordarnos que algo puede suceder con la decisión que tomemos. Nuestros padres o tutores, jefes laborales, la pareja, y las personas con las que convivimos actualmente, despiertan los mensajes inconscientes, porque nos

mantenemos atento a lo que nos dicen; podríamos buscar sus gestos faciales, expresiones con la mano o en sus palabras, hasta encontrar el mensaje de culpa. Podemos creer que los demás están queriendo culpar, traemos la culpa con la misma intensidad de cuando éramos pequeños. Sin embargo, el ego nuevamente saldrá en nuestra ayuda, se impondrá y estará listo para protegernos, pues como siempre, no permitirá que nos dañen, aunque la intención de las demás personas no sea dañarnos. Cuando realizamos nuestras actividades cotidianas con el temor a equivocarnos, creamos una regresión de sentimientos inconscientes, creemos que si fallamos, los demás pueden chantajearnos y culparnos.

El miedo a que nos culpen en caso de falla o fracaso, hace que hoy hagamos nuestras actividades, compromisos y retos con temor, pues no nos sentimos con la libertad de equivocarnos o que recibamos una corrección. Podríamos limitarnos al buscar un empleo remunerable, un ascenso laboral, al tratar con clientes potenciales… inclusive, el miedo influirá a que no nos atrevamos a alcanzar nuestros propósitos y estemos estancados en la superficie de la vida, pues decidimos evitar bucear en sus profundidades. El ego no permite que nos culpen, antes que reciba el mensaje de culpa, buscará un pretexto para evadir los problemas o chantajear a otros para hacerlos sentir culpables y así salgamos victorioso de la situación. La culpa es un sentimiento negativo

que podemos contagiar fácilmente a otros a través del chantaje, o podemos salir victoriosos a través de la evasión. La culpa es un virus que vive en nosotros, del cual somos portadores, y podremos distribuirlo a otros, como a bebés, niños, adolescentes, adultos, a tu pareja, tus padres, amigos, o a todos los que te rodean; comúnmente distribuimos la culpa a través del chantaje. Si crees que te regañarán o culparán por hacer algo mal, antes de ser culpado podrías buscar cómo culpar a otros. Los más afectados son generalmente tus hijos o tu pareja, porque cargarás tus complejos en ellos; descargar tu culpa, no te sana, al contrario, te mantiene enfermo, ya que así como el virus, seguirá comiendo tu alma hasta destruirla y perderla en la molestia, la intolerancia y el enojo.

Si mantienes esta postura, pronto dejarás de luchar por tus sueños, porque culparás a los demás tu falta de fuerza para enfrentar experiencias que te deja la vida; podrías culpar al gobierno, a tu pareja, a tus padres, a tus amigos, a la naturaleza, a tu signo zodiacal o a cualquier persona, cosa o circunstancia que te haga enfrentarte a ti mismo. ¿Dejas que la culpa mueva tu vida? Analiza los siguientes ejemplos y analiza por tu propia cuenta: - ¿No te atreves a buscar nuevos empleos, porque crees que no tienes la suficiente capacidad, o que otros criticarán tu falta de experiencia? - ¿Estás pensando dejar el empleo actual, ya que el ambiente de trabajo donde estás es tenso, no te comprenden y te has cansado? - ¿Evitas ascensos laborales, porque crees

que te pueden decir que no tienes la suficiente capacidad? Podrías utilizar como pretexto “si quieren que me asciendan, entonces que me busquen”. - ¿Has dejado tus sueños, porque crees que si lo intentas, los demás se burlarán en caso que fracases? - ¿Evitas buscar pareja, porque crees que te puede rechazar la persona que te interesa? - ¿Si tienes pareja, sientes que te agrede y estás pensando terminar con ella? - ¿Si tienes pareja y has decidido seguir con ella, vives con molestia y culpándole porque crees que te agrede? - ¿Les reclamas a tus padres y a tu familia por el pasado que viviste? - ¿Culpas al gobierno tu falta de éxito, o la falta de éxito de tu país? - ¿Culpas a los demás por lo que no has

logrado, pero tampoco haces algo para lograrlo? Cada vez que sentimos la culpa en nosotros, en lugar de aceptarlo para trabajar con ella y hacerlo que fluya, podemos rechazarlo y enviar a los demás nuestro sentimiento, chantajeando y culpando; cada vez que culpamos a otros, perdemos la oportunidad de fortalecer nuestra alma, porque al no reconocer algún error en nosotros -en caso que haya-, no hacemos algo para madurarlo.

Recomendación Recuerda los momentos que culpaste a otros antes que te culparan a ti. Inclusive, recuerda cuando con tu comportamiento o indirectas los culpaste,

sólo porque andabas con poca paciencia. Cuando levantas la voz, es una forma de agredir y culpar. Recuerda los momentos que no te atreviste a lograr tus propósitos, ¿será por temor a que te dijeran: “Te lo dije, no lo ibas a lograr”?

Otras recomendaciones En tus actividades diarias, presta atención cuando estás culpando a alguien ¿Es porque temes equivocarte y antes que esto suceda, culpas a otros? Cuando no logras tus propósitos cotidianos, ¿te sientes culpable, te culpas por lo que no lograste y eres capaz de deprimirte y sentirte mal?

Reflexión

La única forma de madurar, es cometiendo errores y aprendiendo de ellos. Si en cada error que cometes te sientes culpable: no aprendes, sólo enfermas tu alma. En lo que hagas, está el riesgo a equivocarte; si estás consciente que habrá una falla, entonces puedes tomar el riesgo; recuerda que en cada falla, hay una oportunidad de aprender y de madurar, cada falla que tengas te hace más fuerte. La culpa es sólo un sentimiento negativo, que si lo alimentas, se mantendrá en ti y enfermará tu alma; si alimentas la madurez estarás caminando hacia tu propia libertad.

El amor a nosotros mismos El amor a nosotros mismos, es el inicio al amor a la vida, a Dios, a nuestros hermanos los animales, las plantas, los minerales, y a los demás seres humanos. El amor a nosotros mismos podría ser el gran reto, porque posiblemente estemos tan preocupados por tener una buena imagen frente a los demás, que nos olvidemos de nuestro propio amor y nuestra propia felicidad. “Amarnos a nosotros mismos”,

posiblemente lo hayas escuchado y leído muchas veces, sabes los beneficios que trae, y estás consciente que al amarte dejas de esperar la aceptación y el amor de los demás, porque al amarte, ya no te interesa lo que piensen o digan los demás de ti, porque vives en paz contigo mismo. A h o r a seamos sinceros con nosotros mismos, ¿realmente has alcanzado el amor a ti mismo, el amor de tu cuerpo, de tus habilidades, tus debilidades, incluyendo tus sentimientos, tus defectos, tus errores, y tus necesidades? Tal vez sea necesario iniciar desde el principio, ¿Sabes qué es el amor a ti mismo? Amarte es respetarte, conocerte y atenderte; es darte la máxima prioridad sobre todas las cosas. Podrías confundir el “amor a ti mismo” con “ser egoísta”, y

dejarás de amarte porque has escuchado que “ser egoísta” es malo. Cuando te amas, ya no deseas ser aceptado por los demás, ya no creas más basura mental para quedar bien con otros, ya no te interesa lo que puedan decir de ti. Cuando te amas, puedes respirar de forma consciente y ver qué hay alrededor de ti, porque has dejado la basura mental. El egoísta, es una persona que desea tener las cosas de forma fácil y rápida para calmar su ansiedad de “quedar bien con los demás”. Si deseas algo, por ejemplo, ropa de costo alto, auto nuevo, casa atractiva… y lo obtienes de cualquier manera, pero sólo para que los demás vean tus logros, entonces si eres egoísta; pero si deseas lo mejor para sentirte bien, para crecer profesionalmente y aprovecharlo para ti, sin importar lo bueno que puedan decir

los demás de ti, entonces no eres egoísta, eres una persona que se ama. Cuando te amas, ya no esperas lo que puedan decir de ti los demás, aceptas tus fallas y dejas de atormentarte por “el qué dirán”. Cuando te amas, te dedicas a mejorar como persona, a estar sano, a cambiar tus hábitos negativos, a dejar el dolor y a buscar tu felicidad… porque sabes que cuando estés bien, podrás entregarte a los demás sin condiciones, sin preocupaciones y sin culpa; porque tú ya eres el amor. Cuando te amas, te das cuenta que eres igual a los demás; no necesitas competir porque sabes que tienes las mismas oportunidades, además comprendes que los demás son de sentimientos vulnerables, igual que tu; cuando te amas, comprender que puedes dar amor sin esperar recompensa de ningún tipo, aprendes a amar sin apegos.

