Autoconcepto Autoestima y Autoconocimiento

August 10, 2017 | Author: Gloria Miryam Mora Guerrero | Category: Self Esteem, Behavior, Psychology & Cognitive Science, Self-Improvement, Motivation
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Universidad de Chile Escuela de Enfermería Interacción Humana y Comunicación 2012 Material de estudio Sesiones 1 y 2

AUTOCONOCIMIENTO, AUTOESTIMA Y AUTOCONCEPTO Propósito del tema En esta sesión aprenderás lo que es el autoconocimiento, la autoestima y el autoconcepto. Además, reflexionarás sobre la influencia que estos fenómenos psicológicos tienen en la vida cotidiana y profesional de las personas. Finalmente, recibirás orientaciones sobre los pasos a seguir para incrementar tu autoconocimiento, elevar tu autoestima y mejorar tu autoconcepto.

Conceptos teóricos ¿Quién soy yo en el mundo? ¿Por qué me gustan ciertas cosas y evito otras? ¿Qué cosas me encienden y qué otras me apagan? Estas son algunas preguntas que la mayoría de las personas nos hemos hecho en diversos momentos de nuestra vida. Con frecuencia preguntas como ¿quién soy yo en realidad? y ¿qué es lo que quiero en mi vida? no tienen una respuesta única e, incluso, a veces nos encontramos con respuestas contradictorias que nos generan confusión. Sin embargo, no cabe duda que emprender la tarea del autoconocimiento es la única forma de darnos respuestas a nosotros(as) mismos(as). Además, de acuerdo a cómo afrontemos esta experiencia del autoconocimiento dependerán dos fenómenos psicológicos claves para explicar nuestra motivación: nuestro autoconcepto y nuestra autoestima. Comenzaremos por definir estos últimos términos, si bien hay que aclarar que no existe una única definición de ambos. De acuerdo a Papalia, Wendkos & Duskin (2006), el autoconcepto es la imagen que tenemos de nosotros(as) mismos(as), es decir, es lo que creemos que somos o la imagen total de nuestras capacidades y rasgos. También lo podemos entender como una construcción cognoscitiva o un sistema de representaciones descriptivas y evaluativas sobre nuestro yo, que determina cómo nos sentimos con nuestra persona y nos orienta a tomar acciones (Harter, 1996, citado en Papalia et. al., 2006). Desde este punto de vista, la autoestima es una de las dimensiones del autoconcepto y puede definirse como la parte autoevaluativa del autoconcepto o el juicio que cada quien hace sobre su valía general, el cual se basa en la capacidad para autodescribirse y autodefinirse o, dicho de forma sencilla, la capacidad para autoconocerse (Papalia et. al., 2006). En un sentido similar, Ramírez & Herrera (2002) definen el autoconcepto y la autoestima a partir del conocimiento de uno(a) mismo(a); éste último consiste en lo que la persona cree de sí mismo(a) y siente sobre sí mismo(a), aunque lo que crea o sienta no se corresponda con la realidad; lo relevante es que en función de estas creencias y sentimientos la persona se comporta. Por esto, continúan los autores, se ha tendido a interpretar el autoconcepto globalmente como un conjunto integrado de factores o actitudes relativos a la propia

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persona y que se agrupan en tres grandes grupos: cognitivos (pensamientos), afectivos (sentimientos) y conativos (comportamientos); el primer factor se identifica con el autoconcepto propiamente dicho, el segundo con la autoestima y el tercero con la autoeficacia. A continuación profundizaremos en cada uno de estos tres aspectos, enfatizando su importancia en la explicación de la motivación humana. I.

Autoconcepto

En general, los autores coinciden en que las personas que tienen un autoconcepto positivo tienen mayor capacidad para actuar de forma independiente, tomar decisiones, asumir responsabilidades, afrontar retos y enfrentar contradicciones y fracasos. Esto es, el autoconcepto tiene una gran influencia en el control emocional y en la dirección de las conductas de las personas (Naranjo, 2006). Se puede decir que la base del autoconcepto es nuestro conocimiento de lo que hemos sido y hecho y, por consiguiente, su función es guiarnos en las decisiones sobre nuestro futuro, lo que queremos llegar a ser y hacer (Papalia & Wendkos, 1995, citadas en Naranjo, 2006). De acuerdo a las autores antes citadas, el autoconcepto se relaciona con otros conceptos, los cuales son: 

    II.