¿Te amas? Sabemos qué es el amor por comentarios escuchados en otros tiempos, pero podríamos estar alejados del verdadero amor. Considera los siguientes ejemplos para analizarte y comprender cuando te estás alejando del verdadero amor incondicional a ti mismo: - Cuando estás preocupado por tu físico y constantemente quieres cambiarlo, comiendo o dejando de comer, pues crees que es la única manera de ser aceptado por los demás. Dejas de disfrutar el rico sabor de los sanos alimentos, por quererte ver bien frente a los demás. - Cuando estás preocupado por tu físico, pero no haces algo por buscar una alimentación sana, pues te dejas llevar por la flojera, la publicidad, las prisas, el trabajo o los amigos; la prioridad la sigues

manteniendo en los demás. - Sabes del daño que te haces cuando te enojas, pero lo sigues haciendo porque te interesa más dañar que cuidar de ti. - Sabes que hay libros, videos, cursos, artículos de reflexión, música, y muchos medios para tranquilizarte, conocerte y encontrar tu libertad y tu felicidad; sin embargo, le das prioridad a la moda, verte bien por los demás, o lo que dice la sociedad. - Cuando tu pareja se separa de ti, te sientes rechazado, tu ego no lo soporta, y no aceptas la separación; además, sientes preocupación de lo que otros puedan decir de ti, te entristece que te puedan ver con lástima; deseas evitarlo, chantajeando o presionando a la pareja, para que no se separe de ti tan fácilmente.

Amarte, no es para demostrar a los demás que ya te amas, es cerrar la boca y los oídos, para dedicarte completamente a realizar lo necesario para darte lo que deseas, disfrutar de tus gustos y alcanzar tus deseos. Cuando te amas, te atiendes; estás atento de lo que necesitas; te aseguras de estar haciendo lo que te gusta; y disfrutas de darte a los demás, sin temor a que no recibas lo mismo y sin esperar algo como gratificación. Con tu pareja, puedes pasar la etapa del enamoramiento, a amar sin condición, y disfrutarlo; si algún día es necesario separarte de ella, lo haces sin apegos, ni luchas por retenerla; podrás llorar y sentir la separación, pero sabes que el momento pasará, y que durante el tiempo que estuviste junto a ella, lo disfrutaste al máximo, y

mantienes en ti los momentos como un bello recuerdo; aprendes que en lugar de retener, es mejor dejar fluir. Amarte es respetarte, conocerte y atender a todas tus necesidades, tanto físicas como emocionales; es el inicio al amor a la vida, a Dios, a nuestros hermanos los animales, las plantas, los minerales, y a los demás seres humanos; es dejarte de interesar lo que los demás puedan decir de ti; es hacer lo que te haga sentir satisfecho para alcanzar tu libertad y paz personal; es disfrutar de tu vida tal como está en este momento.

Reflexión Presta atención a tu comportamiento, a tus diálogos mentales y a tus prioridades. ¿Qué tanto influyen los demás en tu

vida, deseas quedar bien con los demás, antes de atenderte? ¿Logras entender la diferencia entre “ser egoísta y amarte a ti mismo”?

Auto aceptación Cuando nos amamos, nos aceptas tal como somos. Conocemos y aceptamos nuestros defectos, carencias, errores, y limitaciones; pero también sabemos que esos no son importantes, porque tenemos las suficientes aptitudes para lograr exitosamente nuestra misión de vida. Aceptarnos es conocer y aceptar lo que no podemos cambiar en nosotros, pero tampoco lo escondemos porque no nos interesa si lo saben los demás. Si escondes tus defectos, es porque tienes miedo a no ser aceptado cuando los

conozcan. Si los dices y los muestras de forma abierta, es porque piensas que se pueden dar cuenta, prefieres alertar antes que lo descubran, porque tienes miedo que cuando se den cuenta, no seas aceptado. Los seres humanos somos distintos, tanto física, mental y espiritualmente; algunos tienen aptitudes para algunas cosas, otros tienen aptitudes para otras. Si te comparas con alguien, te sentirás superior de quienes no tienen tus aptitudes; y te sentirás inferior de quienes tienen más desarrolladas las habilidades que aún no tienes. Cada vez que te sientes superior, engrandeces tu ego; cada vez que te sientes inferior, golpeas tu auto-estima; cada vez que te comparas, te alejas de tu paz interior. Estamos en un proceso de aprendizaje, y vamos camino a nuestra madurez y evolución al igual que los demás

seres humanos. Mientras más nos aceptemos, tenemos más elementos para madurar, evolucionar y tener fuerza interior. Si deseas aceptarte, necesitas cambiar algunos comportamientos, como dejar de juzgar, dejar de compararte con los demás, dejar de criticar a quienes tienen distinto pensamiento al tuyo, dejar de exigir que los demás hagan lo mismo que tú, aceptar que cada quien encontrará su madurez y evolución desde distintas religiones, filosofías y creencias dogmáticas. Cuando haces una separación entre los otros y tú, inicias una lucha competitiva; alimentas tu ego (complejo de superioridad) buscando los medios necesarios para demostrar que eres superior, y cuando no encuentras esa superioridad, entonces te crees inferior, y terminas deprimido.

Deja de compararte con los demás, esto solucionará tu lucha interior; todos los seres humanos somos iguales, lo que nos hace diferentes, son nuestras creencias, costumbres y religión; pero somos iguales, porque venimos de la misma fuente, Dios. Existe un texto bíblico, desde donde puedes entender mejor, porqué debes dejar de juzgar y criticar, porque al juzgar y criticar a otros, terminas juzgándote a ti mismo. Lucas 6,37-38: No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará; se les echará en su delantal una medida colmada, apretada y rebosante. Porque con la medida que ustedes midan serán medidos ustedes. Analizando éste texto bíblico sin involucrar a terceros, podemos encontrar un

sentido oculto de libertad. Si juzgas a otros, al final terminarás juzgándote (no juzguen y no serán juzgados); si condenas, te condenarás, tú mismo; si criticas, serás criticado, tú mismo; porque, con la misma medida que midas a otros, serás medido tú mismo (Porque con la medida que ustedes midan, serán medidos ustedes). Cua nd o criticamos el estilo de vestir de algunos, nos preocupará nuestro estilo de vestir, estaremos atentos a lo que diga la sociedad de nosotros; cuando criticamos la profesión de otros, nos preocupará que nuestra familia (hijos o familia cercana), tenga la misma profesión de quienes criticamos; cuando reclamamos la llegada tarde de nuestra pareja, nos estresaremos cuando lleguemos tarde a una cita; porque con la medida que ustedes midan, serán medidos ustedes. Medimos a otros, y con esa misma medida nos

medimos a nosotros mismos. No es necesario esperar el final de los tiempos para sufrir la condena divina, porque en el momento que condenamos a otros, nos condenamos nosotros mismos, porque tenemos al peor juez, a nosotros mismos. ¿Deseas aceptarte? Inicia cambiando tus pensamientos y hábitos negativos. C ua nd o hacemos consciente los hábitos negativos, empezamos a descubrirnos, conocemos nuestras emociones, aprendemos a soltarlas y nos damos cuenta de lo maravilloso que somos; nos damos cuenta que somos mucho más que un sistema físico, somos un sistema inteligente creado con una perfección divina.

Recomendaciones Es necesario que hagas un cambio de hábitos para dejar de criticarte a ti mismo. Recomiendo los siguientes nuevos hábitos: - Deja de criticar a los demás, porque al criticarlos, te criticarás en otro momento por las mismas razones que criticaste. - Deja de juzgar a los demás, porque al juzgarlos comparándote con ellos, te sentirás superior o inferior, dependiendo de lo que evalúes con tu ego y tu complejo de inferioridad. Acepta que todos somos únicos –auténticos-, cada quien elegirá su propia religión, gustos, condición económica, forma de trabajo… - Aléjate de personas que viven criticando y juzgando a los demás, porque son como un imán, te atrae y te llena de molestias discretas cada vez que convives con ellos.

- Deja de ver programas de radio, televisión, noticias y videos de crítica a artistas, políticos y gente del medio artístico, porque te molestará y volverás a comparar sus actitudes con las tuyas, terminarás condenándolos y condenándote. - Deja de ver telenovelas, porque la mayoría de los personajes buscan demostrar que ellos son mejores personas que otras, juzgan, critican, condenan…al ver estas actitudes, te identificas con alguno de ellos, terminas sintiéndote víctima, inferior cuando pierdas alguna discusión, superior cuando la ganes… - Evita las noticias -radio, televisión y periódicos- de medios amarillistas. Muchos medios de comunicación, por querer atraer audiencia, buscan las proyecciones más morbosas para atrapar espectadores; estas proyecciones afectan tu sentido de crítica,

llegando a criticar al gobierno o a la sociedad. Es importante estar informado de lo que sucede en nuestro país y el mundo, pero no es necesario ver personas que viven en miedo y lamentaciones.

Ejercicio Toma un momento para realizar el siguiente ejercicio. - Inicia una oración a Dios, al Universo, o a quien tengas confianza, de acuerdo a tus creencias religiosas, agradece por permitir ser lo que hoy eres, con problemas, limitaciones, aptitudes; y con lo bueno que te ha dado. Si no sabes orar, simplemente habla con Él como si hablaras con alguien a quien le estás agradeciendo. - En una posición cómoda, coloca tu mano derecha en el centro de tu corazón, y tu mano

izquierda sobre la mano derecha -las dos manos apretando suavemente el corazón, una sobre otra-, y repite la siguiente oración a Dios utilizando tus propias palabras: Dios, estoy aquí, para entregarte mi confianza. Me hiciste a imagen y semejanza Tuya al igual que todos los seres de la tierra. Ahora me doy cuenta que no soy mejor ni peor a los demás, simplemente soy como me has creado para lograr una misión en la tierra; mientras lo logro, tengo la oportunidad de aprender y disfrutar lo que me brindas. Gracias por tu amor. - R e p i t e esta oración las veces que consideres necesarias, hasta que sientas cada palabra en tu corazón. Recuerda, utiliza tus propias palabras. - Finalmente, da gracias a Dios por éste momento de Oración.

El Perdón Desde pequeños nos enseñaron el perdón a través de las personas con las que convivimos, con el tiempo, este perdón lo seguimos aprendiendo a través de los amigos, la pareja, la religión y la sociedad. El perdón se convirtió en una actividad cotidiana traída desde que tenemos uso de la razón; posiblemente inició desde nuestros padres cuando nos decían: “pídele perdón a tu papá por lo que dijiste, pídele perdón a tu abuelita porque le enseñaste la lengua, pídele perdón a tu hermano porque le quitaste su juguete, pídele perdón a Dios

porque te portaste mal…”. Debido a las creencias de los mayores de aquellos tiempos, de dar una educación y hacer de los hijos: personas con valores. Si te tocó esa creencia, entenderás que nuestros padres quisieron que materializaras las situaciones, y que pidieras perdón cada vez que consideraban ellos que hiciste un daño a otro, aun cuando tu comportamiento fuera inocente. De pequeño no sabías que existía el bien ni el mal, lo único que sabías es que estabas aprendiendo, y que tus acciones eran con ese propósito: experimentar lo que sucediera. Hay dos formas para hacer que los pequeños entiendan: (1) explicando lo que deben hacer a través del amor y la comprensión -la cual puede llevar mucho tiempo lograrlo y se requiere de mucha

paciencia-; (2) o explicando lo que no deben hacer a través del miedo y el chantaje -es más efectivo, pero atrae más problemas emocionales, por ejemplo, decir al niño: “si no comes, el gato se llevará tu comida”, le enseñas a que puede perder lo que tiene, y pronto aprenderá a tener miedo a perder sus cosas-. Esteban jugaba con un niño de su misma edad; mientras jugaba, el niño comenzó a llorar porque no le prestaron un juguete. Esteban no entendía por qué lloraba, sólo sabía que no quería prestar su juguete porque temía que no se lo devolvieran. Cuando llegó la mamá de Esteban y la mamá del niño, y supieron la razón, le obligaron a Esteban a entregar el juguete. La mamá de Esteban dijo: “hijo, no seas malo, pídele perdón a Juanito, si no lo haces, ya no te voy a querer”.

De pequeño no conocíamos el bien ni el mal, los mayores fueron los encargados de enseñárnoslo de acuerdo a sus creencias. Esteban pidió perdón a Juanito y entregó su juguete favorito. Esteban se fue triste a un rincón a llorar, no se explicaba lo que estaba sucediendo, sólo sabía que algo grave hizo, porque estuvo a punto de perder el cariño de su madre. Entendió que el perdón fue la única manera de mantener ese cariño. Más tarde, el compañero de Esteban pasó cerca de él y le enseñó el juguete por el que discutieron, como una señal de triunfo de su parte. Esteban, triste se dio cuenta que perdió un juguete y que también había perdido una batalla por mantener ese juguete con él. Hoy el perdón se convirtió en una obligación social, como mecanismo de

rutina. Se ha creído que quien perdona es el más débil, el que accede; otros han creído que perdonar es para quedar bien con otros, o para ser bueno; otros más han creído que perdonar es una forma de ser humilde. Cuando nos dicen “debes perdonar” podemos creer que si lo hacemos perdemos una discusión, le hacemos un favor a otros, o aceptamos que nosotros somos los responsables de un problema. Creemos que perdonar es pagar por algo malo que hicimos. Cuando actuamos con el ego, no ofrecemos un perdón, porque al ego no le gusta perder. Si recibimos el perdón, nuestro ego crece porque nos sentimos victoriosos de la pelea. ¿Has pensado alguna vez “que venga y me pida perdón si de verdad me quiere”? Cada

vez

que

iniciamos

una

discusión, es debido a que nuestro ego no desea perder el control. En una discusión podemos estar callados o defendiéndonos, sea cual sea nuestro comportamiento, nuestro ego es lastimado, al mismo tiempo que lastimamos nuestra alma al creernos víctima de otros, pues creemos que somos inferiores. S i seguimos con este comportamiento, pronto nos sentiremos víctimas de la familia, de los padres, de la pareja, de los amigos, del gobierno… de todo el mundo; nos llenaremos de sentimientos de rabia, impotencia y coraje; la única forma de liberar esa carga amarga dentro de nosotros es perdonando, pero con un perdón distinto al que hemos creído, debe ser un perdón para descargar lo que hemos guardado en el tiempo. La carga negativa provocada por la impotencia, el enojo y la ira… se va

guardando y se quedará ahí, hasta que decidamos liberarla, porque si no la liberamos, se acumulará, se descompondrá como agua sucia estancada y llegará el momento que enfermará nuestro cuerpo físico, porque no aguantará tantas emociones negativas. Un cuerpo enfermo, es el reflejo de un alma enferma de orgullo, por la falsa creencia de que el ego es el buen guía. Desafortunadamente nos hicieron creer que perdonar es mostrar debilidad, o para quedar bien con otros, para verse bueno o para demostrar humildad; además, nos hicieron creer que perdonar es perder una pelea. Lo peor de todo esto, es que lo creímos. Lo que es verdad, es que el perdón es una fuerza positiva, capaz de mover todo un mundo; el perdón es una fuerza capaz de

c a mb i a r nuestra vida, porque cuando logramos el perdón, alcanzamos una conexión directa con el universo y con la vida. Cuando logramos el perdón, nos liberamos de cargas negativas que generamos por ser movidos por el ego, cuando perdonamos, logramos comunicarnos con nuestra esencia divina, con el Universo, y con Dios; porque el rencor y el odio son emociones negativas que bloquean nuestro contacto con nuestro ser interior. Es momento que ya sepas, que ese concepto que tenías acerca del perdón es muy distinto al que realmente es. Perdonar es para soltar las cargas negativas que hemos traído arrastrando y nos han hecho daño; perdonar es terminar de ser controlados por el ego y aceptar que somos seres de luz provenientes del Universo, creados con las manos de Dios.

El Perdón no es para hacer un favor a otros, es para sanarnos y alcanzar la libertad. El Perdón no se hace con el ego, sino con el corazón, y lo lograremos cuando estemos dispuestos a ser libre. El perdón no es una cuestión social, ni de humildad; el perdón es una forma desear la libertad. También debes saber que cuando decidas perdonar, no necesitas buscar a las personas que perdonas para decírselo, basta estar unos momentos de oración y hacer el perdón desde tu corazón. Si lo deseas, después puedes buscar a quien o quienes deseas ofrecer tu perdón, pero también puedes hacer un perdón silencioso, e ir a buscar a quienes perdonas hasta cuando tu corazón esté listo.