Autoconciencia: se refiere a la comprensión acerca de nuestra independencia con respecto a las demás personas, lo que nos permite reflexionar acerca de nuestras propias actitudes y sentimientos, poniéndolas en relación con los estándares sociales. Autorreconocimiento: es la habilidad para reconocer nuestra imagen. Autodefinición: son las características físicas y psicológicas que reconocemos importantes al definirnos a nosotros(as) mismos(as). Yo Real: es el concepto de cada persona sobre cómo es. Yo Ideal: es el concepto de cada persona sobre lo que desea ser. Autoestima

Diversas investigaciones se han enfocado al estudio de la autoestima, considerándola como una parte fundamental del autoconcepto. De alguna manera, dichos estudios han coincidido en señalar que la autoestima es el punto de partida para el desarrollo positivo de las relaciones humanas, del aprendizaje, de la creatividad y de la responsabilidad personal (Clemes, 1994, citado en Ramírez & Herrera, 2002). Es tan importante que dependiendo de nuestra autoestima podremos utilizar o no nuestros recursos personales de cualquier índole que éstos sean.

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Según Ramírez & Herrera (2002), los rasgos psicológicos de una persona con alta autoestima pueden ser:        

Sentir orgullo por sus logros. Actuar con independencia. Asumir sus responsabilidades. Aceptar las frustraciones. Estar dispuesto(a) a la acción. Afrontar retos. Sentirse capaz de influir en otros. Experimentar amplitud de sentimientos y emociones.

Por el contrario, agregan Ramírez & Herrera (2002), una persona con baja autoestima:          

Evita las situaciones que provocan ansiedad. Desprecia sus logros y recursos personales. No tiene una idea clara de sus posibilidades. Siente que los demás no le valoran. Culpabiliza a los demás de lo que le ocurre. Es demasiado influenciable. Se pone fácilmente a la defensiva. Se frustra con facilidad. Tiene estrechez y/o rigidez de emociones y sentimientos. Se siente impotente.

Es así que la autoestima se constituye en una dimensión motivacional fundamental para comprender el comportamiento de cualquier persona. Por poner un ejemplo: un niño con inteligencia superior a la media y con escasa autoestima puede tener bajas calificaciones, mientras que un niño con inteligencia media y alta autoestima está en condiciones de obtener mejores notas. De igual manera, un(a) profesional con una autoestima alta tendrá mayor probabilidad de realizar su trabajo en forma productiva y de sentirse satisfecho(a) de sus logros en comparación a otro(a) profesional con baja autoestima. III.

Autoeficacia

Se denomina autoeficacia a las estimaciones que hacemos de nuestra efectividad a nivel del comportamiento, es decir, no es tanto nuestra habilidad y efectividad reales para tratar con las circunstancias de la vida y las demás personas, sino nuestras percepciones de esas cosas (Naranjo, 2006).

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La autoeficacia es importante porque influye en las relaciones interpersonales, en la disposición a emprender tareas difíciles y/o nuevas y en los sentimientos acerca de nosotros(as) mismos(as) y nuestras competencias.