Recomendaciones

1. Recuerda las veces que perdiste el control y agrediste a otras personas. Seguramente no lo hiciste con mala intención, sólo que no sabías cómo manejar la situación, ni sabías la razón de tu enojo, ya que te dejaste llevar por el ego. Coloca la palma de tu mano izquierda en el centro de tu pecho, y con la yema de tus dedos -índice y medio- de la mano derecha, toca el centro de tu frente. Recuerda la cara de cada una de las personas que agrediste, y diles desde tu corazón: Perdóname. Si sientes un calor en tus manos, puedes alejar las manos ligeramente de la frente y el corazón, no es necesario que estén pegados cuando ya iniciaste la reflexión, pero si es recomendable tocar la frente y el corazón cuando inicias el ejercicio. Detén con tu mente, por unos momentos, la cara de cada persona, y continúa con otra

persona. Mantén las manos en esta posición mientras haces éste ejercicio. 2. Recuerda los momentos que te sentiste agredido por otra persona y te llenaste de enojo e impotencia, con un corazón de coraje. En la misma posición anterior, dile a cada persona: Te perdono . Hazlo mentalmente y siéntelo desde tu corazón. Nadie necesita saber que lo estás perdonando, es sólo un secreto contigo mismo. Si después quieres ir con alguna persona, para pedirle perdón o perdonarla personalmente, ya dependerá de lo que sientas, pero no es necesario. Si lo haces y no aceptan tu perdón, no te preocupes, lo más importante es lo que sueltes de tu corazón. Repite estos ejercicios por los siguientes

días. Probablemente encuentres más personas para perdonar o para pedirles perdón. Con este ejercicio, también puedes perdonar y pedir perdón a personas que ya no están en esta vida. Si sintieras que aún no has perdonado, ni has logrado sentir el perdón de la otra persona, repite los ejercicios por otros días, hasta que sientas que el perdón se ha logrado. Realiza los ejercicios en silencio, son efectivos. Se da el caso, que a quien perdonas, no quiera aceptar el perdón que le des, no te preocupes, puedes hablar con Dios y decir que el perdón lo dejaste ahí para que lo reciba cuando esta persona decida recibirla, mientras que tú has decidido continuar con una vida más ligera.

El perdón a ti mismo Desde la infancia, hemos pensado que nuestros actos pueden ser buenos o malos, etiquetando cada acto, palabra y reacción; ¿Ser “bueno” o “malo”?, no hay término medio. ¿Te ha sucedido que si realizas algo que consideras bueno te sientes superior, pero si realizas algo que consideras malo te sientes inferior? ¿Has pensado que cada comportamiento malo debe ser castigado? Si fuera así, es porque sigues manteniendo tus creencias. Seguramente has escuchado, e inclusive

uti l i za d o , alguna expresiones:

de

las

siguientes

Lo que no es bueno entonces, es malo. Si haces algo malo te castigará Dios. Todo lo malo tiene consecuencias. No hagas algo bueno que parezca malo. ¿Vives cuidando lo que haces? ¿Te preocupa “lo bueno o lo malo” de tu comportamiento? Cuando estamos pendiente de nuestros actos buenos o malos, tenemos el riesgo de hacer algo que cataloguemos como malo, y debido a que mantenemos en nuestro inconsciente mensajes del pasado al que todo etiquetamos como “bueno o malo”, entonces en ese momento agachamos la vista, encorvamos la espalda, entristecemos

el alma y con pena expresamos desde nuestro interior: “soy malo”. Cuando consideramos que hicimos algo malo nos castigamos, vivimos con un dolor interno y mantenemos ese sentimiento dentro de nosotros, porque creemos que debemos estar así, ya que es el pago por haber tenido un mal comportamiento. Cuando creemos que hicimos algo malo y nadie nos castiga, encorvamos la espalda y nos castigamos nosotros mismos con un fuerte sentimiento de culpa, mientras paseamos por las calles esperando el castigo de otros. Podemos creer que ya no somos dignos de la amistad ni del amor de nadie, ensuciamos nuestra alma de pensamientos negativos y nos alejamos de la tranquilidad. Algunas religiones han culpado a un ser superior negativo, el que crea estas consecuencias; si creemos ciegamente ésta

vieja creencia, dejamos la posibilidad de entender el origen de nuestros actos, pues creemos que no tenemos posibilidad de utilizar nuestra propia fuerza interior, y trascender. No existe un ser negativo que conduzca a realizar actos malos, son nuestras debilidades las que provocan nuestro comportamiento, y son nuestras creencias las que nos condenan. ¿Podrías enumerar las cosas que te enseñaron como malas? ¿Has hecho alguna de estás? ¿Qué pasaría si no te hubieran enseñado que es malo? ¿Cómo te sentirías hoy? En una aldea muy lejana a la ciudad, falleció el esposo de una vecina, entonces Rocío le dijo a su esposo: - Martín, ha fallecido el esposo de nuestra vecina María, para que ésta noche no se

sienta sola, acompáñala, así la ayudamos a superar su dolor con menos dificultad. Martín, con seguridad y compasión, fue a la casa de su vecina, para proporcionarle las alegrías que su esposo le daba. Al amanecer, él regresó a su casa y Rocío le dijo: Gracias Martín, sabía que podía contar contigo. Creemos que algo es malo porque así nos lo enseñaron y así lo creímos; todo depende de la cultura, la sociedad y la educación en la que hemos crecido. ¿Alguna vez has creído que Dios castiga tu mal comportamiento? Dios no es un ser castigador como algunos nos lo han hecho creer, Dios es amor y comprensión, quien castiga (condena), somos nosotros mismos a través de nuestra creencia.

Ser bueno o malo es una etiqueta que colocamos a nuestros actos, pero sólo existe en nuestro inconsciente y creencias; no existe una regla o ley universal donde se listen las buenas o malas acciones, todas son etiquetas puestas por nosotros mismos por conveniencia o creencias. Por ejemplo: si una mujer tiene dos parejas al mismo tiempo, puede ser criticada por sus amigas, porque generalmente a las mujeres se les inculcada ser fieles -teniendo una sola pareja -; ella se sentirá mal y viviría con remordimiento. En cambio, si fuera un hombre el que tuviera las dos parejas al mismo tiempo, sus amigos podrían festejar este hecho como una victoria lograda. Las creencias son las que etiquetan como buena o mala nuestras acciones. S i queremos ser bueno, también aceptamos que podemos ser malos; por muy

buenos que queramos ser, no podremos complacer a todos, porque lo que es bueno para unos puede ser malo para otros, y seguramente hasta perdamos nuestra libertad. Si crees que existe el mal, también “lucharás” por hacer el bien. Mientras creas que tu comportamiento está regido por el bien y el mal, te sentirás superior las veces que pienses que hiciste algo bueno, o te sentirás inferior las veces que pienses que hiciste algo malo. El bien y el mal no existen, sólo es una etiqueta social, lo único que si existe es madurar o no madurar; evolucionar o no evolucionar; ser libre o vivir esclavo de los sentimientos negativos; disfrutar la vida o sufrirla. No es malo que el hombre -o mujeresté cambiando constantemente de pareja o

que tenga más de una pareja a la vez, así que el hombre no debe dejar sus parejas para cumplir una etiqueta de bueno o malo social; sin embargo, tener constantemente distintas parejas si afecta su madurez, porque una persona que tiene distintas parejas es porque no puede superar algún problema emocional que vivió en su niñez con sus padres; podría ser que tiene una baja autoestima, y sus parejas le da seguridad… si el hombre de este ejemplo se deja llevar por sus sentimientos y/o represiones, seguirá siendo esclavo de sus debilidades y no alcanzará la madurez. El ser humano libre es aquel que ha madurado; el hombre que no aprenda a madurar, vivirá siendo esclavo de sus emociones y sus sentimientos negativos. Debemos buscar un cambio de actitud, no para ser bueno, sino para ser libre. S i hiciste algo que etiquetaste como

malo, analiza porqué le pusiste esta etiqueta, seguramente sea porque está afectando tu madurez personal. Si hiciste algo que has etiquetado como malo, no es necesario que te condenes, ni creas que Dios te condenará. Si hiciste algo que has etiquetado como malo, y es la sociedad -o alguna persona- la que te condena, recuerda que cada quien pone etiquetas de acuerdo a sus creencias. Respeta las creencias de los demás, pero no te dejes envolver en ellas, evalúa siempre si lo que has hecho afecta tu evolución o no. Sé honesto contigo y analiza si lo que haces está afectando tu madurez; si fuera así, haz un auto-análisis para detectar porqué te estás dejando llevar por estos actos y comienza a modificar tu comportamiento. No cambies para dejar de ser malo, cambia porque quieres madurar y ser libre.

Recomendación 1. Analiza lo que has hecho, y consideras malo ¿Por qué lo has catalogado como malo? Cámbiale el significado de malo, ahora busca en qué está afectando tu madurez, si te afecta, repite estas palabras desde el fondo de tu corazón: “esto no es malo, pero si afecta mi madurez”. 2. Busca la armonía contigo mismo, si haces algo que afecta tu madurez y daña tu interior, pídete perdón por el daño que te has hecho y porque no te has permitido madurar y evolucionar. Busca un lugar tranquilo, reflexiona cada una de las cosas que has hecho y sabes que te está afectando; recuerda detalle de lo que estás haciendo y repite en tu corazón “Me perdono, estoy aprendiendo, sigo adelante”. Repite éste ejercicio –recuerda el

acto y repite el mensaje- las veces que consideres necesarias hasta que sientas que has alimentado ese sentimiento con tu fuerza interior. Inicia un compromiso contigo mismo, no necesitas comprometerte con Dios, ni con tus padres, ni con tu pareja, ni con tu mejor amigo… el compromiso es contigo mismo, porque tú eres quien debe ser feliz. No eres bueno, no eres malo; eres un Ser de Luz que está aprendiendo a madurar de sus errores. El hombre maduro es libre; el hombre libre vive en paz.

Eres un ser espiritual Cuando pensamos en “Espiritualidad” de inmediato remontamos nuestro pensamiento en oración, meditación, paz, amor, sabiduría y otros conceptos que hemos escuchado o leído en el tiempo. También pensamos en un hogar ordenado, música suave, un templo, un maestro que guía… Aunque la espiritualidad es parte de nuestra vida. Ya somos seres espirituales, no necesitamos crear un ambiente especial para lograrlo. Nos hemos alejado de nuestra esencia por buscar en el exterior la

felicidad, una felicidad que se encuentra en nuestro interior. Nos hemos acostumbrado a vivir una vida de conocimientos teóricos, y olvidamos sentir desde el corazón. El miedo a sentir ha provocado que llenemos nuestro corazón de conocimientos emitidos por el pensamiento, para evadir el sentimiento. Cua ndo las emociones negativas nos dominan, caminamos por la vida como dormidos, pero en algún momento nos cansarán las emociones negativas y decidiremos iniciar la búsqueda de la espiritualidad; es cuando empezamos la búsqueda de nosotros mismos, y al encontrarnos descubrimos que ya somos seres espirituales. E n la búsqueda de la espiritualidad, muchas personas dejan de ver programas de televisión ofensivos, adaptan un nuevo estilo de alimentación, se

alejan de personas agresivas, repiten palabras que energicen su ambiente, inician nuevos hábitos, oran por la noche, aromatizan su ambiente, utilizan objetos de energía positiva, y hacen uso de distintas herramientas que le permitan encontrar esa espiritualidad. Todas las herramientas que nos llevan a la espiritualidad, tienen el propósito de apoyarnos para reencontrarnos con nuestra esencia divina; sin embargo, son herramientas que no debemos confundir con el encuentro. La herramienta es el camino, la meta es el encuentro. Muchas personas se sienten a gusto con las herramientas que adoptan, porque las utilizan como un medio de evasión a sus problemas; es cuando el camino se vuelve peligroso, porque estas personas olvidarán el encuentro con su esencia por quedarse en el camino, estas personas encontraron otra forma de evadir

su realidad. La espiritualidad, la sabiduría, el amor y la felicidad ya están en nosotros, viven en nuestra esencia divina, y las herramientas nos ayudarán a reencontrarlos. S i quieres ser espiritual, debes saber encontrar la paz dentro de la vida cotidiana. Dejar de ver programas televisivos ofensivos, alejarte de personas agresivas, repetir palabras que energicen tu ambiente, crear aromas ambientales, buscar el silencio constante, y otras herramientas que te proporcionen, te ayudarán a encontrar la espiritualidad interior, pero es importante que tengas presente, que en algún momento debes volver a integrar a tu vida todo lo que dejaste -volver a ver las noticias, acercarte a personas que te hicieron daño, integrarte a las actividades de la vida cotidiana-, porque es parte de lo que necesitas vivir, integrar tu espiritualidad en el mundo material.

Puedes orar todos los días, meditar hasta el cansancio, cambiar tu sistema alimenticio… pero si tienes el mismo comportamiento negativo, agresivo cuando no soportes algo, sigues criticando, juzgas a los demás, y no encuentras la paz y la felicidad personal, es porque seguramente te quedaste en la herramienta y olvidaste que todo lo hacías para llegar a tu esencia. Tienes la gran oportunidad de integrarte al mundo material; en él viven la bondad, el amor, la sabiduría, la verdad, la confusión, el egoísmo, la mentira y todos los sentimientos humanos; este es el momento de buscar la espiritualidad constante en la vida cotidiana, donde nace el amor y el odio al mismo tiempo. Cuando te integras a la vida cotidiana y te afecta, en lugar de evadir, encuentra lo que te está afectando. Todas las

emociones negativas las superas en la vida cotidiana, poniéndote atención, siendo consciente de tu realidad y de tu momento. Si te alejas del mundo material, pierdes la oportunidad de conocerte, porque tus sentimientos quedarán dormidos en ti. Nadie madura ni evoluciona encerrado en un monasterio, en un templo o en su casa, todos maduramos y evolucionamos en la vida cotidiana, aquí está el mundo material que se integra a nuestro mundo espiritual.

Nuestros padres Hoy ya estamos aquí, viviendo esta vida a nuestro estilo, con las creencias , limitaciones y aptitudes personales, las que aprendimos desde la infancia al día de hoy. Cuando nacimos, nuestros padres estaban muy limitados, sólo conocían lo que sus padres les enseñaron; nuestros padres actuaban de acuerdo a cómo se les dijo que debían hacerlo. Nuestros padres -padre y madre-, probablemente tenían normales discusiones, venían de hogares distintos, por lo tanto tenían enseñanzas distintas. Cuando crearon su hogar tuvieron que acoplarse y

esto es muchas veces complicado. Nuestros padres no nacieron sabiéndolo todo, estaban limitados a conocer lo que sus padres les enseñaron. Conforme crecieron, algunas enseñanzas las mantuvieron como parte de su vida, otras las desecharon aprendiendo nuevas. Tuvieron que aprender nuevas cosas, tuvieron que enfrentar la vida con lo que tenían. No había tanta información en libros, Internet, conferencias, terapeutas… como hay hoy. Nuestros padres tuvieron que solucionar sus problemas con lo que sabían, tuvieron que sufrir para que lográramos ser independientes. Finalmente sobrevivimos con ellos. N o podemos exigir más de lo que pudieron darnos, porque ellos no tenían más. Lo dieron todo: su salud, sus fuerzas y sus conocimientos.

Seguramente también vivieron experiencias desagradables, muchas no las cuentan a alguien, las tienen guardadas para ellos mismos, porque si las cuentan se sentirán vulnerables, inseguros, posiblemente hasta tristes. Estas experiencias desagradables los han hecho vulnerables -así como a nosotros-, irritables, molestos, rígidos, posiblemente de carácter desagradable. Demostraron sus miedos cuando nos decían que no tendríamos éxito y no alcanzaríamos nuestros propósitos, pues siempre nos vieron como niños. Algunas veces, nuestros padres están alegres, sonrientes, bromistas… pero en el alma llevan las marcas de su pasado. Nuestros padres son seres de luz que fueron opacados con el tiempo, llegaron a la tierra para dar luz a los demás y

aprender de la vida, llegaron a la tierra con una gran alegría, pero la presión social y las creencias de sus padres los opacó, y lo único que pudieron hacer es darnos la vida para que seamos esa luz que dejaron de dar ellos. Nuestros padres se merecen un lugar especial en nuestro corazón, porque aun con las enseñanzas rígidas que nos dieron, estamos listos para recibir nuevas enseñanzas y sanar. ¡Cuánto dieran nuestros padres, para que ellos recibieran estos conocimientos que ahora llegan a nosotros! Pero la alegría de ellos es saber que tenemos esa gran oportunidad, aunque lo guarden en el silencio de su alma. En su época, las cosas eran distintas; ellos son los sabios de otra década, donde la sociedad era diferente a la nuestra. Muchos de sus pensamientos y