¿Cómo mejorar el autoconcepto y la autoestima? Hasta el momento se ha expuesto la relevancia que tienen el autoconcepto y la autoestima en la explicación del comportamiento de cualquier persona. Considerando esto, ¿qué podemos hacer para mejorarlos? De acuerdo a Ramírez & Herrera (2002) para mejorar la autoestima como parte efectiva del autoconcepto, ya sea en otra persona o en nosotros(as) mismos(as), debemos procurarnos al menos las siguientes cuatro experiencias: 1. Vinculación, esto es, buscar situaciones en las que establezcamos vínculos que nos hagan sentir satisfechos(as) y que reconozcamos como importantes (formar parte de algo, pertenecer a un grupo, identificarse con alguien, etc.). 2. Singularidad, es decir, atrevernos a emprender la tarea diaria del autoconocimiento, reconocer las cualidades o atributos que nos hacen especiales o diferentes, procurando el respeto de los demás hacían nuestra persona (respetarse; saberse diferente, singular, especial y a la vez igual a los demás; disfrutar del hecho de ser especial, etc.). 3. Poder, el cual es resultado de disponer de los medios, de las oportunidades y de la capacidad para modificar el ambiente y dirigir nuestra propia vida (creer que normalmente puedo hacer lo que planeo, saber que tengo lo que necesito para hacer lo que debo hacer, sentir que tengo a mi cargo cosas importantes, tomar decisiones, resolver problemas, entre muchas otras). 4. Pautas, o escala de valores, objetivos, ideales y exigencias personales, que nos sirvan de orientación en la vida (desarrollar capacidad para distinguir lo bueno de lo malo, conjugar independencia y libertad con responsabilidad, dar sentido a lo que ocurre en la vida, etc.). Está claro que favorecer nuestro concepto y nuestra autoestima es primordial para tener un comportamiento efectivo y que nos dé satisfacción personal. Ahora, ¿qué obstáculos se enfrentan comúnmente para hacer de esto una realidad? Basado en la teoría psicoanalítica, Powell (1995) identificó tres defensas que usualmente emplean las personas para evitar autoconocerse de forma verdadera, con lo que obstaculizan el desarrollo de un autoconcepto y una autoestima verdaderos y positivos. Dichos “obstáculos” son:

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1. Represión, o la capacidad para esconder la verdad ante uno(a) mismo(a), bloqueándola de nuestra conciencia. De esta manera, cualquier cosa que no quiera reconocer en mí, simplemente la “saco” de mi consciencia. Sin embargo, lo reprimido no desaparece sino que sigue influyendo mi comportamiento sin que yo pueda controlar esta influencia. 2. Justificación, la que se observa con facilidad cuando la persona está ante la posibilidad de actuar “mal”, es decir, actuar contra su persona o la de otros y, empero, encuentra justificaciones o “razones” para su actuar. Así, se puede llegar a justificar la violencia, la mentira, etc. 3. Negación, con la que “cerramos” nuestra mente a la realidad que no queremos enfrentar de nosotros(as) mismos(as) y nuestras circunstancias. La consecuencia de esto es la “reducción” de nuestras experiencias y nuestro ser pero, al igual que en el caso de la represión, lo negado sigue ejerciendo su influencia sobre nuestro comportamiento. Los “obstáculos” al autoconocimiento promueven pensamientos, sentimientos y actitudes no realistas hacia nosotros(as) mismos(as), por lo que debemos “superarlos”. En este sentido, es que Ellis (1999, citado en Naranjo, 2006) ha mencionado que las actitudes irracionales y no realistas del autoconcepto pueden llegar a ser disfuncionales, mientras que las actitudes saludables y realistas tienden a la funcionalidad. Hay que recordar que el ser humano tiene la capacidad de extraer tanto conclusiones irracionales como racionales de sí mismo(a). Cuando se descubren las creencias irracionales, pueden ser constrarrestadas en aras de lograr un autoconcepto más verdadero de nosotros(as) mismos(as) (Naranjo, 2006).

Conclusiones ¿Quién soy yo en el mundo? es una pregunta cuya respuesta sólo se logra por medio de un proceso de autoconocimiento que dura toda la vida. A través del autoconocimiento y la búsqueda constante del verdadero “yo” podemos fundamentar un autoconcepto y una autoestima positivos. Éstos últimos son claves en nuestra motivación y, por tanto, de ellos depende en gran medida nuestro comportamiento, ya sea en la vida privada, en el ámbito laboral o en el ámbito público. Como futuros profesionales debemos comprometernos con nuestro autoconocimiento para estar en condiciones de poner nuestros recursos personales al servicio de nuestra labor.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Papalia, D., Wendkos, S. & Duskin, R. (2006). Psicología del desarrollo. México: Mc Graw Hill. Ramírez, M.I. & Herrera, F. (2002). El autoconcepto. Eúphoros, 5, 187-204. Extraído el 22 de marzo de 2012 desde http://dialnet.unirioja.es/servlet/listaarticulos?tipo_busqueda=EJEMPLAR&revista_busque da=6432&clave_busqueda=111456 Naranjo, M.L. (2006). El autoconcepto positivo; un objetivo de la orientación y la educación. Actualidades Investigativas en Educación, 6 (001), 1-30. . Extraído el 22 de marzo de 2012 desde http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=44760116 Powell, J. (1995). Resolviendo el Enigma del Ser. Mexico: Diana.

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