creencias ya perdieron vigencia. Ahora nos toca continuar esta vida sin creencias y con nuevos pensamientos, una vida libre, sencilla y alegre. Lo que recibimos de ellos, positivo o negativo, fue necesario así, para que aprendiéramos a diferenciar entre la oscuridad y la luz, y ahora podamos enfocar nuestra propia luz en nuestro camino. Nuestros padres, Seres de Luz que terminaron sus fuerzas por darnos lo mejor, merecen nuestro cariño, nuestro respeto, nuestro perdón, y nuestra admiración. Ellos tienen un alma lastimada por vivir en otra década con creencias muy limitadas, pero con una gran fuerza de voluntad para hacer de ésta vida, un camino para nuestra realización. Si no conociste a tus padres, o solo conociste a uno, reza por ellos, diles que les

agradeces que te dieran la vida, y que ahora estas dispuesto a sanar tu alma para disfrutar lo que tienes contigo. Desde donde estén, aun no se separan de ti, los lazos familiares quedan unidos por siempre con una energía oculta de amor. Si conociste a tus padres y tuviste problemas con ellos, reza por ellos, seguramente fue un desacuerdo que pudo arreglarse en su momento, pero no se hizo y generó una distancia innecesaria. La energía de amor sigue activa, recíbela, date la oportunidad de aceptar la paz en tu corazón y encontrar la sanación. Si tus padres ya no viven -o alguno de ellos-, reza por ellos, agradéceles que ahora tú estás en la vida dispuesto a sanar, crecer y evolucionar. Si tus padres están contigo, aprovéchalos, es tu origen, de ellos vienes,

acepta su cariño, su amor y dales toda tu comprensión.

Atraes lo que sientes Durante estos días, si has seguido los temas en el orden de publicación, te has dado cuenta de los sentimientos negativos que viven en ti, y posiblemente has llegado a la conclusión que no te conocías como creías. Has escondido tus sentimientos para mostrarte frente a los demás de una forma que les agradaras. ¿En algún momento decidiste iniciar con cambios en tu vida, y comenzaste el camino espiritual? Desde el momento que decides tomar éste camino, comienzan los cambios, pero debido a que muchos de estos

cambios no son notorios, muchos deciden regresar pronto a su vida rutinaria de miedos, culpas, chantajes, ansiedad… y vuelven a buscar en el exterior cómo solucionar los problemas, creyendo que agradar a los demás, comprando cosas materiales, quedando bien con otros, demostrando ser mejores… les traerá la felicidad. El camino espiritual no consiste en orar todas las noches, tener altares y temer a Dios; El camino espiritual consiste en reencontrarnos con nosotros mismos. Necesitamos conocernos tal como somos, y descubrir el origen del comportamiento que tenemos; para lograrlo, tal vez nos ayude orar todas las noches, tener algún altar que nos recuerde el camino, y confiar en Dios; porque son herramientas que nos ayudarán a caminar hacia el encuentro de nuestra esencia divina. Si oras a Dios, meditas,

tienes altares… recuerda que este no es el fin, este es solo el camino. El camino a la paz interior, requiere de paciencia y constancia, de cambio de hábitos, de investigar lo inexplicable, de confiar que la vida nos dará lo que necesitamos, de dejar de quedar bien con los demás, de dejar de buscar ser superior… simplemente de ser tú mismo. La Ley de Atracción Seguramente has escuchado hablar acerca de la ley de atracción, en la que se dice que atraes lo que pides y que el Universo moverá lo necesario para darte lo que has solicitado. Seguramente lo has creído porque lo han repetido distintos y reconocidos autores, y se ha escuchado tanto, que se convirtió en una moda y en una nueva creencia.

Pero si analizas honestamente, ¿has recibido lo que has pedido? Seguramente has pedido éxito, dinero, fama, asenso laboral y económico, una pareja estable… ¿y cuantas cosas más? ¿Cuántas has recibido? El Universo está pendiente de lo q ue pidamos con honestidad y seguridad, está pendiente de darnos lo que necesitamos de acuerdo a nuestro nivel de madurez actual -nivel de consciencia-. Si sientes que no has recibido todo lo que deseas, es porque el Universo no escucha palabras, sino sentimientos. Nuestros sentimientos es lo más honesto que tenemos y estos crean nuestra personalidad, nuestro ambiente, y nuestro futuro… nos crean a nosotros mismos. No basta repetir palabras positivas, si nuestro sentimiento es negativo.

El Universo está ahí, creando y entregando lo que le solicitemos través de nuestros sentimientos; ahora podemos comprender que hemos recibido lo que pedimos. Si tienes sentimientos negativos, si tienes miedos, si criticas y juzgas a otros… creas un ambiente hostil, negativo e inseguro… finalmente, es esto lo que pides al Universo, a que te ayude a crear un ambiente hostil, negativo e inseguro. Aunque pidas con palabras el éxito, el dinero, la fama, el ascenso laboral y económico… aunque repitas constantemente frases de poder, difícilmente recibirás lo que deseas si en tu sentimiento hay miedo. Aunque pidas una pareja amorosa, recibirás una pareja controladora, machista (o feminista), insegura, infiel, manipuladora… si no crees en ti mismo, si vives en apegos

materiales, si no te aceptas, si descargas tus ansiedades con tu pareja, si te interesa más quedar bien con la sociedad que tu propia felicidad… es lo que recibirás. No atraemos lo que pidamos con palabras, sino lo que tenemos en nuestros sentimientos, y nuestros sentimientos se generan de acuerdo a lo que hay en nuestros pensamientos –creencias-. Necesitamos un cambio personal de fondo, con un nuevo estilo de vida y una forma distinta de pensar; necesitamos cambiar la rutina, cambiar los hábitos y vaciar la mente de pensamientos constantes. Es momento de creer en nosotros mismos, de creer en la vida, de confiar en Dios, de confiar en el Universo y de estar completamente seguro que algo nuevo y bueno nos sucederá.

Recomendación Busca un momento para reflexionar; de acuerdo a tus sentimientos, ¿qué has atraído del Universo?

Las creencias Somos un sistema complejo de pensamientos y sentimientos, integrados crean nuestra personalidad y nuestro comportamiento. Nuestros pensamientos marcan la pauta de nuestro éxito o fracaso. El pensamiento es elemento más importante de nuestro desarrollo como ser humano. Lo que logramos o no logramos, depende de lo que pensamos, y la base de nuestros pensamientos, lo hemos obtenido de los padres y la sociedad. ¿Por qué algunas personas logran

tener éxito y hoy son seres de fama? Pensarás que ellos tienen padres o familia que los impulsó, que tuvieron suerte, o que lo lograron haciendo actos ilícitos; debido a que no tienes esas características, será imposible que logres el mismo éxito que ellos han alcanzado. L o s pensamientos que te han limitado son creencias, verdades que solamente existen dentro ti; cada ser humano tienen sus propias creencias, algunas son parecidas a otros, pero finalmente, cada quien tiene las suyas propias. Cada creencia es una verdad que es válida sólo para quien la cree; tu creencia es la que te limita o te permite lograr el éxito. Todo lo que hoy somos, es una imagen de lo que nos enseñaron en el pasado; todos los sentimientos que viven con nosotros, son un reflejo de lo que creemos

de la vida y de cómo nos integramos a ella. Somos creadores de nuestro presente y nuestro futuro, y nuestros pensamientos son quien los crea. Cuando creemos en algo, son tan firmes nuestras creencias, que viven en nuestras venas, en nuestro ADN, en la parte más escondida de nuestra mente y en todo nuestro ser. La creencia genera un sentimiento que confirma nuestro pensamiento; finalmente se unen los pensamientos que generamos con nuestros sentimientos, y forman nuestra realidad. Si crees que la calle es insegura, tu creencia inicia como un pensamiento que recorre todo tu ser interno, ese pensamiento termina en un sentimiento de miedo; al salir a la calle lo harás con miedo y podrías atraer algún incidente. Cuando suceden tus temores, confirmas tu creencia y se queda como una verdad

personal. Si cuando eras pequeño, tus padres te enseñaron que el dinero se obtiene con mucho esfuerzo, o que obtener dinero es más difícil por las crisis económicas; hoy tu inconsciente tiene pensamientos carentes en relación al dinero, provocando sentimientos de inseguridad, estos pensamientos guardados serán los que guíen tus actividades cotidianas provocando un alto esfuerzo para obtener el dinero y provocando carencias económicas. Todo pensamiento proviene de una creencia; Todo sufrimiento, estrés, miedos, expectativas para ser feliz… es un reflejo de las creencias. Los olores desagradables, las malas palabras, las comidas contaminadas, las enfermedades y todo lo que sabes que es desagradable, es generado por tu sistema de

creencias, no existieran si no creyeras en ellas. No hay una única verdad, cada quien tiene la propia, cada quien lo maneja de acuerdo a como se lo enseñaron, cada quien crea pensamientos y sentimientos de acuerdo a lo que cree. Si de pequeño te enseñaron que debes ser bueno para ser aceptado por los demás; si constantemente te decían que saludaras, pidieras perdón a todo, vistieras bien, te peinaras, te mostraras feliz…; hoy lucharas con esas creencias para sentirte bien frente a la sociedad, hoy te interesará más “qué dicen de ti”, y no te interesa “quien eres realmente”. Este comportamiento afecta el trabajo laboral, a los amigos, el dinero, la pareja y con todo lo que quieras emprender; las creencias viven en ti, provocan pensamientos positivos o negativos constantes; estos pensamientos generan

sentimientos, los sentimientos generan energías que envías al universo y finalmente estos sentimientos atraen lo que sientes. Las creencias son tan fuertes, que ellas son quienes crean un futuro decadente y limitado, o próspero y abundante.

El vuelo del abejorro Se ha hablado mucho buscando una explicación del vuelo del abejorro; porque siendo éste un animal tan grande, con alas tan pequeñas y delgadas, no debería volar. Hemos creído que la ciencia es la base de toda verdad, y que los descubrimientos que ellos hacen es lo único que existe en nuestro mundo; cuando la ciencia explica el vuelo del abejorro, simplemente se limita a decir “El abejorro no debería volar”.

Se han hecho muchos estudios y teorías al respecto buscando su explicación. Hasta el momento no ha habido una única teoría, todas son solamente suposiciones, así que hoy, sólo podemos decir “El abejorro vuela, porque no le han dicho que no puede volar”. Recomendaciones Durante los distintos temas de éste libro, descubrirás cuantas creencias viven en ti, descubrirás las creencias que te han limitado y las que no te han permitido ser feliz. Atraes el presente y el futuro de acuerdo a tus sentimientos -lo que sientes es lo que sucede-. Seguramente no podrás cambiar tus sentimientos, pero si puedes cambiar la fuente de estos sentimiento, siendo esta, las creencias.

Estamos creando nuestro futuro Calmar la mente y tomar el control de nuestra vida, puede complicarse en un principio, principalmente por la costumbre de vivir muchos años con un determinado estilo de vida. C u a n d o vivimos de forma automática, reaccionando a los problemas, estresando el cuerpo, viviendo de ansiedad, criticando sin el deseo de hacerlo… es porque nos dejamos llevar por las grabaciones que tenemos en nuestro inconsciente. Cuando nos ponemos atención y nos

conocemos, nos damos cuenta de todo lo que hemos hecho para llamar la atención, entendemos que gran parte de nuestro comportamiento son motivados por las creencias que tenemos guardadas en nuestro inconsciente. El bien y el mal no existen, son simples creencias que tenemos grabadas en el mismo inconsciente, y que nos motivan a seguir cuidando nuestro comportamiento para seguir cuidando los buenos modales y los principios que nos enseñaron en nuestra niñez; los mismos que limitan nuestra libertad. Después de la lectura de éste libro y de haber hecho un autoanálisis de comportamiento y reacciones, puedes hacer tu consiente todo lo que tienes grabado en tu inconsciente, de esta manera podrás hacer consiente el inconsciente y dejar a la luz los

mensajes dañinos que has escondido, porque al descubrirlos ya no te molestarán. Si no lo haces consciente, te molestan, pero como no sabes por qué te molestan, los evades y no permites que fluyan en ti. El presente es el reflejo de tu pasado. Has creado este presente incómodo o feliz, de inseguridad o seguridad, de baja autoestima o amor a ti mismo, de problemas o de paz… El presente es obra de tu propia creación. Si crees que hiciste algún daño en el pasado, hoy te castigas, y piensas que lo que te sucede, lo mereces por tus malas obras. Si tienes problemas económicos, es porque has creído que no tienes la capacidad de lograr una mejor economía, y cuando lleguen tus deudas, te preocupará tanto, que atraerás más limitaciones económicas. Lo que te sucedió en el pasado, lo

sentiste en tu sistema emocional como un sentimiento natural, pero si no lo aceptas, seguirás creyendo que volverá a suceder y te volverá a hacer sufrir; sigues creando un presente reflejo de un pasado. Por ejemplo, si durante la infancia te presionaron para hacer tus actividades diarias, hoy podrías sentir estrés al realizar tus actividades cotidianas, y en el trabajo laboral podrías revivir los estados de ansiedad. De la misma forma, creas tu futuro de acuerdo a lo que haces y sientes en el presente. El sentimiento es el que utilizas como parámetro para sentirte feliz o lo contrario, si sientes miedo, inseguridad, estrés… expresarás que no estás feliz, pero si sientes seguridad, satisfacción, paz… expresarás que te encuentras feliz. Si dejas fluir tus sentimientos, los

negativos se van, los positivos te dan paz, terminas con satisfacción y felicidad. Este es el momento para que inicies un nuevo futuro; éste es el momento para que tomes el control de tu vida y la disfrutes al máximo; este es el momento para crear nuevos hábitos y llevarlos a cabo; este es el momento para hacer un esfuerzo para que cambies tu estado mental de preocupación y baja autoestima, por un estado mental de total libertad; este es el momento para que crees un nuevo sentimiento. “¿Cómo puedo tener pensamientos positivos si mi presente es negativo?” Podrías preguntarte. Cuando empieces con un nuevo estilo de vida, muchas veces no cambia el presente de inmediato, los mismos eventos siguen sucediendo de forma parecida. La paciencia será importante, porque reconstruir el presente puede llevar tiempo, después del pasado tenso que

viviste. Los cambios inician desde dentro, aunque no los veas, ya está sucediendo, y en el momento que menos los esperas, se harán presentes en el exterior. Así como las plantas tristes, que están siendo cultivadas, el jardinero está constantemente regándolas y abonándolas; aunque no se vean hojas alegres, sabe que está creando nuevas raíces, y pronto verá sus primeras hojas. No sabe cuánto tiempo tardará, pero lo que sí sabe es que hay nuevas raíces. Para algunos, el nuevo camino podría ser difícil, para otros podría ser fácil, no te desesperes si te toca el camino difícil, ahora que has iniciado este nuevo andar, aprovéchalo. Seguro que durante esta lectura, ya has notado una nueva luz en tu interior, es la luz de la esperanza y la fe. Ahora atrévete a salir de la rutina, atrévete a luchar por tus sueños, atrévete a

hacer todo aquello que te gusta, atrévete a dejar de juzgar, atrévete a comprender a los demás, y sobre todo, atrévete a dejar fluir todos tus sentimientos: positivos y negativos. Cuando dejes fluir tus sentimientos negativos, estos dejarán de molestarte; cuando dejes fluir tus sentimientos positivos, recibirás momentos de luz en tu vida que podrás ocupar en los momentos difíciles. Nadie madura encerrado en su casa, ni escondido de los problemas. Atrévete, esta es tu nueva oportunidad.

La nueva consciencia Ahora te preguntarás “¿Qué necesito grabar en mi nueva conciencia?” Lo maravilloso es que no necesitas gr a b a r creencias nuevas, solo necesitas disfrutar de la libertad que recibas, porque

si grabas nuevas creencias, estarías reemplazando unas por otras. Sólo suelta las viejas creencias, el Universo se encargará de integrar las nuevas energías en tu vida. Con el tiempo, tú mismo tendrás tus nuevos mensajes, al ser tuyos, ya no serán creencias, sino tus propias verdades, y sobre ellas te moverás en la vida, porque recibirás las respuestas a todas las preguntas que desees hacer. Las verdades de otros pueden no ser verdades para ti, si los sigues sin analizar, se convertirán en nuevas creencias que te llevarán a un nuevo sueño. Escucha los mensajes de sacerdotes, maestros, guías, y personas que se digan llamar “iniciados”, pero no los sigas ciegamente, porque ellos enseñan lo que les ayudo a encontrar su libertad; si después de analizar los mensajes que recibas, sientes que te conducen de

forma libre, que en sus palabras no hay chantajes, y en cada mensaje sientes un cambio en tu interior, entonces estos mensajes puedes adoptarlos como nuevas verdades en tu vida. También, recibirás nuevas verdades en oración y meditación, porque los grandes mensajes se reciben con la voz del silencio, porque en esa voz está el mensaje del Universo. Las nuevas verdades llévalas a la práctica en silencio, sin enseñarlas a alguien, sólo llévalas para ti, porque si los enseñas antes de que lo analices y lo integres a tu vida, se volverá a apoderar tu ego y podrías volver a caer en la vanagloria. Cuando hayas comprobado que es una verdad que te ha servido, ahora si la podrás compartir solo con las personas que la necesiten, porque ellas estarán abiertas a

escuchar y aprender. Si llevas tus verdades a personas que no les interesan, te podrían criticar, dañar y hasta confundir. Disfruta tu nueva vida, y crea tus nuevas verdades.

El plan infinito Se libre, te espera Dios para que logres su plan infinito, el que planearon antes de que llegaras a la tierra; si lo olvidaste, este es el momento para que lo vuelvas a recordar, sólo regresa a tu infancia, recuerda lo que te gustaba hacer y con lo que te divertías; en esos pequeños recuerdos está la clave de tu misión. Cuando sueltes las viejas creencias, comienzas a disfrutar tu día a día, y en ese disfrutar está el camino hacia el cumplimiento de la misión personal, porque

Dios sabe que mientras más disfrutes, más completos estás; y mientras más completos estés, con más facilidad lograrás tu misión. El plan infinito se está cumpliendo, lo iniciaste desde que naciste, lo preparaste con la vida que llevaste, y ahora lo comienzas a crear al soltar las viejas creencias y recibir la nueva energía Universal. Sé libre, extiende tus alas y deja que las energías del Universo te guíen hacia tu propia felicidad.

Sigue buscando tu libertad, lee material de otros autores y permite que ellos te ayuden a reencontrarte contigo mismo. Regresa nuevamente con la lectura de este libro, seguramente encontrarás nuevos mensajes que no captaste la primera vez que lo leíste.

Mensaje del autor. Gran parte de la humanidad, ha utilizado sus energías para agradar a otros, ya sea a sus jefes laborales, a sus compañeros de trabajo, a la sociedad, a sus padres, a su pareja… Mientras no se siente seguro, sigue buscando agradar, aunque dañe a las personas que tiene segura. Gran parte de la humanidad, busca la felicidad; pero no sabe dónde encontrarla. La busca en las fiestas, en los amigos, en el dinero, en el trabajo, y en diversos lugares; sigue utilizando sus energías buscando una felicidad en el exterior. Gran parte de la humanidad quiere evolucionar, pero no utilizan sus propias

energías para lograrlo, porque lo utiliza para agradar a otros y se abandona de sí mismo. Seres de Luz han llegado al planeta y han dejado diversas técnicas (yoga, meditación, mantras, danza terapia…) para que el ser humano encuentre la paz interior y alcance su Esencia Divina; sin embargo, ha utilizado estas técnicas, para anestesiar sus emociones negativas que lo debilitan, y poder tener suficientes energías para seguir buscando su felicidad en el exterior. Mientras el ser humano siga buscando en el exterior su felicidad, gastará todas sus energías, y no tendrá más fuerza para reencontrarse consigo mismo en su Interior. En el Interior del ser humano está su Esencia Divina, la que se comunica con la Fuente Universal, pero no podrá llegar a su Interior, si no permite soltarlas creencias que le generan emociones negativas.

Mientras mantenga el estrés, la ansiedad, la culpa, el miedo, el malhumor… y no haga algo para soltarlo, aun cuando utilice diversas técnicas espirituales, seguirá dormido creyendo que ha despertado a la realidad, porque seguirá adoptando nuevas creencias que le dañará. He decidido colaborar para el despertar de la humanidad, que permitirá elevar la vibración de nuestro planeta, pero no enviado visualizaciones de Luz, sino concientizando que cada quien puede hacer uso de su propia Luz cuando decida llegar a su Ser Interior, porque cuando lo decida, emprenderá el gran camino de regreso a Casa: el camino hacia su Ser Interior, el camino “… de regreso a la Fuente”. Rafael Zárate M.

Rafael Zárate M. Autor del proyecto “… de regreso a la Fuente”. Conoce más información en www.deregresoalafuente.com

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Libros publicados por Rafael Zárate M.

El despertar a una nueva conciencia Todo fluye con la vida de forma natural. Las plantas del campo crecen sin que alguien las riegue, los pájaros nacen y aprenden a volar sin que alguien les enseñe, el agua de los ríos siguen su cauce sin que alguien les diga por donde pasar. Los únicos que no fluyen de manera natural, somos los seres humanos, porque

reaccionamos ante las circunstancias cotidianas, estimulados por las creencias guardadas en nuestro inconsciente. Cuando conocemos nuestras creencias, podemos hacer consciente nuestras reacciones inconscientes, para soltar lo que ya no nos sirve e iniciar una nueva vida. El despertar a una nueva conciencia, es un mensaje de Fe y Esperanza para conocer tu inconsciente, liberar las viejas creencias e iniciar con una nueva conciencia que te permita ver la vida con una nueva mirada: más ligera, más sabia y con paz en el corazón.

Editorial A-Deh

Descubriendo los siete derechos espirituales ¿ Por

qué no disfrutamos de nuestra vida; por qué vivimos en carencias; por qué las cosas no salen como las esperamos; por qué no encontramos nuestra pareja ideal; por qué se nos dificulta expresar nuestros sentimientos y nuestros deseos; y por qué nos cuesta trabajo realizar nuestras actividades laborales? ¿Por qué es la vida tan difícil, por qué nos sentimos con cargas pesadas que no nos dejan disfrutar? Los

seres

humanos

tenemos

derechos espirituales, los cuales fueron bloqueados en nuestra niñez. Al desconocerlos, nos alejamos de la felicidad y rechazamos la salud, la abundancia y el amor. Cuando conocemos nuestros derechos, hacemos uso de ellos, la vida la vemos de distinta manera, nuestro alrededor cambia, atraemos lo que queremos. De la misma manera, sabemos que los demás tienen los mismos derechos, los respetamos, los apoyamos a encontrar sus derechos, queremos verlos felices, nos integramos a la vida e integramos a los demás para que vivamos en armonía y en Amor.

Editorial A-Deh

Un encuentro con la paz interior Hemos creído que la paz interior, la paciencia y la sabiduría, se obtienen creando un ambiente especial de paz y armonía. La realidad, es que la paz interior inicia desde dentro de nosotros mismos. Podemos alcanzar la paz desde nuestro trabajo laborar demandante, y desde las cargadas actividades cotidianas; porque la paz interior, no es lo que se vive fuera, sino que lo se vive dentro de nosotros mismos. El silencio interior, es la base de la paz

interior. Conoce las razones de que no logres la paz interior y alcanza el silencio en tu vida cotidiana; porque la paz interior, no es lo que sucede fuera, sino lo que alcanzas dentro de ti.

Editorial A-Deh

Una relación saludable

de

pareja

La pareja, es un las personas más importantes de nuestra vida en el camino de encuentro con nosotros mismos. Cuando entregamos nuestro corazón a la pareja, lo entregamos con nuestras heridas emocionales. Podemos comprobarlo, cuando en la convivencia nos duele la relación. En realidad, el amor no duele, lo que duelen son nuestras heridas, que manifestamos con apegos. Con la pareja, podemos reconocer

nuestra baja autoestima, nuestras creencias, nuestra intolerancia, y diversas emociones personales. De la misma manera, la pareja es el peldaño más importante de sanación y madurez personal. Un libro de auto-conocimiento y superación personal, que combina reflexiones, consejos y una visión distinta de convivir con la pareja.

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Auto interior

descubrimiento

Cuando decidimos conocernos y aceptarnos tal como somos, iniciamos el reto más grande, el del auto conocimiento. Nos damos cuenta que nosotros somos el rival más difícil de vencer y todos los obstáculos que no nos dejan ser libres los creamos nosotros mismos. El propósito de este libro, es que conozcas tus sentimientos y su origen, aprendas a aceptarlos y sueltes aquellos que te hacen daño; además conozcas las creencias que te afectan, aprendas poco a poco a soltarlas

hasta que llegues a tu esencia Divina y te reencuentres con tu libertad. La libertad no consiste en rechazar el dolor y recibir la felicidad, sino aceptar que tanto el dolor emocional como la felicidad son estados naturales del ser humano que llegan a nosotros y después se van. Un libro leído miles de veces y utilizado para cursos en internet. Un libro que se tardó 7 años en terminarse de escribir.

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